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En muy pocos días inaugu- raremos un año más las fiestas de Navidad, esas que conmemoran el naci- miento del Hijo de Dios, su venida al mundo para redi- mir a los hombres. Durante los próximos días se sucederán las cenas de amigos o de compañeros de trabajo hasta llegar a esa mágica Nochebuena en que, rodeando al peque- ño pesebre de Belén, cele- braremos en familia la Bue- na Nueva. Son días entrañables en que los buenos deseos y las sinceras felicitaciones se suceden. Fechas en las que olvidando rencillas y desamores nos sentamos alrededor de una mesa para vivir juntos unas fies- tas en las que el amor y la amistad son comunes de- nominadores de todas las vivencias. A fin de cuentas es Navidad. Nuestra tradición, la de nuestra ciudad y la de nuestra Patria es rica en celebraciones en estos días que van desde el 24 de diciembre al 6 de enero. No hace falta importar nada de parte alguna y mucho menos inventar personajes extraídos de no se sabe bien donde para sustituir lo insustituible. Las tradiciones no se pue- den inventar de un día para otro, son fruto de una larga sedimentación histórica, de hondo calado popular, que llevan acompañándonos desde un siempre casi eter- no contribuyendo a modu- lar nuestra peculiar forma de ser. La Navidad, es una de esas tradiciones que senti- mos más arraigadas en nuestros corazones, un instante en el año en que la vida la observamos con los ojos del alma, la forma más mágica de mirar las cosas. Las corrientes populistas tratan, por ese motivo, de desvirtuar estas fiestas; buscan que todo lo obser- vemos desde ópticas mate- rialistas donde las creen- cias y los símbolos no ten- gan cabida, algo que ya trataron de lograr, sin éxito, los regímenes totalitarios comunistas hasta que la sabiduría de los pueblos les dio la espalda. Es posible que traten de eliminar la simbología; que las iluminaciones callejeras de estas fiestas no guarden relación alguna con lo que celebramos; incluso que más de un Belén quede sin instalar. Sin embargo, por más que se esfuercen, por más que lo pretendan les sucederá como el villancico popular: “la Nochebuena se viene y se va, y ellos no volverán más”. Ya es Navidad Feliz Navidad La Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan y la Asociación de Meigas de las Hogueras de San Juan de La Coruña, desea- mos a nuestros amigos, lectores, colaboradores y simpatizantes unas Navida- des muy felices; que el año nuevo llene a todos de felicidad y que SS.MM. Los Reyes Magos de Oriente hagan posibles todos los deseos. Ojalá que durante estos días en que celebramos el nacimiento del Niño Dios dejemos a un lado todo aquello que nos desune y, superándolo, vivamos unas jornadas de auténtica fra- ternidad. Miremos la Navidad con los ojos del alma, aquellos mismos con que la mirába- mos cuando fuimos niños y sintamos, al pie del Naci- miento, aquellas mismas sensaciones de felicidad y de alegría mientras juntos entonamos un villancico de bienvenida a nuestro Señor Jesucristo que nace. COMISION PROMOTORA DE LAS HOGUERAS DE SAN JUAN Nº 84. Extra de Navidad Diciembre de 2016 Ya es Navidad 1 1925. Centenares de hogueras... 2 ¿Quién nos lo iba a decir? 3 Estampas navide- ñas del ayer 4 Días navideños 6 La Coruña de ayer 7 Navidad 2016 8 Piel de cordero 10 Sumario ¡Feliz Navidad! La Coruña AQUELARRE Feliz Navidad

La Coruña AQUELARRE - hoguerassanjuan.com€¦ · Mayor Infantil 2016. ... de San Juan otros tres, seis años en total fueron en los que vivió el ... ban, en perfecta formación,

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En muy pocos días inaugu-raremos un año más las fiestas de Navidad, esas que conmemoran el naci-miento del Hijo de Dios, su venida al mundo para redi-mir a los hombres.

Durante los próximos días se sucederán las cenas de amigos o de compañeros de trabajo hasta llegar a esa mágica Nochebuena en que, rodeando al peque-ño pesebre de Belén, cele-braremos en familia la Bue-na Nueva.

Son días entrañables en que los buenos deseos y las sinceras felicitaciones se suceden. Fechas en las que olvidando rencillas y desamores nos sentamos alrededor de una mesa para vivir juntos unas fies-tas en las que el amor y la amistad son comunes de-nominadores de todas las vivencias. A fin de cuentas es Navidad.

Nuestra tradición, la de nuestra ciudad y la de nuestra Patria es rica en celebraciones en estos días que van desde el 24 de diciembre al 6 de enero. No hace falta importar nada de parte alguna y mucho menos inventar personajes extraídos de no se sabe bien donde para sustituir lo insustituible.

Las tradiciones no se pue-den inventar de un día para otro, son fruto de una larga sedimentación histórica, de hondo calado popular, que llevan acompañándonos desde un siempre casi eter-no contribuyendo a modu-lar nuestra peculiar forma de ser.

La Navidad, es una de esas tradiciones que senti-mos más arraigadas en nuestros corazones, un instante en el año en que la vida la observamos con los

ojos del alma, la forma más mágica de mirar las cosas.

Las corrientes populistas tratan, por ese motivo, de desvirtuar estas fiestas; buscan que todo lo obser-vemos desde ópticas mate-rialistas donde las creen-cias y los símbolos no ten-gan cabida, algo que ya trataron de lograr, sin éxito, los regímenes totalitarios comunistas hasta que la sabiduría de los pueblos les dio la espalda.

Es posible que traten de eliminar la simbología; que las iluminaciones callejeras de estas fiestas no guarden relación alguna con lo que celebramos; incluso que más de un Belén quede sin instalar. Sin embargo, por más que se esfuercen, por más que lo pretendan les sucederá como el villancico popular: “la Nochebuena se viene y se va, y ellos no volverán más”.

Ya es Navidad

Feliz Navidad La Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan y la Asociación de Meigas de las Hogueras de San Juan de La Coruña, desea-mos a nuestros amigos, lectores, colaboradores y simpatizantes unas Navida-des muy felices; que el año nuevo llene a todos de felicidad y que SS.MM. Los

Reyes Magos de Oriente hagan posibles todos los deseos.

Ojalá que durante estos días en que celebramos el nacimiento del Niño Dios dejemos a un lado todo aquello que nos desune y, superándolo, vivamos unas jornadas de auténtica fra-ternidad.

Miremos la Navidad con los ojos del alma, aquellos mismos con que la mirába-mos cuando fuimos niños y sintamos, al pie del Naci-miento, aquellas mismas sensaciones de felicidad y de alegría mientras juntos entonamos un villancico de bienvenida a nuestro Señor Jesucristo que nace.

C O M I S I O N P R O M O T O R A D E L A S H O G U E R A S D E S A N J U A N

Nº 84. Extra de Navidad

Diciembre de 2016

Ya es Navidad 1

1925. Centenares de hogueras...

2

¿Quién nos lo iba a decir?

3

Estampas navide-ñas del ayer

4

Días navideños 6

La Coruña de ayer

7

Navidad 2016 8

Piel de cordero 10

Sumario

¡Feliz Navidad!

La Coruña

AQUELARRE

Feliz Navidad

No hubo lugar, desde la Torre a Monelos, de aquella Noche de San Juan de 1925, en que no se encendiesen centenares de hogueras de todos los tamaños y formas y donde, en todas ellas, un ejército de chicos y chicas sal-taron alegremente por encima de las llamas. Desde la Marina se pudo contemplar un bellísimo pa-norama con numerosas hogueras encendidas en Oza, los altos de los Castros y la carretera del Pa-saje.

En Monelos hubo hogueras a los dos lados de la carretera. En la calle de Santa Lucía se estallaron una ingente cantidad de petardos. Un gran hoguera iluminó la plaza de Pontevedra. En la zona de la calle de San Juan y Torre hubo muchísima animación, con gran-des y pequeñas hogueras, glo-bos, fuegos de artificio y mucha-chas muy guapas, que cogidas de la mano de los mozos, cumplieron con el rito de saltar nueve veces por encima de las llamas de las hogueras sanjuaneras, Hubo en una de ellas un pequeño susto, al caerse una joven que pretendió

saltarla y tuvo la mala suerte de resbalar y caer en las llamas, per-diendo, ante las carcajadas de los presentes, los tacones de sus za-patos que se habían deprendido y sumado a la hoguera.

En el campo volante, y en un ca-llejón de la calle de la Torre, llama-do el “callejón del chino”, hubo en varias tabernas abiertas, unos ani-mados bailes donde se escucha-ron las notas de dos pianos de manubrio.

Durante la noche numerosas mur-gas recorrieron las calles de la ciudad con sus alegres canciones.

Al anochecer de la víspera de San Juan el Hotel Atlántic ofreció una magnifica cena, con verbena in-cluida, para celebrar las noche más corta del año, También el restaurante Alfonso, situado en el modernista edificio del Kiosco, ofreció un menú especial para tan señalada noche a base de: entre-meses, tortilla Rialeda, sardinas, lenguado al Gratín con patatas glaseadas, tarta, membrillo, que-so, flan, mermeladas y frutas.

Ya de madrugada, las parejas de

Seguridad, tuvieron que hacerse cargo de varios borrachos, que quizás esperasen en su estado, la llegada del día para ver bailar el sol. No lo consiguieron y lo único que vieron bailar fueron los barro-tes de la celda de la Prevención donde pasaron la noche para des-pejarse de la curda.

A la mañana de San Juan fueron centenares de coruñeses los que se acercaron hasta al Iglesia de San Roque donde se veneraba San Juan Bautista para ofrecerle sus plegarias, rezos y flores.

A la tarde del día de San Juan, el Sporting Club inauguraba su tem-porada de fiestas de verano en el hermoso parque del Leiron del Camino Nuevo. Un gran número de gente, a pesar de la tarde nu-bosa, acudió a la fiesta, donde se divirtió hasta las once de la noche a los acordes de la orquesta Mora-les que interpretó un selecto reper-torio bailable. El parque se hallaba adornado de forma muy llamativa y elegante, relazado aun más con la presencia de innumerables y bellísimas coruñesas.

Calin Fernández Barallobre.

1925. Centenares de hogueras alumbraron el cielo coruñés 2

La anunciación a los pastores

po deportivo, una entidad, o un personaje coruñés, solo esperaba que el sentimiento sanjuanero que corre por sus venas le dejara dis-frutar como los últimos años. Pero la marea embraveció, y aún sin recibir una explicación lógica le arrebataron su ilusión, y no solo eso sino que fue tachada de flore-ro, y de ser menos que nada.

Hay señor Xulio, el karma es así, se burló y menosprecio un trabajo de 50 años, intentó eliminar un trabajo que sin su hacer desde tantos años nuestro San Juan no sería el que es, y se la devolvió.

El orgullo de una madre, el orgullo de una madrina y tía, las niñas salen en el calendario municipal, pero lo mejor es el orgullo de una niña y Meiga de las Hogueras co-ruñesas, no encendió la hoguera - Hoguera no falla que esas son valencianas señor alcalde -, pero aparece con su traje de gala acompañada de su hermana en el calendario municipal y en el mes

sanjuanero. Repito que no fue in-tencionado y en ningún momento contábamos con esa elección, pero la alegría fue indescriptible, por fin la marea nos daba una tre-gua.

siempre con buen ánimo en las comitivas y actos, esperando a que llegase el año siguiente y dis-frutar de esa noche con la ilusión de una niña que espera todo un año para ver cómo las Meigas en-cendían la Hoguera principal acompañadas de la corporación municipal.

Este año fue su mayor sorpresa, la recompensa de un trabajo bien realizado y recompensado con su mayor ilusión ser Meiga, nunca contó con esa noticia, no sería Meiga de Honor 2016, sería Meiga Mayor Infantil 2016.

Pero la Marea subió y pese a su edad tubo que nadar a contra co-rriente, siempre con una sonrisa y con una ilusión que la marea amainase y le permitieran vivir la noche de San Juan como la vio y la vivió años anteriores, pero esta vez sería una de las personas que recogería la antorcha que venía de relevo en relevo desde su salida de la V.O.T, recorriendo el paseo marítimo arropada de cientos de moteros. hasta llegar a la Hoguera de Riazor.

Poco le importaba compartir ese momento como había planteado yo en alguna reunión, con un equi-

Un día comienza una conversa-ción con mi hermana: está a punto de terminar el plazo para participar en el calendario del ayuntamiento, ¿vas a enviar alguna foto?; des-pués de pensar un rato le contesto que no, no tenía mucho tiempo para rebuscar en las muchas fotos que tengo de las Hogueras, así que le animo a participar con las que tiene ella, ya que alguna es realmente buena pese ser sacada desde un móvil.

Envió las que creyó convenientes, sin intención, y a la aventura. Sin contar con ello, ni esperarlo, le notifican que ha sido seleccionada una foto, y menuda foto, mi ahija-da junto con su hermana y herma-no con la Torre de fondo (por moti-vos de tamaño recortaron al pe-queño) y ni más ni menos que pa-ra el mes de junio. Quién nos iba a decir que el karma o la buena suerte, esta vez estaría de nuestra parte.

Recuerdo cuando el año pasado, después de ser Heraldilla de la guardia de honor de las Meigas Infantiles, en la cual permaneció tres años, después de ser Dama de San Juan otros tres, seis años en total fueron en los que vivió el San Juan con la mayor ilusión,

¿Quién nos lo iba a decir? Mimi Santos 3

Diciembre ha doblado la esquina del calendario y se ha presentado, casi de sopetón, ante nosotros; de nuevo el último mes del año y con él la pers-pectiva de una Navidad que ya se advierte próxima.

Probablemente aquellas Navidades de nuestra primera juventud se parezcan en poco a las actuales que se viven no sé si con menor intensidad, pero sí con más prisa y seguramente con menos intimidad.

Vivimos un tiempo en que los mensa-jes de los móviles o los correos electrónicos han sustituido, casi hasta hacerlas desaparecer, a las tradiciona-les postales navideñas que comprába-mos, con cuentagotas, en la pequeña papelería de la esquina unos días antes del 20 de diciembre para con ellas felicitar a un lejano amor de vera-no o simplemente al entrañable amigo que se había mudado de ciudad por el forzoso cambio de destino paterno.

En mi caso, me encantaba ver a mi madre, siempre cariñosa y siempre detallista, sentada en la sala de estar, felicitando, con su magnífica caligrafía, a familiares y amigos residentes en otras ciudades.

Sin embargo el olor peculiar de la Na-vidad se comenzaba a percibir mu-chos días antes. Desde el mismo día primero de diciembre, la papelería "la Poesía", que abría sus puertas en el principio de la calle San Andrés, al igual que otras muchas dedicadas al mismo negocio, mostraba su escapa-rate lleno a rebosar de figuritas de barro para el tradicional Nacimiento que cada uno instalábamos en nues-tras casas; junto al Misterio, se alinea-ban, en perfecta formación, los Reyes Magos, pastores, adoradores, el rey Herodes con su soldadesca, lavande-ras, castañeras, casas de corcho, po-zos, castillos y toda una pléyade de animalitos de todas clases, algunos tan anacrónicos como los cerditos imposibles en tierras judías, etc., que daban forma al Belén que presidiría la cena familiar de la Nochebuena.

Días después, concretamente el 4 y el 8, la plaza de María Pita se convertía en plaza de armas de un gran cuartel, para celebrar las patronas de las Ar-mas de Artillería - Santa Bárbara - e Infantería - la Inmaculada Concepción -, representadas en La Coruña, por sendos Regimientos que, para tan notables ocasiones, sacaban a las calles su Batería y Compañía de Honores, respectivamente, que acom-pañaban al Estandarte y la Bandera

regimentales en su discurrir por las ca-lles de Marineda hasta nuestra gran plaza mayor.

Algunos días más tarde, con alborozo, observábamos como la ciudad se iba vistiendo de gala multicolor adornada con arcos de luz y bombillas que le daban un aspecto mucho más acoge-dor y festivo. Hito importante y destaca-do era la colocación del árbol junto al Obelisco a cuyo alrededor cantaban, villancicos y canciones, los escolares de los últimos cursos el día en que re-cibían la buena nueva de las vacacio-nes navideñas, en una especie de su-prema catarsis colectiva.

También por esas fechas, en la casa de cada uno, comenzaban a recibirse las simpáticas felicitaciones del cartero, del sereno o del personal de la limpieza callejera, en busca del no menos tradi-cional aguinaldo que recibían de manos de nuestros padres. Aquellas pequeñas postales cargadas de ternura, con la estampa multicolor de un cartero o un sereno realizando su trabajo en un es-cenario con fondo navideño, constituían otra de las imágenes estereotipadas de la Navidad de aquellos años.

A mitad de mes se realizaba, en la tien-da de ultramarinos de la calle, cuyo escaparate se llenaba de turrones, pa-sas, higos, polvorones, figuritas de ma-zapán, etc., el tradicional "pedido navi-deño". Otro hito en el calendario de estas entrañables fiestas que traía co-mo consecuencia lógica que días des-pués llegasen a casa cajas y bolsas repletas de golosinas navideñas, into-cables hasta la cena del 24.

Por esas fechas, avanzada ya la segun-da quincena del mes, instalábamos e nuestras casas el españolísimo Naci-miento. De viejas cajas de cartón o madera, envueltas en papel de periódi-co, iban saliendo, una a una, las figuri-tas de barro que darían vida al Belén. Todos parecían despertar de un largo letargo para incorporarse a su puesto en la improvisada ciudad de corcho para cumplir su función en aquella sin-gular recreación del nacimiento del Ni-ño Dios.

Con la celebración del sorteo de la lo-tería, en la mañana del día 22, se da-ban por inauguradas oficialmente las fiestas. Ya de vacaciones, todos noso-tros, nos dedicábamos a hacer un pun-to y aparte en nuestras obligaciones escolares para vivir con más intensidad las jornadas previas a la Navidad.

Esos días previos al 24, una estampa característica de la Navidad, era ver las

cajas de botellas y los obsequios que se iban apilando alrededor del Guardia Municipal encargado de regular ma-nualmente el tráfico en cualquier en-crucijada de calles de la ciudad. Fur-gonetas, coches particulares y ciuda-danos en general depositaban su par-ticular aguinaldo a los pies del urbano que, vestido con blanco salacot y largo impermeable de igual color, daba paso sucesivamente a unos y otros vehícu-los salidos de cualquier calle que des-embocaba en la intersección de la que era responsable.

Al caer la tarde del día de Nochebue-na regresábamos a casa, más tempra-no que otras veces, para ayudar a nuestra madre en la preparación de la mesa para la cena que para todos se rodeaba de una mística especial. Por la calle, camino de casa, las pertinen-tes felicitaciones y los mejores deseos de paz para todo aquel con el que te cruzases.

A las diez de la noche comenzaba la cena contando, en algunos casos, con la concurrencia de otros familiares, incluso de algún amigo. En mi caso, recuerdo con especial cariño las que celebrábamos en casa de mi abuela materna, en la avenida de Rubine, a donde concurrían tíos y primos que convertían la velada en un hecho irre-petible a lo largo del año.

Villancicos alrededor del Nacimiento, brindis, abrazos y deseos de paz, jalo-naban aquella cena tan entrañable para todos nosotros.

A su conclusión, de la mano de nues-tros padres primero y más tarde con nuestros amigos, asistíamos a la Misa del gallo en alguna de las muchas iglesias que la celebraran a las doce de la noche, donde aprovechábamos para mirar, aunque fuese de reojo, a la colegiala que tantas horas de sueño nos había quitado en el trimestre que acababa de terminar. Con el final de la misa llegaba el retorno a casa que no se hacía esperar tras felicitar, efusiva-mente, al viejo Angel, el sereno de nuestra calle.

Al día siguiente, Navidad, la comida familiar se convertía en la repetición de la cena de la noche anterior. Mi abuela, delante de los fogones de su cocina bilbaína, preparaba con esme-ro los platos típicos de la comida navi-deña igual que había hecho en Noche-buena. Vieiras al honor; besugo; coli-flor con bacalao o pollo asado eran los platos más característicos para degus-tar esos días.

Estampas navideñas del ayer 4

durante días, aquella Navidad que ya comenzaba a ser pasado.

Tras el furtivo beso, sumidos en la penumbra de su portal, y su airosa huida por las escaleras, caminábamos solos, acompañados de nuestros pen-samientos, en busca de nuestro parti-cular rincón de recuerdos para seguir soñando con otras Navidades como aquellas que acababa de despedir una Marineda feliz y jovial.

Eugenio Fernández Barallobre.

chor, Gaspar o Baltasar a los que, casi al oído, confirmábamos lo que previa-mente habíamos escrito en nuestra particular carta.

Esa noche, la del 5 de enero, ya con 18 años, de nuevo vestidos de tiros largos, nos íbamos al baile de Reyes del Casino; una cita glamurosa, de obligada etiqueta, en la que nos reen-contrábamos unos y otros e incluso unos y otras; allí, entre baile y baile, hablábamos con ellas, susurrándoles, de lo divino y de lo humano, más bien de lo divino pues lo humano, en la mayoría de los casos, se convertía en épica empresa de incierto resultado.

A la mañana siguiente, tras desenvol-ver con mucha ilusión los paquetes que nos habían dejado los Magos, salíamos a la calle para deleitarnos con la contemplación de aquellos, que ocupando nuestro lugar de juego en la vieja plaza de cemento, estrenaban sus balones de cuero, sus trajes de romanos o sus flamantes bicicletas, como nosotros hiciéramos años atrás.

A las doce del mediodía, con el dispa-ro de las veintiuna salvas de artillería reglamentarias que atronaban la ciu-dad desde las piezas de una Batería que se instalaba en la zona de Ani-mas, comenzaba en la plaza de Capi-tanía, entonces del General Franco, la tradicional recepción de la Pascua Militar, conmemorando la recupera-ción de Menorca en el reinado de S.M. Católica D. Carlos III. La Compañía de Honores del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29 o la Batería del Regimiento de Artillería de Campaña nº 28, eran las encargadas de rendir los honores, desfilando después por algunas de las calles de la ciudad has-ta regresar a sus acuartelamientos, ante la atenta mirada de cientos de coruñeses que se asomaban a las calles a ver desfilar a las tropas.

Ya por la tarde, con las primeras som-bras de la noche sentadas frente a nosotros, buscábamos el lugar de encuentro con la chiquilla de nuestros amores con la que deseábamos vivir, intensamente, las horas de una Navi-dad que se moría sin indulgencia. La entrega del regalo celosamente en-vuelto, y a veces hasta comprado, por nuestras madres, abría el camino a un largo paseo. Un café en algún recóndi-to local o una copa en una de aquellas maravillosas y sugerentes boites de Marineda, servían como el mejor mar-co para soñar de su mano con otras Navidades que deseábamos pasar en comunión de deseos y anhelos. Las diez de la noche marcaban el inexora-ble retorno a casa mientras a nuestras espaldas se iban apagando las luces multicolores que habían adornado,

Terminada la comida navideña, la tradición mandaba recoger a los ami-gos y juntos irnos a cualquier sala cinematográfica para presenciar algu-no de los estrenos más sonados de la cartelera. Soldados, piratas, aventure-ros, guerreros con o sin antifaz, se daban cita en la gran pantalla para nuestro solaz y regocijo.

Terminado el binomio Nochebuena-Navidad comenzaban esos días de transición previos a Nochevieja; en ellos, un hito muy celebrado era el día de los Santos Inocentes; esa fecha en que se recuerda a los pobres infantes muertos por la ambición del sátrapa Herodes el Grande. Un día en que aprovechábamos para gastar todo tipo de bromas; desde las siempre recu-rrentes bombas fétidas, que apesta-ban cualquier lugar a nuestro paso, hasta los muñequitos de papel coloca-dos en la espalda del incauto de turno, todo estaba permitido. Por supuesto, el día amanecía, con la consabida inocentada de la prensa local que siempre agudizaba el ingenio para logar "colarle" la broma a algún des-pistado.

La Nochevieja se celebraba en casa, con la familia, y a su conclusión, tras rebasar la otrora infranqueable barrera de los 18 años, nos vestíamos con nuestro flamante esmoquin heredado y salíamos a la calle con el ferviente deseo de que aquella fuese nuestra gran noche. Los salones de cualquier sociedad coruñesa o algún otro local de los que frecuentábamos habitual-mente se convertían, por la magia de la noche de fin de año, en el marco idóneo para encontrarnos con la dama de nuestros sueños.

El día primero de enero, con el año nuevo, llegaban también esas prome-sas de cambio de rumbo para conver-tirnos en mejores estudiantes o sim-plemente para abordar, de forma re-suelta, la gran hazaña que suponía declararnos a la colegiala de nuestros anhelos. Al final, no todas las intencio-nes se cumplían según nuestros dese-os.

La noche de Reyes seguía siendo la de la ilusión por excelencia. Los días previos nos dedicábamos a estrujar nuestra maltrecha hucha para extraer hasta el último céntimo y así poder escribir nuestra particular carta a SS.MM. los Magos de Oriente para que trajesen un presente para nues-tros padres, hermanos y, por supues-to, para la chiquilla de nuestros amo-res. Empezaban a quedar atrás los recuerdos de aquellas largas colas ante el edificio modernista de "la Te-rraza", sede del Frente de Juventudes, en las que, inquietos y temerosos, esperábamos ser recibidos por Mel-

Felicitación del Sereno

Felicitación del Cartero

Pasan los días de la semana, y no nos damos cuenta de que entra-mos en la Navidad. Vemos en la televisión, internet y en otros me-dios de comunicación que llega esta entrañable fecha.

El famoso anuncio de la lotería, los juguetes de los niños -y no tan niños-, familias que se reencuen-tran debido a las distancias que los separan… ¡son todas emocio-nes que se juntan en este mes de diciembre!

Para algunas familias la Navidad comienza el día 22 con el sorteo de la lotería; para los más peque-ños, con la vacaciones; para otros, las vacaciones son para estudiar para los exámenes de final de cuatrimestre; pero, si nos pone-mos a pensar, todos, vivamos co-mo vivamos la Navidad, tenemos algo en común: la vivimos para estar con nuestros seres más que-ridos.

Son unas fechas donde nos da tiempo a todo y a la vez a nada. ¡Se nos juntan las cenas de em-presa con las cenas de amigos y familia; no sabes qué hacer por-que quieres ver y felicitar a todo el mundo…! Muchas veces no tene-mos ni un momento para ver que la mayor suerte de la Navidad es ésa: poder felicitar a todos tus se-res queridos y tener unos momen-

tos -aunque no sean más de cinco minutos- para poder decirnos un “feliz navidad”, un “espero que este año que entra nos veamos más”… Todas esas cosas que decimos… aunque luego, quizás por falta tiem-po, no lleguemos a cumplir. Aún así, esas mismas personas a las que se lo decimos lo entienden, y siempre van a estar para todo lo que necesitamos de ellas.

Para mí, lo más especial de la Navi-dad es ver la cara de ilusión que se les pone a los niños cuando ven pasar la carroza de los Reyes Ma-gos, coger los caramelos y luego sentarse en el regazo de ellos para pedirles los juguetes que quieren, porque llevan todo un año siendo buenos. Cuando tienes esa inocen-cia con la que esperas que llegue la Noche de Reyes, dejas a los pies del árbol leche y galletas para sus Majestades; te vas tempranito para cama para que te dejen aquello que con tanta ansia llevas esperando… ¡Al día siguiente, sigues de los ner-vios, y te levantas muy temprano para ir corriendo a los pies del árbol y comprobar que los Reyes te han traído todos los juguetes y regalos que querías...! Y, quizá con un poco de suerte, alguno más por lo bien que te has portado. Todos sabemos que, de no ser así, nos traerían carbón, y no juguetes.

Con toda esta alegría comienza y termina la Navidad, una fecha en la que todos estamos unidos. Compartimos esas mesas grandes llenas de gente, donde lo impor-tante es estar todos juntos: los pequeños correteando por las me-sas y los mayores contando sus aventuras, ésas que se repiten una y otra vez, pero que las escu-chas con un cariño especial por-que para ti, en ese momento, no hay nada mejor, nada más gran-de… ¡Con sólo ver y escuchar puedes hacer a alguien tan feliz...!

Para todos son unas fechas espe-ciales en las que en algunos ca-sos, por desgracia, nos falta al-guien. Aún así le buscamos el lado bueno a la vida y sabemos que a ellos les gustaría que las cosas no cambiaran, que siguiésemos todos felices y deseando que, dentro de otros once meses, vuelvan a verse los anuncios de Navidad, la felici-dad de todos y cada uno de los que nos rodean; revivir en los más pequeños esa ilusión y en los ma-yores la cara de felicidad de ver-nos a todos bien y en familia, un año más…

Os deseo a todos una ¡Feliz Navi-dad y próspero Año Nuevo! ¡Que la magia de la Navidad perdure por muchos días en nuestros cora-zones!

Días navideños Vanessa Grobas 6

de su baja definitiva que se produ-jo el 2 de diciembre de 1971.

Posteriormente, hasta el falleci-miento del General Franco, fue asignado a este servicio otro bu-que de su misma clase, aunque de la segunda serie, el “Vicente Yá-ñez Pinzón” (F-41), modernizado dentro de los planes derivados de la ayuda americana.

En la imagen, tomada desde la terraza del R.C. Náutico de La Coruña, se aprecian las elegantes líneas de este buque, armado, entre otro material, con tres mon-tajes dobles de 120 mm., dos de ellos a popa y uno a proa que es el que se advierte en la fotografía.

Aquellos veranos, que hoy algu-nos pretenden hacernos olvidar, La Coruña se convertía en la capi-tal “de facto” de España, contando con la presencia de sus primeras Autoridades. Sus calles se abarro-taban con la presencia de cientos de forasteros; la ciudad ardía en fiestas y a su puerto arribaba el viejo Cañonero “Hernán Cortés”.

la guerra civil y que solo se hizo realidad en parte.

Ordenada su construcción el 2 de septiembre de 1941, se colocó su quilla en los astilleros ferrolanos el 15 de junio de 1943, siendo bota-do el 3 de agosto de 1944 y en-trando en servicio el 18 de sep-tiembre de 1947. Perteneciente a la larga serie “Pizarro”, con un to-tal de ocho unidades todas ellas con nombres de descubridores y navegantes, media 95,21 m. de eslora; 12,15 de manga; 7,55 de puntal y 3,78 de calado; desplaza-ba a plena carga 2.246 toneladas y embarcaba una dotación de 251 hombres.

Pese a que ya con anterioridad había realizado servicio de escolta al yate Azor, a partir del verano de 1951 se convierte en el buque de-signado por el Mando para realizar de forma ininterrumpida esta fun-ción, acompañando al buque de recreo del Jefe del Estado a lo largo de todas las singladuras rea-lizadas por aguas de Galicia y por el mar Cantábrico hasta la fecha

Durante años, un asiduo visitante al puerto coruñés a lo largo del mes de agosto, fue el Cañonero “Hernán Cortés” (F-32), un buque de nuestra Armada, recalificado como fragata, que servía de escol-ta al yate “Azor” utilizado por el General Franco durante sus estan-cias estivales en el pazo de Meirás.

El “Hernán Cortés”, procedente de la vecina Base Naval de Ferrol, arribaba a La Coruña en vísperas de la llegada del Jefe de Estado y permanecía, atracado al muelle del Almirante Vierna, hasta su marcha de la ciudad, al concluir su veraneo.

Durante esos días, las calles coru-ñesas se veían animadas por la presencia de los marineros de su dotación en cuyas cintas de los “Lepantos” se leía el nombre del heroico conquistador.

Este buque pertenecía a una larga serie de barcos de su clase inte-grados en el ambicioso programa naval concebido una vez concluida

La Coruña de ayer 7

En unos días estaremos en Navi-dad, pese a que nuestras calles coruñesas hayan perdido el espíri-tu navideño pues les falta la tradi-cional simbología que anuncia su llegada y celebración.

Navidad, momentos en los que muchos sentiremos el vacío que sólo el recuerdo puede llenar de aquellos que se fueron, al igual que en otras celebraciones o en el día a día, añoramos sus palabras, consejos y amor desinteresado.

En la mañana de Nochebuena los mercados y comercios estarán repletos de gente: creyentes, ate-os, agnósticos… realizando las últimas compras para la cena de ese día y la comida de Navidad. Siempre me he preguntado qué es lo que celebran los ateos y con qué motivo hacen presentes en esos días; supongo que la res-

puesta fácil sería por tradición, lo que me lleva a pensar que en el fondo son tradicionales y conserva-dores aunque sus prácticas diarias (no todos son así) vayan en contra de sus principios, ¿podríamos po-ner como ejemplo lo que ocurre en nuestra ciudad? Claro que, imagino que algunos pretenden llamar la atención realizando cualquier tipo de práxis sin empatizar con la ma-yoría.

Llegaremos al día de Fin de Año, San Silvestre e hipócritamente, al-gunos alzaran sus copas brindando por el pésimo trabajo que han reali-zado en nuestra ciudad ¿se sen-tirán orgullosos de ver como langui-dece La Coruña? o quizás ¿se sen-tirán embriagados de éxito al haber coartado la libertad de celebración de festividades?, pero siempre habrá quienes brinden pidiéndole al nuevo año que les sigan dando

fuerzas para mostrar su capacidad de resistencia y lucha contra “viento y marea”, mostrándoles a algunos que sus éxitos son fraca-sos, que su éxito es efímero, pues de la misma forma que llegó, se va.

Entraremos en la Noche de Re-yes, la noche mágica para los “adultos pequeños” que con sus miradas inocentes esperarán ver pasar en esa tarde, la Cabalgata de los Magos de Oriente, acostán-dose con la ilusión de abrir sus regalos la mañana siguiente

Yo, desde aquí, os deseo a todos los que de alguna forma seguís luchando por mantener viva nues-tra tradición de las Hogueras de San Juan unas muy Felices Fies-tas y lo mejor para el 2017.

(*) Meiga de Honor 1985

Navidad 2016 Loreto Losada Vales (*) 8

El Niño Dios ha nacido

La entrañable estampa que recoge la instantánea era frecuente y habitual, por estos días, en cual-quiera de los cruces donde los Urbanos se apostaban para dirigir, de forma ostensible, el escaso tráfico rodado que cruzaba las principales arterias de la ciudad.

Tratando de hacer un poco de me-moria, recordamos puestos fijos de dirección del tráfico en las con-fluencias de Avda. de Finisterre con Alfredo Vicenti; en la plaza de Pontevedra; en el cruce de la Av-da. de Linares Rivas con Menén-dez Pelayo; en la glorieta de Cua-tro Caminos; en el cruce de las calles de San Andrés y Rúa Nue-va; en la Avda de Finisterre a la altura de “Blanco y Negro”; en Juan Flórez con Teniente General Gómez Zamalloa, entre otras. En todos estos puntos de la urbe la Guardia Municipal se apostaba diariamente para dar paso, alter-nativamente, a los vehículos pro-cedentes de cualquiera de las ca-lles que confluían en el cruce don-de tenían responsabilidad.

Extraemos hoy de nuestro particu-lar “baúl de recuerdos” una vieja fotografía que si bien no guarda relación alguna con la historia de nuestras HOGUERAS, está de plena actualidad en los días que vamos a vivir pues recoge una estampa que, durante años, fue tradicional en La Coruña.

La fotografía muestra el instante, en los días previos a la Nochebue-na, en que el representante de una conocida firma comercial feli-cita la Navidad al Guardia Munici-pal encargado de controlar el tráfi-co manualmente en la confluencia de los Cantones con Santa Catali-na, a la vez que le hace entrega del tradicional aguinaldo.

A tenor del aspecto que presentan los Cantones, con el edificio del Hotel Palas al fondo, la foto tiene que ser anterior a 1967 ya que fue en junio de ese año cuando se derribó el emblemático hotel, con el Café Oriental en sus bajos, para ser sustituido por la antiestética mole que hoy ocupa su lugar a la sombra del Obelisco.

Baúl de recuerdos 9

De esta suerte, en las fechas pre-vias al inicio de la Navidad, alrede-dor de cada Municipal se iban amontonando gran cantidad de obsequios, en forma de aguinaldo, entregados por firmas comercia-les, empresas e incluso particula-res que, de tal forma, agradecían el importante servicio que presta-ban estos Agentes.

Uniformados con sus largos capo-tes azules de doble carrera de botones o bien cubiertos por el blanco impermeable si era tiempo lluvioso y tocados con aquellos característicos salacots de igual color, agradecían uno a unos to-dos los regalos recibidos que, pos-teriormente, eran distribuidos entre la plantilla que tenía su cuartelillo en los bajos del Palacio Municipal.

Hoy esta imagen, como otras mu-chas asociadas a la Navidad, ha desaparecido. Los semáforos, fríos e impersonales, sustituyeron a estos Guardias en su tarea de control del tráfico, contribuyendo a deshumanizar un poco más la ciu-dad y sus Navidades.

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Tras el fiasco del año pasado, con las calles coruñesas mal iluminadas, ofre-ciendo un triste aspecto, parece que los que mandan el Ayuntamiento han querido, en este año, poner su rostro más amable con el fin, sin duda, de tratar de recuperar algunos de los muchos votos que han ido perdiendo a lo largo de este año y medio que llevan gobernando la ciudad, tras haber engañado a muchos coruñeses.

Veremos a ver si en sus demás actitu-des se muestran tan dialogantes y permeables al haberse dado cuenta que con armas como el sectarismo y la radicalización no se puede gobernar una ciudad como la nuestra. Nos en-cantaría que así fuese aunque, la ver-dad, nos tememos que no sucederá.

En cualquier caso, no nos vayamos a engañar pues a veces el lobo gusta de ponerse piel de cordero.

Pese a que son varias las calles de La Coruña que han sido engalanadas con motivo de las fiestas navideñas, se echan en falta los tradicionales ador-nos asociados a estas celebraciones.

Si hacemos excepción de las Avdas. de Montoto y Marina y alguna otra calle más, la ausencia de estrellas, Angeles, copos de nieve, etc. es abso-luta. Se ha buscado, de forma inten-cionada, una decoración aséptica que tanto puede servir para estas fiestas como para las que se celebren en cualquier otra época del año.

La Ciudad Vieja, por ejemplo, luce como motivos ornamentales toda una suerte de botellas, pavos y racimos de uvas, con unos colores chillones, que no se sabe bien si están ahí puestos por ser Navidad o porque se va a ce-lebrar una feria gastronómica, una del vino o el año nuevo chino.

Piel de cordero

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Edita: Sección de Publicaciones y Difusión de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña

Fiesta de Interés Turístico Internacional

DEJADEZ Y ABANDONO El aspecto general de La Coruña es auténticamente lamentable. Aunque ahora con la iluminación navideña se ha trata-do de disimular, manteniéndolas apagadas, lo cierto es que tras poco más de un año desde su inauguración son treinta y seis las lámparas de suelo de las Avds. de Marina y Montoto que se encuentran fundidas o rotas; incluso en el monu-mento a María Pita al menos cuatro de los focos que lo iluminan están igualmente fundidos sin importar que la plaza constituya punto obligado de paso para todos los que visitan La Coruña. Pero hay más; esa misma sensación de dejadez y abandono se muestra, no solo las antiguas murallas de mar, feliz-mente recuperadas por el anterior Gobierno municipal, sino también en calles y jardines donde crecen las malas hier-bas por doquier. No hay más que darse un paseo por el atrio de Santa María para comprobarlo. Parece ser que por ese ecologismo sectario, que no es más que vulgar postureo esnobista, no se pueden usar los tra-dicionales herbicidas, pese a no estar ni siquiera proscritos por la OMS, en base a no sabemos que motivo. El caso es que ahora nos salen con que esas malas hierbas, que creemos saber la razón de no erradicarlas, van a ser retiradas a mano lo que suponemos servirá, de un lado, para incrementar los gastos, y de otro para que se aproveche algún “amiguete” y así obtener pingües beneficios. Sigamos con nuestro paseo por las calles de la ciudad. Volviendo a las viejas murallas de mar, la puerta de San Miguel, aquella por la que S.M. el Rey D. Felipe II se embarcara para casarse en Inglaterra con María Tudor, sigue sin ser repa-rada; una valla oxidada cubre su abandono ante los ojos de los que la quieran ver. De igual modo, el angel otrora trom-petero de la fuente de la Fama sigue privado de su instrumento musical arrancando por algún vándalo en noche de botellón. El caso es que La Coruña, nuestra querida Coruña, muestra a cada paso su peor aspecto, dejada y abandonada. No hay más que darse una vuelta por sus calles para comprobarlo y sentir vergüenza de lo que vemos.