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AREQUIPA 1990

La Alegria de Vivir Para Dios - P Angel Peña

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  • AREQUIPA 1990

  • DEDICATORIAA mi hermana

    re l ig iosa de clausura, para que Jess la haga Santa

    v c tima de su amor

    p. Angel Pea.

    JESUS TE AMA Y MI HA DrCHO (Ul TU 1.0 DICA

    Arjqiilpu

  • ORACION PE C. BARNRD

    S piensas que ests vencido, lo ests.Si piensas que no te atreves, no lo hars.Si piensas que te gustara ganar, pero qu no pueclof es casi seguro que no lo hars.Si piensas que perders, has perdido y a . En el mutido encontrars 'que el xito comienza por la voluntad.Todo depende de nuestra actitud mental.Por so, muchas carreras se han perdido antes de haberse corrido.Y muchos cobardes han fracasado antes de haber comenzado la carrera.Si piensas cosas grandes, llegars a ser grande Si piensas en pequeo, te quedars atrs Piensa que puedes y podrs.Tienes que pensar con firmeza para elevarte , y conseguir- tu ideal. \ /Tienes que estar seguro de ti mismo para poder c'nsguir el triunfo.La batalla de la vida no siempre corona al ms f-uerte o a V ms' l i g e r o . :Tarde temprano, el hombre que triunfa es aqul que cree poder triunfar.

  • PERDIDO EN EL DESIERTO

    He aqu brevemente a historia de un hombre perdido en el desierto que canpna agotado sin rumbo, sin esperanza. Se siente morir de sed y de calor. Su rostro denota cansancio, tristeza, desolacin. Pero l sigue avanzando sudoroso bajo el sol. De repente se detiene, mira sus hullas en la arenai medita unos momentos y duda de su porvenir. Mira triste hacia adelante: nada, sol arenaaparece ante su vista. Ignora su situacin, desconoce su ruta, no tiene esperanza. La duda se apodera de su espritu. Para qu seguir? Todo est perdido. Descansar en la arena y me edhare a dormir, esperando tranquilo la muer te que ha de venir. Pero no qu estoy diciendo? y si detrs de aquella duna se divisa una ciudad? y si alguna caravana viene a mi encuentro por algn lugar?' N o , no puedo detenerme, tengo que luchar. .

    Seor, T que me miras desde el cielo, T que me hiciste para amar. T que estas aqu a mi lado y deseasmi fe l i c i d a d ...... darte fuerza para luchar, necesito cmi^nar, me estn esperando en mi hogar. Seor, T me lo pi des, mi esposa y mis hijos tambin me lo piden. Por Ti y por ellos luchar hasta el final de mis fuerzas. Y si Tu quieres que llegue el final de mi vida, al men^s, te o- frezco todos mis esfuerzos por el bien de los mos y de toda la iiumanidad. -

    Gracias, Seor, por esta nueva fuerza qu siento dentro d m.. Gracias' Seor pdelante!

    Y aquel hombre perdido en el desierto, luchador empedernido, incansable con la fuerza recibida de Dios, avanz por las ardientes arnas del desierto dos das y'medio. Slo por la noche se recoga para orar y descansar. Y al final lleg la victoria, yio una caravana de camellos qe se dibujaba en el horizonte y tanta fue su alegra que dudaba d s mismo y pensaba si era un espejismo producido por su debilidad.

    Pero avanz y casi corri a su encuentro y algunas veces cay en la ardiente arerta que le quemaba como un hierro rosiente. Pero ya no le importaba, nada slo pensaba en su salvacin.

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  • /Y la consigui. Los hombres de la caravana le tc'iidie- ron la mano, le ayudaron' como* hermanos y el hombre agradecido les habl de su fe en Dios.';

    Pronto qued restablecido de su cansancio y d^ sus heridas. Pronto lleg a su destino y se reuni con sus hijos en su hogar. Y aquel, hombre, valiente y luchador, enseaba a sus hijos el amor de Dios y contaba su historia como obra de Dios; y. vivia feliz, porque haba aprendido a luchar en la vida y a superar los problemas, confian do en D i o s .

    A LA ORILLA DEL MAR

    A la orilla del mar de un pequeo pueblo de pescadores, viva el Sr. Juan. U n ' hombre sencillo que apenas haba terminado su primarla, pero que posea un ^ r a n corazn. El Sr. Juan, o Dn. Juan como todos le llamaban, estaba casado con una aldeana llamada Mara y tenan 3 hijos. El mayor, Frahcisco de 10 aos, Antonio de 8 y Juanita de 6.

    Se dedicaba a la pesca y a cultivar un pequeo terreno Situado en una colina frente al mar. Hasta aqu nada hay de extraordinario en l vida de Dn. Juan, aparentemente viva como los dems. Sin embargo, algo habla diferente: era su vida de oracin, era su actitud ante la vida. T rabajaba como nadie, ayudaba lo que poda y sonrea siempre. Por la maana se^ levantaba temprano," hacia Qracin y se diriga a su trabajo cantando al son del acorden. Cuntas veces desde la colina de su chacra le cantaba al sol y le hablaba al mar como si fuera a Dios. Cuando remaba en su barquilla por la orilla del mar se pona de rodillas y cantaba a Dios y al volver por la noch.e, despus del duro bregar, reuna a su familia y la invitaba a orr,

    No cabe duda, Dn. Juan era un hombre de Dios, un sn-^ to, a quiejn todos admiraban y^ queran^ Por eso, todo el pueblo se llen de luto cuando aquella tarde se lo llev el mar. Fue un da triste, el sol estaba ausente, el vieri to aullaba sin cesar, las olas se levantaban rabiosas.

  • buscando a quien devorar y Dn. Juan estaba lejos, perdido en el mar. Todos lloraron su muerte, no haba esperanza de salvacin.

    Pero l luchaba con bro contra la tempestad, su barquilla le zarandeaba sin piedad y l amarrado a su barca resista impvido los embates del mar. Estaba agotado y sin fuerz.as, tiritaba de fro, tena hambre y se senta morir y en aquellos momentos angustiosos, en que crea morir, pens en Dios. El saba cmo se encontraba. El quera su felicidad. Por eso, confi en Dios y se dispuso a recibir a Dios a la puerta de la eternidad. ,

    Eso le di fuerza, ya no tena miedo, l no poda hacer nada, todo se lo confiaba a Dios. Se durmi bien atado a su barca y al despertar todo era distinto, todo era tranquilidad. El mar estaba silencioso, y la luna brillaba en la noche con extrema claridad y Dn. Juan so con el cielo que se haba dejado escapar y pens en su familia que todava le esperaba en su hogar y pens en sus amigos y en toda la humanidad, pens que ellos le necesitaban y que no poda morir. Le habl a Dios, le confi sus penas y sus sufrimientos y pens, en sobrevivir.

    No tea agua, ni alimentos, pero s esperanza y sobre todo confianza en Dios. Durante tres das comi algn pescado fresco que pudo atrapar, pero la sed le martirizaba con extrema impiedad. Se senta dbil y agotado y llor ante Dios y ante la inmensa llanura del mar. Por fin, al atardecer, unas nubes aparecieron en el horizonte y por la noche un ligero chubasco refresc el mar. Ya no habk problema, ya no tena sed, ahora slo quedaba acertar l rumbo que deba tomar.

    Al amanecer, cuando el sol apareci sonriente en la lejana del mar, levant sus manos a Dios y le habl con una cancin marinera de los viejos lobos del mar. Sinti amor de Dios, sinti fuerzas y comenz a remar rumbo a la libertad. Ignoraba su posicin y el da comenzaba a calentar, pero l tena fe y confiaba en Dios. Adelante...

    Al final de la tarde, cansado ya, se durmi en la barca y al despertar en la noche, se fij en las estrellas

    , y reconoci el lugar qu alegra le embarg en aquel

  • momento! LLeno de felicidad comenz de nuevo a remar ayudado por la dulce brisa del mar.

    Por la maana aparecieron las costas y al medioda vio algunos barcos que salan a pescar. Cuando lo reconocieron, todo fue alegra y gritos de felicidad. Lo recogie-, ron y todos contentos lo llevaron al pueblo. Pero l no qued contento hasta que todos unidos fueron a la iglesia a cantar a Dios. Fue una accin de gracias tan emotiva y sencilla que. todo se redujo a decir "gracias" a Dios. De la iglesia pasaron a la plaza del pueblo y Dn. Juan, cual un gran orador, subido al estrado, comenz a contar con lenguaje sencillo los sucesos pasados para gloria de Dios.

    Termin as: "Hermanos, en la dura batalla de la vida, todos tenemos que sufrir, pero slo los valientes, que saben sufrir y confiar en Dios logran sobrevivir a la tristeza y saben amar y sonreir. Si yo estoy aqu es por haber confiado en Dios. El ayuda a todos en la adversidad, ayudmonos tambin entre nosotros y dmonos la mano, h ermanos, para vencer en la lucha de la vid y sonreir siempre a Dios".

    MUERTE EN LA HIEVE

    La noticia corri como la plvora aquella noche del ms crudo invierno. Haca un fro intenso. Haba estado nevando todo el da. Pero no era de fro de lo que se hablaba en el pueblo. Faltaban dos nios y haba que salvarlos. Inmediatamente se form un escuadrn de rescat, listo para salir a las primeras horas del alba. A la cabeza iba Santiago, querido y respetado por todos por su entusiasmo y su gran espritu de colaboracin.

    Salieron temprano y recorrieron el monte con dificultad, porque la neblina les quitaba claridad. Santiago cantaba y a todos animaba, pero...todo era intil...los nios perdidos no aparecan. Al final de la tarde empezaron a volver. Santiago cubra- la retaguardia, cuando en

  • cierto momento crey escuchar un grito. Sin decir nada a nadie se desvi de la ruta y se dirigi al lugar, pero na d a . . .Lo peor de todo fue que qued slo y la tarde estaba oscura. Ya no vela la ruta, desorientado por la nieve, y la neblina.

    Empez a preocuparse, estaba perdido y una noche frale esperaba por delante. Camin a la deriva cuatro horasseguidas y sinti fro y cansancio. Ya no senta los pies ni las manos, empezaba a congelarse y el veneno del sueo comenzaba a inquietarle. Tuvo miedo a la muerte, pero lo super. Pens en Dios, le pidi su salvacin y confi en El. Su fe le dio nuevas fuerzas para caminar y sigui avanzando otras dos horas como un autmata, sin pensar. Al fin, su fuerza de voluntad fue derrotada por el fro, la nieve y el cansancio. Y cay..iy cay varias veces hasta que ya no se- levant. Comprendi su fin y una oleada de sangre caliente le aclar el cerebro. Vio como en una pelcula su, vida pasada y qued satisfecho. Sinti una extraa felicidad por el, bien realizado en su vida y comprendi el amor con que Dios le haba amado y lo sinti cerca y le habl de' su vida y se la ofreci como ultimo acto de servicio en favor de los de su pueblo.

    De este modo, se sinti feliz y se durmi en la noche fra para despertar en la eternidad. Al enterarse de su muerte, hubo en el pueblo quienes se rebelaron internamente contra Dios. Pero la incomprensin de los, hombres no niega la existencia del amor de Dios. Habra que preguntar a los hombres que h an muerto su opinin personal del amor de Dios. Nosotros slo juzgamos las limitaciones de esta vida e ignoramos muchas cosas que Dios sabe de la eternidad.

    Si Dios existe, confiemos en El y no juzguemos sin saber. Porque El nos ama y nos seguir amando por toda la eternidad.

  • MUERE UN AVIADOR

    Todava recuerdo a aquel amigo qu^ nos dej una tarde calurosa de verano. Nosotros impotentes lo veamos morir cada minuto y sentamos profunda tristeza ante aquel amigo ntimo, que se iba para siempre.

    Todo comenz aquel domingo en que en plan de servicio hizo un reconocimiento por las costas del mar. Iban cuatro en aquel avin militar. Todo era perfecto y normal hasta que lleg el momento en que quedaron prisioneros de una tempestad. Comenz a llover, el viento les zarandeaba sin piedad y ellos angustiados trataban de escapar, pero intil. La fuerza del viento desprendi un ala y el avin se vino a pique sin esperar ms. Apenas tuvieron tiempo de saltar en paracadas, pero c o n - t a n mala suerte que mi amigo se rorapio las dos piernas y con un grave golpe en la cabeza.

    Desde aquel momento empez una nueva etapa en su vida: la del sufrimiento. Fueron diez horas de terribles d o l o res hasta que pudieron llevarlo al hospital. El se desesperaba, gritaba y se rebelaba contra Dios por qu, deca, tenia que ser yo? por qU no me he muerto de una vez? i Quiero morirme,no puedo soportar ms!

    Y, sin embargo, lo soport. En los momentos de calma, cuando los dolores amainaban por efecto de las drogas comenz a pensar. Pens en su nueva situacin ante la vida: haba perdido las dos piernas, no podra volver acaminar qu iba a ser de l? vala la pena seguir viviendo? cul era el sentido de su vida? '

    A solucionar estas cuestiones le ayud la religiosa enfermera que le atenda en el hospital. 'Y no con i:ial- bras, lo hizo con su modo de ser y de atender. Era admirable aquella religiosa: siempre sonriente, siempre conpalabras de aliento y habla'ndole de Dios. Cmo es posible, se deca, que esta religiosa encerrada de' por vida entre enfermos y dolores pueda sonrer y ser feliz? No cabe duda, algo debe, haber en ella que ,le haga tan feliz ser su modo de ser? ser su vida entregada? ser I^os?

    As empez a pensar y, a confiar en Dios, lea libros

  • religiosos y cada da se iba afianzando en el cnocimlen- to y en el amor de Dios. El tambin quera ser feliz como aquella" buena religiosa y para ello nd necesitaba tener dos piernas, solo haca falta amar y confiar en Dios. Y ese fue el principio de su conversin y de su entrega a D i o s . Le ofreci todos sus dolores y al sentirse til ya no dese' morir y comenz a sonrer, i Que ca:mbio tan grande se habia dado en l! Pareca un santo, sufriendo valientemente el doler.

    El quera sobrevivir y as lo peda n oracin, pero otros eran los planes de Dios. A los dos meses de estar en el 'hospital sinti fuertes dolores en las i n g l e s ...., gangrena diagnosticaron los d o c t o r e s . . . ya no haba, remedio, se estaba extendiendo imperturbable por el c u e r p o . .. slo le quedaban veinte das de vida.

    Pero l, gl saberlo, no desesper. Llor en silencio, junto a Dios y acept sus planes con paciencia y serenidad. Cada da que pasaba se senta ms cerca de Dios y olvidndose de todo slo pensaba en amar a Dio.s

    Al fti llego aquella tarde calurosa de verano en que parti hacia la eternidad...' Algunos decan por qu lo ha permitido. Dios? por qu tanto sufrirarento? por, qu no muri en el accidente? "Pero l ya les sonrea desde el cielo y ya volaba de nuevo bajo las estrellas del frma- mnto. Y yo pensativo, record sus palabras antes de m o rir: "Cuaiido muera no ests triste, voy a vivir feliz e- ternamente en Dios. Me a-leg"ro de haher nacido, de haber^ sufrido y de morir confiando en Dios, Dichoso accidente que transform mi vida! Qu hubiera sido yo sin l? Un hombre cualquiera, uno del montn. Pero ahora reconozco el valor de mi v,ida soy feliz y creo en Dios. Los h o m bres nb lo entienden, yo tampoco lo entenda; pero el dolor en el mundo tiene su funcin. Solo hace falta c o n fiar en Dios".

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  • MI AMIGO AGUSTIN

    Aqu yace Agustn Prez G a r c a a s comenzaba el e- gitaflo de su tumba. Fue una tarde de otoo, en que las hojas de los rboles caan en desbandada y el cielo encapotado de nubes negras haca ver ms tristes las cosas de la v i d a . Ful al cementerio a visitar a mi amigo y al leer su epitafio y pensar en su vida, yo pens, en el silencio de aquella -tard, en las huellas profundas que haba d e jado a su paso entre sus familiares, amigos y conocidos.

    Y pens, sentado junto a su tumba, y vi su vida pasada como en, una pelcula. Record sus aos de nio, cuando los dos Ibamos' a la escuela \por el camino del rio, cuando bamos a catZar mariposas, a descubrir tesoros escandidos, a Jugar i a pelota o a zambullirnos en el ro. Aquellos das de la infancia que parecan de eterna primavera!

    Crclmps juntos en aquel lugar de nuestra tierra y soamos juntos en nuestro porvenir. Yo quera ser militar, como mi padre, . y tener un nifornie_ nuevo "para hacerme respetar, y admirar por los dems. El quera ser jinet,e, cabalgrdo en las praderas entre las flores y los' ros y las hojas de los rboles. Cuantas veces tambin solamos hablar con Dios e n la soledad del crepsculo, aCompa- flados por el agua del ro y el susurro de los pinos dei monte Pensbamos en Dios y lo -sentamos tan cerca que le contbamos nuestras cuitas, lo asocibamos qn nuestros juegos y cantbamos a tres voces' canciones de, nuestra t i e r r a . . ' ^ .

    As, poco'a poco, entre l'lantbs y sonrisas, entre penas y alegras fuern perdindose en el recuerdo los das de uestr juventud. Nos hicimos adultos y yo, olvidndome de, mis Sueos militares, me hice sacerdote para siempre; l, por Su parte, encontr a la buena Antonia y ^ a cas con ella. Los dos formaron un hogar humilde en a- quel pueblo de Cantabria. Los dos eran felices,' amndose de veras. Trabajaban con entusiasmo y cantaban con los pjaros desde el amanecer hasta la cada del sol. Su bon- da,d y , simpata eran de todos conocidas. A pesar de su pobreza, siempre haba 'ayuda para los necesitados , en su h o g a r . V. ^

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  • Recuerdo aquel ao en que el pueblo se cubri de luto por la crecida del rio. Murieron cinco personas y varias casas quedaron destruidas. En aquellos momentos de dolor general, Agustn no descansaba, dejaba sus tierras al cuidado de Dios, y acompaado de la buena Antonia, recorra las casas pidiendo ayuda para aquellos hombres sin techo, angustiados y enfermos. Durante tres meses cobijaron en su casa a cinco personas que con ellos compartieron su pan como en familia.

    Algunos das, cansado del trabajo, Agustn se recostaba en su cama y pensaba en sus hermanos y se repeta sin cesar: "Agustn, ellos esperan tu entrega, tu servicio,tu amistad, no los abandones". Y as con nuevas fuerzas se pona de rodillas y comenzaba a rezar.

    Pronto vinieron los hijos, que fueron recibidos como una bendicin de Dios: Patricial Francisco, Matilde, Jos y Martincito. Cinco pimpollos, que llenaron de lgrimas y sonrisas aquella casita de Agustn.

    Que golpe tan duro cuando Martincito se ahog en el ro! Tena tres aos y era el preferido; pero el ro se lo* trag sin sentimientos. Y Agustn con el corazn partido, de dolor lo llevo entre sus brazos a la iglesia y a- 1 1 ^ se lo ofreci al Seor c on todo su dolor y el dolor ^ su familia. "Seor, T lo has preferido para Ti, yo te lo devuelvo con lgrimas en los ojos y te lo ofrezco con

    ^todo mi dolor para que lo hagas feliz eternamente en tu ^Reino. Gracias, porque lia nacido y lo haces ahora tan feliz. Gracias". ' g

    Al da siguiente, todo el pueblo acudi a la misa de cuerpo presente en el cementerio y a continuacin lo enterraron entre los lloros y lgrimas de algunas buenas mujeres. Pero Agustn no lloraba, pensaba en su hijo que ya estaba feliz en el cielo y al pensarlo, unas gruesa: lgrimas, no de dolor, sino de emocin, le corrieron poi el rostro. Y abrazando a su Antonia y a sus hijos, lo consolaba diciendo: "Animo, Martincito no ha muerto, sigue viviendo en el cielo. El es feliz y ya nos est sonriendo desde el cielo".

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  • Y a los que se acercaban a presentarle sus condolencias, ios consolaba diciendo: "Felicitadme, ms bien,porque tengo un hijo, que vive feliz en el cielo".

    Sus cuatro hijos fueron creciendo y l segua trabajando la tierra, cantando a la vida, ayudando a quien poda y confiando siempre a Dios. Pero un buen da su esposa cay gravemente enferma. Cncer diagnosticaron los mdicos. Sin embargo, l, siempre sereno, le confiaba a Dios sus penas y animaba a sufrir con paciencia a su esposa. El la vea agotarse cada da, l la vea dirigirse lenta e inexorablemente hacia la muerte. Y l sufra porque la amaba y no quera quedarse slo sin su Antonia.

    Pero l le ofreca a Dios su vida y sus sufrimientos y todas las maanas, despus de besarla con cario y son- rerle, respiraba profundamente, besaba el crucifijo que llevaba en el cuello y cabalgando en su caballo, con la filarmnica entre las manos, se encaminaba lentamente a su trabajo diario.

    Al fin, muri la buena Antonia y se qued triste, y solo. Se senta viejo, pero no se amilan ante la vida. Con nuevos bros se dirigi a la ciudad a vivir con P a tricia, que estaba casada con un ingeniero y tena ya tres hijos. Su vida recobr un nuevo aliento al estar e n tre los suyos. Sus nietos lo queran con locura y l les hablaba de Dios, de las flores, de sus tierras...., los llevaba de paseo por el campo, los llevaba al colegio en la maana y por la tarde iban a la igles'ia a dar gracias a Dios y comulgar en la misa vespertina.

    Que alegra se llev aquel da en que su nieto Vicente le dijo que quera decir misa como el Padre de la 1- glesia! Le entusiasmo la idea, lo anim a realizarla y al poco tiempo ya estaba Vicente en el Seminario.

    Y as poco a poco entre las cosas sencillas de cada da iba viviendo Agustn lleno de amor a Dios y a los hombres, hasta aquella tarde en que un carro lo mat en la pist a .

    Cuando'me enter, acud presuroso a consolar a la familia. Al da siguiente les celebre* la misa y les habl de Agustn, el hombre santo y bueno, que se santific

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  • amando a Dios y a los hombres en las cosas sencillas de la vida, cumpliendo en todo momento su deber como un verdadero cristiano.

    Al llegar a este punto de mis pensamientos, que eran recuerdos (reales) de mi vida, me levant, mir por ltima vez su tumba y le sonre recordando nuestros juegos e ilusiones de nios. Los dos habamos seguido caminos d i ferentes, pero ambos habamos dirigido nuestras vidas rumbo a las estrellas del cielo. El me haba ganado la carrera, pero yo entusiasmado con el ejemplo de su vida, hice el propsito de acelerar la marcha para subir cada da ms arriba y estar ms cerca de Dios junto a las estrellas de la eternidad. Ojal que lo consiga.

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    MARTIN Y "LOS LEONES DE MARIA"

    Martn era un hojnbre cualquiera que viva tranquilo en su casa de campo, trabajando la tierra (en un pueblo de Espaa). Lo conoc en la guerra y nos hicimos amigos. Yo era el capelln del batalln y todos los das lo vea d e voto en la misa. Me contaba sus problemas y me ayudaba a hacer el bien a los dems.

    Los primeros das de la guerra no tenamos problemas, estbamos a la retaguardia, llevando una vida Tranquila a la expectativa' de lo que pudiera ocurrir. Pero pronto se cambio nuestro standard de vida. Fuimos llevados al frente y all comenz nuestra odisea. Los caones arreciaban Sin tregua, los aviones, cual mosquitos molestos, no nos dejaban en paz, el peligro era inminente, los muertos aumentaban cada da y por todas partes se ola a azufre y a muerte. Pasbamos hambre, apenas tenamos dos latas de conserva para cuatro das. Tenamos fro y estbamos sin ropa adecuada para afrontar el invierno que se avecinaba. No podamos dormir tranquilos por el violento tronar de los caones y por el miedo a estar desprevenidos ante un ataque imprevisto. El miedo, convertido en herosmo, llegaba a su paroxismo en los asaltos y en las luchas

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    cuerpo a cuerpo.Pero aquellos legionarios que eran leones, luchaban

    con valenta y avanzaban impertrritos ofreciendo sus jvenes pechos a los fuegos enemigos. Y cantaban...., era admirable y, a la vez emocionante, ver como cantaban, cuando se acercaba la batalla y ver su indiferencia ante lai muerte. Ellos queran ser responsables y cumplir el sagrado deber que se les haba encomendado.

    Eran muchachos jvenes que luchaban por el bien y la verdad (contra el comunismo). Que llevaban en sus camisas (azules) la imagen de la virgen. Eran Cristianos, que en la guerra aprendieron a amar a Dios y a los dems hombres. Qu bonitas eran las misas celebradas en los das de calma o de retaguardia. Todos alineados alrededor del altar, con sus voces viriles cantando al Seflor y sus rostros enjutos y duros acercndose al altar para comulgar. Yo creo que Dios sonre'la alegremente al ver aquellas filas de aguerridos soldados dispuestos a comulgar. Yo trataba de mantener en alto su ideal y stk moral guerrera. Yo les hablaba de Dios, de lo que supone y significia ser cristianos, del amor a los dems hombres, aunque fueran enemigos.

    Y esto produca sus efectos: los heridos sufran ms fcilmente sus dolores, los agonizantes casi siempre moran en paz y resignacin. Cuando entrbamos a cuchillo en los pueblos que ofrecan resistencia saban controlarse sus instintos, saban respetar a las mujeres, ayudar a los ancianos y jugar con los nios. Saban hacerse amigos de los recelosos ciudadanos y brindaban y cantaban con ellos cosas de su tierra. Pudo decir que eran excepcin los que se salan de esta regla y cometan atropellos, violaciones, robos o asesinatos.

    En general, eramos un batalln modelo, reconocido as por el Alto Mando del ejrcito. En la lucha eramos leones y en la tregua amigos de nuestros enemigos.

    Por eso, un buen da de sol decidimos poner un nombre a nuestro batalln que plasmara bien nuestro ideal y concluimos que sera el batalln "LOS LEONES DE MARIA". Seramos leones para luchar con valenta y seramos de Mara, porque a ella ofreceramos nuestras victorias, a

  • ella acudiramos en nuestras derrotas y a ella, colocada en nuestras camisas azules, encomendaramos nuestros problemas.

    As fue como el batalln "Los Leones de Mara" fue peleando, muriendo y matando, avanzando y retrocediendo, con victorias y derrotas, pero siempre con el Ideal y la moral en alto. Y un da, con la suavidad de las cosas naturales, Martin dijo a ^unos compaeros: Hoy es sbado, el da de la Virgen por qu no nos decidimos a dar un golpe de mano? Los siete compaeros que lo escuchaban se entusiasmaron con la Idea y decidieron ponerla en prctica aquella misma noche. Al llegar la oscuridad aquellos hombres, con Martin a la cabeza, se pusieron en movimiento y en el silencio de la noche con sus metralletas en la mano subieron a una barca que los llevarla a la orilla en que estaba el enemigo. Silenciosamente avanzaron entre las sombras conteniendo el aliento por la tensin del momento. Poco a poco se acercaron a la orilla y desembarcaron sin contratiempo. Todo era oscuridad y silencio, pero, estaban con los sentidos alerta, temerosos de que mil o- Jos los estuvieran espiando. Al fin decidieron avanzar hacia las trincheras, que olan a peligro.

    A una seal dada, Martn ech a correr con sus compa^ eros hacia el enemigo, lanzaron sus granadas contra los parapetos y en rpida huida se colocaron detras de unos matorrales,.cuando ya la voz de alarma corra por el frente y los gritos de los heridos hacan ms dramtica la noche. En seguida aparecieron varios soldados que intentaban perseguirlos, pero fueron abatidos por el fuego de sus metralletas. El pnico cundi entre el enemigo y e- llos aprovechando las sombras de 1^ noche huyeron a la barca.

    Rpidamente se lanzaron al agua, remando con vigor; pero cuando ya estaban a mitad del recorrido, unas bengalas luminosas los hizo estremecer. Eran un blanco fcil para las ametralladoras y ellos angustiados se dejaron llevar por la corriente, escondidos en la barca. Pero la cosa no era fcil, l barca sin timonel comenz a girar sobre si misma y Martin, en un esfuerzo desesperado por salvarse, cogi los remos y comenz a remar hacia la

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  • orilla de la libertad. Cuando ya faltaban unos tres m e tros para llegar, su cuerpo cay mortalmente herido por las balas. Una bala le habla perforado el pecho, llevndose la imagen de la Virgen hasta su corazn. Sus compaeros saltaron a tierra y con esfuerzo lograron parapetarse detrs de la barca hasta que sus compaeros pudieron ayudarlos a salir del fuego mortal.

    All me present de inmedi^ato y vi a Martn agonizando, le hable de Dios y le di la extremauncin. Todos los presentes manifestaban en sus rostros la pena que sentan ante aquel soldado sencillo, algre, valiente y varonil, que un da dej la vida tranquila de su tierra para irse al campo de batalla. Sus quejidos angustiosos parecan oraciones y un silencio sagrado reinaba a ^ u alrededor. Al ver a tantos compaeros que le rodeaban en aquella h o ra Suprema, les dijo con voz entrecortada, que yo les r e peta en alta voz: "Compaeros,estoy satisfecho de mi vida, he cumplido en todo momento mi deber. He procurado a- mar a Dios y a mis hermanos. Estoy contento y me voy al cielo a pedir a Dios por vosotros. Yo he cumplido mi m i sin, espero que vosotros cumplis la vuestra hasta el ltiifto da de vuestra vida".

    Despus, cansado del esfuerzo realizado, se qued tranquilo e inmvil, durmiendo definitivamente para despertar en la eternidad. Al da siguiente, tuvimos una misa por su alma, a la que asisti el General y sus ms allegados y conocidos. En ella les habl del valor de acjuel soldado casi desconocido, que siempre haba tenido por meta la defensa del bien y de la verdad. El General, reconociendo sus mritos, le concjecor con la laureada cruz de San Fernando, que coloc en aquel pecho abierto, que contena la imagen de la Virgen.

    Poco a poco se fueron retirando los soldados y qued solo ante aquella tumba de la que solo emerga ua cruz y un casco de combate. Sent tristeza por la muerte de mi amigo, pero, al mirar al cielo y ver las primeras estrellas que salan al atardecer, pens que l ya me sonrea desde el cielo, formando guardia entre los luceros. Le sonre tambin y conversando con Dios, me alej de aquella tumba, haciendo el propsito firme de imitar su sen-

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  • cillez y valenta para poder decir yo tambin al final dej mi vida: Misin Cumplida. ,

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    ESTOY ENFERMO

    Seoi', estoy enfermo. Siento en mi carne el aguijn amargo y duro dftl dolor. Me siento dbil e impotente, me faltan las fuerzas para caminar. La fiebre se apodera de mi y rae quema las entraas. veces, constantes e s c a lofros recorren mi cuerpo. Y yo. Seor, me encuentro solo. No hay nadie que me compadezca, nadie que me consuele o cuide de m. Estoy triste y deprimido. Por eso, en es-, tos momentos oscuros de mi vida acudo a Ti, Seor. Quiero qu seas T quien me consuele, quien cure mis heridas y calme mis dolores.. ,.Seor, no s, pero todo me parece ms triste que antes,

    hasta los trinos alegres de los pjaros me causan molestia. El sol ardiente y el cielo azul los detesto como si fueran la causa constante de mi sed. Ni siquiera p i e n so en sufrir con paciencia y hacer mritos eternos para el cielo. Solo, pienso en gozar de la vida y estar sano y, alegre como antes.

    (Dios contesta)... Hijo mo, no ests slo'. Yo siempre estoy a tu lado para ayudarte. Acaso no has s'ent ido mi. presencia cuando desesperadamente re^as pai.a sanarte? (Qu fcil era para ti rezar y sonrer cuando tenas s a lud! i Que bello te pareca el paisaje, que agradabl e c i e lo ar'.ul y el trino de las aves! Qu ha ocurrido entonces? Las cosas no han cambiado. El sol sigue saliendo como entonces, los pjaros siguen cantando alegremente, las flores siguen sonriendo en la llanura. Todo sigue tan bello como antes. Til eres el que has caml)iado. Eres ti;i el que ahora me. miras con distintos ojos. Y t tamlvini el que te olvidas de tus hermanos, de tantos hermanos tujios^ pecadores, o enfermos que necesitan de tu ayuda y t se la niegas.

  • Es que no tienes fe? es que no confas en mi? Mrame bien, ves mis clavos y mi corona de espinas? Yo lo sufr todo por ti y no me arrepiento. Haz t tambin uri poquito por m y por tus hermanos. Ellos lo esperan de ti, no los defraudes, que tu dolor no sea estril.

    Piensa que puedes trabajar ms y mejor desde tu lecho. Que en tu debilidad est la fuerza para salvar almas. N ests triste, sonre ya a la vida, a esa vida que entra por tu ventana con el sol de la maana, con la fragancia de las flores y el cantar de los pjaros que vuelan por el inmenso azul de la campia.

    Asi, todos los das sentirs ms cerca mi presencia. Yo te sonreir al salir el sol y t te alegrars y vivirs feliz, tan feliz como cando corras por los prados y paseabas entre las bonitas flores de la campia.

    (respondo)... Gracias, Seor, ahora s he comprendido el sentido del dolor. Toda mi vida ser desde ahora un continuo canto de alabanza a Dios. Y mi alegra la repr- tir a raudales entre mis hermanos para que ellos tambin participen de esta felicidad que me desborda y me hace tan feliz.

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    VISITA AL HOSPITAL

    Seor, esta maana he ido a visitar el hospital. He visto caras muy tristes y llorosas, otras no tan tristes y algunas alegres. Me he detenido a consolar a los ms graves y a hablar con los restantes. Y he encontrado que el pesimismo era la constante comn de todos ellos. Por qu. Seor, los hombres ven todo negro y oscuro? por qu no hacen ms que quejarse de sus dolores y padecimientos? por qu no saben hablar ms que de crmenes, guerras y catstrofes? por qu tienen tanta sed de vicios y placeres? i Qu pena me daban cuando me decan que dudaban de la bondad y de la justicia de Dios!

    Yo entonces trat de hacerles ver que el mundo era ms bello de lo que a ellos pereca. Les hice pensar en el

  • sol que brillaba en el cielo, en los rboles y flore qe habla en el jardn, en los cnticos alegres de los pja^ ros que escuchaban desde all.

    Mir a mi alrededor, todos callaban y como por encanto vina enfermera risuea se acerc a nosotros y sonriente nos salud cortesmente. Casi al mismo tiempo una niita muy linda se acert a nosotros, abrazando a su pap.

    .Qu tal, les dije, sonriendo, no se sienten aViora ms alegres? No me dirn que_ no se han contagiado un {X)co -de la -alegra del ambiente. Y, sin embargo, todos los das hay rboles y flores, todos los d'as escuchan los trinos de la aves, todos los das ven mujer"es bonitas y.nios que sonren Por qu, pues, no apreciar esto bue^ no y-fflo ver lo malo? .

    Todava estaba yo hablando cuando apareci una rel-- gios en nuestra sala, invitndonos a orar. Todos, sin vaGilar, nos pusimos de rodillas y dirigimos a Dios nuestra p l e g a r i a . Al final mir los ojos de aquellos hombres curtidos por l trabajo y los vi brillar d^ emocin. A l gunos queran llorar y todos estaban contentos: habandescubierto un nuevo mundo, el mundo de Dios, de' la alegra y de la Paz. -- Dios, por mi medio, les haba dirigido un mensaje de

    alegra, y ellos con qptimismo se enfi^eniaron d nuevo a su realidad de enfermos. Vinieron los mdicos, les apti carn inyecciones, pero todos sufran en sile'nclo; porque queran ofrecer a Dios sus sufrimientos. El dolor desesperante de antes, se haba convertidc^en oracin.

    Cundo yo llegu, algunos comentaban chistes y averitu- ras inmorales y casi todos las escuchaban con a g r a d o . Cuando yo march, todo$, oraban en silencio. Algo haba cambiado en ellos'* Dios se haba hecho presente en aquella sala V haba transformado Sus vidas. I

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  • OlUtflON DE U JOlilIffl lirVALIDO

    Seor, yo soy un pobre invlido que no puede caminar. Mis; piernas no rsponden a mi voluntad. Me paso.los das triste y solitario sin poder andar.

    Seor por qu no puedo como los otrs andar?, por qu toda mi vida se reduce a mirar sin poder ayudar? por qu soy Intil tendido en la canja o sentado en la silla d mi soledad? Seor, no comprendo el porque de mi vida sin poder andar. Yo quisiera poder juguetear y quisiera escalar las m o n t a a s v e n c e r el hastio de mi. soledad.

    Hace pocos das lin grupo de chicos escal la cima del monte Tobar. Eran chicos jvenes. Valientes, deGldids, llenos de fuerza de voluntad. Eran mis amigos. La escalada era difcil y con muchos obstculos que superar. Pero iban decididos a oir la santa misa en la cima del Tobar.

    Un padre los animaba y les daba fuerza en su caminar, y les explicaba la belleza del mundo... Aquel pajarillo tan chico y bonito, aquellos mosquitos molestos y tercos,, aquellas florecillas nacidas apenas en el,peascal, aq u e llas soberbias montaas, aquel ro tranquil, cuyas aguas puras parecan un rayo.de spl ,alegre y fecundo en aquella tierra sin trabajar. Todo eso era bello; peto an era poco. Ellos aspiraban subir a la cinta para contemplar la belleza conjunta y ofrecerte juntos, Seor, sus vidas y sus ilusiones, su juventud y su amor. Y al fin llegaron. .. y extasiados contemplaron la belleza de aquel panorama infinito y profundo c o m o el mar y all en la m o n taa, cansados y alegres de tanto bregar, te ofrecieron sus vidas, valientes y unidos junto al altar.

    Seor, yo quisiera haber sido como uno de- ellos, habet disfrutado de las alegras e ilusiones * de su juventud. Pero aqu me tienes postrado en mi lecho, sufriendo en silencio... Por qu. Seor, por qu. .

    (Dios contesta)... Hijo mi, qu poco comprendes la vida y el m u n d o . .No eres un intil por no caminar- Sigues siendo joven y puedes escalar.

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  • El fin de la vida no est en caminar ni en ganar la vida tras duro trabajar.Esta no se excluye, pero reflexiona:El fin de la vida est en el amor.El amor da fuerza y sentido a la vida.Sin amor todo es oscuro y sombro.Y t, hijo mo, t puedes amar desde tu silla de ruedas y en el silencio de tu soledad.No ests slo. Hay muchas personas que Le necesitan, que viven sin rumbo y sin ilusin.Hijo mo, yo te necesito. Necesito de tu amor y de tus sufrimientos para salv^ar ai mundo.T eres joven, t eres fuerte y valiente y puedes subir a la cumbre do la santidad.El camino es duro, pero ten confi.anza, hasta llegar la cumbre yo te. ayudar y cuando al final ests en la cima y contemples alegre los valles y cumbres... entonces vers tu pasado con sus ms y s,us menos, pero al fin alegre y contento de amar a los dems y ofrecer tu vida por s felic ida d .

    (responde)... Seor, qu bien comprendo ahora tus d e signios y tu amor sobre mi. Nunca ms gritar angustiado, pidiendo razones para mi dolor. Aceptar en mi soledad el dolor de mi vida y me sentir alegre, pensando en los hombros que esperan en mi. Seor, gracias t)or haberme heclio as...

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    QUIERO SER SANTO

    Seor, quiero hablar contigo con plena confianza. Yo quisiera ser perfecto en todo sentido: ser alt y fuerte, inteligente como un sabio y bueno como un santo. Pero esto no es posible. Yo soy as. Sin embargo, t puedes ayudarme a explotar mis talentos, t puedes liacer que yo sea alegre y feliz.

    S e o r , d a m e :ilusin para aspirar a las altas cumbres de la santidad. Haz que tenga valenta para subir la em-

  • pinada cuesta que lleva a la Felicidad. Quiero respirar el aire puro y fresco de las alturas, y, a la vez, poder contemplar desde la altura, el mundo de la vida de los hombres, con sus vicias y pasiones, egoismos y dolores.

    Pero no quiero permanecer en la cumbre solitario,' no quiero ser yo solo el que disfrute del paisaje y de la belleza. Quiero hacer partcipes de mi hallazgo a todos los hombres. En la cumbre me he encontrado ms cerca de Dios, lejos de las pasiones humanas y he sentido la felicidad y la alegra de vivir confiado en Dios.

    Por eso, quiero gritar a los cuatro vientos, quiero convertirme en guila, que anidando en las alturas, baje a los valles para llevar en su pico una ramita de aquella felicidad, que slo se cultiva en las cumbres elevadas.

    Quiero animar a los hombres para que se despeguen de la tierra y as libres del barro y del polvo del camino puedan subir ms ligeros ,hacia arriba. Siempre hacia la altura. Entonces aprendern que la alegra, la felicidad y la libertad no se encuentran en el barro, sino respirando los aires puros, limpios e infinitos de las alturas de la divinidad.

    Seor, estoy aqu junto al sagrario. T estas a mi lado. Gracias, por este rato que he pasado en tu compaa. Ahora me siento ligero, puedo avanzar libremente, siento que mi pecho se hincha al calor saludable- de tu amor, me siento joven despus de haber descargado en Ti el aire viciado de mis pulmones.

    Gracias, Sejior, por esta alegra que siento y por ha-, berme hecho participe de tu Felicidad,

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    EN MI JUVENTUD

    Era al comienzo de mi juventud. Un da comprend la alegra de vivir con Dios y rae lanc en^ su busca. Dej la llanura de mis comodidades y tom un camino estrecho. Abandon el camino y llegue a un sendero que suba a una

  • montaa. Avanc por entre rocas y segu subiendo. Fue dura la subida a la montaa de la santidad. Calor, sed, cansancio... Pero vala la pena. Desde la altura todoera ms bello: el aire ms puro, el paisaje m-s amplio, las flores mas bellas, los pjaros majestuosos, el cielo ms cerca. Entonces comprend la alegra encerrada en aquel primer paso que di un da de mi juventud.\

    Habis visto alguna vez una carrera de ciclistas? Ellos llevan sus esfuerzos dirigidos a la meta. Estnansiosos por llegar y poner en ello toda su fuerza de voluntad. Slo as pueden conseguir algn da la victoria.

    Nosotros tambin debemos mirar de frente a la vida. Sonrer todos los das y emprender con entusiasmo la conquista de la meta decidida. Nunca mirar atrs. Siempre adelante, porque para quien sabe amar y esforzarse toda la vida se convierte en dulce meloda, hasta la misma cruz de cada da.

    Pero debemos ser tambin prudentes, no lanzarnos aconseguir nuestro ideal a la aventura. Necesitamos unaorientacin,' una brjula que nos gue en buena ruta. Por eso, ah tenemos a Cristo, escuchmosle en el silencio de nuestro corazn, en sus predicaciones a travs de los caminos polvorientos de Palestina, en la sublime intimidad de la comunin. El nos guiar a puerto seguro. Mara, nuestra madre, nos proteger y podremos caminar confiados y seguros por la senda de la vida i cantando h^sta quedarnos sin aliento para llevar a los dems la verdadera alegra y felicidad de amar y confiar en Dios.

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    UN SUEO CON JESUS

    Erase una vez un hombre pequeito, pero de alma grande. Y una noche so que Jess lo llevaba al cielo. Qu lindo era el cielo, qu maravillas pudo contemplar, cunta gente santa y todos felices en la paz de Dios. Pero nuestro santo era un hombre inquieto y se acordaba de los hombres de la tierra, que andaban perdidos buscando

  • la felicidad. As que se propuso darse una vuelta por el universo y visitar a sus seres queridos de la tierra.

    ,Qu maravillas encontr en el universo! Qu inmenso y misterioso con millones de estrellas de distintos colores! Qu feliz era volando por los espacios interplanetarios, solo, sin nadie que le impidiera amar y alabar a Dios. El aire que respiraba le pareca ser el mismo amor de Dios que lo inundaba y lo empapaba y le haca feliz. Oh! Qu grande es Dios, se deca, qu felicidad amarle y alabarle. Poco a poco viajando a la velocidad del pensamiento por los distintos rincones del cosmos se fue acercando a la tierra y lleg a la casa de sus familiares. Vivan encerrados en sus problemas y pecados, olvidados de Dios. El se sinti triste y quiso quedarse con ellos para llamarles la atencin y ayudarles a encontrar al Seor. Aunque invisible, se haca presente y les inspiraba buenas acciones y poco a poco aquella su familia comenz a cambiar y a orar. Y el se sinti feliz. Pero no se content con eso. Desde ese momento pens en quedarse para siempre en la tierra entre los hombres y pasar su cielo, como Sta. Teresita, haciendo bien en la tierra.Y as lo hizo. Y Dios estaba con El.

    Empez a viajar por el mundo en espritu y a veces se manifestaba de modo visible como un frailecito bondadoso y alegre que ayudaba a todos los que tenan algyna necesidad. Lo mismo se presentaba ante un hombre perdido en la nieve del polo norte que ante un malherido de la selva ecuatoriana. Lo mismo ayudaba a los nafrgos d alta mar que a los jvenes drogadictos y alcohlicos de nuestras ciudades modernas. Para l todo hombre necesitado era su amigo y le quera ayudar. El mundo era como su hogar, su tarea ayudar a los hombres. Y todos los das, da tras da, las 24 horas de cada da, sin descansar ni dormir, porque los santos no comen ni duermen ni toman vacaciones... se diriga por las diferentes regiones del mundo en busca de alguien a quien ayudar. Su ngel custodio era su fiel compaero y los dos unidos se sentan contentos de ayudar a los hombres y ensearles a amar.

    Por todas partes lo conocan, lo mismo en las crceles que en los asilos, en las ciudades y en los caminos, en R u

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  • sia como en Australia, Cuando se apareca, hasta los nios se acercaban confiados'a jugar con l. Nadie se asustaba, todos l vean como amigo y lo queran. Su figura- lleg a ser tan conocida que todos se preguntaban quin' era aquel frailecito que vena a visitarlos. Algunos pensaron seriamente en secuestrarlo para que nunca se uera de su lado. Y un da lo intentaron... pero al momento de agarrarlo... SE DESPERTO.

    Y despierto se puso a pensar y a soar. Qu lirda es la .vida cuando se sirve a los dems. Y se deca: yo quir siera vivir eternamente en este mundo y tener alas como los pjaros para volar y visitar los lugares remotos, y hacer siempre - al bien a m i s ,hermanos y hacerlos felices y insearles a amar a mi Dios. Y se prometi a s mismo: Despus de mi muerte le pedir permiso a Dios para venir con Sta. Teresita a visitar a mis hermanos y pasar mi cielo eti la tierra hasta el fin del mundo. Derramar r o sas de amor sobre los hombres y alegrar sus vidas y les llevar un mensaje de amor, de alegra y de paz. '

    Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz" a los -hombres de buena volutad. Amn.

    2 A

    EL ALMA ENAMOJ^A DE JESHS

    Era una maana hermosa de primavera, cuando los arro- yuelos cantaban alegres entre las piedras de las mo n t a as. Las gaviotas surcaban felices el \firmamento azul y yo Sentado a la oritla, frente al mar, pensaba en mi Dios. Los rayos luminosos del sol comenzaban - a inundar la tierra y yo senta a Jess dentro de m. Un calor inmenso me rodeaba y me llegaban hasta el centro ms hondo de mi ser. Era el amor divino que me empapaba y me deca desde muy dentro que me amaba. Y yo me senta como una novia enamorada y le sonrea y le deca: Gracias, Jess. Yo te amo y te alabo con las gaviotas y l brisa de las aguas del m a r .

    . . , .'y- .

    Quisiera ser como esos pjaros que veo en las alturas

  • y llevar hasta tu cielo un mensaje de paz. Quisiera que todos los ruidos de la creacin fueran cantos d@ alabanza a m Seor. Quisiera ser un delfin de aguas profundas para llegar hasta los ltimo,s rincones del m a r y decir a todas sus criaturas: "Amen a Dios. Jess es itti Dios". Quisiera ser una golondrina alegre que con sus trinos y sus vuelos pudiera alegrar a mi amado Jess.

    Jess, quiero darte un beso de amor y decirte con mis labios y , mi alma que te quiero. Que mi alma anamorada vibr) al ritmo de tu corazn y te ame para siempre y por la eternidad.

    Oh Jess, qu bella es 1 ^ tierra, qu bellos paisajes diviso desde qui! Qu lindas las flores que te ofrecei su hermosura, su fragancia y su color! Qu bonitas las selvas, las montaas, los ros, los valles, los rboles,, los mares, los pjaros, los peces y el firmamento azul! Qu bellos los hombres y los nios y las mujeres que reflejan en' sus labios y en sus ojos la sonrisa de Dios!

    Mi alma enamorada te alaba a Ti, Seor. Mi alma namp- rada de canta a Ti, Jess. Mi alma se alegra con tu son-^ risa y tu a m o r .

    Jess, quisiera ser una pequea flor en tu jardn del cielo. Quisiera ser una gotita de sangre de tu cliz bendito. Quisiera ser un^ miga de pan Qonsagrado y vivir en el cielo hermoso de tu corazn.V Mara, reina -y Madre ma, quisiera amarlo tanto como t. Quisiera amarte tanto como E l . Quisiera .ser tu pequeo Jess y sentir tus caricias de madre, que me abraces contra tu corazn y -Sentir tus latidos de amor, como re- piqus de campanas, que llevan tu alegra y amor a Jess.

    Qu felicidad pensar que Jess vive en M /X yo en J e ss. Que su cielo est en mi corazn y yo estoy en el Corazn de Jess!

    S la creacin es tan bella... que me qued extasiado ante 'la majestad del mar y de. las olas... Si me quedo admirado ante los vuelos raudos de las ' g a v i o t a s .. . Si los delfines me alegran con sus saltos a l e g r e s ... Si el sol es- tan hermoso con sus rayos de colores... Cmo ser

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  • Dios? Cmo . ser su eterno cielo azul? Por eso, quiero entrenarme desde ahora.para despus cantarle eternamente las alabanzas con toda la creacin. Quiero qlie mi vida sea un canto de amor. S, un canto de amor. ,,

    Te invito, hermano, a cantar S? Listos? T pones la msica y yo pongo la- letra. Inventa la msica; ms linda para Jess. El se merece lo mejor.Cntale as:Caminando por las playas y ciudades de la tierra,,vi un da a Jess a la orilla del camino. 'Cansado y solitario me deca: Hijo mo, necesito tu ayuda, tu amor y tu servicio para alegrar los caminos de,este mundo.Y yo sonriendo le deca: Yo te amo y soy tu amigo.Qu quieres que hag por ti, Jess mo?Y El me responda cantando: Diles a mis hermanos^que los amo. Vete por el mundo y dales mi alegra.Y yo, caminando pon Jess, les hablaba de su amor.Y y o, caninando con Jess, senta cada da ms su amor.Y mi alma enamorada le cantaba y le deca: ^Jess, yo te am. Jess, yo te adoro.Jess, yo te quiero querer con tu amor. .Mara, reina ma, dame tu alegra .y dame tu vda para amarlo siempre con t corazn. Gracias, Jess, por la vida. Gracias, Jess, por la alegra. Gracias, Jess, pqr Mara, Gracias Jess, por tu amor. Amn.

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  • Las alturas conquistadas por los grandes hornbi'Ssno fueron alcanzadas en un d a ,sino que mientras sus compaeros dormanel los se esforzatian penosamente en la, noche.

    Que la Santa Bib l ia sea tu lectura pred i lecta . Que M.ara te l l e v e a amar a Jess Eucarista.

    Que el Rspritu. Santo te transforme, te baga Santoy te haga otro Jess en la t ierrapara Gloria de D io s . Amn. :

    A JESUS POR MARIA

  • JESUS TE AMA Y ME HA DICHO QUE TE LO DIGA