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LA DICTADURA MEDIATICA EN NICARAGUA
Orlando Núñez Soto
La dictadura militar somocista duró 45 años y fue derrocada
por una insurrección armada. La dictadura mediática lleva
cerca de 100 años y sólo puede ser superada por la
democratización del pensamiento y de los medios de
comunicación.
¿Qué es una dictadura? Una dictadura es el monopolio de un
recurso en manos de una minoría y en perjuicio de la mayoría.
Este recurso puede ser militar, económico, cultural o de
cualquier otra naturaleza. La dictadura militar somocista era
el monopolio del aparato político militar en manos de una
familia: la familia Somoza.
¿Cómo se sustentaba la dictadura militar somocista? A través
de la guardia nacional y la pasividad de la mayoría de los
nicaragüenses, pero también a través de leyes que prohibían
que otras fuerzas participaran en la vía pública. Para el
Frente Sandinista, por ejemplo, no había espacio político
alguno en Nicaragua.
¿Cuándo y cómo pusimos fin a la dictadura militar somocista?
Cuando una parte de los nicaragüenses perdieron el miedo a la
Guardia Nacional y decidieron tomar las armas para derrocar al
gobierno somocista. En la lucha contra la dictadura somocista
participaron diferentes fuerzas sociales y muchos
nicaragüenses, en primer lugar el Frente Sandinista de
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Liberación Nacional, movilizando al pueblo nicaragüense y
organizando un gran frente nacional y popular contra la
dictadura.
Hoy en día la dictadura militar somocista es un asunto del
pasado y vivimos un proceso democrático donde todo mundo tiene
derecho a organizarse y participar en el proceso democrático
de acuerdo a las leyes de la República.
¿Cómo funciona la dictadura mediática? La dictadura mediática
es diferente a una dictadura militar. Se habla de dictadura
mediática cuando la opinión pública ha sido cooptada desde
hace muchos años por el pensamiento de una minoría y cuando
sus aparatos ideológicos de comunicación están en manos de esa
misma minoría y en contra de los intereses de la mayoría de la
población.
La dictadura mediática opera neutralizando y deslegitimando a
sus adversarios políticos, chantajeando a los gobiernos de
turno para que le concedan privilegios, particularmente en
materia impositiva y de publicidad. Si otra fuerza política se
atreve a criticar a los medios de comunicación, inmediatamente
la acusan de estar en contra de la libertad de expresión.
Existe verdaderamente una censura inquisitorial en contra de
otros intereses que no sean los intereses de los dueños de
estos medios de comunicación.
¿Quién ejerce la dictadura mediática y cuál es su proyecto
político? En Nicaragua, al igual que en el resto de América
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Latina, la dictadura mediática la ejerce la casta oligárquica
y la llamada aristocracia del saber. Desde siempre estos
grupos minoritarios han defendido los intereses de la
metrópolis: los valores conservadores de la España colonial,
los intereses económicos del imperialismo norteamericano y la
ofensiva cultural de la ultraderecha neo-colonial europea,
particularmente a favor del capital extranjero.
¿Cómo podemos poner fin a una dictadura mediática? La única
manera de ponerle fin a una dictadura mediática es
democratizando la opinión pública, lo que se logra
democratizando y multiplicando los medios de comunicación. Es
una tarea muy difícil, pero no imposible. Difícil porque la
opinión pública se basa en valores y creencias cultivadas
durante muchos años, incluso siglos.
¿Cuál es la situación actual? Desde hace varios años mucha
gente ha dejado de creer que la derecha mediática representa
la verdad y la justicia en Nicaragua. Los primeros que han
dejado de creer en la derecha mediática han sido los
sandinistas, particularmente la gente organizada en el Frente
Sandinista de Liberación Nacional; estamos hablando de
alrededor del 50% de la población nicaragüense. Existen,
además, muchos liberales que ya no creen en el pensamiento
neoliberal al servicio de las corporaciones transnacionales.
El pensamiento neoliberal le ha dado la espalda a la mayoría
de los nicaragüenses, incluyendo a los empresarios nacionales.
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Hoy en día, son cada vez más las emisoras radiales, los
canales de televisión y los medios escritos (revistas,
semanarios y mensuarios) decididos a separarse y a desafiar a
la dictadura mediática. El monopolio de la derecha mediática
comienza a resquebrajarse y a ser despojado de sus privilegios
habituales. Cada vez más nicaragüenses hemos perdido de nuevo
el miedo y la culpa, esta vez el miedo a la difamación y al
chantaje de la derecha mediática. Otras formas de comunicación
alternativas se suman a esta gran batalla, en las aulas de
clase, en los pasillos de los ministerios, en las aceras de
los mercados, en las tertulias, en las asambleas laborales.
La historia se repite, cuando una dictadura comienza a perder
credibilidad y legitimidad, cuando pierde sus privilegios y
cuando se siente acorralada, se vuelve más agresiva y
venenosa, desenmascara sus verdaderos intereses, abandona la
compostura habitual y sus errores se multiplican. Todo esto le
está pasando a la dictadura mediática y a sus aparatos
ideológicos.
Nicaragüenses, otra gran batalla ha comenzado de nuevo y otro
19 del julio nos espera. Si Nicaragua venció sobre la
dictadura militar somocista, estamos seguros que también
vencerá sobre la dictadura de la derecha mediática.
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