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IES María Guerrero, de Collado Villalba (Madrid) www.iesmariaguerrero.org La revista del IES María Guerrero nº 12 año X 2ª época 2010 Pintura. Técnica mixta. 1981. Salvador Peña Neva, profesor.

La Buhardilla nº 12

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La Buhardilla nº 12, revista del IES María Guerrero

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IES María Guerrero, de Collado Villalba (Madrid) www.iesmariaguerrero.org

La revista del IES María Guerrero nº 12 año X 2ª época 2010

Pintura. Técnica mixta. 1981. Salvador Peña Neva, profesor.

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SUMARIO

Portada: Pintura ― Técnica mixta de Salvador Peña Neva, profesor ..................................

Sumario ..................................................................................................................... ....................

Felicidades al IES María Guerrero ― Ikaki Pinedo, profesor....................................................

Breve historia del IES María Guerrero. De 1990 a 2000 ― Paloma Martínez, directora..........

Breve historia del IES María Guerrero. De 2000 a 2010 ― Emilio Correyero, director...........

¿Que veinte años no es nada? ― Concha Boyer, profesora......................................................

Recuerdo y agradecimiento ― Marisa Hernández, ex orientadora ........................................

El misterio de las cajas desaparecidas ― Paloma Martínez, profesora.....................................

Puro teatro ― José Domingo Sierra, Jefe de Estudios.............................................................

Mis proyectos― Maise Herrero, Secretaria y profesora .........................................................

La revista y las Nuevas Tecnologías ― Alejandro Valero, profesor..........................................

Los debates de astronomía. Una experiencia de la época del BUP ― Luis Junco, ex profesor....

Cuando estrenamos el siglo ― Maribel López, ex profesora....................................................

El ECOIES ― Fernando Arribas, profesor..................................................................................

Veinte años de Ciencia ― Nacho Pérez Mesuro, profesor...................... .................................

Cuando cayó el Muro de Berlín ― José Luis Pedrero, profesor................................................

La última en llegar ― Leonor Moya, profesora........................................................................

¿Qué te llevas del instituto? ― Bernardo Alonso, ex alumno y profesor..............................

Carta al IES María Guerrero ― Andrés Villa, ex alumno.........................................................

Gonzalo: año uno ― Gonzalo Álvarez-Alija, ex alumno.........................................................

Siempre acabamos hablando del Instituto ― varios ex alumnos................................................

Una de las etapas más bonitas de mi vida ― Lourdes Gil, ex alumna......................................

Cuando entré lo llamábamos El instituto de las Suertes ― Eva Fuentes, ex alumna...............

Saludo desde Brasil ― Ana Paula Brandão Pinto, ex alumna.................................................

Libre en territorio de refugiados ― Mª Cruz Antón, profesora.................................................

Mi tierra se llama miseria ― Ana Sanz Pérez, alumna.............................................................

Pinceladas y brochazos ― Jesús Antonio Peñas, profesor........................................................

¿Vacaciones? ― Iñaki Pinedo, profesor.....................................................................................

Miguel Delibes, en mi menoria ― Ana Almarza, profesora.....................................................

Una de nuestras alumnas gana la V Olimpiada Filosófica ― Concha Boyer, profesora..........

¿Qué es la realidad? ― Yuki Sepúlveda, alumna......................................................................

La realidad ― Lucía Goñi, alumna.............................................................................................

Entrevista a Manuel Rico ― Farah Zaghbib y Sara Álvarez, alumnas..................................

Entrevista a Celedonio Macías y Rosa Jiménez ― Javier Jiménez y Pedro Marín, alumnos.

Microrrelatos ― alumnos<<<<............................................................................................

El talento maldito ― Paula Alonso, alumna..............................................................................

No me gusta la nieve ― Rocío García de las Hijas, alumna....................................................

Querido Julio ― María Diéguez, alumna..................................................................................

Pitido de salida ― Jesús Antonio Peñas, profesor....................................................................

En la lejanía ― Alejandro Valero, profesor...............................................................................

Soneto a Ángel Jiménez ― Jesús Saiz, profesor.........................................................................

Soneto a Marisa Hernández ― Jesús Antonio Peñas, profesor................................................

El aula de dibujo ― Salvador Peña Neva, profesor..................................................................

Poemas de alumnos........................................................................................................................

Luar ― Raúl‖Martínez,‖alumno<.............................................................................................

Vigésimo aniversario del Instituto en varias lenguas....................................................................

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Edita La Buhardilla el IES María Guerrero, de Collado Villalba (Madrid). Imprime Digital Krauss (www.krauss.es). Depósito legal: M-28909-2008. ISSN: 1697-0845 En la web del Instituto hay versión digital de casi todos los números de la revista: www.iesmariaguerrero.org ISSN: 1697-0853 Maquetación y diseño: Maise Herrero y Alejandro Valero Redacción: Maise Herrero, J. A. Peñas, Consuelo Flórez, Iñaki Pinedo, J. L. Pedrero, Nacho Pérez, A. Valero

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PRESENTACIÓN

Q uerido IES María Guerrero:

Te escribo para felicitarte. Estos días cumples veinte años. Poco a poco te has hecho

mayor en Las Suertes, Collado Villalba, ayudando a crecer a dieciséis promociones de alum-

nos desde que los primeros terminaron COU en junio de 1994. Les has enseñado a convivir

abriendo tus puertas a adolescentes de todas las partes del mundo; a todos ellos los has enri-

quecido con la enseñanza de la lengua, las matemáticas y muchas otras áreas del saber nece-

sarias para su vida personal y social; también les has proporcionado experiencia en el cono-

cimiento de otras tierras. Los has introducido a la investigación, a la ópera, al cuidado del

medio ambiente, a la actividad deportiva y a otros ámbitos de crecimiento humano; los has

dejado preparados para afrontar la siguiente aventura académica, la universidad o los ciclos

formativos; has sido una parte clave del camino hacia su futura vida adulta y profesional.

Has intentado entender y atender a cada uno según sus características personales. Les has

ayudado a hacer una jugada lo mejor posible con las cartas que les habían tocado y que ya

llevaban en el bolsillo cuando se encontraron contigo.

Has sabido vivir el desconcierto y el duelo por la pérdida de varios alumnos y profesores

a los que has hecho un lugar entrañable en tus recuerdos. Has sabido evolucionar minimi-

zando las situaciones polémicas y encarnando en tu funcionamiento un ambiente de trabajo

estimulante y generoso en el que muchos trabajan por los alumnos olvidándose del reloj.

Como los comportamientos son contagiosos, muchos de los que a lo largo del tiempo han

llegado a ti se han unido a ese ambiente agradable que se han encontrado y, a su vez, lo han

enriquecido y lo han seguido fomentando.

Por todo esto no sólo te felicito, sino que te doy la gracias y te animo a que sigas ayudan-

do a crecer a muchas más promociones de alumnos para que, con los ojos bien abiertos,

estén deseosos de explorar el mundo, la vida y el futuro que tienen delante. Por eso, por fa-

vor, no apagues las veinte velas de tu cumpleaños; déjalas encendidas; déjalas que brillen y

sigan alumbrando el camino de los que estudian y trabajamos aquí.

¡Felicidades!‖●

Felicidades al IES María Guerrero

— Iñaki Pinedo, profesor —

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L os orígenes del actual IES María Guerrero, entonces IB Collado Villalba II, se remontan al

curso escolar 1990/91. Comenzó a existir sin nombre, sin plantilla y sin edificio, así que,

con profesores en comisión e interinos, inició su andadura, de prestadillo, en el edificio del

ahora IES las Canteras, entonces Instituto de Formación Profesional de Villalba. Tenía cuatro

primeros de BUP.

El siguiente curso, 91/92, con cinco primeros y cuatro segundos, ya contó con profesores

fijos, pero el edificio no se entregó... ¡hasta diciembre del 91! Una buena fecha para estrenar

instituto si tenemos en cuenta que la convivencia en Las Canteras ese trimestre había resulta-

do muy complicada porque ya no se cabía: ¡llegamos a tener dos aulas en una, separadas por

cajas de cartón! Cosas como esa y nuestras múltiples protestas (hasta se manifestaron los

alumnos por las calles de Villalba y salieron por la tele y todo), hicieron que en tres días lecti-

vos, unidos al puente de diciembre, se llevara a cabo el traslado al nuevo centro ¡en pleno

curso! Y con el edificio entregado sin terminar del todo (pero eso es otra historia). Y vacío,

claro.

Algunos creímos que no era posible cuando vimos llegar tres enormes camiones de seis

ejes cargados de material y páginas y páginas de albaranes con letra minúscula. Pero es que

la dotación era completa para un Centro de 24 unidades. Menos mal que el Ayuntamiento

ayudó a descargar lo gordo, pero los propios profes y demás personal empujaron, cargaron,

ficharon y colocaron lo suyo, y lo hicimos con la colaboración de todos. En este Instituto des-

de el principio siempre se ha currado una barbaridad, ya se ve. La Administración era la que

parecía un poco ociosa ante sus compromisos.

En ese mismo año, el 92, ya hubo Consejo Escolar y elecciones a Director. Pero algo podía

enturbiar ese comienzo hasta el momento tan sencillo y aburrido: se preveía, para el siguien-

te curso, la ubicación de la Escuela Oficial de Idiomas de Collado Villalba en el mismo edifi-

cio del Villalba II. Muy complicado compartir edificio dos centros diferentes, y más pensan-

do que sería para largo, pero la buena voluntad y la eficacia, tanto de la Escuela como del

Instituto, hicieron que las dificultades que obviamente había que solventar resultaran luego

en beneficio de ambos Centros, como sigue siendo hasta ahora, aunque no podamos dejar de

incordiarnos mutuamente un poco. Cosas de la convivencia.

Al curso siguiente llegaron un montón de profesores más con destino definitivo; ya éra-

mos unos treinta. Y un montón de alumnos: llegaron a ser 800, con ratios de aula de 42 y 43.

Tantos eran que no había aulas suficientes, por lo que pasamos a utilizar aulas materia y ta-

quillas, un estilo muy a lo yanqui pero por pura necesidad de espacio; así al rotar, se distri-

buían y aprovechaban todas las horas de las aulas. Vimos el lado bueno: intentaríamos que

fuesen eso, aulas materia: de Inglés, de Lengua, de Matemáticas... Y con el tiempo ahora se

van personalizando: Aula Picasso, Newton, Da Vinci, Beatles... Pero siempre hemos sido de-

masiados y el espacio se ha quedado pequeño, con lo que más que de vez en cuando se da

Inglés en Newton, Historia en Beatles y Biología en Picasso. Algo tendrán que ver estos per-

sonajes, si uno era inglés, los otros revolucionaron la sociedad de los 60 y el último nos re-

crea el cuerpo humano, por ejemplo.

El IB Collado Villalba II empezaba a ser el María Guerrero. Pasó un tiempo en que se le

llamaba el de Las Suertes (por eso de la ubicación), pero poco a poco lograría su identidad. Se

barajaron otros nombres, como Las Encinas y Alfonso X el Sabio, pero el teatro siempre nos

ha gustado y entonces se hacía mucho teatro en los institutos (las EATP daban mucho de sí), y

ahora sí es claro que seguimos con nuestra afición siempre que es posible: proyecto «Un día

Breve historia del IES María Guerrero. De 1990 a 2000

— María Asunción (Paloma) Martínez del Valle, Directora de 1992 a 2000 —

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en la ópera», actuaciones en intercambios, festivales, homenajes, etc. Además, queríamos

una personalidad luchadora dentro del mundo de la cultura, en este caso del teatro: y elegi-

mos a María Guerrero. (Echad un vistazo a su aspecto y a su vida; está en la web del cen-

tro). Ah, y un tiempo después también nos identificó el logotipo del IES María Guerrero,

resultado de un concurso entre alumnos.

En el 96 implantamos la ESO y nos llenamos todos de cursos de formación y actividades

diversas para ver si la LOGSE podía ser mejor que lo anterior, la LODE. Escolarizar hasta los

dieciséis era un gran reto. Y a pesar de las dificultades, desengaños, recortes, etc., llegamos

a la primera promoción LOGSE con dignidad. Y fuimos creando nuestro Proyecto Curricular

de Centro, nuestro Reglamento Interno, nuestras asociaciones, actividades de tarde... y me-

joró la atención a la diversidad, se creó el Departamento de Orientación; se viajó, se hicie-

ron intercambios, comenzó la revista...

Y, con el cambio en la Dirección, llegó el primer ciclo de la ESO en el 2000. ¡Más difícil

todavía, señores! Se amplió el centro (sacando metros de donde no los había) y se siguió

luchando con el poco espacio y los pocos recursos para los muchos que somos, con 900

alumnos de promedio. Y así hemos seguido hasta ahora, superando dificultades, y por ello

cada vez con más oferta educativa y cada vez dedicando mejor atención a nuestro sector

favorito: los alumnos. Pero esta parte ya que os la cuente Emilio, que, sin duda, se la sabe

mejor.

Dentro de esta breve historia hay otras muchas breve-historias: unas curiosas, otras in-

quietantes, incluso extravagantes, algunas absurdas. Pero ahí quedan para otro rato, o para

las tertulias de café. En cualquier caso, que sigamos por lo menos como hasta ahora, traba-

jando por una sociedad mejor, más culta, más tolerante y más generosa. Todos y cada uno

de los que formamos parte de nuestro IES, el insti, el tuto, María Guerrero. ●

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Vista aérea del Instituto en sus primeros años

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Breve historia del IES María Guerrero. De 2000 a 2010

— Emilio Correyero, Director de 2000 a 2010 —

L a‖historia‖continúa<‖1‖de‖julio‖de‖2000‖(¿han‖pasado‖10‖años‖ya?).‖Un‖grupo‖de‖insensa-

tos, Mariángeles (La Monti), Pilar Rodríguez (Pilarín), Ángel Jiménez (Angelito, ahora en

la reserva), Magdalena (Madelein) y José Domingo (Jotadé), engañados por el insensato mayor,

cuyo nombre, por cuestiones de seguridad, prefiero no desvelar, deciden como Colón, de

una nave tomar el timón, la Santa María Guerrera y dirigirla a mar abierto. La Pinta y la Niña,

cuando se enteraron del incierto destino trazado dijeron: «sigue, sigue, que te esperamos con

un farias, aquí en Islas Canarias», y hasta la fecha.

El primer golpe de mar, según consta en

el cuaderno de bitácora, tuvo lugar el 22 de

septiembre de 2000, cuando hicimos públi-

co el horario. «¡Vaya con el secretito que

nos teníais guardado!», con desazón ex-

clamó la tripulación. El insensato intentó

apaciguar los ánimos aludiendo a «las difi-

cultades inherentes del sofisticado proceso que

trata de armonizar los intrincados intereses a

tener en cuenta para conseguir poner de mani-

fiesto de una manera concreta los ambiciosos

objetivos compartidos sin duda por una amplia

mayoría de la sociedad española, bla, bla bla…».

Aunque parezca mentira, hubo quién no

entendió qué tendría que ver todo esto con

sus cinco huecos en el horario.

Sorteada esta ola llegó la calma, es decir,

los alumnos (ji ji) eran más jóvenes de lo

habitual; tenían once años en lugar de los

trece a los que estábamos acostumbrados. Esto era debido a la implantación del Primer Ciclo

de Secundaria (1º y 2º de ESO) en el Instituto. No se crea el lector que la diferencia de edad de

los alumnos es poco relevante: los alumnos de once años corren, sí, sí, corren, y no poco. Al

principio nos asustamos. «¿Por qué no se están quietos?», exclamábamos. Hasta que alguien

dijo:‖«¡A‖por‖ellos!»,‖y‖así‖seguimos,‖corriendo‖detr{s‖de‖ellos‖por‖los‖pasillos<

Pasados unos meses, la nave se iba acostumbrando a navegar en aguas turbulentas, alcan-

zando un cierto equilibrio hacia los atractores de Lorenz; así se denomina en Teoría del Caos el

equilibrio al que tiende un sistema caótico con el paso del tiempo; podríamos decir que hasta

el caos se agota. A partir de ese momento, la travesía habría sido tranquila; fue el momento

de largar al insensato, pero grano que no te quitas, en el culo te hace presa.

Fueron cursos aquellos de mucho debate y ricos en iniciativas. El claustro era muy diná-

mico, la Semana Cultural, los Trabajos de Investigación de Bachillerato, los grupos de Com-

pensatoria, Refuerzo, Aula de Enlace, la agenda escolar, el intercambio de Mataró, etc. Surgía

una idea y el Claustro la debatía, daba forma y ponía en funcionamiento. También se toma-

ron iniciativas para resolver los problemas de convivencia. Marisa Hernández, que también

estuvo muy enredona, se inventó con Jotadé las tarjetas rojas, y se empezaron a hacer pactos de

NO agresión. Fueron años en los que se gestaron muchas de las iniciativas que est{n hoy día

muy asentadas en el Centro, iniciativas que observaba atónito desde su despacho el insensato,

que no daba crédito a la moral, pericia y paciencia de la tripulación.

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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Con el paso de los cursos, se han ido incorporando nuevos talentos a la gobernanza del

navío: Cristina (Cris), Carlos (El hombre sabio)¸ Paloma (Palomix) y Maise, a quien por razones

de alto secreto me referiré como Meisi. Estas incorporaciones han conseguido que los golpes

de mar no afecten al rumbo indefinido del barco, que por ser indefinido no se ve afectado

por el rumbo, evitando así que los inconexos golpes de timón del insensato puedan afectar a

la salud cardiaca de los sufridos marineros.

Aunque es de justicia reconocer que más de un insensato hay en esta nave, todo se pega

menos la hermosura. Cómo calificar, si no, la reincidencia de Palomix, o la capacidad de Mei-

si, que parece que siempre pueda hacer una cosa m{s; la sonrisa de Cris, siempre dispuesta a

echar una mano aunque no se lo pidas; o el conocimiento de el hombre sabio, que se sabe to-

dos los nombres de los alumnos, los grupos en los que están, los suspensos que tienen y sus

códigos; me falta comprobar si se sabe los teléfonos; o la ironía de Jotadé, que tras diez años

trabajando juntos todavía me sigue tomando el pelo sin demasiado esfuerzo. Si a estos insen-

satos que he comentado añadimos otros muchos que se encargan de poner música y letra a

esta variada partitura de proyectos e iniciativas que se desarrollan día a día en la Santa María

Guerrera, entenderemos que lo m{s importante del viaje no es el destino, sino el camino (con

el insensato de timonel no podríamos aspirar a m{s).

Y‖la‖historia‖continúa<‖●

El insensato

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Una de las primeras promociones del Instituto

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¿Y a han pasado veinte años? Me doy cuenta de que gran parte de mi historia perso-

nal se ha ido tejiendo en relación con el IES María Guerrero. Estos veinte años de

su vida han coincidido con la parte más importante de la mía. El Instituto se ha construido

como organización y yo me he ido definiendo como persona. Uno y otra creo que hemos

tenido momentos mejores y peores, triunfos y fracasos, pero siempre una voluntad férrea de

sobrevivir y encontrar nuestros propios rasgos. Por eso, cuando pienso que podría pedir

traslado a otro centro, hay algo que me dice que mis vínculos personales y afectivos con el

María Guerrero son demasiado fuertes. Separarme definitivamente de este Centro sería per-

der una buena parte de mis señas de identidad.

El primer recuerdo que tengo del protocentro que más tarde sería el IES María Guerrero,

es el de un día de principios de julio de 1990. Recibí una citación del grupo de profesores que

teníamos encomendado, desde ese momento, ponerlo en marcha. Éramos cinco personas, de

las cuales, tres nos quedamos para siempre (hasta ahora) en el Centro: Gloria Gutiérrez, pro-

fesora de Matemáticas ya jubilada y, entonces, vicesecretaria del centro, Carlos Pérez-Íñigo,

profesor de Ciencias Naturales y Jefe de Estudios, y yo misma, profesora de Ética y vicedi-

rectora. Las otras dos personas eran Ángel Arjona, profesor de Francés y director y Heliodo-

ro Fuente, profesor de Lengua y Literatura y secretario del centro. Recuerdo que nuestra pri-

mera reunión se celebró en el IES Jaime Ferrán. La única prueba de que existía un nuevo ins-

tituto éramos nosotros mismos y la carta que habíamos recibido de la Administración en la

que se nos nombraba cargos directivos de un centro que no existía. No teníamos edificio, ni

espacios asignados. No teníamos alumnos. No teníamos nada más que a nosotros mismos. El

instituto de Las Suertes estaba sólo en nuestras cabezas, era un fantasma.

Los primeros años del Centro fueron tremendamente precarios. Tengo la sensación de

que fue tomando cuerpo piedra a piedra, paso a paso. Hasta el segundo trimestre de ese cur-

so 1990/1 no tuvimos sede propia. Compartíamos el edificio con el IES Las Canteras. En enero

de 1991 conseguimos tener un espacio propio y hubo que montar todo el material: laborato-

rios,‖departamentos,‖biblioteca,‖etc<‖y,‖ lo‖m{s‖ importante,‖empezar‖a‖pensar‖qué‖ instituto‖

queríamos, cuáles eran las líneas más adecuadas para las características de nuestro alumna-

do. Recuerdo que en el segundo curso del Centro, realizamos un intercambio con un institu-

to de Nimega, en Holanda. Ya entonces, veíamos claramente que una de las señas de identi-

dad del centro debía ser abrir sus puertas y promover viajes que permitieran a nuestros

alumnos y alumnas conocer las diferentes realidades existentes: La formación como viaje, el

viaje como medio de formación.

En marzo de 1994 dejé el Instituto provisionalmente para prestar servicios en el Ministe-

rio de Educación y Ciencia. Lo que iba a ser una experiencia de un año o poco más, se alargó

hasta octubre de 2005. A lo largo de todos esos años, había tenido noticias del Centro por los

amigos que había dejado aquí, pero nunca había vuelto a pisar sus espacios. Llevé con gran

amargura el fallecimiento de Gloria Sarmiento y de mi buen amigo Manolo Camarero; supe

del relevo de Paloma Martínez del Valle, la directora que yo dejé, por Emilio Correyero, que

cuando yo me fui era secretario. Supe también que el instituto de Las Suertes tenía, por fin,

nombre‖propio<

Pero a pesar de los años transcurridos y de los cambios que ya conocía, seguí guardando

la imagen del instituto que dejé. Recuerdo que un día de junio de 2005 visité el centro para

comunicar que volvía a ocupar mi puesto. Cuando Emilio me explicó la compleja estructura

del centro, los distintos proyectos que se realizaban, la ampliación de las instalaciones, la

¿Que veinte años no es nada?

— Concha Boyer, profesora —

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diversidad de grupos destinados a atender las necesidades de un alumnado cada vez más

heterogéneo, en fin, el enorme trabajo que se realizaba día tras día y año tras año, empecé a

ser consciente del tiempo transcurrido y del enorme trabajo realizado. En casi doce años, el

Instituto había alcanzado la mayoría de edad, y tenía perfectamente definidos sus rasgos, los

mismos que tratábamos de esbozar cuando nació, a pesar de que eran otros tiempos y el

alumnado y el entorno social eran diferentes.

Comprendí entonces que, como las personas, las organizaciones se definen a través de su

historia, son lo que van siendo. Y ello no es más que el fruto del esfuerzo diario, recogiendo

y enriqueciéndose gracias al trabajo de todos los que han pasado por ellas. El de los profeso-

res que cada año se dejan la piel en el intento de que sus alumnos y alumnas aprendan más y

se formen mejor, pero también, gracias al esfuerzo de todos los alumnos y alumnas que nos

han aportado a todos, todo lo que eran y son. ●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

Recuerdo y agradecimiento

— Marisa Hernández, ex orientadora —

C uando te jubilas piensas que vas a pasar una página de tu vida e iniciar otra diferente.

Ahora que ya ha pasado el tiempo, siento que no es así, sino todo lo contrario. Todas

tus vivencias están muy presentes y las recuerdas y las vuelves a vivir con mucho cariño.

Mis últimos doce años de trabajo tuve la suerte de poderlos desarrollar trabajando en el

Instituto como orientadora. Ahora que se van a cumplir veinte años de su creación y que se

va a realizar un homenaje al Centro, a los alumnos y profesores, a las familias, a los que están

trabajando actualmente en él, a los que han trabajado y dejado su experiencia, a los que están

y a los que ya no están, quiero unirme con mi recuerdo y agradecimiento a este homenaje.

Por muchas razones, me he sentido y me siento orgullosa de haber pertenecido al claustro

del IES María Guerrero. Si tuviera que definir, de alguna manera, cómo es el Centro, cuáles

son sus señas de identidad, diría que es un Centro vivo, lleno de ilusión y de ganas de hacer

bien las cosas. Esta ilusión se traduce en la planificación y desarrollo de proyectos de innova-

ción que intentan mejorar la enseñanza, el rendimiento de los alumnos y la motivación de los

profesores. La investigación y la innovación permiten generar cambios que mejoran la edu-

cación, tener una actitud reflexiva y crítica, tener curiosidad e iniciativa; permite revisar el

conocimiento educativo constituido por la evidencia, la experimentación y la intuición para

generar nuevos conocimientos. Apoyo esta ilusión que mantiene vivo al Centro y animo a

todos los profesores y a la Comunidad Educativa a seguir trabajando en este sentido.

Es un Centro acogedor; como orientadora y en mis trabajos con profesores en general y

muy especialmente con los tutores, padres y alumnos percibía cada día este sentimiento.

Este aspecto es fundamental para que se pueda trabajar en equipo, para compartir y entablar

relaciones y para que existan buenas pautas de comunicación y de diálogo. Es un trabajo de

todos procurar cuidar y mantener este aspecto.

Es un Centro responsable y bien organizado. En este momento, y analizando que estoy escri-

biendo desde la distancia y con el corazón, pienso que es una suerte poder trabajar en un

Centro así. Mis felicitaciones a todos los que lo hacen posible cada día, mi apoyo y ánimo

para seguir manteniendo un Centro con estas características que los eruditos de la educación

dirían que son los mejores parámetros para las escuelas eficaces.

Por último, mi agradecimiento por todo lo que aprendí, por la ayuda que en todo mo-

mento recibí para poder desarrollar mi trabajo, por todos los amigos que encontré y por lo

bien‖que‖me‖lo‖pasé.‖●

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El misterio de las cajas desaparecidas

— María Asunción (Paloma) Martínez del Valle, profesora —

D iciembre de 1991. El temido fin de semana había llegado. Había que descargar tres

camiones de material para el nuevo instituto en sólo un día, y después colocar cada

caja de material, cada mesa, silla, pizarra, armario, banco, perchero y qué sé yo cuántas cosas

más, en otros dos días. La Administración nos había dado un permiso de tres días y una car-

peta de cuarenta páginas de albaranes con todo el material y su distribución para que el lu-

nes comenzaran las clases en el nuevo edificio. ¿Misión imposible?

Era primeros de diciembre, y hasta esa fecha habíamos compartido centro con el Instituto

de Formación Profesional (hoy IES) Las Canteras. El nuestro nos era entregado, por fin, con

cuatro meses de retraso. Y con prisas.

Aparte de la ayuda que nos proporcionó el Ayuntamiento para descargar los camiones,

sólo contábamos con la mano de obra de nosotros mismos, es decir, los Jefes de Departamen-

to y el Equipo Directivo, para colocar cada cosa en su sitio. Teníais que vernos empujando,

comprobando, subiendo, bajando, colocando cajas y más cajas, a una velocidad pasmosa y

angustiados por la falta de tiempo. Menos mal que todos éramos jóvenes y nuestras lumba-

res podían aguantar.

Pero lo logramos. Aquel lunes llegaron los alumnos al nuevo edificio y pudimos impartir

las clases con normalidad; eso sí, las pizarras sin colgar, los armarios sin montar, los perche-

ros‖sin‖desembalar<‖y‖dentro‖de‖cada‖despacho‖de‖los‖departamentos,‖un‖caos‖absoluto.

Emilio era entonces el Jefe de Seminario de Física y Química, y a él le había tocado proba-

blemente la peor parte en los temas de reparto y colocación de material, pues se trataba de

un departamento con mucha dotación en sí mismo y que además tenía dos laboratorios. Pe-

ro, eficiente y minucioso, llevaba los albaranes perfectamente controlados y sabía muy bien

qué material le había sido entregado. Pasó toda aquella semana trabajando en ello, y la ma-

ñana del viernes, después de cinco días de locura con niños y profesores dando tumbos entre

los bultos, encontramos un rato para reunirnos y comprobar juntos los materiales. Entonces

me comentó que en el despacho del departamento tenían diez cajas de equipos de mecánica

para alumnos que no había puesto aún en el laboratorio de Física y que incordiaban un poco

allí en el medio, pero que ya estaba cansado y que las colocaría el lunes.

Y‖llegó‖aquel‖lunes<‖

Estaba yo a punto de entrar en clase cuando Emilio me abordó en el pasillo. Estaba páli-

do, descompuesto: las cajas, las diez cajas de mecánica para alumnos que había dejado el

viernes en el departamento habían desaparecido, se habían esfumado como por arte de ma-

gia. Quedamos perplejos ante tal hecho, más aún si tenemos en cuenta que cada caja podía

pesar unos diez o doce kilos. ¿Las habría movido alguien de allí? Pero ¿quién? Y ¿para qué?

Y ¿cuándo? No tenía sentido alguno, pero de todos modos decidimos convocar a todos los

profesores para ver si alguno, equivocadamente, había pensado que no pertenecían a Física y

se las había llevado a otro departamento.

La reunión de profesores, que éramos unos veinte, fue breve. Ninguno había cogido na-

da, pero sobre todo ninguno comprendía por qué y para qué alguien habría entrado en el

Departamento de Física a llevarse esas diez cajas de mecánica. Emilio y yo nos miramos con-

fundidos: no era posible, nadie había forzado las cerraduras, nadie del centro había entrado

en el departamento. Y empezamos a desbarrar un poco, quizá para bromear ante la preocu-

pación que sin duda ambos teníamos: él como responsable del departamento y yo como Se-

cretaria del Centro. ¿Habría fantasmas en el Instituto? Y si no, ¿qué fuerza misteriosa y para-

normal nos había jugado esa mala pasada?

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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Al día siguiente las cajas seguían sin aparecer. No dábamos crédito. Decidimos entre va-

rios buscar por todo el Instituto, por si, yo qué sé, alguno hubiera cogido las cajas por despis-

te‖y‖las‖hubiera‖colocado‖en‖otro‖lugar.‖Aunque‖diez‖cajas,‖diez<‖era‖ridículo,‖pero‖aún‖así‖

lo hicimos. Resultó un trabajo bastante penoso porque entonces no había llave maestra, sino

que cada aula tenía sus llaves (dos, que tienen dos puertas), cada departamento, cada servi-

cio<‖Así‖que‖teníamos‖que‖ir‖con‖un‖montón‖de‖llaves‖(aún‖sin‖etiquetar‖del‖todo)‖y‖volver-

nos locos para nada, claro. Por supuesto, no aparecieron. Y entonces, en el recreo, nos abordó

José, uno de los profesores. Este José era un hombre peculiar en muchos aspectos: desaliñado

y bohemio, poco comunicativo, introvertido y, sobre todo, místico. Sí, místico. Lo poco que

hablaba era para contarnos sus experiencias acerca de premoniciones y extrañas visiones que

decía tener, no sé si de fuerzas del más allá o del más acá, pero que a todos nos parecían

síntomas de cierto desequilibrio emocional. Eso sí, nos parecía totalmente inofensivo y era,

además, de carácter afable, dentro de su extraña manera de ser. Agarró a Emilio por el hom-

bro, nervioso y agitado, y nos dijo:

―He‖ tenido‖ una‖ visión.‖Muy‖ clara.‖ Una‖ visión.‖ Anoche.‖ He‖ visto‖ las‖ cajas.‖ Sé‖ dónde‖

están.

Emilio contuvo la risa y rehusó mirarme, pues yo no tenía tan claro poder contenerla. Se

dirigió a José y le dijo:

―Pero,‖hombre,‖si‖hemos‖mirado‖en‖todas‖partes‖y‖no‖est{n.

―Ya,‖pero‖es‖que‖donde‖las‖he‖visto‖no‖habéis‖mirado.‖Est{n‖en‖el‖servicio‖de‖chicos‖de‖la‖

tercera planta. Claramente. Lo he visto. Lo sé.

Efectivamente, allí no habíamos mirado, pues los nueve grupos que había en total en el

centro sólo ocupaban la planta primera y parte de la segunda. La tercera era un espacio total-

mente deshabitado, polvoriento y oscuro y, en todo caso, con un montón de pupitres sin des-

embalar y al que sólo se había subido para eso, para dejar los pupitres, pizarras y demás mo-

biliario de clase. Así que, incrédulos, pero sin nada que perder, buscamos las llaves de ese

servicio y subimos.

No, no había nada. Habría sido un final interesante para este relato y además mucho más

original. Pero no, el servicio de alumnos de la tercera planta estaba totalmente vacío. El po-

bre José se quedó todo desilusionado y lo dejamos paseando por los pasillos tratando de en-

tender qué fallos había tenido en su visión.

Y, bastante mosqueados por el asunto, dimos por perdidas las famosas cajas, que por otra

parte eran un material importante para los alumnos, no sin antes quejarnos a todos por el

suceso y hacer pública nuestra intención de denunciar la desaparición ante la Administra-

ción Educativa.

Y‖al‖día‖siguiente<

Al día siguiente, al llegar al Instituto vi que Emilio ya estaba allí. Vino corriendo hacia mí:

―No‖te‖lo‖vas‖a‖creer.‖¡Las‖cajas!‖¡Est{n‖de‖nuevo‖en‖el‖departamento,‖ahí‖en‖medio!‖¡Esto‖

es de locos!

Subí con él y efectivamente allí estaban. En todo el

medio de la estancia, colocaditas en montoncitos de a

dos. Y ya nunca más volvieron a desaparecer, menos

mal.

El final de este relato os corresponde a vosotros, es

decir, a vosotros os queda pensar qué pudo pasar con la

misteriosa desaparición de las cajas de mecánica para

alumnos<‖ y‖ su‖ aparición‖ no‖menos‖ misteriosa.‖ Puede‖

que Emilio y yo tengamos nuestras conjeturas, pero co-

mo‖son‖sólo‖eso,‖conjeturas,‖no‖os‖las‖vamos‖a‖contar.‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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LA BUHARDILLA Nº 12

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Puro teatro

— José Domingo Sierra, Jefe de Estudios —

Teatro, lo tuyo es puro teatro,

falsedad bien ensayada

estudiado simulacro,

fue tu mejor actuación …

Puro Teatro by Tite Curet

S eptiembre de 1994. Hall del Instituto de Bachillerato número 2 de Collado Villalba.

Son las 12 de la mañana y varios alumnos charlan en pequeños grupos: acaban de salir de algún

examen. Un hombre con vaqueros y camiseta blanca entra por la puerta de acceso al aparcamiento. Se

dirige al punto de información.

―Buenos‖días‖―saluda a una de las conserjes―.‖Me‖gustaría‖hablar‖con‖el‖director,‖por‖fa-

vor. Soy profesor y me incorporo a este centro.

―No‖ es‖ director,‖ es‖ directora.‖Un‖momento.‖―Descuelga el teléfono y habla con alguien―.‖

Puede pasar; por ese pasillo, la segunda puerta a la derecha. La señora directora le espera.

Después de recorrer la distancia hasta el despacho, llama a la puerta abierta:

―Hola,‖soy‖el‖nuevo‖profesor‖de‖Inglés<

―Hombre<

1 de julio de 2000. Son las 9 de la mañana.

El nuevo jefe de estudios del IES María Guerrero entra en el hall. Está vacío: todavía no ha llegado

ningún alumno a formalizar la matrícula. Se dirige al punto de información y saluda a la auxiliar de

control, charlan brevemente y recorre la misma distancia que seis cursos atrás. Lleva unas llaves en la

mano con las que abre la segunda puerta a la izquierda. Al entrar suena el teléfono. Es el director:

―Hola,‖llegaré‖un‖poco‖m{s‖tarde.‖Tengo‖una‖cita‖con‖el‖arquitecto‖que‖va‖a‖ampliar‖el‖

Instituto para que puedan incorporarse los alumnos de 1º y 2º de ESO.

―OK,‖pero‖insístele‖que‖tienen‖que‖empezar‖ya.

―Ya‖me‖dijo‖que‖en‖una‖o‖dos‖semanas.‖A‖finales‖de‖septiembre‖est{‖acabado,‖no‖te‖pre-

ocupes.

8 de agosto de 2000. Cinco de la tarde. Exteriores del I.E.S. María Guerrero.

El jefe de estudios está en su coche y habla por el móvil.

―Señor‖director,‖estoy‖a‖la‖puerta‖del‖Instituto‖y‖aquí‖no‖hay‖ni‖una‖m{quina,‖ni‖un‖obre-

ro, ni nada de nada. ¡Aquí no hay obra!

―Yo‖ahora‖mismo‖estoy‖en‖la‖playa.‖No‖te‖preocupes,‖que‖los‖chicos‖de‖1º‖y‖2º‖tendr{n‖su‖

sitio al empezar el curso.

<Y‖la‖obra‖de‖teatro‖continúa.‖(Y‖la‖otra‖obra‖hasta‖primeros‖de‖marzo‖de‖2001).‖No‖sabe-

mos cómo. Probablemente podría tener miles de posibilidades. Quizás tantas como alumnos

y profesores han pasado por aquí en estos últimos veinte años. Porque a veces nos parece

que esto que vivimos día a día es teatro. Puro teatro, como dice la canción. No sabemos muy

bien si nosotros somos los actores o es la influencia María Guerrero (con todas las conno-

taciones que este nombre nos trae) la que hace que nos convirtamos en actores. Pero mu-

chas veces nos sentimos como grandes intérpretes: los primeros actores de Jefatura de

Estudios.

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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Está claro que la decisión de poner este nombre al Instituto fue todo un acierto: ya desde

los primeros momentos con su nuevo nombre se vio que, a la menor ocasión (fiestas de Na-

vidad, Semana Santa, fin de curso, jubilaciones, celebraciones de cualquier índole), un nutri-

do grupo de miembros del Claustro y alumnado se subía al escenario dispuesto a hacer pa-

sar un buen rato, a reírse y hacer reír a todos los presentes en el patio de butacas. Y en esa

línea hemos querido siempre actuar desde Jefatura de Estudios: todos los que hemos trabaja-

do aquí hemos intentado que la Comunidad Educativa del Centro haya disfrutado del es-

pectáculo: a pesar de que buena parte de nuestro tiempo lo pasamos interpretando escenas

dramáticas, éstas han sido dedicadas a un número muy reducido de espectadores en compa-

ración con los que han presenciado otras muchas escenas que han repercutido en que su paso

por el Instituto se haya desarrollado de una manera provechosa para ellos. Es cierto que, de

vez en cuando, lo que nos había salido estupendamente en los ensayos, después no fue tan

brillante en los estrenos.

Pero no podemos pasar por alto que todos los títulos que nuestros alumnos han conse-

guido, todo el trabajo que han desplegado los profesores, todos los proyectos que se han

desarrollado en estos años han sido posibles gracias a una buena trama, una estupenda

puesta en escena y una excelente interpretación. No tenemos muy claro si Doña María Gue-

rrero, la maravillosa actriz, tiene algo que ver en todo esto. Sí sabemos que, como en el tea-

tro, todo lo que hacemos diariamente no tiene ni trampa ni cartón: enseñamos en directo, los

alumnos nos ven actuar y aprenden lo importante en ese momento, y no cabe duda de que,

además de suerte para que la función salga bien, se necesita algo que nunca puede faltar: el

esfuerzo. ¡Ojalá el IES María‖Guerrero‖siga‖con‖su‖función‖otros‖20,‖30,‖40<!‖●

A Gloria Sarmiento, Manolo Camarero y Max Estrella

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Representación realizada por profesores del Centro

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VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

Mis proyectos

— Maise Herrero, Secretaria y profesora —

N o son veinte, son sólo dieciocho los años que yo llevo en el María Guerrero, pero este

centro está unido a mí de tal manera que es como si llevara en él toda la vida. Yo lle-

gué aquí un caluroso día de junio encantada, porque trasladarme suponía acortar sensible-

mente la distancia a mi casa, aunque esa distancia fuera todavía de 55 Km., pero lo cierto es

que la persona que llegó no tiene nada que ver con la persona que soy ahora; y no es sólo el

tiempo el que ha contribuido a ese cambio, es este centro que me ha empapado de su diná-

mica, de su forma de trabajar y sobre todo de sus proyectos. Ninguno de ellos fue mío cuan-

do comenzaba, pero ahora todos ellos son mis proyectos.

Cuando llegué, yo estaba convencida de que lo único que sabía hacer era enseñar ma-

temáticas y no me importaba, no tenía ninguna otra inquietud, estaba tranquila. Pero aquí,

no se puede estar tranquila. Hay tanto movimiento por todos lados que acaba por arrastrar-

te. La primera que me arrastró fue Mari Luz y sus «Aulas con nombres propios»; mi departa-

mento decidió sumarse a este Proyecto e inaugurar el Aula Pitágoras y yo dije: «vale, pues

ayudo», y ayudé, y sin darme cuenta aprendí más en unas semanas sobre Pitágoras, sobre el

número áureo, sobre los polígonos estrellados de lo que había aprendido a lo largo de mi

carrera o de la oposición. Y descubrí que estaba disfrutando al hacerlo, que me gustaba mu-

cho escoger la información y configurar los documentos, que me lo pasé muy bien colocán-

dolos con mis compañeros o explicándoles a mis alumnos lo que significaban. Ahora que

han pasado tantos años, todavía considero esa aula como si fuera mi aula y estoy encantada

cuando la veo en mi horario.

Después fue la Informática. No es que antes no me gustara, ya había hecho algún curso y

había tenido que dar clases de Informática en algún otro instituto, pero en éste «me en-

ganchó». Mi única obsesión era poder trasladarme a Segovia, y para conseguir puntos hacía

todos los cursos que encontraba a mi alcance, si podía de Informática. Recuerdo con claridad

a Alejandro y su FrontPage y a todos nosotros aplicados en intentar hacer una simple página

web siguiendo la de su monstruo. ¡Cómo me gustó! Cuando el curso acabó, Alejandro tenía

la pretensión de que cada departamento tuviera su propia página web dentro de la del Cen-

tro y esta vez, yo me ofrecí a hacer la de Matemáticas, y la hice (horrible, con un fondo de

verdes) y volvió a hacerme disfrutar. Algún tiempo después, Alejandro quiso renovar la

página web y le pedí que me dejara ayudarle, me dejó (gracias) y desde entonces me deja

ayudar a mantener otro proyecto que además de suyo, también he hecho mío.

La forma en que me atraparon los Trabajos de Investigación es difícil de explicar. Yo voté

no a ese proyecto y estaba convencida de que no era factible, pero, claro, me equivoqué. Un

alumno vino a pedirme que fuera su tutora y no supe decirle que no. Trabajé con él y me

gustó, me gustó mucho, tanto que el año siguiente decidí presentarme voluntaria para ser

tribunal y volví a disfrutar muchísimo a pesar de las dificultades. Desde entonces no me he

alejado de los Trabajos de Investigación, he sido tutora, tribunal, coordinadora... ¡lo que me

dejaban! Y no he parado de aprender y me he quedado maravillada con lo que los alumnos

son capaces de hacer, y ahora sé cosas que nunca habría aprendido si no me hubiera dejado

convencer por ese proyecto que no me gustaba y que ahora defiendo como si fuera mío,

quizás el más mío de todos los que no lo eran al principio.

De cómo me acerqué a «Un día en la Ópera» ya he escrito bastante; de lo mucho que me

ha hecho aprender y disfrutar, también. De mi agradecimiento a Alicia, que me dejó colabo-

rar con ella y me ha vuelto a dejar un hueco en su «¿Y si empezamos con música?», podría

llenar párrafos. ¡Mira que he visto a los alumnos de este centro en situaciones distintas, pero

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VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

nunca los he visto transformarse como cuando lo hacen en la representación de la ópera!

Sólo por ver eso merece la pena estar en este inquieto Instituto y trabajar en él.

¿Y cómo entró en La Buhardilla una licenciada en Matemáticas convencida de que era in-

capaz de redactar cuatro líneas con corrección? Pues como siempre, por no dejar de partici-

par en nada, haciendo pasatiempos matemáticos que contrastaran un poco con los preciosos

artículos que mis compañeros poetas y escritores publicaban en ella (porque en este Institu-

to, es evidente, una está rodeada de artistas). Y ahora, mira por dónde, ya soy miembro de la

Redacción.

Las Pizarras Digitales, ¡me encantaron! El Aula Virtual, ¡sólo siento no tener tiempo para

poder participar en ella de forma más activa! Hay que buscar sonidos para el Teatro, ¡vale,

dejadme por favor! El Proyecto Globe, ¡no puedo ayudar mucho, pero explícame en qué

consiste!

Cada proyecto que pasa me tienta, pero no sólo por ayudar, yo quiero participar en todos

porque yo quiero aprender, quiero disfrutar al ver trabajos bien hechos, quiero ver cómo

nuestros alumnos, nosotros mismos y todo el Centro aprovechan todo lo que se puede sacar

de ellos, quiero aprovechar la suerte que supone estar en este Instituto en el que no se puede

estar tranquila porque cada poco tiempo pasa a tu lado un tren que tienes que coger.

Ahora no quiero irme, y a quien me pregunta por qué siempre le digo que no encontraría

en otro sitio un centro tan inquieto, un centro en el que me encontrara tan a gusto, porque el

IES María Guerrero es un centro especial. Parece que sólo hablo de mí en las líneas anterio-

res, pero no era mi intención, yo quería hablar de los que he visto en los dieciocho años que

he pasado aquí, quería explicar por qué siempre digo que es especial, quería mostrar que en

este Instituto la enseñanza no consiste sólo en dar clases y estar tranquila, porque cada pro-

yecto que se saca adelante en este sitio es una fuente de conocimientos y de disfrute para

cada uno de los alumnos y profesores que participamos en él y nos convierte poco a poco en

personas distintas.

Sólo espero ser dentro de otros cuantos años distinta otra vez. Distinta porque he vuelto a

tener la oportunidad de participar en otros tantos proyectos que me han permitido trabajar,

aprender, disfrutar, y, lo que es más importante, compartir magníficos momentos con estos

amigos entrañables que me han dejado participar en sus proyectos. ●

Representación del Orfeo

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La revista y las Nuevas Tecnologías

— Alejandro Valero, profesor —

A llá por 1996, nuestra revista La buhardilla, que ahora tienes en las manos, supuso el co-

mienzo de la larga y fructífera relación que siempre hemos tenido con la Cultura y las

Nuevas Tecnologías en el IES María Guerrero. Por entonces, algunos profesores pensamos

que teníamos que crear una revista escolar para dar rienda suelta a la imaginación y para

mover el cotarro, como dijimos en el primer editorial. Con la ayuda de algunos alumnos y con

toda la ilusión del mundo, publicamos tres números ese mismo año, durante dos cursos se-

guidos. Allí estábamos, trabajando codo con codo, los profesores Manolo Camarero, Gloria

Sarmiento, Luis Junco, Iñaki Pinedo, Salvador Peña y yo mismo, junto con alumnos como

Iván Archilla, Bernardo Alonso, David Sevillano, Esther Prada y María Alemany, entre mu-

chos otros. Nos lo pasamos muy bien haciendo la revista mientras duró ese intenso año, aun-

que esa misma intensidad aceleró tanto la marcha que nos estrellamos enseguida.

Pero como allí no podíamos estar quietos, el año siguiente, 1997, emprendimos el proyec-

to de la página web del Instituto. Entonces internet no era aún lo que es ahora, pero sabía-

mos que podría ser una nueva forma de animar el ambiente. Y allí estábamos algunos explo-

radores como José Domingo Sierra, Luis Junco, Paco Hernando y yo dispuestos a comernos

el mundo digital que entonces despuntaba en el ámbito educativo español. Hicimos un curso

por las tardes en la biblioteca del Centro y creamos la página web pensando que estábamos

dando un paso importante para el Instituto y para la Humanidad, porque por entonces había

pocos centros educativos que tuvieran su página web, y en nuestra zona creo que fuimos los

primeros en pisar tierra digital. Ni que decir tiene que aquello fue una novedad muy bien

acogida por todo el Instituto, porque ya vislumbrábamos un nuevo mundo muy atractivo

para nuestras vidas, que sabíamos iba a influir poderosamente en el trabajo, en el ocio y,

¡cómo no!, en la enseñanza.

Por aquel entonces ya se dejaban ver los ordenadores en las aulas de Informática del Ins-

tituto, y los estudiantes comenzaban a toquetear unas máquinas que pronto serían sus mejo-

res aliadas, junto con las consolas de videojuegos. Un universo de fantasía y juego nacía en-

tonces para unos adolescentes que tuvieron la suerte de conocer bien pronto unas herra-

mientas que les permitían explorar nuevas realidades, a veces hasta altas horas de la noche,

lo que se notaba en los bostezos que se oían en las aulas o en esas caras de zombies que nos

miraban a los profesores desde unos pupitres convertidos en naves espaciales.

Y los docentes también nos dimos cuenta de que aquellas computadoras, todavía feas y

abultadas, podrían ayudarnos en nuestra labor educativa. Con paso lento y seguro, algunos

de nosotros comenzamos a prepararnos casi siempre de forma autodidacta, y hasta tal punto

aprendimos con ganas y entusiasmo, que incluso ya podíamos dar cursos a nuestros compa-

ñeros a principios del nuevo siglo. Ése fue el caso de un curso de páginas web y de Power-

Point que recuerdo con mucha alegría, porque nos lo pasamos casi tan bien como nuestros

alumnos en las clases. En esos años ya empezaba a descollar por sus conocimientos informá-

ticos nuestra compañera Maise Herrero, que era alumna mía del curso de páginas web y que

impartió otro curso posterior, lo que constituía todo un ejemplo de cómo nos enseñábamos

unos a otros y de las ganas que poníamos en el empeño. Y un nutrido grupo de compañeros

nos escuchaba atentamente y hacía sus primeros pinitos en esto de las Nuevas Tecnologías.

Algunos ni siquiera sabían mover el ratón, pero otros, como Maise y Paco Hernando, ya

podían impartir la nueva sabiduría, y entre todos solucionábamos los quebraderos de cabeza

que nos proporcionaban el software y el hardware. Fueron tiempos heroicos, y sólo ahora so-

mos conscientes de ello. Con el paso de los años y con la ayuda técnica de expertos en orde-

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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nadores como Miguel Ángel Rodríguez, hemos conseguido dominar la tecnología para nues-

tras necesidades, y ahora disfrutamos con los ordenadores y con las pizarras digitales inter-

activas, que tanto gustan a los estudiantes. Muchos ya tenemos blogs educativos y nos code-

amos con otros docentes en la nueva Web 2.0, así que ya estamos preparados para todo.

Pero volvamos a principios de siglo, cuando se esperaban cambios importantes. Los co-

ches voladores no se veían por ningún lado, aunque sabíamos que ya estábamos metidos en

una nueva Sociedad de la Información y del Conocimiento, como se la llamaba entonces, y

que los aparatos y cachivaches que la acompañaban iban a seguirnos a todas partes. Como

pasó con los móviles, otro juguetito que nuestros estudiantes comenzaron a exhibir delante

de nuestras narices y que utilizaban constantemente. Fue como la invasión de los ultracuer-

pos, hasta que pusimos unos límites razonables. Nadie duda de la utilidad de los móviles,

pero con ellos los adultos entrados en años nos hemos dado cuenta de que nuestro siglo XX

ya es historia, y que otro mundo nos contempla con cara extraña. Renovarse o morir.

Y ahí estábamos también unos cuantos profesores cuando en el cambio de siglo decidi-

mos resucitar nuestra revista La buhardilla. Se incorporaron nuevos compañeros como Mar-

garita Jerez, Gloria Lázaro, Concha Boyer, Marisa Montero, Paloma Martínez, Jesús Saiz y,

más recientemente, Jesús A. Peñas, Consuelo Flórez, Nacho Pérez y José Luis Pedrero,

además de una nueva hornada de estudiantes imberbes: Gonzalo Álvarez-Alija, mis hijos

Jaime y Alberto Valero, Gabriel Rosa, Luis y Carlos Gutiérrez y Alejandro Álvarez, entre mu-

chos otros a quienes agradecemos vivamente su colaboración. Pero es justo destacar la labor

de tres compañeras como impulsoras de la revista a lo largo de estos años: Mª Ángeles Mon-

teagudo, Olga Sánchez y Maise, sin cuya colaboración esto sencillamente no habría sido

posible. Hay que reconocer que el esfuerzo ha merecido la pena, pues entre todos hemos

creado una revista buena y bonita, de la que estamos muy orgullosos.

Los doce números que han aparecido en esta nueva etapa se pueden descargar de la pági-

na web, que sigue en el ciberespacio con fuerzas renovadas. Pero también nos hemos embar-

cado en otra nueva aventura: el Aula Virtual del IES María Guerrero, nuestra última criatura

digital, que organizamos con Nacho Pérez y sus compañeros del Departamento de Biología:

Elvira González, Elena Blázquez, Carmen Pérez y Ricardo Diéguez, además de con nuevas

incorporaciones como las de Ana Almarza, Pilar Olleros o Fernando Alcaide, que vienen em-

pujando fuerte. Estamos creando cursos a distancia con el fin de que nuestros alumnos dejen

el Tuenti un rato y aprendan y repasen de una forma más natural para ellos, con los ordena-

dores‖desde‖sus‖casas‖mientras‖sus‖padres‖les‖echan‖un‖ojo‖para‖ver‖si‖de‖verdad‖estudian<‖

Esto es otro mundo al que nos tenemos que ir acostumbrando. :-)‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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C omo podréis comprender, trece años enseñando Matemáticas en ese Instituto —desde

el año 1992 hasta el 2005— dan para acumular un buen montón de anécdotas y expe-

riencias, cuya sola enumeración ya cubriría de sobra las dos páginas que nuestro viejo amigo

Alejandro Valero nos recomienda en este escrito. Así que, si tengo que elegir una como re-

cuerdo de aquellos años, me quedo con la que se refiere a los debates de Astronomía, cuando

esta asignatura formaba parte del currículo del antiguo BUP y la asumía el Departamento de

Matemáticas.

La materia se impartía en segundo y tercero de BUP y el temario era muy amplio y atracti-

vo: los planetas de nuestro sistema solar, las estrellas y constelaciones de nuestra galaxia,

principios de la cosmología, la aparición de la vida y la teoría de la relatividad. Y precisa-

mente estos dos últimos temas, por su novedad y alcance, concitaba el mayor interés entre

los alumnos. Así que decidimos proponer debates al respecto, con títulos tan atrayentes co-

mo: ¿Es posible viajar en el tiempo? o ¿Hay evidencias de una vida extraterrestre?

El planteamiento era sencillo, pero requería de una precisa organización si queríamos

abordar temas tan amplios en el poco tiempo que teníamos disponible (apenas dos horas

semanales). De modo que decidimos dividir la clase en dos grupos, cada uno liderado por

un capitán (o capitana): uno de los grupos se mostraría a favor de la proposición y el otro en

contra. Pero antes del debate en sí, habría que prepararse. Cada uno de los equipos debía

encontrar argumentos de peso a favor de su propuesta, que luego serían expuestos en el de-

bate. Y no solo eso, sino que se trataba de extender el debate fuera de la clase, interesar al

alumnado de otros cursos y buscar apoyos a las tesis que se defendían. De manera que,

además de buscar los argumentos antes citados, había que difundirlos y hacerlos atractivos a

los demás, lo que requería un amplio despliegue de carteles y actividades de propaganda.

Durante dos semanas previas al debate en sí, el vestíbulo de la biblioteca se convirtió en

una guerra de carteles, muy llamativos y de ideas contrarias, que calentó debidamente el

ambiente, y que realmente consiguió el objetivo de ampliar el interés del debate más allá de

la propia clase de BUP.

Aspecto este que se pudo constatar el día del primer debate que, en este caso, se refería a

las evidencias de vida extraterrestre. La clase de 2º de BUP, habitualmente de treinta alum-

nos, se vio insuficiente para dar cabida a las casi cincuenta personas que querían asistir. De

otras clases de BUP y de COU se había pedido permiso al profesorado de otras asignaturas

para asistir al debate y la gente se amontonaba de pie por los laterales y el fondo de la clase.

Yo me limitaba a moderar la discusión, pero el resto: intervenciones medidas en tiempo, uso

de los medios de imagen que se utilizaban para apoyar los argumentos (en ese momento aún

no teníamos cañón de video ni ordenador, y había que limitarse a proyectar transparencias,

que desde luego antes se habían seleccionado y preparado por cada equipo), réplicas y con-

trarréplicas, y hasta la grabación del debate —porque el debate fue grabado en video—, todo

corría a cargo de los alumnos, que lo hicieron maravillosamente, ordenadamente y con el

debido respeto al tiempo y silencio necesarios.

El debate cubrió dos sesiones —y podía haber durado muchas más— y creo que todos

quedamos satisfechos y con ganas de otras actividades de este tipo. Recuerdo que uno de los

equipos lo lideraba un alumno muy espabilado y con buena voz y dicción, mientras que el

equipo contrario era liderado por una chica no menos espabilada y batalladora. Pues bien,

con los años, un día que paseaba por mi pueblo de Collado Villalba, me los encontré llevan-

do un carrito de bebé con una criatura dentro. Se habían casado —no sé si para continuar un

Los debates de astronomía. Una experiencia de la época del BUP

— Luis Junco, ex profesor —

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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debate de por vida— y la criatura era el fruto de ese matrimonio (a mí me gustaba pensar de

aquella discusión). Él había acabado Biología, y ella, Psicología. Desde luego hablamos de

aquellos debates, de los que conservaban un buen recuerdo y que les habían marcado de

manera muy importante en su experiencia de estudiante. Yo aún conservo la cinta de video

con‖aquellos‖debates.‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

E strenamos siglo en nuestra zona con el paso del alumnado del primer ciclo de la ESO a

los institutos. En mi caso, también pasé del Colegio Rosa Chacel al Instituto Mª Guerre-

ro. Aquí nos encontramos con un claustro y un equipo directivo que nos recibió, creo yo, con

cierta expectación por la novedad y la incertidumbre que suponía un desembarco en toda

regla de varios primeros, varios segundos, además de los terceros, alumnado que no había

pisado nunca un instituto. Todo esto unido al profesorado correspondiente, es decir, mucha

gente. El Instituto creció de repente y le tuvieron que cambiar el traje y alguna rutina.

Me consta que nos recibisteis, además de con expectación, con mucho cariño y mucha

paciencia y también me consta que os habíais preparado para recibirnos con el trabajo previo

de organización de tantos aspectos necesarios en estos casos, incluidas unas obras que aún

estaban sin acabar.

En‖esta‖situación‖empecé‖mi‖primer‖curso‖en‖esta‖casa:‖claustros,‖horarios<‖¡Qué‖lío,‖José‖

Domingo! Creo que te pedí disculpas por un malentendido. Además, algunos de nosotros

estuvimos impartiendo clase a los grupos de primero en el vecino Miguel de Cervantes com-

partiendo espacio con ellos y cruzando la calle las menos veces posible (esa era otra dificul-

tad añadida para confeccionar horarios), pero alguna que otra cuando tocaba cambiar de

grupo. Recuerdo con especial cariño aquellos alumnos y alumnas del primer curso para ellos

y para mí que tuve como tutora. Fue un grupo extraordinario y sé que la gran mayoría ha

seguido siéndolo. (Si nombro a éstos no es por desmerecer a otros grupos que también lo

han sido, sino por la expectación que suponía empezar de nuevo.)

Alguna anécdota se podría contar debida a los despistes por falta de experiencia en el

método de recibir la información y el trajín del ir y venir. Yo venía de mi cole, más compacto,

más uniforme y con otro esquema de funcionamiento. Alguna vez nos pasamos por alto al-

guna información de la que abundaba en el tablón de anuncios. Menos mal que en las reu-

niones de Departamento nos poníamos al día. Gracias, Mª Ángeles, Mari Luz, Montse y

otros compañeros.

Así mismo, participé en el Departamento de Lengua este primer curso, porque impartí

también esta asignatura al curso 1ºA que he mencionado. Manolo Camarero proponía de vez

en cuando asistir a alguna representación de teatro en Madrid, y allá que íbamos El Departa-

mento de Orientación con Marisa al frente, que también contribuyó de forma importante a

ponerse al día.

Después, poco a poco, sin falta, me integré en las celebraciones y las excursiones a las

Hoces del Duratón.

Todo el tiempo que ha seguido durante cinco años ha sido para mí una experiencia inte-

resante y gratificante desde cualquier punto de vista. Junto a vosotros he terminado mi vida

profesional y os agradezco haberlo hecho casi sin ganas de jubilarme.

Gracias a todos.

¡Ojal{ este gran Instituto Público siga conservando muchos años sus señas de identidad!

¡Feliz‖vigésimo‖Aniversario!‖●

Cuando estrenamos el siglo

— Maribel López, ex profesora —

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C uando The New York Times me preguntó qué me motivó para ser profesor, sin vacilar

contesté: «Mi antiguo jefe». Realmente, después de estos años debo agradecerle a él, a

su mala educación, su carácter machista, extremadamente racista, explotador de trabajadores

y un sinfín de cualidades que le caracterizaban, que cuando recibí el telegrama —qué tiem-

pos aquellos— para presentarme en la DAT-Este para cubrir una plaza de interino, no me lo

pensé dos veces. Para ser completamente sincero, también influyeron en mí grandes profeso-

res de mi época de estudiante que me hicieron atractiva esta profesión.

Aparecí, pues, en el IES Alonso de Avellaneda de Alcalá de Henares. Los largos viajes en

tren me facilitaron tiempo para estudiar las oposiciones. Ese mismo año me tocó la lotería

—aprobé las oposiciones— y no he vuelto a echar la primitiva (¡mucha suerte compañeros/

as interinos!). Tras el año de prácticas en Usera, cumplí penitencia dos años por un error de

código al solicitar, de forma voluntaria, el IES Celestino Mutis en Villaverde, donde el instin-

to de supervivencia se agudizaba día a día.

La decisión de respirar aire puro de la Sierra estaba tomada y tras un primer intento falli-

do por venir a Villalba —otros dos años más en Vicálvaro—, conseguí por fin plaza en el IES

María Guerrero. Otro sueño cumplido.

En la primera toma de contacto con este instituto, me llamó la atención el cartel que aún

permanece de No a la guerra en Conserjería. Recuerdo que el año anterior el trío de las Azores

decidió invadir Irak y esto dio lugar a fuertes manifestaciones en repulsa a las guerras en

prácticamente todos los rincones del país. Al ver el cartel, pensé inmediatamente: «Debo

haber caído en un buen centro». Y creo que no me equivoqué.

Recuerdo también con mucho agrado la enorme sonrisa que mostraba en todo momento

una de mis primeras compañeras, Luisa, que me facilitó mi entrada con la ilusión y la alegría

que transmitía de forma permanente. Mi otra compañera, Pilar, reconozco que me abrumó

inicialmente. Ese año comenzaban los Trabajos de Investigación de Bachillerato y no paró de

ganar premios con sus alumnos. Sin embargo, me sentí más tranquilo una vez que comprobé

que era de carne y hueso, con un gran corazón y una excelente compañera.

El ECOIES

— Fernando Arribas, profesor —

Huerto ecológico del Instituto

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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LA BUHARDILLA Nº 12

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Tras un primer año de adaptación y puesto que mi intención era continuar aquí «hasta

que me echen», como yo suelo decir, pensé en ir introduciendo algunas inquietudes. Con esa

maravillosa persona y ex compañera, Maite, dimos continuidad al proyecto de Patrulla Ver-

de de Marisa Montero. Formamos el ECOIES, a través del cu{l, los/as compañeros/as que hab-

éis ido colaborando a lo largo de estos años hemos ido impulsando una serie de propuestas

encaminadas a reducir el consumo de recursos y, aunque parezca mentira, a gestionar mejor

los residuos. Gran parte de estas propuestas se han ido convirtiendo en realidad: el papel

reciclado, las fotocopias a doble cara, las pizarras pintadas para evitar reflejos, los termosta-

tos individuales para calefacción, sesiones de sensibilización en tutorías, etc. Con mucho es-

fuerzo, y sobre todo ilusión, hemos conseguido un suficiente raspado. Sin embargo, esa dura

asignatura, los residuos, la seguimos teniendo pendiente y vamos a necesitar toda la ayuda

posible para conseguir superarla, ahora que celebramos el vigésimo aniversario. ¡Qué mejor

ocasión para darle prioridad a este tema!

Hemos intentado también desde el ECOIES y por medio de diversas campañas, talleres y

exposiciones, trasladar alternativas más éticas de consumo: el comercio justo, la banca ética, la

agricultura ecológica, y fruto de ello, y con la inestimable ayuda de otra excelente compañera

y persona, Juana, se puso en marcha el Huerto Ecológico. Sería injusto no mencionar a todo el

alumnado, principalmente del aula de enlace, del REF y el COM que han colaborado, a veces

sin pocas dificultades para sus profesores/as, en organizar, mantener y cuidar el huerto.

Con vuestra colaboración, queremos seguir impulsando y apoyando iniciativas para que

nuestro Instituto sea cada vez más sostenible, para que Villalba sea un lugar más transitable

(¡carril bici, ya!) y para que nuestros alumnos/as e hijos/as puedan disfrutar de este planeta

de la misma manera que nosotros lo hemos estado haciendo.

También quiero agradecer a todos aquellos que habéis apoyado el proyecto ECOIES, directa

o indirectamente, a todos aquellos que habéis hecho montón de sugerencias de mejora, a los

que habéis sido receptivos a las propuestas y a todos los que día a día transmitís a vuestros

alumnos/as una conciencia medioambiental tan necesaria en estos tiempos que corren.

Han pasado y permanecen en nuestro Departamento de Tecnología y en el Instituto mu-

chos compañeros/as que van haciendo que cada día yo, personalmente, disfrute más de esta

profesión, a pesar del maltrato sistemático y permanente a que nos someten nuestros jefes

—Dios libre a Cristina, Carlos y José Domingo de tal acusación— y del cual solo mejorare-

mos actuando de forma colectiva, un concepto que va perdiendo fuerza, que no sentido, con

el‖tiempo.‖●

Maqueta de vivienda bioclimática,

realizada por alumnos de 3º ESO y

ganadora del segundo premio del

Concurso de Tecnología Sostenible.

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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LA BUHARDILLA Nº 12

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Veinte años de Ciencia

— Nacho Pérez Mesuro, profesor —

A unque nos imaginábamos que en el año 2000 circularíamos en coches voladores y des-

congelaríamos a Walt Disney, en la actualidad, la realidad no se asemeja a esos sueños

de ciencia ficción. Pero sería un error pensar que se ha avanzado poco, ya que en estos últi-

mos veinte años hemos asistido a progresos asombrosos en todos los campos de la ciencia.

Enumerar todos los hallazgos realizados sería una ardua tarea, por lo que mencionaré sólo

algunos de los más interesantes.

1990: Abría sus puertas nuestro Instituto coincidiendo con dos hechos de gran relevancia:

uno de ellos el lanzamiento al espacio del telescopio Hubble, que en estos años ha constitui-

do una ventana que nos ha permitido una visión más amplia y profunda del universo; el

otro gran avance, el nacimiento del Proyecto Genoma, uno de los proyectos de investigación

más grandes de la historia y que abre unas expectativas inimaginables al ser humano.

En ese primer curso de nuestro Instituto, los estudiantes todavía no tenían muy claro qué

era eso de internet (en el año 91 se publica la primera página web) y apenas existían ordena-

dores en los domicilios.

1991: Se descubre el cr{ter de Txiculub, producido por el impacto de un meteorito de

unos 10 km de diámetro hace unos 65 millones de años y que supuso el final del reinado de

los dinosaurios, dejando el terreno propicio para nuestros abuelitos mamíferos.

1992: Mientras disfrut{bamos de los Juegos Olímpicos de Barcelona, sale a la luz el pri-

mer vídeo-teléfono y la consola Super Nintendo. Mientras, en la lejana Etiopía, se descubren

los restos fósiles del Ardipithecus ramidus, un ancestro del Homo Sapiens, con una antigüe-

dad de 4,4 m.a. (uno de los primeros eslabones en nuestra evolución) y, en una aldea de Ga-

les, se efectúan unas pruebas con una nueva droga contra la angina de pecho, descubriendo,

por sorpresa, unos efectos secundarios que desafiaban la gravedad. Nacía así la viagra.

1993: Se revolucionan las Matem{ticas al ser resuelto el último Teorema de Fermat. Tam-

bién se inventa la primera vacuna sintética contra la malaria.

1994: En el campo de la Bioquímica, se logra un gran conocimiento en la naturaleza mole-

cular de los sistemas enzimáticos de reparación del ADN. En el terreno de la Física se consi-

gue la caza y caracterización de la sexta y última subpartícula constituyente de la materia, se

trata del quarq top. Pero sin duda este año quedará marcado por el hallazgo, en las tierras

burgalesas de Atapuerca, de los restos de Homo antecessor, eslabón común entre los sapiens y

los neandertales.

1995: Se descubre 51 Pegasi b, el primer planeta extrasolar. En Medicina se descubre la

oncoproteína p27 y se identifica el gen de la ataxia telangiectasia.

1996: Se anuncia la posible existencia de vida en Marte a partir de un meteorito encontra-

do en la Antártida, que parecía contener indicios de vida bacteriana muy antigua. Se lanzan

las sondas Mars Global Surveyor y Mars Pathfinder al planeta rojo. Además se descubre el

átomo del elemento 112, el Ununbio y que el núcleo interior de la Tierra no es estático, sino

que se desplaza girando a una velocidad superior a la de la corteza terrestre.

1997: Asistimos a la primera clonación exitosa de un mamífero adulto, una oveja llamada

Dolly, a partir de una sola de sus células. A su vez un equipo de científicos consigue aislar,

por primera vez, células madre embrionarias humanas, abriéndose una nueva era de posibi-

lidades terapéuticas y también un debate importante en torno a la ciencia y sus consecuen-

cias éticas.

1998: Se logra alargar la vida de células humanas manipulando su material genético; con

esto se demuestra que se puede detener el proceso de envejecimiento humano, por lo menos

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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a nivel celular. También se consigue, en el campo de la Física, teletransportar un átomo (tal

cual vemos en las películas de ciencia ficción y en especial en la serie de Star Trek).

1999: Nace una nueva rama de la Biología: la Biología Evolutiva del Desarrollo que inves-

tiga el desarrollo embrionario y la evolución de la especie.

2000: Temíamos que empezase por el llamado efecto 2000 (caos inform{tico y tecnológi-

co). Se descubre la dopamina como transmisor cerebral y se encuentran 10 nuevos satélites

de Júpiter y 12 de Saturno.

2001: Se inventan las primeras nanocomputadoras y se publica la secuenciación del geno-

ma humano.

2002: Se encuentran pequeños ARN que juegan un papel importante en variados procesos

genéticos celulares, lo cual ayudará al estudio del tratamiento del cáncer. También se descu-

bre que los neutrinos, esas partículas elementales que apenas interaccionan con la materia,

cambian de sabor y tienen masa.

2003: Se realizan estudios que respaldan la tesis de que el universo está compuesto en

gran medida de materia y energía oscura. También se consigue identificar genes relaciona-

dos con enfermedades mentales, en particular con la esquizofrenia, la depresión y el desor-

den bipolar.

2004: Se descubre que el planeta Marte tuvo, en otros tiempos, grandes acumulaciones de

agua y, en consecuencia, el hecho de que puede haber albergado formas de vida. También se

hallan los fósiles de un diminuto ser humano en la isla indonesia de Flores que constituyen

una posible nueva especie el Homo floresiensis, contempor{nea de los humanos modernos.

2005: Aterriza la nave espacial europea Huygens en Titán, la mayor luna de Saturno, reve-

lando un mundo de lluvias y océanos de metano. En este año se acumularon importantes

pruebas de la relación entre seres humanos y calentamiento global, como el calentamiento de

las aguas profundas de los océanos y la progresiva reducción de la cubierta de hielo del ártico.

2006: Después de 100 años sin conseguir encontrar una solución a la misma, se logra la

demostración matemática de la conjetura de Poincaré. También, en una serie de experimen-

tos, se observa que pequeños cambios en los genes o en la posición de los mismos en los cro-

mosomas, producen nuevas especies bruscamente.

2007: Se logra reprogramar las células de la piel para que se comporten como células ma-

dre embrionarias, permitiendo su obtención sin utilizar embriones. También se descubren

700 nuevas especies de organismos que van desde esponjas carnívoras a arañas marinas gi-

gantes, bajo el mar, en la Antártida.

2008: Se pone en marcha el Gran Colisionador de Hadrones, cuyo objetivo es acelerar

partículas y simular algunos eventos ocurridos durante o inmediatamente después del Big

Bang.

2009: Los científicos descubren que las abejas pueden contar hasta 4. Se halla la rapamici-

na, una molécula que prolonga asombrosamente

la vida de los ratones, permitiendo que algunos

de ellos vivan el equivalente a más de cien años

en seres humanos. Y también se produce el

hallazgo de agua en la Luna.

Presente y futuro: La Biónica parece que será

el campo que más descubrimientos nos deparará

en años venideros. La implantación de chips en

el cerebro, permitirá vencer las enfermedades

degenerativas, además de navegar por Internet

sólo con la mente y crear realidades virtuales.

Matrix‖cada‖vez‖est{‖m{s‖cerca.‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

Pizarra digital interactiva del Instituto

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Cuando cayó el Muro de Berlín

— José Luis Pedrero, profesor —

C uando el 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín, todos los que teníamos cier-

ta edad supimos que algo estaba cambiando. Poco después, los acontecimientos poste-

riores echaron por tierra la guerra fría que había caracterizado la segunda mitad del siglo XX.

Este concepto fue creado por Bernard Baruch, consejero del presidente Roosevelt, quién uti-

lizó el término en un debate en 1947, siendo empleado para referirse al conflicto entre las dos

grandes potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial: EE.UU y la U.R.S.S.

Tras la caída del Muro, muchos autores hablaron del final adelantado de la centuria, o

incluso se llegó a proponer «el fin de la Historia». Así hablaba Francis Fukuyama, politólogo

estadounidense de origen japonés, el cual publicó en 1992 su famoso libro El fin de la Historia

y el último hombre. En él afirmó que la Historia entendida como lucha de ideologías había

concluido con la victoria del liberalismo económico-democrático, liderado por EE.UU.

Pero la Historia nos tenía preparada una sorpresa. El 11 de septiembre de 2001, tras el

atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, se rompió el sentimiento beatífico en el que se

había instalado la sociedad. Dimos paso a lo que se ha dado en llamar choque de civilizaciones,

resurgiendo así miedos y recelos atávicos que se hunden en los albores de los tiempos. Su

autor, Arnold Toynbee, lo describió como un fenómeno de desafío y respuesta en el que se

ven implicadas las civilizaciones en su conjunto, entendidas estas en su vertiente geopolítica.

En el año 1996, Samuel Phillips Huntington retoma estas teorías, y en su libro El choque de

civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial pronostica que las principales fuentes de

conflictos serán culturales entre naciones o grupos de naciones pertenecientes a civilizacio-

nes diferentes.

Un viento fresco sopló el 9 de octubre de 2009, cuando el primer presidente de color de

los EE.UU., Barak Hussein Obama, alcanzó la presidencia de la todavía primera potencia

mundial y anunció su intención de modificar las relaciones internaciones. Su famoso lema

Yes we can se convirtió en un icono mediático que rompía la atonía y la desidia de una socie-

dad poco receptiva a los cambios.

Muchos recordamos entonces el sueño de Martín Luther King, aquel que hiciera público

en 1963 durante la famosa marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad, convertido

en icono de la defensa por las libertades civiles: I have a dream. El sueño consistía en imaginar

un país para sus hijos: uno en el que los chicos blancos y negros convivan sin ningún tipo de

prejuicio.

Como hemos visto, las ideas cambian y el mundo con ellas. Eso lo sabemos bien en el IES

María Guerrero, escenario privilegiado desde el que habéis podido contemplar esta compleja

sucesión de acontecimientos. Todos los miembros de la Comunidad Educativa han sido a la

vez espectadores y actores de la apasionante espiral que es la Historia.

Pienso que Fukuyama se equivocaba al anticipar el fin de la Historia, por varias razones de

las que sólo expondré una, la más contundente tal vez: poco después de la caída del Muro, el

IES María Guerrero comenzó su historia. Tal vez no escrita con mayúsculas, pero sí con las mis-

mas ilusiones, dudas, esperanzas o incluso fracasos que los grandes hechos aquí recordados.

Animaos a perseguir el Sueño de‖M.‖Luther‖King,‖animaos‖a‖seguir‖haciendo‖Historia.‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

E sta puede ser la historia de cualquiera, del último en llegar.

Bueno. Otro año igual. De aquí para allá, sin saber cuándo, ni cómo... ¡Pues mañana a Villalba!

A Villalba mañana, pues. ¡Qué sorpresa! ¡Venga, hombre! ¡¿Pero esto es serio?! Y nada más llegar,

sonrisas.

Sonrisas. Esto es lo que me encuentro por los pasillos cada mañana al llegar aquí, a este

andurrial recién hallado que tanto me está aportando. Lo primero que recuerdo es «¡Ah! La

esperada», decían unos. «¡Qué ganas!» dicen otros... ¡La esperada!... No... ¡La afortunada! Eso es

lo que tenía que haberse dicho desde el primer momento. Hola... Hola... Encantada... ¡Vaya,

vaya! Mira lo que aparece... Y cada cosa que observo y aprendo me sorprende más.

Y van pasando los días y llega la tranquila rutina, esa que si se rompe te produce un cos-

quilleo que te lleva a pensar ¡Qué bien! ¡Menos mal! Pero se trata de una rutina reconfortante,

pues de ella lo único malo que se puede sacar es no haber cruzado palabra con los que sue-

les. Se alargan los días de trabajo y el agobio pronto nos cubre a todos, pero pensamos ¡Qué

cerca están las vacaciones! Suenan villancicos, felices fiestas y prósperos años nuevos por todos

los pasillos; se acercan las reuniones, insidiosas para unos, deseadas por otros, animadas por

muchos y nuevas para mí. Pero qué gusto da estar con esta gente.

Largas semanas con rebaños de corderitos que alientan el sueño, y no por ser contados,

sino por ser tragados. Descanso, jaleo, reposo y entusiasmo... Desasosiego... Hay que vol-

ver... ¿Y qué? Pero si lo estás pasando en grande... Más bien deberías pensar en lo poco que queda por

delante... Seis meses... Ya sabes lo que toca... Lo único que hace falta es fuerza de voluntad... Ánimo.

Y ahora resulta que se acaba otro trecho del camino. Han pasado el frío, las lluvias, las

nieves, las heladas, horas en el puerto de montaña, viento como hacía tiempo que no se

sentía. Se quejan las gargantas y parece que buscan el silencio. Pero no es así, porque tras

este segundo sendero vienen de nuevo los concilios transfronterizos que amenizan relacio-

nes y animan los cónclaves de puertas cerradas sin llave con ráfagas de luz que levantan

guiños de complicidad... ¿Cómo será lo que queda?...

Y aquí estoy yo, veinte años después de que todo empezara. Me cuentan que años dora-

dos (como si de un Siglo de Oro se tratase) han pasado por los lugares que yo frecuento. Es

un pensamiento antiquísimo aquello de cualquier época pasada fue mejor. Aún quedan muchos

años por delante y puede ser que alguien, dentro de otros veinte años, piense así, y seremos

nosotros los que formamos parte de esos años de diamante, que no dorados. Dentro de vein-

te años otra persona como yo estará escribiendo para un aniversario, o no, pero de lo que

estoy segura, segurísima, es que se sentirá como yo, perpleja e impresionada por la magia

que estas paredes encierran. Y todo gracias a vosotros. ●

La última en llegar

— Leonor Moya, profesora —

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¿Qué te llevas del Instituto?

— Bernardo Alonso , ex alumno y profesor —

¿ Qué te llevas del Instituto? ¿Qué has aprendido en esos cuatro, ahora seis, años?

La respuesta a esta pregunta me interesa especialmente porque ahora soy yo el profesor.

Cuando me siento en la silla, acolchada, más grande que la de los alumnos y miro la cla-

se, lo primero que pienso es: madre mía la de veces que me han visto hacer el idiota y no me

han dicho nada. Después me levanto y empiezo a dar clase y mientras miro sus caras, no

diré que de aburrimiento, no diré que de indiferencia, pienso: ¿para qué estoy haciendo esto,

de qué les vale, merece la pena, debo intentar dar más temario, debo ser más duro, la epana-

diplosis y el complemento agente sirven para algo, qué te llevas del instituto, qué has apren-

dido en ese tiempo, de qué te vas a acordar dentro de unos años, qué les estoy enseñando?

Entonces, recuerdo a un profesor de Matem{ticas, ahora sé que interino, ahora sé que en

su primer año, que no me gustaba nada y que un día me habló de un cuento de Borges y el

desasosegante concepto de infinito. Y a otro profesor que nos contó cómo había decidido

dedicarse a la enseñanza para pasar más tiempo con su hijo. Y a una profesora que me grita-

ba enfadada porque yo miraba distraído por la ventana, pensando en cosas mucho más im-

portantes que la Historia de España. De un profesor de Literatura, gracias, Tirso, que habla-

ba con pasión de Garcilaso y nos contaba anécdotas, tal vez inventadas, e intentaba explicar-

nos que el conceptismo y culteranismo eran en el fondo parecidos. Y recuerdo que tras una

larga explicación alguien le dijo: «Pues en mi libro pone que son opuestos». Y puedo recor-

dar su cara, como si se enfrentara a unos molinos, inasequible al desaliento.

Todo esto me sirve para entender que no siempre se enseña lo que se quiere enseñar y

que nunca sabemos quién nos está escuchando y cómo está entendiendo lo que decimos. Eso

me ayuda mucho a relativizarlo todo, a tomarme las cosas con más calma y a no perder nun-

ca la esperanza de qué quizá todo esto sirva para algo más que para ganarse la vida digna-

mente, que no es poco.

Pero no he acabado de responder a la pregunta, porque yo me he llevado mucho más del

Instituto. Me he llevado amigos, mis amigos, recuerdos, viajes, experiencias, amaneceres,

risas, disgustos, frío, sudor, emociones. ¿Cómo no te vas a llevar todo eso en cuatro años, si

entrábamos con catorce y nos marchábamos con dieciocho? También pienso en eso mientras

estoy en clase y me distraigo y miro por la ventana y comprendo que nadie me va a echar la

bronca por estar distraído, porque ahora yo soy el profesor.

¿Qué‖te‖llevas‖del‖Instituto?‖Tendría‖que‖escribir‖una‖novela.‖●

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Carta al IES María Guerrero

— Andrés Villa Fernández-Mayorales, alumno de 2000 a 2006 —

H ace unos días, pasé por el Instituto para resolver unos temas que me quedaban pen-

dientes, y fue ahí cuando me plantearon la posibilidad de dejar unas palabras, unas

líneas escritas sobre mi paso por el Instituto. Podría parecer que han seleccionado a los mejo-

res ex alumnos para elogiar al Instituto y a sus profesores. Nada más alejado de la realidad.

Si bien es cierto que nunca he sido un mal alumno, tampoco he sido una hermanita de la cari-

dad; he estudiado mucho, pero también me han puesto apercibimientos y esas cosas. He

hecho perrerías en clase sabiendo dónde estaban los límites, siempre bajo el respeto a todos

los que estábamos en un aula, y creo que es aquí donde está la clave de tener éxito en la vida.

Respetar los límites y jugar con ellos, saber cuándo, cómo y por qué saltártelos.

Así que, estas palabras no son un elogio porque sí, ni un brindis al sol. Es la realidad. Mu-

cha gente siempre dice que los mejores años de tu vida son los de universitario, y la verdad

es que razón no les falta; sin embargo, yo tengo muchos más recuerdos del Instituto que de

la Universidad, y mis amigos con los que salgo son los del Instituto. Si la Universidad te hace

ciudadano, el Instituto te hace persona, te enseña valores primarios, y si la educación en el

Instituto‖falla<‖mal‖vamos.‖Es‖por‖esto‖que‖me‖siento‖muy‖orgulloso‖de‖haber‖sido‖alumno‖

de un instituto público de calidad, donde los profesores se esfuerzan por hacernos compren-

der valores que no estamos muy dispuestos ni a escuchar ni a asumir en esos años donde lo

único que nos preocupa es lo que vamos a hacer en el finde. Aunque a todos nos guste con

Coca Cola, la clave no está en la botella de Ballantines o en la de Negrita, sino en aprender,

en desarrollarse como persona y en conocer, porque es lo que algún día nos sacará las casta-

ñas del fuego.

Estoy completamente convencido de que si hoy soy quien soy y como soy, es en parte

gracias a mis años en el Instituto, que han jugado un papel fundamental en mi desarrollo

personal. Pero el Instituto entendido no como edificio, sino como todo el conjunto de perso-

nas (alumnas/os, profesoras/es, conserjes, camareras/os) que le dan vida a diario, que viven

de ello y por ello. Hasta 2º de Bachillerato, estaba convencido de hacer Ingeniería de Obras

Públicas; de hecho, el Bachillerato que realicé fue el tecnológico. Pero gracias a una profesora

en concreto, decidí cambiar el destino. Di un giro de 180 grados, y me decidí a realizar lo que

realmente me había gustado siempre, lo que realmente me ha atraído siempre, sin pensar si

me daría trabajo después o no, sólo pensando en mí, pensando en lo que yo me sentiría a

gusto realizando. He acabado estudiando Ciencia Política, y me siento orgulloso del cambio

realizado, y de la gente que me apoyó, que pensó en mí y no en el sistema. Pero lo más gra-

cioso de todo es que estoy convencido de que, si no hubiera sido justo en ese año, con esos

profesores y en este Instituto, seguramente hubiera acabado haciendo otra cosa diferente a la

que estoy haciendo con mi vida.

Gracias por haber ayudado a hacer un poco de lo que yo hoy soy. Me siento orgulloso de

ser ex alumno del María Guerrero y de que esté en mi mente. Porque me ha dado mucho a

cambio de muy poco, y porque es una labor que tiene que hacerse día a día, alumno tras

alumno. Tal vez en ese momento, al igual que vosotros, no me diese suficiente cuenta, pero

viéndolo con perspectiva, sin duda alguna mereció mucho la pena estar durante seis años

seis horas diarias entre las paredes del María Guerrero.

PD: Me gustaría dejar escritos algunos nombres de profesores en concreto, pero creo que no sería

justo para el resto, porque aprecio su trabajo realizado. De todas formas, sé que aquellos de los que me

gustaría hacer mención especial, saben perfectamente quiénes son y no hace falta que se lo recuerde. ●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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Gonzalo: año uno

— Gonzalo Álvarez-Alija, ex alumno —

A l principio…

Parece que pasaron cincuenta años, y tal vez sólo fueron diez. El miedo era algo que se

forma en la boca del estómago cuando piensas: Se acaba tu infancia del todo, muchachito. Ahora

eres un proyecto de adulto. Y ese miedo natural se mezcla con el que te ponen a la espalda

cuando te dicen que los que antes fueron como tú, te van a hacer perrerías por ser el último

en llegar al lugar. Te van a hacer novatadas.

Pasado‖eso,‖pasadas‖las‖novatadas‖y‖el‖primer‖contacto,‖empieza‖lo‖bueno<‖¿O‖no?‖Hay‖

gente que al llegar a un instituto se cree lo más. Gente que intenta ser alguien que antes no

era y gente que descubrirá qué y quién es en potencia.

En estos últimos casos, podríamos fijarnos en un chico novato, inseguro, que estará tres

días quitándose la pintura de partes de su cuerpo que ni conocía. Tiene un nombre y un co-

metido en el María Guerrero. ¿Su nombre? Gonzalo Álvarez-Alija García.

Gonzalo es de la Dehesa de la Villa, una parte poco conocida en el Madrid capital. Nació

en 1983 y es el menor de tres hermanos. Ningún Álvarez-Alija García pisa el María Guerrero

antes que Gonzalo. Los padres de Gonzalo, él Ingeniero de Sonido, ella, ama de casa, llevan

a sus hijos a vivir a Las Matas. Por avatares de la vida, pasan de Las Matas a Las Rozas y de

allí, de lleno, a Collado Villalba. Gonzalo estudia dos años más en un colegio donde verá lo

que el futuro más adelante le barrunta: los Seres Humanos, en el ochenta por ciento de los

casos, son malos, desalmados y ruines. Por fortuna, no todos lo serán en su llegada al Institu-

to. La Vida, juiciosa o no, da premios y palos a justos e injustos. Es una prueba de fuego para

ver dónde queda cada cual.

Aún atolondrado, inocente, algo mimado y buenazo, Gonzalo no tardará en comprender

que los castigos, en su caso y con su educación previa, vienen algunas veces ligados a las

recompensas si uno sabe ver los pequeños detalles.

Él, al contrario que otros, no se disfraza para ser apreciado y querido; se pinta, por así

decirlo, una diana en el pecho para que matones con cerebros tan poco desarrollados como

los de niños de preescolar, se diviertan mofándose y metiéndose con él. Menos mal que sólo

será un primer año. Un primer año en el que pronto se forjará algo que puede que no sea

perfecto, pues nada en este mundo lo es, pero sí digno.

Lo demás, es leyenda…

Podríamos describir a cada uno de los profesores que intentan demostrar lo bueno y lo me-

nos bueno que, en nosotros, en todos y cada uno de los que me leen, había, pero, en nuestro

atolondrado protagonista, quedan algunos más marcados que otros, y además, la falta de

tiempo y espacio nos obliga a no poder hacer justicia a todos, así que nos queda mencionar a

los que son de un dominio más que público.

Así, dándoles música, encontramos a un hombre que le hace amar las sinfonías, los rit-

mos, las escalas y los compositores que huelen a cloroformo y naftalina al solo mencionarlos.

Un hombre amigable con su propio lenguaje delicado y sutil, capaz de enseñar a sus alum-

nos con mayor o menor éxito. Un profesor que le hace ver lo ciego que estaba con esa asigna-

tura a Gonzalo, que antaño tuvo profesoras de música de cuellos estirados y actitudes sober-

bias. Un tipo cercano y afable. Miguel le da motivos a Gonzalo para creer que puede apreciar

las notas clásicas.

O un hombre joven, con incipientes canas en su cabello oscuro. Su tono es desafiante y su

sonrisa es como la de un animal manso del que poder desconfiar. Es una pose más que una

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VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

actitud real. Ese hombre está destinado, con los años, a dedicar sus dotes no sólo a impartir

Inglés, sino a sentenciar y juzgar con rigor y disciplina respetuosa para el ambiente de un

centro educativo. Ese hombre se llama José Domingo Sierra y no tardará en hacer una gran

labor como Jefe de Estudios.

No aburriremos más a los lectores, sólo que sepan que ese muchacho, que entonces no

era nada y luego fue algo, como en el fondo todos somos, vivió y sintió el María Guerrero

como suyo propio, aun lo duro que fuese descubrir de labios y acciones de un verdadero

maestro como hoy día hay pocos, que eso de dibujar, de ser un dibujante profesional, se le

escapaba por las perspectivas y lo técnico. Pero, ¡ah, como es esto del Destino que se nos des-

cubre cuando menos uno lo piensa! Comprendió el buen muchacho que con palabras tam-

bién se puede dibujar cosas. ¿Quién se lo mostró? Sólo decir que una genialidad con canas

hecha profesor. Un hombre tan genial que debe ser retirado de la partida antes de siquiera

ver cómo los peones se convierten en alfiles, torres o reyes.

Gracias a él hoy tal vez exista un hombre medio adulto, medio crío, medio proyecto de

intento de escritor. En verdad, deberíamos dar al César lo que es del César: gracias a muchos

de los que batallan con adolescentes para convertirlos en dignos Seres Humanos, Gonzalo

podía ser todo lo arriba mencionado. Porque en verdad, este texto no habla de un chaval ino-

centón e ingenuo, habla de algo más. Habla de la gente que hace que seamos lo que muchos,

en mayor o menor medida, somos ahora, en la joven adultez.

Sépanlo. El María Guerrero es un modo de ser, una pieza importante de su alma, que le

forjó, le dio valor, le dio educación y sapiencia. Que le mostró que la vida es como uno se

comporta respecto a ella. Que vivió gracias a lo que se ganó él, y fue castigado por lo que no

supo hacer bien, pero no pasa nada, siempre estuvo a tiempo de corregir sus errores.

El María Guerrero era su Alma Mater y hoy la lleva escrita a fuego en su forma de ser. ¿No

es‖esa‖la‖misión‖de‖sitios‖así?‖●

Alumnos de la promoción del curso 1994-1995

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LA BUHARDILLA Nº 12

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Siempre acabamos hablando del Instituto

— Rafa Rivas, Ana Piñeiro, Begoña Santalla y Paula Duarte, ex alumnos —

T odas las semanas, desde hace unos quince años, nos reunimos para cenar, tomar unas

cañas y, sobre todo, contarnos cómo nos va la vida. Poco a poco, nuestros proyectos

personales y nuestras respectivas profesiones, la medicina, la enfermería, la enseñanza y el

periodismo, han ido llenando las conversaciones. Sin embargo, hay algo sobre lo que, en esas

noches de copas y risas, siempre acabamos hablando: nuestra etapa en el Instituto. Y es que

todos coincidimos en que fue una época muy divertida y en la que, además, forjamos una

amistad de esas que duran toda la vida.

Por eso, nos encanta recordar el viaje de segundo a Mérida y los juegos picantes de Gloria,

la incombustible profesora de latín. Y el de tercero a Italia, en el que descubrimos que los

profesores podían ser tan gamberros como nosotros, o más. ¿Quién no se acuerda de María

José, la de religión, trasladando un colchón por el pasillo del hotel de Roma, muerta de la

risa, para llevarlo a nuestra habitación? Menos mal que estaba Miguel, el de Música, con su

paciencia infinita, para poner cordura. Manolo solía ponernos canciones de Julio Iglesias en

el autobús para que no nos durmiéramos, claro que el pobre no había pegado ojo durante

toda‖la‖noche‖y‖se‖tenía‖que‖vengar‖de‖alguna‖forma.‖Y‖Clark‖Kent,‖el‖de‖Filosofía<‖Bueno,‖

para nosotros siempre será Superman; ¡tenemos pruebas de que es igualito! Muchas veces,

cuando nos reunimos, sacamos las fotos indecentes de ese viaje para reírnos.

Cuatro‖años‖en‖el‖Instituto‖dan‖para‖muchos‖recuerdos‖y‖muchas‖anécdotas<‖Las‖obras‖

de teatro que montamos con Tirso y Manolo, las clases de Historia de Mae y María Ángeles,

las de Filosofía de Magdalena, las de Inglés de José Domingo o las de Matemáticas de Juan-

jo<‖Guardamos‖en‖nuestra‖memoria‖momentos‖estelares‖como‖cuando‖la‖curiosidad‖cientí-

fica de uno de nosotros le indujo a extraer el estómago al muñeco del laboratorio de ciencias

y todos sus órganos se desparramaron por el suelo. Hubo que meterlos a presión y gracias a

que Marta, la de Ciencias, estaba a sus cosas, nadie se dio cuenta.

Somos conscientes de la paciencia de algunos profesores, que tuvieron que leer frases

como Goya era ciego, de ahí el valor de sus pinturas, o La Alhambra de Granada es del Atlético de

Madrid porque es rojiblanca (esta perla no es nuestra, pero no nos hemos podido resistir; lo

sentimos, Nacho). Como decía Rafa, otro de nuestros profesores de Historia, había alguno

que era como la ONCE, ¡un numerito nuevo cada día! Y ya que estamos confesando, aprove-

chamos la ocasión para desmentir un bulo que, tiempo después de dejar el María Guerrero,

hemos vuelto a oír y que nos tememos tuvo su origen en nuestras cabezas. Ricardo, el profe-

sor de Filosofía, no es capaz de leer la mente. ¡Ah!, y el de Dibujo no vive en la caravana que

aparca en la puerta del Instituto.

Han pasado ya doce años desde que salimos del María Guerrero y la verdad es que no

nos podemos quejar de cómo nos va la vida. Los años de instituto sirven para comenzar a

formarse académicamente y como personas, para aprender a tomar decisiones, para equivo-

carse y rectificar, porque nunca es tarde para tomar el camino correcto, y para hacer amigos,

los de toda la vida. Nosotros lo hicimos, por eso entre nuestros recuerdos más especiales

guardamos‖esos‖cuatro‖cursos‖en‖el‖María‖Guerrero.‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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LA BUHARDILLA Nº 12

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A pesar del tiempo ya transcurrido, resulta imposible no recordar aquellos tiempos con

cierta nostalgia. Creo que para mí representaron una de las etapas más bonitas de mi

vida.

Como para casi todos, supongo, el comienzo del Instituto marcaba la entrada al mundo

de los adultos y, como tales, empezábamos a recibir dicho trato, con lo que eso conllevaba:

las responsabilidades iban creciendo a medida que los cursos avanzaban, así como los lazos

entre compañeros; y con los profesores también se estrechaban, dentro y fuera del aula.

Era el momento de aprender a esforzarse por nuestras metas y de crecer, en todos los sen-

tidos, unas veces acertando, pero sobre todo aprendiendo de los errores. Recuerdo con cari-

ño a todos y cada uno de los profesores, y me gustaría agradecer su esfuerzo por enseñarnos

y orientarnos. Pasado el tiempo, reconozco que no debe de ser tarea fácil hacerse escuchar

por un grupo de jóvenes cuya cabeza y cuerpo funcionan a mil por hora, y no precisamente

siempre por temas lectivos.

También guardo muy buen recuerdo de muchos de mis compañeros, especialmente de

aquellos con los que he seguido manteniendo contacto a lo largo de todos estos años. Alguna

de mis más queridas amistades se forjó en aquel tiempo. Y por último, no puedo evitar re-

cordar también con una gran sonrisa el viaje de fin de curso. Hay anécdotas que siempre

recordaré.

Si tuviera que emplear una sola palabra para definir lo que todo este periodo significó

para mí, esa palabra sería ilusión. Ése es el mejor motor que cualquier persona puede tener

para avanzar en todo, y nadie tendría que perderla nunca a lo largo de su vida.

La etapa del Instituto, aunque complicada, es decisiva para nuestro futuro profesional, y

conviene tratar de esforzarse al máximo para tener el mayor número de opciones posibles al

terminar. En mi caso concreto, tras el Instituto vino la Universidad, y con ella el esfuerzo se

multiplicó. Sin ánimo de extenderme más, os cuento que estudié arquitectura, pues ya des-

de muy joven me atraía el mundo del diseño y también el dibujo. Hace unos años, me tras-

ladé a vivir a Barcelona, donde he tenido la suerte de poder trabajar en el campo de la ar-

quitectura e ingeniería y, puntualmente, en el campo del diseño y de la pintura, afición que

nunca abandoné.

Por último, me gustaría dirigirme a todos vosotros, chicos y chicas, que actualmente

estáis en el Instituto: aprovechad al máximo estos años, divertíos, estudiad cuanto podáis

y, sobre todo, haced todo esto con la convicción de que cada pequeño paso que avancéis os

va a valer para mucho en el futuro. Nada se consigue sin esfuerzo, pero a todo esfuerzo le

llega su recompensa.

Un‖gran‖beso‖para‖profesores,‖compañeros‖y‖alumnos.‖●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

Una de las etapas más bonitas de mi vida

— Lourdes Gil, ex alumna —

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Cuando entré lo llamábamos El instituto de Las Suertes — Eva Fuentes, ex alumna —

¡H ola a todos! Mi nombre es Eva. Algunas personas me conocían por el voleibol. Aho-

ra tengo treinta años recién cumplidos. Me parece ayer cuando estuve en el insti.

Cuando yo entré lo llamábamos El instituto de Las Suertes, y estando ya en él, votamos todos

por diferentes nombres y acabó siendo El María Guerrero. Yo vivo en Irlanda y tengo dos

hijos, una de casi seis años y otro de uno y medio.

En tercero de BUP me hice muy amiga de Alberto. A través de las clases de Ética tuve la

oportunidad de ver que él era el tipo de persona con la que yo querría compartir toda mi

vida. Compartía mis valores y un enfoque optimista y alegre. Sentía que podría ser el padre

de mis hijos. No me equivoqué. Nos fuimos a vivir juntos muy pronto, cuando yo tenía vein-

tiuno y estaba terminando la carrera. Mientras él terminaba la carrera (que le llevó un poco

más que a mí) yo trabajaba. Vivíamos con muy poco dinero, pero ser independiente y vivir

por uno mismo no es tan difícil como la gente nos hace creer. Lo difícil es renunciar a mu-

chas cosas que no son imprescindibles y a la gente se lo parece. Tuvimos a Clara con veinti-

cuatro. Ser padres por primera vez fue muy bonito y también nos hizo entender muchas co-

sas y madurar mucho. Ganamos generosidad, humildad y aprendimos a juzgar menos a la

gente y ser más comprensivos y pacientes con todo el mundo.

Hay dos profesores que sin lugar a dudas marcaron significativamente mi paso por allí.

Margarita, la profesora de Lengua y Literatura, que me consta que ya se jubiló. Y Luis Junco,

que no sé si sigue. Pero os diré que lo mejor que hizo Luis Junco fue pararse a escucharme

cuando tenía que decidir qué carrera estudiar y estaba hecha un lío entre lo que tendría sali-

das. Ingenierías, entonces, y lo que de verdad me gustaba, Psicología. Me dijo: «Haz lo que

te guste, que es lo más importante en la vida». Yo os digo lo mismo. Paraos a pensar qué os

gusta de verdad, y haced eso; dirigid vuestros esfuerzos hacia vuestras ilusiones, hacia vues-

tros sueños. La vida es muy corta (aunque ahora no os lo parezca) y hay que intentar disfru-

tarla cada día. No penséis que por llegar a una meta seréis felices; la felicidad es un estado

del ahora. Tratad de construir una vida sin olvidar que lo importante es disfrutar en el cami-

no, porque al final del camino, no hay nada demasiado especial; otro camino distinto vuelve

a empezar.

Paraos a pensar: «cuando siento que soy feliz, que me lo estoy pasando muy bien, ¿qué es

lo que hago?» Vuestras respuestas pueden ser muchas: hablar con mis amigos, deporte, leer,

dibujar, pintar, hacer viajes. Intentad rellenar vuestros días con estos momentos. No dirijáis

vuestras vidas hacia lo que creéis que otros quieren que hagáis: pensad y haced lo que de

verdad os gusta hacer.

Yo estudié Psicología y me resultó imposible ejercerla. Tuve que trabajar en diferentes

empresas de servicios (comercial, teleoperadora, asesora de formación...) y aprendí mucho,

sobre todo de lo que no quería volver a vivir y de cómo no hacer nunca las cosas. Como me

disgustaba lo que veía en las empresas en que trabajé, a menudo pensaba que si mejoraba mi

inglés, podría tener puestos mejores donde encontraría la paz que estaba buscando, mi sitio

en la vida, un sentido. Vinimos a Irlanda para aprender inglés y trabajar aquí, ver algo dife-

rente a España y aprender cómo piensan y viven los irlandeses. La experiencia aquí me ha

cambiado por completo como persona. En la actualidad doy clases de español, pero mañana

podría ser distinto y no importaría; lo que importa es sentirse bien por dentro y dar lo mejor

a los que te rodean.

A todos os recomiendo viajar mucho, ver culturas diferentes, sitios distintos, hacer cosas

distintas. En España parece que para ser valorado socialmente uno tiene que estudiar una

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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carrera y encontrar un trabajo para asentarse. Para encontrar tu sitio en el mundo tienes que

escucharte a ti mismo y conocerte, saber qué cosas te gustan y cuáles no, qué actividades

laborales disfrutas y cuáles no, qué personas te llenan y cuáles no, entre otras cosas. Esto se

aprende muy bien viajando, siendo independiente y viviendo en culturas diferentes a la pro-

pia. Cuando te conoces, puedes dar lo mejor de ti a la sociedad en la que elijas vivir, puedes

ser feliz y hacer felices a los que te rodean, puedes contribuir a mejorar las cosas y a eso de-

bemos aspirar todos. Para mejorar el mundo que nos rodea debéis ser responsables de vues-

tro desarrollo personal, de alcanzar la felicidad y estar en paz con vosotros mismos y con los

que os rodean. Vuestro primer deber sois vosotros mismos.

Como os he dicho, conocí a Alberto en el Instituto y por encima de todo fuimos y somos

amigos. Para los dos lo más importante no es que el otro esté con nosotros, que nos quiera,

sino que el otro sea feliz. Cuidar de la felicidad de los que te rodean desinteresadamente es

la clave para construir relaciones bonitas y duraderas con los amigos, con los familiares y

con las parejas. Yo el 21 de enero del 2010 hago doce años con el mismo chico con el que me

sentaba en clase, con el que me tiraba papelitos, con el que salía al patio, con el que me es-

cribía notitas. Siento que mi amor sólo ha crecido. Los valores que hemos compartido han

sido siempre el respeto, la comunicación, el diálogo, la sinceridad (aunque doliera decir:

«este chico también me gusta» o «no me gusta nada el vestido que llevas»), el optimismo, el

sentido del humor y el deseo de arreglar las cosas.

Así que si alguna vez os preguntáis qué es amor, qué significa querer, y si las relaciones

de amor pueden terminar bien, os tengo que decir que, una vez más, depende de vosotros:

elegid creer en el amor, dad lo mejor de vosotros mismos, estad dispuestos siempre a mejo-

rar en vez de cambiar lo que no os guste de la persona que tenéis en frente, sed sinceros con

lo que queréis, con lo que pensáis, dejad que los demás crezcan y hagan lo que necesiten y

perdonad, porque todos nos equivocamos.

Aprovechad cada día de vuestra vida. El Instituto es un lugar ideal para hacer amigos,

aprender con los profesores muchas cosas diferentes y empezar a ser vosotros mismos.

Y por supuesto, si alguien necesita hablar conmigo o comentarme o preguntarme cual-

quier cosa, siempre podréis localizarme en esta dirección: [email protected].

¡Un abrazo muy fuerte a todos!

Looking forward to watching you growing up as happy people! (que significa: con muchas ga-

nas de veros a todos crecer siendo felices).

Carpe Diem. Esto fue lo que grabamos en nuestros anillos cuando nos vinimos a vivir a

Irlanda. ●

VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

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VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL INSTITUTO

Saludos desde Brasil

— Ana Paula Brandão Pinto , ex alumna —

L legué a Villalba en el verano de 1992. En un año nos habíamos mudado desde Río de

Janeiro a Bilbao, y enseguida a Madrid. Pero había algo que me animaba: empezaría el

Instituto. ¡1º de BUP! Qué diferente! Sobre todo que en Brasil, como el año lectivo es distinto,

mis amigos aún estaban en 8º. Además, conocería aún más gente, lo que siempre me ha en-

cantado.

Me acuerdo que en la clase éramos varias Anas, y por eso me hice llamar Paula. Tampoco

yo era la única extranjera, pues había también una rusa (Diana), una americana (Rowana) y

un argentino (Pablo). Casi una filial de la ONU. Pero, curiosamente, no estábamos tan uni-

dos los unos a los otros, sino mezclados entre todos los alumnos, cada uno con sus amigos.

Las clases de 1º de BUP tenían cada una un tutor, y el nuestro era el profe de Educación

Física. ¡Qué suerte la nuestra, pues un par de veces nos llevó a lugares lindos en los alrede-

dores de Villalba! ¡Qué bueno era pasear un poco y no quedarse dentro del aula!

Pero también me encantaban las clases más sedentarias, desde Matem{ticas hasta Lengua,

en la cual, por cierto, ¡tenía mejores notas que muchos españoles! ¡Y qué decir de las de

Música! Fue la primera vez que me interesé por música clásica. Sabía tocar el Carmina Burana

con la flauta dulce! ¡Gracias, Miguel!

Entre las clases solíamos jugar al baloncesto en la cancha de fuera. Me impresionaba

cómo Tomás, Juanan y los demás saltaban y se dedicaban al deporte. A veces jugábamos al

voleibol también, pero no era tan popular, aunque a mí me encantaba.

En el Instituto hice grandes amigos, y una especialmente: Cristina. Nuestra amistad ha

resistido a la distancia en una época en que no teníamos internet para hablarnos cuando nos

diera la gana. Eran de dos a tres cartas por año. ¡Y hoy en día nos enviamos mensajes por el

móvil!

Solo he estudiado un año en el Instituto. En el verano de 1993, nos mudábamos una vez

más, ahora de vuelta a Brasil. Pasado el tiempo, me gradué en Biología y sigo viviendo en

Río de Janeiro desde que volvimos de España. ¡Y, cuando miro hacia atrás en el tiempo, me

doy cuenta de que ya han pasado casi veinte años!

Vaya, es mucho tiempo... Vale, vale, he vuelto a verlos algunas otras veces, en unas vaca-

ciones que pasé en España y, gracias a la internet, actualmente sé de muchos de los amigos

de entonces. Hace un año aproximadamente, Rubén, mi compi en la clase, vino a Río y nos

encontramos.‖ Charlando‖―¡entre‖ caipirinhas!―‖ sobre‖ los‖ tiempos‖ del‖ Instituto,‖ le‖ impre-

sionó el hecho de que me acordara de detalles y de la gente después de llevar lejos tantos

años. ¡Y yo le expliqué que aquella época había sido tan especial que era imposible olvidarse!

Por fin, espero poder volver a Villalba muchas otras veces para veros a todos, ¡especial-

mente en la fiesta de los veinte años! ●

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EXPERIENCIAS

M e sentí libre en el campo de refugiados de

Dajla; qué sensación tan extraña, tan con-

tradictoria y sin embargo tan real. Hace sólo un

mes de nuestro viaje y he empezado a entrever

que si me sentí libre allí es porque aquí soy, en

cierta manera, una refugiada.

Refugiada de la prisa, de la falta de aliento,

del desánimo, de la fealdad multicolor, de las

miradas grises, de muchas palabras vacías, de la

asepsia ponzoñosa.

Refugiada de la complejidad cómplice del asesinato de la vida, del consumo obsceno, de

la de los febriles y apáticos intereses, de las mentiras hermosamente vestidas.

Refugiada de los sueños rotos por un mundo que promete la posibilidad de lo imposible,

de las promesas incumplidas, de las pequeñas traiciones diarias.

Refugiada de los paisajes de asfalto, de la naturaleza domesticada, de las guaridas de la-

drillo con oscuros sótanos.

Refugiada de las miradas que juzgan y prejuzgan, de tanta información interesada, de la

sobreinformación que nos asfixia, de los monólogos sucesivos, de la comunicación embrolla-

da en las redes enredadas del comomolo existencial, de la impotencia de mi pequeñez.

Refugiada‖de‖la‖desnudez‖de‖mi‖propia‖verdad<‖o‖su‖sombra.

Vuelta sobre el propio ombligo, esa postura ensimismada que tanto ha deleitado a Occi-

dente durante siglos.

Lejos, y ahora cerca, los otros refugiados, los que casi nada material poseen. Los que com-

parten tórridas horas bajo un sol implacable, los que permanecen unos junto a otros sin gran-

des discursos, los que con la dignidad y el heroísmo que otorga saber que nada hay que per-

der, permanecen unidos con una única esperanza que se alza en el grito único y silencioso de

miles de voces que reclaman lo que la avidez de unos, la desidia de otros y la cobardía de la

mayoría les han negado durante estos últimos treinta y cinco años.

Nuestro viaje ha sido como traspasar el espejo de Alicia; el tiempo allí no valía lo mismo;

la‖lógica‖del‖consumo‖dejaba‖paso‖a‖la‖lógica‖de‖la‖emoción‖―m{s‖contradictoria―,‖pero‖por‖

ello también más humana. Siempre voy a tener grabadas en mi memoria y en mi corazón

vuestras‖miradas,‖vuestras‖sonrisas<

Gracias‖por‖un‖viaje‖inolvidable.‖●

Libre en territorio de refugiados

— Mª Cruz Antón, profesora —

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Mi tierra se llama miseria, donde no conozco la palabra libertad.

S ahara es arena, es desierto... sólo desierto.

Cuando conoces a su gente, ya no es sólo desierto, ya no es Sahara. Cambia tu visión de

aquello, cambia el color del desierto y Sáhara se convierte en saharaui.

Cuando ves respetar a quien no respeta, cuando las palabras no son nada porque la vista

y lo que sientes se te quedan grandes y necesitas aprender a mirar desde otro lado y sólo

hablas dibujando en la arena las mil sonrisas que te dedican cada día.

Basta con escuchar el siroco y compartir risas para echar a volar.

Y es cierto eso que dicen de que te traes contigo mucho más comparado con lo que dejas.

Cuando alguien desea ser como tú, pensar como tú, dibujar como tú, jugar como tú, vivir

como tú, no hay corazón que resista esa mirada que te lo dice.

Cuando las lágrimas sobran para saber que estás llorando, donde cada niño tiene un sue-

ño, donde la vida es injusticia y resignación, donde la muerte es como el té, entra suave y

lentamente.

Y mientras, os seguiremos recordando aun sintiendo que esas injusticias siguen latentes.

Podría aún escribir mil cosas y no decir nada. No sé cómo describir una experiencia así, ni

cómo describir lo que viví, ni cómo sentí todo aquello en siete días, ni cómo describir mil

historias que pasaron sin ser vistas, porque el tiempo se agotó.

Entre mil risas y sonrisas aprendí cómo ser feliz siendo ciega al dolor, siendo ciega al sol.

Pude contemplar lo maravillosos que son los gestos de cada niño, de sostener el rostro por

un instante de esa vida que tanto llena, de besar el alma de todo el mundo que me la prestó

sin decir nada. Pude contemplar por el pueblo en general la tristeza de no ser libres, pero

aun así luchar para morir por ello.

Pensaba que la felicidad no existía de esa manera. Que esas personas no nos dedicarían

nada, al no tener nada. Que el sol nos abrasaría y lo pasaríamos bastante mal. Que el usar

toallitas durante una semana, o el no tener móviles ni ordenador ni reloj sería un grave pro-

blema al estar incomunicados y sucios. Que el poder ver la supervivencia de esa gente nos

dejaría tocados y hundidos, que estaríamos perdidos en la nada, en el desierto. Que las rela-

ciones con los demás iban a ser algo raras, aunque siempre nos quedaba nuestro grupo. Que

sería un viaje muy largo y pesado según decían, que comeríamos cosas nuevas, que nos hin-

charíamos a té, que las personas mayores no hablaban nuestro idioma, sólo entendían algu-

nas palabras. Que visitaríamos lugares mágicos e indescriptibles.

Y ante todo aquello, puedo decir que sí, es cierto que nunca he sido más feliz. Pero pensé

mal, nos dieron lo mejor que tenían. Me enseñaron a luchar por lo que quiero, aprendí a reír

como nunca he reído, aprendí a no importarme quien esté a mi lado con tal de ayudarle.

Aprendí a conocerme. A sentir las maravillas de ellos, de los niños, de vosotros. Nunca pensé

que Dajla me diera razones por las que vivir y razones por las que sentirme vacía al verles

tan felices sin nada, y que nosotros, con todo, no sepamos estar siempre sonriendo. Sí, el tra-

yecto de ida fue muy largo, muy pesado y horroroso. Pero tuve gente que estaba pendiente

de mí toda la noche y todo el día, tanto si estaba bien como si no, amigas que te dan la mano y

que te ofrecen a la vez un brazo; entonces, sin poder hablar, las miras y saben lo que les estás

diciendo. Se mueren de frío pero te dejan lo que sea aunque ellas estén mal, no tienes sitio y

se mueven o se levantan para dejar que te sientes donde ellas tan bien están. Son pequeñas

cosas que me habéis dado sin pedir nada a cambio, son las cosas que mejor me han dado.

Mi tierra se llama miseria

— Ana Sanz Pérez, alumna de Bachillerato —

EXPERIENCIAS

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Aún puedo recordar la primera noche, la primera mañana allí, nuestros despertares,

nuestros desayunos, nuestras comidas, nuestras salidas, nuestros madrugones y nuestras

trasnochadas, nuestros secretos, nuestras cenas, nuestras lavadas, nuestra habitación, nues-

tros momentos de risas y sonrisas, nuestras canciones, nuestras paridas, nuestros megáfonos,

nuestra camioneta y nuestro autobús, nuestra luna, nuestro sol, nuestros lloros, nuestras ca-

rreras, nuestras caídas, nuestros abrazos, nuestros momentos a solas, nuestros momentos en

compañía, nuestros sueños, nuestras miradas, nuestro calor sofocante, nuestros ruidos noc-

turnos, nuestras toallitas desaparecidas, nuestra ropa, nuestros pies, nuestros momentos de

euforia y de cansancio, nuestras manos pintadas, nuestra familia, nuestras agendas, nuestras

rayadas, nuestros comentarios, nuestros días enfermos, nuestros tés, nuestras despedidas,

nuestros‖últimos‖abrazos‖y‖besos,‖nuestras‖cartas,‖nuestro‖regreso<‖Nuestros‖motivos‖para‖

compartirlo todo, pero en realidad robárselo a ellos, pues se lo debemos a ellos.

«He salido a la calle abrazado a la tristeza: vi lo que no mira nadie y me dio vergüenza y

pena. Los llantos desconsolados que estrangulan las gargantas; los ancianos encorvados: pa-

rece que la tierra les llama. La justicia está arrestada por orden de la avaricia; el dinero que te

salva es el mismo que te asesina. No me des más esperanzas: sé que todo son mentiras; sacos

llenos de agujeros para guardar alegrías. Me da pena que se admire el valor en la batalla;

menos‖mal‖que‖con‖los‖rifles‖no‖se‖matan‖las‖palabras<‖menos‖mal‖que‖con‖los‖rifles‖no‖se‖

matan‖las‖palabras<»

Tanto que agradecer que nunca se podrá devolver lo que nos dieron ni lo que me disteis; es

increíble recordar todo cuando tienes aún en tu mente noche y día. Es un suplicio dormir sin

poder, a la mañana siguiente, compartir esos mares de arena con todos vosotros. Fui muy feliz

en ese sitio al igual que todos, creo. Y eso es lo que nos queda y nos quedará eternamente.

Espero que al final podamos conseguir nosotros y ellos un Sahara libre y respetado. Por-

que sinceramente este viaje es lo que mejor me ha pasado en la vida y me gustaría que nues-

tros‖deseos‖y‖los‖de‖ellos‖se‖hiciesen‖realidad.‖●

EXPERIENCIAS

El grupo de bachillerato de nuestro Instituto con los saharauis

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B urgos no es catedral, morcilla y frío. Está claro que es eso y algo más, o mucho más, que

eso.

Y es que el afán por sintetizar, por concentrar lo complejo para darle un aspecto de apa-

rente sencillez, conlleva sus riesgos. Simplificar está muy bien, por ejemplo, en ciertas parce-

las de la ciencia matemática. Algunos lectores se acordarán de los quebrados, que luego die-

ron en llamarse fracciones.

―«Simplifíqueme‖usted‖cuatro‖doceavos,‖Gutiérrez.»

No son escasas las ocasiones en las que unas pinceladas sobre cualquier tema nos sirven

para hacernos una idea sobre el mismo. Son realmente útiles. Siempre que esas pinceladas

sean veraces, nítidas, inequívocas; tanto en el color como en la forma. Pero puede ocurrir que

la cuestión por analizar requiera algo más que unas pinceladas o que no estemos aplicando

esos delicados trazos, sino bastos brochazos, aquí y allá, con falta de definición y errático

sentido. Ya lo tenemos: la simplificación convertida en simplismo o peor...

De la simplificación al simplismo hay sólo un paso y la estación siguiente es la simpleza.

Ese es el recorrido que debemos evitar. No lo tenemos fácil porque resulta que muchos facto-

res ambientales juegan en nuestra contra.

Pongamos por caso los noticiarios de televisión. Varios, cada día y en cada una de las ca-

denas. Total, multitud. En un espacio de una media hora tratan de concentrar todos los acon-

tecimientos destacados del día: locales, nacionales, incluso internacionales. Además en sus

múltiples perspectivas: política, social, económica, sucesos, deportiva... De forma atropellada

se van sucediendo las informaciones sin dar tiempo al espectador para asimilarlas ni proce-

Pinceladas y brochazos

— Jesús Antonio Peñas, profesor —

OPINIONES

Lenten journeys, en Flickr: http://www.flickr.com/photos/andrewpaulcarr/2201561748/

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OPINIONES

sarlas. El resultado es que muchas de las noticias, importantes sin duda, apenas ocupan un

minuto de tiempo, quizá menos. Haremos excepción de las declaraciones de tal o cual juga-

dor y del entrenador del equipo adversario sobre el comportamiento del árbitro. Esta última

noticia, por su indudable interés y especial relevancia, sobresale además por el tiempo que se

le dedica.

Tomemos una segunda muestra. Los clichés y opiniones estereotipadas sobre la pobla-

ción de un determinado país o un grupo social. Dicen que los franceses son así o asao, o bien,

ya sabes cómo son que los andaluces, unos tal y tal y tal. Pueden tildar, frívolamente y sin el

menor rubor, a los funcionarios de ineptos o a los comerciantes de usureros. Se generaliza

con una alegría digna de mejor empeño. No puedo reprimir un gesto de desaprobación

cuando escucho un comentario con tan poco rigor intelectual. Sin quererme detener en la

repugnancia que siento cuando se trata de opiniones de tinte sexista, xenófobo o racista.

La vida que llevamos corre para todos a una endiablada velocidad, parece que se nos es-

capa entre los dedos. Somos víctimas de unas prisas que muchas veces no sabemos a qué

vienen. Adónde nos conduce una civilización en la que, por ejemplo, lo esencial de un viaje

es la llegada al destino en el menor tiempo posible cuando lo realmente importante y lógico

sería el disfrute del viaje en sí mismo. Todo eso no puede ser cardiosaludable. No señor, ni

mucho menos. El resultado es que ese estilo de vida va menoscabando el tiempo que desti-

namos al pensamiento, la dedicación para la reflexión, para el análisis sereno de nuestra pro-

pia existencia y de lo que pasa a nuestro alrededor en todos los sentidos (personal, profesio-

nal, social, político, económico...).

Si analizamos el porqué, el qué y el para qué de algo que nos atañe, que nos interesa, es-

tamos intentando entender las causas, el hecho en sí y las finalidades/consecuencias. Y no

sólo estoy pensando en la reflexión personal, como ejercicio individual del ser humano, sino

también en el análisis compartido cuyo comienzo puede consistir, por qué no, en un sencillo

intercambio de opiniones. Ese estudio, socialmente participativo, arrojará luz desde muchos

ángulos y sobre distintos aspectos de la realidad objeto de nuestro análisis. Será sin duda

enriquecedor en su desarrollo y probablemente imparcial en sus conclusiones.

Para finalizar, dos normas que no debemos perder de vista: expresarse con claridad y sa-

ber‖escuchar.‖●

Comentario:

D oy las gracias a Jesús Peñas por este artículo que toca algo que ocurre continuamente

y, por ello, nos interesa y requiere un poco de reflexión.

Como profesores a veces nos vemos en la necesidad de hacer sencillo lo complejo o dar

en pequeñas dosis lo grande para que a nuestros alumnos les resulte asequible y puedan

abordarlo. Esta operación tiene riesgos indudables porque hay que hacer algo sencillo pero

sin simplificar en exceso. Hacer sencillo lo complejo ayuda a entender la complejidad; sim-

plificar en exceso enmascara la complejidad y en lugar de ayudar a entenderla, dificulta su

comprensión; engaña; hace creer que la realidad es otra cosa.

El cliché, o el estereotipo, puede dar una idea que tenga su parte de verdad y que de al-

guna manera indique algo sobre la realidad, pero es algo parecido a la punta de un iceberg;

la realidad es muchísimo más y no siempre es como dice el cliché, pues éste, al ser una gene-

ralización, hay muchísimos casos en los que no se aplica. Hay que ir más allá, a las siete octa-

vas partes que no se ven para intentar entender la realidad que queremos conocer.

Para hacer esto, como dice Jesús, necesitamos pararnos un poquito, vivir despacio y estar

dispuestos‖a‖hilar‖fino‖y‖dejar‖el‖trazo‖grueso.‖●

Iñaki Pinedo, profesor

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LA BUHARDILLA Nº 12

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La vida es todo lo que pasa mientras estamos planeando...

John Lennon

N o tengo ningún deseo de que llegue el viernes, ni el fin de semana, ni las vacaciones

del verano.

El pasado nos produce nostalgia porque recordamos momentos agradables y porque mo-

mentos corrientes se reelaboran con el recuerdo y se convierten en entrañables; también por-

que valorando los pros y los contras desde la sensatez y cierto grado de aceptación de lo que

ya no podemos modificar, tendemos a hacer balances más bien positivos. También ocurre, en

otros casos que, sin pensarlo, de una forma puramente emocional, como decía Karina en su

canción, «Cualquier tiempo pasado nos parece mejor». Sin embargo, cuando nos mostramos

normalmente racionales, todos sabemos que cualquier tiempo pasado no fue mejor; esto

sería como decir que cualquier tiempo presente nos parece peor.

De niños nos pasábamos la vida deseando que llegaran los Reyes Magos, deseando ser

mayores, etc. Ahora con frecuencia oímos cosas del tipo «Bueno, ya es miércoles, dentro de

nada viernes»; parece que estamos deseando que pase la semana en lugar de vivir la semana.

De la misma manera deseamos que llegue el puente, las vacaciones de Navidad, de Semana

Santa, las de verano. Apenas ha empezado el curso, cuando ya estamos deseando que se va-

ya pasando. Cuando llegamos a una madurez ya veterana empezamos a desear el momento

de la jubilación. ¿Estamos en realidad diciendo, sin decirlo, que cualquier tiempo futuro nos

parece mejor?

Conversations IV, en Flickr: http://www.flickr.com/photos/ferran-jorda/1275957142/

OPINIONES

¿Vacaciones?

— Iñaki Pinedo, profesor —

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LA BUHARDILLA Nº 12

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Desear con tanta frecuencia que lleguen momentos futuros ¿no es, de forma indirecta,

desear que se nos pase la vida?

¿No valoramos la conversación de hoy con tal compañero en el bar del instituto? y ¿la

tarde de hoy, otro hoy, con tales amigos? y ¿la excursión de hoy, de nuevo otro hoy, a tal lugar

al que deseábamos ir?

No olvidemos que las cosas que ocurrieron en un pasado del que sentimos nostalgia,

cuando ocurrieron, lo hicieron en un presente. Lo mismo pasará con lo que ocurra en el futu-

ro; en su momento no lo valoraremos; lo valoraremos en un futuro posterior, cuando lo

hayamos convertido en un pasado entrañable; también lo estamos valorando ahora porque

forma parte de ese futuro, parece ser, sistemáticamente deseable.

Quizás lo que estemos haciendo ahora se nos esté yendo de las manos simplemente por-

que no nos llame la atención o porque estemos añorando otra cosa del pasado o soñando con

algo del futuro. En el futuro sentiremos nostalgia de este momento cuando lo hayamos per-

dido, cuando le hayamos puesto el sello entrañable del pasado.

Que cualquier tiempo pasado fue mejor ya sabemos que no es cierto, pero en la práctica

lo que sí creemos es que cualquier tiempo futuro será mejor. En realidad ¿qué sabemos? Ins-

pirándome sin ningún disimulo en las palabras de John Lennon, yo diría «La vida es lo que

se nos pasa mientras deseamos algo que vendrá después.» y, haciendo lo mismo con la can-

ción de Karina, diré que «Cualquier tiempo presente me parece mejor».

¿Qué tal si entendemos el Carpe diem (aprovecha el presente, disfruta de este día) de

Horacio‖de‖esta‖forma?‖●

Comentarios:

M e encanta tu reflexión, porque hubo un tiempo en el que yo pensaba mucho en el fu-

turo sin aprovechar y disfrutar del presente, sin saborear una conversación con un

amigo, sin disfrutar de una flor, de una mariposa o de un café. Sin embargo, ya hace algún

tiempo que eso cambió y se lo recomiendo a todo el mundo, pues se vive más feliz y se sabo-

rea todo lo que te rodea. Cada nuevo día es una aventura...

Gracias, Ignacio, por recordárnoslo a todos.

Carmen Pérez, profesora

T hank you very much, Iñaki! Da gusto pararse un momento de vez en cuando y dedicar

un rato a pensar en eso tan importante para todos que es lo cotidiano y que a veces tra-

tamos tan mal e incluso despreciamos. Un saludo.

José Domingo, profesor

G racias, Iñaki, por publicar este artículo en el que conjugas a la perfección el certero y

profundo análisis con la sencillez y transparencia en la exposición. Escritos como el

tuyo prestigian nuestra revista. Es cierto que precipitarse en la nostalgia resulta tan estéril

como practicar la huída hacia adelante.

«Si de noche lloras por el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas», dijo R. Tagore.

Un cordial saludo.

Jesús Peñas, profesor

¡H ola! Soy Rocío, alumna tuya en primero; no sé si me recuerdas. Decirte que es ge-

nial, genial lo escrito. Es tan cierto, y al leerlo te hace pensar mejor las cosas y apro-

vechar más el ahora. Genial, en serio.

Rocío García de las Hijas, alumna

OPINIONES

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LA BUHARDILLA Nº 12

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E l viernes 12 de marzo me levanto con la noticia de que ha muerto Miguel Delibes. Se

suceden los detalles sobre su fallecimiento, los homenajes de los ilustres y los comenta-

rios de los no tan ilustres.

Estoy convencida de que el valor literario de sus obras posteriores es superior pero, para

mí, Miguel Delibes siempre será el autor de El camino.

El camino me lo presentó un maestro en la adolescencia. Me gustó. Era una novela con

gracia (lo del Moñigo en un libro del colegio ya prometía); nada que ver con Baroja, por

ejemplo. Pero no acababa yo de entender la media sonrisa del maestro, su mirada extraña y

sus ganas de contar las historias de El Mochuelo, de la aldea y de Don José, que era un gran

santo.

Al cabo de los años, en la edad adulta, no sé si por nostalgia, leí de nuevo El Camino. En-

tonces sí comprendí. Comprendí el entusiasmo del maestro, porque la historia de Daniel, el

Mochuelo, era su propia historia. Para mi maestro, leer El camino era volver a su infancia, a

su aldea castellana, a la angustia de la partida hacia el internado. Creo que Miguel Delibes

escribió sobre su vida sin tan siquiera conocerle.

Miguel Delibes y mi maestro me mostraron, como se viene diciendo últimamente, un en-

torno que ya no existe. Me acercaron el sentir de una generación que poco tiene que ver con

la mía y que mis alumnos o mis hijos no guardarán en su memoria ni de oídas.

Cuando murió mi maestro planté en su recuerdo un ciprés, de los de sombra alargada. Y

es que ese maestro era mi padre. A él le dedico estas palabras por transmitirme su amor a la

tierra‖y‖a‖la‖obra‖de‖Miguel‖Delibes.‖●

Miguel Delibes, en mi memoria

— Ana María Almarza, profesora —

OPINIONES

Campos de Castilla. Foto extraída del Banco de Imágenes del ITE

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T odo empezó hace algunos meses, cuando el Departamento de Filosofía decidió partici-

par en la Olimpiada Filosófica, certamen organizado por una asociación de profesores

de Filosofía de Castilla y León con la colaboración de las Universidades de Salamanca y Va-

lladolid. El tema fijado para esta edición era un clásico en el ámbito de la Filosofía: la Reali-

dad. Según las bases del certamen, cada centro participante debía enviar dos disertaciones

filosóficas que estimara con el suficiente nivel para participar en el concurso.

Nos pusimos manos a la obra y, de entre todas las disertaciones presentadas por nuestros

alumnos de Bachillerato, seleccionamos dos, la de Lucía Goñi de 1ºB y la de Yuki Sepúlveda,

de 2ºC. Lo malo (o lo bueno) era que había algunas más que tenían la calidad necesaria para

participar en la segunda fase y tuvimos que excluirlas por los límites impuestos por el certa-

men. Era la primera vez que participábamos y teníamos nuestras dudas sobre si habríamos

acertado en la orientación.

Sin embargo, las dudas se disiparon cuando nos comunicaron que habían seleccionado

los dos trabajos. El Instituto iba a tener una cuota de participación del 10% de los finalistas:

de veinte trabajos seleccionados, dos eran de alumnas del María Guerrero. Para ser la prime-

ra vez, este resultado era ya un éxito. Ahora quedaba disputar la final que tendría lugar en

Valladolid el 17 de abril. La organización había programado unas jornadas filosóficas para

alumnos y alumnas de Bachillerato y empezamos a hacer los preparativos para viajar con los

alumnos de primero a Valladolid con el fin de acompañar a las finalistas y que pudieran dis-

frutar de dichas actividades. Unos días antes, nos comunicaron que finalmente Lucía no

podría presentarse por razones médicas, lo cual nos dejó bastante desilusionadas. El trabajo

que la hizo finalista era de una calidad extraordinaria y nos apenaba que se perdiera la expe-

riencia de la final.

Así, el viernes día 16 nos trasladamos a Valladolid diecinueve alumnos y alumnas y dos

profesoras del Departamento. La jornada transcurrió entre debates filosóficos, conferencias y

visita cultural a la ciudad. Al día siguiente, Yuki se enfrentó a la prueba consistente en una

disertación a partir de un texto del profesor Jesús Conill sobre Realidad y la Realidad virtual.

De los veinte finalistas seleccionaron tres trabajos entre los que se encontraba el de Yuki. Los

tres trabajos fueron leídos públicamente y defendidos ante un tribunal que formuló pregun-

tas a los participantes, algunas de las cuales no eran precisamente sencillas de responder.

Yuki leyó su trabajo con serenidad y respondió las preguntas dignamente. La suerte estaba

echada.

Tras un receso en el que el tribunal se reunió para deliberar, fueron nombrando a la alum-

na‖que‖obtuvo‖el‖ tercer‖premio<;‖no‖era‖Yuki;‖después,‖el‖alumno‖en‖segunda‖posición<;‖

¡HABÍA GANADO YUKI! Tenemos que reconocer que si ella estaba nerviosa, sus profesoras no

se quedaron cortas.

Y ya sólo nos queda animar para años sucesivos a nuestros alumnos a esforzarse en esa

tarea para la que muchas veces sentimos pereza pero que, por otra parte, puede resultar tre-

mendamente satisfactoria. Documentarse, reflexionar sobre un tema que nos concierne a to-

dos, escribir, utilizar el lenguaje para comunicar nuestras reflexiones son ejercicios reconfor-

tantes.‖¿A‖que‖sí?‖●

Una de nuestras alumnas gana la V Olimpiada Filosófica

— Concha Boyer, profesora —

OPINIONES

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S iglos de filosofía han intentado responder a una sencilla pregunta: ¿qué es la realidad?

Tantos son los siglos que han pasado intentando dar solución a esta sencillez que hay

respuestas para todos los gustos. Para Platón, la realidad sólo era aquello inmutable que

existía en un mundo aparte. Para Descartes, que de lo único que no podía dudar era de que

dudaba, la realidad era apenas real. Otros, como Wittgestein o Lacan, comenzaron a dividir

en varios grados la naturaleza y su concepción. Sin embargo, yo me quedo con la sencilla

definición que nos brinda Philip K. Dick: «La realidad es aquello que sigue estando aun

cuando dejas de creer en ella».

Es complicado poder llegar a una conclusión clara porque nuestras propias capacidades

nos lo impiden. Ya lo decía Kant, aquello que llamamos realidad está teñido de subjetividad,

por la sencilla razón de que lo que nosotros percibimos no es más que una reconstrucción

que la mente hace del exterior. Nosotros vemos un objeto y esa imagen llega a la retina. Allí

la convertimos en impulsos eléctricos que van hasta el cerebro, donde se vuelve a reconstruir

la imagen. Es evidente, pues, que al igual que no hay dos personas que piensen igual, no

habrá dos que perciban de la misma forma el exterior.

Una forma sencilla de comprender el principio es hacer un simple experimento. Con una

cámara digital, hacemos una foto. Al mirarla, nos parecerá muy bella y un retrato exacto de

la realidad. Sin embargo, al aumentar la foto, veremos que allí no hay más que píxeles. Cua-

drados de distinto color que al alejarlos hacen un conjunto.

Cuanto más se indaga en el funcionamiento del cerebro humano, más nos damos cuenta

de que no estamos sino a su merced. Las alucinaciones son muy reales para el que las experi-

menta y, sin embargo, no se corresponden con la realidad, o al menos no con la nuestra. Igual

pasa con el sueño, un punto que ya señaló Descartes en su duda metódica. Cuando soñamos,

todo nos parece muy real, pero al despertar nos damos cuenta de que todo era producto de

nuestra imaginación. Esto me parece un punto muy interesante, puesto que nada nos puede

asegurar que no estemos soñando, o lo que es peor, que seamos el sueño de alguien.

Ocurre en Alicia a través del espejo, de Lewis Carroll, que ante la figura durmiente del Rey

Rojo, los gemelos Twedledum y Twedledee le dicen a Alicia que ella no es más que una parte

de su sueño, como los demás. En cuanto él despierte, todo desaparecerá. Alicia se escandali-

za ante esto y comienza a llorar. Sorprendido, Twedledee le espeta que no será real por más

que llore. Esto es, la diferencia entre un llanto soñado y uno real no radica en la cantidad de

lágrimas derramadas, sino en la condición de realidad de cada una. Si somos el sueño de

alguien, no podremos evitar desaparecer cuando despierte. Ese alguien podría ser, como ya

se plantea en el solipsismo de Berkeley o en las divagaciones de Borges y Unamuno, la pro-

pia divinidad.

El problema de la realidad no es ya sólo el problema de que nuestro conocimiento se co-

rresponda o no con ella, sino que yendo más allá, incluso puede ser que nada de esto sea

cierto. Es posible que Matrix no sea una ficción tan lejana, que al fin y al cabo, como dijo Cal-

derón: «La vida es sueño».

Sin embargo, volvamos a tomar el hilo principal, pues sea o no la realidad un sueño

(nuestro o de cualquier otra sustancia) lo cierto es que estamos aquí, y que lo que sentimos

es, en mayor o menor grado, real. Así pues, sigo firme en las palabras de Philip K. Dick, y a

partir de ahí puedo realizar una serie de afirmaciones.

En primer lugar, suponemos cierto que existe una realidad, la que sea, pero que es la base

sobre la que se construye nuestro mundo.

¿Qué es la realidad?

— Yuki Sepúlveda, alumna de Bachillerato —

OPINIONES

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La segunda premisa es que la realidad que percibimos es subjetiva y distinta para cada

uno. Durante mucho tiempo se mantuvo la creencia de que la Tierra era plana, y así es como

se concebía la realidad. Más allá del horizonte no se veía nada, y por lo tanto, era lógico pen-

sar que la Tierra acababa allí donde el mar desaparecía. También era una creencia generaliza-

da que la Tierra estaba en el centro del Universo y todos los astros giraban en torno a ella.

Hoy en día, sabemos que ninguna de las dos cosas son ciertas. «Eppur si muove», dijo Galileo.

Yo digo: y sin embargo, la realidad sigue ahí, independientemente de cómo la percibamos.

Por último, también debemos admitir que hay una serie de verdades universales que son

ciertas tanto en el sueño como en la vigilia, los llamados axiomas. Un triángulo tiene tres

lados, es una verdad evidente. Si intentásemos negar estas verdades, caeríamos en una con-

tradicción.

Concluyo, por tanto, que nuestro conocimiento de la realidad puede ser de muchas for-

mas dependiendo de la visión que tengamos de ésta. Pero simplificando, realidad hay una, y

nuestro conocimiento se acercará más a ella cuanto más se corresponda la información que

tenemos con la real. Volviendo a la metáfora de una cámara, no es lo mismo ver una foto con

una resolución de 10 x 10 píxeles, que de 100 x 100. El hecho de que la imagen esté compues-

ta por cuadrados de color es ineludible, pero cuantos más cuadrados tengamos, mayor será

el‖parecido‖de‖la‖imagen‖con‖la‖realidad.‖●

Yuki Sepúlveda consiguió el primer premio de la V Olimpiada Filosófica

OPINIONES

La realidad

— Lucía Goñi, alumna de Bachillerato —

E s sencillo desconfiar de aquello que se nos cuenta basándonos en el principio de ver para

creer, pero... ¿es posible creer en lo que vemos? La realidad ha sido protagonista de nu-

merosos planteamientos filosóficos desarrollados por quienes han podido permitirse el des-

confiar incluso de aquello que sólo a simple vista parece incuestionable, tratando de hallar

una respuesta prácticamente imposible de contrastar y dando lugar así a numerosas corrien-

tes de pensamiento que, a pesar de compartir el incentivo de su existencia, pueden, desde

diferir en pequeños matices, a ser totalmente opuestas.

Uno de los puntos de vista que podemos adoptar es aquél que acepta que todo aquello

que percibimos es real, que nuestra percepción nos permite llegar a conocer objetivamente la

naturaleza de un objeto determinado, y que, por tanto, construye la realidad en sí. Desde mi

punto de vista, este ingenuo planteamiento es insostenible.

Resulta innegable que no toda nuestra percepción se corresponde con la realidad; prueba

de ello son las ilusiones ópticas, bajo los efectos de las cuales observamos una realidad falsa

que, a simple vista, no podemos diferenciar de la verídica. Así mismo, hay quien defiende

que no existe una realidad más allá de nuestras ideas, lo que supone que todas las cosas que

son dependen de una mente que las perciba. Berkeley se preguntaba si nuestras percepcio-

nes están plenamente causadas por objetos reales o si somos nosotros los únicos responsa-

bles de su creación. La respuesta que fijó a su propia duda me resulta poco convincente pero

difícil de refutar: los seres humanos son conscientes de sus propias ideas; en consecuencia,

todos los objetos son obras mentales. ¿Cómo es el sonido de un árbol que cae cuando no hay

nadie para escucharlo? Los defensores de esta idealista forma de pensar responderían que,

por definición, para poder hablar de sonido precisamos de un órgano que perciba las vibra-

ciones que el impacto del árbol al chocar contra el suelo produciría y que, por tanto, el soni-

do no es más que una idea creada por la propia actividad cerebral.

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Sin embargo, esta paradoja elaborada por quienes defienden el realismo idealista no sólo

contradice la teoría que pretende respaldar, sino que demuestra que la realidad es algo total-

mente ajeno a nuestra percepción: las vibraciones formarían parte de la realidad, al contrario

que el sonido, que sería únicamente la percepción de esas vibraciones determinada por el

sentido del oído. Así, entre los extremos del realismo, se desarrolla la teoría que más se

aproxima a las ideas que, de forma confusa, yo misma había trazado en mi mente. Si tene-

mos en cuenta que existe la posibilidad de que aquello que creamos real no sea más que una

percepción subjetiva muy limitada («Los sentidos no son de fiar», según René Descartes),

estaríamos proponiendo que es imposible determinar si nuestro conocimiento es totalmente

cierto, y estableceríamos así una línea entre dos conceptos fácilmente confundibles: realidad

y verdad. Immanuel Kant defendía que sólo podemos conocer un objeto determinado basán-

donos no en su naturaleza en sí, sino en el efecto que nuestra percepción de él genera en

nuestro cerebro, lo que daría lugar a una verdad subjetiva alejada de la realidad del objeto, la

cual asume inalcanzable.

Considerando, pues, la verdad como una aprehensión de la realidad que trata de aproxi-

marse a la misma, podemos afirmar que a pesar de los esfuerzos del hombre por hallar el

sentido de su existencia, no ha sido capaz de dar respuesta a la gran duda: ¿qué es lo real?

¿Cómo puede el ser humano entender aquello que no puede ver? ¿Quiere entenderlo?

¿Quiere verlo? Son innumerables las cuestiones que nos podemos plantear acerca de este

tema, e infinitas las respuestas que a partir de ellas pueden surgir. Tal vez sea desesperanza-

dor el hecho de que no podamos hallarnos plenamente en lo cierto, que la experiencia no nos

ofrezca la posibilidad de dar nada por hecho, pero es la complejidad de la realidad la que

convierte en valiente a aquél que reconoce su temor a llegar a conocerla, pues, frente a quien

asume que no hay realidad más allá de la que él conoce, ha dado lugar a la duda en su pen-

samiento, tratando de enfrentarse a la desconcertante verdad, involuntaria aunque directa e

irremediablemente‖afectada‖por‖sus‖propios‖prejuicios.‖●

OPINIONES

Cuadro al óleo y la cera de Marta Villa, alumna de 4º ESO

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Entrevista a Manuel Rico

— Farah Zaghbib y Sara Álvarez, alumnas de 2º Bach —

D urante la Semana Cultural del año pasado,

entre las múltiples actividades que fueron pro-

gramadas, destacó la visita que hizo el escritor Ma-

nuel Rico al Instituto con el fin de mantener una

charla con los alumnos y los profesores acerca de la

importancia de la literatura y de los escritores hoy

día. Además, aprovechamos la estancia del autor en

el Centro para entrevistarle.

Manuel Rico es licenciado en Ciencias de la Infor-

mación por la Universidad Complutense de Madrid.

Es poeta, narrador y crítico literario y ha colaborado

en varios diarios y revistas. Es autor, entre otras

obras, de los libros de poemas Papeles inciertos (1991),

El muro transparente (1992), La densidad de los espejos

(premio Juan Ramón Jiménez 1997), Monólogo del en-

treacto (2007) y de las novelas El lento adiós de los

tranvías (1992), Una mirada oblicua (1995), La mujer

muerta (2000), Los días de Eisenhower (2002), Verano

(2008) y Espejo y tinta (2008). Además, como ensayista ha publicado un estudio sobre la poesía

de Manuel Vázquez Montalbán titulado Memoria, deseo y compasión (2001)

Para organizar la entrevista nos leímos dos de sus novelas, Los días de Eisenhower y Espejo y

tinta, y preparamos una serie de preguntas sobre estos libros y sobre la actividad literaria del es-

critor. Hemos de confesar que al principio estábamos muy nerviosas y no sabíamos cómo empe-

zar la entrevista. Comenzamos a hacerle las preguntas. Inconscientemente, cada una de nosotras

le trató de una forma diferente, y así le hablábamos simultáneamente de tú y de usted. Manuel

Rico se percató de ello, nos sonrió y comentó que le parecía curioso, y nos sugirió amablemente

que le tratáramos de tú. Una vez aclarado este aspecto, planteamos la entrevista de manera que

alternábamos cuestiones acerca de sus libros y de aspectos diversos de su literatura.

Farah y Sara: ¿Por qué elegiste la poesía para iniciar tu trayectoria literaria?

Manuel Rico: Porque la poesía es el género por el que suelen comenzar casi todos los au-

tores. La mayoría de los escritores dan sus primeros pasos como tales con la poesía, ya que

es un género en el que los resultados se pueden obtener inmediatamente, y no sólo eso, sino

que puedes volcar tus sentimientos más interiores a través del lenguaje poético. Por contras-

te, la novela es un género más difícil de cultivar, porque requiere la creación de una historia,

de una trama y de unos personajes que logren acaparar la atención del lector. La poesía es un

género minoritario a nivel de preferencia de los lectores precisamente porque necesita de

una cierta sensibilidad para su comprensión.

Con eso no defiendo la poesía como mi género favorito, ya que hay historias que logran

llenar, y es por esta razón por la que, en general, los lectores se sienten más atraídos por las

novelas, y existe de este modo una cierta predisposición del público hacia este género, pues-

to que puede conseguir engancharnos. Y, volviendo a lo anterior, por ello es más complicado

elaborar una historia con las cualidades necesarias para atrapar a los lectores.

F y S: ¿Cuál crees que es la diferencia más importante entre la novela y la poesía desde el punto de

vista del escritor? Quiero decir, ¿qué factores crees que influyen a la hora de que un escritor se con-

vierta en poeta o novelista una vez que ha empezado a escribir?

ENTREVISTAS

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M. R.: La diferencia más importante entre ambos géneros radica en que, en mi opinión, es

con la poesía con la que se obtiene un acceso directo al corazón. Otra de las diferencias es la

dificultad de elaborar una novela que mencionaba anteriormente. Las novelas se construyen

a partir de unos personajes, una historia, un argumento y una estructura que han de ser crea-

dos por el escritor, lo cual se convierte en una tarea compleja.

Además, en las novelas largas, el escritor puede jugar con el tiempo obteniendo resulta-

dos muy interesantes combinando elementos reales, ficticios o fantásticos, como ocurre en

Los días de Eisenhower, que es uno de mis libros en los que mejor se observa.

F y S: Casualmente, es uno de los dos libros que nos hemos leído. El otro ha sido Espejo y tinta.

M. R.: ¿Os han gustado?

F y S: Sí.

S: La verdad es que Espejo y tinta es un libro muy curioso en cuanto al argumento; trata sobre la

doble identidad de un escritor que representa dos personas enlazadas, mezcladas en el espacio y en el

tiempo, ¿no?

M. R.: Así es. Espejo y tinta es una reflexión sobre el problema que se constituye a lo largo

de la vida y que nos insta a optar por un camino o por otro, hacia otro mundo u otra reali-

dad. Esta novela es otro claro ejemplo de la ventaja que poseen los novelistas y es la de que

se puede hacer uso de dos espacios temporales al mismo tiempo. Aparece un personaje que

trabaja en una oficina y que posee vocación literaria y, por otro lado, está presente un segun-

do personaje. Al final ambos se cruzan, y el tema fundamental del libro es la idea del doble.

S: ¿Cuál es la conclusión que debemos extraer del libro?

M. R.: En Espejo y tinta podéis observar lo que yo denomino la met{fora de la estilogr{fi-

ca. Me explico: actualmente, la sociedad es muy inconformista. Prueba de ello, y más al al-

cance de los jóvenes actuales, son los videojuegos o los juegos de Internet en los que el máxi-

mo objetivo es la persecución de los niveles siguientes sin ningún tipo de ilusión por los éxi-

tos conseguidos. Por ello, el personaje se plantea la búsqueda de cosas más complejas que le

produzcan satisfacción.

F y S: Por lo que podemos leer en tu biografía, continúas escribiendo poemas. ¿Cuál es la razón de

que sigas escribiendo poesía? ¿No considerabas que la poesía era más bien un género para iniciarse en

el mundo de la literatura?

M. R.: Creo que lo que me lleva a seguir mi actividad poética es el afán de buscar el poe-

ma perfecto, el que todavía nadie ha escrito. De nuevo, veis, la metáfora de la estilográfica.

F: Como ya te hemos comentado, también hemos leído Los días de Eisenhower, que es una nove-

la que se desarrolla en la época del régimen franquista y que versa sobre la vida de un joven de catorce

años, Diego Velarde, que a lo largo de la misma va conociendo la verdadera realidad del pasado de su

padre mientras el general Eisenhower, presidente por entonces de América aterrizaba en España.

M. R.: Me habéis dicho antes que os han gustado los dos libros, lo cual me ha extrañado

bastante en el caso de Los días de Eisenhower, porque responde a una época que no habéis co-

nocido...

F: Es cierto, pero, personalmente, ya estaba familiarizada con este tipo de lecturas que describen la

situación durante este episodio de la historia española. De hecho, me ha recordado mucho a Corazón

Helado, de Almudena Grandes. No sé si habrás tomado como ejemplo esta obra para la realización de

Los días de Eisenhower o si simplemente la similitud es casual.

M. R.: La verdad es que confieso que no he leído Corazón Helado, y es uno de los libros

que me han recomendado y que tengo el propósito de leer. ¿Por qué dices que te ha recorda-

do a Los días de Eisenhower?

F: Porque comparten muchos rasgos: en primer lugar, ambos se desarrollan en la época franquista,

como he dicho antes, pero además los dos poseen un similar argumento en el que, desde una época más

bien presente, se va descubriendo el pasado de los familiares durante el régimen franquista; en una de

ENTREVISTAS

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ENTREVISTAS

ellas, los protagonistas, una mujer y un hombre jóvenes de Corazón Helado, van conociendo cómo fue la

vida de su abuelo y de su padre respectivamente, y en última instancia, en las dos obras aparece una histo-

ria de amor en la que están envueltos los protagonistas. Son libros muy parecidos desde mi punto de vista.

M . R.: Como te digo, es uno de los libros que tengo pendientes de leer.

F: Volviendo al hilo argumental de Los días de Eisenhower. Hay un personaje muy importante

que aparece y desaparece en el relato y es con una frase suya con la que se finaliza el libro: «La desme-

moria y el olvido crecen si la palabra se rinde». ¿Qué representa el vagabundo en la novela?

M. R.: El vagabundo es un personaje mágico, fantástico que ilustra la memoria, la necesi-

dad de conservar el recuerdo por encima del paso del tiempo.

F: Otro rasgo llamativo de la novela es que se repite constantemente la alusión a la edad del prota-

gonista: catorce años, y es con ésta con la que se justifican algunas de sus actuaciones. ¿Por qué has

elegido esta edad para el personaje? ¿Por qué insistes tanto en ella en el libro? ¿Crees que esa edad

supone algún acontecimiento importante en la vida de un adolescente?

M. R.: He escogido los catorce años para Diego porque suele ser una edad de trámite en

la que quieres ser mayor, pero, por otra parte, todavía sigues atado a la infancia que no te

deja crecer, y esto es lo que le ocurre precisamente a Diego: va dándose cuenta de las cosas y

quiere actuar como un adulto, aunque aún sigue siendo un niño. Es, además, una edad cru-

cial, puesto que con ella empiezas a abandonar poco a poco el mundo en el que estabas pro-

tegido por tus padres y eras ajeno a todo lo demás. Diego nunca se interesa por el pasado de

su padre hasta que no encuentra los indicios necesarios para hacerlo y se percata de que hay

otro mundo de cuya existencia no era consciente hasta entonces.

En general, es en esta edad cuando, además, se produce la aparición del primer amor, y

cuando los amigos adquieren cada vez mayor trascendencia. Los catorce años suponen, de

este modo, una época de contradicción interior. Los personajes de la novela se alejan del

mundo en el que estaban acostumbrados a vivir y se adentran en un mundo hostil y extraño.

S: Hablando de edades ¿Cuándo empezaste a escribir?

M. R.: Con diecisiete años, más o menos, como la edad que tenéis vosotras.

F y S: Bueno, nosotras tenemos dieciséis...

M. R.: Pero seguro que vosotras también escribís...

F y S.: De vez en cuando...

M. R.: A vuestra edad hay muy poca gente que escriba en serio. Suele ser más habitual

leer, pero yo os recomiendo que escribáis porque es una experiencia muy gratificante. Yo

comencé con diecisiete años y entonces tenía que hacerme cargo de mis gastos. Cursé el Ba-

chillerato Elemental, que equivale a la Secundaria y, posteriormente, el Bachillerato Superior

que es comparable al actual Bachillerato. No tenía Latín y, al final, decidí estudiar Ciencias

de la Información.

F y S: Actualmente trabajas escribiendo no solamente libros, sino artículos en periódicos y revistas.

M. R: Sí. Escribo la crítica literaria en el suplemento Babelia de El País y continúo con mis

libros y sí, también con poemas.

F y S: Por último, nos gustaría saber si te pones plazos a la hora de escribir.

M. R.: En mi opinión, en la literatura no hay plazos. Un poema o una novela se inician

con una idea muy difusa y el escritor tiene que continuar tirando del hilo hasta concluir la

historia. Considero que no hay prisas y cuando empiezo a escribir me tomo el tiempo nece-

sario. A lo mejor en ocho o nueve meses elaboro el primer borrador, aunque esto también va

en función de lo que me vaya pidiendo la historia, la trama y los personajes.

F y S: Gracias por habernos atendido y por haber respondido a nuestras preguntas.

M. R.: Gracias a vosotras. Y seguid leyendo y escribid.

Hemos de decir que Manuel Rico es una persona muy cercana y que nos quedamos con

ganas de seguir hablando con él. Esperamos que vuelva próximamente. ●

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LA BUHARDILLA Nº 12

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ENTREVISTAS

E l día 23 de marzo de 2010 tuvimos el placer de contar en nuestro Instituto con dos

magníficos rapsodas que nos deslumbraron con su actuación y nos acercaron a lo que

ellos llaman la cenicienta olvidada de la literatura: la poesía.

P: El recital se llama ¿Qué es poesía? ¿Qué es poesía para vosotros?

Rosa: La poesía es para la literatura lo que la primavera para las estaciones. Es comuni-

carse de corazón a corazón.

Celedonio: La poesía es la cenicienta de la literatura; me parece una genialidad porque la

poesía dice cosas que a veces te dejan pasmado, además de ser un excelente medio de comu-

nicación. Uno reflexiona y se dice: hace falta ser un genio para en tan poco decir tanto y tan

hermoso.

P: ¿Cómo resumiríais vuestra profesión y cuánto tiempo lleváis en esto?

C.: Para nosotros no es una profesión, le dedicamos mucho tiempo, pero no vivimos de

ello.

R: Podría decirse que llevo en esto toda la vida, pero a saltos, debido a que he tenido que

cuidar de mis hijos, mi casa, etc. Mi vida ha estado dedicada fundamentalmente al teatro;

recitando poemas con más continuidad, llevo aproximadamente unos ocho o nueve años.

C: Llevo unos diez o doce años. El primer recital lo di con unas compañeras de la Univer-

sidad Popular de Alcorcón (UPA). Yo había hecho teatro en mi juventud, incluso fui a una

escuela para dar clases de interpretación. Hablo de hace muchos años. En el año 1999 me

apunté a la Escuela Municipal de Teatro de Alcorcón; estudié teatro en verso durante dos

años. Mi interés por la poesía fue aumentando. Y no ha dejado de hacerlo.

P: ¿De quién de los dos fue la idea de recitar poesía?

Entrevista a Celedonio Macías y Rosa Jiménez

— Javier Jiménez y Pedro Marín, alumnos de 2º Bachillerato —

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LA BUHARDILLA Nº 12

51

ENTREVISTAS

C: Un poco de los dos. Al principio hicimos cosas juntos en obras de teatro. Tiempo des-

pués, presentamos un proyecto a la Concejalía de Educación de Alcorcón y, a partir de ahí,

empezamos a recitar en colegios, institutos, teatros y en la Biblioteca Nacional.

P: ¿Vosotros también componéis?

R: No, no tengo esa inquietud. Habiendo gente tan buena, yo, con recitarlos, creo que ten-

go suficiente.

C: Un poquito, en alguna ocasión he escrito algo en algún taller de la UPA.

P: Suponemos que será bastante complicado memorizar cada poema. ¿Seguís alguna serie de pasos?

C: Ensayar mucho. A base de mucha práctica se consigue mejorar y vocalizar mejor. En

cada estrofa creo que hay una serie de palabras clave sobre las que hay que procurar poner

más énfasis para atraer al público y dar más musicalidad.

P: Desde vuestro punto de vista, ¿cómo influye la poesía en la juventud de hoy en día?

R: Pienso que la poesía está muy alejada de la juventud y que se debería retomar. Actual-

mente las nuevas tecnologías nos han, digámoslo así, invadido. Todo va demasiado deprisa

y para leer poesía se necesita tiempo. Tiempo, que una mayoría de jóvenes no está dispuesto

a perder leyendo este género; por tanto, poco les puede influir. Creo que nosotros, los mayo-

res, tenemos parte de culpa. No hemos sabido hacerles llegar al mundo de la poesía; si no, en

mayor o menor medida, os aseguro que estarían atrapados en él.

C: Vivimos en un mundo de imágenes, todo se da muy fácil, ya sea en cine, televisión o

Internet. Sin embargo, leyendo todo ese mundo hay que imaginarlo: la imagen nos hace va-

gos. Cuesta un poco leer poesía pero no tanto como se piensa. Es cuestión de empezar. Ahí la

escuela tendría mucho que decir.

P: De no haberos dedicado a recitar, ¿qué otro trabajo hubieseis desempeñado?

R: Simplemente éste: el de la interpretación, ya sea recitando una poesía o poniendo en

escena una obra de teatro.

C: Lo más seguro es que me hubiese decantado por ser actor. Pero, bueno, estoy bien así.

P: ¿Cuántas horas ensayáis semanalmente?

C: Todo depende del trabajo que tengamos aunque la veteranía juega un papel importan-

te. Si, por ejemplo, vamos a tener un recital y es nuevo, utilizamos cerca de veinte horas a la

semana, ya que tenemos que buscar poesías, seleccionarlas y trabajarlas. Nos gusta ahondar

en la vida del poeta, así conocemos mejor su obra. Fijémonos sin ir más lejos en Miguel

Hernández: vida y obra van unidos.

Respuestas al vuelo:

P: Poeta preferido.

R: Federico García Lorca.

C: Antonio Machado.

P: De los poemas que recitáis, ¿cuál es el favorito de cada uno?

R: Qué lastima, de León Felipe.

C: En este momento Las palabras, de Pablo Neruda.

P: Movimiento literario.

R: Poesía contemporánea.

C: El grupo del 27.

P: Libro recomendado.

R: No digas que fue un sueño, de Terenci Moix.

C: El Werther, de Goethe.

P: Para finalizar, ¿qué os ha parecido la experiencia de recitar en el instituto?

C: Nos ha parecido una experiencia agradable y muy positiva. Si hemos conseguido en-

tretener a un montón de jóvenes con poesía nos sentimos satisfechos. Lo hemos pasado muy

bien.‖A‖lo‖mejor‖estamos‖equivocados‖y‖la‖poesía‖no‖es‖tan‖cenicienta.‖¡Ojal{!‖●

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Microrrelatos

— Alumnos de 2º ESO —

La peor pesadilla

T odo estaba oscuro, hacía frío y había humedad. Asustado, vi una luz al final del túnel.

Corrí hacia ella, pero me daba la impresión de que nunca iba a alcanzarla.

De repente, algo me tocó la espalda. Me giré. Una mano fría, de metal, me estaba salu-

dando.‖Corrí‖y‖corrí,‖intentando‖alcanzar‖la‖luz,‖pero‖la‖mano‖me‖perseguía‖y,‖de‖pronto<

―¿Qué‖te‖pasa‖hijo?‖―preguntó‖la‖madre.

―Nada‖mam{,‖una‖pesadilla.

Me volví a tumbar, y esa noche no pude volver a dormirme.

Rocío Vázquez

Kenny

E n el invierno del año 1313, un joven llamado Kenny encuentra el todavía reciente cadá-

ver de un hombre en las altas y nevadas montañas pertenecientes a la cordillera de la

comarca madrileña de Úllpens. Atemorizado por su misterioso y a la vez siniestro hallazgo,

descubre pronto que el caballero muerto era portador de un enigmático mensaje que decía:

«Bebe si quieres ser inmortal». Kenny busca en la mochila y encuentra una lata de Malk y

una nota: «Te hace inmortal, pero te volverás loco». Kenny bebe y desaparece. Su paradero

es desconocido pero hay gente que proclama haberlo visto en Collado Villalba.

Gabriel Márquez

El Kraken

L os tripulantes del navío «Amistad» estaban exhaustos de la larga travesía recorrida. De-

seaban llegar a tierra con todas sus fuerzas. Sus plegarias se cumplieron porque vislum-

braron a escasos kilómetros una isla.

El capitán sabía que descansar animaría el espíritu de sus hombres. De pronto, cuando

apenas faltaba un kilómetro para llegar a la isla, unos enormes tentáculos envolvieron el bar-

co. Las aguas se removían con furia mientras los tentáculos cubrían el navío. Pasaron unos

escasos y horribles minutos y luego la bestia sin esfuerzo alguno destrozó el barco. Ni un

solo tripulante se salvó de la ira del animal.

Jaime Aranda

RELATOS

P ara fomentar la creatividad de nuestros alumnos, planteé a los alumnos de 2º ESO B la

idea de organizar un concurso de microrrelatos con tema libre. Su participación fue nu-

merosa y entusiasta. Os presentamos los que consiguieron una mención especial del jurado.

Jesús A. Peñas, profesor

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LA BUHARDILLA Nº 12

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Vivo mi vida

A partir del día en el que una señora me echó una maldición, no podía vivir en paz, to-

da mi vida corría peligro, y oía extrañas voces procedentes de las paredes, que me

invadían en una nube de terror.

Extrañamente, me preguntaba por qué me pasaban a mí todas las desgracias, pero aun-

que una parte de mí tenía miedos, desgracias y satisfacciones, la otra quería vivir la vida.

Pronto descubrí que yo era la única que podía manejar mi vida, y creyendo en la felicidad

y apartando el miedo, lo conseguí.

Sarah García Francés

El terremoto

E staba un día en mi casa contemplando a mi canario, llamado Molina. Se movía majes-

tuosamente en su jaula color azul. Esta jaula estaba situada enfrente de una ventana

desde la cual se podía ver a las palomas volar; la gran torre de la iglesia de San Nicolás de

Bari y la tenebrosa casa de Javi, un chico que estaba medio loco y que decía que iba a haber

un terremoto al lado de su casa. Para mí era mucho mejor porque no quería ver la cara. Llegó

la‖noche‖y‖yo‖me‖fui‖a‖acostar,‖cuando<‖¡Bum!‖Un‖terremoto‖arrasó‖la‖casa‖de‖Javi.

Samuel Alonso

Un viaje inolvidable

H ola, soy Ana. Con doce años, me fui durante el verano a Egipto. Nunca había ido a un

lugar tan lejano. Allí pude disfrutar del maravilloso paisaje con mi familia. Lo más

bonito fue que conocí a alguien muy especial, un chico llamado Lucas. Tenía catorce años y

era de España. Él y yo nos enamoramos, pero yo debía regresar a casa y nos tuvimos que

separar una temporada. Estuvimos meses escribiéndonos y todos los veranos nos veíamos,

hasta que cumplí dieciocho y me fui a Egipto. Con mis setenta años sigo plenamente enamo-

rada de él.

Beatriz López

RELATOS

Collage de Marta Villa y Azahara Sánchez, alumnas de 4º ESO

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LA BUHARDILLA Nº 12

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El talento maldito

— Paula Alonso Poza , alumna de 2º Bachillerato —

U n día, al levantarse por la mañana y observar la cruda imagen que le devolvía el espe-

jo, Miguel se dio cuenta por primera vez en su vida de que era viejo. Apenas una luz

en el fondo de sus negras pupilas delataba al muchacho alegre y jovial que había sido hacía

ya mucho tiempo. Se quedó contemplando su reflejo con una profunda tristeza mientras el

agua que manaba del grifo se deslizaba veloz por el lavabo y desaparecía en la negrura del

desagüe, tan rápido como la vida de Miguel se escapaba entre sus dedos aunque tratase de

agarrarla cerrando los puños. Pero el escritor sabía que tarde o temprano la muerte iba a dar-

le ese fatal primer aviso, que andaba acechante con su guadaña, escondida entre las páginas

de sus libros, presente en el furioso latido del corazón de los personajes que creaba. Pum

pum, pum pum. Y Miguel sabía que una pequeña parte de su vida había sido absorbida por

su criatura, que sólo podía vivir si bebía de él. Pum pum, pum pum. Pero seguía escribiendo,

una línea tras otra, y a veces comparaba, sonriendo amargamente, la tinta negra, que dibuja-

ba palabras sinuosas sobre el papel, con su propia sangre, la pluma, que era ya una parte

inseparable de su cuerpo, con un arma mortífera, y sus personajes, ladrones de almas, con

silenciosos asesinos. Miguel se iba consumiendo poco a poco mientras ellos cobraban vida y

el resto del mundo le aplaudía, le encumbraba al Olimpo de las letras españolas, celebraban

alborozados sus obras, y algunos incluso trataban de imitarle. Felices ignorantes ellos, pensa-

ba a veces, que no saben lo que es la maldición del talento. Porque Miguel se había condena-

do desde el instante en el que escribió la primera palabra sobre un papel, desde que se dio

cuenta de que crear era su destino, de que la magia de la escritura le había hechizado. Enton-

ces supo que para él ya no había salvación.

Sin variar su expresión lo más mínimo, el viejo escritor cerró el grifo y salió del cuarto de

baño sin volver a mirarse en el espejo ni una sola vez. No lo quitaría nunca: era un doloroso

recordatorio de su presente, su pasado y un futuro que se acercaba inexorablemente, con un

tictac cada vez más rápido. Subió con cierta dificultad las escaleras, apoyándose en la baran-

dilla. Cuando por fin llegó arriba, abrió a tientas una ventana, y la estancia, que se hallaba en

la más completa oscuridad, se iluminó. Se dio la vuelta para contemplarla, aunque tenía gra-

bada cada esquina en la memoria, cada título de cada volumen que se apilaba en las estan-

terías, o bajo la mesa, o formando torrecillas a punto de derrumbarse en el suelo. Y en el cen-

tro de la habitación, sobre las mesa de madera, había una hoja en blanco.

Miguel respiró hondo, preparado para hacerse aún más viejo y aproximarse un poco más

a la muerte. Se sentó con parsimonia sobre una pila de enciclopedias que hacía las veces de

silla y empezó a escribir.

Casi podía ver cómo él mismo se quedaba atrapado en una nueva historia, en cada cosa

que creaba. Casi podía sentir cómo los seres que salían de la pluma sorbían su vida hasta

que sus corazones se hacían fuertes y comenzaban a funcionar por sí solos. Pum pum, pum

pum, se oía por toda la estancia, y el sonido golpeaba las paredes y se repetía hasta la sacie-

dad en la cabeza de Miguel como un soniquete torturante. Pum pum, pum pum. Entonces,

dos lágrimas rodaban por sus arrugadas mejillas y caían sobre su obra, la tinta se corría y tal

vez llovía sobre el Cortijo. Pero jamás se detuvo. Siempre siguió escribiendo, en completo

silencio, secándose lentamente mientras los únicos testigos, aquellos que vivían su vida, per-

manecían mudos ante el sufrimiento de su creador.

Triste vida la de aquellos condenados por un don, pensaba Miguel.

Algunos años más tarde, mucho antes de que los medios de comunicación den la triste

noticia a los ciudadanos, en la misma estancia que hay subiendo la escalera después de con-

RELATOS

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templar la decadencia de uno mismo en el espejo del baño, un cuerpo yace en el suelo junto

a una torre de enciclopedias derruida. Se han debido caer los dos juntos a las frías baldosas.

En la mano del anciano hay una pluma atrapada que ya nunca podrá liberarse; en su rostro,

una expresión de paz; sobre la mesa, el último de todos ellos, enmarcado en papel, que se

llevó lo poquito que quedaba de vida en el cansado corazón del viejo escritor. La habitación

permanece en el mismo silencio en el que ha contemplado el sacrificio de Miguel durante

todos estos años. Por la ventana entra un rayo de sol que cae sobre el cuerpo del anciano, y la

brisa agita las cortinas, que rozan suavemente su mano. Por fin todo se ha acabado.

Pero, ¿está realmente muerto? Por toda la habitación resuena el murmullo, cada vez más

fuerte, de los cientos de libros que allí se acumulan. Pum pum, pum pum. El sonido se va

aproximando tímidamente a Miguel. Pum pum, pum pum. Los latidos suenan ya nítidos, se

escapan por la ventana y vuelan sobre los tejados de la ciudad.

Miguel‖ya‖es‖libre.‖●

Premio del III Concurso Literario Manuel Camarero

RELATOS

-M ónica, despiértate ya, que a las horas que son no te dará tiempo a leerte ni un capí-

tulo del libro que te compré ayer.

Con el pelo revuelto y los ojos aún cerrados, Mónica buscaba sus zapatillas con los pies.

Bajo la mesa donde bebía su Cola Cao, Mitchz ronroneaba plácidamente sobre sus zapatillas,

calentándolas aún más. El sonido del roce de la silla al retirarse asustó al gato y salió de la

cocina, escondiéndose en el armario de los zapatos.

—¿Todavía estás desayunando? ¡Madre mía! A parte de no poder leerte el libro no

tendrás tiempo para jugar con la nieve. ¡Mira! Están todos los niños jugando, y ya sabes que

nos tenemos que ir; si no lo haces ahora, no te dará tiempo.

—No me gusta la nieve, mamá.

—¿Ah, no? ¿Y eso por qué?

—Me da miedo.

—¿Miedo? ¡Ja! Pero si es preciosa. Además, ¡adoras el frío! ¿Por qué no ha de gustarte

entonces? ¡Mira que eres tonta!

—Lo sé, pero eso no me da miedo.

—¿Acaso le tienes miedo a su color claro y deslumbrador?

—Sí.

—Mira, hija. Cada día te entiendo menos. A todos los niños les gusta jugar con la nieve, se

pasan el día entero ahí, pero tú duermes y lees, lees y duermes, que no me parece mal, pero

hay que cambiar hábitos. Además, ¿miedo a la claridad? Entiendo que con ocho años te de

miedo‖la‖oscuridad,‖¿pero‖su‖opuesto?‖Mira‖es‖que‖no‖te‖entiendo,‖si‖por‖lo‖menos<

—Es lo opuesto a la oscuridad, pero infunde el mismo miedo —la interrumpió Mónica—.

A oscuras todo es mucho más interesante; los caminos son mucho más difíciles de encontrar

y si necesitas ayuda, las luciérnagas te sirven de guía. Pero con la luz los caminos se mues-

tran muy fáciles y estrechos. Me gusta la amplitud del mundo, y es por la noche cuando el

mundo crece. Cuando las personas dejan de estorbar por las calles y las dejan despejadas,

cuando dejan de amontonar su oxígeno por todas las vías y bosques, ¿no crees que no es un

alivio‖para‖el‖planeta‖sentirse‖tan‖vacío,‖mam{?‖●

No me gusta la nieve

— Rocío García de las Hijas, alumna de ESO —

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RELATOS

Q uerido Julio:

Te complaceré al darte por fin la razón en que Madrid parece mucho más confusa des-

pués de la guerra. Estabas en lo cierto cuando decías que ya nada sería igual después de se-

mejante hecatombe. Se puede notar con solo alzar la mirada al gran mosaico arquitectónico

del Paseo del Embarcadero. Las reminiscencias de épocas pasadas han quedado fragmenta-

das por los continuos bombardeos que han arrancado de cuajo el alma de los edificios, su

pasado, su presente e incluso su futuro. Nunca había habido tanta guerra, nunca había habi-

do tanta paz. La noche con su negro manto borra de un plumazo todo lo vivido durante la

jornada como si padeciera una amnesia aguda. La ciudad, sumida en la oscuridad de la no-

che, respira mucho más sosiego que en otros tiempos. Hasta mi alma, alterada durante la

mañana, alcanza tal estado de paz que me es insoportable. No creo que haya peor tortura

que‖la‖de‖quedarse‖a‖solas‖con‖tantos‖recuerdos<

Supongo que semejante descripción de la ciudad te parecerá lejos de tu pequeño paraíso

bohemio situado en el barrio de Monmartre. A veces te imagino con bata y pipa en el seno de

una reunión de artistas, enseñándoles con orgullo tus cuadros y brindando con copas de esa

bebida verde francesa tan rara. Daría lo que fuera por estar allí contigo, con tus cuadros y

con Rosita. Ojalá no hubiera amado tanto Madrid, ojalá no la amara tanto ahora, porque el

solo hecho de verla así me parte en dos.

Recordarás, a lo mejor de una forma algo distorsionada por el tiempo, cómo cada mañana

me acompañabas a Casa Melitón, donde Remedios se encargaba de guardarme la correspon-

dencia y tú aprovechabas un descuido de ésta para hacerte con un puñado de lentejas. Las

cuartillas, amarillentas y húmedas por el temporal, aunque poseían apariencia de octavillas,

eran para mí todo lo contrario. ¡Mi buen amigo Gabriel! Sé que nunca podré corresponder a

todo el amor que me profesó y todas las obras que devoré a su costa. Supongo que te pre-

guntarás qué se hizo de él. Bueno, después de aguantar con inmensa paciencia todos los des-

plantes propios de mi nubilidad de entonces, y de haber estado un año y medio como mili-

ciano republicano en León, me propuso abrir en Madrid una pequeña escuela de letras, y yo,

desesperada, sin esperanza alguna de llenar de nuevo el hueco que dejasteis Rosita y tú al

partir, acogí el proyecto con los brazos abiertos.

Miguel Hernández, Lorca y hasta el mismísimo Bécquer pasaron por las cuartillas de los

niños de la guerra. Gabriel pudo acceder a muchas de esas obras que, como sabrás por las

pocas fuentes que te quedan aquí, en abril, con el fin de la guerra, desaparecieron llevándose

a sus autores con ellas. La escuela se encontraba en el Barrio de Las Carolinas y había servi-

do antes de burdel. Como habrás observado, me quedaba a tiro de piedra de casa y a esto se

le sumaba el buen paseo que podía darme cada mañana entre la arboleda, interrumpido al-

guna que otra vez por una suave palmadita en el hombro de algún alumno que se mostraba

deseoso por pasar a la siguiente letra del abecedario.

Gabriel se ganó en aquel momento toda mi fascinación; no sólo hacia su labor, sino tam-

bién hacia su persona. Siempre había tenido mano con los muchachos, a los que educaba en

libertad y enseñaba que todavía había mucho por lo que luchar. Cuando terminábamos las

clases me acompañaba a casa recitándome poesías de Juan Ramón Jiménez, y sólo al escu-

char de su boca El Otoñal me parecía sentir toda la naturaleza a mi alrededor.

Probablemente pensarás que mi vida no era mucho más complicada que la tuya de exilia-

do ya al comienzo del régimen, pero debes creerme que si me ando por las ramas es porque

me supone un gran esfuerzo relatar lo que ocurrió de una sola tajada.

Querido Julio

— María Diéguez del Río, alumna 2º Bachillerato —

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RELATOS

Muy pronto comenzamos a oír sobre las depuraciones a las que eran sometidos los maes-

tros. Sabrás que el saludo a la romana, el adoctrinamiento católico apostólico romano y las

típicas frases de gramática como «Francisco Franco, caudillo de España, que trajo la paz a la

nación española» están a la orden del día. ¿Cómo iba yo a recitar la Canción del Pirata de Es-

pronceda cuando en España no quedaba ya ningún resquicio en el que hubiera una pizca de

libertad?

Nos cerraron la escuela y los niños fueron mandados al colegio del Padre Berenguer. Y ya

no sólo nos habían arrebatado a los niños, sino que todas las obras que ellos tacharon de in-

morales fueron destruidas y con ellas una parte de nosotros. Esta profunda frustración en la

que ambos nos sumimos acabó por unirnos, y yo terminé amándole como jamás amé a na-

die. Me parece ser injusta con mis contemporáneos al atreverme a hablar de esta época como

mi etapa dorada, pero él, los poemas y sus manos nada tímidas me sumergieron en un mun-

do al que nunca antes creí poder acceder. Entre risas y caricias hablábamos de la posibilidad

de exiliarnos al continente africano y quizás allí formar una pequeña escuela lejos de la deca-

dente Madrid.

Unas horas después me visitó su espectro en sueños, vestido con su característico jersey

verde y su boina que dejaba escapar algunos ricillos rubios. Su olor me impregnó por com-

pleto y aún cuando abrí los ojos, seguía ahí. Era Gabriel. Estaba muerto. Igual que años atrás

soñé la muerte de mamá, esta vez fue la de Gabriel, justo en el momento en el que un fusil

tan real como esta carta acababa con su vida en un mísero paredón. Según dicen, murió sin

mostrar el calor que exhalan de miedo los condenados minutos antes de ser fusilados.

Aún me parece verlo todavía junto a mí, Julio, aún me parece sentir su mano sobre mi

cuello y sigo todavía atrapada en las palabras de Juan Ramón Jiménez salidas de su boca. No

sé aún qué macabra razón habrá para que me lo encuentre cada noche en mi cama, mirándo-

me con sus ojitos verdes y rozando su pie contra mi pierna. No lo sé, ya no sé nada.

No te alarmes por mi actual falta de cordura y mi débil contacto con la realidad. Recuer-

da que todo pasa, y todo llega. Sólo espero que Rosita y tú estéis bien. Ojalá estuviera allí

para daros todos estos besos que os envío por carta. Necesito que os cuidéis.

Siempre tuya,

Tu hermana, Libertad.

P.D.: Aunque te pese, no creo que puedas contestar a ésta última carta que te escribo,

puesto‖que‖mañana‖parto‖para‖Kenia,‖África.‖●

Premio del III Concurso Literario Manuel Camarero

Dibujo de Azahara Sánchez, alumna de 4º ESO

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RELATOS

Pitido de Salida

— Jesús Antonio Peñas Navarro, profesor —

M uchas son las luces que el andén mojado refleja. Un hombre ha subido al tren rápi-

do con destino Granada cuya salida se efectuará en breves instantes. Con la venta-

nilla bajada repite palabras y renueva gestos de despedida hacia la mujer que está ahí abajo,

expectante.

Pitido de salida. Arrancada.

Ella se aleja, se desdibuja, su figura al fin se desvanece. Cambios de vía, modestos edifi-

cios, bombillas de poblados marginales y oscuridad. Nota frío y sube el cristal que le de-

vuelve la imagen interior del compartimento. Da media vuelta. El viaje y la historia han

comenzado.‖●

Dibujo de José Luis Pedrero, profesor

Atrás quedaba una ciudad triste, una casa vacía y un sentimiento perdido. En el abrigo

llevaba todas sus pertenencias, lo único que había sobrevivido a la batalla del tiempo. Si re-

gresaba, sólo encontraría fantasmas.

Se quedó observando los raíles del tren. Algo vio moverse allá en la lejanía. En aquel pre-

ciso instante supo que ya no volvería jamás. ●

En la lejanía

— Alejandro Valero, profesor —

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POESÍA

A Ángel Jiménez por su jubilación

Los años transcurrieron perezosos

entre senos, cosenos y tangentes,

quebrados, divisiones, exponentes...

asuntos todos ellos farragosos.

El pánico sembraste entre ruidosos

pupilos montaraces e indolentes,

y fuiste el más tenaz de los docentes

en resolver problemas espinosos.

Dejándote la piel a cada instante,

llegas por fin, maltrecho y abatido,

a alcanzar una vida más serena;

terminó la contienda y has vencido;

el balance ha de ser reconfortante:

¡tu empeño pertinaz valió la pena!

A Marisa Hernández

No es mi verbo falaz ni lisonjero,

ni imperativo legal es, Marisa,

loar tus años de labor precisa

sacando alumnos del atolladero.

Érase tu despacho un hervidero:

de padres y maestros pitonisa.

La eficacia es virtud: no se improvisa

la ilusión y el trabajo con esmero.

—¿Qué será de la Diver y el Programa?

—¡Y la acción tutorial, tan delicada!

susurra un profesor, el otro exclama.

A tu retiro opongo la elevada

estima general y esta proclama:

Sencillamente, GRACIAS, no es por nada.

Mayo 2008

Soneto a Ángel Jiménez

— Jesús Saiz, profesor —

ENTENDER

Cuando sueño, sueño en ti,

cuando pienso, pienso en ti

y cuando entiendo el entender

entiendo porque estoy junto a ti.

EL SUEÑO

Dulce sueño de la vida,

dulce sueño que vivir.

Dulce como el azúcar,

este sueño es para ti.

Poemas

— Sandra Valbuena, alumna de ESO —

Life lessons are infinite,

In heaven her soul is resting.

Feigning madness his love appeared.

Emerald shoots are shriveling

Inquiring the lover prays,

Needing his sweetie returns.

Louisa is travelling far

On the moon her face found

Vain will be his efforts

Eternal peace he hopes.

Poema

— José Lagarejo, alumno —

Soneto a Marisa Hernández

— Jesús A. Peñas, profesor —

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LA BUHARDILLA Nº 12

60

Fuera de estos cristales dentro de algunos años

acomodaré hacia aquí mi frente desde Oriente

recordándoos a los treinta y cuatro listados

con la escuadra y el compás sobre los folios

y las manos enfundadas en una mañana fría

con las miradas en la brillante Bola del Mundo

o enganchadas en los Siete Picos colmados por la nieve.

Creceréis geométricamente iguales en mi puntual recuerdo

tanto los buenos, los inteligentes, los trabajadores,

los protestones, los suspendidos en las inevitables dudas

o aquellos turrados en sus propios ardores juveniles.

No penséis entonces telepáticamente en mí

pues desde ya no os doy para ello el requerido permiso

prefiero llanamente que os retengan las eternas enredaderas

apropiadoras de todas las ambientales circunstancias

serpenteando en llamativas guirnaldas por vuestros erguidos cuellos.

Y permitidme que yo sí

recorte borrosas caras con inventados nombres:

«María‖para‖la‖de‖aquella‖sonrisa‖tan‖sobresaliente<

<‖tal‖vez‖fue‖Jonathan‖quien‖posó‖r{pido‖en‖un‖fotomatón

y dudar si de su hermano el ordenador usó Aurora

y acertar quién presentó la misma copia del año anterior.»

Cada‖cual...‖un‖cardo‖verde<‖(¡una‖primaveral‖flor¡)

consumiendo cada día un poco de mi plenilunio

y cada noche un poco de mi anaranjado sol.

Aunque me olvidareis, ¡quiéralo el aire!,

seguiré cavilando que os quise a conciencia

y que buen amor puse entre sinuosas líneas

e irresolutas y maltrechas formas cardioides.

¡Por plata! —alguien dirá.

Pues sí, pues también ­– le respondería.

Pero no primaron dineros entre vuestros aprendizajes y mis dictámenes

sino el vuelo, digamos, de la de los humanos, vaya con minúsculas, cultura

compartida por los rincones del aula en millones de neuronas esparcidas

y todas tan desaparejadas frente a tantas pedagógicas premuras.

POESÍA

El aula de dibujo

— Salvador Peña Neva, profesor —

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LA BUHARDILLA Nº 12

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POESÍA

No te escribo por capricho

— Íñigo Imaz, alumno de Bach. —

No te escribo por capricho,

lo hago porque estoy

obsesionado con tu sombra,

enamorado de ese vago recuerdo

que eres cuando no estás,

porque sin tu sonrisa

―ladrona‖de‖latidos―

las únicas que consiguen llenar

el hueco que dejas en mí

son las letras,

letras en palabras

que huelen a ti,

palabras en versos afilados,

punteros

señalando estrellas,

cambiándolas de sitio para que digan tu

nombre;

versos, en estrofas difuminadas,

gastadas

ya de tanto leerlas.

No te escribo por capricho,

lo hago porque quiero

guardar en mis letras

un pedazo

de tu sonrisa de azúcar.

Para no olvidar que te quiero

y que te he querido.

Para así llevarte siempre

conmigo.

Florecen pasiones y aromas

con la llegada del sol, trotador,

lluvia de luz dorada

que llena de vida el corazón.

Las nubes cobran vida,

dibujando imaginación,

las praderas florecen,

y dejan sentir su amor.

Los días se queman y llega la noche,

y con ella el amor codiciado del sol.

Sin previo aviso, la vida se acaba,

se encierra en sus pétalos aquel corazón.

Soledad y frío, amargo castigo,

sin poder sentir el amante lascivo.

Frente a tan densa oscuridad

contrastan gotas de plata,

llanto inconsolable, amante moribundo,

dulce astro que el sol idolatra.

Comparte aflicciones, aviva las bestias

y vuelve a salir mientras quede esperanza.

Reclusos de un corazón malherido,

alegría, llanto, amor, odio empedernido,

cambiad de sentido, fijad nuevo rumbo,

sonreíd hasta arrugar vuestros rostros zurcidos,

hasta conseguir armonía y tranquilidad,

hasta sentir que podéis volver a amar.

Sol y luna, noche y día,

corred más cuando yo lo pida,

marcáis el tiempo de la historia,

el tiempo de la vida.

Nuevo despertar

— John Caban, alumno de Bach. —

Poemas premiados en el III Concurso Literario Manuel Camarero

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Luar

— Raúl Martínez, alumno de 2º ESO —

CÓMIC

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CÓMIC

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