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dUna batalla clave durante la Segunda Guerra Púnica. En la misma, Roma se jugaba la vida. Otro ejército cartaginés, comandado por otro miembro de la familia Barcida, Asdrúbal Barca, entraba en Italia amenazando con unirse con el, hasta ahora, invencible Aníbal. Conocida también como "Segunda Expedición a Italia" tal acción es considerada una situación crítica para los asuntos romanos, pues la reunión de ambos hermanos podría significar el fin para Roma. Antecedentes. La marcha por tierra de Aníbal hacia Italia, fue el punto central de la estrategia púnica para la 2da Guerra Púnica. Surgida en el seno de la familia Barca, esta calculada maniobra desarticuló completamente el plan romano de una guerra en España y África contra su potencia rival en el Mediterráneo, la ciudad de Cartago. La mentada estrategia púnica suponía que varios ejércitos operarían en diferentes teatros de operaciones. El principal (el de Aníbal) invadiría Italia y llevaría el peso inicial de la guerra, los otros cuidarían las posesiones de España y el territorio africano de Cartago 1 para luego marchar también sobre el territorio italiano en apoyo de Aníbal, sin dudas, ya no simplemente como refuerzo a las indudables bajas que sufriría tal ejército (bajas que podían suplirse con levas entre aliados itálicos, situación que de hecho se dio), sino claramente como una segunda fuerza operativa, con la capacidad de obrar de forma independiente si era necesario, o coordinada con la fuerza principal al mando del héroe púnico, ya sea actuando juntos en una misma batalla, o en situaciones de asedio a plazas fortificadas (uno asumiendo el papel de ejercito sitiador, y el otro como apoyo). Sin embargo las cosas no salieron tal cual Aníbal las había planeado. Si bien su desempeño en Italia fue extraordinario, con victoria tras victoria sobre todo lo que Roma le pusiera delante (incluyendo una verdadera joya, una obra maestra de la táctica: Cannas, 216 a.C.), el accionar de sus generales en España no pudo haber sido peor, incluso con Asdrúbal todavía en España. Primero poniendo en riesgo la seguridad de los dominios cartagineses en ese país tras la serie de derrotas que sufrirán, y segundo dilatando en demasía la partida de ese segundo ejército hacia Italia. La derrota de Dertosa en 215 a. C., a manos de Publio y Ceno Escipión (padre y tío respectivamente del “africano”), fue el primer traspié. Logran los púnicos sin embargo vencer y dar muerte a estos romanos en sendas batallas (a Publio en Castulo, 211 a. C., y a Cneo en Ilorci, 211 a. C.), pero confiados en la superioridad que suponía semejantes victorias no profundizan sus éxitos, permitiendo que los sobrevivientes romanos se hagan fuertes al norte del río Ebro, lo que permitirá mas tarde el arribo de Escipión el Africano en el 209 a. C., quien a la postre será su perdición. Pero lo más terrible de esta serie de inconvenientes, es sin duda, el haber retrasado por años la partida de un segundo ejercito púnico al teatro de operaciones de Italia, según lo planificado. Puesto que podemos confirmar con cierta certeza que ya desde el año 217 a.C. se pensaba o se tenia planeado, pasar otro ejército púnico a Italia, o por lo menos eso parece solicitar Aníbal según Apiano (Ap. An. 16), y que además en 216 a.C. (¿o 215 a.C.?) Livio nos informa de que Asdrúbal Barca recibe formalmente de la capital púnica la orden de partir en apoyo de su

La batalla de metauro

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dUna batalla clave durante la Segunda Guerra Púnica. En la misma, Roma se jugaba la vida. Otro ejército cartaginés, comandado por otro miembro de la familia Barcida, Asdrúbal Barca, entraba en Italia amenazando con unirse con el, hasta ahora, invencible Aníbal.Conocida también como "Segunda Expedición a Italia" tal acción es considerada una situación crítica para los asuntos romanos, pues la reunión de ambos hermanos podría significar el fin para Roma.

Antecedentes.La marcha por tierra de Aníbal hacia Italia, fue el punto central de la estrategia púnica para la 2da Guerra Púnica. Surgida en el seno de la familia Barca, esta calculada maniobra desarticuló completamente el plan romano de una guerra en España y África contra su potencia rival en el Mediterráneo, la ciudad de Cartago.

La mentada estrategia púnica suponía que varios ejércitos operarían en diferentes teatros de operaciones. El principal (el de Aníbal) invadiría Italia y llevaría el peso inicial de la guerra, los otros cuidarían las posesiones de España y el territorio africano de Cartago1 para luego marchar también sobre el territorio italiano en apoyo de Aníbal, sin dudas, ya no simplemente como refuerzo a las indudables bajas que sufriría tal ejército (bajas que podían suplirse con levas entre aliados itálicos, situación que de hecho se dio), sino claramente como una segunda fuerza operativa, con la capacidad de obrar de forma independiente si era necesario, o coordinada con la fuerza principal al mando del héroe púnico, ya sea actuando juntos en una misma batalla, o en situaciones de asedio a plazas fortificadas (uno asumiendo el papel de ejercito sitiador, y el otro como apoyo).

Sin embargo las cosas no salieron tal cual Aníbal las había planeado. Si bien su desempeño en Italia fue extraordinario, con victoria tras victoria sobre todo lo que Roma le pusiera delante (incluyendo una verdadera joya, una obra maestra de la táctica: Cannas, 216 a.C.), el accionar de sus generales en España no pudo haber sido peor, incluso con Asdrúbal todavía en España. Primero poniendo en riesgo la seguridad de los dominios cartagineses en ese país tras la serie de derrotas que sufrirán, y segundo dilatando en demasía la partida de ese segundo ejército hacia Italia.

La derrota de Dertosa en 215 a. C., a manos de Publio y Ceno Escipión (padre y tío respectivamente del “africano”), fue el primer traspié. Logran los púnicos sin embargo vencer y dar muerte a estos romanos en sendas batallas (a Publio en Castulo, 211 a. C., y a Cneo en Ilorci, 211 a. C.), pero confiados en la superioridad que suponía semejantes victorias no profundizan sus éxitos, permitiendo que los sobrevivientes romanos se hagan fuertes al norte del río Ebro, lo que permitirá mas tarde el arribo de Escipión el Africano en el 209 a. C., quien a la postre será su perdición.

Pero lo más terrible de esta serie de inconvenientes, es sin duda, el haber retrasado por años la partida de un segundo ejercito púnico al teatro de operaciones de Italia, según lo planificado. Puesto que podemos confirmar con cierta certeza que ya desde el año 217 a.C. se pensaba o se tenia planeado, pasar otro ejército púnico a Italia, o por lo menos eso parece solicitar Aníbal según Apiano (Ap. An. 16), y que además en 216 a.C. (¿o 215 a.C.?) Livio nos informa de que Asdrúbal Barca recibe formalmente de la capital púnica la orden de partir en apoyo de su hermano (Livio XXIII, 27-28-29), cuando la mencionada derrota en Dertosa se lo impidió; la marcha de Asdrúbal a Italia en 208 a.C., entre ocho y nueve años posterior a lo supuestamente planeado, configura un hecho indudablemente tardío, mas parecido a un recurso desesperado, que a la calculada maniobra que se diseño en origen.

Sin embargo, y a pesar del evidente retraso que significaba esta partida (que incluso coincide con un momento de cierto estancamiento de Aníbal en Italia) la situación no podía ser peor para Roma. Puesto que, la amenaza del genio cartaginés siempre estaba latente, y seguía significando un serio riesgo para Roma. Los buenos oficios de los generales romanos durante todos esos años en España, impidiendo toda salida de refuerzos cartagineses, ahora se ven finalmente frustrado, y la amenaza de reunión de ambos barcidas, era una situación de suficiente riesgo como para torcer el rumbo de los acontecimientos, volver a tomar la iniciativa Aníbal, y comprometer gravemente el futuro de Roma. La cuestión estaba clara para los romanos, Asdrúbal debía ser detenido a toda costa.

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La Marcha de Asdrúbal, 208 a. C.Después de la derrota de Baecula en el 208 a. C. (revés que debemos sumar al de la perdida de Cartagena en el 209 a. C.) a manos de Escipión (futuro “el africano”), Asdrúbal decide finalmente marchar con su ejército a Italia, confiando en las fuerzas de Magón Barca (el tercer hermano Barca) y Asdrúbal Giscón, la defensa de España2 que ahora peligraba como nunca con la presencia del joven romano. Asdrúbal entendía la situación a la perfección, no podía dilatar más el apoyo a su hermano, debía profundizar el éxito de este, pues dos ejércitos cartagineses operando en Italia podrían significar la victoria cartaginesa3.

Sorprendentemente, el joven Escipión no hizo nada por impedir su partida, aun teniendo estrictas ordenes de evitar cualquier intento de pasar ejércitos los cartagineses desde España. Completando sus efectivos con levas locales, Asdrúbal emprende finalmente la marcha hacia Italia con “nuevo ejército, nuevas fuerzas, y nuevos recursos” (Floro. Epitome I, XXII).

Todas las fuentes coinciden en que el camino hacia los Alpes fue poco menos que un paseo para el Barcida. Las primeras noticias en Roma sobre esta marcha vinieron de Marsella (antigua Massalia o Massilia). Los enviados de este emporio griego, arribaron a Roma acompañados por Sexto Antistio y Marco Recio, quienes aseguraban, puesto que se habían cerciorado, de que Asdrúbal trataría cruzar los Alpes en la próxima primavera. Lo único que le impedía avanzar de inmediato era que dicha cadena montañosa resultaba infranqueable en invierno (Livio 27, 36).

Tras la partida de Asdrúbal, arriba a España un tercer general cartaginés, de nombre Hanón (Livio 28, 1), que con un ejercito completo a su mando, se une a Magón y marcha al interior de la Celtiberia, donde piensan reclutar un importante numero de mercenarios para levantar un importante ejército. De esta manera, consideraban los cartagineses, España quedaba debidamente cubierta contra las acciones de Escipión4 con tres generales púnicos al mando de sendos ejércitos operativos.

El ejercito “español” de Asdrúbal.

Lamentablemente no tenemos datos de con cuantos efectivos partió Asdrúbal de España, y poco sobre como estaba conformado su ejército. El único autor que arriesga una cifra será Apiano, pero el mismo lo hace en referencia al ejército que con el púnico desemboca en “Etruria”, es decir, incluso luego de pasar por la Galia Cisalpina donde, se sabe, recluto un importante numero de mercenarios (Ligures y Galos), por lo que esta cifra no sirve para evaluar la fuerza con la que Asdrúbal abandona España.

Podemos sin embargo tomar como punto de partida esa cifra de Apiano e intentar un calculo. Se informa que 48.000 hombres mas 8.000 jinetes, bajaron a Etruria. Si restamos entonces los mercenarios reclutados en la Galia Padana (8.000 ligures, y un número equivalente de galos) obtenemos un ejército expedicionario de alrededor de 38.000 hombres, incluyendo infantería y caballería, mas 10 o 15 elefantes. Parece un numero razonable, pero bien podría ser menor.

En cuanto a la composición de su ejército sabemos que, por los datos desprendidos de los relatos de la batalla, contaba con ”veteranos españoles” o “iberos” según el autor, y elefantes (quince según Apiano, diez según Polibio). Seguramente todos estos sobrevivientes de la batalla de Baecula (208 a. C.), donde sabemos Asdrúbal rescato lo mejor de sus tropas. Pero la información sobre esta batalla tampoco es muy esclarecedora.

Aunque muy tentadora, no parece ser una posibilidad real suponer que dichos “veteranos españoles” son en realidad “veteranos de España”, pudiendo ser estos, los experimentados Libiofenicios de infantería de línea que sabemos si tuvo Asdrúbal en Dertosa (215 a. C.). La distancia en el tiempo entre ambas batallas, viaje al África de por medio, impide cualquier relación.

Dato curioso aporta Livio sobre las “tácticas de combate romanas” que utilizaban dichos veteranos (Livio 27, 48).

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Los preparativos de Roma. Cónsules, planes y ejércitos.La noticia de la partida de Asdrúbal hacia Italia causó gran impresión en Roma. La fama que precedía a Asdrúbal aumentaba el temor. Se trataba, sobre todo, del segundo mejor general púnico después de Aníbal. Otro Barcida dirigiendo un poderoso ejército a la península, experimentado en la guerra, inteligente y hábil, y nada menos que el que acabara con la vida de dos Escipiones, y que destruyera la mayor parte de los ejércitos romanos dispuestos en España. Para colmo, en medio de las elecciones para el año 208 a. C., se tiene noticia de la rebelión de Etruria. Que si bien serán aquietados con la presencia del cónsul y su ejercito, el re-electo Marcelo, Roma tendrá que esperar a acabar con Asdrúbal para intentar realmente castigar a los etruscos. Finalmente Marco Marcelo será gravemente herido y encontrara la muerte al caer junto a su colega, Tito Quincio Crispino (quien morirá tiempo después), en una emboscada creada por númidas que militaban en el ejercito de Aníbal5.

Con Asdrúbal en las puertas de Italia, el conato de rebelión en Etruria, y la muerte del cónsul, los problemas para Roma iban en aumento y el panorama era poco alentador. El invierno entonces retuvo por el momento a Asdrúbal al pie de los Alpes, y los romanos se dispusieron a celebrar las elecciones para el año 207 a. C. Se logrará el nombramiento de Cayo Claudio Nerón, y el indultado Marco Livio Salinator6. El plan consensuado disponía que ambos cónsules tomaran sin dilación los ejércitos encomendados para partir lo antes posible a los escenarios donde la guerra se desarrollaba. Esto es, Livio Salinator a la Galia Cisalpina, para enfrentar a Asdrúbal y evitar que este aproveche el levantamiento etrusco; y Nerón a Brucio y Lucania, para contener todo lo posible a Aníbal, e impedir que este se dirija al encuentro de su hermano.

Por primera vez en mucho tiempo ambos cónsules tomaban posiciones muy alejadas entre si. Acostumbrados como estaban los romanos, a enfrentar ambos cónsules solo a Aníbal, ahora la guerra se desarrollaba en dos frentes en suelo itálico y obligaba a dividir las fuerzas.

Sin embargo, los romanos sumarán un contratiempo más. Porque Livio Salinator no contento con las tropas asignadas, ni en calidad ni en número, se quejaba de que su colega tenia a disposición tres esplendidos ejércitos (ver cuadro aparte). El Senado accedió a todos los pedidos del descontento cónsul y permitió se reclutaran esclavos voluntarios que completaron las legiones

Los ejércitos romanos para la campaña del año 207 a. C.

Livio ofrece tres párrafos dedicados a los efectivos romanos para ese año. De estos extractos se puede entender la magnitud de fuerzas y su disposición en la península itálica.

Livio 27, 35: “(…) El cónsul al que correspondiera la Galia debía escoger entre el ejército que ya estaba en la Galia o el de Etruria, recibiendo por añadidura el ejército urbano. Aquel a quien tocase el Brucio debería alistar nuevas legiones en la Ciudad y escoger uno de los dos ejércitos consulares del año anterior. Quinto Fulvio, con rango de procónsul durante aquel año, se haría cargo del ejército que no tomase el cónsul. Cayo Hostilio, que ya se había trasladado desde Etruria a Tarento, volvería ahora de nuevo a trasladarse desde Tarento a Capua. Se le entregó una legión, que era la que había mandado Fulvio.”

Livio 27, 38: “(…) Aulo Hostilio fue asignado a Cerdeña, Cayo Mamilio a Sicilia y Lucio Porcio a la Galia. La fuerza militar total ascendía a veintitrés legiones, distribuidas así: cada uno de los cónsules tenía dos; cuatro estaban en Hispania; cada uno de los tres pretores tenían dos en Cerdeña, Sicilia y la Galia, respectivamente; Cayo Terencio tenía dos en Etruria; Quinto Fulvio tenía dos en el Brucio; Quinto Claudio tenía dos en las proximidades de Tarento y el distrito salentino; Cayo Hostilio Túbulo tenía una en Capua y dos fueron alistadas en la Ciudad para defensa del hogar. El pueblo nombró a los tribunos militares para las primeras cuatro legiones y los cónsules al resto.”

No esta claro como organizo finalmente su ejército consular el cónsul Livio Salinator, debido a su disgusto con las tropas que le fueron asignadas. En todo caso, no toco el ejército de la Galia (dos legiones) que estaría al mando de Porcio Licino. Por su parte al llegar Nerón a su provincia se reunió con Hostilio cerca de Venosa para conformar un solo cuerpo de ejercito según nos informa Livio en el tercer párrafo que nos resta citar:

Livio 27, 40. “Claudio marchó de regreso al territorio salentino y Hostilio, mientras estaba de camino a Capua, se reunió con el cónsul Claudio Nerón cerca de Venosa. Aquí fue seleccionado un cuerpo de élite de entrambos ejércitos, consistente en cuarenta mil infantes y dos mil quinientos jinetes, que el cónsul tenía intención de emplear contra Aníbal. Ordenó a Hostilio que llevase el resto de las fuerzas a Capua y las entregara luego al procónsul Quinto Fulvio”.

Asumimos entonces que cada cónsul contaría al menos con un ejercito consular completo, cuatro legiones, y los pretores, dos legiones cada uno.

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XIX y XX, permitió también que ambos cónsules obtuvieran los refuerzos de la manera que creyeran convenientes, sea tomándolos de los otros ejércitos en Italia, o intercambiando y trasladando efectivos de una provincia a la otra si lo creían beneficioso para el país7.

Aun así, no le fue fácil a Roma el rearme de sus ejércitos. Livio informa de la merma en la población, y que se vieron obligadas las “colonias marítimas” (originalmente exentas del servicio militar) a aportar soldados. Sorprendentemente, estas se negaron, y fueron llamadas a comparecer ante el Senado. Salvo dos colonias (Anzio y Ostia), el resto de las apelaciones fue rechazado8.

El retraso de Livio Salinator permite el ingreso de Asdrúbal en la Galia Cisalpina sin ser molestado. La única fuerza romana presente en la zona era la del pretor Lucio Porcio Licino (dos legiones), insuficientes para detener al Barcida. Mediante correspondencia el pretor afirmaba que retrasaría todo lo posible el avance del púnico hasta la llegada del cónsul a su posición.

Asdrúbal ingresa a Italia. Asedio de Placentia, 207 a. C.Jugaba a favor de los romanos, sin embargo, el hecho de que la velocidad con la que Asdrúbal había cruzado los Alpes, sorprendió a propios y ajenos. Solo dos meses le llevo al Barcida atravesar la cadena montañosa, contra los cinco que le había llevado a su hermano. No solo gracias a aprovechar los caminos abiertos por Aníbal, sino porque las tribus de montañeses en nada lo molestaron. Aníbal no supo anticipar esta posibilidad, cuestión que lo retuvo en sus reales del sur de Italia mas tiempo de lo que hubiera sido conveniente.

Las manifestaciones de terror en Roma iban en aumento desde que se supo que Asdrúbal había partido desde España. Y llegaron a un punto máximo de nerviosismo cuando el pretor Porcio informo que el general cartaginés y su ejército ya pisaban suelo italiano, y mercenarios de Liguria y la Galia aumentaban enormemente el numero de efectivos.

Asdrúbal sumará a su ejército ocho mil Ligures, infantes curtidos y bien pertrechados, y una cantidad no especificada de Galos. Todas sus fuerzas reunidas, sumarian probablemente unos cuarenta y ocho mil infantes, ocho mil jinetes, y entre diez y quince elefantes. Sin duda, un ejército importante. Ahora bien, todo el tiempo ganado en el cruce de los Alpes, Asdrúbal lo desperdicia en el asedio de Placentia. Sus intenciones no eran malas. De tomar la ciudad, contarían los cartagineses con un magnífico bastión de reclutamiento en plena Galia. Además de asegurar el futuro

ingreso de más ejércitos cartagineses desde España, si esto fuera necesario.

Livio informa que esto retrasó aún más la reunión de ambos hermanos. Puesto que, si bien Aníbal ya había salido de sus cuarteles y avanzaba hacia la reunión de ambos ejércitos, era ahora su hermano el que se demoraba en un infructuoso asedio9. Mientras tanto Aníbal ya se topa con Nerón a la altura de Grumentum (en Lucania) sitio en el que se realizan una serie de escaramuzas y combates más o menos importantes. Se informa que allí Aníbal sufre una serie de bajas10 que lo obligan a retirarse a Metaponto, sitio donde se reúne con Hanón11, incorpora los hombres de este, y se dirige finalmente a Canusio. Siempre con Nerón tras sus pasos.

El cónsul Livio Salinator ya habiendo tomado posición en las cercanías de Sena Gallica, manifiesta su deseo de entrar en combate en cuanto divise al enemigo12. Finalmente Asdrúbal abandona el sitio, y avanza hacia el encuentro de su hermano.

Los correos de Asdrúbal y la marcha de Nerón.Tras haber levantado el asedio de Placentia, Asdrúbal organiza una serie de correos

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con el fin de coordinar el encuentro con su hermano, mientras avanza hacia el sur. Cuatro jinetes galos y dos númidas fueron despachados con cartas para Aníbal. Livio relata que “(…) Habían pasado por en medio del enemigo y recorrido casi la longitud de Italia, siguiendo tras la retirada de Aníbal a Metaponto, cuando se perdieron por el camino y llegaron a Tarento. Aquí fueron sorprendidos por un grupo de forrajeadores romanos que estaban esparcidos por los campos, y llevados ante el propretor Quinto Claudio. Al principio trataron de engañarle mediante respuestas evasivas, pero el miedo a la tortura les obligó a confesar la verdad y dijeron que llevaban despachos de Asdrúbal a Aníbal (…).” (Livio 27, 43). Los seis prisioneros junto con los correos intactos, fueron conducidos por el tribuno Lucio Verginio y una escolta de caballería samnita, hacia Nerón.

El cónsul evaluó la información y sopeso la gravedad del asunto. Calculó que la situación ameritaba una respuesta algo temeraria, pero que si arriesgaban ahora que contaban con la ventaja de la información, los beneficios para el futuro del conflicto podrían ser enormes. Remitió entonces las cartas al Senado e informo de su plan. El mismo consistía en una veloz marcha de él y una selección de tropas de elite hacia el campamento de su cónsul colega con la seguridad de que ese “refuerzo”, aunque pequeño, seria suficiente para hacer la diferencia. El resto de sus tropas, su ejército consular, quedaría en la misma posición para el control del ejército de Aníbal al mando de Quinto Catio, su segundo al mando con estrictas ordenes de no enfrentarse con el cartaginés13. A sus hombres les informó que tenía intención de apoderarse de la ciudad más cercana de la Lucania con su guarnición cartaginesa, por lo que todos debían estar listos para marchar, pero saliendo por la noche, se volvió en dirección de Áscoli Piceno. La idea con esto era asegurarse del total secreto de su verdadera intención. Solo cuando se aseguró de haber puesto suficiente distancia con Aníbal, Nerón informo a sus hombres del verdadero destino de su marcha.

La noticia de que había sido dejado el campamento sin su general, no fue bien recibida en Roma. El aluvión de malos augurios fue incontenible. “¿Qué pasará si se dan cuenta? ¿Y si Aníbal con todo su ejército decide partir en persecución de Nerón y sus seis mil hombres, o atacar el campamento, abandonado como está para ser saqueado, sin defensa, sin un general con plenos poderes ni nadie que pueda tomar los auspicios?”. Y además “¿no es acaso Asdrúbal también hijo de Amílcar, y un jefe tan capaz y enérgico como su hermano? Y como no encontraría en Nerón un general que no le sería ajeno, pues ¿no era este el general a quien Asdrúbal, cuando le interceptaron en un paso estrecho, engañó y confundió como un niño haciéndole vanas propuestas de paz?”(Livio 27, 44).

Nada detuvo a Nerón. Ni los lamentos en Roma, ni los argumentos en contra. Tampoco la fatiga o el hambre. Nada interrumpió su marcha, recorriendo día y noche, constantemente, dándose apenas el descanso que la naturaleza exigía. Entre 350 a 400 kilómetros fueron recorridos en tiempo record. Siete días llevo la extenuante marcha. En el camino, recibió incluso voluntarios que aumentaron aún más su número. Además, intercambió correspondencia con su colega, con el cual acordó llegar de noche para no ser descubierto por Asdrúbal, y sobre las disposiciones en el campamento que lo recibiría.

Los planes de Nerón:

“(…) Como Asdrúbal había escrito para decir que se reuniría con su hermano en la Umbría, aconsejó a los senadores que llamasen a la legión romana de Capua, alistasen fuerzas en Roma y con estas fuerzas urbanas se apostasen frente al enemigo en Narni. Esto fue lo que escribió al Senado. Pero también envió correos a los territorios a través de los cuales tenía intención de marchar (Larino, Marrucina, Frentano y Pretuzia), para advertir a sus habitantes de que reunieran todos los suministros de las ciudades y de los campos y los tuvieran listos sobre su línea de marcha para alimentar a las tropas. Debían también llevar sus caballos y otros animales de carga, de modo que hubiera amplio suministro de transportes para los hombres que cayeran por la fatiga (…)” . (Livio 27, 43)

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Reunión de los cónsules en Sena Gallica.

La controversia con la marcha de Nerón.

Lamentablemente, la perdida de parte del texto que Polibio pudo haber dedicado a los eventos aquí relatados, más la ausencia de descripciones detalladas por parte de otros autores, obliga a limitarnos para el estudio de los mismos, a los textos de Livio. Y esta situación, es justamente, el origen de todas las controversias sobre los eventos que rodean la batalla de Metauro.

El sitio donde se dio la batalla, es uno de los puntos controvertidos. El otro, la marcha de Nerón, ítem que incluso depende un poco del primero (que luego abordaremos). Existen tres sitios propuestos como posibles para el desarrollo de la batalla. Dos de ellos, en la margen izquierda del Metauro, el otro en la derecha. Los que proponen a los primeros dos sitios (los de la izquierda), les resulta muy problemática la marcha de Nerón, por esto llegan a aducir que esta no existe y que es una invención de Livio. En cambio los que se inclinan por el tercer sitio para la batalla, si bien tienen problemas para encajar los tiempos y distancias del relato de Livio para la marcha de Nerón, sin dudas tienen muchísimos menos problemas para aceptarla.

Negar o aceptar la marcha es el primer punto de esta cuestión. Y los que sostienen la posibilidad de su inexistencia argumentan la falta de datos sobre la misma en Polibio y Apiano, los dos autores que, después de Livio, ofrecen el relato más completo sobre la batalla. El argumento es que estos autores no mencionan ni la marcha de ida, ni la de vuelta. Sin embargo esto probablemente se deba porque en el primero (Polibio) el texto está perdido, y en el segundo (Apiano) se trata de un relato muy resumido, en el cual tranquilamente se pudo haber obviado dicha marcha. Por el contrario Frontino, Valerio Máximo y Zonaras (Dion Casio) coinciden con Livio en incluirla.

De aceptar la existencia de dicha marcha, resta indagar sobre la veracidad de los datos aportados por Livio. La velocidad y el tiempo en que se desarrolla la misma son realmente asombrosos. Trescientos setenta kilómetros promedio desde Canusio (Apulia) a Sena Gallica en siete escasos días. Y mejor aun, solo seis días el viaje de vuelta (¡el regreso aun mas rápido que la ida!). Mas de cincuenta kilómetros diarios. Si sumamos los siete días y siete noches que les llevo atravesar Italia, mas las dos noches y un día que estuvieron en el campamento. Luego agregamos el día en que se desarrolla la batalla, y por ultimo los seis días y seis noches que duro la marcha de regreso, esto nos daria quince días en ir y volver de Canusio. Un verdadero record.

Los cálculos mas generosos, suponen que con tres días de marcha continua y uno de descanso, dan quince días de ida y otro tanto de vuelta, como lo mas razonable. Un promedio de veinticinco kilómetros diarios que no es nada despreciable. Pero esto significaría un mes de ausencia de su campamento, por lo que no parece ser correcto. Y esta es la clave, la velocidad es lo que justifica la expedición. Aníbal sin dudas lo hubiera sabido tarde o temprano, sería muy difícil de explicar la negligencia o inactividad durante un mes de este general púnico si esto se hubiera dado así. Entonces, la velocidad que en principio parece irreal, es lo que explicaría, por el contrario, la inactividad de Aníbal. Realmente nos encontramos ante una encerrona argumental.

En definitiva, el asunto no parece tener solución a la vista. La ausencia de más datos o fuentes con las que contrastar el relato de Livio es el principal obstáculo. Por lo tanto, negar o aceptar el relato del historiador romano, corre por cuenta de cada quien. En este punto, la tendencia es la de aceptar la existencia de la marcha, sin dejar de dudar o poner los reparos adecuados sobre lo relacionado a los tiempos y distancias de dicha marcha. Esta será, en definitiva, la postura para el presente trabajo.

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Livio Salinator emitió una orden secreta en la que disponía “(…) que los tribunos se hicieran cargo de los tribunos que venían, los centuriones de los centuriones, la caballería de sus camaradas montados y los legionarios de la infantería. No resultaba conveniente ampliar el campamento, pues su objetivo era mantener al enemigo en la ignorancia de la llegada del otro cónsul. El hacinamiento, al unir tan gran número de hombres en el reducido espacio que ofrecían las tiendas de campaña, se hizo más sencillo a causa de que el ejército de Claudio, en su apresurada marcha, no había llevado con ellos casi nada más que sus armas.” (Livio 27, 46).

El campamento de Livio Salinator, coinciden todas las fuentes, estaba en las cercanías de Sena (Sena Gallica), e inmediato a este, el campamento del pretor Porcio. Cuando Nerón se percato de que estaba llegando a destino, ordenó ocultarse en las montañas para no ser detectado por los cartagineses, y así, recién entrar en el campamento de su colega por la noche, porque el campamento enemigo estaba muy próximo al romano (media milla o 740m según algunos cálculos). Esa misma noche se celebró un consejo de guerra, y se decidió, a pesar del agotamiento de los refuerzos, no esperar un instante y presentar batalla al día siguiente. Dilatar el enfrentamiento era darle tiempo a Asdrúbal a que detectase el refuerzo de tropas y a Aníbal para descubrir la ausencia del cónsul y de las tropas en el campamento de Apulia; entonces: “Tan pronto como el consejo fue disuelto, se mostró la señal de combate y el ejército marchó formado al campo de batalla.” (Livio 27, 46).

Asdrúbal ya había formado sus tropas frente a su campamento en orden de batalla. Pero su astucia le permitió advertir los cambios en su enemigo: “vio en las filas contrarias unos escudos muy gastados que no había visto antes y unos caballos inusualmente delgados; el número, también, le parecía mayor que el habitual.” (Livio 27, 47). La sospecha fue suficiente para ordenar el retiro de sus tropas del campo de batalla. Mandó luego una patrulla al río del que obtenían agua los romanos (que al parecer separaba ambos campamentos, ¿el Metauro? aparentemente no) para ver si se podía capturar alguna partida de desprevenidos e indagar todo lo posible sobre el campamento enemigo y particularidades de la tropa. Al regreso la patrulla informó: “(…) que ambos campamentos, el de Marco Livio y el de Lucio Porcio, estaban como siempre, sin ningún añadido, y esto les engañó. Pero también le informaron de que el clarín de órdenes sonó una vez en el campamento del pretor y dos veces en el de cónsul; esto perturbó al veterano comandante, conocedor como era de los hábitos de los romanos. Llegó a la conclusión de que ambos cónsules estaban allí” (Livio 27, 40).

La gran duda de Asdrúbal era que había pasado con su hermano ¿fue derrotado? ¿o simplemente fue engañado e ignoraba de la ausencia de Nerón? ¿sus correos habían sido capturados? En medio de estos pensamientos, ordenó abandonar el campamento por la noche, para ocultar su huida. Se tomaron medidas para engañar a los romanos, así retrasar todo lo posible la persecución. Pero en la prisa y confusión de la marcha nocturna, los guías, que no habían sido mantenidos bajo estrecha vigilancia, escaparon. La columna privada así de guía marchó sin rumbo por el campo y no supieron encontrar un vado para cruzar el Metauro.

El Amanecer, encontró a los cartagineses aún buscando un vado por el cual cruzar el río. Lo romanos, que detectaron la salida de Asdrúbal, prefirieron no aventurarse a una persecución nocturna, y esperaron a que amaneciera. Nerón, con la totalidad de la caballería fue el primero en llegar. Detrás de él venía Porcio con la infantería ligera y ambos comenzaron a hostigar a los contrariados cartagineses. Asdrúbal no tuvo opción que detener la marcha y comenzar a fortificarse sobre una colina que dominaba el río, pero en ese momento Livio Salinator se hizo presente con la infantería legionaria. La batalla en la que se decidiría en buena medida, el futuro del conflicto entre las dos potencias del Mediterráneo occidental, se hacía inevitable.

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Controversias con el sitio de la batalla

Como se anticipó en el apartado sobre la marcha de Nerón, uno de los puntos más controvertidos sobre esta batalla, es, ni más ni menos, que el sitio donde se produjo la misma. Tres sitios se han ofrecido con cierto grado de argumentación a favor y en contra (ver mapa).

1. Sitio de “San Silvestro”. Margen izquierda, el más alejado de la costa.2. Sitio de “La Lucrezia”. Margen izquierda, cercano a la costa.3. Sitio de “San Ángelo”. Margen derecha, también cercano a la costa.

Antes de abordar sobre los argumentos que se dan para cada uno, repasemos los datos geográficos aportados por las fuentes antiguas. Básicamente, todas afirman que los dos campamentos romanos, y el púnico (muy próximo a aquellos), estaban en las cercanías de Sena Gallica. Primer dato importante. Tal vez el más determinante. La otra coincidencia, está en señalar al rio Metauro como el sitio donde se diera la batalla. Ahora bien, aquí terminan las coincidencias entre las fuentes. Sencillamente porque todas omiten más información, o el sus textos se encuentra incompletos. Sera Livio entonces la única fuente que aporte el resto de los datos. Estos son, los siguientes:

Los campamentos en las cercanías de Sena Gallica. La existencia de un río donde los romanos extraían el agua. Que algunos

identifican como el Metauro. Luego veremos que probablemente no. El Río Metauro, donde se extraviaran los guías primero, y se dará la

batalla luego. Un “vado” sobre este río que buscaba el ejército púnico para tomar la Vía

Flaminia hacia Umbría y Etruria. Una colina que dominaba el río, aquí Asdrúbal intentó fortificarse. La colina donde los galos del ejército cartaginés se ubicaron y que

dificulto el asalto de las fuerzas de Nerón ¿La misma colina donde se intentó fortificar Asdrúbal? Muy probable pero imposible de saber.

Un hecho, no mencionado por Livio, debe ser planteado en este punto: Si los campamentos rivales se encontraban en las cercanías de Sena Gallica, esto significa que el ejército púnico ya había cruzado el Metauro una vez. Cuestión fundamental para explicar el sitio de la batalla. Y prácticamente el argumento que demuele la posibilidad de los dos primeros sitios propuestos. Esto es algo que no suele mencionarse, y resulta revelador.

Sencillamente porque pelear en la margen izquierda del Metauro, como plantean los dos primeros sitios propuestos, supondría que Asdrúbal debería haber logrado cruzar dicho río tras su retirada desde Sena, la noche previa a la batalla, cosa que sabemos no hizo. “Entonces nunca lo cruzó”, se argumenta. Para esto, los campamentos deberían ubicarse junto al Metauro, y en las cercanías de Fano (no de Sena Gallica). Pero de ser así, no se puede explicar cómo todas las fuentes coinciden en que se acampo “en las cercanías de Sena”. Y si nunca lo cruzó, tampoco se explica que necesidad tendría de buscar un vado la noche de la huida, si la Vía Flaminia la tenía bajos sus pies (esta se encuentra en la margen izquierda). Y para colmo, un campamento en el Metauro (y en las cercanías de Fano, no de Sena Gallica), agregan unos cuantos kilómetros más a la ya fantástica marcha de Nerón. Tales incongruencias parecen determinantes.

Lo cierto es que los tres sitios ofrecen terrenos que cuadran con la descripción que hace Livio sobre la batalla, esto es: El Río Metaruro y una colina que domina dicho río. Pero, los dos primeros (San Silvestro y La Lucrezia), suponen la contradictoria situación de la margen izquierda del río que acabamos de mencionar. Y para colmo “San Silvestro”, el más alejado, presente aún más problemas. Es imposible imaginar, luego de una noche de marcha, al ejército púnico un día en Fano (peor Sena Gallica), y al día siguiente en “San Silvestro”. Este sitio podría ser fácilmente descartado por solo este motivo.

Los dos primeros sitios implican una argumentación muy compleja para intentar justificarlos. Por tal cuestión, “San Ángelo” es, hasta el momento, el sitio que mejor cuadra. Y es fácil entender entonces algunas situaciones de esos días fatídicos para los púnicos. En este orden de cosas, podemos afirmar que el río que se encontraba en las cercanías de los campamentos, y tal vez los separaba, no era el “Metauro”, sino el “Cesano”. Que la noche de la huida, Asdrúbal buscaba un vado que ya había utilizado, porque ya había cruzado el Metauro una vez. Y que, recorriendo las márgenes del rio, perdió el tiempo que le había sacado a sus enemigos (apenas unas horas, después de todo), fue alcanzado y obligado a dar batalla. Pero si ya había cruzado el río una vez ¿porque no pudo volver a encontrar el vado que ya había utilizado? En definitiva, se trataba de un territorio desconocido para Asdrúbal y sus hombres. Solo la oscuridad de la noche, y la falta de guías, puede explicar porque no pudo hallarlo.

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Batalla en el rio Metauro. Los ejércitos enfrentados.No tuvo mas opción Asdrúbal que presentar batalla, a riesgo de ser tomado en pleno proceso de fortificación. Ordeno lo mejor que pudo sus tropas, y se dispuso a matar o morir.

Decidió que ante la “aparente” superioridad numérica del rival, lo mejor era jugarse a un todo por el todo con sus mejores tropas: sus veteranos de España. Los ocho mil ligures parecían ofrecen buenas garantías comparados con los galos, así que estos curtidos guerreros, ocuparían un sector importante en el dispositivo púnico. Los galos, por el contrario, no ofrecían buen aspecto, y serian relegados a un papel secundario pero no menos importante.

La idea o planteo táctico para la batalla que se avecinaba suponía presentarles a los romanos un frente lo mas extenso posible para obligar a estos mismos, a responder con una longitud similar. De esta manera Asdrúbal podría emplear a lo mejor de su tropa en un sector de la batalla, y a la vez, comprometer a toda la línea rival evitando que los romanos pudieran hacer uso de su “supuesto” mayor numero de efectivos.

Formaría entonces con sus veteranos de España a la derecha y en profundidad doblada, para incrementar el poder de la carga a fin de romper la línea enemiga en ese sector (la izquierda romana). Y allí agrupara también a toda la caballería disponible. En el centro ubicaría a los ligures y frente a ellos emplearía a los elefantes a fin de que colaboren y constituyan al centro del dispositivo también en un elemento de cuidado para los romanos. En cambio, los galos, que presentaban muy mal aspecto, serán colocados en el ala izquierda con el único fin de extender la línea del dispositivo púnico. Pero, para evitar que se constituyan en la llave del triunfo para los romanos, coincide su ubicación con una escarpada e inexpugnable colina. Una jugada por demás arriesgada (que en definitiva, sellara el destino de la misma), pero no había mas opción que la batalla.

Los romanos respondieron con equilibrio. Se consideraba las mejores tropas, a las de Livio Salinator. Por lo tanto, formarían frente a los hispanos de Asdrúbal, esto es, en el ala izquierda del dispositivo romano. Al centro y frente a los ligures, las dos legiones de Porcio. Y finalmente, en el ala derecha las agotadas tropas de Nerón frente a los galos. El ejército romano constaría de entre treinta y cinco mil a cuarenta mil hombres, incluida la caballería.

No es difícil ver que las cuatro legiones de Livio Salinator excedían el flanco izquierdo, lo mismo con los hispanos de Asdrúbal. Y que las tropas de Nerón parecen ser insuficientes para tomar a los galos. Cuestión que no impide seguir el relato de Livio y Polibio.

Como anticipamos, las fuentes no ofrecen números convincentes para evaluar la magnitud de las tropas cartaginesas. Lo que sabemos es muy poco: nada relacionado en lo que refiere a con cuantos hombres Asdrúbal abandono España, y apenas que sumo ocho mil ligures. El número de elefantes es variable

Los mercenarios Galos en el ejército de Asdrúbal.

Existen dos posturas con respecto a la actitud o aspecto que presentaban los galos el día de la batalla. Curiosamente será Livio el mas compasivo con estos guerreros del norte de Italia.

En los relatos sobre esta batalla, se los suele mencionar en una situación muy precaria. Esto se lo debemos al relato de Polibio, quien textualmente indica que los romanos los encontraron “como borrachos y dormidos en sus lechos de hojarasca” donde fueron fácilmente abatidos.

Pero Livio, por el contrario, omite mencionar cualquier cosa relacionada con una borrachera. Si puede entreverse cierto grado de indisciplina cuando señala que al llegar los romanos a su sector “hubo muy poca lucha, pues en su mayor parte habían caído rendidos durante la noche y dormían desperdigados por los campos, alejados de sus enseñas; aquellos que aún permanecían junto a los estandartes estaban agotados por la larga marcha y la necesidad de sueño, resultando apenas capaces de soportar la fatiga y de sostener el peso de su armadura. Era ya mediodía y el calor y la sed les hacía jadear, hasta que fueron abatidos o hechos prisioneros sin ofrecer resistencia alguna” (Livio 27, 48).

Evidentemente su comportamiento no fue acorde a las circunstancias, pero encuentro al relato de Livio como muy probable. Ya había informado Livio (pero sin mencionar que tipo de tropa) de situaciones de agotamiento durante la marcha nocturna de Asdrúbal. Ahora sabemos que se tratara de los galos. Y basta recordar las precauciones que tuvo que tomar Aníbal para con estas tropas aquellos primeros meses de marcha por Italia (los pantanos de Etruria, por ejemplo) como para entender las dificultades que planteaban los galos a los lideres púnicos. Excelentes guerreros a fin de cuentas, pero muy pobremente apegados a los sacrificios y rigores de la vida militar de los ejércitos profesionales.

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según la fuente, y sobre los galos no tenemos ninguna indicación. En cuanto a la caballería aparentemente eran ocho mil, sin conocer el tipo u origen. Y de la tropa ligera, nada se sabe. La única fuente que ofrece un numero de tropas es Apiano, que ya mencionamos: cuarenta y ocho mil infantes, del que si restamos los ligures, y unos diez mil galos (número debatible) nos quedarían unos treinta mil veteranos de Hispania, de los que un buen numero serian infantería de línea, el resto infantería liviana.

Personalmente creo que treinta mil infantes españoles, es un número posible para un ejército expedicionario. Bien pudo ser mucho menor, cuestión indudablemente debatible, pero muy probable. Hay que tener en cuenta que Asdrúbal ofrecía batalla a Salinator sin problemas hasta la llegada de Nerón. Y que el refuerzo romano, fue suficiente motivo para evitar una batalla. No podía saber Asdrúbal si Nerón había llegado con su ejército consular completo o con solo una parte. Evidentemente el ejército púnico y el romano estaban equilibrados hasta la llegada de los refuerzos. O incluso era sensiblemente superior el púnico. Si los hombres de Nerón, no sirvieron para sacar ventaja numérica, al menos emparejaron las cosas.

Disposición de los ejércitos.

Batalla en el rio Metauro. Combate y desenlace.Así formados ambos ejércitos, se fueron a las manos. La iniciativa correspondió a los veteranos de España en ala derecha púnica que al parecer comandaba el mismísimo Asdrúbal. Estos arremetieron con furia a las legiones de Salinator y las hicieron vacilar. El combate aquí fue encarnizado y muy violento. Los elefantes púnicos, penetraban las líneas romanas, y hacían estragos. Ambas partes daban todo de si, sabedores de la importancia de la victoria, y de lo peligrosa que era la derrota. Los romanos finalmente logran equilibrar el combate, pero aun así el tramite estaba indeciso para ambas partes. Entonces ocurrió lo inesperado.

Representación de la batalla. Momento decisivo.

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Nerón buscaba la manera de tomar la colina que ocupaban los galos, pero veía fracasar toso sus intentos, y su progreso era lamentable, al momento que sus compañeros se veían gravemente comprometidos. Su lamento fue un grito: "¿Para qué hemos marchado tanto tiempo a toda velocidad?". Tanto esfuerzo, tantas energías puestas en una campaña tan arriesgada, para terminar frustrados ante una colina inexpugnable de frente o de flanco, colmada de galos indisciplinados.

Fue entonces que decide arriesgar una vez mas. Su flanco no parecía peligrar en nada y la pasividad de los galos era notoria, así que, dejando frente a ellos algunas fuerzas de cobertura14 condujo a sus hombres por detrás de las líneas romanas e irrumpió en el otro sector de la batalla, arremetiendo de flanco y retaguardia a los veteranos hispanos en el momento mas virulento de la batalla. Al final, la situación táctica (la distracción de los galos en la colina) que, pensó Asdrúbal, le daría el único resquicio de victoria, fue la llave del triunfo para los romanos.

Coincidía ese momento, con el alboroto de los elefantes púnicos. Ocurre que, si bien muy útiles estos animales en el inicio de las batalla, luego de recibir numerosas heridas, se enfurecían y, enceguecidos, arremetían a romanos y púnicos por igual. Llegado este momento, no quedaba otra opción que matar a los animales, sus mismos conductores15.

En medio de esta confusión, y con el combate sin claro dominador, las tropas de Nerón vinieron a inclinar la balanza hacia el lado romano. Los cartagineses, totalmente rodeados, perdieron toda fe en la victoria. Aquí, Asdrúbal mostro la madera con la que estaba hecho. Todas las fuentes coinciden en destacar, y alabar, el desempeño del general púnico. Digno hijo de Amílcar, y hermano de Aníbal, sostuvo la batalla todo el tiempo que pudo, alentando a sus hombres a no bajar las armas, reagrupando a los que claudicaban y devolviéndolos al combate. Hasta que, finalmente, agotados todos los recursos, espoleo a su caballo y se lanzo contra una cohorte romana y cayo peleando. Moría con él, tal vez, la chance mas efectiva de que otro ejército púnico, con otro general cartaginés, se uniera a Aníbal en la guerra que este conducía en Italia. En definitiva, punto central en la estrategia púnica para con la guerra con Roma. Y que, junto con la pérdida de España (y la muerte de Magon), prácticamente sellaba el destino de dicha guerra.

La matanza llego finalmente a la colina de los galos. Allí, en una actitud no acorde a la importancia de la batalla que se disputaba, encontraron los romanos a los relajados galos, que apenas opusieron resistencia y fueron masacrados.

Las bajas que ofrecen las fuentes para el bando cartaginés ilustran la matanza. Diez

Livio vs Polibio.

Fuera de la controversia con respecto al tamaño de ambos ejército, existe una pequeña disputa alrededor de las versiones ofrecidas para la batalla por estos dos historiadores. Puesto que ambas plantean algunas diferencias que a mi parecer son inexistentes, pero que en otro momento dieron lugar a encendidos debates. Veamos:

En su relato de la batalla, Livio coloca a Asdrúbal en el ala derecha, con los hispanos, y a los elefantes frente a los ligures. Es decir, en el centro. Pero Polibio dice que Asdrúbal asume su cargo “en el centro, detrás de los elefantes”, pero que cae con ellos sobre la izquierda romana. Curioso movimiento ¿del centro a la izquierda? Luego Livio señala que “A este sector del campo de batalla (la derecha) fueron llevados también los elefantes” (Livio 27, 48). No es tan engorroso como parece.

Claramente creo que no existe ninguna contradicción entre ambas fuentes, a pesar de que se ha intentado buscarlas. Polibio omite mencionar a los Ligures en su relato, y creo que es parte de la confusión. Ambos coinciden en que la carga principal se dio contra la izquierda romana, y asumiendo que las dos terceras partes (o como mínimo, la mitad) de las tropas cartaginesas eran las hispanas, y que por este motivo, tomaban gran parte del frente de combate púnico, decir que Asdrúbal toma el mando de la izquierda o el centro (de los hispanos) es casi una nimiedad.

La única diferencia importante parece ser la referente a ubicación de los elefantes, que en Polibio parece indicar que estaban a la derecha frente a los hispanos, y que Livio claramente los ubica al centro, frente a los Ligures. Pero finalmente Livio dice que los elefantes “fueron llevados” a ese sector (el derecho).

Sinceramente creo que el problema se basa en entender que tanto la izquierda romana, como la derecha púnica, excedían ampliamente el flanco indicado, por ser las tropas mas numerosas de ambos ejércitos. De ahí la confusión en poner a Asdrúbal y a los elefantes, al centro o la derecha, según el autor. En definitiva, no existe ninguna controversia o contradicción. Se trata simplemente de lecturas algo confusas de los hechos, que trataremos de despejar con nuestro esquema de batalla.

Para leer las versiones que cada autor ofrece de la batalla leer:

Livio 27, 47 – 48 – 49

Polibio XI, II, 1 – 2 – 3

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mil hombres perdieron la vida entre púnicos y galos, cuenta Polibio. Y seis de los elefantes fueron muertos (o por los romanos o por sus conductores), mientras que cuatro fueron capturados (también según Polibio, recordemos que Apiano indica quince elefantes). La perdida de los romanos, ascendió a dos mil hombres. Hay que decir que los números de Livio parecen muy exagerados. Informa que cincuenta y seis mil enemigos encontraron la muerte, y cinco mil cuatrocientos cayeron prisioneros. Si sumamos los que lograron escapar de la matanza, el numero que ofrece Livio, supera los cálculos que hemos hecho a la hora de valorar la magnitud de ejercito púnico. Es por esto que decidimos descartarlo.

Las patrullas romanas informaron grupos de cierta magnitud, ya galos o ligures, vagando por los campos buscando retornar a sus países. Livio Salinator decidió dejarlos ir: “Dejad que algunos sobrevivan para que lleven la noticia de su derrota y de nuestra victoria” (Livio 27, 49)16.

La cabeza de Asdrúbal y final.Nerón, no se quedaría quieto, luego de la batalla realizara otra marcha, aun mas veloz que la anterior, de vuelta hacia su campamento de Apulia, donde se encontraba Aníbal, y arroja la cabeza de Asdrúbal en el campamento de este. Ordena que dos oficiales cartagineses capturados, sean liberados y enviados al campamento púnico, para que le relaten al cartaginés todo lo ocurrido. Aníbal, llora la muerte de su hermano, y maldice a los romanos por la forma de presentarlo, aduciendo que él había honrado a los cónsules romanos muertos17. Abrumado por la noticia, Aníbal levanta el campamento y se dirige al Brucio, “el mas remoto rincón de Italia” (Livio 27, 51). Con él fueron todas sus tropas, y los auxiliares que, diseminados por las distintas ciudades, cada vez le era mas difícil controlar18.

España no tardaría en caer, y Aníbal sin refuerzos solo resistirá algunos años mas. El grito del cartaginés será premonitorio: "ya esta todo perdido, Roma será dueña del mundo".

Autor: marvel77

Bibliografia :En orden de importancia.

Tito Livio: La Historia de Roma. Polibio de Megalópolis: Historia Universal Bajo la República Romana. Apiano de Alejandría: Historia de Roma, Guerra de Aníbal. Dion Cassio: Historia de Roma. Frontino: Estratagemas Diodoro de Sículo: Biblioteca Histórica. Floro: Epítome de la historia de Tito Livio Nepote: Sobre los Hombres Ilustres. Marco Porcio Cato Estrabón. Geografia. Amiano Marcelino: Historias.

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1 "(…) Más tarde instruyó a su hermano Asdrúbal de la conducta que había de observar en el gobierno y mando con los españoles, y de las prevenciones que debía tomar contra los romanos, caso que él se ausentase. Por último, tomó providencias para poner a cubierto el África. Para esto se valió de una sagaz y prudente política. Hizo pasar las tropas de África a España, y las de España a África, ligando con este vínculo la fidelidad entre ambos pueblos. Los que pasaron de España a África fueron los thersitas, los mastianos, los de las montañas y los olcades. El total de estas gentes ascendía a mil doscientos jinetes, y trece mil ochocientos cincuenta infantes. Pasaron también los baleares, llamados propiamente honderos. Se les llamó así, como también la isla, por el uso de la honda. Acuarteló la mayor parte de estas tropas en Metagonia de África, y al resto en la misma Cartago. Sacó de los pueblos de los metagonitas otros cuatro mil infantes, y los envió a Cartago para que sirviesen a un tiempo de rehenes y de tropas auxiliares. Dejó a su hermano Asdrúbal en España cincuenta navíos de cinco órdenes, dos de a cuatro, y cinco de a tres. Treinta y dos de los primeros y los cinco últimos estaban bien tripulados. Dejóle también cuatrocientos cincuenta jinetes libifenices y africanos, trescientos lorgitas, y mil ochocientos númidas, massilios, masselios, macios y mauritanos de los que habitaban la costa del océano; con una infantería de once mil ochocientos cincuenta africanos, trescientos ligures, quinientos baleares y veintiún elefantes. Nadie debe extrañar que describamos las operaciones de Aníbal en la España con la exactitud que apenas podrá otro que haya manejado privativamente esta materia; ni imputarme que me asemejo a aquellos escritores que palean sus embustes para que merezcan crédito. Pues habiéndome encontrado en Lacinio una plancha de bronce escrita por Aníbal cuando estaba en Italia, resolví darla una entera fe en el asunto, y preferí atenerme a esta memoria." (Polibio III, 33).

2 Livio 27, 20: “Su ejército, debilitado como estaba por las deserciones y por las pérdidas en la desastrosa batalla reciente, tenía que reforzarse hasta completar sus efectivos. Magón debía entregar su propio ejército a Asdrúbal Giscón y cruzar a las Islas Baleares con un amplio suministro de dinero para contratar mercenarios entre los isleños. Asdrúbal Giscón debía regresar al interior de la Lusitania y evitar cualquier enfrentamiento con los romanos. Una fuerza de tres mil jinetes, seleccionada de entre toda la caballería, se entregaría a Masinisa, con la que debería patrullar la Hispania citerior, dispuesto a asistir a las tribus aliadas y llevar la devastación a las ciudades y territorios de las que les fueran hostiles. Después de diseñar este plan de operaciones, los tres generales se separaron para ejecutar sus diversas misiones.”

3 Bien pudieron ser tres los ejércitos, si Magon, el otro hermano de Aníbal, no se hubiera atascado en Liguria, en lo que se conoce como “tercer invasión de Italia” en el verano del año 205 aC, al mando de 15.000 hombres. Magón logró capturar Génova, y mantuvo el control del norte de Italia durante casi tres años. En 204 a. C. recibió refuerzos. Roma destaco siete legiones para controlarlo. En el 202 a. C. bajo la escolta de la flota púnica Magón y su ejército zarparon de Italia, para colaborar con la defensa de Cartago junto a Aníbal. Sin embargo, murió en el mar antes de llegar a Cartago.

4 Sabemos por Livio que las operaciones romanas de Escipion, esta vez por medio de su segundo al mando, Marco Silano, desbaratara este ejercito mercenario en una arriesgado asalto al descuidado campamento que estos habían montado.

5 Se encontraban Marcelo y Crispino explorando una colina en las proximidades del campamento de Aníbal cuando son sorprendidos por los númidas. Livio informa que hubieran podido sostener el combate de no ser por los jinetes etruscos con los que marchaba Marcelo en ese momento, que al ser los primeros en huir, provocaron el pánico en el resto. Marcelo será atravesado por una lanza, y Crispino será retirado gravemente herido (Livio 27, 27). Situación curiosa, sobre todo por la situación de rebeldía que se vivía en Etruria en esos días, es que se utilizara para dicha misión, jinetes de ese origen.

6 Este será el primer consulado para Nerón y el segundo para Marco Livio Salinator.

7 Informa Livio que “Algunos autores afirman que Publio Escipión envió a Marco Livio grandes refuerzos desde Hispania, incluyendo ocho mil galos e hispanos, dos mil legionarios y mil jinetes númidas e hispanos, y que esta fuerza fue llevada a Italia por Marco Lucrecio. También afirman que Cayo Mamilio envió tres mil arqueros y honderos de Sicilia” (Livio 27, 38).

8 Las colonias en rebeldía fueron Ostia, Alsium, Anzio, Anxur, Minturno, Mondragone y Senigalia. Todas sus apelaciones fueron rechazadas, menos las de Ostia y Anzio, cuyos hombres en edad de armas fueron obligados a prestar juramento de que “(…) no dormirían

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fuera de sus murallas mas de treinta noches mientras el enemigo estuviera en Italia. (…)” (Livio 27, 38). 9 Cuenta Livio que Aníbal al enterarse del asedio al que era sometida Placentia por su hermano, recordó “(…) cuán lento asunto era un asedio y no había olvidado su propio e infructuoso intento contra aquella misma colonia tras su victoria en el Trebia” (Livio 27, 39).

10 Livio 27, 42: “(…) cerca de ocho mil hombres resultaron muertos y se hizo prisioneros a setecientos, se capturaron setecientos estandartes, se mató a cuatro elefantes, que se habían demostrado inútiles en la confusión y apresuramiento de la huida, y se capturó otros dos. Cayeron unos quinientos romanos y aliados.”

11 Hannon hijo de Bommilcar, principal lugarteniente de Aníbal en Italia.

12 Lo cierto es que Livio Salinator aun estaba muy molesto por el trato a que había sido sometido en el pasado, cuando fue condenado por el pueblo romano. No hubo oportunidad en la que no manifestara su mal humor, y es altamente probable que su berrinche con las tropas que le fueran designadas, se debiera en parte a este enojo. En esta oportunidad, tras su arribo al Piceno, se recordara cierta expresión suya: “(…) Se ha registrado una expresión de Marco Livio, mostrando su amargura hacia sus conciudadanos: Cuando, al partir, Quinto Fabio le advirtió en contra de presentar batalla antes de saber a qué clase de enemigo se había de enfrentar, se dice que Livio le replicó entraría en combate tan pronto divisara al enemigo. Cuando le preguntó por qué tenía tanta prisa, dijo: "Me ganaré una distinción especial venciendo en buena lid a tal enemigo o tendré el gran placer, aunque no muy honorable, de ver la derrota de mis conciudadanos" (…)” (Livio 27, 40).

13 Frontino, en su libro “Estratagemas” informa sobre algunas medidas tomadas por Nerón a fin de engañar a Aníbal: “(…) Deseando, sin embargo, que su salida no debe ser observada por Aníbal, cuyo campamento estaba enfrente de él, Nerón eligió diez mil de sus soldados más valientes, y dio órdenes a los lugartenientes que dejo en su campamento, que debía ser realizado el número habitual de patrullas y centinelas, el mismo número de fogatas y antorchas encendidos, y el aspecto habitual del campamento debe ser mantenido, a fin de que Aníbal no pueda llegar a sospechar nada a fin de aventurarse a atacar las pocas tropas que quedaron atrás. (…)” Fron. Est. Libro 1. 9.

14 Ninguno de los historiadores del pasado informa sobre la tropa de cobertura que dejo Neron frente a los galos. Incluso algunos dan a entender que la maniobra involucro a la totalidad de las tropas allí apostadas (Polibio). Situacion difícil de aceptar. Livio es el único que da a entender que ciertas tropas quedaron allí apostadas al informar que Neron “separó unas cohortes de su ala derecha, donde vio que estaban más en disposición de vigilar que para tomar parte en los combates, las llevó más allá de la retaguardia de su sector” (Livio 27, 48).

15 Muchos autores se detienen a comentar esta situación con los elefantes. Y encuentran la oportunidad de informarnos que fue Asdrúbal al parecer, el creador de esta cruel, pero efectiva, manera de detener a los elefantes que desbocados, constituyen un peligro para las tropas propias.

Por ejemplo Amiano Marcelino cuenta que: “Sentado en estos, sus conductores llevaban cuchillos con mango unido a su mano derecha, recordando el desastre sufrido en Nisibis, y si la fuerza del conductor no fue rival para el bruto emocionado, que no podía volverse contra su propio pueblo (como sucedió masas y aplastar a continuación) de ellos a la tierra, lo haría con un corte golpe poderoso a través de la vértebra que separa la cabeza del cuello. Durante mucho tiempo atrás Asdrúbal, el hermano de Hannibal, descubrió que con este tipo de brutal manera podrían rápidamente ser asesinado.” (Am. 25, 1. 15).

Dion Cassio dirá al respecto: “(…)Incluso los elefantes eran de ninguna ayuda a los cartagineses, ya que algunos de ellos al ser herido hicieron más daño a aquellos ubicados al lado de ellos, que a los enemigos, y así Asdrúbal ordenó a los que estaban sentados sobre ellos que mataran a los animales tan pronto como fueran heridos. Ahora, los mataban con mucha facilidad clavándoles un instrumento de hierro debajo de la oreja. Los elefantes, a continuación, fueron destruidos por los cartagineses, y los hombres por los romanos.”

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Polibio “(…) Los elefantes prestaban igual servicio a unos que a otros en la batalla; porque tomados en medio de los dos ejércitos y acribillados por los proyectiles, confundían ya las líneas de los romanos, ya las de los españoles. (…)” (Pol. 11, 2).

Livio “Más elefantes fueron muertos por sus conductores que por el enemigo. Llevaban un escoplo de carpintero y un mazo y, cuando las bestias enloquecidas corrían por entre su propio bando, el conductor colocaba el escoplo entre las orejas, justo donde la cabeza está unida al cuello, y lo hundían con todas sus fuerzas. Este era el método más rápido que había sido descubierto para dar muerte a estos enormes animales cuando no había ninguna esperanza de controlarlos, y Asdrúbal fue el primero en introducirlo.” (Livio 27, 49)

16 Esta anécdota también es recogida por Frontino, en sus “Estratagemas”, cuando cuenta Livio Salinator ordenaría: “Que algunos sobrevivan para llevar al enemigo la noticia de nuestra victoria” (Fron. Est. Libro IV, 7. 15).

17 Otra vez será Frontino quien recoja la anécdota, citándola en sus “Estratagemas”: “Claudio Nerón, después de haber cumplido los cartagineses en su camino desde España a Italia bajo el mando de Asdrúbal, los derrotó y echó la cabeza de Asdrúbal en el campamento de Aníbal. Como resultado de ello, Aníbal estaba abrumado por la pena y el ejército perdió la esperanza de recibir refuerzos.” (Fron. Est. Libro II, 9. 2)

18 También condujo a “(…) Toda la población de Metaponto (que) tuvo que abandonar sus hogares junto con todos los lucanos que reconocieron su supremacía, y fueron trasladados a territorio brucio”.