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LA CONVENCION DE OCANA POR JOSE JOAQUIN GUERRA

LA CONVENCION DE OCANAganar la batalla de Carabobo, que coronó la emancipa-ción de Venezuela; las de Bomboná y Pichincha, que abrieron paso al Ecuador para su incorporación á

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LA CONVENCION DE OCANAPOR JOSE JOAQUIN GUERRA

~A PONVEN:CIÓN DE PCAÑA

CAPITULO 1

~!61)1] A lucha había sido tenaz y sangrienta; desigual en~;)V;," una? partes, estéril en, otras, .en todas ~ublim~ ;

'í"7"~~ aqm un descalabro, alla un trIUnfo pasaJero, masallá una victoria decisiva, hasta que al fin, con heroicosesfuerzos y dejando atrás inmenso número de enemigosvencidos y de hermanos muertos, llegaron los patriotasá ocupar un sillón en el Congreso de Angostura.

Cesaba por cortos momentos el fragor del combate,porque la aurora de la Patria había empezado á des-puntar en no lejano hori7:onte con vivísimos destellos.A las puertas del primer Parlamento nacional deponíansus armas victoriosas los vencedores en cien campos debatalla; resonaban aún las descargas de Boyacá, quesellaron la independencia de un vasto territorio, cuandoesos sabios guerreros se congregaban en el augusto re·cinto donde había de darse vida á la nueva nacionalidadorganizando el Poder civil y asegurando el imperio dela Ley y la inviolabilidad del Derecho.

Después de un año de ausencia volvía el LibertadorBolívar al Congreso de Angostura á dar cuenta de SUBoperaciones militares en aquel período, el primero de sugloria marcial impereeedera. Introducido en el salón delas sesiones entre los vítores del pueblo que lo aclamaba

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ya como Jefe indiscutible, ocupó el solio presidencial, yen elocuente discurso hizo una ligera reseña de sus com-bates y de sus triunfos, terminando con estas frases:

Yo recomiendo á la soberanía nacional el méri to de estosgrandes servicios por parte oe mis esforzados compañeros dearmas, que con una constancia sin ejemplo padecieron priva-ciones mortales, y con un valor sin igual en los anales de Ve-nezuela, vencieron y tomaron el ejército del Rey. Pero no essólo al Ejército Libertador á quien debemos las ventajas adqui-ridas: el pueblo de la Nueva Granada se ha mostrado digno deser libre; su eficaz cooperación repuso nuestras pérdidas yaumentó nuestras fuerzas. El delirio que padece una pasióndesenfrenada es menos ardiente que el que ha sentido la NuevaGranada al recobrar su libertad.

Este pueblo generoso ha ofrendado todos sus bienes y to-das sus vidas en las aras de la Patria; ofrendas tanto más me-ritorias cuanto que son más espontáneas! Sí, la unánime de-terminación de morir libres y de no vivir esclavos ha dado á laNueva Granada un nuevo oerecho á nuestra admiración y res-peto. Su anhelo por la reunión de sus Provincias á las Provinocias de Venezuela es también unánime. Los granadinos estáníntimamente penetrados de la inmensa ventaja que resulta áuno y otro pueblo de la erección de una nueva República com-puesta de estas dos naciones. La reunión de la Nueva Granaday Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde misprimeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países,y es la garantía de libertad de la América del Sur.

j Legisladores! El tiempo de dar una base fija y eterI:ia ánuestra República ha llegado. A vuestra sabiduría pertenecedecretar este grande acto social y establecer los principios delpacto sobre los cuales va á fundarse esta vasta República.Proclamadla á la faz del mundo, y mis servicios quedarán recompensados.

Dos días después, esto es, el 17de Diciembre de 1819,la campaña de los cien meses se coronaba en Angos-tura con el implantamiento libre del Poder legal con·quistado en buena lid por los luchadores insignes de laindependencia. La Ley Fundamental sancionada aqueldía organizó la nueva nacionalidad reuniendo en unasola las Repúblicas de Venezuela y Nueva Granada bajo(jI título glorioso de República de Colombia, y dividién-dola en tres grandes Departamentos: Venezuela, Quitoy Cundinamarca, con las capitales da Caracas, Quito yBogotá, para cada uno de ellos. Fijó los límites del nuevo

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Estado en términos generales; consolidó las deudas con·traídas separadamente por cada sección; dispuso que elPoder Ejecutivo nacional fuese ejercido por un Presi·dente y en su defecto por un Vicepresidente, teniendotambién un Vicepresidente cada uno de aquellos Depar-tamentos; fijó la fecha del 1.0 de Enero de 1821 para lareunión en el Rosario de Cúcuta del Congreso generalde Colombia, el cual habría de expedir la Constituciónpolítica de la República; decretó transitoriamente armasy pabellón nacionales, y en fin, estableció una Comisiónde Gobierno permanente, con facultades especiales mien·tras se reunía la Representación nacional. Sus últimosartículos dicen así :

La República de Colombia será solemnemente proclamadaen los pueblos yen los ejércitos con fiestas y regocijos públi-cos, verificándose en esta capital el 25 del corriente Diciembre,en celebración del nacimiento del Salvador del mundo, bajocuyo patrocinio se ha logrado esta deseada reunión, por la cualse regenera el Estado.

El aniversario de esta reorganización política se celebraráperpetuamente con una fiesta nacional, en que se premiarán,como en las de Olimpia, las virtudes y las luces.

La presente Ley fundamental de la República de Colombiaserá prom ulgada solemnemente en los pueblo'> y en los ejérci-to~, inscrita en todos lo~ registros públicos y depositada en to-dos los archivos de lo, Cabildos, la~ Mnnicipalidade'l y corpora-ciones así eclesiástica" como seculares (1).

El nuevo Estatuto fue aprobado unánimemente yfirmado por todos los representantes allí reunidos.

Puesto en pie ante inmenso concurso D. FranciscoAntonio Zea, Presidente del Congreso, pronunció estasmemorables palabras al promulgar la Ley fundamental:

" Señores! La República de Colombia queda cons·tituida. Viva la República de Colombia! " .

El grito repetido por los Diputados resonó en el co-razón de los ciudadanos libres. Un nuevo sol alumbrabael campo de gloriosas hazañas; la espada del conquista-dor quedaba vencida por la lanza del llanero, y desde lahistórica aldea las salvas de artillería y las aclamacio·

(l) V~ase Pombo y Guerra Recopilación de Constituciones de Colombia, r.G:g. 106.

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nes de la muchedumbre saludaban con loco entusiasmoel nacimiento de la Gran Colombia.

Pero la obra de emanciDaclOn aún no estaba con·cluida, y la de organización - política y civil apenas sehabía iniciado en Angostura.

Para coronar la primera se hizo necesario todavíaun caudal de sangre superior al derramado hasta enton-ces. Aún qUédaban en el territorio :Morillo, y Sámano,y "\Varleta, y Calzada, y :Morales, y varios otros jefesrealistas comandando numerosas tropas y aterrando elpaís con sus crueldades y depredaciones. Aunque la ba-talla de Boyacá había sido decisiva para la independen·cia de Nueva Granada, fue preciso todavía tomar á san·gre y fuego plazas fuertes como el Banco, Santa :Marta,San Carlos, Cartagena, Cumaná, :Maracaibo, Puerto Ca·bello, el Callao y muchos otros puntos inexpugnables;fue preciso guerrear con el mismo denuedo por cincoaños más, librar con éxito vario infinidad de combates,ganar la batalla de Carabobo, que coronó la emancipa-ción de Venezuela; las de Bomboná y Pichincha, queabrieron paso al Ecuador para su incorporación á laGran Colombia, y las de Junín y Ayacucho, que sella·ron la independencia del Perú y Bolivia. Fue precisotodo aquel titánico esfuerzo para que á principios de1826 no quedara ningún punto oGupado por las huestespeninsulares en la extensión de cinco Repúblicas, y seviera cumplida la promesa del Libertador .. de llevar labandera de la libertad desde las márgenes del Orinocohasta las heladas cimas del Potosí."

Por lo que hace á la organización civil y política,iniciada a,penas en el COllgre:,:'ode Angostura, lejos desufrir detrimento con la guerra, sAguía ella su curso na·tural á medida que lo permitían las circunstancias y re·cibiendo mayor impulso después de cada crlf;uentro fa-vorable á las armas patriotas. El mismo Congreso deAngostura dictó varias disposiciones de suma importan·cia después de sancionar la Ley fundamental. Organi-zado el Gobierno en virtud de aquel Estatuto, pudieronlos Poderes públicos funcionar regularmente, y cuandoen el campo de Carabobo se dio go~pe de muerte á lapretensión española, la autoridad civil adquirió gran

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desarrollo continuando con mayor amplitud su regularfuncionamiento; y el Congreso nacional, instalado unmes antes en la Villa del Rosario de Cúcuta, pudo en-tonces adelantar con facilidad sus labores constituyentesy legislativas hasta llevarlas á término feliz en pocosmeses.

Entre los primeros actos de este Congreso se cuen-ta la Ley Fundamental de la unión de los pueblos de Co-lombia, en que se puso el sello de aprobación á la de An-gostura copiando casi todos sus artículos, y se estable·cieron algunas bases fundamentales para la constituciónpolítica del país (1). .

Eran éstas la interpretación genuina de las aspira-ciones de todos los colombianos, á cuya realización ha-bían contribuido con sus caudales, con su sangre y consu vida. Dar forma práctica á aquellos justos anhelos,expedir y sancioll9.rex propria auctoritate el Códigofun-damental de la República y consignar en él principiosrepublicanos invulnerables, era el último desiderátumde los patriotas, puesto al fin en planta después de onceaños de incesantes luchas.

Obrando "en nombre y bajo los auspicios del SérSupremo," se decretó en esta Ley fundamental "la so-lemne ratificación de la de Angostura," y se dispuso ensu artículo 1.o :

Los pueblos de la Nueva Granada y Venezuela quedanreunidos en un solo cuerpo de Nación, bajo el pacto expreso deque su Gobierno será ahora y siempre pOlJular representativo.

En seguida señaló á la nueva nacionalidad el nom-bre de República de Colombia; fijó sus límites sobre ba-ses generales; la dividió para su más ventajosa admi-nistración en seis Departamentos con autorid ldes subal-ternas de la nacional; reconoció in solidum las deudascontraídas separadamente ordenando su pago de lasrentas públicas; dispuso que el mismo Congreso forma-ra la Constitución de la República "conforme á las basesexpresadas y á los principios liberales que ha consagra-do la sabia práctica de otras naciones" ; señaló provisio.nalmente las armas y el pabellón colombianos, y final·mente ordenó que se construyera una ciudad. con el

(1) Véase Pamba y Guena. Recopilación de Conltituciorle!, de Colombia, pág. 110.

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nombre del Libertador Bolívar para capital de la Repú-blica, que se celebraran en los pueblos y en los ejércitosfiestas y regocijos públicos en conmemoración de distin-tos acontecimientos, y que "la Ley Fundamental de launión de los pueblos de Colombia fuera promulgada so-lemnemente en los pueblos y en los ejércitos, in'Scrita enlos registros públicos y depositada en todos los archivosde los Cabildos y las corporaciones así eclesiásticas comoseculares." Los artículos 3.0 y 4.°, que después fueroncopiados en sustancia por otras leyes fundamentales,Constituciones políticas y proyectos de las mismas, cornocanon invariable, decían lo siguiente:

La Nación colombiana es para siempre é irrevocablementelibre é independiente de la Monarquía española y de cualquie-ra otra potencia ó dominación extranjera. Tampoco es ni seránunca el patrimonio de ninguna familia ni persona.

El Poder supremo nacional estará siempre dividido para suejercicio en Legislativo, Ejecutivo y JudiciaI.

Las bases estaban pues sólidamente fijadas, y asíla labor constituyente se hizo rápida y sencilla por launanimidad de pareceres entre los Diputados al Con-greso de Cúcuta, muchos de los cuales habían tenidoparte en la elaboración de las leyes fundamentales an-teriores. El 30 de Agosto de 1821 se expidió la primeraConstitución política de la República de Colombia, quesancionó algunos días después el Libertador Presidentecon su firma y la de todos sus Ministros (1). Encarnabaella la garantía de los derechos individuales y la conso-lidación de los Poderes públicos como salvaguardias delorden y la justicia: era por tanto el mejor de los triun-fos hasta entonces obtenidos por los republicanos, cornoque, incruento y pacífico, venía á poner el sello de ver-dadero provecho á todos los que ellos habían logrado al-canzar en once años de ruda contienda.

Aquella Constitución, á la cual se ha dado con razónel nombre de " partida de bautismo de la naciente Re·pública," marca una éra de bastante trascendencia en lahistoria de nuestro Derecho constitucional. Alecciona·dos los patriotas por durísima experiencia, comprendien-do al fin con la lógica de los hechos anteriores que

(1) Véase &copi/<u:i6n de Con.lilucionel de Colombia, por Pombo y Guerra, pág. 119.

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l'uníon faít la force, habían vuelto sobre sus pasos en lapendiente á que iba conduciéndolos la exageración fede·ralista, y visto que sólo á esa unión poderosa y firmedebían el triunfo de la causa republicana, acabaron porabrazar el sistema unitario como único capaz de salvará la Nación de la anarquía, rodeándola de la fuerza y elprestigio que le faltaron en los comienzos de su vida po-lítica. El General D. Antonio Nariño y otros pocos Di-putados sostenían la forma federal; pero el recuento nomás de los desastres producidos por· ella hizo que elCongreso en masa la mirara con horror, optando por lacontraria como la única aceptable en momentos en quela independencia del Sur era aún un problema que sólopodían resolver la cohesión y el arrojo de las distintasfuerzas patriotas enlazadas por un vínculo indisolubleentre las diversas secciones del territorio.

La Constitución de 1821 es pues esencialmente cen-tral ; y si este carácter de la Carta política de Cúcuta fuelo que dio margen á posteriores disensiones entre los co-lombianos, no puede negarse que á él se debe principal-mente la terminación de la independencia y la solidez yfirmeza del edificio político recién levantado, cuyas ba-ses debían estar estrechamente ligadas para hacer frenteá conmociones intestinas y exteriores, que no tardaronen hacerse sentir con recio empuje. Volver al régimenfederal hubiera sido destruir en un día la obra de cincolustros: los hechos se encargaron de demostrar más tar-de quién tenía la razón, si el General Nariño que aban-donó el salón de las sesiones porque se desechaba suproyecto federalista, ó D. José Manuel Restrepo, D. JoséIgnacio de Márquez, D. Diego Fernando Gómez, D. Mi-guel de Tobar, que lo combatieron elocuentemente, ha-ciendo prevalecer al fin el que consagraba el sistema uni-tario y que vino á sancionarse en definitiva.

Ya en otra parte hemos dicho al dar publicidad á laConstitución de Cúcuta precediéndola de un ligero co-mentario (1) :

Desde la fecha de la promulgación de esta carta políticaquedaron asegurados con lazos indisolubles los derechos y lasgarantías del individuo, de la sociedad y de la Nación entera.

(1) Pamba y Guerra COllstitucionel de Colombia, pág. 146.

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El orden y la justicia encontraban fuerte apoyo en la Constitu-ción, que era como el vínculo de seguridad, de paz y de buenaadministración que prometía Colombia dcsde su solemne naci·miento.

Las disposiciones en ella contenidas dan clara idea de losnotabilfsimos progresos que habían hecho las nociones de laciencia constitucional en el espíritu de los colombianos, y delfirme propósito de los constituyentes de renunciar á las con-troversias de la primera época revolucionaria y trabajar conaplomo y firmeza en la obra magna que fue como "la partidade bautismo de la naciente República."

Nótase también en ella el orden que guardan sus diferen-tes disposiciones, el cual no fue conocido por las cartas anterio-res de las Provincias; el lenguaje preciso y adecuado, sin teneraquella construcción y aquellos términos impropios de un oó·digo de esta magnitud. En fin, ella toma en consideración losasuntos más importantes y precisos que pueden presentarse enel manejo del Gobierno, sin entrometerse en aquellas minucio-sas puerilidades que se encuentran en las Constituciones de1811 y 1812, que por reglamentar pequeíleces pasan por altoasuntos políticos de la mayor importancia.

Empieza invocando el nombre de Dios" como Autory Supremo Legislador del Universo," y en el preámbulohacen mérito los Representantes de que cumplen con losdeseos de sus comitentes "en orden á fijar las reglasfundamentales de la unión de los pueblos de Colombia yestablecer una forma de Gobierno que les afiance losbienes de su libertad, seguridad, propiedad é igualdad,cuanto e'3dado á una Nación que comienza su carrerapolítica y que todavía lucha por su independencia."

Desde luégo-dice el comentador Samper-se ha desterradodel Código fundamental todo lenguaje ampuloso, toda cosa queparezca máxima de filantropía y moral, eu vez del convenientecarácter de disposición imperativa y precisa, y toda aglomeración de teorías revolucionarias á estilo francés. En todo el con·texto de la Oonstitución el lenguaje es preciso y adecuado, yreina un espíritu práctico y de perfecta seriedad.

En segundo lugar, la Constitución, como obra de legisla-ción fundamental, es más metódica. En vez de comenzar por unapomposa declaración de los Derechos del Hombre en sociedad,como se había acostumbrado hasta 1815, empieza por el prin-cipio, y se desarrolla según las reglas hasta su fin. Su Título 1.o

trata de la Nación colombiana, que es el objetivo supremo, de·dicando la sección primera á la Nación en general, y la segun-

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da á los colombianos. El Título 2.o habla del territorio y del Go-bierno de la República, y así queda establecido en rasgos funda·mentales lo que compone la Nación: la soberanía nacional, losciudadanos, el territorio y el Gobierno (1).

Lo mismo que en las Leyes fundamentales ante-riores, se declara en el artículo 1.0 que" la Nación co-lombiana es para siempre é irrevocablemente libre éindependiente de la Monarquía española y de cualquieraotra potencia ó dominación extranjera, y no es ni seránunca el patrimonio de ninguna familia ni persona."Luégo en los artículos 2.°y 3.°se establecen estos prin.cipios :

La soberanía reside esencialmente en la Nación. Los Ma·gistrados y Oficiales del Gobierno investidos de cualquiera es-pecie de autoridad, son sus Agentes ó Comimrios, y responsa·bIes á ella de su conducta pública.

Es un deber de la Nación proteger por leyes sabias y equi·tativas la libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad detodos los colombianos.

Después de fijar la calidad de ciudadano colombianoy establecer sus respectivos deberes, dice que "el territo·rio de Colombia es el mismo que comprendían el anti-guo Virreinato de Nueva Granada y la Capitanía gene-ral de Venezuela, quedando incorporados en ella los pue·blos que estuvieran aún bajo el dominio español, ámedida que fueran conquistando su independencia, yestableciendo la división interior en Departamentos, Pro·vincias, Cantones y Parroquias."

Hablando del Gobierno de Colombia dice:

El Gobierno de Colombia es popular representativo.El pueblo no ejercerá por sí mismo otras atribuciones de

la soberanía que la de las elecciones primarias, ni depositará elejercicio de ella en unas solas manos. El Poder supremo estarádividido para su administración en Le¡;¡;islativo, Ejecutivo yJudicial.

El Poder de dar las leyes corresponde al Congreso; el dehacer que se ejecuten, al Presidente de la República, y el deaplicarlas en las causas civiles y criminales, á los Tribunales yJuzgados.

(1) Derec/¡o p'blico interno, por José María S.mper, tomo 1.0, pllg. 144.

12 J. J. Guerra-------Naturalmente el Congreso quedaba dividido en dos

Cámaras: la del Senado y la de Representantes, nomen-clatura que nunca ha variado entre nosotros. La prime-ra, compuesta de cuatro Senadores por cada Departa-mento, con período de ocho afios, tenía funciones judi·ciales idénticas á las que hoy se le atribuyen. La Cámarade Representantes, formada de uno cuando menos porcada Provincia, con período de cuatro afios, ejercía atri-buciones fiscales para la acusación ante el Senado de losmás altos funcionarios de -la República, y sólo en ellapodían tener origen las leyes sobre contribuciones ó im·puestos. El Congreso debía reunirse motu proprio cadaafio el 2 de Enero, por el término ordinario de noventadías, pudiendo prorrogarlo él mismo por otros treinta encaso necesario. Reunido en una sola Cámara, perfeccio-naba las elecciones de Presidente y Vicepresidente de laRepública y las de los Senadores da los Departamentos.En cuanto á las atribuciones del Congreso, formación delas leyes, sanción y veto del Ejecutivo, funciones econó-micas y prerrogativas de cada Cámara, inmunidad desus miembros, condiciones para la elección y otros asun-tos de detalle, la Constitución de 1821es idéntica enesencia á las que se han expedido posteriormente; sóloque no se concedía al Ejecutivo el derecbo de presentarproyectos de ley, y este fue un asunto cuya modificaciónpensó hacerse en la Convención de Ocaña en el sentidode dar aquella facultad al Jefe de la Nación.

Una de las atribuciones del Congreso, la 25.&,merecerecordarse por los sucesos á que dio margen posterior-mente. Dice así:

Oonceder durante la presente guerra de independencia alPoder Ejecutivo aquellas facultades extraordinarias que sejuzguen indispensables en los lugares que inmediatamente es-tán sirviendo de teatro á las operaciones militares, y en losrecién libertados del enemigo; pero detallándolas en cuanto seaposible, y circunscribiendo' el tiempo, que sólo será el muy ne-cesario.

Comentando esta disposición el Sr. Samper, dice losiguiente:

Así, aun debiendo ejercer las funciones de Presidente dela República un hombre tan grande, ilustre y popular como elLibertador, la Oonstitución no permitía al Oongreso concederle

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facultades extraordinarias sino en un caso único, necesario,como el de la guerra de independencia, y con muy precisas ysabias restricciones; lo que prueba cuánto los constituyentesde 1821 consideraban peligrosas para la libertad y el buen go-bierno las facultades extraordinarias del Poder Ejecutivo, quesolamente podían emanar del Congreso (1).

El Poder Ejecutivo de la República sería, natural-mente, ejercido por un Presidente, y en su defecto porun Vicepresidente, ó por el Presidente del Senado. Elperíodo presidencial era de cuatro años, y podía haberlugar á la reelección con intermisión por una vez. Lasatribuciones del Jefe del Ejecutivo son en sustanciaidénticas á las que se han establecido después, y encuanto á facultades extraordinarias, el artículo 128,que tanto dio que decir en ese entonces, es del tenor si-guiente:

En los casos de conmoción interior á mano armada queamenace la seguridad de la República, y en los de una invasiónexterior y repentina, puede, con previo acuerdo y consenti-miento del Congreso, dictar todas aquellas medidas extraordi-narias que sean indispensables y que no estén comprendidas enla esfera natural de sus atribuciones. Si el Congre'i3o no estu -viere reunido, tendrá la misma facultad por sí solo; pero leconvocará sin la menor demora, para proceder conforme á susacuerdos. Esta extraordinaria autorización será limitada úni-camente á los lugare~ y al tiempo indispensablemente nece-sarios.

El Presidente de la República es asesorado en cier-tos casos por un Consejo de Gobierno compuesto del Vi-cepresidente, un Ministro de la Alta Corte de Justicia y .,.de los Secretarios del Despacho. Estos son: de Relacio- ,...,~nes Exteriores, del Interior, de Hacienda, de Marina yde Guerra, con atribuciones iguales á las que siempre se ".~les han fijado como órganos de comunicación del Presi-dente de la República, signatarios de sus providenciaspara que éstas sean válidas, y voceros suyos ante las Cá-maras legislativas, á las cuales deben dar todos los in-formes que les pidan, salvo los que exijan reserva.

El Poder Judicial lo componen la Alta Corte de Jus-

(1) José Marra Samper. Der•• h. públi •• inlcr ••• lomo 1.0, pág. 149.

J. J. Guerra

ticia, Cortes Superiores y Juzgados inferiores. Los :Mi-nistros de la primera, que deben tener setialados requi-sitos, son nombrados por el Senado á propuesta de laCámara según las ternas ó listas presentadas por el Eje-cutivo. Sus atribuciones, como se comprende, son de lamás alta importancia en el ramo de justicia. Dichos Mi·nistros tienen el carácter de vitalicios, y fue éste otro delos puntos delicados cuya modificación quiso establecer-se en la Convención de Ocatia. La misma calidad de vi·talicios tienen los Ministros de las Cortes Superiores,que son nombrados por el Poder Ejecutivo á propuestaen terna de la Alta Corte de Justicia.

Ahora, en cuanto á la organización interior de laRepública, los Intendentes tienen el mando político decada Departamento, y son nombrados por el Presidentede la República como agentes inmediatos suyos. Encada Provincia, un Gobernador nombrado también porel Presidente de la República y subordinado al Inten·dente departamental, tiene el régimen inmediato de lamisma. Sólo los Cabildos ó Municipalidades de los Can-tones quedan subsistentes, de modo que se nota la faltaabsoluta de una corporación representativa ó por lo me·nos administrativa que en los Departamentos organicesus propios intereses dentro de los límites constituciona-les y legales, como se ha establecido siempre, aun bajo elrégimen más absoluto. Semejante omisión fue otra delas tachas que se pusieron á la obra de los constituyen-tes de 1821, increpándoles y no sin razón que habíanllevado el sistema unitario á pernicioso extremo. De aquique en la Convención de Ocatia se propusiera á este res-pecto una reforma prudente por todos los partidos.

y como reverso de la medalla, haciendo reminiscen-cia de antiguas teorias federalistas imitadas de las Cons-tituciones americanas, prescribía la de Cúcuta que nosólo los Ministros y Agentes Diplomáticos, sino los In-tendentes de Departamento y Gobernadores de Provin-cia fueran nombrados " con previo acuerdo y consenti.miento del Senado," lo que coartaba en mucho la libertadpresidencial, contrastando notablemente esta traba 6 li-mitaci6n con las demás disposiciones que tendían al ré-gimen absoluto.

El Titulo relativo á los derechos y garantías de loscolombianos es completo, y de él se b.ap.tomado después

La Con'lJtnción de Ocaña 15---_._.__ ._.._ ..--_.. -..__ _-_.__ ._-_ _ -muchos de sus artículos casi textualmente para las Cons-tituciones posteriores. En los proyectos presentados á lamisma Convención de Ocaíla no se hizo mayor variacióná este respecto, porque en él estaban determinadas todaslas libertades públicas y garantías individuales, no ya conlos pomposos epígrafes de Derechos del hombre en sociedady Varias disposiciones relativas á la administración dejusticia, que se usaron hasta 1815, sino conforme á laredacción y fórmulas propias de la consistencia y apIo.mo adquiridos con las nuevas teorías de Derecho públicointerno. Cuanto pueda referirse á la libertad y seguridadpersonales, á la inviolabilidad del domicilio y de)a co-rrespondencia, al respeto á la propiedad, á la seguridaden los procesos y penas, á)a igualdad de los ciudadanossin privilegios ni distinciones ni títulos nobiliarios, á lalibertad de imprenta y derecho de asociación y de peti-ción, á la equitativa formación de la fuerza armada, lomismo que á la libertad del sufragio, responsabilidad delos funCIOnarios públicos, y al respeto y obligaciones de-bidos entre gobernantes y gobernados, todo esto quedóconsignado en ese Título de las Disposiciones generales.

Otro Título está dedicado á las elecciones. En él seestablecen Asambleas parroquiales que eligen Electoresde Cantón, y Asambleas electorales ó de Provincia, com-puestas de tales Electores, las cuales sufragan por elPresidente y Vicepresidente de la República, los Sena-dores de Departamento y los Representantes de Provinocia. Subsistiendo como elemento representativo el siste·ma de elección indirecta, en las Asambleas primariasvotan los vecinos de la respectiva parroquia para Elec·tores de los Cantones, r éstos, reunidos luégo en la capi-tal de la Provincia, elIgen aquellos altos funcionarios.Con algún exceso de reglamentación se determinan enel mismo Título las cualidades requeridas para estos carogos y las causas de suspensión 6 inhabilitación paraejercerlos. "Los Constituyentes-dice el comentadorSampar á este respecto-no quisieron que las muchedum-bres votasen y estableciesen la soberanía del número,sino que, para ejercer la función del sufragio, así los su-fragantes como los Electores diesen garantías de capaci.dad é independencia" (1).

(1) Jo", M.da Samp.r, Dor.e". pliNie. iat,,,,,4. Col_büI, tomo ,.0, pig. ,46.

16 ].]. Guerra

Finalmente, los Títulos IX y X, que son los últimosde la Constitución, tratan" del juramento de los emplea-dos" el primero, y el otro "de la observancia de las leyesantiguas, interpretación y reforma de esta Constitución."Son notables los artículos 190 y 191 de este último Títu-lo, con que se cierra la obra. por haber sido causa depermanente controversia y de tentativas de violaciónnecesaria de esos mismos artículos, Dicen así:

Art. 190. En cualquier tiempo en que las dos terceras par-tes de cada una de las Cámal'as juzguen conveniente la refor-ma de algunos artículos de esta Constitución, podrá el Congre-so proponerla para que de nuevo se tome en consideracióncuando se haya renovado, por 10 menos, la mitad de los miem-bros de las Cámaras que propusieron la reforma; y si enton-ces fuere también ratificada por los dos tercios de cada una,procediéndose con las formalidades prescritas en la Sección Idel Titulo IV, será válida y hará parte de la Constitución; peronunca podrán alterarse las bases contenidas en la Sección 1".del Título 1.0 yen la 2." del Título 2.0

Art, 191. Cuando ya libre toda ó la mayor parte de aquelterritorio de la República que hoy ~st~ bajo el poder espafiolpueda concurrir con sus Representantes á perfeccionar el edi-ficio de BU felicidad, y después que una práctica de diez ó másafios haya descubierto todos los inconvenientes ó ventajas dela presente COllstitución, se convocará pOl' el Congreso unaGran Convención de Colombia, autorizada para examinarla óreformarla en su totalidad.

Tal fue, á grandes rasgos, la obra de los Constitu-yentes de Cúcuta, "obra en que tomaron parte muchosde los más eminentes patriotas y pensadores de aquellaGran Colombia que fue el sublime sue:tio y el orgullo delLibertador. Por lo tocante á principios generales sobreorganización, división y modo de funcionar de los Pode-res públicos sobre condiciones fundamentales de la Na-ción y de la ciudadanía, y sobre libertades públicas ygarantías individuales necesarias, todo lo que podía serjusto y conveniente para fundar un Estado libre y debuen Gobierno estaba contenido en la prudente y sabiaConstitución de 1821. Sus disposiciones, con dos ó tresexcepciones que hemos calificado de erróneas, dabanclara idea de los notabilísimos progresos que habían he-cho las nociones de la Ciencia constitucional en el espí-ritu de los colombianos, y del propósito de los Constitu-

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yentes de renunciar á las peligrosas utopías de la prime-ra época revolucionaria, ora inspiradas por el federalismode los norteamericanos, ora por el jacobinismo fran-cés." (1)

Esta Constitución sirvió de norma para las que seexpidieron después no sólo en Colombia sino en otras na-ciones del continente americano.

La naciente República se presentaba, pues, con legí.timo orgullo ante el mundo civilizado, yal par que dabamuestra de saber constituirse políticamente organizandosu Gobierno y legislando con cuerdo aplomo, llevaba laguerra á las comarcas del Sur, aún azotadas por el des-potismo español, y salvando los límites de sn territorio,daba vida independiente á dos nuevas Repúblicas.

Pero antes de que el Perú y Bolivia se hicieran li-bres por el arrojo de Bolívar y Sucre, y por el denuedode las tropas colombianas, ya el Ecuador, libre tambiénpor idénticas causas después de la célebre batalla de Pi-chincha, había proclamado desde mediados de 1822 suincorporación á Colombia por el voto de su representa-ción nacional y de todas sus Municipalidades. Así laGran Colombiaquedaba completa con esta anexión, ex-tendiendo sus dominios hasta la frontera peruana.

y aun parecía que le sobraran fuerzas para comba-tir, pues llegó á concebir el proyecto de coadyuvar la in-dependencia de otros puntos del continente americanoenviando numerosas expedicionesá México, Cuba y Puer-to Rico; fundar la República del Brasil, y aun llevar elestandarte de la libertad hasta las remotas Filipinas. siesto fuera posible.La apertura del Canal de Panamá 1'ueentonces otra empresa en <fUevolvió á pensarse seria-mente contando con la riqueza del tocritorio. Si ilusoseran estos proyectos, no cabía duda por otra parte deque la Gran Colombia adquiría una preponderancia in-discutible y se veía rodeada de una auréola de prestigioque traspasaba los mares causando admiración á la Eu-ropa misma. Su independencia fue bien pronto reconoci-da por muchas de las grandes potencias extranjeras conquienes se celebraron brevemente tratados público~ endebida forma, por mediación de sus respectivos plenipo-tenciarios Washington y Lafayette saludaban á la

(1) 1006 María Samper. lkrecho público interno de Colombia, tomo 1.0, pág. \S2.2

18 J. J. Glltrra

naciente República" como la más fuerte y más noble dela América latina."

En el Perú, en Chile, en Buenos Aires tomaba cueropo la idea de conferir á Bolívar el protectorado de laAmérica espafiola ; luégo en Venezuela y en el Perú mis-mo, la de constituir una monarquía; después la de esta-blecer la Gran Confederación de la América del Sur,siempre con Bolívar á la cabeza, como el genio de la li·bertad y "como el árbitro de la paz y de la guerra." Mástarde se inIDtalabael Congreso de Panamá, donde habíade tomarse un término medio entre estas aspiraciones,pactando la alianza hispanoamericana.

Así, cuando al terminar el afio de 1826el pendónnacional flameaba en cinco Repúblicas anunciando lacoronación de la independencia, sin que quedara un palomo de tierra ocupado por los espafioles, Colombia laGrande llegaba al apogeo de su esplendor, viéndose ad-mirada por los extrafios, bendecida por sus hijos, duefíade sí misma, soberana y fuerte, para escalar con pie fir-me el último pináculo de la gloria.

CAPITULO II

Pero cuán cortos fueron sus días de ventura y de so-siego. Mientras en el Exterior se extendía la fama deColombia haciéndola merecer proposiciones de alianza yvaliosos homenajes, en el seno mismo de su territorio co-menzaba á sentirse el germen de la discordia que habríade serIe fatal en no lejano día. "Colombia, hija de la vic-toria, dice el General Posada, presagiaba una larga vidade paz y de dicha cuando la fatalidad, que pesa con manode hierro sobre estas Repúblicas hispanoamericanas, vinoá burlar tántas esperanzas halagüefias, á hacer infruc-tuosos tántos sacrificios, iniciando la éra de las olimpíadas revolucionarias, que celebramos nadando en lagosde sangre, y que celebrarán nuestros nietos, porque es-crito está que las culpas de los padres las pagarán loshijos hasta la quinta generación" (1).

Fue en el Perú, cuando aún se daban las últimas ba-tallas para conquistar su libertad, donde se presentaron

f 1) Joaquín Posada GutiErre •• M.moria. hi./6rico política., tomo l·, p6g. 9.

La GJ,",'1ft;~1f ti, Otana

los primeros síntomas de la anarquía, por mezquinasambiciones de los Jefes peruanos y por flojedad y pocopundonor de sus tropas. Fue alli donde por primera vezse pensó en atentar á la vida del Libertador, estando aúnfrescos los laureles con que lo habfan coronado despuésde esas gloriosas batallas: en Lima se conspiraba contralas tropaS colombianas que tan heroicamente habían pe·leado por su independencia. No bien el Libertador vuel-ve la espalda, cuando las autoridades peruanas facilitanla sublevación de esas tropas, y con la defección de la 3.-División colombiana se enciende la guerra civil en lascomarcas del Sur. El Perú prescinde ya de Bolívar paraconstituir su Gobierno; la prensa de allí se desata en de-nuestos contra Colombia y contra Bolívar, y el Departa·mento de Guayaquil empieza á funcionar como Estadoindependiente. A poco el Perú rompe el Tratado de amis·tad y alianza con Colombia, alborota las tropas acanto·nadas en Chuquisaca, la¡:;cuales hacen una descarga ce-rrada sobre el Presidente de Bolivia, Mariscal Sucret quele despedaza el mismo brazo con que babía esgrimiao suespada victoriosa para alcanzarles la libertad en aquelloscampos inmortales. Sucre, "el General más digno deColombia," apresado después y expulsado del territorio deBolivia, se despedía para siempre de ella en un brillantemensaje al Congreso, en que pedía como premio de susservicios se le mandara juzgar si había alguna infrac·ción de ley durante su Administración, pues renunciabasolemnemente su inviolabilidad constitucional, y termi·naba con estas nobles expresiones:

De resto, setlores, es suficiente remuneración de mis servi·cios regresar á la tierra patria después de seis aflos de ausenciasirviendo con gloria á los amigos de Oolombia; y aunque porresultado de instigaciones extraflas llevo roto este brazo que enAyacucho terminó la guerra de la independencia americana, quedestrozó las cadenas del Perú y que dio sér á Bolivia, me confor·mo cuando en medio de difíciles circunstancias tengo mi concien-cia libre de todo crimen. Al pasar el Desaguadero encontré unaporción de hombres divididos entre asesinos y víctimas, entreesclavos y tiranos, devorados por los enconos y sedientos devenganza. Ooncilié los ánimos; he formado un pueblo que tie·ne leyes propias, que va cambiando su educación y sus hábitoscoloniales, que está reconocido de sus vecinos, que está exentode deudas exteriores, que sólo tiene una interior pequefla y en

20 J. J. Guerra

su propio provecho, y que, dirigido por un Gobierno prudente,será feliz. Al ser llamado por la Asamblea general para encar-garme del Gobierno de Bolivia, se me declaró que la independencia y la organización del Estado se apoyaban sobre mis trabajos.Para alcanzar aquellos bienes en medio de los partidos que seagitaron quince afios y de la desolación del país, no he hechogemir á ningún boliviano; ninguna viuda, ningún huérfano sollo-za por mi causa; he levantado del suplicio porción de infelicescondenados por la ley, y he sefialado mi Gobierno por la cle-mencia, la tolerancia y la bondad. Se me culpará acaso de queesta lenidad es el ol'igen de mis heridas; pero estoy satisfecho simis sucesores con igual lenidad acostumbran al pueblo bolivia-no á conducirse por las leyes, sin que sea necesario que el es-trépito de las bayonetas esté perennemente amenazando la vidadel hombre y acechando la libertad. En el retiro de mi vidaveré mis cicatrices, y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuan-do me recuerden que para formal' á Bolivia preferí el imperiode las leyes á ser el tirano ó el verdugo que llevara siempre unaespada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos.

iRepresentantes del pueblo, hijos de Boli via, que los desti-nos os protejan! Desde mi patria, desde el seno de mi familia,mis votos constantes serán por la prosperidad de Bolivia.

Rotas al fin las hostilidades, y bloqueado el puertode Guayaquil por la escuadra peruana, tocó al mismoSucre tomar la revancha en el glorioso campo del Porte-te de Tarqui, dando un ejemplo al Perú de cómo se castigaba en Colombia la ingratitud y la perfidia.

Pero volvamos un poco atrás.La guerra de Independencia, puede decir::;einiciada

apenas en su segundo período después de la batalla deBoyacá, exigía un contingente de hombres cada día ma-yor para extenderla á inmenso radio de operaciones ypreparar los ataques casi simuháneos á las numerosastropas realistas que obraban en distintos y lejanos pun-tos del territorio. Ya hemos visto cuánto h\ibo que bata-llar todavía para que en tres años más las cinco Repúbli-cas de Bolívar sacudieran el yugo español y vieran brillaren todo su apogeo el sol de la libertad.

Por eso el Congreso de Cúcuta, antes de expedir laConstitución nacional, había dado á instancias del Vice-presidente Santander el Decreto de 30 de Junio de 1821

La Convt1lción de Ocaña 21

"sobre formación de un ejército de reserva," cuyos con-siderandos y parte resolutiva principal dicen así:

El Oongreso general de Oolombia, oIda la exposición que en15 de Mayo de este afio hace el General Vicepresidente de Oun-dinamarca del estado militar del Departamento y de la necesi-dad de nuevos, extraordinarios y prontos fondos para sostenerel Cuerpo de reserva que debe organizar, según las órdenes delGobierno, para terminar en poco tiempo nna guerra que, pro-longándose más, asolarIa el país; y considerando que pueblosque hall sentido por más de tres siglos el peso de un despotis-mo vengativo y suspicaz, el que con tanta gloria han alejadodespués, haciendo para ello sacrificios heroicos de todos géneros,no pueden ni deben negarse á continuarlos para concluir feliz-mente su misma obra y no exponerse á caer en el cautiverio,que, si cabe, sería más bárbaro y feroz; y recordando que todoslos hijos de Oolombia son defensores natos de la Patria, obliga-dos á tomar las armas cuando sean requeridos por el Gobierno,y que además es un deher sagrado de todos concurrir con susfacultades para que tenga efecto la defensa de la República y elestablecimiento de su independencia y libertad, ha venido endecretal' y decreta lo siguiente:

1.0 En el Departamento de Oundinamarca se levantará unOuel'po de reserva de ocho á diez mil hombre8, cuyo alistamien-to, organización, instrucción y disciplina dispondrá su Vicepre-sidente en cumplimiento de las órdenes del Libertador Presi-dente, á las cuales en nada se deroga, conformándose á los re-glamentos que se hayan expedido sobre la materia, y para cuyaejecución el mismo Vicepresidente tomará las más segurasprecauciones á fin de que se guarde la debida proporción con lapoblación respectiva de cada Provincia, sin dar lugar á las que-jas que siempre produce la desigualdad.

Comoocurrieran algunas dudas en Bogotá sobre lamanera de ponerse en ejecución esta ley, el mismo Con-greso la aclaró por Resolución de 25deAgosto, señalandolas condiciones,estado civil, distribución territorial y de-más circunstancias necesarias para formar el enganche.

Siendo todo ciudadano-dice la Resolución-soldado nato dela Patria, está obligado á entrar en los alistamientos de miliciasdesde la edad de diez y seis afias hasta la de cincuenta, por lomeDOS;aunque durante la guerra no están eximidos de alistar-se y salir á campafia los casados con hijos, é hijos únicos deviudas, se reservan siempre para las apuradas circunstancias,etc. etc.

22 J. J. G,ttrra

A nadie ocurri6 por entonces objetar estas disposicio-nes: la proximidad del peligro y la necesidad supremade la guerra eran suficiente excusa para ellas. Tres añosmás tarde, como se tuviera noticia de que la Corte de Ma-drid no desistía de sus pretensiones sobre las antiguas co·lonias españolas y enviaba sus escuadras á las Antillascon miras de in vasi6n y reconquista. el VicepresidenteSantander, encargado del mando supremo por ausenciade Bolívar, expidi6 el Decreto de 31 de Agosto de 1824" para un alistamiento general de todos los ciudadanosen todas las Provincias de la República," que reglamen-taba convenientemente la materia, y empezaba. diciendo:

Francisco de Paula Santander, de los Ubertadores de Vene-zuela y Cundinamarca, condecorado con la Cruz de Boyacá,General de Divisi6n y Vicepresidente de la República encarga-

do del Poder Ejecutivo,

Debiendo ponerse la República en elltado vigoroso de defen-sa contra sus enemigos, en circunstancias en que el Rey de Es-pafia pretende renovar las hostilidades, he venido, en ejecuciónde la Ley del Congreso Constituyente de 25 de Agosto de 1821,yen cumplimiento de losarticulos 113 y 117 de la Constitución,en decretar y decreto lo siguiente:

Art. 1.o En todas las Provincias de la República se hará unalistamiento general de todos los ciudadanos, desde la edad dediez y seis atios hasta la de cincnenta. Exceptúanse solamente:1.0, los individuos del ejército permanente; 2.o, los milicianos deartillería y de la marina nacional; 3.°, los eclesiásticos ordena-dos in sacris, etc. etc.

Sigue luégo el Decreto estableciendo las excepcionesque eran corrientes, las divisiones de las milicias, su ar-mamento, disciplina y modo de hacer el alistamiento enlas condiciones menos perjudiciales.

Como, según se ha visto, la primera Ley del Congresode Cúcuta no hablaba de alistamiento sino en el Departa-mento de Cundinamarca, el Decreto del General Santan-der-por más que estaba basado en la segunda Resoluci6ndel Congreso que abarc6 á todos los colombianos--fue mi-rado con profundo disgusto en Venezuela y particular-mente en Caracas, donde se le atac6 por la prensa y pormuchos particulares respetables.

El Decreto del General Santander estaba basado ade-

---_.__._---- -- ..La CD1Iflenció1I dI Ocaña 23

más en uno del Congreso de Cúcuta que autorizaba alPoder Ejecutivo para conservar, aumentar ó disminuir elejército y la marina según lo exigieran las circunstancias;en una Ley del Congreso de 1823que concedía al Ejecu-tivo idénticas autorizaciones, y finalmente, en un Decre-to del Congreso de 1824 que ordenaba una leva de 50,000hombres, á más de las tropas existentes en todos los De-partamentos de la República. El Gobierno, pues, no ha-cía otra cosa que cumplir aquellos mandatos del Legis-lador, á cuya expedición habían contribuido con su votolos representantes venezolanos; y sin embargo en Cara-cas el Decreto fue tachado de ilegal por los papeles pú-blicos, y la Municipalidad levantó acta de protesta, y losvecinos más influyentes, que ya empezaban á formarpartido de oposición al Gobierno central. le miraroncomo un ataque directo á los venezolanos.

Páez, que hasta entonces no participaba de estasideas, y sí por el contrario reconocía la legalidad y con-veniencia del Decreto del General Santander, entendién·dolo en su genuino sentido, dio en seguida la siguienteproclama para tranquilizar los ánimos y explicar las mi-ras que al dictarlo había tenido el Poder Ejecutivo:

Otlartel general en Oaracas, á 4 de Noviembre de 1824-14

José Antonio Páez, de los libertadores de Venezuela, condeco-rado con la medalla de Puerto Cabello, General en Jefe de losEjércitos de la República, Comandante general del Departa·

mento de Venezuela, etc. etc.

A TODOSLOS HABITANTESDE ESTE DEPARTAMENTO

¡COlfCIUDADANOB!El bando militar que se publicó por ordendel Supremo Gobierno en esta capital el domingo 24 del próximopasado Octubre ha sobresaltado, según ha llegado á mi noti·cia, el celo patriótico y republicano de muchos que lo hancreído atentatorio contra nuestras preciosas libertades.

Como he sido el órgano del Gobierno en esta ocasión, estambién un deber mío desvanecer los indicados temores, mani-festándoos francamente cuáles son las ideas del Gobierno, ypor consiguiente las mías, obeileciendo sus órdenes para unalistamiento general de todos los habitantes del Departamentoque está bajo mi jurisdicción militar, capaces de llevar las aromas en defensa de nuestra cara libertad é independencia.

No se trata de haceros soldados, ni de obligaros á los pe-

J. J. Guerra_ .._ _-_ _-_ _ -..---nosos ejercicios de tales, ni de someteros á sus ordenanzas: setrata, y es lo que desea el Gobierno, de saber el número totalde sus defensores en este Distrito pam calcular nuestros mediosde defensa, cuando el caso lo exija, porque el Gobierno sabe,y vosotros lo habéis manifestado siempre, que cuando nuestrosuelo sea invadido todos somos voluntariamente sus defensores.

No debemos imitar la imprevisión de nuestros enemigos, yes cordura prepararnos con tiempo para todo evento. Mientrasel Gobierno español no reconozca de derecho la independenciade hecho en que de él estamos, tenemos un enemigo de Colom-bia, y no hay enemigo alguno que sea despreciable.

Aunque militar de profesión, estoy penetrado como el quemás de que sin libertad, sin constitución y sin leyes nada se-ríamos, ni yo mismo sería cosa alguna. Lo estoy igualmente deque un pueblo de patriotas ilustrados tampoco podría conducir-se por otro camino que por el de la Constitución, que garantizala libertad.

Partiendo de este principio, es un deber vuéstl'o prestaroscon la prontitud que siempre lo habéis hecho, al alistamientogeneral que manda el Gobierno; en la inteligencia de que nivosotros ni yo tampoco consentiremos en cosa alguna que vul-nere nuestros derechos de colombianos, y de que cuando llegueel caso indicado, marcharemos todos gustosos al peligro, y ten-drá el honor de ser el primero vuestro conciudadano,

JOSÉ ANTONIO PÁEZ

En seguida dio cuenta al Gobierno nacional de loocurrido en Caracas, enviando al mismo tiempo copia dela representación del Síndico Procurador de la Munici·palidad, el Acuerdo de esta corporación y los artículosde la prensa relativos al asunto. En una brillante expo-sición se le contestó por la Secretaría de Guerra y Ma-rina haciendo ver claramente la legalidad y convenien-cia del Decreto criticado, y recomendando al mismoGeneral Páez se esforzara por vencer cualquier obstácu-lo que se opusiera para ponerlo en práctica cuanto antes," pues naturalmente desaparecerían todos luégo que 10'3pueblos vieran desmentidos prácticamente los temoresque se había procurado inspirarles." Así terminó el afiode 1824,y nada se hizo en el siguiente para dar cumpli-miento á las disposiciones del Gobierno: por parte delComandante general de Venezuela, más que prudenciay lenidad, parecía haber contemporización con los auto-res del clamoreo.

La Convención de Ocaña 25---'.•._ ..._._----_ .._..._---_ ..._ ....._ .•.....__.._---Páez confiaba en que el Congreso allanaría en algu-

na forma las dificultades que presentaba el cumplimien-to de aquellas providencias, y así dejaba correr el tiemposin apresurarse á ejecutarlas.

Entretanto tuvo lugar en Bogotá un hecho al pa-recer insignificante, pero que en realidad, unido á los deCaracas, vino á marcar el principio de la discordia entregranadinos y venezolanos, fatal para la integridad de laGran Colombia. Condenado á muerte con sobra de pre-cipitación el benemérito patriota de Venezuela CoronelLeonardo Infante, atribuyéndosele por ligeros indicios ysospechas un delito de asesinato, el venezolano Dr. Mi-guel Pefia, á la sazón Presidente de la Alta Corte de Jus-ticia, se denegó á firmar aquella inicua sentencia. Coneste motivo la Cámara de Representantes le acusó anteel Senado; la acusación fue admitida, y el Dr. Peña envirtud de ella condenado á un afio de suspensión del em-pleo y al pago de un sustituto.

Infante protestó siempre de su inocencia, y el Dr.Pefia, al defenderse ante el Senado en acalorada perora-ción, predijo las consecuencias de aquel atropello á lajusticia, de que era víctima su compatriota, y juró ade-más vengarse de los granadinos muy en breve. A pocopartió para su país á cumplir tan odioso juramento. Oi-gamos sobre esto al historiador Groot. (1)

Hay hechos característicos que aun cuando no aparezcansino como secundarios en la historia, por ellos se puede rastreartodo un porvenir, así como en el sistema de euvier por el frag-mento de un animal se determina toda su constitución. L':1 cau-sa de Infante es uno de estos hechos, y por eso nos hemos de-tenido observando sus caractel'es.

Aparece en la escena un hombre, y hombre benemérito,conducido al patíbulo por mano de la justicia, sin las pruebassuficientes del crimen por que se le condena; y este hombre enlas puertas de la muerte, posefda su conciencia de las verdadeseternas de su religión, protesta que no ha cometido el crimenque se le imputa. ¿Eran de más peso que esta prueba los indi-cios por que se le condenó?

Desde entonces se vio lo que iba á ser la justicia en la Re-pública, viendo á los sacerdotes de la ley sacrificar una víctimaante el altar de su ídolo, y entonces se vio lo que debían esperarlos hombres que habían dado independencia y libertad. Por eso

(1) José Manuel Groot. Hill'Ti" .,le,ililli •• Y ,",il d. Nu •• " Gr"ruada, tomo 5.0, pig. 22.

26 J. J. Glltrra

dijo Infante, como inspirado, al acercarse al patíbulo: "Soy elprimero; mas otros seguirán después de mL" Siguióse Sucre;siguió Bolívar .... y no hay que decir más. Los celos, las rivali-dades, la ingratitud, las venganzas, debían hacer su afición.No queremos decir que por gratitud se haya de sacrificar lajusticia ni la libertad de los pueblos, sino que no seamos ingra-tos, arruinando por medios inicuos á los que debemos algúnbien. La inicua condenación del Coronel Infante fue el primertoque á la destrucción de Colombia. El Dr. Pefia, hombre deuna fibra terrible, fue condenado por el Senado á un afio de sus-pensión en las funciones de su empleo, pagando de su sueldoun sustituto: el Dr. Pefia anunció en su defensa ante el Sena·do, en tono misterioso, que él se im·pondría suspensión perpe-tua; y marchando á Venezuela, tomó la venganza bien á costade todos. Páez sin Pefia no habría hecho lo que veremos muypronto.

Corría entretanto, como queda dicho, el afío de 1825,sin que Páez hiciera nada para dar cumplimiento en elterritorio de su jurisdicción al Decreto sobre formacióny arreglo de las milicias nacionales. Pero á fines de esemismo año, como tuviera noticia de una conspiraciónque se tramaba en Caracas, sin que hubiera allí fuerzasuficiente para combatirla, resolvió verificar el alista·miento de un modo corriente, y al efecto convocó á losciudadanos para dos distintos días. Habiendo sido muypocoslos concurrentes, hizo una nueva convocatol'iaparael 6 de Enero en el cuartel de San Francisco, y comofuera también muy reducido el número de los que aten-dieron la excitación, dispuso que salieran patrullas delos batallones Apure y Anzoátegui á verificar por las ca-lles el reclutamIento. Los caraquefíos renuentes conta-ban de seguro con aquella anterior indiferencia de Páezpara cumplir las órdenes del Gobierno, y de ahí su remi·sión ó descortesía que el Comandante general tradujoen burla yen ofensa á su autoridad suprema. Dada laorden de manera tan indiscreta, y habiéndose agregadoá ella, según se dijo, la de hace!' fuego á los que huyerany registrar las casas, es de presumirse la manera violen·ta con que se ejecutaría por la incivilidad de las tropas.

Los jefes de las patrullas, recordando las palabrasde Páez: voy á hacer sentir hoy todo el peso de mi autori-dad, reclutaban sin miramiento alguno; y así se vieronhacinados en el cuartel de San Francisco por todo un díajóvenes casi nitlos, ancianos venerables y ciudadanos dis·

La Co""",ción dI Ocafia 27

tinguidos, lo cual, como era de esperarse, lastimó profun-damente á la sociedad caraquef'i.ay causó el mayor so-bresalto, presentando la ciudad por muchas horas ,;laimagen de una horrible revolución."

Inmediatamente el Intendente Escalona informó delo ocurrido al Gobierno, y la Municipalidad de Oaracas,abultando los hechos y pintando con exagerados coloreslos padecimientos de aquellos respetables ciudadanos enlas prisiones de San Francisco, elevó sus quejas á la Cá-mara de Representantes, donde al considerarlas se pro-nunciaron enérgicos discnrsos en el estilo rimbombanteque se usaba entonces, ponderando la violación de los de-rechos civiles sufrida por los caraquef'i.os, y haciendocitas de antiguos pasajes históricos, que demostrabanbien á las claras el espíritu de partido y de personales ypolíticos intereses, más que el de justicia, con que aqué-llos querían disfrazarse para proponer precipitadamentela acusación del General Páez ante el SElnado.

.Aunque el Vicepresidente Santander manifestó ensu informe '. qne no prestaba mérito una queja de tanpoca monta"; que no había constancia de babel' dadoPáez la orden para cometer los atropellos que cometie-ron las tropas; " que era necesario considerar la cuestióncon suma prudencia y miramiento, y era de justicia oírpreviamente al acusado," y á pesar de que varios miem-bros del Congreso y otras personas distinguidas abunda-ban en estas ideas, fue tal la exacerbación de los Sena-dores y Representantes venezolanos, tanta la grita quese levantó contra Páez, cuyos servicios y méritos se ol-vidaban ante el imperio de la ley, que la Cámara formu·ló su acusación en breve término, y el Senado, admitién·dola como legal y justa, suspendió de su empleo alacusado y lo llamó ante la barra de la misma Corpora-ción á dar cuenta de su conducta y á sufrir el juicio co-rrespondiente. No supo el Congreso de 1826hasta dóndepodía influir esta medida en la suerte futura de Co-lombia.

Malos consejeros del General Páez lograron persua-dirlo de que todo aquello no era más que una intriga deSantander, á quien le pintaban como enemigo terrible, yde que debía despreciar el llamamiento del Senado. ElDr. Pef'i.ale aseguraba que Santander lo fusilaría como áInfante, si se presentaba en Bogotá. Porque Pefl.a, acu-

].]. Guerra-_ -_..~_.__ •._-_ _ _-- _ - --- -.. __ ........•_ _--sado también ante el Senado por un fraude cuantioso ála República, guardaba aún rencor contra Santander porno haberle conmutado la pena á su compatriota Infante,pudiendo y quizá debiendo hacerlo, y empezaba á cum-plir el juramento de venganza con que terminó su defen-sa en la primera acusación. Tamaña calumnia produjosu efecto, y por primera vez se vio el caso de que la or-den del Cuerpo más respetable de la soberanía nacionalquedara burlada, y fuera su infractor uno de los caudi-llos más eminentes de la independencia, revestido á lasazón con elevado cargo de la jerarquía civil y militar.

Nombrado interinamente por el Ejecutivo Coman-dante general del Departamento de Venezuela el Gene-ral de brigada Juan Escalona, (1) en virtud de la suspen-sión del General Páez, éste mandó reconocer á susucesor entregándole el mando, y se retiró á su casa par-ticular de Valencia, ciudad donde habían venido notán-dose señales de desagrado contra el Congreso y contra elGobierno por motivo de la acusación y suspensión men-cionadas. La Municipalida(1consignó en una de sus actas" el estado de tristeza y consternación en que se hallabanla ciudad y las tropas de ht guarnición por el sensibleacontecimiento de que la honorable Cámara del Senado,habiendo admitido la acusación contra el benemérito Ge·neral en Jefe José Antonio Páez, le hubiese suspendidode la Comandancia general, pues todos los habitantes es-taban persuadidos de que la seguridad del Departamen-to dependía de su presencia, que "'Valíasola por un ejércitopara la seguridad interior y exterior." El Dr. Pefia, con-sultado por la corporación sobre las medidas que debie-ran tomarse para suspender la orden del Gobierno, ma-nifestó "que no había medida alguna legal que pudierasuspender la ejecución de las órdenes de la Municipali-dad, y que ni el Poder Ejecutivo podía hacerlo sin in-fringir abiertamente la Constitución." Manifestóse en-tonces al General Páez el profundo sentimiento que do-minaba á la población y á la Municipalidad por aquellossucesos.

En la noche del 29 de Abril algunas partidas de pai-sanos armados recorrieron las calles de la ciudad y sus

(I-l Grave error fae 6ste del Geaeral Santander, y aun \leg6 A atribuirse aquel nombramien·to al deseo de exacerbar los Animos, porque PAez y Escalan. eran enemigos desde haela alg6ntiempo, y esta enemistad no se ocultaba al Gobierno.

La Convención de Ocaña

alrededores cometiendo atropellos, robos, asesinatos ycausando agitación y sobresalto en sus moradores. Lastropas del General Mariño, llegadas en esos momentos,secundaron el trastorno aprobando los movimientos sub-versivos, cuyo objeto visible era coadyuvar las miras dela Municipalidad en el sentido de pedir al Sr. FernandoPeñalver, Gobernador de la Provincia, la reposición delGeneral Páez en el mando civil y militar del Departa-mento.

Al día siguiente muy temprano, yen consecuenciade la agitación producida por aquellos desórdenes, sereunió la Municipalidad de Valencia y mandó compare-cer al Gobernador para significarle las peticiones delpuebloy los males que amenazaban al Departamento, yaunque" manifestó su extrema obediencia á la ley yexpuso no estaba en la esfera de sus facultades tomarninguna medida de hecho para la reposición del GeneralPáez, contra la cual protestaba," en vista de las aclama-ciones de más de dos mil personas que rodeaban el edifi-cio hubo de ceder conviniendo en continuar ejerciendosus funciones, "á fin de evitar mayores males." La mu-chedumbre continúa aclamando al General Páez comoúnico Jefe civil y militar del Departamento; van á sucasa, lo llevan casi en hombros al salón de las sesiones,lo obligan á ocupar el solio, y la corporación le manifies-ta su determinación irrevocable de que reasuma el man-do conforme al voto del pueblo. Páez, no sin demostraralguna perplejidad, manifestó al fin "que no pudiendoresistir al deseo general, aceptaba el mando que se leconfería, y que estaba dispuesto á usar de todos sus es-fuerzos para desempeñarlo y para corresponder á la con-fianza de sus conciudadanos." El Jefe de Estado Mayorde la plaza mandó reconocerlo en el acto por los ejérci-tos; todas las tropas y oficialespasaron á saludarlo comoJ efe, y el pueblo continuó vitoreándolo, mientras la Mu-nicipalidad, en sesión permanente, pasaba oficios á lasautoridades y demás cabildos del Departamento infor·mándoles del suceso.

Con muy contadas excepciones, todas aquellas Mu-nicipalidades correspondieron á la excitación de la deValencia, y así en los primeros días de Mayo aparecie-ron sus actas en que aprobaban la conducta de aquélla yconfirmaban su resolución de reponer al General Páez

30 J. J. Guerra

en el ejercicio de la Comandancia general del Departa·mento. "en todo el lleno de sus facultade-, y adhiriéndo-se á los principios proclamados por la Municipalidad ypueblo de Valencia; " le rogaban no separarse del De-partamento, donde se le confería "toda la autoridad ne·cesaria para mantener el orden y tranquilidad pública,"en su carácter de Jefe civil y militar de Venezuela, yacordaban "despachar inmediatamente un enviado cercade S. E. el Libertador Presidente suplicándole que vengaá visitar su patrio suelo, donde será recibido como unhijo ilustre de él, como el mejor amigo y el más bene·mérito de los ciudadanos, para que se sirva usar de suinflujo con los Jemás Departamentos á fin de convocaren la época presente la Gran Convención que la Consti-tución haLía sefialado para el afio de 1831,y se considereallí la conveniencia de verificar esta reforma en paz fra-~ernal y como interesados mutuamente en la felicidadgeneral, evitando los horrores de la guerra" (1).

Posteriormente las Municipalidades de Valencia yApure reunidas en un sólo cuerpo, luégo de sentar en unacta violentos cargos contra la conducta y el Gobiernodel General Santander, á quien se inculpaban los sucesosocurridos, dicen lo siguiente:

Desde que en el Departamento de Venezuela se vio la Cons·titución hecha en la villa del Rosario de Cúcuta en el afio de1821, la Ilustre Municipalidad de Caracas se apresuró á protes-tarla, publicó su prot.esta, y la Municipalidad sucesora entró áejercer sus destinos bajo las mismas garantías. Ella no es laobra de representantes elegidos por la voluntad de estos pueblos,que entonces estaban desgraciadamente en poder de los enemi-gos, sino el resultado de aquellas circunstancias. El GeneralFrancisco de Paula de Santander previno al Intendente de esteDepartamento que hiciese acusar el impreso que contenía la pro-testa, bien que la acusación se declaró sin lugar por el jurado.Desde entonces comenzó á violar los derechos de los pueblos,quebrantando el principio evidente de que la justicia del poderde los gobernantes resulta del consentimiento de los gobernados.

De lo dicho se infiere que la Oonstitución del año de 1821no fue sancionada por el voto libre de los pueblos deliberando encalma acerca de su" del'echos, sino el resultado de determinadas

(1) Son petlabras de las actas que se iu:scribieron por entonces en los pueblos. Pueden Tersemucha. de ellas en l. Col.cción d. documenl9s para la .ida del Libertador, por Blanco AZpllld ••

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circunstancias. . .. Sin leyes fijas, sin rentas, con ejércitos ene·migos poderosos dentro del territorio y con las plazas principa·les ocupadas por ellos, no era posible establecer con detenida me·ditación todo lo concerniente al orden y tranquilidad interior:la Constitución misma en muchos casos deja la puerta abierta ála arbitrariedad.

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Por tanto, evacuado ya por los espatioles todo el 'territoriode la República, es un deber de los pueblos constituirse de unamanera sólida, sacudiendo el maligno infiujo de las leyes de cir·cunstancias; y este deber lo es principalmente de aquellos pue·blos que como éste no han concurrido con sus votos para laformación de las leyes, á cuya observancia se les ha obligado.Para conseguir este objeto es necesario aproximar la época dela gran Oonvención nacional, que por fruto de su experiencia ysabiduría les restituya sus garantfas imprescriptibles y los dere-chos de que han estado privados; de ella esperan la reconcilia-ción con las instituciones y los sólidos cimientos del edificio so·cial: para solicitarla se han reunido los pueblos. y para conse·guirla están dispuestos á derramar su sangre bajo la direccióndel digno Jefe que han elegido (el General Páez), cuyo nombra·miento ratifican.

Páez, que había desdefíado las órdenes del Congresoy del Poder Ejecutivo, no tuvo inconveniente en cumplirlas de aquellas Municipalidades que carecían de toda fa·cultad legal para investirlo de un poder ilimitado; loaceptó sin restricciones, y anunció á sus compatriotas surestitución al mando en la siguiente proclama:

HABITANTES DE VENEZUELA

Mi separación del mando de este Departamento por unamedida del Gobierno, arrancada por mis enemigos individualesy por hombres cuya mayor parte nada han sacrificado en lasaras de la patria, ha sido un suceso que ha conmovido, porqueel honor nacional se ha visto ofendido, al paso que todos hantemido por BU seguridad interior y exterior.

El pueblo, por el órgano de la Ilustre Muuicipalidad de Valencia preeidida por las autoridades legítimas, me ha restituidouna autoridad que yo habia dejado con resignación en fuerzade la subordinación que siempre ha marcado mi carrera militar;mas hoy he vuelto á tomar el empleo de que me ha investido laopinión, porque yo no podia desdeñar las demostraciones afec-tuosas de mis compatriotas, ni verlos con indiferencia expues-tos á desórdenes interiores y a~aques ~:~le.r~Q~es~Q.. mameQtp sen que hay muy poderosos motlvos~f.;~mer lo,unoy' lo otro.

" It,~"r' };,

ri"~O~.t~ ".J,;

32 J. J. Gutrra

OIUDADANOS,yo corresponderé al objeto de este movimien-to manteniendo con la fuerza armada que está á mis órdenes latranquilidad pública y loa demás bienes anexos á este principio;y esta fuerza no se mezclal'á en las resoluciones de los pueblosni en el ejercicio de su soberanía, sino para proveer á su bien-estar y seguridad.

EXTRANJEROS:las garantías que os ofrece la Oonstitucióny demás leyes de la República en vuestras personas, en vuestramoral y en vuestras propiedades, serán guardadas religiosa-mente.

Cuartel general en Valencia, á 3 de Mayo de 1826-1íl.

JOSÉ ANTONIOPAEZ

Luégo prestó ante la Municipalidad el juramento desu nuevo encargo, en presencia de todf)slos funcionariosdel lugar, '1 lo cual verificó por Dios y los santos Evan-gelios, ofreciendo guardar y hacer guardar las leyes esta-blecidas, con condición de no obedecer las nuevas órdenesdel Gobierno de Bogotá, según la voluntad de este pue-blo y el de Caracas," dice el acta de 14 de Mayo; y des-pués recibió el mismo juramente á todos los funcionariosciviles y eclesiásticos allí presentes.

Trasladóse en seguida á Caracas, donde ya la MunLcipalidad había copiado las actas de Valencia. y allí fuerecibiendo los acuerdos de las otras Municipalidades enque se le confería el mando ilimitado. Sintiéndose yaseguro en él con el apoyo de la g,meralidad de las Pro-vincias, dio una proclama concebida en estos términos:

El voto libre de los pueblos me ha encargado del mando enjefe de las armas y de la administración civil. Prescindiendo demi situación particular, llamó únicamente mi atención la suer-te del país, Nuestros enemigos se daban la enhorabuena, y yanos contaban otra vez en su podel'. Ellos se han engallado, ynos encontl'al'án como siempre dispuestos á rechazarlos,

La propia conservación es la suprema ley. Esta es la quenos ha dictado las medidas que adoptamos y que están consig-nadas en las actas municipales. El público se instruirá de todopor la imprenta. Entretanto baste sabel' que las leyes rigen;que todas las gamntías serán respetadas; en una palabra, todocuanto no se oponga al paso que hemos dado, seguirá como has-ta aquí.

Los pneblos estaban afligidos pOl' la mala administración, yanhelaban por el remedio de sus males. Esta causa misma uos

La Con'fJln,;ón di O,afta 33

ha presentado la ocasión, y nosotros la aprovechamos, buscandoel remedio en la misma Constitución. Estamos determinados áacelera~ la época de la gran Convención--que estaba anunciadapara pI afio de 31. El Libertador Presidente será nuestro árbitroy mediador, y él no será sordo á los clamores de sus compa-triotas.

Nuestra peculiar situación nos pone en la necesidad de ar-marnos. Amenazados exteriormente por nuestros comunes ene-migos, al propio tiempo que por las maquinacionetl del egoísmo,señamos unos necios si no tomásemos \tna actitud conveniente.

El poder que me habéis confiado no es para oprimiros, sinopara protegeros y para asegurar vuestra libertad, Consultarésiempr-e la opinión de los hombres sensatos, y sel'é el ejecutorde sus sabias deliberaciones.

Cuartel general en Caracas, á 19 de Mayo de 1826.

JOSÉ ANTONIO PÁEZ

CAPITULO III

La revolución estaba consumada. Desatendida en abosoluto la autoridad del Cuerpo Legislativo y del Gobier-no, parecía no quedar en Venezuela otro poder que el dela fuerza, conferido en momentos de art'ebato á un soloindividuo en términos absolutos, sin restricción ningunay por" el tiempo que lo exigieran las circunstancias, Óhasta cuando los pueblos de Venezuela pudieran verifi-car con seguridad su asociación para deliberar acerca dela forma de gobierno que fuese más adaptable á su situa-ción, á sus costumbres y producciones," según frase tex-tual de aquellas actas. Pero había un hombre á quienPáez temía y respetaba en medio de su arrebatado ca-rácter; el único á quien él y las Municipalidades revolu-cionarias consideraban como superior á todos y llamabancon urgencia para remediar la situación del país: esehombre era Bolívar, quien se hallaba aún en el Perú, yallá le envió Páez dos emisarios, el Coronel Diego Iba-rra y el Dr. Diego Bautista Urbaneja, con una largaexposición sobre lo ocurrido en Venezuela, fechada el 24de Mayo, de la cual es bueno recordar algunos párrafosque tienen mucha relación con el objeto de estas me-morias.

34 J. J. G"m-a-------------_._-_._ ....•......_ -..........•.....

Tengo el dolor de participar á V. E., empieza diciendo,los graves acontecimientos que han sobrevenido en Venezuela,que me serán siempre sensibles, cualquiera que sea su desenla-ce: la marcha de nuestras instituciones fundamentales se haalterado notablemente, y los pueblos se han preparado á solici·tal' reformas que conciliando sus intereses, hagan más sólida yfavorable su condición.

El carácter insidioso del General Santander había envene-nado la fuente de la administración en su mismo origen, y elOuerpo Legislativo, siguiendo ciegamente sus caprichos y do-minado á la vez por el influjo de algunos de sus miembros quehan querido sacrificar á sus resentimientos particulares la obrade los pa triotas, ha consumado por sus deliberaciones algunosde sus designios oscuros y malignos. Las leyes llegaron á verseen Venezuela como redes .tendidas á los hombres de buena fe, yla negra política de la Administración había sembrado una des-confianza absoluta de cuanto se hacía en Bogotá .

Puedo sin embargo gloriarme de haber oulcificado cuantoera posible la suerte de estos pueblos, colocándome muchas ve-ces entre ellos y el Gobierno para evitar ó disminuir las veja-ciones que les amenazaban, y esta conducta misma hizo que elGeneral Santander me considerase por último como el blancoadonde debían dirigirse los tiros de su poder .

Venezuela suspiraba por una reforma en las instituciones;y si las provocaciones del Gobierno no habían hecho la explosión, era debido (permítaseme á mi moderación decido) á ladulzura que empleaba para con unos y á la energía que mani-festaba con otros: los males que podrían resultar de un cambioeran conocidos, y la parte pensadora, aunque agraviada, prefe-ría el sufrimiento á la disolución .

A pesar de la situación siempre alarmante de Venezuela,el Poder Ejecutivo expidió en 31 de Agosto de 1824 el Decretopara el alistamiento general en las milicias, que fue recibidoen esta ciudad con tal repugnancia, que yo, después de haberpulsado la opinión pública y de haber experimentado actos dedesobediencia, resolví suspender su ejecución, cargando con lasevera responsabilidad que me impone el artículo 13. El Gene-ral Santander me contestó privadamente qU&seria aprobadopor el Oongreso, porque estaba fundado en las leyes; con todo,yo no lo había ejecutado sino aparentemente, esperando que elejemplo de otros Departamentos allanase los obstáculos y sua-vizase los ánimos. Pero en el mes de Diciembre del afio próxi-mo pasado se me dio parte pOl' la Oomandancia de armas en laProvincia, de una revolución combinada con los pueblos del in-terior sobre que se estaba tomando procedimiento, y se me pe-día fuerza para contenerla, como se informará V. E. por lascomunicaciones oficiales que en copia le acompafio. Yo, des-

La Convenci6n dr Ocaña 3S

pués de mucha meditación, consideré que era indispensable eje-cutar el Decreto y hacer el alistamiento, á cuyo efecto partici-pé mi resolución al Sr. Intendente general Juan Escalona, áfin de cumplir con el contenido del artículo 9.°, que previeneque la autoridad militar se úna con la civil, y V. E, se infor-mará por las comunicaciones oficiales que en copia le acompafiodel ningún efecto que produjo la intervención de su autoridad.

Dos veces fueron citados por bando los paisanos y convo-cados al cuartel llamado de San Francisco, y otras tantas ha-bían desobedecido abiertamente: todos estaban resueltos áhacer una vigorosa oposición, persuadidos que con el Decretose violaban sus garantías; pero yo estaba persuadido por unaparte de la necesidad dBejecutarlo para contar con una fuerzaorganizada y disponible, y por otra de que la tolerancia de unatal desobediencia podía en aquellas circunstancias ser funestaá la seguridad pública, y me resolví á citarlos por tercera vezpara el 6 de Enero del presente afio, con ánimo de hacerlessentir todo el peso de mi autoridad y de obrar con la energíacorrespondiente al honor de las armas que eran la fuerza y elapoyo del Gobierno. La citación se hizo en efecto, la hora llegó,pasaron algunas otras, pero los paisanos no fueron en esta vezmenos desobedientes que en las anteriores. Envié entonces unedecán al Sr. Intendente, participándole que iba á despacharpatrullas por las calles, que recogiesen y condujesen al cuarteldestinado á todos los ciudadanos que encontrasen en ellas: laspatrullas salieron, y obraron en la forma que verá V. E. porel expediente que en copia le acompatlo. El Sr. Intendente mecontestó que suspendiese la medida, y que él se encargaba dehacer efectual' el alistamiento, con lo cual di orden para que seretirasen las patrullas, como en efecto se retiraron sin haberallanado la casa de ningún ciudadano, ni haber causado algúnotro mal.

Con todo, el Sr. Intendente dio parte al día siguiente alPoder Ejecutivo de esta medida, considerándola arbitraria: laMunicipalidad representó también por su parte á la Cámara deRepresentantes. , ..

Sobre estos documentos fundaron algunos Representantesuna acusación contra mí, que en mi concepto fue sugerida yatizada por el General Santander: la Cámara de Representan-tes abultó los hechos atribuyéndome que habia mandado alla-nal' las casas de los ciudadanos, oprimido ª las libertades pú-blicas y quebrantado las garantías de la Constitución, ElGeneral Santander me lo informó en carta particular, encarogándome que hiciese una justificación de mi conducta, que seevacuó á mi instancia en esta ciudad, y de su resultado infor-mará á V. K el expediente que en copia le acompatlo. Sin em·bargo, la acusación fue propuesta ante el Senado, que la admi·

J. J. Gutrra

tió, y en consecuencia quedé suspenso de la Comandancia ge-neral, que el Poder Ejecutivo proveyó interinamente en lapereona del General Escalona. Luégo que me llegó la comuni-cación oflcial, cumpliendo con mi deber y continuando la su-bordinación que ha marcado mi carrera militar, le hice reco-nocer en el Ejército, que recibió la noticia y el nombramientocon gran disgusto. El pueblo de Valencia, que se acordaba deque el General Escalona se había encontrado en el desgraciadolance de haber entregado aquella plaza al General Boves, queme había visto triunfar muchas veces de los enemigos, conser-vándole en tranquilidad, y que era testigo de los sacrificios yesfuerzos con que había tomado la plaza de Puerto Cabello quele proporciona un comercio ventajoso y seguridad en sus fami-lias, no pudo tolerar ni ver con indiferencia que se colocase enel mando un hombre en quien no tenía confianza y se me se-parase del territorio cuando creía que su seguridad interior yexterior pendía exclusivamente de mi persona: toda aquellapoblación se reunió en la sala municipal, pidiendo á grandesvoces que se suspendiese el Decreto de Bogotá y se me conti-nuara en el mando: una partida de más de trescientos hombresme sacó de mi casa, el pueblo entero me aclamó por su Jefe;yo acepté el encargo, porque creí que era el único medio demantener el orden, y mi autoridad fue al instante reconocidapor todas las tropas.

El nombre de V. E. no fue olvidado en esta vez: tanto erael Gobierno de Bogotá detestado como V. E. querido; todosdesean algunas reformas, pero ellos quieren que V. E. las indi-que y que sea el árbitro de su suerte; todos le consideran aquícomo su padre, y no quieren que un hijo ilustre que ha llenadode gloria la mayor parte de este continente, deje de ser ellegis-lador de su propio suelo después de haberle puesto en posesiónde su independencia. Las actas de la ciudad de Valencia y lasde esta ciudad informarán á V. E. del modo y términos en quese me ha encargado del mando civil y militar de Venezuela,hasta que venga V. E. y serene la tempestad que amenazasobre nuestras cabezas. Sin V. E. no hay paz, la guerra civiles inevitable, y si ella comienza, el genio de este país dice á micorazón que no tel'minará hasta que no quede todo reducido ápavesas.

Venga V. E. á satisfacer los votos de estos pueblos, á per-feccionar la obra de sus sacrificios y á asegul'ar la estabilidadde la República.

y al siguiente día, como si fuera insuficiente la ex-posición dada en comunicación oficial, y cortos los car-gos, por demás injustos, contra el General Santander,dirigió Páez una carta particular al Libertador, en que

Lo CDn'IJtnmm de Otoña 37

á vuelta de dar testimonio de su buena fe y de su recti-tud en aquellas emergencias, agrega los siguientes pá-rrafos:

La intriga que ya estaba preparada cont¡'a mí para arrui-narme fue la única que pudo dar coloridos criminales á unaacción inocente. Cuatro ó cinco representantes godos ó desco-nocidos en la revolución levantaron la voz, sirviendo de neciosinstrumentos á otros más negros y perve¡'sos designios, y con-siguieron ganar una votación contra mí que hará la. deshonrade ese Cuerpo. La Cámara del Senado, con una injusticia incon-cebible, admitió la acusación sin comprobantes, y yo fui man-dadu suspender de mi destino, con tal agravio de los pueblos,que no pudieron tolerar un acto tan remarcable de imprudencia.Le aseguro á usted que la noticia fue un pufial que traspasó micorazón, y que la rabia y el sentimiento en aquellos primerosinstantes me inspiraron deseos de destruir á todos mis acusa-dores y aun á mí mismo si hubiera sido necesario. El recuerdo -de los servicios que he hecho á la República, del inmenso tra-.bajo con que he ganado mis grados y condecoraciones, de losdesvelos con que he mantenido el orden en este Departamento.y la ingratitud con que ese Congreso los ha recompensado,hicieron sufl'ir á mi corazón agitaciones inexplicables. Sin em-!bargo, yo estaba tan acostumbrado á la obediencia y teníatanto amor á la República, por la cual he trabajado con tantacon.,;tancia, que niugún interés, ningún dolor ni pasión algunafile capaz de inspirarme la resolución de quebrantar la Consti·tución, que miraba eomo la obra de nuestras tareas y la recom-.pensa de todos nuestros padecImientos. Yo creía que mis ene-migos conseguirían el triste placer de marchitar mis laureles yaun de destruir mi existencia; pero este mal lo considerabamucho menor que el de presentarme al mundo como un ciuda-dano peligroso que había rompido con mis manos el mismo.Código que había jurado sastener con mi espada; y esta lucha'del honor contra mi interés me resolvió á obedecer sin reservalas órdenes del Senado. El General Escalona fue mandadoreconocer por mí mismo, y yo quedé arreglando mi equipaje ytratando de vender algún ganado con qué hacer dinero paramantenerme durante mi permanencia en Bogotá: no tenía lamenor idea de que los pueblos tomasen por mí ningún interés,ni mucho menos pensaba que hubiesen sido capaces de adoptarpor mí medidas que comprometiesen sus bienes, su tranquilidady su sangre; yo supe casi de repente que un número considera-ble de los valencianos se había presentado á la Municipalidadpidiendo mi ¡'eposición al mando; y la herida que este acto deagradecimiento abrió de nuevo en mi corazón fue todavía másgrande y más sensible que la que antes tenía por la ingratitud

J. J. Guerra__ _ _ _._ _ _ __.._ _ ._u_ .._ _.._ ·· · · .

y la torpeza incalculable de ese Senado ... , Las reclamacionesdel pueblo y los deberes que me imponía la leyeran contradic-ciones que sacaban á mi alma de su centro y me hacían perderel juicio; yo no sabía qué hacel', ni usted tampoco lo hubierasabido .... Yo arrojé sobre el suelo los uniformes que antesformaban mi gloria, para comenzar una vida enteramentenueva ..•. y ahora mismo no sé si la posteridad respetará minombre ó si la infamia se apodemrá de mi reputación ....

No tenga usted cuidado por los espafioles: yo le prometoque sus tentativas serán ilusorias y que serán vencidos en elprimer lugar que los encuentre; yo tendré el gusto de entregarle el país sin ningún ejército español; pero no puedo res-ponder de la tranquilidad si el Gobierno de Bogotá "por un actoimprudente dispara un tiro de fusil. Yo me he encargado de laprotección de estos pueblos, he jurado que no se les ofenderásin que antes pasen por sobre mi cadáver; yo no seré el agresor, pero llevaré la vindicación de sus agravios hasta dondeellos me acompañen. Mis bienes, mi conveniencia y mi vidason nada; ya no pienso en eso sino en desempefiar este encargopeligroso.

Venga usted á ser el piloto de esta nave que navega en unmar proceloso, condúzcala á puerto seguro, y permitarne quedespués de tantas fatigas vaya á pasar una vida privada en losllanos del Apure, donde viva entre mis amigos, lejos de rivalesenvidiosos y olvidado de una multitud de ingratos que comien-zan sus servicios cuando yo concluyo mi carrera.

Al Vicepresidente de la República le decía en notade 29 de Mayo. después de referir los hechos de Valenciay las circunstancias que lo habían obligado á aceptarlos:

V. E. sabe por los papeles públicos de Venezuela y por lasnoticias que yo le había comunicado, que estos Departamentosno estaban contentos con la Constitución, ni con las leyes, nicon la política de ese Gobierno. Mi sola autoridad era la colum-na que estaba sosteniendo el edificio por este lado: al momentoque ella faltó se desplomó enterameQte; el movimiento de Va-lencia fue adoptado por esta ciudad (Caracas) y por los llanosdel Apure: todas las Municipalidades han manifestado que susvotos están unidos á los que expresó la de Valencia, la cual, conla de Caracas, acordaron el plan de Gobierno que V. E. verá enel acta de 11 del presente mes, por la cual se me encargó delmando civil y militar hasta la venida de Su Excelencia el Li-bertador Presidente, ó que los pueblos indiquen por sí mismoslas reformas bajo las cuales podrán continuar su Vínculo deunión con la República.

La Convención de Ocaña 39.._._-_._ ..__ __ ._ _--_._-----_._----_ _._.-_._. __ ...........•_--No es la intención de estos pueblos hacer la guerra á los

otros Departamentos: ellos aspiran únicamente á buscar BUbienestar en algunas reformas; to:lo lo esperan de las leyes, ysi han adoptado vías de hecho, han sido sólo aquellas que bastanpara evitar los males que sufrían, no para invadir un territorioajeno: ellos están armados para su propia defensa, pero V. E.no les verá cometer ningún acto hostil. A pueblos que se con-ducen de esta manera sería temeridad insultarles antes dehaberlos oído.

Ellos quieren únicamente que la Convención nacional queprobablemente debía reunirse el año de 1831 para revel' laConstitución, se congregue en esta época y allí se decida conprudencia lo más conveniente para la felicidad y prosperidadde los diferentes Departamentos de que se ha compuesto laRepública. Con esta medida se altera sin duda el tiempo quese había considerado necesario para el ensayo de la Constitu-ción, pero la Constitución misma puede quedar en toda sufuerza; de otra manera, el primer acto hostil será consideradocomo una declaratoria de guerra, y estos pueblos no piden lapaz sino preparados para aquélla. Viva V. E. cierto de que sintemerla puedo asegurarle que estos países son inconquistables,y que están resueltos á morir antes que sujetarse á las formasy á la política con que eran regidos.

Una vez que firmó el General Páez esta nota parael Vicepresidente Santander, pasó al salón de la Munici-palidad, donde hizo jurar el nuevo orden de cosas á to-das las autoridades civiles y eclesiásticas, y terminó conel siguiente discurso:

Sefiores:Cuando en el afio de 1810 la revolución me puso la lanza

en la mano, me desprendí de todas mis relaciones individuales:con ella marché muchas veces al combate sin otras miras quela de ganar buena reputación entre mis compafieros. Los ascen-sos y condecoraciones me han llegado siempre sin que mi am-bicion los hubiera deseado: jamás he temido la suerte de unabatalla por mi peligro personal, y sólo comencé á temer cuando,impulsado de los acontecimientos, me vi en la necesidad demandar: la desconfianza de mis propias luces me hizo sobre-llevar con repugnancia las responsabilidades que tiene sobre síla elevación: después de haber llegado al último grado de lamilicia, sólo &nhelaba por conseguir mi retiro con beneplácitodel Gobierno, y me preparaba gustoso á llevar una vida priva-da emprendiendo algunos establecimientos de agricultura; peropor una rara suerte mía los acontecimientos me han impelidoa obrar de la suerte que menORhabía pensado, privándome de

].]. Guerra

la deliberación. En esta vez, que pensé haber dado la últimaprueba de mi subordinación militar y de mi obediencia á lasleyes, aun con peligro de mi honor y de mi vida, los pueblosme han arrancado desde el centro de mi casa para ponerme alfrente de los negocios públicos y encargarme de sus destinos.Yo no deseo otra cosa que corresponder á la confianza que enmí se ha depositado, y usar de la autoridad para el bien y feli-cidad general, esperando que todos y cada uno de ustedes con-tribuirán con sus luces y sus esfuerzos á ayudarme á llevarla carga, la pesada carga que ustedes han puesto sobre mishombros.

En otra comunicación en que recomendaba al Go-bierno obrara con prudencia en aquel evento, agregabaque" aunque el asunto de Valencia era una insurrec-ción á mano armada, que debía castigarse, no era menoscierto que un pueblo de guerreros es difícil de sojuzgar,y que sería temeridad intentarlo en la falsa creencia deque la fuerza estaba en las leyes."

y algunos días después, pensando ya de otro modorespecto al castigo que mereciera una insurrección ámano armada, decía al mismo Gobierno en nota de 16de Julio: "Desde que existe uña revolución, ya quedalegitimada, porque sólo puede originarse de una causageneral, acompañada de una fuerza irresistible. y en talevento no son culpables los autores ó cooperadores deldesorden, sino aquellos que con sus abusos y excesosde autoridad provocan el rompimiento."

Es de suponerse desde luégo hasta dónde llegaríaaquella revuelta teniendo su jefe semejantes ideas en lacabeza. imbuidas de seguro por el Dr. Peña y demásexaltados que lo dirigían en sus decisiones.

Entretanto las Municipalidades de casi todo el te-rritorio que hoy forma la República de Venezuela con-tinuaban levantando sus actas de adhesión al GeneralPáez y de aprobación á lo resuelto por las de Valencia yCaracas: así lo hicieron las de Maracay, Calahozo,Acha-guas, Guadualito, Puerto Cabello,La Guaira, Victoria yalgunas otras. Pero las de los Departamentos del Zulia,Maturín y parte de las de Orinoco permanecieron fielesá la Constitución y declararon el sostenimiento del Go-bierno legítimo de la República (1). Son notables sobre

(1) Algunas de estas actas '1 varios de los documentos anteriormente citados se encueatrau en la colecci6n de los relativos' la rida del Libertador, por Blanco Azpurlís.

Lo Convención de 0'0;'0

J. J. Guerra

en este atentado, una facultad que sólo puede considerarsepropia de la Nación entera? Variarla forma de gobierno cuandonos hallamos constituidos bajo reglas ciertas y conocidas no espeW1itido sino á los legitimos representantes de la Nación con-vocados al efecto y con poderes suficientes para ello. Este es elorden que no es permit.ido olvidar, porque cualquiel'a mutaciónque pudiese convenir, sólo de esta manera tendria efecto sinprovocar una guerra civil, sin desgracias, con el coneentimientoy aprobación de todas las partes interesadas. Todo otro proce-dimiento constituye criminales de primer orden á flUS autores,es un Cl'imen de lesa patria, y á ningún ciudadano le es licitopermanecer espectador indiferente sin ser un traidor, nn per-juro, un hombre indigno de pertenecer á una sociedad libre.

j Sin la Oonstitución no hay seguridad! j Oompatriotas !j Sin la Constitución no hay patria!

Trasladándose luégo de Barcelona á Cumacá, fijó enésta su residencia el General Bermúdez, y aunque Páezy sus partidarios trataron de atraérselo, él conservó sufirmeza, y contando con el apoyo de Arismendi, Urda-neta y otros pocos jefes distinguidos, sostuvo con energíalos fueros de la ley,manteniendo en vigor el orden cons-titucional en todas las provincias de su mando. Así,aunque el partido de Páez se conservaba sereno sincometer atropellos ni violaciones, y aunque en aparien-cia reinara la tranquilidad con aquel statu qua, los dosbandos opuestos-amigos los unos y advers~rios losotros del General Páez-permanecían con el arma albrazo esperando el toque de atención para comenzar lalucha.

Aquella agitación de los venezolanos y su animosi-dad contra los granadinos, que empezaban ya á estallarcon alarmante carácter, reconocían un origen muy an-terior al motín militar de Valencia: no eran sólo efectode una exaltación repentina ni de un hecho aislado comola suspensión del General Páez, sino resultado de ante-riores maquinaciones y de continua labor encaminada ásembrar la éliscordia entre estas dos seccionesde la Re-pública. y tan hondas raíces había extendido ese antipa-triótico sentimiento al iniciarse no más la independencia,que cuando la Constitución de Cúcuta se presentó parasu juramento á todas las Municipalidades del territorio

La ConfJención dI Ocaña 43- _ - _ _ - .

libre, la de Caracas dio un acuerdo de protesta contra launión de los dos pueblos, como si ésta no hubiera sidosancionada por todos los repre~entantes venezolanos. Yde esa acta de protesta se hizo mérito otra vez en la deCaracas el 16 de Mayo de 1826 relativa á la reposicióndel General Páez en el mando absoluto.

Desde aquella remota época se había predicado lafederación en los periódicos, particularmente en El Ve-nezolano, y aun se había formado un partido separatistaque, aumentado con el transcurso del tiempo y resueltosiempre á hacer oposición á los actos que emanasen delas autoridades residentes en Bogotá. halló ocasión pro-picia para sus ataques en la suspensión del General Páezyen los consecuenciales sucesos de Valencia y Caracas.Ese partido, que esgrimió el arma del ridículo contra losgranadinos. cometiendo mayor ridiculez en tacharlos deinferiores á los venezolanos; partido que pensó en todo,hasta en la monarquía, para variar la forma de Gobiernode la República después de haber pensado en la federa-ción, ese partido funesto fue el que agitó más los ánimosen Venezuela, sugestionó al General Páez, vociferó másy más contra el Gobierno de Bogotá, influyó en los regi-dores y coronó al fin su obra en aquellas actas tumul-tuarias. Pefia, Carabafio y Marifio en Valencia; Núfiezde Oáceres, Díaz 'y otros de algún peso en Caracas, eranlos directores de los clubs separatistas. y obra de supluma fueron aquellas proclamas y aquellos discursos yaquellas notas que firmaba á diario el General Páez ycuyo estilo correcto armonizaba muy poco con el naturalinculto y la peculiar rudeza del bravo llanero.

Ellos consiguieron, dice Restrepo, precipitar al GeneralPáez en una carrera que marchitaba sus laureles, desgarrandoá la vez el seno de la Patria. Fueron también los creadores deesa magistratura denominada jefe civil y militar, con faculta-des extraordinarias, conferida al antiguo Comandante generalde Venezuela y Apure.

En obsequio de la verdad histórica es necesario afiadirtambién, como causa de los trastornos que referimos, esa aver-sión que una gran parte de los Jefes y Oficiales colombianostenlan al yugo de las leyes. Acostumbrados por largo tiempo ála independencia de los campos, donde mandaban sus J efes sinotra regla, por lo común, que su voluntad, miraban con cefiola sujeción que les hablan impuesto la Constitución y leyes

J. J. Guerra

de Colombia: muchos de estos Jefes, que se creían los únicoslibertadores de los pueblos, no podían sufrir estar sometidos alCongreso y á las autoridades civiles. Decían que 108 abogadosse habían ensefioreado de todo. La acusación de Páez fue unexperimento peligroso que hizo el Poder civil pal'a ver si podíamás que el militar. Si aquel General se hubiera sometido, lalibertad civil y la fuerza moral de las leyes se habrían afianza-do en Colombia: acaso entonces la suerte de esta hermosa Re-pública hubiera sido más feliz. Es indudable que el GeneralPáe¡¡;habría salido de la acusación ornado de más sólida gloriaque la militar. Como eran débiles los fundamentos en que estri-baba la acusación, pudo fácilmente disiparl08, manifestar suinculpabilidad y ser absuelto. Aqueste resultado era el que de-seabal! los miembros más juiciosos del Congreso, el Vicepresi-dente de la República encargado del Podel' Ejecutivo y losSecretarios del Despacho sus consejel'os; todos ellos, obrandode consuno, habrían hecho los mayores esfuerzos para conse-guirlo. Mas por una desgracia lamentable para siempre el Ge-neral Páez, mal aconsejado, escogió seguir una carrera ilegal,sembrada de dif.lgustoBy peligros (1).

Comoquiera que sea, la labor del partido venezola-no había ganado bastante terreno, particularmente enlo relativo á la oposición al General Santander, encon-trando en el centro de la República el germen de unafracción oposicionista al mismo Vicepresidente, que co-braba ánimo con los últimos acontecimientos. De estasuerte, la situación del Jefe del Gobierno era por demásazarosa: Páez le achacaba injustamente la deposicióndecretada por el Senado; Venezuela le negaba obedien-cia; sus enemigos del interior le hacían cargo.'3hastapor la penuria del Tesoro público, atribuyéndole mane-jo poco honrado del empréstito inglés; empezaba á ha-cerse en torno suyo el vacío de la opinión sensata queresulta de toda prolongada administración; y él, entre-tanto, sólo podía ordenar el cumplimiento de las leyes yesforzarse por evitar los estragos de la guerra civil en lascomarcas venezolanas,

Perplejo como se hallaba, creyendo los aconteci-mientos de Venezuela mucho más graves de lo que eran,á juzgar por las exageradas noticias del Intendente delZulia, General Urdaneta, y conociendo ya la realidadde su desprestigio, quiso Santander separarse del mando

{I) Jo.E Manuel Restrepo H/I/oria de la Rettoluc/6n de Colombia, tomo 3.°, p'gina ¡;O¡;,

La C8nfJtnci6n ,i, O(aña 45

y llamar al ejercicio del Poder .Ejecutivoá D. Luis A.Baralt (1), Presidente del Senado, de acue~do con laOonstitución; pero sus Secretarios y otros amigos lo hi·cieron desistir de este proyecto, y lo persuadieron de quesu deber era tl'atar de que se circunscribiera la rebeliónal menor espacio posible, dirigiéndose por la Secretaríade Guerra á los Jefes venezolanos en quienes se tuvieraconfianza, y dándoles instrucciones para mantener elprincipio de autoridad y la fidelidad á las instituciones,á fin de impedir el contagio de las ideas subversivas álas provincias que se mantenían en sosiego.

Hecho esto, convocó Santander, en 9 de Junio, unConsejo de Ministros extraordinario, compuesto de susSecretarios Restrepo, Revenga, Castillo Rada y Soublette,de los Senadores Jerónimo Torres y Luis A. Baralt, delRepresentante Leandro Ejea, el Presidente de la AltaCorte, D. Vicente Azuero, y el de la Corte Superior deCundinamarca, D. Diego Fernando Gómez, quienes unánimemente aprobaron la conducta del Gobierno en or-den á prepararse para la guerra, no empeí'iándola sinoen último caso; á la prudencia con que debiera proceder-se buscando la obediencia por medios persuasivos, y alplan que el Vicepresidente se proponía seguir en aque-Hasdifíciles circunstancias.

Se reduce este plan, dijo Santander en su discurso, á cir-cunscribir la insurrección de Venezuela al menor ch-culo posi-ble, por medio de las providencias más eficaces para impedir elcontagio en las tropas y en los pueblos de los Departamentosdel Zulia, Maturfn 'YOrinoF,o ; también á hacer cuantos esfuer-7.0S estén al alcance del Gobierno para dismin.uir el partido delos insurrectos; á desaprobar los procedimiento'l de las Munici-palidades refract.arias, procurando atraerlas al orden p0r lafuerza de la persuasión; á avisar- inmediatamente lo sucedidoal Lihertador ; á ordenar el movimiento ne algunos Cuerpos detropas hacia el Departamento de BoyaeA ; Aemplear, finalmen-te, el infiujo de los patriotas y amantes del orden para alentará los pueblos. Si la opinión de toda la antigua Venezuela, afia-dió el Vicepresidente, estuviese porla il1surrflcción de Valencia,no pienso que deba el Ejecutivo ser hostil con una masa tanrespetable de población; y en este caso debe reunirse inmediata-mente el Congreso para que adopte un partido prudente que

(1) No D. Jerónimo TorrllJ, como dice Rl8trepo, quien sólo era Viceprelidente del Senado.

J. J. Gutrra

concilie la voluntad de los cuatro Departamentos de Venezuelacon los principios políticos que aneglan la marcha y el gobier-no de los pueblos. Entretanto el Ejecutivo debe limitarse ácontener por medios suaves una explosión que comprometa lasuerte del país, exponiéndole á una guert'a civil. Si la opiniónde la mayoría de la antigua Capitanía general de Venezuelamanifiesta aversión al tumulto de Valencia y desea conservarel sistema y el Gobierno establecidos, entonces el Ejecutivo de-berá pI'oceder enérgicamente, apoyado en la Constitución y enla opinión nacional.

Aprobados estos proyectos, acordó la Junta que elEjecutivo se declarara investido de facultades extraordi-narias, por ser el caso del artículo 128 de la Constitución;que por un decreto se improbara la conducta de Páez yde las Municipalidades subversivas, declarando nulossus actos, y en fin, que Se diera un manifiesto á los pue-blos sobre aquellos acontecimientos para justificar laconducta del Gobierno y hacer patente la insubordina-ción de Páez y sus secuaces. Hablóse también en aquellareunión por alguno de los concurrentes, aunque muy depaso, sobre el desarrollo que venía tomando en variospuntos de la República la idea de adelantar ]a época fija-da para las reformas constitucionales, convocando unaAsamblea Nacional que quizá pondría remedio á losquebrantos de la Patria.

Al día siguiente despachó el General Santander áD. Patricio Armero para Lima llevando al Libertadorlos pliegos que le informaban de todo lo ocurrido, y unacarta en que le comunicaba á grandes rasgos los sucesosde Venezuela, "que en su concepto eran la señal delrompimiento de la Ley fundamental de Colombia"; ycomo si previera las injustas suposiciones de Páez res-pecto á su acusación ante el Senado, decía: "La Cáma-ra entró á conocer del negocio, y aunque en el informeque me exigió fui de opinión que debía suspenderse todoprocedimiento hasta que llegasen los informes que habíaexigido al acusado, ella resolvió por una considerablemayoría que se acusase al General Páez ante el Sena-do"; y después de hacer un rápido bosquejo de las con-secuencias de esta precipitada acusación, terminaba di-ciendo:

Este cuadro me parece suficiente para traspasar de dolorel corazón de V. E., pues no se ve en él sino la insubordinación

La CoIl"",ti611 J, Ocoña +7

al G(}bierno, la infracción de las leyes fundamentales, la anar-quía, y quién sabe si la guerra civil. La se11alde desunión estádada, y Oolombia se verá despedazada por sus propios hijos, ylo que es más doloroso, por los que le habían jurado ciega obe-diencia, por los que le hablan prometido todo género de sacrifi-cios, por los que se los habían tributado á trueque de establecerun régimfln legal, por los que han recibido mayores recompensas del Gobierno.

Nuestra historia no presenta un suceso igual: si él hubieraocunido antes del establecimiento del orden constitucional,antes de que Oolombia adquiriese reputación y gloria inmarce-sibles, y antes de que dos naciones ilustres la hubiesen recono-cido como Nación soberana, no sería tan funesto ni sensible.Pero hoy, á los cinco atlos de unión y de alguna estabilidad,cuando 108 parlamentos europeos han tronado con los elogiosdebidos de justicia á la República, cuando algunos Gabinetes sedisponían á imitar la conducta de la Gran Bretatla, cuando seacercaba la hora de que disfrutásemos de la paz y de la liber-tad, cuando, en fin, la misma Espatla se sentía conmovida pornuestros progresos y sus reveses á volver los ojos hacia susantiguas colonias y tratarlas como Estados independientes,aparecer uua facción militar dando leyes á la Nación, insubor-dinándose al Gobierno establecido por la voluntad general, des-pedazando la Oonstitución, intimidando á los pueblos y em-pleando la fuerza armada en tumultos y alborotos, es el golpemás crue~ que la República, el Gobierno, V. E. y todo patriotapueden haber recibido .

.. . .Lo expuesto basta para que V. E. como Presidente dela República, como su Libertador, como el padre de la Patria,como el soldado de la Libertad y como el pl'imer súbdito de laOonstitución y de las leyes, tome el partido que crea más con-veniente á nuestra salud y á la causa de la América. Oolombiaha nacido porque V. E. la concibió, se ha educado bajo la dirección de V. E. y debía robustecerse bajo el suave influjo de laOonstitución y de V. E. mismo. Hoy está atacada en su infan-cia, con grave peligro de perecer, y V. E. es el único que puedesalvarla.

Termina asegurando al Libertador que mientrasemprende su viaje á Bdgotá "puede descansar en queel Gobierno sabrá aplicar los remedios que sean másoportunos en crisis tan delicada, apoyado en la opiniónpública, en la Constitución que ha prometido defender yen el espíritu patriótico del pueblo colombiano." San-tander conocía seguramente ya las ideas de Bolívar res-pecto á reformas constitucionales, y parecía complacerseen recalcarle sobre respeto ~1~~R~f,~~,W~~W1l!'¡flgep,~e~,o¡.j';~!:~j

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J. J. Guerra

De la delicada situación en que se eneontraba elGobierno en aquellos momentos nos da noticia el Dr.José Manuel Restrepo, á la sazón Ministro del Interior,en su Historia de la revolución de Colombia (1).

Eran grandes, dice, los embarazos en que se hallaba elGobierno de Colombia, Rsí por la rebelión de Venezuela comopor el agotamiento de las rentas públicas. En los Departamen-tos del Sur y en las costas del Atlántico se padecia la másgrande penuria de fondos, pues ya se habia consumido el em-préatito de 1824. Pocas veces se l'eunia el Consejo de Gobiernosin que el Secretario de la Guerra, por orden del Vicepresidente,presentara fuertes reclamaciones de los jefes militares, queján-dose de que los soldados perecían de hambre y d~ miseria y deque no había medios de proveer á su subsistencia. Las nuevasleyes de Hacienda acordadas por el último Congreso aún nohabían comenzado á mejorar los productos de las rentas colom-bianas, porque eran recientes. Probablemente no aumentarianlos recursos del Gobierno á causa de que no podriau cumplirsepor los desórdenes ocurridos en Venezuela. Este mal era muygrave, y ni el Ejecutivo ni sus consejeros podían remediar-lo. Acordóse únicamente encargar á todas las autoridades áquienes correspondiera que activasen el cobro y exacta percep-ción de las contribuciones. Opinaba el Secretario de Haciendaque la escasez de fondos nacionales que dolorosamente se haciasentir en todos los ángulos de la República tenía su origen, noen las leyes, sino en los empleados que descuidaban su puntualejecución. En otros varios ramos de la Administración públicase notaba el mismo atraso y descuido: acaso este vicio de nocumplirse las leyes, que aún subsiRte en la Nueva Granada,nace de la forma de Gobierno republigano, en el que un grannúmero de ciudadanos concurre á su formación, y por lo mismono se veneran por ellos, Era muy diferente el l'espeto que pro-fesábamos y la obediencia que se prestaba á las leyes cuandoemanaban del Gabinete de Madl'id, sancionándose á dos milleguas de distancia de nosotros, las que se ejecutaban con vigory exactitud por los agentes del Gobierno espatiol.

y más adelante agrega:

Herido continuamente el General Santander en su reputa-ción, había momento'l en que arrastrado por su genio ardienteé irascible, perdia la calma tan necesaria para un hombre deEstado. Conteetaba pues con acrimonia en la G(&ceta Oficial

(1) Tomo3.°, p'gina 6\0.

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y en otros papeles, sin escuchar los consejos que le daban susSecretarios de que absolutamente no convenía tomase el carác-ter de escritor ejerciendo la primera Magistratura de la Re-pública. Irritado otras veces pretendía separarse del PoderEjecutivo; al efecto presentó al Consejo de Gobierno en dosocasiones un proyecto de decreto disponiendo que el Presidentedel Senado, Jerónimo Torres (1), se hiciera cargo del PoderEjecutivo con arreglo á la Constitución. Pero los consejeros seopusieron unánimente á tal medida, que calificaron de ruinosa.á la tranquilidad pública. El Vicepresidente pretendía colorirlatambién diciendo que sin rentas nacionales que no cubrían lasatenciones y gastos más precisos de la Administración, él nopodía gobernar á Colombia. Al fin le persuadió el Consejo quesu reputación estaba comprometida en arrostrar con firmezala tempestad, continuando en el puesto de honor y confianzadonde la Nación le había colocado.

El General Posada en sus Memorias históricopoUti-cas acusa á Santander de timidez y debilidad en aquellaocasión solemne, agregando que "faltó á su deber comoJefe del Gobierno nacional, y que esta timidez y estadebUidadperdieron la República."

La Constitución-agrega el historiador-le mandaba con-servar el orden público, restablecerlo cuando fuera turbado yemplear para ello la fuerza armada si era necesario; esto, pues,debió hacer, levantando la Nación en masa; y lo que hizo fue,después de muchos días de vacilaciones, llamar al Libertador,que estaba en el Perú hechizado y embriagado con el inciensode la admiración y también con el de la adulación.

Sin embargo, el mismo General Posada habla, comootros varios historiadores, de "la tribulación, la angus-tia, el desconcierto que causó en el Gobierno y en elpúblico la infausta noticia," y de que él fue testigo pre-sencial como empleado de la Secretaria de Guerra. Enebsequio de la justicia debe recordarse además que elVicepresidente Santander, á pesar 'de la angustia y dela tribulación en que se hallaba, no se limitó únicamenteá llamar al Libertador, sino que cumplió además todolo resuelto por el Consejo extraordinario de 9 de Junio.

Al día siguiente no más, después de despachar el

(1) Ya hemos .isto que D. Jer6nimo Torres e", Vkep.elident. y D. Luis A. B.r.UPreliidtnte del Senado A este t\ltimo correlllpondfa el ejercicio del Poder Ejecutivo "falta delVicep••• idenl. d. l. Rep6blicl.

5° J. J. Guerra

posta para Lima, dispuso que por la Secretaría de Guerray Marina se pasara un oficiode reconvención al GeneralPáez. Así lo hizo el Secretario, General Soublette, entérminos comedidos pero enérgicos, previniéndole queentregara la Comandancia general al General Bermú.dez, y que mientras tanto "podía permanecer en elDepartamento empleando su influjo y autoridad paradeshacer todo motín popular y refrenar los excesosdelos militares, ayudando y auxiliando á las autoridadeslegítimas, esperando ulteriores órdenes del Gobierno,tomando medidas para calmar los ánimos, restablecer ladisciplina militar y restituir á sus justos límites el ordenconstitucional," mientras venía á responder de su con-ducta ante el Senado.

En la contestación á esta nota revela el GeneralPáez que se siente firmemente apoyado en el ejerciciodel poder. Manifiesta que su condescendencia al asumir-lo es lo que ha evitado" que los Departamentos del Nor-te hayan sido devorados por el fuego de la guerra civil,y quién sabe adónde más habría podido propagarse lallama." Agrega que "el descontento de Venezuela crecíaen proporción de su lastimoea decadencia;" que bajo suautoridad las garantías serían respetadas, y alejado elpeligro de toda invasion espafiola, y que siendo él, porel voto de los pueblos, Jefe Civil y Militar de Venezue-la, no podía entregar la Comandancia al General Bermú-dez, pues" la guerra civil sería inevitable si el GeneralBermúdez se presentase á tomar el mando en el presen-te estado de cosas."Y termina con estas palabras:

Tengo la mayor complacencia en prestarme á indicar alGobierno por el conducto de V. S., según se me exige, cuálesson las providencias que estimo más conducentes para lograrla paz interior y la conservación del régimen político. Todasellas se cifran y compendian en una sola, pero esencial y abso-luta: en abreviar la época seílalada para la Gran Oonvención.Pende del Gobierno acordar su convocación, para que en ellapuedan los pueblos deliberar libremente lo que mejor les con-venga. La causa es de ellos, y de consiguiente son ellos tambiénlos únicos que deben arreglar entre sí sus diferencias, fuéra delinflujo de los interesados en ahogar el justo reclamo de susdel'echos. Según la actitud que han tomado estos pueblos, nose presenta otl'Ocamino de serenar los disturbios que amenazaná toda la República, y no es de esperar de la prudencia y sabi-

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duría del Gobierno que por una resistencia poco fundada quieratraer sobre toda la Nación los horrores y calamidadeg de laguerra civil. Si una Oonstitución imperfecta nos ha hechoalgunos bienes, otra más conforme y adaptable al genio y cos-tumbres de los pueblos, á la situación, localidad y produccionesde sus diferentes climas es la que puede consumar la ohm im-portante de asegurar á todos ellos no sólo la independencia, sinouna libertad racional y justa, como el fruto más precioso de susinmensos sacrificios.

Además, el mismo General Soublette, como Secre-tario de Guerra y Marina, había escrito, según vimosatrás, á varios jefes venezolanos en quienes se podíatener alguna confianza, y señaladamente al General Ber-múdez, respecto á las medidas que debían adoptarse paraevitar mayores desastres; y posteriormente había dadointrucciones al mismo Bermúdez para que se encargarade la Comandancia general y se "opusiera vivamente ála rebelión por cuantos medios le fueran posibles, aunquesin romper hostilidades ni comprometer una guerracivil."

Con fecha 6 de Julio, teniendo ya noticia clara delos últimos sucesos de Venezuela y de la insistencia dePáez y de las Municipalidades que lo apoyaban en eldesconocimiento á las autoridades legítimas, dio el Ge-neral Santander la siguiente proclama:

j Oolombianos !La majestad de las leyes ha sido uitrajada. La obra de

vuestra elección y de vuestros sacrificios, que había merecidolas bendiciones del mundo civilizado y en la cual fundabais lasmás lisonjeras esperanzas de prosperidad, está amenazada. Untumulto fomentado pOI'el temor de las leyes arrancó de la Mu-nicipalidad de Valencia la monstruosa resolución de suspenderlos efectos de la acusación admitida. por el Senado contra elGeneral en Jefe J. A. Páez, y promovida por la Oámara dsRepresentantes en virtud de los clamores de las autoridade~locales de Oaracas. Ea el momento en que han sido desobede":'cidas las órdenes del Senado y del Poder ]~jecutivo se ha ata-cado en sus fundamentos el régimen constitucional y la unidadde la República.

1Pueblos de Oolombia! Desde que el Senado, procediendopOI'los términos constitucionales, admitió la acusación contrael General Páez, la ley me ha impuesto la obligación de soste-nerla. El General Páez se ha rebelado contra la Oonstitucióny ha sujetado á su ilegítima autoridad el Departamento de

].]. Guerra

Venezuela: en este caso yo sé cuáles son mis deberes; vosotrosno podéis ignorar los vuéstros. A vosotros y á mi nos corres-ponde sostener á todo trance el sistema proclamado en 1819,ratificado en 1821 y corroborado con los actos continuos, espon-táneos y solemnes de toda la Nación. Tengo bastante energíapara llenar vuestras esperanzas y cumplir el solemne juramentocon que me ligué á Colombia: la Constitución será mi guía, yla opinión nacional mi fuerza. Seré constante defensor de losprincipios republicanos contra las ideas monárquicas de losperturbadores, sea cual fuere, ~n cualquier tiompo, el númerode sus partidarios; contra reformas de otra especie seré defen-sor de la Constitución, hasta <lue la libre voluntad de la Naciónme indique otra conducta. Las injurias personales, las calum-nias de los facciosos no me arredran.

¡Colombianos! En esta última prueba á que la Providenciaha querido sujetarme en el difícil y temible periodo de miadministración, tendré la misma consagl'ación á mis deberes yá vuestro bienestar que he procurado probar en todos los suce-sos anteriores. Resuelto á no perdonar sacl'ificio alguno por laintegridad de Colombia, por la Oonstitución y por sus leyes,nada por mi parte impedirá la conservación de estos bienes, ysi fuera preciso renunciar hasta el glorioso é inapreciable titulode colombiano, también lo renunciaría por vuestra dicha, porla paz y por vuestra verdadera felicidad.

¡Magistrados, militares, ciudadanos de Oolombia! La causaque tenéis que sostener no es mía ni de ningún particular. LaConstitución, las leyes y las órdenes de las autoridades quebabéis establecido, todo es obra vuéstra. Dejarlas ultrajar esdestruir con vuestras manos 10que habéis edificado en diez yseis afios continuos, Recordad vuestros juramentos. El mundoos observa, la historia os aguarda, la posteridad es vuestro juez.

Palacio de Bogotá, 6 de Julio de 1826-16.

F. DE P. SANTANDER

Por S. E. el Vicepresidente encargado del Gobierno de laRepública, el Secretario de Estado y del Despacho del Intedor,

J. M. Restrepo

Seguidamente expidió el Gobierno el decreto acor-dado por el mismo Consejo extraordinario. Haciendo enel preámbulo ligera narración de aquellos sucesos y enumerando las disposiciones constitucionales y legales in-fringidas por ellos y los motivos que tenía el Gobiernopara considerarlos ilegítimos, declaraba el decreto: que

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el Departamento de Venezuela, oprimido por la fuerza,merecía los particulares cuidados del Gobierno, á fin deque volviera al régimeu legal; que el tumulto de Valen·cia era una verdadera insurrección á mano armada queamenazaba la seguridad de la República; que las Muni-cipalidades que habían prestado su aquiescencia á aqueollos actos tumultuarios eran excusables á los ojos delEjecutivo si se comprobaba, "como lo creía el Gobierno,"que habían sido sus procedimientos dictados por la fuer·za; que era nulo cuanto se había ejecutado ó se ejecutareóestipulare en lo sucesivo por el General Páez como JefeCivil y Militar ó como Comandante en Jefe; que el Go·bierno no se hacía responsable de la seguridad individualy de la propiedad de los extranjeros en Venezuela porhaberse puesto este Departamento fuéra de la obedienciaconstitucional al Ejecutivo; que no se interrumpiríanlas comunicaciones con aquella sección del territorio;que por ulteriores decretos se determinaría el uso quedebiera hacer el Poder Ejecutivo de las facultades extra·ordinarias que le atribuía el artículo 128de la Constitu·ción, y finalmente, que el mismo Poder Ejecutivo expon·dría" también á la República y al mundo en un mani·fiesto los acontecimientos de que se ha hecho mención,con lo demás que se estime oportuno á fin de robustecercon la opinión nacional su conducta administrativa."

Una vez publicados estos documentos y enviados átodos los Departamentos de la República, se dio cumpli.miento á la última parte del decreto, conforme á lo acor·dado en la reunión extraordinaria del 9 de Junio. Nofaltaba nada por hacer de todo lo que se resolvió en ella.El Manifiesto que el Poder Ejecutivo de Oolombiapresentaá la República y al mundo sobre los acontecimientos deVenezuela, desde el 30 de Abril del presente año de 1826,obra del distinguido publicista D. José Manuel Restrepoy que lleva su firma como Ministro del Interior, es unade las piezas más notables de aquel ruidoso proceso, ycuya lectura nos permitiríamos recomendar á nuestrosamigos aficionados á los estudios histórico-políticos (1).

Muy por extenso se trata allí de la falta de todofundamento moral y jurídico para que las provincias

(1) Se halla inserto íntegramente en los Documentos re/afil'o, á la vida del Libtrtador.Colección Blanco Azpuróa. Tomo 6.0

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venezolanas entraran en pugna con el Gobierno centralsosteniendo una autoridad espuria. Desenvuelve conclara concisión la historia de la unión de Nueva Granaday Venezuela, promovida por hijos de esta República conla mira de aunar las fuerzas para hacer frente al comúnenemigo; enumera los grandiosos resultados producidospor esta unión en corto tiempo; hace una sucinta rela-ción de los acontecimientos sucedidos en Venezuela desdeel primitivo decreto de alistamiento; describe los esfuer-zos de todo linaje con que el partido de oposición se hapropuesto atacar la unión de las dos seccionescon hechosy escritos y con diatribas al Gobierno central, ridiculi-zando á los magistrados y atizando bajas é indignasrivalidades entre granadinos y venezolanos; con vivoscolores pinta la próspera situación á que iba llegando laRepública después de su independencia; hace mérito detodas las consideraciones, de todos los esmeros y de todoslos paternales cuidados que para con Venezuela ha teni-do siempre el Gobierno; narra las causas que motivaronla acusación de Páez, que el Ejecutivo no pudo impedirpor la premura de la Cámara, ni tampoco suspender susefectos; pone de relieve las contradicciones en que haincurrido en corto espacio la Municipalidad de Caracas,acusando primero á Páez y proclamándolo á poco Jefesupremo, impidiendo así que se cumplieran los efectosde aquella acusación, yen fin, después de una rápidaexposición sobre lo que constituye el ejercicio de la sobe-ranía y de considerar excusables á las Municipalidadesque habían yiolado estos principios, oprimidas por lafuerza armada, concluye con estos párrafos:

Calificar de enorme la transgresión de aquellos cuerposmunicipales no es en manera alguna exagerado. En todo siste-ma de gobierno, pero con especialidad en el popular represen-tativo que nos rige, la armonía no puede resultar sino de laestricta sujeción de los diversos agentes á los deberes que la leyles prescriba; si alguno deja de llenarlos, este vacío de ejecu-ción ocasionará parálisis y atrasos; si, por el contrario, unaautoridad sale de su esfera, el choque debe ser violento, todas

. las pal·tes del cuerpo político se resentirán y la tranquilidadgeneral se alterará en razón de que se turban las funciones delos magistrados. Este es el caso de la cuestión.

El pacto social ha sido despedazado en Venezuela, y la

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Constitución ha sido hollada con violencia. Su artículo 5 de-clara que es un deber de todo colombiano vivir sometido á laConstitución y á las leyes, respetar y obedecer á las autorida-des que son sus órganos; ellO dice que el pueblo no ejercerápor sf mismo otras atribuciones de la soberanfa que la de laselecciones primarias; el 27 da al Senado la especial atribuciónde ejercer el poder natural de una Corte de justicia para ofr,juzgar y sentenciar á los empleados de la República acusadospor la Oámara de Representantes; el 100 establece que el acu-sado por dicha Oámara quede de hecho suspenso de su empleodesde que sea admitida la acusación, y que la autoridad á quiencorresponda provea la plaza in terinamen te; el 117 confiere alPoder Ejecutivo el mando supremo de las fuerzas de mar ytierra de la República y le encarga exclusivamente de su direc-ción; el 191 encarga el mando político de cada uno de losDepartamentos á un magistrado con la denominación de Inten-dente, sujeto al Poder Ejecutivo, de quien es agente natural éinmediato; el 197 permite á los ciudadanos reclamar sus dere-chos ante los depositarios de la autoridad pública con la mode-ración y respeto debidos; el 189 obliga á todo empleado á pres-tar juramento de sostener y defender la Oonstitución y decumplir fiel y exactamente con los deberes de su empleo parapoder ejercer sus funciones, y el 191 señala un término de diezaños, por lo menos, para que pueda convocarse una gran Oon-vención con el objeto de examinarla ó reformarla en su totali-dad. Todos estos artículos se han quebrantado, y tamañasinfracciones reclaman el apoyo de la Nación en sostén y defensadel Oódigo sagrado de flUS libertades.

Ya seve pues que se hizo lo bastante por el Gobiernode Santander para contrarrestar el movimiento venezo-lano, haciendo palpable la reprobación con que era mi-rado por parte del Ejecutivo y de la opinión sensata delpaís. La situación era por demás delicada en aquelloscríticos momentos, y aun acaso hubiera contribuido áagravarla la adopción de medidas más enér~icas ó lospreparativos para una seria contienda civil. Diez Depar-tamentos se mantenían en absoluto sosiego y dabanmuestras de su adhesión al Ejecutivo nacional protes-tando contra toda turbación del orden público, mientrasque eran dos únicamente, y uno de ellos sólo en parte desu territorio, los que permanecían aferrados al sosteni·miento del General Páez; de modo que la prudenciaaconsejaba obrar en los primeros momentos con sumacautela, mientras se recibían noticias más explicativasde Venezuela y se conocía la opinión del Libertador.

J. J. Guerra

Entretanto la ola había crecido en aquellas comar-cas. Reunidos los miembros de varias Municipalidadesen ]a ciudad deValencia, sentaron un acta en que hacíancargos injustos á la Administración Santander, atribu-yéndole haber coartado las libertades individuales, haberabusado del poder y haber profesado odio profundo á losvenezolanos; justificaban con extenso discurso al Gene-ral Páez de los motivos en que se apoyara su acusacióny de su conducta renuente con respecto al llamamientodel Senado; y casi todo este largo manifiesto no condu-cía á otra cosa que á censurar la Constitución de Cúcuta,juzgándola incapaz de hacer la felicidad de los pueblosy sí, por el contrario, de haber labrado muchas de lasdesgracias pasadas, de donde concluían que era meneste!'aproximar la época de su reforma en la Gran Conven-ción, en la cual se les restituiría en "elgocede los derechosy garantías de que se hallaban privados, se les reconci-liaría con las instituciones y se echarían los sólidoscimientos del edificio social. El General Santander pu-blicó en la Gaceta de Oolombia una elocuente contesta-ción á esta acta ó manifiesto, demostrando la futilidad~e aquellos cargos y los errores en que habían incurridolos diputados que la firmaron; entre éstos se hallaba elDr. Pefia, que no descansaba en su nerviosa actividadpara llevar adelante la discordia. ,

Posteriormente la Municipalidad de Maracaiho, si-guiendo el dictamen del Síndico municipal y de variosciudadanos del lugar, acordó lo siguiente:

Que con inserción de la exposición del Síndico municipal,del acta del día de ayer y de la de hoy, se represente con testi-monio al Supremo Poder Ejecutivo manifestándole que se creeya llegado el caso de que por medio del Congreso se proceda ála instalación de la Gran Convención de Colombia, como únicamedida que puedlil falvarnos del naufragio á que se consideraexpuesta la República, así por lo que respecta á la desunión quese experimenta, como por los otros infinitos males que se segui-rían; al paso que puesta á detenido examen la Constitucióntambién puede encontrarse el dafio que más ó menos estánexperimentando los Departamentos, los cuales se ven en esque-leto, sin agricultura ni comercio, siendo las principales fuentesde la riqueza nacional.

y más adelante el cantón de Gibraltar dio tambiénsu acta el 31 de Julio, sobre convocatoria de la Gran

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Convención nacional, "anunciada, dice, en el artículo 191de la Constitución, acelerando el tiempo que allí se indicapor las críticas circunstancias en que nos hallamos."

Otros pueblos de aquellos Departamentos, siguiendoel ejemplo dado por los ya mencionados, pedían á vocesla Convencióncomo el más práctico remedio para calmarla excitación popular, haciendo algunos retoques que sejuzgaban necesarios en las instituciones patrias. El Sín.dico procurador de Maracaibo decía á este respecto en suexposición á la Municipalidad:

Que por medio del Congreso se proceda á la instalación dela gran Convención de Colombia, como la única que puede exa·minar ó reformar en su totalidad la Constitución, según sedispone por el artículo 191 de ella: sin que pueda ser reparo elno haberse cumplido la segunda condición de los diez afias se·ñalados por vía de práctica, habiéndose conseguido la primeraen todas sus partes, pues que nos hallamos libres de enemigosy en circunstancias de lo amenazada que está la República deentrar en guerra civil y cuando presentimos que nuestra ruinaes inevitable si no se ocurre á la imperiosa necesidad que lospueblos en masa siguen adoptando para librarse del naufragio.

No es mi intento acriminar los hechos producidos por laAdministración, pues creo que nuestros males provienen dedefectos desconocidos hasta ahora en nuestra legislación comoobra ó establecimiento de lo naciente de nuestro sistema; y asíes que yo creo que el Gohierno debe recibir con aplauso el quelos pueblos expresen francamente su voluntad por medio de lasMunicipalidades, ya porque el artículo 191 constitucional nocorresponde á los titulas 1.0 y 2.° (1), ya porque el término dediez años debe estimarse como un ensayo que puede coartarseen apuradas circunstancias.

En la capital y en otros puntos del centro de la Re·pública la opinión continuaba acentuándose en favor delGobierno y en oposición á los movimientos revolueiona·rios de Venezuela. Viose claro que eran pocos los quesimpatizaban con la política del General Páez, y aunquela palabra reformas se pronunciaba ya sin reeelo llegan-do á eonstituirse un partido que las sostenía-partidohasta entonees contrario al santanderista-se alejabanlos temores de una revuelta á mano armada, y esto hizoque el General Santander, sintiéndose ya seguro en el

(1) Que ,egón la misma Constitución eran inalterables (artfculo 190).

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mando y apoyado por el crecido número de sus adeptosy por varios jefes venezolanos, cometiera un error queno le ha perdonado la historia, porque con él dio muestrade ambición ó cuando menos de volubilidad de carácter.No había transcurrido mes y medio después de que lla-mara con urgencia al Libertador, "como el padre de laPatria, como el Presidente de la República, como elprimer soldado de la libertad," único capaz de salvar áColombia, cuando en carta confidencial de 15de Julio ledecía lo siguiente:

Por mi parte, fiel á mis principios y leal á mis deberes,sostendré la Constitución á todo trance, aunque fuera másnumerosa la facción que quiere destruirla sobreponiéndose á lavoluntad libre de la Nación.

y después de manifestar que la oposición á su Go-bierno lo obliga á no abandonar la Vicepresidencia dondelo ha colocado la voluntad nacional, desistiendo en esavirtud de su primitivo intento de separarse de ella, cierraesta carta, y cuatro días más atlelante escribe otra almismo Libertador, que todos conocen por la acerba crí-tica que se ha hecho de ella, y que contiene estos párrafos:

Respecto á la venida de usted, permítame que le diga miopinión: usted no debe venir al Gobierno, porque este Gobierno,rodeado de tantas leyes, amarradas las manos y envuelto enmil dificultades, expondría á usted á muchos disgustos y legranjearía enemigos. Una vez que uno solo de ellos tuvieraosadía para levantar la voz, toda su fuerza moral recibiría ungolpe terrible, y sin esta fuerza, ¡adiós Colombia, orden y glo-rias! Cuando hablo así sólo tengo presente el bien público, y deninguna manera el mío. Yo estoy, como he dicho, loco, porqueya me faltan fuerzas para resistir tanto golpe y ojos para llorarlos males de la Patria; por lo mismo bailaría de contento el díaque usted tomara el Gobierno .... Supuesto, pues, que no debeusted venir á desempeñar el Gobierno, éste debe autorizarlopara que siga á Venezuela con un ejército á arreglar todoaquello.

Una nota discordante para el Libertador conteníacada uno de estos párrafos. Hablarle en el primero desostenimiento de la Constitución no era ya-j quién habíade creerlo!--cosa que le halagara mucho, según veremosmás adelante. Considerarlo en el segundo como un sim-

La Convención de Ocaña 59

pIe General en operaciones sobre Venezuela "era algofuerte," según la expresión del General Posada (1), eradescubrir una intención "poco generosa, por decir deella lo menos, y en la cual entraban á un mismo tiempoel miedo y la ambición," dicen Baralt y Díaz. Estas car-tas han figmado siempre como piezas importantes de lahistoria del rompill1iento entre los dos grandes caudillos,tan funesto para la Patria.

El Libertador se hallaba en Lima recibiendo todavíalos merecidos laureles de sus pasadas victorias y tambiénel incienso ó veneno de la adulación que nunca ha defaltar á los grandes genios para hacerlos cegar y desva-necer. En Lima, pues, recibió casi á un mismo tiempo lascomunicaciones de Páez y de Santander sobre los aconte-cimientos de Venezuela, que le causaron dolorosísima im-presión, determinando su pronto regreso para Colombia~

Antes de recibir aquellas noticias había llegado áLima D. Antonio Leocadio Guzmán, llevando al Liber-tador cartas de Páez y de personas notables de Venezuelaen las que se le ofrecía el influjo del clero, el ejército ygran número de ciudadanos venezolanos para estableceruna monarquía constitucional en Colombia y para queel mismo Bolívar se ciñera como Napoleón una coronaimperial. No se desistía, pues, del descalabrado proyectode la monarquía que nació en París entre los Ministrosde la Santa Alianza, que tuvo prosélitos en Londres, quese acogió con entusiasmo en Guayaquil y luégo en elPerú, para hacer al Libertador Emperador de los Andes,esto es, de Colombia, Perú y Bolivia; proyecto á que nofueron extraños en cierta época próceres de la talla deSantander, Mosquera, Briceño Méndez, Urdaneta, Flórez,Mariño y algunos otros; proyecto, en fin, que volvió ásurgir con no poco desagrado del público en las postri-merías de la Gran Colombia. Consecuente el Libertadorcon lo que había dicho respecto á la carta escrita enLondres por el conde Delaly, "que sólo quería vivir ciu-dadano y morir libre," contestó la de Páez diciéndoleentre otras cosas:

He recibido la muy importante carta de usted de 10de Di-ciembl'e del año próximo pasado, que me envió usted por mediodel Sr. Guzmán, á quien he visto y oído no sin sorpresa, pues su

(I) Memorial hiltdt';copolltic4'J tomo },o, página 14.

U"lvr~1·'''Al'\., ,C~. --...:/:Vii I

60 J. J. Guerra

misión es extraordinaria. Usted me dice que la situación de Co-lombia es semejante á la de Francia cuando Napoleón se enconotraba en Egipto, y que yo debía decir con él: "los intrigantesvan á perder la patria; vamos á salvarla" .... Usted no ha juz-gado, me parece, bastante imparcialmente del estado de las cosasy de los hombres. Ni Colombia es Francia, ni yo soy Napoleón.En Francia se piensa mucho y se sabe todavía más; la poblaciónes homogénea, y además la guerra la ponía al borde del preci-picio; no había otra República más grande que la de Francia, yla Francia había sido siempre un reino. El gobierno republicanose había desacreditado y abatido hasta entrar en un abismo deexecración. Los monstruos que dirigían la Francia eran igual-mente crueles é ineptos: Napoleón era grande, único y ademássumamente ambicioso. Aquí no hay nada de esto. Yo no soyNapoleón, ni quiero serlo; tampoco quiero imitar á César, menosaún á Iturbide. TaJes ejemplos me parecen indignos de migloria: el título de Libertador es superior á todos los que harecibido el orgullo humano; por tanto me es imposible degra-darlo. Por otra parte, nuestra población no es de franceses ennada, nada, nada. La república ha levantado el país á la gloriay á la prosperidad dándole leyes y libertad. Los Magistradosde Colombia no son Robespierre ni Marat. El peligro ha cesadocuando las esperanzas empiezan; por lo mismo nada urge parasemejante medida. Son Repúblicas las que rodean á Colombia,y Colombia jamás ha sido UD reino; un trono espantaría tantopor su altu.ra como por su brillo. La igualdad sería rota y loscolores temerían perder sus derechos por una nueva aristocracia.En fin, amigo, yo no puedo persuadirme de que el proyecto queGuzmán me ha comunicado sea sensato, y creo también que losque lo han sugerido son hombres semejantes á los que elevaroná Napoleón y á Iturbide para después abandonarlos en el peli-gro. . .. Sin embargo, creo que en el próximo período sefialadopara la reforma de la Constitución se pueden hacer en ellanotables mutaciones en favor de los buenos principios conser·vadores y sin violar una sola de las reglas más republicanas. Yoenviaré á usted un proyecto de Constitución que he formadopara la República de Bolivia; en él se encuentran reunidas todaslas garantías de pel'manencia y de libertad, de igualdad y deorden. Si usted y sus amigos quisieren apoyar este proyecto,sería muy conveniente que se escribiese sobre él y se recomen-dase á la opinión del pueblo. Este es el servicio que podemoshacer á la Patria, servicio que será admitido por todos los par·tidos que no sean exagerados, ó por mejor decir, que quieranla verdadera libertad con la verdadera utilidad.

Respecto á su firme resolución de rechazar la mo-narquía nunca hubo cambio en el ánimo del Libertador)

La Convmción de Ocaña 61

habiendo llegado hasta ofrecer su espada para comba·tirIa, como puede verse en un capítulo entero que consa·gró Lal'razábal (1) en su obra á probar este aserto contralos que se han empeñado en sostener lo contrario.

Pero si Bolívar dio en aquella ocasión una nuevamuestra de su rechazo á las ideas monárquicas, concibióen cambio una que fue funesta para su propio prestigioy para la futura suerte del país: ]a de implantar en Co·lombia la ConstifJución boUviana.

Esta Constitución, calcada sobre la de Haití, "cuyasbases principales, dice un escritor contemporáneo, pare·cían tomadas de la República de Venecia," había sidodada por el Libertador á Bolivia, su hija predilecta, yaceptada después, casi á la fuerza. por el Congreso delPerú. Aunque redactada por el mismo Bolívar y sancio-nada por el Congreso general Constituyente reunido enChuquisaca, fue entonces y ha sido después severamen-te comentada y criticada, por contener disposicionesab-solutamente contrarias á los principios republicanos pro-clamados en la América latina desde 1810. El notableestadista A rosemena hablando de ella dice que" suscitómucha alarma por su estructura, que pareció contrariaá la libertad, y que consistía en una mezcla de insti·tuciones romanas, inglesas y norteamericanas, dispues-tas con habilidad y sin duda con buena fe" (2). Pero yase sabe que los errores cometidos por los grandes hom·bres, con buena fe y todo, producen generalmente irre-p~rables desastres.

E~minémosla ligeramente.El Título 1.", de la Nación, establece el carácter in·

dependiente de ésta, sus límites generales y ~u divisiónen Departamentos, Provincias y Cantones.

El Título 2.", del Gobierno, dice que éste" es popularrepresentativo," que" la soberanía emana del pueblo ysu ejercicio reside en los poderes públicos." El Poder Su·premo "se divide para su ejercicio en cuatro secciones:Electoral, Legislativa, Ejecutiva y Judicia~" con separa·ción de funciones. Establece además este Título la cali·dad de boliviano y la de ciudadano en e}ercicio, con los

\ 1) Vida del Liberl_dor Sim6n Bolivar, por Felipe Larra.ábal, tomo 2.·, página. 493 á ,j 17.

(2) Estudios conltitucionates, por Justo Arosemena, Lomo 2?, pá.glna 847.

62 ]. ]. Guerra

derechos anexos á ellas y las causas que motivan su pér-dida ó suspensión.

El Títulto 3.0, del Poder Electoral, dice que" lo ejer-cen inmediatamente los ciudadanos en ejercicio, nom-brando por cada diez ciudadanos un elector." Estoselectores forman lo que se denomina el Cuerpo electoral,los cuales reunidos en la capital de cada Provinciacali-fican á los ciudadanos que entren en el ejercicio de susderechos y declaran su suspensión; eligen los miembrosde las Cámaras legislativas, los candidatos para la Pre-fectura de los Departamentos y Provincias, Alcaldes yJueces de paz, candidatos para ciertos empleos del ordenjudicial y candidatos para Curas y Vicarios que nombrael Poder Ejecuti vo.

El Título 4.°,del Poder Leligislativo, lo divide para suejercicio en tres Cámaras: la de Triaunos, la de Senado·res y la de Censores. En cuanto á reglas generales sobreinmunidad de sus miembros, formalidades reglamentarias, formación y promulgación de las leyes, sanción yveto presidenciales, materia de las leyes y algunos otrospormenores, esta Constitución es casi idéntica á las quese expidieron en aquellos tiempos por varias Repúblicasy particularmente por la nuéstra. La diferencia esencialcon éstas consiste, por lo que respecta al Poder Legisla-tivo, en la extraft.a división en tres Cámaras con facul-tades distintas cada una de ellas, particularmente encuanto á la iniciativa de los proyectosde ley. La Cámarade los Tribunos era la más rica en atribuciones á esteúltimo respecto; la de los Senadores tenía la iniciativade todo lo que se refiriera á la formación de los códigosy á la administración de justicia, y además la potestadde "arreglar el ejercicio del patronato y dar proyectosde ley sobre todos los negocios eclesiásticos que tienenrelacIón con el Gobierno; examinar las decisiones conci-liares, bulas, rescriptos y breves pontificios, para apro-barlos ó nó.11 y á la Cámara de los Censores incumbíavelar porque el Gobierno cumpliera la Constitución y lasleyes; acusar ante el Senado las infracciones á éstas, ypedir la suspensión del Vicepresidente y Secretarios deEstado. Estando de acuerdo dos Cámaras á este respecto,debía abrirse juicio nacional, para el cual se reunirían to-das tres, con el objeto de seguir el juicio y pasarlo para lasentencia al Tribunal Supremo de Justicia. Esta última

La Convención de Ocaña

Cámara tenía también la iniciativa exclusiva para ciertaclase de leyes. Dos Cámara'3 no más debían aprobar cadaproyecto para que fuera ley de la República, yen caso dedesacuerdo, lo pasarían á la otra para que decidieracomo árbitro, después de haberse reunido en un solocuerpo las dos opuestas para discutir el proyecto. Lasleyes irían firmadas por el Presidente de la República, elVicepresidente y un Secretario de Estado. Los Senado-res durarían ocho afios en sus funciones, pudiendo serreelegido'3; los Tribunos cuatro, pudiendo también serreelegidos,y losCensores serían vitalicios. Las reunionesdel Cnerpo Legislativo eran anuales, y las sesiones ordi-narias duraban dos meses.

El Título 5.°,del Poder bjecutivo, dice en su primerartículo: "El ejercicio del Poder Ejecutivo reside en unPresidente vitalicio, un Vicepresidente y tres Secretariosde Estado." Enumera luégo las condiciones para ser Pre-sidente de la República, sus atribuciones y los actos quele están vedados. A más de vitalicio, este Magistrado esirresponsable en los actos de su administración. Loreemplaza el Vicepresidente en sus faltas temporales yabsolutas, y en sustitución de este último entra uno delos Secretarios. En cuanto á las atribuciones del Ejecu-tivo, son las mismas que se le otorgan en todo régimende exagerado centralismo, á más de algunas relati vas ácuestiones eclesiásticas. El Vicepresidente es nombradopor el Presidente de la República y aprobado por elCuerpo Legislativo, con la singularidad de que éste nopuede rechazar más de tres candidatos. El Vicepresi-dente de la República es el jefe del Ministerio; respon-sable con el respectivo Secretario; heredero de la Presi·dencia, y debe tener las mismas calidades del Presidente.Las Secretarías del Despacho se denominan: de Gobiernoy Relaciones Exteriores, de Hacienda y de Guerra yMarina.

El Título 6.°,del Poder Judicial, establece la CorteSuprema, "donde reside la primera Magistratura judi-cial del Estado," y cuyas atribuciones son las más eleva-das en la administración de justicia. Se compone de sietevocales. Siguen luégo las Cortes de Distrito Judicial,encargadas de los asuntos de menor categoría, de queconocerán en primera ó segunda instancia, según lamateria: una de éstas es el conocimiento de ciertos ne-

J .. J Guerra

gocios eclesiásticos. Y finalmente, para asuntos de ínfimacuantía, se establecen los Jueces de Letras en las Provinocias y los Jueces de Paz en los Cantones. Los Magistra·dosy Jueces durarán por el tiempo de su buena conducta.No hay más que tres instancias; quedan abolidosel recur-so de injusticia notoria, la pena de tormento y la deconfiscación de bienes.

El Título 7.°,del Régimen interior de la República,establece un Prefecto en los Departamentos, un Gober-nador en cada Provincia, un Corregidor en cada Cantóny un Alcalde en cada corto vecindario: este último em·pleo es de forzosa aceptación. El período para los tresprimeros es de cuatro años.

El Título 8.°,de la Fuerza armada, contiene disposi·ciones generales sobre la fuerza permanente, que se comopondrá del ejército de línea y una escuadra, teniendo encada Provincia cuerpos de milicia" compuestos de loshabitantes de cada una de ellas." Hay también un res-guardo militar para evitar los contrabandos.

El Título 9.°, Observancia de la Constitución, regla·menta las formalidades con que las Oámaras legislativaspueden hacerle reformas parciales, después de una expe·riencia de varios años, y son tales, que en realidad lareforma se haría absolutamente imposible, porque sólola Cámara de los Tribunos puede iniciarla; todo el Cuer-po Legislativo debe dar una ley sobre la materia; losCuerpos electorales confieren poder á los Diputados detodas tres Cámaras para alterar ó reformar la Oonstitu·ción, fijando los puntos concretos para ello,y finalmente,nada se puede hacer sin la aquiescencia del Ejecutivo.

El Título 10 y último, de las Garantías, contiene lasque entonces se establecían en toda Constitución sobrelibertad civil, igualdad ante la ley, libertad de palabra yde imprenta, inviolabilidad del domicilio, equidad en lascontribuciones, abolición de privilegios y vinculaciones,libertad de industria, comercio, etc.

Como se ve, pues, en ciertos puntos generales laConstitución boliviana difería poco de las que se dieronentonces otras Repúblicas, y sefialadamente la de Colom-bia. Verificado el cotejo, se encuentran muchos artículostextualmente copiados y otros tomados con ligeras modi-ficaciones de aquéllas. En la estructura interna, si asípudiéramos decir, del Código boliviano, su división co-

La Convención de Ocaña

rrespondiente y el método que sigue en cada una de suspartes, nada hay que llame en él la atención de especialmanera.

Pero los grandes lunares de aquella Constitución,que tan odiosa la hicieron entonces y tá,nto han dadoque decir después á historiadores y publicistas, con-sisten en esa Presidencia vitalicia é irresponsable. queparecía no conducir á otra cosa que á la perpetuación deBolívar en el poder contra todo canon democrático; con·sistían también en la peregrina invención de que el Vi·cepresidente de la República fuera nombrado por elPresidente. amovible á voluntad de éste y heredero suyoen el ejercicio del Poder, cosa que pugnaba abiertamen·te, lo mismo que la Presidencia vitalicia, con la teoríarepublicana de la elegibilidad y alternabilidad de losaltos funcionarios públicos. El cuarto Poder, creado porella con el nombre de Poder Electoral, era otra innova·ción peligrosa en los principios constitucionales, siendoejercido por la décima parte de los ciudadanos y gozandode atribuciones electivas. civiles y políticas tan comple-jas como delicadas. El mismo sistema electoral era obje.table en cuanto obligaba á una porción numerosa deciudadanos á concurrir anualmente á las capitales deProvincia. cosa que si difícil en Bolivia, sería imposibleen el Perú y Oolombia, por los desiertos y montañas queseparan sus princi pales eentros sociales y por la dificul·tad de las comunicaciones en estas. Repúblicas. Defectocapital era también la división del Poder Legislativo entres Cámaras, contra la práctica uni versal, con atribu-ciones distintas para la iniciativa de las leyes, con el ca·rácter cada una de árbitro en las discrepancias entre lasotras dos, con período de ocho afios para los Senadores,de cuatro para los Tribunos y perpetuidad vitalicia paralos Censores, cuando ya entonces era incuestionable ladoctrina parlamentaria de las dos Cámaras, vocera launa de las grandes entidades políticas permanentes ósecciones territoriales, y del elemento popular la otra;con idénticas facultades en cuanto á la iniciativa de lamayor parte de las leyes y á la expedición de todas ellas,y en fin, con igualdad de carácter en el punto meramentelegislativo, como necesaria á la unidad fundamental desus funciones y á la esencia y base fija de la misma ley,todo lo cual quedaba trastornado en este proyecto. Final·

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ments, la judicatura inamovible en todos sus grados obe-decía sin duda al mecanismo de rigurosa centralizaciónen él establecido; pero si este sistema de la inamovilidadde los administradores de la justicia puede ser todavíacuestionable en cuanto á los altos Magistrados, ya enaquel tiempo se tenía experiencia de sus inconvenientescon respecto á los Jueces inferiores.

Basta este rápido análisis para probar hasta la evi-dencia que el Códigoboliviano era absolutamente inadap-table á ninguna de las nuevas Repúblicas, que aspirabaná algo más expansivo y más liberal que lo que habíanvisto y sentido en tres siglos de opresión. "Este Códigofamoso, que en esencia creaba una monarquía sin elnombre," dice Arosemena (1), y "al que más propia-mente competía el nombre de teo, de la discordia," segúnVargas Tejada (2), estas "instituciones monárquicas,aunque plantadas sin base alguna sobre el suelo move-dizo de la democracia," dice Restrepo (3), eran incapacesde resistir á los tumultos y tempestades de esta últimaforma de Gobierno, incápaces asimismo de contrarrestarla grandiosa idea á cuya realización habían contribuidocon un caudal inapreciable de sangre miles y millones depatriotas. Quijano Otero (4) dice que "muchos se pre-guntaban al estudiar esta Constitución si valían la penaesa sangre derramada y los sacrificios hechos para sacu-dir el yugo del Rey de Espafia."

Al Libertador seguramente no se le hicieron notaren el Perú y Bolivia por persona autorizada los defec-tos de que su obra adolecía, ni el contraste que en susdetalles presentaba ésta con las teorías republicanas ydemocráticas reinantes entonces. Era imposible que se-mejante estatuto llegara á adquirir solidezen las nue-vas nacionalidades, ya demasiado penetradas de aquellasteorías, ni podía pretenderse que se diera un paso atrásen la corriente de ideas y aspiraciones para cambiar deuna plumada la faz de la política. Pero el Libertador nomedía tal vez la magnitud de losobstáculos, y en el exten-so discurso ó mensaje con que presentó el proyecto al Con-greso Constituyente de Chuquisaca lanzó expresiones y

(1) Bstud;", constitucionales, volumen 2.·, página 847.(2) Recuerdo loid6rico. Biblioteca Popular námero. 68 6 66,(8) Rlltoria de la Re.otuei6n de Colombia, tomo 3.°, pigíDa 626.(4) HlltorifJ P4t';fJ, pigina 322,'

La C6"'fJt1u;ó" dI Otaña

avanzó algunos conceptos que verdaderamente escanda-lizan en boca que acababa de arrebatar á las muchedum-bres con frases de verdadero republicanismo las máshermosas y sinceras

Después de hacer una larga disertación sobre la con-veniencia de dividir el Poder Legislativo, como lo hahecho, en tres Cámaras, y luégo de explicar el motivo delas atribuciones de cada una y las del Poder Electoral,encaminadas á una especie de federalismo, tocando yalo referente al Poder Ejecutivo nacional, desarrolla susideas así:

El Presidente de la República viene á ser en nuestra Oons-titución como el sol que, firme en su centro, da vida al univer-so. Esta suprema autoridad debo ser perpetua, porque en lossistemas sin jerarquías se necesita más que en otros un puntofijo alrededor del cual giren los Magistrados y los ciudadanos,los hombres y las cosas. Dadme un punto fijo, decía un anti-guo, y moveré el mundo. Para Bolivia este punto es el Presiden-te vitalicio. En él estriba todo nuestro orden, sin tener por estoacción: le han cortado la 'cabeza para que nadie tema sus in-tenciones, y le han ligado las manos para que á nadie dañe.

El Presidente de Bolivia participa de las facultades delEjecutivo americano, pero con restricciones favorables al pue-blo. Su duración es la de los Presidentes de Haití. Yo he toma-do para Bolivia el Ejecutivo de la República más democráticadel mund\) .....

El Presidente de Bolivia será menos peligroso que el deHaití, por el modo de sucesión que es más seguro para el biendel Estado. Además, el Presidente de Bolivia está privado detodas las influencias .... Esta disminución de poder no la ha su-frido todavía ningún Gobierno bien constituido: ella añadetrabas sobre tmbas á la autoridad de un Jefe que hallará siem-pre á todo el pueblo dominado por los que ejercen las funcionesmás importantes de la sociedad. Los sacerdotes mandan en lasconciencias, los jueces en la propiedad, el honor y la vida, ylos magistrados en todos los actos públicos.

Consideraba además que no habiendo elecciones, queson "el grande azote de las Repúblicas, la anarquía quees el lujo de la tiranía y el peligro más inmediato y másterrible de los gobiernos populares," se evitaIían estascrisis republicanas tan frecuentes. Al mismo tiempo,como temiera el Libertador que por tales ideas se letachara de monarquista, w~n¡ ~eHísim~ plÍrr~f_~j

~1~UCll::::!\ ..••.•

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contra los ambiciosos que pretendieran implantar tronosen la América latina:

I Legisladores I La libertad de hoy más será indestructibleen América. Véase la naturaleza salvaje de este continente,que expele por sí sola el orden monárquico: lós desiertos con·vidan á la independencia. Aquí no hay grandes nobles, grandeseclesiásticos: nuestras riquezas eran casi nulas, y en el día loson todavía más. Aunque la Iglesia goza de influencia, está l~josde aspirar al dominio, satisfecha con su propia conservación.Sin estos apoyos, los tiranos no son permanentes, y si algunosambiciosos se empeiian en levantal' imperios, Deilsalines, Cris-tóbal, Iturbide, les dicen lo que deben esperar. No hay podermás difícil de mantener que el de un príncipe nuevo, Bonapar·te, vencedor de todos los ejércitos, no logró triunfar de estaregla, más fuerte que los imperios. Y si el gran Napoleón noconsiguió mantenerse contra la liga de los republicanos y delos aristócratas, ¿ quién alcanzará en América á fundar mo·narquías en un suelo encendido con las brillantes llamas de lalibertad y que devoran las tablas que se le ponen para esos cadal-zos regios? Nó, Legisladores, no temáis á los pretendientes ácoronas: ellas serán para sus 'cabezas la espada pendiente sobreDionisio. Los príncipes flamantee que se obcequen hasta cons-truir tronos encima de los escombros de la libertad, erigirántúmulos á sus cenizas, que digan á los siglos futuros cómoprefil'ieron su fatua ambición á la libertad y á la gloria.

Respecto al cargo de Vicepresidente agrega:Nombrado Petion Presidente vitalicio de Haití, con facul·

tades para elegir el sucesor, ni la muerte de este grande hom·bre, ni la sucesión del nuevo Presidente han causado el menOl'peligro en el Estado: todo ha marchado bajo el digno Boyer,en la calma de un reino legítimo. Prueba triunfante de que unPresidente vitalicio, con derecho para. elegir el sucesor, es lainspiración más sublime en el orden republicano .... En el Go-bierno de los Estados Unidos se ha observado últimamente lapráctica de nombrar al primer Ministro para suceder al Presi-dente. Nada es tan conveniente en una República como estemétodo: reúne la ventaja de poner á la cabeza de la adminis-tración un sujeto experimentado en el manejo del Estado.Cuando entra á ejercer sus funciones va formado ya, y llevaconsigo la auréola de la popularidad y una práctica consumada.Me he apoderado de esta idea, y la he establecido como ley ....Siendo la herencia la que perpetúa el régimen monárquico y lohace casi general en el mundo, ¿ cuánto más útil no es el mé·todo que acabo de proponer para la sucesión del Vicepresiden.

La OJllfJtnción dt Ocalío

te? Que fueran los príncipes hereditarios elegidos por el méritoy no por la suerte, y que en lugar de quedarse en la inaccióny en la ignorancia se pusiesen á la cabeza de la administración,serían sin duda monarcas más esc1al'ecidos y harían la dicha delos pueblos. Sí, Legisladores, la monarquía que gobierna latierra ha obtenido sus títulos de aprobación de la herencia quela hace estable, y de la unidad que la hace fuerte ... , Conside-rad, Legisladores, que estas grandes ventajas se reúnen en elPresidente vitalicio y en el Vicepresidente hereditario.

Un libro entero pudiera escribirse para rebatir estosconceptos. Ni nuestras escasas luces, ni el objeto que noshemos propuesto, conforme á la naturaleza de esta mo-nografía, ni ciertas consideraciones de otra naturaleza,nos permiten entrar á examinarlos.

Sobre otras cueiltiones, como el choque entre la tira·nía y la anarquía,· la com posición del Poder Judicial y suindependencia del Ejecutivo, la responsabilidad de los em-pleados públicos, las garantías individuales, la libertadcivil, la seguridad, la propiedad, la igualdad y la aboliciónde la esclavitud, contiene el discurso que analizamosfrases llenas de vigor que revelan las miras verdadera-mente profundas y patrióticas, á la vez que los vastosconocimientos en las ciencias políticas, que no puedenjamás negarse al fundador de cinco Repúblicas. Terminatocando una cuestión bastante delicada, presentándolaen una forma qne no vacilamos en calificar de errónea,hoy y en los tiempos en que esta exposición se elaboraba.Acaso en el intermedio de esas dos épocas las palabrasde Bolívar sobre la cuestión religiosa hubieran sido mejorrecibidas por la corriente de la moda

r;

j Legisladores! Haré mención de un artículo que, segúnmi conciencia, he debido omitir. En una Constitución políticano debe prescribirse una profesión religiosa, porque, según lasmejores doctrinas sobre las leyes fundamentales, éstas son lasgarantías de los derechos políticos y civiles; y como la Religiónno toca á ninguno de estos derechos, es de naturaleza indefini·ble en el orden social y pertenece á la moral intelectual. LaReligión gobierna al hombre en la casa, en el gabinete, dentrode sí mismo; sólo eUa tiene derecho de examinar su concienciaíntima. Las leyes, por el contrario, miran la euperficie de lascosas: nú gobiernan sino fuéra de la casa del ciudadano. Apli-cando estas consideraciones, ¿ podrá un Estado regir la concien-cia de los súbditos, velar sobre el cumplimiento de las leyes

7° 'J. J. (hurra--_ •.•.••.••..•...................................•._ ..............•....- _ ...•...........

religiosas y dar el premio ó el castigo, cuando los tribunalesestán en el Cielo y cuando Dios es el Juez? IJa inquisición so·lamente serfa capaz de reemplazarlos en este mundo.

La Religión es la ley de la conciencia. Toda ley sobre ellala anula, porque imponiendo la necesidad al deber, quita elmérito á la fe, que es la base de la l'eligión. Los preceptos y losdogmas sagrados son útiles, luminosos y de evidencia metafísi-ca; todos debemos profesarlos, mas este deber es moml, nopolítico. Por otro lado, ¿ cuáles son los derechos del hombrehacia la religión? Estos están en el Cielo; allá el tribunal re-compensa el mérito y hace justicia según el código que ha dic·tado el Supremo Legislador. Siendo todo <:lstode jurisdiccióndivina, me parece á primera vista sacrílego y profano mezclarnuestras ordenanzas con los manilamientos del Sefíor. Prescri-bir, pues, la Religión no toca al Legislador; porque éste debesefíalar penas á las infracciones de las leyes, para que no seanmeros consejos. No habiendo castigos temporales, ni juecesque los apliquen, la ley deja de ser ley.

El desarrollo moral del hombre es la primera intención delLegislador; luégo que este desarrollo llega á lograrse, el hom-bre apoya su moral en!as verdades reveladas, y profesa dehecho la Religión, que es tanto más eficaz cuanto que la haadquirido por investigaciones propias. Además, los pad res defamilia no pueden descuidar el deber religioso hacia sus hijos.Los pastores espirituales están obligados á ensefíar la ciencia delcielo; el ejemplo de los verdaderos discípulos de Jesús es elmaestro más elocuente de su divina moral; pero la moral no semanda, ni el que manda es maestro, ni la fuerza debe emplear-se en dar consejos. Dios y sus Ministros son las autoridades dela Religión que obra por medios y órganos exclusivamente es-pirituales; pero de ningún modo el Cuel'po Nacional, que diri-ge el Poder público á objetos puramente temporales (1).

Como se ve, para omitir en el proyecto la cuestiónreligiosa, guiaban al Libertador principios más elevadosy cristianos que los que tuvieron después algunos miem-bros de la Convención de Ocaña y más tarde los Consti-tuyentes de Rionegro para incurrir en idéntica omisión.Acaso se diga que era esa la doctrina vigente en los pri-mitivos tiempos de la República, y que por ello la Cons-titución de 1821tampoco trató para nada sobre la Reli-gión católica. Que eran distintos los motivos que guiaroná los Constituyentes de esos tiempos y á los de la épocadel federalismo, basta á probarlo el preámbulo de nues-

(1) En los DoeU••, ••tOl para la ~ilI4 IÜI Libertad..- •• 16 inserto {nt.grame.le esle dis,ullo.

La Qnvenci6n de Ocalía 71

tras primeras Constituciones y el de la de 1863. Todaslas anteriores á ésta, con excepción de la de Cúcuta yaun algunos de los proyectos presentados en Ocaña, dedi-can un capítulo al reconocimiento de la Religión católicacomo religión colombiana y á la protección y respeto quela autoridad política le ofrece. Comoquiera que sea, lade Cúcuta se sancionó sin estas disposiciones, y así fuepromulgada y aceptada por el Libertador. A.unque cató-lico sincero, miraba éste la cuestión por uno solo de susaspectos, y entonces no habían ocurrido ni se temía queocurrieran los disturbios y escándalos á que dio lugar lapersecución religiosa, proclamada después como uno delos principios invariables de determinado credo político.

Con respecto á la composición del Congreso, no erannuevas en la mente del Libertador las ideas emitidas porél en este discurso. En el que pronunció ante el Congresode Angostura en 1819 propuso un Senado hereditario,para evitar el temor de las perturbaciones y borrascasque por las repetidas elecciones suelen causar los cam-bios de ciertos mandatarios en algunos países. "Desdelos primeros días de la revolución-dice el General Posada (1)--tuvo el Libertador estas ideas (las del Presidentey el Senado vitalicios), persuadido como estaba de ladificultad de consolidar entre nosotros una Repúblicaexageradamente democrática, con multiplicidas eleccio-nes periódicas, y temiendo que ninguno de estos gobier-nos de cimientos deleznables, combatidos por las oleadaselectorales, sin poner ningún límite á la ambición, pu-diera sostenerse: de lo que resultaría que cada bamboleodel poder público traería la guerra civil, que es la peorde todas las calamidades sociales, y tras ella la tiraníaen nombre de la libertad. La América española enterase ha empeñado en justificar aquellas previsiones delgrande hombre." En aquel discurso ante el Congreso deAngostura decía:

En poco alteraríamos nuestras leyes fundamentales si adop-tásemos un Poder Legislativo semejante al parlamento britá-nico. Hemos dividido, como los americanos, la representación

(1) Memoria, hist6ricopolUictJ., tomo "., página. 29.

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nacional en dos Oámaras: la de Representantes y la del Sena-do. La primera está compuesta muy sabiamente, goza de todaslas atribuciones que le cOrl'esponden y no es susceptible de unareforma esencial, porque la Oonstitución le ha dado el origen,la forma y las facultades que requiere la voluntad del pueblopara ser legítima y competentemente representada. Si el Sena-do, en lugar de ser electivo, fuese hereditario, sería, en mi con·cepto, la base, el lazo, el alma de nuestra República. Este Ouerpoen las tempestades políticas pararía los rayos del Gobierno yrechazaría las olas populares. Adicto al Gobierno por el justointerés de su propia conservación, se opondría siempre á lainvasión que el pueblo intenta contra la jurisdicción y la auto·ridad de sus Magistrados. Debemos confesarlo: los más de loshombres desconocen sus verdaderos intereses, y constantemen-te procuran asaltarlos en las manos de sus depositarios: el in·dividuo pugna contra la masa, y la masa contra la autoridad.Por tanto, es preciso que en todos los Gobiernos exista uncuerpo neutro que se ponga siempre de parte del ofendido ydesarme al ofensor. Este cuerpo neutro, para que pueda ser tál,no ha de deber su origen á la elección del Gobierno ni á la delpueblo, de modo que goce de una plenitud de independenciaque ni tema ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad ...Los Senadores en Roma, y los Lores en Londres, han sido lascolumnas más firmes sobro que se ha fundado el edificio de lalibertad política y civil.

Prescindiendo de la incompatibilidad de estas ideascon las doctrinas republicanas modernas, hay. sin em-bargo en ellas un fondo de verdad, y debe tenerse pre·sente (para cuando se estudie esa parte del DerechoConstitucional colombiano) que, exagerada la elegibili-dad y alternabilidad de los Senadores en ciertas épocasde excesiva federación, hubo de establecerse una reformaen el Consejo de Delegatarios de 1886,en el sentido deprolongar á seis años el período de los Senadores, pu·diendo ser reelegidos. Las Constituciones de la GranColombia lo aumentaron á ocho años, concediendo siem·pre la reelegibilidad, y entonces, corno ahora, el Senadose renovaba por partes en períodos fijos. El mismo Con-sejo de Delegatarios, en sus" bases de reforma," da áeste Cuerpo el carácter de representante de las entidadespolíticas permanentes, siendo" constituido de tal maneraque asegure la estabilidad de las instituciones." Y biense vio cuando el Senado llegó á confundirse en su índoleespecial y en su composición con la Cámara de Repre-

Lo Convmc;ón de Ocoño 73

sentantes, que" á tal punto se vulgarizó y aun degradóel nobilísimo cargo de Senador, que casi se volvió despreciaNe. No había para qué buscar en los más de losSenadores ilustración, respetabilidad personal ni expe·riencia de los negocios, puesto que, merced á una alter-nabilidad excesiva que no dejaba tiempo á los legislado-res para medio aprender su oficio,los hombres más nulosy menos meritorios se creían con títulos para hacerseelegir Senadores." (1)

Bien merecen, pues, un estudio sereno y meditado,las ideas contenidas en esta parte del brillante discursodel Libertador. Ellas no pueden tach"lrse de absolutamen·te extrañas á las corrientes políticas de los últimos tiempos, puesto que en algún Congreso reciente llegó á pensarse en hacer á los Arzobisposy ObisposSenadores natosde la República, como lo eran en Francia. La versátil com-'posición de este augusto Cuerpo ha sido práctica exclusi-va de uno solo de nuestros partidos políticos: el otro ha(tendido más bien á las ideas de Bolívar en este punto;::"concreto de Ciencia constitucional. \ ..

CAPITULO IV

Tiempo es ya de reanudar el hilo de la narración.Adoptado de manera irregular el proyecto boliviano ¡..

por el Colegioelectoral de Lima como Constitución para ::','toda la República del Perú, y nombrado en el mismo acto 'Ce

Bolívar, conforme á ella, Presidente vitalicio de aquelpaís, manifestó íntimo gozo por la adopción del nuevo 1:Código en su discurso de contestación á la diputación~.del Colegio electoral que fue á participárselo. aunque :..;declaró en él que renunciaba la Presidencia vitalicia. ¿.,

Esta Constitución -decía-es la obra de los siglos, porqueyo he reunido en ella todas las lacciones de la experiencia y losconsejos y opiniones de los sabios. Congl'atulo á los represen-tantes de esta Pl'Ovincia de que la hayan aceptado: han con·formado su opinión con la mía acerca de los intereses políticos,de la duración, ventura y tranquilidad de los pueblos. Ella no

(1) Jo.~ Mada lkmpor. Derecho público ¡alerno de Colombia, tomo 2.', pAgina 196.

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será bastante á libertarlos de los grandes desastres que cambianla faz de la tierra trastornando los imperios j pero los pone ácubierto de todos los males momentáneos y sin embargo degrande trascendencia á la geperacíón que los snfre. Mas el Perúcuenta hombres eminentes y capaces de desempefiar la supre-ma magistratura: á ellos toca, no á mí, el obtenerla. Así nopuedo encargarme de ella: me debo á Oolombia.

No pudiendo el Libertador emprender inmediata-mente su viaje á Colombia sin dar término á los gravesasuntos que tenía entre manos en Lima, el más intere-sante de los cuales era la adopción de la Constituciónboliviana por los demás Colegios electorales de todoaquel país, y conociendo la gravedad de los trastornosocurridos en Venezuela por las comnnicaciones en quese le llamaba con urgencia, resolvió mandar de emisarioá su edecán el Coronel Daniel F. O'Leary, encomendán-dole varios documentos, entre ellos una carta para Páezen que le decía" que obedeciera puntualmente los man-datos del Congreso, porque de lo contrario se perdía";un ejemplar de la Constitución boliviana para que sereimprimiera en Bogotá; cartas para varios amigos, yuna para el General Santander en que le recomendabael proyecto" para cuando llegara el tiempo de reformarla Constitución."

Otro de los documentos que vino por entonces fue laOjeada sobre la Constitución boliviana, en que á vueltasde hacer su apología, tratábase de la conveniencia deadoptarla para Colombia. Como este documento habíasido escrito por el Sr. Antonio Leocadio Guzmán confor-me á los deseos y bajo las instrucciones del Libertador,llegó á decirse que era éste el verdadero autor de la Ojeaday que su envío á Venezuela junto con el proyecto deConstitución obedecía á un plan general de fomentar larevuelta para facilitar las reformas políticas que allí sehabían proclamado como bandera de la rebelión La opi-nión pública se pronunció entonces con nuevo vigor endefensa de las ideas liberales, y las refutaciones á laOjeada llegaron á hacerse en términos acerbos y pordemás apasionados. Entre los escritores que con mayorahinco defendieron aquellas ideas en La Miscelánea, enLa Bandera Tricolor y aun en La Gaceta de Colombia,se distinguieron el General Santander, D. Vicente Azue-ro, D. Francisco Soto, D. Luis Vargas Tejada y D. Juan

La Co,",,,,,ií,, de Ocofía 75--_ ....__ ....._ ..._..__ ._._---.- ....._----_.-.__ .-.._-._--._------de Dios Aranzazu, que después fueron diputados á laConvención de Ocafia.

Antes de su partida. envió también Bolívar, "comoprecursor," al mismo Sr. Antonio Leocadio Guzmán, coninstrucciones reservadas, con ejemplares de la Constitu-ción boliviana para que se repartieran profusamente, ycon cartas para varias personas notables en que indicabaveladamente sus deseos, recomendando en otras su Códi-go " como el único remedio que podía salvar á Colom-bia," y previniendo en todas que se siguieran las órdenesverbales que al portador se habían encomendado. En ElColombiano de Oaracas se publicó la dirigida al GeneralPáez, de la cual tomamos estos párrafos, que dan á co-nocer las opiniones de Bolívar respecto á l~ conducta delVicepresidente y á la del mismo General Páez, parecien.do dar á este último la razón:

Usted me envió ahora meses al Sr. Guzmán para que meinformara del estado de Venezuela, y usted mismo me escribióuna hermosa carta que decía las cosas como eran. Desde esaépoca todo ha marchado con una celeridad extraordinaria: loselementos del mal se han desarrollado visiblemente. Diez y seisafios de amontonar combustibles van á producir el incendioque quizás devorará nuestras victorias, nuestras glorias, ladicha del pueblo y la libertad de todos. Yo creo que bien pron-to no tendremos más que cenizas de lo que hemos hecho.

Algunos de los del Congreso han pagado la libertad connegras ingratitudes, y han pretendido destruir á sus libertado-res. El celo indiscreto con que usted cumplía las leyes y soste-nía la autoridad pública debía ser castigado con oprobio yquizás con pena. La imprenta, órgano de la calumnia, hadesgarrado las opiniones y los servicios de los beneméritos;además, ha introducido el espíritu de aislamiento en cada in-dividuo, porque predicando el escándalo de todos ha destruidola confianza de todos.

El Ejecutivo, guiado por esa tribuna engafiosa, ha mar-chado en busca de una perfección prematura y nos ha ahoga-do en un piélago de leyes y de instituciones, buenas, peroBuperfluas por ahora. El espíritu militar ha sufrido más denuestros civiles que de nuestros enemigos: se les ha queridodestrllir hasta el orgullo.

El Congreso de Panamá, institución que debiera ser admi-rable si tuviera más eficacia, no es otra cosa que aquel locogriego que pretendía dirigir desde una roca los buques que na·

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vegaban. Su poder será. una sombra y sus decretos merosconsejos, nada más, ...

Se me ha escrito que muchos pensadores desean un prínci.pe con una Constitución federal; pero ¿ dónde está ese prínci-pe? ¿ Y qué división polític~ producirá armonía? Todo es idealy absurdo. Usted dirá que 'de menos utilidad es mi pobre deli-rio legislativo que encierra todos 10s males: lo conozco, peroalgo he de decir para no quedarme mudo en medio de esteconflicto.

Yo deseara que con algunas ligeras modificaciones se aco-modara el Código boliviano á estados pequefios enclavados enuna vasta confederacióQ:.; aplicando la parte que pertenece alEjecutivo, al Gobierno general, y el Poder electoral á los Esta-.dos particulares. P"udiera ser que se obtuviesen alguna!> ventajas de más ó menos duración, según el eBpíritu que nos guiaraen tal laberinto.

En fin, mi querido Genéral,el Sr. Guzmán dirá á ustedtodo lo que omito aquí, por no alargarme demasiado en unpapel que se queda escrito aunque varíen mil veces los hecho!:'.

Yo no sé qué remedio pueda tener un mal tan extenso ytan complicado. A mis ojos la ruina de Colomhia está consu-mada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso.

Comentando esta carta, el General Posada (1) seexpresa así:

El Libertador, viendo alterado tan gravemente el ordenpúblico, y creyendo quizá con razón que el mal nacia de lasinstituciones, se ofuscó y cometió el error indisculpable de ofre-cer su Código político como el arca de salvación, sin esperar laépoca en que constitucionalmente podía hacerlo con esperanzasfundadas en los hechos. Otro mal produjo la cal'ta, y fue quecon dar terminantemente la razón al General Páez contra elGobierno, agrió al General Santander y le dejó la defensa delprincipio constitucional. con lo que se hizo más fuerte que Bo·lívar.

y un pocoatrás, refiriéndose también al decantadoproyecto traído por el comisionado Guzmán, discurreasí el mismo historiador: (2)

Pero la Constitución colombiana era inviolable por diezafios, y por consiguiente no podia ser alterada en una línea

(1) Mem",ial hfllóricopaWlcal, lomo l.., página 8t,(2) Obr. citad., página \7,

La Go1lfJe7ui6" de Ocaña 77.•._-_ _._._-_. __ _ _._ ...•........... _ ...........•........................•....... -

hasta el afto de 1831: el Libertador habia jurado s09tenerla,tenia el deber de hacerlo, y esto era lo que todos esperábamos.En desear, pues, sustituirle otra, por buena que fuera, y ma-nifestar ese deseo, cometió Bolívar un grande error, aunque noun delito. Delitos son y serán siempre los que se cometan so-breponiéndose á la Constitución y á las leyes, ó destruyendopor la fuena el Gobierno establecido por ellas; y los que talhagan son y serán en todo tiempo, á los ojos de la moral ydel honor, rebeldes criminales. Bolívar no hizo esto: él estabaconvencido de que las instituciones adoptadas eran malas, pen-saba de buena fe que su proyecto encerraba las bases segurasde prosperidad y dicha para su patria, tenia pleno derecho paradefenderlo y promover su adopción, y esto fue lo que hizo.Su error político consistió en adelantarse, aprovechando la cri·minal revolución de Venezuela para proponerlo.

En Guayaquil había habido un pronunciamiento enfavor del sistema federal, encabezado por el IntendenteJuan Paz del Castillo, quien trataba de oponerse tam-bién á que el Comandante Tomás Cipriano de Mosquera .lo reemplazara en la Intendencia, como se había orde· ..nado por el Gobierno.Paz del Oastillo promovió y presi.,dió á poco una junta de vecinos y de miembros de laMunicipalidad de Guayaquil, que se reunió el6 de J,u-::,lío (1), y de la cual se extendió un acta en que con ter-(minos ambiguos se manifestó el deseo de que Bolívar:.asumiera el mando absoluto y se adelantara la época de"las reformas constitucionales. Pasada una copia de esta·;acta al Libertador, contestó su Secretario general:

Guayaquil desea también la reforma del pacto colombiano".,sin rompimiento de los lazos que la unen á la sociedad colom·biana. Graves y poderosas son las razones que expone, y seránj, .consideradas .1etenidamente por la Reprosentación nacional. ..•.

S. E. el Libertador ha hecho su profesión de fe política ené

la Constitución presentada á Bolivia. Allí están con8ignado&:~.:todos los principios y todos los del'echos generales y particula.J;,res de los pueblos; y allí se ha reunido del modo más conve·..Jniente la garantia del Gobierno con la má~ ilimitada extensiónde la libertad: jamás se logrará mayor suma de seguridad socialy de seguridlld individual en otro cualquier sistema político.

(1) Los hi.torisdor •• R.strepo y Groot dicen que l. jnnta fue presidida por el nuevoIntendente Mosquera; pero elto ea un error, porque El no lleg6 á Guayaquil sino ellO deJulio (cuatro días después de verificada la reunión), y aun tuvo que '"encer alguna reaistenciapar. que ae le entregar •• 1 pu.ato. (Véaoe Ez •••• n cTllico, tomo 1.-, p'gina 252)

78 J. J. Gu,rra

Los que llegaron á creer, en vista de esta comunica-ción, que el Secretario general exageraba ó interpretabamal las ideas de Bolívar, hubieron de convencerse bienpronto de "que el primer guerrero de la América delSur se había extraviado en el laberinto de la política, yque, seducido por consejeros serviles y acaso pérfidos,había resuelto ayudar con el prestigio de su nombre ádestruir la Constitución de su Patria," según frase delhistoriador Restrepo (1), quien agrega que tan tristepersuasión llenó de amargura á los amigos sinceros delGeneral Bolívar y á los sostenedores del orden, de laConstitución y de las leyes, aunque no desmayaron ensu noble propósito de resistir á tan poderol':os embates.

A su paso por Guayaquil, el Sr. Guzmán celebróconferencias con el Intendente Tomás Cipriano de Mos-quera y con otras personas notables sobre la política quedebiera adoptarse para conferir á Bolívar la dictadura.En ellas se convino que el Intendente Mosquera convo-cara una junta popular, la cual reunida el 28 de Agostocon la Municiplidad y el vecindario, acordó en su acta:

1.o Consignar como consigna desde este momento el ejer-cicio de su soberanía por un acto primitivo de ella misma, enel Padre de la Patria, en Bolívar, que es el centro de sus co-razones;

2.° El Libertador, por estas facultades dictatoriales y porlas reglas de su sabiduría, se encargará de los destinos de laPatria, hasta haberla salvado del naufragio que la amenaza;

3.0 Libre ya de sus peligros, el Libertador podrá convocarla Gran Convención colombiana, que fijará definitivamente elsistema de la República, y de ahora para entonces Guayaquilse pronuncia por el Código boliviano;

4.o Que se dirija á S. E. un tanto de esta acta para que sesirva admitir los votos de este Departamento y encargarse desu destino, dándole al mismo tiempo toda la publicidad y todala solemnidad que merece un acto sagrado y primitivo desoberanía;

5.o Que se circule á todos los Departamentos de la Repú-blica, invitándoles á abrazar este partido como el único medio'de rescate que el genio de la felicidad puede presentarles, yque se haga saber al Ejecutivo de la República para su cono-cimiento;

6.o Entretanto que S. E. llega á este Departamento y se

(1) HÍI(or¡. de la revolucidn de Colombia, tono 3 .• , página 58~_

LII CmwrJciM " Dedil 79-_ ..._--_ .•.._-- ...__.__ ..._----_ .....__ .._._ ..._-encarga de la dictadura, las autoridades actuales continuaránen el mismo orden y estado en que S6 hallan, conservando átoda costa la tranquilidad pública por el sistema actual hastaque S. E. dicte lo que convenga.

Como el mismo pueblo de Guayaquil acababa depronunciarse por el régimen federativo, no podían acha-carse á otra cosa que á maquinaciones activas y seduc-ciones del comisionado Guzmán sus votos dados ahoraen sentido contrario para abrazar el sistema rigurosa-mente central del Código boliviano.

Las Municipalidades de Quito y Cuenca, con susrespectivos vecindarios, se adhirieron á la de Guayaquil,encabezando la primera el General Juan José Flórez, yel Comandante Barreto la segunda. En ambas actas seexpresa la idea de atribuir á Bolívar el ejercicio absolu-to del poder, aunque se hace en ellas voto solemne deobediencia intertanto al Gobierno de Santander y desumisión á las leyes vigentes. De esta suerte quedarontodos los Departamentos del sur de Colom bia entrega-dos á la dictadura y unidos en el propósito de propenderá la reforma de las instituciones, para sustituirlas porlas del mismo proyecto boliviano.

Allá veían las cosas de distinto modo que en lascomarcas septentrionales. Un ciego amor á Bolívar y unentusiasmo loco por' sus glorias y su prestigio; marcadastendencias al gobierno monárquico, que las nuevas ideasno habían alcanzado á contrarrestar; aversión por cier-tas prácticas del sistema republicano, agravadas por eldespotismo militar y contrarias á inveteradas costum-bres, y también, á no dudarlo, un legítimo anhelo porel mejoramiento de la situación que atravesaban ~ talesfueron en general las causas que motivaron aquellasresoluciones de los Departamentos meridionales. La his-toria ha hallado en éstas un principio de honradez yjusticia que no alcanzan á desvirtuar sus mismas fata-les consecuencias, porque en aquel tiempo cegaba á loshombres no el interés personal como en los que corren.sino el de un exagerado patriotismo. Conocida en globoy sin analizar detalles la Constitución boliviana, llegóseá creer que la obra del Libertador correspondía á susglorias militares y á sus brillantes escritos, y que bastabaacogerla para remediat' por ensalmo los males de la

80 J. J. GUlrra

Patria. Erraron, aunque de buena fe, los promotores dela dictadura; pero su paso en aquellas juntas marcó unomás en la decadencia de la Gran Colombia.

El Libertador mismo comprendió que se había idodemasiado lejos en esas actas. Cuando, pudiendo al finarrancarse á los halagos de Lima para emprender suregreso á la Patria, el Intendente Mosquera salió al mará recibirlo y á presentarle el acta proditoria, manifestóBolívar profundo desagrado por encontrar en ella escritacon tanta claridad la palabra dictadura; y en la notaque dirigió al Vicepresidente Santander al poner el pieen Guayaquil, trató de borrar la mala impresión queella produjera, con expresiones halagadoras para losconstitucionales, pues decía en esta comunicación que"antes por el contrario, debía (;(>lltinuarobservándose entodos los ramos el régimen constitucional, porque la leyes la garantía de todos y la que salva á todos, y que debíaseguirse observando el mismo sistema deadmimstraciónque se .hallaba establecido desde que se planteó el régi-men constitucional."

Acompañaba á esta carta su hermosa proclama de13 de Septiembre:

j Colombianos! El grito de vuestra discordia penetró misoídos en la capital del Perú, y he venido á traeros Ufia ramade oliva: aceptadla como el arca de salud. ¡Qué! ¿ faltan yaenemigos á Colombia? ¿ No hay más espalioles en el mundo?y aun cuando la tierra entera fuera nuestra aliada, deberíamospermanecer sumisos esclavos de las leye:! y estrechados por laviolencia de nuestro amor. Os ofrezco de nuevo mis servicios,servicios de un hermano. Yo no he querido saber quién hafaltado; mas no he olvidado jamás que 30is mis hermanos desangre y mis compalieros de armas. Os llevo un ósculo comúny dos brazos para uniros en mi seno: en él entrarán hasta elprofundo de mi corazón granadinos y venezolanos, justos éinjustos: todos del ejército libertador, <etodosciudadanos de laGran República.

En vuestra contienda no hay más que un culpable: yo losoy. No he venido á tiempo. Dos Repúblicas amigas, hijas denuestras victorias, me han retenido hechizado cón inmensasgratitudes y con recompensas inmortales. Yo me presento paravíctima de vuestro sacrificio: descargad sobre mí vuestrosgolpes; me serán gratos si satisfacen vuestros enconos.

¡Colombianos! Piso el suelo de la Patria: que cese pues elescándalo de vuestros ultrajes, el delito de vuesira desunión.

La C,"fJ""i61f d, D,ai'ra 81--------------No baya mú Venezuela ni baya mis Oundinamarca; todosseamos colombianos, ó la muerte cubrirá los desiertos que dejela anar:quía.

Guayaquil, Septiembre 13 de 1826-16.BoLíVAR

A pesar de los hermosos y fraternales términos enque está concebida esta inolvidable proclama, causó ellabastante desagrado entre los que esperaban una enérgi-ca protesta contra la revolución venezolana y contra lastransgresiones á la ley que en el Sur y en el Norte se esta-ban perpetrando. Para muchos, el ramo de oliva que allíse ofrecía estaba simbolizando claramente la Constitu-ción boliviana, y esto produjo mal efecto entre los quetan reciamente la habían impugnado.

Más aún se motejó al Libertador el hecho de ascen-der á Coronel efectivo al Intendente Mosquera cuandoacababa de manifestar su repugnancia á la dictadura,cuando al salir del Perú, donde la había ejercido por leyexpresa, no tenía en Colombia mando ninguno, y en fin,cuando conforme á la Constitución (1), aquel ascensono podía conferirlo sino el Gobierno-que ejercía San-tander - y sólo "con previo acuerdo y consentimientodel Senado." Por esodiceel General Posada Gutiér'rez (2):

El Libertador no venía ni podía venir sino como un simpleGeneral sin mando, siendo éste el primer acto qUA ejerció enuso del poder dictatorial. En esto sí cometió Bolívar una faltagravísima, porque con semejante acto demostraba aceptar elhecho criminoso del Oomandante Mosquera, á quien por supropio decoro y para acallar justas inculpaciones hubiera debidohacer juzgar y. castigar.

Cuando el Libertador llegó á Quito en los últimosdías de Septiembre, ya la Municipalidad de este lugar,con los Jefes militares, autoridades civiles y gran partedel vecindario, había formado otra acta en que se resol·via también lisa y llanamente conferirle" la investidurade dictador, en virtud de la soberanía radical del pueblo."

Siguiendo este ejemplo, todas las Provincias del Surproclamaron la dictadura, aunque se ofrecía, y así se

(I) Articulo 121.

(2) Memoria' hi'tóricopolitlca,. tomo 1.0, página 19.

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cumplió, respetar las autoridades constituidas y conse!"-val' el orden legal mientras el Libertador no se revistiesedel poder omnímodo que se le confería.

A este propósito dice el historiador Restrepo, enton-ces Ministro del Interior, y por consiguiente bien im-puesto de los hechos (1) :

Como estos acontecimientos parecen tan extraordinarios,daremos una explicación de sus causas. Antes se ha indicadoel odio que los pueblos del Sur tenían á la leyes colombianas.Oponían se éstas á sus antiguas habitudes, usos, costumbres ypreocupaciones, yen lo general eran inadaptables al país y álos pueblos en que debían regir. Anunciar un nuevo Congresoen Colombia era lo mismo que predecir un terremoto ó un hu-racán que nada dejaba en su lugar. Componían se entoncesnuestros Congresos, y por desgracia ha sucedido lo mismo des-pués aun con mayor exceso, de abogados y jóvenes cuyas cabe-zas estaban llenas de las teorías de los franceses y de los norte-americanos. Querían plantar sin más examen, y aclimatar entrelos pueblos de Colombia, las doctrinas de Rousseau, Voltaire,Destutt de Tracy, Constant, Say, Bentham y Fritot. La conse-cuencia fue que por doquiera se suscitó el más profundo des-c:ontento, elevándose un clamor general contra las leyes colom·bianas, que disgustaban á las clases influyentes de la sociedad.El clero y el ejército, que eran las más poderosas, las rechaza-ban diciendo que abogados inexpertos se habían apoderado delgobierno en todos los ramos; tampoco las amaban los agricul-tores y comerciantes, porque chocaban con sus intereses de milmaneras diferentes. En tales circunstancias, creemos que siBolíval· se hubiera presentado con un carácter político bienfirme y decidido, hubiera sido capaz de variar nuestra formade gobierno á contentamiento de muchos; empero, obró ámedias, avanzando unas veces y retrocediendo otras. Esta con-ducta versátil le perdió finalmente en la opinión pública, y nadaestable dejó en pos de sí.

Continuando su tarea D. Antonio LeocadioGuzmánllegó á Panamá, donde se había dado pocoantes un actaen que los habitantes de aquel Departamento manifesta-ban "sus deseos de que no se rom¡-,iera bajo pretextoalguno el vínculo de unión de los pueblos de Colombia"jde que" el Vicepresidente no adoptara medidas hostilespara mantener el orden"; "que el Libertador venga sinpérdida de instante á Colombia,....cuya salvación está en

(1) R ••••IM'i6lo d. ColoMbia, tomo 3.°, p'gina 634.

La COl/venciól/ d~ Ocaña

sus manos con sólosu presencia"; "que cuando se reúnala Gran Convención nacional para decidir las diferenciasque agitan una parte de la República y arreglar los inte-reses comunes, se tenga presente que el Istmo no hatenido ni tendrá jamás pretensiones que puedan turbarel orden ni alterar la marcha majestuosa de las leyes;pero sí emite la opinión de que su territorio sea un paísanseático," y que entretanto "continúe este Departa·mento fiel á la Constitución, á las leyes y al Gobierno."Pero no pareció esto suficiente al Sr. Guzmán, y unidoá los militares bolivaristas logró ejercer presión sobrela misma Municipalidad para que proclamara á Bolívardictador, como lo hizo en 14 de Octubre, facultándolopara que convocase la Convención nacional cuando lojuzgara conveniente. Adhirieron á ésta los demás can·tones del Istmo de Panamá, revistiendo al Libertador defacultades dictatoriales y autorizándolo para hacer aque-lla misma convocatoria cuando lo estimase oportuno.

La Municipalidad de Cartagena, que hasta entoncesse había manifestado opuesta á toda innovación, con loque interpretaba los votos del vasto y antiguo Departa-mento del Magdalena, cedió al fin á la presión del comi-misionado Guzmán y de los Generales Montilla y Padilla,dando su acta de 29 de Septiembre, firmada por los Re·gidores y todos los funcionarios civiles y eclesiásticos,enla cual se excita al Libertador á "que vuele á encargarsede los destinos de la Patria. y deposita en sus manostoda la autoridad necesaria para salvarla .... suplicán-dole en consecuencia acelere su marcha, para que en usode las facultades extraordinarias de que puede revestirsey del supremo mando que le confían los pueblos, adoptelas medidas que su sabiduría y prudencia le dicten parala salvación de la Patria."

Otras varias ciudades y muchas poblaciones de se·gundo orden siguieron el ejemplo de las mencionadascapitales, cediendo á la porfía de los agentes de Bolívar,que en unas partes lo eran militares y civiles de algúnprestigio, y en las del tránsito hasta Venezuela, conti-nuaba ejerciendo con este carácter el mismo comisiona-do Guzmán. A su arribo al Departamento del Zuliahalló apoyo éste último en el Comandante de armas,General Urdaneta, y bien pronto la Municipalidad deMaracaibo (que ya en 22 de Julio había pedido la re-

1.1. Gutrra

unión de la Convención nacional), resolvió" consignarel ejercicio de la soberania popular en el LibertadorPresidente, para que, convocando la Gran Convenciónnacional que fije el sistema de la República, y encargán-doseél de los destinos de la Patria, la sal ve del naufragioque la amenaza," son las palabras del acta de 20 de Oc-tubre.

Otras Municipalidades, como las de Cumaná, Coro,Margarita, Valencia, Aragua, Carúpano, Santa Martay algunas más, cuyas actas tenemos á la vista, pidieron,como aquéllas, la Gran Convención, y de éstas últimasllegaron no pocas á proclamar también la dictadura. Asilos nueve Departamentos de Venezuela, Apure, Matu-riI1, Zulia, Magdalena, Ecuador, Azuay, Guayaquil y elIstmo, manifestábanse casi unánimes en el sentimientode reconocer á Bolivar como Dictador, "consignando enél la soberania nacional para que rigiera los destinos deColombia, mientras se reunia aquella anhelada Conven-ción." Tan semejantes eran entre si lostérminos de todasestas actas, que llegó á decirse" se habian formado bajoun mismo modelo," yacusahan la presencia en todaspartes de agentes ó comisionados provistos de idénticasinstrucciones.

Pero los otros Departamentos se mantenian firmesen el respeto á la autoridad y en el ánimo de sostenerlas instituciones vigentes. Asi se vio que todo el del Ori-noco improbara los movimientos de Valencia y Caracas,rechazando la invitación que le hacian para entrar enellos. Lo propio hizo la Municipalidad de Manabi conrespecto á lo acordado por Guayaquil y Quito, "ratifi-cando su adhesión y obediencia á la ley fundamental."Otro tanto acordó la de Medellin, manifestando que laProvincia de Antioquia "siempre será obediente al Go·bierno y que jamás faltará al juramento que ha presta-do de obedecer y hacer obedecer el Códigode la Nación."En iguales términos se expresaron las Municipalidadesde Mérida y todas las de Boyacá,Cauca y Cundinamarca.Angostura, Barcelona,Barinas, Honda, Ibagué, Mariqui·ta, Marinilla, Remedios, Soatá, Chocontá, Girón yalgu.nas otras de menor importancia, publicaron sus actasde adhesión y solemne defensa á las instituciones fun·damentales, si bien muchas consignaban la idea de queéstas pudieran ser revisadas en una próxima AsambleaNacional.

La Con'fJlnción tie Ocaña 8S

Es notable entre éstas últimas la de Ibagué, suscritacuando el Libertador venía acercándose á las Provinciasdel centro, y en que se dice:

Jamás ha creído este Cuerpo estar en)a esfera de sus atriobuciones tocar ni de paso un negocio que en el mismo hechose haría cuestionable y se infringirían las leyes y la Constitu-ción, faltando al sagrado del juramento y á la obediencia delas autoridades constituidas; que las Municipalidades no repre·sentan el pueblo por falta de poderes, sin los cuales todo actoque desdiga de la marcha constitucional es atentado usurpato·rio y desconocido entre los políticos y en los gobiernos bienordenados; que para anticipar la Gran Convención y tratar dereformas esenciales es necesaria la voluntad general de lospueblos que hoy constituyen la República, porque las cosas porlas mismas causas que nacen ó se crían, por las mismas sedisuelven; que, finalmente, teniendo esta Municipalidad juradala Oonstitución, las leyes y la obediencia á las autoridades, quepor fuerza de ellas gobiernan, no le t'Oca más que seguir estamarcha, pues cualquiera otra seria el presagio ruinoso denuestra República, que llenaría de gozo y contento á los ene·migas de nuestro sistema y de lisonjeras esperanzas á la naciónespafiola.

Las actas sobre dictadura fueron todas enérgicamen·te improbadas por el Ejecutivo nacional, quien paracontrarrestar sus efectos, ordenó á los agentes del Go·bierno se mantuvieran fieles á los principios constitucio·nales, circunscribiéndose á las funciones y deberes de sucargo, en guarda del orden y la estabilidad legal. D. JoséManuel Restrepo, Secretario del Interior, contestó al In·tendente del Ecuador, General Pedro Murgueitio, á pro-pósito de las actas de Guayaquil y Quito, rebatiendoenérgicamente, conforme á las leyes y la Constitución,los erróneos principios en que se apoyaban, y terminan·do con estas frases:

A todas estas razones debo afiadir de parte del Gobiernola de que el Libertador Presidente no tiene necesidad de unadictadura, que si por si sola es capaz de estremecer á todos loscorazones libres, su origen ilegitimo, tumultuario é intempes·tivo le da un carácter horroroso. El Libertador Presidente, ensu calidad de primer Magistrado, puede tomar la dirección dela República, y en la Constitución encontrará todas las facul·tades necesarias para salvarla de los peligros interiores y exte·

86 J. J. G,urra----_ -_ _.__ ._ __ ._----_.- _._ _ _ -riores de que se hace una pintura tan viva como exageradapara cohonestar los actos populares que V. S. incluye.

El Vicepresidente de Colombia, fiel á sus sentimientos y álas promesas que ha hecho á la Nación colombiana yal mundoliberal, de sostener el Código político que libremente se aandado los pueblos, y de arreglarse á él durante su Magistratura,sin permitirse desvío alguno, sostendrá la Constitución y no seingerirá en reformas y variaciones, que solamente le afectanen la cualidad de un ciudadano privado. Esta firme resoluciónguiará constantemente á S. E. el Vicepresidente de la Repúbli·ca, quien no reconocerá ni aprobará cualquiera novedad ó re·forma que se haga en las instituciones fuéra de los términosconstitucionales y por personas ó corporaciones que no tenganel derecho competente.

Es digna también de recordarse la contestación dadaal Intendente de Guayaquil, Coronel Tomás Cipriano deMosquera, por el inmaculado y probo Intendente de Cunodinamarca, General José María Ortega, acerca del actade 28 de Agosto.

Sr. Intendente-le dice,-ni la Oonstitución colombiana quehe jurado, ni las leyes expedidas por la Representación nacio-nal, que he ofrecido sostener, me permiten salir una línea delos deberes que como Magistrado de este Departamento mehan trazado una y otras .... Mi obligación, en cualquiera deestas situaciones, es la de no ser perjuro, y mis sentimientosapoyan fuertemente esta idea. Aun en la hipótesis de que miopinión pudiera uniformarse con la de V. S. en cuanto á abra-zar el Código boliviano y someterse á la autoridad dictatorialdel Libertador Bolívar. Cundinamarca, Departamento fiel alsistema que ha abrazado, y á cuya cabeza me hallo, en silencioy en medio de pueblos que desean variaciones, ha manifestadode un modo bastante claro que nada hará más allá de lo quelas leyes le permiten; y con más razón cuando ellas prestan losremedios bastantes para salvarlo sin ocurrir al que, bien ana-lizado, parece peor que el mismo mal que quiere suponerse ....Pueblos como los de Cundinamarca, Sr. Intendente, son losllamados en apoyo de las libertades públicas.

y el General Santander escribía al Libertador, confecha 8 de Octubre:

La sorpresa que he recibido leyendo las actas de 28 deAgosto, de Guayaquil, y de 6 de Septiembre, de Quito, es igualá las absurdidades é ilegalidad de semejantes actos. Prescin-

La CDnfJenti6n di Ocaña

diendo de los falsos argumentos en que se apoyan, y de laabsoluta ignorancia de los prineipios del derecho político quemanifiestan, bastaría para llenarse de amargura todo corazónpatriota el ver que se habla de dictadura en la República deColombia, donde existe un Código Político que la mayor y másrespetable parte de la nación ha protestado sostener contra losescandalosos atentados de Venezuela, y donde hay un Gobiernoestablecido y obedecido generalmente.

En medio de la aflicción que deben derramar en todos loscolombianos fieles á su pacto los intempestivos, tumultuarios éilegales actos de Guayaquil y Quito, queda el consuelo de queV. E., guiado constantemente por los saludables principiosconstitucionales, que ha sabido inspirar á sus compatriotas,mirará con horror los deseos emitidos en aquellos documentos.V. E. no tiene necesidad de la horrible dictadura para sostenerla unidad de la República, sus leyes y su Gobierno: le bastapresentarse en Colombia para dar vida al sistema, restablecerla confianza nacional, restituir el orden legal donde se ha alte-rado, inspirar ánimo á los tímidos, desarmar á los disidentes,y derramar la prosperidad pública. Si los enemigos comunesllevaren á efecto sus miras hostiles, ó si algunos perturbadoresy descontentos quisieren ahondar el abismo en que se ha queri-do sumergir á la Patria, en las leyes encontrará V. E. toda laautoridad suficiente para re¡trimirlos y salvar la República. LaNación no está en anarquía: existe el Gobierno nacional, y laley ejerce su respectivo imperio-

Al transmitir á V. E. estos sentimientos, tengo el honorde repetir lo que V. E. expuso al Oongreso de 1822: "LaConsti~ución es inviolable por diez afios, y el Poder Ejecutivono coosentirá nunca que se viole impunemente: cuenta paraello con una mayoría muy respetable de la Nación, y sobre todocon la opinión del Congreso, que tánto pesa en el pueblo colom·biano."

La República, pues, estaba dividida casi puede de-cirse por mitad, entre partidarios de la dictadura y sos-tenedores de las instituciones. Como bandera 6 cabezade la primera fracci6n era considerado Bolívar; comojefe de la otra, Santander. De esta divergencia de opinio-nes entre los dos caudillos nacieron las divergencias polí-ticas entre los ciudadanos, y bien pronto los amigos deluno, apodados serviles por sus contrarios, y los del otro,titulados liberales, abrieron la inmensa valla para darnacimiento á los dos partidos antag6nicos en que desdeentonces, y á veces en sangrienta lucha. hemos estadodivididos los colombianos.

J. J. Glltrra

El Libertador continuaba entretanto su marcha ála capital. No obstante lo que había manifestado respec-to á la dictadura que le ofrecían Guayaquil, Quito yCuenca, en el hecho venía ejerciéndola de manera abso-luta, pues los decretos, las órdenes, los ascensos, las re-compensas que venía expidiendo por el camino, erancontrarias á la ley, por tener unos carácter de acto legis-lativo, y estar reservados otros al Ejecutivo nacional,cuyas funciones ejercía el Vicepresidente en Bogotá ea;propria auctoritate.

Respecto á aquella declaratoria, hecha en solemnedocumento, de que debía continuar observándose en to-dos los ramos el mismo sistema de administración quese hallaba establecido, dice el historiador Restrepo (1) :

Mas Bolívar obró en Guayaquil y en Quito de un modocontrario á su declaratoria oficial. Conforme al sistema consti·tucional y legal que mandaba observar, el Libertador no eramás que un General victorioso que regresaba á su Patria desdeun Estado vecino, y que debía ejercer el Poder Ejecutivo cuan-do llegara á la capital de la República. Sin embargo, él confiriógrados, ascensos y otras recompensas á los que eran más adic-tos á su persona, especialmente á los que habían promovido lasactas de la dictadura y prestado homenaje al Código boliviano:él nombró al Coronel Farfán Ministro propietario de la CorteSuperior Marcial de Quito; él hizo ilusoria la sentencia pro-nunciada por la Alta Corte Marcial contra un Coronel á quienhabía suspendido de sus funciones; el Libertador le nombróJefe de Estado Mayor, dejando sÍ'l cumplir el nombramientoque en otra persona hizo antes el encargado del Poder Eje-cutivo; él anuló sentencias judiciales, conmutando en otra lapena de muerte; él, en fin, mandó pasar por las armas en Pastoá reos cuyo proceso no se había terminado. Esta conducta noera por cierto la que prescribía el régimen constitucional, cuyaobservancia había mandado continuar.

El historiador imparcial no puede menos de improbar se·mejante conducta polftica del Libertador. Ouando desde Limapromovió por medio de sus agentes las actas que le conferíanla dictadura, debieron creer sus amigos y adictos en el sur deColombia que la aceptada, y que había concebido algún siste-ma para dar á la República otra organización. Con esta espe-ranza, los pueblos meridionales se comprometen, y le nombranDictador. Bolívar, sin embargo, arriba á Guayaquil y á Quito;

(1) R•• o/uei6n d. Colombio, tomo 3.·, p'gina 6.•9.

La c."fJendó" d, Ocaña------_._ ..__ _----_ .••.•........ _ _ ..•........• _._ _-_ --_._-en ambos paises, asi como en el Azuay, manda que continúeel silltema constitucional, dejando burladas las esperanzas ycomprometidos á todllS aquellos que habían atacado la Oonsti-tución, lisonjeándose de que iba á hacerse una reforma abso·luta en nuestras leyes é instituciones. En politica, como todoel mundo sabe, no se puede plantear un sistema cualquierasino con voluntad firme y constante. i Desgraciado aquel que,como BoHvar, da algunos pasos adelante y después retrocedeasustado por las dificultades! Jamás podrá realizar grandedempresas, yal fin acabará destruyendo su prestigio y arruinan-do su reputación ....

Sin embargo, en Popayán recibió los periódicos ycartas de la capital y supo por varios amigos la malaimpresión que habían producido en los Departamentosdel centro el proyecto de Constitución boliviana, el dedictadura y Presidencia vitalicia, la revolución de Vene-zuela, las actas ilegales, y todo cuanto en la Gaceta deColombiay en la Bandera Tricolor se impugnaba vigoro-samente como contrario á la Constitución y al orden le-gal por la pluma de Santander y de otros escritores libe·rales ilustrados. Parece que el Libertador abrió entonceslos ojos, y viéndoseya libre de adulones perversos, cono·ció cuál era la verdadera opinión de los granadinos, ycuál la. actitud de los peruanos después de su partida.Escribió entonces su memorable c.arta al Presidente delConsejodel Gobierno del Perú, Mariscal D. Andrés San-tacruz, y otras á los Ministros y varios amigos, dicién·dolesque" desistía de la confederación de las tres Repú.blicas, Colombia,Perú y Bolivia; que les aconsejaba quese pusieran á la cabeza de la oposición para no ser sacri·ficadoscomo amigos suyos, y que el Perú se constituyeracon entera libertad como quisiese, porque siendo la vo·luntad del pueblo la suprema ley, de ningún modo sedebía contrariar; que escribieran esto mismo al granMariscal Sucre, quien se hallaba enclavado entre cuatroenemigos; que si las tropas colombianas acantonadasen el Perú embarazaban ó perjudicaban, se flnviaran in·mediatamente á Colombia, pagáudoles, si era posible,una parte ó el todo de sus haberes, ó si nó, que vinieransin paga, pues nosotros, concluía, no hemos ido á buscarsino fraternidad y gloria."

Allí mismo en Popayán contestó al Gobernador y alCabildo-que le pedían se invistiese de la dictadura-

].]. GUlrra

manifestando en rápido discurso que no había necesidadde apelar á un poder tiránico cuando bastaban las leyespara hacer la dicha de los pueblos; que él odiaba elmando y sobre todo el título de Dictador, y que sus tra·bajos en tantos años de guerra se habían dirigido á des-truir el poder absoluto de los reyes para sustituirlo conel dulce imperio de la razón. "No quiero, dijo para ter-minar, ni oír, si es posible, la palabra dictadum."

Hasta Tocaima salieron á encontrarle el Vicepresi·dente Santander con dos de sus Secretarios y gran nú·mero de ciudadanos respetables. Las amigables confe-rencias que allí tuvieron los dos caudillos parecían pre·sagiar el restablecimiento de la buena armonía deambosy de sus respectivos partidarios. Convino Bolívar en quedebía sostenerse la Constitución de 1821, aunque dijoque le era preciso revestirse de las facultades extraordi·narias que en ella se le otorgaban para restablecer elorden; Santander accedió á esta idea, en vista de lasnecesidades evidentes de la época. Agregó el Libertadorque" después, dentro de uno ó dos años, deseaba que seadoptase la Constitución boliviana, con un Presidente yun Senado vitalicios, para dar al Gobierno probabilida·des de duraciób, con medios para mantener la paz, sinlo cual la libertad nunca se afianzaría." Santander noempeñó polémica sobre este asunto: bastábale el que sehubieran disipado las ideas de dictadura, y según refiereel General Posada, "regresó con sus Secretarios contentoy animado, y su llegada calmó la agitación y la ansiedadde los partidos que le aguardaban" (1).

Un incidente bastante desagradable vino, con todo,á enfriar el entusiasmo de la capital, donde se preparabaal héroe lujoso recibimiento. El Intendente de Cundina·marca, General José María Ortega, sale á encontrarlecon numerosa comitiva hasta el vecino pueblo de Fonti-bón, y allí empieza su discurso hablándole del" respetodebidoá la Ley fundamental de la República," diciéndoleque" contara con la obedienciade los cundinamarquesesal Gobierno que habían jumdo y con su adhesión á laConstitución y á las leyes." Agregó algo también sobreleyes violadas; y entonces el Libertador, no pudiendo yacontenerse, le interrumpió bruscamente con estas pala-

(1) Memoria. hÍlt6TjcD-PD/ltical, tomo l.., p§gin. ~9.

La CtJ1nJl1lCió" di Oca;,a

bras: "Cuando yo esperaba que se me felicitase por millegada á la capital y se encomiasen las glorias del ejér-cito, se me habla de obediencia á la Constitución y deviolacwn tIe leyes inicuas ..... " (aludiendo sin duda á laacusación de Páez). Fustigó su cabalgadura y entrócasi solo á la capital, donde por todas partes se veíanletreros de "Viva la Constitución inviolable por diezafWs," lo que no debió de disminuir mucho su desagrado.

Sin embargo, ya en el palacio presidencial los áni·mas se habían serenado por completo, y el VicepresidenteSantander, con todo su Ministerio y las altas autoridadesmilitares, civiles y eclesiásticas, le recibieron en el salónamarillo con la solemnidad debida, dirigiéndole elocuen-tes y calurosas felicitaciones. Brilló entre todos el discur-so del General Santander, en que después de felicitar confrase correcta y tinosa al gran caudillo por su arribo á lacapital "en medio del gozo espontáneo de todos los pue-blos, cuyos males cesarí~n con su presencia," recordó unoá uno los gloriosos triunfos del ejército libertador y de sudigno Jefe, y terminó manifestándole que" sería esclavode la Constitución y de las leyes, aunque siempre admi·radar constante y leal amigo de Bolívar."

La contestación del Libertador, dice el General Po-sada, que se hallaba en el mismo salón, "fue sublime,incomparable, aprobando la conducta del Gobierno, elo-giando con entusiasmo al ejército que había dado lain(lependencia á la mitad de la América, y manifestán-dose respetuoso á la Constitución."

Cesaron por un momento las pasiones políticas quehervían en la capital; los vivas al Libertador resonabanen todas sus calles, un nuevo horizonte parecía abrirse álos ojos de los colombianos: los dos caudillos se abraza-ban fraternal y espontáneamente al terminar sus dis-cursos; se abrazaban, sí, y se enternecían recordandolas amarguras de la Patria; pero ésta no volvió á verlosjamás estrechándose con el afecto de verdaderos hijossuyos.

El partido liberal ó constitucional, que hasta entonoces estaba compacto y contaba en su seno con un númerobien respetable de ciudadanos, rechazaba las ideas delLibertador respecto á la reforma de la Constitución, á la

J.]. GUtrr4

adopción del proyecto boliviano y á la implantación dela dictadura ó de la Presidencia y Senado vitalicios paraterminar con las elecciones periódicas, que juzgaba ésteperjudiciales al sosiego público.

Uno de losmás conspicuos miembros deaquel partido,el Dr. Vicente Azuero, había elaborado con pluma maes·tra una larga exposición sobre tales ideas para presen·tarla al Libertador tan luégo como regresara á la capital.Hablábase en ella de la revolución de Venezuela, apoya·da por las actas tumultuarias del Ecuador j de las cartasde Bolívar, "que habían producido la dictadura proclama·da en Guayaquil, Quito, Cuenca, Panamá y Cartagena,que fueron un golpe de raya para los verdaderos aman·tes de la Constitución y de las instituciones liberales" j

hacía luégo honda pero respetuosa recriminación á Bolí·val' por la falta á sus promesas y juramentos, copiandobrillantes trozos de sus muchos discursos para hacer verestas contradicciones j atacaba con sólidos fundamentosla Constitución boliviana, haciendo palmaria la imposi·bilidad de que el pueblo la aceptara" sin ocurrir á mediosviolentos ó seductores de los usurpadores y tiranos" jexponía las razones poderosas que babía para sostener laConstitución vigente, en lo que se extendía el manifiestousando de lógico y bellísimo lenguaje, para demostrarque debía respetarse el artículo 191mientras la legítimarepresentación nacional no resolviese otra cosa, y final·mente, contenía algunos toques maestros y comedidasdeprecaciones al ingenuo patriotismo de Bolivar paraque se cumplieran sus promesas y se mantu vieran incó'lumes las esperanzas y aspiraciones de la Patria libre.

Puede decirse que éstas eran las ideas reinantes en·tonces, no sólo en el pal'tido liberal, sino entre los funcio·narios públicos de todos los órdenes y en la mayor partede los habitantes ilustrados de la capital j así fne como laexposición recibió gran número de firmas, y no sin razónse la acogió con entusiasmo, porque apenas podía darsenada más respetuoso y más convincente. Pero como elLibertador, queriendo seguramente borrar el mal efectode la escena de Fontibón, llegó á contestar alguna de lasaclamaciones que se le hacían en las calles del tránsitocon el grito de Viva la Oonstitución de Colombia, ese librosagrado, ese evangelio del pueblo colombiano, y como enBUS últimos discursos parecía haber virado de bordo en

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tan delicada materia, se resolvió al fin no presentarleesta exposición, considerándola ya inútil después deaquellas promesas de defender la Constitución colombia·na. La publicaron sí por la imprenta, y esto produjo elmal efecto de herir al Libertador, sin obligarlo á resolvercategóricamente el punto, como hubiera tenido que ha·cerIo al pasársele para su estudio.

Aquella persuasión vino á aumentarse con el hechode no haber aceptado el Libertador la renuncia colectivaque á los tres días de su llegada le presentaron los Secre·tarios del General Santander. Ellos dimitían "decididosá contribuir por todos los medios posibles al restableci-miento del orden,lly porque atribuyéndose la revoluciónde Venezuela y los actos subsiguientes á desaciertos dela Administración Santander, se "veían cargadoR con elinsoportable peso de la responsabilidad moral, y por con·siguiente envueltos en aquellas acusaciones,ll por lo cual,para que" no hubiera pretextos que embarazaran el res-tablecimiento del orden público, del vigor de las leyes ydel crédito nacional, todo debía repararse variando elpersonal del Ministerio." El Libertador, en resoluciónmuy honrosa para los renunciantes, manifestó habervisto con sentimiento su dimisión, y que aunque no es-taba todavía encargado del Poder Ejecutivo, "era su de-ber dar un testimonio público de la estimación en quetenía á estos dignos Secretarios del Despacho, cuya pro-bidad y talentos nadie revocaba á duda; que los conocíacomo los más distinguidos servidores, difícilmente reem-plazables por otros ciudadanos, ya experimentados enlos negocios de la República, de cuya crisis no habíansido los dichos Secretarios ni el Poder Ejecutivo mismoresponsables." Por lo cual no admitía su dimisión, y porel contrario manifestaba el "deseo de que continuaranprestando sus importantes servicios hasta ejecutar aque-llas reformas que la Nación reclamaba y su capaciüadpudiera realizar.ll

Bolívar se encargó del Poder Ejecutivo el 23 de No-viembre; dio una proclama anunciándolo así á los colom-bianos, y agregando que el voto nacional y el peligro delmomento lo obligaban á someterse ,.al insoportable pesode la Magistratura, porque en tales momentos su des-prendimiento sería no moderación, sino cobardía," peroque no contaran con él "sino en tanto que la ley ó el pue-

94- ]. ]. Gutrra

blo recuperaran su soberanía, para entonces servir comosimple soldado y verdadero republicano, armado en de-fensa de los hermosos trofeos de nuestras victorias y denuestros derechos." En la misma fecha expidió un decre-to, cuyos considerandos hacen ver que por la agitación enque se halla la República con las revueltas de Venezue-la; por los temores de una guerra civil, producidos por ladivisión de opiniones sobre régimen político; por los derenovación de las hostilidades del Gobierno español; ,. porel voto de los Departamentos de que el Presidente de laRepública se revista de cuantas facultades extraordina-rias sean indispensables para restablecer la integridadnacional y salvar á Colombia de la guerra civil y de laguerra exterior," y "deseando conservar la Constituciónactual hasta tanto que la Nación, por los medios legíti-mos y competentes, provea á su reforma," hay necesidadde hacer uso de esas facultades, y por tanto decreta:

Art. 1.o Desde hoy en adelante estoy como Presidente dela República en el caso del articulo 128 de la Constitución y enel ejercicio de todas las facultades extraordinarias que de élemanan, tanto para restablecer la tranquilidad interior comopara asegurar la República contra la anarquía y la guerra ex-terior.

Art. 2. o En mi ausencia de esta capital, el Vicepresidentede la República, como que queda encargado del Poder Ejecu-tivo, ejercerá dichas facultades extraordinariae en todo el terri-torio en que yo no las pudiere ejercer inmediatamente.

Art. 3.' Fuéra de los objetos y casos que se determinarenpara el ejercicio de las expresadas facultades extraordinarias,la Constitución y las leye,¡ tendrán su debido cumplimiento.

Art. 4.o Se dará cuenta al Congreso próximo de todo loque se ejecutare en virtud del presente Decreto, según lo dispo-ne el mencionado articulo 128 de la Constitución.

Conservó como Secretarios á los de la Administra·ción anterior, Sres. Restrepo, Revenga, Soublette y Cas-tillo Rada; con lo cual, y con delegar después aquellasextraordinarias facnltades en el General Santander cuan-do le cedía el mando, dio el Libertador una muestra pa-tente de no abrigar animadversión contra ninguno deaquellos dignatarios anteriores, y de que profesaba idén-ticos principios constitucionales á los proclamados porla Administración precedente. Ya que se le abría le cami·

La Convtnci6n d~ Ocaña 95

no, hubiérale sido fácil deshacerse de los personajes quepudieran estorbar sus miras; y sin embargo, no hizo in-novación ninguna, consultó con ellos mismos sobre lapolítica que debiera seguirse en adelante, los conservó ensus puestos, y como continuaron después en ellos, no sealteró la tradición administrativa ni se experimentó nin-guna mutación en la faz de la política.

Desde que en las conferencias de Tocaima se resta-bleció la armonía bajo la prome3a de mantener incólu-me el principio constitucional, renació la confianza enlos pueblos del centro, la cual vino á aumentarse con losnuevos y plausibles sucesos, y con las conferencias deBogotá. Todo esto alejó á los liberales de presentar labrIllante exposición elaborada por D. Vicente Azuero:parecía ya innecesaria, puesto que los dos Magistrados,jefes de los partidos antagóniccs, se identificaban enideas. Los proyectos de Constitución boliviana, de dicta-dura y de reformas fundamentales inmediatas, concebi-dos en países lejanos sin suficiente conocimiento de lasituación, quedaban relegados al olvido, y en aparienciase ponía término también á las escisiones producidaspor ellos.

El decreto de las facultades extraordinarias, lo mis-mo que todos los que dictó Bolívar entonces, fueronacordados en Consejo de Minü,tros, al cual concurríansiempre el Vicepresidente Santander y todos los Secreta-ries del Despacho. De suma importancia fueron los otrosdecretos expedidos por el Libertador en los dos días queestuvo ejerciendo el mando en Bogotá: ante todo, reunióen una sola las Secretarías de Guerra y de Marina, y enuna sola también las del Interior y Relaciones Exteriores;nombró al General Pedro Bricefio Méndez Jefe único su-perior de las Provincias del Sur; organizó la administra-ción de justicia, el aumento, cobro y empleo de las rentaspúblicas, para evitar el fraude de ellas y hacer efectivaslas responsabilidades de sus recaudadores y de todos losempleados de Hacienda; nombró Secretario general alSr. José Rafael Revenga; reglam.entó la entrada de losextranjeros al territorio colombiano; suprimió las CortesSuperiores de Guayaquil y Zulia; suprimió asimismomuchos otros empleos y disminuyó sueldos, para intro-ducir economías; reunió en una sola persona el mandocivil y militar de los Departamentos y Provincias; prohi-

J. J. Guerra______ ._~ ••• ••••••• _.__•__.• _.__• ••• c_ •• _••• ••••• •__ •••••• _._ •• _ ••• _ ••• __

bió las reuniones ó juntas de más de diez personas sinprevio permiso, conminando con severas penas las quese tuvieran sin esta licencia ó sin ser de carácter legal, yá los militares que intervinieran en ellas: tal fue la ma·teria de los diez y ocho decretos dictados en tan cortoperíodo por el Libertador, con ja aquiescencia del Con·sejo de Gobierno.

CAPITULO V

Al analizar atrás muy de paso la Constitución deCúcuta, copiámos íntegramente el discutido artículo 128,de las facultades extraordinarias, y bueno es recordarahora su contexto, por lo mucho que se discutió enton-ces y se discute todavía la interpretación y alcance quese le dieron en 1828.

Faculta al PresidBnte de la Repúlica, "en los casosde conmoción interior á mano armada que amenace laseguridad de la República yen los de una invasión exte·rior y repentina," para dictar, "con previo acuerdo yconsentimiento del Congreso, todas aquellas medidas ex-traordinarias que sean indispensables y que no estén comoprendidas en la esfera natural de sus atribuciones." Enreceso del Congreso "tendrá la misma facultad por sísolo; pero le convocará sin la menor demora, para pro-ceder conforme á sus acuerdos." Y esta extraordinariaantorización, termina el artículo, "será limitada única·mente á los lugares y al tiempo indispensablemente neceosarios."

Como se ve, los términos del artículo son por demásamplios y dejan al Jefe del Gobierno la facultad de fijaró detallar aquellas medidas extraordinarias en cada casoconcreto, con las demás circunstancias de tiempo y lugaren que ellas han de ejercerse, sin otra restricción que lade convocar el Congreso desde luégo, para proceder con·forme á sus mandatos. Pero no estando, como no estabanreunidas entonces las Cámaras legislativas, el Presidentequedaba mientras tanto investido de un poder absoluto,cuyo ejercicio sin limitación alguna, con el jus jruendi yel jus abutendi, cabía todo dentro de la elasticidad de aqlle·lla disposición. De esto á la rigurosa dictadura no habíasino un paso, aunque otra hubiera sido la intención del

La Convención de Ocaña 97

constituyente de 1821: siempre ha habido obscuridadó deficiencia en nuestras disposiciones constitucionalessobre tan delicada materia.

Conforme al mismo artículo, podía el Presidenteejercer el mando fuéra de la capital, á pesar de lo dis·puesto en una ley que fijaba la residencia del Gobiernoen Bogotá, no estando turbado el orden público. El Li-bertador podía pues ejercerlo en su excursión á Vene·zuela, y ejercerlo investido de facultades extraordinarias,sin violar en un ápice la Constitución ni la ley. Y mástodavía: como el artículo era tan lato, dentro de esasmedidas extraordinarias é indispensables, cuya necesidadsólo el que las adoptaba podía apreciar, cabía también ladelegación de funciones al Vicepresidente, con el ejerci-ero de dichas facultades extraordinarias en todo el terri-torio en 4ue no las ejerciera el Presidente de manerainmediata, según los términos del decreto qne atrás de·jamas transcrito.

Entre los que con más energía han vituperadoaquella medida figura el enérgico escritor Luis VargasTejada (1), quien afirma que el Secretario Castillo Radasugirió á Bolívar un expediente para ejercer la dictadurasin escándalo para su reputación y sin echar por tierramanifiestamente la Carta política, el cual consistió endar al artículo 128 de la misma una amplitud tan ilimi·tada, que por su medio podía el Ejecutivo revestirse enel momento que quisiese de una autoridad que no cono·cía igual sobre la tierra. ¡, Cuán violenta y absurda sea lainterpretación de aquel artículo agrega el poeta septenobrino-resalta á primera vista si se consideran los objetosnotorios de lo que dispone, las circunstancias en que fuesancionado y los límites que una Asamblea constituyen·te tiene en el ejercicio de sus atribuciones, pues jamáspueden extenderse éstas á confiar en manos del podermás temible un instrumento con que á su arbitrio des·truya cuando quiera las mismas leyes fundamentales yanule los fines de la vida social; la Asamblea que incu-rriese en tal delirio se haría culpable del más enormeatentado contra la soberanía del pueblo, su comitente, ysu disposición sería del todo nula, como implicatoria,absurda é ilegítima."

(1) Ruuerd. hillllric.. Bibli.t •••• 1'e".14r oGm.ros 63 , 66.

J. J. Guerra

Seguramente hay exageración en este concepto, comoen casi todos los del mismo escritor en el folleto de quelo tomamos. Aunque ciertos antecedentes pudieran jus-tificarlo, no puede creerse que la mala intención hubieradado pasos tan avanzados ni asegurarse tampoco que lainterpretación del artículo 128 hubiera sido dolosa yarbitraria, ya que conforme á su letra y siguiendo lasreglas hermenéuticas, sólo reconocía límites en el absur-do. Además de que ella no conducía al absurdo ni echabapor tierra de una plumada los cánones constitucionalessiempre quedaba á favor de estos últimos un principiode acatamiento que en ningún caso hubiera subsistidobajo la rigurosa dictadura, que amenazaba destruirlospor completo. Había pues alguna diferencia favorable álas instituciones patrias, y así tuvieron que reconocerloSantander y sus fervientes partidarios cuando aceptaronel hecho sin contradicción de ninguna especie. Los que,como Vargas Tejada, Ezequiel Rojas y otros pocos, tántoclamaron contra la investidura de estas facultades omní-modas y su delegación por el Libertador al Vicepresi-dente encargado del Poder Ejecutivo, debieran haberencaminado esa acerba crítica contra la disposición cons-titucional que á tan lata interpretación y á tan perjudi-ciales abusos daba asidero, y no contra quien, en momentos supremos, se preparaba con ella á hacer frente áuna crisis política cuyos result&dos no podían preversey cuya magnitud iba en aumento, hasta (',onvertirse ensangrienta y apasionada lucha.

El Libertadúr partió pues de la capital el 25 deNoviembre. dejando encargado del Poder Ejecutivo alGeneral Santander, con el ejercicio de las facultades ex-traordinarias en los lugares en que aquél no tas ejercie-ra. Antes de partir consultó al mismo Consejo de Gobierno sobre el establecimiento de la Gran Confederaciónde Colombia, Perú y Bolivia, que de tiempo atrás veníaproyectando: nueya muestra de deferencia dio enton-::esá Santander y á sus Ministros, cuando convino (',onellosen que semejante proyecto, aunque grandioso y de altasmiras políticas, era de todo punto impracticable, comolo habían hecho ver los escritores de nota que de él ha-bían tratado. Con tantas prendas de respeto á la Consti-tución, de afabilidad y cortesía hasta para con los másretraídos, y de acatamiento á la upinión pública, no po-

La Convención de Ocaña 99

día menos de dejar muy grata impresión en el ánimo detodos la corta permanencia del Libertador en la capital,y así lo proclamaban aun los que antes se tenían por susmás vehementes enemigos.

En el General Santander, sobre todo, se había efec-tuado un cambio completo. Deseoso de continuar en laVicepresidencia aun después del primer período legal,dice el historiador Restrepo, "solicitó con instancia queel Libertador Presidente le autor'izara en virtud de susfacultarles extraordinarias, para que, si no se reunía elCongreso en dicho día (el 2 de Enero de 1827), continua-ra desempeñando el Poder Ejecutivo en virtud de queera el Vicepresidente constitucional electo para el próxi-mo período. El Libertador convino en esta providencia,pues no le parecía entonces que debiera hacerse varia-ción en la persona encargada del Ejecutivo colombiano.Firmó pues un oficio redactado por el mismo Santan-der, y como escrito en la villa del Rosario de Cúcuta en12 de Diciembre y sin intervención de ninguno de losSecretarios de Estado, que ignoraron este paso, conce-diendo la autorización que se le pedía. Mas á causa de laavenida de un río, se fue Bolívar en derechura á la villade San José de Cúcuta, sin tocar en la del Rosario, que-dando por consiguiente la orden con una fecha falsa (1).'

Después de la partida del Libertador publicó el mis-mo General Santander en la Gaceta de Colombia un largoartículo en que se manifestaba íntimo amigo suyo ygl'ande admirador de sus glorias. El hombre de las leyesse había transformado en pocos días.

y entl'etanto, ¿ qué suerte corría Venezuela?Cuando el comisionado Guzmán se presentó con aire

de triunfo en Caracas. después de haber convertido á ladictadura todas las poblaciones de su tránsito, halló quelas cosas habían cambiado pOI'completo en pocos mesesy que ya la situación de Venezuela no era propicia parasus pkmes proditorios Las actas municipales, la dicta-dura proclamada en ellas,'la Constitución boliviana', todochocaba con las ideas federalistas que hahían tomadoallí largo vuelo en los últimos meses del año.

(1) Re.trepo. Billoria d. la &~oluc¡6n d. Colomb<,.,lomo 3.·, pAgina ~711.

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El Coronel O'Leary, que había seguido á Venezuelacon cartas de Bolívar y Santander, halló por fin á Páezen los llanos de Apure buscando prosélitos entre losbravos lanceros; pero nada pudo lograr en el sentido derestablecer el orden y reducir al mismo General Páez áentrar por el camino de la legalidad atendiendo el llama·miento del Senado: abrigaba aún los antiguos temoresde que el Gubierno de Santander lo hiciera fusilar si sepresentaba en Bogotá, y sólo quería entenderse con elLibertador, único en quien confiaba.

La revolución de Venezuela había invadido ya otrasProvincias, extendiendo sus raíces aun á algunas de lasque en un principio habían permanecido neutrales. Avanzando en su camino, aquella rebelión había tomado uncarácter más grave y mucho más peligroso por las ideasque con ella empezaban á esparcirse, del todo funestaspara la integridad nacional.

Fue en Puerto Cabello donde primero se dio el gritode federación, amotinándose el pueblo á las puertas de laMunicipalidad y obligando al Cabildo á proclamarla ensu acta de 8 de Agosto de 1826. Para seguir siempre elmismo espiritu de imitación, la Municipalidad de Caracas adhirió á la de Puerto Cabello en 21 del mismo mes,"asegurando que esta corporación y el pueblo que repre-senta, dice el acta, abunda en los mismos sentimientos ydecisión por el sistema federal. bien que promovido yplanteado por los medios antes enunciados la Oonven·ción) y extensivo á toda la República de Oolombia,"

El partido constitucional, que tenía su centro enCaracas y era aún bastante numel'OSO, alarmado contales sucesos, tramó allí el alzamiento del batallón Apure,el cual salió en altas horas de la noehe, aprovechando laausencia de Páez, y siguió á unirse en Barcelona con elGeneral Bermúdez y otros militares adictos al Gobiernoy al orden constitucional. Este digno Jefe se esforzabapor mantener el orden aun más allá del Departamentode su mando y evitar un encuentro á mano armadaentre los dos bandos opuestos. Oon tal fin hizo algunasexcursiones por distintas Provincias, impidiendo se exa·cerbaran más los ánimos y se aumentara el desorden,que ya rayaba en anarquía.

Impidió que la ciudad de Barcelona se pronunciarapor la causa de las reformas, como lo había hecho la

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villa de Aragua en 31 de Agosto, dando su acta en estesentido ., por haberse abocado á las puertas de la salacapitular una numerosa reunión de ciudadanos en laque venía también toda la milicia, y unánimementeexpusieron con fmnqueza que, sin separarse de aquellaobediencia que deben á la Constitución, á las leyes y álas autoridades constituidas, exigían que se formase lagran Convención de Colombia ansiada por Venezuela,por cuyo medio puede restablecerse la unidad de la Re-pública y libertarse de la guerra civil de que está ame·nazada." Esto conmovió á todo el Departamento de Ma-turín ; en Carúpano, Cumaná y la isla de Margarita sehicieron idénticos pronunciamientos para pedir Conven-ción, llegándose en esta última á deponer tumultuaria-mente las autoridades legítimas y declarar la segrega-ción de la isla del Departamento de Maturín (acta de 3de Octubre), lo qne se hizo á contentamiento del mismoGeneral Páez.

Merced á los esfnerzos del mencionado General Ber-múdez, la Provincia de Guayana, dependiente del mismoDepartamento de Maturín, conservó su tranquilidad ypermaneció obediente al Gobierno. Pero era imposiblecontrarrestar en todas partes el influjo poderoso de Ca-racas y Valencia, que continuaban siendo el foco revolu-cionario y avanzaban más y más en sus ideas separa-tistas. La primera en sus actas de 2 y 5 de Octubre, y lasegunda en la de 12 del mismo mes, propusieron de acuer·do con Páez "la adopción del sistema representativo po-pular como se halla establecido en los Estados Unidosdel Norte," á cuyo efecto debían reunirse en las capitalesde Provincia Juntas de diputados de las Municipalida-des, las cuales habían de propender á la reunión de laConvención nacional.

A pesar de los buenos oficios del General Bermúdez,el batallón Cazadores se sublevó en Angostura, descono·ciendo á sus jefes, proclamando la federación y dandovivas al General Páez. Reunida allí la Municipalidad el19 de Octubre con los padres de familia, eligieron nuevoComandante de armas para reemplazar al Coronel Mo-nagas, quien se había ocultado desde la víspera, yapaci-guaron á las tropas que pedían la federación pagándolessus raciones y embarcándolas para Cumaná.

Llegadas á Cumaná estas Compaiiías del Batall6n

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Cazadores, difundieron el espíritu de insubordinación,coadyu mndo las ideas federalistas que allí germinaban,y bien pronto los jefes insurrectos que comandaban aque-llas tropas levantiscas obligaron á la Municipalidad áque desconociera la autoridad del Comandante generalBermúdez y le prohibiera la entrada á la plaza. Así sehizo en acta de 5 de Noviembre, firmada por los regido-res y padres de familia, al tiempo que el mismo Jefellegaba de Barcelona y se posesionaba del fuerte de SanCarlos y de algunas chozas en las orillas del río Manza-nares con escasas tropas. Fueron inútiles las negociacio-nes por él iniciadas para hacer respetar su autoridad: larebelión había ido demasiado lejos, llegando al punto deque la discordia entre hermanos tomara ya el carácterde lucha armada inevitable. El partido de las reformas yel partido de la Constitución se batieron por fin en Cu-maná, y después de siete horas de fuego nutrido quedóvencedor el primero, teniendo el General Bermúdez quesuspender hostilidades y retirarse á Barcelona en las pri-meras horas de la noche. Esto sucedía el 19 de Noviem-bre, fecha que ha quedado grabada con piedra negra enla historia, como la que abrió la éra de infausta. recorda-ción, porque en ella vio h Patria pOI' primera vez á suspropios hijos hiriéndose y despeclazándose en los camposde muerte donde reoresentan sus escenas de barbarienuestras contiendas civiles.

Aquel desgraciado encuentro fue el princi pio de nue-vos pronunciamientos, que con repetirse en diversos puntos por el consabido sistema de las actas, daban mayorempuje al partido de las reformas y extendían á todoslos ámbitos de Venezuela el desorden y la anarquía, coninminente peligro de llevar el contagio á toda la Repú-blica. El grito de ¡Convención! era ya casi unánime entodo aquel territorio, y sólo se esperaba la llegada de Bo-lívar para colmar las generales aspiraciones: una pala-bra en contra de aquella idea hubiera bastado para queestallara el volcán, hundiendo al país en un abismo demales infinitos.

Cuando el comisionado Guzmán llegó á Caracas enlos primeros días de aquel aciago mes de Noviembre,alarmáronse grandemente los amigos de Bolívar con lascartas en que se proponía la Constitución boliviana y conlas indicaciones del mismo comisionado respecto al im-

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plantamiento de la dictadura. A más de que estas ideaspugnaban abiertamente con las proclamadas en los últi-mos días por la revolución de Venezuela, el nombre delLibertador no se pronunciaba ya allí con la misma vene-ración y el mismo cal'iño, ni se le llamaba como el iris depaz, con el entusiasmo de los primeros pasos de la re-vuelta.

En la Iglesia de San Francisco se reuni6 en Valen-cia el 13 de Octubre la Asamblea generaL compuesta detodas las autoridades civiles, militares y eclesiásticas,quienes" por una aclamación general-dice el acta-con-vinieron en que las miras de la solicitud que se haga de-ben terminar en el establecimiento de un sistema ó go-bierno popular, representativo, federal. en cuanto seacompatible con los usos, costumbres y demás particula-res circunstancias de los climas de los demás pueblos queforman en Colombia el Departamento de Venezuela."Acordóse asimismo verificar otra reunión ellO del próxi-mo mes, de diputados de las Municipalidades, para pedir-la federación al Congreso.

Poco después, el 7 de Noviembre, siguiendo en untodo el ejemplo de Valencia, hubo en el Convento de SanFrancisco de Caracas una Asamblea popular, convocadapor bando y carteles públicos, á moción del Síndico Pro-curador, General Iribarren. y presidida por el mismoGeneral Páez, con asistencia del Intendente Dr. Cristóbalde Mendoza, los Presidentes y Ministros de la Corte Su-perior de Justicia, la Municipalidad, varios otros funcioliarios públicos y muchos ciudadanos respetables. En eldiscurso de apertura manifestó el General Paez que élno era más que un soldado pronto á todas horas :i la de-fensa de la Patria y de sus libertades. "Lo que taladrami corazón-deCÍa-es que hayáis tenido la bondad deconvocarme para consultar mis votos en una cuestiónque es toda vuéstra exclusivamente: los pueblos, comoorigen puro de la soberanía, en todo Gobierno popular yrepresentativo, son los jueces árbitros y los únicos com-petentemente autorizados para decidir de sns derechos ydestinos en toda cuestión que tiene por objeto asegurarsn-existencia política y las condiciones de su asociación."Sigue luégo haciendo protestas de adhesión al pueblovenezolano, á cuya soberanía dice haber sacrificado" has-ta la reputación de un buen 'WlN,b7Q. ,q"Q.~~ntes~isfl'uta", ',.

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ba si~ mancha"; hablando de la anarquía en que se hallala República, "es sin embargo cierto -dice-que ésta seencuentra en estado de disolución, pues Venezuela yApure convidan á la unión federal; Guayaquil abraza laConstitución de Bolivia; el Istmo pide ser anseático;Cundinamarca se apega tenaz al centralismo. Unos De·partamentos, reasumiendo su originaria y primitiva so-beranía, nombran Dictador; otros permanecen adictosal pacto social de Colombia, con ciertas modificaciones ómejoras .... " y después de hacer nueva oferta de susservicios, pronuncia estos párrafos, que coinciden muypoco con la escasa erudición del orador, y entonces se atriobuyeron á ajena cosecha:

Bien veo que os habéis reunido á deliberar en medio de unanoche tenebrosa; pero no hay qne desconsolarse. En la caja dePandora, cuando la mano indiscreta de Epimeteo dio salida altorrente de males que inundó al linaje humano, se quedó pegada la esperanza para su consuelo; así entre nosotros se ha salvado de la avenida el acrisolado patriotismo de los ilustreshijos de Venezuela: aferraos de esta áncora, y del propio modoque por entre escollos y contra la furia de los vientos enfureci-dos (sic) llevasteis la independencia y la libertad á los últimosrincones de un mundo esclavo, así repararéis ahora los extra-víos inevitables de un Gobierno formado á la vista de las hues-tes enemigas y en el sobresalto de las balas.

i Conciudadanos! Nuestra pérdida sería inevitable si nopronunciaseis vuestra opinión con entera libertad en ocasióntan peligl'Osa, y de la cual depende un fallo de muerte ó vida.Oon injuria del nombre inmortal del Libertado\" Presidente, ycan una negra ofensa á )a conducta que le hemos vi::ltoguardarconstantemente, ha pretendido la cábala suponerlo enemigo delas reformas que piden los pueblos; pero una oportunidad lamás dichosa nos ha traído el desengafio, si es que vosotros pudierais necesitarlo para arreglar vuestro comportamiento. ElLibertador Presidente, lejos de contrariar el voto de los Depar·tamentos, llora las calamidades que sufren por lo inacomodado-de nuestro sistema de Gobierno, las considera como una explosión natural de combustibles acumulados, y bajo su propiafirma marca la época en que se completó la ruina de la República (1).

(1) Alude á la carta eu que le dice Bolívar: "A mi. ojo< la ruina de Colombia está con·sumada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso."

La COllvmciólI de Ocaña JOS

No hay duda que él ha dado la Oonstitución boliviana parala República de este nombre, y que juzgándola capaz de promo-ver la dicha de los pueblos, desearía que la adoptasen con algu-nas modificaciones, pero de su libre y espontánea voluntad, nopo: la fuerza ni por otras vías indecorosas. Es su opinión pri-vada, que pudo emitir como cualquier Otl'Ociudadano, para quetodo el mundo la vea y opine sobre sus ventajas ó desventajas,no para cautivar la libertad de nadie.

Ahora, si en lugar de sentimientos ingenuos se le transmi-ten afecciones privadas, si al bien público se sustituye el mez-quino interés de pocos, nada extraño debe ser que descarguesobre nuestras cabezas la tempestad que nos proponemos con-jurar.

Larga fue la discusión sobre el partido que debieraadoptarse en aquellas circunstancias; tomaron parte enel debate muchos de los concurrentes, manifestándoseunos adietos al sistema federal, impugnándolo otros, ycon viniendo la mayoda en que Venezuela debía consti-tuirse libremente y adoptar su Gobiemo propio, "comoque la Repúhlica de Colombia estaba disuelta, dijeronalgunos, habiendo vuelto al estado de creación, como re-cientemente lo había proclamado Bolívar, y desconocidoel Gobierno de Bogotá por nueve de sus Departamentos,"aunque no dejó de proponerse como medida oportuna lareunión d(:lla Convención nacional, para mantener la uni-dad política del Estado por medio de una confederaciónde que Venezuela habría de formar parte. El IntendenteDr. Mendoza manifestó en un largo discurso que en suconcepto no debía decidil'se una cuestión de tamaña en-tidad ,. sin ventilarse más detenidamente, precediendouna convocación especial de las Municipalidades ó can-tones que no se hallaban presentes .... que cuando sereúna la Gran Convención, añadió para cencluir, seacual fuere la autoridad que la convoque, se le presentenlos votos de estos pueblos acerca del sistema de federa-ción que se han propuesto abrazar." Páez, irritado conaquella contradicción á su presuntuosa voluntad, con testó "que desde el 30 de Abril había jurado no obedecer alGobierno de Bogotá, y estaba resuelto á cumplir su jura-mento; que si el pueblo de Caracas lo estaba igualmenteá tomar medidas para su constitución y organización,la autoridad que Rele había confiado no debía presentar-

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el menor obstáculo, pues que sólo anhelaba por el momento de renunciarla; pero que si no se en COl' traba estepueblo con el poder y facultad suficientes para propor-cionarse su felicidad, él convocaría las Municipalidadespara devolverles la :mtoridad de que le habían investido,y se iría á buscar la libertad dondequÍl:,ra que la encon-trase." Pmpuso lnégo á la Asamblea que si la resolucióndel pueblo era constituirse y sostener con su sangre supropia Oonstitución, lo demostrase levantando la mano."Todos al momento lo hicieron así -dice el acta-entreaplausos y aclamaciones que denotaron Ulla complacen-cia genera!." En consecuencia se resolvió:

1.o Que se consignen en esta acta los poderosos fundamen-tos que ha tenido Venezuela para promover su organizacióninterior; que S. E. el Jefe Oivil y Militar expida un decretoconvocando las Asambleas primarias para la elección tle dipu-tados por cada una de las Provincias que se hallan unidas eneste movimiento y de las que puedan unirse, con inclusión delas que forman los mismos Departamentos divergentes, y procurando la celeridad posible en la convocaGión y elecciones, áfin de que la reunión del Ouerpo constituyente se verifique eldía primero del próximo Diciembre, sin perjuicio de que siantes se hallasen reunidas las dos terceras partes de los diputa-dos, se proceda á la instalación;

2.o Que se invite por esta Asamblea á todos los pueblos dela antigua Venezuela para que concurran con el número derepresentantes que les correspondan á formar la corporaciónque se encargará de redactar el reglamento provisional quedebe servir para estos pueblos; que para dar al Ouerpo consti-tuyente de Venezuela el ma) 01' grado posible de popularidad ylegitimidad en su representación, se recomiende á S. E. el JefeOivil y Militar libre por sí las órdenes conveniente:! para lareunión de los Oolegios electorales existentes, y que deben for-marse, donde no los haya, de las Provincias que están bajo susórdenes en el modo y término':! que estime oportunos .... j queigual invitación se haga á todas las Provincias que están com-prendidas en el territorio de la antigua Venezuela, para que situvieren á bien unirse bajo un mismo pacto á la nueva organi-zación del Estado, envíen sus representantes, que serán recibi-dos como hermanos, aun después de que se hayan principiadolas sesiones;

3. o Que cualquiera que sea la situación política y rangoque ocupe Venezuela entre los Estados de América, será siem-pre fiel á las obligaciones contraídas con las naciones ó indivi-duos extranjeros pOI' tratados diplomáticos ó por contratos

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pecuniarios en la parte que proporcionalmente le quepa con losdemás pueblos de Colomhia.

Por último, se dispuso que el acta se expusiera alpúblico" para que la firmaran las personas que quisieranexpresar su confol'midad con lo acordado." No pasaronde doscientas sesenta las til'mas que pudieron recogerse,aunque el aeta estuvo por nueve días á disposición dequienes quisieran suscribirla; y como entre éstas no sehalló el nombre del probo magistrado Dr. Mendoza, quiencontinuaba oponiéndose á los planes separatistas, se leexpulsó del tel'l'itorio patrio por orden ele Páez: nuevamengua para las glorias del León de Apul'e.

Leocadio Guzmán-dice el hi"toriador Restrepo (l)-hizoen aquel día y en los an teriOl'eg cuantos esfuerzos le fuel'On po-sibles para que se adoptaran las ideas del Libertador; pero envez de ganade prosélitos se di'sminuyó en gran parte Sil anti-guo influjo. Ya no se le llamaba, según el lenguaje anterior,como árbitro de la snert~ de los pueblos; solamente se le dejóla facultad de poder convocar la Gran Convención colombiana,á la que concurriría el Estado de Venezuela por medio de susrepresentan tes.

El club que promovía la revolución de Venezuela era elmismo que había solicitado del Libertador que erigiera Ilnamonarquía en Colombia. Antes de haber recibido su contesta-ción negativa, este mismo club hablaba de reformas, sin decirjamás cuáles eran las que meditaba. Después de recibir la respuesta de Bolívar ya no le quiso por árbitro y mediador. Vol-vieron entonces aquel1as mismos hombres á sus antiguas ideasde establecer ei sistema de gobierno federativo, esa quimera,funesto presente que nos·ha hecho la América del Norte. Quiendice en la del Sur federación, dice anarquía, en lo cual no hahabido excepción alguna. La voz mágica de federación, queconmueve á los pueblos sin entenderla, ha desorganizado pri-mero á Venezuela y á la Nueva Granada, después á BuenosAires, Méjico y Centro América, desgraciados países que haconvertido en sangrientos campos de batalla. Si el Libertadorno hubiese impedido que se llevara á efecto en Venezuela tanimprudente proclamación del sistema federativo de los EstadosUnidos, es probable que después de haberse derramado muchasangre, sus hermosos campos servirían hoy solamente para apa·

(1) Historia de la revolucióll, tomo :i,o. página 670. Vargas Tejada «segara __que Guzm411peror6 por má'l ,le tres horas en la. reul\i6n de Sm Francisco defendiendo el proyecto boliviano.pero que pUf coasideraciones á Bolívar no se hizo en el acta mención de su discurso.

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centar la caballerfa del Llano, y que aUf dominaría la raza afri-cana. Empero, los corifeos del desorden no veían ó aparentabanno ver maJes de tamafi.a trascendencia.

Hemos visto en Caracas un lujoso arco de la federa-ción ; el escudo de Venezuela ostenta el lema de Dios yfederación, con la fecha en que ésta última fue sancio-nada al declararse no más la independencia, y todo enaquel país respira las ideas proclamadas desde 1826. Loque no hemos podido averiguar es el número de guerrasciviles que en el espacio de casi un siglo han azotado des-de entonceR aquel hermoso paíg, pasando alternativa-mente del despotismo á la anarquía y de la anarquíaal despotismo, donde se ha quedado estacionario en losúltimos afios. aunque pavoneándose siempre con sudecantada federación.

Para cumplir lo dispuesto en las actas de Valenciay Caracas expidió el General Páez el 13 de Noviembreun decreto sobre elección de diputados para el CongresoConstituyente de Venezuela. Disppníase en él que el 10de Diciembre se reunieran los colegioselectorales en lascapitales de Provincia, para elegir los Diputados "endoble número del que elegil'ían para el Congreso de Bo-gotá, á fin de que el Cuerpo Constituyente sea 10 másnumer'oso posible;" reglamentábase]a eleceión y las cua-lidades que debieran reunir los que hablau de 1, formar18 Constitución de Venezuela sobre las bases de un Go-bierno popular representati vo federal "; el Congresodebía"quedar instalado el día 15 de Enero del afio próximoentrante, con asistencia por lo menos de las cuatro quin-tas partes de sus miembros"; el mismo General Páez.habría de instalarlo, y disponía finalmente: "Toda per-sona, sin excepción alguna, que directa ó indirectamentese opusiere á los actos previos á las elecciones, á éstasmismas ó al cumplimiento de cualquiera <lelos artículosdel presente Decreto, será juzgada y castigada comotraidor á la Patria."

La /?eparaciónde Venezuela parecía, pues, un hechoconsumado, por los rápidos progresos que en seis meseshabía alcanzado la rebelión iniciada el 30 de Abril, hastadar en la convocatoria de uu Congreso Constituyente,que si se hubiera reunido habría sancionado de segurol8.disolución de la Gran Colombia. Vino sin embargo áembaraza.Tlael contragolpe dadoen Puerto Oabellopor los

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Jefes constitucionales y gobiernistas allí reunidos, quienes proclamaron el 21 de Noviembre" la obediencia á laConstitución y á las leyes, negándola al General Páez,titulado Jefe Civil y Militar de Venezuela." Reunidos elmismo día la MUnIcipalidad y los vecinos principales, elCura Párroco y el Vicario Capitular, aprobóse el movi-miento del Batallón Granaderos, "como loable y dignode aprecio," y como necesario por haberse faltado á laspromesas hechas por Páez y por las Municipalidades deValencia y Caracas de que nada se innovaría hasta el re-greso del Libertador, y " unánimemente acordó la Asam-blea-según dice el acta-que sin desistir de la causa delas reformas que hemos iniciado (y cuya necesidad esinútil recordar), se ratifique la elección que hemos hechoen S. E. el Libertador General en Jefe Simón Bolívarpara nuestro mediador; y que no encontrándose éste confacultades bastantes para la reunión de la Gran Conven-ción que ha de fijar los destinos de la Patria, debiendoésta emanar en las circunstancias actuales de la volun-tad de los pueblos, se le autorice lo necesario, y solamen-te para este objeto, á cuyo efecto se nombrará un comi-sionado cerca de su persona."

En estos momentos arribó á Puerto Cabello el Gene-ral Pedro Briceño Méndez, quien seguía á Bogotá á ocu-par una curul en el Senado, y al punto fue proclamadoJefe de la plaza, como Comandante general, á lo queaquél accedió, ofreciendo "sostenerla en su deliberacióndel 21 y desvelarse para impedir los horrores de la gue-rra civil, asegurando la unión y la confianza de los pueblos," de todo lo cual se sentó acta en la Municipalidadel 24 del mismo mes de Noviembre.

Como en aquella plaza fuer.te se contaba con buenospertrechos y gran número de elementos para defenderlos principios allí proclamados, Páez comprendió el al-cance de la contrarrevolución, considerándola como gol-pe mortal para su dictadura, por tener al frente un Jefeprestigioso como lo era Briceño Méndez; así fue que aldía siguiente no más de aquellos sucesos se apresuró ádeclarar en asamblea todas las Provincias de su mando,en el Decreto siguiente:

Por cuanto los medios pacíficos y conciliatorios empleadoshasta ahora en promover y llevar adelante la causa de las re·

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formas que los pueblos de Venezuela, en uso de sus impres-criptibles derechos, proclamaron en Valencia desde el 30 deAbril último, no han correspondido á las sanas intenciones queme propuse al aceptar la autoridad civil y militar que me fueconferida para mantener la tranquilidad pública y evitar lasfunestas consecuencias de la discordia civil entre hermanos; yhabiendo acreditado una experiencia lastimosa que los enemi-gos de la causa de la libertad y de la dicha de Venezuela ma-quinan sordamente contra sus progresos, moviendo los resortesde la perfidia para excitar reacciones que ponen en inminentepeligro la seguridad del Estado; pOI' tanto, en uso de las facul-tades que me han conferido los pueblos desde el principio, sinotro límite que el indicado por la::; circunstancias ocurrentes,vengo en declarar y declaro todo el Estado de Venezuela enasamblea.

En consecuencia los jefes militares entrarán desde estemomento en el pleno uso y ejercicio de la autoridad que lescorresponde por efecto natural de esta misma declaratoria, de-biendo contraer principalmente su vigilancia á la persecucióny pronto castigo de cuantos maquinaren ó de algún modo con-trariaren la ejecución y cumplimiento del sistema de gobiernopopular replesentativo federal, proclamado unánimemente porel voto libre de los mismos pueblos, no menos que de constituirá Venezuela en un Estado independiente.

Envió fuerzas á Puerto Cabello, que fueron rechaza-das; amenazó inútilmente al General Briceño Méridez yá la Municipalidad; expidió proclamas; fijó un destaca-mento al frente de la plaza.; mas tuvo al fin que suspen-der hostilidades accediendo al ul'misticio que se le pro-ponía. L(~ era indispen¡;able fijar su atención en otraparte, porque ya empezaba á tener enemigos peligrososen diversos puntos de aquel territorio.

La ciudad de Cumaná, que continuaba revuelta des-pués del triunfo sobre Bermúdez, proclamó en acta de 26de Noviembre su adhesión á lo acordado por la de Cara-cas en 7 del mismo mes, sometiéndose á la autoridad dePáez y ratificanl10 sus V0toS en fa VOl' l1el sistema fede-ral; (;freció enviar sus diputados al Congreso de Valen-cia, y terminó pidiendo al LibertadO!' Presidente "sesirva convocar la Gran Convención de la República,dándole por su parte la autorización que necesite paraeste efecto, á fin de que se puedan acordar los grandesintereses generales."

Cuatro días después se reunió otra Asamblea con el

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mismo personal para proclamar Jefe superior del Depar-tamento de Matnrín, bajo la dependencia de Páez, alGeneral Mariño (el mismo que había favorecido la revo-lución de Valencia el 30 de Abril), quien había si<1o lla-mado á Cumaná por el partido de las reformas. En elacta de aquella Asamblea se acordó" nombrar al Gene-ral Mariña .Jefe superior del Departamento, con todaslas facultades civiles y militares que necesitase parasalvar el país de los males que todavía le amenazan, condependencia sin embargo del Jefe del Estado."

Si por unas partes se reconocía la dictadura de Páezsin ¡imitación alguna y se daban actas para consolidarloen el mando, por otras empezaba el descontento á qui-tarle prosélitos.

También en Angostura hubo un movimiento de con-trarrevolución, favoreei<1o por el Gobernador, los jefes yoficiales, la Municipalidad y todo el pueblo, quienes die-ron sus actas en 3 y 4 de Diciembre negando su obedien~cia al General Bermúdez por haberse éste atrevido ápropender por la dictadura, ,. con lo cual manifiesta yquiere el Sr. General Bermúdez derrocar el principiofundamental del sistema de Colombia im'critoen la Cons-titución en los tres artículos del Título primero-dicenesas actas-y que la Provincia está resuelta á conEervarsesometida y obediente á la misma Constitución hasta queel Poder Legislativo que ella tiene establecido determineotra cosa en virtud de su autori<1ad."

y era que el General Bermúdez, que tan celoso sehabía manifestado hast<t entonces por la conservación delas instituciones patria;.;, cayó al fin en la celada delcomisionado Guzmán y escl'ibió al Gobernarlor de Bar-celona enviándole üopia d0 las actas promovidas por elagente de la dictadura, con lo cual vino á quedar enlamentaule desprestigio el mismo Bermúdez y merecióaquella censura populal'. La carta decía así:

.... Incluyo á usted las actas de los Departamentos delZulia, Magdalena, Panamá, Quito, Guayaquil y Azuay, qUE'testifican el pronunciamiento Einfavor de la dictadura de S. E.el Libertador. Urda neta y Padilla me anuncian la incorporación de otros Departamentos como con vencidos de que este esel bálsamo que puede cicatrizar las graves heridas de que adolece nuestra desgraciada Patria. Usted sahe que soy muy pocoadicto á las dictaduras; pero convencido del desprendimiento

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de lIuestro ilustre varón, úno mis votos á los de esta Provinciaá semejante pronunciamiento; y conceptuando á usted fácil depenetrarse de las poderosas razones que interesan por este paso,excito su patriotismo para que estimule el de ésa en igual de·mostración.

La carta fue publicada por el mismo Gobernador áquien se dirigía; con ella se causó grande escándalo dondequiera que fue recibida; su autor sufrió una correc-ción ilegal pero quizá necesaria, y el Libertador perdióun grado más de su antiguo prestigio en aquellas comarcas (1).

El mismo día 4 de Diciembre la Municipalidad dePuerto Cabello invistió al Comandante de la plaza, Ge·neral Briceño Méndez, de nuevas é ilimitadas facultadespara resistir al General Páez y defender el puerto. LaMunicipalidad de Barinas había dicho ya que "conse·cuente á los principios proclamados y á sus propios juramentos, declaraba no reconocer autoridad alguna inconstitucional ni querer que se hiciese innovacién mientrasno se reuniera la Convención nacional," y que ratificabasu adhesión al Libertador, "como Presidente del Estado,satisfecha de que como tál reunía toda la autoridad neocesaria para salvarlo, sean cuales fueren -dice el acta-las circunstancias en que se encuentre la República."Pocos días después esta misma Municipalidad se negó áconcurrir al Congreso de Venezuela, y así lo manifestóen su acta, para que se comunicara al Jefe Civil y Mili·taro El partido de Páez menguaba, pues, de día en día, yél mismo empezaba á manifestarse tímido, sin atreverseá aventurar un golpe enérgico. Los Generales PedroBriceño Méndez, en Puerto Cabello, y Rafael Urdaneta,en Maracaibo, oponían vigorosa resistencia á su ilegítimaautoridad, y mantenían el orden en los Departamentosde su mando.

Seguía el Libertador entretanto sn marcha paraVenezuela. En todo el camino fue recogiendo elementospecuniarios y las tropas que ~l General Santander habíamandado escalonar en distintos parajes del Norte para el

(1) En uoa posdata agregaba el Geoeral Berm6d •• : "El Suhteoieote Jos6 Martlne ••conductor de eltos pliegos, debe regresar inmediatamente con las contestaciones, el dinero y elacta, ,i le formare."

La CQnvmci6n de Ocaña-_ - .._.--.- -.- ----_.

casode tener que luchar á mano armada con los venezo-lanos. Bolívar aprobó entonces tácitamente la conductacircunspecta que tánto se había censurado á Santandery al Consejode Gobierno,de no aventurar al país en unarevuelta que en manos de Páez estaba el prolongar, tantomás cuanto que éste había asegurado someterse á Bolí-var, como en efecto lo cumplió. El Vicepresidente se ha-bía preparado con tropas y con recursos suficientes parala campaña, aunque sin querer emprenderla impruden-temente. Hubiera sido deseable el castigo de los rebeldesdomeñándolos por la fuerza; pero en aquel evento eraimposible aplicar la justicia sin sacrificar otros bienes nomenos preciosos.Hay circunstancias para los Gobiernosen que, viéndose obligados á escogerentre dos males, tie-nen que ceder aun en sus propios derechos, á trueq ne deevitar el que se considera como de más fatales consecnen-cias. Bolívar no improbaba rotundamente aquello:" pro-nunciamientos, antes bien daba con bastante claridad larazón al General Páez ; en breve había de encargarse delmando supremo y marchar á entenderse con el Jefe re-belde; luego todo lo que se podía hacer era prepal'ar elterreno para resistir el golpe y salvar las instituciones.Quienes hicieron aquella amarga crítica no tardaron enconvencerse de que la prudencia y mesura del Gobiernohabían evitado una larga y sangrienta revuelta.

Cerca de Pamplona recibió el Libertador copia delacta de la Asamblea reunida en Caracas el 7 de Noviem-bre, y el decreto en que Páez convocaba el Congreso ve-nezolano. Tuvo también noticia del mal efecto producidopor la misión de D. Antonio Leocadio Guzmán, y el re-chazo que habían sufrido su proyecto de Constitución, suscartas y las tentativas de dictadura. Entonces se abatióprofundamente el Libertador viendo el mal efecto quehabían producido sus proyectos de reformas y las frasesque se le habían escapado contra la Constitución y con-tra el Gobierno. Comprendió que de esas frases y de esosproyectos podría tomarse pie para atribuirle indebidacomplicidad en los trastornos políticos; midió el abismoá que lo estaba conduciendo su excesiva benevolenciacon el General Páez, y allá en la soledad de su caminoagolpáronsele á la imaginación los males que pudieransobrevenir á la Patria, de no adoptar una línea de con-ducta más severa aunque menos acorde con sus sentí-

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114· J. J. Guerra

mientos generosos y humanitarios, de que tántas mues-tras había dado en aquel borrascoso período.

Pero como todavía le quedaba ánimo para combatir,~i era necesario, y dominar la situación haciendo un lla-mamiento á sus antiguas energías, aceleró su marcha áMaracaibo, reuniendo tropas, armas y recursos para ha-cer frente á la revolución de Páez, cuyo carácter conocíaya ser sobradamente serio.

Supo-dice el historiador Restrepo (l)-que á consecuenciade la revolución de Puerto Oabello contra Páez, éste había decla-rado al Estado de Venezuela en Asamblea, es decir, sujeto alpoder militar y anuladas enteramente las garantías de los ciuda-danos; supo que el Jefe Oivil y Militar habia atacado la plaza consus tropas, derramándose alguna sangre; supo haber pasado car-tas y oficios fulminantes al Oomandante y á la Municipalidadde Puerto Oabello, amenazándoles con el exterminio; supo, enfin, haberse derramado á la misma sazón la sangre venezolanaen los campos de Oumaná. Vio pues que encendida la guerra ci-vil y desechada su mediación por Páez y sus partidarios, no lequedaba otro arbitrio que la fuerza para reducirlos á su deber.¡Ouánta debió ser la pena de Bolívar por todos los actos en quehabia dado á Páez la razón contra el Ejecutivo nacional, debili-tando al mismo tiempo la fuerza de la Constitución y la moraldel Gobierno! Si el Libertador no hubiera adoptado una conduc··ta política tan irregular y tan falta de solidez, la rebelión deVenezuela se hubiera acabado con su influjo al mismo arribar álas playas de Oolombia; mas Páez y los demás disidentes halla-ron apoyo en las actas de los Departamentos del Sur y de algu-nos del Oentro, las que reanimaron y extendieron el partido re-formista. Bolívar, seducido con la idea de establecer fácilmentesu querido proyecto de Oonstitución boliviana, pretendió quitarel obstáculo que le presentaban las instituciones actuales de Oo·lombia, acelerando su mina á fin de sustituir en su lugar la¡;que él mismo habia excogitado: dividir á Oolombia en tres Es-tados y formar la Gran Oonfederación de la América del Sur.

Todavía cuando el Libertador llegaba á las pueÍ'tasde Maracaibo el 16 de Diciembre, la ciudad se hallaba eneonmoción, como todo el Departamento del Zulia, pre-sentando síntomas alarmantes, por la pretensión de al·gunos militares y civiles de continuar la revuelta, des-conociendo al Ejecutivo de Oolombia, y de adherirse álos pronunciamientos de Valencia y Oaracas en favor del

(1) Historia de la Revolución df;¡Colombia, t'JJIIO;) o, página ,57i.

La Convención de Ocaña 115

sistema federal. La energía del Oomandante de la plaza,General Urdaneta, contuvo los desórdenes, y bastó lapresencia del Libertador para que cesaran los disturbiosy se limitaran los disidentes á darle cuenta de su aspi-ración al sistema federativo.

Allí mismo en Maracaibo expidió su hermosa pro-clama del propio día 16 de Diciembre, que dice así:

j Venezolanos! ¿ Ya se ha manchado la gloria de vuestrosbravos con el crimen del Ít'atricidio ? ¿ Era ésta la corona debi-da á la obra de vuestra virtud y valor? Nó. Alzad, pues, vues-tras armas parricidas: no matéis á la Patria. Escuchad la vozde vuestro hermano y compañero, antes de consumar el últimosacrificio de una sangre escapada de los tiranos, quo el cieloreservaba para conservar la República de los héroes.

j Venezolanos! Os empeño mi palabra. Ofrezco solemne-mente llamar al pueblo para que delibere con calma sobre subienestar y su propia soberanía. Muy pronto, este año mismo,seréis consultados para que digáis cuándo, dónde y en qué tér-minos queréis celebrar la Gran Convención Nacional. Allí elpueblo ejercerá lihremente su omnipotencia; allí decretará susleyes fundamen tales. Tan sólo él conoce su bien y es dueño deBU suerte; pero no un poderoso, ni un partido, ni una fracción.Nadie, sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que sepone en lugar del pueblo, y su potestad, usul'pación.

j Venezolanos! Yo marcho hacia vosotros á ponerme entrevuestros tiros y vuestros pechos. Quiero morir primero queveros en la ignominiu, que o:., todavía peal' que la misma tira-nía; y contra ésta ¿ qué no hemos sacrificado? j Desgraciadosde los que desoigan mis palabras y falten á su debe!" !

Cuartel generallibertadoL' en Maracaibo, á 16 de Diciembre de 1826-1Ú.

BOLíVAR

Dos días después, por un Decreto fechado en la mis-ma ciudad de Maracaibo, y fundándose en el artícu-lo 128 de la Constitución, declaró en Asamblea todo elDepartamento del Zulia; nombró al General UrdanetaJefe del Ejército, como segundo al General Salón y 00-mandante Intendente general del mismo Departamentoal General Olemente, antiguo Ministro de Marina.

Al día siguiente dictó otro en que declaraba los De-partamentos de Maturín, Venezuela, Orinoco y Zuliasujetos á sus órdenes inmediatas y exclusivas, las queexpediría por el órgano de su Secretario general el Sr.Revenga. En este Decreto dispuso además:

u6 --_ ....•...........__ _ _ __ ._-._ __ _ _._--J. J. Gturra

Art. 3.0 Desde el momento en que las autoridades compe-tentes reciban este Decreto, dejarán de obedecer á toda autori-dad suprema que no sea la mía.

Art. 4.0 Cesarán inmediatamente las hostilidades entrelos partidos contendientes.

Art. 5.o Luégo que llegue á la capital de Caracas, convo-caré á 109 colegios electorales para que declaren éuándo, dón-de y en qué términos quieren celebrar la Gran ConvenciónNacional.

Bien se ve que esta última promesa era dada enfuerza de la delicada situación en que se hallaban aque-llos Departamentos. Sólo al Congreso nacional y no áuna tercera parte de la República, competía la decisiónde tan delicado asunto; pero era preciso avanzar siquie-ra algún concepto sobre él para buscar todos los mediosposibles de apaciguamiento y conciliación.

Aunque el Libertador daba bien á entender" el ho-rror que le inspiraba una guerra civil en el territoriovenezolano," hizo sus aprestos bélicos en Maracaibo ycomenzó á despachar fuerzas para Puerto Cabello,entreellas las que el General Montilla le había mandadodesde Cartagena en muy buena oportunidad.

Páez entretanto continuaba perdiendo terreno y en-contrando cada día mayores resistencias á su espuriaautoridad. La noticia de la próxima llegada del Liber-tador al territorio venezolano había reanimado á mu-chos amigos del Gobierno que se hallaban oprimidospor los Jefes sediciosos. Figuraba entre aquéllos el Ge-neral José Tadeo Monagas, quien comandaba un fuerteejército en Maturín y se preparaba para la defensa delas instituciones. Páez intenta entonces invadir con sustropas á Barinas, que se mantenía también fiel á la cau-sa del Gobierno; mas nada logra con este movimiento,teniendo al fin que ceder á la enérgica actitud del parti-do que allí se le oponía. El Departamento del Orinocovolvía á manifestarse severo opositor á las miras dePáez, mientras en la Provincia de Apure estallaba otracontrarrevolución á mediados de Diciembre, cortándoleá este Jefe toda retirada á los Llanos del mismo nombre.En la Provincia de Carabobo, en Barquisimeto, en SanCarlos, en Araure y otros pueblos, el nombre del Liber-tador despierta los animos y levanta el espíritu públicoaumentando el número de sus decididos partidarios.

La Convención de Otaña 117

Acosado por tales pronunciamientos, Páez tuvo quepermanecer en Valencia con escasas fuerzas, en acti~tud expectante. Allí le encontró el Coronel Diego Ibarra,uno de los dos comisionados que aquél había mandadoá Lima á dar cuenta al Libertador de los hechos quemotivaron la revolución del 30 de Abril, y quien regre-saba ahora con cartas del mismo Bolívar y con el en-cargo de buscar por medios conciliatorios la vuelta delJefe rebelde al régimen legal. Nada pudo, como nadahabían podido lograr Ü'Leary y Guzmán, para reducirloá la obediencia,y lo único que hizo entonces el orgullosollanero fue expedir la siguiente proclama, modelo de rí-dicula pretensión, en que se considera al Libertadorcomo un simple consejero de los Jefes facciosos:

Venezolanos: Cesaron todos nuestros males: el Libertadordesde el centro del Perú oyó nuestros clamores, y ha volado ánuestro socorro; su corazón, venezolano todo, y todo caraque-1'10, os trae la grandeza de Sil nombre, la inmensidad de susservicios, y todo el poder de su influjo por prendas de su ter-nura, de vuestra seguridad y de vuestra unión: se desprendióde la dictadura con que el reconocimiento exigía sus serviciosen un país lejano, desde el instante en que su suelo patrio lellamó para BU consuelo como un ciudadano. Nuestro hermano,nuestro amigo se acerca á nosotros, abiertos los brazos paraestrecharnos en su corazón: el hijo más ilustre de la patria,de la gloria, Venezuela, el primer héroe por sus hazañ.as en loscampos de batalla, vuelve con el amOlOmás puro á ver sus an-tiguos compañ.eros de armas, y los lugares donde están los mo-numentos de su gloria; él viene para nuestra dicha, no paradestruir la autoridad civil y militar que he recibido de lospueblos, sino para ayudarnos con sus consejos, con su sabidu-ría y consumada experiencia á perfeccionar· la obra de lasreformas.

Preparaos á recibir, como la tierra árida, el fecundo rocíode tantos bienes: van á exceder á vuestras esperanzas. Bolívarera grande hasta la admiración: Venezuela de hoy en adelantele debe la apoteosis. Entregaos al plaCel"más puro sin mezclade temor. Estoy autorizado para haceros esta promesa: si to-davía queréis más, mi vida, mi honor y mi propia sangre sonvuestras garantías. Sea todo contento, júbilo y placer. i Vene-zolanos, olvidad vuestros males: el gran Libertadol' está connosotros!

Dada en el cuartel general de Valencia, á 15 de Diciembrede 1826-16.

JOSÉ ANTONIO PÁEZ

lIS J. J. Guerra--------------- --------- ••.•...... _ _ - .

Pero á pesar de estas frases, envió como comisiona-do cerca del Libertador á su antiguo amigo y perenneasesor el Dr. Miguel Peña, con encargo de manifestarleque estaba resuelto á resistir; prohibió que entrara alterritorio de su mando emisario alguno de Bolívar;activó los aprestos bélicos; escribió á sus amigos exci-tándolos contra el Gobierno y los partidarios de la Cons-titución, á quienes apellidaba aristócratas; se reanima-ba ante el peligro, y -empezaba á observar de nuevo unaconducta nada acorde con lo que parecía expresar en suproclama. "Hallábanse, pues, frente á frente estos doshombres ilustres, acompañado el uno de su gran nom-bre, á que daba nuevo y más noble realce la reciente li-bertad de dos repúblicas, y con un poder que la ley hacíainmenso, la razón irresistible, querido del pueblo, amadodel ejército; fuerte el otro con su propio valor, rodeadode falaces y artificiosos enemigos, de un corto númerode descontentos, y de algunos cuerpos de tropa que la con-fianza en su fortuna había reunido á su rededor: espera-ban todos ansiosamente el desenlace de este drama com-plicado en que se iba á decidir la suerte de la patria." (1)

Nuevo triunfo para los jefes legitimistas fue el ha-ber apresado en su camino al inquieto Dr. Peña, que se-guía á llevar aquella pretensiosa embajada al Liberta-dor. Encerrado en las prisiones de Maracaibo, vino al finá purgar sus arrebatos, sus malévolos consejos, sus ini-cuas maquinaciones, y Páez perdía con él uno de susmás asiduos instigadores. El juramento de venganza sehabía cumplido por parte de Peña; pero era tiempo deque otros la tomaran contra él en nombre de la patriay en guarda del decoro é intereses de la gloriosa Re-pública.

CAPITULO VI

El Libertador, que había seguido por tierra á Puer-to Cabello, recibió en Coro la proclama de Páez, y en-tonces, con esa prontitud de imaginación que le era ca-racterística, tomó de prisa la pluma y le escribió la si-guiente carta:

(1) BarAlt y Díaz, Hiatoria ,ie Venezuela, tomo 8.·, pág. 186.