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La función del azar en el 'espanto cencerril y gatuno' (Don Quijote, II, 46) Jaime Fernández S.J., Sophia University, Tokyo El episodio del espanto cencerril y gatuno (II, 46), apenas tratado por la crítica cervantina, encierra una gran riqueza temática y semántica digna de tenerse en cuenta, porque revela una vez más el complejo y exquisito arte de Cervantes en la elaboración espiritual de su personaje. El argumento es de sobra conocido. Don Quijote intenta desengañar a la desenvuelta Altisidora por medio de un romance cuajado de avisos y consejos. Pero no puede acabar su canto al ser víctima de una bien preparada burla ducal (el estruendo de cien cencerros y los maullidos de muchos gatos en un gran saco) y el azar en forma de ataque de uno de los felinos que 'quiso la suerte' penetrase en el aposento. El desenlace de todo ello tiene un sabor desagradable: el caballero ha de guardar cama varios días. La narración no ofrece especial dificultad en una primera lectura, pero se reviste de complejidad ante un examen más detenido: ¿qué sentido tiene ese 'y quiso la suerte'?; ¿por qué la oscuridad del aposento y la ferocidad del felino?; ¿cómo ha de interpretarse la doble reacción del caballero, ira y silencio, ante todo ello? El análisis del episodio revela que en su estructura existen tres partes claramente diferenciadas. La primera podría llamarse la burla preparada o prevista; la segunda, la burla imprevista; la tercera es el desenlace que describe la reacción final de los personajes. Cervantes había dejado constancia de dicha estructura en el mismo comienzo de la narración del episodio por medio de dos adjetivos, cuando indica cómo los duques pensaron hacer esa noche una burla a Don Quijote: 'La duquesa, alegre sobremodo, concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa'. Cervantes sabía que iba a intervenir el azar. No había necesidad alguna del adjetivo 'dañosa', pues los duques nunca pretendieron hacer daño físico al caballero, sino sólo humillarle y reírse de sus pretensiones e ideales. Para la composición de una tal estructura Cervantes utilizó diversos elementos, unos propios y otros ajenos. Los elementos propios, es decir, de su propia novela, son elementos que constituyen una como exigencia temática y estructural, apareciendo así la escena como una continuidad simétrica y necesaria de una escena anterior. Los elementos ajenos son las fuentes en que se inspiró. Y supo combinar ambos en aleación magistral, exorbitando algunos de ellos con un fin determinado. Por lo que se refiere a los elementos de la propia novela, el episodio tiene carácter dramático, y viene a ser como un segundo acto de la farsa de los

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La función del azar en el 'espanto cencerrily gatuno' (Don Quijote, II, 46)

Jaime Fernández S.J., Sophia University, Tokyo

El episodio del espanto cencerril y gatuno (II, 46), apenas tratado por lacrítica cervantina, encierra una gran riqueza temática y semántica digna detenerse en cuenta, porque revela una vez más el complejo y exquisito artede Cervantes en la elaboración espiritual de su personaje.

El argumento es de sobra conocido. Don Quijote intenta desengañar a ladesenvuelta Altisidora por medio de un romance cuajado de avisos y consejos.Pero no puede acabar su canto al ser víctima de una bien preparada burladucal (el estruendo de cien cencerros y los maullidos de muchos gatos enun gran saco) y el azar en forma de ataque de uno de los felinos que 'quisola suerte' penetrase en el aposento. El desenlace de todo ello tiene un sabordesagradable: el caballero ha de guardar cama varios días. La narración noofrece especial dificultad en una primera lectura, pero se reviste decomplejidad ante un examen más detenido: ¿qué sentido tiene ese 'y quisola suerte'?; ¿por qué la oscuridad del aposento y la ferocidad del felino?;¿cómo ha de interpretarse la doble reacción del caballero, ira y silencio,ante todo ello?

El análisis del episodio revela que en su estructura existen tres partesclaramente diferenciadas. La primera podría llamarse la burla preparada oprevista; la segunda, la burla imprevista; la tercera es el desenlace quedescribe la reacción final de los personajes. Cervantes había dejadoconstancia de dicha estructura en el mismo comienzo de la narración delepisodio por medio de dos adjetivos, cuando indica cómo los duques pensaronhacer esa noche una burla a Don Quijote: 'La duquesa, alegre sobremodo,concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuesemás risueña que dañosa'. Cervantes sabía que iba a intervenir el azar. Nohabía necesidad alguna del adjetivo 'dañosa', pues los duques nuncapretendieron hacer daño físico al caballero, sino sólo humillarle y reírse desus pretensiones e ideales.

Para la composición de una tal estructura Cervantes utilizó diversoselementos, unos propios y otros ajenos. Los elementos propios, es decir, desu propia novela, son elementos que constituyen una como exigenciatemática y estructural, apareciendo así la escena como una continuidadsimétrica y necesaria de una escena anterior. Los elementos ajenos son lasfuentes en que se inspiró. Y supo combinar ambos en aleación magistral,exorbitando algunos de ellos con un fin determinado.

Por lo que se refiere a los elementos de la propia novela, el episodio tienecarácter dramático, y viene a ser como un segundo acto de la farsa de los

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asedios amorosos de Altisidora. El primer acto (del cual no es posibletratar aquí detenidamente) fue representado dos capítulos atrás (II, 44),la noche anterior cuando Don Quijote, desvelado por el calor, oyó desdesu aposento una suave música de arpa y el romance de 'amor' de ladesenvuelta doncella. Concluida la canción, de tonos esperpénticos,vulgares y hasta soeces, Don Quijote quedó pasmado y cerró de golpe laventana de su aposento. El precedente soliloquio del caballero, en que sequejaba de que Dulcinea fuera perseguida por doncellas quinceañeras yen que, además, reiteraba su fidelidad incondicional a la dama de suspensamientos, no fue en absoluto oído por Altisidora, ya que Don Quijote,como indica el autor, lo dijo 'entre sí'.1

Entre las partes integrantes de este segundo acto, que ahora examinamos,y las del primero existe, como indiqué, una perfecta correspondenciasimétrica: al arpa de Altisidora se corresponde la vihuela de Don Quijote;a la suave música preliminar, el mondarse la voz del caballero; al romancede amor de Altisidora, el romance de desengaño; a la respuesta seca y sinpalabras de Don Quijote cerrando de golpe la ventana, la respuesta deAltisidora con el ruido ensordecedor de cencerros y gatos; al rechazo yretirada de Don Quijote, el violento ataque de uno de los felinos. Esteúltimo elemento obedece al azar, y será usado por el autor para revelar, enparalelismo sorprendente, la verdad que entre rasgos esperpénticosencerraban las palabras que Don Quijote dijera 'entre sí' la noche anterior,palabras que Altisidora no oyó entonces, y cuyo sentido no quiere, o quizáno puede, entender ahora.

En cuanto a las fuentes en que se inspiró Cervantes, han sido propuestasvarias.2 Pero, en mi opinión, la fuente definitiva del episodio se halla enTirant lo Blanch, concretamente en la escena en que la traviesaPlacerdemivida cuelga de la ventana de los recién desposados Diafebus yEstefanía un saco con 'cinco gatillos nuevos' que se pasan maullando todala noche.' Y es definitiva, no sólo porque Altisidora tiene por su desenvolturamucho de Placerdemivida, sino porque Cervantes no olvida en su estilonarrativo aludir al aspecto nupcial de su fuente en la recriminación que lajoven hace al herido Don Quijote: 'ni llegues a tálamo con ella, a lo menos,viviendo yo, que te adoro'.

Prescindo aquí del análisis del romance de desengaño de Don Quijote,por obvias razones de tiempo, y porque estimo que la clave para lacomprensión total del episodio está precisamente en su segunda parte, lade la burla imprevista, con la intervención del azar.

'Aquí llegaba Don Quijote de su canto', dice el autor, dejando inconclusoel romance de desengaño. Se produce un hecho que, aunque conocido porlos duques, Altisidora y alguna que otra persona del castillo, para la mayoríade los espectadores nocturnos constituye una sorpresa que no se aciertan aexplicar. Es, no obstante, una sorpresa provocada por un agente humano,como puede apreciarse en la frase que describe la acción: 'el descolgar y elsubir del cordel de los grandes cencerros no cesaba'. Los dos infinitivos

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sustantivados y el imperfecto de duración indican claramente, respecto aDon Quijote, una positiva mala voluntad, una 'mala intención' de burla yescarnio, un desprecio hacia el mensaje ético de su romance. La reacciónde Don Quijote en este primer momento es de pasmo, sorpresa ydesconcierto.

A esta sorpresa provocada por agentes humanos ávidos de espectáculocarnavalesco, se sucede otra sorpresa debida al azar: 'Y quiso la suerte quedos o tres gatos entraron por la reja'. Nótese que a lo que a partir de estemomento le sobreviene a Don Quijote es de una crueldad humillante, pocofrecuente en la novela, y que la escena sólo es visible en su totalidad para ellector, pues los espectadores del jardín, sólo guiados por las voces de DonQuijote, no aciertan a adivinar lo que en realidad sucede.

Don Quijote ha sido víctima de la suerte. Una primera lectura del textomuestra que Altisidora y los duques nunca quisieron que Don Quijote fueratan salvajamente burlado. La suerte, el azar, ha sido el agente culpable detoda esta segunda parte. No cabe la menor duda. Y, sin embargo, 'estasuerte', más concretamente, el sintagma 'y quiso la suerte', en el punto enque está inserta y en el contexto del episodio entraña, en mi opinión, unainquietante carga semántica y ha de ser objeto de un ponderado análisis,porque es fundamental en la estructura narrativa y ulteriormente en laelaboración humana que el autor hace de su personaje.

La 'suerte', que equivale a 'acaso', 'accidente', 'fortuna', tiene en elQuijote un uso muy amplio aún no estudiado.4 La suerte quiere, ordena,guía, hace, depara, permite, guarda para... Así aparece como un agentedinámico, siempre dispuesto a intervenir en el discurrir de cualquier vida.Es el encadenamiento de sucesos, fortuito y casual, fuerza ajena y superioral ser humano pero inferior a Dios y, por supuesto, no identificable con Élni con su Providencia, aspecto que puede apreciarse en el episodio delCapitán Cautivo; 'Y quiso la suerte, que pudiera ser muy mala si el cielo nolo ordenara de otra manera'. Indica, además, lo imprevisto, y le sirve alautor para acentuar el hecho de que los personajes no tienen en muchascircunstancias dominio sobre el curso de sus vidas.

La expresión más frecuente es 'quiso la suerte', expresión que el autoradjetiva en alguna que otra ocasión: 'quiso la buena suerte', 'quiso la malasuerte'. En estos casos no cabe duda alguna de que lo que le sucede a unpersonaje es favorable o adverso. Pero en los casos en que está ausente todaadjetivación existe una deliberada ambigüedad por parte del narrador,ambigüedad que desaparece al conocerse el desenlace de la escena. Porejemplo, en el episodio de las Cortes de la Muerte, la expresión aparece noadjetivada: 'quiso la suerte que llegase uno de la compañía, que venía vestidode bojiganga, con muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tresvejigas de vaca hinchadas'. Del ruido que hará el bojiganga con las vejigas ycascabeles se alborotará Rocinante, tendrá miedo el rucio y quedarán enridículo caballero y escudero. Pero todo concluirá con un 'felice fin',

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como apunta irónicamente el narrador, ya que Don Quijote decideprudentemente seguir el 'saludable consejo' de Sancho y no luchar contralos de la compañía.

En el episodio de los gatos, que tantos paralelismos ofrece con el de lasCortes de la Muerte (ruido inesperado y burlesco, alboroto y miedo,humillación del personaje), el resultado será mucho más cruel; aunque conun desenlace más consolador y ejemplar, sin tanta ironía como en el de lasCortes de la Muerte.

Sea como fuere, la suerte sirve al autor para introducir en su relatodinamismo y 'suspense'. Es precisamente el autor el 'demiurgo' de la suerte,ya que la hace aparecer en ciertas instancias de su relato para obtenerresultados específicos. En nuestro episodio carga la frase de ambigüedad.En una lectura (A) puede tomarse como una expresión neutra: 'y sucedióasí'. En otra lectura (B) la expresión podría parecer cargada de semas decrueldad, como si el autor se complaciese en los sufrimientos físicos y en lahumillación de su personaje. En una tercera lectura (C) podría considerarsereflejo de los sentimientos de Altisidora, de lo que quisiera que le sucedieseal caballero, pues el azar, es decir, lo imprevisto y no preparado de la burlacolabora a sus fines de dejar a Don Quijote en ridículo. La autora principalde la burla ha tenido la suerte de perder el control de este tinglado grotesco.Altisidora ha desorbitado sin piedad el dato risueño del Tirante: un saco deinocentes gatitos que maullan. Y por ello se revela que el 'quiso la suerte',es expresión del subconsciente de la desenvuelta joven. Es precisamenteella quien asume este giro favorable del azar y lo utiliza para recriminarfinalmente al caballero, como si se tratase de un justo castigo del cielo.Ironía escarnecedora y cinismo. Y, sin embargo, como luego veremos, elautor va a dar un giro positivo de 180 grados a lo que parecía sesgo azarosode signo negativo.

Los gatos han entrado en la estancia de Don Quijote. El autor dice:'parecía que una legión de diablos andaba por ella'. Y añade: 'apagaron lasvelas que en el aposento ardían'. Dos trazos rápidos que, en mi opinión,están cargados de sentido. 'Diablos' y 'oscuridad'. Desde antiguo el gatoestá asociado con fuerzas femeninas subconscientes, diabólicas y libidinosas.5

Don Quijote en plena oscuridad ha de luchar contra estas fuerzas. Oscuridad,es decir, ausencia de la razón y expresión de la ceguera que representa lapasión y el capricho. Simbólicamente los gatos son un 'médium' de Altisidora.Altisidora no está enamorada de Don Quijote.6 Sólo quiere herir suhonestidad, demostrarle que no es más que un pobre hombre como cualquierotro, y que su amor por Dulcinea es tan falso e irreal como la existencia deesa dama de tan sólo sus pensamientos. Pero Altisidora se verá impotente.Sus ataques no pasarán de lo meramente cortical. Todo se reducirá a unosbrutales y grotescos arañazos o rabiosos pellizcos, como sucede más tardeen la escena noctura de doña Rodríguez. Altisidora nunca podrá penetraren la intimidad y en el alma del caballero.

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La oscuridad total de la escena es simbólica. Los espectadores ocultosen el jardín no pueden ver nada. Sólo pueden captar sonidos: antes lacanción de Don Quijote, ahora el ruido ensordecedor de cencerros ymaullidos de gatos y las voces amenazantes del caballero. Los espectadoresno pueden ver nada en el sentido físico. Metáfora elocuente de la ausenciade otra mirada espiritual y moral de la que carecen. Porque en realidadla lucha física que contra los gatos está manteniendo el caballero es sóloexpresión de otra lucha interior y espiritual entablada en su alma: ser fiela Dulcinea. El narrador dice, refiriéndose al conjunto de la escena, que'la mayor parte de la gente del castillo [...] no sabía la verdad del caso'.Los espectadores, principalmente los duques y Altisidora, nunca sabrán(quizás estén incapacitados humanamente para saberlo) que a través deese combate grotesco se está operando un maravilloso crecimientoespiritual y humano en el alma del caballero. Pero Don Quijote sí sabe loque está sucediendo:

Levantóse Don Quijote en pie, y poniendo mano a la espada comenzó atirar estocadas por la reja y a decir a grandes voces: -¡Afuera, malignosencantadores! ¡Afuera, canalla hechiceresca; que yo soy Don Quijotede la Mancha, contra quien no valen ni tienen fuerza vuestras malignasintenciones! Y volviéndose a los gatos que andaban por el aposento, lostiró muchas cuchilladas.

Don Quijote no cierra ahora la ventana del aposento, ni tampoco seacuerda de invocar a Dulcinea. Lleno de ira, blande su espada y tira estocadas'por la reja', contra seres que afuera actúan invisibles en la oscuridad. Ysólo después de amenazarles, de dejar bien claro que sabe que ellos son loscausantes de la burla y que conoce sus malignas intenciones, blande laespada contra los gatos. Don Quijote ha blandido también su espada enotros momentos de la novela. El único caso en que la usa contra un serhumano es cuando su lucha con el vizcaíno. En las otras ocasiones, usa laespada contra animales u objetos inanimados: cueros de vino, leones, muñecosdel retablo de maese Pedro. Ahora contra los gatos. Cuando el oponente esun ser inanimado (muñecos o cueros de vino), Don Quijote es víctima deuna cuasi alucinación, y piensa que tales objetos son seres humanos reales.A Don Quijote le mueve un sentido de justicia: matar al gigante Pandafilandoo salvar a los amantes (Gaiferos y Melisendra) en peligro. En las otras dosocasiones, cuando se trata de animales, Don Quijote no sufre alucinaciónalguna. El león es león y Don Quijote lo desafía para dar una lección devalor a Don Diego. Los gatos son gatos, y Don Quijote también los desafíay les lanza cuchilladas. A diferencia del episodio de los leones, Don Quijotetrata de defenderse de algo absurdo que de pronto se le ha venido encima.Al león no le habla. A los gatos sí, y llama a uno de ellos: 'demonio','hechicero', 'encantador'. Aquí la ira de Don Quijote es patente. No huboen él ira cuando se enfrentó con los cueros, los muñecos o los leones.

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Esta ira es paralela a la que sintió en su contienda con el vizcaíno,calificada entonces de 'rabia'. Y la 'rabia' no la siente Don Quijote nuncacontra animales, como no la sentirá contra los toros bravos ni contra loscerdos, sólo contra los seres humanos. Es decir, es indudable que paraDon Quijote los gatos son algo más que gatos, es decir, seres con 'malasintenciones', 'malignos encantadores' y 'canalla hechiceresca'. Y paraentender tales adjetivaciones es preciso verlas a la luz de una enigmáticafrase que dijo a Sancho, cuando fue advertido por éste del parecido entreel rostro del mayordomo ducal y la Dolorida. Don Quijote entoncestrató de hacerle ver al escudero lo imposible de su sospecha, aunquematizando sutilmente: 1) el rostro de la Dolorida sí era del mayordomo;2) el mayordomo no podía ser la Dolorida; 3) era preferible, concluyó,dejar por el momento tales averiguaciones, pues sería entrar en 'intricadoslaberintos'. Y añadió; 'Créeme, amigo, que es menester rogar a NuestroSeñor muy de veras que nos libre a los dos de malos hechiceros y demalos encantadores' (II, 44). A los dos, es decir, a Sancho que está apunto de partir para la ínsula, y a Don Quijote que va a quedar solo enel castillo ducal; y se teme lo peor ahora que él y su escudero van a tenerque vivir separados. Nótese que las palabras 'malo', 'hechicero' y'encantador' se repiten en ambos casos significativamente. Don Quijotelanza cuchilladas por la reja contra seres muy concretos cuyas malévolasintenciones conoce de sobra. No debe olvidarse que, al final de susoliloquio tras el romance burlesco de Altisidora, Don Quijote habíalanzado en sordina un desafío a la duquesa y Altisidora: 'yo tengo de serde Dulcinea [...] a pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra'(II, 44).

Que Don Quijote sepa con absoluta claridad el burdo juego de que esobjeto y, sin embargo, nada diga directamente al respecto, lo levantaéticamente muy por encima de sus anfitriones. Aunque va a sufrir y serjuguete en sus manos, aunque esté a merced de sus malévolas intenciones,se deja hacer. Su paciencia y control son ejemplares. Don Quijote, a estaaltura de la narración, ha superado a todos los caballeros andantes de lospasados siglos, incluido Amadís, su modelo. Aquí no se trata de juegovanidoso, sino de la agridulce comedia de la vida. Don Quijote tendrá querepresentar el doloroso papel de bufón que los duques gratuita ycaprichosamente le han asignado. ¿Para qué?, se pregunta el lector. ¿Quéempresas y triunfos están en juego? ¿Por qué Don Quijote no ha abandonadoel castillo? ¿No había huido de los aldeanos del rebuzno? No, Don Quijoteya no volverá a huir. Simbólicamente preso en la jaula de su aposento y enuna absoluta oscuridad, ha de entablar una grotesca lucha contra elementosirracionales que atenta contra su dignidad. Don Quijote no huirá, porqueahora está en juego una victoria mayor: el vencimiento de sí mismo.

A los gritos de Don Quijote acuden los duques. Son precisamente ellos,los patrocinadores de la burla, quienes pueden abrir la jaula-aposento deDon Quijote, iluminar la oscuridad, y es el duque en contreto quien

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puede poner fin con la mayor facilidad a la 'desigual pelea', arrancandoel gato del rostro del caballero y arrojándole por la reja. Don Quijote,como en otros momentos de su estancia en el palacio ducal, aparece asícomo un juguete a merced del capricho de sus anfitriones. Son ellosquienes deciden el comienzo y el fin del juego burlesco. Don Quijotenada ha hecho. No ha podido 'fenecer' la batalla. Como de costumbre,lo único que hace es debatirse impotente frente a elementos contrarios yacudir, para su explicación, a la mecánica de encantadores yencantamientos. Aunque ahora, a diferencia de las aventuras de la PrimeraParte, sepa muy bien que tales encantadores tienen un nombre propio yuna identidad que él conoce.

Por todo ello, la reacción de Don Quijote es ejemplar, reacción decontención, dominio de sí y perdón. Ante Altisidora que le cura con sus'blanquísimas manos', a la vez que le hiere cínicamente maldiciéndole porsu honestidad y fidelidad a Dulcinea, Don Quijote responde sin palabrascon un profundo suspiro, que expresa su resignación, su comprensión y supaciencia. Y ante los duques expresa su gratitud. Don Quijote, por puracortesía, su máxima virtud de que siempre hizo gala, se limita a agradecerleslo que puede: que acudieron a quitarle el gato de encima. De la malaintención de sus nobles anfitriones, que momentos antes y veladamente leshabía echado en cara, nada dice ahora.

Cervantes ha hecho pasar a su personaje por una dolorosa prueba, encomplejo proceso cuajado de rápidos pero reveladores rasgos de su alma: lavanidad de un primer momento,7 la seriedad y delicadeza de su romancede desengaño, la ira de saberse injustamente burlado y despreciado, el ridículoy grotesco aspecto de su figura luchando con los gatos, y la final aceptaciónde este absurdo juego de la vida que el azar, el autor de sus aventuras y susnobles anfitriones han querido que juegue y padezca.

Así, Don Quijote, derrotado una vez más, postrado en su lecho, alcanzaparadójicamente por su dominio de sí y paciente comprensión la victoriade sí mismo y una envidiable altura moral y humana.

NOTAS

1 La estructura teatral de la secuencia aparece más clara si se toma la escena delfingido desmayo de Altisidora como un entremés.

2 Para Anson C. Piper ('A Possible Source of the Clawing-Cat Episode in DonQuijote', Revista de Estudios Hispánicos, 14 (1980), 3-11), la fuente estaríaen una pastorela del trovador Guillermo de Aquitania. Para Juan A. Tamayo{La parodia caballeresca en el 'Quijote' (Madrid: Cursos de Conferenciaspara Preuniversitarios, 1959-1960), 19 pp.), Cervantes se inspiró en la luchade Tirante con el alano. Para Helena Percas de Ponseti {Cervantes y suconcepto del arte (Madrid: Gredos, 1975), pp. 384-85), el episodio es unametamorfosis de la aventura de los leones.

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3 Edición de Martín de Riquer en Clásicos Castellanos (Madrid: Espasa-Calpe, 1974), Libro III, Cap. CIII [220], Tomo III, 142.

4 Un breve listado de instancias en que aparece 'suerte', 'ventura', 'fortuna'y su importancia en la novela aparece en Richard L. Predmore, El mundodel 'Quijote' (Madrid: ínsula, 1958), p. 40, n. 5. También puede verseuna breve exposición de 'ventura', 'suerte', 'destino' y 'caso' en la obrade Cervantes, en Francisco Garrote Pérez, La naturaleza en el pensamientode Cervantes (Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1979),pp. 124-28. También Américo Castro, desde un punto de vista filosófico,trata del tema en El pensamiento de Cervantes (Barcelona: Noguer, 1972),Cap. 7, 'La moral'.

5 L.A. Pérez-Rioja, Diccionario de símbolos y mitos (Madrid: Tecnos, 1971),p. 221.

6 Para opiniones distintas respecto a este punto, ver Carrol B. Johnson, Madnessand Lust: A Pschoanalytical Approach to 'Don Quijote' (Berkeley: Universityof California Press, 1983), pp. 174-75.

7 La vanidad es el máximo defecto de Don Quijote. Así lo indiqué en 'Laindumentaria de Don Quijote {Don Quijote, II, 46)', en Juan Villegas (ed.),Actas Irvine-92. Asociación Internacional de Hispanistas. V. Lecturas yrelecturas de textos españoles, latinoamericanos y US latinos (Universidadde California, 1994), pp. 148-54. Tal vanidad aparece al comienzo delepisodio, cuando decide hacer algo tan impropio de su edad como desengañara Altisidora con una vihuela y un romance y, además, de noche.