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2015 - Nexos - www.nexos.com.mx La autoridad del pasado Norbert Elias En memoria de Theodor W. Adorno Theodor W. Adorno siguió siempre su propio camino sin importarle demasiado lo que sucediera dentro de la academia de esas dos disciplinas, la sociología y la filosofía. También yo he seguido mi propio camino: Hay varias razones —no necesito mencionarlas aquí— que explican por qué en mi caso ha sido más difícil, por qué me tomó más tiempo recorrer el espacio que va de la aparente necesidad del primer esfuerzo a la primera cosecha. Menciono ese hecho sólo porque explica mejor lo que significa para mí recibir hoy el premio Theodor W. Adorno. Es, sin duda, la expresión de que mi trabajo ha encontrado también en Alemania un eco generoso. A los ochenta años regreso a mi casa, y me dan la bienvenida. Evocación de Adorno Sé del honor que significa recibir este premio, y creo que el mejor modo de agradecer la distinción es evocar la presencia del hombre cuyo nombre lleva el premio. Con su cara redonda y sensible, Theodor W. Adorno ha quedado en mi memoria como el recuerdo de la época en que éramos relativamente jóvenes, a principios de los años treinta. Sabíamos muy poco de todo lo que nos esperaba. El había nacido en Frankfurt, yo empezaba mi carrera universitaria y trabajábamos en el mismo edificio. Por aquel entonces la Universidad Johann W. Goethe, de Frankfurt había alquilado algunos salones en el Instituto de Investigaciones Sociales. Max Horkheimer puso a mi disposición un amplio salón. Karl Mannheim, el titular de la cátedra de sociología, me había nombrado su asistente. Pero las relaciones entre Horkheimer y Manheim no eran las mejores, y esto se reflejó también en la relación entre Adorno y Elías. Uno se encontraba entonces de vez en cuando, oía hablar de los otros, pues la Universidad en ese tiempo congregaba a una La autoridad del pasado | Nexos http://www.nexos.com.mx/?p=3405 1 of 13 05/28/2015 09:34 AM

La Autoridad Del Pasado - Norbert Elias

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Discurso de Norbert Elias a propósito del premio Theodor W. Adorno.

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    La autoridad del pasadoNorbert Elias

    En memoria de Theodor W. Adorno

    Theodor W. Adorno sigui siempre su propio camino sin importarle demasiado lo quesucediera dentro de la academia de esas dos disciplinas, la sociologa y la filosofa.Tambin yo he seguido mi propio camino: Hay varias razones no necesitomencionarlas aqu que explican por qu en mi caso ha sido ms difcil, por qu metom ms tiempo recorrer el espacio que va de la aparente necesidad del primeresfuerzo a la primera cosecha. Menciono ese hecho slo porque explica mejor lo quesignifica para m recibir hoy el premio Theodor W. Adorno. Es, sin duda, la expresin deque mi trabajo ha encontrado tambin en Alemania un eco generoso. A los ochentaaos regreso a mi casa, y me dan la bienvenida.

    Evocacin de Adorno

    S del honor que significa recibir este premio, y creo que el mejor modo de agradecer ladistincin es evocar la presencia del hombre cuyo nombre lleva el premio. Con su cararedonda y sensible, Theodor W. Adorno ha quedado en mi memoria como el recuerdode la poca en que ramos relativamente jvenes, a principios de los aos treinta.Sabamos muy poco de todo lo que nos esperaba. El haba nacido en Frankfurt, yoempezaba mi carrera universitaria y trabajbamos en el mismo edificio. Por aquelentonces la Universidad Johann W. Goethe, de Frankfurt haba alquilado algunos salonesen el Instituto de Investigaciones Sociales. Max Horkheimer puso a mi disposicin unamplio saln. Karl Mannheim, el titular de la ctedra de sociologa, me haba nombradosu asistente. Pero las relaciones entre Horkheimer y Manheim no eran las mejores, y estose reflej tambin en la relacin entre Adorno y Elas. Uno se encontraba entonces de vezen cuando, oa hablar de los otros, pues la Universidad en ese tiempo congregaba a una

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  • gran parte de los sectores ilustrados de la ciudad de Frankfurt, era una amplia red y untrnsito continuo. No era extrao que personas adultas -varias mujeres en aquel tiempo-visitaran las clases de los ms conocidos profesores, ni que los problemas que surgan enlos salones de clase fueran tema de discusin pblica, llegaran hasta los editores o losperidicos, a los lderes sindicales y a los burcratas. As, indirectamente, o hablar deTeddy (como le decan sus amigos ms ntimos) y, acaso, el oy hablar de Elas. LaUniversidad de Frankfurt haba logrado reunir a un grupo de profesores cuyas obrasgozan todava de cierto prestigio, profesores tan poco acadmicos como Wertheimer, elpsiclogo de la Gestalt; Goldstein, el neurlogo; Paul Tillich, el telogo; Erich Fromm yHerbert Marcuse, Walter Benjamn y Karl Mannheim, Theodor Adorno y MaxHorkheimer. Sea como fuere, esos aos en Frankfurt han sido los ms emocionantes yricos de mi vida.

    Por aquel entonces, aunque ms claramente despus de su regreso de Estados Unidos,Theodor Adorno encarnaba un tipo de profesor que, aunque no ha desaparecido deltodo, ya es difcil encontrar: Adorno no vi nunca el mundo con los lentes delespecialista o el erudito, senta una verdadera aversin por los acadmicos. En Inglaterra,el gentleman era el polo opuesto a este ejemplar; en Alemania, el erudito. Y eso eraAdorno en el mejor sentido de la palabra. Senta, como yo, pasin por el arte. La msicay la literatura eran su espacio vital. Sus obras, sobre todo la Introduccin a la sociologade la msica o las Notas de literatura, revelan ntidamente ese inters. Adorno, como yo,deca que ocuparse del arte -la msica o las Notas de literatura, completaba y enriquecala investigacin cientfica. La frescura y el estmulo que uno encuentra en las artes, comocreador o como consumidor, alienta la imaginacin cientfica; y al mismo tiempo, hayexperiencias y perspectivas que uno expresa y entiende de modo ms claro yconvincente en un poema que en todo un ensayo cientfico.

    Del compositor y el msico no puedo hablar, pues no lo conozco; pero su sensibilidad serevela en los trabajos de crtica musical o de sociologa de la literatura. Por ejemplo, en laintroduccin a la antologa potica de Rudolf Bochardt, un texto agriamente crtico, perocomprensivo y tolerante, ya que Bochardt tena una posicin poltica diferente. Lasensibilidad de Adorno se muestra tambin en el uso del lenguaje, ese odo finsimopara la meloda verbal como en el prlogo al Origen de la tragedia alemana de Walter

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  • Benjamn: A pesar de que el libro tiene una rigurosa arquitectura, ha sido escrito de talmodo que cada pasaje respira y vive por s mismo; esta obra se renueva en el fragmento,escapa a la torpe continuidad.

    Filsofo y socilogo, Theodor Adorno era tambin un ensayista en la gran tradicineuropea, un homme de lettre en el mejor sentido de la palabra. Nunca permiti que susescritos se infectaran de ese lenguaje acadmico y pedante, por lo menos no cuandofirmaba como autor. Nunca aburrido, a menudo fascinante y explosivo, siempre brillante,era uno de los mejores prosistas alemanes. Y lo mismo puede decirse de sus clases oseminarios. He odo decir que era un gran maestro aunque no siempre un profesorpaciente. Cuando uno conversa con sus alumnos, se siente todava la frescura y elestmulo que despertaban sus clases y seminarios. Durante el ltimo verano, alguien medijo que mis clases le recordaban a las de Adorno, y me sent profundamenteconmovido. S, era el recuerdo de alguien demasiado importante en la vida de susdiscpulos, la sensacin de haber perdido algo irrepetible. La enseanza -en el mejorsentido de la palabra- fue una actividad decisiva en su vida, le dio grandes satisfaccionesy, como casi siempre sucede, enormes decepciones. Su ensayo, El profesor y la filosofa, esun ntido testimonio.

    La huella de Marx

    Lo que me une a Theodor Adorno por encima de nuestras diferencias, es su humanismocrtico. Adorno entenda por humanismo una cosa diferente a lo que yo entiendo yodiaba la palabra. La idea de humanismo crtico para m refiere a una persona queemocional e intelectualmente est siempre de lado de los dbiles, los oprimidos por elpoder, los explotados; y, en segundo lugar, a alguien que se sirve de ciertos conceptoscosificados por lo dems en el lenguaje acadmico que empleamos diariamente,como poltica y economa, estructura y superestructura, sistema e interaccin, y losrefiere concretamente a los que viven en una sociedad. En nuestros tanteos, Adorno y yoseguimos caminos similares; pero despus, Adorno se concentr demasiado tiempo enlas obras de Marx y Engels, buscando un marco terico. S, es comprensible sin duda,porque Marx ha sido uno de los primeros aunque no el nico, que logr articular unmodelo terico coherente de la sociedad y su evolucin desde la perspectiva de los que

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  • no tienen el poder, desde la perspectiva de los sectores ms inermes. Quien no hayaentendido este trazo dentro de la sntesis social de Marx no podr tampoco entender laincreble vigencia que su obra tiene en nuestra poca, donde las disparidades del poderpoltico imponen su dominio. Como muchos otros investigadores y polticos, Adornocrea encontrar en el sistema terico de Marx la orientacin necesaria para entender losconflictos sociales, y para expresa radicalmente su rechazo a la explotacin del hombrepor el hombre.

    Sin embargo, en su caso como en el de muchos otros, ese registro de Marx traa consigovarias desventajas. Adorno se una a un sistema terico que basaba su solvencia en elhorizonte y el conocimiento de una poca pasada, y que slo responda en parte a lasnecesidades de su tiempo. El comunismo de Marx, que para l mismo era una programadiferido al futuro, haba llegado a ser el modelo econmico de varios Estados, y la lneade conducta poltica de varios Partidos. En otra parte he intentado mostrar cmo laplaneacin que omite los procesos de lo no planificable, lleva inevitablemente aresultados no previstos por los tericos, y que se distinguen de los fines que se habanpropuesto. Un programa de lucha para obreros explotados, cuyas organizaciones seencontraban en el siglo pasado en estado naciente, se transforma al paso del tiempo enel programa de gobierno de Estados poderosos, y en un modelo de crecimientoeconmico. He aqu, creo yo, el ejemplo ms claro de cmo los programas racionales sedeshacen en el tobogn de lo que escapa a la planeacin. La ideologa y el programa deEstados, Partidos y otros grupos de mediados del siglo XX que se basaban en la teorade un pensador excepcional del siglo XIX llevaron a las profundas discrepancias entreuna teora condenada a repetirse y una cambiante realidad social.

    La enfermedad social del intelecto

    Sin ser un ortodoxo, Theodor W. Adorno era un marxista. Y esa atenuada relacin conun sistema terico que -inevitablemente- no ha incluido ni integra mucho de lo que havenido sucediendo en la vasta arena de las sociedades despus de la muerte de sucreador, caus tambin en Adorno en una forma mucho ms benigna sntomas deeso que podra llamar la enfermedad social del intelecto. Claro est que ella se expresa demodo ms virulento e implacable en los crculos liberales, conservadores y socialistas, y

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  • de ningn modo slo entre los marxistas. Si yo pudiera descubrir el sntoma principal deesta enfermedad, comenzara por relatar la dependencia de sistemas tericos, programasde accin, principios y normas de una poca pasada, que se convierten en una autoridadinmutable y terminante; al final uno no puede pensar ms all de ellos mismos. No seradifcil demostrar que ninguno de los grandes programas de accin sociopoltica que semueven dentro del espectro de los partidos polticos, entre los polos del fascismo y elsocialismo, acaso, s, con la excepcin del fascismo es decir, ni el conservadurismo, niel liberalismo ni el socialismo, corresponden a los principios originales que los impulsaron,y se han convertido en principios autoritarios. En la praxis socio-poltica se encuentranhoy slo formas hbridas y confusas, y como tales aparecen tambin los principios y losprogramas de accin, que se legitiman con esos y otros nombres. En realidad, esaimposible legitimacin obedece a la enorme dificultad que significa desprenderse de lasetiquetas autoritarias y emocionales de sistemas que han ido perdiendo su brillo.

    Todos tienen su lugar ciertamente en los conflictos de clases, que Marx haba articuladopor primera vez de modo claro e inequvoco: la lucha de clases dentro de las sociedades.Es la continuidad de esa lucha lo que los sostiene en vida. Sin duda uno penetra en uncampo minado cuando se interna en estos problemas como un socilogo marginal,ajeno a las autoridades de cualquier academia. Durante algn tiempo los vocerosrepresentantes de la autoridad de Marx decretaron e impusieron la idea de que laestructura de la lucha de clases no haba cambiado desde tiempos de Marx; es decir, deque la teora marxista bastaba para entender los conflictos clasistas de finales del sigloXX. Al parecer, ahora les toca el turno a quienes quieren desprestigiar y eliminar laexistencia de la lucha de clases, y de los conflictos que se derivan de ella, como lo hacanlos tericos de la totalidad durante el siglo XIX. As oscila el pndulo, se balancea de unextremo a otro. La omisin de los conflictos sociales, el castigo impartido a los profesoresque ensean en sus clases su propia existencia, es en s mismo un instrumento de luchaen la lucha de clases, que no puede desaparecer del mundo por una orden. Por elcontrario, slo reconociendo el hecho de que en todas las sociedades industriales,capitalistas o socialistas, existen grupos, sectores o clases sociales, y preguntando por lasrazones concretas de su existencia, puede uno esperar resolver los problemas que sederivan de la lucha de clases. Slo cuando seamos capaces de reconocer y entender losconflictos entre las clases, ser posible, acaso, pasar a formas donde la violencia no haga

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  • de las suyas.

    El vicio de la autoridad

    La obra de Marx, un cmulo de hallazgos deslumbrantes nacidos de una rigurosainvestigacin terico-emprica, ha pasado a ser la Biblia autoritaria y absoluta,inmejorable y verdadera de un Estado, Partido o secta. Y esa obra, creo yo, debe serrevisada, continuada, y negada donde sea necesario. Y ella es tambin slo un ejemplode lo que he llamado la enfermedad social de la inteligencia. El vicio de la autoridad y lapermanente bsqueda de apoyaturas culturales, de libros y obras de generacionespasadas, la incapacidad de poder pensar y observar por uno mismo, se encuentra hoypresente en todos los bandos socio-polticos. Y, con mayor razn, entre los socilogos ylos filsofos. Son esas actitudes las que paralizan el pensamiento autnomo, las queimpiden un estudio riguroso de los individuos en la sociedad. Con frecuencia, la parlisisarrebata a los investigadores la imaginacin creadora, les veda el camino para percibiracontecimientos que escapan al pensamiento autoritario y al esquema de sus principios.Se encuentra slo una satisfaccin emocional detrs de esas categoras y conceptos, queobedecen a un esquema trazado de antemano. El coraje para pensar por uno mismo hasido barrenado. Esa actitud que se somete a la autoridad condena a los individuos a vivirpara siempre como epgonos.

    Adorno, era, sin duda, un terico demasiado independiente. Nunca se someti de lleno ala autoridad marxista. Si uno tuviera dudas al respecto, slo tendra que recurrir a supoder verbal, a su uso de la prosa alemana para ver cmo escapaba a los estereotipos,cmo saltaba por encima de ideas autoritarias, de las palabras fetichizadas. Eso ha hechoque sus libros conduzcan a un verdadero placer literario. Ahora bien, como uno de losprincipales autores de la Personalidad autoritaria. Adorno conoca perfectamente todoslos sntomas de esa enfermedad. Pero al parecer, no logr resolver ni articular lacontradiccin que existe entre la teora original de Marx y ese desarrollo de lo noplanificable, que varios Estados haban adoptado bajo el signo de la teora marxista.Quiero decir: la transformacin de un programa de accin de los explotados y oprimidosen un programa de sus representantes que, en el tobogn de los procesos noplanificables, se convirtieron a su vez en explotadores y represores. Y precisamente para

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  • un marxista demasiado humano como Adorno este dilema tendra serias consecuencias.No es improbable que la resignacin con que uno tropieza en varios de sus escritos sea elresultado de ese dilema. Considrese por ejemplo una de sus obras principales, MnimaMoralia; uno bebe fascinado esa prosa, esperando que la respuesta decisiva le salga alencuentro por as decirlo a la vuelta de la esquina. Pero la respuesta decisiva noexiste. Adorno pregunta y cuestiona en este libro aspectos fundamentales como porejemplo: De qu nos sirve an la filosofa? Uno sigue leyendo sin encontrar una actituddefinida. A veces se burla de personas que esperan una actitud positiva de su libro. Nohabr sido ese no saber a qu atenerse, esa parlisis progresiva, la incapacidad de unasntesis social que fuera ms all del marxismo, y la resignacin correspondiente, el precioque Adorno debi pagar por esa teora?

    La sociologa petrificada

    Los directores del Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt quedaron de algnmodo ligados a una tradicin autoritaria, que impona su pleno dominio y sus lmites.Creo que no me tomarn a mal si relato aqu una breve ancdota: en la primera parte demi libro Sobre el proceso de la civilizacin hay un captulo sobre la oposicin tpicadentro de la tradicin alemana entre cultura y civilizacin. Me interesaba explicar porqu se la haba dado un valor excesivo a la cultura mientras la civilizacin resultaba unaidea extraa y minimizada. Desde un principio, me haba opuesto a aceptar la oposicin,quera buscar en el desarrollo social de Alemania las razones de esa diferencia valorativa.Al final de mi investigacin vi, o cre ver que se deba a las relaciones especficas entre lanobleza y la burguesa en Alemania, as como a los conflictos entre Alemania y las otraspotencias occidentales. Lo que en un principio era un smbolo para designar lascontradicciones entre esas dos clases se fue convirtiendo al paso del tiempo en unsmbolo de los conflictos nacionales. A decir verdad, el resultado me pareca consistente.Era para m la prueba clara de que en la investigacin sociolgica era posible medianteun trabajo ntimo y personal llegar a nuevos resultados, plantear nuevas preguntas yencontrar nuevas respuestas. El libro que se public un ao antes de la segunda guerramundial, tuvo que esperar algunos aos despus de la guerra: comenzaba para l unalucha difcil por encontrar a sus lectores; una lucha que ahora parece haber ganadodespus de su publicacin en la editorial Suhrkamp.

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  • En 1956, Horkheimer y Adorno publicaron en ensayo en torno al mismo tema, cultura ycivilizacin, dentro de su libro Sociolgica. Pero los directores del Instituto deInvestigaciones Sociales de Frankfurt no queran o, mejor dicho, no podan aprendernada de mi investigacin. Ellos vieron en la oposicin entre la cultura y la civilizacin losmismos problemas y lugares comunes de siempre. Era una exposicin histrica yfilosfica, mientras que a m me interesaba la investigacin sociolgica. No, no habamala fe, sino una actitud que los dos autores eran incapaces de incluir dentro de suesquema terico y valorativo. Acaso aqu se revela una cierta parlisis del trabajo terico,ya que se mantienen en el marco de una autoridad a la que no puede criticarse. Losdirectores del Instituto no tenan si uno puede decirlo as la misma fuerza paraseguir observando y articulando las categoras sociolgicas. Ese impulso que trat deconservar siempre me ha trado enormes dificultades. Pero antes de continuar quisieradecir algo ms sobre Adorno, algo que me toca tambin en lo ntimo.

    La medusa nacionalsocialista

    Me parece que uno no puede ni podr entender la mdula de la orientacin marxista deAdorno, de su simpata por la teora de Marx, si no ha entendido antes lo que significa eltrauma del fascismo alemn. Adorno haba vivido primero con esceptismo, y luego conun creciente horror, el ascenso del nacional socialismo. Aos despus debera abandonarel pas que era su patria, la tierra donde se hablaba su idioma, para vivir como undesterrado, como un exiliado ms, y no como un emigrante voluntario, en pases conotra tradicin y otro lenguaje. A su regreso, el temor de que el fascismo o un rgimenparecido pudiera resucitar de sus cenizas se convirti en una obsesin constante. En sulibro Eingriffe, publicado en 1963 se puede leer: El fascismo sobrevive; la tan comentadasuperacin de nuestro pasado ha pasado a ser su propia parodia, ha degenerado en unolvido fro e indiferente. Y esto se debe, creo yo, a que persisten las condiciones sociales yobjetivas que hicieron posible el nacional socialismo.

    Esas son frases decisivas que todava conservan su pleno significado. Pero tambinrevelan de modo inequvoco como lo hacen de hecho muchos otros pasajes de suobra que su pensamiento y su investigacin haban quedado detenidos en eseespectro, esa polarizacin dentro de la sociedad alemana industrial, dentro sus partidos e

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  • ideologas, cuyos centros dominantes eran los grupos marxistas y los fascistas. Todo eltrabajo de Theodor W. Adorno, su largo aliento emocional e intelectual, estaba bajo elsigno de esta polarizacin. No ignoraba que en el tobogn de lo no planificable losmarxistas que haban triunfado polticamente podran convertirse en explotadores; perocomo muchos otros no vi nunca una salida de este dilema. Y tampoco le interesabaaclararlo. La teora de Marx era el bastin y al mismo tiempo, el arma de ataque contra laburguesa alemana, que segn su opinin renovaba sospechosamente su luchacontra la clase obrera, alentando la restauracin de un rgimen fascista y dictatorial. Aslas cosas, Adorno senta poco inters por los trabajos sociolgicos que como losmos estaban ms all del espectro actual, de los sistemas ideolgicos prevalecientes.

    Marxismo y purificacin

    Sea como fuere, durante algn tiempo su conviccin marxista lo llev a una alianza conlos estudiantes de izquierda. Pero lo que en Adorno era no slo un instrumento detrabajo cientfico sino tambin, y sobre todo, la expresin ntima y personal de unahistoria, la persecucin y el exilio, fue para los estudiantes algo distinto. No puedo,desgraciadamente, tratar aqu con detalle esta historia. Baste decir que para la mayora delos estudiantes el marxismo, y en algunos casos el terrorismo anarquista, eran slo mediospara purificarse de la maldicin nacional socialista. De nada les serva decir que eranjvenes, y que no haban conocido a Hitler y sus secuaces; la imagen del nosotros alemnestaba daada por el recuerdo. Los acontecimientos del ao 1968 en Alemania nopueden reducirse a un solo denominador comn; todo un cmulo de factorescomplejos intervinieron decisivamente. Pero el marxismo les ayudaba a purificarse frenteal mundo y frente a ellos mismos del estigma de las cmaras de gases, que estaba unidoal nombre de Alemania. No sera imposible que ese esfuerzo por apartarse de lamaldicin, la culpa que vean no sin razn en sus padres y la burguesa alemana,haya tenido alguna incumbencia en los ltimos acontecimientos y la violencia. Proclives ala exageracin, despreciando cualquier compromiso, revivan una historia que estprofundamente enraizada en la tradicin alemana. Y que no ha perdido su vigencia ennuestros das, como todos lo hemos visto. Esa violencia se revelaba tambin en la durezacon que los estudiantes atacaron a su maestro Adorno, en sus acusaciones de tibieza ycobarda. El alejamiento de los estudiantes, que crea unidos a l fueron para Adorno una

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  • amarga tragedia que acaso le cost la vida.

    Al observar cmo ha venido oscilando el pndulo de la violencia en la ms recientehistoria de Alemania de la derecha a la izquierda, y quin sabe, de la izquierda a laderecha, casi siempre recuerdo la Orestiada de Esquilo. Cmo escapar al crculosatnico de la venganza sangrienta, de la violencia que lleva a otros crmenes? Acaso lorecuerdan: los Dioses han dicho a Agamenn que slo puede esperar vientos favorablesen su viaje a Troya si asesina a su hija Ifigenia. A su regreso, Agamenn muere asesinadopor Clitemnestra, su esposa, durante un bao. Las Erinnias llevan entonces a Orestes, suhijo, a vengar la muerte de su padre. Cuando Orestes empujado por la furia de lasErinnias asesina a su madre, ellas lo persiguen implacablemente. Orestes logra salvarserefugindose en el recinto sagrado de Atenas que, finalmente, logra aplacar a las diosesde la venganza sangrienta, las que condenaban a la reproduccin de la violencia.

    Alemania, quiz junto con Polonia, ha sido uno de los pases ms vapuleados a lo largode la historia de Europa, ms que Inglaterra o Francia. Los golpes de ese pndulo violento,la sumisin a cualquier autoridad, la maldicin de esa violencia sangrientaincesantemente renovada que uno puede encontrar en el presente de Alemania, sealimentan de los ascensos y las cadas a lo largo de su rica y cambiante historia. LasErinnias trabajan incansables. Cmo acabar con el golpe del pndulo de la violencia, queen Alemania ha ido de la derecha a la izquierda y, probablemente, de la izquierda a laderecha?.

    Seguramente no se trata slo de un problema alemn. El crculo infinito de esa violenciasiempre renovada lo encontramos tambin en los terroristas catlicos y protestantes deIrlanda, en las guerrillas fascistas y seudomarxistas del Japn, y en otros muchos pases.Hemos entendido la coercin y la obligatoriedad de esos problemas sociales? Podemosexplicarlos? No, yo creo que no podemos o, que en todo caso, apenas estamosaprendiendo a entenderlos. Uno puede observar actualmente en muchos pases que eluso inhumano y brutal de la violencia por parte del aparato estatal alimenta y potencia eluso de la violencia por parte de los gobernados. Observamos conmovidos elespectculo. Y es precisamente su eco emocional lo que sostiene a ese crculo satnicoque, por un lado, alimenta a la violencia y, por el otro, la conjura. Habremos perdido la

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  • orientacin en nuestro propio mundo? Las categoras con que hemos crecido han sidorebasadas por la evolucin social; en otras palabras, nuestra teora sociolgica se haparalizado o va siempre detrs del desarrollo concreto de nuestra sociedad. Me inclino acreer esto. S perfectamente que slo un trabajo paciente, de largo aliento, puededesarrollar y mejorar modelos cientficos, modelos que ayuden a situar nuestra crecientedesorientacin e inseguridad dentro de nuestro cosmos social y que nos ayuden a ir msall de los viejos modelos tradicionales del desarrollo social.

    Ms all de las autoridades

    En la medida de mis posibilidades, siempre trat de hacer esto. No ha sido fcil y, conseguridad, no lo es actualmente. Acaso pueda yo decirles mejor qu significa para mrecibir el Premio Adorno de Sociologa si me permiten decir todava algo al respecto: estepremio es para m un smbolo, el reconocimiento pblico no solo de una persona, y noslo de mi persona, sino de la posibilidad y la necesidad para otros cientficos einvestigadores del trabajo independiente y fuera de las autoridades que rigen laacademia. El trabajo dentro de la sociologa y la historia es una carrera de relevos; unotoma la antorcha de manos de otras generaciones, la lleva solo un momento en la carreray se la entrega a otra generacin, que sigue corriendo sin voltear al pasado. El trabajo delas otras generaciones pasadas no se destruye, sino que es la condicin de nuestra propiaposibilidad, y la de las por venir. Este es el significado simblico del premio que ahorarecibo. Creo que premian a alguien que, sin destruir el trabajo de las otras generaciones,nunca se ha doblegado frente a la autoridad del pasado. Ha sido bastante difcil;investigando, uno escucha siempre las voces de autoridad pasadas, y las voces crticas denuestros contemporneos. Uno escucha todos los comentarios y argumentos, los llevauno dentro de la cabeza. Pero si uno se deja confundir por ellos, si pierde la capacidad derecurrir slo a lo que le confiere fuerza, se pierde fcilmente.

    Me toca entregar ahora la antorcha, es decir, el coraje para resistir a las autoridades delpasado y del presente. No quiero, por eso mismo, convertirme en una autoridad, a la queuno se pega como una lapa. Quiero que mi vida y mi trayectoria les den el corajesuficiente a las generaciones por venir, la conciencia de la continuidad y la fuerza para laimaginacin; la disciplina para pensar por s mismos, y saltar por encima de las otras

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  • generaciones pasadas.

    Norbert ElasSocilogo e historiador alemn, autor de una obra clave: Uber den Prozess der Zivilisation(1939) (Sobre el proceso de la civilizacin). (Vase Nexos nm. 8, agosto de 1978). En 1977.Elias recibi en la ciudad de Frankurt el premio Teodhor W. Adorno, institudo enmemoria del gran socilogo alemn. Elas pronunci en esa ocasin el discurso quepublicamos. (Ttulos y subttulos, de la redaccin).

    Traduccin de Jos Mara Prez Gay.

    1979 Agosto.

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