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Fuente: portadas y fotos de libros citados en la investigación La formación política de la militancia sandinista Trabajo de culminación de estudios para obtener el Título de Licenciado en Sociología Facultad de Humanidades y Comunicación Universidad Centroamericana (UCA) Autor: Alberto Gómez Susaeta Tutora: Sadya Jiménez Lacayo Managua, Mayo de 2010

La formación política de la militancia sandinista determinados aspectos de la historia que se observan mejor tras el paso de los años y eso es lo que se intentará hacer desde el

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Fuente: portadas y fotos de libros citados en la investigación

La formación política de la

militancia sandinista

Trabajo de culminación de estudios

para obtener el Título de Licenciado en Sociología Facultad de Humanidades y Comunicación

Universidad Centroamericana (UCA)

Autor: Alberto Gómez Susaeta

Tutora: Sadya Jiménez Lacayo Managua, Mayo de 2010

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Dedicatoria

A todos los héroes y heroínas sandinistas (muertos o vivos)

que arriesgaron su vida y entregaron (o entregan) desinteresadamente su esfuerzo para conseguir

una Nicaragua libre y con justicia social

A la militancia del Movimiento Cultural Cristiano (MCC) y de Acción Cultural Cristiana (ACC), especialmente a Luis Capilla,

que me inculcó la importancia de ser consciente de nuestra complicidad con las injusticias

y la necesidad de la formación política para transformar la realidad

A Ángel Matías, mi hijo, para que tenga la oportunidad

de vivir algún día su compromiso social desde una profunda comprensión

de las ideas políticas y del mundo, desde la lectura, el debate

y el diálogo abierto con todos y todas

A las nuevas generaciones sandinistas, para que retomen el espíritu de Sandino y Carlos

Agradecimentos

Al profesorado que me acompañó y orientó

en distintos momentos de esta investigación: Vanessa Castro, Lorenzo Romeo,

Juan José Sosa, Sadya Jiménez

A las personas que me ayudaron a conseguir citas con algunas personas entrevistadas:

Aída, Aitor, Dolores, Irma, Lilliam, Meyling y Sadya.

A todas aquellas personas que me brindaron la oportunidad de compartir sus experiencias

y percepciones sobre este tema

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ÍNDICE

I. Introducción 4 II. Contexto 5 III. Antecedentes 6 IV. Planteamiento del problema 8

V. Objetivos 10

VI. Justificación de la investigación 11

VII. Marco teórico y conceptual 14

VIII. Metodología 46

IX. Cuerpo del trabajo 52

1. Fuentes ideológicas en la base de la formación política sandinista 52

1.1. Teorías 52 1.1.1. Marxismo 52 1.1.2. Foquismo 53 1.1.3. Teología de la liberación 55 1.1.4. Educación popular 58

1.2. Personajes clave del sandinismo 59

1.2.1. Sandino 60 1.2.2. Carlos Fonseca 65

2. Organización, metodología y materiales de formación política sandinista 79

2.1. Hasta el triunfo de 1979: círculos de estudio en la clandestinidad 79 2.2. Década de los 80: estructuras permanentes y formación 87 sistemática 2.3. Período de 1990 al 2006: la importancia de la formación declina 103 ante la urgencia electoral 2.4. Nuevo Gobierno FSLN (2007-2010): resurge la escuela nacional 114

2.4.1. MRS (Movimiento Renovador Sandinista) 121 2.4.2. MPRS (Movimiento Por el Rescate del Sandinismo) 127 3. El debate como formación política 130 4. Estilos de formación política sandinista 137

4.1. Verticalismo y espíritu crítico 137 4.2. Educación bancaria y educación liberadora 143

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5. Temas de la formación política sandinista 148

5.1. Antiimperialismo 148 5.2. Anticapitalismo 151 5.3. Religión 159 5.4. Género 162 5.5. Unidad y diversidad 165 5.6. Ética y legalidad 169 5.6.1. La ética desde la perspectiva marxista 170 5.6.2. Relación entre medios y fines en la ética sandinista 174 5.6.3. Ética de la vida, organizativa y personal 180 5.6.4. Irrespeto a la legalidad 182

6. Las experiencias vitales como formación política 190 6.1. La ética del ejemplo 190 6.2. La montaña: crisol de los mejores cuadros 193 6.3. Aprender de los errores 195

7. Otros ámbitos de formación política sandinista externos al FSLN 202

7.1. La familia 203 7.2. Sistema educativo 204 7.3. Grupos de pares 205 7.4. Medios de comunicación 206 8. Utilidad de la formación política 209 X. Conclusiones 218 XI. Recomendaciones 221 Lista de referencias 225 Anexos 240

1. Instrumento de recolección de datos: guía de entrevista 241

2. Cronograma de la investigación 242

3. Listado de personas entrevistadas 243

4. Operacionalización de variables 244

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I. Introducción Aun reconociéndome un simpatizante de las causas justas que promovió la

revolución sandinista y de algunos legados importantes que dejó para Nicaragua y

su gente, creo que profundizar en este tema por una persona como yo, que llegó a

Nicaragua en 1996 y que no ha vivido ni experimentado directamente la mayor

parte de lo que aquí se cuenta, tiene como aspecto positivo la “cierta distancia”

que puedo tomar respecto al tema. Esa “cierta distancia” de alguien que vino del

otro lado del océano puede proporcionar esa objetividad no siempre fácil de

enfocar cuando nos sentimos muy identificados con un grupo humano o una

problemática. Y hablo de “cierta distancia” porque evidentemente los casi 15 años

de vivir en Nicaragua también me proporcionaron la posibilidad de seguir de cerca,

desde los medios y las amistades, las vicisitudes del sandinismo.

Difícilmente se puede ser neutral cuando las visiones están tan polarizadas como

sucede en el sandinismo actual. He tratado, por ello, de basarme lo más posible

en las expresiones literales de los actores que sí vivieron las experiencias que se

narran aquí y minimizar mis comentarios al respecto, aunque evidentemente en la

misma organización de la investigación y de los resultados finales de la misma

todo investigador pone su sello.

Cuando en Nicaragua casi toda la población habla de los partidos políticos como

lugares de corrupción donde hay poco rescatable y pocos aspectos interesantes

para ser investigados, sí quiero contribuir a que se puedan valorar, con sus

claroscuros, determinados esfuerzos del sandinismo para profundizar en el

entendimiento de nuestra realidad y en el diseño de un modelo de sociedad más

justo.

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II. Contexto El FSLN surge en 1962 como una fuerza que lucha contra la dictadura somocista,

retoma el pensamiento nacionalista de Sandino y pretende alcanzar una nueva

sociedad socialista en Nicaragua que ayude a superar los atrasos heredados del

pasado. Los grandes temas en los que se inspira el sandinismo son el

antiimperialismo (o nacionalismo) y el anticapitalismo (o socialismo) y las dos

grandes figuras son Sandino y Carlos Fonseca Amador, el fundador del FSLN.

El FSLN ha ido atravesando diferentes etapas:

- Una etapa de lucha guerrillera y de clandestinidad para luchar contra la dictadura

somocista (hasta julio de 1979).

- Una etapa en el poder, en la década de los 80, cuando la revolución sandinista

se hizo famosa en todo el mundo, entre otras cosas, por su resistencia al

todopoderoso país del Norte (Estados Unidos) y por la originalidad de su

revolución, que unía por primera vez a cristianos y a marxistas en la consecución

e implementación de la revolución sandinista.

- La etapa del FSLN como oposición política, tras las elecciones perdidas en 1990

frente a Violeta Chamorro, en la que se dedicó a “gobernar desde abajo” y a

fortalecer su partido con vistas a una nueva victoria en las urnas que le devolviera

el poder, como así ocurrió en el año 2006.

- La etapa del nuevo Gobierno, que inició su andadura en enero del año 2007.

Hay determinados aspectos de la historia que se observan mejor tras el paso de

los años y eso es lo que se intentará hacer desde el estudio de la formación

política de la militancia sandinista en estas 4 etapas del sandinismo.

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III. Antecedentes Ya Marx y Engels plantearon en su tiempo la intuición de que la ideología

dominante era la ideología de la clase dominante. Si el materialismo histórico en el

que creían concedía una gran importancia a las condiciones materiales para la

realización de la revolución, también otros autores marxistas posteriores como

Gramsci resaltaron la importancia de la formación política como un elemento

fundamental para lograr cambios sociales radicales. Autores de nuestros días

como Ignacio Ramonet han recalcado también la necesidad de crear alternativas

al “pensamiento único” capitalista predominante y de promover una “conciencia

crítica”.

En el FSLN, así como en otros partidos o movimientos que hicieron de la

revolución un ideal, ha existido una tradición de invertir una parte de sus esfuerzos

en la formación política de sus miembros para que el disenso respecto a sistemas

injustos y frente a este “pensamiento único” esté bien cimentado en ellos. Ya antes

del triunfo de la insurrección, los guerrilleros debatían sobre el tipo de sociedad

que pretendían construir y estudiaban determinados escritos de autores

revolucionarios. Dentro del sandinismo y sus diferentes tendencias, todavía hay

personas como William Grigsby o Mónica Baltodano, que en su día conformaron

junto a otras una corriente dentro del FSLN llamada Izquierda Democrática, que

enfatizan en sus escritos y discursos la importancia del “trabajo político” o de la

“formación de la conciencia” (Grigsby, 2007, p. 19).

Se sabe, por lo expresado por diferentes personas, que el tipo de formación

política que recibieron los militantes del FSLN ha ido variando a lo largo de los

años. En un artículo de Mónica Baltodano se exponen algunos de los hitos y

transformaciones de la formación política de cuadros dentro del FSLN. Dicho

artículo fue escrito en el año 2005, por lo que ella sólo distinguía tres etapas

diferenciadas (en la lucha contra la dictadura, durante la revolución y tras la

derrota electoral) (Baltodano M., 2005a). Sin embargo, el período del nuevo

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Gobierno de Daniel Ortega debe ser analizado de forma diferente por las

implicaciones que tiene la nueva llegada del FSLN al poder.

Por otra parte, en una investigación publicada por IPADE (Romeo, 2007) sobre los

partidos políticos en Nicaragua y según las opiniones de algunos dirigentes y

militantes de éstos, la formación política es uno de los retos poco asumidos hasta

ahora por los partidos políticos nicaragüenses, aunque se entiende que ésta es

fundamental para la promoción de la democracia interna, de la propia identidad de

cada partido y de su función como puente entre la sociedad civil y el Estado

(Romeo, pp.38-41, pp. 62-63). El FSLN no escapa a esa crítica en los momentos

anteriores a la elección presidencial de 2006.

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IV. Planteamiento del problema

Cuando se busca bibliografía sobre este tema, la dificultad es grande. Es cierto

que existen publicaciones en la década de los 80 promovidas por el Instituto de

Estudios del Sandinismo o por parte del Departamento de Propaganda y

Educación Política del Sandinismo. Pero, a excepción del artículo de Mónica

Baltodano, no se ha podido encontrar entre ellos un relato enfocado en los

procesos de formación promovidos por el sandinismo o por alguna de las

tendencias sandinistas. Estos procesos de formación aparecen en algún momento

de los documentales filmados o de escritos en torno a la revolución o al

pensamiento revolucionario, pero de manera esporádica. Parece no haber existido

hasta el momento el intento institucional de recoger la evolución teórica y práctica

del sandinismo en esta temática, por lo que una descripción y exploración inicial,

más allá de lo escrito por Baltodano, podría abrir el camino a nuevas

investigaciones más centradas en aspectos concretos de dicha formación.

Como decíamos anteriormente, Mónica Baltodano distinguía desde su perspectiva

etapas y características de la formación política sandinista. Uno de los objetivos de

la investigación será precisamente describir y profundizar en los cambios que se

han ido produciendo a lo largo de estas etapas, a través de los testimonios

seleccionados en la metodología.

Una de las preguntas que se plantea de fondo en la investigación es qué se

entiende por formación. Y no sólo conceptualmente, sino a través de lo vivido en la

práctica. Es evidente que algo ha cambiado en los últimos años en la manera de

entender la educación. Si antes ésta era mayoritariamente entendida como un

proceso unidireccional, fundamentalmente vivido en la escuela, pensado para

adaptar el individuo a la sociedad y proporcionarle habilidades que permitan al

sistema social seguir funcionando, experiencias como la formación política vivida

dentro del FSLN y otras muchas cuestionan esta visión de la educación o

formación personal, con un enfoque más amplio, bidireccional y centrado en el

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cambio social. De hecho, en la vivencia sandinista se podría estudiar la

participación e integración de diferentes estilos educativos también en la formación

política: el estilo educativo heredado de la tradición nicaragüense, el de los países

socialistas (fundamentalmente Cuba) y la educación popular, impulsada por

personas como Freire y sus seguidores, también en Nicaragua.

Puede suponerse que la formación política dentro de un partido o movimiento

revolucionario es uno de los procesos que debe consolidar el crecimiento

personal, el debate y la participación en las actividades del partido, y la

apropiación de la identidad y del ideario político. Esto es lo que habría de ser

comprobado y contrastado con la realidad para descubrir cuál es la verdadera

utilidad de la formación política, según las personas involucradas en dichos

procesos.

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V. Objetivos Objetivo general

- Describir la formación política sandinista desde la visión de militantes

sandinistas con larga trayectoria política.

Objetivos específicos

- Conocer las fuentes (ideologías, temas, autores, materiales, estilos…) y la

importancia que se otorgó a la formación política partidaria en las diferentes

etapas.

- Indagar en otros tipos de formación política, externa al partido, que han

contribuido a la identidad sandinista de los militantes.

- Descubrir la utilidad de la formación política sandinista percibida por la propia

militancia.

¿De quién se quiere saber? (Fuentes de información)

-Militantes sandinistas de larga trayectoria.

-Profesores/as y alumnos/as de escuelas de formación municipal, regional y

nacional.

-Hombres y mujeres.

-Sandinistas que pertenezcan actualmente al FSLN y también sandinistas que ya

no militan en este partido.

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VI. Justificación de la investigación En mi experiencia personal, el conocimiento de la existencia de formación en

determinados círculos de la izquierda europea a lo largo de los dos últimos siglos y

la exposición a testimonios en Nicaragua (aun cuando mi llegada al país fuera en

1996) que recordaban aspectos de la formación sandinista antes de 1990

despertaron mi interés por conocer de manera más clara cómo se organizó todo

este proceso en Nicaragua y la importancia que se le había concedido a este

aspecto en función de los objetivos de la revolución. Por ahora, todavía hay

muchas personas que tienen experiencias de formación política dentro del

sandinismo en el período anterior a 1990, pero si el tiempo corre puede ser que el

número se vaya reduciendo significativamente, por lo que se podría pensar que

existe una cierta urgencia por recoger esta información.

La relevancia de la investigación vendría dada por la recopilación y ordenamiento

de información en torno a lo ya hecho dentro del FSLN en materia de formación

política y por las vivencias de algunos personajes representativos del sandinismo

al respecto. Un estudio como el que propongo tratará de profundizar en la

formación que han recibido los militantes del FSLN en diferentes etapas (desde la

oferta partidaria y la demanda de los militantes), para iluminar algunas relaciones

de esta formación con valores y actitudes, con formas de pensamiento y de

organización partidaria. Profundizar en los estilos y contenidos de la formación

política también puede dar claridad para un mejor entendimiento de la división

actual del sandinismo, en un contexto en el que cada día parece más difícil hablar

de forma consensuada sobre lo que significa y representa el sandinismo o “ser de

izquierda” en Nicaragua.

En la investigación reciente de IPADE sobre partidos políticos ya mencionada se

habla de la importancia de los jóvenes y las jóvenes como sujetos preferenciales a

los que debe ofertarse esa formación política en función de su crecimiento

personal y de su plena integración al partido. En cualquiera de los casos, la

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formación les servirá para conocer las debilidades y fortalezas del sistema político

nicaragüense y mundial, así como las suyas propias, en el marco de un partido

que representa una ideología concreta. Esta formación dependerá, por un lado, de

la oferta del partido pero también de la demanda de los nuevos y antiguos

militantes, por lo que el fenómeno deberá ser observado desde ambas

perspectivas.

Hace unos años tuve la oportunidad de participar como consultor en varias

capacitaciones con partidos políticos dentro del programa de Modernización de

Partidos Políticos promovido desde el PNUD. Aún sin haber asistido a

capacitaciones con militantes del partido FSLN, pude percibir en las palabras de

los líderes y lideresas de otros partidos que se sentían marginados de los

espacios de formación y decisión del partido. Dado que últimamente el citado

programa de modernización de partidos políticos y otras actividades de

organizaciones están trabajando en temas de liderazgo juvenil, estos liderazgos

pueden ser los primeros interesados en conocer la evolución de la formación

política en un partido concreto.

No cabe duda de que la contribución de las escuelas de liderazgo juvenil

promovidas por el PNUD no es sino un empujón o llamado de atención a los

partidos y a los jóvenes militantes para que le den su debida importancia al tema

de la formación partidaria. Este estudio puede contribuir a que los jóvenes

militantes (sandinistas o de otras formaciones políticas) se planteen la importancia

de abandonar el grupo de “los que no saben, y por tanto, no deciden” y se

conviertan en parte de “los que saben y deciden” dentro del partido. Y podría

contribuir también a que los responsables partidarios reflexionen sobre la

importancia de la formación o sobre algunas lecciones aprendidas que se derivan

de lo expresado por las diferentes personas entrevistadas en el curso de esta

investigación.

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Ante el interrogante sobre si el uso de la información de este estudio aportará

algún elemento para resolver problemas prácticos, no cabe duda a mi entender de

que la promoción de la formación y el estudio responsable de las problemáticas

(en este caso, partidarias, sociales o nacionales) va a facilitar la solución de las

mismas. Pero también ayudará a la búsqueda de posturas claras, unificadas y

transparentes dentro de los partidos, que permitan huir de la improvisación y el

oportunismo y proporcionen a sus militantes una mejor idea de su identidad, de

quiénes son y adónde se va como partido.

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VII. Marco teórico y conceptual

• Referentes conceptuales preliminares

Los dos términos clave de la investigación son: formación y política. La formación

es un concepto menos utilizado que la capacitación en el ámbito organizativo en

Nicaragua. Sin embargo, existen algunas diferencias en sus implicaciones teóricas

y prácticas. Alguna de las acepciones de formar o formarse dadas por el

diccionario de la Real Academia de la Lengua Española habla de “dar forma a

algo”, “educar” o “adquirir desarrollo, aptitudes o habilidades”. Capacitar se

relaciona con esta última acepción, ya que implica “hacer a alguien apto, habilitarlo

para algo”. La idea de formación implica una visión más amplia y más sistemática

de aquello que se ofrece al formando o que él mismo persigue incorporar a su

bagaje cultural o profesional.

La terminología sobre la política y los políticos tiene fundamentalmente dos

acepciones: la que apunta al poder (razón por la que la política suele ser

comprendida por los ciudadanos y las ciudadanas como algo “sucio”) y la que está

ligada al bien común y a su origen etimológico griego (polis: comunidad humana).

“Nos encontramos así ante dos articulaciones del término “política”: una

de ellas nos remite a la noción del poder entendido como la capacidad de

un grupo o clase social para hacer valer sus intereses particulares como

intereses del conjunto de la sociedad; la otra, su asociación con la

creación de la comunidad, nos señala que el poder político puede

emplearse históricamente para sancionar y defender procedimientos que

impiden, anulan o bloquean la construcción de comunidad, la posibilidad

más alta de existencia en comunidad en un momento histórico dado, pero

que también puede emplearse para avanzar hacia lo común, hacia la

comunicación, hacia la solidaridad o para resguardaros en cuanto valores

relativamente alcanzados” (Gallardo, 1986, p. 55).

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En uno de sus libros Helio Gallardo nos sitúa el análisis de coyuntura como un

elemento importante de la formación política. Para él, “el análisis de coyuntura se

presenta como una forma de conocimiento de lo histórico-social con vistas a una

inserción adecuada en esta realidad” (Gallardo, 1990, p. 30). El análisis de

coyuntura es un diagnóstico de esta realidad histórico-social que trata de captar y

comprender los signos distintivos de un proceso, los acontecimientos importantes

de un momento histórico determinado pero también descubrir sentidos, relaciones

y tendencias en la coyuntura estudiada. Sin embargo, aunque él mismo reconoce

que el análisis de coyuntura exige objetividad en lo que respecta a los hechos,

expresa que no es neutral en la medida en que “se realiza como uno de los

mecanismos o instrumentos que permiten la correcta inserción de un grupo en ese

espacio político” (Gallardo, 1990, pp. 39-41).

También Otto Heinrich nos habla de formación política en su libro de introducción

a la ciencia política, dedicándola una de sus capítulos. Este autor divide su

exposición al respecto en formación de los equipos dirigentes y formación

ciudadana. Para él, el ciudadano “por encima de la limitada inteligencia de

subordinado, debe tener un juicio crítico acerca de la dirección de la política, y

debe tener una idea viva del papel de su nación en el mundo” (Von der Bablentz,

1974, p. 461). Reconoce a la familia y a la escuela como agentes principales de

formación política durante la niñez y la juventud, pero también se refiere a los

medios de comunicación y a los partidos políticos.

Por de pronto, parece claro que esta formación va más allá de la mera adquisición

o transmisión de saberes. Es estudio, pero también reflexión crítica, análisis

teórico y práctico, diálogo y tienes relaciones con la práctica, como afirma Claudia

Korol:

“La formación política, en esta perspectiva, no es sólo ni principalmente

transmisión de saberes, sino reflexión crítica sobre los saberes que la

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humanidad construyó históricamente como verdaderos. Implica un análisis

teórico y práctico sobre cómo se ha ejercido la dominación, cuáles son sus

instrumentos, cuáles las ideas, los sentidos, las visiones del mundo que la

sostienen y reproducen, y cuáles las ideas, los posibles sentidos y visiones

del mundo eficaces para combatirla. Es estudio de la realidad, y reflexión

crítica de las experiencias e intentos de su transformación. Es crear un

espacio de libertad, para imaginar los posibles cambios de la misma, y los

caminos para realizarlos. Es diálogo entre los saberes creados en la

academia, en los centros de investigación, y los saberes forjados en la

confrontación y creación popular, en una relación en la que se suprima toda

jerarquía pre-establecida para una forma del saber sobre otra” (Korol,

2007).

La formación política podría, por tanto, definirse como un proceso institucional o

personal que persigue proporcionar ciertas habilidades y estructurar una serie de

contenidos (hechos, conceptos, teorías, utopías y valores) en el universo

ideológico individual desde una percepción sobre las instituciones y

acontecimientos políticos con una finalidad práctica de mantener o transformar el

orden social. En este sentido, va más allá de proporcionar o potenciar una o dos

capacidades que tengan alguna utilidad para la vida y va más allá de la formación

de la conciencia moral, que puede inclinarnos a pensar en visiones individualistas

sobre la realidad.

La expresión formación o educación política es ampliamente utilizada, pero no se

pudo encontrar ningún texto o autor que se haya atrevido a conceptualizarlo de

forma exhaustiva, tras una larga búsqueda. La anterior definición parte de la

propuesta por mi parte a la que casi ninguna de las personas entrevistadas

expuso objeciones (se les presentó la definición en la carta de invitación, donde

aparecía como primera pregunta o asunto y también en la guía de entrevista), y se

le añadió el componente de la finalidad o de la transformación social a la que se

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apunta. Como afirma Freire, toda acción cultural pretende el mantenimiento o la

transformación (mínima o más radical) de la realidad.

En relación con la expresión “formación política” se oye hablar a menudo de

“formar la conciencia” o “concientizar”, giros que se acercan mucho al concepto de

formación política. El concepto concientización se ha asociado en América Latina,

en gran medida, con la alfabetización de adultos, pero es evidente que no

solamente deberíamos pensar en personas con nulos o bajos niveles educativos

como los posibles sujetos de la formación política. Por otro lado, “formar la

conciencia” tiene unas connotaciones éticas fuertemente marcadas. Aunque éstas

normalmente acompañan a las visiones ideológicas de la realidad política, no

necesariamente sucede así cuando la educación moral se ciñe a aspectos

esencialmente privados de actuación (moral sexual, familiar, relación con las

personas próximas, etc.). La conciencia crítica o revolucionaria implica una visión

alternativa de la realidad, también desde posiciones éticas.

En Nicaragua se ha hablado de “educación política” o de “formación de cuadros”

para referirse a la formación política en general o para los mandos militares,

políticos o técnicos del partido. La Real Academia de la Lengua Española define

cuadro de la siguiente manera: “En el Ejército, en una empresa, en la

Administración Pública, etc., conjunto de mandos”. Ernesto Che Guevara, hace

varias décadas, expresaba lo que era un cuadro, desde su perspectiva.

“A esta altura podemos preguntarnos, ¿qué es un cuadro? Debemos decir

que, un cuadro es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo

político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del

poder central, hacerlas suyas y transmitirlas como orientación a la masa,

percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y

sus motivaciones más íntimas. Es un individuo de disciplina ideológica y

administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático y sabe

valorar las contradicciones existentes en el método para aprovechar al

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máximo sus múltiples facetas; que sabe practicar en la producción el

principio de la discusión colectiva y decisión y responsabilidad únicas,

cuya fidelidad está probada y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado

al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto

siempre a afrontar cualquier debate y a responder hasta con su vida de la

buena marcha de la Revolución. Es, además, un individuo con capacidad

de análisis propio, lo que le permite tomar las decisiones necesarias y

practicar la iniciativa creadora de modo que no choque con la disciplina. El

cuadro, pues, es un creador, es un dirigente de alta estatura, un técnico de

buen nivel político que puede, razonando dialécticamente, llevar adelante

su sector de producción o desarrollar a la masa desde su puesto político

de dirección” (Che Guevara, 1962).

En este mismo artículo de Ernesto Che Guevara, él describe la vital función de

contacto entre el partido y las masas que los cuadros deben realizar.

“…No es un simple trasmisor hacia arriba o hacia abajo de lemas o

demandas, sino un creador que ayudará al desarrollo de las masas y a la

información de los dirigentes, sirviendo de punto de contacto con aquéllas.

Tiene una importante misión de vigilancia para que no se liquide el gran

espíritu de la Revolución, para que ésta no duerma, no disminuya su ritmo.

Es un lugar sensible; transmite lo que viene de la masa y le infunde lo que

orienta el partido” (Che Guevara, 1962).

Sin embargo, dado que la “formación de cuadros” incluye, como reconocieron

varias personas entrevistadas, la formación política y la militar, se ha preferido

optar en esta investigación por la expresión “formación política”. La militancia,

según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es el conjunto de

militantes en una determinada organización. Los militantes de quien se habla en

esta investigación, a su vez, son aquellas personas que pertenecen y son

reconocidas por el partido por medio del carnet de militante. Como una definición

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orientativa, para los estatutos del FSLN, en su artículo 13 inciso a, son:

“Militantes: los que voluntariamente optan por esta categoría pertenecen a un

organismo del partido, asumen un compromiso pleno, consciente y disciplinado

con todo el quehacer partidario, y enteran regularmente las cuotas establecidas”

(FSLN, 2002).

• Los clásicos de la sociología y otros autores de tendencia marxista

La necesidad de la formación política se enmarca dentro de una tradición obrera y socialista que da una gran importancia a ésta para los objetivos de esos

movimientos sociales y políticos. La exigencia de educación o formación fue una

de las primeras reivindicaciones del movimiento obrero junto a la de la reducción

de la jornada laboral, y se mantuvo en diferentes movimientos obreros

internacionales por medio de la promoción de innumerables casas de la cultura y

periódicos obreros. Veamos la consigna que se promovió en Chicago en una de

las primeras huelgas y manifestaciones del 1 de mayo, que demuestra la

importancia de la educación en general para las mayorías pobres.

“Por fin, el 1 de mayo de 1886 llegó. Por todas partes se realizaron

importantes manifestaciones con la consigna uniforme. ¡A partir de hoy,

ningún obrero debe trabajar más de ocho horas por día! ¡Ocho horas de

trabajo! ¡Ocho horas de reposo! ¡Ocho horas de educación!” (Negro, 1986,

p. 6).

Más allá del derecho a la educación y a un trabajo regulado que dé oportunidades

para el ocio y la cultura, determinados pensadores de tradición marxista han

insistido en que la formación sobre temas sindicales y políticos era fundamental

para conseguir objetivos, tanto en el ámbito sindical como en el político, que

fueran dando pasos hacia la revolución socialista. Pero, antes de entrar a conocer

las principales intuiciones que nos han transmitido algunos pensadores marxistas

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sobre lo que nos ocupa, veamos cómo se han acercado de alguna manera al tema

de la “formación política” los clásicos de la sociología (Durkheim, Marx y Weber).

Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, un clásico es un

“autor u obra que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o

ciencia”. Aquí, como vemos, el énfasis se pone en la cualidad de dicho autor o

autora que le hace acreedor de dicho “título” y en que sea un modelo digno de

imitación, lo cual suele ser confirmado solamente con el paso el tiempo. Vivaldi o

Beethoven no fueron considerados clásicos en su tiempo, y sólo el tiempo dirá si

los Beatles serán así valorados dos o tres siglos después de su aparición en el

panorama musical.

Si puede llegarse en algún momento a discutir si alguien puede ser considerado

un clásico o no, sí puede convenirse que las genialidades de estos autores o de

sus obras son como luces de larga duración que siguen manteniéndose mientras

otras se extinguen con rapidez. Y la luz que emiten está directamente relacionada

con la originalidad, primeramente de las preguntas que formulan sobre problemas

concretos, pero también por supuesto por las respuestas que dan a las mismas.

Se suele repetir que la verdadera tarea del educador es formular preguntas

interesantes y pertinentes a su alumnado, más que responder a preguntas que tal

vez ni siquiera él nunca se formuló. En el caso de un clásico de la sociología

(Durkheim, Marx, Weber), el mérito está tanto en la formulación de la pregunta

como en la respuesta, aun cuando esta última todavía tenga que actualizarse,

contextualizarse y revisarse con el paso del tiempo.

Si bien Durkheim (1858-1917) no nos aportará muchos elementos de reflexión en

torno a los movimientos o partidos revolucionarios y sus necesidades, sí puede

contribuir a un primer acercamiento al concepto de educación, en el que de alguna

manera podría situarse la formación política. Durkheim fue el primer sociólogo en

ocupar una cátedra de sociología de la educación y reflexionó de un modo extenso

sobre el particular.

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Su pensamiento educativo rompe con los esquemas de la pedagogía de su época

y con la visión hegemónica de su tiempo sobre la educación, que parte de que la

educación está ligada a la perfección del individuo, algo ya establecido por Kant,

para el que la educación consistía en el desarrollo armónico de las facultades

humanas. Durkheim no se ocupa de la educación desde la discusión sobre la

naturaleza humana o de un modo teórico, sino que la analiza como un conjunto de

prácticas y de instituciones sociales. Para él, la educación debe ser estudiada

como lo que es, o sea, como un hecho social.

En una obra no específicamente dirigida al tema de la educación, La división del

trabajo social (1893), ya desarrolló una tesis que defendía que las

transformaciones en los sistemas educativos eran consecuencia de cambios

económicos y sociales de la sociedad. Por tanto, las características de la

educación y de los sistemas educativos tienen, para él, una fuerte relación con las

necesidades de la sociedad.

En su obra Educación y sociología (1922), plantea una definición de educación,

que citamos a continuación:

“Es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no

están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en

el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen

de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial al que está

particularmente destinado” (Durkheim, 2006, p. 47).

Como se puede apreciar, esta definición se acerca más a la adaptación y a los

elementos sociales de la educación que a los relacionados con el crecimiento y la

maduración personal. Hay dos elementos de esta definición que debemos poner

seriamente en duda, como constituyentes de una buena definición de educación.

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- Se habla de desarrollar a los niños. Pero los procesos educativos no se ciñen a

los niños, como en la alfabetización de adultos, por lo que en este aspecto la

definición parece excesivamente restrictiva.

- La acción educativa es ejercida por las generaciones adultas sobre otras no

maduras para la vida social. En este caso da la impresión de que existe un sujeto

que actúa sobre otro, el cual recibe pasivamente los contenidos necesarios. Se

trata de conducir a los niños (etimología de pedagogía), aunque el antiguo

“pedagogo” no era sino un esclavo que acompañaba a los niños de la casa a la

escuela en la Grecia clásica. Durkheim cree que el niño es una tabla rasa, un

recipiente vacío que debe ser llenado por los educadores. Sin embargo, si bien

etimológicamente la palabra educación proviene del verbo latino educare, que

significa criar, alimentar, instruir, hacer crecer, también tiene un sentido opuesto

cuando se la hace derivar de otro verbo antiguo ex ducere (extraer, sacar afuera o

hacer salir). De acuerdo con estas dos acepciones, la educación puede ser un

proceso de incorporación de elementos externos al sujeto o un proceso que va de

adentro hacia fuera. Análisis posteriores a Durkheim, como el que desarrollaremos

más adelante con Freire, sitúan al educando como el verdadero protagonista de la

educación.

Dos ideas expresadas por Durkheim sobre la realidad de la educación nos lo

sitúan en el origen de una perspectiva funcionalista de la sociología, ya que

considera que el sistema educativo ayuda a mantener el orden social. Según él, la

escuela transmite, por un lado, los valores generales necesarios para la

homogeneidad social: “Toda sociedad precisa una similitud básica de

pensamiento, valores y normas entre sus miembros para perseverar en la

existencia” (Neira, 2008). La escuela permite legitimar un conjunto de prácticas,

maneras de proceder y costumbres, que son exteriores a la voluntad individual.

Por otro lado, la escuela también inculca habilidades específicas diversas

(especialización en división del trabajo) para que las personas que trabajan juntas

puedan producir bienes en las sociedades industriales. Si en este caso, la

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educación escolar intenta adaptar el individuo a la sociedad, en la formación

política de este estudio se intenta cambiar la sociedad, en parte desde el cambio

educativo de los individuos.

Podríamos decir que Marx (1818-1883) se acerca mucho más al tema que nos

ocupa. La filosofía de Marx parte de la dialéctica propuesta por Hegel, aunque no

retoma de él su idealismo. Por el contrario, opta por el materialismo. Siglos antes,

Aristóteles también reaccionó frente a Platón, cuando éste pensaba que las Ideas

eran la verdadera realidad y los seres y objetos que los humanos percibían eran

simplemente sombras irreales de dichas Ideas, como lo plantea en su mito de la

caverna. La ruptura con el idealismo en Marx se plantea desde un minucioso

análisis histórico de la economía y los procesos de producción. Uno de sus textos

más resaltados para establecer un acercamiento al materialismo histórico de Marx

es el siguiente:

“El conjunto de esas relaciones de producción forma la estructura

económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la

superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas

formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material

condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No

es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario,

el ser social es lo que determina su conciencia" (Marx, 1859).

Primeramente este texto dice que "el conjunto de estas relaciones de producción

forma la estructura económica". Según Marx, la sociedad y la historia tienen dos

estructuras: la infraestructura y la superestructura. La primera es el conjunto de los

medios, formas y fuerzas de producción de una sociedad, es decir la economía

fundada en la relaciones de producción. Esta infraestructura es la base real y el

fundamento de la sociedad y de la historia, y la superestructura es un conjunto de

ideas y creencias que sólo puede considerarse como un producto de esta

infraestructura.

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Según el párrafo anteriormente citado, el modo de producción condiciona el

proceso de la vida social, política y espiritual en general, por lo que termina

expresando: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el

contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.

El propio Engels, en su discurso ante la tumba de Marx, reforzó esta tesis central

del materialismo histórico, tal vez demasiado empapada del entusiasmo científico

de aquellos días, que creyó en la posibilidad de descubrir leyes y relaciones

causales que determinan el sentido de la historia y de la sociedad.

“Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica,

Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan

sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita,

en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder

hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de

los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la

correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época

es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas,

las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas

religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto,

explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo”

(Pérez Baltodano, 2010a).

Sin embargo, si leemos el conjunto la obra de Marx, queda en evidencia que la

tarea revolucionaria demanda los esfuerzos conjuntos de intelectuales y obreros.

Por ejemplo, en su obra del 18 de Brumario, afirma que “los hombres hacen su

historia”, aunque eso así, bajo determinadas circunstancias existentes y

heredadas del pasado. Por ello, no basta con sentarse y esperar a que se den las

condiciones objetivas para el cambio, sino que hay factores que corresponden al

individuo, a las organizaciones y a la cultura. Los seres humanos son los

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forjadores de la historia y no son simples espectadores, impotentes o desarmados

ante la presencia de las ideologías dominantes y el poder de las élites. Por el

contrario, la historia es la actividad consciente de los seres humanos en la

consecución de sus objetivos. Sólo desde aquí se entienden las diferentes

estrategias que va planteando el movimiento socialista a lo largo del siglo XIX para

conseguir sus propósitos.

La revolución comunista viene a romper de una manera radical con el régimen

tradicional de la propiedad. Por tanto, nada tiene de extraño que se vea obligada a

romper en su desarrollo, de una manera también radical, con las ideas

tradicionales. Las ideas comunistas no sólo no deben ocultarse, sino propagarse

lo más posible. Y a la vez que se propagan, deben servir como un elemento de

unión entre todos los proletarios del mundo. Así puede entenderse el Manifiesto

Comunista, de Marx y Engels. Podemos apreciar la importancia de las ideas y de

la unión de los revolucionarios a lo largo de este manuscrito y también en sus

últimas líneas, que a continuación transcribimos.

“Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e

intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden

alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente.

Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una

revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder,

como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.

¡Proletarios de todos los países, uníos!” (Marx, 1995).

Según Marx, la explotación es un dato objetivo en la sociedad capitalista. Sin

embargo, no siempre los trabajadores tienen conciencia de dicha explotación, por

lo que con frecuencia es necesaria una actividad de propaganda y de

concienciación de la clase trabajadora. La conciencia de clase consiste

precisamente en este darse cuenta por parte del trabajador de la existencia de la

alienación económica, política, social y religiosa en la que vive en la sociedad

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capitalista. En esta concienciación de la clase trabajadora es muy importante la

aportación de la filosofía ya que ésta desenmascara las explicaciones que los

propios capitalistas dan para justificar la sociedad capitalista, mostrando por

ejemplo la esencial dimensión que tiene la vida productiva para la autorrealización

o el mecanismo de la alienación económica. La conciencia de clase es requisito

indispensable para la revolución y la liberación de la explotación del hombre por el

hombre.

El proceso de adquisición de la toma de conciencia de clase de los trabajadores

no es un proceso inmediato ni automático, ni en la industria ni en el resto de los

sectores productivos. En su libro Miseria de la filosofía, Marx analiza la situación

de Gran Bretaña en la década de los 40 del siglo XIX y señala:

“En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del

país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa

una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una

clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha, de la cual

hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en

clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de

clase” (Marx, 1995).

El proceso de formación de la conciencia de clase no se da solamente con la

experiencia de los obreros en el marco de la estructura económica de la sociedad

capitalista, sino también en la superestructura del sistema a través de la

experiencia de los obreros en sus organizaciones (sindicatos, partidos), en las

instituciones políticas burguesas (ayuntamientos, parlamentos, etc.) y

particularmente con las grandes conmociones políticas y sociales (la represión del

Estado burgués, las guerras, estallidos sociales, etc.). Para que los proletarios del

mundo se unan, primero deben descubrir que tienen los mismos intereses y que la

unión en la lucha dará mayores frutos a la misma.

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Pero es evidente que no todos los obreros piensan así o están conscientes de la

realidad de explotación en la que viven, ya sea hace un siglo y medio o en la

actualidad. Es aquí donde debe darse una verdadera batalla por las ideas, ya que

las clases capitalistas utilizan también sus medios y sus fuerzas para introducir y

mantener ideas culturales y religiosas que ayuden a la aceptación resignada de la

realidad por parte de las mayorías pobres. Por eso, se cumple en gran parte que

las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de una época. De ahí

que Marx califique a la religión como “opio para el pueblo” o “flores sobre las

cadenas”.

Hemos visto ya la dificultad de compaginar su materialismo histórico con los

esfuerzos educativos y culturales que deben hacer posible el cambio

revolucionario. Y asimismo pueden apreciarse dificultades para despejar ideas

supuestamente contradictorias en Marx, como respecto a la importancia de la

teoría o de un programa teórico que establezca los medios y fines del proceso

revolucionario. Hay quienes han recurrido a una frase de Marx de 1875 para

minimizar la importancia de esta teoría para él: “cada paso de movimiento real

vale más que una docena de programas”. Para así abogar a favor de los

movimientos sociales, del “movimientismo” o de lo que Marx llamaba

“comunidades de acción”. La frase anterior se refería precisamente a su Crítica al

Programa de Gotha, programa entre corrientes contradictorias e irreconciliables

que, a lo más, debieron formar una comunidad de acción y concertar un acuerdo

para la acción contra el enemigo común.

Sin embargo, algo diferente expresó en una carta a Engels en 1869. En esta carta

Marx decía: “La comunidad de acción que hizo nacer a la Asociación Internacional

de los Trabajadores (Primera Internacional), el intercambio de ideas mediante los

diferentes organismos de las secciones en todos los países y, finalmente, las

discusiones directas en los congresos generales, también crearán gradualmente el

programa teórico común del movimiento obrero general.” Por tanto, según la

interpretación de Octavio Rodríguez Araujo, “Marx no descartaba que de una

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comunidad de acción pudiera al final surgir un programa teórico común del

movimiento de los trabajadores, pero con esto no soslayaba la necesidad de dicho

programa ni de un fin último acordado como estímulo y orientación de la lucha

revolucionaria” (Rodríguez Araujo, 2002).

A diferencia del materialismo histórico proclamado por Marx, que cree en la

preeminencia de la realidad material sobre las ideas, Weber (1864-1920) relaciona

ética, educación y política en una de sus obras más destacadas, La ética

protestante y el espíritu del capitalismo. Y desarrolla su hipótesis de que las ideas

(en este caso, religiosas) tienen una influencia primordial en la fundación del

capitalismo, por lo que dejan de ser superestructuras de la realidad.

Algunas características de este espíritu del capitalismo del que habla son: que el

tiempo es dinero, que el crédito es dinero y que el dinero es fecundo y

provechoso. Éstas son las creencias del protestantismo calvinista. Además, ya en

los tramos finales de su trabajo, Weber admite que mientras en el origen del

capitalismo estaban las raíces del protestantismo ascético, paulatinamente ese

enfoque económico va a ir perdiendo el cariz religioso, como lo reconoce del

capitalismo de Estados Unidos de América, del que dice fue despojado de su

sentimiento tanto ético como religioso.

Aunque ha tenido sus críticas, han sido muchos los elogios a esta obra de Weber,

pues la mayoría reconoce la importancia de su análisis de la relación entre los

factores económicos, culturales y religiosos, no tan resaltados por pensadores

como Marx. Las ideas dejan de ser ya un mero subproducto de la realidad, para

formar parte de ella. Weber reconoce que su análisis no ha abordado todos los

factores que dieron inicio al capitalismo y admite que su óptica fue enfocar la

cuestión religiosa en la génesis del mismo, aunque hay quien le reprocha no haber

tenido suficientemente en cuenta el papel del catolicismo y el judaísmo para

centrarse en el calvinismo posterior a Calvino. De cualquier forma, para los

propósitos de este trabajo, lo importante de esta obra es que resalta la influencia

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de las ideas y de su extensión entre amplios colectivos en la evolución de la

organización de las sociedades.

Por otra parte, Weber es uno de los autores que reflexiona sobre las clases

sociales, entendidas éstas en el ámbito de poder, siendo éste la probabilidad que

tiene una persona o grupo de personas de imponer su propia voluntad en una

acción comunitaria. Para él, la situación de clase de los sujetos se define

fundamentalmente por la categoría fundamental de la posesión o no posesión de

bienes y servicios económicos. Y utiliza el concepto de “interés de clase”.

Weber, por tanto, no niega el concepto de clase de la teoría marxista ni el carácter

de dominación de las relaciones de producción, pero sostiene que no es

únicamente lo económico lo que define al agrupamiento social (por eso habla de

estamentos y partidos, aparte de las clases sociales). Sin embargo, Weber critica

a la teoría marxista, afirmando que no siempre se conforma lo que él llama el

“interés de clase” como tal, a partir de una situación de clase determinada. Un

grupo de individuos, por el hecho de encontrarse en la misma situación

económica, no necesariamente tiene un interés común como clase, en todo

momento. Las intenciones de los sujetos serán parecidas entre sujetos que sean

de la misma clase, pero eso no garantiza que se lleve a cabo una acción en

común que produzca un cambio en el sistema.

A lo largo de toda su obra, Weber no profundizó de forma separada sobre el tema

de la educación, pero sí aparecen reflexiones esporádicas sobre ésta. En

concreto, distinguió claramente objetivos formativos contrapuestos según los

esquemas de los liderazgos típicos que planteó: uno que persigue el ideal del

hombre “integral” y de la persona “cultivada” (liderazgo tradicional), otro que busca

despertar cualidades particulares en los jóvenes (carismático), y otro que insiste

en una formación especializada de los aprendices (racional).

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Aunque en sentido estricto los dones carismáticos no son susceptibles de ser

transferidos, tanto el santo, el hechicero, el legislador, el artista, el sacerdote como

el guerrero deben pasar por un entrenamiento dirigido a templar y probar sus

dotes. El líder carismático encarna la transformación y el cambio, y su empeño es

la lucha sin cuartel contra lo establecido, contra valores, hábitos, leyes y

tradiciones consideradas eternas e imperecederas. Su única sumisión se restringe

a algo que todavía no existe, pero que sería digno de alcanzar. En palabras de

Weber, “es el poder revolucionario específicamente creador de la historia”

(Cataño, 2004).

Por su parte, para formar líderes tradicionales, el objetivo es la adquisición de las

maneras, el porte y los conocimientos característicos del estrato al que se

pertenece o al que se quiere llegar. Lejos se está aquí del entrenamiento

especializado del experto o de la adquisición de saberes útiles y aplicados. En la

educación para el liderazgo tradicional se observa piedad y devoción al superior

que elige (pues toda elección emana de su voluntad) y no al estamento que

certifica la formación.

La educación racional desecha los fines más queridos en los modelos tradicional y

carismático. Su meta es la instrucción especializada, funcional y útil. Es la

educación de la civilización capitalista por excelencia que a continuación

heredaron los proyectos socialistas gestados en sus entrañas, los cuales también

exigen habilidades y destrezas específicas. La persona idónea, y no el hombre

culto, es el ideal educativo de la era burocrática. “Como ocurre con los tipos de

dominación que confieren vida a estos modelos educativos, ninguno de ellos se

presenta jamás en estado puro” (Cataño, 2004). Y esto podría aplicarse en los

diferentes movimientos religiosos, políticos o revolucionarios.

Finalmente, al preguntarnos qué relación puede establecerse entre la ética, la

política y la educación, encontramos que Weber invita a los alemanes de su época

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a dar prioridad a la educación política. Visto lo que avecinaba para este país, para

él esa tarea era imprescindible.

“Hay algo indudablemente cierto: es necesario realizar un inmenso trabajo

de educación política, para nosotros, cada uno en su propia búsqueda, no

hay deber más importante que el de volvernos conscientes de esta misión:

colaborar en la educación política de nuestra nación; y éste debe ser el fin

último al que debe tender incluso nuestra propia ciencia” (Weber, 1982)

Una de las divisiones weberianas, que ha pasado a la historia y es citada por

muchos pensadores posteriores, es la establecida entre “ética de la convicción” y

“ética de la responsabilidad”. La ética de la convicción responde a las

concepciones de la propia ideología en su aplicación cotidiana, a los principios y a

las obligaciones morales. La ética de la responsabilidad de un político está referida

al hecho de que no siempre éste debe tomar las decisiones siguiendo sus

convicciones, sino pensando fundamentalmente en los resultados o

consecuencias de sus decisiones.

En este sentido, se plantea que renunciar a las convicciones propias en

determinadas decisiones puede tener mejores consecuencias para la totalidad o

mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de un Estado. La ética de la

responsabilidad, sin renunciar a los principios o convicciones, se preocupa por las

consecuencias de toda acción. “Quien actúa conforme a esta ética se propone

fines, sopesa los medios conducentes a ellos y las consecuencias resultantes”

(Varela, s.f.). Utiliza, por tanto, una racionalidad instrumental que es utilizada para

la selección y adecuación de los medios y los fines (Weber, 1989).

Sin embargo, para Weber, finalmente debe reconocerse que “una ética de la

convicción y una ética de la responsabilidad no son elementos contrapuestos, sino

complementarios y que al unísono han de formar al hombre auténtico, al hombre

que puede tener vocación para la política” (Weber, 1989). Si estas éticas son

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complementarias, como expresa Weber, al menos debe prevalecer el cuidado

sobre los graves peligros de los principios dogmáticos de la ética de la convicción,

que degeneran en organizaciones totalitarias que no admiten divergencias, con

actuaciones como las hoguera de la Inquisición o las violaciones de derechos

humanos de la revolución de los 80 (Baltodano A.; 2005). Por otro lado, tampoco

se debe olvidar la ética de la convicción en aras del pragmatismo o del

maquiavelismo.

“Justamente la tarea del educador consiste en mantener una tensión viva

en este punto ya que, si reducimos la moral de convicción a la moral de la

responsabilidad, caeremos en el realismo político, en el maquiavelismo, que

es el resultado de la confusión constante entre los medios y los fines”

(Ricoeur, 1978).

Lenin (1870-1924) es otro de los pensadores que alude a la importancia de

enfrentarse contra la poderosa maquinaria que ha creado la ideología burguesa

para extenderse, incluso también entre la clase obrera. Ante la pregunta sobre el

porqué del predominio de esta ideología, el propio Lenin contestaba así: “Por la

sencilla razón de que la ideología burguesa es, por su origen, mucho más antigua

que la ideología socialista, porque su elaboración es más completa y porque

posee medios de difusión incomparablemente mayores....” (Lenin, 1979, p. 4).

La conocida afirmación de Lenin (“Sin teoría revolucionaria no puede haber

tampoco movimiento revolucionario”) significa precisamente que no hay revolución

con solamente teorías y palabras pero tampoco con un activismo irreflexivo (Lenin,

1979, p. 137). Por lo tanto, ésta sólo es posible a través de la praxis, que no es

sino reflexión y acción que inciden sobre las estructuras que deben transformarse.

Lenin cree que la conciencia de clase no le viene a la clase obrera de suyo, por lo

que otorgaba una gran responsabilidad al movimiento revolucionario integrado por

los partidos marxista-leninistas del mundo en esta tarea. Al reconocer que la

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conciencia de clase de la clase obrera se forma y fortalece desde fuera, el propio

Lenin precisaba al respecto lo siguiente: “Hemos dicho que los obreros no podían

tener conciencia socialdemócrata. Ésta sólo podía ser traída desde fuera” (Vallés,

2008). Según Lenin, para pasar de la conciencia sindical a la conciencia

revolucionaria hay un salto que debe ser promovido por la vanguardia de los

partidos marxistas.

Para ser vanguardia, según Lenin, hay que saber utilizar el materialismo histórico

en el diálogo con las masas con el objetivo de ganar su conciencia. Es por esta

razón que las masas no necesitan saber con precisión todo lo que Marx dijo, sino

cuáles son las tareas políticas que guardan relación con el momento histórico para

la toma del poder revolucionario o su consolidación. Y es por esto que una tarea

educativa de la vanguardia hacia la masa, según su obra “A propósito de las

consignas” (1917), es proponer consignas acertadas, ya que cada consigna debe

derivar siempre del conjunto de peculiaridades que forman una determinada

situación política.

Además de la idea del “partido de vanguardia” como la fuerza que debería

encabezar y orientar al movimiento obrero en la lucha contra el sistema capitalista

nos encontramos con la idea del centralismo democrático.

“… un modelo de organización política y de toma de decisiones basado en

dos principios de acción: todo el mundo tiene derecho a debatir y discutir

las mejores maneras de proceder con la institucionalización del socialismo,

sus políticas y programas. Pero después del debate y de la discusión, el

partido toma decisiones que deben ser acatadas por todos” (Baltodano A.,

2006).

Pero es evidente que no sólo bastan buenas consignas para introducir un sentido

revolucionario a las luchas espontáneas. Según Lenin, se hace necesaria una

interrelación y diálogo permanente entre las masas y la vanguardia revolucionaria

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organizada en el partido. Y este diálogo exige una “actitud paciente” para que las

masas vayan asumiendo una determinada posición revolucionaria. Trotsky, en una

carta que él dirige a algunos militantes austriacos para comentar esta expresión de

Lenin, nos aclara algo más sobre esta tarea de “explicar pacientemente”:

“’Explicar pacientemente’ no implica explicar las cosas de manera

incoherente, indolente, con cuentagotas. (…) El consejo de Lenin

significaba, en otras palabras; ’No creáis que existen recetas sofisticadas ni

ardides que os permitirán fortaleceros repentinamente sin ganar la

conciencia de las masas; dedicad todo vuestro tiempo, toda vuestra

impaciencia revolucionaria, a ‘explicar pacientemente’. Este es el verdadero

significado de las palabras de Lenin” (Trotsky, 1930).

La importancia de la teoría revolucionaria, el centralismo democrático y el papel

educador (desde el diálogo) de la vanguardia del partido respecto al resto de la

clase obrera son aspectos que pueden subrayarse del pensamiento de Lenin.

Siguiendo también los pasos de Marx, nos encontramos con Lukács (1885-1971)

y su obra “Historia y conciencia de clase”. En ella analiza la importancia de la

conciencia de clase en los movimientos revolucionarios. No siempre esta

conciencia es clara o evidente, ya que las personas tienden a actuar según sus

intereses individuales, de los cuales tienen una conciencia más o menos

inmediata. El autor plantea que se debe reconocer que es más complicado que

tomen conciencia de sus intereses grupales, que tienen por pertenecer a una

colectividad. En este sentido, Lukács afirma que los trabajadores son forzados a

tomar el poder cuando aún tienen interiorizado el orden capitalista como el único

sistema posible.

Aunque no puede decirse que la conciencia de clase sea la suma o el promedio de

las conciencias de cada una de las personas que integran dicha clase, Lukács

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afirma la importancia de la conciencia de clase, un sistema de creencias

compartidas, por encima de la conciencia individual:

”Pues bien, la conciencia de clase es la reacción racionalmente adecuada

que se atribuye de este modo a una determinada situación típica en el

proceso de la producción. Esa conciencia no es, pues, ni la suma, ni la

media de lo que los individuos singulares que componen la clase piensan,

sienten, etc. Y sin embargo la actuación históricamente significativa de la

clase como totalidad está determinada en última instancia por esa

conciencia, y no por el pensamiento, etc., del individuo, y solo puede

reconocerse por esa conciencia...” (Lukács, 1985, p. 131).

Según esta concepción, es posible establecer una cierta similitud entre la

"conciencia de clase" de Lukács y los tipos ideales de Weber. Lukács trata de

evitar dicha comparación, al afirmar que no se puede "estudiar las relaciones del

materialismo histórico con tendencias análogas de la ciencia burguesa" (como los

tipos ideales de Max Weber). No obstante, si se analiza en detalle su definición de

"conciencia de clase", ésta tipifica perfectamente como un tipo ideal, con

terminologías demasiado parecidas (Rodríguez, 2008).

Por tanto, si se parte de que la noción de "conciencia de clase" puede ser

comprendida como un tipo ideal, una acción típica racional con arreglo a fines,

esto implicaría a su vez que no es posible encontrar ningún caso histórico

concreto en el que se aplique como unidad de análisis (ni siquiera en la Comuna

de Paris de 1870, aludida por Marx como ejemplo de revolución proletaria), ya que

sería solamente un enunciado teórico y no una práctica concreta de grupos

humanos. Sí parece haber consenso sobre el hecho de que, en una sociedad

cada vez más compleja, la existencia de una clara conciencia de clase en un

grupo resulta en la práctica bastante improbable.

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Gramsci (1891-1937) ahonda en la idea marxista de que la ideología dominante

es la ideología de las clases dominantes, impuesta por medio de los aparatos

estatales, los medios de comunicación de masas, la religión o el sistema

educativo. Refiriéndose a la necesidad de la preparación ideológica de las masas,

escribe: “La lucha económica no puede separarse de la lucha política, y ni la una

ni la otra pueden ser separadas de la lucha ideológica” (Gramsci, 1931).

Como heredero del pensamiento marxista retoma algunos aspectos del

pensamiento de Marx y Lenin, aunque algunos los reinterpreta a su manera. En

concreto, cuando Marx habla en su Contribución a la crítica de la economía

política que la sociedad es una suma de estructura y superestructura y que la

estructura económica determina la superestructura política y cultural, Gramsci

entiende estas afirmaciones como metáforas, ya que, en su opinión, la política y la

economía nunca están separadas (Kohan, 2004, p. 102).

Otro aspecto que le diferencia de Marx es la concepción de ideología. Para Marx

denota un conjunto de ideas que reflejan la existencia social en una forma

deformada o ilusoria, mientras que Gramsci le asigna un valor y una connotación

más positiva (Alfaro, 2002), ya que las ideologías son para él las propias visiones

de la realidad o concepciones del mundo de los diferentes grupos sociales, con

sus aciertos y desaciertos. En el caso de Gramsci, se podría decir que, más que

abandonar la ideología, la clase obrera debe construir su propia ideología, yendo

más allá del conformismo y de la aceptación de la injusticia social.

Con Lenin comparte la importancia de la batalla cultural para que los trabajadores

puedan dar su batalla política.

“Gramsci aprendió de Lenin que la salida de una crisis social orgánica no es

ni automática ni necesariamente progresista o revolucionaria. Sólo puede

alcanzar una solución positiva para los trabajadores si éstos desarrollan

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una fuerte labor cultural y toman la iniciativa política. La cultura

revolucionaria se vuelve entonces decisiva” (Kohan, 2004, p. 92).

Esta creación de una cultura política socialista la harán constituyendo

primeramente sus instituciones culturales, especialmente los periódicos. Gramsci,

de hecho, a lo largo de su vida, participó en varias revistas y periódicos obreros y

socialistas. Uno de ellos fue El Nuevo Orden, un periódico que tenía una tirada de

3000 en 1919 (5000 en el segundo año) para los consejos obreros existentes en

Turín y Piamonte. Su lema era: “Instrúyanse porque tendremos necesidad de toda

su inteligencia. Agítense porque tendremos necesidad de todo su entusiasmo.

Organícense porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza” (Kohan, 2004,

p. 26).

Otro lema de esta revista que se hizo popular era el que aparecía diariamente en

portada desde 1921 (anteriormente la publicación de la revista era semanal). El

lema era: decir la verdad es revolucionario. Pensamiento no siempre compartido

por los pensadores y movimientos de izquierda para lograr, mantener o ampliar el

poder.

También retoma de Lenin el concepto de hegemonía que éste propone como un

objetivo para la clase obrera, la cual debía incorporar también al campesinado a

su lucha. Sin embargo, en este caso, la hegemonía ya no es solamente un

proceso en el que un sector social dirige políticamente a otro, como había

planteado Lenin el concepto, sino que también aplica el término al campo

ideológico y cultural.

Se trata, por tanto, de dar una batalla antihegemónica en el campo de las ideas

(contra la hegemonía de la ideología dominante), una tarea que debe llevar a cabo

el partido. Gramsci defiende que el partido debe esforzarse en trabajar en la

conciencia de clase de la clase obrera (plantear que el conjunto de la clase obrera

tiene unos intereses objetivos comunes) y en su conciencia política (identificar la

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realización efectiva de los intereses del proletariado con la sustitución del sistema

político por uno revolucionario):

“Nunca imaginó la dirección del Partido que para luchar contra la ideología

burguesa, para liberar a las masas de la influencia del capitalismo, fuera

menester ante todo difundir en el Partido mismo la doctrina marxista y

defenderla de toda fracción contraria. (…) Para luchar contra la confusión

que se ha creado de esta manera, es necesario que el Partido intensifique y

haga sistemática su actividad en el campo ideológico, que se imponga

como un deber de los militantes el conocimiento de la doctrina del

marxismo-leninismo, al menos en sus términos más generales. (…) Para

que el Partido viva y esté en contacto con las masas, es menester que todo

miembro del Partido sea un elemento político activo, sea un dirigente.

Precisamente para que el Partido sea fuertemente centralizado, se exige un

gran trabajo de propaganda y de agitación en sus filas, es necesario que el

Partido, de manera organizada, eduque a sus militantes y eleve su nivel

ideológico. (…) La preparación ideológica de la masa es, por consiguiente,

una necesidad de la lucha revolucionaria, es una de las condiciones

indispensables para la victoria” (Gramsci, 1931).

Mientras que en el lenguaje de la calle un término como partido político se asocia

a política parlamentaria y a corrupción, para Gramsci: "Un partido es tal

(integralmente y no como ocurre con una fracción de un partido más grande)

cuando es concebido, organizado y dirigido de manera que le permita

desarrollarse integralmente y transformarse en un Estado (integral y no en un

gobierno entendido técnicamente) y en una concepción del mundo" (Gramsci,

2006). Por tanto, hace falta tanto una concepción estatal como una concepción del

mundo para conquistar el poder.

Veamos cómo entiende esta importancia del partido como educador político otro

estudioso de Gramsci, que resalta precisamente de él su énfasis en la función

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educativa del partido frente a otra concepción más tradicional o normal de los

partidos:

“Por otra parte, en Gramsci concurre una concepción de partido muy

diferente a la usual, tanto en el ámbito ortodoxo y revolucionario del

marxismo leninismo, como en el del liberalismo. En Turín repetía siempre a

sus compañeros que era necesario cambiar el maximalismo del partido. Su

afán no era otro que concienciar y educar políticamente a los ciudadanos. Y

el partido debía tomar, eso mismo, partido en el desarrollo de funciones

básicamente educativas” (Prieto).

Gramsci, sin duda, coincidía con Rosa Luxemburgo en que: “El socialismo no es

un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura, una grande y

poderosa concepción del mundo” (Kohan, 1998). Y para ello, indaga también

sobre el papel de los intelectuales. Aunque para él se podría decir que todos los

hombres son intelectuales, no todos los hombres tienen en la sociedad la función

de intelectuales. Cada clase social genera sus propios intelectuales. Y es

importante que la clase obrera también tenga buenos intelectuales, a la altura de

las exigencias de la sociedad en la que viven. Gramsci distingue entre

intelectuales tradicionales e intelectuales orgánicos. Los primeros siguen el

sistema intelectual de la tradición y los orgánicos se vinculan con las fuerzas de

transformación antihegemónica de la sociedad. El partido político debe ser, por

otra parte, una especie de intelectual colectivo que guíe al pueblo hacia la

conquista de la hegemonía (Gramsci, 1932)

Por supuesto, la filosofía o el saber del intelectual no son un fin en sí mismo sino

un medio para conseguir la revolución, el verdadero fin planteado por Gramsci.

Evidentemente, esto estaba en línea con la afirmación de Marx de que los filósofos

han interpretado el mundo de diversos modos, pero lo fundamental es

transformarlo. De igual manera que entre los intelectuales y el pueblo, para

Gramsci entre el maestro y el alumnado debe establecerse una relación dinámica,

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en la cual va construyéndose la verdad. Por lo tanto, no es la maestra o el maestro

el depositario y transmisor de la verdad, ya que el alumno juega un papel activo y

no meramente pasivo en el proceso de aprendizaje. Así, ya perfila una de las

ideas clave de Paulo Freire, del que hablaré más adelante, la relación bidireccional

entre educadores y educandos:

“Trabajar sin cesar para elevar intelectualmente a más vastos estratos

populares, esto es, para dar personalidad al amorfo elemento de masa,

cosa que significa trabajar para suscitar elites de intelectuales de un tipo

nuevo, que surjan directamente de la masa y que permanezcan en contacto

con ella” (Gramsci, 1972).

El brasileño Paulo Freire (1921-1997), que podría ser considerado un precursor

de la teología de la liberación en el ámbito de la educación, es uno de los

personajes claves para entender los procesos educativos desarrollados en las

últimas décadas con las mayorías empobrecidas y analfabetas de Latinoamérica,

como la llamada educación popular.

Uno de los libros fundamentales para entender la nueva concepción de pedagogía

que Freire propone es la “Pedagogía del oprimido”. Esta pedagogía debe hacer de

la opresión y sus causas el objeto de reflexión de los oprimidos y ha de ser

elaborada con ellos y no solamente para ellos. Y no sólo se trata de una

pedagogía o metodología que quede en el plano de la teoría o del mero acto

educativo sino que ésta ha de seguir brindando elementos de reflexión en el

compromiso para la liberación de los oprimidos, en la cual esta pedagogía ha de

rehacerse continuamente.

Si Freire habla de educación liberadora y bancaria, ¿qué es la educación bancaria

para él? En este tipo de educación, los educandos son como vasijas o recipientes

que deben ser “llenados” por el educador: “la educación se transforma en un acto

de depositar en el cual los educandos son los depositarios y el educador quien

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deposita” (Freire, p. 51). Aquí no cabe el diálogo, sino la simple aceptación de lo

transmitido. Un educando será mejor en la medida en que permita dócilmente ese

“llenado”.

Sin embargo, la imagen de la educación para Freire se parece más a un proceso

de sacar que al de llenar desde fuera, como la del escultor que no añade nada al

bloque de piedra, sino que sabe dejar relucir lo que ese bloque lleva dentro de sí

mismo. Desde este punto de vista, el David de Miguel Ángel estaba ya en ese

bloque de mármol, desechado por otros artistas, antes de que el escultor lo

sacase a la luz. La corriente constructivista, una de las más influyentes en las

teorías actuales de la educación, recalca también el protagonismo del propio

individuo en su educación, pues construye sobre sus conocimientos previos que

funcionan como bases o requisitos para avanzar en el conocimiento.

La concepción problematizadora de la educación que predica Freire conlleva la

afirmación de que nadie educa a nadie. Ni siquiera nadie se educa a sí mismo,

sino que principalmente los hombres se educan entre sí con la mediación del

mundo. El mismo educador se convierte así también en educando. Ya Marx y

Engels adelantaron una parte importante del pensamiento de Freire en su tercera

tesis sobre Feuerbach, en la que describen que “el propio educador tiene que ser

educado”. Esto parece vital para un intelectual o educador que se debe a una

clase social a la que no siempre pertenece, pero también para cualquier tipo de

educador.

Si esta pedagogía debe ser elaborada con los oprimidos, el mismo Freire

descubre un primer obstáculo para esto:

“El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres

duales, inauténticos, que “alojan” al opresor en sí, participar de la

elaboración de la pedagogía para su liberación. Sólo en la medida en que

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descubran que “alojan” al opresor podrán contribuir a la construcción de su

pedagogía liberadora” (Freire, 1972, p. 26).

Por ejemplo, cuando habla de la toma de conciencia de los campesinos, expresa

que esta tarea no es fácil, pues muchos aceptan de manera fatalista su

explotación y asumen posiciones pasivas, alejadas de la necesidad de su propia

lucha por la conquista de la libertad. Y es que, para Freire, “la reflexión, si es

verdadera reflexión, conduce a la práctica” (Freire, 1972, p. 45). Para lograr esta

transformación social o esta revolución a favor de la liberación de los oprimidos se

hace necesaria una teoría revolucionaria, que sea construida en un diálogo entre

el pueblo y el liderazgo revolucionario.

“Todo nuestro esfuerzo en este ensayo fue hablar de una obviedad: tal

como el opresor para oprimir requiere de una teoría de la acción opresora,

los oprimidos, para liberarse, requieren igualmente de una teoría de su

acción. Necesariamente, el opresor elabora la teoría de su acción sin el

pueblo, puesto que está contra él. A su vez, el pueblo, en tanto aplastado y

oprimido, introyectando al opresor, no puede, solo, construir la teoría de la

acción liberadora. Sólo en el encuentro de éste con el liderazgo

revolucionario, en la comunión de ambos, se constituye esta teoría” (Freire,

1972, p. 169).

Otro elemento indispensable para la revolución, aparte de la teoría y la

organización, es el despertar de la conciencia (de la conciencia revolucionaria).

“Este pensamiento de “conciencia revolucionaria” o de “conciencia de clase”

es indispensable para la revolución. Las elites dominadoras saben esto tan

perfectamente que, en ciertos niveles suyos, utilizan instintivamente los

medios más variados, incluyendo la violencia física, para prohibir a las

masas el pensar” (Freire, 1972, p. 135).

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Este paso de unos niveles de conciencia a otro es descrito por Freire como

concientización. En su obra “La naturaleza política de la educación” Freire

distingue tres niveles de conciencia: semiintransitiva, transitiva ingenua y crítica.

En otras palabras, podrían caracterizarse como conciencia mágica, ingenua y

crítica. Veamos cómo explica de manera sencilla estos niveles de conciencia un

Diccionario de Ciencias de la Educación editado por Santillana.

“Para Freire existen tres tipos de conciencia: mágica, ingenua y crítica. El

hombre de conciencia mágica tiene muy limitada la esfera de comprensión,

capta los hechos de un modo pasivo y los acepta, pero no los comprende.

El de conciencia ingenua tiene apetencia de cultura y se cree superior a los

hechos, se juzga libre para entenderlos como mejor le parezca; es gregario,

simplista y polemista, en vez de dialogante. Este tipo de conciencia puede

llevar a la masificación, que desarrolla una conciencia fanática con

propensión a la irracionalidad. La conciencia crítica implica profundidad en

la interpretación de los problemas; aceptación de lo nuevo y lo viejo en

razón de su validez, seriedad en la argumentación, admisión de la censura

y la crítica, conocimiento de las preocupaciones propias de su tiempo y

compromiso en la elaboración del futuro desde una conciencia histórica

real. La educación como proceso de concientización implica tres fases:

sensibilización, toma de conciencia crítica y acción transformadora”

(Zuzena).

Sin embargo, este despertar de la conciencia no se consigue “de la noche a la

mañana”. Ante la eficacia de la formación política en Brasil, en la que los obreros y

oprimidos no sólo pasaron a ser sujetos históricos, sino también líderes políticos,

alguien le pregunta en otro país (¿sería Nicaragua?) por la fórmula mágica para

conseguir buenos resultados con ese tipo de formación.

“Alguna vez, en un país de América Latina, cuyo nombre prefiero omitir, la

gente de izquierda me preguntó: ¿Cómo hacer aquí algo parecido al

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proceso de ustedes allá en Brasil? Porque ustedes tienen un sector de

izquierda en la Iglesia, un sindicalismo combativo, el PT”. ¿Cómo se hace

eso? “Comiencen haciendo educación popular – respondí-, y luego de

treinta años…” Ahí agrió la conversa. ¡Treinta años es mucho! Queremos

para tres meses”. “Para tres meses yo no sé –observé-, pero para treinta

años sí sé la receta” (Rocha, 2007, p. 180).

La impaciencia no parece buena consejera en cuanto a procesos educativos se

refiere. Finalmente, habría que recalcar el llamado a la coherencia y a la ética que

hace Freire al educador y al revolucionario: “El educador tiene que terminar

creando una serie de cualidades a las que yo llamo virtudes … Virtudes que deben

iluminar constantemente la práctica. Una de esas virtudes, es la coherencia. La

coherencia entre el discurso y la acción, entre el discurso y la práctica” (Rocha,

2007, p. 97).

En resumidas cuentas, para Freire, que trabajó gran parte de su vida con

personas adultas que podían alfabetizarse o se alfabetizaban, la educación o la

alfabetización no era un fin en sí mismo, sino una herramienta que las clases

populares debían utilizar para cambiar un sistema social que hasta ese momento

los ha mantenido marginados. De ahí que se haga necesaria una acción cultural

que, de forma sistematizada, sirva para transformar la realidad.

“Hemos afirmado a lo largo de este capítulo, ora implícita ora

explícitamente, que toda acción cultural es siempre una forma

sistematizada y deliberada de acción que incide sobre la estructura social,

en el sentido de mantenerla tal como está, de verificar en ella pequeños

cambios o transformarla. De ahí que, como forma de acción deliberada y

sistemática, toda acción cultural tiene su teoría, la que, determinando sus

fines, delimita sus métodos” (Freire, 1972, p. 164).

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Sin entrar a discusiones sobre si Freire (este gran pensador latinoamericano que

centró sus esfuerzos en una pedagogía liberadora) es marxista o no, no cabe

duda que gran parte de su obra se asienta sobre la base de análisis marxistas, por

lo que el marco teórico de esta monografía se inscribe dentro del amplio

pensamiento marxista y socialista de los dos últimos siglos. Y si repasamos la

historia reciente de Nicaragua, encontramos también la creencia en las visiones

educativas revolucionarias que soñaban con el hombre nuevo dentro de una

nueva sociedad, encarnadas en personajes como Sandino y Carlos Fonseca. Pero

de éstos ya se hablará más adelante.

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VIII. Metodología

Como ya se comentaba en el planteamiento del problema, prácticamente no existe

bibliografía a la hora de abordar esta temática, a excepción de un breve escrito de

Mónica Baltodano sobre la formación de cuadros en el FSLN, en el que además

expone básicamente sus ideas al respecto, tal como ella relata a partir de su

vivencia, de la consulta de materiales y de los comentarios de Vanessa Castro,

responsable de la escuela nacional de cuadros en los años 80. Pero el problema

no estriba sólo en el caso específico de Nicaragua o del sandinismo sino también

en la misma búsqueda de planteamientos conceptuales, desde la teoría marxista o

desde fuera de ella, para aclarar lo que significa la formación o educación política

en el ámbito de un partido político o de un movimiento social.

De aquí se deriva que esta investigación sea de tipo exploratorio, ya que el

problema ha sido muy poco estudiado con anterioridad. Aunque, según Sampieri,

los estudios exploratorios implican un mayor “riesgo”, un estudio exploratorios

como éste podría alumbrar problemas importantes en el ámbito particular,

identificar conceptos o variables promisorias, establecer prioridades para

investigaciones posteriores o sugerir afirmaciones que puedan ser verificadas.

Desde el punto de vista cronológico, estamos hablando de una investigación

histórica dado que trata acerca de acontecimientos pasados y experiencias

vividas, en su intento de una búsqueda crítica de la verdad.

La investigación propuesta es una investigación cualitativa. Es cualitativa por su

misma orientación exploratoria y porque, a criterio del investigador, los objetivos

planteados requieren más de datos cualitativos que cuantitativos. La idea del

estudio es acercarse a acontecimientos y experiencias concretas del mundo real

para poder interpretarlas lo más adecuadamente posible. A lo largo de la

aplicación de los instrumentos de investigación cualitativa se añadieron nuevos

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actores clave con las sugerencias de personas consultadas, según el criterio de

incorporar percepciones en temas que podrían ser todavía enriquecidos.

El universo de análisis es la formación política de la militancia sandinista durante

más de 30 años y las unidades de análisis son las respuestas a las preguntas

planteadas en las entrevistas y en la investigación. Este tipo de investigación

pretende generar algunas interpretaciones, elaboradas desde de un proceso de

definición de temas relevantes (orientadores del estudio) y desde los testimonios

de los actores clave, a diferencia de otras metodologías que privilegian la

utilización de hipótesis.

La técnica principal de recolección de información fue la entrevista semiestructurada, concebida como un encuentro cara a cara entre el

investigador y los informantes, en torno a un tema previamente establecido. Estos

encuentros fueron dirigidos a la comprensión de las perspectivas que tienen las

personas consultadas respecto al tema o temas de interés. En la entrevista, el

investigador cuenta con un número específico de temas centrales que deberán ser

cubiertos por el entrevistado en algún momento. Sin embargo, sondea más allá de

las respuestas ofrecidas inicialmente y procura que el entrevistado profundice

sobre los temas que adquieren interés especial para las interrogantes de la

investigación.

El objeto de investigación es la formación política de la militancia sandinista y el

sujeto de la investigación los militantes sandinistas que cumplan algunos

requisitos. La selección de los militantes que fueron entrevistados, tanto desde su

experiencia personal como desde la perspectiva del partido vivida por la persona

entrevistada, está pensada según los siguientes criterios:

- Larga trayectoria de los militantes dentro del sandinismo y/o ocupar puestos

de responsabilidad dentro del partido (para poder aportar sobre las

diferentes etapas que se señalan en el estudio).

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- Militantes ligados especialmente a aspectos de formación partidaria, ya sea

como profesores o como alumnos/as.

Intentando no caer en el sesgo de la polarización reinante dentro del sandinismo

actual y pensando no dejar de lado perspectivas enriquecedoras dentro de los

testimonios solicitados, para la selección de las personas entrevistadas para los

estudios de caso se buscó que hubiera:

- Equilibrio entre sandinistas que pertenezcan actualmente al FSLN y otros

sandinistas que ya no pertenecen a este partido. Finalmente la relación en

este aspecto fue 10/13.

- Equilibrio entre hombres y mujeres (dada la posibilidad de que no siempre

las reacciones ante algunos de los aspectos señalados por la investigación

sean iguales). Fueron 11 mujeres y 12 hombres los entrevistados.

Como puede observarse en el listado de personas entrevistadas presentada más

abajo, una de las razones del retraso producido en la realización de entrevistas

(durante el 2009) fue precisamente la búsqueda de un mayor equilibrio entre los

informantes, por las dificultades para acceder a algunas de estas personas. El

listado preliminar al comienzo de la investigación fue:

- Mauricio Zúñiga: subdirector de la escuela de cuadros nacional en los años

80 y actual director de IPADE.

- Doris Tijerino: comandante guerrillera, responsable de AMNLAE en los 90 y

actualmente dentro de la Junta Directiva del FSLN.

- Dora María Téllez: comandante guerrillera, actualmente en la Junta

Directiva del MRS.

- Lumberto Campbell: comandante de la revolución, de la Costa Caribe.

- Guillermo Martínez: director actual de capacitación del FSLN en Managua.

- Carlos Fonseca: responsable actual de capacitación del FSLN a nivel

nacional.

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- Bayardo Arce: comandante de la revolución, con responsabilidades en los

80 con la juventud y actualmente como asesor presidencial en temas

económicos.

- María López Vigil: analista política, directora de envío, y responsable de

análisis mensuales de coyuntura desde los 80.

- William Grigsby: periodista y analista político.

- Guillermo Cabiztán: Secretario político de la Escuela Regional de Occidente

durante los años 80.

- Roberto Sosa: profesor de la Escuela de Cuadros Nacional.

- Humberto Abaunza: alumno y profesor de la escuela de cuadros nacional y

actual director de Desafíos, una ONG dedicada a la formación de jóvenes.

- Mónica Baltodano: comandante de la revolución.

- Leticia Herrera: alumna de la Escuela de Cuadros nacional (ahora cónsul

en Costa Rica).

- Emma Lucía Díaz: Coordinadora del observatorio de la democracia (IPADE)

y responsable de formación de cuadros en Managua en los 80.

- Vanesa Castro: responsable del Departamento de Educación Política en los

años 80.

- Julio López: director del Departamento de Educación y Propaganda en

1980 durante un año y actualmente analista político.

- Un/a responsable de los GPC en Managua.

Las entrevistas fueron realizadas con la ayuda de una guía de entrevista

(instrumento de recolección de datos), la cual se integraba dentro de la carta en

que se invitaba a participar de la investigación. Esta carta mostraba el porqué se

quería contar con la persona destinataria, presentaba brevemente los objetivos de

la investigación y exponía finalmente las preguntas de la guía. Se contó con una

hoja más, como ayuda y para consulta exclusiva del entrevistador durante la

entrevista, para aspectos que no aparecían en las preguntas de la entrevista, pero

que podían ser de interés en un momento determinado de la conversación o

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podían surgir de algún comentario de ésta. Fundamentalmente sobre aspectos de

la oferta y demanda de formación y sobre temas concretos de dicha formación.

Todas las entrevistas fueron realizadas personalmente por el investigador. Las

grabaciones de las entrevistas sirvieron para su posterior análisis. El

procesamiento de la información se desarrolló por medio de tablas de salida.

Algunas personas, como Bayardo Arce, Lumberto Campbell o Guillermo Martínez,

declinaron conceder una entrevista. Y durante el transcurso de la investigación se

añadieron otras personas como informantes clave:

- Wilber Camacho: concejal en la actual alcaldía de Managua y miembro de

GPC en el distrito II de Managua.

- Meyling Calero: lideresa de la Juventud Sandinista del FSLN y ex- ministra

de la Familia.

- Orlando Núñez: asesor presidencial.

- Fredy Franco: profesor de la Escuela de Cuadros Nacional durante la

década de los 80.

- Josefina Vigil: antigua responsable de la Juventud Sandinista del FSLN en

la década de los 80.

- Juan Carlos Inti: responsable de formación dentro del Movimiento por el

Rescate del Sandinismo (MPRS).

- Montserrat Fernández: integrante de la comisión de capacitación del MRS.

- Darling Ríos: Presidenta de la FES (Federación de Estudiantes de

Secundaria) y alumna de la Escuela Nacional de Cuadros del FSLN en

2009 como juventud sandinista.

El número total de personas entrevistadas y las fechas de las mismas se aclara en

el anexo correspondiente.

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Como complemento a estas fuentes primarias de información, se accedió también

a fuentes secundarias. En esta parte correspondiente a la revisión documental se procedió a la recolección de datos, no sólo de libros, publicaciones o incluso

artículos periodísticos, y se intentó, con poco éxito, recopilar determinados folletos

o materiales históricos no publicados, de la mano de los informantes clave. Por

tanto, las entrevistas y los espacios entre las mismas sirvieron también para la

solicitud y consulta de este tipo de material. Dado que la formación política no ha

sido abordada normalmente como un tema central en artículos o libros, se ha

tratado de rastrear entre la bibliografía temas que puedan tocarla de lleno o

tangencialmente.

Las fuentes de validación que pueden ser reseñadas son: planteamiento para la

construcción colectiva con entrevistados o validación de conceptos clave para la

investigación (formación política, educación, cuadros, militancia, etc.); coherencia

entre objetivos, operacionalización de variables, preguntas y resultados finales de

la investigación; consulta a informantes que tuvieron experiencias de formación en

las diferentes épocas en las que el investigador no estuvo involucrado y ni siquiera

en Nicaragua; contraste entre informaciones proporcionadas por sandinistas que

se mantienen dentro de las estructuras del FSLN y de quienes ya no militan en

este partido o de quienes nunca militaron pero ahora lo hacen en otra formación

política sandinista; contraste entre versiones de hombres y mujeres.

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IX. Cuerpo del trabajo 1. Fuentes ideológicas en la base de la formación política sandinista 1.1. Teorías La teoría o fuente principal de la que bebe la militancia sandinista a lo largo de su

proceso de identificación con la organización es el marxismo. Sin embargo,

también hay que ser conscientes de otras teorías que fueron importantes para

determinados sectores del sandinismo (teología de la liberación) o que fueron

utilizadas en el ámbito de la estrategia militar (foquismo) o específicamente en el

ámbito educativo (educación popular). Ésta última, aunque es considerada por

muchos como una metodología, no deja de ser una teoría o una filosofía que sigue

en gran parte a Paulo Freire, y que tuvo su influencia en el proceso revolucionario

nicaragüense.

1.1.1. Marxismo Desde Carlos Fonseca a la actual escuela de cuadros, pasando por los materiales

educativos estudiados y difundidos en los 80, el marxismo no puede faltar en ellos,

ni en los discursos o en la fundamentación teórica de la acción del FSLN. El

marxismo como teoría se fundamenta en una visión particular del mundo y del

nuevo papel del hombre, en la lucha de clases y la dictadura del proletariado.

El marxismo que más influyó en Nicaragua fue el marxismo vivido e interpretado

por los cubanos. La versión cubana del marxismo se basa en dos ejes: “la

supremacía de los elementos subjetivos y el imperativo de la praxis”. Estos dos

ejes fueron la base para reelaborar la teoría marxista y sobre la cual Guevara

plantea la aplicación práctica de ésta hacia la lucha armada (Martí, 2002, p. 4). “A

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mediados de los años sesenta, Cuba se empeñó en la tarea de promover el

marxismo bajo una nueva perspectiva donde los elementos subjetivos y

voluntaristas jugaban un importante rol” (Martí, 2002.p. 4).

Para Martí, la revolución cubana tuvo una fuerte influencia en la juventud para

generar el proceso revolucionario en Nicaragua y a la vez activar a los jóvenes en

Latinoamérica. En el caso concreto de la formación política, además de estudiar la

versión revolucionaria cubana y su nuevo marxismo, como algo principal por su

cercanía geográfica y cultural, también se retoman las experiencias

revolucionarias de otros países como la URSS o Vietnam (Guillermo Cabiztán,

comunicación 18 de junio de 2008).

Lo cierto es que en el FSLN, según Tomás Borge, hubo una excesiva

identificación con la experiencia armada de Cuba lo que hizo que a veces se

reprodujera de manera mecánica lo allí sucedido. Andrés Pérez Baltodano

considera que la teoría marxista tuvo su aporte a la construcción del ideario

ideológico en los primeros grupos de revolucionarios que formaron al FSLN, que

llegó a plantearse como una versión derivada también de la influencia de la

revolución cubana.

“El marxismo proporcionó al FSLN una racionalidad teórica y un vocabulario

conceptual para expresar sus aspiraciones. Además, le otorgó una

identidad política que, dentro del contexto de la Guerra Fría, le facilitó ser

incluido y participar en las redes de solidaridad de la izquierda

revolucionaria mundial” (Pérez Baltodano A., 2005a).

1.1.2. Foquismo En los análisis sobre el marxismo de Ernesto Guevara se aborda el foquismo.

Guevara critica la postura poca activa y práctica para generar cambios mediatos

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en las sociedades explotadas y marginadas por la pobreza en los países de

Latinoamérica. Ante la cierta pasividad de quien cree que debe esperar el

momento adecuado para la revolución, el Che Guevara se plantea organizar un

foco guerrillero. Para él, “un pequeño grupo de hombres decididos y sin miedo a la

muerte, con el apoyo popular, puede vencer a un ejército regular” (Martí, 2002,

p.5).

Doris Tijerino señala el foquismo como una de las primeras teorías que llegaron a

conocer los guerrilleros en Nicaragua para emprender la revolución. Uno de sus

teóricos, señalado por Doris, es el francés Roger Debrais. Doris describe la

imagen de lo que debía crear ese foco guerrillero, como minoría activadora del

cambio: “Creando un foco guerrillero, se irradiaba a toda la sociedad y de ahí

prendía la revolución". (Doris Tijerino, comunicación, 24 de septiembre de 2008).

La dos principales diferencias entre el foquismo y marxismo leninismo fueron: por

un lado, argumentar que la vanguardia de la lucha revolucionaria no correspondía

al Partido Comunista; y, por otro, afirmar que los verdaderos revolucionarios

marxistas se creaban durante la lucha guerrillera y no en el seno de las

organizaciones partidarias (Martí, 2002, p. 20).

Para Pérez Baltodano el foquismo y la revolución cubana contribuyeron a la

formación del pensamiento político del FSLN, que unía a esta experiencia la

tradición y el ejemplo de la gesta anti-imperialista de Sandino. “La gesta de

Sandino ofreció al FSLN una referencia simbólica y una justificación histórica para

su lucha contra el somocismo. La Revolución Cubana le brindó una inspiración

para su lucha guerrillera y un modelo institucional para su proyecto revolucionario”.

(Pérez Baltodano A., 2005a).

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1.1.3. Teología de la liberación

Lógicamente no todos los sandinistas pasaron por estudiar la Biblia u otros

escritos de inspiración cristiana. Sin embargo, el carácter novedoso de la

revolución nicaragüense fue que incorporó a un gran número de cristianos a la

lucha armada junto a otros sandinistas no creyentes. Para comprender por qué la

teología de la liberación influyó en el proceso revolucionario nicaragüense, en

algunos grupos de jóvenes cristianos y en sacerdotes jesuitas o de otras

congregaciones, debemos remontarnos a su origen.

Esta teología responde a un momento histórico, posterior al Concilio Vaticano II y

a una Conferencia sucedida en Medellín (Colombia) en 1968, en donde se enfatizó

la importancia de profundizar la Iglesia de los pobres y la opción por éstos. Los

sacerdotes latinoamericanos precursores (Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff y

otros) repensaron la opción por los pobres a través de esta teología liberadora. Se

plantearon cuestiones como: ¿se puede ser cristiano en un continente lleno de

pobreza y miseria?, ¿cómo propagar una fe liberadora, que no justifique la

pobreza y las desigualdades extremas? Estas y otras reflexiones que buscaban

encontrar una teología más cercana a la realidad del continente son retomadas

por los movimientos cristianos revolucionarios que se plantearon contribuir al

cambio social y político.

Así, Fernando Cardenal señala que el Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR)

en Nicaragua surge de varios grupos cristianos. Este movimiento buscaba tres

objetivos básicos, resumidos en tres verbos: concienciar, evangelizar y organizar.

La manera de llegar a los jóvenes cristianos y comprometerles era a través de la

concientización a todos los niveles, que debería llegar a los sectores estudiantiles,

obreros y campesinos. Ésta fue una tarea básica para generar un cambio hacia

estructuras de justicia y equidad (Cardenal 2008a, p. 84).

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Con el Movimiento Cristiano Revolucionario y desde la perspectiva de la teología

de la liberación se buscaba el acercamiento a los pobres. Por eso, muchos

jóvenes se plantearon tener su propia visión y vivencia con los más necesitados.

“Había surgido en algunos grupos el deseo de tener una experiencia de vida entre

los pobres, ya que todos venían de clase media alta o clase alta. Y la tuvieron en

el barrio Riguero, de la mano del Padre Uriel Molina” (Cardenal, 2008a, p. 94).

De este movimiento, la mayoría de jóvenes pasó a las filas del FSLN. “Por primera

vez entraron jóvenes cristianos todos ellos y con otra característica: tenían unos

buenos estudios sobre el marxismo, venían mejor formados en esta materia que

los más antiguos sandinistas, más ortodoxos pero con menos conocimientos

científicos sobre el marxismo que estos jóvenes del Movimiento Cristiano

Revolucionario” (Cardenal, 2008a, p. 94).

Así también, en su libro Cardenal menciona las experiencias que vivieron los

antiguos miembros del MCR, que fueron reunidos para dar testimonio del

involucramiento sobre algunos compañeros muertos. Veamos lo que dice Nelly

Castillo, en una cita tomada del libro de Cardenal, sobre el tema de la

concienciación.

“Se desarrolló un trabajo de organización y la alfabetización fue la base,

porque realmente el trabajo que nosotros hacíamos era un trabajo de

generar conciencia. Ahora yo veo que las grandes organizaciones que

trabajan en el campo social no ponen la palabra concientizar, y para

nosotros concientizar fue una de las cosas más importantes que hicimos. Y

era concientizar sobre la situación nacional, y después terminábamos en la

organización de las gentes y en la acción”. (Cardenal, 2008a, pp. 140-141).

Estos jóvenes estudiaban textos cristianos para argumentar a la gente, para

explicarles a los cristianos por qué debían participar en la lucha, pero luego

también textos marxistas (Cardenal, 2008a, p. 130). E incluso los retiros

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involucraban una buena inmersión en la realidad nacional para poder provocar la

conversión: “Realmente los ejercicios espirituales llevaban una gran carga de

realidad nacional y con el ejemplo de Jesús motivaban al compromiso con lo que

amó más Jesús: los pobres”. (Cardenal, 2008a, p. 149).

Para la toma de conciencia de estos grupos de cristianos jóvenes se tomaron el

ejemplo del sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres y otros elementos de

la realidad nacional, el testimonio de los cristianos y sacerdotes comprometidos, la

lectura de la Biblia y también los documentos de Medellín. “Ellos se reunían

conmigo una vez a la semana y hacíamos la formación iluminando con la Sagrada

Escritura la realidad nicaragüense, según el esquema de Ver, Juzgar y Actuar”

(Cardenal, 2008a, p. 74).

Este esquema de formación del ver, juzgar y actuar había sido creado por las

Juventudes Obreras Cristianas (JOC), como un método de análisis de la realidad.

El propio “papa bueno”, Juan XXIII, describe en una de sus encíclicas dicho

método que trata de integrar la reflexión con la acción (o práctica).

“Necesidad de la acción social católica

236. Ahora bien, los principios generales de una doctrina social se llevan a

la práctica comúnmente mediante tres fases: primera, examen completo del

verdadero estado de la situación; segunda, valoración exacta de esta

situación a la luz de los principios, y tercera, determinación de lo posible o

de lo obligatorio para aplicar los principios de acuerdo con las

circunstancias de tiempo y lugar. Son tres fases de un mismo proceso que

suelen expresarse con estos tres verbos: ver, juzgar y obrar.

237. De aquí se sigue la suma conveniencia de que los jóvenes no sólo

reflexionen sobre este orden de actividades, sino que, además, en lo

posible, lo practiquen en la realidad. Así evitarán creer que los

conocimientos aprendidos deben ser objeto exclusivo de contemplación, sin

desarrollo simultáneo en la práctica” (Juan XXIII, 1961).

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En mi caso particular, he de decir que estuve durante un tiempo formando parte de

un grupo de reflexión del Movimiento Cultural Cristiano (España) que seguía,

probablemente con sus adaptaciones, este esquema de formación. Sobre él,

puedo decir como algo muy positivo que de toda sesión de reflexión se tuviera que

tomar algún compromiso, por pequeño que fuera, para intentar crear un hábito de

compromiso. En el caso del juzgar, sí tengo que reconocer, viendo hacia atrás,

que el estilo planteado para esto, desde varias preguntas concretas, las cuales

además contenían ya determinadas citas bíblicas, es un esquema demasiado

dirigido, que puede en algún momento perder de vista otros elementos bíblicos o

incluso dogmatizar acerca de ellos, cuando pueden contener elementos culturales

cuestionables.

1.1.4. Educación popular

La educación popular también tiene su origen en América Latina y proviene

principalmente de Brasil, con su principal precursor (Paulo Freire). En

Centroamérica, la educación popular fue adaptada por los movimientos sociales y

en Nicaragua se posiciona en el proceso revolucionario y se adapta como un

método para diferentes niveles educativos.

Se va entender a la educación popular como aquélla destinada al “pueblo”, ya que

“la educación comienza también a ser popular cuando tiene en cuenta las

características, las expectativas y las condiciones de vida de la mayoría del pueblo

y no sólo de las élites privilegiadas” (Equipo Envío, 1985).

El objetivo de la educación popular, según este mismo artículo de la revista y

retomando la Consulta Nacional de Educación en Nicaragua, es "formar a los

educandos en y para el trabajo creador y desarrollar en ellos la conciencia del

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valor económico, social y cultural del trabajo productivo y del papel fundamental de

los trabajadores en la construcción de la nueva sociedad".

Con la educación popular, para algunos estudiosos del proceso, emerge una

sensibilidad nueva por parte de la izquierda revolucionaria, pues ésta hace a los

grupos sociales más conscientes, logrando movilizarlos y haciéndolos

protagonistas de los procesos de lucha, de la producción y cambios sociales, y no

sólo como participantes de éstos.

En este sentido, la educación popular, por tanto, no es solamente una metodología

pedagógica, sino también un aporte a las luchas y organizaciones populares y una

herramienta que puede ayudar a los grupos que luchan, que quieren iniciar una

lucha o que quieren aprender más de la práctica de lucha. Puede caracterizarse

también como un conjunto de acciones sistemáticas para garantizar y profundizar

los aprendizajes que surgen de la práctica de lucha, y para que ésta sea más

efectiva y democrática.

1.3. Personajes clave del sandinismo En muchas de las entrevistas realizadas, aparecen menciones a Sandino y a

Carlos Fonseca por su importancia dentro del estudio de la militancia sandinista.

Quizás las más apasionadas se refieren a Carlos Fonseca, dada la convivencia

con él de las personas que llegaron a conocerle y supieron de su carisma. Carlos

Fonseca es destacado también por su contribución a la creación del FSLN y al

impulso de la formación política dentro del sandinismo. De estos personajes se

tratará de destacar: elementos de su propia formación, cómo enfocaban la

formación política de sus correligionarios y los escritos de ambos acerca de la

temática que nos ocupa.

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1.3.1. Sandino No podemos extendernos en este trabajo en aspectos de la vida de Sandino que

influyeron en su formación política, la cual tuvo evidentemente su importancia

cuando analizamos los pasos y decisiones que va tomando Sandino a lo largo de

su vida. Sin embargo, sí se pueden ilustrar algunos elementos de la bibliografía

sobre Sandino que nos hablan de su formación, de sus inquietudes fundamentales

y de la vivencia de la formación en su guerrilla.

Aldo Díaz Lacayo, relata que hubo 5 años decisivos en la formación política de

Sandino: “En una coyuntura regional de lucha nacionalista y revolucionaria, le

bastaron cinco años a Augusto César Sandino para completar su formación

político-ideológica en la universidad de la vida” (Díaz Lacayo, 2009). Díaz Lacayo

relata que su primera formación político-sindical transcurrió en las compañías

norteamericanas de la costa Caribe de Centroamérica (1921-1923), con luchas

centradas en mejores condiciones laborales y también en la defensa de la

soberanía nacional. Su segunda formación revolucionaria se dio en la región

petrolera del Golfo de México durante el período de mayor desarrollo de la

revolución mexicana (1923-1926), marcado por la confrontación con potencias

extranjeras que dominaban el petróleo. Para Díaz Lacayo, por tanto: “La defensa

de la soberanía nacional frente a potencias extranjeras en el marco de la

Constitución de la República, deviene, entonces, en fundamento doctrinario,

político-ideológico, de Sandino” (Díaz Lacayo, 2009).

Gregorio Selser nos habla, en su libro El pequeño ejército loco, de cómo las

percepciones y convicciones que había acumulado Sandino a lo largo de sus

viajes, lecturas y experiencias, las compartía con sus compañeros de lucha.

“Más que en jefe de esos obreros, Sandino se erigió en su guía; ejercía

sobre ellos el ascendiente que le confería su íntima convicción

antiimperialista; la convicción que daban a sus palabras los conocimientos

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que los viajes, las lecturas y las experiencias personales le proporcionaban;

y sobre todo, ese fuego interior que parecía agigantar el esmirriado cuerpo

que sustentaba.(…) Habló Sandino a los obreros, sus compañeros, sobre la

lucha que tenía lugar en México, lucha que en modos distintos se

reproducía en cada uno de los países de América Latina, donde las

empresas británicas y norteamericanas se convertían en los verdaderos

gobiernos de estas repúblicas” (Selser, 1984, p. 170).

Y también evidentemente les hablaba sobre la historia de Nicaragua, como

elemento motivador que debía estar presente en su lucha, de cómo la unión hace

la fuerza y de la importancia de la patria.

“Les habló también de la historia de Nicaragua en los últimos veinte años,

del tratado Chamorro-Bryan, de quiénes habían derribado tanto a Zelaya

como a Solórzano y de quiénes mandaban en realidad en el país. Les habló

del poder de los sindicatos mexicanos, de la unión de trabajadores en

defensa de sus derechos, que nunca están desvinculados de la suerte de la

patria. La palabra patria, sobre todo, está continuamente en sus labios”

(Selser, 1984, p. 171).

Antes de la formación del FSLN, el mismo Sandino acudió a la práctica educativa

entre sus allegados como aliada de su lucha y fundó escuelas de alfabetización

para los soldados analfabetos que estaban con él y para los campesinos

(Congreso Bolivarianos de los Pueblos, 2010). Veamos cómo describe esta

escuela y esta pedagogía Adriana Puiggrós:

“En las segovias nicaragüenses se desarrolló el sistema educativo paralelo

al sistema oficial. El Chipote fue ‘un lugar de estudio, de análisis, de

colectivo intercambio de experiencias, en donde todos, oficiales y soldados,

aportan su saber y su verdad, para mejorar los métodos de acción de todos.

Escuela de violencia revolucionaria, es también escuela de hermandad’.

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Cuando Sandino organizó en su ejército un ‘Departamento Docente’ lo hizo

con la idea de compartir con sus hombres y con los indios y campesinos no

solamente la hermandad de la batalla, sino la conciencia clara de los

objetivos de la lucha. El 90% de sus soldados eran analfabetos y Sandino

impulsó entre ellos un proceso de enseñanza de la lectoescritura que se

desarrollaba en la montaña, donde alfabetizando y alfabetizador compartían

las mismas condiciones de vida y la misma lucha. Las primeras escuelas

rurales de Nicaragua, aquellas que los Somoza no necesitaban para sus

negocios con el imperialismo norteamericano, fueron en cambio

indispensables para el desarrollo de la lucha antiimperialista.

Contrariamente al sistema educativo oficial, el sistema educativo del

sandinismo se basó en el consenso y no en la coerción, significó la

búsqueda y la construcción de una cultura compartida constituida no

solamente por elementos de impugnación, sino por elementos positivos,

definiciones sobre el hombre, la Patria y la sociedad. Acerca de la

diferencia entre las lecciones del imperialismo y las escuelas de Sandino,

Pablo Neruda decía: ‘Eran muy diferentes las lecciones, en West Point era

limpia la enseñanza: nunca les enseñaron en la escuela que podía morir el

que mataba: los norteamericanos no aprendieron que amamos nuestra

pobre tierra amada y que defendemos las banderas que con dolor y amor

fueron creadas. Si no supieron esto en Filadelfia, lo supieron con sangre en

Nicaragua: allí esperaba el capitán del pueblo, Augusto César Sandino, se

llamaba. Para Sandino, la educación debía ayudar a la consolidación del

‘vínculo de la nacionalidad’, despertar el amor a la patria en la forma de la

dignidad, en la forma de energía, en la forma de la reivindicación’. Sólo así

habría soldados defensores de la soberanía" (Puiggrós, 2003).

Preguntado por Belausteguigoitia sobre por dónde cree que habría de llegar la

transformación de las sociedades, Sandino responde “por la reforma interior”. El

cambio para él, para ser profundo, debe pasar por el individuo. Aunque el Estado

debe hacer su tarea e intervenir en lo que le corresponda. A la pregunta, ¿cree

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usted en la transformación de las sociedades por la presión del Estado o por la

reforma del individuo?, contesta:

“Por la reforma interior. La presión del Estado cambia lo exterior, lo

aparente. Nosotros opinamos que cada uno dé lo que tenga. Que cada

hombre sea hermano y no lobo. Lo demás es una presión mecánica exterior

y superficial. Naturalmente que el Estado tiene que tener su intervención”

(Belausteguigoitia, 1933).

El mismo autor de esta entrevista le vuelve a preguntar cómo había conseguido

Sandino inculcar un sentido espiritual admirable y el principio de que la justicia

estaba con ellos, por lo que vencían aun siendo inferiores. Y Sandino responde:

“Hablándoles muchas veces sobre los ideales de la justicia y sobre nuestro

destino, inculcándoles la idea de que todos somos hermanos. Sobre todo,

cuando el cuerpo desfallece es cuando he procurado elevar su espíritu. A

veces, hasta los más valientes decaen. Es necesario conocerlos,

seleccionarlos. Y alejar el temor, haciéndoles ver que la muerte es un ligero

dolor, un tránsito” (Belausteguigoitia, 1933). Y la idea de Sandino era llevar su mensaje mucho más allá de sus propios

compañeros. Habría que llevarlo a todos los nicaragüenses, tras unos mínimos de

instrucción y cultura, como afirma cuando le pregunta si tiene religión: “No; las

religiones son cosas del pasado. Nosotros nos guiamos por la razón. Lo que

necesitan nuestros indios es instrucción y cultura para conocerse, respetarse y

amarse” (Belausteguigoitia, 1933).

Y habría que llevarlo más allá de las fronteras nicaragüenses, a lo que dedicó

también sus esfuerzos. Sabemos cómo los medios pueden servir de altavoces al

servicio de la realidad o de la deformación de la misma. A través de ellos, llegan

hechos y valoraciones a la ciudadanía. Así, en su libro General de hombres libres

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Selser se refería a cómo las grandes agencias de noticias del mundo deformaban

los hechos y descubrían crímenes horrendos cometidos por el “bandido” Sandino

mientras silenciaban los de la intervención norteamericana (Selser, 1984a, p. 123).

En el prólogo de su libro sobre el pequeño ejército loco, Miguel Ángel Asturias

escribía que había que llevar a todo el mundo la verdadera historia de la heroica

gesta de Sandino.

“¡Tomad la bandera de Sandino! ¡Haced de cada libro, de cada periódico,

de cada papel escrito, de cada radio, de cada canal de televisión, de cada

pantalla cinematográfica, una voz que clame contra el silencio que se nos

quiere imponer! ¡Hablad! ¡Hablad en las plazas, en las universidades, en

todas partes, de ese General de América, que se llamó Augusto César

Sandino” (Selser, 1984b, p. 58).

Lejos de algunas interpretaciones que hayan podido propagar lecturas

ideologizadas de la figura de Sandino o mitificarla (Wünderich, 2009, pp. 6-7), sí

hay que destacar su valiente antiimperialismo y un patriotismo decidido en tiempos

donde los políticos nicaragüenses no se destacaban por eso. Y destacar al héroe

nacional cuya derrota a los marines, en condiciones muy desiguales, es

reconocida por el propio ejército norteamericano (1933), junto a la de Vietnam

(1967) como sus dos grandes derrotas del siglo XX, en sendas inscripciones en el

salón histórico del Pentágono (Arellano, 2008, p. 69).

Pero más allá de su gesta histórica y militar, Sandino dejó una impronta ética para

todos los nicaragüenses y latinoamericanos. Más adelante, hablaremos de la ética

sandinista, cómo se ha vivido y entendido ésta a lo largo de los últimos decenios y

su papel en la formación. Pero como adelanto, vamos a citar los principios éticos

del discurso de Sandino, tal como los relata Arellano en su última obra sobre

Sandino: honradez ciudadana, completo desinterés, dignidad patriótica, derecho

de los débiles y honor nacional. Expresa también este autor que su ética,

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siguiendo la terminología de Weber, sigue el esquema de la ética de la convicción

(Arellano, 2008, pp. 35-38).

Los textos, ideas, valores y acontecimiento que rodearon la vida de Sandino

estuvieron presentes en la formación que promovió Carlos Fonseca para

redescubrir las raíces sandinistas del movimiento guerrillero. Pero también en la

década de los 80 se siguió estudiando a Sandino. Curiosamente, hasta los propios

militares contaban en su formación con contenidos referidos a Sandino. En el

manual político para oficiales y soldados del Ejército Popular Sandinista, llamado

Preparación Política y escrito por el “sandinólogo” Roberto Cajina,

aproximadamente un 40% del texto se dedica a la ética y el legado ideológico de

Sandino (Kruijt, 2009, p. 178).

Ante las circunstancias de conflicto que se están viviendo actualmente en el país y

de interpretaciones diferentes desde el sandinismo, hay quien también ha

rescatado algunos aspectos del pensamiento de Sandino para intentar dar luz en

los momentos actuales. En el artículo reciente de Carlos Castro Jo en El Nuevo

Diario se habla del pensamiento democrático de Sandino, de su actitud para la

defensa de la democracia y la constitucionalidad, de la libertad y de los derechos

de los nicaragüenses y de unas elecciones “justas y honradas” (C. Castro, 2010).

Dado que el antiimperialismo y el anticapitalismo son temas fundamentales del

sandinismo y de la formación política sandinista, también abordaremos más tarde

algo de lo que Sandino y Carlos Fonseca aportaron en esta dirección.

1.3.2. Carlos Fonseca Podemos profundizar mucho más en este personaje clave del sandinismo, por el

protagonismo teórico y organizativo de Carlos Fonseca dentro del FSLN, por la

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cercanía en el tiempo y por la mayor presencia de escritos (tanto de Carlos como

referentes a él).

“Por aproximadamente veinte años, Fonseca había sido la figura ideológica

central y el líder estratégico del movimiento revolucionario en Nicaragua.

Los escritos que definían la ideología política del Frente Sandinista

(documentos programáticos, análisis histórico-sociales, discursos claves y

manifiestos) eran casi sin excepción obra suya. Hasta su muerte Carlos

Fonseca jugó también, aun en la prisión o en el exilio, un rol crucial en el

trabajo diario de organización del FSLN, reclutando cuadros, expandiendo

su influencia política y planeando sus operaciones militares” (Zimmermann,

2003, p.8).

Pero comencemos con algunos detalles de su vida que nos desvelarán la

importancia de la formación para él, que ya comienza desde cuando vende

periódicos (Rumores, La Semana Rotaria, La Tribuna de Matagalpa), de los 9 a

los 14 años. Ahí inicia su acercamiento a la información y a la realidad de

Nicaragua y su faceta de discusión y extensión de una nueva visión sobre el país

(Instituto de Estudio del Sandinismo, 1985, p. 42). En 1954, a los 18 años de edad,

se une al Partido Socialista de Nicaragua (PSN) y se dedica entre otras cosas a la

venta de periódicos casa por casa.

“La venta (del periódico del partido) duraba dos días ya que recorrían los

barrios, entraban a las casas y le leían al futuro cliente un artículo del

periódico. Se invitaba a la familia del comprador también para que

participara en la plática sobre el periódico, de modo que este comprador se

convertía al mismo tiempo en un simpatizante del partido” (Zimmermann,

2003, p.42).

En la revista Segovia, a la que él contribuye en su años de juventud en Matagalpa,

ya urge a alfabetizar, puesto que aprender a leer es algo básico para la persona

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(aunque todavía en sus 11 números no aparece Sandino): “Usted que tiene

hacienda, dése cuenta quiénes son sus trabajadores analfabetas y enséñeles a

leer y escribir… Enseñe a leer a su sirvienta y hará lo mejor de su vida”

(Zimmermann, 2003, p.47). Incluso llega a solicitar al ministro de educación que

ponga bibliotecas populares en las peluquerías del país para que las use “el

pueblo que asiste a las barberías en busca de periódicos y revistas, es decir el

pueblo obrero” (Zimmermann, 2003, p.47).

En los cursos de enseñanza media crea el primer Comité Estudiantil en el instituto

con un grupo de compañeros. Por medio de este comité tuvieron vinculaciones

con el debilísimo movimiento obrero del país y con las escasísimas células

marxistas. Curiosamente, su tesis para optar a título de bachiller ya desvela gran

parte de su interés vital: El capital y el trabajo (Instituto de Estudio del Sandinismo,

1985, p. 43). Humberto Ortega afirmó que fue el mejor alumno durante los 5 años

de bachillerato y que ya desde los estudios de Secundaria se vislumbraba la

importancia del estudio en su vida (Humberto Ortega, 1985, pp. 8-9).

“Ante una pregunta de un amigo respecto a la disyuntiva que le planteó un

oculista entre dejar el estudio o quedarse ciego por sus problemas con la

vista. El responde: “Pues nada, me voy a quedar ciego, porque el estudio

es mi vida” (Zimmermann, 2003, p. 24).

En la universidad de León lo encontramos dedicado al activismo estudiantil. Por

ahora se trataba de una campaña pacífica, aunque más tarde decidirá que la única

manera de realizar la transformación deseada era por medio de las armas. Pocos

meses duró esa célula estudiantil. Hasta que se produjo el asesinato de Somoza.

“A esa tarea (activismo estudiantil) le dediqué todo mi entusiasmo. Porque

yo consideraba que los periódicos, mitines y hojas sueltas constituían la

campaña cívica, pacífica, decisiva en la lucha contra cualquier dictadura

enemiga del pueblo. Esta correcta tesis la sostenía un valiente grupo de

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liberales independientes, como también las masas populares”

(Zimmermann, 2003, p.57).

Fonseca colabora en el impulso de una asociación nacional de estudiantes de

secundaria. El Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) continuó

llegando a los institutos de secundaria después de Fonseca. Carlos Núñez lo

recuerda a principios de los sesenta, cuando universitarios llegaban a su instituto a

dar charlas, a organizar mítines y marchas (Zimmermann, 2003, p. 65).

Mientras la revolución cubana (1959) cambia la orientación comunista del PSN y le

da un nuevo enfoque, también se produce un cambio de lecturas en Carlos

Fonseca de 1958 en adelante, por lo que el período de 1958 a 1960 puede ser

considerado decisivo en ese cambio. De un mayor énfasis en los libros marxistas y

revolucionarios, Fonseca pasa a bucear en el “camino” marcado por Sandino (y la

historia de Nicaragua) y la teoría de la guerra de guerrillas al servicio de la

revolución, con el libro del Che Guevara, La guerra de guerrillas, un método

(Zimmermann, 2003, p. 80).

Cuando posteriormente abandona sus estudios, su mamá se entristece al ver que

a esas alturas ya podría ser un abogado. Él responde a quien le lleva ese

mensaje: “Nicaragua tiene muchos abogados, pero le faltan verdaderos

revolucionarios” (Zimmermann, 2003, p. 83).

Carlos se desempeñó como un empleado de La Prensa en León, con Tomás

Borge, y fue fundador e inspirador de varias revistas, con las que trató de exponer

su pensamiento y difundirlo. Pero también fue bibliotecario en el Instituto Ramírez

Goyena, a donde va después de sus estudios, así como un asiduo visitante de la

Biblioteca Nacional para alimentar su pensamiento revolucionario (Instituto de

Estudio del Sandinismo, 1985, p. 43).

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Se resalta siempre de Carlos Fonseca que fue un gran lector y un autodidacta.

Humberto Ortega lo caracterizó en algún momento por su “voracidad por el

estudio” (Humberto Ortega, 1982, p. 54). Lo calificó de asiduo lector y citó alguno

de los libros que había leído: El canto general de Pablo Neruda, Viñas de ira de

John Steinbeck, libros de William Faulkner, César Vallejo, El comunismo tiene por

enfermedad infantil el izquierdismo de Lenin, La madre de Gorka, Historia de los

Estados Unidos, Misión en Moscú de Joseph Davis (ex-embajador de los Estados

Unidos en la Unión Soviética), El manifiesto comunista, un resumen de El capital y

El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Marx y Engels. Por otro

lado, también se refirió Humberto Ortega a textos que tenía en su poder: La ley de

reforma agraria, El socialismo argentino y las reformas penales, Utopía de Tomás

Moro, El príncipe de Maquiavelo, Ensayos sindicales de inspiración católica en la

república de Argentina, El cristianismo y los nuevos tiempos, Sobre el derecho de

autodeterminación de las naciones, La hora de la clase obrera, La epopeya de

Stalingrado, La nueva democracia de Mao Tse Tung, ¿Qué hacer? de Lenin, La

revolución histórica de México, La cuestión indígena en América de Balzac,

Declaración Universal de los Derechos del Hombre, Boletín de estadísticas, textos

de Rubén Darío y revistas de la época como Visión, Life, Venezuela, Seguridad

Social Campesina y otros textos más…. Y también investigaciones de nuestra

historia patria, con énfasis en las gestas de Sandino (Humberto Ortega, 1982, pp.

49-52).

En 1962 surge el FLN (Frente de Liberación Nacional), pero la idea de Fonseca de

profundizar en una revolución de carácter nicaragüense se traduce en la fundación

del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) en 1963, que él considera

más apropiado para las condiciones de Nicaragua que el FLN, nombre tomado del

movimiento revolucionario de Argelia (Zimmermann, 2003, p. 87). Ya desde el

FSLN Carlos constituye células clandestinas e impulsa la publicación de Trinchera,

órgano de difusión del FSLN, en ese mismo año de su fundación (Instituto de

Estudio del Sandinismo, 1985, p. 20).

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Aun habiendo abandonado la universidad, los jóvenes y universitarios siempre

serán considerados por Carlos unos colaboradores y actores importantes de la

revolución: “La acción de los estudiantes revolucionarios debe ir acompañada de

una clara explicación de las razones que obligan a practicar la militancia

revolucionaria” (Fonseca, 2006, p. 123). Ante ellos, con ellos y ante el resto de la

ciudadanía, la razón y el debate son expuestas por Fonseca como las principales

armas de la lucha: “La lucha revolucionaria del pueblo es lucha de la calidad

contra la cantidad. La razón es calidad y la ametralladora es cantidad. No es el

fusil revolucionario el que vence sino su brillante razón” (Fonseca, 2006, p. 111).

No cabe duda de que los problemas no se solucionan con “parches” tratando de

aminorar los efectos negativos de algo, sino estudiando y atacando las causas de

los problemas de la nación. Entre las diferentes acepciones del adjetivo “radical”,

me quedo con la que se entronca con la raíz latina del término, referido a las

raíces. Tal vez por ello, Carlos habla en algunas ocasiones del “pensamiento

revolucionario inequívocamente radical” o del “programa revolucionario radical”

(Fonseca, 2006, p. 123). Porque estos programas deben ir a las raíces de los

problemas.

“Los jóvenes con instrucción cuentan con mayor facilidad para conocer la

causa de los problemas que padece la nación. Es decir, que la instrucción

es condición que multiplica el deber que tienen los jóvenes estudiantes para

militar en el combate popular” (Fonseca, 2006, p. 131).

La razón, el debate y los argumentos eran valorados por Carlos, según Víctor

Tirado, por encima de los insultos, la solución violenta de los conflictos y el clima

de intolerancia. “Carlos Fonseca era ante todo un hombre de ideas

revolucionarias. Y por eso mismo resultaba extravagante en un país donde todo se

arreglaba a tiro limpio, donde el debate político casi no existía, donde los epítetos

y los insultos sustituían a los argumentos, en donde se respiraba un clima de

intolerancia política” (Tirado, 1982, p. 20).

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En el FSLN busca a viejos sandinistas. Uno de ellos, Heriberto Rodríguez,

reconoce esto, pero también la importancia transmitida por Fonseca a estar

prevenido, a tener varios planes (de seguridad) y al estudio: “Y constantemente

nos estaba diciendo lo importante que era estudiar, prepararse para el tiempo que

fuera posible organizar una insurrección popular masiva” (Zimmermann, 2003, p.

96).

Es consciente también del importante papel que pueden jugar los estudiantes

universitarios en el desarrollo de la lucha revolucionaria.

“A los obreros y campesinos les corresponde la parte estratégica, mientras

que a los estudiantes universitarios, sobre todo en estos países sumidos en

el analfabetismo, les corresponde ser el sustento ideológico, para facilitar la

existencia de una adecuada conciencia revolucionaria” (Fonseca, 1982).

Si otorgaba una responsabilidad especial a los jóvenes universitarios, por ser una

minoría privilegiada, también los instaba a aprender de las masas empobrecidas, y

no sólo de los libros. Debían abanderar al pueblo pero también aprender de las

masas. Y para ello “se hace preciso que el estudiante revolucionario (vaya) a la

fábrica y al barrio, a la comarca y al latifundio” (Mensaje a los estudiantes

revolucionarios de 1968) (Zimmermann, 2003, p. 130).

Además, escribe en otro momento: “El revolucionario sandinista no puede

proponerse solamente enseñar a las masas populares, sino que al mismo tiempo

debe aprender y saber ser discípulo de las masas populares. Que todos sus pasos

lleven la marca del carácter de nuestro pueblo” (Fonseca, 1980, n.11). El espíritu

de Freire ya se nota en estas palabras.

Quienes estuvieron junto a Carlos, entienden que su espíritu revolucionario y su

seria preparación ideológica estuvieron impregnados y motivados por el amor, tal

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como el Che Guevara propuso en su día: “Ese amor que a algunos, a veces, les

parece ‘fanatismo’; esa cualidad que hemos dado en llamar ‘mística sandinista’, se

manifestaban particularmente en Carlos y nacían de una sólida consistencia

ideológica (madre legítima de la verdadera mística)” (Ruiz, 1982, p. 12).

Dentro de la clandestinidad de la militancia del FSLN, se producía la lectura de

libros políticos de guerrilleros en casas de seguridad de las ciudades. Estas casas

eran escondites y lugares de tránsito para recuperarse de heridas, pero también

servían para la lectura, para realizar reuniones en las que se debatía la estrategia

y también para entrenamiento militar. Las casas de seguridad se solían localizar

en barrios pobres, para pasar más desapercibidos, o en fincas del casco urbano

(Zimmermann, 2003, p. 143).

No hace falta pensar mucho para comprender los múltiples aprendizajes que

implican los viajes al exterior del propio país. Así cuando él viaja a Cuba en 1970

se refiere a este aprendizaje de las experiencias del exterior, especialmente de

una experiencia guerrillera exitosa como la cubana, que marcó al sandinismo. “Los

días que permanecemos en el exterior los aprovechamos conociendo las

experiencias revolucionarias de otros pueblos, lo cual ha de contribuir a que

atendamos de mejor manera las tareas del Frente Sandinista” (Instituto de Estudio

del Sandinismo, 1985, p. 31).

En cuanto a la formación de género, no apareció mucho en el papel

evidentemente, pues todavía las preocupaciones y estudios del feminismo no

habían llegado a Nicaragua, pero sí estuvo de alguna manera en la práctica

personal de Carlos Fonseca. Una vez le dijo a una compañera que él se lavaría la

ropa, pero le convenció aquélla que sería sospechoso que lo vieran. Sin embargo,

Carlos no estaba a favor de la división tradicional del trabajo. A veces, los

descubrieron con tareas de limpieza doméstica a él y a otro hombre, mientras que

una mujer limpiaba la subametralladora. Sobre el tema de la monogamia también

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insistía y se mostraba severo al hablar con compañeros que no trataban con el

debido respeto a mujeres (Zimmermann, 2003, p. 143).

Ya hablamos con anterioridad de la importancia que dio Fonseca a darle una

impronta nicaragüense a su revolución y a estudiar a Sandino. Entre los escritos

que él centra en Sandino (1970-74) se destacan cinco importantes: Sandino:

guerrillero proletario; Ideario Político del General Sandino; Cronología de la

resistencia sandinista; Crónica secreta: Augusto César Sandino ante sus verdugos

y Viva Sandino. “Los escritos de Fonseca sobre Sandino buscaban proveer

educación política a estos nuevos militantes y simpatizantes (de después del

terremoto de 1972), así como aumentar los conocimientos de la dirigencia acerca

de la historia revolucionaria de su propio país” (Zimmermann, 2003, p. 174). Las

lecciones y temas principales extraídos de la experiencia de Sandino son los

siguientes.

“Los escritos históricos de Fonseca sobre Sandino esbozaban las lecciones

políticas y los paralelos que él pensaba eran más importantes para los

revolucionarios de su propio tiempo. Se concentró en seis principales

temas: Sandino como un símbolo nacional y anti-imperialista, la base

obrero-campesina del movimiento, la estatura moral del general guerrillero,

la bancarrota de los dos partidos burgueses, el internacionalismo de

Sandino y las relaciones con el mundo comunista; y las razones de la

desintegración del movimiento de Sandino después de su asesinato”

(Zimmermann, 2003, p. 175).

La importancia del estudio de Sandino y de los dos grandes temas del sandinismo

(antiimperialismo y justicia social) aparecen en sus escritos. Profundizar en

Sandino refuerza la formación personal y la identidad, guía en la lucha y

contribuye a la eficacia de la tarea revolucionaria planteada.

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“Creo que debemos profundizar en el estudio de la experiencia sandinista y

de los documentos del gran héroe, lo cual servirá para guiarnos más

certeramente en la lucha patriótica… A la vez que héroe antiimperialista y

defensor inclaudicable de la soberanía, Sandino planteó la necesidad de

una transformación social en beneficio de los oprimidos y explotados”

(Tirado, 1982, pp. 25-26).

Estudiar a Sandino se había convertido en una tarea necesaria: “El inagotable

caudal patriótico y revolucionario de Sandino nos facilita a veces extraer las ricas

lecciones propiamente políticas que ellas contienen” (Fonseca, 1982). Una de las

lecciones que emanan de la experiencia de Sandino es que no hay que

desanimarse ante enemigos mucho más poderosos que nuestras fuerzas: “La

lucha sandinista en definitiva demostró que nuestro pueblo puede librar victoriosas

batallas contra enemigos muy poderosos materialmente” (Fonseca, 1982).

Esa historia revolucionaria experimentada por Sandino y otros nicaragüenses

debía ser usada dentro de la educación política que él proponía: “En la educación

política de nuestra militancia y de nuestro pueblo, tenemos que utilizar en una

medida todavía mayor que en el pasado, los textos revolucionarios que

representativos de nuestro pueblo han emitido en el curso de nuestra tradición

histórica” (Fonseca, 2006, p. 185).

Se trataba de afincar la estrategia del FSLN en la realidad nicaragüense, a

diferencia de algún escrito y manifiesto posterior de la tendencia de la Guerra

Popular Prolongada (GPP), que estaba escrito como si estuviera fuera de tiempo y

lugar. En general, se puede decir que las 3 tendencias prestaron poca atención a

hechos concretos de Nicaragua. Aunque algunos lo han situado con la GPP,

Carlos Fonseca mantiene una posición crítica con todos (Zimmermann, 2003, p.

174).

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En las “Notas sobre algunos problemas actuales”, documento interno que circuló

en 1972, Carlos responde a algunas diferencias planteadas por las tendencias.

Por ejemplo, respecto a la teoría de la GPP que abogaba primero por la

propaganda, luego por la agitación y luego por la insurrección, Fonseca responde

que puede que no se dé así, de forma tan mecánica (Zimmermann, 2003, p. 174).

El compromiso de Sandino de 1933 se explica, según él, debido a la falta “de la

penetración de las ideas marxistas en el país hasta el extremo de no existir una

fuerza revolucionaria organizada” (Zimmermann, 2003, p. 191). Tanto la clase

obrera (incipiente) como los campesinos, que no se veían a sí mismos como clase

o fuerza para la revolución, tenían una débil conciencia de clase y aunque tuvieran

rebeldía, ésta estaba “huérfana de noción consciente”. Además, la desintegración

de los obreros y campesinos que acompañaron a Sandino la explica, en gran

parte, por la importancia de las ideas revolucionarias que ya no llegaron a

Nicaragua (como vinieron de afuera de la mano de los combatientes de otros

países que estuvieron con Sandino) y por la falta de formación política de los

combatientes nicaragüenses: “Lamentablemente este internacionalismo no fue

proseguido al caer asesinado Sandino, y los sobrevivientes guerrilleros

sandinistas, sencillos campesinos sin instrucción política, carecieron de la

orientación revolucionaria que pudieron haberles impartido revolucionarios de

otros países” (Zimmermann, 2003, p. 191).

Por todo lo expuesto hasta el momento, se puede concluir que no está en duda la

importancia que él dio personalmente a su formación intelectual e ideológica ni su

notable contribución al FSLN y a muchos de sus miembros en este sentido.

“Carlos Fonseca, con su actividad teórica y práctica, contribuyó a formar a

la nueva generación de cuadros y militantes del FSLN. Muchos de los

jóvenes sandinistas que hoy juegan un papel como dirigentes, en todos los

niveles, como simples militantes, fueron plasmados, moldeados por el

pensamiento de Carlos Fonseca. Incluso en la Dirección Nacional hay más

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de un joven que es producto del empeño, la dedicación que puso Carlos en

la formación de nuevos cuadros” (Tirado, 1982, p. 38).

Tras darse cuenta de la necesidad de la lucha armada, pasa lógicamente la

formación militar a un lugar clave en su movimiento. Algo evidente para Carlos y

Sandino.

“Carlos Fonseca estructuró sus concepciones tomando como eje una idea

básica: la de que la lucha armada era el único camino que podía conducir a

un cambio revolucionario. Esta idea la retoma de Sandino y de toda la

experiencia del movimiento revolucionario nicaragüense”. (Tirado, 1982, p.

31).

Si hablamos de formación política y de formación militar, las dos son importantes

para Fonseca. En situaciones de acción armada, esta última es imprescindible

para la supervivencia. Pero veamos cómo también para él la formación política es

importante.

“Es necesario desarrollar la experiencia de aquellos cursillos,

presentándose la posibilidad de combinar la preparación militar con la

preparación política, lo que puede hacerse realidad al permitir la montaña

un empleo mayor del tiempo en el aprendizaje. Estamos seguros que en el

correr de un tiempo relativamente breve es posible recuperar el rezago de

que se adolece en cuanto a la instrucción política y militar de nuevos

cuadros y militantes” (Fonseca, 2006, p. 209).

Según Zimmermann, Carlos propone un equilibrio entre el trabajo militar y político.

Cree que no se debe dar una absoluta prioridad al trabajo político, como parecía

distintivo de la tendencia proletaria, pero tampoco caer en un militarismo excesivo,

que podría llevar a lo que pasó en los 60 con personas que sólo tuvieron trabajo

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militar y no político, y que abandonaron el movimiento tan pronto como empezaron

a perderse las batallas (Zimmermann, 2003, pp. 203-204).

Probablemente en Nicaragua no se pudiera tener un partido como en la Unión

Soviética o en Cuba, pero sí darle la suficiente relevancia a la formación política.

“Pero no confundamos la parte con el todo, y si no es realidad un partido

con comité central y congresos, periódicos, revistas teóricas, sí son

necesarias algunas tareas de partido: estudio, en especial en las zonas de

combate, de los problemas nacionales en un grado mayor del registrado

hasta hoy; una mayor combinación del estudio militar con el estudio político;

vinculación con las masas explotadas, se encuentren donde se encuentren,

en función de la guerra revolucionaria; prevenirnos con relación al

divisionismo ideológico; elevar el trabajo político sin daño en ningún

momento del trabajo militar; fortalecer la comunicación de contenido político

en los niveles en que se dan limitaciones, producto de cierto

espontaneísmo; tomar medidas para darle lugar a las distintas aptitudes de

la lucha, etc.” (Fonseca, 2006, p. 211).

“Creo que el deber es actuar”, escribe en 1964. “Pero sin organización no puede

haber acción” (Zimmermann, 2003, p. 95). También se reafirma en que teoría y

práctica deben ir siempre juntas, y que no sirve la una sin la otra. “El sandinista

sabe que la corrección ideológica no vale nada sin una consecuente conducta

práctica, pero una conducta práctica positiva es insuficiente si no está

acompañada de una definición ideológica revolucionaria” (Fonseca, 1980, n.8).

Podría decirse, por tanto, que sin formación no puede haber una buena

organización o actuación, pero que la formación debe venir siempre acompañada

del compromiso y la acción.

Julio López relata cómo le impresionó el primer encuentro que tuvo con Carlos

Fonseca Amador. Ahí Carlos le realizó una gran cantidad de preguntas para saber

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qué es lo que sabía Julio del marxismo y la teoría y práctica revolucionaria.

Recuerda que fue bastante minucioso el diálogo sobre los autores que había leído

Julio (Marx, Lenin, Debrais, etc.) o sobre otras experiencias como la revolución

rusa o la cubana. ¿Por qué era esta formación tan importante para él?, se

pregunta Julio. Precisamente, cree Julio López, porque Carlos Fonseca intuía que

la revolución iba a triunfar y que se necesitaría gente formada para llevar adelante

la revolución sandinista (comunicación, 4 de agosto, 2008).

Preguntado su hijo, Carlos Fonseca Terán, por el papel central de Carlos Fonseca

como fundador y educador del FSLN, éste responde: “Carlos Fonseca fue un

hombre muy preocupado por la formación política en el FSLN. Pero una

golondrina no hace verano, aunque sea el jefe” (comunicación personal, 29 de

abril, 2010). Esto, nos lleva, por tanto, al análisis de la formación política del

sandinismo a lo largo de su historia, tal como ésta ha sido percibida por militantes

sandinistas.

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2. Organización, metodología y materiales de la formación política sandinista En el trabajo de Mónica Baltodano sobre la formación de cuadros se distinguen

tres períodos: hasta 1979, la década de los 80 y de 1990 a 2005 (fecha del

artículo). Sin embargo, la llegada del FSLN de nuevo al poder ejecutivo de

Nicaragua y los cambios que se han producido en consonancia con esto obligan a

considerar una nueva cuarta etapa.

Cada una de las etapas ha querido ser identificada con alguna característica

principal en relación con la formación política. Si el primer período se caracteriza

por las dificultades del estudio en la clandestinidad, las células o círculos de

estudio dan algún margen para éste. En el Gobierno de los 80 la formación se

convierte en una estructura estable que cuenta con recursos humanos y

materiales a lo largo de todo el período e intenta proporcionar conocimientos y

habilidades a los cuadros del FSLN desde cursos sistemáticos. Tras la derrota de

1990, el FSLN pone más énfasis en el trabajo electoral para volver al poder que en

la formación política de sus miembros. En 2007, el FSLN vuelve al poder y, en un

contexto de un sandinismo cada vez más dividido, relanza de nuevo la escuela

nacional de cuadros.

2.1. Hasta el triunfo de 1979: círculos de estudio en la clandestinidad

Para Mónica Baltodano, no cabe ninguna duda de que Carlos Fonseca, aparte del

fundador, es el gran educador y formador del FSLN. Y lo hace, por un lado,

redescubriendo a Sandino y rescatando su legado: “Carlos investiga y lee todo

cuando puede sobre Sandino, rescata su memoria y lo convierte en guía para la

acción revolucionaria” (Baltodano, 2005a, p. 3).

Y tampoco cabe mucha duda de la importancia del esfuerzo individual en esa

formación política, dadas las difíciles condiciones del momento para los opositores

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a Somoza y especialmente para los sandinistas. Carlos fue no sólo un guía, sino

también un ejemplo para muchos militantes con su “voracidad” por los libros y su

espíritu autodidacta. Pero, ¿cuáles eran los principales temas de la formación de

los cuadros que inician en el FSLN? Mónica Baltodano habla de cuatro temas

fundamentales:

“a) Una actitud moral. Una alta sensibilidad y actitud de repudio frente a la

realidad de opresión que vive el pueblo;

b) El estudio de las ciencias sociales, de las experiencia de luchas de otros

pueblos, y de las ideas marxistas;

c) El estudio acucioso de la historia nacional que conduce a una visión

antiimperialista. Así forja Carlos Fonseca su propio pensamiento y

emprende la formación de una concepción revolucionaria para la lucha que

necesitaba Nicaragua;

d) El estudio de la historia y prácticas revolucionarias para el diseño de la

estrategia” (Baltodano, 2005a, p. 3)

Según palabras de Ricardo Morales, veamos cuáles son las características que se

exigían a un cuadro sandinista:

“- ¿Qué es lo que ha de caracterizar al militante de nuestra organización?

Básicamente: combatividad, lucidez, firmeza revolucionaria, comprensión

de los objetivos parciales y finales de la lucha revolucionaria, comprensión y

confianza en el papel histórico del proletariado y de su organización

político-militar de vanguardia.

- La tarea del militante revolucionario no puede limitarse a la aceptación de

directivas y al cumplimiento de los trabajos; se requiere un cierto talento

para la improvisación, disposición para el compromiso en los ensayos,

imaginación, adaptabilidad, receptividad, espíritu crítico, para lograr

establecer una práctica política eficazmente productiva.

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- He hablado con P. A. sobre la formación revolucionaria. Estoy convencido

que para desarrollar el carácter revolucionario, hay que conocer el carácter

de nuestro pueblo y de nuestro país, el carácter de nuestra lucha y de

nuestra organización, y sobre todo, practicar la lucha revolucionaria”

(Morales, 1981).

A finales de los años 60, la insuficiencia de cuadros fue un factor que determinó

importantes reveses, porque “no existían –escribió Carlos en su obra ‘Nicaragua

Hora Cero’ – cuadros ‘dotados de suficiente desarrollo, capacidad y decisión para

organizar las luchas populares’” (Baltodano, 2005a, p. 4).

Así opinaba Carlos Fonseca, que también en esta misma obra expresa que se

necesitaba “un programa que proclame sin rodeos los ideales de los grandes

revolucionarios de la historia: Carlos Marx y Augusto C. Sandino, Camilo Torres y

Ernesto Ché Guevara” (Baltodano, 2005a, pp. 5-6). Además de la organización y

la táctica es importante el programa, la teoría clara sobre que se pretende

conseguir: “la experiencia nacional demuestra que el movimiento revolucionario

debe de disponer de su propia organización, de su propia táctica, de su propio

programa” (Baltodano, 2005a, p. 6).

Algo que resulta paradójico, en comparación con las enormes posibilidades de

formación de nuestro tiempo y el poco aprovechamiento que hacen los jóvenes

actuales de ello, es que: “Pese a las dificultades que imponía la clandestinidad, se

dedicaba tiempo al estudio. En células clandestinas urbanas o en las unidades de

combate de la montaña, el Frente Sandinista establecía la obligación de estudiar

algunos materiales dentro de los cuales se encontraban, los Estatutos, el

Programa del Frente y también algunos manuales de formación marxista”

(Baltodano, 2005a, p. 6).

La expresión “obligación de estudiar algunos materiales” de Mónica Baltodano tal

vez no es recalcada por las demás personas entrevistadas, pero sí da una idea de

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la importancia de la lectura y del estudio para el FSLN, fundamentalmente de

estos documentos citados, como lo recuerda también Dora María Téllez. Otras

personas hablan más bien de una especie de “un proceso de encantamiento” y de

descubrimiento progresivo de los nuevos sentimientos e ideas que iban surgiendo

en ellos en diálogo y en contacto con las nuevas lecturas y con el jefe de la célula

que prestaba los libros en busca de aclaraciones o respuestas a algunas

preguntas (Guillermo Cabiztán, comunicación personal, 18 de junio, 2008). Hay

quien resalta que, en aquel tiempo, se buscaba a gente que pensaba y que quería

pensar. Se entregaba un libro, se leía y luego otro y así sucesivamente.

Esta motivación por la lectura de textos revolucionarios vendría motivada, en parte

por la situación crítica del país que urgía de soluciones y cambios, y en parte por

la ausencia total de libros en Nicaragua dada la censura del régimen, como

reconoce Julio López. Fernando Cardenal, en sus memorias, nos habla sobre

Adolfo Aguirre, un joven buen nadador, que iba a competiciones fuera de

Nicaragua y traía una gran cantidad de libros que no se podían conseguir en el

país, dado que no le solían registrar por ser un gran atleta y de buena familia

(Cardenal, 2008a, p. 146). También Mónica Baltodano resalta la entrada de libros

a Nicaragua por veredas y la aportación de los estudiantes a este respecto, por

sus viajes y por la autonomía universitaria. Estos libros luego seguían circulando

por los círculos revolucionarios.

Hay quien destaca que su círculo de estudio ya comenzó desde Secundaria, ya

fueran las reuniones mensuales en el colegio o en la casa de algún compañero

(Ajax Delgado, comunicación, 25 de febrero, 2010). El nombre de círculo de

estudio surge ya en los años 60, según Doris Tijerino. Ella habla del sistema de

círculos de estudio como un sistema simple y eficaz y relata que recuerda alguna

experiencia donde existía un monitor que se encargaba en algunas reuniones de

varios multiplicadores, los cuales a su vez, como cuadros intermedios iban a los

departamentos (Doris Tijerino, comunicación, 24 de septiembre, 2008).

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El sector que nutre mayoritariamente al FSLN y a estos círculos de estudio, según

Doris Tijerino, son los universitarios. Sin embargo, ella, coincidiendo con Sergio

Ramírez, reconoce, de forma curiosa, que, aparte de los estudiantes, fueron los

zapateros una especie de avanzada del proletariado. Apreciemos la reflexión de

Sergio Ramírez sobre la existencia de estos zapateros intelectuales y marxistas en

Nicaragua:

“¿Por qué, entre los artesanos de Nicaragua, los zapateros eran los

intelectuales? Lo mismo decía de los talleres de zapatería de Estelí el

comandante Francisco Rivera, el inolvidable Zorro de las insurrecciones

legendarias, verdaderas forjas de autodidactas que aprendían de la lectura

de los libros que caían en sus manos, de Víctor Hugo a Carlos Marx, y

aprendían de la realidad, escuelas de dirigentes obreros, de líderes

sindicales y de militantes revolucionarios … Es algo que pienso preguntarle

a Onofre Guevara cuando tengamos una de esas tantas conversaciones

que nos debemos. Por qué los zapateros, y no los albañiles, los carpinteros

o los hojalateros, o por qué también los tipógrafos de antaño… ” (Ramírez,

2010)

Leticia Herrera, por su parte, habla de una “escuela de formación” de una semana,

en Chinandega, a comienzos de los 70. Ella describe esta escuela como una

escuela fundamentalmente militar, centrada en el manejo de armas, aunque

también recuerda que se habló algo de política, de la historia de Nicaragua y de

asuntos de táctica y estrategia del FSLN (Leticia Herrera, comunicación, 31 de

mayo, 2009).

Aunque hay quien constata la existencia de círculos de estudio en donde se

repartían, leían y se discutían folletos o algún tipo de libro mimeografiado, en

general se puede decir que el estudio se realizaba como una actividad individual a

través de las lecturas (Baltodano, 2005a, p. 6). Leticia Herrera atribuye también a

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las normas de seguridad (salir de noche y quedarse en casa durante el día) un

empujón para la lectura de la militancia.

La formación en esta época es político-ideológica y militar, aunque el aspecto

militar ocupa lógicamente un fuerte peso. Los temas de formación, en general, de

este período son 4, según Fredy Franco: raíces nacionales promovidas por

Sandino y Carlos Fonseca; marxismo-leninismo; otras teorías revolucionarias

(vietnamitas-guerrilla, Libia, Cuba, etc.); y también otras teorías progresistas como

la teología de la liberación (comunicación, 7 de mayo, 2009). En realidad, puede

decirse que los materiales centrales de esta formación son los referentes a los dos

primeros temas mencionados por Fredy: historia nacional y marxismo. Algo que se

prolongará en los 80 y en otros intentos de formación dentro del FSLN.

En cuanto a los libros y documentos citados por las personas entrevistadas, nos

encontramos fundamentalmente con obras marxistas y de Marx,

fundamentalmente el Manifiesto Comunista y el Marx para principiantes, de Rius,

obras de Martha Harnecker y Gramsci, así como documentos sobre historia

nacional, sobre Sandino, de Carlos Fonseca y de Ricardo Morales, y como las

biografías de héroes y mártires que, mimeografiadas, trataban de inspirar a los

nuevos jóvenes para la lucha, a través de ejemplos concretos, al estilo de los

santos en el catolicismo. En el debate sobre la opción por la violencia en ámbitos

cristianos, Mónica Baltodano habla de las lecturas de Gandhi, Martin Luther King y

Helder Camara. A nivel práctico, se transmite que los libros de la guerrilla

vietnamita fueron bastante utilizados. Veamos cómo insisten tanto Mónica como

Orlando Núñez en la relevancia de los libros y textos centrados en las

experiencias de otras revoluciones y de otras figuras destacadas entre los líderes

revolucionarios.

“En particular usamos el Materialismo Histórico de Martha Harnecker y a

Luis Althuser. Pero principalmente estudiamos las experiencias de otros

pueblos. La Revolución cubana, la lucha del pueblo Vietnamita, las luchas

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de liberación nacional de África y Asia, la revolución china” (Baltodano,

2005a, p. 6).

“A los revolucionarios profesionales la revolución les entra por los relatos

históricos o por el ejemplo de sus líderes más carismáticos. En el Tercer

Mundo y en América Latina, apareció en aquella época una buena literatura

que contribuyó muchísimo a prender el entusiasmo y el compromiso con la

revolución. El libro rojo de Mao Tse Tung en China, los discursos de Fidel

Castro y los relatos del Ché Guevara en Cuba, los manuales militares de

Guyen Giap y de Ho Chimin en Vietnam, los ensayos del peruano

Mariátegui. Hubo un ensayo que nos marcó culturalmente muchísimo, me

refiero al libro de Franz Fanon, Los Condenados de la Tierra” (Núñez, 2009,

p. 39).

Algunas personas que estuvieron exiliadas tuvieron la oportunidad de hacer

estudios más rigurosos en Moscú, la Habana o en México. “En los años 70,

numerosos compañeros liberados de las cárceles mediante golpes militares

audaces, viajaron a Cuba y algunos de ellos aprovecharon su estancia en ese

hermano país, para estudiar a profundidad el pensamiento marxista y la

experiencia de la revolución cubana” (Baltodano, 2005a, p. 6). Doris Tijerino habla

en concreto de su período en Cuba entre 1973 y 1977. Ahí narra cómo Carlos

Fonseca dirigía el estudio, que era “diario”, en varios núcleos. Ahí se estudiaba

marxismo, historia, pero también se hacía ejercicio diario, dado que se

compaginaba la formación política con la militar, así como allí se encontraban

cuadros políticos y militares (Doris Tijerino, comunicación, 24 de septiembre,

2008).

Mónica Baltodano señala que existen diferencias entre las personas que se

dedicaron al trabajo ideológico y a intentar que la gente pasara de “una conciencia

social a una conciencia política” y entre las personas fundamentalmente dedicadas

a la lucha armada o actividad militar:

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“Hay una diferencia entre quienes hicimos trabajo popular, tuvimos la

experiencia de trabajo de educación popular, de creación de redes

populares, y quienes sólo estuvieron vinculados a la lucha militar. De

alguna manera eso marcó también las formas de hacer trabajo político en e

gobierno sandinista. Porque una corriente, -que fue la predominante porque

manejó mejor los asuntos militares-, predominó después en el gobierno

sandinista, y marcó una cierta insensibilidad para las formas de hacer el

trabajo político e ideológico” (Baltodano, 2003).

Ricardo Morales siempre trató de persuadir a esa militancia que subestimaba el

estudio: “Algunos compañeros no comprenden que la preocupación por la teoría

de la revolución en nuestro país, se halla ineluctablemente ligada al desarrollo de

la organización revolucionaria y al incremento consecuente de su capacidad

combativa” (Baltodano, 2005a, p. 6).

La división del Frente Sandinista en tres tendencias es reconocida por casi todas

las personas entrevistadas como una cuestión de diferencias en la táctica, y no

tanto en la estrategia o en planteamientos filosóficos. Pero sí añaden algunas

personas que a esta división contribuyeron los “celos de mando”, enfrentamientos

personales y, en general, las distancias y separaciones creadas entre células y

entre zonas.

Preguntados por los énfasis formativos en las diferentes tendencias del momento,

Ajax Delgado reconoce que la Guerra Popular Prolongada priorizaba las obras de

Marx, Engels y Lenin en su análisis. Sin embargo, expone que en la tendencia

proletaria donde se incorporaron gran parte de los jóvenes cristianos del

Movimiento Cristiano Revolucionario, ahí sí tiene constancia de que se leían y

estudiaban materiales provenientes del cristianismo, específicamente de un

cristianismo comprometido con los pobres (comunicación, 7 de mayo, 2009). Por

su parte, Mónica Baltodano califica a los terceristas como más pragmáticos, más

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audaces en la batalla, sin tanta preparación pero con un enfoque más militarista

(comunicación, 9 de septiembre, 2008).

2.2. Década de los 80: estructuras permanentes y formación sistemática

Aunque no forme parte del sistema de educación política del FSLN en esta

década, no puede dejarse de mencionar la experiencia de la Cruzada de

Alfabetización, como una experiencia de formación política para las personas que

la vivieron, unos 180 mil brigadistas de las MOA (Milicias Obreras Alfabetizadoras)

y del EPA (Ejército Popular de Alfabetización), cuyas edades oscilaban entre los

12 y los 20 años y por los maestros organizados en ANDEN. Éste fue un

verdadero “ejército de liberación cultural”, como señalan algunos, que al término

de cinco meses había logrado disminuir el analfabetismo en Nicaragua de un 67%

a un 13%, incluyendo la zona del Atlántico, de difícil acceso cultural y lingüístico

(Puiggrós, 2003).

“El método y la organización de la Cruzada se inspiró en la concepción de

Paulo Freire, aprendió de la experiencia cubana y otras semejantes, pero

resultó una síntesis muy particular, no solamente por la especificidad

nacional de los contenidos de los textos de las cartillas, sino porque su

objetivo fundamental fue el ‘dar la palabra a las masas’ y vincular – a través

de la relación entre alfabetizadores y alfabetizados- a diferentes sectores de

la sociedad (campesinos, obreros y pequeña burguesía, diferentes

generaciones, estudiantes, militantes y trabajadores, etc.). Un sector de la

población que había participado directa o indirecta en la insurrección, pero

que no se había incorporado orgánicamente a la guerra, que había luchado

contra Somoza pero cuyos objetivos no alcanzaban a trascender el

derrocamiento de la dictadura, se vio de pronto profundamente involucrado

en una Cruzada para la transformación profunda de la sociedad. La

movilización alcanzó a las familias, a las instituciones públicas y privadas, el

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ejército sandinista, el gobierno de Reconstrucción Nacional, a amplios

sectores religiosos, y su magnitud sólo se puede comprender si se tienen

en cuenta dos elementos fundamentales que puso en marcha el gobierno

bajo la dirección del FSLN: la juventud y la religión. Dos elementos que son

esenciales en la revolución sandinista” (Puiggrós, 2003).

Según cuenta Fernando Cardenal, en la visita y asesoramiento que hizo Paulo

Freire a esta cruzada de alfabetización en Nicaragua “nos dijo cosas muy

iluminadoras”, como que “la alfabetización no era un evento pedagógico con

implicaciones políticas, sino un evento político con implicaciones pedagógicas”

(Cardenal, 2008b, pp. 7-8). En palabras de Cardenal, Freire se mostró muy

contento con cómo se estaba llevando a cabo la revolución y la alfabetización, y

consiguió para ésta un millón de dólares, una donación que no fue superada

posteriormente. Las dos primeras lecciones “Sandino: guía de la revolución” y

“Carlos Fonseca dijo: Sandino vive”, sobre estas dos grandes figuras, muestran

que la revolución y el sandinismo se encuentran muy presentes en la

alfabetización (Cardenal, 2008b, p. 46).

Cuando el equipo central de organización de la cruzada crece, se consideró

conveniente establecer una Academia de formación política dentro del equipo

principal de la Cruzada, dado que había gente de diferente formación (cristiana,

marxista, del Partido Socialista, etc.) y algunos sin formación. "La Cruzada era un

proyecto política sandinista, y queríamos unificar criterios alrededor de la ideología

sandinista" (Cardenal, 2008b, pp. 27-28). Los cubanos decidieron no participar en

esta escuela, por respeto a diferencias con la revolución sandinista, a la que no

querían influir.

La Cruzada desarrolló un gran número de talleres de capacitación, a través del

método de multiplicadores (80 capacitadores asumieron el entrenamiento de 560 y

éstos de 7.000, que tuvieron a su cargo la preparación del universo total de

capacitadores, 180.000) (Puiggrós, 2003). Ajax Delgado narra cómo se dio un

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llamado “tercer taller”, que fue político (los dos anteriores fueron técnicos o

destinados a la metodología de enseñanza). Este tercer taller lo recibían los

profesores, que lo reproducían a los brigadistas. Ajax Delgado se refiere a un

sistema o estructura militar, que puede apreciarse en la terminología (cruzada,

brigadas, etc.). En la cartilla se veía la formación académica e ideológica (para el

brigadista y el campesino). Un elemento importante que destaca es que la vivencia

diaria se convertía en un aprendizaje de doble dirección (y no unidireccional), que

implica además confianza y amistad profunda entre el uno y el otro: campesino y

brigadista. Toda esta vivencia de la cruzada es descrita como una "experiencia

extraordinaria" (Ajax Delgado, comunicación, 25 de febrero, 2010).

Julio López recuerda a Carlos Fonseca, el cual inspiró la cruzada con una de sus

frases: “Carlos precisamente inició esta campaña de alfabetización cuando nos

dijo a Germán Pomares y a mí, mientras ambos estrenábamos militarmente a un

grupo de campesinos enseñándoles a manejar los fusiles, él llegó y nos dijo: Y

también enséñenles a leer”. El diálogo con personas que se encuentran en otros

lugares y en otros tiempos, por medio de la lectura, debe ser el primer nivel básico

para poder pensar y debatir y para adoptar algún tipo de compromiso político

(Julio López, comunicación, 4 de agosto, 2008).

También recuerda Julio López cómo, tras el triunfo, se pensó en la necesidad de

que en un régimen nuevo había que dar a conocer (con fotos y discursos) a la

nueva Dirección Nacional (los cubanos apoyaron esta opción frente a aspiraciones

individuales). Por ello, se trató de educar a la gente con sus discursos, sobre todo,

ya que casi nadie conocía prácticamente a los comandantes, hasta el punto de

que se cuenta la anécdota que el propio Bayardo fue detenido en el aeropuerto de

Managua. La expresión “Dirección Nacional Ordene” fue una copia en el ámbito

colegiado de “Comandante en jefe, ordene” (comunicación, 4 de agosto, 2008).

Pasando ya al propio sistema de educación política, Emma Díaz trabajó en el

ámbito de la educación política con el FSLN a lo largo de toda la década. Ella es

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quien más detalladamente explica y da detalles de la organización, metodología y

contenidos de esta educación política. Primeramente relata cómo fue llamada a un

primer curso de formación al que acudieron diferentes líderes de base a nivel

nacional. De ahí surge lo que pasará a llamarse el “sistema de educación política”

(comunicación, 8 de junio, 2008). Algunas de estas personas pasaron a formar

parte de este sistema de educación política y otras salieron a formarse al

extranjero (Cuba, Alemania del Este, Checoslovaquia, Rusia, etc.), algunas de las

cuales volvieron a ocupar cargos de importancia en este sistema o en otros cargos

de dirección del partido.

En su caso, después de volver de Alemania del Este acudió a un nuevo curso

intensivo de formación de instructores políticos en módulos (de varios meses), con

profesores nicaragüenses y cubanos, y con temas en torno a aspectos de la

realidad nacional, la política, la historia y la filosofía. Emma trata de recordar

temas y habla de: las causas de la pobreza, la historia de luchas antiimperialistas,

las relaciones de producción, la construcción del nuevo partido y del nuevo modelo

económico-social, las características del militante y las tareas que debía cumplir,

etc.

Más tarde, en el período de 1982-83 se forman, según Emma, equipos regionales

multidisciplinares de educación política, compuestos por algunas personas que

venían de las fábricas mezcladas con catedráticos de universidad (economistas,

politólogos, abogados, historiadores…). En el caso de la escuela de Managua,

donde ella se encontraba, hubo un primer curso destinado a militantes de base, en

el que éstos llegaban a la escuela durante 9 meses, en un horario diario de 6 a 10

p.m. de la noche cada día laboral. Había otro curso los fines de semana, los

sábados de 1 a 6 p.m. y los domingos de 8 a 12 a.m. A estos cursos asistían 40

personas por grupo, por lo que, según su cálculo podrían haber pasado unas 240

personas por año. La realización de este tipo de cursos de primer nivel duró unos

tres años, dirigidos a los comités de base.

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Luego existió un curso especial, cuyos instructores eran los cuadros de dirección

del nivel departamental y los participantes eran los secretarios políticos

departamentales, zonales y de las organizaciones sociales y gremiales, así como

delegados del gobierno para la región. Era todo el día lunes. En algunos

momentos, llegaba algún comandante.

Los módulos eran: historia, organización partidaria, filosofía, economía, análisis de

la realidad (el método). Los módulos tenían un lenguaje más sencillo y adaptado,

aunque había bibliografía complementaria: obras completas de Marx y Lenin,

Manual de materialismo dialéctico (Harnecker), Desarrollo económico y social

(Wheelock, Carrión). Y la metodología combinaba la exposición, las discusiones

grupales e incluso estudios de caso, donde se analizaban diferentes tipos de

conflictos (en la industria, en el sector privado o en sindicatos, etc.).

Aproximadamente a partir de 1984 en adelante, empezaron los niveles. Se

denominaban los CNPI (Cursos de Nivelación Político Ideológica). Había CNPI de

dos niveles, uno básico y otro de segundo nivel, con mayor selección del personal

y con mayor profundidad en el estudio de libros y de manuales. En este segundo

nivel, los estudios de caso se complican más y en algunos casos hay que ir al

terreno para el análisis de los mismos.

En el sistema había, además, otras posibilidades: los círculos de estudio políticos

ideológicos. Se pasaban materiales a los secretarios políticos de propaganda del

comité de base para que realizaran los talleres mensuales correspondientes. Esto

se hacía desde quien se formaba al respecto en la escuela nacional, que lo

transmitía a secretarios de propaganda zonales, y éstos a su vez a los

responsables de propaganda de los comités de base.

En 1983 surgen también las escuelas zonales (en Managua) y escuelas

municipales, que se complementan con las ya existentes escuelas regionales y

nacionales. Las características de estas escuelas se diferencian de las otras en

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que: los contenidos son más sencillas y adaptadas, son más cortos los cursos, hay

más reflexión que formación y tienen un objetivo mayor de extraer líneas para el

trabajo. En Managua existían, según ella, 9 zonas (6 zonas territoriales y 3

sectores, industria, gobierno central y sector educativo). Los cursos eran

obligatorios para los funcionarios y para los obreros del partido. Para estas

personas, el curso era un honor, y “se asumía con responsabilidad y disciplina”

(Emma Díaz, comunicación, 8 de junio, 2008). En el gobierno central es donde

había más resistencia en alguna ocasión a estos cursos, sobre todo las personas

más cercanas a los ministros, que creían con una gran preparación intelectual. Los

instructores, por tanto, también tenían un nivel de educación superior, para no

sufrir cuestionamientos. A veces, para algunos de estos sectores se organizaban

escuelas móviles, de 15 días seguidos.

Poco a poco el equipo de educación política iba creciendo, entre coordinadores e

instructores. “El sistema se mantiene y crece” a lo largo de los 80. “Era un sistema

bien armado” (Emma Díaz, comunicación, 8 de junio, 2008). Además, había un

Consejo de educación política de organizaciones sociales y gremiales,

conformado por todos los secretarios políticos de educación política de estas

organizaciones (maestros, salud, AMNLAE, CDS, sindicatos, juventud, ATC y

UNAG). A este sistema se le llamó el subsistema. Los temas eran similares, pero

se agregaban los temas específicos de cada sector. Aquí, “las organizaciones

eran brazos del partido” (Emma Díaz, comunicación, 8 de junio, 2008). No existían

todavía las ansias de autonomía dentro de estas organizaciones. Esta

coordinación tenía cierta complejidad, por la diversidad, pero también es vista por

Emma como una experiencia interesante y rica. El contexto y el análisis de la

coyuntura siempre aparecían en todos estos cursos.

Hasta aquí llega una explicación simple y cronológica realizada por Emma Díaz,

que vivió toda la década en diferentes puestos de la educación política en

Managua. Otra de las personas que estuvo muchos años como subdirector de la

escuela nacional de cuadros fue Mauricio Zúñiga.

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Para este último, el sistema de educación política se fue formando según las

necesidades del partido. Su primer contacto con estas escuelas de educación

política se da en la escuela de Rancho Maruca (en Carazo), aunque la iniciativa

fue orientada a nivel nacional. La escuela se desarrollaba los fines de semana y

los cursos duraban un mes. Y en ella se abordaban, según Mauricio, varios temas

principales: la formación económico-social de Nicaragua (Wheelock, Luis Carrión);

la organización partidaria y los vínculos con organizaciones de masas y comités

de barrio; elementos de economía política; y elementos de trabajo ideológico

(análisis de la coyuntura, discursos, etc.).

En otros cursos posteriores del nivel regional o nacional, aparecían temas como la

introducción al estudio del pensamiento sandinista (su carácter antiimperialista,

nacionalismo, lucha visión latinoamericana), cursos de economía política,

economía social, filosofía, marxismo, trabajo ideológico, y formación del Estado.

Según Mauricio Zúñiga, no hubo pugna entre tendencias por el programa de

formación que se fue creando a nivel nacional, lo cual reforzaría la postura de que

las diferencias fueron eminentemente tácticas. Si se habla de las escuelas

nacionales y regionales, habría que decir que “por ahí pasaron la gran mayoría de

cuadros intermedios”, "miles y miles" (Mauricio Zúñiga, comunicación, 8 de

septiembre, 2008).

Mauricio hace una mención especial a los cursos en zonas en guerra, en donde se

intentan adecuar los contenidos de formación a la realidad de la guerra y a la

realidad de la estructura del Estado. Mauricio cree que esta experiencia surge en

torno a 1985. Éstos eran unos cursos integrales, que incorporaban a cuadros del

Estado, del ejército, de la Seguridad del Estado, del partido y de las

organizaciones de masas. Esta escuela privilegió el análisis de la realidad para

sacar líneas de acción y mejorar el trabajo, tratando de superar la concepción del

trabajo por feudos en el Estado. Con este curso se pudieron ver determinadas

contradicciones en el terreno, como los casos de políticas excesivamente

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represivas en el campo. En esta escuela se pudieron observar vídeos de contras

en los que contaban cómo el FSLN atropellaba, confiscaba, violaba derechos

humanos, influía negativamente en la economía campesina, etc.

Ahí se dieron cuenta de la existencia de población que no estuvo con uno ni con

otro, sino más bien sufriendo a los dos bandos. Según Zúñiga, la estructura de

una formación política, más vinculada a las tácticas militares de las escuelas

clásicas militares (Clausewitz) no dejó ver lo que realmente había: una guerra civil

campesina (nunca reconocida oficialmente). El enfoque de esta “brigada especial

de formación que llamamos Omar Torrijos” (Baltodano, 2005a, p. 9), ya no fue sólo

militar sino que intentó partir del estudio de la realidad. Se asignó un miembro de

la Dirección Nacional, y un equipo multidisciplinar, que integraba a cuadros

variados. Esta escuela tuvo un enfoque novedoso, en el que la escuela regional se

transformó en ésa (Matagalpa Jinotega, Estelí y Segovias). Los cursos fueron

altamente sensibilizadores, pues ahí se podía aprender cómo trabajaban y

percibían la realidad colaboradores y desmovilizados contras. Pero, ante la

pregunta sobre por qué se fueron tantos campesinos a la contra y para qué

sirvieron estos cursos, Mauricio responde: "Trabajar con los elementos de cultura

campesina: tal vez se hizo poco y tarde" (comunicación, 8 de septiembre, 2008).

Sobre el debate como forma de educación política, comenta Mauricio que no sabía

si llegaba a los cuadros, pero sí se daba en Comités de base, con sesiones de

estudio y de reflexión. En el núcleo que se encontraba más en el terreno había

materiales de análisis, ya que como instancia de la vida partidaria, era el eslabón

básico de debate y reflexión, crítica y autocrítica. Sin embargo, reconoce que no

había un gran espacio para cuestionar la línea partidaria. Dora María coincide en

esto afirmando que en este tiempo se debatía poco y se debatía en los órganos de

arriba. "En el Frente los debates no fueron filosóficos, ni políticos, sólo prácticos".

Debido a su estructura vertical, deben ir hacia abajo los planes de trabajo (Dora M.

Téllez, comunicación, 30 de julio, 2008).

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En esta década, Mauricio entiende que el énfasis era dotar de instrumentos para

la construcción de la revolución. En un momento de la entrevista, surge una

pregunta formulada por él como respuesta al gran número de abandonos de

cuadros existentes en los 80: ¿existiría hoy el FSLN si no hubiera habido una

inversión fuerte en formación? Cree que sí, a pesar de esos abandonos (Mauricio

Zúñiga, comunicación, 8 de septiembre, 2008).

Tanto Roberto Sosa como Guillermo Cabiztán afirman que la escuela regional de

cuadros de Occidente “Roberto Huembes” fue la primera en surgir y que la

escuela nacional “Ricardo Morales” se creó con posterioridad. Sin embargo, dado

el carácter de sistema, Guillermo recuerda cómo existía un vínculo entre la

escuela nacional y regional, a la que llegaba Vanessa Castro u otra persona a

supervisar cómo se implementaban los cursos (comunicación, 18 de junio, 2008).

La escuela nacional estaba bajo las directrices que salían del Departamento de

Educación Política (DEP), que terminó separándose a principios de los 80 del

Departamento de Agitación Política (DAP), sobre el que se opina que manejaba

más presupuesto que el propio DEP. Los cubanos llegaron a asesorar la escuela

nacional, dado que Roberto Sosa recuerda el inicio de la misma, con 4 profesores

cubanos y 2 nicas. Se reconoce la influencia de los cubanos en la concepción y

puesta en marcha de esta escuela, influencia que se fue reduciendo así como el

número de profesores cubanos con el paso del tiempo en ésta.

Llegó bastante gente extranjera a esta escuela nacional, "gente genial" de

Vietnam, URSS, Cuba… (Roberto Sosa, comunicación, 3 de julio, 2008). Estas

visitas y conferencias aportaron mucho a la escuela, por la riqueza del intercambio

con gente de fuera. El mismo Paulo Freire llegó en una ocasión a la escuela

nacional de cuadros. Se afirma que el nivel de lectura y de debate era fuerte

(Fredy Franco, comunicación, 7 de mayo, 2009). Llegaban también comandantes

como Humberto, Bayardo, Jaime, Carlos y algunas conferencias, grabadas,

servían como libros y publicaciones, para todo el sistema. Pero también se

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dedicaron en la escuela nacional de cuadros seminarios específicos, de vez en

cuando, para cuadros o para jóvenes, etc.

Para Humberto Abaunza, estudiante y profesor de la escuela nacional de cuadros,

en los 80 sobresale la escolástica cubana, es decir, unas posiciones poco flexibles

provenientes fundamentalmente de los profesores cubanos presentes en la

escuela nacional. Los contenidos que recuerda Abaunza son: la filosofía marxista

(Marx, Engels, Lenin, pero no de marxistas latinoamericanos); temas de economía

política, construcción del partido (teoría bolchevique); historia de Nicaragua y

trabajo político-ideológico. Esto último era una especie de paquete híbrido que

provenía de Cuba centrado en propaganda: sobre el manual de operación

psicológica de la guerrilla y manuales de entrenamiento; para leer al pato Donald,

de Ariel Dorfman; y el discurso religioso. También se analizó el manual “Para una

lectura crítica del diario La Prensa” y hubo cursos pequeños, de trabajo ideológico,

capacitación a periodistas y a gente de territorios, etc. (Humberto Abaunza,

comunicación, 2 de septiembre).

En un momento determinado hay quien piensa que la revolución perdió contacto

con la realidad. Tal vez por ello, se empezó a hacer investigación desde esta

escuela nacional, como estudios estadísticos antes de las elecciones, para la

estrategia electoral. Si toda escuela debe partir de la realidad, este acercamiento a

finales de los 80 fue realizado por medio de esta línea de investigaciones, aunque

no fuera lógicamente el énfasis principal de la escuela.

Vanessa Castro, la responsable del Departamento de Educación Política en la

década de los 80, comienza su explicación sobre el tema con el convencimiento a

Carlos Núñez de importancia de conocimientos básicos (Primaria, Secundaria).

Carlos, para ella, era una hombre muy abierto, no de ordeno y mando, tolerante,

comprensivo y “fue convencido por nosotros” (Vanessa Castro, comunicación, 29

de agosto). Bayardo tomó posteriormente su lugar como el responsable de la

Dirección Nacional para este departamento. La red de primarias aceleradas para

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dirigentes del FSLN, donde asiste Gladys Báez, por ejemplo, es uno de los

primeros éxitos de esta escuela para Vanessa. Estas escuelas no tenían un

componente ideológico sino práctico. Para ello, se buscó la adaptación de

contenidos: para cooperativistas, en vez de raíz cuadrada, contabilidad, etc.

También se dieron esfuerzos con Secundaria acelerada. Y con la creación de 4

carreras propias: Ciencias Sociales, Economía, Ingeniería Agropecuaria y

Derecho.

Para Vanessa contar con personas ideologizadas no era positivo, aunque sí veía

necesario el análisis de la realidad y la investigación participativa de la misma,

más allá de la búsqueda de la homogeneidad. Sin embargo, considera que la

estructura montada no tenía interés en cambiar y no creía en eso de la

investigación. Piensa que existía una cierta base simpatizante de Freire en los 80,

con orígenes en los movimientos cristianos de los 70. En opinión de Vanessa

Castro la escuela sirvió por la asociación de servicios. Sirvió porque fomentó el

pensamiento crítico y cuestionó las correas de transmisión.

Aparte de este enfoque más práctico para el DEP y la escuela nacional, llama la

atención que la responsable de la Educación Política del FSLN (de 1982 hasta la

derrota electoral) reconozca que desde 1988 la opinión que tenía ya el equipo

conformado por ella y otras personas de la escuela nacional de cuadros era que:

"No era necesario tener una escuela de cuadros” (Vanessa Castro, comunicación,

29 de agosto, 2009). Según lo que recuerda, lo que se pensaba era que un partido

progresista no requería de esquemas “tan formales y rígidos propios del

socialismo estatal” y que la misma idea de los cuadros como correas de

transmisión o de la vanguardia que “jala al pueblo como carreta” empezó a ser

cuestionada por cierto grupo de profesores de la escuela nacional. Por ello, se

barajaba entre varias personas la posibilidad de independizarse y crear un Instituto

de Investigación y Educación. Vanessa se refiere al propio Houtart, como persona

que se encontraba a finales de los 80 asesorándolos en métodos cualitativos de

investigación (Vanessa Castro, comunicación, 29 de agosto, 2009). La

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interpretación de estas frases y el énfasis de Vanessa en aspectos prácticos,

marginando la importancia de los aspectos ideológicos (no recuerda la polémica

sobre la formación de la identidad sandinista como elemento clave de una escuela

de cuadros), nos puede dejar dudas sobre porqué se mantuvo tanto tiempo en esa

responsabilidad, si no creía en un planteamiento político de la educación o al

menos en el planteamiento político concreto de la educación promovida desde el

FSLN.

También aparecieron como colectivos sujetos de formación política en alguna de

las entrevistas los CDS y la juventud sandinista. En el primer caso, Leticia Herrera,

como responsable nacional de los Comités de Defensa Sandinistas (CDS),

consideraba a éstos como un termómetro y una de las mejores organizaciones de

la revolución, ya que en las reuniones con ellos se pulsaba la situación

microlocalizada en cada lugar, se detectaban problemas y se vislumbraban

respuestas. Por medio de ellos, fluía la información hacia arriba o podía fluir,

porque alguna vez Leticia tuvo que decir a algún miembro de la Dirección

Nacional: "Ustedes no bajan a las bases"; "Ustedes no conocen a las bases".

Cada 6 meses existía una reunión de todos los líderes departamentales de los

CDS. Primero se realizaba con estos líderes departamentales y luego se iba hacia

abajo. Ante la confusión de las funciones de los CDS con las del FSLN, a finales

del año 84 se procura reorientar a las bases de los CDS para que dejen de ejercer

tareas de proselitismo político y de enseñar el marxismo leninismo a los miembros

de los CDS y se dediquen a conocer la realidad nacional. Leticia Herrera también

destaca los "De cara al pueblo" realizados en los 80, que daban mayores

oportunidades de hablar a las personas dirigentes del FSLN y del Gobierno en las

tarimas. En esas reuniones se podía preguntar a Daniel y a los ministros y se les

podía escuchar y explicar aspectos diversos. La convocatoria a estos “De cara al

pueblo” era abierta y llegaban personas de todos los colores políticos, que

normalmente salía contenta (Leticia Herrera, comunicación, 31 de mayo, 2009).

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Respecto a la formación en la Juventud Sandinista Ajax Delgado recuerda que los

temas fundamentales eran el marxismo, la economía política, la agitación y la

propaganda. Existían en los 80 escuelas de cuadros, que él denominó portátiles,

ya que llegaban de Managua a los departamentos, y luego de ahí se multiplicaban

los temas a las comunidades por medio de los participantes en las escuelas

departamentales. Eran de 3 días y abarcaban contenidos de la historia del FSLN y

de Nicaragua, con especial énfasis en las intervenciones norteamericanas en

Nicaragua, en el desarrollo agroexportador, en la agitación y propaganda.

Además, las asambleas de base en la juventud se producían una vez a la semana

y cada semana se tocaba un tema de estudio, aunque cuando entró la guerra la

periodicidad ya no fue la misma. Algunas personas de la Juventud Sandinista

fueron a formarse en Cuba, URSS, RDA.

Otras escuelas de formación que funcionaron en los años 80 fueron las de

determinadas organizaciones de base, como el Movimiento Comunal, la escuela

de los sindicatos que se articulaba con la Pikín Guerrero o la escuela de la ATC, la

cual todavía se mantiene hasta la actualidad.

Los militares tuvieron sus propias escuelas de formación, pero también ha de

destacarse el papel del secretario político que acompañaba a los diferentes

batallones del ejército en la formación de los soldados que fueron a luchar al

frente. Ya Guillermo Cabiztán describió cómo antes del triunfo, cuando se

encontraba en campamentos militares sandinistas, tenían charlas sobre diferentes

temas: la dictadura, la realidad de otras zonas de combate, la labor de las

embajadas de USA, las experiencias de otros países o el proceso de unidad

dentro del FSLN. En esas reuniones o campamentos guerrilleros se hablaba

también de la coyuntura, muy imbuida de lo militar, con informaciones y luego

preguntas. De vez en cuando, también se abordaban temas como el socialismo, la

revolución antiimperialista, la experiencia revolucionaria de Cuba, la postura de

otros partidos, como del partido comunista, etc. Cabiztán recuerda en esos

momentos el énfasis en los aspectos morales de la revolución y en que “para

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cambiar la sociedad, hay que cambiar nosotros mismos” (comunicación, 8 de

septiembre, 2008).

En los 80 y en zonas de guerra, el secretario político cumplía las funciones

políticas, de ánimo y formación para los soldados. Los dos libros que más se

recuerdan como instrumento de trabajo y de motivación para los soldados fueron:

Los hombres de Panfilov y Así se templó el acero. Ambas son novelas militares

procedentes de Rusia, probablemente heredadas de su utilización en Cuba: “En

Cuba se leía Los hombres de Panfilov y La carretera de Volokolamsk y Así se

templó el acero” (Fuentes, 2007). En general, el mensaje de estas novelas de

episodios militares es el sacrificio en función de una causa, que vincula a los

dirigentes y a los dirigidos con una ideología y una visión revolucionaria del

mundo. Podría sintetizarse en que la moral del buen bolchevique o del buen

revolucionario le lleva a sacrificarlo en aras de la revolución.

Una curiosidad que pregunté en varias ocasiones es la procedencia de los fondos

utilizados para la formación política. No hay claridad al respecto. Hay personas

que juzgan que la transferencia de fondos del Estado al partido no era algo mal

visto, ya que esta experiencia estaba extendida en otros países, Cuba entre ellos.

Hay quienes sí afirmaron que el dinero provenía de la Secretaría del FSLN, y de

que no sabrían decir si anteriormente estos recursos provinieron del Estado, ya

que en aquellos tiempos también se daban aportaciones de los militantes, más o

menos obligadas (Mauricio Zúñiga, comunicación, 8 de septiembre, 2008).

Otro de mis objetivos, que pretendía conseguir con la ayuda de las personas

entrevistadas, era la recolección de materiales de formación elaborados en esta

década. Sin embargo, tras insistir a todas las personas y ojear varias bibliotecas

públicas y privadas (la de IPADE, como ONG que heredó los locales de la escuela

nacional de cuadros) no encontré ninguno de esos materiales, a excepción de

algún libro aislado publicado por el Departamento de Educación Política y algunos

materiales fotocopiados que tenía en su poder Mónica Baltodano. Hubo algunas

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personas que me dijeron que habían perdido todos los materiales, otros que les

diera tiempo porque los tenían archivados y llenos de polvo, otra que había

prestado algunos materiales a Andrés Pérez Baltodano para el análisis del

marxismo que se transmitía con los materiales de formación de esa época…

La conclusión a la que se puede llegar es que la extrema dificultad para encontrar

esos materiales en alguna biblioteca o archivo público, e incluso en poder de

algunos cuadros relevantes del sandinismo, está relacionada con la falta de valor

que se otorga en Nicaragua a la preservación del patrimonio cultural, también

apreciada dentro del sandinismo. Mónica Baltodano habla de museos que "se

desbarataron" tras la pérdida electoral de 1990, así como la dispersión de la gran

colección de libros de la escuela nacional de cuadros, que parece que se diluyó.

Roberto Sosa narra cómo esa gran biblioteca, con la colección completa de obras

de Gramsci, Lenin y otros, así como una gran cantidad de libros traídos de

muchos países se disgregó primero a la sedes del partido para luego, según tiene

entendido, entregarse en muchos casos a personas. En vez de preservar esa

colección que había costado mucho juntar, se cerró esa biblioteca y la posibilidad

de la consulta de esos materiales. El mismo fenómeno de desprecio al patrimonio

cultural sandinista ha podido apreciarse en la preservación, por ejemplo, de los

afiches de la revolución. En la presentación del libro que ha publicado en 2010 el

Instituto de Historia de la UCA, sobre un libro publicado en Alemania sobre más de

cien afiches de la revolución, se comentó que dicha colección de afiches se

encontraba en Alemania, pero que nadie tenía dicha colección en Nicaragua.

¿Serán los alemanes o extranjeros los que puedan mostrar la historia de

Nicaragua o del sandinismo a la ciudadanía nicaragüense?

Por eso dice Mónica Baltodano que la derrota no fue sólo electoral, también fue

ideológica. El gran drama en su opinión es que la conducción nunca se sentó a

debatir la derrota y que no hubo estrategia, a no ser la de las componendas y del

reparto del poder. Después de estos testimonios diversos, y aunque pueda ser en

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algún caso redundante con lo ya afirmado más atrás, veamos los aspectos

principales resaltados por Mónica Baltodano en este período.

“- Dado el elevado índice de analfabetismo en el país, extraordinarios

combatientes y líderes populares apenas sabían leer y escribir, incluso

habían analfabetos. Se establecieron escuelas especiales de superación

cultural, intensivas para líderes, para cursar la primaria acelerada, y luego

la secundaria acelerada. En dichas escuelas se combinaba el estudio

regular con el estudio político.

- Muchos jóvenes habíamos abandonado las universidades para marchar a

la clandestinidad. Se abrieron 4 carreras universitarias para estudiar por

encuentros sabatinos, destinadas principalmente a los cuadros. Fueron

Ciencias Sociales, Economía, Derecho y Agricultura.

- Se abrió una Escuela Nacional de cuadros, en las que se impartían cursos

principalmente de reflexión sobre la práctica. Se priorizaba la creación de la

capacidad de estudiar la propia realidad, y de ser capaces de construir

diagnósticos y elaborar planes para el cambio. Esto era muy importante

para el trabajo territorial y sectorial (organizaciones populares). Se trataba

de que los cuadros dominaran las herramientas teóricas y prácticas para la

construcción del espíritu crítico.

- El estudio de los clásicos del marxismo no era el énfasis principal, y en

esto se dieron algunas discusiones. En particular con el debate del uso de

los manuales que nos llegaban de los países socialistas. El nivel cultural

hacía temer que el uso de tales manuales generara un enfoque mecánico y

sectario. El énfasis era instrumental.

- Se produjeron masivamente libros de historia de Nicaragua, textos sobre

Sandino, del pensamiento de Carlos Fonseca, Ricardo Morales Avilés, y

hasta se llegaron a editar textos como Teoría y Practica Revolucionarias en

Nicaragua: curso breve de marxismo producido por un ‘equipo

interdisciplinario latinoamericano de expertos en marxismo, coordinado por

el filósofo y sociólogo Otto Maduro’.

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- También se hizo énfasis en la organización de debates. Se contó con la

presencia de Martha Harnecker y Amadeo Vasconi, entre otros muchos. Se

elaboraron materiales para el estudio, que partían del análisis de la propia

historia.

- Muchos cuadros del más alto nivel también pudieron recibir cursos más

completos de marxismo en países socialistas, en especial Alemania

Democrática, Cuba, URSS y Bulgaria. También innumerables jóvenes

pudieron viajar a estudios formales y carreras universitarias estos países.

- En las células de base sandinistas se priorizaba el análisis de la coyuntura

y el estudio de los discursos de los dirigentes. Era indispensable la práctica

de la crítica y la autocrítica como mecanismo de superación de las fallas y

errores, el ejemplo revolucionario, la abnegación y el sacrificio para la lucha

y las tareas” (Baltodano, 2005a, pp. 8-9).

Preguntada Mónica Baltodano sobre porqué la imagen de la formación política en

los 80 es “muy blanca”, por decirlo de alguna manera, y demasiado negra la

referida a la década de los 90, y sobre si no sería posible que ambos períodos

podrían definirse con tonalidades más grises, expresó: “Tendríamos que pensar

qué falló” (comunicación, 9 de septiembre, 2008).

2.3. Período de 1990 al 2006: la importancia de la formación declina ante la urgencia electoral

Tras la derrota electoral, la salida de la mayoría de diputados del partido y un gran

número de cuadros al MRS en 1994 y ante la celebración de nuevas elecciones, el

FSLN se centra ya desde las primeras elecciones contra el PLC de Arnoldo

Alemán en aceitar su máquina electoral. Aunque hay quienes opinan que el FSLN

pecó de ingenuo en la preparación y fiscalización de las elecciones de 1996, da la

impresión de que aprendió la lección y siguió mejorando su trabajo electoral para

las siguientes elecciones municipales y generales. A partir de 1990, es cierto que

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otra de las grandes preocupaciones del FSLN fue defender las conquistas

revolucionarias de la población, por ejemplo ante la amenaza que se cernía sobre

propiedades de cooperativas y de familias beneficiadas por la revolución (Wilber

Camacho, comunicación, 12 de marzo, 2008). Además de la captación de los

votos necesarios para volver al poder y de repensar una propuesta programática,

Fredy Franco interpreta los primeros años posteriores a la derrota electoral de

1990 como años de lucha “a la defensiva”, ante el revanchismo que se observó

contra los funcionarios sandinistas en el Estado y ante los ataques contra la

reforma agraria y las cooperativas (comunicación, 7 de mayo, 2009).

De cualquier manera, la expresión que acompaña el título de este período no

quiere ser una explicación causal del fenómeno del decrecimiento de la formación

político, y mucho menos resaltar una única causa de un fenómeno más complejo.

Veremos más adelante qué dijeron sobre las causas los actores sandinistas

entrevistados. Se trata de resaltar cómo ascendió fuertemente en esta época la

preocupación por el trabajo electoral por un lado, no sólo resaltada negativamente

por algunos sandinistas sino también confesada por la propia militancia actual del

FSLN, y cómo descendió la formación política por otro. Sería algo así como una

comparación, en sintonía con varias acepciones de la preposición “ante”, entre dos

tipos de trabajo político o como una imagen de una balanza en la que se colocan

ambas temáticas, más que una declaración del investigador sobre las causas del

decaimiento de la formación política.

Entre los militantes del FSLN entrevistados es inevitable que, en su recorrido

histórico, tengan palabras de una relativa hostilidad hacia esos miembros del MRS

que abandonaron o traicionaron al FSLN, según su interpretación de los hechos. A

ellos se les reprocha de diferentes formas su salida del FSLN en 1994: algunos

critican su ruptura de la disciplina partidaria en el Parlamento, su “extracción de

clase” media-alta que les movió a dar ese paso, su posición de grupo

“acostumbrado al poder”, su posición socialdemócrata y no antiimperialista e

incluso hay quien afirma que “se vendieron a la derecha”.

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En una investigación sobre el FSLN realizada en dos municipios de Nicaragua

antes de la victoria en las elecciones presidenciales de 2006, uno de los

entrevistados describió la situación actual de las bases del partido de esta manera:

“(...) La realidad es que al día de hoy sólo existe un activismo que se

potencializa a la hora de las elecciones y estas están localizadas alrededor

de las juntas receptoras de votos a nivel de barrios, a nivel de comarcas, a

nivel de municipios, de departamentos y todo alrededor de las juntas de

votos. Existen consejos distritales, existen también consejos

departamentales, consejos municipales (…) pero vos te das cuenta que la

mayoría de la base del partido no tiene articulación. Porque los miembros

que van normalmente han sido escogidos por dedo. No hay elecciones acá.

Entonces, que es lo que hay a nivel territorial… existen estos consejos que

concentran el poder, pero que son más que unas instancias de discusión,

unas instancias que reciben líneas a nivel nacional” (Baldizón, 2006).

En la monografía presentada por J. C. Ortega Murillo sobre la izquierda en

Nicaragua después de 1990 hay numerosas alusiones a la falta de formación

política, relacionada de alguna manera con el estado del FSLN definido en el

subtítulo de dicha monografía: confusión, supervivencia y silencio. Orlando Núñez

reconoce en la entrevista que lo que más ha golpeado a la izquierda es la

“orfandad ideológica”, al no tener un programa consensuado y encarnado en la

gente (Ortega, 2004, pp. 22-23). Dora María Téllez expresa que “no se dibuja un

programa” (Ortega, 2004, p. 58). Mónica Baltodano opina que “el FSLN es de

izquierda pero su dirigencia no” (Ortega, 2004, p. 76). Julio López observa al

FSLN dentro del pragmatismo, con una “falta de estrategia seria” (Ortega, 2004, p.

88). Bayardo Arce opina que el peor error que se ha cometido desde 1990 es el

“descuido de la lucha ideológica”. Y Luis Carrión concuerda en esto con Bayardo

por la falta de un esfuerzo por redefinir las bases sobre las cuales debe

sustentarse el pensamiento de la izquierda. Según este último:

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“El Frente se ha ido pareciendo cada vez más a un partido como los demás

partidos: más preocupado por las coyunturas, por las luchas a corto plazo,

con un muy delicado conjunto de principios, valores y enfoques en lo que es

educar a la membresía” (Ortega, 2004, p. 66).

En estos años, se hace famosa la expresión de Daniel Ortega “gobernar desde

abajo”, pero hay quienes, como Orlando Núñez, plantean la diferente

interpretación que puede derivarse de la misma. Se puede entender desde la

instalación partidaria en espacios institucionales crecientes y también desde la

profundización organizativa y la creación de nuevas formas de asociatividad y

autogestión (Núñez, 2009, p. 108).

Fredy Franco dice que en este período la formación se hace más coyuntural y

menos sistemática, con una mayor presencia de capacitación que de formación

sistemática. A pesar de la marcha de gente al MRS, hay nuevas canteras de

cuadros, “más chapiollos”, más gente del pueblo. Incluso se organizaron debates

en este período, pero más para dar herramientas en la batalla político electoral.

Por supuesto, existían más posibilidades de debate en niveles superiores de

cuadros, para que posteriormente, cuando ya definen directrices, la gente "asuma

los lineamientos estratégicos y que sepa aplicarlos en su realidad concreta". Sin

embargo, para él, siempre está latente la idea de la formación y del sistema de

formación política, al menos en determinadas personas (Orlando Núñez, Guillermo

Martínez, Aldo Díaz Lacayo) (Fredy Franco, comunicación, 7 de mayo, 2009).

Pero, ¿qué pasó para que decayera el “sistema bien armado” de educación

política que había funcionado a lo largo de la década de los 80? Ésta fue la

pregunta que se trasladó a las diferentes personas entrevistadas. En general, la

mayoría concluyó que las razones financieras fueron claves. No obstante, también

contribuyeron factores organizativos relacionados con el abandono de ciertos

cuadros y la búsqueda de la supervivencia de la militancia en el sector privado o

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en las ONG. Wilber Camacho expresa: “Perdimos la conducción”. Como tercer

factor, complementario a la falta de recursos y de personal para llevar adelante

dichos procesos, hay quien expresa como Mónica Baltodano o Emma Díaz que no

se le dio la importancia debida: "No le pusieron mente … No lo lograron percibir

como algo importante" (Emma Díaz, comunicación, 8 de junio, 2008). Como a

veces se reflexiona en otros ámbitos de la vida, se sacrificó lo importante (la

formación) para atender lo urgente (las elecciones).

Pero veamos lo que dice Carlos Fonseca Terán al respecto, confirmando la visión

anterior de Mónica y Emma, reconociendo la ausencia de esta formación y su

perniciosa contribución al partido.

“La ausencia de formación política en los años noventa obedece a tres

cosas: las dificultades propias de estar en la oposición, la crisis de la teoría

revolucionaria por los grandes cambios ocurridos a raíz del derrumbe de la

Unión Soviética, y sobre todo diría yo: la subestimación que de una forma u

otra, ha existido siempre en el FSLN por la formación política, lo cual ha

incidido de forma quizás insospechadamente grande en los resultados

adversos que hemos tenido en diferentes etapas de nuestra historia como

organización política revolucionaria” (Carlos Fonseca Terán, comunicación,

28 de abril, 2010).

Par Mónica Baltodano, un partido político no es simplemente una sigla

pronunciable, una bandera y una oficina-cuartel, sino que debe incorporar, tal

como planteaba Gramsci en su tiempo, un esfuerzo teórico y filosófico que

represente una visión sobre un nuevo modelo para la sociedad.

“Un partido es una organización que ofrece una visión teórica de la realidad

y una estrategia de acción para materializarla. ¿Por qué una visión teórica?

Porque como dice la canción: Para construir el futuro, hay que soñarlo -

teorizarlo, diría yo- primero... El esfuerzo teórico de enriquecer el

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sandinismo como filosofía y como visión del desarrollo social nicaragüense

fue prácticamente abandonado a partir de la derrota electoral de 1990. El

FSLN mantuvo su postura y su discurso revolucionario durante la etapa

inicial de la transición, para luego irse acomodando -pragmática y

resignadamente- a la nueva realidad nacional y al peso del neoliberalismo...

El calificativo de ‘pragmático’ fue usado para describir las posiciones

reformistas dentro del partido. El de ‘principista’ se usó para hacer

referencia a los que defendían la propuesta de mantener los principios

socialistas y revolucionarios básicos del sandinismo tradicional” (Baltodano,

2005a).

“Pragmatismo” y “principismo”: una curiosa traducción de la ética de la

responsabilidad y de la convicción, aun con un toque peyorativo en este caso para

el pragmatismo. William Grigsby se queja de los bajos niveles de formación

ideológica y de conocimiento internacional entre los jóvenes en general, no sólo de

los sandinistas. Y además, para él, la ignorancia y el fanatismo impiden la

formación de las personas (William Grigsby, comunicación, 1 de septiembre,

2008). Ya dijo Francis Bacon: “El que no quiere pensar es un fanático. El que no

puede pensar es un idiota. El que no se atreve a pensar es un cobarde”.

En un estudio que realizó Humberto Abaunza, financiado por Naciones Unidas, se

analizó la percepción de los jóvenes de partidos políticos sobre la formación que

les ofertaban ahí. En el caso concreto de los jóvenes sandinistas, al igual que en

los otros partidos, ellos expresaron que no ha habido procesos de formación

desde 1990 a la actualidad. En esos tiempos sí fomentó la formación política el

PLC, aunque ésta ya no existió con Bolaños (Humberto Abaunza, comunicación, 2

de septiembre, 2008). Este llamado Instituto 11 de julio, del PLC, sin embargo, en

palabras de otra persona entrevistada, al hacer comparaciones con el sistema de

educación política del FSLN de los 80, no fue “ni masivo, ni sistemático, ni con

profesores de calidad, ni con pénsum, ni con rigor académico”.

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La conclusión para Humberto Abaunza, autor de ese estudio sobre la juventud de

los partidos políticos en Nicaragua, fue que, tanto para el PLC o el FSLN, cuando

se está en el poder se invierte en formación, pero ésta decae cuando se pierde el

poder. Sólo la valiente formación promovida en las filas del FSLN durante la

dictadura somocista no encaja en ese esquema. Por otra parte, sin una

investigación mayor, no se puede saber si esta formación promovida por los

partidos que se encuentran al frente del poder ejecutivo se hace o se hizo con

recursos del Estado o del partido.

En las conclusiones del estudio de Abaunza se recogen dos demandas de los

jóvenes: una político-ideológica, relacionada con identidad; y otra tecnología

política, que va más allá de la doctrina e incorpora temas como el análisis de la

realidad, y la gerencia política (liderazgo, contexto, sociología política, etc.). En el

momento de aquel estudio, 2006, los jóvenes de los partidos políticos

nicaragüenses no estaban recibiendo ni doctrina ni acompañamiento (destrezas,

entendimiento del mundo y liderazgo) ni un acercamiento al mundo actual. Ante

estas limitaciones, Humberto Abaunza apunta a que, desde su experiencia, los

jóvenes han encontrado otras vías de hacer política fuera de los partidos, por

medio de las ONG, el internet, la música, el movimiento de gays y lesbianas, etc.

(Humberto Abaunza, comunicación, 2 de septiembre, 2008).

Meyling Calero, responsable de relaciones internacionales de la Juventud

Sandinista en el momento de su entrevista (2008) considera que los jóvenes

sandinistas han tenido como principal tarea en las coyunturas electorales la

defensa del voto. Cuando más, la juventud sandinista había participado en este

período en celebraciones de héroe, que “son admirables y nos inspiran” (Meyling

Calero, comunicación, 4 de septiembre, 2008). La formación política, para ella,

realiza un giro en la Juventud Sandinista a partir de 2002. Algunas iniciativas que

apuntan en esta dirección son: campamentos de unos días, con contacto con la

naturaleza, similares a un retiro para inspirar y reflexionar, y con asistencia y

ayuda de algunos comandantes para el análisis de la historia del FSLN; la

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discusión sobre los estatutos de la juventud, a la que también llegaban

personalidades del FSLN; y análisis de la coyuntura que eran realizados

mensualmente, primero con diputados u otros actores destacados del FSLN y

luego más frecuentemente entre jóvenes.

La única experiencia destacable en el ámbito de la formación política en este

período es la llevada a cabo en la escuela política “El Chipote” del departamento

de León, con el impulso fundamental de Carlos Fonseca Terán, secretario político

de León durante dos períodos (1994-99 y 2003-08), que estuvo al frente de dicha

escuela departamental de cuadros en este segundo período.

Antes de dar algunos datos acerca de esta escuela, habría que decir que Mónica

Baltodano y Carlos Fonseca Terán visitaron a finales de este período la Escuela

Nacional de Formación Política Florestan Fernandes, impulsada por el Movimiento

Sin Tierras de Brasil. El espíritu de esta escuela brasileña de formación política

está imbuido de Freire, de la educación popular y de la teología de la liberación

(Frei Betto). En la Izquierda Democrática del FSLN existía un énfasis especial en

la información y formación como uno de los ejes importantes que había que

desarrollar en el partido. Y por ello, después de la visita a Brasil, Mónica relata que

hicieron algunos materiales para León (Mónica Baltodano, comunicación, 9 de

septiembre, 2008).

Veamos en primer lugar cuál son las referencias principales de esta escuela

leonesa, presentes en uno de los documentos de presentación de lo que es:

“La formación político-ideológica en el F.S.L.N. como partido moderno y

popular tiene como puntos de referencia principales: la historia del proceso

revolucionario nicaragüense y sus antecedentes (luchas indígenas, Guerra

Nacional, gesta de Benjamín Zeledón, Guerra Anti-intervencionista de

Augusto C. Sandino, lucha anti-somocista, Historia del F.S.L.N. y de la

Revolución Sandinista); la teoría revolucionaria, entendiendo por tal el

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marxismo y sus expresiones en el Tercer Mundo, el pensamiento de

Augusto C. Sandino, Carlos Fonseca y los principales ideólogos del

sandinismo, las nuevas concepciones y procesos revolucionarios tales

como el zapatismo en México, la Revolución Bolivariana en Venezuela, el

movimiento indígena en Ecuador, etc. y el análisis de los fenómenos que

caracterizan al mundo actual tales como la globalización y el

neoliberalismo.”

(Aporte de los congresistas del departamento de León a los Estatutos del

F.S.L.N. durante el III Congreso Augusto C. Sandino, Sesión Luisa A.

Espinoza) (Carlos Fonseca Terán, comunicación, 28 de abril, 2010).

En los planteamientos de dicha escuela se diferencian tres niveles diferentes a los

que habría que adaptar los contenidos: la militancia en general, los líderes de base

y los cuadros municipales y departamentales. A este tercer nivel se oferta el

Primer Diplomado en Ciencias Políticas, con mención en Teoría Política del

Socialismo. Este curso tenía como finalidad, tal como expresa el documento que

contiene el pensum de éste, la preparación política de los cuadros del FSLN. La

metodología consistía en conferencias o exposiciones con preguntas y respuestas.

En total, suman 16 clases, a lo largo de 8 encuentros, con una duración de cada

clase o conferencia de 3 horas, de las que metodológicamente 2 se dedicaban a la

conferencia y 1 a la participación de todos y todas.

A continuación se exponen las diferentes asignaturas o temáticas, con el

porcentaje que ocupa cada temática respecto del total, calculado según los

horarios y materiales suministrados por Carlos Fonseca Terán.

- Teoría política (con énfasis en el socialismo) (TS) (37.5%).

- Historia moderna y contemporánea (con énfasis en los cambios sociales)

(HC) (25%).

- Teoría de los partidos políticos y principios de organización (PO) (12.5%).

- Planificación, estrategia y táctica (PET) (12.5%).

- Comunicación política (CP) (6.25%).

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- Técnicas de negociación y solución de conflictos (TNC) (6.25%).

Carlos Fonseca Terán relata su participación en este proceso de la escuela

departamental de cuadros, los buenos resultados de la misma y también su

impulso personal a la formación de una nueva escuela nacional de cuadros en

2009, esfuerzo que se tradujo en el convencimiento final de la compañera Rosario

Murillo para su puesta en marcha.

“En los años noventa organicé círculos de estudio e impartí algunas

capacitaciones políticas a las estructuras del FSLN. En el 2003 me tocó

estar al frente de la instalación de la Escuela Política El Chipote en León,

con un pensum bien estructurado y un contenido bastante ambicioso, sobre

todo en lo ideológico. Los resultados fueron muy buenos, reflejándose la

participación en la Escuela en la calidad de la conducción política

correspondiente. Después del 2006 fui impulsor de la idea de instalar la

Escuela de Cuadros a nivel nacional, lo cual fue hecho recientemente,

aunque ahora me encuentra trabajando en la Secretaría Internacional del

Frente” (Carlos Fonseca Terán, comunicación, 28 de abril, 2010).

Mónica Baltodano emplea un lenguaje bastante pesimista en la evaluación de la

formación de cuadros en este período. Retomamos varios aspectos que ella

resalta sobre este período de decaimiento formativo, como el retroceso en la ética,

en el debate y en la democracia interna del partido.

“- Después de la derrota, durante algunos años la mayor parte del

sandinismo se propuso resistir el proceso de restauración del régimen

oligárquico y burgués. Sin embargo, esta propuesta no fue expresada en un

programa, en una estrategia y tácticas a seguir. El enfrentamiento de las

complejas coyunturas impuso la lógica de priorizar las tareas inmediatas y

con ello se sustituyó la urgente necesidad de crear una nueva visión

estratégica. Al pasar de los años, en la práctica, los objetivos inicialmente

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proclamados fueron diluyéndose. Como recién ha escrito Humberto Ortega,

del ‘radicalismo’ pasamos al ‘realismo político’.

- La defensa de la propiedad, tierras y fábricas entregadas

apresuradamente a campesinos, trabajadores y cooperativistas, adquirió

relevancia, pero lamentablemente con ello también se encubrió la

apropiación indebida y privada de medios y bienes que hicieron algunos

dirigentes sandinistas. La denominada “piñata” debilitó la hasta entonces

indiscutida fuerza moral y ética del sandinismo en su conjunto.

- No pocos dirigentes del más alto nivel, abandonaron la lucha, la dirección

histórica desapareció, algunos incluso se marcharon definitivamente del

FSLN. Daniel Ortega que se mantuvo a la cabeza del partido fue

convirtiéndose en el principal y casi único representante del FSLN y el

negociador de todas estas luchas. Debilitada la conducción política

colectiva, el movimiento social que no estaba en capacidad de

representarse a sí mismo, carente de autonomía y personalidad política

propia, terminó siendo mediatizado por los intereses políticos del partido,

ahora penetrados por los intereses económicos del emergente ‘grupo

económico sandinista’. Con ello se fue debilitando la beligerancia de la

lucha popular.

- Durante todos estos últimos años, los comités de base, los procesos de

formación y educación política llegaron a ser totalmente descuidados hasta

el abandono. En los últimos años se ha carecido de formación política y las

bases no cuentan ni siquiera con información alternativa propia sobre los

problemas del país y del mundo. No obstante, hay que reconocer los

méritos de unos pocos cuadros de las estructuras del FSLN que han

realizado por su cuenta esfuerzos meritorios.

- Las bases del FSLN desprovistas de información adecuada, de ausencia

de educación y debate político, desprovista del instrumental ideológico para

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enfrentar las nuevas condiciones, la desaparición de la vida colectiva del

partido y frente a la deserción de una parte de los dirigentes y cuadros

históricos, termina asumiendo como único liderazgo el del secretario

general. De ahí quizás las causas mas inmediatas del llamado caudillismo.

A partir de entonces, las decisiones políticas descansan fundamentalmente

en los criterios del secretario general y la influencia preponderante del

empresariado sandinista.

- Las nuevas decisiones políticas orientaron la acción del FSLN a la lucha

electoral, a la defensa y preservación de los espacios de poder que se

derivan de la lucha y resultados electorales. Ha sido un cambio dramático

de orientación para el que no estaba ni preparado ni diseñado el FSLN. De

Sandino todos cantábamos que el nunca quiso ser presidente, ahora

aprendimos a cantar que nuestro máximo dirigente debería ser presidente.

De Sandino enseñábamos al pueblo ‘que aquel que de su patria no reclama

ni un pedazo de tierra para su sepultura merecía ser creído’, ahora

comenzamos a enseñar que era legítimo y necesario compartir la dirección

estratégica del FSLN con los nuevos empresarios sandinistas” (Baltodano,

2005a, pp. 9-11).

2.4. Nuevo Gobierno FSLN (2007-2010): resurge la escuela nacional

A nivel interno, este nuevo período se caracteriza por el resurgimiento de la

escuela nacional de cuadros del FSLN, de la que luego se hablará. Sin embargo,

al inicio de esta investigación una de las dudas propuesta por William Grigsby en

alguno de sus escritos era si el nuevo modelo de participación de los Consejos del

Poder Ciudadano (ahora GPC, Gabinetes del Poder Ciudadano) podía llegar a

convertirse en los CDS de los 80 y extender el trabajo político-ideológico entre la

ciudadanía.

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Orlando Núñez, en uno de sus libros más recientes, La revolución rojinegra,

expone la gran fuerza ciudadana que son los CPC, cuyos miembros él estima en

“un millón y medio de personas” en las zonas urbanas y rurales de Nicaragua

(Núñez, 2009, p. 131), una cifra poco creída por muchos y rebatida por las

inferencias de algunas encuestas recientes.

Wilber Camacho, concejal de la Alcaldía de Managua fue seleccionado para ser

entrevistado, precisamente por su participación dentro de los CPC de Managua. Él

se presenta al comienzo de la entrevista como ”concejal por Managua" y

"Delegado del Poder Ciudadano de la ruta 8". La confusión de la ruta, terminología

específica de los fiscales partidarios para su trabajo electoral (como más tarde en

la entrevista reconocerá Wilber Camacho), con el CPC se convierte en un “lapsus

linguae” que denota una cierta mezcla, consciente o inconsciente, entre el partido

y los CPC. Esta confusión, así como la mezcla Estado-partido, ha sido denunciada

durante toda la legislatura por liberales, conservadores, sandinistas fuera del

FSLN y grupos de la sociedad civil. El caso más ejemplificador que muestra esta

confusión Estado-partido-familia-Poder Ciudadano es la localización de la casa

presidencial del nuevo Gobierno de Nicaragua, ubicada a su vez en la sede del

partido FSLN, en la casa de habitación de la familia Ortega, donde también tiene

su oficina Rosario Murillo, la Secretaria de Comunicación o lideresa del Poder

Ciudadano. Un fenómeno difícilmente observable en otras latitudes.

Más adelante, Wilber Camacho expone, ante la pregunta de si existe educación

política en los CPC, que sí existe, en casas del partido y en casas particulares.

Relata que se han creado puntos de encuentro y de capacitación ideológica, en

los que se puede leer y reflexionar sobre materiales como El 19, o sobre discursos

de Daniel y Rosario. Otros materiales de estudio son los libros de intelectuales

como Orlando, Aldo, o artículos de las revistas Visión Sandinista o Correo. Wilber

habla de educación política en los CPC. Sin embargo, el actual alcalde de Estelí,

Francisco Valenzuela, se contradice con el concejal de Managua y fundamenta

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que los CPC no son partidarios porque no hay responsable de educación política

en ellos.

“Los Gabinetes de Poder Ciudadano son organizaciones comunitarias.

Claro, se ha atacado, se ha estigmatizado, se les ha dado ese elemento de

que son partidarios. Pero en lo absoluto … Por eso, de las 16 carteras que

tenemos no hay Propaganda, no hay Educación Política, no hay aspectos

ideológicos, no hay discusiones como las que tenemos dentro de la parte

estructural de nuestro partido”.

Por su parte, Grigsby, al principio del gobierno creía que los CPC podían ser los

nuevos CDS o escuelas políticas de la ciudadanía. Y como resumió en la

entrevista con él, los CPC fue una decisión correcta, pero mal ejecutada. Veamos

cómo lo explica en uno de sus artículos del año 2007.

“¿Serán los Consejos del Poder Ciudadano una escuela como lo fueron

aquellas otras formas de organización popular? Sería ideal que fueran eso:

una escuela política, de debate, con capacidad de crítica. Porque si no

somos críticos perdemos nuestra condición humana. Y si no estamos

organizados no podemos avanzar. Yo no le hallo sentido al papel de

francotirador. ¿Serán los CPC escuela política? Según Daniel y Rosario, los

CPC debían ser pluralistas. Nos dijeron que eran para discutir la situación

de su entorno geográfico y tomar decisiones y para que esas decisiones

fueran obedecidas por las estructuras del Estado. Básicamente, eso es lo

que nos han dicho. Pero, en la práctica eso no siempre es lo que ha

ocurrido. Los CPC no son muy pluralistas. En algún barrio tal vez lo son,

pero la tendencia predominante es que no son muy pluralistas. Es más, ni

siquiera son muy pluralistas entre los sandinistas. Porque hay sandinistas

que están con los secretarios políticos y sandinistas que no están con ellos.

Y a los que no están no les permiten entrar en los CPC. A los sandinistas

que estaban inactivos no les permiten entrar. Y como ya vienen las

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elecciones municipales, en cuanto asoma uno que quiere ser candidato,

ése tampoco entra. Eso es lo que ha ocurrido. Un instrumento que pudo

haber tenido posibilidades de desarrollo, se ha convertido, en una gran

cantidad de casos, en un instrumento político para colmar aspiraciones de

las estructuras del Frente. Y esas estructuras son hoy fundamentalmente

tan sólo una maquinaria electoral, donde en una muy buena cantidad de

casos, no dirigen los líderes de la comunidad” (Grigsby, 2007).

Dos años más tarde, Grigsby termina afirmando que los CPC o GPC se han

constituido, en su mayoría, en instrumentos partidarios.

“La idea original de los CPC no era hacerlos instrumentos partidarios.

Desgraciadamente, terminaron siendo, en su mayoría, una extensión

partidaria. … Nicaragua no es hoy una sociedad organizada y ése es uno

de los grandes problemas que tiene este país. Es cierto que el Poder

Ciudadano debió haberse construido aprovechando el andamiaje de la

democracia participativa que ya había, aun cuando se creara una nueva

organización, los CPC, para apostar a la democracia directa. Se

desaprovechó esa oportunidad y ya es muy tarde para revertirlo” (Grigsby,

2009).

También la misma percepción sobre los CPC y sobre el FSLN como máquina

electoral que ha descuidado la educación política de sus miembros es expresada

por el equipo de la revista Envío.

“Son presentados por el gobierno como activistas comunitarios y gestores

de la democracia directa. Pero, de hecho, son sólo correas de transmisión

de las líneas emanadas desde el despacho presidencial.

El FSLN abandonó la educación política de sus bases durante los años en

que dejó de ser un partido político con ideales y con ética, para

transformarse en una maquinaria electorera. Y ésta es la cosecha. Para

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neutralizar la extendida percepción de que los CPC han sustituido al FSLN

histórico, el gobierno anunció que entregará ‘a todo el que lo solicite’ el

carnet de militante del FSLN en una campaña titulada Somos millones. En

Managua, la meta es carnetizar a 200 mil personas” (Equipo Nitlapán-

Envío, 2009).

Sobre este período, Meyling Calero, de la Juventud Sandinista, entrevistada en el

2008, siente que en el partido existen quejas por la no existencia de una escuela

de cuadros, como proceso de formación permanente y progresivo. La idea de la

Juventud Sandinista tras la victoria en las elecciones de 2006 es no sólo

administrar sino transformar. Para ello, varios jóvenes de la Juventud Sandinista

se desplazaron a Cuba con la Juventud Comunista de Cuba, en concreto a la

Escuela Julio Antonio Mella. Fueron 30 personas, que tuvieron un curso especial

para ellos, intensivo, a lo largo de todo un mes. En dicho curso se vieron: algunos

fundamentos teóricos, basados en escritos del Che, acerca del hombre nuevo y de

que la juventud debe ser vanguardia; elementos de planificación estratégica, para

determinar objetivos, quiénes son la Juventud Sandinista, su misión, el centralismo

democrático (tomar decisiones discutidas y debatidas, luego asumidas por todos),

la idea de laboratorio ideológico, etc.; y por último un estudio concreto del modelo

de la juventud cubana que tiene unos estatutos parecidos. La única diferencia al

respecto es que la Juventud Sandinista decide constituirse como organización de

cuadros, y no de masa como la Juventud Comunista de Cuba.

Por tanto, la juventud sandinista se ha pensado a sí misma como vanguardia del

partido que garantice la transmisión de valores y del programa histórico a nuevas

generaciones. Varios jóvenes del FSLN han participado en escuelas de liderazgo

(INCAE- PNUD) y se han fomentado en Nicaragua, tras el curso en Cuba, algunos

encuentros regionales en Nicaragua sobre el discurso del Che sobre la juventud

como vanguardia, los estatutos y hacia dónde vamos como Gobierno, en general y

en el programa de juventud. La juventud sandinista ha creado consignas

contextualizadas como: "con Daniel al Frente, la juventud presidente". A este

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respecto, no deja de llamar la atención que un líder juvenil como Fidel Moreno

proclame a Daniel Ortega como un “líder indiscutible”. Según el pensamiento de

Freire, todo revolucionario debe estar dispuesto a dialogar y a discutir sobre todo,

y, con más razón aún por sus ideales y valentía, la juventud revolucionaria.

Tras los instructores políticos que se van a ir formando en los departamentos y

municipios y las personas preparadas en Cuba, se piensa llevar a cabo en la

juventud sandinista, dos niveles de avance: círculos de estudio, con cartas

mensuales, análisis de discursos y coyuntura, etc.; y un segundo nivel, que sería

la escuela de formación. Una de las debilidades que observa Meyling es que: “No

hemos discutido a fondo los modelos de la izquierda latinoamericana” (Meyling

Calero, comunicación, 9 de septiembre, 2008).

En cuanto a la escuela nacional de cuadros del FSLN que ha resurgido en 2009,

Darling Ríos, presidenta de la FES y miembro de la Juventud Sandinista, relató

algunas características de la nueva escuela. Ésta surge en el año 2009 y ahí se

dio una primera etapa de formación para cuadros nacionales, entre los que ella fue

incluida, así como otros cuadros de la juventud sandinista, secretarios políticos, de

las instituciones, de Comunicación, etc. Fue un curso intensivo realizado durante

dos meses, todos los días, en los locales de capacitación del PAEBANIC. La

segunda etapa de formación se está llevando a cabo durante el 2010 y a ella

están llegando cuadros departamentales y municipales. En esta segunda etapa,

los cursos no se desarrollan de forma intensiva sino un día del fin de semana

(Darling Ríos, comunicación, 22 de abril, 2010).

Sobre la temática, ella resalta la historia del FSLN y la profundización en el

socialismo (ya no tanto del marxismo-leninismo) como objetivo político. También

destaca los interesantes aprendizajes sobre la “Ley de los contrarios” y sobre la

relación entre teoría y práctica, dado que cree haber asimilado que la teoría no

sirve sin la práctica, pero tampoco al revés (Darling Ríos, comunicación, 22 de

abril, 2010). Se pueden consultar diferentes materiales de bibliografía, como La

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revolución rojinegra de Orlando Núñez, en una página web de la escuela nacional

de cuadros (http://www.revolucionsandinista.org).

Carlos Fonseca Terán, que participó en el impulso y en las primeras elaboraciones

del pensum de esta nueva escuela de cuadros, opina que la nueva escuela tiene

un componente mayor dirigido al estudio de la historia, mientras que la escuela de

León da un énfasis mayor a la teoría socialista y marxista. Además, yo diría

también que la nueva escuela se centra más en los análisis de la nueva coyuntura

actual, con el partido en el poder, con nuevos conceptos (democracia directa,

Poder Ciudadano y otros) y con nuevos planes y programas (Plan Nacional de

Desarrollo y otros programas de gobierno). En este sentido, hay que reconocer

que las dos entrevistas realizadas son francamente insuficientes para poder

analizar con mayor profundidad los contenidos y estilos de esta formación política

recientemente implementada (Carlos Fonseca Terán, comunicación, 28 de abril,

2010).

Las utopías siguen siendo necesarias. Y debe haber personas que las sueñen y

empiecen a luchar por ellas.

“Esto es una utopía enorme, es puro sueño. Pero para construir el futuro

hay que soñarlo primero. Lo canta Luis Enrique Mejía Godoy. Y lo enseña

la experiencia personal y colectiva. Hay que soñar el futuro. Hay que

imaginarlo. Hay que conversarlo” (Equipo Nitlapán-Envío, 2008)

Y, ¿de dónde saldrán estas personas que sueñen y trabajen por una Nicaragua

mejor? Si las sociedades suelen poner su esperanza en el futuro en la mejora de

la educación de los ciudadanos, o en el aumento de la inversión en educación,

como promueven varias organizaciones nicaragüenses de la sociedad civil,

también el sandinismo debería poner su esperanza en un determinado tipo de

educación política para sus nuevas generaciones. ¿Vendrán los cambios que

Nicaragua necesita de estas nuevas generaciones o serán otros sectores los que

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abanderarán el cambio? ¿Vendrán del FSLN o del sandinismo? La revista Envío

cree que la clave está en la educación. Pero apunta a otra dirección: apuesta a las

maestras y maestros.

“¿De dónde vendrán quienes lo sueñen, lo imaginen y lo conversen

primero? Creemos que del terreno de la educación. Necesitamos una masa

crítica de maestras y maestros que, en las aulas de clase, en los medios de

comunicación y en todos los espacios sociales, enseñen a pensar y a vivir

no imponiendo, sino persuadiendo. Que construyan una masa crítica de

gente educada en ciudadanía, que participe conscientemente en la

sociedad” (Equipo Nitlapán-Envío, 2008).

2.4.1. MRS (Movimiento Renovador Sandinista)

El MRS surge en 1994 y podríamos haberlo situado también en el período

anterior. No obstante, dado que las actividades más relevantes de formación se

han producido en este último período, he preferido simplemente situar aquí los

comentarios correspondientes al MRS y a la vivencia de la formación política en

este partido.

Como hemos visto anteriormente, el MRS ha recibido y recibe críticas duras por

parte del FSLN por haber renunciado, según ellos, a los principios del sandinismo

y haberse adherido a los ideales de la derecha. Por otra parte, también críticos del

FSLN como Andrés Pérez Baltodano han realizado alguna crítica al MRS,

precisamente en el ámbito del tema que nos ocupa. De hecho, éste duda mucho

que el MRS sea una opción de izquierda y relaciona esto con la ausencia de un

pensamiento orientador y el uso de un pensamiento vago y nebuloso.

“A pesar de presentarse como una opción de izquierda, la Alianza MRS no

ha logrado articular un pensamiento y una visión alternativa para

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transformar la realidad de Nicaragua. ¿Quién puede explicar en qué

consiste la renovación del Sandinismo y, más concretamente, cuál es la

nueva visión que ofrece la Alianza MRS de la soberanía, la justicia social y

la libertad que fueron el centro del ideario sandinista? … La ausencia en su

programa de explicaciones y definiciones sustantivas, más que las

supuestas deficiencias organizativas castigadas por el corrupto Consejo

Supremo Electoral, son las que hacen de la Alianza MRS una organización

política imaginaria” (Pérez, 2008)

Ante la huelga de hambre de Dora María Téllez, en protesta por la eliminación de

la personería jurídica del MRS y del Partido Conservador, Pérez Baltodano califica

a esta acción como algo propio de una cultura heroica que, según él, no debe ser

el camino hacia las soluciones que el país requiere. El camino debe ser

convertirse en verdaderos “partidos de ideas y no de personas”.

“Despreciando y mal usando el poder de las ideas y del pensamiento para

condicionar el futuro, asumimos que lo que tenemos que hacer para

sobrevivir es aprender a vivir la historia como un proceso gobernado por la

casualidad. En este contexto surgen dos tipos de conducta que son

aparentemente opuestas pero que, en realidad, reflejan el peso de una

misma cultura: el fatalismo de los que se resignan a la voluntad de Dios y a

la suerte para sobrevivir, y el heroísmo de los que ven la historia como un

juego de azar en el que lo único que podemos hacer es responder a las

circunstancias del presente mediante golpes de suerte y acciones

extraordinarias y trascendentales” (Pérez, 2008)

.

“En este sentido, la construcción de nuestro futuro dependerá en mucho de

la capacidad de nuestros partidos políticos para convertirse en partidos de

ideas y no de personas. Esto incluye al MRS y a la Alianza MRS … El

emerrecismo ni siquiera ha sido capaz de decidirse por la fusión o por la

separación permanente de los dos grupos que coexisten dentro de la

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Alianza, bajo los nombres Rescate del Sandinismo y Movimiento

Renovador Sandinista. ¿En qué difieren estos grupos sustantivamente?

¿Qué es lo que quieren rescatar (o desechar) los rescatadores? ¿Qué

quieren renovar (o no renovar) los renovadores?” (Pérez, 2008)

De continuar con esa misma resistencia a pensarse a sí, Pérez Baltodano expresa

que, de la mano de la derecha nicaragüense, “el emerrecismo podría llegar a

convertirse en una amenaza mayor que la que representa el corrupto FSLN en el

poder” (Pérez, 2008). Y emplea palabras muy contundentes sobre la muerte del

espíritu de Carlos Fonseca y la desaparición de la izquierda.

“El espíritu de Carlos Fonseca Amador ha muerto porque la izquierda

nicaragüense que, a través del FSLN y de la Alianza MRS, reclaman su

herencia política e intelectual, ha sido incapaz de reconocer el valor del

pensamiento y de la teoría social en la construcción de la realidad. Desde

esta perspectiva, ha muerto el espíritu de Carlos Fonseca Amador y la

izquierda en Nicaragua ha desaparecido” (Pérez, 2008)

Ante las críticas de pensamiento débil y de poca consideración a la formación,

responden personas del MRS con sus avances en este aspecto. Hablando con

Dora María Téllez, en 2008, ella comentaba ya el proyecto de formar en el MRS

un Instituto de Formación Política. En la actualidad todavía sigue vigente como

idea, aunque con las dificultades legales que pueden suponerse para un intento de

constitución de un organismo así. También Dora María hablaba de la realización

de asambleas cívicas en los barrios para fomentar el debate y el análisis de la

coyuntura. El problema principal que ella observaba a este respecto es la falta de

fondos, que obliga también a tener un buen conjunto de voluntarios para

desarrollar tareas como ésta en el partido (Dora M. Téllez, comunicación, 30 de

julio, 2008).

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En abril de 2010 se entrevistó a Montserrat Fernández, una de las personas

integrantes de la llamada “Comisión de Capacitación” del MRS. Antes de hablar de

la formación como tal, Montserrat quiso hacer una breve caracterización del MRS,

como un partido pequeño que, sin embargo, había llegado a alcanzar 200 mil

votos en las elecciones del año 2006, con una membresía de más de mil

militantes. Ella proviene de uno de los grupos, el movimiento CREA (Compromiso,

Reflexión, Ética y Acción), que fundaron la alianza MRS para el proceso electoral

del 2006. Ahí, en el CREA estaba junto a varias personas que vienen o trabajan

en el mundo de la educación o la investigación, para las que la formación es

importante. Finalmente, gran parte del grupo CREA pasa de ser aliados a ser

parte del MRS (Montserrat Fernández, comunicación, 12 de abril, 2010).

En general, ella opinó que el corto plazo se suele “comer” al medio o largo plazo

en la labor de los partidos políticos. El marco fundamental de la formación en el

MRS se mueve en el marco de su documento de Principios, programa y estatutos.

En él aparece, además de los principios y el programa del MRS, el programa

político que se presentaba a los electores en 2006, contenidos que suelen

aparecer de alguna manera como guía ideológica en los talleres, campamentos o

capacitaciones promovidos por el MRS. Su idea es formar gente que pueda ser, a

su vez, multiplicadora y facilitadora de esos procesos.

Se inclina más por la educación popular que por la educación bancaria, en gran

parte porque muchas de las personas involucradas en los procesos formativos del

MRS provienen de trabajos realizados en el marco de la educación popular,

aunque también reconoce que hay personas dentro del equipo que provienen de

la formación vivida dentro del FSLN. A las críticas lanzadas por Pérez Baltodano

se podría responder con algunas voces del MRS que reconocen que “la

importancia de la formación ha crecido” durante el período de la presidencia de

Enrique Sáenz al frente del MRS (2007-2011).

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Además de que varios jóvenes del MRS participaron en actividades promovidas

por la Fundación Friederich Ebert y por el PNUD, destinadas a la formación de

jóvenes de partidos políticos, Montserrat reconoce que hubo más demanda de

formación para las elecciones municipales (2007 y 2008).

En el 2008 se realizaron varios talleres de organización y liderazgo, en diferentes

lugares, aparte de algunas sesiones de una mañana que se realizan en los barrios

o determinados círculos de estudio que funcionan en algunas de las zonas en las

que se divide la organización del MRS. En concreto, en Managua, se realizan

sesiones, normalmente de frecuencia semanal, a las que asisten dirigentes y

militantes de base, donde se informa de las últimas noticias de la coyuntura y a

donde llegan representantes del MRS en la Asamblea para explicar las

actuaciones del partido en este ámbito.

Pero las actividades de formación que se consideran más exitosas y novedosas

son los campamentos dirigidos a jóvenes del MRS. La Directiva del MRS decide

en 2009 que se diera un mayor énfasis a la formación de la juventud. De ahí

surgió la idea y la realización de campamentos con líderes del MRS, que tuvo

réplicas departamentales. Los campamentos estaban dirigidos a jóvenes de entre

16 y 25 años, con la asistencia de unos 50-60 jóvenes (hasta 90) por

campamento. Además de haberse escogido lugares especiales por su ubicación

en el campo y lejos de la realidad urbana. Para la organización del evento se

contaba con varias personas asistentes, además de algunos informantes del

campamento, que habían sido líderes históricos en el sandinismo.

En la evaluación del campamento se apreció que el formato del campamento

había gustado mucho, sobre todo, por dos aspectos exitosos: el ambiente lúdico,

fomentado por una serie de juegos y dinámicas de grupo que persiguen objetivos

lúdicos pero también de aprendizaje; y el acceso con preguntas libres, sin ninguna

guía, a líderes políticos a los que pocas veces suelen tener acceso los jóvenes

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(prácticamente estuvo toda la dirigencia del MRS). Incluso los propios líderes

veteranos sintieron que se rejuvenecieron en contacto con la juventud.

Ante la pregunta sobre la sostenibilidad de este proceso de los campamentos,

Montserrat comenta que la idea de éstos era formar grupos de formadores, que

fueran a su vez multiplicadores, pero el proceso se truncó. Aunque se sabe que en

algún sitio sí se ha dado dicha multiplicación, no se cuenta con datos claros sobre

las personas o grupos que han participado en procesos posteriores de

multiplicación de los campamentos.

Otro de los cursos que está ya diseñado, para implementarse próximamente, es

un curso para mujeres de cara a la acción política, que por el momento no pudo

realizarse por falta de fondos. El objetivo principal del curso es elaborar una

estrategia de las mujeres en el partido, que pueda profundizar la norma no escrita

del 40% de participación de las mujeres en cargos del partido y públicos en el

aspecto de las cuotas o en otros (Montserrat Fernández, comunicación, 12 de

abril, 2010).

Según Montserrat, el MRS cuenta con otros medios para la extensión de sus

mensajes y su visión: el programa radial semanal Zona Naranja, que trata temas

de mayor interés de la semana; y un boletín electrónico pequeño con cápsulas

semanales (en proyecto), dirigido a periodistas y a simpatizantes.

Ante el ataque del FSLN al MRS como partido socialdemócrata o de clase media-

alta, Montserrat Fernández expresa que las bases del MRS han crecido mucho en

los últimos años en los sectores populares, sobre todo, en muchos barrios

urbanos, por lo que ya no sería correcto hablar de un partido de “clase media-alta”.

Por otro lado, ella persiste en defender al MRS como un partido de izquierda y

progresista. Ante la crítica de que no es un partido de izquierda, en todo caso,

tampoco podría decirse, según ella, que el FSLN es de izquierdas con medidas

como la prohibición del aborto terapéutico, la aprobación del CAFTA o la

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aprobación de reformas tributarias cosméticas que no tocan la regresividad del

sistema nicaragüense (Montserrat Fernández, comunicación, 12 de abril, 2010).

2.4.2. MPRS (Movimiento Por el Rescate del Sandinismo) El MPRS, más conocido como El Rescate, surge con un grupo reducido, entre los

que se encuentra Herty Lewites, y en una coyuntura electoral al impulsar su

candidatura en el 2006. A esta candidatura posteriormente se sumará el MRS,

formando, junto a otros grupos, como el CREA y el Movimiento Autónomo de

Mujeres, la Alianza MRS, que se presentará a las elecciones presidenciales.

Comenta Juan Carlos Inti, uno de los responsables del equipo de formación del

MPRS en Managua, que, tras las elecciones del 2006, en las que la Alianza MRS

consiguió aproximadamente 200 mil votos (unos 100 mil en Managua), dicha

alianza dejó de existir prácticamente como espacio de discusión y debate. El

debate se daba sólo en el ámbito reducido de la bancada parlamentaria. Ese

espacio de intercambio y discusión entre el MRS y el MPRS dejó de funcionar, ni

siquiera entre la dirección de los movimientos (Juan Carlos Inti, comunicación, 26

de marzo, 2010).

Juan Carlos Inti comenta cómo antes de entrar a participar en el MPRS vivió la

“descomposición del Frente Sandinista” que se evidenciaba en el pacto con

Arnoldo Alemán, en su verticalismo y sectarismo (Juan Carlos Inti, comunicación,

26 de marzo, 2010). Él describe cómo vivió dos procesos de formación diferentes

a partir del 2006. Herty 2006 era un movimiento más bien electoral y tampoco ahí

hubo énfasis en la formación. Sin embargo, curiosamente, él participa en los

encuentros de formación que promovió la Fundación Friederich Ebert, en aquel

momento como líder del MRS, aunque en realidad era un simpatizante de la

alianza sin tener pertenencia a ninguna organización de manera formal. Eran

varios encuentros a lo largo de 7 meses y reconoce que fue una experiencia de

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debate interesante. Sin embargo, le ofrecieron desde el MPRS asistir al curso de

formación política de la Escuela Florestan Fernandes de Brasil (ligada al

Movimiento Sin Tierra de Brasil, MST). Y, aunque no había terminado el curso de

la fundación, no dudó en marcharse a este curso que duró 4 meses, 8 horas al

día. Los temas de este curso, a grandes rasgos, fueron: historia de América, teoría

de los clásicos marxistas, tema agrario, teoría de los movimientos sociales, debate

sobre el poder, revoluciones en América Latina, coyuntura, etc. De Nicaragua

suelen acudir, invitados por el MST, personas del Rescate del Sandinismo y

personas de la ATC. En general, dicha escuela responde a un proyecto político-

pedagógico, que trata de acumular saberes y conocimientos para la lucha, y

apunta a defender el modelo de la educación popular de Paulo Freire (Juan Carlos

Inti, comunicación, 26 de marzo, 2010).

En cuanto al proceso formativo en el Rescate, se dice que se cuenta con las

colaboraciones de Andrés Pérez Baltodano y Onofre Guevara, y el objetivo es

problematizar la realidad en busca de una teoría social. En el proceso en

construcción del pensamiento guía para la acción política se encuentran ya

algunos elementos establecidos, como la cartilla del Rescate, enfocada al modelo

económico, y la Proclama del Rescate.

Hasta ahora se han realizado diversos encuentros de fines de semana, donde

deben llegar coordinadores y líderes de base que sean capaces de reproducir el

debate. Estos encuentros han sido aproximadamente 10, según Inti, con una

asistencia de unas 60 personas a cada uno. Los temas han sido: la revolución

sandinistas, la historia de Centroamérica (país por país y desde las rupturas

históricas), la crisis del modelo capitalista, qué es ser de izquierda, qué es el

neoliberalismo, derechos humanos, seguridad ciudadana, teología de la liberación,

una nueva democracia, entre otros. El objetivo más inmediato es propiciar la

acción y la organización local. Estos espacios de estudio y de acción son los

llamados Círculos del Rescate. Además, existen las asambleas nacionales

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mensuales, a las que suelen llegar alrededor de 40 personas, realizadas durante

una mañana, normalmente con análisis de coyuntura.

Aunque el equipo de coordinación se suele hacer cargo de la logística de dichos

encuentros, es el equipo de formación del MPRS quien va acumulando una serie

de esfuerzos para proporcionar formación. Aparte de planificar acciones de

formación, el equipo de formación de Managua también tiene como tarea

acompañar a los círculos de estudio en sus diferentes acciones, ya sean de

formación o hacia fuera. Preguntado por la existencia de otros equipos de

formación en los departamentos, responde que todavía no (Juan Carlos Inti,

comunicación, 26 de marzo, 2010).

A pesar de la polémica que surgió a raíz del abandono de la bancada

parlamentaria del MRS por parte de Mónica Baltodano, no bien entendida por

todos los sandinistas antidanielistas, el MPRS ha tratado de explicar sus

diferencias con el MRS. Entre ellas, Mónica destaca: la negativa a ir de la mano

con candidatos como Eduardo Montealegre y la diferencia en temas económicos

(CAFTA, nacionalización de la energía, etc.) e incluso de política internacional

(postura ante Cuba) (comunicación, 9 de septiembre, 2010).

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3. El debate como formación política

Sabemos por experiencia que debatir y dialogar, sobre todo con gente informada y

pensante, nos puede aportar en ocasiones mucha riqueza porque nos obliga “a

salir de nuestra burbuja”, a plantear nuestros argumentos de la manera más

convincente posible y a escuchar y responder a las opiniones diferentes que

pueden aparecer en el curso del debate. Ese elemento dinámico y abierto del

debate, más allá de los contenidos concretos y cerrados de un libro, es el que abre

enormemente las posibilidades del aprendizaje por medio del debate.

Antes de 1979, parece claro que, a pesar de las limitaciones de la clandestinidad,

existía bastante debate en el FSLN. Algo que, según Mónica Baltodano, luego se

perdió. Por ejemplo, la redacción y aprobación del Programa de 1969 tuvo su

historia del debate. Probablemente este debate era favorecido por la poca gente

que militaba en el FSLN, pero lo cierto es que Carlos lo escribe tras haberlo

debatido. Y más tarde, tras un proceso largo de debate se va llegando al programa

final. Mónica Baltodano afirma: "Eran arrechos a debatir … Carlos favorecía eso,

se sentaba horas y era capaz de pasar toda una noche hablando e intercambiando

y oyendo" (comunicación, 9 de septiembre, 2008) Era capaz de preguntar hasta a

la misma trabajadora doméstica, pues le gustaba oír a todo el mundo.

Es decir, que la motivación para debatir existía, aunque había dificultad para

discutir a fondo por la clandestinidad. Esta dificultad pudo influir en la formación de

las tendencias, marcadas por las amistades e influencias, ya que existían líneas

geográficas y territoriales bien definidas para las tres tendencias (Tinoco, 1993, p.

39). El debate se dirigía en busca de la verdad, de tal manera que se tenía menos

odio a la dictadura somocista, que a los que “deformaban la verdad revolucionaria”

(Tinoco, 1993, p. 33).

Para Dora M. Téllez, tras dividir el programa del Frente en dos grandes objetivos

(derrocamiento de la dictadura y qué hacer después del derrocamiento de la

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dictadura), el principal objetivo fue el primero, como eje aglutinador, y después

reconoce que había diferentes percepciones de lo que podría pasar después. “La

discusión sobre lo que venía después del derrocamiento de la dictadura nunca fue

grande; o sea que no fue objeto de discusión realmente” (Tinoco, 1993, p. 67).

Tinoco escribió su monografía para la licenciatura en Sociología sobre el consenso

y la negociación en el movimiento sandinista. Ahí aparecen ya tratados algunos de

los temas que nos sitúan frente al hecho del debate en el FSLN. Tinoco, que sitúa

su investigación en los 90 (1990-93), estima que en esta época ya no existen los 3

factores de cohesión o consenso que existían en los 80. Uno de estos factores era

la incuestionable autoridad de la dirigencia, el factor ético y el argumento de

agresión externa. Los errores políticos y abusos materiales (piñata) hacen perder

la confianza de la base en la dirigencia y el debate se hace cada vez más

necesario (Tinoco, 1993, pp. 7-8).

Para Tinoco el consenso existió en los 80, aunque se dio fundamentalmente en la

cúpula de conducción del FSLN, que es donde se debatía y se decidía

prácticamente todo. Los foros donde se fijaba el consenso eran fundamentalmente

las reuniones de esa dirección nacional (Tinoco, 1993, pp. 41-42). Elías Chávez

comentó que en ese nivel superior de la Dirección Nacional se dio alguna práctica

democrática pero los planes eran centralizados, por lo que en el ámbito

departamental y distrital no había práctica democrática: “La democracia estaba

dada para que cumpliéramos los objetivos que nos llegaban predeterminados para

el lugar” (Tinoco, 1993, p. 77).

En la etapa de los 90, Tinoco considera que el debate se hace más importante por

las circunstancias y por la pérdida de comunicación de la cúpula con la base por

pérdida de aparato y recursos materiales. Ahora, este debate no sólo debe

funcionar para la cúpula, que ha quedado cuestionada tras la piñata, sino también

para el conjunto del movimiento sandinista (desmovilizados, tendencias de

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autonomía de mujeres, jóvenes, sindicatos, etc.) (Tinoco, 1993, pp. 47-48). Y de

hecho se hicieron avances con la celebración de congresos partidarios.

Si, como hemos visto, en algunas de las afirmaciones de la monografía de Tinoco,

que se cierra en el año 1993, existían deficiencias serias en el ámbito del debate

partidario, escuchemos ahora a Tinoco, tras su expulsión del FSLN, retomar la

problemática de la falta de debate con una perspectiva histórica, como algo que se

encuentra detrás de la crisis que él observa en el partido.

“El problema es que en los últimos cinco o seis años han practicado falta de

tolerancia y de debate. No se debate, no se discute, y el que opina diferente

es excluido o agredido … En los 70 éramos la única fuerza política con

debate en privado y en público, incluso se formaron tres Frentes

Sandinistas. En los 80 se entró en un período de menos debate por la

guerra civil. La defensa de la revolución frente a la Contra impuso el silencio

… Pero del 90 al 96 se inicia el debate. Hubo planteamientos, congresos,

se iniciaron las primeras primarias. Hubo una especie de proceso de

apertura. A partir del 98, con el pacto con (Arnoldo) Alemán se inicia un

proceso de cierre por el rechazo natural al pacto y se terminan de cerrar los

espacios … En esa época entra a jugar un factor preponderante: la esposa

del Secretario General del FSLN, Rosario Murillo, ahora convertida en

coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía y en un personaje

omnipresente en el gobierno” (Córdoba, 2009a).

Tinoco fue uno de los diputados del FSLN que fue crítico con el pacto con Arnoldo

Alemán. Y, años después, todavía dentro del FSLN, se atreve a confirmar no sólo

que fue inmoral sino que perjudicó al partido, independientemente de que diera

algunas cuotas de poder al FSLN. En realidad, él cree que lo empeoró: creció la

corrupción y enterró la democracia dentro del FSLN.

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“El pacto no sólo fue dañando a los poderes del Estado. Dañó seriamente

al FSLN. Esto tampoco lo esperábamos al comienzo. La lógica del pacto

significó la desaparición de la democracia en el FSLN. Como el pacto nunca

fue popular, la base sandinista siempre estuvo contra el pacto, y a Daniel

Ortega le costó tremendamente convencer a la Asamblea Sandinista y al

Congreso para que respaldaran su política de alianza con Alemán. Había

una resistencia natural de la gente. Y como había tanta oposición, la

tendencia autoritaria ganó terreno y se impuso. En el FSLN siempre hubo y

hay dos corrientes: la autoritaria y la democrática. En la corriente autoritaria

que avanzaba comenzaron a instalarse las prácticas y las actitudes

autoritarias: la falta de debate y la disciplina entendida como disciplina

militar, sin crítica y sin opiniones, donde todo el que se opone o hace

sombra va para afuera. Esta ha sido la tendencia y la historia de los últimos

siete años en el FSLN”

Para Mónica, en este momento del pacto con Alemán no se puso en práctica el

centralismo democrático, el cual debe permitir un equilibrio entre el control

democrático desde abajo y la conducción centralizada desde arriba. Este pacto

fue, para ella, el caso más patético de irrespeto a las bases y de usurpación del

debate. Ella todavía recuerda una encuesta de esos tiempos en que el 80% de la

población se pronunciaba en contra, entre los que se contaban también más del

50% dentro del sandinismo (comunicación, 9 de septiembre, 2008)

Tinoco fue finalmente expulsado por el FSLN tras el conflicto que se provocó con

la candidatura de Herty Lewites, que no fue aceptada por el partido, el cual

incumplió sus propios estatutos para no convocar elecciones primarias. Ante este

hecho y otros observados desde 1990, un grupo de internacionalistas que

apoyaron a la revolución durante los años 80 le escriben una carta a Daniel

Ortega. En ella le muestran su decepción por el giro tomado por el FSLN, respecto

al pacto con Alemán y otros temas, pero también se refieren a la política de

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descalificación y exclusión de Herty. Las palabras duras que le dirigen hablan de

falta de debate y de democracia interna:

“Vetar es ejercer la dictadura, comandante, lo justifique como lo justifique.

La democracia interna ha de ser siempre un principio del sandinismo, de su

naturaleza, no algo que usted puede conceder o no arbitrariamente. Para

nosotros que no tenemos nada a favor ni en contra del señor Henry

Lewites, lo de menos es su perfil. Este es un asunto de derechos: de cada

miembro para ser candidato y de las bases para votar libremente. Y los

derechos no se discuten, sencillamente se deben ejercer. Usted debe poner

fin a lo que para la izquierda social y política del mundo entero es un

despropósito dictatorial … No, no hubo debate en el FSLN. Lo que se dio

fue sencilla y llanamente -una vez que Daniel Ortega tomó su decisión

contraria a la democracia-, una asamblea de cuadros perfectamente

controlada para aclamar al líder” (Perales, 2006).

Es probable que la abundancia y la dureza de las críticas sobre la falta de debate

llevadas a cabo por sandinistas que ya no militan en el FSLN pueda ser

suavizada, pero nunca del todo eliminada. De hecho, voces de militantes del FSLN

como Alejandro Martínez Cuenca o Evert Cárcamo han reclamado también en los

últimos años que no hay debate en el partido, que no se consultan a las instancias

del partido ni se cumple con la periodicidad debida de los órganos establecidos del

partido, por lo que se estima que las decisiones se están hurtando a los

representantes elegidos del partido.

Pero quien, sin ninguna duda, es el más demoledor en sus afirmaciones sobre la

falta de debate en el partido y el poder de la familia presidencial es Nicho

Marenco, después de haberse separado del FSLN, posiblemente por sus

desencuentros con Rosario Murillo. A Nicho se le consideraba una figura muy

cercana a Daniel Ortega hasta hace poco y uno de los principales “ingenieros del

pacto”, como él reconoce. En un momento de la entrevista, surge el tema del

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centralismo y afirma que Daniel centraliza totalmente el poder: “está centralizado

totalmente en Daniel, no hay Dirección Nacional, no hay asamblea sandinista, no

hay órganos de dirección”. Luego expresa que “aparentemente” el poder está

centralizado en Daniel y en su esposa, aunque no se atreve a decir que ella tenga

poder de decisión. Sin embargo, finalmente reconoce, preguntado por Rosario,

que tiene un “fortísimo” poder y que: “En este momento tiene el dominio total del

gobierno y del Frente” (Cordoba, 2009b).

Curioso giro de la conversación, que va de la duda sobre el poder de Rosario al

reconocimiento de su “dominio total”.Tras estas expresiones sobre el centralismo y

el poder de la familia presidencial, siente que ahora se discute menos en el FSLN,

y compara a los magistrados judiciales con niños que tratan de contentar a su

líder: “Pues ahora siento yo que se discute menos… ese documento que sacaron

para justificar la sentencia reeleccionista, por ejemplo, es una infantilada, como

chavalitos. Esos niños que van entrando te hubieran hecho una sentencia igualita”

(Cordoba, 2009b)

Hay que profundizar en los argumentos defensivos del FSLN sobre esta falta de

debate actual (no pude recoger excesivos aportes de los militantes del FSLN al

respecto), que disminuye la democracia interna pero también aumenta la

posibilidad de enriquecimiento personal dentro del partido. Pero, como dice un

refrán japonés, no cabe duda de que: “donde no hay fuego, no hay humo”.

Carlos Fonseca Terán se muestra partidario de fomentar el debate y de hecho me

narró una experiencia de 1984, en la que estudiaron en León los programas de

todos los partidos que estaban compitiendo en esas elecciones. Con el objetivo de

dominar sus planteamientos para refutarlos y en base a esa refutación, consolidar

sus propios argumentos y propuestas políticas. Incluso llegaron a ir a debatir como

jóvenes sandinistas con líderes de otros partidos. El es consciente de los efectos

positivos del debate pues se perfeccionan los argumentos e incluso también se

puede aprender del otro, aunque parece que los principales tomadores de

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decisiones en el partido parecen no darse cuenta de eso, como se muestra en la

negativa permanente de Daniel Ortega a debatir con otros candidatos políticos o a

dar entrevistas o ruedas de prensa a prensa no oficialista (o “controlada por su

partido”). En este sentido, Carlos Fonseca Terán reconoce como un error hacer

campañas publicitarias con el nombre del Poder Ciudadano cuando no se ha

consultado a las bases sobre el contenido de esas campañas (comunicación, 28

de abril, 2010)

Con el intercambio de las ideas, ganan ambas partes. Como dice George Bernard

Shaw: “Si intercambiamos dos manzanas tendremos cada uno una manzana. Si

intercambiamos dos ideas, tendremos dos ideas”. O tal vez más.

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4. Estilo de formación política sandinista

Antes de comenzar a trasladarles las opiniones de actores de la revolución sobre

el estilo general y sobre cómo influye éste en el estilo formativo del FSLN, me

parece muy clarificador retomar algunas reflexiones de Paulo Freire sobre el

riesgo y la tentación del verticalismo impulsado desde procesos revolucionarios.

4.1. Verticalismo y espíritu crítico

En su libro Pedagogía del oprimido, Freire retoma una cita interesante de Lukács

en la que habla del partido revolucionario, sobre el que dice: “...debe, para

emplear las palabras de Marx, explicar a las masas su propia acción, no sólo con

el fin de asegurar la continuidad de las experiencias revolucionarias del

proletariado, sino también de activar conscientemente el desarrollo posterior de

estas experiencias”. Para Freire, sin embargo, “el problema no radica solamente

en explicar a las masas sino en dialogar con ellas sobre su acción” (Freire, 1972,

p. 31). Veamos cómo explica Freire la importancia del diálogo, más allá de la

imposición vertical de las ideas.

“Lo que puede y debe variar, en función de las condiciones históricas,

en función del nivel de percepción de la realidad que tengan los

oprimidos, es el contenido del diálogo. Sustituirlo por el antidiálogo,

por la esloganización, por la verticalidad, por los comunicados es

pretender la liberación de los oprimidos con instrumentos de la

“domesticación”. Pretender la liberación de ellos sin su reflexión en el

acto de esta liberación es transformarlos en objetos que se deben

salvar de un incendio. Es hacerlos caer en el engaño populista y

transformarlos en masa maniobrable” (Freire, 1972, p. 43).

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Por tanto, queda claro que su opción educativa se inclina por el diálogo y no por el

dirigismo o el verticalismo. Y Freire señala este último como una de las amenazas

contenidas en las diferentes revoluciones o causas de la liberación de los

hombres. Y observa que los revolucionarios caen muchas veces en la verticalidad

y la concepción bancaria. En una educación liberadora, “bajar la línea” no debería

ser la norma, sino la excepción, si acaso.

“Si los líderes revolucionarios de todos los tiempos afirman la

necesidad del convencimiento de las masas oprimidas para que

acepten la lucha por la liberación —lo que por otra parte es obvio—

reconocen implícitamente el sentido pedagógico de esta lucha. Sin

embargo, muchos, quizá por prejuicios naturales y explicables contra

la pedagogía, acaban usando, en su acción, métodos que son

empleados en la “educación” que sirve al opresor. Niegan la acción

pedagógica en el proceso liberador, mas usan la propaganda para

convencer” (Freire, 1972, p. 44).

“Del mismo modo, un liderazgo revolucionario que no sea dialógico

con las masas, mantiene la “sombra” del dominador dentro de sí y por

tanto no es revolucionario, o está absolutamente equivocado y es

presa de una sectarización indiscutiblemente mórbida. Incluso puede

suceder que acceda al poder. Mas tenemos nuestras dudas en torno a

las resultantes de una revolución que surge de este quehacer

antidialógico” (Freire, 1972, p. 111).

El proceso educativo de las masas o el diálogo con ellas no debe postergarse

demasiado: “Nuestra convicción es aquélla que dice que cuanto más pronto se

inicie el diálogo, más revolución será” (Freire, 1972, p. 112). Los revolucionarios

no deben olvidar que su objetivo fundamental es luchar con el pueblo por la

recuperación de la humanidad robada y no conquistar al pueblo. El verbo

“conquistar” no debe tener cabida en su lenguaje sino en el del dominador: “Al

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revolucionario le cabe liberar y liberarse con el pueblo y no conquistarlo” (Freire,

1972, p. 75).

Mientras se refiere a este tema en el libro, en una de las notas de su libro relata lo

que Mao escribe sobre el trabajo cultural necesario para la revolución y cómo

debe llevarse a cabo la relación con las masas. Éste recalca que, además de

“enseñar a las masas con precisión lo que hemos recibido de ellas con confusión”,

los revolucionarios deben acercarse a las masas para conocer sus necesidades y

deseos.

“A fin de unirse a las masas deben conocer sus necesidades y

deseos. En el trabajo con las masas es preciso partir de las

necesidades de éstas, y no de nuestros propios deseos, por buenos

que fueren. (…) En ese sentido tenemos dos principios: primero, lo

que las masas necesitan en realidad, y no lo que nosotros imaginamos

que necesitan; y segundo, lo que las masas están dispuestas y

decididas a hacer, y no lo que nosotros estamos dispuestos a hacer

en beneficio de ellas” (Freire, 1972, p. 79).

Para adoptar el diálogo como parte del proceso educativo, hace falta una actitud

interior personal o del grupo al que uno pertenece. Sin esa actitud o visión, no

puede darse un verdadero diálogo.

“¿Cómo puedo dialogar, si me admito como un hombre diferente,

virtuoso por herencia, frente a los otros, meros objetos en quienes no

reconozco otros “yo”? ¿Cómo puedo dialogar, si me siento participante

de un “ghetto” de hombres puros, dueños de la verdad y del saber,

para quienes todos los que están fuera son “esa gente” o son “nativos

inferiores”? ¿Cómo puedo dialogar, si parto de que la pronunciación

del mundo es tarea de hombres selectos y que la presencia de las

masas en la historia es síntoma de su deterioro, el cual debo evitar?

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¿Cómo puedo dialogar, si me cierro a la contribución de los otros, la

cual jamás reconozco y hasta me siento ofendido con ella?” (Freire,

1972, p. 44).

Por tanto, para lograr una verdadera transformación social o la revolución a favor

de la liberación de los oprimidos se hace necesaria una teoría revolucionaria, que

sea construida en un diálogo entre el pueblo y el liderazgo revolucionario.

“Todo nuestro esfuerzo en este ensayo fue hablar de una obviedad: tal

como el opresor para oprimir requiere de una teoría de la acción

opresora, los oprimidos, para liberarse, requieren igualmente de una

teoría de su acción. Necesariamente, el opresor elabora la teoría de

su acción sin el pueblo, puesto que está contra él. A su vez, el pueblo,

en tanto aplastado y oprimido, introyectando al opresor, no puede,

solo, construir la teoría de la acción liberadora. Sólo en el encuentro

de éste con el liderazgo revolucionario, en la comunión de ambos, se

constituye esta teoría” (Freire, 1972, p. 167).

Freire expresa, además, que no se puede entregar a los obreros o campesinos

“conocimientos” como lo hacía una concepción bancaria, o imponerles un modelo

de hombre bueno, hombre nuevo o de sociedad nueva en un programa cuyo

contenido se organiza desde los líderes o revolucionarios. Y habla del fracaso de

bastantes proyectos educativos o políticos basados en esta concepción.

“No serían pocos los ejemplos que podríamos citar de programas de

naturaleza política, o simplemente docente, que fallaron porque sus

realizadores partieron de su visión personal de la realidad. Falta

verificada porque no tomaron en cuenta, en ningún instante, a los

hombres en situación a quienes dirigían su programa, a no ser como

meras incidencias de su acción” (Freire, 1972, p. 74).

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Por tanto, si se debe evitar el verticalismo y fomentar el espíritu crítico, veamos

cómo entendió esto Carlos Fonseca. Él se refiere al ejercicio de la crítica dentro

del partido y plantea que es buena la crítica dentro de la unidad y del centralismo

democrático, aunque llama la atención de que en determinados momentos puede

no ser aceptable.

“Naturalmente que la unidad no es opuesta a la existencia de un auténtico

espíritu crítico en nuestras filas; por el contrario, tal espíritu de crítica

constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su

fortalecimiento y continuidad. Hay que entender que una crítica mal

entendida que expone a la unidad, pierde su sentido revolucionario y

adquiere un carácter reaccionario” (Fonseca, 2006, p. 177)

La diversidad de opiniones no es, por tanto, negativa para Carlos Fonseca:

“No es negativo, es más bien positivo que surja toda una variedad de

opiniones respecto a la solución a darse a los problemas. Esto no es nuevo

y se ha dado tanto en otras luchas revolucionarias victoriosas como en

procesos históricos que datan desde la antigüedad” (Fonseca, 2006, p. 198)

Sobre cómo debe ser ese espíritu crítico, plantea que: debe ser constructivo,

fraternal y responsable; debe utilizarse la persuasión antes que la polémica, pues

convencer es mejor que vencer; y hay que plantear los problemas en su momento

adecuado.

“Es conveniente desarrollar el estilo de persuasión y no de polémica en

nuestra forma de emprender la crítica. Darle énfasis a los propios puntos de

vista no exige necesariamente adoptar una postura polémica. En la

discusión interna cada uno debería de tener presente que lo que conviene a

los intereses del movimiento, de la clase, de la nación es convencer y no

vencer a la otra parte. Es necesario fortalecer la práctica, entre los

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militantes, de referirse a los problemas que les preocupan, sin esperar a

que se den todas las condiciones que hacen más fácil expresar las

opiniones de que se trata. Y crítica constructiva, fraternal, responsable ante

las debilidades que se arrastran” (Fonseca, 1982).

Baldizón explica en su investigación sobre el FSLN en dos municipios (Boaco y

Estelí) cómo los enlaces verticales del partido provienen de la tradición de

organización político-militar del FSLN. En su etapa inicial, el Frente Sandinista

organizó la comunicación entre sus militantes de manera segmentada y al sistema

se le bautizó como “compartimentación”. Su lógica era que cada persona tuviera

cierta cantidad de información predeterminada solamente para dicho individuo y, a

la vez, este debía transmitirla únicamente a algunos miembros de la organización

(Zimmermann, 2003, p. 148). El miembro no debía conocer en su totalidad las

acciones de la organización, y así en caso de caer en manos de la Guardia

Nacional no podía poner en peligro las acciones planificadas. “El sistema era

producto del carácter clandestino del FSLN en ese período” (Baldizón, 2006). Hay,

por tanto, quienes opinan que la tradición militar del FSLN ha podido influir en su

verticalismo y en su secretismo, hábitos que han permanecido con el paso del

tiempo.

Ante el fenómeno del verticalismo, Julio López expresa que la “subordinación de

todo a la necesidad de la defensa fue una limitante terrible, que dio lugar a

muchas arbitrariedades, verticalismos y autoritarismos”. Pero, ante una guerra tan

desigual y prolongada, afirma finalmente que: "No sé si hubiera sido posible

hacerlo de otra manera" (Julio López, comunicación, 4 de agosto, 2008).

Independientemente del daño que puede hacer el verticalismo a un partido

revolucionario, también José Luis Rocha resalta cómo éste afectó a los

movimientos sociales.

“El verticalismo fue otra expresión de la infalibilidad de la dirigencia

sandinista y de su repliegue ante las posibilidades del diálogo. Las

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orientaciones iban siempre de arriba abajo, desde la dirigencia hasta ‘las

bases’. El papel de las bases era esperar a que los líderes ‘bajaran líneas’

para entonces obrar en consecuencia. Los ‘dirigentes’ de los movimientos

sociales esperaban a que de la cúpula del partido ‘bajaran líneas’ porque

ellos no eran más que cabecillas en espera de que las grandes cabezas les

dieran instrucciones. El daño que el verticalismo del FSLN infligió a los

movimientos sociales es inmensurable. Actualmente, esta tendencia sigue

existiendo y continúa haciendo daño, cuando se instrumentalizan, por

ejemplo, las demandas de los gremios de transportistas y de los

estudiantes universitarios para demostrar que el FSLN aún domina las

calles” (Rocha, 2004).

Es evidente que no siempre se ha evitado este verticalismo y fomentado el espíritu

crítico en las filas del sandinismo. Pero veamos cómo este tema se ha podido

plasmar y concretar ante las acciones concretas de educación política del

sandinismo.

4.2. Educación bancaria y educación liberadora

Paulo Freire contrapone la educación bancaria a la educación liberadora, aunque

en ocasiones se refiere también a la educación problematizadora. “La educación

problematizadora se hace, así, un esfuerzo permanente a través del cual los

hombres van percibiendo, críticamente, cómo están siendo en el mundo, en el que

y con el que están” (Freire, 1972, p. 62).

Demos un repaso por las diferentes etapas y opiniones recibidas para ahondar en

el tipo de formación política promovida. En los años 70, Guillermo Cabiztán habla

en un momento determinado de “adoctrinamiento”. Preguntado sobre el contenido

de ese concepto, expresa que así se llamaba sin más, y que ése era el concepto

que se manejaba antes del 79. No obstante, la palabra tiene lógicamente una

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orientación hacia la educación bancaria, pues se relaciona con instruir y con

inculcar determinadas ideas o creencias. Sin embargo, a pesar de este concepto,

puede decirse que la educación bancaria como problema se aprecia más en la

década de los 80.

En la década de los 80 es cierto que nos encontramos con esfuerzos para

introducir la educación popular en los distintos niveles educativos (la cruzada,

niveles formales, educación política, etc.), pero sigue pesando enormemente la

lógica de la tradición de la educación bancaria del país e incluso la visión cubana

de la educación política.

Analicemos algunos de estos esfuerzos y avances hacia la educación liberadora

en la revolución sandinista. En las escuelas se integran o se hacen esfuerzos por

integrar la educación popular como metodología. Curiosamente, Fredy Franco,

aunque reconoce que “toda metodología tiene su ideología”, la educación popular

“se usaba en términos metodológicos, para la capacitación, para los talleres…, y

no tanto en lo ideológicos”. En este sentido, creo que no cabe duda de que la

educación popular lleva consigo una ideología y una teoría, ligada

fundamentalmente al pensamiento de Paulo Freire.

Emma Díaz se refirió al giro que se intentó dar hacia la educación popular en 1985

en su escuela de Managua, Guillermo Cabiztán recuerda la utilización de técnicas

y herramientas de educación popular en la escuela regional de León, sobre todo

con la gente más sencilla y Roberto Sosa expone que en la escuela nacional se

incorporó cada vez más a Freire para ir contrarrestando la fuerte influencia que

tuvieron en un primer momento los profesores cubanos en ella, hasta incluso

hacer aceptable a Gramsci, considerado un contrarrevolucionario para los

cubanos. En general, la educación cubana se entiende más como educación

bancaria.

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Hay dos anécdotas contadas por personas que conocieron la escuela nacional de

Cuba, la Escuela Ñico López. Roberto Sosa cuenta cómo "me vieron con

admiración" en Cuba en clases de dicha escuela por su espíritu crítico, dado que

se daba el lujo de dar opiniones diferentes de las expresadas por el manual o el

profesor, por lo que notó que en Cuba era difícil de desviarse del pensamiento

ortodoxo, al menos en público. La otra anécdota es narrada por Humberto

Abaunza, cuando se extrañó al encontrar en esa misma escuela cubana una

sección prohibida de libros capitalistas, al mejor estilo de una Inquisición de

izquierdas. A Humberto Abaunza le pareció "extraño que la gente no leyera a sus

propios disidentes" (comunicación, 2 de septiembre, 2008). Por ello, si hay quien

piensa que en las escuelas de educación política del FSLN no hubo mucho

espacio para el espíritu crítico, podemos consolarnos en que pudo haber sido

peor. Como en Cuba, donde por mucho tiempo hasta el propio Freire estuvo

prohibido (María L. Vigil, comunicación, 10 de junio, 2008).

Hay profesores que reaccionan ante las críticas sobre la escuela nacional por el

desarrollo de un pensamiento esquemático sandinista. Si hubo de este tipo de

pensamiento se cree que fue no por culpa de la escuela nacional, sino de la

Dirección Nacional. Definitivamente, para los profesores consultados sí hubo

pensamiento crítico en las aulas de la escuela nacional de cuadros “Ricardo

Morales”. Dora M. Téllez también resalta que en algunos lugares hubo

pensamiento crítico y en otros no. A diferencia, según ella, del FSLN actual, donde

se “fomenta la incondicionalidad” (comunicación, 30 de julio, 2008). La mayoría

cree que, al final, se produjo una mezcla entre la concepción cubana de la

educación política con la metodología de la educación popular.

En general, los manuales son vistos con cierta reserva y con una cierta distancia.

Humberto Abaunza se acuerda de que dichos manuales tenían siempre al final

una crítica a las “corrientes burguesas”, pero siente que en general la crítica

estaba ausente, pues él observaba cómo los profesores cubanos difícilmente leían

algo fuera de la línea marcada. Doris Tijerino, por su parte, manifestó que ella no

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tenía posición de rechazo a los manuales, pues daban una idea clara de ciertos

conceptos y de una forma de pensar, y estaban escritos didácticamente. Para ella,

los equivocados son los dogmáticos.

“Yo sufrí la capacitación” (Josefina Vigil, comunicación, 8 de agosto, 2008). Éste

podría ser el título de una novela, pero son simplemente unas de las primeras

palabras significativas que pronunció Josefina Vigil, al ser preguntada por la

formación política sandinista, para explicar que ella la recibió y no participó en su

diseño en los años 80. Para ella, lo que vivió en la década de los 80 dentro de la

juventud sandinista fue un proceso de entrenamiento sobre ciertos mensajes e

ideas, más que una formación del pensamiento propio y crítico, algo no central

para la formación sandinista de aquel tiempo. Recuerda que había poco énfasis en

el método y sí en los mensajes que había que reproducir. Y para ello, “leíamos

manuales donde ya estaban hechos los análisis” (Josefina Vigil, comunicación, 8

de agosto, 2008). También recuerda que los cursos con los comités de base o

entrenamientos eran parecidos a un adoctrinamiento, para llegar a ver las cosas

de una manera. Mirando hacia atrás, descubre que ella y el resto de la juventud

sandinista funcionaron como una correa de transmisión, altamente jerarquizada y

parecida a lo militar.

Reconoce Josefina Vigil que Freire caló algo: en la cruzada, algo en el ministerio

de educación, algo con la juventud introduciendo juegos, etc. Dado que el proceso

de corrupción existente en el FSLN, antes de 1990, no llegó a la juventud, sino

que ahí descubrió siempre desapego y generosidad, termina comentando que no

se arrepiente de lo que hizo, aunque sí de no haber sido más crítica. "No me

arrepiento … Sólo de no haber sido más crítica … No aprendí a pensar

críticamente" (Josefina Vigil, comunicación, 8 de agosto, 2008).

Yendo al sistema de educación formal, Josefina Vigil reconoce que las clases

tradicionales seguían igual, como lo tuvo que reconocer el propio ministro de

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educación, Fernando Cardenal, en 1985, ante la falta de éxito en la adaptación de

la educación popular a la educación primaria. Dijo que ésta estaba:

“…muy dirigida al conocimiento y la memorización trabajando así en una

actitud acrítica; además la relación con la producción y la vida diaria casi no

se presenta. Los maestros hacen sus clases sin la participación de los

alumnos … La intención de la transformación efectuada era clara, pero los

resultados no han sido tan claros … El cuerpo de maestros tiene un

concepto de educación enmohecido, aceptan renovaciones con

dificultades”.

A mi juicio, lo más grave de la aplicación de un estilo propio de educación bancaria

en el ámbito de la formación política no es la aplicación de fórmulas tradicionales

cuyo replanteamiento requiere tiempo o incluso del autoritarismo que puede

esconderse detrás. Lo peor que puede pasar es que este estilo esconda el miedo

a dejar pensar libremente a la gente, porque tal como escribe Freire, “pensar

auténticamente es peligroso” (Freire, 1972, p. 52).

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5. Temas de la formación política sandinista

Los dos principales temas resaltados por toda la militancia sandinista son: el

antiimperialismo y el anticapitalismo. Perfectamente podrían ser denominados en

positivo como el nacionalismo y el socialismo. Sin embargo, la palabra

antiimperialista tiene una larga tradición en el sandinismo y además responde

perfectamente a la reacción de Sandino frente a la intervención norteamericana en

Nicaragua. En cuanto al anticapitalismo, ésta parece una palabra que provoca

más unión en torno a ella que cualquiera de los “ismos” que han pretendido acabar

con él o suavizar sus efectos (socialismo, comunismo, anarquismo,

sindicalismo…). También parece más justificable llamar a este gran segundo tema

como anticapitalismo, dado que dentro del sandinismo han existido visiones

diferentes sobre cómo construir la nueva sociedad socialista.

En el caso de los otros temas (religión, género, unidad y diversidad, ética y

legalidad), son cuestiones polémicas del sandinismo del pasado y del presente

que, por su importancia y a mi entender, deberían tener su lugar en la formación

política del partido. Por ello, la idea fue sondear planteamientos sobre estas

problemáticas y ver cuál es el lugar que ha ocupado u ocupa cada uno de estos

temas dentro de la formación partidaria.

5.1. Antiimperialismo

Los escritos y los testimonios escuchados son unánimes al reconocer al

antiimperialismo o nacionalismo como uno de los temas fundamentales que debe

ser estudiado y fundamentado por todo sandinista. No cabe ninguna duda del

antiimperialismo de Sandino, convertido en una figura latinoamericana y mundial

que se enfrentó heroicamente a los dictados del imperio norteamericano. Sandino

lo repitió en numerosas ocasiones: "Este movimiento es nacional y antiimperialista.

Mantenemos la bandera de libertad para Nicaragua y para toda Hispanoamérica.

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Por lo demás en el terreno social, este movimiento es popular..." (Congreso

Bolivariano, 2010)

La formación antiimperialista de Sandino la adquirió en Nicaragua, pero también

fuera del país, por medio de su participación con sindicalismos hondureños y

mexicanos, que ligaban los derechos laborales a los derechos nacionales. La

intervención de Estados Unidos en Nicaragua provoca que sus compañeros en

estos países lleguen a provocarlo y herirlo con calificativos como vendepatrias o

desvergonzado traidor. Al principio Sandino no se consideraba acreedor a esos

calificativos, pero más tarde empezó a reflexionar sobre si había algo de verdad

en eso, lo que provocó que se decidiera a volver a Nicaragua (Selser, 1984a, pp.

86-88).

A su vuelta a Nicaragua, y en este contexto donde el país norteamericano

pretendía imponer sus reglas en el continente americano, observa en San Albino

la miseria que padecían los trabajadores de su propia patria: pagados malamente

con cupones sin valor adquisitivo, constreñidos a trabajar hasta quince horas por

día; albergados en galerones donde debían dormir en el suelo, etc. Estos obreros

llegarán a ser los primeros soldados en la lucha de Sandino contra la intervención

(Selser, 1984a, p. 88).

En cierta ocasión, la contestación a un almirante norteamericano, que apelaba al

patriotismo de Sandino para que dejara las armas fue la siguiente: “la soberanía

de un pueblo no se discute, sino que se defiende con las armas en la mano”

(Selser, 1984a, p. 150).

Por supuesto, también Carlos Fonseca lo fue, no sólo porque se dedicó a rescatar

la obra y el pensamiento de Sandino sino por convicción. Pasemos a analizar

algunos de sus textos destacados relacionados con el antiimperialismo.

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“Nicaragua es un país que ha sufrido a lo largo de más de cuatro siglos la

agresión y opresión extranjeras. Nicaragua afrontó, junto con el resto de

países de América Latina, el dominio de la península ibérica. También

sufrió, en una región del territorio situado en la Costa Atlántica, la

dominación británica, que se prolongó hasta 1894 …

Las intromisiones norteamericanas en Nicaragua parten, por lo menos, de

la promulgación de la insolente doctrina de Monroe (1823), se prolongan

hasta las agresiones armadas comprendidas entre 1854 y 1860, los

atropellos en el resto del siglo XIX y las sangrientas intervenciones de las

primeras décadas del siglo XX ...

Hay algo importante y es el control de la vía interoceánica potencial que

ofrece al país. Ese fue el motivo que llevó al poder yanqui a agredir a

Nicaragua desde el siglo pasado; en 1848, 1854 y 1855 se producen

intervenciones armadas norteamericanas contra el país. Y hasta hoy no han

cesado ésas intervenciones que se han vuelto, desde que tienen a los

Somoza como cancerberos, fundamentalmente políticas …

Nos enfrentamos a una sanguinaria fuerza armada reaccionaria como la

Guardia Nacional... que conserva intactas las prácticas de crueldad que le

inculcaron sus creadores, los infantes de marina de Estados Unidos.

Bombardeos de aldeas, degollamientos de niños, violación de mujeres,

incendios de chozas con campesinos en su interior, la mutilación como

tortura, esas fueron las asignaturas que los profesores norteamericanos de

civilización impartieron a la GN en el período de la resistencia guerrillera

(1927-1932) que encabezó Augusto César Sandino …

Según la ley del imperialismo, éste provoca las guerras y después se

arroga el derecho a cobrar las destrucciones que él mismo ha organizado.

La resistencia contra la agresión y codicia yanquis nacen de lo más hondo

de la historia de nuestros pueblos …

Estamos contra cuatro siglos y medio de agresiones extranjeras, de las

cuales más de un siglo corresponden a agresiones yanquis …

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Y su antiimperialismo bebe, como ya se afirmó en otro momento, de la

experiencia y de la figura de Sandino …

Augusto César Sandino es el héroe guerrillero nicaragüense cuyo nombre

ha pasado a ser el símbolo de la ya secular lucha de los pueblos de

América Latina contra el imperialismo yanqui” (Fonseca, 1982).

Orlando Núñez habla de 3 ejes fundamentales en la lucha de la revolución

sandinista: anticapitalismo, antiimperialismo y lucha contra la dictadura. “La

Revolución Sandinista, igual que otras revoluciones de la época, es una en la que

se combinan la revolución democrática, la revolución nacionalista antimperialista y

la revolución socialista anticapitalista” (Núñez, 47).

5.2. Anticapitalismo Es cierto que Sandino, además de antiimperialista, fue un rebelde social que

pretendía cambiar las situaciones de injusticia presentes en Nicaragua. Otra cosa

es que se pueda asimilar la lucha de Sandino al socialismo, algo ya no tan sencillo

y que para Wünderich sería falsear la verdadera realidad de Sandino (Wünderich,

2009, p. 131)

Aunque Selser en algún momento se refiere a un Sandino con ideales socialistas,

alguno de los fragmentos de sus cartas que él incorpora a su libro General de

hombres libres, pone dudas al respecto: “Ni extrema derecha ni extrema izquierda

sino Frente Único es nuestro lema. Siendo así, no resulta ilógico que en nuestra

lucha procuremos la cooperación de todas las clases sociales sin clasificaciones

‘istas’ “. (Selser, 1984a, p. 175). Por eso, tal vez en la Nicaragua revolucionaria se

realzó la frase de Sandino que más parecido guardaba con el pensamiento de

Marx: “Sólo los obreros y campesinos llegarán hasta el fin, sólo su fuerza

organizada logrará el triunfo” (Pérez Baltodano A., 2006).

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Para Carlos Fonseca, sí queda más claro que el marxismo es lo fundamental para

ser revolucionario. Habla del Che Guevara y de su identificación con los ideales

marxistas y él también se inclina en esa dirección: “El marxismo ya es la ideología

de los más ardientes defensores el hombre latinoamericano. Ya es hora de que la

mente de los revolucionarios nicaragüenses comparta el ideal marxista de

liberación proletaria” (Fonseca, 2006, p. 132)

Aunque hablaremos algo más adelante sobre el tema de la religión, el marxismo

de Fonseca se entiende desde el máximo respeto a la religión. No sabemos hasta

qué punto es una opción pragmática dada la realidad de Nicaragua o una actitud

verdaderamente tolerante ya que algunas frases de Marx sobre la religión como la

del “opio para el pueblo” o “flores sobre las cadenas” son bastante lapidarias. Esta

apertura demostró ser interesante e inteligente, viendo la aportación cristiana final

al triunfo de la revolución.

“La convicción marxista no excluye el respeto hacia las creencias religiosas

de la población nicaragüense. Los revolucionarios marxistas continúan y

robustecen las tradiciones de defensa de los humildes que tienen entre sus

principales precursores históricos a los primitivos cristianos, muchos de los

cuales, lo mismo que los revolucionarios de hoy, dieron generosamente la

vida para que un día los pobres tuvieran justicia” (Fonseca, 2006, p. 133).

El grupo universitario del PSN (Partido Socialista Nicaragüense) en León, entre los

que se contaban Carlos Fonseca, Tomás Borge y Silvio Mayorga, organizó el

estudio de los clásicos del marxismo y trató de movilizar a los estudiantes

(Zimmermann, 2003, p.57). No obstante fue el triunfo de la revolución cubana el

que enciende la mecha del estudio del marxismo en un buen sector del pueblo y

de la juventud (Zimmermann, 2003, p.88).

La formación en el marxismo la entendía Fonseca desde la orientación de la lucha

revolucionaria. Estudiar el marxismo para él es como acercarse a una brújula, que

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orienta a dónde ir, porque: “La historia moderna demuestra que los principios

marxistas son la brújula de los más resueltos defensores de los humildes, de los

humillados, de los seres humanos sojuzgados” (Zimmermann, 2003, p. 131).

En relación con el estudio del marxismo y del desarrollo del pensamiento marxista,

Carlos Fonseca habla del “cavernario atraso heredado”. Por ejemplo, aun cuando

el Partido Socialista de Nicaragua dice estar ligado a los otros partidos

comunistas, en la Unión Soviética los responsables de relaciones internacionales

no estaban enterados de su existencia. Además, para mayor vergüenza, según

Fonseca, el principal dirigente del PSN no dominaba el contenido del Manifiesto

Comunista (Fonseca, 2006, p. 195).

“Durante largos años, la influencia del sector marxista en la oposición al

régimen de Somoza fue extremadamente débil … En aquellos años, el

movimiento obrero nicaragüense estaba integrado básicamente por

artesanos y esto fue una base para incurrir en desviaciones antiobreras.

Paralelamente, la dirección misma del Partido Socialista era de origen

artesanal y no de raíces proletarias, como demagógicamente se afirma en

el Partido Socialista Nicaragüense. Se trataba de una dirección que padecía

de un bajísimo nivel ideológico … Durante muchos años, en Nicaragua el

intelectual revolucionario fue una rara excepción” (Fonseca, 1969)

Expuestos algunos textos de la importancia del marxismo para Carlos Fonseca,

podemos pasar a analizar algunas críticas a ese marxismo, formuladas por Andrés

Pérez Baltodano. La primera de ellas, que retoma de otro autor, es la concepción

unilineal del marxismo, difundida especialmente por los manuales marxistas-

leninistas.

“Analizando los primeros escritos políticos de Carlos Fonseca Amador -el

fundador del FSLN- en su época estudiantil, Werner Mackenbach muestra

cómo los argumentos del joven revolucionario reflejaban la influencia de

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una concepción unilineal de la formación histórica de las sociedades, propia

del marxismo no científico, que fue difundida principalmente por manuales

marxistas-leninistas” (Pérez, 2005a)

En la misma línea, Pérez Baltodano critica a Fonseca su visión sobre el marxismo,

como una ley universal que debe aplicarse simplemente por los revolucionarios:

“‘Se da el caso que a nosotros no nos corresponde descubrir las leyes

universales que conducen a la transformación de la sociedad capitalista en

una sociedad de hombres libres; nuestro modesto papel es el de aplicar

esas leyes ya descubiertas a la situación de nuestro país” (Pérez, 2010d).

Sin embargo, teniendo en cuenta las limitaciones políticas y culturales de

Nicaragua y su atraso cultural, Andrés Pérez Baltodano reconoce que el rescate

que Fonseca hace de Sandino, su capacidad para apreciar el papel de la teoría en

su lucha por la transformación de la sociedad nicaragüense y la creación de un

sandinismo fundamentado en el marxismo fueron tareas intelectuales que

merecen ser reconocidas, con todo y sus limitaciones, como geniales.

Otra de las críticas que lanza Pérez Baltodano es que los textos y las ideas no

deben ser analizados o aplicados, sin antes haber estudiado el contexto donde

surgieron. La aplicación mecánica del marxismo europeo en Latinoamérica no

sería, entonces, la mejor idea, puesto que supone que la misma solución sirve

para distintas problemáticas. “Desde esta perspectiva, como dice David Bourher,

la lectura acuciosa y repetida de los textos, una y otra vez, se considera como un

medio adecuado para desentrañar su significado” (Pérez, 2006) Si el contexto en

que aparecen las ideas se ignora, el estudio de las ideas puede desembocar en la

distorsión del significado real de los libros o autores. Por ejemplo, en la historia de

Europa los conceptos de “proletariado” y de “burguesía” tienen una cierta tradición

histórica, pero aquí en Nicaragua: ¿quiénes son los proletarios?, ¿quiénes son los

burgueses?

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E incluso opina Pérez Baltodano, basándose en la percepción del propio Carlos

Fonseca Terán, que se utilizó más la interpretación soviética y cubana del

pensamiento de Marx en el FSLN que el propio pensamiento de Marx. En palabras

de Carlos Fonseca Terán:

“El FSLN como partido en los ochenta … pecó de poco original, con una

estructura típicamente estalinista en sus estilos y métodos, pero peor, ya

que en vez del centralismo democrático leninista que, aunque deformado

por el estalinismo, fue de cierta forma conservado por los partidos

comunistas tradicionales, se practicó una línea de mando vertical militarista,

hasta en las normativas y políticas oficiales internas. Esta particularidad de

la Revolución en el seno de su vanguardia misma generó una mentalidad

fanática, más adecuada para una fuerza de choque que para una

organización que requería capacidad de persuadir, de generar conciencia

política y opinión popular favorable a un proyecto de sociedad” (Pérez,

2010d).

En términos generales, las izquierdas centroamericanas, como lo señala el mismo

Torres Rivas, “fueron revolucionarias con poca teoría” (Pérez, 2006). Y es que el

antiimperialismo y el socialismo no sólo fueron “ideales arraigados” en Nicaragua

sino también en las otras guerrillas centroamericanas (Kruijt, 2009, p. 263). Pero

las debilidades de dicho pensamiento marxista eran notables. Según Jaime

Wheelock: “Nuestro conocimiento del marxismo no era muy profundo” (Kruijt,

2009, p. 104). Dora María Téllez fue invitada a la presentación de este libro de

Kruijt en Nicaragua, y ella también se expresó de la misma manera: “A quien

hubiera leído un capítulo entero de El Capital, habría que haberle dado un premio”

(Dora M. Téllez, comunicación, 22 de abril, 2010).

Con esas debilidades teóricas, Somoza cae y el FSLN sube al poder finalmente. Al

poco tiempo de estar en el poder, aparece el marxismo del documento de las 72

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horas, redactado por Dirección Nacional del FSLN en 1980. En sus memorias,

Sergio Ramírez ofrece su visión de este documento:

“Los adversarios de la derecha, que ya empezaban a agruparse, y muchos

de nuestros aliados dentro y fuera de Nicaragua, pusieron el grito al cielo al

filtrarse el documento, que llegó a ser conocido como “el documento de las

72 horas”. En todo el esplendor de la terminología marxista, se declaraba

que nuestro objetivo era alcanzar la sociedad socialista basada en la

dictadura del proletariado, previa una etapa de alianzas con la burguesía,

mientras más corta, mejor” (Pérez Baltodano A., 2006)

Hablando sobre los 80, Julio López expresa que el socialismo en aquellos tiempos

era un tema más interno o secreto que sólo manejaba la Dirección Nacional y los

principales cuadros. Se decía que avanzar al socialismo era el siguiente paso, tras

la defensa del poder. Sin embargo, en su opinión el socialismo fue una lucha

nunca explicitada, aunque sí hubo algunos consensos. A nivel práctico se habló de

pasar por una etapa de economía mixta, pluralismo político y no alineamiento.

Pero en general, reconoce que no mucho debate sobre esto. "No tuvimos gente

intelectual del marxismo" (Julio López, comunicación, 4 de agosto, 2008)

En el caso de Orlando Núñez, su idea de construir el socialismo se centra más en

las asociaciones económicas, una visión original de por dónde habrá de venir el

nuevo socialismo, rompiendo con la visión estatalista de la tradición marxista. Así

se expresaba en una exposición a la revista Envío, al comienzo del nuevo

Gobierno del FSLN en 2007:

“Desde mi punto de vista, creo que lo más importante para lograr

transformaciones serán las asociaciones económicas. Es fundamental que

en las asociaciones encontremos sujetos económicos que puedan ir

sustituyendo a las corporaciones y al capital privado. Creo yo que si hay

algo atractivo en el nuevo gobierno, algo que pueda alimentar nuestras

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viejas esperanzas, es la relación entre el gobierno y las asociaciones … La

historia y la experiencia nos enseñaron en Nicaragua que, cuando se pierde

la Presidencia, el Poder Ejecutivo, se revierte todo en un día. En un día se

revierte todo en un modelo estatista. Incluso en experiencias más largas

que la nuestra de intervención del mercado, como la de la Unión Soviética,

que duró ochenta años, el día en que se perdió el Poder Ejecutivo, se

revirtió todo, todo lo construido en ochenta años se perdió en un día. Si esta

lección ya la hemos aprendido, no podemos poner la esperanza de sustituir

las relaciones capitalistas y de construir una nueva sociedad sólo con el

Poder Ejecutivo. Y hoy estamos construyendo el nuevo sujeto económico,

que es el que podría darle viabilidad a este proyecto: los pequeños y

medianos productores asociados o los trabajadores administrando

empresas … Privatizamos, pues. Privatizamos también, como lo hace el

neoliberalismo. Pero no a favor de las corporaciones, sino a favor de las

asociaciones.

Es un socialismo con privatizaciones, pero de otro estilo diferente, según Núñez.

Hoy en día, el socialismo se mantiene como fin último de la revolución, según lo

expresado por varios militantes del FSLN. Un socialismo en línea con el que se

asume en los países del ALBA (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc.) (Carlos

Fonseca Terán, comunicación, 28 de abril, 2010). A pesar de la existencia en

Nicaragua de diferentes empresas privadas del ALBA, que son acusadas de

participar en la privatización de los recursos estatales y de endeudar al conjunto

de los nicaragüenses para el futuro, Carlos Midence, el actual responsable de la

escuela nacional de cuadros, afirma en uno de los discursos realizado en la nueva

escuela nacional de cuadros que la revolución consiste fundamentalmente en la

“recuperación del ser social, esencial, solidario, justo, cristiano, compañero…”,

pero también en la abolición de la propiedad privada y la socialización de los

medios de producción.

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“Debemos enseñar a nuestros compañeros enceguecidos que la

Revolución no consiste sólo en la abolición de la propiedad privada y la

socialización de los medios de producción, sino, sobre todo, consistiría en

la recuperación del ser social, esencial, solidario, justo, cristiano,

compañero superando la individuación egoísta y la guerra de individuos a

que lo sometió el modo de producción capitalista y la sociedad burguesa”

(Midence, 2010)

Habría que preguntar a Midence si la “abolición de la propiedad privada” a la que

se refiere fue simplemente un desliz del socialismo del siglo XX que se coló entre

los contenidos del socialismo del siglo XXI o si la proliferación de empresas del

ALBA en Nicaragua es una etapa inicial o transitoria hacia el nuevo socialismo.

Para Andrés Pérez Baltodano, “la dimensión ética del marxismo se mantiene

vigente”, dado que la defensa de la justicia social y la dignidad humana siguen

teniendo un valor fundamental en un mundo en donde mil trescientos millones de

personas viven con menos de un dólar al día (Pérez, 2009) Sin embargo,

evidentemente parece que está hablando de otro concepto de ética diferente del

propuesto por Marx, para quien la ética es una ideología que trata de legitimar la

realidad social existente. Sobre la ética, hablaremos más adelante.

Pérez Baltodano, con su libro La subversión ética de la realidad, ha tratado de

reavivar el debate sobre el pensamiento marxista en Latinoamérica y Nicaragua.

De hecho, a lo largo de los primeros meses del 2010 se han sucedido una serie de

artículos de opinión en El Nuevo Diario debatiendo sobre los contenidos más

polémicos de este libro. A riesgo de ser simplista, y tomando posición sobre gran

parte del debate generado en esos artículos, donde hay quien subraya la

importancia de las condiciones materiales para lograr cambios y quien enfatiza la

dimensión cultural o subjetiva de la realidad (Pérez Baltodano), he de decir que en

mi opinión tan necesarios son los cambios materiales y económicos como los

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cambios culturales en la mentalidad de la gente para poder llevar a cabo una

revolución.

5.3. Religión

¿Cómo se explicaba la existencia de la religión en las sesiones de formación de

un sandinismo, que seguía los pasos del marxismo? ¿Cuál es la actitud que

debían tomar ante la religión los militantes sandinistas ateos? ¿Qué debían pensar

los cristianos del marxismo ateo y de participar en una organización que se

declaraba marxista? Ésas son algunas preguntas que podríamos hacernos ante

interpretaciones tan diversas de la religión: desde el ateísmo marxista a las

inclinaciones revolucionarias de la teología de la liberación, pasando por las

formas más tradicionales de la religiosidad popular.

Fernando Cardenal expresa en sus memorias que Carlos Fonseca y otros muchos

revolucionarios sabían que, en un país profundamente religioso como Nicaragua,

tenían que contar con los cristianos aunque profesaran un marxismo ateo. De ahí

que el programa histórico del FSLN, escrito por Carlos Fonseca plantea: “se

garantiza a la población creyente la libertad de profesar y practicar cualquier

religión” (Cardenal, 2008a, 62).

Así, se puede decir que costó en alguna ocasión la explicación a los marxistas

más ortodoxos y ateos de que podían trabajar codo a codo con cristianos para la

lucha por la revolución. Pero también, según Cardenal, costó ir explicando a

muchos cristianos comprometidos que la revolución no era incompatible con el

cristianismo. Fernando Cardenal narra cómo explicó esto en su día a los dos

integrantes de un matrimonio de Estelí, que hicieron el curso de cristiandad y

pasaron al FSLN, que finalmente fueron torturados y asesinados y a los que el

teólogo Teófilo Cabestrero dedicó un libro. Fernando les dijo: “yo les expliqué que

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no había nada en esa revolución en contradicción con nuestra fe cristiana”. De ahí

la pancarta famosa de la plaza de la revolución. (Cardenal, 2008a, 71).

Había cristianos que tenían miedo al socialismo marxista-leninista. Conscientes

del miedo, se trabajaba eso con los cristianos en alguna escuela de cuadros como

la regional de León, para extender la idea de compatibilidad entre marxismo y

cristianismo, con ejemplos como el de Camilo Torres y García Laviana (Guillermo

Cabiztán, comunicación, 18 de junio, 2008).

Para Doris Tijerino, la incorporación de los cristianos a la lucha dio su aporte a la

reflexión de la mano de Camilo Torres, García Laviana, Medellín y la teología de la

liberación. “Nos ayudó a ser más tolerantes con los cristianos … Esa unidad: es la

fuerza del Frente sandinista … Si existe Dios o no, no es tan importante” (Doris

Tijerino, 24 de septiembre, 2008).

Según Rothschuch, las discusiones sobre fe, cristianismo, marxismo y revolución

estaban a la orden del día antes del triunfo de la revolución. En la UCA el tema era

alentado por varios sacerdotes, como el propio Juan Bautista Arríen. También el

Padre Molina se distinguió por el apoyo al debate y al estudio del cristianismo y la

revolución. “El sandinista que más incidió en el diálogo entre los cristianos y

revolucionarios fue Ricardo Morales Avilés, uno de los intelectuales orgánicos del

movimiento guerrillero” (Rothschuch, 2010).

Uno de los aspectos en los que los cristianos más debatieron y que fue causa de

que algunas personas no se incorporaran a la lucha armada finalmente, fue el

debate sobre el uso justificado de la violencia o no contra el régimen de Somoza.

Tras diferentes reflexiones y debates, hubo cristianos que quedaron al margen de

la lucha armada de la revolución. Pero hubo quienes dieron el paso de apoyar la

opción de tomar las armas contra Somoza, como el propio Fernando Cardenal.

Esta opción vital la justifica Cardenal desde el pensamiento de Ghandi y desde el

magisterio de la Iglesia. “El líder de la India decía que entre la lucha violenta y la

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lucha no violenta, prefería la no violenta, pero que entre la no acción y la violencia,

prefería la violencia, lo que no negociaba era la lucha”. Y Fernando, como otros

muchos cristianos, vio que la lucha pacífica cada vez se hacía más imposible. Y

también se basa Cardenal en una encíclica del papa Pablo VI, que rechaza la

insurrección “salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase

gravemente a los derechos fundamentales de las personas y dañase

peligrosamente el bien común del país.” (Cardenal, 2008a, 91).

Para Mónica Baltodano, la incorporación a principios de los años 70 de un gran

número de jóvenes procedentes de los movimientos cristianos que simpatizaban

con los enfoques de la iglesia popular “enfatizó una dimensión fundamental para el

desarrollo de los procesos de formación política en la lucha y para la incorporación

masiva del pueblo creyente”. Si amar al prójimo implica luchar por los cambios que

mejoren las condiciones de las mayorías excluidas, “los jóvenes cristianos de

entonces fortalecimos los valores revolucionarios, la mística, la consecuencia, la

honestidad, el amor al pueblo como valores fundamentales del FSLN” (Baltodano,

2003a). Y ahí se encontraban también sacerdotes, religiosas y pastores de

distintas denominaciones, que animaban la lucha como una causa buena a los

ojos de Dios. Así en los campamentos guerrilleros se cantaba la Misa Campesina

Nicaragüense, que enaltece “al cristo obrero, al cristo trabajador, al dios de los

pobres, al dios humano y sencillo, al dios que suda en la calle, al dios de rostro

curtido” (Baltodano, 2003a).

Aunque situado ya en los 80, Wilber Camacho, cuando se refiere a la misa

campesina de Carlos Mejía Godoy, que constituyó esa fusión artística y religiosa

tan inigualable entre el cristianismo y la revolución, y a canciones como el Creo en

Dios, comenta: "la gente lloraba cuando cantaba esa música". Y también destaca

la participación importante de jesuitas y dominicos y su apoyo en la formación

política sandinista. "A los jesuitas y dominicos tenemos que agradecerles mucho"

(Wilber Camacho, 14 de marzo, 2009).

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¿Metió ruido el ateísmo del comunismo científico en las escuelas de cuadros del

FSLN? Para Mauricio Zúñiga no fue así. Es evidente la postura de los clásicos del

marxismo (Marx, Lenin, etc.) ante la religión. Sin embargo, a sabiendas de que el

movimiento cristiano era importante, predominaba el respeto y la tolerancia. En

Nicaragua, la Iglesia Popular fue el valuarte de la revolución, a diferencia de lo que

pensaban los profesores cubanos en la escuela nacional de cuadros de

Nicaragua, a los cuales llamaban "cuadrados". Ellos creían que debían promover

un ateísmo militante (Mauricio Zúñiga, 8 de septiembre, 2008).

Dora María Téllez insiste en que no hubo conflictos entre la religión y el ateísmo

marxista. Siempre hubo cristianos en la revolución e incluso ministros religiosos

como los hermanos Cardenal. Sin embargo, ella recalca que la laicidad del Estado

era clave en la década de los 80, pero no la preocupación porque la gente fuera

atea (comunicación, 30 de julio, 2008) Más tarde, por poner algunos ejemplos, las

invocaciones divinas en los discursos de Daniel y Rosario, los afiches

gubernamentales de la Purísima que se observan en las instituciones del Estado

cuando se acerca diciembre y los carteles gubernamentales gigantes que hablan

de una Nicaragua socialista, solidaria y cristiana muestran otra realidad.

5.4. Género

Sería anacrónico y fuera de toda lógica histórica imaginarnos un sandinismo

feminista en los años 60 y 70 o pensar en capacitaciones de género en aquellos

tiempos. Sin embargo, ante los debates provocados por los cuestionamientos de

importantes mujeres sandinistas sobre el papel de las mismas en la revolución,

como en el libro de Las hijas de Sandino, queda el interrogante de si la formación

ha tocado de alguna manera la temática de género, de la igualdad de

oportunidades y de los derechos de las mujeres, tanto dentro del FSLN como en la

sociedad.

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No es éste el lugar donde se pueda resolver de forma conclusiva ese interrogante,

pero sí al menos plantear alguno de los comentarios que pudieran comenzar a

tantear la problemática. De manera general, se puede decir que el tema de las

mujeres (o el género) no ha ocupado ni ocupa un lugar significativo en los

programas de formación en el sandinismo, aún cuando el sandinismo haya

promovido avances en este tema, desde las vivencias de la vida cotidiana y el

debate.

Mónica. Baltodano se refiere a la incorporación de las mujeres a la guerrilla como

un hecho clave para que el sandinismo avanzara en su reflexión sobre el papel

real de la mujer en aquel tiempo y sobre el nuevo papel que podrían tener en un

nuevo modelo de sociedad. Sin embargo, en consonancia con los diferentes

testimonios del libro Las hijas de Sandino, afirma que en la cúpula del FSLN ha

predominado el machismo y una concepción utilitaria de la mujer.

“La incorporación de mujeres en los años 60 fue esencialmente simbólica.

Sin embargo, en el Programa Histórico del FSLN Carlos Fonseca incorpora

el compromiso de que la Revolución ‘abolirá la odiosa discriminación que

sufren las mujeres con respecto de los hombres’. En los años 70 la

incorporación de mujeres como cuadros se amplió considerablemente y en

la insurrección se destacan en todas las tareas incluidas las de conducción

político-militar. El FSLN propició la organización de las mujeres alrededor

de sus propias demandas, pero el desarrollo de la conciencia feminista en

el seno del FSLN ha sido bastante desigual. Las luchas de las mujeres al

interior del FSLN por conseguir su propia proclama se desarrollaron durante

la revolución, y se ampliaron después de la salida del FSLN del poder. Pero

en la conducción sandinista ha predominado una lógica machista y utilitaria

de la mujer que ha generado tensiones y ruptura con el movimiento amplio

de mujeres” (Baltodano, 2005a).

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Para otras mujeres guerrilleras, los avances realizados por las mujeres en el FSLN

y en la sociedad son “chiquititos”. "Al principio, los hombres no concebían mujeres

combatientes o mujeres de tiempo completo", dice Tijerino. Sí las concebían

haciendo comida, usando la plancha, atendiéndoles en casas de seguridad,

después, como correos, etc. Y así, poco a poco se fue ampliando su campo de

acción. Los hombres machistas siguen siendo machistas, y a 30 años, las mujeres

siguen sin destacar en los puestos de dirección del FSLN (Doris Tijerino,

comunicación, 24 de septiembre, 2008).

Dora María Téllez considera que el FSLN nunca fue feminista ni tuvo una posición

de género, pero sí se podría decir que tuvo un posicionamiento progresista y

favorable a las mujeres en determinados aspectos (comunicación, 30 de julio,

2008). Mónica Baltodano se muestra de acuerdo con los análisis que aparecen en

el libro de Margaret Randall, y afirma que en los 80 se jugaba con la doble moral y

el doble estándar. A finales de 80, hubo una proclama muy buena para ella, pero

en los 90 un hecho significativo es que el primer y casi único movimiento que se

autonomiza del Frente es el movimiento de mujeres (comunicación, 30 de julio,

2008). También es significativo que exista una duro enfrentamiento (no sólo

dialéctico) entre la mayor parte de las lideresas históricas del feminismo en

Nicaragua y el FSLN actual.

En el año 2009, y por medio de un llamado “Histórico comunicado del FSLN sobre

igualdad de género” (2009, 10 de marzo), se pueden apreciar algunos avances en

temas de género promovidos por este gobierno. Con este comunicado se

establecen cuotas del 50% en determinados puestos del partido y del Estado. Hay

que reconocer que en Nicaragua es el FSLN el partido que más ha impulsado esta

política de cuotas para mujeres y jóvenes. En este comunicado también se habla

de que deberán instalarse Oficinas de la mujer y Direcciones de equidad de

género en las alcaldías y otras instituciones.

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Parece claro que se está cumpliendo con ese 50% de hombres y mujeres en los

cargos y candidatos del FSLN. Sin embargo, la comparación del reparto del poder

entre hombres y mujeres con el ejemplo de cómo lo hace el presidente Daniel con

su esposa, hecha por alguna persona entrevistada, puede llevarnos a corroborar

que algunas comparaciones, si bien pueden no ser odiosas, al menos son

inapropiadas, por las dudas legales y morales que este reparto suscita.

A Carlos Fonseca Terán, se le citó la expresión de María López Vigil para ver

cómo reaccionaba ante ella: “He empezado a entender, estoy entendiendo, que no

puedo ser ni mujer, ni cristiana, ni revolucionaria, ni humanista, si no soy feminista”

(López, 2000). Carlos Fonseca responde que no sólo no se puede ser

revolucionaria sin ser feminista, sino que incluso él considera que “no se puede

ser revolucionario sin ser feminista” (comunicación, 28 abril, 2010). Quizás él ha

hecho la reflexión correspondiente para confirmar eso, pero quedan dudas serias

de que la mayoría de los cuadros y de los sandinistas la hayan hecho, por lo que

se puede afirmar que en el socialismo del siglo XXI no puede faltar el estudio y el

debate sobre el feminismo.

5.5. Unidad y diversidad

Se habló mucho en su día de las tres tendencias sandinistas que, unidas desde la

diversidad, lograron su primer objetivo de hacer caer la dictadura somocista. Hay

quien habla del sectarismo que existió entre las diferentes tendencias y se narran

relatos de personas de una tendencia que, tras la victoria, quería que entregaran

las armas los militantes sandinistas de las otras tendencias. Y ese sectarismo

siguió, de alguna manera, en los 80 (Guillermo Cabiztán, 18 de junio de 2008). Sin

embargo, más o menos se fueron ajustando dichas tendencias en un solo

movimiento sandinista. Hoy también se sigue hablando de esto. Pero más que de

unidad y diversidad, de división.

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Nunca está de más, en éste como en otros tantos temas, acudir a las palabras del

curiosamente respetado y admirado por la totalidad de la militancia y los

simpatizantes sandinistas, siga trabajando en el FSLN o no. Muchos escritos de

Fonseca hablan acerca de la unidad, tanto dentro del sandinismo como de una

unidad amplia de toda la sociedad nicaragüense contra Somoza. Fonseca habla

de una unidad que sea verdadera y sincera, más allá de las diferencias; invita a no

excluir ni subestimar a nadie para lograr el derrocamiento de la dictadura, aunque

no compartan las ideas socialistas; y afirma que la unidad no se opone a la

existencia de un auténtico espíritu crítico en las filas sandinistas.

“Unidad patriótica

Que sea posible desarrollar un movimiento que no dé la imagen de simple

vinculación entre los varios grupos de revolucionarios de nuestros países,

sino que se vea la disposición de unidad de las amplias masas explotadas y

patrióticas de nuestros pueblos …

Unidad nacional alrededor de la liberación de nuestro país

Somos conscientes que el socialismo es la única perspectiva que tienen los

pueblos para lograr un cambio profundo en sus condiciones de vida. Lo que

no supone que excluyamos a personas que no piensan igual que nosotros,

y aunque pensamos que la guía fundamental deben ser los principios del

socialismo científico, estamos dispuestos a marchar juntos con personas de

las más diversas creencias interesadas en el derrocamiento de la tiranía y

en la liberación de nuestro país …

La crítica constructiva fortalece la unidad

Naturalmente que la unidad no es opuesta a la existencia de un auténtico

espíritu crítico en nuestras filas; por el contrario, tal espíritu de crítica

constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su

fortalecimiento y continuidad; hay que entender que una crítica mal

entendida, que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y

adquiere un carácter reaccionario …

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No subestimar a nadie: regla de oro para la unidad

El principio de no subestimar a nadie es una regla de oro en el logro de la

más completa unidad.” (Fonseca, 1982)

Además, lo verdaderamente medular de la unidad no está, para Carlos Fonseca,

en el líder o en su escogencia.

“La unidad juega un papel decisivo en el triunfo … En primer lugar

debemos referirnos a la médula de la unidad y que nosotros la miramos en

orientar la actividad de fuerzas diversas hacia un objetivo determinado. Por

consiguiente no se trata de escoger un presidente o un secretario general,

craso error en que abundantemente hemos caído” (Fonseca, 2006, p. 113).

Mónica Baltodano afirma que desde 1994 se empezó a manejar muy mal la

convivencia con otros puntos de vista. Entre 1993 y 1994, el grupo de los 29

rompe con la lógica de acuerdos de arriba. Y en 1994, el FSLN de Daniel Ortega

se quedó prácticamente sin diputados. La mayoría de las personas que

actualmente militan en el FSLN acuden a este momento para valorar la figura y el

liderazgo de Daniel Ortega, que fue capaz de recorrer el país y convocar de nuevo

a la gran mayoría de los sandinistas bajo las siglas del FSLN, su bandera y su

liderazgo. Según Mónica, la Izquierda Democrática del FSLN le ayuda para

mantener su poder y gana el congreso, donde los renovadores sandinistas

consiguen importante cuotas de poder, aunque finalmente deciden salirse. Sin

embargo, a partir de 1996, empiezan a funcionar, según ella, mecanismos de

poder, de premio y castigo, hasta que en el Congreso de 1998 aplasta con su

mayoría, mientras que en 1994 solamente lo apoyaba una minoría (Mónica

Baltodano, comunicación, 9 de septiembre, 2008).

En un momento en el que ya Mónica Baltodano empezaba a dudar de lo que se

pretendía en el FSLN, en nombre de la unidad, escribe un texto donde carga sobre

las pretendidas razones de la unidad del FSLN, cuando se alude a ésta como

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condición natural de la fortaleza interna y requerimiento para luchas victoriosas.

Ahí escribe que la mención a la unidad no debía utilizarse para imponer “mayorías

artificiales” o aplastar a “las minorías”, ni para exigir “la unanimidad con el disfraz

del consenso”, ni para promover el “inmovilismo político”, ni debía convertirse en

un “instrumento retardatario de la conciencia crítica” o en el “pretexto privilegiado

de los órganos superiores, dirigencias y caudillos para preservar el poder y aplicar

sus criterios personales como decisiones del partido, al margen del criterio y la

voluntad política de las bases” (Baltodano, 2003b).

Julio López escribe un artículo de opinión en el que plantea la pregunta: ¿Es

posible la unidad de acción del sandinismo? Él responde que sí, al menos en

determinadas causas (se habla de Palestina, Venezuela, Cuba y otras causas

internacionales) (López, 2009). ¿Podrá ser así, dadas las serias diferencias en el

ámbito interno sobre la política nicaragüense? La misma pregunta se le formula a

Fredy Franco, quien opina que el Frente podría unirse de nuevo, con personas

como Mónica y Julio López, del Rescate, a partir de determinados principios

básicos. No obstante, Fredy cree que la unión no es posible “con personas de

derechas, socialdemócratas o claudicantes” (Fredy Franco, comunicación, 7 de

mayo, 2009). Carlos Fonseca Terán opina también que es posible la unidad del

sandinismo, pero siente que ha existido poca voluntad política de los diferentes

sectores sandinistas, y que sería bueno reunificarse para contribuir al proceso

revolucionario. Sin embargo, también él diferencia al MRS, que considera una

disidencia de derecha del Rescate, como disidencia de izquierda que, además,

cuenta con gente muy valiosa (Carlos Fonseca Terán, comunicación, 28 de abril,

2010).

Parece que el camino a seguir es buscar lo que une a los sandinistas más que lo

que les diferencia. Pero parece que la tendencia predominante es la contraria.

¿Qué es lo que puede unir al sandinismo? Ya vimos cómo Julio López

consideraba a las causas de la izquierda a nivel internacional como un posible

punto de coincidencia para la acción entre sandinistas de diferentes tendencias.

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William Grigsby también se pregunta qué une a los sandinistas en un artículo suyo

titulado: En el sandinismo, hay que fortalecer la división para consolidar la unidad.

Y responde que une Sandino como padre ideológico y todo lo que significa

Sandino de justicia social, de dignidad nacional, de espíritu de lucha y de

latinoamericanismo. Pero veamos finalmente a donde apunta Grigsby como punto

de coincidencia clave.

Pero, ¿qué más nos une hoy? ¿Qué otra bandera puede ser asumida con

total fidelidad y de inmediato por cualquier sandinista? Con tanto consenso

como la bandera de Sandino no tenemos ninguna más. Sin embargo, existe

hoy una bandera que puede agrupar a la mayoría de los sandinistas,

excepto a los del aparato. Y es la bandera contra la corrupción (Grigsby,

2000).

Esto lo escribía Grigsby en el año 2000. Habría que preguntarle de nuevo hoy, tras

tres años de gobierno del FSLN, si esta bandera puede servir todavía para

fomentar la unión entre el sandinismo.

5.6. Ética y legalidad

Hablar de corrupción como bandera, como lo hace William Grigsby, enlaza con

este nuevo apartado, en el que confluyen dos grandes campos de la acción y

reflexión humana: la ética y la legalidad. A lo largo de los 3 años de gobierno del

FSLN han sido numerosos los llamamientos por parte de la oposición política y de

los medios a respetar la legalidad y a comportarse de manera más ética. Sin

embargo, da la impresión de no existir un debate serio sobre los múltiples

planteamientos éticos que se le plantea al sandinismo, aunque probablemente

habría que profundizar más sobre lo que está pasando también en la organización

partidaria de base o en las escuelas de cuadros que comenzaron a funcionar en el

2009. Por de pronto, la ética no aparece en el pensum de la escuela

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departamental de León ni en el esquema inicial de la nueva escuela nacional de

cuadros. Pudiera ser que se hubiera trabajado bien el introducir el debate ético

como eje transversal de los cursos, tal como Carlos Fonseca Terán planteó sobre

las temáticas del feminismo y del medio ambiente. Pero habría que confirmarlo,

pues no siempre que se dice en el ámbito educativo que un tema irá como eje

transversal se incorpora realmente como tal.

Cabe también aquí la aclaración de que el término ética que se utilizará a lo largo

de todo este capítulo es el que se maneja vulgarmente y no el propiamente

filosófico de la ética, como rama de la filosofía que trata la moral. Convengamos

entonces en que donde se dice ética de ahora en adelante puede traducirse

también como moral.

5.6.1. La ética desde la perspectiva marxista

¿Qué es la ética y la moral para Marx? En resumidas cuentas, se puede decir que,

para él, tanto la ley como la moral son prejuicios burgueses creados en función de

los intereses de la clase dominante.

“Para Marx la ética es ideología pura con la única visión de legitimar lo que

hay. Según Marx los seres humanos no necesitan una moral para ver

transformado su mundo, necesitan que se transformen las condiciones de

la humanidad en que vive la mayoría, víctima de la desigualdad y la

injusticia. Para Marx no es la teoría sino la práctica, el cambio de

circunstancias reales, lo que eliminará ciertas ideas de las mentes humanas

y así cambiar la moral de las personas. Para Marx la moral no será capaz

de superar la alienación del hombre, sino que será preciso la

transformación de las estructuras materiales que son realmente culpables

de la enajenación de los seres humanos. Para Marx las ideas morales o

filosóficas no contribuyen a superar este mundo, más bien lo consagran y lo

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justifican al no darse cuenta de su procedencia. La Ley y la moral son,

prejuicios burgueses derivados de interés burgueses con la única y

exclusiva intención de perpetuar la riqueza en quien la posee. Los valores

morales son los portavoces de los intereses de la clase dominante. Para

Marx la transformación moral del mundo es pura mentira si no atiende

fundamentalmente a la corrección de una distribución de la riqueza

radicalmente injusta e inmoral” (Ética de mínimos)

Ésta es realmente una visión de las leyes y de la moral difícilmente defendible en

nuestros días, sobre todo, en lo tocante a las consecuencias que se derivan de

dicho planteamiento. Pero veamos cómo defiende esta comprensión de la ética

como prejuicio burgués, Ricardo Coronel Kautz, hermano del actual vicecanciller

de Nicaragua:

“La ética, desde la perspectiva marxista, no es más que un prejuicio

burgués usado como arma para el monopolio de la política. La ética en la

política sólo existe a lo interno de los partidos revolucionarios, no hacia

fuera. Ya que la política en el mundo real, fuera y dentro de los partidos

políticos tradicionales, especialmente en el mundo del capitalismo salvaje,

no es más que el juego de la demagogia, la manipulación, el manoseo, el

engaño, la venta de ilusiones, la trampa, el jueguito, la compra y venta de

voluntades, el chantaje, el cinismo, las coimas, los pactos prebendarios, el

nepotismo, la llamada corrupción, el abuso de la palabra y tráfico de

influencias, la media mentira y media verdad, y todo lo demás … Y este

juego, con esas reglas, lo juegan todos ... El FSLN, contrario a sus

principios, ha tenido que aprender ese juego y de los otros jugadores, lo

que más les arde es que parece que lo ha aprendido mejor que los

maestros. Para el Frente ese aprendizaje es un riesgo grave porque ha

aprendido algo fuera de su esencia, que logra resultados tácticos

indispensables y que lo puede desfigurar permanentemente, pero que es

necesario para sobrevivir. En otras palabras, si no lo hace, desaparece. De

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tal manera que en este juego, como en todos, también el fin justifica los

medios” (Coronel, 2005)

La cita de este artículo de opinión, titulado Política y Ética en Nicaragua, es algo

extensa, pero bastante significativa del pensamiento del autor. ¿Será que en el

FSLN también conciban la ética y la política de la misma manera? En su día,

parece que nadie contradijo públicamente estas afirmaciones. Pero lo peor es que

tampoco contradicen oficialmente desde el FSLN en la actualidad, ante las

actuaciones que encajan en lo que se describe en este párrafo.

Ya hubo quien dijo que la ética sandinista decayó en los 80, aunque se extendió a

un mayor número de personas (Tinoco, 1993, p. 72). En su monografía sobre el

consenso y la negociación, Tinoco expresa que en la década de los 80 se había

descuidado la mística del núcleo original de vanguardia, aunque la herencia de

mística y sacrificio anterior se regó por amplios sectores de la población

sandinista. A partir de 1990 y de la piñata, las historias de corrupción y

desmoralización se han sucedido. Orlando Núñez minimiza la piñata en general

como algo que debía hacerse por justicia (reparto de casas y algunos medios de

producción a la clase media que dirigió la revolución) y comenta que muy pocos

abusaron (Núñez, 2009, p. 92). Fernando Cardenal corrobora que sólo fue una

pequeña minoría, pero se desespera por el silencio cómplice de la cúpula del

FSLN. Considera, por su lado, en su carta de despedida del FSLN, que la piñata

hizo el “daño más grande de toda su historia” al FSLN. Y aunque en algún

momento pensó “¿por qué no se salen del Frente los corruptos?, finalmente tomó

su decisión de abandonar el FSLN en 1995, guiado por su conciencia y sus

principios. He aquí algunos extractos de su carta de despedida:

“Después de la derrota electoral en 1990 las cosas cambiaron radicalmente.

Entre finales de febrero y finales de abril de ese año, una pequeña minoría

de sandinistas que incluía a algunos altos dirigentes, se apropió para su

beneficio particular de bienes del Estado o del mismo Frente Sandinista.

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Estos actos de corrupción rompieron la tradición de honestidad sandinista y

causaron al FSLN el daño más grande de toda su historia … Éste no es el

FSLN al que entré y en el que disciplinadamente milité tantos años …

Considero que mi conciencia y mis principios me piden renunciar a ese

FSLN que ellos representan formalmente. Como sacerdote ya no tengo

justificación para seguir militando en ese partido” (Cardenal, 2009b, pp.

245-246)

La mayoría de las personas que ya no militan en el FSLN consideran que ya “no

existe ética” en este partido, es decir, que se perdieron los valores morales que

inspiraron a Sandino y a los fundadores del FSLN. Evidentemente no se muestran

de acuerdo los militantes actuales del FSLN, al menos públicamente. Sin

embargo, existe una postura dentro de los defensores del actuar del FSLN que,

por original y sugerente, debe ser escuchada y analizada, la de Orlando Núñez.

Éste entiende la ética desde la ejemplaridad viviente, pero ya no tanto como

discurso, pues aquí suele utilizarse esta palabra para descalificar al adversario

(Orlando Núñez, comunicación, 15 de junio, 2009). Vemos cómo se expresa en su

libro La revolución rojinegra al respecto.

“Actuando más beligerantemente en la vida política aparecieron en

Nicaragua un destacamento y una tendencia cuyos representantes fueron

definidos por los medios de comunicación como notables, los cuales fueron

considerados los legítimos representantes de la sociedad civil. En el

discurso de estos notables apareció la ética como un discurso para

descalificar, desprestigiar y satanizar al adversario político, principalmente a

los líderes de partidos y organizaciones que todavía insistían en luchar

contra el orden establecido. Todos los “ismos” fueron exiliados menos el

real-ismo del capitalismo salvaje” (Núñez, 2009, p. 101).

Para Orlando, los valores son legitimados por el grupo y la sociedad. Es malo, en

última instancia, lo señalado por la sanción pública. Además, utiliza una expresión

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de Gramsci sobre el materialismo para reforzar lo anteriormente expresado: "Lo

objetivo es lo universalmente objetivo". Más adelante, tendremos ocasión de

analizar su comentario sobre los medios y los fines.

La falta de ideología se asimila en ocasiones al pragmatismo sin principios éticos.

“Cuando unos cuantos “políticos” sostienen que no tienen ideología,

significa, a veces, que tienen una ideológica bien confusa y posiblemente

su única ideología es la “maquiavélica” práctica de “los medios justifican el

fin”. Marx, que tenía una ideología “siempre en construcción” propuso que

“hay que adaptar los medios al fin” y por ende se hace política no con

pragmatismo sin principios éticos sino con realismo con principios éticos”

(Pérez Baltodano A., 2009).

Por eso se hace necesario pensar sobre la ética, y también sobre los medios y los

fines de nuestras acciones.

5.6.2. Relación entre medios y fines en la ética sandinista

Carlos Fonseca Terán, preguntado al respecto (medios y fines), responde que

simplemente no ha existido ese debate en los cursos de formación, más allá de los

debates o polémicas sobre las diferentes coyunturas. En un momento determinado

en que comenzamos a hablar sobre los medios y los fines, Carlos pronuncia dos

frases aparentemente contradictorias: hacer “todo lo que sea necesario” para que

no avance la derecha; y “nunca se ha considerado que los medios se justifican por

la nobleza de los fines”. Para aclarar esto último, señaló que el FSLN fue siempre

cuidadoso en los medios de la lucha armada, para afectar mínimamente a

personas inocentes (comunicación, 28 de abril, 2010). Esto ya lo había afirmado

también Dora María Téllez en nuestra entrevista cuando salió el tema del

maquiavelismo en el FSLN.

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Es cierto que el FSLN, aunque tomó las armas y combatió como guerrilla, siempre

trató de respetar la vida de inocentes y no optó por un terrorismo indiscriminado.

Sin embargo, existen expresiones entre los militantes del FSLN, como las de

Tomás Borge, que inducen a pensar que se puede hacer todo o casi todo lo que

sea necesario para preservar el poder (“hagamos lo que tengamos que hacer”).

“Todo puede pasar aquí, menos que el Frente Sandinista pierda el poder.

Me es inconcebible la posibilidad del retorno de la derecha en este país. Yo

le decía a Daniel Ortega: podemos pagar cualquier precio, digan lo que

digan. Lo único que no podemos es perder el poder, digan lo que digan,

hagamos lo que tengamos que hacer. El precio más elevado sería perder el

poder. ¡Habrá Frente Sandinista hoy, mañana y siempre!” (Equipo NItlapán-

Envío, 2009b).

Para centrar el debate sobre los medios y los fines, puede ser ilustrativo un breve

recorrido por alguna de las acciones polémicas llevadas a cabo desde el FSLN en

los últimos años. Podría decirse que éstos son los lances del “juego”, de los que

hablaba Ricardo Coronel Kautz.

La violencia ejercida desde el poder, con impunidad y complicidad de las

instituciones del Estado encargadas de vigilar que no se porten armas en la calle y

no se produzcan agresiones, se hace difícilmente entendible cuando se tiene

suficiente poder para realizar algunas transformaciones que necesitan las

mayorías pobres de Nicaragua. José Luis Rocha, en el contexto de la violencia en

las calles posterior a las elecciones municipales, afirma que pudo verificar cómo

ex-pandilleros dijeron que fueron reclutados por agitadores políticos y les

entregaron pasamontañas, pistolas, palos, morteros y machetes. Recibieron

almuerzo, transporte y de 100 a 600 córdobas. Todo ello para evitar que la

oposición pudiera marchar para ejercer su derecho de denunciar el fraude

electoral. También se sorprende de las declaraciones de Rosario Murillo y de su

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apología de estos delitos: “Los líderes alientan y aplauden conductas que, en

circunstancias normales, hubieran sido consideradas delictivas, y así las

convierten en acciones de amor y servicio, actos patrióticos y audaces, rutas

heroicas hacia la libertad” (Rocha, 2008).

A este respecto, Giaconda Belli afirma que se dedican bienes del Estado, jóvenes

fanatizados y funcionarios públicos a una escuela de violencia, donde no se

construye ni la paz, ni la responsabilidad, ni el hombre nuevo (Belli, 2009). Los

bienes del Estado son vistos frecuentemente en las actividades del FSLN, y no

parece que eso sea parte de la revolución, sino de un “más de lo mismo” en los

comportamientos políticos heredados. El mismo Alexis Argüello reconoció ante las

cámaras en la campaña electoral municipal que sí había vehículos del Estado en

su caravana y lo justificó diciendo que eso se hacía “en Estados Unidos y en la

Conchinchina”. Y nadie del FSLN ni de la Contraloría dijo nada al respecto.

Los medios de comunicación del FSLN, como describió el propio William Grigsby,

se dedican fundamentalmente a la propaganda, a los sucesos y a insultar a los

adversarios (comunicación, 1 de septiembre, 2008). Una muestra de estos insultos

y adjetivos, recopilados por María López Vigil de una sola nota informativa, es:

“mequetrefes, sinvergüenzas, diablos, corruptos, ladrones, fascistas, panfletos,

secuaces, robatierras, voceros del odio y fantoches, o sea, que se hace una

campaña contra el odio insultando a los demás, y con la certeza de que ellos, a

pesar de saber que es un insulto, no poseen el odio” (Potosme, 2008). Así se

expresa López Vigil ante el estilo habitual de los medios oficialistas contra

periodistas o críticos del Gobierno.

Pero estos medios también dicen “verdades a medias” y hasta se atreven a

propagar mentiras. Por poner un ejemplo, podemos tomar el del italiano Boshi,

sobre el que se miente descaradamente en un medio oficial, diciendo que “Boshi,

en compañía de vándalos, atacó a un grupo de personas que … apoyaban al

gobierno del Poder Ciudadano” (Ortega, 2008). Así se dijo y conforme a esa

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directriz se le sentenció culpable en el poder judicial. Todo ello ocurrió, aunque

toda la población pudo ver lo contrario en las imágenes, también de los medios

llamados oficialistas. A este respecto, parece que no se tuvo en cuenta el espíritu

de Ghandi, un gran defensor y buscador de la verdad, que dijo convencido: “La

verdad jamás daña a una causa que es justa”.

La confusión Estado-partido se muestra en la mayor parte de las instituciones

gubernamentales, donde la propaganda del partido, su casilla electoral y su

bandera permanecen, aún en períodos electorales, violando claramente la ley.

Fredy Franco cree que esta confusión Estado-partido es algo congénito al sistema.

Por eso, para él, hay que cambiar el sistema. Según él, esto no parece un

problema del Frente sino del sistema. También afirma que es cierto: “a veces no

se guardan bien las formas”. Probablemente la cuestión no son las formas sino el

fondo. Muchos nicaragüenses están de acuerdo con lo que dice Fredy Franco

sobre la necesidad de un cambio del sistema para evitar y perseguir la corrupción.

Pero habría que convenir en que en este aspecto el FSLN no ha sido nada

convincente en su esfuerzo por cambiarlo.

Después de repasar algunos de los asuntos éticos que se podrían debatir en el

FSLN, volvamos de nuevo con Orlando Núñez y sus diferentes afirmaciones sobre

los medios y los fines en la ética. Aunque habla en uno de sus escritos de la poca

importancia dada a los medios en el pasado, tampoco aclara en la entrevista si

esto ha cambiado a lo largo de estos años de gobierno.

“Estar administrando bien una sociedad capitalista no a todos nos alegra,

aunque los procedimientos de esa administración estén llenos de ética, de

transparencia, de representatividad, de gobernabilidad. Porque si la

sociedad es capitalista, la gobernabilidad será también capitalista. Por el

otro lado está la justicia social, que significa transformar la realidad. Hace

años no nos importaba mucho cómo la transformábamos, priorizábamos la

transformación. La justicia social era el fin y no nos importaban los medios.

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Ahora, en este nuevo gobierno, estamos intentando transformar y hacer

justicia social, pero desde una perspectiva más democrática. Pero hay

contradicciones” (Núñez, 2007).

La contradicción fundamental para él está entre la democracia y la justicia social.

Por eso, "a veces debe haber subordinación a los medios, y a veces subordinación

a los fines" y, “a veces, la solidaridad es un fin y a veces un medio”. Para él, en la

vida y en la revolución, hay ciertos asuntos que no son de ética, sino de lógica, ya

que “siempre hay intereses”. Por ejemplo, no matar a la población en un conflicto

armado es un asunto no de ética, sino de lógica (para ganar al final). En este

sentido, se pregunta, en Palestina llaman terrorista al que lucha contra el ejército

israelí con los medios que tiene a su alcance. ¿Quién es el terrorista? ¿El que no

tiene helicóptero?

Para él, en la llamada sociedad civil “los medios justifican los fines", ya que hay

que ser educado, participativo, ético, etc. En general, él considera que estos

representantes de la sociedad civil hablan más de los medios que de los fines.

Para Orlando Núñez el fin revolucionario es cambiar el mundo, y para ello hay que

cambiar las instituciones y la ley. En una sus expresiones, afirmó: “la democracia

es un medio, no un fin”. Pudiera ser que se refiera a la democracia representativa

como sistema, porque decir que no es un fin “que el pueblo tenga el poder” parece

una contradicción con los mensajes del poder ciudadano del nuevo gobierno.

Orlando cree que las mayorías nunca estuvieron con el Frente. Tal vez se pudo

haber llegado a un 20% de apoyo o hasta el 40%, pero no más. Y es que, según

él, los sistemas no cambian rápido, y con el consenso nunca ha cambiado la

historia. Casi siempre ha sido por medio de la violencia. La ética se relaciona, en

su opinión, con el resultado exitoso. El error es cuando no se tuvo éxito. Por eso,

para él, aunque algunos puedan pensar que el error fue hacer la revolución, un

error real fue convocar a elecciones en 1990 sin tener la mayoría para ganarlas.

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La política es una guerra, y por lo tanto, sus reglas son iguales. En la guerra uno

debe contar con los soldados que tiene (o arar con los bueyes de los que se

dispone), dado que la revolución se hace con la gente y a la velocidad de la gente.

En esta misma dirección, queda justificado que, a veces, se ha de recurrir a la

autoridad y no a la razón y el fomento de la lealtad a tu bandera y a tus principios.

Ante esta guerra o combate político, Orlando destaca 3 virtudes principales: la

disciplina, creer en el liderazgo del FSLN y participar de la guerra contra el

adversario (Orlando Núñez, comunicación, 15 de junio, 2009). Llama la atención la

explicación espontánea de esas tres virtudes que, según él, debe tener la

militancia sandinista. Hay que dejar un margen a la duda de si, con una mayor

reflexión, él pudiera modificar o añadir algunas virtudes. Porque, de esta manera,

¿qué espacio queda aquí al espíritu crítico o al combate del pensamiento único?

¿El mismo que en la guerra?

Las explicaciones de Orlando se encuentran, a mi entender, más cerca del

relativismo ético (todo es válido) y del maquiavelismo (el fin justifica los medios

para conseguir, mantener y aumentar el poder) que de un humanismo. Podría

coincidir con él seguramente en que la lectura de los clásicos anarquistas también

debería servir como apoyo a la formación para la militancia sandinista. Pero por

todo lo hablado aquí, no estaría de más recomendar también la lectura de los

escritos del personalismo (de Mounier y otros), que trataban de compaginar la

revolución con el humanismo que establece que la persona es únicamente fin y

nunca medio. Y que establece que, en la política, se debe apuntar a los fines con

medios, no sólo buenos, sino verdaderamente proporcionados a su fin: “medios en

los que actúen auténticamente esa misma justicia que constituye la esencia del

bien común y esa misma santificación de la vida profana que se refiere a la

perfección del bien común” (Ayala, 2006) En esta misma línea, Ghandi afirmó:

“Los medios impuros desembocan en fines impuros”.

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5.6.3. Ética de la vida, organizativa y personal

El debate sobre si existe una izquierda en Nicaragua y cuál es el partido que la

representa lo zanja primeramente Houtart de la siguiente manera en su artículo:

“De hecho, no existen partidos realmente de izquierda en Nicaragua, pero el que

se acerca más a esta perspectiva es el Frente Sandinista” (Houtart, 2006).

El que más se acerca a la izquierda, para Houtart, es el FSLN, por su mayor lucha

contra el neoliberalismo (o primer nivel de ética) y su análisis de clase y a pesar de

la falta de ética de varios de sus dirigentes pasados y presentes y de las

contradicciones insoportables política y éticamente de algunas alianzas políticas

(en alusión al pacto y posiblemente a la alianza con el cardenal).

En primer lugar, aclara qué es la ética de la vida, que podría considerarse la

producción, la reproducción y el desarrollo de la vida humana, como es descrita

por Enrique Dussel. En este ámbito, Houtart reconoce que el sistema actual es un

factor de muerte y en Nicaragua sus efectos son dramáticos.

“Frente a un desarrollo espectacular de 15 a 20 por ciento de la población,

se ha creado una vulnerabilidad fuerte de la clase media y una extensión de

la miseria y de la pobreza en el campesinado y en las poblaciones urbanas

del sector informal. Es el conjunto del sistema neoliberal que construye este

modelo, no solamente su sistema económico, sino también político y

cultural. La lucha contra el neoliberalismo es el imperativo moral más

importante. Se trata del nivel ético que tiene que orientar todos los otros y

que constituye la base de cualquier izquierda” (Houtart, 2006).

La ética interna a los sistemas políticos (partidos) es un segundo nivel que tiene

también su importancia y él reconoce que la opinión popular es severa en esto.

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“La falta de ética política ha tenido un precio, tanto en Brasil como para el

Frente Sandinista en Nicaragua. Se trata, tanto de la organización

democrática interna como del rechazo de todas las prácticas de corrupción

o de alianzas que contradicen los principios. El tercer nivel es la ética

personal de los actores políticos. Hemos visto en muchos casos, y

particularmente en Nicaragua, que también esta ética importa y que el

precio político de su ausencia puede ser alto” (Houtart, 2006).

Para establecer que hay una posición de izquierda, cuentan los tres niveles de la

ética. Sin embargo, para Houtart, el primer nivel debe ser la base fundamental de

todo juicio político. “Los dos otros tienen que ser reivindicados de manera

permanente, pero en subordinación al primero” (Houtart, 2006).

Sobre el MRS, comenta que analizar la situación en términos de izquierda no

permite abandonar un análisis de clase. De hecho, para Houtart el MRS es, ante

todo, una iniciativa de clase media y media alta, con personajes de alto nivel

intelectual y moral, donde la dimensión ética inmediata predomina sobre lo

político.

Rebelión le dio el derecho a la réplica a Mónica Baltodano con un artículo, en el

que ella defiende la opción de la Alianza MRS. Insiste en la gravedad de aspectos

éticos organizativos y personales deficientes en el FSLN, pero también establece

dudas razonables a la ética de la vida apoyada por este partido con la prohibición

del aborto terapéutico. Pero además, afirma que la lucha contra el neoliberalismo

del FSLN está también en grave duda, dado el apoyo que éste dio a la aprobación

del tratado de comercio CAFTA en el Parlamento (Baltodano, 2006b).

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5.6.4. Irrespeto a la legalidad

En la tradición de la izquierda, e incluso del cristianismo, se ha recurrido a la

desobediencia civil. Ya Santo Tomás de Aquino, que no puede ser acusado de

revolucionario ni de teólogo de la liberación, expresaba que “toda ley injusta debe

ser desobedecida”. No decía sólo que podía ser desobedecida, sino que debía ser

desobedecida. ¿Cuáles pueden ser las razones o circunstancias que deben darse

para llevar adelante la desobediencia civil? Veamos cuáles pueden ser éstas.

“- La causa de la desobediencia debe ser “justa” y debidamente

argumentada. Como la definición de “causa justa” nos plantea problemas

de universalidad, tendremos al menos que coincidir en que la

desobediencia “porque sí” y la “rebeldía sin causa” no formaría parte de

esta desobediencia moral o cristiana. Por otro lado, a pesar de la dificultad

de definir lo que es una causa justa, su guía puede ser un buen criterio para

clasificar las problemáticas y desobediencias jerárquicamente según

nuestra concepción de justicia. De esa forma, parece una desobediencia

más justificada la referente al reclamo de condiciones mínimas para los

desheredados de la tierra que la protesta de jóvenes por el adelanto en el

horario de cierre de bares nocturnos en una ciudad cualquiera.

- El desobediente debe estar dispuesto a aceptar el castigo. La confianza

en la justicia de la causa que persigue el desobediente le da fuerzas para

enfrentarse con todo tipo de castigos y hasta con la muerte, con la

confianza en su menor o mayor contribución a la causa, tanto si no es

castigado como si lo es. Si “pensar duele”, también pueden doler las

consecuencias de acciones bien meditadas de desobediencia.

- Debe haber coherencia entre los medios y los fines. A primera vista, se

intuye que el secuestro, la tortura y el asesinato de personas inocentes

(respecto al asunto que se aborda) no son los medios más adecuados para

luchar por la libertad, la integridad o la vida plena” (Gómez, 2003).

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Sin embargo, lo curioso de la desobediencia del FSLN es que se hace desde el

poder y con la tranquilidad de la impunidad. En algunos casos el irrespeto a la ley

es evidente. Varias decenas de personas, entre ministros/as y embajadores, han

sido nombrados ilegalmente sin la aprobación de la Asamblea Nacional, al margen

de lo establecido por las últimas reformas constitucionales aprobadas por el propio

FSLN y el PLC en 2005 (para restarle poder al Gobierno de Bolaños y

“supuestamente” para impulsar una profundización del parlamentarismo en

Nicaragua). En el ámbito de las reformas tributarias, mientras el experto fiscal

Francisco Báez habla de numerosas inconstitucionalidades en las reformas

tributarias recientes, el mismo “cerebro” económico de los diputados del FSLN en

la asamblea, Wálmaro Gutiérrez, opinó que un decreto de Ortega sobre el cobro

en el Registro de la Propiedad Inmueble fue inconstitucional.

“En estos momentos hay una realidad jurídica, que es un Decreto

Presidencial donde se actualizan unos aranceles (y) si usted me pregunta

desde el punto de vista legal si fue una medida adecuada, desde el punto

de vista legal yo considero que no es una medida que se ajusta a la

constitucionalidad de este país … En base a la Constitución y al Código

Tributario, los aranceles son tasas, las tasas son tributos, y la única que

pueden legislar en materia tributaria es la Asamblea Nacional” (Silva, J. A.

& Jarquín, L., 2009).

Preguntado por segunda vez, Wálmaro afirmó que ya había dicho lo que pensaba

sobre el particular y dijo que no lo repetiría. ¿Será que cambió de opinión? ¿Será

que la Constitución no es demasiado importante para ser defendida? ¿O

simplemente que tiene prioridad lo que dice el Gobierno o la cúpula del FSLN, y

que esto se convierte en ley? También hay denuncias de irrespeto a la ley en las

actuaciones con funcionarios públicos: despidos improcedentes sin sus pagos

correspondientes en muchos casos, utilización del curriculum político o de avales

políticos para su selección, traslado “obligatorio” a movilizaciones del Gobierno o

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del partido, etc. Entre estas denuncias se encuentra curiosamente (por el tema

que nos centra) que se les impartan capacitaciones políticas a estos funcionarios.

“El director ejecutivo de Ética y Transparencia, Roberto Courtney, y la

vocera de la Coordinadora Civil, Luisa Molina, se pronunciaron ayer en

contra de las capacitaciones políticas que se les está impartiendo a los

trabajadores del Estado por órdenes directas de la primera dama Rosario

Murillo. Molina expresa que en parte no ve mal capacitar a la ciudadanía en

temas políticos sobre referéndum y plebiscito, el problema para ella es que

lo hacen en horario laboral. Interpreta el hecho como un irrespeto a la

gobernabilidad y a la institucionalidad del país” (Álvarez, L. & Córdoba, M.,

2009).

Muchísimas dudas sobre su legalidad se han sembrado con el tema de la

reelección de Ortega, tras la reforma o reinterpretación de la Constitución (según

una u otra versión), y tras uno de los últimos decretos del Presidente sobre las

reelecciones “de hecho” de altos funcionarios en el poder electoral y judicial

fundamentalmente, en este caso, a la espera de algún acuerdo en la Asamblea

Nacional para una nueva elección. El peor irrespeto parece el fraude electoral

municipal que, según informes de Ética y Transparencia, IPADE, la GTZ

(cooperación alemana) y la Unión Europea, pudo significar el cambio de alcalde en

aproximadamente 40 alcaldías del país, a favor del FSLN:

Hasta el propio hermano de Daniel Ortega, Humberto, hace afirmaciones sobre

estos temas francamente contradictorias con el discurso actual del FSLN:

“Humberto negó que el gobierno actual sea una ‘revolución’, cuestionó la

reelección, sugirió irregularidades fraudulentas en las elecciones

municipales, señaló como sano el cambio de autoridades en el Poder

Electoral y abogó por la tolerancia como único camino para el desarrollo de

Nicaragua” (Equipo Nitlapán-envio, 2009b).

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El irrespeto a la legalidad se niega la mayor parte de las veces por los miembros

del FSLN, pero también se explica desde un comportamiento que intenta superar

al actual sistema jurídico o como pasos hacia la revolución malinterpretados por la

oposición. Escuchemos de nuevo a Orlando Núñez, en una aguda observación, al

comienzo del nuevo Gobierno del 2007.

“La democracia no es un fin, es un medio. Pero también se transforma la

democracia … Tenemos que construir democráticamente otra

institucionalidad. Las leyes están hechas para acatarlas. Pero también para

cambiarlas. Además, las leyes no son la justicia. Las leyes hay que

acatarlas porque no nos queda de otra, pero si podemos cambiarlas, mejor.

¿Y la Constitución? La Constitución también expresa un tipo de sociedad,

pero si no estoy de acuerdo con ese tipo de sociedad, si es una sociedad

capitalista, tengo que buscar cómo cambiar la Constitución. Es necesario

que nos acostumbremos a la contradicción entre democracia y justicia

social, porque vamos a navegar en ella durante estos cinco años. Algunas

veces van a coincidir y muchas veces no” (Núñez, 2007).

Sin embargo, ¿será que Orlando piensa que el irrespeto a la legalidad de este

Gobierno actual se ha hecho para conseguir una mayor justicia social? En

entrevista con él no se abordó este tema particular. Sin embargo, da la impresión

de que un gobernante que no respeta la ley difícilmente puede convencer a la

ciudadanía de que la respete. Además, para Hombach, el exobispo de Granada, la

falta de voluntad para cumplir la ley de altos funcionarios sólo puede desembocar

en corrupción, la cual es considerada ahora superior a la corrupción institucional

de los tiempos de Somoza.

“El alto jerarca de la Iglesia Católica opinó que estos funcionarios a quienes

se les venció su período, son personas que consideran sus puestos de

trabajo como si fueran una finca propia que han comprado o que les han

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regalado, lo que para Hombach es negativo y profundiza la corrupción. El

obispo, incluso, consideró que los funcionarios actuales han superado la

corrupción institucional que había en los tiempos de Somoza. ‘Es muy malo

para la sociedad cuando ya no se respetan las leyes y las reglas del juego,

cuando dicen: yo tengo el poder, así que no necesito respetar leyes ni

Constitución. Esto lleva a una profunda corrupción’, dijo Hombach ayer,

después de entregar el cargo de obispo de Granada” (Álvarez, 2010)

Onofre Guevara ha sido uno de los escritores de la izquierda que, desde su

columna semanal en El Nuevo Diario, ha estado haciendo un llamamiento

permanente a la ética del FSLN, sin mucha respuesta. En su libro recopilatorio

Volver con el Frente marchito (Perfil del orteguismo) puede verse ese énfasis en la

ética. Recientemente, ha afirmado que cuando alguien delinque contra la

Constitución y las leyes, no cabe el diálogo con él, sino solamente la exigencia del

respeto de la ley.

“El enfrentamiento planteado en nuestro país, no es una justa deportiva ni

un enfrentamiento militar, sino en torno a problemas políticos creados por

violaciones del gobierno a la legalidad, y sobre eso no hay nada que

dialogar. El motivo de las contradicciones actuales es que un sector político

--el gobierno orteguista--, no respeta el orden establecido por la

Constitución Política, y los otros sectores que vuelven por el orden

constitucional exigen el respeto a la ley fundamental del país. Y eso no deja

espacio para dialogar, porque el respeto a la Constitución no es negociable.

Quien delinque contra las normas constitucionales no tiene ninguna razón

ni derecho de hacerlo, por lo tanto, no se le puede hacer la gracia de

ponerse a dialogar con él sobre sus violaciones a esas normas” (Guevara,

2010)

Según Pérez Baltodano se perdió la ética inicial en el FSLN. Pero esto, para él,

está relacionado con la debilidad teórica del pensamiento revolucionario:

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“La revolución sandinista fue un proyecto de cambio que, fundamentado en

una posición ética frente a la moralidad del somocismo, aprovechó y creó

circunstancias históricas materiales para alcanzar el poder. La ética a la

que hago referencia no fue una trasnochada ilusión idealista; fue una

posición normativa que fue capaz de mover a muchos hombres y mujeres a

vivir y morir, en las eternas palabras de Leonel Rugama, “como los santos”.

Los que no fuimos como ellos nos sentiremos, para siempre, en deuda con

nosotros mismos y con nuestro país.

El FSLN demostró que no se puede hacer una revolución sin un

pensamiento revolucionario capaz de identificar las limitaciones y

posibilidades históricas de un país como Nicaragua. También demostró que

no se puede construir una verdadera revolución, sin el sustento de una

ética capaz de contrarrestar las tentaciones del poder, y de construir

sentidos y aspiraciones colectivas. La debilidad teórica y la pobreza ética

del FSLN están íntimamente relacionadas” (Pérez, 2010).

Esta última frase toca de lleno el propósito de este acercamiento a la ética como

una temática fundamental para la formación política (académica y vital). Pasados

los años 80, cayó el telón, explotó La Piñata y el derrumbe ético llegó a más

aspectos. Y, según Pérez Baltodano, el FSLN, desde que olvidó a Rugama,

apostó al maquiavelismo.

“La ‘Revolución’ lo justificaba todo; lo sigue justificando, ahora bajo el

aberrante supuesto de que ella transita por su segunda fase. Esta

‘Revolución’ que identifican como ‘socialista, solidaria y cristiana’ justifica

hoy la prostitución de la ley, el desmantelamiento de las instituciones del

Estado, la represión abierta o disfrazada contra cualquier forma de

oposición, los ataques a la inteligencia como los sufridos por Alejandro

Serrano Caldera, y el enriquecimiento ilícito de los que se apegan a los

designios de una ‘Historia’ que habla a través de la pareja presidencial. ‘El

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fin justifica los medios’ ha sido el principio pragmático del FSLN desde que

olvidó a Rugama. No olvidemos lo que dice Bertrand Russell: ‘el

pragmatismo no es una filosofía; es una manera de vivir al margen de

cualquier filosofía’. Por vivir al margen de cualquier filosofía el FSLN hoy es,

políticamente hablando, nada” (Pérez Baltodano A., 2010).

Si hablamos de ética, hay que reconocer que Rosario Murillo y Daniel Ortega

hablan muchas veces de la conciencia.

“Porque estas luchas que libramos se sostienen desde la conciencia, se

consolidan desde la conciencia. Los logros materiales son importantes,

pero los logros materiales tienen que estar fundamentados en la conciencia.

Por eso cuando se dice que aquí no hay una Revolución, yo siempre

reflexiono, porque estamos en la obligación de reflexionar cuando nosotros

decimos y lanzamos la campaña, el lema, el eslogan de que la Revolución

está más viva que nunca en Nicaragua, es porque sabemos que una

Revolución no está únicamente vinculada a los logros materiales” (Lacayo,

2009).

De hecho, entre el discurso anterior de Rosario Murillo y el último del año 2010

sobre el día de la mujer trabajadora, se menciona 39 veces la palabra conciencia

(de menos de 8500 palabras del total de los dos discursos) y se insiste con

expresiones como: iluminar la conciencia, dar la batalla por la conciencia y tener

conciencia para librar batallas, habla de una conciencia, “cimentada en” y ligada a

valores de la revolución (transformación, soberanía, independencia, justicia,

derechos y deberes, Poder Ciudadano, conciencia responsable, social y solidaria).

No cabe duda: es importante hablar de la importancia de los valores y la

conciencia. Sin embargo, no basta sólo con hablar de la conciencia, sino que hay

que convencer y contagiar las conciencias con hechos y con el ejemplo.

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Tras las entrevistas y el material escrito analizado, quedan todavía varias dudas

por despejar. ¿Cuál es la posición oficial del FSLN sobre la concepción de la

ética? ¿La de Marx? ¿La de “los fines justifican los medios” de Ricardo Coronel

Kautz? ¿La postura de Orlando Núñez cercana al relativismo moral? ¿Ha

cambiado algo respecto de lo mantenido y vivido por Carlos Fonseca y la

militancia anterior a la década de los 80?

Cuando el Gobierno viola la ley, ¿eso responde a la búsqueda de la revolución y

de los cambios institucionales necesarios para ésta? ¿Responde a la

contradicción democracia-justicia social, planteada por Orlando Núñez?

¿Responde a una nueva teoría de la desobediencia civil “desde el poder”?

¿Responde a que “a veces no se guardan bien las formas” o simplemente a que

se copian esquemas pasados de los partidos tradicionales y los caudillos

históricos?

Aclarar estos interrogantes mediante el estudio, el debate y el diálogo abierto con

la militancia del FSLS, perseguir la corrupción y buscar mecanismos partidarios y

estatales para prevenirla y castigarla, demostrar que la ética y la conciencia son

importantes en la práctica vital de la dirigencia y de cada militante sandinista son

tareas que no debe eludir el FSLN en el futuro. Indudablemente, un determinado

tipo de formación política podría ayudar a ello.

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6. Las experiencias vitales como formación política Carlos Fonseca Terán afirmó espontáneamente en su entrevista, sin citar a nadie:

“La mejor escuela es la lucha. Y la conciencia nace de la lucha”. En la escuela de

la vida se aprende de muchas maneras diferentes. Pero no cabe duda de que las

buenas compañías, el sacrificio, el dolor y el error son posibilidades de aprendizaje

para quien sabe ver la oportunidad de aprender en ellas.

6.1. La ética del ejemplo

No sólo aprendemos por medio de los libros. Cuando nos encontramos con una

persona realmente valiosa, valiente y entregada a una causa, no dejamos de

aprender a su lado. El ejemplo de las personas que nos rodean tiene, entonces,

una gran importancia en la formación (Mónica Baltodano, comunicación, 9 de

septiembre, 2008).

La ética y la formación no pueden darse sin estar en contacto con la realidad y con

el pueblo (Baltodano, 2005a). Carlos Fonseca tenía claro el objetivo de sumar

cada vez más nicaragüenses del pueblo a la lucha y esta suma sólo se

conseguiría siendo ejemplo. “El soldado revolucionario se ganará la confianza del

campesinado dándole pruebas de sinceridad y honradez porque esto es más

convincente que la más ardorosa proclama. El pueblo sólo nos creerá por la fuerza

de nuestro ejemplo” (Baltodano, 2005a)

Por eso, la militancia del FSLN del primer período no sólo debía ser ejemplar sino

que se debían buscar nuevos militantes desde ese criterio de la ejemplaridad.

Había que mirar con cierta lupa a la persona seleccionada y darle seguimiento,

para que también tuvieran, al menos en potencia, los valores requeridos para ser

revolucionarios. En alguna ocasión, Fonseca se dirige a los dirigentes

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revolucionarios para no aceptar a todos los que quieren, sino solamente a aquéllos

que tengan “cualidades humanas especiales” (Fonseca, 2006).

Henry Ruiz lo expresó de otra manera. Ante la pregunta, ¿cuál es la solución que

se encuentra para organizaciones, como la del FSLN, en la que no todos los

integrantes tienen una sola ideología? El comandante Henry Ruiz proporciona la

solución: "Si se trataba de un hombre honesto nosotros lo contactábamos"

(González, 1983). Así lo escribe él en una obrita titulada ‘La montaña era como un

crisol donde se forjaban los mejores cuadros’. Así, nuevamente, se le da a la

moral y a la coherencia, un valor político y revolucionario muy significativo

(González, 1983).

En su escrito sobre las experiencias de formación de cuadros, Mónica Baltodano

se refiere a que los militantes revolucionarios debían llenar las siguientes

exigencias:

“1. Amor por el pueblo, es decir, desarrollar la capacidad de sentir y

compartir los sufrimientos del pueblo.

2. Ser capaces de forjar una nueva ética. La conducta personal del militante

debe ser ejemplar. Su mejor argumento para persuadir al pueblo tiene que

ser la fuerza de su ejemplaridad, su franqueza, su humildad, la ausencia de

vanidad y la capacidad de reconocer sus errores.

3. La valentía y la audacia no son suficientes. Necesita apropiarse la

sabiduría. El militante tiene que dedicar parte de su tiempo al estudio. No

puede enseñar ni aprender del pueblo si no se capacita. Tiene que estar

dotado de una visión crítica del mundo y ser un conocedor de la historia de

su propio pueblo. Estar atento además a aprender de las luchas de los

otros pueblos del mundo.

4. El militante debe ser un organizador y saber distinguir de entre la multitud

a los mejores.

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5. La disciplina y lealtad con la causa deben acompañarle siempre y su

capacidad de sacrificio sin límites” (Baltodano, 2005a).

La realización (tanto en los 70 como en los 80) de la crítica y autocrítica,

procedimiento que hunde sus raíces en escritos de Marx y Lenin, se hacía en

función de este ideal ético que debía vivir el militante. La crítica y la autocrítica se

llevan a cabo por medio de reuniones donde cada uno de los asistentes reconocía

sus “fallas” (Mónica Baltodano, 9 de septiembre, 2008). Casi todas las personas

reconocían algo que no se había hecho bien (la autocrítica) y luego los demás

complementaban esas críticas (crítica).

La circunstancia de la clandestinidad hacía que la formación fuera más intensa y

más útil y que se vinculara la teoría con la práctica cotidiana, como en el caso

anteriormente citado de la crítica y la autocrítica, a diferencia de la orientación

manualesca de otros partidos nicas (Fredy Franco, comunicación, 7 de mayo,

2009) Los viajes por otros países, conociendo gentes, culturas y experiencias

revolucionarias diferentes también contribuyeron innegablemente al aprendizaje

personal (Leticia Herrera, comunicación, 31 de mayo, 2009).

¿Qué es más grave: perder unas elecciones o perder la moral? Fernando

Cardenal lo tiene claro, porque él entró al FSLN motivado por la alta moral que

encontró en sus filas y en los jóvenes que lo acompañaron. “La gran tragedia no

fue perder las elecciones. Para mí la gran tragedia fue que se perdiera la moral,

fue la piñata, fue la corrupción” (Cardenal, 2008b, p. 237).

Se perdió la moral, y Fernando Cardenal siente que los jóvenes de hoy en día no

están protagonizando la historia, como lo hicieron aquellos jóvenes cristianos y

sandinistas con los que convivió. Pero aun así, no pierde la esperanza en la

generosidad de los jóvenes, que necesitan en su opinión dos elementos para

volver a ser sujetos de la historia: que la sociedad ofrezca una causa grande y

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justa, y que al frente de esa causa estén personas con credibilidad y autoridad

moral (Cardenal, 2008b, p. 269)

6.2. La montaña: crisol de los mejores cuadros

Ya se mencionó con anterioridad la obra de Henry Ruiz en la que me baso para

plantear este título. La montaña es un lugar que evoca las gestas de Sandino y la

escuela de vida que fue para él y sus hombres. El dolor y el temor que vivieron sus

soldados posibilitaron que pudieran elevar su espíritu hacia sus nobles ideales y

objetivos.

“… hablándoles muchas veces (a los soldados) sobre los ideales de la

justicia y sobre nuestro destino, inculcándoles la idea de que todos somos

hermanos. Sobre todo cuando el cuerpo desfallece es cuando he procurado

elevar su espíritu. A veces hasta los más valientes decaen. Es necesario

conocerlos, seleccionarlos. Y alejar el temor, haciéndoles ver que la muerte

es un ligero dolor, un tránsito. Pero esas ideas se asimilan por

compenetración; sí, estamos compenetrados de nuestra misión, y por eso

mis ideas y hasta mi voz puede ir a ellos más directamente. El magnetismo

de un pensamiento se trasmite. Las ondas fluyen y son copadas por

aquellos que están dispuestos a entenderlas” (Selser, 1984a, p. 161).

Carlos Fonseca se expresa más directamente sobre la montaña como escuela de

formación acelerada que pone a prueba la calidad humana y moral de los

militantes, por la dureza que allá se vive.

“La montaña puede hacer posible la formación acelerada de cierta cantidad

de cuadros y militantes. Esta formación tiene que estar respaldada por

cursillos que permitan una formación dirigida, y que no sólo sean la práctica

y la espontaneidad las que permitan la capacitación de nuestros cuadros.

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La montaña ofrece la ventaja de que la dureza material pone a prueba en

cosa de días la calidad humana y revolucionaria del combatiente, cosa que

en la ciudad requiere un tiempo mucho más largo. Además la montaña

permite consolidar la calidad revolucionaria y moral de quienes la tienen”

(Fonseca, 2006, p. 208)

Hay quien dice que a quien sufre se le abren dos posibilidades: no superar ese

sufrimiento y caer en la frustración o la depresión, o aprender profundamente de la

experiencia. Tras superar esas experiencias de sufrimiento, se puede llegar a

afirmar que el sufrimiento es la gran escuela del aprendizaje humano. La vida en

la montaña y en los campamentos de la guerrilla rural fue absolutamente terrible y

dura. “Por eso se considera que fue una escuela de formación” (Baltodano, 2003).

Guillermo Cabiztán recuerda que, antes de 1979, se hablaba mucho de la

importancia de los procesos de proletarización. Por medio de ese proceso se

trataba de saltar los obstáculos pequeño-burgueses y vincularse de alguna

manera con la gente pobre (dormir en el suelo, comer como pobres, dejar las

comodidades, etc.). Acostumbrarse a las penurias con las que convivía la mayor

parte del pueblo era parte de ese aprendizaje y de esa proletarización, que estaba

relacionado con una cualidad fundamental del revolucionario, como era estar en

contacto con el pueblo.

La proletarización trata no sólo (literalmente) de la identificación ideológica con los

intereses del proletariado, sino de adoptar por parte del militante el espíritu de vida

del proletariado: laboriosidad, modestia, abnegación, franqueza. El contacto con

los problemas de la gente y la identificación con sus dolores y padecimientos es

una de las escuelas más apreciadas por los revolucionarios. Una de las tareas del

militante revolucionario es acompañar al pueblo en la interpretación de las causas

de sus problemas, en conocer los datos históricos que permitan desentrañar la

raíz de la explotación, para llegar finalmente al compromiso y a la acción

(Guillermo Cabiztán, comunicación, 18 de junio, 2008).

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La mística ha sido una de las palabras más utilizadas por el sandinismo, hasta la

actualidad. Esta mística implica una entrega a una causa casi religiosa, capaz de

los mayores sacrificios y encarnadora de los valores más elevados. Tal vez, no por

casualidad, en los grandes autores místicos de hace siglos la ascética (similar al

sacrificio o sufrimiento) era una etapa que precedía a la mística.

“Como los santos se titula un poema de Leonel Rugama. En él cuenta las

hazañas de los héroes de América, colocándolas a la par de las de los

primeros sandinistas. El escritor Sergio Ramírez señala que esos primeros

combatientes vivieron con una mística sin fisuras, con un sentido de

tránsito, de provisionalidad respecto a la propia vida, y para eso se requería

una convicción casi religiosa. El sacrificio hacía posible abrir las puertas del

paraíso, pero un paraíso para otros, en la tierra. No se llegaría a divisar, ni

de lejos, la tierra prometida. Pero había que vivir como los santos” (Rocha,

2004).

6.3. Aprender de los errores

En sus escritos, Fonseca reconoce que puede haber errores en la práctica

guerrillera y revolucionaria, pero resalta siempre la importancia de la vida

guerrillera y sus privaciones para los cuadros. Un error es centrarse sólo en el

trabajo insurreccional y abandonar otras formas de lucha campesina, estudiantil y

obrera. Y otro error, para Carlos Fonseca, es confiar que algunos cuadros puedan

trabajar entre las masas estudiantiles, sin haber experimentado las privaciones de

la vida guerrillera. Sin esto, no se cuenta para él con la firmeza y disciplina

necesarias (Fonseca, 2006, p. 157)

Fonseca escribió que su primera experiencia guerrillera fue un fracaso y una

masacre, como él la describió. Le dejó “enseñanzas que no es posible aprender ni

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en mil volúmenes y ni con cien maestros” (Zimmerman, 2003, p. 73). La principal

lección se centraba en la importancia del liderazgo requerido para una revolución

exitosa, debido a la suposición de que la emboscada se debió a la traición del

comandante de aquella expedición (El Chaparral, junio 1959) en Honduras

(Zimmerman, 2003, p. 73). Y no es lo mismo reprobar un examen por cometer un

error que perder la vida por un error. Pero los errores en la guerrilla cuestan vidas,

tal como lo cuenta Víctor Tirado:

“ (Carlos Fonseca) Señaló que no había que iniciar ninguna acción

guerrillera sin contar antes con bases de apoyo campesino y con algún

respaldo en las ciudades. Esta noción es tan sencilla, esta verdad tan

elemental no fue tenida en cuenta y ésa fue la causa del fondo del revés

que sufrimos en Bocay. Es cierto: era un momento de búsqueda, de

aprendizaje y teníamos que experimentar en carne propia para poder

aprender la lección” (Tirado, 1982, p. 32).

Pero no sólo se puede aprender de los propios errores sino también de las

experiencias revolucionarias de otros países. Por ello, siempre habría de contar

con la “posibilidad de acceso a la rica experiencia práctica y teórica que se

desprende del combate de los pueblos contra el capitalismo y el imperialismo”.

Hay que aprovechar esas experiencias y no ser ignorantes. “Esa ignorancia nos

expone a cometer inclusive errores ante problemas elementales, ya no digamos

ante problemas más profundos” (Fonseca, 2006, p. 194).

¿Y cuáles fueron los errores durante la década de los 80? Tras narrar Mauricio la

experiencia de la escuela de cuadros en zonas de guerra, donde un gran número

de campesinos (que debían ser destinatarios privilegiados de la revolución) se

fueron a luchar con la contra, queda la duda de qué es lo que pasó ahí y por qué

los cuadros del FSLN no se dieron cuenta antes de la importancia y las causas

que motivaban a los campesinos a tomar las armas en contra de la revolución.

Mauricio Zúñiga fue capaz de expresar al respecto: "Trabajar con los elementos de

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la cultura campesina: tal vez se hizo poco y tarde" (comunicación, 8 de

septiembre, 2008).

Mónica Baltodano se refiere a la reunión de El Crucero (1990), cuya proclama se

publicó en la revista Envío, como un momento de reflexión importante donde se

trató de pensar el futuro, mirando también hace el pasado y los posibles errores

del FSLN, bastantes de los cuales dan respuesta a alguno de los fracasos del

Frente, por ejemplo, con el campesinado o con la población de la costa Caribe.

“2.- Es indispensable señalar que hubo a lo largo de estos años políticas y

situaciones objetivas que tendieron a alejar a algunos sectores sociales de

la Revolución Sandinista. Sin agotar el tema, mencionaremos los

siguientes:.

a) La política estatizante alrededor del APP, que en la primera fase llevó a

la afectación indiscriminada de productores privados grandes, medianos, e

incluso algunos pequeños, aunque se fue corrigiendo ya había provocado

efectos negativos.

b) La compra forzosa de granos básicos a precios oficiales y su

implementación por medio de tranques para quitarle sus productos a los

campesinos, con lo que pretendíamos mejorar el abastecimiento urbano.

c) La lucha contra especulación, que se expresó en hostilidad general,

contra los comerciantes, quienes reaccionaron en términos políticos de

manera negativa.

d) La venta de productos racionados con tarjeta, que se introdujo para

defender el salario real de los trabajadores, y que resultó irritante y

desfavorable para el sector informal de la economía.

e) El enfrentamiento con la jerarquía católica y algunas Iglesias

protestantes, que llevaban campañas antisandinistas en zonas alejadas del

campo y en sectores marginales de la ciudad afectó la imagen del FSLN, a

pesar de la participación de cristianos, católicos y protestantes, a favor de la

revolución.

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f) Abusos y atropellos por parte de soldados y oficiales del EPS y el MINT,

así como por funcionarios de gobierno y dirigentes del FSLN, que dividieron

al campesinado. En este sentido, las sanciones y otras medidas correctivas

fueron tardías y no pudieron prevenir sus consecuencias negativas.

g) El desconocimiento de las realidades de los pueblos indígenas de la

Costa Atlántica y los errores se derivaron, lo que dio lugar a una aguda

crisis política en esa Región. La solución que implementamos para estos

problemas no modificó, en lo fundamental, la actitud de los indígenas hacia

nuestro Gobierno, como quedó demostrado en las pasadas elecciones.

Nuestra práctica partidista debe desprenderse de los estilos impositivos que

tienden a reducir o anular la iniciativa y la creatividad de las bases. Los

fenómenos negativos que se desprenden son, entre otros:

a) El autoritarismo.

b) La falta de sensibilidad ante los planteamientos e inquietudes de las

bases.

c) El amordazamiento de la crítica.

d) Los estilos burocráticos de dirección y la imposición de dirigentes y

esquemas organizativos” (Equipo Envío, 1990).

Los errores suelen ser el puente que media entre la inexperiencia y la sabiduría

(Phyllis Theroux). El menosprecio de la ley en la revolución trajo muchos

problemas a muchos pobladores que no tuvieron su título de propiedad en regla, a

muchos beneficiarios de la reforma agraria, a muchos cooperativistas, etc.

“En 1988 nos visitó en Barcelona un compañero sandinista, de Managua,

en representación del equipo nacional de las comunidades eclesiales de

base de Nicaragua. Buscaba compartir experiencias con el Comité Oscar

Romero de Barcelona, al que yo pertenecía. Le pregunté: “¿En Nicaragua

ustedes necesitan abogados?” Me contestó: “¡Para nada necesitamos en

Nicaragua abogados!” “¿Y necesitan teólogas?”, le dije. “¡Ah, sí, eso sí!”,

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me respondió. Sólo años después entendí por qué no “necesitaban”

abogados: era la mentalidad de la revolución, se menospreciaba la ley”

(Dolores Gómez, 2003).

Mónica Baltodano cree que este irrespeto del ordenamiento jurídico se mantiene y

parece ya convertirse en una constante del sandinismo. ¿Cuáles serán ahora las

consecuencias de este menosprecio a la ley? ¿Quién se beneficiará y quién saldrá

perjudicado? En los 80 se menospreció el problema de la propiedad trajo

perdedores y ganadores (véase la piñata). Pero parece que no se aprendió de los

errores. No hay análisis autocrítico y se repiten los errores (Mónica Baltodano,

comunicación, 9 de septiembre, 2008).

El principio de legalidad era una de las herramientas que el bufete Boris Vega

pretendió usar para defender a los pobres en la época de cambios y

neoliberalismo que llegó a Nicaragua en 1990. Y todavía podría ser invocado. Este

principio, según Dolores:

“Es un principio básico de legalidad recogido en la Constitución, es una de

las ’reglas del juego’, que un funcionario público no puede hacer nada,

absolutamente nada, que una ley no le autorice. Para el ciudadano, el

principio de legalidad es al revés: ningún ciudadano está impedido de hacer

lo que la ley no prohíba ni obligado a hacer lo que la ley no mande. En

Nicaragua esto ni se conoce ni se aplica (Gómez D., 2003).

Víctor Tirado reconoce varios errores que condujeron a la derrota del proyecto

sandinista en 1990: expropiaciones y confiscaciones a pequeños productores y

comerciantes que provocaron una crisis en la producción, condonaciones de

deudas con más créditos, los comportamientos del sandinismo que empujaron a

sectores de la población rural (entre 20 y 30 mil combatientes) a la resistencia, el

haberse situado solamente en el campo socialista (Cuba, Unión Soviética) y a

medida que esto avanzó se dieron más razones a la intervención norteamericana

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(Kruijt, 2009, p. 193, p. 211). Hay quien cree que colaborar con armas con la

guerrilla salvadoreña fue otra de las causas de la consolidación de la intervención

de los Estados Unidos. Tirado concluye de forma pesimista sobre la falta de

reflexión: “Yo no soy ajeno a un análisis de nuestros errores … Pero nunca se

estudió en el Frente Sandinista el porqué de la derrota del proyecto sandinista”

(Kruijt, 2009, pp. 211-212). También Tomás Borge coincide en que la revolución

cometió bastantes errores y añade que perder el poder les hizo más conscientes

de los errores.

“¡Tantos errores cometidos, jodido! ¡No sé cómo estábamos tan ciegos!

Castro nos aconsejó que elimináramos el Servicio Militar. Nos aconsejó

adelantar las elecciones al año de haber botado a Somoza, no lo hicimos y

esperamos hasta 1984 … Hubo otros consejos, otras sugerencias en

materia económica, un montón de cosas que ellos habían hecho en Cuba y

les habían salido mal, y nosotros las repetíamos en Nicaragua … Y así nos

llegó la derrota electoral de 1990 y fue una gran lección moral. Fue un golpe

a la arrogancia. Incluso muchos compartimos que si hubiéramos ganado, la

soberbia nos hubiera regresado quizás a cometer los mismos errores, y tal

vez lo positivo, a la larga e históricamente, estratégicamente, fue perder el

poder para darnos cuenta de los errores” (Borge, 2009)

Pero no hace falta esperar a la pérdida de unas elecciones para darse cuenta.

Pueden irse estudiando los errores del pasado y del presente, en las escuelas de

cuadros o en los debates partidarios, para ver cómo se pueden ir superando. No

puedo concluir aquí que en el FSLN o en otros partidos sandinistas la militancia

sandinista haya aprendido más o menos de los errores personales y partidarios,

pues hay posiciones encontradas al respecto. Solamente puedo decir que habrá

que poner atención a no “arreglar” uno sustituyéndolo por otro. Por ejemplo,

mejorar la relación con el empresariado (al que Daniel Ortega llamó el “mejor

CPC” en octubre de 2007) a cambio de no ser “radical” en la práctica y en la

propuesta de una reforma tributaria necesaria que acabe con la regresividad

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injusta del sistema actual. Por otro lado, mediante la introspección personal, puedo

afirmar por experiencia que revisar nuestros aciertos y errores del pasado (los más

y los menos importantes) ilumina nuestro presente y futuro.

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7. Otros ámbitos de formación política externos al FSLN No sólo se puede adoptar la identidad sandinista o asumir el ideario y la ética

sandinista por medio de la intermediación del FSLN o del partido correspondiente.

También existen otros agentes de socialización que han podido influir en los

militantes sandinistas, ya sea a la hora de tomar la opción de unirse al movimiento

o partido sandinista o en el proceso posterior a dicha opción.

Por tanto, estamos aquí ante algunas otras posibilidades de influencia social, que

fueron exploradas en las entrevistas con los informantes clave. La socialización

puede definirse como un proceso de interacción entre la sociedad y el individuo,

por medio del cual se interiorizan las pautas, costumbres y valores compartidos

por la mayoría de los integrantes de la comunidad u organización, se integra la

persona en el grupo y recibe la influencia de la cultura, de modo que se afirma el

desarrollo de la personalidad.

La socialización tiene el doble propósito, desde esta definición, de interiorización

del individuo de diversos elementos de la sociedad o del grupo y de ayuda al

desarrollo de la personalidad. Ambos objetivos deben cumplirse en un verdadero

proceso de formación política y no deben ser excluyentes. Si alguien tuviera que

dejar de ser él mismo (renunciando a principios básicos) para convertirse en

sandinista no estaríamos hablando de una educación liberadora, que trata de

sacar lo que tiene cada uno desde su interior y no inculcar desde fuera.

La clasificación más extendida de los agentes de socialización es la que abarca la

familia, los grupos de iguales, el sistema educativo y los medios de comunicación.

En este sentido, la mayoría de las personas con las que se conversó al respecto

no mencionan en detalle demasiados agentes de socialización que no fuera el

mismo partido, salvo algunos casos. Se esperaba una mayor profundización por

parte de los entrevistados sobre este tema pero las respuestas no fueron más allá

de lo que se transcribirá más adelante.

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7.1. Familia

Pocos entrevistados mencionan a la familia como un agente de influencia clave

para entrar a la formación política. Sin embargo, se reconoce a ésta como un

núcleo importante de apoyo para involucrarse en las diferentes capacitaciones o

actividades relacionadas con la formación, o al mismo interés de vincularse con el

proceso revolucionario, ya sea por la misma situación de la dictadura somocista o

por otras circunstancias de las etapas posteriores.

Entre las personas que tuvieron un aporte crucial de su familia para unirse al

Frente Sandinista se encuentra Doris Tijerino, que declara la influencia de su

madre en su proceso revolucionario de concienciación. Su madre tenía

conocimiento de la literatura marxista y conocía a Rodolfo Solari, fundador del

Partido Comunista en Chile. Su madre fue quien le explicó que Sandino no era un

bandolero y pudo acceder a una nueva visión sobre la vida e ideario de Sandino a

través de los extractos literales de Sandino contenidos en el libro El verdadero

calvario de Las Segovias. Un libro de alto contenido social que marcó la juventud

de Doris Tijerino fue La Madre (Gorki), que le fue regalado por su madre para sus

15 años. También destacó haber conocido a Carlos Fonseca prácticamente desde

su infancia.

En el caso de Leticia Herrera, ella hace una reseña de cómo su formación política

proviene del ámbito familiar. Por ejemplo, menciona que su padre era un dirigente

sindical y estaba involucrado con la lucha obrera, tanto en Nicaragua como en

Costa Rica, por lo que llegó a conocer a altos dirigentes del Partido Comunista de

Costa Rica. Su casa fue un trasiego de personas, armas, documentos y un punto

de encuentro entre los jóvenes revolucionarios para preparar la lucha. El propio

Carlos Fonseca era amigo de su padre y visitó su casa. Su padre tenía un taller de

zapatería, y la venta de zapatos le facilitaba viajar por todo el país para conocer

mejor la realidad y desarrollar otro tipo de actividades.

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7.2. Sistema educativo En lo que respecta al sistema educativo formal (Primaria y Secundaria) no se

reconoce como un agente directo y ni siquiera hay alusiones a maestras o

maestros concretos. Mención aparte merece la universidad, que sí tuvo una cierta

influencia notable en el análisis de la realidad social, política y económica. En la

universidad, y gracias a la autonomía, el alumnado pudo promover la organización

de movimientos juveniles para la defensa de la autonomía universitaria o para

otros objetivos de oposición política. En los grupos universitarios se formaban a la

luz de los acontecimientos sociopolíticos y ahí germinaron los grupos de jóvenes

que se involucraron con la revolución. En estos grupos se concentra la influencia

en la formación política, no partidaria, de la mayoría de los entrevistados.

Al respecto, Doris Tijerino menciona que ya en 1959 existía la primera

organización de jóvenes, que se llamaba Juventud Patriótica Nicaragüense. En

esta organización ya se hablaba de Sandino, de la bandera rojinegra y de la

solidaridad con Cuba. También se formó el movimiento estudiantil Frente

Estudiantil Revolucionario (FER) que llamaba a la oposición política y tuvo

convocatoria para las luchas dentro de la universidad. Con sus acciones podían

influir en el pensum, los textos, y la misma autonomía universitaria, ya que

tuvieron capacidad de propuesta, universitaria y política (Doris Tijerino,

comunicación, 24 de septiembre, 2008).

Puede decirse que la universidad nicaragüense se ha comportado como un

espacio de diálogo y de reflexión sobre la injusticia social del sistema político. Al

respecto se señala lo siguiente: “Aun dentro de un ambiente elitista y represivo la

universidad ha sido germen de disconformidad y cuestionamiento del sistema

político cuando éste basado en intereses de escasas minorías asumía a la

población mayoritaria en la miseria y la explotación” (Equipo Envío, 1986).

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Esta fuente anterior también señala que “la influencia de la universidad en los

procesos revolucionarios de América latina es innegable, ya que existía un cierto

margen de legalidad y libertad que permitía el trabajo concientizador en el espacio

de libertad que existía”. Rothschuh menciona que en Nicaragua “la universidad, en

muchos momentos, era el único espacio de crítica, el único espacio en el que la

represión era cuestionada en conjunto por autoridades y alumnos” (Rothschuh,

2010). De ahí se puede derivar una cierta participación o colaboración con el

proceso de formación política del alumnado universitario.

De estos espacios, alumnos y algunas veces maestros se involucraron en

actividades de dirección en las organizaciones juveniles internas de las

universidades y desde ahí se desarrollaban jornadas políticas. Por ejemplo, en la

revista Envío (1986) se hace referencia a los miembros jóvenes de ese entonces

que estuvieron dirigiendo este tipo de procesos, y ahora algunos son personajes

públicos actuales: “En la UNAN resulta electo Edgard Munguía como presidente

del CUUN y Bayardo Arce como vicepresidente. Es la primera ocasión que el FER

gana las elecciones y propicia un acercamiento orgánico con el CEUUCA a través

de Arce y William Ramírez” (Equipo Envío, 1986).

En la Universidad de los años 70, y sobre todo en 1979, había debates y

participación abierta. Por haberse declarado autónoma, el régimen no se podía

inmiscuir. Diferentes eventos de debate político del FER y del Movimiento

Cristiano Revolucionario (MCR) se produjeron en la Universidad, los cuales podían

ser desde una charla hasta una discusión sobre un texto (por ejemplo, las 4 tesis

de Mao) (Dora M. Téllez, comunicación, 30 de julio, 2008).

7.3. Grupos de pares Los grupos de pares como agente de socialización responden a un proceso de

aprendizaje de un individuo en sus diferentes etapas de vida, dentro de un grupo

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de amigos o entre iguales, que se vive con una especial fuerza en los años de la

adolescencia y la juventud.

El grupo de personas entrevistadas no profundizó en este agente socializador,

pues la mayoría refirió su experiencia de formación política a partir de la juventud y

pocos mencionaron sus vivencias en la niñez y adolescencia. Ya se mencionaron

las experiencia de los jóvenes dentro de las universidades, comprometidos y

participando en organizaciones juveniles para actuar contra el régimen somocista.

También podrían citarse los grupos cristianos, muy ligados al ámbito universitario,

como aquéllos de los que habla Fernando Cardenal en sus memorias. Se puede

decir que los grupos afines fueron importantes dentro del proceso de socialización,

en la medida en que constituyeron un espacio previo de estos jóvenes para su

compromiso final con el FSLN.

7.4. Medios de comunicación El papel que juegan los medios de comunicación escritos o audiovisuales es

central dentro de los procesos de socialización en las diferentes etapas de

formación del individuo. Y según van avanzando los cambios y mejoras de estos

medios, de manera acelerada, mayor influencia pueden tener sobre la población.

Las personas entrevistadas dieron valoraciones sobre el papel de los medios de

comunicación en la formación y el pensamiento político, fundamentalmente de los

simpatizantes del FSLN. La mayoría considera que no les aportó mucho a su

formación, sino que en general estos medios han sido utilizados como medio de

propaganda del partido y para dar seguimiento a las actividades de los principales

líderes y al proyecto revolucionario de la época de los 80. En los años de la

revolución los medios afines al FSLN también transmitían mensajes familiares en

tiempos de guerra, o ponían en cadena los mensajes del presidente (De cara al

Pueblo). En el caso del diario Barricada se hacía periodismo partidario y se

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practicaba la censura, tal como lo reconoce su exdirector Carlos Fernando

Chamorro. Se dio una guerra mediática entre los medios afines al gobierno y los

de oposición.

En una entrevista a Carlos Fernando Chamorro, éste hace una valoración del tipo

de papel que jugaron los medios de comunicación y el periodismo partidario,

principalmente del diario Barricada del que fue su director.

“Yo tuve una responsabilidad en la revolución, asumo completamente mi

responsabilidad como director de Barricada, lo bueno y lo malo del ejercicio

del periodismo partidario, sandinista, en esa época. Igualmente mis

responsabilidades como director del Departamento de Propaganda del

FSLN por varios años. Era una época muy difícil. En primer lugar era una

época revolucionaria, donde lo que estaba en juego era un proyecto de

transformación de esta sociedad, que yo apoyaba plenamente. En ese

contexto lo que ocurrió con los medios de comunicación se tradujo en una

situación de polarización total, donde habían dos bandos completamente

definidos. Vivimos una situación de guerra, de agresión y guerra civil, las

dos combinadas en una sola expresión. Se estableció el estado de

emergencia que impuso restricciones a la información, cuya lógica inicial

tenía que ver con informaciones con la defensa del país, pero hubo una

censura de carácter ideológico. Yo, en lo personal, no era censor, no

administraba la censura. En todo caso administraba la política del FSLN

para los medios de comunicación sandinista” (Maldonado, 2009).

Dora María Téllez menciona sobre los medios que, antes de 1979, “la prensa

influía en la formación de la opinión (antisomocista)”. En los 80, nos encontramos

con Guadamuz, que tenía una audiencia tremenda, aún con críticas al gobierno

sandinista, pero sin ninguna crítica a Daniel Ortega (Julio López, comunicación, 4

de agosto, 2008).

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Para Mónica Baltodano, la Radio Sandino, después de los años 90, se hizo

comercial para mantenerse, y no se dedicó a la formación u orientación política.

Ahora, las radios afines al gobierno le dan más importancia a lo que dice o hace

Daniel Ortega (comunicación, 29 de septiembre, 2008).

No dio para mucho más la opinión de las personas entrevistadas, aunque es

evidente que para el objetivo de la investigación (en este caso, la formación

sandinista a través de los medios) sería más adecuado el punto de vista del

sandinista o no sandinista “de a pie” para ver si escucha, ve o lee los diferentes

medios de comunicación (en el pasado o en el presente) impulsados desde el

FSLN o el sandinismo, y para ver cómo es su visión sobre ellos.

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8. Utilidad de la formación política

Las empresas más poderosas del mundo gastan enormes cantidades (millones y

millones de dólares anuales) en la formación de su personal. Evidentemente no lo

hacen fundamentalmente con un afán filantrópico o desinteresado, aunque en

algunas empresas puede que sea así o que al menos sea expresado así. De igual

manera que con el dinero que dedican a la publicidad, esperan que lo invertido en

formación se pueda recuperar, con un mejor desempeño del personal y, en última

instancia, con mayores beneficios. Hace tiempo que la educación ya dejó de ser

considerada como un gasto para ser concebida más como inversión, aunque hay

quien todavía no se ha enterado o no se ha querido enterar…

¿Cómo se ha entendido y se entiende esta inversión en formación de la militancia

dentro de los partidos políticos, y más concretamente dentro del FSLN u otros

partidos sandinistas? ¿Para qué sirve la formación política de la militancia de un

partido? ¿Realmente sirvió? ¿Merecieron la pena los esfuerzos y recursos

materiales y humanos invertidos para los resultados finales de la misma?

¿Salieron “aprobados” los alumnos y alumnas al final del proceso? Y el FSLN,

como tal, ¿recibiría un aprobado por la estrategia planteada en esta dirección y

por los resultados conseguidos? En el caso de la formación política sandinista,

queda claro que no fue planteada para “maximizar los beneficios”, como puede

orientarse desde una empresa. Pero se planteó con determinados objetivos.

Recopilando las respuestas sobre la utilidad de la formación política sandinista,

podrían éstas unificarse en seis grandes apartados o líneas de utilidad que he

tratado de caracterizar a continuación.

A. Preparación para cargos y responsabilidades gubernamentales o partidarias. Cuando el FSLN llega al poder, cuenta con un número de militantes

jóvenes muy reducido. Muchos de ellos incluso habían abandonado la universidad

o el ámbito profesional al que se dedicaban para unirse a la guerrilla o a las

actividades clandestinas del FSLN. En resumidas cuentas, no tenía gente

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preparada para asumir los retos de conducción que se planteaban en un país

como Nicaragua, salido de una guerra civil y de una institucionalidad propia de una

dictadura. Carlos Fonseca comentó en cierta ocasión a Julio López: "Vamos a

necesitar gente preparada". Y es que, para él, era importante contar con gente con

capacidad intelectual, dada la base de campesinos y obreros (Julio López,

comunicación, 4 de septiembre, 2008).

La formación de los cargos partidarios y gubernamentales se encontraba, por

tanto, entre las necesidades de un partido en el poder, que había preparado a sus

cuadros para derrocar la dictadura, pero prácticamente nada para asumir puestos

en el Estado o para dirigir un sindicato, etc. Además, la formación era demandada

por los cuadros, ya que muchos sólo tenían la educación secundaria finalizada y la

educación militar. Se tuvo que ir aprendiendo en el camino, aunque siempre

estuvo vigente la necesidad de mayor preparación e investigación (Guillermo

Cabiztán, comunicación, 18 de junio, 2008).

B. Trabajo político y cambio social. Puede percibirse la utilidad de la formación,

cuando los militantes desarrollan mejor su papel como tales. Ésta puede servir

para incrementar la efectividad de la militancia en su acción y para numerosas

tareas que pueda desarrollar, entre ellas la “batalla ideológica” o “batalla por las

ideas”, expresión muy empleada en los círculos sandinistas. Ésta se muestra para

algunos, como Carlos Fonseca Terán, “porque la batalla por la conciencia es la

principal de todas y sin cuadros formados ideológicamente no es posible ganarla”

(comunicación, 28 de abril, 2010).

Carlos Fonseca Terán responde a la pregunta relacionada con el para qué sirvió la

formación dada o recibida, especificando que sólo podía expresarse con pleno

conocimiento de causa sobre el departamento de León. “Allí, se ha constatado

claramente la incidencia directa y positiva de la sistematicidad en la formación

política, en la calidad del trabajo político y de conducción política … No solamente

se instaló la Escuela, sino también se instauró una política de cuadros que desde

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el comienzo dio resultados extraordinariamente satisfactorios” (Carlos Fonseca,

comunicación, 28 de abril, 2010).

Nadie habló de la formación de la “conciencia de clase”, expresión clásica del

marxismo, pero probablemente podría encajar aquí, ya que para realizar un

trabajo político se debe estar motivado y concienciado. Y la formación puede y

debe contribuir a ello. Para buscar el cambio social, según la teoría tradicional

marxista, debe existir una conciencia de clase. Independientemente de que

podamos hablar de clase o no en una sociedad compleja como la de nuestros

días, también Freire reconoce que sin conciencia crítica o conciencia

revolucionaria no puede avanzarse en el cambio radical de las estructuras sociales

injustas. ¿Habrá facilitado la formación política sandinista la aparición o la

consolidación de dicha conciencia crítica o revolucionaria, como la llama Paulo

Freire? Algo se ha comentado ya en el cuerpo del trabajo sobre los claroscuros de

este aspecto.

C. Herramienta básica para la participación ciudadana. Ninguna de las

personas entrevistadas se manifestó sobre este particular. Pero, en tiempos del

poder ciudadano, donde se explica que el pueblo no sólo debe participar de las

decisiones gubernamentales o partidarias, sino que debe realmente decidir o

tomar decisiones, no debiera marginarse esta función de la formación política.

Esta percepción de una posible utilidad de la formación política por esta vía

pudiera estar relacionada con el punto anterior. Pero no necesariamente, ya que

puede haber concepciones del trabajo político, como analizamos en el apartado de

estilos de formación y conducción de un partido, en las que la participación libre y

responsable de los militantes pueda ser algo subordinado o insignificante ante una

concepción vertical y militarista del partido.

D. Homogeneización. Mónica Baltodano está convencida de que Carlos Fonseca

inculcó el espíritu de formación política dentro del FSLN. No obstante, desde su

perspectiva, cree que en los 80 sirvió más para uniformizar u homogeneizar, aun

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con expresiones críticas. El objetivo era homogeneizar y buscar la unidad frente al

enemigo (Mónica Baltodano, comunicación, 9 de septiembre, 2008).

La diferencia entre propaganda y educación parece estar clara en el papel. Y, de

hecho, a comienzos de la década se separaron el DEP (Departamento de

Educación Política) y el DAP (Departamento de Agitación Política), que habían

funcionado en un primer momento de manera conjunta. La Real Academia de la

lengua mantiene que la propaganda es la acción o efecto de dar a conocer algo

con el fin de atraer adeptos o compradores. El objetivo de la propaganda, en este

caso, es poder compartir las ideas a un público amplio, normalmente por medio de

vallas publicitarias o de los medios de comunicación. Se trata de persuadir e

influir, y no necesariamente con argumentos. Se ha hablado de que la teoría

psicológica del conductismo está en la base de la publicidad y propaganda

moderna. La idea es repetir y repetir “un buen mensaje” y fácilmente puede llegar

a funcionar la máxima archiconocida de Goebbels: "Si una mentira se repite las

suficientes veces, acaba convirtiéndose en la verdad" (Encylopaedia Britanica,

s.f.). Otras frases del método de propaganda de Goebbels son las siguientes:

- "Cuanto más grande es la mentira, más fácil es que la gente se la trague".

- "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que les distraigan".

- "Es un error elaborar la propaganda de tal manera que satisfaga las

expectativas de los intelectuales".

- "El poder obtenido por las armas está bien; pero es mucho mejor

conseguir los corazones de la gente... y conservarlos".

· "Debemos ser generosos con el enemigo vencido, siempre y cuando no

nos cueste nada" (Encylopaedia Britanica, s.f.).

Por consiguiente, para la homogeneización como objetivo de la educación política

se vislumbra un doble peligro o tentación: asimilar la educación a propaganda y

utilizar métodos goebbelianos.

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Otro tipo de homogenización diferente a la propuesta de Goebbels es de la que

habla Fernando Cardenal en sus memorias. Ahí narra cómo se crea una academia

de formación política dentro del equipo principal de la Cruzada, pues allí había

gente de diferente formación (cristiana, marxista, del Partido Socialista, etc.) y

algunos sin formación. "La Cruzada era un proyecto política sandinista, y

queríamos unificar criterios alrededor de la ideología sandinista" (Cardenal, 2008b,

p. 27).

E. Proceso creador o fortalecedor de la identidad sandinista. Alain Tourain ha

sido uno de los sociólogos que ha tratado de profundizar en los movimientos

sociales en Latinoamérica y en el proceso de construcción de identidad dentro de

los mismos. No es momento ahora de discutir acerca de si el FSLN fue o es un

movimiento social, pero sí de plantear al menos el interrogante sobre la

contribución de la formación política a la construcción de la identidad de la

militancia. Antes de comenzar con lo que pasó en Nicaragua, demos un breve

repaso al concepto de identidad y su estudio dentro de los movimientos sociales.

“Nuestra posición parte de la propuesta de autores como Alberto Melucci y

Alain Tourain en relación a dos ejes; por un lado la cuestión de cómo se

construye la ‘acción colectiva’, en tanto que construcción social y por otro

lado qué similitudes y diferencias giran en torno a los términos:

“Movimientos Sociales’ y Nuevos Movimientos Sociales’, desde las nuevas

perspectivas del sujeto como constructor de identidad” (Bada, R. S. &

Fernández L. s.f.)

“Nuestro punto de vista es el del análisis de la identidad como un proceso

de construcción de la concepción que tienen los actores sociales respecto

al lugar que ocupan en un determinado campo social. Para la sociología, la

identidad colectiva se configura en una pluralidad de individuos que se ven

a sí mismos como similares o que tiene conductas similares. La identidad

de grupo es el producto de una definición colectiva interna. Pero al mismo

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tiempo que se crea una identidad de grupo se crea un proceso de

identificación de los que no pertenecen al grupo. La identidad colectiva es

una autodefinición compartida de un grupo derivada de intereses,

experiencias y solidaridad común. Los individuos se identifican como parte

de un grupo cuando alguna característica que poseen en común con otros

actores es definida como importante y sobresaliente; es decir, un grupo

adquiere una identidad colectiva mediante esquemas cognitivos que

definen sus metas, medios y el ambiente en el que se desarrolla el grupo.

En este proceso de construcción de la identidad, los grupos establecen

fronteras que demarcan territorios sociales entre los distintos grupos. Estas

fronteras se crean poniendo en relieve las diferencias entre el mundo propio

y el ajeno” (Bada, R. S. & Fernández L. s.f.).

En el caso concreto de Nicaragua y del sandinismo, Humberto Abaunza explica en

su investigación sobre la juventud nicaragüense perteneciente a partidos políticos

que, a partir del año 2000, existen dos demandas de la juventud. Además de una

demanda que Humberto Abaunza califica como demanda de “tecnología política”,

relacionada con la gerencia política, el liderazgo, el contexto o la sociología

política, advierte que la otra demanda es más bien político-ideológica, relacionada

con la identidad. Y lo que nota Abaunza, como persona especializada en el ámbito

de la educación de los jóvenes, es que en éstos, en general, hay una apuesta por

el eclecticismo. Los jóvenes perciben, en su opinión, que ya no hay una sola

verdad sino un abanico de construcciones (Humberto Abaunza, comunicación, 2

de septiembre, 2008).

Aunque Dora María Téllez expresa que el debate en la guerrilla era sobre las

tácticas a seguir más que sobre la sociedad futura que se construiría, recuerdo

haber visto documentales de la guerrilla en donde se observan discusiones sobre

el modelo de la nueva sociedad, en caso del triunfo de la revolución. Y es que en

toda educación siempre hay un curriculum, explícito u oculto, sobre el tipo de

persona y sociedad que se quiere conseguir con ella.

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¿Se trató de reforzar la identidad desde la formación política sandinista? Si

realmente esto hubiera sido así, sería algo inesperado escuchar a la directora del

Departamento de Educación Política de la década de los 80 que no se acuerda de

ese debate. Para ella, la escuela nacional de cuadros sirvió por su contribución al

pensamiento crítico, a la crítica de la concepción de las correas de transmisión

que la vanguardia y los jefes del pueblo deberían utilizar para dirigir a todos los

demás y porque formó a personas (como muchas de las que trabajaron como

profesores en estas escuelas) que ahora ocupan lugares en “asociaciones de

servicios” (léase ONG) para “transformar la realidad”. Para ella, estas personas se

encuentran “más fieles al compromiso de entonces que el propio Frente”, dado

que el Frente cambió y comenzó a preocuparse más “por estar en el poder que

por cambiar la sociedad” o “luchar por la equidad”. Por tanto, preguntada Vanessa

sobre para qué sirvió la experiencia de las escuelas, no respondió que para

reforzar la identidad sandinista de los militantes. E indagando de nuevo sobre la

relación entre las escuelas y la identidad sandinista, contestó: “Esa polémica no la

recuerdo bien” (Vanessa Castro, comunicación, 29 de agosto, 2008).

F. Crecimiento personal. Para Mauricio Zúñiga no ve tan claro si la formación

política sirvió realmente para el FSLN o el sandinismo, pero sí considera que sirvió

como formación ética política, ya que fue una formación sustantiva en mística y

valores. Mal que bien, el sistema contribuyó a formar a la gente y proporcionó

guías para entender la realidad. Según él, no se puede atribuir a las escuelas lo

que pasó en los 90 o que la gente se saliera del FSLN. Esto es más atribuible al

propio partido. Para Mauricio, toda acción educativa tiene su parte positiva

(Mauricio Zúñiga, 8 de septiembre, 2008).

La mejor experiencia de formación fueron los múltiples aprendizajes para la vida

que se desarrollaron en la tarea cotidiana de militante del FSLN. Así lo expresa

Ajax Delgado, refiriéndose a los años 70 y 80: "Lo que yo he aprendido en mi vida,

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en términos no sólo ideológico sino también prácticos, es en esta experiencia …

Ahí aprendí de todo” (Ajax Delgado, 25 de febrero, 2010).

La formación política puede ayudar a calmar la necesidad, la inquietud o el ansia

intelectual. Pero también sirvió indirectamente, porque dicho crecimiento personal

se pudo sentir en el conjunto de la población. Se logró un nuevo entendimiento y

una nueva cultura de derechos, con un cambio real en conocimientos y actitudes

de la gente sobre sus derechos (Ajax Delgado, 25 de febrero, 2010). Esto va en

consonancia con el título de un artículo publicado en la revista Envío: “Hemos

aprendido a no pedir favores, ahora exigimos derechos” (Gómez D., 2003).

Además, que haya aproximadamente un 30 o un 40% de nicaragüenses “que

piensen que este sistema no sirve” es otra contribución indirecta del cambio

cultura provocado por la revolución y por el sistema de educación y propaganda

política del FSLN (Orlando Núñez, 15 de junio, 2009). "Los 80 fueron una gran

escuela de formación: para los que estaban a favor y los que estaban en contra"

(Mauricio Zúñiga, 8 de septiembre, 2008).

A pesar de todo lo dicho, no se puede concluir en este estudio preliminar que la

formación política sandinista sirvió por igual para todos los aspectos anteriormente

citados. Habría que seguir investigando para matizar más al respecto. Pero, tras

hablar con diferentes actores del FSLN y del sistema de educación política del

Frente, la duda persiste. ¿Mereció la pena tanta inversión? ¿Qué aportó el sistema

de educación política o toda la gente que estudió dentro y fuera al sandinismo o a

Nicaragua? “Para después de los 90... Habría que pensarlo. Buena pregunta”

(Mónica Baltodano, comunicación, 9 de septiembre, 2008).

Si pudiéramos pensarlo en términos de costo-beneficio, ¿tendríamos buenos

resultados al analizar esta gran inversión? ¿Sirvió al FSLN la inversión en una

gran cantidad de cuadros que posteriormente abandonaron el partido para

ingresar al MRS y convertirse en adversarios finalmente? Para Carlos Fonseca

Terán, la inversión sirvió en su momento, pero ya no le sirve al FSLN (Carlos

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Fonseca, comunicación, 28 de abril, 2010). Muchos interrogantes quedan todavía

por despejar en este aspecto, pero al menos quedan aquí reflejadas algunas

interpretaciones de la utilidad de la formación política sandinista.

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X. Conclusiones

- Los partidos en el poder suelen dedicarse más a las tareas de formación. Así le

ha pasado al FSLN, pero también al PLC, que incrementó la formación política a

su militancia durante su período de gobierno. El acceso al poder puede facilitar

que lleguen más recursos al partido, también para este tipo de actividades. Una

excepción a esta regla es la formación del FSLN en la clandestinidad.

- Hay lugares, situaciones e interrelaciones con personas y grupos en los que “se

aprende más que en la universidad”. Así me dijo alguien unos meses después de

llegar a Nicaragua en 1996 por las experiencias vividas. Y le reconocí que tenía

razón. Las experiencias de la montaña, de la clandestinidad y de arriesgar todo

por una causa en situaciones extremas como las que se vivían en la dictadura de

Somoza fueron aprendizajes vitales muy relevantes para las personas que allí

estuvieron. La escuela de la vida siempre nos enseña, pero se percibe

especialmente en determinadas situaciones y contextos.

- Se han constatado numerosas críticas o denuncias al ejercicio del espíritu crítico

dentro del FSLN, por mucho que, para Carlos Fonseca Amador, “la unidad no es

opuesta a la existencia de un auténtico espíritu crítico en nuestras filas”.

- Se confirma que los dos grandes temas unificadores del sandinismo, que son a

su vez temas principales de la formación política sandinista, son: el

antiimperialismo (o nacionalismo) y el anticapitalismo (o socialismo).

- Del resto de temas de la formación política que se han investigado, la religión

nunca se manifestó entre las filas sandinistas como un serio problema ante la

contradicción entre el ateísmo marxista y el cristianismo. Las temáticas de género,

ética y legalidad, unidad y diversidad no aparecen prácticamente en los pensum o

bibliografías manejadas en las escuelas de formación política, pero los graves

problemas que se han suscitado en el sandinismo al respecto aconsejan

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introducirlos de manera más sistemática y clarificada, ya como temas concretos o

como verdaderos ejes transversales.

- Todas las personas entrevistadas se manifiestan unánimemente sobre la

ejemplaridad de la militancia sandinista antes de la victoria del 79 e incluso

también, aunque en menor medida, durante el período de los 80. En ocasiones, el

ejemplo enseña y motiva más que muchos libros o manuales. Sin embargo, a

partir de la derrota electoral de 1990, sandinistas de ambos lados acusan a los del

otro de corrupción y falta de ética (piñata, corrupción, caudillismo y verticalismo,

traición al partido y a los ideales de la izquierda…). Y hoy sigue la misma tónica:

hay sandinistas que son acusados de derechistas, oligarcas e imperialistas,

mientras los otros son calificados de corruptos, hipócritas, dictadores y

responsables de la falta de democracia en el partido y en la sociedad.

Independientemente de la posición personal de cada quien al respecto, la

conclusión es que la ética de muchos líderes sandinistas está siendo cuestionada

permanentemente con argumentos y esto indudablemente afecta al

comportamiento moral del conjunto de la militancia sandinista.

- El hecho de que ya no exista la biblioteca de la escuela nacional de cuadros o la

dificultad para encontrar manuales y materiales utilizados en la formación política

sandinista de la década de los 80 (ni en instituciones abiertas al público ni con

ayuda de personalidades del sandinismo) nos lleva a concluir el escaso valor que

se le concede a este tipo de activos culturales.

- En los tiempos actuales de globalización, la política y el Estado nacional pierden

poder antes los grandes centros de poder transnacional (ligados

fundamentalmente al ámbito de la economía). Ante esto, la formación política debe

profundizar la internacionalización de sus conocimientos cada vez más en busca

de una mejor compresión del mundo y de cada país, en un mundo en el que el

conflicto entre capital y trabajo se observa acentuadamente entre el Norte y el Sur.

Ante esta pérdida de importancia del Estado nacional, la organización y formación

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siguen siendo importantes, a sabiendas del poder que tienen los ciudadanos,

consumidores, trabajadores e incluso países unidos.

- Aunque hay quien piensa que el impulso de la formación política responde a la

época de la izquierda más ideologizada, que consideraba que había más

capacidad de cambio y propuesta con una mayor capacitación política, no cabe

duda de que la formación es una inversión que rinde sus frutos cuando se

programan correctamente los objetivos y la metodología para alcanzarlos.

- La mayoría de las personas que participaron en experiencias de formación con el

FSLN reconocen la utilidad de la misma, aunque la entienden de diferente forma:

como preparación para cargos gubernamentales o partidarios, como trabajo

político para el cambio social, como herramienta básica para la participación

ciudadana, como homogeneización, como proceso creador o fortalecedor de la

identidad sandinista o simplemente como crecimiento personal.

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XI. Recomendaciones

Para seguir investigando

Que ésta sea una investigación exploratoria implica que casi todas las temáticas

aquí abordadas están todavía pendientes de profundización. No obstante, yo

destacaría algunos aspectos más sobresalientes en los que se podría seguir

investigando.

- Comparaciones sincrónicas (diferentes municipios o diferentes tendencias

sandinistas pasadas o actuales) o diacrónicas (diferentes etapas históricas) de las

experiencias y aprendizajes vividas por los alumnos y alumnas de escuelas de

formación. También podrían realizarse comparaciones con otras escuelas de

formación política, por ejemplo, la del FMLN en El Salvador.

- Investigación centrada en solamente uno de los temas abordados por la

formación política sandinista formal, ya sea que haya sido central (marxismo,

Sandino y Fonseca, historia de Nicaragua, etc.), o que no haya sido normalmente

incorporado a las temáticas y preocupaciones de esta formación (género, religión,

ética, etc.). O en la relación entre formación y cultura política.

- Análisis de los libros, documentos históricos y otra serie de materiales escritos

utilizados en la formación política. Dicho análisis no se dio en esta investigación, a

excepción de algunos materiales recientes del FSLN, MRS y MPRS.

- Sobre la cruzada de alfabetización existe ya bastante escrito, pero todavía puede

ahondarse más en los aprendizajes que vivieron durante el período de

alfabetización los aproximadamente 180 mil brigadistas o las alrededor de 400 mil

personas que se alfabetizaron.

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- Sería interesante profundizar sobre la utilidad de los medios de comunicación

declarados sandinistas y del partido y su percepción e impacto en el público

sandinista y no sandinista, para comprobar cuál es la función que cumple entre

militantes, simpatizantes y adversarios. ¿Cuál es su enfoque o política de

comunicación? ¿Qué es lo que enseñan? ¿Hasta qué punto reafirman o

enriquecen a los sandinistas ya convencidos? ¿Persuaden con argumentos a

sandinistas que no votan con el FSLN o a personas y jóvenes que no tienen una

elección partidaria definida? ¿Cuáles son los aspectos mejorables percibidos por

los simpatizantes del FSLN y por el resto de nicaragüenses?

Para los partidos políticos sandinistas

- Ojalá estas recomendaciones fueran para un solo partido sandinista unido en

Nicaragua, que fuera capaz de llevar adelante en este país un programa de

izquierdas, que compagine la reducción de la pobreza, de la desigualdad y de las

injusticias con la profundización de la democracia, sueños del movimiento

sandinista en tiempos de Somoza. Como esto no es así, sólo me queda desear la

unión del mayor número de sandinistas en la opción más fiel a los principios del

sandinismo y recomendar a toda la militancia de uno u otro lado que luche por

defender éstos en la organización o partido sandinista que escoja.

- A pesar de las divisiones y diferencias típicas de las organizaciones de izquierda,

habría que decir que la hipotética existencia de una opción electoral sandinista

única y fuerte no debería estar reñida con el ejercicio del debate y del espíritu

crítico. Así opinaba también el fundador del FSLN, Carlos Fonseca. A falta de esta

opción única, luchar contra los estilos de educación tradicional que privilegian la

educación bancaria y el verticalismo abonará la aparición de posiciones más

tolerantes y transparentes que fomenten la unión del sandinismo en favor de un

programa político consensuado.

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- Profundizar en los orígenes y en los personajes claves de la identidad sandinista

aparece como algo básico para seguir buscando respuestas creativas a los retos

que se plantean al sandinismo del siglo XXI. El acercamiento a estos orígenes y a

estos personajes debe ser hecho desde una total apertura y objetividad histórica

para ir en busca de la realidad que fue y no de la realidad mitificada (como

criticaba Wünderich en su biografía sobre Sandino) o tergiversada que interese. La

vida y mensaje de Sandino y Carlos Fonseca deben estar siempre iluminando la

práctica real de estos partidos u organizaciones sandinistas.

- El ejemplo y la formación en valores morales son no solamente un legado de las

grandes figuras del sandinismo (Sandino y Carlos Fonseca) sino también

elementos necesarios para que el espíritu sandinista no se desvirtúe. El ejemplo

de los líderes y cuadros y una formación ética básica darán un menor margen a

algún tipo de oportunismo o maquiavelismo, que pueda justificar cualquier medio

desde el cumplimiento de un fin considerado bueno (la toma del poder o los

efectos de ésta).

- Hay que reflexionar sobre la ética de la militancia en general y cuestionar el

comportamiento ético de militantes concretos si es necesario. Los fines de la

acciones políticas deben ser evidentemente analizados y discutidos en el seno del

partido para definir qué partido, qué Estado y qué sociedad se desea. Pero,

además de discutir y sopesar los fines, la ética sandinista debe reflexionar y

valorar los medios escogidos. Ninguna circunstancia extrema del pasado o ningún

conflicto ético del presente deberían restar importancia a una búsqueda personal y

colectiva de la máxima coherencia entre los medios y los fines y de la máxima

coherencia entre el pensar, decir y hacer del militante sandinista. Hay quien se

refirió a la obra de “El príncipe” de Maquiavelo como “ciencia sin conciencia”. No

es eso lo que proponía Ricardo Morales, quien dio nombre a la escuela nacional

de cuadros en los años 80: “El problema teórico de nuestra revolución es un

problema de ciencia y de conciencia”.

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- Sobre los materiales escritos de formación y propaganda, hay que invitar a los

partidos a conservar la historia, especialmente las expresiones formativas y

culturales que han intentado transformar la sociedad, y a salvaguardar y propagar

sus legados materiales y espirituales.

Para la juventud

A la juventud sandinista (y la juventud en general), que le toca vivir hoy en

Nicaragua, con grandes mayorías en situación de pobreza, innumerables

injusticias y crisis institucionales que agravan dichas problemáticas, me gustaría

recomendarles que se planteen abandonar el colectivo de analfabetos políticos

(como los describe Bertold Brecht, abajo) y extender a los demás la conciencia de

este tipo de analfabetismo.

“El peor analfabeto es el analfabeto político.

No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.

No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina,

del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.

El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho

diciendo que odia la política.

No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor

abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto,

mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.

Para que así, persiguiendo causas justas, puedan retomar las palabras de uno de

los lemas promovidos por Gramsci:

“Instrúyanse porque tendremos necesidad de toda su inteligencia.

Agítense porque tendremos necesidad de todo su entusiasmo.

Organícense porque tendremos necesidad de toda su fuerza”

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240

ANEXOS

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ANEXO 1

INSTRUMENTO DE RECOLECCIÓN DE DATOS Guía de entrevista

1. Delimitaciones conceptuales. Concepto de formación política del que partimos. Comentarios sobre el concepto que expongo. Diferencia entre capacitación, formación, educación, e incluso propaganda.

2. ¿Cuáles han sido sus principales experiencias de acercamiento a la realidad de la formación política sandinista (antes de 79, Gobierno FSLN en los 80, 1990-2006, 2007-09)? ¿En qué tipo de actividades de formación política participó y/o participa usted?

3. ¿Qué grandes diferencias observa en la formación política sandinista entre los diferentes períodos (metodología, temas, modalidades, énfasis, etc.)? Se invita a hacer un recorrido histórico (también por destinatarios en cada etapa: cuadros nacionales, cuadros departamentales, cuadros técnicos, funcionarios, militares, miembros de organizaciones de base, alfabetizandos, población en general, etc.)

4. ¿Por qué se produjo un decaimiento del impulso a la formación política sandinista a partir de 1990?

5. ¿Cuáles son los temas básicos o fundamentales del sandinismo para sus militantes?

6. ¿Cree que el FSLN ha promovido o promueve suficientemente la formación, el análisis de coyuntura y el debate entre sus militantes?

7. ¿Qué relación existe entre la formación recibida y el compromiso o la participación en actividades del partido?

8. ¿Qué otro tipo de formación recibió fuera del partido para asumir o consolidar su identidad sandinista?

9. ¿Sirvió la formación dada o recibida? ¿Para qué? (en su caso personal o para otros militantes).

10. ¿Cuál es la realidad actual de la formación política de los militantes sandinistas? ¿Cuáles son los retos planteados al respecto?

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242

ANEXO 2

CRONOGRAMA DE LA INVESTIGACIÓN

2008 2009 2010

Abril-

Junio

Junio-

Dic.

Enero Feb. Marzo Abril Mayo

1. Realización y

presentación de

diseño (con

guías de

entrevista)

2. Lectura y

análisis

documental

3. Realización

de entrevistas

4. Análisis de

información

(personas

entrevistadas y

bibliografía)

5. Redacción

de informe final

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243

ANEXO 3

LISTADO DE PERSONAS ENTREVISTADAS

Persona entrevistada Fecha 1. Emma Lucía Díaz 08/06/2008 2. María López Vigil 10/06/2008 3. Guillermo Cabiztán 18/06/2008 4. Roberto Sosa 03/07/2008 5. Dora María Téllez 30/07/2008 6. Julio López 04/08/2008 7. Josefina Vigil 08/08/2008 8. Vanessa Castro 29/08/2008 9. William Grigsby 01/09/2008 10. Humberto Abaunza 02/09/2008 11. Meyling Calero 04/09/2008 12. Mauricio Zúñiga 08/09/2008 13. Mónica Baltodano 09/09/2008 14. Doris Tijerino 24/09/2008

15. Wilber Camacho 12/03/2009 y 14/032009

16. Fredy Franco 07/05/2009 17. Leticia Herrera 31/05/2009 18. Orlando Núñez 15/06/2009 19. Ajax Delgado 25/02/2010 20. Juan Carlos Inti 26/03/2010 21. Montserrat Fernández 12/04/2010 22. Darling Ríos 22/04/2010 23. Carlos Fonseca 28/04/2010

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ANEXO 4

OPERACIONALIZACIÓN DE VARIABLES DE OBJETIVOS ESPECÍFICOS (Objetivo general: describir la formación política sandinista desde la visión de militantes sandinistas con larga trayectoria política)

Objetivo específico

Variable

Indicador

Fuentes de

información

Técnica

Conocer Averiguar la naturaleza, relaciones y calidades de las cosas

Fuentes Principios, fundamentos u origen de algo

- Teorías e ideologías sobre las que se basa el sandinismo - Personajes clave para el sandinismo

Ideología Visión de la realidad o concepción del mundo de los diferentes grupos sociales

- Ideologías involucradas en la formación política sandinista

Temas Asuntos y/o unidades de contenidos de programa de estudio o de trabajo.

- Temas presentes o ausentes en escuelas de formación política y en identidad sandinista. - Debate.

Autores Persona que ha realizado algún tipo de obra (en este caso, sobre todo, libros o materiales escritos)

- Autores leídos y/o estudiados por militantes sandinistas

1. Conocer las fuentes (ideologías, temas, autores, materiales, estilos…) y la importancia otorgada a la formación política partidaria en las diferentes etapas (hasta 1979, los 80, 90-2006, 2007-2009)

Materiales Documentos que sirven de base para algún trabajo intelectual

- Tipos de materiales: mimeografiados, libros, folletos, etc.

- Militantes sandinistas de larga trayectoria política. - Profesores y alumnos/as de escuelas regionales y nacionales de cuadros del FSLN. - Personas ligadas a otros procesos de formación sandinista (MRS y MPRS).

- Entrevistas - Revisión documental

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245

Objetivo específico

Variable

Indicador

Fuentes de

información

Técnica

Estilos Modo o forma de comportamiento (en este caso, comportamientos formativos)

- Estilos de formación: educación bancaria/educación liberadora (popular); verticalismo/fomento del espíritu crítico

Importancia Interés o valor otorgado a algo, normalmente en comparación con otros elementos

- Importancia otorgada en las diferentes etapas. - Las causas de diferencias en importancia comparada.

Formación política Proceso institucional o personal que persigue proporcionar ciertas habilidades y estructurar una serie de contenidos (hechos, conceptos, teorías, utopías y valores) en el universo ideológico individual desde una percepción y un juicio determinados sobre las instituciones y acontecimientos políticos.

- Proceso - Hechos - Conceptos - Valores éticos

Partidaria Relativa a los partidos políticos

- FSLN - MRS - MPRS

1. Conocer las fuentes (ideologías, temas, autores, materiales, estilos…) y la importancia otorgada a la formación política partidaria en las diferentes etapas (hasta 1979, los 80, 90-2006, 2007-2009

Etapas Fases en el desarrollo de una acción

Etapas seleccionadas: -Hasta 1979 - Gobierno FSLN en los 80 - 1990-2006 - 2007-2009: realidad actual y retos.

- Militantes sandinistas de larga trayectoria política. - Profesores y alumnos/as de escuelas regionales y nacionales de cuadros del FSLN. - Personas ligadas a otros procesos de formación sandinista (MRS y MPRS).

- Entrevistas - Revisión documental

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Objetivo específico

Variable

Indicador

Fuentes de

información

Técnica

Indagar Intentar averiguar con preguntas

Tipos Condiciones o clases diferenciadas de algo (en este caso, de formación política)

Tipos de formación (asimiladas a principales agentes de socialización): - Familia. - Educación formal (escuela, Universidad). - Grupos de iguales. - Medios de comunicación.

Identidad Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.

- Temas de escuelas de formación (ver objetivo específico 1).

Militancia Conjunto de militantes en una determinada organización

2. Indagar en otros tipos de formación política, externa al partido, que han contribuido a la identidad sandinista de la militancia.

Militantes Aquellas personas que voluntariamente optan por esta categoría, asumen un compromiso pleno, consciente y disciplinado con todo el quehacer partidario y enteran regularmente las cuotas establecidas.

- Compromiso. - Conciencia. - Disciplina.

- Militantes sandinistas de larga trayectoria. - Profesores y alumnos/as de escuelas regionales y nacionales de cuadros del FSLN.

- Entrevistas

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Objetivo específico

Variable

Indicador

Fuentes de

información

Técnica

Descubrir Destapar lo que está tapado o cubierto.

Utilidad Conveniencia, interés o fruto que se saca de algo

- Utilidad de la formación percibida al momento o comprendida años después

3. Descubrir la utilidad de la formación política sandinista percibida por la propia militancia Percibida

Comprendida o conocida desde su perspectiva

- Militantes sandinistas de larga trayectoria. - Profesores y alumnos/as de escuelas regionales y nacionales de cuadros del FSLN.

- Entrevistas