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 53 E n el interior de las villas medievales puede establecerse una división en- tre aquellos espacios pertenecientes a los particulares, fundamentalmente las vivien- das, y aquellos que por su propia con- cepción –calles, plazas, murallas y caminos– o por su función –iglesias o mercados– eran considerados como espacios públicos o de la comunidad. En el espacio público de las villas se establecía la co- municación entre los vecinos siendo, por tanto, el centro cívico de la comunidad ciudadana. La mayor parte de los núcleos urbanos medievales nacidos en torno al Mediterráneo son herederos de la ciudad grecorromana, la civitas  , en la que el espa- cio público tiene un peso fundamental como lugar de relación y de socialización. La ciudad musulmana y la town anglosajo- na, en terminología de Chueca Goitia, son completamente ajenas a esta realidad pues los espacios públicos se ven reducidos en ellas a la mínima expresión, careciendo de las particularidades que la ciudad grecorro- mana posee 1 . Las villas vascas creadas en la Edad Media son claro reflejo de la realidad des- crita. Aunque los espacios públicos sólo representan una mínima parte del total de la villa son, sin embargo, los que concen- tran la práctica totalidad de la actividad urbana. En ellos se habla y se discute, se comercia y se reza, se disfruta y se sufre... se vive, en fin. Es en la calle, en la plaza, en el mercado o en la iglesia donde la vida urba- na se manifies- ta, donde la ciu- dad se hace me- recedora de su nombre por un modo de enten- der la sociedad notablemente distinto al pro- pio del medio rural. Si la ciu- dad es, ante to- do, un estado de ánimo 2  , es en el ámbito públi- co donde éste se hace palpable. 6.1. El recinto urbano Las cartas-puebla de las villas vizcaínas, como el conjunto de las villas vascas, ofre- cen muy poca información acerca del emplazamiento y de la morfología de los asentamientos urbanos. Mientras los dere- chos y deberes de la comunidad, los térmi- nos municipales y otros aspectos aparecen específicados en mayor o menor grado los primeros quedan sumidos en la mayor de las oscuridades, por lo que el estudio sobre el terreno resulta imprescindibl e 3 . Por lo que respecta al emplazamiento de Bilbao hay que señalar como primera carac- terística que se sitúa en una posición poco dominante sobre el territorio aledaño, al igual que sucede con el conjunto de las villas vizcaínas salvo, en cierta medida, el 6. El espacio público de la villa de Bilbao EL ESPACIO PÚBLICO DE BILBAO

la ciudad de bilbao

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la antigua ciudad de bilbao, descripcion de la antigua ciudad de bilbao urbanismo y espacios publicos

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    En el interior de las villas medievalespuede establecerse una divisin en-tre aquellos espacios pertenecientes a losparticulares, fundamentalmente las vivien-das, y aquellos quepor su propia con-cepcin calles,plazas, murallas ycaminos o por sufuncin iglesias omercados eranconsiderados comoespacios pblicos ode la comunidad.

    En el espaciopblico de las villasse estableca la co-municacin entrelos vecinos siendo,por tanto, el centro cvico de la comunidadciudadana. La mayor parte de los ncleosurbanos medievales nacidos en torno alMediterrneo son herederos de la ciudadgrecorromana, la civitas, en la que el espa-cio pblico tiene un peso fundamentalcomo lugar de relacin y de socializacin.La ciudad musulmana y la town anglosajo-na, en terminologa de Chueca Goitia, soncompletamente ajenas a esta realidad pueslos espacios pblicos se ven reducidos enellas a la mnima expresin, careciendo delas particularidades que la ciudad grecorro-mana posee1.

    Las villas vascas creadas en la EdadMedia son claro reflejo de la realidad des-crita. Aunque los espacios pblicos slorepresentan una mnima parte del total dela villa son, sin embargo, los que concen-tran la prctica totalidad de la actividad

    urbana. En ellos se habla y se discute, secomercia y se reza, se disfruta y se sufre... sevive, en fin. Es en la calle, en la plaza, en elmercado o en la iglesia donde la vida urba-

    na se manifies-ta, donde la ciu-dad se hace me-recedora de sunombre por unmodo de enten-der la sociedadnotablementedistinto al pro-pio del mediorural. Si la ciu-dad es, ante to-do, un estadode nimo2, es enel mbito pbli-

    co donde ste se hace palpable.6.1. El recinto urbano

    Las cartas-puebla de las villas vizcanas,como el conjunto de las villas vascas, ofre-cen muy poca informacin acerca delemplazamiento y de la morfologa de losasentamientos urbanos. Mientras los dere-chos y deberes de la comunidad, los trmi-nos municipales y otros aspectos aparecenespecficados en mayor o menor grado losprimeros quedan sumidos en la mayor delas oscuridades, por lo que el estudio sobreel terreno resulta imprescindible3.

    Por lo que respecta al emplazamiento deBilbao hay que sealar como primera carac-terstica que se sita en una posicin pocodominante sobre el territorio aledao, aligual que sucede con el conjunto de lasvillas vizcanas salvo, en cierta medida, el

    6. El espacio pblico de lavilla de Bilbao

    EL ESPACIO PBLICO DE BILBAO

  • caso de Rigoitia. Bilbao se localiza en unllano cercano a la ra, fcilmente inundabley rodeado de elevaciones por doquier. Encuanto a la orientacin, el caso de Bilbaopresenta la particularidad de contar conuna planta compacta en la cual es difcil dis-cernir con claridad cual es la orientacin

    principal, siendo la E-O la ms repetida enlas villas vizcanas.

    Por lo que atae a la morfologa, lasvillas vizcanas presentan la imagen acos-tumbrada de las urbes medievales: una

    aglomeracin de viviendas rodeadas poruna muralla en torno a una o varias igle-sias y, en algunos casos, tambin de algunafortaleza. Su imagen destaca profunda-mente frente a la Tierra Llana en derredor,en la que el casero es disperso y sin amu-rallar.

    Pero la villa no es slo el espacio quequeda dentro de las murallas sino tambinel trmino rural que la rodea, con el que seestablece una relacin continua y muy estre-cha4, y los arrabales que en l se asientan.

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    RECINTO MEDIEVAL SOBRE EL PARCELARIO ACTUAL

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    Parcelario Actual

    Primitivo recinto medieval

    Arrabales: (1) San Nicols, (2) Arenal, (3) Ibeni, (4) Allende la Puente

    de

    Bilbao

    Ra

  • No obstante, el verdadero ncleo de la ciu-dad es el recinto murado, siendo el que gozade las principales ventajas jurdicas. A conti-nuacin se tratan los diferentes mbitos queintegraban la villa medieval de Bilbao,comenzando por este espacio interior.6.1.1. El espacio intramuros

    Se ha escrito que las Siete Calles deBilbao constituyen uno de los ejemplos msnotables de ciudades medievales realizadascon arreglo a un plan concreto5. Cier-tamente, contemplando el plano del cascoviejo de Bilbao as como el de otras villasvizcanas medievales se pone en seriasdudas la idea tradicional de que la ciudadmedieval es un ente orgnico en el que eldesorden es un elemento indisociable.Como seala A. Rossi, nada hay ms falsoque definir como orgnica o espontnea laciudad gtica6.

    Las villas vizcanas, como el conjunto delas villas vascas, cntabras y asturianas,nacieron por una voluntad creadora.Aunque previamente pudieran existir en susolar pequeas poblaciones, su naturalezaes ser villas nuevas. Debido a ello, el planoes notablemente ordenado, tendiendo a lacreacin de trazados en damero. Las villasvascas se han puesto generalmente en rela-cin con las bastidas francesas, comoMontpazier, ejemplo por antonomasia deplano regular. Por su parte, Linazasoroentiende que existe un cierto paralelismo delas villas vizcanas con los ricetti piamonte-ses, poblaciones italianas construidas casitodas en el siglo XIV y destinadas al dep-sito de vveres y a la defensa7.

    El caso concreto de Bilbao cuenta con uninterrogante de partida de difcil resolu-cin. La historiografa recoge la existenciaen la villa de Bilbao de dos etapas urbanasclaramente diferenciadas: una primer etapainmediata a la fundacin en la que la villacontara nicamente con tres calles y otraetapa posterior en la que el ncleo urbano

    alcanzara las siete calles que la caracteriza-ron hasta el presente. Las referencias docu-mentales que apoyan esta distincin sonmuy escasas y de discutible origen en algu-nos casos, pero la idea ha calado en la his-toriografa y debe ser tenida en cuenta8.

    En 1913 fue publicado por Carlos de laPlaza9 un grabado en el que se representa elsupuesto plano de Bilbao en 1375 con slotres de las siete calles: Somera, Artecalle yTendera. Segn esta interpretacin, lamuralla rodearia nicamente la parte Estede la poblacin, dejando indefenso todo elala Oeste de la villa. Unos aos antes, en1881, Juan E. Delmas public un grabado enel que se representaba el Bilbao de 1442 consus siete caractersticas calles10. Probable-mente el dibujo de 1913 sea un calco parcialdel de Delmas.

    Ambas representaciones cuentan connotables anacronismos y errores de consi-deracin. Los primeros se concretan en larepresentacin de la iglesia de Santiago consu claustro, el cual no se construy hasta elsiglo XVI, y la existencia del alczar, el cualhaba desaparecido ya para la primerafecha que se quiere representar. En cuanto alos errores los ms notables son la localiza-cin del portal de Ibeni, situado en lazaguera de una manzana, y la estructura delos solares junto al Portal de Zamudio, loscuales se alejan del trazado de la murallacuando lo normal es que fuera la cerca laque marcara su irregularidad. El grabadode 1913 seala el error de la localizacin delportal de Ibeni pero no lo corrige.

    La base documental de ambos dibujos,repetidos incansablemente desde su publi-cacin, nos es desconocida y tambin lo sonlas razones que llevaron a datar con tantaprecisin los momentos evolutivos que pre-tenden reflejar.

    La imagen que nos muestra el grabadode 1913 se correspondera segn el plantea-miento tradicional con la primera estructu-ra de la villa de Bilbao, a la que se le fueron

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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  • Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    MAPA PUBLICADO POR CARLOS DE LA PLAZA EN 1913

    MAPA PUBLICADO POR JUAN E. DELMAS EN 1881

  • aadiendo con posterioridad (entre finalesdel siglo XIV y principios del XV) las cuatrocalles del Oeste: Belosticalle, CarniceraVieja, Barrencalle y Barrencalle Barrena. Elindicio fundamental que apoya la hiptesisde las dos etapas evolutivas enla formacin del ncleo urbanobilbano es el valor intrnseco deltopnimo Artecalle calle delmedio. El esquema urbano contres calles paralelas, denomina-das en euskera Goienkale (la msalta), Artekale (la central) yBarrenkale (la ms baja), se plas-m frecuentemente en las villasvizcanas, amplindose en oca-siones a un mayor nmero decalles paralelas. As pues, el nom-bre de Artecalle vendra a signifi-car la existencia de una primitivaordenacin que contase nica-mente con tres calles paralelas.Sin embargo, el indicio es real-mente dbil, pues si bien es obviala significacin del topnimo Ar-tecalle tambin es cierto que lacalle ms baja de las tres no sedenomin Barrenkale, sino Ten-dera (y primitivamente calle de Santiago),siendo dada la primera denominacin a losdos viales ms bajos del plano de siete calles:las actuales Barrencalle y BarrencalleBarrena. Atendiendo al nombre de estas dosltimas calles s podra entenderse que pri-meramente se construyera Barrencalle (callebaja) y ms tarde Barrencalle Barrena (callepor debajo de la calle baja).

    As pues, si bien la interpretacin de losdos momentos evolutivos de la villa deBilbao no puede desecharse, tampoco pare-ce adecuado que se tome como una verdadindiscutible, pues cuenta con pocos elemen-tos que la validen. En este estudio se anali-zar la morfologa de la ciudad con sus sietecalles sin entrar en consideraciones de situvo esa morfologa desde su nacimiento o

    en un momento posterior. En cualquiercaso, si se apostara por la interpretacin tra-dicional poco ms se podra aadir en ladescripcin de aquel primitivo Bilbao a loque se acaba de referir.

    Por tanto, la villa de Bilbao, segn lahiptesis que se maneja en este estudio, fuecreada de acuerdo a un plano regular for-mado por siete calles paralelas, lo que laconvierte en el modelo ms original dentrode la tipologa de las villas vizcanas. Lassiete calles de la villa, de Este a Oeste:Somera, Artecalle, Tendera, Belosticalle,Carnicera, Barrencalle y Barrencalle Barre-na, se disponen en ligera pendiente sobre lara, estando cortadas en sentido transversalpor dos viales secundarios o cantones, unoa la altura de la iglesia de Santiago y otroms cercano a la ra. Los cantones servanpara poner en rpida comunicacin lascalles y evitar as los largos rodeos quedeberan darse para pasar de una calle aotra. Mientras las calles reciben un nombre

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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    EL BILBAO DE LAS SIETE CALLES

  • que las identifica no ocurre lo mismo conlos cantones, los cuales carecen de nombreespecfico.

    Calles y cantones son, junto con la mura-lla, los elementos que ms carcter impri-men al plano de la villa, pues regulan losmovimientos en el interior de la poblacin ydelimitan los espacios destinados a la edifi-cacin donde surgen las manzanas decasas. Aquellas calles y cantones eran estre-chos y oscuros pasillos, pero en ellos sedesarrollaba la mayor parte de la vida delos bilbanos, siendo las casas meros espa-cios de alojamiento11. La funcin de lascalles y cantones en la comunicacin inte-rior de Bilbao es fundamental, pues todaslas casas de la poblacin se abren a ellas,pero tambin lo es en la exterior pues algu-nas calles desembocaban en puertas de lamuralla que comunicaban el espacio mura-do con el mbito extramuros y con los cami-nos que llegaban a la villa. En este sentidoArtecalle era el vial ms significado, puespona en relacin el portal de Zamudio y laplaza de la Ribera, colectora de los caminosque venan de la Meseta.

    La anchura de las calles est en buenamedida condicionada por el trnsito que

    soportan y ste, obviamente, por su mayoro menor carcter comunicador. En Vizcaya,los viales urbanos oscilan entre los cincopasos de Plencia y Guerricaiz a los siete deRigoitia y de la bilbana Artecalle, siendo

    las otras calles de Bilbao algo ms estrechasque esta ltima. Los cantones, por su parte,solan ser ms estrechos que las calles,como se aprecia con claridad en Bilbaodonde los cantones son pasos angostos ysombros frente a la mayor apertura de lascalles. Sin embargo, en Valmaseda las callesde seis pasos se acompaaban de cantonesde cuatro, e incluso en Plencia calles y can-tones tenan la misma anchura. La mayor omenor anchura del cantn debe ponerse enrelacin, al igual que la de la calle, en sufuncin comunicadora. En Valmaseda loscantones sirven para el paso de personas yanimales desde las calles interiores al ro yen el puerto de Plencia son los cantones yno las calles los que comunican la ribera conel interior del recinto urbano. En Bilbao, porel contrario, los cantones slo se utilizabanpara la comunicacin entre calles, pero nopara la relacin con el exterior ni para usoscomerciales sustantivos. Por lo que respectaa la longitud de las calles, la ms larga erala de Artecalle (250 metros), seguida deSomera (225 m.), Tendera (200 m.),Carnicera (175 m.), Barrencalle (140 m.),Belosticalle (125 m.) y Barrencalle Barrena(100 m.)12.

    Los cantones bilbanos cuentan entrecada calle con una rasante que coincide ensu punto ms alto con las servidumbres deluces, estrechos pasillos en el interior de lamanzanas. De este modo, la villa se conver-

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    CORTE DEL PISO BILBANO A LA ALTURA DEL PRIMER CANTN

  • ta en un eficaz colector de las aguas de llu-via y residuales, comenzando la recogidaen las servidumbres y pasando consecuti-vamente a los cantones, las calles y, final-mente, la ra.

    Como se aprecia, el plano bilbano res-ponde a un esquema ordenado y regular enel que la rectitud de las calles y la fcilcomunicacin son valores tenidos por posi-tivos. El plano bilbano como el del conjun-to de las villas vizcanas responde, segnLinazasoro, al tipo que Lavedan ha deno-minado como de espina de pez13, alu-diendo a la estructura que se crea por elcruce transversal de calles y cantones. Sinembargo, la sencillez del plano que obser-vamos, entre otras villas, en Durango,Guernica o Elorrio se ve complicada en oca-siones por la existencia de algn elementodistorsionador. En el caso de Bilbao esa fun-cin la cumple la iglesia de Santiago, tem-plo que rompe la rectitud del plano al cor-tar Belosticalle y desviar el trazado deTendera.

    Aunque las calles constituan en lasvillas vizcanas medievales los espaciospblicos de mayor dimensin no puedeolvidarse la existencia de otros mbitospblicos de gran relieve como eran las pla-zas. En el Bilbao medieval existieron dosplazas principales: la conocida comoPlazuela de Santiago, junto a la iglesia, y laPlaza Mayor, situada entre la ra, la murallay la iglesia de San Antn. De menor tamaopero de gran importancia tambin fue laplazuela de Zamudio situada junto al portaldel mismo nombre. En aquellas plazas sedesarroll una intensa actividad econmicapor las facilidades que ofrecan a la instala-cin de puestos de venta. Sin embargo,junto a la econmica las plazas cumplanotras importantes funciones en la vida de lavilla, como eran servir de mbito de reu-nin de la ciudadana, lugar de celebracinde fiestas y centro poltico de la comunidad,donde deban publicarse las ordenanzas y

    pregones. As, en 1483 los Reyes Catlicosestablecen que las ordenanzas que establez-can para Bilbao con el fin de terminar conlos bandos, sean pregonadas en la plazapara que todos las conozcan14.

    En su conjunto, el Bilbao medieval, apesar de la importancia de que gozaba laPlaza Mayor, careca de un centro nico deactividad. Al contrario, el espacio pblicocontaba con diversos puntos de reuninque daban a la villa el carcter policntricocaracterstico del urbanismo medieval15. Alcontrario que en la actualidad, donde lasciudades cuentan por lo general con un cen-tro de negocios bien delimitado, la activi-dad del Bilbao medieval se viva en todossus rincones, desde la plaza ms amplia alms estrecho cantn.6.1.2. El espacio extramuros

    Aunque el espacio central de la villa deBilbao en lo social y en lo econmico era elque quedaba comprendido en el interior delas murallas, fuera de las mismas existanotra serie de elementos urbanos indisocia-bles de la realidad urbana, como eran losarrabales, el puerto y los puentes.6.1.2.1. LOS ARRABALES

    Fuera de las murallas que rodean lasvillas medievales se localizan unos espaciossingulares: los arrabales. Los arrabalescumplen en la villa una funcin de relacinentre el ncleo urbano y el trmino rural amodo de entidad de carcter intermedio.

    Los arrabales son espacios marginales delas villas medievales, tanto por su situacinexcntrica como especialmente por el tipode poblacin que acogen, generalmente losgrupos sociales ms desfavorecidos. Dada lainicial uniformidad de clases de los habitan-tes de los ncleos urbanos en el Pas Vasco lamarginalidad de la poblacin de los arraba-les no fue tan marcada como en otros luga-res, pero en ningn modo fue desconocida.En cualquier caso, los arrabales podan su-

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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  • poner tambin una forma de ascenso socialpara los desfavorecidos, pues la intensaactividad econmica que soportaban podaelevar a alguno de sus miembros a nivelesms altos en la sociedad, llegando a incopo-rarse a la poblacin del ncleo murado. Engeneral, los arrabales vascos eran lugaresdinmicos dentro de su carcter perifricoque podan llegar a integrarse por comple-to en la villa tras su organizacin en parro-quia y su inclusin en el recinto que cerra-ban las murallas.

    Los arrabales delas villas vascas me-dievales dependie-ron estrechamentede las villas a lasque bordeaban, lascuales ejercan sobresus ncleos perifri-cos un duro controly una competenciano siempre leal. As,en las ordenanzasde Bilbao los arraba-les se nos presentancomo zonas margi-nadas sobre las quela villa ejerce deforma discriminadasu autoridad16. Unejemplo ilustrativoes el de los habitan-tes de los arrabalesbilbanos, que sequejan de que lasordenanzas sobre la venta de provisionesles perjudican al obligarles a alquilar bode-gas en el interior de la villa y no en los pro-pios arrabales en que habitan17. Inlcuso laconstruccin de viviendas en los arrabalesestaba bajo la supervisin directa del conce-jo, el cual orden en el ao 1500 el derribode unos edificios en Allende la Puente quehaban sido construidos all sin el pertinen-te permiso18. Generalmente, el resultado de

    tal disensin de pareceres se plasmaba enfrecuentes pleitos, como el que mantuvie-ron varios barberos de los arrabales con lavilla de Bilbao, la cual alegaba que elemplazamiento de las barberas en el exte-rior del recinto murado lesionaba sus inte-reses comerciales por lo que peda su cierrey traslado al otro lado de los muros; o lanegativa del concejo bilbano a que JuanPrez construyera su casa llana en un arra-bal de la villa a tan slo cien metros de sumuralla19.

    Las razones que llevaban al nacimientode un arrabal podan ser muy diversas,pero bsicamente se concretan en dos: laprimera relaciona el nacimiento del arrabalcon un crecimiento excesivo de la villa,incapaz de asimilar tal crecimiento entresus muros. La segunda razn es la existen-cia en el exterior de la poblacin de algunaactividad de relieve (un mercado, una ferre-ra, un muelle) o un espacio religioso (un

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    ARRABALES DE LA VILLA DE BILBAO

  • santuario o un monasterio) alrededor delcual se desarrollan las edificaciones que ter-minan formando el arrabal.

    En el caso de Vizcaya la mayor parte delos arrabales nacieron como respuesta alcrecimiento de las villas y en menor medidacondicionados por actividades o estmulosexternos, si bien estos pudieron ayudar alproceso en algunos casos concretos.

    Por regla general, los arrabales se locali-zaron alrededor de las murallas, especial-mente junto a las puertas, donde el pasocontinuo de hombres y mercancas favore-ca el trato mercantil y los negocios queposibilitaran el asentamiento continuopara algunos individuos. Obviamente, paraque los arrabales se desarrollasen plena-mente la muralla de la villa deba contarcon una funcin econmica desarrollada,pues si su misin era nicamente la defensade la poblacin los arrabales no tendranrazn de ser. ste fue el caso de las villa ala-vesa de Laguardia y la guipuzcoana deSegura, cuyos nombres son bastante elo-cuentes al respecto, donde los arrabales fue-ron prcticamente inexistentes.

    La morfologa de los arrabales es casi tanamplia como su nmero. Podan ofreceruna estructura nuclear, longitudinal, dis-persa, en ladera, alrededor de un arroyo...Por tanto, puede afirmarse que su formadepende fundamentalmente de la disposi-cin que adoptara el casero que la fueraformando, sin ninguna planificacin urba-na que la dirigiese. Comparando el trazadode las siete calles bilbanas con el desordende los arrabales que las rodeaban se com-prende lo negativo de la divisin de la pro-piedad sin ordenacin previa.

    En algunos lugares los monasterios demendicantes fueron el origen de arrabalesalrededor de las ciudades o villas, a partirde una lotizacin de sus propiedades, peroen el caso vizcano lo comn fue lo contra-rio: los monasterios se localizaron donde yauna parte de la poblacin de la villa lo haba

    hecho con anterioridad. El hecho de que losmonasterios se insertaran en los arrabalesgener un reparto del suelo totalmente dis-tinto al que se daba en el interior de la villa,donde la mayor parte de las parcelas erande un tamao similar. En los arrabales, porel contrario, las pequeas propiedades par-ticulares convivieron con los grandes espa-cios que posean los monasterios y en oca-siones tambin las familias nobles.

    En Bilbao tuvieron carcter de arrabaltanto las agrupaciones humanas que proba-blemente existieran ya antes de la funda-cin de la villa (Allende la Puente o Bilbaola Vieja y San Nicols-Ascao) como las quese desarrollaron con el crecimiento de lamisma (Ibeni, actualmente Atxuri, y elArenal)20.

    El arrabal de Bilbao la Vieja se desarrollal otro lado del puente de San Antn, en laconfluencia de los caminos procedentes deOrdua y Valmaseda. Su morfologa, condi-cionada por el difcil relieve sobre el que seasentaba, era por completo irregular ydesorganizada. En sus inmediaciones seestableci desde 1498 el convento de SanFrancisco, principal convento de la villa deBilbao.

    El arrabal de Ibeni se desarroll en elextremo Este de la villa, accedindose a l atravs de un portal abierto de la muralla lla-mado, por ello, portal de Ibeni. A travs deeste barrio se acceda al camino que condu-ca a Durango, tambin practicable cruzan-do el puente de San Antn. Los principaleselementos urbanos de este arrabal fueron elhospital y capilla de los Santos Juanes y elconvento femenino de la Encarnacin. Estearrabal dispuso de una estructura ms alar-gada que el de Allende la Puente en torno alcamino en que se situaba, pudiendo serconsiderado por ello un verdadero arrabal-camino. Guiard describe el aspecto que pre-sentaba el arrabal de Ibeni (Achuri) en elsiglo XVI de la siguiente manera: Achuri,un bosque de vias, de castaos y de robles,

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    61

  • se recoga en derredor de la ermita de losSantos Juanes ampliada en hospital, separa-do del centro por los lienzos de muralla que

    an abrazaban a la torre de Leguizamncon la segunda iglesia de la Villa...21.

    En el arrabal de San Nicols-Ascao elpoblamiento se orden alrededor del cami-no que conduca a la iglesia de San Nicolsdesde el portal de Zamudio (aproximada-mente en las actuales calles de la Cruz yAscao), camino que en aquel entonces dis-curra pegado al borde de la ra. Al igualque el arrabal de Ibeni su estructura se dis-puso con cierta ordenacin en torno alcamino descrito.

    Por fin, entre el muro Oeste de la villa deBilbao y el borde de la ra se localizaba elarrabal del Arenal, probablemente de es-tructura dispersa.

    Los arrabales eran el lugar idneo parala localizacin de aquellas actividadesmolestas o peligrosas que no podan reali-zarse en el interior de la villa, como eran,por ejemplo, las fraguas o los muelles. As,las ordenanzas bilbanas ante el peligro deincendio y las molestias que generabanestas instalaciones obligaban a que las fra-guas se situasen fuera del recinto murado,

    siendo el lugar elegido para su instalacinel arrabal de San Nicols-Ascao, arrabalpoblado fundamentalmente por marineros

    ya desde los primeros tiempos de la villa oincluso con anterioridad22.

    Del mismo modo, el arrabal de Allendela Puente concentrara con seguridad lasactividades de extraccin de hierro, lo sufi-cientemente molestas como para no desearsu presencia en las calles de la villa.

    6.1.2.2. LOS ENSANCHESLa prosperidad que Bilbao alcanz du-

    rante sus dos primeros siglos de existenciaprovoc un aumento notable de su vecinda-

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    ARRABALES DE ALLENDE LA PUENTE (EN PRIMER TRMINO) E IBENI (A LA DERECHA DEL PUENTE DESAN ANTN, EN SEGUNDO TRMINO). Grabado de Civitates Orbis Terrarum, 1575.

    SAN NICOLS Y EL ARENALCivitates Orbis Terrarum

  • rio, tanto por el propio crecimiento internode la poblacin como por la llegada de indi-viduos de otros lugares que saban de lavitalidad de aquella villa y queran partici-par de sus ventajas. A pesar de que el ncleo

    urbano contaba con uno de los recintos demayores dimensiones entre las villas delSeoro de Vizcaya, slo superado por los deBermeo y Lequeitio, lo cierto es que paramediados de la decimoquinta centuria elcasco urbano se vea rodeado ya de una seriede arrabales que cumplan la funcin de aco-ger a toda aquella poblacin que, de unmodo u otro, integraba la vida de la villapero que no caba en el interior de los muros.

    Durante un tiempo, el crecimientodesorganizado de los arrabales no resultmolesto para la ciudad, pues el ncleomurado permaneca en un estado de ocu-pacin alto pero no asfixiante. Sin embargo,

    ya para mediados de este siglo XV el xitode la villa comenzaba a desbordar conamplitud la capacidad de acogida de lasSiete Calles. La necesidad de expandir elncleo urbano para acoger el continuoaumento de la poblacin se plasm en elensanche de la villa hacia los arrabales deSan Nicols y El Arenal, los cuales, como setuvo ocasin de ver, haban crecido de ma-nera desorganizada en torno a un camino,

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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    ENSANCHE BILBANO HACIA SAN NICOLS Y EL ARENAL

  • el primero, y de forma bastante dispersa, elsegundo.

    En 1463, segn refiere Labayru, elAyuntamiento de Bilbao decidi poner enmarcha el ensanche de la villa. Para tal finotorg poder en favor y nombre de sucorregidor Mendoza y el bachiller Basurtopara que fuesen a la corte y obtuviesen elpermiso real para ensanchar la villa desdeSan Nicols por la vega adelante23. Laaprobacin del proyecto de ensanche de lavilla no se logr en tiempos de aquelmonarca, sino que hubo que esperar hasta1483. En aquella fecha la reina Isabel seencontraba en Santo Domingo de laCalzada cuando recibi una instancia delconcejo, alcalde preboste, fieles, regidores,caballeros, escuderos, oficiales y homesbuenos de Bilbao en la que se expona quela ciudad tena muy poco circuyto en elinterior de los muros para toda la poblacinque acoga por lo que resultaba necesarioalargar la dicha villa a la parte que mejor emas sin perjuicio a los vecinos della sepudiese fazer. La reina Isabel autoriz alalcalde y a cuatro hombres buenos de lavilla para que se preocupasen del asunto,permitiendo a la villa que tomase aquellosheredamientos, huertas y vergeles que fue-ran necesarios pagando por ellos lo quetasaren dos personas, una de la villa y otrade la heredad que su hubiera de tomar.Como condicin adicional la reina estable-ca que el ensanche se cerrase de cal ycanto, segn e como est cercada oy ladicha villa24.

    Con el permiso real comenzaron lasobras de acondicionamiento de este espa-cio. En 1492 existe un pleito sobre una huer-ta que el concejo toma para hacer una calley en 1526 se seala por donde va a realizar-se el ensanche. En 1528 se impone una sisade 4.000 ducados para hacer frente a losgastos que exiga el ensanche (compra desolares, derribo de la muralla...) y durantela dcada de los treinta del siglo XVI conti-

    nan las menciones directas e indirectas a laexpansin de la villa hacia el Oeste, lo quesupone que el proceso fue continuo pero noexcesivamente rpido25.

    Definir con precisin los rasgos de esteensanche es tarea difcil pues las mencionesdocumentales no son especialmente explci-tas al respecto. Por lo que parece, el ensan-che se dirigi bordeando el brazo de mar dela ra desde el Portal de Zamudio hacia SanNicols, dibujndose un nuevo camino, lla-mado Calle Real entonces y Calle de la Cruzactualmente, que quedara definitivamenteabierto como calle en el ao 1560.Transversalmente a ella se dibujaron lo queluego seran nuevas calles, como la deIturribide (sobre el camino de la Fuente deAscao). El arrabal de San Nicols debiremodelarse en parte, formndose las callesque actualmente se conocen como Ascao yEsperanza, continundose el ensanche porla Sendeja hasta llegar al robledal de LasIbarras (Campo del Volatn), aproximada-mente donde hoy se levanta el Ayun-tamiento y en aquel momento el conventode San Agustn26.

    Pero el ensanche no se dirigi nicamen-te hacia San Nicols, sino que El Arenaltambin se vio afectado por la remodela-cin, transformndose los prados y junque-ras en espacios edificados. Al mismo tiem-po se construan viviendas junto al lienzode muralla tocante con Barrencalle Barrenay en la actual calle de la Torre. En los aosveinte del siglo XVI se delimit tambin elcontorno de la calle Bidebarrieta, como serecoge en la concesin otorgada por elmonarca Carlos V para transformar elmodesto portillo que comunicaba la plazade Santiago con Bidebarrieta en una amplioportal, motivado por ser esta calle de lasprincipales la ms poblada y la que mejorpona en contacto el pueblo murado con elArenal y la ra contigua27.

    Por lo que respecta a las Siete Calles tam-bin en este siglo XVI se realizaron algunas

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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  • obras, fundamentalmente la delimitacinde la Plaza Mayor frente a la ra, el esbozode la calle Ronda y la construccin delAyuntamiento junto a la iglesia de SanAntn.

    Entre finales del siglo XVI y la totalidaddel XVII la villa de Bilbao alcanzar la con-figuracin que actualmente la define. Trasel incendio de 1571 la muralla fue derribaday las viviendas que bor-deaban las Siete Callespasaron a integrarse ple-namente con el ncleooriginal. A finales delsiglo XVI se abri la callede La Pelota, donde esta-ba el juego de pelota y sealarg la calle Bide-barrieta, que expresiva-mente viene a significarzona de nuevos caminos.Por detrs de la calleTendera se dibuj tam-bin un nuevo vial endireccin al Arenal quecon el tiempo pas a for-mar la actual calle Correo.Transversalmente a estaltima se abri la calleIturribide. En torno a la Iglesia de Santiagose cre un cinturn que contorneba las SieteCalles sobre el trazado de la primitivamuralla, formado por las calles Torre yCinturera y otro exterior ms amplio for-mado por las calles de la Pelota, del Perro,Lotera (en aquel entonces Chorros de SanMiguel), Banco de Espaa (Calle delMatadero) y Ronda.

    Ya en el siglo XVII se complet la calle dela Ribera desde Barrencalle Barrena a laIglesia de San Nicols, se abri la calle deSanta Mara, se edific la calle de Santiago(Correo) hasta El Arenal y se urbanizaronlos dos cinturones que bordeaban las SieteCalles. Adems, un nuevo cinturn vino adelimitar el Casco Viejo con las calles

    Merced, Jardines, Vctor y Sombrerera.Quedaba configurado de este modo elplano caracterstico de Bilbao, dispuestoradialmente desde Santiago y ocupando laprctica totalidad del meandro de la ra.

    Tambin en este siglo se acometieronobras de reordenacin en Allende la Puente(Bilbao La Vieja), reedificando edificiospblicos destruidos por las inundaciones,

    como la Casa de la Rentera o la NuevaCarnicera, construyendo casas particularesy mejorando los viales, especialmente elque conduca al convento de San Francisco.La plaza de Bilbao La Vieja se regularizsobre los solares adquiridos por el Concejo.El arrabal de Ibeni tambin sufri ciertasmodificaciones como consecuencia de laformacin del barrio de Olleros en torno alas calles Olleras Altas y Olleras Bajas.

    A lo largo de este siglo se cerr total-mente con muelles el brazo de mar de la ra,reducindola a la anchura que tena aguasarriba y abajo de la poblacin. Para darmayor ornato al Arenal se procedi a plan-tar un alameda que fue muy del agrado delos bilbanos, como lo sigue siendo an en

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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    PASEO DE EL ARENALBilbao y los pueblos de su ra en la tarjeta postal

  • la actualidad. El conjunto de obras realiza-das desde finales del siglo XVI y durante elsiglo XVII transformaron profundamente lavilla dotndola de una aspecto mucho msabierto y limpio. El ensanche se manifesttanto en la perfecta adecuacin de las nue-vas zonas y el casco original como en eltraslado de funciones desde ste a aquellas.La construccin de muelles en El Arenalhizo innecesaria la subida de los barcoshasta los cays de la Plaza Mayor como habi-tualmente hicieron hasta mediados delsiglo XVII. Adems, las mayores facilidadespara la instalacin de lonjas y tiendas en lasnuevas calles de Santa Mara, Santiago(Correo) y San Miguel (Bidebarrieta) fueronatrayendo poderosamente a la burguesabilbana, ms proclive a instalarse en lasanchuras del ensanche que en las estreche-ces del casco viejo. Debido a ello, duranteeste siglo XVII el centro de negocios de lapoblacin, en cualquier caso siempre difu-so, se traslad desde la Plaza Mayor alArenal y Bidebarrieta28.6.1.2.3. EL PUERTO

    De los puertos existentes en el Cantbricoen la Edad Media el de Bilbao era uno de losms seguros. La profunda entalladura de lara en el territorio vizcano permita a lasnaves refugirse sin peligro alguno de las fre-cuentes tormentas o del ataque de navesenemigas. Sin embargo, las caractersticasque hacan tan deseable el puerto de Bilbaotenan una doble cara: Bilbao era un puertomuy seguro, pero llegar hasta l era misinrealmente dificultosa propia de expertosnavegantes y necesitada de buenas dosis defortuna. Por ello, mantener en buen estadola ra y facilitar en lo posible la labor de losbuques a travs de adecuadas estructurasportuarias fue una labor continua de lasautoridades bilbanas29.

    Antes de pasar al anlisis del aspectofsico del puerto y de sus continuas obrasde reparacin y ampliacin debe atenderse

    a una cuestin fundamental: no puede tra-tarse el tema del puerto de Bilbao estudin-dolo como una unidad independiente delconjunto ms amplio que denominamospuerto de la ra o puerto del Nervin. Elespacio portuario del que se sirve Bilbao noes, ni fue, el conjunto de muelles situadosfrente a sus calles, sino la totalidad delestuario, el abra y la ra; como acertada-mente seala Ciriquiain-Gaiztarro desdedonde comienza el abrigo hasta donde per-mite el calado fondear los barcos30. Elembarque y desembarque de mercancas enla villa de Bilbao necesitaba de unas buenascondiciones de navegabilidad en todo elrecorrido de la ra y no slo en su parte alta.As, a lo largo de las siglos medievales y dela Edad Moderna, las orillas de la ra se fue-ron acondicionando para sus labores por-tuarias, siendo los puntos centrales del granpuerto de la ra los enclaves de Bilbao, en ellmite superior, y Portugalete, en la entradade la ra. El inters de las dos villas en favo-recer el trfico de las naves fue un acicatepara que ambas trabajasen frecuentementeen comn en el arreglo de los muelles y enla solucin de los continuos problemas quese generaban por las arenas depositadas enel lecho de la canal. Lo que no impidi quelos enfrentamientos por el control del trfi-co comercial fueran igualmente frecuentes.

    Las primeras menciones que tenemos dela construccin de muelles en Bilbao seremontan a 1402 y se refieren a los situadosjunto al puente de San Antn. Segnaumentaba el trfico comercial en la villalas infraestructuras se fueron haciendo cadavez ms necesarias lo que obviamenteimpuls obras como sta. Fundamental-mente la labor realizada fue acondicionarterraplenes y calas de atraque en la riberadel ro donde los barcos pudieran cargar ydescargar con facilidad sus mercancas.

    De 1463 tenemos otra noticia referida alos muelles o cays que fueron construidosen la ribera junto a San Antn en sustitu-

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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  • cin de los all existentes y tambin de laconstruccin de algunos nuevos: a la salidade la calle Santiago (Tendera) y junto alportal de Santa Mara (en el Arenal). Junto aeste portal de la muralla pudo estar situadoel primitivo puerto de la villa de Bilbao, enrelacin a la poblacin de pescadores allexistente.

    Como se aprecia, las obras necesitabanuna atencin ininterrumpida pues la accincontinua de las mareas y ocasionalmente elmpetu de las aguas desbordadas minabanla entereza de estas construcciones. Debidoa ello, el concejo deba invertir importantessumas de dinero en el mantenimiento de las

    infraestructuras existentes, al igual que enlas que se realizaban en toda la canal de lara, dinero que se obtena de una parte de lasventas de vino blanco, frutas, aceite, sal yotros productos, as como de las imposico-nes de avera para necesidades especiales.

    De todas las dificultades que se encon-traban los marinos en su ascenso hastaBilbao, la barra de Portugalete era, sinduda, la mayor. En 1502 los tcnicos Juan deGarita y Guiot de Beaugrant, por parte deBilbao, y Pedro de Castillo, por Burgos, afir-

    maban: que el rio que viene de Gresalsupor junto a la casa de las arenas hace tantodao que si remedio dello no se pone enbreve tiempo e con dilligencia podr serque se pierda toda la canal desde SanNicols de Somorrostro fasta el sortidero delas naos delante de la villa de portogalete.Para solucionar el grave problema los tcni-cos proponan que se desviara el curso delro Gobelas, aunque la culpabilidad de estecurso fluvial en el problema de las arenasera ms que relativa. En cualquier caso, losde Guecho se negaron a la realizacin de lasobras y stas no llegaron a hacerse realidad.La actitud de Guecho pudo ser debida a un

    intento de frenar elcrecimiento de las dosvillas de la ra o, comojocosamente seala Ci-riquiain-Gaiztarro,porque no debieronconsiderar muy cris-tiano eso de desviarlos ros de donde Dioslos puso31.

    Ante la imposibili-dad de llevar a cabo elproyecto se pens enotra solucin consis-tente en traer unasgrandes boyas de Flan-des para facilitar laentrada de los buquesen la ra. La idea se

    puso en marcha pero, obviamente, no fuesolucin al problema por lo que pronto huboque pensar en nuevas medidas.

    En 1527 se levant un muro de conten-cin con el fin de facilitar las labores decarga y descarga de los barcos entre elhosiptal de los Santos Juanes y la Iglesia deSan Antn. Por aquella poca el espacio delArenal deba estar bien acondicionado parael atraque de los buques, pues eran muchoslos barcos de gran calado que no podan lle-gar hasta San Antn y deban descargar sus

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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    MUELLES EN EL ARENAL. Bilbao y los pueblos de su ra en la tarjeta postal

  • mercancas en un punto anterior. Los dosmuelles existentes eran el de Santa Mara yel de San Francisco. El barrio de Allende laPuente contaba tambin conmuelles anexos a la Rentera,donde se llevaba a cabo elcomercio del hierro.

    Los pesos de la poblacin,situados junto a los muelles deatraque, eran tres por aquelentonces: el de la calle Somera,entre el primero y segundocantn de la dicha calle; el deBarrencalle, delante de la torrede Martn de Zurbarn, desti-nado a pesar anclas, uames,fierro y todas cosas de navosy el de San Lzaro, la viejacasa hospital de Ascao, en elarrabal de San Nicols.

    En 1530 tenemos nuevasnoticias relacionadas con losinconvenientes a la navega-cin que causaba la barra de Portugalete.En aquel ao, ante la inutilidad de los flota-dores para solucionar el problema, se reali-z un muelle de sesenta brazas enPortugalete, obra que interesaba tanto aaquella villa como a Bilbao e incluso aBurgos. Aunque la obra no fue demasiadasirvi para mejorar en algo la situacin ypara que unos aos ms tarde los bilbanosanunciaron el remate para la continuacinde las obras en 350 brazas de longitud,cinco de cimientos y 4 de anchura y altura.Al tipo de subasta de 25 ducados la brazano acudi nadie a la concesin por lo que laobra termin realizndose a jornal de 50ducados la braza.

    Para 1538, tras unos cuantos aos dedursimo trabajo en Portugalete, losConsulados de Bilbao y Burgos se compro-metieron a continuar las obras con lo obte-nido de las imposiciones sobre sus merca-deras. En 1540 el muelle ya tena 400 brazasy en 1558 Burgos, Portugalete y Bilbao se

    comprometieron a repartir los 2.000 duca-dos de oro que costaba la continuacin de laobra.

    El 22 de agosto de 1568 Portugalete yBilbao firman una nueva escritura sobrearreglo de muelles en la que se establecaque los muelles antiguos que estaban departe de Portugalete hacia Sexto se ayan dealar y se alcen y rreparen de manera que elacreciente de las mareas no los subjeten nicubran como los suelen subjetar y cubrir;que el muelle que est debajo del Solar de ladicha villa de Portugalete se haya de alar yalce por rrazon de suso dicha y se prosigaasta la rribera de la sardinera y, desde ladicha rribera elexandi all su contra muellese comience un nuevo muelle asta que lle-gue a la pea herbosa que es la que estjunto de la piedra.

    A la vez que en la entrada de la ra se rea-lizaban estas imprescindibles obras deacondicionamiento, junto a la villa deBilbao tambin se trataban de mejorar lasinfraestructuras portuarias, fundamental-mente reparando los viejos cays y constru-yendo algunos nuevos.

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    LA BARRA DE POTUGALETE100 aos de la Junta del Puerto de Bilbao

  • En 1539 se levant junto al convento deSan Agustn una estacada de contencin yencauce y en el Arenal un muralln para lamisma funcin. Para 1555, tras procederseal empedrado y enlosado de este ltimoespacio, se inauguraba el Muelle Nuevo delArenal, algo ms interior que el actual,encargado de recibir aquellas naves quedebido al gran aumento del tonalaje de losbuques en el siglo XVI no eran capaces dellegar hasta las inmediaciones del muelle deSan Antn.

    En el siglo XVII los arreglos del puertode la ra continuaron sin descanso tanto porel continuo aumento del tonelaje de losbuques, que necesitaban mejores instalacio-nes para el atraque, como por la accin des-tructora que las mareas producan sobre lasobras que se realizaban. Realmente, duran-te la Edad Media las obras debieron ser deuna considerable endeblez, la cual se man-tena todava durante el siglo XVII.

    En 1640 se celebr un contrato con elmaestro carpintero Martin de Fulla para laestacadura del Arenal. La obra de conso-lidacin deba hacerse clavando estacas enfila en la orilla del ro unindo despusunas con otras para formar una trabaznque sera inmediatamente cubierta contabla de roble sin que quedara agujero algu-no y rematada toda la estructura con clavosde buena calidad. Como seala Ciriquiain-Gaiztarro, aunque hubiera pocos agujeros ylos clavos fueran muy buenos la obra nopoda ser eterna. El subir y bajar de lamarea, el salitre y la accin de los microor-ganismos sobre la madera terminabanpronto o tarde por arruinar lo que tantoesfuerzo y dinero costaba.

    Del mismo modo que se construy estaestacadura del Arenal se construyeron lasque existan en Ibeni y en el muelle de SanAgustn. En cualquier caso, tambin sehicieron obras de cantera, tanto paramen-tos de contencin como lenguentas que sefijaban en el ro para permitir a los barcos

    arrimarse aunque la marea no fuera muyalta. En los aos 1623-25 el MaestroArquitecto Martn Ibez de Zalvidea cons-truy muelles de ribera desde el conventode la Encarnacin hasta San Agustn; en1636 un muelle nuevo con lengueta en elArenal; en 1638 frente a la Cava y en 1641junto a la Calle Carnicera Vieja y frente a laNaja. As pues, para mediados de siglo todala ribera de Bilbao estaba cubierta de mue-lles y embarcaderos, probablemente nomuy estables pero fundamentales para laactividad portuaria de la villa.

    Otra obra de relieve llevada a cabo eneste siglo XVII fue la apertura del muelle deDeusto en 1658 ya fuera por la existencia enaquel lugar de un mayor calado que enBilbao o por la saturacin del espacio por-tuario de la villa. Del mismo modo, en 1669se construy el cubo y muelle del CampoVolatn.

    Con el mencionado aumento del tonela-je de las naves, muchas de ellas se veanobligadas a atracar antes de la villa, gene-ralmente en Desierto, Luchana y Olaveaga,donde unas gabarras se encargaban detransportar las mercancas hasta los muellesde la ciudad, lo cual haca aumentar sensi-blemente los costos.

    Durante el siglo XVIII las obras demayor entidad no se realizaron en torno aBilbao sino algo ms abajo en la ra, entorno a Portugalete, Guecho, Lejona, Eran-dio y Deusto fundamentalmente.

    Sin embargo, fue el siglo XIX el que cam-bio por completo la fisonoma de la viejara, reformando las dos orillas y sentandolas bases de un nuevo puerto moderno quefuera capaz de responder a unas necesida-des crecientes. Se rectific el trazado de lavuelta de Elorrieta, se mejor el estado de labarra, se encauzaron la prctica totalidadde las dos orillas de la ra, se procedi a laconstruccin del gran muelle de atraqueReina Victoria Eugenia en Santurce... endefinitiva, lo que se consigui fue convertir

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    69

  • un paso tortuoso y difcil en una practicablecanal para todo tipo de embarcaciones,incluidas las de mayor calado. El via crucisde la ra de todos aquellos siglos pasadosqued en el olvido: haba nacido el nuevopuerto.

    Aunque resulta muy difcil desde el pre-sente imaginar la estructura y actividad deaquel puerto de la ra en la Edad Mediapodemos suponer que con la llegada de unbuque a los muelles de la poblacin comen-zaran de inmediato las labores de carga ydescarga, participando en ellas numerosaspersonas que, bien sobre sus hombros, biena lomos de animal o bien con carretillos uotros utensilios llevaran o traeran las mer-cancas. Todava en algunas actividadespesqueras y en los puertos de pequeotamao podemos ver la intensa actividadhumana que se genera a la llegada o salidade un barco, actividad que en los puertos demayor tamao ha sido sustituida por losmetlicos brazos de las gras. Precisa-mente, el alto grado de desarrollo alcanza-do en la actualidad por el puerto de la ranos impide siquiera imaginar que en elpasado aquel espacio se revolva con cadabarco que arribaba o sala, semejando la

    poblacin del Nervin un gigantesco hor-miguero en febril actividad.6.1.2.4. LOS PUENTES

    Ya se ha sealado en este estudio como lalocalizacin del primitivo Bilbao previo a laconcesin de la carta-puebla estaba en rela-cin a la existencia de un vado natural quepoda ser atravesado con marea baja.

    As pues, ese lugar era un punto idneopara la comunicacin entre ambas orillas dela ra.

    Desde la concesin del villazgo en el ao1300 Bilbao experiment un crecimientonotable que debi impulsar a las autorida-des locales a plantearse la necesidad deconstruir un puente que uniese ambas ori-llas de la ra y facilitase las intensas relacio-nes econmicas que Bilbao desarrollaba yapor aquella poca. Aunque la primera noti-cia que tenemos del puente de San Antnnos la trasmite Lope Garca de Salazar,quien afirma que exista ya por 1342, lo cier-to es que su construccin pudo ser inclusoms temprana. Las necesidades de la nave-gacin obligaron a la construccin de unpuente en extremo esbelto, el cual contabacon slo dos arcos de mucha luz para per-

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

    70

    Desde la fundacin de Bilbao en el ao 1300 a la actualidadlas actuaciones sobre la Ra han sido intenssimas. La necesidad

    de facilitar las labores portuarias en un espacio tan problemtico como la Ra de Bilbao hizo imprescindible la

    continua consecucin de obras en ambas orillas, as como enel fondo del canal. La larga serie de actuaciones puede

    dividirse en tres perodos: desde el nacimiento de Bilbao hastala creacin del Consulado en el ao 1511; durante elConsulado y desde el ao 1877 hasta la actualidad.

    Be

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    De 1300 a 1511

    SuperpuertoExterior

    Bilbaotradicional

    Portugalete

    Axpe

    Elorrieta

    Guecho

    Las Arenas

    Cirvana

    Santurce

    BaracaldoCanal de Deusto

    Ro

    Ca

    da

    gua

    Ro

    Gal

    indo

    Luchana

    Deusto

    ZorrozaOlaveaga

    EnsancheBilbano

    Puerto

    El Consulado

    De 1877 a la actualidad

  • mitir el paso de las embarcaciones bajo l.Debido a ello, probablemente su consisten-cia no fuera excesiva por lo que sufrira con-tinuos desperfectos en las frecuentes riadasque afectaban a la villa.Las reparaciones conti-nuas a las que fue someti-do fueron modificando suaspecto inicial, segura-mente modesto, hasta do-tarle de una pronunicadamontea o rasante, como seobserva perfectamente enel grabado de Hogenberg.En este grabado aprecia-mos la existencia de dosarcos principales y unarquito muy pequeojunto al lado de la villa; elarco central era de ampliasdimensiones, lo que per-mita el paso de las naves, como tambin seobserva en el grabado. El puente contabacon rebordes laterales y se apoyaba con fir-meza en el muelle de la villa.

    Durante el siglo XVI el concejo tuvo queatender a continuas reparaciones de esteelemento insustituible para la villa, pues noen vano era la salida natural hacia los cami-nos de Ordua y Valmaseda, y tambin vaposible para el camino de Durango. La graninundacin de 1593 provoc en el puenteprofundos desperfectos que afectaron gra-vemente a uno de los pilares centrales, peli-grando la estabilidad de la obra. A pesar delo grave de la situacin, el concejo no actucon especial celeridad, siono que tardcinco aos en decidirse a encargar las obrasal cantero Pedro de la Torre32.

    Los siglos posteriores trajeron nuevasmodificaciones al puente de San Antnpero, a pesar de ello, sigui manteniendohasta el siglo XIX todo su aspecto medieval,siendo probablemente uno de los elementosms pintorescos del Bilbao de aquellapoca. En 1894, ante la incapacidad del

    puente de San Antn de soportar el intensotrfico de la villa, el concejo bilbano deci-di edificar un nuevo puente, el cual sesitu no delante de la Iglesia de San Antn

    sino a sus es-paldas.

    Durante al-gunos aos es-tuvieron sobrela ra ambospuentes peroel estado rui-noso que pre-sentaba el an-tiguo decidi

    al concejo asu demoli-cin.

    Despusde casi seissiglos de servir fielmente a los bilbanosdesapareca el puente de san Antn. Anhoy el escudo de la villa lo recuerda.

    A finales de la Edad Media se puso enmarcha un proyecto para la construccin deun nuevo puente en la villa, pero apenaspas de ese estadio. Al poco tiempo de ins-talarse los franciscanos en la orilla abando-tarra de la ra, enfrente de las calles bilba-nas de Barrencalle y Barrencalle Barrena,decidieron construir un puente que permi-tiese una ms directa relacin entre el con-vento y la poblacin, a fin de evitar el rodeoque supona acceder a Bilbao por el puentede San Antn. Aunque el rodeo tampocoera exagerado, los franciscanos tomaron enserio su proposicin y ya en 1509 consiguie-ron de la reina Juana la autorizacin paralevantar un puente de un solo arco que de-ba descansar en dos monumentales pilares

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    71

    EL PUENTE DE SAN ANTN COMU-NICABA AMBAS ORILLAS DE LA RASIENDO EL PUNTO DE PARTIDA DELPRINCIPAL CAMINO DE COMUNICA-CIN DE BILBAO CON EL INTERIOR

    DURANTE LA EDAD MEDIA. ELGRAN ARCO CENTRAL PERMITA EL

    PASO DE LAS EMBARCACIONES,COMO SE APRECIA EN EL GRABADODEL CIVITATES ORBIS TERRARUM.

  • a cada lado de la ra. Esta morfologa res-ponda a la misma necesidad que se plante-aba en San Antn: permitir a los barcos elpaso bajo el puente. La monumentalidad detal proyecto lo hizo inviable, por lo queunos aos ms tarde se planteo un nuevopuente de doble arco con pilar en el centrode la ra33.

    El nuevo pro-yecto fue aproba-do por ejecutoriareal en 1511 aun-que nunca se lleva cabo. Como entodos aquellos as-pectos que afecta-aban aunque fue-ra mnimamentelos intereses de lavilla, el concejo seneg en rotundo apermitir su cons-truccin alegandolos graves perjui-cios que supon-dra para la villade Bilbao en casode inundacin elrepresamiento delas aguas por estepuente.

    Empeadosen construir supuente, los fran-ciscanos decidieron levantar un pilar juntoal cay de Barrencalle, pero en la primerainundacin la obra fue abandonada ante elretroceso de la orilla que produjo la furia delas aguas.

    Adems del puente de San Antn y delpuente de San Francisco, nunca construido,existieron en el siglo XVI otras estructurasmenores: los puentes de San Agustn, delArenal, de Lasao (sobre el Cadagua) y deIbeni. En cualquier caso, no pasaron de serlivianas estructuras de madera que no lle-

    gaban, salvo el caso de Ibeni, a cruzar todala ra. El de San Agustn, paso de Uribarri,era un puente en extremo precario a cuyomantenimiento atendan Abando, Bilbao yBegoa; subsisti por poco tiempo al ser unobstculo a la navegacin34.

    6.2. El sistema defensivo: las murallas, laspuertas, el alczar

    La muralla es el elemento definidor de laciudad medieval. En aquella poca nopoda concebirse una ciudad sin sus mura-llas. No en vano, las Partidas de Alfonso Xconfieren el rango de ciudad a aquellaspoblaciones que tuvieran su recinto mura-do35. La cerca y la ciudad eran dos realida-des inseparables.

    Todas las villas medievales tuvieron enalta consideracin su defensa, siendo la pre-

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

    72

    PUENTES SOBRE LA RA EN EL SIGLO XVI

  • sencia de la muralla un elemento indispen-sable para ese cometido. Pero, a pesar deque la defensa de la poblacin es una de lascaractersticas principales del recinto mura-do, ste no cumpla nicamente esa funcindefensiva, sino que serva tambin paraseparar el mundo rural circundante delurbano interior, diferenciando los distintosestatutos jurdicos de sus poblado-res. Por otra parte, la muralla eratambin el lugar idneo para hacerefectivo el control fiscal y cobrar losimpuestos a los que tena derecho laciudad. Desde el interior de la mura-lla la poblacin urbana aspiraba acoordinar y dirigir la vida econmicadel trmino rural que la rodeaba, tr-mino que, al contrario que el ncleourbano, presentaba como caracterst-ca fundamental la dispersin y faltade amurallamiento de su casero36.Aunque las cartas fundacionalesotorgan a la villa un trmino rural,los documentos distinguen con clari-dad entre la villa y el trmino de lavilla: sta es, propiamente, el recintomurado, frente al trmino que esTierra Llana, tierra sin fortificar.

    La muralla era obra de la colectividad.Poco despus de la fundacin de una villa ociudad se comenzaban a levantar los murosde la cerca. Dada la necesidad de realizar laobra con rapidez lo normal era que sta notuviera una excesiva calidad, por lo quepronto haba que atender a su reparacin.La construccin de la muralla supona parala villa o ciudad una fuerte inversin que sefinanciaba bien por derrama entre los veci-nos, bien por la generosidad de algunosseores que renunciaban a algunas de susrentas por un tiempo determinado.

    Urbansticamente, la muralla imprimeforma a la ciudad, remarcando los lmitesdel casero y agrupando los elementos desu interior. Salvo las torres de la iglesias olas casas-torre del interior, la vista exterior

    de la villa exterior dominara por su aspec-to compacto y rotundo. El visitante que seacercase a una poblacin amurallada enten-dera inmeditamente que se encontrabaante una ciudad o villa y probablementepudiera distinguir el recio perfil de sus lien-zos y torres mucho antes de llegar a susinmediaciones.

    A pesar de todas las ventajas que paralas villas y ciudades medievales tenan lasmurallas, el hecho es que estas ventajas seconvirtieron en impedimentos con el pasode los aos, pues el muro supona un lmiteal crecimiento urbano. As, desde los iniciosde la Edad Moderna las murallas comenza-ron a suponer un estorbo para las ciudades,que con frecuencia optaron por prescindirde uno de los elementos que antao lasdefinieron y caracterizaron. nicamente enaquellas ciudades que incluan dentro delrecinto urbano una gran cantidad de suelosin ocupar o en las que por alguna u otrarazn el casero asisti al paso de los aossin apenas aumentar, las murallas se man-tuvieron como sello de identidad del ncleourbano. ste es el caso de ciudades comovila y Lugo en Espaa o Aigues-Mortes en

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    73

    IGLESIA Y PUENTE DE SAN ANTNTomada de: De Bilbao a San Sebastin

  • el Sur de Francia. Aquellas ciudades quecontaban con escasos espacios sin edificaren el interior de las murallas o que crecieronnotablemente desde el final de la EdadMedia perdieron en su mayor parte sus

    recintos murados. ste es el caso, entreotros, de la mayora de las villas del Nortepeninsular, entre ellas Bilbao.

    Una vez perdida su utilidad defensiva ysu carcter de barrera, la muralla ser reuti-lizada, a veces como muro exterior de algu-nas casas y en otras ocasiones englobadadentro de las edificaciones. Tras este proce-so, los restos de la muralla prcticamentedesaparecen, pero no as su recuerdo, quesuele quedar impreso en profundidad en elplano de la ciudad.

    Dentro de Vizcaya las murallas se ajus-tan a dos tipologas fundamentales. La pri-mera tipologa es la de aquellas villas que se

    muraban a travs de un recinto exento, contorres o engroses a intervalos, con puertaspara la comunicacin y con un paso deronda entre el casero y la muralla para faci-litar las labores defensivas. Aunque exista

    la prohibicin expresa recogida en lasPartidas de no edificar en el paso de rondalo cierto es que con los aos el casero ten-da a expandirse por este corredor en buscadel espacio necesario para la construccin,generalmente escaso en las villas norteas.

    La segunda modalidad de muralla consi-te en formar la cerca con las propias man-zanas de casas de la poblacin. La unin delas casas formara un paredn macizo quedefendera la ciudad de los enemigos o losmalhechores. Para que esta cerca tuvierautilidad sera necesario que las casas delpermetro urbano tuvieran sus accesos slodesde el interior, evitando la apertura de

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

    74

    SISTEMA DEFENSIVO DEL BILBAO MEDIEVALBeatriz Arizaga y Sergio Martnez

    Portal de Zamudio

    Pasode ronda

    Portal de Ibeni

    Primitivo alczar

    Portal delArenal

    Portal de La Arenao de San Miguel

    Casas adosadasa la muralla

    Portal deSta. Mara

    Portales d

    e la Ribe

    ra

  • vanos hacia el exterior, al menos a una altu-ra inferior a 4 5 metros37. ste debi ser unmodelo de cerca muy utilizado en Vizcayay Guipzcoa en la Edad Media, siendoalgunos de sus ejemplos las villas deGuetaria y Orio. En ocasiones, las iglesiasformaban parte de esta cerca. Su solidezconstructiva las converta en inmejorablesbastiones defensivos al exterior. El caso deBilbao, sin embargo, responde a la primeramodalidad sealada.

    La evolucin del recinto murado de Bil-bao est muy escasamente documentada.Las primeras referencias documentales dela muralla de Bilbao se remontan a los pri-vilegios concedidos por Alfonso XI en133438 y Juan Nez de Lara, Seor de Viz-caya, en 133539. El monarca otorg al Con-cejo de Bilbao 1.500 maraveds anuales du-rante cinco aos y el Seor de Vizcaya cediel robledal de Basondo. El inters mostradopor ambos en apoyar la construccin de lamuralla es indicio de que por aquel enton-ces la villa no contaba con un recinto mura-do digno de tal nombre. La fcil entrada deAlfonso XI en Bilbao en la campaa quellev a cabo por el Seoro en 1334 no essino otra prueba de la indefensin de lavilla ante un contingente militar que quisie-ra tomarla.

    La siguiente noticia no aparece hasta unsiglo despus: en 1440 un documento nosinforma de la apertura de una puerta juntoa la plazuela de Santiago, en el muro Nortedel recinto murado40.

    Con estos y otros escasos datos posterio-res la reconstruccin del trazado de la cercabilbana supone un difcil reto. El dibujo delsiglo XIX en que se muestra el Bilbao de lastres calles con un muro que cierra nica-mente la parte Este de la ciudad no pareceresponder a la realidad, por la propia inuti-lidad que supone mantener una murallaque slo cierra una parte de la poblacin.Sin embargo, el trazado propuesto porDelmas para 1442 s se acerca bastante al

    posible trazado de la cerca medieval, que enlneas generales sera como sigue.

    Por el Este la muralla corra por la actualcalle Ronda, siendo su lnea la que actual-mente siguen las fachadas de este calle quemiran al Este. El portal de Zamudio servade gozne entre los lienzos Este y Norte. Ellienzo Norte corra por el interior de lossolares que se abren a las actuales callesTorre y Cinturera. Por el Oeste la murallasegua la lnea que marcan actualmente lossolares exteriores de Barrencalle Barrena.Por el Sur, por fin, la muralla bordeba elfinal de las Siete Calles, sirviendo de lmitecon el espacio del puerto marcando unaligera curvatura. El dibujo de Hogenbergde 1544 da a entender que en este ltimoespacio la muralla avanzaba sobre la plazadesde el portal de Barrencalle, rompiendoas la alineacin del resto de la cerca frentea la Ribera.

    Con el tiempo, el espacio cercado por losmuros se volvi insuficiente por lo que sedebi proceder al ensanche de la cerca deBilbao. Cualquier expansin de la cerca erasiempre una operacin complicada, puessupona expropiaciones y necesitaba de laautorizacin de la Corona, la cual podaimponer sus condiciones. El caso bilbanono fue ajeno a esa tnica. En 1483 la villaobtiene de los Reyes Catlicos el permisopara realizar el ensanche y tomar para l losheredamientos, huertas y vergeles que fue-ran necesarios, pagando por tales expropia-ciones lo que tasaren dos personas, una porcada parte interesada41. Pero los monarcasestablecen la condicin de que todo elensanche se cerque a cal y canto, al igualque en ese momento estaba cercado el restode la villa. Para 1492 el ensanche ya estabainiciado, pues existe un pleito sobre unahuerta que el concejo bilbano haba toma-do para hacer una calle42. A pesar de la dis-posicin real, desde comienzos del sigloXVI la muralla fue perdiendo sus anterioresfunciones y, bien por sucesivos derribos,

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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  • por reaprovechamientos o simplemente porel paso del tiempo su trazado fue desapare-ciendo poco a poco de la villa de Bilbao.

    La presencia de la muralla como delimi-tadora del ncleo urbano exiga la aperturade puertas cada cierto intervalo para permi-tir la entrada y salida de hombres, animalesy mercancas. De todo el recinto defensivolas puertas solan ser el punto dbil, por loque era comn que fueran lo ms robustasposible. Por ello, las puertas eran de untamao considerable contando por locomn con dos batientes de madera chapa-dos en hierro. En otras ocasiones los pasoseran portillos estrechos de difcil acceso. Enambos casos, las puertas se cerraban conllave y eran vigiladas por los funcionariosencargados de esa tarea. Las ordenanzas deBilbao recogen la existencia de beladoresy coadrilleros que guardan la villa por lanoche43.

    El nmero de puertas con que contarauna poblacin dependa de su permetromurado y de las vas de comunicacin queen l confluyeran. En la actualidad, salvo lapuerta de San Juan en Bermeo y la deSantiago en Plencia apenas quedan restosoriginales de aquellas pasos medievales. Desu carcter simblico nos hablan el FueroViejo y el Fuero Nuevo de Vizcaya pues

    ambos recogen la necesidad de jurar losFueros, en primer lugar, a las puertas de laBilla de Bilbao.

    La defensa de las puertas eran un ele-mento muy apetecido por las familias mspoderosas de las villas pues quien las

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    PORTALES DE LA MURALLA FRENTE A LA RA SEGN EL GRABADO DEL CIVITATES ORBIS TERRARUM

    LOS PORTALES MEDIEVALES DE BILBAO DEBANSER SIMILARES A STE QUE SE CONSERVA EN LA

    LOCALIDAD RIOJANA DE HAROFoto: Sergio Martnez

  • defendiera tendra tambin el control sobrela misma y, probablemente, terminaracobrando ciertas cantidades a los que porall entrasen.

    El atardecer era el momento de cerrar laspuertas como medida de defensa para lapoblacin. La apertura y cierre de las puer-tas de la muralla marcaba as un rgidoritmo de vida a los habitantes de la villa,que tenan que adecuar sus actividades a laposibilidad o no de entrar y salir de la po-blacin. En casos excepcionales, como ata-ques militares o pestes, las puertas podancerrarse durante el da44.

    En Bilbao las puertas reciban el nombrede portales o portillos dependiendo dela importancia del camino al que dabanacceso. El principal problema para lacorrecta identificacin de las puertasmedievales de la cerca bilbana proviene delos diferentes nombres que stas recibierona lo largo del tiempo, por lo que puede ocu-rrir que distintos nombres aludan a lamisma realidad.

    Los dos accesos ms importantes eranlos portales de Zamudio y de Ibeni. El por-tal de Zamudio se localizaba en el extremoNorte de Artecalle, cerca de la confluenciadel muro Este y Norte de la cerca. Junto a lapuerta se localizaba un torren que servade crcel del Concejo y que probablementetuvo su origen en un cubo defensivo de lamuralla. El portal de Zamudio daba paso alcamino que a travs de Zamudio conducaa Mungua y de aqu a Plencia, Bermeo oGuernica.

    El portal de Ibeni ha sido tradicional-mente emplazado en el muro Este de lapoblacin, siguiendo el dibujo de Delmas.Sin embargo, esta identificacin es errnea,pues no tendra sentido alguno que un por-tal se situase en la zaguera de una manzana,sin comunicacin con las calles de la villa.

    Por ello, lo ms razonable es que el portaldiera paso directamente al arrabal de Ibeni.Aunque pudo estar situado al final de Cal

    Somera parece ms probable que fuera unpaso abierto en el muro que uniera la torrede los Leguizamn, ltima de Somera, conla iglesia de San Antn. En el siglo XVII hayconstancia de un paso elevado que comuni-caba la mansin de los Leguizamn con lacapilla familiar que exista en la iglesia45.

    Adems de estos dos pasos principalesdebieron existir siete pasos ms en la plazade la Ribera, uno por cada calle que daba aella. La salida de Barrencalle aparece en elgrabado de Hogenberg en direccin Estepor el abultamiento de la cerca en el extre-mo Oeste de la plaza de la Ribera.

    Con el crecimiento de la ciudad hacia ElArenal y San Nicols se fueron abriendo enla cerca otros pasos: el portal de La Arena ode San Miguel, que se abra a la actual CalleBidabarrieta, el de Santa Mara, que comu-nicaba con las actuales calles de SantaMara y de Pelota y el portal del Arenalhacia la calle Correo.

    Otro punto que merece tratarse en rela-cin a las murallas de Bilbao es el de losmateriales empleados en su construccin.Realmente, las noticias referentes a estepunto son en extremo escasas, por lo queresulta conveniente acudir a los escasos res-tos de la cerca medieval que persisten en laactualidad. A este respecto es la CalleRonda la que nos proporciona la informa-cin necesaria.

    En esta calle es posible observar la exis-tencia de algunos solares cuyas fachadas noguardan la alineacin con el resto, siendoaquellos los que tienen la entrada principalpor Somera. En estos solares puede obser-varse que su perfil sobresale de la alineacinde las fachadas de Ronda ocupando partede la acera. Aunque en la actualidad estasedificaciones estn revocadas y pintadas esposible observar an como los cinco prime-ros metros de altura estn constituidos porun muro de gran grosor realizado medianteun doble pao de sillares, ms regulares losexteriores, relleno de cascotes, ripio, piedra

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    77

  • pequea y argamasa46. Adems, mientras elcomn de los solares de la villa cuentan conuna profundidad aproximada de 16 metros,estos solares entre Ronda y Somera cuentancon 26 metros.

    Esta diferencia notable induce a pensarque la profundidad de los solares se debe ala ampliacin de las edificaciones sobre elantiguo paso de ronda de la muralla queseparaba las edificaciones y la cerca.Cuando la muralla perdi su utilidaddefensiva y la presin por el espacio se hizomuy acusada en la villa las casas de Someraocuparon aquel paso y, a la vez, aprovecha-ron la solidez de la muralla como apoyoconstructivo. Hasta finales del siglo XVIIIlas edificaciones siguieron aprovechandoesta base ptrea pero, a partir de aquelmomento, las casas burgueses cambiaronsu fachada principal de Somera a Rondaderribando la parte del muro que se locali-zaba en su solar. Las casas que actualmentemuestran restos de los murallas son aque-llas en las que no se lleg a construir deaquella manera.

    Aparte de los muros y las puertas, lasvillas medievales solan consolidar sudefensa a travs de la construccin de algnedificio militar de relieve. En las villasmedievales del Pas Vasco y Cantabria estasfortificaciones eran comunes. As, todavapodemos observar restos de aquellos com-plejos, entre otros lugares, en San Sebastincastillo de Santa Cruz de la Mota, en loalto del monte Urgull en Laredo o en SanVicente de la Barquera47. En Vizcaya unascuantas villas contaron con castillos o alc-zares, como Valmaseda, Bermeo u Ordua.Otras villas, por el contrario, optaron pordefenderse nicamente a travs de lasmurallas, sin ningn edificio especfica-mente dedicado a este fin.

    Bilbao es, en cierto modo, un caso inter-medio entre ambas realidades pues si bientuvo un edificio militar en sus primerostiempos, pronto prescindi de l. El ao1334 Alfonso XI impuls la construccin enla villa del Nervin de una atalaya junto ala ra, probablemente sobre un edificio desimilares caractersticas existente con ante-rioridad a la concesin de la carta-puebla,como ya qued dicho. Este edificio se apo-yaba en las rocas existentes junto a laRibera, las cuales le servan de refuerzo ycimiento. Sin embargo, muy poco tiempodespus se sabe que el edificio desapareci,ya fuera por una demolicin en 1366 o algoms tarde por un incendio48. Sobre sus res-tos se construy la iglesia de San Antn,consagrada al culto en 1443.

    De la morfologa que tuviera este alczarnada se sabe, pues no existen documentosque lo describan ni dibujos que lo mues-tren. En cualquier caso, la situacin deBilbao en un punto no excesivamente vio-lento del territorio vasco y la presencia en elinterior de la villa de gran cantidad decasas-torre que ejercan tambin una fun-cin defensiva importante inducen a pensaren un desarrollo modesto de aquella atala-ya, la cual pronto se volvi inservible para

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    ESTRUCTURA INTERNA DE LA MURALLA MEDIEVAL

  • 6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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    EVOLUCIN DEL PASO DE RONDA BILBANO DESDE FINALES DE LA EDAD MEDIA

    POSIBLE LIENZO DE LA MURALLA EN LA CALLE RONDA

  • la poblacin. Aludiendo de nuevo al dibujopublicado por Carlos de la Plaza que mues-tra el hipottico aspecto del Bilbao de lastres calles y al dibujo de Delms, es necesa-rio sealar la incongruencia en ambos de lainclusin del castillo, pues para las fechas aque se refieren, 1375 y 1442 respectivamen-te, ste haba desaparecido ya haca tiempo.

    6.3. El abastecimiento de aguaA primera vista podra pensarse que el

    aprovisionamiento y evacuacin del aguapara una villa como Bilbao en la EdadMedia deba ser un tema prioritario para lacolectividad, pero lo cierto es que, por elcontrario, los documentos muestran unrelativo desinters por el tema, especial-mente en lo que afecta al abastecimiento deagua al vecindario. Los documentos que serefieren al aprovisionamiento y evacuacin

    del agua en las villas vascas durante laEdad Media son en extremo escasos por loque se debe recurrir con bastante frecuenciaal apoyo que prestan las fuentes grficas49.

    A travs de la observacin de los mapaspodemos apreciar como la prctica totali-dad de las villas medievales vascas seasientan junto a ros o arroyos de mayor omenor entidad, salvo las costeras. Ac-tualmente, muchos cursos de agua han sidodesviados de su primitivo trazado por lalabor humana o por el simple depsito demateriales, como se aprecia con claridad enla fotografa area. Igualmente, muchaspoblaciones costeras han visto alejarse elperfil del mar de sus calles a medida quesus puertos se colmataban. Por ello, la car-tografa histrica es un arma muy intere-sante para investigar en el verdaderoemplazamiento de las villas medievales ensu primera historia, el cual debi ser siem-pre ms cercano al agua que el que actual-mente apreciamos.

    Por lo que respecta a la villa de Bilbao,uno de los documentos que s nos muestraun cierto inters de las autoridades en eltema del agua data de comienzos del sigloXVI. En 1509 el concejo de Bilbao afirmaque slo cuenta con la fuente de Bilbao laVieja, pues la de la Gabarra se haba cegado.Debido a ello se form un pleito por el inte-rs de los franciscanos de Abando por apro-vechar el agua sobrante de la fuente haciasu convento. Los religiosos argumentabanque necesitaban el agua para lavar susropas y aprovisionar la iglesia, razn por lacual haban abierto una profunda zanjadesde la fuente al monasterio. El concejo nose mostr de acuerdo con el planteamientode los franciscanos y el 31 de marzo deaquel ao prohibi continuar con la obra,alegando que los religiosos deban llevar elagua a su monasterio del mismo modo quelo hacan el resto de vecinos de la villa: enherradas o en basos. El 19 de abril se lesautoriz a llevar a su monasterio el agua

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    EN LA BASE DE LA IGLESIA DE S. ANTN PARECEINTUIRSE LA ESTRUCTURA DEL ANTIGUO ALCZAR

  • perdida que sala de la fuente a condicinde que el cao que haban construido no lle-gase hasta la fuente, debiendo dejar el lti-mo tramo abierto sin canalizar.

    Slo un mes ms tarde una nueva sen-tencia les obligaba a cerrar el cao aducien-do la necesidad de agua de la villa50.Probablemente el crecimiento experimenta-do por Bilbao en el siglo XV comenzaba enaquellos primeros aos del siglo XVI agenerar los problemas que anteriormenteno se haban planteado.

    Adems de las fuentes de Bilbao La Viejay de la Gabarra existan tambin en Bilbaodesde mediados del siglo XIV albercas parael almacenamiento de agua, las cuales ser-van para completar el abastecimiento a lapoblacin. La primera de aquellas albercasfue la de Ibeni, situada en el lugar que hoyocupa la Caja de Ahorros Municipal en elremate de la calle Ronda y que tomaba elagua del manantial de Basondo, documen-tada desde mediados del siglo XIV. A fina-les de ese siglo se mencionan otras albercasen el Arenal, Portal de Zamudio y plazuelade Santiago51.

    En la segunda dcada de este siglo XVIel concejo comienza a plantearse con mayorseriedad el tema del abastecimiento deagua a la poblacin. En marzo de 1515, des-pus de una visita del Corregidor, seemprende el proyecto de canalizar el aguade alguna de las fuentes que utilizaban losvecinos. Se analizaron las fuentes que ten-an mayor calidad de agua y mejores posibi-lidades de canalizacin, estimndose laobra en 4.000 ducados. En julio de ese aoel concejo reuni a los vecinos a voz depregn para consultarles sobre la obra y elimpacto econmico que tendra la imposi-cin de la sisa destinado al pago de la obra.De los 18 vecinos que fueron convocados 17aprobaron la idean de traer las fuentes a lavilla. Sin embargo, aunque el proyecto fueaprobado no se puso en marcha, pues seconsider aquel un momento inadecuado

    para imponer una nueva sisa a la poblacinde la villa. En vez de realizar la canalizacinse opt por el arreglo de la fuente de laGabarra, obra sensiblemente ms modes-ta52.

    En 1523 el maestro Martn de Aguirredirigi la construccin de una infraestruc-tura de trada de aguas que arrancabadesde el Pontn53. Casi treinta aos des-pus, en 1552, Guiot de Beaugrant dirigiuna obra similar que tomaba el agua delmolino de Erqueigo y la conduca hasta elalbergue municipal situado extramurosjunto a la calle Somera desde donde se dis-tribua al interior de la poblacin54. Uninforme realizado en 1558 por Juan de Lriznos indica que el sistema contaba con dosconducciones paralelas, una destinada asurtir a las fuentes (localizadas en SantosJuanes, plaza Mayor, portal de Zamudio,Carnicera, Matadero, plaza de San Miguely frente al portal de Barrencalle) y otra uti-lizada para la limpieza de la ronda de lavilla, operacin que tardaba aproximada-mente una hora en realizarse, segn testi-monios de la poca55.

    As pues, la impresin general es que elabastecimiento de agua a la poblacin nofue un tema de especial trascendencia paralas autoridades bilbanas al menos hastabien entrado el siglo XVI, las cuales prefe-ran delegar ese cometido en los particula-res. Y, por lo que parece, tampoco los par-ticulares mostraban especial rechazo a quelas cosas estuvieran as establecidas. Elacarreo del agua no era entendido comouna empresa pblica o colectiva sino pro-pia de cada vecino o familia. Las mozaseran las encargadas del transporte delagua desde las fuentes a los hogares, gene-rndose en torno a las fuentes, manantialeso ros una forma natural de relacin social.Los hombres slo se encargaban de estalabor si el trabajo era realizado de formaprofesional, como el caso de los aguado-res56.

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

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  • Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    SISTEMA DE DISTRIBUCIN DE AGUASEN BILBAO EN 1558

    FUENTES Y ALBERCAS EN BILBAOA FINALES DEL SIGLO XV

    Ra

    de

    Bilb

    ao

    Convento deSan Francisco

    San Nicols

    Plazuela de Zamudio

    Plazuela de Santiago

    Fuente

    Alberca

    El Arenal

    Allende la Puente

    Bilbao

    Ibeni

    Beatriz Arizaga y Sergio Martnez

    Beatriz Arizaga y Sergio Martnez

    Fuente

    Fuente delMatadero Fuente de la

    plazuela deZamudio

    Centro distribuidorde las aguas

    Fuente deSs. Juanes

    Fuente de laPlaza Mayor

    Fuente de Barrencalle

    Fuente de Carnicera

    Fuente de laPlaza de San Miguel

  • Por el contrario, la evacuacin de lasaguas s suscitaba mayor inters tanto en losvecinos como en las autoridades. Si el abas-tecimiento era un asunto privado la evacua-cin era una necesidad comn. En Bilbao elvertido de agua antes de las diez de la nocheestaba prohibido. Adems, sta no podaarrojarse desde las ventanas, sino que losvecinos deban bajar a la calle y depositarlaen los caos de agua sucia que recorran lascalles de la villa57. El plano de Bilbao estabaestructurado magnficamente para tal come-tido: el agua vertida a las servidumbres deluces corra haca los cantones y de estos alas calles principales para inmediatamenteverter sobre la ra, eliminndose con rapidezlas aguas residuales y permitiendo tambinla escorrenta natural en caso de lluvia. Sinembargo, la disposicin de servidumbres,cantones y calles y la existencia de caos enlas calles no debi ser suficiente para evitarque la suciedad desbordase frecuentementeaquel sistema colector. Por ello, las calles ycantones debieron ser espacios sucios, insa-lubres y foco habitual de infecciones.

    El problema de la suciedad del espaciopblico de la villa se trat de controlar entres aspectos58.

    El primero de ellos fue en las servidum-bres de aguas o de luces. En un primermomento, cuando la villa contaba an conespacios abiertos en las zagueras de lossolares el vertido de agua se realiza sinmayor problema, pero el agotamiento delespacio intramuros termin por hacer desa-parecer estos espacios abiertos, con lo cualla eliminacin del agua se hizo algo engo-rroso. Los continuos vertidos por las partestraseras de las casas hacia las servidumbresde luces podan llegar a formar verdaderosriachuelos que se desbordaban hacia loscantones y calles de la poblacin. Por elloen 1505 una ordenanza estableci el tapiadode las servidumbres para evitar estos verti-dos continuos al espacio pblico de lacomunidad. El concejo, consciente del pro-

    blema, y viendo que muchas veses cae vis-cosidad de las dichas casas, que avia de caeral canno, a la calle, en grand perjuisio de ladicha villa e de los que pasan por las dichascalles e cantones orden a los dueos delas casas de los cantones que cerraran lasdichas privadas con cal e pyedra fasta quenon parescan las tales pryvadas a su costa emisin dentro de veynte das59. Por lo queparece, este tipo de medida debi ser impo-pular ya que esta ordenanza supona unarepeticin de otra anterior de 1488. Comoforma de burlar la prohibicin, muchosvecinos optaban por realizar un boquete enel muro por la noche para permitir la salidadel agua a las calles y cantones, aspectocontra el que tambin luch el concejo60.

    El segundo punto que se trat fue el refe-rido a las privadas y necesarias. Estos eranhabitculos volados sobre la calle que exis-tan en algunas viviendas construidos enmadera o en cal y canto y en los que los

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    83

    SISTEMA DE EVACUACIN DE LAS AGUASEN LA VILLA DE BILBAO

  • habitantes de las casas vertan el agua utili-zada y los residuos orgnicos, todo lo cualcaa directamente a los cantones. La sucie-dad que tal prctica provocaba en la villallev al concejo a regular su utilizacin,bien cerrndolas hasta la lnea de la calle61bien situndolas dentro de las viviendas yno en su exterior62. Como se aprecia, talmedida no iba encaminada precisamente aatajar el problema sino a convertirlo en algoparticular de cada vecino.

    El tercer punto del que las autoridadesbilbanas se encargaron en relacin a lasuciedad crnica que padecan las calles ycantones de la villa fue el de la limpieza delas caeras que recorran las calles. Se sabeque todas estas caeras estaban cubiertasen su recorrido por la villa porque el conce-jo se encargaba de comprar piedras parasustituir a las que se hubiesen partido63. La

    limpieza de estas caeras se encargaba aprofesionales pagados espacialmente paraello y no a los vecinos, debido a la dificultadque entraaba tal prctica. La construccinde los canales tambin corra por cuenta deprofesionales para evitar que la mala nive-lacin de los caos produjese desborda-mientos de aguas en las calles. ste era elcaso de Artecalle, hacia la cual corran lamayor parte de las aguas sucias deTendera. Los vecinos de Artecalle protesta-ron ante el concejo bilbano por el agravioque esto supona y pideron que se llevase acabo una mejor nivelacin que repartiesecorrectamente las aguas entre Tendera yArtecalle64.

    Una vez recogida el agua en las caerassu destino eran los cays de la ra, si bienalgunos vecinos cercanos a la muralla perfe-ran eliminar sus inmundicias en las crca-vas y fosos, prctica contra la que regulabael concejo ordenando a los vecinos pegantesa los fosos que limpiasen las crcavas de tie-rra, estircol y basura y que lo depositasenen el tonel de la dicha villa que el concejotena para tal efecto en aquel lugar65.

    En resumen, por lo que los documentosmuestran, el abastecimiento de agua a lapoblacin bilbana fue un tema de segundoorden para las autoridades municipalesque, en buena medida, dejaron tal necesi-dad en manos de los propios vecinos. Laevacuacin de las aguas, por el contrario, sfue un problema comn sobre el que el con-cejo regul con cierta frecuencia para salva-guardar la salubridad y la higiene de lavilla, razn por la cual es mayor su presen-cia documental66.6.4. Los incendios y las inundaciones:

    modificaciones violentas del plano dela villa

    Los incendiosA su paso por la villa de Durango en

    1457 el rey Enrique IV mostr su asombro al

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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  • comprobar que la mayor parte de las casasde la villa estaban construidas en madera.

    As lo recoge Garibay cuando afirma:Refieren algunos viejos por tradicin quepreguntado en Durango el Rey, que le pare-cia aquella villa, respondi: que estaba enposer de un loco, dijo, por ser todas lascasas de tabla, porque estaba a la venturade quien con un manojo de paja, haciendoun desatino, o descuido, diese fuego a lavilla67. Ya algunos aos antes, en 1452, elFuero Viejo de Vizcaya sealaba la maderacomo material principal de las construccio-nes (Fuero Viejo, cap.CLXI). Con estas con-diciones no es extrao que los incendiosfueran un hecho frecuente en las villas viz-canas, sobremanera teniendo en cuenta lacostumbre de utilizar la paja como elemen-to aislante del fro y el almacenamiento enlas casas de grasas y combustibles para lailuminacin. Si el incendio en una viviendacontaba con la colaboracin del viento,especialmente si era viento Sur, era muyhabitual que el fuego pasase de una casa aotra provocando un incendio general.

    Del ao 1442 tenemos noticia de unincendio acaecido en Bilbao. El mircoles 16de marzo por la noche se declar en la villaun terrible incendio que destruy muchasviviendas y almacenes debido a la presen-

    cia de la madera como material de cons-truccin principal en la mayor parte de lascasas68.

    Sin embargo, parece que las autoridadesbilbanas no tomaron en excesiva conside-racin este problema, pues para mediadosde la siguiente centuria la mayor parte de lavilla segua estando construida principal-mente en aquel material. La tragedia, inevi-table en una villa construida de tal guisa ycon las casas tan apiadas, sucedi en lamadrugada del 9 de noviembre de 1571.Salvo seis casas-torre y las iglesias, y anstas sufrieron daos de consideracin, latotalidad de la villa qued por completoarrasada por las llamas. Los vecinos, sincasa en la villa donde cobijarse, debieronalojarse en las casas extramuros e incluso enlas embarcaciones que estaban atracadas enlos muelles de la ra. La valoracin que alpoco tiempo realiz el concejo para cuanti-ficar los daos sufridos ascendi a la impre-sionante cifra de 1.500.000 ducados69.

    Esta vez el concejo s tomo buena cuentade lo sucedido, adoptando desde aquel

    momento medidas encaminadas a evitar enlo posible aquel dursimo golpe sufrido.As, las nuevas Ordenanzas fijaban la alturade las viviendas en veinticinco o veintiseiscodos (aproximadamente 11,25 metros) y la

    6. El espacio pblico de la villa de Bilbao

    85

    FACTORES DE RIESGO DE INCENDIO EN EL BILBAO MEDIEVAL

  • anchura de las nuevas calles en quincecodos (6,75 metros). Los nuevos vialesresultaban mucho ms espaciosos que losantiguos y menos proprensos, por tanto, ala propagacin del fuego. Otra medidaadoptada por el concejo fue la obligatorie-dad de presentar una pintura del edificiopara obtener la licencia de obras. Por lo querespecta a los materiales, la madera nodesapareci como elemento constructivo deprimer orden pero la piedra se utiliz paralos bajos y para las paredes medianeras,evitando as la propagacin del fuego de unedificio contiguo a otro. La alusin deGaribay a que en 1572 toda la villa era dehermosa cantera y ladrillo no deja de seruna exageracin del autor.

    El incendio sirvi tambin al concejo bil-bano para comprar algunos solares vacoscon el fin de ampliar los espacios y edificiospblicos de la villa, hasta el momento esca-sos. As, las parcelas contiguas al portal deZamudio, pertenecientes a las callesSomera y Tendera, fueron adquiridas porel concejo para la reconstruccin de la cr-

    cel; en 1581 se compr un lote junto a laiglesia de Santiago para ampliar la plazuelay en 1591 se abri un cantn en Somera gra-cias a la adquisicin de otro lote de terre-no70. Estas decididas actuaciones contaroncon una ayuda fundamental: la existenciaen la villa de multitud de solares vacosante la imposibiliadad de algunos vecinosde reconstruir su casa tras el incendio. Lamayor parte de los restos de muralla quequedaban en pie fueron derribados parafacilitar la nueva ordenacin de la villa.

    As pues, el terrible incendio de 1571supuso en cierta modo el adios a la villamedieval, al menos en alguno de sus aspec-tos. La apiada poblacin de estrechascalles repletas de viviendas de madera di

    paso a una nuevavilla, ms espaciosay ms ptrea. Aun-que Bilbao no sedeshizo de su lega-do medieval, anhoy no lo ha hecho,s se modific enprofundidad. El in-cendio sirvi paracorregir las incon-gruencias urbanasque hasta aquelmomento habansido de difcil reso-lucin, dando pasoa una ciudad msmoderna y, pro-bablemente, algoms acogedora.

    Las inundacionesJunto a los incendios, las inundaciones

    supusieron para Bilbao un peligro muy cer-cano. Las aguaduchos atacaban peridi-camente la villa, causando a su paso gran-des devastaciones que obligaban a la pobla-cin a reconstruir cada cierto tiempo suscasas, sus edificios pblicos, sus murallas o

    Arizaga Bolumburu, Beatriz; Martnez Martnez, Sergio

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    ACTUACIONES LLEVADAS A CABO EN BILBAO TRAS EL INCENDIO DE 1571

  • sus muelles. La si