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Ejemplo de superación personal
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17/02/2014
La discapacidad no los limita
Cada vez más personas con discapacidad han encontrado en el emprendimiento una alternativa de empleo
Wendy Álvarez Hidalgo I Entrega
Cuando Herty Ismael García pisó tierra cubana, aquel verano de 2005, recibiría la noticia que
marcaría un antes y un después en su vida. Que lo arrastraría al borde de una profunda
depresión, que echaría a tierra la esperanza que habían sembrado en él meses antes de viajar a
la isla. Pero en esa transición en la vida de Herty florecería la semilla del emprendimiento, que
ya había germinado en su adolescencia.
Tras vencer a la muerte en 1981 —año en el que nació—, Herty comenzaría quizás la carrera
más importante de su vida: ganarle la batalla a una rara enfermedad visual: retinosis
pigmentaria progresiva. La luz de los ojos de Herty se apagaba con el atardecer.
Entre la discriminación social y su lucha por sobrellevar una vida normal, a los 14 años este
ahora empresario decidió entrar al mercado laboral. Su abuelo materno lo empleó como
ayudante de autobús por lo que recibía en pago 25 córdobas diarios.
En 2001 el abuelo muere y Herty, al quedar desempleado, decide rentar un carrito de hot-dog.
La ganancia que obtenía a diario la empezó a ahorrar hasta lograr a corto plazo comprar dos
carritos que puso a operar en Jinotepe, Carazo.
De esta manera Herty se convirtió en uno de los más de 461,000 nicaragüenses con
discapacidad, pero él buscó en el emprendimiento una alternativa de ingreso a través de la
creación de pequeños negocios.
La necesidad los llevó a hacer su negocio
El emprendimiento no solo germina en las personas con discapacidad, también lo hace en las familias. Bismark Latino es padre de un niño con parálisis cerebral infantil. Cuando Eddy Johann Latino Urbina nació parecía sano, tras un parto dramático.
A los siete meses se le detectó la discapacidad y solo le daban un año de vida, pero hoy ha cumplido 15 años. Su papá constantemente perdía su empleo como guarda de seguridad debido a la atención que requería su hijo.
Fue así que él y su esposa, Petrona Urbina, decidieron abrir un negocio de venta de tortillas en Diriamba tras ser beneficiados con un programa de financiamiento de Los Pipitos, donde recibieron capacitación sobre cómo emprender un negocio, cómo hacerlo crecer y atender al cliente.
Obtuvieron préstamos de 5,000 córdobas y luego 10,000, los que invertían en el local y empezaron a diversificar el menú. Ya no solo vendían tortillas, sino también sopa, repostería, comida seca y refresco.
Tal ha sido el éxito que han contratado a dos personas y la casa que antes era de plástico y cartón la han sustituido por una vivienda de concreto. Hoy la calidad de vida de Johann ha mejorado y la medicina nunca falta en casa.
“Ahora nosotros llevamos este testimonio a las familias que tienen hijos con discapacidad y que viven en pobreza. Y todo lo hemos hecho solo por el bienestar de nuestros hijos”, enfatiza.
EMPRENDIMIENTO PARA SOBREVIVIR
David López, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad
(Feconori), dice que cada año son miles de personas con discapacidad que ante la imposibilidad
de encontrar un empleo estable se aventuran a “probar suerte” en el emprendimiento y que
algunos han alcanzado el éxito, como Herty.
Y otros, ante las múltiples limitaciones económicas que imperan en el país, fracasan y se ven
condenados a vivir en miseria por la falta de políticas de apoyo a la creación de negocios para
personas con discapacidades.
Herty aprovechaba la luz del día para vender sus hot-dog y cuando llegaba la noche se dedicaba
a dar masajes, talento que según su hermano médico, traía en las manos y que empezó a
despertar la curiosidad de los jinotepinos. Un día él le presentó a una colega para que Herty le
diera un masaje terapéutico.
“Le llamó la atención mi discapacidad y habilidad en el masaje y me ayudó a hacer gestiones
para viajar a Cuba para que examinaran mi enfermedad visual. Me fui con la idea de que me
operarían y volvería con mi vista buena”, cuenta Herty. Pero no fue así. Con ese viaje empezaría
a reescribir una nueva etapa en su vida.
Tras varias semanas de chequeos, los médicos del Centro Nacional de Oftalmología de Cuba le
informaron que la medicina no podría hacer nada por su enfermedad, que era progresiva, y que
en cinco años quedaría totalmente ciego. Ahí, los médicos también quedaron sorprendidos por
sus técnicas de masaje y le ayudaron a perfeccionarlo.
En 2006 regresó a Nicaragua, se incorporó en un programa de apoyo psicológico donde conoció
a su ahora amigo “Raúl”, que nació ciego. Y fue ahí cuando supo “que estaba siendo injusto al
querer darme por vencido, porque me quejaba de mi ceguera y él que nunca había visto la luz
del sol y era muy optimista”, afirma.
Antes de perder totalmente la vista, Herty empezó a estudiar informática, perfeccionar las
técnicas de quiroterapia, fisioterapia y fisiología. Se aferró a un pensamiento que aprendió en
Cuba: “Que lo imposible era producto de nuestra imaginación, que eso no existe, podemos morir
intentando alcanzar lo que queremos, pero el fracaso nunca debe existir en nuestra vida”.
LA OTRA VIDA DE HERTY
En 2013 esas palabras las llevó a la práctica. Herty fue beneficiado con un programa de Ágora
Partnerships Nicaragua y del Departamento de Rehabilitación Profesional del Instituto Nacional
Tecnológico (Inatec) y abrió la clínica de masaje terapéutico, “que tanto soñaba”.
Obtuvo los permisos sanitarios del Ministerio de Salud (Salud) y hoy a su clínica llegan pacientes
de todas partes del país en busca de alivio a sus dolencias físicas.
Su fama como buen masajista terapéutico ha llegado a oídos de más de algún turista que se
aloja en los hoteles del país donde los masajes terapéuticos de Herty han sido incorporados en
las cartillas de servicios.
Las manos de este curador de dolores han recorrido las espaldas y cuellos de franceses, suizos,
estadounidenses, españoles, alemanes, entre otros. Muchos llegan a buscar las esencias
medicinales que él mismo prepara en su clínica y que crean la sensación de suavidad en la piel.
Ahora Herty está apoyando a otro grupo de ciegos en Matagalpa para que también abran una
clínica. Los está capacitando en sus técnicas de masaje y en la búsqueda de apoyo financiero
para echar andar el negocio. Su meta es ayudar a que en el país las personas con discapacidad
encuentren en el emprendimiento una opción de subsistencia en una nación donde el 42.7 por
ciento de los nicaragüenses viven con dos dólares al día.
DE LOS MÁS POBRES
En el estudio “La discapacidad de Nicaragua-Una realidad”, la Federación de Mujeres con
Capacidades Diferentes (Femucadi) recuerda que Nicaragua no está exenta de la realidad que
agobia a este segmento poblacional en América Latina. “Las personas discapacitadas están
entre los grupos más pobres de la sociedad latinoamericana de las cuales un 82 por ciento vive
en condiciones de pobreza”, alerta.
Y en ese contexto, la creación de pequeños negocios se convierte a diario en una alternativa de
sobrevivencia.
Jennifer Alejandra Vado Oporta nació con problemas auditivos y del habla, luego que el 23 de
enero de 1997 su mamá, Aracely Oporta, que era empleada doméstica en Costa Rica, tuviese
severas complicaciones durante el parto.
La niña empezó a crecer, pero no hablaba. Su mamá la llevó al médico, donde confirmaron que
tenía lesiones ocasionadas durante su nacimiento y que nunca podría hablar.
Con urgencia Jennifer necesitaría rehabilitación, pero ante los altos costos que eso implicaba en
Costa Rica, su madre la trajo de regreso a Nicaragua en 1999.
Estando en el país Aracely no logró encontrar un empleo que le permitiera sacar adelante la
rehabilitación de su hija y fue así como ambas decidieron echar a andar un taller de costura.
Con una liquidación que obtuvo de su último empleo y un préstamo que gestionó a través de Los
Pipitos en la Caja Rural (Caruna), Aracely logró comprar una máquina de coser y le enseñó a su
hija sobre costura. Así en el porche de la casa ambas iniciaron el pequeño negocio.
Ambas han logrado hacer crecer el taller. Hoy tienen cinco máquinas y generan el empleo
familiar y durante épocas, como diciembre, crean cinco empleos adicionales.
Jennifer tiene destreza en los cortes y medidas. La idea es que cuando finalice la secundaria,
estudie moda y diseño para potenciar el negocio, pero admite que para eso deberá superar
barreras impuestas por la sociedad y la carencia de políticas de financiamiento para personas
con discapacidades en Nicaragua.
"Las personas con discapacidad tenemos muy pocas oportunidades, porque las puertas se cierran sin
antes darnos la oportunidad de demostrar de qué somos capaces, incluso en los negocios”.Herty
Ismael García, discapacitado emprendedor.
LA PRENSA/JORGE TORRES