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Relato Histórico de la
Unidad
LA CONSOLIDACIÓN DEL MUNDO MODERNO
(Siglo XVII)
Capítulo I
Autores
CRISTOPHER SEPÚLVEDA SANDOVAL
IGNACIO TOBAR PORTUGUÉZ
LÍA FUENTES FUENTES
MARCO JEREZ RAMÍREZ
Profesora
ANA HENRÍQUEZ ORREGO
C Á T E D R A D E D I D Á C T I C A D E L A E S P E C I A L I D A D I
UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS
FACULTAD DE EDUCACIÓN
Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica
Pág
ina 2
Índice
Introducción 3
Fortalecimiento de las
monarquías como origen del
Estado moderno
4
6 Concentración del poder en el monarca.
11 Soberanía de derecho divino.
11 Barroco: la cultura transformada por estrategias
del Absolutismo y de la Iglesia Católica.
12 Razón de Estado.
15 Tecnificación de la administración.
Mercantilismo y sus efectos 18
18 La acumulación de capitales en el Estado y en
manos privadas en pos del desarrollo del
comercio, las manufacturas y la industria.
20 El mercantilismo relacionado con la necesidad
de las monarquías absolutas de acumular
metales preciosos.
Ilustración como fenómeno
intelectual que incide en la
vida política, social y
económica hasta nuestros
días.
23
23 Concepto de Movimiento Ilustrado.
23 Postulados generales
24 Omisión de la Relevación cristiana y aceptación
de una religión naturalista (Deísmo).
28 Personajes de la Ilustración.
Pág
ina 3
Introducción
En la Unidad IV “La consolidación del mundo moderno”, el MINEDUC pretende que los
docentes caractericen y relacionen los distintos temas referidos al esplendor de la Edad Moderna.
En este sentido, se considera el ejercicio efectivo del poder real absoluto, favorecido por una
economía mercantilista relacionada con la forma de cómo se financiaba el Estado absoluto
(impuestos); todo esto unido al desarrollo del capitalismo mercantil que abarca toda la unidad
como asimismo en las repercusiones que genera esta fase del capitalismo para el cierre de la
Unidad: la existencia de una burguesía que sólo tiene el poder socioeconómico, pero que pretende
obtener el poder político entre otros aspectos.
Siguiendo al párrafo anterior y, ajustándonos al Programa de Estudio de 8vo Básico, la Unidad
incluye los siguientes contenidos:
1) Fortalecimiento de las monarquías como origen del Estado moderno: centralización del
poder político, burocracia, creación de un ejército regular y fundamentos de la soberanía
de las monarquías.
2) Mercantilismo y sus efectos: acumulación de metales preciosos, desarrollo de la
manufactura y el comercio, gasto excesivo y endeudamiento de las monarquías.
3) La Ilustración como fenómeno que incide en la vida política, social y económica hasta
nuestros días.
Pág
ina 4
Fortalecimiento de las monarquías como origen del Estado moderno
El tema denominado “Fortalecimiento de las monarquías como origen del Estado moderno” será
abarcado por los siguientes autores: Alfredo Floristán1, Mercedes Simal2 y Alberto Tenenti3.
Si hubo algo que caracterizó en forma generalizada la época moderna, fue que en este período se
constituyó en buena parte de Europa, el Estado-Nación. El Estado Moderno es un antecedente
inmediato y directo de la conformación estatal en el occidente actual. Fue un proceso que empezó
en España y Portugal en el siglo XV y que culminó aproximadamente en la segunda mitad del siglo
XIX, con las unificaciones nacionales de Alemania e Italia. No obstante, esto último no será incluido
dentro de esta síntesis, porque no es visto en la unidad que reorganizamos.
Antes de aludir a la evolución de la monarquía como origen de la versión moderna del
Estado, debemos explicar en qué contexto económico se encontraba Europa Occidental, con el
propósito de explicar desarrollo acorde al nuevo actor social que tendrá una gran relevancia al
finalizar la presente unidad: la burguesía.
A fines del siglo XVI, el reducido espacio que conocía el hombre europeo se amplía
considerablemente como consecuencia de los grandes descubrimientos geográficos. En primer
lugar, fueron los portugueses y castellanos los protagonistas de tales hazañas; más tarde, los
ingleses, franceses y holandeses.
Entre los factores que posibilitaron este fenómeno expansionista están los de tipo
socioeconómico, ya que a fines del siglo XV se produce un notorio aumento de la población en
Europa. Esta situación acarreó una expansión económica centrada en la búsqueda de metales
preciosos y de mercados para los productos artesanales europeos. También en el ámbito
socioeconómico, influyó el aumento en la demanda de especias traídas de Oriente; sin embargo,
1 “Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007),
2 “Retrato de Luis XIV con coraza, taller de Hyacinthe Rigaud”
3 “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007)
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ina 5
dado el dominio turco sobre el Mediterráneo oriental, se vuelve imprescindible la búsqueda de
una ruta marítima directa a Oriente. En cuanto a los factores ideológicos, es destacable el espíritu
aventurero del hombre renacentista, afán que provocó en muchos la necesidad de buscar metales,
especias u otros productos. Por otra parte, el espíritu de las Cruzadas (propio del mundo medieval)
aún seguía vigente, lo que motivó a muchos cristianos a sumarse a campañas de evangelización.
Por último, cabe mencionar, que el desarrollo alcanzado en el ámbito científico durante el
Renacimiento, en conjunto con una serie de avances técnicos en materia marítima (brújula,
astrolabio, carabera, entre otras) facilitaron los descubrimientos geográficos.
Estos procesos, que hicieron posibles las exploraciones geográficas, son explicados
insuficientemente si no consideramos que durante el siglo XV, diversos estados estaban en
proceso de unificación territorial y administrativa, bajo el mando de monarcas nacionales,
deseosos de expandir sus fronteras y conquistar nuevos dominios.
En pocas palabras, el Estado moderno se caracterizó por reunir los siguientes requisitos:
Una sola autoridad estatal, sustentada en una monarquía nacional.
Una sola jefatura administrativa y un solo ejército.
Unidad territorial y establecimiento de fronteras nacionales (uso de aduanas).
Desarrollo de una institucionalidad legal sustentada en principios de legitimidad aceptados
o acatados por todos los naturales.
Una sola religión, de carácter oficial.
En una sola frase, la formación del estado moderno se expresó en la consigna “una ley,
una fe, un rey”.
Dentro de la evolución del Estado moderno, la monarquía nacional se transformará en una
monarquía absoluta, en la medida que las guerras de religión generan un desorden social, lo que
demandó una mayor fortaleza de la autoridad política como asimismo en la consolidación del
sistema impositivo de las monarquías, debido a las entradas que generaban los metales preciosos
y otros productos provenientes de América. Los impuestos en que se nutrían los tesoros reales
permitía el financiamiento de los recursos humanos del Estado (burocracia y ejército), con el fin de
fortalecer al estado mismo en cuanto a su capacidad administrativa y coercitiva, esta vez
centradas en el rey, quien no va a considerar las necesidades de las asambleas representativas
Pág
ina 6
(cortes en España o estados generales en Francia) dentro de sus decisiones políticas, sino que será
responsable políticamente a sí mismo.
Acorde a lo anterior, es correcto señalar que el absolutismo monárquico fue el sistema
político predominante en Europa durante los siglos XVII y XVIII. Fue esencialmente la
concentración de todos los poderes del Estado en una sola persona, el monarca, quien poseía tales
poderes sin limitación alguna de otra persona, ley o institución.
Este sistema se caracterizó por la concentración del poder en el rey, el derecho divino de la
soberanía real, la imposición de la razón de Estado a los súbditos, la presencia de una escasa
participación de los estamentos sociales y el control estatal sobre la economía de los súbditos.
La concentración del poder en una sola persona
La monarquía se constituye como el poder supremo del rey sobre los súbditos. El rey es la única
fuente de derecho y sólo es responsable ante Dios por sus actos, por lo cual no es juzgable por los
seres humanos. Puede dar curso a leyes, a guerras, designar funcionarios y actuar como juez
supremo, todo lo que sea necesario para mantener su reinado. El rey reunió los tres poderes del
Estado.
Para entender lo anterior, debemos enfocarlos a la noción de Juan Bodino sobre la
soberanía. Juan Bodino (1530-1596) fue un gran intelectual francés que desarrolló sus ideas en el
ámbito de la filosofía, el derecho y la ciencia política. Sus aportes a la teoría del Estado,
especialmente en la noción de soberanía, han sido de gran relevancia para la modernidad y
guardan su valor en gran medida.
Para Bodino, el fin de la República es constituirse como “recto gobierno de varias familias, y
de lo que es común con el poder soberano”4. Para que la República alcance una gran perfección,
se debe lograr un buen grado de felicidad para los súbditos; además, nuestro autor precisa que el
poder soberano es “supremo, perpetuo, propio y absoluto”5. De esta afirmación, se desprende
4 BODINO, Juan. “Los seis libros de la República” (Caracas, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de
Venezuela: 1966), p. 316, citado en HUESBE, Marco Antonio. “Teoría del poder y derecho a dictar leyes en la época del absolutismo” (Universidad Católica de Valparaíso, Chile), p. 234 5 Ibíd. p. 235
Pág
ina 7
que el poder siempre existirá dentro del estado, porque sin una soberanía perpetua, no habrá
estado; también, la soberanía es sobresaliente respecto de quienes son gobernados y es propia de
quienes lo ejercen. Tales atributos de la soberanía aún son aceptados y tenidos en cuenta en la
actualidad, excepto el carácter de absoluto. No obstante, nuestro interés en este apartado es
analizar la definición de Bodino sobre la soberanía.
La soberanía es una característica del poder absoluto, y es absoluto y soberano, porque no
está sujeto a otra condición que obedecer la ley de Dios y la natural mandan6. Precisando más, el
poder absoluto no es lo que diferencia el rey con el súbdito común, tampoco es lo que distingue el
gobernado con el gobernante, sino que es la exención del soberano a no someterse al mandato de
otros, para que así pueda crear las leyes, eliminarlas y corregirlas. Esto no puede hacerse si el rey
está sometido a las leyes o a otra persona. El monarca tiene la facultad de ubicarse por encima de
las leyes. En otras palabras: el Creador no se somete a lo Creado, porque el primero es el único
que tiene voluntad, por tanto se asemeja mucho la figura del rey con la de Dios. Esto se entiende
así, porque “el carácter principal de la majestad soberana y del poder absoluto consiste en dar ley
a los súbditos en general sin su consentimiento”7, porque los súbditos son creaciones de Dios y no
tienen capacidad de ejercicio del poder. De esta manera, sólo el pueblo debe jurar observar las
leyes creadas en el reino, pero el monarca no, porque es el único responsable ante Dios.
Por lo demás, teniendo en cuenta que el soberano es sólo el rey, se puede afirmar lo
siguiente: 1) quienes son soberanos no deben estar sometidos al imperio (mandato) de otros, 2) el
soberano puede dar ley a los súbditos y anularlas o enmendar las leyes, 3) el soberano está exento
de las leyes de sus predecesores y, finalmente, todos los príncipes de la tierra están sujetos a las
leyes divinas y naturales. Un gran ejemplo de la manifestación del poder soberano es el de Luis XIV
de Francia. Pero, hay quienes señalan que Luis XIV sostuvo que el estado era él y otros, más
detallistas, que se atribuye la concentración del poder en el monarca en desmedro de otros
grupos sociales dentro del reino. Por ejemplo, Tenenti sostuvo que el Rey Sol “encarnó en suma el
absolutismo del siglo XVII en su forma más acentuada: no dudó en afirmar que el Estado se
resumía en su propia persona (l’etat c’est moi) y se hizo honrar con títulos hiperbólicos, como el
del Rey Sol.”8 En contraposición, Watson señala que “Luis XIV en realidad nunca llegó a decir
6 Ibíd.
7 Ibíd.
8TENENTI, Alberto (2000) La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII, p. 294
Pág
ina 8
L’etat, c’est moi, pero es fácil entender por qué se le atribuyeron tales palabras”9, ya que se
respetaba la existencia (pero había indiferencia a fomentar la convocatoria) de los demás estados
(estamentos) en Francia, y que, dadas las condiciones de inestabilidad social, surgieron en el siglo
XVII teorías que justificaban el absolutismo, ya sea desde un punto de vista divino (Bodino10) o
utilitario (Bobbes11).
Según Watson en su libro Ideas: Historia intelectual de la Humanidad, señala que “Luis XIV
de Francia, el Rey Sol, nació en 1638, llegó al trono en 1643 y alcanzó la mayoría de edad en 1661.
Hasta su reinado, las leyes francesas terminaban por lo general con la frase: ‘en presencia y con el
consentimiento de prelados y barones’. Lo que posteriormente se cambiaría por: (…) ‘el rey ha
resuelto por deliberación de su consejo.”12. De esta manera, las leyes se confeccionaban con el
acuerdo del Clero y de la Nobleza, pero desde la época del Rey Sol, estos estamentos privilegiados
sólo eran oyentes de la legislación confeccionada por el monarca absoluto.
Además, Carmen Sanz en Las monarquías occidentales en la época de Luis XIV, menciona
que la burocracia del Rey Sol controló las instituciones políticas que estaban antes de la instalación
del absolutismo, del modo que “se superpuso a la estructura social y a las instituciones políticas ya
existentes privándolas de gran parte de su poder, pero no las destruyó”13. El rey no llamaba a los
Estados Generales, pero no los eliminó. Entre 1660 y 1670, los parlamentos, los gobernadores de
provincias, los gobiernos municipales y los estados provinciales sufrieron la caída gradual de su
poder efectivo, pero, nunca desaparecieron.
Los parlamentos o ‘cortes soberanas’ eran tribunales supremos de apelación. En su
respectiva provincia, su función era que ningún edicto real tenía fuerza de ley en esa región hasta
que no fuese registrado por el respectivo parlamento. A partir de una serie de edictos emitidos
entre 1767 y 1773, “Luis XIV obligó a los parlamentos bajo estrecha vigilancia de los intendentes a
publicar y registrar sus ordenanzas y declaraciones, tan pronto como las recibían”. Solo después
de hacerlo, podían presentar sus apelaciones, si es que la tenían. Por tanto, no les quitó
9 WATSON, Peter (2006) Ideas: Historia intelectual de la Humanidad, p. 790
10 BODINO, Juan. Los Seis Libros de la República.
11 HOBBES, Tomas. Leviatán.
12 WATSON, Peter (2006) Ideas: Historia intelectual de la Humanidad, p. 661
13 SANZ AYÁN, Carmen. “Las monarquías occidentales en la época de Luis XIV” en Froristán, A. “Historia
General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), p. 427
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oficialmente de su derecho a la réplica, pero quitó poder a ésta en el caso de darse de cualquier
intervención real.
El rey sometió a la nobleza, y lo hizo muy bien. Los gobernadores de provincias siguieron
siendo la nobleza, donde “el disfrute de ciertos grados de autonomía en las provincias podía
dirigirse contra la autoridad real”. Por esta razón, Luis XIV fue astuto al no nombrar gobernadores
vitalicios. Estaban 3 años en el cargo, en caso que cumplieran con sus funciones. Además, estos
“gobernadores estuvieron la mayor parte del tiempo en la Corte y ‘domesticados’, primero en el
Louvre, y a partir de 1682, en Versalles”14. Solo acompañaban al rey, gozaban de una que otra
oportunidad para que se les diera algún cargo o pensión. La astucia de Luis XIV era tal, que
transfirió lentamente las funciones de estos gobernadores a los intendentes15, quienes dependían
directamente de él. Por lo demás, el rey no eliminó las cortes soberanas, las convirtió en un título
lucrativo (cargos destinados a su venta) y honorífico (inofensivo para su autoridad).
Acerca de los gobiernos municipales, el poder ejercido por los intendentes hizo crecer la
intervención del gobierno central en los asuntos locales. Con el argumento de ordenar los asuntos
económicos de los municipios, frecuentemente endeudados, el intendente se hizo árbitro de la
administración municipal. “También durante los sucesos de la Fronda, muchas ciudades se habían
constituido en el núcleo de agitación; por ellos las oligarquías urbanas se vieron privadas del
derecho de elegir a sus magistrados municipales”16, siendo nombrados éstos por el rey u
obtenidos por la venta de cargo que realizaba la corona. En las ciudades fronterizas con fuerte
presencia militar, “los cargos municipales se sometieron a una estricta rotación”17.
Finalmente, los estados provinciales siguieron existiendo como provincias de los estamentos
sociales (o de las asambleas). Según Sanz, la diferencia entre éstas y las provincias del monarca,
era que en los primeros, “los impuestos sólo podían recaudarse con el permiso de los ‘estados’
que eran asambleas a las que se enviaban representantes de los 3 estamentos de la sociedad
francesa: Nobleza, Clero y Estado Llano; mientras que en los segundos el rey no consultaba con
14
Ibíd. 15
El intendente fue un funcionario del rey en las provincias. Con el paso del tiempo, comenzó a influir su poder en los gobiernos municipales. Su distribución permanente y extensa permitía la vigilancia de grupos de poder en el territorio del reino, como la nobleza y el clero. 16
Ibíd. 17
Ibíd.
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0
ningún organismo para imponer sus derechos fiscales”18. En general, la cantidad de impuestos que
tenían que pagar las provincias de las asambleas era menor que en el resto de las provincias. Pero,
durante el reinado de Luis XIV, estas provincias perdieron su poder. “Sus diputados fueron
intimidados o sometidos con sobornos. No pudieron presentar sus quejas antes votar el don
gratuit [impuesto]”19. De esta manera, el valor de los impuestos dejó de pactarse en una autentica
negociación entre el rey y los representantes de los súbditos, y fue establecido rápidamente por el
monarca, siendo votado inmediatamente.
A continuación, se muestra un mapa de Francia a finales del siglo XVII, sobre la distribución
de las provincias de las asambleas (de los estamentos) y las del rey, junto a los parlamentos. Del
mapa se desprende que el poder del monarca, y sus propósitos unificadoras sobre el territorio
fueron efectivos, ya que hubo 24 provincias suyas (entre las cuales se encuentran la Isla de
Francia, Guyana, Normandía y Champaña) contra las 10 provincias de las asambleas, entre las
cuales cabe mencionar Languedoc, Bretaña, Artesia, Provenza y Navarra.
MAPA 1: FRANCIA A FINALES DEL SIGLO XVII: PROVINCIAS Y PARLAMENTOS D. L. Smith, “Louis XIV” (Madrid, Akal: 1992), p. 61 [Adaptación traducida desde el francés al español]
Autores de la adaptación: Ignacio Tobar Portuguéz y Cristopher Sepúlveda Sandoval
18
Ibíd. 19
Ibíd., p. 428
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1
Soberanía de derecho divino
Jacques Bossuet nació en Dijón, Francia. Fue un clérigo e intelectual muy destacado. Fue visto
como uno de los pensadores más influyentes de la visión providencialista. Defendió la teoría del
origen divino del poder e hizo sus estudios en Paris, en la Universidad de Navarra.
En su libro La política según las Sagradas Escrituras, Bossuet señala que “Dios estableció a
los reyes como sus ministros y reina a través de ellos sobre los pueblos (...)
Los príncipes actúan como los ministros de Dios y sus lugartenientes en la tierra. Por medio de
ellos Dios ejercita su imperio. Por ello el trono real no es el trono de un hombre sino el de Dios
mismo. Se desprende de todo ello que la persona del rey es sagrada y que atentar contra ella es
un sacrilegio”20. El poder de los reyes tenía un origen divino. Dios elegía a los reyes como sus
ministros, para mantener la paz y la justicia. Debían, por lo tanto, ser reverenciados.
Barroco: la cultura transformada por estrategias del Absolutismo y de la
Iglesia Católica.
El arte siempre ha reflejado los gustos y las ideas imperantes en las capas más influyentes de cada
sociedad, “pero quizás nunca hasta esa época [siglo XVII] se hizo tan evidente que las formas
artísticas debían evidenciar la ideología de los grupos de poder, que eran conscientes de la
capacidad de la obra artística para impactar y ‘convencer’ mediante imágenes, transmitiendo los
mensajes y suscitando las emociones de una forma muy directa”21. El arte barroco fue un medio a
través del cual el catolicismo buscó intensificar la piedad y devoción de los fieles y repetir los
principios de la fe puestos en dudas por el protestantismo. La magnificencia de las Iglesias, su
fastuosa decoración, la representación de los santos, milagros y martirios, todo ello se conjugaba
en torno a ese propósito. Por su parte, los monarcas absolutistas aplicaron la fastuosidad barroca
para construir grandes palacios y suntuosos jardines que reflejaban el verdadero y absoluto poder
del rey. Ejemplo de ello fue el palacio de Versalles.
Ejemplo de la influencia del poder se ve reflejado durante el desarrollo de la pintura
francesa durante el reinado de Luis XIV. “Durante la década de 1660 la imagen del rey fue asociada
con gran frecuencia con la de una divinidad clásica o la de un héroe de la Antigüedad, con las
20
BOSSUET, J. “La política según las sagradas escrituras”. 21
VILLAS TINOCO, Sirio. “Cultura y ciencia en la época del Barroco” en Froristán, A. “Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), p. 322
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2
consiguientes connotaciones del triunfo del bien sobre el mal, y la asociación a sus cualidades
morales que ello implicaba”22. Esto se ve reflejado en la siguiente imagen: “Luis XIV vestido de
Apolo para el ballet de La Nuit” (Anónimo, 1654, Biblioteca Nacional de Francia. En SIMAL LÓPEZ,
Mercedes “Retrato de Luis XIV con coraza, taller de Hyacinthe Rigaud”, p. 7).
Además, esta imagen representa perfectamente la idea de “Rey Sol”, pues alegóricamente
se concreta dicha idea: el centro de todo. Luis XIV pretendía la centralidad del Estado y así lo hizo;
como los rayos del sol llegan a todo el globo y, más específicamente, en el reino de Francia, el
monarca enviaba su burocracia a zonas lejanas dentro del territorio estatal. La idea de Rey Sol es
hiperbólica en ese sentido.
22
SIMAL LÓPEZ, Mercedes “Retrato de Luis XIV con coraza, taller de Hyacinthe Rigaud”, p. 7
Pág
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3
En el caso de la figura de Alejandro Magno, la representación de las hazañas del
macedonio servía para ilustrar las virtudes del monarca Luis XIV. A continuación, se presenta una
imagen de la familia de Darío a los pies de Alejandro. Ésta ponía de manifiesto la magnanimidad
del rey. “Luis XIV encarnó al héroe tanto en representaciones pictóricas, entre las que destaca la
serie realizada hacia 1660 por Charles Le Brun, que acabó convirtiéndose en un modelo que
siguieron el resto de las cortes europeas a lo largo de los siglos XVII y XVIII. También algunas de las
representaciones de Luis XIV se apoyan en prototipos clásicos, con el objeto de mostrar al
soberano como un nuevo emperador romano”23.
IMAGEN 2: “La familia de Darío a los pies de Alejandro”, Charles Le Brun (1660) Chateaux de
Versailles et de Trianon. En SIMAL LÓPEZ, Mercedes “Retrato de Luis XIV con coraza, taller de
Hyacinthe Rigaud”, p. 9
23
Ibíd., p. 8
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4
Razón de Estado
Uno de los pensadores del absolutismo que más se destacó en el desarrollo de la razón de
estado fue Thomas Hobbes, porque “…propuso una teoría sobre la autoridad absoluta del
soberano… donde afirmaba que ninguna sociedad existía antes del ‘pacto de sumisión’. En
lugar de ser un animal social, la condición natural del hombre era la guerra”24. Esta
reflexión fue posible, debido a que el filósofo inglés entendió que “la consecuencia de no
tener un poder fuerte es la ‘guerra perpetua de cada hombre en contra de sus vecinos’.
De modo que Hobbes cree que los seres humanos necesitan la religión y los monarcas
autocráticos para que la felicidad común y la paz puedan se logradas mediante la
ignorancia y el miedo. Esta es la razón por la que se esfuerza en mostrar que el poder
absoluto no sólo es razonable sino que también está justificado por las escrituras”25. De
esta manera, ante la problemática de la belicosidad de los súbditos por pertenecer a una
que otra religión, el soberano se presentó como el único que podía restablecer el orden
interno dentro de la población, por lo cual estableció una religión única dentro del estado,
ayudándose, en algunos casos, por los inquisidores de la Iglesia Católica. La razón de
estado entendía que, ante este contexto, los súbditos deben entregar sus derechos al
monarca, ya que era el único que tenía capacidad de ejercicio de la soberanía ante temas
trascendentales dentro del territorio estatal como asimismo en la política económica
exterior.
24
WATSON, P. (2006) “Ideas: Historia intelectual de la humanidad”, p. 701 25
LARRAÍN, J. (2007) “El concepto de ideología”, volumen I, p. 18-19
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5
Tecnificación de la administración
El Estado absolutista se apoyó en la burocracia y en el ejército real. Este último debía ser
permanente, es decir, con instrucción continua para prepararse ante cualquier inconveniente que
viniese desde el interior o exterior. Por una parte, ya en el siglo XVII, entre los europeos había un
sentimiento de defender al soberano y al propio país, porque el rey encarnó al Estado nacional.
Esto hizo posible la acción de reclutar gente al ejército y armada reales, donde se impone la
tendencia a todos los súbditos de defender la comunidad. Por otra parte, en el Estado debía existir
una distribución amplia de los funcionarios reales dentro de su territorio, especialmente en las
fronteras, con el objetivo de acatarse las normas creadas por el soberano. No tan sólo el
absolutismo se centró en la correcta distribución de la burocracia, sino que fue dividida en áreas
estratégicas para otorgar mayor eficacia a la administración real.
Para el caso del reinado personal de Luis XIV (entre 1661 y 1715), la administración se
tecnificó notablemente en Francia. El monarca comenzó a gobernar sin primer ministro, pero esto
no significó que renunciara a sus consejeros. De hecho, mantuvo a los principales colaboradores
de Mazarino26. Además, con el fin de tener mayor eficiencia y efectividad en su gobierno, Luis XVI
apresuró la creación de una burocracia dependiente solamente de su persona. Esto se materializó
en dividir en 1661 el Consejo del Rey en varios especializados: el Consejo superior que era el
verdadero organismo de gobierno en el que se revisaban los temas más importantes de política
interior y exterior; el Consejo de Despachos, que reunía a los secretarios del Estado y en el que se
leían los correspondencias recibidas desde las provincias y se creaban las respuestas; el Consejo
de Hacienda que planificaba los asuntos financieros y económicos del estado; y por último, el
Consejo de Estado que tenía facultades judiciales pues era la “jurisdicción suprema en materia civil
y administrativa”27. Este último organismo estaba presidido por el Canciller, quien era
“teóricamente el segundo personaje del reino en dignidad tras el rey por ser depositario de los
sellos reales”28. Pero, con Luis XIV, el canciller comenzó a ejercer un rol poco importante.
Por lo demás, una de las características del absolutismo es la formación de una nueva
burocracia superior. Ésta fue creada a partir de miembros seleccionados de la baja nobleza, es
decir, de la nobleza de toga. Esta nobleza fue de origen burgués, ya que hubo comerciantes
26
SANZ AYÁN, Carmen. “Las monarquías occidentales en la época de Luis XIV” en Froristán, A. “Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), p. 425 27
Ibíd. 28
Ibíd.
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6
enriquecidos que compraron el título de nobleza al monarca, quien los vendía a un precio
inaccesible para la baja burguesía. De esta manera, según Sanz en Las monarquías occidentales en
la época de Luis XIV, “ninguno de los colaboradores del rey [Luis XVI] situados en la cima del orden
burocrático procedía de la familia real, el alto clero o la rancia nobleza”. Casi todos los
colaboradores del monarca se habían ennoblecido recientemente y debían su posición y fortuna a
él. La alta nobleza tradicional y de origen feudal quedó entremezclada con un montón de gente de
origen mercantil.
Las investigaciones de Sanz dan luces que la alta administración francesa estuvo ocupada
por la burguesía (sin antes ennoblecerse), y que dicha situación generó resentimientos en la alta
nobleza. Además, señala que el núcleo del gobierno francés estaba dado por 4 secretarios de
Estado: Asuntos Exteriores, Marina, Guerra y Casa Real; y que sólo “dos o tres familias de
administradores leales coparon esos puestos, tales como los Colbert, los Le Tellier y los
Phélypeaux”29. Unas pocas familias movían la administración central dirigida por el rey, quien
necesitaba implantar sus decisiones y la de los ministros en las provincias del territorio de Francia.
Para ello, se recurrió a los intendentes, los cuales fueron creados desde el gobierno del Richelieu y
cumplieron tareas importantes durante la regencia de Mazarino cuando Luis XVI era menor de
edad. Durante su reinado personal y con la participación de Jean Baptiste Colbert, Luis XVI colocó
a los intendentes en todas y cada una de las provincias permanentemente.
Estos intendentes se convirtieron en los brazos que solidificaron la autoridad del rey. Sus
funciones eran de tipo judicial, policial y financiera. Debían cuidar la administración de justicia en
su provincia, podían presidir los tribunales locales de justicia y juzgar casos por sí solos. Otra de sus
tareas era mantener la ley y el orden. Podían reprimir toda subversión y debían vigilar mucho a
otros poderosos (nobleza, clero y funcionarios), para evitar una posible conspiración o conato de
resistencia contra la autoridad del monarca. En contraste a los roles anteriores, los intendentes
“debían solucionar los problemas de abastecimiento de la provincia y los de vigilancia de ciudades
y pueblos”30. Cada intendente era ayudado por unos subalternos (subdélégés)31, para recaudar los
impuestos en cada provincia.
29
Ibíd., p. 426 30
Ibíd., p. 427 31
Ibíd.
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7
Por lo demás, es pertinente aclarar que el Absolutismo no es exactamente lo mismo que
Antiguo Régimen como se ha señalado en algunos establecimientos educacionales del país. El
Absolutismo, como es monárquico, corresponde a la dimensión política del Antiguo Régimen y,
este último es más multidimensional, expresado en varias categorías. En otras palabras: el
“Antiguo Régimen” es la estructura social, económica y política que predominó en gran parte de
Europa occidental durante los siglos XVII y XVIII. En el ámbito social, el Antiguo Régimen significó el
mantenimiento de las estructuras estamentales propias del mundo feudal. En el terreno
económico, implicó la aplicación de los principios capitalistas mercantilistas. Por último, en el
ámbito político, se produjo la imposición del Absolutismo que se definió y caracterizó
anteriormente, sustentado en la teoría del origen divino del poder y cuya expresión más común
fue la Monarquía Absoluta (el rey concentraba en sus manos todos los poderes del Estado).
Línea de tiempo N° 1: “El Antiguo Régimen”
1516 1553 1556 1610 1661 - 1715 1665
Carlos V, Rey de España, consolida el
poder monárquico.
Enrique IV, Dinastía de
los Borbones en Francia.
Felipe II, Rey de España.
Luis XIII, Rey de Francia. Richelieu
consolida la monarquía.
Luis XIV, Máximo
exponente del
absolutismo.
Colbert, Ministro de
Luis XIV, impone el
mercantilismo.
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El Mercantilismo y sus efectos
El tema denominado “El Mercantilismo y sus efectos” será abarcado por los siguientes autores:
Alfredo Floristán32 y Alberto Tenenti33. Este apartado abarcará, por una parte, La acumulación de
capitales en el Estado y en manos privadas en pos del desarrollo del comercio, las manufacturas y
la industria; y, por otra parte, incluye al mercantilismo relacionado con la necesidad de las
monarquías absolutas de acumular metales preciosos.
La acumulación de capitales en el Estado y en manos privadas en pos del
desarrollo del comercio, las manufacturas y la industria.
Entre los siglos XIV y XVI, hubo un “período caracterizado por los grandes descubrimientos
geográficos, cuando los hombres comprobaron empíricamente la vieja tesis de que todos los
océanos estaban intercomunicados, las rutas comerciales sufrieron importantes transformaciones,
especialmente las de larga distancia, y con ello también los centros de comercio europeo”34. De
esta manera, las rutas mediterráneas, ya con problemas por la expansión turca materializada en la
Toma de Constantinopla en 1453, perdieron protagonismo en favor de las oceánicas.
32
“Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), 33
“La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007) 34
PLÁ ALBEROLA, P. “Comercio demográfico y expansión económica” en Froristán, A. “Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), p. 265
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El comercio oceánico fue cristalizado en la Ruta de las Especias a través del océano Atlántico
e Índico, y la Ruta de los Metales preciosos por la cual se enviaba el oro y la plata desde América a
Europa. A estas se sumó otra ruta oceánica mucho más sinérgica que las dos anteriores: el
triángulo del comercio. Primeramente, en Europa, los beneficios del comercio son invertidos en la
construcción de fábricas de tejidos y empleaban trabajadores igual que el dueño de la armería. Los
trabajadores convertían el algodón en tejidos, y los tejidos y fusiles son cargados en los barcos que
viajan hacia África Occidental. Después, ocurre un segundo proceso, en la misma África Occidental,
donde los mismos fusiles y tejidos son cambiados por esclavos; de esta manera, los barcos
aglutinados de esclavos zarpan hacia América. En un tercer proceso, en el Nuevo Continente los
esclavos son vendidos a los propietarios de las plantaciones. Los esclavos se usaban como fuerza
de trabajo en el cultivo de algodón, azúcar y tabaco. Con el dinero obtenido por los esclavos
negros, el comerciante compró barcos llenos de algodón, azúcar y tabaco.
No obstante, la fuerza de trabajo negra no sólo se dedicaba a la producción agrícola, sino
que, a otras actividades, pues Alberto Tenenti en su Edad Moderna, menciona que “Fernando el
Católico ordenó, a partir de 1510, organizar el abastecimiento de mano de obra negra para las
minas americanas”35. Como en el siglo XVI los portugueses eran los anfitriones del comercio
negrero, enviaron esas “mercancías” humanas hacia la América española. “Los negros fueron
llevados también a Brasil a partir de 1525, primero desde el golfo de Guinea y luego desde Angola.
En el siglo XVII su tráfico pasó a manos de los holandeses, que reorganizaron numerosos
cargamentos desde la costa de Oro. Este tráfico, dirigió en particular a la América española, fue
intenso sobre todo entre 1640 y 1700”. En la segunda mitad de ese siglo, participaron también en
dicho comercio los franceses con las compañías de Senegal y Guinea. Los ingleses realizaron lo
mismo, usando compañías apoyadas por el estado.
35
TENENTI, Alberto (2000) “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, p. 168
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El mercantilismo relacionado con la necesidad de las monarquías absolutas de
acumular metales preciosos.
Como la monarquía absoluta se sustentaba de militares y funcionarios permanentes en todo
el territorio estatal, el rey debía financiarlos. El soberano requirió de los impuestos recaudados en
cada provincia, provenientes de los súbditos no privilegiados que, en el caso de Francia,
pertenecían al Estado Llano, donde los grandes comerciantes enriquecían el erario. Eso no era
suficiente, porque, para aumentar la entrada de dinero a la institución “Estado”, el rey debía
controlar la actividad de sus súbditos y favorecerlos contra los competidores extranjeros. De esta
manera, se constituyó una versión del sistema capitalista llamado “mercantilismo”.
Según Franch en Crisis y transformaciones en la población y la economía europea del siglo
XVII, dice que “tres son los temas básicos del mercantilismo: el incremento del poder por parte del
estado; la apología del trabajo y de los intercambios; y la extrema atención concedida a la balanza
comercial”36. El estímulo de la intervención económica se hizo agresivamente, porque ésta se
convirtió en una herramienta para aumentar el poder de la monarquía. Al igual que pasaba con los
territorios aptos de ser conquistados, se entendía que el mercado mundial era limitado, por lo que
la expansión del tráfico de un país sólo podía hacerse a costa de la reducción de las oportunidades
de negocios de los rivales.
De ahí la creación de grandes compañías comerciales a las que se daba privilegios para
comerciar de forma exclusiva con áreas geográficas específicas, siendo sus acciones protegidas por
la fuerza militar del estado. El fin era convertir el comercio internacional en la toma de nuevos
mercados para favorecer la expansión de la producción nacional, lo cual aumentaría la riqueza y el
poder del monarca absoluto. “Colbert expresó perfectamente esta concepción al afirmar que ‘las
compañías de comercio son los ejércitos del rey, y las manufacturas de Francia sus reservas’”37. De
36
FRANCH, Ricardo. “Crisis y transformaciones en la población y la economía europea del siglo XVII” en Froristán, A. “Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), p. 496 37
Ibíd.
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ahí, que las guerras internacionales se daban en su versión económica, generándose ofensivas
comerciales como las que pugnaron a Inglaterra y Francia con la primacía mercantil holandesa.
Pero, el fomento de la producción necesitaba también del uso de altos impuestos a los
productos venidos desde el extranjero (llamados aranceles), con el fin de proteger los precios de
productores nacionales, anfitriones del mercado interno. Es decir: los problemas del comercio
interior debían ser eliminados, creándose un mercado unido que estuviese protegido de la
competencia exterior. Para ello, “se debían fijar unos impuestos tan elevados que desaceleraran la
exportación de materias primas y la importación de productos manufacturados, prohibiéndose
totalmente, la introducción de artículos de lujo”38. El objetivo era lograr una balanza comercial
favorable que colocara la llegada hacia el país de los metales preciosos de las potencias rivales.
Pero, “no se pretendía su atesoramiento, como refleja el mantenimiento del comercio deficitario
con Asia”39.
Ejemplo del mercantilismo francés
Jean Baptiste Colbert fue un ministro francés que trabajó para el reinado de Luis XIV. Tuvo
intenciones destinadas a convertir a Francia en una potencia europea, compitiendo
comercialmente con los holandeses y los ingleses. En cuanto a su pensamiento económico, quiso
aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones a fin de disponer de una gran cantidad
de dinero y metales preciosos, siempre pocos y que hubiera en una cantidad constante. Según
esta visión, el enriquecimiento de un estado sólo podía darse a costa de otro y, por tanto, la
guerra “económica” se erigía en uno de los pilares principales de la estrategia de Colbert. El
comercio desarrollado y el fomento de las manufacturas nacionales fueron los otros objetivos de
su proyecto.
38
Ibíd., p. 497 39
Ibíd.
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En el ámbito económico era básico crecer el comercio exterior, tanto en volumen como en
valor, y hacerlo con barcos franceses, ya que a mediados del siglo XVII, la flota holandesa
monopolizaba los intercambios internacionales con Francia. Por esta razón se proporcionaban
materias primas a los armadores para fomentar la construcción naval y se crearon compañías
comerciales dotadas de monopolios de explotación. “En 1664, Colbert fundó la compañía de las
Indias Occidentales, a la que se otorgó la exclusividad del comercio francés en Oriente. De acuerdo
con parámetros similares se crearon otras compañías para comerciar con América y Africa, con el
Levante y norte de Europa”40. Con todo, “pese al ejemplo dado por el Rey y los príncipes de la
sangre, que facilitaron parte del capital, la burguesía decidió no arriesgar su dinero en lo que
calificaban de aventuras especulativas”41. Ante semejante fracaso, el comercio de las Indias quedó
libre de monopolio, con la condición que los comerciantes usaran los barcos de la compañía y sus
factorías cuando realizaran los intercambios. Respecto al comercio interior, se procuraron mejoras
en infraestructuras viarias, fluviales y terrestres.
“La protección de las manufacturas francesas fue la prioridad que quedó cubierta entre
1664 y 1667 por una reglamentación aduanera tan dura que, en la práctica, suponía la prohibición
de productos ingleses y holandeses”. A la vez, se respaldó la mejora de la calidad de las
producciones nacionales estableciendo, a través del Consejo de Comercio, normas que fijaran los
detalles técnicos de la fabricación y que incluían, además, castigos para los transgresores. Para
finalizar, se crearon manufacturas favoritas que tuvieran un trato fiscal y financiero especial, y
cuya propiedad podía ser particular o estatal, como la famosa fábrica de tapices de Gobelinos.
40
FRANCH, Ricardo. “Crisis y transformaciones en la población y la economía europea del siglo XVII” en Froristán, A. “Historia General Moderna” (Ariel, Barcelona: 2007), p. 432 41
Ibíd.
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La Ilustración
Concepto de Movimiento Ilustrado
El tema denominado “La Ilustración” será abarcado por los siguientes autores: Jorge
Larraín42, Alfredo Floristán43, Alberto Tenenti44 como fuentes secundarias; además se
incorporó a Miguel Artola45 como compilador de fuentes primarias.
La Ilustración es un movimiento intelectual burgués que abarcó todos los ámbitos de
la cultura y que pretendía, bajo el amparo de la razón, construir un nuevo mundo. La
ilustración, al ser un movimiento de elite burgués, atacó los cimientos del Antiguo
Régimen, promoviendo una estructura social, económica y política nueva. En lo social, la
Ilustración implicó el ataque a la estructura estamental y la proposición de una sociedad
de clases, donde el lugar que el hombre o la mujer ocupa en la sociedad dependa del
mérito y el dinero. Al mismo tiempo, en lo religioso, se erigía como defensora del
librepensamiento; en lo económico, justificaba el ideario del liberalismo económico,
basado en las teorías de Adam Smith; por último, en lo político, atacaba las bases del
Absolutismo, sosteniendo la teoría de la división de los poderes del Estado, la igualdad
ante la ley y la soberanía popular. En definitiva, las ideas ilustradas se van a identificar con
los principios liberales.
Postulados Generales: En cuanto a sus ideas-fuerza, la Ilustración omitió el dogma de
las religiones específicas y aceptó la existencia de una religión general llamada deísmo.
Además, valoró la razón y la tolerancia civil. Por último, este movimiento intelectual creía
en el progreso indefinido e ilimitado.
42
“El concepto de ideología”, volumen I (Santiago de Chile, LOM: 2007). 43
“Historia General Moderna” (Barcelona, Ariel: 2002). 44
“La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007). 45
“Textos fundamentales para la Historia” (Madrid, Alianza: 1968).
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Omisión de la Relevación cristiana y aceptación de una religión naturalista
(Deísmo).
Según Tenenti en su Edad Moderna46, en la Europa de los siglos XVI y XVII, existía una
presencia de iglesias y credos específicos, originados desde la ruptura definitiva del
cristianismo con las reformas protestante y católica. Del modo que se manifestaba un
apego tremendo a las diversas confesiones en los estados, especialmente con la
consolidación del absolutismo, se fortaleció una gran intolerancia religiosa expresada por
un control eclesiástico y estatal al pensamiento religioso de los súbditos en pos de una
sola verdad de fe. “Esto significaba una importante permanencia del ascendiente de los
dogmas y doctrinas más o menos tradicionales, que se encontraban en la base de la moral
y buscaban reglamentar o condicionar los comportamientos individuales y colectivos”47.
Una de las bases teóricas del absolutismo monárquico fue el origen divino del poder de los
reyes48, donde, además, estos últimos imponían una sola religión a los súbditos, quienes
entregaban sus derechos al soberano; bajo el contexto de las polémicas doctrinales entre
catolicismo y protestantismo, como también en las llamadas guerras de religión, “Hobbes,
como antes Maquiavelo, creen que los seres humanos necesitan la religión y los monarcas
autocráticos, para que la felicidad común y la paz puedan ser logradas mediante la
ignorancia y el miedo”49. De esta manera, la religión fue presentada positivamente en pos
de la unidad social, pero con el costo de la intolerancia a la diversidad religiosa dentro del
territorio estatal como asimismo fomentar la coerción eclesiástica a la libertad de
pensamiento, ejemplificada en la abjuración ante el Santo Oficio que debió realizar Galileo
Galilei (1633), pues se retractó, es decir, invalidó forzadamente la teoría heliocéntrica
defendida por Copérnico. En el siglo XVII, el dogma no concordaba con los
descubrimientos de la ciencia moderna, porque “el patrimonio religioso [tradicional] se
desentendía demasiado de las conquistas de la razón humana”50.
46
TENENTI, Alberto. “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007), págs 47
TENENTI, Alberto. “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007), p. 313 48
Desarrollado por Jean Bodin en sus “Seis libros de la República” y Bossuet 49
LARRAÍN, Jorge. “El concepto de ideología” (Santiago de Chile, LOM: 2007), Vol. I, p. 18 50
TENENTI, Alberto. “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007), p. 314
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Con la evaluación de ciertos intelectuales, como Holbach51 y Voltaire52, a las dos
centurias anteriores al siglo XVIII, se produjo dentro de la burguesía y de la nobleza de
toga53 un fenómeno complejo de “marchitamiento y vaciamiento de sentimientos
religiosos habituales, de distanciamiento de éstos en nombre de convicciones que en
parte eran todavía cristianas, aunque en un sentido muy diferente y en ciertos aspectos
cada vez más débiles”. Este contexto se generó a partir de la crítica negativa que recibió la
intolerancia religiosa (o mejor dicho, la verdad de fe: el dogma), manifestada por los
cultos específicos como el catolicismo, el puritanismo, el presbiterianismo, el
anglicanismo, el calvinismo y el luteranismo.
Desde la segunda mitad del siglo XVII, hay un fuerte distanciamiento entre la nueva
sensibilidad religiosa y el dogma. Los conflictos confesionales dentro de la intelectualidad
europea fueron dejados de lado, dando paso al levantamiento de una religión general. En
este fenómeno se reflexionó qué es prioridad para la sensibilidad religiosa: la moral o el
dogma; desde ese punto de partida, comenzó una fuerte relevancia de “la conducta moral
respecto a la práctica religiosa”. Pero, esa moral contenía la idea de un refuerzo racional a
la comprensión de la fe, o mejor dicho, la racionalización de la fe, depurándola de
verdades metafísicas e integrando la física a la nueva sensibilidad, pues empezó a
entenderse al “universo como una gran máquina con leyes matemáticamente
establecidas”54. De esta manera, el deísmo, como religión general, se unió a la ciencia
moderna la cual se erigía según dos principios: observar y experimentar.
A continuación, se presenta un mapa conceptual sobre el deísmo; este último se
planteó como una religión natural y general. Ante las polémicas confesionales y la
intransigencia de la institución “Iglesia” a los descubrimientos científicos que contradecían
el dogma católico, se necesitó de una nueva comprensión religiosa que fuese abarcadora y
“difundida en todas las religiones [específicas]”55, pues estas últimas “no sólo son una
51
D’ HOLBACH, “Systéme de la nature” (Hildesheim: Georg Olms, 1966), vol. 1, en LARRAÍN, “El concepto de ideología”, volumen I (Santiago de Chile, LOM: 2007) 52
VOLTAIRE, “Diccionario filosófico”, 53
Nobles de origen burgués, pues compraron los títulos de nobleza al precio establecido por el monarca. 54
TENENTI, Alberto. “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007), p. 316 55
VOLTAIRE, D. (1746) “Pensamientos filosóficos” en ARTOLA, M. “Textos fundamentales para la Historia” (Madrid, Alianza: 1968), p. 394
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derivación de la religión natural” [general], sino que, además, son falsificaciones de esta
última56, pues estaban en contra de la paz social y el desarrollo científico. Esta religión
general entendió a Dios como un ordenador del Universo, porque se “reconoce a Dios
creador, infinitamente poderoso, y sólo considera a sus criaturas como máquinas
admirables”57. Además, endiosó la naturaleza y separó los cultos específicos de la razón, y
esta última rige el universo y presenta leyes que articulan la naturaleza. La razón es
fundamental para la reflexión deísta, porque al juntarse con la fe, esta última es alejada
del dogma para dar prioridad a la moral como se muestra en el esquema 1 y en la
siguiente cita de Voltaire: “Las sectas [específicas] se diferencian unas de otras, porque
son hijas de los hombres, pero la moral es la misma en todas partes, y proviene de Dios”58.
En otras palabras: la moral está por sobre el dogma.
56
TENENTI, Alberto. “La Edad Moderna, Siglos XVI – XVIII”, (Barcelona, Edaf: 2007), p. 318. 57
VOLTAIRE, D. (1746) “Pensamientos filosóficos” en ARTOLA, M. “Textos fundamentales para la Historia” (Madrid, Alianza: 1968), p. 394 58
En sus “Pensamientos filosóficos” en ARTOLA, M. “Textos fundamentales para la Historia” (Madrid, Alianza: 1968), p. 395
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ESQUEMA 1: DEÍSMO
Esquema 1 (Autor: Cristopher Sepúlveda)
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Personajes de la Ilustración
Los principales personajes de este movimiento, y sus principales postulados que defienden cada
uno de ellos, son:
1) Montesquieu (francés): división de poderes. Puso a Inglaterra como ideal de gobierno
(monarquía parlamentaria).
2) Voltaire (francés): Desarrolló la teoría de los derechos individuales y de la igualdad civil.
3) Rousseau (suizo-francés): Desarrolló la tesis del contrato social, mediante el cual la
sociedad delega el poder en sus autoridades. Este fue el fundamento de la soberanía
popular y de los gobiernos representativos.
4) Diderot (francés): Desarrolló la enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, artes y
oficios.
5) Adam Smith (escocés): creó las bases del liberalismo económico. Detestaba el
mercantilismo.
Línea de tiempo N° 2: “La Ilustración”
1690 1721 1734 1748
Locke “Dos tratados de
gobierno”
Mostesquieu “Las cartas persas”
Voltaire “Cartas filosóficas”
Mostesquieu “El espíritu de las
leyes”
1750 - 1764 1762 1776
D’Alambert y Diderot “La Enciclopedia”
Rousseau “El contrato social”
Smith “La riqueza de las
naciones”