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CAPfTULO IX LA FORMA CL`SICA DE LA EUCARIST˝A BIZANTINA La liturgia antioquena de los doce apstoles La liturgia de Santiago, pese a su popularidad universal durante algœn tiempo en Oriente, haba de ser suplantada con bastante ra pidez por liturgias emparentadas con ella. fistas parecen ser meras reducciones y refundiciones, si ya no de esta misma liturgia, por lo menos de liturgias anÆlogas y de las que puede darnos alguna idea la del libro viii de las Constituciones apostlicas. Son las liturgias atribuidas a san Juan Crisstomo y a san Basilio respectivamente . Una y otra seran adoptadas por la gran Iglesia de Constantinopla y en particular por influjo de Østa, que no tard en ser preponde rante, ocuparan casi en todas partes el puesto de la liturgia de Santiago, como tambiØn en Egipto el de la liturgia de san Marcos. La liturgia llamada de san Juan Crisstomo parece haber sido en un principio sencillamente la liturgia utilizada en Antioqua cuando el santo ejerca all su ministerio sacerdotal y luego episco pal. Es posible que la transportara consigo a Constantinopla, de donde haba de irradiar a todo el mundo de habla griega. No parece que Øl fuera su autor, sino œnicamente su revisor. Esta revisin se acusa en cierto nœmero de frmulas que llevan la huella de sus per sonales preocupaciones teolgicas. Es posible que juntamente con estas adiciones efectuara tambiØn algunas abreviaciones. Lo que i Cf. 1. HAnssFns, Injtitutkues lit-urgkae, torno ata, parte segunda, p. 569M. Bi bliografa en 5Aucrr, op. cit., p. 51.52. 28!

LA FORMA CL`SICA DE LA EUCARIST˝A BIZANTINA de liturgias ... Eucaristía 09.pdf · La forma clÆsica de a eucaristía bizantina hace pensar en esto es la existencia de una liturgia,

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CAPfTULO IX

LA FORMA CL`SICA DE LA EUCARIST˝A BIZANTINA

La liturgia antioquena de los doce apóstoles

La liturgia de Santiago, pese a su popularidad universal durantealgœn tiempo en Oriente, había de ser suplantada con bastante rapidez por liturgias emparentadas con ella. fistas parecen ser merasreducciones y refundiciones, si ya no de esta misma liturgia, por lomenos de liturgias anÆlogas y de las que puede darnos alguna ideala del libro viii de las Constituciones apostólicas. Son las liturgiasatribuidas a san Juan Crisóstomo y a san Basilio respectivamente .

Una y otra serían adoptadas por la gran Iglesia de Constantinoplay en particular por influjo de Østa, que no tardó en ser preponderante, ocuparían casi en todas partes el puesto de la liturgia deSantiago, como tambiØn en Egipto el de la liturgia de san Marcos.

La liturgia llamada de san Juan Crisóstomo parece haber sidoen un principio sencillamente la liturgia utilizada en Antioquíacuando el santo ejercía allí su ministerio sacerdotal y luego episcopal. Es posible que la transportara consigo a Constantinopla, dedonde había de irradiar a todo el mundo de habla griega. No pareceque Øl fuera su autor, sino œnicamente su revisor. Esta revisión seacusa en cierto nœmero de fórmulas que llevan la huella de sus personales preocupaciones teológicas. Es posible que juntamente conestas adiciones efectuara tambiØn algunas abreviaciones. Lo que

i Cf. 1. HAnssFns, Injtitutkues lit-urgkae, torno ata, parte segunda, p. 569M. Bibliografía en 5Aucrr, op. cit., p. 51.52.

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hace pensar en esto es la existencia de una liturgia, hoy día conservada en siríaco a la vez por los sirios jacobitas, o unidos con Roma,y por los maronitas, y que lleva el nombre de liturgia de los doceapóstoles. Ésta parece proceder de un texto griego anterior de laliturgia llamada de san Juan Crisóstomo, en el que no figurabanestas adiciones que llevan su sello, mientras que se hallan en cambio algunas fórmulas, ciertamente muy antiguas, que han desaparecido en el texto atribuido al santo2

Esta liturgia de los doce apóstoles nos permite llegar al textode una liturgia breve de Antioquía, innegablemente emparentadacon Øl texto atribuido a Santiago, pero que en diferentes puntos seaproxima mÆs a la liturgia de las Constituciones apostólicas . Veamos en primer lugar la parte de esta liturgia que va hasta el sanctus:

El amor de Dios Padre, la gracia del Hijo œnico y la comudcación delEspíritu Santo estØn con todos vosotros.- Y con tu espíritu.Levantemos los corazones.

Los tenemos levantados hacia el Seæor.Demos gracias al Seæor.

Es digno y justo.Es digno y justo adorarte y glorificarte, pues tœ eres el Dios verda

dero, con tu Hijo œnico y el Espíritu Santo. Tœ nos sacaste de la nadaal ser, de la calda tœ nos levantaste y no cejaste hasta hacernos subiral cielo a fin de que obtuviØramos el reino venidero. Por todo esto tedamos gracias a ti, a tu Hijo œnico y al Espíritu Santo. Ante ti y en tornoa ti estÆn los quenibines de mœltiples ojos y los serafines de seis alas. Éstoste glorifican y alaban, con todos los demÆs poderes celestiales, con unavoz que no calla nunca, y, en cantos que no cesan, proclaman y cantan:Santo, santo, santo el Seæor sabaoth. El cielo y la tierra estÆn llenos detu gloria. Hosanna en los lugares altisinzos. Bendito sea el que viene yque vendrÆ en el nombre del Seæor nuestro Dios. Hosanna en los alttsimas lugares.

Esta parte parece una forma breve de un texto anÆlogo al deSantiago, pero en el que la mención central de la JerusalØn celestial

2. Cf. H. Esoanoiso, Die syrsche Amaplsora der Zwótf Apostel, en Orines chris.tianus, 1937, p. 213ss.

3. En nuestra traducción seguiremos la edición del 1’. A. RAES, Anaphorae .ryriacae,Roma 1940, vol. a, faac. 2, p. 212sa. El texto de base de esta edición ea un manuscritodel siglo x Eritisk ,nuseuns, n.° 286.

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La liturgia antioquena de los doce apóstoles

es sustituida por la del reino celestial y escatológico. A decir verdad, podernos ya preguntarnos si este texto es una forma abreviadadel de Santiago, o si no es mÆs bien una forma breve de un textoanÆlogo, pero anterior, que había de adoptar en JerusalØn ciertascaracterísticas locales. Lo que sigue refuerza esta impresión, comovamos a verlo.

Pasemos a la segunda parte, hasta la anamnesis:

Tœ eres santo y totalmente santo, con tu Hijo œnico y el Espíritu Santo.Tœ eres santo y totalmente santo en la majestad de tu gloria. Tœ amasteal mundo hasta darle tu Hijo œnico a fin de que quien crea en Øl no perezca, sino que tenga la vida eterna; [tu Hijo] que vino y que, habiendocumplido tola la economía instituida para nosotros, en la noche en quefue entregado, tomó pan en sus manos santas y sin mancha, y habiØndolaslevantado al cielo lo bendijo, lo santificó y lo partió, luego lo dio a susdiscípulos y apóstoles diciendo: Tomad, comed de Øl todos, esto es micuerpo, roto y dado por vosotros y por muchos para remisión de los pecados y para la vida eterna. Asimismo el cÆliz, habiendo cenado, mezeló elvino y e1 agua, dio gracias, lo bendijo, lo santificó y despuØs de haberlogustado, lo dio a sus discípulos y apóstoles diciendo: Tomad, bebed de Øltodos, esto es la sangre de la nueva alianza, derramada por vosotros y pormuchos, y distribuida para remisión de los pecados y para la vida eterna.1-laced esto como memorial de mi. Cada vez que comiereis este pan y bebiereis esta copa, anunciarØis mi muerte y confesarØis mi resurrecciónhasta que yo venga.

LE! pueblo responde:] Tu muerte, ¡Sefior! Confesamos tu resurreccióny aguardamos tu retorno.

El celebrante continœa:] Haciendo memoria, Seæor, de tu saludableprescripci6n y de toda la economia instituida para nosotros: de tu cruz,de tu resurrección de entre los muertos, de tu ascensión al cielo, de tusesión a la diestra de la majestad del Padre, de tu parusia, en la que vendrÆs con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos, y a dar a cada unosegœn sus obras con compasi6n, tu Iglesia y tu grey te suplican, y por tiy contigo suplican al Padre diciendo: Ten piedad de mí. [El pueblo repite: Ten piedad de nosotros]. Y nosotros tambiØn, que hemos recibido tusgracias, te damos gracias por todo y por todos.

[El pueblo: Te alabamos.]

Lo mÆs notable en esta parte es que estÆ centrada, como en laeucaristía de Santiago, en la evocación del amor misericordiosoque nos salvó. Pero aquí, como en los textos posteriores, esta evocación toma la forma de una cita, puesta en segunda persona, del

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evangelio segœn san Juan 3,16. Y ahora ya esta evocación, en lalínea de la tradición, absorbe toda la acción de gracias por la redención. Inmediatamente despuØs pasamos, con una sola fnse deenlace, al relato de la institución. Aquí es provocada la anamnesispor la misma amplificación, de origen paulino, del «Haced estocomo memorial de mí», que hemos hallado en Santiago puesta enboca de Cristo, en primera persona. La anamnesis, al igual que enesta otra liturgia, se orienta hacia la epiciesis, con una invocaciónde la misericordia divina. Pero aquí descubrimos una particularidadque parece muy arcaica. Como en la eucaristía de Adday y de Man,la anamnesis se dirige no al Padre, sino al Hijo. QuizÆ es todavíamÆs sorprendente que no aparezca todavía ninguna fórmula sacrificial. Pasemos a la epiclesis y a las oraciones que la siguen:

[El diÆcono dice:] lEn silencio y con temor[El celebrante continœa:j Te rogamos, Seæor todopoderoso y Dios de

las potestades, prosternÆndonos delante de ti, que envíes tu Espíritu sobrelas ofrendas presentadas y nos manifiestes que este pan es el cuerpo santode nuestro Seæor Jesucristo; esta copa, la sangre de este mismo Jesucristo,nuestro Seæor, a fin de que todos los que gusten de ellos obtengan la viday la resurrección, la remisión de los pecados, la curación del alma y delcuerpo, la iluminación del Espíritu y la seguridad delante del tremendotribunal de tu Cristo. Nadie de tu pueblo se extravie, Seæor; haz queseamos todos dignos de servirte en la tranquilidad, de permanecer en tuservicio todo el tiempo de nuestra vida, de gozar de tus misterios celestiales, inmortales y vivificantes, por tu gracia, tu misericordia y tu compasión, ahora, siempre y por los siglos de los siglos.

[AmØn del pueblo.]Te ofrecemos, Seæor todopoderoso, este sacrificio espiritual por todos los

hombres, por tu Iglesia católica, por los obispos que dispensan la palabrade verdad, por mi indignidad, por los sacerdotes y los diÆconos, por todoslos creyentes de la región, por todo el pueblo de los fieles, por un tiempofavorable y por los frutos de la tierra, por los que han presentado estasofrendas, por los que son nombrados en las santas Iglesias... Otorga acada uno el auxilio que necesita.A nuestros padres y hermanos que murieron en la verdadera f e, otór

gales la gloria divina el día del juicio; no entres en litigio con ellos, puesningœn viviente es inocente delante de ti: sólo uno fue hallado sin pecadoen la tierra, tu Hijo œnico, nuestro Seæor Jesucristo, e1 gran purificadorde nuestra raza, por quien esperamos hallar misericordia y remisión de lospecados, para nosotros y para ellos.

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Liturgia de san Juan Crisóstomo

[LI pueblo responde:] Perdona, borra nuestros pecados. Hacemos memoria en primer lugar de la santa Madre de Dios, la siempre Virgen Maria, de los santos apóstoles, de los mÆrtires que resplandecen con su victoriay de todos los santos que te fueron agradables. Por su oración y su intercesión presØrvanos del mal, y sea sobre nosotros tu misericordia, en estenundo y en el venidero, a fin de que glorifiquemos tu nombre bendito, porJesucristo y el Espíritu Santo.

[El pueblo concluye:] Como era en todo tiempo y por los siglos delos siglos.

Aquí nos hallamos de nuevo en presencia de detalles arcaicos.El tØrmino de ofrenda y el de sacrificio aparecen una sola vez cadauno, el primero en la epiclesis y el segundo al comienzo de las intercesiones. La venida del Espíritu Santo se pide, no como en Santiago para que haga de los elementos el cuerpo y sangre de Cristo,sino, como en las Constituciones apostólicas, para que manifiesteque lo son, produciendo en los participantes todos los efectos delmisterio. Igualmente la epiclesis, en lugar de esbozar directamentelas oraciones que siguen y que son de notable concisión, guardósu conclusión propia.

De la liturgia de los doce apóstoles a la liturgia de san JuanCrisóstomo

La comparación de este texto con el texto propagado hoy bajoel nombre de San Juan Crisóstomo es de lo mÆs interesante. Notemos que la primen fórmula del diÆlogo fue tomada a la letra deltexto paulino salvo menudas diferencias, lo que parece ser unprimer signo de una preocupación teológica por volver a la letrade las citas escriturísticas, y no tanto un arcaísmo. Veremos deello una manifestación mucho mÆs esplØndida en toda la eucaristíade san Basilio, como tambiØn en otras anÆlogas.

Aparte de esto, veamos la forma que adoptó la primera parte dela oración eucarística:

Es digno y justo cantarte con himnos, darte gracias, adorarte en todolugar de tu soberanía: porque tœ cres [el] Dios inefable, inconcebible.invisible, incomprensible, que es siempre, siempre el ,nisnw, tœ y tu Hijo

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La forma clÆsica de la eucaristfa bizantina

œnico y tu Espíritu Santo; tœ nos sacaste de la nada al ser, de la caídatœ nos levantaste, y no cejaste hasta hacernos subir al cielo a fin de queobtuviØramos el reino venidero. Por todo esto te damos gracias a ti, a tuHijo œnico y a tu Espíritu Santo, por todos tus beneficios, los que conocemos y los que no conocemos, por los manifiestos y por los ocultos; tedwuas gracias tambiØn Por este servicio Xsvroupytu, que te suplicamosaceptes de nuestras manos, aunque millares de arcÆngeles te asisten y decenasde Sl/ares de Ængeles, los querubines y los serafines de seis alas, de mœltiples ojos, lanzÆndose, volando, proclamando, clamando y diciendo: Santo,santo, santo, Seæor sabaoth; el cielo y la tierra estÆn llenos de tu gloria;hosanna en los altos lugares; bendito sea el que viene en el sioiixbre delSeæor; hosanna en los altos lugares .

Es evidente que el texto siríaco que precede traduce un textogriego prÆcticamente idØntico con el que acabarnos de traducir,aparte la serie de adjetivos que hemos puesto en cursiva al comienzo, y la otra expansión del final, en la que hay que notar particularniente ‘la introducción, bastante curiosa en este lugar, de unafórmula sacrificial, sobre la que todavía volveremos.

Con ellos tambiØn nosotros, Seæor de las potestades, que amas a loshombres, proclamamos y decimos: Tœ eres santo y totalmente santo, asícomo tu Hijo œnico y tu Espíritu Santo; tœ eres santo y totalmente santo, ymajestuosa es tu gloria, tœ que tanto amaste al mundo, que le diste a tu1-lijo œnico, a fin de que quienquiera que crea en Øl no perezca, sino quetenga la vida eterna [tu Hijo, que vino y, habiendo cumplido toda la economía instituida por nosotros, la noche en que Øl mismo se entregó, tomópan en sus manos santas, puras y sin mancha, dio gracias, lo bendijo, lopartió y lo dio a sus santos discípulos y apóstoles diciendo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo para vosotros; igualmente el cÆliz, despuØs de habercenado, diciendo: Bebed todos de esto, esto es mi sangre de la nuevaalianza, derramada por vosotros y por muchos para remisión de los pecados. [El pueblo responde: AmØn.]

Haciendo, pues, memoria de Østa su saludable prescripción y de todolo que tuvo lugar por nosotros, de la cruz, de la sepultura, de la resurrecciónal tercer día del retorno a los cielos, de la sesión a [tu diestra, de lasegunda y gloriosa pnrusia, of reciØndote lo que es tuyo, de lo que es tuyo,en todo y por todo...

[El pueblo continœa:] ... Te cantamos, te bendecimos, te damos gracias,Seæor, y te rogamos, Dios nuestro!

4. BRLORTMMI, op. nt., p. 321ss. El texto seguido es el del Codee Barberini, decomienzos del siglo ix.

5. BasoHnus, op. cit., p. 324ss.

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Liturgia de San Juan Crisóstomo

Esta vez volvemos a notar con la desaparición del paso de laprimera a la segunda persona de la Trinidad en el encabezamientode la oración, la sustitución de la simple invocación de la piedaddivina por una fórmula sacrificial próxima a las halladas en Romay en Alejandría, por lo demÆs perfectamente expresiva del sentidooriginario del memorial. Pero lo que es extraordinario y constituyeun hecho œnico en la historia de la liturgia es que la anamnesis nose apoya ya en la palabra de Cristo: «Haced esto como memoria!de mí.» Mientras que estas palabras, en la liturgia siria de los doceapóstoles, como en la de Santiago, se veían extendidas y precisadaspor contaminación con las palabns de san Pablo en iCor 11,26,citadas ya por ‘la liturgia de las Constituciones apostólicas, aquí handesaparecido por completo.

Te ofrecemos todavía este culto espiritual QoyLx4v e incruento y teinvocarnos, te rogamos, te suplicamos envíes tu Espíritu Santo sobre nosotros y sobre estos dones presentados, y hagas de este pan el preciosocuerpo de tu Cristo, cambiÆndolo por tu Espíritu Santo [AmØn], y de loque hay en esta copa, la preciosa sangre de tu Cristo, cambiÆndola por tuEspíritu Santo [AmØn], de modo que para los que participan de ellos seanpara la sobriedad v4itv del alma, la remisión de los pecados, la comunicación de tu Espíritu Santo, la plenitud del reino, el libre acceso itppaLvcerca de ti, y no para el juicio o la condenación.

Te ofrecernos tambiØn este culto espiritual por los padres, los patriarcas,los profetas, los apóstoles, los predicadores, los evangelistas, los confesores, los continenles Que entraron en el reposo en la fe y por todo justoconsumado en la fe, por encima de todo por la totalmente santa, pura, hipergloriosa y bendita nuestra Seæora, la madre de Dios y siempre virgenMaría, san Juan, el precursor y bautista, y los santos apóstoles, dignos detodo elogio iravcupuov y el santo N., del Que hacemos memoria, y todoslos santos, por cuyas oraciones dignate, ¡oh Dios!, protegernos. AcuØrdatetambiØn de todos los que se durmieron en la esperanza de la resurrecciónde vida eterna y dales el descanso allí donde irradia &nnxoirct la luzde tu rostro.

Te invocamos todavía, Seíior, rogÆndote te acuerdes de todo el episcopadoortodoxo Que dispensa la palabra de tu verdad, de todo el presbiterado,del diaconado en Cristo y de todo orden sagrado.

Te ofrecemos todavía este culto espiritual por la tierra habitada, por lasanta Jglesia católica y apostólica, por los que pasan su vida en la purezay la santidad, por los que estÆn eh las montaflas, en las cuevas y en las cavidades de la tierra, por el rey fidelísimo, por la reina que ama a Cristo,por todo su palacio y sr, ejØrcito: dales, Seæor, un reinado apacible, a fin

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La forma clÆsica de la eucaristía bizantina

de que en esta quietud pasemos una vida sosegada y tranquila en todapiedad y santidad. AcuØrdate, Seæor, de la ciudad donde vivimos y de todaciudad y poblado, así como de los que en ellos moran con f e.

En primer lugar acuØrdate, Seæor, de nuestro arzobispo N.AcuØrdate, Seæor, de los que navegan, de los que viajan, de los que

estÆn enfermos, lisiados o cautivos, y de su salvación.AcuØrdate, Seæor, de los que llevan fruto y hacen el bien en tus santas

Iglesias, y que se acuerdan de los pobres, y envía sobre todos nosotros tusmisericordias, y danos que con una sola boca y un solo corazón glorifiquemos y cantemos con himnos tu nombre preciosísimo y majestuoso, delPadre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglosde los siglos. AxnØn

Aquí comienza la epiclesis con una tercera fórmula sacrificialausente de la anÆfora siríaca, pero que parece tomada de la anamnesis de Santiago. Como la epiciesis de esta œltima, pide no solamente que el Espíritu manifieste que el pan y el vino son el cuerpoy la sangre de Cristo, sino que haga de ellos este cuerpo y estasangre. Por primen vez vemos introducirse esta puntualización suplementaria: «CambiÆndolos s’r&flov por tu EspírituSanto.» Esto constituye la primen introducción de una fórmulade teología tØcnica, en una oración eucarística. Se halla igualmenteen el texto, venido a ser clÆsico, de san Basilio.

TambiØn como en Santiago, la epiclesis se prolonga sin soluciónde continuidad en las intercesiones, para rematar finalmente en ladoxología del nombre divino.

Las adiciones que hemos puesto en cursiva al comienzo plantean diversos problemas.

La serie de adjetivos que subrayan *la trascendencia concuerdademasiado exactamente con las preocupaciones de san Juan Crisóstomo en su De in,cognoscibiitate Dei, para no provenir de supluma. Aquí no hay que ver precisamente, como lo han imaginadono pocos comentaristas modernos de este tratado, una influenciade los misterios paganos o del neoplatonismo, sino mÆs bien la reacción muy viva, inaugunda por los Capadocios, contra el arrianismode los arrianos anomeos, como Eunomio, que pretendía poder reducir a un concepto adecuado la esencia divina. La misma preocupación bíblica pudo suscitar la insistencia en los beneficios invisibles

6. ERIGUTMAN. op. cjt., p. 329ss.

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Liturgia de San Basilio

de Dios y la reintroducción de una mención mÆs extensa de los seres angØlicos.

En cuanto a la fórmula sacrificial afiadida antes del sanctus, eneste punto preciso no tiene antecedente tradicional. En sustancia,puede venir ya de Hipólito, ya de una tradición recogida por Ølmismo.

La liturgia de san Basilio

Hoy día se utiliza en el mundo bizantino o en el mundo querecibió su influencia una anÆfora posterior, sin duda, a la de losdoce apóstoles, pero ciertamente anterior a la refundición de Østa,que acabamos de estudiar. Es la atribuida a san Basilio de Cesarea.

Su texto actual, comparado con diversos estados anteriores quese pueden descubrir a travØs de una versión siríaca antigua, de unaversión armenia seguramente del siglo y y finalmente de la redacción todavía mÆs antigua que todos estos documentos y que se nosha conservado en Egipto tanto en griego como en copto y en etiópico, plantea un delicado problema crítico. Dom Engberding, quese ha aplicado a este problema, y al que sigue particularmenteBaumstark, piensa que el texto egipcio debe ser el de una antiguaanÆfora capadocia que Basilio habría refundido ulteriormente yque luego habría sido todavía desarrollada . Hanssens pone enduda esta teoría, pensando que la atribución a san Basilio del textoque los egipcios conocieron en fecha muy temprana, sería incomprensible si se tratara simplemente de un texto que hubiera servidode base a su propia composición ¶ Nosotros, por nuestra parte, nosinclinaríamos a pensar que esta forma, la mÆs antigua que nos esaccesible, es ya producto de una síntesis muy personal, que Basiliomismo, un poco mÆs tarde, pudo haber rellenado mÆs y que habríasido todavía completada despuØs de Øl, aunque sin alteraciones otransformaciones sustanciales.

Sea de ello lo que fuere, la anÆfora que lleva su nombre, introducida en fecha temprana en Egipto quizÆ por Øl mismo en un

7. Cf. H. ENGBERDINO, Da-s cucharistiscise Hochgebet der Basüiusliturgie, Münaterde Westfalia 1931, y A. BAUMSTARK, Liturgie co,,iparØe. p. SSss.

8. 1. H.nssnts, Institutiones ¡iturgicae, 5. sir, parte segunda, p. 578

289Bouyer, eucaristía 19

La fox-ma clÆsica de la eucaristía bizantina

viaje que hizo a este país en su forma primera, debía poco despuØs,seguramente ya bajo una forma mÆs larga, ser transportada a Constantinopla, probablemente por un obispo tambiØn originario deCapadocia y que muy bien habría podido ser su amigo, san Gregorio Nacianceno. En todo caso es cierto que se estableció allí mucho antes que la anÆfora atribuida a san Juan Crisóstomo. De allíse propagaría a todo el Oriente antes de verse, poco a poco, suplantada por esta œltima.

Es probable que la eucaristía de Basilio, al igual que la de losdoce apóstoles, fuera primero la condensación de un texto! mÆs copioso, pero que parece haber sido mÆs afín que el de Santiago al dellibro VIII de las Constituciones apostólicas. Exactamente como sucedió con el texto llamado de los doce apóstoles, esta fórmula brevesufrió, sin embargo, a su vez un proceso de ampliación que habíade rematar en la forma recibida hoy día en la liturgia bizantina.Pero, ya en su forma breve y a travØs de sus sucesivas ampliaciones, parece haber respondido a un designio consciente de produciruna eucaristía de factura lo mÆs bíblica posible. Ya la eucaristíadel ‘libro VIII de las Constituciones aposto’&as y mÆs aœn la de Santiago habían incorporado a su texto mÆs de una cita bíblica. Peroparece que san Basilio fue el primer redactor de una oración eucarística que tratara de emplear œnicamente fórmulas literalmentebíblicas. No podría hallarse mejor confirmación de la ley, paradójica sólo en apariencia, sentada por Baumstark: cuando un textolitœrgico reproduce textualmente fórmulas bíblicas, esto es seæal,no de antigüedad, sino de elaboración tardía’.

El hecho es que todos los textos litœrgicos antiguos, en la medida en que son contemporÆneos, si no de la redacción, por lo menos de la canonización de los textos del Nuevo Testamento, no manifiestan la menor tendencia a atarse a sus expresiones, y ni siquiera a citanos ocasionalmente. Con las primeras grandes liturgiassirias occidentales -y esto es una confirmación de su fecha relativamente tardía - se insinœa el primer esfuerzo por inspirarseliteralmente en los textos bíblicos. Pero para hallar una eucaristíaque no pase de ser un mero centón bíblico, hay que llegar a san

9. BMYMSTAfl, op. elt., p. 65.

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Liturgia de san Basilio

Basilio, de quien conocemos la apasionada adhesión a un estudiobíblico minucioso, inspirado por Orígenes.

Los ejercicios de este gØnero, en los que nos veríamos tentadosa no ver mÆs que pasatiempos laboriosos, pero de una puerilidadbÆrbara, encantaban a los ‘letrados de la Øpoca. DespuØs de habercompuesto relatos evangØlicos en forma de centones homØricos ovirgilianos, cuando la Biblia griega se impusiera a su vez como elprimer monumento literario de una cristiandad helenizada, se acabaría por fabricar recíprocamente nuevos textos, plasmando porel mismo procedimiento fórmulas tomadas de los libros inspirados °.

Pese al carÆcter particularmente facticio que tal procedimiento decomposición podía dar a la eucaristía de san Basilio, la familiaridadque el santo tenía con la Escritura y que se extendía hasta a lostemas y no sólo a la corteza de las palabras, unida al poder de síntesis de su pensamiento, hizo de su texto uno de los mÆs bellosformularios de la tradición. Su plan trinitario, al igual que enSantiago, es impecable, pero la abundancia del material bíblico utilizado de manera tan sagaz, le da mÆs flexibilidad y vida, contrariamente a lo que se hubiera podido temer. El resultado es una magnífica letanía de todos los títulos y de todas las atribuciones de laspersonas divinas en la Biblia, a travØs de la cual se transparenta lagran visión origeniana de la economía de la salud, corregida por sanAtanasio y sus sucesores.

Vamos a presentar este texto en su forma completa, desde hacemucho tiempo en uso en el rito bizantino, aunque poniendo encursiva las fórmulas aæadidas al texto de san Basilio tal como creepoder reconstituirlo dom Engberding, y en negritas el estado primitivo al que llegamos gracias a las fórmulas egipcias.

Tœ que eres dueæo, Seæor, Dios Padre todopoderoso, adorable, ¡ cuindigno y conveniente es a la majestad de tit santidad alabarle, cantarlecon himnos, bendecirte, adorarle, darte gracias, glorificarte, a ti queeres ei œnico realmente Dios vroç ¿ivto Oz6v, y ofrecerte con corazóncontrito y espíritu humillado Øste nuestro culto razonable, pues tœ eresquien nos dio a conocer tu verdad. Y ¿quiØn es digno de alabar tus prodigios uvoreLç, de hacer oir todas tus alabanzas?, ¿o de narrar tus

10. Cf. 1’. DE LABRIOLLE, Histoke de la littØ,atigrc ltti,nc rin t˝c,ine, París ‘1947,t. ¡1, p. 480.481.

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La forma clÆsica de la eucaristía bizantina

maravillas en todo tiempo? Seæor de todas las cosas, Seæor del cielo,de la tierra y de toda criatura visible e invisible, tal como estÆs sentado

en un trono de gloria y que penetra con tu mirada hasta los abismo.,sin principio, invi:,ible, incomprensible, indescriptible, innu.table, Padre denuestro Seæor Jesucristo, del gran Dios y Salvador de nuestra esperanza,que es la imagen de tu bondad, la impronta rropayíc igual a su modelo,InC te muestra en si ,nismo a ti, el Padre; [que es Øl] Logos viviente,Dios verdadero antes de los siglos, sabiduri a, vida, santificación, poder.lux verdadera, por el que irp’oi fue manifestado el Espirito Santo, elEspíritu de verdad, el don de la filiación, la prenda de nuestra herenciafutura, primicia dc los bienes eternos, el poder vivificante, la fuente de lasantificación, por quien rap’o toda criatura racional Xoytx y espiritual es hecha capaz de darte culto y te tributa la glorificación eterna,porque todas las cosas estÆn a tu servicio. Porque a ti ajaban los Ængeles,los arcÆngeles, loa tronos, las dominaciones, los principados, las autoridades, las potestades y los querubines de mœltiples ojos; te rodeanlos querubines, de los que cada uno tiene seis alas, con dos de las cuales se cubren el rostro, con dos los pies y con dos vuelan, claman los tinosa los otros con bocas que no se fatigan, en doxologías que no callan,clamando, proclanwndo, gritando el himno de victoria y diciendo: Santo,santo, santo, Seæor sahaoth, el cielo y la tierra estÆn llenos de tu gloria.Hosanna en los lugares altísimos. Bendito el que viene en el Nombredel Seæor. Hosanna en los lugares altisimos.

Con estas potencias bieaventuradas, Seæor que avias a los hombres,tambie’,s nosotros, pecadores, gritamos y decimos: 1 CuÆn santo &ysoçy totalmente santo eres tœ!, y no hay medida para la majestad de tusantidad, y [tœ eres] santo en todas tus obras, porque todo lo dispusiste paranosotros bryaycç 1stv en la justicia y en el juicio verdadero. En efecto,habiendo hecho al hombre tomando polvo de la tierra, y habiØndolohonrado con tu imagen, lo habías colocado en el paraíso de deliciasprometiØndole la inmortalidad de la vida y el goce de los bienes eternosen la observancia de tus preceptos. Pero cuando te hubo desobedecidoa ti, Dios verdadero que lo había creado, y hubo sido seducido por elengaæo de la serpiente y muri6 en su propias transgresiones, lo expulsaste en tu justicia, oh Dios!, del paraíso a este mundo y lo hiciste volvera la tierra de donde había sido sacado, disponiendo obcovov&w para Ølla salud [que vendría] de la resurrección ,rXtyytvtakç en tu Cristomismo: Porque no repudiaste para siempre tu obra, que tœ habías hechoen tu bondad, y no olvidaste la obra de tus manos, mas la visitaste demœltiples maneras por las entraæas de tu misericordia, tœ le enviaste [los]profetas, realizaste milagros por tus santos que te fueron agradables entodas las generaciones, nos hablaste por la boca de tus servidores, losprofetas, anunciÆndonos anticipadamente la salud venidera, tœ diste laley para socorrernos, esableciste los Ængeles para guardarnos. Pero cuan-

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Liturgia de San Basilio

do vino la plenitud de los tiempos, nos hablaste por tu mismo Hijo,por quien habías tambiØn creado los siglos. Él, que es el esplendor de tugloria y la forma de tu sustancia, que sostiene todas las cosas con la palabra de su poder no consideró como rapiæa la igualdad contigo, Diosy Padre, pero, siendo Dios antes de los siglos, fue visto en la tierra yvivió auvvcatp&p entre los hombres, y habiendo tomado carne deuna Virgen santa, se anonadó &xØvcoaev a sí mismo tomando la formade siervo, habiØndose hecho conforme al cuerpo de nuestra humildad afin de hacernos conformes a la imagen de su gloria. Porque, como por unbombre había entrado el pecado en el mundo, y con el pecado la muerte,plugo a tu Hijo œnico, a Øl que estÆ en tu seno, Dios y Padre, nacido deuna mujer, la santa Madre de Dios y siempre virgen María, nacida bajola ley, condenar el pecado en su carne, a fin de que nosotros, que estÆbamosmuertos en AdÆn, fuØramos vivificados en Øl mismo, tu Cristo. Habiendovivido como ciudadano de este mundo vro1ttsua&tzsvoç rii x6auo, roór0dando las ordenanzas de la salud, desviÆndonos del extravío de los ídolos,nos introdujo en el conocimiento de ti, verdadero Dios y Padre, habiØndonos adquirido para si mismo como un pueblo que fuera el suyo, unsacerdocio regio, tina nación santa, habiØndonos purificado por el aguay santificado por el Espíritu Santo, Øl mismo se entregó en compensación a la muerte en la que estÆbamos retenidos, vendidos por elpecado, y descendió a los infiernos frlç rbv &v por la cruz, a fin dellenar todas las cosas de Øl mismo [o: de cumplir todas las cosas por símismo], desAfEo la.ç ataduras de la muerte y resucitØ al tercer día, y habicndo abierto a la carne la vía de la resurrección de los muertos, comono era posible que fuera dominado por la corrupción el dispensador dela vida, vino a ser prinucia de los que durmieron, primogØnito de entrelos muertos, a fin de tener en todas las cosas la primacía, y, subido a loscielos, se sentó a la diestra de tu majestad en los altos lugares, Øl quevendrÆ a dar a cada uno segœn sus obras,

Sin embargo, nos dejó como un memorial ó,roivíx,.r de su pasión saludable, lo que nosotros 1 e hemos presentado segœn sus propiasprescripciones. Porque cuando se dirigía a la muerte voluntaria, encomiable&o&tzov y vivificante, la noche ca que se entregó por la vida del mundo,tomando pan en sus manos santas y sin mancha, habiØndotelo presentado &vcç lo partió y lo dio a sus santos discípulos y apóstolesdiciendo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo, partido por vosotros pararemisión de los pecados. Asimismo, tomando tambión la copa del frutode la vid, habiØndola mezclado, habiendo dado gracias, la bendijo, lasantificó y la dio a sus discípulos y apóstoles diciendo: Bebed de ellatodos, esto es mi sangre de la nueva alianza, derramada por vosotrosy por muchos para remisión de los pecados. Haced esto como memorialde mí: porque cada vez que comóis este pan y bebØis esta copa anunciÆis mi muerte y confesÆis mi resurrección. Haciendo, pues, Seiíor,

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nosotros tambiØn memoria de sus sufrimientos saludables, de su cruzvivificante, de su sepultura durante tres días, de su resurrección de entrelos muertos, de su retorno a los cielos, de su sesión a tu diestra, Diosy Padre, y de su segundo advenimiento glorioso y temible, te ofrecenlo que es tuyo de lo que es tuyo, en todo y por todo, por causa deesto, Seæor totalmente santo, tambiØn nosotros, pecadores, tus servidores indignos, a los que has hecho dignos de servir …zvroupyetv en tusanto altar, no por causa de nuestras justificaciones, pues nosotros no hemos hecho nada bueno sobre la tierra, sino a causa de tus misericordiasy de tus compasiones que has derramado en abundancia sobre nosotros,osamos acercarnos a tu santo altar y, proponiendo los símbolos ,rpooO&vrcç‘r& &vrkuw del santo cuerpo y sangre de tu Cristo, te suplicamos y teinvocamos, Santo de los santos, por la benevolencia de tu bondad, que hagasvenir tu Espíritu Santo sobre nosotros y sobre estos dones que te presentamos, bendigalos, santifíquelos y presØntenos [en] este pan elcuerpo mismo precioso de nuestro Seæor, Dios y salvador Jesucristo,y [en] esta copa la sangre misma preciosa de nuestro Seæor, Dios ysalvador Jesucristo, derramada por la vida del mundo, cambia’ndolos portu Espíritu Santo. Y a nosotros todos, que participamos del pan œnicoy de la copa [œnica], menos unos con otros en la comunión del œnicoEspíritu, y haz que ninguno de nosotros participe del cuerpo y sangre detu Cristo pan el juicio y la condenación, sino que hallemos misericordiay gracia con todos los santos que te fueron agradables en los siglos,los antepasados, los padres, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, losheraldos, los evangelistas, los mÆrtires, los confesores, los doctores y todoespíritu justo consumado en la fe .

Si se obseran las variaciones que hemos introducido en la tipografía, se ve inmediatamente que las adiciones posteriores al œltimotexto de san Basilio son de poca importancia. Sólo se trata de algunas amplificaciones retóricas, de breves fórmulas explicativas, ode prolongación de las citas bíblicas. Aquí, como en el caso de laanÆfora de san Juan Crisóstomo, no hemos presentado las aæadi

11. VØase BRIORnSAN, op. cit., p. 321ss,, por lo que hace al texto, cí. H. ENGBE5-OTRO, op. cje., en cuanto a la sepsrsci6n de los diferentes estratos, así como para el textoalejandrino presentado pos REMAnDar, op. cit., e. 1, p. 64aa. Sobre el texto alejandrino desan Basilio, cf. la bibliografía de SAIJGET, op. cit., p. 82-83.

Las referencias bíblicas son, en cuanto a lo esencial:Sal 50 seguimos aquí la numeraci6n de lo, Setenta, 19; Rum 12,1; cf. Ram 2,20;

Ssl 25,7; Dsn 3,55; ITim 1,11; Heb 1,3; Jo 14,8; lJn 1,1; Jn 1,9; Rom 8,15; Ef 1.14;Sal 118,91; Sal 144,17; cf. Sal 88,15; GØn 2; GØn 3; Rom 8,10; GØn 3,23; GØn 3,19;Heb 1,1; GÆl 4,4; Heb 1,1-3; FIp 2,6; Bar 3,38; FIp 2,7 y 3,21; Rom 8,29; Rom 5,12;fn 1,1$; Ron 8,3; Jn 17,3; iPe 2,9; Roes 7,14; Act 2,24; Act 3,15; Icor tS,20; Col1,18; Heb 1,3; etc.

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duras tardías con que se recargó la epiclesis. Pero nótese que el inciso «cambiÆndolos por tu Espíritu», que hemos reproducido, aparece ya como una interpolación tomada sin duda del texto precedente, que en nuestro texto hace violencia a la gramÆtica.

En cambio, si nos referimos a la forma mÆs antigua del texto,llama la atención por su sobriedad notable principalmente en laparte que precede al sanctus, pero tambiØn ya por la riqueza bíblica de su mismo esquema. todo el drama del pecado y de la redención estÆ resumido en la enajenación del hombre producida por elpecado, que viene la muerte a acusar, y - gracias al «intercambio»en que consiente Cristo - en la reconstitución de la humanidaden un pueblo que sea el suyo y que recobre la vida por esta reconstitución. El bautismo se ve así evocado en conexión con la obraredentora, y el Espíritu se ve introducido como aquel que, en elmisterio sacramental, nos comunica el efecto de lo que se realizóen Cristo mismo. La epiclesis, en su forma elemental, introducirÆde nuevo al Espíritu como aquel que, «presentÆndonos» el cuerpoy la sangre de Cristo bajo los «antitipos» del pan y del vino, nosunirÆ unos con otros en un solo Espíritu el texto egipcio puntualizaba: «en un solo cuerpo y en un solo Espíritu».

Esta tan notable continuidad del desarrollo, ya completamentebíblica, y particularmente paulina, no quedarÆ en modo algunoesfumada por las amplificaciones aportadas por san Basilio. La antología de citas bíblicas que insertarÆ Øl santo no harÆ sino dar surelieve a cada una de las personas divinas. De aquí resultarÆ unaeucaristía no menos expresamente trinitaria que la de Santiago,pero que se sustraerÆ al simplismo excesivamente lógico de Østa:Padre-creación, Hijo-redención, Espíritu-santificación. Muy al contrario, la principal amplificación de san Basilio se introducirÆ desdela primera parte o acción de gracias por la creación, de maneraque muestre cómo al principio de todas las cosas estÆn unidos inseparablemente el Padre y el Hijo con el Espíritu Santo, aun en sumisma distinción. Uniendo la epístola a los Hebreos, el prólogo desan Juan y los grandes textos cristológicos de san Pablo, se alabaaquí al Hijo como imagen viva del Padre, el Logos, en el que todoØl se expresa, la sabiduría vivificante que nos santificarÆ y nos iluminarÆ. Viene a nosotros por sí mismo, segœn la enseæanza de los

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dos grandes textos complementarios sobre el Espíritu, de las epistolas a los Romanos y a los GÆlatas - el Espíritu Santo que realiza en nosotros esta santificación, cuyo fruto es nuestra participación en la propia filiación del Hijo. De ahí esa glorificación de Dios,en la que desde ahora podemos entrar, como inauguración anticipada de la vida eterna en el Espíritu, cuya promesa constituyeCristo.

DespuØs del sanctus, la acción de gracias por a redención se nutrirÆ de una visión de la economía salvadora, dominada por el textode los Filipenses sobre el anonadamiento del Hijo 12 compensadorde la codicia desordenada de AdÆn, y por el de los GÆlatas, sobre elmismo Hijo, que se sometió a las limitaciones y necesidades de lahumanidad pecadora, a fin de libramos de ellas ‘. Se pasa del uno alotro por la evocación, tomada de la epístola a los Romanos, de Cristo que acepta la muerte para libramos del pecado, así como AdÆn,consintiendo en el pecado, nos había englobado en la muerte ".

Todas las amplificaciones aæadidas antes de esto a la evocacióndel Antiguo Testamento, tienen por objeto prepararnos para la visión de fe de esta oposición entre pecado-muerte y vida-redenciónen la &y&in’, en que Cristo aparece como el segundo AdÆn, que repara la falta y el error del primero. Nótese tambiØn en la mismaperspectiva, cómo san Basilio, en cada una de las dos partes de laacción de gracias, unió al tema - primero exclusivamente detallado - de la vida creada y resucitada, el del «conocimiento» y dela luz de verdad que Østa nos aporta en Cristo. Es un notable testimonio del hecho de que no amplificó el texto trabajando sencillamente sobre Øl para desarrollarlo, sino con la preocupación de restituirlo a la plenitud de la eucaristía primitiva. MÆs adelante veremos otros testimonios de la innegable existencia de esta preocupación en el santo.

Si luego pasamos a la anamnesis observamos, tanto en la formadesarrollada como en la forma mÆs antigua de nuestro texto, queconserva en Øl toda su consistencia primitiva, al igual que en laliturgia pseudoclementina. Contrariamente a la liturgia de Santiago,

12. Cf. iP 2,Sss.13. Cf, GÆl 4.4.14, Cf. Ram S,i2ss.

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en la que el relato de la institución se separó de la anamnesis, paraser introducido en su puesto cronológico en la acción de graciaspor la redención, aquí, como en el libro VIII de las Constitucionesapostólicas y como en la anÆfora de Serapión, el relato queda nosólo ligado a la anamnesis, sino incrustado en Østa. Notemos tambiØn la sobriedad de las expresiones sacrificiales. Los ulterioresdesarrollos de san Basilio no hacen sino subrayar el hecho de quese «propone» sencillamente a Dios lo que Øl mismo nos «presenta»,por Cristo. No re-presentamos a Dios nada de lo que nosotrospodríamos ofrecer por nosotros mismos, sino solamente lo queCristo le «presentó» primero y nos ordenó re-ponerlo delante deØl: el memorial de su pasión salvadora.

Esto nos lleva a precisar el sentido del verbo &v8ctL, quenuestro texto emplea primeramente recordando la acción de Cristoen la cena, y que luego reaparecerÆ en la epiclesis estrechamenteligada a la anamnesis, hasta el punto de no ser sino su remate, panexpresar lo que nosotros aguardamos de la venida del Espíritu.La misma palabra empleada en los dos casos muestra bien el sentido de consagración que se le asigna. Como Cristo, al celebrar unaprimera vez la eucaristía del pan y del vino como de su cuerpo yde su sangre, representó, significó, eficazmente al Padre su sacrificio que se consumaría en la cruz, nosotros aguardamos dci Espírituque nos represente a nosotros mismos el pan y el vino como esemismo cuerpo y esa misma sangre, por los cuales seremos asociados al nuevo! AdÆn y a su obra redentora. Así los &v’rL’ru7rac de sumuerte redentora, que nosotros proponemos ahora al Padre, noserÆn símbolos vacíos de contenido, sino expresión de la presencia,misteriosa, pero real y eficaz, de lo que expresan. Sin embargo, enesta perspectiva, la consagración del pan y del vino no estÆ aisladade la consagración de nosotros mismos, por la que el Espíritu harÆde nosotros un solo cuerpo en Cristo. Pero, recíprocamente, estarealización œltima de la eucaristía en nosotros mismos reposa en laconvicción de que el poder dci Espíritu de Cristo garantiza su contenido permanente, pan la Iglesia que tiene fe en la palabra delSalvador, en el memorial que Øl estableció de una vez para siempre.DespuØs de esto, apenas si hay necesidad de subrayar cuÆn íntimaes, pues, en esta epiclesis la conexión entre la aceptación del me-

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morial sacrificial, la consagración de los elementos y el efecto denuestra participación: hacer de todos nosotros el cuerpo de Cristoen su plenitud.

No parece que en ningœn texto litœrgico elaborado haya otroejemplo de una fusión tan perfecta entre los desarrollos teológicosde fines de!! siglo iv y una visión de la eucaristía completamentefiel a la sustancia y a la unidad originales de su contenido. Por estoes por lo que esta composición, lejos de ser un simple mosaico detextos bíblicos relacionados artificia!mente unos con otros, no essino una explicitación del fondo mÆs primitivo de la eucaristía, atravØs de estos paralelismos regidos y organizados por ella. La especulación, lejos de independizarse con respecto al movimiento primero de la palabra divina, se mantiene tan profunda y completamente enraizada en Øl, que se amolda naturalmente a sus expresiones mÆs diversas. las reœne, pues, no en un orden facticio, sinoen un orden que pone sencillamente de relieve sus conexioneslatentes.

La intercesión tan abundante que, a su vez, enlaza estrechamentecon las œltimas palabras. de la epiclesis, no es menos digna de nuestra atención. La epiclesis terminaba con la evocación de todos lossantos, en cuya comunión nos hace entrar la eucaristía. El sacerdote continœa luego:

particularmente de la totalmente santa, inmaculada, bendita por excelencia, nuestra gloriosa sefiora, la madre de Dios y siempre virgen María,

de san Juan, el profeta, precursor y bautista, de los santos apóstolesdignos de toda alabanza navmpluov, del santo..., cuya memoria celebramos, y de todos tus santos, por cuyas oraciones dignate protegernos hruix&4xxt’oh Dios!AcuØrdate tambiØn de todos los que se durmieron antes [de nosotros]

en la esperanza de la resurrección de vida eterna;por la salvación, la protección, la remisión de los pecados del servidor

de Dios.. [memento de vivos]; por el reposo, la remisión del alma de tuservidor...; en un lugar de luz, del que han huido el dolor y los gemidos,dale el reposo, 1 oh Dios nuestro! [memento de difuntos], dales el reposoallí donde irradia la luz de tu faz;

te rogamos todavía, Seæor, acuØrdate de tu santa Iglesia católica yapostólica, de una extremidad a otra de la tierra habitada, da!e la paz, aclIa, que tœ te adquiriste por la preciosa sangre de tu Cristo, y consolidaesta santa casa hasta la consumación de los siglos;

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Liturgia de san Basilio

acuØrdate, Seæor, de los que te han traído estos dones, y de aquellospara quienes, por quienes y a la intención de quienes, los han traído;

acuØrdate, Seæor, de los que llevan fruto y hacen buenas obras en tussantas Iglesias acordÆndose de los pobres: dales a cambio tus riquezasy tus dones celestiales; dales a trueque de las cosas de la tierra las celestiales;de las temporales, las eternas; de las corruptibles, las incorruptibles;

acuØrdate, Seæor, de los que estÆn en los desiertos, en las montaæas, enlos sepulcros y en las cavidades de la tierra;

acuØrdate, Seæor, de los [que viven] en la virginidad, la piedad, la ascesisy pasan su vida en la santidad;

acuØrdate, Seæor, de nuestros reyes muy venerables y muy fieles, a losque tœ has juzgado dignos de reinar sobre la tierra; corónalos de verdady de benevolencia; extiende tu sombra sobre su cabeza el día del combate;fortalece su brazo; exalta su diestra; fortifica su reinado; somØteles lasnaciones bÆrbaras que quieren las guerras; otórgales una paz profundae inmutable; di a su corazón cosas buenas para tu Iglesia y para todo tupueblo, a fin de que en la serenidad que nos procuren llevemos una vidaapacible y tranquila en toda piedad y santidad;

acuØrdate, Seæor, de todo principado y autoridad, de nuestros hermanosque estÆn en el palacio y de todo el ejØrcito; guarda a los buenos en subondad y haz a los malos buenos con tu bondad;

acuØrdate, Seæor, del pueblo que nos rodea, y de los que estÆn ausentespor justa causa, ten piedad de ellos y de nosotros segœn la multitud de tupicdad: llena sus granjas de todos los bienes, guarda sus uniones en la pazy en la concordia, educa a sus hijos, instruye a sus jóvenes, fortifica a susancianos, da Ænimos a los que desfallecen, reœne a los dispersos, enderezaa los extraviados y œnelos a tu santa Iglesia católica y apostólica; libraa los que estÆn afligidos por espíritus impuros; navega con los que navegan;acompaæa en el camino a los que viajan; cuídate de las viudas; protegea los huØrfanos; libera a los cautivos; cura a los enfennos; acuØrdate,1 oh Dios!, de todos los que estÆn en juicio, en destierro, en toda tribulación o necesidad, o en turbación, y de todos los que tienen necesidad detu gran compasión, y de los que nos aman, de los que nos odian, y de losque en nuestra dignidad nos han pedido que roguemos por ellos; y de todotu pueblo acuØrdate, Seæor, Dios nuestro, y derrama sobre todos la riqueza de tu piedad, otorgando a todos lo que [te] piden para su salvación.Y de aquellos de quienes no hemos hecho memoria, por olvido debido a sumultitud, ten memoria tœ mismo, i oh Dios!, que conoces la estatura y elrostro de cada uno, que conoces a cada uno desde el seno de su madre.Porque tœ eres, Seæor, el socorro de los que estÆn sin recursos, la esperanza de los desesperados, el Salvador de los que sufren pruebas, el puertode los navegantes, el mØdico de los enfermos; sØ tœ mismo todo paratodos, tœ que conoces a cada uno, su demanda, su casa y su necesidad. Libra,Seæor, a esta ciudad y a toda ciudad y poblado de la carestía, del hambre,

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de los temblores de tierras, del fuego, de la espada, de la invasión extranjera, de la guerra civil;

en primer lugar, acuØrdate, Seæor, de nuestro arzobispo...; otorga a tussantas Iglesias que se mantengan en la paz, en la seguridad, el honor, la salud,la longevidad, distribuyendo fielmente la palabra de la verdad;

acuØrdate, Seæor, de todo el episcopado de los ortodoxos, que distribuyen fielmente la palabra de la verdad;

acuØrdate, Seæor, segœn la muchedumbre de tus misericordias, tambiØnle mí en mi indignidad; perdóname toda transgresión voluntaria o involuntaria, y por causa de mis pecados no retires la gracia de tu Espíritu Santoa los dones presentados;

acuØrdate, Seæor, del presbiterado, del diaconado en Cristo, y de todoorden sagrado, y no confundas a ninguno de los que estamos en tomo atu santo altar;

míranos en tu bondad, Seæor, manifiØstatenos en la riqueza de tusmisericordias; otórganos estaciones favorables y fructuosas; da lluvias ala tierra para que fructifique; bendice la corona del aæo con tu bondad;haz que cesen los cismas de las Iglesias; pon tØrmino a los ataques de losgentiles; deshaz prontamente las sublevaciones de las herejías por el poder de tu Espíritu Santo; recíbenos a todos en tu reino, consagrÆndonoscomo hijos de la luz e hijos del día; otórganos tu propia paz y tu propioamor, Seæor, Dios nuestro, pues tœ nos has hecho don de todo, y danosglorificar y cantar en himnos, con una sola boca y un solo corazón, tunombre de incomparable majestad n&vttiov xt aeyXoxpe,r&ç, del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de lossiglos ‘.

Esta intercesión, menos patØtica, mÆs sobria que la de la liturgiade Santiago, es ciertamente una de las mÆs bellas y mÆs armoniosasfórmulas de este gØnero que nos ha legado la antigüedad cristiana.Una vez mÆs hay que seæalar aquí la proximidad muy especial enque se halla con respecto a las expresiones mÆs antiguas de la oración cristiana, las que dependen todavía mÆs estrechamente de laoración judía. Esto no lo atestigna solamente el mero enlace directode toda petición con el memorial mediante la fórmula «acuØrdate».El desarrollo de la oración reœne mÆs exactamente que ningœn otroformulario cristiano citado anteriormente, todo el contenido de lasdieciocho bendiciones. MÆs aœn, sigue su progresión mÆs de cercaque ningœn otro texto. Especialmente notable es el hecho de que

15. Para este fin de la oración seguimos el texto de BaIoHTw.%s. segœn el CodearBorberini.

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Liturgia de san Basilio

la conmemoración de los santos, y en primer lugar la de los del Antiguo testamento, la Virgen, el Bautista y los apóstoles, que aparecen como el tØrmino de su linaje, constituye la base de toda laoración, como en la tefÜlah judía. Notemos a este propósito quela evocación de los fieles difuntos continœa sin interrupción la delos santos signo de arcaísmo que debe tenerse en cuenta. El retorno final de la oración a los celebrantes de la eucaristía, con la recapitulación consecutiva de las intenciones de esta celebración, ofreceno menor interØs. Mientras que, en la redistribución sistemÆticade los elementos de la eucaristía en la liturgia siria occidental, todolo que provenía de las «bendiciones» judías abodak y tefÜlak tendíageneralmente a fundirse en la epiclesis sintØtica, aquí vuelve a hallarse en su puesto primitivo el contenido primitivo.

Estas œltimas particularidades de la eucaristía de san Basilioconfirman la impresión de que al refundir el santo la eucaristía siriaoccidental tuvo la intención consciente de restaurar en ella algunoselementos primitivos que tendían a desvanecerse en la liturgia pseudociementina, y que la consumación de la nueva síntesis borrócompletamente en la liturgia de Santiago. Parece innegable que alcomponer su nuevo formulario tenía ante los ojos, al igual que elautor de las Constituciones apostó&as, modelos particularmentearcaicos. Pero parece haberse preocupado todavía mÆs que Øste porrespetar el diseæo primitivo. Podemos incluso preguntarnos si norecurriría directamente a los formularios judíos. En semejante discípulo de la exØgesis origeniana no sería inverosímil, por excepcional que parezca en su Øpoca, el recurso a los iudaica al mismo tiempo que a los textos bíblicos. Ligier parece haber demostrado talesprØstamos en las oraciones propias de la anÆfora basiliana pan lapreparación de la comunión En todo caso es cierto que ningunareformulación tan tardía de la eucaristía cristiana parece tan exactamente informada sobre sus orígenes ni tan cuidadosa de preservar el espíritu y hasta la letra de Østos.

16. vØase su artículo ea ,Proche.Orient chrØtien», que eitamos en la nota LS delcapítulo VIII.

301

Supervivencia siria en la forma larga de Adday y de Maæ

Estas observaciones sobre los arcaísmos deliberados de la eucaristía de san Basilio y en particular de sus conmemoraciones eintercesiones, nos invitan volver sobre la tradición litœrgica siriaoriental, de la que ya hemos hablado a propósito de la eucaristíade Adday y de Man. Hoy día nos la conservan los nestorianos,como tambiØn los caldeos unidos con Roma y la Iglesia india tambiØn católica llamada siromalabar. Estas tres Iglesias utilizan todavía la eucaristía llamada de los apóstoles o de Adday y de Man,aunque, como hemos visto, bajo una forma ulteriormente desarrollada, que no por ello ha dejado de conservar intactos sus mÆs antiguos elementos. Los nestorianos utilizan ademÆs otros dos textosatribuidos a Nestorio y a Teodoro de Mopsuesta respectivamente.Estos dos œltimos, sobre todo el primero, revelan incontestablemente ci influjo de los formularios evolucionados de Siria occidental. Sin embargo, presentan mÆs de una particularidad que denotanla persistencia y el resurgir, despuØs de la separación de la Siriaoriental, de una tradición semítica anterior, que ninguna helenización había logrado borrar. Un detalle significativo de este hecho esel puesto que la epiclesis conservarÆ siempre en estos textos: noantes, sino despuØs de las intercesiones finales. Los sirios orientales adoptaron la epiclesis sintØtica de Antioquía y de JerusalØn, sucombinación de la oración por la aceptación del sacrificio y, consiguientemente, por la consagración de los elementos, con la oraciónpor que tenga su efecto en nosotros la celebración del memorialeucarístico. Pero parece que no pudieron resignarse a la inversiónde la antigua oración nacida de la tefillah, que implicaba el traslado de la petición de aceptación de los sacrificios y de las oraciones del pueblo de Dios, del final al comienzo de as sœplicas. Hastaen la liturgia de Nestorio sobrevivirÆn otras particularidades queson igualmente semíticas.

La primera concierne al diÆlogo introductorio. En esta tradicióntenemos siempre al comienzo la fórmula tomada de la segunda epístola a los Corintios, pero nunca se modifica ni el orden bíblico delas personas divinas ni sus atribuciones primitivas la gracia a Cris-

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Forma larga de Adday y Man

to, la &ytnl al Padre. AdemÆs, se trata siempre de los corazones,que son invitados a elevarse hacia Dios. Pero la tercera clÆusula deldiÆlogo se presenta siempre en Siria oriental en una forma que notiene equivalente en ninguna otn oración. El «demos gracias...»inicial se sustituye siempre por la expresión «es ofrecida la oblación qorban. . .». Esta fórmula se ve empleada incluso con la eucaristía de Adday y de Maæ que, aparte de esto, no implica expresiones tØcnicamente sacrificiales ni en su forma original, ni enla mÆs desarrollada. Parece que nos hallamos aquí ante un muyantiguo testimonio del sentido sacrificial dado ya a la eucaristía enla Øpoca en que todavía se expresaba simplemente en la terminología de las oraciones sinagogales.

Otra equivalencia de este gØnero, que no ofrece menor interØs,se halla en el empleo, frecuente en estas liturgias, de la palabra rozoequivalente de «misterio» en siríaco. Lo hemos observado ya en eltexto de Adday y de Man. Su empleo en el de Teodoro llama todavía mÆs la atención. La anamnesis, en lugar de reasumir la palabra «memorial» en la conclusión del relato eucarístico, en uno y otrotexto lo sustituye por la expresión «celebramos el misterio.., por elcual la salud vino a toda nuestra raza», precisa Teodoro. Pero Teodoro, mÆs adelante, en la parte de la anamnesis que en Øl se haceexplícitamente sacnificial, la repite una vez mÆs en una frase muyreveladora:

Ofrecemos en presencia de la Trinidad gloriosa, con corazón contritoy espíritu humillado, este sacrificio vivo y santo, que es el misterio delCordero de Dios que quita los pecados del mundo, rogando y suplicando entu presencia que [tel sea grato, Sefior, divinidad adorable, y que sea aceptada por tu misericordia esta oblación pura y santa por la que fuisteapaciguado y reconciliado, por los pecados del mundo".

El final mismo de este texto adquiere todo su relieve cuando secompara con lo que antes, en la acción de gracias por la redención,se decía de la cruz:

El Dios Hijo Único, el Verbo, aunque era la imagen de Dios, nocc.nsideró como rapiíia la igualdad con Dios, mas se anonadó a sí mismo

17. Rrunoi, . cit., t. II, p. 619.

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La forma clÆsica de la eucaristía bizantina

y tomó la Semejanza le un esclavo, descendió del cielo, se revistió denuestra humanidad, de un cuerpo mortal y de un alma racional, inteligentee inmortal, de la Virgen santa, por virtud del Espiritu Santo, y con ellollevó a tØrmino y realizó toda esa grande y admirable economía que habíasido preparada por tu presciencia desde antes de la constitución del mundo.Tœ mismo la realizaste luego, en estos œltimos tiempos, por tu Hijo œnico,Nuestro Seíjor Jesucristo, en quien habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente; Øl es tambiØn cabeza de la Iglesia y primogØnito deentre los muertos, y Øl es cumplimiento de todas las cosas, todas las cualesson cumplidas por Øl. Él mismo, por el Espíritu eterno, se ofreció a Diosen ofrenda inmaculada y nos santificó por la oblación de su cuerpo una vezrealizada, y pacificó por la sangre de su cruz lo que estÆ en el cielo y loque estÆ en la tierra, Øl, que fue entregado por nuestros pecados y resucitópor nuestra justificación...

Sigue luego el r&ato de la institución que ya hemos citado aldiscutir sobre su presencia originaria en la eucaristía de Adday yde Man.

La comparación de estos textos de la acción de gracias y de laanamnesis de Teodoro muestra con la mayor claridad que el «misterio» es en esta tradición la presencia sacramental de la oblaciónefectuada una vez en la cruz, segœn la expresión de la epístola alos Hebreos. Sin embargo, esta presencia en el misterio, de la oblación œnica, es tan real que el mismo niistenio litœrgico celebradopuede llamarse nuestro sacrificio vivo y santo, sacrificio que, a suvez, es finalmente reidentificado con la oblación de la cruz. Nopuede desearse una evidencia mÆs clara de que, para Teodoro y sumedio, el misterio sacramental de la eucaristía es el equivalenteexacto del memorial judío, concebido como conteniendo lo queevoca y aplicado a la cruz del Salvador.

No nos extenderemos ya en citar la eucaristía de Teodoro sinopara precisar que en ella como en las de Santiago y de san JuanCrisóstomo, la epiclesis pide formalmente que el Espíritu «haga»del pan y del vino *por la virtud de tu nombre», puntualiza Teodoro el cuerpo y la sangre de Cristo. En este punto, como hemospodido ya notar en lo que hemos citado, es muy afmn a la de sanBasilio, por su abundante recurso a las fórmulas bíblicas. El papelcentral que asigna tambiØn al texto de Filipenses 2 induciría a pen

18. Ibíd., p. 618.

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Forma larga de Adday y Man

sar que se inspiró directamente en ella. Pero a acumulación de lascitas, no tan bien fundidas, y una cierta redundancia de lenguaje,pese a fórmulas particularmente felices, la sitœa, diríamos nosotros,un poco mÆs abajo en una clase de composiciones que debió deincluir otras muchas. La de Nestorio es otro ejemplo, un poco mÆstardío, que estudiaremos en otro capítulo y que nos harÆ como tocarcon la mano la hipertrofia y la descomposición que pronto habíande amenazar a eucaristías de una teología demasiado didÆctica, almismo tiempo que de un biblismo tan recargado que confirma suindole facticia.

En cambio, la eucaristía de Adday y de Man, que hemos citadoea la integridad de su recensión larga, aunque œnicamente paraextraer sus elementos mÆs arcaicos, debe ocuparnos ahora, tal comose nos ofrece todavía hoy.

Si se vuelve a examinar este texto ‘, se observarÆ que no entradentro del esquema evolucionado que la misma Siria oriental acabaría por aceptar de la Siria occidental, aunque manteniendo la epiclesis, incluso desarrollada sintØticamente, como la conclusión de latefÜlah cristiana. Sus intercesiones y conmemoraciones, a igual quesu anamnesis, ofrecen algunas analogías con las que se hallan enel texto atribuido a Teodoro. Pero, a primera vista, el orden en queesta œltima serie de oraciones se desarrolla en Teodoro, afíp al quese halla en las eucaristías del libro viii de las Constituciones apostólicas o de Santiago, parece haber sido trastocado en la liturgia deAdday y de Man, por algœn motivo incomprensible. Sin embargo,dom Botte, aun admitiendo. que aquí como en las otras partes deltexto desarrollado hubiera podido haber manipulaciones poco hÆbiles, hace observar que es inconcebible que se destruyera sistemÆticamente el orden aparentemente mÆs lógico de Teodoro, para llegara Øste. La sola comparación del texto largo de Adday y de Mancon el nœcleo mÆs antiguo. que encierra, nos ha mostrado. ya el extremo conservativismo que de hecho dominó su desarrollo. Hemosvisto que cuando se introdujo aquí la epiclesis, pese al hiato que produjo en la anamnesis, no acarreó modificación alguna del texto antiguo de Østa, que hubiera podido permitir restablecer la continui

19. Cf. supra, p. 156ss.

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La forma clÆsica de la eucaristía bizantina

dad. Hay grandes probabilidades de que la aæadidura de las intercesiones, así como la del sanctus, se produjera en condiciones anÆlogas. En efecto, si tomamos la continuación del texto extenso, talcorno se nos presenta en la liturgia todavía en uso, vemos cómo sepuede resumir. la primera parte, de acción de gracias por la creación, sustituyó por la fórmula de la misma que se hallaba en la liturgia de la comida eucarística la que debía estar primitivamenteligada al sanctus en la liturgia del oficio de lecturas y de oraciones.Lo mismo se diga de la acción de gracias por la redención, que siguea aquØlla y que, a ojos vistas, debía en un principio estar ligadadirectamente con la precedente. DespuØs de lo cual, iv y y constituyen una verdadera preepiclesis, como la que hemos observado enlos ritos de Roma y de Egipto, pero que estÆ muy próxima a laprimera «bendición» de la tefiiiah, pues todavía es fundamentalmente una conmemoración de los padres en la fe simplemente seaæadieron a los profetas los mÆrtires. Con vi sigue la oración porla seguridad y la paz, y *luego la oración por la conversión de losinfieles. vii es una onción por los ministros de la Iglesia, que conduce abruptamente en el texto escrito a la anamnesis, pero que debíaligarse con ella por intermedio de un relato de la institución eucarística, muy semejante al que se ha mantenido en la eucaristía deTeodoro. No es el caso de repetir aquí lo que ya hemos explicadoy que acabamos de recordar tocante al desarrollo de la epiclesis apartir de la anamnesis, aunque en el interior de Østa.

La primera observación que se impone es que aquí, como en sanBasilio, hallamos un orden muy anÆlogo al de la tefii/ah, a partirde iv hasta vi in]usive. La conmemoración de los santos tiene lugaral comienzo y es asociada a una primera evocación del sacrificio eucarístico, que en textos mÆs evolucionados, corno en el del te igiturromano, ocupó su lugar. La seguridad y la paz conducen a la expansión del «conocimiento» de Dios, y todo termina con una oración por el ministerio sagrado, que en este texto, como al final de laintercesión de san Basilio, es el equivalente de la oración por la recomendación de los sacrificios de Israel en la tefÜiah, y que, portanto, corresponde a la primera epiclesis de Roma y de Alejandría.DespuØs de esto se comprende que la epiclesis final, si bien invoca alEspíritu Santo, no lo hace pan obtener la aceptación del sacrificio

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Forma larga de Adday y Man

ya evocada en iv y en vi, sino sencillamente para que la celebracióntenga todo su efecto en nosotros.

Este plan converge, pues, casi exactamente, a partir de lo quehemos llamado la preepiclesis, con el plan fundamental del canonromano. Pero es un grado mÆs arcaico, primeramente porque dejóla conmemoración de los santos antes y no despuØs de la intercesión por los vivos. AdemÆs de esto, en lugar de que toda la acciónde gracias pasara a la cabeza, antes del sanctus, Øste, como todavíaen las oraciones judías, queda encuadrado entre una acción de gracias por la sola creación, que lo precede, y una acción de gracias porla sola redención, que lo sigue.

En otras palabras, la forma desarrollada de la anÆfora de Addayy de Man atestigua la existencia anterior, en Siria como en Roma yen Egipto, de una eucaristía en la que todavía no se hacía sino recitarseguidas las formas cristianas de la qedzdah y de las bendicionesque la encuadraban despuØs de la tefillah, y finalmente de las oraciones propias de la comida sagrada, con sólo algunos ajustes elementales. Aquí el œnico ajuste consiste en que la bendición deloficio sinagoga1 por la creación, centrada en la luz, se reemplazapor la bendición de la comida, centrada en la vida, y tambiØn enque la bendición por la torah se reemplaza por la bendición por laalianza. Esto ya no dejaba despuØs del equivalente de la tefillahsino el equivalente de la oración judía por el memorial y su efectoen los que lo celebran.

Puede afíadirse que este orden, en cuanto difiere del de Alejandría, atestigua ciertamente la influencia en la Siria cristiana, del ordensinagogal palestino, donde la qedus’ah se mantiene en su puesto primitivo, antes de la tefillah. Una vez mÆs se trata de la misma influencia que, incluso en Roma, debió detenriinar la misma disposición.Puede decirse que tenemos aquí como una prueba palpable del hechode que el orden sintØtico de las liturgias sirias occidentales, a partirde la liturgia pseudoclementina, es en Siria misma donde hace suaparición, producto de una refundición. Los esquemas afines de laeucaristía romana, alejandrina o siria arcaica si ya no primitivano son sino variantes locales de un orden que debió de ser universal a partir del momento en que se soldaron el oficio de lecturas yde oraciones, y el Ægape eucarístico. La fonna primitiva de Adday

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La forma clÆsica de la tuenristia bizantina

y de Man, que atctigua un estado de cosas en que todavía no se conocía esta soldadura, hace que nos remontemos todavía a mayor antigüedad. Pero, recíprocamente, la lógica como la retórica helenística del orden sirio occidental son incontestablemente posteriores.

Genea1oga y gØnesis de la epielesis

Este capítulo nos ha permitido ver cómo la eucaristía siria occidental alcanzó su forma que había de ser clÆsica, y al mismo tiempoverificar su gØnesis. La conclusión nos la proporcionarÆ un estudiorecapitulativo del desarrollo de la epiclesis. Tenemos ya, en efecto,todos sus datos y, con las eucaristías de san Juan Crisóstomo y deSan Basilio, ia hemos visto alcanzar el estadio final.

Si por epiclesis se entiende una invocación explícita del EspírituSanto, que se sitœa inmediatamente despuØs de la anamnesis, o entodo caso en la œltima parte de la oración eucarística, su primeraaparición tiene lugar, en tØrminos poco mÆs o menos idØnticos, enla que descubrimos en la liturgia de Adday y de ilari, como tambiØn en la de la Tradición apostólica. En Adday y Man pareceincontestable que no pertenece al texto primitivo. Pero aquí es verosímilniente la refundición mÆs antigua que se puede descubrir20.Aparece, en efecto, que el Espíritu, y su venida sobre la oblaciónno estÆn en este estadio en relación con la aceptación celestial delsacrificio, y menos todavía con la consagración del pan y del vinoque haga de ellos el cuerpo y la sangre del Salvador. En este lugarse invoca al Espíritu sencillamente porque se pide, como ya en lasoraciones judías, que la celebración del memorial tienda eficazmentea la edificación de la JerusalØn futura en su unidad definitiva y, almismo tiempo, a la glorificación final de Dios. Esta unidad, quepara los cristianos serÆ la del cuerpo de Cristo llegado a su plenitud en la Iglesia, y esta glorificación del Padre por el Cristo total,tambiØn para ellos, son la obra propia del Espíritu. Así pues, tarde otemprano, su mención debía introducirse en este lugar. Y cuando, debido a las controversias teológicas de la segunda mitad d& siglo TV, se

.O. Cf. supnl, 1. 1S9.

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Genealogía y gØnesis de la epiclesis

dirija la atención hacia su divinidad, serÆ tambiØn natural que en estelugar no sólo se le mencione, sino que se le invoque formalmente.

Si tenemos razón de pensar, pese a las objeciones opuestas pordom Botte a dom Dix, que el Testamentum Domini nos permiteremontarnos a un estado anterior de la liturgia de san Hipólito,estado en que sólo se daba la mención, pero no todavía la invocación de una venida especial del Espíritu, en estos dos estados sucesivos del mismo texto podemos captar al vivo cómo se pasó deluno al otro

¿ Nos permite esto afirmar que esta primera forma, no consacratoria, de la epiclesis, es ya una propiedad siria, es decir, queapareció en Siria antes de propagarse por otras partes? Nos veríamos tentados a creerlo, aunque en ello queda todavía una parte deconjetura. El testimonio concorde de Roma y de lo que parece serel estado mÆs antiguo de los textos egipcios, inclina a pensar que niRoma ni Alejandría y su proximidad conocieron nada semejanteantes del siglo iv. Carece absolutamente de fundamento. serio laidea de que la antigua liturgia romana habría conocido una epiclesisde este gØnero, que luego habría desaparecido por razones impenetrables, sin dejar la menor huella . En Egipto vemos introducirseprogresivamente esta epiclesis del Espíritu, a lo que parece, despuØsde un período de tanteos, ya figure allí en su puesto normal y ciertamente original, ya fuera dirigida en un principio no al Espíritu,sino al Verbo, y sin embargo por uno de los teólogos mÆs acØrrimosde la divinidad del Espíritu Santo . Por otra parte, los otros prØstamos que parecen acompaæar allí su aceptación final no debierontampoco provenir sino de Siria. Fue innegablemente en Siria dondese compuso la epiclesis de Adday y de Man y mÆs concretamente,en siríaco. Finalmente, repitÆmoslo, sería muy posible que sanHipólito mismo fuera de origen sirio. El arcaísmo general de suteología trinitaria, asi corno sus gustos litœrgicos, su rigorismo penitencial, su conciencia de clase, casi tan extraæa al mundo equívocode Alejandría como a las antiguas costumbres, son otras tantas

2’. Cf. supra, p. 177....,22. Cf. .upra, ,. ?2lsa. La idea sostenida por WC. It ts,wr, Tite Pri,nitive Fon;.

of Consecration of tite Ho/y Buchona, en «The Church Quarterly Review», jubo 1908,p. 385ss, es un puro apriorismo que carece de base.

23. Cf. sufra, ji. 209ss.

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La forma clÆsica de la eucaristía bizantina

probabilidades convergentes24. Pero esto es todo lo que se puededecir del particular.

En cambio, la oración por la aceptación del sacrificio, que sedesarrollarÆ en una petición formal de consagración de los elementos, antes de combinarse con la epiclesis del Espíritu Santo, brotadade la anamnesis, y que en los orígenes no tenía este objeto, no tienenada particularmente sirio. Proviene, en efecto, no del memorialdesarrollado en la tercera parte de la berakah que sigue a las comidas, sino de la oración abodah, conclusión de la tefillah JudíaEstÆ, pues, en su puesto nonnal allí donde la hallamos todavía enel canon romano, allí donde figuró primeramente en la liturgia egipcia y donde se mantendrÆ siempre en la liturgia siria oriental: alfinal de las intercesiones y de las conmemoraciones. Con respectoal relato de la institución, su puesto es antes, no despuØs de esterelato. Ernicamente la síntesis teológica operada en Siria occidentaljuntamente con una dislocación y una refundición sistemÆtica delas antiguas oraciones eucarísticas, harÆ que esta oración se fusioneallí con la epiclesis del Espíritu Santo en la conclusión de la anamnesis. A partir de este momento la epiclesis pedirÆ a la vez trescosas: la aceptación del sacrificio identificado explícitamente conla presentación a Dios del memorial del Salvador, la consagraciónconsecutiva del pan y del vino como el cuerpo y la sangre de Cristo, y finalmente lo œnico que es primitivo, que esta venida delEspíritu Santo que nos une a todos en el cuerpo de Cristo, que esla Iglesia, nos permita a todos glorificar eternamente al Padre enesta unidad

Esta síntesis es incontestablemente siria, y mÆs concretamentesiria occidental. En ella vemos cómo el elemento central aunque elmÆs tardío ocupa progresivamente mÆs lugar. La anÆfora pseudoclementina se limita todavía a pedir que el Espíritu Santo manifieste&topv que el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo,asociÆndonos plenamente a Øl y a su redención ‘. Ya la de San-

24. Cf. supra, p. 1 72ss.25. Cf. copra, p. 204s,. El hecho de que ya el judaísmo, co,no hemo, dicho, ¡Mro.

ducía la evocación del memorial en los mismos tØrminos, tanto en la oración abodakcomo en la 3.’ berakala de la comida, establecía una equivalencia entre ellas y preparabasu fusión.

26. Cf. supra, p. 266s. 27. Cf. copra, p. 264.

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Genealogfa y gØnesis de la epielesis

tiago, a la que seguirÆ la de san Juan Crisóstomo , precisa mÆs al

pedir que el Espíritu Santo haga del pan y del vino el cuerpo y lasangre de Cristo, y es posible que fuera el mismo san Juan Crisóstomo el que aæadió: «. . .cambiÆndoios por tu Espíritu», auncuando la adición tiene probabilidades de ser mÆs tardía.

El formulario siríaco de los doce apóstoles, sobre cuyo textogriego primitivo trabajó Øl, tropezaba, sin embargo, en este lugar conuna palabra que Øl tradujo por «manifestaba» 20 y que tiene nopocas probabilidades de ser el &Eopiv de la liturgia pseudoclementina. Sin embargo, no es imposible que fuera ya &vst, al quese atendrÆ san Basilio. tambiØn &v&ctocL puede tnducirse por«manifestar». Pero ya hemos visto que el empleo particular de estapalabra por san Basilio, que la aplica primero a la presentación queel Hijo hace de su of renda al Padre, da a esta voz un sentido ciertamente equivalente al de nuestro tØrmino «consagrar» cuandodecimos «consagrar el pan en el cuerpo» y «el vino en la sangre deCristo»". todo lo que en el Oriente bizantino se pueda acumularposteriormente en este lugar, no harÆ sino subrayar la fuerza deesta expresión, sin aæadir nada que no contenga ya en cuanto arealismo sacramentario. Desde este punto de vista el rroLaZv deSantiago y de san Juan Crisóstomo sólo aporta una claridad decisiva a la fuerza de un pensamiento que san Basilio, como sabemos,prefería, cuando su expresión parecía nueva, dejar el mayor tiempo posible al abrigo de fórmulas lo mÆs discretas posible.

28. Cf. supra, p. 273 y 287.29. Cf. supi,, p. 284.30. Cf. supra, p. 294.

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