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Houssay PUBLICACIONES OEL CIRCULO MEDICO ARGENTINO Y CENTRO ESTUDIANTES DE MEDICINA LA FORMACION DEL ESPIRITU MEDICO Guía intelectual del Estudiante de Medicina Por los doctores Nerio Rojas. Gregorio Araoz Alfaro y Bernardo A. Prólogo de Eduardo Carasa BUENOS AIRES 1928

LA FORMACION DEL ESPIRITU MEDICO

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Houssay

PUBLICACIONES

OEL

CIRCULO MEDICO ARGENTINO Y CENTRO ESTUDIANTES DE MEDICINA

LA FORMACION DEL ESPIRITU MEDICO

Guía intelectual del Estudiante de Medicina

Por los doctores Nerio Rojas.

Gregorio Araoz Alfaro y Bernardo A.

Prólogo de Eduardo Carasa

BUENOS AIRES

1928

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LA FORMACION DEL ESPIRITU MEDICO

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SUMARIO

Pág.

Prólogo 5

La formación del espíritu médico por el Dr. Nerio Rojas

espíritu crítico en el medico, por el Dr. Gregorio Araoz

Alfaro 37

Problemas y orientaciones de la Medicina Moderna, por el

Dr. Bernardo A. Houssay 57

Breve historia de la Facultad de Medicina, por el Dr. Nerio

Rojas 89

Indicación bibliográfica 101

Antecedentes de la Ley Universitaria. Discurso en el Senado,

del Dr. Nicolás Avellaneda 105

Ley Universitaria 135

Estatuto Universitario 139

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de

PROLOGO

LA FORMACION DEL ESPIRITu MEDICO

Cuando en setiembre del año pasado el profesor Nerio Rojas, ocupó la tribuna de nuestro Ateneo, re-firiéndome al tema su conferencia, decía: "Yo ignoro si va a dejarnos uno de esos ensayos de psicología profesional que, según Bourget, tanto seducían a Tai-ne; no sé tampoco si mañana querrá dar a sus refle-xiones la forma definitiva del libro que tanto necesi-tamos; pero os puedo asegurar que no habremos es-cuchado en vano su clara palabra de maestro. Así viene a esta casa, que honró con su talento en sus días estudiantiles, no para dat una conferencia magis-tral. sino para conversar familiarmente con nosotros. Lo que nos diga, entonces, tendrá el significado de un testimonio y de una confesión".

Y fué toda ella el testimonio de un hombre sincero. de una bella inteligencia, de una delicada sensibiliclad ,,r1 El médico estuvo esa noche a la altura de su difícil misión. No era, por cierto, el sermón de los veteranos que gruñen bondadosamente sus consejos a la juven-tud, como el viejo maestro Le Genclre. No era tam-poco el recetador feliz que ha encontrado la fórmula definitiva y la ofrece con una ingenua confianza a sus

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oyentes. La presencia del expositor alejaba la idea de

lo primero, su espíritu crítico le impediría siempre lo

segundo. Las sugestiones no brotaban de la máxima

de sesgo clásico. ni del concepto cortante. ni del gesto de autoridad: nacían del conjunto dramático que de-

fine una vida intensa, del espectáculo que pueden ofre-

cer las vacilaciones íntimas, de las dudas torturantes

que agitan la adolescencia, de las dolorosas sorpresas

iniciales. . .

¿Serán leídas estas páginas con la emoción cíe

aquella hora? No lo sabemos. Falta, sin duda, el bri-llante expositor; la palabra cálida, varonil, llena de ma-tices como el pensamiento que quiso traducir; el gesto cordial que estimula y acerca; pero queda en ellas el rasgo espontáneo, que es una forma de. la elocuencia. la crítica severa y valiente, el juicio certero y la idea fecunda. Dominando todo, como un móvil general de acción, el sentimiento.

Nerio Rojas sintetizó aquella noche los tres ele-mentos que forman el verdadero espíritu médico: técnica científica, sensibilidad profesional y cultura filosófica. Habló con la franqueza del que puede pensar en alta voz, dejando al final la sugestión que se concreta en este pequeño volumen. - No olvidéis, dijo, que un mé-dico inculto es tan malo como un médico insensible. Acostumbráos a la atmósfera de las ideas y de la bon-dad, no a la de las personas e intereses. Tened un

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sentido superior de nuestra profesión. Recordad las pa-

labras de Descartes -- el gran filósofo cu lt or de la , fi-

siología Si es posible encontrar medio vira hacer - a los hombres en general más sensatos y más hábiles

de lo que hasta ahora han sido, creo que es en la me

dicina donde hay que busca r le".

Por una feliz coincidencia los profesores Gregorio

Aráoz Alfaro y Bernardo lloussay habían resuelto plan-tear problemas y definir cuestiones que tienen como

veremos muchos puntos de afinidad con la diserta-o c

cion inaugural . 131 primero hizo ciertamente lo que lla (1 () filosofía médica, renovando conceptos que ha expues-

to con claridad meridiana en la primera parte de 50 Tratado de Semiología. Quien lleva cuarenta años cíe vida científica, con el dinamismo y el brillo inagotables

que se han recordado al dejar la cátedra, podía comu-

nicar sus reflexiones en esta forma, corrigiendo exube-

rancias que son frecuentes en nuestro medio y enseñan-

do el valor de•los grandes instrumentos del arte médico.

Piste ajuste perfecto del pensamiento a su exPr(' -

siOn, que es tina condición de la honestidad intelectual ..ctual.

constituye por sí sólo una enseñanza. Los comentarios que lene Aráoz Alfaro refiriéndose a la experiencia

respetable y deseable - que no se forma solamente con

el correr de los años -, y el ataque decisivo que lleva a

las modas profesionales y docentes, están dentro dr una

crítica más general que quiere subsanar un defecto muy

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arquitectura

nuestro: la tendencia a exagerar los valores, el amor a la hipérbole, el interés por todo aquello que resulta fron-doso o dispersivo. Recordemos las páginas que con este

motivo han escrito, en diversas circunstancias, moralis-tas como Agustín Alvarez, artistas como Paul Groussac sac, escritores como Alberto Gerchunoff.

El profesor Houssay enunció después diversos pro-blemas que ofrece la evolución de la Medicina. Sus grandes conocimientos encontraron sin duda el cauce adecuado y lo que dijo es de una concisión tan grande que impide toda tentativa de síntesis. Constituye un ensayo de permanente interés, de firme de limpio perfil; resúmen de una intensa experiencia per-sonal.

Estos tres estudios para-médicos tienen, pues, gran-des zonas de contacto y penetración recíproca; se com-plementan y- llenan los claros que, por la brevedad del tiempo, fué dejando cada disertante. Por eso los tres encuentran en este libro un punto de inserción común que justifica la iniciativa cumplida. De ellos podría de-cirse lo que ha escrito E. Forgue en la portada de una hermosa obra que agrupa sus estudios para-quirúr-gicos: "un mismo lazo los reúne: el pensamiento de la alta dignidad de nuestro estado y de la nobleza de sus reglas morales

Eduardo Carasa Buenos Aires, 1928.

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PROBLEMAS Y ORIENTACIONES DE LA

MEDICINA MODERNA

Por el profesor Bernardo A. Houssay (1)

I. Origen y evolución de la medicina. -- II. La medicina como ciencia y como arte. -- III. Enseñanza médica. — IV_ Las ciencias básicas. — V. Los hospitales y su papel en la en-señanza, la investigación y la práctica de la medicina. — VI. Especialización profesional, trabajo en grupos, hospitales priva-dos. — VII. Los escollos de la profesión. --- VIII. La hi-giene y la medicina preventiva. — IX. Algunos defectos nuestros y manera de evitarlos.

La simple enunciación de los principales problemas que plantea la evolución de la Medicina en el presente y para el futuro, resultaría tan larga y compleja, que sólo me atrevo a presentaros algunos pocos de ellos en forma concisa y un tanto esquemática.

Estas cuestiones se debaten y explican aún dema-

siado poco entre nosotros, por lo que algunos puntos

o ideas pueden resultar nuevos o desconocidos para al-

gunos de mis oyentes. Quizás ciertos conceptos les sor-prendan o les parezcan revolucionarios o utópicos, o equivocados. Pero si mi conferencia intensificara el es-

tudio y discusión de estos problemas, me consideraría

muy feliz de haberla dictado.

(1) Conferencia dada en el Ateneo del Centro de Estudian-tes de Medicina de Buenos Aires el 19 de octubre de 1927.

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I. Origen y evolución de la Medicina

Para comprender las orientaciones presentes y fu-turas de la Medicina es conveniente, diría indispensa-ble, conocer su historia y su evolución. Somos hijos de nuestros padres; el presente nace y deriva del pasado; todos los progresos se eslabonan en una continuidad ininterrumpida, sólo parcialmente oscurecida a ratos por estériles períodos de quietismo o aparente discontinui-dad. Imitando el decir de Foster, lo que sabemos y pensamos no es una nueva fuente que surge de la roca de lo desconocido al choque de la varilla mágica de nuestro intelecto: es una corriente que sigue en nosotros y al través nuestro alimentada por los pequeños manan-tiales de un pasado remoto.

La Medicina nació desde los albores de la vida y actividad humanas. Las imperfecciones del hombre lo obligaron_ a una lucha continua, en que la lumbre de su inteligencia le permitió compensar sus múltiples deficien-cias. Siendo de musculatura débil vióse obligado a in-ventar la mecánica y a manejar las fuerzas. Por no estar dotado de dientes ni de uñas para el ataque y la defensa, debió construir las armas más vulnerantes y con ellas ha extinguido, confinado o domado las especies

; animales más fuertes y feroces. Sensible al calor y al frío, ha llegado a dominarlos o manejarlos al punto de ser casi la única especie que habita cualquier clima. Ex-puesto a las lesiones y a las enfermedades más varia-

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das, desde sus primeros contactos con la naturaleza, se vió obligado a curarlas y trató de prevenirlas. De esos remotos orígenes nació la Medicina y con ella la Hi-giene.

Las preocupaciones médicas han sido las causas im-pulsoras principales de los estudios, que fueron el ori-gen de las ciencias físicas y químicas, las que nos han dado un dominio considerable sobre las fuerzas natu-rales y constituyen la base de la civilización contem-poránea.

En los períodos primitivos el hombre se vió rodea-do por fuerzas poderosas que lo superaban. Sus prin-cipales preocupaciones se refirieron a esos factores que se le ocurrían 'sobrenaturales, a la reproducción, a la nutrición y a la muerte.

Desde el principio pretendió vencer, aplacar, con-jurar o congratularse los espíritus o influencias que. fuera de él, parecían manejar su vida; de allí nacieron las supersticiones, hechicerías y religiones. Las enfer-medades se atribuían a fuerzas misteriosas con capri-cho o voluntad maligna; aun hoy en todos los países se teme al daño, al basilisco, al mal de ojo, etc. La lu-cha contra estos espíritus origen de las dolencias, era práctica de hechiceros y tenía por base sortilegios, amu-letos, exorcismos, curas de palabras, etc. , que aun per-sisten en mayor o menor grado en todos los pueblos

del inundo. Por esas causas la Medicina tiene origen sacerdotal y desde entonces ha conservado un pres-

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tigio misterioso que acompaña al médico o al hechicero o al curandero. Muchos de estos últimos explotan aún el factor sugestionable de las enfermedades, haciendo una psicoterapia que también en cierto grado practican, consciente o inconscientemente, los médicos; pero la pro-fesión médica está casi totalmente basada en conoci-mientos empíricos o científicos, depurados por siglos de experiencia, de los que carecen naturalmente los hechi-ceros o curanderos.

Los cultores de la medicina sacerdotal primitiva no se limitaron a las preces o exorcismos. En contacto con los enfermos e interesados por los hechos. que se les presentaban, fueron acumulando observaciones k 2). hi-cieron ensayos con los simples de origen animal, vege-tal o mineral que tenían a su alcance. De allí derivó el conocimiento empírico de las drogas y venenos. Este empirismo llevó por un obscuro y eficaz proceso z des-cubrir la acción de la quina en el paludismo, la ipeca en la disentería, de todas las plantas con cafeína para preparar bebidas excitantes, de los narcóticos, del mer-curio en la sífilis, etc. Es maravilloso que las propiedades de las plantas de acción heroica, medicamentosa o tó-xica, fueran conocidas por los indígenas de América y que de ellos las aprendieron los europeos. Estas obser-

(2) En el templo de Esculapio los enfermos dejaban ex-votos con la relación de sus padecimientos; fueron las primeras histo-rias clínicas y una de las fuentes más importantes del saber de los sacerdotes de ese culto.

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vaciones empíricas bien hechas señalan el comienzo de la era científica en la Medicina. Hubo países, como la China, en que los conocimientos se estancaron e hi-cieron dogmáticos y escolásticos; mientras que en otros. como en Europa, la investigación de la naturaleza mis-ma y el razonamiento. los llevaron al grado de adelanto actual. El estancamiento de la China fué el fruto del empirismo estrecho, dogmático y utilitario; el progreso europeo, la consecuencia de los métodos lógicos de exa-men e indagación. Eternamente la humanidad se de-bate entre ambas tendencias, pero para su bien han con-cluido por primar.las últimas.

La observación, experimentación y raciocinio, han sido la base de una larga evolución que nos llevó al ade-lanto presente. Éste arranca de las antiguas civiliza-ciones asiria, egipcia; se codificó en Grecia desde Hi-pócrates, para evolucionar en Roma. En el largo pe-ríodo medioeval hubo adelantos parciales, pero las ten-dencias dogmáticas, el principio de autoridad, la falta de libre examen, la erudición libresca, el mediocre inte-rés por los hechos y el desprecio por los trabajos ma-nuales de disección o cirugía, fueron causas de un re-traso considerable en el progreso. Tales tendencias hu-bieran llevado a una situación casi estancada, pero fe-lizmente en la época del Renacimiento se produjo un gran impulso renovador. Fueron los tiempos del des-cubrimiento de la imprenta, de la pólvora, de América, en que florecieron las artes y las ciencias, mediante el

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estudio de la naturaleza. Vesalio mostró que había más hechos anatómicos que los de Galeno y que éste no era infalible. Colombo, Servet, Harvey, descubrieron la cir-culación y este último autor la estudió por métodos ex-perimentales. Leuwenhoek y Malpighi investigaron la estructura histológica, Borelli la física de los fenómenos vitales; Van Helmont, Silvio y otros introdujeron las nociones_ químicas.

La enseñanza médica se hizo cada vez menos dog-mática y se basó en el examen de los hechos y su razo-namiento. Desde los antiguos hasta hoy, la base de los progresos médicos está en la observación exacta, el ra-zonamiento y la experimentación; no han cambiado las guías fundamentales del conocimiento. En cambio, siem-pre se ha visto perturbado el adelanto por las teorías o sistemas que, con obstinada persistencia, aun hoy se re-producen, aunque menos duraderos y dañinos que otrora.

Los más numerosos y grandes progresos de la Me-dicina se, han hecho en el siglo pasado y comienzos del presente. La aplicación de los métodos de inducción y deducción formulados por Bacon (3) y Descartes, las

reglas del método experimental, magistralmente expues-tas por Cl. Bernard en su "Introduction a l'étude de la

(3) En «Advancement of Learning» y «Novum Organtmn expuso el método Inductivo; fué el primer tratadista notable de la metodología científica. Murió a consecuencia de una neumonía contraída al experimentar la conservación de las carnes por el frío (nieve) .

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Medecine experimentale", son, han sido y serán la base de todo adelanto.

La Medicina se estudia como tina rama de las ciencias naturales, mediante la observación y la expe-rimentación, para conocer y manejar en lo posible, las leyes que rigen los fenómenos vitales del hombre sano o enfermo.

En el siglo pasado se perfeccionaron el método anátomoclínico, tan bien aplicado por Laennec, y el es-tudio de la patología celular, sobre -todo por obra de Virchow. La química biológica iniciada por Lavoisier. al descubrir la naturaleza de los procesos de la respira-ción y nutrición, continuada por Liebig, Voit, Fischer: Berthelot y otros, es una de las bases más importantes y fecundas de la medicina actual.

La física biológica, al través de Mayer, Flelmholtz, Soule, etc. , con la adición de la Físico-Química, es la rama científica más fructífera en el presente para hacer-nos conocer cada vez mejor los fenómenos de la vida, Por lin la experimentación que creó la Fisiología con Fialler, Spallanzani, Cl. Bernard, Muller, Ludwig, nos dió la obra cle Pasteur.

Siempre los grandes adelantos médicos fundamen-tales de la época contemporánea se han debido a la introducción de los nuevos métodos o disciplinas de di-versas ciencias adelantadas.

Así, los conocimientos iniciales de la respiración y

metabolismo se deben a un químico, Lavoisier; los ni-

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yos X a un físico, Rontgen; él conocimiento de las bac-terias como causas de enfermedad, lo debemos a tin químico, Pasteur. Este último descubrimiento permitió el desarrollo de la Cirugía, hasta entonces detenido; ha revolucionado la etiología, el diagnóStico y la terapéu-tica de las enfermedades; ha desarrollado la Higiene moderna y es la base del concepto de la medicina pre-ventiva, que ha permitido la civilización de innumera-bles comarcas, su evolución económica y social, y está hoy revolucionando buena parte de las tradiciones de la Medicina clásica.

II. La Medicina como ciencia y como arte

La Medicina, según la definición clásica, tiene por objeto el tratamiento de las enfermedades. El médico debe además prevenirlas y asegurar el mejor bienestar físico y mental, el vigor y/ la alegría de sus semejantes; estos últimos fines pertenecen a la Higiene y Medicina preventiva.

Para conocer y tratar las enfermedades, es preciso estudiar al hombre por todos los métodos de observa-ción y experimentales (anamnesis, inspección, percusión, auscultación, termometría, radioscopia, electrocardiogra-fía, calorimetría, exámenes histológicos, químicos, sue-

* rológicos, microbiológicos, etc. ) . Todos forman una sola categoría de métodos físicos o químicos aplicados por la Clínica y es falsa y artificiosa la división en mé-todos de laboratorio y clínicos. Sólo que los métodos de inspección o percusión emplean directamente nuestros

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sentidos más educados y cuyas informaciones interpre-tamos mejor. Mientras que, por ej.: un análisis quími-co o un examen radiológico exigen técnicas menos usua-les, que no se dominan y sobre todo no se interpretan con igual facilidad. Si los análisis los hace otro. el jui-cio se hace sobre una observación ajena y no propia, cu-• ya exactitud no conocemos siempre; cuanto más técnica e instrumentos se empleen, tanto mayores serán las po-sibles causas de error. Es por eso sana la conducta de exigir primero al estudiante un dominio perfecto de los métodos simples de observación sensorial directa e inme-diata, pero es poco juicioso oponerlos a los importantes e indispensables métodos mediatos. Cuando mucho se plantea un problema de pedagogía médica, de enseñar bien aquéllos y no permitir que se les descuide en nin-gún caso.

Las reglas y métodos que permiten asegurar una mejor salud física o mental y prevenir las enferme-dades, son dados por los estudios científicos de las cien-cias básicas, los que deben hacerse a fondo, indepen-dientemente o no de su aplicación inmediata. Es una cualidad feliz de ciertos pueblos (Alemania, Estados Unidos) la de aplicar inmediatamente las nociones cien-tíficas. En los países latinos hay más espíritu de rutina e inercia, por lo que a veces las ideas innovadoras o re-volucionarias suelen ser combatidas reciamente, hasta contener su realización, o bien descorazonar o inhibir al que las sostiene. Sin embargo, en nuestro país sue-

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len hacerse aceptar frecuentemente, pero más bien mos-trándolas realizadas e imitables que pretendiendo impo-nerlas por el razonamiento.

La Medicina moderna y sus ramas se basan en mé-todos de observación, experimentación y razonamiento, que sólo se dominan por la práctica y experiencia per-sonal. Los grandes progresos son el grupo de nocio_ nes científicas, en general derivadas de alguna ciencia exacta ( física, química. etc. ) .

La Medicina puede ser considerada como un arte y como una ciencia. Como arte es la aplicación de todoslos conocimientos empíricos (1) y científicos para dis-cernir, a juicio del médico. cuáles son los trastornos mór-bidos y cuál es la manera de tratarlos o de evitar silpropagación en el individuo o en la especie; por su su _ jeto la clínica estudia con el mayor interés lo indivi-dual y lo particular en cada enfermo, mientras que las ciencias básicas se preocupan sobre todo de los princi-pios generales; por eso la Clínica mejora con la expe-riencia del número de casos observados y de los años de buena práctica. La observación más somera nosmuestra que cada vez el arte médico adquiere más ca-rácter científico y se hace progresivamente menos empí-rico.

(1) Que si son seguros ya pueden considerarse comí() cientí-ficos y deben inspirar respeto y ser estudiados.

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La Medicina como arte o profesión puede ejercer-se a domicilio, en la Clínica privada o en el Hospital; tiene un noble fin humanitario que llenar.

Como ciencia o grupo de ciencias la Medicina Ior-ma parte de la Universidad y sus conocimientos deri-van de la investigación. En este caso debe enseñarse y perfeccionarse en los Laboratorios y los Institutos Clí-nicos universitarios.

Un verdadero Instituto Clínico Universitario es un lugar en que se atienden los enfermos con todos los re-cursos del arte o profesión y donde se estudian a fon-do con espíritu de investigación; sin la investigación co-

mo principio básico no hay Institutos.

Un profesor de clínica universitaria debe, pues, ser un hábil profesional, tener espíritu humanitario y ser

un hombre de ciencia; asociar los especialistas en ella,

no como empleados o auxiliares de diagnóstico a bajo sueldo (como se hace erróneamente entre nosotros)

sino como colaboradores eminentes, entre los cuales él es un coordinador o director, un minium inter pares.

Sería interesante que en la primera Cátedra de Clí-nica Médica vacante que tenga instalación apropiada, nuestra Facultad implantara el MI time, para asegurar ese ideal universitario germánico o estadounidense. Así el profesor, protegido de la distracción profesional in-

tensa, podría dedicarse al estudio (le sus enfermos y a la investigación de problemas clínicos.

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Aunque los espíritus no estén aún preparados en nuestro país para el progreso, llegará fatalmente dentro de pocos años. El primero que lo realice será una fi-gura histórica en el progreso médico argentino.

Las Escuelas Médicas en que no se hace investi-gación son meras escuelas de oficio (7) y no son uni-versitarias.

Hay interés en que las Escuelas Médicas estén vin-culadas a la Universidad, por la ventaja en relacionarse con las disciplinas científicas. Un grave defecto de nuestra Universidad consiste en que no fomenta el in-tercambio intelectual entre sus hombres, ni tiene institu-tos centrales de cada disciplina (Física, Química, Fisio-logía, etc. ), comunes para las varias Facultades, corno se hace en todas partes. Un defecto de nuestra Es-cuela de Medicina es que su reglamentación no le per-mite bien asimilarse los hombres de ciencia ab médi-cos (Físicos, Químicos, Naturalistas, etc. ) en los insti-tutos fundamentales.

Debemos mantenernos en la Universidad por prin-cipio y por un ideal superior; pero, actualmente, la Es-cuela de Medicina ve incesantemente detenido su pro-greso por la Universidad, que no le da los recursos que necesita, no comprende sus afanes de progreso, la obli-ga a manejarse con una estructura reglamentaria anti-cuada e inelástica y hasta le obliga a enormidades co-

(7) Son subuniversitarias.

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tilo la de aceptar que un profesor pueda dictar dos cá-tedras (I) y otras cosas semejantes.

III. Enseñanza médica

La medicina moderna es cada vez más científica. Su enseñanza procura una ajustada coordinación del es-tudio de las materias básicas con el de las clínicas.

Los conocimientos se adquieren por la observación activa y el raciocinio. Deben arrancar de una base ob-jetiva, procurando que se conozcan los hechos y pro-cedimientos esenciales; pero es sobre todo fundamental la educación médica, o sea la capacidad de observar e interpretar correctamente los fenómenos, investigar sus causas y consecuencias y saber resolver la propia con-ducta ante acontecimientos nuevos o inesperados.

Esta educación es lenta y debe ser gradual, conser, vando la iniciativa e independencia, dentro de una lógica rigurosa. Sólo puede adquirirse bajo la dirección de profesores o auxiliares, de quienes se aprenden además el amor a la verdad, los ideales elevados, la ética y la conducta, el respeto a sus semejantes sanos o enfermos

y la convicción de que toda situación o puesto impone trabajar al máximo para el bien de los semejantes.

Hay tendencia a reducir la importancia de las con-ferencias clásicas que repiten los textos, a intensificar la enseñanza práctica individual razonada, para desarro-llar la capacidad de observar y el espíritu crítico.

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Para dar enseñanza individual es preciso limitar el número de alumnos o aumentar indefinidamente los re-cursos; como hemos demostrado ya, la primera solu-ción es la más factible. La limitación se impone para enseñar bien y diplomar solamente a profesionales con verdadera preparación. La limitación va implantándose poco a poco y sólo no es aún necesaria en algunos paí-ses (Alemania) por su exceso de plazas de trabajo.

La enseñanza individual dirigida concluirá por ha-cer innecesarios los exámenes. Una rigurosa selección inicial (5) y una dirección efectiva conseguirán que la mayor parte de los alumnos inscriptos terminen con efi-cacia sus estudios.

Se está generalizando, felizmente, la tendencia de exigir la dedicación exclusiva de los profesores y asis-tentes de materias básicas a la docencia e investiga-ción.

El costo de la enseñanza médica aumenta enor-memente. Es hoy algo así como 5 a 20 veces mayor que a fines del siglo pasado.

No me extiendo más sobre estas interesantes cues-tiones por haberlas expuesto en notas anteriores.

(5) En todas partes hay selección de los alumnos, en algunas muy rigurosa, como en Johns Hopkins. París no es una excepción, pues la selección se ha hecho en el Liceo, cuyas pruebas Ion muy rigurosas.

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IV. Las ciencias básicas

Las ciencias básicas o fundamentales (institutes o f medicine de las universidades escocesas), son llamadas preclinicas en nuestro país por su distribución en el plan de estudios. Una experiencia firme prueba que entre nosotros la frecuentación de los hospitales. por alumnos de primero y segundo años, no dirigida ni controlada resulta desastrosa, pues dificulta el aprendizaje de las materias científicas y lleva a muchos a abandonar los estudios o a un empirismo grosero, a ser "ratas de hos-pital".

Estas ciencias (Anatomía, Fisiología, Química biológica, Física y Físico Química biológicas, Bacte-riología, Parasitología, Anatomía Patológica), son las bases del adelanto de la Medicina. Son ciencias autó-nomas y con problemas propios, aunque en una escuela de medicina su objeto preferente es el hombre, sobre to-do en los cursos para estudiantes de medicina. No son meros auxiliares de la clínica, aunque de ella deben re-cibir sugestiones, así como dárselas; la clínica es una manera de encarar, según ciertos métodos, problemas particulares aplicando esas ciencias básicas. Si no se quiere esterilizar las materias básicas debe evitarse que estén dominadas por las preocupaciones clínicas pre-sentes; éstas no pueden serles extrañas, pero deben ahon-

dar el estudio de los problemas científicos, sean o aplicables inmediatamente; así se darán los verdaderos

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adelantos fundamentales y se vivificarán las clínicas. Es lamentable que en nuestro país haya muy poca rela-ción entre los institutos básicos y las clínicas-y que pri-

-me aún liiicfiterio individualista, que no es ya de estos tiempos.

Las materias científicas están en general poco ade-lantadas en nuestra escuela. Es excepcional el profeso-rado de tiempo completo (full time), se hace poca in-vestigación, la enseñanza práctica es escasa. Se han creado institutos, pero se olvida que éstos dependen del número de colaboradores competentes y fuil time y no de las instalaciones lujosas o del número de ladrillos.

Sin el desarrollo intenso de las materias básicas no llegaremos a una verdadera situación científica a pesar de nuestros grandes y lujosos hospitales e institutos. Para remediar este estado de cosas debemos recurrir a varias medidas urgentes, que son: 1.° Dedicación ex-clusiva obligatoria de los profesores (full time), de ma-terias básicas con un número de profesores adjuntos y auxiliares competentes también. 2.° Organizar los ins-titutos para el trabajo de grupo o coordinado y limitar la dispersión o atomización estéril del trabajo individual (6). En los tiempos presentes son imposibles la mayor

(6) Me refiero en especial al mariposeo de toquetear some-ramente, sin perseverancia ni profundidad, a temas variados. El trabajo individual metódico cuando es original suele revolucionar o impulsar los conocimientos. Pero estos casos aislados son cada vez más raros y difíciles.

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parte de las investigaciones si no se hacen por el es-fuerzo coordinado de especialistas competentes en di-versas ramas. 3.° Enviar becados al extranjero a jó-venes bien elegidos, con amor a la ciencia y espíritu crítico. Los ambientes, ideas y culturas variadas forman y ensanchan el espíritu y evitan el estancamiento de las escuelas. A estos becados se les debe asegurar a su vuelta situaciones transitorias o definitivas. 4.° Por nues-tro adelanto y por tener algunos servicios bien dota-dos y organizados, debemos atraer a médicos sudame-ricanos, para prepararlos debidamente. El adelanto de cada país de Sud América repercutirá siempre sobre los demás. Debemos desear el más rápido progreso de to-dos. 5." Debe pagarse debidamente al profesor y per-

sonal full time de las materias básicas, para protegerlos debidamente de la miseria o amargura por estrechez pe-cuniaria o de las distracciones profesionales o industria-

les. Una escuela no puede moralmente estar organi-zada sobre la base de la explotación del heroísmo y abnegación de sus docentes, salvo que los menosprecie o no los comprenda. 6.° Debe permitirse o adelantarse

el ingreso de especialistas en ciencias al elenco de los institutos. Hoy un Pasteur no podría formar parte de nuestra Facultad.

Es curioso que ciertas materias básicas no existan aún entre nosotros, como la Farmacodinamia o Farma-cología, y que la Fisiología patológica esté anexada a

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la Anatomía Patológica; la Patología general no es ma-teria autónoma.

Una curiosa deficiencia de casi todas las escuelas médicas es de que no se hagan estudios y no se dicte enseñanza especial de la Psicología normal y de los mé-todos psicoterápicos, a pesar de que su importancia pro-fesional es grande y de que su estudio científico sea aún imperfecto. Debieran hacerse algunos ensayos de cur-sos opcionales de esta naturaleza.

Por su profundo carácter educador deben alentar-se los cursos o conferencias opcionales de Introducción al estudio de la Medicina, Historia de la Medicina, Ló-gica y pedagogía médica, Ética, etc.

V. Los hospitales y su papel en la enseñanza, la

investigación y la práctica de la Medicina

Hace mucho que los hospitales dejaron de ser un último refugio para los desamparados y miserables. Hoy son lugares de asistencia profesional cada vez más pres-tigiosos y concurridos.

Dijimos ya que la enseñanza clínica debe ser rigu-rosamente individual. Se alcanza por la asistencia reite-rada y persistente de pacientes, a los que se debe ob-servar minuciosamente, con técnica exacta y segura, em-pleando todos los recursos con una crítica rigurosa. Eso

- sólo puede hacerse en el hospital.

En nuestra escuela ha sido tradicional la asistencia a los hospitales, salvándose así la imposibilidad de lá es-

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cuela de dar enseñanza clínica a todos sus alumnos. Pero, en los últimos años, esa feliz tendencia ha dismi-nuido por varias causas: exceso de exámenes. coinciden--cia con clases y trabajos prácticos. Se ha creado en al-gunos alumnos la mala idea de que primero deben al-canzar el diploma y en seguida adquirir práctica; pero luego o no lo hacen o es en forma imperfecta. La si-tuación se ha agravado por la supresión del internado y. sobre todo, por los conflictos a que dió lugar.

Uno de los problemas más graves de nuestra es-cuela, que iba a tratar de resolverse con mano firme en 1926, consiste en proporcionar a todos los alumnos la práctica hospitalaria.

En todas partes se discute si es mejor la práctica al final de los estudios o bien en toda la carrera o en los últimos años. En nuestro país los mejores resultados se obtuvieron con ef ,externado de uno a dos años e inter-nado de dos años. Defectos de disciplina, declinaciones del sentimiento de responsabilidad y de respeto al pró-jimo, dañaron al internado y trajeron su supresión en

la forma antigua.

La necesidad de disponer de hospitales crea una curiosa situación a la Universidad y a su Facultad de Medicina. Necesita presupuestos especiales para la asis-

tencia y cuidado de los enfermos, lo que no es una ta-

rea universitaria; pero al aceptar los hospitales para la

enseñanza, la Facultad acepta ese compromiso. Esos

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recursos deben ser dados por el gobierno o la muni-cipalidad independientemente del presupuesto universi-

tario.

El gobierno y la municipalidad se benefician por-que en las cátedras los enfermos son mejor estudiados y tratados; la organización de esos servicios es mejor; además, la medicina adelanta y resulta más perfecta la instrucción de los médicos, fines que interesan a esas instituciones. Entre nosotros, la municipalidad y los hos-pitales nacionales y aun los particulares, han ayudado ampliamente a la escuela, hasta el ptinto de que es en ellos donde se ha dado la enseñanza de la práctica médica.

La Universidad debe tener presupuestos indepen-dientes para los hospitales e institutos clínicos y para las materias básicas. De lo contrario, los créditos le serán restringidos con daño para las últimas.

Los hospitales constituyen el lugar obligado para la instalación de los institutos clínicos. Son el sitio ade-cuado para realizar las investigaciones clínicas y hay interés general en que todos los hospitales sean centros de estudio y de progreso de la medicina.

En Estados Unidoá se ha aconsejado por algunos que los estudiantes hagan práctica acompañando a algún médico en su clientela, siguiendo el método medioeval . Es indudable que esto resultaría instructivo, especial-mente en ambientes rurales, si el médico se consagra-

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ra a esa tarea de instructor. Pero dudo de que el mé-todo pueda ensayarse entre nosotros, por falta de cos-tumbre del público y de los mismos médicos. suspica-cias profesionales, inercia de ambas partes, etc.

Vi. Especialización profesional, trabajo en grupos,

hospitales privados

La complejidad creciente de las ciencias médicas ha desarrollado la especialización. El público se ha acos-tumbrado tanto a ella que la exige cada vez y le otor-ga su confianza en forma preferente, en desmedro del médico general. Este movimiento no ha alcanzado aún en nuestro país la intensidad que tiene en otros.

Los médicos jóvenes siguen la misma tendencia, ya sea porque es más rápido alcanzar así reputación y clientela, o, en otros casos, por conciencia de desempe-ñarse con mayor perfección.

El resultado ha sido un mayor conocimiento de la patología, de la técnica diagnóstica, y terapéutica, me-jores resultados en el tratamiento local. Los inconve-nientes son de diverso orden: dificultad para encontrar médicos rurales en algunos países (Estados Unidos) absorbidos por la especialización en las ciudades, posi-ble criterio unilateral deformado que olvida el paciente como individuo y lleva a errores, etc.

La especialización ha traído lógicamente la agru-pación en unidades clínicas o consultorios asociados de diversos especialistas. Se asegura así un examen rápi-

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do y completo de los pacientes, pero la coordinación y síntesis de los exámenes no es fácil.

La especialización no podrá evitarse; al contrario, aumentará. Muchas veces será el camino más rápido par► alcanzar una buena carrera profesional y ser útil.Entre nosotros acaba de desarrollarse, por ejemplo, la proctología; aumentarán los especialistas en nutrición, enfermedades cardiovasculares, enfermedades de la san-gre, etc.

Lo Único que podrá aconsejarse con insistencia es no especializarse exclusivamente antes de terminar los estudios; adquirir previamente la mejor instrucción po-sible en Clínica Médica y Quirúrgica. La especialización sólo será un progreso en el caso de que se mantengan los vínculos y la coordinación con la Medicina Gene-ral.

La enseñanza de las especializaciones' debe hacerse en cursos serios de perfeccionamiento para graduados

Un grado avanzado de la especialización lo consti-tuye la asistencia de los enfermos en sanatorios u hos-pitales privados, con las comodidades más amplias para el diagnóstico y tratamiento y con personal competente. Entre nosotros los hay ya para la cirugía, aunque no dedicados a un team fijo de médicos. Comienzan a crearse sanatorios clínicos y los hay ya obstétricos. Pronto los habrá de otras especialidades.

Este método de asistencia tiene grandes ventajas si se organiza según normas rigurosas, tanto para el' en-

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fenilo mejor atendido, como para el médico que trabaja con el máximo de recursos, personal de confianza y dis-ciplinado, ahorrando tiempo y dificultades.

VII. Los escollos de la profesión

El ejercicio de la Medicina se hace cada vez más complicado y, para la mayor parte de los profesiona-les, menos retributivo. Las causas son varias.

La primera es la plétora de médicos en casi todos los países del mundo; existe en nuestras ciudades y se agrava de año en año, pues nuestro país es el que tie-ne más estudiantes de medicina en proporción a su nú-mero de habitantes.

La otra la constituye, en todas partes, la competen-cia del Estado. La asistencia pública gratuita. la pro-fusión de hospitales bien tenidos, donde se hacen aten-der gratuitamente pobres y pudientes, los dispensarios, etc. , hacen una formidable y ruinosa competencia a los médicos, explotándolos gratuitamente o a bajo precio (7) . Las leyes de accidentes de trabajo, las compañías de seguros, las sociedades de socorros, etc. , explotan el trabajo profesional en forma poco retributiva. En mu-chos países el seguro social ha concluido por hacer de

(7) Podria mencionar la conveniencia de organizar la asisten-cia de enfermos por instituciones públicas o semipúblicas en tal forma que el desamparado no pague y el pudiente lo haga en re-lación con sus recursos; en todos los casos con retribución justa de los médicos.

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los médicos verdaderos funcionarios públicos a baja pa-ga. En algunas naciones, todo esto .ha reducido a la miseria a un número considerable de médicos. Ciudades hay en que centenares de ellos viven de las cajas de desocupación.

La decadencia del arte de formular y el uso de es-pecialidades llevan al público a prescindir a menudo de los médicos que, al fin de cuentas, tienen la culpa.

La plétora, la competencia profesional, cierta tole-rancia para infringir antiguas reglas éticas, se han exa-gerado en los últimos quinquenios; se ven corredores de enfermos para médicos y sanatorios, asociaciones ilega-les con-fabricantes de medicamentos, dicotomía de ho-norarios con cirujanos, radiólogos y laboratoristas. etc. , que están produciendo un serio daño a la sana moral profesional. Tiempo sería, si aún es posible. de que se reaccionara contra esas prácticas que atentan contra el prestigio y sobre todo contra la pureza de una profe-sión, en que el enfermo se entrega inerme y deposita su fe en un universitario que ejerce tina noble carrera pri-vilegiada por las leyes.

VIII. La Higiene y la medicina preventiva

La medicina y, sobre todo, las ciencias básicas, han revolucionado completamente las ideas sociales antiguas. Hoy no preocupa únicamente el tratamiento de las enfer-

medades, que en general es un problema individual que

a menudo se refiere a organismos ya desgastados. Ac-

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tualmente interesa sobre todo asegurar una buena salud, un armonioso desarrollo físico, moral e intelectual, pre-venir las enfermedades o evitar su difusión.

Los resultados de esta política son tales que puede decirse que han transformado la existencia humana. La duración de la vida se ha triplicado, ha desaparecido el peligro de las más espantables epidemias (cólera, pes-te, fiebre amarilla, etc. ), el bienestar del hombre y su rendimiento físico, mental y económico han mejoradu enormemente.

Puede decirse que la Higiene, hija de la Medici-na, ha concluido por superarla netamente en importan-cia.

Ciertos males son llamados sociales por su proyec-ción en la vida colectiva. Tales son los que trastornan el soma y el germen (mala alimentación. alcohol, sífilis y venéreas, etc. ); tales los que son efecto y causa pa-ra la disminución de la mayor eficacia y rendimiento del individuo (tuberculosis, anquilostomosis, deficiencias alimenticias, paludismo, fatiga y monotonía del trabajo, alecciones gastrointestinales infantiles o crónicas, etc.); tales las que producen la invalidez o la muerte de los hombres cuando alcanzan a su mayor eficacia y madu-rez (afecciones cardioarteriales y renales, cáncer ta-les las que con falta de selección producen una conta-giosidad elevada y son mortíferas o mutilantes o de di-fícil curabilidad (peste, cólera, encefalitis, poliomielitis, lepra, difteria, tifoidea, etc. ).

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La vida moderna ha planteado innumerables pro-blemas fisiológicos, médicos e higiénicos, como ser los de la vida en las alturas o en el aire enrarecido o compri-mido, la vida bajo el suelo o el agua, etc.

Se plantean a cada paso graves problemas bioló-gicos, como ser: la mezcla de razas, a veces con algunas inferiores o desemejantes, la eugénica, etc. La Medicina misma los ofrece, así la insulina, triunfo médico cientí-fico, es quizás desastrosa biológicamente por alargar la vida de los diabéticos y permitirles mayor descendencia tarada. Mientras que en el caso de la difteria, sífilis y malaria, la curación beneficia al individuo y a la espe-cie. En el caso de la tuberculosis la herencia de la pre-disposición y de inmunidad se entremezclan variable-mente.

La vida moderna crea graves desequilibrios menta-les y morales, a veces por factores de inhibición evita-bles o de posible compensación o desviación.

Este sinnúmero de problemas y otros preocupan a la medicina moderna, cada vez más penetrada del es-píritu de la Higiene y de la Medicina preventivas.

En este momento, los pueblos más adelantados se preocupan de manera esencial de la medicina preven-tiva, cuyo progreso depende de la formación de un cuer-po de técnicos sanitarios debidamente--preparados. Se acabó el tiempo en que el médico general era el higie-nista competente; lo será por necesidad donde éste no exista, o bien, en cualquier caso, será un colaborador in-

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*tenga

dispensable del mismo. Naturalmente que el técnico sa-nitario no debe ser un mero erudito verbalista sino un hombre de juicio y experiencia, no importa que tenga un diploma (mero pedazo de papel), sino que

años

una sana preparación teórico-práctica (único valor po-sitivo) .

Estas ideas se están difundiendo victoriosamente en todo el inundo, a pesar de la rutina, la política y los intereses burocráticos creados. Se han fundado ya mu-chas grandes escuelas de higiene y salud pública en J Johns Hopkins, Harvard, Londres, Zagreb, Toronto, Varsovia, etc. , cuya importancia y magníficas instalacio-nes pueden verse en las diapositivas que proyecto. Allí se estudia la lucha contra las enfermedades evitables (administración sanitaria, epidemiología, bacteriología e inmunología, zoología médica, patología tropical, higie-ne infantil, etc. ), la higiene industrial (ingeniería sa-nitaria, fisiología de la nutrición, ventilación e ilumina-ción, medicina industrial, toxicología industrial), la hi-giene pública (administración estadística sanitaria, or-ganización hospitalaria, higiene mental, higiene infantil y escolar, bromatología, higiene urbana y de la habita-ción) . Se otorgan certificados .de oficial de sanidad pú-blica, bachilleres en higiene, doctores en sanidad pú-Hien, doctores en ciencia, en higiene.

Se han creado escuelas de enfermeras y visitado-ras sanitarias, algunas con cuatro de estudios ri-gurosos y que dan prueba de competencia. De paso

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señalaré que una de las más graves deficiencias nues-tras consiste en la falta de un cuerpo adecuado de en-fermeras eficientes.

Los problemas higiénicos de nuestro país son in-numerables y muchos podrían resolverse en gran par-te, como ser: morbilidad y mortalidad infantiles exce-sivas en muchas regiones. posible alargamiento de la duración media de la vida; normas para el trabajo, re-poso y veraneo, según las regiones y la ocupación; ali-mentación regional; lucha contra la tifoidea, difteria, sí-filis, paludismo, tuberculosis, anquilostomosis, lepra, etc. Muchos de estos problemas se han abordado y es con-siderable lo hecho, pero mucho lo que aún puede y debe hacerse.

Para esta acción compleja es indispensable el atixi-fio popular y el de los médicos. Por csn son encomia - bles los cursos de propaganda higiénica (que entre nos-otros se llaman de extensión universitaria (1) y las con-ferencias o cursos para médicos. Estimo que una oficina activa de propaganda higiénica es parte esencial de los Departamentos de Salud Pública nacionales y municipa-les, los que pueden recurrir a las universidades como colaboradoras técnicas orientadoras.

(1) A mi juicio, ésta tiene un significado más amplio; es la difusión de los conocimientos científicos de todas clases, en forma clara, accesible y condensada, a personas de- capacidad e Ilus-tración suficiente que no sigan regularmente una carrera univer-sitaria en que se estudien.

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Algunos defectos nuestros y manera de remediarlos

Los principales defectos de nuestros alumnos y mé-dicos son: falta de destreza para observar y describir; ser muy pasivos, sugestionables por las palabras sonoras o imágenes brillantes más que por la verdad y la lógica fría; su inteligencia es rápida, pero superficial; creen erróneamente ser más inteligentes que otras razas más lentas, pero mucho más profundas. Confunden la eru-dición y las afirmaciones rotundas con la verdac,I.,.ra com-petencia. Tienen un respeto casi femenino psor las mo-das o novedades, y a veces por preocupaciones profesio-nales de notoriedad.

En los últimos años muchos médicos aceptan con frecuencia, asociaciones de dicotomías, siempre dañinas a la corta o a la larga, para ellos y para los en- Fer-inos.

No comprenden a fondo el valor de la ciencia en el progreso de la Medicina. Bueno es tener presente que lo científico es la exactitud en las observaciones, el rigor en las medidas, establecer con precisión las re-laciones, con buen sentido y crítica rigurosa.

No debe confundirse, como pasa a veces entre nos-otros, con las fantasías seductoras, el entusiasmo por lo nuevo aún no bien estudiado, la erudición extensa y bri-llante, pero superficial; tampoco con la aplicación pro-fusa de teorías y de métodos y procedimientos no jui-

ciosamente interpretados. Es muy común y muy dañino

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el arrancar de las ficciones o especulaciones imaginati-vas más que de las realidades.

Un grave defecto muy difundido es el desprecio por el estudio de los problemas teóricos o de aplicación no inmediata, que no estén de moda (8) a pesar de que tengan considerable importancia.

Hay poca aptitud para aplicar las nociones cien-tíficas nuevas; en cambio se aceptan e implantan rápida-mente las ya realizadas si se las ve funcionando. Esta capacidad de imitar y adaptar lo existente, ha resultado providencial para impulsar nuestra adelanto material y para instalar y organizar grandes hospitales y labora-torios.

En nuestro país se suele creer que se hace un fa-vor al ocupar un cargo o que éste es una ayuda de cos-tas o que sólo exige un esfuerzo limitado. Pienso, por el contrario, que toda actividad o cargo significa debe-res para sus semejantes y la colectividad, debiendo des-empeñarse con el máximo de interés y capacidad posi-bles.

Un defecto moralmente criticable y prácticamente esterilizador eatminte en iu 11;111;1r debidamente a tu:,

hombres dedicados a las tareas científicas o sanitarias. Es prueba de que no se las estima verdaderamente o de

,que no se cree en su eficacia.

(8) Cuando un asunto está de moda, generalmente está ya gastado y manoseado y su estudio suele ser poco fructífero. Más se obtiene de los temas nuevos.

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.P,s muy censurable la poca coordinación entre el trabajo de las distintas cátedras e institutos y facultades y el poco intercambio de ideas o enseñanzas entre los mismos. Tampoco hay unidad y coordinación en las obras de higiene pública y administración sanitaria.

Todos los defectos que señalamos, con alguna cru-deza, son el resultado de una evolución reciente y aun

incompleta. Las principales medidas para remediarlos

serían las que tendieran, en lo que se refiere a los alum-

nos, a la dedicación exclusiva a su; estudios universita-

rios, a darles enseñanza individual y dirigida que les

acostumbre a observar y a raciocinar en forma simple y precisa, desarrollar la curiosidad y el espíritu de investi-

gación, el interés en aprender bien y la falta de pre-ocupación por los exámenes (que a la larga deberán suprimirse); conciencia clara de lo que es la medicina y de su papel presente y futuro; idea precisa de la fun-ción del médico en la curación y prevención de las en-fermedades y en la educación higiénica.

Deberá obligarse a los profesores de ciencias bá-,:ica!: a la dedicación exclusiva ( fnl hile) rara in dulren-

cia e investigación; considerar a esta última como esen-cial; estimular la formación de especialistas; establecer institutos y alentar el trabajo coordinado más que el in-dividual y fragmentario.

Se establecerán becas de perfeccionamiento nume-

rosas en el extranjero, en lo posible con planes y di-

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ección adecuada. A la vuelta de los becados se prc) curará darles posiciones de aedicación exclusiva.

Se estimulará el desarrollo de las ciencias básicas y la organización universitaria de las Clínicas (esto es, organizándolas como institutos científicos de investiga-ción).

Este programa es perfectamente realizable. Si se sabe comprender y llevar a cabo, en veinticinco años figuraríamos a la par de las primeras naciones del mun-do o dignamente muy cerca de ellas, cómo centros de producción médica científica.

Señores: Siempre tuve la más amplia te en er pr( greco de mi país y muchos de inis sueños Sr 117111 'Vil -

lizado; felizmente me quedan aún muchos por cum-plir. Tengo confianza en los jóvenes y por eso os he hablado con franqueza, sin ánimo de ofensa ni de hala-go, sin reparar si mis verdades son apreciadas. En la juventud, magnífica fuerza en potencia, está el vivero de los grandes hombres y de las grandes cosas. Poned vuestros ideales muy altos, tened fe en vuestro país y en vosotros mismos, no desmayéis ante los obstáculos pasajeros. Vuestra conciencia, vuestra familia, vuestra escuela, vuestra patria, la humanidad toda, esperan de vosotros. Tened entusiasmo, perseverancia y disciplina

y el éxito será vuestro.