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LA AUTOESTIMA Un adecuado nivel de autoestima es la base de la salud mental y física del organismo. El concepto que tenemos de nuestras capacidades y nuestro potencial no se basa sólo en nuestra forma de ser, sino también en nuestras experiencias a lo largo de la vida. Lo que nos ha pasado, las relaciones que hemos tenido con los demás (familia, amigos, etc.), las sensaciones que hemos experimentado, todo influye en nuestro carácter y por tanto en la imagen que tenemos de nosotros mismos. El autoconcepto deriva de la comparación subjetiva que hacemos de nuestra persona frente a los demás, así como de lo que éstos nos dicen y de las conductas que dirigen hacia nosotros. También los éxitos y los fracasos personales influyen en nuestra forma de valorarnos. Una persona con baja autoestima suele ser alguien inseguro, que desconfía de las propias facultades y no quiere tomar decisiones por miedo a equivocarse. Además, necesita de la aprobación de los demás pues tiene muchos complejos. Suele tener una imagen distorsionada de si mismo, tanto a lo que se refiere a rasgos físicos como de su valía personal o carácter. Todo esto le produce un sentimiento de inferioridad y timidez a la hora de relacionarse con otras personas. Le cuesta hacer amigos nuevos y está pendiente del qué dirán o pensarán sobre él, pues tiene un miedo excesivo al rechazo, a ser juzgado mal y a ser abandonado. La dependencia afectiva que posee es resultado de su necesidad de aprobación, ya que no se quiere lo suficiente como para valorarse positivamente. Otro problema que ocasiona el tenernos infravalorados es la inhibición de la expresión de los sentimientos por miedo a no ser correspondidos. Si algo funciona mal en una relación de pareja o de amistad, la persona con falta de autoestima creerá que la culpa de esto es suya, malinterpretando en muchas ocasiones los hechos y la comunicación entre ambos. Se siente deprimido ante cualquier frustración, se hunde cuando fracasa en sus empeños y por eso evita hacer proyectos o los abandona a la primera dificultad importante o pequeño fracaso. Una persona con una autoestima óptima, en cambio, tiene las siguientes cualidades: Posee una visión de si mismo y de sus capacidades realista y positiva. No necesita de la probación de los demás, no se cree ni mejor ni peor que nadie. Muestra sus sentimientos y emociones con libertad. Afronta los nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo responsabilidades. Se comunica con facilidad y le satisfacen las relaciones sociales, valora la amistad y tiene iniciativa para dirigirse a la gente. Sabe aceptar las frustraciones, aprende de los fracasos, es creativo e innovador, le gusta desarrollar los proyectos y persevera en sus metas.

La Autoestima

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Autoestima

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Page 1: La Autoestima

LA AUTOESTIMA

Un adecuado nivel de autoestima es la base de la salud mental y física del organismo. El

concepto que tenemos de nuestras capacidades y nuestro potencial no se basa sólo en

nuestra forma de ser, sino también en nuestras experiencias a lo largo de la vida. Lo que nos

ha pasado, las relaciones que hemos tenido con los demás (familia, amigos, etc.), las

sensaciones que hemos experimentado, todo influye en nuestro carácter y por tanto en la

imagen que tenemos de nosotros mismos.

El autoconcepto deriva de la comparación subjetiva que hacemos de nuestra persona frente

a los demás, así como de lo que éstos nos dicen y de las conductas que dirigen hacia

nosotros. También los éxitos y los fracasos personales influyen en nuestra forma de

valorarnos.

Una persona con baja autoestima suele ser alguien inseguro, que desconfía de las propias

facultades y no quiere tomar decisiones por miedo a equivocarse. Además, necesita de la

aprobación de los demás pues tiene muchos complejos. Suele tener una imagen

distorsionada de si mismo, tanto a lo que se refiere a rasgos físicos como de su valía personal

o carácter. Todo esto le produce un sentimiento de inferioridad y timidez a la hora de

relacionarse con otras personas. Le cuesta hacer amigos nuevos y está pendiente del qué

dirán o pensarán sobre él, pues tiene un miedo excesivo al rechazo, a ser juzgado mal y a ser

abandonado. La dependencia afectiva que posee es resultado de su necesidad de

aprobación, ya que no se quiere lo suficiente como para valorarse positivamente.

Otro problema que ocasiona el tenernos infravalorados es la inhibición de la expresión de los

sentimientos por miedo a no ser correspondidos. Si algo funciona mal en una relación de

pareja o de amistad, la persona con falta de autoestima creerá que la culpa de esto es suya,

malinterpretando en muchas ocasiones los hechos y la comunicación entre ambos. Se siente

deprimido ante cualquier frustración, se hunde cuando fracasa en sus empeños y por eso

evita hacer proyectos o los abandona a la primera dificultad importante o pequeño fracaso.

Una persona con una autoestima óptima, en cambio, tiene las siguientes cualidades:

Posee una visión de si mismo y de sus capacidades realista y positiva.

No necesita de la probación de los demás, no se cree ni mejor ni peor que nadie.

Muestra sus sentimientos y emociones con libertad.

Afronta los nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo

responsabilidades.

Se comunica con facilidad y le satisfacen las relaciones sociales, valora la amistad y

tiene iniciativa para dirigirse a la gente.

Sabe aceptar las frustraciones, aprende de los fracasos, es creativo e innovador, le

gusta desarrollar los proyectos y persevera en sus metas.

Para intentar aumentar nuestra autoestima debemos ante todo empezar por ser nuestros

mejores amigos, saber que no hay nada ni nadie en este mundo más importante que

nosotros mismos. Por eso hemos de aceptarnos tal y como somos, pensando no existe nadie

mejor ni peor, aunque todos seamos diferentes, pues en eso se basa la diversidad humana.

Consejos prácticos para mejorar nuestra autoestima:

Page 2: La Autoestima

1. El hecho de querernos más y mejor está en nuestras manos, no en las de los demás.

Todo reside en la cabeza y nosotros somos quienes debemos intentar cambiar

nuestro autoconcepto.

2. Acéptate tal y como eres, en tus cualidades y defectos. Todos tenemos defectos,

nadie es perfecto ni pretende serlo.

3. Desarrolla el sentido del humor, no des tanta importancia a cosas que no la tienen, ni

a los posibles comentarios de los demás. Seguramente en la mayoría de ocasiones

nos hacemos montañas innecesariamente, la gente no está siempre pendiente de lo

que hacemos o decimos, todo está en nuestra imaginación.

4. Préstate más atención, dedícate tiempo a hacer aquello que te haga feliz y te

satisfaga.

5. No temas a las responsabilidades o a tomar decisiones, si algo sale mal aprende de

tus errores y ten coraje para volver a intentarlo. Nadie está libre del error en esta

vida y a veces hay que ver la cara positiva de los fracasos, piensa que aunque se

cierren unas puertas, luego se abrirán otras que pueden ser incluso mejores.

6. Si una relación personal no acaba de funcionar, no pienses nunca que la culpa es sólo

tuya, entre dos personas ambas partes son responsables de su comportamiento. La

verdad al final es que sólo hubo una incompatibilidad de caracteres.

7. Prémiate por tus logros, aunque estos sean pequeños o poco importantes, así te

sentirás mejor.

8. Simplifica tu vida y dirígete hacia objetivos realmente valiosos para ti, dedicándote a

ellos intensamente, sin miedo.

No es fácil cambiar nuestra autoestima, si lo fuera seguramente nadie sufriría por tenerla

demasiado baja, ni existirían personas tímidas o dependientes, pero hemos de creer que

tampoco hay nada imposible si ponemos realmente empeño en conseguirlo. Las personas

tenemos suficientes capacidades como para cambiar y aprender al largo de nuestra vida,

pues como dice el refrán "la fe mueve montañas.

Con una buena autoestima tendrás:

Mayor aceptación de ti mismo y de los demás.

Menos tensiones y mejor posición para dominar el estrés.

Una visión más positiva y optimista respecto a la vida.

Una buena aceptación de las responsabilidades personales y la sensación de poseer

un mejor control de las cosas.

Más independencia.

Mejor capacidad de escuchar a los demás.

Un mayor equilibrio emocional.

Disfrutarás de las situaciones sociales, pero también de la soledad.

Una mayor autoconfianza, más humor y creatividad.

Menos temores ante los riesgos y fracasos, que se convertirán en oportunidades,

retos, experiencias.

Un aumento de la capacidad de expresar los sentimientos.

Desaparecerán los sentimientos negativos como la envidia o el rencor.

Tendrás una mayor ilusión, motivación, entusiasmo y capacidad para disfrutar de los

grandes y pequeños placeres de la vida.

 

LA AMISTAD

Page 3: La Autoestima

La amistad es un tipo de unión afectiva que se basa en la comunicación, el apoyo mutuo, la

comprensión, el cariño y la absoluta armonía entre dos personas.

La amistad anima el alma y estimula el corazón. Se conocen sus efectos beneficiosos para la

salud: activa nuevas áreas del cerebro y libera sustancias hormonales que favorecen la

relajación y el bienestar. Además, es como un espejo que refleja nuestra imagen ampliada.

Nos hace crecer y madurar, ayudando a forjar nuestra personalidad y nuestras relaciones

sociales con quienes nos rodean.

Un profundo sentimiento de amistad activa áreas muy particulares, generalmente

infrautilizadas en el cerebro, que secretan una mezcla especial de sustancias bioquímicas. La

colaboración, el intercambio, el reconocimiento del otro, cierran el paso a la agresividad, la

desconfianza o la defensa del territorio. El apoyo emocional que conlleva toda amistad y la

alegría compartida activan el sistema inmunológico.

Tener amigos nos sirve de refugio donde, en caso de necesidad, podemos encontrar ayuda y

consuelo sin tener que dar nada a cambio. La amistad no es posesión, ni exigencias, ni

obligaciones sino libertad y apoyo mutuo. Si no es así, quizás no sea una verdadera amistad

lo que tenemos.

El amor es un sentimiento íntimamente unido a la amistad. Todos necesitamos dar y recibir

amor, es una capacidad de índole superior para la que el hombre está ampliamente dotado,

a la vez que constituye una necesidad, ya que una existencia sin amor supone un vacío en

una parcela importante de nuestra vida psíquica.

A lo largo de la vida vamos estableciendo numerosas relaciones interpersonales en las que

volcamos nuestro afecto, de una forma más o menos intensa, dependiendo de la afinidad que

sentimos por esas personas, de la intensidad y frecuencia de la relación y de la reciprocidad

afectiva que advertimos en ellos. De forma más o menos inconsciente, damos cariño

esperando que éste obtenga cierta resonancia en la persona querida, de tal modo que esta

persona también nos dé cariño a nosotros, lo que supone un reconocimiento, una

reciprocidad y el establecimiento de un vínculo afectivo como es la amistad.

El significado de la amistad y el tener amigos es algo que se instaura en la infancia y estas

primeras adquisiciones influyen en su desarrollo posterior. Al principio el niño se relaciona

básicamente con su familia más íntima (padres, hermanos...), pero poco a poco, sobretodo

gracias a la escuela, el niño inicia su socialización entablando lazos afectivos fuera del hogar.

Descubre a otros niños de su edad, con otras características, algunas iguales y otras

diferentes a él. Aprende a compartir, a confiar y a querer a personas de su misma edad. Hay

un doble vínculo de forma que la personalidad del niño influye claramente en el desarrollo de

sus amistades y éstas, a su vez, también lo hacen sobre su personalidad. En esta etapa es

fundamental el aprendizaje que se hace a partir de los padres, de sus amigos y de la relación

que tengan con ellos. Es más fácil que un niño tenga amigos en una familia en la que se

valoran y potencian los lazos de amistad.

La amistad, como la relación de pareja, es una relación íntima de dar y recibir. Responde a

las necesidades humanas de seguridad, aprobación de los demás, estar acompañado y

sentirse comprendido y querido. La amistad es una forma de enriquecimiento personal,

aprendemos a dar y recibir cariño, a ser más generosos, pero además podemos aprender de

las experiencias del otro, de sus conocimientos y vivencias.

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