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Libro Sexto Teología Mítica Y Civil de Varrón LA CIUDAD DE DIOS POR SAN AGUSTÍN DE HIPONA

La Ciudad De Dios Libro 6

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Expocision del libro 6

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Libro Sexto

Teología Mítica Y Civil de Varrón

LA CIUDAD DE DIOSPOR SAN AGUSTÍN

DE HIPONA

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CAPITULO PRIMERO

De los que dicen que adoran a los dioses, no por esta vida presente, sino por la eterna.

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Adoración a dioses, que destruyen la religión cristiana, no por los intereses y felicidades de esta vida, sino por lo que después de la muerte se espera.

Es una necedad, y desvarío insufrible pedir o esperar la vida eterna de semejantes dioses.

Lo que está bajo la tutela y disposición de uno lo deben pedir a otro, de que resulta se tenga por tan absurda imposible y temeraria tal potestad.

Si es un error notable pedir vino a Ceres, pan a Baco, agua a Vulcano y fuego a las ninfas (Libro IV), ¿cuánto mayor disparate será pedir a alguno de éstos la vida eterna?

Ninguno de los que componen tanta multitud de falsos dioses podían dar la vida eterna.

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No siendo necesario su culto ni aun para las cosas que ellos entienden que les están sujetas.

<< ¿Es posible que esté tan obcecado (cegado) el corazón humano que viendo está lleno de embelecos (engaños) y es inútil el culto de los dioses para obtener estos bienes temporales y momentáneos, sobre los que dicen que cada uno preside particularmente a su objeto, crea que sea importante para conseguir vida eterna? >>

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CAPITULO Il

Qué es lo que se debe creer que sintió Varrón de los dioses de los gentiles, cuyos linajes y sacrificios, de que él dio noticia fueron tales, que hubiera usado con ellos de más reverencia si del todo los hubiera pasado en silencio.

Marco Terencio Varrón (MARCUS TERENTIUS VARRO) (Rieti, 116 a. C. - 27 a. C.) fue un polígrafo, militar y funcionario romano. Escribió más de 600 obras, pero sólo sobreviven fragmentos de unas 70, y dos completas (DE LINGUA LATINA y RERUM RUSTICARUM).

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CAPITULO III

La división que hace Varrón de los libros que compuso acerca de las antigüedades de las cosas humanas y divinas.

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Habiendo escrito cuarenta y un libros sobre las antigüedades, los dividió según materias divinas y humanas.

En las humanas consume 25, en las divinas 16, siguiendo en la división de materias esta distribución; de forma que reparte en 4 partes 24 libros concernientes a las cosas humanas, designando seis a cada parte.

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Materias humanas: Materias divinas:

LIBROS:

6 primeros: HOMBRES

6 segundos: LUGARES

6 terceros: TIEMPOS

6 últimos: COSAS

+ 1 libro al principio que habla de todos los asuntos propuestos.

= 25 LIBROS

LIBROS

3 primeros: HOMBRES

3 segundos: LUGARES

3 terceros: TIEMPOS

3 últimos: CULTO DIVINO

+ 1 libro al principio que habla en común de todos.

= 16 LIBROS

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CAPITULO IV

Que, conforme a la disputa de Varrón, entre los que adoran a los dioses, las cosas humanas son más antiguas que las divinas.

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<< En vano se busca y espera la vida eterna, que imprudentemente los hombres la quieren y desean.>>

A la verdadera religión no la fundó ninguna ciudad de la tierra, antes sí, ella es la que establece una ciudad verdaderamente celestial. Y ésta nos la inspira y enseña el verdadero Dios, que da la vida eterna a los que de corazón le sirven.

Por ésta razón, Varrón confiesa que por eso escribió primeramente de las cosas humanas y después de las divinas, porque éstas, fueron instituidas y ordenadas por los hombres

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CAPITULO V

De los tres géneros de Teología, según Varrón fabulosa, natural y civil.

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Hay tres géneros de Teología (ciencia de los dioses): mítico, físico y civil.

MÍTICO: Fabuloso. Aquel del que usan los poetas.

FÍSICO: Natural. Aquel del que usan los filósofos.

CIVIL: Civil. Aquel del que usa el pueblo.

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CAPITULO VI De la Teología mítica, esto es, fabulosa, y de la civil, contra

Varrón.

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Nadie alcanza la vida eterna con la Teología fabulosa, ni con la civil; porque una va, sembrando doctrinas detestables, fingiendo de los dioses acciones torpes, y la otra, con el aplauso que las presta, las va segando y tomando; la una esparce mentiras, la otra las toma.

Ambas son seguramente torpes, ambas odiosas; pero la una -que es la teátrica-, profesa públicamente la torpeza, y la otra -que es la civil-, se adorna con la obscenidad de aquella.

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CAPITULO VII

De la semejanza y conveniencia que hay entre la Teología civil y fabulosa.

La Teología civil se reduce a la Teología fabulosa, teatral, escénica, llena de preceptos indignos y torpes, y toda esta que justamente parece se debe reprender o condenar es parte de la otra.

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 CAPITULO VIII

De las interpretaciones de las razones naturales que procuran aducir los doctores paganos en favor de sus dioses.

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Dicen que todo esto tiene ciertas interpretaciones fisiológicas, razones naturales.

Búsqueda de la Fisiología y no la Teología; es decir, no la razón de la naturaleza, sino la de Dios, porque, aunque el verdadero Dios es Dios, no por opinión, sino por naturaleza.

No toda naturaleza es Dios, pues, en efecto, la del hombre, la de la bestia, la del árbol, la de la piedra, es naturaleza, y nada de esto es Dios.

En la verdadera Teología, la tierra es obra de Dios y no madre.

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CAPITULO IX

 De los oficios que cada uno de los dioses tiene.

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Ej. Si proveyese uno de dos amas a un hijo suyo para que la una no le diese más que la comida, y la otra la bebida, así como los romanos designaron para este encargo dos diosas: Educa y Potina.

Refiere que a la mujer, después del parto, la ponen tres dioses de centinela (Intercidona, Pilumno, Daverra) para que de noche no entre el dios Silvano y la cause alguna molestia.

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Manifiesta cuál es el oficio de cada uno, y por qué se debe acudir y suplicar a cada uno de ellos; pero con toda esta su exactitud y curiosidad, no se hallará que demostró o nombró un solo Dios a quien se deba pedir la vida eterna, y solamente por ella sola somos en realidad cristianos.

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CAPITULO X

De la libertad con que Séneca reprendió la teología civil, con más vigor que Varrón la fabulosa.

Lucio Anneo Séneca (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (4 a. C. – 65) fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista.

Anneo Séneca. Escribió contra las supersticiones, más abundantemente y con mayor vehemencia reprende la teología civil y urbana que Varrón llama teatral y fabulosa.

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CAPITULO XI

Lo que sintió Séneca de los judíos.

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Séneca, entre otras supersticiones relativas a la teología civil, reprende igualmente los ritos de los judíos, con especialidad la solemnidad del sábado, diciendo que la celebran inútilmente.

No se atrevió a hacer mención de los cristianos, que ya entonces eran aborrecidos de los judíos.

Al fin puso su parecer, significando lo que sentía acerca de aquellos ritos, y dice así: «Con todo, ellos saben y entienden las causas en que se fundan sus ritos y ceremonias, y la mayor parte del pueblo hace lo que ignora por qué lo hace»

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CAPITULO XII

Que descubierta la vanidad de los dioses de los gentiles, es, sin duda, que no pueden ellos dar a ninguno la vida eterna, pues que no ayudan tampoco para esta vida temporal.

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Acerca de estas tres teologías que los griegos llaman mítica, física y política, y en idioma latino pueden llamarse fabulosa, natural y civil, de ésta hemos demostrado que no se debe esperar la vida eterna.

¿a qué dios sino al dador de la felicidad nos hemos de consagrar los que con piadosa caridad amamos y deseamos la vida eterna, donde se halla la verdadera y completa felicidad?

El dios que no da la felicidad, ¿cómo podrá dar la vida eterna? ¿Cuál es la causa porque llamamos vida eterna aquella donde hay felicidad sin fin?

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Se infiere que la vida eterna, la feliz y bienaventurada sin fin, sólo la da el que da la verdadera felicidad.

La cual, por cuanto está demostrado que no la pueden dar los dioses que reverencian la teología civil, por lo mismo, no sólo no se les debe venerar por interés de las cosas temporales y terrenas, según lo manifestamos en los cinco libros anteriores, pero mucho menos por la vida eterna que esperamos después de la muerte.