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La Didajé Introducción La Didajé es un texto fundamental del cristianismo primitivo, puesto que es un resumen de la enseñanza (= didaché gr.) de los apóstoles. Es el texto no canónico más antiguo que conocemos —incluso anterior a algunos libros del Nuevo Testamento—. Algunos doctores del siglo III, como Clemente de Alejandría , llegaron a citar la Didajé como escritura divinamente inspirada 1 . A pesar del título, no se entiende que haya sido escrita por la totalidad de los apóstoles o por alguno de ellos, sino sencillamente que el escritor se propone recoger las enseñanzas fundamentales —de carácter preferentemente moral— que, a través de los apóstoles, se remontan al Señor. Como podrá advertirse, el texto está impregnado del espíritu evangélico. Tal como nos ha llegado, el libro puede dividirse en tres partes claramente identificables, a saber: una instrucción que —según se afirma en VI, I— ha de preceder al bautismo, cuyo carácter es esencialmente moral y práctico; se expone mediante la alegoría de los dos caminos (caps. I-VI). Un esbozo de ritual para los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía — o Santa Cena — (VII-IX), con un capítulo intercalado sobre el ayuno y la oración. Finalmente, una ordenación de las relaciones de la comunidad respecto a apóstoles y profetas, con avisos y cautelas para distinguir los verdaderos de los falsos profetas (XI-XIII), la manera en que se debe proveer sustento, algunas indicaciones sobre el día del Señor, y criterios sobre la elección de Obispos y 1 No obstante, Eusebio pone a la Didajé entre los escritos decididamente nothoi o espúreos, junto a Los Hechos de Pablo, el llamado Pastor, y la Epístola de Bernanbé (Historia Eclesiástica, III, 25,4). 1

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La Didajé

Introducción

La Didajé es un texto fundamental del cristianismo primitivo, puesto que es un resumen de la enseñanza (= didaché gr.) de los apóstoles. Es el texto no canónico más antiguo que conocemos —incluso anterior a algunos libros del Nuevo Testamento—. Algunos doctores del siglo III, como Clemente de Alejandría , llegaron a citar la Didajé como escritura divinamente inspirada1.

A pesar del título, no se entiende que haya sido escrita por la totalidad de los apóstoles o por alguno de ellos, sino sencillamente que el escritor se propone recoger las enseñanzas fundamentales —de carácter preferentemente moral— que, a través de los apóstoles, se remontan al Señor. Como podrá advertirse, el texto está impregnado del espíritu evangélico.

Tal como nos ha llegado, el libro puede dividirse en tres partes claramente identificables, a saber: una instrucción que —según se afirma en VI, I— ha de preceder al bautismo, cuyo carácter es esencialmente moral y práctico; se expone mediante la alegoría de los dos caminos (caps. I-VI). Un esbozo de ritual para los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía — o Santa Cena — (VII-IX), con un capítulo intercalado sobre el ayuno y la oración. Finalmente, una ordenación de las relaciones de la comunidad respecto a apóstoles y profetas, con avisos y cautelas para distinguir los verdaderos de los falsos profetas (XI-XIII), la manera en que se debe proveer sustento, algunas indicaciones sobre el día del Señor, y criterios sobre la elección de Obispos y Diáconos. Una exhortación a la vigilancia, con referencia a los últimos tiempos.

Lea atentamente la Didajé y luego complete el cuestionario correspondiente (al final del texto). Como esta lección es optativa, no se evaluará en el examen final.

1 No obstante, Eusebio pone a la Didajé entre los escritos decididamente nothoi o espúreos, junto a Los Hechos de Pablo, el llamado Pastor, y la Epístola de Bernanbé (Historia Eclesiástica, III, 25,4).

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La Doctrina de los doce Apóstoles

Doctrina del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles.

Traducida por Rvdo. P. Daniel Ruiz Bueno C. M. E., catedrático de lengua griega. México, Librería Parroquial, 1946.

I. Los dos caminos

Dos caminos hay, uno de la vida y otro de la muerte; pero grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos.

Camino de la vida

Ahora bien, el camino de la vida es éste: En primer lugar, amarás a Dios que te ha creado; y un en segundo lugar, a tu prójimo, como a ti mismo.

Y todo aquello que no quieras se te haga contigo, no lo hagas tú tampoco a otro.

La perfección evangélica

Mas la doctrina de estas palabras es como sigue:

Bendecid a los que os maldicen y orad por vuestros enemigos, y aun ayunad por los que os persiguen. ¿Pues qué gracia tiene que améis a los que os aman? ¿No hacen también eso mismo los gentiles? Mas vosotros amad a los que os aborrecen y no tendréis enemigos.

Abstente de los deseos carnales y corporales.Si uno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la izquierda y serás

perfecto.Si uno te fuerza a ir con él el espacio de una milla, acompáñale dos. Si alguien te quitare el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no lo reclames, pues tampoco puedes.

La limosna

A todo el que te pida, dale, y no se lo reclames, pues el Padre quiere que a todos se dé de sus propios dones.

Bienaventurado el que da, conforme al mandamiento, pues es inocente.

Mas ¡ay del que recibe! Porque si recibe por necesidad, será inocente; mas el que recibió sin necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué y para qué recibió. Será puesto en prisión y no saldrá de allí hasta pagar el último ochavo.

Y aun sobre esto fue dicho: “Que tu limosna sude en tus manos, hasta que sepas a quién das”.

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II. El segundo mandamiento

El segundo mandamiento de la Doctrina es éste:

No matarás. No cometerás adulterio. No corromperás a los jóvenes. No fornicarás. No robarás. No te dedicarás a la magia ni a la hechicería. No matarás al hijo en el seno de su madre, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás los bienes de tu prójimo. No perjurarás. No levantarás falsos testimonios. No calumniarás ni guardarás rencor a nadie.

No serás doble ni de pensamiento ni de lengua, pues la doblez es un lazo de muerte.

Tu palabra no será mentirosa ni vacía, sino cumplida por la obra.

No serás avariento, ni ladrón, ni fingido, ni mal intencionado, ni soberbio.

No tomarás mal consejo contra tu prójimo.

No aborrecerás a ningún hombre, sino que a unos les corregirás, a otros los compadecerás; por unos rogarás y a otros amarás más que a tu propia alma.

III. Apártate del mal

Hijo mío, huye de todo mal y de cuanto se asemeje al mal. No seas iracundo, porque la ira conduce al asesinato.

No seas envidioso, ni disputador, ni acalorado, pues de todas estas cosas se engendran muertes.

Hijo mío, no te dejes llevar de tu deseo, pues el deseo conduce a la fornicación.

No hables deshonestamente ni andes con ojos desenvueltos, pues de todas estas cosas se engendran fornicaciones.

Hijo mío, no te hagas adivino, pues esto conduce a la idolatría; ni encantador, ni astrólogo, ni purificador, ni quieras ver estas cosas, pues de todo ello se engendra idolatría.

Hijo mío, no seas mentiroso, pues la mentira conduce al robo.

No seas avaro ni vanaglorioso, pues de todas estas cosas se engendran robos.

Hijo mío, no seas murmurador, pues la murmuración conduce a la blasfemia.

No seas arrogante, ni de mente perversa, pues de todas estas cosas se engendran blasfemias.

Haz el bien

Sé más bien mando, pues los mansos poseerán la tierra.

Sé longánime, compasivo, sin malicia, tranquilo, bueno y temeroso en todo tiempo de las palabras que oíste.

No te exaltes a ti mismo, ni consientas a tu alma temeridad alguna.

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No se juntará tu alma con los soberbios, sino que conversarás con los humildes y con los justos.

Recibe como bienes las cosas que te sucedieren, sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede.

IV. La comunidad cristiana

Hijo mío, acuérdate noche y día del que te habla la palabra de Dios y hónrale como al Señor; porque donde la gloria del Señor es anunciada, allí está el Señor.

Buscarás todos los días los rostros de los santos, a fin de recrearte con sus palabras.

No fomentarás la escisión, sino que pondrás en paz a los que contienden.

Juzgarás con justicia, sin miramiento de personas, para reprender las faltas.

No dudarás si será o no será.

Liberalidad en el dar

No seas de los que alargan la mano para recibir y la encogen para dar. Si adquieres algo con el trabajo de tus manos, da de ellos como redención de tus pecados.

No dudarás si das o no, ni murmures cuando des, pues has de saber quién es el buen recompensador de tu limosna.

No eches de ti al necesitado, sino comunica en todo con tu hermano, y de nada digas que es tuyo propio. Pues si en los bienes inmortales os comunicáis, ¿cuánto más en los mortales?

La familia cristiana

No levantarás la mano de tu hijo o de tu hija, sino que desde la juventud les enseñarás el temor del Señor. No mandarás con aspereza a tu esclavo ni a tu esclava, que esperan en el mismo Señor que tú, no sea que pierdan el temor del Señor que está sobre unos y otros.

Porque no viene a llamar con miramiento de personas, sino a aquellos a quienes preparó su Espíritu.

Por vuestra parte, vosotros, esclavos, someteos a vuestros señores, como a representantes de Dios, en reverencia y temor.

Últimos preceptos

Aborrece toda hipocresía y todo cuanto no agrada al Señor. No abandones los mandamientos del Señor, sino guarda lo que recibiste sin añadir ni quitar cosa alguna.

Confiesa en la reunión tus pecados y no te acerques a la oración con mala conciencia.

Este es el camino de la vida.

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V. El camino de la muerte

El camino de la muerte es este:

Ante todo, es camino malo y lleno de maldición. En él se dan muertes, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, robos, idolatrías, magias, hechicerías, rapiñas, falsos testimonios, hipocresías, dobles de corazón, engaño, soberbia, malicia, arrogancia, avaricia, deshonestidad en el hablar, celos, temeridad, altivez y jactancia.

Quiénes lo siguen

Este camino siguen los perseguidores de los buenos, los aborrecedores de la verdad, los amadores de la mentira, los que no conocen el galardón de la justicia, los que no se adhieren al bien ni al recto juicio, los que vigilan y no para el bien, sino para el mal.

Síguenlo otros sí, aquellos de quienes está lejos la mansedumbre y la paciencia, los amadores de la vanidad, los que sólo buscan su recompensa, los que no se compadecen del pobre, los que no trabajan por el atribulado, los que no reconocen a su Creador, los matadores de sus hijos, los destructores de la imagen de Dios, los que arrojan de sí al necesitado, los que oprimen al atribulado, los abogados de los ricos, los jueces inicuos de los pobres, los pecadores en todo.

Apartaos, hijos, de todas estas cosas.

VI. Vía media

Vigila para que nadie te extravíe de este camino de la Doctrina, pues te enseña fuera de Dios. Porque si, en efecto, puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto; mas si no puedes todo, haz aquello que puedas.

Respecto de la comida, guarda lo que puedas; mas de lo sacrificado a los dioses, abstente enteramente, pues es culto a los dioses muertos.

VII. El Bautismo

Respecto del bautismo, bautizad de esta manera. Dichas con anterioridad todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en agua viva.

Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua.

Si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con agua caliente.

Si no tuvieres ni una ni otra, derrama tres veces agua sobre la cabeza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Antes del bautismo, ayune el que bautiza y el bautizando, y algunos otros, si pueden. Al bautizando le mandarás ayunar uno o dos días antes.

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VIII. El ayuno cristiano

Vuestros ayunos no han de ser al tiempo que lo hacen los hipócritas; porque éstos ayunan el día segundo y quinto de la semana. Mas vosotros ayunad el día cuarto y el día de la preparación.

La oración cristiana

No oréis tampoco como los hipócritas, sino que tal, como os mandó el Señor en su Evangelio, así tenéis que orar:

Padre nuestro celestial,

Santificado sea tu nombre

Vanga tu reino,

Hágase tu voluntad,

Como en el cielo, también en la tierra

El pan nuestro de nuestra subsistencia,

dánosle hoy;

y perdónanos nuestra deuda, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación,

mas líbranos del malo.

Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

Así oraréis tres veces al día.

IX. La Eucaristía

Respecto de la Eucaristía, daréis gracias de esta manera:

Primeramente, sobre el cáliz:

Te damos gracias, Padre nuestro,

Por la santa viña de David, tu siervo,

La que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo.

A ti sea la gloria por los siglos.

Luego, sobre la fracción:

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Te damos gracias, Padre nuestro,

Por la vida y el conocimiento

Que nos manifestaste

Por medio de Jesús, tu siervo.

A ti sea la gloria por los siglos.

Como este fragmentos

Estaba disperso sobre los montes

Y reunido se hizo uno,

Así sea congregada tu Iglesia

De los confines de la tierra en tu reino.

Porque tuya es la gloria y el poder

Por Jesucristo eternamente.

Que nadie como y beba de vuestra Eucaristía, sino los bautizados en el nombre del Señor. Pues justamente sobre esto dijo el Señor: “No déis lo Santo a los perros”.

X. Después del ágape.

Después de saciaros, daréis gracias de este modo:

Te damos gracias, Padre nuestro,

por tu Santo nombre,

que hiciste morar en nuestros corazones,

y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad

que nos manifestaste

por medio de Jesús, tu siervo.

A ti sea la gloria por los siglos.

Tú, Señor omnipotente,

Creaste todas las cosas por causa de tu nombre,

Y diste a los hombres

comida y bebida para su disfrute,

a fin de que te dé gracias.

Mas a nosotros nos concediste

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Comida y bebida espiritual

Y vida eterna por tu Siervo.

Ante todo, te damos gracias,

porque eres poderoso.

A ti sea la gloria por los siglos

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia,

Para liberarla de todo mal,

Y reúnela, santificada,

De los cuatro vientos

En el reino que Tú le preparaste.

Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

Venga la gracias y pase este mundo.

Hosanna al dios de David.

El que sea santo, que se acerque;

El que no lo sea, que haga penitencia.

Maranathá. Amén.

A los profetas, permitidles que den gracias cuantas quieran.

La unción.

Respecto del óleo de la unción, daréis gracias de esta manera:

Te damos gracias, Padre nuestro,

Por el óleo de la unción,

que Tú nos manifestaste

por Jesucristo, tu Siervo.

A ti sea la gloria por los siglos.

XI. Apóstoles y profetas.

Así, pues, al que viniere a vosotros y os enseñare todo lo antedicho, recibidle; mas si, extraviado el maestro mismo, os enseñare otra doctrina para vuestra disolución, no la recibáis.

Al que enseñare, en cambio, para aumentar vuestra justicia y conocimiento del Señor, recibidle como al Señor.

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Respecto de los apóstoles y profetas, procederéis conforme a la doctrina del Evangelio.

Todo apóstol que venga a vosotros, sea recibido como el Señor.

Alerta con los falsarios.

El Apóstol no permanecerá entre vosotros sino un solo día; si hubiere necesidad, otro más. Pero si permaneciere tres días, es un falso profeta.

Al salir de entre vosotros, el apóstol no ha de tomar nada consigo, si no fuere pan, hasta su nuevo alojamiento. Mas si pidiere dinero, es un falso profeta.

No juzgar al profeta.

No examinéis ni juzguéis a ningún profeta que habla en espíritu, porque todo pecado se perdonará, pero este pecado no se perdonará.

Sin embargo, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tuviere las costumbres del Señor.

Así, pues, por sus costumbres se conocerá el verdadero y falso profeta.

Señales de discernimiento.

Todo profeta que manda poner una mesa, no come de ella; en caso contrario, es un falso profeta.

Y si un profeta enseña la verdad, pero no cumple lo que enseña, es un falso profeta.

Todo profeta que se ha probado ser verdadero, que hace algo para el misterio mundano de la Iglesia, pero no enseña a hacer lo que él hace, no ha de ser juzgado de vosotros, pues tiene su juicio con Dios. Del mismo modo, en efecto, obraron los antiguos profetas. Mas el que dijere en espíritu: Dame dinero y otras cosas, no le escuchéis; mas si dijere que se dé para otros necesitados, que nadie le juzgue.

XII. Peregrinos y vagos

Todo el que llegare a vosotros en el nombre del Señor, sea recibido; luego, examinándole, le conoceréis —pues tenéis inteligencia— por su derecha y por su izquierda.

Si el que llega a vosotros es un caminante, ayudadle en cuanto podáis. Sin embargo, no permanecerá entre vosotros sino dos días, y si hubiere necesidad, tres. Si quiere establecerse entre vosotros y tiene un oficio, que trabaje y así se alimente.

Si no tuviere oficio, proveed conforme a vuestra prudencia para que no viva entre vosotros ningún cristiano ocioso.

Caso de que no quisiere hacerlo así, es un traficante de Cristo.

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XIII. El sustento de profetas y maestros.

Todo profeta verdadero, que quiera establecerse entre vosotros, es digno de su sustento.

Igualmente, el maestro verdadero merece también, como el trabajador, que le alimentéis.

Por lo tanto, de todos los productos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, darás las primicias a los profetas, pues ellos son vuestros sumo sacerdotes.

Si no tuvieres profeta, dádselo a los pobres.

Si amasares pan, toma las primicias y dalas conforme al mandato de la ley.

Igualmente, cuando abrieres un cántaro de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas.

Toma de tu plata y vestidos y de toda tu riqueza las primicias que te pareciere, y dalas conforme al mandato de la ley.

XIV- El día del Señor.

Reuníos el día del Señor, partid el pan y celebrad la acción de gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.

Todo el que tuviere contienda con su prójimo, no se junte con vosotros hasta tanto se hayan reconciliado, a fin de que no se profane vuestro sacrificio.

Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor: “En todo lugar y en todo tiempo, se me ofrece un sacrificio puro, porque Yo soy Rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones”.

XV. Elección de obispos y diáconos.

Elegíos, pues, inspectores y ministros dignos del Señor, que sean hombres mansos, desinteresados, veraces y probados. Porque también ellos os sirven el ministerio de los profetas. No los despreséis, pues, porque ellos son los que alcanzan honor entre vosotros, juntamente con los profetas y maestros.

La corrección fraterna.

Corregíos los unos a los otros, no con ira, sino con paz, como lo tenéis en el Evangelio. Nadie hable con el que hubiere faltado contra otro, ni él oiga palabra de vosotros, hasta que se arrepienta. Vuestras oraciones, vuestras limosnas y todas las demás acciones, las haréis como lo tenéis en el Evangelio de Nuestro Señor.

XVI. Exhortación a la vigilancia.

Vigilad sobre vuestra vida; no se apaguen vuestras linternas, ni se desciñan vuestras cinturas, sino estad preparados, porque no sabéis la hora en que ha de venir vuestro Señor.

Reuníos con frecuencia y buscad lo que conviene a vuestras almas, pues de nada os aprovechará todo el tiempo de vuestra fe, si en el último momento no sois perfectos.

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Los últimos tiempos.

Porque en los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán en lobos y el amor se convertirá en odio.

Porque, creciendo la iniquidad, los hombres se aborrecerán unos a otros y se perseguirán y traicionarán. Y entonces aparecerá el extraviador del mundo, como hijo de Dios. Y hará señales y prodigiosY la tierra será entregada en sus manos, Y cometerá crímenesCuales no fueron desde los siglos. Entonces la creación de los hombres vendrá al abrasamiento del a prueba, y muchos se escandalizarán y perecerán. Mas los que perseveraren en la feSe salvarán por el mismo que aquellos maldicen.

Signos finales

Y entonces aparecerán los signos de la verdad. Primeramente, el signo de la apertura en el cielo; luego, el signo de la voz de la trompeta; y el tercero, la resurrección de los muertos. Mas no de todos, sino como fue dicho: “Vendrá el Señor y todos sus ángeles con él”.

Entonces verá el mundo al Señor que viene sobre las nubes del cielo.

Enseñanza de los Doce Apóstoles(«Didaché» o «Didajé» o «Didakhé»)

 

La Didaché o Enseñanza de los Doce Apóstoles es uno de los escritos más venerables que nos ha legado la antigüedad cristiana. Baste decir que su composición se data en torno al año 70; casi contemporáneamente, por tanto, a algunos libros del Nuevo Testamento.

Aletea en su contenido la vida de la primitiva cristiandad. A través de formulaciones claras, asequibles tanto a mentes cultas como a inteligencias menos ilustradas, se enumeran normas morales, litúrgicas y disciplinares que han de guiar la conducta, la oración, la vida de los cristianos. Se trata de un documento catequético, breve, destinado probablemente a dar la primera instrucción a los neófitos o a los catecúmenos.

Se desconoce el autor y el lugar de composición de la Didaché. Algunos estudiosos hablan más bien de un compilador, que habría puesto por escrito

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algunas enseñanzas de la predicación apostólica. Se sitúa su redacción en suelo sirio o tal vez egipcio.

En este libro se distinguen cuatro partes. La primera, de contenido catequético-moral, está basada en la enseñanza de los dos caminos que se le presentan al hombre: el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte eterna. La segunda parte, de carácter litúrgico, trata del modo de administrar el Bautismo—puerta de los demás sacramentos—, del ayuno y la oración—muy practicados por los primeros cristianos—y de la celebración de la Eucaristía. La tercera parte trata de la disciplina de la comunidad cristiana y de algunas funciones eclesiásticas. Se explica también, sintéticamente, el modo de celebrar el día del Señor (nuestro actual domingo), y se alude—entre otras—a dos costumbres que manifiestan la finura de caridad que practicaban nuestros primeros hermanos en la fe: la hospitalidad—con advertencias ante los abusos de quienes buscaban vivir a costa de los demás—y la corrección fraterna. La última sección comienza parafraseando la exhortación de Jesús a vivir vigilantes, a prepararse para la hora en la que el Señor viene. Esta parte acaba con una síntesis de las principales enseñanzas escatológicas pronunciadas por el Maestro.

LOARTE

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La Didakhe o Doctrina de los doce apóstoles, a la que se hallaban referencias en los autores antiguos, se había dado por perdida hasta que su texto fue hallado en un manuscrito de Constantinopla y publicado en 1883. Inmediatamente se suscitaron vivas polémicas acerca de su carácter y antigüedad. Frente a la opinión de los que pretendían que se trataba de una ficción arcaizante, tal vez de origen montanista, que no sería anterior a los últimos años del siglo II, parece haber ido ganando terreno recientemente la convicción de que se trata de una compilación de elementos muy antiguos, que en su mayor parte bien pueden remontarse al siglo I. El conjunto está formado por varias instrucciones de tipo moral, litúrgico y disciplinar, tal vez para uso de evangelizadores itinerantes. Su particular interés está en que nos da a conocer las formas más primitivas de catequesis moral, con reconocida influencia judía, y los elementos más antiguos de la liturgia bautismal y eucarística, así como la organización eclesiástica en el momento en que, junto a los predicadores itinerantes y carismáticos, empieza a surgir una jerarquía estable y una organización en las Iglesias locales.

JOSEP VIVES

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Didajé es una palabra griega que significa «enseñanza» y con la que se suele conocer abreviadamente la obra llamada «Instrucción del Señor a los gentiles por medio de los doce Apóstoles» o también «Instrucciones de los Apóstoles».

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Es una colección de normas morales, litúrgicas y de organización eclesiástica que debían de estar en vigor ya desde algún tiempo, recopiladas ahora sin pretender ordenarlas ni hacer una síntesis. Tenía tal prestigio en la antigüedad, que Eusebio de Cesarea tuvo que hacer notar que no se trataba de un escrito canónico. Sin embargo, después se perdió, y no fue recuperada hasta finales del siglo xix, cuando se encontró en un códice griego del siglo xI del patriarcado de Jerusalén.

La época de su composición no se conoce, aunque se ha investigado con mucha atención. En general, se puede resumir lo que sabemos diciendo que, si por su contenido, que parece reflejar una situación ya alejada de la era apostólica, se podría suponer que es del período que va del año 100 al 150, la ausencia de citas de los Evangelios sinópticos y otros argumentos hacen pensar que es muy anterior, quizá de los años 50 al 70; ahora se suele opinar que podría muy bien pertenecer ya al siglo i, al menos en algunas de sus partes.

A lo largo de sus 16 capítulos, en general muy breves, se encuentra una profusión de consejos morales, presentados bajo el esquema del camino de la vida y el de la muerte, así como instrucciones litúrgicas y normas disciplinares.

Respecto a la liturgia, son interesantes las normas que se dan para la administración del bautismo, que al parecer se solía hacer por inmersión en los ríos, aunque se admitía el bautismo por infusión, derramando agua sobre la cabeza; la prescripción del ayuno antes del bautismo, y de los ayunos en los días señalados, que son los miércoles y los viernes, distintos a los de los judíos; los ejemplos que se dan de plegarias eucarísticas; y la insistencia en la necesidad de purificación, tanto para la Comunión como para la oración en general; también se alude a la Eucaristía como sacrificio.

Respecto a la jerarquía, no se describe con detalle su organización; se habla de obispos y diáconos, pero no de presbíteros; el papel que dentro de la jerarquía tienen los profetas itinerantes es aún considerable.

Se regula la asistencia a los peregrinos, recordando la necesidad de trabajar para no ser gravosos a los hermanos.

La palabra «iglesia» se utiliza con el sentido de asamblea, de reunión de los fieles para la oración; pero también con el otro sentido de Iglesia universal, el pueblo nuevo de los cristianos, subrayando especialmente que esta Iglesia es una y santa. Es de la Didajé de donde arranca la comparación de la unidad de la Iglesia con la del pan hecho de muchos granos de trigo que se hallaban antes dispersos por los montes.

MOLINÉ

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TEXTOS

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1. Instrucción moral.

Hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos. El camino de la vida es éste: «Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado, y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú a otro.» Tal es la enseñanza de este discurso: «Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os persiguen. Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigo.» Apártate de los deseos carnales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele la izquierda, y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él durante una milla, acompáñale dos. Si alguien te quita el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo reclames, pues tampoco puedes. A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento, pues éste es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva el último cuadrante. LIMOSNA/DISCERNIR: También está dicho acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das. Segundo mandamiento de la doctrina: No matarás, no adulterarás, no corromperás a los menores, no fornicarás, no robarás, no practicarás la magia o la hechicería, no matarás el hijo en el seno materno, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás los bienes del prójimo, no perjurarás, no darás falso testimonio. No calumniarás ni guardarás rencor. No serás doble de mente o de lengua, pues la doblez es lazo de muerte. Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por la obra. No serás avaro, ni rapaz, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio. No tramarás planes malvados contra tu prójimo. No odiarás a hombre alguno, sino que a unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia alma... Sé manso, pues los mansos heredarán la tierra. Sé paciente, compasivo, sin malicia, tranquilo y bueno, temeroso en todo momento de las palabras que has oído. No te exaltarás, ni entregarás tu alma a la temeridad. No se junte tu alma con los soberbios, sino que andarás con los justos y humildes. Los sucesos que te sobrevengan los aceptarás como bienes, sabiendo que no sucede nada sino por disposición de Dios. Hijo mío, te acordarás de día y de noche del que te habla la palabra de Dios, y le honrarás como al Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor. Buscarás cada día los rostros de los santos, para hallar descanso en sus palabras. No harás cisma, sino que pondrás paz entre los que pelean. Juzgarás rectamente, y no harás distinción de personas para reprender las faltas. No andarás con alma dudosa de si sucederá o no sucederá: No seas de los que extienden la mano para recibir, pero la retiran para dar. Si adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate de tus pecados. No vaciles en dar, ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que tendrás todas las cosas en común con tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; pues si os son comunes los bienes inmortales, cuánto más los mortales. Tu mano no se levantará de tu hijo o de tu hija, sino que les enseñarás desde su juventud el temor de Dios. No mandarás con

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aspereza a tu esclavo o a tu esclava que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer a Dios que está sobre unos y otros... Vosotros, los esclavos, someteos a vuestros señores como a imagen de Dios con reverencia y temor...

En la asamblea confesarás tus pecados, y no te acercarás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la vida (cap. 1-5).

2. El bautismo.

En lo que se refiere al bautismo, tenéis que bautizar así: Habiendo dicho todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu Santo, en agua viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, hazlo con caliente. Si no tienes ni una ni otra, derrama agua sobre la cabeza tres veces, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del Bautismo, ayunen el bautizante y el bautizando y algunos otros que puedan. Pero al bautizando le ordenarás que ayune uno o dos lías antes (cap. 7).

3. Ayuno y oración.

No ayunaréis juntamente con los hipócritas (es decir, los judíos), que ayunan el segundo y el quinto día de la semana. Vosotros ayunaréis el día cuarto y el de la preparación. Tampoco hagáis vuestra oración como los hipócritas, sino, como lo mandó el Señor en el Evangelio, así oraréis: Padre nuestro... Oraréis así tres veces al día (cap. 8).

4. Fórmulas para la cena eucarística.

En lo que toca a la acción de gracias, la haréis de esta manera: Primero sobre el cáliz: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David tu siervo, la que nos diste a conocer a nosotros por medio de Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.

Luego sobre el trozo (de pan): Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento, que nos diste a conocer por medio de Jesús tu siervo. A ti la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por los siglos.

Que nadie coma ni beba de vuestra comida de acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No deis lo santo a los perros. Después de saciaros, daréis gracias así: Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.

Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres alimento y bebida para su disfrute, para que te dieran gracias. Mas a nosotros nos hiciste el don de un alimento y una bebida espiritual y de

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la vida eterna por medio de tu siervo. Ante todo te damos gracias porque eres poderoso. A ti la gloria por los siglos.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu caridad, y congrégala desde los cuatro vientos, santificada, en tu reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo es, que se arrepienta. «Maran Atha» Amén.

A los profetas, dejadles dar gracias cuanto quieran (cap. 9 y 10).

5. Instrucción sobre los apóstoles y profetas.

Al que viniendo a vosotros os enseñare todo lo dicho, aceptadle. Pero si el mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para vuestra disgregación, no le prestéis oído; si, en cambio, os enseña para aumentar vuestra justicia y conocimiento del Señor, recibidle como al mismo Señor.

Con los apóstoles y profetas, obrad de la siguiente manera, de acuerdo con la enseñanza evangélica: todo apóstol que venga a vosotros, sea recibido como el Señor. No se detendrá sino un solo día, y, si fuere necesario, otro más. Si se queda tres días, es un falso profeta. Cuando el apóstol se vaya no tome nada consigo si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.

PROFETA-FALSO: No pongáis a prueba ni a examen ningún profeta que habla en espíritu. Porque todo pecado será perdonado, pero este pecado no será perdonado. Con todo, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Señor. En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del falso. Todo profeta que manda poner una mesa en espíritu, no come de ella: de lo contrario, es un falso profeta. Todo profeta que predica la verdad, si no cumple lo que enseña es un falso profeta. Todo profeta probado como verdadero, que trabaja en el misterio de la Iglesia en el mundo, si no enseña a hacer lo que él hace, no lo juzgaréis, pues su juicio está en Dios. Así lo hicieron también los antiguos profetas. Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra cosa, no le prestéis oído. En cambio si dice que se dé a otros necesitados, nadie lo juzgue.

A todo el que viniere en nombre del Señor, recibidle. Luego examinándole le conoceréis por su derecha y por su izquierda, pues tenéis discernimiento. Al que pasa de camino le ayudaréis en cuanto podáis: pero no se quedará con vosotros sino dos o tres días, si fuere necesario. Si quiere quedarse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje para su sustento. Si no tiene oficio, proveed según prudencia, de modo que no viva entre vosotros cristiano alguno ocioso. Si no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de Cristo: tened cuidado con tales gentes.

Todo auténtico profeta que quiera morar de asiento entre vosotros es digno de su sustento. Igualmente, todo auténtico maestro merece también, como el

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trabajador, su sustento. Por tanto, tomarás siempre las primicias de los frutos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y las darás como primicias a los profetas, pues ellos son vuestros sumos sacerdotes. Si no tenéis profeta, dadlo a los pobres. Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme al mandato. Si abres una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas. De tu dinero, de tu vestido y de todas tus posesiones, toma las primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandato (cap. 11-13).

6. El día del Señor.

EU/RIÑAS: En el día del Señor reuníos y romped el pan y haced la eucaristía, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Todo el que tenga disensión con su compañero, no se junte con vosotros hasta que no se hayan reconciliado, para que no sea profanado vuestro sacrificio. Este es el sacrificio del que dijo el Señor: «En todo lugar y tiempo se me ofrece un sacrificio puro: porque yo soy el gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones» (Mal 1, 11) (cap. 14).

7. Obispos y diáconos.

Elegíos obispos y diáconos dignos del Señor. hombres mansos, no amantes del dinero, sinceros y probados; porque también ellos os sirven a vosotros en el ministerio de los profetas y maestros. No los despreciéis, ya que tienen entre vosotros el mismo honor que los profetas y maestros (cap. 15).

8. Escatología.

PARUSIA/SIGNOS: Vigilad sobre vuestra vida. No se apaguen vuestras linternas, y no dejen de estar ceñidos vuestros lomos, sino estad preparados, pues no sabéis la hora en que vendrá nuestro Señor. Reuníos con frecuencia, buscando lo que conviene a vuestras almas, pues de nada os servirá todo el tiempo en que habéis creído. si no consumáis vuestra perfección en el último momento. En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán en lobos, y el amor se convertirá en odio. En efecto, al crecer la iniquidad, los hombres se odiarán entre si, y se perseguirán y se traicionarán: entonces aparecerá el extraviador del mundo, como hijo de Dios, y hará señales y prodigios, y la tierra será entregada en sus manos, y cometerá iniquidades como no se han cometido desde siglos. Entonces la creación de los hombres entrará en la conflagración de la prueba, y muchos se escandalizarán y perecerán. Pero los que perseveren en su fe serán salvados por el mismo que había sido maldecido. Entonces aparecerán las señales auténticas: en primer lugar el signo de la abertura del cielo, luego el del sonido de trompeta, en tercer. lugar, la resurrección de los muertos, no de todos los hombres, sino, como está dicho: «Vendrá el Señor y todos los santos con él» (Zac 14, 5). Entonces el mundo verá al Señor viniendo sobre las nubes del cielo (cap.16).

* * * * *

Un sacrificio puro

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(Didaché o Enseñanza de los Doce Apóstoles, cap. IX y X)

En cuanto a la Eucaristía, dad gracias así. En primer lugar, sobre el cáliz: «Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa vid de David, tu siervo, que nos diste a conocer por Jesús, tu siervo. A Ti gloria por los siglos».

Luego, sobre el fragmento de pan: «Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A Ti la gloria por los siglos».

«Así como este trozo estaba disperso por los montes y reunido se ha hecho uno, así también reúne a tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por los siglos por medio de Jesucristo».

Nadie coma ni beba de vuestra Eucaristía a no ser los bautizados en el nombre del Señor, pues acerca de esto también dijo el Señor: No deis lo santo a los perros.

Después de haberos saciado, dad gracias de esta manera:

«Te damos gracias, Padre Santo, por tu Nombre Santo que has hecho habitar en nuestros corazones, así como por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por Jesús tu siervo. A Ti la gloria por los siglos».

«Tú, Señor omnipotente, has creado el universo a causa de tu Nombre, has dado a los hombres alimento y bebida para su disfrute, a fin de que te den gracias y, además, a nosotros nos has concedido la gracia de un alimento y bebida espirituales y de vida eterna por medio de tu Siervo».

«Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A Ti la gloria por los siglos».

«Acuérdate, Señor, de tu Iglesia para librarla de todo mal y perfeccionarla en tu amor y a Ella, santificada, reúnela de los cuatro vientos en el reino tuyo, que le has preparado. Porque Tuyo es el poder y la gloria por los siglos».

«¡Venga la gracia y pase este mundo! ¡Hosanna al Dios de David! ¡Si alguno es santo, venga!; ¡el que no lo sea, que se convierta! Maranatha. Amén».

* * * * *

Algunos consejos morales:

Hijo mío, huye de todo mal y de cuanto se asemeje al mal.

No seas iracundo, porque la ira conduce al asesinato. Ni envidioso, ni disputador, ni acalorado, pues de todas estas cosas se engendran muertes.

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Hijo mío, no seas codicioso, pues la codicia conduce a la fornicación. Ni deshonesto en tus palabras, ni altanero en tus ojos, pues de todas estas cosas se engendran adulterios.

Hijo mío, no seas adivino, pues la adivinación conduce a la idolatría. Ni encantador, ni astrólogo, ni purificador, ni quieras ver ni oír esas cosas; pues de todas estas cosas se engendra idolatría.

Hijo mío, no seas mentiroso, pues la mentira conduce al robo. Ni avaro ni vanaglorioso, pues de todas estas cosas se engendran robos.

Hijo mío, no seas murmurador, pues la murmuración conduce a la blasfemia. Ni arrogante ni de mente perversa, pues de todas estas cosas se engendran blasfemias.

Sé, en cambio, manso, pues los mansos heredarán la tierra. Sé paciente y compasivo y sincero y tranquilo y bueno y temeroso en todo tiempo de las palabras que oíste.

No te exaltarás a ti mismo ni consentirás a tu alma temeridad. No se juntará tu alma con los altivos, sino que conversarás con los justos y los humildes.

Recibirás como bienes los acontecimientos que te sobrevengan, sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede.

(3; BAC 65, 80-81

Dos oraciones por la Iglesia, en la misa, antes y después de la comunión:

Como este fragmento estaba disperso sobre los montesy reunido se hizo uno,así sea reunida tu Iglesiade los confines de la tierra en tu reino.Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos, santificada,en el reino tuyo, que has preparado.Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

(9, 4 y 10, 5; BAC 65, 86-87)

La celebración del domingo:

Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.

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Todo aquel, empero, que tenga contienda con su compañero, no se junte con vosotros hasta tanto no se hayan reconciliado, a fin de que no se profane vuestro sacrificio.

Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi Nombre es admirable entre las naciones.

(14; BAC 65, 91)

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