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Resumen A pesar de las expectativas de los poderosos intereses económicos y polí- ticos cifrados en los agrocarburantes, éstos no parecen ser ni una solución a la crisis energética, ni mucho menos a la climática; más bien se revelan como una seria amenaza para el medio ambiente, en particular de los países del Sur, un peligroso factor del agrava- miento de la crisis alimentaria, pero principalmente, una salida muy ren- table para la crisis del capital y con unos colosales costos sociales y políticos concretamente en los países subdesa- rrollados. François Houtart El modelo agrícola a la base de los agrocarburantes Como la agroenergía se desarrolla hoy en el marco de la lógica del capi- talismo, no es inútil llamar la aten- ción sobre las condiciones generales de la producción agrícola como fac- tor de acumulación. La producción de alimentos es evidentemente esen- cial para la supervivencia de la humanidad. Ahora bien, algunos emiten hoy serios temores sobre la posibilidad de alimentar el conjunto de los seres humanos en un futuro de mediano plazo. Sin embargo, la FAO es formal: la tierra puede nutrir a 12 mil millones de personas. Hemos ya abordado este problema en 1963 con Michel Cepede, delegado de Francia ante la FAO, y Linus Grond, secreta- rio general de FERES, la Federación Internacional de Institutos de Inves- tigaciones socioreligiosas. Las proyecciones demográficas prevén una población de 9 a 10 mil millones de habitantes para el año 2050, con una estabilización de las cifras a partir de este periodo.¿Cómo entonces se explica que de 6 mil millones de personas hoy más de 800 millones sufran de hambre, y que cada cuatro segundos un ser humano muera por esta razón (Ziegler, 47 * Fundador del Centro Tricontinental Louvaine La neuve. Francois Houtart * LA AGROENERGÍA: SUS DIMENSIONES SOCIECONÓMICAS. ENTRE LAS CRISIS ALIMENTARIA, CLIMÁTICA Y DE CAPITAL

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Resumen

A pesar de las expectativas de lospoderosos intereses económicos y polí-ticos cifrados en los agrocarburantes,éstos no parecen ser ni una solución ala crisis energética, ni mucho menos ala climática; más bien se revelan comouna seria amenaza para el medioambiente, en particular de los paísesdel Sur, un peligroso factor del agrava-miento de la crisis alimentaria, peroprincipalmente, una salida muy ren-table para la crisis del capital y conunos colosales costos sociales y políticosconcretamente en los países subdesa-rrollados.

François Houtart

El modelo agrícola a la base delos agrocarburantes

Como la agroenergía se desarrollahoy en el marco de la lógica del capi-talismo, no es inútil llamar la aten-ción sobre las condiciones generales

de la producción agrícola como fac-tor de acumulación. La producciónde alimentos es evidentemente esen-cial para la supervivencia de lahumanidad. Ahora bien, algunosemiten hoy serios temores sobre laposibilidad de alimentar el conjuntode los seres humanos en un futuro demediano plazo. Sin embargo, la FAOes formal: la tierra puede nutrir a 12mil millones de personas. Hemos yaabordado este problema en 1963 conMichel Cepede, delegado de Franciaante la FAO, y Linus Grond, secreta-rio general de FERES, la FederaciónInternacional de Institutos de Inves -tigaciones socioreligiosas.Las proyecciones demográficas

prevén una población de 9 a 10 milmillones de habitantes para el año2050, con una estabilización de lascifras a partir de este periodo.¿Cómoentonces se explica que de 6 milmillones de personas hoy más de 800millones sufran de hambre, y quecada cuatro segundos un ser humanomuera por esta razón (Ziegler,

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* Fundador del Centro Tricontinental Louvaine La neuve.

Francois Houtart*

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ALIMENTARIA, CLIMÁTICA Y DE CAPITAL

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2005)1. Sin prejuzgar ciertas causasnaturales, se puede afirmar que elfactor dominante es el orden econó-mico-político. Esto es precisamentelo que dice el informe Fred Magdoff,profesor de agronomía de la Uni -versidad de Vermont en los EstadosUnidos: “La malnutrición crónica yla inseguridad alimentaria son esen-cialmente causadas por la pobreza yno por la falta de producción ali-mentaria”2. Plantear estas cuestionesreviste un sentido importante para elproblema de los agrocarburantes, a lavez porque se volverán inevitable-mente concurrentes con la produc-ción alimentaria y porque se inscri-ben en la lógica dominante de la acti-vidad agrícola.¿Cuál es por consiguiente el

modelo de economía agraria promo-vido por el sistema económico con-temporáneo? El argumento clave esprecisamente el de la alimentaciónmundial. Frente a la dimensión delfenómeno del hambre, el razona-miento consiste en decir que sólouna producción creciente podrá saliral paso de las necesidades. Pues bien,siempre según el mismo sistema de

pensamiento, la pequeña unidadcampesina se muestra bien ineficazdesde este punto de vista. Es necesa-rio promover una agricultura capazde producir masivamente. Esto estanto más necesario, que los hábitosalimentarios se transforman y se uni-formizan bajo el golpe de la mundia-lización, que éstos no sean solamentelos alimentos que proceden de laagricultura, sino los industriales paralas empresas farmacéuticas o cosmé-ticas y que explosiona hoy la deman-da de los agrocarburantes. ¿Cómopues responder a la doble exigenciade alimentar la humanidad y de pro-ducir materias primas y combusti-bles verdes?La respuesta es relativamente sim-

ple en el marco de esta lógica: es pre-ciso extender el monocultivo, lo quepermite reducir los costos por eljuego de una economía de escala y dedisminuir la utilización de mano deobra, gracias a las posibilidades de lamecanización. Esto exige concentrarla propiedad de la tierra y proceder acontra-reformas agrarias. Aumentarla productividad es también unanecesidad, de ahí extender los insu-

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1 Jean Ziegler, reportero especial de las Naciones Unidas sobre la pobreza en el mundo, L’impire du Chaos,Fayard, Paris, 2005.

2 A precaroius Existence the Fate of Billions, en Samir Amin, Poverty, Pauperization and Capital Accumulation,Monthly Review, octobre 2003.

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mos que enriquezcan los suelos, laaplicación de productos químicosdestructores de los parásitos y la uti-lización de las técnicas de las OGM(Organismos Genéticamente Modi -ficados), que vuelvan a las plantasmás resistentes a las contingenciasnaturales o artificiales. Por otro lado,es también ventajoso universalizarciertas razas de ganados, gruesos,pequeños o medianos, porque esofacilita sus mercantilización. Como lamano de obra agrícola es abundante,puede seguir siendo poco costosa. Esla ley del mercado. El tratamientoindustrial de las producciones agríco-las y de cría de ganado permite laracionalización del tiempo de lasmanipulaciones, y su distribuciónpuede entonces entrar en los circuitosinternacionales, con las mismas ven-tajas que los productos industriales. Todo esto permite crear progresi-

vamente un mercado agrícola mun-dial colocando sus precios sobre losmás performantes y contribuye así ala racionalización de la economíaagraria. Se trata de una verdaderarevolución verde, igual a la revolu-ción industrial. Para realizar tareastan hercúleas, es decir para podernutrir de 9 a 10 mil millones de indi-viduos en el horizonte de la mitaddel siglo XXI, sólo las empresas degrandes dimensiones y capaces detranscender las fronteras de los

Estados, son capaces de responder ala tarea y de enfrentar el desafío. Heahí lo esencial de la posición delmodelo capitalista. A partir de estasconstataciones, el discurso se vuelvemoralizador y casi mesiánico; sobretodo, cuando aborda el tema de losagrocarburantes. El carácter menoscontaminador de este tipo de com-bustibles en comparación con laenergía de origen fósil y por consi-guiente menos destructivo del clima,permite, en efecto, de calificarlos debiocarburantes, en el sentido simbóli-co de la palabra.Un tal lenguaje no carece de lógi-

ca, pero las zonas oscuras son consi-derables. En primer lugar, como entodo razonamiento económico capi-talista, las externalidades no sontomadas en cuenta. Hasta tal puntoque las ganancias sobre las inversio-nes no están afectadas por la polu-ción de los suelos, del agua y de laatmósfera, o más aún del costo colec-tivo de la urbanización salvaje o porla resistencia de los campesinos ydesplazados, todo un conjunto defactores queda ignorado. Los merca-dos agrícolas diferenciados respon-den a las exigencias de la soberaníaalimentaria o a los hábitos culturales,o incluso a la propiedad colectiva detierra de cultivo para las comunida-des campesinas o indígenas (ejidos enMéxico, tierras colectivas en Vietnam

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o en China, propiedad comunal enSri Lanka) constituyen herejías parauna economía de mercado capitalis-ta. Deben pues dar lugar a solucionesmás racionales y económicamentemás eficaces.Es ahí donde está el problema: efi-

caz ¿en función de qué? ¿El equilibrioecológico del planeta o el bienestarde los campesinos, que, recordemos,representan todavía casi la mitad dela población mundial?, ¿la durabili-dad de la producción agrícola, ofinalmente la acumulación del capi-tal, que no sólo de medio se convier-te en fin y se cierra así en el corto ymediano plazo? Esta última preocu-pación borra de hecho del panorama,todo lo que no contribuye al prove-cho y a sus componentes insepara-bles: mercantilización de todas lasactividades humanas (reducidas a suvalor de cambio), rentabilidad finan-ciera obligatoria, competitividad sinpiedad, espíritu de emprendimientoligado exclusivamente a la propiedadprivada de los bienes de producción,centralidad del dinero convertido elmismo en una mercancía.Se trata realmente de una perver-

sión de lo que se podría llamar lasconstantes de la economía. Es verdadque ninguna de estas constantespuede ser descuidada: el mercado esun buen regulador de la oferta y de lademanda, cuando la relación social

entre las partes es equitable; una ren-tabilidad que incluya todos los pará-metros del bienestar humano permi-te evitar los despilfarros; la competi-tividad conjura los monopoliosparalizantes y refuerza la eficacia delos procesos de producción. Final -mente, el espíritu emprendedor debepoder ser propio de todos los sereshumanos inscritos en el marco deuna apropiación socializada de losbienes de producción (lo que no sig-nifica ni una simple ampliación delaccionariado ni necesariamente laestatización de todos los sectores).En cuanto a la utilización de un ins-trumento universal del intercambiode bienes y de servicios como lamoneda, es un medio útil de transac-ción (sin ser por ello el único).Todo esto significa que los ele-

mentos constitutivos de la actividadeconómica están sometidos a un cri-terio superior, que les da un sentido yles atribuye un lugar en el seno de laestructura del sistema de produccióny del intercambio. En un primermodelo, el bien común de la huma-nidad, es decir la vida física, constitu-ye este criterio. En este momento, esel valor de uso que es privilegiado (esdecir, la contribución a la vida y a sureproducción) y se introduce demanera positiva la idea que ciertossectores no estén asimilados a lasmercancías y no puedan ser medidos

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por la pura rentabilidad financiera,ni tampoco sujetos a patentes y acompetición monetaria. Se trata porejemplo, del agua, de las semillas, delos servicios públicos, en particularde la salud y la educación. A cadasociedad compete definir democráti-camente las fronteras de estos secto-res de bien común, que, de otro lado,pueden evolucionar según el tiempoy el espacio.En el otro modelo, es la acumula-

ción del capital, considerada como elprincipal motor del funcionamientode la economía, que forma el pará-metro de base. El discurso identificaentonces los diversos componentesde la economía según este criterio,como si no pudieran existir de otramanera. De ahí el dogma del merca-do, desembocando en lo que sellama “el pensamiento único” y lafuerza de la convicción de aquellosque pretenden que no hay alternati-vas. Mejor aún, el sistema es natura-lizado, negándole así todo carácterde construcción social. Y sin embar-go, las desigualdades sociales expre-sadas por el famoso gráfico delPNUD en forma de copa de cham-pán ilustran el reparto de las ganan-cias en el mundo (los 20% más ricosabsorben el 82,4% de las riquezasmundiales y los 20% más pobrescomparten el 1,6%). Y eso para indi-car que se trata de una minoría que,

en el mundo entero, monopoliza elconsumo y el poder de decisiónsobre la economía, mientras que la“masas inútiles” son reducidas a lasupervivencia o a la miseria. No obs-tante, la producción de la riqueza enel mundo podría permitir a todos nosólo gozar de la vida sino tambiénser actores capaces de contribuir albienestar de todos. ¿Cómo esto se traduce en el

ámbito de la organización de la eco-nomía agraria? Samir Amin resumemuy bien la cuestión: “La agriculturacapitalista, representada por unaclase de nuevos campesinos ricos, esdecir latifundistas modernizados, opor propiedades explotadas por lastransnacionales de la agroempresa,se dispone a dar el asalto a la agricul-tura campesina. Ya ha recibido laautorización de la OMC en Doha. Laproducción es compartida entre dossectores, cuya naturaleza económicay social es perfectamente distinta. Laagricultura capitalista, conducidapor el principio de la rentabilidad delcapital, localizada casi exclusivamen-te en América del Norte, en Europa,en el cono sur de América latina y enAustralia, no emplea más que algu-nas decenas de millones de agriculto-res, que no son ya verdaderamente“campesinos”. Pero su productivi-dad, función de la motorización ymecanización… y de la superficie

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disponible, evoluciona entre 10.000 y20.000 quintales de equivalentescereales por trabajador y por año. Lasagriculturas campesinas… compar-ten de su lado entre las que se hanbeneficiado de la revolución verde(insumos, pesticidas y semillas selec-cionadas) aunque poco mecaniza-das, cuya producción oscila entre 100y 500 quintales por trabajador y lasque se sitúan antes de esta revolu-ción, cuya producción oscila alrede-dor de 10 quintales solamente poractivo. La distancia entre la producti-vidad de la agricultura mejor equipa-da y la de la agricultura campesinapobre, que era de 10 a 1 antes de1940, es hoy de 2.000 a 1” (Amin,2004)3.Una tal descripción de la situa-

ción actual permite pensar en losmecanismos establecidos para llegara un tal resultado y que no haremosmás que citar: prioridad a la exporta-ción, inaccesibilidad del crédito a lospequeños campesinos, importaciónde productos alimentarios, defores-taciones masivas, monocultivo yconcentración de la propiedad. Unactor en este ámbito, Blairo Maggi,gobernador del Mato Grosso enBrasil y gran productor de soya, lo

afirma sin escrúpulo: “Toda la eco-nomía tiende a la concentración, losprecios unitarios caen y se necesitanenormes volúmenes para sobrevi-vir”4. Las consecuencias sociales songigantescas, Abourahmane Ndiaye,de la Universidad de Burdeos, las sin-tetiza en una expresión chocante:“veinte millones de productores efi-caces… disponiendo de una aparatode producción pesado, fabrican 5 milmillones de excluidos. La dimensióncreadora de la operación no repre-senta más que una gota de agua anteel océano de las destrucciones queexige”. Estos fenómenos han sidoadmirablemente analizados porautores como Samir Amin, ya citado,Marcel Mazoyer o Jacques Berthelot,en una abundante literatura y engran parte sintetizada en el númerode Alternatives Sud sobre “Questionagraire et mondialisation” (vol. IX,2002, n. 4).Un nuevo paso ha sido franquea-

do con la compra de gigantescas con-cesiones de tierras en los continentesdel Sur, en particular África y Asia.Así, una sociedad noruega compra38.000 hectáreas a un jefe tradicionalde Ghana. La sociedad sur-coreanaDaewoo, concluye un arriendo por

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3 Samir Amin, Le capitalisme et la nouvelle question agraire, Dakar, FTM, 2004. 4 National Geographical Magazine, febrero 2007, 25.

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99 años de más de un millón de hec-táreas en Madagascar, la mitad de lastierras arables del país, lo que JamesPetras llama “colonización por invi-tación”5. En Laos, ente 2 y 3 millonesde hectáreas fueron objeto de simila-res transacciones. En Camboya, elHaining Group chino obtiene 21.250hectáreas en la provincia deKampong Speu. Se señalan en Áfricaconcesiones atribuidas a firmas deJapón, de China, de los EstadosUnidos, para plantaciones alimenta-rias o de los agrocarburantes. La FAOhabla de un nuevo colonialismo.Revolución verde, reforma agra-

ria, toman en este contexto significa-ciones muy específicas, destinadas apromover las agroempresas. Los sub-sidios a los agricultores en periodode excedentes y que, según JeanZiegler, alcanzan en 2005 los 349 milmillones de dólares anuales, se con-virtieron en gran parte en un mediode hacer pasar el dinero públicohacia el privado y de privilegiar a losque entran en la lógica del capitalis-mo agrario. Y finalmente, el princi-pal, que no ha sido dicho en toda estacuestión es que la transformación dela agricultura campesina en agricul-tura productivista es también –y qui-

zás sobre todo– una de las nuevasfronteras del capitalismo, que permi-te hacer frente a las crisis de acumu-lación de los ámbitos industriales yfinancieros. De esto se ve una confir-mación en Francia, donde, a partirde 2006, con el alza del precio de loscereales, “los inversionistas se intere-san súbitamente a las materias pri-mas agrícolas, y la especulación es enparte responsable de la brutalidad deeste despegue”6. La demanda de cier-tos países emergentes ha permitidoliquidar los stocks y la Unión Euro -pea propone suprimir el barbecho enel 2008. El desarrollo de la agroener-gía, decidida también para la mismaUnión Europea, actúa como un ace-lerador hasta el punto de que algu-nos se replantean la cuestión de laalimentación mundial: “antes seadministraban los excedentes, ahorava a ser necesario administrar losdéficits”, escribe la misma LaeticiaClaveul (Ibídem). Lo mismo ocurrecon el maíz en las Américas o el arrozen Asia.Es verdad que, como recuerda el

profesor Hans Christoph Biswanger,antiguo profesor en la Universidadde St. Gall en Suiza, “el valor añadidogenerado por la agricultura es siste-

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5 Rebellion, noviembre 2008.6 Laeticia Clavreul, Le Monde, 16-17.09.07.

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máticamente inferior al de la indus-tria”7. Las razones de ello son múlti-ples: una demanda bastante inelásti-ca (son siempre los mismos produc-tos); condiciones de crecimiento deproducción más constreñidos, amor-tizaciones más lentas de la maquina-ria utilizada al ritmo de las estacio-nes, limitaciones concomitantes, fer-tilizantes y pesticidas peligrosos parala salud y la fertilidad de los suelos;una concurrencia que sólo puederealizarse sobre los precios y débilesmárgenes entre los precios y los cos-tos. Como se ve, las diferencias con laindustria son considerables, sinhablar de aquellas con las lógicas delos mercados financieros. Entonces¿cómo puede la agricultura conver-tirse en una nueva frontera para laacumulación del capital?Quizás no es más que por un cre-

cimiento de la demanda y a este efec-to tres mecanismos son posibles. Elprimero podría ser la satisfaccióncuantitativa de las necesidades en ali-mentación del inmenso grupo de lapoblación mundial que no come loque necesita para no pasar hambre.Pero este mecanismo no está al ordendel día, pues el modelo de crecimien-to privilegia el desarrollo del 20% de

la población mundial, descuidandoaquellos que no contribuyen másque de manera marginal a producirun valor agregado y son incapaces deconvertirse a corto o mediano plazoen consumidores. La emergencia depaíses como China o India tiene unfuerte impacto sobre la demanda, yaque se trata de países muy poblados yde 20% de chinos o de indios, quecada vez consumen más pan y carne,lo cual hace un buen número declientes, capaces de contribuir almenos indirectamente al agotamien-to de los stocks europeos, america-nos o asiáticos, y a dar un fuerteempujón a la cría de ganado de laArgentina, del Brasil o de Colombia.Pero por el momento lo esencial de lademanda está satisfecha por estosmismos países emergentes.La segunda solución consiste en

diversificar los productos en funciónde un cambio cualitativo de lademanda. En el plano alimentario, setrata generalmente de procesos rela-tivamente largos (consumo de carne,por ejemplo) salvo cuando la revolu-ción en los transportes permita unaoferta nueva atractiva e innovadora.La llegada a los mercados occidenta-les de primicias o de productos exó-

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7 H.C. Binswanger, “Impératifs économiques et écologiques d’une politique agricole à long terme”, Horizontset Débats, 7° año, n.11, 26.03.07.

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ticos transportados por vía aérea haencontrado salidas en los estratos deingresos superiores y medios de lasociedad. De ahí el desarrollo casiindustrial de ciertas producciones(las flores, por ejemplo) en las regio-nes de la periferia, mediante costosecológicos considerables y de condi-ciones sociales frecuentementedeplorables. Se trata, en efecto, depaíses que no se cuidan de estosaspectos de la cuestión. Basta queprocuren divisas útiles a la retribu-ción del capital local y capaces, gra-cias a las importaciones, de mante-ner o incluso de aumentar el modelode consumo de las clases elevadas ymedias. Es necesario añadir, además,que la mayor parte del tiempo soninversiones extranjeras, que operan,no dejando más que un lugar reduci-do a una burguesía, que sirve deintermediaria (compradora) másinfluyente en el campo de la políticanacional.La tercera solución es una nueva

demanda no alimentaria para diver-sos tipos de industrias y más precisa-mente hoy la de los carburantes, quellegan justo para dinamizar los pre-cios de los productos agrícolas y sufunción de refugio financiero ensituación de crisis. Y es aquí, precisa-mente, que interviene la manera deproducir más eficazmente, para quelos costos sean reducidos al mínimo

y las ganancias maximizadas: esdecir, el monocultivo. Este último, enefecto, transforma enormes cantida-des de espacios de la agriculturacampesina o de busques en produc-ción vegetal única, soya, eucaliptos,palma oleoginosa, caña de azúcar,maíz, trigo, con todas las desventajasecológicas y sociales de este tipo deactividad agrícola. He ahí por qué laagroenergía se inscribe, también ella,en la nueva frontera del capitalismo,con la doble ventaja de contribuir ala acumulación y de responder apa-rentemente a las preocupacionesecológicas, que se han vuelto ineludi-bles. Pero sería necesario garantizarque los dos objetivos sean compati-bles.

Las apuestas económicas yfinancieras de los agrocarbu-rantes

El sector de los agrocarburantesha suscitado un gran interés en losmedios financieros. Como lo hemosvisto, durante un tiempo bastantelargo, el rechazo para admitir las cau-sas y las consecuencias de los cam-bios climáticos fue la primera reac-ción. Cuando el problema abandonael ámbito de las externalidades, paraentrar en el de la acumulación, lasperspectivas cambian. El enfoque de

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los picos de producción de la energíafósil y el crecimiento del precio delpetróleo se añadieron a los daños cli-máticos y desembocaron en el interésdirigido a los agrocarburantes. La opinión pública, alertada sobre

el problema por los informes científi-cos, por las decisiones políticas y porlos medios de comunicación de ma -sas, estaba preparada para legitimartoda medida susceptible de disminuirlas emisiones de CO2 en la atmósferay de resolver la crisis energética. De otro lado, numerosas grandes

potencias mundiales, como losEstados Unidos y la Unión Europea,sin hablar de los países emergentes,tales como: China e India, se preocu-paron cada vez más de su dependen-cia por la energía fósil del MedioOriente o de otras “regiones inesta-bles”, en África o en América latina.Esto incitó a los Estados del Norte,pero también del Sur, a estimular elsector renovable de la energía, poruna serie de medidas, que van desdelos subsidios directos hasta la detaxa-ción o la disminución de derechos deaduana.El contexto era pues favorable a la

posibilidad de inversiones rentablesen las energías verdes y en particularen los agrocarburantes. De hecho, lastecnologías de la primera generaciónde etanol y de agrodiesel eran depunta, lo que permitía un retorno

rápido de la inversión. Las investiga-ciones concernientes una segunda ouna tercera generación (utilizaciónde desechos vegetales y después de lacelulosa, es decir la madera) estabanya en camino, con la esperanza deobtener resultados rápidos. Además,se encontraban fuertemente finan-ciadas por fondos públicos. Era laocasión de promover nuevas tecno-logías, monopolizadas por grupospoderosos, en particular en el domi-nio de los OGM.El sector de los agrocarburantes

posee, pues, numerosas facetas en elámbito de los intereses económicos.Mientras que el caso del petróleo ydel gas, las empresas públicas hantomado el comando, dejando alámbito privado el refinamiento y ladistribución, aun si ciertas empresasdel Estado se encuentran a vecesdominadas por el capital privado,como en el caso de Petrobras enBrasil; los carburantes por el contra-rio, entran directamente en el sectorprivado, desde la etapa de la produc-ción. Ciertas empresas multinacio-nales o grandes propietarios adquie-ren enormes cantidades de tierra. Engeneral son empresas locales que aprimera vista parecen gozar de unacierta autonomía financiera, porqueposeen estatutos jurídicos propios.Pero en realidad se encuentran confrecuencia vinculadas entre ellas por

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accionistas comunes, institucionaleso personales o bien hacen parte degrupos más complejos, que los intro-ducen en el seno del capital interna-cional, cuando no son simplementeel nombre local de una empresatransnacional. Es el caso de la palmaoleaginosa o de la soya.El etanol en las regionales tropi-

cales está ligado generalmente a lasgrandes explotaciones azucareras dela antigua oligarquía, reconvertida alcapitalismo agrario. Es el caso deBrasil o de las Filipinas. Pero haytambién inversiones internacionales,sea de parte de los “hiperricos” enbúsqueda de inversiones nuevas yrápidamente rentables, como BillGates o George Soros, con frecuenciacitados, o de las multinacionales delautomóvil, de la química y del agro-negocio. Era importante, pues, abor-dar este tema de las apuestas econó-micas y financieras; lo que hacemosaquí tratando sucesivamente de nue-vas dimensiones del agronegocio, delas inversiones privadas y públicas yde las redes internacionales del capi-tal implicado en el dominio de losagrocarburantes.

Las nuevas perspectivas delagronegocio

Con los agrocarburantes, la agro-energía adquiere un nuevo impulso.

La producción y la distribución delos productos agrícolas habían inte-resado a las grandes empresas multi-nacionales ya desde hace más de unsiglo. A ello se han añadido los pro-ductores y negociantes de semillas,sobre todo, desde el momento en queha sido posible aplicar la genética alos sectores de la agricultura y desa-rrollar los OGM. La industria quími-ca ha puesto en el mercado produc-tos fertilizantes y pesticidas paraaumentar o proteger los rendimien-tos agrícolas. Se ha creado este víncu-lo con diversos sectores, ciertas socie-dades, como Monsanto, por ejemplo,combinan muchas funciones.En cuanto al desarrollo de los

agrocarburantes, dos sectores nuevosse interesan a la agricultura, las socie-dades petroleras y la industria delautomóvil. En el primer caso, se tratade conservar los monopolios estable-cidos sobre los recursos energéticos;y en el segundo caso, de conservar elcontrol de los nuevos carburantesadaptándolos al ritmo exigido por lastecnologías aplicadas a los motores.Algunos ejemplos concretos permi-ten comprender las múltiples impli-caciones y las alianzas que se atan entorno de esta nueva actividad.Prácticamente todas las socieda-

des petroleras se interesan hoy porlos agrocarburantes. Se destacan losnombres de Total, en África; Shell

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que invierte en las investigacionespara la producción de etanol a partirde la celulosa, de BP, de Exxon; perotambién están empresas más jóvenes,como Petrobras en Brasil; Repsol enEspaña y en América latina; Ecope -trol en Colombia, que posee el 50%de capital de siete empresas produc-toras de palma y que ha invertido 23millones de dólares en la empresaEcodiesel Colombia S.A. Son eviden-temente las empresas del agronego-cio las más concernidas por la nuevaactividad. Sin embargo, un ciertonúmero de ellas establecen vínculosestrechos con firmas petroleras oempresas de automóviles, sin men-cionar los acuerdos que se establecenen el seno mismo del sector. No cita-remos más que algunos casos, parailustrar esta dinámica en curso.Archer, Daniel y Midlan (ADM),

uno de los gigantes del agronegocioha concluido acuerdos con Cargill &Bunge, para la producción de agro-carburantes. Estas dos grandesempresas están directamente impli-cadas en este dominio. Así, Cargill,empresa de Estados Unidos, posee2,6 millones de hectáreas de soyatransgenética en Paraguay. Sin dudano se trata únicamente de producircarburantes, pero la tendencia nuevaprivilegia este sector. La empresa decontrol la Central Energetica do Valedo Sapucai (Cevasa), en el Estado de

Sao Paolo, reúne los intereses demuchas multinacionales. Cargill haigualmente construido un mega-puerto para el transporte de granosde soya en Pa raguay, con una capaci-dad de exportación de un millón detoneladas al año. Lo mismo fue enSantarem en Paraná, Brasil, porintermedio de la sociedad CargillAgricola S.A., que es su filial brasile-ña. Recientemente la empresa ha per-dido un proceso contra el Estado deParaná en un asunto de control fiscal. Bunga, igualmente, norteameri-

cana está implicada en la exporta-ción de azúcar y de alcohol del Brasil.Para efectos de ello compró laempresa Santa Juliana de MinasGerais e intentó adquirir la fábrica deVale do Rosario, la tercera en impor-tancia del país en la producción deetanol. Con otro gran gigante,DuPont, creó una empresa local, lla-mada Treus, destinada a producirmaíz y soya híbridos y se ha compro-metido con BP para la producción deetanol, inicialmente, a partir de lacaña de azúcar.La multinacional suiza Syngenta

es muy activa en América latina, enespecial en el desarrollo de enzimaspara el maíz híbrido (maíz 3.272).Esta empresa ha concluido un acuer-do de diez años con DiversaCorporation para la producción deenzimas transgénicos para el etanol.

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La empresa Monsanto, que conSyngeta y DuPont controla el 44% dela venta de semilla en todo el mundo,ha establecido acuerdos para la pro-ducción de biocarburantes a base deOGM; entre otros con Dow Chemicalpara producir semillas de maíz resis-tente a ocho herbicidas y con laempresa Basf para la investigación denuevas formas de transgénicos demaíz, soya, algodón y canela: lasinversiones fueron de 1,5 millones dedólares. Otro acuerdo ha sido reali-zado con Cargill, para conjuntamen-te constituir la empresa Renessen des-tinada también ella a producir for-mas transgénicas de maíz y de soya,para los agrocarburantes y para losforres. Tales alianzas tienen por fina-lidad de parte de Montsanto cons-truir una estrategia de competicióncon Syngenta y DuPont.Otras empresas de menor dimen-

sión están igualmente presentes enestos sectores y no podemos dar másque algunos ejemplos. Se trata entreotras de Global Food, empresa norte-americana que se ha aliado en Brasilcon la empresa Santa Elisa para cons-tituir la Compañía Nacional deAzúcar y alcohol (CNAA), con unainversión de 2 mil millones de realespara la construcción de cuatro fábri-cas en Goias y Minas Gerais.Si salimos del continente latinoa-

mericano para abordar otros hori-

zontes, podemos citar en África, atítulo de ejemplo, la Sociedad france-sa de caucho (Sofinal, S.A.), holdingcuya sede está en Luxemburgo y queposee plantaciones de palma enLiberia, en Costa de Marfil, enIndonesia, en Camerún y en Nigeria.La Sociedad de caucho de GrandBereby (SOGB), con la ayuda de laSociedad financiera internacional(SFI), uno de los organismos consti-tutivos del Banco Mundial ha inver-tido 6 millones de dólares para lasplantaciones de palma en Costa deMarfil. La sociedad camerunesa dePalmares (Socapalm), pertenecienteal grupo Boloré en Francia, ha inver-tido, igualmente en África, en lasplantaciones de palma. En Papuasie,una empresa mixta ha sido creada, laPacific Palm Plantation Ltda., con un20% de participación del gobiernopara la exportación de 23.000 hectá-reas de palmas oleaginosas.Empresas a la vez químicas y far-

macéuticas están también interesa-das en el sector de los agrocarburan-tes. Se trata de Bayer, de DowChemicals, de DuPont, que ha con-cluido acuerdos con BP para la dis-tribución de etanol en Inglaterra eigualmente de Basf. Es interesanteconstatar hasta qué punto, las estra-tegias industriales se construyen apartir de intereses muy diversos.Pero hay también grupos y persona-

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lidades que ven en este sector en cre-cimiento una oportunidad deganancias financieras. Es el caso dePeter Cremer Gruppe, que ha coloca-do 20 millones de dólares en Sin -gapur para una refinería, que permi-ta producir agrodiesel. Otras empre-sas financieras están igualmenteimplicadas, como Kidd and Com -pany de los Estados Unidos, que con-trola la empresa Coopernavi enBrasil, Merry Linch de Stark andOch-Zit Management, fondos deinversión, activos en Brasil y deInfinity de Londres, que ha puestocapitales en cuatro fábricas produc-toras de etanol en Brasil. Se puedeañadir Louis Dreyfus, de Francia,quien ha inyectado capitales en cua-tro fábricas del grupo Travares deMelo de Pernam buco y de Tereos,igualmente francesa, con inversiónen Cosan y en la Franco-Brasileira deAzúcar, dos empresas de Brasil.Recordemos de nuevo que un cier-

to número de personas, muy conoci-das en los medios financieros se hanimplicado en el sector. Se trata porejemplo de Georg Soros, accionista deAdecoagro en Minas Gerais y en MatoGroso en Brasil o James Wolfensohn,antiguo director del Banco Mundial yadministrador de Brenco (Brasil SunRenewable Energy Company) fundadapor André Philippe Reichstuk, anti-guo director de Petrobras, en donde

ha puesto un capital de 2 mil millonesde dólares. El mismo se encuentra conVinod Khosla, de la empresa SunMicro system, uno de los fundadoresde Google e igualmente accionista deBrenco. Carlos Slim, el principal hom-bre de negocios de México y segúnForbes la segunda fortuna mundial,invirtió en los agrocarburantes enParaguay. Es necesario citar a BillGates, accionista de Pacific Ethanol,empresa activa en Brasil. En EuropaNord Zucker–Sud Zucker y en India,BHL, invierten asimismo en los agro-carburantes. Este género de inversio-nes ha comenzado a interesar tam-bién los Fondos de pensión, como loseñala el Wall Street Journal del 26 deagosto de 2006, con un verdaderopeligro de inscribir dichos fondos depensión en el dominio de la especula-ción de los agrocarburantes.Como se trata de un sector de

punta, con perspectivas de desarrolloulterior, otros tipos de empresas secomprometen a su vez en este domi-nio. Es el caso de ciertas empresaforestales, como Stora Enso, Ara cruz,Botnia en América latina. Se recorda-rá que etanol de segunda y tercerageneración tienen la intención deutilizar la celulosa, es decir produc-tos forestales.Horizontes completamente nue-

vos se abren a la creación de organis-mos vivos artificiales, capaces de

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producir energía. Se trata pues derebasar la dimensión puramentegeneral, para intentar entrar endominios nuevos de los seres vivos, yes lo que hace la empresa SintheticGenomics de los Estados Unidos(EcoPortalnet, 21 de septiembre de2007).

La colaboración de los pode-res públicos

Hemos ya tenido la ocasión deseñalar la intervención de los pode-res públicos, nacionales e internacio-nes en el dominio de la producciónde los agrocarburantes. No sólo actú-an con los instrumentos habitualesde los Estados, es decir, la desfiscali-zación, por ejemplo en Papuasia-Nueva-Zelanda para la producciónde la palma oleoginosa o en losEstados Unidos para el etanol a basede maíz, las concesiones acordadas alas empresas nacionales o internacio-nales, pero igualmente el co-finan-ciamiento de la investigación y de laproducción. Así, el Estado colombiano, ha

proporcionado una ayuda financie-ra, bajo forma de préstamo a bajastasas de interés, a muchas empresas

de palma. Es el caso, por ejemplo deUrapalma, que ha desarrollado plan-taciones en la región del Chocó, aveces incluso de manera ilegal, comolo ha demostrado un tribunal delpaís. Es interesante notar que elapoyo a este género de plantaciónestá integrado en el Plan Colombia,el cual financia concretamente la uti-lización de glifosfato, producido porMontsanto y aplicado localmentepor Dyncorp, y que es un herbicidautilizado con frecuencia sin discrimi-nación y en fuertes dosis8. El argu-mento de la aplicación del protocolode Kyoto es igualmente empleadopara apoyar la iniciativa de Mont -santo, por medio de la CompañíaAgrícola Colombiana Ltda., en parti-cular para producir maíz transgéni-co, capaz de dar etanol con la tecno-logía M810. DuPont de Colombiagoza de favores muy similares.USAID ha invertido 700.000

dólares de fondos antidroga parafinanciar los palmerales en el marcodel Colombian Agrobusiness Partne -ship Program. Este último está desti-nado, según su propia definición, aproporcionar su apoyo a actividadesprivadas con la finalidad de favorecerla producción o la transformación de

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8 América Latina en Movimiento, ALAI, 17.07.2007.

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productos agrícolas legales y renta-bles en regiones o en los lugares pró-ximos de producciones ilícitas. Lasempresas que se han beneficiado deesta ayuda son precisamente Uraba,Union of Palm Growers y Urapa -lama9.En Papuasia-Nueva-Guinea el

Banco Asiático de Desarrollo estimaque este género de producción es elmejor medio de reducir la pobreza,por ello ha decidido financiarlo. Encuanto al Banco Mundial, a través delCFI, destinado a sostener el sectorprivado de los países pobres, financialas plantaciones de palma en Costade Marfil. La razón dada es la multi-plicación del empleo, la elevación delnivel de vida, la obtención de divisasextranjeras y el cuidado del medioambiente. Según World Rain ForestMovement la realidad es muy dife-rente, tanto sobre el plano ecológicocomo social. Se constata pues, por elconjunto de estos ejemplos, no sólola implicación mutua de los diversossectores económicos interesados enel fenómeno, sino igualmente elapoyo de los poderes públicos, tantonacionales como internacionales.Los agrocarburantes representan unterritorio privilegiado, particular-

mente interesante para los inversio-nistas en un momento de crisisfinanciera. Dispone de todo paralograr su éxito: tecnologías ya muyavanzadas o en pleno desarrollo,medidas estatales que requieren pro-porciones crecientes de combustiblesde origen vegetal y un acuerdo uni-versal sobre la necesidad de reducir lautilización de la energía fósil.De otro lado, existen intercam-

bios constantes entre el sistema eco-nómico y el sistema político, quehacen muy permeables las fronterasy contribuyen a reforzar el poder delprimero sobre el segundo. Persona -lidades pasan de manera sistemáticade uno a otro de estos ámbitos. Loslobbies ante los parlamentarios ygobiernos han alcanzado proporcio-nes gigantescas. No se puede porconsiguiente considerar las institu-ciones políticas como independien-tes o como un verdadero contrapesoal poder económico. La autonomíaes muy relativa. Esto mismo se aplicaal dominio de los agrocarburantes.Es lo que se llama en Estados Unidosel efecto de los Revolving doors (laspuertas giratorias). A título de otros ejemplos sola-

mente, un estudio sistemático sería,

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9 The Center for Public Integrity, 24.10.2007.

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ciertamente, aún mucho más clarifi-cador, daremos el nombre de algunosadministradores de firmas y empre-sas multinacionales citadas en estaobra y destacadas por GeoffreyGeuens de la Universidad de Lieja(Palme, finance et pouvoir politique,junio 2007). Así, Archer, DanielsMidland (ADM) de los EstadosUnidos comprende entre sus admi-nistradores presentes o pasados lassiguientes personalidades: BrianMulroney, antiguo primer ministrode Canadá; Robert S, Strauss, ex pre-sidente del Comité Nacional Demo -crático y antiguo embajador de losEstados Unidos en Rusia; John R.Block, ex secretario de agricultura delos Estados Unidos; Richard Burt(republicano), antiguo embajador dela República Federal Alemana;Andrew Young (demócrata) antiguoembajador de los Estados Unidos enlas Naciones Unidas.Si tomamos UNILEVER nos

encontramos como administradoreso antiguos administradores a LordBrittan, antiguo vicepresidente de laComisión Europea; la baronesaChalker of Wallasey, parlamentariadel partido conservador y antiguoministro del Desarrollo Interna -cional: Wim Dik, antiguo ministroholandés del Comercio Exterior;Lord Simon of Highbury (laborista),antiguo ministro de Comercio y de la

Competitividad en Europa, antiguoconsejero de Tony Blaire, pero tam-bién administrador de Suez y conse-jero de la Deutsche Bank, de Allianzy de la Banq Morgan Stanley interna-cional; Onno Ruding (Radobank), deRTL, de Pechiney y de Citybank;Claudio X. González, antiguo sena-dor del PRI de México y antiguoconsejero especial del Presidente deMéxico, pero también administradorde Kellog, de General Electric, deKimberly–Clark, de Banamex, deTelmex y de JP Morgan Chase; OscarFanjul, ex secretario general delministerio español de Industria y deEnergía y consejero de BBVA, deEricsson y de Marsch y McLennan;Georg J. Mitchell (demócrata), anti-guo líder de la mayoría senatorial delos Estados Unidos; PDG de WaltDisney y administrador de FedEx, deXeros y de Staples.Señalemos también BP, cuyo pre-

sidente era en el 2007 Peter Suther -land, antiguo Comisario europeopara la Competitividad y antiguodirector de la OMC, miembro delComité consultivo internacional deCoca Cola y presidente de GoldmanSachs International. La Royal Dutch /Shell por su parte tiene de vicepresi-dente a Lord Kerr of Kinlorchard,antiguo jefe de los servicios diplomá-ticos británicos y antiguo embajadorde la Unión Europea en los Estados

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Unidos; Wim Kok, antiguo primerministro de los Países Bajos; SirAnthony Acland, antiguo subsecreta-rio de Estado del Foreign andCommonwelth Office y antiguo emba-jador en los Estados Unidos. La firmaBASF tuvo por administrador el viz-conde Etienne Davignon, antiguovicepresidente de la ComisiónEuropea y antiguo presidente de laAgencia Internacional de la Energía yentre otros, administrador de Suez,Total y Unicore. En DuPont seencuentra todavía Sean O’Keefe, anti-guo director de la NASA y directoradjunto al presupuesto de los EstadosUnidos, igual que Goran Lindhal quefue consejero especial de Kofi Annan,secretario general de las NacionesUnidas. En Indonesia, la firma PTAustindo Nusantara Jaya, activa en laproducción de palma, tiene de admi-nistradores Arifin Siregar, antiguoministro del Comercio de Indonesia,antiguo embajador en los EstadosUnidos y que fue representante deeste país en el FMI y en el BancoMundial; Adrianto Machribie, admi-nistrador de Freeport McRohan,firma americana asociada a estegrupo y donde sesionan J. BenettJohnston, antiguo senador republica-no; Roy J. Stapleton, antiguo secreta-rio de Estado para la Investigación ylas Informaciones y antiguo embaja-

dor en Singapur, en China eIndonesia, igualmente administradorde Conoc Philips. Y también HenryKissinger, antiguo Secretario deEstado demócrata de los EstadosUnidos.Se podría hacer también la

nomenclatura en el otro sentido yrevelar en las diversas administracio-nes, gobiernos y otras comisiones,quiénes son los miembros de grandesgrupos que han sido reclutadoscomo por ejemplo, Condolezza Rice,ex secretaria de Estado de la Admi -nistración de George W. Bush y anti-gua administradora de Chevron, ode Kathleen B. Cooper antigua eco-nomista en jefe de Exsson, que llega aser subsecretaria de Comercio de losEstados Unidos.La intención de citar todos estos

nombres no es la de proponer unateoría del complot ni de poner encuestión la integridad de personasindividuales, sino, más bien, de mos-trar a qué conduce una lógica y final-mente un sistema, que banaliza lasdiferencias y tiende a unificar losintereses. Es pues difícil establecer loslímites de las competencias y de creeren la independencia de las decisionespolíticas. Los contrapesos son débilesen relación al poderío de los aparatoseconómicos y sus lógicas.

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Los agrocarburantes y la crisisalimentaria

Las crisis de alarma no han falta-do estos últimos tiempos a propósitode la crisis alimentaria. Como sesabe, ésta, esencialmente, se debe a lafalta de medios para procurarse víve-res y no a la falta de capacidad de latierra para producir y nutrir supoblación. Recordemos que según laFAO las posibilidades de producciónagrícola pueden asegurar la subsis-tencia de unos 12 mil millones deindividuos, cuando las previsionesdemográficas de las Naciones Unidashablan de una población mundial de9.300 millones de personas en el2050, probando así que la tierra dis-pone de recursos necesarios paranutrir todo este mundo. Ello noimpide que según el Banco Mundiallas necesidades se duplicarán de aquíal 2050.Según el antiguo relator especial

de la Naciones Unidas, Jean Ziegler,habrá en el mundo en el 2008 unos854 millones de personas que sufri-rán hambre a causa de la pobreza y 2mil millones que sufrirán malnutri-ción. De creer al Director general dela FAO, Jacques Diouf, durante unconferencia a la Universidad de LaHabana en julio de 2008, el año 2007ha visto la cifra de personas sufrien-do hambre aumentar en unos 50

millones. La misma cifra es anuncia-da para el 2008. Es decir, en conse-cuencia, que el aumento de los pre-cios de los alimentos tuvo un efectodirecto sobre el fenómeno del ham-bre en el mundo. Ahora bien, a partedel azúcar todos los productos ali-mentarios han aumentado de preciodesde el inicio del siglo XXI, conserio crecimiento a partir del 2007. Esta es la causa en muchos países

a través del planeta, como en Haití yen diversos países de África (Senegal,Burkina Faso, Egipto, etcétera), deagitaciones y levantamientos contrael hambre, sin hablar de numerosasreacciones sociales en muchas otrasregiones del mundo. El impacto fueevidentemente mucho más fuerte enlos países pobres, que dependen casienteramente del exterior para su ali-mentación. Así, según la FAO, citadapor Laeticia Clavreul (Le Monde, 20de octubre de 2007), las importacio-nes de cereales cuyos precios hanestallado, han hecho aumentar lacanasta alimenticia en un 90% en lospaíses subdesarrollados, contra el22% solamente en los países másricos. Al mismo tiempo, las grandesfirmas agroalimentarias constatabancomo explotaban sus beneficios. Así,Cargill anunciaba un beneficio enalza de un 86% para el primer tri-mestre del 2008 respecto al del 2007.

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¿En qué medida el desarrollo delos agrocarburantes ejerce unainfluencia sobre la evolución al alzade los precios de los alimentos? Lospartidarios de los combustibles deorigen agrícola afirman que sonotros los factores que actúan, mien-tras que los adversarios afirman alcontrario, que este factor es cierta-mente una razón central. Para diluci-dar este problema nos apoyaremosen el excelente estudio del economis-ta francés Jacques Berthelot, especia-lista en cuestiones agrarias y quetrata precisamente de la explosión delos precios agrícolas10. Dos suertes de razones funda-

mentales afectan el aumento de losprecios de los cereales, como lo indi-ca este autor: aquellas concernientesa la oferta, y las causas ligadas a lademanda. Respecto de la demanda, élcita la producción creciente de agro-carburantes, que en ciertas regionesreducen el volumen de cereales dis-ponibles para la alimentación tantopara los humanos como para los ani-males; el crecimiento del consumoalimentario en los países emergentescomo la China, la India o el Brasil; elaumento demográfico mundial y laespeculación sobre los sectores de laeconomía, que toman el relevo de

otros sectores actualmente en crisis.Por lo que concierne a la oferta, J.Bertholet cita tres factores: las caídasde la producción debidas en particu-lar a razones climáticas; el aumentodel precio del petróleo, operandosobre el costo de los insumos (fertili-zantes y pesticidas) y de los transpor-tes y las restricciones a la exportaciónde países que desean asegurar suseguridad alimentaria. Este mismo autor añade que es

necesario distinguir las causasestructurales de las coyunturales.Para el primer aspecto, se puedeincluir entre otros, los cambios cli-máticos, la falta de inversiones en elsector agrícola y el cambio progresi-vo del régimen alimentario en lospaíses emergentes. Por el contrario,las causas coyunturales son, porejemplo, malas condiciones climáti-cas (particularmente en Australia en2007), la disminución de los stocks yel brusco desarrollo de los agrocar-burantes, factor que evidentementepodría volverse estructural.La respuesta del Banco Mundial a

la cuestión es perentoria. Según loscálculos de sus expertos (DonMitchell en particular), los agrocar-burantes son responsables en un

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10 Solidarité: http://solidarite.asso.fr,30.05.08.

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75% de los precios de los productosalimentarios. En un sector más parti-cular, el del maíz, según el FMI, setrata de un 70% sin hablar de losefectos indirectos que un tal aumen-to puede tener sobre otros cereales,los agricultores de los EstadosUnidos abandonan otros cultivospor el maíz.En este dominio, los Estados

Unidos tuvieron una responsabilidadimportante vista la dimensión de suproducción. Un aumento del preciodel maíz por causa de los agrocarbu-rantes repercute en el curso mundialdel producto, teniendo por conse-cuencia la inseguridad alimentariade las poblaciones que se nutren deél. México, en particular, ha tenido laamarga experiencia de ello. En efec-to, a raíz del Tratado de LibreComercio con los Estados Unidos yel Canadá, el país se volvió un granimportador de maíz. Los precios sedispararon de tal manera que la pro-ducción de etanol a partir del maíz serevela una herejía económica nopuede mantenerse más que mediantelos subsidios del Estado. Las verdade-ras razones de una tal situación hande ser indagadas por una parte dellado político: el deseo de disminuir ladependencia energética de losEstados Unidos, pero también dellado económico, la influencia y elpoderío de los grandes grupos del

agronegocio. La producción de maízha pasado de 607 millones de tonela-das en 2006-2007 a 776 millones en2007-2008, en su mayor parte a causade su absorción para la produccióndel etanol.En Europa la presión es también

fuerte, pues para lograr el objetivodel 10% de agrocarburantes en el2010, para mezclar con el carburantefósil de los automóviles (hoy cuestio-nado incluso en el seno de la Comi -sión) sería necesario consagrar un20% de tierras arables a los cultivosdestinados a los agrocarburantes.Ahora bien, Europa no dispone detierras suficientes para este fin. Deahí el interés por los países subdesa-rrollados, que disponen de bastantestierras arables, las cuales podrían serrevaloradas y así responder a estasnecesidades. Ciertamente, a partirdel 2008 los precios volvieron a caerbruscamente poniendo de manifies-to el carácter especulativo del fenó-meno, pero en relación al principiodel decenio muestran siempre unaumento.Resulta, por consiguiente, claro

que si los agrocarburantes no son lacausa única del aumento de los pre-cios alimentarios, constituyen unfactor importante. Si en ciertasregiones, como Brasil, por ejemplo,la disposición de tierras permite teó-ricamente conducir una política ali-

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mentaria conjuntamente con el desa-rrollo de los agrocarburantes, en loshechos las situaciones son muy dife-rentes. Al añadirse al monocultivo dela soya y del eucalipto, al de la cañade azúcar produce un desplazamien-to de ciertos cultivos alimentarios yde la cría de ganado, lo que a su vezrepercute en la reducción de zonasforestales. En otras regiones delmundo, sobre todo en el Sur, las con-secuencias de la extensión de losmonocultivos tienen una repercu-sión directa sobre la desaparición delos bosques. De otro lado, JacquesBertholet ha mostrado en su estudioque la India y la China no represen-taban apenas un factor determinanteen el aumento de los precios alimen-tarios, ya que hasta ahora, estos dospaíses han satisfecho por sí mismossus necesidades de un consumo cre-ciente. Frente a esta acumulación de con-

tradicciones y a los efectos tan poconegativos del crecimiento de los agro-carburantes, se debe interrogar sobrelas razones que empujan a desarro-llarlos de manera tan intensiva.

Los agrocarburantes y lareproducción del capital

Hay, evidentemente, muchas ma -neras de abordar el problema de losagrocarburantes, ya sea desde el

punto de vista técnico o del de losconsumidores. Hemos queridoponer el acento en este texto sobre lafunción económica de esta produc-ción y en particular sobre el papelque juega en la reproducción delcapital, muy en particular en esteperiodo de crisis financiera y de cri-sis de producción. De hecho, la refle-xión lleva a concluir que el bruscoaumento de producción de los agro-carburantes se inscribe ante todo enla lógica del capitalismo y que es estaúltima, la que explica el desarrollorepentino y rápido de un sector bienpreciso del sistema económico, el dela energía, que es estratégico para elconjunto de las actividades humanasUna tal constatación no es un des-

cubrimiento admirable, dada la hege-monía de la lógica capitalista sobre elconjunto de la economía mundial.Sin embargo, la cuestión es tanto máscentral cuanto que la utilizaciónintensa de la energía se encuentra enel centro mismo del modelo de desa-rrollo vehiculado por el capitalismo,en momento en que se anuncia elpico de la energía fósil y cuando laconciencia del cambio climático sevuelve un problema político.De hecho, como lo hemos visto a

lo largo de este trabajo, es un dobleproblema, que afecta la energía fósil.En primer lugar, el agotamiento pro-gresivo de las fuentes de energía, par-

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ticularmente, el petróleo, el gas, amás largo plazo, el carbón e inclusohoy para el recurso mineral que es eluranio. Para alguna de estas fuentesde energía, sobre todo el petróleo y elgas, la cumbre de las reservas posi-bles ha sido ya alcanzada y superada.Es en concreto el caso de los EstadosUnidos y de ciertos países europeos.De ahí el problema de la dependen-cia respecto de otras regiones delmundo para la provisión de energíasfósiles.Esto constituye la preocupación

fundamental de los responsables dela economía capitalista. Sin recursosenergéticos nuevos y en lo inmediatosin el control de los recursos energé-ticos actuales, el sistema no puedereproducirse. De donde la necesidadde asegurar en primer lugar el apro-visionamiento a partir de las regio-nes controladas política y militar-mente por Occidente y después la derebasar rápidamente el ciclo de laenergía fósil. Es aquí que los agrocar-burantes adquieren su significación,como parte integrante de las energíasrenovables. Es evidentemente unacuestión real y objetiva, pero a la quese puede dar muchas respuestas:encontrar soluciones que respondana la exigencia de su valor de cambio,base del sistema capitalista o al con-trario preocuparse de su valor deuso, es decir la satisfacción del “bien-

estar de las poblaciones”. Volveremossobre esta cuestión en las conclusio-nes de esta obra.El segundo problema es el de los

daños climáticos provocados por loscarburantes fósiles y la urgencia detomar medidas concernientes elmedio ambiente. El capitalismo haconsiderado los problemas ecológi-cos como externalidades, hasta el díaen que la gravedad de la situacióncomenzó a afectar el proceso de acu-mulación, lo que es un fenómenorelativamente reciente, incluso en elmarco de la lógica del capital. Aquíigualmente diversas respuestas sonposibles: las que toman en cuenta elconjunto del ciclo energético de losagrocarburantes y de sus efectos o lasque no tienen en cuenta más que elfactor inmediato de su aplicacióntécnica al nivel de la producciónenergética. Antes de abordar la cues-tión de la reproducción del capitalmás en detalle, es conveniente pre-guntarse cuál es la parte de los agro-carburantes en las nuevas políticasenergéticas.

El lugar de los agrocarburan-tes en las nuevas políticas

La primera constatación es quelos agrocarburantes son, sobre todo,utilizados para los transportes. Peroeste sector no representa más que el

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14% de la emisión de los GES (10%para el transporte por carretera, 2%para el transporte marítimo y 2%para el transporte aéreo, estos dosúltimos en fase netamente creciente).La industria interviene con un 31%,el sector residencial y los servicioscon un 19%. Para estas últimas acti-vidades se trata, sobre todo, de utili-zación de diesel, pero igualmente deelectricidad proporcionada en granparte por el carbón y la energíanuclear.La agricultura, por su parte, inter-

viene en un 18% de la producción degas a efecto invernadero, y es el casoen particular de la cría de ganado,que emite unos 70 a 75 millones detoneladas de gas por año. Es puesimportante recordar, que el consumode carne, principalmente, a causa delas transformaciones alimentarias delos países emergentes, podría haberdoblado en el 2050. Los transportesno intervienen más que en una parterelativamente modesta en el proble-ma que afecta el clima, aun si no esuna parte despreciable. Recordemosque en Europa y en los EstadosUnidos la parte de las energías reno-vables en los transportes deberíapasar del 20% en el año 2020. Esosignifica que el 80% de la energíaserá todavía de origen fósil. Si setransforma la mitad de las tierrasarables europeas para la producción

de energía de origen agrario, esto norespondería más que a una parte dela necesidad prevista y probablemen-te apenas al aumento de la deman-dad de aquí al 2020.De otra parte, el proceso comple-

to de producción y de distribuciónde los agrocarburantes no resuelve elproblema climático. En efecto, surendimiento es relativamente menory es necesario producir más paraobtener el mismo resultado. Además,de manera directa o indirecta, laemisión de CO2 no parece casi serinferior a la que procede de la energíafósil, si se toma en consideración elconjunto del ciclo de producción, detransformación y de distribución.Incluso si estos factores pueden sermejorados por avances tecnológicos,queda bien claro que los agrocarbu-rantes no son más que una parteminoritaria de la solución. Entonces,una vez más ¿por qué esto interesahoy tanto al capital?

Los agrocarburantes comoelementos de la produccióndel sistema económico capita-lista a corto y mediano plazo

Frente a los problemas climáticos,el discurso neoliberal recordémoslo,consistió en primer lugar en negar laexistencia del problema o en mini-

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mizarlo. De ello resultó una deslegi-timación y un desprecio del discursocientífico de los climatólogos. Comoen muchos otros casos de la historiadel capitalismo, la reacción quesiguió fue de transformar el proble-ma en oportunidad, lo que desembo-có en un discurso optimista: la cien-cia y las tecnologías llegarán a encon-trar las soluciones. Finalmente, letocó el turno al discurso ecológico ytambién a lo que se podría llamar la“mentira verde”, consistente en mos-trar hasta qué punto las tecnologíasindustriales recientes, las mejorasintroducidas en el consumo de losvehículos e incluso las nuevas mez-clas de esencia o de diesel, contribu-yen a la protección de la naturaleza yal mejoramiento del clima, cuandoen realidad no hacen más que pro-longar un consumo destructor delmedio ambiente, aun si las propor-ciones son menores, además que unagran parte de sus ventajas son absor-bidas por el aumento de las necesida-des en energía. De otro lado, la primera reacción

a la disminución de las fuentes deenergías fósiles fue explotar nuevasreservas, en particular en las zonas debiodiversidad y después explotar lasotras fuentes de producción energé-tica, tales como la nuclear y los agro-carburantes, todo eso con la idea demantener el modo de consumo

actual. En el transcurso de los últi-mos años, la investigación intensivade nuevas fronteras para la acumula-ción del capital se incrementa enrazón, particularmente, de las crisisde producción y financieras, y de labaja de las tasas de beneficio. Los ser-vicios públicos fueron cada vez másprivatizados, permitiendo su trans-formación en mercancías y la agri-cultura campesina se transformó enempresas capitalistas.Cuatro grupos de empresas trans-

nacionales operan hoy conjuntamen-te: los grupos petroleros, químicos,de la agrobusiness y del automóvil.Eso les permite conservar o recupe-rar el control de la producción y de ladistribución de la energía en losdominios nuevos y así ampliar sufuente de acumulación. No se trata,en modo alguno, de un complot, sinosimplemente del resultado de la lógi-ca misma del sistema económico, quefavorece los oligopolios. Muchos ele-mentos intervienen de hecho parahacer de los agrocarburantes un ele-mento importante de la acumulacióndel capital.

El control de la propiedad de la tie-rra, base de la producción

El origen de la producción de eta-nol o de agrodiesel es de naturalezavegetal. A fin de controlar el sector, el

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control de la tierra se hace de mane-ra directa o indirecta. La primerasolución consiste en la adquisiciónde tierras y el Brasil es un ejemplo deello. La segunda se cumple por elcontrol del trabajo de pequeñoscampesinos, que conservan sus tie-rras y entran, por medio de contra-tos, en una dependencia respecto delas grandes empresas de la agrobusi-ness. Es el caso de Monsanto concre-tamente con la introducción de losOGM, pero también de ciertasempresas de palma oleaginosa. Lasubsunción del trabajo de los campe-sinos por el capital se efectúa pormecanismos diversos: la provisión desemilla o de las plantas, la venta delos fertilizantes y pesticidas, la com-pra del producto y eventualmente depréstamos usureros a las familiascampesinas endeudadas. En cuanto alos precios ofrecidos, correspondenapenas a reproducir el nivel de sub-sistencia de las poblaciones concer-nidas. Es lo que algunos han llamado“la captura de los pequeños agricul-tores”. Se asiste pues a la constituciónde una de las bases del sistema capi-talista, el control de los elementosnecesarios para la producción, seapor la adquisición directa de la pro-piedad sea por la sumisión total deltrabajador que queda como propie-tario de la tierra.

La explotación del trabajo

Es principalmente en el Surdonde el nivel de explotación de lostrabajadores permanece físicamenteextremo. En ciertos casos, se trata deformas de esclavitud, como enmuchas plantaciones de azúcar deBrasil o de Colombia. En otros casos,el trabajo es pagado a un nivel míni-mo, prácticamente sin seguridadsocial, ni pensión. Los sindicatos sonexcluidos o reducidos a la ineficaciapor las represiones o la corrupción.Cuando se trata de pequeños campe-sinos, el nivel de subsistencia es raravez superado, sometiendo estos últi-mos a un régimen muy similar a laservidumbre. En cuanto al monocul-tivo, este elimina una parte impor-tante del trabajo, provocando lamigración hacia las ciudades y per-mitiendo reducir a un estricto míni-mo las preocupaciones ligadas a lautilización de la mano de obra.En resumen, la explotación máxi-

ma del trabajo es un hecho extendi-do y corresponde a la lógica del capi-tal, que consiste en hacer presiónsobre los diversos elementos queintervienen en el costo de la produc-ción a fin de maximizar las gananciasy apropiarse así de la plusvalía. Loscostos sociales de una tal operaciónno están incluidos en la contabilidaddel capital y deben ser soportados

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por la colectividad o por los indivi-duos.

La producción de nuevas tecnologíasde gran riesgo ecológico pero de altarentabilidad

Se trata en este caso de la promo-ción de los OGM, en particular de lasoya y el maíz, con intervencionessemejantes para los árboles, el día enque la tecnología habrá permitidoutilizarlos para producir energía deorigen vegetal. Se conocen los riesgosde los OGM, que mejoran la rentabi-lidad de los vegetales e incluso de losanimales, pero cuya extensión a for-mas de monocultivos corre el riesgode poner en peligro numerosas espe-cies y cuyos efectos a largo plazo nohan sido verdaderamente medidos.Esta actividad está dominada poralgunos gigantes de la química y delagrobusiness: Monsanto, Cargill,Bunge, Bayer, etcétera. Numerososgobiernos han puesto frenos a la uti-lización de las modificaciones gené-ticas, pero muy frecuentemente susesfuerzos son contrapesados ya seapor el poderío de las empresas trans-nacionales, o por el hecho de que lassemillas son transportadas sin con-trol posible de una región a otra, porel viento o por los insectos u otrosanimales. Es necesario añadir queeste género de cultivo utiliza general-

mente mucha agua y que ciertosefectos colaterales sobre los suelos enparticular no son despreciables. Elcrecimiento de la productividad gra-cias a nuevas tecnologías en unacoyuntura de precios al alza permiteevidentemente un aumento de losbeneficios, lo que entra en la lógicade la acumulación del capital.

La exclusión del costo de las externa-lidades

Como ya lo habíamos dicho, apropósito de las migraciones campe-sinas hacia las ciudades, una serie decostos son transferidos a la colectivi-dad o atribuidos a los individuos. Ladestrucción de la biodiversidad, delos pozos de carbón, la polución delagua, la contaminación de los suelos,esterilización de los mares, compor-tan costos muy importantes, soncontabilizados, mientras no afectenla reproducción del capital. Son lascolectividades los que deben sopor-tar a mediano y largo plazo los efec-tos de tales prácticas. La enormeextensión del monocultivo terminópor crear zonas de desertificación,agotar los suelos, reducir la capa fre-ática y destruir la biodiversidad.Estos desastres naturales son elresultado directo de la eliminaciónde tales costos de la contabilidad delas operaciones productivas. Pero un

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día, alguien debe soportar tales efec-tos, incluidos los financieros. Es elcaso de los Estados, en la medida quesean capaces, o sino es simplementeel bienestar de los ciudadanos queserá puesto en cuestión.Ya hemos aludido a la expulsión

de los campesinos, provocando unaurbanización salvaje en el conjuntode los continentes del Sur. El origende esta última urbanización no es eldesarrollo de funciones urbanas oindustriales, sino esencialmente elexceso demográfico de los campos,debido no sólo al crecimiento de lapoblación, sino sobre todo a laexpulsión sistemática de los peque-ños agricultores, por el desarrollo deuna agricultura capitalista. Se sabetambién cuales son los efectos de lasmigraciones forzadas en el conjuntodel mundo. El muro construido en lafrontera de México con los EstadosUnidos y que impide a los campesi-nos empobrecidos de emigrar haciael Norte es una ilustración de ello.Cada año se cuentan más muertosque durante la existencia del murode Berlín. En Europa los cadáveresafricanos que encallan en las playasde Italia o del sur de España sirventambién de testimonio. Las causaspueden ser diferentes de un lugar aotro, sea la concentración sistemáticade las tierras, sean los efectos de loscambios climáticos, pero el resultado

es el mismo: son pueblos enteros quepagan el precio de la lógica del desa-rrollo económico, del que todos estosfactores son “externos” al cálculoeconómico.Por otra parte, la individualiza-

ción de las responsabilidades esigualmente otro rasgo del pensa-miento y de la práctica neoliberal.Las migraciones hacia las ciudades ohacia el extranjero son atribuidas adecisiones personales. Así, en Co -lombia, el presidente Uribe estimaque el problema de las personas des-plazadas (los migrantes interiores, ensu mayor parte a causa de la concen-tración de las tierras) debe ser resuel-to caso por caso (cuando en realidadse trata de una lógica social) en fun-ción de las decisiones administrati-vas y no judiciales. Esto permiteencubrir las verdaderas responsabili-dades, evitar de convertirlo en unproblema de derecho y consagrardefinitivamente la expropiación delas tierras. La individualización delproblema se vuelve también unmecanismo de externalidad.La transferencia de fondos públi-

cos hacia intereses privados.La producción de agrocarburan-

tes al no ser rentable por el momen-to, incluso en periodo de aumento delos precios del petróleo, se requierensubsidios a la producción, desfiscali-zaciones a la venta y de bajas tarifas

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aduaneras para hacerlos más compe-titivos con la energía fósil. Cierta -mente, el aumento rápido del preciodel petróleo y del gas ha disminuidoun poco la importancia de las trans-ferencias. Pero en la mayor parte decasos, la necesidad de los subsidiospor parte de los poderes públicossigue siendo importante. El análisisde las contabilidades muestra queson las grandes empresas, que mono-polizan lo esencial de las ayudas delos Estados. Los agrocarburantesreproducen pues el mecanismo clási-co, que se encuentra en otros domi-nios, en particular en el de las armaso de los subsidios a la agricultura,tanto en los Estados Unidos como enEuropa. Es lo que se podría llamar unneo-keynesianismo verde.La lógica es siempre la misma. En

la medida en que los sectores no sonrentables o en caso de crisis financie-ra, el capital recurre al Estado, queutiliza los fondos públicos para inci-tar las inversiones de riesgo o parasalvar los capitales financieros deldesastre. Los fondos públicos son elpatrimonio común que, bajo pretex-to de eficacia económica, se transfor-ma entonces en bien privado, fuentede acumulación. Es preciso agregar la importancia

de las inversiones públicas para lasinfraestructuras necesarias para la

nueva industria: las carreteras, losferrocarriles, los puertos, los depósi-tos necesarios no sólo para la pro-ducción sino también para la distri-bución de los agrocarburantes.Gastos, todos estos considerables,son efectuados en estos dominioscon frecuencia privatizados.

La reproducción de la dependenciaNorte–Sur

Las necesidades principales en lasnuevas fuentes de energía se sitúanen los países del Norte, a los cuales sepueden añadir hoy los países emer-gentes, como la China o la India. Elgrueso de la producción de los agro-carburantes, por el contrario, seencuentra en el Sur, que se ve llevadoa soportar los costos ecológicos ysociales de tal operación. Así es comoel etanol es promovido en Brasil, enEcuador, en Argentina, en lasFilipinas, mientras que el diesel estámás extendido en las regiones o paí-ses tales como Colombia, Malasia,Indonesia, África Central, Papuasia-Nueva Ginea. Lo más frecuente porel momento es que estas refinerías seconstruyen en el Norte como enEspaña, Asturias, o en los EstadosUnidos.Es, pues, este modelo de depen-

dencia económica que se reproduce denuevo: los capitales del Norte al ser la

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fuente de las tomas de decisión, notoman en cuenta las externalidades delSur, más que cuando afecten el ritmoo la importancia de las tasas de bene-ficios. Aunque la producción de agro-carburantes es una fuente de divisasexteriores para un cierto número depaíses, eso no significa automática-mente un desarrollo au tónomo, niuna ventaja socialmente repartida.En efecto, la renta agrícola, así

como la del petróleo o de las minas,anima la constitución de una clasesocial elitista local, esencialmente,orientada hacia el exterior. Ella juegaun papel intermediario entre lasempresas multinacionales y la pobla-ción local y no constituye realmenteuna burguesía nacional, dispuesta ainvertir en iniciativas de produccióndestinada en primer lugar a la pobla-ción. El modelo es principalmenteexportador. Los intereses de esta elitelocal sirven al crecimiento de impor-taciones destinadas a procurarles unnivel de vida similar, e incluso supe-rior al de las mismas clases socialesde los países industrializados. Todolo más una clase media superiorpuede también gozar del aporte delos bienes adquiridos en el exterior,sin que por ello el conjunto de lapoblación y sobre todo los máspobres vean mejorar realmente susuerte. Como en la lógica neoliberal,el Estado ha quedado amputado de

numerosas funciones, en particularen la redistribución de la riqueza, lasdesigualdades sociales no hacen másque aumentar.Todo esto entra en la lógica mis -

ma del sistema capitalista, que tienetodas las ventajas para desarrollar demanera intensa el poder de comprade una minoría capaz de procurarsebienes de alto valor añadido, en lugarde producir bienes ordinarios para lamayoría de la población.

La especulación

La previsión de un aumento delos precios de las produccionesagrícolas bajo el efecto del creci-miento de la demanda, debida enparte a los agrocarburantes hadesencadenado de manera inme-diata una serie de prácticas especu-lativas. El capital financiero aumen-ta así sus beneficios y los fondos depensión no son ajenos. El aporte delos agrocarburantes a la economíavirtual es pues apreciable. A iniciosdel año 2000 se ha asistido a un des-plazamiento de la especulación delpetróleo y de otros sectores de laeconomía hacia los productos ali-mentarios. Incluso si diversos facto-res han estado en el origen de estefenómeno, se comprueba que losagrocarburantes fueron uno deellos y no de los menores.

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La relegitimación del capitalismo

Un nuevo discurso ha hecho suaparición: el de la economía verde.Casi todos los ámbitos de la produc-ción y de la distribución se han pues-to al diapasón. Una nueva hegemo-nía se ha construido sobre el consen-so de la opinión pública, particular-mente sensible hoy a los problemasde los cambios climáticos. Los secto-res económicos aparecen comobenefactores de la humanidad, lo queles permite una nueva legitimidad. Es verdad que se han cumplido

esfuerzos por parte de la industriapara disminuir la emisión de CO2, yen otros sectores, para evitar los des-pilfarros. Lo cual ha tenido un efectoreal y benéfico. Sin embargo, se estáevidentemente muy lejos todavía. Dehecho, los esfuerzos conseguidos porla industria han tenido lugar en elmomento en que la emisión de GESse convertía en un costo real y ya nouna simple externalidad. Era precisoactuar sobre este factor, fruto delcosto de los impasses ecológicos oresultado de medidas tomadas porlos Estados, en aplicación del Proto -colo de Kyoto. La sanción económicade la polución se hacía una prácticacorriente, y resulta menos costosotomar por sí mismo la iniciativa dedisminuir las emisiones nocivas quecontinuar la contaminación.

La relegitimación supone igual-mente un recurso masivo a la indus-tria de la publicidad y, por consi-guiente, a los medios de comunica-ción social. Sumas enormes han sidogastadas para carteles publicitarios,elogiando el carácter ecológico de lasempresas y de sus productos, y parahacer pasar anuncios en la prensa,radio o televisión. La creación delconsenso tiene este precio. Losmedios de comunicación de masasdependen para su sobrevivencia deun tal aporte financiero, lo que deuna manera u otra reduce su capaci-dad crítica respecto de la realidad delcontenido de la publicidad. Todoesto entra en la lógica del capital, quetambién necesita de una base ideoló-gica, sin preocuparse siempre de laadecuación entre el discurso y la rea-lidad. Las diversas condenas deMonsanto y de muchas otras firmaspor los daños al medio ambiente danbuena prueba de ello. Del conjunto de estas considera-

ciones se puede concluir que la fun-ción del desarrollo de los agrocarbu-rantes es ciertamente la del beneficiorápido, fuente segura de acumula-ción a corto plazo. En efecto, no haymás que una contribución nula odébil al problema del clima y sólo unaporte marginal al consumo de com-bustible. Únicamente una produc-ción masiva que cubra centenas de

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millones de hectáreas podría signifi-car un aporte sustancial a la crisisenergética, y cabe esperar que lasresistencias populares y políticas nolo permitan. Por el contrario, losdaños colaterales y los efectos socia-les negativos de los agrocarburantesson considerables. Incluso si no setrata más que de resultados econó-micos positivos sólo para ciertos sec-tores de intereses capitalistas, estosúltimos poseen ramificaciones múl-tiples en los lugres estratégicos de laeconomía capitalista mundial, que sebeneficia en su conjunto. La especu-lación es una de sus ilustraciones. Lafunción principal del desarrolloindustrial de los agrocarburantes es,por consiguiente, la reproducción yacumulación del capital a corto ymediano plazo.

Los agrocarburantes y el modelo dedesarrollo

Debemos franquear todavía unpaso más para entrar en una pers-pectiva más profunda: la del modelomismo de desarrollo. De hecho, losavances considerables en la utiliza-ción de la energía, gracias a las fuen-tes fósiles, el carbón primero, y elpetróleo y el gas después, construye-ron las bases materiales de la utopíadel Siglo de las Luces. Esta últimaconsistía en un progreso lineal de la

humanidad hacia un provenir sinlímites, donde el género humanoafirmaría su dominio de la naturale-za. La ciencia debía desempeñar unafunción clave y sus admirables apli-caciones tecnológicas permitieronduplicar estas posibilidades, gracias alas nuevas fuentes de energía. El sistema económico capitalista

desprendió la producción respectodel trabajador por intermedio de ladivisión del trabajo y de la industria-lización, haciendo del capital el ele-mento motor de la actividad econó-mica. Esto permitió realizar progre-sos rápidos poniendo a disposiciónbienes y servicios, integrando la utili-zación cada vez más masiva de unaenergía barata, como factor decisivo,no sólo de la producción, sino tam-bién de la distribución. De ello resul-tó un verdadero modelo de desarro-llo, que apartaba o marginalizabatoda otra forma de producción y queobtenía su legitimidad de su propioéxito, lo que le permitía establecer sulógica como una evidencia.El paso masivo al petróleo a par-

tir de la mitad del siglo XX aumentóconsiderablemente la productividaddel trabajo y fue el origen de unamayor fluidez en la producción y dis-tribución de bienes y servicios. Fuetambién el origen del desarrollo de laagricultura industrial y permitió el

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impulso del capital financiero para laexplotación de la esfera monetaria yla creación de dinero bancario. Eigualmente transformó los métodosmilitares y la manera de conducir lasguerras.El papel preponderante de la

energía tuvo por efecto, frente a ladoble crisis de fuentes energéticasfósiles en vía de extinción y la des-trucción climática que está vinculadaa ella, poner en cuestión el modelomismo de desarrollo, con todos suscomponentes, sus condiciones mate-riales, sus repercusiones sociales y elmodo de consumo que lo caracteri-za. El problema es saber hasta cuan-do la humanidad podrá concebir eldesarrollo capitalista como su únicoporvenir, cuando las contradiccionesse acumulan y los cuestionamientosse precisan. Uno de los obstáculos a nuevas

soluciones se sitúa en la importanciade las apuestas económicas. Estasúltimas ciegan a los actores presen-tes, ante todo preocupados por lareproducción de un sistema que lesacuerda una posición dominante,material, política y cultural, y que hainteriorizado hasta tal punto elmodelo, que identifican sus interesescomo si fueran el bienestar de lahumanidad. Los agrocarburantes,cuya utilidad relativa no ponemos encuestión, les permiten una fuga hacia

delante. De hecho, estos últimos apa-recen o son presentados como unasolución, que permitirá reproducir elmismo modelo gracias al recurso anuevos medios. Precisamente, cuando la crisis

energética y climática parece marcarde manera cada vez más clara el finde un modelo, el imaginario es el deuna continuidad. Se buscan solucio-nes, que no afecten de ningunamanera las relaciones de poder sobrelas decisiones económicas, ni lamanera de producir, ni la maneracomo las riquezas mundiales sonrepartidas, ni el modo de consumo. Ysin embargo todo indica que el ritmode utilización de la energía no podráser mantenido y que las nuevas ener-gías no conciernen más que a unaparte relativamente modesta de laexpansión de las necesidades enenergía, tal y como son previstas.De otro lado, los costos económi-

cos, sociales, medioambientales ypolíticos de las nuevas soluciones sonmuy pesados y terminan por poneren duda su real eficacia para mejorarel clima y responder a las necesidadesenergéticas. Ciertamente no se tratade incitar a un pesimismo absoluto,ni de creer como algunos hacen quela humanidad haya inscrito en suagenda la fecha del fin de sus días,sino de mejor reconocer la realidad.De una parte, la doble crisis climática

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y energética significa el término de lailusión de un crecimiento sin límitesy de otra parte las desigualdades fren-te a la vida han creado a escala mun-dial un sistema social económicos ymoralmente insoportable.La lógica de acumulación del

capitalismo es incapaz de respondera estos desafíos, pues continua consi-derando como externalidades todolo que no entra directamente en elcálculo del valor de cambio. El modode producción y de distribución liga-do a esta lógica no es sostenible, puesestá orientado a una sobre-utiliza-ción de materias primas y de energíapor una fabricación de productosdesechables o de corta duración devida, por la extensión de los trans-portes debido a la deslocalización y ala dispersión de los lugares de pro-ducción y por la liberalización de losintercambios que dan la ventaja a losmás fuertes.En cuanto al consumo, este se

establece al interior de un modeloarrastrado por la lógica de la acumu-lación, es decir por el valor de cam-bio más que por el valor de uso. Enefecto, contrariamente a la idea gene-ralmente admitida, que el cliente esrey y que la demanda condiciona laoferta, es lo opuesto lo que se produ-ce. El consumo está condicionado ensus prácticas por la estructura de laproducción económica y por el con-

junto del aparato ideológico que loacompaña, a la vez para legitimarlo ypara incitar a la compra de bienes yservicios ofrecidos por el mercado.La ciencia y las técnicas cierta-

mente aportarán todavía numerosasrespuestas concretas y esto es bueno.Se harán sin duda alguna importan-tes progresos en el curso de los pró-ximos años en cuanto al ahorro de laenergía y en la utilización de nuevasfuentes energéticas. La energía fósilbarata, cuyo ciclo se termina, nohabía contribuido a animar la inves-tigación y las inversiones en estecampo. Hoy los proyectos se multi-plican y las experiencias florecen.Pero no está ahí el problema funda-mental. Es toda la filosofía del desa-rrollo que está en juego.Algunos hablan de decrecimien-

to, término ya utilizado por el Clubde Roma en el transcurso de los añossesenta y retomado por RamónFernando Durán, miembro de losEcologistas en Acción, en un notabletrabajo sobre el petróleo (La historiatrágica del petróleo en el mundo),escrito para el Congreso petroleromundial de Madrid (junio 2008). Elautor constata el fin del ciclo de laenergía fósil y la ilusión de una tran-sición energética, pero conservandoel modelo de crecimiento y de acu-mulación actual, para concluir que laprosecución del proyecto neoliberal

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conduce a la profundización de lacrisis y a una salida inevitable pormedio de la guerra.Es pues un cambio radical el que

se muestra necesario y que Duránllama “la transición pos fósil por elcrecimiento”, lo que debería igual-mente ser todo para ventaja delclima. Más que hablar de decreci-miento, concepto difícilmente mane-jable en una opinión pública influen-ciada por el consumo contemporá-neo, preferimos hablar de la substitu-ción de un crecimiento cuantitativopor un crecimiento cualitativo. Enefecto, no se trata de disminuir elbienestar, sino al contrario de favore-cerlo por una mejor calidad de vida.Volveremos sobre este tema en nues-tras conclusiones.Las resistencias a la presentación

de los agrocarburantes como res-puesta a la doble crisis contemporá-nea no se han hecho esperar. La con-ciencia del costo social e individualde las externalidades del modelo seha desarrollado rápidamente, a la vezen el plano ecológico como en elplano social. Una serie de movimien-tos han intervenido: movimientoscampesinos, ecologistas, movimien-tos de trabajadores y progresivamen-te también los poderes establecidos.Los argumentos que hemos desarro-llado en esta obra han sido utilizadospor unos y por otros para demostrar

los límites de la utilización de losagrocarburantes como medio deluchar a favor del clima y paradenunciar los efectos negativos sobreel medio ambiente natural y sobre laspoblaciones campesinas. Estas reac-ciones han llegado igualmente alnivel de ciertos gobiernos, en parti-cular en Europa, donde un freno hasido puesto a los primeros engoue-ments, de manera que se pueda lle-var a los gobiernos de los paísesmiembros de la Unión a moderar suentusiasmo. También los movimientos más

radicales como el MST (Movimientosin Tierra) de Brasil, no han adopta-do posiciones excluyendo completa-mente la utilización de los agrocar-buros. Esto ha sido confirmado porla Comisión Cramer de los PaísesBajos (2006) y por el Reporte de lasNaciones Unidas sobre la Energía(2007). Está claro para todo elmundo, que el ciclo de los carburan-tes fósiles llega a su fin y que susefectos negativos sobre el medioambiente son nocivos. Es precisopues encontrar soluciones alternati-vas. La utilización de agrocarburan-tes entra en esta lógica, pero demanera mucho menos decisiva de loque se había imaginado en un prin-cipio. Las condiciones de aceptaciónde la producción de agrocarburantespor los movimientos ecológicos y

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sociales pueden resumirse en cincopuntos:

- Respetar la biodiversidad, esdecir, renunciar a la soluciónde monocultivos, para privile-giar plantaciones diversifica-das, que no pongan en peligrolas especies vegetales y anima-les existentes.

- Limitar la frontera agrícola, esdecir, evitar la devastación delas selvas y más en particularlas selvas originarias. Esto sig-nifica la utilización de tierrasdisponibles y la protecciónlegal de pozos de carbono y dezonas de biodiversidad o deimplementaciones de pobla-ciones indígenas.

- Respetar los suelos y las capasfreáticas, lo que prohíbe la uti-lización masiva de fertilizantesy de pesticidas químicos, paraprivilegiar una agriculturaorgánica.

- Promover la agricultura cam-pesina, permitiéndole perfec-cionar sus métodos de trabajo,su acceso al crédito y la comer-cialización de sus productos.

- Combatir el monopolio de lassociedades transnacionales.

Respetando tales parámetros, laproducción de agrocarburantes esta-rá automáticamente orientada enprimer lugar hacia las necesidades delas poblaciones locales. Es de hechoposible responder a tales necesidadespor una producción, que respete loscinco principios establecidos másarriba. Pero está claro que eso signi-fica una negación radical de la lógicadel capital y una sumisión de la eco-nomía a las necesidades humanas debase. Soluciones llamadas de segun-da o de tercera generación podránsin duda aumentar la parte de loscarburantes en una solución de losproblemas energéticos y climáticos,pero es preciso permanecer modes-tos en las perspectivas del futuro. Laposibilidad de reducir también losexcesos energéticos por parte de laspoblaciones urbanas y la de utilizarciertos espacios para una producciónmás intensa para las necesidadescolectivas permanece evidentementeabierta, pero en los precisos límitesecológicos y sociales. Ninguna solu-ción global se encontrará sin poneren cuestión el modelo de desarrollocontemporáneo y sin plantear solu-ciones alternativas.

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