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Bochatey, Alberto G. La calidad de vida y salud desde una antropo- logía cristiana Vida y Ética, Año 15, Nº 2, diciembre 2014 Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la Institución. La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea. Cómo citar el documento: Bochatey, Alberto G. “La calidad de vida y salud desde una antropología cristiana” [en línea]. Vida y Ética, 15.2 (2014). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/calidad-vida-salud-antropologia.pdf [Fecha de consulta:..........]

La calidad de vida y salud desde una antropología cristiana · moverse en armonía. Esto supone la presencia de condiciones socia-les y ambientales aptas para favo-recer ese desarrollo

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Bochatey, Alberto G.

La calidad de vida y salud desde una antropo-logía cristiana

Vida y Ética, Año 15, Nº 2, diciembre 2014

Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la Institución.La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.

Cómo citar el documento:

Bochatey, Alberto G. “La calidad de vida y salud desde una antropología cristiana” [en línea]. Vida y Ética, 15.2 (2014). Disponible en:http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/calidad-vida-salud-antropologia.pdf [Fecha de consulta:..........]

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Mons. Mg. Alberto G.Bochatey, OSA

. Licenciado en Teología Moral (especialidaden Bioética), Academia Alfonsiana,Pontificia Universidad Lateranense, Roma,Italia

. Master en Bioética. Instituto de Bioética,Universidad Sacro Cuore - Instituto para elMatrimonio y la Familia Giovanni Paolo II,Pontificia Universidad Lateranense, Roma,Italia

. Director de la Revista “Vida y Ética” delInstituto de Bioética, Facultad de CienciasMédicas, Pontificia Universidad CatólicaArgentina (UCA)

. Presidente del Instituto para el Matrimonioy la Familia (UCA)

. Miembro correspondiente de la PontificiaAcademia para la Vida, Ciudad del Vaticano

. Académico, Academia Argentina de Éticaen Medicina, Argentina.

. Visitor Scholar, Center for ClinicalBioethics, Georgetown University,Washington, DC, USA

. Colaborador del Instituto de Bioética,Universidad Sacro Cuore, Roma, Italia

. Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata

ARTÍCULOS

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Pa la bras cla ve

· Calidad de vida· Promoción de la salud· Bien común· Educación en bioética

Key words

· Quality of life· Health promotion· Common good· Education in bioethics

INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 15 Nº 2 DICIEMBRE 2014

LA CALIDAD DE VIDA Y SALUDDESDE UNAANTROPOLOGÍACRISTIANA

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VIDA Y ÉTICA

RESUMEN

Este trabajo examina con atentodiscernimiento los términos “cali-dad de vida” y “promoción de lasalud” que identifican uno de losprincipales objetivos de las socie-dades contemporáneas. En el mismo se cita la encíclicaEvangelium vitae que dice “La lla-mada ‘calidad de vida’ se interpre-ta principal o exclusivamente comoeficiencia económica, consumismodesordenado, belleza y goce de lavida física, olvidando las dimensio-nes más profundas -relacionales,espirituales y religiosas- de la exis-tencia” (n. 23). Todas las dimensiones de la perso-na -la corpórea, la psicológica, laespiritual y la moral- han de pro-moverse en armonía. Esto suponela presencia de condiciones socia-les y ambientales aptas para favo-recer ese desarrollo armonioso. En la actualidad la expresión “cali-dad de vida” no está fundada enuna antropología filosófica y teoló-gica, favoreciendo una noción res-trictiva y selectiva.En referencia al concepto de saludtambién ha sufrido una desviaciónanáloga. Se debe proteger y cuidarla salud como equilibrio físico, psí-quico y espiritual del ser humano.

ABSTRACT

This article makes a thoroughanalysis of the difference betweenthe terms “life quality” and “healthpromotion” which identify the mainobjectives of contemporarysocieties.It quotes the Encyclical Evangeliumvitae which reads “The so called“life quality” is understood mainlyor exclusively as the economicefficiency, the disorganizedconsumption and the enjoyment ofbeauty and physical life, ignoringdeeper dimensions of our existencesuch as relational, spiritual andreligious ”(n.23)All human aspects -body, mind,spirit and morals- have to bepromoted in harmony. This meansthat social and environmentalconditions have to be in place tosupport such harmoniousdevelopment. At present, the expression “lifequality” is not grounded in aphilosophical and theologicalanthropology thus favoring arestrictive and selective notion. The concept of health has alsosuffered a similar deviation. Healthmust be protected and cared as aphysical, psychological and spiritualequilibrium of human beings.

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INTRODUCCIÓN

El tema examinado en este congreso“El sistema de salud desde una miradabioética” [1] es de máxima importanciaética y cultural tanto para las sociedadesdesarrolladas como para las que están envías de desarrollo. Los términos “calidadde vida” y “promoción de la salud” identi-fican uno de los principales objetivos delas sociedades contemporáneas, plantean-do interrogantes no exentos de ambigüe-dad y, a veces, de trágicas contradicciones,por lo que requieren un atento discerni-miento y una profunda clarificación.

En la encíclica Evangelium vitae, apropósito de la búsqueda cada vez másafanosa de la “calidad de vida” quecaracteriza especialmente a las socieda-des desarrolladas, se nos dice: “La llama-da ‘calidad de vida’ se interpreta princi-pal o exclusivamente como eficienciaeconómica, consumismo desordenado,belleza y goce de la vida física, olvidandolas dimensiones más profundas -relacio-nales, espirituales y religiosas- de la exis-tencia” (n. 23). Es en estas dimensionesmás profundas donde hay que concen-trar la atención para buscar una clarifi-cación adecuada.

Se analiza, asimismo, el conceptode “bien común” en relación a lasociedad, la democracia y el traba-jo de la política en la construccióndel mismo. En el texto se discute sobre la prio-rización de intervenciones de saludy se presentan posibles respuestas.Se muestran criterios de decisión almomento de distribuir recursosentre las distintas necesidades desalud, buscando definir principioséticos relevantes para una prioriza-ción de intervenciones.

The article also analyzes the conceptof “common welfare” in relation tothe society, the democracy and therole of politics to build it.The text also deals with theprioritization of health interventionsand puts forward possible answers.Different criteria to make decisionsabout the distribution of resourcesamong the various health needs areexposed in an attempt to definerelevant ethic principles to prioritizethe interventions.

[1] Cfr. JUAN PABLO II: Mensaje a los participantes del Congreso sobre el tema “Calidad de vida y ética de la salud“. 19de febrero 2005.

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1. Ante todo, se debe reconocer lacalidad esencial que distingue a todacriatura humana por el hecho de habersido creada a imagen y semejanza delCreador mismo. El hombre, constituidode cuerpo y espíritu en la unidad de lapersona -corpore et anima unus, comodice la constitución Gaudium et spes (n.14)-, está llamado a un diálogo personalcon el Creador.

Por eso, posee una dignidad superiorpor esencia a las demás criaturas visibles,vivientes y no vivientes. Como tal, estállamado a colaborar con Dios en la tareade someter la tierra (cf. Gn 1, 28) y en eldesignio redentor está destinado a pose-er la dignidad de hijo de Dios.

Este nivel de dignidad y de calidadpertenece al orden ontológico y es cons-titutivo del ser humano; permanece entodos los momentos de la vida, desde elprimer instante de la concepción hasta lamuerte natural, y se realiza plenamenteen la dimensión de la vida eterna. Portanto, se debe reconocer y respetar alhombre en cualquier condición de salud,de enfermedad o de discapacidad.

2. Coherentemente con este nivel pri-mero y esencial, de modo complementa-rio, es necesario reconocer y promoverun segundo nivel de calidad de vida: apartir del reconocimiento del derecho ala vida y de la dignidad peculiar de toda

persona, la sociedad debe promover, encolaboración con la familia y los demásorganismos intermedios, las condicionesconcretas para desarrollar armoniosa-mente la personalidad de cada uno,según sus capacidades naturales.

Todas las dimensiones de la persona -la corpórea, la psicológica, la espiritual yla moral- han de promoverse en armonía.Esto supone la presencia de condicionessociales y ambientales aptas para favore-cer ese desarrollo armonioso. Por tanto,el contexto socio-ambiental caracterizaeste segundo nivel de calidad de la vidahumana, que debe reconocerse a todoslos hombres, incluso a los que viven enpaíses en vías de desarrollo. En efecto, ladignidad de los seres humanos es igual,independientemente de la sociedad a laque pertenezcan.

3. Sin embargo, en nuestros días, elsignificado que la expresión “calidad devida” está asumiendo progresivamente sealeja a menudo de esta interpretaciónbásica, fundada en una recta antropolo-gía filosófica y teológica.

En efecto, bajo el impulso de la socie-dad del bienestar, se está favoreciendouna noción de calidad de vida que es, almismo tiempo, restrictiva y selectiva:consistiría en la capacidad de disfrutar yde experimentar placer, o también en lacapacidad de autoconciencia y de parti-

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cipación en la vida social. En consecuen-cia, se niega toda calidad de vida a losseres humanos que aún no son capacesde entender y querer, o a los que ya no loson, o a quienes ya no pueden disfrutarde la vida como sensación y relación.

4. Una desviación análoga ha sufridotambién el concepto de salud.Ciertamente, no es fácil definir en térmi-nos lógicos y precisos un concepto com-plejo y antropológicamente rico como elde salud. Pero es cierto que con este tér-mino se quiere hacer referencia a todaslas dimensiones de la persona, en suarmoniosa y recíproca unidad: la dimen-sión corpórea, la psicológica y la espiri-tual y moral.

Esta última dimensión, la moral, nopuede descuidarse. Toda persona tieneuna responsabilidad con respecto a susalud y a la de quien no ha llegado a lamadurez o ya no tiene la capacidad decuidar de sí mismo. Más aún, la personaestá llamada también a tratar con res-ponsabilidad el medio ambiente, demanera que sea “saludable”.

¡De cuántas enfermedades, en sí mis-mas y en los demás, son responsables amenudo las personas! Pensemos en ladifusión del alcoholismo, de la drogode-pendencia y del sida. ¡Cuánta energíavital y cuántas vidas de jóvenes podríanahorrarse y mantenerse sanas si la res-

ponsabilidad moral de cada uno promo-viera más la prevención y la conservacióndel valioso bien que es la salud!

5. Ciertamente, la salud no es unbien absoluto. No lo es. Sobre todo,cuando se la considera como simplebienestar físico, mitificado hasta coartaro descuidar bienes superiores, aduciendorazones de salud incluso para rechazar lavida naciente: esto es lo que sucede conla así llamada “salud reproductiva”.¿Cómo no reconocer en esto una con-cepción restrictiva y desviada de lasalud?

En cualquier caso, entendida correc-tamente, sigue siendo uno de los bienesmás importantes con respecto a los cua-les tenemos una responsabilidad precisa,hasta tal punto que solo puede sacrifi-carse para alcanzar bienes superiores,como requiere, a veces, el servicio a Dios,a la familia, al prójimo y a la sociedadentera.

Así pues, se debe proteger y cuidar lasalud como equilibrio físico-psíquico yespiritual del ser humano. Es una graveresponsabilidad ética y social estropear lasalud a consecuencia de desórdenes devarios tipos, por lo general relacionadoscon la degradación moral de la persona.

6. Es tan grande la importancia éticadel bien de la salud, que motiva un fuer-

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te compromiso de tutela y de cuidadopor parte de la sociedad misma. Es undeber de solidaridad que no excluye anadie, ni siquiera a los que por su propiaculpa han perdido la salud.

En efecto, la dignidad ontológica dela persona es superior: trasciende inclusolas conductas equivocadas y culpablesdel sujeto. Curar la enfermedad y hacertodo lo posible para prevenirla son tare-as permanentes de cada uno y de lasociedad, precisamente como homenajea la dignidad de la persona y a la impor-tancia del bien de la salud.

En vastas zonas del mundo, la huma-nidad de hoy es víctima del bienestar queella misma ha creado y, en otras partesmucho más vastas, es víctima de enfer-medades difundidas y devastadoras, cuyavirulencia deriva de la miseria y de ladegradación ambiental.

Todas las fuerzas de la ciencia y de lasabiduría deben movilizarse al serviciodel bien verdadero de la persona y de lasociedad en las diversas partes delmundo, a la luz del criterio de fondo quees la dignidad de la persona, en la queestá grabada la imagen misma de Dios.

“La Iglesia alaba y estima la labor dequienes, al servicio del hombre, se consa-gran al bien de la cosa pública y aceptanel peso de las correspondientes responsa-bilidades”. [2] Sin el trabajo de los políti-cos, tanta veces ingrato, no sería posible laconstrucción del bien común. Al mismotiempo hay que decir que el fundamentoy la razón de ser de la autoridad política,así como la justificación moral de su ejer-cicio, en el gobierno y en la oposición, esla defensa y la promoción del bien delconjunto de los ciudadanos, respetandolos derechos humanos, favoreciendo elejercicio responsable de la libertad, prote-giendo las instituciones fundamentales dela vida humana, como la familia, las aso-ciaciones cívicas, y todas aquellas realida-des sociales que promueven el bienestarmaterial y espiritual de los ciudadanos,entre las cuales ocupan un lugar impor-tante las comunidades religiosas. Ese ser-vicio al bien común es el fundamento delvalor y de la excelencia de la vida política.Todo ello se deteriora cuando las institu-ciones políticas centran el objetivo real desus actividades no en el bien común, sinoen el bien particular de un grupo, de unpartido, de una determinada clase de per-sonas, tratando para ello de conseguir elpoder y de perpetuarse en él. [3] Las ideo-logías no pueden sustituir nunca al servi-

[2] CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes, 75.[3]CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Instrucción Pastoral de la 88° Asamblea Plenaria, pp. 57-58.

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cio leal de la sociedad entera en sus nece-sidades y aspiraciones más reales y con-cretas: “El valor de la democracia se man-tiene o cae con los valores que encarna ypromueve: son fundamentales e impres-cindibles, ciertamente, la dignidad decada persona, el respeto de sus derechosinviolables e inalienables, así como consi-derar ‘el bien común’ como fin y criterioregulador de la vida política”. [4]

Conviene recordar lo que entendemospor bien común: se trata del “conjuntode condiciones de la vida social quehacen posible a las asociaciones y a cadauno de sus miembros el logro más plenoy más fácil de la propia perfección”. [5]Por tanto, “el bien común no consiste enla simple suma de los bienes particularesde cada sujeto social. Siendo de todos yde cada uno, es y permanece común,porque es indivisible y porque solo juntoses posible alcanzarlo, acrecentarlo y cus-todiarlo, también en vistas al futuro. Elbien común se lo puede entender comola dimensión social y comunitaria delbien moral”. [6]

Una sociedad que en todos sus nivelesquiere permanecer intencionalmente alservicio del ser humano es la que se pro-

pone como meta prioritaria el biencomún, en cuento bien de todos loshombres y todo hombre. La persona nopuede encontrar plenitud solo en símisma, prescindiendo de su ser ‘con’ y‘para’ los otros. Ninguna forma expresivade la socialidad (familia, grupo socialintermedio, asociaciones, empresas, ciu-dad, región, Estado, comunidad de pue-blos y naciones todas) puede eludir lapregunta sobre su propio bien comúnque es constitutivo de su significado yauténtica razón de su propio ser. [7] Elbien común compromete a todos losmiembros de la sociedad, según suscapacidades, para alcanzarlo y desarro-llarlo. El bien común exige superar visio-nes reductivas subordinadas a ventajasde parte para alcanzar una responsabili-dad grande y de vasto horizonte. El biencomún se condice con las inclinacionesmás elevadas de la persona; es un bienarduo de obtener porque exige la capaci-dad y la búsqueda constante del bien delotro como si fuese el propio.

Cada país tiene la tarea de armonizarcon justicia los diversos intereses secto-riales. La correcta conciliación de losbienes particulares de los grupos y de laspersonas, será una de las funciones más

[4] JUAN PABLO II, Carta encíclica Evangelium vitae, 70.[5] CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes, 26.[6] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 164.[7] Cfr. Ibíd, p.165.

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delicadas de los responsables y los pode-rosos. El principio de subsidiariedad está ala base de un auténtico crecimiento socialy también del respeto a la vida física. Lasociedad civil es el conjunto de relacionesindividuales y de sociedades intermedias,que se realizan en forma originaria y gra-cias a la subjetividad creativa del ciudada-no. La red de estas relaciones inerva eltejido social y constituye la base de unaverdadera comunidad de personas,haciendo posible el bien común y unaforma más elevada de socialidad. [8]

DISTRIBUCIÓN DE RECURSOS EN SALUD Y BIEN COMÚN

¿Por qué es necesario establecerprioridades respecto a qué intervencio-nes han de ser otorgadas a una pobla-ción? ¿Acaso no basta con decidir otor-gar las intervenciones que sean necesa-rias? Y, si es necesario limitar las inter-venciones disponibles, ¿cómo debería-mos decidir qué intervenciones han detener prioridad sobre otras? ¿Acaso nobasta con dar preferencia a aquellasintervenciones que produzcan másbeneficios a un menor costo? [9] Estas

preguntas surgen de una discusión queha estado presente desde hace variasdécadas pero que ha adquirido mayorfuerza durante los últimos años: Cadavez hay mayor cantidad y diversidad deintervenciones de salud que se puedenofrecer a una determinada población, ydichos números y diversidad crecen conmás rapidez que lo que lo hacen losrecursos disponibles para destinar a lasalud. El problema de recursos limitadosy opciones (en teoría) sin límites en lascuales es posible invertirlos se presentatanto si se adopta un enfoque exhausti-vo de atención de la salud (se busca darcumplimiento a un derecho a la salud yotorgar “todas las intervenciones nece-sarias”) como si el enfoque de atenciónde la salud es selectivo (y se buscagarantizar la provisión de un listado deintervenciones esenciales).

En este texto integramos elementosesenciales a la discusión sobre prioriza-ción de intervenciones de salud y presen-tamos respuestas que se han propuestopara responder a dos preguntas esencia-les para esta discusión: (1) ¿Por qué esta-blecer prioridades?, y (2) si necesitamosestablecer prioridades, ¿cómo podemoshacerlo de manera justa?

[8] Cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 185-187. [9] Para esta parte del trabajo, Cfr.: Documento de trabajo de OPS elaborado por Daniel Moralí de la Brena (Universidadde Harvard) durante una pasantía en el Programa Regional de Bioética de la OPS, y con la asesoría de Carla Saenz(Programa Regional de Bioética de OPS). Marzo 2013.

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No es posible ofrecer todas las intervenciones de salud a toda la población

- El número y tipo de intervencionesposibles crece constantemente, pero losrecursos disponibles para salud tienen unlímite.

- Esto es así tanto si se busca garantizarel cumplimiento de un derecho a la salud(ofreciendo “todas las intervenciones nece-sarias”) como si se quiere financiar solo un“paquete esencial” de intervenciones.

Los métodos basados solo en el balan-ce de costos y beneficios no bastan

- Muchas veces, el “número de vidasque se pueden salvar” no es el único cri-terio relevante.

- Es posible tener buenas razones parapreferir una intervención sobre otra conigual (o incluso mayor) relación costo-beneficio y para dar trato preferencial aalgunos grupos sobre otros.

- La selección de criterios de prioriza-ción implica decisiones sobre la distribu-ción de beneficios, y requiere de unadeliberación ética respecto a quién debe-ría ser beneficiado y por qué.

No existe una sola “respuesta ética”

- La deliberación ética puede originarprincipios que entran en conflicto unoscon otros.

La alternativa: establecer un procesojusto de priorización de intervenciones

- Garantizar un proceso justo permiteincorporar consideraciones éticas, tomaren cuenta diferentes perspectivas y ofrecerrazones aceptables para quienes “salenperdiendo” a causa de las decisiones.

“¿Para qué nos alcanza?”

El problema de contar solo con recur-sos limitados para cubrir necesidades (enla práctica) sin límites no es un problemaexclusivo de contextos de presupuestosescasos o de países “en vías de desarrollo”o del “tercer mundo”. Por ejemplo, inclusoen un país con recursos abundantes, elpersonal de salud disponible en un lugar yun momento determinados solamentepuede atender cierto número de pacientesdentro del limitado número de horas quetiene cada día, por lo que será necesariolimitar el recurso (consultas diarias) dealguna forma (por ejemplo, según el crite-rio de quién solicita consulta primero). Ala vez, este problema no se limita al con-texto de los servicios de salud. Todo país

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tiene que decidir cómo distribuir su pre-supuesto entre distintas necesidades, seanéstas de seguridad, salud o educación.

Finalmente, este tampoco es un pro-blema exclusivo del contexto de servi-cios públicos. Cualquier familia enfrentadecisiones de asignación de recursos limi-tados independientemente de cuálesespecíficamente sean sus necesidades,preferencias y recursos disponibles. Porejemplo, la relación entre recursos dispo-nibles y opciones para invertirlos puede irdesde contar con un salario mínimo paradistribuir entre alimentación, transporta-ción, y esparcimiento, hasta contar conabundantes recursos económicos pero,por ejemplo, tiempo limitado para repar-tirlo entre trabajo, vacaciones y recrea-ción. En cada uno de estos contextos, loscriterios (y las objeciones) a considerar aldistribuir recursos serán distintos.

Así, es claro que no es posible proveertodas las intervenciones de salud que tie-nen una buena relación costo-beneficiopara todas las necesidades de salud detodas las personas que podrían (o tendrí-an derecho a) recibir atención a la salud.El siguiente caso ejemplifica el problemade recursos limitados al intentar crear unpaquete de intervenciones esenciales paraotorgarlo a toda la población.

La selección basada solo en la relacióncosto-beneficios no basta:

En el contexto de un sistema de salud,es claro que es preferible “producir” unmejor estado de salud en más personaspor más tiempo que hacerlo en menormedida y por menos tiempo. Y si lo pode-mos hacer a un menor costo, mejor aún:ahorrar recursos en un área de la aten-ción de la salud podría permitir contarcon más recursos para proveer más inter-venciones en otra. [10] Entre las interven-ciones disponibles, algunas llevarán a unmejor estado de salud a un menor costoen comparación con otras. Sin embargo,como ya se discutió anteriormente, no esposible proveer todas las intervencionesde salud con una alta relación costo-beneficio (que generan grandes benefi-cios a bajo costo) para todas las necesida-des de todas las personas.

De esta forma, generalmente habráque tomar alguna(s) de las siguientes deci-siones: proveer solo algunas intervencio-nes de salud, proveer intervenciones solopara algunas de las necesidades de salud,y/o proveer intervenciones solo para algu-nas de las personas en la población.

Por ejemplo, un método que se podríausar para tomar este tipo de decisiones

[10] Ver, por ejemplo, la discusión sobre eficiencia en DANIELS (2008).

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consistiría en contrastar una interven-ción de salud con otra (o con la ausenciade intervención alguna) dentro de unatabla que compare el costo y la efectivi-dad de las alternativas.

Si una intervención es más costosa ymenos efectiva que la alternativa (cua-drante I), este método indica que laintervención no debería ser seleccionada.En contraste, si la intervención es menoscostosa y más efectiva (cuadrante IV), sídebería ser seleccionada. Y si la interven-ción es tanto más (o menos) costosacomo efectiva (cuadrantes II y III, respec-tivamente), la decisión “correcta” no estan evidente.

Otro método de selección de interven-ciones podría consistir en ordenar lasintervenciones que se pueden otorgar deacuerdo a su relación costo-beneficio,dando preferencia a aquellas intervencio-nes que producen mayor beneficio amenor costo (por ejemplo, menos dólaresinvertidos para generar mayor reducciónde mortalidad o menor pérdida de años devida saludables). Posteriormente, se selec-cionan las intervenciones comenzandocon aquellas que tienen la mayor relacióncosto-beneficio hasta que el costo estima-do de proveer las intervenciones seleccio-

nadas alcanza el límite fijado por losrecursos con los que se cuenta.

Estos enfoques permiten “maximizarlos beneficios” promedio en la poblacióndados los recursos disponibles, pero esteenfoque maximizador enfrenta un pro-blema: no está claro que “maximizarbeneficios” sea el único objetivo de lossistemas y las instituciones de salud. [11]Otro objetivo que se contrapone al enfo-que maximizador podría ser el de garan-tizar un nivel mínimo de salud a todoslos individuos de la población. Así, lapriorización de intervenciones guiadapor criterios de carácter económico-téc-nico (relación costo-beneficio, capacidadde provisión) enfrentan diversas objecio-nes en tanto que no toman en cuentaotros criterios éticos, por ejemplo, lamagnitud de los efectos de las interven-ciones en grupos (o individuos) específi-cos, [12] que han sido considerado rele-vantes para el establecimiento de priori-dades:

1) Quiénes se benefician de la inter-vención. Es posible tener razones paraquerer dar trato preferencial en general aalgunos grupos sobre otros, por ejemplo,buscando beneficiar a aquellos en situa-ción de vulnerabilidad: si dos grupos

[11] Ver, por ejemplo, BRÜLDE (2011), pp. 20-26.[12] BROCK (2004).

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recibirán el mismo incremento en nivelde salud (por ejemplo, “5 años de vidasaludable”), es posible querer dar priori-dad al grupo que está en una peor situa-ción inicial (por ejemplo, al que tiene unaesperanza de vida más corta). Por otraparte, aunque se desee proveer unaintervención de salud a toda la pobla-ción, en la práctica los beneficios puedenextenderse solo a ciertos grupos, porejemplo, a quienes tienen la capacidadde acceder a los servicios (por ejemplo,quienes pueden leer un instructivo, quie-nes viven más cerca de una clínica, oquienes pueden pagar el costo de los ser-vicios de salud y/o de transportación). Deesta forma, la intervención puede estar“maximizando” el estado de salud de ungrupo de personas pero no el de otrasquienes, vistos desde una perspectiva denecesidades de salud, pueden tenermayor necesidad (por ejemplo, porque alvivir más lejos de una clínica tienen unpeor nivel basal de salud) aun cuandotengan el mismo derecho a ser beneficia-dos por las intervenciones ofrecidas porel sistema de salud. Unidades de medi-ción como tasa de mortalidad o años devida ajustados por calidad o discapacidadno permiten hacer estas distinciones.

2) En quiénes tiene mayor efecto laintervención. Además de existir razonespara favorecer a un grupo en general,cuando se consideran intervencionesespecíficas también es posible quererotorgar éstas a algunos grupos en parti-

cular, por ejemplo, para quienes la inter-vención puede ser más necesaria o parti-cularmente efectiva en comparación conotros grupos. Si se evalúa el beneficiopromedio en toda la población (porejemplo, efecto sobre la relación peso-estatura en niños menores de cinco años)y no solo en la población objetivo (niñosen familias de nivel socioeconómicobajo), una intervención (por ejemplo,apoyo nutricional) puede parecer tenermenor relación costo-beneficio que laque en realidad tiene.

De manera similar, al evaluar los efec-tos en distintas poblaciones, una inter-vención puede parecer tener menorefecto en un grupo de personas debido ala presencia de una condición asociada(por ejemplo, si una discapacidad dismi-nuye la efectividad de la intervención). Elbalance de costo beneficio resultantesugeriría que otorgar la intervención aeste grupo tendría menor prioridad, auncuando el grupo (ya de por sí en unasituación de desventaja en comparacióncon otros) de todos modos podría bene-ficiarse de recibir la intervención.

3) Cuáles son las probabilidades indi-viduales de beneficiarse de la interven-ción. Es posible que una intervencióntenga distintas probabilidades de tenerun determinado efecto en distintas per-sonas. Por ejemplo, una intervenciónpuede prevenir al 100% una muerte en

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una persona A, mientras que en otra per-sona B puede reducir el riesgo de moriren un 90%. Con base en un balance decostos y beneficios, A debería recibir laintervención por sobre B. Sin embargo, Bpodría objetar que es injusto que lapequeña diferencia entre probabilidadesde supervivencia determine que se leprive de ser la persona cuya vida se tratede salvar si no es posible otorgar la inter-vención de salud a ambos. [13]

Priorizar intervenciones solo con baseen un balance de costo-beneficio implicaque quienes de por sí están en una situa-ción de desventaja (por tener una menorprobabilidad de mejorar al recibir unaintervención) tengan además una menorprobabilidad de recibir la intervención.

4) Cuál es la magnitud del efecto dela intervención a nivel individual. Otraconsideración a nivel individual del enfo-que en beneficios a nivel poblacional esque éste no permite distinguir entrepequeñas mejoras de salud (por ejemplo,disminuir un dolor de cabeza) que bene-fician a muchas personas y grandesmejoras de salud (por ejemplo, salvar unavida) que benefician a un número redu-cido de personas.

En términos solo de balance entrecostos y beneficios, no hay una diferen-cia entre “ganar”, digamos, 10 “años devida” para 5 personas y ganar 5 “años devida” para 10 personas (50 “años de vida”en total en ambos casos). Esto es proble-mático cuando las dos opciones corres-ponden a intervenciones para condicio-nes con muy distinto grado de letalidad(número de muertes que causa) y preva-lencia (número de personas que la pre-sentan). Por ejemplo, la caries dentaltiene alta prevalencia pero muy bajaletalidad, mientras que los cuadros deapendicitis tienen una baja prevalenciapero muy alta letalidad. El costo de pro-veer un beneficio (por ejemplo,“ganar”un determinado número de años ajusta-dos por discapacidad) al dar tratamientoa un cuadro de apendicitis puede sermayor que el costo de proveer un bene-ficio equivalente (el mismo númeroagregado de años ajustados por discapa-cidad) al dar tratamiento a cientos decasos de caries. Basar la elección entreambas alternativas en este balance decostos y beneficios implica que no se“salvarán las vidas” que se podrían “sal-var” dando tratamiento a casos de apen-dicitis. Por el contrario, al decidir quémejoras del estado de salud es preferibleotorgar, parece razonable querer incor-

[13] Ídem.

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porar otros criterios (como severidad dela condición a nivel individual) ademásdel promedio de “ganancias” en salud.

Al no considerar estos criterios demanera explícita, la priorización deintervenciones con base en la maximiza-ción del promedio de determinados indi-cadores de salud promedio suele darlugar a un racionamiento implícito deintervenciones basado en una mezcla decriterios más cuestionables como:

1) Capacidad de pago. Cuando los ser-vicios de salud están sujetos al pago decuotas, se excluye de acceder a los servi-cios a quienes no pueden pagar por ellos.

2) Ubicación geográfica. Se excluyede acceder a los servicios de salud a quie-nes no pueden transportarse con sufi-ciente facilidad al lugar donde se otor-gan los servicios.

3) Derechohabiencia (“entitlement”).Se excluye de los servicios de salud aquienes no están inscritos en un progra-ma o no han adquirido un seguro, inde-pendientemente de su necesidad de reci-bir atención.

4) Educación y conocimiento de lospropios derechos como paciente. Seexcluye de los servicios de salud a quie-nes no están enterados de sus derechos yde sus opciones en tanto que no puedenexigir el cumplimiento de sus derechos ydecidir qué opciones consideran preferi-bles o incluso aceptables.

5) Contexto social. Se excluye deacceder a ciertos servicios de salud aquienes se considera que no cuentan conuna red de apoyo social adecuada (por-que no cuentan con cuidadores o congrupos de apoyo para condiciones oadicciones). Algunos trasplantes de órga-nos se racionan de esta forma.

Principios éticos de priorización

Con el objeto de establecer criteriosde decisión más exhaustivos al momentode distribuir recursos entre distintasnecesidades de salud, distintas institu-ciones de salud han buscado definir prin-cipios que han considerado relevantespara una priorización de intervencionesmás éticamente aceptable, como:

a) Necesidad, [14] severidad o urgen-cia. [15] En este contexto, necesidad se

[14] SABIK y LIE (2008).[15] Ver, por ejemplo, KAMM (2002).

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refiere a si la intervención produce algúnbeneficio médico en general, mientras queseveridad se refiere al riesgo que tienequien presenta una condición de fallecer acausa de ésta, y urgencia se refiere alrequerimiento de dar atención pronta (encontraste con poder retrasar la atención)a una condición para evitar otras compli-caciones como discapacidad o muerte.

b) Cumplimiento con un estándar deatención, universalidad de cobertura,[16] mismo valor como humano. [17]Estos principios se relacionan con la ideade dar un trato “justo”, ya sea en el sen-tido de tratar a individuos similares (enesencia) de manera similar o en el de tra-tarlos “como es debido”.

Cumplir con un determinado están-dar de atención y mantener la universa-lidad de cobertura de una condiciónimplican proveer cierto tipo de atencióna todas las personas que la necesiten,independientemente de otros criterios(por ejemplo, ubicación geográfica ocapacidad de pago). El reconocer elmismo valor como humanos entre diver-sos individuos (así como el garantizar el

respeto a los derechos humanos) hacereferencia a reconocer que, debido a unacaracterística intrínseca a su calidad dehumanos (generalmente llamada “digni-dad humana”), los individuos tienenderecho a ser tratados de cierta forma(por ejemplo, dándoles el mismo tratoque a otros o preservando su autonomía).

c) Autonomía. [18] Por un lado, el tenerinfluencia sobre los procesos de selecciónde intervenciones promueve que distintosgrupos de la población puedan determinarlos procesos que los afectan. La imposiciónde decisiones por parte de las autoridadesmuchas veces es considerada problemáti-ca, incluso cuando las decisiones favore-cen a los individuos (en cuyo caso se hablade paternalismo).

Por otro lado, las propias intervencio-nes seleccionadas pueden favorecer uobstaculizar el ejercicio de autonomía anivel individual. Por ejemplo, ser o noelegible para una intervención que resul-ta en la recuperación de cierto nivel desalud puede significar que un individuorecupere (o no) la capacidad de llevar suvida de manera independiente. [19]

[16] Ver, por ejemplo, DANIELS et al (2010), donde se les consideró como criterios para decidir sobre la expansión delavacuna antineumocócica en México.[17] Ver, por ejemplo, SABIK y LIE (2008).[18] Ver, por ejemplo, Nuffield Council on Bioethics (2011).[19] Ver, por ejemplo, la discusión de DANIELS sobre por qué la salud tiene particular importancia moral (2008), pp. 57-58.

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d) Beneficios adicionales, externali-dades [20] o costo individual vs. social.[21] Muchas veces, el otorgar una inter-vención a un individuo puede tener efec-tos sobre otros individuos: por un lado,vacunar a una persona puede proteger aotras; por otro lado, la recuperación de lafunción en una persona puede beneficiara la sociedad en su conjunto. En el primercaso, el vacunar a un número suficientede personas puede proteger al resto de lacomunidad debido a una reducción en laposibilidad de entrar en contacto conuna persona infectada (“inmunidadcolectiva”, o herd immunity). Así, elbeneficio real de vacunar a una parte dela población (por ejemplo, el 90%) es laprotección del 100% de la población (laprotección de la población no vacunadaes una externalidad positiva). Y puestoque el efecto real de vacunar solamenteal 90% de la población es el mismo queel de vacunar a toda la población, elcosto total (número de vacunas X costounitario) por unidad de beneficio (pro-tección del 100% de la población) esmenor que si fuera necesario otorgar lamisma intervención al 100% de la pobla-ción. Una condición puede limitar nosolamente la capacidad funcional indivi-dual sino también la capacidad producti-va, y con esto, sus ingresos (y los de sus

dependientes) y su aportación a la eco-nomía de la comunidad. Así, una políticade salud (por ejemplo, que beneficia enmayor proporción a personas en edadlaboral) podría tener efecto no solo sobrela “esfera” de la salud poblacional sinotambién sobre la “esfera” económica dela sociedad.

Esta no es una lista exhaustiva; existeuna gran diversidad de principios éticosque orientan a los criterios de tipo eco-nómico-técnico en la elaboración demarcos de priorización de intervencionesde salud.

Los principios éticos no proveen unarespuesta definitiva

Como se ha discutido anteriormente,los criterios de tipo técnico y económicorequieren ser complementados con prin-cipios éticos que permitan identificar ladistribución de costos y beneficios en lapoblación. Sin embargo, la mera inclu-sión de principios éticos no constituyeuna “fórmula” que determine automáti-camente cómo priorizar intervenciones.No solo algunos principios entran enconflicto con otros, sino que además dis-tintos grupos de personas dan mayor

[20] BROCK (2004).[21] Ver, por ejemplo, SABIK y LIE (2008).

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importancia a distintos principios en dis-tintas circunstancias. Sin embargo, aun-que no resuelvan por sí solos las contro-versias que puedan surgir (a quién(es)favorecer; cuándo, cómo y en qué medi-da hacerlo; entre otros), los principioséticos ponen en evidencia qué disyunti-vas éticas surgen de distintos esquemasde priorización de intervenciones.

Por un lado, distintos principios pue-den entrar en conflicto unos con otros, yno queda claro cómo jerarquizarlos paradecidir de forma definitiva cuáles debentener precedencia sobre otros. Por ejem-plo, las consideraciones de externalida-des y beneficio (o costo) social puedenser problemáticas cuando se contraponeal principio de dar igual trato a las per-sonas: Es posible alegar que el considerarel beneficio social de algunas personaspuede implicar tanto

a) verlas como “medios” para benefi-ciar a otros; como

b) excluir a otras personas simple-mente porque carecen de ciertos atribu-tos que deberían ser éticamente irrele-vantes (por ejemplo, contar con depen-dientes o trabajar en un área “útil para lasociedad”). [22]

Por otro lado, la importancia relativade cada principio (excepto el valor funda-mental a la vida) puede variar de acuerdoa las circunstancias específicas. Siguiendocon el ejemplo anterior, en algunas cir-cunstancias (por ejemplo, en una campa-ña de vacunación) puede ser legítima laevaluación de una intervención con baseen su beneficio total para la sociedad,incluso si la implementación conllevacierto riesgo para algunos individuos.

Finalmente, distintos grupo socialespueden asignar distinta importancia adistintos principios.

Algunos grupos pueden tener una uotra doctrina de vida o cosmovisión, demodo que mientras que algunos grupospueden enfocarse más hacia las circuns-tancias que afectan a cada individuo,otros grupos pueden dar mayor impor-tancia a la perspectiva de la comunidadcomo una unidad. Esta falta de consensorespecto a la importancia relativa de dis-tintos principios éticos en este contextoestá íntimamente relacionada con unapregunta cuya respuesta es bastantecompleja: “¿cuál es el objetivo del sectorsalud?” Comúnmente, la respuesta puedeincluir varios objetivos disímiles, como:maximizar el estado de salud (ya sea pro-

[22] BROCK (2004).

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medio o total) de la población, garanti-zar un mismo nivel de salud a todos losindividuos en la población, minimizar lasdesigualdades de estados de salud (o almenos hacerlo con las inequidades,aquellas desigualdades que son injustas),entre otras. [23] De esta forma, la impor-tancia que se dé a unos u otros criteriosde evaluación ética dependerá de cuálesse considere que sean los objetivos delsistema de salud en particular. Por ejem-plo, un sistema de salud más enfocado enmaximizar el nivel promedio de salud dela población podría dar mayor importan-cia a agregar beneficios en el grueso dela población que a garantizar un deter-minado nivel de salud a cada individuo.

Dada la divergencia de los principiosque pueden justificar uno u otro esque-ma de priorización, los análisis de tipoético muchas veces solo logran resaltarcuándo existe una oposición entre crite-rios éticos e identificar si dichos criteriosson moralmente justificables; el análisisético no resuelve la oposición entre cri-terios por lo demás justificables. Sinembargo, los principios éticos de priori-zación no solo deben reflejar las “prefe-rencias” que una determinada comuni-dad tiene respecto a la distribución decargas y beneficios, sino que también

deben estar abiertos a evaluación moralrespecto a si son defendibles como justoso no. [24] Por ello, para responder a lasdisyuntivas éticas que surgen en la prio-rización de intervenciones, en vez deintentar jerarquizar los principios éticosque entren en conflicto, una alternativasería establecer un proceso justo dedeliberación sobre las decisiones depriorización de intervenciones.

A falta de consenso, un proceso dedeliberación que sea justo

Puesto que muchas veces no es posiblellegar a un consenso respecto a quéimportancia deben tener distintos princi-pios para establecer prioridades de salud,muchas veces se recurre a un proceso dedeliberación. Pero para que éste pueda serconsiderado como justo (a pesar de nobeneficiar -y muchas veces perjudicar- aalgunos), al menos debería ser posible jus-tificar las decisiones que se tomen antetodas las partes que se verán afectadas.Esto significa que las razones en las que sebasen las políticas de priorización deintervenciones deben poder ser:

a) defendidas por los tomadores dedecisiones ante todos los afectados; y

[23] BRÜLDE (2011).[24] DANIELS (2008), p. 116.

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b) reconocidas por (grupos de) perso-nas “razonables” como bases relevantesde decisión. [25]

Por ejemplo, un marco de evaluaciónde intervenciones de salud pública pro-puesto por el Consejo de Nuffield sobreBioética (una organización no guberna-mental británica que se dedica al análisisético de las controversias derivadas delos avances biomédicos) para resolverdisyuntivas entre salud poblacional ylibertad individual (por ejemplo, en elcaso de una campaña de vacunación)estipula que, a mayor intervención delEstado en las libertades individuales,mayor peso debe tener la argumentaciónde los tomadores de decisiones ante elpúblico sobre por qué la intervenciónpropuesta es necesaria. [26]

En el caso de los procesos de delibera-ción para priorizar intervenciones de salud,el marco de criterios que cuenta con mayorsustento ético/filosófico -llamadoAccountability for Reasonableness (“rendi-ción de cuentas sobre la sensatez”, o A4R,por su abreviatura en inglés)- para definirsi un proceso de priorización es “justo”establece cuatro condiciones con los quedeberían cumplir los argumentos en losque se basan las deliberaciones sobre prio-

rización de intervenciones: a) Publicidad;b) Relevancia; c) Revisabilidad/Apelación; yd) Regulación/Cumplimiento. [27]

De acuerdo a este marco, el que unproceso de deliberación sobre prioriza-ción de intervenciones cumpla con loscriterios de publicidad, relevancia, revi-sabilidad y regulación dará como resul-tado decisiones más justas de distribu-ción de beneficios (y cargas) porque lasdecisiones deben de ser tomadas conbase en argumentos que todos los gruposinteresados puedan reconocer como váli-dos, aún si no todos concuerdan contodos los argumentos.

El que los argumentos en que se basanlas decisiones de priorización deban poderser evaluadas por el público (“Publicidad”)favorece, por un lado, que los tomadoresde decisiones consideren a fondo todoslos argumentos disponibles y decidan enfunción solo de aquellos argumentos quesean relevantes, esto es, que deriven deprincipios (técnicos, éticos, entre otros)que puedan ser defendidos como válidosante toda la población involucrada(“Relevancia”). Por el otro lado, el carácterpúblico de las razones consideradasdurante el proceso de priorización permi-te que distintos grupos reconozcan que,

[25] Ver, por ejemplo, DANIELS (2008), pp. 109-117.[26] Nuffield Council on Bioethics (2007).[27] DANIELS (2008), pp. 117-9.

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aunque no serán beneficiados por la deci-sión (o inclusive serán perjudicados porella), existen razones de fondo (nuevamen-te, “Relevancia”) que justifican tal tratodiferencial entre ellos y quienes sí sonbeneficiados. Como complemento a los cri-terios de publicidad y relevancia, el que lasdecisiones tomadas deban poder ser revisa-das permite que las políticas propuestaspuedan, sean modificadas en caso de quesurja nueva evidencia o de que se presen-ten nuevos argumentos o puntos de vista (oincluso consecuencias) relevantes que nofueron considerados durante el proceso ori-ginal y que justifican que se intente resol-ver la disyuntiva original de manera distin-ta (“Revisabilidad/Apelación”).

Finalmente, el establecer mecanismosformales de cumplimiento de los criteriosanteriores, por ejemplo, estableciendocanales para interponer querellas contralos tomadores de decisiones(“Regulación/Cumplimiento”) ayudará aque los criterios de publicidad, relevancia yrevisión se cumplan.

De esta forma, el establecer un proce-so de deliberación basado en una “rendi-ción de cuentas sobre la sensatez” de lasdecisiones de priorización permitiría nosolo que se incorporen muy distintostipos de criterios a las decisiones, sino

que además se consideren los argumen-tos que pueden respaldar intervencionesque favorezcan a grupos vulnerables ohistóricamente reprimidos, los cuales deotra forma podrían carecer de poderpolítico o económico para hacer valer suspropias necesidades.

Poniendo en práctica un proceso justode priorización

Los criterios de Publicidad, Relevancia,Apelación, y Cumplimiento de A4R pue-den ser utilizados en diversos contextospara evaluar decisiones de priorización deintervenciones de salud, ya sea que se estéevaluando expandir cobertura, introducirinfraestructura o ampliar recursos (mate-riales o humanos) disponibles, indepen-dientemente de si las instituciones queproveen los servicios de salud son públicaso semi-públicas o si son manejadas porentidades privadas. En cualquiera de estoscasos, los criterios de A4R reforzarán lalegitimidad de las prioridades de asigna-ción de recursos establecidas por lasestructuras de toma de decisión.

Sin embargo, hay que tener en cuen-ta que la traducción del marco de A4R dela teoría a la práctica es en parte todavíauna “obra en construcción”. Si bien estemarco ha sido implementado en unos

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casos con éxito para seleccionar inter-venciones o poblaciones a tratar, [28] suefectividad se ha visto obstaculizada enotros casos por las estructuras de tomade decisión ya existentes [29] -que esjusto donde mayor impacto deberíatener-, en su papel de herramienta paraintegrar procesos justos de deliberación alas instituciones de salud. En parte, secree que, para que el marco de A4Rpueda tener suficiente efectividad, serequiere agregar un criterio adicional, elde empowerment, esto es, que las insti-tuciones busquen activamente empode-rar a los grupos involucrados (y particu-larmente a los grupos más vulnerables),reconociendo y limitando el gradiente depoder político que pueda existir entre losdistintos grupos que pueden influenciarel proceso de priorización. [30]

De cualquier forma, lo que es unhecho es que los recursos disponiblespara cubrir necesidades de salud siempreserán escasos, y hay una gran diversidadde criterios que influyen en las decisionessobre cómo distribuir tales recursos. Y

dado que no ha sido posible crear unmarco que permita integrar los distintoscriterios y ordenarlos de manera acepta-ble para todos, en su lugar se ha buscadoimplementar procesos de deliberaciónque permitan incorporar más criteriosrelevantes a los procesos de priorizaciónde intervenciones. Pero para que un pro-ceso de deliberación sea un procedimien-to justo y legítimo para establecer priori-dades de salud, las decisiones deben sertomadas con base en criterios relevantesy que representen los intereses de todaslas partes involucradas. Un marco de cri-terios con sustento ético/filosófico, comoes el marco de A4R, puede ayudar a esta-blecer mejores procesos de priorizaciónde intervenciones: los procesos de delibe-ración, para ser justos, deben estar basa-dos exclusivamente en argumentos rele-vantes y necesitan ser complementadoscon mecanismos de revisión de las deci-siones que además permitan responsabi-lizar a los tomadores de decisión de laspolíticas que implementen, para de estaforma favorecer que todos los gruposafectados puedan defender sus propios

[28] Por ejemplo, el marco de A4R ha sido utilizado por las autoridades mexicanas para seleccionar qué intervencionesserán cubiertas por medio de un fondo para gastos catastróficos y por la Organización Mundial de la Salud para selec-cionar beneficiarios de un programa de expansión de tratamiento antirretroviral contra el Virus de InmunodeficienciaHumana (VIH) en países con alta prevalencia. Ver DANIELS (2008) pp. 275-96.[29] Por ejemplo, un estudio nacional en Tanzania encontró que, si bien el marco de A4R era percibido por los tomado-res de decisión como una herramienta “útil para fortalecer la transparencia, la responsabilidad de los tomadores de deci-siones y la integración de todas las partes interesadas”, resultó complicado aplicarlo con éxito en las estructuras máslocales del sistema de salud debido a dinámicas de poder existentes de antemano entre los distintos actores. Ver: MALU-KA (2011).30] GIBSON, MARTIN y SINGER (2005).

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argumentos relevantes independiente-mente del poder político o económicoque puedan tener.

CONCLUSIÓN

Creo que la respuesta en el contextodel bien común y la pobreza, no puedeser otra que la de un personalismoontológicamente fundado, ya que“cuando se abandona este realismo onto-lógico y, por influencias de diversascorrientes de pensamiento, se pasa alidealismo, al inmanentismo, al psicolo-gismo, al existencialismo, etc., surge,...,una endeble concepción de la persona,fundada en criterios puramente acciden-tales. Tal noción de persona no puederesponder a los graves desafíos a los quela exponen los grandes interrogantesbioéticos contemporáneos. Solamenteuna fundamentación ontológica de lapersona puede responder efectivamentea una cultura de la vida,..., pues es laúnica que no reduce a la persona a susactos específicos, sino que acepta la exis-tencia de la persona, en tanto sustancia,cuando sus actos aún no reflejan todassus capacidades, por falta de desarrollo(embrión) o cuando sus capacidades ya

desarrolladas no pueden expresarse (dis-capacidad física o intelectual).” [31]

El compromiso debe ser el de la edu-cación en Bioética aprovechando lariqueza del Corpus Vitae del Magisterio dela Iglesia, a todos los niveles. Día a díacrece la demanda de la Bioética, y debe-mos responder desde la educación en lasescuelas, especialmente las secundarías,en la Universidad tanto a nivel de gradocomo de posgrado; siendo necesaria unaperseverancia serena para que la Bioéticasea incorporada en la currícula, especial-mente a nivel de grado. En los Seminariosy Facultades de Teología: en algunos paí-ses, las Conferencias Episcopales (Ejemplo:en su Directorio para los Seminarios, laConferencia Episcopal manda un semestreacadémico de Bioética) o algunos Obisposya han indicado la necesidad de la mate-ria o cursos de Bioética, pero su aplicaciónaún encuentra dificultades. Los ComitésHospitalarios y de Investigación: partici-par y hacer presente la palabra quedefienda la persona, el bien común y nosolo sus derechos.

Poco podremos hacer para promover yenriquecer el valor y el respeto de la dig-nidad de la persona humana, si el orden

[31] LUCKAC DE STIER, María, “Importancia de la noción de Persona como fundamento de la Bioética”, publicación delInstituto de Bioética, UCA, Vida y Ética, año 3, n. 1, Buenos Aires (junio 2002), p. 46.

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político, jurídico y social no respeta losprincipios y valores que están a la base denuestra sociedad y del bien común.

En el ámbito de las biotecnologías y dela bioética, incluso en los países emergen-tes, debe crecer la inversión en la investi-gación, con especial atención a las carac-terísticas particulares del propio territorioy de la propia población e impulsar la cre-ación de organismos nacionales con lafinalidad de proteger el bien común conuna cuidadosa acción sobre los riesgos.

Los científicos y los técnicos involu-crados en el sector de las biotecnologías,y muy especialmente los que trabajancon embriones y vidas humanas, estánllamados a trabajar con inteligencia yperseverancia, con una conciencia limpiay honesta, en la investigación de mejoressoluciones para los graves problemas dela vida, la alimentación y la salud públi-ca. Tanto ellos como los responsables deentes públicos y/o privados dedicados abiotecnologías, deben tener en cuentano solo una legítima y razonable ganan-cia sino, sobre todo, el bien común.

Este principio es siempre válido peroadquiere una importancia especial cuan-do se tratan de actividades que tiene quever con la vida, la medicina, la alimenta-ción y la custodia de la salud y el medioambiente, en relación al bien común y ala pobreza.

La Bioética no es una ciencia dura sinoque es profundamente humanista y suesencia consiste en el diálogo, la delibera-ción y la transdisciplinariedad. Comosabemos, Potter la calificará y le daráentidad de Puente hacia el Futuro, perocreo que ya estamos transitando muchomás que el puente inaugural u ornamen-tal de nuestra ciencia. Creo que estamosmoviéndonos por una maravillosaAutopista del Presente, que nos lleva porpaisajes científicos y éticos nunca vistos ya una velocidad que puede producir vérti-go. Sin la mínima pretensión de acuñarninguna frase y mucho menos de hacercomparaciones con autores de fuste, creoque debemos ser conscientes que laBioética ya no es un Puente hacia elFuturo sino la Autopista del Presente. Ybien sabemos que en una carretera de altavelocidad, se hace más que imprescindiblesaber por dónde se puede ingresar, respe-tar las normas, conocer su trazado, nodetenerse donde no se debe, ni dejar dedetenerse donde se debe (incluso parapagar el precio de circular por ella) ysobretodo, cuidarnos y cuidar a quienesviajan con nosotros, especialmente si sonpersonas vulnerables. También sabemosque no siempre se justifica ir tan rápido apesar que la pista nos lo permita. Las per-sonas que viajan en nuestro mismo medio,tienen necesidades especiales (ética,antropología) y por ello se nos exige bus-car la velocidad de crucero que respete ensu dignidad y naturaleza a todos y cada

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uno de los compañeros de viaje. Esta velo-cidad de crucero no es un límite sino porel contrario es una liberación: nos permi-tirá a todos llegar en la plenitud de nues-tro ser y bienestar.

En todo el proceso de promoción de laspersonas y de trabajo de eliminación desus vulnerabilidades, no podemos prescin-dir de categorías esenciales, dónde todoslos Hombres y todo el Hombre se puedanidentificar y encontrar sin necesidad de“intérpretes” o “traductores” de su propiarealidad y campo de decisión.

La deliberación sobre la verdad y elrespeto de la confidencialidad podrá serenriquecida por medio de un acuerdocon aquel representante de la comunidadque ayude auténticamente a la supera-ción de la vulnerabilidad. La necesidad depacto, alianza o amistad comunitaria, esparte de la naturaleza el Hombre. Lasupremacía de unos sobre otros, solo seequilibrará en la media que se le “restitu-ya” al débil lo que sobreabunda en elfuerte, al punto que de no hacerlo así,seguiremos viviendo en el mundo delabuso y la violación del Hombre por elHombre y del ambiente por el Hombre.La superioridad e inequidad que consta-tamos se debe al aumento del conoci-

miento que le falta al excluido. Esteconocimiento que domina en la técnicanos hace capaces de calcular los efectosglobales, futuros y de gobernabilidad ypuede crear sentimientos de soberbia ysuperioridad que no ayudarán a aumen-tar el respeto por el otro.

Para mejorar el proceso de empodera-miento de la persona vulnerable, debemoscolaborar para que la libertad responsable“conozca”: que se pase del poder al deberser, libre, personal y responsable. Libertadque tendrá los límites propios de los valo-res y de la sociedad, lo que le permite con-vivir y dominar la naturaleza. Cuanto máslibre sea la sociedad, más libre de vulnera-bilidades será la persona. Se nos impone eldeber de conocer, dominar y ejecutar jus-tamente nuestro poder. Justicia, respeto,compasión, amor, nos ayudan a salir de laangustia del individualismo egoísta y uti-litario. [32] El respeto a la confidenciali-dad está a la base de la relación y lacomunicación del poderoso con el vulne-rable. Confidencialidad y confianza sonrealidades muy cercanas.

Quiero terminar este trabajo citando alSanto Padre Benedicto XVI: “Es precisoafrontar -señala el Papa- con determina-ción y claridad de propósitos, el peligro de

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[32] Cfr. HANS, Jonas, Tecnica, medicina ed etica. Prassi del principio responsabilità, Torino, Einaudi, 1987, pp. 244-245.

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[33] Benedicto XVI, Discurso al IV Congreso Nacional de la Iglesia en Italia, Verona, 19 de octubre de 2006.

opciones políticas y legislativas que con-tradicen valores fundamentales y princi-pios antropológicos y éticos arraigados enla naturaleza del ser humano, en particu-lar con respecto a la defensa de la vidahumana en todas sus etapas, desde laconcepción hasta la muerte natural, y a lapromoción de la familia fundada en elmatrimonio, evitando introducir en elordenamiento público otras formas deunión que contribuirían a desestabilizarla,oscureciendo su carácter peculiar y suinsustituible función social” [33]

REFERENCIAS

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Año 15 / No 2 / Diciembre de 2014

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