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SUPLEMENTO CULTURAL No. 46 - 16 DE ABRIL DE 2012 - AÑO 1 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Eblen Macari -nació en la Ciudad de México un 27 de octubre de 1955- estuvo recientemente en Zacatecas para presentar “De Beirut a Cosamaloapan” en el marco del 26 Festival Cultural Zacatecas 2012. El Macari Ensamble está integrado por Olga Martínez -clavecín-, Eblen Macari -guitarra y jarana jarocha, Kabalan Macari –percusiones-, y en esta ocasión tuvieron como artista invitado a Mauricio Sotelo –integrante de Cabezas de Cera-. Foto: Alejandro Ortega Neri

La Gualdra No. 46, lunes 16 de abril de 2012

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 46 - 16 DE ABRIL DE 2012 - AÑO 1 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Eblen Macari -nació en la Ciudad de México un 27 de octubre de 1955- estuvo recientemente en Zacatecas para presentar “De Beirut a Cosamaloapan” en el marco del 26 Festival Cultural Zacatecas 2012. El Macari Ensamble está integrado por Olga Martínez -clavecín-, Eblen Macari -guitarra y jarana jarocha, Kabalan Macari –percusiones-, y en esta ocasión tuvieron como artista invitado a Mauricio Sotelo –integrante de Cabezas de Cera-.

Foto: Alejandro Ortega Neri

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibída la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira Saade / Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas /Dir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada Lazarín /Dir. La Gualdra

[email protected]

Sandra Andrade Trinidad /Diseño

Juan Carlos Villegas /Ilustraciones

[email protected]

Un Mundo Dantesco (I) por Gabriel Luévano Gurrola

La alucinación de un mundo normal (II)por Nelson Guzmán

Arrebatos de la memoria(Breve comentario superficial ygimnástico sobre el texto de Francisco Martín Moreno)por José Manuel Ruiz Regil

Eblen MacariDe Beirut a Cosamaloapan (pasando por Zacatecas)por Jánea Estrada

Por qué el arte nos puede salvar como sociedad en esta épocapor Eduardo Campech Miranda

La sensibilidadpor Edgar Khonde

Dejemos atrás la maldita creenciade que el público zacatecanono sabe de artepor Rossalina López García

Fugitivapor Juana Lucía Oliva Bernal

Lo sépor Pilar Alba

Poema para decir tu ausencia por Roberto Galaviz

muno en zona macopor Eric Nava

Castillo de sal si puedespor Andrea Sampedro

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La noche del viernes pasado tuve la fortuna de asistir a la Ópera Madama Butter�y, en el Teatro Fernando Cal-derón. La música -de Giacomo Pucci-ni- estuvo a cargo de la Orquesta Filar-mónica de Zacatecas, bajo la dirección de Alfonso Vázquez; las actuaciones de Maribel Salazar (soprano), En-carnación Vázquez (mezzosoprano), Darenka Chávez (soprano), José Luis Ordóñez (tenor) y Jesús Suaste (barí-tono), fueron simplemente extraordi-narias. Oscar Tapia fue el director de escena. Varias son las razones para celebrar este tipo de acontecimientos. Primero, debo reconocer la sensibili-dad que tuvieron las autoridades del 26 Festival Cultural Zacatecas para pro-gramar una función de ópera de esta magnitud. Y digo esto porque los can-tantes que participaron esta noche son profesionales mexicanos con una larga trayectoria y experiencia en la ópera reconocida a nivel internacional. Maribel Salazar (Cio Cio San, Madama Butter�y) representó impecablemente al personaje principal esta noche -el año pasado lo hizo en el Palacio de Bellas Artes-. Es la misma soprano que el año pasado nos delei-tara con su voz en el concierto de José Carrreras. Su actuación fue soberbia, convincente; su voz: inigualable. Encarnación Vázquez (ca-marera de Cio Cio San), nacida en Aguascalientes, nos demostró por qué es toda una institución en el mundo de la ópera. José Luis Ordóñez (B. F. Pinkerton) actuó tan bien que el pú-blico terminó odiando a su persona-je. Jesús Suaste (cónsul de los Estados Unidos en Nagasaki) –fundador y di-rector de la Compañía de Ópera de Morelos- tuvo una actuación inme-jorable. Y Darenka Chávez (esposa americana de Pinkerton) nos deleitó con una participación sublime. La actuación especial de Sara Manzo, como Dolore, hijo de Cio Cio San, es-tuvo a la altura de las circunstancias. Madama Butter�y estuvo muy bien dirigida escénicamente por Oscar Tapia; el director logró un ex-celente trabajo actoral. La escenogra-fía fue minimalista, el vestuario muy adecuado a la época, bien cuidado; y salvo algunos apuntes en iluminación, en general el trabajo escénico fue de primer nivel.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

El Teatro Fernando Calde-rón estuvo lleno. Se agotaron las loca-lidades. Y lo que más me gustó de esto es que la mayoría de los asistentes era gente zacatecana; y me gustó porque esto comprueba que sí hay público dispuesto a asistir a este tipo de espec-táculos en nuestra ciudad. También asistieron muchos turistas que a la salida comentaban lo extraordinaria que había estado la función y lo bara-tos que habían estado los boletos. La ópera duró más de dos horas y nadie –o casi nadie, porque no se notó que pasara- abandonó la sala antes de que �nalizara la función. Por el contrario, el público permaneció de pie aplaudiendo durante muchos mi-nutos cuando los artistas aparecieron para agradecer al público la ovación. La Orquesta Filarmónica de Zacatecas merece una mención espe-cial por su profesionalismo, por la pa-sión que imprimen en cada uno de sus conciertos. Ésta es una oportunidad para retomar la idea de que la OFIL-ZAC tenga una temporada de con-ciertos más constante durante el año. ¿Por qué nada más durante el festival tenemos la oportunidad de escuchar-los tan seguido? En estos cinco años transcurridos desde su fundación, además de su calidad interpretativa, la orquesta ha tenido una capacidad de convocatoria indiscutible. La mayoría de sus conciertos programados han tenido una asistencia más que acep-table; los recintos donde han tocado durante este tiempo han estado llenos. Y si la gente va a los conciertos y sale satisfecha, y si además constantemen-te está preguntando por qué no hay continuidad en los mismos… creo que es hora de manifestarnos (pací�-camente) para pedir que la Orquesta Filarmónica de Zacatecas tenga una temporada –por lo menos- al año. Muchas felicidades a todos los que colaboraron en esta puesta en escena: actores, músicos, productores, escenógrafos, iluminadores, maqui-llistas, vestuaristas, gestores y técni-cos. Pero sobre todo felicito al público que asistió, porque eventos de esta ca-tegoría no se dan en Zacatecas todos los días –aunque deberían-.

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16 de abril DE 2012

Por Gabriel Luévano GurrolaUn Mundo Dantesco (I)

Cuando la conciencia del tiempo co-menzaba a clarear en mi cabeza, em-pecinada en volcarme a la santidad que el anacronismo supone, los cuernos del demonio resplandecían de humo, y yo era humo. La tierra bailaba bajo mis pies, arrancada de su solidez �cticia, como una girándula de luz escarlata, suspendida en el eje del viento. Cerca de mí, podía escuchar los lamentos de un árbol próximo. Entonces levantaba la vista del libro y me daba cuenta que eran más los árboles que aguardaban el rezo de mi mirada. Ahí estaban, in-móviles, oscilantes, sus hojas, in�nita-mente tristes. Me acercaba de vez en cuando a ellos, para arrancar moroso su corteza. Entonces la mano era pér-gola y el tronco víctima imaginaria. Al nacimiento del arrebol, tomaba el ya entonces raído volumen y emprendía el jubiloso camino a casa. Detrás, los árboles habían cesado su jerigonza de silencio, no obstante, discernía ahora gritos de nervudas gargantas, con una sensación de que se hundían en ¿brea? No me importaba entonces la �delidad al texto, siempre y cuando su recuerdo me destemplara un poco de la rutina, en el camino de vuelta mientras ancia-nas de aire me observaban. Al entornar la puerta de la casa todo volvía a ser lo mismo. Un “dónde estabas, siéntate a cenar”. Y me sentaba, ya sin gritos, lluvia de gra-nizo o traidores masticados. Luego a dormir plácidamente, sin pesadillas. Pero no me quejaba. Había tomado mi dosis de �cción del día y me jactaba de un sueño intranquilo, para tener algo que contarme en cuanto amaneciera. Fueron muchas las tardes que desvivían las horas de mi prime-ra juventud, en las que recostado en el �lo del morbo, leía la historia del hombre que bajó a los in�ernos acom-pañado de un poeta. En el relato, se presentaba un mosaico de sufrimien-to absolutamente necesario en ese en-tonces, al menos en mi caso. Cuerpos despedazados, tiranos mitológicos, deformaciones de la naturaleza ló-gica de las cosas. No entendía cómo mi madre hubiera podido regalarme aquello, si era ella la que me decía que al pasar revista a los tormentos in�i-

gidos a los pecadores, se amedrentaba de tal forma que pocos deseos de pe-car le quedaban. Tal vez hubiese visto el libro como una insoslayable opor-tunidad de a�anzar la “e�caz” edu-cación católica con la que me habían nutrido. No estoy seguro, pero me queda claro que si ése fue el motivo, resultó bastante irrisorio. En un con-texto donde la limpieza del vocabula-rio, las buenas maneras, los domingos de rosario maquinaban una rutina donde anegado, buscaba la manera de rebelarme sin hacer ruido, La Divina Comedia instauró la dulcemente pre-varicadora pasión por los libros. Indi-rectamente, cada página me adentraba en la violencia del mundo. Creo que esa manera fue la idónea, pues estuvo presente en todo momento un media-dor que me salvaguardaba de la ya por sí paupérrima valentía de mi estóma-go. Hablo claro de la imaginación. Con ella, no podía estar más que seguro. La administración correcta de realidad sin exageración peligrosa. Yo mismo de�nía los tormentos de manera que no dañaran mi sensibilidad pueril y mataba dos pájaros de un tiro: me rebelaba frente a un riguroso mundo de spleen y “aquí no pasa nada” y me divertía con ello. Mediante digería el vedado placer que dispone la libertad para imaginar, la imagen del poeta italia-no adquiría más y más santidad a mi gusto. Cómo era posible que un solo hombre, pudiera haber escrito con lujo de detalle la geografía de los tres reinos infrahumanos, y todavía se jac-tara de haberlos recorrido. Sencilla-mente estaba fascinado, pues con un célere movimiento de su mano, pen-saba, colocó a su albedrío a una pléto-ra de personajes históricos y literarios, en los “comodísimos” cubiles del aver-no. El universo estaba en sus manos. Con�eso que en esa primera juventud ya mencionada, sólo me di guisa de leer el in�erno. Sinceramente lo demás me prometía sólo un boleto al mundo de los sueños y no estaba dispuesto a sacri�car mi descubri-miento de la violencia. Sin embargo, Dante no fue mi primer enfrenta-miento con ella, si bien ya estaba de

Despertar a la violencia

cierto modo profetizado. Era aún un niño mo�etudo, con ojos de abandono a cuestas y do-ble naturaleza, es decir, mientras po-día ser un querubín que no rompía un plato, podía convertirme en un “cha-mucohijodetumadre vete de aquí” que ya había pintado nubes en las paredes. La casa de mis abuelos era entonces un lugar de sorpresas constantes en la que ninguno de sus parajes por más recónditos que fueran me estaba pro-hibido, salvo el cuarto donde dormía mi abuelo. Aceptaba conformista el respeto a la privacidad senil, siempre y cuando estuviera a la vista. Cuando no, fraguaba silentes estrategias y ya estaba dentro. La necesaria inspección era efectuada. A veces chicles, fotogra-fías, quizá la dentadura que tanto me horrorizaba, un sinfín de curiosidades de viejito salían a mi encuentro. Pero cierto día, descubrí curiosidades des-conocidas para mí. Sobre una desvaí-da mesa de noche, una pequeña pila de revistas viejas. Presuroso me dedi-qué a hojear lo que tenía delante. El li-bro vaquero, obscenos relatos, diarios del año del caldo y de repente, algo que llamó singularmente mi atención. Escondida, una tímida revista, amari-

lla, con letras negras chisporroteadas, salió a mi encuentro. Me fue difícil entender lo que veía, hallarle forma al bí�do protagonista de mis ulte-riores miedos. Entendí a los pocos segundos: era una mujer, partida a tajos de machete. Inmovilidad, obce-cación, un “qué hace aquí, ándele” y de nuevo en el zaguán arrancado del tiempo, antaño, de acendrada ino-cencia. Como Adán probó la manza-na que lo hizo distender su pureza de espíritu, yo había probado lo que era el hombre en realidad. Tal vez por ese incipiente enfrentamiento con la violencia y la profunda aversión hacia el dolor humano que experi-menté, el nacimiento de la literatu-ra, ostentando un discurso distinto, bello, trabajado, que me ofrecía la libertad del descubrimiento de una manera lejanamente amable, signi-�có el único juego que verdadera-mente disfruté. Sin embargo, una reminiscencia de aquel primer des-garre con la monotonía ya relatado, aparecía amenazante. Con enormes letras negras, sobre el cadáver, había alcanzado a leer: “ESPECTÁCULO DANTESCO”. Una probadita de lo que lamentablemente nos tocaría ver más adelante.

Gustave Doré, ilustración para la Divina Comedia de Dante

Porque yo creo que el día en que deje de comer me voy a morir, y entonces me iré con toda seguridad derechito al infierno. Y de allí ya no me sacará nadie, ni Felipa, aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario que me regaló mi madrina y que traigo enredado en el pescuezo...Fragmento de “Macario” de Juan Rulfo

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LA GUALDRA NO. 46

Por Nelson GuzmánLa alucinaciónde un mundo normal (II)No hay una percepción real de las co-sas; percibir es imprimir sobre la su-per�cie de los objetos que palpamos, las huellas de nuestros signi�cados y aun de nuestro cuerpo. Quien mira el mundo, inadvertidamente se ve a sí mismo en él. Toda sensación de un objeto mediante un órgano de nuestro cuerpo, implica siempre la percepción del órgano que siente. La mano no sólo toca la super�cie áspera de la piedra: ahí donde las yemas de los dedos tocan la piedra, es donde al mismo tiempo la piedra toca la mano; de igual modo nuestro mundo visual presupone la anatomía del ojo humano: los colores, la distancia y el tamaño de los objetos implican los receptores nerviosos, la convexidad de la córnea, la �exibilidad del cristalino. El aspecto difuminado de las cosas que ve el miope se debe a la for-ma de su ojo. No es que perciba mal el mundo, sino que percibe (al igual que quien tiene una vista “normal”) el mundo con sus ojos y con la forma de sus ojos. Pensar que hay una “norma-lidad” en la percepción, es olvidar que en toda percepción están implicados necesariamente nuestro cuerpo y nues-tro entendimiento. Según se dice, un recién nacido mira el mundo como un lienzo lleno de colores sin profundidad puesto que no enfoca la mirada. Es has-ta que conoce los objetos, cuando su ojo tiene la capacidad de de�nir sus contor-nos y entonces es que puede verlos. Si bien es cierto que hay una percepción habitual de las cosas, esto sucede sólo cuando las cosas mismas desaparecen para convertirse en sig-nos de nuestro lenguaje. El hábito es el aire que erosiona la singularidad de las cosas. Mientras más sentido acampa sobre el territorio de los objetos, más cautivos están en nuestras redes de signi�cado; y mientras más los cono-cemos, menos los vemos. El entendimiento es así una prisión de los sentidos; una puerta que se cierra ante la extrañeza que cada ob-jeto debería provocar, perplejidad que por pereza o por resignación hemos abatido para �ngir que ejercemos un dominio sobre ellos. No es extraño que cuando nuestra visión del mundo escapa de sus signi�cados habituales, creemos ver en él un jeroglí�co sin descifrar; la matriz del sentido necesita entonces expansión y el juego libre de los sig-ni�cados ocupa el lugar de los cami-nos ya bien trazados por las huellas de nuestro andar.

Es bien conocido que entre los Wixaxika, el consumo de híkuri está asociado con sus prácticas ritua-les (el costumbre), para las que realizan una peregrinación a Wirikuta. Entre otras cargas emotivas, su ingesta está asociada con un acto puri�catorio que les remite a la inocencia primigenia, semejante a la del recién nacido que no ha conocido aún los goces de la carne, ni el uso de las palabras. La ubicación geográ�ca de Wirikuta es por lo demás signi�cativa, pues en relación a las sie-rras que habitan se encuentra hacia el oriente, lugar donde sale el sol y don-de en el comienzo de los tiempos éste ha emergido de la tierra desde el cerro Leunar (el cerro Quemado). La asociación de la infancia y Wirikuta la encontramos también en sus ciclos rituales. Las �estas que se celebran tras la cosecha del maíz (�esta del tambor o del elote, en huichol Ta-tei Neixa) duran todo el día y la noche, pero ambos tienen sentidos bien dife-renciados. Durante el día, el mara’kame (cantador) acompaña su canto con el tañido de un tambor de palo de roble y cuero de venado que simula el paso de este animal en una suerte de viaje místico hacia Wirikuta. Formando un círculo en dirección al oriente, los ni-ños menores de cinco años (el cinco es el número del orden espacial, pues son cinco rumbos los que lo de�nen: los cuatro cardinales y el cenit) agitan unas sonajas y llevan en su cabeza un tocado de plumas y nierikas (cruces rematadas

Fotos: Isis Vargas

con rombos formados de estambre), cuyo número se corresponde con el de las �estas en las que han participado anteriormente. En la noche, los adultos danzan en círculo al ritmo del tambor, esta vez para dirigirse a Aramara, en la costa del Pací�co, lugar de las sombras donde el Sol se pone, lugar del declive de la vida del adulto y del brillo solar. Wirikuta es así, el territorio de la infancia y del alumbramiento. No es casual que sea ahí el lugar donde crece el híkuri sagrado, cuya manduca-ción abre los ojos de quien vuelve a ser como un recién nacido. Para quien haya probado el híkuri, no será extraño que su vista re-cupere el privilegio del sentido sobre el concepto, como el niño que antes que las �guras percibe los colores de las cosas. Una mirada diáfana necesita despojarse de las impurezas, �ltros y lentes que el intelecto pone entre el ojo y el mundo. La transparencia desnuda los colores de las cosas, que dejan de ser conceptos para convertirse en sensaciones. El tiempo, la causalidad, el espacio: todas las coordenadas que rigen nuestra percepción habitual del mundo adquieren una consistencia in-usitada; al igual que nuestro cuerpo, se vuelven �exibles, plásticas. El espacio modi�ca los axiomas de su geometría; el tiempo, el cauce por el que el pasado y el presente se distinguen. En general, se tiene la impresión de mirar por pri-mera vez el valle que se extiende en el horizonte y que toca en la lejanía el lí-mite del cielo, como si en su unión acu-diéramos a la fundación de la signatura de las cosas. El mundo interno y el exte-rior desvanecen también sus fronteras precisas, una sensación de pertenencia y de �uidez desenmascara la falacia ha-bitual de nuestra egolatría. A diferencia de otras drogas o el alcohol, el híkuri no produce ninguna sensación de ebriedad, ninguna facul-tad del intelecto parece colapsarse. Sólo el horror de incursionar en un mundo inusitado puede perturbar la percep-ción del alma que injusti�cadamente puede sentir culpabilidad o cobardía y probablemente por ello, los wixas se han impuesto desde siempre el deber de pu-ri�carse con ayuno y sacri�cio. En �n, el mundo del híkuri plantea una severa objeción al preca-rio mundo de las horas, pues al correr el velo de nuestro entendimiento abre nuestra percepción para comprender que eso que llamamos habitualmente verdad, no es sino la alucinación en la que habitualmente vivimos.

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16 de abril DE 2012

Por José Manuel Ruiz Regil

Arrebatos de la memoria(Breve comentario super� cial y gimnástico sobre el texto de Francisco Martín Moreno)

Por encima de los deslices eróticos que promete la novela, que a decir del género es una sucesión de cuen-tos independientes inspirados en los rasgos de personalidad de los héroes históricos, y cuyo conjunto no entre-ga ninguna historia entreverada más que la del apabullado destino de Mé-xico (por si fuera poco), las anécdotas de alcoba no son para escandalizar a ningún lector consuetudinario que se haya revolcado en las páginas de Miller, Bukowsky o Beigbeder, por citar sólo algunos hijos del complejo Fitzerald, de donde surge también el trabajo malicioso del Mexicano Enri-que Serna o la sublime prosa poética del erotómano Alberto Ruy Sánchez, o de tantos otros que, lejos de preten-der escandalizar, renombran el sexo y sus múltiples maneras. Que un servidor público, político o ideólogo tenga exaltaciones sublimes, amores imposibles, deseos de poseer a otro, debilidad por las mujeres, por los hombres, o por am-bos; pasión por la carne y sus � uidos, exabruptos lascivos, aproximaciones venéreas dentro, sobre, cabe, contra, ante, bajo por o fuera del matrimo-nio, a favor o contra natura, no es extraordinario dentro de la zoología que ofrece la condición humana, y no por ello dejan de sorprender, re� ejar, agradar, confrontar o estimular las imágenes que ofrecen las detenidas descripciones de Martín Moreno. Con esto quiero decir que si bien la inserción de estos pasajes constituye un atrevimiento preciso por la irreverencia histórica que re-presenta –lo cual resulta sumamente terapéutico para el exceso de sobrie-dad y ceremonia con que tratamos la mentira o� cial-, no debería ser (y no lo es, de hecho) el punto más destaca-ble de la obra, sino la seria y profusa documentación, el análisis y la con-textualización que relato a relato el au-tor entrega para que el lector arme los episodios de su propia historia; la de todos los mexicanos, comprendiendo el antes y el después, aun cuando los personajes se hallen tan separados en el tiempo como lo están José Vascon-celos y Sor Juana. Esta distancia histórica da tiempo a que el lector se reponga de un primer horror para entrar al si-guiente e identi� car los patrones de conducta idiosincráticos que invaria-

blemente desembocan en la misma tragedia. Como una noria que se can-sa de dar vueltas siempre en el mismo sitio, sin moverse apenas un poco en el país del no pasa nada. Cada capítulo es un ensayo-� cción que funciona de manera inde-pendiente y a la vez aporta a la visión general, lo que hace a la obra actual y fácil de leer de muchas maneras. La estructura y tratamiento de cada ensayo obedece a un vicio de carácter de cada personaje en cues-tión. La voz narrativa es consecuente con su propia historia. La de Maximi-liano es contada por Carlos Bombe-lles, quien resulta ser su amante desde niño y acaba siendo chaperón custo-dio de Carlota en su exilio.

Por� rio Díaz es juzgado por Dios, ante quien no tiene grandes posi-bilidades de justi� cación. En el juicio al todopoderoso, el uso del narrador om-nisciente es divinamente inapelable. El caso de José María More-los y Pavón, revela a un ser humano entrañable. Una confesión en primera persona que revela al verdadero autor intelectual de la lucha de indepen-dencia, y lo rescata como persona que obedece a ilusiones, miedos, sueños y equivocaciones, muy humanas. Francisco Villa se debate con su conciencia. Doroteo Arango le echa en cara las innumerables bar-baridades que no puede soslayar su memoria, creando un limbo donde se debate entre el cinismo y la culpa.

A pesar de la imagen áurica del Ateneo, los documentos entregan a un José Vasconcelos fascista, decep-cionado de los mexicanos –como todo el que ha apostado a la educación y la cultura en este país-, cuya tormentosa relación con María Antonieta Rivas Mercado posibilita su ascenso a la candidatura presidencial. ¿Imaginar-se al maestro de la juventud liado con Hitler o Goebbels? Eso sí matiza mu-cho el busto broncíneo del prócer. Otro de los textos más lo-grados, llenos de lirismo y verdad histórica es el de Sor Juana Inés de la Cruz. La voz de su alter ego, la Con-desa de Paredes, esposa del Virrey, es quien narra esta historia enclaustrada de amor al amor y amor a las letras. En la correspondencia de una a la otra denuncia al autor intelectual y mate-rial de la muerte de la décima musa: su propio confesor. Moreno traza una monja sensual, extática, sublime, ar-cangélica, dedicada al conocimiento y con una pasión imposible. Denun-cia en voz del poder el escarnio y la injusticia producidos por la envidia de los inquisidores, y traza la pureza de un amor platónico apenas realiza-do en la carne. La obra de Francisco Martín Moreno arrebata exclamaciones de sorpresa, indignación, coraje y pena sobre lo que es y ha sido la historia de saqueo físico, moral e intelectual de este país. Es muy importante que la gente común y corriente, no sólo los especialistas, historiadores y es-tudiosos, conozcamos y entendamos la correlación de estos hechos, salpi-mentados con algunas anotaciones lúbricas sumamente palatables, para tomar en cuenta que la gente en el poder goza y padece de los mismos apetitos que los demás, sólo que tie-nen más posibilidades de satisfacer-las, muchas veces a costa de la con-fianza, el abuso e incluso todavía, con el consentimiento innoble del pueblo. Por mi parte agradezco el interés en la historia que la obra de este autor despertó en mí, lo que no lograron mis maestros en su momen-to. Continúo con el resto de sus libros aprendiendo de su agudeza para el detalle, la capacidad de crítica y de-nuncia, y la frescura para cuestionar a quienes llevan el destino de este país atado a la cintura.

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LA GUALDRA NO. 46

Por Jánea Estrada

Eblen Macari De Beirut a Cosamaloapan (pasando por Zacatecas)

len Macari naci en la iudad de Mico un de octu re de e tu o

recientemente en acateca ara reentar “ e eirut a o amaloa an” en el

marco del Fe ti al ultural acateca l blen acari nsamble dio un

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gratamente de e ta fu i n de m ica tradicional me icana con m ica originaria de ano de donde e u familia

aterna te en am le logra com inar armonio amente la guitarra contem or nea la arana aroc a el cla ec n

ercu ione del medio oriente recu erando la ra ce ra e arroca de la m ica me icana n u concierto conu la li ertad creati a de la im ro iaci n con la e loraci n de lengua e

mu icale de anguardia la in uencia de tradicione onora milenaria creando un onido nico original l gru o e a re entado en lo rinci

ale fe ti ale de M ico gira or orteam rica uro a entroam rica ra il ano la ndia r imamente e re entar en ortugal

l en am le e t integrado or lga Mart ne cla ec n len

Macari guitarra arana aroc a aalan Macari ercu ione en e ta

oca i n tu ieron como arti ta in itado a Mauricio otelo integrante de a ea de era

ro ec ando u e tancia en nue tra ciudad laticamo con len Macari uien c arl con no otro ama

lemente demo trando ue adem de er un gran m ico e un er umano en i le di ue to iem re a dialogar

Jánea Estrada: ¿desde cuándo te de-dicas a la música?Eblen Macari: ¡Uuuuy! Desde hace muchos años, era prácticamente un chavo, desde �nales de los setenta. Mi familia no es de músicos y sin embargo mi hermana canta también. Pero la familia no tuvo mucho qué ver –aunque mi mamá, ahora que re-cuerdo, era bailarina-.

JE: ¿Tus padres tienen origen libanés?EM: Sólo mi padre; pero tanto él como mi mamá son de familias yucatecas.

JE: ¿Es precisamente por este origen libanés de tu padre que surge el pro-yecto de fusionar música libanesa con mexicana?EM: Un poco, sí… yo de niño pensa-ba muy poco en mis orígenes libane-ses; fue hasta hace poco que me sur-gió la inquietud de visitar el Líbano, a Zgharta, y fue una experiencia muy

bonita, porque me encontré con la fa-milia de mi abuelo, un hombre muy bueno y generoso dedicado al comer-cio en Yucatán, llegó a tener mucho dinero y mandaba periódicamente una cantidad a su tierra; cuando lle-gué allá me di cuenta que él había con-tribuido a construir la catedral, algu-nas escuelas, me recibieron muy bien, porque lo quieren mucho, y como me llamo igual que él… Eblen en árabe coloquial, Kabalan en clásico.

JE: ¿Qué signi�ca tu nombre?EM: Signi�ca “El que acepta”.

JE: ¿Y si aceptas? ¿Qué acepta Eblen en este país?EM: ¿Yo? [risas] ¡Sí acepto! Este país ha sido muy generoso conmigo… lo acepto, me ha aceptado. Tocar aquí en Zacatecas, en esta plaza –Miguel Auza- es como tocar en cualquier lu-gar de Europa, y aquí la gente se jun-ta, disfruta mucho de la música.

JE: ¿La tuya es música del mundo?EM: El término es ambiguo, porque todo es música del mundo… la mú-sica mexicana está llena de elemen-tos de muchos otros lados, así, el son jarocho, la música barroca mexicana, pueden embonar muy bien con la música de otros países, como la del Líbano, con la que se logra una muy buena fusión. Esto realmente es mi música, con excepción de un son, “La Lloroncita”; una romanesca del siglo XVI y una tarantela del siglo XVII.

JE: ¿Qué te emociona más de este proyecto?EM: Bueno, disfruto mucho tocar con mi familia; llevo tocando con mi hijo 10 años, pero es la primera vez que tocamos juntos, con él y con Olga, mi mujer. Es, se puede decir, un proyecto de familia. Tenemos dos años tocando juntos, hace un año salió este disco –que se puede conseguir en iTunes-.

Foto: Alejandro Ortega Neri

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16 de abril DE 2012

Eblen Macari De Beirut a Cosamaloapan (pasando por Zacatecas)

erminamo la entre i ta le agradec el tiem o rindado or la noc e e cuc amo un concierto lumino o cercano a la gente no toc en orialmente

cuc amo “ a loroncita” de u “ l on de arime” luego la la a Miguel u a e llen de lu como en el cuento de arc a M r ue no de amo lle ar or ella mientra la m ica de blen acari nsamble no a e de ida uelta de acateca a o amaloa an a eirut len rometi regrear ronto

JE: ¿Tienes nuevos proyectos musi-cales en la mira?EM: Sí, hay otro proyecto en el que tocamos juntos con Cabezas de Cera; acabamos de sacar un disco llamado Avant Folk; somos mi hijo y yo to-cando con los hermanos Sotelo. Es un proyecto más electrónico, es un ensamble electroacústico… Además de eso, con Macari Ensamble viajare-mos a Lisboa en junio.

JE: Y a propósito de viajes, tú que andas por tantos lados de este país ¿cómo lo ves últimamente?EM: Mi percepción es que el país es de gente buena, de gente amable. Lo que está mal son sus gobiernos y todo lo paralelo a ellos. Pero su gente es buena, últimamente andamos un poco de capa caída, medio azorados con tanta violencia. Lo que es una guerra entre “ellos” nos afecta a los que no tenemos nada que ver. Hace 15 años el DF era muy inseguro y ahora resulta que somos la ciudad más segura del país. Vamos a ver qué pasa… vamos a esperar a que cambie el gobierno.

JE: ¿No te parece que anteriormen-te había un compromiso social más grande por parte de la comunidad artística? ¿Que ahora el sector artís-tico anda medio de capa caída, como tú dices, a diferencia de otras épocas?EM: Hay una aparente actitud de conformismo; pero esque está muy

complicado que como artistas nos confrontemos con los malos… no es nuestro papel. Vivimos en una época en la que te metes con los malos y te mueres, te metes con los políticos y ¡te vetan! [risas] Es un asunto de los políticos arreglar lo que desarreglaron ellos… Mira, sin

embargo es muy interesante que es-tados como Zacatecas, con tantas ca-rencias, siga sosteniendo un festival como éste; otro tipo de burócratas hubieran dicho “hay que ahorrarnos esta lana para destinarla a otras co-sas”. La ignorancia les gana a algu-nos, pero es importante que la cultu-ra no sea considerada como un lujo, sino como un derecho del pueblo. Y cuando hablo de preservar la cultura me re�ero además del arte, a la pre-servación de tradiciones, de comida, de lenguas autóctonas, de música…

JE: ¿Hay algún tipo de música que te guste más?EM: Escucho mucha música barro-ca, el son jarocho, algunas cosas del jazz no tradicionales. A mí me gusta todo… [recti�ca] bueno, casi toda la música, pero más la tradicional, la del mundo, la que se acerque a la gente, que establezca contacto senso-rial con el que la escucha, que tenga algo que ver con la vida, que lo ponga a vibrar sin necesidad de explicacio-nes. En México la gente es muy mu-sical, le gusta mucho la música… no somos bailarines, porque somos muy malos bailando.

JE: ¿Qué tipo de música es la que no te gusta?EM: Lo que no me gusta mucho es el blues… me aburre.

JE: ¿Qué lee Eblen Macari?EM: Leo bastante, me gusta mucho la historia, leer a los cronistas… por ejemplo ahora estoy leyendo historia de Veracruz, del siglo XVI. Leo nove-la latinoamericana, a Carpentier; las primeras novelas de Fuentes; a Pes-soa… Lo que no leo son bestsellers. Es una pena que la gente ya no lea, el internet es una de las razones, y que los libros están muy caros…

Foto: Alejandro Ortega Neri

Page 8: La Gualdra No. 46, lunes 16 de abril de 2012

LA GUALDRA NO. 46

Por Eduardo Campech Miranda

Por Edgar Khonde*

Por qué el arte nos puede salvarcomo sociedad en esta época

La sensibilidad

Antes de salir de vacaciones, proyecté a unos niños de sexto grado la cinta La vida es bella, de Roberto Benigni. Durante el desarrollo de la trama, fue muy evidente el impacto que iba causando la película en cada uno de los chicos. Así, hubo quienes no pres-taron mayor interés y en la primera oportunidad se retiraron. La mayo-ría de estos niños tiene un raquítico o nulo acercamiento con las diversas manifestaciones artísticas, practica deportes de contacto y es experta en videojuegos. Un segundo sector, lo con-formaron quienes se interesaron por la película, pero tuvieron que retirarse (algunas fallas técnicas y de logística retardaron el inicio). Varias señoritas y jovencitos preguntaron dónde po-drían conseguir la película y el �nal de

Un escritor puede imaginar vetas para arrancar palabras y sobre todo para corregir frases, construir un párra-fo, conformar una cuartilla. En mis años como lector he ido tratando de reconstruir esos hechos, existieran o no, para adentrarme en la memoria e identi�carme con cada sintagma que percibo. En mi experiencia como es-critor puedo decir que nada es deja-do al azar, porque el azar resulta in-e�caz para provocar, incitar, inspirar al público. Veo a un sujeto, observo a un individuo, me alimento de sus emociones, de sus descaros, de sus sucesos. Lo real es que el sujeto exis-te porque es una convención de sus contemporáneos, porque el mismo sujeto no existe para el transeúnte que camina sobre una rúa de Varsovia en 1923, lo �cticio es que el mismo suje-to existe para un lector que transcurre dentro del siglo XXI, año 2011 para ser precisos. El lector lo hace presente en su imaginario porque descifra los símbolos que signi�can al concepto: hombre. El privilegio del lector es que simultáneamente conoce a un indivi-duo del año 1934, que no es el tran-seúnte varsoviano, y a una poeta que vivió cien años antes de nuestra era, y que al salir al estanco conversará con el intendente del lugar. La sensibili-

la misma. Curiosamente, estos niños leen con frecuencia, asisten a eventos culturales, mantienen una conversa-ción constante con sus padres. El último tercio del grupo se divide en dos subgrupos: los que se quedaron por interés real y los que tuvieron que quedarse. Estos últimos estaban más pendientes de la hora en que llegarían por ellos que por la cin-ta. El número de ellos realmente fue pequeño, a los sumo tres. En tanto, en los primeros, se presentó la siguiente dinámica: cuando comienza la perse-cución hacia los judíos, y se colorea de verde al caballo, sólo quienes siguie-ron la trama desde el inicio lo asumie-ron como una escena dramática; para los otros, fue algo chusco. Lo mismo sucedió en las úl-timas escenas, cuando Gido intenta es-

capar y rescatar a su amada principessa. Mientras algunas señoritas y dos o tres jóvenes, aguantaban las lágrimas ante el funesto desenlace, otro preguntaba a qué hora lo iban a fusilar, con un interés mórbido, y haciendo burla y escarnio de sus compañeras. Es decir, se presenta-ron al mismo tiempo dos posturas ante el dolor ajeno: la solidaridad y empatía por un lado, y la indiferencia y burla por otro. A estas alturas no me extrañó que los alumnos que manifestaban simpa-tía por el protagonista, practicaran al-guna disciplina artística o deportes de conjunto, van exposiciones, conciertos, obras de teatro. Con el otro chico pasó exactamente lo contrario. Zacatecas es una ciudad que ofrece múltiples oportunidades de apreciación artística, es co-responsa-bilidad de la escuela y la familia de

acercar la cultura a la población. Y me re�ero a un �n estético, de aprecia-ción, y no sólo a que se envíe a los chi-cos a los museos, se pasen copiando la �cha técnica (como si eso fuera lo más importante) y no aprecien la obra de arte en sí misma. Hace un par de años, la li-cenciada Luisa Hernández y su her-moso proyecto Gira Pirinola, mostró que es cuestión de voluntad institu-cional el llevar conciertos didácticos a las colonias de la capital zacateca y descentralizar la oferta cultural. El proyecto tuvo trabas cuando se re-quirió que las instituciones asumie-ran lo que un grupo de ciudadanos voluntarios hicieron durante algu-nos meses. Es tiempo de empatar la política cultural y la educativa. Has-ta la próxima.

dad, conversaba con Alicia, es una profunda re�exión, es un entender que somos símbolos y que el otro nos da signi�cado a través de nuestros actos; el otro, el intérprete, nos de-mostrará que existimos o que somos estatuas de sal. La sensibilidad tiene

que ser intelectual, pensada, concebi-da como una cualidad humana, en-tender que el campesino que cuida de su arrozal en Vietnam y el conductor del ferrocarril que atraviesa el oes-te de los Estados Unidos son, vistos desde diferentes aristas, la misma

* Nació en el D.F. el 9 de agosto de 1979. Tiene una licenciatura en Lengua y Literatura por la UNAM y otra en Lingüística por la UAM. Es integrante de Sonidero Mandril y le atiende amablemente en el restaurante de comida mediterránea Mikonos. http://edgarkhonde.blogspot.com/

persona, aunque no habiten el mis-mo tiempo espacio. La emoción, el ser emocional es una partitura completamente dife-rente, es una cualidad del ser, del ser concebido como un agente animado. El ser emocional no se delimita al humano. Perros, gatos, elefantes, son emocionales, y existirán individuos en cada especie más emocionales que otros, como en las sociedades huma-nas. A través de la emotividad, sin embargo, uno no puede responder a las di�cultades o a las hecatombes. No sé, y tampoco conozco método para averiguarlo, si en las demás es-pecies exista la cualidad del ser sensi-ble. Incluso en mi espacio tiempo me es sumamente complicado percibir a sujetos sensibles dentro de mi espe-cie. Demostrar las emociones no im-plica rastro de sensibilidad. Lo que sí implica la sensibilidad es detenerse a pensar y preguntarse qué ha sido de los otros. Lo lamentable es que per-tenezco a un tiempo y a una sociedad que se consume en el individualismo. Lo rescatable para mí, es que a parte de considerarme contemporáneo del tendero de la esquina, también me considero contemporáneo del pea-tón que recorre la rúa de Varsovia en 1923, y del poeta del siglo uno de an-tes de nuestra era.

Kris Lewis, Rose

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16 de abril DE 2012

Por Rossalina López García*

Dejemos atrás la malditacreencia de que el público

zacatecano no sabe de arteCada año hemos presenciado con dis-tintas aspiraciones y grados de ansie-dad lo que los organizadores cultura-les cocinan con sazón de sabiduría o ignorancia en cuanto al tema del arte; viajan, ven y traen a nuestra mesa pro-puestas interculturales que nos dejan un sabor de boca amargo o placentero en el mejor de los casos. Ser continuos espectadores ha propiciado generaciones de públi-co zacatecano que demandan presen-ciar propuestas con calidad artística; hemos aprendido a reconocer los ele-mentos necesarios para aplaudir de pie una escena o texto teatral devasta-dor, la composición y uso de la técnica de un cuadro, la lectura de líneas poé-ticas sublimes y las notas musicales más subversivas de un instrumento. Sin embargo, se desborda una funesta insistencia al pensar que la sociedad sólo es capaz de digerir espectáculos reciclados y carentes de estructura conceptual. Ni los niños, ni los jóve-nes y adultos somos espectadores pa-sivos, mudos y sordos, mucho menos ciegos ante un sinnúmero de horrores en el contenido de nuestra agenda cultural, ya que limita de manera la-mentable al espectador en su análisis crítico sobre lo que sucede en el arte contemporáneo. Vivimos con el deseo latente de que surjan eventos artísticos que desplieguen nuestra imaginación o melancolía. Tenemos hambre de arte. Desde que éramos niños llegábamos de todos los rincones de esta ciudad para apreciar el juego dramático y experimentar en la mesa de muchos artistas plásticos una técnica de arte, antes que realizar una simple manuali-dad. Crecimos entre el teatro, los con-ciertos y las galerías, nos permitimos extasiarnos bajo las fatalidades que se colaban por las grietas de la nave del museo Rafael Coronel, sin meseros o mesas con manteles largos que �jan la reservación de un ciudadano in�u-yente: nada de eso era necesario para perdernos entre las notas de los mejo-res jazzistas y grupos alternativos. Nuestros festivales culturales iniciaron con un modesto presupues-to que sólo permitía sacar fotocopias para los programas de mano. Desde entonces, las cosas han cambiado: se cumplen requerimientos técnicos es-

tridentes, se realizan pagos cuantiosos a artistas que complacieron el gusto de la élite social, así como a otros que muchas veces se quedaron con foros casi vacíos por una mala estrategia publicitaria. Se ha logrado lleno to-tal con artistas que no requieren ser comerciales o estar de moda para ser apreciados por un público de provin-cia; sin embargo, en ocasiones lamen-tablemente hemos perdido la oportu-nidad de tener en nuestros escenarios a grupos valiosos porque algún fun-cionario desconoce de su trayectoria. Tiene usted toda la razón, maestro Luis Félix, en lamentar que los ciclos de guitarra, talleres o charlas con los artistas invitados se hayan perdido. No es el gusto simplemente lo que determina la calidad de cada festival, es el aporte e impacto en la educación visual, auditiva y sensitiva del públi-co. No podemos esconder la mano después de haber arrojado al escena-rio a un grupo que no cuenta con la preparación y madurez necesaria para hacerse llamar “artista”; sabemos qué determina este concepto -mínimo podemos consultar la de�nición por internet-, pero desafortunadamente vuelve año tras año a renacer la mal-

dita creencia de que “el público zaca-tecano y los visitantes no saben de arte” y se insiste en mezclar eventos de calidad artística con espectáculos comerciales y sosos. Aun a pesar de las múltiples lecturas que se hacen en cuanto al tema, siguen pre�rien-do eventos musicales que pertenecen a una feria y no a un “festival cultu-ral”, al igual que pasarelas de carros alegóricos y des�les de carnaval, que verdaderas propuestas de teatro de ca-lle; o se programa una mezcla de pre-sentaciones de grupos de danza que muchas veces parecen más un �n de cursos de talleres de verano, en lugar de grupos realmente consolidados en el quehacer del trabajo corporal en toda su expresión. No podemos desistir… he-mos visto demasiado como para ir en picada, hemos tenido contacto duran-te numerosos festivales con artistas de talla internacional, hemos presen-ciado en el escenario propuestas que han penetrado nuestras entrañas sen-sitivas; sería lamentable, nocivo para nuestra salud física y mental dejar que el barco de la cultura naufrague y se hunda en la absurda idea de que el quehacer artístico sólo corresponde a los intelectuales bohemios de una cantina o de aquéllos que �nalmente buscan manifestarse entre charlas sor-das a los oídos de los que realmente tienen el sartén por el mango en cues-tión de producción y contratación. No somos un público igno-rante, no deseamos que nuestros hijos o alumnos se conviertan en ello, no

podemos conformarnos con sólo ver pirotecnia y grúas levantando objetos luminosos; mucho menos aceptare-mos que se crea que deseamos que nos muestren espectáculos mastica-dos, digeridos y defecados. El queha-cer del arte nos propone más allá del cumplimiento de entretener, divertir y sorprender; hagámonos responsa-bles de una verdadera cultura de pro-cesos creativos que desemboquen en un real conocimiento e intercambio intelectual y artístico, con expresiones metafóricas, vocablos que nos lleven a descubrir nuevos lenguajes que di-�eran del mero sentido común. Edu-quemos estimulando la vista y el oído, con propuestas que asalten a nuestros sentidos con las texturas, el color, los sabores de las cuerdas y el desdén de cada imagen fotográ�ca bañada en gestos dramáticos. Llenemos nuestras plazas y calles de aire que nos permita respirar sólo arte que oxigene nues-tra mente y nos alimente cada víscera con propuestas genuinas e innovado-ras, arriesgadas y sostenidas en bases �rmes de técnica y método, lectura y confrontación �losó�ca y poética. Fi-nalmente sabemos que el alma sólo se nutre de este tipo de alimento.

Page 10: La Gualdra No. 46, lunes 16 de abril de 2012

LA GUALDRA NO. 46

VIERNES y SÁBADOSe enda de acateca

Frente a atedral ora

MARTES 10Marte de lectura en o alta

ra de urora Re eartici an Mediadore de ala de ectura lumno de la nidad cad mica de etra

de la lico en generale t ulo de la ineteca acatecantrada li re ora

DOMINGOS 15, 22 y 29radicional onciertor ue ta ica de acatecair Florentino Ra go aa a Munici al de ultura de acatecantrada li re oraoordina a a Munici al de ultura de acateca

JUEVES 19 y 26radicional onciertoanda inf nica del tado ir al ador arc a rtegala uela oitia

ora

SÁBADOS 21 y 28Re tauraci n irtual del

ntiguo em lo de an gu t n ora

SÁBADO 21an a fol l ricare encia ultural lantel de ocaliente illa arc aeatro “Ram n e elarde”ntrada li re ora

MIÉRCOLES 25ella rte a toda arteectura en o alta “ eo luego e i to”

M ctriatio del Mu eo acatecanontrada li re ora

XXX ANIVERSARIO DEL DÍAINTERNACIONAL DE LA DANZA

el al de a ril

DEL 25 AL 29ine ineteca acatecantrada li re ora

DEL 25 AL 27Me a Redonda

re encia de lo irectore de ru o artici anteRadio acateca FM

ora

VIERNES 27Funci n con unta ontem or nea amenca fol l rica tudio Fare an ir il ia

ara a rtefacto M il ir Mauro irealler de aile Flamenco del ir nge

le alle allet Fol l rico de acateca ir Franci co Ja ier ri e

la uela oitia ora

SÁBADO 28Funci n con unta cl ica contem or nea ra e du arte cademia de allet l ico ir driana Mart ne uer o n rt uer o n rt ir u ana alerio

Ra t rea ir amela orreaeatro del Mntrada li re ora

Funci n con unta Ja contem or nea fol l rica

a o i re ir u ana lem n an a ir icente e a

om a a tatal de an a Fol l rica de acateca ir ar arala uela oitia ora

DOMINGO 29Funci n con unta l ica ra e amenca fol l ricaaller de allet l ico del ir lanca latorrea dana ir lanca auti ta

a ar a ir erardo alleom a a tatal de an a Fol l rica de acateca ir ar araeatro “Ram n e elarde”ntrada li re ora

Funci n con unta ontem or nea amencaan ar a de la ir gnacio otolongorttem o tudio ir le andra arc aacromonte ir ecilia ecerraeatro Fernando alder nntrada li re ora

nauguraci n de la e o ici n de fotograf aFe te ando la an a en acateca

olecti ae t ulo del eatro Fernando alder nino de onor

oraermanencia de ma o

MUNICIPIOS

FRESNILLO MIÉRCOLES 25Funci n con unta ontem or nea ra e

tudio Fare an ir il ia ara a ora

a dana ir lanca auti tantrada li re oraeatro c e err a

JEREZJUEVES 26

ella rte a toda arteectura en o alta “ eo luego e i to”

M ctrintrada li re oraeatro ino o a

MUSEOS Y GALERÍAS

ANTIGUO TEMPLO DE SAN AGUSTÍNRetrofutura

ra del Mtro Rafael oronelermanencia de unio

MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUEREZ

intural uimi ta Mat rico

ra de l aro lancarteala de o ici n em oral ermanencia Junio

olecti a de inturatraccione uer taro

ala de o ici n em oral ermanencia Junio

olecti a de cer micaierra Fuegoala de lo acatecanoermanencia Junio

i ita guiada ru o e colare une mi rcole ue e ierne de a

ora re ia cita

i ita guiada ara familiaomingo de a ora re ia

cita eg n di oni ilidad entrada gratuita ara lo acatecano MUSEO FRANCISCO GOITIA

ran arenciaru o egro arlie omorro arci io ere ra ora an Ja ier orteala de o icione em orale ermanencia a ta ma o

MUSEOGRABADOo ici n enta de o ra gr ca

Franci co oledo icente Ro o Manuel Felgu re l erto a tro e eroMu eo de rte tracto “Manuel Felgu re ”

e lune a ado de a el mu eogra ado com

MUNOi ici n enta de o ra gr ca

em ierc Marcelo al arettilinio ila rne to Morale dam eec

eto de di e adore me icanoacu a centro i t ricoe lune a ado de a orael muno com m

TALLERES, CURSOS Y SEMINARIOS

allere de an aallet l ico lanca latorrean a ontem or nea Mauro irean a Flamenca ngele allean a Ja u ana lem ne lune a iernee a orae enero a unio

CENTRO CULTURAL CIUDADELADEL ARTEallere de M icauitarra rom eta ntonio Ram re acar ae a orae ago to a unio

VIERNES y SÁBADOS

MARTES 10

Page 11: La Gualdra No. 46, lunes 16 de abril de 2012

16 de abril DE 2012

Por Eric Nava

Por Andrea Sampedro

munoen zona macoDel 18 al 22 de abril, muno, el no-museo de arte contemporáneo, se presentará en Zona Maco México, uno de los encuentros de arte con-temporáneo más importantes de La-tinoamérica que se realiza en el Dis-trito Federal. En su novena edición, Zona Maco reúne a 96 galerías de vein-te países, curadores y directores de museos y otros espacios dedicados al arte contemporáneo. Asimismo, el público interesado podrá asistir a las conferencias organizadas por La Co-lección Jumex, donde se hablará sobre diversos tópicos de arte y coleccionis-mo en México. Directores y curadores invitados hablarán de los espacios in-ternacionales de arte contemporáneo donde trabajan, y conversarán con profesionales mexicanos acerca de los programas que realizan. También se ha dedicado una sección para presentar proyectos rea-lizados ex profeso: Zona Maco Sur, curada por Patrick Charpenel. En la serie de conferencias, los artistas in-

El sábado se terminó el Festival Cultu-ral Zacatecas 2012, así que les comen-taré en esta ocasión el recuento de los daños; más bien contarles qué me pa-reció el festival: debo decir que hubo un par de cosas bastante rescatables, pero principalmente quiero recomen-darles a los organizadores que tengan más cuidado el próximo año y que cumplan con su trabajo y organicen mejor los eventos. Para empezar con lo malo, fui a ver a Café Tacuba, para entrar había �la y estuvimos esperando desde más o menos las 6:45 pm hasta casi antes de las 8:00 pm (obviamente nos perdi-mos a las bandas que abrieron). Claro, al menos tuvimos la suerte de entrar, porque según escuché hubo cerca de quinientas personas (muchas de las cuales sí traían boletos) que se queda-ron afuera porque “ya no había cupo”. Aunque en cuestiones mu-sicales el festival tuvo algo para cada gusto, me parece que les hicieron falta eventos de otras ramas artísticas como el teatro y la literatura, porque aunque sí hubo obras de teatro y presentacio-nes de libros de calidad, faltaron even-

vitados comentarán las líneas de in-vestigación de su trabajo y realizarán una contextualización de la pieza que muestran en relación al conjunto de su producción. Finalmente profesionales del arte dialogarán acerca de las posibili-dades y retos del trabajo editorial me-diante la publicación de catálogos, li-bros, publicaciones periódicas y otros dispositivos que son pensados para una diversidad de intereses y per�les. En paralelo diversos espa-cios de la Ciudad de México presen-tarán nuevas exposiciones. El Palacio de Bellas Artes inaugura Quodlibet, de Pablo Helguera, en la que muno co-labora, a partir del 20 de abril. Trans-misiones de Frecuencia, de Marcelo Balzaretti, quien exhibió en muno en 2008, se abre al público desde el 13 de abril en Galería Distrito 14, en la colo-nia Roma. muno participa en la sec-ción nuevas propuestas, destinada a galerías y organizaciones no lucrati-vas con menos de cinco años de ex-

periencia. La selección fue realizada por Pablo León de la Barra, curador independiente, e incluye a 26 espacios de Brasil, España, Inglaterra, Suiza, Alemania y México. Para su presencia en Zona Maco, muno ha preparado una selec-ción de proyectos que cuestionan el aura de la pieza única y su papel como motor principal del mercado de arte. Las obras, a cargo de Pablo Helgue-ra, Emilio Chapela y Gustavo Artigas son un adelanto de las exposiciones que se han programado para su sede actual a lo largo de 2012. En conjun-to, se trata de un cuestionamiento al objeto artístico como fetiche. ¿Qué es más valioso: la posesión o la expe-riencia que propicia un objeto artísti-co? ¿De qué manera nuestra percep-ción cambia cuando nos enfrentamos a un múltiple? Zona Maco representa un es-caparate que permitirá dar a conocer a nivel nacional e internacional la pro-ducción de arte contemporáneo que ha realizado muno en Zacatecas.

tos de fuera de Zacatecas que harían el festival más interesante. También hubo olvidos muy grandes de cosas que no incluyeron en el programa, como ciertos conciertos, también los eventos de los municipios que se lle-varon acabo en la segunda semana del festival y por supuesto la feria de libro.Ahora pasando a las cosas buenas (para no extenderme demasiado por-que punto por punto podría llevarme una plana completa de La gualdra) debo decir que la mayoría de los even-tos a los que asistí en la plazuela Mi-guel Auza la primera semana (tanto los recuperados conciertitos de trova como los eventos de Jazz y música del mundo) fueron inmejorables, es una lástima que el horario se mezclara con el de los conciertos principales en Pla-za de Armas porque era una música que valía totalmente la pena, desde que se abrió el foro con la agrupación El Código Postal, pasando por los tro-vadores Carlos Arellano, Edgar Oce-ransky y por supuesto Adrián Villagó-mez, hasta un muy divertido grupo de jazz llamado Triciclo Circus Band. A veces hasta me parecía que eran dos

festivales separados, uno de concier-tos de música en Plaza de Armas y otro de conciertos “independientes” en la plazuela Miguel Auza. El Festival Cultural debería de ser un todo que incluyera los as-pectos principales del arte de manera

equilibrada: música, teatro, literatura, danza… y que esto fuera local, na-cional e internacional. Así que, va mi recomendación: encargados de la cul-tura en Zacatecas, aprovechando que están ahí hagan su trabajo con apertu-ra, responsabilidad y desenfado…

Libros de Emilio Chapela, de una serie de libros imposibles de escribir. El muno presentará tres: Duplicación, Replicación y Mecanización.

Hua.Ra.Che Gráfica. [email protected]

Page 12: La Gualdra No. 46, lunes 16 de abril de 2012

LA GUALDRA NO. 46 / 16 DE ABRIL de 2012

Por Juana Lucía Oliva Bernal*Fugitiva

Nunca había contemplado una libé-lula, es verdad que las veía volar alre-dedor de los campos, en lo efímero del cielo, en la esencia de un sueño y aun en el rayo de una espiga; mas ahora puedo percibirla frágil, casi triste, casi nada… ella piensa quizá, anhela tal vez sobre el frío cristal traspasar la barre-ra que la separa de las nubes y puede sentir al igual que yo el aroma de la vida campestre en su eterno, hermoso devenir matutino: las alas al viento, el olor de la tierra húmeda y el girasol que duerme esperando el beso del sol. ¡Y pensar que sólo un instante me se-para de ella! El temor me invade, to-carla podría signi� car perderla, así que me extasío en su verdor de reina, pal-pándola con el pensamiento. Entonces me parece ver sus ojos como dos gotas

de rocío, puras en su renacer, artísti-camente delineadas de sorpresa. Creo que de alguna forma siente mi extra-vío ante su presencia, sin embargo me permite un leve acercamiento, no oso acariciar su sencillez exquisita porque sé que al hacerlo pudiera herir su cuer-po de hada, su luz virginal. Es entonces que su movi-miento se hace perceptible, su precipi-tada huida me conmueve, la convierte en volátil fugitiva de mi ilusión; no in-tento detenerla porque sé que no perte-nece a este mundo mortal, ella ha veni-do de un sueño, eclipsada por el deseo de aventura a conquistar el alma de una niña, a sanar un corazón herido. * Estudia el sexto semestre en la Unidad Aca-démica de Letras de la UAZ. [email protected]

Frida Kahlo, Abrazo amoroso

Por Pilar AlbaLo sé

Sé que romperé tu corazón. Lo sé. Se quebrará en pedazos como un jarro lleno de agua que se resbala de las manos haciéndose añicos en el suelo, mojando la tierra, desprendiendo un olor a lluvia. Chasqueará como una rama que se parte sobre la rodilla para poder atizar el fuego con el cual se aminorará el frío de la noche. Crujirá, como la hoja seca que se pisa a pro-pósito para poder cruzar y continuar el camino. Sé que romperé tu corazón, lo sé, por más que intente evitarlo, por más que rodee por las calles, llegaré a tu casa, llamaré a la puerta; abrirás con ella tu corazón y me lo pondrás enfrente, sobre una bandeja. Y entonces será inevitable, sucederá lo antes dicho, lo sé: por-que tus ojos me miran de esa manera, porque tus brazos me rodean mien-tras tus labios susurran en mi oído, suplicando: rómpelo.

Por Pilar AlbaLo sé

Sé que romperé tu corazón. Lo sé. Se quebrará en pedazos como un jarro lleno de agua que se resbala de las manos haciéndose añicos en el suelo, mojando la tierra, desprendiendo un olor a lluvia. Chasqueará como una rama que se parte sobre la rodilla para poder atizar el fuego con el cual se aminorará el frío de la noche. Crujirá, como la hoja seca que se pisa a pro-pósito para poder cruzar y continuar el camino. Sé que romperé tu corazón, lo sé, por más que intente evitarlo, por más que rodee por las calles, llegaré a tu casa, llamaré a la puerta; abrirás con ella tu corazón y me lo pondrás enfrente, sobre una bandeja. Y entonces será inevitable, sucederá lo antes dicho, lo sé: por-que tus ojos me miran de esa manera, porque tus brazos me rodean mien-tras tus labios susurran en mi oído, suplicando: rómpelo.

lula, es verdad que las veía volar alre-dedor de los campos, en lo efímero del cielo, en la esencia de un sueño y aun en el rayo de una espiga; mas ahora puedo percibirla frágil, casi triste, casi nada… ella piensa quizá, anhela tal vez sobre el frío cristal traspasar la barre-ra que la separa de las nubes y puede sentir al igual que yo el aroma de la vida campestre en su eterno, hermoso devenir matutino: las alas al viento, el olor de la tierra húmeda y el girasol que duerme esperando el beso del sol. ¡Y pensar que sólo un instante me se-para de ella! El temor me invade, to-carla podría signi� car perderla, así que

de rocío, puras en su renacer, artísti-camente delineadas de sorpresa. Creo que de alguna forma siente mi extra-vío ante su presencia, sin embargo me permite un leve acercamiento, no oso acariciar su sencillez exquisita porque sé que al hacerlo pudiera herir su cuer-po de hada, su luz virginal. Es entonces que su movi-miento se hace perceptible, su precipi-tada huida me conmueve, la convierte en volátil fugitiva de mi ilusión; no in-tento detenerla porque sé que no perte-nece a este mundo mortal, ella ha veni-do de un sueño, eclipsada por el deseo de aventura a conquistar el alma de una niña, a sanar un corazón herido. * Estudia el sexto semestre en la Unidad Aca-

Por Roberto Galaviz*

Poema para decirtu ausencia

A Amparo Dávila

¿Cómo digo tu ausencia? Cómo le quito lo abstracto y le pongo colores

de dónde saco la piel que ha de cubriren medio de esta autopista –en la que te pienso-

el vacío que hay en mi asiento de copilotoque quizá, más que yo te extraña.

Cómo levanto el peso de tus piernasque ya no tengo, en la noche que ya no espero.

Cómo le digo a esta nueva mujer que está a mi ladoque sus besos, son tus besos.

Cómo le advierto a tus zapatillas en el armarioque estás más lejos que Próxima Centauri

y que ademástu órbita ya se ha roto

en diez mil doscientos pedazos, que no vuelves.

Cómo digo tu ausencia, si no es con este consuelode aferrarme a tus últimas cosas

que a pocose destiñen

como aquel esmalte azul cremaque llevabas con tus manos a mi espalda.

Cómo digo tu ausenciasi lo que me queda de ti

es todo aquello que ya no tengo.

* [email protected]

[Leerse mientras se escucha: Ya lo sé que tú te vas / Juan Gabriel]

Por Roberto Galaviz*

Poema para decirtu ausencia

Poema para decirtu ausencia

Poema para decir

A Amparo Dávila

¿Cómo digo tu ausencia? Cómo le quito lo abstracto y le pongo colores

de dónde saco la piel que ha de cubriren medio de esta autopista –en la que te pienso-

el vacío que hay en mi asiento de copilotoque quizá, más que yo te extraña.

Cómo levanto el peso de tus piernasque ya no tengo, en la noche que ya no espero.

Cómo le digo a esta nueva mujer que está a mi ladoque sus besos, son tus besos.

Cómo le advierto a tus zapatillas en el armarioque estás más lejos que Próxima Centauri

y que ademástu órbita ya se ha roto

en diez mil doscientos pedazos, que no vuelves.

Cómo digo tu ausencia, si no es con este consuelode aferrarme a tus últimas cosas

que a pocose destiñen

como aquel esmalte azul cremaque llevabas con tus manos a mi espalda.

Cómo digo tu ausenciasi lo que me queda de ti

es todo aquello que ya no tengo.es todo aquello que ya no tengo.

* [email protected]

[Leerse mientras se escucha: Ya lo sé que tú te vas / Juan Gabriel]