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Alias Mate Cocido LA EXPLICACIÓN DE TODA UNA ÉPOCA DEL CHACO (A MODO DE PRÓLOGO) La década del 30 configura uno de los períodos más difíciles de describir en el pasado del Chaco moderno. Diríamos que fue el momento en que se cruzaron dos rumbos de la historia; como el encuentro tumultuoso de dos cauces en creciente: de una parte del Chaco renovado, vitalizado por dolores y fervores juveniles que lo empujaban adelante; por la otra, un mundo que no quería perder vigencia e imponía sus rémoras con raro vigor. Durante ese lapso, efectivamente, se consolida el movimiento cooperativista al punto de potencializarse (caso excepcional en todo el cooperativismo argentino) con gravitación política decisiva. Se constituye UCAL se desencadena la protesta agraria de 1935 al 36. Advienen los gobiernos de Castella y de Lagerheim marcando dos etapas sucesivas fecundas, en contraste con la inoperancia o la corrupción de sus antecesores. Se organiza la actividad cultural a través de entidades estables como el Ateneo del Chaco. La capacidad productiva alcanzada por primera vez los registros más elevados y promisores del Nordeste argentino. Simultáneamente rebullen los factores negativos, con el fraude electoral sin disimulo, el malevaje de los protegidos instalados en los suburbios de las ciudades nacientes, más la secuela de vicios clásicos, como la prostitución, el juego y el contrabando, que por su parte alcanzaron también promedios alarmantes de desarrollo. El crimen político y el asesinato impune constituían parte no desechable del panorama. Cuando hoy recorremos los viejos barrios de Resistencia y Sáenz Peña, nos ocurre pasar frente a algunas casonas de aquel estilo típico que impusieron los “costrotore”, y estremecernos evocando tragedias, miserias o heroísmos, hechos viles y canallescos o proezas del coraje, y personajes olvidados que reclaman desde el tiempo ido, más que la indagación del historiador, la inspiración del poeta, el talento narrativo del novelista... ENCUENTRO CON EL PERSONAJE Esa década del 30, motivó muchas veces, desde hace ya varios años el interés del autor de estas notas. Así sobrevino el descubrimiento inesperado del protagonista principal de este relato. .... .. .. A la vuelta de muchas páginas de diarios y revistas de la época, tanto del Chaco como de Buenos Aires, aparecía con frecuencia resonante el nombre de Segundo David Peralta, oculto tras su apodo de Mate Cocido, sobrepasando casi siempre los márgenes de la crónica policial común. Su fama lamentable adquiría importancia inusitada, ya que personificaba fechorías tamañas, reiteradas durante prácticamente nueve años de alarma y dramatismo en las rutas del Chaco. ¿Cómo se explicaba la impunidad de tales tropelías y, además, el raro sentimiento de expectativa sin repulsión que despertaba el maleante entre el público; sentimiento que en ocasiones, particularmente en el ámbito rural, se convertía en admiración? Las explicaciones del pasado, nunca son sencillas, ni se logran con la observación somera de los hechos; menos aún si el estudioso constriñe el campo de su atención a lo que le resulte personalmente grato y estimable, que se llama, con razón, la novela rosa de la historia. Esta búsqueda de perspectiva, unida a la atracción que suscitan siempre los problemas psicológicos, tan complejos cuando se refieren a la idiosincrasia popular, a la opinión del consenso en un momento dado, explican del interés que llevó al autor a hurgar los antecedentes de una vida al margen de la ley.

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AAlliiaass MMaattee CCoocciiddoo

LA EXPLICACIÓN DE TODA UNA ÉPOCA DEL CHACO(A MODO DE PRÓLOGO)La década del 30 configura uno de los períodos más difíciles de describir en

el pasado del Chaco moderno. Diríamos que fue el momento en que se cruzaron dosrumbos de la historia; como el encuentro tumultuoso de dos cauces en creciente: deuna parte del Chaco renovado, vitalizado por dolores y fervores juveniles que loempujaban adelante; por la otra, un mundo que no quería perder vigencia e imponíasus rémoras con raro vigor.

Durante ese lapso, efectivamente, se consolida el movimiento cooperativistaal punto de potencializarse (caso excepcional en todo el cooperativismo argentino)con gravitación política decisiva. Se constituye UCAL se desencadena la protestaagraria de 1935 al 36. Advienen los gobiernos de Castella y de Lagerheimmarcando dos etapas sucesivas fecundas, en contraste con la inoperancia o lacorrupción de sus antecesores. Se organiza la actividad cultural a través deentidades estables como el Ateneo del Chaco. La capacidad productiva alcanzadapor primera vez los registros más elevados y promisores del Nordeste argentino.

Simultáneamente rebullen los factores negativos, con el fraude electoral sindisimulo, el malevaje de los protegidos instalados en los suburbios de las ciudadesnacientes, más la secuela de vicios clásicos, como la prostitución, el juego y elcontrabando, que por su parte alcanzaron también promedios alarmantes dedesarrollo. El crimen político y el asesinato impune constituían parte no desechabledel panorama. Cuando hoy recorremos los viejos barrios de Resistencia y SáenzPeña, nos ocurre pasar frente a algunas casonas de aquel estilo típico queimpusieron los “costrotore”, y estremecernos evocando tragedias, miserias oheroísmos, hechos viles y canallescos o proezas del coraje, y personajes olvidadosque reclaman desde el tiempo ido, más que la indagación del historiador, lainspiración del poeta, el talento narrativo del novelista...

ENCUENTRO CON EL PERSONAJEEsa década del 30, motivó muchas veces, desde hace ya varios años el

interés del autor de estas notas. Así sobrevino el descubrimiento inesperado delprotagonista principal de este relato. .... ..

.. A la vuelta de muchas páginas de diarios y revistas de la época, tanto delChaco como de Buenos Aires, aparecía con frecuencia resonante el nombre deSegundo David Peralta, oculto tras su apodo de Mate Cocido, sobrepasando casisiempre los márgenes de la crónica policial común. Su fama lamentable adquiríaimportancia inusitada, ya que personificaba fechorías tamañas, reiteradas duranteprácticamente nueve años de alarma y dramatismo en las rutas del Chaco. ¿Cómose explicaba la impunidad de tales tropelías y, además, el raro sentimiento deexpectativa sin repulsión que despertaba el maleante entre el público; sentimientoque en ocasiones, particularmente en el ámbito rural, se convertía en admiración?

Las explicaciones del pasado, nunca son sencillas, ni se logran con laobservación somera de los hechos; menos aún si el estudioso constriñe el campo desu atención a lo que le resulte personalmente grato y estimable, que se llama, conrazón, la novela rosa de la historia. Esta búsqueda de perspectiva, unida a laatracción que suscitan siempre los problemas psicológicos, tan complejos cuando serefieren a la idiosincrasia popular, a la opinión del consenso en un momento dado,explican del interés que llevó al autor a hurgar los antecedentes de una vida almargen de la ley.

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MITO Y REALIDADHa sido precioso sortear muchas dificultades, algunas realmente arduas,

para aproximarse a la real dimensión de los hechos, a las versiones más razonablesy posibles, superando el aturdimiento de interpretaciones extremosas, estridentes e,incluso, abierta disidencia entre sí mismas: la una que consideraba a Mate Cocidoun mero tema delictivo sin relevancia ni trascendencia, a no ser la novelesca,mientras la otra le adjudicaba características sociales de protesta, al extremo deatribuirle vindicaciones políticas dignas del disparate. No olvidaremos cierto ensayosobre “la violencia pre-revolucionaria”, de un joven sociólogo porteño, referido a loshermanos Velázquez, presentados a la sazón como continuadores de Mate Cocido,y donde se comparaba a dichos maleantes con caudillos populares del continente;de veras, un monumento al desatino.

No se trata de buscar la verdad en el punto medio. Ocurre que el mito del“amigo de los pobres” y la contrafigura del bandolero insignificante representaría elanverso y reverso de una misma moneda, en definitiva barata, frecuente en elmercado al menudeo de la publicidad.

Según veremos, será sumamente difícil e intrincado averiguar todas lascomplicidades que ayudaron y encubrieron en sus correrías a Mate Cocido, quienfue, en resumidas cuentas, un frío empresario del asalto y el secuestro,completamente ajeno a la leyenda del salteador romántico. Esto mismo explica que,a lo largo del relato, el lector encontrará los nombres de algunas personas citadassolamente con sus iniciales; pese a haber transcurrido ya, casi medio siglo de lossucesos. No hubiera sido justo aventar escándalo sobre vidas ulteriormenterecuperadas de errores pasados.

Pero nos encontraremos con otra sorpresa; porque he aquí que, comocontrasentido de calibre mayor, el propio bandolero Segundo David Peralta, al igualque varios de sus secuaces se replegaron oportunamente a una existencia pacíficay, lo que es más, algunos, y otros, como el jefe de la banda, tras anonimato en pazcon la sociedad y la ley.

ENTRE LA LIBERTAD Y EL MIEDONo es casual que Segundo David Peralta, alias Mate Cocido, alcanzara

nombradía inusitada en aquella época problemática del Chaco y que un granpublicista metropolitano llamó precisamente “la década infame”; tiempo declaudicación y retroceso, cuando los valores morales quedaron relegados a lacondición de máscaras, no ya en el campo del delito común sino aun en el procederde gobernantes, políticos, dirigentes, representantes del pueblo, verbigracia aquellosparlamentarios que interrumpían a gritos las denuncias de Lisandro de la Torredurante las históricas interpretaciones sobre negociados en perjuicio del interésnacional.

No es casual sino lógico, explicable, que un trance tal de confusión ydesaliento, el público escuchara y leyera sin asombro las noticias policiales referidasa una figura que había concitado expectativas, tan luego por secuestros y asaltos decontornos sensacionales. Se trata de una de las tantas aberraciones que producenlas épocas decadentes.

Ramón M. Tissera

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Ingreso al delitoAllá por las postrimerías del siglo, en las afueras de Tucumán, vivía Patricio

Gustavo Peralta, obrero gráfico, casado con Rosa Miranda; dos modestos apellidoscriollos, aunque de largo arraigo en la ciudad. En ese hogar nació Segundo David,un día de Marzo de 1897. Otros cinco hermanos varones y una mujer, Isabel,componían la familia.

Segundo David cursó los estudios primarios y se inició como trabajador enuna imprenta, continuando así el oficio de su padre. Alcanzó la especialidad deencuadernador. En su adolescencia y juventud era de físico delicado y espírituimpresionable. La primera fotografía de aquellos años muestra un rostro ival demirada ardorosa y gesto angustiado.

Fue la suya una infancia triste, mediocre; probablemente sólo exaltada porambiciones impotentes y penosos sentimientos de lealtad con la suerte de los suyos.Segundo David fue siempre apegado al hogar. Su correspondencia íntima con lamadre y los hermanos, sobre todo con Isabelita la menor, durante los años de susprimeras andanzas por otras provincias, muestra un sentimiento protector invariable.Después del fallecimiento del padre, en 1926, ocupó entre los suyos el puesto dehermano mayor, aunque no lo era por la edad.

CHERCHEZ LA FEMME¿Qué razones impulsaron un día a ese muchacho hipersensible a tomar

como determinación la vida delictiva?. Cierta versión muy difundida asegura queSegundo David, hombre de paz y trabajo, habría sido víctima de procedimientospoliciales desacertados o, por lo menos tan rigurosos e incomprensivos quedespertaron en su ánimo la obsesión del rencor y la desilusión de la vida honrada:algo como “la persecución de un juez” de que habla Martín Fierro al evocar susdesgracias. En efecto, el joven Peralta enredado en amores con una muchachatucumana, habría provocado los celos de un oficial de policía, quien se dedicó aperseguirlo.

Sería prácticamente imposible comprobar hoy la veracidad de esasuposición. No obstante, si se consultan los primeros antecedentes policiales dePeralta, o sea las referencias inicios de su abultado prontuario, aparecen indicios tansugestivos que no sólo despiertan sospechas sino que evidencian un hostigamientoarbitrario.

Veamos los detalles de ese proceso. En 1918 cuando David Peralta tiene21 años de edad, es detenido por primera vez en “averiguación de robo”; vale decir,no pesa sobre él ninguna acusación formal, ninguna prueba concluyente, sino lapresunción de que sería autor de un delito. Dos meses después vuelve acomparecer ante la policía; esta vez “acusado de robo”, pero recupera la libertad dosdías después. Transcurridos ocho meses, nuevamente es detenido durante una

Segundo David Peralta en la juventud,según el primer prontuario que marca elcomienzo de su azarosa vida.

El rostro de entonces lleva la amargurade un destino incierto.

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semana, para otra indagación por el mismo delito. Poco después, otra “averiguaciónde hurtos reiterados”, que le cuesta varios meses de prisión. No bien recupera lalibertad, nueva citación para “averiguación de antecedentes”; procedimiento que atodas luces confirma el designio de mortificar, ya que las anteriores causas debieronsuponer la comprobación de tales antecedentes).

LA MARCHA INFAMEEn diciembre del mismo año, 1919, Peralta aparece en Córdoba, sin duda en

busca de nuevos rumbos. Pero a los 22 años de edad, ni el rostro ni los modales deun hombre pueden disimular el abatimiento interior; sus gestos trasuntan lahosquedad de una existencia huraña y contrariada. La policía cordobesa detiene aDavid Peralta como forastero sospechoso, “en averiguación de antecedentes”.

En julio de 1920 se lo registra de regreso en Tucumán, detenido por laeterna historia: “averiguación de robo”. Dieciocho días después, nuevamente “porhurto”.

A todo esto podría pensarse razonablemente: cualquiera haya sido elabuso de la persecución, ¿qué autoriza a pensar la injusticia de la misma? .Llegamos entonces a la pauta más desconcertante, ante la cual hay que admitirforzosamente la certeza del ensañamiento policial.

Un mes después de aquella última detención. Segundo David Peralta esarrestado ¡”por sodomía”!, es decir por relaciones sexuales con otros hombres.Recupera su libertad a los dos meses, “sobreseído provisoriamente”. Y todo estoocurre en la misma Tucumán, la ciudad natal de Segundo David, y cuando éste haalcanzado ya la edad adulta. ¿Se precisan sutilezas para inferir que se hapretendido humillar y marcar a un hombre con la mancha más infame?. Elinterrogante resulta lógico y de sencilla respuesta si se piensa que nada es tan difícilde ocultar durante una vida como las aberraciones sexuales y que en la comentaday hurgada existencia de David Peralta no hay ninguna otra mención, ni aproximada,sobre irregularidades de ese calibre.

Queda por ver otro indicio de la persecución falaz, y es la conducta posteriordel imputado. Se retira a Córdoba, donde se pierden sus rastros durante un año.En diciembre de 1921 reaparece en Tucumán. La policía acude a detenerlo... ¿porqué? Naturalmente “por averiguación de robo”, y por primera vez en su vida,Segundo David abandona la actitud pusilánime de siempre. Se desacata. Losagentes lo reducen a viva fuerza. Tras un breve forcejeo, Segundo David seescabulle y busca refugio dentro de la casa. La policía hace un disparo paraintimidarlo. La madre llora y clama por la vida de su hijo. Este se entrega al fin.Pero en este punto se presenta otra nueva sorpresa, pues segundo David recuperala libertad horas después, al mismo día de su detención. En definitiva, no habíacargos concretos o al menos graves contra él. Evidentemente, alguien de la policía(o que influye decisivamente sobre la autoridad) no quiere que Segundo DavidPeralta viva en Tucumán.

Acosado por las citaciones, los sumarios, los encierros, el perseguidorecurre por tercera vez al reducto de Córdoba, aunque ahora su actitud no se reducea la fuga. Ante todo apela a un recurso harto sugestivo para borrar huellas tras desí: adopta el nombre figurado de Alberto Córdoba, Segundo David oculta suverdadera filiación tras esta ficción, que en adelante deberán utilizar hasta susfamiliares y amigos para dirigirle la correspondencia.

El ensañamiento policial ha conseguido que el irresoluto, el hijo de lascircunstancias elija de una vez el camino del delito. Transcurren siete meses de

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estadía en Córdoba, cuando una partida policial detiene a Segundo David, alias“Alberto Córdoba”. Pesa sobre él una denuncia comprobada de “hurto”. Lossumariantes de la seccional Segunda de Córdoba completan el expediente y loelevan a la justicia de crimen. Luego el juez dicta la condena: dos años de prisión.

LA MISTERIOSA RAFAELAYa no es ahora el calabozo de las comisarías. Los altos y tétricos portales

de la cárcel de Córdoba se cierran al paso de Segundo David, que a los 25 añosingresa al sepulcro de los vivos.

Pocas semanas después de iniciar su largo encierro, el preso recibe unacorrespondencia sorprendente. Es una carta de amor, escrita desde Tucumán ydictada por el corazón de una mujer joven y apasionada. Segundo David ha dejadoen su tierra natal un idilio trunco. ¿Será la misma muchacha que enardeció eldonjuanismo funesto del oficial de policía?. Lo cierto es que se trata de alguien queconoce los sentimientos de Segundo David, que comparte su desdicha y que deja alcabo el testimonio involuntario del destino de un hombre. La carta está dirigida,desde luego, al nombre supuesto de Peralta.

“Alberto amado: ¡Qué desgraciada soy!. Te encuentras encerrado yverdaderamente sufres; no lo ignoro, y me parece verte en la prisión...

“¡Valor Alberto!. No cometas más locuras. Piensa en tu pobrecita... “Entodo momento soy tuya, siempre.

“La que contigo y en tus brazos desearía morir para terminar con el sufrir”.Y a continuación, la firma: Rafaela Ruiz.

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BUSCANDO SU DESTINOEl 26 de febrero de 1924, las rejas de la penitenciaría de Córdoba se abren

para Segundo David Peralta. Ha soportado un año y siete meses de prisión, tras delos cuales obtuvo una providencia de “libertad condicional”. La cárcel hadeterminado en su ánimo la definitiva inclinación a la vida delictiva, ya que al salir deella no intenta replegarse a una existencia laboriosa. Pero la oscura gestación quese prepara en Segundo David, lo sumerge todavía en un vagabundeo mísero y dinrumbo. Falta mucho para que afloren las condiciones netas de un jefe de banda.Aún gravitan sobre su espíritu los rencores, los recelos, las disminuciones, la escasaconfianza en sí mismo.

Reaparece en Tucumán, pero no en la ciudad capital, sino en un pueblocercano, Las Cejas, donde se encuentra radicado uno de los hermanos. Sepresenta acompañado de un tal Angel o Pedro Spoda, otro caballero de la fortuna.Ambos deben cumplir un arresto de treinta días “por vagancia”, y luego sondepositados en un tren y deportados de la provincia.

En julio de 1924, Segundo David vuelve a ser detenido por vagancia, estavez en Santiago del Estero. A comienzos de 1925 aparece en Corrientes. Y aquí seproduce un curioso cambio de situación. De pronto el ahuyentado de todas partes,el indeseable, encuentra un albergue de tranquilidad.

¿PROTEGIDO DE QUIÉN?Los tres antecedentes policiales que registra Segundo David Peralta en

Corrientes resultan tan sugestivos como satíricos.El 3 de abril de 1925 se inicia el capítulo correntino con un robo importante.

Peralta se introduce en un domicilio y saquea el ropero, los cajones de un escritoriodonde hay dinero y el cofrecillo de alhajas. El ladrón queda en evidencia a los pocosdías. Se lo detiene y procesa. Pero a los diez meses la justicia pronuncia un falloasombroso: Absuelto. Por primera y única vez esta palabra purificadora atraviesacomo una estrella fugaz la trayectoria del eterno convicto.

A pocos días de haber obtenido esa absolución, vuelve a ser arrestado por“falsificación de firma y estafa”. Lo liberan un mes después con otro fallocomprensivo: “falta de mérito”. Pero casi enseguida de la segunda indulgencia debecomparecer por “averiguación de robo”. Sin embargo, la detención dura apenasveinticuatro horas. Un día basta para gestionar otra “falta de mérito”.

Alguien protege al incorregible. ¿Un abogado ansioso de clientes? ¿Unpolítico en procura de adeptos? Cualquiera de estas posibilidades es factible, peroademás hay que contar una tercera: quizá ya aparece en la personalidad deSegundo David Peralta aquella extraordinaria aptitud persuasiva que será con eltiempo su arma más poderosa para comprometer, sobornar y complicar otras vidascon su peligroso destino.

EL PRIMER SECUAZEn Corrientes, Segundo David Peralta obtiene también la ventaja del primer

cómplice, que será además la compañía más leal durante muchos años. Se llamaAntonio Rossi; hombre de más edad que Peralta, Italiano de origen llegado al paísen 1906, con abundante prontuario en Buenos Aires y en Rosario. Amparado en sucondición de inmigrante, careció siempre de documentación oficial, por lo que lospapeles con su filiación constituían un fárrago de nombres datos equivocados. En1925 ya era un experto en las correrías que su socio iniciaba recién, y es probable

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que haya influido sobre éste para adiestrarlo con sus experimentadas tretas yarterías delictivas.

Antonio Rossi será con el tiempo el conocido “Calabrés”, que acompañará aPeralta hasta la etapa final, cuando éste se convierta en salteador, pese a que supredilección había sido siempre la actividad pacífica, sigilosa y subrepticia contra loajeno. En rigor de verdad, se hizo asaltante por fidelidad con el amigo.

EL APODO LEGENDARIOEn 1925 Peralta sobrellevaba

ambientes de mal vivir, en los despachodesplegar sus ya decididas inclinaciones.

A lo largo de estas andanzasinseparable a su fama, como que finaauténticos sepultándolos en el olvido. Yatodavía el público ignoraba por lo geCocido” era Segundo David Peralta.

¿De dónde provino ese apodo, tde la socarronería popular? La más aPeralta) dice que en su niñez era precisacriolla, que se servía diariamente en su hdesaparecía o se escondía. Y los repetid, que debían reiterarse cada mañanadíscolo con el invariable grito.

Pero en este punto es preciso aque, pese a su procedencia extemporánemismos ambientes donde actuaba el alud

Cuando el apogeo de Peraltametropolitano “Crítica” interpretaron quparadoja era “mate cosido”, con “s” Peralta, herido en la cabeza durante unaquirúrgica. De allí habría resultado la exque hacía alusión a la cabeza “cosida”.

Una curiosa coincidencia confirPeralta exhibía una “leve cicatriz de artextual de su prontuario de identificación.

Empero, somos excépticos ante emotivos de duda. En primer término, cperiodística surgió de la misma ficha de ioficinas policiales difundieron algunas Peralta, entre las que figuraba expresame

ESTE ES ANTONIO ROSSI, alias “ElCalabrés”, que se erigió en el primercómplice y secuaz de Mate Cocido.

La componenda empezó en Corrientes,según documenta el capítulo de hoy en lahistoria que ofrece NORTE.

un renombre bastante conocido en loss policiales y en las ciudades donde pudo

lo ha acompañado un seudónimo, algolmente sustituyó el nombre y el apellido entonces después será en mayor gradoneral que el verdadero nombre de “Mate

an chispeante como todas las invencionesceptable versión (dada por familiares demente reacio a tomar la tradicional bebidaogar. Así pues, a la hora del mate cocidoos llamados de la madre ”el mate cocido” y cada tarde, terminaron por identificar al

clarar otra versión de muy diverso origena y hasta exótica se divulgó y aceptó en losido., de 1935 al 40, periodistas del diarioe el sobrenombre auténtico valga la

de costura. La razón sería que a David refriega, se le habría practicado una suturapresión obsérvese típicamente porteña

maría esa suposición, ya que, en efecto,ma cortante en la frente según referencia

sta versión que, notoriamente ofrece variosorresponde presumir que la interpretacióndentificación, ya que durante esa época lasfotografías y las “señas particulares” dente la cicatriz en la frente.

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Debe advertirse sin embargo, que el modismo “mate” referido a la cabeza,pertenece a la jerga rioplatence. Difícilmente podría haberse extendido a provinciasentonces aisladas de la influencia porteña y que mantenían su fuerte espíritulocalista. (Nos referimos a las primeras décadas del siglo, pues David Peraltasobrellevó su apodo desde muchacho; en tiempos que los medios masivos decomunicación no tenían la difusión avasallante de hoy).

Quedan por fin dos evidencias que descartan definitivamente la idea de lacostura y que confirman la primera versión familiar. Los vecinos de los Peraltallamaban también a la madre de Segundo David “la mate cocido”, y además, en elprimer sumario que se abrió a éste en 1918, la policía registró, como corresponde ala prolijidad prontuarial, el “alias” de entonces: “mate cocido”, en el que se originó laleyenda bandolera.

LA VOZ DEL HOGARDesde Corrientes, Segundo David mantiene activa correspondencia con su

madre, a la que informa constantemente de su paradero y proyectos de viaje. Por logeneral cada misiva iba acompañada de algún dinero, a veces sumas apreciablespara aquella época; cien, doscientos, trescientos pesos.

Una de las cartas llama la atención por el requerimiento de ciertasinformaciones. Segundo David pide a su madre que le mande que le mande “diariosde fecha atrasada donde figuren nombre, domicilio y herencia dejada por personasfallecidas y cuyo capital sea de 5 a 30 mil pesos, eligiendo entre comerciantes depoca instrucción”. Se pueden ensayar varias conjeturas sobre el destino o la utilidadque el interesado se proponía con tales informes. De hecho hay que descartar unamera averiguación sobre caudales. ¿Proyectaría Peralta iniciarse en las matufias dela procuración clandestina para negociar herencias entre “comerciantes de pocainstrucción”? ¿No se encubrirían tras de Peralta las actividades de algún leguleyo,quizá un letrado de pocos escrúpulos y hasta posiblemente el apoderado queresolvía los enredos judiciales de Mate Cocido?

Claramente Segundo David busca todavía su definición, su destino delictivo,y ha abierto una puerta hacia el camino de la estafa.

En otra correspondencia (26 de febrero), anoticia a la madre de un proyectode viaje a Asunción y le puntualiza instrucciones. Si viaja lo confirmará en untelegrama, y en tal caso la madre deberá escribirle a nombre de “Segundo P.Miranda, poste restante, Correo Central, Asunción”.

En todas sus cartas, Segundo David recomienda que “cuiden a Isabelita”.

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LA TIERRA DE PROMISIÓNTras ocho años de vida subterránea, fugitiva, escurridiza, por fin “Mate

Cocido” puede transitar despreocupado por las calles en pleno día, libre delseguimiento de los implacables agentes del Departamento de Investigaciones. Suspapeles están en regla. Por lo demás, Corrientes ha resultado para él algo muydistinto a Tucumán, a Córdoba y a Santiago.

Habrá alquilado una pieza en los hospedajes frente al puerto, o tal vez enalguna barriada de aquellas semejantes a las de la ciudad natal: Veredas arboladascon naranjos, cercos de enredadera frente a las casas, boliches de guapos yguitarreros, a veces un domicilio equívoco donde el vicio conserva el sabor de lorústico y lo directo, porque aún no ha llegado allí el refinamiento de las metrópolis.

Cualquiera diría que David Peralta ha encontrado su merecido escenario, elrincón dorado. Pero no es así.

Ante todo que a “Mate Cocido” no le interesa tanto la impunidad como elbuen mercado donde actuar. Su existencia ya está absorbida por el trasmundo de lavida disimulada y el alerta incesante, incluso, sus energías se robustecen cuando lapolicía ronda su guarida o sigue sus pasos. Esa angustia de sentirse perseguidoobsesión que apabulla a los que sólo llegan al delito por extravío, actúa en eldelincuente verdadero como un combustible que enciende y acciona los impulsosmás potentes y hábiles.

NO ROBAR A LA POBREZAPero además Corrientes es una ciudad de viejo abolengo provinciano,

venerable y pobre. Los vecinos caracterizados no son allí sino raras vecescapitalistas, especuladores o comerciantes de arcas repletas. Por lo común se tratade una aristocracia austera, cuyo orgullo se cifra en la memoria del antepasadofundador, del abuelo que fue gobernador, del bisabuelo que sirvió con San Martín yestuvo en Maipu, en Ayacucho. Esta ciudad única conserva su tradición ganadera,latifundista y cerradamente feudal, a diferencia de la oligarquía porteñacosmopolitizada. Los gringos acaudalados que procuran invertir sus reservas ennuevas actividades, son recibidos con muestras tales de recelo y desprecio, quepronto desisten de radicarse. La susceptible oligarquía lugareña no quiere renunciara su prevalencia, aún al duro precio de estancarse y empobrecerse entre susbronces.

En fin, esa Corrientes donde un homicidio no resulta delito tan grave comocuerear un vacuno, a Segundo David Peralta no le ofrece, francamente, un porvenir.Su mirada aguda, su olfato experimentado, descubren pronto el ambiente propicio.

Parece ser que Antonio Rossi el Calabrés ya conocería al detalle todo elpanorama de las provincias del litoral y el Nordeste.

De ser así habrá prestado a su amigo un eficaz asesoramiento.

LA RIQUEZA Y LA AVENTURAFrente a Corrientes está el Chaco, un emporio de vida nueva, especie de

California en gestación. Es un mundo febril y pujante que se abre camino alporvenir. Allí muchos hombres se han enriquecido en pocos años; no existensedimentos sociales, y los nuevos ricos son por lo general advenedizos que, por lomismo, aceptan la convivencia con idéntico desprejuiciamiento que los negocios y eltrabajo. En ese mundo individualista la selección sólo atiende la actividad productivao el monto pecuniario de cada cual. Cuánto tienes cuanto vales.

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Constantemente vienen y van los colonos con gruesos fajos de billetes en elbolsillo o bajo el cinturón. La caravana de viajantes, acopiadores, compradores,vendedores, pagadores y comisionistas de las grandes empresas recorren las rutascon el visible maletín repleto de billetes. Hay pocas sucursales bancarias y escasosrecaudos de seguridad, pues la actividad privada ha desbordado las posibilidadesoficiales. Tanto los sueldos del personal de tierra adentro como las transaccionescomerciales, deben solventarse al contado, dinero en mano, de acuerdo al ritmo deesa dinámica elemental pero vertiginosa.

LOS CAZADORES TRAS LA PRESAAlgún día de marzo de 1926, dos hombres descienden del vaporcito que

realiza diariamente el transporte de pasajeros entre Corrientes y el puerto chaqueñode Barranqueras, próximo a Resistencia. Los forasteros, al parecer amigosocasionales contrastan con su físico dispar. El más joven, de veintinueve años,mediana estatura, sin rasgos sobresalientes, puede pasar por lo que dice ser:viajante de joyería. El otro, ya maduro, más bien alto, delgado aunque muscular,con un agradable perfil itálico, puede pasar también como obrero ferroviario en usode licencia, según lo repite a cada momento en voz alta para que todos lo oigan

Nadie podría imaginar lo que trae entre manos esta buena yunta.Durante la noche del 24 de marzo, en Sáenz Peña, cacos desconocidos se

deslizan dentro del domicilio de la familia Del Mónico y se llevan un fino reloj de orocon engarces de pedrería.

Días después dos forasteros se presentan en una posada para pernoctar.Ocupan una habitación de varias camas, como es de uso en los hoteles precarios.Al rato ingresa a la misma pieza otro huésped. Se trata de un colono que perdió eldía negociando los fardos de algodón y acude al hospedaje para dormir unas horasy emprender el regreso a la chacra con el amanecer. Mientras se acuesta, advierteque los otros dos pensionistas duermen con apacible sueño. Al amanecer, eldesprevenido comprueba dos cosas: que su dinero ya no está bajo la almohada yque los compañeros de pieza han madrugado lo suficientemente temprano paradesaparecer sin ser advertidos por el dueño de la posada.

Otra vez, en Resistencia, el 4 de abril, la familia Lequeux, propietaria de unaconfitería céntrica, descubre que esa misma noche fue sustraído el dinero de la caja,más el alhajero de las hijas, con joyas por valor de dos mil pesos.

¿QUÉ ES EL HOGAR? “Mate Cocido” y el Calabrés estaban instalados en Sáenz Peña, en una

pensión. Desde allí reinició David Peralta su inefable relación epistolar con lafamilia. Escribe a la madre, a su cuñada Rosa en Las Cejas, a su hermana Isabelita.

En esta casona de calle Mitre266 funcionaba la confitería“Chantecler”.

Allí Peralta y Rossi perpetraronsu primer atentado contra loajeno en Resistencia.

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Merece analizarse esta correspondencia de extraño contenido.Pese a las actividades del autor y la indudable actitud complaciente de los

familiares, las cartas reflejan sentimientos sinceros y nobles.Enterado de que la madre desautoriza un idilio de la joven Isabelita,

Segundo David redacta una extensa masiva de seis carillas aconsejándola conespíritu paternal:

“Que pertenezcas a un hombre por una u otra circunstancia, eso no measombra a mí. Es tan humano eso... ¡Qué imbécil sería si me asombrara! Pero entodo esto no está la felicidad del matrimonio, si se tiene en cuenta tu poca edad y lade ustedes dos.

A esa edad se ama con la ligereza del viento, como la vida de una flor. Unaflor nace, perfuma, ¿y más tarde Isabel?, ¿qué es de esa flor? Se marchita con sololos rayos del sol. Así se ama a la edad tuya”.

Un día le informan que su hermano Patricio está sin trabajo, y escribe a sucuñada Rosa:

“Si me va como pienso, arreglaré el bienestar de ustedes los dos y el mío.Créeme que tienen veracidad mis palabras. Pronto viviremos todos juntos bajo elmismo techo. Ya es tiempo que cubra los malos ratos que les vivo dando. No esdifícil que pronto me tengan por esa”.

Y en efecto, un domingo de Abril, “Mate Cocido” y el Calabrés se ausentandesde Sáenz Peña a Tucumán, Segundo David se presenta bien vestido, con lentesoscuros, sombrero, traje cruzado y zapatos de charol. Puede que esta vista serelacione con el mal estado de salud del padre de Segundo David, quizá con sufallecimiento, ya que otras referencias mencionan este acontecimiento comoproducido en los primeros meses de 1926.

A la semana de su arribo, los visitantes parten a Buenos Aires.Pero antes de emprender viaje, Segundo David deja en poder de la madre

un buen stock de alhajas, que ella deberá guardar en la casa con gran discreción.Como el viaje a Buenos Aires es sólo para dar una vuelta por allá, en

adelante deben dirigirse las cartas a Sáenz Peña, a nombre de Rosas T. Torres.

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ULTIMO PRONTUARIO EN ROBOS Y HURTOSDe regreso del viaje relámpago por Tucumán y Buenos Aires, Mate Cocido y

el Calabrés vuelven a demostrar que se encuentran efectivamente en Sáenz Peña.Dos domicilios son saqueados en una misma noche. De uno de ellos se llevan nadamenos que cinco mil pesos en efectivo y del otro dos mil, y de ambos un respetableacopio de alhajas.

Pero si bien Sáenz Peña era una ciudad tumultuosa por su actividad, podíaconsiderársela casi una aldea por el número de habitantes. Resultaba relativamentefácil advertir en ella quién viene y quién va, y el tipo de vida que lleva cada cual,sobre todo cuando se trata de forasteros sobre los que se vuelca la explicablecuriosidad pueblerina. La policía preocupada por el auge de ciertos delitosconsumados con una misma técnica, no tardó en echarle el ojo a ese sospechosodúo del viajante de joyería y el ferroviario en uso de su licencia.

Sin embargo, el viajante y el ferroviario eran a su vez hombres duchos enmateria de seguimiento. Un buen día desaparecieron. Lo único que llegó a sabersede ellos fue que alguien los vio tomar el tren a Resistencia. Se los buscó allí sinningún resultado, luego de haberse requisado hotel por hotel y pensión por pensión.¿Habrían pasado a Corrientes?

Lo cierto era que Segundo David Peralta y Antonio Rossi se encontraban enhospedaje en Fontana, a pocos kilómetros de Resistencia, en casa de un carpinteroparaguayo. A no dudar, el dueño de casa tenía algo que ver con la catadura de suspensionistas, ya que más tarde declaró a la policía que había conocido “al señorJulio Blanco hace cinco años, durante un viaje por Tucumán y que le merecía elmejor concepto”.

UN RINCÓN APACIBLE¿Sería influencia del Calabrés, o que realmente aparecen en Segundo David

Peralta los rasgos definitorios de su temperamento? El ya calificado cliente de lasección “Robos y Hurtos” de muchas comisarías del país, se comporta sin embargocomo un ciudadano de vida moderada, retraída, intachable. No se sabe de supresencia en lugares nocturnos, ni de jaranas, ni de vicios, como tampoco deostentaciones superfluas de dinero.

Nadie podría suponer que el joven pensionista del carpintero Alfonso ha detener atesorados alrededor de 700 u 800 pesos, y que además posee depositadasen casas particulares de Tucumán y Buenos Aires sendas colecciones de alhajas dealto valor.

Para corroborar esa apariencia de sobriedad, el señor Julio Blanco ¡MateCocido! lleva siempre consigo la prueba más demostrativa de una vida previsora:una libreta de la Caja Nacional de Ahorros. Eso sí, el portador del curiosodocumento, nunca permite que se observe su contenido ¿Por prudencia? ¿Paraevitar que se conozcan sus ahorros? No, sino que la libreta figura registrada con elnombre supuesto de segundo P. Miranda.

¿Qué domicilio registró Mate Cocido en ese documento? Interesa saberlo.Figura allí una dirección céntrica de Buenos Aires. ¿Quién vive allí? Josefa Ortelli.¿Quién es? Una amiga del Calabrés. A ese mismo domicilio llegan frecuentementelas encomiendas enviadas desde el Chaco y que contienen joyas, relojes yminiaturas finas. Con gran sentido de la equidad, Josefa tiene dos tarritos en elropero: en uno guarda los envíos de Segundo P. Miranda, en el otro los de un talJosé Glutiani, es decir, Segundo David Peralta y Antonio Rossi.

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SE DESTAPA LA OLLALa carpintería-hospedaje estaba ubicada en los alrededores de Fontana.

Sus fondos daban a un monte próximo. Era un sitio ideal.Pero el 21 de mayo de 1926 golpea a la puerta un oficial de policía que se

presenta acompañado de tres agentes. Nadie responde durante un largo rato¡Sumamente extraño!, porque al acercarse a la casa los hombres de la partidahabían escuchado voces, que precisamente se interrumpieron al primer llamado.

Antes de golpear por segunda vez, el oficial ordena a la patrulla rodear lacasa. Los agentes se disponen a hacerlo cuando advierte que por los fondos sedeslizan a paso presuroso dos desconocidos cuya identidad, desde luego, es fácilpresumir. Al grito de los agentes de ¡alto ahí!, los pensionistas se lanzan a todacarrera hacia el monte. La patrulla descarga las armas y se introduce a los fondos,inútilmente.

En ese momento Alfonso abre la puerta y atiende al oficial. La policíaefectúa una prolija requisa de la pieza de los huéspedes. Aparecen llaves ganzúas,corta fierros, una maza y la libreta de ahorro de Segundo P. Miranda con depósitopor un total de 500 pesos. Pero también se encuentra la abundantecorrespondencia privada de Mate Cocido, que permitirá localizar varias conexionesde utilidad para la investigación.

Días después los departamentos de Seguridad de Tucumán y de BuenosAires acuden con órdenes de allanamiento a los domicilios de Rosa de Peralta y deJosefa Ortelli. Aparecen allí el reloj de oro con las iniciales del señor Del Mónico, lasjoyas de la familia Lequex y en fin, la colección casi completa de testimonios para eldecimocuarto prontuario que se abre a Segundo David Peralta, alias “mate cocido”.

LOS PÁJAROS VUELANSería imposible determinar la complicada trayectoria de Mate Cocido durante

el primer mes siguiente a la orden de captura. Toda la policía del Chaco está alertay lo busca. Se revisaron los trenes, los ómnibus, las posadas, los coches dealquiler, sin ningún resultado. Y sin embargo, consta que el no se había apartado delas líneas de poblaciones entre Resistencia y Sáenz Peña. Cada dos o tres días,según su inveterada costumbre, depositaba una carta a la familia, ya desde el correode Presidencia de la Plaza, ya desde Quitilipi, ya en la estafeta de Cacui.

¿Cómo hizo para burlar el cerco? Por vez primera, Mate Cocido ejecuta unade aquellas fugas perfectas que serán después su predilección y se haránproverbiales. Lo sorprendente es que no se aleja del campo de acción que conoce.Pareciera complicarse rondando a sus perseguidores. Es la suya una esgrima desituaciones.

¿De qué procedimientos se vale? De acuerdo con lo que sabemos de sutécnica en años anteriores, podemos inferir lo que habrá hecho en aquel mes dejunio de 1926. Los recursos son sencillos y, por lo mismo, de increíble audacia. Suimpavidez, su ánimo imperturbable y una curiosa aptitud para el disfraz y laadaptación a cada ambiente, le permiten vestirse de paisano, echar una bolsa alhombro y caminar por la ruta como peón golondrina en busca de trabajo, o bientrabar amistad con un colono y hacerse llevar en jardinera de un pueblo a otro, o entodo caso subir al tren y sentarse junto a los viajantes de comercio, a los inspectoresde tierra o al mismísimo oficial de policía que quizá lleva la orden de su captura en elbolsillo.

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Así andando, en algún lugar del Chaco se encontró un día cualquiera con elCalabrés, ya que para desconcertar a sus perseguidores viajaban por separado yconvenían citas periódicas. Se combinaron para encontrarse en Asunción.

Tal vez ésta habrá sido la gran lección que Mate Cocido aprendió para noolvidarla más como técnica de la fuga. ¡No alejarse del ámbito operativo, sin estarseguro de apoyos mejores en otra parte!

A pocos días fueron detenidos por la policía paraguaya. Hasta allá habíallegado la recomendación de captura.

Cumplidos los trámites de extradición, cuatro agentes argentinos deseguridad buscaron a los prófugos y los trasladaron esposados a Resistencia, através de un largo viaje por Posadas y Corrientes.

Juzgados ambos por “robos y hurtos reiterados”, se los condenó a seis añosde prisión.

El día 19 de octubre de 1926, Mate Cocido ingresó al penal de Resistencia.Llevaba consigo un atado de ropas y un colchoncito. Con toda seguridad escondíaalgunos billetes que la gente como él sabe ocultar de las revisaciones más rigurosasde los guardianes.

Esos años de reclusión, serán la academia de Mate Cocido en la esferasuprema del delito. Cuando recupere la libertad, merecerá de veras la jerarquía dejefe de banda.

EL JEFE Y LOS PRIMEROS ADEPTOSLa cárcel es el mundo inimaginable, especie d

sacude al hombre como una prueba categórica.En ese purgatorio se presentan mezcladas la r

espectros de la humanidad humillada: las paredes altparedes, las puertas y ventanas con rejas que dejan tentación constante; la humildad exterior de todos, mrebulle con las pasiones humanas comprimidas.

Por sobre la uniformidad de costumbres y la trpercibe en las celdas, en los pasillos, en todas partesufrimiento que estremece los nervios más templadopresenta allí las facetas múltiples del contraste llevadodébiles a los que el cinismo hace fuertes; desalmados a mejillas con lágrimas; corazones nobles y bondadosoreciedumbre para mantenerse puros entre la canalla; temtenacidad, que sólo esperan salir del infierno para evitarprecauciones.

La penitenciaría central delChaco estaba entoncesubicada frente a la plaza 25de Mayo, donde hoy selevanta la Casa deGobierno.

Allí fue recluido “MateCocido” para cumplircinco años de condena.

e vorágine cuyo encuentro

ealidad más cruda con losísimas, que son más quever lo imposible como unaientras la violencia íntima

anquilidad de la rutina, ses, un hálito de tragedia ys. La condición humana a las tensiones máximas:los que a veces bañan suss dotados de una extraña

peramentos de disimuladalo en adelante con mejores

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A esta última especie pertenecía Mate Cocido. En la planilla carcelaria, sunombre figura con las referencias del preso vulgar: ni tan bueno para demostrar unaregeneración, ni tan malo para tener inconvenientes con los guardianes. Ningúnintento de fuga. No participaba de camorras y trifulcas: pero tampoco aceptó laopción de trabajo en los talleres. “Inclinado al juego con otros presos”.

En cinco años de reclusión, la existencia de Mate Cocido no registra ningúnaccidente ni percance sobresaliente.

Pero sus cambios debieron ser fundamentales. Sobre todo, se vinculó conmucha gente... No sólo con presidiarios (que luego serán sus secuaces en buenas ymalas), sino también con personas de afuera, la camándula que ronda a la mala vidapor interés, por vicio, por humana solidaridad con el infortunio. Sin ir más lejos,desde el cautiverio entró en relación con un tal Pagoli, radicado en Añatuya, amigode sus hermanos Patricio y Marcelino y compinche también de otro preso de la celdacontigua. (Es preciso que el lector recuerde ese nombre, que dentro de una décadasaldrá a relucir en días decisivos).

EL HOMBRE DISTINTOUna noche de junio de 1931, tras cinco años interminables de encierro, el

preso liberado se retira del penal de Resistencia.¡Al fin Segundo David Peralta puede mirar las estrellas sin que se interponga

a la vista la simetría infame de los barrotes de hierro! ¿Hacia donde habrá dirigidosus pasos? ¿Se habrá sentado en algún banco de la plaza 25 de Mayo (frente alpenal) a saborear y vivir la sensación espléndida de la libertad? Pero no. MateCocido no es un espíritu susceptible a las grandes emociones desinteresadas sino alos propósitos firmes, a las resoluciones que disipan todo sentimentalismo.

Con toda seguridad, al salir de la cárcel ya tenía concertado un encuentropropicio con alguien que pudiera orientarlo durante los primeros días, incluso undomicilio de emergencia donde hospedarse y al que se habrá dirigido directamente.

Ante todo, nunca más volverá a estar en prisión, no obstante que su vidadelictiva alcanzará, de allí en adelante, los extremos más osados. Tampoco volveráa ser el infeliz que acata o elude las citaciones de la sección “robos y hurtos”, sino elmaleante dispuesto a cualquier enfrentamiento. Sus planes abarcan ahora lasdimensiones mayores del atraco, el secuestro, el asalto planificado y dirigido enprocura de las fuertes sumas que pueden exigirse a los ricos y a las grandesempresas.

Para esto es preciso una organización de hombres que secunden a un jefe,y no ya meros compinches de fechorías.

LA ACCIÓN SE PREPARADurante poco menos de dos años, la vida de Mate Cocido se sumerge en la

penumbra. Muy poco se sabe de sus actividades, de su paradero como de sudomicilio, durante dieciocho meses. Notoriamente ha tomado la determinación dedestruir (y ordenar que se destruya) apenas recibida su correspondencia con lossuyos, dada la funesta experiencia de seis años atrás, cuando unos simples sobresy misivas revelaron a la policía las huellas de sus andanzas y conecciones.

De cualquier modo el registro policial no le atribuye un solo delito, ningunasospecha durante ese lapso. Tampoco es objeto de seguimientos, ya que hacumplido su condena y no pesa sobre él ningún antecedente impune. Cabepreguntar por qué se oculta.

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Mate Cocido prepara sus acciones futuras. El anonimato es una actitudprudente, para resguardarse: un recurso muy suyo. Nunca conviene que el públicopueda reconocer enseguida a quien de algún modo será famoso y buscado por sushechos al margen de la ley. Y en efecto, esta elemental preocupación constituirádespués un factor principalísimo para el ocultamiento entre la multitud. El nombre ylas acciones de Mate Cocido repercutirán pronto en todo el ámbito publicitario delpaís. Los diarios, las emisoras radiofónicas se harán eco de ese prestigioextravagante y le dedicarán los espacios predilectos de la noticia sensacionalista;pero nadie, por espacio de años, conocerá su fisonomía. En el Chaco mismo,escenario de las hazañas, muy pocas personas podían determinar con exactitud lapresencia de Mate Cocido.

Durante aquella proscripción voluntaria de dieciocho meses, su centro deconexiones puede localizarse en Presidencia Roque Sáenz Peña, en el “EnsancheSur”, barrio entonces equívoco y bravío.

Allí conoció a Herminia, joven paraguaya, morocha de agradable aspecto,hija de un hogar modesto y numeroso. Ella será por muchos años su compañía, suemisaria y su encubridora más efectiva. (Recién en 1935 la policía sabrá de lasrelaciones de Peralta con esta gran amiga).

Por intermedio de Herminia, Mate Cocido induce a un hermano de ella,Francisco, a ingresar en la vida de sobresalto. Este será Pampita: un trigueño deregular estatura, atlético, cabellera lacia en melena a la usanza del bajo fondo; unguapo esforzado y rencoroso, de no muy buenos instintos.

Desde luego, el Calabrés también vive en el Ensanche Sur, aunque endomicilio distinto al del jefe. Salió de la cárcel algunas semanas después de él yprefirió continuar la vieja camaradería.

EL “VASCO”Merecía otro destino. Era entonces un hombre joven (cuatro años menos

que Mate Cocido), de físico hercúleo, bastante instruido para su situación y susvicisitudes. Había venido de Santa Fe en busca de porvenir, tras interrumpir susestudios secundarios a causa de la ruina económica del hogar. Era hijo de colonosvascuences radicados en la región algodonera y arruinados por la especulación delos precios.

El Vasco se derivó al delito guiado por una conciencia de protesta. En sumente bullía el idealismo agrario rebelde de aquellos años.

En su vida de banda con Mate Cocido llegaría a ser el segundo. Ejercía lajefatura durante las ausencias del principal y era hombre de consulta para lostrabajos difíciles. Equilibrado y enérgico a la vez, solía resolver situaciones conalguna decisión certera. Su valentía compensaba la excesiva prudencia de DavidPeralta.

En cuanto al Chileno y el Catalán Noy, eran hijos de las circunstancias,extraviados de la angustia social. Formaron la escolta inicial de Mate Cocido, paraperderse a los pocos años en el submundo de la vagancia.

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TREN PASAJERO A METÁN “Para todo hace falta dinero, menos para ganar el cielo”, dice el viejo refrán.

La organización que ha montado David Peralta, necesita un capital inicial. Espreciso movilizarse, andar entre desconocidos, cambiar todos los días de domicilio,bonificar a los soplones que traen buenos datos.

Mate Cocido había perdido sus reservas al ingresar a la cárcel. La cuantiosacolección de joyas fue secuestrada y devuelta a los dueños legítimos. El pocodinero que, según sus declaraciones, “lo dejó a la policía paraguaya”, había sidoembargado por la justicia para resarcir a los damnificados. Hasta la Caja Nacionalde Ahorros rechazó su trámite de devolución de la libreta, ya que en la mismafiguraba un nombre distinto del que la reclamaba.

Antes de ingresar pues, a la vida bandolera, Mate Cocido hace unaconcesión de su pasado y adiestra a sus hombres con algunas raterías de menorcuantía.

LA CAJA PORTÁTILEn Sáenz Peña estaba radicado un comerciante de rara índole personal.

Solterón de vida solitaria, obeso y quejoso, avaro por temperamento; habitaba uncaserón sin más compañía que dos gatos. Toda la ciudad sospechaba de sufortuna, guardada en algún rincón de la casa.

Mate Cocido comisionó al Calabrés y al Chileno para que sustrajeran de lacasa una cajita de hierro portátil en la que el minucioso ahorrista coleccionaba losbilletes de mayor valor.

Los emisarios se introdujeron a las habitaciones una noche de noviembre,de gran sopor, mientras el dueño de la casa dormía plácidamente en el patio. Suspotentes ronquidos eran el mejor indicio de que ignoraba absolutamente la requisaque se realizaba en sus muebles. Al fin los intrusos descubrieron la caja en elropero, pero estaba encadenada al mismo. Forcejearon para arrancarla oviolentarla, sin ningún resultado.

Al amanecer del día siguiente cuatro hombres se encontraron frente a losgalpones de la estación ferroviaria. Eran Mate Cocido, el Chileno, el Calabrés y elCatalán Noy. De allí se encaminaron a la casa del comerciante huraño. Comocorrespondía a esa clase de visitas, entraron por el patio y abrieron la puerta de lagalería con llaves ganzúas. El Chileno quedó en el patio para hacer de campana.

En el preciso momento que los tres visitantes aparecieron en el dormitorio, eldueño de la casa despertó. Incorporose en el lecho con el estupor del caso, y sedisponía a gritar cuando uno de los intrusos le apretó la garganta, mientras los otrosdesenfundaron revólveres y lo llamaron a la cordura. El desdichado fue reducido alcabo con un pañuelo de mordaza y sendos cinturones en pies y manos. MateCocido y el Calabrés corrieron al ropero pero ¡No estaba el cofre de hierro!.

El Catalán Noy se dedicó a pinchar a la víctima con un cuchillo. Pero es leyque la avaricia dará la vida antes que la bolsa.

Tras un registro prolijo, los visitantes encontraron 180 pesos en un escritorioy se retiraron.

Al salir a la calle lo hicieron divididos en varias direcciones. Combinaronencontrarse en un rancho del paraje las Cuchillas.

UN POZO CON POCA AGUACinco días después, pasada la medianoche, Mate Cocido, el Calabrés y el

Vasco saltaron un tapial, cruzaron el patio de la farmacia de Sáenz Peña y subieron

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por una escalera a la terraza. Desde un tragaluz alumbraron el interior del negociocon una linterna. Allí estaba el codiciado cajón del mostrador donde el farmacéuticoguardaba imprudentemente el producto de las ventas de quince días y a veces dehasta un mes.

Pero en el preciso momento que la linterna alumbraba el local, alguienprendió la luz de la galería, y luego de una habitación próxima, Mate Cocido corrió amirar la calle en busca de escapatoria. Al instante volvió para cuchichearse con lossuyos. Estaban rodeados por la policía. Un agente a caballo montaba guardia encada esquina. El Vasco y el Calabrés resolvieron desorientar a los sitiadores. Sedescolgaron de la terraza y corrieron en dirección al “Ensanche Sur”. Losguardianes se lanzaron a seguirlos. Cuando todos desaparecieron, Mate Cocidodescendió a la vereda y se retiró de la escena caminando tranquilamente como elcaballero que vuelve de una cita nocturna.

Para el Vasco y el Calabrés, la aventura tuvo otro resultado. En primertérmino, les fue preciso entablar un tiroteo sobre la marcha para contener lacaballería que les pisaba los talones. Al llegar a un tambo suburbano, saltaron unalambrado y corrieron en diagonal. Pero allí el Vasco se encontró lo inesperado: unpozo de agua sin brocal, al que cayó.

El pozo tenía mucha profundidad y poco agua. Y en esta trampa miserabledebió permanecer cinco horas. A la madrugada, la dueña del tambo se asomó enprocura de agua y comprobó el inusitado espectáculo.

”Señora, por favor –explicó el Vasco desde el abismo–, alcánceme unasoga. Vine a cazar unas ranitas esta mañana y me caí adentro. ¡Ligero señora..!”.

Pero la tambera había escuchado esa noche el tiroteo en la calle. Mediahora después, tres agentes de policía ayudaban al cazador de ranas a salir de lafosa y lo condujeron al calabozo.

¡ARRIBA LAS MANOS!De pronto se abren las puertas para la nueva vida. Mate Cocido obtiene un

dato de mucho valor. Durante los meses de Marzo y Abril, cuando culmina lacosecha del algodón, hay un acopiador de grandes firmas, José Censabella, queviajaba por la zona con sumas importantes de dinero para pagar a los colonos lacompra de materia prima.

Un día de abril José Censabella toma el tren en Sáenz Peña con destino alas colonias del oeste.

Mate Cocido y cuatro de sus mejores hombres, anoticiados en Avia Teraí(donde se mantenían a la expectativa), se trasladan hasta la estación próxima, undesvío sin importancia, donde rara vez hay vigilancia a la llegada del convoy, queestaciona llí sólo unos minutos.

Cuando el tren N° 152 que hace el servicio Barranqueras a Metán se detieneen el desvío 974, el guardia observa que dos desconocidos suben sin retirar pasajede la boletería y se ubican en el balcón del coche – comedor. Cuando el convoyarranca, tres más ascienden presurosos y se agregan al primer grupo.

El guardia llega hasta los desconocidos y les pide el boleto. Ninguno lotiene. Uno de ellos saca un peso del bolsillo y pide cinco pasajes hasta Metán. Elempleado ferroviario advierte que hay aire de sorna y exhorta a los polizones ahablar en serio. ¡De lo contrario los hará detener en la estación próxima! Uno deellos dice:

Ahí en el comedor va el que nos pagará el boleto.

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El grupo se dirige allí festejando la situación. Cuando el guarda abre lapuerta del coche, uno de los desconocidos lo empuja y lo tumba de bruces. Losdemás desenfundan los revólveres. Y suena por primera vez el grito que será laconsigna de Mate Cocido durante diez años en el Chaco:

¡Arriba las manos, nadie se mueva!En el comedor se encontraban en ese momento dos mozos y algunos

pasajeros. Se los revisó a todos despojándolos de billeteras, relojes y anillo. Perouno de los desconocidos se dirigió directamente, sin titubeos, a José Censabellaexclamando “¡Aquí está el hombre!”, y le quitó el maletín de viaje, que éste no habíaquerido dejar en el dormitorio. El maletín contenía 9.000 pesos.

Concluida la recolección, Mate Cocido encara al guarda y lo amenaza paraque haga señales al maquinista de detener el tren. Cuando el convoy aminora lamarcha los asaltantes hacen algunos disparos al aire y se arrojan. Dos de ellosruedan con el vértigo de la caída. Después el grupo el grupo atraviesa el caminolateral y se pierde en el monte.

Desde la estación Sáenz Peña, el telegrafista emite un despacho urgente.“Hoy a las 17 18 horas, fue asaltado por cinco desconocidos el tren N° 152 a Metán,en el desvío 974”.

Una partida policial, acompañada de José Censabella, se dirige al lugar.Localizan los rastros de los fugitivos hasta su entrada en el bosque. Sin embargo,ya llega la noche. Nadie se atreve a aventurarse en la espesura.

El oficial de policía, al regresar a Sáenz Peña y dar parte, exclama:”No puede ser otro.. Es Mate Cocido, ¡Se ha hecho asaltante!”.

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MANUEL BERTOLATTI (H)Y UN SECUESTRO FRUSTADO EN CHARATAUna de las técnicas predilectas de Segundo David Peralta durante toda su

vida delictiva, consistió en el manejo de nombres supuestos. Este recuso quedespués de todo no resulta novedoso en el mundo del hampa, él supo manejarlo consutileza e ingenio incomparables.

Cada uno de sus nombres estaba respaldado por el respectivo comprobante.¿De dónde obtenía esos documentos de falsa identidad? Es probable que en loscomienzos fuesen falsificaciones de su propia factura, o que sustrajera cédulas ylibretas ajenas limitándose a cambiarles la fotografía; como es casi seguro queposteriormente los negociaría con funcionarios penales que le facilitabandocumentación prácticamente insospechable.

Así pasaron sus sosías documentales: Alberto Córdoba, Rosas T. Torres,Segundo P. Miranda, Julio Blanco. Y ya veremos otros más.

Los caprichos de Mate Cocido por imponer sus nombres equívocos llegan aveces a extravagancias como esta: durante su reclusión en la cárcel de Resistenciaelevó al juez una petición de su puño y letra solicitando la conmutación de su pena, yfirmaba “Julio Blanco”. ¿Qué objeto perseguía esta ficción trivial, si no es el designiode meter confusión contra toda lógica? No queda otra explicación, ya que las tretasde Mate Cocido no eran nunca torpes ni burdas. Él sabía que en ese momento, suprontuario, su sentencia, su filiación penal, estaban caratulados a nombre deSegundo David Peralta, y que probablemente el juez rechazaría el petitorio apócrifo,como efectivamente ocurrió: pero le interesaba seguir aventando dudas sobre quiénera en definitiva ese raro preso de filiación tan dudosa y discutida.

En 1933 Mate Cocido resuelve lanzar a la circulación un nuevo nombre:Manuel Bertolatti (hijo). Es de creer que ha obtenido una flamante cédula, y queademás está dispuesto por razones muy especiales a rodear a esta identidad detodas las apariencias y detalles posibles de autenticidad. Sus preocupaciones alrespecto llegan al extremo de hacerse dirigir la correspondencia a otros supuestos,como para dar la impresión de que la verdadera identidad oculta sería la de ManuelBertolatti (hijo). Los nuevos integrantes de la banda estaban convencidos de queese y no otro era el nombre de su jefe, al margen del seudónimo y los demásapelativos. Hasta algunos partes policiales reservados hablan como lo más naturaldel “peligroso sujeto Manuel Bertolatti, alias “Mate Cocido”. ¡David Peralta hatriunfado!

NINGUN COMIENZO ES FÁCILLuego del asalto al tren Avia Teraí; la banda se dispersó momentáneamente,

como era su clásica táctica luego de cada operativo. Mate Cocido se dedica ahora arecorrer la línea del Oeste, entre Sáenz Peña y General Pinedo, que parando enpleno monte o en los refugios que le brindaba gente amiga, por lo generalcomplicada en los asuntos. En Pinedo había un comerciante árabe, instalado en losalrededores, que solía albergarlo. También en Avia Teraí contaba con otro reducto,en la chacra del colono T. A.

El Vasco y el Calabrés se instalaron cerca de Charata, en ColoniaNecochea, en el campo de “don Marcos”. Allí los visita Mate Cocido. Entre los tresplanearon secuestrar al hijo de una familia adinerada de Charata, los Fucksman.

Con ese proyecto se encontraron la noche del 14 de diciembre en la veredadel domicilio de Fucksman, frente a los terrenos del Ferrocarril. Los acompañaba untal Flores, de Don Marcos.

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Faltaba una hora para el amanecer. En ese momento aparecieronsorpresivamente en la calle un cabo y un vigilante a caballo, en servicio de recorrida.Los secuestradores resolvieron abandonar su sospechosa situación y cruzaron lacalle a paso rápido, en dirección a la oscuridad de las vías. La policía dio la ordende alto. Tres disparos partieron del grupo. El caballo del cabo cayó, volteando aljinete. El vigilante entabló el tiroteo con uno de los fugitivos que cubría la retirada delos otros. Al fin los cuatro saltaron el alambrado de acceso al terreno ferroviario y seperdieron en la oscuridad. Allí se dividieron Mate Cocido y el Calabrés siguieronsobre las vías en distintas direcciones. El Vasco y Flores encararon hacia la plazade enfrente. Pero al rato apareció tras ellos el vigilante encaprichado en darlesalcance, al tiempo que por otro costado se presentaba una partida policial derefuerzo atraída por el tiroteo. Para eludir el cerco el Vasco y Flores debieronrefugiarse en el patio de una casa frente a la plaza, con tal mala suerte que allí habíagente durmiendo y se alborotó ante la presencia de los intrusos. No tuvieron mássolución que continuar saltando y matar a tiros algunos perros guardianes.

De todo ello quedó un indicio inesperado. La policía alcanzó a reconocer aFlores.

EL SUBCOMISARIO AYUDAMate Cocido siguió viaje a pie hasta Pinedo. El Vasco, el Calabrés y Flores

retornaron a su refugio en la chacra de don Marcos.Al día siguiente, luego del medio día, todos dormían la siesta. De pronto don

Marcos, acostado afuera bajo unos árboles, vio una dotación policial que se abría enabanico sobre la casa. Gritó: ¡La policía! ¡Cuidado! ¡La policía!

Flores se asomó por una de las ventanas y dio el alerta al Calabrés y alVasco, que huyeron por los fondos, pero ya bajo el fuego de la partida queprocuraba alcanzarlos. Ganaron el monte y montaron caballos, de los que siemprehabía preparados conforme al clima de alerta que se vivía en la chacra.

Flores fue llevado a la comisaría de Pinedo, y tras los “hábilesinterrogatorios” del caso, mostró una a una las hilachas de cada caballero, lapresencia del Vasco y el Calabrés en la chacra, las visitas periódicas de esse talJulio Bertolatti, más conocido por Mate Cocido, las intenciones de secuestrar a unode los Fucksman, y para no dejar dudas señaló los catres especiales que había dereserva en la casa para alojar a los huéspedes.

¿Pero qué influencia intervino después?Bertolatti no era hombre de contentarse con salir bien de una refriega.

También sabía salvar bien a sus cómplices y seguidores. Movió sus piezas y ...

EL CELEBRE “VASCO”,verdadero rebelde, que llegóal delito en busca de unasuerte mejor para la gente decampo.

Al retirarse de escena MateCocido, se reintegró a la vidade trabajo.

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El subcomisario de Colonia Necochea, L. M., presentó un nuevo testimoniofirmado por los vigilantes que habían reconocido a Flores en el tiroteo y que ahoraadmitían haberse equivocado “completamente”. A su vez Flores prestó otradeclaración aclarando que lo dicho anteriormente había sido causa de la nerviosidaddel momento. Don Marcos puntualizó por su parte que en ningún momento habíagritado “¡Cuidado la policía!”, sino que se había limitado a preguntar en voz alta ycon gran sorpresa: “¿qué busca aquí la policía?”.

El próximo encuentro de Mate Cocido con sus hombres se concertó enCampo Largo.

PARÉNTESIS ROMÁNTICO Después deltiroteo en Charata, la policía encontró esteretrato fotográfico, caído del bolsillo o lamaleta de uno de los bandoleros.

Nunca se pudo saber quién era esta mujerenigmática, cuyo rostro delata una bellezagringa, típica del campo chaqueño. ¿Idilio deuno de los pistoleros?

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RAMONA Y MARIO FERNANDOAclarado el sumario del tiroteo en Charata, Mate Cocido en persona se

instala en la chacra de don Marcos. Desde allí llama al vasco y al Calabrés. Estosse presentan acompañados de un nuevo adepto, el Turco, mozo de corazón duro,del que ya hablaremos.

A la salida de Charata en dirección a Villa Angela, se instalan en un recodosobre la ruta, donde pasan vehículos de distinto tipo. Al final llega el que esperan¿Es el automóvil de un comisionista, de algún comerciante fuerte? No. Es un simplecamión sin carga con la caja carrozada, de forma que dos personas puedanacostarse atrás sin ser vistas, como refuerzo para cualquier emergencia. De pasoallí se puede cargar mucha mercadería. Una vez detenido el camión respondiendo alas señas de los presuntos cosecheros que piden ser llevados, el conductor veaparecer las armas que lo intimidan. Pero los asaltantes lo tranquilizan. No lesinteresa sacarle dinero sino utilizar el camión por unas horas. “Ya lo va a encontraren alguna parte, pero no avise a la policía porque entonces lo va a encontrar en elotro mundo, adonde va a ir usted si bate la cana”. El turco maneja acompañado deMate Cocido en la cabina. Detrás van el Vasco y el Calabrés.

UNA HEROÍNA INCREIBLESobre la entrada de la ruta a Charata, en Villa Angela, está instalado desde

hace muchos años don Dámaso Martinez, con un negocio de Ramos Generales.En la noche del 2 de abril, don Dámaso ha despachado a su clientela. Se

dispone a cerrar el local para hacer caja y cenar. Sale un momento a la calle arefrescarse del cansancio de la jornada con la brisa de la noche. Observa allí cercaun camión detenido, al que no le da importancia creyéndolo vacío.

Cuando se dispone a cerrar las puertas, cuatro desconocidos lo empujanadentro.

¡Arriba las manos!Don Dámaso acata la intimidación, levanta las manos y se dirige hacia el

mostrador.De pronto profiere un insulto, saca un revólver de uno de los cajones y

apunta. Se establece el tiroteo. El almacenero cae herido mortalmente. En el sueloel Turco lo ultima.

Cuando la banda se dispone a saquear el negocio, aparece desde lashabitaciones interiores la esposa de don Dámaso. Trae un revólver en cada mano.Al ver a su marido tendido y ensangrentado grita “¡canallas!” y aprieta los gatillos, ¡amatar!.

Mate Cocido y sus hombres tienen un gesto de respeto ante la mujer.Huyen sin hacer uso de sus armas.

Ya estaban sobre la calle. La valerosa heroína continuaba haciendopuntería. Un impacto alcanzó en la cabeza al Calabrés, que cayó inconsciente. Losotros lo dieron por muerto, subieron al camión y desaparecieron.

Cuando el Calabrés recuperó el conocimiento, estaba tendido sobre unacucheta en el calabozo de la comisaría de Charata. Los apremios rigurosos delsumariante y la postración propia de su estado, lo hicieron hablar. Relató los hechosy ciertos antecedentes con prolijidad lamentablemente para sus amigos; aclaró quenunca había sido partidario de la violencia de los atracos (“yo soy latro ma noasesino”) mientras exigía que se revisara su arma sin ningún cartucho vacío.Cumplido el interrogatorio a satisfacción, el paciente, cuya herida había sidoatendida solícitamente, fue abandonado a la buena de Dios y murió días después.

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HACIA OTROS RUMBOSPara despistar a la policía con nuevos campos de acción, a fines de Abril la

banda se hace presente en Presidencia de la Plaza. Se introducen en el dormitoriode un almacenero; obligando al matrimonio a levantarse a entregarles “lo quetengan”. Salen de allí con 700 pesos y una buena provisión de ropas y municiones.

Pero a partir de mayo se presenta una novedad. El Vasco se instala con dossecuaces nuevos en Gancedo. Al parecer, Mate Cocido no está presente. ¿Se hanausentado del Chaco? ¿Ha habido una desinteligencia entre ellos?. Lo cierto es quese presenta una variante en la manera de operar de la banda.

El Vasco protagoniza por su cuenta y riesgo una tentativa de extorsión aErnesto Vildósola, comerciante de Gancedo. Le escribe una carta pidiéndole laentrega de 5.000 pesos; caso contrario sus hombres atentarán contra su vida o dealguno de los suyos.

Vildósola da aviso a la policía. Su casa y toda la manzana son vigiladas díay noche. Cuando el amenazado necesita salir de su domicilio, lo acompañan dosguardaespaldas. Días después, el Vaso manda a un muchacho que le comprecigarrillos en el almacén. El chico debe aprovechar la oportunidad para dejar sobreel mostrador una carta. La misma decía:

“Déjese de andar embromando con la policía y guardianes, que de nada leservirán cuando llegue el momento del peligro, dispóngase a entregar los cinco milpesos o de lo contrario ya puede ir encomendando al diablo su alma negra dealmacenero. Convénzase que pese a todas las medidas no podrá evitar quepodamos hacer una descarga sobre su casa el día y la hora que a mí se me antojehacerlo”.

Pero la policía salió con la suya. La vigilancia se prolongó; recrudecieron losagentes de investigación exigiendo documentos a los transeúntes a toda hora.

El Vasco abandonó el campo. Ya llegaría, dentro de algunos meses, la horadel desquite con Vildósola.

EL HIJO DE MATE COCIDODavid Peralta se había alejado del Chaco. Ello está relacionado con un

extraordinario acontecimiento privado y que se nos presenta naturalmente, con lasúbita claridad de un relámpago. En algún mes de 1934, Segundo David Peraltarecibe una noticia llena de sentido para todo hombre maduro y soltero. Es padre deun niño que llevará los nombres de Mario Fernando. La madre figura en todaspartes como Ramona Romano, aunque ésta no es su verdadera identidad. Al igualque su amigo, y sin duda por influencia de él, prefirió ocultar las referencias ciertasde su personalidad.

¿Quién es esta mujer abnegada que concedió el privilegio de la paternidadal hombre de peor fama de su tiempo? ¿Dónde se conocieron? ¿Dónde nació MarioFernando?. El propio Mate Cocido se esmeró en rodear de penumbras y evasivaseste secreto de su vida. La conjetura más probable que puede intentarse, serásuponer que el padre no quería deparar a su hijo el ejemplo ni las inhibiciones de suexistencia de entonces. Varios indicios autorizan a pensar así.

El niño vivió, al parecer, siempre en Córdoba. Tanto él como la madre sealojaban en casa del hermano mayor de Segundo David, Patricio Gustavo Peralta,radicado en aquella ciudad desde años atrás, como empleado del correo.

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Durante sus correrías por el Chaco, Mate Cocido dedicaba invariablementeuna carta y un envío mensual de dinero a su hijo, aunque Mario Fernando fue criadocon la convicción de que su padre era Patricio Gustavo.

Queda además otro enigma: el niño no llevaba el apellido Peralta sino elauténtico de su madre (que preferimos mantener en reserva). ¡Proyectaría DavidPeralta, ya entonces, la ulterior recuperación de su vida y el reencuentro conRamona y con su hijo en una existencia honrada?.

En 1934 “el Turco” se incorporó ala banda. Vino a reemplazar alCalabrés, el viejo compinche.

Las violencias del nuevo secuaz, demal instinto, mancharon con sangreinocente el historial de MateCocido.

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NUEVAS CARAS EN LA BANDAEl renombre de Mate Cocido ha cundido en los ambientes del hampa. Se

sabe que es un jefe efectivo. Muchos se acercan a él; aunque él no acepta a todos.Los selecciona y sabe elegirlos.

Por esa época se incorporan “El Rubio”, “Ernesto”. “Cardocito”, Malatesta,Apolo Velázquez, EL porteño.

El que más podía equivocar con su rostro agradable, su mirada inocente, era“El Rubio”, Casimiro Ifrán o García. Estaba convencido de que los muertos nohablan, por eso era verdugo por vocación, sin alardes, ni clemencia.

Ernesto Montenegro era rosarino de origen. Vivía atormentado por herenciadaluetica. Siempre había sido delincuente, en todas las especialidades.

Juan Cardozo, Cardocito, el más joven de la banda, correntino, flaco aunquede complexión fuerte, usaba melena echada hacia atrás. Como los demás, usabatraje y pañuelo al cuello en la ciudad; en el campo vestía bombachas, alpargatas ysaco pijama. Brillaba en sus ojos la mirada fija y atrevida de un raro fanático.Cuando aparecía sorpresivamente en los caminos empuñando el winchester, supresencia convencía a cualquiera.

Francisco Malatesta u Horacio Michelli, “La Llorona”, “El Boca”, tenía muchode porteño aunque había nacido en Santa Fe. Jamás portó documento de identidad,porque a los quince años se había escapado de un reformatorio de menores.Apareció en el Chaco como linyera. Uno de sus recursos para desfigurarseconsistía en teñirse el cabello de rubio. Era tal cual, un “bala perdida”; por lo mismo,el único a quien Mate Cocido terminó por expulsar de la banda.

Apolonio Velázquez conoció a David Peralta en Gancedo. Su hermana “LaMarquesa” era puestera de los Coria y solía esconderlo en su rancho.

También entonces se incorporó Pampita, el hermano de Herminia.

INCIDENTE EN LA RUTADurante agosto y septiembre de 1934, Mate Cocido adopta el nombre de

José Amaya para refugiarse en el obraje El Palmar, a tres leguas de Pinedo. Hacellamar al Vasco. Planea un encuentro general de sus hombres en Charata.

El 29 de septiembre, “José Amaya” y el Vasco toman a pie el camino aCharata. Cargan al hombro los monos de vagabundos, que contienen cada uno unwinchester, municiones y provista para varios días. Llevan también grandesponchos para usarlos de manera de lecho donde los sorprenda la noche.

A dos leguas de Charata se les cruza en el camino una jardinera. ¿Quiénesvan allí? El colono José Calderón, el maestro Rigoberto Sánchez (director de laescuela de Pampa Somer) y el oficial Estanislao Villalba, encargado deldestacamento de Pampa del Zorro.

Luego que los de la jardinera dejan atrás a los presuntos vagabundo, eloficial Villalba hace detener el vehículo, extrae unas fotografías del bolsillo, las miracon detención y le ordena a Calderón:

¡Vuélvase! Esos que van ahí son Mate Cocido y el Vasco!Cuando los caminantes ven que la jardinera regresa en dirección de ellos,

salen del camino apresuradamente y saltan una alambrada. El oficial Villalba y elmaestro Sánchez bajan en persecución de los fugitivos, revólver en mano.

El Vasco y Mate Cocido extraen las armas de las bolsas. Mientras sedesplazan hacia el monte tiran sobre Villalba y Sánchez, que contestan al fuegoescudados tras los árboles. Villalba, herido en un hombro, se desploma con un grito,a causa del fuerte impacto de winchester. Entre el maestro Sánchez y el colono

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Calderón alzan a Villalba y regresan a Charata. Dos horas después, un agricultorvio pasar por el camino dos jinetes en dirección a Las Breñas. Eran Mate Cocido yel Vasco.

EL TRONCO EN EL CAMINOEn junio de 1935, Mate Cocido se instala por unos días con Herminia en un

campamento de reserva que mantiene a tres leguas de Sáenz Peña, en el paraje“Chivo Blanco”. Los acompaña el Pampita con otra mujer amiga de Herminia. Elresto de la banda se encuentra en Colonia Rivadavia, en la chacra de E.L.

Desde allí se convino un encuentro general en Campo Largo.En Campo Largo vivía una criolla que vendía empanadas a la llegada del

tren y que observaba con mucha atención el movimiento de pasajeros. La noche del15 de junio Mate Cocido se presenta en la casa con sus hombres. La dueña lesofrece una cena de plato único: empanadas. La tertulia concluye a la medanoche.Los visitantes se alejan por el camino a Concepción del Bermejo, porque la mujer hainformado a Mate Cocido que por allí, al amanecer, pasará un automóvil de laempresa Bunge y Born.

El chevrolet apareció a la cinco. Entre varios hombres habían cruzado en elcamino un grueso tronco. Luego todos se apostaron junto a la ruta apuntando conwinchester y revólveres.

El pagador baja del automóvil y para evitarse disgustos entregaespontáneamente el maletín con seis mil pesos adentro. Eso sí, deberá regresar aCampo Largo a pie, pues los asaltantes suben al automóvil y exigen al chofer quelos lleve hasta Concepción del Bermejo. Pero los asaltantes no van a Concepción.Dijeron eso para desorientar a la policía con los informes que pudiera dar el pagadoral hacer la denuncia. A alguna distancia del lugar del atraco hacen detener elautomóvil, se bajan y ordenan al chofer que continúe la marcha hacia Concepción.

La banda se refugia en un rancho cercano al camino, de un tal Cejas. AllíMate Cocido entrega a cada hombre 500 pesos. El resto del dinero queda para elfondo común en manos del jefe.

Al día siguiente la banda se dispersó. Solamente Mate Cocido quedó encasa de Cejas. Ya se disponía a descansar, la siesta, cuando se presentó al ranchouna partida policial que requisaba viviendas por las inmediaciones.

En la precipitación de la fuga Mate Cocido debió herir a uno de los agentesque intentaron seguirlo.

EL INFORTUNADO BORELLIUn mes después Mate Cocido, el Vasco, Pampita, el Rubio Ifrán y Malatesta

se encuentran en Avia Teraí. Pampita y el Rubio deben ir a Sáenz Peña y conseguirla colaboración de un porteño que vive en un cine y suele conseguir automóvilespara trabajos difíciles. Los demás esperarán en Campo Largo.

Pero los emisarios no encontraron al porteño en Sáenz Peña. Resolvieroncontratar para el viaje hasta Campo Largo a un chofer de alquiler, Pedro CésarBorelli. Durante el trayecto, los viajeros revelan a Borelli el verdadero objeto delviaje: deben realizar un atraco y esperan su colaboración; le prometen gratificación.Borelli se niega y quiere regresar a Sáenz Peña. En principio Pampita y el Rubiooptan por secuestrarlo. EL primero se hizo cargo del volante y obligan a Borelli asentarse atrás. ¿Qué ocurrió después? El cadáver de Borelli apareció en unpastizal, a varias leguas de Sáenz Peña. Presentaba dos heridas: una en la espalday un notorio tiro de gracia en la sien izquierda.

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El automóvil del infortunado llegó esa noche a Campo Largo con Pampita yel Rubio. Allí esperaban sobre la ruta, a la entrada del pueblo, Mate Cocido, elVasco y Malatesta. Según declaraciones posteriores de Pampita, al enterarse MateCocido de la muerte de Borelli expresó su fastidio: “No hay necesidad de matar. ¡Nosean pavos!”.

Al día siguiente Malatesta y Pampita hacen de campanas en la estaciónferroviaria. Frente a la estación estaba el negocio de los Gutiérrez. De allí debíasalir el gerente de Bunge y Born en Campo Largo para tomar el tren con una fuertesuma de dinero. Mate Cocido, el Vasco y el Rubio aguardaban en el automóvil, aprudente distancia.

En un momento dado, Mate Cocido advirtió un indicio sospechoso que nocomunicó a nadie. Se limitó a dar la orden de retirada. Alzaron a Pampita yMalatesta y fueron a pernoctar a Pinedo.

OTRA FRUSTRACIÓNDebía pasar por Pinedo un tren pagador. La banda se ubicó en los

alrededores de la estación, repartida en dos grupos y con el automóvil estacionado ados kilómetros más adelante, en la misma dirección que iba a seguir el tren.

Inexplicablemente, el convoy se demoró más de la cuenta. Un soplón seacercó a Mate Cocido y lo puso al tanto de la situación: el proyectado asalto habíallegado a conocimiento de la policía. El tren había sido atrasado intencionalmente y,por lo demás, venían en él un oficial y cinco agentes. Mate Cocido no era hombre deriesgos imprudentes. Una vez más dio la orden de retirada.

La banda se trasladó a Avia Teraí, donde el jefe se enteró por el diariosaenzpeñense “Tribuna Chaqueña” de la desaparición de Borelli. Mientras él serefugiaba con el Vasco en la chacra de L.O., los demás tomaron la ruta a SénzPeña. EN un recodo del camino abandonaron el automóvil.

UNO MENOSLa tentativa de asalto a la desmotadora de Jaime Graels, dependiente de La

Belgo-Argentina en Tres Isletas, no quedó aclarada. Todo indica que Mate Cocidono intervino personalmente en los hechos, como tampoco el Vasco.

El operativo estuvo capitaneado por Pampita y participaron tres elementoscircunstanciales de la banda.

Ocurrió el 30 de junio. Al día siguiente la empresa debía pagar al personal.Había fondos en la caja.

La noche favorecía la acción. Una densa llovizna cubría las inmediacionesde la desmotadora. Pampita y sus secuaces llegaron a caballo. Dos quedaron decampana en una hondonada y los otros se aventuraron hacia el edificio de laadministración. De improviso sonaron detonaciones en la hondonada. El grupovolvió a unirse y se entablo un tiroteo cuerpo a tierra con los encargados de ladesmotadora.

Al rato, tres de los asaltantes huyeron. Pampita quedó mal herido. Recién ala mañana siguiente lo descubrieron. La policía se encargó de atender su agonía deuna semana.

Este imprevisto accidente abrió una brecha en los secretos de Mate Cocido.Pampita presionado por la policía, denunció al Rubio Ifrán como autor de la muertede Borelli, puso al descubierto las tentativas de asalto en Campo Largo y Pinedo yreveló varios de los refugios de Mate Cocido.

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Asimismo, por primera vez se informó de las relaciones de Peralta conHerminia. Sin que ésta lo sospechara desde ése día comenzó a ser objeto decontinua vigilancia.

CASIMIRO IFRAN. “el Rubio”, escondíatras la cara de ángel, la crueldad delasesino.Sólo la habilidad de Mate Cocido y laenergía del Vasco podían contener lasfurias inconscientes de los demáscomponentes de la gavilla.

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EL FABULOSO ROBO A DREYFUS EN MACHAGAIHacía mucho frío la noche del 5 de julio. Un grupo de pasajeros del tren a

Metán cenaba en el coche comedor, herméticamente cerrado. En una de las mesasestaba don Demetrio Kossagosky, acopiador de algodón de la firma AndersonClayton. Llevaba consigo un maletín con 12.600 pesos para pagar a los colonos.

El tren se detuvo en Concepción del Bermejo. En los andenes no se veía unalma. A las 21.15 el convoy arrancó despaciosamente y penetró en la oscuridad dela noche. Entonces saltaron a los estribos Mate Cocido, el Vasco, el rubio Ifrán,Malatesta y Cardocito. El primero llevaba un poncho de vicuña que le envolvía elcuello y medio tapaba su rostro. Dos del grupo quedaron de guardia en el balcón delcoche. Los otros tres irrumpieron por la puerta del comedor:

¡Arriba las manos! ¡Nadie se mueva!Uno de los asaltantes agregó mirando a Kossagosky: “Aquí está el hombre”,

se le acercó apuntándolo con el revólver y le quitó el maletín.Luego exigieron las billeteras de los demás pasajeros. Antonio Magliano fue

despojado de 700 pesos; Ignacio Loza de 150. Cuando el Vasco se acercó a unanciano de buen aspecto, éste le mostró un reloj de oro y le explicó que la prendaconstituía su única fortuna, y además se trataba de un recuerdo personal de familia.“Macanudo”, dijo el Vasco y con un gesto benévolo rehusó el ofrecimiento delanciano.

Entretanto, los que habían quedado afuera aplicaron el freno de emergenciasobre las vías, que redujo la velocidad del tren. El grupo de bandoleros saltó a tierrafirme. La operación había durado pocos minutos. El guarda tenía intenciones dedetener el convoy y volverlo a Concepción, pero los pasajeros lo disuadieron portemor a que los maleantes subiesen de nuevo y tomaran represalias. Recién enPampa del Indio pudo transmitirse por telégrafo el aviso a todas las estaciones:“Atención urgente: al salir de Concepción del Bermejo fue asaltado el tren a Metánpor cinco sujetos desconocidos, que quedaron cerca de esa estación. Aviso a lapolicía. Levan una valija con importante suma de dinero”.

EL APOGEO: 45.000 PESOSExactamente un mes después del asalto al tren a Metán, tres oficinistas y un

visitante de última hora se encontraban en la contaduría de la firma Dreyfus enMachagai, disponiendo los papeles para retirarse. Afuera anochecía. El empleadoprincipal, don Luis Garibaldi conversaba con don Pedro Meza, propietario de unadesmotadora.

Cardocito quedó afuera para hacer de campana. Mate Cocido, el Vasco y elrubio Ifrán entraron de golpe a la contaduría empuñando revólveres, con el rostrocubierto con pañuelos y gritaron la consigna:

¡Arriba las manos! ¡Nadie se mueva!La reacción de los asaltados fue de pasivo nerviosismo. Uno de los intrusos

señaló la caja de hierro y exigió las llaves, al tiempo que preguntaba:¿Cuánta plata tienen guardada? ¡Ojo con mentir, eh! ¡O los asaltamos a

ustedes!Más o menos cuarenta mil pesos respondió Guardini. Si quiere, aquí

está la planilla.La caja de hierro fue abierta y saqueada. Cuando los dramáticos visitantes

se iban a retirar, Luis Garibaldi interrumpió las amenazas que le proferían paraadvertirles que entre el dinero que se llevaban iba su sueldo, que él había guardadoen la caja por precaución.

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¿Cuánto gana usted? preguntó uno de los asaltantes, sin duda elVasco.

Trescientos pesos.Se los doy. No robamos a los empleados, como su patrón.Con escrupulosa prolijidad, Mate Cocido contó tres billetes de cien pesos y

se los entregó.Acto seguido se oyó desde afuera el arranque de un motor de un automóvil.La caja contenía 45.000 pesos, una fortuna codiciable en aquella época,

cuando un automóvil último modelo costaba menos de la décima parte. Fue lamayor suma de dinero recaudada por Mate Cocido en el Chaco.

LAS CONCECUENCIAS SE PREPARANEl prestigio de Mate Cocido y su banda ya venían ganando altura, al punto

de aparecer imitadores. Grupos de maleantes de menos envergadura y hastaaventureros solitarios se lanzaron a los caminos e irrumpían en los negocios pararepetir los atracos de Peralta. Por lo general la policía podía distinguir a losimpostores (¿de qué otra manera se los podría llamar?) porque casi siempre, alpresentarse en tren de fechorías se apresuraban a gritar “soy Mate Cocido!”, paraexplotar la temibilidad de este renombre.

Pero el atraco de Machagai colmó la medida, tanto por el monto del despojocomo por la empresa afectada. La firma Dreyfus representaba entonces para elalgodón chaqueño algo similar a lo que sería la Standard Oil en el petróleo; es decir,un capital extranjero que merecía las máximas garantías de invulnerabilidad entrelas finanzas apátridas, dueñas del poder económico.

El asalto de Machagai, a la oficina de Dreyfus, colmó la medida y dio la pauta de latemeridad de Mate Cocido.Toda la prensa del país se ocupó del asunto. El grabado muestra los titulares de “LaVoz del Chaco” en primera plana.

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GENIO Y FIGURA DE UN BANDOLEROSólo figuradamente puede decirse que Mate Cocido es un caso más entre

los bandoleros románticos. Su temperamento, sus maneras de actuar, son laanatomía de esa figura.

Hasta su trayectoria delictiva la iniciación medrosa, tímida, sin arrebatos ylas imprudencias del malhechor joven; su deslizamiento a las fechorías de mayormonta en la madurez; el posterior retiro al comprobar que las circunstanciascambiaban desfavorablemente, todo demuestra el desarrollo gradual, juicioso deuna vida que no tenía nada de intempestivo, y muy poco pasional.

Otro rasgo ilustrativo es su repulsión al crimen. En el frondoso historial deatracos, escabullidas y tiroteos, no se registra ningún homicidio que pueda seratribuido con seguridad a su revólver. EL hombre que asiduamente hacía prácticade tiro en lugares despoblados, que no le erraba a una naranjita a cuarenta pasos,no era sanguinario; nunca tiraba a matar ni lo probaba cuando sus seguidores lohacían. Preveía sin duda de que el asesinato es el delito más severamentecastigado por la ley, y también el que más lastima el sentimiento público. Muchagente sencilla que en lo íntimo se sentía indiferente o vindicada al enterarse detantos miles de pesos sustraídos a un comerciante millonario o a los pagadores ycajeros de las fuertes empresas internacionales, habría repudiado la muerte decualquiera de esas personas, con la repugnancia lógica que suscita toda crueldadinútil.

Parco en palabras por lo general, era sin embargo conversador cuando leinteresaba el tema, cuando necesitaba sonsacar datos o confundir a susinterlocutores, sus reacciones más espontáneas eran el espejo de su carácter:bromista y chacotón con todos, pero nadie le escuchó nunca una carcajada a plenopulmón. Siempre optimista en las horas de tensión, y resignado ante los errores o latorpeza de alguno de la banda. “¡Qué macana han hecho: ahora tendremos queaguantarnos todos!”, era su único reproche.

Mantenía relaciones de gran familiaridad con los integrantes de la banda.Compartía los riesgos de cada aventura y los sinsabores de la vida en acecho ysobre ascuas. Con frecuencia preparaba él mismo la comida cuando acampaban enparajes solitarios. Pero conservaba ante todos la jerarquía indiscutida. Era elcerebro cuyas indicaciones se cumplían incondicionalmente, con la convicción deque las órdenes del jefe conducían a lo más conveniente para todos.

Fumaba en ocasiones, sin contraer el vicio. De alcohol, solo el necesariopara comer bien. Cuando participaban en juegos de azar lo hacía con gran gusto,pero más por distracción que por confianza en la suerte.

Tampoco era propenso a la jarana con mujeres: incluso rehusaba esta clasede juergas siempre riesgosas para una vida al margen de la ley. Su intimidadsexual, por lo demás, parece haber estado a tono con la sobriedad de sus hábitos.Lo dijo uno de la banda al ser capturado, desafiando a la policía: “Difícil que aBertolati lo enreden con una mujer, porque no suele hacer nido por mucho tiempo!”.Ni siquiera era afecto a la belleza deslumbrante; ostentación frecuente en la gentede su condición. Sus amistades femeninas duraderas se reducían a buenascompañeras simples y rústicas, exentas de veleidades seductoras. Y ha deconsiderarse que en un momento dado, cuando el apogeo de su bandolerismo, MateCocido pudo ser galán de una amante en cada rancho, en cada suburbio. Es decir,estamos ante lo que se llama un hombre normal, en condiciones de no conceder a lavoluptuosidad otra importancia que la necesaria para el calor humano.

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EL CALCULO SOBRE LA PASIONLa idea generalizada del bandolero

hombres en una guardia recóndita, acechandode improviso en los lugares poblados sin másun delator, más la conciencia de su coraje y spertenece más bien al mito popular de los baestrategias más complicadas y realistas. Perofuror de la acción, el desborde, la imprudencia,y cauteloso empresario del asalto, dotado de laprevisión para no dejarse arrastrar por impulso

David Peralta introdujo novedades proNunca se atuvo a la improvisación. Cadcuidadosamente preparado, con paciencia impsiempre le llegaban, la posibilidad de mayor inplaneaba la manera de ejecutar el operativocomputando lo mejor y, lo peor, y tratando deignoraba, las más de las veces, objetivos de chasta momentos antes de ponerse en marchsobre el instante casi del atraco, el jefe dabmínimo detalle tornaba dudoso el éxito.

Tampoco se atenía a un lugar fijo de “Mate Cocido tiene cerca de 200 paradercontingencias, o cuando quería descansar deamigo en Saladas, Corrientes, donde podía pa

Donde fuera que llegase, pedía diariomucho cuando encontraba noticias de sus orientaban, o bien se divertía con sus hombrede los errores de información. Cierta vez, enleer en un diario que un vigilante asaltado rec

El rostro de hombre común, de gestotranquilo y mirada bonachona,confundía a la gente y a la mismapolicía.

Pocas personas podían advertir queestaban frente a un asaltante,protagonista de acciones audaces, yque llevaba un arsenal bajo el saco. Es“Mate Cocido”.

de caminos ubica a éste con sus el paso de los viajeros o irrumpiendo guía que el pálpito o la influencia deu buena estrella. En rigor, tal imagenndoleros, que suelen manejarse con

si hay alguien que desmiente el mero es Segundo David Peralta; un serenos más refinada aptitudes de frialdad y

s espontáneos.pias de su inventiva y de su carácter.a uno de sus golpes era prolija yerturbable. Elegía entre los datos queterés; recogía informaciones precisas, y también la de retirarse a salvo,

no repetir procedimientos. Su genteada acción el objetivo de cada accióna. Ocurría también lo vimos quea la orden de retirada, cuando algún

refugio. Un testigo veraz declaró queos en el Chaco”. Y ante ciertas sus trajines, contaba con un quinterosar varias semanas.s y revistas para leer. Se complacíacorrerías. A veces las crónicas los leyéndolas en voz alta y burlándose el aguantadero del Chivo Blanco, al

lamaba la sustracción de una billetera

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que en realidad contenía menos dinero del denunciado, festejó el caso chacoteando:“¡Este tipo es un macaneador! Quiere hacerse el platudo y agata si tenía para comer...”.

UN HOMBRE UBICUOOtra técnica de ocultación muy suya consistía en el constante cambio de

aguantaderos. Difícilmente demoraba más de dos o tres días en un lugar. Cuandoera necesario prolongar la estadía en ranchos o chacras de amigos su refugiopredilecto establecía un campamento de emergencia en el bosque vecino, y asíalternaba los días entre la casa y el monte. Cuando el lugar de hospedaje era uncampo extenso, turnaba la casa del colono con los ranchos de los puesteros.

Su preocupación más arraigada era la correspondencia. Instalado en unazona escribía enseguida a su madre en Tucumán, a su hermano Patricio enCórdoba, a cierta gente de conexiones (R. S.) radicado en Machagai. Lasrespuestas a él debían ser dirigidas a nombre de un peón o del colono mismo,señalándose el sobre con una cruz o subrayando el apellido del destinatario. Deesta manera, David Peralta actualizaba sus informaciones y a la vez daba a conocerconfidencialmente su paradero. Siempre conviene que alguien de confianza sepadónde se encuentra el prófugo irremediable.

Al trasladarse de una zona a otra, lo hacía también variando los medios detransporte autos alquilados, sulkys, a caballo o, con bastante frecuencia, a pie. Eneste caso se vestía de paisano y se hacía acompañar con otro de la banda, con elque simulaban linyeras, changarines o peones en busca de trabajo.

LA TECNICA DEL DISFRAZMerece destacarse la notable capacidad de metamorfosis de David Peralta

en lo que se refiere a su aspecto exterior.Vestido como hombre de ciudad, con su traje a rayas de saco cruzado,

sombrero, zapatos, impresionaba como un comisionista de comercio o un felizempleado que disfruta sus vacaciones ¿Quién suponía que el documento deidentidad que portaba en el bolsillo ese aparente burgués de clase media, erafraguado, y que además el inofensivo ciudadano escondía bajo sus ropas todo unarsenal para sostener un tiroteo en cualquier momento? El mismo hombre podíavestir bombacha, alpargatas, saco-piyama y pañuelo, y pasaba a ser un modestocampesino, o un vagabundo rural.

Para esto lo ayudaban dos ventajas propias de su persona: su aspectovulgar, común, la estatura mediana, ni gordo ni flaco, el rostro plácido y bonachón,de facciones regulares; pero sobre todo su capacidad de adaptación a cualquierambiente, incluso a la vida penosa del monte, sin trasuntar las molestias de todaíndole que ha de sufrir el hombre de ciudad trasplantado a la naturaleza primaria.

El inconveniente más serio de su vida fue su pronunciado acento tucumanoal hablar, del que nunca pudo corregirse totalmente, pese a sus denotadosesfuerzos por adoptar la jerga rosarina.

Durante los primeros años de actuación como bandolero, David Peraltapodía subir a un tren o a un ómnibus y realizar tranquilamente sus viajes aResistencia, a Corrientes, a Santa Fe, a Santiago, a Tucumán, a Buenos Aires. Nose sabe de ningún percance que haya debido pasar porque se lo conociera. Mástarde debió desistir de esas exhibiciones, cuando su fotografía fue divulgada por losdiarios y entre el personal policial.

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¿QUIÉNES PROTEGÍAN AL CÉLEBRE BANDOLERO?EL MITO DEL PROTECTORLa vida trashumante de David Peralta, como sus golpes sorpresivos en los

lugares más distantes e imprevisibles, se apoyaban en una organización incalculablede protectores, protegidos, cómplices, encubridores, confidentes y aúncolaboradores desinteresados.

Los cinco o seis hombres que integraban la banda eran solo losprotagonistas visibles, la cabecera o si se quiere las primeras figuras de unafarándula inimaginable. Por razones obvias, nunca se llegarán a conocer los realesalcances y la urdimbre de esa organización, en la que la mayoría de los miembrosse desconocían entre sí, como ocurre con las sociedades secretas y losmovimientos conspirativos.

En tales condiciones, Mate Cocido tenía distribuidos por el vasto escenariode sus actividades un ejército de la más variada extracción: sirvientas, peones,puesteros, repartidores de leche, choferes, peluqueros, pequeños comerciantes,chacareros, empleados de comercio, leguleyos de pueblo, farmacéuticos; en fin “enSáenz Peña contaba con muy buenos protectores, entre ellos un médico del hospitalvecinal que era de confianza y a quien recurría en caso necesario”.

En la jurisdicción de varios destacamentos y subcomisarías, podía acamparpor varios días y semanas sin ser molestado. De cierto oficial de policía,santiagueño, el maleante solía acordarse con aprecio: “Es provinciano como yo ynos entendemos”.

La perseverancia y el talento innegable de David Peralta pudo lograr esacombinación complicadísima, que al fin de cuentas es su creación de mayorenvergadura y la que revela sus singulares aptitudes.

Debe recapacitarse en la inventiva excepcional que es preciso aplicar a unatarea semejante: el conocimiento intuitivo de la gente y de sus debilidades, y sobretodo una distribución prudente de los fondos, pues se trata de administrar la máscostosa de las organizaciones fundada en el soborno y la gratificación.

Más que generoso con los pobres otra idea equívoca del público, MateCocido era dadivoso con quienes lo encubrían o le suministraban informes. Como lafama de sus propinas cundió pronto, los soplones acudían presurosos; el nonecesitaba buscarlos.

La gente modesta se prestaba a servirlo cuando él la reclamaba, pero no erasiempre el premio lo que despertaba la solidaridad. Nada más lógico que el pobreríoirredento se contara entre sus aliados naturales. Por su procedencia social, élmismo se sentiría un desposeido, siempre más próximo al resentimiento del gransector marginado que a cualquier otro estrato de la vida satisfactoria. Podíaentenderse fácilmente con el infortunio, y odiar íntimamente a los privilegiados. Peroel determinismo social no es tan automático como suponen algunos analistassuperficiales, y será siempre difícil predecir las complicadas reacciones del espíritu yde la voluntad frente a la injusticia vivida en carne propia. Los mismos rencores quedeciden una actitud de simpatía o de solidaridad con el dolor social, puedenresolverse con una simple apetencia personal por colmar las privaciones de unainfancia insatisfecha. No hubo en la existencia de Segundo David Peralta ningúnindicio, ningún síntoma que permita adjudicarle propensiones a convertir susentimiento de postergación en conciencia política de una preparación fundamental.El resentimiento social, inteligentemente advertido y alentado por Mate Cocido, ledeparaba únicamente cómplices leales y eficaces, nunca adictos para la rebelión.

Además, la vida rural es un ámbito humano de sensibilidad especial.

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La personalidad fuerte de los maleantes concuerda con los temperamentosrústicos y recios de la campaña, con mayor razón si se advierte la naturalezasemiselvática de los ambientes agrarios del Chaco en aquella época. Por otra parte,esos salteadores representan para el hombre de campo personificaciones casiideales de la aventura y la liberación, en contraste con la monotonía, la estrechez, latónica invariable y opaca de la existencia rural.

DOS ANECDOTASTambién solía ganarse amigos y simpa

solidaridad, que muestran su singular manera de ser.En Bajo Hondo, cerca de Sáenz Peña, Mate

frente a una chacra. Llevan muchas horas de reconfortarse con unos tragos. El dueño del hospitalario y los agasajó. Hizo mesa común con loeran. Les cuenta que el día siguiente llegará el oficorden de desalojo. Adeuda tres mil quinientos pesode ejecución.

Al concluir la comida, Mate Cocido formula su¿Cuánto le debemos?Nada señor...Pero esto vale algo...¡Qué importa, si mañana me rematan todo!Luego de la despedida, la patrona al reco

billetes de mil pesos bajo uno de los platos.Al día siguiente llega a la quinta el oficial de ju

su cruel cometido, cuando el ejecutado le dice quedispone del dinero necesario.

Ustedes los gringos son siempre los misoficial.

Tienen la plata y esperan a último momento. aquí?

El propietario entrega los billetes. Se hacePero cuando el oficial abandona la quinta en desconocidos le interceptan el paso revólver en manoirónica gentileza:

¿Dónde se escondía MateCocido después de sus atracos?La policía registraba lasinmediaciones sin ningúnresultado.

En realidad, el bandolero teníacómplices y protectores, a losque él avisaba oportunamente, yque lo ocultaban después decada asalto.

tías con gestos hábiles de

Cocido pasa con sus hombresjornada. Necesitan comer ypequeño establecimiento eras forasteros sin saber quienesial de justicia para cumplir unas sobre una hipoteca en trance

pregunta habitual:

ger la mesa encuentra cuatro

sticia. Ya se dispone a cumplir puede pagar la deuda, pues

mos exclama con fastidio el

¿Para eso me hizo venir hasta

extender un recibo ¡Salvado!camino a la ciudad, cuatro, lo despojan y lo despiden con

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¡Saludos a la justicia!Otra vez en Sáenz Peña, a altas horas de la noche, la banda llama a la

puerta de un restorán ya cerrado. No bien el dueño franquea la entrada, el grupo seintroduce al salón. Exige que se cierre todo y se les proporcione comida. Elposadero un buen gringo de ingenio, sicólogo práctico a fuerza de tantos años detrato con toda clase de huéspedes, advierte enseguida la catadura de losinesperados clientes. Sabe que con esa gente no se juega. Los atiende.

Al llegar a la sobremesa, el jefe de la banda entabla conversación con elposadero, en realidad para conocer intenciones:

sabe quienes somos?No sé pero me imagino.¿Quiénes somos?¡Eh! Mate Cocido y familia...¿Y usted sería capaz de hablar cuando nos vayamos?Ma señor... estoy aquí desde mil novecientos. ¿Usted no conoce este

pueblo? ¿Cree que hubiera vivido hasta ahora si me gustara hablar?Mate Cocido pagó puntualmente, presentándose con su nombre y prometió

no volver por mucho tiempo... que ésta era su mayor cortesía con quienes le caíanen gracia.

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SIN DOMICILIO CONOCIDOQuizá David Peralta haya vivido en la quinta del camino a Ferreyra, los

primeros días felices y despreocupados de su vida; con dinero suficiente, rodeadosde seres queridos y bajo la seductora bonanza de la campiña cordobesa. Con élestán Ramona y Mario Fernando, su hermano Patricio con su hermano y la prole.Poco después llegó el Negro. Una mañana, inesperadamente, alguien llama a lapuerta de la casa, ¡precisamente a la puerta! Todos se inquietan, porque si losgolpes sonaron tan cerca, ello significa que el impertinente se ha metido hasta lacasa sorteando la gran distancia entre ésta y la entrada exterior de la quinta. PeroMate Cocido sonríe. Se dirige confiadamente a la puerta y, antes de abrirla,pregunta.

¿Quién es?¡La policía! – responde una voz enérgica desde afuera. ¡Aquí no se reciben pistoleros! – contesta Mate Cocido, y abre.Aparece el Vasco. Los dos amigos se abrazan efusivamente. También el

Vasco ha comprado otra quinta en las inmediaciones de Córdoba, sobre el camino aLos Filtros.

Durante los días siguientes, se repiten y retribuyen las visitas entre losinsólitos quinteros.

UN ATRACO PARA UN ASALTOEn junio de 1937, Mate Cocido está de regreso al Chaco. Por esa época se

produce una novedad en la banda: la incorporación de Mate Cocido Chico. EsMarcelino Peralta, hermano menor de Segundo David; también inclinado al delitodesde joven, aunque sin la capacidad de Mate Cocido. Solía figurar con el nombresupuesto de Segundo Cunet. En marzo del año 37 salió de cumplir una largacondena en Santiago del Estero y se trasladó al Chaco en busca de su hermano.

Mate Cocido planeó por entonces el asalto a los hermanos Francisco y LuisCarrió, corresponsales del Banco de la Nación en Quitilipi. Sabía que en la cajafuerte de ese escritorio se guardaba reservas de alrededor de cincuenta mil pesos.

La mañana del 5 de agosto se puso en acción desde Sáenz Peña con cuatrohombres: Malatesta, Ernesto, Cardocito y Marcelino. Los tres últimos debíanubicarse cerca de La Tambora, sobre el camino y conseguir un auto, Mate Cocido yMalatesta esperaban en la entrada de Quitilipi.

Cuando Luis Spinossi, vendedor de tractores, acompañado de Aldo Kesquiaparecieron con su Ford, distinguieron sobre la ruta la figura inequívoca de tresmaleantes que empuñaban sendos winchesters y hacían señal de detener lamarcha. Al descender del automóvil, fueron llevados monte adentro y maniatados.No se asusten. Precisamos el auto. Dentro de un rato volveremos.

Una hora después el vehículo estacionó frente al escritorio de los Carrió.Marcelino quedó en el volante. Los demás irrumpieron en el escritorio. Estaban allífrancisco Carrió y un empleado, Raúl La Villa.

Fue cosa de segundos. Carrió consiguió deslizarse por la puerta posteriorhacia el patio. Malatesta le hizo un disparo, sin dar en el blanco. Mate Cocido exigióa La Villa las llaves de la caja. El empleado explicó que se las había llevado donFrancisco. Segundos después sonaba la sirena de alarma accionada por ésteúltimo. El jefe dio la orden “¡Vámonos!”.

Al salir a la calle Mate Cocido demasiada gente que se detenía sorprendidaante la estridencia de la alarma. Hizo algunos disparos para intimidar. El gruposubió al automóvil, que enseguida se perdió de vista en dirección a Sáenz Peña. A

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la salida de Quitilipi, el vehículo fue abandonado. Mate Cocido y sus hombres sealejaron a pie hasta Bajo Hondo. Allí buscaron el refugio previsto: la chacra de A. M.

UN FRACASO A MEDIASEl 8 de agosto, ya entrada la noche, el mismo grupo aparece en la chacra de

T. A., en el Lote 14 de Avia Teraí. Llegaron agotados por varias horas de trajín apie. Mientras se levanta el dueño de casa, todos menos Mate Cocido se duermenen las sillas pero allí no pueden atenderlos porque T. A. está enfermo. Porindicación de éste un peón los acompaña hasta la chacra de T. C., donde al finpueden acostarse y descansar. Al día siguiente se trasladaron al rancho de unpuestero del mismo colono. Desde allí Mate Cocido hizo llamar a su amigo “donBernardo”, chacrero de las inmediaciones.

Cuando esa tarde don Bernardo detuvo la jardinera frente al rancho delpuestero, observó que el grupo se retiraba prudentemente hacia el monte. Los llamódando su nombre.

¿Cómo anduvo la cosecha? – fue la primera pregunta de Mate Cocidodespués del saludo.

Mal... mal – respondió don Bernardo.Se tomó mate en rueda. Mate Cocido insistía en culpar a las vacilaciones de

Malatesta el fracaso del asalto a Carrió. Después, en un aparte, don Bernardo y elmaleante hablaron sobre Paulino Luna, un contratista de obras en Avia Teraí, queejecutaba trabajos en Lote 13. Mate Cocido averiguó con lujo de detalles cómo sehacían allí los pagos al personal.

La jardinera en que venían Alejandro y Paulino Luna el 10 de agosto, fuedetenida en el camino con luces de linterna y un grito:

Párense. Están con la policía.Debieron bajar y entregar todo lo que llevaban: 350 pesos. ¿Con esto le paga a los peones? – preguntó con ironía Mate Cocido.Don Paulino explicó que ese dinero era para él y su familia; no para pagar el

personal.Mientras revisaban el cajón y el asiento de la jardinera, se trabó un diálogo

amistoso: Ya me doy cuenta con quienes estoy tratando. ¿Quién cree que somos? Deben ser Mate Cocido y el Vasco.No somos ellos, pero algo parecido. Somos pistoleros. Les sacamos la

plata porque a ustedes les sobra.Al despedirse, don Paulino reclamó que no podían dejarlo sin ningún dinero

en el camino, y uno de los maleantes le entregó 10 pesos.

DOS TIROTEOS NOCTURNOSEl próximo encuentro de la banda fue concertado en Corzuela. Antes de la

madrugada, Mate Cocido y el Rubio Ifrán aguardaban detrás de la estaciónferroviaria. Del otro lado, dos agentes de policía que efectuaban la recorridahabitual, divisaron en las vías a Malatesta y Cardocito que acudían al encuentro.Los vigilantes alumbraron y dieron el “alto”. Malatesta y Cardocito respondieron conuna descarga cerrada y comenzaron a retirarse. El tiroteo se sostuvo a la carrera.De pronto Malatesta entró a renguear. Entonces Mate Cocido y el Rubio iniciaron elfuego desde su apostadero para confundir a los agentes, que de inmediato sevolvieron a enfrentar la inesperada agresión.

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Dos horas después los cuatro maleantes se reunieron en un paraje próximoa Las Breñas, el desvío ferroviario a Pozo del Indio, en el rancho de RaimundoMolina. Malatesta tenía un muslo atravesado por una bala. Mate Cocido ordenóacampar en el monte. Dejó a Molina 10 pesos para que preparase comida para esanoche, más 100 pesos de gratificación por las atenciones.

Sin que la banda lo sospechase, al mediodía llegó al rancho el meritorioChávez Martínez vestido de civil. Intimidó a Molina y éste prometió entregar a labanda esa misma noche cuando se realizara la cena en su casa. A las 20, cuandose sintiera el silbato del tren que pasaba por el desvío, se encendería una luz en laventana si los maleantes estaban allí.

La noche era muy clara, con mucha luna. La partida policial debiódesensillar tres kilómetros antes del rancho y acercarse con precauciones paradisimular su presencia, Chávez Martínez y sus hombres venían de civil, con saco ybombachas. Se dividieron en dos grupos, para dominar la entrada desde distintosángulos.

Pero Molina era hombre contradictorio, o le gustaban los enredos. No hizola señal a la hora convenida y en cambio avisó a Mate Cocido que estaban cercadospor la policía.

Tres linternas se prendieron en el rancho. Los haces de luz buscabanlocalizar a los sitiadores. Chávez Martínez advirtió la maniobra y dio la orden defuego. Entre las balas, cinco hombres escaparon del sitio hacia el rancho cercanode Luis Racca; cuatro siguieron de largo hacia el monte, mientras el quinto intentabarefugiarse allí cuando un certero impacto de máuser lo tumbó de bruces. EraRaimundo Molina.

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IDILIO, ROBO Y TRAGEDIAEn octubre Mate Cocido se instala en la chacra de L. R., en Pinedo. Desde allícontrola un operativo a realizarse en Gancedo.En los alrededores de Gancedo vivía la Marquesa, hermana de Apolonio, muyallegado a David Peralta y en ocasiones integrante de la banda. Una noche laMarquesa organiza un baile al que asisten sus sobrinas Antonia y Guadalupe, lasdos, empleadas domésticas de un fuerte comerciante de Gancedo, Vildósola.También concurren a la fiesta dos desconocidos de sugestivo aspecto para elambiente. Son Malatesta y Cardocito, que se dedican a cortejar a Antonia y aGuadalupe. Las relaciones se concretan y a partir de entonces los galanes dedicanvisitas nocturnas a las muchachas en Gancedo, en el domicilio de Valdósola.La noche del 3 de noviembre, Antonia y Guadalupe dan entrada a Malatesta yCardocito, quienes se dirigen directamente al negocio y quitan las tracas de laspuertas. Mate Cocido y Marcelino, que esperaban afuera, se introducen también. Elnegocio de Vildósola fue desvalijado. Como era de “ramos generales”, había todaclase de artículos de interés para hombres que desde hacía tiempo necesitaban estaocasión: camisas, trajes, zapatos, zapatillas, comestibles, 2 botellas de rhum, 2 dewisky, una de fernet, 4 vinos “Lágrimas de San Juan”, 4 cajas de cigarrillos”Particulares”, 5 cuchillos, 300 tiros winchester, 100 tiros de revólver 38 largo, 2frascos de loción “Coler”. Del cajón de valores desaparecieron 48 pesos en efectivoy 553 en cédulas del Empréstito Nacional.El reparto se celebró con una fiesta que tuvo un final trágico. Excepto Mate Cocido,la gente había bebido en exceso. Cardocito y Malatesta se trabaron en unadiscusión necia de rivalidades. Salieron a relucir los nombres de Antonia yGuadalupe. Con ademán de rabia Malatesta sacó el revólver y descargó el tiro delodio, “al corazón”.El cadáver de Cardocito fue sepultado en algún lugar de Pinedo. Mate Cocido nodijo una palabra. Asistió en silencia a la ceremonia profana.

MALATESTA EXPULSADOSegundo David Peralta no era hombre de actitudes altisonantes ni solemnes. Teníabastante con las determinaciones supremas que debía tomar ante lo imprevisto:mientras cenaba y era preciso romper el cerco policial; mientras dormía la siesta yhabía que levantarse con armas, dinero y documentos en los bolsillos para huir albosque; mientras transitaba tranquilamente por la ruta y de pronto debíadesenfundar el winchester del mono” y abrirse camino a balazos, guardando todavíala precaución de no matar sino solamente inutilizar al policía con una herida crítica,para evitar así que los años de condena se aumenten con un “homicidio calificado”.En ningún momento recriminó a Malatesta su canallada ni lo expulsó formalmente dela banda. Sólo que al concertar el próximo encuentro lo hizo extraviar con un datofalso. Luego algunos personeros comunicaron a Malatesta que “Bertolatti” no queríaverlo más, ¡y guarda con él! Malatesta sabía que Mate Cocido tenía conexionesimportantes. En cualquier momento podía entregarlo o tramar su sacrifico con unaencerrona. ¡Era mejor no enfrentar la frialdad implacable del jefe!.

FotografíaMALATESTA le hacía honor al nombre: una mala cabeza, aún para los delincuentes.Mate Cocido lo expulsó de la banda después que el pistolero asesinó a Cardocito enGral. Pinedo.

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LA BANDA PARALELAPero el alejamiento de Malatesta no resultó una tranquilidad definitiva por este lado,para Mate Cocido. El réprobo provocó derivaciones inesperadas. Formó otrapequeña gavilla y se dedicó a asaltar por su cuenta.El 15 de diciembre se introdujo en el comercio de Benardino La Red, en Avia Teraí yal grito de “Soy Malatesta”! (desahogo evidente de la emulación), saqueó elcomercio. Tanto la crónica periodística como algunos sumarios policialesignorantes del rompimiento entre ambos maleantes atribuyeron a Mate Cocidoese asalto, como después le adjudicarán otros posteriores en los caminos.Si se tiene en cuenta lo que vimos y comprobamos sobre la conducta delictiva deDavid Peralta, resulta lógico admitir como acciones suyas la detención deautomóviles de modestos viajantes y vecinos del interior para despojarlos depequeñas sumas de dinero y algunas pertenencias sin mayor valor. Tanto el atracoa Del Pozo y Refojos cerca de Machagai, como a Herrera y a Martinet a la salida deSáenz Peña, a Aymond y Mainardi y a Egidio Pavesi el mismo día, en el mismolugar, no concuerdan con la técnica de Mate Cocido y coinciden con las ocurrenciasimpulsivas del atolondrado Malatesta.La acción que esa época cabe atribuir con seguridad a Mate Cocido es el secuestrode la señora de Negroni.Don Denio Negroni, vecino de Pcia. de la Plaza, viajaba el 17 de diciembre endirección a Sáenz Peña. Iba en automóvil acompañado de su esposa. Tresmaleantes armados le salieron al paso obligándolo a detener el vehículo. Debióentregar lo que llevaba: mil pesos. Pero los asaltantes sabían que se trataba de unhombre de cierta fortuna. Se hicieron llevar en el vehículo hasta las proximidades deMachagai y durante el trayecto le advirtieron que la señora quedaría con ellos hastala entrega de un rescate de cuatro mil pesos, sin avisar a la policía.De acuerdo a lo convenido, Negroni se presentó el día 20 en el camino de SáenzPeña a Villa Ángela con una banderita blanca en el radiador del automóvil. Entregóel dinero y minutos después aparecía su esposa al borde del camino.

¿OTRO VIAJE A CÓRDOBA?Es presumible que en diciembre de 1937, David Peralta realizara otra visita aCórdoba, según varios indicios. Sus huellas se pierden del Chaco durante dos o tresmeses.Por lo demás, un testigo que declara en asuntos ulteriores, asegura que a fines demarzo del 38 “Mate Cocido tomó un ómnibus que pasaba por el camino a Ferreyra, alas cuatro de la mañana, y regresó al Chaco”.Coincidentemente con esa fecha, se registra otra importante novedad que habráafectado a David Peralta y debió impulsarlo a volver, si en realidad se encontraba enCórdoba. En los últimos días de marzo de 1938, el Vasco, que se había mantenidodesde 1936 en su quinta del camino a Los Filtros, fue reconocido por policíascordobeses, detenido y remitido al Chaco. David Peralta, sin duda tenía motivospara estar cerca del amigo sometido a largos y prolijos interrogatorios sobresituaciones comunes.El caso es que al iniciarse el nuevo año 1938 de serios altibajos y cambios MateCocido se encuentra ubicado en el campamento de Chivo Blanco, en lasinmediaciones de Sáenz Peña. Mandó llamar otra vez a su sobrino Negro, quetrabaja como albañil en Rosario. Además incorpora a la banda, para suplir las bajasproducidas, a un ya conocido maleante, el Tata Miño.

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VOLVIENDO A TIROLEl 30 de marzo a las 9 de la mañana, el señor Wenceslao Ward salía del local delBanco de la Nación en Resistencia. Era el gerente de la firma “QuebrachalesFusionados” y había retirado de la agencia bancaria 13.000 pesos para pagar lossueldos del personal. Por precaución viajaba con varios empleados, en dosautomóviles.Alrededor de las diez, cuando el señor Ward se aproximaba a Tirol, observó a uncostado del camino tres hombres en actitud de colocar un largo poste en un hoyo.De pronto, el poste se ladeó; los presuntos obreros lo empujaron para atravesarlosobre la ruta al tiempo que levantaban del suelo sendos winchester y apuntaron alos vehículos. Otros dos desconocidos aparecieron de entre los árboles próximos yse sumaron al asalto.Luego de ser desvalijados, Ward y los empleados fueron exigidos a continuar el viajea pie. Los atracadores quitaron la llave de uno de los automóviles y huyeron en elotro. Aparentemente se dirigieron a Resistencia, pero a corta distancia abandonaronel vehículo y continuaron caminando, divididos en dos grupos.Horas después, una partida policial que recorría la ruta en busca de los maleantes,encontró a tres de ellos sobre el linde del bosque. Los tiroteos se sucedieron porespacio de varios kilómetros, hasta que las sombras de la noche desorientaron a lapatrulla.

EL DESDICHADO MALATESTARealmente era un impulso que no sabía dirigirse solo. Luego de sus atracos por elinterior, apareció de improviso en Barranqueras. La noche del 30 debió tirotearsecon una ronda policial. Durante la refriega su banda se dispersó.Cuatro días después, una mañana dominguera, estaba de copas con parroquianosde ocasión en un boliche sobre la avenida Lavalle, en Resistencia. Por allí acertó apasar un automóvil policial en el que iban el meritorio Castelano y el oficial AlbertoSargenti. Lo vieron desde afuera, lo reconocieron y detuvieron el vehículo.Malatesta salió a la vereda con el arma montada y la mirada desafiante de sus ojosalucinados. Cuando echó a correr por la avenida, el auto lo siguió a marcha lenta.Atrincherado tras una alcantarilla en la esquina de Pueyrredón, abrió el fuego.Castelano y Sargenti agotaron las municiones y acudieron a la central de Policía aorganizar una partida de caza. Malatesta huyó hacia el río Negro. Allí fue asorprenderlo un piquete numeroso.En el momento de asomarse Malatesta en una barranca, un tiro de revólver leperforó la cabeza. Cayó al río y se ahogó. Dos días después, el cadáver flotabaelevado por la corriente.Una circunstancia fortuita convirtió en macabra la escena de la identificación. Acausa de la vestimenta gruesa y cerrada (campera, botas, bombacha), laspalometas devoraron el rostro y las manos dejando intacto el resto del cuerpo. Elautor de estas notas, siendo entonces un muchacho, pudo ver en la Central dePolicía el cadáver desnudo de Malatesta sobre una camilla:el cuerpo blanco,marmóreo, de proporciones atléticas, y la cabeza y las manos literalmentedescarnadas, como una fantasmagoría de pesadilla.

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BAIROLETTO EL PAMPEANODesde 1936 la fama delictiva de Mate Cocido ha llegado al cenit. Pero

además Segundo David Peralta cuenta con un activo diligenciador de asuntos yvinculaciones. Se llama R. S.; vive en Machagai (luego residiría en Resistencia paraejercer un importante cargo público), e indujo a Bairoletto a trasladarse al Chaco yhacer alianza con el señor de los bandoleros del Norte.

Juan Bautista Bairoletto había nacido en Santa Fe, hijo de inmigrantesitalianos, pero se crió en la campiña bonaerense.

Con los años se convirtió en el salteador más temido de La Pampa, del surde Córdoba y de toda la región suroeste de la primera provincia. Si bien igualó aMate Cocido en prestigio, difería en temperamento y en inclinaciones. Bairoletto erarealmente un bandolero romántico, intrépido y heroico, capaz de corazonadas.Poseía también ideas políticas que orientaban sus actos: medio anarquista y medioradical “disidente”. Cierta vez que le ofrecieron una fuerte recompensa paraasesinar a Alfredo Palacios, no sólo rehusó la oferta sino que concurrió a la casa dellíder socialista a comunicarle el peligro que corría.

Por eso a la muerte de Bairoletto, en 1943, un poema anónimo cantaba:Mas ya ha de llegar el díaque yo sepa la verdad,y así la comunidadgrite al cielo con respeto:¡San Bautista Bairoletto,la pampa ha de vengar!

Alentado por la correspondencia de R. S., Bairoletto se puso en marchahacia el Chaco en diciembre de 1937. Venía con tres de sus hombres: Tucuta,Pedro y el Negro. Viajaron en el clásico Ferrocarril Santa Fe. Bairoletto figurabacon el nombre supuesto de “José Ortega”, según el documento fraguado deidentidad que se había mandado desde el Chaco.

La policía de Santa Fe fue advertida del viaje, y preparó una celda en laestación Vera. Pero Bairoletto era ducho en sorpresas. Advirtió movimientosextraños en el andén y dio orden de descolgarse por el otro lado. También allíencontró vigilancia y abrió el fuego. Su especialidad era matar el caballo paraintimidar al vigilante, que por lo general se retiraba desorientado.

Desde Vera al Chaco viajó en sulkys, a pie y de nuevo en ferrocarril hastaResistencia. Aquí se puso en contacto con el gestor de la conexión, R. S., quien lollevó en automóvil hasta Pcia. de la Plaza. En el rancho de N. D. se produjo elencuentro de los dos caporales, como estaba previsto.

NO SE ENTENDIERONRecién en noviembre de 1939, la policía del Chaco emitió una orden de

captura contra Juan Bautista Bairoletto alias “El Pampeano”, computándolo comomiembro de la banda de Mate Cocido. Sin embargo, para entonces Bairoletto ya noestaba más en el Chaco. Se encontraba en Santiago del Estero, desde donde sevolvería al sur con la amarga sensación de su fracaso en el norte.

Es probable que Juan Bautista participara en algunas acciones con Peraltadurante unos meses. ¿Se estarían midiendo uno con otro? Informacionesimprecisas dicen que en los primeros días de mayo, Mate Cocido y Bairolettopreparaban un asalto a “La Forestal” en Cote Lai. El primero tuvo un fuertealtercado con uno de los secuaces de Juan Bautista, a causa de lo cual se negó acontinuar en el proyecto. La versión es verosímil ya que en el asalto de Cote Lai

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(realizado el 10 de mayo del 38) sólo participaron Bairoletto y sus hombres más dosde la banda de Peralta: Ernesto y Lorenzo (Chazarreta).

Ese atraco a La Forestal, que los diarios y el primer sumario policialadjudicaron equivocadamente a Mate Cocido, se malogró con un tiroteo inicial quecostó la vida al capataz Oscar Mieres y alertó al vecindario. Bairoletto debió retirarseprecipitadamente para eludir una patrulla policial que se acercaba atraída por lasdetonaciones.

Al día siguiente, en casa de N. D., Bairoletto recibió a R. S., que venía apreguntarle los resultados de la jornada. Bairoletto comentó con sorna: “¿No será tuamigo el que nos vendió anoche? Parece que aquella gente nos esperaba”.

No era así, sin embargo. Pocos días después el dueño de la casa eradetenido. Mate Cocido y Bairoletto no podían entenderse. Sus temperamentos eranopuestos, y tampoco podían complementarse, pues ambos eran jefes hechos yderechos.

FotografíaJUAN BAUTISTA BAIROLETTO, “el Pampeano”, vino al Chaco con tres de

sus hombres de armas. Se encontró con Mate Cocido en Presidencia de la Plaza.No se entendieron para una alianza.

GENDARMERÍAA los sucesivos contrastes internos de la banda y de sus acciones, se sumó

en 1938 el acontecimiento más decisivo, que marcaría el principio del fin en la vidade Segundo David Peralta.

Durante ese año, en efecto se instalaron en el Chaco los primeros efectivosde Gendarmería Nacional. Constituyeron el instrumento óptimo en la acción contrael bandolerismo, tanto por las facultades de que estaban investidos sus agentescomo por la ejecutividad de sus procedimientos, así como por los equipos demovilidad y comunicaciones, que permitían controlar extensiones muy amplias. Sise advierten las condiciones precarias, elementales, en que se desenvolvían lascomisarías lugareñas. Gendarmería representaba una organización moderna,actualizada y dotada de los mejores medios para su eficiencia.

En pocos años consiguió, si no suprimir, al menos desbaratar la actuaciónde las gavillas delictivas más temibles.

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LOS ÚLTIMOS ASALTOS...ALGUNOS MISTERIOSCon la incorporación de Marcelino a la Banda, Mate Cocido había ganado un

segundón de confianza para que sus hombres realizaran correrías en menor escala,mientras él preparaba lo que ya entonces preveía sus últimos golpes. También seha incorporado desde hace algunos meses Lorenzo, un trigueño de cabello castañooscuro en melena, fugado de la cárcel de Villa María, mujeriego, campeón de todoslos vicios.

Mate Cocido venía cultivando una amistad muy útil: los hermanos I., deGancedo. En campos de ellos solía contar con refugios prolongados. Desde allí sellegaba a Añatuya, donde paraba en la casa de Segundo Fagoll, a quien habíaconocido desde la cárcel de Resistencia en 1929. Durante estas ausencias, subanda, dirigida por Mate Cocido chico, cometió el triple asalto del 4 de septiembre:Pascual Mellibovsky fue interceptado en su auto mientras viajaba desde Sáenz Peñaa La Montenegrina; con el mismo automóvil se asaltó el negocio de Yordanoff en LaTigra; y cuando la banda regresaba para devolver el vehículo a Mellibovsky,interceptó el auto de Antonio Paleari y lo desvalijó. El operativo duró dos horas ymedia.

Un mes después, la banda consumó atracos sucesivos: al viajante Maurín,entre General Capdevilla y Gancedo, y a Alfredo Manzini y Enrique Debenedettientre Pinedo y Gancedo.

SOBRE LOS ROSTROSLa Gendarmería no estaba facultada para detener personas por

averiguación. Pero de acuerdo a sus averiguaciones derivó a la policía laindagación de cuatro mujeres individualizadas como encubridoras, Herminia enprimer término. Atemorizados por la presencia de los gendarmes durante losinterrogatorios, las detenidas revelaron la existencia del campamento en el ChivoBlanco. Una partida policial se hizo presente en el lugar. Encontró ropas, útiles decocina y una gran carpa de lona. Era el principal reducto de la banda. Pero loimportante es que junto al campamento había dos ranchos habitados. Eran de F. M.y de C. P. uno, y de R. V. el otro. Los tres habían sido, a más de encubridores,mensajeros, espías y agentes de conexión de Mate Cocido. Un hijo de R. V., de 14años, era el proveedor en todo lo necesario. Acudía diariamente a Sáenz Peña porprovisiones, diarios, revistas y aún municiones.

El descubrimiento de esta base de operaciones significó la detención demuchos otros agentes y complicados y, de hecho, un serio contraste para DavidPeralta. Durante las citaciones a sospechosos, que realizaba la policía con elcontrol de Gendarmería, el subcomisario R. M. se negó a prestar declaracionesinvocando sus fueros.

UN SECUESTRO EXITOSOEl 23 de octubre, después de la siesta, Luis Eduardo Gabardini, su señora y

una hijita de corta edad, emprendieron el viaje a Resistencia desde Quitilipi. Pocoantes de llegar a Pcia. de la Plaza, en el paraje El Curundú, don Eduardo sintió unestampido y creyó que había reventado un neumático. En realidad se trataba de untiro al aire de winchester, disparado por Marcelino para alertar a la banda de laproximidad del “candidato”.

Al detener el automóvil, don Eduardo se encontró con cinco maleantesenmascarados que le cerraban el paso y le ordenaron bajar. El grupo familiar fue

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internado en el monte y despojado de todo lo que llevaba. Al rato aparecieron porun claro del bosque otros dos enmascarados. Eran Mate Cocido y Tata Miño. Unode ellos explicó a Gabardini que estaba secuestrado, que su rescate costaría 25.000pesos y que su señora sería llevada a Quitilipi con un mensaje que él debía escribir.

Utilizando un raigón a modo de pupitre, Gabardini redactó al misiva: “Estoyen poder de unos asaltantes que exigen por mi libertad veinticinco mil pesos, que ledeben ser entregados el martes 25 del corriente en la siguiente forma: la personaque lleve el dinero debe tomar el martes el tren que sale de Sáenz Peña a Metán alas 18,20 de la tarde y viajar en la plataforma del coche bufet; donde vea una linternaque le hace señas en forma circular debe arrojar el paquete envuelto en papelblanco. Los billetes deben ser de 5, 10, 50 y 100 pesos; billetes grandes no quieren.Si estas condiciones se cumplen prometen largarme enseguida, es decir al díasiguiente sin hacerme nada: en caso contrario me aseguran que no contaré más elcuento. Saludos”.

CartaCarta de un secuestrado dando cuenta de su situación y solicitando el

rescate de 25 mil pesos; una ganga comparable a los dividendos de la delincuenciasubversiva. Eso sí, Mate Cocido fue más humano que Firmenich.

Dos de los maleantes subieron al automóvil con la señora de Gabardini y lahijita. Las condujeron hasta cerca de Quitilipi y les indicaron cómo seguir a pie.“Buen viaje”, fue la cortés despedida. Con el mismo vehículo se llevó después a donEduardo hasta cerca de Sáenz Peña, en un monte donde se improvisó campamento.Mate Cocido le ofreció comida. Gabardini prefirió tomar mate, que se le sirvióenseguida. Obedeciendo lo indicado, un empleado de “Casa Gabardini”, FernandoManuel Ros, acompañado de un amigo tomó el tren a Metán en Sáenz Peña,llevando el rescate. Al llegar a la estación ferroviaria, observó que un misteriosoautomóvil negro partía en la misma dirección del tren.

Entregando el dinero esa misma noche, al día siguiente don Eduardoapareció en las proximidades de Sáenz Peña. Las patrullas policiales se pusieronen acción. Una de ellas sorprendió en un monte cercano a Sáenz Peña, a 3sospechosos que se retiraban a su llegada. Uno de ellos quedó tendido luego deltiroteo que se entabló. Era Lorenzo. Estaba muerto. Tenía entre sus ropas 600pesos y el reloj de la señora de Gabardini.

SECUESTRO POR AUTOR DUDOSOCuatro meses después del secuestro de Gabardini, cinco hombres

enmascarados que empuñaban revólveres (no winchester, el arma predilecta de loshombres de Mate Cocido), detienen en el paraje Pozo Colorado, a dos leguas deSáenz Peña, un camión donde viajaban el colono Amador López, su hija Gregoria de15 años y tres peones. El señor López era presidente de UCAL y miembro de laJunta Nacional del Algodón.

La hija quedó retenida por la banda tres días. El padre debió entregar15.000 pesos de rescate. Parece ser que las amenazas de los raptores fueron tansiniestras, que don Amador López desistió de hacer la denuncia, aún después derecuperada su hija. Pero el diario de “La Voz de Sáenz Peña” se hizo eco del rumory lanzó la noticia. Cronistas de otros diarios chaqueños acudieron al colono enprocura de informaciones, pero éste se negó a darlas. También desmintió loshechos ante ls comisaría de S. Peña, que lo citó para aclarar las cosas.

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Actuaba entonces en Resistencia un enérgico Juez Federal, el doctor PareraDenis, magistrado de gran probidad y cuyo empecinamiento contra el bandolerismoresultó tan eficaz como la acción de la Gendarmería. El doctor Parera Denis seconsideró espontáneamente reclamado por las denuncias periodísticas y concurrió aSáenz Peña a requerir testimonio del señor Amador López. Recién entonces, éstereconoció el secuestro de su hija y aportó curiosos elementos de juicio, como serque los maleantes, durante el rapto, se esmeraban en destacar que “con MateCocido no se juega”, y “si hacen alboroto con esto, te matamos a vos (la muchacha)y a tu papá, porque los de Mate Cocido somos así”. Algunas versiones, entre lasmuchas que corrieron sobre el raro secuestro, atribuyeron el hecho a un grupo deagentes del orden disfrazados de bandoleros.

OTRA VEZ CARRIÓEl 7 de julio del 39, a la siesta, José Jorba, pagador de Anderson Clayton,

viajaba entre Napalpí y Machagai en una cupé. Iba acompañado de don FranciscoCarrió, corresponsal del Banco de la Nación; el mismo que fuera asaltado enMachagai dos años atrás. Cuando los viajeros estaban a no más de 3 kilómetros deMachagai, volvieron a escuchar (como Gabardini) un estallido como un reventón decubierta. Pararon y frente a ellos estaba Mate Cocido con tres más. Era el desquite,Jorba y Carrió fueron despojados de 20.000 pesos.

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EL GUAPO EN DECADENCIADon Jacinto Berzon era encargado de la estancia de la sucesión Furken, en

Urien. Tenía familiares de fortuna en Santa Fe. La noche del 22 de diciembreviajaba en su automóvil desde Villa Angela hasta su establecimiento. En el trayecto,cuando iba a abrir una tranquera, se encontró con Mate Cocido, el Tata y unmuchacho, Julio Centurión recién iniciado en estas andanzas.

Berzón debió subir en el auto a los desconocidos, que le exigieron “andarrápido hasta Villa Berthet”. Aturdido por su situación, Berzón atropelló dos novillossobre el camino. El automóvil quedó abandonado, y el raptado con sus raptorescontinuaron a pie varias leguas, hasta internarse en un monte cercano al destino quese había fijado.

Mate Cocido ya llevaba una carta dirigida a los familiares de Berzón enSanta Fe pidiendo rescate; se la hizo firmar y mandó a Centurión que la despacharaen el Correo de Villa Angela. Allí se indicaba que el dinero debía ser arrojado tal día,a tal hora, desde el tren de Santa Fe a Resistencia, entre las estaciones de Samuhúy Haumonia.

¿Estaba ya en decadencia Mate Cocido?. ¿Faltaban sus lúcidas facultadesde antes?. La gran suerte que lo había acompañado hasta entonces?, ¿lo enredabacon errores burdos e infantiles?.

Para la fecha establecida, Mate Cocido y Tata Miño se ausentaron a recogerel rescate que se arrojaría desde el tren. Julio Centurión quedó cuidando a Berzón ysostuvo con él una larga conversación de una noche. Entretanto Mate Cocido y TataMiño se encontraron con una sorpresa. La fecha estipulada en la carta caía endomingo. Ese día no corría el tren de Santa Fe. Debieron volverse y hacer escribirotra carta de Berzón a los familiares.

Por fin, la noche del 6 de enero Mate Cocido y Tata Miño volvieron a salirpara esperar el tren, según las instrucciones de la segunda carta. Para la nochesiguiente, Centurión debía aguardarlos con Berzón en un paraje del camino entreVilla Berthet y Samuhú, junto a un poste telegráfico pintado de blanco.

EL ULTIMO TIROTEOMientras duraba la ausencia de Mate Cocido y Miño, Berzón conversó

persuasivamente con Julio Centurión; le presentó los riesgos y la miseria de la vidaen que se iniciaba; le ofreció su testimonio para excusarlo en el asunto y comogratificación en firme por su liberación, una suma de dinero, considerable para eldelincuente novel. Esa misma noche, Centurión se presentó con Jacinto Berzón enla comisaría de Villa Berthet.

Al día siguiente, al formular sus declaraciones, Centurión advirtió a la policíaque Mate Cocido y Tata Miño concurrían a buscarlo esa noche junto al postetelegráfico. La comisaría de Villa Berthet comunicó la extraordinaria novedad a la deVilla Angela y ésta derivó el caso a la Gendarmería.

La noche del 7 de enero se preparó el operativo infalible para dar con MateCocido. Centurión fue apostado junto al poste. Cerca de él, sentado, con las ropasde Berzón, estaba un gendarme armado hasta los dientes. Sobre los costados delcamino, dos piquetes aguardaban escondidos en la espesura. Sin embargo, MateCocido se salvó; mejor dicho lo salvó su proverbial astucia, su temperamentoprecavido y desconfiado. Venía desde Samuhú con el Tata Miño. Al aproximarse allugar convenido con Centurión, propuso salir de la ruta y caminar junto a los árboles,una previsión muy suya. Si Mate Cocido hubiese aparecido por el camino, habríasido literalmente fusilado.

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Cuando los gendarmes oyeron pasos que se aproximaban desde el monte,uno de ellos gritó: “¡alto, quién vive!”. La respuesta fue una descarga cerrada, a laque contestó una ráfaga atronadora. La noche era de tinieblas. Los tiradores seorientaban por la luz de los fogonazos.

Escabulléndose entre los árboles y la maleza, Mate Cocido y el Tata Miñoconsiguieron librarse de la persecución. Una legua más allá se separaron con pocaspalabras para seguir huyendo, Miño se dirigió a Sáenz Peña, su refugio de siempre,Mate Cocido emprendió el camino hacia Gancedo. Había consumado su últimaviolencia en el Chaco.

FotografíaÚltima foto del pistolero, que figuraba en su documento fraguado de

Identidad. Se lo encontró en Córdoba, a nombre de “Julio del Prado”, propietario dela quinta sobre el camino a Ferreyra.

HOMBRE DE NEGOCIOSDespués del tiroteo de Villa Berthet, Segundo David Peralta se instaló en

Gancedo, en el campo de los hermanos I., con quienes tenía desde tiempo atrásvinculaciones personales y también financieras. Vivía en el puesto de uno de losarrendatarios de los I., don Carlos C., pero cada tanto, según su modalidadinveterada, alternaba ese hospedaje con el de otro personaje ya conocido ennuestra historia: la marquesa Velázquez, pariente de don Carlos y subarrendatariade éste.

¡La Marquesa Velázquez!. En su rancho, por indicación de Mate Cocido, sehabía realizado el baile donde Malatesta y Cardocito sedujeron a las domésticas deVildósola. Los dos maleantes descansaban ya el sueño eterno como otros hombresde la banda: el Calabrés, Pampita, Cardocito, Malatesta Lorenzo. Otros estaban enla cárcel, como su hermano Marcelino. Varios caerían bajo el plomo implacable dela policía y los gendarmes, como el rubio Ifrán y Mate Cocido Chico.

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La correspondencia a Mate Cocido llegaba unas veces a nombre de donCarlos con una crucecita indicatoria en el sobre; otras a nombre de un peón de laMarquesa, Ignacio Jiménez. Para sus respuestas, Peralta inventó el últimoseudónimo de que tenemos noticia y el más desconcertante de todos, pues se tratade un nombre de mujer: “Angélica”. Con este supuesto firmaba toda sucorrespondencia de ese tiempo, y lo curioso que para la redacción de las cartasutilizaba claves fundadas en circunstancias familiares, propias de la correspondenciafemenina. Allí la policía se llama “esa familia”, la cárcel “finca”. En octubre MateCocido se entera que su sobrino ha sido detenido en Tucumán, de donde fuetrasladado a Resistencia para prestar declaración todo esto por obra de laGendarmería. Entonces escribe a su hermano Gustavo Patricio en Córdoba paraque tome las precauciones del caso. Dice la misiva: “Octubre 15 de 1939. De miaprecio: El negro se encontraba en la finca de la ciudad natal, pero como su estadoera delicado lo trasladaron a la finca en Resistencia, en compañía de su padrastro, ycomo su estado es grave y tiene mucha fiebre, es posible que delire y diga sudirección, y como usted no quiere que sepa esa familia es que lo pongo en suconocimiento. Chau. Angélica”. La carta falaz, aparentemente cordial, oculta enrealidad un alerta angustioso. El Negro será sometido a interrogatorios apremiantes;por lo que se hace indispensable que el hermano Patricio destruya todos los papelescomprometedores.

Sin embargo, Patricio no pudo borrar todas las huellas que conducían a él.Fue detenido por la policía de Córdoba y trasladado a Resistencia para laaveriguación de sus antecedentes. Se sospechaba que era depositario del dineroacumulado por su hermano a lo largo de su actividad delictiva. Y en efecto durantelos interrogatorios no pudo justificar su holganza económica, pues siendo unmodesto empleado del Correo se dedicaba al deporte de los reyes, y disponía devarios “pura sangre” en su caballeriza privada.

Quizá este contratiempo haya parecido demasiado alertante para MateCocido, por lo que decidió borrarse definitivamente. A propósito, ¿por vía de quién,el maleante estaba informado puntualmente del cerco implacable que le veníatendiendo Gendarmería?.

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EL FANTASMA DE MATE COCIDODurante su permanencia en Gancedo, Mate Cocido dio muestras de su

resolución definitiva de reintegrarse a la vida normal. Se dedicó a la compra y ventade haciendas. Trabajaba por intermedio de los hermanos y de Carlos. En realidadél actuaba como financista de las operaciones, teniendo en cuenta la considerablefortuna de que era poseedor.

Pero a fines de marzo de 1940. Mate Cocido resolvió ausentarse del Chaco.Tal vez tuviera indicios de que la Gendarmería rastreaba sus huellas; quizá loimpulsara su estrategia del cambio de guarida. El caso es que entró encomunicación con Segundo Fagoli en Añatuya para radicarse allí.

Una noche de principios de abril, uno de los hermanos se puso en marchacon su automóvil desde Gancedo, Mate Cocido iba sentado atrás, con un arsenalpara repeler cualquier sorpresa. Había llovido el día anterior y la travesía fue arduapor los barriales de la ruta. Cerca del amanecer entraron en Añatuya. Desde unacasa de los alrededores hicieron señales con una linterna, como estaba convenido.El coche se detuvo, Mate Cocido bajó, despidióse de éI con un apretón de manos yentró al domicilio de Segundo Fagoli.

Transcurrieron allí varios días de confidencia. Mate Cocido confió al amigosu decisión de retirarse de la vida delictiva. La gendarmería me viene pisando lostalones. Ha matado mis mejores hombres. Del tiroteo de Villa Berthet me salvé porpura suerte.

Finalmente Fagoli recibió una delicada misión. Debía viajar a Córdoba paraentregar 300 pesos a Ramona y llevar a Patricio Gustavo el poder para la venta dela quinta sobre el camino a Ferreyra. La propiedad debía ser negociada en 5.800pesos. La mitad de esta suma se ahorraría a nombre de su hijo Mario Fernando y laotra se distribuiría entre Patricio y Ramona. Mate Cocido firmó el poder de ventacon el nombre de Julio del Prado.

Días después, Segundo Fragoli partió de viaje. Y Segundo David Peraltaalias Mate Cocido, desapareció para siempre. Estas fueron las últimas referenciasconcretas que hasta hoy se conocen sobre su inescrutable vida ulterior.

Las versiones abundan, por supuesto, pero nada puede asegurarserotundamente. Mate Cocido realizó la proeza final de su astucia, la posteriorhazaña: el enigma de su paradero, hasta hoy no descifrado. ¿Adónde se dirigiódespués de su estadía en Añatuya?. ¿Qué hizo?. ¿Cómo y con quiénes vivió?. Sehabrá reunido al fin con Ramona y Mario Fernando?. ¿Vive todavía o ha fallecidoya?. ¿Acaso estará leyendo estas páginas con su interés de siempre por la crónicaperiodística, quizá sonriendo ante algún error de información?.

CartaCarta manuscrita de Mate Cocido a su hermano Patricio en Córdoba.

“Angélica” es el último nombre supuesto que se conoce (y el más desconcertante detodos), utilizado por Segundo David Peralta en 1940, al final de sus correrías por elChaco.

LA SOMBRA ESCURRIDIZAUn día cualquiera de 1943 el jefe de la policía del Chaco se encontraba con

dos amigos en una confitería instalada en el subsuelo del entonces hotel “Savoy” deResistencia. De pronto se acercó a él un mozo y le dijo que arriba lo reclamaban porteléfono. Una voz anónima habló en el auricular:

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AAlliiaass MMaattee CCoocciiddoo

Le comunico que frente a usted, en el bar, está Mate Cocido. Lo mirainsistentemente; parece que quiere hablarlo o hacer algo. Fíjese bien. Está sentadoexactamente frente a usted. Lleva sombrero y un traje gris. Lo conozco a MateCocido. No me equivoco. El jefe llamó de inmediato a la guardia de seguridad.Bajó al subsuelo. En la mesa frente a la suya no había nadie. Sólo quedaba unpocillo de café vacío. El jefe interrogó al mozo.

¿Quién estaba sentado en esa mesa?. No sé señor. Ahí estaba un tipo que pidió un café y se retiró recién. ¡Me

dejó diez pesos!El 20 de diciembre de 1945, el subcomisario de Perruforía, Corrientes, dirigió

una comunicación a la policía del Chaco pidiendo antecedentes y datos del “célebrebandido apodado Mate Cocido, y si fuera posible una fotografía, pues hace tiempose radicó aquí un sospechoso que me parece ser él mismo!”.

Entre las muchas versiones de origen confuso, alguna lo dá por refugiado enMendoza durante muchos años, en Godoy Cruz; otra lo hace viviendo, primero enParaguay y luego en Brasil; otra lo radica en Córdoba; otra – de bastante asidero –asegura que emigró a Bolivia, donde por accidente perdió el dinero y se dedicó denuevo a los atracos, muriendo en uno de ellos.

Otra versión afirma que Mate Cocido habría sido eliminado por la policíachaqueña o la gendarmería en una colada. Lo habrían sepultado en pleno campo,sin dar a conocer el hecho. Esta probabilidad no es aceptable, si se advierte quecon posterioridad a la desaparición de David Peralta, fuerzas de gendarmeríasacrificaron efectivamente a Ismael García, a Ernesto y al Tata Miño y dieronresonancia a los anuncios respectivos para destacar la eficacia de su acción contrael bandolerismo. ¿Será posible que se ocultara la eliminación de tan luego la fugacentral, el hombre clave, el más famoso de la organización?.

SUPOSICIONESSin embargo, algunas premisas pueden deducirse frente al misterio. Ante

todo, es seguro que a partir de su desaparición. Segundo David Peralta inició unaexistencia tranquila, sosegada y de total alejamiento de sus actividades anteriores.Durante sus últimos años de actuación delictiva se presentan sobradas evidenciasque vimos respecto a este propósito. Además está el ejemplo de algunos desus compañeros de correrías, precisamente los de mayor confianza, que seintegraron al orden social, incluso arrastrando el purgatorio de la cárcel para redimirsus vidas.

De otra manera, ¿cómo explicar que en 1940 se interrumpa definitivamentetoda referencia policial sobre David Peralta?. Los nombres supuestos que hubierainventado David Peralta en otras fechorías, no podían constituir una dificultadinsuperable para localizarlo e individualizarlo, ya que los sumarios policiales decuatro provincias coincidieron durante veintidós años en su filiación inequívoca. Porotra parte, las oficinas de gendarmería no descansaban y requerían informes detodo el país. El propio Patricio Gustavo Peralta fue mandado detener en Córdoba ytrasladado a Resistencia en 1941 para ser investigado sobre el destino de suhermano.

Otra suposición razonable es que Segundo David Peralta ya no existe en elmundo de los vivos. Si viviese todavía, el próximo 23 de marzo cumpliría 82 años deedad. No es sólo que la vejez podría haberlo abatido, sino que en 1960 se cumplióla prescripción total de todos sus delitos. A partir de ese año, pudo presentarse consu nombre y, más aún, con el atributo de su vida recuperada.

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AAlliiaass MMaattee CCoocciiddoo

LO MÁS VEROSÍMILPero al conjeturar sobre la muerte de David Peralta nos atenemos, más que

a la probabilidad, a la versión más admisible y posible entre las muchas que suscitóel enigma. Los datos son de tan buen origen que debemos reservar la fuente.

Luego de recorrer varias provincias, Segundo David Peralta se radicó en sutierra natal, en Tucumán, acompañado de Ramona Romano y de Mario Fernando,más otros hijos que vinieron después. Tanto Ramona como Mario Fernandoadoptaron otros nombres. Allí rodeado de su familia, falleció como un buen vecino,en su lecho de enfermo, en paz con su conciencia, con la sociedad y la ley.

De ser así, Segundo David Peralta habrá cumplido uno de los sueños de suvida. Sobre su tumba, el epitafio mencionando el último nombre supuesto, el quenunca pudo ser desmentido ni negado.

Allá pues, en algún cementerio de Tucumán reposa el que en vida fueraSegundo David Peralta, o Segundo P. Miranda o Alberto Córdoba, o Rozas T.Torres, o Julio Blanco, o Manuel Bertolatti, o Juan de la Cruz Soria, o Julio delPrado, o José Amaya y que en la muerte alcanzó para todos la fama imperecederade “MATE COCIDO”.

TESTIMONIOEl autor de estas páginas debe agradecer las atenciones dispensadas por la

escribana Lucrecia Morgan de Schanton y por el inspector general (R) HoracioFrisone, quienes facilitaron su acceso a los archivos judicial y policial de la provinciadel Chaco, cuya documentación resultó ampliamente provechosa para la elaboraciónde este trabajo.

Otras referencias de la información periodística de la época fueron extraídasde las respectivas colecciones de los diarios chaqueños “El Territorio”, “La Voz delChaco” y “La Voz de Sáenz Peña”, y de algunos ejemplares del vocerometropolitano “Critica”, consultados en archivos privados.

Se aclara también que las referencias del capítulo XIII sobre la personalidaddel bandolero pampeano Bairoletto fueron obtenidas de la nota publicada por HugoChumbita en la revista “Todo es Historia”, cuaderno 10, con el titulo “Bairoletto, elúltimo bandido romántico”.

Pero el autor quiere expresar con particular reconocimiento, la colaboracióninformativa confidencial, sumamente valiosa, que le suministraron distintaspersonas, algunas de ellas protagonistas (o vinculadas a los protagonistas poramistad o parentesco), y que recomendaron la reserva de sus nombres. Esprobable que en este sector se hayan recogido las aclaraciones más importantessobre ciertos hechos de difícil interpretación, así como los datos sobre lapersonalidad del actor principal de este relato.

Quede también testimonio de que las muchas menciones reservadas yanónimas, disimuladas con iniciales y sobrenombres, que habrá encontrado el lectorcon bastante frecuencia, responden a la sana intención de no comprometer conhechos discutidos del pasado, prestigios actuales muy bien ganados y merecidos.De cualquier modo, esta discreción no afectó en ningún caso la veracidad de lanarración.