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La escritura en la universidad. Repetir o transformar Maite Alvarado Marina Cortés Universidad de Buenos Aires En: Lulú coquette. Revista de didáctica de la lengua y la literatura, Año 1, Nº 1, septiembre de 2001. La relación entre escritura y pensamiento ha sido abordada desde distintos enfoques en los últimos 20 años por lo menos. Todos esos abordajes coinciden en que la escritura promueve procesos de objetivación y distanciamiento respecto del propio discurso, que, al material izarse y fijarse, permite una recepción diferida, en la que el escritor evalúa su propio texto desde una perspectiva más próxima a la de un lector externo. Ese descentramiento permite la revisión crítica de las propias ideas y su transformación. Por eso se ha caracterizado a la escritura como herramienta intelectual y se ha insistido en la incidencia que su interiorización tiene en la transformación de los procesos de pensamiento. Por otra parte, desde una perspectiva social, la mayoría de las investigaciones coinciden en que, para que la escritura constituya una herramienta cultural, es requisito que existan instituciones y prácticas que propicien el intercambio de textos elaborados, lo que Mijaíl Bajtín denomina "géneros secundarios", géneros escritos, que corresponden a situaciones comunicativas complejas, en las que los intercambios son formales y, en buena medida, mediados. Estos géneros demandan, para su composición y también para su recepción, habilidades y estrategias maduras de lectura y escritura, cuya adquisición y desarrollo exigen un entrenamiento sistemático y especializado. Este entrenamiento debería comenzar en la escuela secundaria y continuar en el nivel superior, que es la etapa en que los jóvenes están en condiciones óptimas, desde el punto de vista de su desarrollo intelectual y de su motivación, para encarar la lectura y la escritura de textos complejos. Sin embargo, la práctica escolar de escritura parecería obstaculizar más que favorecer el desarrollo de pericia en este terreno. En parte, puede deberse a la falta de motivación que deriva de que el único lector de los textos que se producen en la escuela sea el docente, que por añadidura jamás elegiría leer esos textos si no le pagaran por hacerla, y que lee todos de la misma manera, buscando siempre lo mismo. En clase, los alumnos se limitan a demostrar por escrito (o lo intentan) que saben lo que se les pide, y el docente se limita a evaluar el contenido de los textos que le entregan. Desde luego que el docente es consciente de que el entrenamiento necesario para el desarrollo de habilidades de escritura maduras no se ha dado en la escuela; por eso se limita a evaluar el contenido y a lo sumo la normativa en los escritos de los alumnos. Es decir, en la escuela rara vez se enfrenta a los jóvenes a tareas de escritura que planteen desafíos interesantes, que se presenten como problemas y demanden, para su resolución, la puesta en práctica de estrategias diversas. Las razones de esta falencia son muchas y diversas; pero no es ese nuestro tema. Una línea de investigación particularmente prolífica en los últimos años en el campo de la psicología cognitiva es la que compara el desempeño de expertos y novatos en la resolución de tareas que se definen como problemas. Más allá de las diferencias que dependen del dominio específico, estas investigaciones coinciden en afirmar que existen algunas habilidades básicas, independientes del campo de conocimiento, que caracterizarían a los llamados "expertos". Algunas de ellas se relacionan con la metacognición, es decir, con la conciencia de los propios recursos cognitivos y la capacidad de regularlos en función de la dificultad de la tarea. Otras remiten al campo de la creatividad, como la flexibilidad para evaluar el problema desde distintas perspectivas, para pensar alternativas de resolución y cambiar de estrategia sobre la marcha, de ser necesario. En el terreno de la escritura, distintas investigaciones señalan como característica de los expertos la habilidad para construir una representación retórica de la tarea, que tome en cuenta los datos de la situación comunicativa y las restricciones discursivas o genéricas, y la habilidad para adecuar el texto a esa representación (que tampoco es rígida, sino que puede modificarse a partir del desarrollo del mismo texto). Los psicólogos Marlene Scardamalia y Carl Bereiter, en un artículo titulado "Dos modelos explicativos de los procesos de composición", publicado en la revista española Infancia y aprendizaje Nº58 (1992), sostienen que los escritores expertos o maduros transforman su conocimiento a partir de una representación retórica de la tarea de escritura; esta habilidad les permite construir enunciadores diversos y adecuarse a diferentes auditorios, así como reformular sus textos y producir versiones distintas en función de la situación. Según Scardamalia y Bereiter, la conciencia de las restricciones situacionales y discursivas mueve al escritor maduro a volver una y otra vez sobre el conocimiento almacenado en su memoria en relación con el tema del texto, en busca de nuevas informaciones que amplíen o especifiquen su enunciado, en busca de ejemplos, definiciones, etc. A veces, las objeciones que el escritor se plantea a partir del estado del conocimiento en el campo específico lo llevan a expandir lo escrito con notas y citas, a través de las cuales da ingreso a otras voces en su texto. En este proceso de reformulación, el escritor aprende o

La escritura en la universidad_alvarado_cortés

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  • La escritura en la universidad. Repetir o

    transformar

    Maite Alvarado

    Marina Corts Universidad de Buenos Aires

    En: Lul coquette. Revista de didctica de la lengua y la literatura, Ao 1, N 1,

    septiembre de 2001.

    La relacin entre escritura y pensamiento ha sido abordada desde distintos enfoques en los ltimos 20 aos por

    lo menos. Todos esos abordajes coinciden en que la escritura promueve procesos de objetivacin y distanciamiento

    respecto del propio discurso, que, al material izarse y fijarse, permite una recepcin diferida, en la que el escritor evala

    su propio texto desde una perspectiva ms prxima a la de un lector externo. Ese descentramiento permite la revisin

    crtica de las propias ideas y su transformacin. Por eso se ha caracterizado a la escritura como herramienta intelectual

    y se ha insistido en la incidencia que su interiorizacin tiene en la transformacin de los procesos de pensamiento. Por

    otra parte, desde una perspectiva social, la mayora de las investigaciones coinciden en que, para que la escritura

    constituya una herramienta cultural, es requisito que existan instituciones y prcticas que propicien el intercambio de

    textos elaborados, lo que Mijal Bajtn denomina "gneros secundarios", gneros escritos, que

    corresponden a situaciones comunicativas complejas, en las que los intercambios son formales y, en buena medida,

    mediados. Estos gneros demandan, para su composicin y tambin para su recepcin, habilidades y estrategias

    maduras de lectura y escritura, cuya adquisicin y desarrollo exigen un entrenamiento sistemtico y especializado. Este

    entrenamiento debera comenzar en la escuela secundaria y continuar en el nivel superior, que es la etapa en que los

    jvenes estn en condiciones ptimas, desde el punto de vista de su desarrollo intelectual y de su motivacin, para

    encarar la lectura y la escritura de textos complejos.

    Sin embargo, la prctica escolar de escritura parecera obstaculizar ms que favorecer el desarrollo de pericia

    en este terreno. En parte, puede deberse a la falta de motivacin que deriva de que el nico lector de los textos que se

    producen en la escuela sea el docente, que por aadidura jams elegira leer esos textos si no le pagaran por hacerla,

    y que lee todos de la misma manera, buscando siempre lo mismo. En clase, los alumnos se limitan a demostrar por

    escrito (o lo intentan) que saben lo que se les pide, y el docente se limita a evaluar el contenido de los textos que le

    entregan. Desde luego que el docente es consciente de que el entrenamiento necesario para el desarrollo de

    habilidades de escritura maduras no se ha dado en la escuela; por eso se limita a evaluar el contenido y a lo sumo la

    normativa en los escritos de los alumnos. Es decir, en la escuela rara vez se enfrenta a los jvenes a tareas de

    escritura que planteen desafos interesantes, que se presenten como problemas y demanden, para su resolucin, la

    puesta en prctica de estrategias diversas. Las razones de esta falencia son muchas y diversas; pero no es ese nuestro

    tema.

    Una lnea de investigacin particularmente prolfica en los ltimos aos en el campo de la psicologa cognitiva

    es la que compara el desempeo de expertos y novatos en la resolucin de tareas que se definen como problemas.

    Ms all de las diferencias que dependen del dominio especfico, estas investigaciones coinciden en afirmar que

    existen algunas habilidades bsicas, independientes del campo de conocimiento, que caracterizaran a los llamados

    "expertos". Algunas de ellas se relacionan con la metacognicin, es decir, con la conciencia de los propios recursos

    cognitivos y la capacidad de regularlos en funcin de la dificultad de la tarea. Otras remiten al campo de la creatividad,

    como la flexibilidad para evaluar el problema desde distintas perspectivas, para pensar alternativas de resolucin y

    cambiar de estrategia sobre la marcha, de ser necesario. En el terreno de la escritura, distintas investigaciones sealan

    como caracterstica de los expertos la habilidad para construir una representacin retrica de la tarea, que tome en

    cuenta los datos de la situacin comunicativa y las restricciones discursivas o genricas, y la habilidad para adecuar el

    texto a esa representacin (que tampoco es rgida, sino que puede modificarse a partir del desarrollo del mismo texto).

    Los psiclogos Marlene Scardamalia y Carl Bereiter, en un artculo titulado "Dos modelos explicativos de los

    procesos de composicin", publicado en la revista espaola Infancia y aprendizaje N58 (1992), sostienen que los

    escritores expertos o maduros transforman su conocimiento a partir de una representacin retrica de la tarea de

    escritura; esta habilidad les permite construir enunciadores diversos y adecuarse a diferentes auditorios, as como

    reformular sus textos y producir versiones distintas en funcin de la situacin. Segn Scardamalia y Bereiter, la

    conciencia de las restricciones situacionales y discursivas mueve al escritor maduro a volver una y otra vez sobre el

    conocimiento almacenado en su memoria en relacin con el tema del texto, en busca de nuevas informaciones que

    amplen o especifiquen su enunciado, en busca de ejemplos, definiciones, etc. A veces, las objeciones que el escritor

    se plantea a partir del estado del conocimiento en el campo especfico lo llevan a expandir lo escrito con notas y citas,

    a travs de las cuales da ingreso a otras voces en su texto. En este proceso de reformulacin, el escritor aprende o

  • descubre nuevas asociaciones entre conocimientos que estaban archivados en su memoria, genera ideas nuevas. Se

    trata, por lo tanto, de un proceso de descubrimiento desencadenado por la representacin retrica de la tarea de

    escritura y por la misma actividad de escribir. Por eso, cuando el texto est terminado, el escritor siente que sabe ms

    que antes de empezarlo. La reformulacin del propio texto para ajustarlo al gnero y a la situacin repercute, as,

    sobre el contenido, cuyo conocimiento se transforma o, para decirlo en trminos del sujeto, se "apropia".

    No ocurre lo mismo con los escritores inmaduros. Segn Scardamalia y Bereiter, los escritores inmaduros no

    tienen una representacin retrica de la tarea de escritura, es decir, escribir no constituye para ellos un problema

    retrico; la adecuacin al gnero y al destinatario no est dentro de sus preocupaciones. Por esa razn, se limitan a

    decir lo que saben por escrito, repiten el conocimiento que tienen archivado en la memoria en relacin con el tema, y lo

    hacen en las formas conocidas o familiares. Para estos escritores (novatos o inmaduros), entonces, escribir es "decir el

    conocimiento", decir lo que ya se sabe.

    En relacin con este tema y en el marco de un proyecto UBACYT (CS-060) codirigido por Gloria Pampillo y

    Maite Alvarado entre 1995 y 1997, se relevaron concepciones de la escritura de alumnos ingresantes a la carrera de

    Ciencias de la Comunicacin, a partir de un cuestionario diseado a esos fines. Algunos resultados de ese

    relevamiento fueron expuestos por Maite Alvarado y Yaki Setton en un artculo ("Imgenes del escritor y de la escritura

    en el aprendizaje del escrito") publicado en la revista Versiones N9 (1998). All se sealaba que dos representaciones

    -no excluyentes- se repartan el campo del sentido comn ms extendido en relacin con la escritura: la que la

    conceba como un don natural y la que la consideraba un vehculo de expresin de contenidos preexistentes. En la

    primera, menos frecuente, el texto literario era el modelo del texto escrito y la actividad de escribir se conceba dentro

    de los lmites de la metfora de la "creacin", un proceso ms o menos doloroso segn los casos, pero que no requiere

    aprendizaje. En la segunda, por su parte, que exhiba los porcentajes entre los alumnos encuestados, la escritura

    apareca reducida a la dimensin de canal o medio de transmisin de mensajes. En esta versin, la metfora ms

    frecuente para referirse al proceso de escritura era la de "volcar en el papel" ideas, sentimientos, sensaciones,

    conocimientos, etc. La idea de "volcar" presupone un recipiente y un contenido que se vierte; la imagen remite, as, a

    un contenido preverbal que se expresa en la accin mecnica de "volcar". Para la mayora de los alumnos que

    iniciaban la carrera de Comunicacin entre 1995 y 1997, por lo tanto, escribir era decir lo que se saba, La persistencia

    de esta imagen, a su vez, nos vuelve a la carencia de experiencias de escritura desafiantes o transformadoras durante

    los aos de escolaridad,

    Y qu pasa en la universidad? Este parecera ser el espacio para promover el desarrollo de estrategias

    maduras de escritura, que promuevan la apropiacin crtica del conocimiento, Pero para que eso ocurra, es necesario,

    entre otras cosas, un entrenamiento en escritura de textos complejos y una reflexin que acompae ese proceso y

    derive en criterios eficaces para la produccin en distintos mbitos de la vida acadmica y profesional. En una encuesta

    que realizamos en el marco del proyecto UBACYT TS-01 ("La escritura en la universidad, Un estudio comparativo"), del

    equipo de ctedra coordinado por Maite Alvarado, se solicita a docentes de las carreras de Sociologa y Ciencias de la

    Comunicacin que indiquen cules son las modalidades de evaluacin que utilizan en sus materias y qu se evala en

    los trabajos escritos, entre otras preguntas. A partir de las respuestas procesadas hasta el momento, examen,

    monografa e informe -en ese orden- son las modalidades de evaluacin ms difundidas entre las materias de

    nuestra carrera, Por su parte, el contenido es evaluado en exclusividad en un 80% de los casos, En este sentido, no se

    aprecian diferencias entre el examen, la monografa y el informe: en los tres se evala si el alumno sabe, si adquiri los

    conocimientos que se ensearon, si ley los textos de la bibliografa y entendi.

    Otra pregunta de la misma encuesta solicita mencionar los principales problemas que se aprecian en los

    escritos de los alumnos. All aparecen mencionados en primer trmino los problemas de normativa grfica y gramatical

    y, en lo referente al contenido, la falta de ideas propias y, correlativamente, la repeticin de lo que dicen los textos de

    la bibliografa. Parecera, entonces, que los alumnos no ponen en juego estrategias de reformulacin y no se apropian

    del conocimiento transmitido (lo que les permitira transformarlo y reformular los textos que leen), Los alumnos dicen lo

    que saben, "vuelcan sobre el papel" lo aprendido, La estrategia de repetir lo ledo o escuchado en clase es ndice, por

    una parte, de la escasa conexin o relacin que pueden establecer entre esos contenidos y sus esquemas de

    conocimiento previos (distancia que, en muchos casos, el docente debera preocuparse por "andamiar" para posibilitar

    el aprendizaje); por otra parte, la estrategia de memorizar o repetir expresa falta de recursos conceptuales y lingsticos

    para reformular los textos que se estudian, No obstante, se trata de una carencia consciente; vale decir, los alumnos

    son conscientes de que enfrentan un problema y no estn provistos de recursos suficientes para resolverlo de manera

    ptima, Por eso, se inclinan por la estrategia que consideran ms adecuada: repetir el texto para no traicionarlo. Las

    "ideas propias", cuya escasez se menciona en varias encuestas como deficiencia en los escritos de los alumnos, son

    peligrosas en estos casos. Las hiptesis personales no siempre son pertinentes y las reformulaciones (la estrategia de

    la "palabra propia") no suelen ser bien recibidas. Es que el discurso cientfico o terico suele estar reido con el sentido

    comn y no es fcilmente permeable a sinnimos y parfrasis. En cuanto a la capacidad de relacionar o comparar

    teoras, requiere un conocimiento slido y un entrenamiento previo en el procedimiento. La originalidad para relacionar

  • textos, teoras, conceptos, y la riqueza de esas relaciones, son producto, en gran medida, de prcticas intensivas de

    lectura y escritura, de anlisis, interpretacin y elaboracin de textos complejos.

    Por ltimo, volvamos a la nocin de desafo y a la nocin de problema. La bibliografa especializada en temas

    de aprendizaje y conocimiento las menciona como facilitadoras (en algunos casos, incluso, como requisito) en la

    transicin de la "ciencia pegada" a la apropiacin del conocimiento. El desafo, en una situacin de escritura, puede

    plantearse tanto desde el contenido (una consigna que demanda un cruce inesperado de textos o de conceptos) como

    desde las restricciones retricas o discursivas (la exigencia de producir un texto que se encuadre en un gnero distinto

    a los habituales o se dirija a un auditorio nuevo). En estos casos, se plantea un problema retrico al alumno, y esa

    restriccin lo obliga a buscar recursos, modos de decir, que inciden en el contenido, transformndolo. Esta es la funcin

    de un taller de escritura en la universidad. Sin embargo, si el taller propone una prctica aislada de las dems materias,

    si la exploracin de la escritura y sus potencialidades como herramienta de conocimiento y de comunicacin queda

    acotada a ese nico espacio curricular, obviamente se perder lo poco o mucho que all se haya logrado. Est claro que

    el lugar que se concede a la escritura como produccin de textos significativos y exigentes es correlativo del tipo de

    relacin que se propicia con el conocimiento y, en ltima instancia, del perfil de profesional que se privilegia: ms o

    menos reflexivo, ms o menos autnomo, ms o menos crtico.