La Ciudadela de Fuego - Cap. 3

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  • 8/3/2019 La Ciudadela de Fuego - Cap. 3

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    Captulo 3: Alayne

    La maana era de un gris oscuro, las nubes impedan ver la luz delsol pero aun as, Alayne se haba despertado esa maana. El fro de la

    maana se le meta hasta los huesos y el viento le azotaba el pelo contra lacara.

    Se haba puesto un vestido azul oscuro con un lazo blanco. Aquel erasu vestido favorito, su madre se lo haba regalado haca dos aos, el da desu dcimo-cuarto da del nombre.

    . Alayne llevabaya dos horas caminando sin descanso. Llevaba repitindose que parara enla siguiente aldea que viera pero siempre prefera seguir para llegar antes a

    su destino.

    Villa Vanille. Esa era la ciudad ms prxima al pueblo de Alayne. Sedeca que all todos tenan oportunidad de encontrar una vida mejor que enel campo. Nadie que hubiese ido haba vuelto a su vida rural.

    Alayne no buscaba una nueva vida, ni siquiera se senta atrada porese mundo grande y desconocido. Sus motivos iban ms all de su interspersonal.

    . El septn de la aldeaera tambin el encargado de cuidar de los enfermos, as que fue a l aquin acudieron cuando la madre de Alayne cay enferma. Pero elsacerdote ya no dispona de Dulceflor as que Alayne decidi ir a buscar msa la ciudad.

    El camino era polvoroso y la tierra se le meta por los ojos a cadapaso debido al incesante viento. El sudor se le mezclaba con la tierra y la

    cegaba pero aun as segua caminando.

    Una hora despus, vio las murallas que se alzaban imponentes en eloeste. Eran de color gris oscuro, aunque Alayne no vea ms que altasparedes borrosas. En el puente levadizo ya haba una larga cola demercaderes esperando para entrar en la ciudad.

    Alayne vio a uno que llevaba gallinas en una vieja carreta, ayudadopor su hijo que era el encargado de vigilarlas mientras el padre hablaba conlos otros comerciantes. Otro campesino y su esposa daban de pastar a sus

    tres vacas. stas parecan mucho mejor alimentadas que sus dueos.

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    Un poco ms adelante se encontraban dos comerciantes ataviadoscon caras sedas de colores. Alayne supuso que seran ricos comerciantes delana de Flandes.

    Despus de ms de una hora de paciente espera fue el turno deAlayne de entrar a la ciudad. Nunca haba estado all antes y solo la entradala deslumbr por su fastuosidad. Las altas puertas de madera de robletenan talladas figuras de grandes leones y los pomos de las puertasparecan hechos de oro que brillaban como el primer da. Las puertas dabandirectamente a la avenida principal que en ese momento se encontraba ensu mxima actividad. Olores y sonidos inundaban el ambiente, una mezclade sensaciones se desataron en Alayne.

    Estaba sola, confusa y no tena ni idea de hacia dnde ir. Su plan

    haba consistido en preguntar a un amable lugareo la ubicacin delboticario pero en esa ciudad todos parecan extraos y demasiadoconcentrados en sus asuntos como para ayudarla.

    Se adentr en la gran calle principal y empez a caminar. Estabaacostumbrada a una relajada vida en el campo y aquello la abrumaba y laasustaba demasiado.

    . Alayne no paraba derepetrselo. Su madre haba sido muy importante para ella, era lo nico que

    tena en el mundo y no pensaba darse por vencida fcilmente.

    Sigui caminando, intentando no dejarse llevar por sus emocionespero la angustia empez a apoderarse de ella. Dobl una esquina quellevaba hacia un pequeo callejn donde todo el bullicio de la calle principalquedaba amortiguado y se oa como un lejano rumor. All estaba todomucho ms calmado y Alayne aprovech para respirar y serenarse.

    Hey, t! Dnde te crees que vas?

    Alayne se gir para ver de quien se trataba cuando lo vio.