La apropiación de la materia de trabajo, nuevas formas de hacer investigación y política como desafío para el siglo XXI [Sandoval, Rafael]

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    5,6 y7 de octubre 2009. Quertaro, Mxico.

    V CONGRESO NACIONAL DE INVESTIGADORES DEL INAHEl acoso al patrimonio cultural: perspectivas y estrategias de defensa

    PonenciaLa apropiacin de la materia de trabajo, nuevas formas de hacer

    investigacin y poltica como desafo para el siglo XXI

    Dr. Rafael Sandoval lvarez

    Antropologa Social, Centro INAH Jalisco

    El patrimonio cultural entendido como despliegue de la subjetividad1

    del sujetohistrico-social que constituyen los pueblos y culturas de la nacin mexicana,

    que son quienes producen-producimos dicho patrimonio cultural, nos coloca en

    una perspectiva de resistencia para defenderlo ante la explotacin y el despojo

    de que es objeto por parte de los capitalistas y la clase poltica; ms an,

    pensarlo as, nos permite construir un horizonte histrico que va desde la

    resistencia, hacia la autoemancipacin y la autonoma.

    El flujo social del hacer y el pensar de los pueblos y culturas convertido en

    patrimonio cultural de los mexicanos tiene formas de manifestacin material e

    inmaterial que si no se considera como trabajo humano concreto, fcilmente

    puede ser objeto de alienacin y fetichizacin, y as ser objeto de explotacin

    y despojo en la perspectiva del proceso de acumulacin de capital por despojo,

    que es el modelo de desarrollo que utiliza el Estado y el capital para convertir

    en objeto-mercanca el trabajo humano, en este caso el hacer social creador y

    cultural producto de la capacidad de transformacin social y creacin cultural

    (Castoriadis, 2000 ) en el territorio mesoamericano.

    1 El factor subjetivo designa a lo intersubjetivo en conjuncin con lo intrasubjetivo, y ste est

    implcito en la accin social de los seres humanos.

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    El sujeto histrico-social que deviene como mexicano, es producto y

    producente del territorio2 y la cultura, en un proceso que se da en su

    cotidianidad y comunidad. As, la defensa del territorio y la cultura no es ms

    que una forma de hacer historia hoy, es decir, de ser sujetos que, ante el

    modelo de acumulacin de capital por despojo de tierras, tanto en los territorios

    indgenas como en territorios urbanos barriales reivindican la conservacin de

    su patrimonio cultural, dentro del cual entra la reivindicacin de su tierra-

    territorio, su produccin de arqueologa, arquitectura, y los documentos

    histricos que dan cuenta de sus procesos sociales.

    La necesidad de consciencia histrica y de conciencia poltica tiene en la forma

    de hacer investigacin y de hacer poltica una manifestacin que deber

    debatirse. En esta ponencia presento primero una reflexin desde una

    perspectiva epistmica y tico-poltica que considero puede ayudar a evitar ser

    corresponsable del despojo y fetichizacin del patrimonio cultural y la

    alienacin del sujeto que lo produce. En un segundo apartado esbozo una

    reflexin sobre las formas de apropiacin de la materia de nuestro trabajo y las

    formas de hacer poltica sindical que hemos experimentado como trabajadores

    del INAH, de manera que la autocrtica nos pueda mostrar retos y desafos a

    considerar en la estrategia que como trabajadores de la cultura y responsables

    de investigar, difundir, restaurar y conservar el patrimonio cultural de la nacin

    debemos establecer. Finalmente, considerando que en la perspectiva del

    nuevo siglo XXI en el que, a partir de 1994 con la rebelin indgena zapatista

    de los pueblos de Chiapas, se vislumbra una nueva poca histrica que ya se

    venia anunciando a partir del ultimo periodo histrico del siglo XX, 1968-2000, y

    en la que hay la posibilidad de un cambio en las relaciones sociales dedominacin, presento algunas ideas que pudieran contribuir a configurar un

    programa de lucha y resistencia como trabajadores profesores investigadores,

    de manera que podamos detener y revertir las polticas estatales de

    privatizacin del patrimonio cultural y las condiciones de flexibilizacin laboral y

    despojo en nuestro trabajo.

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    El territorio es el albergue de nuestra raz y nuestra historia, como humanidad, la naturaleza yhumanidad es una y la misma cosa, as el contenido del territorio es la tierra, el subsuelo, el aire,el agua, la flora, la fauna, la vida humana pues Cfr. Floriberto Daz,2007).

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    Reflexiones epistmicas y ticas en torno de la prctica de la

    investigacin del patrimonio cultural

    Introducirnos en el debate de la prctica de la investigacin y produccin de

    conocimiento sobre el patrimonio cultural, implica dar cuenta del discurso

    manifiesto que los investigadores presentamos sobre el proceso de trabajo, la

    materia de trabajo y las diferencias en la forma de hacer(lo). Doy por supuesto

    lo que esto significa para la desmitificacin del trabajo de investigacin en

    cuanto a las formas y reglas establecidas, especficamente en la forma de

    relacin entre sujetos que estudian e investigan, descartando que seamos una

    especie de actor de una trama llamada investigacin, cuando en realidad

    somos un sujeto ms, entre una pluralidad de sujetos singulares y colectivos,

    que constituyen al sujeto social y el conocimiento socialmente construido.

    En este sentido, y aceptando que las limitaciones de cada quien resultan de

    nuestra propia subjetividad y el manejo metodolgico que de ello se tenga,

    destacan ciertos elementos en los procesos de trabajo resultado de las

    exigencias que en el mbito acadmico se exigen y que traen consigo el

    desconocimiento de otras formas de saber que no son las de la ciencia

    acadmica (Vera 1997). A esto hay que agregar que las premisas epistmicas

    subyacentes en el proceso investigativo regularmente propician el ocultamiento

    del sujeto implicado en el problema de investigacin. As, la invocacin a la

    interpretacin de la realidad3 que se trata de conocer, la utilizacin de

    3 La interpretacin se halla en el ncleo de la tcnica de observacin y escucha tanto en eltrabajo psicoanaltico y antropolgico como en todas las ciencias sociales, aunque no se le

    reconoce igual importancia y respeto en todas las perspectivas metodolgicas. La interpretacin

    es hacer evidente el sentido latente de una representacin aparente, sea un discurso o una

    accin. Es decir, es la deduccin de sentido latente a la que se llega en la investigacin analtica

    sobre lo dicho y lo hecho, sobre lo deseado o lo fantaseado, pero tambin sobre lo vivido y

    reprimido. Con todo, la explicacin sobre algo (y eso conlleva un valor interpretativo) no

    necesariamente cumple con la intencin de hacer consciente lo inconsciente o no sabido, ni

    tampoco de aprender a aprender, ni un cambio de comportamiento o de formas de hacer

    poltica, por ejemplo. Se requiere que en el proceso mismo se consiga una coincidencia entre los

    sujetos participantes en la interpretacin para que se llegue a caer en cuenta de lo que seinterpreta. (cfr: Laplanche y Pontalis, 1979).

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    estrategias metodolgicas que utilizan la observacin etnogrfica, la

    investigacin accin, historias de vidas, historia social, genealogas, estudios

    de redes sociales, anlisis situacional, anlisis del discurso, etnoencuestas, etc.

    no pasan por una vigilancia epistmica que impida la negacin del sujeto,

    entendido como pluralidad de sujetos, que est implicado en la investigacin y

    que constituye el elemento central de la problemtica de la produccin del

    conocimiento ( Leyva, Speed y burguete, 2008).

    Situacin que llevan, en muchos casos, a que el investigador no reconozca que

    slo es un sujeto ms en el proceso de produccin de conocimiento. En este

    sentido, la reflexin crtica ms importante tal vez sea la limitacin para hacer

    investigacin desde la perspectiva del sujeto que se estudia (no junto con, ni

    sobre el sujeto), cuestin que considero ocupa el problema central epistmico-

    metodolgico4 de la prctica investigativa.

    Esta reflexin viene de observar que en las investigaciones y estudios de la

    academia, regularmente, el sujeto de estudio se encubre, se oculta o de plano

    se niega y no se logra plantear el problema de la investigacin (Zemelman.

    1987, 1989, 1990); o en todo caso se sustituye por meras descripciones

    historiogrficas o etnogrficas que no dan cuenta del sujeto de investigacin

    que subyace a las fuentes o a los discursos manifiestos, de manera que se

    constrie a una dimensin, sin contemplar todas las dems que constituyen al

    sujeto de estudio y que son necesarias para dar cuenta de la complejidad del

    hacer cultural e histrico del sujeto. En este sentido, es que considero que en

    toda forma de hacer la investigacin y plantear la problemtica que se quiere

    conocer, exige capacidad de reflexividad, condicin de la subjetividadreflexiva5, que deviene de la conciencia histrica y conciencia epistmica.

    4 Ver Sujeto social y Antropologa. Despliegue de subjetividad como realidad y

    conocimiento de Jorge Alonso y Rafael Sandoval en Historia de los conceptos. Ed. Instituto de

    Investigaciones Sociales de la UNAM. Mxico 2008.5

    Con el concepto de Subjetividad reflexiva alude a la potencialidad del sujeto para pensar yreflexionar sobre su proceso de constitucin como tal sujeto, con capacidad de reconocer la

    pertinencia del ejercicio de su autonoma (Castoriadis 1992)

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    Considero la pertinencia de que cuando se plantea la problemtica del trabajo

    investigativo, se reconozca el lugar desde donde se hace, para que se hace y

    contra quien se hace, es decir tomando la responsabilidad tica y epistmica

    como sujeto que constituye parte de esa pluralidad de sujetos que configura la

    construccin del conocimiento en la investigacin, asumiendo el

    posicionamiento tico-poltico correspondiente.

    As, el problema que se plantea como materia de trabajo, implica la realidad

    articulada que producen los sujetos en formas de arqueologa, arquitectura,

    historia, cultura, etc. es decir, las formas de hacer en la creacin cultural y la

    transformacin social en el espacio territorio durante el tiempo histrico

    (Zibechi, 2006) . Esto a su vez nos plantea como trabajadores, la necesidad de

    conciencia histrica y conciencia poltica sobre el sujeto creador de cultura, de

    manera que nos despojemos de la forma de entender el producto de su trabajo

    como fetiches y artefactos cosificados. No hay historia sin sujeto, ni cultura sin

    sujeto.

    En este sentido, estamos obligados tica y polticamente a pensar

    epistmicamente desde la perspectiva del sujeto creador de cultura y reconocer

    como es que la historia se ha hecho desde la cotidianidad (Zemelman 1999,

    2000). En el peor de los casos a interpretar y dialogar junto con los sujetos de

    la creacin del patrimonio cultural, tanto los herederos de la cultura que le dio

    vida, como con los propios productos de su trabajo y a travs de ellos como

    trabajo vivo.

    Me posiciono desde una postura epistmico-metodolgica y tico-poltica, nopodra ser de otro modo pues todos, conscientes o inconscientemente lo

    hacemos, que reconoce el conocimiento como una construccin social desde

    diferentes formas de saberes, ms all de las disciplinas acadmicas

    institucionalizadas, que se reducen a la racionalidad occidental y cristiana.

    Vaya pues el desafo de respetar, cuando menos, otras matrices epistmicas

    diferentes, pero igualmente validas y pertinentes.

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    El trabajo en el INAH. Reapropiacin del proceso de trabajo y necesidad

    de una nueva forma de hacer poltica6

    En los ltimos veinticinco aos, los mismos en que se ha desarrollado un

    proceso de cambio estructural del aparato del estado mexicano cuando a partir

    de 1982 accede al poder gubernamental el grupo de tecno-burcratas que

    implementaran las polticas neoliberales, el INAH fue objeto de un

    desplazamiento en las prioridades del rgimen en cuanto a presupuestos y,

    mas aun, se pretendi minimizar su presencia e influencia, pues se vio como

    un obstculo para la pretensin de privatizar el patrimonio cultural y se

    promovi la descentralizacin de sus funciones para que recayeran en el fuero

    de los estados y municipios.

    La resistencia de los trabajadores que impidi el desmantelamiento del

    Instituto, no fue suficiente para evitar que por va de hechos el INAH perdiera su

    capacidad de cumplir a cabalidad con las funciones sustantivas de manera

    adecuada. La reduccin presupuestal, la imposicin de autoridades ignorantes

    de la misin de la institucin y el estancamiento en cuanto a la adquisicin de la

    tecnologa apropiada para el desempeo del trabajo investigativo, de difusin y

    de conservacin y custodia del patrimonio cultural, fueron factores

    determinantes para llegar con un INAH disminuido en sus capacidades.

    Por su parte los trabajadores administrativos, manuales y tcnicos, amt del

    INAH, sometidos en todos esos aos a los recortes presupuestales hasta llegar

    a fragmentar y flexibilizar su trabajo, se vieron disminuidos a su mnima

    expresin en el ejercicio de sus funciones, hoy se vive una crisis de identidaden la mayora, pues con todos los cambios en la definicin de funciones que el

    catalogo de puestos y el profesiograma contiene, a la par del proceso de

    reubicacin de puestos, prcticamente nos encontramos con que carecemos

    de una organizacin del trabajo donde los trabajadores sean los que

    6Algunas de las ideas que aqu planteo las exprese por primera vez en un foro de discusin dela Organizacin Nacional de Trabajadores amt del INAH Regin Centro Occidente, en agosto del

    2001. Ver Sindicalismo en el INAH. Necesidad de una nueva forma de hacer poltica Comisinde trabajo Regin Centro Occidente, agosto 2001.

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    determinen los procesos a cabalidad, as como de las herramientas de la

    tecnologa para el desempeo del trabajo.

    Si consideramos adems que nos han estado subordinando a un sistema de

    organizacin del trabajo donde privan los sistemas computarizados y no existe

    la infraestructura suficiente ni la capacitacin adecuada para tomar el control,

    podemos esperar que la seleccin natural y exclusin de los trabajadores en

    los procesos de trabajo ser todava ms profunda y, por supuesto, influir en

    el deterioro anmico y la crisis de identidad que como trabajadores de la cultura.

    Con el cambio de rgimen poltico, si se le puede decir as (pues slo pasamos

    de un Sistema de Partido de Estadoa otro donde todos los partidos configuran

    un "Partido Virtual de la Unidad", en cuanto a sus programas, formas de

    gobernar y utilizacin de los ciudadanos para sus intereses de grupo) resulta

    una transformacin aparente y superficial, pues las polticas neoliberales

    prevalecen y no se ve ninguna perspectiva favorable para el sector cultura de

    las instituciones pblicas estatales. Con esto lo que se quiere advertir es que la

    supuesta transicin democrtica no trae consigo ninguna democratizacin en la

    distribucin de la riqueza ni tampoco del presupuesto de egresos de la

    federacin, pues todos los partidos lo han aprobaron ao tras ao y sabemos

    que la mayor parte del dinero pblico fue y est siendo utilizado para "salvar" a

    los banqueros, los constructores de carreteras y todos aquellos empresarios

    que fueron favorecidos con el FOBAPROBA y la privatizacin de las

    paraestatales.

    No se ve ninguna posibilidad de un mayor porcentaje del presupuesto federalpara el sector cultura pero el que se destine ser manejado en su mayora por

    una institucin que no cuenta siquiera con un estatus legal como es el Consejo

    Nacional Para la Cultura y las Artes (CNCA); pero que ha sido el instrumento de

    los grupos de poder econmico y poltico del pas para impulsar la privatizacin

    del patrimonio cultural de la nacin.

    En este sentido, impulsar cualquier iniciativa que le de estatus legal al CNCA,demostrara simple capacidad adaptativa al sistema que impone la clase

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    poltica, es decir, nos colocaramos dentro de sus limites y parmetros. Sera

    como, para el caso de la tierra-territorio comunal y ejidal, entrar en el juego de

    legalizar instituciones y polticas como las que tratan de socavar la Ley Agraria

    que da absoluta posesin a los indgenas y campesinos de su tierra y

    capacidad de autogobierno sobre su territorio (es el caso de PROCEDE y

    PROCECOM), y entrar en el proceso de las privatizadores que inaugurara el

    cambio al articulo 27 constitucional que impusiera la clase poltica salinista en

    1992.

    Se trata de reconocer que cualquier legalizacin de polticas e instituciones al

    margen de la Ley Orgnica del INAH y de la Ley de Monumentos y Zonas

    Arqueolgicas, es funcional a la lgica y la racionalidad de la privatizacin

    encubierta en la perspectiva de la acumulacin por despojo disfrazado de

    desarrollo turstico.

    Esto conlleva el cerrarnos el horizonte donde seamos los trabajadores los que

    tengamos la posibilidad de controlar el proceso de nuestro trabajo y estaramos

    sometindonos al orden establecido por la clase poltica que opera el inters

    del capital. Es pertinente distinguir desde donde estamos pensando y

    argumentando, pues cualquier postura funcional a la legalizacin de leyes e

    instituciones ilegales como lo es el CNCA, cambiara el estatus legal del propio

    INAH; pero no slo eso, sino que estaramos propiciando y contribuyendo a la

    negacin de la resistencia que durante casi veinte aos hemos dado para

    defender la legalidad del INAH.

    No olvidemos que ninguna ley y mucho menos las ilegitimas es garanta denada, no olvidemos que un hecho jurdico es la legalizacin de un hecho

    poltico. No tenemos que ceder a lo que aparenta ser un argumento lgico y

    positivo y borrar la conciencia histrica sobre la defensa de nuestro trabajo

    respecto del patrimonio cultural de la nacin.

    En las circunstancias en que se encuentra la mayor parte de la poblacin de

    Mxico, y mientras no cambie la correlacin de fuerzas a favor de un modelode pas que haga respetar la soberana y con ello sus riquezas culturales que

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    junto con los recursos energticos, la biodiversidad y los saberes locales con

    que cuentan los pueblos indgenas (tradicin tecnolgica, medicinal, ecolgica

    y productiva) que son el patrimonio de los mexicanos, tendremos que

    plantearnos formas de resistencia que desde las circunstancias locales en que

    nos encontramos empecemos a revertir el deterioro de las condiciones de

    trabajo por la va de participar activamente en la organizacin del proceso de

    trabajo.

    Reapropiarnos de la materia de trabajo que corresponde a las actividades

    sustantivas del INAH e iniciar un proceso de capacitacin que nos ponga en la

    condicin de manejar la organizacin del trabajo y la tecnologa que hoy se

    requiere para llevar a cabo dichas actividades (investigacin, difusin,

    conservacin y cuidado del patrimonio cultural) se convierte en una forma de

    resistencia que adems nos restituye la identidad como trabajadores de la

    cultura. Resistir desde el hacer cotidiano del trabajo se convierte en una forma

    de existir y exigir se respete la integridad del INAH como una institucin de

    trabajo digno. Ser, adems, el elemento de articulacin con las diferentes

    comunidades urbanas y rurales que constituye la pluralidad de sujetos que son

    producentes7 del patrimonio cultural.

    En conclusin, se presenta una perspectiva que integra tres ejes de accin

    ntimamente relacionados:

    1. Recuperacin y reapropiacin de las actividades sustantivas de INAH

    desde una participacin activa y consciente en el proceso de trabajo.

    2. Apropiacin de la tecnologa y herramientas necesarias para larealizacin del trabajo.

    3. Relacin articulada con las diferentes colectividades que constituyen las

    comunidades, pueblos y sociedades civiles, a partir de generar

    iniciativas que coadyuven en la proteccin del patrimonio cultural y su

    disfrute por todos y todas, impidiendo su privatizacin.

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    Producente, del latn producens (participio activo, poco usado), producir, El que produce.Diccionario de la lengua Castellana. 1937, tomo V: p.393. Vase pgina de la Real Academia

    Espaola de la Lengua (www.rae.es/es/rae/gestores).

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    La posibilidad de concretar estos tres ejes de accin exige hacernos de una

    voluntad colectiva y la conciencia de que la defensa de nuestro trabajo se inicie

    desde la realizacin del propio trabajo, an y a pesar de no contar con

    presupuestos que pudieran respaldar proyectos de largo plazo y con mayor

    calidad. En este sentido, la integracin de espacios de coordinacin entre las

    diferentes reas de investigacin podr facilitar el control del proceso de trabajo

    y la tarea de planeacin y evaluacin que permita superar nuestras

    limitaciones. Podra ser en esas instancias de coordinacin que por va de

    hechos generemos desde donde se obligue y comprometa a las autoridades

    del Instituto para que los planes y programas se cumplan en tanto sean

    respaldados con los recursos econmicos y de infraestructura tcnica

    necesario.

    No perdamos de vista que en la sociedad capitalista del siglo XXI los sistemas

    de control y de poder ya no son suficientes para disciplinar y someter, as como

    sus tradicionales formas corporativas y represivas; ahora, el poder se ejerce

    por mquinas que organizan directamente los cerebros, a travs de sistemas

    de comunicacin, de redes de informacin, etc., que controlan los cuerpos

    mediante sistemas de disciplina al estilo la flexibilizacin del trabajo, obligando

    a la competencia a cambio de ventajas en la adquisicin de prestaciones

    sociales, metiendo a las personas en actividades encuadradas y organizadas

    por los burcratas del poder, todo lo cul, induce hacia un estado de alienacin

    que inhibe la autonoma, el sentido de la vida y del deseo de creatividad [Negri,

    1999 y 2001] hacindonos creer que nosotros, los individuos, somos los

    culpables de nuestra propia situacin laboral, cultural y social en permanentedeterioro.

    En otros trminos se vive un proceso en el que la fuerza de trabajo y su

    naturaleza productiva ha cambiado. Ahora, nuestro trabajo tiende a ser cada

    vez ms inmaterial (lo sustituye la tecnologa y los sistemas en redes de

    comunicacin virtual) pues se convierte en una fuerza de trabajo intelectual

    inmaterial que usa la tecnologa computarizada, la informtica y los medios decomunicacin en toda su complejidad, de modo que la explotacin y la

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    dominacin adquieren dimensiones en las que nos vemos consumidos en

    cuerpo y alma, como se dice comnmente.

    Con todo, en esa nueva forma de explotacin y dominacin del trabajo tambin

    se instituyen formas de resistencia y voluntad colectiva. A travs de la

    apropiacin del conocimiento y el lenguaje de los sistemas de comunicacin los

    trabajadores podemos inhibir y desarticular el proceso de deterioro de la vida e

    iniciar la recuperacin de nuestra libertad, para desde ah luchar por un nuevo

    tiempo de vida, con justicia y dignidad, parafraseando a los zapatistas.

    En ese sentido, los trabajadores del INAH estamos obligados a ser autocrticos y

    reconocer que vivimos una crisis en las formas de hacer poltica y de la propia

    poltica sindical, a partir del momento en que hemos aceptado, o sido

    incapaces de impedir, la poltica del Estado inaugurada a principios de los aos

    ochentas y que trajo consigo la fragmentacin y homogenizacin en los

    procesos de trabajo y condiciones laborales.

    En estos aos se ha dado un proceso de deterioro, tanto en el mbito sindical

    como en el laboral, pues el INAH no fue ajeno a las polticas de austeridad,

    contencin salarial, flexibilizacin del trabajo, congelacin de plazas,

    cooptacin de trabajadores investigadores para desempear funciones de

    direccin administrativa para desde los puestos de confianza operar la poltica

    neoliberales implementada por los gobiernos de todos los colores. Habra que

    revisar si desde las direcciones sindicales, a travs de compaeros

    comprometidos con la clase poltica de los partidos y burocracias

    gubernamentales, tambin hayan contribuido a inhibir las pulsiones de cambioen las formas de hacer poltica sindical, para poner la poltica sindical acorde

    con las ilusiones de la transicin a la democracia y la falsa democracia electoral

    (Sandoval, 2006).

    La problemtica que tenemos en general es parecida a la que viven la mayora

    de las organizaciones de trabajadores que tuvieron experiencia de lucha por la

    democratizacin sindical y contra el corporativismo paternalista y clientelardesde los aos setenta. El sindicalismo est en crisis. En nuestro caso,

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    despus de la democratizacin de nuestra delegacin, que como parte del

    SNTE estaba controlada por la burocracia sindical encabezada por Jongitud

    Barrios y Elba Esther Gordillo, entre otros, no hemos experimentamos nuevas

    formas de hacer poltica sindical que nos permitan tomar el control autnomo8

    de los procesos de trabajo en el INAH. As, la corrupcin y manipulacin que

    favorecen las directrices polticas y laborales que la direccin general del INAH

    ha implementado, ha logrado que haya individuos en nuestro gremio que al

    acceder a puestos directivos, directores y administradores de los centros

    regionales y miembros de los consejos nacionales, han permitido y avalado la

    destruccin del patrimonio cultural.

    La crisis que en otros mbitos de la vida social y econmica hemos padecido

    todos los trabajadores: en la salud, vivienda, educacin, recreacin, as como

    la causada por las polticas laborales del Estado, ha provocado un ambiente en

    las relaciones personales entre los trabajadores que raya en la competencia

    individual, la envidia y la traicin en asuntos laborales y sindicales, producto del

    sistema de competencias que se ha impuesto y que el sistema nacional de

    investigadores norma9.

    Con todo esto, estamos obligados a pasar por un proceso donde ser

    necesario la apropiacin y defensa de nuestra materia de trabajo, que no es

    otra que el patrimonio cultural de la nacin, y que buscar cmo seamos los

    trabajadores quienes ejerzamos y controlemos autnomamente las instancias

    tcnicas y organizativas del proceso de trabajo.

    En Defensa del patrimonio Cultural, articular nuestro trabajo con la luchacontra el despojo y la explotacin capitalista

    8 Planteo la idea de la autonoma en el sentido de que somos los trabajadores investigadores

    quienes determinamos el proceso de trabajo y responsables de nuestra materia de trabajo y las

    autoridades administrativas slo coadyuvantes y facilitadores para que se garantice nuestro

    trabajo. El espritu de las Condiciones Generales de Trabajo as lo establecen y en ellas est

    garantizada la bilateralidad para ejercer incluso las reglas de la administracin operativa.

    9VerApuntes para una agenda de discusin sobre ciencia, cultura y educacin superior.

    Mnica Gallegos, Roco Salcido y Rafael Sandoval

    .Ponencia presentada en el Foro sobre la

    Problemtica de las Universidades Pblicas La poltica educativa y sus implicaciones. En

    Guadalajara, Mxico, 2002.

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    La lucha contra la destruccin del patrimonio cultural exige actualmente una

    forma de hacer poltica que articule con la lucha que estn dando los pueblos,

    comunidades y barrios, como descendientes directos de quienes fueron loscreadores del patrimonio cultural, sujetos que ocupan el mismo territorio donde

    se asienta dicho patrimonio10. De manera que entendamos que la defensa del

    patrimonio cultural implica, en la situacin actual, la lucha contra el despojo del

    territorio y la cultura, pues no se pueden entender separadas, a menos que

    desconozcamos a los sujetos que las producen y a los que las han

    resguardado durante siglos11.

    Entre los estudios de nuestros compaeros investigadores existen suficientes

    muestras de cmo el despojo de los territorios al que estn sometidos los

    pueblos indgenas, est directamente relacionado con la privatizacin de la

    tierra comunal y ejidal. La modificacin del articulo 27 constitucional en 1992

    por Carlos Salinas y los partidos polticos que controlan el poder legislativo,

    sent las bases, y ahora, los programas como El Programa de Certificacin de

    Derechos Parcelarios y Titulacin de Solares (PROCEDE) y el Programa de

    Certificacin de Derechos Comunales (PROCECOM), son parte de las polticas

    neoliberales que aplican prcticamente todos los gobiernos de todos los

    colores, como es el caso del ayuntamiento perredista del municipio de

    Poncitlan en Jalisco que mantiene una poltica de despojo del territorio del

    pueblo Coca de Mezcala, con particular ahnco en la destruccin de la

    arqueologa y la arquitectura monumental de la Isla del Presidio; el caso del

    10

    Algunas de estas ideas la manifest en el Foro sobre la defensa del patrimonio cultural queorganiz la delegacin sindical de los acadmicos del INAH a mediados del ao del 2009 en la

    ciudad de Mxico.11 Este modelo neoliberal implementado desde 1982, ao en que se dio el viraje en la clasepoltica mexicana y asumi la direccin la fraccin tecncrata de los capitalistas, ha generado un

    redimensionamiento de la confrontacin clasista, de manera que la clase poltica toda y la clase

    capitalista, igual se lanzan a invadir las tierras, bosques y reas de reserva natural protegidas en

    zonas rurales o urbanas, explotando y destruyendo naturaleza y cultura; y si para ello tienen

    que inventar leyes que legalicen el despojo, lo hacen con el mayor cinismo, si tienen que matar y

    reprimir a quienes se resisten al despojo, igual lo hacen sin ninguna reserva; leyes incluso como

    la Ley Estatal Indigena de Jalisco, que desconoce al pueblo Coca de Mezcala y de San Pedro

    Itzican y a varias comunidades Nahuas del sur de Jalisco, arguyendo que no hablan la lengua nise visten de acuerdo a las costumbres ancestrales.

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    ayuntamiento panista de Mezquitic que hace lo mismo con el pueblo Wirrarika,

    con la destruccin de sus zonas sagradas como la de Paso del Oso, que est

    siendo destruida por la construccin de una carretera que pretende ser la vena

    del corredor turstico en la sierra del territorio Wirrarika; lo mismo que el

    ayuntamiento priista del ayuntamiento de Ayotitlan y Tuzpan contra los pueblos

    Nahuas, tambin de Jalisco que estn favoreciendo a las mineras, propiedad

    de capitalistas trasnacionales. As mismo lo estn haciendo con el centro

    histrico de Guadalajara, Jalisco, con el despojo a los habitantes que por

    generaciones lo han habitado.

    Ratifico la necesidad de elaborar entre todos una radiografa y diagnostico del

    despojo y la destruccin del patrimonio cultural en todo el pas; hacerlo con la

    participacin de los pueblos, comunidades, barrios y personas que estn de

    hecho dando la lucha y la resistencia contra la destruccin y el despojo del

    patrimonio cultural y su territorio12, que no es sino una nueva guerra de

    conquista y colonizacin, la modalidad no le pide nada a la que hace quinientos

    aos llevaron a cabo los espaoles, ms an, a los nuevos invasores los

    caracteriza su desprecio racial y clasista de manera que tratan a indgenas y

    campesinos como si no fueran seres humanos que, si antes se les neg esta

    condicin por no estar evangelizados, ahora es porque no se han subido al tren

    del progreso, que para ellos significa convertir a las zonas arqueolgicas y

    monumentos histricos en mercancas a explotar turisticamente y el entorno

    geogrfico en lujosos fraccionamientos, hoteles y campos de golf13.

    12En los ltimos aos se ha mostrado la extensin y brutalidad del despojo de los territorios delas comunidades ejidales e indgenas por parte de los seores del capital y sus empleados, los

    burcratas de los gobiernos de todos los colores en Jalisco: Cihuatln en la costa, Mezcala, en el

    municipio de Poncitln, Tomatln, Paramn-Xola, en el municipio de Tomatln, Chalacatepec,

    aledaa a la zona de reserva y sitio de refugio para tortugas marinas, el playn de Mismaloya,

    la reserva de la biosfera Chamela-Cuixmala, en el municipio de la huerta, las zonas sagradas del

    pueblo Wirrrika, entre otros, dan cuenta de ello..13Se les olvida a los burcratas, dspotas ignorantes, que este modelo fue aplicado en los aossetentas y ochentas en el sureste mexicano, orillando a los pueblos mayas a refugiarse en el

    rincn ms inhspito de la selva lacandona, olvidan que de ah surgi el embrin de lo que

    ahora es el movimiento ms importante de autonoma y autoemancipacin de los pueblosanticapitalistas, y que naci precisamente reivindicando la dignidad y la resistencia frente al

    despojo, el desprecio y la represin.

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    Con todo, la resistencia y la autonoma, como forma de hacer poltica, ha

    generado iniciativas polticas y organizativas en las localidades y desde la

    cotidianidad de los pueblos y barrios del campo y la ciudad. La construccin de

    autonoma va creando o consolidando donde ya se realizan procesos de

    autogobierno, autogestin y organizacin comunitaria, proyectos en la

    perspectiva de que sean los propios sujetos sociales quien se haga cargo de la

    reproduccin de su vida digna, y con ello, de su cultura y la naturaleza.

    Ello ha exigido que cada comunidad y colectivo sea el estratega de su propia

    resistencia, reconociendo as las diferencias, de manera que aquellos sujetos

    que han logrado articularse y enlazar sus luchas y movimientos de resistencia,

    para enfrentar la estrategia colonialista de despojo y represin que los

    burcratas gubernamentales han implementado de manera brutal, ha sido

    merced al respeto a sus diferencias y la solidaridad se ha basado en el apoyo

    mutuo.

    Habra que preguntarnos, como trabajadores de la cultura, si hemos estado y

    de que forma contribuido en esos procesos, pues como parte de esa pluralidad

    de sujetos que constituyen la defensa del patrimonio cultural, seguramente

    hemos estado ah, de manera consciente o inconsciente, contribuyendo a la

    defensa o a su fetichizacin14. Sabemos como bien se dice en la convocatoria a

    este congreso, que las decisiones polticas de los ltimos sexenios han

    operado en contra de los orgenes fundacionales del INAH y de su

    funcionamiento apegado a la legislacin que le da razn de ser poltica,

    acadmica e institucionalmente, ante esto las preguntas que podemos

    hacernos son en que medida hemos contribuido a que haya sido? Cul hasido nuestra forma de resistir y revelarnos ante esta poltica cultural? Es

    necesario dejar de hacer poltica en la perspectiva de la clase poltica

    profesional y partidaria y experimentar nuevas formas de hacer poltica

    14 La conciencia de la necesidad de desfetichizacin significa reconocer en principio queestamos sometidos a la explotacin de nuestro trabajo y a la alienacin de la conciencia por

    medio de la educacin que impone el sistema poltico-cultural, de manera que se manifieste la

    impronta en la necesidad de cuestionar y criticar esos procesos en la medida que se conviertenen insoportables y que no resuelven las mnimas condiciones de reproduccin de la vida digna

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    sindical? Cmo sera ser autnomos en el contexto de la institucin inah para

    como trabajadores apropiarnos de nuestra materia de trabajo y del proceso que

    de trabajo, considerando a los dems trabajadores del inah que son parte de

    dicho proceso?.

    Pensar en la elaboracin de un programa de lucha de los trabajadores

    investigadores del INAH, implica dar cuenta del contexto en el que nos

    encontramos junto con todas las clases sociales dominadas, pues implica el

    desafo de dibujar un proyecto de futuro como sujetos, pero puede resultar

    insignificante cuando no es elaborado por los propios sujetos, de manera que

    sera pertinente disear una forma de consulta a los investigadores a nivel

    nacional, los que son participantes regulares de la vida sindical y de los que no,

    que nos permita ir construyendo el programa a la par que vamos

    preguntndonos entre todos sobre las necesidades que como trabajadores

    tenemos. Esto es as considerando que la construccin de sentido sobre el

    horizonte de futuro es consustancial al devenir en la historia del sujeto, pues se

    proyecta hacia el futuro a partir del hacer en su presente, pero tambin del

    futuro deseado se resignifica su historia presente (Sandoval, 2009).

    La construccin de un programa de lucha que de cuenta de las prcticas que

    los sujetos concretos estn realizando desde su cotidianidad y su espacio de

    vida y trabajo en la perspectiva de resolver sus necesidades y generar las

    relaciones sociales necesarias para ello, si de hacerlas al margen del Estado y

    el mercado se trata, implica que sean los propios sujetos quienes lo elaboren,

    pues la emancipacin es autoemancipacin y ello exige otra forma de hacer, de

    escucha, de dialogar, entre los diferentes que somos; es decir, una forma dehacer el caminar preguntando, para decirlo en palabras del zapatismo, de

    manera que, las formas de hacer poltica se convierten en fundamentales y

    determinantes para el cambio en las relaciones sociales dominantes. Y en esto

    radica el elemento central para pensar, desde la perspectiva del sujeto que, en

    este caso, el sujeto somos los trabajadores del INAH.

    Es importante por tanto, distinguir un programa de un plan de accin. Unprograma contiene lo que pensamos y lo que consideramos respecto de la

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    realidad, de nuestra realidad, pues la realidad se constituye con la accin de

    los diferentes sujetos y la confrontacin y lucha que resulta de las relaciones

    sociales-econmicas-polticas dominantes, y as el programa es una

    construccin y creacin permanente de trabajo, lucha, iniciativas de accin en

    todos los mbitos.

    Desde esta condicin de accin y experiencia, se trata de poner en un plano

    general y hasta cierto punto abstracto, los problemas concretos, la forma como

    hemos pensado y hecho la lucha y la resistencia contra el despojo de nuestra

    materia de trabajo y la privatizacin del patrimonio cultural, la represin, la

    dominacin y el desprecio que sobre los sujetos creadores de dicho patrimonio

    se ha ejercido por parte del Estado y los capitalistas; pero tambin cmo

    hemos estado construyendo nuestras formas de sobrevivir, de relacionarnos

    socialmente, de organizarnos y de construir desde ahora el otro mundo que

    queremos para vivir dignamente. Seguramente que desde cada localidad los

    trabajadores investigadores del INAH hemos experimentado todo esto,

    pongmoslo en comn y veamos como nos articulamos.

    En este sentido, la construccin colectiva de un Programa Nacional de Lucha,

    implica la discusin y reflexin sobre los compromisos e iniciativas de trabajo

    que cada quien y desde su espacio y tiempo est haciendo, as como lo que en

    comn podramos estar haciendo en todas las comunidades, barrios, pueblos,

    centros de trabajo, espacios de culturas y recreacin. Adems de que ello trae

    consigo que el conocimiento que cada quien tiene se comparta, generando un

    enlace, donde la transmisin de los saberes de cada quien sean puestos en

    comn, de manera que el conocimiento y la experiencia de todos, con eldialogo que permite autocuestionarse, crezca con la historia que estamos

    haciendo.

    Finalmente una ltima reflexin a la que animo es sobre el despojo del que son

    objeto tanto las comunidades de Montes Azules, en Chiapas, como en la ribera

    de Chapala y el sur de Jalisco y en general en todos los espacios habitados por

    los pobres de las ciudades y el campo mexicano, que es operado por losdspotas iletrados de la clase poltica, afanados en limpiar de pobres los

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    espacios de los centros urbanos y los territorios ricos en biodiversidad. Esto es

    el eje de la guerra del capital en contra de los pueblos, con el objetivo de seguir

    acumulando capital a costa de robarles el ltimo patrimonio que les queda, su

    tierra-territorio.

    Desde el ao 2001, cuando se violaron los acuerdos de San Andrs, pactados

    entre el EZLN y el gobierno, la clase poltica ha venido instrumentando una

    guerra de rapia y colonizacin violenta no slo contra los pueblos indgenas.

    Lo mismo le han hecho a los trabajadores de la ciudad y el campo con la

    imposicin de leyes y polticas pblicas que violan la Constitucin y sus leyes

    reglamentarias que, se supone, garantizan el derecho al trabajo y la salud, la

    educacin y la cultura, la vivienda y la tierra, as como el derecho a la

    informacin, la libertad, la justicia, la democracia y la paz.

    Con este escenario nacional de represin policiaca y militar, cualquier iniciativa

    relacionada con ir con los partidos polticos en sus intentos por legislar en el

    mbito estatal o federal todo tipo de leyes, resulta no slo imprudente, sino

    complicidad con la guerra del capital contra el trabajo. Cmo olvidar las

    iniciativas que promovi el Banco Mundial entre los partidos y organizaciones

    no gubernamentales con aquello de la democracia y el respeto a los derechos

    humanos como ejes ordenadores para la alternancia en el poder y la transicin

    democrtica?

    Estamos a tiempo de advertir que, en los planes de los verdaderos dueos del

    poder, los capitalistas, est utilizar al sector de la clase poltica ms retrgrada

    y reaccionaria para impulsar el despojo y la represin abierta para inhibir laresistencia del pueblo y posteriormente utilizar al otro sector de los partidos y

    polticos que se hacen llamar de izquierda o liberales o de centro, para

    amortiguar lo que seguramente podra ser una rebelda generalizada

    provocada por la represin, incluso la imposibilidad de reproducir la vida.

    En este sentido, conviene reivindicar la importancia que tiene no dejarse

    seducir ni doblegarse ante el poder y el dinero en los momentos de mayorconfusin y desesperacin, pues la otra poltica, la que se hace al margen del

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    poder y el Estado tiene mucho que ver con la dignidad, la independencia y la

    autonoma. Esto ser ms necesario que nunca en el momento en que la clase

    dominante le d el pase a un gobierno progresista como ltima frmula para

    contener la rebelda.

    Ante este horizonte de futuro, la posicin de miles de colectivos y

    organizaciones sociales, respecto de la clase poltica toda es de rechazo a sus

    procesos electorales y sus iniciativas organizativas. Es en ese sentido que se

    puede entender la posicin que el EZLN fij pblicamente frente a todos los

    partidos polticos el primero de enero de 2003, donde dej claro cul era el

    caminar zapatista: no caminar el camino de la clase poltica ni movernos en su

    tablero, no recibir nada como nada reciben las comunidades zapatistas en

    resistencia de ninguna instancia gubernamental nacional o extranjera.

    Desde esta perspectiva, el significado que tiene recibir financiamiento para

    impulsar iniciativas, en los marcos del propio rgimen poltico es de

    complicidad con la clase poltica, pues a la larga favorecen a un sector del

    capital y sus grupos de poder poltico. Cabra preguntarse si es posible ser

    antisistema de medio tiempo y en la otra mitad actuar mediado por las

    instituciones polticas del Estado. El problema es hacer poltica en la lgica del

    poder y el Estado.

    La situacin de guerra de conquista de territorios no se detiene ni depende de

    si accede al poder el PRI o el PRD, pues ahora, gane quien gane, toda la clase

    poltica est dispuesta y obligada a ser operadora de la nueva colonizacin.

    Pero est por verse qu accin toman los millones de mexicanos que desde sucotidianidad y localidades resisten al despojo. No se ha agotado la capacidad

    de imaginacin y apenas se estn construyendo los puentes necesarios para

    una agenda de lucha comn con todas las diferencias.

    Lo que pasa es que el tamao de la represin y el desprecio que se soporta ha

    logrado hasta ahora contener o desarticular las iniciativas, pero no

    desaparecen del todo y tampoco puede contenerse por tiempo indefinido.Mientras tanto, se realizan cientos de acciones en forma parcelada para

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    dispersar el poder del Estado, ello se ha convertido en un dispositivo desde el

    cual se diluye la dominacin del capital, slo mientras todos caminamos al

    mismo ritmo. Dispersar el poder a travs de acciones parceladas puede ser un

    buen mtodo, si aplicado en comn se realiza, al ser una tctica relacionada

    con la aplicacin subversiva de la regla de dislocarse para evitar que nos

    identifiquen-clasifiquen-cosifiquen en un lugar comn general.

    No est por dems recordar que la otra realidad es que estamos unidos en la

    condicin de explotacin y despojo, y que desde donde estamos podemos

    contribuir a que las resistencias se encuentren, pues la voluntad colectiva y la

    necesidad de reconocernos en el Otro va creando el concierto de las

    subjetividades parceladas.

    Se trata de experimentar nuevas formas de hacer poltica, pues ya muchas se

    han agotado, se trata de algo fundamental: la experiencia concreta de vivir la

    resistencia, ah donde se da, slo hay que empezar a reconocerla como primer

    paso para enlazarnos, pues como deca Raoul Vaneigem, militante de la

    Internacional Situacionista en 1967, experimentemos la tctica de ser todos

    tcticos, que no es otra cosa que cada compaero sea el tctico y estratega

    todos los das en el seno de la resistencia, que no dependamos de un

    estratega, sino que la estrategia sea conjuncin del juego que juegan los

    rebeldes desde las resistencias (Vaneigem, 1988), de manera que evitemos

    movernos en el tablero plano del poder y crear un tablero de la resistencia, as,

    ante la estrategia de guerra, la parcelacin de las luchas en todos los frentes

    (poltico, social, cultural, econmico) puede resultar una forma de patear el

    tablero del poder e inhibir y desarticular sus golpes totales.

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