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La Cruzada Libertadora Así comienzan los preparativos y momentos decisivos de la Cruzada Libertadora, fuente de interpretaciones, puntos de vista y enfoques que vuelcan diferentes historiadores, investigadores y otros relatos de la época. Después del Grito de Ipiranga en Brasil, provocó la ruptura de la unidad de las fuerzas luso-brasileñas que ocupaban la Provincia Oriental, de aquí salen dos bandos adversarios acérrimos. Esto dió paso a que se organizara en Montevideo una sociedad política secreta de tipo masónico denominada "Caballeros Orientales", algunos investigadores dicen que el número 33 orientales sale de esta organización, por ser el grado máximo de la masoneria, se dá como ejemplo la plaza Independencia la cual tiene 33 palmeras, hasta hace un tiempo se mantenían. El 28 de febrro de 1824 da Costa y las fuerzas portuguesas partieron de Montevideo, poniendo fin a la "dominación lusitana" en la Provincia Oriental (1820-1824); el 2 de marzo siguiente Lecor hacía su segunda entrada en la plaza, esta vez al frente de las fuerzas imperiales, iniciando así la "dominación brasileña" (1824-1828). "Esta fue la causa por la que emigramos a Buenos Aires como ciento y tantos orientales entre jefes y oficiales y algunos particulares"' escribe Juan Espikermn en su relato de la cruzada de los 33. Lavalleja, entre tanto preparaba desde Buenos Aires la nueva insurrección. Contó con el apoyo de los saladeristas porteños, dañados por la competencia de los saladeros del sur del Brasil (los que trabajaban con tropas robadas y a costo reducido; mano de obra servil). Mayordomo de los saladeros de Costa, Lavalleja ligó sus contactos, por él, con Trápani, Rosas y los Anchorena, fuertes saladeristas. Rosas, personalmente, recorrió la campaña oriental para verificar el trasiego de nuestros ganados con rumbo al Brasil (ligo, seguramente, los contactos para la insurrección). Puso 500 pesos para encabezar la colecta de fondos para Lavalleja. Pedro Lezica se anotó con mil. Los Anchorena pusieron 3.000. Francisco Muñoz escribió a Lavalleja; "dinero tendremos y cuente V.E. con todo lo que necesite[...] con acuerdo de nuestro amigo Trápani hemos convenido con la casa Stuart que entregue todas las cantidades". Le juntaron 150.000 pesos. (Artigas recibió sólo 200, de lo 5.000 prometidos). Con esto Lavalleja pudo reclutar su gente y equiparla. El 19 de abril del 25, comenzó "la Cruzada". Según la tradicion, "33 orientales", procedentes de Barracas y de San Isidro, desembarcaron en el Arenal Grande, en un punto cercano al arroyo llamado "de los Ruices", bautizado como "la Agraciada" (una deformación de "la Graseada", el nombre verdadero del lugar). Hay 17 listas con los nombres de los montoneros y no son iguales (el numero tradicional pertenece a la nómina que redactara luego Lavalleja, para recompensar la operación, unos años después; el mismo General se contradice en otros documentos. La lista tradicionalmente computada, la de 33 nombres menciona a Juan Antonio Lavalleja, Manuel y Dionisio Oribe, Pantaleón y Joaquín Artigas, Andrés y Juan Spikerman, Francisco y Luciano Romero, Ramón, Norberto y Juan Ortíz, Pablo Zufriategui, Simón del Pino, Manuel Freire, Jacinto Trápani, Gregorio Sanabria, Manuel Melendez, Atanasio Silva, Santiago Gadea, Celedonio Rojas, Andrés Cheveste, Avelino Miranda, Carmelo Colman, Santiago Nievas, Miguel Martinez, Juan Rosas, Tiburcio Gomez, Ignacio Nuñez, Juan Acosta, Juan Arteaga y José Leguizamon. El propio Lavalleja mencionó después a Pedro Areguati, Felipe

La cruzada libertadora

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La Cruzada LibertadoraAsí comienzan los preparativos y momentos decisivos de la Cruzada Libertadora, fuente de interpretaciones, puntos de vista y enfoques que vuelcan diferentes historiadores, investigadores y otros relatos de la época. Después del Grito de Ipiranga en Brasil, provocó la ruptura de la unidad de las fuerzas luso-brasileñas que ocupaban la Provincia Oriental, de aquí salen dos bandos adversarios acérrimos. Esto dió paso a que se organizara en Montevideo una sociedad política secreta de tipo masónico denominada "Caballeros Orientales", algunos investigadores dicen que el número 33 orientales sale de esta organización, por ser el grado máximo de la masoneria, se dá como ejemplo la plaza Independencia la cual tiene 33 palmeras, hasta hace un tiempo se mantenían.

El 28 de febrro de 1824 da Costa y las fuerzas portuguesas partieron de Montevideo, poniendo fin a la "dominación lusitana" en la Provincia Oriental (1820-1824); el 2 de marzo siguiente Lecor hacía su segunda entrada en la plaza, esta vez al frente de las fuerzas imperiales, iniciando así la "dominación brasileña" (1824-1828). "Esta fue la causa por la que emigramos a Buenos Aires como ciento y tantos orientales entre jefes y oficiales y algunos particulares"' escribe Juan Espikermn en su relato de la cruzada de los 33.

Lavalleja, entre tanto preparaba desde Buenos Aires la nueva insurrección. Contó con el apoyo de los saladeristas porteños, dañados por la competencia de los saladeros del sur del Brasil (los que trabajaban con tropas robadas y a costo reducido; mano de obra servil).Mayordomo de los saladeros de Costa, Lavalleja ligó sus contactos, por él, con Trápani, Rosas y los Anchorena, fuertes saladeristas. Rosas, personalmente, recorrió la campaña oriental para verificar el trasiego de nuestros ganados con rumbo al Brasil (ligo, seguramente, los contactos para la insurrección). Puso 500 pesos para encabezar la colecta de fondos para Lavalleja. Pedro Lezica se anotó con mil. Los Anchorena pusieron 3.000. Francisco Muñoz escribió a Lavalleja; "dinero tendremos y cuente V.E. con todo lo que necesite[...] con acuerdo de nuestro amigo Trápani hemos convenido con la casa Stuart que entregue todas las cantidades". Le juntaron 150.000 pesos. (Artigas recibió sólo 200, de lo 5.000 prometidos). Con esto Lavalleja pudo reclutar su gente y equiparla.

El 19 de abril del 25, comenzó "la Cruzada". Según la tradicion, "33 orientales", procedentes de Barracas y de San Isidro, desembarcaron en el Arenal Grande, en un punto cercano al arroyo llamado "de los Ruices", bautizado como "la Agraciada" (una deformación de "la Graseada", el nombre verdadero del lugar). Hay 17 listas con los nombres de los montoneros y no son iguales (el numero tradicional pertenece a la nómina que redactara luego Lavalleja, para recompensar la operación, unos años después; el mismo General se contradice en otros documentos.

La lista tradicionalmente computada, la de 33 nombres menciona a Juan Antonio Lavalleja, Manuel y Dionisio Oribe, Pantaleón y Joaquín Artigas, Andrés y Juan Spikerman, Francisco y Luciano Romero, Ramón, Norberto y Juan Ortíz, Pablo Zufriategui, Simón del Pino, Manuel Freire, Jacinto Trápani, Gregorio Sanabria, Manuel Melendez, Atanasio Silva, Santiago Gadea, Celedonio Rojas, Andrés Cheveste, Avelino Miranda, Carmelo Colman, Santiago Nievas, Miguel Martinez, Juan Rosas, Tiburcio Gomez, Ignacio Nuñez, Juan Acosta, Juan Arteaga y José Leguizamon. El propio Lavalleja mencionó después a Pedro Areguati, Felipe

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Patiño, Inocencio Medina y Agustín Velazquez. Se debe agregar, con certeza, a Basilio Araujo y a Matías Alvarez, muerto el 10 de mayo, como Ariosto Fernandez detalla.

Hay dos listas de Oribe, que fue segundo jefe de la operaciín (y difieren, también). De la nomina "reconocida", se desprende que no todos eran orientales. Matías Alvarez ( el primero en morir "en acción") era porteño, como varios otros. Felipe Patiño, llamado "Carapé", nació en el Paraguay. Del libro de Gerardo Caetano y José Rilla sale el siguiente relato. No eran 33 ni todos orientales los que integraron la Llamada "Cruzada Libertadora". Los orientales eran 21, había 3 "argentinos", 4 "paraguayos", 2 de orígen africano y 10 cuya fecha y lugar de nacimiento se desconocen. Sus edades oscilaban entre 15 y 42 años, aunque el grueso de los libertadores tenía entre 25 y 35. Eran jóvenes para la época, sobre todo si se tiene en cuenta la longevidad que la mayoría alcanzó: Lavalleja, 69; Freire, 73; Sierra, 67; Colman, 75; Tiburcio Gomez, 102; Juan Acosta, 79. Algunos eran de noble cuna, como Manuel Ceferino Oribe; otros de orígen humilde, como José del Carmen Colman; Joaquín Artigas y Dionisio Oribe eran esclavos.

En la primera proclama trataron de levantar las mismas banderas que Artigas. "Argentinos orientales:[...] la gran nación Argentina de la que sois parte, tiene gran interés en que seais libres, y el congreso que rige sus propios destinos, no trepidará en aegurar los vuestros[...] [aspiramos a] constituir la provincia bajo el sitema representativo republicano, en uniformidad a las demás de la antigua unión.

Pasando revisión se puede afirmar que con el desembarco, lograron hacer una cabecera de playa, se sabe que existía una resistencia armada de aproximadamente 500 hombres. Pasemos sobre algunos detalles; duras dificultades iniciales; desertaron algunos soldados y luego de apresarlos Lavalleja dispuso el indulto porque faltaba gente; para salvar el principio de diciplina, debieron jugar a los dados su vida; uno fue ejecutado; contaron con la adhesión de "gauchos" riograndenses y pernambucanos (adversarios de Pedro I por problemas internos del Brasil); contactos adentro de Montevideo (gestiones de Josefa Oribe de Contucci, hermana de Manuel.

La incorporación del general Rivera, batido en el Monzón (29 de abril), "por medio de un ardid, Lavalleja logra apoderarse de la persona del general Rivera y este, encontrándose en medio de sus antiguos compañeros de armas, se decide con entusiasmo por la causa de la libertad" versión de Pablo Blanco; la tradición colorada, que atribuye el "ardid a Rivera, que habría engañado a Lecor, no tiene fundamento; Cáceres nos cuenta que Rivera, después se quejaba "de que sus paisanos desconfiasen de él",y agrega: "le miraban con ceño.

"Cuando tomé prisionero en 1825 al general Rivera se le halló en la cartera una autorización para que ofreciese mil pesos al que entregase mi cabeza" contó Lavalleja después. Según testimonios de Lucas Moreno, Lavalleja sorprendió a Rivera y consiguió cercarlo. "Cuando era secretario del general Lavaleja me contó que él y Rivera venían cayendo en un bajo en dirección opuesta y con sombrero echado sobre los ojos; que hallándose a unas 25 varas de distancia levantó él [Lavalleja] la cabeza y fue entonces que Rivera lo reconoció, haciendo ademán de levantar el caballo petizón que montaba, con ánimo de diparar, habiéndolo disuadido Lavalleja de su intento con estas palabras "No dispare, compadre, que yo también tengo aguilitas". Rivera escribiendo sus "Notas biográficas", en 1826 relató

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"dicho general [Lavaleja] llegó a San Salvador y su primer paso fue atacar al coronel Laguna que se hallaba ocupado en reunir tropas para el mismo fin que aquel traía; es difícil disimular este inoportuno lance, aunque es muy recomendable la moderación con que ha sido silenciado"

Después de la resonante victoria de Rivera (en setiembre: Rincón de la Gallinas y el triunfo en Sarandí (octubre; Lavalleja), el congreso General Constituyente, a nombre de los pueblos que representa, la reconose de hecho incorporada a la República de las provincias Unidas del Río de la Plata a la que por derecho ha pertenecido y quiere pertenecer.Lavalleja, enterado, lo anunció a la Provincia Oriental. "ya están cumplidos vuestros deseos; ya estamos incorporados a la gran nación Argentina". Y el Brasil, en seguida, le declaríó la guerra a Buenos Aires.

Buenos Aires festejó la victoria que logró Lavalleja en Sarandí. La muchedumbre desbordó a las fuerzas de seguridad, asalto el consulado del Brasil, arrancó y destrozó los emblemas de Pedro I ("profiriendo mueras al emperador de los macacos", según relataba en su informe el consul agredido). La guerra, como vimos se generalizó. El almirante Brown (un irlandés al mando de la flota del ejército"republicano") venció a los brasileños en Punta de Lara y en Punta del Indio. Oribe, por su parte, logró la victoria del Cerro (las fuerzas imperiales quedaban encerradas en el puerto bien amurallado y bien abastecido de Montevideo.

Pero asomaron pronto divergencias entre los orientales. Lavalleja sospecha que Rivera ha tenido contactos con Bentos Manuel. Desde Buenos Aires llaman a Rivera para investigar su actitud y el caudillo se fuga para Santa Fé, adonde lo protegen. Y Rivera se queja duramente, escribiendo a Julián Espinosa: "lo que puede la ignorancia o la ingratitud y mala fé; no pierden estos miserables un solo momento de hacerme parecer como traidor; la puta que los parió: traidor les he de dar yo, si se descuidan.

Las divergencias se acentuan cada vez mas, hasta la desiciva participación de Inglaterra en el conflicto, promoviendo la separación de la Provincia Oriental tanto de Agentina como del Brasil.

de "Historia de los Orientales"Tomo I De la Colonia a Rivera y Oribe, de Carlos Machado.