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7/25/2019 La Cuestion Indigena en La Historia de Lo Cotidiano
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ElCotidiano 156 267
Jorge Mercado Mondragn*
os temas indgenas abordados en
El Cotidiano son diversos en tramas,
abordajes tericos y metodolgicos.
Sin embargo, cabe sealar que la
cuestin tnica fue una agenda pen-
diente para la revista, y no es sino
hasta el nmero 62 de mayo-junio
de 1994, cuando aparece el primer
nmero dedicado a ella, en el marco
del levantamiento zapatista del mes
de enero de ese mismo ao. En lo
sucesivo, dicho tema ha sido abordado
de manera muy circunstancial, sobretodo en comparacin con los temas
sindicales, laborales y los referidos a
Los temas indgenas abordados en El Cotidianoson diversos en tramas, abor-
dajes tericos y metodolgicos. Sin embargo, cabe sealar que la cuestin tnica
fue una agenda pendiente para la revista, y no es sino hasta el nmero 62 de mayo-
junio de 1994, cuando aparece el primer nmero dedicado a ella, en el marco del
levantamiento zapatista del mes de enero de ese mismo ao. En lo sucesivo, dicho
tema ha sido abordado de manera muy circunstancial, sobre todo en comparacin
con los temas sindicales, laborales y los referidos a la democracia, los partidos po-
lticos y en general a los estudios del Estado en Mxico. En el presente artculo se
proporciona un resumen sinttico de algunos de estos trabajos.
la democracia, los partidos polticos
y en general a los estudios del Estado
en Mxico.
En el presente artculo se pro-
porciona un resumen sinttico de
algunos de estos trabajos. Cabe
sealar que por motivos de espacio
no estn incluidos todos los que han
aparecido con esta temtica, pero los
que se discuten son un poco ms del
50% de los publicados por la revista.
Aqu se presenta lo que constituye
el aporte central de las y los autores(as) en relacin con el planeamiento
presentado en sus respectivos artcu-
los. Referente a lo anterior, se puede
observar una evolucin en la calidad
terica y metodolgica de los trabajos
presentados.
En un primer momento se apre-
cia una carga valorativa en extremo
*Profesor-Investigador, Departamento de
Sociologa de la Universidad Autnoma Metro-
politana-Azcapotzalco.
La cuestin indgenaen la historia de
El Cotidiano
Lideologizada de los objetos de estu-
dio. Quizs esto se deba al momento
histrico en el que aparecen estos
primeros artculos, es decir, el levan-
tamiento zapatista. Esta perspectiva
terica cargada de un ideal poltico,
se justica de alguna manera por laforma en la que el EZLNnos present
al mundo indgena en general, y en par-
ticular a los que habitan en el estado
de Chiapas, pues los grupos tnicos se
hicieron presentes en la realidad na-
cional, como mexicanos que viven encondiciones infrahumanas, en extrema
pobreza y marginalidad, sin acceso a
servicios mdicos o educativos, y en
condiciones de desnutricin estructu-
ral; en n, en el subdesarrollo absoluto,adems de hacerlo en el contexto
de una sociedad racista, excluyente y
alienadora como la mexicana.
julio-agosto, 2009
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Lo anterior marc de alguna forma el anlisis terico
de los trabajos presentados en la revista, dado que estas
perspectivas analticas de alguna manera colocaron en se-
gundo plano a temas importantes como las lgicas internas
en las que se desarrollan los grupos indgenas, o a cuestiones
como la dimensin subjetiva, la cultura, la identidad, lasestructuras de poder o, inclusive, la sexualidad o el sentido
comn de estos grupos.
Existe una segunda vertiente de artculos donde se
aprecia ms una intencin de explicar al indgena desde
una dimensin terica y analtica y hasta cierto punto
desideologizada, y es entonces cuando aparecen temas
como el indigenismo, la violencia, el empleo en las zonas
indgenas, la educacin, la migracin, el alcoholismo, etc.,
perspectivas tericas que permiten analizar ms de cerca la
trama socioantropolgica de los grupos indgenas y acceder,
con ello, a su mundo mgico-religioso.En el nmero 62 se publicaron fundamentalmente ar-
tculos dedicados a la cuestin del levantamiento zapatista,
sin embargo aqu analizaremos slo aquellos que no estn
directamente relacionados con esta temtica, ya que ese
aspecto ser abordado en otro espacio.
En este sentido existen tres artculos donde se abor-
dan temas fundamentales que tiene que ver con aspectos
como el de nacin y su relacin con la propiedad de la
tierra, con el indigenismo, la autonoma, la autogestin,
la pluralidad tnica y cultural, los derechos humanos, el
uso poltico de la violencia, etc.
El primer artculo lleva por ttulo Propiedad originariay derechos indios y est elaborado por David Chacn
Hernndez.En este trabajo se plantea la cuestin central
sobre la relacin que existe entre el concepto de nacin y
la propiedad indgena de la tierra. El autor hace un recorrido
histrico por la situacin legal de la propiedad. Resalta, por
ejemplo, la tesis de A. Molina Enrquez, en el sentido de que
Mxico debera de ser heredero de la corona espaola, del
ttulo de propiedad del territorio nacional, y las repercusio-
nes sociolgicas y antropolgicas de ese hecho.
Bajo la perspectiva de Chacn Hernndez, los pue-
blos indgenas son propietarios de las tierras, pero estapropiedad deriva de una central, lo que se traduce en una
propiedad inferior a la que corresponde a la nacin. Un
punto importante de resaltar es el hecho de que despus
de la Revolucin de 1910, el proyecto de nacin al que se
aspiraba era incluir a todas las razas en el denominativo de
mexicanos, pero eso no fue posible pues, desde lo jurdico,
los indgenas no quedaron determinados y socialmente
siempre fueron y han sido considerados como ciudadanos
de segunda y tercera clase. As, en pos de fortalecer una
nacin, la propiedad del suelo de los indgenas es relegada
a un segundo plano, y, en el peor de los casos, cuando un
indgena era propietario o poseedor, frente a una causa
de utilidad pblica tena y tiene que ceder ante la nacin
o la autoridad que expropia. Es por eso que el autor seinterroga sobre la garanta que el nuevo orden jurdico
otorg a esas comunidades, y la respuesta a la que llega es
que es una garanta de un segundo orden que adems es
inferior a las de la nacin.
Es de resaltar tambin el sealamiento que hace el
autor con referencia a que, no obstante que los indgenas
tienen reconocido su derecho a la propiedad, en la prctica
existen y se dan violaciones, hostigamientos y despojos, e
incluso en muchas ocasiones las autoridades han realizado
restituciones a distintas personas, en las idnticas supercies
de comunidades indgenas y ejidos en general.En relacin con la Constitucin y los derechos indge-
nas, la problemtica se plantea en torno a que adems de
la discriminacin sufrida por las etnias, cuando se pretendi
establecer en las leyes la categora de indios, stas tenan
que sufrir la no existencia como clase social, es decir, como
sujetos histricos, as como por la imposibilidad de confor-
mar una nacin o un territorio independiente. Sin embargo,
los indgenas no haban reivindicado las peticiones autono-
mistas o independentistas, sino ms bien que se reconociera
su existencia dentro de marcos jurdicos legales.
El autor concluye que no considera que los movi-
mientos indgenas lleguen al punto de que se plantee unaautonoma completa o total, ms bien estos movimientos
reivindican autonomas parciales que estn orientadas a la
organizacin o a la autogestin como pueblos indios.
En el segundo artculo titulado La leccin de Chiapas y
el indigenismo, realizado por Paloma Escalante Gonzalbo, la
autora plantea la necesidad de transitar de los viejos indigenis-
mos a planteamientos novedosos, esto a la luz del levantamien-
to zapatista, dado que dicha movilizacin trascendi a polticos,
intelectuales e incluso a acadmicos; los zapatistas pusieron
en la mesa de discusin algunos aspectos concernientes a
la forma en que se haba pensado la cuestin indgena, talescomo la pluralidad tnica y cultural. Habla, adems, sobre la
viabilidad o inviabilidad de las autonomas y su relacin con el
territorio y la nacin, considerando que los grupos indgenas
viven en regiones multitnicas, y las consecuencias de esa
situacin como, por ejemplo, el hecho de que algunos grupos
ya han perdido razgos identitarios y culturales.
Por otro lado, hace hincapi en las innegables con-
diciones infrahumanas en las que viven la mayora de los
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indgenas, social, cultural, econmica y productivamente. La
relacin que stos tienen con la tierra es particular, ya que
su vida gira en torno a este hecho, por lo que se generan
situaciones contradictorias con los sistemas basados en re-
laciones capitalistas, donde la tierra es slo un elemento ms
en la extraccin de ganancias o de capital. En este sentido,el sistema capitalista relega a los indgenas a una situacin
de dependencia que se podra denir como estructural.Posteriormente, la autora hace un recorrido histrico
por los diversos indigenismos, de donde se desprenden
dos bsicamente: el integracionista y el autonomista, que
se dan a travs de la castellanizacin y la integracin te-
rritorial, econmica y cultural. Dichos criterios han tenido
a lo largo de los aos diversos planteamientos y posturas
que se reejan en el desarrollo y la aplicacin de las pol-ticas pblicas para este sector de poblacin, entre las que
destaca la educacin bilinge bicultural, que se tradujo enuna educacin de segunda y francamente discriminatoria,
en tanto que el respeto a las tradiciones y costumbres en
la realidad oper como la folklorizacin y, sobre todo, la
comercializacin de stas.
Seala la autora, en relacin con la cuestin terica,
que en su aplicacin se ha llegado a lmites esquizofrnicos,
pues no se plantea de manera contundente la posicin que
tienen los indgenas y su cultura en la nacin mexicana.
Una postura terica que introdujo elementos nuevos de
discusin fue el marxismo, en los aos sesenta y setenta,
que consistan en que los indgenas tenan que tomar con-
ciencia de su marginacin y la injusticia en la que viven yaliarse con el proletariado para liberarse de su opresin.
Sin embargo, este marxismo negaba la esencia misma de
los indios, pues aunque se aliaran con los obreros esto
necesariamente tena que pasar por la aculturacin y el
etnocidio. No obstante, aun con esta situacin hubo ex-
periencias positivas, como la Coalicin Obrera Campesina
Estudiantil del Istmo (COCEI); o la Unin de Cafeticultores
de la Regin del Istmo (UCIRI), cuyo importancia radic en
que lo esencial de la cultura indgena no era el mantener
una lengua, un vestido o determinadas tradiciones y arte-
sanas, sino el compartir valores propios, un sentido de lavida, una visin del mundo propia que era contraria a la del
capitalismo dominante y sus valores inherentes1.
Asimismo, Escalante Gonzalbo expone algunas expe-
riencias de poltica pblica realizadas por el INI, por ejemplo,
la emisin de la Ley General de la Pluralidad Cultural y el
Patrimonio de los Pueblos Indgenas; la inclusin de con-
tenidos educativos que tenan como propsito valorar y
poner en relieve a la cultura indgena y el conocimiento y
uso de la medicina tradicional. Incluso el Congreso de la
Unin federal y el de las identidades federativas, realiza-ran investigaciones con la ayuda de entidades educativas,
sobre las prcticas y costumbres jurdicas, que tuvieran
el propsito de elaborar propuestas legislativas en torno a
los pueblos indgenas, para introducirlas al derecho positivo
que impera en Mxico. Sin embargo, habra que considerar
las mltiples problemticas del tal hecho, dado que las
cosmovisiones indgenas, los usos y costumbres, no estn
en la misma lgica de dicho orden jurdico.
En resumen, dice la autora, no hay en la poltica pblica
dirigida a los sectores indgenas, una solucin verdadera y
real que ponga n a su problemtica, y mucho menos si sepiensa en trminos de consolidar una nacin. Adems, lacultura, identidad e idiosincrasia de estas comunidades son
diametralmente opuestas a las de la mayora no indgena,
e irreconciliables con la manera en la que funciona el ca-
pitalismo: No es slo el respeto a la propiedad comunal,
la lengua, el vestido o las prcticas rituales. La diferencia
es de fondo, es de otra concepcin de mundo y de todas
las relaciones sociales que en l se pueden establecer2.
Debe ser en una relacin de igualdad y de equilibrio y no
con posturas racistas, donde se puedan ncar las relacionesde democracia e inclusin de los pueblos indgenas. En
este sentido, la coyuntura que ofreci el ejecito zapatistaen 1994, fue la de ofrecer una democracia desde abajo
y la oportunidad de recrear y crear un pas ms justo e
igualitario.
El tercer trabajo que encontramos en este nmero 62
es el titulado Derechos humanos de los indgenas en la
transicin poltica, de Manuel Ramrez y Hctor Morales,
que tiene como postulado central la existencia del uso
poltico de la violencia, cuyo propsito es, segn los autores,
disminuir o minar la capacidad de lucha y resistencia de las
comunidades indgenas; mencionan, adems, que existe una
refuncionalizacin autoritaria en las formas en las que sehace la poltica en Mxico, para proporcionar una imagen
(falsa) de la construccin de la democracia en el pas, con
normas y reglas jurdicas, y de esta manera impedir hacer
visibles los recursos o mecanismos violentos utilizados por
numerosos actores polticos; y, a partir de un estudio de
1Paloma Escalante Gonzalbo, La leccin de Chiapas y el indigenismo
en El Cotidiano, nm. 62, mayo-junio 1994, p. 4. 2Ibid., p. 5.
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caso (Plaza de Palenque en Chiapas), desarrollan un traba-
jo donde se muestran las innumerables violaciones a los
derechos humanos de las poblaciones indgenas.
Para exponer su postulado central, los autores desa-
rrollan el perl de los derechos humanos de los pueblos
indios durante 1993, a travs del cual se pueden mostrarlos mecanismos de refuncionalizacin del autoritarismo en
Mxico y visibilizar las omisiones gravsimas en trminos
de la procuracin de justica en las comunidades indgenas a
nivel federal, regional, municipal y local. Para ello se muestran
varios cuadros donde est concentrada la informacin.
Del primero se desprenden las variables de las violacio-
nes a los derechos humanos indgenas, donde se encuentran:
el asesinato, la supresin de la libertad (detencin ilegal, des-
aparicin, secuestro e incomunicacin), las torturas, lesiones
y el hostigamiento, de donde se obtiene la siguiente infor-
macin: 170 asesinatos; 18 desapariciones; 367 detencionesilegales; tres mil 620 hostigamientos; 21 incomunicaciones;
410 lesiones; siete secuestros y 37 torturas; con lo que
se concluye que las movilizaciones de los indgenas por la
defensa de su cultura, sus tierras, su comercializacin, en n,de su cosmovisin, tienen graves y severas repercusiones
que se reejan en las cifras anteriores. Adems los autoresagregan que el mayor nmero de violaciones se da en los
conictos polticos, pues se documentaron dos mil 44 ca-sos, seguidos por el conicto agrario con 175, y nalmenteestn los relacionados con la administracin y procuracin
de justicia con 152.
Los autores destacan que, de manera general, lasviolaciones a los derechos humanos de las comunidades
indgenas se enmarcan en contextos o en problemas globa-
les como parte de conictos internos muy diversos, y paracontrarrestar las diversas acciones que llevan a cabo los
indgenas en torno a demandas que tienen que ver con la
resistencia de sus pueblos. Por lo anterior, Ramrez y Mora-
les insisten en el uso poltico de la violencia, y para reforzar
este presupuesto llaman la atencin sobre la identicacinde quines son los agredidos y quines los responsables. En
este sentido, son los militantes y dirigentes indgenas los que,
ya sea de manera selectiva o colectiva, reciben este tipo derepresin. La suma de ambas modalidades asciende a tres
mil 797 y, por otro lado, las comunidades y sus integrantes
han sufrido 853 violaciones. Quines son los agresores?
En primer lugar, son los grupos de poder: las autoridades
municipales con dos mil 470 casos, en tanto que los caci-
ques, guardias blancas y pistoleros tienen en su haber 501,
y, nalmente, las policas de Seguridad Estatal y la PolicaJudicial (Estatal y Federal), con 130 violaciones.
Cules son los estados de la Repblica donde suceden
ms actos de violacin a los derechos humanos? En primer
lugar est Chiapas con ocho mil 109 anotaciones (de 1988 a
1993) de un total nacional de 11 mil 608 casos; el segundo
lugar lo ocupa Oaxaca con 516 observaciones, y en tercer
lugar est Veracruz con 132 casos3. Lo que llama la atencin,tanto en la investigacin de los derechos humanos que se
est analizando como en la que se acaba de citar, es el hecho
de que ambos estados del sur sean los que concentran el
mayor ndice de violaciones a los derechos humanos y de
violencia rural. La explicacin que dan los autores a esto
es que en dichas entidades, por un lado, se encuentra la
mayor parte de los recursos naturales del pas, y por el
otro, tienen los mayores ndices de pobreza y marginacin.
En relacin con las etnias que sufren los mayores ndices
de violaciones a los derechos humanos en Chiapas, se
proporciona la siguiente informacin: son los tzeltales y lostzotziles, con un total de casos de tres mil 438. En Oaxaca
son los mazatecos y mixes con 410 violaciones.
Las autoridades son responsables en varias dimensio-
nes, desde la directa hasta la participacin circunstancial
en los hechos. En este sentido, las autoridades estatales se
involucran de manera directa en la violacin de los derechos
humanos con cuatro mil 547 casos, les siguen las autorida-
des municipales con tres mil 888 casos, y nalmente estnlas federales con dos mil 882.
Como en Chiapas los indgenas viven en condiciones de
muy alta marginacin, y ejemplo de ello es que de una media
nacional de analfabetismo del 12.44%, Chiapas presenta el62%, las principales reivindicaciones son por salir del atraso
estructural y mejorar las condiciones de vida, as como por
3Lo que coincide con un estudio hecho por el autor del presente artculo,
pero en relacin con la violencia rural. Con informacin del peridico La
Jornada, se determin que el estado de la Repblica con ms violencia rural fue
Chiapas, y en segundo lugar Oaxaca. En ese momento escribimos lo siguiente:
En un anlisis regional especco y por entidad federativa, encontramos quedonde ms se concentra la violencia rural es en Chiapas, con el 38.5% de las
observaciones realizadas; es decir, es en este estado (de la regin sur) donde
se encontraron ms especicaciones de casos de violencia rural. El hechode que sea esta entidad de la Repblica Mexicana la que concentra casi el
40% del total de las observaciones (sobre la violencia rural de los estados
referidos en nuestra base de datos), muestra la dimensin que alcanza el
fenmeno en Chiapas. El estado que le sigue es Oaxaca con el 21.5% del total
de las frecuencias analizadas. Si tomamos a las dos entidades mencionadas,
nos percatamos de que stas concentran por s solas el 60% de los casos de
violencia registrados por la base de datos. De hecho son estos dos estados
de la regin sur, los nicos donde se documentaron los casos de violencia;
los otros que componen la misma, no registraron frecuencia alguna en la
problemtica de la violencia rural.Cf. Jorge Mercado Mondragn, La violencia
rural: hacia una evaluacin del sexenio de Fox en 2000-2006. Reexiones
acerca de un sexenio conictivo, tomo 2, Luis H. Mndez B. y Marco Antonio
Leyva P., coords. Mxico: UAM-A/Ediciones En, 2007, pp. 203-220.
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verdadera guerra de exterminio, excluyndolos de manera
permanente o estructural.
Esto ha sido as a pesar de la misma Revolucin y de
la Reforma Agraria, pues los indgenas siguen viviendo en
constante marginacin. La situacin se agrava con las polti-
cas de globalizacin y de ajuste estructural, ya que implicannuevos y renombrados bros para, como dice la autora,
diluirlos en las polticas homogeneizadoras de la nacin.
Sin embargo, ellos subsisten, a lo que la misma Smeke de
Zonana se pregunta por qu?, y la respuesta que propor-
ciona es simple: ellos persisten dado que su permanencia
es la resultante de una resistencia inquebrantable frente a
las posturas racistas, discriminatorias y segregadoras del
Estado mexicano, y Chiapas con sus mltiples etnias es
prueba de ello.
La resistencia no es algo jo o inamovible, pues se
puede dar en diversos lugares y asumir formas variadas,hasta llegar a lo que se denomina resistencia subterrnea
que, al interconectarse, forma parte de las estrategias de
sobrevivencia de estos grupos. Al negarse a las culturas
mesoamericanas desde la conquista por parte de los di-
versos grupos de poder en Mxico, stas se vieron en la
necesidad de confrontar el orden colonial y constituirse
en culturas de resistencia, porque su presencia es sobre
todo una resultante de la inmensa voluntad de resistencia y
sobrevivencia. La cultura indgena (esa que el Estado mar-
gina y segrega) es el origen mismo de la resistencia y la que
permite la continuidad de los pueblos indios, resistencia que
delinea la cultura poltica a tal punto que ha condicionadoel modo en que las elites gobiernan.
Esta cultura de la resistencia se ha construido para
modelar y reconstruir lo que les permite ser ellos mismos,
en un pas que los relega, pues Estos pueblos han descu-
bierto, en la opresin y la lucha contra ella, el verdadero
sentido de su historia4. En la dimensin simblica se puede
encontrar un aspecto relevante de la resistencia, pues sta
se encuentra en relacin directa con las prcticas sociales,
religiosas, comunitarias y con las costumbres. Existe, adems,
una resistencia llamada oral o lingstica que ha jugado un
papel importante en las luchas indgenas al preservar suhistoria oral, su narrativa, en n, todo su patrimonio cultural,que les permite ver e interpretar al mundo.
Smeke de Zonana menciona que si bien es cierto que
algunas lenguas han desaparecido, el nmero de personas
que las hablan ha crecido. Por otro lado, la lengua indgena
cambiar la situacin penosa de los derechos humanos en la
entidad. Los autores proporcionan informacin especcadel estado de Chiapas, de la cual destacaremos lo siguiente:
en el periodo que va de 1988 a 1994, se registraron un total
de ocho mil 122 violaciones a los derechos humanos, de
un total nacional de 11 mil 608, lo cual se traduce en queel estado obtuvo el 70% nacional. En ese mismo periodo
existieron dos mil 290 indgenas presos, de los cuales slo
se liber al 40%.
Finalmente los autores concluyen que el uso de la
fuerza se hace cada vez ms perceptible y sobre todo en las
comunidades indgenas. En el ajedrez poltico de Chiapas y
en particular de los pueblos indios, slo pueden intervenir
los actores sociales que cuentan con poder, lo que da como
resultado relaciones polticas extremadamente elitistas y
excluyentes. As, existe un uso poltico de la violencia que
tiene como n terminar con la lucha y resistencias coti-dianas de los indgenas, y frenar las diferentes expresionesde los grupos tnicos dirigidas a una verdadera democra-
tizacin y, sobre todo, a una ciudadanizacin que permita
verlos como verdaderos sujetos histricos.
Posterior a este primer nmero sobre la cuestin
indgena publicado en el marco del levantamiento zapa-
tista de 1994, se publicaron una serie de artculos sobre
la cuestin india. Entre ellos encontramos el titulado La
resistencia: forma de vida de las comunidades indgenas,
elaborado por Yemy Smeke de Zonana. En este artculo, la
autora parte del postulado central de que la resistencia de
las comunidades indgenas es una respuesta a la marginacin,exclusin y pobreza en la que han vivido prcticamente
desde la conquista. Dicha resistencia, generada de distintas
maneras subterrnea, cotidiana y frontal, denidas as porla propia autora, ha moldeado, estructurado y conguradosu cultura e identidad.
Desde la conquista, el colonizador ha implementado
y desarrollado mecanismos de exclusin y homogeniza-
cin; stos se traducen en formas estatales de poder que
perpetan una discriminacin en prcticamente todas las
esferas en las que se desenvuelven los pueblos indgenas. La
riqueza multicultural de estos pueblos, lejos de traducirseen un aporte a la cultura nacional, es vista o percibida desde
el poder como mecanismo de retroceso y retardo de la
modernidad, debido a cuestiones como el olor, el lenguaje,
la religin, el color de la piel, los rasgos fsicos, etc., lo que
les atribuye un sinfn de perjuicios, ya que su diversidad
cultural se percibe ms bien como un inconveniente y
sus problemas como tan slo cosa de indios, e, incluso,
en el peor de las casos, el poder estatal ha generado una
4Yemy Smeke de Zonana, La resistencia: forma de vida de las comuni-
dades indgenas en El Cotidiano, nm. 99, enero-febrero, 2000, p. 94.
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punto fundamental en los cruces hacia Estados Unidos,
y de alguna manera le proporcion un perl maquiladory de acumulacin de capital, primero con el algodn y
posteriormente con las hortalizas, lo que lo provoc las
migraciones de indgenas del sur del pas. Como es sabido,
las hortalizas en el Valle de San Quintn demandan manode obra por periodos cortos, situacin que alent la mo-
vilizacin de los indgenas hacia el norte, convirtindose
stos, a la postre, en factor indispensable para la produc-
cin en ese lugar.
En un principio, cuando estaba vigente el auge al-
godonero, la migracin al Valle de San Quintn provena
fundamentalmente de Zacatecas, Jalisco, Michoacn,
Nayarit y Guanajuato, pero cuando se opera el cambio a
las hortalizas, la migracin se modica y los trabajadoresllegan fundamentalmente de la mixteca baja de Oaxaca,
de Guerrero y Veracruz. Para nales de la dcada de losochenta, se censaron 24 mil 354 jornaleros, y para nalesde los noventa esta cantidad se triplic.
Una de las caractersticas de estos trabajadores es
que la mayora proviene de las zonas indgenas del sur del
pas que se mencionaron anteriormente; asimismo, que
los sistemas de reclutamiento estn basados en las redes
familiares tradicionales que los indgenas establecen en
sus lugares de origen, pues el contrato se hace desde las
comunidades por contratistas indgenas que trasladan a los
trabajadores en camiones hasta los lugares de destino, en
condiciones reprobables. La contratacin, el traslado y el
trabajo en San Quintn se realizan en situaciones precarias:no hay proteccin jurdica ni laboral; no hay seguridad en el
empleo. Esta situacin opera as, entre otras cosas, porque
los indgenas hablan de manera limitada el espaol y, por
otra parte, debido a la marginacin y el desempleo en los
que viven estos grupos, lo que los obliga a aceptar esas
condiciones laborales.
A pesar de la migracin temporal y la movilidad te-
rritorial de los trabajadores indgenas, se han establecido
asentamientos en el Valle de San Quintn que, segn datos
proporcionados por la autora, para nales de la dcada
de los noventa llegaban a la cantidad de 79 mil habitantes,de los cuales 63 mil 250 trabajan en los campos agrcolas.
As como las condiciones laborales son muy precarias,
esta situacin se repite en los lugares de asentamiento,
clasicados en tres tipos: los campamentos, las coloniaspopulares y las cuarteras. Los primeros se caracterizan
por ser galerones de lmina de erro o cartn. En ellospuede haber de 50 a 200 cuartos de cuatro por cinco
est estrechamente ligada al pensamiento mgico-religio-
so y as si una u otra se modica, tendr repercusin enambas.
En relacin con la cuestin religiosa, la autora anota
que si bien los indgenas son profundamente religiosos, en
la prctica lo que se da es un sincretismo que retoma engran medida elementos del mundo prehispnico, ya que las
etnias han reinterpretado y rehecho las prcticas religiosas
cristianas, pero supeditndolas a su mundo mesoamericano,
pues la religin en su prctica cotidiana est a cargo de la
comunidad y no del clero.
Menciona la autora que en torno a las rebeliones o
resistencias indgenas se reelabora en gran medida parte
importante de la cultura, como, por ejemplo, la memoria
histrica, pues sta mantiene latente las ofensas que han
padecido; sin embargo, existe la posibilidad de que cambie
esa situacin.Como conclusin, se seala en este artculo que, no
obstante que por ms de cinco siglos ha existido una ho-
mogeneizacin cultural traducida en opresin, marginacin
e intolerancia, los diversos grupos indgenas del pas han
demostrado que existe tambin una cultura de la resistencia
y la rebelin que les ha permitido vivir en la opresin, pero
con dignidad.
Un trabajo ms que aborda la cuestin indgena es el
titulado: Imgenes de violencia desde la frontera Mxico-
Estados Unidos: migracin indgena y trabajo agrcola6,
de Laura Velasco Ortiz. Aqu se analizan las migraciones
indgenas a las zonas del Valle de San Quintn en BajaCalifornia. La autora seala que el crecimiento de dichas
zonas agrcolas se debe principalmente al trabajo intensivo
de los diversos grupos tnicos del pas, quienes viven en
zonas de gran pobreza y marginacin, sobre todo en el
sur de Mxico.
La frontera norte mexicana se caracteriza por una migra-
cin desde el sur determinada por la miseria y el empobre-
cimiento en la bsqueda urgente de trabajo, en tanto que la
zona de San Quintn lo es por la concentracin de capitales
trasnacionales que buscan vidamente mano de obra barata
en condiciones casi infrahumanas. A estas zonas productivasacuden ciclo agrcola tras ciclo agrcola cantidades sucientesde migrantes, sobre todo indgenas. Dadas las condiciones
laborales de esta poblacin, se han producido revueltas que
parecen ms las rebeliones del siglo XIXque formas para
superar las reprobables condiciones laborales.
Velasco recuerda que la economa boyante de
California convirti al estado de Baja California en un
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metros y vivir entre siete u ocho trabajadores; no cuen-
tan con servicio de luz elctrica, agua, gas y tampoco con
servicios mdicos. Estos galerones estn edicados en losterrenos del propietario. Los trabajadores, as como su
familia, entran y salen slo con el permiso del patrn y
los accesos estn custodiados por guardias armados. Losindgenas migrantes trabajadores tienen que producir 33
botes de 15 kilos cada uno en ocho horas, no importando
el sexo ni la edad. Un dato que ilustra uno de los proble-
mas prevalecientes es la explotacin del trabajo infantil,
pues un 10% de los trabajadores son menores de edad,
que adems no tienen ninguna prestacin.
La segunda modalidad de asentamiento lo constituyen
las colonias populares, que se originaron a travs de la
invasin de tierras y con la compra a acaparadores de
stas. Como es de suponerse, estas colonias carecan de
los servicios elementales y de la infraestructura bsica paravivir, mismos que fueron introducidos bsicamente por las
luchas o las movilizaciones de los pobladores, en su mayora
indgenas. En 1996 se registraron 16 colonias y tres aos
ms tarde haba 43.
En tercer lugar estan las cuarteras, que aparecieron
a nales de los noventa. Funcionan como empresas parti-culares y se rentan entre 20 y 30 dlares al mes; por lo
regular no cuentan con luz elctrica, agua ni sanitarios en
los cuartos.
La autora remarca que los procesos de urbanizacin
en la zona han sido bastante desorganizados, como ocu-
rre en la mayora de las zonas de atraccin migratoria;sin embargo, esto los diferencia de los migrantes golon-
drinos o temporales. Estos procesos de urbanizacin e
integracin a la sociedad regional han trado cambios
en las caractersticas en como se da la migracin, por
un lado, y por el otro, las masas de migrantes que llegan
ao con ao, hacen que se contine la reproduccin
de las pautas culturales de sus lugares de origen. Los
ujos migratorios a Valle de San Quintn han permitidouna diferenciacin tnica, pues se han incrementado
los migrantes indgenas mixtecos, triques, zapotecos y
purpechas, lo que convierte a este lugar en una zonade mayor plurietnicidad; sin embargo, al mismo tiempo
ha habido un aumento en la pobreza y, sobre todo, en
la violacin a los derechos humanos, que ha generado
un crecimiento importante en la violencia, asociado a
la pobreza histrica de los migrantes indgenas. A lo
anterior hay que agregar las condiciones lamentables en
las que trabajan y sin ningn tipo de prestaciones por
mnimas que stas sean. Esta situacin ha generado en las
tres ltimas dcadas, un caldo de cultivo para una serie
de protestas, provocando un aumento en la violencia a
nales de los noventa.Por la retencin de salarios durante tres semanas
continuas, en el ao de 1996 los indgenas realizaron unaserie de saqueos en 24 comercios, quemaron un camin
y seis patrullas, por lo que se detuvo a 67 trabajadores,
eventos que originaron ms quejas en otros grupos de
trabajadores a los que tambin se les haba retenido por
cinco semanas el salario. Despus se concluy que los
trabajadores viven al da y que una retencin del salario
de esa magnitud fue el motivo del saqueo, pues no tenan
qu comer. Se rmaron convenios de solucin, pero elgobierno del estado increment la presencia militar.
Posteriormente, en el ao de 1999, 400 trabajadores
quemaron una empacadora de hortalizas por las mismascircunstancias, es decir, retencin del salario; en esa oca-
sin hubo 30 indgenas trabajadores detenidos. Ese ao
concluy con cien trabajadores detenidos. Lo anterior
se ha traducido en la creacin de organizaciones por
parte de los trabajadores, que tienen como propsito
la reivindicacin de sus derechos, fundamentalmente los
laborales, culturales, humanos y de residentes. Los ind-
genas triques, zapotecas y mixtecos haban organizado a
nales de los noventa alrededor de 12 organizaciones. Enel ao de 1999 se document la muerte de tres lderes
indgenas, mismas que adems no fueron aclaradas por
parte de las autoridades judiciales, lo que evidencia elestado que guardan los derechos humanos y laborales
en el Valle de San Quintn. La autora menciona que esta
situacin se genera por la complicidad y corruptela en
varios espacios sociales e institucionales, que permiten
este estado de las cosas, situacin que no es privativa de
Mxico o Amrica Latina, pues incluso se da en pases
desarrollados como Estados Unidos, Francia o Alemania,
quienes tienen en sus territorios espacios internos con
fronteras tnicas donde se sobreexplota a trabajadores
indocumentados migrantes.
En otro trabajo titulado La Encuesta Nacional deEmpleo en Zonas Indgenas 1997(ENEZI), de Luis Arturo
Jimnez Medina, se seala que estos indicadores son poco
conocidos aunque se publicaron en el ao de 1998, pues
cuentan con muy poca difusin, por un lado, y por el otro,
porque en los espacios que se conocen son muy poco
utilizados sobre todo para el diseo de polticas pblicas.
El objetivo de esta encuesta es proporcionar un perl o
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Oaxaca, de Arturo Neri Contreras. En este trabajo el au-
tor plantea que la adopcin del modelo de la globalizacin
ha trado repercusiones importantes en las sociedades
y en particular en las indgenas. Se hace referencia a los
procesos de migracin que este modelo econmico ha
generado, as como a los diversos efectos en las sociedadesde origen, en particular en la zona Cuicateca del estado de
Oaxaca, donde los procesos migratorios se han acelerado
de manera drstica.
Desde el punto de vista del autor, el fenmeno migra-
torio ha trado repercusiones serias en las sociedades de
origen y en las de destino, y de ah la importancia de hacer
un anlisis sociolgico profundo sobre lo que Neri Contre-
ras dene como la motivacin profunda de la migracin. Conla aceleracin de esta ltima, se han originado procesos
xenofbicos y racistas en las comunidades de llegada de
los migrantes indgenas, situacin que plantea una novedosaaproximacin al anlisis de la migracin.
El anlisis de la migracin en la zona Cuicateca es visto
desde su repercusin en el mbito demogrco. Para elloel autor hace un recorrido terico de la globalizacin y la
migracin como conceptos tericos y de anlisis. De he-
cho la propuesta es en el sentido del anlisis de los ujosmigratorios y su repercusin en el proceso de disolucin
de las estructuras de base, es decir, la social, econmica
y tradicional, pues dichos movimientos acarrean efectos
desvastadores expresados en cambios profundos y
duraderos.
La regin o zona Cuicateca se encuentra en la SierraNorte del estado de Oaxaca y est integrada por 14
municipios y 60 localidades. Desde que se introdujo la
educacin en la zona, sta estuvo orientada a la castellani-
zacin, es decir, a la homogeneizacin de la sociedad, para
llegar a establecer una unicacin cultural y lingstica. Dealguna manera la migracin aceler este proceso, pues
permiti la desestructuracin de la cultura y de la identi-
dad de la zona. De hecho, el autor seala que exista una
dinmica poblacional ms o menos estable que fue rota
por fenmenos como la modernizacin del comercio y
la apertura de rutas migratorias. Lo anterior trajo comoconsecuencia la desaparicin del tianguis regional y, de
alguna manera, las estas tradicionales, pues stas ya noatraen a las comunidades vecinas. La modernizacin-mi-
gracin ha repercutido inclusive en la msica, pues en la
actualidad las estas ya no se hacen con bandas sino conotro tipo de msica moderna, as como con otros tipos
de consumo.
En relacin con la dinmica poblacional, el proceso
migratorio se debe a factores como los acontecimientos
naturales, polticos y gubernamentales. En los sesenta se
reduce drsticamente la poblacin en la zona Cuicateca,
remonta en los setenta y vuelve a caer en los ochenta. Es
la prctica de la migracin lo que explica ese fenmenodemogrco, pues en los noventa se inicia prcticamenteun crecimiento vertiginoso de este hecho. Si se quiere
analizar las repercusiones drsticas de la migracin,
hay que hacerlo en el nivel local, pues de esta forma se
pueden ver claramente el estancamiento poblacional y el
vaciamiento de las comunidades. Es el caso de los siguien-
tes municipios: Chiquihuitln, Cuyamecalco, Tepeuxila,
Chapulapa y Concepcin Ppalo. La migracin que se
practica en la regin Cuicateca es fundamentalmente
hacia Estados Unidos, lo que diculta enormemente las
tareas de rescate y fomento de las culturas y tradicionesde los indgenas.
De hecho la migracin en la zona no es reciente, pues
se reporta su prctica desde los aos cuarenta, aunque en
un principio fue estacional, ya que los trabajadores indgenas
eran fundamentalmente temporales. En el caso de las mu-
jeres, stas participaron desde un principio en la migracin,
sobre todo en las labores domsticas.
Un segundo momento de la migracin en la zona Cui-
cateca es el que corresponde a la dcada de los ochenta,
cuando cambiaron las rutas migratorias, los objetivos de la
migracin y las labores desempeadas. La migracin pas
de ser temporal a permanente, lo que modic sin duda elcambio de residencia. El tercer momento de la migracin
que identica el autor, es el que corresponde a nales delsiglo XX, caracterizado por la prctica de una migracin
principalmente hacia Estados Unidos y por la dependencia
total de las economas familiares indgenas de las remesas
enviadas por los migrantes. Una tercera caracterstica es
la incorporacin de una poblacin que no haba migrado:
los jvenes, quienes por lo general ya no regresan a sus
comunidades de origen, lo que se traduce en la desapari-
cin de la poblacin en edad de trabajar, sobre todo en las
labores agrcolas.Finalmente, se menciona en este artculo que la prctica
migratoria en la zona Cuicateca ha desarticulado el funcio-
namiento econmico, sobre todo y de manera sensible, la
prctica del autoconsumo, lo que sugiere una mayor de-
pendencia del exterior. Ms an, la migracin ya no puede
nanciar la produccin agrcola, la cual, segn el autor, sefue a pique. La migracin ha convertido a los migrantes
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culturales, de permisividad, tolerancia e incluso laborales.
Lo anterior mostrar formas diferenciales en cada una
de las comunidades y, por lo tanto, el abordaje terico y
metodolgico.
La autora se basa en la Encuesta Nacional de Adiccio-
nes, para establecer que los varones en las zonas ruralesingirieron bebidas alcohlicas en un porcentaje de 18.9%
contra el 72.2% de las zonas urbanas, lo que remarca la
existencia de un prejuicio contra los indgenas y en gene-
ral contra las zonas rurales en relacin con su forma de
beber; la encuesta anota claramente que los varones de las
zonas urbanas ingieren ms alcohol. Sin embargo, en torno
a los ndices de dependencia, stos son ms altos entre los
hombres de la poblacin rural (10.5%) en comparacin con
la urbana (9.3%); pero ese mismo indicador se encuentra
ms alto entre las mujeres urbanas (0.7%) con respecto a
las rurales (0.4%)La autora menciona que en Topilejo, donde est
asentado un grupo de nhuatls, los jvenes menores de
22 aos no consumen pulque, porque piensan que eso
es cosa de viejos y, en el peor de los comentarios, que
slo lo consumen los que conservan las costumbres
indgenas; as que quienes lo consumen y adems hablan
el nhuatl, se cree que son los incultos y los que se
niegan a transitar por caminos ms modernos. Tambin
en Topilejo se opin que las mujeres beben diariamente,
y en la encuesta de hogares se demostr que el 12% eran
bebedoras regulares.
Otro estudio llevado a cabo en Milpa Alta seala quelos jvenes inician a beber entre los 15 y los 18 aos.
Estos chicos comienzan a beber con brandy o ron, pero
despus cambian a la cerveza. Es importante sealar que
en esta localidad los hombres beben por obligacin, pues
el no hacerlo los coloca frente a la comunidad como fal-
tos de hombra y respeto, o como mandilones, y lo mismo
pasa en Topilejo. Por su parte, las mujeres que beben lo
hacen porque se sientan tensas y nerviosas.
En las comunidades indgenas, el consumo de alcohol
se enmarca en el contexto de las estas patronales. En
este sentido, en la delegacin Milpa Alta se contabilizanpoco ms de 300 estas, en las cuales el consumo dealcohol es bastante regular. Otro elemento que incide en
esta prctica es que los pueblos son muy aburridos y una
forma de mitigar esta situacin es bebiendo.
En las comunidades otomes el maguey forma parte de
la subsistencia regular de los indgenas, e incluso los bebs
consumen regularmente el pulque, ya que los padres tam-
cuicatecos en expatriados econmicos y ha trado el con-
secuente envejecimiento de la poblacin, la desarticulacin
del tejido social y la prdida de las estructuras comunitarias,
que son la muestra de cmo la globalizacin-migracin
ha alterado a las comunidades de migrantes cuicatecos y
sobre todo a su cultura y sus mecanismos tradicionales dereproduccin.
Otro trabajo es el titulado La difcil identicacin delconsumo de alcohol en jvenes en comunidades indgenas,
de Guillermina Natera Rey.La autora parte de la idea de
que existe una dicultad para identicar el consumo dealcohol entre los jvenes de las comunidades indgenas,
sobre todo el consumo frente a las tradiciones y a su
cultura. Debido a que las comunidades indgenas ya no
se encuentran aisladas, sino en procesos de transicin,
el tema del consumo de alcohol es difcil de abordar. Los
medios de comunicacin, fundamentalmente la televisin,inuyen negativamente en la comunidad indgena, sobretodo en los jvenes.
El artculo seala que existe un prejuicio en relacin
con el consumo de alcohol en las zonas indgenas, asociado
a los ya existentes, es decir, el racismo, la desvalorizacin de
la cultura, la vestimenta, el idioma, etc., y aunque al parecer
esta prctica es semejante en las zonas urbanas, rurales e in-
dgenas, en el anlisis del consumo de bebidas embriagantes
en las comunidades tnicas, se tienen que sortear, por un
lado, una serie de eventualidades o conductas complejas,
como la cultura, las de tradiciones, las religiosas, las polticas,
etctera; y por otro, cuando se requiere realizar una eva-luacin epidemiolgica, tambin se tiene que considerar el
problema de la distribucin geogrca y orogrca en la queviven las comunidades, as como la falta de investigadores
que lleven a cabo este tipo de mediciones.
La autora recomienda que los investigadores que
requieran hacer una evaluacin de esta problemtica,
tienen que desprenderse de los prejuicios que existen en
este tema (los indgenas son ojos, sucios, ignorantes, sinpreparacin educativa y adems alcohlicos). De hecho,
tambin en las propias comunidades indgenas hay una
suerte de prejuzgamiento en el sentido de que existe undestino maniesto que seala que han sido relegadoshistricamente, marginados y excluidos, por lo que se
refugian irremediablemente en el alcohol.
Otra observacin es que en el pas existe un sinfn de
culturas y de lenguas indgenas, por lo tanto, hay cosmo-
visiones diferentes en las que de alguna manera, el con-
sumo de alcohol se da de acuerdo con normas sociales y
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bin lo bebieron cuando fueron pequeos. En la comunidad
de Santa Teresa Daboxtha, la edad de los bebedores oscila
entre 20 y 40 aos. Las mujeres que consumen alcohol
es un 40%, mismas que en su gran mayora beben pulque
y un menor porcentaje cerveza, caso contrario al de los
hombres. Algo muy importante que la autora menciona esque la entrada a la escuela retarda de manera primordial,
el iniciarse en las bebidas embriagantes.
Finalmente se menciona que en la antropologa la evi-
dencia etnogrca muestra que muchos indgenas no per-ciben el alcohol como un problema, y mucho menos como
un factor que propicie una serie de enfermedades.
En relacin con el trabajo anterior existe otro titu-
lado Las bebidas indgenas fermentadas y los patrones
de consumo de alcohol de los grupos tnicos, de Luis
Berruecos Villalobos. En esta investigacin el autor plantea
que an persisten en el pas una serie de bebidas tradi-cionales alcohlicas y no alcohlicas que se siguen produ-
ciendo, sobre todo en las zonas rurales e indgenas; esto
ocurre en los 64 grupos tnicos que existen en Mxico.
Estas bebidas tienen diferentes usos, entre los cuales se
encuentran los curativos, medicinales, religiosos, de rito,
domsticos, entre otros.
El autor seala que la investigacin del consumo del
alcohol en su vertiente cultural y psicosocial es relati-
vamente reciente, sobre todo si se toma en cuenta el
papel que ste tiene en el mundo mgico-religioso y en
la cosmovisin indgena, que data de por los menos cinco
siglos. Es importante sealar que en el siglo XIV habaciertas restricciones y penas severas en relacin con su
consumo, que se reduca a ciclos rituales (agricultura, re-
ligin y periodos de vida) y de manera diferenciada entre
los nobles y el consumo popular, en ambos casos, como
se mencion, con penas impuestas si se violaban las reglas
establecidas para ese efecto. De hecho, durante ciertas
festividades haba permiso para que las mujeres pudieran
tomarlo, y en el Cdice Mendocino se reere a la edad,en el sentido de que a los 60 aos no haba ya restriccin
para poder ingerir bebidas embriagantes.
Despus de la conquista se modicaron los patronesde consumo, fundamentalmente al cambiar de una ingestalimitada a las festividades y de manera ocasional, a un
consumo bastante discriminado y profano. Antes de la
conquista se consuman en el pas bebidas principalmente
fermentadas; sin embargo, los conquistadores introdu-
jeron el alcohol desti lado, lo que, aunado al crecimiento
de la clase llamada de los macehuales en el grupo de
bebedores, el aumento de los das y festividades cristia-
nas, la comercializacin del pulque, la disolucin de las
penalidades por el consumo, entre otros motivos, trajo
como consecuencia el incremento desmesurado del
consumo de alcohol.
As, el consumo de bebidas embriagantes es un pro-blema mayor que enfrentan las comunidades indgenas
del pas y que se incrementa cuando se enmarca en una
sociedad racista y excluyente como la mexicana, la cual
asocia a los indgenas con el arcasmo y el atraso, lo que
lejos de propiciar un desarrollo hacia la modernidad,
lo limita en extremo. De este hecho se desprende que
incluso los organismos ociales como el INEGI, no desa-rrollan cifras precisas en torno a la cantidad exacta de
poblacin indgena en el pas, dado que los criterios que
utilizan son inexactos y banalizadores de la cultura y la
identidad tnica. Lo que s es seguro es que a la llegada delos conquistadores, esta poblacin representaba el 100%
de la composicin racial (aproximadamente 20 millones),
hacia el ao 1570 ya era del 85%; para el siglo XVIIdel
75%, hasta llegar al penoso 10% en la actualidad y adems
en situacin de extrema pobreza, sin el menor acceso a
la salud, la vivienda ni al empleo y con graves problemas
de dependencia al alcohol.
Las bebidas tradicionales alcohlicas y no alcohli-
cas de los grupos tnicos que conforman los 64 grupos
indgenas, se siguen produciendo ya sea de manera local
o regional. stas son creadas con diversos nes: curati-
vos, medicinales, religiosos y de rito, y no entran en loscircuitos formales de comercializacin, adems de que su
consumo est restringido al mbito domstico. El alcohol
en las comunidades indgenas es consumido fundamental-
mente en las estas que hay a lo largo del ao, de las quedestacan las del da de muertos, de los santos patronos,
en las mayordomas, las faenas, entre otras. La primera
bebida alcohlica de que se tiene noticia en Mxico es
el pulque octli, el cual se consume sobre todo en el Al-
tiplano mexicano y del que se han encontrado diversas
inscripciones de su uso en los cdices.
En relacin con el patrn del consumo de alcoholentre los grupos tnicos, ste presenta diferencias que van
desde su integracin casi completa a la vida cotidiana (el
autor se reere a San Juan Chamula), hasta el caso de lascomunidades indgenas en donde el consumo est regulado
o sancionado, como ocurre con los rarmuris en Chihuahua,
y an ms radical es la abstinencia en los indgenas que han
cambiado de religin.
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Existe una grave incidencia de mortalidad por
cirrosis ligada al consumo de alcohol entre las comu-nidades indgenas, en particular en los grupos indgenas
del Altiplano mexicano. La etnia que ms padece este
problema es la de los otomes en el Valle del Mezquital,
donde la tasa de mortalidad es de 140 por cada cien
mil habitantes.
El autor concluye que a pesar de que existe una abun-
dante informacin, poco se sabe sobre cuestiones como
el uso y abuso del alcohol y su repercusin en los grupos
tnicos. El alcoholismo es un problema de salud pblica en
las zonas urbanas, sin embargo lo es ms en las zonas rurales
e indgenas, pues stas no cuentan con servicios de salud, yde ah la importancia de realizar investigaciones sobre los
patrones de consumo entre las etnias mexicanas.
Conclusiones
Como se mencion en la introduccin del presente trabajo,
los temas dedicados a la cuestin indgena que public la
revista El Cotidiano, prcticamente se inician con el
levantamiento zapatista de 1994. Antes no se locali-
zaron textos o nmeros temticos dedicados a este
sector de la poblacin.
Los temas abordados en estas investigaciones
son variados, sin embargo lo que llama la atencines que en las primeras que aparecieron en la revis-
ta no hay una explicacin de cmo se construy
el objeto de estudio, ni tampoco una discusin
terica, ni se debaten conceptos y categoras de
anlisis.
Por otro lado, no hay referencias a otros autores
ni a su aparato conceptual a corrientes tericas, lo
cual convierte a estos artculos en planteamientos
monotemticos y cargados de una fuerte ideologa;
adems, no hay pistas sobre la construccin, desde
una perspectiva metodolgica, de los objetos deestudio: cmo se seleccionaron las comunidades,
unidades de anlisis, comunidades lingsticas o tni-
cas, etctera. Sin embargo, conforme nos acercamos
al ao 2000, comienzan a estar ms estructurados,
proporcionan indicaciones o referencias a otros
trabajos, o conceptos y categoras analticas, lo cual
enriquece enormemente los planteamientos, tanto
en miradas como en propuestas y discusiones de
tipo terico y conceptual. La discusin se traslada,
as, de una perspectiva ideologizada y monotemtica
a otra cientca y transdisciplinaria. Por lo anterior
se aperturan puertas de discusin del tema indgena ennuestro pas, desde una perspectiva propia de las ciencias
sociales.
No obstante, existe en casi todos de trabajos ana-
lizados una mirada fatalista de los grupos indgenas. Los
primeros son artculos donde ms bien se denuncian
las condiciones de atraso estructural en las que viven la
mayora de los grupos tnicos, y su irremediable rezago
casi generalizado. Pocos realmente ofrecen alternativas,
por ejemplo, de generacin de polticas pblicas o de
perspectivas de anlisis, como s lo hacen los dos dedi-
cados al alcoholismo entre los indgenas. En este sentido,los niveles y grados de profundidad son distintos en los
artculos comentados, ofreciendo panoramas diferencia-
les de las comunidades indgenas que viven en Mxico.
Aun con lo anterior, los textos publicados en El Cotidiano
presentan un panorama que retrata de alguna manera la
vida de los grupos tnicos, as como las problemticas
inherentes a ellos.
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