La Ciudad Chilena Sel Siglo Xviii

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    R L a ciudadnericaanizacionatina Ch ena de

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    siglo XVllIGabriel Guarda1111141

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    La ciudad hilena del siglo XVlll9

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    La urbanizaci6n en America latinaMonografias de historia urbana

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    Gabriel Guarda

    La-ciudad chilenadel siglo XVlll

    CENTRO EDITOR DE

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    m e f i e dirlgida por Jorge Enrique Hardoy

    18)1968Centro Editor de America Latina S. A.Avda. de Mayo 1365 - Buenos AiresHecho el dep6sito de leylmpreso en la Argentina - Printed in Argentina

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    I. De la guerra a la pazeelirLacio'n de la guerra de Araueo

    Durante la dominacih espaiiola, el reino de Chile fueuna especie de gran sala de armas de las provincias indianas.Su estrategica situacidn en el engranaje geopolitico del vi-rreinato del Per6 convertia al pais en un verdadero traporojo para las naciones enemigas de Espaiia. Trampolin paraacceder a1 corazdn del Perd, reputhbase todo 61 llave y ante-mural del que dependia la conservaci6n, no s610 de las costasdel citado emporio, sin0 m&s lejos, las de las Audiencias deQuito y Tierra Firme, Nueva Espaiia y aun California.Las incursiones de Drake y Hawkins, en el siglo XVI, laocupacih de Chilo6 por 10s holandeses Baltasar y Simdn deCordes, y de Valdivia por la expedicih de Brower y Herck-mans en el siguiente siglo, ademas de un cortejo de piratas,transformaron a esta extrema porci6n de America en el taldnde Aquiles de esta parte del imperio espaiiol, a la vez queen la niiia de 10s ojos del monarca y el quebradero de cabezade sus colaboradores en el Consejo de Indias.Esa vulnerabilidad externa que hacia de todas sus cos-tas una especie de vasta barricada, y que mantenia a sus ha-

    se transformaba en sus te-de sus aborige-Flandes Indian0Esta guerra interna marc6 con tal sell0 el desenvolvi-miento hist6rico del pais que ninguna de sus actividades nide las diversas facetas de su de arrollo pudo sustraerse a suPresidn que, 16gicamente, se ejerb 6 ta mb ib en la fundacibn,

    a1 pais en el siglo XVII.

    aumento o decadencia de BUS antiguas pobla-

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    8La guerra de Arauco comenz6 a mediados del siglo XVIcuando el espaiiol precisamente emprendia la colonizaci6n yfundaba sus primeras ciudades; no terminaria hasta la se-gunda mitad del XIX cuando el ejCrcito de la Repiiblica some-ti6 a viva fuerza 10s iiltimos restos de una raza salvaje per0heroica, desgastada a lo largo de tres siglos de lucha.Aquellos sigIos, sin embargo, no fueron una sola mon6-tona y gran batalla; como en la reconquista espafiola, h u ben su desarrollo periodos Blgidos y lhnguidos, avances y re-trocesos, paces y rotad, banderias y alianzas. Como con elmor0 en la peninsula, las alternativas darian lugar a parla-mentos y embajadas, canjes de prisioneros, rehenes, cautivosy rescates; la cadena de batallas, despuh de su period0 ini-cial, reconoci6 uno notablemente violento a fines del siglo XVI,una prolongaci6n sostenida a lo largo del todo el XVIIy unprogresivo declinar a lo largo del XVIII; as alternativas deesta curva marcan paralelamente el historial de las ciudades:a1 proceso inicial y fecund0 del XVI se sucede la despoblacibn

    y el repliegue en el XVII;el XVIII,a medida que el trhnsito dela guerra a la paz se va haciendo m k evidente, es el momentode la expansi6n. Como si el ritmo natural del desarrollourban0 de un territorio potencialmente rico y desbordante deenergias se hubiese visto artificialmente reprimido, a medidaque avanza el siglo, lo que primer0 se insinlia timidamente,aparece luego como cauce arrollador que f inalmente desbordae inunda de fundaciones, de arriba a abajo, el vasto territoriohasta entonces convulsionado por la guerra. ba caracteristi-ca del proceso de urbanizaci6n de Chile en el siglo XVIII casono sea tanto el balance numeric0 del total de las fundacionesrealizadas, sino el carBcter explosivo que reviste, su sujeci6na un plan, peculiaridad original en relaci6n con las demBsregiones de la monarquia indiana.

    De h ocupaddn d pobbamimto

    A1 ocupar el territorio del futuro reino de Chile, P-de Valdivia, su primer conquistador, pareci6 haber inI%%b

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    9. .admirablemente su longitud, a1 diseminar con mesura las,gemillas de sus futuras ciudades.Antes de reconocerlo en su totalidad, como si previamen-te hubiese tenido a mano un acabado plan0 con 10s pormeno-res de su larga geografia, situ6 SUB fundaciones a calculadaay justas distancias, de modo que la distribucih en el conjun-to correspondi6, en general, a un p m s o de ocupaci6n bas-tante proporcionado.Despuks de h a h r pasado por 10sfuturos asientos de Co-piap6 y La Serena y de resistirse a la tentaci6n de fundarhasta su arribo a1 valle del Mapmho, en que ech6 10s cirnien-tos de Santiago, en ulteriores incursiones a1 sur, complemen-t6 definitivarnente las bases de estructuracibn urbana delllamado Nuevo Extremo. No obstante el hecho de haberatravesado mas de una vez el extenso valle central - o b j e t ode las miis numerosas fundaciones del siglo XWII- se a b -tuvo de dar escape a em espeie de pasi6n p r las fundacio-nes, como poseido de una voluntad deliberada, com6n a suprimer triinsita por las region= nortinas.Mecesidad urgente de r e r v a r sus medias para repartir-10s en regulares distancias a lo largo del remota espacio quelo separaba del Estrecho, lirnite austral de sus dominios;misteriosa atracci6n hacia la riquexa de la tierra que seria sutumba, hacia la densa poblaci6n indigena de la zona sur, es-tos u otros fadores que no alcanzamo8 a abarcar, privaron ala regi6n central, por e s h tiempo, de las beneficios de unaincorporaci6n mks efectiva a1 naciente desenvolvimiento dpais.Aun miis: terminado el siglo, mientras la zona australveia crewr y multiplicarse el radio de influencia de ricasfundaciones, repartidas sus tierras entre vecinos y encomen-deros, en todo el rest0 del valle central, separadas por la cor-dillera las tres de Cuyo, s610 Santiago y una entonces opacaSan Bartolome de Gamboa (Chilliin) contemplaban el des-arrollo de sus colegas sureiias, promisorias emporios agrico-185, mineros y comerciales, a un tiempo espectadoras, actorasY victimas del drama de la guerra de Arauco.La'ciudad es para la regi6n circundante un foco, centri-fWo, como lo llamarii Morse (31), de irradiaci6n civilizadora.corn0 las ondas concentricas de una piedra arrojada a1 agua,SUB alrededores sienten sl,~beneficio en forma proporcionala la distancia que 10s acerca o separa de aquel centro vivi-

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    10 La eiudad elailma del sigh X V I I Ificador. Con la incorporacih a1 desarrollo agricola de 10scampos vecinos, la ciudad extiende su influjo a un radio pro-gresivamente mayor seg6n transcurren 10s afios y su desen-volvimiento sigue un ritmo regular.Cada merced de tierras, encomienda, misibn, conversiho doctrina, cada obraje o establecimiento agricola, cada for-taleza, es un tentbculo que va ganando pedazos del territorioa la nueva concepcih ordenadora que dimana del centrotransmisor, el n6cleo urbano. Los caminos pasan a ser cau-ces de movimiento a trav6s de 10s cuales se establece esacirculaci6n vital que fluye de la cabeza del cuerpo a 10s mbsapartados miembros; desde las mbs pequefias chticaras a lasmhs vastas estancias, todo un orden nuevo va imponiendo suimpronta racional sobre el dibujo que configura la topogra-fia del valle. La irrupci6n de la linea, del bngulo recto, deparalelas, va bosquejando una red que teje sobre el paisaje10s perfiles de una nueva fisonomia. El clbsico y matemb-tico plan0 de damero de la traza urbana proyecta sus coorde.nadas a lo largo y a lo ancho del espacio circundante (1Ami-na I). Una arquitectura simple y clara como aquella trazacomenzarh a florecer en 10s hasta hace poco incultos campos;la categoria de la ciudad determinarg sus proporciones, elclima y 10s materiales constructivos, su modalidad caracte-ristica.

    Las antiguas eiudades a principios del siglo XVI I I

    Descontando las fundadas en regiones ultracordilleranasen el primer momento de la conquista, pero incluidas las deCuyo, regi6n perteneciente hasta 1776 a1 reino de Chile (16),dieciseis habian sido las poblaciones f undadas dentro de 10slimites territoriales del pais a lo largo del siglo XVI.El destino de cada una de ellas fue vario. Asi como elprimer gobernador del reino y prolific0 fundador de ciuda-ders, Valdivia, habia sido muerto por 10s indigenas en 1598,uno de sus sucesores, Martin Garcia Oiiez de Loyola correriaigual suerte, pereciendo con todo su shquito en Curalaba, en

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    De la guarra a la pas 11el centro de la efervescente regi6n de Arauco. Este aconte-cimiento desencaden6 una de las conflagraciones miis san-grientas de la colonizaci6n de Ambrica, designada por lahistoriograf ia como ruina de las siete ciudades. Sucesiva-mente la destrucci6n de Santa Cruz de Ofiez, Valdivia, Osor-no, La Imperial, Cafiete, Angol y Villarrica signifid, en ci-fras, la p6rdida de unos dieciseis millones de pesos en bienesmateriales (47)y, de hecho, el retroceso de la colonizaci6n a1momento casi inicial de la conquista. A la pkrdida innume-rable de vidas en el saqueo, el incendio o el cautiverio se su-maba la circunstancia de ser la regi6n asolada la mhs ricay poblada del pais. h s ciudades arrasadas gozaban fama deopulentas y 10s datos suministrados por 10s documentos per-miten adjudicar a tres de ellas la primacia en cuanto a equi-pamiento y riqueza en la balbuciente estructuraci6n del nue-vo estado.A partir de 1606 entre el rio Bio Bio y el Canal de Cha-cao, Los Andes y el mar, se extender5 una vasta regi6n dediez millones de hecthreas yermas y devastadas, que habiansido, hasta esa fecha, precisamente, las m8s roturadas y ur-banizadas del reino. Como una gran cufia entre 10s t6rmi-nos de la antigua Concepci6n y el archipielago de Chilo6,aquella zona qued6 desde entonces y a lo largo de mik de unsiglo como tierra prhcticamente vedada a1 trhnsito del espa-fiol, sujeta s610 a pacificas correrias misionales o de rescate,fugaces incursiones punitivas, cuando no refugio de pr6fugosy desertores, chrcel involuntaria de centenares de cautivos y,por consiguiente, criadero infinito de mestizos.La ref undaci6n de Valdivia, emprendida con ingentesesfuerzos por el virrey del Per6 en 1645, despues de la frus-trada ocupaci6n de su puerto dos afios antes por 10s holan-deses, tuvo el carhcter no tanto de restauraci6n de la ciudadantigua en el sentido gropio del termino cuanto el de creaci6nde una plaza fuerte presidiada, murada y erizada de cafiones,especie de isla en tierra firme, a cuyos habitantes esthbalesprohibido poseer extramuros tierras de cultivo ni indios deservicio, cuyo sustento en dinero y especies llegbbales unavez a1 afio directamente desde el Callao en forma de situado;SU configuraci6n urbana en caracteristica ciudadela determi-naba wn vivo contraste con la ciudad primitiva, cuyas impo-nentes ruinas eran constante motivo de nostalgia y afioranzaPara BUS ahora escasos habitantes.

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    Restaurada ChiUn, bastante a1 norte del Bio Bio e in-tentada varias veces la refundaci6n de Angol, s610 Castro, enel centro de la lejana isla grande de Chilo6 atravesd indemneaquellas grandes pruebas para llevar una vida lhguida, nun-ca repuesta del todo despuCs de las depredaciones pir6tica.Bde 1600 o 1643.Puede decirse que, exceptuada Santiago y las antiguasfundaciones cuyanas, es caracteristica de M a s las ciudadesde Chile un marcado acento castrense, impuesto desde lasformas urbanas m8s visibles hasta las mhs sutiles como lapreocupacih y actividad predominante de sus moradores. Elpermanente estado de guerra penetr6 hasta lo mhs hondo desu cuerpo y alma (26).

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    11. Genesis de las fundaciones

    El poblador del valle cmtral

    La ruina del sur habia sido una especie de gran naufra-gio en el cual no s610 habia sucumbido un incontable nlimerode colonizadores, sino donde 10s sobrevivientes constituianuna masa de desplazados, ayunos de todo medio de subsisten-cia, que, trasladados apresuradamente a Ckilob, Santiago,Perli, o devueltos a Espafia, representaban un problema miy6sculo para las autoridadea.El Presidente del reino no disponia de vacantes sufi-cientes para ocupar a tal n6mero de hidalgos en puestos p-n-porcionados a su s mbritos; en esta coyuntura, nos dicecronista, el Gobernador Alonso de Ribera, a1 ver a 10s venos de las ciudades perdidas en sumo descarrio y vgcilantsobre s u destino de quedarse o salir del reino, que era a lo quembs se inclinaban. . . 10s contuvo ofrecihdoles tierras parasu manutenci6n y subsistencia y asi comenz6 a poblar elgran pais que mediaba entre la ciudad de la Concepci6n ySantiago.- Es de alrededor de 1600 la consolidaci6n del valle central,hasta entonces privado de 10s beneficios de una efectiva ac-ci6n colanizadorq que lo transformar&, en un siglo de esfuer-zos. El descendiente de este poblador sera el hombre m6sligado a las nuevas villas y ciudades, las patrocinarb y alen-tard; junto con el indio y el mestizo, serb su primer vecino.

    A1 indigena, poblador inicial del valle, se suma el esfuer-zo del emigrado de las ciudades de arriba; gran organizador,bajo sus auspicios se consolida la economia de la regi6n. Hayque anticipar que, ademds de su aporte positivo a1 desarrollodel lugar y a las futuras fundaciones, en determinado mo-

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    r., - . ..se opus0 a su proliferaci6n : entre invitado y obligadoablecer en ellas su residencia, el agricultor de pocos re-asumi6 una resistencia remolona, aduciendo el cas0generalmente la poblaci6n distaba en exceso de sulugar de trabajo. En el terrateniente, un celo previsor endefensa de s u independencia impulshbalo a una actitud preve-nida. La s autoridades hubieron de echar a rodar todo unsistema de ofertas tentadoras tanto para cazar vecinos comopara vender oposiciones. Ademss de 10s ofrecimientos gene-rosos, usuales en la peninsula desde la lejana Bpoca de la re-

    conquista de Sevilla en el siglo XIII, a manera de complemen-to, hub0 de pensarse en medidas coercitivas.En un momento dado la oposici6n se organiz6 y describiden un memorial la turbaci6n de todo el reino con el motivode esta numerosa multiplicaci6n de villas. . . . Intervino elFiscal de la Audiencia de Santiago proponiendo a1 Presiden-te, mayor elasticidad en la elecci6n de 10s sitios, consulta dela opini6n de 10s agricultores, nuevas regalias ;el plan oficialcapearia con felicidad el temporal y sus beneficios traerian lapa% 10s timidos.

    Las estancias antes de las fundaciones del X V I I IrAncladas en las grandes haciendas, las residencias de 10pobladores del valle central crecieron de generaci6n en gene-racibn, a medida que prosperaba la explotaci6n agricola y

    rendia ganancias cada vez mhs saneadas. La constitucidn deuna tradici6n artesanal, 10selementos constructivos que pro-porciona el medio, el clima y una intenci6n imprimen el selloa la expresi6n plsstica. En su conjunto, estas casas patrona-lea llegan a ser de tal extensi6n que resulta dificil encontraren el continente ejemplos similares ; enderezaron su caminopor un cauce de tradici6n andaluza y hasta hoy abundan ena mna interesantes ejemplos (23).La casa del inquilino, el otro elemento arquitect6nicor t 6 el valle a las nuevas fundaciones, deb% pasar-debemos ver en su a are o de uincha a a ie

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    ISh de las fundaciones _ _je rio una modalidad muy ligada a la herencia aborigen. Losmateriales constructivos serian pronto 10s mismos de las pa-tronales. La gran diferencia radicarii en la vastedad del pro-grama y en el atuendo. Las casas patronales son una entidadauthoma, a cuyo programa propio se agregan todos 10s ele-mentos comunes de la hacienda, diagramando un estableci-miento de proporciones casi urbanas ; a s de 10s inquilinos, encambio, dependen de la anterior, forman parte de la conste-laci6n de construcciones que la rodean y una parte de susdependencias es de us0 cornfin (23).

    A ambas, niveladora, envuelve la misma naturaleza, lamisma generosa floracih de plantas, huertos, jardines y ar-boledas que hacen ffrciles y abundantes 10smedios de subsis-tencia ;se crea un genero de vida en que la convivencia inme-diata y el servicio reciproco respecto a 10s de dentro y lacomfin hospitalidad con 10s de fuera, determinan sus carac-teristicas. ES oda aquella tierra tan fhrtil, nos dice uncronista, y abundante en mantenimientos en todas las partesque se cultivan y benefician, que casi todos 10s de las tierrasde paz y poblados comen de balde y por ninguna parte pobla-da se camina. . . que sea rnenester llevar dinero para el gastode mafltenimiento de las personas y caballos, por lo que, aun-que hay gente pobre en aquella tierra, no hay ninguno men-dingante (21).

    La arquitectura de las primitivas casas patronales y deinquilinos y Ias caracteristicas de la vida que se desarrolla enellas s e r h ingredientes que pasaran a constituir el carhcterde Ias futuras fundaciones; deberhn tenerse presentes a1 abor-dar el estudio detallado de Bstas.

    Estancias e iglesias, genesis de fundaciones

    Io que hacia 1600 habia comenzado balbuceante, a1 cab0de siglo y medio de vida llegaba a una adulta robustez. ElProceso de ocupacidn del valle, como una marea, habia inva-dido lentamente todos 10s rincones hasta lamer 10s mismosfaldeos serranos, penetrando por 10s estrechos cajones de

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    ID U W ciudad chilena del aiglo X V l I Irios, desbordando el vasto valle central. Las estancias quehemos descrito serfin germen de nuevas poblaciones, centine-las de su desarrollo, constantes auxiliares en sus primerasnecesidades. Su proliferaci6n y enriquecimiento, con sus con-secuencias, exigia una nueva politica en la siempre activamisi6n colonizadora. Un primer paso hacia las fundacioneslo dio, indirectamente, la iglesia a1 erigir un ndmero cada \Imayor de parroquias y capillas rurales. Como 10s monasbcrios en la Edad Media, estas iglesias, diseminadas en locampos, precipitaron las nuevas f undaciones. El procesoorigin6 en la existencia de una mayor densidad de poblacionrural en regiones determinadas ; esta densidad provoc6 elestablecimiento de nuevas iglesias y capillas, y bstas, a su vez,contribuyeron a la concentraci6n de aquella poblaci6n disper-sa en torno suyo. Cerrando el circulo, la concentraci6n cau-saria la localizaci6n de nuevas villas. Tal es el origen, ent-otras, de Taka, Curic6, San Fernando, Peumo, San PedroAlchtara, San Francisco del Monte, etcetera ; l proceso con-tinu6 despues de la independencia.Cuando en 1750 el Fiscal Jose Perfecto de Salas propusola fundaci6n de unas cuatro o seis villas en cada corregimien-to del reino, sugeria lo fuesen a1 abrigo de las parroquiconventos de regulares fundados en su jurisdiccih; se aho-rraria con ello la construcci6n de iglesias porque les servirfnla parroquial a que se agregan o el convent0 de religiososcuyo abrigo estfin prontos a fundarse (13). El Rey, ademiis,por cbdula de 7 de setiembre de 1782, ordenaria la edifica-ci6n de capillas rurales en 10s tbrminos del obispado de Con-cepci6n y cuando el Marqubs de AvilBs entrega, en 1797, egobierno a su sucesor, Joaquin del Pino, a partir de la extencia de estas capillas comeata sobre 10s campesinos ut:aquella zona: tal vez que edificando sus casas pr6ximas ala iglesia.. . se d6 principio a algunas aldeas que lleguen aser villas (4) .Aun en el proceso de gestaci6n de 10s pueblos de indiosdesempefiaria muchas veces el papel de ndcleo central la exis-tencia de alguna capilla; el capitulo X de 10s acuerdos cele-brados por el padre Matud, misionero irandscano, con lasparcialidades de Malchn y Quilaco en marzo de 1761,pediaque para evitar 1as incomodidades que ae sigue a loa indiosque viven lejos de la capilla, de venir a la miaa y doctrina, semiman t-1isnt.n anten auedan a hacer SUB

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    misma capilla y reducirae a pueblo, quees lo que el Rey nues.t ro sefior desea para reconocerlos como fieles y leales vasa-110s (32).

    Un apartado especial ocupa el caso de la r a d n estraWugica como fuente de fundaciones y su secuencia, el aparejamilitar, como factor de influjo, ya en el desarrollo de 1existentes ya como atuendo indispensable en las que se cons-truyeran.Un territorio con las caracteristicas sefialadas a1 princpio, sometido a la influencia de ineludibles presiones de estra-tegia externa e interna, debia necesariamente marcar conun sello propio la fisonomia de SUB poblados. Un cincuerfnpor ciento de las poblaciones levantadas en Chile durantedominacih espafiola y, en determinadas regiones, abn hastael tiltimo tercio del siglo XIX, son fortificadas. En estas mis-mas zonas el hecho revisti6 caracteres de constante. Muchaspoblaciones y villas deben su origen a la existencia de unfuerte, que es asi tambi6n semilla generadora de vida urba(1Smina 11).Los poblados mediterrheos constituyen la mayoria ; enellos el sello de la fortificacih contra 10s ataques indigenas,aunque aporta ejemplos interesantes, es en general d6bil.Los centros urbanos maritimos, en cambio, recibieron unaparejo castrense generalmente complicado;num6ricament.psu proporcih es minima, aunque su aderezo costaso.En ambos casos el factor militar influye primer0 en sulocalizacih y luego en el desarrollo y trazado de las plantas;y ademSs, en sw estampa externa, su concepcih espacial, enel ritmo de la vida diaria de la ciudad. En numerosas solu-ciones, tanto de conjunto como de detalle, perviven en plenosiglo XVIII formas de inspiracih medieval.

    La calidad muchas veces deleznable de todo este aparatomilitar, la mayoria de las veces eliminado en el desarrolloulterior de las ciudades, acentda su valor c o p 0 factor de. nfluencia Duramente urbanistico. nor sobre el m e hava nodi-

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    18 La ciudad chilena del sigh XVZZZdo tener en si, como monument0 de arquitectura militar(1Pmina 111).Entre 10s ejemplos notables sujetos a este g6nero deinfluencia destaca por la originalidad de su traza la plazade Nacimiento y las ciudades de La Serena, Valdivia y Ancud,por el acierto de 10s logros espaciales estructurales conelementos de carhter defensivn f 2G).

    La traxa libreResultado de un proceso fundacional irregular, legalmen-e accidentado o inexistente, durante el siglo XVIII se desarro-Ian varios nkleos urbanos product0 de agrupamientos es-

    iontheos ; su estudio ha revelado que generalmente derivanle antiguos pueblos de indios o de la ininterrumpida subdi-isi6n de la tierra en poder de pequeiios propietarios. Lairimera causa puede explicar su frecuente ubicaci6n junto ayandes estancias en las cuales, en el momento de la aboli-i6n de las encomiendas, fueron asentados los naturales some-idos a aquel r6gimen.

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    Antes, sin embargo, ya existian agrupamientos de jor-naleros interesados en el trabajo de las haciendas, pero tam-bi6n en conservar su independencia absoluta, a1 vivir fuerade sus lindes. Tal es el cas0 de Teno, Rauco, Comalle y otros,en la zona de Curic6, que han sido modernamente estudiadosen su origen y desarrollo (33). Siempre en la zona central des-tacan Guacarhue (figura 1) Lampa, o Vichuqubn, Machali(figura 2) ; en ChiloQ es la Qpoca de gestaci6n y consolida-ci6n de gran cantidad de pintorescos pueblos costeros cuyo

    FIG. . Plan0 actual de Machalin6mero asciende a unos ochenta y cuya historia es posibleseguir a traves de la evoluci6n de la encomienda en aquellazona. En otros poblados influyen momentos de auge mineroque luego declina o deriva en otras posibilidades econ6mkas,que determinan nuevas aglomeraciones. Localidades corn0Valparaiso o Rere, deben su traza irregular a otros factoresY tienen un carhcter e importancia representativos en elbalance urbano del siglo XVIII.

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    111, El proceso fundacional

    La cronologia

    Tres son las causas principales que posibilitan, en Chile,el florecimiento urbano del siglo XVIII :una politica guberna-tiva, un programa misional y el desarrollo orghico del reino,coartado antes p r 10s acontecimientos paralizantes de laguerra de Arauco. Lm dos primeras se presentan regular-mente unidas y constituyen como el fondo te6rico del c6mulode proyectos elaborados por autoridades civiles, militares yeclesissticas. La tercrera se percibe priicticamente en el exito,estagnaci6n o fracaso de las fundaciones, en la medida enque el programa te6rico se realiza ajustado a las realidadesdel reino o -lentado por la euforia y la ilusi6n- traspasa10s limites de sus posibilidades prhcticas.

    En la cronologia de 10s avances del proceso, se puededistinguir un primer paso en la cedula dada p ~ relipe V en1703 por la que, con medidas draconianas, ordeniibase lacongregacibn en sociedad de 10s espafioles diseminados en 10campos para dar con ello ejemplo a 10s indios, contribuir a surespectiva concentraci6n en pueblos y finiquitar la guerrade Arauco.El gobernador, seg6n su cGdula, debia mandar con gra-ves apercibimientos que todos las espafioles que se hallasenen el reino en ranchos, haciendas y chacrm se reduzcan yvayan a vivir a la ciudad y poblaciones de espafioles . . . den-tro de seis meses, so pena de destierro y confiscacih debienes. Las villas deberian fundarse segiin las disposiciones

    generales de las leyes de Indias ; pesar del tono conminatoriode la orden real, en la priictica resultaba de cumplimientout6pico, por no decir imposible. Desde su promulgaci6n hasta

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    1734,en que nuevamente se agita el problema, s610 se conoceuna realizacih, San Martin de la Concha, en Quillota en 1717.En el gobierno de Gabriel Can0 de Aponte (1717-1733), eorganiza la primera junta de poblaciones para atender lapolitica fundacional a seguir en el futuro. En 1734 el Cabil-do de la capital designaria su procurador ante la code a1abogado Tomiis de Azba, quien estaba en Madrid, a fin deque obtuviese 10s auxilios para poder llevar a la przictica lasproyectadas ideas. Mientras se avanzaba esta gestacibn, elPresidente Jos6 Antonio Manso de Velasco, con una imagi-naci6n poco combn, zanjaba las dificultades que hasta enton-ces habian retardado la ejecuci6n de! proyecto de fundacio-nes y comenzaba de hecho a desarrollarlo, inaugurando el

    do que nos ocupa.anso disponia de principios directores, pero, por elmomento, carecia de antecedentes tknicos precisos : contabacon un precario mapa del reino con espeeificaci6n de BUS rios,puertos y puntos ausoeptibles de acoger nnevas villas, infor-mes descriptivos proporeionados por testigos oculares, uncenso aproximado de la poblaci6n del pafs -110.000 a 120.000habitantes, excluidw 10s indigenas- y unos pocos dinerospara iniciar 10strabajos (5).En julio de 1740 insbl6se err el convent0 franciscano deSanta Rosa de Vitervo, en el valle de Aconcagua, para pro-ceder a la fundaci6n de la primera villa, San FePipe el Real.Segbn el discurso prelirninar pronunciado en aquellas circuns-tancias, s u fin seria la congregacih de la densa poblacihdiseminada en los aledafios,, para que se le enseiiase la dw-trina cristiana a la juventud, a leer y escribir e instruyese entodas las letras, estando en sociabilidad y politica. Dividi-das las opiniones de 10s futuros vecinos sobre la elecci6n delsitio, resoIvi6 la duda el propio Presidente a1 examinar per-sonalmente IQS terrenos; con este acto se constituia en here-dero directo del conquistador del XVI, poblador a la-vez queurbanista. En la reanudaci6n del proceso fundacional deciudades en pleno siglo XVIII se repite el procedimiento apli-cad0 doscientos aiios antes. Una vez mas, se admira la caren-cia de t&nicos, se repiten las pricticas heredadas de la EdadMedia espafiola, brilla por su ausencia el cariicter renacentistaibliano que se ha querido ver en el desarrollo histbrico delurbanism0 indiano (25) .

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    - -agc-sagm XVZZZa

    Dado que la fundacidn de San Felipe reviste carkcterprogramltico en relacidn a las que le sucederfin, mereeenexaminarse en detalle SUB pasos :decidida la cuestidn del sitioa favor de determinado particular, el gobernador acude a lagenerosidad de 10svecinos pudientes, que deberln proporcio-nar 10smedios para la construcci6n de la parroquia, instituyeademls un responsable que vigile las obras, en este cam elmarques de Cafiada Hermosa, quien deberg ajustar su accidna 10s diecisiete capitulos de las instrucciones proporcionadaspor el propio gobernador.

    Dos aiios mls tarde, se echaban 10s cimientos de NuestraSeiiora de Los Angeles, en la Laja; inmediatamente despues10s de Nuestra Sefiora de Las Mercedes de Manso, en la con-fluencia de 10s rios Tutuben y Cauquenes y, siempre en 1742,10s de San Agustin de Taka, trasladfindola del precario lugaren que estaba desde 1692. Abn en mayo, de paso por la regi6nde Colchagua, diose el Presidente el tiempo necesario paraalcanzar a fundar San Fernando.A1 aiio siguiente era agraciado el corregimiento de Meli-pilla con la fundaci6n de L~groiiio e San Jose, a la que suce-dieron en seguida Santa Cruz de Triana, en Rancagua, y SanJose de Buenavista, en Curicd.El aiio 1744 alcanzd aun a recibir 10s beneficios de lapasmosa actividad de Manso con la ereccidn de San Franciscode la Selva, en Copiap6, poblaci6n de viejo abolengo desarro-llada informalmente en torno a un convent0 franciscano yfomentada por el beneficio de las minas aledaiias.La obra del Presidente Manso, realizada en un tiempominimo y con recursos precarios, result6 duradera y, mAsque eso, orientadora; a1 desaparecer el mito de la imposibi-lidad de realizarla, 10s inmediatos beneficios que trajo con-sigo sellarian el destino de la politica que sus sucesores enel mando no harian mhs que continuar.Las gestiones del procurador Aztia, a quien habiamosdejado en Madrid agitando el asunto, sumadas a las realiza-das directamente por autoridades civiles y eclesilsticas, ha-bian logrado obtener, entretanto, una cedula promulgada enBum Retiro el 5 de abril de 1744,por la cual el monarca asu-mia con carlcter oficial la tarea de patrocinador de la em-presa, constituyendo la definitiva Junta de Poblaciones lla-mada a dar continuidad a la politica de Manso y a cumpliruna benemhrita labor en pro del desarrollo urban0 del pais

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    El p o c e g o fundaOiona1 2hasta las visperas ae ia independencia. Nos reservamos nue-vamente el estudio de su funcionamiento para verlo junto alas demOs piezas legales acumuladas en torno a1 tema. Ade-lantaremos, sin embargo, que a1 recibo de la cedula aludida,en abril de 1744, se acababa de finiquitar la fundaci6n delas ocho villas ya citadas. Constituida inmediatamente, laJunta alab6 10s pasos anticipados del gobernador y se aboc6de lleno a su trabajo, fomentando aquellas primeras pobla-ciones y reuniendo antecedentea para la erecci6n de las futu-ras. El beneficia de unos titulos de Castilla graciosamenteotorgados por el Rey y la liberalidad del propio Presidentepermitieron en breve crear una caja de 120.000 pesos, Sufi-ciente para cumplir 10s planes inmediatos (5).Para resefiar la importante Lslrea eumplida por la Junta,%ria necesario dedicarle un voluminoso torno (9) : bbstenosgfialar brevisimamente algunas de sus actividades.En virtud de 10s autos legales que le habian dado exit+tencia, eran vastas las proyecciones sacioeconcimicas que lecompstian. No es extra50 asi que, paralelamente a la aten-cidn de aspectos meramente tknicos desde el punto de vistaedilicio, concediese particular inter& a la consolidaci6n so-cial, econdmica, cultural y religiosa de las poblaciones.Dentro de esta linea d e b destacarse que en mayo de1745 acord6 establecer en las villas ya fundadas obrajes delino y lanas, provisi6n de 10s respectivos operarios y su ade-cuado financiamiento. Acord6 igualmente fomentar el co-mercio concediendo tres diaa de feria al afio, mbs la exen-ci6n del impuesto de alcabala. Toda mercancia no comestibley de menudeo elaborada en las nuevas villas y hasta una leguaalrededor liber6se por diez afios del derecho de pulperia ;obli-g6 igualmente la residencia en cada una, de oficiales mechi-cos y la traslaci6n de conventos de religiosos y colegios dejesuitas desde la campafia a sitios designados expresamentedentro de la traza. Dispusieronse medidas para el fomentode la mineria, nuevas liberaciones y privilegios para pobla-dores y medidas proteccionistas para 10s indios. En Juntade mayo del afio siguiente encontramos fuertes cuotas de seisa doce mil pesos a cada' una de las diez villas amparadas has-ta ese momento por su tutelaje. Paralelamente cursaba pedi-dos de hierro a Buenos Aires y a1 virrey del Per6, para des-Pachar, desde Valparaiso a PanamO las harinas cosechadas enla zona de las fundacionea.

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    En 1749 la vemos abordando 10s asentamientos ultra-cordilleranos de Pismanta, Calingasta y Valle FBrtil y la re-ducci6n a pueblo de 10s indios de Jachal, ademBs de 10sinfor-males pueblos de Mogna y Ampacame; de todos se levant6matricula de vecinos, atendihdose de acuerdo con el obispala provisi6n de curatos 1.Una cedula de setiembre de 1751 vino a inquirir a todaslas autoridades indianas sobre el estado de sus distritos; susdisposiciones coincidian con la empresa en que se encontrabaembarcada la Junta de Poblaciones, y para su cumplimientoextendieronse facultades precisas a Jose Perfecto de Salas,Fiscal de la Audiencia de Santiago, que inici6 las informa-ciones en noviembre de 1754. El informe sujetdbase a uncuestionario expedido a 10s corregidores y subdelegados de10s partidos que componian la divisi6n administrativa delreino 2.En marzo, Salas expidi6 las circulares, cuyas preguntas6 y 8 inquirian respectivamente sobre el estado de las nuevasvillas mandadas fundar y el n6mero de pueblos de indios decada jurisdicci6n (13).En abril de 1754 vemos a la Junta entregando una ins-trucci6n de veintid6s capitulos a1 Oidor Blanco de Laysequi-Ha, comisionado a Cuyo para entender en las fundaciones deaquel corregimiento, quien, antes del aiio, elevaba un informede catorce cuadernos con un completo andlisis del plan paraesa parte del reino (9). Entretanto, el Presidente DomingoOrtiz de Rozas, Conde de Poblaciones (1745-1755), habiafundado en enero de 1749 San Antonio Abad de QuirihutJes6s de Coelemu, en el camino a Concepci6n. En 1748habiaestablecido la poblaci6n de San Juan Bautista en la isla deJuan FernBndez, y en 1751 iniciaba el traslado de Concepci6n.Aquel aiio conoce ademas la fundaci6n de La Florida y 1753las de Casablanca y Petorca; el siguiente, en fin, Santo Po-mingo de Rozas, en La Ligua y San Rafael de Rozas, encuzcuz.Manuel de Amat (1755-1761),ech6 10s cimientos de lanueva plaza de Nacimiento, con loa de Santa Juana, Gualquiy Santa BBrbara, en la zona del Bio Bio y el heredero deaqu4, Antonio Guill y Gonzaga - a p a r t e de la ambiciosa y

    1 C.G. 706.

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    26l proceso ficn&c&onalfnstrada fundaci6n de 10s pueblos de indios- agrega a la1istaSan Luis Gonzaga de Rere y Tucapel Nuevo, en 1765 y,a1 afio siguiente, San Carlos de Yumbel.

    Fuera de otras fundaciones como las de San Carlos deAncud (1768) y San Carlos de Chonchi (1764), el procesoregular lo reanuda con nuevos brios Ambrosio OHiggins,bajo cuyo mando se erigen San Jose de Maipo, Nueva Bilbao,Linares, San Jose de Alcudia, Los Andes y Vallenar, ademhsde la importante repoblaci6n de la antigua Osorno. Sin serel dltimo Presidente entregado en cuerpo y alma a la aventurafundacional, las obras de OHiggins son notables; en una loapo6tica con que el reino lo despidi6 a1 ser promovido a1 vi-rreinato del Perd, un personaje representando a Chile impro-visaria 10s siguientes versos :

    (.. diganlo tantas villascuyos cimientosse formaron apenasy las asiste yaconcurso inmenso.Las calles enlozadasdecoro excelsoen que apenas me igualael m4s antiguo Pais, m k opulento. .

    Teorixantes y p&icticos

    Un plan de fundaciones suponia necesariamente refle-xiones, teorias y especulaciones previas; tanto en el medioespafiol como en el hispanoamericano ha habido natural ten-dencia a la variedad de opiniones y el tema que nos ocupaprest6base admirablemente ;ya el siglo XVII, el de 10s proyec-tOS, habia sido fecundo en producciones sobre el asunto; elXVIII, de reaIizaciones, seria aun mAs prolifico.

    Biblioteea Nacional de Santiago, Medina, Ms. 367, p. 221.

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    ,-- ad chilena del siglo PVZfI

    De entre la masa de opinantes destiicase la figura deljesuita Joaquin de Villarreal, per0 le antecede en el tiempoPedro de Figueroa y Cbrdoba, Maestre de Campo General delReino, que fech6 en Concepci6n, el 27 de enero de 1737, suproposicih en forma de Proyecto para terminar con laguerra de Chile! 4 ; proponia alli la reconstrucci6n de Angol,La Imperial y Villarrica, destruidas en 1600, a fundaci6n deotras tres o cuatro en el territorio de Arauco y la reducci6nde 10s indios a pueblos como en el Perb. Sigui6 a b t e elproyecto del Oidor Martin de Recabarren, fechado el mismodia que el anterior y basado en la fundaci6n de plazas a1sur del Bio-Bio, frontera tradicional con el Estado de Arauco.El proyecto del propio Presidente fechhbase un mes des-puQ; a todos se sobrepuso el llamado de 10s jesuitas, datadoen Madrid el 22 de diciembre de 1752,del cual el citado Villa-rreal era el alma. El cronista Olivares esboza su contenidoque consultaba la repoblaci6n de Angol y Osorno, asentandopoblaciones a distancia de doce leguas una de otra, para quese diesen la mano y auxiliasen mutuamente; podrian sqrhasta ocho, cads una con cuatrocientos hombres. *Per0 el mAs exhaustivo teorizante, por la profundidad desus criticas y realism0 de SUB propuestas, result6 ser final-mente el franciscano Antonio Sors y Lleonart, catalhn y mi-sionero en Chile. En su proyecto (1780) critic6 el de losjesuitas en forma detallada, ya que preferia la reducci6n de10s indigenas y la erecci6n de plazas fuertes espaiiolas; pvrla importancia del primer0 de estos aspectos, tratamos sucontenido a1 hablar de 10spueblos de indios ;adelantamas que,desde luego, el fin perseguido en las propuestas poblacionesse dirige exclusivamente a la conversih de 10s naturales a1cristianismo (58).

    E n la prhctica, en toda la 6poca no act6a un t6cnico enurbanismo, en el sentido que hoy entenderiamos por tal. Seg i n hemos dicho, en el diseiio de 10smismos planos, se repiteel fen6meno del siglo XVI, cuando era el mismo c a p i t h o elalarife -de la hueste conquistadora quien suplia el lugar delfacultativo con estudios en el tema, de suyo escaso -si nodel todo inexistente- en 10sgrandes virreinatos y aun en lamisma peninsula. Los atractivos est6ticos y 10s dinamismosespaciales que se admirarhn en las nuevas villa y ciudades

    4 Cfr. B.C.H.H.G., 79,100.

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    no derivan generalmente del trazado de la planta en el mo-mento de su fundacibn, sin0 m5s bien de una intuici6n colec-tiva expresada m8s adelante durante el crecimiento y des-arrollo de 10s poblados.Acaso dnicamente la elecci6n del sitio, no solo en cuantoa SUB calidades tecnicas, sin0 como enclave estetico en la geo-grafia del lugar, sea lo dnico 'que las nuevas villas deban aBUS primitivos artifices; lo dem8s quedarh a cargo de lasgeneraciones futuras, a la voluntad corporativa de 10s orga-nismos municipales.Con todo, a diferencia del XW, ahora hay m5s variedadde autores, numerosos planos aparecen firmados o la docu-mentaci6n conservada alude directamente a las personas co-misionadas por las autoridades para entender en la materia.Para el problema tecnico de la mensura y-el trazado existenen el pais dptimos ingenieros egresados del real cuerpo desu especialidad en Madrid o agrimensores titulados en lasuniversidades locales;es a veces la acci6n del mismo CapitanGeneral la que se trasluce en la concepci6n de determinadasplantas; la presencia de estos facultativos, sin embargo, noaltera el esquema de las ciudades y el plano dibujado por sumano no se diferencia en nada del confeccionado por un capi-tin, un hacendado o un misionero.Entre 10s ingenieros, Pedro Rico es autor de las plantasde La Ligua, Vallenar y del arreglo de La Serena; Carlos deBeranguer, de la curiosa de Ancud; Leandro Badarin de lade P u r h ; Manuel Olaguer Felid de la de Alcudia, y AgustinCaballero de otro arreglo de La Serena en 1755; el mismoJoaquin Toesca, el dnico arquitecto de fuste en el pais, inter-viene en 10scomienzos de la poblaci6n de Taka o Los Andes,m6s que en su diseiio, en la construcci6n de SUB principalesedificios.Entre 10s agrimensores titulados, encontramos la inter-venci6n de Diego Villeaubrun en la planta de la nueva Con-cepci6n, Antonio de Losada y Carvallo en Casablanca y SantaBirbara y Antonio Martinez de Matta en La Ligua, Corn-barbal6, Los Andes, Sotaqui, San Jose de Maipo, GuamalataY Petorca. En otros planos e s t h las firmas de DomingoJavier de Urrutia, Martin Gregorio del Villar, FranciscoFernhndez, Santiago Oiiederra, Francisco Muiioz, Jose dePalma, Cornelio de Baeza, Jose Ignacio Diaz de Meneses. Elcan6nigo Francisco Javier Gonz8lez Barriga interviene en

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    El mismo Presidente Amafserii el autor de la notable plantade Nacimiento y su postrer sucesor -ya en el siglo XIX-Garcia Carrasco, autor en Espafia de los'planos de una ciudaden el Monte Acho y de 10s arreglos de varias plazas de laFrontera.El nombre de 10s demirs artifices se pierde en la penum-bra ;urbanistas improvisados de poca imaginaci6n pero agu-do instinto, la obra de estos autores an6nimcrs no se diferen-cia en nada de 10s logros conseguidos por 10s conocidos.

    La legklaeibn. El Padre ViUamd

    Tanto la acci6n del procurador A z h Iturgoyen, como10s informes de las autoridades que hemos mencionado habiandado origen a dos extensos impresas sin firma ni data, aun-que con seguridad de 1744,que wrvirian de base legal a lapolitica inaugurada por Manso de Velasco.La primera de estas piezas titulhbase Representacibn de2Re ino de Chile sobre la impovtancia y Ytecesidad de re ducir apueblos a sus habitadores dispersos por bs campos y de 10smedios de conseguirlo sin gasto del erart.0 ni g r a v a m n de10s particulares; la segunda : Representacihn del Reino deChile sobre la importancia y necesidad de sujetar y reducira pueblos a 10s indios araucanos, la imposibilidad de conse-

    guirlo perseverando en la conducta pasada y la f a c i l i d d coque puede lograrse sin costo alguno del real erario po r medide las providencias que se expresan.Comenzaba la primera por dar cuenta de 10s dos infor-mes tratados en el Consejo de Indias sobre las propuestafundaciones, 10s cuales eran aprobados en cada una de BUSpartes y promulgados como leyes. Queda con est0 aclaradel cariicter legal prescriptivo de ambos escritos, no obstantel enunciado ambiguo de sus titulos.Para su cumplimiento decretaba la constituci6n de lJunta de Poblaciones, que estaria presidida por el propio

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    CapitBn General e integrada por el Obispo de Santiago yotras autoridades.Se la revestia de amplios poderes para decidir por simisma las cuestiones propuestas y la prioridad o posterga;ci6n de cada una de las fundaciones proyectadas; acordabapremies y privilegios a 10svecinos; onsideraba una propues-ta del Obispo de Concepci6n de facilitar a 10s vecinos deChilo6 10s medios para repoblar el antiguo sitio de Osorno;que se nombrasen personas de confianza para vigilar in situlas nuevas fundaciones; que para la eleccih de 10s sitios seeligiesen parajes sanos y convenientes. Respecto a 10s in-dios recomendaba se indujese a que 10s caciques diesen sushijos para educarlos en el Real Colegio de Naturales Noblesestablecido en Chillh y que se fundase en esa ciudad, Con-cepci6n o Santiago, una casa de educaci6n para las hijasde 10s caciques, que cuiden mujeres de convenientes circuns-tancias a su cuidado, cristiana y civil educaci6n y se destinefondo ...,; se encargaba todo lo referente a la atencidn de10s pueblos de indigenas a 10s misioneros jesuitas.La c6dula estipulaba diversos medios para el financia-miento de las fundaciones, adoptando desde luego el beneficiode seis titulos en personas de el lustre y calidad que corres-ponde a este grado (51).El contenido legal de las dos representaciones se corn-plementaba con las Iwtrucciones, promulgadas en seguida enel mismo Madrid, y con las establecidas proprio m w t e porManso de Velasco, a1 echar 10s cimientos de San Felipe, y lasulteriores del Presidente OHiggins a1 fin del siglo.De carhcter meramente local, como sefialamos, la prime-de estas piezas sirvi6 de modelo a las sucesivas. Sus die-iete capitulos estipulaban muy concretamente el proce-

    El comisionado de la fundacibn, promulgaban, darh sition la traza a1 que lo pidiere, bajo la eondici6n de comprome-erse a cercarlo de pared, haciendo habitaci6n dentro de 10sciocho meses; la casa debia ser techada de teja y no deja e inalienable por titulo de venta hasta pasados ocho0% bajo pena de p6rdida de las mejoras en beneficio del0 de propios de la villa. En la repartici6n de 10s solarestomaria en cuenta la calidad del agraciado, estimhndoser de mBs categoria IDScontiguos a la plaza. E n un costadosefialfibase una cuadra, en &rea ara casa del Ayun-

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    30tamiento, del Corregidor y Cbrcel y lo restante para propiade la Villa; otro costado reserviibase para iglesia, earroquial y renta de 6sta; a distancias proporcionadas stinaba una cuadra a1 convent0 de La Merced, otra a 1paiiia de Jesfis y otra a un beaterio; continufibase a trde esto con una vieja tradici6n espafiola de la cual haytancia explicita en la ciudad ideal proyectada por elcan0 Eiximenic nada menos que en el siglo XIV (25).Mis directamente en lo formal, estipulaban en seguidaque las calles se formen en linea recta y sin oblicuidad y quetengan el ancho de trece varas para el mejor aspecto y her-mosura de la villa; a 10s costados Norte y Sur, a1 tkrminode la traza, se dejarian caiiadas. Vedabase la plantaci6n deviiias dentro de 10s solares, permitihdose en cambio la deirboles para una competente huerta en el terreno que dejasenlibre habitaciones y patios, medida de increible proyecci6n enlo que se refiere a1 aspeeto ameno que con su cumplimientoadquiririn 10s poblados. Preveianse precauciones en relaci6na1 crecimiento futuro de kstos, velhndose porque ningunacalle se tapase con pretext0 alguno. Estipulhbase la provi-s i h de aguas, el padr6n de pobladores, la erecci6n del Cabildoy funcionarios piiblicos ; la delineacidn misma de la traza seentregaba a la ejecuci6n del comisionado con titulo de super-intendente (5).

    Dijimos que las ordenanzas de Manso squedarian corn-pletadas con otras disposiciones de cariicter local que otorga-ria el Presidente Ambrosio OHiggins. Fueron promulgadas6stas entre 1791 y 1796 y otorgaban permiso para el corkde maderas con destino a la fabricaci6n de mas;para elestablecimiento de extranjeros con su familia en las funda-ciones, que gozarian de iguales privilegios que 10s dembs ve-cinos; liberaban a estos de ciertos servicios comunes a 10habitantes del reino ; fomentaban el establecimiento de cO -mercios y pulperias eximihdolos de derechos, y echabamanos para us0 com6n de tierras realengas ;compelian, finalmente, a todos 10s oficiales mechnicos de cada partido a quse vengan a poblar y vivir en la villa, pudiendo salir dalli, no obstante, a trabajos en el campo; trasladaban, eplazo de 10 meses, todo bodeg6n o pulperia rural a1 poblady penaban todo futuro establecimiento de este g6nero fuede 61;hasta 10svagos y malhechores, amparados en su nodismo, estacionibanse por las mismas disposiciones en

    L a ciudad chilenu dd &at0

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    31proceso fundaoional

    instruceiones, t6canos tratar en este mo-ento tanto la persona del artifice de esta obra, como el

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    Historiadores de Chile y Documentos Relativos a la HisNational 10.Remitimos a1 lector a las fuentes citadas, que pasaremosahora por alto, para detenernos en las dos piezas mhs impor-t a n k s , desconocidas y definitivas del jesuita, que demuestranen su articulado el alcance de la posicidn oficial de la Coronareferente a Chile.Intitiilase la primera : Imtruceidn que paede 11 tenersepresente en h fundad6.n de 10s Pueblos que se forman porel mandato de Su M . en el Reyno de Chile, a t r e 10s limitesdel Valle de Copiapb, y b rontera del T = ~ Q iobio.

    Despub de declarar que el monarca ha aprobado el pri-mer0 de 10sproyectos elevados a su consideraci6n en nombredel reino, detalla directamente las conveniencias concedi-das a las futuras villas. Son ellas: 42.000 fanegas de tierra-4.666 madras- que deberian servir para glanta del ldgary para repartir a cada uno de BUS cincuenta pobladores laque necesita para vivir, ademha de un solar de 50 o mhs waradde frente y una casa de 100 pesos de costo fabridndola dequincha doble y tech0 de paja, a1 uso de aquellas campaiiad;200 pesos durante 10s tres primeros aiios, gracia de ciertosprivilegios, dinero para la construccih de iglesia, para poneren estado de defensa 10s lugares en frontera de indios y4.000 pesos previos a cada nueva poblacih. El Rey se ade-lanta a.favorecer la empresa otorgando un prkstamo de 40.000pesos, el beneficio de dos titulos de Castilla y la variacihde destino de 122.000 pesos anuales del situado de Concep-ci6n; con estos fuertes ingresos trabajarii Ia Junta de Po-blaciones.Sobre la eleccidn de 10s sitios y 10s posibles defectos de10s pueblos dice que si 10s primeros son hdmedos y bajos,serhn insanos, y que establecihdose las calles y m anm asde las casas sin drden ni concierto permanecerfi un laberintomal formado; un trazado irregular har6 costosas las men-

    10 X, Santiago, 1875, prig. 215 y s ~ .11 Medina, O.C.111, 335, citando a Leclerc, Biblioteca Americana(1876) n. 1327, anota debs en vez de puede , como vemcrs impreso en eloriginal, que hemos copiado en la Biblioteca de la Real Academia de hHistotria, Colecci6n Jesuitas CLXX, irg. 23; Medina no cita la InatruO-eidn Segand&... que tratamoa mirs adelante.

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    Plano de Nacimiento, 1767

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    X. Plano de Guamalata. Matta, 1790. Pueblo de indios dedirjposicidn lineal paralela a1 rio

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    XI. Plano de San Javier de Bella Isla, 1754. Disposici6ntipica de las villas del siglo XVIII

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    XII. Plan0 de CoDeauCn. Urr

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    XV. La Estrella. ha5 ondulacmias uw terrenoirregularizan las calles.

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    XVI. Slaa Carlos de Chonchi. La direccibn de las calles sedimamiza en funci6n de edificios caracterizados

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    XVII. San Carlos de Ancud. Los accidentes del terrewdeforman el plan0 de damero

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    XXI San Jer6nimo de Alhu6. Calle

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    XXII. Valparaiso. Litografia, 1836. Cc---rucciones dXVIII sobre antiguas baterias

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    XXIV. Plaza de Arauco. Dibujo de mediados del siglo X I I

    XXV. La Sesena. Grabado, Frezier, 1712. Torres y hrbcsobre la linea horizontal de las fachadas,

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    IXXVIII. Valparaiso. Grabado, Feullbe, 1709

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    XXIX. Santiago, litografia. Los edificios dieciochescos aprincipios de la independencia

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    el tiempo.Respecto del ancho de las calles, insiste, bashdose

    conlo que se lograrii adem&, que man tambih miis puros10saires y mfis sanos y secos los pueblos. El esquema urba-no se reduce asi a una planta cuadrada de seis cuadrasnovecientas varas por cada uno de sus frentes, rodeado deegidos, eras, arboledas y pmeos; de e& modo, agrega,gozan todos 10s Pueblos de la hermosura, sirnetria y purezade aires que la ciudad de Santiago y otras de AmBrica.Loa solares, productos de la divisih de c%da,manzanen cuatro partes, resultan cuadrados de 68 varas p r lado,superficie para extender 1s easa y corrdes y fabricar algu-nos cuartos de alquiler; en cada uno se ha de levantar unacasa de adobe o quincha doble.Contintia la instrucci6n eon lo referente a 10s pagos yprivilegios prometidos, eon lo referente a la Iglesi& a cuyaconstrucci6n, como la de 10s curatas de campo, con paredade adobes crudos se mnceden 500 pesos, encarghndm a1 curasu mejora ulterior; se des3tinan ademPs, 2.000 pesos paradefensas, si el lugar lo requiere. Se prev6 tambi6n el incre-mento del ram0 de propios, apliciindmle diverms auxilioscomo cargas en relaei6n al bien comtin: maestro de escuela,cirujano, barlrero y cincuenta bocass de fuego: Per0 de mayorinter& resultan las disposiciones referentes a la plaza de lapoblaci6n: teniendo la planta cinco cuadras por cads unade sus cuatro frentes, dice a1 respecto, una cuadra sirve deplaza, pues aunque a1 principio basta la mitad, siendo coel vecindario, es cordura remrvar toda la cuadra para stiempo. Un frente se destina para m a de la villa, alh6ndigas y cuartos de alquiler, otro para iglesia y casa del curay 10s dos restantes para lw vecinos.El pueblo aum2ntarii mucho si se hacen comunicablesdos riberas del rio por un puente ; on est0 se concertan tofundaciones sobre el camino, garantizando su mantenci

    avoreciendo el comercio. Se sugiere un peaje duranteaiios como concesi6n a quien construya 10s puentes, apluego a BU conservacibn.I -_

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    El proceso fundacionaL 36La extracci6n de fondos del situado de Concepcidn secompensa con la preferencia concedida a cuatro fundacionesen la margen del Bio Bio ; e continuaria con cuatro o seis en

    la ribera del Laja. Las villas de esta zona resultaban ser asiplazas fuertes, que se prevBn con dos baluartes en 10sgngu-ios opuestos, de cincuenta varas en cuadro, de piedra o esta-cada, de 10s cuales se anuncia plano especial; anticipindosea la critica de posible distraccih de fuerzas, se responde queen breves afios Bstas se cuadruplicarh por efecto del incre-mento de poblacidn obtenido gracias a las fundaciones.La instruccibn aborda luego el poblamiento del Almen-dral de Valparaiso, pues causa listima contemplar el preci-picio en que estA fundado el pueblo irregular y mal ordenadodel Puerto m8s frecuentado de aquel Reino. Se beneficialuego la bahia de Coquimbo, bella y defensable, fomenth-dose el desarrollo de La Serena y sus defensas. Finalmentese ha de continuar con una fundaci6n por afio en aquellos

    sitios que pareciesen mAs acomodados a1 juicio y prudenciade la Junta, sin excluir las provincias de Cuyo, que clamanpor el mismo remedio.ComplemBntase la pieza resefiada con una Instruccibnsegunda que puede tenerse presente en la fundaci6n de 10spueblos de indios y espugoles que deben fundame en todo elespacio medio entre el rio BCo BCo y Archipielago de Chiloe.Como su nombre lo indica, buena parte de ella refiBresea la ereccidn de pueblos de indios ysus disposiciones en este sentido las analizaremos a1 tratar de ellos en especial. En loque respecta a 10s de espafioles, destacaremoa que se proponela fundacidn de villas de vecindario mixto espafiol-indigena;que prev6 fundaciones en la jurisdiccih del Gobierno de Val-divia y la afluencia a ellas de vecinos de Chilob, por haberlopedido aai SUB habitantes en repetidas ocasiones. Esta pobla-cidn espafiola de las islas del sur daria suficiente cantidadcomo para poder poblar diez o doce pueblos de cien vecinos,permitiendo las comunicaciones y la conversi6n de 10s indioscuncos, como el embarazo conmano poderosa a 10seuropeoscualquiera plantacidn que emprendan en las islas. Hay quedecir que la Instrucci6n segunda va en este punto mhs lejoshasta llegar a proponer la transmigracih total de indios Yespafioles de Chilo6 a1 continente, suponiendo Sean m6s segu-raS ]as islas desiertas que pobladas; citando a este prop6sito10s estragos causados en el siglo anterior por la piraterla

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    holandesa, sostiene que el no encontrar viveres evitar6 nuevosintentos y salvard muchas vidas de matanzas sanguinarias.Desde ya diremos que aqui hay una perspectiva ingenua de10s hechos, pues, junto con desconocer la existencia de mbsde ochenta pueblos de indios en Chilo6, en tal caso, extermina-dos, propone en seguida la erecci6n de otros a6n mhs a1 sury en lugares mucho m5s expuestos y aislados como son lasislas de chonos y otras tribus en las doscientas leguas de costahasta el Estrecho, precisamente para evitar establecimientoseuropeos.

    No quedan fuera de las miras de la InstruccGn las vastasextensiones atlknticas del reino -de Chile y en un esfuerzoque enaltece la visidn de su redactor, aborda tambiCn las fun-daciones de aquel distante territorio, ahora perteneciente a laRep6blica Argentina (16). NO istando del archipiClago deChilo6 - d i c e a1 respecto- mhs de 150 leguas 10s puertosde San Julih, Camarones y Buenos Aires, continuando lasfundaciones hacia dichos parajes, se hace muy fiicil la resis-kncia a 10s establecimientos que las naciones proyecten enchos puertos y se facilita la entrada para la conversi6n ypoblaci6n de 10s patagones y otros indios del estrecho. . .junto con dilucidarse definitivamente la inc6gnita de la ima-ginada ciudad de 10s CQares, tan fomentada por 1- vecinosde Chilo6.

    La Instruccitjn prevC en seguida la posibilidad de defen.sa de las fundaciones establecidas en esta regibn, amenazadaspor la vecindad de naturales agresivos ;discurre dos medidas :una que se den la mano 10spueblos, no distando uno de otroarriba de seis leguas, para evitar la trhgica experiencia dela ruina de las antiguas siete ciudades, con su grande sepa-raci6n de treinta o cuarenta leguas que distaban unas deotras. La otra serii no establecer tierra adentro lugaralguno de indios ni espaiioles antes de formar un cord6n decinco o seis pueblos en cada uno de 10s rios caudalosos que se,encontraren; con seis villas a1 norte del Bio Bio, otras cincoo seis en la margen boreal del ToltCn se pondrii en jaque a10s impetuosos vecinos de la otra ribera. Los rios Valdivia yBueno permitirhn id6ntica estratagema, corno 10sque medienhasta el mismo Estrecho; la prudente distancia de todas Iasftlsdaciones respecto a la costa evitard el peligro de lm inva--uropeas.

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    37ContinLia el documento especificando 10s fondos que seha dignado conceder el Rey para este plan ;beneficio de titu-10s de Castilla, aumento de 10s quintos de or0 de la Casa de

    Moneda de Santiago, un pr6stamo de 20.000 pesos y extrac-ciones a 10s situados de Valdivia y Concepci6n.Disposiciones especiales indican que la parte urbanisticade las villas proyectadas en esta segunda Instruccih deberziregirse por 10sprincipios estipulados en la primera, a1 igualque en lo referente a privilegios concedidos; se dividiriin 10slugares con la simetria y disposici6n expresada, como tam-bi6n el repartimiento de las huertas y sementeras a dos ho-jas. El cumplimiento del plan garantizarii la autosubsisten-cia de las costosa Plaza de Valdivia, har6 defendible el reino,abririi las comunicaciones cerradas hacia siglo y medio y ,una puerta franca para la correspondencia con Buenos Airesen todas las estaciones del aiio.. ., permitirh la conversi6nde 10s patagones, evitarii todo establecimiento europeo enChile, a1 vedar su instalaci6n en Chilob, en las costas del surde las cercanias del Estrecho, o en las del norte, que tiranpara el rio de la Plata.Una valoracidn de conjunto de estas dos importantespiezag legales nos permite reconocer en ellas un intento a altonivel de politica fundacional, muchas veces negado a1 procesode la colonizaci6n espaiiola. Seria vulgar descalificar su im-portancia por el hecho de que no se cumpli6 en todas SUBpartes ;est0 es propio de todo plan ambicioso, cuya aplicaci6ndebia desarrollarse en un largo period0 de tiempo. El augefundacional de Chile en el siglo XVIII reconoce en todo estecuerpo legal s u authntica palanca; la Repfiblica, pasados 10sincidentes de la revoluci6n separatista, heredaria sus postu-lados y tal vez, insensiblemente, en su propia politica funda-cional desarrollada en el siglo XIX y lo que lleva del XX, noharia otra cosa que seguir en SUB lineas generales las direc-trices de estas instrucciones.Es oportuno agregar aun que toda esta legislacidn espe-cial supone la aplicaci6n del derecho comiin codificado en laRecopilaci6n de 1680, en posteriores c6dulas y reales 6rdenes.A1 echarse las bases de San Francisco de la Selva, en agostode 1744, a Junta de Poblaciones recomendaria se haga todoen la forma y con las circunstancias que previenen las LeyeeReales de Indias, citando explicitamente 10s distintos libroe6 6

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    y titulos 12; en 10s autos del traslado de Concepci6n, el ObispTor0 Zambrano alega que el sitio elegido carecia de las calf;dades prevenidas por las b y e s de Indias, Libro IV, ley pri.mera, titulo V y la ley segunda, titulo VI1 y tercera demismo libro 13; atin mas, en la ubicaci6n del hospital, cornm b tarde en 1786, en la recova de Valparaiso, se sigueexactamente las viejas prevenciones legales sobre la materi(1846). En 10s autos sobre la poblaci6n de Alhu6, en 1753,cita explicitamente la ley 10, itulo V, Libro IV de Indias 14,Las antiguas recopiladas, las promulgadas especialmentpara Chile a mediados del XVIII n Madrid y las instruccionelocales impartidas en el mismo pais por 10s gobernadoreconstituyen un denso aparato legal que encauza el vasto plansu anhlisis detenido, aqui meramente esbozado, permitiraquilatar m5s prof undamente el desarrollo del urbanismindiano y su historial particular en Chile.

    El fendmeno que venimos estudiando coinciae con uproceso observado coetheamente en tdas las provincias hispanoamericanas ; para su debida apreciacidn deberemos cor imer mejor el detalle de lo ocumido en el Rio de la PlataParaguay, Nueva Granada o California. Miis atin, mrO necesario conocer m b detalladamente 10s padrones levantados eel mismo Chile en 1778 para apreciar si las poblaciones pasaron efectivamente, y en que grado de la etapa fundacional,ser polos de crecimiento de un tipo nuevo de economia y sociedad (7), si prevaleci6 el t i p de ciudad centrifuga quexplota sus inmediaciones o si se vislumbr6 -acaso en Santiago- el tipo centripeto, propio de las ciudades europeasmercantiles y menos explotativas, centros de atraccidn de lafuentes econ6micas de la regi6n (31). .2 A.G.I., Chile 137.13 C . G . 677.14 C.G. 618.

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    ~l proceso fundaciomal 39De valor nos parece una observaei6n que se desprendede la distribuci6n general de las fundaciones dentro de lageografia del pais ; lama la atenci6n la preferencia marcada

    por las zonas interiores o mediterrheas, en desmedro de lasmaritimas que, como San Carlos de Ancud, son verdadera-mente excepcionales. Se eligen expresamente lugares cuyaconexitin f avorece el desarrollo econ6mico y comercial :hemosvisto que las instrucciones suponen tal conexibn, a1 ubicarlas fundaciones en el camino real, y que solucionan el proble-ma de sus puentes ;es ilustrativo que un inspector oficial se-fiale en 1796 que la experiencia dicta que en este reino hantomado mayor incremento las poblaciones puestas sobre 10scaminos reales (40) (liimina V) .No puede dejar de sefialarse, en h d o el promo, la im-portancia que 61 encierra desde el punto de vista social, comouna expresitin m8s del movimiento en pro de la elevad6n dela dignidad humana del indio, reflejada en la atenci6n conce-dida a la creaci6n de pueblos especiales para elloa. Si su in-madurez impidi6 concretarIos en el su r , la zona central y e?llamado norte chico dieron wn notable pas0 en este sentido.Es interesante destacar en la zona m&s estabilizada del paisindicios notables del prweso de culturizacitin del indio a1 co-laborar activamente en el plan mismo de fundaciones, buenailustracitin de lo cual e;s la donaci6n de 10s terrenos para lavilla de Rancagua por el caeique don To& Guaglh y 10s dela antigua 0so1-110por Xil. Seiialaremos m8s adelante el va-lor profundo de las frustradas fundaciones de pueblos deindios por el Presidente Guill y Gonzaga, pionero de un plandificil que a610 lograria cumplir con otros m6todos la Repti-b h a rn8s de un siglo despu6s.Indicamos el valor de la copiosa documentaci6n legalacumulada; diremos finalmente que su anblisis reviste uncarikter sefialado desde otro punto de vista; como en gocosescenarios el colonizador hub0 de desplegar en Chile mks te-nacidad en s u tar=. Amenazado por una r m ind6mitaigualmente tenaz en la defensa de s u libertad, frente a AvidasY regulares incursiones pirgticas que amenazaban la existen-cia misma del reino como parte integrante de la monarquiaespafiola, contra sismos, maremotos e incendios que reduje-ron en breves momentos a escombros obras de siglos, el PO-blador, como acaso en ninguna otra parte de America, h u bde redoblar SUB energias para hacer de esta tierra esquiva

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    per0 cautivante un pais civilizado; acaso en ningiin otro shalla sumado tal n6mero de fundaciones, como resultado dlas sucesivas e insistentes reincidencias en volver a levantalo que el hombre o 10selementos empeiiitbanse en arrebatarUna desafiante voluntad de supervivencia parece gravitasobre estas castigadas ciudades que, finalmente, por lo menos en su mayoria, lograrhn trasponer sus pruebas parllegar con vida a nuestra bpoca, con un historial gritvido dheroicos episodios.

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    IV. Realiwtciones

    El plano de cuadricula, usado en Asiria, en Grecia y entodas las colonias del imperio romano, que lo traslado a Es-pafia, se reprodujo a lo largo de la Edad Media, dentro de laPeninsula, en ejemplos variados, distribuidos desde PuenteLa Reina a Santa Fe, fundadas entre 1104 y 1492. Enraizadoen una tradici6n ya netamente espafiola y propuesto por tra-tadistas levantinos en pleno siglo XIV como modelo para la. ciudad ideal, llega despues de la 6ltima de las fundaciones ci-tadas a Amhrica, donde ya se admira en la segunda funda-ci6n de Santo Domingo, en la Espafiola (1502) y luego entodas las poblaciones establecidas sucesivamente, no s610 eneste continente, sin0 mirs lejos, en la distante Oceania, muchoantes de que, en 1573,Felipe I1 pusiese su firma a las prime-ras normas legales que establecerian sus caracteristicas espe-cificas (25) .

    La fuerza de esta costumbre, trasmitida, m8s que porconductos meramente legales, por una authtica tradici6n enel sentido filol6gico del tbrmino, no se alteraria en uno de 10extremos de aquel vasto imperio, en el siglo XVIII. La excep-ci6n de la Plaza de Nacimiento, parece no ser sino el ejemplonecesario para confirmar la regla y su desarrollo y deriva-ci6n ulterior, su comprobaci6n. \

    En el plano de damero 10s observadores europeos vieronel orden y la armonia frente a1 caos urbano de las tortuosaeciudades de la morisma o de las antiguas poblaciones medie-vales, presionadas en su desarrollo por el estimulo de m6lti-plea determinantes; 10s criollos, a su vez, veian en la trazaregular la pulicia frente a la barbarie de 10s desordenadof

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    42 del s i g h XVZZZconglomerados indigenas a quienes, precisamente, se intenta-ba civilizar reducibndolos a pueblo.

    A1 estudiar el espacio urbano veremos que la repetidaortogonalidad del plano de damero no fue 6bice para valora-ciones que jerarquiaaron espacios determinados, que alterna-ron en concertado equilibrio el dinamismo de a c m s y caucesde repetida circulaei6n con el remanso esutico de plazas yplazuelas, realzadas, aqui y all& por la presencia de noblesconstrucciones. No siendo de ninguna manera la ciudad bni-camente el dibujo de su planta, sino, sobre todo, su alzado, elcircunscribir la apreeiaci6n critica, &lo al estudio de las tra-zas, sin atender a lo que se levant6 en ella, irnplicarizt caeren el error que con justicia se irnputa a la mala critica arqui-tectbnica, que se detiene en el estudio de 1as plantas y decora-ciones estilisticas de 10s edificios sin apreciarlos a la luz de10s efectos espaciales logrados en sw interioridad o en susproyecciones externas.Tanto las instrucciones estvdiadas como las ordenanzaslocales estipularon en Chile las caracteristicas del plano dedamero, aludiendo incluao en cierto pitipid que no bermos lo-grado ver. Las realizaciones, en cambio, noa ofremn la con-creci6n de esos dibujos elementales, que podemss admirarhoy en tantas poblaciones en que, por no haber si& trastof-nadas por la avalancha del deaarrollo industrial, es posibleapreciar a h on lm adiciones constructivas de bpcrcas poste-riores, la intenci6n buscada p m us artifices primitivos.En algunos casos la ciudad fundada segh el esquema dedamero quiebra o altera la geometricidad de sus lineas por elus0 y abuso de SUB habitantes ;un accidente topogriifico (la-mina X V ) , una ondulaci6n del terreno, un trajin repetido, laimportancia de determinado edificio (l6rnina XVI) , estre-chan una calle o ensanchan otra La regularidad entonces seenriquece, preside tiicitamente una voluntad ordenadora a laque se sobrepone un sentimiento vivo subre el USQ de las cosasa1 servicio del hombre; la pestrera acumulaci6n de diversosestratos- de construcciones del siglo XVIII o XIX haeen llegaralgunas de estas ciudades hasta nuestros dias con un c a r bter y una personalidad no siemgre logrado por las rigidamen-te geom6tricas plantas de damero o las de traza completa-mente libre (liimina XVII ) .Ese mismo trazado ortogonal determina el volumen delas construcciones, desbordalos lindes de las villas y tiene un

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    Realixacions8 43eco en la divisidn de la tierra de 10s aledaiios, la direccidn de10s caminos, la disposici6n de las arboledas, de las alamedasen largas hileras. El orden de la ciudad se prolonga a susalrededores estableciendo una unidad que por sus dimensio-nes adquiere una majestad sobrecogedora (23).San Felipe, Melipilla, Alhu6, multitud de otros pueblos,pueden servir como buenos ejemplos donde apreciar el obje-tivo buscado y logrado en estas fundaciones que, en su kpoca,respondian plenamente a las necesidades prkcticas y el senti-miento est6tico de sus habitantes. El plano de damero se pro-dig6 en proporci6n abrumadora en las poblaciones del sigloXVIII con tanta generosidad como en el XVI, llegando a sercomo su sello caracteristico ; as demks variantes que reseiia-mos representan, si no ejemplos excepcionales, notoria mi-noria.

    La planta Tadiante

    El cas0 de la Plaza de Nacimiento significa precisamentela excepcibn.Habia sido fundada como fuerte por el gobernador Alon-SO de Ribera, en la Navidad de 1604, en las juntas del Bio B ~con el Vergara en un lugar a la vez estrat6gico y espectacularpor las vistas que dominaba desde su cima. De largo historialen 10sanales de la guerra de Arauco, conserv6 su carhcter defortaleza hasta que el Presidente Amat proyect6 su remodela-ci6n, dkndole el rango de villa el 20 de agosto de 1756.Del detalle de esta ceremonia se desprende que el autorde su traza fue el mismo gobernador, cuya pasi6n por lascosas castrenses e ingenieriles, por lo demks, queda atestigua-da por varias fuentes. Tor cuanto la configuraci6n del te-rreno de esta Villa -dice el acta- es la de un cuadrilongodesigual y a manera de cola de golondrina pas6 Su Sehoriaa delinear su fortificaci6n respecto a ser esta Plaza la m6a

    -xpuepta y mexor.

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    vrqd

    El conjunto pertenece a1 tip0 de fortificacibn permanen-te abaluartada ; lama la atenci6n en su estructura la despro-porcionada progresi6n radial que hace de la plaza un elemen-to microc6falo en relaci6n a1 cuerpo total de la villa. Sedistinguen claramente las des parte8 del conjunto: el castillo,ciudadela poligona cuadrangular, irregular, con cuatro ba-luartes semejantes dos a dos, de magnitudes bajo de las pre-ceptivas, y el hornaveque, tknicamente bien pensado perodesproporcionado y desajustado respecto a su funci6n devilla.Lo componen dos baluartes regulares, un revellin conplaza de amas y puentes levadizos, todo ello de progorcionesdesusadas, ejemplo tipico de la llamada escuela hispanoame-&ana de fortificacicin, M$s libre en relxi6n a la europea,,nfluida por condidonamientos geogrhficos y facctores politi-co-humanos distinbx a 1- de aquel medio (lbmina IV) .

    Sabemes que en 1762 existian en el hsrnaveque 73 casasde adobe de vecinos espaiioles y tres ranchos de paja, fuerade la poblaei6n indfgena. En Bas planoe de 1756 y 1757, serepiten puntualmente las caraderisticas msefiadas;10spos-terior& revelan l w variantes que de hecho surgieron: laplaza no pareee haber rwtificado sus lineas w&n el proyedode Amat, sino consemado su disposicih antigua, informal;uno de 1860, muestra, bastante estropeado, el diseiio radialde las calks, en tanto que otro de tres afios despuks exhibela planta totalmente riegularizada, demostrando elwuentemen.te el triunfo del viejo patr6n de drunero sobre las novedadefimpuestas por la faundia ingenieril del gobernante. Sinduda, 10s sitios, cada uno ligeramente trapezoidal, debieronconstituir un rompecahzas para 10s constructores, a1 edifi.Carlos. La ealidad de loe mums externos del hornavequeluego en prematuro proem de ruina, el deeaimiento de laguerra de Arauco, que b c i a superflua su costma reparacibn,conspirarian para aflojar el diseiio original, permitiendo asu s habitantes volver instintivamente a lo que se hallabanacostumbrados. La planta de Macimiento, emparentada con

    * k del castillo de San Marlos de Apalache, en la Florida Occi-dental, es excepcional entre las ciudades8 vaci6n postrera confirma la fasci.e porhneos ejerci6 el popular 'esqu.a

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    Realizadonsa 45El traxctdo irregular

    Explicados 10s origenes de las llamadas trazas libres,resta s610 detenernos en la consideraci6n de algunos ejemplos.En casos como San Francisco del Monte o Pelequhn, elpoblado se origina a lo largo de caminos pdblicos en 10s cua-les alguna referencia previa centra mayor poblaci6n hastaconducir a la concreci6n de una villa. En el primer0 de 10spueblos nombrados el elemento aglutinador ea el viejo con-vento franciscano y las casas, miis que rodearlo, conducen a61 en un esquema lineal :todo el trazo de esta poblacih, diceun cronista del siglo XVIII, se reduce a una calle ancha y largapor donde transitan 10s carruajes que van a1 puerto de Valpa-raiso (8). En el segundo, antes de su formalizaci6n envilla, un observador ya vaticina su futuro diciendo que pa-rece m6s bien una calle que camino; la villa de Rere, a1 serdelineada en 1751, ropieza con la irregular distribuci6n deimportantes edificios preexistentes, antes levantados en plenocampo; se confiri6 con madura reflexi6n -rezan 10s docu-mentos- sobre el paraje en que se debia asignar la plaza yaunque 6sta se debia arreglar en frente de la iglesia parro-quial, que dista de la Compafiia de Jesds, poco miis de doscuadras y media, por no prmitirlo el terreno y porque laiglesia parroquial est5 fabricada en 10s extramuros de la PO-blaci6n.. . qued6 determinado que la dicha plaza se formasea1 frente del Colegio de la Compafiia y que no se le diese lacuadra perfecta de ciudad.. . dejando la calle principal ymayor por medio de la plaza, a fin de no ofender 10sedificiosque hay. . . 18.

    Copiap6 es regularizada en 1741,pero se arregla s610 amedias su antigua y desgreiiada poblacih (47) La Ligua,Petorca y otras fundaciones menores son erigidas despu6sque una poblaci6n previa se ha asentado en el lugar; desdesu fundaci6n solemne tienen una proporci6n acentuadamenteapaisada (18minas V, VI y VII ) , germen, en muchos casos,de zonas irregulares. Entre 10sviejos poblados que alcanzanun desenvolvimiento m5s definitivo en esa 6mca se destacaValparaiso, cadato de Santiago. dia miis frecuentado por el comercio, Y

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    I

    46 L a ciudad ch&ma del siglo XVZZDe data inmemorial, informe por no haber sido nuneafundado, despechado por no haber logrado titulo de ciudad,armas, ni santss patronos hasta 1802 16, Valparaiso repre-

    sentaba un caso especial dentro del elenco de las ciudades delreino. Su estrechez, determinada por su proximidad a la zonaaprovechable como puerto, gener6 una t r s a libre, fomentadapor la espontaneidad de las circulaciones y el aprovechamien-to de 10s faldeos de loa cerros, en 10s que, fatalmente, comenz6a remontarse la poblacidn urbana. Los viajeros de la Cpocacriticaron el aspect0 del desordenado villorrio en la mismaproporci6n en que alabaron el rectilineo trazado de laa eiuda-des del interior, juicio clave para la mejor comprensi6n de 10sgustos del periodo, opuestos a 10s nuestros, que reaccionabanfrente a un desorden que en Europa 10s agobiaba y ante el cualla cuadricula indiana significaba modernidad y liberacih.Las casas del primer puerto comercial de Chile serpen-tearon en el fondo de apretadas quebradas, agrupadas en tor-no a iglesias y conventos cuyas torres desaparecian ahogadaspor 10s cerros. Castillos y baterias cifieron el Ambits de labahia y sobre ellos tambi6n tregaron construcciones civilescomo enredaderas a la copa de un Arbol (liiminas XXII yXXVIII) . Sin embargo, en esta Cpoca es cuando se habilitacomo zona urbana la agradable planicie del Almendral, objetode las iqstrucciones estudiadas, donde de inmediato un pro-ceso de regularizacih teje la cuadrieula, invariablementeunida en su exactitud a1 acto fundacional ;el nuevo barrio deValparaiso, por esta dltima raz6n, tampoco resultarA plena-mente geomCtrico, las sobredichas poblaciones (Puerto yAlmendral), sentenciarii alguien, como no se hicieron de pro-p6sito en su principio, no guardan la regularidad de las otrasque se han hecho en Chile (18).

    Repoblaciones y trashdosBuena parte de la aetividad del siglo la ocupan 10s tras-

    lados de antiguas ciudades o aun de las creadas dentro delperiodo, hecho caracteristico de la Cpoca, cuando todavia se16 Cfr. C.G. 938.

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    echaban de menos 10s antecedentes que luego permitieron co-nocer con antelaci6n 10sdefectos de 10semplazamientos elegi-dos; entonces era la misma experiencia la que dictaba laoportunidad de una medida de esta especie; sucesos de pre-visi6n tan incierta como terremotos o inundaciones de mars610 despues de sufridos evidenciaban la necesidad de cambios.En el cas0 de Chillan es el terremoto del 24 de mayo de1751, a1 sacar de su curso el rio y arrasar la vieja ciudad, elfactor que decide su traslado, no el finico de su accidentadaexistencia (8). El cas0 de la villa del Duke Nombre de Ma-ria de Jiiuregui seria el de un poblado de reciente fundaci6nen el cual la experiencia aconsejaria el cambio en un period0a6n oportuno :a1 descubrirse, en marm de 1765, que 10s fun-dadores agraciados con solares se resistian a construir, lasautoridadea conminkronlos a hacerlo en un plazo de 15 diasBO las penas que pasado dicho tkrmino se daria cuenta a SuSeiioria para que se sirva aplicarles ... . Se aleg6 que la ex-periencia habiales eonvencido de la gran humedad del sitioy lo que era de mayor gravedad, la importunidad de ciertoestero que mediaba la villa, del que en el invierno pr6ximopasado acaecieron dos avenidas tan grandes que sal% estevecindario de huida por 10s cerros con tal riesgo de la vida,salud y contra la deencia y natural honestidad del sex0 fe-menil, pues por h a k r sido el iiltimo a horas incompetentes,se siguieron no pocos eadndalos.. . Los confusos vecinosno se arriesgaban m8s que a levantar precarios ranchos de10s que huyendo lo m8s del aiio salimos sus individuos abuscar mejor temple por 10squebrantos que expsrimentamosen nuestras saludes; a media legua, en efecto, miraban codi-ciosos un garaje apetecible, a1 cual, con la graciosa venia dela Junta de Poblaciones lograrian trasladar la villa 17.

    En diciembre de 1753,es la antigua y hermosa ciudad dela Serena la que se intenta trasladar, visto el terror de sushabitantes frente a la constante amenaza de su destrucci6n--corn0 ocurriera dos veces en el siglo anterior- por 10s pi-ratas Is. En 1760, se lleva, aunque no totalmente, a la prkcti-ca la traslaci6n de la antigua Valdivia a la isla de Mancerapor razones estratkgicas 19. Per0 el traslado por antonomasia,17 C.G. 309.18 C.G. 560.l9 Varios 319.

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    48el que llena medio siglo con sus interminables tramitacionesy discusiones, es el de la vieja Concepci6n, caracteristico cornmodelo de traslacih y que como tal trataremos aparte.

    Junto a la tarea de 10s traslados, la de las repoblacionellena otra parcela del quehacer urbanistico chileno del siglo XVIII.Destruidas las siete ciudades a1 final del XVI y principiodel XVII, victimas otras de despoblaciones preventivas ante eataque inminente del enemigo, de cataclismos o destructoresfendmenos naturales, la tarea f undacional, restringida a1 cariicter especif ico de repoblacih, conoci6 interesantes ejemplos. Miis lejos aiin, ellos se insertan en un plan igualmentvasto que contemplaba la restauracih total de las ciudadeantiguas, parte del cual llev6se a la priictica en forma parciaen el siglo XVII con Castro, La Serena, Chilliin, Angol o Valdivia, asoladas cada una por distintas causas y repobladacon grandes esfuerzos, aunque no con el criterio amplioeficaz que caracterizaria en este punto la politica de la Coronen el siglo que nos preocupa. Los planes totales no pudierollevarse enteramente a cab0 por dificultades insalvables. LRepiiblica tambien 10s heredaria y solo las campafias del 61timo tercio del siglo XIX, y la fundaci6n de Temuco en 188d u c e s o r a de la antigua Imperial- vendrian a darle cabacumplimiento.De 10s primeros proyectos que incluyen la repoblacide las siete ciudades, es el citado de C6rdoba Figueroa, denero de 1737 ( 5 8 ) . El Presidente Manso, en el ParlamentGeneral de Tapihue, en diciembre del afio siguiente, negocicon 10s naturales las repoblaciones de La Imperial y Osornocomo medio para facilitar la reducci6n y conversi6n a1 catolicismo de aquellos Erbaros que viven en las oscuridades dla ciega infidelidad y de la apostasia, a pesar de la inmediaci6n y del trato frecuente con las colonias espafiolas (8).Dos Mariano Machado de Chiivez y Osorio, en cierto voluminoso infolio dirigido a Carlos I11 e intitulado MemoriaInformativo, Arbitratiwo, Politico Legal. . . extensivo a lanecesidades de toda la America del Sur, propuso puntualmente el restablecimiento de seis ciudades que en el reinde Chile destruyeron loa indios araucanos en el afio 1699 ..

    20 Biblioteca de Palacio, Madrid, Ma. 1638.

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    Pero de 10s m6s notables proyectos, por lo concreto,realista y, de hechg, comenzado, fue el propuesto por el Pre-sidente OHiggins a1 Ministro de Indias, Conde de Campo deMange, en agosto de 1792. Contemplaba 61 no solo la repo-blaci6n de Villarrica, Imperial y Angol, la conexi6n de susantiguos caminos con Valdivia y -a trav6s de la recien re-descubierta Osorno- con Chiloe, sino mucho miis lejos, laabertura de la comunicaci6n con Buenos Aires a traves delboquete de Villarrica, en plena cordillera, para lo cual la8 au-toridades peninsulares facultaron a1 virrey del Rio de laPlata para que realizara 10s reconocimientos, mientras elCapitiin General de Chile hacia lo propio desde la bandaopuesta. El proyecto de la repoblaci6n de Osorno se verific6;en junio de 1794 se adelantaban 10s reconocimientos cordille-ranos, que el alejamiento de OHiggins del mando de Chile,las invasiones inglesas de Buenos Aires y finalmente las gue-rras de la Independencia, impedirian consumar 21.

    Dos realizaciones de grandes alientos ilustran el procedi-miento de las traslaciones o repoblaciones, diferente, aunquecon estrechas similitudes, a1 de una fundaci6n heeha partien-do de nada. Son 10s casos de Concepci6n y Osorno.El primitivo sitio de Concepci6n, asolado varias vecespor sismos y maremotos, lo fue en forma definitiva, por elcataclismo de mayo de 1751. La antigua ciudad contaba conuna de las plantas miis interesantes del reino (liimina XXVI)y a SUB habitantes resultiibales dificil abandonarla;hastiados,sin embargo, de la periodicidad de tales calistrofes, y las au-toridades reales, de la sangria de vidas y dineros que costabasu manutencibn, decidieronse por el traslado. Bajo el direct0inter& del Presidente Ortiz de Rozas y con el informe delingeniero irlandes don Juan Garland y White, eligi6se entre10stres sitios propuestos el definitivo -valle de la Mocha-,actu6ndose en cada paso con una reflexi6n que hace del cas0un modelo.Fue notable, en la traslaci6n de ConcepcZm, la diversidadde pareceres surgida luego de adoptados oficialmente estoscriterios. Una larga disputa con el Obispo Toro Zambranoretard6 hasta el fallecimiento de este, en mayo de 1760, aconsumaci6n de la empresa. El sello de discordia se exten-deria m6s tarde a la apreciaci6n de sus resultados finales.

    81 A. F. ., Chile 199.

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    ntras describe a la vez que critica su planta, un testiganota que la ciudad estb delineada noreste y sudoeste y poreso batida de tados 10s vientos generales. Para el norte nohay edificio alguna resguardado y el sur. . . sopla reciamenteen primavera y verano por toda la poblaci6n levantando tor-bellinos de polvo, arena y chinillas, que con toda propiedadpuede decir cualquiera de sus moradores que no se ve depolvo.. . Las calles son derechas y tiradas de sureste y nor-oeste, defect0 que, aunque pernicioso, se hizo de intento paraque diesen vista a1 Bio Bio. . . Pero las muchas aguas de lasfrecuentes lluvias que resumen en su sixelo no tienen desagiie-en las calles y les falta el declive que les debi6 progorcionarel facultativo que hizo su nivelaci6n (8). Otro informante,mbs optimista, sefiala que su planta imita la de Satiago,con sola la diferencia que aqui han dado a estas filtimas [lascalles] cuatro varas mhs para dar escape en tiempo de terre-moto. Se destaca que las iglesias se han distribuido de modoque toqas tienen igual distancia de la plaza, a excepci6n de lacatedral, que est& en ella. Sa