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La agonía de un mito ¿Cómo reformular el “desarrollo”? Colección Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo ALAI SODePAZ

La Agon a de Un Mito - ALAI

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  • La agona de un mitoCmo reformular el

    desarrollo?

    Coleccin Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    ALAISODePAZ

  • Fotos: Dick Emanuelsson, Cheny Dolomo, Luther Harry Castillo. Cubasolar y SODEPAZ

    Atrapasueos Editorialwww.atrapasuenos.orgtlf: 657 28 57 05E-mail: [email protected]

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    Los derechos derivados de usos legtimos u otras limitaciones no se ven afectados por lo anterior.

    los autores.ISBN: en trmiteD.L:

    C O M M O N S D E E D

  • 3La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    El cuaderno n3 recoge toda la informacin referente al estu-dio de impacto de la cooperacin internacional en la regin de Manduriacos, Ecuador, realizado por la organizacin catalana Xarxa de Consum Solidari, la Agencia Catalana de Cooperacin al Desarrollo y la organizacin no gubernamental ecuatoriana Corporacin Talleres del Gran Valle, conto con una facilitadora, Federica Carraro, en todas las fases del estudio.

    Pedidos a [email protected]

  • 4 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    Esta publicacin tiene como propsito mostrar los avances al-canzados por Cuba en algunos sectores del desarrollo socialespecialmente en educacin, salud, deportes y cultura, y las principales acciones de cooperacin con otras naciones. Son precisamente los logros obtenidos lo que constituye la baseque ha hecho posible que Cuba haya podido establecer importantes nexos de colaboracin con pases que lo han requerido.

    Pedidos a [email protected]

  • 5La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    ndiceMs all del desarrollo: la buena vida .............................7Gustavo Esteva

    Ecologa poltica, sustentabilidad y poder social en Latinoamrica ..............................................................19Vctor M. Toledo

    Del desarrollo a la autonoma: La reinvencin de los territorios ...................................29Carlos Walter Porto-Gonalves

    Alternativas AL Desarrollo en Amrica Latina: Qu pueden aportar las universidades? ......................37Ana Agostino

    Maldesarrollo como Mal Vivir ........................................47Jos Mara Tortosa

    El despojo legalizado como estrategia para el desarrollo en el sector rural colombiano ...................57Libia R. Grueso C.

    Una Minga para el postdesarrollo .................................65Arturo Escobar

    El da despus del desarrollo ........................................75Eduardo Gudynas

  • 6 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    NO TIENE CALIDAD

  • 7La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    Ms all del desarrollo: la buena vidaGustavo Esteva*

    El desarrollo es hoy el emblema de un mito en agona y un lema poltico para vender productos txicos. Como desarrollo signi-fi ca ya casi cualquier cosa, dice Wolfgang Sachs en la revista Development, desde levantar rascacielos hasta instalar letrinas, desde perforar por petrleo hasta perforar por agua, es un con-cepto de un vaco descomunal Es testimonio del poder de las ideas que un concepto tan carente de contenido haya dominado el debate pblico por medio siglo.

    Hasta hace poco tiempo el desarrollo haba estado protegido por un tab. Desde la izquierda o la derecha, los acadmicos res-paldaban la reivindicacin de los polticos de que el sufrimiento de las mayoras era el precio que deban pagar por el bienestar que fi nalmente obtendran. Sin embargo, una sucesin de crisis, empezando por la de los aos ochenta ofi cialmente la dcada perdida para el desarrollo en Amrica Latina- permiti desgarrar el velo que esconda la naturaleza del desarrollo. La corrupcin de la poltica y la degradacin en la naturaleza, que se le asocian sin remedio, pudieron fi nalmente ser tocadas y olidas por todos. Un nuevo grupo de expertos document la conexin causal entre el deterioro del entorno y la prdida de solidaridad que antes slo perciban los ms pobres. Result as posible empezar a enfrentar la verdad dominante. Hasta los universitarios, entrenados para confi ar en la opinin de los expertos ms que en sus propias narices, tuvieron que reconocer que el desarrollo apesta. Si uno vive en la ciudad de Mxico o Sao Paulo, es preciso ser muy rico o muy obtuso para no darse cuenta de ello.

    * Gustavo Esteva, mexicano, es un intelectual desprofesionalizado que acom-paa a diversos movimientos sociales y ha sido un promotor destacado de la crtica al desarrollo.

  • 8 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    Para toda una generacin, la ma, el desarrollo fue sagrado e in-violable. Era el dolo comn de sectas que perseguan la misma meta por medios incompatibles. Pero ha llegado el momento de reconocer que es el propio desarrollo el mito maligno que ame-naza la supervivencia de las mayoras sociales y de la vida en el planeta. Necesitamos oponernos con fi rmeza a la esperanza adi-cional de vida que se quiere dar al desarrollo con la creacin de alternativas. Padecimos ya las consecuencias de adjetivos cos-mticos, que trataban de disimular el horror: desarrollo social, integral, endgeno, centrado en el hombre, sustentable, huma-no, otro No podemos esperar que la salida provenga de bur-cratas de las instituciones internacionales ni de los nuevos cruza-dos del desarrollo alternativo, que derivan dignidad e ingresos de la promocin del desarrollo. Las cuatro dcadas del desarrollo fueron un experimento gigantesco e irresponsable que, segn la experiencia de las mayoras de todo el mundo, ha fracasado mi-serablemente. La crisis actual es la oportunidad de desmontar la meta del desarrollo en todas sus formas.

    Formacin en cultivos ecolgicos, Cotacachi, Ecuador

  • 9La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    La era del desarrollo: nuevo episodio colonial

    Desarrollo es en la actualidad un trmino gelatinoso que alude a un proyecto de construccin de viviendas, al despertar de la mente de un nio, a la parte media de una partida de ajedrez o a la nueva turgencia en el pecho de una quinceaera. Para dos ter-ceras partes de la gente en el mundo, empero, desarrollo connota siempre por lo menos una cosa: la capacidad de escapar de una condicin vaga, indefi nible e indigna llamada subdesarrollo.

    Soy uno de los dos mil millones que fuimos subdesarrollados el 20 de enero de 1949, cuando el presidente Truman tom pose-sin y acu el trmino. Rara vez una palabra fue tan universal-mente aceptada el mismo da de su acuacin poltica, como le ocurri a sta1. Truman la emple para identifi car una calamidad especfi ca que afecta a la mayor parte de los seres humanos y a la mayora de los pases fuera de Estados Unidos. Us una pala-bra que incluso los antiyanquis podran reconocer como una con-dicin indeseable. La us para designar una condicin social que casi todo el mundo se siente capaz de plantear, sin necesidad de identifi carse con la tensin que as impone a la mayora a la que se dirige. Se convirti en un trmino capaz de producir irrefrena-bles burocracias.

    No ramos subdesarrollados. En los aos treinta, al contrario, buscbamos empeosamente nuestro propio camino. Gandhi consideraba que la civilizacin occidental era una enfermedad curable. En vez de nacionalizar la dominacin britnica, buscaba Hind Swaraj: que la India se gobernase en sus propios trminos, conforme a sus tradiciones. Crdenas, en Mxico, consciente de los efectos devastadores de la crisis capitalista, soaba en un Mxico de ejidos y pequeas comunidades industriales, que evi-tara los males del urbanismo y el industrialismo, y en que las mquinas fueran usadas para aliviar al hombre de los trabajos pesados y no para la llamada sobreproduccin. Mao haba inicia-do la Larga Marcha, en la bsqueda de un camino chino de trans-formacin social. Todos estos empeos se derrumbaron ante el empuje de la empresa desarrollista. Las presas fueron los nuevos templos para la India de Nehru. Mxico se rindi a la Revolucin Verde; la obsesin por la industrializacin y el urbanismo ha he-cho que la quinta parte de los mexicanos viva en un monstruoso asentamiento contaminado y violento en la ciudad de Mxico y

  • 10 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

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  • 11La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    otra quinta parte haya tenido que emigrar. El socialismo chino, como el de otros pases, se convirti en la va ms larga, cruel e inefi ciente de establecer el capitalismo.

    Despus de Truman se han sucedido una tras de otra, a cortos intervalos, las teoras del desarrollo y el subdesarrollo. En cada una de ellas, desarrollo aparece como un algoritmo: un signo arbitrario cuya defi nicin depende del contexto terico en que se usa. Como ha sealado Gilbert Rist, el principal defecto de la mayor parte de las seudo-defi niciones de desarrollo es que se basan en la manera en que una persona (o grupo de personas) describe las condiciones ideales de la existencia social Pero si la palabra desarrollo solo es til para referirse al conjunto de las mejores aspiraciones humanas, podemos concluir de inmediato que no existe en parte alguna y probablemente nunca existir! (cursivas de Rist 1997).

    Sin embargo, a medida que las defi niciones del desarrollo se hi-cieron ms variadas y contradictorias entre s, sus connotaciones adquirieron mayor fuerza. Es un vector emocional, ms que un trmino cognitivo. Connota mejora, avance, progreso; signifi ca algo vagamente positivo. Por eso es tan difcil oponerse a l: quin quiere rechazar lo positivo? (Sachs 2007).

    En el mundo real, ms all de la disputa acadmica sobre los signifi cados del trmino, desarrollo es lo que tienen las personas, reas y pases desarrollados y los dems no. Para la mayora de la gente en el mundo, desarrollo signifi ca iniciarse en un camino que otros conocen mejor, avanzar hacia una meta que otros han alcanzado, esforzarse hacia adelante en una calle de un solo sentido. Desarrollo signifi ca sacrifi car entornos, solidarida-des, interpretaciones y costumbres tradicionales en el altar de la siempre cambiante asesora de los expertos. Desarrollo promete enriquecimiento. Para la gran mayora, ha signifi cado siempre la modernizacin de la pobreza: la creciente dependencia de la gua y administracin de otros. Reconocerse como subdesarrollado implica aceptar una condicin humillante e indigna. No se puede confi ar en las propias narices; hay que confi ar en las de los ex-pertos, que lo llevarn a uno al desarrollo. Ya no es posible soar los propios sueos: han sido soados, pues se ven como propios los sueos de los desarrollados, aunque para uno (y para ellos) se vuelvan pesadilla.

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    El viejo imperialismo la explotacin para ganancia extranjera- no tiene cabida en nuestros planes, seal Truman en el discurso en que acu la palabra subdesarrollo. Concebimos un programa de desarrollo basado en los conceptos de trato justo y democr-tico (Truman 1967). No haba cabida para el viejo imperialismo. Estados Unidos se convirti en el campen de la descolonizacin, apoyando directa o indirectamente a quienes se queran librar del yugo europeo. Pero as empez otra forma de colonizacin, ms penetrante y extendida. Para la defensa y fomento de los inte-reses estadounidenses, se recurri a la fuerza siempre que fue necesario y se respald toda suerte de autoritarismos. El propio Truman seal, ante las crticas sobre su respaldo a Somoza en Nicaragua: S, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta. En general, sin embargo, se prefi ri la va suave de la persuasin, a travs de la propaganda y el mercado, educando a una genera-cin entera en la religin del desarrollo.

    El proceso de descolonizacin, que marca el inicio del milenio, pasa necesariamente por la desmitifi cacin del desarrollo. El su-puesto de que los subdesarrollados deben y pueden llegar a ser como los desarrollados no tiene ya sustento y se le reconoce cada vez ms como una amenaza a la naturaleza y a la con-vivencia. Ha llegado el tiempo de deshacerse radicalmente del mito colonizador.

    La ruptura

    Desde los aos ochenta se hizo pblicamente evidente el fracaso de la empresa desarrollista. La propuesta de Truman prometa expresamente cerrar la brecha entre los pases avanzados y los dems, para implantar una nueva forma de justicia en el

    mundo. En 1960 los pases ricos eran 20 veces ms ricos que los pobres. En 1980, gracias al desarrollo, eran 46 veces ms ricos. Resultaba claro que el desarrollo era muy buen negocio para los pases ricos y muy malo para los dems. Las cuentas alegres que en los aos cincuenta prometan que pases como Mxico o Brasil se desarrollaran en un plazo de 25 a 50 aos cayeron por su propio peso: se rezagaban cada vez ms. Nunca llegaran a ser como los pases que se adoptaban como modelo.

  • 13La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    Esta conciencia tuvo efectos ambiguos. Para muchos, fue fuente de frustracin, rabia, desesperacin. Por qu tantos pases pare-can condenados a estar siempre en segunda posicin, al fi nal de la cola? Se produjeron tambin reacciones individualistas: cons-cientes de que sus pases no seran como los desarrollados algu-nos decidieron sumarse a las minoras de stos. En clases medias y altas de Amrica Latina circul por entonces una postura cnica: No vamos a vivir como los

    estadounidenses, sino mejor que ellos. Tendremos todos los bie-nes y servicios que ellos tienen, sus malls, sus McDonalds, sus Walmart, y adems criadas. Millones de personas se convirtieron en los que Carlos Monsivis ha llamado los primeros estadouni-denses nacidos en nuestros pases. Son personas que no toman en cuenta los puntos de vista de las criadas ni los de las mayoras sociales desplazadas y despojadas por el desarrollo. Forman aho-ra los Nortes de cada Sur.

    Los aos ochenta, sin embargo, fueron tambin un momento de revelacin. A pesar de los velos tendidos sobre su realidad por las elites locales, en las mayoras, particularmente entre los mar-ginados, se produjo un despertar. Descubrieron que, a pesar de todos los despojos del colonialismo y el desarrollo, an contaban con la bendicin de su dignidad, y con ella vena su propia de-fi nicin de la buena vida, del buen vivir, de sus formas sensa-tas y conviviales de honrar a la Madre Tierra y de convivir con otros. Descubrieron que, a fi nal de cuentas, el desarrollo slo signifi caba aceptar una defi nicin universal de la buena vida que, adems de inviable, careca por completo de sentido. Y descu-brieron, adems, que era enteramente factible llevar a la prctica sus propias defi niciones del buen vivir aunque hacerlo implicaba intensifi car la resistencia ante desarrollistas pblicos y privados, debilitados por las crisis pero no eliminados, y luchar a contrapelo de los vientos dominantes.

    Empez a hablarse de posdesarrollo, un trmino que se puso repentinamente de moda. Tras varios aos de conversaciones en distintos pases, refl exionando sobre el tema, Ivn Illich y sus amigos publicaron el Diccionario del Desarrollo: una gua del co-nocimiento como poder (Sachs 1992). Era un esfuerzo de des-mantelar la frgil pero poderosa constelacin semntica del de-sarrollo mostrando el carcter txico de sus pilares lingsticos:

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    ayuda, ciencia, desarrollo, estado, igualdad, medio ambiente, mercado, necesidades, nivel de vida, participacin, planifi cacin, poblacin, pobreza, produccin, progreso, recursos, socialismo, tecnologa y un mundo.

    El posdesarrollo signifi ca ante todo adoptar una actitud hospita-laria ante la pluralidad real del mundo. Signifi ca, como dicen los zapatistas, ponerse a construir un mundo en que quepan muchos mundos. En vez del viejo sueo perverso de un mundo unifi cado e integrado bajo la dominacin occidental, que Estados Unidos tom en sus manos al fi nal de la Segunda Guerra Mundial, se trata de abrirse hospitalariamente a un pluriverso, en que las diferencias culturales no slo sean reconocidas y aceptadas sino celebradas.

    Posdesarrollo, en ese contexto, signifi ca tambin celebrar las in-numerables defi niciones del buen vivir de quienes han logrado resistir el intento de sustituirlas con el American way of life y aho-ra se ocupan de fortalecerlas y regenerarlas.En un sentido muy real, ir ms all del desarrollo signifi ca encontrarse con la buena vida, curando al planeta y al tejido social del dao que les caus la empresa desarrollista.

    El camino de la emancipacin

    Existe consenso general sobre el hecho de que nos encontramos al fi nal de un ciclo histrico. Pero el consenso se rompe cuando se trata de identifi car el cadver. Qu es lo que habra muerto o se hallara en agona? Aunque domina todava en los medios y las lites la conviccin de que se trata solamente de un ciclo econmico ms y pronto empezar una nueva fase de expansin capitalista, se acumulan continuamente otras revelaciones.

    * Termin el Consenso de Washington, como certifi c en Londres en abril de 2009 el primer ministro britnico Gordon Brown, con-fi rmando el funeral del neoliberalismo, cuya procesin inici el Banco Mundial en 2007 y encabezaron los presidentes latinoame-ricanos en El Salvador a fi nales de 2008, aunque algunos de ellos haban sido fanticos promotores del catecismo neoliberal y sin l actan como gallinas sin cabeza.

  • 15La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    * En crculos acadmicos se examina por primera vez con serie-dad la tesis que hace 20 aos sostiene Imanuel Wallerstein de que nos encontramos en la fase fi nal del capitalismo como rgi-men de produccin. Algunos analistas sostienen que no termina-ra por sus contradicciones estructurales, las que examin Marx y Wallerstein retoma, sino por una especie de suicidio, provocado por los fundamentalistas de mercado. Las advertencias de Soros habran resultado vlidas.

    * A veces se retoman las enseanzas de diversos pensadores radicales, como Foucault, para sostener que nos encontramos al fi n de la era moderna. Se habran desmontado ya los pilares fundamentales del modo de ser y pensar de los ltimos 200 aos. Si esto resultara cierto, nos encontraramos en el periodo de in-certidumbre al fi nal deuna era, cuando sus conceptos y racionali-dades no permiten ya entender la realidad y transformarla y an no aparecen los nuevos.

    Al margen del debate acadmico y poltico, sin embargo, desde abajo y a la izquierda, como dicen los zapatistas, millones de personas se encuentran en movimiento. Por meros impulsos de

    Produccin de frijoles en comunidades zapatistas de Chiapas

  • 16 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    supervivencia o por la conviccin de que ha llegado el momento de realizar antiguos ideales, se extienden movimientos sociales que abandonan impulsos meramente reivindicativos, que se re-ducen a presentar demandas al estado. No confan ya en los par-tidos polticos y el gobierno y se concentran en recuperar sus

    mbitos de comunidad o crear otros nuevos. Instalados con lu-cidez ms all del desarrollo, cada vez ms conscientes de la contraproductividad fundamental de todas las instituciones mo-dernas la medida en que producen lo contrario de lo que pro-meten, que la escuela genera ignorancia, la medicina enferma, el transporte paraliza (Illich 2006-08)-, enfocan sus empeos a construir un mundo nuevo.

    Cambiar el mundo es muy difcil, quiz imposible, sealaron los zapatistas al terminar el Encuentro Intercontinental en 1996; pero construir un mundo nuevo es factible. Lejos de ser una pro-puesta romntica, esta postura resulta enteramente pragmtica. Y en ella est un nmero creciente de personas. Observan que en el seno mismo de la vieja sociedad es posible empezar a generar nuevas relaciones sociales, ajenas a toda explotacin, y que con ellas no slo se hace posible enfrentar las difi cultades de la crisis sino ampliar la dignidad personal y colectiva, desafi ando todos los sistemas polticos y econmicos existentes.

    Proliferan actividades aparentemente inocentes, que no tienen a primera vista un contenido poltico: Monedas locales, que surgen lo mismo en Medelln, Colombia, que en Buenos Aires, Argentina, o Oaxaca, Mxico. Tecnologas apropiadas, como bicimquinas, sanitarios ecolgicos secos o concentradores solares construidos localmente, desafan a la sociedad tecnolgica. Son apropiadas porque corresponden a la intencin de sus usuarios y stos se las apropian, las mantienen bajo su control, en vez de convertirse en esclavos de la tecnologa. Espacios de discusin y aprendizaje, ms all de la escuela, la vanguardia y el partido, unen medios y fi nes y se vuelven modelo de la sociedad por venir.

    La lista de iniciativas es interminable y nada tienen de inocen-tes. Construyen realmente un mundo nuevo y luchan para evitar el desastre.

    Una metfora intenta captar lo que est pasando. Estamos todos en un barco, en medio de la tormenta perfecta. En el cuarto de mquinas disputan intensamente polticos, cientfi cos, dirigentes

  • 17La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    sociales, funcionarios, partidos polticos Todos tienen ideas so-bre cmo enfrentar la difi cultad. Tan ocupados estn en su de-bate que no perciben que el barco se hunde. Pero la gente, en cubierta, se da cuenta claramente. Algunos, con sesgo indivi-dualista, saltan del barco y se ahogan. Los dems se organizan y en pequeos grupos construyen botes y balsas y empiezan a alejarse del barco. Surgen pronto mecanismos para articular los empeos, hasta que descubren que estn en medio del archipi-lago de la convivialidad Observan, a la

    distancia, cmo sus supuestos dirigentes se hunden junto con el barco.

    Bibliografa

    Illich, I. (2006-08). Obras reunidas. Tomos I y II. Mxico, Fondo Cultura Econmica.

    Rist, G. (2002) The History of Development. Londres, Zed Books.

    Sachs, W. (1992) The Development Dictionary: A Guide to Knowledge as Power. Londres: Zed Books.

    En espaol: Diccionario del desarrollo: Una gua del conocimiento como poder. Lima, PRATEC (1996) y Mxico, Galileo Ediciones (2001).

    Sachs, W. (2007) En Upfront Refl ections on 50 Years of Development. Development. 50: 5.

    Truman, H. (1967). Discurso de investidura, 20 de enero de 1949. Documents on American Foreign Relations (Documentos sobre relaciones exteriores estadounidenses). Connecticut: Princeton University Press.

    Notas

    1.- Truman no invent el trmino subdesarrollo, que se atribuye a Wilfred Benson, en un texto de 1942. Pero el trmino se mantuvo en un uso discreto en el mundo acadmico y de las instituciones internacionales hasta que Truman lo puso en circulacin

  • 18 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

  • 19La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    Ecologa poltica, sustentabilidad y poder social en LatinoamricaVctor M. Toledo*

    Vivimos tiempos tan inimaginables como inesperados, en los que las crticas anticipadamente hechas desde hace dcadas se hacen efectivas, confi rmando que los procesos sociales son mucho ms lentos de lo que se supona. Entramos a un fi n de poca, a la fase terminal de la civilizacin industrial, tecnocrtica y capitalis-ta, en la que las contradicciones sociales y ecolgicas se agudizan y en el que la norma son cada vez ms los escenarios sorpresivos y la ausencia de modelos alternativos. Dos fenmenos encabezan esta crisis de civilizacin: de un lado, la crisis ecolgica con el ca-lentamiento global y el fi n de la era del petrleo en primera fi la, y en segundo trmino, la crisis fi nanciera y econmica provocada, y largamente anunciada, por la voracidad insaciable del capital.

    Desde la perspectiva de la ecologa poltica, tres fenmenos ope-ran como puntos de referencia

    de la crisis del mundo contemporneo:

    a) El deterioro y descrdito evidentes de la clase poltica en la mayor parte de los pases (Estados y partidos), la cual ha que-dado ampliamente rebasada, independientemente de su orienta-cin ideolgica, por la complejidad y la velocidad de los procesos contemporneos (ecolgicos, econmicos, tecnolgicos, inform-ticos, y culturales); esto se expresa en la falta de proyectos alter-nativos a la altura de las circunstancias actuales.

    * Vctor M. Toledo, mexicano, es docente e investigador en el Centro de Investiga-ciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM).

  • 20 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    b) La creciente sujecin de esa clase poltica, socialmente inefi -caz y corrupta, por parte de los principales enclaves econmicos del mundo contemporneo (corporaciones, bancos internaciona-les, empresas), es decir, por el capital en su fase corporativa y global.

    c) Finalmente, la difusin y multiplicacin de innumerables inicia-tivas, proyectos y movimientos ciudadanos en varias partes del mundo, pero especialmente en Latinoamrica. Estos proyectos surgen como reacciones frente a la posibilidad, cada vez ms apuntalada por la investigacin cientfi ca, de un colapso ecolgico de escala global, que por primera vez en la historia pone en duda la supervivencia de la especie humana, es decir plantea la idea de que el Homo sapiens es una especie mortal.

    Dos grandes tipos de movilizaciones parecen dominar el espectro de estos movimientos ciudadanos: las movilizaciones antisist-micas realizadas en la ltima dcada mediante la participacin coordinada de cientos de miles de ciudadanos organizados en pequeos grupos, redes y otras formas novedosas de protesta; y el desarrollo de proyectos territorializados dirigidos a la construc-cin del poder social mediante formas ecolgicamente viables de produccin, comercio y consumo, la autogestin y la democracia participativa, por lo comn orientados por el nuevo paradigma de la sustentabilidad.

    Latinoamerica datos clavePoblacin Total 546723509

    Poblacin Rural 160,000,000

    Poblacin Campesina 65,000,000

    Poblacin Indgena 40-55,000,000

    Nmero de lenguas 725

    Datos basados entre otros en www.exitoexportador. com; Daz-Malaquez, 2002 (http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/geologia/v05_n10/planes_desa.htm); indicadores de FIDA, 2000; Gregor-Barie, 2003; Moreno-Fernandez, 2006 (www.juridicas.unam.mx/publica/ibrev/rev/derhum/cont/51/pr/pr35.pdf)

  • 21La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    Cmo se construye el poder social?

    La movilizacin de las ciudadanas y sus or-ganizaciones (asam-bleas de barrios, co-munidades, coopera-tivas, grupos gremia-les, organismos de gestin, etc.) alcanza su forma de poder social, cuando se sal-ta de la protesta o la mera resistencia al control efectivo de es-pacios: barrios de ciu-dades, comunidades, municipios, cuencas, regiones. Cinco crite-rios permiten visua-lizar una plataforma mnima para la cons-truccin del poder ci-vil o ciudadano:

    I) El poder social se construye no en abstracto sino en los espacios concretos de los territorios; es decir se realiza una prctica poltica territorializa-da, no meramente discursiva.

    II) El poder lo construyen los conglomerados sociales (no partidos polticos ni gobiernos, ni empresas o corporaciones) en iniciati-vas, proyectos o movimientos de carcter multisectorial. Es decir, por ncleos organizados y conformados por diferentes actores o agentes sociales, ensamblados mediante el consenso (democra-cia participativa), y en los que participan tanto los actores locales (habitantes o usuarios de un cierto territorio) como aquellos que sin pertenecer al territorio se encuentran articulados a aquellos a travs de los fl ujos de informacin, monetarios, asistenciales, educativos y tecnolgicos.

    Clase de informtica en el instituto Tupak Katari, Sucre, Bolivia

  • 22 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    III) El poder se construye para favorecer, mantener y acrecentar el control social de los habitantes o usuarios locales o territoriales de una cierta regin sobre los procesos naturales y sociales que les afectan, nica manera de garantizar la calidad de vida y el bienestar de las ciudadanas locales y regionales.

    IV) El poder social se construye en lo concreto de manera inclu-yente, mediante la orquestacin de habilidades, conocimientos y roles, ms all de las particularidades de los participantes, y a travs de la discusin, la auto-crtica, la disolucin de las diferen-cias y la complementariedad de visiones y puntos de vista.

    V) El poder social requiere, adems, de conocimientos acerca de la realidad social y natural del territorio. Por ello resulta im-portante la participacin de cientfi cos y tcnicos con conciencia ecolgica y social. Ello supone el involucramiento de universida-des, tecnolgicos y otros centros acadmicos que se vuelcan a apoyar el proceso de empoderamiento civil, dotados de nuevos enfoques, mtodos e instrumentos; es decir de una ciencia y tec-nologa descolonizada y desenajenada.

    La construccin del poder mediante las premisas anteriores bus-ca entonces el empoderamiento social (de los individuos y sus familias, las comunidades, las regiones, etc.), frente a y por en-cima de los otros dos poderes que hoy dominan a la sociedad: el del estado (poder poltico) y el del mercado (poder econmico). En su desarrollo y expansin, el poder social va imponiendo en cada territorio, pautas o modalidades de organizacin social au-togestiva, que al sumarse y unifi carse van

    creando zonas de resistencia, que enfrentan cada vez con ms fuerza a los otros dos poderes (poltico y econmico), gestando, de paso, nuevas sinergias que se orientan hacia la transforma-cin gradual de la sociedad y que, en ocasiones, terminan por desplazar sbitamente al poder poltico. Lo anterior supone la creacin de zonas liberadas, de territorios autnomos donde la organizacin social logra el control del espacio, los recursos na-turales, el abasto, las transacciones econmicas, la informacin, la educacin y la cultura.

  • 23La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    La micropoltica domstica

    La construccin del poder social comienza en la familia, en la edifi cacin de un hogar autosufi ciente, seguro y sano, que comparte con otros hogares una misma micropoltica doms-tica. Ello se logra mediante la implementacin de acciones en relacin a aspectos como la alimentacin, salud, energa y otros, todo lo cual surge, a su vez, de la toma de conciencia, ecolgica y social, de los miembros de la familia, de un cambio de actitudes. En fi n, de la adopcin de una nueva fi losofa por y para la vida.

    En el caso de la alimentacin, se trata de que el hogar alcan-ce donde le sea posible, el auto-abasto de alimentos sanos, nu-tritivos y producidos bajo esquemas ecolgicamente adecuados (agricultura orgnica o sustentable), y su obtencin desde redes y mercados solidarios, justos y orgnicos. El hogar debe buscar tambin la autosufi ciencia en agua y energa, lo cual implica la adopcin de tecnologas adecuadas,

    limpias, baratas y seguras. La vivienda debe estar construida con materiales locales, no txicos y producidos ecolgicamen-te. Finalmente, la salud se alcanza por el consumo de alimentos sanos, materiales no txicos, agua limpia, adecuados dispositi-vos sanitarios, y el empleo no de una sino de varias tradiciones mdicas (por ejemplo, desde la acupuntura hasta las diferentes medicinas industriales).

    Los hogares autosufi cientes, sanos y seguros, conforman las c-lulas ltimas del poder social, y slo alcanzan a realizarse cuando forman parte de redes, cooperativas o comunidades de territorios bien defi nidos. Estos representan un segundo nivel de organiza-cin social y surgen de la agregacin solidaria de los primeros. Un tercer nivel puede alcanzarse cuando se logra la articulacin a escala de barrios urbanos, ciudades pequeas, municipios y microregiones, y as sucesivamente.

    Todas estas formas de organizacin se alcanzan ms fcilmen-te cuando existe la participacin de agentes tcnicos: investi-gadores, promotores, animadores. Sin la construccin del poder social, la toma del poder poltico (que corre en paralelo) se ve

  • 24 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    limitado en sus acciones reivindicadoras, incluso se torna inocuo o disfuncional al ser dominado o controlado por las fuerzas anti-sociales (como los mercados dominados por el capital).

    Sustentabilidad y poder social en Latinoamrica

    A diferencia de los pases industriales, donde existen experien-cias ciudadanas en las periferias urbanas y semi-urbanas, o bien ejecutadas por actores neo-rurales (habitantes urbanos que re-tornan al campo), en la Amrica Latina la mayor parte de las ini-ciativas encaminadas a construir el poder social es representado por sus poblaciones rurales campesinas e indgenas. Ello, en par-te, se explica por la enorme presencia de la poblacin campesina (unos 65 millones) y el gran nmero de habitantes indgenas (40 a 55 millones), pertenecientes a unas 800 culturas, que en el caso de varios pases conforman conglomerados sociales domi-nantes (Guatemala, Per, Bolivia, Ecuador), o son propietarios de enormes territorios. Esto ltimo es el caso de Colombia, donde la

    Aula infantil instituto Tupak Katari, Sucre, Bolivia

  • 25La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    poblacin indgena representando solamente el 2% de la pobla-cin nacional, posee el 25% del territorio y el 80% de las reas forestales; en Mxico el campesinado y las comunidades indge-nas detentan la mitad del territorio, las cuatro quintas partes de los bosques y selvas y el 20% del agua; y Brasil con un territorio indgena de 100 millones de hectreas.

    El recuento de los movimientos sociales de inspiracin ecolgica y/o sustentable actuales revela un panorama complejo y notable. Incluye formas incipientes o avanzadas, ncleos autnomos o mez-clados con los gobiernos o partidos, y en escalas locales, micro-re-gionales, regionales o de carcter nacional. Entre los ms notables deben contarse el Movimiento de Campesino a Campesino con 10.000 promotores y 500.000 familias benefi ciadas en el norte de Centroamrica, y la Asociacin Coordinadora Indgena y Campesina de Agroforestera Comunitaria Centroamericana (ACICAFOC), que lleva a cabo proyectos de manejo de bosques, agua y servicios ambientales, eco-turismo, produccin y comercializacin.

    Tambin debe incluirse a la COICA (Coordinadora de Or-ganizaciones Indgenas de la Cuenca Amaznica), organizacin regional fundada en 1985, representando 400 diferentes pueblos o culturas de 9 pases (1.5 millones de personas), cubriendo ms de 7 millones de km2. Otras iniciativas son el Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, que en el ao 2000 durante su 4o. Congreso (11.000 participantes), adoptan la agro-ecologa como su modelo para la produccin. A la fecha, el MST ha realizado varias jornadas anuales de agro-ecologa (5.000 participantes) y creado 12 Escuelas Autnomas de Agroecologa, adems del Centro Chico Mendes de Agroecologa en Paran.

    En Cuba, el sector no estatizado y campesino representado por la Asociacin Nacional de Agricultores Pequeos (231.000 socios en 1998) con 1.689 millones de hectreas, producen: 85% del tabaco, 81 % del frijol, 67% del maz, 60% del cacao, 68% de los frutales, 51% de la miel, 50% de las hortalizas, 47% del caf, 50% de la acuicultura, 40% del ganado, 37% de la carne de cerdo, 30% de la leche del pas. Ellos fueron el nico sector productivo que se mantuvo al margen de la tremenda crisis que sufri el pas tras el desabasto del petrleo provocado por la ca-da de la antigua URSS. El movimiento ms avanzado lo conforma

  • 26 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    sin duda los clubes y organizaciones de vecinos que frente a la crisis alimentaria se organizaron con el apoyo del movimiento agroecolgico, para restablecer huertos urbanos orgnicos, un movimiento de autogestin que hoy rene a miles de ciudada-nos. Hacia 2003, 200 mil predios generaron 3.4 millones de to-neladas de alimentos, incluyendo el 65% del arroz, 45% de las verduras, 38% de las frutas, 13% de races y tubrculos y 6% del huevo. Adems, hoy en Cuba tambin existe un proyecto ecol-gico nacional que incluye bio-fertilizantes (5 millones de ton para 475.000 ha), control biolgico de plagas (276 centros y 4 plan-tas industriales), reas naturales protegidas, energa alternativa, manejo y mejoramiento de suelos y otros.

    En los pases andinos las luchas polticas y por la defensa de los territorios se entremezclan con las que se hacen por los recursos naturales, las prcticas agrcolas tradicionales y el agua (como en Cochabamba, Bolivia). Finalmente, en Mxico, disponemos de un repertorio de experiencias por buena parte del centro y sur del pas, desde las comunidades y cooperativas productoras de ali-mentos orgnicos, las organizaciones forestales, las comunidades erigidas en defensa del agua, o con proyectos ecotursticos, etc. En Mxico existen unas 15 regiones con ms de mil comunidades con proyectos hacia la sustentabilidad encabezadas por Oaxaca (616), Chiapas (134), Michoacn (94), Quintana Roo (100) y Puebla (100) y organizaciones estatales y de escala nacional.

    Iniciativas ciudadanas

    Utilizando el parmetro de la huella ecolgica por un lado, y el ndice de bienestar humano de la Organizacin de las Naciones Unidas, un grupo de investigadores confeccionaron un mtodo para cuantifi car el nivel de sustentabilidad de los pases, de-fi nido como aquel que alcanza un mnimo grado de bienestar social y un nivel de consumo que no excede la capacidad de renovacin de la biosfera (bio-capacidad) (Moran, et al, 2008). La aplicacin de ese ndice a 93 pases, entre 1975 y 2003, revel que, no obstante los conocimientos acumulados y las medidas adoptadas durante ese perodo, la sociedad humana se ha vuelto menos, no ms sustentable, con excepcin de un pas (Cuba) (vase www.footprintnetwork.org). Los resulta-

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    dos tambin ubicaron a Latinoamrica como la regin menos insustentable del globo.

    En una regin donde se realizan nuevos proyectos polticos me-diante el triunfo electoral, tambin existen innumerables proyec-tos ciudadanos, esencialmente rurales, que caminan en la va de la sustentabilidad y el poder social y que conforman formas novedosas de resistencia frente a la crisis de civilizacin que hoy se padece. Estas iniciativas parecen contener elementos de una enorme importancia porque, a diferencia de los impulsos anti-sistmicos o de la izquierda convencional, ofrecen alternativas territorializadas basadas en lo local, la autogestin, la democra-cia participativa o de base y el manejo adecuado de los recursos de la naturaleza. Por todo ello, es posible anticipar que en el fu-turo inmediato estas iniciativas cobrarn una mayor importancia y sern los ejes o pivotes de nuevas frmulas emancipadoras (llmense modernidad alternativa, decrecimiento o post-de-sarrollo), en las que un cambio en las articulaciones de los gru-pos humanos con la naturaleza correr en paralelo con nuevas formas de relaciones sociales. Todo indica que es este el camino que permitir superar la crisis, de carcter global, que la civiliza-cin industrial ha generado.

    Bibliografa

    Moran, D, et al 2008. Ecological Economics 64: 470-474

    Toledo, V.M. 2006. Ecologa, Espiritualidad, Naturaleza. Jitanjfora Ediciones. 175 pp.

    Toledo, V.M. 2001. La Paz en Chiapas: ecologa, luchas indgenas y modernidad alternativa.

    UNAM y Ediciones Quinto Sol.

    Zermeo, S. 2004. La Desmodernidad Mexicana. Editorial Ocano.

    Zibechi, R. 2006. Espacios, territorios y regiones: la creatividad social de los nuevos movimientos sociales. Contrahistorias 5: 39-60.

  • 28 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

  • 29La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    Del desarrollo a la autonoma: La reinvencin de los territoriosCarlos Walter Porto-Gonalves*

    El desarrollo como nocin colonial

    La idea de desarrollo se mantiene como un referente fuerte, in-cluso entre los crticos del capitalismo. Esa idea-fuerza se pre-senta como si fuese natural y, por tanto, como si no tuviese una gnesis histrica y un lugar de origen muy especfi co. El desa-rrollo gan el mundo en el contexto de la post guerra, cuando el Sr. Harry Truman, entonces Presidente de EE.UU., y el naciente Banco Mundial de Reconstruccin y Desarrollo, comenzaron a de-fi nirnos como subdesarrollados por tener

    una renta per cpita por debajo de US$ 100 y estar sin-capital, sin-escolaridad, sin-conocimiento, sin-tecnologa, sin-urbaniza-cin. Es decir, cuando pasamos a ser analizados no por lo que ramos, sino por no ser iguales a los que nos caracterizaban como tales, quienes disponan del capital, del conocimiento, de la tecnologa, del ideal urbano al que habramos de convertirnos.

    En fi n, el desarrollo es una idea colonial en el sentido ms pre-ciso de la palabra. Hasta los aos 50, nadie quera desarrollar a nadie y los pases europeos hablaban abiertamente de colonizar frica y Asia, donde estaban sus colonias. Incluso los primeros documentos que propusieron la creacin del Banco Mundial de-can explcitamente que se trataba de un banco de reconstruccin

    * Carlos Walter Porto-Gonalves, gegrafo brasileo, es docente en la Universi-dad Federal Fluminense (Brasil). Colabora con diversos movimientos sociales, como el MST y la Comisin Pastoral de la Tierra.

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    y no de desarrollo (Pereira, 2009). Hasta mediados de los aos cincuenta, la cartera de inversiones del Banco Mundial fue bsi-camente destinada a la reconstruccin de Europa y poco o nada a las reas subdesarrolladas (Truman). Fue la ola descoloni-zadora desencadenada por los pueblos africanos y asiticos en la post guerra, la que proporcion las condiciones para que los pases que perdan sus colonias reinventen esa nocin colonial, que pas a dividir el mundo entre los que eran desarrollados y los subdesarrollados, estableciendo que estos deberan seguir el modelo de aquellos. A partir de entonces, las agencias (poco) multilaterales se encargaron de contratar cientfi cos y tcnicos para medir cuanto faltaba a los sub para que se vuelvan desarro-llados y, para eso, diversas

    misiones y sus misioneros fueron enviados al llamado Tercer Mundo. As como la primera colonialidad, bajo hegemona ibrica, se afi rm en nombre de la fe cristiana, y la segunda colonialidad, bajo hegemona de Europa Norte Occidental, se afi rm en nom-bre de la fe en la ciencia -olvidando que la fe en la ciencia no es

    Feria campesina, Ecuador

  • 31La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    ciencia, es fe-; la tercera colonialidad, bajo hegemona estado-unidense, sobre todo en la post guerra, se afi rm en nombre de la idea del desarrollo. As como un da los europeos colocaron la idea de catequizar y colonizar el mundo, ahora quieren desarro-llarlo, esto es, conducir a todo el mundo hacia su idea de desa-rrollo. La idea es rigurosamente colonial, como se ve.

    En Abya Yala/Amrica somos modernos hace 500 aos!

    Es en ese contexto de descolonizacin de los pueblos africanos y asiticos, sobre todo, que se propone la revolucin verde1 como una revolucin tcnica, donde el verde1 de esa revolucin buscar vaciar la revolucin roja que haba ganado gran expresin con la Gran Marcha campesina en China. El desarrollo tecnolgico emerga como una bendicin a la que todos tendran derecho, te-niendo a la ciencia occidental como su fuente de inspiracin. As, con un sesgo universalista, aunque con un origen bien provin-ciano, el occidental, se presentaba a la ciencia occidental como una panacea, independiente de los contextos socio-geogrfi cos especfi cos donde fuera a insertarse. Incluso se nos cont una historia de las tcnicas con nfasis en la Revolucin Industrial del siglo XVIII europeo que deba iluminar el mundo (sic), comosi estuvisemos en la edad de las tinieblas.

    Olvidaron no slo las innovaciones tecnolgicas presentes cuan-do la conquista colonial de Abya Yala/Amrica, inclusive el hecho de que este continente no exportaba materias primas, como se ensea en los libros, puesto que tanto el oro como la plata, que salan de Anauac y del Tawantinsuyu, al igual que el azcar, que sala de Cuba, Hait y de Brasil, eran productos manufacturados. No slo el oro y la plata eran objeto de un tratamiento manu-facturero con un sofi sticado conocimiento de esas metalurgias ya previamente existentes, sino tambin el azcar procesado en los ingenios para ser exportado. A la poca, el azcar era el mayor commodity en circulacin en el mundo y era producido aqu en Abya Yala/Amrica con procesos manufactureros que no encontra-ban paralelo en el continente europeo. Por lo tanto, si quisiramos contar la historia del desarrollo tecnolgico moderno deberamos comenzar por todo lo que abarc la conquista y la colonizacin de Abya Yala/Amrica. Somos modernos hace 500 aos!

  • 32 Cuadernos de trabajo sobre el desarrollo

    Somos modernos s, pero el lado olvidado de la modernidad, esto es, el lado colonial que, todava,le es constitutivo. Europa, hasta la conquista de Abya Yala/Amrica en 1492, no tena la centra-lidad que pas a tener despus de incorporar este continente. A la poca, orientar indicaba el camino acertado a seguir, esto es, el Oriente. La conquista de Abya Yala/Amrica proporcion a Europa las condiciones de posibilidad para que se convierta en el centro geopoltico, geocultural y geoeconmico del mundo. De hecho, no se comprende la centralidad de Europa sin su lado colonial que, as, cumple un papel protagnico en la constitu-cin del sistema mundo moderno-colonial que nos habita has-ta hoy. La modernidad desde su primer momento fue colonial. Hacer monocultivos extensivos, esto es, en latifundios, fue una innovacin tecnolgica que tuvo su lugar en el mundo colonial y, para eso, fue necesario el trabajo esclavo puesto que nadie espon-tneamente hace monocultivo. El monocultivo es una tcnica que slo tiene sentido cuando se produce no para s mismo, sino para otro, an ms cuando se lo hace en grandes extensiones territo-riales. La tcnica se muestra, as, parte de las relaciones sociales y de poder. Los ingenios de azcar molan la caa proveniente de los latifundios de monocultivo bajo la mano santa del ltigo en la espalda de los esclavos, tal como hoy los latifundios empresariales de monocultivos de soja o de caa operan bajo la tecnologa de la Monsanto. Cuando decimos la mano santa del ltigo de los se-ores en la espalda de los esclavos no lo hacemos como si fuese una fi gura de retrica simplemente, puesto que la Iglesia a la vez que cuidaba del alma de los indgenas, aunque con ambigedad, bendeca la esclavitud.

    La reinvencin de los territorios

    El desenvolvimento (desarrollo2), entre los muchos signifi cados que encierra, contiene uno muy especial que se refi ere a su no envolvimento (envoltura) con los lugares y las regiones en sus singularidades. Hubo un autor, Walter Rostow, que lleg a carac-terizar el momento exacto en que un pas o una regin se desa-rrollaban como take off; o sea, una metfora de la aviacin para sealar el momento del despegue. Desarrollar es despegar y, as, el desenvolvimento es tambin des-envolvimento en el sentido preciso de romper el envolvimento (environment, del ingls), de privar a quienes son de lo local, a quienes son de una determinada regin o de un determinado territorio, el poder de defi nir su propio

  • 33La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    destino, de concebir su propio ambiente. En ese sentido, des-envolver es desterritorializar. Sus races pertenecen a la tradicin liberal que, por ello, da tanta importancia al derecho de ir y venir, y no da ninguna atencin al derecho de quedarse, al derecho de permanecer que, en el fondo, es el derecho de territorializarse por s mismo, en su differentia specifi ca. Por ello, es importante constatar que la crisis del desarrollo viene junto con el debate acerca del territorio y de las territorialidades (Oporto-Gonalves, 2001). Es un debate por el ambiente, por el envolvimento, por la reapropiacin social de la naturaleza (Leff, 2006). Y ya no se trata de un debate de cada cual en defensa de su propio territorio (Diaz-Polanco, 2004), puesto que el desenvolvimento al des-envolver- se (despegar) de cada contexto sociogeogrfi co espec-fi co, comprometi a cada uno con el destino de todos, al poner en peligro la propia supervivencia del planeta y de las especies.

    No en vano, la actual crisis por la que pasa la humanidad es la crisis del xito de su revolucin que, tal como Prometeo, se hizo por el control del fuego, por la revolucin energtica fsil, la Revolucin (en las relaciones sociales y de poder) Industrial. Fue la generalizacin del uso de la energa fsil (carbn y petrleo) que permiti no slo que la energa (en fsica, capacidad de rea-lizar trabajo) transformase la materia (en fsica, trabajo) y, as, hizo posible que la materia transformada en cualquier lugar del mundo con el uso de mquinas a vapor pudiese ser transportada a cualquier lugar del mundo con el uso de la mquina de vapor adaptada a los medios de transporte y, as, que proporcione una transformacin de la materia en proporciones jams vistas en toda la historia del planeta, des-envolvendo-se (despegndose) de cualquier lugar a la vez que envolva a todos en su desen-volvimento (desarrollo). Con eso, el desenvolvimento des-en-volveuse (despeg) y se olvid de las leyes de la termodinmica, del principio de entropa. El calentamiento global es la expresin del xitode un desarrollo que perdi el sentido de su envolvi-mento. Hubo un tiempo en que se lleg a saludar la llegada del desarrollo con sus locomotoras, llamadas en Brasil cariosamen-te como Mara Humareda.

    He ah la razn de ser de las luchas por la reapropiacin social de la naturaleza (Leff), de las luchas por territorios, por sentidos de estar en la tierra, en fi n, por territorialidades. Los pueblos in-dgenas y los diferentes campesinos tienen un papel estratgico

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    al protagonizar luchas en defensa del agua, del aire, de la tierra y de la vida. As como los ltimos 30/40 aos fueron los 30/40 aos ms devastadores de la historia humana, cuando hubo la mayor ola de expropiacin indgena-campesina que desruraliz y sub-urbaniz por todas partes, fue tambin en estos 30/40 aos que la humanidad tom conocimiento de su carcter planetario y que emergieron por todas partes movimientos que luchan por territorios en su diversidad (territorialidades) y, as, ponen en el orden del da el derecho a la igualdad en la diferencia (Oporto-Gonalves, 2001). Por encima del desenvolvimento, autonoma. Autonoma signifi ca en griego, darse las propias normas, en fi n, tener el control de su destino. Autonoma es, entonces, recuperar el control sobre nuestros destinos y, de este modo, es, riguro-samente, lo otro de des-envolvimento. Y, no olvidemos, tal y como todo ser vivo, toda autonoma tiene que tener poros, aper-turas para relacionarse con el otro en condiciones de igualdad sin que la autonoma se pierda. (Traduccin ALAI)

    Bibliografa

    Daz-Polanco, H. El Canon Snorry. UACM, Ciudad deMxico, 2004.

    Escobar, A. La invencin del Tercer Mundo: construccin y descons-truccin del desarrollo. Barcelona: Grupo Editorial Norma, 1996.

    Esteva, G. Desenvolvimento. En: Sachs, W. Dicionrio do Desenvolvimento: Guia para o Conhecimento como Poder. Petrpolis, Vozes, 2000.

    Leff, E. Racionalidade ambiental: a reapropriao social da natu-reza. Civilizao Brasileira, Rio de Janeiro, 2006.

    Pereira, J. M. M. O Banco Mundial como ator poltico, intelectual e fi nanceiro (1944-2008). Tese de Doutorado, Universidade Federal Fluminense, Niteri, 2009.

    Porto-Gonalves, C.W. Da Geografi a s geo-grafi as: um mundo em busca de novas territorialidades. En: Cecea, A.E. y Sader, E. (comps) La Guerra Infi nita: hegemona y terror mundial. Buenos Aires, Clacso, 2001.

  • 35La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    Porto-Gonalves, C.W. Geo-grafi as: movimientos sociales, nue-vas territorialidades e sustentabilidad. Mxico, Siglo XXI, 2001.

    Porto-Gonales, C.W. Abya Yala, o des-cobrimento da Amrica. En: http://otrosbicentenarios.blogspot.com/2009/01/abya-yala-o-descobrimento-da-america-cw.html

    Sachs, W. Dicionrio do Desenvolvimento: Guia para o Conhecimento como Poder. Petrpolis, Vozes, 2000.

    Nota

    1) En fi n de cuentas, por qu una revolucin tcnica tendra que tener un color? El rojo era ideolgico, mientras el verde, tcnico. Obviamente, no fueron los colores como tal que se colorearon con estos valores.

    2) NDLT: En portugus, desenvolvimento signifi ca desarrollo, mientras que envolvimiento signifi ca envoltura, involucramien-to o enredo. Por la connotacin que le da el autor a los trminos, mantenemos ambas palabras en dicho idioma.

    Construccin centro salud, Cotacahi, Ecuador

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    Alternativas AL Desarrollo en Amrica Latina: Qu pueden aportar las universidades?Ana Agostino*

    Postdesarrollo

    En la historia del desarrollo es posible encontrar diversos nfa-sis, desde la clsica propuesta de Rostow respecto a estadios de crecimiento econmico que los pases subdesarrollados ne-cesariamente deban seguir para alcanzar la modernizacin y la industrializacin, pasando por la propuesta de las necesidades bsicas, la teora de la dependencia, desarrollo endgeno, desa-rrollo sustentable y desarrollo humano, entre otros. Algunas de estas propuestas surgieron en el marco de lo que se ha dado en llamar desarrollo alternativo debido a la introduccin de nuevas reas de preocupacin como el ambiente, los derechos humanos, los procesos democrticos y la dimensin local.

    Un anlisis sistemtico de estos modelos, sin embargo, evidencia que los ejes centrales del discurso del desarrollo se han mantenido inmodifi cados Uno de ellos es el concepto de subdesarrollo. Una sociedad que se plantea el desarrollo como meta necesariamente se percibe a s misma como subdesarrollada, es decir, en un es-tado de atraso respecto a un modelo al que se ve como universal y superior. El discurso del desarrollo ha contribuido precisamente

    * Ana Agostino, uruguaya, es asistente social y estudiosa del postdesarrollo; actualmente es secretaria del Consejo Internacional de Educacin de Adultos (ICAE).

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    a que ms de la mitad de la poblacin mundial se considere como subdesarrollada. Esto es muy signifi cativo pues las opciones y alternativas que se buscan para modifi car o mejorar la calidad de vida tienen como punto de partida la auto percepcin del fracaso, lo que no se ha logrado realizar o alcanzar.

    Este aspecto tiene que ver con otro elemento central del discurso: la negacin de la diversidad. sta no puede ser valorada desdeel discurso del desarrollo porque cuestiona la nocin fundamental de estados superiores a alcanzar, donde un tipo de sociedad desarro-llada se constituye el modelo a seguir. Teodor Shanin (1997) plan-tea que la palabra progreso fue cambiando segn las tendencias en modernizacin, desarrollo o crecimiento, pero la idea central se mantuvo: la diversidad fue producida por diferentes momentos del desarrollo de diferentes sociedades. A medida que quienes estn en los niveles percibidos como ms bajos se muevan hacia el ejemplo propuesto por quienes ya han alcanzado los mayo-res logros del progreso, la diversidad desaparecer. Esto signifi ca que otras formas posibles de hacer las cosas de alimentarse, de producir, de intercambiar bienes, de relacionarse con la na-turaleza- no son percibidas como expresiones de diversidad sino como la incapacidad de actuar de acuerdo con el modelo visto como universalmente vlido, es decir el occidental. Por lo tanto, las alternativas y soluciones que se promueven no estn ancladas en las particularidades de las personas y los pueblos sino en los elementos previamente defi nidos por el discurso del desarrollo.

    Directamente asociado con este aspecto se encuentra otro ele-mento central del discurso, y es la legitimacin de la intervencin. El desarrollo no solamente es normativo respecto al modelo de vida a seguir sino que justifi ca la intervencin de actores exter-nos. En la medida que se acepta que hay poblaciones atrasadas y subdesarrolladas que no han logrado alcanzar su potencial y que por otro lado hay naciones y corporaciones- con los conoci-mientos y los instrumentos adecuados para ayudarlos a mejorar su desempeo y lograr los niveles de vida aceptados como uni-versalmente vlidos, el carcter transitivo del desarrollo, es decir su intervencin en los asuntos internos de otras naciones, surge como elemento natural e incuestionable.

    Un cuarto elemento, y probablemente el que ms claramen-te caracteriza el discurso del desarrollo, es la centralidad del

  • 39La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    crecimiento econmico. De hecho el desarrollo siempre se refi ere a ms: ms inversiones, ms infraestructura, ms produccin. La respuesta dada a las mltiples y diversas situaciones a las que se enfrentan sociedades heterogneas es siempre de carc-ter econmico, orientada a crear dependencia de bienes y servi-cios que slo se pueden obtener en el mercado. De acuerdo con Arturo Escobar, la visin econmica ha sido, sin duda, la mayor infl uencia en el pensamiento del desarrollo, y ha tendido a eco-nomizar no solo al desarrollo sino a la vida misma.

    Escobar y otros autores de la corriente conocida como post desa-rrollo han argumentado que estas caractersticas estn siempre presentes en el discurso del desarrollo, con independencia de si se trata de teoras dominantes o alternativas y han convocado a pensar alternativas AL desarrollo. Mientras ste es de carc-ter normativo imponiendo a las personas y a las sociedades una forma de percibirse a s mismas, de interpretar sus vidas y de proyectarse hacia el futuro, el post desarrollo ofrece argumentos que cuestionan la universalidad del modelo y convocan a identifi -car y promover otras maneras de hacer las cosas. El desarrollo

    Escuela Latinoamericana de Medicina, La Habana

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    cuenta, segn Escobar (1987), con dos instrumentos fundamen-tales: el trabajo del conocimiento del desarrollo (la profesionali-zacin del desarrollo), y el trabajo de las instituciones del desa-rrollo (la institucionalizacin del desarrollo). El post desarrollo, por su parte, no presenta un discurso alternativo sino una nueva sensibilidad que valoriza la diversidad, que cuestiona la centrali-dad de la economa en particular del mercado-, que promueve la sustantabilidad de la vida y la naturaleza, no del desarrollo mucho menos del crecimiento!- que reconoce mltiples defi -niciones e intereses en torno al sustento, las relaciones sociales y las prcticas econmicas, que prioriza la sufi ciencia frente a la efi ciencia, entre otros conceptos.

    Amrica Latina, cambios y desarrollo

    Durante los ltimos aos los pases latinoamericanos han prota-gonizado un cambio de orientacin

    poltica, contando con una mayora de gobiernos que se autode-nominan progresistas de izquierda. Ello ha implicado la imple-mentacin de polticas de nuevo signo y tambin la llegada de un discurso ofi cial que incorpora como propias las aspiraciones de amplios sectores de la poblacin histricamente marginados de las prioridades gubernamentales. Un elemento, sin embargo, se ha mantenido constante durante las ltimas dcadas con inde-pendencia de la orientacin de los gobernantes: la exaltacin del desarrollo como objetivo tanto de las polticas nacionales como de los esfuerzos de integracin regional.

    El Tratado de Asuncin que dio origen al MERCOSUR (Mercado Comn del Sur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y otros estados asociados) fue fi rmado en 1991 por gobiernos neoliberales. En su primer considerando plantea que la ampliacin de las actuales dimensiones de sus mercados na-cionales, a travs de la integracin, constituye condicin funda-mental para acelerar sus procesos de desarrollo econmico con justicia social.

    Quince aos despus, con gobiernos de izquierda en la mayor parte de los gobiernos de Amrica del Sur, se cre la UNASUR (Unin de Naciones Suramericanas) en un intento por superar lo que muchos vean como una mera unin aduanera para transitar

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    un verdadero camino de integracin. El desarrollo aparece nueva-mentecomo el principal objetivo a alcanzar: La Unin de Naciones Suramericanas busca el desarrollo de un espacio integrado en lo poltico, social, cultural, econmico, fi nanciero, ambiental y en la infraestructura. Este nuevo modelo de integracin incluir todos los logros y lo avanzado por los procesos del MERCOSUR y la Comunidad Andina, as como la experiencia de Chile, Guyana y Suriname. El objetivo ltimo es y ser favorecer un desarrollo ms equitativo, armnico e integral de Amrica del Sur.

    A nivel nacional podemos citar los ejemplos de Brasil y Uruguay. Segn cobertura de prensa brasilea el desarrollo de Brasil, la distribucin de la renta entre los ms pobres y alcanzar una edu-cacin de calidad, son los objetivos prioritarios del programa de gobierno del presidente Lula da Silva para un segundo mandato. Y para el caso del Frente Amplio, coalicin de izquierda que go-bierna Uruguay desde 2005, el programa aprobado en su ltimo congreso con miras a las elecciones de 2009, plantea que esa coalicin procura transformar el Uruguay para que sus habitan-tes logren niveles crecientes de calidad de vida. Esta aspiracin se resume en el concepto de desarrollo. En el marco de una con-cepcin integral del desarrollo cabe defi nir aqu el desarrollo eco-nmicosocial como un objetivo central del gobierno de izquierda. Esta aspiracin implica defi nir

    polticas activas en diversos campos para mejorar las condiciones de vida de la poblacin. Para lograrlo es imprescindible el creci-miento econmico sostenido, porque as aumentar el producto y la riqueza nacional.

    Esta resea muestra la aspiracin al desarrollo como una cons-tante en los gobiernos de Amrica Latina, independientemente de su orientacin poltica. El documento del Frente Amplio en particular sintetiza la aspiracin comn de los diversos gobiernos que presentan al crecimiento econmico como la llave para otros procesos que permitan acceder al bienestar general.

    Es interesante observar que los gobiernos de izquierda de la re-gin criticaron de sus antecesores la aplicacin de las polticas neoliberales, los tratados de libre comercio, la dependencia de los organismos internacionales de crdito. Cabe preguntarse por qu, si durante dcadas el desarrollo fue la gua de esos mismos

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    gobiernos y de los organismos internacionales que promovieron la aplicacin del modelo neoliberal- ste no slo no es objeto de la misma crtica sino que contina siendo la aspiracin fundamental.

    Una posible respuesta tiene que ver con que los benefi cios del desarrollo pertenecen a lo que John Kenneth Galbraith dio en lla-mar sabidura convencional en su libro The Affl uent Society. All plante que con frecuencia las personas reaccionan casi con pasin religiosa para defender lo que han aprendido con esfuerzo. Segn l, la familiaridad es muy importante para la aceptabilidad, y las ideas que son aceptadas tienen gran estabilidad, son alta-mente previsibles. En base a estas tres caractersticas (familiari-dad, previsibilidad y aceptabilidad), acu la expresin sabidura convencional. El desarrollo claramente se ubica en este campo dada su alta aceptabilidad que deriva de la familiaridad con inde-pendencia de los resultados objetivos. Segn Galbraith, la articu-

    lacin de la sabidura convencional es un rito religioso, la afi r-macin de lo que la gente ya sabe sin nin-guna intencin de ge-nerar conocimiento.

    En un sentido si-milar, Gilbert Rist (1997) ha afi rmado que el desarrollo es una creencia profun-damente arraigada, una certeza colectiva sobre la cual no se-ra apropiado realizar cuestionamientos en pblico. El desarro-llo pertenecera a un grupo de proposicio-nes en las que la gen-te cree porque han sido repetidas por largo tiempo y todo el mundo acepta. En Feria campesina, Ecuador

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    la misma lnea, Raff Carmen (1996), sostiene que el desarrollo puede ser llamado la religin sustituta de la segunda mitad del siglo XX. Ha sido este carcter de religin moderna lo que le ha permitido continuar y reproducirse a pesar de ms de 50 aos de promesas incumplidas e incluso de planteos que entran en con-tradiccin con desafos a los que se enfrenta la humanidad, como por ejemplo el de la sustentabilidad ecolgica.

    Otra posible respuesta tiene que ver con el modo de intervencin, generador de determinadas formas de percibir el mundo y auto-percibirse que acarrea el discurso del desarrollo sobre todo luego de ms de medio siglo de institucionalizacin. Desarrollo

    Las universidades latinoamericanas se han caracterizado por una vocacin dirigida a la accin social, fundamentalmente luego de la Reforma de Crdoba a partir de la cual, y a lo largo de varias dcadas, se concretaron los mayores procesos de transformacin institucional, refl ejada en los principios de autonoma y cogobier-no. Muchas universidades acompaaron los cambios polticos que ha vivido la regin yen varios pases fueron centros de resistencia a gobiernos autoritarios. Es posible afi rmar, sin embargo, que en lo que refi ere al discurso del desarrollo, las universidades pueden ser comparadas con los gobiernos progresistas. No slo es dif-cil encontrar espacios de cuestionamiento al desarrollo sino que reiteradamente se menciona como funcin genrica de la univer-sidad atender a las necesidades del desarrollo. Los planteos del post desarrollo, muy tmidamente, han llegado a espacios univer-sitarios y cuando lo han hecho son percibidos con sospecha.

    En las ltimas dos dcadas, y sobre todo a partir del libro edita-do por Wolfgang Sachs, Diccionario del Desarrollo. Una gua del conocimiento como poder, ha habido una importante produccin sobre los planteamientos, la prctica y las perspectivas del post desarrollo. Son escasos, sin embargo, los aportes surgidos de universidades latinoamericanas y menores an los cursos que incluyen en un pie de igualdad a las supuestas ventajas del desa-rrollo -e incluso a la inevitabilidad del desarrollo como destino-, las crticas y propuestas alternativas del postdesarrollo. Tampoco es fcil encontrar a nivel universitario proyectos de investigacin que analicen la pertinencia y viabilidad de estas alternativas o de prcticas que, sin autodenominarse postdesarrollo, plantean una

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    distancia y un cuestionamiento a las prcticas tradicionales del desarrollo orientadas al crecimiento.

    Retomando a Galbraith y su idea de sabidura convencional, tam-bin plantea que el enemigo de sta no son las ideas sino la marcha de los acontecimientos. El golpe mortal a la sabidura convencional se produce cuando las ideas convencionales fraca-san notablemente para hacer frente a alguna circunstancia frente a la cual su obsolescencia las ha hecho evidentemente inaplica-bles- dice Galbraith. Agrega que a esa altura la irrelevancia ser dramatizada por alguna persona a quien se le dar crdito por haber instalado las nuevas ideas si bien lo nico que habr hecho ser poner en palabras lo que la marcha de los acontecimientos habr dejado en evidencia.

    Vale la pena preguntarse si el cambio climtico, la crisis energ-tica, la alimentaria y la fi nanciera, sumados al crecimiento del nmero de personas pobres, la prdida de la biodiversidad, entre otros, no constituyen una acelerada marcha de los acontecimien-tos que muestran la obsolescencia del desarrollo. Y cabe pregun-tarse tambin en qu medida las universidades no son un espacio privilegiado para colaborar en la promocin de nuevas ideas, en muchos casos ayudando a revelar la importancia de ciertas prc-ticas hasta ahora desechadas por eldiscurso del desarrollo.

    Bibliografa

    Carmen, R. Autonomous Development. Humanizing the Landscape: An Excursion into Radical Thinking and Practice, Zed Books, London y New Jersey, 1996.

    Escobar, A. La invencin del Tercer Mundo: Construccin y Deconstruccin del desarrollo. Bogot, Editorial Norma, 1996.

    Esteva, G. Desarrollo, En: Diccionario del desarrollo (W. Sachs, compilador), PRATEC, Per, 1996.

    Galbraith, J.K. The Affl uent Society. Penguin Books, Inglaterra, 1999.

    Rist, G. The History of Development. From Western Origins to Global Faith. Zed Books, London y New York, 1997.

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    Sachs, W. Diccionario del desarrollo. PRATEC, Per, 1996.

    Shanin, T. The idea of progress, En: The Post-Development Reader. Zed Books, Londres y Nueva Jersey, 1997.

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    Maldesarrollo como Mal VivirJos Mara Tortosa*

    Se reconoce el derecho de la poblacin a vivir en un ambiente sano y ecolgicamente equilibrado, que garantice la sostenibili-dad y el buen vivir, sumak kawsay - Constitucin Ecuatoriana, 2008, Art. 14

    El estado asume y promueve como principios tico-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas fl ojo, no seas mentiroso ni seas ladrn), suma qamaa (vivir bien), andereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) yqhapaj an (camino o vida noble)- Constitucin Poltica del Estado de Bolivia, 2009, Art. 8, epgrafe 1.

    La palabra desarrollo ha sido usada como una metfora afortu-nada que comenz a usarse a partir del discurso del presidente estadounidense H. Truman de 1949. Toma prestada de la biolo-ga la constatacin de que los seres vivos se desarrollan segn su cdigo gentico en un proceso natural, gradual y benefi cioso. Como otras metforas, tiene el riesgo de esconder ideologa y ms si consiste en indicar el objetivo a seguir, el del crecimiento, y, adems, no hace ninguna referencia a los lmites del mismo, como si el crecimiento fuese algo ilimitado.

    La palabra maldesarrollo, por su parte, es tambin una metfo-ra. Los seres vivos sufren maldesarrollo cuando sus rganos no siguen el cdigo, se desequilibran entre s, se malforman. Su uso en las ciencias sociales parece haberse iniciado a partir del artcu-lo de Sugata Dasgupta (Peacelessness and Maldevelopment) de 1968, sigue con el libro de Ren Dumont y Marie-France Mottien (Le maldveloppment en Amrique Latine) de 1981, el de Laurence

    * Jos M. Tortosa, espaol, es docente e investigador en el Instituto Interuniver-sitario de Desarrollo Social y Paz, Universidad de Alicante, Espaa

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    R. Alschuler (Multinationals and Maldevelopment) de 1988, aun-que probablemente la obra clsica en el uso de este concepto sea la de Samir Amin (Maldevelopment. Anatomy of a Global Failure) de 1990, sin olvidar el Insights into Maldevelopment que edit Jan Danecki en 1994 con amplia participacin intercontinental. En estos ltimos en particular, late la idea del fracaso del proyec-to inicial, fracaso que se sita a escala mundial y no slo a escala de los estados concretos o localidades particulares.

    Sigue siendo una metfora, pero a diferencia de desarrollo, maldesarrollo intenta referirse no a un Buen Vivir que debera buscarse sino a la constatacin, primero, del fracaso del progra-ma del desarrollo y, segundo, del Mal Vivir que puede observar-se en el funcionamiento del sistema mundial y de sus componen-tes, desde los Estados nacionales a las comunidades locales. Si desarrollo implica un elemento normativo (lo deseable), mal-desarrollo contiene un componente emprico (lo observable) o incluso crtico (lo indeseable).

    El fracaso del desarrollo tiene, por lo menos, dos facetas. Por un lado, y aunque se niegue retricamente, sigue signifi cando cre-cimiento econmico medido por aumentos del Producto Interno Bruto. Y tal vez no sea el mejor momento histrico para hablar de ello: en 2009 se ha visto reducida, en ms de un billn de d-lares, hasta la fortuna de los hiper-ricos que calcula anualmente la revista Forbes. Por otro lado, la unidad a la que se refi ere el desarrollo fue en un primer momento el Estado nacional (se trataba de desarrollo nacional, de ah el recurso al PIB), des-pus se eclips durante la etapa neoliberal ya fi nalizada y se redujo al desarrollo local tomando como unidades de anlisis e intervencin las colectividades subestatales. La crisis visible, por lo menos desde 2007, a travs de la explosin de las burbujas inmobiliarias, fi nancieras, alimentarias, energticas y, fi nalmen-te, econmicas ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestin del Estado activista en los procesos de desarrollo como ya indic el Programa de Naciones Unidas parael Desarrollo en su Informe sobre el desarrollo humano de 1997. Todo ello sin olvidar las demandas de rescates gubernamentales de sectores en crisis (incluso el de la pornografa!) por parte de los que haban pro-clamado el menos Estado, ms mercado o haban predicado el Consenso de Washington(1).

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    Tal vez sea preciso hablar primero del diagnstico (el maldesarrollo) antes de hablar del tratamiento o la terapia. Pero el diagnstico es siempre con respecto a un ideal. As sucede con la medicina clnica que compara lo observado con un determinado ideal de salud. Del mismo modo, se puede tomar como ideal el Buen Vivir para hacer un diagnstico que, desgraciadamente, ser algo ms complica-do que el que puede hacer un mdico en su consulta: la realidad socio-econmica es mucho ms compleja que la biolgica.

    El punto de partida para dicho ideal puede ser el recurrir a las necesidades humanas bsicas. La versin dominante ha sido la de reducir stas al bienestar y tomar como satisfactores lo es-trictamente monetario: el bienestar se consigue con el dinero, del mismo modo que la pobreza consiste en no disponer de un determinado montante de dlares (eso s, a paridad de poder adquisitivo, que, de nuevo, indica la unidimensionalidad de la medida). Manfred Max-Neef y coautores reaccionaron con ve-hemencia ante tal reduccionismo y, reconociendo la importante distincin entre necesidad tal vez universal- y satisfactor ms dependiente de la cultura-, proporcionaron una lista de necesi-dades humanas que haca ver hasta qu punto era insufi ciente la visin economicista del desarrollo, hoy todava difundida. Tal vez la lista de necesidades humanas de Max-Neef era demasiado prolija y, por tanto, haba ido al extremo opuesto del economicis-mo monetarizante. Por eso emergieron otras enumeraciones de necesidades humanas que pudieran servir como criterios de eva-luacin de situaciones concretas. Johan Galtung propuso cuatro grandes necesidades humanas bsicas, es decir, bsicas porque si quedaban insatisfechas difcilmente se poda decir que la vida humana era realmente humana.

    First things fi rst, se puede iniciar, aunque aqu no se trate de una jerarquizacin de las necesidades al estilo de Maslow, por el bienestar y su mnimo exigible, la supervivencia. Pero la nece-sidad del bienestar no se satisface necesariamente mediante el dinero. Basta recordar las actividades econmicas que quedan fuera del clculo del PIB para ver dnde reside el problema: el autoconsumo, el trueque, el trabajo domstico y el no asalariado en general pueden ser un satisfactor de la necesidad de bienestar sin que por ello se tenga que recurrir a una medida monetaria de dichas actividades. La seguridad es la segunda necesidad bsica a incluir en el Buen Vivir. Su contrario es la violencia que no se

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    reduce a la violencia fsica sino que incluye las otras formas en las que los seres humanos consiguen de sus semejantes compor-tamientos o actitudes que, de no haber intervenido aquellos, no se hubieran producido. Se trata, por usar un vocabulario bien tri-llado, de las violencias estructurales (explotacin, marginacin) y de las violencias culturales que otros autores prefi eren llamar violencias simblicas. La libertad es una necesidad bsica que consiste en la capacidad de decidir, libertad de y libertad para. Tiene como contrario la represin. Finalmente, la necesidad de la identidad, de la capacidad de responderse a uno mismo quin soy yo, tiene como contrario la alienacin.

    Son, como se ve, planteamientos muy generales, pero pueden ser tiles para defi nir el Buen

    Vivir y, consiguientemente, pueden servir para diagnosticar los casos de Mal Vivir. Pero en qu mbitos?

    El desarrollo convencional, como ya se ha dicho, ha estado osci-lando entre el desarrollo nacional y el desarrollo local. Con difi cul-tades se ha ido introduciendo el sistema mundial aunque s han sido perceptibles las indicaciones sobre el ecosistema. De hecho, estos cuatro sistemas pueden verse como cajas chinas o como matrioshkas, una dentro de la otra pero relacionadas de forma ineludible. El sistema local forma parte del sistema nacional o estatal, que es uno de los puntos que los dedicados a los pro-yectos de cooperacin (al desarrollo) suelen olvidar. Cierto que en lo local se puede intervenir con mucha ms facilidad, pero eso no obsta para que lo que sucede en la escala del Estado o de la nacin(2) no acabe siendo determinante para lo local.

    Pero lo mismo se puede decir sobre la escala estatal o nacional: que est inserta en el sistema

    mundial. Cierto, de nuevo, que el poder del Estado permite inter-venciones importantes en la satisfaccin (e insatisfaccin) de las necesidades bsicas indicadas. Pero el sistema mundial en el que se encuentra el Estado o la nacin, y la crisis contempornea es prueba de ello, se convierte en un elemento que facilita o difi culta esas intervenciones.

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    Para complicar el anlisis, el sistema mundial se encuentra, a su vez, actuando de subsistema del ecosistema que engloba a todos los dems. De hecho, una de las razones esgrimidas para anunciar la crisis terminal del sistema mundial contemporneo es precisamente su incapacidad para responder a los problemas de agotamiento de recursos, contaminacin, calentamiento global y eventual cambio climtico que no pondran en discusin la exis-tencia del Planeta sino de la especie humana que ha dejado esa huella ecolgica indeleble y de efectos irrecuperables.

    Cruzando aquellas cuatro necesidades bsicas y estos tres nive-les, se obtiene el cuadro-resumen de la Tabla 1.

    Maldesarrollo como insatisfaccin de necesidades humanas bsicas

    Estatal/Local Ecosistema Sistema mundial

    Bienestar

    InequidadPobrezaEstancamiento

    CalentamientoAgotamientoContaminacin

    PolarizacinPeriferizacinExplotacin

    Libertad

    Democracia escasaRepresinMarginacin

    Dependencia dela Naturaleza, sinpartenariado

    DependenciaRepresinMarginacin

    Identidad

    Colonizacin internaNacionalismoFundamentalismos

    Enajenacin ante laNaturaleza, prdidade races

    ColonialidadHomogeneizacinReacciones identi-tarias

    Seguridad

    ViolenciaGuerra civilTerrorismo

    Catstrofes de origenhumano

    Guerra entre EstadosTerrorismo transna-cionalNuclearizacin

    La primera columna hace referencia a una visin del desarrollo algo ms compleja que la que se reduce al mero crecimiento econmico, sea o no acompaado por la reduccin de la pobre-za y, raramente, unido a la problemtica de la desigualdad y la inequidad. Planteado a escala estatal, se tratara del desarrollo nacional, pero tambin podra referirse al desarrollo local. La lectura en vertical de esta primera columna indica los puntos en los que se encuentra el maldesarrollo en el mundo contempor-neo. Cierto que su incidencia ser mucho mayor en los pases de la periferia, despus en los emergentes y, fi nalmente, en los pases centrales y en el hegemnico actual. La pobreza, la repre-sin, el fundamentalismo o la violencia criminal no son patrimonio

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    exclusivo de la periferia sinoque se encuentra (y a veces con ma-yor intensidad) en los pases centrales.

    La segunda columna se refi ere a temticas que han estado pre-sentes, por lo menos a nivel retrico, en algunos planteamientos del desarrollo. Se ponen aqu para hacer ver una doble realidad: por un lado, que sus causas suelen estar ms en los pases cen-trales (y recientemente en los emergentes) que en los perifricos ya que son aquellos los mayores emisores de gases de efecto in-vernadero, CO2 y en general de residuos contaminantes (aunque procuren almacenarlos en pases de la periferia). Por otro lado, que nos encontramos ante problemas que, aunque en algunos casos puedan ser ms dramticos en sus efectos contra las peri-ferias en forma de catstrofes de origen humano, sin embargo, los efectos importantes para la supervivencia de la especie y para el mantenimiento del actual sistema podran se generalizados. El Planeta, como se ha dicho, no estara amenazado, lo estara la especie que le ha llevado a la actual situacin que algunos ven de no-retorno.

    Formacin en cultivos ecolgicos, Cotacachi, Ecuador

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    Finalmente, la tercera columna trata de algunos aspectos del desarrollo que, aunque planteados por algunas escuelas (los dependentistas, los globalistas) no ha acabado de entrar en la corriente principal de las discusiones sobre el desarrollo (pro-bablemente porque no haba buenas terapias para dicha enfer-medad) aunque s ha entrado en los planteamientos crticos de determinados movimientos sociales como el altermundialismo. La tercera columna incluye, en efecto, las relaciones entre los dife-rentes actores del sistema mundial caracterizados por su asime-tra en cuanto a capacidad y poder de decisin y de infl uencia.

    El lugar en que se site el proyecto de actuacin podr llevar a olvidar los restantes niveles y, as, intentando salvar la economa nacional (o, si se prefi ere, la satisfaccin de necesidades bsicas de los propios ciudadanos), se olvida el carcter ms general que tiene la actual crisis, con lo que las medidas nacionales se convierten en inefi caces ya que se dedican ms a los efectos que a las causas. Pero es que hay planteamientos observables en la poltica internacional en los que el inters por salvar el siste-ma mundial contemporneo lleva a olvidar el problema acuciante que supone el ecosistema: se sacrifi ca el medioambiente con tal de lograr (pretender lograr, ms bien) una solucin o una mejora de la crisis contempornea.

    Al mismo tiempo, es preciso reconocer que se carece de buenos indicadores y medidas para muchos de estos componentes, in-cluso si serecurre a los enfoques institucionalistas. Pero eso no signifi ca que no sean relevantes. Incluso hay razones para pre-guntarse por qu se carece de ellos, no sea cosa que su ausencia sea, a su vez, un indicador ms del funcionamiento maldesarro-llado del sistema mundial contemporneo.

    Es cierto que, para los que tienen como prioridad intervenir en estas realidades, un planteamiento complejo como el que se aca-ba de hacer puede resultar molesto e incluso rechazable. Pero su objetivo no es desmovilizar la accin basada en la necesaria sim-plifi cacin sino evitar las intervenciones basadas en el simplismo, que probablemente hayan sido uno de tantos factores que han llevado al maldesarrollo contemporneo.

    Saber lo que es el Mal Vivir, incluyendo todas las necesidades bsi-cas en los niveles reseados (sistema local, ecosistema y sistema

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  • 55La agona de un mito Cmo reformular el desarrollo?

    mundial), ayuda a defi nir el Buen Vivir y por dnde hay que empe-zar a construirlo: por los ms dbiles en el sistema mundial y con un contenido bien distinto al American way of life y a los medios utilizados normalmente para satisfacer los intereses de las lites de los pases dominantes y de los sucesivos pases hegemnicos.

    notas

    1) Un caso particular y sintomtico de este maldesarrollo son los abusos cometidos por los altos ejecutivos que, habiendo hundido la empresa que gestionaban, se adjudicaron jugosas bonifi cacio-nes y sobresueldos.

    2) Estado y nacin no son sinnimos y no es espacio ste para bajar a detalles. Si hay unos 200 Estados en el mundo, es po-sible que haya 2.000 naciones, siendo, por tanto, lo normal (lo ms frecuente) la existencia de Estados lurinacionales. Lo que, a escala mundial, sera la excepcin seran casos como Uruguay, Portugal o el Japn.

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    El despojo legalizado como estrategia para el desarrollo en el sector rural colombianoLibia R. Grueso C.*

    Un sistema de crecimiento econmico que se impone desde es-pacios de poder en el gobierno para el benefi cio de un nmero reducido de individuos no rene las condiciones para ser defi nido como desarrollo, aun desde las defi niciones clsicas como las de desarrollo econmico entendido como el proceso de crecimien-to mediante el cual los pases incrementan los ingresos per cpita y se convierten en industrializados (Taylor, 2004). Esta defi ni-cin hace referencia al incremento de los ingresos per cpita de los pases, esto sugiere un nivel de participacin econmica por individuo de toda la poblacin, no se refi ere al incremento de ingresos de un grupo de individuos excluyendo el resto de po-blacin en un pas. La situacin vivida actualmente en Colombia como un todo, y en particular para las comunidades negras, los pueblos indgenas, y los grupos campesinos, pone en evidencia el fracaso de las estrategias de desarrollo aun en los propios trmi-nos del modelo. Tambin resalta el papel central que sigue ocu-pando el estado en imponer estrategias que perpetan y agravan las desigualdades, el marginamiento de las comunidades rurales, y la destruccin del medio ambiente.

    Situaciones como las que se presentan en Colombia una alta concentracin de los benefi cios en un cada vez ms reducido sec-tor de la poblacin y en gran porcentaje centrada en los gremios de la banca, la agroindustria y la ganadera-, difcilmente podran ubicarse en un anlisis sobre el desarrollo. Se ha planteado en

    * Libia R. Grueso C. es trabajadora social y politloga colombiana, e investiga-dora en el Proceso de Comunidades Negras (PCN) de Colombia.

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    debates pblicos incluso por representantes de partidos tradicio-nales (como la senadora Cecilia Montao Lpez), que lo que se ha venido dando en trminos del desarrollo rural, es un modelo desplazador a favor del inters econmico de agroindustriales de la palma aceitera entre otros, y que la falta de escrpulos que ha acompaado la imposicin de este modelo ha permitido que stos se abran paso violentamente o de manera corrupta en to-dos los espacios de la vida pblica.Se imponen mediante leyes, medidas administrativas arbitrarias contrarias al inters general y la Constitucin Nacional, e incluso con participacin directa en los escenarios del confl icto como gestores del desplazamiento forzado y el despojo de tierras.

    Junto al desplazamiento se impulsaron medidas legislativas que promueven el crecimiento econmico a expensas de los dere-chos territoriales de grupos tnicos y comunidades campesinas. Normas como la Ley forestal y el Estatuto de desarrollo rural ley 1152 de 2007- del Ministerio de Agricultura, fueron demandadas por numerosas organizaciones entre indgenas, de comunidades negras y ambientalistas por ser contrarias a los derechos territo-riales y al derecho a priorizar opciones de desarrollo de acuerdo

    Paneles solares en comunidad de la Sierra Maestra, Cuba

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    con su visin cultural, reconocida a las comunidades negras y a los pueblos indgenas de acuerdo con el Convenio 169 de la OIT ratifi cado por la Ley 21 de 1991. Ante las demandas, la Corte Constitucional declar las medidas como inconstitucionales por no haberse cumplido con el derecho a la consulta previa de acuerdo a lo establecido por el Convenio 169 y la Constitucin nacional.

    En la sustentacin de sus decisiones la Corte llama la atencin frente a la falta de garantas para la proteccin de los derechos de los grupos tnicos y las graves afectaciones a su integridad fsica y cultural por impactos como el desplazamiento forzado y el confi namiento como dos expresiones de