LA EXPERIENCIA VOCACIONAL DE PABLO: PROPUESTA DE …
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LA EXPERIENCIA VOCACIONAL DE PABLO: PROPUESTA DE MODELO VOCACIONAL Y MISIONERO DE LA IGLESIA FRANCISCO RICARDO DÍAZ ARANGO, S.J. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA PROGRAMA DE CARRERA EN TEOLOGÍA BOGOTÁ – COLOMBIA 2015
LA EXPERIENCIA VOCACIONAL DE PABLO: PROPUESTA DE …
PROPUESTA DE MODELO VOCACIONAL Y MISIONERO DE LA IGLESIA
FRANCISCO RICARDO DÍAZ ARANGO, S.J.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ – COLOMBIA
PROPUESTA DE MODELO VOCACIONAL Y MISIONERO DE LA IGLESIA
FRANCISCO RICARDO DÍAZ ARANGO, S.J.
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TÍTULO DE TEÓLOGO
DIRECTOR:
BOGOTÁ – COLOMBIA
_______________________________
Firma del Jurado
La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos
por los alumnos en sus
trabajos de síntesis; sólo velará por que no se publique nada
contrario al dogma y la moral
católica y porque las tesis no contengan ataques o polémicas
puramente personales, antes
bien, se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia
(Reglamento General de la
Pontificia Universidad Javeriana. Artículo 23 de la Resolución No.
13 del 06 de junio de
1964).
κριον ησον κα
τι θες ατν γειρεν κ νεκρν,
σωθσ
que Jesús es el Señor
y crees en tu corazón
que Dios le resucitó de entre los muertos,
serás salvado
y a los que vendrán,
por inspirarnos un mundo más fraterno.
AGRADECIMIENTOS
A nuestro Señor Jesucristo que nos llama a una fe
comprometida.
A la Compañía de Jesús que lucha por transitar ese camino.
A mis docentes, en especial a Paula García,
por orientar la elaboración del trabajo de grado.
A mi familia por su apoyo.
A mis compañeros y amigos que orientan día a día
su vocación de servicio con autenticidad y sencillez.
A.M.D.G.
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………........ 9
CAPÍTULO I
1. LOS RELATOS VOCACIONALES DE PABLO EN SUS CARTAS Y EN LOS
HECHOS DE LOS
APÓSTOLES.......................................................................................
15
1.1.1 Cultura de orientación
colectivista......................................................
15
1.2.1
Textos..................................................................................................
22
1.2.2 Textos
comparados..............................................................................
23
1.2.3 Textos
sincronizados...........................................................................
24
1.2.4 Lo
común.............................................................................................
26
1.2.5 Lo
propio.............................................................................................
27
1.3 La vocación de Pablo en el libro de los Hechos de los
Apóstoles..................... 28
1.3.1
Textos..................................................................................................
29
CAPÍTULO II
2. EL RELATO VOCACIONAL PAULINO EN LAS CARTAS Y LOS HECHOS Y
APORTE DE
AUTORES....................................................................................................
42
2.4
Conclusiones......................................................................................................
53
CAPÍTULO III
3. PABLO COMO MODELO VOCACIONAL Y MISIONERO DE LA IGLESIA..........
55
3.1 Nuestro contexto vocacional y
misionero..........................................................
56
3.2 Pablo como modelo
vocacional..........................................................................
65
3.3 Pablo como modelo
misionero...........................................................................
72
Anexo 3. Corpus
Paulinum......................................................................................
90
su propia experiencia de encuentro con el resucitado es
Pablo,
esto es, el acontecimiento histórico de su vocación o,
como suele llamarse, su «conversión».
Pero este hecho no puede considerarse como algo anecdótico,
o como episodio particular y esporádico que sucediera
en la vida de Pablo, sino que él mismo ha entendido
que este acontecimiento constituye el contenido de su anuncio
y el carácter divino de su misión de anunciarlo. 1
A pesar del tiempo transcurrido, Pablo sigue siendo referente
válido para todo
creyente que desee comprender 2
la experiencia misionera y eclesial de la primera
generación de cristianos, para así dialogar y servir de puente
3
entre los procesos
evangelizadores de hoy en día. Este urgente y complejo encuentro,
entre los textos
antiguos y el mundo moderno, requiere de parte nuestra la capacidad
de escuchar desde la
distancia cronológica que es también cultural e histórica, 4 las
voces que cuestionan y
confrontan nuestras comprensiones para hacer posible una verdadera
comunicación.
Pablo, que desempeñó su actividad misionera entre los años 32 y 60
d. C., 5 es uno
de los personajes más importantes del Nuevo Testamento, debido a la
abundante
1 Baena, “Fenomenología de la revelación”, 558.
2 La lectura científica de los textos del N.T. nos permite
establecer conexiones entre las
observaciones y deducir conclusiones de las observaciones para
comprender mejor el texto bíblico.
Para ampliar, ver a Egger, “Lecturas del Nuevo Testamento”,
18.
3 Barbaglio, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, 13.
4 Ibid., 15.
5 Para conocer la cronología desde el esquema tradicional y
crítico, ver a Vanni, “Las cartas de
Pablo”, 7-8.
10
información que tenemos de él, y por pertenecer a la época
originaria y fundacional del
cristianismo primitivo. 6
Al tomar nuestra Biblia en el orden canónico aceptado, basta con
prestar atención al
índice y notaremos que de los veintisiete libros neotestamentarios,
veintiuno aparecen como
«cartas» o «epístolas», 7 de las cuales catorce (Corpus
Paulinum)
8 se relacionan con el
nombre de Pablo, encontrando una pequeña mención de él en 2 Pedro
3, 15. 9 De los 28
capítulos que conforman el libro de los Hechos de los Apóstoles, 20
de ellos (a partir de 7,
58) nos presentan detalles biográficos y relatos de la vida de
Pablo.
Asistimos, no sólo al reconocimiento de uno de los teólogos más
importantes de
todo el cristianismo primitivo, 10
sino a una de las pocas figuras que emerge del pasado con
notable claridad historiográfica 11
epistolar encontrada en papiro, así como por las incontables
inscripciones descubiertas en
las recientes excavaciones arqueológicas. 12
Para entender tal valoración, Barbaglio afirma:
Pablo es sin duda el personaje más accesible para nosotros del
cristianismo
primitivo, incluido Jesús. En efecto, ningún otro puede ofrecer un
testimonio tan
vivo y palpitante como son las cartas paulinas. Ya a principios de
nuestro siglo, W.
Wrede declaraba que Pablo es la figura más clara del cristianismo
de los orígenes, la
única figura clara en cierto sentido. Podemos igualmente estar de
acuerdo con el
6 Becker, Pablo, el apóstol de los paganos, 13.
7 En el trabajo nos hemos inclinado por utilizar el término
«carta». Respecto a la diferencia entre
carta o epístola, ver a Sánchez, “Escritos paulinos”, 51-52.
8 Para entender el Corpus Paulinum, ver el Anexo 3 del presente
trabajo. Para profundizar ver a
Vanni, “Las cartas de Pablo”, 16-17.
9 “Pensad que la paciencia de nuestro Señor es para nuestra
salvación, tal como os lo escribió
también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le
fue otorgada” (2P 3, 15). 10
Becker, Pablo, el apóstol de los paganos, 13.
11 Barbaglio, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos,
23-32.
12 Ibid., 13.
11
juicio de R. Bultmann: la comprensión del cristianismo de los
orígenes se decide en
la comprensión de Pablo. Él está sólidamente plantado en el centro
del cristianismo
del siglo I y, en parte, del siglo II, calificado en gran parte por
su iniciativa y por las
reacciones que Pablo provocó. 13
Al tomar conciencia de tan abundante información, corremos el
riesgo de
enfocarnos tanto en un aspecto científico del texto, que podemos
olvidar que nuestro punto
de partida es una experiencia de vida. Incluso, la teología
presentada por Pablo en sus
cartas en razón de la evidencia en las fechas de redacción 14
y destinatarios, 15
expone que su
proceso de comprensión fue evolucionando conforme formulaba su
vocación y seguimiento
a Cristo.
En este sentido, lo narrado en las cartas y en el relato lucano, no
son datos sueltos e
irreconciliables entre sí. Con tal de relacionar ambas fuentes,
Brown explica tres maneras:
a) Confianza virtualmente completa en los Hechos […]
b) Gran desconfianza de los Hechos […]
c) Una postura intermedia utiliza las cartas de Pablo como fuente
principal y las
suplementa cautelosamente por medio de los Hechos, sin apresurarse
a declarar
como contradicciones las diferencias aparentes. 16
Identificamos la postura intermedia de las presentadas por Brown
como aquella que
orienta la manera en que nos aproximamos a los textos estudiados en
el presente trabajo. Si
una de las formas en que Pablo evangeliza a los paganos es contando
su historia y proceso
13
Ibid., 21-22. 14
Para ubicar cronológicamente la redacción de las cartas, ver Anexo
2 del presente trabajo.
15 Nueve dirigidas a comunidades de localidades geográficas (Rm, 1
y 2Cor, Ga, Ef, Flp, Col, 1 y
2Ts); y cuatro a particulares (1 y 2 Tm, Tt, Flm). Para una mejor
comprensión, ver a Brown,
“Introducción al Nuevo Testamento II”, 542. 16
Brown, “Introducción al Nuevo Testamento II”, 557-558.
12
de vida (ver Ga 1, 23), sin obviar dificultades y temores (ver 1Cor
9, 3), entonces debemos
valorar que la exposición de la vida propia no es simple
transmisión de datos, sino
fundamento originante de todo proceso de evangelización. Hablar de
Pablo como
evangelizador de los gentiles (Ga 1, 16; Hch 9, 15; 22, 21; 26,
23), requiere tanto de lo
contenido en sus cartas, como de la versión de los Hechos, cuya
interpretación teológica 17
nos permite una visión general de la expansión del cristianismo
“hasta los confines de la
tierra” (Hch 1, 8).
Por esta razón, la pregunta de investigación que guía el presente
trabajo es ¿Cómo
entiende Pablo su vocación y cómo la presenta Lucas en Los Hechos
de los Apóstoles?
Con tal de desarrollar este planteamiento, Bernard Lonergan
describe que el ser
humano tiene cuatro formas fundamentales de acercarse al
conocimiento. Estas son:
experimentar, entender, afirmar y decidir. 18
Existe un primer nivel empírico, en el cual tenemos sensaciones,
percibimos,
imaginamos, sentimos, hablamos y nos movemos. 19
En el segundo nivel, el entender se da
a nivel intelectual en el cual inquirimos y llegamos a expresar lo
entendido, elaboramos las
presuposiciones e implicaciones de nuestra expresión. En tercer
lugar el nivel racional, en
el cual reflexionamos y ordenamos nuestras evidencias para hacer
juicios de verdad o
falsedad de una afirmación, y por último el nivel responsable,
20
en el cual deliberamos
acerca de nuestras posibles acciones, las cuales evaluamos para
tomar decisiones.
Acerca de la forma en que debemos aproximarnos al texto bíblico,
Egger explica:
17
19 Ibid., 16.
20 Ibid., 17.
13
El acceso al acontecimiento de comunicación, en el caso de textos
bíblicos,
podemos lograrlo únicamente a través del texto mismo. Mediante la
aplicación y
utilización exacta del modelo de comunicación expuesto, se pueden
deducir del
texto mismo algunas conclusiones retrospectivas sobre los demás
factores de la
comunicación, es decir, sobre el autor y su época, sobre los
lectores a quienes él
quería dirigirse, etc. 21
Para lograr este nivel de comunicación, en el primer capítulo la
reflexión
hermenéutica será la ciencia encargada de acercarnos a la
comprensión del texto bíblico,
para así captar en los capítulos siguientes, el significado que
tienen hoy en día. 22
Mediante
el acercamiento al contexto histórico y socio-cultural del siglo I,
la manera de iniciar
nuestro diálogo tendrá como límites los presentados por los autores
que trabajan la cultura
de orientación colectivista y el comportamiento anómico.
Teniendo como trasfondo el contexto, nos acercamos, sin la ayuda de
autores, a las
perícopas de las cartas (Rm 1, 1-2; 1Cor 9, 1-3; 1Cor 15, 8-11; Ga
1, 11-24; Flp 3, 5-11),
las cuales, posterior a visualizarlas, son comparadas y
sincronizadas en tablas que nos
permiten sacar de ellas mismas los elementos comunes y propios. Y
en un segundo
momento, realizamos un proceso similar con las perícopas de los
Hechos (9, 1-18; 22, 4-21;
26, 9-23), las cuales tras visualizarlas, compararlas y
sincronizarlas, nos ofrecen los
elementos comunes y propios de cada relato.
En el segundo capítulo, recurrimos a autores que abordan los
elementos comunes
encontrados tanto en las cartas como en los Hechos. La reflexión
académica que se ha
producido en los últimos años, utiliza diversas metodologías que
pretenden tener una visión
de conjunto, razón por la cual recurren a la antropología,
sociología, arqueología, y
lingüística entre otras, resultando de tal esfuerzo una comprensión
más objetiva del texto en
21
22 Ibid., 248.
14
su contexto, para poner la bases y tender puentes de comunicación
con el pasado y
descubrir el sentido para nuestro tiempo. 23
En el diálogo con los textos, la tarea académica de los autores
consultados, aparece
como garante de estar realizando una lectura científica 24
que nos ayude a comprobar que,
efectivamente, el sentido de los textos es el correcto y que
nuestra interpretación se
enmarca dentro de los límites subjetivos aceptados.
Darle vida al texto bíblico para que pueda presentarse al hombre y
mujer de hoy, es
la tarea del tercer y último capítulo, que mediante el modelo de
lectura y comprensión
actualizante de la escritura, 25
permite que las perícopas seleccionadas referentes a la
vocación de Pablo, iluminen nuestra realidad vocacional y misionera
dentro de la Iglesia.
Nuestro encuentro con la vida vocacional de Pablo expresada en sus
cartas y
Hechos, produce irremediablemente un caudal de aspectos
interpretativos que aparecen con
tal fuerza y frescura, que todo creyente podrá adaptarlo a su vida,
e incluso proponer y
sugerir escenarios que conduzcan a procesos de evangelización más
auténticos, liberadores
y vivificadores.
Recurrir a los relatos del Apóstol del Señor (1Cor 9, 2) para
iluminar nuestra vida
vocacional y misionera, es confiar en la larga y profunda
interpretación 26
que Pablo hiciera
de su vocación y del «misterio cristiano» desarrollado en los
últimos años de su vida.
23
15
CAPÍTULO I
1. LOS RELATOS VOCACIONALES DE PABLO EN SUS CARTAS Y EN LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Previo a dar lectura a las perícopas seleccionadas respecto a la
vocación de Pablo,
consideramos necesario recurrir a documentos y estudios que nos
permitan aproximarnos
de manera general al contexto dentro del cual se circunscriben los
sucesos en los textos.
Sería erróneo traer los relatos bíblicos sin antes ofrecer un
margen de lectura
contextual, que posibilite al lector tener puntos de referencia
desde los cuales iniciar la
interpretación de los textos.
En cierto sentido, se trata de consultar autores que nos
posibiliten comprender
algunos rasgos culturales del siglo I, para orientar de forma
correcta nuestras
precomprensiones y así evitar catalogar con etiquetas de nuestro
presente, la conducta y
cambios en la vida de Pablo.
1.1 Contexto histórico y sociocultural del siglo I
1.1.1 Cultura de orientación colectivista
La construcción de la identidad de un judío durante el siglo I,
época dentro de la
cual podemos ubicar la figura histórica de Pablo, debía responder a
la petición de Yahvé
que exige a Israel “su compromiso a no adorar otros dioses y a
ordenar su vida de acuerdo
con las normas contenida en la Torá”. 27
27
16
para todos los judíos debido a la gran variedad y
corrientes dentro del propio judaísmo. Por tal razón podemos hablar
de “judaísmos”, 29
que
en cierto sentido expresa que la respuesta acerca de cómo vivir la
fidelidad a Yahvé estaba
condicionada por las diversas circunstancias históricas y
sociales.
En esa búsqueda de identidad, Pablo se enfrentó a diversas formas
de comprensión
de su propia religiosidad y conducta. Sea la que fuere, no podía
realizarse en solitario o
individualmente.
En las culturas de orientación colectivista incluirse en uno de
esos grupos, además
de reconocerse en un círculo social y sentirse aceptado, se
esperaba que los miembros
desarrollaran la capacidad de defender las costumbres y formas de
conducta, que los
identificaban de uno u otro grupo. 30
De esta forma, los proyectos en apariencia individual, son “yoes”
31
en los cuales
está incluido el anhelo e interés de los demás integrantes de un
grupo. Es decir. En la
cultura de orientación colectivista, el interés grupal está detrás
de todo reconocimiento o
proyecto individual.
Otro aspecto o forma de entender a las personas inmersas en esta
cultura, es
describirlas desde la orientación psicológica del “diadismo”. Una
persona diádica es
aquella que se encuentra orientada hacia la colectividad, 32
es decir, que para conocerse
necesita saber lo que las demás personas dicen de ella misma, con
el fin de confirmar que
su posición y conducta social, cumple con las exigencias del grupo
hacia su persona.
28
29 Ibid., 52.
30 Ibid., 62.
31 Neufeld, Para entender el mundo social del Nuevo Testamento,
44.
32 Malina, El mundo del Nuevo Testamento, 90.
17
En este sentido, el diadismo provocaba en la conformación de la
personalidad en el
siglo I, que cada miembro se sintiera comprometido y cuidadoso en
el cumplimiento y
ejercicio de su actividad acorde a su posición social, pues la
interrelación 33
y consideración
de los demás, era más importante que la propia evaluación
individual de su proceder en la
vida.
Tener objetivos comunes y defender las costumbres, servía no sólo
para ser
reconocidos, sino para llegar a ser más fuertes que los otros,
mejorando así la posición
social como grupo. 34
individuales, permitía orientar todo el esfuerzo personal para
crear bienestar grupal. De
esta forma, el miembro moralmente perfecto 35
es aquel que deja todo proyecto que pueda
rivalizar con el grupo, asumiendo las luchas colectivas como
propias.
De esta formación se encargaba la familia judía sabida su
estructura patriarcal, pues
estaba obligada a educar a sus hijos conforme a la vida prescrita
por la Ley. 36
En este
ambiente, los niños aprendían que el ideal es el cumplimiento de
los preceptos, y que el
reconocimiento social y la satisfacción personal, vendrían en la
medida en que asuma el rol
de cumplidor 37
y defensor de esas normas y valores que fortalecen la moral grupal.
La
pertenencia y el reconocimiento absoluto de la autoridad de un
líder, 38
marcaba en los niños
la necesidad de regirse por costumbres grupales acorde a su grupo
familiar.
De esta manera podemos entender que Pablo se sintiera, en un primer
momento, con
la obligación de defender y vivir acorde a la figura de la Ley,
pues fue su referente de
crianza (ver Flp 3,5).
Ibid., 86.
34 Neufeld, Para entender el mundo social del Nuevo Testamento,
48.
35 Aguirre, Así empezó el cristianismo, 64.
36 Ibid., 73.
37 Ibid., 76.
38 Neufeld, Para entender el mundo social del Nuevo Testamento,
49.
18
Ahora bien. En la cultura de orientación colectivista,
identificamos grupos que
podemos catalogar de fuertes y débiles. Un grupo fuerte sería aquel
en el cual todos los
miembros comparten una identidad común sin que exista oposición
39
ni divergencias entre
el individuo y los valores grupales. Y el grupo débil, estaría
conformado por individuos
que debido a factores externos, priorizan intereses particulares
dejando a un lado las
necesidades grupales. 40
la excesiva observancia de la ley por
parte de los fariseos, etc, fueron factores que obstaculizaron
seguir apostando por el
cumplimiento de las normas, que hasta ese momento beneficiaban
efectivamente al
colectivo. Por lo tanto, el surgimiento de grupos que buscaban
solucionar de otra forma
parte de los problemas, era visto como una oportunidad para unos, y
amenaza para otros.
Es en este ambiente donde aparecen personajes con actitudes
individualistas que
podían provenir de sectores dotados de subculturas propias.
42
Es necesario precisar que en
la cultura de orientación colectivista, el surgimiento de actitudes
individualistas no reflejan
necesariamente autonomía o interés en un proyecto individual
43
como lo podríamos
entender hoy en día, sino modificaciones conductuales que persiguen
mejorar como grupo.
A pesar de la cultura de orientación colectivista, aparecen
conductas como las de
Pablo, cuya actuación denota en ciertos momentos, comportamientos
que van en contra de
su propio grupo. En este caso, Pablo, que en un principio pertenece
al grupo fuerte
representado en Roma, se configura e identifica con el grupo de los
débiles pues se siente
judío.
39
Malina, El mundo social de Jesús y los evangelios, 65.
40 Ibid., 66.
42 Ibid., 62.
43 Neufeld, Para entender el mundo social del Nuevo Testamento,
43.
19
1.1.2 Comportamiento anómico
Después de comprender la importancia de la cultura de orientación
colectivista,
podemos ahora reflexionar acerca de las razones que llevaron a
personas inmersas en este
ambiente, a considerar que los fundamentos aprendidos desde
pequeños ya no eran los que
debían regir su conducta y principios morales.
Específicamente, nos centraremos en las circunstancias que llevaron
a Pablo, cuya
crianza proviene de la sociedad judía de la diáspora, a convertirse
en seguidor de la persona
de Jesús y su propuesta.
Pablo, considerado un «cosmopolita», 44
vive en los tres mundos y culturas que en él
se cruzan: «hebreo» de nacimiento y religión, «griego» pues se
expresa con el idioma y los
modos del helenismo, y «romano» ya que se identifica con el marco
político-administrativo
del imperio.
Por lo tanto, nos atrevemos a formular las siguientes preguntas:
¿Qué afectó la vida
y certezas de Pablo para que dejara de ser perseguidor de los
seguidores de Jesús? ¿Qué
falló en la sociedad de su época para que cambiara de grupo?
Para dar respuesta a las preguntas mencionadas, nos referiremos a
las características
propias del desarraigo social provocado por una crisis 45
generalizada en la sociedad judeo-
palestina, como elementos que impidieron a sus miembros a seguir
siendo cumplidores de
la doctrina grupal, tal y como orientaba la cultura colectivista
del siglo I.
El desarraigo que social lo podemos entender desde tres
aspectos:
44
45 Theissen, Estudios de sociología del cristianismo primitivo,
41.
20
a) donde los miembros de una sociedad no pueden ya desarrollar su
vida según
normas de su medio ambiente social hereditario;
b) donde este fenómeno se ha extendido por encima del término
medio;
c) donde los grupos respectivos han sufrido cambios en su status
que ha producido
conmoción en su modo tradicional de vida. 46
Con tal de entender el comportamiento provocado por la sensación de
desarraigo,
acudiremos al término “anomía”, acuñado en la sociología por E.
Durkheim, cuyo
significado conceptualiza de la siguiente manera:
Expresa una situación en la que los individuos no están ya en
condiciones de
comportarse de acuerdo a las normas de su grupo. Esto se puede
aplicar, por
ejemplo, a las crisis económicas, que trasladan a los hombres a
otros grupos
totalmente diferentes y de esta forma les arrebatan la seguridad de
comportamiento
que hasta ahora tenían, hasta tanto éstos no hayan aprendido las
reglas de
comportamiento adecuadas a su nueva pertenencia de grupo. 47
De esta forma, el comportamiento anómico provocado por el
desarraigo, nos sitúa
en un ambiente en el cual los cambios sociales despiertan y ponen
en movimiento a sus
integrantes. 48
la cultura colectivista favoreció que
así fuera sentido incluso por aquellos que no habían sido afectados
personalmente.
La anomía social en el siglo I, fue capaz de quebrar la estabilidad
en la cultura
colectivista 50
que presentaba a la religión como uno de los elementos importantes
que
garantizaban el orden social. No es de extrañarse entonces que
personas como Pablo
46
50 Theissen, Estudios de sociología del cristianismo primitivo,
77.
21
consideraran que por el bien de la mayoría, algo debía cambiar, y
al ser el movimiento de
Jesús una opción desde la religión, el desarraigo le permitió
buscar soluciones para mejorar
como grupo.
Pablo, judío de la diáspora, a pesar de estar inmerso dentro de la
cultura colectivista,
que le permitía identificarse y gozar de la libertad propia de un
ciudadano romano,
desarrolló conductas propias del comportamiento anómico fruto del
desarraigo social, que
le permitieron considerar su pertenencia y reconocerse como alguien
descendiente de la
tribu de Benjamín.
A continuación, acudiremos a los relatos vocacionales tanto de las
cartas como de
los Hechos, para entender la forma en que Pablo describe su proceso
vocacional dentro de
la cultura de orientación colectivista, y las circunstancias en que
el desarraigo social
provocó comportamientos anómicos que le llevaron a tomar la
decisión personal de seguir a
Jesús.
1.2 La vocación de Pablo en sus cartas
A partir del contexto hemos comprendido la importancia del grupo en
una cultura de
orientación colectivista, y la forma en que el desarraigo provocó
comportamientos
anómicos dentro de sus miembros.
Teniendo como telón de fondo estos aspectos del contexto, y con tal
de conocer la
forma en que Pablo relata su vocación en las cartas, utilizaremos
las siguientes perícopas:
Ga 1, 11-24; 1Cor 9, 1-3; 1Cor 15, 8-11; Flp 3, 5-11; Rm 1,
1-2.
Con las perícopas seleccionadas, y sin recurrir a autores,
procedemos a analizar los
relatos desde el análisis literario y narrativo, y encontrar sus
similitudes y diferencias. Nos
fijaremos especialmente en aquellos aspectos pertinentes para
realizar posteriormente, el
mismo ejercicio con lo relatado en la obra de lucana de los Hechos
de los Apóstoles.
22
1.2.1 Textos
Carta a los Gálatas 1, 11-24 11 Porque quiero que sepáis, hermanos,
que el Evangelio anunciado por mí no es de orden humano,
12 pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo.
13 Seguramente habéis oído hablar de mi conducta anterior en el
judaísmo, cuán encanizadamente perseguía a la
iglesia de Dios para destruirla,
14 y cómo superaba en el judaísmo a muchos compatriotas de mi
generación, aventajándoles en el celo por las
tradiciones de mis antepasados.
15 Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me
llamó por su gracia, tuvo a bien
16 revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los
gentiles, al punto, sin pedir consejo a hombre alguno,
17 ni subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui
a Arabia, de donde volví a Damasco.
18 Al cabo de tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas; y
permanecí quince días en su compañía.
19 Y no vi a ningún otro apóstol, sino a Santiago, el hermano del
Señor.
20 Y Dios es testigo de que esto que os escribo no es
mentira.
21 Más tarde me fui a las regiones de Siria y Cilicia.
22 Las iglesias de Cristo en Judea no me conocían
personalmente;
23 solamente habían oído decir: “El que antes nos perseguía ahora
anuncia la buena nueva de la fe que entonces
quería destruir”.
24 Y alababan a Dios por mi causa.
Primera carta a los Corintios 9, 1-3 1 ¿No soy yo libre? ¿No soy yo
apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No sois
vosotros el
fruto de mi tarea de anunciar al Señor?
2 Si para otros no soy apóstol, para vosotros sí que lo soy;
¡vosotros sois la confirmación de que soy apóstol del
Señor!
3 Ésta es mi defensa contra quienes me critican.
Primera carta a los Corintios 15, 8-11 8 Y en último término se me
apareció también a mí, que soy como un aborto.
9 En realidad, soy el último de los apóstoles, indigno incluso de
tal nombre, pues llegué a perseguir a la iglesia
de Dios.
10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios
no ha sido estéril en mi caso. Antes bien, he
trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino la gracia
de Dios, que me acompaña.
11 Pues bien, tanto ellos como yo predicamos esto; y esto es lo que
habéis creído.
Carta a los Filipenses 3, 5-11 5 Fui circuncidado al octavo día;
pertenezco al linaje de Israel, a la tribu de Benjamín; soy hebreo
e hijo de
hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la
justicia que proporciona la Ley, intachable.
7 Pero lo que antes consideré ganancia, lo tengo ahora por pérdida
a causa de Cristo.
8 Más aún, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él
perdí todas las cosas; incluso las tengo por basura para ganar a
Cristo
9 y encontrarme arraigado en él, no mediante mi justicia, la que
viene de la Ley, sino mediante la que viene por
la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la
fe.
10 Pretendo así conocerle a él, sentir el poder de su resurrección
y participar en sus padecimientos, haciéndome
semejante a él en la muerte
11 y tratando de llegar a la resurrección de entre los
muertos.
Carta a los Romanos 1, 1-2 1 Pablo, siervo de Cristo Jesús y
apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios,
2 que Él había ya prometido por medio de sus profetas en las
Escrituras Sagradas.
23
1.2.2 Textos comparados
Cuadro comparativo sin modificar la ubicación de los versículos en
cada perícopa.
Ga 1, 11-24 1Cor 9, 1-3 1Cor 15, 8-11 Flp 3, 5-11 Rm 1, 1-2
11 Porque quiero que sepáis,
hermanos, que el Evangelio
orden humano, 12 pues yo no lo
recibí ni aprendí de hombre
alguno, sino por revelación de
Jesucristo. 13 Seguramente
conducta anterior en el
14 y cómo superaba en el
judaísmo a muchos
las tradiciones de mis
antepasados. 15 Mas, cuando
seno de mi madre y me llamó
por su gracia, tuvo a bien 16
revelar en mí a su Hijo, para
que lo anunciase entre los
gentiles, al punto, sin pedir
consejo a hombre alguno, 17 ni
subir a Jerusalén donde los
apóstoles anteriores a mí, me
fui a Arabia, de donde volví a
Damasco. 18 Al cabo de tres
años, subí a Jerusalén para
conocer a Cefas; y permanecí
quince días en su compañía. 19
Y no vi a ningún otro apóstol,
sino a Santiago, el hermano del
Señor. 20 Y Dios es testigo de
que esto que os escribo no es
mentira. 21 Más tarde me fui a
las regiones de Siria y Cilicia.
22 Las iglesias de Cristo en
Judea no me conocían
nos perseguía ahora anuncia la
buena nueva de la fe que
entonces quería destruir”. 24 Y
alababan a Dios por mi causa.
1¿No soy yo
Benjamín; soy hebreo
cuanto a la ley,
celo, perseguidor de
la justicia que
proporciona la Ley,
Ley, sino mediante la
Cristo, la justicia que
Pretendo así
muerte 11 y tratando
de llegar a la
1.2.3 Textos sincronizados
El siguiente esquema nos ayuda a visualizar de una mejor manera las
palabras y
frases comunes, así como lo propio de cada perícopa.
Nótese que no seguimos el orden y numeración de los versículos en
cada perícopa,
sino que han sido omitidas algunas palabras y reubicado los datos
comunes con el objetivo
de contrastarlos.
En negrita aparecen marcadas las palabras que han sido consideradas
de especial
importancia e interés en nuestro trabajo, y a partir de la segunda
mitad de los cuadros,
aparecen en cursiva los aspectos propios de cada perícopa.
Ga 1, 11-24 1Cor 9, 1-3 1Cor 15, 8-11 Flp 3, 5-11 Rm 1, 1-2
Lo común
aprendí de hombre
alguno, sino por
de anunciar al
apóstoles, (v9)
fariseo; en cuanto a
Hijo, (v15-16)
Lo propio
donde volví a
Dios no ha sido
estéril en mi caso.
en Cristo, la
justicia que viene
de Dios, apoyada
consideré
Perseguidor
En la carta a los Gálatas, Pablo se describe como un “encarnizado
perseguidor” de
la Iglesia de Dios con el fin de “destruirla” (Ga 1, 13). Esta es
posiblemente la descripción
más fuerte que Pablo hace de sus acciones en contra de las
comunidades cristianas. En
1Cor 15, 9 confirma que fue “perseguidor”, y en Flp 3, 6 justifica
la persecución “en cuanto
al celo”. Las tres perícopas presentan el mismo elemento en común,
pues tanto Gálatas,
Corintios y Filipenses mencionan que fue “perseguidor” de un grupo,
motivado por su celo
y con un objetivo claro al ir en su contra.
Yo fui elegido
Notemos que en nuestro cuadro sincronizado, encontramos la misma
idea con
distinta formulación en cuatro de cinco perícopas. Esto nos hace
pensar que para Pablo es
muy importante dejar en claro que a pesar de no conocer
personalmente a Jesús, “también”
se le apareció a él (1Cor 15, 8), confirmando que él ha visto a
Jesús, Señor nuestro (1Cor 9,
1), que lo aprendido fue por revelación del mismo Jesucristo (Ga 1,
12), y que fue escogido
para el Evangelio de Dios (Rm 1, 1).
Apóstol
Pablo resalta en tres ocasiones su título de apóstol. En 1Cor 9, 1
formula una
pregunta retórica; ¿no soy yo apóstol? Saberse apóstol le sirve
para reconocer que, por un
lado, se considera el último de los apóstoles (1Cor 15, 9), pero
también quiere dejar en
claro que fue llamado, y que su ser apóstol es por vocación (Rm 1,
1).
27
El celo
En Gálatas 1, 14, Pablo reconoce que “aventajaba” a muchos por su
celo en tanto a
las tradiciones de sus antepasados. Esto nos indica que Pablo se
destacaba de entre sus
iguales por considerarse “intachable” en el cumplimiento de la Ley
(Flp 3, 6).
Predicador
Fruto de la vocación de Pablo, en la cual se le revela el Hijo,
aparece dada la misión
de anunciarlo entre los gentiles (Ga 1, 16). Esto lo realiza por
medio de la predicación
junto a otros (1Cor 15, 11), la cual, en 1Cor 9, 1, Pablo relata
que su tarea de anunciar al
Señor ya tiene frutos.
La gracia
En Gálatas 1, 15, Pablo relata que Dios lo llamó por su gracia, y
que la gracia de
Dios no ha sido estéril (1Cor 15, 10). En Filipenses 3, 9, Pablo
explica que ya no es la
justicia que viene de la Ley la que lo mueve, sino la que viene por
la fe en Cristo.
1.2.5 Lo propio
Ahora nos aproximaremos a los elementos propios, si bien no
exclusivos, de cada
una de ellas.
Antes y después
En Gálatas, Pablo relata que muchas comunidades no le conocían
personalmente,
sino que simplemente habían escuchado que él era perseguidor y que
ahora se dedicaba a
anunciar la buena nueva (Ga 1, 22-23).
28
En Corintios, Pablo se defiende ante quienes lo critican, diciendo
que su mejor carta
de presentación es el trabajo que ha realizado como apóstol, en
tanto muchos le han creído
(1Cor 9, 2-3). Y ante aquellos que siguen sin creerle, Pablo
intenta explicar que a pesar de
ser indigno de llamarse apóstol, y de considerarse como un aborto
(1Cor 15, 8), son dos
elementos los que presenta como particulares y por lo tanto
especiales; que ha trabajado
más que todos (los demás apóstoles), y que ha sido la gracia de
Dios la que ha obrado en él
(1Cor 15, 10).
En Filipenses explica que antes consideraba y asignaba valor a
muchas cosas, pero
que a partir del conocimiento de Cristo Jesús y su causa, ahora lo
tiene por pérdida y basura
(Flp 3, 8). Para Pablo dejar sus cosas y arraigarse en Cristo es
permitirse conocerle y
participar en sus padecimientos (Flp 3, 10).
Siervo
En Romanos 1, 1, Pablo se llama a sí mismo, siervo de Cristo Jesús.
Encontramos
en Filipenses 1, 1, que Pablo se nombra también siervo de Cristo
Jesús, pero en esta
ocasión incluye a Timoteo.
1.3 La vocación de Pablo en el libro de los Hechos de los
Apóstoles
El libro de los Hechos de los Apóstoles, al igual que el tercer
evangelio, se atribuye
a Lucas, el compañero de Pablo que era oriundo de Antioquía.
51
En este momento es importante recordar, como dijimos en la
introducción, que la
información contenida en los Hechos acerca de Pablo, la tomaremos
como complemento de
lo visualizado en sus cartas.
51
29
Para conocer los relatos de la vocación de Pablo en el libro de los
Hechos de los
Apóstoles, utilizaremos las siguientes perícopas: Hch 9, 1-18; Hch
22, 4-21; Hch 26, 9-23.
Nótese que no recurriremos a autores, siendo los elementos comunes
y propios, frutos de
nuestro análisis y reflexión.
Hechos de los apóstoles 9, 1-18
1 Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muerte contra los
discípulos del Señor, se presentó al Sumo
Sacerdote
2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de
obtener permiso para llevar presos a Jerusalén
a los hombres o mujeres que encontrase, seguidores del
Camino.
3 Pero yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, lo envolvió
de pronto una luz venida del cielo,
4 cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué
me persigues?”
5 El pregunto: “¿Quién eres, Señor?” Y él: “Yo soy Jesús, a quien
tú persigues.
6 Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que debes
hacer.”
7 Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto,
pues oían la voz, pero no veían a nadie.
8 Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía sus ojos bien
abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le
introdujeron en Damasco.
9 Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber.
10 Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le llamó
en una visión: “Ananías.” Él respondió:
“Aquí estoy, Señor.”
11 El Señor le dijo: “Prepárate y vete a la calle Recta. Una vez
allí, pregunta en casa de Judas por uno de Tarso
llamado Saulo. En este momento está en oración
12 y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía
las manos para recobrar la vista.”
13 Respondió Ananías: “Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre
y de los males que ha causado a tus
santos en Jerusalén,
14 y que aquí tiene poderes de los sumos sacerdotes para apresar a
todos los que invocan tu nombre.”
15 El Señor le respondió: “Vete, pues he elegido a éste como
instrumento para llevar mi nombre a los gentiles, a
los reyes y a los israelitas.
16 Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.”
17 Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo:
“Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor
Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para
que recobres la vista y te llenes del Espíritu
Santo.”
18 Al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró
la vista: se levantó y fue bautizado.
Hechos de los apóstoles 22, 4-21
4 Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y encarcelando a
hombres y mujeres,
5 como pueden certificar el Sumo Sacerdote y todo el consejo de
ancianos. De ellos recibí también cartas para
los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer
también encadenados a Jerusalén a
todos los que allí había, para que fueran castigados.
6 Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el medio
día, me envolvió de repente una gran
luz venida del cielo.
7 Caí entonces al suelo y oí una voz que me decía: “Saúl, Saúl,
¿por qué me persigues?”
30
8 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Me dijo: “Yo soy Jesús
Nazoreo, a quien tú persigues.”
9 Los que estaban allí vieron la luz, pero no oyeron la voz del que
me hablaba.
10 Pregunté entonces: “¿Qué he de hacer Señor?” El Señor me
respondió: “Levántate y vete a Damasco. Allí se
te dirá todo lo que está establecido que hagas.”
11 Como yo no veía, a causa del resplandor de aquella luz, llegué a
Damasco conducido de la mano por mis
compañeros.
12 Un tal Ananías, hombre piadoso como manda la Ley y bien
acreditado por todos los judíos que habitaban
allí,
13 vino a verme y, presentándose ante mí, me dijo: “Saúl, hermano,
recobra la vista.” Y en aquel momento lo
pude ver.
14 Él me dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha destinado
para que conozcas su voluntad, veas al Justo y
escuches la voz de sus labios,
15 pues has de ser su testigo ante todos los hombres, proclamando
lo que has visto y oído.
16 Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus
pecados invocando su nombre.”
17 “De vuelta ya en Jerusalén, y mientras rezaba en el templo, caí
en éxtasis.
18 Entonces lo vi y oí que me decía: “Date prisa y marcha
inmediatamente de Jerusalén, pues no van a aceptar
el mensaje que les transmitas acerca de mí.”
19 Yo respondí: “Señor, ellos saben que yo andaba por las sinagogas
encarcelando y azotando a los que creían
en ti;
20 y cuando se derramó la sangre de tu testigo Esteban, yo también
me hallaba presente, aprobando la acción y
guardando los vestidos de los que lo estaban matando.”
21 Él añadió: “Marcha, porque voy a enviarte lejos, a los
gentiles”.
Hechos de los apóstoles 26, 9-23
9 Yo, pues, me había creído obligado a combatir con todos los
medios el nombre de Jesús, el Nazoreo.
10 Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos
sacerdotes, yo mismo encerré a muchos
creyentes en las cárceles y daba mi visto bueno cuando se les
condenaba a muerte.
11 Frecuentemente recorría todas las sinagogas y, a fuerza de
castigos, les obligaba a retractarse de su fe. Y era
tal el furor que me movía contra ellos, que los perseguía hasta en
las ciudades extranjeras.
12 En este empeño me dirigí a Damasco con plenos poderes y la
autorización de los sumos sacerdotes.
13 Al mediodía, yendo de camino vi, majestad, una luz que venía del
cielo, más resplandeciente que el sol, que
me envolvía a mí y a mis compañeros en su resplandor.
14 Caímos todos a tierra y pude oír una voz que me decía en lengua
hebrea: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?
Te va a resultar duro dar coces contra el aguijón.”
15 Yo respondí: ¿Quién eres, Señor? El Señor me dijo: “Yo soy
Jesús, a quien tú persigues.
16 Pero levántate, ponte en pie. Me he aparecido a ti para
constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que
de mí has visto como de las que te manifestaré.
17 Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles a los que te
envío,
18 para que les abras los ojos, para que vuelvan de las tinieblas a
la luz y del poder de Satanás a Dios, y para que
reciban el perdón de los pecados y participen en la herencia de los
santificados mediante la fe en mí”.
19 Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión
celestial,
20 pues he predicado a todos que se conviertan y se vuelvan a Dios,
haciendo obras dignas de un convertido.
Primero me dirigí a los habitantes de Damasco, después a los de
Jerusalén y a los del país de Judea, y
también a los gentiles.
21 Por esto los judíos, después de prenderme en el Templo,
intentaron darme muerte.
22 Con el auxilio de Dios me he mantenido firme hasta el presente,
dando testimonio a pequeños y adultos, sin
decir nada al margen de lo que los profetas y el mismo Moisés
dijeron que había de suceder:
23 que el Cristo tenía que padecer y que, después de resucitar el
primero de entre los muertos, anunciaría la luz
al pueblo judío y a los gentiles.
31
1.3.2 Textos comparados
Cuadro comparativo sin modificar la ubicación de los versículos en
cada perícopa.
Hch 9, 1-18 Hch 22, 4-21 Hch 26, 9-23
1 Entretanto Saulo, respirando
presentó al Sumo Sacerdote 2 y le
pidió cartas para las sinagogas de
Damasco, con el fin de obtener
permiso para llevar presos a
Jerusalén a los hombres o mujeres
que encontrase, seguidores del
cuando estaba cerca de Damasco,
lo envolvió de pronto una luz
venida del cielo, 4 cayó en tierra y
oyó una voz que le decía: “Saúl,
Saúl, ¿por qué me persigues?” 5
El pregunto: “¿Quién eres,
quien tú persigues. 6 Pero
levántate, entra en la ciudad y te
dirán lo que debes hacer.” 7 Los
hombres que iban con él se habían
detenido mudos de espanto, pues
oían la voz, pero no veían a nadie.
8 Saulo se levantó del suelo, y
aunque tenía sus ojos bien
abiertos, no veía nada. Le
llevaron de la mano y le
introdujeron en Damasco. 9 Pasó
tres días sin ver, sin comer y sin
beber. 10 Había en Damasco un
discípulo llamado Ananías. El
“Ananías.” Él respondió: “Aquí
Judas por uno de Tarso llamado
Saulo. En este momento está en
oración 12 y ha visto que un
hombre llamado Ananías entraba
recobrar la vista.” 13 Respondió
Ananías: “Señor, he oído a
muchos hablar de ese hombre y
de los males que ha causado a tus
4 Yo perseguí a muerte a este
Camino, encadenando y
5 como pueden certificar el Sumo
Sacerdote y todo el consejo de
ancianos. De ellos recibí también
cartas para los hermanos de
Damasco y me puse en camino con
intención de traer también
castigados. 6 Pero yendo de
camino, estando ya cerca de
Damasco, hacia el medio día, me
envolvió de repente una gran luz
venida del cielo. 7 Caí entonces al
suelo y oí una voz que me decía:
“Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues?” 8 Yo respondí: “¿Quién
eres, Señor?” Me dijo: “Yo soy
Jesús Nazoreo, a quien tú
persigues.” 9 Los que estaban allí
vieron la luz, pero no oyeron la voz
del que me hablaba. 10 Pregunté
entonces: “¿Qué he de hacer
Señor?” El Señor me respondió:
“Levántate y vete a Damasco. Allí
se te dirá todo lo que está
establecido que hagas.” 11 Como
yo no veía, a causa del resplandor
de aquella luz, llegué a Damasco
conducido de la mano por mis
compañeros. 12 Un tal Ananías,
hombre piadoso como manda la
Ley y bien acreditado por todos los
judíos que habitaban allí, 13 vino a
verme y, presentándose ante mí, me
dijo: “Saúl, hermano, recobra la
vista.” Y en aquel momento lo pude
ver. 14 Él me dijo: “El Dios de
nuestros antepasados te ha
voluntad, veas al Justo y escuches
la voz de sus labios, 15 pues has de
ser su testigo ante todos los
9 Yo, pues, me había creído
obligado a combatir con todos los
medios el nombre de Jesús, el
Nazoreo. 10 Así lo hice en
Jerusalén y, con poderes recibidos
de los sumos sacerdotes, yo mismo
encerré a muchos creyentes en las
cárceles y daba mi visto bueno
cuando se les condenaba a muerte.
11 Frecuentemente recorría todas
castigos, les obligaba a retractarse
de su fe. Y era tal el furor que me
movía contra ellos, que los
perseguía hasta en las ciudades
extranjeras. 12 En este empeño me
dirigí a Damasco con plenos
poderes y la autorización de los
sumos sacerdotes. 13 Al mediodía,
yendo de camino vi, majestad, una
luz que venía del cielo, más
resplandeciente que el sol, que me
envolvía a mí y a mis compañeros
en su resplandor. 14 Caímos todos a
tierra y pude oír una voz que me
decía en lengua hebrea: “Saúl, Saúl,
¿por qué me persigues? Te va a
resultar duro dar coces contra el
aguijón.” 15 Yo respondí: ¿Quién
eres, Señor? El Señor me dijo: “Yo
soy Jesús, a quien tú persigues. 16
Pero levántate, ponte en pie. Me he
aparecido a ti para constituirte
servidor y testigo tanto de las cosas
que de mí has visto como de las que
te manifestaré. 17 Yo te libraré de
tu pueblo y de los gentiles a los que
te envío, 18 para que les abras los
ojos, para que vuelvan de las
tinieblas a la luz y del poder de
Satanás a Dios, y para que reciban
el perdón de los pecados y
participen en la herencia de los
santificados mediante la fe en mí”.
19 Así pues, rey Agripa, no fui
32
tiene poderes de los sumos
sacerdotes para apresar a todos los
que invocan tu nombre.” 15 El
Señor le respondió: “Vete, pues
he elegido a éste como
instrumento para llevar mi
mostraré cuánto tendrá que
impuso las manos y le dijo: “Saúl,
hermano, me ha enviado a ti el
Señor Jesús, el que se te apareció
en el camino por donde venías,
para que recobres la vista y te
llenes del Espíritu Santo.” 18 Al
instante cayeron de sus ojos una
especie de escamas y recobró la
vista: se levantó y fue bautizado.
hombres, proclamando lo que has
visto y oído. 16 Y ahora, ¿qué
esperas? Levántate, recibe el
vuelta ya en Jerusalén, y mientras
rezaba en el templo, caí en éxtasis.
18 Entonces lo vi y oí que me
decía: “Date prisa y marcha
inmediatamente de Jerusalén, pues
transmitas acerca de mí.” 19 Yo
respondí: “Señor, ellos saben que
yo andaba por las sinagogas
encarcelando y azotando a los que
creían en ti; 20 y cuando se
derramó la sangre de tu testigo
Esteban, yo también me hallaba
presente, aprobando la acción y
guardando los vestidos de los que lo
estaban matando.” 21 Él añadió:
“Marcha, porque voy a enviarte
lejos, a los gentiles”.
20 pues he predicado a todos que se
conviertan y se vuelvan a Dios,
haciendo obras dignas de un
convertido. Primero me dirigí a los
habitantes de Damasco, después a
los de Jerusalén y a los del país de
Judea, y también a los gentiles. 21
Por esto los judíos, después de
prenderme en el Templo, intentaron
darme muerte. 22 Con el auxilio de
Dios me he mantenido firme hasta
el presente, dando testimonio a
pequeños y adultos, sin decir nada
al margen de lo que los profetas y el
mismo Moisés dijeron que había de
suceder: 23 que el Cristo tenía que
padecer y que, después de resucitar
el primero de entre los muertos,
anunciaría la luz al pueblo judío y a
los gentiles.
1.3.3 Textos sincronizados
Al igual que el ejercicio de análisis realizado con los relatos
seleccionados de las
cartas de Pablo, no seguiremos el orden y numeración de los
versículos en cada perícopa,
sino que se han omitido algunas frases y reubicado los datos
comunes con el objetivo de
contrastarlos.
En negrita aparecen marcadas las palabras que fueron consideradas
de especial
importancia e interés en nuestro trabajo. Casi al final, se han
colocado en cursiva los
aspectos propios de cada perícopa.
Con tal de facilitar la comprensión en nuestro análisis, llamaremos
a Hch 9, 1-8,
primer relato, a Hch 22, 4-21, segundo relato, y a Hch 26, 9-23,
tercer relato. Recordemos
que en los textos sincronizados, no recurrimos a autores ni a
bibliografía, sino que los
elementos destacados han sido fruto de nuestra propia
observación.
33
(v1)
y le pidió cartas para las
sinagogas de Damasco, con el
fin de obtener permiso para
llevar presos (v2-3)
a Jerusalén (v2)
encontrase, seguidores del
lo envolvió de pronto una luz
venida del cielo, (v3)
que le decía: (v4)
persigues?” (v4)
quien tú persigues. (v5)
ciudad y te dirán lo que debes
hacer.” (v6)
Camino, encadenando y
Sacerdote y todo el consejo de
ancianos. De ellos recibí también
cartas para los hermanos de
Damasco y me puse en camino
con intención de traer también
encadenados (v5)
que fueran castigados. (v5)
me envolvió de repente una gran
luz venida del cielo. (v7)
Caí entonces al suelo y oí una
voz que me decía: (v7)
“Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues?” (v7)
Nazoreo, a quien tú persigues.”
(v8)
Damasco. Allí se te dirá todo lo
que está establecido que hagas.”
(v10)
ellos, que los perseguía hasta en las
ciudades extranjeras. (v11)
sacerdotes, yo mismo encerré a
muchos creyentes en las cárceles y
daba mi visto bueno cuando se les
condenaba a muerte. (v10)
[…] me había creído obligado a
combatir con todos los medios el
nombre de Jesús, el Nazoreo. (v 9)
Frecuentemente recorría todas las
(v12) […] yendo de camino (v13)
Al mediodía, (v13)
cielo, más resplandeciente que el sol,
(v13)
voz que me decía en lengua hebrea:
(v14)
Yo respondí: ¿Quién eres, Señor? El
Señor me dijo: “Yo soy Jesús, a quien
tú persigues. (v15)
34
se habían detenido mudos de
espanto, pues oían la voz, pero
no veían a nadie. (v7)
Saulo se levantó del suelo, y
aunque tenía sus ojos bien
abiertos, no veía nada. Le
llevaron de la mano y le
introdujeron en Damasco. (9)
llamado Ananías. (v10)
hermano, me ha enviado a ti el
Señor Jesús, el que se te
apareció en el camino por donde
venías, para que recobres la
vista y te llenes del Espíritu
Santo.” (v17)
una especie de escamas y
recobró la vista: se levantó y fue
bautizado. (v18)
causado a tus santos en
Jerusalén, 14 y que aquí tiene
poderes de los sumos sacerdotes
para apresar a todos los que
invocan tu nombre.” (v13-14)
Ananías): “Vete, pues he
instrumento para llevar mi
luz, pero no oyeron la voz del que
me hablaba. (v9)
resplandor de aquella luz, llegué a
Damasco conducido de la mano por mis compañeros. (11)
Un tal Ananías, hombre piadoso
como manda la Ley y bien
acreditado por todos los judíos
que habitaban allí, (v12)
“Saúl, hermano, recobra la
pude ver. (v13)
recibe el bautismo y lava tus
pecados invocando su nombre.”
saben que yo andaba por las
sinagogas encarcelando y
de tu testigo Esteban, yo también
me hallaba presente, aprobando la
acción y guardando los vestidos
de los que lo estaban matando.”
(v19-20)
gentiles”. (v21)
todos los hombres, proclamando
que me envolvía a mí y a mis
compañeros en su resplandor. (v13)
Yo te libraré de tu pueblo y de los
gentiles a los que te envío (v17)
Me he aparecido a ti para constituirte
servidor y testigo tanto de las cosas
que de mí has visto como de las que te
manifestaré. (v16)
comer y sin beber. (v9)
10 […] El Señor le llamó en una
visión: “Ananías.” Él
y vete a la calle Recta. Una vez
allí, pregunta en casa de Judas
por uno de Tarso llamado
Saulo. En este momento está en
oración 12 y ha visto que un
hombre llamado Ananías
para recobrar la vista.” (v10-
12)
(v16)
le impuso las manos […] (v17)
Él me dijo: “El Dios de nuestros
antepasados te ha destinado para
que conozcas su voluntad, veas al
Justo y escuches la voz de sus
labios, (v4)
mientras rezaba en el templo, caí
en éxtasis. 18 Entonces lo vi y oí
que me decía: “Date prisa y
marcha inmediatamente de
el mensaje que les transmitas
acerca de mí.” (v17-18)
el aguijón.” (v14)
que vuelvan de las tinieblas a la luz y
del poder de Satanás a Dios, y para
que reciban el perdón de los pecados y
participen en la herencia de los
santificados mediante la fe en mí”.
19 Así pues, rey Agripa, no fui
desobediente a la visión celestial, 20
pues he predicado a todos que se
conviertan y se vuelvan a Dios,
haciendo obras dignas de un
convertido. Primero me dirigí a los
habitantes de Damasco, después a los
de Jerusalén y a los del país de Judea,
y también a los gentiles. 21 Por esto
los judíos, después de prenderme en el
Templo, intentaron darme muerte. 22
Con el auxilio de Dios me he
mantenido firme hasta el presente,
dando testimonio a pequeños y adultos,
sin decir nada al margen de lo que los
profetas y el mismo Moisés dijeron que
había de suceder: 23 que el Cristo
tenía que padecer y que, después de
resucitar el primero de entre los
muertos, anunciaría la luz al pueblo
judío y a los gentiles. (v18-23)
1.3.4 Lo común
Al visualizar los textos sincronizados, nos damos cuenta de las
abundantes
similitudes que presentan los tres relatos lucanos en torno a lo
ocurrido a Pablo en el
camino a Damasco. A continuación, presentamos los elementos
comunes, incluyendo
incluso aquellos que solamente aparecen en dos relatos.
Perseguí a muerte
Los relatos lucanos muestran a Pablo que persigue a muerte a los
discípulos del
Señor (Hch 9, 1), a los del Camino (Hch 22, 4). Si consideramos
nuestro cuadro con los
36
textos sincronizados, notaremos en detalle la intención y énfasis
de presentar a Pablo, que
además de respirar amenazas y muerte (Hch 9, 1), efectivamente
encadena y encarcela
(Hch 22, 4), incluso en ciudades extranjeras (Hch 26, 9). En Hch
26, 10, el relato lucano
recuerda que Pablo “dio su visto bueno”, y que incluso “aprobó” la
lapidación de Esteban
(Hch 8, 1).
Las cartas (Hch 9, 2; 22, 5) o poderes recibidos (Hch 26, 10) de
los sumos
sacerdotes, le otorgaban el “permiso” o “autorización” para
encarcelar y perseguir en
Jerusalén, y en todo camino o sinagoga. De esta forma, Lucas
presenta a un Pablo en pleno
ejercicio de la persecución, donde incluso a base de castigos,
obliga a los discípulos del
Señor a retractarse de su fe (Hch 26, 11).
La luz
A Pablo lo envuelve una gran luz venida del cielo (Hch 9, 3; 22,
7), que resplandece
más que el sol (Hch 26, 13). En los tres relatos Pablo cae en
tierra debido a esta gran luz
(Hch 9, 4; 22, 7; 26, 14), la cual, es tan fuerte que menciona en
los dos primeros relatos que
no veía nada.
Una voz
En los tres relatos aparece la misma pregunta: “Saúl, Saúl, ¿por
qué me persigues?”
(Hch 9, 4; 22, 7; 26, 14). El tercer relato agrega que tal pregunta
fue escuchada por Saúl en
lengua hebrea. Pablo responde: “¿Quién eres, Señor?”. Y el Señor
dice: “Yo soy Jesús, a
quien tú persigues” (Hch 9, 5; 22, 4; 26, 15).
Los Hechos presentan tanto la luz y la voz, como elementos
determinantes en el
relato de lo ocurrido camino a Damasco (Hch 9, 3; 22, 6; 26,13).
Tal énfasis en estos
elementos, nos indica la importancia de Lucas en dejar con lujo de
detalles el encuentro de
Pablo con el Señor Resucitado.
37
Levántate
Pablo ha quedado en el suelo y cegado por el resplandor. En esa
circunstancia Jesús
le dice que se levante y que se disponga a entrar en Damasco para
que le informen lo que
debe hacer (Hch 9, 6; 22, 10; 26, 16).
Los acompañantes
Notemos que Pablo va acompañado durante el camino a Damasco (Hch 9,
7; 22, 9;
26, 13). No se explica el motivo de tal compañía, pero inferimos
que eran parte de aquellos
que ayudaban a Pablo a perseguir y encarcelar a los seguidores del
Señor.
Recordemos que Pablo, posterior a escuchar la voz y ver el
resplandor, quedó
“cegado”. Los primeros dos relatos refieren a que en ese momento,
los acompañantes
ayudan a Pablo a llegar a Damasco, “conducido de la mano” (Hch 9,
9; 22, 11).
Enviado a los gentiles
En los tres relatos Pablo es enviado como instrumento para llevar
el nombre del
Señor a los gentiles (Hch 9, 15; 22, 21; 26, 17). En dos relatos,
como complemento de su
misión, Pablo tiene la función de servidor y de ser testigo ante
los hombres, y proclamar lo
que ha visto, oído, y lo que se le manifestará (Hch 22, 15; 26,
16).
Ananías
En los primeros dos relatos, aparece Ananías, al cual presentan
como discípulo (Hch
9, 10), y como un hombre piadoso y bien acreditado por los judíos
(Hch 22, 12).
Ananías es enviado por el Señor para que Saúl recobre la vista, se
llene del Espíritu
Santo, y sea bautizado (Hch 9, 17-18; 22, 12-13). En la respuesta
que ofrece Ananías al
38
Señor en el primer relato (Hch 9, 13-14), con la respuesta directa
de Saúl al Señor en el
segundo (Hch 22, 19), es donde queda en evidencia que Pablo era
conocido, hasta ese
momento, como alguien que perseguía, encarcelaba, azotaba y
aprobaba el asesinato de
todos los que creían en el Señor.
1.3.5 Lo propio
Previo a visualizar lo propio de cada relato, identificamos a Lucas
como el narrador
del primer relato. Pablo es el narrador de los otros dos relatos:
el segundo relato constituye
un discurso de Pablo ante los judíos de Jerusalén, y el tercer
relato es la defensa o discurso
ante el rey Agripa.
La voz y la luz en los acompañantes
Al referir los elementos comunes en los relatos lucanos, notamos
que Pablo no
emprendió el camino a Damasco en solitario. Con tal de seguir en su
empresa de perseguir
y encarcelar a los discípulos de Jesús, los tres relatos sitúan que
Pablo iba acompañado de
varios amigos o compañeros.
En los tres relatos Pablo es el único que escucha la voz y ve la
luz. Respecto a los
acompañantes, en el primer relato todos oyeron la voz pero no
vieron al que hablaba (Hch
Hch 9, 7). En el segundo y tercer relato todos ven la luz, pero el
único que oye la voz es
Pablo. (Hch 22, 9; 26, 13-14).
Recordemos que debido al resplandor, Pablo cae en tierra. En el
primer y segundo
relato se lee respectivamente “cayó” y “caí”, en singular (Hch 9,
4; 22, 7). En el tercer
relato dice “caímos” a tierra (Hch 26, 14), haciendo referencia a
sus acompañantes.
En el segundo relato ocurre algo que ha llamado nuestra atención:
todos ven la luz
(Hch 22, 9). Siguiendo de forma lógica la narración, si todos
vieron el resplandor, entonces
39
la consecuencia sería que todos quedaran “cegados”. En Pablo,
efectivamente, tal efecto
del resplandor lo deja sin la capacidad de ver, razón por la cual
sus compañeros lo
conducen de la mano a Damasco (Hch 22, 11). Ante tal escena debemos
preguntarnos, ¿los
acompañantes se recuperaron antes que Pablo?
Tres días
El primer relato es el único en el cual Lucas añade que Pablo pasó
los tres días
posteriores a lo ocurrido en Damasco sin ver, sin comer y sin beber
(Hch 9, 9).
La visión de Ananías
Ananías es mencionado en los dos primeros relatos (Hch 9, 10; 22,
12). En el
primer relato aparecen 6 versículos (Hch 9, 10-16) destinados a
explicar el llamado que
hace el Señor a Ananías por medio de una visión. En el diálogo que
ocurre dentro de la
visión, el Señor envía a Ananías a buscar en casa de Judas a Saulo
de Tarso.
En la visión Ananías le responde al Señor que él ha escuchado que
Saúl tiene los
poderes de los sumos sacerdotes para hacer daño a los creyentes
(Hch 9, 13). Y en la
respuesta del Señor, viene la misión encomendada a Saúl, la de ser
elegido como
instrumento para llevar su nombre a los gentiles, los reyes y a los
israelitas (Hch 9, 15). Es
interesante notar que únicamente en el primer relato, Ananías le
impone las manos a Saulo
(Hch 9, 17).
En el segundo relato aparece Ananías, pero se omite la visión (Hch
22, 12-13). En
el tercer relato no aparece mención alguna de Ananías.
40
Sufrimiento y rechazo
En el primer relato, dentro de la visión de Ananías, se hace
referencia al sufrimiento
que Pablo deberá padecer por el nombre del Señor (Hch 9, 16). En el
segundo relato,
inmediatamente después de bautizarse, Pablo regresa a Jerusalén y
en éxtasis ve y oye, que
debe marchar presuroso a Jerusalén, pues será difícil que acepten
el mensaje que transmita
del Señor (Hch 22, 17-18). En el tercer relato, Pablo explica al
Rey Agripa que por cumplir
la misión recibida del Señor, los judíos intentaron darle muerte
(Hch 26, 21).
La frase que llama nuestra atención en el tercer relato es la
siguiente: “Te va a
resultar duro dar coces contra el aguijón” (Hch 26, 14). Esta frase
aparece inmediatamente
después de que Pablo escucha la voz de Jesús que le pregunta ¿por
qué me persigues? Sin
pretender ahondar demasiado en ella, recurrimos a la nota al pie de
la biblia de Jerusalén,
que explica lo siguiente: “se refiere a una expresión proverbial
entre los griegos para
caracterizar una resistencia inútil: como la del buey, que al dar
coces contra el aguijón, sólo
consigue lastimarse”.
1.4 Lo común a las cartas y Hechos
Ubicado Pablo dentro de su contexto, y analizados los relatos
vocacionales
presentados en las cartas y Hechos, ahora los veremos conjuntamente
para identificar los
aspectos comunes.
Para lograrlo, utilizaremos el siguiente cuadro en el cual
ubicaremos los elementos
encontrados, y así visualizar los detalles que tanto Pablo como
Lucas presentan del mismo
acontecimiento.
41
1, 13; 1Cor 15, 9; Flp 3, 6)
Fue “elegido” para que anunciar a
Jesucristo entre los gentiles (Ga 1, 15).
Se llama “apóstol” (Rm 1, 1; 1Cor 9, 1).
Fue conocido por su conducta
“intachable” y aventajaba a muchos por
su “celo” en tanto al cumplimiento de la
ley (Ga 1, 14).
1Cor 15, 10). Lo presenta como
revelación/teofanía.
encarceló y persiguió a muerte a los discípulos del
Señor (Hch 9, 2; 22, 4; 26, 9).
En los tres relatos, Pablo camino a Damasco,
acompañado, ve una luz y oye la misma pregunta,
“Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?” (Hch 9, 4;
22, 7; 26, 14).
En tanto a la elección, Lucas presenta en el primer
y segundo relato que Saúl recibe la misión de
Jesús resucitado por medio de Ananías. En el
tercer relato no hay mediación (Hch 9, 10; 22, 12)
Pablo recibe la misión de ir a los gentiles (Hch 9,
15-22, 21).
1.5 Conclusiones
Con el trasfondo del contexto histórico y sociocultural del siglo
I, los textos
analizados tanto de las cartas como de los Hechos, nos han ofrecido
elementos comunes y
propios: En las cartas, Pablo presenta principalmente seis temas
comunes: 1. Perseguidor;
2. Yo fui elegido; 3. Apóstol; 4. El celo; 5. Predicador; 6. La
gracia. Cada uno de estos
elementos comunes nos dan una idea objetiva de la forma en que
Pablo se presenta a los
demás, los argumentos utilizados para justificar su vocación, y los
ejemplos que utiliza para
considerarse con derecho a ser reconocido como uno más de los
apóstoles. De la misma
manera, tenemos alrededor de 7 elementos comunes relacionados al
mismo acontecimiento
desde la versión lucana presentada en los Hechos: 1. Perseguí a
muerte; 2. La luz; 3. Una
voz; 4. Levántate; 5. Los acompañantes; 6. Enviado a los gentiles;
7. Ananías.
A continuación, en el segundo capítulo, centraremos nuestra
atención en los
elementos comunes tanto de las cartas como de los Hechos, y los
iluminaremos recurriendo
a autores.
CAPÍTULO II
2. EL RELATO VOCACIONAL PAULINO EN LAS CARTAS Y LOS HECHOS Y
APORTE DE AUTORES
Al visualizar lo común de las cartas y los Hechos, han sido
considerados tres
detalles fundamentales que integran los relatos, y que nos permiten
profundizar en los
aspectos determinantes. Los tres elementos son:
1. El hecho de que Pablo fue perseguidor
2. La elección o llamada a ser Apóstol
3. La misión de predicar a los gentiles
A continuación, incluiremos algunos comentarios de autores respecto
a los tres
elementos encontrados.
2.1 Perseguidor
Notemos las diferencias en tanto al verbo que se usa en las
perícopas. En Filipenses
3, 6, se utiliza en el original griego el verbo δικων, 52
que se traduce persiguiendo. En
Gálatas 1, 13, δωκον, que se traduce perseguía. Y en 1 Corintios
15, 9, aparece δοζα
que se traduce como perseguí. El diccionario exegético 53
traduce διχω (dik),
apresurarse, correr; correr en pos, andar detrás de algo, aspirar a
algo, pretender algo;
perseguir. διωγμς, ο, (dimos), persecución. Y διχτης, ου, (dikts),
perseguidor.
En las perícopas que nos corresponden, la persecución emplea el
verbo para
referirse a Pablo, que pasa a ser perseguido cuando antes había
sido perseguidor de la
52
Usamos la traducción que hace el Interlineal griego-español de
Francisco Lacueva, 784.
53 Balz, Diccionario exegético del Nuevo Testamento I, 1024.
43
Iglesia. Es decir. Además de entender la persecución en su sentido
original de perseguir y
expulsar, o en su sentido figurado de ir tras de una persona o
cosa, sirve para entender la
forma en que Pablo usa de forma retrospectiva 54
su pasado.
Pablo relata en sus cartas que persiguió “a la Iglesia de Dios”
55
(1Cor 15, 9; Ga 1,
13), haciendo referencia a los cristianos situados en Jerusalén
56
(Hch 9, 2; 22, 5; 26, 10),
Judea y Samaría. 57
Se reconoce perseguidor de cristianos (Ga, 1, 13.23; 1Cor 15, 9;
Flp 3,
6), pero no se presenta como alguien que persiguió a muerte o que
motivó a otros para que
asesinaran cristianos. 58
Lucas, en cambio, presenta por medio de una descripción más
general, títulos que
nos indican que Pablo, además de encarcelar multitudes (Hch 8, 3),
perseguía hasta la
muerte (Hch 22, 4) a los discípulos del Señor (Hch 9, 1). Esto
queda en evidencia al
mencionar que Saulo, el perseguidor, ha sido puesto en una escena
anterior donde aprueba
hechos sangrientos, como el asesinato de Esteban (Hch 8, 1; 22,
20).
Esta forma de presentar a Pablo en los Hechos, además de explicar
que el odio e ira
de Pablo contra los cristianos va “in crescendo”, 59
pretende principalmente exponer que
mientras más nefasta y cruel sea la figura del perseguidor, más
clara y grandiosa será la
acción de Cristo resucitado al transformarle en Damasco.
54
59 Ibid., 68.
44
Ahora bien. Tanto la imagen presentada en los Hechos como en las
cartas, quieren
dejar claro que el llamado llegó a Pablo en el pleno ejercicio de
su actividad como
perseguidor de cristianos. 60
Es fundamental resaltar la diferencia en tanto a la descripción que
hace Pablo en sus
cartas, y el énfasis de los relatos lucanos en la forma de proceder
contra los cristianos, pues
al momento de entender su vocación, sabremos diferenciar qué
acciones y formas de
proceder son las que cambia.
Lucas establece la relación de Pablo junto a otras personas que se
dedicaban a
perseguir y encarcelar. Con seguridad tenía un grupo 61
de referencia con los cuales
discutían y se animaban mutuamente en su odio contra los
cristianos. A pesar de ubicar a
Pablo como parte de este grupo posiblemente numeroso, cuyos
miembros también
perseguían y encarcelaban a los seguidores de Jesús, Lucas enfatiza
que Pablo desarrolló
una iniciativa especial 62
y que se destacó en celo y persecución frente a otros.
En este ambiente de persecución hacia los seguidores de Jesús, los
sumos sacerdotes
juegan un papel importante en el relato lucano. Además de brindarle
a Pablo los permisos
necesarios y la autoridad 63
para encarcelar y castigar cristianos (Hch 9, 1-2; 22, 4-5; 26,
9-
12), el hecho de que la autoridad reconozca y acredite a Pablo como
perseguidor, expresa la
clara oposición de parte de los judíos hacia el cristianismo.
En Flp 3, 6, Pablo explica que, respecto a la Ley, se considera un
Fariseo. Es
precisamente esta actitud de “celo” la que lo impulsa 64
a perseguir al cristianismo que
colocaba a Jesús como el centro, minusvalorando y rivalizando con
el lugar que ocupaba la
60
61 Ibid.
62 Ibid., 38.
63 Borg, El primer Pablo. La recuperación de un visionario radical,
78.
64 Légasse, Pablo apóstol: Ensayo de biografía crítica, 69.
45
Torá en el judaísmo, y más que eso, oponiéndose, restándole valor,
65
o haciendo caso omiso
de la Ley. 66
Lo expuesto anteriormente nos permite indicar que Pablo perseguía a
los cristianos,
pues en cierto sentido conocía la fe de ellos y sabía quién era el
personaje que congregaba
multitudes 67
en torno a esa nueva doctrina. Es probable que Pablo y su grupo
se
preocuparan por conocer a sus enemigos, razón para intuir que en el
momento del
acontecimiento de Damasco Pablo conociera de la vida y obra Jesús,
motivo suficiente para
decir que estaba “preparado” 68
para entender el llamado recibido de parte de Jesús.
En otras narraciones en las cuales el Señor resucitado aparece, los
discípulos, que
habían conocido a Jesús en vida, ahora lo reconocen en un estado
distinto, 69
tal es el caso
de María Magdalena (Jn, 11-16), los discípulos de Emaús (Lc 24,
13-42), o el grupo de los
once (Jn 20, 19-20). Pablo, que no conoció a Jesús en vida, es
capaz de “identificar” sin
dificultad quién le habla en Damasco.
Pablo, al presentarse como perseguidor, nos permite partir de la
realidad
fundamental desde la cual justifica su misión. Es decir. Pablo no
ocultó su vida pasada ni
trató de “borrar” su historia. Pablo utiliza su pasado y lo integra
a su presente. En este
sentido, es necesario comprender que su historia como perseguidor
de los seguidores de
Jesús, se transforma en una oportunidad y no en debilidad. Que en
el momento en que
Pablo recuerda el daño que provocó, lo hace para presentar a sus
destinatarios su vida
entera.
65
66 Légasse, Pablo apóstol: Ensayo de biografía crítica, 70.
67 Muyphy-O´Connor, Pablo, su historia, 45.
68 Légasse, Pablo apóstol: Ensayo de biografía crítica, 84.
69 Muyphy-O´Connor, Pablo, su historia, 45.
46
De esta forma, reconocemos desde Pablo, que toda predicación debe
iniciar
incluyendo la vida pasada, que sirve no sólo para intentar ser
transparente y honesto,
virtudes que posibilitan integrar la vida entera, sino que al mismo
tiempo funciona como
elemento que hace posible que los oyentes se identifiquen y se
dispongan a iniciar procesos
de transformación interior como hiciera Pablo posterior al
acontecimiento de Damasco.
Pablo no ocultó los errores, al contrario, los expuso en el momento
requerido no con
la intención de ponerse o mostrarse como un ejemplo a seguir, sino
con la idea de dejar en
evidencia la fuerza e importancia de la misión a la que ha sido
llamado.
2.2 Ahora es “El Apóstol”
Pablo, en lo relatado en sus cartas, no da muchos detalles e
información del
acontecimiento que transformó su vida. 70
Esto lo explicaremos más adelante, cuando
abordemos el tema de la misión, entendiendo que Pablo no comenta
con amplitud el
proceso de su llamado a ser Apóstol, pues lo que desea destacar es
que lo importante es
exponer la potencia histórica de la causa del evangelio, y que lo
fundamental es la misión
que ha recibido y no su propia persona. 71
Un elemento que llama nuestra atención en los relatos de la
vocación de Pablo, tanto
en los Hechos como en sus cartas, es que para Lucas, Pablo vio una
luz del cielo y oyó la
voz de Cristo (Hch 9, 3-4; 22. 6-7; 26, 13-14). A simple vista
podemos afirmar que la
intención de Lucas es dejar claro que Pablo vio una luz, no al
Señor; que oyó la voz de
Cristo, pero no vio su rostro. 72
En este punto Pablo relata que, en plena contradicción con
Lucas, vio a Cristo (1Cor 9,1; 15, 8-9). Este ver a Cristo es el
punto de partida que utiliza
Pablo para justificar llamarse apóstol, con igual autoridad que los
otros apóstoles.
70
71 Bornkamm, Pablo de Tarso, 59.
72 Borg, El primer Pablo. La recuperación de un visionario radical,
78.
47
La intencionalidad lucana al comentar que Pablo solamente oyó a
Cristo,
corresponde a la necesidad de situar a Pablo al mismo nivel y en
comunión con los Doce
apóstoles. 73
Pero, haciendo caso mayor a lo relatado por Pablo en sus
cartas,
comprendemos q