La división de las infancias, la máquina de etiquetar. Graciela Frigerio

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    La divisin de las infancias: la mquina de etiquetar1

    Graciela Frigerio. Investigadora y directora de proyectos del Centro de Estudios Multidisciplinarios(Buenos Aires, Argentina).

    Lorsquon veut changer les murs et les manires, il ne

    faut pas les changer par des loisMontesquieu, Lesprit des lois, 1748

    El rbol del menor

    1Estas notas retoman el informe que presentamos a la GUGGENHEIM Foundation y que diera lugaral libro G. Frigerio: La divisin de las infancias Ensayo sobre la enigmtica pulsinantiarcntica, que public del estante editorial en el 2008.

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    El rbol del menor

    Llamaremos rbol del menora la imagen que hallamos2en un antiguo archivo y queincluimos en portada; la misma seala claramente una oferta filiatoria. Puede decirsede ella que propone y expresa una desafiliacin de lo comn, produce efectosimblico, resulta estructurante y terriblemente eficaz en su trabajo y sealar ymarcar, a algunos nios, como nios no como los nios.

    Para los nios sin adjetivos descalificantes-, aquellos para los que el origenraramente se significar como condena, las representaciones de los adultosreservaron la idea de una familia lo suficientemente buena,3el espacio escolar, unimaginario, un orden simblico cristalizado y probablemente ilusorio, pero conefectos concretos en las vidas reales, en el cual hijos y alumnos sera la mejorsntesis de su identidad.

    Para los nios no como los nios los adultos construyeron discursos y prcticas enlas que se plasm una ambigedad. Bajo el discurso de la filantropa, la caridad, o elfuturo del pueblo, que aluda al cuidado de los nios adjetivados, se ejercan y

    ofrecan prcticas relacionales afines al principio re-educador (en muchos casos noexento de crueldad o sadismo). Lamentablemente en algunos territorios laadjetivacin persevera y las prcticas que de ella se deducen tambin.

    Los discursos, por supuesto, tuvieron y tienen efectos concretos en las vidas realesde los nios concernidos por la manera de ser nombrados y puede el lector imaginarsin dificultad las ulterioridades de los adjetivos calificativos descalificantes (pobres,amorales, anormales, hurfanos, en peligro, peligrosos, excluidos, marginales, uotros equivalentes). Nos preguntamos (no sin inquietud): caratular a los niosexpresara el intento de control de aquello que es desconocido e inquietante para losadultos?

    Sostendremos que el nio como extranjero, como alteridad radical, puede atraer enlos adultos los fantasmas de lo temible, lo desconocido no controlable y no pensable,por ello fcilmente ocupa el lugar de objeto malfico4 cuyo etiquetamiento y

    2Patronato Nacional de Menores, Revista Infancia y Juventud, n 1, 1936 (Biblioteca Especializaday Centro de Informacin Bibliogrfica y Documentaria Dr. Jorge Eduardo Coll). Leyendas a la izquierda del rbol: Tribunales de Menores Defensoras Libertad vigilada

    Diversiones pblicas (teatro, cine) Sistemas de proteccin con personal educativo Minoridad en las leyes civiles Polica/ Municipalidades Ciudad y campaa. Leyendas a la derecha del rbol: Instituciones tutelares pblicas Instituciones tutelaresprivadas Trabajo Deporte, aire y sol Desarrollo psico fisiolgico Normales Anormales Tendencia al vicio y al delito Publicaciones (novelas, revistas, diarios).

    Leyenda al pie del rbol: Abandono moral y material.3 La nocin de suficientemente buena ha sido creada por el psicoanalista D. Winnicott, para hacerreferencia a un modo de ejercicio de la funcin materna.4Para el psicoanlisis esta nocin remite a todo aquello que representa para el psiquismo lo informe,lo irrepresentable, lo inaceptable, lo que puede enloquecer, lo que se opone al todo poder y alnarcisismo ilimitado, lo que es catalogado como amenaza por que recuerda la finitud. Remitiendo auna violencia originaria que es necesario exorcizar la hace reaparecer la violencia, el objeto malficocarga con la representacin de aquello que, por que temible, es necesario confinar. Al respectosugerimos los trabajos de Eugne Enriquez, su tesis doctoral: De lhorde lEtaty su trabajo recientepublicado en la RFP, Tomo LXX, octubre 2006.

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    confinamiento oficia de proteccin. Por qu algunos nios cargan con larepresentacin de objeto malfico y otros estn liberados de dicha depositacin?

    La divisin de las vidas: precisiones conceptuales

    Alcanza con caminar por las calles, la divisin de las vidas est a la vista para todo

    aquel que no quiera escudarse en una negacin tranquilizadora. Pero elegimosincorporar aqu otras imgenes, las que ilustran el punto de partida de la divisin delas vidas, es decir la particin de las inscripciones genealgicas.

    La primera sigue la tradicin inaugurada5hace siglos para los sujetos inscriptos enuna historia familiar6. La segunda, transcripta del material de archivo encontrado,expresa casi sin necesidad de comentario alguno, la inscripcin propuesta. Veamosel contraste:

    5 rbol genealgico: graficacin en la que se inscriben las generaciones. rbol de la vida, una deformas del rbol del amor organiza una ordenacin (a tomar aqu en el sentido no slo de

    organizacin, sino de pertenencia a una orden o reconocimiento en una orden se expresa en elrbol de consanguinidades. En el Decretumde Graciano as como en otros libros cannicos aparecengraficaciones que ponen a los antecesores lejanos, del hombre que ocupa el tronco de la grafica,dispuestos en ramas altas, y las generaciones ms nuevas, los descendientes, en las ms bajas. Laimagen del rbol fue institucionalizando con el correr del tiempo, aquello que en su inicio solo laevocaba.Stirps y ramusculi(tronco y ramas) se volvieron maneras usuales de trazar los stemma deconsaguineidad, expresin de la pertenencia, signo de identidad ostentado, que presentaba acualquier observador la genealoga del sujeto.6A propsito de la cual sugerimos la lectura de la obra de P.Legendre. En particular, el libro llamado:Lecciones IV: el inestimable objeto de la transmisin. Espaa. Siglo XXI, 1996.

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    Un clivaje -si no una fractura- es observable: las vidas de los pequeos estndivididas. Una frontera se consolida entre aquellos que son llamados simplementenios y aquellos a los que se identifica como menores, es decir a los quehabindoseles expropiado de la ficcin jurdica que en el derecho se asigna a unsujeto de poca edad, han aplicado prcticas de minorizacin.

    Llamaremos prcticas de minorizacin, a las que niegan la inscripcin de lossujetos en el tejido social, las que constituyen en las infancias, un restoy, lasque ofrecen a las vidas no el trabajo estructurante de la institucionalizacinsino la institucionalizacin de las vidas daadas.7

    Por trabajo estructurante de la institucionalizacin comprendemos aquelque hace de todos sujetos de la palabra: pares y socius. Trabajo cuyaresponsabilidad, desde nuestra perspectiva, compete al Estado entendidocomo concentrado simblico8 que oficia de garante de la filiacin simblicapara todos.

    No se trata aqu de un clivaje metafrico, sino de una produccin discursiva que ha

    tenido y tiene efectos reales en vidas concretas. Clivaje claramente graficado en elllamado rbol del menor, que sintetiza todos los discursos de una poca ya pasadapero no necesariamente superada, dado que las representaciones que laestructuraron perseveran.

    Ya sealamos que la oferta filiatoria que ofrece el rbol del menor, de inscripcindesafiliada de lo comn, agreguemos que esto conlleva visualizar al otro comoerostis9 y, en tanto tal, susceptible de estar inmerso en un orden simblico que loseala como no como los otros; esa oferta encontr en demasiados territorios una

    justificacin en el discurso oficial entendido como un poderoso dispositivoclasificatorio. Interesa aclarar que la nocin discurso oficial no se restringe a losdiscursos producidos para evocar, en cambio, el discurso oficial de llamadas ciencias

    y disciplinas que declaran lo normaly estigmatizan a los supuestos desviantes.El clivaje, los fantasmas que en el territorio de los nios y en el de los menoreshicieron su reinado, conciernen y afectan por igual a unos y otros. Y es justamenteen el contraste, en lo binario de la ecuacin, que la vida de los nios tena queencontrar su etiqueta.

    Menor? No cualquier etiqueta

    Presente en las teoras del derecho y en la filosofa desde los comienzos de ambasconstrucciones tericas, la nocin da a ver y pone de manifiesto una significacin

    7Expresin que debemos a una particular traduccin de Eugne Enriquez en su artculo publicado porla Revista de la APF, de octubre del 2006 sobre Linstitution de la vie mutile (in N4 Psychanalyseet institutions Tome LXX) Francia 2006, que nos permite remitirla a la produccin filosfica deTheodor Adorno a la que refiere Enriquez.8Seguimos aqu las lecciones de Pierre Legendre. (En bibliografa general)9Apelacin que en su origen designaba a los que se consideraba opuesto a la gente como uno, alque se le adjudicaba una potencial peligrosidad que justificaba su exclusin y aislamiento.

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    mvil que transforma al menor de edad, categora jurdica que concierne a todos losnios con independencia de su origen, en un menor, nocin que carga con lasrepresentaciones de una infancia adjetivada, que se ha podido leer, a lo largo de lostiempos, bajo distintos nombres que responden a un orden clasificadorque aplica sintapujos una mquina de etiquetar.

    Este orden clasificadorprocede a una operacin particular, dado que unifica las dosvertientes interpretativas de la ley: la de proteccin y la sancin y castigo. En elmarco de las teoras de la minoridad, proteccin y castigo son dos caras de la mismamoneda: se castiga/ encierra para proteger la infancia en peligro material o moral.Con la caracterstica particular que lo que se sancionara no sera un delito, una faltao un crimen, sino un origen social, un estado de situacin, una presuncin depotencial delictivo (asignacin de peligrosidad pre-delictual), en los cuales la gestinpunitiva de la pobreza hizo y hace de punto de partida y horizonte.

    Apreciamos cada vez ms la necesidad de poner en palabras las tensiones,alejarnos de interpretaciones que no permiten poner de manifiesto la contradiccinentre los propsitos que se expresan en la produccin del derecho positivo y elderecho consuetudinario. Las prcticas polticas e institucionales concretas parecenestar an ms habitadas por el segundo que definidas por el primero.

    Esbocemos una hiptesis: los nuevos cuerpos normativos fundados en laConvencin internacional de los Derechos del Nio, que afectan a los pequeos, nolos afectan por igual, segn se hallen de un lado u otro de la frontera que losdistingue como nios o minorizados.

    En lo que concierne a estos ltimos la reciente produccin normativa se inscribesobre un fondo de ideologas des-subjetivantes de larga data, propias a un ordensimblico cuyos sentidos an perseveran y de cuya carga imaginaria las institucionesde la proteccin a la infancia y las prcticas no se han an desmarcado totalmente.

    Inquietudes, preguntas e hiptesis

    Qu se nos significa como preocupante? Lo que persevera en el registro simblicoy en el universo imaginario que habita en los adultos acerca de las infancias y que noparece haberse conmovido sustancialmente con los cuerpos normativos que a sumodo marcaron hitos en la historia legal.

    Algo poco conmovible se obstina en perseverar en las polticas y en no pocasprcticas institucionales10 en las que se encarnan los restos simblicos derepresentaciones arcaicas - mecanismos primarios de funcionamiento del aparatopsquico de los adultos- y ancestrales -representaciones sociales de losantepasados, que incluyen varias generaciones y distintas normativas-. Acerca delas cuales corresponde hacerse preguntas incmodas e hiptesis poco gratas.Comencemos entones por el final.

    10As puede constatarse en numerosas investigaciones e informes de los ltimos aos que llev acabo el equipo del CEM.

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    Cuales son algunas de las preguntas que nos hacemos? El listado est lejos de sercompleto. Veamos algunas:

    Qu del ncleo vivo de lo infantil se puso y se pone en juego y de manifiestoen las prcticas desplegadas hacia los nios adjetivados, vctimas del ordenclasificador? Podra pensarse que all estn concernidos afectos que en

    ocasiones hacen y dan lugar a actividades reparatorias, y en otros casos seenmascaran aspectos vinculados a afectos menos confesables, como el odioa los nios?11Por qu, al considerar a un nio la dupla deseado /no deseadoha adquirido (bajo distintos nombres) el efecto de una clasificacin? Qu setramita entre adultos cuando se trata de pensar y trabajar con nios? Si cadanio se significa en un espejo en el que los adultos creen reconocer algunosde sus rasgoscuando estos son insoportables porque provocancimbronazos identitarios: tienden los adultos a atacar el espejo? Tiendenlos adultos a obtener beneficios secundarios de la divisin de las vidasquesus discursos y prcticas promueven y sostienen?

    Debera indagarse entonces: Qu se pone en juego de la propia infancia noresuelta, cada vez que un adulto trabaja con nios? Qu, de este mundo noelaborado, dicta sus posiciones en las polticas?

    Qu ocurre con los nios sometidos a las figuras internalizadas de losadultos que adquieren la forma de supery despiadados o su contracara,superydesdibujados? En qu esto afecta la relacin con la Ley? Cual hasido la relacin con esa Ley estructurante de los adultos que legislan sobre lavida de los nios? Qu se deposita en los nios y adolescentes? Quhace obstculo a la hospitalidad12 de vida y debida13 a las nuevasgeneraciones? Qu impide considerar a las infancias sin adjetivosdescalificantes? Qu impulsa a dividir las vidas, decidiendo anticipadamente

    que estos ser los filiados y herederos y aquellos des-afiliados y sin parte?14

    11 Al respecto recomendamos la lectura de la revista psicoanaltica, Penser/Rver que albergaenfoques multidisciplinarios en su nmero dedicado en particular a: La hane des enfants. (N4)Mercure de France, Francia, 2004.12 Concepto que Jacques Derrida resignific y que fue objeto de nuestro anlisis en trabajosanteriores. Al respecto Skliar y Frigerio (comps): Huellas de Derrida. Del estante editorial. BuenosAires, 2005.13Adoptamos estas expresiones a partir de dos definiciones que hemos explorado en investigacionesanteriores, la de deuda de viday deuda debida. Deuda de vida: concepto que tiene otros modos denombrarse y antecedentes en distintas disciplinas, pero que para el psicoanalista Pierre Kammererpuede sintticamente precisarse en los siguientes trminos: Responsabilidad de solicitud, institucinde las prohibiciones fundantes que constituyen al sujeto y transmisin de lo necesario para que el otro

    pueda ser parte de la sociedad. (Kammerer, Pierre. Adolescents dans la violence. Francia, Gallimard,2000).Deuda debida: concepto trabajado por el equipo del centro de estudios multidisciplinarios que insisteen sealar que compete al Estado y a los gobiernos que lo ocupan hacerse responsable de ladistribucin que asegure a todos los nios, nias y adolescentes, que por efecto de las polticas hanperdido a los adultos protectores, los que se encuentran impotentizados para cumplir con la deuda devida, una vida digna. Una poltica distributiva hecha bajo la forma del ejercicio de un derecho: el de serparte, formar parte, tener parte. Esto es una poltica que renuncie a toda prctica que persevere en nomodificar las condiciones de existencia, hacindolas solo parcialmente sobrellevables.14Expresin que tomamos del filsofo Jacques Rancire.

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    Qu hace que la sociedad admita que las polticas reserven para unos,identidades y un lugar en el rbol genealgicoy para otros, el estereotipo deun identikit policialy un lugar sin nombre en el rbol del menor? Habr en elmundo interno de los adultos un universo fantasmtico e inconsciente que, ala hora de trabajar con los nios, se pone en juego a expensas del sujeto?

    Qu hiptesis pueden esbozarse? Mencionemos solo algunas:Los nios han solicitado, producido, generado en los adultos, sentimientos yposiciones no exentas de contradiccin y ambigedad.15 Amor y odio estnpresentes en los adultos y en las polticas.

    El polo que da trmite al odio hacia los nios, que en consecuencia, pasan aser tratados como objetos malficos, ha encontrado, en la produccinnormativa y en las representaciones que sobre ella se han ido acumulando ycondensando, un portador, un chivo expiatorio, un depositario, que permiteadjudicar a las normas lo que no es sino efecto de jurisprudencia, es decirresultado de prcticas y polticas.

    Si las instituciones responden a la necesidad de exorcizar la violenciaoriginaria16propia de las pulsiones arcaicas, esta violencia reaparece en lasprcticas de aquellas instituciones en las que se deriva o deposita lointratable.

    Algunas leyes devenidas paradigmticas cargan con una demonizacin (queomite los matices de las prcticas que bajo su tutela se desplegaron). Sehabra trasladado la misma representacin de objeto malficoque soportaronno pocos menores, de ellos a las normas. Operacin que permitira a losadultos mantener una fingida inocencia acerca de sus prcticas, las que sesostendran en una denegacin de su participacin en la expropiacin de

    subjetividades de las que fueron objeto no pocos nios.A la vez y de manera compensatoria, se dotara a los nuevos cuerposnormativos -inscriptos en los paradigmas de la Convencin- de todas lasvirtudes que protegeran a los nios de cualquier connotacin que losremitiera al campo de la minorizacin. Esta operacin requiere sostener unainversin en la idealizacin de una norma, sin indagar acerca del lugar deproductores de efectos de los las polticas y de los adultos.

    15Por ello los discursos, polticas, instituciones y prcticas que hacia ellos se despliegan, testimonian

    de sentimientos contradictorios. En trminos ms amplios, puede pensarse que ciertas institucionesse han hecho cargo a lo largo de la historia (y en cada ocasin con matices) de tensar la ambigedaddel afecto hacia los recin llegadosy tomar a su cargo las prcticas que traducen uno u otro polo deesa tensin (amor u odio). A su vez no debe ignorarse que en cada institucin, con independencia delorden simblico instituido, se desplegaron y se despliegan, prcticas matizadas, mestizadas, quehacen que convivan en los mismos territorios institucionales micro polticas y prcticas des-subjetivantes y subjetivantes.16Enriquez destaca que el origen de las instituciones debe hallarse en la necesidad de los hombresde vivir en paz, necesidad que se sostienen justamente en un cierto saber acerca de todo lo que,desde el mismo hombre ataca a esa necesidad.

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    Las palabras no son sin consecuencias. Una manera de nombrar, nunca deja deproducir un efecto poltico y un efecto subjetivo. Por ello podemos afirmar que laspalabras sin ser todopoderosas17estn lejos de ser neutras. Son los hacedores decotidianeidad los que hacen de las palabras, palabras habilitantes ocondenatorias.

    Sabemos que en la instituciones no slo se interpretan las leyes escritas yaprobadas por otros, volvindolas as tan propias como diferentes de las de susescribas, sino que se crean, da tras da, modalidades normativas que hacen leyesno escritas pero vigentes.

    De este modo sera importante reconocer que, en las instituciones, hacer leyes ysentar jurisprudencia est en buena medida a cargo de profanos es decir de susactores concretos, en el desempeo de sus oficios y profesiones.

    Esta perspectiva, que no se propone disminuir la responsabilidad de legisladores yjuristas, intenta sealar que las leyes son algo ms, que se vuelven otra cosa, queproducciones de una nica fuente, de interpretacin unvoca, y de aplicacin directa.

    La responsabilidad frente a los aconteceres debe entonces distribuirse: los cuerposnormativos aportan sus cercos cognitivos, los actores agregan los propios, seinstalan en los intersticios, eventualmente generan normas ms estrictas que las delos cuerpos jurdicos sancionados y adems pueden producir contra- normas tanperformativas como las leyes de los cdigos.

    Las producciones tericas operan como corpus juris, y en este sentido tienen losmismos avatares.

    Importa destacar que detrs de cada opcin del actor (poltico, social, institucional),se halla un sujeto que puede actuar como preso o rehn de su tiempo, permaneceratrapado del circunstancial paradigma en vigencia, conformarse con lo polticamente

    correcto de cada poca, o bien dar lugar, expresar y bregar por la institucionalizacinde otras realidades.

    As el imaginario fullero de una poca no inhibe totalmente la accin de sujetosportadores de un imaginario motor. Los totalitarismos no ahogan todo deseoemancipatorio y las instituciones totalizantes, ocasionalmente, producensubjetividades no resignadas. En algunas circunstancias excepcionales pero no tantocomo para ser ignoradas, algunos sujetos encontraron en la opcin que se lesofreca, un modo de ser protegido sin pagar el costo de un secuestro subjetivo18nisometerse al pago de la subordinacin.

    Haremos la siguiente hiptesis: no fue slo la etiqueta, la designacin del otro como

    menor (an con la carga negativa con la que se lo construy), lo nico quetransform a muchas vidas en vidas daadas. Fue sin duda la designacin y lasleyes de poca tanto como la complicidad de adultos complacientes,confortablemente instalados en teoras que oficiaron de creencias y se transformaronen una suerte de fe que no se poda cuestionar sin volverse hereje, adultos que no17Solo lo son en el pensamiento mgico.18A propsito de estas nociones sugerimos consultar a Dobn, Juan e Rivera Beiras, Iaki (comp). Lacultura del riesgo. Derecho, filosofa y psicoanlisis.Buenos Aires. Ediciones del puerto. 2006.

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    han dudado de aplicar la mquina de etiquetar a favor de conservar beneficiossecundarios. Se tratar entonces de estar atentos para que bajo otros paradigmasno se repita la escena? Habra que anoticiarse que la produccin discursiva de lopolticamente correcto no pone a nadie a salvo del ms de lo mismo.

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    Sugerencias acerca de algunos con quienes interesa conversar(Suele llamarse a esto: bibliografa)

    Cornelius Castoriadis19que hace del cruce entre filosofa poltica y psicoanlisis laocasin de ofrecer elementos para comprender el funcionamiento de las sociedades.Debemos a Castoriadis la comprensin del modo en que los ordenes simblicos,nunca despojados de un imaginario, sobreviven como restos, afectando las nuevas

    arquitecturas. Tambin el sealamiento que no hay institucin sin sujeto ni sujeto sininstitucin.

    Eugne Enriquez20 y Guy Rosolato21 quienes, en lnea con la produccinpsicoanaltica reciente,22 proponen revisitar las nociones y ponerlas a trabajar demanera exploratoria en el territorio de otras disciplinas. Estos autores que trabajansobre la teora freudiana, aportan una mirada clnica a los modos de funcionamientode la sociedad y las instituciones. No se trata para ellos de aplicar los conceptospsicoanalticos sino de explorar con ellos la produccin subjetiva y sus efectosobjetivables; e indagar, en lo objetivable del mundo externo, las razones y sinrazonesque habitan en el mundo interno de los actores e intervienen en las construccionespolticas. Estos autores aportan una manera particular de comprender laextranjeridad, una lectura del modo en que la historia no ha dejado de producir entrelos hombres, a los sacrificables; destacan tambin la importancia del trabajosublimatorio (y en consecuencia nos llevan a revisitar la nocin de pulsin) que hacea la cultura; las ambigedades y contradicciones de la inversin de afectos queafecta las relaciones institucionales. Estos son algunos de los conceptos con los que

    19 Nos referimos en particular a: LInstitution imaginaire de la socit (1975); Les carrefours dulabyrinthe (I)(1978) ; Les carrefours du labyrinthe. Les domaines de lhomme(1986); Les carrefoursdu labyrinthe 3. Le monde morcel(1990); Les carrefours du labyrinthe 4. La monte de linsignifiance(1996); Les carrefours du labyrinthe 6. Figures du pensable (1999). Sujet et verit. La cration

    Humaine. (2002). Francia. Todos editados por Seuil.20 Son numerosos los trabajos de Eugne Enriquez que nos han llevado a prestar atencin acuestiones que hacen a este trabajo, desde su tesis de doctorado De la Horde lEtat hasta sureciente compilacin: Dsir de penser / peur de penser, Parangon. Francia, 2007.21Guy Rosolato. Ensayos sobre lo simblico. Barcelona. Anagrama, 1969. Y tambin: Guy Rosolato.El sacrificio. Estudio psicoanaltico. Nueva visin, 2004.22 Nos referimos al grupo de J. Laplanche et J-B. Pontalis, entre otros, parte de su trabajo sobreproblemticas y cuestiones que hacen tanto a la vida de los sujetos como a la actualidad de nuestrassociedades se expresa en la revista Penser/ Rver dirigida por Michel Gribinski (Ed. Mercure deFrance).

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    salimos a leer los discursos, a mirar las representaciones e interrogar las prcticas ysus efectos en los sujetos.

    Jacques Derrida; cuyos escritos23 a propsito de la hospitalidad, la justicia y losarchivos nos vuelven pensables momentos y procesos histricos de la problemticaArgentina. Debemos en especial a Derrida, la nocin de arkh/archivo, que conlleva

    la de pulsin anti-arcnticanos parecen verdaderos aportes a la hora de pensar.Pierre Legendre,24autor situado en un carrefour disciplinario en el que convergenteoras del derecho, aportes del psicoanlisis, la antropologa dogmtica y la historia.Debemos a Legendre la nocin de Estado como garante de la filiacin simblica, unacomprensin de las instituciones como textos (y de los textos como formas deinstitucionalizar) y una resignificacin del principio genealgico.

    Jacques Rancire,25cuya filosofa extra muros vuelve visible a los sin partey ofreceelementos para analizar los modos en que se instala la divisin de las vidas.Debemos a Rancire la posibilidad de recordar y reactualizar la nocin de igualdadcomo punto de partida, para comprender mejor los dispositivos que obran en la

    divisin de las vidas.

    23 Entre los cuales destacaremos: Schibboleth (1986); Du droit la philosophie(1990); Donner letemps(1991); Politiques de lamiti(1994); Force de loi(1994); Mal dArchive (1995). Francia. Todoseditados por Galile.24 Hemos particularmente analizado, de su voluminosa obra, ordenada en textos que reciben elnombre de Lecciones, las: Leons I: La 901e Conclusion: Etude sur le thtre de la Raison,(1998);Leons VI:Les enfants du texte. Etude sur la fonction parentale des Etats(1992); Leons VII. Le dsirpolitique de Dieu. Etude sur les montages de lEtat et du droit(1988); y De la socit comme Texte:linaments d une anthropologie dogmatique(2001). Francia. Todos editados por Fayard,25Jacques Rancire, filsofo contemporneo que ha trabajado sobre los archivos obreros: (La nochede los proletarios: The Nights of Labor: The Worker Dream in NIneteenth-CenturyFrance.1989Temple University Press. Las cuestiones vinculadas al pueblo, las mayoras y los sin parte (alrespecto ver Short voyages to the land of the People en 2003, ISBN 0804736820; Aux Bords dupolitique. Osiris, Francia, 1998; Y en numerosas obras, la ltima de las cuales La hane de lademocratie. La fabrique, Francia 2005, se ha ocupado de pensar la democracia. Su libro El maestroignorante. Cinco lecciones de emancipacin intelectual, traducido y publicado por Laertes, Espaa,2004, (The ignorant Schoolmaster, Stanford University Press (1991) da cuenta del modo en que sedividen las vidas. Otras de sus obras, retoman esa problemtica (Es el caso de Partage du sensible).Finalmente su obra El desacuerdo(La mesentente. Galile, 1995)