La Cuestion Indigena en La Historia de Lo Cotidiano

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  • 7/25/2019 La Cuestion Indigena en La Historia de Lo Cotidiano

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    ElCotidiano 156 267

    Jorge Mercado Mondragn*

    os temas indgenas abordados en

    El Cotidiano son diversos en tramas,

    abordajes tericos y metodolgicos.

    Sin embargo, cabe sealar que la

    cuestin tnica fue una agenda pen-

    diente para la revista, y no es sino

    hasta el nmero 62 de mayo-junio

    de 1994, cuando aparece el primer

    nmero dedicado a ella, en el marco

    del levantamiento zapatista del mes

    de enero de ese mismo ao. En lo

    sucesivo, dicho tema ha sido abordado

    de manera muy circunstancial, sobretodo en comparacin con los temas

    sindicales, laborales y los referidos a

    Los temas indgenas abordados en El Cotidianoson diversos en tramas, abor-

    dajes tericos y metodolgicos. Sin embargo, cabe sealar que la cuestin tnica

    fue una agenda pendiente para la revista, y no es sino hasta el nmero 62 de mayo-

    junio de 1994, cuando aparece el primer nmero dedicado a ella, en el marco del

    levantamiento zapatista del mes de enero de ese mismo ao. En lo sucesivo, dicho

    tema ha sido abordado de manera muy circunstancial, sobre todo en comparacin

    con los temas sindicales, laborales y los referidos a la democracia, los partidos po-

    lticos y en general a los estudios del Estado en Mxico. En el presente artculo se

    proporciona un resumen sinttico de algunos de estos trabajos.

    la democracia, los partidos polticos

    y en general a los estudios del Estado

    en Mxico.

    En el presente artculo se pro-

    porciona un resumen sinttico de

    algunos de estos trabajos. Cabe

    sealar que por motivos de espacio

    no estn incluidos todos los que han

    aparecido con esta temtica, pero los

    que se discuten son un poco ms del

    50% de los publicados por la revista.

    Aqu se presenta lo que constituye

    el aporte central de las y los autores(as) en relacin con el planeamiento

    presentado en sus respectivos artcu-

    los. Referente a lo anterior, se puede

    observar una evolucin en la calidad

    terica y metodolgica de los trabajos

    presentados.

    En un primer momento se apre-

    cia una carga valorativa en extremo

    *Profesor-Investigador, Departamento de

    Sociologa de la Universidad Autnoma Metro-

    politana-Azcapotzalco.

    La cuestin indgenaen la historia de

    El Cotidiano

    Lideologizada de los objetos de estu-

    dio. Quizs esto se deba al momento

    histrico en el que aparecen estos

    primeros artculos, es decir, el levan-

    tamiento zapatista. Esta perspectiva

    terica cargada de un ideal poltico,

    se justica de alguna manera por laforma en la que el EZLNnos present

    al mundo indgena en general, y en par-

    ticular a los que habitan en el estado

    de Chiapas, pues los grupos tnicos se

    hicieron presentes en la realidad na-

    cional, como mexicanos que viven encondiciones infrahumanas, en extrema

    pobreza y marginalidad, sin acceso a

    servicios mdicos o educativos, y en

    condiciones de desnutricin estructu-

    ral; en n, en el subdesarrollo absoluto,adems de hacerlo en el contexto

    de una sociedad racista, excluyente y

    alienadora como la mexicana.

    julio-agosto, 2009

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    Lo anterior marc de alguna forma el anlisis terico

    de los trabajos presentados en la revista, dado que estas

    perspectivas analticas de alguna manera colocaron en se-

    gundo plano a temas importantes como las lgicas internas

    en las que se desarrollan los grupos indgenas, o a cuestiones

    como la dimensin subjetiva, la cultura, la identidad, lasestructuras de poder o, inclusive, la sexualidad o el sentido

    comn de estos grupos.

    Existe una segunda vertiente de artculos donde se

    aprecia ms una intencin de explicar al indgena desde

    una dimensin terica y analtica y hasta cierto punto

    desideologizada, y es entonces cuando aparecen temas

    como el indigenismo, la violencia, el empleo en las zonas

    indgenas, la educacin, la migracin, el alcoholismo, etc.,

    perspectivas tericas que permiten analizar ms de cerca la

    trama socioantropolgica de los grupos indgenas y acceder,

    con ello, a su mundo mgico-religioso.En el nmero 62 se publicaron fundamentalmente ar-

    tculos dedicados a la cuestin del levantamiento zapatista,

    sin embargo aqu analizaremos slo aquellos que no estn

    directamente relacionados con esta temtica, ya que ese

    aspecto ser abordado en otro espacio.

    En este sentido existen tres artculos donde se abor-

    dan temas fundamentales que tiene que ver con aspectos

    como el de nacin y su relacin con la propiedad de la

    tierra, con el indigenismo, la autonoma, la autogestin,

    la pluralidad tnica y cultural, los derechos humanos, el

    uso poltico de la violencia, etc.

    El primer artculo lleva por ttulo Propiedad originariay derechos indios y est elaborado por David Chacn

    Hernndez.En este trabajo se plantea la cuestin central

    sobre la relacin que existe entre el concepto de nacin y

    la propiedad indgena de la tierra. El autor hace un recorrido

    histrico por la situacin legal de la propiedad. Resalta, por

    ejemplo, la tesis de A. Molina Enrquez, en el sentido de que

    Mxico debera de ser heredero de la corona espaola, del

    ttulo de propiedad del territorio nacional, y las repercusio-

    nes sociolgicas y antropolgicas de ese hecho.

    Bajo la perspectiva de Chacn Hernndez, los pue-

    blos indgenas son propietarios de las tierras, pero estapropiedad deriva de una central, lo que se traduce en una

    propiedad inferior a la que corresponde a la nacin. Un

    punto importante de resaltar es el hecho de que despus

    de la Revolucin de 1910, el proyecto de nacin al que se

    aspiraba era incluir a todas las razas en el denominativo de

    mexicanos, pero eso no fue posible pues, desde lo jurdico,

    los indgenas no quedaron determinados y socialmente

    siempre fueron y han sido considerados como ciudadanos

    de segunda y tercera clase. As, en pos de fortalecer una

    nacin, la propiedad del suelo de los indgenas es relegada

    a un segundo plano, y, en el peor de los casos, cuando un

    indgena era propietario o poseedor, frente a una causa

    de utilidad pblica tena y tiene que ceder ante la nacin

    o la autoridad que expropia. Es por eso que el autor seinterroga sobre la garanta que el nuevo orden jurdico

    otorg a esas comunidades, y la respuesta a la que llega es

    que es una garanta de un segundo orden que adems es

    inferior a las de la nacin.

    Es de resaltar tambin el sealamiento que hace el

    autor con referencia a que, no obstante que los indgenas

    tienen reconocido su derecho a la propiedad, en la prctica

    existen y se dan violaciones, hostigamientos y despojos, e

    incluso en muchas ocasiones las autoridades han realizado

    restituciones a distintas personas, en las idnticas supercies

    de comunidades indgenas y ejidos en general.En relacin con la Constitucin y los derechos indge-

    nas, la problemtica se plantea en torno a que adems de

    la discriminacin sufrida por las etnias, cuando se pretendi

    establecer en las leyes la categora de indios, stas tenan

    que sufrir la no existencia como clase social, es decir, como

    sujetos histricos, as como por la imposibilidad de confor-

    mar una nacin o un territorio independiente. Sin embargo,

    los indgenas no haban reivindicado las peticiones autono-

    mistas o independentistas, sino ms bien que se reconociera

    su existencia dentro de marcos jurdicos legales.

    El autor concluye que no considera que los movi-

    mientos indgenas lleguen al punto de que se plantee unaautonoma completa o total, ms bien estos movimientos

    reivindican autonomas parciales que estn orientadas a la

    organizacin o a la autogestin como pueblos indios.

    En el segundo artculo titulado La leccin de Chiapas y

    el indigenismo, realizado por Paloma Escalante Gonzalbo, la

    autora plantea la necesidad de transitar de los viejos indigenis-

    mos a planteamientos novedosos, esto a la luz del levantamien-

    to zapatista, dado que dicha movilizacin trascendi a polticos,

    intelectuales e incluso a acadmicos; los zapatistas pusieron

    en la mesa de discusin algunos aspectos concernientes a

    la forma en que se haba pensado la cuestin indgena, talescomo la pluralidad tnica y cultural. Habla, adems, sobre la

    viabilidad o inviabilidad de las autonomas y su relacin con el

    territorio y la nacin, considerando que los grupos indgenas

    viven en regiones multitnicas, y las consecuencias de esa

    situacin como, por ejemplo, el hecho de que algunos grupos

    ya han perdido razgos identitarios y culturales.

    Por otro lado, hace hincapi en las innegables con-

    diciones infrahumanas en las que viven la mayora de los

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    indgenas, social, cultural, econmica y productivamente. La

    relacin que stos tienen con la tierra es particular, ya que

    su vida gira en torno a este hecho, por lo que se generan

    situaciones contradictorias con los sistemas basados en re-

    laciones capitalistas, donde la tierra es slo un elemento ms

    en la extraccin de ganancias o de capital. En este sentido,el sistema capitalista relega a los indgenas a una situacin

    de dependencia que se podra denir como estructural.Posteriormente, la autora hace un recorrido histrico

    por los diversos indigenismos, de donde se desprenden

    dos bsicamente: el integracionista y el autonomista, que

    se dan a travs de la castellanizacin y la integracin te-

    rritorial, econmica y cultural. Dichos criterios han tenido

    a lo largo de los aos diversos planteamientos y posturas

    que se reejan en el desarrollo y la aplicacin de las pol-ticas pblicas para este sector de poblacin, entre las que

    destaca la educacin bilinge bicultural, que se tradujo enuna educacin de segunda y francamente discriminatoria,

    en tanto que el respeto a las tradiciones y costumbres en

    la realidad oper como la folklorizacin y, sobre todo, la

    comercializacin de stas.

    Seala la autora, en relacin con la cuestin terica,

    que en su aplicacin se ha llegado a lmites esquizofrnicos,

    pues no se plantea de manera contundente la posicin que

    tienen los indgenas y su cultura en la nacin mexicana.

    Una postura terica que introdujo elementos nuevos de

    discusin fue el marxismo, en los aos sesenta y setenta,

    que consistan en que los indgenas tenan que tomar con-

    ciencia de su marginacin y la injusticia en la que viven yaliarse con el proletariado para liberarse de su opresin.

    Sin embargo, este marxismo negaba la esencia misma de

    los indios, pues aunque se aliaran con los obreros esto

    necesariamente tena que pasar por la aculturacin y el

    etnocidio. No obstante, aun con esta situacin hubo ex-

    periencias positivas, como la Coalicin Obrera Campesina

    Estudiantil del Istmo (COCEI); o la Unin de Cafeticultores

    de la Regin del Istmo (UCIRI), cuyo importancia radic en

    que lo esencial de la cultura indgena no era el mantener

    una lengua, un vestido o determinadas tradiciones y arte-

    sanas, sino el compartir valores propios, un sentido de lavida, una visin del mundo propia que era contraria a la del

    capitalismo dominante y sus valores inherentes1.

    Asimismo, Escalante Gonzalbo expone algunas expe-

    riencias de poltica pblica realizadas por el INI, por ejemplo,

    la emisin de la Ley General de la Pluralidad Cultural y el

    Patrimonio de los Pueblos Indgenas; la inclusin de con-

    tenidos educativos que tenan como propsito valorar y

    poner en relieve a la cultura indgena y el conocimiento y

    uso de la medicina tradicional. Incluso el Congreso de la

    Unin federal y el de las identidades federativas, realiza-ran investigaciones con la ayuda de entidades educativas,

    sobre las prcticas y costumbres jurdicas, que tuvieran

    el propsito de elaborar propuestas legislativas en torno a

    los pueblos indgenas, para introducirlas al derecho positivo

    que impera en Mxico. Sin embargo, habra que considerar

    las mltiples problemticas del tal hecho, dado que las

    cosmovisiones indgenas, los usos y costumbres, no estn

    en la misma lgica de dicho orden jurdico.

    En resumen, dice la autora, no hay en la poltica pblica

    dirigida a los sectores indgenas, una solucin verdadera y

    real que ponga n a su problemtica, y mucho menos si sepiensa en trminos de consolidar una nacin. Adems, lacultura, identidad e idiosincrasia de estas comunidades son

    diametralmente opuestas a las de la mayora no indgena,

    e irreconciliables con la manera en la que funciona el ca-

    pitalismo: No es slo el respeto a la propiedad comunal,

    la lengua, el vestido o las prcticas rituales. La diferencia

    es de fondo, es de otra concepcin de mundo y de todas

    las relaciones sociales que en l se pueden establecer2.

    Debe ser en una relacin de igualdad y de equilibrio y no

    con posturas racistas, donde se puedan ncar las relacionesde democracia e inclusin de los pueblos indgenas. En

    este sentido, la coyuntura que ofreci el ejecito zapatistaen 1994, fue la de ofrecer una democracia desde abajo

    y la oportunidad de recrear y crear un pas ms justo e

    igualitario.

    El tercer trabajo que encontramos en este nmero 62

    es el titulado Derechos humanos de los indgenas en la

    transicin poltica, de Manuel Ramrez y Hctor Morales,

    que tiene como postulado central la existencia del uso

    poltico de la violencia, cuyo propsito es, segn los autores,

    disminuir o minar la capacidad de lucha y resistencia de las

    comunidades indgenas; mencionan, adems, que existe una

    refuncionalizacin autoritaria en las formas en las que sehace la poltica en Mxico, para proporcionar una imagen

    (falsa) de la construccin de la democracia en el pas, con

    normas y reglas jurdicas, y de esta manera impedir hacer

    visibles los recursos o mecanismos violentos utilizados por

    numerosos actores polticos; y, a partir de un estudio de

    1Paloma Escalante Gonzalbo, La leccin de Chiapas y el indigenismo

    en El Cotidiano, nm. 62, mayo-junio 1994, p. 4. 2Ibid., p. 5.

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    caso (Plaza de Palenque en Chiapas), desarrollan un traba-

    jo donde se muestran las innumerables violaciones a los

    derechos humanos de las poblaciones indgenas.

    Para exponer su postulado central, los autores desa-

    rrollan el perl de los derechos humanos de los pueblos

    indios durante 1993, a travs del cual se pueden mostrarlos mecanismos de refuncionalizacin del autoritarismo en

    Mxico y visibilizar las omisiones gravsimas en trminos

    de la procuracin de justica en las comunidades indgenas a

    nivel federal, regional, municipal y local. Para ello se muestran

    varios cuadros donde est concentrada la informacin.

    Del primero se desprenden las variables de las violacio-

    nes a los derechos humanos indgenas, donde se encuentran:

    el asesinato, la supresin de la libertad (detencin ilegal, des-

    aparicin, secuestro e incomunicacin), las torturas, lesiones

    y el hostigamiento, de donde se obtiene la siguiente infor-

    macin: 170 asesinatos; 18 desapariciones; 367 detencionesilegales; tres mil 620 hostigamientos; 21 incomunicaciones;

    410 lesiones; siete secuestros y 37 torturas; con lo que

    se concluye que las movilizaciones de los indgenas por la

    defensa de su cultura, sus tierras, su comercializacin, en n,de su cosmovisin, tienen graves y severas repercusiones

    que se reejan en las cifras anteriores. Adems los autoresagregan que el mayor nmero de violaciones se da en los

    conictos polticos, pues se documentaron dos mil 44 ca-sos, seguidos por el conicto agrario con 175, y nalmenteestn los relacionados con la administracin y procuracin

    de justicia con 152.

    Los autores destacan que, de manera general, lasviolaciones a los derechos humanos de las comunidades

    indgenas se enmarcan en contextos o en problemas globa-

    les como parte de conictos internos muy diversos, y paracontrarrestar las diversas acciones que llevan a cabo los

    indgenas en torno a demandas que tienen que ver con la

    resistencia de sus pueblos. Por lo anterior, Ramrez y Mora-

    les insisten en el uso poltico de la violencia, y para reforzar

    este presupuesto llaman la atencin sobre la identicacinde quines son los agredidos y quines los responsables. En

    este sentido, son los militantes y dirigentes indgenas los que,

    ya sea de manera selectiva o colectiva, reciben este tipo derepresin. La suma de ambas modalidades asciende a tres

    mil 797 y, por otro lado, las comunidades y sus integrantes

    han sufrido 853 violaciones. Quines son los agresores?

    En primer lugar, son los grupos de poder: las autoridades

    municipales con dos mil 470 casos, en tanto que los caci-

    ques, guardias blancas y pistoleros tienen en su haber 501,

    y, nalmente, las policas de Seguridad Estatal y la PolicaJudicial (Estatal y Federal), con 130 violaciones.

    Cules son los estados de la Repblica donde suceden

    ms actos de violacin a los derechos humanos? En primer

    lugar est Chiapas con ocho mil 109 anotaciones (de 1988 a

    1993) de un total nacional de 11 mil 608 casos; el segundo

    lugar lo ocupa Oaxaca con 516 observaciones, y en tercer

    lugar est Veracruz con 132 casos3. Lo que llama la atencin,tanto en la investigacin de los derechos humanos que se

    est analizando como en la que se acaba de citar, es el hecho

    de que ambos estados del sur sean los que concentran el

    mayor ndice de violaciones a los derechos humanos y de

    violencia rural. La explicacin que dan los autores a esto

    es que en dichas entidades, por un lado, se encuentra la

    mayor parte de los recursos naturales del pas, y por el

    otro, tienen los mayores ndices de pobreza y marginacin.

    En relacin con las etnias que sufren los mayores ndices

    de violaciones a los derechos humanos en Chiapas, se

    proporciona la siguiente informacin: son los tzeltales y lostzotziles, con un total de casos de tres mil 438. En Oaxaca

    son los mazatecos y mixes con 410 violaciones.

    Las autoridades son responsables en varias dimensio-

    nes, desde la directa hasta la participacin circunstancial

    en los hechos. En este sentido, las autoridades estatales se

    involucran de manera directa en la violacin de los derechos

    humanos con cuatro mil 547 casos, les siguen las autorida-

    des municipales con tres mil 888 casos, y nalmente estnlas federales con dos mil 882.

    Como en Chiapas los indgenas viven en condiciones de

    muy alta marginacin, y ejemplo de ello es que de una media

    nacional de analfabetismo del 12.44%, Chiapas presenta el62%, las principales reivindicaciones son por salir del atraso

    estructural y mejorar las condiciones de vida, as como por

    3Lo que coincide con un estudio hecho por el autor del presente artculo,

    pero en relacin con la violencia rural. Con informacin del peridico La

    Jornada, se determin que el estado de la Repblica con ms violencia rural fue

    Chiapas, y en segundo lugar Oaxaca. En ese momento escribimos lo siguiente:

    En un anlisis regional especco y por entidad federativa, encontramos quedonde ms se concentra la violencia rural es en Chiapas, con el 38.5% de las

    observaciones realizadas; es decir, es en este estado (de la regin sur) donde

    se encontraron ms especicaciones de casos de violencia rural. El hechode que sea esta entidad de la Repblica Mexicana la que concentra casi el

    40% del total de las observaciones (sobre la violencia rural de los estados

    referidos en nuestra base de datos), muestra la dimensin que alcanza el

    fenmeno en Chiapas. El estado que le sigue es Oaxaca con el 21.5% del total

    de las frecuencias analizadas. Si tomamos a las dos entidades mencionadas,

    nos percatamos de que stas concentran por s solas el 60% de los casos de

    violencia registrados por la base de datos. De hecho son estos dos estados

    de la regin sur, los nicos donde se documentaron los casos de violencia;

    los otros que componen la misma, no registraron frecuencia alguna en la

    problemtica de la violencia rural.Cf. Jorge Mercado Mondragn, La violencia

    rural: hacia una evaluacin del sexenio de Fox en 2000-2006. Reexiones

    acerca de un sexenio conictivo, tomo 2, Luis H. Mndez B. y Marco Antonio

    Leyva P., coords. Mxico: UAM-A/Ediciones En, 2007, pp. 203-220.

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    verdadera guerra de exterminio, excluyndolos de manera

    permanente o estructural.

    Esto ha sido as a pesar de la misma Revolucin y de

    la Reforma Agraria, pues los indgenas siguen viviendo en

    constante marginacin. La situacin se agrava con las polti-

    cas de globalizacin y de ajuste estructural, ya que implicannuevos y renombrados bros para, como dice la autora,

    diluirlos en las polticas homogeneizadoras de la nacin.

    Sin embargo, ellos subsisten, a lo que la misma Smeke de

    Zonana se pregunta por qu?, y la respuesta que propor-

    ciona es simple: ellos persisten dado que su permanencia

    es la resultante de una resistencia inquebrantable frente a

    las posturas racistas, discriminatorias y segregadoras del

    Estado mexicano, y Chiapas con sus mltiples etnias es

    prueba de ello.

    La resistencia no es algo jo o inamovible, pues se

    puede dar en diversos lugares y asumir formas variadas,hasta llegar a lo que se denomina resistencia subterrnea

    que, al interconectarse, forma parte de las estrategias de

    sobrevivencia de estos grupos. Al negarse a las culturas

    mesoamericanas desde la conquista por parte de los di-

    versos grupos de poder en Mxico, stas se vieron en la

    necesidad de confrontar el orden colonial y constituirse

    en culturas de resistencia, porque su presencia es sobre

    todo una resultante de la inmensa voluntad de resistencia y

    sobrevivencia. La cultura indgena (esa que el Estado mar-

    gina y segrega) es el origen mismo de la resistencia y la que

    permite la continuidad de los pueblos indios, resistencia que

    delinea la cultura poltica a tal punto que ha condicionadoel modo en que las elites gobiernan.

    Esta cultura de la resistencia se ha construido para

    modelar y reconstruir lo que les permite ser ellos mismos,

    en un pas que los relega, pues Estos pueblos han descu-

    bierto, en la opresin y la lucha contra ella, el verdadero

    sentido de su historia4. En la dimensin simblica se puede

    encontrar un aspecto relevante de la resistencia, pues sta

    se encuentra en relacin directa con las prcticas sociales,

    religiosas, comunitarias y con las costumbres. Existe, adems,

    una resistencia llamada oral o lingstica que ha jugado un

    papel importante en las luchas indgenas al preservar suhistoria oral, su narrativa, en n, todo su patrimonio cultural,que les permite ver e interpretar al mundo.

    Smeke de Zonana menciona que si bien es cierto que

    algunas lenguas han desaparecido, el nmero de personas

    que las hablan ha crecido. Por otro lado, la lengua indgena

    cambiar la situacin penosa de los derechos humanos en la

    entidad. Los autores proporcionan informacin especcadel estado de Chiapas, de la cual destacaremos lo siguiente:

    en el periodo que va de 1988 a 1994, se registraron un total

    de ocho mil 122 violaciones a los derechos humanos, de

    un total nacional de 11 mil 608, lo cual se traduce en queel estado obtuvo el 70% nacional. En ese mismo periodo

    existieron dos mil 290 indgenas presos, de los cuales slo

    se liber al 40%.

    Finalmente los autores concluyen que el uso de la

    fuerza se hace cada vez ms perceptible y sobre todo en las

    comunidades indgenas. En el ajedrez poltico de Chiapas y

    en particular de los pueblos indios, slo pueden intervenir

    los actores sociales que cuentan con poder, lo que da como

    resultado relaciones polticas extremadamente elitistas y

    excluyentes. As, existe un uso poltico de la violencia que

    tiene como n terminar con la lucha y resistencias coti-dianas de los indgenas, y frenar las diferentes expresionesde los grupos tnicos dirigidas a una verdadera democra-

    tizacin y, sobre todo, a una ciudadanizacin que permita

    verlos como verdaderos sujetos histricos.

    Posterior a este primer nmero sobre la cuestin

    indgena publicado en el marco del levantamiento zapa-

    tista de 1994, se publicaron una serie de artculos sobre

    la cuestin india. Entre ellos encontramos el titulado La

    resistencia: forma de vida de las comunidades indgenas,

    elaborado por Yemy Smeke de Zonana. En este artculo, la

    autora parte del postulado central de que la resistencia de

    las comunidades indgenas es una respuesta a la marginacin,exclusin y pobreza en la que han vivido prcticamente

    desde la conquista. Dicha resistencia, generada de distintas

    maneras subterrnea, cotidiana y frontal, denidas as porla propia autora, ha moldeado, estructurado y conguradosu cultura e identidad.

    Desde la conquista, el colonizador ha implementado

    y desarrollado mecanismos de exclusin y homogeniza-

    cin; stos se traducen en formas estatales de poder que

    perpetan una discriminacin en prcticamente todas las

    esferas en las que se desenvuelven los pueblos indgenas. La

    riqueza multicultural de estos pueblos, lejos de traducirseen un aporte a la cultura nacional, es vista o percibida desde

    el poder como mecanismo de retroceso y retardo de la

    modernidad, debido a cuestiones como el olor, el lenguaje,

    la religin, el color de la piel, los rasgos fsicos, etc., lo que

    les atribuye un sinfn de perjuicios, ya que su diversidad

    cultural se percibe ms bien como un inconveniente y

    sus problemas como tan slo cosa de indios, e, incluso,

    en el peor de las casos, el poder estatal ha generado una

    4Yemy Smeke de Zonana, La resistencia: forma de vida de las comuni-

    dades indgenas en El Cotidiano, nm. 99, enero-febrero, 2000, p. 94.

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    punto fundamental en los cruces hacia Estados Unidos,

    y de alguna manera le proporcion un perl maquiladory de acumulacin de capital, primero con el algodn y

    posteriormente con las hortalizas, lo que lo provoc las

    migraciones de indgenas del sur del pas. Como es sabido,

    las hortalizas en el Valle de San Quintn demandan manode obra por periodos cortos, situacin que alent la mo-

    vilizacin de los indgenas hacia el norte, convirtindose

    stos, a la postre, en factor indispensable para la produc-

    cin en ese lugar.

    En un principio, cuando estaba vigente el auge al-

    godonero, la migracin al Valle de San Quintn provena

    fundamentalmente de Zacatecas, Jalisco, Michoacn,

    Nayarit y Guanajuato, pero cuando se opera el cambio a

    las hortalizas, la migracin se modica y los trabajadoresllegan fundamentalmente de la mixteca baja de Oaxaca,

    de Guerrero y Veracruz. Para nales de la dcada de losochenta, se censaron 24 mil 354 jornaleros, y para nalesde los noventa esta cantidad se triplic.

    Una de las caractersticas de estos trabajadores es

    que la mayora proviene de las zonas indgenas del sur del

    pas que se mencionaron anteriormente; asimismo, que

    los sistemas de reclutamiento estn basados en las redes

    familiares tradicionales que los indgenas establecen en

    sus lugares de origen, pues el contrato se hace desde las

    comunidades por contratistas indgenas que trasladan a los

    trabajadores en camiones hasta los lugares de destino, en

    condiciones reprobables. La contratacin, el traslado y el

    trabajo en San Quintn se realizan en situaciones precarias:no hay proteccin jurdica ni laboral; no hay seguridad en el

    empleo. Esta situacin opera as, entre otras cosas, porque

    los indgenas hablan de manera limitada el espaol y, por

    otra parte, debido a la marginacin y el desempleo en los

    que viven estos grupos, lo que los obliga a aceptar esas

    condiciones laborales.

    A pesar de la migracin temporal y la movilidad te-

    rritorial de los trabajadores indgenas, se han establecido

    asentamientos en el Valle de San Quintn que, segn datos

    proporcionados por la autora, para nales de la dcada

    de los noventa llegaban a la cantidad de 79 mil habitantes,de los cuales 63 mil 250 trabajan en los campos agrcolas.

    As como las condiciones laborales son muy precarias,

    esta situacin se repite en los lugares de asentamiento,

    clasicados en tres tipos: los campamentos, las coloniaspopulares y las cuarteras. Los primeros se caracterizan

    por ser galerones de lmina de erro o cartn. En ellospuede haber de 50 a 200 cuartos de cuatro por cinco

    est estrechamente ligada al pensamiento mgico-religio-

    so y as si una u otra se modica, tendr repercusin enambas.

    En relacin con la cuestin religiosa, la autora anota

    que si bien los indgenas son profundamente religiosos, en

    la prctica lo que se da es un sincretismo que retoma engran medida elementos del mundo prehispnico, ya que las

    etnias han reinterpretado y rehecho las prcticas religiosas

    cristianas, pero supeditndolas a su mundo mesoamericano,

    pues la religin en su prctica cotidiana est a cargo de la

    comunidad y no del clero.

    Menciona la autora que en torno a las rebeliones o

    resistencias indgenas se reelabora en gran medida parte

    importante de la cultura, como, por ejemplo, la memoria

    histrica, pues sta mantiene latente las ofensas que han

    padecido; sin embargo, existe la posibilidad de que cambie

    esa situacin.Como conclusin, se seala en este artculo que, no

    obstante que por ms de cinco siglos ha existido una ho-

    mogeneizacin cultural traducida en opresin, marginacin

    e intolerancia, los diversos grupos indgenas del pas han

    demostrado que existe tambin una cultura de la resistencia

    y la rebelin que les ha permitido vivir en la opresin, pero

    con dignidad.

    Un trabajo ms que aborda la cuestin indgena es el

    titulado: Imgenes de violencia desde la frontera Mxico-

    Estados Unidos: migracin indgena y trabajo agrcola6,

    de Laura Velasco Ortiz. Aqu se analizan las migraciones

    indgenas a las zonas del Valle de San Quintn en BajaCalifornia. La autora seala que el crecimiento de dichas

    zonas agrcolas se debe principalmente al trabajo intensivo

    de los diversos grupos tnicos del pas, quienes viven en

    zonas de gran pobreza y marginacin, sobre todo en el

    sur de Mxico.

    La frontera norte mexicana se caracteriza por una migra-

    cin desde el sur determinada por la miseria y el empobre-

    cimiento en la bsqueda urgente de trabajo, en tanto que la

    zona de San Quintn lo es por la concentracin de capitales

    trasnacionales que buscan vidamente mano de obra barata

    en condiciones casi infrahumanas. A estas zonas productivasacuden ciclo agrcola tras ciclo agrcola cantidades sucientesde migrantes, sobre todo indgenas. Dadas las condiciones

    laborales de esta poblacin, se han producido revueltas que

    parecen ms las rebeliones del siglo XIXque formas para

    superar las reprobables condiciones laborales.

    Velasco recuerda que la economa boyante de

    California convirti al estado de Baja California en un

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    ElCotidiano 156 273

    metros y vivir entre siete u ocho trabajadores; no cuen-

    tan con servicio de luz elctrica, agua, gas y tampoco con

    servicios mdicos. Estos galerones estn edicados en losterrenos del propietario. Los trabajadores, as como su

    familia, entran y salen slo con el permiso del patrn y

    los accesos estn custodiados por guardias armados. Losindgenas migrantes trabajadores tienen que producir 33

    botes de 15 kilos cada uno en ocho horas, no importando

    el sexo ni la edad. Un dato que ilustra uno de los proble-

    mas prevalecientes es la explotacin del trabajo infantil,

    pues un 10% de los trabajadores son menores de edad,

    que adems no tienen ninguna prestacin.

    La segunda modalidad de asentamiento lo constituyen

    las colonias populares, que se originaron a travs de la

    invasin de tierras y con la compra a acaparadores de

    stas. Como es de suponerse, estas colonias carecan de

    los servicios elementales y de la infraestructura bsica paravivir, mismos que fueron introducidos bsicamente por las

    luchas o las movilizaciones de los pobladores, en su mayora

    indgenas. En 1996 se registraron 16 colonias y tres aos

    ms tarde haba 43.

    En tercer lugar estan las cuarteras, que aparecieron

    a nales de los noventa. Funcionan como empresas parti-culares y se rentan entre 20 y 30 dlares al mes; por lo

    regular no cuentan con luz elctrica, agua ni sanitarios en

    los cuartos.

    La autora remarca que los procesos de urbanizacin

    en la zona han sido bastante desorganizados, como ocu-

    rre en la mayora de las zonas de atraccin migratoria;sin embargo, esto los diferencia de los migrantes golon-

    drinos o temporales. Estos procesos de urbanizacin e

    integracin a la sociedad regional han trado cambios

    en las caractersticas en como se da la migracin, por

    un lado, y por el otro, las masas de migrantes que llegan

    ao con ao, hacen que se contine la reproduccin

    de las pautas culturales de sus lugares de origen. Los

    ujos migratorios a Valle de San Quintn han permitidouna diferenciacin tnica, pues se han incrementado

    los migrantes indgenas mixtecos, triques, zapotecos y

    purpechas, lo que convierte a este lugar en una zonade mayor plurietnicidad; sin embargo, al mismo tiempo

    ha habido un aumento en la pobreza y, sobre todo, en

    la violacin a los derechos humanos, que ha generado

    un crecimiento importante en la violencia, asociado a

    la pobreza histrica de los migrantes indgenas. A lo

    anterior hay que agregar las condiciones lamentables en

    las que trabajan y sin ningn tipo de prestaciones por

    mnimas que stas sean. Esta situacin ha generado en las

    tres ltimas dcadas, un caldo de cultivo para una serie

    de protestas, provocando un aumento en la violencia a

    nales de los noventa.Por la retencin de salarios durante tres semanas

    continuas, en el ao de 1996 los indgenas realizaron unaserie de saqueos en 24 comercios, quemaron un camin

    y seis patrullas, por lo que se detuvo a 67 trabajadores,

    eventos que originaron ms quejas en otros grupos de

    trabajadores a los que tambin se les haba retenido por

    cinco semanas el salario. Despus se concluy que los

    trabajadores viven al da y que una retencin del salario

    de esa magnitud fue el motivo del saqueo, pues no tenan

    qu comer. Se rmaron convenios de solucin, pero elgobierno del estado increment la presencia militar.

    Posteriormente, en el ao de 1999, 400 trabajadores

    quemaron una empacadora de hortalizas por las mismascircunstancias, es decir, retencin del salario; en esa oca-

    sin hubo 30 indgenas trabajadores detenidos. Ese ao

    concluy con cien trabajadores detenidos. Lo anterior

    se ha traducido en la creacin de organizaciones por

    parte de los trabajadores, que tienen como propsito

    la reivindicacin de sus derechos, fundamentalmente los

    laborales, culturales, humanos y de residentes. Los ind-

    genas triques, zapotecas y mixtecos haban organizado a

    nales de los noventa alrededor de 12 organizaciones. Enel ao de 1999 se document la muerte de tres lderes

    indgenas, mismas que adems no fueron aclaradas por

    parte de las autoridades judiciales, lo que evidencia elestado que guardan los derechos humanos y laborales

    en el Valle de San Quintn. La autora menciona que esta

    situacin se genera por la complicidad y corruptela en

    varios espacios sociales e institucionales, que permiten

    este estado de las cosas, situacin que no es privativa de

    Mxico o Amrica Latina, pues incluso se da en pases

    desarrollados como Estados Unidos, Francia o Alemania,

    quienes tienen en sus territorios espacios internos con

    fronteras tnicas donde se sobreexplota a trabajadores

    indocumentados migrantes.

    En otro trabajo titulado La Encuesta Nacional deEmpleo en Zonas Indgenas 1997(ENEZI), de Luis Arturo

    Jimnez Medina, se seala que estos indicadores son poco

    conocidos aunque se publicaron en el ao de 1998, pues

    cuentan con muy poca difusin, por un lado, y por el otro,

    porque en los espacios que se conocen son muy poco

    utilizados sobre todo para el diseo de polticas pblicas.

    El objetivo de esta encuesta es proporcionar un perl o

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    Oaxaca, de Arturo Neri Contreras. En este trabajo el au-

    tor plantea que la adopcin del modelo de la globalizacin

    ha trado repercusiones importantes en las sociedades

    y en particular en las indgenas. Se hace referencia a los

    procesos de migracin que este modelo econmico ha

    generado, as como a los diversos efectos en las sociedadesde origen, en particular en la zona Cuicateca del estado de

    Oaxaca, donde los procesos migratorios se han acelerado

    de manera drstica.

    Desde el punto de vista del autor, el fenmeno migra-

    torio ha trado repercusiones serias en las sociedades de

    origen y en las de destino, y de ah la importancia de hacer

    un anlisis sociolgico profundo sobre lo que Neri Contre-

    ras dene como la motivacin profunda de la migracin. Conla aceleracin de esta ltima, se han originado procesos

    xenofbicos y racistas en las comunidades de llegada de

    los migrantes indgenas, situacin que plantea una novedosaaproximacin al anlisis de la migracin.

    El anlisis de la migracin en la zona Cuicateca es visto

    desde su repercusin en el mbito demogrco. Para elloel autor hace un recorrido terico de la globalizacin y la

    migracin como conceptos tericos y de anlisis. De he-

    cho la propuesta es en el sentido del anlisis de los ujosmigratorios y su repercusin en el proceso de disolucin

    de las estructuras de base, es decir, la social, econmica

    y tradicional, pues dichos movimientos acarrean efectos

    desvastadores expresados en cambios profundos y

    duraderos.

    La regin o zona Cuicateca se encuentra en la SierraNorte del estado de Oaxaca y est integrada por 14

    municipios y 60 localidades. Desde que se introdujo la

    educacin en la zona, sta estuvo orientada a la castellani-

    zacin, es decir, a la homogeneizacin de la sociedad, para

    llegar a establecer una unicacin cultural y lingstica. Dealguna manera la migracin aceler este proceso, pues

    permiti la desestructuracin de la cultura y de la identi-

    dad de la zona. De hecho, el autor seala que exista una

    dinmica poblacional ms o menos estable que fue rota

    por fenmenos como la modernizacin del comercio y

    la apertura de rutas migratorias. Lo anterior trajo comoconsecuencia la desaparicin del tianguis regional y, de

    alguna manera, las estas tradicionales, pues stas ya noatraen a las comunidades vecinas. La modernizacin-mi-

    gracin ha repercutido inclusive en la msica, pues en la

    actualidad las estas ya no se hacen con bandas sino conotro tipo de msica moderna, as como con otros tipos

    de consumo.

    En relacin con la dinmica poblacional, el proceso

    migratorio se debe a factores como los acontecimientos

    naturales, polticos y gubernamentales. En los sesenta se

    reduce drsticamente la poblacin en la zona Cuicateca,

    remonta en los setenta y vuelve a caer en los ochenta. Es

    la prctica de la migracin lo que explica ese fenmenodemogrco, pues en los noventa se inicia prcticamenteun crecimiento vertiginoso de este hecho. Si se quiere

    analizar las repercusiones drsticas de la migracin,

    hay que hacerlo en el nivel local, pues de esta forma se

    pueden ver claramente el estancamiento poblacional y el

    vaciamiento de las comunidades. Es el caso de los siguien-

    tes municipios: Chiquihuitln, Cuyamecalco, Tepeuxila,

    Chapulapa y Concepcin Ppalo. La migracin que se

    practica en la regin Cuicateca es fundamentalmente

    hacia Estados Unidos, lo que diculta enormemente las

    tareas de rescate y fomento de las culturas y tradicionesde los indgenas.

    De hecho la migracin en la zona no es reciente, pues

    se reporta su prctica desde los aos cuarenta, aunque en

    un principio fue estacional, ya que los trabajadores indgenas

    eran fundamentalmente temporales. En el caso de las mu-

    jeres, stas participaron desde un principio en la migracin,

    sobre todo en las labores domsticas.

    Un segundo momento de la migracin en la zona Cui-

    cateca es el que corresponde a la dcada de los ochenta,

    cuando cambiaron las rutas migratorias, los objetivos de la

    migracin y las labores desempeadas. La migracin pas

    de ser temporal a permanente, lo que modic sin duda elcambio de residencia. El tercer momento de la migracin

    que identica el autor, es el que corresponde a nales delsiglo XX, caracterizado por la prctica de una migracin

    principalmente hacia Estados Unidos y por la dependencia

    total de las economas familiares indgenas de las remesas

    enviadas por los migrantes. Una tercera caracterstica es

    la incorporacin de una poblacin que no haba migrado:

    los jvenes, quienes por lo general ya no regresan a sus

    comunidades de origen, lo que se traduce en la desapari-

    cin de la poblacin en edad de trabajar, sobre todo en las

    labores agrcolas.Finalmente, se menciona en este artculo que la prctica

    migratoria en la zona Cuicateca ha desarticulado el funcio-

    namiento econmico, sobre todo y de manera sensible, la

    prctica del autoconsumo, lo que sugiere una mayor de-

    pendencia del exterior. Ms an, la migracin ya no puede

    nanciar la produccin agrcola, la cual, segn el autor, sefue a pique. La migracin ha convertido a los migrantes

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    10/13

    El campo276

    culturales, de permisividad, tolerancia e incluso laborales.

    Lo anterior mostrar formas diferenciales en cada una

    de las comunidades y, por lo tanto, el abordaje terico y

    metodolgico.

    La autora se basa en la Encuesta Nacional de Adiccio-

    nes, para establecer que los varones en las zonas ruralesingirieron bebidas alcohlicas en un porcentaje de 18.9%

    contra el 72.2% de las zonas urbanas, lo que remarca la

    existencia de un prejuicio contra los indgenas y en gene-

    ral contra las zonas rurales en relacin con su forma de

    beber; la encuesta anota claramente que los varones de las

    zonas urbanas ingieren ms alcohol. Sin embargo, en torno

    a los ndices de dependencia, stos son ms altos entre los

    hombres de la poblacin rural (10.5%) en comparacin con

    la urbana (9.3%); pero ese mismo indicador se encuentra

    ms alto entre las mujeres urbanas (0.7%) con respecto a

    las rurales (0.4%)La autora menciona que en Topilejo, donde est

    asentado un grupo de nhuatls, los jvenes menores de

    22 aos no consumen pulque, porque piensan que eso

    es cosa de viejos y, en el peor de los comentarios, que

    slo lo consumen los que conservan las costumbres

    indgenas; as que quienes lo consumen y adems hablan

    el nhuatl, se cree que son los incultos y los que se

    niegan a transitar por caminos ms modernos. Tambin

    en Topilejo se opin que las mujeres beben diariamente,

    y en la encuesta de hogares se demostr que el 12% eran

    bebedoras regulares.

    Otro estudio llevado a cabo en Milpa Alta seala quelos jvenes inician a beber entre los 15 y los 18 aos.

    Estos chicos comienzan a beber con brandy o ron, pero

    despus cambian a la cerveza. Es importante sealar que

    en esta localidad los hombres beben por obligacin, pues

    el no hacerlo los coloca frente a la comunidad como fal-

    tos de hombra y respeto, o como mandilones, y lo mismo

    pasa en Topilejo. Por su parte, las mujeres que beben lo

    hacen porque se sientan tensas y nerviosas.

    En las comunidades indgenas, el consumo de alcohol

    se enmarca en el contexto de las estas patronales. En

    este sentido, en la delegacin Milpa Alta se contabilizanpoco ms de 300 estas, en las cuales el consumo dealcohol es bastante regular. Otro elemento que incide en

    esta prctica es que los pueblos son muy aburridos y una

    forma de mitigar esta situacin es bebiendo.

    En las comunidades otomes el maguey forma parte de

    la subsistencia regular de los indgenas, e incluso los bebs

    consumen regularmente el pulque, ya que los padres tam-

    cuicatecos en expatriados econmicos y ha trado el con-

    secuente envejecimiento de la poblacin, la desarticulacin

    del tejido social y la prdida de las estructuras comunitarias,

    que son la muestra de cmo la globalizacin-migracin

    ha alterado a las comunidades de migrantes cuicatecos y

    sobre todo a su cultura y sus mecanismos tradicionales dereproduccin.

    Otro trabajo es el titulado La difcil identicacin delconsumo de alcohol en jvenes en comunidades indgenas,

    de Guillermina Natera Rey.La autora parte de la idea de

    que existe una dicultad para identicar el consumo dealcohol entre los jvenes de las comunidades indgenas,

    sobre todo el consumo frente a las tradiciones y a su

    cultura. Debido a que las comunidades indgenas ya no

    se encuentran aisladas, sino en procesos de transicin,

    el tema del consumo de alcohol es difcil de abordar. Los

    medios de comunicacin, fundamentalmente la televisin,inuyen negativamente en la comunidad indgena, sobretodo en los jvenes.

    El artculo seala que existe un prejuicio en relacin

    con el consumo de alcohol en las zonas indgenas, asociado

    a los ya existentes, es decir, el racismo, la desvalorizacin de

    la cultura, la vestimenta, el idioma, etc., y aunque al parecer

    esta prctica es semejante en las zonas urbanas, rurales e in-

    dgenas, en el anlisis del consumo de bebidas embriagantes

    en las comunidades tnicas, se tienen que sortear, por un

    lado, una serie de eventualidades o conductas complejas,

    como la cultura, las de tradiciones, las religiosas, las polticas,

    etctera; y por otro, cuando se requiere realizar una eva-luacin epidemiolgica, tambin se tiene que considerar el

    problema de la distribucin geogrca y orogrca en la queviven las comunidades, as como la falta de investigadores

    que lleven a cabo este tipo de mediciones.

    La autora recomienda que los investigadores que

    requieran hacer una evaluacin de esta problemtica,

    tienen que desprenderse de los prejuicios que existen en

    este tema (los indgenas son ojos, sucios, ignorantes, sinpreparacin educativa y adems alcohlicos). De hecho,

    tambin en las propias comunidades indgenas hay una

    suerte de prejuzgamiento en el sentido de que existe undestino maniesto que seala que han sido relegadoshistricamente, marginados y excluidos, por lo que se

    refugian irremediablemente en el alcohol.

    Otra observacin es que en el pas existe un sinfn de

    culturas y de lenguas indgenas, por lo tanto, hay cosmo-

    visiones diferentes en las que de alguna manera, el con-

    sumo de alcohol se da de acuerdo con normas sociales y

  • 7/25/2019 La Cuestion Indigena en La Historia de Lo Cotidiano

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    ElCotidiano 156 277

    bin lo bebieron cuando fueron pequeos. En la comunidad

    de Santa Teresa Daboxtha, la edad de los bebedores oscila

    entre 20 y 40 aos. Las mujeres que consumen alcohol

    es un 40%, mismas que en su gran mayora beben pulque

    y un menor porcentaje cerveza, caso contrario al de los

    hombres. Algo muy importante que la autora menciona esque la entrada a la escuela retarda de manera primordial,

    el iniciarse en las bebidas embriagantes.

    Finalmente se menciona que en la antropologa la evi-

    dencia etnogrca muestra que muchos indgenas no per-ciben el alcohol como un problema, y mucho menos como

    un factor que propicie una serie de enfermedades.

    En relacin con el trabajo anterior existe otro titu-

    lado Las bebidas indgenas fermentadas y los patrones

    de consumo de alcohol de los grupos tnicos, de Luis

    Berruecos Villalobos. En esta investigacin el autor plantea

    que an persisten en el pas una serie de bebidas tradi-cionales alcohlicas y no alcohlicas que se siguen produ-

    ciendo, sobre todo en las zonas rurales e indgenas; esto

    ocurre en los 64 grupos tnicos que existen en Mxico.

    Estas bebidas tienen diferentes usos, entre los cuales se

    encuentran los curativos, medicinales, religiosos, de rito,

    domsticos, entre otros.

    El autor seala que la investigacin del consumo del

    alcohol en su vertiente cultural y psicosocial es relati-

    vamente reciente, sobre todo si se toma en cuenta el

    papel que ste tiene en el mundo mgico-religioso y en

    la cosmovisin indgena, que data de por los menos cinco

    siglos. Es importante sealar que en el siglo XIV habaciertas restricciones y penas severas en relacin con su

    consumo, que se reduca a ciclos rituales (agricultura, re-

    ligin y periodos de vida) y de manera diferenciada entre

    los nobles y el consumo popular, en ambos casos, como

    se mencion, con penas impuestas si se violaban las reglas

    establecidas para ese efecto. De hecho, durante ciertas

    festividades haba permiso para que las mujeres pudieran

    tomarlo, y en el Cdice Mendocino se reere a la edad,en el sentido de que a los 60 aos no haba ya restriccin

    para poder ingerir bebidas embriagantes.

    Despus de la conquista se modicaron los patronesde consumo, fundamentalmente al cambiar de una ingestalimitada a las festividades y de manera ocasional, a un

    consumo bastante discriminado y profano. Antes de la

    conquista se consuman en el pas bebidas principalmente

    fermentadas; sin embargo, los conquistadores introdu-

    jeron el alcohol desti lado, lo que, aunado al crecimiento

    de la clase llamada de los macehuales en el grupo de

    bebedores, el aumento de los das y festividades cristia-

    nas, la comercializacin del pulque, la disolucin de las

    penalidades por el consumo, entre otros motivos, trajo

    como consecuencia el incremento desmesurado del

    consumo de alcohol.

    As, el consumo de bebidas embriagantes es un pro-blema mayor que enfrentan las comunidades indgenas

    del pas y que se incrementa cuando se enmarca en una

    sociedad racista y excluyente como la mexicana, la cual

    asocia a los indgenas con el arcasmo y el atraso, lo que

    lejos de propiciar un desarrollo hacia la modernidad,

    lo limita en extremo. De este hecho se desprende que

    incluso los organismos ociales como el INEGI, no desa-rrollan cifras precisas en torno a la cantidad exacta de

    poblacin indgena en el pas, dado que los criterios que

    utilizan son inexactos y banalizadores de la cultura y la

    identidad tnica. Lo que s es seguro es que a la llegada delos conquistadores, esta poblacin representaba el 100%

    de la composicin racial (aproximadamente 20 millones),

    hacia el ao 1570 ya era del 85%; para el siglo XVIIdel

    75%, hasta llegar al penoso 10% en la actualidad y adems

    en situacin de extrema pobreza, sin el menor acceso a

    la salud, la vivienda ni al empleo y con graves problemas

    de dependencia al alcohol.

    Las bebidas tradicionales alcohlicas y no alcohli-

    cas de los grupos tnicos que conforman los 64 grupos

    indgenas, se siguen produciendo ya sea de manera local

    o regional. stas son creadas con diversos nes: curati-

    vos, medicinales, religiosos y de rito, y no entran en loscircuitos formales de comercializacin, adems de que su

    consumo est restringido al mbito domstico. El alcohol

    en las comunidades indgenas es consumido fundamental-

    mente en las estas que hay a lo largo del ao, de las quedestacan las del da de muertos, de los santos patronos,

    en las mayordomas, las faenas, entre otras. La primera

    bebida alcohlica de que se tiene noticia en Mxico es

    el pulque octli, el cual se consume sobre todo en el Al-

    tiplano mexicano y del que se han encontrado diversas

    inscripciones de su uso en los cdices.

    En relacin con el patrn del consumo de alcoholentre los grupos tnicos, ste presenta diferencias que van

    desde su integracin casi completa a la vida cotidiana (el

    autor se reere a San Juan Chamula), hasta el caso de lascomunidades indgenas en donde el consumo est regulado

    o sancionado, como ocurre con los rarmuris en Chihuahua,

    y an ms radical es la abstinencia en los indgenas que han

    cambiado de religin.

  • 7/25/2019 La Cuestion Indigena en La Historia de Lo Cotidiano

    12/13

    El campo278

    Existe una grave incidencia de mortalidad por

    cirrosis ligada al consumo de alcohol entre las comu-nidades indgenas, en particular en los grupos indgenas

    del Altiplano mexicano. La etnia que ms padece este

    problema es la de los otomes en el Valle del Mezquital,

    donde la tasa de mortalidad es de 140 por cada cien

    mil habitantes.

    El autor concluye que a pesar de que existe una abun-

    dante informacin, poco se sabe sobre cuestiones como

    el uso y abuso del alcohol y su repercusin en los grupos

    tnicos. El alcoholismo es un problema de salud pblica en

    las zonas urbanas, sin embargo lo es ms en las zonas rurales

    e indgenas, pues stas no cuentan con servicios de salud, yde ah la importancia de realizar investigaciones sobre los

    patrones de consumo entre las etnias mexicanas.

    Conclusiones

    Como se mencion en la introduccin del presente trabajo,

    los temas dedicados a la cuestin indgena que public la

    revista El Cotidiano, prcticamente se inician con el

    levantamiento zapatista de 1994. Antes no se locali-

    zaron textos o nmeros temticos dedicados a este

    sector de la poblacin.

    Los temas abordados en estas investigaciones

    son variados, sin embargo lo que llama la atencines que en las primeras que aparecieron en la revis-

    ta no hay una explicacin de cmo se construy

    el objeto de estudio, ni tampoco una discusin

    terica, ni se debaten conceptos y categoras de

    anlisis.

    Por otro lado, no hay referencias a otros autores

    ni a su aparato conceptual a corrientes tericas, lo

    cual convierte a estos artculos en planteamientos

    monotemticos y cargados de una fuerte ideologa;

    adems, no hay pistas sobre la construccin, desde

    una perspectiva metodolgica, de los objetos deestudio: cmo se seleccionaron las comunidades,

    unidades de anlisis, comunidades lingsticas o tni-

    cas, etctera. Sin embargo, conforme nos acercamos

    al ao 2000, comienzan a estar ms estructurados,

    proporcionan indicaciones o referencias a otros

    trabajos, o conceptos y categoras analticas, lo cual

    enriquece enormemente los planteamientos, tanto

    en miradas como en propuestas y discusiones de

    tipo terico y conceptual. La discusin se traslada,

    as, de una perspectiva ideologizada y monotemtica

    a otra cientca y transdisciplinaria. Por lo anterior

    se aperturan puertas de discusin del tema indgena ennuestro pas, desde una perspectiva propia de las ciencias

    sociales.

    No obstante, existe en casi todos de trabajos ana-

    lizados una mirada fatalista de los grupos indgenas. Los

    primeros son artculos donde ms bien se denuncian

    las condiciones de atraso estructural en las que viven la

    mayora de los grupos tnicos, y su irremediable rezago

    casi generalizado. Pocos realmente ofrecen alternativas,

    por ejemplo, de generacin de polticas pblicas o de

    perspectivas de anlisis, como s lo hacen los dos dedi-

    cados al alcoholismo entre los indgenas. En este sentido,los niveles y grados de profundidad son distintos en los

    artculos comentados, ofreciendo panoramas diferencia-

    les de las comunidades indgenas que viven en Mxico.

    Aun con lo anterior, los textos publicados en El Cotidiano

    presentan un panorama que retrata de alguna manera la

    vida de los grupos tnicos, as como las problemticas

    inherentes a ellos.

  • 7/25/2019 La Cuestion Indigena en La Historia de Lo Cotidiano

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