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Edgardo D. Iuorno El Arte del Debate en la Evangelización Pública Adventista LA ESGRIMA DE LA VERDAD

LA ESGRIMA DE LA VERDAD · LA ESGRIMA DE LA VERDAD PREFACIO Durante muchos años se habló de la habilidad de los primeros predicadores adventistas para debatir y defender sus puntos

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Edgardo D. Iuorno

El Arte del Debate en la Evangelización Pública Adventista

LA ESGRIMA DE LA VERDAD

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LA ESGRIMADE LA

VERDADEl Arte del Debate en la Evangelización Pública

AdventistaEdgardo D. Iuorno

DESCUBRA>S(EDICIONES

Paraná, Entre Ríos 2019

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

PREFACIO

Durante muchos años se habló de la habilidad de los

primeros predicadores adventistas para debatir y defender sus

puntos de vista, pero poco se había estudiado en relación con

este arte y disciplina del testimonio evangelizador.

En la presente investigación se indaga acerca del

contexto, causas, ventajas y desventajas del debate evangelizador,

y su vigencia y relevancia presente. El mundo demanda

definiciones del adventismo, y es necesario saber de que modo

acercarnos a quienes nos interpelan. La verdad todavía debe ser

esgrimida con astucia y elegancia, como lo hicieron los antiguos

campeones del mensaje.

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

“Porque nada podemos

contra la verdad, sino a

favor de la verdad”

(2 Corintios 13:8)

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

Contenido

MARCO HISTÓRICO DEL ARTE DEL DEBATE.......................... 8

La Teología Como Entretenimiento: El Debate Oral En La Religión Estadounidense................................................................................... 8

Polemistas...................................................................................... 10

Audiencias..................................................................................... 17

Continuidades.............................................................................. 24

EN DEFENSA DEL MENSAJE ADVENTISTA.............................. 28

Celo por Las Doctrinas......................................................................28

La Biblia Vs. Varios Libros como Base de Debate............................. 28

Demostración Diacrónica de las Proposiciones Debatidas................29

Argumentos en Apoyo a la Perpetuidad del Sábado como Día de Reposo...............................................................................................30

La Fuerza de La Verdad.....................................................................32

INSTRUMENTO EVANGELIZADOR............................................34

Punta de Lanza y Carta de Presentación ............................................34

Siembra de Nuevos Conversos y Avivador del Interés en las Conferencias.....................................................................................35

Debates en la Carpa .......................................................................... 37

Fortalecer la Presencia Incipiente de la Iglesia................................... 38

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Conversiones en Debates..................................................................39

Catalizadores de la Audiencia........................................................... 42

Atacar y Defender Para Ganar y Confirmar......................................42

En Defensa de los Débiles.................................................................43

Confirmación de los Nuevos Hermanos............................................44

Toma de Decisiones al Final del Debate............................................44

Didáctica Ministerial, y Noble Reconocimiento................................ 46

Una Estela Positiva........................................................................... 46

PROPIOS Y AJENOS DERROTADOS...........................................48

Argumentos en Contra de la Vigencia del Sábado............................ 48

Todos Contra Uno........................................................................... 49

Oponentes Abandonan Debate........................................................ 50

Debate Rechazado............................................................................. 51

Deseos de Debate, Sin Encontrar Orador Dispuesto.........................53

Los Mejores, Derrotados....................................................................53

Ataque y Retroceso........................................................................... 54

Ánimos Caldeados en el Fragor del Debate.......................................55

Debate Suspendido por la Audiencia............................................... 56

Debate Denegado.............................................................................. 57

Debates Escritos................................................................................ 58

Artimañas y Retirada........................................................................ 59

Confrontación Eludida......................................................................60

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Debatir o Fabular.............................................................................. 61

Debatir o Retroceder........................................................................ 62

Ganar a los Derrotados......................................................................62

Vencedores en el Debate, Pero Débiles Contra el Pecado................ 63

El Doble Filo del Debate en 1888.....................................................67

DESVENTAJAS DEL DEBATE....................................................... 69

Debates a Ser Evitados.......................................................................69

La Contracara de los Debates en las Conferencias............................ 69

Desaliento al Debate..........................................................................71

Desventajas del Debate......................................................................72

Ellen White y la estrategia evangelizadora del debate........................73

La Regla de Oro en la Evangelización Pública................................... 80

Límites y Limitaciones del Debate Religioso.....................................80

La Clase Bíblica: Un Instrumento Imprescindible Para Convencer sin Debatir...............................................................................................81

¿DEBATIR O ELUDIR EL DEBATE?..............................................83

Debate y diálogo en la Biblia............................................................. 83

Debates Amables............................................................................... 84

¿Una Discusión Fructífera o Estéril?................................................. 85

Decidir entre diálogo y debate........................................................... 85

El Debate Vive.................................................................................. 87

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CONCLUSIÓN.............................................................................. 90

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................. 91

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MARCO HISTÓRICO DEL ARTE DEL DEBATE

La Teología Como Entretenimiento: El Debate Oral En La

Religión Estadounidense1

En una encuesta realizada en 1959 a 2,706 ministros de las Iglesias de Cristo, una denominación estadounidense que surgió del movimiento de reforma del siglo XIX de Alexander Campbell, el retórico James Swinney descubrió 215 predicadores que dijeron que habían realizado debates orales públicos como una forma de atraer conversos y defender su tradición. Durante el medio siglo anterior, se celebraron alrededor de 4.400 debates, cada uno de los cuales duró de uno a catorce días, principalmente en las zonas rurales y en las pequeñas ciudades del sur y el medio oeste. Otro estudiante del movimiento de Campbell ha compilado una lista de más de 9,000 de esos debates, alrededor de 500 en el siglo XIX y más de 8,500 en el veinte. Las superestrellas incluyeron a celebridades regionales como J. D. Tant de Texas, quienes realizaron más de 350 concursos de este tipo entre 1885 y 1941 y argumentaron que cuatro personas asistirían a un debate por cada uno que asistiera a un servicio de adoración. Su afirmación evoca una

1 E. Brooks Holifield, «Theology As Entertainment: Oral Debate In American Religion.», Church History 67, N .° 3 (Septiembre De 1998): 499.

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práctica que una vez atrajo la atención generalizada y que ha seguido floreciendo en partes del protestantismo estadounidense.

Los polemistas de la tradición de Campbell constituyeron solo un segmento de los cientos de oradores de más de una docena de denominaciones y en la Norteamérica del siglo XIX, que atrajeron a grandes multitudes y ganaron fama regional y local. Algunos admiradores viajaban largas distancias para escucharlos; los periódicos los cubrían; los dignatarios locales moderaron sus concursos y los editores imprimieron las transcripciones literales de sus reyertas dialécticas. El joven Abraham Lincoln en Springfield le dijo a un amigo que por leer la transcripción de un debate de dieciocho días en Columbus, Mississippi, en 1841, entre el presbiteriano James Smith y el escéptico Charles Olmsted lo había alejado del escepticismo religioso.

Los debates fueron concursos orales públicos ante audiencias locales compuestas principalmente por laicos y otros espectadores interesados. Esta definición excluye los debates entre el clero y los delegados en asambleas legislativas denominacionales, y también excluye los debates realizados únicamente en forma impresa o en intercambios privados. Al observar cien de esos debates orales públicos, se destaca como una institución que revela un sorprendente grado de interés en asuntos teológicos por parte de los laicos en comunidades americanas del siglo XIX. Cada vez que las cuestiones teológicas se agitaban en este formato la gente podía escuchar, durante horas, días y hasta semanas las disputas sobre ideas

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relativamente abstractas, comentarios bíblicos, distinciones teológicas y, a veces, incluso los hallazgos de críticos bíblicos. Lo que sugieren los debates es que la gente común podría entusiasmarse con inquietudes propias de teólogos y las respuestas que propusieron a sus dilemas.

Polemistas

No todos entendieron los debates como indicadores de algún interés serio en lo teológico o incluso religioso. Un observador cáustico del siglo XIX concluyó que "las hazañas de estos gladiadores intelectuales atraen a una multitud que admira a los combatientes, pero que no se preocupa por ellos o por el tema más de lo que se preocuparían en ver elefantes o monos en una colección de mascotas". De hecho, es probable que para muchos en el público un debate fuera poco más que una atracción en la que los participantes ganaban puntos al caer en el sarcasmo. Cualquier esfuerzo por representar los debates como reflexiones del interés laico local en las ideas teológicas tendría que contrarrestar, o al menos calificar esta descripción de ellas.

Cuando los estadounidenses se involucraban en debates religiosos, continuaban una antigua tradición cristiana. El libro de Hechos mostró al apóstol Pablo debatiendo cada día con los filósofos en Atenas; los apologistas cristianos del siglo II llevaron a cabo debates públicos. Las universidades medievales trasladaron la disputa al centro de su práctica pedagógica. Y la Reforma del siglo XVI convirtió el debate público en un instrumento de reforma.

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En la América del siglo XVII, la disputa forense marcó la educación universitaria, e incluso a medida que su importancia declinó, la tradición todavía mantuvo sociedades de debate colegiales que comenzaron a principios del siglo XVIII en lugares como Harvard y Yale. Las escuelas y colegios impartieron cursos de retórica a lo largo del siglo XIX, promoviendo una admiración generalizada por el elocuente y persuasivo discurso público, y una gran cantidad de pueblos y ciudades organizaron sociedades de debate que fomentaron la práctica.

En la mayoría de esos foros el debate connotaba erudición, pero algunos estadounidenses experimentaron el debate como la voz de la gente común. Los debates de Putney en Inglaterra de 1647 a 1649 durante la Guerra Civil manifestaron sastres y los zapateros que debatían entre sí sobre temas religiosos y políticos de actualidad. Tales eventos ocurrieron en Estados Unidos del siglo XVIII. El misionero anglicano Charles Woodmason en Carolina lamentó en 1766 las reuniones de polemistas ignorantes, incapaces de escribir o leer y difícilmente de recitar el alfabeto, que supuestamente disputaban entre sí sobre cuestiones teológicas abstractas, puntos especulativos y sutilezas escolásticas para la edificación de sus auditores ". Woodmason definió la práctica como una "exposición de locura ofensiva para las mentes inteligentes y racionales".

En Estados Unidos, las tradiciones elitista y popular fluyeron juntas casi desde el principio. Los debates en 1633 entre el misionero jesuita Paul Lejeune y el sacerdote Carigonan sobre el infierno, el pecado y la vida futura significaron un ejemplo del

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uso del debate público en la estrategia misionera de los jesuítas, y tuvieron contendientes de alto rango en sus dos sociedades. El debate de 1672 entre Roger Williams y tres cuáqueros ante una audiencia ingobernable en Newport y el debate más moderado entre bautistas y congregacionalistas en Boston en 1668 anticipaban más el carácter de los últimos debates religiosos estadounidenses, en los que los más y menos educados podrían competir ante la misma audiencia.

No fue hasta después de 1820 que los debates se convirtieron en una forma muy popular de intercambio religioso y entretenimiento, y la institución siempre vaciló entre la búsqueda del atractivo popular y el esfuerzo por crear un foro intelectual serio. Al menos cuarenta y siete ocurrieron entre 1800 y 1850, y treinta y tres más entre 1850 y 1900. Un buen número resultó de la iniciativa de grupos locales en busca de un campeón; los otros tuvieron lugar después de que un orador desafiara a otro. El atractivo implícito en estos debates religiosos fue siempre la autoridad de la gente como impartidora del veredicto.

La creciente frecuencia de debate en el siglo XIX se debió principalmente a la intensificación postrevolucionaria de la competencia denominacional. Yendo desde presbiterianos hasta universalistas, escoceses escépticos, mormones y nativos americanos, ningún grupo monopolizó el uso del debate. Algunos presbiterianos fueron prominentes en los círculos de debate, y los católicos produjeron oradores bien conocidos. Un "diluvio" de debates católico-protestantes en la década de 1830, a

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menudo organizados por sociedades de debate, encendió pasiones en las ciudades del noreste. Iglesias populares más agresivas, como los metodistas, los bautistas, los universalistas, los Hermanos y los Discípulos de Cristo, consideraron que los debates eran un medio especialmente adecuado para propagar sus ideas.

Los debates ocurrieron un poco más a menudo en regiones agrícolas a lo largo de la costa este. Los estados del sur y del medio oeste fueron los principales escenarios de debate. Los polemistas podían ser cualquiera de los predicadores locales, o incluso laicos preparados compitiendo por conversos y prestigio. El debate, para algunos jóvenes predicadores, fue un rito de iniciación que certificó su estatura intelectual.

No pasó mucho tiempo hasta que emergieran especialistas que viajaban de un lugar a otro por invitación de sus correligionarios acosados por vecinos irrespetuosos. Los predicadores alcanzaron reputación en todo el estado como debatidores. Cuando el metodista W. Armistead se enfrentó al Discípulo E. Northrum a principios de la década de 1880, se dio cuenta de que se enfrentaba a alguien que "había debatido el tema del bautismo en agua con los dialécticos más hábiles de Arkansas, Luisiana y otros estados occidentales, con caballeros que, como él, había hecho del tema una especialidad ". Estos especialistas viajaron cientos de millas para encontrarse con un oponente, cruzando de un estado a otro, y sus debates perduraron en la imaginación pública durante años.

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El metodista James Finley, por ejemplo, consideraba al bautista de Kentucky Thomas Shelton como "el campeón de toda la denominación bautista", y se enorgullecía de su capacidad para enfrentarse a Shelton en su debate de 1797 en Irwin's Lick. Al igual que Shelton, el metodista de Kentucky Jacob Ditzler, el metodista de Texas Orneceth Fisher, el presbiteriano de Kentucky N. Rice, el bautista de Tennessee John Scruggs y el discípulo de Virginia Occidental Alexander Campbell fueron considerados como campeones que alcanzaron tal fama que podrían ser convocados para redimir la reputación de sus denominaciones en grandes ciudades y condados rurales en todas sus regiones.

América estaba entrando en su gran era del debate. Especialmente en Occidente, durante los próximos treinta años, a medida que las aldeas fronterizas dieron paso a pueblos y ciudades se convirtieron en ciudades, y la reunión campestre se fue reduciendo gradualmente como una institución social, la plataforma de debate debía asumir un papel importante en la vida de los ciudadanos. Ofrecía instrucción y entretenimiento, y es probable que la medida de un hombre se tomara por su capacidad para mantener su posición, religiosa o política, contra todo asalto o argumento de un oponente hábil. Serviría a Alexander Campbell para destacarse como uno de los primeros campeones en el campo1.

1 Eva Jean Wrather y D. Duane Cummins, Alexander Campbell: adventurer in freedom: a literary biography, 1st ed (Fort Worth, Tex: TCU Press, 2005).261.

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El estilo y el tono de los debates variaron enormemente. También hay que admitir que la retórica podría funcionar más para agitar las pasiones que para iluminar el intelecto. La incitación a un oponente podría ser una buena ofensiva, y los competidores no estaban por encima de imputar mala fe y un carácter deficiente o se acusaban mutuamente de artimañas, insolencias y cobardía. Sin embargo, tanto los que discutían como sus audiencias luchaban por un mayor orden, y para principios del siglo XIX, los competidores comenzaron a participar en negociaciones, que a veces duraban semanas o meses, especificando reglas precisas. Se convirtió en costumbre determinar por adelantado con precisión qué preguntas se abordarían, quién actuaría como moderador, cuánto tiempo hablaría cada participante, qué autoridades podrían citarse además de la Biblia, qué diccionario definiría los términos en disputa, qué libro de texto de lógica.se consideraba como estándar, qué libros de referencia se podrían usar, quién aseguraría un taquígrafo, si se podrían hacer alteraciones en el texto impreso del debate y cómo se manejarían los gastos. El debate de siete días entre el metodista J. H. Pritchett y el cristiano John Sweeney en 1868 tomó seis meses y trece cartas para su arreglo.

La búsqueda del decoro se manifestó en la selección de moderadores. Esto solía ser un tema de mutuo acuerdo, pero ambas partes buscaron asegurar la asistencia de personas importantes en la comunidad. Cuando N. L. Rice debatió con Alexander Campbell durante dieciséis días en Lexington,

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Kentucky, en 1843, los dos hombres persuadieron al senador Henry Clay para que fuera el moderador. La mayoría de los que discutían tenían que conformarse con ayudantes de menor prestigio, pero los políticos locales, los jueces y los hombres de riqueza ofrecían sus servicios. Cuando no había celebridades disponibles, los que discutían organizaron cronometradores, divididos en partes iguales entre los partidarios de los dos grupos pero obligados a garantizar la imparcialidad y el orden.

El énfasis en el orden alcanzó su apogeo a mediados del siglo XIX cuando se convirtió en una práctica generalizada, para que los participantes aceptaran las reglas de decoro establecidas por Hedge, que incluían dictados formales de argumentación. Las consecuencias de una doctrina, por ejemplo, no debían ser imputadas a nadie que no las expresara, pero en su mayoría eran regulaciones para una conducta cortés. Los participantes debían evitar reflexiones personales sobre sus adversarios, debían respetarse mutuamente, no debían cuestionar los motivos de los demás, y debían evitar el sarcasmo o el ridículo.

Los temas de debate más frecuentes fueron las prácticas religiosas como el bautismo, las doctrinas teológicas "prácticas" como la conversión y la santificación, temas controvertidos entre calvinistas y arminianos, la universalidad de la salvación y la verdad de la revelación bíblica. Otros temas variaron ampliamente, entre ellos la doctrina trinitaria, la luz interior cuáquera, la revelación mormona, la santidad y la perfección cristiana, la reforma judía y la infalibilidad bíblica, pero la mayoría de los debates generalmente abordaron la cuestión de si

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los grupos opositores adoraban como iglesias verdaderas y bien formadas, una indicación de la medida en que la competencia sectaria energizó el debate.

Los argumentos en sí mismos reflejan grados muy diversos de sofisticación intelectual. La mayoría de los debates ignoraron en gran medida los temas de crítica bíblica que se originaron en las universidades europeas, pero la mayoría de los libros de texto teológicos en la América del siglo XIX también eran pre-críticos de la misma manera. Además, la mayoría de los que discutían se basaban en gran medida en los textos de prueba bíblicos, pero incluso este estilo de argumentación podría ser densamente complicado y presentar a los oyentes una comprensión muy diferente de la Biblia.

Audiencias

Cuando Foster debatió con Lozier en Indianápolis, la concurrencia aparentemente fue grande durante los seis días del evento. Foster habló en el primer día de la "vasta asamblea" y en el último de la "gran audiencia". Cuando Ditzler debatió sobre Wilkes en Louisville, los dos hombres compitieron cuatro horas al día, dos por la mañana y dos por la tarde, con dos taquígrafos asignados para registrar cada palabra. La audiencia era local pero también regional. Tanto los metodistas como los discípulos en Louisville abrieron sus casas para dar cabida a los forasteros interesados que llegaron para escuchar el evento, y el Louisville Courier Journal informó que la sala se mantuvo "bien llena" a pesar del clima extremadamente frío.

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Sea cual fuere la región o la ubicación, las audiencias solían ser grandes. Los debates mensuales entre católicos y protestantes patrocinados por la Asociación de Protestantes de Nueva York durante la década de 1830 atrajeron audiencias de 1500 personas, hasta que la violencia ocasional y la frecuente vituperación llevaron al obispo católico a ordenar finalmente a los católicos que se mantuvieran alejados. Los espectadores hambrientos de debates viajaban de ciudad en ciudad, a veces de estado a estado, para asistir a los debates más publicitados.

Cuando Alexander Campbell debatió el escéptico utópico Robert Owen en Cincinnati en 1829, la multitud promedió 1200 por día durante ocho días. Cuando el presbiteriano N. L. Rice debatió con el universalista E. M. Pingree en Cincinnati durante ocho días en 1845, algunos espectadores subieron al techo de un edificio lleno para ver y escuchar mejor. Por lo general, los debates eran asuntos de pueblos pequeños con unas pocas docenas de oyentes, pero los observadores también atestiguaron de "grandes multitudes" con "cientos" de personas. En un debate entre un metodista y un discípulo en Texas en 1896, los oyentes vinieron de otras regiones en Texas, así como de Arkansas, Oklahoma y el territorio indio. En el sur, jóvenes aspirantes a ministros asistieron como medio de educación teológica. Un debate en Rhea Springs, Mississippi, justo antes de la Guerra Civil, reunió a cincuenta ministros entre las "vastas multitudes de personas" que asistieron.

La necesidad de acomodar a las grandes multitudes usualmente determinó la ubicación del debate. Muchos de ellos fueron

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retenidos al aire libre, a veces por necesidad. Cuando un metodista llamado Brunson debatió con un presbiteriano llamado Munson en Centerville, Pensilvania, en 1834, las multitudes eran tan grandes que tenían que llevarlas al bosque. Los participantes utilizaron iglesias, juzgados, escuelas, teatros de ópera, ayuntamientos y lugares de campamento, siempre en busca del espacio más grande posible.

Ciertamente hay indicios claros de que las audiencias a menudo tenían un interés real en el fondo de los debates, y que se preocupaban por los argumentos. En el debate Foster-Lozier, una maratónica deliberación exegética sobre la salvación universal, Lozier se quejó una vez de que Foster había alentado a su audiencia hasta la exclamación, a pesar de las estrictas reglas contra el aplauso. Hacia el final, los aliados de Foster silbaban las contenciones de Lozier. Las reglas para el evento prohibieron una votación, pero los partidarios de cada lado instaron a sus campeones a publicar sus argumentos, y ambos lo hicieron.

A pesar de que L. B. Wilkes concedió que en su debate con Ditzler "ningún oyente o lector común" podía entender todo lo que decían los dos hombres, la audiencia en ese debate también respondió con entusiasmo durante todo el evento. En más de una ocasión, el taquígrafo notó la "risa" y la "alegría" de la multitud. Pero el ingenio no fue el único estímulo. La gente aparentemente estaba interesada en la sustancia, no solo en el teatro, ya que el periodista local de Louisville llevaba largos resúmenes de los argumentos, y el taquígrafo escribió un resumen adicional a solicitud de otro periódico, el Cincinnati.

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Comercial. Al final, los participantes agradecieron a la audiencia su "paciencia e interés" sostenidos.

Tales debates eran eventos de noticias públicas, y los periódicos seculares a menudo los cubrían, especialmente las grandes confrontaciones. Artículos sobre el debate Campbell-Owen aparecieron en artículos como del Painesville Telegraph y el Livingston Journal, así como en revistas de Cincinnati, y otras de lugares tan lejanos como Nueva York, que recogieron las crónicas y las reimprimieron. Algunos periódicos publicaron transcripciones literales, y también tomaron posiciones editoriales, como cuando Telegraph declaró que Campbell era el claro ganador de su debate con Owen y se alegró de que "el Goliat de la infidelidad hubiera caído".

Las multitudes podían ser demostrativas al expresar sus simpatías y, a veces, eran ingobernables. Cuando el metodista Billy Hibbard debatió con tres cuáqueros llamados Franklin, Watt y Titus en New Rochelle, Nueva York, la multitud en gran parte cuáquera lo interrumpió continuamente. Una multitud universalista en Somerset amenazó con golpear a un metodista y se apresuró a apoderarse de él hasta que una robusta guardia restableciera el orden. Los debates entre protestantes y católicos en Nueva York en la década de 1830 condujeron a la violencia y algunos partidarios irrumpieron en el escenario. En respuesta a tales trastornos, la búsqueda de decoro se expandió para incluir reglas para las audiencias. Cuando el metodista L. L. Pickett debatió con su compañero, el metodista M. A. Smith en 1896 sobre cuestiones acerca de la santidad ante una audiencia en el

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norte de Texas, las regulaciones decretaron que la audiencia ni siquiera podía gritar "amenes". Cuando desobedecieron, como lo hicieron ocasionalmente, el presidente detuvo solemnemente el procedimiento para restablecer el orden.

A veces las audiencias actuaban como los jueces. Normalmente, sin embargo, esto significaba que cada lado reclamaría el éxito de acuerdo con sus inclinaciones precedentes. Cuando Alexander Campbell debatió con el obispo católico J. P. Purcell en Cincinnati en 1837, todos los presentes en la conclusión votaron el ganador, y como los protestantes superaron a los católicos ese día, Campbell fue declarado ganador. En otras ocasiones, como cuando Campbell debatió con Robert Owen, los editores locales de periódicos se encargaron de juzgar el resultado, declarando que Campbell había ganado de nuevo. Pero más a menudo, los partidarios de cada uno de los oradores los saludaban en la conclusión, declarándolo su vencedor y agradeciéndole por su éxito en la reivindicación de su causa.

Los debates transmitieron un aura de agresividad estereotípicamente masculina, pero los oyentes incluyeron hombres y mujeres. Ditzler y Wilkes, por ejemplo, saludaron en cada sesión a la audiencia de "señoras y señores", y las mujeres a veces mostraron un interés especial en los actos. Algunas sirvieron como taquígrafas; otras escribieron notas para los periódicos; Fannie Sprague en Louisville hizo ambas cosas en el debate de Ditzler-Wilkes. Cuando el metodista T. Frogge y el discípulo R. Flower debatieron en Henderson, Kentucky, las mujeres metodistas regalaron a Frogge un par de anteojos

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dorados "como una pequeña muestra de su gran aprecio por su defensa capaz de las doctrinas y usos" de su Iglesia.

Desde las perspectivas de polemistas y sus seguidores, el resultado de un debate podría tener consecuencias locales duraderas. Consideraron que un debate exitoso en una región rural recientemente establecida afectaba el equilibrio de poder denominacional, o conducía a la fundación de una congregación, o daba a grupos como los metodistas, desdeñosos por protestantes más de moda, un sentido de confianza y una posición respetable entre las denominaciones más jóvenes. Jonathan Stamper, metodista de Kentucky, creía hasta el final de sus días que su debate con el calvinista Silas Toncray había cambiado las actitudes de los metodistas en las cercanías.

Pero la mejor lectura de la evidencia deja ver que los debates no tuvieron las consecuencias a largo plazo que los discutidores les atribuyeron. La conclusión de un debate a veces podría llevar a respuestas públicas dramáticas, como cuando la actuación de O. Burgess en Chicago, Inglaterra, en 1866, atrajo a noventa y cuatro nuevos conversos a su congregación de Discípulos, veinticinco de ellos de la iglesia de su oponente. La consecuencia más frecuente, sin embargo, fue que un debate llevó a otro.

La importancia de los debates no radica tanto en sus efectos sociales como en lo que revelaron sobre los tipos de temas teológicos que atrajeron el interés a nivel local y las formas en que los grupos locales se apropiaron tanto de las formulaciones de teólogos y eruditos como del texto bíblico para sus propios

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fines. Los debates se convirtieron en un medio para la localización de ideas. Esto ocurrió en parte a través de una transmisión de arriba hacia abajo, desde las esferas lejanas de los expertos y los educados hasta los grupos más amplios y más heterogéneos de las comunidades locales. En ese sentido, los que discutían eran divulgadores culturales que transmitían a los laicos locales ideas extraídas de conversaciones académicas o religiosas más extrañas y supralocales.

Este movimiento desde arriba hacia abajo, sin embargo, fue solo una dimensión de un proceso complejo. Las audiencias actuaron como mucho más que observadores pasivos y receptores de sabiduría desde arriba. Sus intereses y su disposición a asistir determinaron, tanto como cualquier otra cosa, qué temas se debatirían y cómo se definirían las autoridades. Cuando los que discutían apelaron a críticos textuales como Tischendorf o lexicógrafos como Gesenius, estaban adaptando juicios académicos para servir a propósitos locales que los eruditos nunca habían previsto, y lo hacían como representantes de grupos locales e intereses locales.

Dicha creatividad "desde abajo" incluso modeló las formas en que los participantes, y las comunidades que representaban, leyeron e interpretaron la Biblia. Lo que contó para la teología en la mayoría de los debates fueron las conclusiones derivadas de la reunión e interpretación de textos bíblicos, pero los grupos en conflicto tenían, en efecto, Biblias en conflicto. La lectura universalista de textos bíblicos, por ejemplo, creó en efecto una Biblia diferente de la Biblia metodista o bautista.

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Otro logro de los debates fue validar la identidad grupal. No eran búsquedas imparciales de la verdad; eran ejercicios de autodefinición grupal y afirmación del orgullo denominacional. Esta es la razón por la que los oyentes a menudo respondían con emoción, risas, silbidos, amenes y aplausos, y en ocasiones incluso con violencia. Una victoria percibida en un debate podía confirmar a las personas en la legitimidad de su forma de religión ante los vecinos que la habían ridiculizado o rechazado. Los oyentes, muchos de ellos al menos, tomaron en serio la teología porque ciertas ideas teológicas y las prácticas asociadas con ellos habían ayudado a formarse una idea de quiénes eran, y había algo entretenido en ver esas ideas y prácticas reivindicadas.

Continuidades

Algunos líderes religiosos siempre fueron ambivalentes acerca de los debates; para algunos, el debate parecía excesivamente duro y polémico. El padre de Alexander Campbell, Thomas Campbell, se opuso a los debates. Aunque fueron parte prominente del movimiento mormón temprano, José Smith llegó a creer que eran demasiado divisivos. A fines del siglo XIX, el disgusto por la práctica encontró una expresión más amplia. El creciente sentido de la cooperación ecuménica hizo que el debate pareciera anacrónico y poco caritativo. El metodista R.Rivers observó en 1884 que la mayoría de los miembros de la Iglesia prefieren la paz a la discusión pública sobre puntos doctrinales". Para 1895, el bautista B. F. Riley expresó su satisfacción de que

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"en la generación actual, no se toleren más exhibiciones impropias, bajo el disfraz de la apologética cristiana. La gente ha superado ese tiempo".

De hecho, no lo habían hecho todavía. Los debates continuaron y tomaron nuevas formas. Robert Ingersoll alcanzó reputación nacional como escéptico, en parte perfeccionando el método de debate. A partir de 1919 y extendiéndose hasta la década de 1930, Clarence Darrow, la Agencia Bryant-Spence y la Agencia Redfern en Chicago patrocinaron giras de debate que duraron semanas y enfrentaron al escéptico Darrow contra el prominente clero protestante, católico y judío, incluyendo el unitario John Haynes Holmes y el teólogo de la Universidad de Chicago George B. Foster, que viajaron con él en tren a quince grandes ciudades. En Pittsburgh, mil personas no encontraron asiento en uno de sus debates en el Carnegie Music Hall. En 1924, el unitario Charles Francis Potter y el fundamentalista bautista John Roach Straton exploraron las posibilidades de la radio como medio de debate.

En ciertas comunidades religiosas, especialmente en el sur y el medio oeste, los debates continuaron. El listado más largo de los debates del siglo veinte hasta el momento muestra una gran representación de las Iglesias de Cristo, cristianos, bautistas, pentecostales, grupos de santidad, testigos de Jehová, bautistas primitivos, adventistas, universalistas, la Iglesia de Dios y mormones. Prominentemente ausentes se encuentran grupos como los metodistas, los presbiterianos y los católicos, que una vez llevaron la vanguardia del debate con entusiasmo. Muchos

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de los temas del siglo XIX —el bautismo, el calvinismo, la Trinidad y el universalismo— siguen siendo populares, pero el espectro de temas se ha expandido para incluir el premilenialismo, el pentecostalismo, el creacionismo, la evolución, la escatología, el espiritualismo, el teísmo, las profesoras, la homosexualidad y el divorcio.

Los debates, sin embargo, hace mucho tiempo dejaron de tener el prestigio cultural que una vez tuvieron cuando los periódicos enviaban reporteros y multitudes de más de mil reunidos. Cambio de actitudes tendientes hacia la cooperación, el disgusto por el exceso retórico que mostraron algunos oradores, la pérdida de confianza en que los argumentos racionales podrían resolver cuestiones religiosas, cambios en la disposición popular a escuchar un argumento sostenido, y especialmente las crecientes variantes en el entretenimiento modificaron los hábitos sociales respecto del debate.

Sin embargo, a lo largo del siglo XIX, la gente se sentó durante horas y, a menudo días, incluso cuando los argumentos eran demasiado densos para proporcionar la gratificación instantánea que esperamos de los eventos públicos. En la era anterior a la radio y la televisión, las películas y los estadios de fútbol abarrotados, la gente encontraba entretenimiento y emoción donde podían, y algunos de ellos podían encontrar una disputa sobre la gramática siriaca de Uhlemann o los argumentos de Pablo en Romanos 5 completamente absorbentes, especialmente si creían que las implicaciones eran importantes para su práctica religiosa, sus lealtades grupales y el bienestar religioso de sus

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hijos. La gran era del debate representó un momento en que la teología, por extraño que parezca, resultó entretenida.

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EN DEFENSA DEL MENSAJE ADVENTISTA

Celo por Las Doctrinas

Los adventistas eran impopulares en aquellos días. Eran pobres y pocos en número, además de ser menospreciados por su origen en el chasco millerita. No obstante sus posiciones doctrinales no pudieron ser refutadas. Sus interpretaciones proféticas fueron históricamente correctas. Tanto los ministros como las personas pudieron probar con la Biblia que estaban enseñando la verdad. Con confianza y, a veces, con exceso de la misma, los evangelistas ofrecían debatir a ministros de otras denominaciones y con frecuencia resultaban vencedores. Las discusiones ganaban conversos para el mensaje. Esto expresaba un gran celo por proclamar las verdades de la Segunda Venida, el santuario, los diez mandamientos, y el verdadero día de reposo1.

La Biblia Vs. Varios Libros como Base de Debate

Luego de predicar en el estado de Illinois por espacio de cinco semanas, el pastor W. C. Wales informaba de un grupo de

1 William Delafield, D.A., «The Minneapolis Conference of 1888», Review and Herald, 30 de junio de 1949.4.

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escuela sabática integrado por cincuenta personas. Un ministro religioso de la localidad de Monroe atacó de manera muy amarga las reuniones adventistas. En plena calle, en las esquinas, denunció ferozmente la obra de Wales. Esto llevó a su audiencia a reclamar un debate con el clérigo denunciante. En consecuencia se celebró una reunión en la casa de ópera, que duró cuatro horas. El oponente se negó a tomar la Biblia como la única base de sus argumentos, porque se valía un gran número de otros libros para fundamentar sus opiniones.1

Demostración Diacrónica de las Proposiciones Debatidas

En el debate entre B. F. Snook y W. G. Springer en Millersburg, que comenzó el 13 de enero de 1862 y continuó por cinco días, se discutió si las Escrituras enseñan que el reino de Cristo fue completamente establecido en el día de Pentecostés. Springer lo afirmó mientras que Snook lo negó, y afirmó que el reino de Cristo se establecerá sincrónico con el segundo advenimiento de Cristo. La prueba de Springer se extrajo de suposiciones, afirmaciones infundadas, aplicación incorrecta de la Escritura, y tergiversación de los dichos de su oponente. Snook mostró de manera diacrónica en toda la Biblia que Cristo reina como Sacerdote en el trono de su Padre y su reinado como Sacerdote cesará al final de la prueba. Afirmó que en el día de Pentecostés Cristo fue coronado de gloria y honor, su condición de Mediador y Legislador, y en base a Daniel 2 demostró el

1 W.C. Wales, «Illinois», Review and Herald, 1 de abril de 1890.11.29

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momento en el cual su reino sería establecido. “La palabra prevalecerá a pesar de todos los esfuerzos del adversario”, exclamó Snook con confianza.1 La discusión en general fue agradable y la evidencia a favor de la verdad fue tan clara que hubo una impresión de acuerdo con el orador adventista2

Argumentos en Apoyo a la Perpetuidad del Sábado como Día de

Reposo

Otro debate se llevó a cabo en Eagle Harbor, N. Y., entre Hull y P. A. Smith, de Rochester, en el cual cada disputante impartió siete discursos de media hora. La audiencia era muy grande, y cientos tuvieron que escuchar desde afuera de la carpa de reuniones. La verdad no perdió nada en el conflicto. Hull argumentó que "El sábado fue hecho para el hombre". Mostró en primer lugar la necesidad que tiene el hombre de guardar sábado, y luego de la manera más concluyente fue demostrado que el término completo "hombre" abarca toda familia humana, por lo tanto el sábado fue hecho para los cristianos, y es vinculante para ellos. Hull también razonó que el sábado fue dado a los hijos de Israel para ser compartido a lo largo de sus generaciones. Los judíos son todavía un memorial vivo de las

1 B.F. Snook, «Debate In Millersburg, Iowa», Review and Herald, 11 de febrerode 1862.5.2 B.F. Snook, «Debate In Millersburg, Iowa», Review and Herald, 18 de febrerode 1862.5.

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declaraciones de Dios concerniente a ellos y siendo que Cristo rompió el muro de separación los cristianos pueden gozar de sus bendiciones también. La observancia del sábado, además, se enmarcó dentro de un pacto perpetuo, basado en el hecho inmutable de que el Señor hizo el cielo y la tierra en seis días, y descansó en el séptimo día. Dios bendijo el séptimo día y lo santificó al apartarlo para uso religioso. El pacto que contiene el sábado es un pacto de diez mandamientos, ni más, ni menos; y siendo este pacto perpetuo, y mandado a mil generaciones, el sábado debe ser perpetuo también1.

En otro debate desarrollado en Orwell, J.H. Waggoner presento veinte argumentos acerca de la vigencia del sábado declarando entre otras cosas que fue apartado para el hombre, establecido como un memorial de la creación divina, proferidos por la misma voz divina antes de los aspectos ceremoniales de la ley, ejemplificado por Cristo, asumido por los autores del Nuevo Testamento. Además puntualizó que la muerte de Cristo echó fuera la transgresión de la ley y no la ley misma2.

Algunos predicadores, incluso, tomaban notas de los argumentos que se les presentaban en los debates y les daban respuesta más profunda y detallada en la Review3. Al hacerlo

1 J.M. Aldrich, «Discussion In The N. Y. Tent—Truth Victorious», Review and Herald, 20 de agosto de 1861.4.2 J.H. Waggoner, «Discussion in Orwell, Ohio», Review and Herald, 29 de marzo de 1864.4.3 William Ingraham, «Weakness of the Opposition.», Review and Herald, 3 de enero de 1865.4.

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crecían ellos mismos en la comprensión del mensaje adventista1. De este modo reportaban lo realmente ocurrido ante los informes parciales y sesgados de las publicaciones opositoras2.

La Fuerza de La Verdad

En algunas ocasiones el debate se iniciaba por correspondencia, a fin de clarificar los asuntos en discusión. Si el orador oponente se negaba a debatir, algunos adventistas se presentaban en sus sermones para presentar defensa de su mensaje.

Los debates solían ordenarse en torno a un eje particular, como por ejemplo, "La Biblia enseña que el séptimo día es el sábado, y debe ser guardado por todos los hombres en todo tiempo". Cada orador presentaba sus argumentos favor o en contra de esta proposición. Algunos oradores respetaban las reglas establecidas mientras que otros huían del punto en cuestión al verse acorralados por la evidencia en contra. “Nunca me di cuenta más claramente del poder y la fuerza de nuestras benditas verdades”, expresó un predicador adventista luego de uno de sus

1 Dudley Canright, «The Debate At Des Moines Give Up», Review and Herald, 19 de octubre de 1886.9.2 John Norton Loughborough, «The Discussion at Manchester», Review and Herald, 31 de enero de 1865.5.

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debates. La convicción en el triunfo del mensaje les daba confianza y valor para enfrentar todo tipo de desafío doctrinal.1

1 B.F. Snook, «Debate In Richmond Iowa». 1861.1.

Review and Herald, 16 de abril de

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INSTRUMENTO EVAN GELIZADOR

Punta de Lanza y Carta de Presentación

Era costumbre que toda denominación que arribara a una localidad fuera escrutada por medio de un debate de modo que demostrara sus kilates1. Los temas del sábado y el estado de los muertos solían ser los asuntos más controvertidos sobre los cuales debatir. En la localidad de Bonaparte, por espacio de cuatro días I.McCoy, pastor adventista, y un tal Hennigh, ministro presbiteriano, entablaron un debate acerca de estas doctrinas. Hennigh tenía treinta años de trayectoria como predicador, y era fluido en hebreo y griego, y fue seleccionado por los ministros de la zona como su representante, de modo que los defendiera del avance adventista. McCoy tuvo la precaución de exigir reglas claras para el debate de modo que se evitaran las artimañas de Hennigh. Según nueve de cada diez oyentes, las verdades adventistas resultaron claras y contundentes. Solo una persona continuó creyendo en la idea popular acerca del infierno. Se recibió una ofrenda generosa y se despertó mayor interés en el mensaje. 2

Los ministros adventistas no retrocedían. Empleaban el debate circunscripto a una o dos temáticas controvertidas como punta

1 E.B. Lane, «Discussions In Virginia», Review and Herald, 21 de febrero de 1878.2.2 I. McCoy, «Bonaparte», Review and Herald, 5 de setiembre de 1878.6.

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de lanza y carta de presentación en una localidad, y también como método para despertar inquietudes acerca de todo el mensaje.

Siembra de Nuevos Conversos y Avivador del Interés en las

Conferencias

Jaime White daba cuenta que el mejor progreso de la causa adventista se daba en lugares en los cuales no se había diseminado previamente prejuicio respecto de las enseñanzas de la iglesia. Se sembraba y cosechaba mejor sin conflicto que con éste1.

En ocasiones, sin embargo, los debates sembraban el interés de otras personas en las reuniones adventistas. Al percibir la solidez y cantidad de argumentos que se presentaban, clausurada la discusión continuaban estudiando en las reuniones evangelizadoras. De este modo, lo que en un primer momento se proponía como una defensa ante el avance territorial de la evangelización adventista, devenía en promoción de los ciclos de conferencias de sus predicadores.2

1 James White, «Seventh-Day Adventists. Our Relation To Other Religious Bodies», Review and Herald, 18 de febrero de 1875.4.2 William Ingraham, «Letter from Bro. Ingraham», Review and Herald, 29 de diciembre de 1863.6.

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En algunas ocasiones los predicadores adventistas desafiaban a un debate a quienes de manera subterránea se oponían a sus reuniones. De este modo, además, avivaban el interés cuando por cuestiones climáticas la asistencia era escasa1. En algunas ocasiones, el debate solía ser el camino para ingresar a los templos de otras denominaciones, que bajo ningún concepto se prestaban o alquilaban para reuniones adventistas. De esta manera se agitaba el interés en las doctrinas adventistas al irrumpir sus predicadores en nuevas localidades. Incluso en estos debates algunas congregaciones bautistas del séptimo día, en general muy interesados en el mensaje del sábado2 fueron agregadas casi por completo al movimiento adventista3. Precisamente esto agitaba uno de los temores de otras iglesias ante la llegada de los adventistas: perder a sus mejores miembros4

De manera notable, en algunos debates algunos de los más acérrimos admiradores de los disertantes rivales eran ganados para la causa, mientras que los más neutrales quedaban preparados para una presentación futura del mensaje5, o agrupados en una clase bíblica6.

1 B.F. Snook, «Report from Bro. Snook.», Review and Herald, 28 de marzo de1865.5.2 Uriah Smith, «A Baptist Inquisition.», Review and Herald, 23 de junio de 1891.13.3 B.F. Snook, «Report from Bro. Snook.», Review and Herald, 12 de setiembre de 1865.44 George Starr, «Dayton», Review and Herald, 1 de marzo de 1881.10.5 I.D. Van Horn y R.J. Lawrence, «From the Ohio Tent», Review and Herald, 11 de setiembre de 1866.6 John Matteson, «Report», Review and Herald, 8 de febrero de 1870.6.

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Debates en la Carpa

En algunas localidades, por razones estratégicas los predicadores adventistas decidían aliviar la oposición de los rivales dándoles espacio para predicar intercaladamente con ellos en la carpa de reuniones. Una vez que se agotaban los argumentos de los invitados, lo cual ocurría en pocas horas, ganaban por abandono1 y afirmaban de manera positiva los principios del mensaje2 3. En ocasiones, las escuelas eran el escenario de debates truncos, aprovechados por los adventistas para predicar su mensaje .

En algunas ocasiones el debate se daba en auditorios separados. Uno predicaba de mañana en su carpa o salón, mientras su rival tomaba nota, y le respondía de noche en su propio auditorio. Incluso en ocasiones la reunión de la carpa era suspendida de modo que la audiencia escuchara al oponente en su templo, para luego oír la respuesta del predicador adventista4. Algunas audiencias parecían insaciables para oír5, y la concurrencia crecía luego del debate6.

1 A.O. Burrill, «Tent-Meeting at Carson City», Review and Herald, 20 de octubre de 1874.6.2 David Downer, «Wisconsin Tent», Review and Herald, 1 de agosto de 1871.6.3 A.C. Bordeau, «Canada», Review and Herald, 26 de abril de 1876.6.4 Robert Kilgore, «Front the Iowa Tent.», Review and Herald, 8 de agosto de 1871.6.5 F.B. Lane, «Michigan and Indiana», Review and Herald, 2 de julio de 1872.6.6 T.J. Butler y R.J. Lawrence, «Wathena, Kansas», Review and Herald, 27 de agosto de 1872.6.

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Fortalecer la Presencia Incipiente de la Iglesia

El pastor S. Osborn informaba desde Kentucky haber pasado una semana trabajando entre los guardadores del sábado. “Los encontré todavía adictos a las prácticas perjudiciales. Traté de afirmarlos en asuntos tales como el sistema de diezmos y la importancia de los Testimonios en la Iglesia. A algunos les parecía difícil renunciar a todo por Cristo”. El resto del tiempo lo dedicó a los hermanos de Custer donde había perspectivas de formar una buena iglesia. Se organizó una escuela sabática y se adoptó el sistema de diezmos. Incluso han dejado de usar el café, la carne de cerdo y el tabaco. “Pasé cinco días aquí en debate con un ministro bautista, hablando acerca del sábado, el primer día y la naturaleza del hombre. El debate resultó en una victoria por la verdad”. Los debates fortalecían la presencia adventista incipiente en cualquier localidad1.

En el debate entre Osborn y J. R. Cundiff, un ministro bautista, se discutieron cuatro proposiciones: las Escrituras enseñan que el sábado es vinculante para todos los hombres en todos los tiempos. Osborn estableció la perpetuidad de la ley de Dios, además de introducir muchos textos relacionados con el reposo del Sábado. Osborn repelió a su oponente con la “espada del Espíritu”, sosteniendo todas sus declaraciones por medio de

1 S. Osborn, «Kentucky», Review and Herald, 8 de febrero de 1881.10.38

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citas bíblicas. A lo largo de la discusión, el pastor Osborn manifestó un espíritu cristiano y gentil1

Conversiones en Debates

Moses Hull informaba de reuniones cuyo interés era bueno considerando las circunstancias. Las noches eran muy oscuras, y los caminos estaban muy embarrados la mayor parte del tiempo. Esto evitó que muchos escucharan la palabra del Señor. El predicador Thompson, un bautista calvinista regular, fue en contra de la verdad en dos largos discursos sobre “el reino y la ley”, lleno de argumentos falaces. Convenció a muchos de la veracidad de la posición de que Babilonia había caído, no por argumento sino por su conducta. También probó que recurriría a cualquier cosa para probar sus aseveraciones. “El Señor me dio libertad al repasar sus discursos, de modo que la gente pudiera ver que débiles eran sus postulaciones”, afirmó Hull.

Luego se presentó un tal Shockey para discutir la cuestión del sábado. Hull y este predicador entablaron una discusión por tres días pero no acerca de la inquietud sobre la cual se acordó debatir. En calma y desapasionadamente discutieron el origen y perpetuidad del sábado. Cuando terminaron el debate toda la congregación estaba en lágrimas. El Espíritu parecía penetrar en cada alma, y todos dijeron que era la mejor reunión a la que habían asistido en sus vidas.

1 Will Garrette, «Custer», Review and Herald, 8 de febrero de 1881.11.39

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El señor Shoekey es un caballero en el más alto sentido de la palabra, un erudito, y un defensor capaz de sus ideas, pero ha fallado donde todos suelen fallar, le faltaba la evidencia.Después de la discusión predicó un discurso en contra de nuestra posición sobre los dones espirituales, que hizo necesario establecer la posición adventista ante la gente sobre ese tema. El discurso sobre este tema llevó a otras seis almas a tomar una posición decidida con el remanente. Ahora hay una iglesia de diecisiete miembros aquí, diez de los cuales han sido bautizados desde mi llegada, refería Hull1.

Los desafíos a debatir se daban incluso en reuniones de adventistas, no solamente las de carácter evangelizador2. Luego de un campestre de Kansas, se suscitó un debate abierto luego del cual levantó una buena cosecha de conversos. “Hay muchas personas honestas y sinceras en todas las partes de la tierra; y Dios en Su providencia hará que la luz los encuentre a su debido tiempo”, comentó Jaime White.3

Los desafíos, en ocasiones, eran respondidos con la condición de que los debates de llevaran a cabo en las iglesias de los rivales. Luego de los debates algunos de sus miembros, convencidos del mensaje adventista, se unían a la Iglesia4. Por esta razón la gran

1 Moses Hull, «Report From Bro. Hull», Review and Herald, 15 de enero de1861.5.2 Dudley Canright, «The Debate At Des Moines, Iowa», Review and Herald, 2 de octubre de 1886.16.3 James White, «Campmeetings», Review and Herald, 31 de mayo de 1881. 16.4 A.J. Haysmer, «Rothbury, Crystal Valley, Bean Town, And Levitt», Review and Herald, 22 de marzo de 1892.12.

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mayoría era remisa a invitar o incluso alquilar sus templos a predicadores adventistas1.

Más ásperos o gentiles, los debates representaban un pasatiempo en cada localidad, pero también catalizaban a la audiencia y convencían a los buscadores de la verdad.

Moisés Hull, durante algunos años un prominente predicador y pionero en el este y el oeste, nunca trató de crear un grupo separado, pero su caída fue lamentable. Se separó de sus hermanos por su orgullo e independencia. Al adentrarse en un debate con un espiritista, experimentó con lo satánico para obtener conocimiento de primera mano, y pronto quedó bajo su influencia. Dejó a los adventistas del séptimo día en 1863, y terminó como un enemigo declarado de Jesucristo2. Esta experiencia sirvió como escarmiento para otros oradores, de modo que fueran cautos de arriesgarse en terreno enemigo3.

De hecho en la actualidad algunos ateos recomiendan desafiar a los cristianos a que antes de debatir con ellos lean los mejores libros escritos sobre ateísmo4. Este conocimiento de la trinchera enemiga, sin embargo, es peligroso y debe ser evitado.

1 S.W. Pelter, «Missouri», Review and Herald, 14 de abril de 1896.13.2 Arthur Whitefield Spalding, Captains of the Host First Volume of a History of Seventh-day Adventists Covering the years 1845-1900 (Washington, D.C: Review & Herald Pub. Association, 1949).208.3 James White, «Spiritualism», Review and Herald, 2 de mayo de 1871.8.4 Jerry A. Coyne, «Atheists Could Learn a Lot from Religious People About How to Win Debates», The New Republic, 22 de abril de 2014,

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Catalizadores de la Audiencia

Los debates, además, catalizaban a la audiencia, diviéndola entre los sinceros que decidían guardar los mandamientos y aquellos que voluntariamente ignoraban los preceptos expuestos para abroquelarse en sus excusas. Los oradores adventistas se gozaban en los ganados, mientras que dejaban los resistentes a la misericordia y juicio divinos.1

Algunos de los reportes de los debates en los periódicos de otras denominaciones no hacían honor a los argumentos presentados por los oradores adventistas, sino que más bien presentaban aspectos secundarios de las reuniones y las enseñanzas de la iglesia2.

Atacar y Defender Para Ganar y Confirmar

Los predicadores adventistas eran tanto defensivos como ofensivos en su abordaje de los debates. J. Bartleit se enteró de que un predicador mormón debía hablar sobre el sábado en una escuela, por lo cual decidió ir a escucharlo y responderle. Enseguida fue desafiado a debatir sobre el tema del sábado y el

https://newrepublic.com/ article/117474/arguing-religious-people-turn-their- techniques-around.1 Moses Hull, «From Bro. Hull», Review and Herald, 23 de setiembre de1858.6.2 Moses Hull, «Great Swelling Words», Review and Herald, 30 de setiembre de1858.5.

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estado de los muertos. Su posición fue que la ley estaba abolida. Bartleit defendió la posición bíblica e hizo notar las incongruencias de algunas declaraciones de Joseph Smith, fundador del mormonismo. Este debate afirmó más en el mensaje a los nuevos conversos y ganó algunos más.1

En Defensa de los Débiles

En algunas ocasiones las pequeñas iglesias afrontaban presión de los grupos más firmemente establecidos, de modo que algunos de sus miembros más débiles eran coptados por otras denominaciones. Debe recordarse que las congregaciones recibían esporádicamente la visita de algún ministro itinerante, de modo que las iglesias se encontraban expuestas a ataques diversos2. En tales casos, y ante el pedido de auxilio, la obra mandaba buenos oradores que defendieran el mensaje, alentaran a los que resistían3 y conquistaran a los fluctuantes por medio de un desafío dialéctico a los enemigos del mensaje. Las iglesias de este modo eran fortalecidas, renovadas4, y se recuperaba la iniciativa en la localidad5. El medio para testificar

1 J. Bartleit, «Debate at Onawa», Review and Herald, 29 de noviembre de1877.6.2 D. Bordeau, «France And Soutuern Switzerland», Review and Herald, 27 de junio de 1878.6.3 J.S. Shrock, «Indiana», Review and Herald, 24 de febrero de 1885.12.4 Dudley Canright, «Danvers, Mass», Review and Herald, 28 de febrero de1878.6.5 Dudley Canright, «Discussion at Woodburn», Review and Herald, 29 de noviembre de 1870.6.

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más recomendado, no obstante, no era el debate sino la piedad personal y la distribución de publicaciones1.

Confirmación de los Nuevos Hermanos

El Señor levantó un grupo de guardadores del sábado en Schuyler, Nebraska, pero desde el inicio de la obra, los enemigos de la la verdad hicieron todo lo posible por obstaculizar la causa, y prejuiciar a la gente contra la verdad. La oposición comenzó secretamente, amenazando con un juicio eclesiástico a miembros de otras iglesias interesados en el mensaje adventista. La verdad y sus adherentes fueron denunciado públicamente desde el púlpito y finalmente se desafió a un debate de cuatro noches.Los guardadores del sábado fueron confirmados en su fe luego del debate.2

Toma de Decisiones al Final del Debate

En el estado de Iowa, el pastor C.A. Washburn organizó un grupo de creyentes en Clarinda, con quince miembros, y uno en Hawleyville de dieciocho feligreses. Aprovechando el nuevo lugar de de adoración, casi terminado, en Clarinda, se

1 John Nevins Andrews, «Our Influence», Review and Herald, 1 de agosto de1871.5.2 I.D. Chambers, «Fruitless Opposition», Review and Herald, 15 de noviembre de 1881.11.

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emprendió una segunda serie de reuniones con la perspectiva de ganar más miembros para la iglesia en ese lugar.

En esos días se generó un debate en relación a la perpetuidad del sábado en Hawleyville, entre el adventista J. S. Washburn y el bautista W. S. Shepherd, Bautista, publicado por un periódico de la zona. Aunque acordaron debatir por cuatro sesiones, W.S. Shepherd abandonó las últimas dos. Washburn sí aprovechó todo su tiempo logrando que nueve personas, todos jefes de familia, de inmediato firmaran un pacto para guardar todos los mandamientos de Dios. De este modo se sumaron más personas a la iglesia de la zona1. Como se nota, luego de cada debate se tomaba una decisión a los asistentes2, de modo que tomaran posición y practicaran las verdades debatidas y comprobadas3. Algunos tomaban pronta posición, y otros cavilaban un poco más4, pero nadie quedaba indiferente a lo que había escuchado. Los ciudadanos reconocían que la llegada de los adventistas lograba que se lea la Biblia como nunca antes5.

1 C.A. Washburn, «Iowa», Review and Herald, 15 de abril de 1890.12.2 Robert Kilgore, «Texas Tent», Review and Herald, 11 de julio de 1878.7.3 G.W. Colcord y Charles Bliss, «Illinois. Carbondale», Review and Herald, 4 de julio de 1878.6.4 M.H. Brown y H.H. Wilcox, «Tent No. 4, Brushton», Review and Herald, 11 de julio de 1878.6.5 Robert Kilgore, «Texas Tent», Review and Herald, 21 de junio de 1881.11.

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Didáctica Ministerial, y Noble Reconocimiento

Algunos obreros de experiencia, al visitar a los más jóvenes, los llevaban como oyentes a sus debates para que tomaran experiencia en la controversia. La rispidez de la discusión, sin embargo, no siempre finalizaba con rudeza. En algunas ocasiones los oradores oponentes reconocían cándidamente la superioridad de los argumentos adventistas y se retiraban noblemente del debate1. Estas victorias alentaban grandemente la causa en las localidades donde ocurrían2. Como expresión de gratitud por las victorias del mensaje se tenía una reunión especial antes de la despedida del orador visitante, quien recibía de los hermanos una ofrenda generosa para la organización3.

Una Estela Positiva

B. Purdham volvió a visitar a la iglesia en Marthaville. Las reuniones fueron buenas, y la asistencia de interesados en el mensaje fue la mejor en mucho tiempo. Declaró que “todavía parece claro que el debate celebrado aquí hace algún tiempo fue un beneficio para la causa. Parece que se han roto muchos

1 George Butler, «Report From Iowa», Review and Herald, 25 de enero de1870.6.2 Dudley Canright, «Report from Monroe, Iowa.», Review and Herald, 8 de febrero de 1870.6.3 Dudley Canright, «Report From Bro. Canright», Review and Herald, 23 de mayo de 1871.6.

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prejuicios, y el interés externo es mejor”. De este modo se evidencia la estela beneficiosa que dejaba el debate en la iglesia y la comunidad1.

1 B.F. Purdham, «Louisiana.», Review and Herald, 22 de julio de 1890.11.47

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PROPIOS Y AJENOS DERROTADOS

Argumentos en Contra de la Vigencia del Sábado

Al sostener la vigencia del sábado los oponentes de los predicadores adventistas afirmaban que el sábado fue hecho para el hombre ya que los judíos eran hombres, que el pacto calificado como perpetuo se aplicaba en la Biblia también para las cosas que tienen un final, como la palabra para siempre.1

Siendo evangelista adventista, Dudley Canright sostuvo en Sigourney un debate de cuatro días con W. G. Springer, quien hizo muchas admisiones fatales a su teoría, no generalmente admitidas. Springer admitió que el séptimo día fue apartado para un uso sagrado en Edén, que fue un memorial de la creación, que había dos leyes en el Antiguo Testamento, que los diez mandamientos eran una ley en sí misma, que era perpetuo en cierto sentido, y que fue establecido por fe. Pese a estas admisiones trató de demostrar que no existía obligación de obedecer a una Ley que establecida a perpetuidad. Su principal argumento se fundó en Hechos 15 y 2 Corintios 3 pero fue fácilmente rebatido. Su estrategia fue ridiculizar los argumentos de Canright pero no logró convencer a la audiencia. De allí

1 P.M. Smith, «Eagle Harbor Discussion», Review and Herald, 8 de octubre de1861.5.

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partió a Monroe, Iowa, lugar donde los ministros de otras iglesias no dijeron nada contra los adventistas públicamente1.

Sobre la manera de debatir que tenía Canright se escribió que expresaba sus pensamientos en buen lenguaje y con vehemencia. En su deseo de verter tanto material como fuera posible en un corto período de tiempo poseía un estilo apresurado de hablar, a veces más rápido de lo que el oyente podía seguir. En algunas ocasiones impartió veintiún discursos durante aiete noches de debate, sin caer en desconsideraciones hacia su oponente2.

Todos Contra Uno

En algunas ocasiones la iglesia de la localidad “amenazada” por las conferencias adventistas solicitaba la ayuda de algún orador de su denominación. Cuando sus ataques no surtían el efecto deseado se llamaba a otro que lograra lo que no había podido el primero. Algunos debates, además, eran concurridos por pastores de todas las denominaciones de la zona, que alentaban al oponente al predicador adventista3,que contaba con la

1 Dudley Canright, «Report From Bro. Canright», Review and Herald, 30 de noviembre de 1869.6.2 James White, «Discussion at Napa», Review and Herald, 21 de abril de1874.8.3 A.O. Burrill, «Muir, Michigan», Review and Herald, 28 de octubre de 1875.6.

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compañía de los hermanos adventistas de la localidad y alrededores1.

En algunas ocasiones la asistencia a la serie de debates era irregular. Algunos temas despertaban mayor interés que otros. Cabe recordar que la serie constaba de ocho a diez noches de dos horas y media cada una2, y en ocasiones de mañana y de noche3.

Oponentes Abandonan Debate

G. H. Rogers dirigía reuniones en Clarion, Kansas, cuando fue desafiado a debatir acerca de la vigencia del reposo en sábado o en domingo. Presentó más de diez argumentos muy bien respaldados en textos bíblicos por dos noches, pero a la tercera el oponente no apareció sino que mandó una carta a los moderadores renunciando al debate. La audiencia solicitó un resumen de los argumentos, y la audiencia se mantuvo estable antes y después del debate.4 En otras ocasiones los oponentes pedían acortar el tiempo previsto de antemano por su escasez de

1 Dudley Canright, «Discussion At Rome, N. Y», Review and Herald, 28 de junio de 1877.5.2 Sharp Smith y Charles Stevens, «The Kansas Discussion», Review and Herald, 26 de octubre de 1876.6.3 Dudley Canright, «Notes Of The Discussion In Kansas», Review and Herald,4 de enero de 1877.5.4 G.H. Rogers, «Discussion in Kansas», Review and Herald, 8 de mayo de1878.6.

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material para argumentar1. Algunos oponentes se presentaban con poca preparación y exceso de confianza propia, pero se veían sorprendidos por el nivel de los predicadores adventistas2.

Debate Rechazado

El periódico The Commercial, publicado en Dallas, Texas, registraba las labores del pastor Kilgore, destacando que “la emoción religiosa va en aumento. El revuelo causado por la llegada de la carpa de los adventistas ha suscitado oposición, y algunos clérigos rivales han emprendido una especia de guerra santa contra el nuevo evangelista, quien ha logrado una buena audiencia.

El pastor Kilgore presentó la posición de que los diez mandamientos no formaban parte del antiguo pacto, sino que fue la misma ley que Abraham guardó y Caín transgredió al matar a su hermano. En consecuencia la observancia del séptimo día fue tan vigente en la creación como luego en el monte Sinaí, y fue ratificada y sellada por la sangre de un cordero en Exodo 24:7,8.

1 William Ingraham, «Letter from Bro. Ingraham», Review and Herald, 18 de noviembre de 1862.8.2 Robert Kilgore y I.J. Caldwell, «Texas Tent», Review and Herald, 4 de julio de1878.6.

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El nuevo pacto fue declarado por Cristo a sus apóstoles, en su enseñanza antes de su muerte, y al ser sellado por la sangre del testador, fue puesto en vigencia, y no puede ser anulado. Si el reposo del domingo fuera incorporado como una institución propia del nuevo pacto tal inclusión sería impropia por ser posterior al sellamiento del pacto con la sangre del sacrificio redentor.

El pastor Caskey, de la localidad de Sherman, debatió con Kilgore declarando que había sido invitado por los ciudadanos de Plano a responder los argumentos de Kilgore, pero la audiencia votó contra su moción por 75 a 22. Incluso algunos de los miembros de su propia iglesia no lo aprobaron.

El cronista refería que no había visto a “nadie que pudiera explicar las doctrinas tan bien como se ha hecho aquí la semana pasada por medio del nuevo evangelista; y ha logrado que muchos que no pisan jamás una iglesia lo vayan a escuchar”1

Los debates podían darse de manera espontánea o ser evitados de acuerdo a la apetencia de cada audiencia. La claridad de los argumentos adventistas, sin embargo, los tornaba muchas veces innecesarios.

1 A. Sinner, «Religious Excitement At Plano, Texas.», Review and Herald, 7 de noviembre de 1878.6.

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Deseos de Debate, Sin Encontrar Orador Dispuesto.

La carpa de Farmesburg fue enclavada en junio, y la audiencia osciló entre los trescientos y quinientos asistentes. Luego de catorce presentaciones se alcanzó la marca de mil. La gente se agolpaba en multitudes alrededor de la tienda, mientras que otros estaban sentados en carros, viajando desde 30 kilómetros de distancia. Algunas iglesias buscaban algún orador que los defendiera en un debate sin encontrarlo. Entre los guardadores del sábado enla zona se encontraba una familia convencida del mensaje por escuchar un debate adventista en Illinois. El debate era la defensa de otras denominaciones ante el avance adventista, pero no siempre se encontraba quien asumiera el desafío.1

Los Mejores, Derrotados.

El pastor I. Chambers comenzó a predicar a predicar en Kansas el 10 de febrero de 1881 con buen interés y gente de pie sin poder sentarse en su auditorio. Luego de dos o tres semanas de labor los campbellitas se pusieron muy inquietos, y le hicieron llegar una nota desafiándolo a un debate. Al principio no le prestó mucha atención, pero presionaron con tanta insistencia que decidió debatir el 1 de abril. Enviaron como representante uno de sus oradores más capaces, que también era abogado. La

1 Victor Thompson y D.H. Oberholtlzer, «Farmersburg», Review and Herald, 3 de julio de 1883.13.

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discusión se llevó a cabo en la iglesia de esta denominación por espacio de cuatro tardes. Los campbellitas quedaron tan chasqueados con el desempeño de su representante que decidieron no hacer más debates en su templo. Chambers siguió su tarea con renovado aliento y gozo en la verdad presente1. En otros sitios la misma denominación desafió a debates que terminaron en derrota y pérdida de miembros propios a manos de los predicadores adventistas2.

Ataque y Retroceso

Escribiendo desde Rising Star, W.T. Johnston informó que comenzó su trabajo dando una conferencia en la escuela hasta que pudo asegurarse la madera para asentar su carpa. Impartió cincuenta y cinco discursos, hizo 182 visitas misioneras y realizó treinta clases bíblicas para formar un grupo de interesados.

Cuando se dio la primera conferencia, T. C. Goldman, presentándose como ministro de la Iglesia cristiana, solicitó un debate. El pastor Drummond le informó que no debatiría con nadie que no presenciara toda su serie de reuniones. El Sr. Goldman continuó instando a tener un debate, por lo que Drummond accedió a discutir si las personas asistentes expresaban su consentimiento para un debate. Cuando se llevó

1 M.H. Gregory, «Kansas», Review and Herald, 7 de mayo de 1889.10.2 William Prescott, «Field Notes and Gleanings», Review and Herald, 9 de juliode 1908.20

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a cabo la votación, fue casi unánime a favor de un debate. Se especificaron seis proposiciones por escrito, y el momento de la discusión fue conjunto. Cuando Drummond explicó la inspiración de pensamiento, Goldman abandonó el debate acusándolo de hereje. La audiencia notó la fragilidad de Goldman y afirmó sus convicciones en la Biblia.1

Ánimos Caldeados en el Fragor del Debate

G. Tenney informó de un imporante debate desarrollado en Adelaida, Australia, en 1890. El encuentro se desarrolló por espacio de cuatro noches, y en la tercera ya estaban establecidas profundas impresiones en la mente de muchos prejuiciados contra el mensaje. Además todos los amigos de la iglesia quedaron muy confirmados por los resultados de la discusión.La cuarta tarde fue consumida en gran parte. El salón contuvo a una multitud agitada, que mostró su malestar por las constantes interrupciones del orador oponente, el Sr. Green, al pastor Curtis.

El Sr. Green fue defendido por un clamor que a veces interfería seriamente con una discusión libre. Pero el elemento ingobernable no representaba a la totalidad de la audiencia. Muchos escucharon con un ferviente deseo de que se conozca la verdad, y se hicieron profundas impresiones en sus mentes a

1 W.T. Johnston, «Rising Star, Eastland», Review and Herald, 22 de julio de 1890.9.

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favor de la ley de Dios. Ningún hermano quedó en la duda, mientras que muchos fueron conducidos a reconocer la fuerza vinculante de sus preceptos.1

Debate Suspendido por la Audiencia

John Loughborough comenzó a celebrar reuniones en una gran escuela de la ciudad de Genesee, la noche después de su arribo a la zona. Pero pocos comenzaron al principio, pero la congregacióncontinuó aumentando hasta llenar el salón. Después de haber dado unos catorce temas recibió un desafío de parte de un predicador para discutir sobre el día de reposo. Al ver que había una gran ansiedad de parte de la gente y pensando que el debate podría tender a confirmar a quienes estaban investigando accedió a la presentación.

Pasamos cuatro noches, cada uno de nosotros ocupando desde una hora, a una hora y media cada noche. La posición del oponente era que la ley fue abolida. Cuando se le pidió que muestre dónde fue abolido, tomó varias posiciones diferentes. Primero afirmó que no había una revocación formal, alegó que el sábado fue abolido por Cristo cuando fue con sus discípulos por el trigal del cual se alimentaron. En tercer lugar, afirmó que cuando el concilio de los apóstoles fue llamado a Jerusalén para considerar la ley de Moisés nada se dijo en relación con guardar

1 George Tenney, «The Discussion in Adelaide», Bible Echo, 15 de mayo de 1890.12.

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los diez mandamientos. Loughborough recalcó la idea de que el sábado se basaba en hechos: Dios "lo santificó". Una petición firmada por muchos de los ciudadanos más destacados de la localidad solicitó al pastor Loughborough que suspendiera el debate y continuara con sus predicaciones. Los oponentes no lograban desviar el interés del mensaje adventista,1 y en algunos casos luego de los debates la asistencia se duplicaba2.

Debate Denegado

Los pastores Huffmmann y Young clavaron su carpa y empezaron las reuniones en Dana la noche del 12 de junio, y continuaron hasta el 3 de agosto de 1890. El interés fue bueno y el Señor bendijo maravillosamente los esfuerzos. Por este medio fueron capaces de instruir a aquellos que se habían interesado profundamente en todos los puntos de fe enseñados. Se negaron repetidamente a los debates solicitados por la iglesia de los Discípulos, hasta que decidieron plantear la cuestión delante de la concurrencia, que de manera casi unánime rechazó la propuesta de debatir. Cuando la audiencia lo pedía había debate. Si lo denegaba, no se abría discusión alguna.3

1 John Norton Loughborough, «Labors In Illinois», Review and Herald, 26 de febrero de 1857.5.2 John Matteson, «Rolla, Missouri.», Review and Herald, de setiembre de de 1875.6.3 M.G. Huffmann y W.A. Young, «Indiana», Review and Herald, 26 de agosto de 1890.11.

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Debates Escritos

La prensa local tomaba posición a favor, en contra o por una posición intermedia1. Asimismo algunos ministros religiosos también eran movidos a mayor estudio por los argumentos que escuchaban de uno y otro lado2. En ocasiones, además, los argumentos adventistas eran solicitados por escrito a los oradores para su publicación3. El debate escrito, por otra parte, fue una variante no muy frecuente pero aceptada por algunos eruditos adventistas4, y eran publicados en las revistas afines a ambos lados de la polémica. Los más extensos debates escritos tuvieron que ver con la defensa del don de profecía en el adventismo5.

Las refutaciones publicadas, por otra parte, eran una manera elegante de evitar debates inconvenientes, ya que se remitía a los desafiantes o interesados a la lectura del material probatorio6.

1 M.E. Cornell, «Religious Discussion In Marion», Review and Herald, 10 de mayo de 1860.2.2 Uriah Smith, «Extracts from Letters», Review and Herald, 27 de noviembre de 1860.7.3 Waggoner, «Discussion in Orwell, Ohio».4.4 J.H. Waggoner, «The Sabbath Discussion», Review and Herald, 26 de agosto de 1873.8.5 John Nevins Andrews y Uriah Smith, «Our Views of Spiritual Gifts», Review and Herald, 14 de abril de 1874.4.6 Uriah Smith, «Why not Debate?», Review and Herald, 8 de diciembre de1874.5.

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Por cierto algunos oradores rivales eran evitados por su mala conducta y testimonio1

Artimañas y Retirada

En la localidad de Dodgeville el pastor W. Ingraham recibió un convite para debatir acerca de la inmortalidad. En la primera noche de reunión el oponente declaró a la congregación que renunciaría a todos sus escrúpulos respecto al sábado. Lo cierto es que agotó sua argumentos y tiempo demasiado pronto y sin respetar la réplica, por lo que Ingraham ofreció a la concurrencia revisar todos los argumentos presentados. Pudo hacerlo en una reunión que terminó con algunas decisiones en favor de la obediencia al cuarto mandamiento.2

En otras ocasiones las trampas y elusión de la réplica al orador adventista que visitaba el debate eran tan evidentes que molestaban a los oyentes imparciales3. Las protestas en procura de reglas claras, aunque fútiles, reforzaban la honestidad de los postulados adventistas.

1 James White, «Eld. Grant and S. D. Adventists», Review and Herald, 29 de abril de 1875.5.2 William Ingraham, «Letter from Bro, Ingraham», Review and Herald, 28 de octubre de 1858.5.3 Moses Hull, «A Slight Skirmish», Review and Herald, 24 de marzo de 1859.1.

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Para algunos evangelistas adventistas los debates se comparaban a la tentación de Jesús en el desierto, las cuales superó con un claro “escrito está”. En consecuencia no esperaban reglas claras ni caballerosidad de parte de sus oponentes. Asimismo algunos oradores rivales ofrecían debates que luego evitaban al ser advertidos por otros oradores vencidos en debates anteriores.1 En otros casos, cuando se ofrecían debates inconducentes o sobre proposiciones poco relevantes los adventistas declinaban el desafío2.

Confrontación Eludida

La confrontación se evitaba todo lo posible. En algunas ocasiones los oradores de otras iglesias comenzaban con talante afín a la polémica a los efectos de defender el territorio del avance evangelizador adventista. Los predicadores adventistas, sin embargo, encontraban la manera de conquistar la simpatía de los tales, de modo que no pusieran barreras al mensaje profético que predicaban. Un recurso que granjeaba la simpatía de otros ministros cristianos eran las publicaciones adventistas, muy valoradas por su rigor y calidad3. En otros casos, no obstante, las interrupciones de los ministros oponentes en los

1 Moses Hull, «Report From Bro. Hull», Review and Herald, 24 de setiembre de 1861.5.2 J.H. Waggoner, «Ultraism», Review and Herald, 11 de marzo de 1862.5.3 Moses Hull, «Meetings In Russiaville», Review and Herald, 24 de marzo de1859.5.

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sermones adventistas llegaban a ser veinte por conferencia1. Algunos debatían en grupo contra un único orador adventista, sin que eso significara imponerse en el debate2.

Debatir o Fabular

En algunos debates se llegaba a reunir hasta mil personas. Algunos oradores eran nobles en declinar sus perspectivas ante la evidencia mayor del predicador adventista. En otros casos, antes que debatir de manera honesta y frontal, se generaban falsas versiones y difamaciones de modo que los desprevenidos desconfiaran de las reuniones adventistas. Algunas de estas fábulas, no obstante, por carecer de verosimilitud no causaban perjuicio alguno.3 Y en ocasiones el público se reía por los argumentos disparatados que ocasionaban las encerronas de los adventistas a sus rivales4.

1 Moses Hull, «Bro Hull' s Report», Review and Herald, 28 de julio de 1859.5.2 David Downer, «Wisconsin», Review and Herald, 4 de julio de 1871.6.3 Moses Hull, «Tent Meeting At Oceola, Iowa», Review and Herald, 22 de setiembre de 1859.4.4 Dudley Canright, «Report From New Ipswich, N. H.», Review and Herald, 4 de mayo de 1869.5.

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Debatir o Retroceder

En algunas ocasiones, apenas enclavada la carpa de reuniones adventistas, el ministro de la iglesia más concurrida desafiaba al pastor adventista a debatir o retroceder de la localidad1, y en general por medio de periódicos locales2. Asumían el desafío seguros de que “la verdad siempre triunfa y quienes la abrazan no tienen razón para temer de los ataques del enemigo”. Por otra parte, dado que los ministros vendían publicaciones como parte de su obra3, el debate alentaba la difusión de los materiales impresos que ofrecían4.

Ganar a los Derrotados

En otras ocasiones los predicadores visitantes eran desafiados por interesados en las publicaciones a debatir respecto de la validez del reposo en sábado en sus respectivos hogares o escuelas zonales5. Así ocurrió en cierta ocasión en la cual J. H. Waggoner visitaba a C. L. Palmer. Luego del debate el obrero

1 A.O. Burrill, «Labors in Michigan», Review and Herald, 26 de enero de1869.5.2 C.A. Washburn, «Debate in Iowa», Review and Herald, 19 de diciembre de1878.3. A.O. Tait, «Illinois», Review and Herald, 27 de mayo de 1890.3 H. Schulz, «Nebraska», Review and Herald, 31 de julio de 1883.12.4 I.D. Van Horn, «Report From Ohio», Review and Herald, 22 de octubre de1867.4.5 E.O. Parker, «Nebraska», Review and Herald, 5 de mayo de 1885.12.

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local continuaba trabajando con quienes perdían el debate, a fin de ganarlos para el mensaje adventista.1

Vencedores en el Debate, Pero Débiles Contra el Pecado

En junio de 1871 una carpa de evangelización se trasladó a San Francisco, y se emplazó en el lado sur de Market Street. M. E. Cornell acababa de llegar a la costa oeste, esperando avanzar en el territorio de Oregon y Washington, pero al llegar, encontró que la tienda había sido instalada, una reunión se había celebrado, y se le pidió que se quedara ayudando a John Loughborough, como lo hiciera tenido diecisiete años antes en la primera reunión de carpa en Battle Creek.

Luego de algunas semanas de reuniones en la carpa se continuó el esfuerzo en salas alquiladas, y para el final del año más de cincuenta almas habían aceptado la fe. Los gastos de las reuniones hasta ese momento fueron $ 630, pero se ofrendaron $ 510 y los diezmos de los conversos ascendieron a $ 1,100 al año en oro, que estaba por encima de la media en la moneda del país. Con los esfuerzos en el norte y este de la ciudad, habían ganado 208 adeptos, y el diezmo era de$ 2,100 en oro.

La oposición exterior había aparecido desde el principio, y aún continuaba. Mientras Loughborough volvió a fortalecer las iglesias de Sonoma, Cornell quedó a cargo del trabajo en la

1 C.L. Palmer, «From Bro. Palmer», Review and Herald, 27 de enero de 1859.6.63

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ciudad. Era un predicador fuerte y capaz en los debates1 y en el frente de batalla sostuvo la causa; pero a veces falló en guardar su propia alma, mostrando parcialidad con una dama de la congregación, aunque lejos de las fronteras de la inmoralidad, alentó los comentarios de los enemigos de la nueva fe. El pastor Loughborough, regresando a la ciudad, trabajó con Cornell en el asunto, pero el orgullo y la independencia de Cornell obstruyeron una solución sencilla, declarando que tenía derecho de caminar por las calles como le plazca y con quien le plazca.

Finalmente la joven iglesia fue llamada para tratar una acción disciplinaria. Algunos miembros de la iglesia se pusieron del lado de su ministro favorito; otros vieron el peligro. Una división parecía inevitable. La reunión debía ser a las nueve de la mañana. Cornell todavía mantenía una actitud recalcitrante. La noche anterior, Loughborough pasó la mayor parte de las horas en oración.

Por la mañana, yendo al lugar de reunión, Loughborough encontró a Cornell llorando. "No voy a la reunión", dijo. "¿No vas a la reunión? Porque se relaciona con tu caso", respondió Loughborough. "Sí, lo sé", respondió penitente Cornell. " Aquí hay una carta de confesión que tengo escrita. Tómala y léela a la iglesia. Será mejor para mis simpatizantes si no estoy presente ". "¿Qué ha hecho este gran cambio en ti?" preguntó Loughborough asombrado. Dijo Cornell: "Fui a la oficina de correos anoche y recibí una carta de la hermana White, desde

1 Spalding, Captains of the Host First Volume of a History of Seventh-day Adventists Covering the years 1845-1900.570.

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Battle Creek, Michigan. Lee esto, y verás cómo el Señor considera mi caso. Di a la Iglesia que lo acepto como un testimonio de Dios, y me arrepiento ".

La iglesia, examinando los hechos del caso, vio que lo que la Sra. White había escrito no podía haber llegado como resultado de comunicaciones desde la escena de acción, pues no había transcurrido el tiempo suficiente desde que se desarrollara la materia para dicha correspondencia, y, de hecho, ni Loughborough, Cornell, ni ningún había escrito a la Sra. White. La revelación se le había dado a la Sra. White como parte de una visión a principios dediciembre, antes de que se desarrollara el estado se cosas. En la mañana del 18 de enero fue despertada con la impresión de que debía escribir inmediatamente el testimonio y colocarlo en los correos. Ella lo hizo, y dando la carta a su hijo Willie antes del desayuno, le encargó que fuera a la oficina de correos. Tardó nueve días luego para que el correo fuera a California, y solo había un correo al día. La carta por lo tanto llegó a la escena en el momento indicado. Si hubiera llegado antes, podría haber habido división, si hubiera llegado más tarde, habría sido demasiado tarde. Pero su tiempo de arribo fue el ideal.Confirmó la iglesia en su confianza en el espíritu de profecía..1

D. Canright solía ser bueno en los debates pero inestable de ánimo. La noche siguiente a un exitoso debate un colega que lo visitaba ocupó su misma habitación con él, y se sorprendió mucho al encontrarlo bajo una poderosa tentación de

1 Spalding.472-474.65

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abandonar la religión y la Biblia, y convertirse en un mundano. Trabajó con él toda la noche; ninguno de los dos durmió entoda la noche. A la mañana Canright parecía más tranquilo, y continuó con bastante celo durante dos o tres años1

Tanto Cornell como Canright, los mejores polemistas, acostumbrados a mover a las grandes audiencias en el calor del debate, solían desanimarse cuando les tocaba trabajar en soledad, con hermanos apáticos, o en localidades pequeñas o aisladas2.

Los ministros adventistas triunfaron sobre sus oponentes en la cuestión de la perpetuidad de la Ley. No los buscaban, aunque los aceptaban si se los desafiaba a la discusión. Conocían las advertencias de la Sra. White contra su influencia sobre ellos, y el peligro de que las polémicas contristaran al Espíritu de Cristo. La regularidad de sus triunfos engendró en algunos de ellos, un espíritu de autosuficiencia, lo cual fue la ruina de su cristianismo.Algunos grandes polemistas cayeron de las filas. Además de Moisés Hull, Snook, Brinkerhoff y Canright, grandes campeones en los debates y aclamados por los laicos, abandonaron la fe. Llegó a ser un refrán que "a nadie le gusta una pelea tanto como a adventista del séptimo día o un campbellita”3

1 Spalding.573.2 James White, «Ministerial Labor», Review and Herald, 1 de octubre de1872.4.3 Spalding, Captaim of the Host First Volume of a History of Seventh-day Adventists Covering the years 1845-1900.589.

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El Doble Filo del Debate en 1888

El verdadero adventismo equilibra lo cognitivo y lo afectivo, el conocimiento y el sentimiento, la teoría y la experiencia. Antes de 1888, el Review se dedicaba casi exclusivamente a probar la doctrina. Muchos líderes de la iglesia consideraron que el estudio de la Biblia era simplemente el medio para asegurarse de que tenían las doctrinas correctas y que podían probarlas con fuerza.

El adventismo se había convertido en una denominación de debatientes. Nadie podría probar sus doctrinas mejor que los adventistas. Sin embargo, algunos dirigentes mientras ganaban sus debates mientras perdían su experiencia cristiana. Para ellos, la prueba había reemplazado a la oración. El argumento había eclipsado la experiencia.

Algunos hoy parecen enseñar que una comprensión de la justicia por la fe garantizará el avivamiento en la iglesia. No necesariamente. Se necesita más que un argumento para revivir una iglesia. El verdadero problema de 1888 era si la iglesia podía o no ir más allá del argumento a la experiencia.

El verdadero adventismo equilibra la relación y la obediencia.En 1888, el adventismo era parte de una sociedad donde, en general, se respetaba la ley y se esperaba la obediencia. No es de extrañar que la ley y la obediencia fueran enfatizadas en la iglesia. Actualmente, el adventismo es parte de una sociedad que enfatiza las relaciones afectuosas y la libertad individual.No es de

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extrañar que las relaciones se hayan vuelto más importantes y la permisividad más aceptable en la iglesia. Es terriblemente peligroso concentrarse en la obediencia a Cristo y descuidar la relación con él. Es igualmente peligroso concentrarse en la relación y descuidar la obediencia1

1 W. Floyd Bresee, «Lessons from 1888 for 1988 Leaders», Ministry Magazine, accedido 11 de abril de 2019,https://www.ministrymagazine .org/https://www.ministrymagazine.org/ archi ve/1988/02/lessons-from-1888-for-1988-leaders.

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DESVENTAJAS DEL DEBATE

Debates a Ser Evitados

En diferentes momentos se había planteado la cuestión acerca de si era apropiado participar en discusiones con espiritistas Esta cuestión fue abordada por J. H. Waggoner, quien admitía que podía haber circunstancias bajo las cuales sería recomendable debatir con un espiritista, pero eran excepciones a la regla. “No tenemos miedo de sus argumentos pero no parece prudente entrar en contacto con ellos innecesariamente”, declaraba Waggoner. No era recomendable contemplar complacientemente a un hijo jugando con una víbora ni actuar de manera temeraria. Antes de consentir entrar en el campo del debate general con ellos, debe demostrarse que tienen derecho a tal privilegio, pero no lo tienen en absoluto.1

La Contracara de los Debates en las Conferencias

Dudley Canright, pese a ser fuerte en los debates, se preguntaba si debieran mantenerse discusiones durante un ciclo de conferencias. “Yo respondo decididamente que no debe darse

1 J.H. Waggoner, «Is it Cowardice ?», Review and Herald, 9 de mayo de 1871.5.69

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un largo debate de muchos días porque puede lastimar el interés de la reunión. Un debate puede demorar hasta cuatro o cinco días, pero aunque puede convocar a toda la comunidad, para cuando el debate haya terminado todos quedarán cansados y dejaran las reuniones por un tiempo por más interés”, afirmaba. Además quedaría la sensación de que ya lo han oído todo. Asimismo un debate creará un espíritu de división, ya que cada persona toma partido por uno u otro de los oradores, y despierta un espíritu de controversia que no resulta cristiano. Incluso las objeciones que presente el oponente, aún las erradas, pueden servir como excusa para quien no quiere obedecer una verdad controvertida e impopular.

Canright recomendaba que se le permitiera predicar al oponente uno o dos sermones y luego dedicar tiempo a contestar sus afirmaciones. De este modo la simpatía de las personas quedaría del lado del predicador adventista. La audiencia sentiría como si el otro orador estuviera interfiriendo con el adventista y no al revés. Por cierto, además, tener la última palabra afirmaría las convicciones. En el caso de que un debate fuera inevitable, debiera ser lo más corto posible, o aplazarlo luego de que las conferencias terminasen.1

1 Dudley Canright, «Tent Meetings», Review and Herald, 29 de junio de 1876.1.

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Desaliento al Debate

En procura de mejores vínculos con las demás iglesias, se argumentaba que “de todas las personas en el mundo, los adventistas deben ser expertos en relaciones humanas, y debemos poner nuestro énfasis allí. Existe un largo camino por recorrer en el enfoque hacia los no adventistas”1.

Además se afirmó que tanto las Escrituras como el Espíritu de profecía desalientan el debate como un medio para ganar almas para Cristo y promulgar el evangelio. El profeta Isaías condenó a los judíos por su amor al debate. Él dijo: "He aquí, ayunáis para la lucha y el debate, y para herir con el puño de la maldad". Isa. 58: 4. El apóstol Pablo dice que los impíos están "llenos de envidia, asesinato, debate, engaño, maldad", etc., y "los que cometen tales cosas son dignos de muerte". Rom. 1:29, 32. Además, advierte a la iglesia corintia que no se entregue a "debates, envidias, iras, rencores, trenzas, murmuraciones, hinchazones, tumultos", etc. 2 Cor, 12:20. Se añadió que “Aquellos que aman el debate no son aptos para ser pastores del rebaño. Han entrenado sus mentes para encontrarse con oponentes y decir cosas sarcásticas; y no pueden tratar con corazones que están tristes y que necesitan consuelo. Los

1 Kurtz, «Review of Basic Principles in Approaching Non-Adventists: Part III— The Rules of Correct Approach», Ministry Magazine, accedido 11 de abril de 2019,https://www.ministrymagazine .org/https://www.ministrymagazine.org/ archi ve/1961/07/review-of-basic-principles-in-approaching-non-adventists.

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ministros que mejor debaten generalmente están descalificados para ayudar al rebaño donde más necesitan ayuda. Habiendo descuidado la religión práctica en sus propios corazones y vidas, no pueden enseñársela al rebaño. A menos que hayaentusiasmo, no saben cómo trabajar; de su fuerza. "--"Testimonios, "vol. III, pp. 215, 216.

Desventajas del Debate

Algunos autores objetaron la disciplina del debate como inaceptable desde el punto de vista bíblico-teológico1. D. Canright, gran protagonista de la época dorada de los debates doctrinales en la evangelización adventista, admitió con franqueza algunas desventajas de esta disciplina en lo misiológico. Una de las desventajas era que en algunas ocasiones, aunque durante el debate la asistencia crecía, luego del debate decaía y enfriaba el clima de las conferencias. No pocos quedaban extenuados por la maratónica disputa, o suponían erróneamente haber escuchado todo sobre los adventistas.

Otra desventaja fue que algunos oradores rivales residían en la zona mientras que los adventistas eran itinerantes. De esta manera los locales, al irse el conferenciante adventista, podían continuar sus ataques sin respuesta adventista continua.

1 Dudley Canright, «The Bible On Debating», Review and Herald, 16 de junio de 1885.11.

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El debate, además, aunque resultara victorioso para los adventistas, de parte de los rivales lograba distraer al público de las conferencias, agitarla o dividirla1. Aun perdiendo, al distraer ni bien los adventistas comenzaban sus reuniones ganaban tiempo2, y los que no eran sinceros en los argumentos rivales, por endebles o incluso evasivos que fueran3, encontraban excusa para retroceder4.

Por estas razones Canright recomendaba que el debate se realizara al cierre de las conferencias y no en pleno ciclo de reuniones, y cuanto más breve mejor5.

Ellen White y la estrategia evangelizadora del debate

Dios es raramente glorificado—En algunos casos, puede ser necesario hacer frente, en un debate abierto, a un hombre orgulloso y que se jacta contra la verdad de Dios; pero generalmente estas discusiones, ora sean orales o escritas, resultan en más daño que bien.—Testimonies for the Church 3:213 (1872).

1 Robert Kilgore, «Texas», Review and Herald, 17 de octubre de 1878.6.2 R.S. Weber y S.H. Whitney, «Maine», Review and Herald, 9 de setiembre de 1884.3 S. Osborn, «Kentucky», Review and Herald, 22 de abril de 1880.12.4 J.B. Goodrich, «Discussion At Milton, Maine», Review and Herald, 17 de octubre de 1878.3.5 Dudley Canright, « Forced To Discuss.», Review and Herald, 8 de agosto de1878.5.

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Las discusiones no pueden evitarse siempre... La gente a quien le gusta ver a los oponentes combatirse, puede clamar por la discusión. Otros, que desean oír las evidencias de ambos lados, pueden urgir a que se efectúe la discusión con un motivo perfectamente honesto; pero cuandoquiera puedan evitarse las discusiones, debiera evitárselas... Dios es rara vez glorificado o la verdad impulsada en estos combates.—Testimonies for the Church 3:424 (1875).

A veces hay que hacer frente a los oponentes—Hay ocasiones en que sus deslumbradoras presentaciones torcidas han de ser enfrentadas. Cuando éste es el caso, debe hacérselo rápida y brevemente, y entonces debiéramos continuar con nuestro trabajo.—Testimonies for the Church 3:37 (1872).

Aceptar el desafío, pero no desafiar—En la presentación de una verdad impopular, que envuelve una pesada cruz, los predicadores deben ser cuidadosos de que toda palabra sea como Dios quisiera que fuera. Sus palabras nunca deben cortar. Deben presentar la verdad con humildad, con el más profundo amor a las almas, y con un fervoroso deseo por su salvación, dejando que la verdad corte. No deben desafiar a los predicadores de otras denominaciones y tratar de provocar un debate. No deben ocupar una posición semejante a la que ocupó Goliat cuando desafió a los ejércitos de Israel. Israel no desafió a Goliat, sino que éste manifestó orgullosa jactancia contra Dios y su pueblo. El desafío, la jactancia, y los escarnios deben venir de

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los opositores de la verdad, que desempeñan el papel de Goliat. Pero nada de este espíritu debe verse en aquellos a quienes Dios envió para proclamar el último mensaje de amonestación a un mundo sentenciado...

Si ellos, cual David, son puestos en una posición donde la causa de Dios realmente les exige hacer frente a alguien que desafía a Israel, y si avanzan con la fuerza de Dios, dependiendo plenamente de él, él los conducirá y hará que su verdad triunfe gloriosamente. Cristo nos dio un ejemplo. “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a usar de juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda”.—Testimonies for the Church 3:218-220 (1872).

El espíritu de controversia coloca un fundamento débil—El espíritu de debate, de controversia, es un medio que Satanás usa para despertar el espíritu combativo y así eclipsar la verdad tal como es en Jesús. Muchos, de esta manera, han sido rechazados en lugar de ganados para Cristo...

Se anima un espíritu de controversia. Muchos se espacian exclusivamente en temas doctrinales, en tanto que la naturaleza de la verdadera piedad, la piedad experimental, recibe poca atención. Jesús, su amor y su gracia, su abnegación y sacrificio, su mansedumbre y tolerancia, no son presentados ante la gente como debieran serlo. Los errores que existen por doquiera han fijado su veneno mortal cual parásitos sobre las ramas de la verdad y en muchas mentes han llegado a ser identificados con

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ellas; muchos que han aceptado la verdad la enseñan con un espíritu áspero. Se da un falso concepto de ella a la gente, y se anulan sus efectos sobre aquellos cuyos corazones no son suavizados y dominados por el Espíritu Santo...

Es esencial que todos disciernan y aprecien la verdad; por lo tanto, es de la mayor importancia que la simiente de la Palabra caiga en terreno preparado para su recepción. El problema para cada uno de nosotros individualmente debe ser: ¿Cómo sembraremos las preciosas semillas de la verdad, de manera que no se pierdan, sino que broten y produzcan una cosecha, a fin de que traigan gavillas para el Maestro?—The Review and Herald, 9 de febrero de 1892.

Peligro de la agitación y de las decisiones impremeditadas— Cuando el interés aumenta firmemente y la gente obra guiada por la comprensión, no por impulso sino por principio, ese interés es más saludable y durable que el interés que se crea repentinamente como resultado de una gran excitación motivada por un debate donde ambos bandos disputan con acaloramiento en favor y en contra de la verdad. Esto crea una feroz oposición, la gente toma posiciones y se realizan decisiones impremeditadas. Como resultado de esto se crea una situación acalorada. No hay serenidad ni discernimiento. Cuando pasa este acaloramiento, o cuando ocurre una reacción como resultado de un manejo indiscreto, ya no es posible volver a despertar el interés. Los sentimientos y los afectos de la gente fueron conmovidos, pero sus conciencias no fueron convencidas

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y sus corazones no se quebrantaron ni humillaron delante de Dios.—Testimonies for the Church 3:218 (1872).

Comunicación de la verdad a mentes con prejuicios—Los ministros no deberían considerar como un gran privilegio la oportunidad de participar en debates. No hay que poner en primer plano todos los puntos de nuestra fe y presentarlos ante multitudes con prejuicios... En primer lugar hay que presentar las verdades que son comunes y hay que ganar la confianza de los oyentes.—Testimonies for the Church 3:426 (1875).

En el debate hacemos frente a Satanás—Los ministros que contienden con los opositores de la verdad de Dios, no tienen que hacer frente a los hombres meramente, sino a Satanás y a su hueste de ángeles malos. Satanás vigila para lograr una oportunidad de obtener ventaja sobre los pastores que defienden la verdad, y cuando dejan de poner su entera confianza en Dios, y sus palabras no se pronuncian con el espíritu y el amor de Cristo, los ángeles de Dios no pueden fortalecerlos e iluminarlos. Los abandonan a su propia fuerza, y los malos ángeles avanzan en sus tinieblas; por esta razón, los oponentes de la verdad a veces parecen tener la ventaja, y la discusión hace más mal que verdadero bien.—Testimonies for the Church 3:220, 221 (1872).

Si el debate no puede ser evitado—Cuandoquiera que sea necesario para el avance de la causa de la verdad y la gloria de Dios hacerle frente a algún oponente, ellos [los abogados de la verdad] deben ir al conflicto con mucho cuidado y con una gran

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humildad. Con escudriñamiento del corazón, confesión del pecado y fervorosa oración, y a menudo con ayuno por un tiempo, deben rogar que Dios los ayude especialmente, y que dé a su preciosa verdad salvadora una valiosa victoria, para que el error aparezca en su verdadera deformidad, y sus abogados sean completamente desconcertados.

Nunca debéis entrar en una discusión donde se halla tanto en juego, dependiendo de vuestra propia aptitud para manejar poderosos argumentos. Si no puede ser evitado, entrad en el conflicto, pero entrad con una firme confianza en Dios y con un espíritu de humildad, con el espíritu de Jesús, quien os ha pedido que aprendáis de él, que es manso y humilde de corazón.—Testimonies for the Church 1:624, 626 (1867).

Presentad la verdad—La mejor forma de tratar con el error es presentar la verdad, y permitir que las ideas descabelladas mueran por falta de atención. Contrastada con la verdad, la debilidad del error resulta clara para toda persona inteligente. Cuanto más se repitan los asertos erróneos de los opositores, y de los que se levantan de entre nosotros para engañar a las almas, tanto mejor se sirve a la causa del error. Mientras mayor sea la publicidad que se dé a las sugestiones de Satanás, tanto más se agradará a su majestad satánica.—Testimonios para los Ministros, 165 (1892).

Usad sólo argumentos sólidos—Es importante que al defender las doctrinas que consideramos artículos fundamentales de fe, nunca nos permitamos emplear argumentos que no sean

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completamente correctos. Tal vez sean para acallar a un oponente, pero no honran la verdad. Debemos presentar argumentos sólidos, que no sólo acallen a nuestros oponentes, sino que soporten el examen más estricto y escrutador. Los que se han educado como disputadores están en grave peligro de no manejar la Palabra de Dios con justicia. Cuando hacemos frente a un oponente, nuestro ferviente esfuerzo debe tener por objeto presentar los temas de tal manera que despierten la convicción en su mente en vez de tratar simplemente de dar confianza al creyente.—Joyas de los Testimonios 2:313 (1889). La humildad del obrero permitía su desapasionamiento y claridad de argumentos. Debía reconocer que la verdad pertenece a Dios y el sostiene al más débil que la defienda1.

Quitaos la armadura de combate—Los que llevan el mensaje más solemne que se haya dado a nuestro mundo deben quitarse la armadura de combate, y colocarse en su lugar la armadura de la justicia de Cristo. No necesitamos trabajar con nuestra individualidad finita, porque entonces los ángeles de Dios se apartan y nos dejan solos en nuestra batalla. ¿Cuándo nuestros ministros aprenderán de Jesús? Nuestra preparación para hacer frente a los opositores o para ministrar a la gente debe obtenerse de Dios en el trono de la gracia celestial. Cuando se recibe la gracia de Dios se advierte y reconoce la propia incompetencia.La dignidad y la gloria de Cristo constituyen nuestra fortaleza.La dirección del Espíritu Santo nos conduce a toda verdad. El Espíritu Santo toma las cosas de Dios y las expone ante nosotros

1 David Downer, «Wisconsin», Review and Herald, 10 de junio de 1875.6.79

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y las convierte en un poder vivo en el corazón obediente. Entonces poseemos la fe que obra por amor y purifica el alma, que entonces recibe la perfecta impronta de su Autor.—Carta 21a, 1895.

La Regla de Oro en la Evangelización Pública

Leroy Froom subrayaba que la regla de oro no debía ser dejada de lado al enfrentar oposición en el evangelismo público. Los ataques recibidos no autorizaban a nadie a contestarlos de la misma manera o con las mismas tácticas utilizadas por los rivales. Siempre debemos ser honorables y semejantes a Cristo. Nunca debemos ceder a formas y medios indignos. Estamos para convertirlos y ganarlos para la verdad con bondad y amor.Somos los representantes públicos de una causa elevada y santa. Nuestros hermanos y nuestra iglesia son juzgados por nuestras palabras y actos. No tenemos derecho a arrastrar la Iglesia al lodo de la batalla abierta con la oposición.1

Límites y Limitaciones del Debate Religioso

Para J. F. Reynolds los debates no eran el mejor instrumento para adelantar la verdad. Aunque la exposición de las verdades

1 Froom, Le Roy Edwin, «Editorial Postcripts», Ministry Magazine, julio de 1949. 48.

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bíblicas salvaguardaba aún a los inconversos de los engaños de los días finales, que la mente se convenciera no necesariamente significaba que el corazón se entibiara y quebrantara de modo que decidiera obedecer la verdad bíblica.Por otra parte algunos tópicos bíblicos no podían ser comprendidos sin una base previa en las enseñanzas de la Escritura, de modo que su discusión resultaba poco clara para el público general. Asimismo el don de profecía significaba un regalo para los creyentes adventistas, no un asunto de contienda con el cristianismo en general1. De este modo la contienda era delimitada mayormente a temas abiertamente debatidos por las demás iglesias2.

La Clase Bíblica: Un Instrumento Imprescindible Para

Convencer sin Debatir

Para el pastor Littlejohn las clases bíblicas no fueron una innovación entre los observadores del sábado, aunque su incorporación sí marcó una nueva era en su historia, y suplieron una necesidad largamente sentida. Las iglesias aisladas necesitaban algo así para dar variedad e interés a las habituales reuniones sabáticas que, en ausencia de predicadores capaces, eran solamente una ronda más o menos formal de testimonios

1 J.F. Reynolds, «A Few Thoughts on Discussions», Review and Herald, 5 de marzo de 1867.3.2 William Ingraham, «My Visit To Missouri And Kansas», Review and Herald,9 de febrero de 1869.6.

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individuales. Además proveyeron un vehículo para transmitir las doctrinas peculiares a aquellos que no estaban familiarizados con ellas. Tal modo de presentar la verdad proporcionó algunas señaladas ventajas. Primero, desarma al oponente a la vez, pues siente que en los textos citados, Dios mismo habla y no un hombre. En segundo lugar, al preguntar y responder con pasajes bíblicos, se evita un debate acalorado. En tercer lugar, se multiplicó por diez el número de los que podían participar activamente en la difusión de la verdad; porque había muy pocos oradores competentes para el púlpito pero sí había cientos que podrían hacerlo a través de estudios bíblicos. En cuarto lugar, el conductor de la clase bíblica no necesita ni una iglesia ni una congregación; ya que él puede dar sus clases en una casa particular, y, si es necesario, donde haya uno o dos presentes.1

Los debates públicos entre cristianos no son el camino a la unidad de fe; pero una presentación tranquila y desapasionada de nuestros diferentes puntos de vista permite la instrucción mutua y la edificación.2

1 W.H. Littlejohn, «Bible Readings», Review and Herald, 24 de noviembre de 1891.4.2 Roswell Cottrell, «Bible Classes», Review and Herald, 21 de agosto de 1856.5.

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¿DEBATIR O ELUDIR EL DEBATE?

Debate y diálogo en la Biblia

Las relaciones interpersonales saludables requieren al menos el deseo de comprender los sentimientos y las experiencias de la otra persona. Los sacerdotes en el Antiguo Testamento tenían sus oídos ungidos con sangre (Éxodo 29:20). Debían desarrollar habilidades de escucha y esas habilidades tenían que tener una conexión íntima con la sangre de Jesús. Este fue un serio compromiso para entender a quienes vinieron a hablarles.

Jesús debatió con algunos que tendrían esta forma de comunicación. Quizás no sabían de otra manera. En su fascinante conversación con Nicodemo hay un debate, pero es solo una introducción al diálogo más profundo jamás grabado.

La forma favorita de comunicación de Jesús era las historias. Las historias son solo eso, relatos de cómo experimentamos la vida, y son una forma de diálogo íntimo. En el diálogo, descubro mi historia para ti, pero al hacerlo también desenredo mi historia para mí mismo. Cuando me cuentas tu historia, tu historia se convierte en realidad para ti. Al contar nuestra experiencia de Su presencia en nuestras vidas, confirmamos y extendemos la realidad y el poder de esta relación divina humana. No puede haber cristianos silenciosos como tampoco puede haber matrimonios silenciosos o familias silenciosas. Somos creados

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para la comunicación y encontramos nuestro significado y cumplimiento en el diálogo.1

Debates Amables

Como regla, se logra muy poco cuando los ministros del evangelio debaten temas doctrinales con otros ministros, a menos que ambos ministros sean amables y corteses y manifiesten un espíritu cristiano entre ellos con un sincero deseo de descubrir la verdad. Aunque los debates no son deseables, sin embargo, si se nos imponen, deberíamos buscar capitalizar la oportunidad de ganar tantas almas como sea posible para aceptar la verdad. Deberíamos estar preparados para detectar las debilidades y las falacias en el argumento de nuestros oponentes y presentar el caso más sólido posible de la verdad. Dios usa todo tipo de medios para avanzar el evangelio. "Algunos, de hecho, predican a Cristo incluso de envidia y disputa; y otros también de buena voluntad; el que predica a Cristo de la discordia, no sinceramente, suponiendo añadir aflicción a mis ataduras: ... ya sea en pretensión o en verdad, se predica a Cristo; y allí me regocijo ". Filip 1: 15-18.2

1 Ian Hartley, «Deciding between Dialogue and Debate», Ministry Magazine, accedido 10 de abril de 2019,https://www.ministrymagazine .org/https://www.ministrymagazine.org/ archi ve/2002/05/deciding-between-dialogue-and-debate.html.2 C. Longacre, «Is Debating Profitable?», Ministry Magazine, accedido 11 de abril de 2019,

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¿Una Discusión Fructífera o Estéril?

¿Cómo es una discusión fructífera de los religiosos? No hay garantía de que siempre sea posible. El razonamiento científico pasa por alto ciertas características de la creencia religiosa; la creencia en la distinción entre verdadero y falso, entre racional e irracional en todas las áreas de la vida humana pasa por alto cómo se arraigan estas distinciones en las diversas formas en que tratamos con el mundo que nos rodea. La diferencia de cosmovisión la que impide consenso alguno1.

Decidir entre diálogo y debate

lan Hartley señala dos grandes divisiones en el estilo de comunicación, el diálogo y el debate. Las estaciones de radio y televisión a menudo se centran en uno de los dos. Las congregaciones y culturas también parecen gravitar entre el debate o el diálogo. El estilo de comunicación predominante en una organización determinará, en gran medida, la calidad de las relaciones experimentadas.

El diálogo consiste en escuchar al otro, y supone un interés en lo que el otro tiene que decir. Por lo tanto, es una experiencia

https://www.ministrymagazine .org/https://www.ministrymagazine.org/ archi v e /1940/06/is-debating-profitable.1 Hugo Strandberg, The possibility of discussion: relativism, truth, and criticism of religious beliefs (Aldershot, Hants, England ; Burlington, VT: Ashgate,2006). 171.

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sensible en la que el oyente tiene la oportunidad de caminar a través de un bosque de ideas a menudo desconocido. Por supuesto, la palabra "diálogo" implica que el interlocutor y el oyente intercambian roles de vez en cuando. Es un viaje mutuo, una tarea cooperativa, una sociedad, un matrimonio de dos mentes o almas. En un verdadero diálogo, es como si el universo ya no fuera un espacio vasto, frío y vacío, sino un lugar cálido, acogedor y acogedor para estar. El diálogo se basa en la cooperación y el respeto mutuo.

Todas las relaciones duraderas dependen del diálogo para el mantenimiento y la extensión. Las familias y sociedades exitosas se basan en el diálogo. El diálogo agrega valor a todos los involucrados. Crea una situación de ganar / ganar. En la sociedad poscientífica o posmoderna, las personas trabajan con hechos todo el día en el trabajo y buscan un significado fuera de los hechos en las relaciones, en el diálogo. Los empresarios saben que el diálogo mejora las relaciones con los clientes. También saben que estas relaciones son mucho más importantes que simplemente estar en lo correcto.

El debate, por su parte, implica confrontación y consume mucha energía. Debatir es al menos cuestionar una posición que ha tomado otra persona. El debate es adverso por naturaleza, un intento de separar la verdad del error. La mayoría de los sistemas judiciales dependen del debate, aunque crea una situación de ganar / perder. Muchos sistemas parlamentarios se basan en el debate, el debate entre el gobierno y la oposición.

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Debemos debatir de vez en cuando, cuando la verdad está en juego, pero debemos recordar que el precio que debemos pagar por un debate es el rechazo del derrotado. Habiendo dicho todo esto, también debemos admitir que existen algunas ventajas para debatir. A menudo, la energía reunida para el debate supera la apatía y el letargo. Sin embargo, si no se establece un diálogo adicional o consecuente con el debate, se pierde la comunicación del alma y quedamos triunfantes o deprimidos. Incluir el debate como parte del diálogo, pero solo como parte.

El Debate Vive

Contra lo que algunos suponen, el debate goza de buena salud aunque su modalidad haya cambiado. Se sigue publicando acerca de cómo debatir y argumentar en distintos ámbitos1.De

1 Charles A. Fritz, The method of argument (New York: Prentice-Hall, inc,1931); James Milton O’Neill y James H. McBumey, The working principies of argument (New York: Macmillan, 1932); Russell Halderman Wagner, Handbook of argumentation, Nelson’s English series; general editor, E. Bernbaum (New York: T. Nelson and Sons, 1936); Lyman Spicer V. Judson y Ellen Judson, Modern group discussion, pubiic and private, The Reference shelf; v. 11, no. 6 (New York: The H. W. Wilson company, 1937); Thomas Fansler, Discussion methods for adult groups: case studies of the forum, the discussion group, and the panel (New York: American association for adult education, 1934); Harrison Sacket Elliott, Group discussion in religious education (New York: Association press, 1936); James Milton O’Neill y Rupert L. Cortright, Debate and oral discussion: for schools, societies, and clubs, Rev. ed (New York: Century Co, 1931); Alfred Dwight Sheffield, Creative discussion: a statement of method for leaders and members of discussion groups and conferences, 3d ed., rev. and

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hecho las redes sociales dan cuenta de todo tipo de opiniones cruzadas. Ya no debaten dos personas ante la mirada de cientos, sino cientos debaten con cientos sobre los más diversos temas, lo cual no deja de producir más confusión que certeza1.

Algunas publicaciones resumen los principales argumentos que surgen sobre los más diversos tópicos de la actualidad2. Incluso en algunos ámbitos universitarios se lo sigue cultivando como una especie de deporte intelectual3.

enlarged (New York: Association Press, 1936); Edith M. Phelps, Julia E. Johnsen, y Helen Marie Muller, eds., Debate index: also bibliographies on interscholastic athletics, compulsory arbitration of industrial disputes, a new liberal party, government ownership of hydroelectric power, The reference shelf, vol. VIII, n.o5 (New York: Wilson, 1932); Tyler T. Roberts, Skeptics and believers: religious debate in the western intellectual tradition, sound recording (Chantilly, VA: Teaching Co, 2009).1 Deborah Tannen, The argument culture: stopping America’s war of words, 1st ed (New York: Ballantine Books, 1999).2 Debbie Newman, Ben Woolgar, y Trevor Sather, eds., Pros and cons: a debater’s handbook, 19th ed (Abingdon, Oxon: Routledge : The English- Speaking Union, 2014).3 Steven Johnson, Ganar Debates: una guía debatir con el estilo del Campeonato Mundial Universitario de Debate (Alaska: International Debate Education Association, 2013); «Where’s the Debate? the Benefits of Religious Debate on Campus.», University Wire, septiembre de 2013; John Patrick, «Research Practices Of Successful World Universities Debate Championship Debaters» (tesis doctoral, University Of La Verne, 2013); International Debate Education Association, ed., The debatabase book: a must-have guide for successful debate, Sixth edition (New York: International Debate Education Association, 2013); Gerald H. Sanders, Introduction to contemporary academic debate / Gerald H. Sanders (Prospect Heights, Ill.: Waveland Press, c1983)

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Como sea, todo debate contribuye a la toma de decisiones acertadas o equivocadas1. Es necesario argumentar de manera constructiva de modo que las decisiones sean las convenientes2. Transformar es mejor que ganar3.

1 Thomas A. Hollihan y Kevin T. Baaske, Arguments and arguing: the producís and process of human decisión making (New York: St. Martin’s Press, 1994); Richard D. Rieke y Malcolm O. Sillars, Argumentation and critical decisión making, 4th ed, Longman series in rhetoric and society (New York: Longman, 1997); Austin J. Freeley, Argumentation and debate : critical thinking for reasoned decision making/ Austin J. Freeley (Belmont, Calif.: Wadsworth Pub. Co., c1986)2 Dominic A. Infante, Joseph A. DeVito, y Robert E. Denton, Arguing constructively (Prospect Heights, Ill: Waveland Press, 1988).3 William A. Rusher, How to win arguments / William A. Rusher (Lanham,MD : University Press of America, 1985), Dana Hensley, Mastering competitive debate / Dana Hensley, Diana Prentice ; illustrated by Nancy Marshall (Caldwell, Idaho : Clark Pub. Co., c1982),

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CONCLUSIÓN

El debate fue un arte necesario en un contexto hostil del cristianismo americano hacia el adventismo emergente. Confirmaba y afianzaba a los hermanos. Los alentaba y enorgullecía de su iglesia y ministros. Eran así respaldados en su testimonio personal.

En el ardor del debate no siempre se ganó. Algunos pasaron al lado contrario y otros se entrenaron sin saberlo para luego ser enemigos de la iglesia. Además, la gimnasia del debate implosionó en 1888. La controversia sobre la justificación por la fe se desarrolló puertas adentro de la iglesia y dividió las aguas por casi una década.

Los debates han virado de lo religioso a lo social, y han cambiado su formato. Asimismo es necesario mejores y mayores canales de diálogo dentro de la iglesia, de modo que los debates no fragmenten o polaricen a la membresía adventista.

Se necesitan, además, campeones del mensaje que respalden a los miembros de la iglesia delante de sus amigos y vecinos, dejando en alto la profundidad y razonabilidad de las enseñanzas adventistas. Los evangelistas deben seguir presentando la verdad en amor, de manera elegante y cordial, pero sin dejarse “domesticar” por el ecumenismo o posmodernismo imperante. Sigue habiendo una sola verdad por la cual vivir.

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TÍTULOS DE LIBROS DESCUBRA EDICIONES

https:// descubraediciones.wordpress .com

1. Abraza La Misión2. Hazañas Del Espíritu Santo3. Corte Con El Cigarrillo4. Dios En La Realidad Humana5. Maravillosa Salvación6. Así Dice El Señor: El Don De Profecía En Las Escrituras7. Adventismo En Debate8. Dilemas Eticos Contemporáneos9. Más Sublime Que Los Cielos: Estudios Exegéticos Y

Teológicos Sobre La Carta A Los Hebreos10. Teología Hoy: Antología De Materiales, Investigaciones Y

Monografías Sobre Problemas Teológicos Candentes11. Fe Viviente: Comentario Bosquejado De Romanos12. Descubra Romanos13. Descubra Jeremías14. Este Es El Camino: Comentario Bosquejado De Jeremías15. Profeta Del Evangelio: Comentario Bosquejado De Isaías16. Asalto A La Fortaleza: La Dinámica Evangelizadora

Adventista A Inicios De Los 6017. Para Que El Mundo Conozca: Avances Adventistas En 197018. Cruzada A Mitad De Siglo: El Desarrollo Del Adventismo

Sudamericano A Inicios De Los Años 5019. Adventismo Nn: El Impacto De Las Nuevas Tendencias De

Interpretación Profética En La Iasd20. Reunir O Desparramar: Ministerios De Apoyo Y Ministerios

Independientes En La Iasd

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

21. La Mies Es Mucha: Conceptos Inspirados Para Ganar Más Almas

22. La Soga Y La Plomada: Comentario Bosquejado De Oseas Y Amós

23. Fondos Para Servir: El Arte De Pedir Para Dar, Y Las Posibilidades De La Recolección Adventista

24. Gente De La Palabra: Luchas, Victorias Y Milagros De La Evangelización Pública Adventista

25. Portavoces Del Mensaje: Hombres Decisivos En El Evangelismo Público Adventista

26. Mensajeros De Valor: El Intrépido Colportaje Adventista De Inicios De Los 60

27. Noventa Días De Poder: El Apogeo Del Evangelismo Público Adventista

28. Todo Un Mundo Por Ganar: El Perfil Del Ministerio Adventista En Los Inicios De La Obra En Sudamérica

29. Pagados Y Contados: Comentario Bosquejado Del Libro De Los Números

30. El Mesías En Acción: Comentario Bosquejado Del Evangelio De Marcos 1:1 A 4:29

31. Construyendo El Reino: Comentario Bosquejado Del Evangelio De Marcos 4:30 A 9:41

32. El Hombre A Quien Dios No Quiso Ayudar: Comentario Bosquejado De Marcos 9:42 A 16:20

33. Encrucijadas En La Biblia: Pasajes Bíblicos Complejos Enfocados Por Diferentes Métodos Hermenéuticos Contemporáneos

34. La Palabra Permanece: Revelación, Inspiración Y Doctrina De La Escritura

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

35. Un Pueblo, Un Libro, Un Mensaje: Sermones Que Exaltan La Vigencia Y El Poder De La Palabra De Dios

36. Con Dios A La Conquista: Comentario Bosquejado Del Libro De Josué

37. Corazón De Fuego: La Historia Del Pastor Daniel Belvedere38. El Pueblo Del Pacto: Hechos Destacados En La Historia De

Israel39. Inquirir Para Cumplir: Antología De Estudios Exegéticos

Del Antiguo Testamento40. De Profetas Y Milagros: Comentario Bosquejado Del

Segundo Libro De Los Reyes41. Del Texto Al Púlpito: Ejercicios Exegéticos Para Una Mejor

Homilética42. Misión Diversa: La Obra Adventista En Argentina A

Mediados De Los Ochenta43. Jesús Todo Lo Llena En Todos: Comentario Bosquejado De

La Carta A Los Efesios44. El Trono Es Del Señor: Comentario Bosquejado Del Primer

Libro De Los Reyes45. Heraldo De La Felicidad: La Historia Del Pastor Francisco

Scarcella46. Dios Sana A Su Cuerpo: Comentario Bosquejado De La

Primera Carta A Los Corintios47. Él Viene Con Las Nubes: Estudios Exegéticos Y Teológicos

Sobre El Apocalipsis48. Rumbo A Un Mundo Nuevo: Estudios Exegéticos Y

Teológicos Sobre El Apocalipsis49. La Palabra Bien Trazada: Estudios Exegéticos Del Nuevo

Testamento.50. El Espíritu Escudriña: Estudios Exegéticos Del Nuevo

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

Testamento51. Las Arras Del Espíritu: Comentario Bosquejado De La

Segunda Carta A Los Corintios52. Rueda Sobre Ruedas: Comentario Bosquejado Del Libro De

Ezequiel53. Dilo En Las Montañas: La Obra Adventista En La Región

De Cuyo54. Un Siglo Iluminando: Inicios De La Misión Adventista En

La Ciudad De Paraná55. El Precio De La Profecía: Louis Were Y La Profundización

Del Historicismo Adventista56. Predicando En El Aire: Pioneros De La Radiofonía

Adventista En Sudamérica Y El Mundo.57. Predica La Palabra: Consejos Para Un Buen Sermón

Expositivo58. Adventismo En Marcha: El Ritmo Misionero De Los Años

Sesenta en la Unión Austral59. Luchando Por Altas Metas: La Evangelización Pública

Adventista De 1966 A 1970 en la Unión Austral60. Esfuerzos Recompensados: Ciclos Evangelizadores

Emblemáticos En El Adventismo Mundial61. Cautivos del Señor: Comentario Bosquejado De Esdras,

Nehemías y Ester62. Corazón de Rey: Comentario Bosquejado Del Primer Libro

de Samuel63. Las Batallas Del Señor: Comentario Bosquejado Del

Segundo Libro De Samuel64. Luz De Los Gentiles Y Gloria De Israel: Comentario

Bosquejado Del Evangelio De Lucas 1:1 a 9:50.

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

65. Aptos Para El Reino De Dios:Comentario Bosquejado DelEvangelio De Lucas 9:51 A 17:4

66. Dios Es Propicio: Comentario Bosquejado Del Evangelio De Lucas 17:5 a 24:53

67. Tus Pecados Sepultados: Comentario Bosquejado del Abdías, Jonás y Miqueas.

68. Fortaleza en el Dia de la Angustia: Comentario Bosquejado De Nahum a Hageo

69. Monumentos De Fe Y Amor: La Construcción y Dedicación de Templos y Capillas Adventistas en Sudamérica entre 1925 y 1966

70. Dulce Esperanza: Los Progresos Adventistas en la Provincia de Tucumán Desde sus Inicios Hasta 1966.

71. Capturados Por El Gozo: La Historia Del Pastor Antonio Arteaga

72. Alumbrar Un Continente: Daniel Belvedere, Líder De La Evangelización Pública Sudamericana

73. Con Poder Y Valor: Las Estrategias De Evangelización Pública Adventista Entre 1955 Y 1960

74. Vestidos De Gala: Comentario Bosquejado De Zacarías Y Malaquías

75. Bueno en Gran Manera: Comentario Bosquejado de Génesis 1 al 11.

76. Bitácora Doctoral: Antología De Estudios y Apuntes Teológicos

77. Ejercicios de Posgrado: Antología De Estudios y Apuntes Teológicos

78. Hierba, Espiga y Grano Lleno: La Misión Adventista En La

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LA ESGRIMA DE LA VERDAD

Ciudad De Paraná En Su Contexto Antropológico79. El Aula de Cristo: Antología De Estudios Teológicos y

Pastorales80. Babilonia Está Afuera: Una Mirada Global Al Problema De

La Disidencia En La Iglesia Adventista Del Séptimo Día81. La Ciencia de la Redención: Antología De Estudios y

Apuntes Teológicos82. Ejercicios Doctorales: Antología De Estudios y Apuntes

Teológicos83. Dios Guía a Su Pueblo: Antología de Estudios Sobre

Historia del Adventismo.84. La Simiente Bendita: Comentario Bosquejado Del Libro De

Génesis 12 al 2685. De Ateo a Predicador: La Historia de William Simpson,

Primer Evangelista Metropolitano

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