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La configuracion del binomio civilización y barbarie en Doña Bárbara

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Page 1: La configuracion del binomio civilización y barbarie en Doña Bárbara

Universidad Nacional de Mar del Plata

Facultad de Humanidades.

Departamento de Letras.

Literatura y cultura Latinoamericanas II.

TRABAJO PRÁCTICO Nº2

La configuración del binomio civilización y barbarie en Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.

Natalia Soledad Lopez.

Matrícula 16997.

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TRABAJO PRÁCTICO Nº2

La configuración del binomio civilización y barbarie en Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.

La novela Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos plantea un nuevo tratamiento del

binomio civilización y barbarie, ya trabajados por Sarmiento en el Facundo y en otros textos de

igual trascendencia. En cada escena se produce una resignificación de estos conceptos, que lo

convierten en un conjunto que no se oponen únicamente, sino que también son complementarios

y guardan una relación más profunda que la oposición. Si bien se produce un dualismo entre

ambos términos, la barbarie se como esencia latente tanto en la propia ciudad como en el alma

del hombre civilizado.

En el capítulo X de la primera parte, “El espectro de la barquereña”, se manifiesta una

nueva perspectiva acerca del funcionamiento de ambas nociones, durante el encuentro de Santos

Luzardo y Lorenzo Barquero. En primer lugar, se introduce las características propias del

personaje de Lorenzo Barquero frente a la figura de Santos Luzardo. El espacio que se describe:

“lugar maldito”, “limo negro y pegajoso”, “charca mortífera”, “sombrío”, “fúnebre quietud”,

“vivienda miserable”, “mugriento”, “repugnante ruina”, “terror fatalista”; forma parte del

ambiente en donde se ubica al personaje del espectro de la Barquereña, cuya caracterización

coincide con los aspectos negativos y oscuros del tratamiento del marco espacial: “Sumamente

flaco y macilento, una verdadera ruina fisiológica, tenía los cabellos grises y todo el aspecto de

un viejo (…) Las manos, largas y descarnadas le temblaban continuamente (…) la actitud de

todo su cuerpo revelaba un profundo desmejoramiento de la voluntad (…)”1. La idea de ruina

aparece siempre en torno a este personaje: “escombro humano”, que es lo que queda de un ex

hombre porque “Ya no soy un hombre. Soy el aspecto de un hombre que ya no vive”2. La figura

de espectro de Barquero coincide con su ámbito cotidiano, y está en sintonía con él: “Esto no es

una casa; esto es el cubil de una bestia”3. Lo bestial, lo “bárbaro” ingresa en el campo de

descripciones que engloban a este personaje.

La imagen de Doña Bárbara representa la barbarie misma, y al igual que este concepto,

corroe al hombre hasta convertirlo en ruina. Este personaje femenino central en la novela, cuyo

nombre corresponde al mismo referente, Doña Bárbara, despoja al civilizado de lo que le

corresponde, trabándose de esta manera un nuevo enfrentamiento entre los términos que

conforman el binomio sarmientino. Por momentos, la idea de violencia se introduce en la

1 Rómulo Gallegos, Doña Bárbara, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1958. P. 82.2 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 82-83. 3 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 83.

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definición de barbarie: “(…) el cunavichero les arrebató a los indígenas aquella propiedad de

derecho natural (…) los exterminó a sangre y fuego (…)”4. Los indígenas marcados

generalmente con la cruz de la barbarie (porque no se adaptan a las normas de la civilización),

en este caso, son víctimas de la violencia y brutalidad de Evaristo Luzardo que viola sus

“derechos naturales”. En situación análoga, Doña Bárbara expulsa de sus propias tierras a

Lorenzo Barquero, símbolo del hombre civilizado que llega de la ciudad. Los términos barbarie

y civilización se resignifican y toman diferentes perspectivas. Evaristo Luzardo, como Doña

Bárbara, son la imagen misma de la barbarie por eso, Barquero dirá que es el primer Luzardo

civilizado.

La vestimenta aparece como símbolo para distinguir los términos y los verdaderos

significados de civilización y barbarie. La corbata que lleva Santos el día en que llega a

Altamira es un elemento que se identifica con la civilización, y que se opone a la manera de

vestir de Lorenzo Barquero: “(…) por todo traje llevaba unos mugrientos calzones de los que el

llanero llama ´de uña de pavo´, abierto por todos lados hasta las rodillas, y una camisa de

listado, a través de cuyos agujeros salíansele los vellos del pecho”5. La vestimenta forma parte

de los factores que distinguen lo bárbaro de aquello que es civilizado; de la misma forma, los

vellos (los pelos del pecho) son símbolo de la barbarie, ya que están a la vista y representan la

brutalidad del hombre llanero: “¿No le dije, Carmelito, que la corbata era para taparse los pelos

del pecho, de puro enmarañados que los tenía el hombre?”6. Como intertexto, se podría recordar

la idea de Sarmiento en Facundo sobre el pelo de Quiroga como elemento que identifica la

barbarie.

Los terrenos que corresponden a las nociones civilización y barbarie se invierten en

diferentes situaciones, y los límites se comienzan a reconocer difusos. Tanto en los personajes

de Santos Luzardo y Lorenzo Barquero coexiste una tensión, esta lucha se produce entre los

conceptos del binomio. El protagonista masculino de la novela esta guiado por un principio

civilizador: “(…) pues hasta allí sólo lo había guiado el propósito de ponerle término a la

discordia de familia”7. Estas son las primeras decisiones que toma Luzardo al llegar al Llano,

para imponer una nueva etapa de paz y concluir con la violencia , y construir así la ansiada

civilización, marcando del mismo modo una diferencia con el pasado bárbaro de su linaje

familiar. La preocupación por la delimitación de la cerca y las aspiraciones de progreso en el

Llano son parte de las manifestaciones civilizadoras de Santos Luzardo: “(…) todo lo que

contribuyese a suprimir la ferocidad tenía una importancia grande para su espíritu (…) se le

4 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 80.5 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 84.6 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 74.7 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 82.

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ocurrió una idea, ya más de acuerdo con el plan del civilizador de la llanura”8. Civilización, para

Santos, es sinónimo de progreso: “Algún día será verdad. El progreso penetrará en la llanura y

la barbarie retrocederá vencida (…)”9. Claro está que en esta idea de “barbarie vencida” se

encuentra incluída la presencia del concepto de lucha, una batalla incansable como la que

emprende Luzardo contra el Llano y Doña Bárbara y, al mismo tiempo, con sus instintos

bárbaros que chocan con sus principios de hombre civilizado pero se encuentran en pugna para

lograr rebelarse. Sin embargo, como ya se advierte en las palabras del mismo Santos, es una

barbarie cuyo final es ser vencida.

En la novela de Rómulo Gallegos empiezan a jugar pares opuestos en los cuales se

centran la obra, ciudad-llanura, civilización-barbarie: “Y comencé a aborrecer la Universidad, y

la vida de la ciudad, los amigos que me admiraban, la novia, todo lo que era causa o efecto de

aquella mixtificación de mí mismo”10. Lo verdadero y lo falso entran en el mecanismo binario

de Doña Bárbara. La primera característica corresponde al ámbito del Llano, mientras que la

mentira, lo falso, es parte del espacio urbano. La propuesta de civilización que trae aparejada la

ciudad está aferrada a la mentira, a lo discursivo, a la “elocuencia”, a la “oratoria”; es una

creación del hombre. La santidad enunciada en el protagonista masculino de la obra en su

nombre Santos Luzardo viene a representar la salvación y la iluminación de la llanura,

despojándola de la barbarie e imponiendo el orden “santo” de la civilización. Toda descripción

relativa a este personaje se relaciona directamente con la claridad, la luz; mientras que la figura

de Doña Bárbara y sus acciones aparecen vinculadas a la oscuridad. Sus creencias paganas y

“diabólicas” y sus actos de hechicería durante la nocturnidad y la oscuridad son parte del

espacio en donde se puede observar la tendencia del narrador a construir un espacio lúgubre

para la acción de Doña Bárbara, estableciendo su lugar de representante del mal junto a la

imagen del “Socio”. Las sombras encierran la decripción de “la devoradora de hombres”.

Como aclaramos anteriormente, en la novela de Rómulo Gallegos no se establece una

mera oposición de los términos del binomio barbarie-civilización. Sin embargo, en la

configuración del “espectro de la Barquereña” se puede reconocer la corrupción del Llano y de

Doña Bárbara como representantes de la barbarie: “Su juventud brillante, el porvenir, todo

promesas, las esperanzas puestas en él. Caracas… La Universidad… (…) y de pronto: ¡La

llamada! El reclamo fatal de la barbarie (…)”11. La metáfora del centauro que se introduce en el

discurso de Lorenzo Barquero y que luego retoma Santos Luzardo deja al descubierto la

relación entre los términos:

8 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 100.9 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 10110 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 86.11 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 86.

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¿Crees que esto del centauro es pura retórica? Yo te aseguro que existe. Lo he oído relinchar. Todas las noches pasa por aquí. Y no solamente aquí; allá, das las noches pasa por aquí; allá, en Caracas, también. Y más lejos todavía. Dondequiera que esté uno de nosotros, los que llevamos en las venas sangre de Luzardo, oye relinchar al centauro (…) ¿Quién ha dicho que es posible matar al centauro? (…) Yo me creía un civilizado, el primer civilizado de mi familia; pero bastó que me dijeran: ´Vente a vengar a tu padre´, para que apareciera el bárbaro que estaba dentro de mí. Lo mismo te ha pasado a ti, oíste la llamada. 12

La barbarie no tiene ningún límite territorial, no pertenece solamente al Llano sino que también

se encuentra en la ciudad, en plena civilización. El hombre “civilizado” sufre estos ataques de

barbarismo, que se producen como llamados. De esta manera, se comienza a delinear una nueva

concepción del binomio: la barbarie inserta en la civilización, siempre latente y acechante.

También, se puede resaltar en la cita seleccionada la dinámica y el vínculo de identificación en

dos sujetos que parecían opuestos, en un principio: “¡Santos Luzardo! ¡Mírate en mí! ¡Esta

tierra no perdona!”13. Santos Luzardo se identifica con el hombre que era Lorenzo Barquero, y

del cual sólo quedan “ruinas y escombros”. Hay un reflejo del posible futuro que le espera al

protagonista, que se convierte justamente en eso, una posibilidad que no se materializa. Sin

embargo, esta identificación entre dos personajes opuestos, que se logra a partir del parecido de

la imagen del pasado de Barquero y la del presente de Luzardo, pierden consistencia en el

resultado de su lucha y en sus destinos. Aquel que lleva la bandera de civilización hasta el final,

es quien logra la victoria. Luzardo lucha constantemente contra la amenaza que se exterioriza

desde su propio ser: “Más al oír sus propias palabras le parecieron ajenas. (…) así no hablaba un

hombre de ciudad”. Este peligro inminente de caer en las trampas de la barbarie no sólo recae

sobre las acciones del sujeto, sino también en el lenguaje mismo.

La influencia del discurso del otro en el propio sujeto y en la construcción de su propio

discurso forma parte del intercambio y de la creencia en el poder de la civilización frente a la

barbarie: “¿Recuerdas ese discurso? El tema era: El centauro es la barbarie y, por consiguiente,

hay que acabar con él”14. El centauro, desde su bestialidad mitológica, es el símbolo de la

barbarie que se esconde dentro del aspecto civilizado del hombre de ciudad: “Es necesario

matar al centauro que todos los llaneros llevamos por dentro (…)”15. Esta figura representa una

parte del hombre. El reencuentro con la llanura despierta al bárbaro que se encontraba

adormecido en el espíritu del sujeto. Los recuerdos renuevan experiencias pasadas y, por medio

de estas imágenes, resucita la barbarie oculta: “Sus nervios, que ya habían olvidado la bárbara

emoción, volvían a experimentarla, vibrando acordes con el estremecimiento de coraje con que

hombres y bestias sacuden la llanura”16. Las bestias sacuden el llano como su esencia bárbara

12 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 89.13 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 90.14 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 86.15 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 85.16 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 149.

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sacude su carácter civilizado. En la escena de la doma y, más adelante, en el rodeo, se deja en

evidencia las fuerzas que esconden al llanero detrás del hombre civilizado: “Santos Luzardo

contempla el espectáculo desde el corredor de la casa y siente que en lo íntimo de su ser

olvidados sentimientos se le ponen al acorde de aquel bárbaro ritmo”17. Las experiencias que

vive el protagonista en la llanura lo conectan con su pasado y con los recuerdos que despiertan

su propia barbarie. El material que aportan los recuerdos es parte del proceso en donde la

esencia bárbara comienza a resurgir.

Finalmente, la resolución de la novela actúa como la confirmación del porvenir que se

venía anunciando y reafirma las ideas de civilización y barbarie que se configuraron en el

presente trabajo. Doña Bárbara es derrotada pero no muere; siempre está ahí latente como la

barbarie que siempre está acechando, que no desaparece. También, la civilización triunfa con el

establecimiento definitivo del proyecto de Luzardo, la cerca: “Llegó el alambre de púas (…) los

rollos de alambre iban saliendo los hilos y en la tierra de los innumerables caminos por donde

hace tiempo se pierden, rumbeando, las esperanzas errantes, el alambrado empezaba a trazar

uno solo y derecho”18. El alambrado traza un camino, el de la civilización.

Los elementos que representan la barbarie y la civilización sirven a la interpretación

general de la obra. El simbolismo del nombre de la novela y de su personaje principal, Doña

Bárbara, así como la mención de su hacienda, “El Miedo”, y demás artefactos desde los cuales

aborda el par que conforma el binomio, forman parte del eje central de la novela: el diálogo y la

convivencia (jamás maníquea de) los conceptos civilización y barbarie. Hay un afán conciliador

de ambas nociones. “El Miedo” también tiene una función simbólica en el texto, que se opone a

la de “Altamira”. El nombre de las tierras de Doña Bárbara hace referencia al mecanismo

“bárbaro” utilizado por la “mujerona” para imponer su poder; mientras que el del espacio propio

de Luzardo representa los proyectos civilizadores que plantea el hombre de ciudad. Al final, es

significativo el rechazo de “El Miedo” y la designación del nombre “Altamira” para la totalidad

del territorio. El proyecto del progreso funciona definitivamente; los límites son los elementos

que demuestra simbólicamente el triunfo del lado civilizado del hombre.

En conclusión, la configuración del binomio civilización-barbarie se aleja de la

concepción sarmientina, ya que no propone una perspectiva maníquea sobre el asunto sino la

presencia de un entramado dialógico entre los conceptos. La civilización gana la lucha pero la

tensión no queda resuelta, porque la barbarie no desaparece, sigue latente no sólo en la figura

del Llano y de Doña Bárbara, sino también en la interioridad de todos los hombres. La barbarie

no se presenta como cualidad específica de un determinado lugar o tipo de sujeto sino como

esencia que se encuentra en todas partes y que se encuentra en lucha constante por rebelarse.

17 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 70.18 Rómulo Gallegos, Op. Cit., p. 292.

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BIBLIOGRAFÍA

Rómulo Gallegos, Doña Bárbara, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1958.

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