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La Doctrina de La Trinidad - Revista Berit Olam

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RESUMEN

“Desarrollo histórico de la doctrina del Espíritu Santo en la Iglesia

Adventista” – Las primeras décadas de la Iglesia Adventista estuvie-ron caracterizadas por el desarrollo y la consolidación de su sistemadoctrinal. La comprensión de la doctrina de la Trinidad atravesó porun largo proceso de escrutinio, rechazo inicial, debates acalorados yaceptación posterior. La doctrina del Espíritu Santo se desarrolló en

el contexto de las discusiones antitrinitarias iniciales, y luego de lacomprensión cabal de la eternidad de Cristo. Este trabajo presenta lahistoria del desarrollo de la doctrina del Espíritu Santo en el contextode esas primeras décadas marcadas por las discusiones acerca de laTrinidad.

Palabras clave: Espíritu Santo, historia de la Iglesia Adventista, anti-trinitarianismo, cristología, Deidad

ABSTRACT

“Historical development of the doctrine of the Holy Spirit in the

Adventist Church” – The first decades of the Adventist Church werecharacterized by the development and consolidation of its doctrinalsystem. The understanding of the doctrine of the Trinity went througha long process of scrutiny, initial rejection, intense debates and sub-sequent acceptance. The doctrine of the Holy Spirit was developed inthe context of initial antitrinitarian discussions and then of the com-plete understanding of the eternity of Christ. This paper presents thehistory of the development of the doctrine of the Holy Spirit in thecontext of the early decades marked by discussions about the Trinity.

Keywords: Holy Spirit, History of the Adventist Church, antitrinitaria-nism, Christology, Deity.

Berit Olam 10:2 (2013) 28-43 / ISSN 2305-5588

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Dentro de esta misma tradición teológica se ubicaba JosephBates, que pertenecía a la Iglesia Cristiana. Sus padres pertenecían aotra congregación, pero Bates afirma que no se unió a ella porque

“había algunos puntos en su fe que no podía comprender”. Entreotros, Bates menciona: “Su modo de bautismo y la doctrina de laTrinidad”.10 Jaime White, al igual que Himes, pertenecía a la “Conexióncristiana”. Elder D. E. Robinson, que estaba estrechamente vinculadocon la familia White, declaró en una entrevista que Jaime White “nun-ca había aceptado la doctrina de la Trinidad”.11

Actitud de los pioneros adventistas hacia

la doctrina de la Trinidad El ambiente teológico en el que se formó el movimiento ad-

ventista era muy crítico hacia la doctrina de la Trinidad. El mundoprotestante se debatía en medio de una gran polémica con respectoa la naturaleza de la Divinidad. Muchas iglesias congregacionalistasen Nueva Inglaterra eran unitarias. El resultado de estos debates in-fluyó profundamente en los primeros escritores adventistas. Esta ten-

dencia de rechazar la doctrina de la Trinidad es justificada por uno delos escritores adventistas, cuando dice: “Las Escrituras enseñan abun-dantemente la preexistencia de Cristo y su divinidad; pero callan ab-solutamente con respecto a la Trinidad”.12

Entre los primeros escritos de los fundadores de la Igle-sia Adventista se encuentran pocas referencias a la pneumatolo-gía, y siempre que lo hicieron fue en relación con la doctrina de

la Trinidad, un aspecto debatido de su teología. En las primerasdécadas se le prestó mayor atención a las “nuevas” doctrinas deladvenimiento, el sábado, la expiación y las profecías. Su posicióncontraria a la elaboración de credos ayudó a que se pospusieran

10Joseph Bates, Autobiography of Joseph Bates (Washington, DC: Review andHerald, 1927), 230.

11Jaime White, “Mutual Obligations”, The Advent Review and Sabbath Herald,

6 de junio de 1871, 196.12J. H. Waggoner, The Atonement: An Examination of a Remedial System in the

Light of Nature and Revelation in Two Parts (Oakland, CA: Pacific Press, 1884), 164.

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las fricciones con respecto a los asuntos no resueltos del aparatodoctrinal.

La atmósfera teológica que se respiraba entre los pioneros

adventistas, sin embargo, era muy contraria a la doctrina de la Trini-dad. En un artículo de J. B. Frisbie, publicado en uno de los primerosnúmeros de Advent Review and Sabbath Herald , se expresa que la doc-trina de la Trinidad era un producto de la filosofía pagana. Despuésde citar un artículo de fe del Catecismo Católico y el credo del me-todismo con respecto a la Trinidad, afirma: “Todas esas ideas calzanbien con las filosofías paganas”.13 J. M. Loughborough también ela-bora tres argumentos en contra de la Trinidad: “Primero, es contraria

al sentido común. Segundo, es contraria a las Escrituras. Finalmente,su origen es pagano”.14

Algunas causas del rechazo de la doctrina de la Trinidad

En un artículo titulado “Un Dios”, A. J. Dennis menciona queuno de los argumentos para rechazar la doctrina de la Trinidad esel lenguaje que contienen los credos trinitarios. Específicamente,

menciona una contradicción de términos, cuando hablan de trespersonas en una sustancia, poder y eternidad.15 Por otro lado, D. M.Canright no puede conciliar la idea de un Dios pero en tres perso-nas: “Cada argumento de los trinitarios que afirma tres Dioses comouna persona, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, todosellos una sustancia, y cada uno igual al otro, y los tres forman uno,se contradice a sí mismo, contradice la razón y contradice la Biblia”.16 

En un artículo, James White acusa a los “espiritualizadores” de “espiri-tualizar” la existencia del Padre y del Hijo, como dos personas distin-

13J. B. Frisbie, “The Seventh-day Sabbath not Abolished”, The Advent Review

and Sabbath Herald, 28 de febrero de 1854, 50.14J. N. Loughborough, “Questions answered”, The Advent Review and Sabba-

th Herald, 5 de noviembre de 1861, 184.

15A. J. Dennis, “One God”, The Signs of the Times, 22 de mayo de 1879, 162.16D. M. Canright, “The Personality of God”, The Advent Review and Sabbath

Herald, 29 de agosto de 1878, 73.

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por el uso que los pioneros hacían del pronombre neutro “It” parareferirse a él.31

D. M. Canright fue uno de los pastores adventistas que se pro-

nunció más enfáticamente contra la personalidad del Espíritu Santo.El título de su artículo, publicado en Signs of the Times, habla por símismo: “El Espíritu Santo no es una persona, sino una influencia queprocede de Dios”.32 Este artículo es particularmente interesante, por-que nos da una idea de los argumentos con los que se oponían aconsiderar al Espíritu Santo como una persona:

1. Nunca se habla en las Escrituras del Espíritu Santo como perso-

na, ni tiene un trono, como el Padre y el Hijo.2. Nunca se indica que se debe adorar al Espíritu Santo, como se

lo hace con el Padre o el Hijo.3. No se indica que haya devoción o amor entre el Espíritu Santo y

las demás personas de la Divinidad, tal como se indica entre ellos.4. Una persona no puede ser “derramada”.

En este último sentido, T. R. Williamson afirma que, “si el Espíri-

tu Santo fuera una persona, ¿cómo pudo haber existido 120 EspíritusSantos, o cómo podrían haber tantos llenos con una persona?”33 Esteautor concluye: “El Espíritu Santo, o Espíritu, es sencillamente una in-fluencia de Dios, una manifestación de su poder, que permea todo eluniverso [...]”.

Urías Smith agrega algunos argumentos más en contra de lapersonalidad del Espíritu Santo: siempre que el Espíritu aparece en

forma corporal, lo hace mediante símbolos, como lenguas de fuego,una paloma, una lámpara, y esto muestra que el Espíritu no tiene unapersonalidad propia.34

31Smith, 590.32D. M. Canright, “The Holy Spirit no a Person, but an Influence Proceeding

from God”, Signs of the Times, 25 de julio de 1878, 218.33T. R. Williamson, “The Holy Spirit, Is It a Person?” The Advent Review and

Sabbath Herald , 13 de octubre de 1891, 664.34Uriah Smith, “In the Question Chair”, The Advent Review and Sabbath He-

rald, 23 de marzo de 1897, 188.

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Redescubrimiento de la doctrina de la Trinidad

Tan pronto como llegó el año 1876, un escritor se refirió a las

tres personas de la Divinidad como actores en la resurrección de Cris-to: “Algunos pueden sorprenderse al encontrar que, en algunas ins-tancias, la resurrección es atribuida a Cristo mismo, al mencionar quesu mismo poder lo resucitó. En otros lugares, el poder es atribuidoa Dios el Padre. Pero nuevamente leemos que Cristo fue resucitadopor el Espíritu Santo. Todas estas menciones son verdaderas”.35  Sinembargo, durante los siguientes 50 años casi no hubo una afirmaciónde la Trinidad.

Hacia fines de la década de 1880, el debate acerca de la jus-tificación por la fe trajo un renovado interés por estudiar la personay la obra de Cristo. Esto condujo a vislumbrar a Cristo desde unanueva perspectiva. Pronto hubo varios que comenzaron a creerque Cristo es igual al Padre en naturaleza. De hecho, E. J. Waggoneraseguraba que una concepción más exaltada de la obra de reden-ción de Cristo demandaba una concepción de su Ser como partede la Deidad. Insistía en que Cristo es “igual a Dios, con todos sus

atributos”.36

A comienzos de la década de 1890, Lee S. Wheeler afirma que“es notable que, en [Efesios 4:4-6] y muchos otros textos de las Escri-turas, el Espíritu es mencionado como alguien distinto del Padre ydel Hijo”.37 Aquí se puede percibir un tímido intento de afirmar la Tri-nidad. Al año siguiente, se publicó un panfleto de 14 páginas titulado“The Bible Doctrine fo the Trinity”. En realidad, era un artículo reim-

preso de Samuel T. Spear, un bautista trinitario.

38

 En 1899, Alonzo T.Jones manifestó claramente su creencia en la doctrina de la Trinidad:

35N. Downer, “The Power of the Holy Ghost”, The Advent Review and Sabbath

Herald , 6 de abril de 1876, 11.36E. J. Waggoner,  Christ and His Righeousness  (Oakland, CA: Pacific Press,

1890), 44.37Lee S. Wheeler, “The Communion of the Holy Spirit”, The Advent Review and

Sabbath Herald , 21 de abril de 1891, 244.38Samuel T. Spear, “The Bible Doctrine of the Trinity”, Bible Student’s Library, 

panfleto número 90.

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sonalidad de la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.43 En elmismo artículo afirma que el Espíritu Santo es “la tercera persona dela Divinidad”. En un artículo publicado en abril de 1900, bajo el título

“Blended Personalities” [Personalidades estrechamente unidas], sehace la siguiente afirmación: “Permítanme mostrarles, amados, cuánmaravillosamente unidas están las personas del Dios triuno, manifes-tadas por la presencia personal del Espíritu Santo”.44

El proceso de maduración de esta creencia llega a su puntoculminante en 1913. En ese año, el editor de la Adventist Review, el Pr.Francis M. Wilcox, publicó un resumen de las creencias fundamenta-les de la Iglesia Adventista. Introduce su resumen con estas palabras:

“Para beneficio de los que desean conocer más detalladamente lascreencias cardinales de la fe que sostiene nuestra denominación, de-claramos que la Iglesia Adventista cree:

“1. En la divina Trinidad. Esta Trinidad está formada por el Pa-dre eterno, un ser personal y espiritual, omnipotente, omnisciente,infinito en poder, sabiduría y amor; por el Señor. Jesucristo, el Hijoeterno del Padre, por quien todas las cosas fueron creadas, y por me-dio de quien la salvación de las huestes de los redimidos será con-

sumada. Y por el Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad, elagente regenerador en la obra de la redención”.45

Este artículo demuestra claramente que nuestra Iglesia creíafirmemente en la doctrina de la Trinidad y la plena divinidad de Cristovarios años antes de la muerte de Elena de White. Es más, este resu-men de las creencias fundamentales aparece a continuación de la co-lumna semanal que Elena de White escribía para la  Adventist Review.

Dado que ella revisaba las pruebas de imprenta de cada uno de susartículos,46  lo tiene que haber leído incluso antes de que aparezcaimpreso.

43Ibíd.44The King’s Messenger, “Blended Personalities”, Review and Herald   (3 de

abril de 1900).45Francis M. Wilcox, “The Message for Today”, Adventist Review  (9 de octubre

de 1913).46Arthur L. White, Ellen G. White: The Later Elmsahven Years 1905-1915 (Wash-

ington, DC: Review and Herald Publishing Association, 1982), pp. 407, 413.

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Desarrollo histórico de la doctrina del Espíritu Santo en la Iglesia Adventista 41

La personalidad del Espíritu Santo en los escritos de

Elena G. de White

En Elena G. de White se observa la misma tendencia que en elmovimiento adventista: no aborda en plenitud la divinidad de Cristosino hasta después del congreso de Minneápolis de 1888, y la prime-ra declaración con respecto a la naturaleza del Espíritu Santo apareceen 1892. Ella escribió: “La obra del Espíritu Santo es inconmensura-blemente grande. De esta Fuente los servidores de Dios reciben po-der y eficiencia. El Espíritu Santo es el Consolador y, al mismo tiempo,es la presencia personal de Cristo en el creyente”.47 No fue hasta 1897

que Elena G. de White llamó al Espíritu Santo “la tercera persona dela Divinidad”. Ella dijo: “El príncipe del poder del mal solo podía serresistido por el poder de Dios en la tercera persona de la Divinidad,el Espíritu Santo”.48

En el libro El Deseado de todas las gentes, Elena G. de Whiteexplica más claramente su comprensión de la naturaleza y la obra delEspíritu Santo:

El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la po-

derosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba avenir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino.El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Reden-tor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritullega a ser el creyente participe de la naturaleza divina.49

El papel de Elena G. de White

Si bien Elena G. de White no escribió una sola palabra encontra de la doctrina de la Trinidad, alguien se podría preguntar porqué no corrigió a sus contemporáneos en los primeros años, cuandoreinaba una posición antitrinitaria. La respuesta incluye tres aspec-tos: el sentido de oportunidad  de los propósitos de Dios; el método 

47Recibiréis poder , 179.

48Special Testimonies for Ministers and Workers, Serie A, Número 10, 37.49Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Boise, Idaho: Pacific Press

Publishig Association, 1955), 625.

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de su obra por medio de Elena G. de White; y la relación entre laoportunidad y el método con la unidad  de la Iglesia. Parece claroque Dios tenía un orden de prioridades para el redescubrimiento

de esta verdad en nuestra Iglesia. Las instrucciones acerca de pu-blicar la verdad se dieron en la década de 1840; el llamado a la“organización de la Iglesia” vino en la década de 1850; solo dossemanas después de la organización legal de la Iglesia, Dios enviósu mensaje acerca de la reforma pro salud (1863). Quizá Dios hayaconsiderado que esta joven Iglesia podía soportar solo cierto nivelde incertidumbre y debate sin quebrar su unidad; por lo tanto,moderó la introducción de nueva luz para no sobrecargar a los

creyentes.En cuanto al desarrollo específico de la doctrina acerca de

Dios, pareciera que Dios ponderó más importante que se estudia-ran primeramente los aspectos relacionados con su carácter  y sumisión; como por ejemplo, su carácter revelado en el SantuarioCelestial y en el énfasis en la justificación por la fe. Solo enton-ces Elena G. de White abordó el asunto de la naturaleza de Dios,enfatizando la divinidad de Cristo y la personalidad del Espíritu

Santo. A su vez, Elena G. de White recién abordó la cuestión de ladivinidad y la personalidad del Espíritu Santo cuando estuvo sufi-cientemente establecida la divinidad del Hijo. La reforma en cuan-to a la justificación por la fe, que necesitaba la Iglesia Adventistaen su momento, hizo que se centrara primero en la divinidad deCristo, para recién después abordar la divinidad y la personalidaddel Espíritu Santo.

Al analizar la secuencia cronológica de las declaraciones deElena G. de White en cuanto a la Deidad, se percibe una clara progre-sión de lo sencillo a lo complejo, revelando que la comprensión deElena G. de White creció y se modificó a medida que recibía luz adi-cional. Por otra parte, es preciso destacar que el concepto de ElenaG. de White con respecto a la Deidad se encontraba completo ya en1898, con la publicación de El Deseado de todas las gentes. A 17 añosde su muerte, ella se encontraba mental y físicamente vigorosa, en

el pico de su productividad literaria. Esto contradice rotundamentea quienes expresan que la doctrina de la Trinidad es una desviaciónque obró la Iglesia muchos años después de la muerte de la hermana

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Desarrollo histórico de la doctrina del Espíritu Santo en la Iglesia Adventista 43

White. Muy por el contrario, Elena G. de White dejó bien en claro suposición con respecto a la Trinidad 17 años antes de su muerte, ensus años de mayor lucidez.