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Autor: Jaimes Betancourt, Carla Título: “La cerámica de los afluentes del Guaporé en la colección von Nordenskiöld Año: 2011 Libro: Zeitschrift für Archäologie Außereuropäischer Kulturen 4: 311–340

La cerámica de los afluentes del Guaporé en la … · “No obstante, no quiero inducir a nadie a investigar en estas áreas porque el riesgo de morir o perder la salud es demasiado

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Autor: Jaimes Betancourt, Carla

Título: “La cerámica de los afluentes del Guaporé en la colección von Nordenskiöld

Año: 2011

Libro: Zeitschrift für Archäologie Außereuropäischer Kulturen 4: 311–340

Carla Jaimes Betancourt

La cerámica de los afl uentes del Guaporé en la colección de Erland von Nordenskiöld

Zeitschrift für Archäologie Außereuropäischer Kulturen 4 (2011): 311–340

Estas advertencias escribió Erland von Nordens-kiöld (1923: 123), refi riéndose específi camente a los afl uentes del río Guaporé, después de regresar de la expedición Hernmarck realiza-da entre 1908–1909, en la cual había visitado numerosos lugares de la región de los Llanos de Mojos.

Sin embargo, su amor por la ciencia y afán de conocimiento, le motivaron a volver a esta misma región entre los años 1913–1914, esta vez en compañía de su esposa Olga Nordenskiöld, para realizar una expedición entre Bolivia y Brasil (Nordenskiöld 1924). ¿Se habría imagi-nado él que sería justamente una enfermedad

Keywords: Bolivia, Amazonian archaeology, Guaporé, ceramic analysis, Erland von Nordenskiöld collection

Abstract: During his journey along the Guaporé and its tributaries between 1908 and 1909, Erland von Nordenskiöld collected ceramic sherds from various sites in the region. These fi nds, now located in the Världskulturmuseet in Gothenburg, Sweden, have remained unpublished until now. Since archaeological data on the Guaporé region are still scarce, I present a detailed analysis of the entire collection. The materials derive from sites enclosed by circular ditches that may date to the same late pre-Hispanic period. It is, therefore, striking to see that each of the sites visited by Nordenskiöld yielded ceramics with distinct regional styles. It is not possible to determine if this heterogeneity refl ects cultural diversity in the region prior to the Spanish contact or chronological differences without further archaeological investigation.

Resumen: Durante su viaje entre 1908 y 1909 por el río Guaporé y sus afl uentes Erland von Nordenskiöld recolectó fragmentos cerámicos en varios sitios arqueológicos. Estos hallazgos que forman parte de las co-lecciones del Världskulturmuseet en Gotemburgo, permanecieron inéditos hasta la fecha. Debido a que los datos arqueológicos de la región del Guaporé son todavía escasos, presento en este artículo gran parte de la colección documentada, así como los resultados del análisis comparativo teniendo en cuenta todos los datos hasta ahora disponibles. Estos materiales provienen de sitios bordeados por zanjas y supuestamente son coetáneos y datan de fi nales del período prehispánico. Por lo tanto, es sorprendente ver que cada uno de los sitios visitados por Nordenskiöld presenta un estilo cerámico regional diferente. Si esta heterogeneidad refl eja la diversidad cultural en la región antes del contacto español o se debe a diferencias cronológicas, no se puede resolver sin más investigaciones arqueológicas.

„Ich will jedoch niemanden zu Forschungen in diesen Gegenden verleiten, da das Risiko zu sterben oder seine Gesundheit einzubüßen allzu groß ist. Schweres Fieber und eine dysenterie - ähnliche Krankheit sind gewöhnlich. Reisen in diesen Grenzgebieten zwischen Bolivien und Brasilien sind auch teuer. Begleiter sind unmöglich zu bekommen; man muß sie aus anderen Gegenden mitbringen“. (Nordenskiöld 1923: 123)

“No obstante, no quiero inducir a nadie a investigar en estas áreas porque el riesgo de morir o perder la salud es demasiado grande. Fiebre severa y enfermedad como la disentería son comunes. Viajar en estas zonas fronterizas entre Bolivia y Brasil es también costoso. Los guías son imposibles de conseguir; se los tiene que traer de otras zonas”. (Nordenskiöld 1923: 123; traducción de la autora)

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tropical como la malaria la que le quitaría la vida? Nordenskiöld y su esposa contraen malaria durante este viaje.

En su libro “Forschungen und Abenteuer

in Südamerika” relata en varias ocasiones los padecimientos de esta enfermedad y el miedo que tuvo de perder a su esposa. Sin embargo, cuando él propone a su esposa suspender la exploración y retornar a Suecia, ella se niega rotundamente. Olga Nordenskiöld, quien poseía una personalidad enérgica, es quien anima a Erland Nordenskiöld a continuar con el viaje en busca de nuevos descubrimientos y aventuras en lugares inhóspitos (Nordenskiöld 1924: 179).

Nordenskiöld muere a mediados de 1932 a causa de repentinas afecciones al intestino y muy debilitado por la malaria, enfermedad que padeció muchos años de su vida (Gusin-de 1932: 1, Linné 1932: 4, Lowie 1933: 158), dejando un legado intelectual y material en el ámbito de la etnografía y arqueología de América Latina, digno de ser estudiado hasta nuestros días.

Han transcurrido casi 100 años desde los viajes de Nordenskiöld por el río Guaporé y sus afl uentes, pero todavía alcanzan los dedos de una mano para contar las investigaciones arqueológicas, posteriores a la suya, realizadas en esta zona. El panorama descrito por Nordens-kiöld en cuanto a las difi cultades para llegar a estos sitios no ha cambiado en gran medida, ni la explotación de caucho a principios del siglo pasado o la apertura al desarrollo económico de la ganadería y la castaña han conseguido que se tenga acceso a estas zonas durante los 12 meses del año. Hoy en día se cuenta con un acceso aéreo regular y solo en los meses de época seca (junio – octubre) es posible llegar a estas áreas por vía terrestre. De tal manera que lo que se sabe del pasado prehispánico de esta región es todavía muy poco en comparación con otras áreas investigadas en Bolivia.

Gracias a una beca de seis meses otorgada por el Instituto Alemán de Arqueología, pude trasladarme a Suecia para analizar las coleccio-nes cerámicas de Nordenskiöld. Mi principal interés era analizar las colecciones procedentes de los montículos habitacionales de los Llanos

de Mojos (Expedición Hernmarck 1908–1909), con el objetivo de comparar este material con la cerámica procedente de la Loma Mendoza y Loma Salvatierra, que fueron el tema de mi tesis de licenciatura y doctorado respectivamente (Jaimes Betancourt 2004, 2010). Sin embargo, el Etnografi ska Museet en Estocolmo no dio el permiso de ver las colecciones, argumentando que éstas se encontraban todavía embaladas desde el último traslado del museo hace 25 años, es decir, no disponibles para su estudio.

Afortunadamente el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (Världskulturmuseet) en Gotemburgo mantiene todavía la alta tradi-ción dejada por Nordenskiöld y conserva las colecciones de Latinoamérica sistemáticamente ordenadas y disponibles para su estudio. Entre sus colecciones encontré cuatro que especial-mente llamaron mi atención; eran justamente fragmentos cerámicos recolectados por Nordens-kiöld en su último viaje a Bolivia, entregados al Museo Etnográfi co de Gotemburgo el año 1915, cuando él comenzó a ejercer las funciones de director de la Sección Etnográfi ca1.

Ese año el museo registró 4.000 objetos nuevos, de los cuales 2.200 eran objetos ar-queológicos. En comparación a las colecciones traídas de viajes anteriores2, ésta es considerada poco numerosa. Nordenskiöld se refi rió a ella, como una contribución pequeña pero de una gran importancia, por provenir de sitios todavía no estudiados3 (Muñoz 2003: 243).

1 Las colecciones obtenidas durante sus anteriores expedi-ciones (1901–1902 al Chaco y la Cordillera, 1904–1905 Bolivia y Perú y 1908–1909 la expedición Hernmarck en los Llanos de Mojos) se encuentran en el Museo de Estocolmo. Es de lamentar que después de 100 años de las excavaciones arqueológicas realizadas por Nordenskiöld en los montículos habitacionales (Loma Velarde, Hernmarck y Macisito), ese material continúe sin ser estudiado.

2 Aproximadamente 15.000 objetos fueron catalogados en el Museo de Estocolmo, fruto de la Expedición Hernmarck de Nordenkiöld (Gusinde 1932: 3).

3 “la colección arqueológica de mi último viaje no es

grande, pero ha sido exclusivamente hecha en zonas

donde ningún trabajo arqueológico se ha hecho antes.

Incluye una parte de descubrimientos de tumbas y de

asentamientos”. (Nordenskiöld 1915: 84, en Muñoz 2003: 243).

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Sin lugar a dudas los sitios arqueológicos visitados por Nordenskiöld eran de gran impor-tancia y hoy en día algunos de ellos encabezan la lista de sitios arqueológicos de importancia en Bolivia como Incallajta y Valle de Mizque; otros han sufrido un fuerte impacto destructivo, como el caso lamentable de Incahuasi.

Colecciones analizadas del Museo Nacional de las Culturas del Mundo (Världskulturmuseet)

Este artículo está dedicado a presentar el material cerámico de cuatro colecciones arqueológicas sin precedentes, que provienen de los ríos Mequéns y Machupo, ambos afl uentes del río Guaporé.

La posibilidad de estudiar estas colecciones es aun más valiosa, cuando se considera que el río Mequéns es un afl uente del río Guaporé

que se encuentra en territorio brasileño mientras que el río Machupo está en territorio boliviano. Abordar el pasado arqueológico en áreas que constituyen actualmente frontera internacional es en la práctica muy difícil, especialmente por los numerosos trámites burocráticos que se deben hacer en ambos países. Obviamente, a principios del siglo XX, no existían esas reglamentaciones y Nordenskiöld pudo des-plazarse sin ningún problema de un lugar a otro (ver fi g. 1).

Nordenskiöld realizó recolecciones de su-perfi cie selectivas, recolectando únicamente fragmentos diagnósticos de cerámica: bordes, bases y cuerpos decorados. A diferencia de las colecciones sistemáticas de superfi cie realizadas por el proyecto PRONAPA4 (Evans 1967: 11),

Fig. 1. Ubicación de los sitios arqueológicos en el río Guaporé y afl uentes, documentados por Nordenskiöld, Becker-Donner, Miller y Prümers.

4 Programa Nacional de Pesquisas Arqueológicas.

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las colecciones de Nordenskiöld nos brindan in-formación cualitativamente importante en cuanto a las características morfológicas y decorativas de las vasijas. Las características tecnológicas como inclusiones, color y consistencia de la pasta son expuestas de manera muy breve y general, ya que de acuerdo a experiencias anteriores (Jaimes Betancourt 2004, 2010), los atributos tecnológicos tienden a homogenizar el material cultural y no a diferenciarlo.

Además se debe considerar que son frag-mentos que Nordenskiöld recolectó de la su-perifi cie. Si el conjunto cerámico representa a toda la ocupación cultural, es algo que podrá constatarse únicamente mediante excavaciones arqueológicas. Sin embargo, considerando que la prospección arqueológica en las tierras bajas presenta sus propias difi cultades: accesibilidad, visibilidad y mala conservación del material,

entre otros obstáculos (Zeidler 1995: 7–17), el presentar el estudio de estas colecciones no deja de ser un aporte de interés para futuras investigaciones y un primer paso para entender la complejidad del pasado cultural de la región.

A continuación presentaré las características del material cerámico por sitio arqueológico y luego compararé estas colecciones con aque-llas procedentes de los sitios adyacentes ya investigados, para que al fi nal del artículo se discutan las similitudes y diferencias dentro de un ámbito regional.

Colección 1915.02.0094 Sitio Alianşa,

Río Mequéns

Esta colección se encuentra registrada en el Museo de Gotemburgo bajo el nombre de Sitio Alianşa, en el río Mequéns (fi g. 1). Nordens-

Fig. 2. Foto de urna encontrada por Nordenskiöld en el sitio Alianşa, río Méquens (Norden-skiöld 1924: Tafel 29).

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kiöld (1924: 203) encuentra mucha cerámica dispersa en la superfi cie y realiza una recolec-ción selectiva-diagnóstica, eligiendo fragmentos de bordes, bases y cuerpos decorados. Además desentierra una urna completa que se puede apreciar en una de sus fotos publicadas (1924: Tafel 29). Se trata de una vasija completa, de cuerpo globular, cuya boca se encontraba cu-bierta por un plato volcado (fi g. 2).

Sin embargo, entre la colección de 155 piezas procedentes de este sitio, no se encuentran las piezas de este entierro. Es posible que éstas estén en el museo de Estocolmo o que debido a su gran tamaño nunca fueron transportadas a Suecia.

Alfares

Las pastas son compactas de color naranja o marrón, tienen inclusiones fi nas de arena y cauixí 5. La superfi cie de la cerámica no está bien conservada, pero se puede advertir que estaban provistas de una delgada capa de engobe del mismo color de la pasta. La cocción ha sido muy irregular, predominando la cocción en atmósferas reducidas.

Formas de las vasijas

La colección cerámica del río Mequéns se caracteriza por tener vasijas abiertas de di-ferentes formas (fi g. 3): cuencos con paredes evertidas (a), cuencos con paredes rectas (b), platos con paredes rectas con borde evertido (c) y platos planos con borde evertido (d). Las vasijas cerradas presentan un cuello corto con inclinación hacia dentro (g) o con inclinación hacia fuera (e, f). El cuello parece haber cerrado levemente la curvatura máxima de la vasija, es decir; el diámetro máximo del cuerpo no se diferencia signifi cativamente del diámetro del cuello, e incluso el borde podría ser mayor al diámetro máximo de la vasija.

Las vasijas abiertas tienen en su mayoría un borde directo (fi g. 5–7) o pueden presentar en-grosamiento en la cara externa (fi g. 5b, i, fi g. 6c, e). Los labios de los bordes son en la mayoría de los casos ovalados, pero también pueden presentar biselado interno (fi g. 5a), biselado externo (fi g. 5c) o acanaladuras (fi g. 5l, fi g. 7n).

Al parecer algunas de estas vasijas abiertas estaban provistas de pequeños mangos (fi g. 5d, fi g. 6l), aunque este rasgo parece más ornamental que funcional.

Las bases son planas (fi g. 6a, c, d) y en algunos casos presentaron improntas de ces-tería (fi g. 8c).

En el caso de las vasijas cerradas, los bordes son directos (fi g. 9–10) o tienen un engrosa-miento externo (fi gs. 9g, i, 10i). En el cuello están a veces provistas de un mango horizontal (fi g. 9d, h). Es posible que otros dos tipos de mangos (fi gs. 10e, 11t) hubieran facilitado el transporte de estas vasijas.

En esta colección se encuentra un borde de lo que podría considerarse un plato rallador (fi g. 6o). Las incisiones profundas en la cara interna del plato, remiten a algunos ejemplos parecidos en el área central de los Llanos de Mojos. Sin embargo, en esta zona del Iténez, no se había reportado hasta la fecha el uso de ralladores de cerámica en tiempos prehispánicos ni en colecciones etnográfi cas.

Decoración de las vasijas

La decoración de las vasijas es muy variada (fi g. 4). Se pueden distinguir cuatro tipos deco-rativos: pintura rojo sobre blanco (a), decoración inciso punteada (b–c), decoración de fi nas líneas incisas (h) y decoración aplicada (d–g).

La decoración mediante punteado es la más predominante en el grupo, especialmente las vasijas abiertas presentas en su cara externa fi guras de rombos y triángulos realizados por líneas de puntos continuas (fi g. 5–7). En algunos casos las líneas punteadas son geométricamente perfectas (fi g. 7d, h, i), encontrándose también ejemplos con líneas punteadas distorsionadas e irregulares (fi g. 5h, i, l).

Los cuencos pueden presentar además deco-ración aplicada cerca del borde, de una fi gura zoomorfa, en la cual se puede reconocer una cabeza y dos extremidades (fi g. 5e, 10k).

Un segundo grupo diferente de decoracio-nes, lo conforman las vasijas con incisiones

5 Espículas de la esponja de agua dulce. Parmuda butessii.

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Fig. 3. Formas de vasijas características de los sitios visitados por Erland von Nordenskiöld.

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Fig. 4. Motivos decorativos característicos de la cerámica recolectada por Erland von Nordenskiöld.

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de líneas fi nas, formando motivos de espirales (fi g. 5m, fi g. 8 a, b, fi g. 9c) y grecas (fi g. 5o, fi g. 10 b).

Las vasijas cerradas con cuello están provistas de una banda aplicada alrededor del cuello, que puede presentar punteado o incisiones (fi g. 9). El cuerpo de las vasijas cerradas puede tam-bién estar decorado por tres bandas aplicadas con punteado (fi g. 10d, n, o, p) o presentar motivos geométricos triangulares diferentes (fi gs. 9a, 10m).

Una vasija con cuello cerrado tiene decoración geométrica de triángulos y líneas horizontales pintadas rojo sobre blanco (fi g. 10g).

Nordenskiöld recolectó además otros ar-tefactos de cerámica como husos de rueca (fi g. 11b–k) de diferentes tamaños y formas, afi ladores (fi g. 11l), fi gurinas zoomorfas (fi g. 11o) y antropomorfas (fi g. 11p–s, u).

Colección 1915.02.0096. Sitio Montevideo, Rió

Machupo

Esta colección consta de 85 piezas, que Nordens-kiöld recolectó en su viaje por el Rio Machupo, cerca de la comunidad de Montevideo (fi g. 1). El sitio le fue mostrado por Don Ramon, uno de sus guías que conocía los lugares donde se encontraban fragmentos cerámicos dispersos (Nordenskiöld 1924: 199). Este material muestra características diferentes al material del sitio Alianşa, anteriormente expuesto.

Alfar

Cerámica muy lavada o erosionada de color predominantemente naranja, solo en pocos ejemplos han quedado rastros de engobe co-lor marrón. La cocción, aunque en atmósfera oxidada, no ha sido muy buena. La pasta tiene inclusiones de cerámica molida, arena y cauixi.

Forma de las vasijas

Tanto las vasijas abiertas como cerradas presentan características morfológicas muy homogéneas y simples (fi g. 3i–q). Las vasijas abiertas del sitio Montevideo pueden tener paredes evertidas (l), rectas (k), con borde evertido (i) o presentar una carena (m). Las vasijas cerradas tienen

forma simple (n, o) o pueden presentar un cuello corto evertido (p, q).

Tanto las vasijas abiertas como las cerradas presentan bordes directos, con labio redondeado (fi g. 12–13), aunque parece que existía también otra variedad que presentaba el borde fuertemen-te evertido (fi gs. 13h, k, 14d), que se encuentra en esta colección muy poco representada.

Las bases de las vasijas fueron planas (fi g. 14f) y algunas de ellas presentan improntas de ceste-ría (fi g. 14a–c). Además algunas vasijas trípodes tenían soportes altos, de forma trapezoidal y perfi l aplanado (fi g. 14l–p).

Una característica de este material son las aplicaciones modeladas, tipo mango, ubicadas muy cerca del borde que se encuentran tanto en vasijas cerradas como abiertas (fi g. 12–15). La gran variedad de formas de asas y mangos presentes en una colección tan pequeña, hace suponer que se trataba de un atributo deco-rativo además de funcional.

Decoración de las vasijas

La decoración es principalmente aplicada y modelada, aunque también existen algunos ejemplos de decoraciones incisas o pintura negra sobre engobe marrón (fi g. 4i–o). El motivo más recurrente es una banda delgada aplicada sobre el cuerpo con punteado o incisiones (fi gs. 12h, k; 13g; 14f–i). La decoración incisa está muy escasamente representada, un fragmento de borde muestra reticulados incisos (fi g. 13a). El mismo motivo reticulado puede también estar pintado con delgadas líneas de color negro, sobre engobe marrón (fi g. 14d).

Características de la cerámica de Montevideo son las asas o mangos horizontales que salen del mismo labio de la vasija y que están pro-vistas de una perforación, la cual podría haber servido para traspasar un cordel (fi g. 12–13). Otras vasijas, posiblemente las correspondientes a vasijas con cuello evertido, tienen un mango aplicado compuesto por dos cuerpos divergentes (fi g. 15a, c–e, g, h). Sobresalen en la colección las vasijas con representaciones antropomorfas (fi g. 15m) o zoomorfas (fi g. 15p), además de un fragmento correspondiente a la parte superior de una fi gurina (fi g. 15 l).

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Fig. 5. Fragmentos de bordes y cuerpos de vasijas abiertas procedentes del sitio Alianşa.

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Fig. 6. Cerámica del sitio Alianşa. Vasijas abiertas (a–e, h–l, p), azadores (m–n) y un posible plato rallador (o).

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Fig. 7. Fragmentos de bordes y cuerpos de vasijas abiertas procedentes del sitio Alianşa.

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Fig. 8. Fragmentos de bordes y cuerpos de vasijas abiertas procedentes del sitio Alianşa.

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Fig. 9. Fragmentos de bordes y cuerpos de vasijas cerradas procedentes del sitio Alianşa.

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Fig. 10. Fragmentos de bordes y cuerpos de vasijas cerradas procedentes del sitio Alianşa.

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Fig. 11. Cerámica del sitio Alianşa. Husos de rueca (b–k), afi lador (l), fi gurina zoomorfa (o) y fragmentos de fi gurinas antropomorfas (p–s).

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Fig. 12. Fragmentos de bordes de vasijas cerradas procedentes del sitio Montevideo.

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Fig. 13. Fragmentos de bordes de vasijas abiertas procedentes del sitio Montevideo.

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Fig. 14. Cerámica del sitio Montevideo. Fragmentos de bases con improntas de cestería (a–c), cuerpos (f–k) y soportes (l–p).

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Fig. 15. Cerámica del sitio Montevideo. Fragmentos de asas (a–i), fi gurinas antropomorfas (l–m) y vasija zoomorfa (p).

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Colección 1915.02.0097. Sitio Las Petas, Rio

Machupo

Nordenskiöld (1924: 199–201) describe el itinerario de su viaje por el río Machupo y publica un mapa con datos de su recorrido y la ubicación de los sitios arqueológicos visitados. En éste se puede observar que él visitó dos sitios arqueológicos cercanos a la comunidad de Montevideo (fi g. 1). El primer sitio lleva el nombre de esta comunidad y el segundo, presumo es el sitio “Las Petas”, porque con este nombre se catalogaron a 16 fragmentos en el Museo Etnográfi co de Gotemburgo.

Al parecer el sitio no presentaba mucha cerámica en superfi cie, ya que Nordenskiöld no pudo elegir muchos fragmentos diagnósticos. La forma del cuenco carenado representado en la fi gura 16c, es casi idéntica al cuenco procedente de Montevideo (fi g. 13l). Ambos presentan un borde trapezoidal y labio recto.

Sin embargo los mangos son muy diferentes, mientras el cuenco de Montevideo presenta un mango plano con incisiones diagonales en la cara superior y una pequeña perforación; el mango del sitio de Las Petas está modelado y presenta dos puntas. El resto del material tiene características muy similares a la cerámica de Motevideo: cuencos con paredes rectas, bases con improntas y ollas cerradas con mangos adheridos, son algunos pocos ejemplos de esta colección.

Los otros dos fragmentos representados (fi g. 16a, b) son cuerpos de vasijas que fueron reutilizados como afi ladores, posiblemente para fabricar las puntas de fl echas o lanzas, hechas de hueso o chonta. La cerámica ha sido fre-cuentemente reutilizada en las tierras bajas, para suplantar la escasez de piedra. Similares ejemplos se encontraron en otros lugares ha-bitacionales de los Llanos de Mojos (Jaimes Betancourt 2004, 2010).

Fig. 16. Cerámica del sitio Las Petas. Fragmentos reutilados como afi ladores (a–b), fragmento de cuenco carenado (c).

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Colección 1915.02.0098, Sitio Matehua, Río

Guaporé

Aunque en las fi chas del Museo de Gotemburgo este sitio está registrado sobre el río Machu-po, en el mapa que presenta Nordenskiöld se observa que Matehua esta ubicado en la ribera boliviana del río Guaporé, entre San Antonio y el Río Mequéns (fi g. 1).

Alfares

Pasta de color marrón con inclusiones de arena, cerámica molida y cauixi. La superfi cie de la cerámica está muy lavada, en pocos fragmentos se pueden observar todavía rastros de engobe marrón o gris. La cocción ha sido irregular en atmósfera reducida y oxidada.

Forma de las vasijas

El material presenta características morfológicas propias, diferentes de las anteriormente expues-tas. Por ejemplo los cuencos de paredes rectas o evertidas con borde engrosado externo con labio recto (fi g. 17a–c), no fueron observados en las anteriores colecciones expuestas.

Otras formas como vasijas con cuello ce-rrado (fi g. 17g) o cuencos con bordes directos y evertidos (fi g. 17d, m, n) son parte de este complejo.

Decoración de las vasijas

La decoración registrada es de fi nas líneas in-cisas que forman motivos triangulares, romboi-dales y principalmente reticulados (fi g. 17g–k). También se puede constatar el uso de bandas aplicadas con punteado (fi g. 17f). Los bordes engrosados en la cara exterior, presentan sobre el labio aplanado, decoración incisa o punteada (fi g. 7a–c).

Investigaciones posteriores a Nordenskiöld

Después del trabajo de Nordenskiöld, han sido pocos los investigadores que han realiza-do estudios arqueológicos a lo largo del río Guaporé. Se debe mencionar a Etta Becker–Donner (1956), del museo Etnológico de Viena

(Museum für Völkerkunde), quien a mediados del siglo pasado documentó sitios arqueológicos a lo largo del río Guaporé (fi g. 1) y a Eurico T. Miller (1983) quien realizó prospecciones y excavaciones arqueológicas en un segmento del río Guaporé, entre los ríos Mequéns y Piolho en los estados de Rondonia y Mato Grosso.

Posteriormente en la Provincia Itenez – Bolivia, cerca del río Guaporé, trabajaron Dougherty y Calandra (1984–5, Doutherty 1985, Calandra et al. 2004), realizando algunas excavaciones de sondeo en sitios arqueológicos de la Provincia Iténez, Clark Erickson (2000a, 2006, 2010) documentó diversas obras de tie-rra (calzadas, canales, estanques para peces y zanjas) en Baures y Heiko Prümers (Prümers et al. 2006) realiza excavaciones en diferentes sitios arqueológicos asociados a zanjas, en el pueblo de Bella Vista.

El único sitio visitado por Nordenskiöld que fue posteriormente excavado fue el sitio Alianşa, ubicado sobre el margen derecho del río Mequéns. Este sitio fue investigado el año 1980 por Eurico Miller (1983) del proyecto PRONAPABA6. Según Miller, (1983: 130) el sitio abarca un área “elipsoidal” de 200 × 400 m, está demarcado por terra preta y en la super-fi cie se encuentran grandes concentraciones de cerámica.

Miller (1983: 131) realizó un pozo de sondeo de 1 × 1 m ubicado sobre un conglomerado de cerámica. Se excavó en niveles arbitrarios de 10 cm llegando a una profundidad de 140 cm. La capa cultural se encuentra entre 0 y 90 cm y fue defi nida como terra preta por estar com-puesta de humus, tierra seca, suelta y contener mucha ceniza con fragmentos de cerámica. En las capas de 60 a 90 cm el material cerámico es pequeño y poco representativo, por lo que el autor considera que la presencia de este material en esos niveles pudo ser producto de una perturbación.

El material cerámico del sitio Alianşa, forma parte de la fase denominada Corumbiara en

6 Programa Nacional de Pesquisas Arqueológicas na Bacia Amazonica (PRONAPABA).

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Fig. 17. Cerámica del sitio Matehua. Fragmentos de borde de vasijas abiertas (a–d, m–o) y cerradas (e–k).

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Rondonia, datada regionalmente entre 900 y 1700, fecha que termina por la irrupción de las misiones religiosas portuguesas y españolas en esta área (Miller 1983: 191).

En este sitio Miller documentó además mu-chos instrumentos líticos, presentes en todos los niveles: pulidores, lascas con retoque y percutores. En la secuencia seriada propuesta por Miller (1983: 184–189), el sitio Alianşa (RO-PN-03) abarca toda la extensión de la seriación. El autor propone que la separación cronológica y espacial entre las muestras, sugiere que el sitio representa tres o más reocupaciones del lugar, por grupos relativamente pequeños, en vez de una sola ocupación por un grupo numeroso (Miller 1983: 188).

Además el autor sugiere que el pozo realizado en el sitio Alianşa mostró perturbaciones, ya que se encontró en el nivel 50–60 cm cerámi-ca perteneciente a la época de las Misiones. Se publicaron los resultados de tres fechados radiocarbónicos (Miller 1983: 189–190): el pri-mero provenía del nivel 30–40 cm, el resultado fue 585 + 60 cal A. D. 1460 + 60. (SI-4776), el segundo fechado provino del nivel 50–60 cm, 380 + 60, cal A. D. 1570 + 60 (SI-4777) y el tercer fechado de un nivel de 70–80 cm, 1655 + 65, cal A. D. 295 + 65. (SI-4778).

La incongruencia de los fechados radio-carbónicos es justifi cada por Miller como un producto de intrusiones de material cultural de la época de las Misiones, que habría alterado los resultados de los fechados de 14C corres-pondientes a la fase Corumbiara.

El único fechado que Miller considera posi-blemente libre de contaminación es de 295 A. D. procedente del nivel 70–80 cm, aunque le parece una fecha un “poco antigua” para la cerámica incisa y punteada característica del sitio Alianşa (Miller 1983: 190).

Las interpretaciones expuestas por Miller es su tesis de maestría se basan en seriaciones cerámicas de fragmentos no seleccionados, pro-cedentes de varios sitios encontrados en este segmento del río Guaporé. Al ser una muestra de fragmentos no seleccionados, las seriaciones se basaron preferentemente en la frecuencia de los diferentes atemperante y tipos cerámicos,

tanto para la fase Corumbiara como Pimenteira (tablas 4 y 5 en Miller 1983).

En su trabajo Miller presenta una tipolo-gía morfológica de bordes de vasijas para la fase Corumbiara, Pimenteira y unos cuantos ejemplos para la fase Missioneira (fi g. 31–43 en Miller 1983). En esta tipología es muy difícil notar una clara diferencia morfológica. Las formas generales son las mismas y solo existe una leve tendencia a que en la fase Pimenteira

los bordes estén recurrentemente engrosados en la cara externa.

La fase Missioneira es representada por un par de perfi les de fragmentos de cuerpos y bases que no muestran ninguna característica en particular.

Lo que más llama la atención en el trabajo de Miller son las láminas que ilustran el material decorado del área de estudio. Únicamente las láminas 1 y 2 (en Miller 1983) correspondien-tes a la tradición Tupiguarani, caracterizada por la pintura roja sobre engobe blanco, la técnica del ungulado y el tratamiento corru-gado, proceden de las colecciones de los sitios investigados por él. Las láminas 5–8, 11–13 y 15 (en Miller 1983), que muestran el material de la fase Corumbiara constituyen fotografías del material de Nordenskiöld recolectado en el sitio Alianşa, que le fueron donadas a Eurico Miller por Meggers y Evans.

Las fotos de la cerámica de la fase Pimen-

teira (láminas 9–10 en Miller 1983) parecen corresponder al material recolectado por Miller y es claro que estos dos complejos cerámicos (Corumbiara vs. Pimenteria) presentan claras diferencias decorativas, que difícilmente son perceptibles en los tipos morfológicos presen-tados por Miller y mucho menos en los tipos tecnológicos.

Mientras el complejo cerámico denominado Corumbiera se caracteriza por decoraciones saturadas de motivos geométricos realizados principalmente mediante el punteado, la cerámica Pimenteira presenta solamente fi nas incisiones de líneas horizontales, triangulares y reticuladas.

Un análisis del material que presenta Miller en su tesis, me incita a pensar que debido a la recolección no selectiva de cerámica de super-

334 Carla Jaimes Betancourt

fi cie, realizada en todos los sitios que fueron documentados por PRONAPABA y el pequeño tamaño de los pozos de sondeo (1 × 1m) exca-vados, ocasionó que no se disponga de muchos ejemplos de material cerámico decorado. Por eso, al tener que ilustrar las características de-corativas de la fase Corumbiara, Miller recurre al material fotográfi co de Nordenskiöld y no presenta los fragmentos que provienen de sus pozos de sondeo o recolecciones superfi ciales. Segun Miller (1983: 127) el material de los sitios Rolim de Moura y Larenjeiras, ubicados muy cerca del sitio Alianşa, corresponde también a la fase Corumbiara.

Los análisis de complejos cerámicos en la arqueología deben tratar de mantener un equilibrio el momento de reconocer y acentuar tanto las diferencias como las similitudes del material cultural. En algún tiempo, el mero hecho de identifi car la técnica decorativa del inciso punteado en diferentes complejos cerámicos, homogenizó grupos y regiones culturalmente diferentes. Por ejemplo Nordenskiöld (1924: 203) encontró el material cerámico del sitio Alianşa parecido al recolectado en el sitio Holguín, de la región del Chaco boliviano (Nordenkiöld 1924: Tafeln 10d), seguramente por el uso de la técnica incisa y punteada en la decoración. Sin embargo, las formas y los motivos decorativos de las vasijas son muy diferentes.

Hoy en día gozamos de una mejor documen-tación del material arqueológico, esto posibilita comparar aspectos morfológicos y decorativos específi cos, que a la larga nos permitirán conocer mejor los complejos cerámicos de cada área.

Consideraciones generales de la región no-reste de los Llanos de Mojos

Nordenskiöld es el primer investigador que es-tudia el pasado prehispánico de la región de los Llanos de Mojos. Después de sus excavaciones arqueológicas en los montículos habitaciones ubicados cerca de Trinidad (Nordenskiöld 1913), emprende una segunda exploración entre 1914–1915 en la parte este de los Llanos de Mojos, provincia Iténez.

Nordenskiöld (1924: 199) reconoce el paisaje del Iténez como “típicamente Mojos”, es decir: con “islas” y pampas, cuya mayoría parecería no inundarse ni en época de lluvias, posible-mente porque como él bien relata, el suelo de esta zona está compuesto de cascajo, con una capa muy delgada de tierra en la superfi cie que deja que el agua se escurra rápidamente.

Es interesante como Nordenskiöld com-para la riqueza arqueológica de Mojos con la de los valles andinos de Saipina y Totora en Cochabamba. El hecho de que en cada “isla” de los Llanos de Mojos, se encuentren numerosos fragmentos de cerámica conduce a Nordenskiöld (1924: 199) a postular que esta región estuvo alguna vez densamente poblada.

Nordenkiöld (1924: 199–200) apunta además que a lo largo del río Guaporé, todos los lugares altos se encuentran rodeados por un zanja y en el espacio circundado se conservan muchos fragmentos de cerámica. Todas las obras de tierra como terraplenes, canales, montículos y zanjas, que él observo en todas partes des-de el río Beni hasta el río Alto Guaporé, le hacen deducir que estas sociedades ocuparon la región por largos periodos de tiempo, mo-difi cando el terreno de tal manera que les era posible utilizarlo para la agricultura incluso en la época de lluvias.

Quizá son justamente este tipo de des-cripciones sobre el paisaje de Mojos las que al mismo tiempo que acentúan las diferencias de las obras de tierra (montículos, terraplenes, canales y zanjas), tienden a homogenizar otros rasgos culturales, ya que cada una de estas obras de tierra tiene una naturaleza propia.

Diferencias en la distribución de las obras de tierra en el paisaje de los Llanos de Mojos, ya fueron reportadas por varios investigadores. Así por ejemplo, el área del Iténez es la re-gión al noreste de los Llanos de Mojos, con numerosas construcciones de zanjas o sitios arqueológicos asociados a fosos (Nordenskiöld 1916, Denevan 1963, 1980, Dougherty y Ca-landra 1984–5, Erickson 2006, 2008, Prümers et al. 2006), mientras que el área central de Mojos se caracteriza por tener la mayor den-sidad de montículos habitacionales (Denevan

335La cerámica de los afl uentes del Guaporé en la colección de Erland von Nordenskiöld

1980, Dougherty y Calandra 1984–5, Erickson 2000b, Lombardo y Prümers 2010).

El material cerámico procedente de estos diversos sitios, hacen todavía más evidente las diferencias culturales que se refl ejan en la naturaleza de estas obras de tierra. Dougherty y Calandra son los primeros en anotar estas “diferencias culturales” en la región de los Llanos de Mojos, que según ellos persisten en el registro etnohistórico (Dougherty y Calandra 1984–5: 57). Con las nuevas investigaciones en montículos habitaciones en el área de Casarabe (Prümers 2004, 2008, 2009) y el conocimiento de la cronología ocupacional y el material ce-rámico procedente de estos montículos (Jaimes Betancourt 2004, 2010, Kupferschmidt 2004), se puede corroborar la existencia de estas diferencias.

Pero ¿es acaso la naturaleza de las obras de tierra, la que nos da indicios de las culturas y sociedades que las construyeron?, ¿se podría atribuir la densa construcción de zanjas docu-mentadas al noreste de los Llanos de Mojos a una sola cultura?

Todavía son muy pocos los sitios asociados a zanjas que fueron investigados en el área del Itenez. En la mayoría de ellos se practi-caron únicamente recolecciones de superfi cie o pequeños pozos de sondeo: 15 yacimientos documentados por Becker-Donner (1956), 19 yacimientos investigados por Dougherty y Calandra (Dougherty 1985), numerosas zanjas prospectadas por Erickson (Erickson et al. 2008, Erickson 2010) y 3 sitios excavados en Bella Vista por Prümers (Prümers et al. 2006).

Sin embargo, creo que vale la pena terminar este artículo con una comparación regional del material cerámico reportado por cada uno de los proyectos mencionados, con las colecciones analizadas de Erland Nordenskiöld que también provenían de sitios asociados a zanjas.

Interpretando las diferencias y las similitudes de los complejos cerámicos de Erland Nordenskiöld

Si algo salta a la vista en las 13 láminas que muestran el material de las colecciones de Nor-

denskiöld, son las diferencias morfológicas y decorativas que presenta la cerámica procedente de los sitios Alianşa, Matehua y Montevideo.

Mientras que en el sitio Alianşa (fi g. 5–11) predominan los cuencos bajos con paredes rectas (fi g. 3c), labios biselados (fi g. 3a–c, g) y vasijas con cuello corto cerrado (fi g. 3f) o cuello corto evertido (fi g. 3g–h), en el sitio Montevideo (fi g. 12–15), predominan los cuencos profundos de paredes rectas, borde directo (fi g. 3i, k), cuencos carenados (fi g. 3m), ollas cerradas sin cuello (fi g. 3n, o) y vasijas cerradas con cuello fuertemente evertido (fi g. 3p, q). Un atributo morfológico muy característico de la cerámica de Montevideo son las diferentes asas modeladas que presentan todas las formas de las vasijas, junto con los soportes rectangulares de vasijas trípodes (fi g. 15). El sitio Matehua no presenta claras diferencias morfológicas respecto a los otros dos complejos (fi g. 17).

Si bien la técnica decorativa predominante en todos los complejos cerámicos es la incisa, punteada y aplicada, los motivos decorativos son muy diferentes unos de otros. Por ejemplo, la cerámica del sitio Alianşa se caracteriza por presentar vasijas abiertas, cuya superfi cie ha sido casi completamente decorada con motivos romboidales o triangulares ejecutados mediante líneas punteadas (fi g. 4b–c), la decoración de las vasijas cerradas se reduce a aplicaciones de bandas que han sido punteadas (fi g. 4e–g). La cerámica de Montevideo presenta primor-dialmente bandas delgadas aplicadas con inci-siones (fi g. 4k,m,n). La cerámica de Matehua está decorada por medio de incisiones fi nas con motivos de reticulado (fi g. 4s, t), grecas (fi g. 4q) y decoración incisa punteada sobre el labio de las vasijas.

Tales diferencias en la cerámica pueden ser arqueológicamente interpretadas como dife-rencias cronológicas, funcionales o culturales.

Sabemos por las descripciones de Becker-Donner (1956) que tanto las urnas como la cerámica que ella recolectó de los sitios docu-mentados a orillas del río Guaporé, provenían en la mayoría de los casos de una capa negra (terra preta), de sedimentación poco profunda y que era fácilmente reconocible de la tierra

336 Carla Jaimes Betancourt

estéril color rojiza. Es decir, describe sitios unicomponentes.

La misma descripción de sitios ocupacionales unicomponentes es dada por Dougherty y Calandra (1984–5: 47–48) de los sitios exca-vados asociados a zanjas en la Prov. Iténez, apuntando que se tratarían de ocupaciones superfi ciales, con sedimentos de tierra negra de 30–70 cm de profundidad, salvo el caso de Bella Vista, donde consideran que existe una superposición.

Eurico Miller (1989: 131) también describe en la mayoría de los sitios excavados que la capa cultural no sobrepasa los 60 cm de profundidad, encontrándose después de esta capa negra, una capa de tierra estéril. Únicamente en el caso del sitio Alianşa, encuentra algunos pequeños materiales culturales hasta una profundidad de 90 cm. pero explica que esto podía haber sido producto de una perturbación.

Las excavaciones desarrolladas por Prümers et al. (2006: 256–267) en Bella Vista, reportan el mismo fenómeno, es decir, sitios unicom-ponentes, con capas ocupacionales que no sobrepasan los 50 cm. de profundidad, salvo en sectores donde se pudieron documentar pozos de basura.

También Erickson et al. (2008: 64–65) descri-ben para la excavación del sitio de Santa Fe, la presencia de material cultural en profundidades no superiores a 50 cm en un estrato mucho más oscuro que el estrato estéril de color amarillento.

Es decir; hasta ahora no se ha encontrado un solo sitio arqueológico en el área del Ité-nez asociado a zanjas que presente una larga ocupación.

Son muy pocos los fechados radiocarbónicos que se han publicado para este sector de los Llanos de Mojos. La ocupación arqueológica del sitio de Bella Vista fue fechada entre 1300–1400 d. C. (Prümers et al. 2006: 272–274) y el sitio Alianşa fue fechado por Miller (1989: 189–190) entre 1500–1600 d. C.

Otros fechados presentados por Prümers7 de otros sitios excavados en Bella Vista se encuentran también entre un lapso de tiempo de 1300–1450 d. C.

Eso quiere decir que lo más probable es que el fenómeno de sitios asociados a zanjas sea muy tardío, particularmente si tomamos en cuenta que hasta ahora solo se han encontrado sitios unicomponentes de corta ocupación.

Es también posible que tengamos que asumir el reto de elaborar una cronología horizontal en el área del Iténez y eso signifi caría buscar los sitios que podrían ser más tempranos que los hasta ahora fechados. Ya que las diferen-cias estilísticas entre la cerámica analizada no pueden haberse dado en un lapso de 200 años de ocupación.

Sin embargo, existen algunos argumentos que presentaré a continuación, que hablan a favor de que la variabilidad en la cerámica procedente de los sitios asociados a zanjas en el Iténez, puede ser un refl ejo de la diversidad cultural de esta región.

La cerámica del sitio Alianşa presenta fragmentos que en su mayoría conforman un complejo cerámico homogéneo que ya fue descrito anteriormente y que Miller denomi-na Fase Corumbiara. Hasta el momento no se ha encontrado cerámica semejante en los sitios documentados del área del Iténez. Sin embargo, esta misma colección del sitio Alianşa presenta unos cuantos fragmentos que salen completamente de este patrón decorativo de motivos de líneas punteadas y que se pueden comparar con cerámica procedente de otros sitios del área del Iténez.

Los fragmentos de la colección Alianşa cuyos motivos son trazados por medio de fi nas líneas incisas son los siguientes: motivos de grecas (fi g. 5o), espirales alargadas (fi g. 5m), triángulos reticulados (fi g. 6g), espirales circulares (fi g. 8a, b), conjuntos de líneas horizontales paralelas (9c), grecas semi-concéntricas (fi g. 10b) y triángulos hachurados (fi g. 10f). Algunos de estos motivos fueron reportados por Dougherty (1985: 52 fi g. 2, 54) dentro de la Fase Irobi del Iténez, en fragmentos encontrados en los sitios de

7 En el II Encontro Internacional de Arqueología Amazónica. Septiembre del 2010. Manaus.

337La cerámica de los afl uentes del Guaporé en la colección de Erland von Nordenskiöld

Chaco Moreno, Baures, Bella Vista e Irobi. También en el sitio excavado por Prümers et al. en Bella Vista (2006: 276 fi gs. 36s, o; 37) se presentan algunos ejemplos de fragmentos decorados con fi nas líneas incisas de motivos compuestos por espirales.

Otras similitudes entre el material cerámico del sitio Alianşa y Bella Vista (Prümers et al. 2006: 275 fi g. 35b), las constituyen las dobles aplicaciones cerca del borde (fi g. 8e) y la banda ancha aplicada en el borde (fi g. 6p, Prümers et al. 2006: 268 fi g. 23i).

El sitio Montevideo también presenta ex-cepcionalmente fragmentos incisos que salen de los cánones decorativos del resto del conjunto. Por ejemplo las líneas incisas de triángulos hachurados o reticulados (fi g. 13a) se pare-cen a lo que Dougherty representa para la fase Bella Vista (Dougherty 1985: 53) y que Becker-Donner (1956: Abb. 15) ilustra para el material del sitio de las Pedras Negras a orillas del río Guaporé.

Nordenskiöld recolectó en el sitio Montevideo una variedad de fragmentos de asas aplicadas al borde de la vasija (fi g. 12–15). Similares ejemplos fueron encontrados por Prümers (et al. 2006: 275 fi g. 35b; 277 fi g. 37d) en Bella Vista. La decoración de bandas aplicadas con punteado (fi g 14f, h, i) parace ser también una característica decorativa que comparten ambos sitios (Prümers et al. 2006: 276 fi g. 36 m, v; 277 fi g. 37m).

Además de estas similitudes decorativas, te-nemos una morfológica y tecnológica que hace que la conexión entre el sitio de Montevideo y Bella Vista sea aún más evidente. Se trata de los cuencos de paredes rectas, que presentan la base con improntas de cestería y soportes rectangulares (fi g. 14a–c), un buen ejemplo de esta forma es publicado por Prümers (2006: 278, fi g. 38h–k).

La cerámica con decoración incisa del sitio Matehuá (fi g. 17i, k), comparte motivos de-corativos idénticos con fragmentos ilustrados por Becker-Donner (1956: 222, Fig. 9, Abb. 15) provenientes del sitio de Pedras Negras y con motivos decorativos del Sitio Bella Vista, publicados por Dougherty (1985: 53, Fig. 3).

Si bien la cerámica de cada sitio registrado por Nordenkiöld, presenta complejos cerámicos diferentes, vemos que algunos tipos cerámicos aparecen en otros sitios cercanos del área del Iténez. La coexistecia de estos complejos cerámicos y la evidencia arqueológica de una sola ocupación en los sitios hasta ahora inves-tigados, hacen pensar que las diferencias entre los complejos cerámicos no son cronológicas y podrían ser interpretadas como pruebas de contactos, intercambios, infl uencias, etc.

Pocas veces se puede registrar la decora-ción pintada, esto debido a su mal estado de conservación, más que a su escasa presencia. En la colección de Nordesnkiöld existen dos fragmentos que merecen nuestra atención:

El primero proviene del sitio Alianşa (fi g. 10g), se trata de pintura roja sobre engobe blanco, de líneas delgadas horizonlales paralelas, que forman motivos triángulares.

El segundo es de la colección del sitio Mon-tevideo (fi g. 14d), pintura negra sobre engobe gris, con motivos reticulados y líneas pararelas diagonales en forma de X. Esta decoración parece corresponder a la tradición tupiguaraní (Miller 1989: lám. 1), la cual también se distingue por la decoración mediante ungulado, como la de algunos fragmentos encontrados en el sitio de Pedra Negra por Becker-Donner (1954: 220, Fig. 6). Estos fragmentos son la única evidencia material que hasta ahora se tiene de presencia tupiguaraní en esta área.

Al parecer el mosaico cultural que encon-tramos al noreste de los Llanos de Mojos es mucho más complejo que las diferencias en la naturaleza de las obras de tierras encontradas en esta región de los Llanos de Mojos. La construcción de zanjas no es solamente un fenómeno tardío, sino puede ser también un fenómeno multicultural. Se podría especular que las tensiones sociales entre estos grupos culturales que habitaban el noreste de los Lla-nos de Mojos, dieron paso a la construcción explosiva de zanjas, si es que estas tuvieron una función meramente defensiva. Únicamen-te mediante el estudio a gran escala de estos sitios arqueológicos podremos acercarnos a la realidad del pasado prehispánico de esta región.

338 Carla Jaimes Betancourt

Comencé este artículo con una cita de Erland Nordenskiöld y le daré fi n con otra cita suya:

„Wenn in Zukunft Mojos wieder in großem

Maßstabe bebaut wird und hier planmäßige

archäologische Detailarbeiten ausgeführt werden

können, dann wird man nach meiner Über-

zeugung zu dem Ergebnis kommen, dass dieses

Land sehr dicht besiedelt war, und dass das

ganze Land, wo es nicht zu manchen Zeiten

überschwemmt war, bebaute Felder aufwies.

Die Übervölkerung hat die Menschen in Mojos

gezwungen, zeitweise überschwemmte Gegenden

zu bewohnen und Mounds zu bauen. Jetzt

würde es keinem Menschen einfallen, weder

Indianern noch Weißen, solche Arbeiten zu

machen“. (Nordenskiöld 1924: 200)

“Si en el futuro Mojos vuelve a ser urbanizado a gran escala y se pueden llevar a cabo aquí trabajos arqueológicos detallados y planifi cados, entonces estoy convencido de que se podrá llegar al resultado, de que esta región estuvo densamente poblada y que toda la tierra que no estaba permanentemente inundada, presentaba campos agrícolas. La sobrepoblación obligó a la gente de Mojos a ocupar parcialmente áreas inundadas y a construir montículos. Hoy en día no se le ocurriría a nadie, ni indígena ni blanco, hacer este tipo de obras”. (Nordenskiöld 1924: 200; traducción de la autora)

Agradecimientos

Deseo expresar mi gratitud al Museo Nacional de las Culturas del Mundo (Världskulturmuseet) en Gotemburgo. En especial a la curadora y responsable de las investigaciones de las colecciones del Museo, Adriana Muñoz, por haber compartido conmigo su conocimiento y amistad. También estoy agradecida a los otros integrantes del equipo que trabaja en el Museo por la colaboración prestada: Ferenc Schwetz, Farzaneh Bagerzadeh, Jan Amnehäll, Anna Javer y Catharina Bergil.

Todas las fotografías presentadas en el artículo fueron realizadas por mi persona en el Museo de Gotemburgo, a excepción de las fotos de las fi guras 13 (m) y 15 (p) que fueron gentilmente hechas por Ferenc Schwetz.

Sin lugar a dudas, este trabajo no hubiera sido posible sin la ayuda fi nanciera otorgada por la KAAK del Instituto Alemán de Arqueología. Agradezco especialmente a Burkhard Vogt y Heiko Prümers por la oportunidad brindada y la confi anza depositada en mi persona.

Dirección:

Dr. Carla Jaimes BetancourtKAAK des DAIDürenstr. 35–37D – 53177 Bonn

[email protected]

Crédito de ilustraciones: Nordenskiöld (1924: Tafel 29), 13m, 15p F. Schwetz, las demás fi guras C. Jaimes Betancourt.

339La cerámica de los afl uentes del Guaporé en la colección de Erland von Nordenskiöld

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