Küng, Hans. Cambios de modelo de Iglesia en la marcha del Pueblo de Dios

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    Hans Kng

    CAMBIOS DE MODELO DE IGLESIAEN LA MARCHA DEL PUEBLO DE DIOS

    http://www.exodo.org/

    Hacia dnde va la Iglesia Catlica? El reciente snodo de obispos celebrado en Romay las polmicas acerca de la teologa de la liberacin han puesto en evidencia, inclusopara quienes se sitan fuera, que la Iglesia catlica y con ella toda la cristiandad sehalla inmersa en una enorme lucha por la globalidad cuyos resultados son todavainciertos.Por ambas partes se ponen en juego importantes energas, pero el resultado de estapolmica parece saldarse de momento con un compromiso:

    1. El snodo de obispos ha ratificado las grandes lneas del Concilio Vaticano II contra las desventuras profetizadas por el Cardenal Ratzinger en su Informesobre la fe , pero los puntos neurlgicos, al menos en las conclusionespublicadas, han quedado entre parntesis. El informe es rico en palabras, perocomo suele suceder en el mbito eclesistico, pobre en realidades. Elproblema ha sido aplazado hasta un nuevo snodo dentro de dos aos, en el

    que se tratar de los laicos. De hecho, todava ningn snodo de obispos haofrecido perspectivas prometedoras para el futuro.

    2. Con respecto a la teologa de la liberacin hemos de sealar cinco cosas:

    a. El primer Documento Vaticano y las medidas contra Leonardo Boffestaban de sobra. El calificativo de marxistas aplicado a los telogos dela liberacin resulta calumnioso, al mismo tiempo que supone unaflagrante discriminacin para los hombres y mujeres cristianos, obisposy sacerdotes de los pases en que es preciso mantener una luchacotidiana contra la miseria.

    b. El segundo documento de la Congregacin para la Doctrina de la feparece haber aprendido algo a este respecto. El reto de la teologa de laliberacin iluminar importantes puntos de la doctrina social de laIglesia aportando nuevas perspectivas.

    c. Con todo, el nuevo Documento ha pasado por alto la cuestinfundamental, que los pobres pasen de objeto a sujeto, que tomen ensus manos el propio destino, se comprometan activamente en la historiay sean ellos mismos Iglesia, que den a la Iglesia un nuevo rostro y unnuevo lenguaje.

    d. Es probable que la poltica reaccionaria eclesistica siga su curso, pero

    la opinin pblica no se va a apercibir de la mayor parte de estosprocesos inquisitoriales. Al mismo tiempo que se levantaban las

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    medidas disciplinarias contra Leonardo Boff, nos enteramos de medidasinquisitoriales contra el telogo Bulanyi en Budapest, contra el moralistaCharles Curran y el canonista James Provost en Washington, contra untelogo africano y otro alemn al que se ha amenazado con lasuspensin si no se aviene a firmar cierto documento. La mayor partede estos procedimientos inquisitoriales escapan por completo a laopinin pblica. Al mismo tiempo, sobre todo en Sudamrica, prosigueel nombramiento de obispos conservadores y tambin el apoyo a laAdministracin Reagan contra Nicaragua, donde, si bien el respeto a losderechos humanos no est totalmente garantizado, nadie puede desearla vuelta de los amigos de Somoza.

    e. Una teologa de la liberacin slo puede ser slida y consecuente si secompromete seriamente por la liberacin tanto en la sociedad como enla Iglesia. Desde la perspectiva de la Iglesia, una liberacin social slopuede ser eficaz en la medida en que se lleve a trmino una liberacinen el seno de la misma Iglesia. Quizs nuestros amigos

    latinoamericanos no siempre han visto con suficiente claridad estantima conexin entre la liberacin extraeclesial y Ia intraeclesial.

    Sirvan estas anotaciones de actualidad, de contexto eclesistico y social a la preguntahacia dnde va la Iglesia catlica? Una respuesta correcta nos exige iluminar bien eltrasfondo con todas sus implicaciones o imponderables. Necesitamos saber de dndesalimos y hacia dnde nos encaminamos.En 1986 ya nadie puede dudar de que nos encontramos en una fase de una Iglesiahibernada (Karl Kalmes), de estancamiento y de restauracin con su tpicaintolerancia e incluso represin de las reformas y los reformadores. Pero la situacin

    presente no ha surgido por generacin espontnea, sino como resultado de undeterminado proceso histrico de caractersticas bien precisas. Para comprender esteproceso en el tema que nos ocupa es necesario un nuevo acercamiento, un nuevopunto de referencia, que en perspectiva hermenutica llamaremos anlisis deparadigmas de los cambios de modelos de Iglesia. Esto nos va a permitir situar elpresente eclesistico-poltico en el contexto ms amplio de la evolucin histrica de laIglesia y la sociedad, para as comprender mejor la gnesis de nuestra actualsituacin. Quizs todava sea posible relativizar el difundido sentimiento de impotenciay decepcin, para volver a mirar al futuro con una esperanza sometida a prueba, enexpresin de Ernst Bloch. Por consiguiente, en aras de un mejor futuro en nuestro untanto triste presente necesitamos una clarificacin histricamente fundada que, desdelos paradigmas del pasado, se encamine hacia nuevas visiones del futuro a travs del

    anlisis del presente.

    Qu entendemos por paradigma?No nos asustemos ante la palabra! Originalmente paradigma no significaba ni msni menos que ejemplo, tipo, tipo ejemplar, modelo para ulteriores experimentos.En el tema que nos ocupa podramos traducirla como modelo de interpretacin, deconocimiento como modelo fundamental (macromodelo). Qu nos ha dejado larevolucin copernicana, con el famoso caso Galileo? No una simple teora ni undeterminado mtodo; ms bien un nuevo paradigma! Con el historiador y terico de laciencia americana T. S. Kuhn, quien ha introducido este concepto en la discusinterica de la ciencia en su libro The Structure of Scientific Revolutions, 1972(Estructura de las revoluciones cientficas), entiendo aqu por paradigma toda una

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    constelacin de convicciones, valores, modos de comportamiento, etc. (et-caetera),compartidos por los miembros de una determinada comunidad (p. 186).Kuhn ilustra su tesis con ejemplos clsicos de la historia de las ciencias de lanaturaleza, y analiza detalladamente los mecanismos por los que se formaron ydesarrollaron los paradigmas ptolomaico, copernicano, newtoniano y einsteniano. Delmismo modo, pienso que mutatis mutandis en la historia de la Iglesia y de la sociedadpodemos hablar tambin de macroconstelaciones epocales, de modelosfundamentales, es decir, de grandes paradigmas que han estructurado la visincristiana de la realidad y que se han ido transformando a lo largo de la historia de lateologa y de la Iglesia. En la presente exposicin me gustara distinguir someramenteel paradigma protocristiano-judeocristiano y apocalptico de la teologa de Ia Iglesia (I),el antiguo-helenstico-bizantino (II), el medieval romano-catlico (III), el de la Reforma(evanglico-protestante) (IV), el de la modernidad ilustrada (V) y, finalmente, el de lapost- modernidad postilustrada (VI) (cf. Theologie-wohin?, de H. Kng-D. Tracy 1984).Pero parece salirnos al paso una objecin: No se mueve lo religioso en la dimensin

    de lo absoluto, de lo eterno, de la verdad inmutable? Es posible el cambio o lavaloracin en la esfera de la verdad eterna? No deber permanecer todo como hasido siempre para que Dios siga siendo Dios? Que el sol y las estrellas sigan siendolos mismos no impide que Tolomeo y Coprnico los vean de un modo totalmentediferente; se trata de otra imagen del mundo, de otro modelo o paradigma. La Palabrade Dios permanece, pero en cada tiempo es escuchada de un modo diferente. Dichode otro modo, la verdad slo se nos descubre en una forma histrica y condicionadapor el tiempo la verdad inmutable se transmite siempre en nuevos paradigmas, ennuevas constelaciones de convicciones, valores y comportamientos. As podemosconstatarlo dentro del mismo tiempo neotestamentario.

    Paso fundamental del paradigma protocristiano-judaico-escatolgico (I) alhelenistico-bizantino (II)El paradigma originario de la Iglesia neotestamentaria, formada por judos y helenistas,a pesar de sus diferentes concepciones teolgicas, configuraciones litrgicas y puntosde partida constituyentes, era un cristianismo judaico-escatolgico cuyo marcoideolgico proceda del judasrno primitivo: tanto las comunidades de Jerusaln yPalestina como las pagano-paulinas vivan a la espera del fin deI mundo (apocalipsis)y, al mismo tiempo, en la esperanza del inmediato retorno del Seor y de la prximainstauracin del reino de Dios. Los ttulos de Mesas, Cristo o Hijo de Dios seutilizaban en contexto judo.

    La rpida desaparicin del judeocristianismo fue una incalculable prdida para lacristiandad, que se volvi muy pronto helenista, lo que no dej de constituir un lastrepermanente para las relaciones tanto con el judasmo como con el islam (en el queparece seguir presente la tradicin judeocristiana). Las definiciones cristolgicas deNicea y Calcedonia habran sido muy diferentes de haber seguido vigente unacristiandad juda.Ahora ya no entendemos a Cristo corno fin, sino como centro del tiempo, continuadopor el tiempo de la Iglesia. Por lo dems, esta Iglesia ecumnica de los primeros siglosno era una Iglesia monoltica organizada de un modo centralista, sino ms bien unakoinona, o communio, una comunidad de Iglesias entendida, ante todo, por formasacramental- espiritual y no jurdico-institucional. En definitiva, se trataba de unaasociacin de Iglesias federadas en la que los diversos obispos locales (o prrocos) sesentan ligados colegialmente, ciertamente subordinados a los metropolitas y

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    patriarcas, reconociendo al obispo de Roma en su calidad de primero de los patriarcas(primus inter pares).

    Paso del paradigma helenstico-bizantino (II) al catlico-romano medieval (III)Despus del giro constantiniano se fue configurando en Roma una visinespecficamente romana de Iglesia. Roma cont siempre con varias circunstancias asu favor:

    haber sido el campo de actuacin de Pedro y Pablo; su importancia como capital del Imperio; su genio jurdico; en definitiva: el espritu romano-imperial sobre un fondo eclesistico catlico.

    As surgi poco a poco y aqu hemos de recordar, junto al papa Len Magno, alinspirador de la Edad Media, Agustn un nuevo paradigma latino de una Iglesiatotalmente fundada sobre Roma; es decir de una Iglesia catlica romana; en l todo el

    orden de la Iglesia se derivar de la supuesta potestad petrina del obispo de Roma: siel paradigma ecumnico de la Iglesia antigua era sacramental, colegial y conciliar, elparadigma medieval catlico-romano se vuelve jurdico, monrquico y absolutista: todose funda sobre el papa.El esquema constitucional ya no es Dios-Cristo-Apstoles-Obispos-Iglesia, sino Dios-Cristo-Pedro-Papa-Obispos-Iglesia.Este paradigma hall su expresin culminante en el programa de la ReformaGregoriana del siglo XI:

    El papa adquiere absoluta supremaca en la Iglesia; Iglesia romana y papa son

    quicio (puerta), madre (de la familia), fundamento (del edificio), fuente (de lacorriente);

    el poder espiritual se sobrepone al laical: el papa est por encima delemperador;

    se impone el celibato obligatorio en toda la Iglesia, y el matrimonio de losprebsteros es denunciado como concubinato.

    Resultados eclesiales histricamente decisivos;1. La lucha por la supremaca con los emperadores alemanes (guerra de las

    investiduras) da como vencedor en un primer momento al papado medieval.

    2. En el mbito eclesistico occidental se impone el papado con sus nuevas

    pretensiones absolutistas.

    3. La polmica con Oriente, que se mantiene dentro del paradigma de la Iglesiaantigua, es un fracaso para el papado (en 1054 tiene lugar la excomuninpapal): el cisma entre la Iglesia de Oriente y la de Occidente permanece hastanuestros das y queda sellado con las muy poco cristianas cruzadas,emprendidas al mismo tiempo contra el Islam y contra la Iglesia oriental.

    Con todo, tambin en Occidente se llega pronto a la crisis del paradigma medieval(sociedad, Iglesia, teologa), y del poder temporal del papa se pasa rpidamente a laimpotencia papal:

    1300: primer Ao Santo y jubileo promulgado por BonifacioVIII. 1302: Bula Unam Sanctam declarando la absoluta soberana del papa sobre

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    toda criatura humana. 1303: Atentado de Anagni y apresamiento del papa por los franceses,

    Prcticamente el comienzo de los casi setenta aos de destierro; 1309-1377: Destierro de Avignon: primero dos, luego tres papas; 1414-1418: Deposicin de los tres papas por el Concilio de Constanza (el nico

    concilio ecumnico al norte de los Alpes). Pero tampoco entonces Roma quisoaprender del con- cilio: las conclusiones conciliares de reforma fueron pasadaspor alto, de modo que bajo el papado del Renacimiento las postrimerias fueronpeores que los principios.

    En esta abismal crisis de la teologa, la Iglesia y la sociedad medievales exactamente cien aos despus del Concilio de Constanza presentaba Martn Luteroun nuevo proyecto de paradigma.

    Del paradigma medieval catlico-romano (III) al de la reforma evanglico-protestante (IV)

    El programa de Lutero era claro: Vuelta de la Iglesia al Evangelio de Jesucristo, vividoen la experiencia de la Sagrada Escritura:-contra todas las tradiciones, leyes y autoridades acumuladas a lo largo de los siglos,la Escritura como norma suprema;-contra los miles y miles de mediaciones de santos y ministros entre Dios y loshombres, Cristo como nico mediador;-contra todos los esfuerzos ascticos, obras y acciones (indulgencias, misas, reliquias,peregrinaciones), justificacin del hombre por la fe que se fa sola y absolutamente dela libre gracia de Dios: sola gracia, sola fe.

    As naca una nueva concepcin de la libertad del cristiano, del individuo, de laconciencia, y tambin una nueva concepcin de Dios, del hombre, de la Iglesia, de lossacramentos y del Estado.En definitiva, nos hallamos ante una transformacin extraordinariamente rpida quepodemos tomar como modelo ejemplar para el estudio de las reglas de un cambio deparadigma:la crisis va siempre por delante de la teologa y de la Iglesia oficial; normalmentereacias a lo nuevo; para que se disuelva el viejo paradigma es necesario que surja primero uno nuevo; En toda aceptacin o rechazo intervienen factores extra- cientficos, arracionales,

    psicolgicos y polticos; para participar en el cambio se requiere una autntica conversin que de ningnmodo obedece a una necesidad racional; en medio de la confrontacin nunca cabe prever el resultado: si el viejo paradigmava a lograr mantenerse (mediante la integracin de nuevos elementos); si va a serreemplazado o si todo va a quedar en tablas (indefinido).La reforma no es ni ms ni menos que un giro copernicano en la historia de la teologay de la Iglesia, llevado a cabo por un telogo que poda no ser un santo, pero (comoreconoce la misma Roma casi 500 anos despus de su excomunin) era ciertamenteun hombre profundamente religioso y cristiano. Con todo, puesto que Roma se negabaentonces a cualquier clase de reforma, tuvo que llegarse a la divisin de la Iglesia:junto a la divisin de la Iglesia entre Este y Oeste en el siglo XI, ahora, en el siglo XVl",una nueva divisin en Occidente entre Norte y Sur en Alemania, en Europa y,

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    finalmente, en Amrica: una divisin entre las Iglesias de paradigma medieval y las deparadigma reformador.

    Paradigma reaccionario de la ContrarreformaLa reaccin de la Iglesia catlica a la Reforma sigui al Concilio de Trento, despus dela muerte de Lutero. Auspiciado por muchos como un concilio de reforma, Trento nosupuso, por desgracia, un serio puente hacia el paradigma de la Reforma evanglica,sino, en su conjunto, ms bien una restauracin del anteriorstatus quo medieval. Bienes cierto que se disiparon algunos malentendidos, a la vez que determinados temas dela Reforma como la idea de la justificacin (por la sola fe, justificacin gratuita) fuerontratados de acuerdo con el paradigma medieval, sin que ello supusiera consecuenciaalguna para la concepcin de la Iglesia, del ministerio o del papado.Ni siquiera se mostraron consecuencias positivas para las exigencias en el terreno dela mera disciplina, de muchos catlicos alemanes sobre la lengua verncula en la

    liturgia, el matrimonio de los presbteros o la comunin bajo las dos especies para loslaicos, por no citar los profundos problemas teolgicos de la Reforma.Por el contrario, a partir de Trento se produjo un creciente atrincheramiento en elbastin catlico-romano (en expresin del cardenal Octaviani: Il baluardo) y sedefendi el paradigma medieval contra cualquier incursin de los enemigos de laIglesia, cada vez ms numerosos en los siglos siguientes. El paradigma catlico-romano, en otro tiempo abierto al mundo y progresista (recordemos las grandessntesis espirituales de la teologa medieval), se convirti en un trasnochadoparadigma de la apologa y de la reaccin. Y esto no slo contra el protestantismo y,dentro del mbito catlico, contra el galicanismo y el jansenismo, sino lo que seramucho ms grave en el siglo XVII, contra la incipiente filosofa moderna, las ciencias

    de la naturaleza y contra la nueva concepcin del Estado y la sociedad. Pero quhaba pasado entre tanto?

    Del paradigma de la reforma (IV) al de la modernidad Ilustrada (V)Despus de una fase de ortodoxia luterana y reformada y de contrarreforma catlico-romana, despus de la era del confesionalismo y de la guerra de los treinta aos, seprodujo un nuevo gran cambio de paradigma que es preciso distinguir claramente de laReforma, si bien algunos luteranos, sin tener en cuenta otros factores, lo considerancomo mera consecuencia de la Reforma: el paradigma de la modernidad, ese mundomoderno cuyo comienzo se fija histricamente en el siglo XVII: con la nueva filosofa

    (Descartes y sus seguidores), con, las nuevas ciencias de la naturaleza (con el casosintomtico y especial, con respecto a otros cambios de paradigma, de Galileo), latecnologa, la industrializacin y, finalmente, tambin dentro del mismo siglo XVII, laincipiente secularizacin del Estado y la poltica.Nos hallamos, pues, ante otro importante cambio de paradigma fuertemente marcadopor el siglo XVIII, el optimista y progresista siglo de las luces (siecle des lumieres):la expresin clave palabra de Dios es reemplazada por razn, la religin comoconfesin cede a la tolerancia de todas los confesiones, e incluso religiones; en vez deinvocar la Reforma se invoca por todas partes la Ilustracin. Precisamente estailustracin ser la que conduzca a las grandes conmociones polticas las revolucionesamericana y francesa con sus declaraciones de derechos humanos.El mundo moderno nueva filosofa y nuevas ciencias, tecnologa industria y

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    democracia , a diferencia del mundo de la Edad Media, nace sin Roma y contraRoma, y por ello siguen pagando todava los pases catlicos de la Europa meridionaly de Sudamrica el precio de su retraso social.- Roma se posicionaba a la defensivaintentando preservar su poder (Estados Pontificios, magisterio, primado, infalibilidad,condena de los derechos humanos, del liberalismo y socialismo, incluso de la exgesisbblica histrico-crtica o de cualquier nueva interpretacin teolgica). Alantiprotestantismo se aadi el antimodernismo; al Concilio de Trento, el Vaticano I; alviejo derecho cannico, el nuevo y rgido Codex Iuris Canonici; al papalismo, elmarianismo. Contra toda la tradicin eclesial, los papas definen dogmas sin verseobligados a ello por una hereja: cuatro dogmas de lujo (J. H. Newman), dos sobre elpapa (1870) y dos sobre Mara (1854, 1950).De todo modos, es de algn modo evidente que el paradigma catlico- romano,medieval y contrarreformador obedeca a una crisis de modernizacin, como semanifiesta no slo en la prdida de los Estados pontificios, sino tambin en numerosascondenas de telogos italianos, franceses, alemanes y americanos y en el juramentoantimodernista impuesto por el papa Po X a todo eI clero catlico a principios de

    nuestro siglo, para llegarse posteriormente a la prohibicin de los curas obreros y a lainhabilitacin de los ms importantes telogos franceses bajo el pontificado de Po XII,en los aos cincuenta. No conviene olvidar que todos ellos a excepcin de Teilhardde Chardin, que ya haba muerto en el destierro fueron nombrados telogos delConcilio Vaticano II por Juan XXIII. Nos encontramos, pues, ya en nuestro tiempo.

    Recuperacin catlica del paradigma reformador (IV) y moderno (V)El giro comenz con Juan XXIII (1958-63) y con el Concilio Vaticano II (1962-65): deuna postura anti se pas a la apertura, al aggiornamento, al dilogo, alecumenismo. El concilio se hallaba ante la inmensa tarea de introducir en la Iglesia

    catlica dos cambios de paradigma al mismo tiempo y de realizarlos en la medida delo posible, si bien no es de extraar que ello slo se lograra en parte. Pero, a pesar detodos los funestos compromisos, s se lograron cosas importantes.Contra la resistencia de la curia romana se consigui recuperar el paradigma de laReforma: revalorizacin de la Biblia y de la predicacin en el culto, autorizacin de lalengua vulgar y de la comunin bajo las dos especies, participacin activa de lacomunidad, reconocimiento del laicado como pueblo de Dios (en los consejosparroquial y diocesano), inclusin del papa en la colegialidad de los obispos, respeto alas Iglesias locales y nacionales (conferencias episcopales).Adems, tambin contra la resistencia curial, se recuper igualmente el paradigma

    moderno e ilustrado: reconocimiento de los derechos humanos, sobre todo, la tanperseguida libertad de religin y conciencia, afirmacin del igualmente condenadoecumenismo, nueva relacin con los judos, el islam y las dems grandes religiones;finalmente, una nueva actitud de la Iglesia ante la ciencia, el progreso y, en general, elmundo secular moderno (supresin del juramento antimodernista y del ndice de librosprohibidos, que inclua casi todos los grandes hombres de la modernidad desdeDescartes y Galileo hasta Unamuno y Jean-Paul Sartre).El esbozo que acabamos de presentar no se limita a la mera sntesis de los diversosmomentos histricos, sino que ms bien pretende mostrar qu en nuestro siglo noshallamos ante la concurrencia e incluso ante un abierto conflicto no slo de diversostelogos y teologas, sino tambin de diversos paradigmas, con diversas races en eltiempo; este conflicto se ha manisfestado tambin en la teologa y la Iglesiaprotestantes en las confrontaciones entre fundamentalistas (pietistas) y liberales de

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    todos los tipos. Y precisamente por tratarse de paradigmas, de concepcionesfundamentales largamente maduradas, profundamente arraigadas y que afectan a latotalidad, de un modo consciente o inconsciente, resulta tan duro y aparentementeirreconciliable el contacto entre los llamados conservadores y progresistas detodas las Iglesias. Del mismo modo que existen ortodoxos griegos o rusos que desdelos siglos IV o V apenas han progresado teolgicamente, existen tambin catlicosque todava viven en la Edad Media o en la Contrarreforma, o bien protestantes quesiguen interpretando la Biblia del mismo modo que en las siglos XVI y XVII.En definitiva, la pregunta fundamental para la valoracin del presente y el futuro de IaIglesia catlica y del cristianismo es la siguiente: Sigue la Iglesia catlica, junto conlas otras Iglesias, el camino de la renovacin, del mutuo entendimiento ecumnico ydel aggiornamento en la lnea de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II? O ms bien,no obstante su amplia apertura hacia afuera con la utilizacin de las tcnicasmodernas, se est dejando, en su constitucin interna, en la teologa, la liturgia y elderecho, recluir en el paradigma preconciliar medieval, siguiendo el ejemplo de un pascomo Polonia que no ha realizado ni el cambio de paradigma de la Reforma ni el de la

    ilustracin?Hasta el ltimo snodo de obispos de 1985, en Roma, se hablaba francamente poco deapertura, aggiornamento e incluso de dilogo. Desde una perspectivaecumnica, esta segunda va supone como ya estn empezando a ver muchosobispos la absoluta congelacin, o la reduccin del ecumenismo a merasdeclaraciones y abrazos. Dentro de la Iglesia catlica, pienso que el test para lasuperacin de este conflicto podra constituirlo la cuestin feminista. Actualmente seest llevando a cabo en Roma una amplia ofensiva eclesistica contra laemancipacin de la mujer, particularmente en Amrica, orientada tanto a las mujerescasadas como a las solteras que viven en congregaciones religiosas. Lasmanifestaciones de esta ofensiva son variadas: persistencia de muchos obispos en

    una moral matrimonial trasnochada (p. ej., en el tema del control de la natalidad);inquisicin de algunas congregaciones de religiosas o de algunos centroseclesisticos de formacin; campaa contra la ordenacin de mujeres y prohibicin deaclitas. Al menos en la Iglesia, parece intentarse que la mujer siga recluida en elparadigma preconciliar y medieval. Esta confrontacin llevar al fin, o bien a un cambiode actitud en la Iglesia, o bien a un alejamiento (qu ya est siendo masivo) de lasmujeres (como lo fue el de los intelectuales y los trabajadores) con respecto a laIglesia.De todos modos, la confrontacin an no est decidida, y por ambas partes se hallanen juego poderosas fuerzas. Una continuacin de la renovacin conciliar parece tantoms urgente cuanto que en estos ultimos tiempos el mundo, lejos de quedarse

    estancado, prosigue el camino de un futuro todava impredecible.

    Del paradigma moderno ilustrado (V) al paradigma postmoderno actual (VI)Todos nos encontrarnos inmersos en un nuevo cambio de paradigma: de unamodernidad ilustrada a un paradigma postmoderno (todava por determinar ycircunscribir), en el que hombre y sociedad, mundo y Dios se concebirn en unaconstelacin totalmente distinta de convicciones, valores y formas de conducta (=paradigma). Considero que aqu no se trata de un simple movimiento pendular o deuna marejada, ni siquiera de un cambio de talante en los aos sesenta o setenta, o deun determinado giro poltico en los ochenta, sino de una transformacin fundamental ya largo plazo en la concepcin de la realidad (que de hecho ya se iniciaba con laprimera guerra mundial). Como hemos insinuado, este cambio trascendental en la

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    visin global de nuestro tiempo incluye dos facetas principales: por una parte, la crisisdel ya envejecido paradigma moderno-ilustrado y, por otra parte, empiezan aperfilarse rasgos bsicos de un nuevo paradigma ilustrado post-moderno ms all dela Ilustracin.Ya hace tiempo que se anuncia otra constelacin de valores en el nuevo marcoexterno de lo poltico: slo ahora nos damos cuenta de verdad del alcance de lainvasin, revolucin y quebranto supuestos por las dos guerras mundiales: telogoscomo Karl Barth, Rudolf Bultmann y Paul Tillich y filsofos como Heidegger, Jaspers yBoch lo constataban ya en 1918. En la esfera poltica, la antigua constelacin de lamodernidad, es decir, la supremaca mundial de las potencias europeas fue duramentesacudida por la primera guerra mundial y, finalmente, en la segunda guerra mundial,aniquilada y disuelta por el dominio de las dos superpotencias, Estados Unidos y laUnin Sovitica. Pero stos a su vez inmersos en una situacin cada vez ms crtica ni siquiera son capaces de imponer ilimitadamente la propia voluntad en susrespectivas esferas de influencia (China, Amrica Latina, Europa). Se empieza adibujar una nueva constelacin poltica mundial de carcter post- moderno, es decir,

    postimperialista y postcolonialista, y tambin, gracias a los sistemas tcnicos decomunicacin, un mundo policntrico cada vez ms intrincado (el Tercer Mundo y elCuarto Mundo son ya tan importantes corno el Primero y el Segundo), en el que lasguerras, despus de tantas experiencias horribles, quizs se consideren cada vez mscomo empresas insensatas e inhumanas (como ya sucede en Europa).Igualmente evidente es la crisis interna del paradigma de la modernidad: por todaspartes se est poniendo en tela de juicio la supremaca mundial de las fuerzasculturales que determinan y conservan el paradigma moderno. Los hombres nossentimos hoy menos liberados que amenazados:

    por una ciencia que no reconoce fronteras ni responsabilidad alguna; por una macrotecnologa y tecnocracia que en vez de servir al hombre lo

    domina; por una industria que deteriora el medio ambiente; por una democracia puramente formal, incapaz de realizar la justicia social.

    El proceso de modernizacin no slo amenaza con destruir toda tradicin, sinotambin el sentido y las normas, la identidad del hombre, su comunitariedad y sumedio ambiente. Este fenmeno es calificado hoy por la sociologa (Daniel Bell) comoagotamiento de las energas creadoras de la modernidad; despus de la segundaguerra mundial, Theodor W. Adorno y Max Horkheimer lo llamaban dialctica de laIlustracin. Continuando el pensamiento nietscheano analizaron en su teoracritica

    cmo una crtica radical, es decir, una crtica racional llevada hasta la raz,

    termina por minar las races de la misma razn; cmo de este modo la autocrtica de la razn disuelve a la razn misma; cmo la Ilustracin se mueve en un proceso imparable de autodestruccin.

    Por eso, los propios autores de la Dialctica de la Ilustracin preconizaban ya unaIlustracin que se trascendiera a s misma.

    Dimensiones del nuevo paradigmaPero qu significa una Ilustracin que se trasciende a si misma, una Ilustracinilustrada ms all de si misma? Ahora podemos comprender las posibles dimensionesdel nuevo paradigma mejor que en los tiempos de la segunda guerra mundial. Se tratade la nueva actitud que se est perfilando con respecto a las viejas fuerzas dinmicas

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    de la modernidad, nueva actitud perfectamente compartible por diferentes grupossociales:

    s a la ciencia, pero a una ciencia ticamente responsable; s a la tecnologa, pero a una tecnologa que sirva a la humanidad -del hombre; s a la industria, pero a una industria que estimule los verdaderos intereses y

    necesidades del hombre; s a la democracia, pero a una democracia verdaderamente social en que

    puedan reconciliarse libertad y justicia.

    Se trata, pues, de un camino entre el cientifismo a ultranza y la condenacin de laciencia, entre la euforia y la oposicin ante la tcnica, entre la democracia puramenteformal y la democracia popular totalitaria.Nos encontramos abiertamente no slo ante nuevas olas y marejadas de superficie,sino ante un fuerte movimiento de las capas profundas, ante un cambio paradigmticode necesidades, valores y normas. Frente a necesidades materiales como seguridadabastecimiento, carrera, consumo, se imponen ahora necesidades de valores y

    normas que podramos calificar provisionalmente como postmaterialistas: creciente inters por ampliar la propia experiencia y autorealizacin; mayor sensibilidad en el frgil terreno de las relaciones humanas y aumenta de

    la atencin a lo social; fino sentido de la proteccin y cuidado de los ambientes naturales e histricos.,

    Estas observaciones hallan confirmacin en los llamados movimientos liberadoresalternativos (nacidos de otro modo) de nuestra era post- industrial. Han surgido de lacrisis social y gozan de simpatas mucho ms all de las respectivas organizaciones.Aunque no podamos identificarnos con todas sus particularidades y mtodos, con susexponentes y agrupaciones, cualquier observador atento de la realidad actual tendr

    que reconocer sinceramente que estos movimientos, mutuamente interrelacionados, lehan abierto los ojos a una nueva visin de las cosas en los dos ltimos decenios, ytambin que, lejos de suponer una traicin a la modernidad, son signo de un cambioprometedor.Si no nos fijamos en las manifestaciones y desarrollos extremos, sino en lo esencial,percibiremos dimensiones complementarias de una nueva constelacin ideolgica:nueva actitud no slo ante la ciencia, la tecnologa, la industria y la democracia, sinotambin la consiguiente nueva actitud ante las razas y clases, los sexos y la naturalezae incluso la religin. Concretizando:

    una nueva actitud ante los. desfavorecidos e ignorados y marginados en la

    democracia moderna, ante el hambre, la pobreza y la injusticia, estirrumpiendo en el movimiento norteamericano de los derechos ciudadanos, enlos movimientos latinoamericanos y africanos de liberacin y en el movimientomundial de los derechos humanos;

    una nueva sensibilidad en el movimiento feminista sobre el papel de los sexosfrente al dominio masculino;

    una nueva relacin con la naturaleza en el movimiento ecologista con respectoa los lmites del crecimiento y de la destruccin de los principios naturales denuestra vida;

    una nueva actitud en el movimiento pacifista de condena de una polticaexterior que considera la guerra como medio poltico;

    y, finalmente, una nueva actitud ante la realidad ltima en los diversosmovimientos religiosos, cristianos y no-cristianos.

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    Papel de la Iglesia catlicaNuestra poca se encuentra sin duda en un movimiento de bsqueda y, como essabido, todo tiempo de trnsito se caracteriza por la inmadurez y la contradiccin. Perosi los signos de los tiempos no nos engaan, la religin debera jugar un importante,aunque difuso, papel en el paradigma postmoderno. Ya no se puede volver atrs(como se teme Jrgen Habermas) en la superacin del paradigma postmoderno:

    1. Es preciso conservar la fuerza critica de la Ilustracin frente a cualquierobjetivacin social y encubrimiento intelectual.

    2. Se impone, sin embargo, negar el reduccionismo de la modernidad ante losestratos espirituales y religiosos ms profundos de la realidad, y tambin suoptimismo racional, cientfico y progresista, as como todas las fuerzasdestructoras a que han dado lugar en el curso de la historia.

    3. Finalmente, hay que trascender, superar, la modernidad en un paradigma depostmodernidad, donde las dimensiones relegadas y atrofiadas, incluidas las

    de la religin, se orienten a una eficacia enriquecedora y liberadora.Cul puede ser en este contexto el papel-de la Iglesia catlica?Si quiere perseguiruna renovacin consecuente en el espritu del Concilio Vaticano II, a la Iglesia catlicaslo le queda un papel que jugar de cara al Tercer Mundo y, en definitiva, tambin decara al primero y al segundo.El snodo romano de obispos ha evidenciado que una importante parte del episcopadose pronuncia por una renovacin consecuente en el espritu del Vaticano II. El papa yla curia haran bien en tomar en serio y traducir en hechos los gravamina y lospostulados del episcopado al que se deben. Mencionaremos nicamente diez temasclave del documento sinodal, todos los cuales se remiten al Vaticano II y, por

    consiguiente, tienen fuerza vinculante para la administracin romana y para el resto delos snodos futuros; stos no tienen la funcin de confirmar o verificar el concilioecumnico de la Iglesia catlica, sino nicamente la de ponerlo en prctica.1. La Iglesia como communioSi tomamos en serio a la Iglesia no en cuanto jerarqua (potestad sagrada), sino encuanto koinona, communio, comunidad de los fieles con Cristo y entre ellos mismos,entonces el snodo anunciado para 1987 sobre la vocacin y misin de los laicos enla Iglesia y en la sociedad no debera ser un snodo de los obispos sobre los laicos,sino un snodo de obispos (y telogos) con los laicos (hombres y mujeres), y no slode las asociaciones seglares oficiales. As se mostrara que el dominio medieval del

    clero sobre los laicos, contrario a la primitiva organizacin de la Iglesia, cede el paso auna relacin en que se alterna la mutua obediencia en sentido bblico.2. Pluralidad en la unidadPara que la diversidad sea tambin en Roma no slo una palabra, sino una realidad,necesitamos una Iglesia en la que tanto la Congregacin para la Doctrina de la fe (quecontra las directrices de Pablo VI tan poco ha contribuido hasta ahora a unailuminacin positiva de la fe, continuando ms bien la vieja actividad inquisitorial connuevos mtodos) como las otras autoridades vaticanas se liberen por fin de laneoescolstica medieval, centrada en los dogmas, y se abran a todas las corrientes dela actual teologa catlica, sin excluir la teologa latinoamericana de la liberacin.3. Colegialidad de los obispos con el papa

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    Si realmente existen barreras para la autoridad del papa y si la colegialiadad palabraclave ms importante del ltimo snodo ha de haIlar plena realizacin, incluso en elderecho eclesistico, entonces el sinodo de obispos debe pasar de un simple rganoconsultivo del papa (hasta ahora bastante ineficaz) a un gremio (realmentecorresponsable) de carcter legislativo en la Iglesia. De igual modo, las conferenciasepiscopales, cuya necesidad y utilidad todava es preciso recalcar expresamentefrente a las pretensiones curiales, debern contar en el futuro con menos trabas y msapoyo y ayuda por parte de Roma.4.participacin y corresponsabilidadPara que este principio halle la validez debida en todos los mbitos de la Iglesia debecontinuar el proceso de descentralizacin de la misma Iglesia: particularmente losobispos ya no podrn ser nombrados, contra la antigua tradicin, sin consentimientodel clero y del pueblo o incluso impuestos (como en el caso de Holanda); debern,ms bien, ser elegidos por una representacin del clero y del pueblo por ejemplo,

    mediante los actuales consejos presbiterales y pastorales (eventualmente ampliados) y ser reconocidos como tales por Roma.5. Vocacin y misin de la mujerLa preocupacin de la Iglesia por que la mujer adquiera un ms amplio papel en losdiversos mbitos del apostolado eclesial, y por que los pastores acepten y estimulende buen grado la colaboracin de la mujer en la actividad eclesial requiere que en elfuturo no se limite a las mujeres a servicios auxiliares; debera establecerse tambindentro de la Iglesia la igualdad ya conseguida por la mujer en el campo social; laautoridad eclesistica deber procurar que se frene el incipiente y silenciosoalejamiento de las mujeres de la Iglesia poniendo en prctica su plena igualdad

    jurdica sin excluir la ordenacin de mujeres.6. La juventud, esperanza de la IglesiaEl snodo espera grandes cosas de la magnnima entrega de la juventud y quieremover a los jvenes a aceptar y promover con entusiasmo la herencia del concilio.Para ello es preciso que la jerarqua se presente en el futuro ante los jvenes de unaforma ms creble, que no se impidan oficialmente las nuevas formas de expresin dela fe, la espiritualidad yla vida, que no se amenace a las asociaciones y comunidadesde estudiantes ni se sigan domesticando las organizaciones juveniles (un casoconcreto es el de la actitud de la jerarqua ante la sexualidad y las relaciones depareja).7. Comunidades de base y opcin preferencial de la Iglesia por los pobresEl snodo considera a las comunidades de base como expresin de la comunidad yaexistente e instrumento para construir una comunidad an ms perfecta, incluso lasllama una gran esperanza para la vida de la Iglesia, pero tales expresiones slopueden ser crebles si la teologa, cuyo Sitz im Leben (entronque vital) se encuentra enestas comunidades, como es el caso de la teologa de la liberacin en Latinoamrica,Asia o el frica negra, adquiere pleno reconocimiento oficial con la supresin de lasmedidas disciplinares contra sus correspondientes telogos.8. EcumenismoEl ardiente deseo de los obispos de que la todava imperfecta comunin con las

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    Iglesias y comunidades eclesiales no catlicas se transforme, con la ayuda de Dios, enuna comunin plena slo puede ser creble si los mismos obispos se comprometen arealizar algo que es de su exclusiva competencia: traducir en hechos los resultadospositivos de los ltimos veinte aos de comisiones ecumnicas con respecto al mutuoreconocimiento de los ministerios y a la intercomunin. Los obispos podran confirmarsu seriedad ecumnica integrando la Congregacin para la doctrina de la fe es elSecretariado (Congregacin) para la unidad de los cristianos, de modo que esainstancia de infausto pasado pueda cumplir su nuevo cometido en un contextoecumnico: interpretar el sentido de la fe cristiana para el hombre de nuestro tiempo yprotegerla de las desviaciones y errores reales (no de los puramente imaginarios).9. Dilogo con las religiones no cristianasCuando el snodo se pronuncia a favor de la prosecucin del dilogo con las religionesno cristianas y con los no creyentes y exhorta a que los catlicos, en testimonio de lafe y vida cristiana, reconozcan, sirvan y promuevan con prudencia y amor, mediante eldilogo y la cooperacin con los fieles de otras religiones, tanto los valores espirituales

    y morales como los bienes socioculturales que les son propios, tales declaraciones einvitaciones slo pueden tomarse en serio si el dilogo con judos musulmaneshinduistas y budistas viene acompaado par hechos concretos.10. AggiornamentoLa opcin del snodo por un oportuno aggiornamento (apertura misionera a lasalvacin del mundo en su plenitud) y su rechazo del rgido encasillamiento de lacomunidad de los fieles en si misma, slo adquirirn sentido cuando se acabe deperder, tambin en Roma, el miedo a la modernidad y a la postmodernidad Ya no seseguir titubeando en llevar a la prctica los derechos humanos modernos en el senode la misma Iglesia y, as, a la liberacin en la sociedad responder tambin la

    liberacin en la Iglesia (liquidacin definitiva de las trasnochadas cuestiones desiempre, todava persistentes despus del Concilio, como el control de la natalidad).La Iglesia ya no ser una Iglesia encasillada y ocupada slo de si misma, sino unaIglesia abierta y verdadero signo ante los pueblos. Problemas globales como elconflicto Este- Oeste yNorte-Sur, la marginacin de millones de personas, todava enalarmante crecimiento, la crisis ecolgica, la aparicin de nuevos movimientospacifistas y de liberacin, los nuevos problemas ticos relacionados con lamanipuIacin gentica, el nacimiento de nuevas sectas y religiones, la revolucin en elsector de las comunicaciones... son hechos que marcarn la vida de los hombres en eltercer milenio ms de lo que puedan hacerlo las disposiciones eclesisticas y losdogmas. Si la Iglesia quiere permanecer, no puede quedarse como est.

    El paradigma ecumnicoSi pudiramos vivir el paradigma de la postmodernidad y si, a pesar de todas lascontrariedades, este nuevo paradigma pudiera implantarse definitivamente en lasdiferentes confesiones, religiones y naciones, lo llamaramos paradigma ecumnicode la Iglesia", distinguiendo en l tres fases sucesivas:l. Existe fundada esperanza de una ecumene de las confesiones cristianas:

    Pasarn a la historia todas las pretensiones, privilegios y prerrogativasmedievales y temprano-modernas de la Iglesia catlica frente a las otrasIglesias cristianas, a sus ministerios y celebraciones litrgicas, y tendr quedesaparecer el culto a la infalibilidad papal, junto con la papolatra pseudo-cristiana, en beneficio de un ministerio petrino al servicio de toda la cristiandad

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    en el marco de unas estructuras sinodales y conciliares. Tambin tendrn que quedar atrs el provincialismo y el fundamentalismo

    protestante dando paso a una Iglesia responsable ante el mundo y a una nueva(ilustrada) libertad del cristiano.

    Finalmente, ser preciso superar el tradicionalismo y liturgismo ortodoxo por uncristianismo ms acomodado al presente y ms fiel a los orgenes que,partiendo de la celebracin, ejerza una funcin de fermento en latransformacin social de los pases de rgimen bizantino.

    Se trata, pues, de una unidad ecumnica de las Iglesias cristianas!Pero con ello no queremos decir que el perfil confesional, regional y nacional delcristianismo tenga que diluirse en un uniformismo eclesial; habr que hablar ms biende una concordia en la diversidad.2. Existe fundada esperanza de una ecumene de las religiones: Las tres grandesreligiones profticas sern cada vez ms estimuladas por un nico mundo a

    abandonar la bsqueda prioritaria de lo propio con detrimento de lo ajeno, aabandonar la envidia, la competencia, la intolerancia, as como las abiertas osolapadas guerras de religin. Tendrn que preocuparse por buscar su origen comne intentar honradamente (sin traicionar la verdad) un consentimiento bsicoresponsable que haga posible entre ellas una paz religiosa de amplias consecuenciassociales y polticas no slo para el Prximo Oriente. En este espritu de reconciliacin,judasmo, cristianismo e islam podrn dejarse enriquecer por las grandes religiones dela India y del Lejano Oriente: por sus valores espirituales, su profundidad mstica y susecularmente evidenciada visin del mundo y del hombre. Al mismo tiempo tambinellas podrn enriquecer a las otras con su inagotable acerbo cultural y espiritual, sinque ello suponga colonizacin religiosa.

    Por consiguiente, tambin aqu una paz ecumnica entre las grandes religiones, perotampoco ahora nos referimos a que tenga que surgir una nica religin mundial. Por elcontrario, podra darse una coexistencia pacfica, una creciente convergencia y unapro-existencia fructfera de las religiones en la bsqueda comn de la siempreinalcanzable verdad y del misterio del nico y verdadero Dios que slo se manifestaren el sjaton.3. Existe fundada esperanza de una ecumene entre las naciones:En un sentido ecumnico ms global, la religin podr asumir de un modo totalmentenuevo su responsabilidad moral en la pacificacin del mundo y tambin en laeliminacin de las estructuras sociales y polticas injustas, haciendo la creacin mshabitable en el marco de un medio ambiente donde valga la pena vivir.

    Tendramos una comunidad ecumnica de los pueblos, las verdaderas NacionesUnidas! Pero tampoco nos referimos aqu a un gobierno omnipotente o a unadictadura mundial, ni a un dominio ejercido en nombre de una religin, ni a ningunaclase de coacciones fsicas o psquicas de carcter juridicista, dogmtico o moral, ni aningn poder autoritario en manos de clrigos, bonzos, ayatols o gurs. Por elcontrario, deber existir una religin, un cristianismo cuya intencin profundamentehumana la salvacin y liberacin de todo el hombre y de todos los hombres seareconocida y realizada por el mismo hombre. Esta religin permitira superar elsolapado cinismo de la modernidad: evitar el exacerbado subjetivismo vigente y elestilo de vida hedonstico-materialista; crear y promover un consenso en los valores,derechos y comportamientos fundamentales; resistir a la destruccin y a la violenciabrutal poner fin a las frustraciones nacidas del fracaso de toda esperanza, ayudandoas a que el hombre recupere su identidad y se reconcilie con la propia finitud.

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    En este horizonte de esperanza se encuentran las lneas esenciales de una teologacristiana empeada en conseguir la paz entre las diversas religiones. En todo conflictode paradigmas dentro de la cristiandad ojal sea algn da superado , al cristianoslo le importa una cosa: en la era de La postmodernidad, ms que en ninguna otra,ser cristiano significa sentirse en ltima instancia sostenido, guiado y cobijado por Diosmismo y llegar a ser un hombre radical y verdaderamente humano: Esa fue laconclusin de mi libro Ser cristiano: A la luz y por la fuerza de Jess, podemos, en elmundo actual, vivir, actuar, sufrir y morir de un modo verdaderamente humano,sostenidos por Dios y comprometidos hasta el fondo por el bien de los hombres.

    Madrid. 1986Traduccin: Gilberto Canal

    DIOS EN LA IGLESIA CATLICA IMPERIALHans Kng

    En 325, Constantino convoc el primer concilio ecumnico, que se celebren su residencia de Nicea. Haba advertido que una divisin ideolgicaamenazaba la unidad de un imperio que acababa de unificarsepolticamente bajo su nico mandato.Una vez que se garantiz la libertad religiosa, que tanto se haba anhelado,las tensiones religiosas en el seno del cristianismo, que haban estadolatentes durante tanto tiempo salieron a la luz, sobre todo debido a unacristologa interpretada en trminos helensticos.

    Pues cuanto ms se equiparaban Jess y el Hijo en contrate con elparadigma judeocristiano- al mismo nivel que Dios Padre y se describa larelacin entre Padre e Hijo segn las categoras y nociones naturalistaspropias del helenismo, ms difcil resultaba reconciliar el monotesmo con elhecho de la existencia de un Hijo divino de Dios. Parecan dos Dioses.

    Ahora todo quedaba progresivamente dominado por el lema un Dios, unemperador, un imperio, una iglesia, una fe.

    Segn esta fe, Jesucristo no haba sido creado antes de los tiempos (elpunto de vista de Arrio, que fue condenado en el concilio: el presbteroalejandrino Arrio defenda que el Hijo, Cristo, haba sido creado antes de lostiempos, pero que an as era una criatura).

    Antes bien, como Hijo (este trmino, ms natural, sustituy al trminoLogos, que aparece en el Evangelio de Juan y en la filosofa griega) estambin Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero del Dios verdadero,

    engendrado, no creado, de la misma sustancia del Padre.

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    La subordinacin del Hijo a un solo Dios y Padre (el Dios), tal comoindicaban generalmente las enseanzas de Orgenes y los telogos delperodo anterior, quedaba reemplazada por una igualdad esencial ysustancial del Hijo con el Padre, de modo que en el futuro ser posiblehablar de Dios Hijo y Dios Padre.

    La religin cristiana del estado qued coronada por el dogma de la Trinidad.Slo pudo utilizarse ese trmino a partir del segundo concilio ecumnico deConstantinopla, convocado en 382 por el emperador Teodosio el Grande, unestricto ortodoxo espaol, cuando tambin se defini la identidad de lasustancia del Espritu Santo junto con el Padre y el Hijo.

    Despus de ese concilio, lo que los tres capadocios (de Capadocia, enAsia Menor), Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa,haban elaborado, se consider la frmula ortodoxa de la Trinidad: Trinidad= un ser divino (sustancia, naturaleza) en tres personas (Padre, Hijo y

    Espritu Santo).

    En el cuarto concilio ecumnico de Calcedonia de 451 se complet con lafrmula cristolgica clsica: Jesucristo = una persona (divina) en dosnaturalezas (una divina y otra humana). La definicin cristolgicaes de Len I Magno, obispo de Roma, slido telogo y excelente jurista(440-461).

    Los padres de la iglesia griega siempre se remitan al Dios Padre nico, quepara ellos, como para el Nuevo Testamento, era el Dios. Definan larelacin de Dios Padre con el Hijo y el Espritu a la luz de ese Dios Padre.Agustn disenta de esa idea: en lugar de comenzar con un Dios Padrecomenz con la naturaleza nica de Dios, o suistancia divina, que eracomn al Padre, al Hijo y al Espritu. Para los telogos latinos, el principiode unidad no era el Padre sino la naturaleza o sustancia divina.Agustn utiliz categoras psicolgicas de un modo novedoso: vio unasimilitud entre el Dios triple y el espritu humano tridimensional: entre elPadre y la memoria, entre el Hijo y la inteligencia, y entre el Espritu y lavoluntad. A la luz de esta analoga la Trinidad poda interpretarse comosigue:El Hijo es engendrado por el Padre segn el intelecto. El Padre reconocey engendra al Hijo de acuerdo con su propia palabra e imagen.

    Pero el Espritu procede del Padre (como amante) y del Hijo (comoamado), segn su voluntad. El Espritu es el amor entre el Padre y el Hijohecho persona: procede tanto del Padre como del Hijo. (Era el trminolatino que defina este procedimiento como tambin proveniente del Hijo,filioque, el gran escollo para los griegos. Su punto de vista era que procedanicamente del Padre).

    Hans Kng

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    La Iglesia Catlica. Mondadori.Extracto pginas 61-80

    LA HELENIZACIN DE LA IGLESIA PRIMITIVA

    A la vista de las malinterpretaciones paganas, los ataques y las calumnias,se hicieron necesarias las apologas pblicas, escrituras a modo dedefensa. En el seno de la iglesia su influencia fue inmensa. Estosapologistas, que escriban en griego, fueron las primeras figuras literariasdel cristianismo. Demostraron ser los primeros telogos cristianos, y dierona la iglesia catlica un impulso hacia la helenizacin que todava siguesiendo tangible en la formulacin de la fe.

    Recordaremos al ms culto de los apologistas, Justino, que naci enPalestina y despus trabaj pblicamente en Roma (fue ejecutado en 165).Saba dejar en evidencia el politesmo pagano, los mitos, y defender afilsofos como Herclito y Scrates como cristianos antes de Cristo.

    En la primera mitad del siglo III, el alejandrino Orgenes, el nico genioautntico entre los padres griegos de la iglesia, de extensa educacin yformidable creatividad, se convirti en el creador de la teologa comociencia; le guiaba la pasin por conseguir una reconciliacin definitiva entreel cristianismo y el mundo griego, la trascendencia y la abolicin de la

    cultura griega en el cristianismo.

    El cristianismo se representaba como la ms perfecta de las religiones: laencarnacin de Dios, conducente en ltimo trmino a la divinizacin de losseres humanos.Los efectos negativos de esta helenizacin de la predicacin cristiana fueronevidentes.

    En el cristianismo helenista los argumentos se centraban cada vez menosen ser discpulo de Cristo de un modo prctico y cada vez ms en la

    aceptacin de una enseanza revelada: sobre Dios y Jesucristo, sobre Diosy el mundo.

    Y la nueva cristologa del Logos forz progresivamente a situar al Jesshistrico en segundo plano en favor de una doctrina y finalmente a favordel dogma eclesistico de la encarnacin de Dios.

    Mientras que en el judasmo, desde los tiempos de Jess hasta el presente,ha habido controversias sobre la correcta puesta en prctica de la ley, en elcristianismo helenizado las controversias versaban cada vez ms sobre culera la correcta u ortodoxa verdad de la fe.

    La vida correcta (ortho-pray) era ms importante en la vida cotidiana de las

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    comunidades que la enseanza correcta (ortho-doxy). En cualquier caso,esta fue una razn de peso para el inslito xito del cristianismo.

    Hans KngLa Iglesia Catlica. Mondadori.Extracto pginas 51-58

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