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La botella de plata Truman Capote En «La botella de plata» ―que el autor incluyó en su primer libro de cuentos, Un árbol de noche y otras historias, de 1949―, Mr. Marshall decide reflotar su cafetería, el Valhalla ―bajo consejo de su mejor cliente, el indio Hamurabi―, llenando de monedas una botella y admitiendo apuestas a quienes gasten en el negocio veinticinco centavos. El contenido de la botella será para quien, el día de Navidad, consiga acercarse más en su apuesta a la cantidad contenida. Applesead, un niño de los arrabales, de familia problemática ―al que acompaña Mony, su hermana menor, con unos dientes demasiado defectuosos para convertirse en estrella de cine―, pasa las tardes haciendo lo que nadie hace: intentando calcular cuántos dólares hay en la botella, con la certeza absoluta de que lo conseguirá, pues nació con una vuelta de cordón. Cuando, el último día, obtiene los veinticinco centavos para la apuesta y proclama una cifra exacta: setenta y siete dólares con treinta y cinco centavos, sabemos que allí está un héroe. ¿Quién no quisiera tener una cifra exacta en la mente y la voluntad inquebrantable para seguirla hasta las últimas consecuencias?

La Botella de Plata

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Page 1: La Botella de Plata

La botella de plataTruman Capote

En «La botella de plata» ―que el autor incluyó en su primer libro de cuentos, Un árbol de noche y otras historias, de 1949―, Mr. Marshall decide reflotar su cafetería, el Valhalla ―bajo consejo de su mejor cliente, el indio Hamurabi―, llenando de monedas una botella y admitiendo apuestas a quienes gasten en el negocio veinticinco centavos. El contenido de la botella será para quien, el día de Navidad, consiga acercarse más en su apuesta a la cantidad contenida. Applesead, un niño de los arrabales, de familia problemática ―al que acompaña Mony, su hermana menor, con unos dientes demasiado defectuosos para convertirse en estrella de cine―, pasa las tardes haciendo lo que nadie hace: intentando calcular cuántos dólares hay en la botella, con la certeza absoluta de que lo conseguirá, pues nació con una vuelta de cordón.

Cuando, el último día, obtiene los veinticinco centavos para la apuesta y proclama una cifra exacta: setenta y siete dólares con treinta y cinco centavos, sabemos que allí está un héroe. ¿Quién no quisiera tener una cifra exacta en la mente y la voluntad inquebrantable para seguirla hasta las últimas consecuencias?