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La competición microbiana en el suelo (( La modificación de las técnicas culturales, entre las que sobresale la intenszj?cación de los cultivos, gracias, en parte, a los nuevos híbridos resistentes, están llevando a la tierra a ((degradaciones)) tan límites, como la de hacer imposible su cultivo.^ Escribía Ponchet en 1983, a propó- sito de la lucha microbiológica, «el fitopatólogo, por necesidad, ha lle- gado a ser ecólogo, ya que ha busca- do la forma de mejor comprender a los antagonistas». Ese es, posible- mente, el caso de quien les habla. Posibilidad fraguada en la situación vivida, de manera continuada, en el Sureste peninsular durante el último decenio. La reflexión podría ser re- sumida así: la observación de los pa- iosisiemas del tomate y del clavel, vertebrados en sus dos fundamenta- les micosis -las afusariosis vascula- res»- me han colocado en una tesitu- ra poco discutible. La lucha genética -ciertamente, la menos contaminan- te- es imperfecta y muy desconocida su esencia en el caso del clavel; y, no duradera en el caso del tomate (rápida manifestación de nuevos pa- iotipos veriicales). La lucha química para las micosis vasculares no pro- porciona una protección aceptable, y deteriora el medio hasta el punto de agravar ciertas criptógamas. La mo- dificación de las técnicas cuturales, entre las que sobresale la intensifi- cacidn de los cultivos, gracias, en parte, a los nuevos híbridos resisten- tes, están llevando a la tierra a «de- gradaciones» tan límites, como la de hacer imposible su cultivo. Esta conferencia es parte de esa re- flexión. Y, quisiera, que de ella no se desprendiese un optimismo «naif», si no las dificultades que en- trafla cualquier intento de manejar el suelo pensando en la utilización del «antagonismo» microbiano, dentro del marco, genéricamente denomina- do, lucha bioldgica. Lucha biológi- ca, todavía balbuciente, pero que representa el intento de imitar a l a naturaleza en aquello que ésta ofrece de equilibrio. En ese deseo de copiar a la naturaleza, importantes avances son esperables de los rápidos progre- sos de la ingeniería gen&tica y de-las biotecnologias, que ayudarán a com- prender mejor el suelo, concebido como «ente vivo», sede de interac- ciones complejas entre las poblacio- nes microbianas que lo habitan.

La competición microbiana en el suelo · reflejo de la realidad. Actonomice- tos, Penicillium, Aspergillus, Tricho- derma, capaces de lisar a distancia a ... y, sobre todo, penetraciones

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La competición

microbiana en el suelo

(( L a modificación de las técnicas

culturales, entre las que sobresale

la intenszj?cación de los cultivos,

gracias, en parte, a los nuevos híbridos

resistentes, están llevando

a la tierra a ((degradaciones))

tan límites, como la de hacer

imposible su cultivo.^

Escribía Ponchet en 1983, a propó- sito de la lucha microbiológica, «el fitopatólogo, por necesidad, ha lle- gado a ser ecólogo, ya que ha busca- do la forma de mejor comprender a los antagonistas». Ese es, posible- mente, el caso de quien les habla. Posibilidad fraguada en la situación vivida, de manera continuada, en el Sureste peninsular durante el último decenio. La reflexión podría ser re- sumida así: la observación de los pa- iosisiemas del tomate y del clavel, vertebrados en sus dos fundamenta- les micosis -las afusariosis vascula- res»- me han colocado en una tesitu- ra poco discutible. La lucha genética -ciertamente, la menos contaminan- te- es imperfecta y muy desconocida su esencia en el caso del clavel; y, no duradera en el caso del tomate (rápida manifestación de nuevos pa- iotipos veriicales). La lucha química para las micosis vasculares no pro- porciona una protección aceptable, y deteriora el medio hasta el punto de agravar ciertas criptógamas. La mo- dificación de las técnicas cuturales,

entre las que sobresale la intensifi- cacidn de los cultivos, gracias, en parte, a los nuevos híbridos resisten- tes, están llevando a la tierra a «de- gradaciones» tan límites, como la de hacer imposible su cultivo.

Esta conferencia es parte de esa re- flexión. Y, quisiera, que de ella no se desprendiese un optimismo «naif», si no las dificultades que en- trafla cualquier intento de manejar el suelo pensando en la utilización del «antagonismo» microbiano, dentro del marco, genéricamente denomina- do, lucha bioldgica. Lucha biológi- ca, todavía balbuciente, pero que representa el intento de imitar a l a naturaleza en aquello que ésta ofrece de equilibrio. En ese deseo de copiar a la naturaleza, importantes avances son esperables de los rápidos progre- sos de la ingeniería gen&tica y de-las biotecnologias, que ayudarán a com- prender mejor el suelo, concebido como «ente vivo», sede de interac- ciones complejas entre las poblacio- nes microbianas que lo habitan.

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Reconocimiento y domesticación del antagonismo microbiano

Sin exagerar podría d,ecirse que du- rante mucho tiempo. el estudio de los «microbios buenos» del suelo - fertilizadores, fijadores, trasforma- dores- han retenido la atención de los investigadores. Cuando se inten- sificó la agricultura, comienza a apa- recer la noción de «fatiga del suelo,. Las inevitables desinfecciones, gene- rales o selectivas, del suelo patenti- zaron los desplazamientos de la mi- croflora y sus efectos, poco estudia- dos, resultantes de la destrucción de microorganismos útiles. A partir de los afios sesenta de la presente cen- turia. empiezan a aparecer los prime- ros tratados especulativos, sobre la utilidad de los «antagonistas cómpli- ces»: Baker (1968) y Baker y Cook (1974). Durante muchos afios, el antagonis-

mo ha estado «espiado in-vitrom, pa- ra toda una pléyade de microorganis- mos productores de antibióticos y otros inhibidores. Rápidamente se comprendió que las confrontaciones, dos a dos, sobre medios agarizados no representaban más que un pálido reflejo de la realidad. Actonomice- tos, Penicillium, Aspergillus, Tricho- derma, capaces de lisar a distancia a los fitopatógenos, han resultado sin valor cuando se les introducía en su biotopo. Su acción antagonista, sólo podía ponerse en evidencia en algu- nos suelos previamente esterilizados, colocados en condiciones experi- mentales muy precisas.

Las experiencas, más próximas en el tiempo, sobre el antagonismo se inspiran en modelos naturales -de los que algunos son ejemplos bien lla- mativos- tratando de conocer los me- canismos que los rigen para intentar reproducirlo. Tienen en cuenta la ecologia, preparando el medio para asegurar una mejor instalación, mul- tiplicación y estabilidad de los mi- croorganismo~. En una palabra, se tiende a «domesticar» a los antago- nistas antes que a ignorarlos o elimi- narlos al mismo tiempo que a los agentes patógenos.

Hace falta, no obstante, constatar que la aplicación dirigida de los an- tagonistas. sigue a mucha distancia a los resultados de la investigación. Prueba de ello es que, en los últimos cinco lustros, sólo algunos métodos han llegado a ser utilizados en la

práctica. Veámoslos según los enu- mera Gindrat (1983):

A- La podredumbre de las especies forestales resinosas:

El tratamiento de los tocones, in- mediatamente despuCs de la tala, con esporas de Peniophora gigantes para combatir al hongo Ungulina annosa (=Fomes annosus) permitió proteger unas 70.000 Has. en el Reino Unido. siendo la primera técnica de utiliza- ción del antagonismo microbiano puesta en práctica (Baker, 1980).

B- El uchancro 6 Cáncer* del castaiio:

Micosis producida por el hongo En- dothia parasitica. Grave enfermedad del castaflo americano. que según describe Agrios (1986) destruyó practicamente todos los castafíares americanos del tercio oriental de EEUU, desde el sur de Canadá hasta el Golfo de Mejico, en un tiempo breve. desde 1904 (época de la intro- ducción del patógeno) hasta 1940. La aplicación de cepas de Endofhia

parasifica con una hipovirulencia confagiosa sobre los chancros. pare- ce un medio para limitar la enferme- dad. Pese a ciertos problemas (costo de producción; experiencias, a ve- ces, difíciles de evaluar), este meto- do tiene un notable interCs: la mani- pulación del potencial vital de un agente patógeno uin situn.

Se desconoce, todavía, la naturale- za de la hipovirulencia contagiosa de las cepas de Endothia parasifica. Se especula con la posibilidad de un agente causal tipo pseudovirus con RNA bicatenario (Grente, 1983).

Pero, ciertamente, el ecosistema se ha visto modificado por la extensión de cepas hipovirulentas, notándose una curación progresiva en numero- sas regiones de Francia e Italia.

C - El «Tumor bacteriano,: Bacteriosis causada por Agrobacfe-

rium tumefaciens. Es la aplicación que más Cxito ha tenido: se utiliza en el mundo entero. La protección de plantas. injertos, raíces, semillas; y , las heridas de poda de los árboles frutales. de la vid, y de diversas or- namentales, por un bafio en una sus- pensión de Agrobacterium radiobac-

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ter (cepa K84) es de sencilla aplica- ción. Sin embargo, existen todavia algunas dificultades: resistencia de A. tumefaciens, tolerancia de las in- fecciones latentes. sensibilidad del producto biol6gico al calor. a la de- secación y al sol (Bazzi, 1983).

La cepa de A. radiobacter protege por la posible emisión de sustancias tóxicas para el patógeno (bacterioci- na).

D- Los hongos del gdnero Trichoderma:

Tal vez sea el antagonista más en- sayado para utilizarlo en la lucha biológica.

T. harzianum (antes T. viride): su uso ha sido homologado en el Reino Unido como protector de las heridas de poda en los árboles frutales, para combatir el &lomo», enfermedad causada por el miceto Stereum pur- pureum. También se aconseja su uti- lización, para la aplicación preventi- va sobre las heridas, por inserción de preparaciones sólidas (pastillas) en el tronco.

Si el efecto preventivo, por la apli- cación directa sobre las ablaciones, puede ser c6modamente explicado, la curación a distancia de Trichoder- ma, es. por ahora, un enigma: ~resis- tencia inducida?, ¿transporte de una sustacia fungistática?

Grosclaude (1983) enumera las si- guientes posibilidades:

T. harzianum puede ejercer su anta- gonismo sobre Stereum purpureum (=Chondrostereum purpureum) por los siguientes mecanismos:

- producción de sustancias antibi6- ticas o volátiles, difusibles en el me- dio de cultivo (comprobaciones sólo «in vitro»).

- Competición tr6fica a costa del hongo patógeno. - Micoparasitismo de las hifas de S.

purpureum por T. harzianum.

- Producción por T. harzianum de uelicitors» que induzcan al hospeda- dor (árbol) a elaborar fitoalexinas a las que seria sensible S. purpureum. De una manera general, se puede de- cir que el árbol reacciona de manera no especifica a la introducción del

antagonista, por una gomosis vascu- lar que inhibe el desarrollo posterior del patógeno.

Otras aplicaciones de Trichoderma son objeto, hoy por hoy, de estudios avanzados. Asi, por ejemplo, la 10- cha contra la «Podredumbre gris» y la uExcoriosis» de la vid. Los hon- gos causantes de ambas micosis son, respectivamente, Botrytis cinerea y Phomopsis viticola. Veamos como. resumidamente, Dubos et al. (1982) describen el fenómeno para la «Po- dredumbre gris»:

La competicidn entre Trichoderma y B. cinerea se ejerce. particular- mente. por la colonización de los restos florales. Por esta razón, el aporte del antagonista al f in de la floración es de una importancia pri- mordial. Hace falta, ademas. llamar la atención sobre el hecho dc que el comportamiento saprofítico de B. c i - nerea es tan importante como su ac- tuación parasitaria. El hongo patóge- no sobre la vid, coloniza los restos vegetales. creciendo vigorosamente sobre ellos, que les sirven de base nutritiva para contaminar los 6rga- nos sanos de la planta. A partir de

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Escribe Digat (1983) . el hierro, catión esencial en el metabolismo energético de los seres vivos, inter- viene en la respiración y en la fotosíntesis (como transportador de electro- nes en los c i~ocromos) . En el suelo, el hierro férrico ( ~ e + + + ) está frecuente- mente inmovilizado bajo forma de óxidos, hidróxi- dos o sales insolubles. En los suelos alcalinos, a pe-

aquí, el planteamiento se desgrana sar de presentarse en cantidades de otros microbios. El ~ e + + + quelado así: el antagonista. Trichoderma. apreciables no puede ser asimilado, por los sideroforos es asimilable no puede colonizar como pionero los dando lugar a los fenómenos de clo- sólo por la bacteria -que obtiene una capuchones florares pegados a los rosis. Se admite, de forma generali- ventaja metabólica evidente- sino nacientes frutos, impidiendo así la zada, que ciertos microorganismos tambien por la planta, que se asegura instalación saprofítica de Botrylis y actúan como solubilizadores del hie- un metabolismo más activo que in- retardar la aparición de los primeros rro, entre ellos Pseudomonas fluo- fluye en su desarrollo. focos de la enfermedad. rescentes y Pseudomonas pu t id?~ Una idea del poder antagonista de

Cuando la infección se desencade- que faclll- las Pseudomonas la da el hecho de na, se observa un hiperparasitismo dad la y rizoplano de que una misma cepa de Ps. fluores- de Trichoderma sobre Bolrylis. Al plantas de las que obtiene cens produce Pioluteorina y pirrol- microscopio se ven figuras clásicas sustento. Estas bacterias excretan los nitrina. Mientras la primera sustan- de predación, como enrollamiento de ~sideroforos» que tienen un fuerte cia es inhibidora de Pythium ulti- hifas, y, sobre todo, penetraciones poder quelante Para el hierro férrico. m,,, 1, pirrolnitrina es antagonista en el micelio del hongo patógeno. Con sideroforos se designan molecu- de Rhizoctonia solani aislada de al-

las que ctrans~ortadoras del hierro>>, godón. Otro ejemplo 10 proporciona y de reciben una cepa de Pseudomonas sp.. capaz

E- Las Rizobacterias: específicos: ferricromas, enterobacti- de el lropalone, sustancia Parece ser que se trata del último na, agrobactina, parabactina. letal para hongos como Helminthos-

de los antagonistas que han pasado a Las rizobacterias. en la competi- porium. Alternaria, Fusarium, Di- la aplicación comercial, y a decir de ción entre microorganismos telúri- plodia, Piricularia, Cladosporium, Gindrat nos encara hacia la Fitopa- cos, tienen una enorme ventaja al ser Rhizoctonia y Pythium. tología del aAo 2000. capaces de colonizar eficaz y rápida- una muestra de las habilidades an-

Se recomienda su uso para el trata- mente la rizosfera Y el r ¡ ~ ~ lano. tagonistas de las Pseudomonas se miento de semilla (remolacha, pata- además quelan ejer- ofrece en e l Cuadro 1 , tomado de Di- ta, etc.) con bacterias del genero cen una competición o antagonismo gat (1983) .

de origen nutricional, al dejar dicho Pseudomonas* capaces de desano- elemento escaso para el desarrollo La tentación de utilizar estas capa- llarse en el sistema radicular de las cidades del grupo bacteria- plantas y protegerlas con- no Pseudonomas purida- ua los agentes patógenos, fluorescens, es frecuente todavía mal definidos. Es- en quienes pretenden lu- ta «bacterización» de se- char contra las enfermeda-

cultivar. Diponemos de todas las variedades más modernas e interesantes para el cultivo tradicional o para el porvenir: el «adelantad& o ((Surnrner Planting*, y como novedades absolutas nuestras variedades de fresón, obtenidas en España, en nuestros viveros.

millas, tiene oobre el ren- dimiento de las planas un efecto espectacular (SUS- low, 1982; Digat, 1983).

El estudio de la especifi- cidad de las rizobacterias «vis a vis» de sus hospe- dantes vegetales (espe- cies, variedades). así co- mo otros aspectos, deberá ser intensificado y profun- dizado. Sin embargo, al- gunos mecanismos son co- nocidos. y pueden apoyar el propósito de esta expo- sición. Veámo4o:

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e'norme expectación con la posibilidad de controlar biológicamente las «Fusa- riosis vasculares~.

Aunque magros, los resul- tados son bien alentadores. Su consecuención es difí- cil, y cuando se trata de en- carar la lucha biológica en el suelo, una . idea debe quedar suficientemente cla- ra:

Los fitopatólogos hemos

4 des de origen telúrico. Al- gunos han caído en ella co-

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- Scher y Baker (1982) . aue han levantado una

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m- Cuadro 1 : Antibiáticos producidos por Pseudomonas

con actividad antifúngica (Digat, 1983).

tenido la tendencia a considerar el suelo como un reservorio del inócu- lo, en el cual los órganos de conser- vación de algunos hongos patógenos sobrevivían, esperando las condicio- nes para atacar las partes subterrá- neas de las plantas. Paralelamente a las observaciones epidemiológicas de las micosis de evolución aérea, se ponía especial énfasis en la determi- nación del indculo primario, para lo cual se desarrollaban técnicas lo más precisas posible, que unidas a los métodos estimativos de las capacida- des infecciosas de éste inóculo, per- mitiesen preveer la aparición de las micosis en función de las condicio- nes ambientales.

Sin embargo, el suelo no es el re- servorio inerte se pensaba era, sino que es un medio extremadamente complejo, capaz de modular la ex- presión de una enfermedad, incluso hasta el límite de impedir su mani- festación. Bien netamente ha mostra- do este aspecto Alabouvette (1983) al definir el concepto de Receprivi-

Acción fungicida débil o nula Bacteria

dad de un suelo a una enfermedad ples fenóme~ios biológicos. Entre como «su aptitud a permitir la expre- ellos, el denomindo antagonismo sión de las capacidades patógenas de microbiano, que se desarrollará a un inóculo sobre una población de continuación. hospedadores sensibles».

El autor precisa que se trata de la Antagonismo microbiano en el receptividad a una enfermedad de suelo: de competición origen telúrico, y no a un agente pa- tógeno, pues con la definición se pretende aprehender todos los fac to- Las interacciones entre microorga- res que en el suelo pueden inducir n ismo~ en el S U ~ ~ O Son extremada- una limitación en la gravedad de la mente complejas Y 10s conocimien- enfermedad y no ~610 10s que contro- tos actuales sobre el tema no ~ e r m i - lan la instalación del agente patóge- ten enunciar 10s grandes principios no. que rigen el equilibrio biológico del

suelo. escribían en 1982 Barea y Azcón-Aguilar. Estas relaciones

quedó en las pueden ser esquematizadas como se mismas condiciones ambientales, el detalla en e l Esquema mismo hospedante y el mismo inócu- lo introducido en diferentes suelos. En parte de mi se L~~ resultados quedan resumidos en detallará, paiciahente la relacidn C. el Cuadro 2. No es aquí el lugar para precisar las '

interacciones A y B. que serán utili- experiencia muestra 'Om0 zadas de forma auxiliar para explicar

suelo no es un reservorio inerte, y aspectos de la C. puede considerarse como un ucon- junto vivo,, en el cual ocurren m i l t i - En la relación microbio-microbio

Pseudomonas fluorescens

PS. fluorescens

Ps. fluorescens

Pseudomonas sp.

Antibiótico

Pirrolnitrina (3 cloro- 4(2'-nlro-3'-clorofenil)-pirrol)

Pioluteorina (4,5-dicloro-1 H-pirrol 2-YL-2Di-OM-ferril-cetona)

Pseudobactina (hexapeptido).

Tro lone (2-(%-2,4.6-cicio heptatrieno 1-1).

Thialeviopsis basicola Alternaria sp. Verticillium dahliae Rhizoctonia solani

Alternaria sp. Fusariurn sp. Pythiurn ultimun

Pythiurn ultimun Pythiurn aphaniderrnatum R hizoctonia solani Eiwinia carotovora Bacillus cereus Pseudonornas marginalis Pseudonornas tornato Xanthornonas corynebacter

Helrninthosporiurn sp. Alternaria sp. Piriailaria sp. Fusarium sp Cladosporiurn sp. Diplodia sp. Rhizoctonia sp. Pythiurn sp. Colletatrichurn sp.

Acción fungicida letal o fuerte

Pythiurn ultimun Fusarium sp.

Rhizoctonia solani

Pseudomonas solanacearurn Agrobacteriurn turnefaciens

Aspergillus sp. Penicilliurn sp. Trichodema sp. Rhizopus sp.

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Cuadro 2: Porcentaje de mortalidad de plantas de melón cultivadas en diferentes suelos infectados por F. oxysporum f. sp. melonis

(Alabouvette, 1983).

(C), Barea y Azcón- cierta operatividad expe- Aguilar resumen los rimental, basada en ob- fenómenos descritos servaciones indirectas.

Dosis inóculo (n. propág ulos

Por g- de suelo)

O

1 O0

200

400

800

1.600

3.200

8.1 O0

24.000

como se expresan en motivada por la opaci- el Cuadro 3. 1 dad del medio, el suelo: La competicidn, mo- WSfFDADOR VEGETAL Suelo, que como ente fí-

tivo de esta conferen-

. sico-qufmico. no sólo

cia, se define como como sede de interaccio- una lucha inespecífica nes entre poblaciones vi- entre poblaciones de vas, influye notablemen- microorganismos por te en las relaciones mi- conseguir algún ele- crobianas. Por esta razón

mento esencial para su el Esquema 1 podría ser

supervivencia. modificado como se in-

amensalismo, fenóme- no por el cual una es- pecie limita a otra, un entendimiento de lo eracias a la excreta- que podría denominarse

PORCENTAJE DE PLANTAS MUERTAS

o - - - - - - - - - - - - - - - - - .

ción de sustancias in- hibidoras; caben en esta definición, para muchos autores. mecanismo co- mo antibiosis, lisis, etc. Finalmente, predacidn y parasirismo comportan el ataque de un microorganismo a otro con fines alimentarios. En el pa- rasitismo el microbio atacado perma- nece vivo, al menos durante un tiem- po; en la predación. la ingestión pue- de ser holozoica (la víctima es inge-

rida rápidamente), o lítica (la víctica es. previamente. destruida por lisis y despuCs ingerida).

Hay en todas las interacciones mi- crobio-microbio, un hilo conductor: la necesidad de alimentarse. Por ello, a pesar de la aparente precisión de las definiciones, tratando de en- cuadrar una realidad hoy por hoy muy desconocida, sólo permiten una

ouroux

O

45

39

34

45

94

94

100

1 O0

«ambiente suelo». «Am- biente suelo» que ha sido detallado en un patosistema telúrico por Man- genot y Diem (1979) como indica el Esquema 3.

Dijon

o

O

O

O

O

44

44

50

83

Manifestación de fenómenos de antagonismo en el suelo: La fungistasis

Seguir las definiciones anterior-

C hateaurenard

o

O

o

O

O

O

O

O

6

Bretenibres

o

6

o

6

50

50

94

94

1 O0

Tillenay

o

O

O

6

6

66

67

72

1 O0

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ción se ejerce por el espacio. volu- men disponible para la proliferación de colonias bacterianas o de hifas fúngicas estará limitado a los poros del suelo. En la práctica la competi- ción nutritiva juega un papel mucho más importante que la competicidn por el espacio».

Este razonamiento me ha inclinado a hablar de las manifestaciones de los fenómenos en el suelo, mas que a dilucidar la sustancia fenomenológi- ca. por otro lado bastante imperfec- tamente interpretada.

La fungistasis Un hecho bien simple y comproba-

do, es que la inoculación de un suelo estéril con un microorganismo cual- quiera, no presenta, en general, nin- guna dificultad particular -bien en- tendido. a condición de disponer de un sustrato conveniente y no ser mo- lestado por factores ecológicos hos- tiles-. Por el contrario la inoculación del mismo suelo, pero sin esterilizar, está, frecuentemente, abocada al fra- caso. Uno de los procesos explicati- vos de esta constatación es la fungis-

rasis. La fungistasis es un fenómeno ge-

neral de inhibición de la germina- ción de las esporas fíingicas situadas en el suelo. Lockwood (1964) la de- limitaba como sigue: - Casi todos los suelos naturales

son fungistáticos, con excepción de los subsuelos profundos en los que las poblaciones microbianas son pe- queiias. - La manifestación de la fungistasis

requiere, normalmente, la presencia de microorganismos vivos. La total o parcial esterilización del suelo (ca- lor, fumigación, radiación gamma) anula el efecto.

- La fungistasis puede ser restaura- da en suelos estériles inoculados con microorganismos más o menos espe- cíficos, incluyendo aquellos incapa- ces de producir antibióticos. Algu- nos suelos son conocidos por su fun- gistasis persistente despues de esteri- lizarlos.

- Los propágulos de la mayoría de las especies fúngicas son sensibles a la fungistasis en suelos naturales.

- La fungistasis es. frecuentemente, anulada por la adición de energía al suelo. Quien afíos más tarde, el mismo au-

tor (Lockwood. 1977 y 1979) propo- nía interesantes precisiones que, en- tiendo. merece la pena comentar.

1 .- Precisiones a la definicibn: El concepto de fungistasis no debe-

ría asociarse. sólo, a la producción de sustancias inhibidoras. Circuns- crito al fenómeno de la inhibición de la germinación fúngica, excluiría su recíproco, es decir, el estímulo de la germinación de las esporas. Actua- rían como límites a la definición, por un lado la formación de esporas de conservación (clamidosporas); pues causas diferentes pueden tener los mismos efectos. Por otro lado, la consideración de udormancia exóge- na» para la fungistasis, que se define como las condiciones mediante las cuales el desarrollo se retrasa. condi- ciones físicas y químicas del am- biente y no otras. Se pueden aceptar como sinónimos

alternativos del termino los de quies-

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cencia e hipobiosis, opuestos en su definición al concepto de dormancia intrlnseca, por la cual el desarrollo se retrasa debido a una propiedad in- nata al estado de dormancia.

2.- Precisiones sobre la especificidad: La fungistasis, tambi6n llamada mi-

costasis, no es un fenómeno restrin- gido a los hongos. Los bajos niveles de actividad metabólica de los mi- crobios del suelo, parecen indicar que bacterias y actinomicetos tam- bien son inhibidos. Desafortunada- mente, no son muchos los trabajos realizados sobre este punto, tal vez. por la dificultad que entrafla la vi- sualización de las esporas. Dos ejemplos:

- Lloyd (1968). encontró que las esporas de ocho aislamientos de es- treptomicetos. en tres suelos distin- tos, tuvieron una germinación de 3, 5, 7% frente al 79% en suelos este- rilizados. El comportamiento de los estreptomicetos fu6 comparable al de los hongos: crecían brevemente. es- porulaban, lisaban y, a veces, forma-

ban arthrosporas sin crecimiento.

- Davis (1975 a,b) demostró que la bacteriosis fu6 restaurada en un sue- lo estéril que se incubó con un suelo natural. La germinación de esporas de Bacillus fu6 inhibida por el suelo. Este enfoque le permite a Lock-

wood (1977) aplicar el fenómeno de la inhibición de la germinación de esporas a Bacterias y Actinomicetos, denomintlndolo microbiostasis. La especificidad de la fungistasis

se manifiesta, tambien, vis a vis al tipo de propógulo (=unidad de pro- pagación del microorganismo) del hongo considerado:

- Las esporas mas sensibles a la fungistasis, son las de menor tama- flo, y requieren nutrientes exógenos para su germinación. Se denominan a tales propágulos, esporas nutrien- te-dependientes. - Las esporas que no necesitan nu-

trientes exógenos para su germina- ción -esporas nutriente inde- pendientes- son menos sensibles a la fungistasis y algunas germinan libre- mente en el suelo. Se encuentran agrupadas así: uredosporas, conidias

de Oidio, ascosporas de Neurospora rerrasperma, conidias y ascosporas de Calonectria crotolariae, macro- conidias de Fusarium spp. - Las clamidosporas y esclerocios

de hongos imperfectos y Ascomice- tos, son. en general, sensibles a la fungistasis. - Las hifas miceliares tienen, en ge-

neral, la mínima sensibilidad a la mi- costasis. Steiner y Lockwood (1969) atribuyeron este fenómeno a la ausencia de tiempo de germina- ción. En general, la sensibilidad a la hi-

pobiosis, difiere entre especies de un mismo gtnero, incluso entre aisla- mientos de una misma especie. Un ejemplo nos lo brinda el trabajo re- alizado con 255 aislamientos esalva- jes» de Cochliobolus sativus -asco- miceto causante de podredumbres en raíces de gramíneas y carbón de las espigas- de los cuales germinaron en el suelo entre el 1 y el 10%. Pero,

, cinco aislamientos germinaron mas del 30%. Esta posible qgerminabili- dad innatan fue hereditaria. De los cruzamientos se seleccionaron algu-

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nas progenies que germinaron por encima del 50%. Diferencias compa- rables han sido detectadas en Fusa- rium, Trichoderma y Thielaviopsis basicola.

En lo expuesto hasta ahora se des- prenden una serie de limitaciones a la experimentación para estudiar la microbiostasis. Algunas más son pertinentes:

Las observaciones comentadas has- ta ahora se han realizado, en su ma- yor parte, empleando tCcnicas que modifican el suelo en su estado habi- tual (introducción de papel celofán, papel y filtros porosos, medios aga- rizados, o se han ideado modelos que intentaban simular la rizosfera). Sin embargo. algunas experiencias han evidenciado factores inherentes a los hongos que afectan a la micostasis:

- La gerainación de las conidias de Fusarium solani en el suelo estuvo relacionada con la densidad de espo- ras. Grifin y Fbrd (1974), conclu- yen con una evidencia importante: bajos niveles de germinación de las esporas en los ensayos, pueden ser debidos a las altas concentraciones de conidias utilizadas en los ensayos.

- Shüepp y Frei (1969), encontraron que las espo- ras de Cladosporium her- barum de 15 días de culti- vo fueron más sensibles a la fungistasis, que las pro- cedentes de cultivos de 7 días. El ensayo se realizó sobre cuatro suelos dife- rentes. Un fenómeno aná- logo fué descrito por Dix y Christie (1974) para Dres- chlera rostrata.

- La sensibilidad a la fun- gistasis parece decrecer cuando se pregerminan las esporas de los hongos. Las esporas nutriente-depen- dientes germinaron mucho más en el suelo, cuando se

de un período inicial de incubación en agua.

- ,La desecación de esclerocios de Sclerotium roifsii, Sclerotinia scle- rotiorum, Sclerotinia minor, Sclero- tium delphinii, incrementó fuerte- mente su germinación en el suelo. No hubo respuesta al tratamiento por parte de Sclerotium cepivorum.

3.- Significado de la fungistasis en el suelo:

En 1970, Carre t escribía que la fungistasis tiene el valor de permitir la supervivencia de los microorga- n i smo~ . Es decir. evita el desgaste que ocurriría si la germinación tuvie- ra lugar en ausencia del sustrato po- tencialmente explotable.

Sin embargo. aííade Lockwood (1977) el hecho de que los hongos difieran por su sensibilidad a la fun- gistasis ha sido poco estudiado, so- bre todo intentando relacionar la di- ferencia con el habitat ecológico de cada microorganismo. Un ejemplo puede ilustrar estas notables ideas. Dix (1967) observó para 12 hongos colonizadores de las raíces de las ha-

bas, la relación enlre la sensibilidad fungistática y el lugar de coloniza- ción. Los pioneros en aposentarse en las superficies de los extremos de las raíces fueron los menos sensibles. Los colonizadores secundarios fue- ron ligeramente más tolerantes. Los más sensibles a la fungistasis estu- vieron limitados a la rizosfera. pero no fueron encontrados ni el rizopla- no, ni en la endorrizosfera. Estos he- chos. desafortunadamente, no son siempre tan claros.

Este tipo de experiencias tiene un interés indudable. para determinar si existe una relación entre la sensibili- dad a la hipobiosis, el tamallo de las esporas y el tiempo de germinación de éstas con el «sitio» de coloniza- ción. La reunión en un hongo pató- geno de hojas, de esporas de gran ta- mano, independencia de nutrientes exógenos y rápida germinación, pue- de ser el resultado de una presidn de seleccidn para estas propiedades. Gregory (1961) ha sugerido que las esporas grandes. características de patógenos foliares de cereales pue- den ser el resultado de una selección para alta eficacia en la patogeneici-

dad. La selección para una rápida germinación puede tener un valor aííadido para la supervivencia de mico- patógenos foliares, ya que las condiciones óptimas de humedad y temperatura son de corta duración en el fo- llaje, si se comparan con las que tienen lugar en el suelo. Selección con un va- lor aííadido en las esporas nu triente-independientes, que le permitirían una ger- minación contínua.

Matizar un fenómeno co- mo la fungistasis/micro- biostasis, con las limitacio- nes experimentales antes enumeradas, y las contro- versias que de ellas se des- prenden, no es nada fácil.

las pone en contacto previo Ello muestra una vez más con nutrientes, antes de pa- Fabricantes de tuberia de 1.5 enormes dificultades sarlas a suelos enriqueci- con que se encuentra cual-

quier tentativa de lucha dos. Las esporas nutriente- polietileno ADuBD y accesorios. . . . independientes (clamidos- Desde 114 a 2,s pulgadas biológica. Sin embargo oras de F. solani f. su. Lockwood (1977. 1979) lo

sicola, Cochliobo1;s sati- vus) germinaron en su práctica totalidad después

111 1111

ha hecho de la siguiente manera:

SAMAPLAST, S.A. a) La fungistasis en el suelo es un fenómeno difu-

Ctra Reus- Riudorns. Km3 - Apdo de Coneos 180 Te1 9TI-85003- REUS (Tarragona)

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so, que afecta a la mayoría de los propágulos de hongos. En casi todos los casos está presente cuando lo es- tán microorganismos vivos. Su efec- to es anulado por la acción de nu- trientes productores de energia. Una fungistasis, con caracteristicas simi- lares a la del suelo, ocurre en las ho- jas de las plantas. Asf lo ponen de manifiesto los trabajos de Barnes (1971). Blakeman y Fraser (1971) y Heuvel (1971). Al igual que en el suelo, la inhibicion parece tener un origen microbiológico causada por hongos y10 bacterias. La germina- ción es posible al afiadir nutrientes. b) La germinación y el crecimiento

de Bacterias y Actonomicetos está inhibido en el suelo. La causa de es- te fenómeno parece ser la misma que la fungistasis. Un concepto amplio de inhibición microbiana en el suelo puede ser aplicado a hongos. bacte- rias y actinomicetos: la microbiosta- sis.

c) La fungistasis se expresa, de for- ma general. más intensamente en los suelos en los cuales el contenido en humedad es un poco inferior a la de saturación. Esta manifestación es

máxima, por lo común, en suelos neutros o ligeramente alcalinos. En condiciones ácidas, la fungistasis puede ser disminuida por la supre- sión de la actividad de bacterias y actinomicetos. El incremento de sen- sibilidad a la micostasis de ciertos hongos, en suelos con pH superior a 7.00 puede tener su origen en el efecto desfavorable del pH sobre el hongo.

d) Las especies de hongos con es- poras pequefias tienden a ser alta- mente sensibles a la hipobiosis, ger- minando lentamente y con apoyo de nutrientes exógenos. Al contrario. las esporas grandes y esclerocios, no suelen necesitar nutrientes exógenos y tienden a germinar rhpidamente. De una forma general, se puede de- cir, que las esporas que germinan lentamente, compiten, pobremente, con la microflora del suelo por sus nutrientes. e) La fungistasis es. a menudo, anu-

lada temporalmente por el enriqueci- miento del suelo con nutrientes ener- gbticos. En general, materiales com- plejos, como residuos de plantas son más efectivos para tal menester.

Unas pocas semanas despues de tales tratamientos, el nivel de la micosta- sis puede ser incrementado. La anu- lación de la hipobiosis por adición al suelo de componentes no utilizados como fuentes de energía, no ha sido demostrada.

f) Algunos autores han propuesto que ciertas sustancias inhibidoras dan lugar a los mecanismos prima- rios de la fungistasis. Para otros, es- ta aseveración debe matizarse en el sentido de que más bien se trataría de un fenómeno muy complejo, que pone en marcha varios inhibidores específicos y sustancias estimulantes opuestas. Entre los inhibidores volá- tiles, potencialmente activos. sobre hongos se han incluído:

- Amonio. aparentemente presente en forma de sales en algunos suelos áridos de elevado pH.

- Etileno. identificado en algunos suelos ácidos. La mayoría de los hongos. sin vitro*, toleran elevadas concentraciones de este gas. - Alcohol etllico. - Además, otras sustacias sin iden-

tificar.

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Cuadro 4: Evolucidn de las poblaciones de Fusarium en las tierras sensible y resistente abonadas con glucosa (Alabouvette, 1983)

Población de Fusarium

Población glucosa total

Los inhibidores no volátiles, inclu- yen sustancias de alto peso molecu- lar. Se han incluido aqui, también, los metabolitos microbianos encon- trados en los cultivo viejos de hon- gos (fenómenos de enraizamiento).

SUELO RESISTENTE

I l

O (testigo)

0,1 W g

0,s mg/g

En algunos suelos. la fungistasis persiste despuks de esterilizar (Fun- gistasis residual). El fenómeno pare- ce estar ligado a la presencia de altas concentraciones. inhibidaras, de COKa, Fe y Al.

SUELO SENSIBLE

I I

F.oxysporum

g) Ciertos investigadores han emiti- do, para explicar la micostasis, la hi- pótesis de la deficiencia de nutrien- tes en el suelo. Para aquellos, el he- cho de que los suelos sean crónica- mente escasos en energía utilizable por las poblaciones microbianas pre- sentes. tendría como consecuencia la inactividad de la mayoría de la po- blación. Esa sería la única causa ori- gen de la fungistasis, independiente o no de la existencia de sustancias fungistáticas.

1 O0

102

1 29

Es, precisamente. esta última hipó- tesis, reafirmada posteriormente por

F.oxysporum f.sp. melonis

Lockwood (1981), la que me parece más atractiva. Especialmente por el apoyo que le presta la existencia de suelos «sensibles» y «resistentes» a las enfermedades, susceptibles de ser manipulados para el control de estas. Podría decirse, que los suelos resis- tentes a las «Fusariosis» son más fungistáticos para Fusarium que los suelos sensibles, permitiendo esta aseveración un manejo de la micos- tasis para luchar contra las criptóga- mas de origen telúrico. Estimando que un ejemplo de esta argumenta- ción lo presta el trabajo de Alabou- vette (1983) y Alabouvette et al. (1983) con su modelo de suelos re- sistentes a las ~Fusariosis vascula- res», quisiera delinearlo para uste- des:

100

92

117

El estudio de los mecanismos mi- crobiológico~ de la resistencia, per- mitió evidenciar un 'antagonismo ba- sado en una intensa compeficidn nu- tritiva, entre las poblaciones telúri- cas que condicionaban la exterioriza- ción de las uFusariosis vasculares~. Pero, por el contrario, los autores no

Población total

encontraron un antagonismo especí- fico tipo antibiosis o hiperparasitis- mo.

1 O0

1 O0

194

El modelo experimental se basa en la comparación de un suelo usensi- ble» y otro *resistente» a la «Fusa- riosis vascular» del melón (agente causal Fusarium oxysporum f. sp. melonis). El comportamiento de tales tierras a la enfermedad. se detall6 en el Cuadro 2.

F.oxysporum

Los sucesivos ensayos pusieron de manifiesto que la dinámica del inó- culo era, globalmente. idCntica en ambos suelos. resistente y sensible. Por otra parte, la colonización de la superficie de las raíces es compara- ble en los dos tipos de suelos, hecho que les permitió emitir la hipótesis de que los fenómenos limitantes de la eficacia del agente patógeno en un suelo resistente se desarrollaban en la proximidad de la raiz, cuando los propágulos dirigen sus tubos germi- nativos hacia el rizoplano. El estudio de la germinación de las clamidospo- ras de 22 cepas de Fusarium en los suelos sensible y resistente, permitió

F.oxysporum f. sp.

1 O0

156

286

9 Información: SEMILLERO: Tlfnos. 951 /48 1352* y 48 15 21 - EL EJIDO (Almería)

1 O0

1 68

333

1 O0

21 7

489

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comprobar que la fungistasis es mu- cho más intensa en el suelo resisten- te. La adición de una fuente energé- tica de fácil asimilación (glucosa) aumentó la germinación de las cla- midosporas en ambos suelos pero más netamente en el sensible; la di- ferencia entre ambas tierras fue más nítida cuanto menor fu6 la dosis de fuente nutritiva afladida. El fenóme- no fue, igualmente detectado en las densidades poblacionales de Fusa- rium (Cuadro 4) . En los suelos en equilibrio, la mi-

croflora estaría en fase de latencia. preparada para utilizar todos los ele- mentos nutritivos conforme fuesen apareciendo en el medio. A medida que aumentase el aporte energético, lo haría la actividad microbiana. Cuando la fuente alimentaria se ago- ta, se vuelve a un nuevo estado de equilibrio. acompaflado de un estrCs nutricional que afectaría de manera diferente a los microorganismos se- gún su estado de desarrollo. Este he- cho puede, no solb entraflar una pa- rada en el crecimiento, sino. tam- bien, provocar la lisis de propágulos en curso de germinación (Mangenot y Diem, 1979). En apoyo a esta des- cripción, .Alabouvette (1983) estu- dia la cinética de la mineralización de débiles cantidades de glucosa (Fi- gura 1). En la curva de la Figura 1 varios

aspectos son remarcables: a) el nivel inicial de la biomasa' del

suelo resistente es más elevado que el del suelo sensible. b) la actividad microbiana se desa-

rrolla más rápidamente en el suelo resistente.

c) el estrés nutricional sobreviene más brutalmente en la tierra resisten- te. La interpretación que hacen los au-

tores es la siguiente: en la tierra re- sistente el nivel elevado de biomasa determina una competicidn nutritiva particularmente intensa, que limita considerablemente las posibilidades de desarrollo de los microorganis- mos, y en particular de los F. oxys- porum patógenos. En el suelo sensi- ble, los mismos mecanismos se ex- presan con una intensidad mucho menor, permitiendo el desarrollo mi- crobiano durante un lapso de tiempo suficiente para que los F. oxysporum infecten la planta.

Figura 1 : Evolucidn de la cantidad de C02 desprendido en las tierras sensible y resistente abonadas con 1 mg de

glucosalg de suelo(Alabouvette, 1983) 900

800

700

600 Fa g 500 a 8 400 O -

300 m 0

200

100

o V I 1 I I I 1

5 10 15 20 25 30 35 Horas

Figura 2: Modificación del nivel de receptividad de un suelo inducida por los abonados con glucosa efectuados

(Alabouvette et al., 1983) 90

80

70

60 B -

50 a m antes de la inleca6n con el agente pat6geno

E 40

despues de la infeca6n con el agente patógeno al 'S - C

30

20

1 o 0,l 0.5 1

mg glucosa/g de suelo

Esta .experiencia une con la idea de Lockwood (1977) sobre que la bús- queda de materias que mejoren el potencial fungistático de los suelos, puede ser el punto de partida para el control biológico de los patógenos telúricos. De esa manera puede pen- sarse. toda intervención en un suelo

tendente a aumentar la biomasa mi- crobiana -y en consecuencia la inten- sidad de la competición nutritiva- debería traducirse por una disminu- ción de la enfermedad.

La experimentación se encarga de deshacer esta forma tan lineal de ra- zonar. Simplemente, variando la do-

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sis aiíadida de fuente energética y10 el momento de aplicarla, la gravedad de la micosis puede modificarse en un sentido u otro (Figura 2).

La Figura 2, algunas ensefianzas aporta:

- Si el abonado con glucosa se efec- túa dos semanas antes de la introduc- ción del agente patógeno. es posible una disminución de la gravedad de la enfermedad: el aumento de la bioma- sa saprofita ha podido aumentar la fungistasis, que se opondría al agen-

te patógeno introducido ulteriormen- los Lrabajos de Schroth y Hancock te. (1982) y Scher y Baker (1982), que

- Si la adicidn de glucosa se realiza a u i b u ~ e n a una competición por el a un suelo previamente inoculado, la . hierro el antagonismo entre 10s Fu- enfermedad se agrava. se probíar sarium oxysporum y ciertas bacterias argumentar, entonces que la fuente grupo Pseudomonasfluorescens- energética atenúa momen~neamente pulida. Estas bacterias de la rizosfe- la competici~n, favoreciendo el de- ra inmovilizan el hierro ferrico sarro110 del patógeno. ( ~ e + + + ) con sus sideroforos, elemen-

tos indispensables para el desarrollo Sin embargo. estas elegancias en el de los ~~~~~i~~ patógenos.

razonamiento pueden no estar lejos de una parte de la realidad compleja

f@

del suelo. Bien parece demostrarlos

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