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LA CARTA Tarapoto, 26 de abril de 2016 Querida abuelita Alicia: Desde aquí te envío un beso muy cariñoso. Anteayer llegué a Tarapoto con mis papás. Estoy muy emocionado porque es un lugar precioso. Lo primero que hicimos fue visitar la catarata de Ahuashiyacu. ¡Es la catarata más grande que he visto! Se llega subiendo por un camino que sube un cerro, y está muy bien mantenido. Tiene barandas para que la gente no sufra accidentes y tachos por el camino para que no boten basura al piso. Al llegar, uno puede ver cómo el agua cae con energía desde una altura enorme. Yo intenté meterme debajo de la caída, pero el agua golpea muy fuerte. Y, aunque no lo creas, hay gente que sí logra hacerlo. Pero alrededor de la caída se forma una lagunita en la que sí se puede nadar con tranquilidad. Luego fui en una excursión por el río Shilcayo. Allí, un señor llamado Orlando nos enseñó cómo vivían algunos animalitos pequeños como las ranas. Eran unas ranitas verdes muy pequeñas, con rayas negras en el lomo, y se escondían debajo de las rocas en las orillas del río. Ahora tengo un poco de pena, porque mañana nos regresamos a Puno. Ojalá algún día pueda regresar. Cuando vengas a visitarme te contaré más cosas. Te quiere mucho, tu nieta Celedonia

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LA CARTA

Tarapoto, 26 de abril de 2016

Querida abuelita Alicia:

Desde aquí te envío un beso muy cariñoso. Anteayer llegué a

Tarapoto con mis papás. Estoy muy emocionado porque es un lugar

precioso.

Lo primero que hicimos fue visitar la catarata de Ahuashiyacu. ¡Es

la catarata más grande que he visto! Se llega subiendo por un

camino que sube un cerro, y está muy bien mantenido. Tiene

barandas para que la gente no sufra accidentes y tachos por el

camino para que no boten basura al piso.

Al llegar, uno puede ver cómo el agua cae con energía desde una

altura enorme.

Yo intenté meterme debajo de la caída, pero el agua golpea muy

fuerte. Y, aunque no lo creas, hay gente que sí logra hacerlo. Pero

alrededor de la caída se forma una lagunita en la que sí se puede

nadar con tranquilidad.

Luego fui en una excursión por el río Shilcayo. Allí, un señor llamado

Orlando nos enseñó cómo vivían algunos animalitos pequeños como

las ranas. Eran unas ranitas verdes muy pequeñas, con rayas

negras en el lomo, y se escondían debajo de las rocas en las orillas

del río.

Ahora tengo un poco de pena, porque mañana nos regresamos a

Puno. Ojalá algún día pueda regresar. Cuando vengas a visitarme te

contaré más cosas.

Te quiere mucho, tu nieta Celedonia