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El presente informe recoge los resultados relativos al impacto del ocio del proyecto de investigación “Intervenciones de promoción del envejecimiento activo como estrategia de prevención de la discapacidad y dependencia en personas mayores en Bizkaia”, financiado por la Diputación Foral de Bizkaia en el marco del programa BizkaiLab.
La contribución del ocio al envejecimiento satisfactorio de las personas mayores en Bizkaia
1Jaime Cuenca, María Jesús Monteagudo, Fernando Bayón
Instituto de Estudios de Ocio Universidad de Deusto
2
Índice
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................... 3
2. MARCO CONCEPTUAL ........................................................................................................... 4
2.1. DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO AL ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO ....................................... 4 2.2. EL OCIO EXPERIENCIAL VALIOSO COMO CLAVE PARA EL ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO ...... 6
3. METODOLOGÍA ....................................................................................................................... 9
4. ESTUDIO DE CAMPO CUANTITATIVO ................................................................................ 11
4.1. REPERTORIO DE OCIO ......................................................................................................... 11 4.2. IMPLICACIÓN EN ACTIVIDADES DE OCIO ................................................................................. 14 4.3. OCIO Y BIENESTAR ............................................................................................................. 22 4.4. DISCUSIÓN ......................................................................................................................... 24
5. FASE CUALITATIVA DE LA INVESTIGACIÓN .................................................................... 27
5.1. SIGNIFICADO PERSONAL ATRIBUIDO AL OCIO EN GENERAL Y A LA ACTIVIDAD DE OCIO MÁS
SIGNIFICATIVA, EN PARTICULAR ................................................................................................... 27 5.2. LOS BENEFICIOS DE LAS ACTIVIDADES DE OCIO SIGNIFICATIVAS ............................................. 29 5.3. LOS ITINERARIOS DE OCIO DE LAS PERSONAS MAYORES DE BIZKAIA ....................................... 40 5.4. ORGANIZACIÓN DEL REPERTORIO DE OCIO ........................................................................... 46 5.5. CLAVES DE INTERPRETACIÓN DESDE EL MUNDO SOCIAL ........................................................ 55
6. CONCLUSIONES ................................................................................................................... 67
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................... 71
3
1. Introducción
Los recientes resultados arrojados por el Eurobarómetro sobre Envejecimiento Activo
publicado en 2012, a partir de 26.723 entrevistas personales, nos ponen tras la pista
de una tendencia demográfica imparable también en nuestro contexto, que convierte a
la población mayor de 65 años en el estrato de mayor crecimiento, por lo que el
envejecimiento satisfactorio se ha convertido ya en una de las claves sociales de la
agenda europea para los próximos años. Este colectivo va a tener un papel
socialmente mucho más proactivo a todos los niveles. Uno de los ámbitos de mayor
desarrollo puede ser la formación en un ocio valioso a lo largo de la vida como factor
desencadenante del bienestar personal. Hacia ello apuntan los resultados del
Eurobarómetro sobre Envejecimiento activo 2012 (Special Eurobarometer, 2012).
En la misma línea, en el documento Una estrategia para un crecimiento inteligente,
sostenible e integrador-EUROPA 2020, la Comisión Europea manifiesta la importancia
del envejecimiento activo como elemento clave del porvenir. Un estudio cuantitativo
sobre la incidencia del ocio experiencial valioso sobre el bienestar personal percibido,
consolidado mediante una ética de negociación de barreras, de enriquecimiento del
mundo social, de integración ciudadana a través de la libertad, la autonomía y la
creatividad, puede arrojar claves innovadoras sobre cómo administrar mejor los retos
del envejecimiento poblacional. Tal como recoge el Libro Blanco del Envejecimiento
Activo (IMSERSO/Ministerio de Sanidad, 2011:20), estos objetivos no serán posibles
sin el compromiso por parte de la comunidad investigadora con la promoción de
buenas prácticas de envejecimiento inspiradas, también, en un mejor tratamiento de la
dimensión experiencial del ocio de la ciudadanía.
La propuesta que se plantea en este estudio pretende defender el ocio y más
concretamente el Ocio Experiencial Valioso (OEV) como un indicador emergente del
envejecimiento satisfactorio por su contribución al bienestar personal, a un
enriquecimiento del mundo social del practicante, a una resignificación muy positiva
del rol social de las personas mayores y al desarrollo de destrezas para negociar con
barreras de la vida cotidiana.
4
2. Marco conceptual
Antes de abordar el apartado de metodología resulta necesario detenerse en explicitar
y someter a un contraste con la última bibliografía especializada los conceptos en
torno a los cuales pivota la presente investigación. Serán dos los conceptos
principales: el envejecimiento satisfactorio y el ocio experiencial valioso.
2.1. Del Envejecimiento Activo al Envejecimiento Satisfactorio
Como es sabido, la Unión Europea ha designado 2012 como el Año Europeo del
Envejecimiento Activo y la Solidaridad Intergeneracional. Resulta interesante discutir
cuál es la motivación explícita de esta decisión de tan largo alcance a todos los
niveles, políticos, socioeducativos, sanitarios, etc. Si tomamos como referencia el
documento Active Ageing and Solidarity between generations : A Statistical Portrait of
the European Union 2012, publicado por Eurostat-European Commission, descubrimos
que esta iniciativa asume como objetivos principales:
- Ayudar a crear mejores oportunidades de trabajo y mejores condiciones
laborales para el creciente número de personas mayores en Europa.
- Ayudar a este colectivo a desempeñar un rol activo en la sociedad.
- Promover el envejecimiento saludable y la vida independiente.
Estos son, en sus grandes líneas, los objetivos reconocidos por la Unión Europea. El
documento avanza reconociendo que el principal logro del Año Europeo 2012 ha de
ser contrarrestar la idea de que la población de edad avanzada es una carga (burden)
para la sociedad. En la medida en que los europeos viven vidas cada vez más largas y
saludables, los gobiernos buscan la forma de involucrar más intensamente a «sus
mayores» en la sociedad «manteniéndolos activos» (to keep them active). Estos
cambios, se entiende, pueden resultar en beneficios económicos para el conjunto de la
sociedad, mientras que se está promoviendo, al mismo tiempo, el bienestar físico,
psíquico y social de sus miembros de mayor edad.
Los importantes cambios demográficos, sigue diciendo el Eurostat, a los que está
abocado el continente durante las décadas venideras, se constituyen en una
oportunidad para el desarrollo de nuevos productos y servicios que puedan convenir
con las necesidades de la población de más edad. Por tanto, estas transformaciones
demográficas son, antes que nada, identificadas como un campo de cultivo para un
amplio abanico de nuevas tecnologías dispuestas para inundar el mercado en aras de
la ayuda a la creación de condiciones materiales que faciliten que las personas
mayores puedan ser independientes y vivir más, y más autónomamente, en sus
propios domicilios, mediante una lenta revolución en el modo como se conciben,
prestan, administran y personalizan los servicios asistenciales, en respuesta siempre a
las necesidades de un ciudadano-mayor-paciente-consumidor.
El Año Europeo 2012 ha sido designado, en palabras del Eurostat, para que se tome
socialmente conciencia de estos fenómenos, así como para identificar y publicitar
5
todas aquellas buenas prácticas que sirvan para promover la idea de «active ageing»
entre los políticos y agentes implicados a todos los niveles de gobernanza. «Sin
ulteriores cambios políticos e institucionales, el cambio demográfico podría
potencialmente colisionar con la solidaridad intergeneracional, en la medida en que las
población trabajadora viene crecientemente exigida a pagar las necesidades de un
grupo de personas mayores en constante expansión» (European Commission, 2012).
Para atender a esta situación inquietante, la Comisión Europea ha identificado cinco
respuestas políticas mediante las cuales los estados miembros pueden afrontar el reto
del cambio demográfico, estando así en condiciones de gestionar mejor el
envejecimiento de la población. Se trata de promover:
- La recuperación demográfica (demographic renewal, es decir, el
ensanchamiento de la base de la pirámide poblacional) mediante una ayuda
más sólida y eficaz a las familias.
- La empleabilidad, a través de la generación de más puestos de trabajo y de
vidas laborales más largas de mejor calidad en el marco de una Europa más
productiva y competitiva.
- La receptividad y la integración de los inmigrantes en nuestro continente.
- La sostenibilidad de las finanzas públicas europeas, garantizando una
adecuada seguridad social y la equidad intergeneracional.
Este conjunto de propósitos muy a la orden del día nos pone tras la pista de la
ideología subyacente en el tratamiento del «Envejecimiento activo» desde las más
altas instancias europeas. ¿Qué puede ofrecer una investigación que, como la
nuestra, se diseña desde los Estudios de Ocio? De entrada, puede aportar una mirada
razonadamente crítica sobre el tratamiento políticamente dominante de que es
paciente el concepto de Envejecimiento activo. Como se ha podido comprobar, dicho
concepto se pone declaradamente al servicio de la dinamización del mercado laboral y
de la lógica de la productividad en el contexto de una economía de mercado
competitiva. Es decir, podría parecer que la tercera edad es activa en la medida en
que está en condiciones de integrarse de forma útil en un mercado de trabajo y un
sistema de cobertura social cuyas condiciones se presentan como insostenibles si las
jubilaciones siguen prosperando en la frontera de los 60 años.
Frente a este modelo, hemos preferido hablar de Envejecimiento Satisfactorio. Un
concepto que se desprende ya desde el lenguaje, de las limitaciones del mero
activismo y engarza conceptualmente con el ocio entendido como experiencia tractora
de desarrollo humano (Kleiber, 1999, 2011; Cuenca, 2004, Cuenca Amigo, 2012;
Monteagudo, 2008, 2011; Cuenca, Ortega y Aguilar, 2010) a través de uno de los tres
factores que componen su esencia: el sentimiento de implicación con la vida,
entendido éste en sus dos acepciones, de mantenimiento de las relaciones sociales y
de implicación en actividades profundamente significativas para el individuo. Autores
como Vaillant (2002) han corroborado en sus investigaciones que el ocio, en cuanto
experiencia plenamente significativa, contribuye a la consolidación del sentimiento de
implicación vital entre las personas mayores mediante los beneficios que reporta y
que, a su vez, resultan esenciales en todo proceso de envejecimiento exitoso:
- Creación y/o fortalecimiento de relaciones sociales
6
- Promoción de actitudes y conductas creativas
- Generación de oportunidades para el desarrollo de la personalidad lúdica
- Gestación de situaciones idóneas para el aprendizaje a lo largo de la vida
En esta misma línea, toman forma nuevas acepciones del concepto de bienestar
personal que reporta a las personas mayores cualquier proceso de envejecimiento
satisfactorio. Definiciones más inclusivas que bajo el influjo de la Psicología Positiva,
tienden a enfatizar en este constructo aspectos tales como la satisfacción vital, la
felicidad o los afectos positivos (Diener et al., 1999; Adams, Leibbrandt & Moon, 2011).
En este escenario, nuestro abordaje del fenómeno del ocio va más allá de su mera
conexión con el tiempo libre, para demostrar cómo las conceptualizaciones más
vanguardistas del ocio en/para el siglo XXI no centran su interés ni en las prácticas ni
en el tiempo libre, sino en el valor experiencial que subyace al ocio humanista, aquel
que tiene una bien probada incidencia en la calidad de vida de las personas y creemos
firmemente que es una de las condiciones necesarias para el envejecimiento
satisfactorio (Lazcano, Madariaga & Doistua, 2010).
2.2. El Ocio Experiencial Valioso como clave para el Envejecimiento
Satisfactorio
Hace ya décadas que la aproximación al estudio del ocio entendido como tiempo libre
o actividad resulta insuficiente puesto que contempla únicamente algunos de los
parámetros que hacen viable este fenómeno, mientras que descuida el complejo
entramado de factores psicosociales que preceden y desencadenan las conductas de
ocio así como los procesos vivenciales que las acompañan.
Convencidos de la parcialidad de estos enfoques, convenimos con la comunidad
científica que el ocio actualmente ha de entenderse como una experiencia personal, es
decir, una experiencia compleja (direccional y multidimensional), centrada en
actuaciones queridas (libres y satisfactorias), autotélicas (con un fin en sí mismas) y
personales (pero con implicaciones individuales y sociales) (Cuenca, 2006, 2010). De
tal modo que la experiencia de ocio se adentra en el terreno de lo subjetivo y adopta
infinidad de expresiones, intensidades y significados que tienen en la persona
protagonista su principal eje referencial.
Este planteamiento del ocio otorga especial relevancia a la calidad de las experiencias
que este fenómeno desencadena y sienta las bases para avanzar que no todas las
experiencias y, por ende, todos los estilos de ocio contribuyen de manera idéntica al
bienestar personal. Nuestro modelo apunta la necesidad de reparar en el concepto de
Ocio Experiencial Valioso, es decir, aquel que se convierte en factor de desarrollo
personal positivo, algo en lo que incide la literatura científica e importantes manifiestos
institucionales (Sagy, Antonovsky & Adler, 1990; Cuenca, 2000; Csikszentmihalyi,
Cuenca, Buarque, Trigo et al., 2000; San Salvador del Valle, 2008). Se trata de una
perspectiva novedosa que permite el análisis dinámico de la experiencia integral de
ocio, estudiando el repertorio de ocio actual a la luz de las trayectorias personales de
sus protagonistas, cuyo arco temporal viene definido por el conjunto de experiencias
7
de ocio vividas y entre las cuales, destacamos por su interés aquellas prácticas de
arraigo, consolidadas que han otorgado a sus ciclos vitales un sentido y una
motivación positivos, tanto en las esferas física e intelectual como en la social y que en
la literatura especializada se identifican bajo el concepto de ocio serio (Stebbins, 2006,
2008).
El Ocio Experiencial Valioso (OEV) es, en definitiva, aquel estilo de ocio que concilia
de forma equilibrada la práctica especializada de una o varias actividades con una
periferia de prácticas de orden más efímero o casual y cuyo valor radica en la
posibilidad que nos brinda a los profesionales de dotar a las personas de los recursos
que le permitan transformar sus actividades de ocio en experiencias valiosas para su
autorrealización personal, es decir, para desarrollar su potencial creativo y
comunicativo, afianzando de este modo su resignificación social y mejorando su
percepción de bienestar.
Nuestra hipótesis pretende comprobar si las personas con un itinerario de ocio valioso,
cultivado a lo largo de su vida, y que se haya visto además acompañado de forma
equilibrada por una periferia de prácticas más informales, perciben una correlación
más intensa y positiva entre ocio y bienestar. No nos hemos propuesto, por tanto,
estudiar la práctica de actividades de tiempo libre por sí misma, sino los itinerarios del
ocio arraigado a lo largo de la vida, generadores de hábitos y procesos de desarrollo
formativo en las personas, cuyos beneficios no afectan únicamente a la mejora de su
estado físico y mental, sino también al modo como el individuo logra una proyección
social más completa y satisfactoria, resignificando positivamente su capacidad de
participar en el espacio comunitario.
Consecuencia de todo lo anterior, hemos querido focalizar nuestra investigación en el
estudio del ocio de las personas mayores residentes en Euskadi, con el objetivo de
identificar entre sus experiencias, aquellas que se acojan al constructo de ocio
experiencial valioso y comprobar si, tal y como creemos, éste puede repercutir de
manera saludable y benefactora en sus procesos de envejecimiento; entendiendo el
envejecimiento no tanto como una fría resultante demográfica sino como una aventura
personalmente elaborada y percibida, que se ha de ir cuidando a lo largo de toda la
vida bajo contextos sociales tan influyentes como cambiantes, que en todo caso
hemos procurado tener muy en cuenta.
En el siguiente gráfico resumimos las claves conceptuales del estudio que han
actuado como guías en el proceso de la investigación:
8
Gráfico 1. Proceso de la investigación.
9
3. Metodología
La investigación propuesta ha requerido un diseño metodológico plural basado en la
triangulación de métodos cuantitativos y cualitativos, así como a la integración de
técnicas y recursos diversos. Para ello, ha sido preciso desarrollar dos herramientas
específicas de distinta índole: un cuestionario y un protocolo de entrevistas personales
en profundidad.
La naturaleza de este proyecto ha exigido igualmente combinar la visión sincrónica
con la diacrónica. El enfoque retrospectivo es imprescindible para reconstruir las
trayectorias de ocio de las personas que integran la muestra del estudio; pero esa
mirada retrospectiva quiere servir a una técnica prospectiva, que nos capacite para
elaborar en un futuro pautas formativas que puedan ayudar a establecer las bases de
un envejecimiento satisfactorio también entre la población más joven. Para ello,
consideramos el Ocio Experiencial Valioso (OEV) como un factor clave del desarrollo y
bienestar personal.
El diseño metodológico sintetizado a continuación ha intentado responder a la finalidad
general del estudio, así como a sus objetivos más específicos, a lo largo de una serie
de fases cuyos resultados parciales hemos querido recoger, elaborar y divulgar en
este trabajo, como hitos que ayudarán al progreso general de la investigación. En este
sentido, las técnicas utilizadas para obtener los datos expuestos y analizados en este
trabajo han sido las siguientes:
Estudio teórico
La finalidad de esta fase consistió en establecer, a partir de una exhaustiva
revisión bibliográfica, un concepto científicamente competitivo de Ocio
Experiencial Valioso (OEV), que se constituyera en una alternativa teórica
fiable al modelo de «ocio serio» (Stebbins, 2006; 2008) actualmente imperante
en el área de estudios que investigan la incidencia del ocio en el desarrollo
humano.
Diseño y aplicación de un Cuestionario para estudio de la contribución del Ocio
al bienestar personal en población de 61-75 años residente en Bizkaia.
Este cuestionario constaba de cuatro secciones principales:
a) Datos sociodemográficos
b) Datos sobre participación en ocio (determinación del repertorio de actividades
de ocio).
c) Datos sobre implicación en actividades de ocio significativas.
d) Datos sobre Bienestar personal percibido. Se atienden los siguientes
indicadores de bienestar: Control del entorno; Crecimiento personal;
Relaciones positivas con los demás.
10
Para la determinación de una muestra representativa de la población de entre 61 y 75
años residente en el Territorio Histórico de Bizkaia se tuvieron en cuenta los siguientes
criterios a la hora de segmentar el colectivo de encuestados:
a) La muestra está segmentada de forma proporcional a la población en función
del tipo de municipio de residencia, teniendo en cuenta tres categorías: capital,
Municipios Urbanos (10.000 habitantes o más) y Municipios Rurales (menos de
10.000 habitantes).
b) La muestra está segmentada en función del género, debiendo estar
representado cada uno de los géneros en al menos un 40%.
c) La muestra está segmentada en función de la edad, debiendo estar
representado cada uno de los tres rangos de edad en al menos un 25%.
Diseño y aplicación de un Protocolo de entrevista personal para el Análisis de la
contribución del Ocio Experiencial Valioso (OEV) al bienestar personal y
reconstrucción de su itinerario.
Esta técnica pretende recabar información acerca de los factores que inciden
en la consecución de una elevada percepción de bienestar personal. El
cuestionario administrado hace viable la segmentación de la muestra total en
varios grupos atendiendo a su percepción de bienestar personal. Por su parte,
la entrevista en profundidad se ha aplicado a una muestra representativa de
ambos colectivos, en un intento de esclarecer dos cuestiones fundamentales:
la primera, qué factores o rasgos del ocio de las personas mayores son
susceptibles de favorecer una elevada percepción de bienestar; y, la segunda,
cómo incide la ausencia o existencia de un ocio serio en la sensación de
bienestar de su protagonista. Todo ello, en un intento de ir más allá del modelo
de Ocio Serio y esclarecer aquellos rasgos que conforman lo que
denominamos Ocio Experiencial Valioso (OEV).
A través de la triangulación de herramientas y recursos metodológicos cuantitativos y
cualitativos se pretende lograr un contraste de los datos obtenidos por distintas vías
que aumente la fiabilidad de los resultados.
11
4. Estudio de campo cuantitativo
La muestra objeto de estudio está constituida por un total de 400 personas mayores,
residentes en el territorio histórico de Bizkaia, de las cuales el 55% son hombres y el
45% mujeres. Se distribuyen de manera homogénea en tres intervalos de edad,
perteneciendo el 30,8% al grupo de edad entre 61 y 65 años; el 37,8%, se sitúa entre
66 y 70 años y el 31,5%, entre 71 y 75 años. En lo que concierne al lugar de
residencia, el 19,3% habita en entornos considerados rurales (menos de 10.000
habitantes), el 30,5% vive en Bilbao y el 50,2% restante reside en otros núcleos
urbanos (de más de 10.000 habitantes). Cabe mencionar que el 57,8% de la muestra
ha realizado estudios primarios; el 25,3% estudios medios; el 8,5%, estudios
superiores y el 8,5% no posee estudios. Finalmente, en cuanto a su situación laboral
actual, la mayoría (65,0%) se encuentra disfrutando de la jubilación.2
Las prácticas de ocio de la población objeto de estudio se describen atendiendo a dos
grandes parámetros: la participación y la implicación en actividades de ocio. Con el
primero, la participación, pretende obtenerse una visión general del repertorio de las
prácticas de ocio que las personas mayores de Bizkaia realizan actualmente. Con el
segundo, la implicación en actividades de ocio, la atención se centra en una sola
actividad seleccionada por el sujeto como la más significativa, para medir a
continuación el compromiso del individuo con ella a través de una batería de
preguntas. Mostraremos en primer lugar los resultados que atañen a la participación
en ocio.
4.1. Repertorio de ocio
En el apartado de participación en ocio se le pide al encuestado que identifique su
repertorio actual de prácticas de ocio. Para ello se le solicita que marque si practica o
no un conjunto de actividades (en total, 29). La batería de actividades propuesta
recoge y modifica parcialmente las que se han utilizado en anteriores investigaciones
del Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto. El repertorio de ocio que
resulta se ha analizado desde un punto de vista tanto cuantitativo como cualitativo. La
cantidad –esto es, la extensión del repertorio– viene dada por el número total de
actividades marcadas por el encuestado. La perspectiva cualitativa se refiere, en
primera instancia, al contenido de las actividades marcadas y, en segundo lugar, a su
reordenación en una serie de ámbitos temáticos que simplifica y agiliza el manejo de
los datos.
Los resultados indican que las personas mayores en Bizkaia son un colectivo inquieto
en lo que a la extensión de su repertorio de ocio se refiere pues realiza una media
superior a la docena de actividades (12,95), situándose el 78,7% de ellos en el grupo
que practica entre 10 y 19 actividades en el momento del estudio.
2 Aquí deben tenerse en cuenta los valores perdidos, que ascienden a un 24%. Podemos
suponer razonablemente que se trata de personas (mujeres en su mayoría) que no han tenido un trabajo remunerado y por eso no consideran pertinente la pregunta.
12
Gráfico 2. Cantidad de actividades en repertorio de ocio de las personas
mayores en Bizkaia (%)
El análisis del contenido del repertorio de ocio de las personas mayores no revela
sorpresas en cuanto al tipo de actividades realizadas. Las actividades más
seleccionadas son “Ver la TV” (96,5%) y “Salir y estar con la familia” (96%). Quizá
merezca la pena reseñar, sin embargo, que las prácticas de ocio menos presentes en
el ocio del colectivo estudiado son aquellas que requieren un papel más proactivo y
cierta dosis de creatividad y especialización. Es el caso de las cinco actividades
menos habituales en el repertorio de ocio de las personas mayores residentes en
Bizkaia; Coleccionismo (9,8%), Actividades de Voluntariado (9,8%), Pintar (8,5%),
“Tocar un instrumento musical” (4,8 %) y “Hacer teatro” (4,5%) y. A continuación se
muestran todas las actividades en orden de mayor a menor frecuencia.
Tabla 1. Actividades de ocio marcadas en el repertorio
Actividades de Ocio Frecuencia % Actividades de Ocio Frecuencia %
Ver la TV 386 96,5 Ir al cine 106 26,5
Salir y estar con la familia
384 96,0 Manualidades 119 29,8
Salir y estar con amigos
366 91,5 Asistir a espectáculos
deportivos 104 26,0
Hacer ejercicio 365 91,3 Hacer deporte
(individual o equipo) 111 27,8
Oír la radio 348 87,0 Asistir a cursos y/o
conferencias 99 24,8
Asistir a fiestas 338 84,5 Ocio digital (navegar,
redes sociales…) 99 24,8
Leer 293 73,3 Bailar 91 22,8 Escuchar música 284 71,0 Cantar 78 19,5
Viajar 281 70,3 Bricolaje 63 15,8 Hacer excursiones 278 69,5 Coleccionismo 39 9,8
Ir a museos, exposiciones…
206 51,5 Hacer actividades de
voluntariado 39 9,8
Juegos (mesa, azar…) 184 46,0 Pintar 34 8,5 Asistir a espectáculos
culturales 165 41,3 Tocar un instrumento 19 4,8
Asistir a asociaciones y/o clubes
146 36,5 Hacer teatro 18 4,5
Jardinería (cuidar del jardín, huerta…)
143 35,8
17,3
78,7
4
Pocas actividades (2-9)
Bastantes actividades (10-19)
Muchas actividades (20-26)
13
De cara a facilitar la lectura cualitativa del repertorio de ocio se han distribuido las
actividades en función de su contenido en una serie de ámbitos temáticos. En algunos
casos la asignación de una actividad a uno u otro ámbito temático no deja de mostrar
una dosis inevitable de arbitrariedad; sin embargo, ésta parece compensarse por la
claridad de lectura que facilitan los ámbitos. Estos quedaron definidos de la siguiente
manera:
Tabla 2. Definición de ámbitos temáticos
Ámbitos temáticos Actividades del repertorio
1. Cultura
Escuchar música, Leer, Cantar, Bailar, Tocar un instrumento musical, Hacer teatro, Pintar, Ir al cine, Ir a museos, exposiciones…, Asistir a espectáculos culturales, Asistir a cursos y/o conferencias
2. Deporte y Actividad física Hacer ejercicio (pasear, bici…), Hacer deporte (individual o en equipo), Asistir a espectáculos deportivos
3. Hobbies y juegos Manualidades, Bricolaje ,Coleccionismo, Jardinería (cuidar del jardín o huerta…), Juegos (de mesa, de azar, de ordenador…)
4. Ocio mediático Ocio digital (navegar, redes sociales virtuales, montajes audiovisuales…) ,Oír la radio ,Ver la TV (programación, DVDs…)
5. Sociabilidad Salir y estar con amigos, Salir y estar con la familia, Asistir a asociaciones y/o clubes, Asistir a fiestas (familiares, patronales…)
6. Turismo Hacer excursiones (salidas de día, ir al monte…), Viajar
7. Voluntariado Hacer actividades de voluntariado
Es necesario precisar que de esta distribución temática no puede seguirse una
representación cabal del peso relativo de cada ámbito en el repertorio de los
encuestados debido principalmente a que la batería de actividades planteada resulta
siempre incompleta, a pesar de haber añadido la ya habitual cuestión acerca de “Otras
actividades” no mencionadas en el listado inicial. Así, la información obtenida se
refiere exclusivamente a la presencia de uno u otro ámbito en el repertorio de los
encuestados y no, por tanto, al porcentaje que correspondería a cada ámbito temático
dentro del conjunto del repertorio. El ámbito temático que se halla presente en mayor
número de repertorios es el de “Sociabilidad”; el menos frecuente, el de “Voluntariado”.
Medida la presencia de los diversos ámbitos temáticos en los repertorios de los
encuestados, cabe preguntarse también por la variedad temática de los mismos, esto
es, por la cantidad de ámbitos presentes en cada caso. En este sentido, la variedad
14
mínima es de 3, la máxima, de 7 y el valor más frecuente es el 6. De hecho,
agrupando el colectivo en intervalos dependiendo de la variedad de su repertorio se
constata que el 60,5% posee un nivel de variedad alto, frente al 37,8% con una
variedad media y un 1,3% cuyas prácticas se caracterizan por una escasa variedad.
4.2. Implicación en actividades de ocio
En este apartado se solicitaba a los encuestados que respondieran a una batería de
preguntas, diseñada con el doble fin de identificar entre las actividades de su
repertorio de ocio aquellas de las que no les gustaría prescindir y comprobar si su
implicación en la actividad seleccionada obedecía a los rasgos del constructo
denominado “ocio serio” (Stebbins, 2006, 2008). La mera selección de una actividad
significativa de entre todas las del repertorio no deja de ofrecer información relevante.
Así, por ejemplo, atendiendo a este nuevo criterio, hay un notable cambio en el orden
de importancia los ámbitos temáticos. Mientras que los ámbitos que más presencia
tienen en los repertorios de ocio de la muestra son los de “Sociabilidad” (99 %) y “Ocio
mediático” (98,8%), éstos pierden importancia cuando se trata de los ámbitos en que
se encuadran las actividades seleccionadas como más significativas. Los ámbitos más
frecuentes en este caso son “Deporte y Actividad física” (29,5%) y “Cultura” (22%).
Téngase en cuenta que no deben compararse los porcentajes entre los dos listados,
ya que en el primer caso se trata de distintas variables y, por tanto, las respuestas no
se suman entre sí, mientras que en el segundo se trata de distintas opciones de
respuesta de una misma variable (y suman, por tanto, 100%). La comparación debe
realizarse entre el orden de importancia de los ámbitos temáticos en cada caso, sin
tener en cuenta el porcentaje.
15
Gráfico 3. Comparación entre ámbitos temáticos presentes en el repertorio de
ocio de las personas mayores3 y ámbitos temáticos de sus actividades de ocio
más significativas (%)
Puede afirmarse que las actividades que pertenecen a los ámbitos con mayor
presencia en los repertorios de ocio de la muestra no son las que más tienden a
identificarse como significativas. Así, si se ordenan las actividades más significativas
de mayor a menor frecuencia, debe esperarse al octavo puesto para que aparezca una
actividad (“Salir y estar con la familia”) que pertenece al ámbito temático con mayor
presencia en los repertorios, el de “Sociabilidad”. En cuanto al segundo ámbito más
presente en los repertorios, “Ocio mediático”, no aparece una actividad perteneciente
al mismo (“Ver la TV”) hasta el puesto número 17.
Tabla 3. Actividades de ocio significativas de las personas mayores en Bizkaia
Actividad significativa Frecuencia Porcentaje
válido
Hacer ejercicio (pasear, bici…) 62 15,8
Viajar 48 12,2
Hacer deporte (individual o en equipo) 39 9,9
Otros 30 7,6
Manualidades 24 6,1
Jardinería (cuidar del jardín o huerta…) 24 6,1
Bailar 23 5,9
3 Tener en cuenta que los porcentajes de los ámbitos temáticos del repertorio derivan de una respuesta múltiple por lo que la suma de los porcentajes no suma el 100%.
0102030405060708090
10099 98,8 96 95,3
80 77,3
9,8
0
5
10
15
20
25
3029,5
22 18,217,9
9,1
2,2 1,1
16
Salir y estar con la familia 22 5,6
Leer 20 5,1
Hacer excursiones (salidas de día, ir al monte…) 17 4,3
Juegos (de mesa, de azar, de ordenador… ) 14 3,6
Cantar 12 3,1
Pintar 8 2,0
Salir y estar con amigos 8 2,0
Asistir a espectáculos deportivos 6 1,5
Escuchar música 5 1,3
Ver la TV (programación, DVDs…) 4 1,0
Hacer actividades de voluntariado 4 1,0
Oír la radio 3 ,8
Tocar un instrumento musical 3 ,8
Hacer teatro 3 ,8
Asistir a cursos y/o conferencias 3 ,8
Bricolaje 2 ,5
Coleccionismo 2 ,5
Ir al cine 2 ,5
Asistir a asociaciones y/o clubes 2 ,5
Asistir a espectáculos culturales 1 ,3
Asistir a fiestas (familiares, patronales…) 1 ,3
Ocio digital 1 ,3
Ninguno 7
Total 400
En la misma línea, resulta revelador comparar las actividades que los encuestados
señalan más frecuentemente como parte de sus repertorios con aquellas actividades
identificadas como más significativas. Sólo una actividad, “Hacer ejercicio”, está al
mismo tiempo entre las más practicadas y entre las más significativas. “Ver la TV”, que
es la actividad más practicada con un 96,5%, sólo es marcada como significativa por
un 1%, ocupando el puesto número 16 en el orden de frecuencia (obviando la
categoría de “Otros”). La segunda actividad más practicada en los repertorios es “Salir
y estar con la familia” (96,0%), que se desplaza hasta el séptimo lugar en la lista de las
actividades marcadas como significativas (con un 5,6%). También sucede el fenómeno
inverso, por ejemplo, con la actividad deportiva. El deporte no es precisamente una de
las actividades con mayor presencia en los repertorios de ocio, ya que sólo un 27,8%
de la muestra dice practicarlo y figura en el puesto número 17. Se trata, sin embargo,
de la tercera actividad más identificada por los encuestados como significativa.
17
Tabla 4. Comparación entre actividades de ocio con más presencia en
repertorio4 y las actividades significativas más frecuentes5
Actividades con más presencia en
repertorio Actividades significativas más frecuentes
Frecuencia % Frecuencia %
Ver la TV 386 96,5 Hacer ejercicio 62 15,8
Salir y estar con la
familia 384 96,0 Viajar 48 12,2
Salir y estar con
amigos 366 91,5 Hacer deporte 39 9,9
Hacer ejercicio 365 91,3 Manualidades 24 6,1
Oír la radio 348 87,0 Jardinería (huerta o
jardín) 24 6,1
Como puede apreciarse, la comparación entre ambos listados de actividades (las
presentes en los repertorios y las identificadas como significativas) es muy relevante.
Cuando a los encuestados se les pide priorizar una actividad de entre todas las que
practican, las frecuencias de la muestra varían considerablemente. Aunque, por
supuesto, en esta identificación por parte de los encuestados pueden influir criterios de
deseabilidad social, ignorarla supondría dejar de lado el componente de preferencia
subjetiva que resulta central para la definición misma de la experiencia de ocio. Por
tanto, un estudio que no tuviera esto en cuenta (como, por ejemplo, los presupuestos
de tiempo libre) dejaría de lado una información valiosa.
Ahora bien, sucede, insistimos, que la anterior comparativa puede llevar a engaño: los
porcentajes que aparecen en ambas columnas no son comparables. Lo interesante es
precisamente ponerlos en relación, tratando de conocer, en cada caso, qué porcentaje
de practicantes de una actividad decide elegirla como significativa, en vez de optar por
alguna otra. A modo de ejemplo: de ese 91,3% de la muestra que dice hacer ejercicio,
¿qué porcentaje decide marcarla como significativa? Al tomar como referente no el
total de la muestra sino el total de practicantes de cada actividad, esta medida dará
idea de la tendencia de una determinada actividad de ocio a ser considerada lo
suficientemente importante por sus practicantes como para señalarla como la más
significativa. De este modo se evita tener en cuenta la mayor o menor frecuencia de
esa actividad en la muestra: lo que interesa no es tanto saber cuánta gente practica
una actividad, sino de entre quienes las practican (sean muchos o pocos) cuántos la
consideran significativa. Esto puede dar indicios para explicar qué convierte a una
actividad en especialmente atractiva y cargada de significado para sus practicantes. La
siguiente tabla muestra, entonces, las actividades más frecuentemente identificadas
como significativas por sus propios practicantes (no ya por la muestra en general).
4 Téngase en cuenta que el ítem correspondiente a actividades de ocio en el repertorio es de
respuesta múltiple por lo que la suma de los porcentajes sobrepasa el 100%. 5 Para una mejor comparación entre ambos listados se elimina de entre las actividades
significativas más frecuentes la categoría “Otros”, que ocuparía el cuarto lugar.
18
Tabla 5. Actividades más frecuentemente
identificadas como significativas por practicantes
Actividad de Ocio
Significativa Frecuencia
% sobre Total practicantes de cada
actividad
Hacer deporte 35 31,8
Bailar 23 25,6
Pintar 8 24,2
Manualidades 24 20,9
Viajar 48 17,4
Jardinería (huerta o jardín) 24 17,4
Hacer ejercicio 62 17,3
Hacer teatro 3 16,7
Tocar un instrumento 3 15,8
Cantar 12 15,6
Las que se muestran en la tabla anterior son las actividades que elige como
significativas al menos un 15% de sus propios practicantes. El dato es muy revelador,
porque permite dejar de lado la mayor o menor presencia estadística de una actividad
en la muestra y centrar el análisis en cuán significativa resulta una actividad para sus
practicantes. Así, por ejemplo, “Pintar” es una actividad claramente minoritaria en el
conjunto de la muestra: sólo 34 encuestados afirman pintar (el 8,5%). En
consecuencia, sólo es elegida como actividad significativa por un porcentaje muy bajo
de la muestra total: el 2,0%. Ahora bien, este porcentaje se multiplica más de diez
veces entre las personas que afirman pintar, llegando al 24,2%. Es decir, la pintura es
una actividad significativa para una de cada cuatro personas que la practican. Se
corrige así la distorsión impuesta por la mayor o menor presencia estadística de una
actividad en la muestra. Así, aunque “Hacer ejercicio” es la actividad significativa más
frecuente sobre el total de la muestra, sólo el 17,3% de sus practicantes la eligen. La
actividad que es señalada como significativa por un número mayor de sus propios
practicantes es “Deporte” (31,8%).
Si nos preguntáramos por la razón que explica que una actividad sea elegida como
significativa por un número mayor de sus propios practicantes, parece que la
capacidad de ofrecer posibilidades de mejora y desarrollo se vislumbra como un
motivo claro. De entre las diez actividades más elegidas como significativas por sus
propios practicantes sólo una (“Viajar”) parece dudoso que ofrezca la posibilidad de
mejorar destrezas en el desarrollo de la práctica: todas las demás requieren saberes y
capacidades muy específicas que sin duda evolucionan a medida que el compromiso
con la actividad crece.
Al comparar las últimas tres tablas se advierte una importancia creciente de la
capacidad de una actividad para ofrecer posibilidades de mejora y desarrollo en el
seno de su práctica. Entre las actividades más comunes en los repertorios, esta
19
capacidad no parece muy relevante. Es difícil decir que alguien puede mejorar su
práctica de ver la TV o estar con los amigos o la familia: las actividades más comunes
son actividades que permiten poco desarrollo en su práctica (o ninguno). Cuando
pasamos a comparar estas actividades más comunes en los repertorios con las
actividades significativas más frecuentes, el criterio de la posibilidad de mejora se
vuelve mucho más importante. Actividades como “Ver la TV” o “Estar con la familia”
desaparecen de los primeros puestos, y en cambio aparecen “Hacer deporte” o “Hacer
manualidades”. El listado de las actividades significativas más frecuentes en la
muestra, sin embargo, no deja de tener un sesgo, y es que las prácticas de ocio poco
comunes apenas aparecen. En cuanto corregimos este sesgo mostrando el porcentaje
sobre el conjunto de practicantes de cada actividad, en vez de sobre el conjunto de la
muestra, la capacidad de ofrecer mejora de destrezas se aprecia como un principio
determinante. Todas las actividades que son elegidas como significativas por, al
menos, el 15% de sus practicantes (con la posible excepción de “Viajar”), son
prácticas que claramente permiten un desarrollo de destrezas.
Así pues, cuanto más atención prestamos a las preferencias de los encuestados
(dejando de lado que la actividad en sí sea o no minorita), más relevancia cobra este
criterio. Parece claro que el modo en que el sujeto puede relacionarse con la actividad
es determinante: si esta relación permite mejora y desarrollo de habilidades, parece
que tiende a ser preferida a otras. De cara a precisar esta relación del sujeto con la
actividad de ocio recurrimos a un constructo ampliamente aceptado entre la
comunidad científica de los Estudios de Ocio: el llamado “ocio serio” propuesto por R.
Stebbins (2006, 2008).
Una batería de 18 preguntas, adaptada del instrumento SLIM-Serious Leisure
Inventory and Measure (Gould et al., 2008) mide en el cuestionario la presencia de los
seis rasgos con los que Stebbins define el constructo “ocio serio”:
- perseverancia para superar los obstáculos;
- presencia de un itinerario de ocio consolidado;
- fuerte identificación del practicante con los objetivos perseguidos;
- “unique ethos”, esto es, existencia de valores, ideales y sentimientos
específicos y distintivos del mundo social de la práctica en cuestión;
- beneficios duraderos a nivel individual y grupal;
- esfuerzos significativos para adquirir y desarrollar conocimiento y habilidades
específicas.
Se ofrecen al encuestado un conjunto de afirmaciones ante las que debe posicionarse
en una escala del 1 al 4, siendo 1 “Muy en desacuerdo”, 2 “En desacuerdo”, 3 “De
acuerdo” y 4 “Muy de acuerdo”. A continuación se muestran las 18 preguntas, así
como los correspondientes totales de casos válidos y perdidos, las medias y las
desviaciones típicas.
20
Tabla 6. Ítems vinculados al constructo “Ocio serio”,
medias y desviaciones típicas
N
Válidos Media
Desv.
típ.
1. Si encuentro obstáculos en (*), persisto hasta
superarlos. 370 2,86 ,878
2. Hago un gran esfuerzo para mejorar mis
habilidades/destrezas. 358 2,60 ,929
3. He mejorado en (*) desde que empecé a
practicarlo. 351 2,89 ,934
4. Hay momentos en mi práctica de (*) que han
sido claves para mi implicación 331 2,60 ,983
5. Mis experiencias con (*) han enriquecido mi
vida. 364 3,29 ,729
6. Hacer (*) me ha permitido darme cuenta de mis
potencialidades. 348 2,76 ,977
7. Practicar (*) me permite expresar mi
conocimiento y dominio en la materia. 340 2,64 ,928
8. Hacer (*) me permite expresar quién soy yo. 339 2,62 ,982
9. Hacer (*) ha mejorado la imagen que tengo de
mí mismo. 342 2,67 ,950
10. Mis experiencias con (*) son profundamente
satisfactorias. 366 3,44 ,607
11. Me lo paso bien haciendo (*). 383 3,52 ,516
12. Me siento renovado/a después de practicar
(*). 351 3,17 ,809
13. Me he beneficiado económicamente de mi
dedicación a (*). 339 1,25 ,584
14. Valoro la interacción con otros que también se
dedican a (*). 331 2,68 1,070
15. Un cierto sentido de logro grupal es
importante para mí al practicar (*). 313 2,50 1,130
16. Es importante para mí contribuir a la cohesión
de mi grupo de (*). 312 2,55 1,127
17. Comparto muchas creencias y valores con
otros practicantes de (*). 324 2,39 1,025
18. Quienes me conocen entienden que (*) es
parte de mí. 334 3,04 ,720
N válido (según lista) 272
* Actividad significativa seleccionada
21
Como puede apreciarse, los casos perdidos aumentan notablemente en esta batería
de preguntas. Este fenómeno se da, en primer lugar, porque su respuesta estaba
condicionada a la elección de una actividad del repertorio como más significativa. Si no
se elegía ninguna, debía pasarse por alto esta batería; en segundo lugar, porque,
incluso eligiendo una actividad como más significativa, aquellos encuestados que
guardan una relación menos implicada o comprometida con la actividad seleccionada
percibían muchas de las preguntas como fuera de lugar y las dejaban en blanco. Las
medias son relativamente altas en todos los casos (entre 2,39 y 3,52), con la
excepción de la pregunta 13, que llama la atención por el bajo valor de su media
(1,25). En efecto, es razonable que la mayor parte de los encuestados hayan
declarado no beneficiarse económicamente de su actividad de ocio significativa. Para
evitar un sesgo indeseable de los resultados, esta pregunta se ha ignorado a la hora
de determinar qué casos de la muestra pueden considerarse como practicantes de
“ocio serio”.
Gráfico 4. Practicantes de ocio serio entre las
personas mayores residentes en Bizkaia(%)
Con objeto de seleccionar de entre el conjunto de la muestra aquellos casos que
responden a los rasgos definidos por Stebbins como constitutivos del “ocio serio” se
adoptó un criterio convencional: se consideran “practicantes de ocio serio” a los
encuestados que hayan contestado “De acuerdo” o “Muy de acuerdo” (es decir, un
valor igual o mayor a 3) a todas las preguntas de la batería, a excepción de la número
13. Así, basta con que en sólo una de las 17 preguntas restantes se haya respondido
“Muy en desacuerdo” o “En desacuerdo” (es decir, un valor menor a 3) para no ser
considerado como “practicante de ocio serio”. De esta manera se asegura la presencia
de los seis rasgos de Stebbins en los casos marcados como “ocio serio”. Bajo este
criterio, el total de practicantes de ocio serio asciende a 36 individuos, que constituyen
el 10,8% de la muestra. Se trata de un porcentaje pequeño de la población, aunque
esto sin duda se compadece con la peculiar exigencia de los criterios que conforman
el constructo.
Pues bien, tras esta determinación del colectivo de practicantes de ocio serio debe
tratar de contrastarse una de las hipótesis de partida de la investigación, por la cual el
tipo de ocio que se practica incide en el bienestar psicológico del individuo, entendido
aquí como una parte esencial del envejecimiento satisfactorio. Veamos si el ocio serio,
74,3
9
16,8
No practicantes de ocio serio
Practicantes de ocio serio
Ns/Nc
22
en correspondencia con lo que sugiere la literatura científica, correlaciona
positivamente con el bienestar de los encuestados.
4.3. Ocio y Bienestar
Para medir el bienestar de los encuestados se parte de una serie de instrumentos para
la evaluación de bienestar psicológico diseñados por Ryff (1989). De entre las varias
subescalas empleadas por Ryff, se optó por utilizar tres, centrándonos en 9 preguntas
por cada una: la subescala de control del entorno, la de crecimiento personal y la de
relaciones positivas con los demás. La suma de los valores de respuesta del conjunto
de 27 preguntas (considerando que algunas están formuladas de modo negativo) da
lugar a una puntuación de bienestar general. El gráfico que aparece a continuación
muestra la distribución de la muestra en función del bienestar percibido, considerando
tres intervalos, baja, media y alta percepción de bienestar personal.
Gráfico 5. Bienestar percibido por parte de las personas mayores
residentes en Bizkaia
Un primer acercamiento desde la “teoría de la actividad” del envejecimiento sugeriría
que cuantas más actividades de ocio practicadas, mejor y, por tanto, mayor índice de
bienestar debería hallarse. Para contrastar esta hipótesis llevamos a cabo un test de
correlación bivariada (correlación de Pearson) entre las variables que indican el
número total de actividades de ocio marcadas en el repertorio y la puntuación total en
las escalas de bienestar. La correlación entre ambas variables es significativa al 99%,
pero de una intensidad tan baja que no debe ser tenida en cuenta (r de Pearson =
0,262).
0
10
20
30
40
50
60
70
Bienestar bajo
Bienestar medio
Bienestar Alto
Ns/Nc
5,8
65,3
15,5 13,5
23
Gráfico 6. Bienestar percibido por parte de los
practicantes y no practicantes de ocio serio
En cambio, la capacidad de una actividad para ofrecer posibilidades de desarrollo de
destrezas y habilidades parece determinante a la hora de explicar la preferencia
subjetiva. Es razonable suponer que haya también una correlación con el bienestar
psicológico del sujeto. Esto podría tratar de contrastarse a través del constructo del
“ocio serio”, puesto que el desarrollo de destrezas y la conciencia del mismo forma
parte esencial del constructo. Ahora bien, cuando comparamos la incidencia del
bienestar en los practicantes y los no practicantes de ocio serio encontramos que la
diferencia no es grande. Así, puede apreciarse que los practicantes de ocio serio
muestran una percepción de “bienestar alto” algo superior a la de los no practicantes.
También resulta sugerente que ni un solo practicante de ocio serio tenga un nivel bajo
de bienestar percibido. Sin embargo, este indicio se ve desmentido por el test de Chi-
cuadrado al indicar que la correlación entre ambas variables no es significativa (sig.
,367). Un análisis simple de la varianza (ANOVA) confirma este resultado al mostrar
que la diferencia entre las medias de la puntuación total de bienestar que muestran los
practicantes de ocio serio y los no practicantes no es estadísticamente significativa
(sig. ,502).
En definitiva, al contrario de lo que parece sugerir la literatura científica (Stebbins,
2006, 2008), en este caso no puede afirmarse que exista una correlación entre el
índice de bienestar psicológico y el hecho de ser o no practicante de ocio serio.
Quienes lo practican no tienen una media de bienestar psicológico significativamente
mayor que quienes no lo hacen. Ahora bien, deben realizarse varias advertencias para
proceder con la necesaria cautela ante estos resultados. En primer lugar, el tamaño
tan reducido de la población de practicantes de ocio serio en el total de la muestra (36
individuos) dificulta sin duda el hallazgo de tendencias estadísticas claras a través de
las cuales puedan afirmarse relaciones significativas entre esta variable y otras. Como
ya se ha indicado, los criterios que conforman el constructo “ocio serio” son exigentes
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Bienestar bajo Bienestar medio Bienestar alto
No practicante de ocio serio
Practicante de ocio serio
24
por vocación misma de este modelo conceptual. Si esto dificulta su aplicación para la
medición efectiva del ocio en poblaciones reales, entonces quizá deba sugerirse la
flexibilización de algunos de estos criterios. En segundo lugar, del hecho de que en
este caso no haya podido probarse una relación significativa entre el ocio serio y el
bienestar personal no puede inferirse, de ninguna manera, que la calidad del ocio no
sea determinante para la consecución de unas altas cotas de bienestar subjetivo. De
hecho, los hallazgos anteriores, concernientes a las actividades significativas, sugieren
precisamente lo contrario.
4.4. Discusión
Podemos concluir que la población vizcaína entre 61 y 75 años tiene un repertorio muy
dinámico y variado de prácticas de ocio, llamando la atención no sólo su número,
ciertamente alto, sino también la diversidad de ámbitos temáticos a que pertenecen las
actividades de que participa (Deporte, Cultura, Juegos, Turismo, Voluntariado,
Sociabilidad, etc.). Sin embargo, en este estudio hemos querido probar que un alto
índice de participación en actividades de ocio no es causa suficiente de bienestar
personal en la población de mayor edad. Es decir, el mero activismo no es lo que
incide en el bienestar subjetivamente percibido, sino más bien la calidad de esas
prácticas, así como la capacidad del individuo para convertirlas en experiencias
valiosas, satisfactorias, duraderas y memorables.
Es por esta razón por lo que este estudio se ha focalizado prioritariamente en el
análisis del concepto de “implicación”: pues no se trata tanto de llegar a repertorios
cuantitativamente más ricos, o de ofrecer más actividades como si su número
supusiera en sí mismo una riqueza, sino de fomentar el descubrimiento de las
posibilidades de autorrealización y mejora adscritas a las prácticas repertorizadas.
Resaltamos la falta de coincidencia entre las actividades señaladas como más
practicadas por la población objeto de la muestra y aquellas que esta misma población
identifica como sus “actividades más significativas”. Es decir, rara vez las actividades
de ocio más comúnmente practicadas por los ciudadanos de Bizkaia, con edades
comprendidas entre los 61-75 años, se elevan a la condición de actividades que sirven
para definir lo que son ayudándoles a su realización personal. Existe, por tanto, un
revelador déficit de implicación en las actividades de ocio más comunes.
Esto nos lleva a pensar que existe algo en el propio contenido y naturaleza de
determinadas actividades que las hace susceptibles de convertirse en más
“significativas” que otras, siendo específico de ellas el que se le pueda atribuir valores
muy especiales a su práctica (“define mejor lo que quiero ser”, “me demanda un
creciente compromiso”, “estimula el perfeccionamiento de mis habilidades”, “lleva
adherido un mundo social particular, que mejora mi autoimagen”, “me provoca grados
elevados de concentración y placer”, etc.).
Por eso, resulta sintomático para este estudio el caso de aquellas prácticas (por
ejemplo, “pintar” o “tocar un instrumento”), que, siendo muy poco señaladas como
“significativas” por la población encuestada, son en cambio consideradas como
25
“significativas” por un alto porcentaje de aquellos que han reconocido practicarlas.
¿Qué es lo que tienen estas actividades que, sin ser las más populares, tienen algo
que implica o involucra de un modo particularmente intenso a sus practicantes, hasta
el punto de moverlos a elegirlas como las más significativas de todas las que realizan?
Nuestra hipótesis apunta a que se trata de actividades (pintar, practicar deporte, hacer
teatro, tocar un instrumento…) que permiten al individuo marcarse retos e ir
avanzando en la propia acción a lo largo de un tiempo dilatado, que va a exigir del
sujeto una actitud creativa a la vez que comprometida (compromiso y creatividad se
dan la mano).
Lo que nos ha interesado no son tanto las actividades en sí, sino las relaciones
sostenidas entre las actividades y quienes las practican. Y aquí sí se percibe un salto
cualitativo entre unas y otras. La actividad “tocar el violín” está condicionando prácticas
de una naturaleza muy especial, todas ellas muy marcadas por valores tales como
“sentido de progresión”, “perfeccionamiento técnico”, “perseverancia”, “mejora” o
“autorrealización”. Las prácticas a que conduce la realización de una actividad de ocio
como “disfrutar de fiestas familiares”, están indudablemente atravesadas por
exigencias de autorrealización, progreso y perfeccionamiento de habilidades, mucho
más livianas.
Por lo tanto, este estudio introduce una perspectiva nueva en los estudios de ocio: el
bienestar personal percibido no depende del activismo (la riqueza cuantitativa de los
repertorios de actividades) sino de la cualidad que están revelando ciertas prácticas a
la hora de dar lugar a experiencias significativas generadoras de retos, potenciadoras
de habilidades, y posibilitadoras de realización individual y resignificación social. Por
supuesto, el estudio cuantitativo que hasta aquí se ha presentado asume su condición
parcial y, en esa misma medida, es consciente de sus limitaciones: alguna de ellas,
ciertamente importante, tiene que ver con el análisis en profundidad de las diferencias
de género, aún por realizar; otras tienen que ver, más bien, con ámbitos temáticos de
actividades que nos parecen que no han tenido, quizá, el peso que deberían, como por
ejemplo el voluntariado entre las personas mayores, que comprende una serie de
actividades que, por su propia naturaleza, habrían de constituirse en un ejemplo de
implicación personal y proyección comunitaria. Ambas son dimensiones en que
queremos seguir explorando.
Finalmente, un motivo interesante de discusión apunta abiertamente hacia el futuro:
hemos puesto de relieve cómo la bibliografía científica señala una serie de beneficios
derivados de un modelo de implicación en actividades de ocio tal y como fuera
establecido por Stebbins, bajo el título de “serious leisure”. Pero, como se ha
mostrado, en este estudio no se ha podido corroborar una incidencia significativa de
los patrones de “serious leisure” sobre el bienestar personal percibido. Como
sugeríamos, una explicación puede venir dada por el pequeño tamaño (en términos
absolutos) de la población delimitada como “practicantes de ocio serio”, lo que a su
vez tiene que ver con la excesiva exigencia de los criterios del constructo. De ese
modo, se revela como necesario identificar patrones alternativos de ocio entre
población de tercera edad que no pequen de la estricta exigencia del modelo de
Stebbins y logren esclarecer la incidencia de la calidad de la experiencia de ocio en las
escalas de bienestar. En estos patrones, entre otras cosas, no debería subestimarse la
26
importancia de esas actividades de orden más superficial, casual e informal, que
construyen una periferia en torno a las actividades más significativas, y que, si bien no
demandan del individuo una concentración y dedicación comparables, ni mucho
menos suponen un reto de autosuperación para sus facultades como lo hacen las
anteriores, sí desempeñan un papel que puede llegar a ser determinante en su
bienestar percibido, pues consolidan estilos de ocio en muchos casos más sanos,
abiertos y equilibrados, contrabalanceando de forma conveniente las inclinaciones
más obsesivas a que conducen aquellos patrones de “ocio serio” cuando son llevados
a su máxima expresión.
Para proceder a la identificación de algunos criterios sobre los que pueda construirse
un modelo eficaz que explique la incidencia de la calidad del ocio sobre el bienestar
percibido de los individuos (y, por ende, sobre el envejecimiento satisfactorio), se
revela como imprescindible acudir a metodologías cualitativas. Lo hacemos en el
siguiente apartado.
27
5. Fase cualitativa de la investigación
La mención de actividades de ocio especialmente significativas por parte de
prácticamente la totalidad de las personas encuestadas aconseja abordar con cautela
su análisis ante la posibilidad de que no todas las actividades seleccionadas como
significativas sean igual de valiosas para sus protagonistas, al menos, desde el punto
de vista de su contribución al bienestar subjetivo que es, en definitiva, el principal
indicador empleado en este estudio para esclarecer la incidencia del ocio en el
envejecimiento satisfactorio. La vía metodológica más rica para proceder a esa
necesaria discriminación es la cualitativa, que abre la puerta a la reconstrucción de los
significados vitales de los sujetos. Se ha recurrido a la administración de un protocolo
de entrevista en profundidad, específicamente diseñado al efecto, a un total de 20
personas: 10 mujeres y 10 varones.6 Las entrevistas se hicieron siempre en persona,
de acuerdo a un guión semiestructurado y tuvieron una duración media de
aproximadamente 45 minutos. Los entrevistados forman parte de la muestra del
cuestionario, y fueron seleccionados tras proceder a un primer análisis de los datos
recogidos por medio de la herramienta cuantitativa. Las respuestas de los
entrevistados al cuestionario fueron consideradas de interés, ya fuera por mostrar un
patrón de ocio consolidado y complejo o altas puntuaciones en la escala de bienestar
percibido.
Con la muestra de 20 personas se ha llegado a una suficiente saturación de los datos,
lo que ha permitido el estudio detallado de distintos factores que resultan claves para
discernir el Ocio Experiencial Valioso de aquello que no lo es. Dichos factores hacen
referencia a aspectos concretos de las actividades de ocio significativas así como a la
imbricación de éstas en el reportorio global de ocio de las personas mayores. Más
concretamente, el análisis se centra en el estudio de cinco variables que, en este
estudio exploratorio, nos permiten discriminar aquellas expresiones de Ocio
Experiencial Valioso de las que no los son: el significado personal atribuido al ocio y en
especial a la actividad elegida como significativa, los beneficios que ésta reporta a sus
practicantes, el itinerario de ocio que ha hecho viable su actual disfrute, los diferentes
modelos a partir de los que se organiza el ocio de las personas mayores y el mundo
social que se construye y consolida en torno al ocio y en especial, a la actividad
significativa. Los siguientes epígrafes presentan los principales resultados obtenidos
en relación a cada uno de los aspectos mencionados.
5.1. Significado personal atribuido al ocio en general y a la actividad de
ocio más significativa, en particular
El estudio detallado y la comparación de las respuestas obtenidas en relación al
significado del ocio evidencian que este fenómeno, en cuanto experiencia personal,
hunde sus raíces en el terreno de lo profundamente subjetivo. Dichas respuestas,
6 Los nombres reales de los entrevistados han sido sustituidos por pseudónimos para respetar
su anonimato.
28
dotadas de un calado emocional distinto en cada caso, permiten realizar una primera
aproximación a aquellas personas que experimentan su ocio, y en especial, la
actividad elegida como significativa, de forma más intensa; de tal manera que es
posible detectar a través de sus respuestas, una suerte de pasión, enamoramiento que
explica que el elevado interés que dicha actividad despierta en sus protagonistas. Las
frases que se ofrecen a continuación son buena muestra de la importancia que
algunas personas mayores atribuyen a su ocio. Hasta el punto de que imaginar
circunstancias que impidieran su realización genera, en buena parte de las veinte
personas entrevistadas, sentimientos de frustración, desasosiego e insatisfacción.
”Si no pudiera hacer esto me faltaría algo, me vería inútil, una persona que ya
no tiene mucho sentido en la vida (Blanca)
“Si no cocinase, para mí sería, lo mismo que muchas personas por desgracia
tienen unos familiares vegetativos, que ni sienten ni padecen, pues para mí sería
eso, sería un vegetal andando, si no hago mi actividad favorita, ¿qué hago?”
(Carlos)
“Es como un vicio, se te van las horas y no te das cuenta” “Si no hubiese podido,
me habría afectado pero mucho, la verdad. El no tener algo entre manos...lo
necesito.” (Feli)
La utilización de respuestas muy laxas, ambiguas, pero fuertemente ancladas en la
esfera emocional que dan cuenta del apego, la significación personal y la plenitud con
la que dichas actividades significativas son experimentadas por parte de algunas
personas mayores. Finalmente, en aquellas personas que muestra un fuerte interés
intrínseco por la acción resulta recurrente la idea de sentido vital atribuido al ocio y en
especial, a la actividad significativa elegida.
“Te aporta esa serie de… y de todo, te llena tanto que ¿qué te aporta? Todo.
Había momentos en los que me decía que ya me estaba saturando y pensar
dejarlo al menos un año, pero soy incapaz… no lo he dejado en ningún
momento” (Luis)
“El ocio para mí ha sido vital. Para mí es mucho. El ocio es muy importante”
(Luis)
“aquí encontré un filón. Y vamos, es que dedico a eso mi tiempo libre: al
aprendizaje y al disfrute. .. Esto es un privilegio, una oportunidad única.” (Teresa)
Si no llenase nada de lo que estoy haciendo, por supuesto que no lo haría. Hay
gente que le gusta la madera, el tallar madera, pues a mi no me gusta y no lo
hago” (Enrique)
“A mí me ha dado mucha vida…” (Blanca)
Este tipo de respuestas, dotadas de un componente emocional que no pasa
desapercibido, contrastan con las explicaciones de otras personas para quienes ni su
ocio ni su actividad más significativa parecen poseer la trascendencia que emergía en
casos anteriores. En estos casos, prevalece un interés extrínseco por la acción que
pone el acento en el valor instrumental del ocio como recurso eficaz para ocupar el
tiempo libre, combatir el aburrimiento o la soledad. Sin duda, se trata de expectativas
29
completamente lícitas en relación al ocio que hacen referencia a funciones sin duda
imprescindibles que el ocio puede cumplir pero que son, a todas luces, argumentos
que no apelan al valor atribuido al ocio en cuanto tal sino a sus cualidades como
tractor de otros objetivos a los que explícitamente se orienta su acción.
“Yo ya estaba negra, no sabía qué hacer porque no me puedo estar quieta,
pensé incluso en ponerme a trabajar en no sé qué, porque yo tengo que matar
horas, porque estoy sola en casa.” (Miren)
“Pues aportar...a mí es que me encanta, mientras lo estoy viendo...has matado la
tarde, porque tampoco quieres quedarte en casa porque hace mal tiempo, y
como no puedes ir a pasear ni a tomar algo a una terraza, pues vamos allí. Te
pasas dos horas o tres en el cine, sales de aquí a las cinco, sales a las siete, a
veces de vuelta tomamos algo en un sitio y a casa. Hablamos un poco de las
películas, que algunas me gustan más a mí y otras más a él.” (Silvia)
A la luz de las diferencias identificadas a través del estudio del significado atribuido al
ocio por parte de las veinte personas entrevistadas, se puede afirman que el
significado atribuido al ocio constituye un factor a tener en cuenta a la hora de
identificar expresiones de OEV entre las personas mayores de Bizkaia pues dicha
variable es capaz de discriminar aquellas personas para quienes el ocio adquiere una
trascendencia notoria pues es uno de los aspectos que le proporciona sentido vital de
aquellas otras personas mayores para quienes el ocio no es tractor de sentido vital.
5.2. Los beneficios de las actividades de ocio significativas
El interés de las instituciones públicas por la promoción del ocio reside, en primer
lugar, en la naturaleza del ocio como derecho universalmente reconocido que obliga a
éstas a garantizar el acceso al ocio de toda la población y evitar cualquier forma de
discriminación que impida a una persona o colectivo disfrutar del ocio. Es decir,
asegurar el derecho al ocio para toda la población se torna para las entidades de
carácter público en un deber que han de cumplir. En segundo lugar, este interés se
apoya en la intuición de que invertir en temas de ocio, es además de una estrategia
política, una estrategia económica, a medio o largo plazo, que por sus repercusiones
positivas de salud, permite evitar importantes costes. La mejora de la salud es una de
las consecuencias más conocidas y habitualmente asociadas a la práctica del ocio,
especialmente, a las actividades físico deportivas. El impacto positivo del ocio sobre la
salud es el principal argumento de instituciones y organismos internacionales para
promover la práctica deportiva y de ocio entre la población. Sin embargo, identificar el
mantenimiento o mejora de la salud como el único o principal beneficio que puede
obtenerse de la participación en ocio, es una visión bastante reduccionista de los
potenciales beneficios del ocio. En cualquier caso, resulta obvio que el ocio genera,
además de los beneficios vinculados a la salud física, otros muchos igualmente
relevantes aunque menos conocidos, vinculados a aspectos personales o sociales que
condicionan su estado de ajuste psicológico y social, y que también inciden en la
percepción más o menos positiva que tiene esa persona, grupo o sociedad acerca de
su bienestar y calidad de vida.
30
Los últimos avances en el estudio de los beneficios del ocio apuntan la necesidad de
revisar la noción tradicional del constructo que, si bien en sus orígenes adoptaba un
enfoque puramente economicista, asumió después un planteamiento más amplio que
entendía el concepto de beneficio como “mejora o cambio positivo, real o percibido,
por parte de la persona o grupo que protagoniza la acción de ocio y que se interpreta
como consecuencia de la acción realiza” (Driver, Brown & Peterson, 1991) Esta idea
de beneficio vinculada al concepto de mejora fue revisada a finales de la década de
los noventa del siglo pasado por Driver & Bruns (1999) ante la evidencia de que el
constructo beneficio incluye otras expresiones que aunque no han sido previa ni
explícitamente consideradas por la comunidad científica especializada, han de ser
contempladas como beneficios. Desde este enfoque más holístico, el constructo
beneficio se acoge a una triple acepción que da cuenta de la naturaleza compleja y
multidimensional del ocio. El concepto beneficio puede concebirse como:
- Prevención y/o mantenimiento
- Consecución de una experiencia psicológica satisfactoria
- Mejora de una condición
5.2.1. Beneficio en cuanto prevención o mantenimiento
A la luz de este nuevo enfoque, el análisis de los beneficios del ocio de las personas
mayores de Bizkaia se evidencia más rico y plural, constatándose que la comprensión
de los retornos del ocio en términos de prevención y mantenimiento adquiere especial
relevancia en este colectivo. Desde el punto de vista de la salud, la prevención de
dolencias o enfermedades así como el mantenimiento de la condición física y
psicológica constituyen aspectos recurrentes entre las personas mayores
entrevistadas.
Igualmente, la contribución del ocio al cuidado y mantenimiento del mundo social de
las personas mayores es uno de los outputs más recurrentes en el estudio y que
adquiere especial importancia para la mayoría de las personas de la muestra. Aunque
no resulta irrelevante- tal y como se verá en el apartado dedicado al mundo social- si
el ocio actúa como tractor para la construcción de ese mundo social en torno a las
experiencias de ocio o si bien sirve como estrategia para mantener o preservar un
círculo social ya existente, lo cierto es que el componente social del ocio es uno de
sus aspectos más preciados.
“Salir sí me gusta y siempre te encuentras con alguien. Siempre son importantes
las relaciones sociales… Las relaciones sociales son importantes, bueno, más
que importantes, necesarias, sin eso no puedes vivir” “Siempre es tan gratificante
la relación personal como el logro de los objetivos que tú igual te has impuesto.”
(Koldo)
“Tenemos varias cuadrillas, una desde que nos casamos, teníamos reuniones
matrimoniales, los seis matrimonios que éramos; otra, la de la parroquia de un
cursillo en el que yo era el monitor; y la del batzoki. Tres cuadrillas alrededor de
una serie de cosas que se han ido manteniendo a lo largo de toda la vida.” (Luis)
31
La existencia de un mundo social satisfactorio es percibida en sí misma como un
beneficio al que las personas no desean renunciar. Se puede afirmar que aunque su
presencia no garantiza la existencia de un OEV, su ausencia genera insatisfacción y
por tanto, hace prácticamente inviable el avance hacia un OEV. Sin embargo, en el
presente estudio, hemos constatado que la percepción de beneficios de tipo social en
términos de mantenimiento o prevención por parte de las personas mayores resulta un
hecho tan generalizado que no discrimina expresiones de OEV de aquellas que no lo
son y por tanto, nos obliga a centrarnos en las otras dos acepciones de término
beneficio, aquella que nos permite percibir el ocio como experiencias profundamente
satisfactorias y aquella que concibe los beneficios en términos de cambio positivo o
mejora.
5.2.2. Beneficio en cuanto satisfacción
Esta definición de beneficio pone de manifiesto que la satisfacción obtenida de la
participación en ocio es el primer y quizá más importante beneficio que se puede
obtener del ocio. La comprensión del ocio como vivencia satisfactoria alude al carácter
autotélico del ocio, es decir, al valor que posee y justifica la acción en sí misma,
transformándola en un premio o recompensa interna.
Se entiende por satisfacción una respuesta actitudinal positiva hacia la experiencia de
ocio que refleja sensaciones tales como placer, disfrute o diversión (Scalan y Simons,
1992) y se asocia con un estado psicológico óptimo que anhela realizar una actividad
por sí misma (Kimiecik y Harris, 1996). La percepción de dicha satisfacción es el
resultado de un ajuste adecuado entre las expectativas de quien o quienes
protagonizan la vivencia y los resultados obtenidos. Su importancia radica en su
capacidad para retroalimentar el interés intrínseco por la acción de ocio, favoreciendo
así el deseo de continuar vinculado a dicha práctica.
En el presente estudio, la satisfacción se constata como uno de los beneficios más
habituales. Dicha satisfacción resulta especialmente constatable en los comentarios
vinculados a la actividad significativa que las personas mayores de Bizkaia han
seleccionado
“Prefiero quitarme horas de estar en la cama que de estar en la cocina, yo he
estado hasta las dos de la madrugada porque al día siguiente tenía que hacer
una cazuela para los amigos… y he preferido quitar horas de sueño. Quizá
porque me gusta, mucho.” (Carlos)
“… contribuye a mi satisfacción pero yo creo que eso a cualquiera que tenga un
hobby y que esté a gusto con ese hobby porque si no estás a gusto, no es hobby
y lo dejas.” (Enrique)
“es lo que más me gusta del ocio” “ha sido un disfrute enorme” (Olga)
La satisfacción no sólo se muestra asociada a la ejecución de la actividad. También se
hace evidente en los tiempos anteriores, muchas veces dedicados a la planificación de
la acción o simplemente mediante un ejercicio de anticipación, capaz de generar
32
sentimientos de disfrute, alentados por el recuerdo de experiencias previas
ciertamente satisfactorias); y en tiempos posteriores a la acción mediante el recuerdo
asociado a la misma (recuerdo). Esta tridimensionalidad de la satisfacción se muestra
con especial claridad en ciertas actividades como viajar.
“Sí porque te vas enterando de cosas, vas aprendiendo y recopilando cosas que
te van a servir para luego disfrutar y aprovechar el tiempo y el coste que estás
asumiendo, aunque eso tampoco es tan importante. Es bueno porque así nos
vas a ciegas ni a la aventura aunque se te siguen escapando cosas, aparte que
no todas las personas tienen los mismos gustos, te gusta ver lo que ve todo el
mundo y aparte experiencias individuales y te sorprendes encontrándote cosas
que no has planeado.” (Hernán)
“vamos a Madrid y quedamos con unas amigas suyas, y nunca nos da tiempo a
ver todo lo que hemos preparado en casa...” “Yo si voy a un sitio, lo llevo escrito
todo. Voy a la Expo o a otros sitios, y ya lo apunto...leo mucho sobre ello...” (Paz)
“yo me acuerdo de estar trabajando y luego pensar en que tenía el ensayo, y
animarme” (Luis)
“Mi mujer hace muchísimas fotos y yo llevo un video. Ella lo clasifica después
muy bien y yo meto los videos y los voy almacenando en el ordenador.
Esperamos verlo cuando estemos establecidos en un sitio y no podamos salir
mucho y viviremos un poco de los recuerdos” (Hernán)
Además de esta visión sectorial de la satisfacción vinculada al desarrollo de una
actividad concreta, resulta fundamental subrayar la existencia de un enfoque más
global de este concepto y que hace referencia al sentimiento general que el ocio, en
cuanto esfera vital, desencadena en una persona. Siguiendo el principio ya universal
acerca del deseo de las personas de maximizar experiencias positivas y minimizar las
negativas (Thibaut & Kelley, 1959), las personas tendemos a participar en actividades
en las que los beneficios superan los costes o desventajas que éstas nos generan.
Una apreciación que solo puede derivarse de un balance general de los costes y
beneficios que el ocio conlleva. Cuando los beneficios son favorables, este resultado
se expresa en términos de satisfacción (Rusbult, 1980, 1983) o disfrute con el ocio
(Scalan, Carpenter, Schmidt, Simons & Keeler, 1993).
“ya no tengo nada aparcado. Lo que tenía aparcado era lo del aprendizaje...
“Para mi satisfacción vital los cursos han sido fundamentales” (Teresa)
Había momentos en los que me decía que ya me estaba saturando y pensar
dejarlo al menos un año, pero soy incapaz… no lo he dejado en ningún
momento” (Luis)
Junto a esta vivencia del ocio como experiencia psicológica satisfactoria que ilustran
perfectamente las frases anteriores, se contactan en este estudio otros tipos de
beneficios cuyo sentido se acoge perfectamente a la tercera noción de beneficios:
cambio positivo o mejora de la condición o situación de una persona que se interpreta
como consecuencia de la acción realizada.
33
5.2.3. Beneficio en cuanto cambio o mejora
Desde este punto de vista, destacan como beneficios especialmente relevantes la
ocupación del tiempo, evasión de las preocupaciones y el hecho de estar activo; la
mejora o consolidación de las relaciones sociales, el reconocimiento social, el
incremento de la cohesión familiar, la percepción de competencia y la percepción de
enriquecimiento y desarrollo personal. Como veremos en los siguientes párrafos, la
percepción de determinados tipos de beneficios contribuye a discriminar aquellas
experiencias de ocio que más se acercan a la percepción de un ocio experiencial
valioso.
- El ocio en clave de activismo a través de la ocupación del tiempo y la evasión
de los problemas
No cabe duda de que una de las funciones del ocio más conocidas y extendidas en
todos los grupos de población se refiere a las oportunidades que el ocio brinda para
evadirnos de las preocupaciones, buscar momentos de relajación que compensen la
aceleración y las prisas ya instauradas en la vida cotidiana o lograr una “sana”
ocupación del tiempo libre. Algunos de estos retornos del ocio adquieren especial
importancia en las últimas etapas de la vida. La permeabilidad y capacidad de
adaptación del ocio a las necesidades de las personas en cada momento del ciclo vital
(Kleiber, Walker & Mannell, 2011) explica que para un elevado porcentaje de personas
mayores, el ocio se concibe como una estrategia idónea para mantenerse activo en
una etapa caracterizada por el progresivo abandono de muchas de las
responsabilidades adquiridas durante la edad adulta y, en consecuencia, ocupar un
tiempo libre que, en algunos casos, puede llegar a vivirse como una fuente de
aburrimiento o frustración. En la misma línea, existe una amplia bibliografía que
demuestra la importancia del ocio entre las personas mayores como instrumento para
hacer frente o superar acontecimientos vitales de diferente índole (normativizados o
no) que pueden desencadenar en situaciones de deterioro de la salud física y
psicológica.
Los resultados obtenidos en este estudio no dejan duda al respecto de lo anterior. La
mayoría de las personas entrevistadas percibe este tipo de beneficios como uno de los
retornos del ocio a los cuales no desean renunciar, aunque estos beneficios no
adquieren el mismo protagonismo en todos los casos. Se trata de beneficios cuya
presencia generalizada no permite discriminar entre aquellas manifestaciones de ocio
que se acercan más al constructo de Ocio Experiencial Valioso de las que no. La
diferencia entre unas y otras reside en que quienes no dan muestras de un OEV
únicamente perciben este tipo beneficios de talante instrumental o bien otorgan a
éstos más importancia que a otros beneficios que se sustentan en la percepción del
ocio como un valor en sí mismo. Para prácticamente un tercio de las personas
entrevistadas (8), el ocio acoge este valor instrumental o exotélico que les permite
afrontar situaciones de soledad provocadas por la viudedad, abandono del hogar por
parte de los hijos o dolencias provocadas por problemas de salud. A pesar de que
también en estos casos, el ocio se percibe como algo satisfactorio, los argumentos
34
que emplean para fundamentar el significado y los beneficios que obtienen del ocio
evidencia que éste no adquiere para ellos un sentido vital y por ende, carece del valor
trascendental que le es atribuido por parte del resto de las personas mayores
entrevistadas. Todo ello indica que el ocio de estos sujetos se acoge a los
presupuestos de un Ocio Experiencial Valioso.
“Sí, daría una parte del día...porque hay veces que unas partes del día, ¿en qué
las empleas? O bien las empleas en el sofá haciendo el tonto, viendo la
televisión, que no vale para nada” (Carlos)
“Una vez que estás solo, que los hijos viven separados, y estás solo…” “…
porque para un jubilado un día de fiesta, como los domingos, quizá sea el peor
día de la semana, porque un domingo ese hombre puede hacer lo mismo que
hace un lunes, pero no ve la animación de la calle, del autobús, de la gente, de
los niños, no es lo mismo...llega el domingo y está solo el hombre y dice: “Pues
voy a ir a...” y tienes ya toda la mañana ocupada.” (Carlos)
“Estoy todo el año ocupada” “Al final estoy todo el día fuera” “Yo ya estaba
negra, no sabía qué hacer porque no me puedo estar quieta, pensé incluso en
ponerme a trabajar en no sé qué, porque yo tengo que matar horas, porque
estoy sola en casa.” (Miren)
“Me gusta nadar, me gusta el monte, me gusta la playa, pasear… el no estar
quieto” (Nicolás)
“a mí es que me encanta, mientras lo estoy viendo...has matado la tarde, porque
tampoco quieres quedarte en casa porque hace mal tiempo, y como no puedes ir
a pasear ni a tomar algo a una terraza, pues vamos allí.” (Silvia)
Por el contrario, encontramos otros perfiles para quienes el ocio es fuente de sentido
vital, más allá de un mero recurso para compensar o superar problemáticas
personales u otras, asociadas de forma específica a estos periodos del ciclo vital. En
estos casos, los beneficios percibidos no emergen del valor instrumental otorgado a la
acción sino del sentido otorgado a la experiencia que desencadena dicha acción. La
creación o ampliación del círculo de amistades, la percepción de reconocimiento
social, El sentimiento de competencia que emana como consecuencia de la
adquisición de habilidades y destrezas que habilitan a la persona para la mejora
progresiva de su desempeño y la sensación de enriquecimiento personal se revelan
como los principales beneficios asociados a expresiones de ocio valioso.
- Creación, mejora o ampliación de las relaciones sociales
Aunque, como ya se ha dicho, la mención de las relaciones sociales en cuanto
beneficio es una constante entre los retornos obtenidos a través de las actividades de
ocio de las personas mayores de Bizkaia, su significado no parece ser el mismo en
todos los casos. En este apartado, focalizamos la atención en aquellos beneficios que
suponen la creación o ampliación del círculo de amistades. Se constata que este tipo
de beneficios tiene lugar preferentemente cuando las actividades de ocio se llevan a
cabo en el seno de una entidad asociación sea cual sea su naturaleza (una asociación
35
de vecinos, una entidad cultural, hogar de jubilados…) o bien cuando se trata de una
actividad no organizada, es decir, pero que por su naturaleza propicia conocer nueva
gente tal y como es el caso de viajar.
“Claro, con gente del barrio que no tenía ningún trato y...no nos conocíamos los
de la junta más que por saludarnos, y ahora nos llevamos muy bien” “Tú tienes tu
círculo pero hay que abrirlo. Yo tengo 64 años y es ahora cuando me he dado
cuenta de que he estado muy para mí” (Feli)
“luego tenemos una cafetería en la que cuando salimos nos tomamos un
cafecito, nos echamos una partidita. Tengo muchísimos amigos allí. Es que
como he pasado por todas las clases, cuando llega Navidad, cada clase hace su
merienda y todos me reclaman, y a fin de curso lo mismo.” (Miren)
“Conozco a gente de casi todos los cursos… y además vamos a los
espectáculos...y nos juntamos una vez al año y hacemos algún viajecito
juntos...el contacto se mantiene...y para mí también ese fue otro descubrimiento.
Yo estaba acostumbrada a relacionarme con la gente de mi trabajo, con el grupo
de mis amigos, mi familia, y esos eran mis núcleos de relación. Y claro, vine aquí
y te encuentras con gente que tiene tus mismas inquietudes, y tu misma edad,
que favorece muchísimo la conexión que hay… paso más tiempo con los de
aquí. Y además es normal, tenemos más ocasión de compartir cosas: que si
quedamos para una obra que nos han recomendado, que si quedamos a ver una
película que también nos han recomendado...claro, nos hacen recomendaciones
y ya vamos.” (Teresa)
“me gusta la escultura, los paisajes,…, sobre todo … el conocer gente, porque
conocemos a mucha gente. Me gustan las relaciones humanas … a mí me gusta
entablar relación con gente porque lo paso bien. Para mí es lo que más.”
(Hernán)
Para algunas de las personas entrevistadas encontramos que el cultivo de un nutrido
grupo de amistades genera en los entrevistados un incremento de la autoestima al
sentirse objeto del aprecio y aceptación de su círculo social.
: “Tengo muchísimos amigos allí. Es que como he pasado por todas las clases,
cuando llega Navidad, cada clase hace su merienda y todos me reclaman, y a fin
de curso lo mismo. Cuando bajo ya mis amigas casi se han tomado el café
porque me para todo el mundo...mis nietos dicen que no se puede ir conmigo por
la calle...y mi hija mientras no ha tenido hijos y ha estado de soltera, iba a mis
juergas, y a mis reuniones de amigas, porque se lo pasaba en grande.” (Miren)
“pues el coro se ha deshecho, pero yo sigo con los cantos, llego a misa y el cura
lo primero que hace es darme todo lo que hay que cantar, de entrada, comunión,
de despedida, todo...yo pues como he cantado muchos años eso, pues tengo
mucho dominio de canciones de iglesia. Los ensayos se han quitado y cantamos
sobre lo que sabemos, así que comienzo a cantar y la gente me sigue, ahí
también he sido valorada porque doy alegría a la gente para que participe.”
(Blanca)
En la misma línea, encontramos que la convivencia y relaciones sociales pueden
hacer emerger en las personas mayores cualidades que desconocían como propias. El
liderazgo es una de ellas.
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“Yo creo que sí tengo capacidad de liderazgo, me suelen decir que soy líder
pero yo no lo digo porque es vanidad” (Blanca)
Todo ello da pie en la investigación a pensar que la disponibilidad de un círculo de
amistades, concebido en sí mismo como uno de los beneficios más importante del ocio
por parte de las personas mayores entrevistadas, está asociada a otro tipo de
beneficios no tan generalizados pero no por ello menos importantes como el
reconocimiento social.
- Reconocimiento social
El reconocimiento se muestra en este estudio asociado preferentemente a aquellas
actividades que implican una proyección social en cuanto que la realización de la
práctica no tiene sentido si no hay destinatarios o receptores que la aprecien.
Igualmente, el sentimiento de reconocimiento social emerge cuando la persona
protagonista percibe que posee cierto nivel de destrezas o habilidades para el correcto
desempeño de la actividad que le ocupa. La cocina, la escritura, el coro o el dibujo son
algunas de las actividades que ilustran mejor las oportunidades de reconocimiento
social que el ocio entraña.
“Reconocimiento es la verdadera palabra, porque cuando les llevo tuppers para
casa...siempre les digo que por favor me digan si les ha gustado, y si no,
también. Pues sí que me gusta que me digan eso.” (Carlos)
“He entrado en bares y alguno me ha saludado y no le reconozco, y me dice que
es amigo de Fulano, pero que había estado en una comida...ya te está aportando
algo a ti, y él piensa que este tío preparó tal comida y me invita a un vino, no va a
ningún lado pero...” “y me dijeron: -el cocinero-”. (Carlos)
“escribir supone para mí algo grande, aunque no tenga importancia lo que
escribo. He ganado muchos premios…. A mí eso me da satisfacción de seguir;
me valoro, me da valor a mí misma porque yo antes me decía: es que no valgo
para nada, si es que no s锓Me hace sentir que valgo para algo” (Blanca)
Se constata en este estudio que el reconocimiento social puede llegar por dos caminos
bien distintos; en primer lugar, de la mano de una cierta distinción o estatus social que
la persona disfruta como consecuencia de su nivel de destrezas o conocimientos en
un ámbito; o bien a través del ejercicio de contribuir a formar a otras personas que aún
no alcanzan su nivel de conocimientos. En ambos casos, dicho reconocimiento
conlleva un fortalecimiento de la identidad de quien protagoniza la actividad. En el
primero de los casos, es decir, el sentimiento de reconocimiento social vinculado al
estatus o distinción social, encontramos varias personas que muestran un deseo de
trascender especialmente marcado, materializado en la aspiración o el logro de ciertos
hitos como publicar un libro.
“Estoy escribiendo mi vida y les digo a mis hijos que si me muero y no he
terminado, aunque sólo sea esto, publicádmelo.” (Blanca)
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“Ayer me decía el responsable que a ver qué me parecía, pues tiene mi libro, que
dice que he hecho un libro que parece de la marquesa tal, y es bastante grande,
y hay que publicarlo, y me decía que va a hablar con otros para que sean ellos
los que den prestigio al libro.” “Ahí narro muchas cosas que he hecho yo y
muchas que he copiado de gente muy buena. Son las recetas que llevan mi
nombre, que son mías.” “yo creo que sí se va a publicar, y no espero sacar
dinero de esto....este libro es un tesoro, una joya.” (Damián)
En el segundo caso, cuando el reconocimiento social desemboca en acciones
orientadas a la formación de otros, se constata entre los implicados el deseo de
transferir y compartir con los demás el know-how adquirido, dando así respuesta, entre
otras, a una de las necesidades psicológicas básicas de todo ser humano y
especialmente notoria entre las personas mayores, la necesidad de sentirle útil.
“He estado preparando canciones, por mi cuenta, pues yo procuro estar
enseñándoles. Igual el director dice: “Esta canción, a cuatro coces, Fulano me
puedes echar una mano con...”, pues bien, los bajos vamos a tal sala y yo les
enseño la canción.” (Enrique)
- Incremento de la cohesión familiar
Otro de los beneficios del ocio que las personas mayores que han participado en este
estudio destacan es la cohesión familiar. También durante la tercera edad, el ocio
contribuye a cohesionar a las familias, superando incluso situaciones problemáticas
vividas en etapa anteriores. Así lo revelen las reflexiones de algunas personas
entrevistadas para quienes el ocio ha sido clave a la hora de devolver a la familia la
cercanía y estabilidad emocional perdida.
“he notado mucho la diferencia porque a mi hija nunca le había dado un beso,
no he visto el nacimiento de ninguno, pero ahora estoy con mi hijo, que le llamo
por teléfono, a diario, y a mi hija también y luego viene a comer mucho a mi
casa... me dedico a hacerles la comida y tal, y luego con mi hijo, que también ha
salido muy cocinillas, pues hoy en día tengo unos minutos con él, me acerco
mucho a él, él a mí...” “de pequeños ni les he llevado a la playa, ni al colegio...lo
han entendido, y ahora estamos más cerca...” (Carlos)
Igualmente, el ocio puede contribuir a consolidar las relaciones de pareja cuando este
ámbito se convierte en un espacio para cooperar y compartir. Huelga decir que en
este ámbito no es ninguna panacea pues también se dan casos en los que la pareja
no ha sabido o no ha podido encontrar espacios comunes a través del ocio y lejos de
cohesionar, remarca las diferencias ya existentes entre los miembros de la pareja.
“En la música ella me ayuda, yo le ayudo, hay cosas en las que yo le ayudo más
a ella por los conocimientos que tengo yo y que ella no tiene, pero ella me puede
decir: Yo creo que ese tono igual no es, igual es otro más alto”, cositas de esas.”
(Enrique)
Los comentarios de los entrevistados acerca del papel que desempeña la familia como
tractor o detractor de su ocio inducen a pensar que para la gran mayoría de las
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personas mayores de la muestra, la familia constituye uno de los principales agentes
de apoyo social tanto para el inicio como para la continuidad de sus prácticas de ocio.
“Siempre me han animado muchísimo, desde el principio, nunca les ha parecido
que les dejaba de atender por hacer algo que a mí me gustase, me siguen
animando...y son participativos porque yo como les hablo tanto del tema...me
escuchan contentos.” (Teresa)
“Mi hijo y mi marido casi me obligaron a ir. Y de nuevo, me convencieron, con el
inglés y todo. Cuando me quedé viuda, mi hijo me dijo que si estando mi marido
no aparecía por casa, ahora si no iba él me llevaba a rastras, y que si antes iba
dos días, ahora debía ir toda la semana. Mi marido trabajaba, y llegaba a las
cinco para quedarse con los niños para que yo pudiese ir a mis actividades, así
que apoyo total de la familia.” (Miren)
Sin embargo, a pesar de su importancia, cabría decir que el apoyo de la familia
constituye una condición necesaria pero no suficiente para hablar de ocio experiencial
valioso.
- Percepción de competencia
La percepción de competencia se revela como uno de los principales retornos que las
personas mayores obtienen de sus experiencias de ocio. Dicha percepción de
competencia es el resultado de la adquisición o mejora de una serie de destrezas,
habilidades y/o conocimientos que permiten a la persona ejercer un control sobre la
actividad que desarrolla y por tanto, comenzar o continuar disfrutando de su ejecución.
Esta adquisición de habilidades permite a la persona demostrarse a sí misma y a los
demás que es capaz de acometer con éxito las dificultades que el reto que se ha
planteado conlleva, con el consiguiente refuerzo de sus sentimientos de competencia.
La importancia de esta percepción de competencia deviene de su impacto positivo en
la autoestima de la persona y en su capacidad para retroalimentar el interés intrínseco
por la acción desarrollada, aumentando así las posibilidades de continuar practicando
esa actividad.
La percepción de este beneficio se constata especialmente entre aquellas personas
que muestran una fuerte orientación al desarrollo de habilidades, al aprendizaje, y a la
superación de retos siempre autoimpuestos que les incita a iniciar o continuar
procesos de cambio y transformación personal que constituyen en sí mismos un
indudable beneficio. La percepción de competencia se muestra asociada a actividades
cuya ejecución y mejora requiere cierta formación y por tanto, dedicación, esfuerzo,
perseverancia, de ahí que la percepción de este retorno se constate en aquellas
manifestaciones de ocio que resultan profundamente plenas, satisfactorias,
transformadoras y por ende, especialmente valiosas para la persona.
“Me hace sentir, no grande, pero me hace sentir que valgo para algo. Me da
valor a mí misma, porque antes me decía que no valía para nada” (Blanca)
“por placer, pero el placer es...hay muchos tipos, si llamamos placer a que has
quedado contento porque te ha salido bien un plato…” (Carlos)
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“es la satisfacción de que lo que hago me sale bien, y eso es muy importante”
(Feli)
“Sí, he aprendido sin lugar a dudas, de cara a oído he mejorado. No llegué a
aprender todo el solfeo necesario para decir que leo a primera vista la partitura,
pero hoy sé medir y hacer una serie de cosas… Sin quererlo y sin darte cuenta
vas perfeccionando esas cosas” (Luis)
La literatura especializada en ocio destaca la importancia de esta variable, la
percepción de competencia por varias razones; en primer lugar, por ser la variable que
mejor predice el predominio de estilos motivacionales intrínsecos o autodeterminados
que, como ya se sabe, son la mejor fuente de satisfacción personal; y en segundo
lugar, porque mantiene una correlación positiva con la intención de las personas de
continuar o abandonar sus prácticas de ocio de tal forma que puede ser clave para
determinar las decisiones que la persona adoptará con respecto a su ocio en el futuro.
- Percepción de enriquecimiento y desarrollo personal
A pesar de no ser uno de los beneficios más generalizados, la percepción de
enriquecimiento y desarrollo personal se muestra como uno de los retornos que
importantes desde el punto de vista del Ocio Experiencial Valioso al mantener una
estrecha relación con aquellas experiencias de ocio que resultan más plenas y dejan
más huella en quien las protagoniza. Las reflexiones de las seis personas que
perciben su ocio como un factor de enriquecimiento personal destacan la importancia
del aprendizaje y la formación a través del ocio. Para ellos, el valor que emana de las
experiencias que viven a partir de sus actividades de ocio más significativas reside en
capacidad formativa de las mismas. Subyace a sus reflexiones, la idea de que el ocio
ejerce en ellos un efecto transformador que les hace crecer como personas y les abre
nuevos horizontes hacia los que dirigir y con los que retroalimentar sus intereses.
“el poder aprender algo nuevo todos los días como que te mantiene, te mantiene
en otro nivel de persona, y es fundamental” (Teresa)
“Para mí, el tener apertura a nuevas cosas, es decir, el aprendizaje, la
enseñanza, eso es lo que me sorprende, el aprender nuevas cosas, eso es lo
que más me gusta del ocio. También por supuesto, me gusta viajar, pero viajar
en la medida en que aprendo y conozco cosas.”(Olga)
“Y eso lo he aprendido aquí, y creo que es igual lo más importante que he
aprendido. Aquí me han dado las herramientas para hacerme las preguntas
adecuadas para ir yo sola profundizando en lo que interesa, y eso me parece
super importante.” (Teresa)
“poder aprender algo nuevo todos los días como que te mantiene, te mantiene en
otro nivel de persona, y es fundamental.” (Teresa)
“Y a mis hijos yo les daría eso, porque van a ir a ver otras costumbres, otras
formas de vida, otra gastronomía, otras formas de construir las ciudades…es
enriquecedor en todos los aspectos.” (Hernán)
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“Pero era que yo veía que me gusta esto, pero ¿por qué no superarme?, las
metas nunca son una meta de llegada y quieto ahí, no, es un camino. No te
sientes nunca, sigue hasta donde sea. La inquietud hay que tenerla siempre.”
(Enrique)
“siempre he estado estudiando, me ha gustado y me gusta aprender” (Koldo)
Merece la pena destacar que todas las experiencias de ocio identificadas en el estudio
como fuente de enriquecimiento personal por parte de sus protagonistas están
relacionadas con la adquisición de conocimientos y la apertura de nuevos horizontes.
Se podría afirmar a la luz de esta idea que la formación constituye un aliado de primer
orden para la promoción de experiencias de ocio valioso en la medida en que parece
proporcionar las condiciones de posibilidad necesarias para que la persona se sumerja
en procesos de crecimiento personal. Las reflexiones de una de las personas
entrevistadas subrayan esta apertura de horizontes como uno de los grandes
beneficios del ocio a pesar de que generalmente dicha apertura se encuentra asociada
a situaciones en las que se avivan los sentimientos de incertidumbre e incluso de
desconcierto. Cualquier proceso formativo supone abrirse a lo desconocido y demanda
de la persona el abandono voluntario de su espacio de confort y con él, la ruptura de
muchas de las certezas que nos permiten tener la sensación de que controlamos
nuestro entorno.
“Lo que tenía aparcado era lo del aprendizaje...lo que pasa es que sí es cierto
que una vez que entras en este mundo, te pones como objetivo saber algo de
ópera, saber algo de música sinfónica, algo de arte, y me está dando la
impresión de que cuanto más profundizo, más lejos veo el objetivo.” (Teresa)
A la luz de los resultados obtenidos a partir del análisis de los beneficios que el ocio y
en especial, la actividad elegida como más significativa reporta a las personas
mayores de Bizkaia, se puede afirmar que la variable beneficio contribuye a diferenciar
desde el punto de vista del desarrollo personal, aquellas expresiones de ocio valioso
de otras que no lo son tanto. Así, la percepción de beneficios asociada a las funciones
de activación y compensación del ocio, esto es, al sentimiento de estar activo, ocupar
el tiempo y evadirse de los problemas, el aburrimiento o la rutina, se encuentran
especialmente asociada a estilos de ocio que nos se acogen a los presupuestos del
ocio experiencial valioso. Por el contrario, los beneficios obtenidos del ocio pierden el
valor instrumental precedente en aquellos estilos de ocio en los que este fenómeno
posee un valor trascendente que dota la existencia de su protagonista de sentido vital.
En estos casos, en los que el impacto personal del ocio es mayor, adquiere especial
protagonismo la percepción de beneficios tales como el sentimiento de competencia,
el reconocimiento social y el enriquecimiento personal.
5.3. Los itinerarios de ocio de las personas mayores de Bizkaia
El concepto itinerario hace referencia a la trayectoria de ocio que la persona ha
desarrollado a lo largo de su vida; acoge por tanto, el conjunto de experiencias de ocio
(culturales, turísticas y/o deportivas) que ha disfrutado en su historia de vida.
Siguiendo la definición de “itinerario” de Masnou y Puig, un itinerario de ocio “se inicia
41
en el instante en que el sujeto toma contacto con el ocio (cultura, turismo o deporte),
se desarrolla durante un periodo de tiempo más o menos amplio en el que se dedica a
la práctica de una o varias prácticas de ocio y finaliza cuando se abandona toda
relación con este ámbito como participante” (adaptado de Masnou & Puig, 1995:371).
La investigación sobre los itinerarios de ocio abona el terreno a la educación del ocio
al ratificarse que el proceso a través del cual el ocio de una persona se aproxima a un
ocio experiencial valioso no es fruto del azar ni de la espontaneidad sino de un
proceso formativo en virtud del cual se van abriendo nuevos horizontes, capaces de
convertir el ocio en un factor de crecimiento personal. Se trata de preparar a las
personas para que no se conformen con un ocio dirigido al entretenimiento, a la
diversión o a llenar de contenido el transcurso de los días y busquen, por el contrario,
el acceso a experiencias de ocio que les sumerjan en procesos de mejora y
crecimiento personal.
El estudio de los itinerarios de ocio puede tener un papel primordial en la consecución
de este objetivo al contribuir a delimitar qué patrones evolutivos son los más propicios
para avanzar hacia un ocio valioso, qué factores preparan el terreno para el desarrollo
personal a través de ocio y sobre todo, qué posibilidades existen de intervenir para
guiar y/o reorientar las trayectorias de ocio por la senda más adecuada a la luz del
objetivo marcado. El valor prospectivo que descansa en el concepto de itinerario se
convierte en el principal reclamo para investigadores y profesionales que perciben en
este concepto una nueva vía para comprender el devenir dinámico del ocio,
delimitando fases, esclareciendo tendencias y patrones de cambio en el caso de los
investigadores; y una estrategia idónea tanto para ajustarse al máximo a las
preferencias y posibilidades cambiantes de la demanda como para optimizar los
beneficios de sus programas de ocio, culturales, turísticos y/o deportivos, en el caso
de los profesionales. Entender el concepto itinerario supone asumir, a priori, tres
cuestiones fundamentales:
- La comprensión de las prácticas culturales, turísticas y deportivas como
experiencias de ocio que, al ser parte de un proceso vital inacabado, pueden
adoptar diferentes expresiones y significados en las distintas etapas de la vida.
- La importancia de reparar en la calidad de las experiencias que propicia la
oferta de ocio existente más que en la cantidad de prácticas que la conforman.
- La necesidad de sustituir la mirada sincrónica y puntual con la que se planifican
las ofertas de ocio, por otra, de carácter longitudinal, capaz de considerar y
graduar la oferta presente y futura, atendiendo a la evolución de las
preferencias, motivaciones, necesidades y posibilidades de la ciudadanía en
las distintas etapas de la vida.
Cualquier política de ocio, modelo de gestión o intervención en este ámbito no puede
llevarse a cabo pensando únicamente en cómo es actualmente la ciudadanía y cuáles
serán sus demandas de ocio sino en cómo conseguir que a medio y largo plazo, el
ocio se convierta en un espacio de estímulos orientados al desarrollo personal y social.
Partiendo de estos presupuestos teóricos, la aplicación del concepto itinerario al
estudio de la contribución del ocio al envejecimiento satisfactorio adquiere pleno
42
sentido puesto que el análisis exploratorio y la reconstrucción de las historias de ocio
de aquellas personas mayores cuyo ocio y en especial, su actividad especialmente
significativa, se aproxime al constructo de Ocio Experiencial Valioso permitirá
identificar los procesos que han hecho viable el disfrute de este ocio de calidad y los
factores promotores de dichos procesos. En este estudio, la identificación de
diferentes patrones que dan cuenta de los itinerarios de ocio de las personas mayores
de Bizkaia se ha llevado a cabo teniendo en cuenta tres criterios fundamentales:
- Periodo vital de Gestación de la preferencia. Se refiere al momento del ciclo
vital en el que tiene lugar la gestación de la preferencia o interés por la
actividad de ocio elegida como significativa
- Periodo vital de Inicio de la práctica. Se refiere al momento del ciclo vital en el
que se inicia la práctica de la actividad de ocio elegida como significativa.
- Innovación en el proceso evolutivo de la práctica. Hace referencia a la
presencia o ausencia de cambios en la evolución de la práctica significativa
desarrollada desde el momento en que se gesta la preferencia y se inicia hasta
la tercera edad. En términos operativos, se analiza si la actividad original en
torno a la que surge el interés y con la que se inicia la práctica se mantiene sin
cambios a lo largo del tiempo o se han incorporado cambios que han podido
desembocar en la práctica de otras actividades relacionadas con la original y
vinculadas al mismo ámbito de interés.
La elección de estos criterios viene avalada por la literatura especializada en la que
desde diferentes teorías se subraya la importancia de los tres criterios considerados.
Existen diferentes teorías, entre las que destacan las elaboradas desde el enfoque del
Ciclo Vital, que buscan la existencia de un patrón o tendencia dominante en la
evolución del ocio a lo largo de la vida. Una de las teorías más respaldada es la teoría
del Desarrollo de Ocio (Iso-Ahola, 1980). Su postulado central defiende que la
configuración de los itinerarios viene fuertemente marcada por el devenir dinámico del
ocio, en virtud del cual las personas buscan constantemente el equilibrio entre la
tendencia a la continuidad y la búsqueda de cambio, a través de sus elecciones y
conductas de ocio. A pesar de esta bipolaridad, inherente a la naturaleza del ocio,
diversas investigaciones constatan la importancia de la familiaridad y la satisfacción
obtenida de las experiencias de ocio ya vividas como motores fundamentales en la
toma de decisiones sobre el ocio. Con ello se confirmaría la tendencia a la continuidad
que predomina en los itinerarios de ocio; de tal forma que la historia de ocio ya vivida
se convierte en una base sólida para delinear la trayectoria de ocio futura de una
persona. En esta línea son numerosos los estudios (Iso-Ahola, Jackson & Dunn, 1994;
McGuire, Dottavio & O´Leary, 1987) que sugieren que la mitad de las actividades de
ocio de una persona adulta, tiene su actividad o expresión de ocio equivalente en los
patrones de ocio de ese individuo durante la infancia (Iso-Ahola, Jackson & Dunn,
1994:229). Este planteamiento que justifica la elección de los criterios considerados
apunta la necesidad de comprobar si efectivamente, en el caso de las personas
mayores de Bizkaia, las actividades de ocio actualmente significativas tienen su origen
en las primeras etapas de la vida (infancia y juventud), comprobando si la evolución de
su práctica ha supuesto algún cambio en términos de reorientación de intereses,
43
complejidad de la ejecución o adaptación a las posibilidades y recursos de cada etapa
del ciclo vital.
5.3.1. Gestación de la preferencia
Once de las veinte personas entrevistadas afirma que su interés por la actividad
elegida como más significativa se gestó durante la infancia, en el seno de la familia,
promovida a través de los padres en la mayoría de los casos (viajar, escribir, dibujar),
en el contexto escolar impulsada por algún profesor (música-cantar, bordado, idiomas)
o través de la cuadrilla de amigos (caza). En la mayoría de estos casos, estos agentes
sociales significativos han actuado como tractores de la práctica, apoyando el inicio y
la dedicación a la misma. Sólo en un caso, la actitud materna se convierte en una
barrera para el inicio de la actividad durante la infancia (bordado) y aún así, con la
preferencia ya gestada, el interés se mantiene aunque el comienzo de la práctica se
posponga hasta que la decisión puede ser autónoma.
Merece la pena mencionar que sólo en uno de los casos el interés por la actividad
significativa se gesta durante la etapa juvenil (leer), cinco durante la edad adulta
(fotografía, viajar en dos de los casos, cocinar y hacer taichi) y dos durante la tercera
edad (cursos de formación y cocina). Se constata, por tanto, que la infancia es un
periodo más que propicio para la gestación de intereses que persisten a lo largo de la
vida, tal y como se comprueba entre las personas mayores de Bizkaia.
5.3.2. Inicio de la práctica
Resulta interesante recordar que a pesar de que el interés por más de la mitad de las
prácticas tiene su origen en la infancia, sólo cinco de estas actividades se inician en
este periodo. El resto se pospone por circunstancias diversas a etapas posteriores;
cuatro se inician en la juventud (en dos casos coro, bordado y caza) y las dos
restantes durante la tercera edad (aprender idiomas y escribir). En el caso de las dos
personas que hacen coro, comienza su práctica durante la etapa juvenil, después de
haber probado con diversas actividades asociadas a la música que constituye para
ambos su ámbito de interés en el ocio. Más concretamente, las dos personas que
cantan en un coro comienzan siendo jóvenes, en el contexto comunitario o
universitario, después de previos escarceos musicales tales como estudiar solfeo,
cantar en una rondalla o tocar un instrumento. Finalmente, se ha de resaltar también
como relevante el inicio durante la tercera edad de actividades cuyo germen ha de
situarse en la infancia. Es el caso de la escritura y de los idiomas. En el primer caso, la
protagonista llega a la poesía de forma espontánea tras el cultivo de la lectura y otras
actividades relacionadas; y en el caso de los idiomas, la persona decide despertar
intereses olvidados en etapas anteriores.
Por contraste, cuando el inicio de las preferencias por una práctica de ocio emerge
durante la edad adulta o la tercera edad, dicha preferencia se convierte en una
práctica real en la misma etapa vital. Cocinar, viajar o hacer fotografía o formarse a
44
través de cursos de diferente naturaleza constituyen actividades de ocio que generan
gran atractivo entre personas adultas y mayores, propiciando la apertura a nuevos
ámbitos de interés que pueden ocupar, tal y como comprobamos, un lugar importante
en el repertorio y la historia de ocio de las personas mayores. Con este hecho se
constata el devenir dinámico del ocio que muchos autores subrayan y en virtud del
cual el ocio evoluciona a lo largo de la vida buscando un ajuste permanente entre la
continuidad y cambio. Si la infancia es un tiempo propicio para explorar y abrirse a
nuevas posibilidades de ocio, la edad adulta y la tercera edad se dibujan como un
tiempo para el cultivo de lo familiar pero también abierto al cambio y a la novedad en el
que la innovación se convierte en un elemento de gran valor. Es importante considerar
que solo dos de las actividades significativas analizadas (cocina y formación a través
de cursos) se inicia durante la tercera edad sin que exista previamente un interés que
se remonte a etapas anteriores. Es el caso del hombre que descubre la cocina al
amparo de los acontecimientos familiares difíciles (larga enfermedad y fallecimiento de
la mujer) y el de una mujer que tras una etapa adulta de entrega absoluta al trabajo,
decide iniciar un nuevo tiempo vital dedicándose a su formación personal.
5.3.3. Innovación en el proceso evolutivo de la práctica:
La continuidad es un rasgo bastante habitual en las historias de ocio de las personas
mayores de Bizkaia analizadas. Una vez iniciada la práctica de las actividades de ocio
significativas no se experimentan apenas abandonos (únicamente en cuatro de los
veinte casos revisados), aunque sí pueden darse en el tiempo ciertos ajustes a través
la incorporación de novedades que permiten realizar la práctica de otra manera o el
cambio de la actividad original por otra relacionada con el fin de adaptarse a las
preferencias y circunstancias personales habidas en cada momento. De acuerdo con
esta idea, el interés de la infancia puede conducir directamente a la práctica de la
actividad significativa original hasta la tercera edad desde el primer momento (dibujo,
viajar, leer…) o puede llegarse a ella a través de un itinerario en el que se realizan
contactos con diferentes prácticas relacionadas con el ámbito de interés original; por
ejemplo, en el caso de la música, no se comienza a cantar en un coro directamente,
sino que se inicia tras unos primeros escarceos en solfeo, después tocando algún
instrumento hasta llegar al coro; en el caso de la poesía, se inicia el gusto por la
lectura, el teatro, los poemas para comenzar a escribir poesía durante la tercera edad.
Pero también es posible un tercer patrón evolutivo en el que el interés gestado durante
la infancia por una práctica permanece “en estado de letargo” y se recupera cuando se
dan las circunstancias propicias para su desarrollo. En el caso del bordado y la caza,
durante la juventud y en el caso de los idiomas, durante la tercera edad. Atendiendo a
la existencia o ausencia de estos cambios en el proceso evolutivo de la actividad, se
considera la innovación como uno de los rasgos que marca la diferencia entre las
historias de ocio identificadas.
Teniendo en cuenta cada uno de los tres criterios previamente establecidos, el periodo
vital en el que se gesta el interés por la actividad, el momento en el que se inicia la
práctica y la existencia o no de innovación en el desarrollo de la actividad a lo largo del
ciclo vital, se han identificado en este estudio, cuatro tipos de itinerarios principales
45
que representan la evolución de las trayectorias de ocio de las personas mayores de
Bizkaia.
5.3.4. Itinerarios hallados
Itinerario 1. Descubridores tempranos continuadores (25%).
Las personas adscritas al primer itinerario han sido identificadas como Descubridores
tempranos continuadores. Conforman este itinerario las personas mayores que
desarrollan actividades de ocio significativas cuyo interés se gestó durante la infancia,
inician su práctica durante este mismo periodo y han continuado la práctica de la
actividad original sin incorporar cambios hasta la tercera edad. Este itinerario
representa el 25% de la muestra, es decir, cinco casos cuyas actividades de ocio
significativas son el dibujo, caminar, leer y viajar, en dos de los casos. Merece la pena
destacar que la realización de estas prácticas se remonta a la infancia y no se han
dejado de practicar desde entonces.
Itinerario 2. Descubridores tempranos postergadores (15%).
Este itinerario acoge al 15% de la muestra, más concretamente, tres casos que
corresponden a personas mayores cuyo interés por las actividades de ocio
significativas se origina durante la infancia pero no inician su práctica real hasta etapas
posteriores; dos, durante la juventud y el otro, en la tercera edad. No obstante, su
itinerario se caracteriza por la continuidad de la actividad original hasta la tercera edad.
Las prácticas significativas que aglutina son el aprendizaje de idiomas, bordar y la
caza.
Itinerario 3. Descubridores tempranos innovadores (15%).
El tercer itinerario congrega también al 15% de la muestra. Se trata de personas
mayores que, como en los itinerarios anteriores, comienzan a mostrarse atraídos
durante la infancia por un ámbito de ocio concreto (cultura, deporte…); inician durante
la infancia una o varias actividades vinculadas a dicho ámbito de interés para
posteriormente ser abandonadas y sustituidas por otra actividad que persiste hasta la
tercera edad y que es precisamente la actividad seleccionada en este estudio como
más significativa. Merece la pena destacar que todas las prácticas que congrega este
itinerario pertenecen al ámbito de la cultura, con una marcada dimensión creativa tales
como la escritura de poesía y cantar en una coral. La innovación toma forma en las
manifestaciones de ocio pertenecientes a este itinerario mediante la presencia de
cambios que van modelando las actividades al amparo de los intereses, aptitudes y
posibilidades cambiantes de quienes las protagonizan
Itinerario 4. Descubridores tardíos (45%).
Pertenece a este itinerario el 45% de la muestra. Es por tanto, el itinerario más
representativo al acoger al mayor número de personas de la muestra (9 casos de los
20 que componen la totalidad de la muestra). Se trata de personas que comienzan a
interesarse por una práctica de ocio que acaba siendo para ellos la más significativa
46
durante la edad adulta o la tercera edad. La cocina, viajar, hacer fotografías, practicar
taichí, leer y formarse a través de cursos de naturaleza cultural forman parte de las
actividades que se acogen a este patrón de desarrollo. La innovación que forma parte
inherente de este itinerario se hace patente a través de la apertura a nuevos ámbitos
de interés que muestran las personas adscritas a este grupo. La importancia de este
itinerario no radica solo en hechos cuantitativos (ser el más numeroso) sino también
en aspectos cualitativos que evidencia la relevancia de la búsqueda de cambios entre
las personas mayores y sobre todo, una actitud de apertura a la experiencia que
resulta fundamental para continuar creciendo durante la etapa más tardía de la vida.
Los resultados obtenidos en este apartado permiten constatar que la infancia
constituye un periodo importante para la gestación de preferencias que suelen persistir
a lo largo de la vida, bien en su expresión original o bien a través de otras actividades
relacionadas, a lo largo de la vida de una persona. A la luz de estos datos, parece
tener sentido el presupuesto defendido por Iso-Ahola (1980), según el cual la mitad de
las actividades que componen el repertorio de ocio de un adulto tienen su origen en
actividades cuyo interés se gestó durante la infancia o juventud. Esta afirmación no
conlleva inmovilismo sino que destaca la fuerza de intereses tempranos, intuidos y/o
vividos como espacios de desarrollo y fuentes de satisfacción cuya impronta resulta
suficientemente potente como para “orientar” la trayectoria de ocio de las personas.
Como contraste, resulta fundamental destacar la tendencia de las personas mayores a
abrir nuevas áreas de interés, que toman forma real a través de actividades
personalmente significativas que enriquecen las experiencias de ocio y la vida social
de las personas mayores. Los resultados de este estudio corroboran la hipótesis que
aboga por el devenir dinámico del ocio, en virtud del cual la tendencia a la continuidad
convive con la orientación al cambio a lo largo de la vida. Dicha convivencia se
resuelve a favor de la tendencia al cambio que como hemos visto se materializa entre
las personas mayores mediante la incorporación de nuevas prácticas a sus repertorios
de ocio.
5.4. Organización del repertorio de ocio
A partir de los resultados obtenidos en la fase cuantitativa de la presente investigación
corre el peligro de derivarse una impresión equivocada sobre la naturaleza misma del
repertorio de prácticas y experiencias de ocio. En primer lugar, este podría tender a
verse como un conjunto no calificado de actividades. Desde esta perspectiva, el listado
de actividades que aparece en la segunda sección del cuestionario (“Participación en
ocio”), descrita arriba, se concebiría como una masa de ocupaciones que sólo cabría
medir de un modo cuantitativo: cuál es su número, de qué modo se distribuyen
temporalmente, etc. Esto permite, desde luego, una primera aproximación descriptiva
a los repertorios de ocio de las personas mayores de Bizkaia, pero de un modo muy
limitado. Como queda patente ya desde la segunda sección del cuestionario
(“Implicación en actividades de ocio”), siempre hay determinadas prácticas de ocio que
se revelan como más significativas para el sujeto. Al ser preguntados por una actividad
47
de ocio con la que se identifiquen especialmente, los encuestados no dudaban en citar
una en concreto. Es evidente que dentro del repertorio pueden distinguirse diferentes
grados de relevancia subjetiva atribuida, en función de la capacidad del practicante
para verse identificado con la práctica de determinadas actividades antes que con
otras.
Ahora bien, sería equivocado atribuir demasiado peso a una distinción tajante que
dividiera los repertorios de ocio en dos: de un lado, las actividades significativas; del
otro, las no significativas. En parte, el análisis cuantitativo de los repertorios ha
obligado a establecer esa oposición y a aprovecharla para una descripción todo lo
matizada posible. El mismo carácter cuantitativo de la herramienta (en la que no se
incluyeron preguntas abiertas para agilizar la codificación y el tratamiento estadístico
de los datos) impedía una consideración más detallada de los matices internos a los
repertorios. Pero que estos no pudieran aprehenderse con metodología cuantitativa no
significa que no se den, sino que obliga, sencillamente, a abordarlos desde una
metodología más apropiada. Este es, por lo tanto, uno de los propósitos
fundamentales de la administración de la técnica de las entrevistas en profundidad en
el estudio. Se trata de hacer más compleja y rica nuestra comprensión de los
significados que se desprenden de la organización interna de los repertorios de ocio
que, desde luego, no puede reducirse a una estructura dicotómica.
Esta supuesta división dual de los repertorios se vería apoyada por una de las
asunciones centrales del paradigma dominante en los Estudios de Ocio, la Serious
Leisure Perspective (Stebbins, 2008). Según esto, sería posible distinguir en los
repertorios entre el llamado “ocio serio” y el “ocio casual”. Bajo la primera categoría se
agruparían aquellas prácticas de ocio con las que el sujeto se halla más comprometido
y que permiten un mayor potencial de mejora; bajo la segunda, una periferia de
actividades menos relevantes, que no exigen preparación alguna y en las que el
individuo invierte su tiempo sin mayor propósito de evolución o desarrollo de
destrezas. De acuerdo a esta perspectiva científica asentada, cabría interpretar que la
actividades elegida como significativa por los encuestados es susceptible de ser
considerada “ocio serio” (y sólo susceptible, puesto que no siempre tiene por qué
reunir todos los rasgos del constructo), mientras que el resto del repertorio sería
concebible sin mayores disquisiciones como “ocio casual”.
El desarrollo de las entrevistas en profundidad y el análisis de sus resultados ha
mostrado con claridad que la división tajante entre actividad significativa o “seria” vs.
actividades restantes o “casuales” no es pertinente y conduce a una simplificación
empobrecedora. La rica variedad de matices en la cualificación que los propios sujetos
hacen de las actividades, así como las complejas relaciones (de oposición,
compensación, afinidad…) que se establecen entre las prácticas contenidas en un
repertorio se pasarían por alto en un análisis de este tipo. Es necesario, por tanto, y
ese es nuestro propósito en estas páginas, buscar una descripción de los repertorios
de ocio que, partiendo de los significados subjetivos que se deducen de las
entrevistas, haga justicia a la riqueza del tejido experiencial que está contenido en el
concepto de “itinerario”. Al fin y al cabo, una experiencia nunca está encerrada en sí
misma, sino que, a través del papel activo del sujeto en su conformación (Cuenca
Amigo, 2012), se integra en un horizonte vital constituido por expectativas,
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motivaciones, barreras y estímulos. De igual modo que el actual estado de implicación
de un sujeto en una práctica de ocio concreta no puede entenderse cabalmente sin
recurrir a la reconstrucción de un itinerario previo, así tampoco puede comprenderse el
lugar que ocupa una actividad en el horizonte de significados vitales de un sujeto si
esta se concibe de modo aislado, al modo de una entidad abstracta cerrada a su
contexto. Es necesario conjugar las perspectivas diacrónica (itinerario) y sincrónica
(repertorio) o nos veremos reducidos a tratar con abstracciones conceptuales, en vez
de con prácticas relevantes para la vida de sujetos sociales, espacio-temporalmente
situados.
5.4.1. Continuo concentración – diversidad
A la hora de proponer una caracterización de los repertorios de ocio que haga justicia
a la complejidad de las relaciones entre actividades que en ellos se cobija, parece
imprescindible comenzar por una descripción del grado de diversidad del repertorio.
Para que no se malinterprete lo que aquí se intenta deben hacerse varias
aclaraciones.
En primer lugar, puede suponerse ex hypothesi que en todo repertorio hay ciertas
actividades que pueden considerarse como “ocio casual”, entendido este como
“actividad placentera inmediata e intrínsecamente gratificante, relativamente efímera,
que requiere poco o ningún entrenamiento específico para su disfrute” (Stebbins,
2012, 294). Veíamos en el análisis del cuestionario, por ejemplo, que el 96,5% de los
encuestados dice ver la televisión, mientras que sólo un 1% lo considera una actividad
significativa. Así pues, ver la televisión, una actividad placentera que no requiere
entrenamiento, puede entenderse como una forma de “ocio casual” ciertamente
extendida entre la población. Lo mismo cabría decir de otras actividades muy
frecuentes como “oír la radio” o –con ciertas prevenciones– “salir y estar con amigos”.
Ahora bien, estas actividades son escogidas como significativas por un número muy
limitado de encuestados, lo que lleva a pensar que su contribución a la construcción
de significados vitales a través del ocio es escasa. Puesto que las entrevistas se
centraban en las actividades significativas de los sujetos, estas actividades apenas
aparecen. De hecho, casos como “ver la tele” u “oír la radio” prácticamente ni siquiera
se mencionan, puesto que los entrevistados no los consideran relevantes. Así, si se
trata de ir aislando los rasgos que permitan identificar la presencia de patrones de
Ocio Experiencial Valioso, no tendría sentido incluir este tipo de actividades de ocio
casual, cuyo valor cuestionan los propios entrevistados. A la hora de describir las
distintas formas de organización de repertorio, por lo tanto, no se tienen en cuenta
estas actividades, sino aquellas que podríamos llamar “no casuales”, es decir, las
prácticas que reúnen una entidad suficiente a ojos de los entrevistados. Esto deberá
tenerse en cuenta al interpretar el grado de diversidad de un repertorio, por ejemplo.
Incluso en los casos en que la diversidad sea mínima, deberá contarse muy
probablemente con una silenciosa periferia de actividades casuales (como ver la
televisión, oír la radio, quizá leer el periódico, charlar con amigos…) que el
entrevistado considere más bien poco significativas.
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En segundo lugar, la medida de diversidad del repertorio que aquí se propone no debe
entenderse en términos cuantitativos. Sería, desde luego, poco prudente aspirar a la
construcción de una escala cuantitativa a partir del análisis de entrevistas en
profundidad, como si esta pudiera establecerse contando las menciones a una u otra
actividad. Más bien lo que debe intentarse es captar del modo más fidedigno posible
los significados condensados en las palabras del entrevistado, tratando de discernir el
peso y la relevancia que atribuye a las distintas actividades presentes en su repertorio,
así como las relaciones de afinidad o complementariedad que establece entre ellas.
No se trata tanto de contar menciones, como de entender cómo se insertan
determinadas expresiones verbales en el conjunto del discurso. Lo que resulta es una
gradación cualitativa que sitúa los repertorios de los entrevistados en un continuo entre
dos polos: concentración y diversidad. Desde luego, los repertorios más cercanos al
polo “concentración” tienden a mostrar menos actividades que los que aparecen
cercanos al polo “diversidad”. Pero téngase en cuenta que sólo nos referimos a
actividades “no casuales” y que, además, se tiene en cuenta también un criterio de
afinidad temática entre las actividades. Así, a mismo número de actividades “no
casuales”, será más “concentrado” el repertorio en el que tales actividades se hallen
más vinculadas temáticamente y será más “diverso” aquel repertorio que incluya
actividades de contenidos más variados. En definitiva, la medida de la concentración o
diversidad de un repertorio no debe entenderse en términos numéricos absolutos. Lo
que pretende es facilitar una descripción del grado de heterogeneidad u
homogeneidad que caracteriza a un repertorio concreto en comparación a otros.
Veamos un ejemplo característico de repertorio altamente diverso, el de Miren:
“Así que gimnasia, el lunes hacía tai chi, el martes sevillanas, el miércoles bailes
de salón y el jueves danzas vascas, que me encantan. Y así hemos estado
cuatro años o así...ah, y por la tarde me iba a las cinco a hacer bolillos a ese
mismo centro de la BBK, y alguna cosa puntual de manualidades.”
“Entonces ahora [en el centro de formación de la mujer] los miércoles voy a
informática y los jueves voy a bordar a máquina.”
“Ah, estoy también en un coro, allí en el centro que voy por la tarde, y estoy en el
voluntariado del centro.”
“He ido cogiendo cada vez más actividades, empecé con una y terminé cogiendo
cinco, por la mañana...” (Miren)
En el otro extremo del continuo, un repertorio sumamente concentrado sería el de
Hernán. Dejando de lado actividades casuales como navegar por Internet, ver la
televisión o cenas con amigos, a las que alude de pasada y sin concederles
prácticamente ninguna importancia, Hernán habla sólo de una actividad de ocio: viajar.
Otras actividades que mencionaba en el cuestionario, como la jardinería y el bricolaje,
a lo largo de la entrevista demuestran ser concebidas más bien como obligaciones,
antes que como verdaderas ocasiones de ocio: “Sí, sí, viajar es nuestro mayor hobby,
las otras son obligaciones [entre risas].”
Por supuesto, se han elegido dos casos lo suficientemente alejados como para percibir
la pertinencia de la escala concentración-diversidad. Entre los dos polos del continuo
50
existen numerosas gradaciones intermedias. Ahora bien, pese a que la escala es, sin
duda, relevante y proporciona una información necesaria sobre los repertorios de ocio,
es todavía insuficiente para describir cabalmente la organización del repertorio. Hay
otros factores en juego que pueden introducir mucha variabilidad aun en aquellos
repertorios que comparten el mismo lugar en la escala. Por ejemplo, un repertorio muy
concentrado puede ser producto de un alto grado de especialización que ha conducido
al sujeto a ordenar sus tiempos y esfuerzos en torno a una sola actividad muy
importante, o bien puede ser el resultado de la silenciosa eficacia de una serie de
barreras (se tenga o no consciencia de ellas) que impiden al individuo el
descubrimiento, la práctica o el afianzamiento de otras actividades de ocio. Así, una
concentración alta puede significar un pleno control del sujeto sobre sus prioridades y
su organización temporal, pero también una cierta inercia pasiva de las prácticas que
lleva a la persona a conformarse con un estilo de ocio más bien limitado. Y lo mismo
sucede en casos de alta diversidad. Un repertorio muy diverso puede reflejar una
genuina amplitud de intereses, a la que trata de hacerse justicia con un equilibrado
abanico de prácticas, pero también puede esconder una necesidad casi angustiosa de
“llenar el tiempo” de cualquier manera.
¿Cómo puede distinguirse entre formas más y menos valiosas de repertorios
concentrados y diversos? ¿Qué otro factor debe introducirse en la descripción con
miras a discriminar mejor la organización del repertorio de ocio? Pues bien, la
respuesta la encontramos en la primera de las categorías que se han descrito en esta
fase cualitativa de la investigación: el significado personal atribuido al ocio en general y
a la actividad significativa en particular. Tal y como se ha explicado más arriba, la
atribución de significado personal al ocio tiende a adoptar dos grandes direcciones.
Por un lado, encontramos personas que conciben su ocio, sobre todo, como una
ocasión para lograr unos objetivos externos a la experiencia misma, tales como ocupar
su tiempo libre, combatir la soledad o preservar su salud. Otras personas, en cambio,
se sienten profundamente vinculadas a las experiencias que viven gracias a su
actividad significativa, y vinculan la importancia de esta actividad a su estrecha
relación con un sentido vital. Hablamos aquí de lo que podemos llamar un “estilo
motivacional predominante”, que puede ser extrínseco (primer caso) o intrínseco
(segundo caso).
Por supuesto, en cada repertorio conviven actividades de diversa importancia y lo más
probable es que la motivación de la persona cambie según el tipo de actividad de que
se trate. Ahora bien, el estilo motivacional predominante es, bien el que prevalece en
términos generales en la relación de un sujeto con su repertorio de ocio, o bien el que
se revela en la relación del sujeto con su actividad más significativa. En efecto, cuando
existe una actividad significativa que destaca claramente de las demás, entonces es
ella la que determina este estilo motivacional predominante, que será intrínseco si es
la actividad misma la que motiva y extrínseco si la motivación viene dada por otros
propósitos externos que tratan de cubrirse con su práctica. Así, si la motivación por la
actividad más significativa es intrínseca, el estilo motivacional predominante también lo
será, pese a que existan otras actividades a las que el sujeto se sienta movido por
motivos extrínsecos (como la salud, por ejemplo). Esto debe ser así porque es esa
actividad más significativa la que determina la concepción general que el sujeto tiene
51
de su ocio. Cuando, por el contrario, no puede señalarse propiamente una actividad
que destaque como la más significativa de entre las “no casuales”, entonces el estilo
motivacional predominante podrá percibirse prácticamente por igual en todas las
actividades del repertorio. Veamos cómo se conjuga el estilo motivacional
predominante con la escala de concentración-diversidad.
5.4.2. Estilos de organización del repertorio
Al combinar el grado de diversidad o concentración del repertorio de ocio con el estilo
motivacional predominante, lo que hacemos es introducir en la descripción, de un
modo mucho más determinante, la actitud del sujeto. En función de estas dos
variables es ya posible situar los repertorios de los entrevistados en una matriz que los
ordena de un modo relevante: no sólo describiendo de un modo neutro el grado de
heterogeneidad de sus prácticas, sino incluyendo también cuál es su actitud hacia las
mismas.
Pues bien, gracias a esta ordenación es posible visualizar de forma más clara cuáles
son los repertorios de ocio que aportan un mayor valor a la vida de los entrevistados y
cuáles cumplen una función más limitada. Por supuesto, debe admitirse siempre un
amplio rango de gradaciones intermedias, y no entenderse en ningún caso que
estamos antes categorías taxonómicas estancas entre sí, sino más bien ante modelos
explicativos con los límites borrosos propios de las ciencias sociales,
sistematizaciones necesarias de la información con “tolerancia a la imprecisión”
(Schulze, 2005, pp. 84-85).
Tomemos, por ejemplo, dos casos situados en la parte izquierda de la matriz. Si
atendiéramos sólo al grado de concentración, no podríamos distinguirlos, porque
ambos muestran una concentración alta: Ramón dedica su tiempo libre sobre todo a
jugar a las cartas, mientras que Teresa asiste a cursos de contenido cultural. Ahora
bien, apelando al estilo motivacional predominante, tenemos que el de Ramón es
extrínseco y el de Teresa, intrínseco. Si comparamos las expresiones de uno y otro
caso, veremos que la diferencia entre ambos es relevante, pese a compartir una
homogeneidad alta de su repertorio. Estas son sus respuestas cuando se les pregunta
a ambos qué pasaría si tuvieran que dejar de practicar su actividad más significativa:
La verdad es que para mí sería muy frustrante...pero bueno, en cada momento
tienes que aceptar las cosas que te suceden...tengo una madre mayor, y de los
problemas de salud nunca estamos exentos, y si mi hija necesitase que le
cuidase a los hijos...sería prioritario por más que me moleste. (Teresa)
Hombre, sí [me dolería], con las cartas tengo todas las tardes ocupadas.
(Ramón)
Ramón reconoce que no le gustaría perder el principal beneficio extrínseco que deriva
de su práctica de ocio (“tener las tardes ocupadas”). Teresa es más tajante en su
expresión de disgusto, pero, sobre todo, refiere inmediatamente a deberes familiares
sobrevenidos por causa de fuerza mayor, que al parecer es la única circunstancia en
la que se imagina dejando de practicar su actividad significativa. La diferencia es aún
52
mayor cuando se les pregunta si han mejorado en la práctica. Mientras que Teresa
responde con un contundente “Sí, muchísimo”, Ramón contesta de un modo más bien
dubitativo:
Pues yo creo que sí, claro, aunque digo que todo lo bueno mejora, suele
empeorar, pero bueno, yo creo que sí. (Ramón)
Así, parece claro que el papel vital que desempeña el ocio en el caso de Ramón es
bastante más limitado que en el de Teresa, algo que debe tenerse en cuenta a la hora
de valorar la alta concentración de su repertorio. En el caso de Teresa, su repertorio
aparece muy concentrado en torno a la asistencia a cursos culturales porque ha
descubierto en esta práctica una fuente de profunda satisfacción vinculada al sentido
de competencia y mejora. En el caso de Ramón, en cambio, la concentración en torno
al juego de cartas no resulta tanto de un entusiasmo por la actividad como de una
cierta inercia en el desarrollo de su itinerario de ocio, unida al concurso de factores
limitantes externos. Así, por ejemplo, Ramón practicaba la caza, pero dejó de hacerlo
por motivos de salud y económicos. En su caso el repertorio concentrado es más bien
señal de un ocio limitado, afectado por una serie de barreras. Un mismo grado de
homogeneidad del repertorio puede tener significados muy diferentes, y es el estilo
motivacional predominante lo que nos permite discernirlos.
La misma operación puede realizarse en el lado derecho de la matriz. El estilo
motivacional predominante nos permite también establecer distinciones útiles entre
repertorios que comparten una alta diversidad, como son los de Silvia y Enrique. No
sería razonable limitar su descripción a la heterogeneidad de las prácticas que los
componen, sin tener en cuenta cómo se vive esa heterogeneidad, que se concreta en
modos muy diferentes en cada caso. Así, por ejemplo, cuando se le pregunta qué le
aporta su actividad significativa (ir al cine), Silvia contesta: “Pues aportar...a mí es que
me encanta, mientras lo estoy viendo...has matado la tarde”. Enrique, en cambio,
asegura que cantar en una coral le aporta:
Valores, amistad, y además de la amistad, que para mí es importante, que vas
conociendo a gente que hay en el mundo, fabulosa. Hemos estado en Euskadi
en un montón de sitios, vas conociendo gente de esta coral, de la otra, por
ejemplo de Ermua, de Castro, de Gijón, de la Coruña, de León, no sé qué, y vas
conociendo gente que merece la pena. (Enrique)
Tanto Enrique como Silvia muestran un repertorio de ocio con una diversidad alta;
ahora bien, hay una diferencia fundamental, y es que en el primer caso no
encontramos nunca expresiones como “matar la tarde”, que sí están presentes en el
segundo. En casos como el de Silvia parece darse un cierto desinterés por las
actividades mismas, que no se buscan tanto por su contenido como por su capacidad
de entretener, de llenar el tiempo. Esto hace que, en última instancia, las actividades
de ocio sean intercambiables. Así, Silvia, preguntada por lo que pasaría si tuviera que
dejar de ir al cine, contesta: “Tampoco pasaría nada...ya buscaría otra cosa.” En
Enrique, en cambio, las actividades no son indiferentes, sino todo lo contrario: se
mantienen actividades diferentes precisamente porque cada una aporta algo propio.
En definitiva, la heterogeneidad del repertorio puede tener distintos significados. En
casos como el de Silvia, parece identificarse con un cierto “activismo” que busca llenar
53
el tiempo libre del mayor número de ocupaciones posible, casi con independencia –en
el límite – del contenido mismo de la actividad. En casos como el de Enrique, en
cambio, las actividades diversas se eligen justamente por su diversidad, por lo que es
su contenido, y no el tiempo que son capaces de “llenar”, lo que las hace atractivas.
En definitiva, atendiendo a la riqueza de lecturas que permite el cruce del continuo
concentración-diversidad con la motivación predominante, podríamos distinguir cuatro
estilos de organización del repertorio:
- motivación extrínseca y diversidad: estilo de organización activista
- motivación extrínseca y concentración: estilo de organización limitado
- motivación intrínseca y diversidad: estilo de organización equilibrado
- motivación intrínseca y concentración: estilo de organización especializado
Pues bien, a la hora de identificar estilos de organización del repertorio que
contribuyan a conseguir un Ocio Experiencial Valioso, debemos señalar al equilibrado
y al especializado. Es aquí donde se percibe una mayor aportación de las prácticas de
ocio al significado vital de los encuestados, mientras que en los otros dos estilos más
bien parecen desvelarse ciertas barreras subyacentes que impiden, bien el
descubrimiento de nuevos intereses, o bien el desarrollo de una implicación más
comprometida con determinadas prácticas. En los estilos especializado y equilibrado
encontramos dos actitudes fundamentalmente diferentes hacia el repertorio (que, no
obstante, bien pueden darse mezcladas en determinados individuos).
En el estilo equilibrado, el repertorio está marcado por un buscado equilibrio entre
actividades, que pueden o no tener una importancia similar. Lo relevante es que el
sujeto no está dispuesto a renunciar a ninguna de ellas (o a bajar su asignación
temporal), porque cada una aporta algo específico. Esta aportación puede tener que
ver con el contenido, pero no necesariamente: en ocasiones lo determinante pueden
ser los beneficios de la actividad, el grado de destreza que exige o el mundo social en
que se inserta. Queda claro, en cualquier caso, que las actividades no son sustituibles
por cualesquiera otras: es su diversidad precisamente lo que se valora.
“Si pudiera cogería más, porque yo la vida la valoro, aquí nos ponen para
trabajar, para no ser un mueble, entonces yo mi vida la valoro como una persona
que tiene que ampliarse, que cada vez tiene que ampliarse. (…)Pero las cosas
que hago [además de escribir] no las quiero dejar porque las quiero también.
Querría más tiempo para hacer más cosas.” (Blanca)
“Yo creo que mientras estás en un sitio [en la dirección del Hogar de Jubilados]
es obligación, yo lo vivo como una obligación y que salga lo mejor posible. (…)
Escribir es distinto, es más relax mío, es distinto totalmente.” (Blanca)
“Pero no quiero por aumentar una cosa dejar lo otro, porque la pintura me llena.
Yo he hecho una serie de cuadros, y no son ningún Rembrandt, pero a mí me
llena lo que hago, y dentro de eso, dicen que lo hago bien (…), me satisface, y
no renunciaría a eso. Y el pilates, creo que es una cosa necesaria, porque el
ejercicio físico se lo tienes que dar al cuerpo, porque si no al final...” (Enrique)
54
En el estilo especializado, por el contrario, encontramos la especial valoración de un
contenido concreto. Una actividad del repertorio (o un par de ellas) es mucho más
importante que el resto y ejerce una especie de “gravedad temática” sobre las demás.
En efecto, en los repertorios que responden a este estilo de organización se observa
con frecuencia un fenómeno que podríamos denominar “ramificaciones”, por el cual el
contenido de la actividad significativa es tan importante que se expande hacia otras
actividades, contagiándolas. En esos casos, pueden añadirse actividades nuevas al
repertorio, pero siempre en función de su potencial relación con el contenido de la
principal. Si en el otro estilo es la variedad lo que se valora, aquí se hace hincapié en
el parentesco temático entre actividades. Damián es un buen ejemplo de este
fenómeno. Su actividad significativa es la cocina, pero, además, todas las actividades
de ocio que menciona aparte de esta tiene que ver, de una manera u otra, con la
gastronomía: cuando va de vacaciones organiza cenas con los amigos; si acude al
teatro con su mujer, luego cenan en un buen restaurante. El siguiente fragmento es
revelador:
Hace tiempo también creamos un camping entre varios amigos que teníamos
caravanas y compramos un terreno, pues éramos unos treinta socios, y pusimos
una sociedad en el centro, y removimos todo e hicimos tres escalones...pero
llegó un momento en que vendí mis dos parcelas cuando ya los demás también
vendían y ya venía gente que no respetaba nada, tenía un mobile home...y fuera
del camping había un caserío con un terreno y hablé con el dueño, pues yo de
pequeño iba a una huerta con mi abuela y mi padre, que él iba a trabajar los
fines de semana, también la huerta me ha gustado mucho, hasta tal punto que
pese a mi mujer he puesto tomates y puerros en la terraza.” (Damián)
Otro caso sería Teresa, que, además de acudir a los cursos culturales, asiste a las
películas o espectáculos que allí le recomiendan. De hecho, el fenómeno de las
ramificaciones está presente en todos los ejemplos de estilo especializado de
organización. Cuando se da una alta concentración y una verdadera motivación
intrínseca, se dan también ramificaciones: no se han encontrado casos en los que la
actividad significativa permanezca aislada, sin expandirse temáticamente hacia otras
actividades. Por este motivo, el estilo especializado podría denominarse, con justicia,
“ramificado”.
El análisis de las entrevistas en profundidad desde el punto de vista de los repertorios
de ocio ha permitido establecer la relevancia del estilo de organización del repertorio a
la hora de identificar expresiones de Ocio Experiencial Valioso. Se constata, en primer
lugar, que es los repertorios de los encuestados pueden distribuirse en un continuo
que se extiende entre los polos de concentración y diversidad. En segundo lugar, la
sola distribución en función del grado de heterogeneidad de las prácticas se revela
insuficiente para una comprensión cabal de las diferencias de la muestra, puesto que
se dan repertorios concentrados muy distintos entre sí, y lo mismo sucede con los
repertorios más diversos. Así pues, se introduce la variable “estilo motivacional
predominante”, que se extrae del primero de los puntos que se han descrito en esta
fase cualitativa de la investigación (significado personal atribuido al ocio y a la
actividad significativa en particular). El cruce del continuo concentración-diversidad con
55
la motivación predominante permite distinguir cuatro estilos de organización del
repertorio: el especializado (o ramificado), el equilibrado, el limitado y el activista. Son
los dos primeros los que revelan rasgos de un Ocio Experiencial Valioso, al mostrar
dos posibles orientaciones que puede adoptar la organización del repertorio de ocio
cuando este se encuentra inscrito de un modo significativo y profundamente
satisfactorio en el horizonte de sentido vital del individuo. Los otros dos estilos, por el
contrario, parecen desvelar la acción de barreras subyacentes.
La aproximación al repertorio de ocio como un todo, no es habitual en la bibliografía
científica de los Estudios de Ocio. El estudio de las actividades tomadas aisladamente
es mucho más común. Ahora bien, no deja de haber un interesante precedente al
análisis que aquí se realiza, con unos resultados que, en parte, apuntan en la misma
dirección. Se trata del concepto de Estilo de ocio óptimo (OLL por sus siglas en inglés:
Optimal Leisure Lifestyle) de Robert Stebbins. El OLL se concibe como un estilo de
vida en el que figuran una o varias actividades de ocio serio, acompañadas de una
dosis razonable de ocio casual (Stebbins, 2000). Mientras que las primeras permiten el
desarrollo de destrezas y de mundos sociales específicos, la segunda compensa el
esfuerzo que aquellas demandan mediante una gratificación más fácil e inmediata.
Aunque claramente se apunta en la misma dirección y, sobre todos, se comparte una
perspectiva integral sobre el repertorio de ocio, no es exactamente lo mismo lo que
trata de sugerirse en el presente informe. En su concepto de OLL Stebbins considera
la variedad interna del repertorio en un solo sentido: el del esfuerzo que exigen las
prácticas. Desde ese punto de vista, divide las actividades en ocio serio y ocio casual.
Ahora bien, hay otras fuentes de diversidad que no contempla, como el compromiso
temporal, el contenido temático o la sociabilidad que acompaña a la práctica. La
gestión de la diversidad es crucial para un repertorio de ocio valioso, en efecto, pero
esta diversidad no se limita a los grados de esfuerzo exigido. Por el mismo motivo,
tampoco puede presuponerse que toda actividad “no casual” caiga inmediatamente en
la esfera del ocio serio. Como se ha mostrado aquí, el escenario de las actividades no
casuales es mucho más complejo y requiere más matices para su descripción. Por
último, aquí no se recomienda una única organización del repertorio como la óptima,
sino que se reconocen al menos dos maneras valiosas de organizarlo (el estilo
ramificado y el equilibrado), cada una de ellas con sus propios beneficios y sus propios
riesgos. Puede afirmarse, entonces, que esta caracterización de los estilos de
organización del repertorio de ocio supone una aportación original en la bibliografía
científica de los Estudios de Ocio.
5.5. Claves de interpretación desde el mundo social
Tras el análisis de los significados atribuidos al ocio en general y a la actividad
significativa en particular, de los beneficios, los itinerarios y las formas de organización
del repertorio, pasamos ahora a describir los modos en que las prácticas de ocio de
las personas mayores de Bizkaia se incardinan en mundos sociales específicos y los
desarrollan.
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5.5.1. Valor atribuido al componente social del “ocio experiencial valioso”
La dimensión social es inherente a un concepto experiencial del ocio valioso. Antes de
entrar a demostrar la importancia de esta dimensión, debemos aclarar qué
entendemos por “ocio experiencial valioso”. Partimos del hecho de que no todas las
prácticas de ocio tienen el mismo valor ni están animadas por los mismos valores. Si
esto es así, ¿cuál es el criterio que nos permitiría distinguir el “ocio experiencial” del
que no lo es?
Para esclarecer dicho criterio, debemos empezar cambiando el foco con que
analizamos las prácticas de ocio. La perspectiva desde la que nos aproximamos al
estudio de las mismas no viene dada, como suele ser habitual, por las actividades
aisladamente consideradas, sino por el conjunto dinámico de valores y recursos –
libertad, perseverancia, creatividad, equilibrio, sociabilidad y compromiso- que pone en
funcionamiento cada individuo cuando se apropia vitalmente de un determinado orden
de prácticas, haciendo depender de ellas su autorrealización personal.
Sin embargo, es importante aclarar que, al convertir la “experiencia” en la clave de
nuestra investigación, no estamos adoptando una perspectiva individualista ni
consintiendo en la idea de que el ocio únicamente serviría para intensificar la vida
privada a través de acciones que singularizan al sujeto. La idea de “ocio experiencial”
recupera de algún modo un tema muy querido por el pensamiento griego, el technê tou
biou o “cultivo de sí” (Foucault, 2009; Arribas et alii, 2010). En esta medida, estamos
interpretando actividades gobernadas por el principio de que “hay que cuidar de uno
mismo”, capaces de impregnar los estilos y formas de vivir, así como de constituir
prácticas sociales que dan lugar a relaciones interindividuales, a intercambios,
comunicaciones e incluso a asociaciones, comunidades e instituciones.
Por lo tanto, hemos creído interesante poner el acento no en la idea de “actividad”,
sino en la de “experiencia”, para evitarnos incurrir en apriorismos del estilo “¿es más
valioso jugar al ajedrez o acudir a un concierto?”. Es precisamente en el plano de la
experiencia donde las actividades –y su mundo concomitante de valores- arraigan en
un determinado proyecto personal, configurando a lo largo del tiempo un itinerario vital
de ocio. Dicho de otro modo, el ocio tiene y hace historia dentro de cada existencia
individual, igual que tiene y hace historia en el plano de lo social. Las entrevistas en
profundidad aquí analizadas han revelado cómo las prácticas de ocio pueden llegar a
conformar uno de los relatos más expresivos de la existencia personal. El análisis de
las declaraciones de los participantes permite tomar conciencia de que no sólo existe
una memoria personal de las prácticas de ocio, sino que las prácticas de ocio ayudan
a construir la memoria personal, resultando particularmente interesante cómo los
sujetos imbrican esta memoria en sus respectivas historias de vida. Lo podemos ver
en la respuesta que da Miren a la pregunta por la génesis de sus prácticas de ocio:
“Yo por desgracia no pude ir a la escuela. Éramos doce hermanos en una
posguerra y tuvimos que trabajar mucho. Yo hice la primera comunión por la
mañana y por la tarde ya estaba cuidando de una criatura. Yo siempre he tenido
interés por aprender, y oí que por la noche había escuela, y la daba un
falangista, pero mi padre los odiaba porque habían matado a uno de sus
hermanos. Así que él no podía enterarse, pero se lo dije a mi madre. Y fui,
57
escondida. Aprendí a cortar un vestido, una bata. Dijeron que a la primera que
aprendiese le regalaban la tela, y ahí que fui yo. Luego he estado trabajando, y
ya me casé, y cuando cambié de vivienda ya tenía lo de la Asociación de amas
de casa, y entonces llegué a Txurdinaga y me enteré que la BBK tenía un curso
de la promoción de la mujer, y me apunté”. (Miren)
Por tanto, hablar de “ocio experiencial valioso” no supone hablar, sin más, de prácticas
continuadas de tiempo libre: supone ir mucho más allá, al insistir en la capacidad
creativa, y no únicamente en el compromiso temporal, demostrada por cada sujeto
dentro de un determinado contexto social, económico e histórico, para dar significado
a su proyecto vital a través de prácticas que, además de ser profundamente
satisfactorias, le ayudan a construir y enriquecer su mundo social, favoreciendo por
ejemplo la solidaridad y el diálogo intersubjetivos. Sirviendo, además, para labrar una
autoimagen individual más favorable, apoyada en el reconocimiento y el
perfeccionamiento de habilidades y destrezas. Son muchos los testimonios que
coinciden en resaltar esas redes de solidaridad, ese generoso intercambio de know-
how, sobre los que se cimenta tanto la percepción individual de progreso técnico en
una determinada actividad como la sensación de protección y logro grupales:
“Es una ayuda muy grande. Me acuerdo del primer día que vine a una junta, que
me daba un poco de apuro porque no tenía ninguna relación con nadie, no
conocía a la gente... y sin embargo, cuando he caído enferma, se ha preocupado
desde el primero al último, animándome.. He estado súper atendida.” (Feli)
“En cuanto tenía un problema que no sabía cómo resolver, acudía al que veía
que lo sabía. Y a la inversa, cuando ha venido alguno a preguntarme como lo
hago, no he tenido nunca ningún secreto para nadie, en ningún aspecto, ni en el
trabajo, ni en los hobbies, ni en nada. He procurado ayudar siempre a todo el
mundo, porque yo me he visto en muchas dificultades.” (Gorka)
El ocio desempeña un papel clave a la hora de dimensionar el modo como el sujeto
quiere significarse socialmente a lo largo de toda su vida. Y si bien este es un
fenómeno constatable en cualquier período, hay edades particularmente expuestas a
eventos traumáticos que implican fuertes cambios en la existencia del individuo: así, la
población de la muestra ha citado frecuentemente acontecimientos como la jubilación
o la viudedad. Se trata de momentos potencialmente críticos, cuya clave principal no
es únicamente la pérdida, de ahí que la literatura científica se refiera a ellos como
“períodos transicionales”, en los cuales el sujeto ha de reorganizar su vida, a veces
justificando a través de medios nuevos su importancia personal dentro de la
comunidad. Y aunque es cierto que, con ocasión de estas situaciones que quiebran la
línea biográfica, se produce normalmente un trastorno en el modo de presentación de
la persona en la vida cotidiana (Goffman, 1993), este no tiene por qué suponer en
todos los casos una inhibición de la facultades sociales del individuo, antes al
contrario, puede dar lugar al reforzamiento de prácticas y destrezas anteriormente
adquiridas, e incluso al florecimiento de facetas inéditas de la personalidad.
Hemos podido comprobar hasta qué punto el cultivo de un ocio valioso puede resultar
de gran ayuda en este sentido, valgan como ejemplo las declaraciones de varios de
los participantes, en las que asocian de manera tan contundente como expresiva las
tres dimensiones de que hablamos: a) un evento vital traumático; b) la necesidad de
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volverse a significar en su medio social; c) el ocio valioso como medio que contribuye
a conseguirlo.
“La jubilación fue en el 2008, y en el 2005 se me murió un hijo con 29 años, de
cáncer, y aquello fue un trauma pues no estaba preparado para ver morir a un
hijo. En el 2007 se me murió la mujer de cáncer también. Fueron unos momentos
dificilísimos, pero por mil circunstancias: mi formación, mi forma de pensar, mi
forma de actuar, mis amistades cercanas...me ayudaron a ver cómo fueron todos
esos acontecimientos como tiene que ser en realidad, la vida pasa y se tienen
que pasar y se tienen que superar, teóricamente se tiene que poder recuperar.
Yo actué, actuamos, con cierta forma positiva de ver las cosas dentro de los
dolores de las diferentes situaciones...se superó. […] El ocio para mí ha sido
vital. […] ¿Cómo no me va a ayudar? Ha sido importantísimo y básico porque si
no hubiese tenido esa sensación de que el ocio puede ayudarme...”. (Luis)
En esta misma línea, los dos siguientes testimonios:
“Bueno, con el fallecimiento de mi mujer me he entregado más a juntarme con
alguna gente que quizá quiera organizar alguna cena, y yo solo me invito...para
hacer la comida. También tras el fallecimiento me apunté a una comparsa, de
Masustegui, porque mi hija vive aquí también, pero pertenece a Masustegui, y
ahí hay un montón de gente, treinta y siete (…)” (Carlos)
“(…) mi marido no era mi apoyo, éramos apoyo mutuo, de los dos, yo me valía
bien por mi cuenta, pero te deja como muy sola...y empiezas a pensar, y digo: “Si
me quedo en casa, qué hago aquí? ¿Muerta? ¡Muerta viva! Yo tengo que
preparar algo”. Entonces dejé la costura total, y alguien me habló de que este
centro se abría y que necesitaban gente para formar una junta y llevarlo. Pues
reuní a unas cuantas personas que a mí me parecieron que estaban preparadas
como para ello, pues no sólo es llevarlo, hay que llevar mucho papeleo y mucha
cosa, e hicimos la junta.” (Blanca)
Este instrumento de análisis nos ha permitido acercarnos a la experiencia vital de cada
entrevistado, poniendo en todos los casos de relieve cómo las prácticas más valiosas
de ocio disfrutan simultáneamente de una proyección individual y comunitaria. La
capacidad para transformar una práctica de ocio en una experiencia personal
profundamente satisfactoria, incluso en momentos en que el marco social del sujeto
parece quebrarse, nos remite a facultades que el individuo ha podido ir desarrollando y
perfeccionando a lo largo de su vida. Entre ellas, podemos contar: habilidades
técnicas, capacidad autocrítica de mejora, inquietud, curiosidad, entusiasmo,
implicación, apertura de miras, emprendimiento, motivación, formación continua, etc.
El desarrollo de cualquier de estas facultades sería inconcebible al margen de las
mediaciones y recursos de carácter social.
De hecho, los estudios de ocio acostumbran a subrayar el hecho de que cada práctica
da lugar a un “unique ethos”, es decir, un universo conductual y un sistema de valores
compartidos por la comunidad de practicantes, de los que cada uno de ellos vendría a
participar, con mayor o menor intensidad, y siempre de forma original. En este sentido,
las personas pueden llegar a identificarse con las prácticas hasta el punto de
convertirse en “embajadoras” sociales de sus ventajas y beneficios. El testimonio de
Teresa es muy expresivo a este respecto: “Yo sola... [a la pregunta de si alguien la
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animó a acudir a los cursos para adultos que atiende en la Universidad] y luego he
sido yo la animadora. Ya les he dicho que les voy a pedir comisión, yo he traído a un
montón de gente. Amigas mías, gente con la que he coincidido y que nos solemos
juntar una vez al año, yo siempre les hablo de mis rollos y tal, y han venido... gente
con la que he coincidido y no conocía y he coincidido por alguna razón, y les he
hablado del tema... o gente que igual oyes que tienen una inquietud y no saben qué
hacer... yo es que estoy entusiasmada”.
A este testimonio podemos sumarle otros que inciden de manera clara en cómo el
medio social en que se desarrollan las prácticas de ocio puede llegar a reforzar la
motivación del participante con tanta o mayor fuerza que el puro contenido de la
actividad en cuestión. En otras palabras, el medio social en que se desarrolla la
práctica no es un vehículo neutro de la misma, más bien puede llegar a funcionar
como agente estimulador de la actividad. De ahí que las instituciones y los
responsables sociales deban extremar el cuidado de los entornos en que se cultivan
las prácticas de ocio, pues de la sostenibilidad de aquellos depende en gran medida la
de estas.
“Ahora por ejemplo, estoy mirando ese paisaje tan bonito y si alguien interesado
y conocedor de eso, me diera unas clases de botánica, pues me sentiría
entusiasmadísima también. Yo no sé el nombre de ninguna flor, ni de ningún
árbol... pero creo que me contagio enseguida del entusiasmo de otras personas.
Y eso es lo que me parece interesante, el tener profesores que entusiasmen, y
eso me ha llamado mucho la atención en estos cursos para adultos, que cómo
hay profesores que realmente trabajan y se esfuerzan y nos dan unas clases
pues como si fuésemos a estudiar un máster o un doctorado, y hacen que los
demás estemos entusiasmados. Y ya no sé si es que uno hace lo que quiere, o
lo hace en función de lo que aporta el entorno.” (Olga)
5.5.2. Ocio valioso, reconocimiento social y convivialidad
En resumen, hablamos de un “ocio experiencial valioso”, en tanto fórmula alternativa al
concepto de “ocio serio” acuñado clásicamente por Robert Stebbins (Stebbins: 2000;
Brown, McGuire y Voelkl: 2008), conscientes de que el ocio demuestra sus beneficios
socialmente más duraderos y consistentes sólo cuando se cumplen determinadas
condiciones: a las citadas, podríamos añadir el desarrollo de estrategias para negociar
barreras sicológicas y estructurales, así como el equilibrio saludable entre las
actividades más significativas -que exigen mayor dedicación- y una periferia de
actividades casuales más ramificadas -que acaso exigen un compromiso menos
exigente-.
A lo largo de esta fase cualitativa de la investigación, hemos podido atestiguar hasta
qué punto las prácticas de ocio han sido una de las formas más extendidas y
populares de construcción de un mundo social a lo largo de la vida de los
entrevistados -así, Feli: “Tú tienes tu círculo pero hay que abrirlo. Yo tengo 64 años y
es ahora cuando me he dado cuenta de que he estado muy para mí. Ahora que he
salido he visto que soy una persona que puede compartir muchas cosas, eso es lo
bueno que me ha venido.” Sin embargo, reconocer una relación estructural entre ocio
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y sociabilidad no significa convertir al primero en instrumento de la segunda. Es cierto
que ninguna actividad de ocio deja de aprovecharse de los marcos sociales
preexistentes, quedando influidas y condicionadas por ellos a varios niveles; pero eso
no obsta a que las prácticas de ocio, sobre todo cuando se realizan de manera
sustantiva y duradera, ayuden a modelar formas sociales específicas, pudiendo dar
lugar a expresiones comunitarias altamente participativas, innovadoras y originales.
La consolidación de una red social es mayoritariamente percibida como uno de los
beneficios más inmediatos de cualquier práctica de ocio mínimamente arraigada. Y
sin duda estamos ante una de las dimensiones fundamentales de cualquier concepto
serio del ocio:
“Yo creo que es muy importante la relación social, sí. Igual el que más, para
mantenerte activa, fijo. Es importante también tener cierto interés en lo que
hacen los demás.” (Judith)
La siguiente participante, por ejemplo, identifica la dimensión social como uno de los
principales valores añadidos de la actividad de ocio; así, tras verse obligada a
abandonarla por un problema de salud, añora tanto o más esa convivialidad adherida
a la práctica que la práctica en sí misma.
“Antes dejaba a los niños en el cole y me iba al gimnasio, hasta que les daban
las vacaciones en verano. Empecé cuando aún no había nacido mi hija pequeña,
que tiene 38 años...estuve muchos años yendo, lo que pasa es que luego la
espalda...hacía un poco de todo, nos daban tablas de gimnasia y aparatitos y
así...allí conocí gente, tengo varias amigas, pero lo que pasa es que ya conocía
antes de ir, sobre todo a una, que seguimos siendo amigas, y ya es amiga de
cuando iban las niñas al cole. Nos conocimos en la puerta del colegio e iban a
ese gimnasio, y es ahí donde nos conocimos más. Lo dejé hace muchos
años...por la espalda. Me dio mucha pena, una pena horrible, aparte de porque
te lo pasabas bien porque luego hacías tus merienditas con todas y así, pues te
venía muy bien”. (Silvia)
Cuando hablamos de un “ocio experiencial valioso” pensamos en prácticas cuyo
arraigo no depende exclusivamente de la distinción social que otorgan al sujeto. De
otro modo, las prácticas de ocio podrían verse instrumentalizadas por esa presión
social que, en ocasiones, convierte a las actividades de ocio en una herramienta al
servicio de la visibilidad comunitaria de sus participantes. Un ejemplo de esto que
decimos lo encontramos en un fenómeno bastante extendido en nuestro entorno: en el
momento en que falta la red de acompañantes, muchas personas se sienten tentadas
a abandonar la actividad que realizaban, como si la atracción sentida hacia la práctica
no fuera suficientemente fuerte como para compensar la pérdida del círculo social que
la sostenía.
Sin embargo, hay casos en que la práctica arraiga con gran intensidad, hasta el punto
de convertirse en algo a lo que el sujeto no está dispuesto a renunciar con facilidad,
aun cuando pueda empezar a fallar el círculo que la sostuvo originalmente. De hecho,
este círculo ha podido ser sustituido por otro gracias a las oportunidades surgidas del
dinamismo social inherente a cualquier actividad de ocio seriamente vivida. Esta
capacidad de renovar las relaciones interpersonales es un ejemplo muy interesante de
61
negociación con una de las barreras más comunes entre todas las que suelen jalonar
el itinerario de ocio a lo largo de una vida, la pérdida del grupo social de referencia.
Por tanto, frente a la actitud que ve en el ocio un recurso idóneo para el mero tráfico y
visibilidad sociales, hemos podido descubrir actitudes más valiosas y complejas en
algunos de los entrevistados:
“Valores, amistad, y además de la amistad, que para mí es importante, que vas
conociendo a gente que hay en el mundo, fabulosa. Hemos estado en Euskadi
en un montón de sitios, vas conociendo gente de esta coral, de la otra, por
ejemplo de Ermua, de Castro, de Gijón, de la Coruña, de León, no sé qué, y vas
conociendo gente que merece la pena. Te aporta esa serie de...y de todo, te
llena tanto que, ¿qué te aporta? Todo.” (Enrique)
En síntesis, en la sociedad contemporánea, las actividades de ocio han pasado a ser
una de las armas más poderosas de obtención de reconocimiento social. Podemos
discutir si la distinción que antaño concediera a cada ciudadano su perfil profesional no
habrá sido sustituido hoy por su capacidad para significarse a través de su repertorio
de ocio (“sí, le tienes que conocer, Juan, el ciclista” –y no el comercial de banca-). Y
sin duda sería interesante entrar a debatir las causas, no necesariamente positivas,
que han motivado este cambio, aunque excede las intenciones de este estudio. Sea
como fuere, en el largo proceso de (re)significación social que cada sujete emprende,
de manera más o menos consciente, durante las diferentes etapas de su vida, las
prácticas de ocio desempeñan un papel extraordinariamente importante y significativo.
5.5.3. Otorgando sentido al tiempo: formas de ocio en la tercera edad y su impacto
sobre la sociabilidad.
Uno de los efectos sobre la vida cotidiana más directamente señalados por la
población entrevistada que había pasado recientemente por un proceso de jubilación
(propio o “vicario” –el del cónyuge-) es el aumento del continente de tiempo libre a su
disposición. A todos ellos se les plantea el reto de conferir sentido a ese nuevo
continente de tiempo, bien intensificando prácticas ya consolidadas, bien innovando en
prácticas abandonadas, bien incursionando en prácticas nuevas. Las personas más
conscientes de las virtualidades del ocio nos han dejado claro que no se trata de llenar
el tiempo -eso supondría incurrir en las equivocadas políticas del mero “activismo”-,
sino de descubrir sus potencialidades a través de un proceso de desarrollo personal
que adquiere especial significación en el caso de un segmento demográfico al cual,
hasta hace no demasiadas décadas, se le negaba capacidad de innovación y
emprendimiento.
Las manifestaciones de los entrevistados son especialmente ricas en este sentido,
yendo desde la sensación de recuperación de las oportunidades antaño
desaprovechadas para cultivar la sociabilidad en sus niveles más básicos de
afectividad y pertenencia, como pueda serlo la familia; hasta la sensación de dificultad
para aceptar las posibilidades de ocio que ofrece este nuevo tiempo vital, sensación
que en ocasiones persiste hasta que no se ha realizado una suerte de duelo por la
condición laboral abandonada.
62
“…he notado mucho la diferencia porque a mi hija nunca le había dado un beso,
no he visto el nacimiento de ninguno, pero ahora estoy con mi hijo, que le llamo
por teléfono, a diario, y a mi hija también, y más de una vez al día, por la mañana
le suelo llamar dos veces y por la tarde otras dos y luego viene a comer mucho a
mi casa, con el yerno y la nieta... me dedico a hacerles la comida y tal, hoy
mismo tiene que hacer unas cuantas cosas de comida para los amigos y me ha
dicho que las haga yo, y luego con mi hijo, que también ha salido muy cocinillas,
y ha tenido tres hijos a la vez, y me ha dado muchos problemas, pues hoy en día
tengo unos minutos con él, me acerco mucho a él, él a mí...” (Carlos)
Conviene destacar igualmente el caso de Olga, una persona cuya significación social
la tenía enteramente cobrada de su posición profesional como directiva de una gran
empresa, y que tuvo que realizar un duelo que le permitiera elaborar la pérdida de su
perfil laboral para, a continuación, “darse permiso” para disfrutar, de manera proactiva
y entusiasta, de actividades de ocio inéditas para ella hasta ese momento:
“Y cuando finalmente decidí y trasladé ya públicamente mi deseo de
marcharme, me produjo una angustia, una depresión, una historia que incluso lo
tuve que tratar un poquito, y me decían que sí, que efectivamente, que había
entregado tanto de tu ser, tu tarea y de tu tiempo, y de tus amores, al trabajo,
que era normal tener una especie de duelo por la pérdida, era una pérdida, el
trabajo era una pérdida. Sabes que pierdes ese estatus que tienes en el trabajo,
que te valoran, tal... pierdes las amistades, las relaciones, los contactos... y
entonces se produce una pérdida y eso había que gestionarlo, y durante unos
meses estuve haciendo una cosa muy suavecita, pero tipo psicoterapia, de tal
manera que cuando ya lo dejé, pues a finales de aquel año ya de alguna manera
le había dado la vuelta al tema. Hice una gran despedida y fue fantástico, tengo
un recuerdo maravilloso... Luego, me hice un viaje y tal... todo estupendo. Y a la
vuelta de ese viaje mi marido estaba enfermo. Y también tuve la gran
satisfacción de poder atenderle, lo que no pude atenderle en esos treinta años
de vida en común porque cada uno estábamos muy entregados a nuestros
trabajos... pues fueron unos meses de una entrega mutua y un reconocimiento y
de una cosa estupenda. Pues falleció tal como en junio o así y pasó julio, y
agosto, y en septiembre digo: “Empiezo yo ahora a vivir mi vida”. […] Para mí ha
sido casi una nueva vida, un nuevo descubrimiento el haber dejado de trabajar y
decir que hay vida después del trabajo, y poder dedicarme a otras cosas.” (Olga)
Este último testimonio nos ha permitido combinar de manera muy productiva al menos
dos de las hipótesis que queríamos testar en esta fase del proyecto: a) las personas
que han estado comprometidas con prácticas de ocio serio a lo largo de sus vidas
perciben más clara e intensamente los beneficios psicosociales que éste tiene sobre el
envejecimiento satisfactorio; b) en un número considerable de casos, el ocio valioso
sirve para restañar la herida producida por la sensación de pérdida de significación
social tras la jubilación -o tras cualquier otro evento que incida de manera traumática
en la línea biográfica-, erigiéndose en factor clave a la hora de afrontar con éxito los
retos que se le presentan al sujeto en períodos transicionales.
Hemos comprobado cómo un “ocio experiencial valioso” contribuye a otorgar sentido a
ese nuevo continente de tiempo libre del que disfrutan las personas pertenecientes al
segmento demográfico que constituye la muestra del estudio. Esto se concreta, en la
práctica, en una serie de comportamientos sobre los que los entrevistados han
63
llamado nuestra atención de manera recurrente. En primer término, la experiencia de
ocio, una vez ha pasado a integrarse en un determinado proyecto de autorrealización
personal, revoluciona en cierto modo la escala de valores del individuo, quien,
consecuentemente, cambia su forma de evaluar las inversiones, los esfuerzos y hasta
los sacrificios, que considera imprescindibles para poder seguir desarrollando la
actividad en cuestión (McCormack et alii, 2008).
“Evidentemente, esto supone también tener una independencia económica que
no es fácil en este momento, pero yo me lo planteo como que siempre hay que
prescindir de cosas. Yo hasta ahora he prescindido de todo, y ahora no quiero
hacerlo. No me compraré un abrigo o unos zapatos, pero me voy de viaje, vengo
a clase... contacto con compañeros, y sobre todo compañeras, porque
mayoritariamente somos mujeres, que ves que están en la misma onda, de
aspectos culturales que también les gustan, gente que también ha dejado de
trabajar, o que los hijos ya se les han hecho mayores y que siempre han tenido
inquietudes culturales, e incluso algunas personas que han cogido un año de
excedencia y quieren profundizar...el ambiente es muy agradable”.(Olga)
La capacidad adaptativa es un mérito consignado en la biografía de casi todos los que
presentan perfiles que podríamos definir bajo el rótulo de Ocio Experiencial Valioso.
Una transformación en el orden de las prácticas de ocio conlleva casi siempre una
transformación equivalente en el orden de las esferas sociales. Ninguna práctica
sobrevive a lo largo de amplios períodos de tiempo sin que el actor haya tenido que
negociar con ciertos aspectos que, a ojos de personas con menor grado de
compromiso o determinación, se hubieran convertido en obstáculos insalvables. De
todos modos, un concepto demasiado estricto de ocio sustantivo (la dedicación
obsesiva e inmoderada a una práctica) puede llegar a generar conflictos entre el
mantenimiento de un perfil social equilibrado, plural y saludable, y el compromiso y
concentración a que obligan las prácticas de ocio cuando quieren ser vividas de forma
particularmente exhaustiva.
Al hablar de “ocio experiencial valioso” estamos intentando esquivar este peligro –los
rasgos socialmente disruptores y potencialmente patológicos-, al defender estilos más
flexibles de conciliación de la práctica de ocio con la inserción abierta, creativa y
solidaria con el entorno comunitario. Varias de las personas entrevistadas ejemplifican
ese difícil pero valioso equilibrio entre consolidación e innovación, entre
especialización y apertura de horizonte, que es propio del mundo social resultante de
un ocio realmente valioso. Una práctica de ocio que aparta al individuo de la diversidad
de esferas sociales puede ser, efectivamente, muy seria, pero es dudoso que resulte
auténticamente valiosa.
[Sobre el aislamiento de su madre anciana]: “Tampoco me importa estar sola,
pero por ejemplo veo a mi madre que tiene 87 años ahora, que vive sola, y como
yo se mantiene más o menos activa, tiene un problema de columna, pero cuando
puede sale al jardín, le gusta ciertos programas de TV, se mantiene en contacto
con nosotros por el Skype, lee bastante, hace crucigramas y esas cosas, pero…
tiene poco contacto social. Ella dice que no le importa para nada, pero yo creo
que sí que es importante porque te vuelves muy introvertido.” […] “Si, y yo le
suelo decir tienes que invitar a gente. Ella no puede salir porque tiene cierto
problema de movilidad y ella no puede salir. Entonces yo quería que ella se
64
cambiase a un piso tutelado, por ejemplo, para estar con gente. Y esa es la
pelea que tenemos continuamente, aunque ella me dice que está muy bien sola,
pero no, porque veo que se está atrofiando y eso no me gusta.” (Judith)
5.5.4. Géneros y generaciones del ocio: la edad y el sexo como variables en la
construcción del ocio valioso en Euskadi
Desde un punto de vista demográfico, en los estudios de ocio siempre ha de tenerse
en consideración cuál es el colectivo nuclear de cada investigación. El análisis de las
prácticas de ocio no puede desentenderse de las variables demográficas. En las
últimas décadas del siglo XX, así como en la inicial del siglo XXI, hemos asistido en
Euskadi a un crecimiento continuado de los segmentos de población que superan los
65 años (del Arco, J.; San Segundo, J. M., 2010). De hecho, el incremento poblacional
a partir de los 45 años en casi todos los grupos de edad comprendidos a partir de ese
punto de partida ha resultado tan paulatino como evidente durante las últimas dos
décadas.
En el pasado, en un contexto de menor envejecimiento poblacional, en el que no era
posible vincular a los mayores de 60 años la capacidad de gasto y emprendimiento así
como el nivel de formación permanente que podemos reconocer en ellos hoy día, no
se insistía tanto como se hace actualmente en la importancia del ocio como espacio
ideal para la consolidación de relaciones intergeneracionales. Tradicionalmente, las
prácticas de ocio en la juventud han servido a un doble expediente desde el punto de
vista del diálogo intergeneracional: por una parte, los núcleos sociales integrados por
personas de diferentes segmentos de edad, y muy particularmente la familia,
funcionaban como catalizadores del ocio, como “nidos de prácticas” de tiempo libre y
hobbies, dentro de un sistema de transmisión vertical que, casi siempre, iba desde los
más ancianos hasta los más jóvenes. No son raros en nuestra muestra los testimonios
de padres que ven roto el hilo familiar de una práctica, lamentándose de la pérdida de
interés en ella por parte de las generaciones más jóvenes; desmovilización que en
algún caso se imputa al cambio de valores sociales que conduce a que carezcan hoy
de arraigo y prestigio prácticas antaño más populares y extendidas:
“En la cuadrilla con la que andaba casi todos éramos cazadores, sin embargo, la
gente joven, mis hijos, que ya tiene 41 mi hija la mayor y el pequeño 35, pues
esos no han tirado para la caza, ninguno, y mis yernos tampoco. Intenté llevar a
mi hijo, pero no le gustó. Y mis nietos, ya no digo nada, la educación en los
colegios va por otros derroteros”. (Ramón)
Actualmente, el papel de los mayores no se reduce al de transmisores de un cierto
know how acumulado a través de los tiempos, tampoco al de guardianes de la
tradición o keepers of the meaning: el papel de “otro significativo” –el que descubre, el
que incita, el que moviliza, el que atrae hacia una determinada práctica- parece
repartirse de manera mucho más transversal y por medio de procesos y canales, tanto
físicos como virtuales, extraordinariamente plurales. En realidad, hoy son muchas
veces los mayores los que están en la mejor tesitura para innovar, tanto en las
prácticas como en los espacios de ocio, sin verse constreñidos por el papel exclusivo –
65
aunque, con todo, muy valioso- de transmisores de aficiones en virtud de su
acreditada experiencia y autoridad. Cuando determinada actividad de ocio (una coral,
por ejemplo) se convierte en un espacio de intercambio de saberes y de participación
de experiencias y logros entre personas de diferentes edades, los entrevistados lo
destacan de forma muy positiva, acaso añorando que no sea más frecuente
“Hay en la coral de la empresa, que es la coral Baco, tenemos un joven de
veinticuatro, veinticinco años, que a la vez está en el orfeón de Sestao y a la vez
está en Beti Aurrera, que es un grupo de la zona de Bilbao que está cantando
bilbainadas, y es el único, los demás, son todos de mi edad.” (Enrique)
“Con internet veo cosas, busco información, le escribo cartitas ahora a mi hijo
que está fuera. Lo hago desde marzo...y es un trasto, era de una tía de mi nieto
que lo iba a tirar porque había comprado uno muy bueno y me preguntó si me lo
traía, y ahí está, la mar de bien. Mi hijo me hizo un programa que cuando lo
enciendes está todo ahí puesto para que me meta por todos lados...busco cosas
de tiendas y así...yo siempre he sido de maquinitas...mi hijo cuando era crío
tenía un juego de estos de comecocos y nos daban las cuatro de la mañana a
los dos, esos juegos así me encantan...la wii con los nietos me encanta. Cuando
vienen a dormir la traen y nos dan las mil. Jugamos a todo y lo pasamos muy
bien.” (Silvia)
En resumen, se dice que una de las bazas de la identidad grupal es que permite a
cada individuo ser “diferente como los otros” (Maffesoli, 2004). Algo parecido
podríamos afirmar a la luz de las reflexiones de las personas entrevistadas: la
cohesión grupal dentro de una comunidad de practicantes no es el efecto ciego de una
identidad compartida por sus miembros y cerrada acríticamente. Por supuesto que se
concede una gran importancia al ethos compartido, especialmente cuando éste se
cultiva al alimón por representantes de distintos estratos demográficos; pero el ethos
que construye cualquier actividad valiosa de ocio ampara y avala suficientes
diferencias a la hora de ser experimentado como para creer que él pueda ser un
obstáculo a la realización y libertad personales.
Asistimos a un fenómenos novedoso y particularmente interesante, del que han dejado
testimonio varias mujeres entrevistadas: las formas tan innovadoras como han
aprendido a plantear su prácticas de ocio a partir de los 60 años, puede que no surtan
el efecto de movilizar a las generaciones más jóvenes en las mismas direcciones que
sus mayores; pero parece comprobado que les ayuda a cuestionarse a ellos mismos
sus propias experiencias de ocio.
“El otro día invité a mi hijo y me acompañó, pero son cosas muy puntuales, ellos
están a lo suyo. Lo que sí he notado es que este cambio en mi vida les ha
influido positivamente, y ellos también han iniciado cambios en la suya.” (Olga)
En definitiva, en este apartado se ha podido constatar la importancia que reviste el
mundo social de las prácticas de ocio para los entrevistados. Resulta imprescindible
ser conscientes de que esta socialidad en la que se desarrolla la práctica no es nunca
un vehículo neutro de la misma, antes al contrario, puede llegar a funcionar como
agente estimulador de una forma (personal y comunitariamente) valiosa de ocio. Se
66
reafirma así a través del estudio del ocio de las personas mayores de Bizkaia algo que
es ya un lugar común en la literatura científica: que las actividades de ocio han pasado
a ser una de las armas más poderosas de obtención de reconocimiento social. Este
reconocimiento social por momentos puede adquirir incluso tal protagonismo que
contribuya a subordinar a su servicio la misma práctica, evitando así que se produzcan
otros beneficios más específicos de la práctica de ocio. No obstante, se han hallado
también expresiones comunitarias altamente participativas y de gran valor cohesivo,
que emanan de experiencias de ocio compartidas a las que los individuos se adhieren
de un modo duradero y comprometido. Así, cuando hablamos de un “ocio experiencial
valioso” pensamos en prácticas cuyo arraigo no depende exclusivamente de la
distinción social que otorgan al sujeto, sino en aquellas que se convierten en un cauce
natural para la promoción de formas de solidaridad comunitaria y en las que el ethos
grupal permite y avala el suficiente margen para el desarrollo de diferencias
individuales.
67
6. Conclusiones
El proceso de envejecimiento de la población en el Territorio Histórico de Bizkaia trae
consigo retos y desafíos inéditos a las administraciones. Es necesaria una respuesta
coordinada a la que contribuyan diversos agentes de intervención y en la que se
reúnan los resultados de investigación de muy diversas disciplinas. En este estudio se
plantea lo que consideramos una aportación relevante desde los Estudios de Ocio. El
ocio, concebido como experiencia integral y significativa en la vida de las personas,
desempeña una función de enorme importancia en la promoción de un envejecimiento
satisfactorio, a través de su incidencia comprobada en el bienestar psicológico. Para
ahondar en los factores que hacen posibles esta incidencia y contribuir a la
elaboración de un constructo que los sistematice en torno a la idea del ocio
experiencial valioso, se ha recurrido aquí a la combinación de técnicas metodológicas
tanto cuantitativas como cualitativas.
La administración de un cuestionario a la población vizcaína entre 61 y 75 años ha
permitido constatar que esta tiene un repertorio muy dinámico y variado de prácticas
de ocio, llamando la atención no sólo su número, ciertamente alto, sino también la
diversidad de ámbitos temáticos a que pertenecen las actividades de que participa
(Deporte, Cultura, Juegos, Turismo, Voluntariado, Sociabilidad, etc.). Ha podido
comprobarse, en cualquier caso, cómo un alto índice de participación en actividades
de ocio no es causa suficiente de bienestar personal en la población de mayor edad.
Es decir, el mero activismo no es lo que incide en un bienestar percibido, sino más
bien la calidad de esas prácticas, así como la capacidad del individuo para convertirlas
en experiencias valiosas, satisfactorias, duraderas y memorables. De ahí que se haya
dado importancia en la explotación de los datos del cuestionario a la implicación de los
sujetos en sus prácticas de ocio.
Se ha resaltado que las actividades de ocio más comúnmente practicadas por los
ciudadanos de Bizkaia, con edades comprendidas entre los 61-75 años, no son
aquellas que sirven para definir su identidad, ayudándoles a su realización personal.
Existe, por tanto, un revelador déficit de implicación en las actividades de ocio más
comunes. Esto nos lleva a pensar que existe algo en el propio contenido y naturaleza
de determinadas actividades que las hace susceptibles de convertirse en más
“significativas” que otras, siendo específico de ellas el que se le pueda atribuir valores
muy especiales a su práctica. De ahí que resulte especialmente revelador para este
estudio el caso de aquellas prácticas (por ejemplo, “pintar” o “tocar un instrumento”),
que, siendo muy poco señaladas como “significativas” por la muestra general, son en
cambio consideradas como “significativas” por un alto porcentaje de sus propios
practicantes. Estas actividades son precisamente aquellas que permiten al individuo
marcarse retos e ir avanzando en la propia acción a lo largo de un tiempo dilatado, que
va a exigir del sujeto una actitud creativa a la vez que comprometida. De este modo,
parece claro que es la cualidad de las prácticas, y no su cantidad, la que se erige en
factor de promoción del bienestar percibido.
Sin embargo, se ha puesto de relieve cómo la bibliografía científica centra esta
valoración de la cualidad de las prácticas en el modelo de implicación en actividades
68
de ocio establecido por Stebbins bajo el título de “serious leisure”. Como se ha
mostrado, en este estudio no se ha podido corroborar una incidencia significativa de
los patrones de “serious leisure” sobre el bienestar personal percibido. Como
sugeríamos, una explicación puede venir dada por el pequeño tamaño (en términos
absolutos) de la población delimitada como “practicantes de ocio serio”, lo que a su
vez tiene que ver con la excesiva exigencia de los criterios del constructo. De ese
modo, se revela como necesario identificar patrones alternativos de ocio entre
población de tercera edad que no pequen de la estricta exigencia del modelo de
Stebbins y logren esclarecer la incidencia de la calidad de la experiencia de ocio en las
escalas de bienestar. Una estrategia especialmente interesante consiste en adoptar en
la búsqueda de estos patrones alternativos de ocio valioso una perspectiva más
amplia e integral, que no considere las actividades aisladamente (y su “seriedad”), sino
en el seno de un itinerario vital (perspectiva diacrónica) y de un repertorio de ocio
(perspectiva sincrónica).
Para proceder a la identificación de criterios sobre los que pueda construirse un
modelo eficaz que explique la incidencia de la calidad de las prácticas de ocio sobre el
bienestar percibido de los individuos (y, por ende, sobre el envejecimiento
satisfactorio), se ha considerado necesario recurrir a metodologías cualitativas, en
concreto, entrevistas en profundidad. Los significados derivados de estas entrevistas
en profundidad se han analizado teniendo en consideración cuatro variables
diferentes: el significado concedido al ocio en general y a la actividad significativa en
particular, los beneficios de la práctica de ocio, el itinerario seguido, la organización del
repertorio de ocio, y el mundo social en que éste se inscribe.
A la luz de las diferencias identificadas a través del estudio del significado atribuido al
ocio por parte de las veinte personas entrevistadas, se puede afirman que el
significado atribuido al ocio constituye un factor a tener en cuenta a la hora de
identificar expresiones de Ocio Experiencial Valioso entre las personas mayores de
Bizkaia pues dicha variable es capaz de discriminar aquellas personas para quienes el
ocio proporciona sentido vital de aquellas otras personas mayores para quienes el ocio
no es tractor de sentido vital.
Considerando los resultados obtenidos a partir del análisis de los beneficios que el
ocio y en especial, la actividad elegida como más significativa reporta a las personas
mayores de Bizkaia, se puede afirmar que la variable beneficio contribuye a diferenciar
desde el punto de vista del desarrollo personal, aquellas expresiones de ocio valioso
de otras que no lo son tanto. Así, la percepción de beneficios asociada a las funciones
de activación y compensación del ocio, esto es, al sentimiento de estar activo, ocupar
el tiempo y evadirse de los problemas, el aburrimiento o la rutina, se encuentran
especialmente asociada a estilos de ocio que no se acogen a los presupuestos del
ocio experiencial valioso. Por el contrario, los beneficios obtenidos del ocio pierden el
valor instrumental precedente en aquellos estilos de ocio en los que este fenómeno
posee un valor trascendente que dota la existencia de su protagonista de sentido vital.
En estos casos, en los que el impacto personal del ocio es mayor, adquiere especial
protagonismo la percepción de beneficios tales como el sentimiento de competencia,
el reconocimiento social y el enriquecimiento personal.
69
Los resultados obtenidos de la descripción de los itinerarios de ocio permiten constatar
que la infancia constituye un periodo importante para la gestación de preferencias que
suelen persistir a lo largo de la vida, bien en su expresión original o bien a través de
otras actividades relacionadas, a lo largo de la vida de una persona. A la luz de estos
datos, parece tener sentido el presupuesto defendido por Iso-Ahola (1980), según el
cual la mitad de las actividades que componen el repertorio de ocio de un adulto tienen
su origen en actividades cuyo interés se gestó durante la infancia o juventud. Esta
afirmación no conlleva inmovilismo sino que destaca la fuerza de intereses tempranos,
intuidos y/o vividos como espacios de desarrollo y fuentes de satisfacción cuya
impronta resulta suficientemente potente como para “orientar” la trayectoria de ocio de
las personas. Como contraste, resulta fundamental destacar la tendencia de las
personas mayores a abrir nuevas áreas de interés, que toman forma real a través de
actividades personalmente significativas que enriquecen las experiencias de ocio y la
vida social de las personas mayores. Los resultados de este estudio corroboran la
hipótesis que aboga por el devenir dinámico del ocio, en virtud del cual la tendencia a
la continuidad convive con la orientación al cambio a lo largo de la vida. Dicha
convivencia se resuelve a favor de la tendencia al cambio que como hemos visto se
materializa entre las personas mayores mediante la incorporación de nuevas prácticas
a sus repertorios de ocio.
El análisis de las entrevistas en profundidad desde el punto de vista de los repertorios
de ocio ha permitido establecer la relevancia del estilo de organización del repertorio a
la hora de identificar expresiones de Ocio Experiencial Valioso. Se constata, en primer
lugar, que es los repertorios de los encuestados pueden distribuirse en un continuo
que se extiende entre los polos de concentración y diversidad. En segundo lugar, la
sola distribución en función del grado de heterogeneidad de las prácticas se revela
insuficiente para una comprensión cabal de las diferencias de la muestra, puesto que
se dan repertorios concentrados muy distintos entre sí, y lo mismo sucede con los
repertorios más diversos. Así pues, se introduce la variable “estilo motivacional
predominante”, que se extrae del primero de los puntos que se han descrito en esta
fase cualitativa de la investigación (significado personal atribuido al ocio y a la
actividad significativa en particular). El cruce del continuo concentración-diversidad con
la motivación predominante permite distinguir cuatro estilos de organización del
repertorio: el especializado (o ramificado), el equilibrado, el limitado y el activista. Son
los dos primeros los que revelan rasgos de un Ocio Experiencial Valioso, al mostrar
dos posibles orientaciones que puede adoptar la organización del repertorio de ocio
cuando este se encuentra inscrito de un modo significativo y profundamente
satisfactorio en el horizonte de sentido vital del individuo. Los otros dos estilos, por el
contrario, parecen desvelar la acción de barreras subyacentes.
70
En lo relativo al medio social de las prácticas de ocio, se constata que este nunca es
un vehículo neutro de las mismas, más bien puede llegar a funcionar como agente
estimulador de la actividad. De ahí que las instituciones y los responsables sociales
deban extremar el cuidado de los entornos en que se cultivan las prácticas de ocio,
pues de la sostenibilidad de aquellos depende en gran medida la de estas. Se reafirma
así a través del estudio del ocio de las personas mayores de Bizkaia algo que es ya un
lugar común en la literatura científica: que las actividades de ocio han pasado a ser
una de las armas más poderosas de obtención de reconocimiento social. En el largo
proceso de (re)significación social que cada sujete emprende, de manera más o
menos consciente, durante las diferentes etapas de su vida, las prácticas de ocio
desempeñan un papel extraordinariamente importante y significativo. Cabe destacar,
asimismo, que la cohesión grupal dentro de una comunidad de practicantes no es el
efecto ciego de una identidad compartida por sus miembros y cerrada acríticamente.
Por supuesto que se concede una gran importancia al ethos compartido,
especialmente cuando éste se cultiva al alimón por representantes de distintos
estratos demográficos; pero el ethos que construye cualquier actividad valiosa de ocio
ampara y avala suficientes diferencias a la hora de ser experimentado como para creer
que él pueda ser un obstáculo a la realización y libertad personales.
En definitiva, tanto el medio social en que se desarrolla la práctica, como el modo en
que se organizan los repertorios, el itinerario que los desarrolla, los beneficios que de
ellos se derivan y los significados que se les atribuyen aparecen como factores
discriminantes a la hora de evaluar la cualidad de las experiencias de ocio y, por ende,
su potencial para la promoción del envejecimiento satisfactorio. El bienestar percibido,
que en los resultados del cuestionario aparecía reveladoramente vinculado a
diferencias cualitativas entre las prácticas, se confirma a través de las metodologías
cualitativas como el síntoma de una serie de profundos y complejos procesos que el
ocio es capaz de fomentar y que aseguran un envejecimiento satisfactorio. La
sistematización de estos hallazgos en un constructo que permita la planificación, el
control, la evaluación y mejora de la intervención en ocio en el colectivo de personas
mayores de Bizkaia se muestra como una necesaria línea de trabajo futuro que
permitiría llevar a la práctica, con indudables consecuencias positivas, lo que aquí se
recomienda desde un punto de vista teórico.
71
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