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103 BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2 P. 103-114 La cooperación y los consorcios en el ámbito mexicano * Álvaro Quijano Solís** * Conferencia magistral presentada en la Conferencia Internacional sobre Bibliotecas Universitarias "La cooperación en el futuro digital", organizada por la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM. Ciudad de México, D.F., 26 y 27 de septiembre de 2002. Mesa redonda, "Consorcios en el ámbito bibliotecario mexicano", celebrada el 26 de septiembre de 2002. ** Director de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México, A.C. Camino al Ajusco núm. 20, Pedregal de Santa Teresa, 10740 México, D.F. [email protected] Resumen El presente trabajo se fundamenta en una revisión de la literatura bibliotecológica aparecida en las memorias de actos profesionales sobre cooperación en los últimos 45 años. A partir de esta revisión, se hace un análisis de lo logrado en este rubro, así como de los factores en los que todavía tenemos que trabajar los bibliotecarios. La cooperación se entiende como la base elemental sobre la que podrían crearse consorcios en México. Así, el documento propone las acciones que deberán desarrollarse en un futuro cercano para apoyar la construcción colectiva de bibliotecas digitales, en la que el papel de la UNAM debe ser protagónico y, sobre todo, de liderazgo generoso para el sistema bibliotecario del país. Palabras clave: cooperación bibliotecaria, consorcios bibliotecarios, bibliotecas universitarias, catálogos colectivos, bibliotecas digitales, UNAM, México. Abstract The paper is based on a review of the librarian cooperation literature published in several proceedings over the last 45 years. From this review an analysis is made of the achievements in the field as well as the issues that librarians have still pending. Cooperation is understood as the key element for consortia creation in Mexico. The author proposes actions to be developed in the near future to support collective construction of digital libraries where UNAM's role must be one of leadership, and above all, beneficial to the library system of the country. (FRRE) Keywords: librarian cooperation, library consortia, university libraries, union catalogs, digital libraries, UNAM, Mexico. (FRRE)

La cooperación y los consorcios en el ámbito mexicano · mencionada revisión y en la interpretación de otros documentos y, en particular, de aquéllos que siguen vigentes o que

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BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2 P. 103-114

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano*

Álvaro Quijano Solís**

* Conferencia magistral presentada en la Conferencia Internacional sobre Bibliotecas Universitarias "La cooperación en el futuro

digital", organizada por la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM. Ciudad de México, D.F., 26 y 27 de septiembre de 2002.

Mesa redonda, "Consorcios en el ámbito bibliotecario mexicano", celebrada el 26 de septiembre de 2002.

** Director de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México, A.C. Camino al Ajusco núm. 20, Pedregal de Santa

Teresa, 10740 México, D.F. [email protected]

ResumenEl presente trabajo se fundamenta en una revisión de la literatura bibliotecológicaaparecida en las memorias de actos profesionales sobre cooperación en losúltimos 45 años. A partir de esta revisión, se hace un análisis de lo logradoen este rubro, así como de los factores en los que todavía tenemos que trabajarlos bibliotecarios. La cooperación se entiende como la base elemental sobrela que podrían crearse consorcios en México. Así, el documento propone lasacciones que deberán desarrollarse en un futuro cercano para apoyar laconstrucción colectiva de bibliotecas digitales, en la que el papel de la UNAM

debe ser protagónico y, sobre todo, de liderazgo generoso para el sistemabibliotecario del país.

Palabras clave: cooperación bibliotecaria, consorcios bibliotecarios, bibliotecasuniversitarias, catálogos colectivos, bibliotecas digitales, UNAM, México.

AbstractThe paper is based on a review of the librarian cooperation literature publishedin several proceedings over the last 45 years. From this review an analysis ismade of the achievements in the field as well as the issues that librarianshave still pending. Cooperation is understood as the key element for consortiacreation in Mexico. The author proposes actions to be developed in the nearfuture to support collective construction of digital libraries where UNAM'srole must be one of leadership, and above all, beneficial to the library systemof the country. (FRRE)

Keywords: librarian cooperation, library consortia, university libraries, unioncatalogs, digital libraries, UNAM, Mexico. (FRRE)

Miguel
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104

Presentación

El documento que aquí se ofrece

con el tema de consorcios

bibliotecarios en México requiere

iniciarse a partir de algunas

consideraciones sobre nuestra

experiencia, pobre de verdad, en

cooperación bibliotecaria. Para ello

utilizaré parte de lo que encontré

al revisar cuarenta y cinco años de

las memorias de las Jornadas de

la Asociación Mexicana de

Bibliotecarios, A.C. (AMBAC), las de

los seminarios de la Asociación de

Bibliotecarios de Instituciones de

Enseñanza Superior e Investigación

(ABIESI) y de las de otras actividades

relacionadas con la cooperación

bibliotecaria en México. Esta

revisión se realizó por encargo de

la Asociación Mexicana de

Bibliotecarios y el texto resultante

fue leído en las Jornadas Mexicanas

de Biblioteconomía del año pasado

y comentado, entre otros colegas,

por el Lic. Juan René García

Lagunas, presente también hoy en

esta mesa.1

Algunas de las aseveraciones aquí

incluidas se basan en la

mencionada revisión y en la

interpretación de otros documentos

y, en particular, de aquéllos que

siguen vigentes o que

representaron, por su importancia,

referencias obligadas en el estudio

del área. También se tomaron como

aportaciones bibliográficas

interesantes las que constituyen

recopilaciones históricas del tema

-como las de Arturo Robles2 y Rosa

María Fernández,3 quienes

realizaron trabajos en los cuales

revisaron los antecedentes del tema

en 1983 y 1987, respectivamente-

y las que constituyen propuestas

generales de cooperación, como

la de la propia Rosa María

Fernández4 y la de José Orozco,5

ambas de 1977.

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano

1 Quijano Solís, Álvaro. Documento base de la Mesa Redonda "La cooperación bibliotecaria en 45 años de Jornadas : historia y

prospectiva". En: Memorias. XXXII Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía (4 a 6 de mayo de 2001; Xalapa, Veracruz). Edición

en prensa.2 Robles Zafra, Arturo. "Consideraciones básicas para la cooperación bibliotecaria". En: Memorias. II Seminario de Cooperación

de Bibliotecas y Centros de Información. Monterrey: Universidad Autónoma de Nuevo León-ABIESI, 1983. pp. 1-23.3 Fernández de Zamora, Rosa María. "Reseña sobre los programas de cooperación en México". En: Memorias. Reunión de

Trabajo sobre Cooperación Bibliotecaria. México: ITAM, 1988. pp. 22-35.4 Fernández de Zamora, Rosa María, et al. "Posibilidades de cooperación en México". En: Memorias. VIII Jornadas Mexicanas de

Biblioteconomía. México: AMBAC, 1977. pp. 281-294.5 Orozco Tenorio, José. "Los recursos compartidos en las bibliotecas universitarias". En: Memorias. VIII Jornadas Mexicanas de

Biblioteconomía. México: AMBAC, 1977. pp. 267-279.

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Éste es un documento base, y por

tanto incompleto, que busca

provocar la discusión sobre nuestras

perspectivas en el futuro digital,

tema de esta conferencia. El

documento y lo que en él se

asevera seguramente serán

rebatidos y complementados por

mis colegas, a partir de sus propios

juicios y experiencias.

A lo largo de mi presentación,

buscaré invitar a reflexionar sobre

lo que nos falta en la profesión

mexicana para incorporarnos a los

nuevos entornos de cooperación,

base de cualquier consorcio. No

se trata, pues, de un documento

complaciente sobre nuestras

capacidades como gremio en este

tema, sino del que busca despertar

el interés de ustedes y de mis

compañeros de mesa para

contribuir, con nuestras reflexiones

y desde nuestros lugares de trabajo,

a subsanar la carencia que hemos

padecido en el terreno de

cooperación y que explica en buena

medida las enormes dificultades

que estamos teniendo para construir

consorcios que nos permitan

transformarnos de meros

consumidores en actores del mundo

de la información, donde la palabra

"globalización" tiene implicaciones

muy serias en el acceso y

disponibilidad de información como

condiciones de mejor calidad de

vida para todos y no sólo para unos

cuantos.

Antecedentes decooperación en México

Pocos conceptos como el de

cooperación bibliotecaria han

estado tan presentes en los 45

años de memorias de reuniones,

seminarios y jornadas profesionales

en México; en contraste, los logros

concretos han sido pobres en todos

estos años. Iniciamos el tercer

milenio con prácticamente las

mismas carencias bibliotecarias

que la falta de cooperación

señalaba en 1956, en las Primeras

Jornadas Mexicanas de

Biblioteconomía, Bibliografía y

Canje de la AMBAC: préstamo

interbibliotecario insuficiente, poco

apoyo de la capital al interior de la

República, macrocefalia

bibliotecaria, inexistencia de

catálogos colectivos, ausencia de

un centro bibliográfico nacional y

otro de canje, etc.

En aquellos tiempos Pedro Zamora,

por ejemplo, al exponer las bases

para la organización de catálogos

centralizados y colectivos, decía:

"...es necesario que trabajemos

conjuntamente, que nos olvidemos

de partidarismos y de vanidades

personales, que unamos todos

nuestros conocimientos y

experiencias, para poder reflexionar

y evaluar correctamente nuestros

problemas...".6 La frase pudo haber

sido escrita ayer. Las vanidades

personales mencionadas por

Zamora han sido y son todavía

nuestro "talón de Aquiles" en el

asunto de la cooperación

bibliotecaria. En 1977, Rosa María

Fernández concluyó su

presentación en las Jornadas

diciendo que "...una verdadera

cooperación en México es

prácticamente inexistente y que se

ha empleado más tiempo en hablar

y escribir sobre ella que en

realizarla".7

La realidad mostrada por Rosa

María Fernández en 1977 no era,

en su opinión, muy diferente diez

años después cuando, al finalizar

un seminario sobre el tema, decía:

"Como conclusión podemos decir...

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

Álvaro Quijano Solís

6 Zamora, Pedro. "Catálogos central y en depósito, bases para su organización”. En: Informe final. Primeras Jornadas Mexicanas

de Biblioteconomía, Bibliografía y Canje. México: Centro de Documentación Científica y Técnica, 1957. p 260.7 Fernández de Zamora, Rosa María. et al., op. cit., p. 288.

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que la cooperación en México ha

sido bastante discutida y planeada,

pero que las realizaciones concretas

son pocas todavía...".8

Hasta 1987, fecha de la última

actividad especializada en el tema

que publicó sus memorias, la

historia de la cooperación en México

había sido largamente escrita

durante actos bibliotecarios como

los dos seminarios específicos de

la ABIESI, uno de la Asociación de

Bibliotecarios Gubernamentales de

México, A.C. (ABIGMAC) y otro de la

Organización de las Naciones

Unidas para la Educación, la

Ciencia y la Cultura (UNESCO) sobre

catálogos colectivos.

A pesar de todos estos intentos,

los resultados han sido y siguen

siendo pobres. Hemos tardado en

entender que necesitamos

infraestructura y liderazgo y, más

importante, en convencernos de

que todo programa de cooperación

supone un aumento de nuestros

propios costos de operación, de

nuestra inversión.

La bibliotecología mexicana está

plagada de protagonismos

personales e institucionales. La

generosidad, la modestia y la

humildad no son nuestras

principales virtudes. La cooperación,

a mi modo de ver, es una gran obra

de teatro que sólo admite algunos

primeros actores y donde es

necesario tener los de reparto.

Nos ha faltado el espíritu para

reconocer que cooperar es dar

antes que recibir, y que la

cooperación supone someter

nuestras ambiciones protagónicas

a un objetivo común, siempre más

trascendente que los personales

o institucionales.

Requeriríamos contrastar los

exiguos resultados dentro del

sistema bibliotecario nacional en

lo referente a esfuerzos

cooperativos con al menos tres

tendencias que el análisis sistémico

del entorno mundial permite

avizorar:

1. Una enorme presión de los

organismos internacionales para

lograr un sistema educativo

mexicano eficiente, que incluya

el financiamiento para adquirir

productos de conocimiento

generados en otras latitudes,

en un pretendido discurso de

transferencia de información y

conocimiento. No se trata de

generar procesos de aprendizaje

locales, sino de aprovechar lo

que el mundo desarrollado ya

ha hecho y comprarlo.

2. Una gran necesidad de que

las bibliotecas universitarias se

incorporen a los procesos de

investigación y de enseñanza-

aprendizaje de sus instituciones

proactiva y no sólo

reactivamente, como simples

entidades de apoyo. La

universidad denominada "virtual"

es una quimera sin la existencia

de muy buenas bibliotecas, que

están cada vez más presionadas

por nuevas generaciones de

jóvenes para quienes la

tecnología no es extraña y tienen

mayor conciencia de lo que

Internet, a pesar de nuestros

discursos profesionales

fundamentalistas, puede hacer

por ellos.

3. Una tendencia generalizada,

cuando menos en el discurso

educativo de la ANUIES, de señalar

la urgencia de fomentar el

"aprendizaje de por vida", lo que

supone que las bibliotecas

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano

8 Fernández de Zamora, Rosa María. "Reseña sobre los programas de cooperación en México". En: Memoria. Reunión de

Trabajo sobre Cooperación Bibliotecaria. México: ITAM, 1988. pp. 22-35.

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universitarias deberían estar

haciendo lo suyo a partir del

fomento de las habilidades

informativas, base de la

formación de pensamiento crítico

y de actitudes inquisitivas en los

alumnos. La tarea aquí es

enorme si atendemos a que

formar usuarios en el sistema

de educación superior es

remediar un mal no atacado

desde los primeros años,

mediante la creación y uso de

bibliotecas escolares.

Con este entorno, parece ocioso

que nosotros estemos más

preocupados por averiguar y

negociar qué institución se lleva

los reconocimientos en cada

esfuerzo cooperativo.

Las áreas de cooperación

Las limitaciones económicas han

sido la razón más frecuentemente

argumentada para llamar a la

cooperación, aunque se han

planteado otras como la de mejorar

el acceso a más bibliotecas

mediante catálogos colectivos y la

de acelerar el procesamiento de

materiales a través de catalogación

colectiva.

Colaborar, en este contexto,

significa más que una mera relación

entre pares. Se trata de establecer

relaciones entre bibliotecas "ricas"

y "pobres", por usar términos

coloquiales. La pobreza y la riqueza

no se definen, para las bibliotecas

universitarias mexicanas, en función

de tener mayor o menor

presupuesto, sino de la capacidad

de asimilación tecnológica y de las

herramientas del trabajo

bibliotecario. En otras palabras, se

trata de establecer relaciones donde

los actores sean iguales en términos

de la voluntad para aprender y para

homogeneizar prácticas de trabajo,

normas de calidad y valores éticos,

que impidan que las bibliotecas

pobres, por así decirlo, simplemente

se "cuelguen" de las ricas.

En este sentido, el propósito de la

cooperación no sólo debe consistir

en transmitir documentos y mejorar

recursos, sino en compartir

tecnologías, pero sobre todo la

cultura que permita construir

comunidades bibliotecarias

capaces, a su vez, de generar

conocimientos autónomamente. Se

trata de disminuir las diferencias

a partir del establecimiento, en

cada biblioteca cooperante, de

políticas y normas acordes con la

propia cooperación.

Ciertamente, ante la posibilidad de

establecer consorcios, las áreas

de trabajo deberían estar bien

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

Álvaro Quijano Solís

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definidas y no condicionarse al

mero hecho de las limitaciones

económicas. En última instancia,

ser eficiente no sólo es hacer más

con menos, sino hacer mejor con

los mismos recursos, y éste es un

punto importante en una época en

que las bibliotecas universitarias

trabajan bajo conceptos asociados

con agregar valor a sus servicios

y productos.

Así, Seal apunta que los programas

de cooperación responden al deseo

de reducir costos, al tiempo de

proveer más y mejores servicios a

los usuarios, particularmente el

acceso a otros acervos y formatos

adicionales al acervo local. Él

detecta, además del préstamo

interbibliotecario, las siguientes

áreas:

1) Mejora del acceso a otros

acervos por medio de catálogos

colectivos

2) Procesamiento colectivo de

materiales

3) Adquisición, en consorcios, de

bases de datos

4) Asesoría e intercambio de

personal

5) Adquisición compartida de

colecciones valiosas.9

Hay que comentar que -con el paso

del tiempo, los avances sectoriales

que hemos tenido y el rápido

cambio tecnológico- el

procesamiento colectivo de

materiales ha cedido su importancia

al de la normalización, donde las

prioridades han cambiado frente a

la generación de catálogos virtuales

basados en normas tipo Z39.50.

La presencia en nuestro país del

Online Computer Library Center

(OCLC) ha sido una variable

significativa que retomaremos

posteriormente.

Podríamos, entonces, hablar de

cuatro áreas fundamentales, donde

la base de la pirámide conceptual

se establece en la primera, mientras

que la última es la punta. Así,

podemos determinarlas de la

siguiente manera:

A. Acceso. Mejoramiento en el

acceso a otros acervos del país y

obtención de documentos -a través

de catálogos colectivos, virtuales

o reales- en beneficio de los

usuarios y del desarrollo de

colecciones.

B. Normalización. Normalización

técnica, bibliográfica, de control

bibliográfico y de servicios para

favorecer las actividades

relacionadas con A.

C. Consorcios. Fortalecimiento de

consorcios sectoriales, regionales

y nacionales para adquirir licencias

colectivas de bases de datos,

programas de cómputo, revistas

electrónicas y materiales valiosos,

en apoyo a las actividades de A.

D. Intercambio. Intensificación del

intercambio de experiencias, de

asesorías, de personal y de

capacitación, a partir de C y para

respaldar las actividades de A, B y

c.

En A, la cooperación para el acceso

constituye la estructura que apoya

directamente al usuario y a las otras

tres áreas, mientras que éstas están

conformadas por actividades menos

"transparentes" para el usuario.

Los consorcios, obviamente,

soportan la parte de la estructura

que favorece más al usuario y son,

asimismo, la base de la auténtica

cooperación.

Con este esquema, daré una

aproximación de los logros y

carencias en cada uno de los

estratos de esta pirámide.

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano

9 Seal, Robert A. "Cooperación bibliotecaria: mucho que ganar, poco que perder". En: Memorias. XXIX Jornadas Mexicanas de

Biblioteconomía. México: AMBAC, 1999. p. 42.

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Acceso

Como mencionamos, hay que

replantear el tema de los catálogos

colectivos ante el avance de las

tecnologías de información. La

convergencia de éstas en la

integración virtual de recursos es

una realidad cotidiana. Un ejemplo

evidente es la posibilidad

de construir un catálogo

colectivo a partir de clientes

Z39.50 y, de esta manera,

apoyar eficientemente los

procesos de selección,

catalogación, referencia y,

particularmente, el de

préstamo interbibliotecario.

El problema encontrado en

la práctica con el intercambio

basado en esa norma, es

que la gente solamente

piensa en la posibilidad de

copiar los catálogos de los

otros, sin aportar nada en

un proyecto cooperativo, lo

que favorece la

desconfianza.

Otra variante por considerar al

evaluar la pertinencia de la

cooperación en las áreas

mencionadas, como dijimos, es la

creciente presencia de OCLC en

México. Ésta es una muestra de

que, como nunca logramos

cooperar para producir un catálogo

colectivo, ahora estamos

contribuyendo a elaborarlo pero

desde afuera del país, para después

pagar por él. Este esquema, por

ejemplo, es impensable en los

Estados Unidos, donde las

bibliotecas se asocian para recibir

un trato más paritario de OCLC a

partir de negociar su catálogo local

con el de la cooperativa.

Por ahora, en OCLC participan, entre

otros: El Colegio de México

(COLMEX), el Instituto Tecnológico

y de Estudios Superiores de

Monterrey (ITESM), la Universidad

Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ),

la Universidad Veracruzana (UV),

la Benemérita Universidad

Autónoma de Puebla (BUAP), la

Universidad Nacional Autónoma

de México (UNAM), la Universidad

de Guadalajara (U de G) y la Red

de Servicios Bibliotecarios de las

Universidades del Centro (RESBIUC),

que agrupa a varias universidades

del centro del país. Así,

irónicamente, cualquiera de estas

bibliotecas le pagará a OCLC por

obtener un registro

catalográfico de otra

biblioteca mexicana.

Sin embargo, si no fuese

por OCLC, dada la debilidad

cooperativa nuestra,

algunas bibliotecas -como

la de El Colegio de México-

no podrían buscar mejores

entornos de productividad

para aumentar el valor de

sus servicios. Muchas

veces me he preguntado

si de verdad no

hubiésemos podido

construir nuestro propio

OCLC a partir, por ejemplo,

de la UNAM, El Colegio de

México y la Universidad Autónoma

Metropolitana (UAM). Hubiese

significado mucho trabajo, no tengo

duda: hubiese sido muy complicado

deshacernos de protagonismos

personales e institucionales,

producir un código MARC de

transferencia, uniformar reglas de

catalogación y producir un catálogo

mexicano de autoridades. Imagino

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

Álvaro Quijano Solís

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110

que el esfuerzo habría sido enorme,

pero seríamos productores, no

meros consumidores como lo

somos ahora.

En el terreno de cooperación para

el acceso,la tecnología ha sido

determinante para reconfigurar el

tradicional préstamo inter-

bibliotecario: primero, el fax; luego,

la WWW apoyada por el correo

electrónico; ahora, la transmisión

de imágenes digitales (a través de

ARIEL, por ejemplo) y el naciente

campo de bibliotecas digitales.

Estos desarrollos tecnológicos han

facilitado la cooperación y le han

simplificado la vida a los usuarios

al mejorar el acceso a la

información.

En las normas de servicios, la

cooperación ha sido exitosa. De

hecho, las normas para el servicio

bibliotecario de la ABIESI ya son un

ejemplo clásico, junto con el Código

de Préstamo Interbibliotecario de

la misma asociación. Más

recientemente, la Asociación

Nacional de Universidades e

Instituciones de Enseñanza

Superior (ANUIES), por medio de su

Consejo Regional Centro Occidente,

publicó una guía de evaluación de

bibliotecas que constituye un gran

avance sobre las de la ABIESI y que

refleja el trabajo cooperativo de

bibliotecarios de ocho universidades

de la zona de casi dos años.10

Normalización

Otra carencia evidenciada en la

literatura revisada es la de una

autoridad bibliográfica nacional.

Con respeto a esas instituciones,

se puede afirmar que ni la Biblioteca

ni la Hemeroteca Nacionales existen

en el plano normativo, no ejercen

ningún liderazgo y ello se refleja

también en la poca cooperación

existente en el país. La ausencia

de catálogos colectivos nacionales,

de normas bibliográficas nacionales,

de centros catalográficos y de canje,

entre otras carencias, se explican

en parte por este hecho. Esto sigue

siendo válido a pesar de que

CONACYT asumió parcialmente este

liderazgo hasta 1985. Por ello, y a

manera de ejemplo, un grupo de

instituciones universitarias ha tenido

que darse a la tarea de subsanar

en lo posible la ausencia de la

Biblioteca Nacional en la

elaboración de una lista mexicana

de encabezamientos de materia.11

En el área técnica, la historia la

hemos construido a partir de los

avances internacionales. Con

CONACYT, nos enteramos de la ISO

2709 y de los primeros intentos de

adoptar el MARC a su proyecto de

Red Núcleo. Pasaron años antes

de convencernos de que no

podíamos insistir en hacer nuestro

propio MARC en cada institución: ni

el de la Biblioteca Nacional, ni el

de El Colegio de México, ni el de

la UNAM conservaron su identidad

con la entrada de sistemas de

automatización de bibliotecas. No

ver al MARC como un formato de

intercambio, sino como uno

exclusivamente de diseño de bases

de datos, nos impidió que, a pesar

de la proliferación de MICROISIS,

nuestras bases de datos pudieran

intercambiarse significativamente

para propósitos cooperativos a nivel

regional o nacional.

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano

10 Guía metodológica para evaluar las bibliotecas de las instituciones de educación superior de la región centro occidente de

ANUIES. Guadalajara: Consejo Regional Centro Occidente de ANUIES, 2000.11 Figueroa Servín, Reynaldo y Ageo García Barbabosa. "Control de autoridades en español: antecedentes y consideraciones

para su desarrollo en la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México". En: Memorias. XXIX Jornadas Mexicanas de

Biblioteconomía. México: AMBAC, 1999. pp. 275-286.

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111

Nadie discute ahora, por ejemplo,

la importancia del MARC en el uso

del Z39.50 como norma de

intercambio y para conceptualizar

los llamados metadatos, pero no

hemos tenido la voluntad de

reunirnos para diseminar su utilidad

entre los bibliotecarios.

Así, muy poco se ha hecho para

convenir normas técnicas de

carácter nacional en los diferentes

temas relacionados con bibliotecas

digitales, digitalización de imágenes,

transmisión de imágenes, lenguajes

de marcado, metadatos, etc. Poco

hemos hecho colectivamente para

reflexionar y decidir sobre

normalización de publicaciones

periódicas, creación de

encabezamientos de materia,

asientos de nombres geográficos,

núcleos básicos para crear bases

de datos georreferenciales, etc.

Muchos de estos temas son

conocidos por unos cuantos

iniciados, mas existe poca

apropiación colectiva, poca

divulgación y, por consecuencia,

muy poco esfuerzo cooperativo

registrado en las memorias de

nuestras reuniones profesionales.

Consorcios y redes

Esta área es quizá la mejor

expresión de la voluntad

colaboradora de los bibliotecarios.

Sus logros se han expresado mejor

en el ámbito regional que en el

nacional, así como en sectores

especializados.

En el entorno nacional, debemos

mencionar primero los esfuerzos

de las asociaciones nacionales

para mantener foros donde se

discuten proyectos cooperativos.

La AMBAC, la ABIESI, la Asociación

Mexicana de Bibliotecarios

Agropecuarios (AMBAGRO) y ABIGMAC,

entre otras, han sido un constante

caldo de cultivo para los esfuerzos

cooperativos que han devenido en

grupos más o menos fuertes.

La Universidad de Colima merece

mención aparte. Ella amadrinó

esfuerzos cooperativos importantes

como producir discos compactos

y generar el software SIABUC. En y

por ella surgieron las reuniones

que originaron el Consejo Nacional

para Asuntos Bibliotecarios de las

Universidades Públicas Estatales

(CONPAB) en 1984. Este organismo

es un ejemplo exitoso de

colaboración interinstitucional que

ha hecho aportaciones importantes

a varios proyectos cooperativos

nacionales, tal como se reseñó en

las XXX Jornadas, realizadas en

Morelia.12 Recientemente, el CONPAB

se constituyó en asociación civil

para abrir su membresía a todas

las instituciones de educación

superior.

La red regional más antigua y

exitosa es, sin duda, la RESBIUC,

iniciada por San Luis Potosí y

Guanajuato en 1974. La historia

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

Álvaro Quijano Solís

12 Flores Sucedo, Martina. "Consejo para Asuntos Bibliotecarios de las Universidades Públicas Estatales CONPAB/UPES: quince

años de logros y retos". En: Memorias. XXX Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía. México: AMBAC, 2000. pp. 85-90.

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112

de los logros de esta red puede

verse junto con los de la Red Centro

Occidente en el documento

presentado en las XXVIII Jornadas.13

La Red Nacional de Centros de

Información en Salud (RENCIS) tuvo

su antecedente en el Sistema de

Centros Regionales de Información

y Documentación en Salud, en

1985. Este programa cooperativo

ha sido muy exitoso y ha

sobrevivido hasta nuestros días

bajo la coordinación de la Secretaría

de Salud.

AMIGOS es también un exitoso

programa cooperativo entre

bibliotecas de las ciudades de

México y Cholula, creado en 1989

a partir de un convenio de préstamo

interbibliotecario con la Universidad

de Texas en El Paso. Robert Seal,

bibliotecario de ésta última, ha sido

una pieza clave en el desarrollo

cooperativo entre México y Estados

Unidos. A su tesón se deben los

proyectos AMIGOS y su similar entre

la Texas Christian University y la

Universidad Anáhuac del Norte,

donde Daniel Mattes ha tenido un

importante papel, amén de muchos

convenios de cooperación en la

frontera norte de México.

A raíz de la reciente publicación

de la ley que regula al CONACYT, se

han acelerado los trabajos para

constituir el grupo de bibliotecas

de los denominados "Centros SEP-

CONACYT", que incluye a varias

instituciones importantes en el

entorno de la investigación básica

y aplicada, tanto en las ciencias

sociales y las humanidades como

en las ciencias básicas y aplicadas.

Sin ser un consorcio, el grupo trata

de constituirse como tal, imaginando

caminos para librar los obstáculos

burocráticos. En este grupo se

incluyen: CIDE, los Colegios de

México, de la Frontera Norte, de

la Frontera Sur, de Michoacán, el

CIESAS, el CINVESTAV, FLACSO, etc.

Intercambio

En esta área, la literatura reporta

muy poco y, en consecuencia,

parece que falta más por hacer.

No sólo es necesario mantener los

foros naturales que propician la

cooperación (Jornadas, Colima,

Transfronterizo, AMIGOS, etc.) sino

que deberíamos propiciar que se

crearan grupos de trabajo para

aproximarse a algunos de los

problemas planteados para, desde

ahí, reforzar el intercambio de

experiencias y lograr un mayor

esfuerzo educativo que involucre

a las escuelas, que son el espacio

donde debería iniciarse la cultura

de cooperación. Sin embargo, todos

sabemos que son entidades

aisladas, con poca colaboración

entre ellas.

Hace falta encontrar caminos

conjuntos para encarar la formación

de usuarios, la adquisición de

colecciones valiosas, la evaluación

de bibliotecas, las bibliotecas

digitales, la normalización

bibliográfica, los edificios, el equipo,

etc.

Prospectiva

Hace poco más de una década, la

Secretaría de Educación Publica

inició los financiamientos a la

educación superior denominados

FOMES. Comprar tecnología y

sistemas automatizados fue la

tónica de las universidades públicas

para descubrir, unos pocos años

después, que la verdadera solución

a nuestros problemas era de

contenidos, y que no bastaba con

comprar soluciones que habían

probado su utilidad en otras

latitudes si antes no resolvíamos

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

13 Pellicer de Alcázar, Irma, Patricia Hernández Mejía, y Margarita Villalobos Madero. "El trabajo regional: una alternativa para

impulsar los servicios bibliotecarios. El caso de la región centro occidente". En: Memorias. XXVIII Jornadas Mexicanas de

Biblioteconomía. México: AMBAC, 1997. pp. 33-41.

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano

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el problema ingente de organizar

nuestras colecciones y de capacitar

a nuestro personal. Aprendimos

que, más que compradores sin

criterio, deberíamos ser creadores

de conocimiento a partir de los

procesos de transferencia de

tecnología y de conocimiento.

Es mucho lo que falta por hacer, y

más lo que falta por escribir. La

integración del país a la era de la

información tiene todavía una larga

agenda pendiente, pero parece

haber una perspectiva para integrar

servicios a partir de la convergencia

de las tecnologías de información.

Las políticas del nuevo gobierno

en torno a las comunicaciones

parecen apuntar hacia la

incorporación de más comunidades

a los beneficios de Internet, a la

par que se anuncia una mayor

calidad en la educación mexicana.

Los bibliotecarios deberíamos

aguzar todo nuestro ingenio en

agregar valor a la red, utilizar su

potencialidad y hacerla el pivote

del compartimiento de recursos

informativos.

Si hemos de creer en las promesas

gubernamentales (y parece que no

tenemos alternativa), junto a estas

tendencias se evidencia el

surgimiento de nuevos espacios

de trabajo para los profesionales

de la información. Necesitamos

redoblar esfuerzos para aumentar

nuestro capital humano y prepararlo

para asumir el liderazgo en los

cambios que se vienen dando. La

cooperación es un mecanismo

natural, pero no sólo entre nosotros

sino con otros sectores del país

empeñados en lograr una

transformación real a partir de la

irrupción tecnológica.

Nuestra tradición ha sido la de crear

productos y servicios atendiendo

más a una generosa oferta

paternalista que a un estudio

cuidadoso de la demanda. Las

bibliotecas digitales, y los consorcios

para crearlas, deben ofrecer algo

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

Álvaro Quijano Solís

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114

más que curiosidades históricas o

folklóricas en sus colecciones.

Necesitamos crear productos

nuevos para coadyuvar a que, en

algún momento, más mexicanos

tengan acceso a los recursos que

hoy están reservados para las élites

universitarias. Los consorcios,

financiados por los que más tienen,

deberían convertirse en el eje de

un verdadero sistema nacional de

información bibliográfica al

servicio de escuelas y de

bibliotecas escolares y

públicas.

Los esfuerzos cooperativos

hechos a través de grupos

afines de bibliotecas deben

ser el inicio de consorcios

que nos permitan no

solamente negociar las

mejores condiciones

económicas para nuestras

instituciones, sino emprender

acciones efectivas en

algunas de las siguientes

áreas:

1. Crear un centro

catalográfico nacional que

integre los catálogos de las

diferentes universidades, incluso

los de las bibliotecas públicas

y la Biblioteca y Hemeroteca

Nacionales, que sea un

contrapeso y un punto de

negociación con entidades como

OCLC.

2. Asumir la emisión y difusión

de normas técnicas y de servicio

así como recomendar su uso a

las bibliotecas mexicanas.

3. Encarar acciones que

propicien el consenso en

terrenos como las bibliotecas

digitales y la educación

bibliotecológica a distancia, con

el fin de evitar el dispendio de

los recursos financieros

canalizados a estas actividades.

4. Propiciar la cooperación

con las redes regionales y

especializadas, y entre ellas,

para mejorar el acceso y la

disponibilidad de más

información para más usuarios.

5. Propiciar la formación de

un gran consorcio nacional para

negociar licencias nacionales

con los proveedores comerciales

de revistas, libros electrónicos

y bases de datos.

Nuestros anfitriones en

esta reunión tienen la

mayor responsabilidad.

Sin ser descortés, creo

poder asegurar que esa

responsabilidad es doble:

no sólo tienen la mayor

proporción de los fondos

públicos que el país

destina a la educación

superior y a la

investigación, sino que

cuentan entre sus

bibliotecas y hemerotecas

con las dos instituciones

nacionales que deberían

ser el eje del sistema bibliotecario

mexicano. La Universidad Nacional,

sin duda alguna, hace mucho

tiempo que debería haber sido la

principal promotora para crear

verdaderos lazos cooperativos en

el país. Ahora es tiempo de pensar

en consorcios, hoy podría ser el

momento de nuestra querida UNAM.

BIBL. UNIV., NUEVA ÉPOCA, JULIO-DICIEMBRE 2002, VOL 5, No. 2

La cooperación y los consorciosen el ámbito mexicano

Miguel