La crisis de la autoría: desde la muerte del autor de Barthes al renacimiento de anonimia en InternetUntitled

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    La crisis de la autora: desde la muerte del autor de Barthes al renacimiento de anonimia en Internet*Ramn Prez Parejo I.E.S. "Castillo de Luna" Alburquerque [email protected]

    Localice en este documento

    Resumen: A finales de los sesenta, Roland Barthes, Michel Foucault y Jacques Derrida, los tres pensadores ms activos de la Deconstruccin, proclamaron la crisis dela autora, vinculada a la crisis del yo. As, la autora se convierte en el espejism

    o de la propiedad intelectual, mientras que la figura del Autor se transforma enmarca de origen o gnero, mera signatura para clasificar en estantes. Frente al A

    utor, el Lector y el Texto se erigen en los verdaderos protagonistas de la escritura. La comunicacin en Internet representa un paso ms quiz decisivo en la disolucin de la autora. La nueva escritura coloquial en los chats, las nuevas frmulas de contacto y presentacin, la inmediatez, los distintos experimentos creativos sobre todolos literarios, la interactividad, el juego de mostrar/ocultar la identidad, etc

    . representan, en conjunto, un nuevo estatuto especfico y emergente de comunicacinque deber definirse en los prximos aos.

    Resumen en ingls: At the end of the sixties, Roland Barthes, Michel Foucault andJacques Derrida the three most active thinkers of Deconstruction theory proclaimedthe crisis of authorship linked with the crisis of identity. Therefore, authors

    hip becomes an illusion of copyright, while the figure of the Author becomes just a mark of origine or genre whose function is bound to be a catalogue number toclasify books on bookshelves. Instead of the Author, now it is the Reader and t

    he Text that set themselves up as the real protagonists of the writing process.Communication through Internet is another step maybe a decisive one towards the extinction of authorship. Recent colloquial writing in chats, the new ways of getting in touch and introducing ourselves, inmediacy, differents creative experiments most of all literary experiments interactive systems, the game of showing and hiding identity, etc., all these phenomena represent a specific and emergent system of communication which will have to be described in future years.

    Introduccin: planteamiento y antecedentesLa crisis de la autora tiene un origen filosfico. Est asociada a la crisis del yo d

    e la Viena de fin-de-sicle (1) y a la Filosofa del Lenguaje inaugurada por Wittgenstein con el Tractatus en los aos 20. Esa crisis se vincula tanto con la muerte de Dios planteada por Nietzsche como con la muerte del arte augurada por Hegel yMarx, ideas que reaparecen en obras fechadas a finales del XIX y comienzos del XX (2). En el mbito de la Literatura (3), la reflexin sobre la crisis de la autora tiene sus antecedentes en la poesa del Romanticismo con autores como Novalis, Keats y Poe. Ahora bien, los principales antecedentes se hallan en el periodo 1850-1950 en el eje Simbolismo-Modernismo-Vanguardias coincidiendo con un perodo de crisis del lenguaje potico que tiene en Baudelaire, Rimbaud y, sobre todo, Mallarm, susprincipales artfices. Tambin es importante la aportacin de Hofmannsthal con su Car

    ta de Lord Chandos, de 1902, que representa un paso ms de la crisis de la autoconciencia del escritor y la enajenacin con respecto al lenguaje. No obstante, la crisis de la autora como tal, definida en sus justos trminos, se produce a finales d

    e los aos sesenta y comienzos de los setenta a partir de las reflexiones de los tres pensadores ms activos de la Deconstruccin, Jacques Derrida, Michel Foucault y,sobre todo, Roland Barthes en su artculo "La muerte del autor". Adems de ellos, p

    ara apuntalar algunas ideas, conviene aproximarse al artculo "El autor, la ficcin,la verdad" de Antonio Campillo. Concluiremos con unas breves notas sobre la fig

    ura del Autor en Internet, donde se abre toda una nueva semiologa y un nuevo tejido de relaciones entre el autor, el medio y el lector an por realizar, descubriry analizar.

    Desmontando al Autor: la autora en manos de la Deconstruccin

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    En el mbito de la crtica al pensamiento de Platn, que, segn Derrida, planea omnipresente en la cultura occidental, el pensador francs acusa al griego de incurir en el llamado falogocentrismo. Con este trmino se nombra un anhelo ms de la Metafsica de la Presencia. En sntesis, sta consiste en el afn de la cultura y la filosofa occidentales por hallar verdades objetivas en las que instalarse que se correspondancon verdades objetivas reales. Con esta metafsica ha creado una serie de oposiciones, consideradas verdades irrefutables como los dualismos natural/artificial, interior/exterior al sistema, oralidad/escritura. Sobre el cimiento de estas oposiciones, la cultura occidental ha edificado su propia mitologa: la mitologa blanca (4) que, como toda mitologa, es testimonio de una ideologa tendenciosa. En cuanto al trmino concreto de falogocentrismo dentro de la Metafsica de la Presencia, se trata de la necesidad de fijar un origen para todo, un creador, una figura original visible, en suma, un principio que es identificado con la figura paterna y conel orden y la jerarqua masculinos. Con este argumento, que en realidad desvela ydenuncia una especie de falacia ad autoritatem, se pone en tela de juicio el afnde toda la metafsica tradicional, la cual siempre anhela un origen para todo act

    o, una presencia objetiva, un asidero del que partir, un creador, un Autor.En un paso ms audaz, Barthes plantea la "Muerte del autor" (5). Comienza criticando la concepcin romntica del autor segn la cual el creador da forma a la inspiracinconfigurando la obra. Esta idea romntica presupone que el autor ocupa el centro de la obra y el texto es el vehculo del significado que el escritor quiso darle. El papel del lector sera sencillamente el de intentar entender lo que el autor dese comunicar. La lectura constituira entonces una actividad pasiva. En "La Muerte del Autor" se presenta una nocin de texto como tejido de citas y referencias a inn

    umerables centros de la cultura. El Autor es slo una localizacin donde el lenguaje(ecos, repeticiones, intertextualidades) se cruza continuamente. Hay que poneresto en relacin con la Metafsica de la presencia, es decir, con el afn por hallar un origen unificado, centralizado, tutelado. En la lnea de un Nietzsche que certific la muerte de Dios, Barthes critica la metafsica de la presencia en el mbito de la autora, descentralizando el origen y desvinculando el texto del despotismo de una nica autoridad que presuntamente controla el significado. La institucin del autor, que durante siglos haba regentado un cariz sagrado, pierde ahora su carcter deiniciado capaz de manipular una materia que nadie ms puede moldear. La obra lite

    raria se transforma en texto, es decir, en un tejido forjado a partir de la escritura del autor y de la lectura activa de los lectores, que hacen conexiones desentido sin tener en cuenta la primera intencin de significado. Con ello se perfila la idea de que una obra altera su significado a travs del tiempo y el texto co

    bra protagonismo. Mediante la jouissance, el texto establece relaciones lingsticasdentro de s circulando libremente sin estar sujeto a ninguna entidad superior. La nocin de Texto se enfrenta a la de Libro y devuelve a la literatura escrita elcarcter colectivo de la literatura oral: es decir, la obra que se hace a s misma en la medida en que se entrecruza con la recepcin activa. A consecuencia de esto,el crtico otro lector deja de ser ese elemento secundario y servil, afanoso descubridor de lo que quiso decir el autor para convertirse en alguien capaz de intervenir decisivamente en el significado de la obra o para desvelar posibles relaciones de sentido escondidos en el texto, como hizo el mismo Barthes en S/Z (6). Laidea de descifrar un texto para siempre se convierte en una quimera. Eso significara cerrar el texto, imponerle lmites, obstaculizar su propia jouissance. Al morir el Autor, el Lector nace. Barthes se pregunta si escribir es un verbo transitivo o intransitivo (7) esto es, si en realidad algo puede ser escrito, creado con

    palabras. Nunca puede saberse quin escribe, si el autor o los personajes que dealguna manera le obligan, el individuo o su experiencia personal, la psicologa dela poca o, en realidad, la propia escritura, por la simple razn de que ponerse a

    escribir es renunciar a la individualidad e ingresar en lo colectivo. Desde el instante en que cogemos la pluma, escribimos tal como nos han enseado, con una retrica determinada, con una sintaxis, una gramtica y unos tropos ya fijados desde laAntigedad, con un lenguaje que nos rodea y nos envuelve en un murmullo incesante

    : un gran almacn de citas y signos de muy diversos centros de la cultura que operan como intertextos. La escritura impone una tradicin y unas leyes que el autor debe aceptar; su contribucin es mnima. Barthes sostiene que la escritura es ese lug

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    ar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco y negro donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe. Nos recuerda tambin que el Autor es un personaje moderno,producido indudablemente por nuestra sociedad [...] en la medida en que sta, al salir del Medievo, descubre el prestigio del individuo (8). En suma, el autor slohabla el idioma; la unidad del texto no est en sus orgenes sino en su destinatario, que organiza esa masa de signos imponindoles un sentido: es en el lector dondela obra se cumple.Recordemos, para confirmar la idea de Barthes, los escasos nombres de autores dela Edad Media que conocemos y, en general, la cantidad de obras de arte de todotipo de las que ignoramos el autor, o la profusin de la anonimia que, por unas uotras razones, existe en nuestra literatura medieval y de los Siglos de Oro. Re

    cordemos asimismo la despreocupacin de los autores medievales por sus obras, quevagaban manuscritas en pequesimas tiradas o en boca de los lectores, los cuales solan recitar la obra ante un auditorio analfabeto. Los textos, sujetos a variantesmltiples, estaban expuestos a la declamacin (voz, gesto, representacin), lo que in

    funda un nuevo y definitivo significado. En cambio, el prestigio del individuo yde los nombres propios llega a tal extremo en la actualidad que se conocen suenanmuchos nombres de autores actuales de los que se ignora totalmente sus obras. Laconcepcin del autor ha dependido de la visin de cada poca. Como afirma Pozuelo Yva

    ncos, la teora del autor literario no es una, sino muchas, toda vez que depende de la funcin que cada poca le ha asignado desde su experiencia esttica: del anonimato medieval al individualismo del genio romntico, pasando por el valor renacentista del artifex o faber, el autor ingenioso del barroco que inaugura el Cide Hamet

    e del Quijote, etc. (9).Foucault, en Qu'est-ce qu'un auteur? (10), sostiene que el autor debe ser despojado de su rol de artfice para pasar a ser analizado como una funcin compleja y variable, como una entidad discursiva que caracteriza cierto tipo de textos y que nose sita ni en la realidad ni en la ficcin, sino en el borde mismo de los textos,

    marcando sus aristas, recortndolos, manifestando su modo se ser y de ser recibidos, en suma, caracterizndolos frente a otros enunciados en el interior de una sociedad. La nocin de "autor" deriva de la exgesis cristiana segn la cual se otorgaba autenticidad a los textos y de alguna manera se limitaba la plurisignificacin irreductible de stos, pero esta nocin est sujeta a evolucin. Foucault parte de dos argumentos. Primero, que no todo texto est provisto de la funcin-autor, pues existen miles de textos como cartas, contratos, declaraciones, borradores de obras, etc. que, aun firmadas, no se consideran "obras" del autor. Segundo, incluso en los te

    xtos considerados "obras", la funcin-autor est sujeta al devenir del tiempo, desdeel anonimato medieval a la exaltacin de la propiedad y el nombre propio en la actualidad, unido desde luego al naciente capitalismo y a una nueva clase social,la burguesa, que anhela la nocin de "propiedad" desde el Renacimiento. Foucault sita a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX el gran cambio acaecido en la apropiacin del autor con respecto a su obra, coincidiendo con cierta problemtica judicial: los textos comenzaron a tener autores cuando fueron susceptibles de ser castigados; no constituan bienes, sino acciones por las que el autor era responsable ante la ley. Slo a partir de entonces la "obra" comienza a ser considerada como una mercanca y se regulan los derechos de autor. Ha habido oscilaciones entre distintos tipos de discursos. El momento de inflexin lo marcan los siglos XVII y XVIII. Antes, los textos literarios eran valorados sin importar demasiado el nombre del autor; en cambio, en los textos cientficos, el valor de verdad dependa dire

    ctamente de que fueran firmados. En los ltimos siglos los textos cientficos se hanido desprendiendo de la garanta de autor, mientras que en los literarios el prestigio de la autora ha ido creciendo progresivamente. La funcin-autor se convierteen un signo pragmtico clave a la hora de realizar una tipologa de los discursos enfuncin de las relaciones que establecen con su autor.

    Desde la esttica de la recepcin, W. Iser defiende un doble plano de la obra literaria: el artstico, que concierne al autor, y el esttico, que involucra al lector. La obra se sita entre estos dos niveles. Se trata, en suma, de valorar las relaciones de la obra con sus intrpretes, donde realmente se cumple. El receptor de la obra artstica rellena de significado los huecos del texto en un complejo proceso p

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    ragmtico de lectura que actualiza el significado progresivamente, en la medida enque vamos leyendo (11).

    Antonio Campillo: El sueo de la autoraAntonio Campillo, en "El autor, la ficcin, la verdad" (12), parte de los artculosde Derrida, Barthes y Foucault para confeccionar una tipologa de la nocin de autoren la Filosofa y la Literatura contemporneas. A qu remite exactamente la firma del

    autor en un texto? Campillo seala una diferencia en el sentido de la Deconstruccin en todo texto: firmar un escrito es postular una actualidad del yo/aqu/ahora que en realidad est siempre diferida como promesa o memoria de un acto pasajero alojado en un punto del pasado. Al firmar, el autor parece reapropiarse de lo que ya de entrada se le escapa de las manos. Los nombres propios de los autores no funcionan exactamente igual que cualquier otro nombre propio de persona: hay apcrifos,pseudnimos, heternimos. La relacin entre la vida y la obra del autor es muy comple

    ja y requiere diversos tipos de anlisis. El autor puede ser construido por el lector mediante un trabajo de exgesis estilstica. Ahora bien, un mismo autor puede mostrar distintas marcas estilsticas en diferentes textos. Ante esa pluralidad de ndices que remiten al mismo autor, ste debe ser considerado como la suma de todas esas voces. As, no sera el autor el que produce el texto, sino el texto el que da origen a la entidad del autor. El autor es creado por su propia escritura como una especie de mscara tras la que se oculta el individuo real. En las obras metaficcionales no es el autor sino el fingidor en este caso autor implcito el que pretende ser veraz para hacer ms verosmil la obra exponiendo de paso su condicin de producto artstico. Se trata de una paradoja entre el carcter ficcional de la obra y su d

    eseo de hacerse cada vez ms verosmil. Sera conveniente sugiere Campillo desconfiar del sueo unitario de un discurso total y de una reconciliacin entre discurso y vida,ni en Literatura ni en Filosofa. Es preferible reconocer la irreductibilidad ent

    re los distintos tipos de discurso y apelar a su carcter convencional. Asimismo,convendra reconocer la propia fragmentacin del autor, su estatuto igualmente convencional y, por tanto, la pluralidad de sus voces y sus disfraces. La enigmtica figura del autor se mueve entre la voluntad de verdad o de verosimilitud y de ocultamiento, de ficcin o simulacin, y es en esa tensin donde se cumple y a la vez se difumina su entidad. Tal vez fuera bueno concluye Campillo aceptar sin ms que la escritura es una actividad artesanal entre otras, de las pocas que an subsisten. Como todas, requiere habilidad y hbito, talento y tcnica, pasin y disciplina. Sirve para olvidar la vida y celebrarla y est llamada a cumplir una doble exigencia simultneamente: la veracidad y la fabulacin.

    Estas corrientes crticas se sitan en la direccin de la "Muerte del Autor". En cierto modo, el escritor puede verse afectado por las condiciones externas ms impensables, tales como el estado de nimo, el ruido, la estacin, el lugar geogrfico o el clima. En relacin a esto, Miguel D'Ors expresa en "Lluvia" (13): Esta tarde/ la lluvia y yo escribimos/ a medias estos versos. Ni el autor acaba totalmente el poema ni el poema se completa por s mismo. Slo en quien lo recibe y recrea el texto secumple. El poeta debe asumir la imperfeccin del texto. El escritor slo alcanza a

    producir sugerencias de significado, pero es el lector quien las define y quienlas completa porque es en el lector donde la obra se cumple en la misma medida que el mensaje de una obra de teatro slo alcanza su plenitud en la representacin. Es ms, la creacin-lectura del autor es slo una ms de las lecturas que habitan por azaren el texto, y no ha de ser necesariamente la ms importante. Umberto Eco y RolandBarthes coinciden en la idea de la ausencia de significado estable de los texto

    s porque el significado dentro del tejido del lenguaje tiende a una movilidad radical, verstil, a la inconstitucin de la estructura ausente (14). El autor crea elespejo, mas es cada lector quien descubre o revela su propio reflejo. T. S. Eli

    ot (15), en sus escritos sobre crtica literaria, advierte que la creacin potica debe imponer al autor una conciencia de su propia impersonalidad; la creacin es un proceso de permanente puesta en tela de juicio del yo y la figura individual porestar inserta en una tradicin que da el sentido histrico de lo literario. Es en ese mbito donde la obra individual cobra su significado pleno. En otro lugar, T. S.Eliot reconoce al autor cierta ventaja crtica porque conoce perfectamente la his

    toria de su composicin y los materiales que ha utilizado para crear la obra; sin

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    embargo, contina Eliot el significado de un poema depende tanto de lo que significapara los dems como de lo que significa para su autor, y en el curso del tiempo st

    e puede llegar a ser un mero lector de sus obras, olvidando el significado original o, simplemente, alterndolo (16).Lo que llega del autor a los lectores no es otra cosa que lenguaje, y en el momento en que el autor escribe se difumina su yo en medio de las redes de las palabras. El autor se "colectiviza" cuando escribe, renuncia a s mismo; cuanto ms escribe, ms lejos est su individualidad. Nunca hablamos a partir de cero explica Jos M. Valverde sino mediatizados por lenguajes anteriores, en parte ajenos y en parte propios, incluso por sugerencias azarosas dadas por una palabra oda de pronto, por un rtulo de tienda recurdese la palabra interior del Ulysses de Joyce (17). El escritor se sita y se difumina en el murmullo de la preexistencia del lenguaje.El lenguaje habla. No puede ser suprimido, no podemos decir nada sin remitirnosa l y parece que el silencio no da solucin al problema porque cuando callamos, ellenguaje sigue hablando, lo hizo antes que nosotros; lo seguir haciendo cuando desaparezcamos (18). Sucede como en el poema "Ajedrez" de Borges (19), en el que,despus de que los jugadores han desaparecido o han muerto, las fichas siguen jugando su partida infinita; despus de que nuestro tiempo se haya consumido, el lenguaje seguir hablando pues no nos pertenece: es tan slo un prstamo por estar vivos y,por tanto, nos sobrevivir.

    El Autor en InternetComo apunte final a este artculo, destinado a aparecer en una revista electrnica de Internet, escribiremos ciertas consideraciones acerca de la funcin-autor en las

    nuevas tecnologas donde, pese a algunos prejuicios de los puristas, se est comenzando a fraguar la escritura del futuro. Autor, Lenguaje y Receptor adoptan un nuevo posicionamiento en el tejido semiolgico de la comunicacin. Algo hay ya escritoal respecto en algunas pginas webs (20). En primer lugar, debe abandonarse por er

    rneo y mal enfocado el debate sobre si las nuevas tecnologas vienen a sustituir allibro. Las mil y una noches, Los viajes de Gulliver o Alicia en el Pas de las Maravillas se escribieron para ser ledos en formato de libro. El encuentro interactivo (aun con imgenes y textos pululando estratgicamente en la pantalla) con los personajes de un cuento clsico no puede reemplazar la complejidad ficcional, psicolgica y formal de un relato pensado desde su creacin para ser ledo. El resultado nunca ser el mismo y sentiremos ciertamente una especie de fraude en el CDrom o en Internet. Sencillamente se trata de que el resultado es otra cosa, del mismo modoque no han de compararse los textos a sus versiones cinematogrficas por muy fiele

    s que sean al texto. En trminos de la Esttica de la Recepcin, la imagen ha llenadoel sentido de los huecos o del proceso de lectura de una determinada forma que no ha de coincidir forzosamente con la lectura de otro receptor. Ocurre, sin embargo, que una nueva ficcin se est abriendo camino en el multimedia, no slo versionando obras pensadas para formato libro, sino ficciones nuevas, nacidas para ser descodificadas desde el nuevo medio tecnolgico. Esas nuevas fabulaciones, verdadadero futuro de buena parte de la literatura en no muchos aos (como demuestra el hecho de que algunos autores han publicado sus obras nicamente por esta va), adquieren su verdadera y completa significacin desde la plataforma tecnolgica, desde dondedebern ser analizadas y comprendidas. El problema es que an el uso de la tecnologano est suficientemente desarrollado para que nazcan nuevos gneros literarios excl

    usivamente cibernticos. Pero es seguro que llegarn muy pronto. Como ocurri con el milagro de las primeras pelculas mudas en blanco y negro, asistimos ya a la creacin

    de nuevos mundos de fabulacin, de historias increbles e inagotables que slo puedenaflorar en el medio tecnolgico. Con el cine, pronto los espectadores comenzarona pedir ms. Llegaron el sonido, la msica, los efectos especiales. Todo se fue haciendo ms complejo a medida que el pblico se iba haciendo ms experto. Los escritoresvieron nuevas posibilidades para su obra y naci un nuevo arte. La literatura y elcine comenzaron a nutrirse recprocamente. Del mismo modo ya se hace necesaria lafigura de un receptor que asesore sobre el ensamblaje entre la literatura y losnuevos medios de comunicacin. Un vasto campo de fabulacin con unas posibilidaddesfabulosas se abre ante nuestros ojos: un nuevo concepto de escritura.

    La muerte del autor anunciada por Barthes adquiere aqu una aplicacin prctica que re

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    fuerza sus postulados. Por lo pronto, se produce una democratizacin de la autora,ya que poco importa el prestigio del nombre propio del autor a la hora de poderpublicar en internet. Muchas almas solitarias, sumidas en el anonimato (si lo prefieren) o en los estrechos mrgenes de una direccin de correo electrnico, exhiben sin pudor sus obras; una turba de exiliados expone ante el mundo entero su tedio,su imaginacin y sus fantasas. Poco importan entonces los nombres. Existe la posib

    ilidad en muchos casos de interferir a placer en los textos de la red o, en su caso, sugerir al autor cambios y transformaciones sustanciales, incluso proponerque se dedique a otra cosa. El lector se convierte en el verdadero artfice de laobra y muestra definitivamente su vasto poder, hasta ahora slo sugerido como promesa de futuro por Barthes, Foucault y Derrida. El lector-autor, en un medio quean est en paales, ignora an cmo gobernar esta fabulosa autonoma interactiva. Va siendonecesario concederle ya otro status. Se produce definitivamente el traspaso de

    poder entre autor y lector. Adems de la democratizacin de la autora, se produce unnuevo auge de la escritura coloquial, la ms vinculada a la oralidad. Los chats ydistintos foros cibernticos son la mejor prueba de ello. El nuevo medio tecnolgicoinfunde vida a la palabra escrita, traduce inmediatamente la voz: la voz se lee

    . Ningn medio haba alcanzado este poder. Aunque con matizaciones: es una nueva forma de comunicacin que no comporta ni la voz ni la presencia, por engaosamente oralque pueda parecernos. En todo caso, supone cierta hibridacin ms mediatizada por l

    a ausencia que una simple conversacin telefnica, y desde luego, mediada por el medio visual, por el soporte, por la lectura y por la tipografa. En suma: se trata de una nueva frmula de comunicacin que tiene un estatuto especfico y propio que debedefinirse y que, en ltimo extremo, hay que tener en cuenta so pena de convertirn

    os en unos nostlgicos a quienes la tecnologa barri de la faz de la escritura.NOTAS BIBLIOGRFICAS(1) JARAUTA, Francisco, "Fin-de-sicle: ideas y escenarios", en Rocha, Teresa (ed.), Miscelnea vienesa, Cceres, Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998, pgs. 29-36.(2) SNCHEZ TORRE, Leopoldo, La poesa en el espejo del poema. La prctica metapotica en la poesa espaola del siglo XX, Oviedo, Departamento de Filologa Hispnica, 1993, pgs. 133-135.(3) Para ampliar informacin al respecto, vase mi estudio PREZ PAREJO, Ramn, Metapoesay crtica del lenguaje (De la generacin de los 50 a los novsimos), Cceres, Servicio

    de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 2002, pgs. 171-232. Para analizar los nexos de unin que se establecen entre este tema y la crtica de la inspirac

    in, vase tambin mi artculo "La desconfianza en la inspiracin y en el lenguaje poticos.Generacin del 50-Novsimos", Revista de Literatura, Tomo LX, n 119, 1998, pgs. 5-30.(4) DERRIDA, Jacques, [1972], Mrgenes de la Filosofa, (trad. de Carmen Gonzlez Marn), Madrid, Ctedra, 1989, pgs. 247-312.(5) BARTHES, Roland, [1968], "La muerte del autor", en El susurro del lenguaje,Barcelona, Paids, 1987, pgs. 65-71.(6) BARTHES, Roland, [1970a], S/Z, (trad. de Nicols Rosa), Madrid, Siglo XXI, 1980.(7) Ibid., pg. 66.(8) Ibid., pg. 67.(9) POZUELO YVANCOS, Jos Mara, Teora del lenguaje literario, Madrid, Ctedra, 1988, pg. 81.(10) FOUCAULT, Michel, "Qu'est-ce qu'un auteur?", Bulletin de la Societ franaise de

    Philosophie, LXIV, juillet-septembre, 1968, pgs. 73-104. Hay traduccin castellanaen Qu es un autor, Mxico, Universidad Autnoma de Tlaxcala, 1985.(11) ISER, Wolfang, "El proceso de lectura: enfoque fenomenolgico", en Mayoral (ed.), Esttica de la recepcin. Compilacin de textos y bibliografa, Madrid, Arco-Libros, pgs. 215-243. Tambin, del mismo autor, en [1976], El acto de lectura. Teora del efecto esttico, (trad. de J. A. Gimbernat y M. Barbeito), Madrid, Taurus, 1987, pags. 175-177.(12) CAMPILLO, Antonio, "El autor, la ficcin, la verdad", en Daimon, 5, 1992, pgs.25-46.

    (13) ORS, Miguel D', Curso superior de ignorancia, Madrid, Secretariado de Publi

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    caciones de la Universidad de Murcia, 1987, pg. 18(14) GARCA BERRIO, Antonio, "La fragmentacin del significado. La novelstica de Eco:De El Nombre de la rosa a El pndulo de Foucault", nsula, 516, diciembre de 1989,

    pg. 1.(15) ELIOT, T. S., [1920], "Tradition and the individual talent", The sacred wood, London and New York, Methuen, 1986, pgs. 47-59.(16) ELIOT, T. S., [1933], Funcin de la poesa y funcin de la crtica, (prlogo y trad.de Jaime Gil de Biedma), Barcelona, Seix Barral, 1968, pg. 140.(17) VALVERDE, Jos Mara, "Pensar y hablar", Isegora. Revista de filosofa, moral y poltica, n 11, abril de 1995, pg. 15.(18) TALENS, Jenaro, "El espacio de la palabra", nsula, 521, mayo de 1990, pg. 31.(19) BORGES, Jorge Luis, El hacedor, Buenos Aires, Emec, 1960, recogido en Obra potica 1923-1976, Madrid, Alianza, 1979, pg. 124.(20) Vanse las siguientes referencias, de las que parto: ECHETO, Roberto, "Haciauna nueva metafsica de la escritura" (1999), en http://www.soloin.com/articles/literature/metafisica.html y CADENAS, Paula, "En busca del autor" (2000), en http://www.bancodellibro/org.ve/caleidoscopio1/caleidoscopio/articulos/en_busca_del_autor.html

    * El artculo est basado en un aspecto lateral de mi libro Ramn Prez Parejo, Metapoesay crtica del lenguaje (De la generacin de los 50 a los novsimos), Cceres, Servicio

    de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 2002. Concretamente, el temade la crtica de la autora fue tratado en el seno de un captulo titulado "El autor:teora del genio y la inspiracin", pgs. 464-483. Aqu realizo una versin mucho ms reduci

    da y homognea.Ramn Prez Parejo es Doctor en Filologa Hispnica por la Universidad de Extremadura. Master por la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid. Profesor de Lengua Castellana y Literatura en el I.E.S. "Castillo de Luna" de Alburquerque.

    Ramn Prez Parejo 2004Espculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de MadridEl URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero26/crisisau.html