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La España de Los Borbones y Su Imperio Americano Brading
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La España de los Borbones y su imperio americano - Brading
El estado borbónico
A finales del siglo XVII el reinado de Carlos II resulto ser un desastre total, una seguidilla de
derrotas militares, la banca rota real, regresión intelectual y hambre por doquier. Era el
debilitamiento de la corona lo que amenazaba la supervivencia del país. Mientras en el
resto de Europa continental el absolutismo dinástico se basaba en el poder de un ejército
permanente y el fuerte control fiscal, en España la monarquía había sufrido una pérdida
progresiva de autoridad. El precio de una corona debilitada fue la guerra civil, que estallo
con la muerte de Carlos II (1700) y provoco una guerra general en Europa, cuyo premio era
la corona española.
La paz de Ultrecht dejaba las condiciones para los conflictos futuros. Inglaterra retuvo
Gibraltar y Menorca, pero además gozaba del derecho monopolístico de introducir esclavos
por todo el continente y el derecho al envió de un barco anual con 500 toneladas de
mercancías hacia América. Además debió ceder a Portugal la colonia de sacramento, ideal
para el contrabando.
La entronización de Felipe V, se excluyó a la aristocracia de los asuntos de gobierno y se
logró unificar a España con leyes e impuestos generales. Aunque fue el ascenso al trono de
Fernando VI (1746-1759) lo que significó el abandono de la ambición dinástica en favor de
una política de paz en el exterior y atrincheramiento al interior.
La llegada de Carlos III (1759-1788) dispuso a España, de un monarca comprometido
activamente con la política de reformas. Aunque fue la elite ministerial la que introdujo lo
equivalente a una revolución administrativa. En contraste con Inglaterra, la corona
española confiaba en una nobleza funcionaria, letrados que no habían podido entrar en los
socialmente prestigiosos.
Si por un lado, la aristocracia fue excluida de los consejos de Estado, por otra ataco
severamente a la Iglesia, obteniendo una señalada victoria cuando el papado le cedió a la
corona el derecho de nombramiento de todos los beneficios clericales de España.
La principal preocupación de la elite administrativa era el progreso económico. Se copiaron
las medidas proteccionistas inglesas y francesas, enfrentadas a la hegemonía comercial de
Holanda, estas apuntaban a defender y promover la navegación, industria y comercio.
El gran logro de la nueva dinastía fue la creación de un estado absolutista, burocrático,
abocado al principio de engrandecimiento territorial. Gran parte de la renovación
económica, derivo de las necesidades de fuerzas armadas y de la corte.
A la cabeza del nuevo régimen estaban los ministros de Hacienda, Justicia, Guerra, etc. A
nivel provincial el intendente fue la figura clave, símbolo del nuevo orden, se les encargo la
responsabilidad de recolectar los impuestos, dirigir el ejército, la promoción de obras
públicas y el fomento general de la economía.
La revolución en el gobierno
Durante las primeras décadas del siglo XVIII España no hizo más que rechazar incursiones
extranjeras en su propio territorio. No menos importante es el hecho de que en cada
provincia del imperio, la administración había llegado a estar en manos de un pequeño
aparato de poder, compuesto por la elite criolla, unos pocos funcionarios que poseían
cargos hacía muchos años y los grandes mercaderes dedicados a la importación. Prevalecía
la vena de cargos en todos los niveles de la administración.
Si la nueva dinastía quería sacar provecho de sus bastas posesiones de ultramar, tendría
primero que volver a controlar la administración colonial y crear entonces nuevas
instituciones de gobierno. Solo así podría introducir reformas económicas.
El catalizador de cambio fue la guerra contra Inglaterra. La tardía irrupción en la guerra de
los siete años (1756-1763) le acarreo la captura inglesa de Manila y La Habana, después del
tratado de paz estos puertos le fueron devueltos pero a cambio debió ceder florida a los
ingleses y Luisiana a Francia.
Los ministros de Carlos III se orientaron hacia el programa de reformas elaborado por
Campillo y Cossío, Nuevos sistemas de gobierno económico para la América, manuscrito en
circulación desde 1743. Ahí se encontraron los argumentos para la vuelta de las visitas
generales y la instauración de intendencias permanentes.
El primer paso de este programa fue la provisión de un fuerza militar adecuada, como
salvaguarda de ataques extranjeros y levantamientos internos.
La monarquía reivindico su poder sobre la iglesia de forma dramática cuando se produjo la
expulsión de todos los jesuitas de sus dominios, en 1767. La medida advertía a la iglesia de
una obediencia absoluta, dado que los jesuitas eran conocidos por su independencia de la
autoridad episcopal, su devoción por el papado y su gran riqueza. En Paraguay
establecieron un virtual estado dentro del estado. Además en todas las ciudades
principales del imperio, los colegios jesuitas educaban a la elite criolla.
De mayor alcance fue la reforma radical de la administración civil. La creación en 1776 se
estableció el virreinato del Rio de la Plata. El resultado fue un cambio en el equilibrio
geopolítico del continente, puesto que Perú ya había perdido el monopolio por la apertura
del Cabo de los Hornos y ahora perdía también el Alto Perú.
Carlos III también implemento nuevamente la visita general. José de Gálvez como visitador
general de nueva España que luego Perú y más tarde Nueva Granada, se vieron sometidas a
la revisión de la maquinaria del gobierno. Por medio del monopolio de tabaco y una
reorganización de la recaudación de la alcabala, Gálvez aseguro un aumento en la
recaudación fiscal. Además, se avanzó en el incremento de la producción de plata.
Desde la perspectiva Madrid, esto significó un alza en su recaudación. Pero el precio fue la
enajenación de la elite criolla. La venta de cargos durante el reinado de Felipe V había
colocado a letrados criollos ricos en las audiencias de Lima, México y Santiago, donde eran
mayoría de criollos. En 1776 se amplió el número de miembros en la mayoría de las
audiencias y después, mediante una verdadera política de promoción, traslados y retiros,
acabar con el predominio criollo.
Gálvez promovió la creación de un nuevo cargo judicial, el regente que venía a sustituir a
los virreyes como presidentes de audiencia. También se trasladó a regentes y algunos
oidores veteranos con experiencia, al consejo de indias.
Gálvez propuso junto al virrey de Nueva España, la supresión del cargo de alcaldes mayores
y de los repartimientos y cambiarlos por un intendente. A pesar del nombramiento de un
intendente en Cuba 1763, esta reforma debió esperar hasta que Gálvez fuese secretario de
Indias.
El nombramiento de una burocracia asalariada, quitando a los consulados el privilegio de
cobrar la alcaba. La otra gran medida para aumentar los ingresos fiscales de la corona fue el
establecimiento del monopolio de tabaco en 1768.
La expansión en el comercio colonial
El texto que respalda las reformas es Nuevo sistema de gobierno económico para la
América (1743) Campillo proponía la distribución de tierra a los indios y fomento de la
minería, Capillo ve a las colonias como un mercado sin explotar.
Si España quería obtener beneficios de sus posesiones, primero eliminar el
contrabando y luego desalojar a la alianza mercantil de su posición dominante.
La presión diplomática aseguro la exclusión de los barcos franceses de las colonias pero
la compañía del Mar (inglesa) tenía el privilegio a enviar un buque anual a
Hispanoamérica. Esta podía hacer que bajasen los precios de los monopolistas
españoles.
La guerra de los Nueve Años (1739-1748) acabo con las esperanzas de revivir una flota
de tierra firme. Y, desde entonces, el comercio en las islas del Caribe y Sudamérica se
hizo con “registros”, barcos aislados que zarpaban con licencia desde Cádiz. De igual
importancia fue la apertura del Cabo de los Hornos y se permitiera a más barcos
desembarcar en Buenos Aires. El tratado de paz acabaría con el derecho de la Compañía
del Sur al asiento y el envió de un buque anual con mercancías.
La tardía entrada a la Guerra de los Siete años trajo consigo la captura de Manila y la
Habana, al tiempo que la ocupación inglesa de la Habana producía un notable aumento
de las exportaciones cubanas. La necesidad de una reforma, administrativa y comercial
era evidente. En 1765 a las islas del Caribe se las dejo comerciar libremente con los
nueve puertos de la península. El éxito de esta medida hizo posible la posterior
declaración del “libre comercio”” en 1778.
En cuanto al comercio colonial, España figuraba como exportadora de productos del
sector primario con poca importancia en lo que respecta a productos elaborados. En
cuanto al volumen, el %45 eran de producción peninsular, pero consistía en productos
del sector primario, vinos, aceites, aguardiente, etc..
La naciente industria textil de algodón de Cataluña, con maquinaria comprada en
Inglaterra competía de forma efectiva en los mercados americanos. De hecho, esta era
la única industria cuyo crecimiento, en gran medida, derivaba del comercio colonial.
El siglo XVIII registra una notable expansión del comercio ultramarino con España.
Provincias como Chile y Venezuela, hasta entonces descuidadas, tenían contacto directo
con España gracias a la apertura de nuevas rutas comerciales. El metal precioso
representaba el %77 de las exportaciones de América, siendo el resto tabaco, cacao,
azúcar, índigo y cochinilla. Con la promulgación del “libre comercio” se aceleró la
dinámica de la actividad económica y las costas e islas del Caribe produjeron una
cosecha mayor aún de productos tropicales.
Economía de exportación.
Hacia el siglo XVIII el equilibrio regional de la actividad comercial se había desviado
desde las zonas nucleares de las culturas mesoamericanas y andinas hacia áreas
fronterizas.
El agente decisivo en el crecimiento de la época borbónica fue la formación de una élite
empresarial compuesta por comerciantes, plantadores y mineros que supieron sacar
provecho de nuevas rutas comerciales y los beneficios fiscales que proporcionaba la
corona.
La obra maestra fue la industria de la minería de plata mexicana. José de Gálvez como
visitador, redujo el precio del mercurio, aumento la oferta de pólvora, monopolio real,
rebajando su precio en cerca de una cuarta parte. Al mismo tiempo inicio una política
de garantizar exenciones de impuestos y auspiciar nuevas empresas de alto riesgo. Se
estableció un tribunal de minería con jurisdicción sobre cualquier litigio dentro de la
actividad, se introdujo un nuevo código de minería y se hizo responsable un banco
financiero que patrocinaba inversiones. La reforma se corono en 1732 con la
construcción de un colegio de mina. Además de todas las medidas gubernamentales, se
debe incluir que la población de la colonia de Nueva España estaba en crecimiento, lo
que facilitaba la tarea de reclutar fuerza de trabajo asalariada. Pero el elemento
decisivo de la expansión hay que buscarlo en la actividad y colaboración de los
comerciantes capitalistas y mineros que hacían grandes inversiones de capital en
aventuras, que en algunos casos, tardaban años en demostrar beneficios.
Los incentivos gubernamentales no eran suficientes y lo demuestra el ejemplo de Perú,
porque a pesar de que la corona implemento las mismas reformas que en Nuevas
España, el resurgimiento de la minería fue lento y limitado. La base de esta reactivación
fue la creación de nuevos campamentos, como Cerro de Pasco, que dependía de
trabajadores asalariados y la supervivencia de Potosí, con la mita.
Además de las plantaciones tropicales en las que trabajaban esclavos, el restante
comercio de exportación dependía del capital mercantil que financiaba diversos
productos. Cochinilla en el sur de México. En el cono sur los comerciantes de Buenos
Aires y Santiago financiaban a los estancieros de las pampas y a los mineros del norte.
La corona intervino activamente para promover la industria del azúcar a través de una
creciente importación de esclavos, generosas concesiones de tierras y un permiso para
importar harina barata de los Estados Unidos. La producción se triplico entre 1759 y
1789. Si Cuba no participo de las insurgencias después de 1810 fue en gran medida,
porque el elemento servil era muy fuerte. En una generación, Cuba había creado una
sociedad y economía que se parecían más a Brasil que al resto de Hispanoamérica.
A pesar de haber surgidas grandes empresas capitalistas, tanto en la minería como el
cultivo del azúcar permanecieron en una etapa en donde la producción dependían del
musculo humano y este era la principal fuente de energía, bien para la extracción de
metal o para el cultivo de caña de azúcar.
La economía del interior
Bastante tiempo antes del apogeo borbónico, muchas provincias se virón incorporadas
a la producción por la demanda del mercado ejercida desde las capitales virreinales. La
aparición de una industria textil colonial atestiguada la fuerza de la reactivación
económica interna. La clave de este crecimiento económica y esta prosperidad fue el
aumento de la población, que en el siglo XVIII experimento una significativa expansión.
El grueso de la población colonial encontraban empleo y sustento en la agricultura y la
mayoría de los pueblos indios todavía contaban con las tierras suficientes como para
mantener a sus propios habitantes. Además la mayoría de las comunidades indias
producían sus propios alimentos y tejidos, su intercambio de productos se extendía
raramente más allá de la localidad y la producción para el mercado era limitada. En
contraste, los latifundios estaban orientados a la economía de mercado y en particular a
la demanda de las ciudades. La mayor parte de las plantaciones, provenía, de la
demanda en Europa. Las estancias ganaderas se dedicaban a los mercados domésticos,
solo las pieles de Argentina se enviaban a Europa en cantidades considerables.