8/3/2019 La Ciudadela de Fuego - Cap. 2

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Capítulo 2: Chems

La caldera empezaba a borbotear. El olor a salitre inundaba laestancia, mezclándose con el calor y produciendo un efecto narcotizante

pero Chems estaba más que acostumbrado.Era casi medianoche y la única luz procedía de una titilante vela que estabapróxima a extinguirse.

—Chems, alguien pregunta por ti, sube —gritó una voz desde laplanta baja de la casa.

—Un segundo, ya casi termino —Chems retiró la caldera del fuego yañadió unas cucharaditas de volgium en polvo. Dejó la mezcla en reposo, sequitó su túnica y subió escaleras arriba.

El visitante era Mr. Baker. Baker era conocido por su puesto comocomandante de la guardia de la ciudad y por tanto era uno de losciudadanos más ilustres y respetados.

—Siento molestarte tan tarde, Chems —Baker sujetaba su casco de laguardia entre las manos.

—No importa. Dime de qué se trata.

Chems invitó a Baker a pasar. Una vez sentados y con una copa de

vino especiado en la mano, retomaron su conversación.

—Se trata de John —Baker miró fijamente a Chems.

<"Sabía que ese niñato no traería más que problemas. Se lo advertí al maestre Beaver pero se negó a escucharme">. Pensó Chems.

El Maestre Beaver había acogido a John en la Hermandad cuando suspadres murieron y sus tíos lo obligaron a trabajar en las minas. Tenía polvoen el pelo y la cara sucia como el carbón el día que el maestre lo encontró

pero sus ojos eran de un verde brillante y le conferían un aire deinteligencia que el maestre captó al instante.

Chems fue reticente desde el principio respecto al chico. Había algoen él que no le gustaba aunque admitía que el chico tenía potencial.

—Dime qué ha hecho esta vez —preguntó fríamente Chems.—Lo cogimos intentando robar materiales de la tienda del boticario.—¿Sabéis qué andaba buscando? —Chems estaba irritado aunque

intentó controlarse.—Cuando lo registramos no llevaba nada encima —respondió Baker

levantando los hombros—. Suponemos que llegamos justo a tiempo.

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Chems había oído rumores de que John estaba buscando pieles decobra de Erethi. Éstas eran utilizadas para elaborar el verithaserum, másconocido como suero de la verdad.

—Hablaré con el maestre Beaver por la mañana. Deja a John en unacelda durante esta noche y mañana decidiremos su castigo.

La Hermandad no se regía por las mismas leyes de la ciudad. Lassuyas eran mucho más duras. Esto era debido a que últimamente los magosambulantes se hacían pasar por alquimistas y estaban desprestigiando algremio.

Estos magos se dedicaban a hacer trucos de magia baratos mientrassus esbirros saqueaban los bolsillos de los incautos espectadores.

—Me encargaré de que pase la noche en la celda más oscura. Buenasnoches, Chems —Baker se puso el casco y se levantó de la silla.—Buenas noches, Baker.

Chems cerró la puerta y meditó durante algunos minutos. <"Si nofuera tan estúpido, ese muchacho podría llegar a ser Maestre. Pero si seempeña en seguir por ese camino...">

Decidió dejar de pensar e irse a la cama. Llevaba levantado desdeantes de la salida del sol y se sentía fatigado. Subió las escaleras hasta el

tercer piso, donde al final del pasillo se encontraban sus aposentos.Se puso su ropa de dormir y se tiró en la cama. Cogió de la mesilla

de noche su libro “Somnus alchimiae” y empezó a leer a la luz de la única

vela que iluminaba la habitación. No tardó mucho en quedarse dormido conel libro sobre el pecho y las gafas puestas.