La formación del laicado en la Iglesia

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  • 7/25/2019 La formacin del laicado en la Iglesia

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    PAZ Y BIEN

    PARROQUIA NUESTRA SEORA DE LORETO

    Joaqun Castellanos 56 (B1802AHB) Barrio Uno Jos Mara Ezeiza Buenos Aires ArgentinaTelfono: +54 11 4480-0403 - [email protected]

    SOLEMNIDAD DE PENTECOSTS15 V 2016

    LA FORMACIN DEL LAICADO

    (Hech. 8, 26-40)

    INTRODUCCIN

    Al celebrar la Solemnidad de Pentecosts, en el marco del Ao Jubilar de laMisericordia, y recordando que una de las obras de misericordia es ensear la Verdad aaquel que la desconoce, creo que es importante realizar una breve y sencilla reflexin sobrela formacin, especialmente de los laicos.

    El analfabetismo religioso debera preocupar a la Iglesia y muy especialmente a lossacerdotes, que somos los maestros del Pueblo de Dios.

    1 - Cul es el sentido de plantear este tema?

    Uno de los temas fundamentales que plantea la Carta Apostlica Ecclesiam Suam,

    es el de la Conciencia; pues uno de los riesgos que corremos los catlicos, en estacultura profana y profanadora (Pablo VI), es perder el sentido de identidad ypertenencia.

    El momento exige que la Iglesia reflexione sobre s misma; Ella necesita sentirse vivir.Debe aprender a conocerse mejor, si quiere responder a Cristo vivo, si quiere vivir su propiavocacin y ofrecer al mundo su mensaje de fraternidad y salvacin (Cf. E. S. 27).

    Esta reflexin es, en definitiva, un acto de obediencia al magisterio, en este casoguiados por Pablo VI, que con el paso de los aos resulta cada vez ms evidente la

    importancia de su pontificado para la Iglesia y para el mundo, as como el valor de su altomagisterio, en el que se han inspirado sus sucesores, y al que tambin yo sigo haciendoreferencia(Benedicto XVI, L' Oss. Rom. N 10, 9-III-2007).

    Es Pablo VI el que nos dice que deber de la Iglesia ahora es ahondar en laconciencia que ella tiene que tener de s(...), la Iglesia debe en este momento reflexionarsobre s misma para confirmarse en la ciencia de los planes que Dios tiene sobre ella, parahallar ms luz, nueva energa y mejor gozo en el cumplimiento de su propia misin... (E.S. 19).

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    Una de las notas de la Iglesia que el Concilio trabaja, es la de la Comunin; de hecho,la eclesiologa del Vaticano II, es una eclesiologa de comunin, y es nuestraresponsabilidad el convertir las enseanzas originales y caractersticas del Concilio enconceptos operantes de nuestra conciencia eclesial(Pablo VI, 11-VIII-1971).

    La comunin eclesial es una realidad profunda que afecta al centro mismo delmisterio trinitario, en el que la distincin de las personas no disminuye en absoluto launidad de la divinidad (Juan Pablo II en el L' Oss. Rom. N 44, 29-X-1993). Esta es ladimensin vertical de la comunin. La Iglesia reconoce su origen en el misterio del DiosUno y Trino, y en l encuentra la fuente de su Comunin (Koinana).

    Aunque es una realidad sublime, la comunin de la que estamos hablando no esdistante o abstracta. Es el mismo fundamento de la organizacin y la actividad de la Iglesiaen todos sus niveles, esta es la comunin en su dimensin horizontal(Id.).

    Y es justamente la parroquia, en la Iglesia local, la que presenta el modelo clarsimo

    del apostolado comunitario, reduciendo a la unidad las diversidades humanas que en ellase encuentran e insertndolas en la Iglesia Universal(A. A., 10). Tambin nos exhorta atrabajar en comunin: Acostmbrense los seglares a trabajar en la parroquia ntimamenteunidos con sus sacerdotes (Id.). Este estilo de vida se nutre de la espiritualidad decomunin(N.M.I. 45).

    Debemos ser realistas y no hacernos ilusiones: sin este camino espiritual, de pocoservirn los instrumentos externos de comunin. Se convertirn en medios sin alma,mscaras de comunin ms que sus modos de expresin y crecimiento(N. M. I. 43). Estosupone ser formados en una sana eclesiologa para fortalecer nuestra identidad y sentido depertenencia.

    2 - Por qu eleg este tema?

    La respuesta la da Juan Pablo II al hablar a un grupo de obispos de Estados Unidos:Los pastores de la Iglesia deben procurar siempre que los laicos catlicos reciban una

    formacin teolgica y espiritual (...), que les permita desempear su papel en la Iglesia y enla sociedad.

    Esta formacin debera proporcionarse de modo tal que puedan afrontar lasdificultades prcticas en el mbito parroquial, en el que muchos intereses seculares exigenla atencin de las personas (L' Oss. Rom. ya citado).

    I - La formacin de los laicos

    Juan Pablo II ha dedicado todo el captulo V de la Exhortacin ApostlicaChistifideles Laicial tema de la formacin de los laicos, utilizando la imagen de la vid,ya que como ella los laicos estn llamados a crecer, madurar continuamente, a darsiempre ms frutos(57).

    El desafo y la tarea de la formacin de los laicos, es una tarea prioritaria hoy,

    pues son grandes los desafos que los laicos deben afrontar en un clima cultural muchas

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    veces refractario a la fe. Esto supone que la formacin de los fieles laicos se ha decolocar entre las prioridades de la dicesis y se ha de incluir en los programas de accin

    pastoral de modo que todos los esfuerzos de la comunidad concurran a este fin(Id.).

    Gran parte de la responsabilidad de esta tarea recae, dentro de la dicesis, en laParroquia, a la que corresponde desempear una tarea esencial en la formacin msinmediata y personal de los fieles laicos(61). La Parroquia hace que la formacin de loscatlicos sea ms capilar e incisiva(Id.).

    Por todo esto podemos afirmar que la Formacin de los Laicos es uno de los desafosprioritarios y ms importantes para la Iglesia, y en concreto, para las instituciones ymovimientos; de esto depende la vida y misin de la Iglesia en las dicesis.

    Para lograr la adultez de la fe, de la caridad y esperanza de los fieles laicos, laformacin debe ser integral, permanente, realista, gradual y sistemtica. Esta formacindebe considerarse como fundamento y condicin de todo fecundo apostolado ()

    Adems de la formacin espiritual, se requiere una slida instruccin doctrinal, inclusoteolgica, tico social, filosfica, segn la diversidad de ideas, condicin y de ingenio(Conc. Vat. II A.A., 29).

    Sin este itinerario de formacin teolgica y espiritual, no alcanzar nuestro laicado lamadurez que estos tiempos recios (Sta. Teresa) exigen. Y la ignorancia nos haceintolerantes.

    Debemos recuperar porque lo supimos tener el compromiso por la formacin,para lograr el crecimiento en una fe consciente y capaz de testimonio misionero (Juan

    Pablo II, Discurso a la Asociacin Cristiana de Trabajadores, 1-V-1995).Antes de pasar al prximo punto, debemos afirmar que la formacin es mucho ms

    que la in-formacin; es con-formacin, ya que es un proceso por el que nosconformamos a la Verdad Revelada, en definitiva a Cristo. Este proceso nunca puede sersolitario; ha de ser siempre comunitario y acompaado.

    II - Objetivos de la formacin

    1- El objetivo fundamental es descubrir cada vez ms claramente la propia vocacin y ladisponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misin.

    2- Los objetivos complementarios son:

    a) La formacin para una presencia misionera en el mundo actual, de tal manera queel laico viva simultneamente su crecimiento en Cristo, su comunin eclesial y suinsercin en el mundo.

    b) La formacin para una nueva evangelizacin que sea fiel al Evangelio y atenta alos fuertes desafos de la sociedad y de la historia.

    c) La formacin para el testimonio, el compromiso, la profeca, apoyados en la

    oracin, la fidelidad y la esperanza.

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    As volvemos al ncleo mismo, al centro, de nuestro camino cristiano. Los laicoscristianos, y todos los cristifideles, hemos de dar una respuesta a los retos actuales, siempredebemos y tenemos que darla desde el Evangelio.

    Hagamos algunas consideraciones sobre la formacin.

    2. Formacin para una presencia misionera en el mundo actual

    Como el Padre me envo, tambin yo os envo(Jn. 20, 21).

    Como t me has enviado al mundo, yo tambin los he enviado al mundo(Jn. 17, 18)

    2.1. Toda la Iglesia est revestida del Espritu del Seor resucitado, para ser testigo yprofeta, y es enviada: Como el Padre me envi a m, Yo tambin las envo a ustedes(Jn.20, 21), al mundo para ser all Sacramento universal de Salvacin(cfr. Jn. 20, 23).

    Dos grandes textos del Concilio Vaticano II, conectados entre s, nos revelan y

    explican el sentido de esta expresin clave de la Eclesiologa del Concilio: la Iglesia comoSacramento Universal de Salvacin.

    * El primer texto es: Lumen Gentium 48. Para la gua - marca de Formacin de Laicos,interesa subrayar que la expresin Sacramento universal de salvacin se relaciona contres realidades fundamentales:

    1 - La renovacin definitiva en Cristo, es toda la exigencia de la nueva creacin enCristo(2 Cor. 5, 17) que est en la base de todo autntico proyecto de formacin:despojarse del Hombre viejopara revestirse del Hombre Nuevo, creado segn

    Dios... (Ef. 4, 24; cf. Col. 3, 9). La formacin es un continuo proceso de conversinque nos lleva a esperar y a vivir cotidianamente la novedad pascual.

    2 - Debemos vivir el Misterio Pascual de Jess (muerte y resurreccin, ascensin a loscielos y Pentecosts) como centro de nuestra vida y de nuestra accin, como puntoesencial de referencia para nuestra formacin.

    En definitiva, formar testigos y profetas, cristianos comprometidos en el mundo delEvangelio, es prepararlos, hacerlos solidarios con los que sufren, para gritar almundo: la esperanza nunca falla(cf. Rom. 5, 5).

    3- La Iglesia como Cuerpo, animado por el Espritu de vida y constituida por l comocomunidad misionera.

    No es suficiente formar personas o personalidades brillantes, sino capaces decomunin. Formar para la comunin es formar en la pobreza, en la sencillez, en lacapacidad de dilogo y de servicio, en amor sincero y concreto por la Iglesia.

    * El segundo texto a tener en cuenta y que ilumina el sentido de la expresin Sacramentouniversal de salvacinse encuentra en Gaudium et Spes: cuando el Concilio afirma quela Iglesia es Sacramento universal de salvacin, que manifiesta y al mismo tiempo realiza

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    el misterio del amor de Dios al hombre (G. S. 45). Esto supone formar testigos delamor, puestos a vivir en la sinceridad del amor.

    Cuando se habla de la formacin para una presencia misionera en el mundo de hoy,hay que insistir en lo siguiente:

    a) Formar laicos para que vivan simultneamente su crecimiento en Cristo, su comunineclesial y su insercin en el mundo.

    b) Desarrollar una formacin en la Iglesia para el mundo. Formacin para la unidadinterior frente a dos realidades distintas pero no separables: Iglesia - Mundo.

    c) Formar laicos para ser presencia cristiana y eclesial en el mundo exige una dobledimensin: 1- Capacidad para no huir del mundo refugindose exclusivamente en lacomunidad eclesial (especie de clericalismo); 2- Capacidad para no vaciar su fe enCristo, su Evangelio, su identidad eclesial y su vocacin esencial de ser testigos delResucitado (especie de secularismo).

    d) Formar para mirar al mundo con la mirada redentora de Jess:

    Dios am tanto al mundo que le dio a su Hijo... no para condenar al mundo sinopara que el mundo sea salvo por l(cf. Jn. 3, 16-17)

    V - La I!lesia siempre se preocpa por la formacin reli!iosa de los laicos

    A. Debemos reafirmar, en este tiempo de fuerte influjo del secularismo y de ladictadura del relativismo (Benedicto XVI), la importancia que la Iglesia desde elcomienzo le dio a la catequesis pre-bautismal al organizar el Catecumenado, del que ya sontestimonio la Didajo La enseanza del Seor a los paganos, por medio de los Doce

    Apstoles. Es uno de los documentos ms antiguos de la literatura cristiana primitiva,descubierto en 1875, compuesto entre los aos 50 y 150 d.C.

    Tambin es un importante testimonio sobre la institucin del Catecumenado, el tratadocatequstico de San Agustn: De Catechizandi Rudibus. El santo Obispo de Hipona esuno de los grandes catequistas de todos los tiempos y public esta obra como gua en eltrabajo de conversin de gente pagana, sin instruccin; se trata de un verdadero manualpedaggico, ya que contiene una metodologa tendiente a anunciar el KERIGMA a los

    RUDOS.Toda la obra est inspirada en un principio que es muy importante para nuestra

    pastoral sacramental, el de la libertad interior, fundamento de la admisin de los adultos ala Iglesia. Ni la coaccin interna: temor o supersticin, ni la externa: el facilismo populistaque atenta contra los autnticos derechos del aspirante al bautismo ser instruidos en lafe, pueden ser causa del acercamiento al bautismo.

    Podramos recorrer el riqusimo itinerario catequstico de los siglos I al IV, siguiendolas huellas de los grandes catequistas que fueron los Padres de la Iglesia, y que tambin sonfuente iluminadora para nuestro tema como son Las Catequesis de San Cirilo de

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    Jerusaln (315-387). En una de estas Catequesis, refirindose a la preparacin para elbautismo, se afirma: El bautismo es algo sumamente valioso y deben acercarse a l con lamayor preparacin (). Preprense, pues, y dispnganse para ello, no tanto con lablancura inmaculada de sus tnicas cuando con espritu verdaderamente fervoroso(Catequesis 3, 1-3).

    B.Otro momento que debe interesarnos es el de esa epopeya religiosa(Juan PabloII, Homila en el Santuario de Ntra. Sra. de Guadalupe, 2) que fue la evangelizacin delNuevo Mundo y que constituye uno de los momentos ms importantes y trascendentes detoda la vida misionera de la Iglesia. En esta epopeya, el catecumenado, la catequesis,ocup un lugar fundamental en la evangelizacin de los pueblos originarios. Pensemos enlos Concilios y Snodos que se ocuparon de la catequesis de los pueblos originarios.1

    Con gran esfuerzo se gener una produccin catequstica que fue el graninstrumento por el que se transmiti y educ la fe de los pueblos originarios.

    C.En nuestro tiempo, el Magisterio es abundante y rico en el tema de la catequesis,cuya lectura y estudio sera no slo vlida sino provechosa para los catequistas de adultos.

    Como frutos del Concilio Vaticano II se celebra el 1 Congreso Catequstico Nacionalen 1965 que dio como resultado el Directorio de Catequesis en 1967. A estas iniciativasse sumaron otros Congresos y otros documentos, sin olvidar el gran aporte de CatechesisTradendaede 1979 y del Catecismo de la Iglesia Catlica.

    Benedicto XVI afirma con claridad que el conocimiento de los contenidos de la fees esencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la

    inteligencia y la voluntad a la que propone la Iglesia(Porta Fidei, 11.X.2011).Por ltimo, atendamos a lo que nos ensea el Papa Francisco sobre la preparacin

    catequstica para recibir el bautismo: El dinamismo de transformacindice el Papapropia del bautismo nos ayuda a comprender la importancia que tiene hoy el catecumenadopara la nueva evangelizacin(Lumen Fidei, 42).

    Esto no slo es aplicable a los que nunca recibieron el Evangelio; el Papa aclara quetambin en las sociedades de antiguas races cristianas, en las cuales cada vez msadultos se acercan al sacramento del bautismo (d.); es decir que el Catecumenado escamino de preparacin para el bautismo, para la transformacin de toda la existencia enCristo(d.). Pero esta renovacin no slo se refiere al plano personal, ya que la renovacinde la Iglesia es tambin cuestin de fe (cfr. Lumen Gentium, 8).

    El Papa subraya con claridad la relacin entre Fe y Verdad al afirmar que elhombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de verdad, porque sin ella no

    puede subsistir, no va adelante. La Fe sin Verdad no salva, no da seguridad a nuestrospasos. Se queda en una bella fbula, proyeccin de nuestros deseos de felicidad, algo que

    1(C. 748) Todos los hombres estn obligados a buscar la verdad en aquello que se refiere a Dios a su Iglesia y, una

    vez conocida, tienen por la ley divina, el deber y el derecho de abrazarla y observarla( 1).

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    nos satisface nicamente en la medida que queremos hacernos una ilusin. O bien sereduce a un sentimiento hermoso, que consuela y entusiasma, pero dependiendo de locambios en nuestro estado de nimo o de la situacin de los tiempos, e incapaz de darcontinuidad al comienzo de la vida(Lumen Fidei, 24).

    Es un deber de todos, pero especialmente de los maestros del Pueblo de Dios que sonlos pastores, recuperar la conexin de la fe con la Verdad, en un tiempo marcado por lacrisis de la verdad (cfr. d).

    Por ltimo, si la fe est vinculada a la Verdad, la Verdad tambin lo est al amor,amor y verdad no se pueden separar(ibd. 27); aunque el hombre moderno crea que lacuestin del amor tenga poco que ver con la verdad ya que hoy el amor se concibe comouna experiencia que pertenece al mundo de los sentimientos volubles y no a la verdad (cfr.d.).

    El Papa, fiel a las enseanzas de la Iglesia afirma que slo en cuanto est fundada en

    la verdad el amor puede perdurar en el tiempo, superar la fugacidad del instante ypermanecer firme para dar consistencia a un camino comn. Si el amor no tiene que vercon la verdad, est sujeto al vaivn de los sentimientos y no supera la prueba del tiempo (d.). En esto se juega nuestra fidelidad al Evangelio.

    Tambin afirma que si el amor necesita de la verdad, tambin la verdad necesita delamor (). Sin amor, la verdad se vuelve fra, impersonal, opresiva para la vida concretade la persona(d.).

    Querra terminar este V punto con el juicio del Card. Jean Danielou sobre la

    catequesis, afirmando que ella es la comunin viva del depsito de la fe en los nuevosmiembros que se agregan a la Iglesia. Constituye, pues, un aspecto particular del ejerciciodel Magisterio (). Y es ante todo, una exposicin completa y elemental del misteriocristiano(La Catequesis de los Primeros Siglos, 7-9). Siempre recordemos, al evangelizar,que Amor y Verdad no se pueden separar(Lumen Fidei, 27).

    D.El Cdigo de Derecho Cannico, que tiene como fin el bonum animorum, el biende las almas, deja muy claro la necesidad del catecumenado para el bautismo de los adultos;ya que todos los hombres estn obligados objetivamente a cumplir la ley divina, pero quesubjetivamente slo lo estn en cuanto la conocen(C. 748 1; cfr. Vat. II, LG 14,16).

    Es verdad que el bautismo no debe ser negado, es decir que los ministros sagrados nopueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno y estn biendispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos(C. 843 1). Seguidamente elCIC pone algunas condiciones: Los pastores de almas y los dems fieles, cada uno segnsu funcin eclesistica, tienen obligacin de procurar que quienes piden los sacramentos se

    preparen para recibirlos con la debida evangelizacin y formacin catequstica, atendiendoa las normas dadas por la autoridad eclesistica competente(d. 2).

    Por ltimo, deseara citar al CIC en lo que se refiere al bautismo: Se ha de preparar

    convenientemente la celebracin del bautismo; por tanto:

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    El adulto que desee recibir el bautismo ha de ser admitido al catecumenado y, en lamedida de lo posible ser llevado por pasos sucesivos a la iniciacin sacramental, segn elritual de iniciacin adoptado por la Conferencia Episcopal y atendiendo a las normas

    peculiares directadas por la misma(C. 851). El CIC vuelve a insistir sobre las condicionespara que un adulto reciba el bautismo en el C. 865, pargrafo 1:

    Para que pueda bautizarse a un adulto, se requiere que haya manifestado su deseode recibir este sacramento, est suficientemente instruido sobre las verdades de la fe y lasobligaciones cristianas y haya sido probado en la vida cristiana mediante el catecumenado;se le ha de exhortar adems a que tengan dolor de sus pecados.

    Quiera Dios que el gozo y la paz con la justicia y la obediencia acompae a esteCdigo, y que lo que manda la cabeza lo observe el cuerpo (Juan Pablo II, Presentacindel nuevo Cdigo, Vaticano, 25.I.1983).

    VI - "fectos de la i!norancia reli!iosaEl efecto de la falta de formacin es grave porque suele alimentar el dualismo entre fe

    y vida, entre fe y cultura, que nos quita orientacin, nos quita fundamentacin; nos hacevctimas de la ideologa del tiempo, nos hace correr, en esta polucin cultural, tras lasdistintas corrientes o modas con una facilidad asombrosa. Como afirmamos al comienzo, elanalfabetismo religioso debera preocupar a la Iglesia. Una vez ms debemos recordar laspalabras que G. B. Montini, asesor de la FUCI, les diriga a los universitarios en 1931; enellas expresaba sus preocupaciones por una correcta relacin entre valores humanos y fe, yadems, su atencin por la razn, por el desarrollo y potencialidad de la misma, afirmando:

    El tiempo no es bueno para la filosofa. La estacin no es favorable. La juventud estdesorientada; y pierde la confianza no slo en la idea, sino tambin en el ideal (Studium27, 1931, p. 139). Y discutiendo la posicin de los que habran querido atribuir a San Pabloun rechazo en el confrontar con la razn, afirma que no se puede apelar al Apstol paranegar valor a la razn humana: No temer al pensamiento. No sustituir la molestaconcentracin de la mente por el calor afectivo de la devocin divagar en la simplicidadoperativa del bien por desconfianza en la especulacin conquistadora de lo verdadero.

    La formacin mira a purificar y salvaguardar la religiosidad popular, la religiosidad delos ms sencillos del pueblo. Hace ms de cuarenta aos, Pablo VI en esa Carta Magna del

    anuncio del Evangelio a los hombres de hoy, que es la Exhortacin Apostlica EvangeliiNuntiandi, nos deca que: La religiosidad popular, hay que confesarlo, tiene ciertamentesus lmites. Est expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religin, es decir, alas supersticiones. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestaciones culturales, sinllegar a una verdadera adhesin de fe. Puede incluso conducir a la formacin de sectas y

    poner en peligro la verdadera comunidad eclesial.

    Pero cuando est bien orientada, sobre todo mediante una pedagoga deevangelizacin, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres

    y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el herosmo,

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    cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundosde Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendraactitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no

    poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego,aceptacin de los dems, devocin. Teniendo en cuenta esos aspectos, la llamamos

    gustosamente piedad popular, es decir, religin del pueblo, ms bien que religiosidad.La caridad pastoral debe dictar, a cuantos el Seor ha colocado como jefes de las

    comunidades eclesiales, las normas de conducta con respecto a esta realidad, a la vez tanrica y tan amenazada. Ante todo, hay que ser sensible a ella, saber percibir sus dimensionesinteriores y sus valores innegables, estar dispuesto a ayudarla a superar sus riesgos dedesviacin. Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez ms, paranuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo. (E.N. 48)

    En definitiva lo que est en juego es la fe, porque ella est casi siempre enfrentada al

    secularismo, es decir, a un atesmo militante; es una fe expuesta a pruebas y amenazas, msan, una fe asediada y combatida. Corre el riesgo de morir por asfixia o por inanicin, sino se la alimenta y sostiene cada da. Por tanto evangelizar debe ser, con frecuencia,comunicar a la fe de los fieles particularmente mediante una catequesis llena de saviaevanglica y con un lenguaje adaptado a los tiempos y a las personas este alimento y esteapoyo necesarios (E.N. 54).

    Vuelvo a repetir las lcidas y muy actuales palabras de G.B. Montini: No rechazarlas ascensiones doctrinales slo porque estas son arduas, difciles, no populares. Nada deempirismo en las acciones misioneras por la gula de rpidos y amplios sucesos. Al

    contrario, la santidad de Pablo no se comprendera sin este continuo esfuerzo decomprender ms; sin este amor intelectual que le lleva a la verdad revelada (Le idee disan Paolo..., in Studium 27, 1931, p.143). Son expresiones ricas, fortsimas, que indicanla tendencia de Montini al valor que se debe dar a la razn, a la reflexin, al estudio, a laseria atencin a los problemas, contra todo empirismo y todo entusiasmo no fundado sobremotivaciones profundas, tambin contra el calor afectivo de la devocincuando pretendesustituir la profundizacin razonada de los problemas. Y contra aquello que l llama la

    pereza especulativa de nuestro tiempo revalida la utilidad de la disciplina del propiopensamiento, la necesidad de ejercitar la mente para vivir la fe (ibdem). Quisiera

    subrayar su toma de posicin contra una doble actitud equivocada. Por una parteel desprecio prcticode la reflexin, del estudio, de la atencin a los problemas,sustituyendo con un empirismo objetivo o un devocionismo o incluso con la puesta enmarcha en primer plano del sentimentalismo religioso en menoscabo de las conviccionesprofundas a insertar en el corazn. Por otra parte, Montini censura tambin el anti-intelectualismo tericoque se traduce despus en formas de tradicionalismo o deautoritarismo: el jurar sobre la palabra del lder, sin cuidarse de profundizar lasconvicciones.

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    CONCLU#IN

    Para el desafo de emprender una nueva Evangelizacin, nueva en su ardor, en suexpresin y en su mtodo, la Iglesia debe tener un laicado maduro y libre, esto supone unlaicado formado, que puede descubrir y vivir la propia vocacin y misin, para esto, insiste

    Juan Pablo II, los fieles laicos han de ser formados para vivir aquella unidadcon la que estmarcado su mismo ser de miembros de la Iglesia y de ciudadanos del mundo y su alma. Asnos ensea la Carta a Diogneto(cfr. Christifideles Laici, N 63).

    Otros desafos, sin querer agotar la enumeracin de los mismos, son el secularismo yla dictadura del relativismo (Benedicto XVI), especialmente este ltimo slo puede sercombatido con una slida formacin de todos, pero especialmente de los laicos, que son laIglesia en el mundo.

    Por ltimo recordemos el comentario de Juan Pablo II al irse de Argentina: Hay

    entusiasmo, hay vivencia, pero falta estudio, falta solidez, en definitiva falta culturacatlica. As nuestro catolicismo es un catolicismo de fe sincera, de entusiasta vivencia,pero de dbil cultura catlica.

    Cundo revelan los hombres sus peores cualidades?Cuando la verdad, el derecho y Dios son puestos en duda.

    Ana Frank

    G. in D.

    P. Roberto Juan Gonzlez Raeta