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LA BUENA VIDA

Ficha Técnica DIRECTOR: Andrés Wood Año: 2007 País: Chile-Argentina-España-Francia-Reino Unido Duración: 96 minutos PRODUCCION: Andrés Wood, Mamoun Hassan Gerardo Herrero, Diego Dubcovsky GUION: Mamoun Hassan IDEA Y GUION ORIGINAL: Rodrigo Bazaes CO – GUIONISTA: Andrés Wood DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: Miguel Littin (AEC) DIRECTOR DE PRODUCCION: Patricio Pereira SONIDO: Miguel Hormazábal MONTAJE: Andrea Chignoli DIRECCION DE ARTE: Estefanía Larraín, Rodrigo Bazaes MUSICA: José Miguel Miranda, José Miguel Tobar JEFE DE PRODUCCIÓN: Eduardo Castro ASISTENCIA DE DIRECCIÓN: María José Droguett

BIBLIOTECA PÚBLICA EL TINTAL

MANUEL ZAPATA OLIVELLA

CICLO: Redes Infra Urbanas

La Buena Vida

Dirección: Andrés Wood

Martes 18 de agosto / 2009

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PRÓXIMA PELÍCULA: [Martes 25 de Agosto]

EL CUERVO

SINOPSIS: Eric Draven y Shelly Websyter están a punto de casar-se, pero la noche antes del enla-ce son asesinados brutalmente. Un año después, el alma de Eric vuelve a la Tierra en forma de cuervo para vengarse. Basado en los cuentos urbanos de Wes Cra-ven.

Dirección: Alex Proyas

Ficha artística Teresa Aline Kuppenheim Paula Manuela Martelli Mario Eduardo Paxeco Edmundo Roberto Farias Esmeralda Manuela Oyarzún Patricia Paula Sotelo Gabriel Nestor Corona

Ramón Daniel Antivilo Jorge Alfredo Castro Leonor Bélgica Castro Lucas Francisco Acuña Raúl Jorge Alis Sindicalista Luis Roque

Uno de esos (o el úni-co quizas) es Andrés Wood, quien con su película Machuca re-trató perfectamente como una sociedad como la chilena pudo

haber recibido un acto como el golpe de los mili-tares en los setenta. Hay pocos directores chile-nos en los que confío y Wood es uno de ellos. Este mes –el 14 de agosto para ser exacto– Andrés Wood estrenó su nueva película llamada La Buena Vida. En esta película muestra a un Santiago contemporáneo (con Transantiago in-cluido) y con un sentimiento extraño en el aire. El Santiago que describe Wood con esta película es uno en donde todo cuesta, tremendamente; en donde un músico jo-ven debe ingresar a la banda de Carabineros a tocar ya que no fue aceptado en la Filarmónica de Santiago, en donde debe cortar su pelo y ves-tir como carabinero, cuando por dentro es un músico. En esta ciudad, un estilista sin mucho dinero debe ver como su padre es sacado de su tumba por falta de éste y como el sindicato al cual él perteneció en vida le niega ayuda, por haber sido un tipo normal, un tipo que no repre-sentó nada para el sindicato de peluqueros. Esta película también nos muestra a una Aline Kuppenheim representando a una mujer separa-da y madre de una niña de 15 años (Manuela Martelli), y que debe enterarse por su ex esposo (Alfredo Castro) que su hija está embarazada. A pesar de que ella dé charlas sobre el condón a prostitutas, su hija no es capaz de decirle que está esperando un hijo, sino que se lo dice a su padre, un hombre cesante que debe sufrir el des-precio de su ex mujer por no tener trabajo y no hacer (al parecer) el mínimo esfuerzo por buscar

uno. A su vez este ex marido y padre debe buscar en esta gran ciudad un hombro en el cual debe apoyarse y lo encuentra en una chica de un café con piernas. También tenemos a

una madre que trabaja en la calle como prostituta. Aquí estamos ante el reflejo de lo olvidados que estamos en una sociedad que no nos quiere y a la que nosotros tanto le entregamos. Esta prostituta está enferma y no quiere que nadie la toque, mostrándonos un rechazo hacia esa sociedad que la rechaza. Esta película, que trae distintas historias que en momentos se encuentran pero sin unir directa-mente a los personajes, nos habla de un cine que debe hacerse ahora en Chile. Un cine que exprese lo que está sucediendo en una sociedad que lleva veinte años de democracia y no ha sido capaz de entender a sus personajes, aquellos que viven día a día en la ciudad. Aunque de repente hay unos cortes entre escena y escena que nos demuestran que como industria lamentablemente estamos en pañales, la películas es buena y es recomendable ir a verla, y darnos cuenta de que nosotros podríamos estar en la calle siendo filmados.

El cine chileno ha estado marcado durante mu-chos años por una manera de hacerse que ha logrado que con el tiempo sea caricaturizado como un cine el cual hable simplemente de temas que tengan que ver con el golpe de sep-tiembre de 1973 y con la dictadura de Pino-chet. Es claro que esto tiene una justificación; si nos ponemos a pensar, durante 17 años en este país se impedían todo tipo de manifesta-ciones artísticas o intelectuales por lo cual los directores de cine se que se encontraban acá en Chile y no fueron expulsados del país o ase-sinados como sucedió con muchos chilenos, decidieron irse de un país y luego volver cuan-do la democracia ya era un hecho. Obviamente el tema de la dictadura era de un calibre tal que debía ser tratado en el cine para así explicar al mundo lo que un país como el nuestro había vivido durante los años de estre-chez mental y nula libertad de expresión artís-tica al mando de los militares. Lamentablemen-te esta triste verdad se fue convirtiendo con el tiempo en una excusa para hacer cine en Chile. Me explico: creo que este cine, que trató de denunciar actos macabros, se convirtió simple-mente en eso y junto con perder el sentido de cinematográfico fue convirtiéndose, como lo dije anteriormente, en una caricaturización. El cine chileno se fue convirtiendo en un lugar común lleno de simbolismos innecesarios para una sociedad que merecía tratar estos temas con seriedad y alejarse de los clásicos cliches que estaba creando una izquierda cinema-tográfica, al comienzo interesante pero al cabo del tiempo agotadora. En nuestro país existen pocos directores que han podido tratar el tema del golpe de estado y la dictadura con altura de miras, con una visión digna de un país que obviamente no olvida lo ultrajado que fue durante 17 años, pero que mira el pasado como un recuerdo que debe dejar enseñanza en nuestro futuro.

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