LA CONTEMPLACIÓN EN EL CLAUSTRO

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    LA CONTEMPLACIN EN EL

    CLAUSTRO

    CRISTINA KAUFMANNCarmelita Descalza.

    No quedar limitado por lo ms grande, dejarse contener por lo mspequeo: esto es divino.

    Introduccin.

    Al reflexionar sobre lo que yo podra decir de la vida contemplativa en elClaustro, me he acordado de esta frase de Holderlin. Lo ms pequeo de unavida de "clausura", con todo lo que comporta de limitacin en el espacio, en lacultura, en el conocimiento intelectual, en experiencias humanas de todo tipo,en eficacia inmediata y colaboracin en la construccin de la sociedad, contienetoda la capacidad de la persona humana de lo infinito, de lo divino; y junto conesto, lo ms grande de las realizaciones de una vida humana, en poder, cienciay riqueza, en las aspiraciones ms altas del espritu humano, son fronteras queno pueden contener el ltimo y esencial anhelo: el de ver a Dios, el del amorabsoluto.

    Temo que todo vaya muy desordenado. Es difcil hablar de la vida, porque lavida no se deja encerrar en conceptos, no para, no la podemos mirar adistancia. As que me parece que hablar como uno que, ahogndose en elagua, habla de las propiedades de la misma. Me resulta difcil establecer ciertadistancia de lo que vivo, lo que es el ncleo de mi vida. Intentar hacerparticipar de ello de la manera menos confusa posible.

    1. Cmo es la contemplacin en el Claustro?

    La contemplacin en el Claustro, como en toda otra circunstancia vital, es

    una manera de vivir la vida humana. Es vivirla como respuesta a un amor,desde el deseo hacia la posesin, desde la fe hacia la visin. Dosacontecimientos destacados en mi vida me iban a ensear, mucho antes deconsentir a la llamada de Dios al Carmelo, que mi existencia sera unaexistencia predominantemente contemplativa. El primer acontecimiento meabri al AMOR, el segundo al CONOCIMIENTO, aunque los dos se funden en elprimero.

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    Tena 12 aos. La experiencia de la vida, hasta entonces, era la de una infanciacorriente, con sus soledades y sus sufrimientos, con sus desconciertos ytambin con la seguridad de un ambiente normal, sin grandes dificultades. Elencuentro con un maestro de entonces, el descubrimiento del coraznhumano en su ltimo misterio, en su aoranza de Dios, me lanz al abismo deun deseo de amor total, absoluto. Abri en m la herida esencial del amor y laconciencia, clara como un rayo repentino, no modificada, aunque sesclarecida y ensanchada despus, de que slo Dios poda ser mi amor, que Eles la nica medida que corresponde al corazn que busca al amor, que lodesea. Desde aquella experiencia, puntual en su aparicin, todo se me havuelto transparente, ya nada est fuera del amor, ya no hay nada profano,nada que no est dentro del misterio de amor, nada que no deje traslucir laluz del amor divino.

    El segundo "acontecimiento" interior: cuando tena 16 aos, recuerdo que unda, yendo al colegio, en medio del bullicio de la calle de la gran ciudad, mesent de repente iluminada o penetrada por una verdad, por un hecho, una

    certidumbre que ya jams me ha dejado: "todos los pensamientos que yopueda pensar en toda mi vida tienen y tendrn siempre por trmino a Dios".Me sorprendi entonces aquella constatacin sbita, inesperada. La ibarumiando en lo sucesivo y me llevaba a otro convencimiento: que todopensamiento empezaba tambin en Dios.

    Estas dos experiencias ilustran o explican para m lo que es la contemplacinen el Claustro. Es una vida en la que el amor y el conocimiento, el deseo y elpensar, todas las energas ms profundas de la persona, convergen en laactitud del que mira y se deja mirar por Dios, del que sale de Dios sin salirpara volver a El en todo momento, del que est en continuo movimiento de dar

    y recibir; en una palabra: del que participa con todo su ser, libre yconscientemente, en la comunicacin del amor, en la danza de la Trinidad.Creo que para la contemplacin en el Claustro se necesita "la vocacin", esdecir, la firme e inquebrantable conviccin de que Dios llama concreta yexplcitamente, con signos inconfundibles, a esta manera de vida cristiana y aeste modo de contemplacin cristiana.

    Los signos varan en cada persona, pero deben existir para dar solidez a todauna vida en este marco concreto, que reduce al mnimo el espacio vital sinatentar contra la anchura y lo vasto del mundo interior. Esto slo es posiblevivirlo cuando realmente Dios ha ensanchado este mundo interior, dando unafacultad peculiar, natural y sobrenaturalmente, para participar en esta

    propiedad divina de la que habla Holderlin en su frase arriba citada. Sin estavocacin concreta, lo "ms pequeo" de la vida monstica ahoga, y "lo msgrande" dispersa y diluye.

    Recuerdo que un sacerdote nos dijo, hablando de Santa Teresa, que senecesitaba "un mundo interior rico de imgenes" para llenar la vida que laSanta de vila haba inaugurado Esto como "equipaje" natural de estavocacin contemplativa. No creo que se desconozca ms la contemplacin en

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    el Claustro que la contemplacin en s, puesto que es la misma que encualquier otra vida cristiana. Esencialmente, es la que todo cristiano debevivir: la bsqueda de Dios, el estar con Jess, el seguirle y anunciarle, elsaberse enviado por su Espritu, el permanecer en unin de amor con Jess.

    Lo que se desconoce a menudo es la forma de vivir esta contemplacin en unavida claustral. Muchas veces hemos sido las monjas mismas las que hemosdificultado el conocimiento de nuestra vida por mantener formas y aparienciasininteligibles para la mentalidad de hoy. Otras han sido y son la superficialidady la indiferencia las que han puesto barreras que impiden conocer ycomprender la vida contemplativa claustral.

    2. Qu tipo de vida alienta?

    La vida del Claustro, del Carmelo en concreto, es una vida en ORACIN,

    SOLEDAD y FRATERNIDAD, conjugadas en un sano equilibrio que ayuda afomentar la contemplacin, la "respiracin" del alma en la presencia de Dios.

    2. 1. Oracin.

    La oracin, en sus diversas formas, revela esta manera de existir de la personacontemplativa. La liturgia nos introduce en el misterio de Dios, en la Salvacin;nos anticipa la alabanza perenne del cielo; nos hace tocar ya con el dedola felicidad del cielo, la bienaventuranza definitiva. La liturgia alimenta lacontemplacin haciendo presente la persona de Cristo, el amor hacia el que

    tiende todo nuestro ser; nos introduce "sensiblemente", en fe, a travs de lossignos sacramentales, en la fiesta de la Trinidad, y da a pregustar la posesinde Dios, eminentemente la liturgia eucarstica. En la oracin silenciosa, laactitud contemplativa se hace sentir o se hace consciente en el silencio de lafe, en la escucha perseverante de este silencio de Dios, que es su Palabra yque es lo nico que el alma desea, espera y escudria. Lo que se sabe, laspalabras humanas, de la teologa o de otras fuentes de ciencia o sabidura, sonservidoras de esta nica Palabra, y en la oracin contemplativa suelen cesar,se quedan en el umbral, no entran en el santuario del alma, han hecho sufuncin a su tiempo y dejan luego el espacio del corazn libre e iluminado,limpio y vaco, para recibir, acoger la Palabra. Jess es la oracin delcontemplativo El es la nica palabra que penetra los cielos, "la oracin corta"de la que habla San Juan de la Cruz. A menudo, la oracin silenciosa y solitariadel contemplativo es lugar y espacio de pasin, de muerte y resurreccin. Laperseverancia en el vaco experimentado, el silencio insistente de la Palabra, eldeseo de or su respuesta a nuestra angustia, soledad o miedo, es una pasin,es una muerte que puede durar aos y aos, es el ambiente corrientey prolongado de la contemplacin en el Claustro. La resurreccin vivida en unaconcreta "visita" del Seor que hace experimentar el gozo y el anticipo de launin con Dios, a la vez acrecienta el deseo, aviva la fe y el amor, pero no

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    hace desaparecer la oscuridad habitual. Hace vivir la oracin como unaaoranza que aumenta cada vez que se ha gustado algo de la Presencia, de laPalabra. La oracin no se limita a los tiempos explcitos de la liturgia yla oracin particular. Llena todo el tiempo. Da y noche est meditando la leydel Seor quien se sabe llamado a la contemplacin en el Claustro. La oracines aire que se respira; es la actividad que lo llena todo, que da sentido a todo;es la manera de ser y estar del que vive en el Claustro. Todas las ocupacionesde la vida no pueden llegar a apagar o enterrar esta luz siempre ardiente en elinterior y siempre despierta, porque es Dios mismo quien la tiene en vela, essu Espritu el que ora dentro de nosotros e irrumpe en la concienciacuando quiere y como quiere, aunque no se est en explcita actitud orante.

    2.2. Soledad.

    La contemplacin hace al hombre solitario. Ella llena el alma, llena todas lasfacultades de la persona, sobre todo el amor, el entendimiento y la memoria.

    Ser contemplativo es saberse siempre en compaa del Amado, del Seor; es ala vez experimentar el creciente deseo de esta compaa, disfrutarla,profundizarla, dejarse llenar por ella. Y esto lleva consigo el deseo de lasoledad. Hay una zona de los deseos, de las aspiraciones, de las energas delcorazn, que slo se abre en la soledad, ante Dios mismo; en la queincluso somos extraos a nosotros mismos, pero presentimos que en l somostotalmente conocidos y transparentes y, por tanto, amados en su misma luz ysu misma verdad. Desde esta soledad, a la que nos conduce la contemplacindel nico, escuchamos de lejos, pero con inmediatez, la soledad y el silenciode la creacin; nos damos cuenta de su existir en el mismo misterio que nosenvuelve y nos anima a nosotros. El marco pequesimo de la vida del claustro

    afina la sensibilidad por la presencia silenciosa y solitaria de todas las cosas.El cielo, los pjaros, las plantas, las piedras, la tierra, las flores, el mar, lasnubes, la lluvia y el sol, los animales, el da y la noche, el fro y el calor, elviento y la tormenta, son presencias que simbolizan nuestra soledad, nuestropropio silencio, y a la vez les damos sentido en solidaridad con ellos ante elCreador. La contemplacin debera despertar en nosotros un respeto grandeante la creacin, una veneracin que no es ecologismo de moda, sino que tieneque ver con aquella transparencia que tienen todas las cosas para quien hasido mirado por Dios y mira con los ojos de Dios.

    2.3. Fraternidad.

    La contemplacin en el Claustro alienta en grado eminente la fraternidad, sin lacual la contemplacin no seria una actividad cristiana. Fraternidad enJesucristo, que es el contenido de la contemplacin. Desde ella miramos elmundo y la historia Desde ella nos acercamos a ellos. Cristo, Dios, es elcamino ms corto entre los seres humanos. Esto se vive, se realiza, en lacontemplacin cristiana. El marco del Claustro no puede ser jamsun impedimento a esta fraternidad. No podemos estar en la presencia de Dios

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    como cristianos si no estamos en ella con todos los hermanos y hermanas detodos los tiempos, sobre todo del nuestro No puede haber nada que interese oangustie o esperance a los hombres (en el terreno de la ciencia, de la cultura,del arte, de la convivencia) que nos sea indiferente. La contemplacin es, encierto sentido, ignorancia, porque slo quiere saber una cosa: "Cristo, y steCrucificado". Pero esto entendido como ltimo contenido de todo otrosaber, penetrando todo saber hasta llegar a ese ncleo que es CristoCrucificado y Resucitado.

    Nada sirve como fin, pero todo puede ser camino, todo puede ser penetradopor la luz de la actitud contemplativa, luego amorosa, y respetuosa paraencontrar en todo el misterio de Cristo presente y operante. Nuestraparticipacin en la ciencia, en la cultura, en el arte, es nula si se la valora concriterios de eficacia y utilidad inmediata y materialista. La historia del Carmelotiene sus pginas oscuras en las que se ha entendido al revs la postura deSanta Teresa frente a la cultura. Hoy creo que estamos en un momentodecisivo para vivir, revivir desde la contemplacin y redescubrir desde ella, la

    profunda fraternidad con todos los hombres y su destino y nuestra insercin enla cultura a nuestro modo modesto. Nos pueden ser ejemplo los monjes de laEdad Media, que saban conjugar "el amor a las letras y el deseo de Dios" deuna manera admirable. Se tratara de una cultura que se podra definir como lasabidura de la persona humana de existir en el mundo en armona con toda lacreacin, volvindola transparente por una relacin desapegada e informadapor el constante dilogo con el Creador, el Dios y Padre de Nuestro SeorJesucristo. As lo vivieron San Juan de la Cruz y Santa Teresa y as lo testificansus vidas y sus obras.

    Si afinamos la inteligencia y la cultivamos; si nos hacemos sensibles a las

    expresiones artsticas de los hombres, a la bsqueda de lo trascendente detantos hermanos nuestros, esto no nos apartar de lo nico necesario, sino,bien al contrario, nos avivar el deseo de Dios. La cultura no sacia, sino queestimula este deseo. Est orientada al amor de Dios, surge deldesprendimiento total que purifica el corazn y le hace capaz de ver a Dios enla belleza, en la verdad escondida en la Creacin. Cada pensamiento, cadaestudio o actividad artstica, estar as al servicio de Dios para comunicar laVerdad y el Amor, pertenecer al Espritu, que es Comunicacin. En estacultura, lo que no se puede decir o expresar est siempre presente comotrasfondo de lo que se expresa y se comunica.

    Todo poemamarchita;

    soloenmudecido

    el orantesabe de estrellas

    los labios de sangre.

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    Ahorasi alguien llegara

    y mi almaentre sus manos tomara

    y un maren mi mirada se alumbrara

    volaraen el dorso de todos los azules

    mi palomica blancahacia Ti

    invulnerada.

    Queda por decir lo ms importante tal vez en este momento: la fraternidad conlos pobres de este mundo. La contemplacin en el Claustro debe tener unarelacin estrecha con los pobres. No basta la vida sencilla y austera en la quese desarrolla la vida contemplativa. No es suficiente el voto de pobreza, el

    compartir en casos concretos, la ausencia de lujo material, de comodidad yconsumismo. Es una pregunta, la de la solidaridad nuestra con los pobres de latierra, que no tiene respuesta para m y que me deja siempre con una dolor ycon un remordimiento en el alma. Lo primero que me urge es vivir mi pobrezaradical ante Dios, conocida a travs de la contemplacin cada vezms profundamente, dejarme poseer por El y que El disponga de m; ysegundo, hacer efectivamente, materialmente, todo lo que est en mi manopara vivir compartiendo todo con las hermanas en la comunidad y con todos alos que llega nuestro contacto. Vivir el desprendimiento radical de todo (que noes nada fcil, sobre todo en nuestro estilo de vida, en contra de lo que a vecesprecipitadamente se afirma) slo es posible en la viva relacin amorosa con

    Dios y en el seguimiento y comunin con Jess pobre y crucificado.La solidaridad con los pobres de este mundo tiene que pasar por Cristo.Dejarnos identificar con El; por E1 nos acercaremos verdaderamente a lospobres y percibiremos la revelacin que nos hacen de Dios. La contemplacinen el Claustro es una escuela en la que se aprende a ser sin tener y a vivir sinaparentar, con la firme esperanza, que da luz y consuelo, de que Dios puededisponer de nosotros y lo har por amor y en beneficio de todos de la mejormanera, inimaginable por nosotros.

    La fraternidad universal se concreta en la convivencia de la comunidad, vida detrabajo y de gratuidad. Tambin aqu la contemplacin es el poso desde dondenace y se nutre toda relacin fraterna. La cotidianeidad de la vida

    monstica, su simplicidad, su irrelevancia, es el ambiente necesario paraverificar la autenticidad de la vocacin contemplativa, de la vida de oracin. Elvivir y convivir se realiza desde la experiencia esencial de convivir con Dios. Deah un respeto, una veneracin, una gratitud peculiar al tratar con loshermanos, una capacidad de silencio reverente ante el misterio del otro, unagenerosidad ante la libertad del otro y admiracin por la forma de estarpresente Dios en el otro. Al mismo tiempo, es una ocasin de absoluta verdaden la propia vida. El estar con las hermanas en comunidad pone al descubierto

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    la verdad propia, la que en la contemplacin vamos conociendo poco a poco,pero que necesita que nos la encontremos como llegada desde fuera, desde elcontacto con el hermano, la hermana. Santa Teresa nos lo dice con todasencillez y claridad: "...porque poco me aprovecha estarme muy recogida asolas, haciendo actos con nuestro Seor, proponiendo y prometiendo dehacer maravillas por su servicio, si en saliendo de all, que se ofrece la ocasin,lo hago todo al revs". (Moradas 7, cap. 4,7) y en otro sitio: "Cuanto mssantas, ms conversables". (Camino, cap. 41,7). Y se podra aadir: cuantoms contemplativas, ms trabajadoras. El trabajo en la vida del Claustro es ellugar donde la monja conjuga el "ya y todava no", el "ya" de la contemplacinen la que anticipa la actividad de la vida bienaventurada, la visin en laposesin del amor total, y el "todava no" de la condicin terrena que necesitadel sustento del cuerpo, de la edificacin de la ciudad terrena, la participacinen la creacin por el trabajo. Santa Teresa quera que el trabajo no absorbieratoda la atencin de la monja, sino que fuera de tal naturaleza que dejara elespritu libre para tenerlo atento a Dios. Hoy tal vez hay que aadir que no seaexcesivo; es decir, que tambin en el Claustro hay que estar alertas ante el

    peligro de convertir el trabajo en algo agobiante, forzadas por la necesidado bien por dejarnos apresar por el imperativo de la "productividad" queengendra y al mismo tiempo es hija del consumismo. Todo esto son aspectosdel amor fraterno en la comunidad, frutos de la contemplacin.

    La fiesta lo es de un modo eminente, porque en ella contemplacin y el amorfraterno se funden en el esplendor -por sencillo que fuese- del gozo de tocaren cierta manera, ya desde ahora, la armona del amor indisoluble, divino-humano. Es donde los sentidos participan de la contemplacin, donde lossentidos expresan lo inexpresable, lo inefable en pequeas, modestas, peroautnticas creaciones artsticas, literarias, musicales, etc. No s decir bien lo

    que es; es algo que slo vivindolo se entiende, que es un don que serecibe de Dios y que, al igual que la contemplacin, nos pone directamente,dentro del clima de fraternidad, en contacto con El. Las pequeas fiestascaseras del Carmelo son manifestaciones de la contemplacin vivida en laoscuridad de la fe y del amor fraterno, vivida en la fidelidad de cadada, revestidos por momentos del esplendor de la gloria definitiva del Amor.Esto suena tal vez muy idealista y poco real. Creo que es real en la medida quelo vivamos no como adquisicin de nuestro esfuerzo e "industria", sino comodon gratuito del Seor Jess, que est en medio de nosotros, glorioso comoResucitado, y que nos hace participar, ya desde ahora, de esta gloria en fe yesperanza amorosa.

    Dentro de la vida comunitaria, Dios nos puede hacer el regalo de la amistad.La contemplacin y la amistad son dos dones divinos que tocan lo msprofundo del ser humano, que convergen en lo ms hondo, all donde todo estabierto hacia el otro, donde nace la esperanza y el anhelo del T para poderser plenamente yo. La contemplacin es la amistad con Dios; la amistad entrelos hombres, si es autntica, es participacin de la contemplacin divina. SantaTeresa dice que en sus comunidades todas han de ser amigas, todas se han deamar (cf. Camino, 4,7). Desde la contemplacin, desde la comn mirada hacia

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    el mismo Seor, desde la experiencia del T divino que nos ha llamado, nosacercamos a las hermanas, a su propio, nico e irrepetible modo de seramiga de Dios, y en El nos sentimos amigas. Pero, junto con esto, que debeser entre todas las hermanas y a lo que nos podemos dirigir con nuestroesfuerzo y con el deseo, est este don inefable de encontrar, o de re-encontrar, al amigo justamente en lo ms profundo de la propia experiencia deDios, all donde nadie puede poner la mano en nuestra alma y donde, sinembargo, reconocemos la presencia del hermano, de la hermana. Laexperiencia de una amistad que revela a la vez que nace de la absolutaproximidad de Dios en el alma, donde el AMOR absoluto invade todo nuestroser en presencia y al unsono del ser del otro, igualmente invadido por esteAMOR. Creo que la contemplacin es el suelo privilegiado de estas amistades,porque es el suelo del nico e indivisible amor. Dios es amistad.

    "Desde que has vuelto

    mi soledadse viste de blanco,los cerrojos

    se convierten en himnossobre las murallas

    de mi huerto

    me buscaban fueray yo estaba dentro

    en el fuegoque es muralla

    que cobijalo que ignoroy contigo ha vuelto."

    3. Qu servicio supone para la Iglesia y para el mundo hoy?

    La vida contemplativa recuerda constantemente a la Iglesia lo nico necesariohoy y siempre. Puede ser un lenguaje inteligible, inmediato, que hable de Dioscuando la palabra "Dios" parece que en algunos despierta desconcierto omalestar. Recuerda simplemente la vida de fe, esperanza y amor; la radical

    orientacin del hombre hacia Dios siguiendo a Jess, que viva enininterrumpido dilogo con el Padre, cuyo alimento era la voluntad del Padre,cuya soledad era solidaridad con el Padre y con los hermanos. Lacomunidad monstica presenta a la Iglesia su propia sangre, reunida ennombre del Seor Jess, para anunciar la Buena Nueva a todos los hombres.Este anuncio se hace de un modo peculiar desde la oracin, el silencio y lasoledad, y por el anticipo, en el estilo de vida, de la realizacin de la salvacin,la forma de vida escatolgica ya desde ahora, aunque veladamente, pero

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    visible para quien quiera ver. Recuerda a la Iglesia que toda tarea pastoraldebe tener por meta la unin de las personas con Dios, la vida en El, lafelicidad en El, la alabanza y la accin de gracias, la plenitud de todas lasaspiraciones del alma humana. El servicio que la vida contemplativa puedeprestar hoy al mundo nuestro occidental es el de presentar una alternativa a lalocura en la que vive y se desvive nuestra sociedad.

    Decir a los hermanos que es posible una vida humana plenamente lograda enun marco sencillo, austero, pero que responde a los deseos y anhelos msprofundos del hombre; en definitiva, a la trascendencia que todos tenemoscomo ltimo fondo dentro de nosotros. Ser comunidades que acojan a todo elque se acerca al monasterio, donde todos encuentren quien los escuche conamor, con atencin, con cercana respetuosa, y les haga presentir la ternura deDios, el calor del fuego del amor divino y el refrigerio del divinoconsuelo, traducidos en una verdadera solidaridad que es posible en Cristo,que es creativa en los medios y las formas de expresarse y realizarse. Aququeda todo un campo de accin por explorar, sobre todo para nosotras, las

    carmelitas. Con fidelidad al carisma de Santa Teresa, con obediencia almagisterio de la Iglesia y con la libertad que da el Espritu de Jess, debemosser valientes en buscar formas nuevas y dejar las caducadas. Segurasya desde ahora de que la meta es Cristo, su Reino, no puede haber error,aunque se asuma el riesgo que supone todo camino.

    4. Qu servicio supone para la causa del Seor?

    La contemplacin en el Claustro subraya la actividad de Jess orando solo al

    Padre, durante la noche. Es la actividad que precede y acompaa a toda otraactividad de Jess: el envo de los discpulos, la acogida de las multitudes, lossignos y prodigios que obraba y, finalmente, la suprema actividad de su Pasiny muerte. Si Jess culmin toda su accin en la Pasin; si en la totalinactividad de la cruz redimi a los hombres y los reconcili con el Padre; siobr entonces el prodigio mximo de toda su existencia, entonces la forma devida claustral, pobre, obediente y casta, recibe de ah su sentido, comparte conJess la Pasin, el ocultamiento en la cruz, su aparente fracaso e ineficacia, yparticipa en la victoria sobre la muerte en la resurreccin. Desde ah colaboraen la causa del Seor, desde su simple existencia. Desde ah tambin puedeser llamada por el Seor y debe estar atenta a esta llamada, para hacersepresente en las jvenes iglesias, donde la vida contemplativa todava no ha

    encontrado su expresin visible comunitaria, sacramento de la actitudcontemplativa de toda la iglesia local (cf. Concilio Vaticano II, Ad Gentes, n.18). El hecho de que Santa Teresa del Nio Jess haya sido declarada patronade las misiones subraya esta faceta misionera de la vida contemplativa, yasea vivida en los sitios de vieja cristiandad, ya sea en el Tercer Mundo, ytambin (de modo peculiar hoy) en las sociedades descristianizadas del primermundo.

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    Conclusin.

    Todo lo escrito no es ms que un pobre intento de transmitir algo de lo vivido yalgo de lo deseado; la vida siempre queda detrs del deseo, y lo que dicen laspalabras queda detrs de la vida. El deseo es toda la riqueza de la vidacontemplativa; en l nos acercamos a Dios, preguntamos su posesin ydejamos atrs todo lo que no es El. El deseo es ms que las realizacionespequeas y mezquinas muchas voces, es la luz que ilumina lo gris y lo oscurode la cotidianeidad e incluso del pecado. Y este deseo se traduce en todas lasactividades de la vida contemplativa, est presente en todo y le confiereun secreto y misterioso resplandor que hace de ella una aventura apasionantey una luz que brilla en la noche del exilio.

    Cuando T me hablas

    salen calladas

    naves cargadas

    del puerto

    nadie canta

    la despedida

    ignoran la carga:

    tesoro de luz

    crecido en grutas albas

    de toda aurorasiguen Tu brjula

    saben el Norte

    mientras en el puerto

    se afianza la muerte

    de mis das."