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SUPLEMENTO CULTURAL No. 99 - 6 DE MAYO DE 2013 - AÑO 2 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Everardo González es un director, productor y fotógrafo de cine mexicano. Estudió la licenciatura de comunicación social en la UAM; fotografía en la Escuela Activa de Fotografía y en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Filmografía: El cielo abierto (2011), Los ladrones viejos. Las leyendas del artegio (2007), Jalisco es México (2006), Encontrando a Víctor (2005), El día menos pensado (2005), La canción del pulque (2003), La luna de Antonio (2003), Onces (2003), Tiempo real (2002), Sombra verde (2001), Ella duerme (1998), Niña... canica (1995). Una entrevista con Everardo González, en páginas centrales.

La Gualdra No. 99

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 99 - 6 DE MAYO DE 2013 - AÑO 2 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Everardo González es un director, productor y fotógrafo de cine mexicano. Estudió la licenciatura de comunicación social en la UAM; fotografía en la Escuela Activa de Fotografía y en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Filmografía: El cielo abierto (2011), Los ladrones viejos. Las leyendas del artegio (2007), Jalisco es México (2006), Encontrando a Víctor (2005), El día menos pensado (2005), La canción del pulque (2003), La luna de Antonio (2003), Onces (2003), Tiempo real (2002), Sombra verde (2001), Ella duerme (1998), Niña... canica (1995).

Una entrevista con Everardo González, en páginas centrales.

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6 DE MAYO DE 2013 / AÑO 2

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira Saade / Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas /Dir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada Lazarín /Dir. La Gualdra

[email protected]

Sandra Andrade Trinidad /Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas /Ilustraciones

[email protected]

A Armando García Martínez

Armando García Martínez (8 de enero de 1952 - 1 de mayo de 2013). Nació en Trancoso, Zacatecas. Actor, dramaturgo, director de teatro. Egresado del Centro Universi-tario de Teatro de la UNAM tuvo como maestros a Héctor Mendoza, Luis de Tavira, Ludwick Margules+, Julio Casti-llo+. Estudió en Actores de Método bajo la dirección del maestro René Pereyra. Escribió una docena de obras entre las que destacan: María Santísima, puesta en escena bajo la dirección del maestro Luis de Tavira; ¿Dónde quedó la Revolución?, obra escrita al alimón con el maestro Sergio Magaña; entre sus más reciente trabajos se encuen-tran una versión dramatúrgica de La Lección, de Eugene Ionesco; una adap-tación de Macbeth, y la obra Mi General Felipe Ángeles (presentada en Zacatecas en marzo de 2011). En su larga carrera, actuó bajo la dirección del maestro Héc-tor Mendoza, Luis de Tavira, Julio Cas-tillo+, Ludwick Margules+, José Caba-llero, Rogelio Luévano+, René Pereyra, Mauricio Jiménez, Gilberto Guerrero, entre otros. Como maestro fue formador de intérpretes en la ENDCC del INBA, en la Universidad Autónoma de Cha-pingo, en el Instituto de Artes de la UAEH y en grupos independientes. Di-rigió un centenar de trabajos coreográ-ficos con distintas compañías de danza contemporánea. Realizó la dirección escénica de coreografías para el área de contemporáneo de la ENDCC. Al mis-mo tiempo, fue guionista y director de escena de la compañía Barro Rojo Arte Escénico. Dirigió unas veinticinco obras de diferentes autores, y obra de su autoría. Fue maestro investigador de tiempo completo de la Escuela Nacional

Myriam MosconaLa memoria: nuestro inquilino incómodopor Mauricio Flores

Querida Mireyapor Martín Letechipía

Cuando la arqueología se sale de los libros y aparecen las personas: mi en-cuentro con John Charles Kelleypor Carlos Alberto Torreblanca Padilla

Everardo González El documentalista mexicanopor Jánea Estrada Lazarín

Diez propuestas para iniciarse en la lectura.por Eduardo Campech Miranda

Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria

Desayuno en tiffany’s, mon ku.por Lluna Llecha y Carlos Belmonte

Pilar se inundapor Edgar Khonde

El Picaportepor Simitrio Quezada

Poema de la última nochepor Roberto Galaviz

Pasión por Pilar Alba

¿Qué necesidad había?por Alberto Huerta

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de Danza Clásica y Contemporánea y del Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Armando García falleció la madrugada del 1 de mayo, víctima de cáncer, enfermedad contra la que luchó durante los últimos años y hasta el fi-nal de sus días. Fue colaborador de La Gualdra y una de las primeras personas a quienes compartí la idea de hacer este proyecto editorial que está a punto de cumplir su segundo aniversario; él me animó a iniciar la aventura, sus palabras siempre precisas y oportunas quedarán en mi memoria siempre. Su vida estuvo dedicada al arte, amaba la danza, el teatro, la bue-na lectura, a su tierra que un día lo vio partir y a la que ya no regresará. Se va con el cariño y el respeto de todos quie-nes tuvimos la fortuna de conocerlo. Se quedan sus hijas Ali y Lía, y Thania, la mujer de su vida, la que estuvo luchando con él hombro a hombro, en las adver-sidades de la enfermedad y los tiempos chuecos –como él les llamaba y de los que decía pronto se enderezarían-. Su última frase en el muro de Facebook fue la de E. Hemingway: “La vida de cada hombre termina de la misma manera. Solamente los detalles de cómo vivió y cómo murió, distinguen a un hombre de otro”. Tengo la certeza de que en vida, Armando fue muy feliz, disfrutó, sufrió e hizo todo lo que quiso, vivió como él quería, logró lo que se propuso y murió, finalmente, arropado con el cariño su familia. Oscuro, el telón se cerró. Cómo duele tu partida, queri-do Armando… buen viaje.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

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6 de mayo DE 2013

Por Martín Letechipía

Querida Mireya

Querida Mireya:Seguramente ésta es la carta más tris-te que te estoy enviando estés donde estés, estoy convencido que esta emo-ción garabateada llegará a ti; esta carta es un tanto extraña, hago público mi pensar y mi sentir y no me avergüen-zo porque deseo que los que no te co-nocieron sepan un poco quién fuiste, cómo pensabas y lo que amabas. El viernes 26 mi hijo Canek me envió un mensaje: “Papá hoy mu-rió Mireya a las nueve de la mañana”, la noticia me conmovió fuertemente, hace varios meses esperaba con mie-do esas palabras. Después de llorar tranquilamente tu partida -que no tu ausencia-, me llegó la imperiosa ne-cesidad de escribir la historia com-partida. Recuerdo cómo nos conoci-mos, la historia se sacó de la manga sus magias, como tú decías; fue hace como diecisiete años cuando un guar-dia no te dejó entrar a una función en el Festival de Títeres de Tlaxcala, igual que a nosotros por llegar tarde. La ignorancia del oficial hacia tu per-sona, permitió el feliz encuentro, nos fuimos junto con María Solís a tomar un cafecito, hacía frío en Huamantla pero la sabrosa plática se prolongó por horas. En aquella lluviosa noche de julio inició una amistad entrañable, comenzamos juntos a tejer un tapiz colorido hecho de esperanzas, ideas, anécdotas, profesión y sobre todo las confluencias políticas. Desde entonces empezamos a aprender de ti, guardabas en la me-moria y en el corazón la historia de un México Contracultural que comenzó con los estridentistas, con Silvestre Revueltas; y toda la troja de pinto-res que se volvieron titiriteros como Leopoldo Méndez, Fermín Revueltas o Gabriel Fernández Ledesma. A veces quiero pensar que tú también aprendías de nuestras locuras y de nuestros errores pero siempre tu-viste la ternura y el tacto para sugerir-nos cambios. Mireya, Mire, Mireya cuen-to, como tú misma te apodabas, para mí siempre fuiste una chava de ochen-ta años, alguien dijo por ahí que tenías todas las edades y era cierto, igual que lo que escribió García Márquez: “La edad no es la que se tiene sino la que se siente”. Tú eras una joven rebosan-te de proyectos y necesidad de nuevas experiencias ¿Recuerdas que querías

ir a botear con nosotros a Guanajua-to? Pura juventud cuando asistías a las reuniones de los comités zapatis-tas, cuando viajabas por el mundo con la curiosidad de una adolescente, cuando caminabas nuestro México compartiendo el pan de la cultura, o cuando ensayaban en Bellas Artes por horas dirigiendo a grandes maeses de la actuación. ¡Ah! Pero también llegabas hasta nuestra escondida casa de Ta-coaleche cargada de sorpresas y pro-puestas. Ayer estuve viendo los títeres populares de inicios del siglo XX que me regalaste, los carteles de festivales mundiales, las cientos de diapositivas que ordenaste pacientemente, los her-mosos grabados hechos por tu mamá, todos los libros que me enviabas; quien no fuera una alma generosa no se des-prendería de tan valiosos tesoros… Recuerdo la conmovedora nota que acompañaba los títeres anti-guos en su cajita café, en ella me decías que yo les daría mejor uso, ya que tú estabas cansada. Mireya, es que tú confiabas en mí y yo en ti y nos iden-tificábamos más allá del arte porque tú siempre fuiste irreverente, cuestionan-te, de la izquierda verdadera, heredaste el pensamiento marxista de Lola y Ger-mán pero también de toda la LEAR. Pocos saben que estuvimos a un pasito de que te vinieras a vivir a Zacatecas, creo que te contagié de mi entusiasmo por fundar el museo del títere y la cultura popular; lástima que a los funcionarios de aquel en-tonces les faltó conocimiento y alma y dejaron ir la oportunidad de que te hubieras quedado aquí. La estufa de carbón antigua, la que me encargaste, previendo el intenso frío, se quedó es-perándote. ¿Recuerdas, Mireya, que insistí mucho en escribir tu biogra-fía? Tú siempre te negaste, eras muy modesta, incluso te molestaba que te dijeran que eras una leyenda viva. Te confieso que ya no suelto la idea de escribir lo que poco se conoce de ti, por ejemplo de que fuiste la asisten-te de Natalia Trotsky, esposa de León, el constructor de la revolución Rusa junto con Lenin; pocos saben de tu cercanía con Remedios Varo, Tito Monterroso y Hugo Hiriart; no sa-ben de tus sabrosas peleas con Salva-dor Novo -Salvador Nabo, como tú le apodaste-; no saben de tu gran amor

Teatro

con Enrique Rosas, artista fundador del Festival Cervantino; y qué decir lo que les aprendiste a Germán List Arzubide, Arqueles Vela, Angelina Beloff -pintora y titiritera rusa, quien fuera la primera esposa de Diego Ri-vera-. Hay tantas cosas qué conocer de ti, tus guiones para Radio Educa-ción, los libros que escribiste como El cuento más antiguo del mundo, Versos de pájaros, Apuntes sobre la experiencia artística, cuéntanos lo que no se cuenta, El arrecife y otras divagaciones. Todos tus artículos en el periódico Tiempo de niños, tus artículos sobre historia, títeres, educación, cine y psicoanálisis. ¿Sabes? Me gustaría ver una exposición de todos los títeres hechos por ti, de tus origamis, de tus dibujos y tus pinturas. También hace falta que se co-nozca a esa Mireya contracultural, la militante, la que estaba indignada por-que el poder en México se impone en la base del engaño y la represión. Hace poco vi de nuevo la película Hilos de la fantasía del cineasta ecuatoriano En-rique Aguilar, en ella seguramente es donde más expones tu sentir en torno a los títeres como teatro popular. Vuel-vo a recordar esa época cuando mis hijos eran pequeños. Tú no lo supiste pero Enrique inicialmente me contac-tó para que hiciéramos un documental sobre el pintor Raúl Anguiano, quería comparar y contraponer el arte wirrá-rica con el del exigente maestro; cuan-do llegó a Zacatecas supo que también hacía títeres y quiso seguirnos a la sie-rra huichol en nuestra trashumancia titeril; yo le sugerí que tú fueras el hilo conductor del nuevo documental y así

fue como llegamos a filmar en tu casa de San Jerónimo. Tú, como siempre, nos abriste las puertas, pero también nos compartiste mucho conocimien-to, reflexión y horas y horas de arte. Desde aquellos días Enrique también se convirtió en tu gran amigo, lo mis-mo que la apreciada Julieta Medina, directora del Museo Zacatecano, espa-cio que conserva el precioso y enorme nacimiento de barro oaxaqueño que fuera de tu mamá y que tú quisiste se quedara en Zacatecas. Mireya, quiero despedirme momentáneamente de ti, recordando una anécdota que podría servir de ejemplo para muchos de nosotros, ¿recuerdas que un día me llamaste a la casa para contarme sobre tu resurrec-ción? Tenías más de ochenta años, en-fermaste gravemente, recuerdo bien tus palabras, dejaste de oír, de ver, de oler, de sentir… “¿Esto es morir?”, di-jiste resignada, pero de pronto te acor-daste que tenías un libro pendiente, un curso qué impartir, proyectos, mú-sica por escuchar y entonces decidiste regresar, volviste a oír, a ver y a oler. El viernes 26 de abril de 2013 ya no regresaste ¿querías ya des-cansar? O tal vez dada tu curiosidad, querías explorar otros mundos, otras dimensiones, otros universos a donde seguramente llegaste para hacerlos fe-lices con tus cuentos y con tus títeres, estoy seguro de eso. Mientras tanto, hasta siempre, Mire, el haber tenido ideas en esta vida te hizo fuerte, el haber tenido ideales te hizo eterna. Adiós Mireya, algún día nos volvere-mos a encontrar.

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LA GUALDRA NO. 99

Por Carlos Alberto Torreblanca Padilla*

La primera ocasión que me encontré con el Dr. John Charles Kelley, fue en 1989 a través de su artículo deno-minado Archaeology of the northern frontier: Zacatecas and Durango (1971), el cual empezó a proporcio-narme información sobre el pasado prehispánico de mi tierra zacateca-na. Yo me encontraba estudiando en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México, donde mis maestros hablaban de Mesoamérica pero poco o nada del norte de México. Continuaron va-rias lecturas, la sorpresa fue saber que otros investigadores recurrían constantemente a los escritos de este investigador. Libros como el Across the Chichimeca Sea: papers in honor of Charles Kelley (1978), confirma-ban el reconocimiento existente por parte de la comunidad académica. Conocí su vida gracias al currículum vitae que se incluía en el libro deno-minado El centro ceremonial de la cultura Chalchihuites (1983). Años más tarde durante mi clase de técnicas arqueológicas, no me preocupé cuando el maestro nos dijo que buscáramos un lugar dónde hacer nuestras prácticas de excava-ción debido a que venía practican-do, durante mis vacaciones, en los proyectos arqueológicos de Zaca-tecas. Así que recurrí una vez más con los arqueólogos Peter Jiménez Betts y Baudelina García Uranga,

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quienes no dudaron en aceptarme. En esta ocasión me integraron a las excavaciones en Alta Vista duran-te la temporada de 1992; la sorpresa fue que sería bajo la dirección del Dr. John Charles Kelley. Efectivamente, aquel arqueólogo que siempre fue un icono de la arqueología norteña y que me había aportado lo poco que conocía de la región a través de sus escritos, ahora emergería de los li-bros de arqueología y se presentaría en persona. Finalmente una tarde de ese año conocí personalmente al Dr. John Charles Kelley en el mismo sitio que él amaba, es decir, Alta Vista, en Chalchihuites, Zacatecas. Se me asignó la exploración de un par de habitaciones del conjun-to de los astrónomos así como parte de los entierros de la plaza cuatro de Alta Vista. El Dr. Kelley pasaba dia-riamente a supervisar los trabajos de excavación y preguntaba por los ha-llazgos. En una ocasión tuvimos di-ferentes opiniones en torno a lo que observábamos en la excavación, tra-taba de explicarle mi punto de vista y él siempre encontraba un argumento en contra, por lo cual esa tarde pen-sé que terminarían mis días como arqueólogo. La sorpresa fue que al día siguiente la arqueóloga Baude-lina García me comentó que el Dr. Kelley había notado que presentaba argumentos, que nunca cedí a su pro-puesta y que, a manera de abogado

del diablo, sólo estaba probando mi capacidad de presentar argumentos y defender una postura. En otra ocasión sentados al rededor de su casa rodante, en el ran-cho Colorado, discutía con sus alum-nos sobre el proceso de conformación de las sociedades del preclásico en la cuenca de México; no recordaban él y sus alumnos un sitio, a lo cual le res-pondí que era Tlapacoya, sonrió y me otorgó la licenciatura en arqueología en ese momento. Continúo con su ex-plicación, volvió a preguntar por otro sitio de la cuenca de México, señalan-do que este lugar fue especialista en la producción de ixtle, nadie respondió, volví a interrumpir comentando que se trataba de Loma Terremote. Nueva-mente el Dr. Kelley mostró su gratitud otorgándome ahora la maestría en ar-queología. Finalmente, la conversación se extendió hacia los sitios tempranos en la frontera norte de Mesoaméri-ca, surgió otra interrogante y nadie le respondía, me percaté que se refería al sitio de Morales, y volví a contestar, confirmando mi respuesta con un mo-vimiento de cabeza, levantó su bastón y me dijo: “Joven, tiene usted el doctorado en arqueología”. Obviamente, todos de-cidieron olvidar el acontecimiento, en cambio yo lo conservo. En ese año de 1992 se cele-braba 200 años de la arqueología en México, y la arqueóloga Baudelina García Uranga me invitó a colaborar

en la exposición que se montaba en el ex convento de San Francisco de Zaca-tecas. En la inauguración del evento, el Dr. Kelley impartió una conferencia sobre Alta Vista, posteriormente re-corríamos con él el espacio para ver las piezas. Si bien ya había conocido la amabilidad y sencillez del Dr. Kelley, me sorprendió mucho ver cómo expli-caba con una gran paciencia al público en general las piezas que habíamos co-locado para su exhibición, escuchado detenidamente los comentarios de las personas. No fui alumno del doctor, como Weigand, Mountjoy, Picke-ring, Hollien o Foster; tampoco tuve el acercamiento como otros investi-gadores que llegaron años después, como Peter Jiménez, Andrew Darling o Teresa Cabrero; en esos años estaba como alumno de la ENAH realizando prácticas. Sin embargo, llegué a con-vivir con él, recorriendo Alta Vista, escuchando sus pláticas en Chalchi-huites, y un par de conferencias im-partidas en México y Zacatecas. Sólo deseo expresar la enseñanza que me transmitió: presentar argumentos en un discurso, escuchar siempre la opinión de cualquier persona, y reco-nocer los errores como parte del pro-ceso de conocimiento. En 1993 parti-cipé en su último homenaje, en el que reconocimos la influencia de Kelley en nuestra formación académica.

* Profesor Investigador INAH Guanajuato.

Cuando la arqueología se sale de los libros y aparecen las personas: mi encuentro con John Charles Kelley

-¿Cuándo comenzará mi aprendizaje, Señor?- Ya ha comenzado –respondió Orión.

Hubo un silencio, como si Ged estuviera callando algo. Al fin dijo: -¡Pero si aún no he aprendido nada!

-Porque no has descubierto lo que estoy enseñándote- replico el mago, marchando con pasos largo y firmes a lo largo del camino…

Ursula K. Le Guin, Un mago de Terramar

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6 de mayo DE 2013

Por Mauricio Flores *

Una brevísima ficha de Moscona di-ría: 1) que en 1988 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, un reconocimiento al género que ha tenido muy buenos tiempos y otros más bien mediocres; 2) que por esos años varias (buenas) poetas accedie-ron al Aguascalientes; 3) que ya en 89 circuló bajo el sello Joaquín Mortiz su bellísimo poemario Las visitantes; 4) que siguieron otros libros, además de un pequeño gran título infantil, Las preguntas de Natalia; y 5) que ahora sorprende con Tela de sevoya, en apa-riencia una obra distinta, pero que contiene los tonos líricos, memorio-sos e imaginativos siempre cultivados por ella. Delgada, casi transparente, fresca, aromática, quebradiza, acuosa y blanquecina, la tela de la cebolla —dice el refrán sefardí— se asemeja a la fra-gilidad humana. Al tiempo que es un remedio para aliviar el dolor. Es de esa levedad natural de la que Mosco-na parte hacia la reelaboración de la historia colectiva y personal, de quie-nes desde su origen búlgaro-sefardí caminan en la vida y la muerte. Tela de sevoya —recuerdos que se vuelven presentes, búsque-das que se convierten en encuen-tros— demuestra la efectividad del quehacer literario en el ejercicio me-morioso. La memoria que Moscona observa como “el eslabón abierto de una larga cadena”, o como también

Myriam MosconaLa memoria: nuestro inquilino incómodo

Diálogos, entrevistas, poemas, testimonios, bitácoras de viaje, cuentos familiares, sueños, memoria e imaginación —que por cada uno son ya mucho— concurren en el más reciente libro de Myriam Moscona (Ciudad de México, 1955), Tela de sevoya, con el cual recibió este año el llamado premio “de escritores para escritores”, el Xavier Villaurrutia, y que desde hace cincuenta y cinco lleva el nombre del poeta que la galardonada lee desde su juventud.

Libros

define: “nuestro inquilino incómodo”. Una memoria que tras recorrer los espacios más íntimos se proyecta a la recuperación de los atributos de un pueblo, y en especial de su lengua. Viajes, poemas, recetas, retratos, documentos y demás sor-tilegios le sirven a Moscona en la exploración de otros tiempos, sólo identificados por autora y lectores en el momento de la escritura. “[…] Por eso vine, porque me dijeron que aquí podría descubrir la forma de atar los cabos sueltos”. “Dicen que encontraré a mis padres después de un río de aguas espesas —escribe Moscona—. ¿Que-rrán decirme que pronto voy a morir o que ya estoy muerta?”. Azares y sueños son también esenciales en Tela de sevoya, escrito así, en el idioma ladino, otro de la lar-ga lista de los idiomas olvidados. Aza-res que trascienden a la coincidencia de tiempos y espacios (Jung); sueños que habrá que cultivar y no traicionar contándolos apenas se amanece (Ben-jamin), y que Moscona asume como vigía en los territorios por los que nos adentra de su mano. Tela de sevoya, ya inscrito en obras de reconstrucción genealógica como los de Margo Glantz, Angelina Muñiz-Huberman, Rosa Nissán, José Woldenberg y otros, es un libro con el que Myriam Moscona vuelve a corres-ponderles a sus lectores. Felicidades para ambos.

Myriam Moscona, Tela de sevoya, Lumen, México, 2012, 294 pp.*[email protected]

Late mi corazón con fuerzaSe cae el termómetro de mi mesa de noche y entre sus añicos descu-bro que una pelotita metálica se separa de los vidrios desperdigados. Me acerco a explorarla. Parece una perla de plata. Al ponerle un dedo encima, se parte en dos. Late mi corazón con fuerza; vuelvo a tocar, ahora las bolitas se han multiplicado. En el cuarto de mis padres hurgo en los cajones hasta encontrar otro termómetro de vidrio. Lo llevo a mi terreno de juego para apoyarlo en mi mesa de noche y lo empujo, fin-giendo ante mí misma que no fue del todo adrede. Misma operación. Las bolas de plata se separar al caer. Si uno las acerca, vuelven a fundirse. Entregada a mi investigación, olvido por completo mi fiebre. Se supone que debo estar en reposo y, sobre todo, cumplir aquello que a diario mi abuela me machaca: ser considerada, controlar mis impulsos animales.

Myriam Moscona (Tela de sevoya, fragmento)

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LA GUALDRA NO. 99

Cine

Everardo González

Por Jánea Estrada Lazarín

Everardo González es un director, productor y fotógrafo de cine mexica-no. Estudió la licenciatura de comunicación social en la UAM; fotografía en la Escuela Activa de Fotografía y en el Centro de Capacitación Ci-nematográfica. En 2003, realiza el documental La canción del pulque, ópera prima con la que obtiene los premios por la Mejor fotografía y Edición en la XVIII Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara. En 2007, Everardo González filma Los ladrones viejos. Las leyendas del artegio; que en el festival de cine de Guadalajara obtuvo el premio al mejor docu-mental y una mención especial como mejor largometraje iberoamericano documental; que compitió por cuatro Arieles y fue consagrado como me-jor documental en la 38 edición de las Diosas de Plata. Otros trabajos del autor: El cielo abierto (2011), Jalisco es México (2006), Encontrando a Víctor (2005), El día menos pensado (2005), La luna de Antonio (2003), Onces (2003), Tiempo real (2002), Sombra verde (2001), Ella duerme (1998), Niña... canica (1995). Recientemente visitó Zacatecas a propósi-to del Cuarto Aniversario de la Cineteca Zacatecas.

Jánea Estrada: ¿De dónde eres, Eve-rardo?Everardo González: Soy de Colora-do, pero mi familia es de San Miguel el Alto, Jalisco. Soy nacionalizado mexicano y vivo en el D.F. Mi padre migró al D.F., de ahí a Estados Uni-dos y luego volvimos y ya me quedé ahí.

JE: ¿Cómo surge tu interés por incur-sionar en el cine?EG: De maneras muy arbitrarias, realmente mi interés era el periodis-mo, el reportaje gráfico… llegué por accidente a una escuela de cine y en-contré el primer documental que fue La Canción del Pulque y eso me hizo ver que era el espacio que me acomo-daba, donde yo podría congeniar la crónica con la cinematografía y por eso sigo haciendo esto…

JE: Desde tu punto de vista cuál es la situación actual del cine nacional y cuáles son sus perspectivas con esta nueva administración…EG: El cine nacional logró consolidar muchas cosas a finales de los años 80’s y principios de los 90´s, que hoy afortunadamente mantiene muy sa-ludable la producción del cine nacio-nal; yo creo que hoy son muy pocas las películas del cine mexicano que no cuentan con recursos públicos; prácticamente todo lo que se proyec-ta de cine nacional tiene este tipo de

recursos en mayor o menor medida, ya sea otorgados directamente por or-ganismos de cultura o gestionados a través de gobierno vía SHCP; hay una infraestructura sólida en se sentido. Pero lo que ha descuidado mucho la política pública es el derecho del es-pectador; ha estado muy enfocada al gremio de la cinematografía pero ha atendido muy poco al espectador de cine mexicano. Yo sé que Jorge Sán-chez, hoy director de IMCINE, en-tiende muy bien toda la cadena de producción de una película –desde la concepción de la historia hasta su exhibición-, debido a su experiencia como productor, promotor, gestor, exhibidor, distribuidor… y yo tengo mucha fe en Jorge haga bien las cosas; agradezco que no nos hayan puesto a un administrador y sí a esta persona que además es muy querida y respe-tada en el gremio: si el sistema se lo permite podrá hacer muchas cosas.

JE: Hablemos ahora de tu trabajo como documentalista, me llama mu-cho la atención esta tendencia tuya a elegir temas relacionados con la mar-ginalidad…EG: Sí, no sé si lo hago de manera consciente, yo siempre me he respon-dido esa pregunta con el hecho de ser un documentalista en América Latina. Habría que ser un ciego, teniendo una cámara, para no voltear hacia esos la-dos de la marginalidad social, porque

es lo que nos recuerda que falta mucho por mejorar, como país y como socie-dad; lo que nos recuerda que otros tie-nen derechos que no son cumplidos; y además creo que es en donde las histo-rias más poderosas se gestan…

JE: Es que la mirada al otro, al que na-die ve, al que nadie escucha por dife-rentes motivos es lo que más llama la atención en tu trabajo… generas una mirada más fresca de lo que tenemos siempre ahí y que no nos detenemos a observar…EG: Claro, por eso siempre es incó-modo el documental…

JE: ¿Para quiénes?EG: Para todos, porque es un género que cuestiona, que confronta, y que nos hace mirar al otro, tal cual.

JE: Veo que tu vocación es la de generar preguntas en el espectador, y creo ade-más que tú eres un preguntón profesio-nal, que eres tú quien constantemente se está preguntando cosas y contagias al espectador de esa curiosidad…EG: [ríe] Sí… así es la cosa…

JE: ¿Qué es lo que sigue?EG: Bueno, ahora es complejo todo el empuje de una película documental en un circuito comercial en la que lo que yo veo como parte de mi vida para el otro es simplemente un producto, ¿no? Esa parte es compleja, pero aho-

ra estoy interesado en los temas de exilio forzoso por problemas de vio-lencia en México, sobre todo dirigida a la prensa. Quiero, por eso, trabajar con el tema en el Paso, Texas, de los compañeros reporteros de calle, de los reporteros más vulnerables que tienen que llegar a Estados Unidos a realizar trabajos que nadie más quiere hacer, como cualquier migrante, pero que tienen una trayectoria sólida detrás y que están allá o por su valor, por sus errores -a veces-, o por el poco respal-do de sus editores y los medios de co-municación. Eso me interesa, es gente muy descobijada y vulnerable…

JE: ¿Y ya estás trabajando en el pro-yecto?EG: Pues ahora estoy en la etapa de buscar financiamiento, en el proce-so de investigación, resolviéndome yo mis propias dudas, planteando de qué manera hacerlo para que no sea un tema oportunista, para que no sea simplemente algo coyuntural, para que me ayude a mí a reflexionar y des-pués a los demás –espero-, por qué un hombre que se preparó, que tiene talento, alguien que tiene una buena capacidad de lectura de la realidad, tiene que terminar trabajando en los jardines, limpiando baños, y abriendo puertas de hoteles en el otro lado…

JE: ¿Te enfocarás nada más a los pe-riodistas de frontera?

El documentalista mexicano

Foto: La Jornada

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Cine

EG: No, a todos los que estén en busca de asilo político y son de todos lados; me interesa conocer las causas de por qué lo están haciendo…

JE: En tus documentales siempre hay un enfoque estético, independiente-mente de los temas, se nota que hay una preocupación porque lo estético prevalezca en tus documentales ¿es así? Y además tu trabajo está lleno de símbolos, los perros, por ejemplo…EG: Sí, pero los perros son obsesiones mías. Símbolos encuentro yo en otro tipo de detalles, por ejemplo, en el perfil de los personajes, en algunas se-cuencias que abren o cierran la pelícu-la, por ejemplo en El cielo abierto que cierra con campesinos que hoy tienen que convivir juntos y que en período de guerra estuvieron confrontados, porque en tiempo de guerra civil el pleito es entre hermanos, no sólo de clases sino entre hermanos de familia;

o por ejemplo en Los Ladrones viejos, hay una escena en la que un niño es extorsionado por la policía y no le va a quedar otro remedio que convertirse en un ladrón en el futuro; o en Cuates de Australia, la figura del coyote como presencia de muerte que acecha per-manentemente el rancho; en La can-ción del pulque los propios cantos del Alabado o el propio símil entre una planta que se extingue y la vida de un alcohólico que va degradándose… es ahí donde yo encuentro símbolos.

JE: También veo que hay una gran in-fluencia literaria en lo que haces…EG: Sí, por ejemplo Cuates de Austra-lia está basada en el Luto Humano, de Revueltas; y en Las tierras flacas, de Yáñez… Los ladrones viejos está inspi-rado en Nuestra Señora de París… Y la de Canción del Pulque fue más viven-cial pero también fue inspirado en lo que sociólogos y antropólogos habían

escrito sobre el tema, ahí descubrí que el pulque era una bebida que venía bendecida por los cantos de los cam-pesinos, de ahí vino el nombre, pero también me recuerda de un libro de Francisco Rojas, El Diosero…

JE: En tus documentales predominante-mente hay una defensa por la libertad…EG: Sí, algo que yo encontré en Cua-tes de Australia, que tumbó todos mis prejuicios, porque siempre pensaba que hablar de marginación era sinó-nimo de miseria; y ahí sus habitantes me demostraron que no, porque la libertad es un valor que les permite ser pobres, pero no miserables. Y eso lo constaté en la relación de padres con hijos, o en el camino que los hi-jos toman aun cuando parezcan vi-das impuestas y condicionadas, son vidas muy asumidas de los hijos que relevarán a los padres. Recuerdo que cuando yo hablaba con los niños ellos

me decían que lo que más querían ser era mejores vaqueros, y que llegaban de la escuela y tiraban la mochila para montar hasta por seis horas… yo lo llegué a envidiar hasta para mi propio hijo… En otros lados, ahora les pre-guntas a los niños y te dicen que quie-ren ser sicarios… es el mundo que les tocó, el que les dejamos.

JE: ¿Cómo puede un artista contribuir a modificar esa realidad?EG: La cultura no debe ser conside-rada como un bien mercantil, de con-sumo. Porque el arte debe ser parte fundamental de la educación y en ella está la posibilidad de tener mejores seres humanos. El arte provoca esa posibilidad de ver más allá de tu rea-lidad inmediata, de desear más cosas, de soñar diferentes mundos. Es una pena cómo se ve a la cultura en Mé-xico; y no nos damos cuenta que ese negarle el acceso a la cultura al ciuda-dano, es en gran medida parte de los problemas que tenemos hoy con los más jóvenes, educados hoy más por la televisión y de las ideas del tener y no del ser… lograr una riqueza inme-diata, lo que nos vende la tele, lo puro aspiracional. Yo quisiera que más gen-te viera mi trabajo, no sólo porque es mío, sino porque el cine es algo más que entretenimiento.

JE: Tú tienes la capacidad de ver más allá de lo inmediato, de descubrir al personaje que está oculto. De acuer-do a tu experiencia, ¿qué elementos indispensables debe tener un buen documental?EG: Bueno, que a mí me guste… por-que hay muchos documentales que a la gente le gustan y a mí no. Los que a mí me atrapan son aquéllos donde prevalece la dramaturgia y la narrativa por sobre la realidad. Porque ésta ofre-ce mucho pero tiene que ser recons-truida para ser filmada; tal vez por eso comulgo mucho con los periodistas narrativos, con los cronistas, que son intérpretes de la realidad. El documen-talista debe ver con respeto al otro, y asumir que las historias no son nues-tras, que nos las prestan un rato. Diga-mos que yo parto de la reconstrucción de la historia de las vidas ajenas, ésas son las historias que más me gustan: cuando es claro que el cineasta está to-mando la historia de otro.

JE: El trabajo del documentalista es complicado entonces, porque hacer una película involucra el bagaje cul-tural del cineasta, y esa capacidad de deconstruir historias…EG: Y además involucra la responsa-bilidad ética. El trabajo del cineasta es hasta cierto punto tiránico, porque determina qué entra y qué no a la his-toria, y como estamos hablando de otros, hay que ser muy éticos para no afectar la vida de terceros.

Foto: La Jornada

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LA GUALDRA NO. 99

Jueves, febrero 13 de 2003. Localía. Clases bien. No soy un alumno sobresaliente. Sigo comiendo en ingeniería. Domingo 16. El viernes hicimos fiesta los del salón. Terminamos en casa. Se quedaron Ángel y Jonathan. No sé nada de ellos. C. ha peleado toda la sema-na. Me caga la relación. Sábado, marzo 8. Miré Las horas (Dir. Ste-phen Daldry, USA, 2002). En internet miré que la música es de Philip Glass y el argumento es una adaptación de la novela de Michael Cunningham. Vidas femeninas que no lo-gran concretar el amor. Mujeres so-las que tienen mucha fuerza e imagi-nación. La bendita señora Dalloway, qué dominio ejerce… Dejaré a C., es momento de hacer mi vida. Sábado, marzo 15. Escuela bien. Planeo un en-sayo publicable. Sigo atrapado con Silvia Molina. Desayuno y como en ingeniería. Voy y vengo a la escuela a pie. Ahorro lo que me da C. Sé que vendrán días de resistencia. Toda la semana hemos peleado. Habla para insultarme. Me dice “joto de mierda”. Domingo, marzo 16. C. me golpeó. Lo hizo tras ver las bolsas con mis cosas. No re-pelé los golpes. Miércoles, marzo 26. No he salido. El ojo mora-do me avergüenza. No ha hablado. Aprovecho para leer y es-cribir. Me siento sucio… Lunes, marzo 31. Volví a la escuela. Por su-puesto, todo mundo cuestiona. El profe Marco me vio y dijo: “Requie-res apoyo psicológico. Esa golpiza no es callejera”. Obvio, me hizo llorar. Ayer miré El pianista (Dir. Roman Polanski, USA, 2002). No me gustó. Un par de escenas. Cuan-do desliza sus dedos en las teclas, y no ejecuta nada. La otra es cuando sigue al piano, mientras afuera está un bombardeo atroz… Llevé solicitud de empleo a Blockbuster y a todos los supermer-cados.

Por Mateo EstradaGaviria Desayuno en tiffany’s,

mon ku. Por Lluna Llecha y Carlos Belmonte

El guerrillero revolucionario Emi-liano Zapata ha sido personaje e idea para muchas películas nacio-nales e internacionales pero, qui-zás, en ninguna ha sido tan apuesto como en la realizada por Elia Ka-zan en 1952 para la Twentieth Cen-tury Fox. En esta cinta Marlon Bran-do encarnaba a un Zapata más cer-cano a los dioses y a las stars ho-llywoodenses que al campesinado del estado de Morelos: voz parsimo-niosa, palabras exactas sin desperdi-cio, amado por el pueblo y fiel a su mujer y a “sus ideas”. Autobiográfico, este Zapa-ta recogía las tensiones del momen-to histórico que Kazan vivía y sufría con el desarrollo del socialismo en América y “la caza de brujas” del presidente estadounidense Harry S. Truman, que lo llevaría a negar sus lazos con el grupo comunista asen-tado en Estados Unidos y a denun-ciar a algunos de sus miembros que pertenecían al mundo del cine. Una voz superior, que no se escucha, sólo se siente, llamaba

Cine

al pueblo a aglutinarse alrededor de un grupo de condenados a muerte –Zapata entre ellos- en su camino al paredón para rescatar-los en una de las escenas del film. Era un recurso de la narrativa que sólo el biopic de Hollywood podía permitirse. Así, históricamente cons-truía o, mejor dicho, daba el toque final a la figura mítica del revolu-cionario –ya para entonces con au-reola- socialista que desde los años 30 la literatura y el cine habían em-pezado a elaborar. La película mereció un premio como mejor actor para Brando en Cannes (1952) y la nominación para Kazan en la di-rección, además del Oscar (1953) para Anthony Quinn como actor secundario. De esta manera Cannes reconocía por última vez al cine con temática mexicana, o más pre-ciso, de la revolución y su entorno. Buñuel con Los Olvidados mostró indirectamente que la re-volución no había completado, ni

estaba cerca, su objetivo. Atención, Buñuel tuvo otros reconocimientos en Cannes –Viridiana y El Ángel Exterminador- con actores mexica-nos, pero su objetivo apuntaba más a la dictadura franquista. Emilio el Indio Fernández -recibió el Gran Premio del Jurado por María Candelaria (1946) y Pre-mio de Partitura Musical por Pue-blerina (1949)- había ofrecido el romanticismo del mundo indígena.Cinematográficamente, la pobre-za y el indigenismo se habían ins-titucionalizado y ya no causarían sorpresa; a partir de ahí, el cine re-petiría los moldes que ya para fines de los 50´s formaban arquetipos nacionales. Y a Cannes no le interesa-rían las comedias rancheras ni pi-cantes. Habría que esperar las nue-vas propuestas de cine urbano de fines de la primera década del siglo XX para que el festival se ocupara de México. Y el movimiento se man-tiene. ¡A ver qué sucede en esta edi-ción del festival!

Viva Zapata, en Cannes

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6 de mayo DE 2013

Promoción de la lectura

Diez propuestas para iniciarse en la lecturaPor Eduardo Campech Miranda

1. El cartero de Neruda (Ardiente pa-ciencia), de Antonio SkármetaEste título lo considero mi “caballito de batalla”. La trama es sencilla: un joven cartero se enamora de una bella joven, Beatriz González. Como no tiene la menor idea qué hacer para conquis-tarla, solicita ayuda a su único cliente: Pablo Neruda. Sin embargo, la poesía del Nobel tendrá que hacer frente a los refranes de la madre de Beatriz: Rosa viuda de González. Una lectura más profunda nos permite identificar ver-sos de Neruda y el contexto socioeco-nómico previo al golpe militar de 1973 en Chile. La obra se oferta con los dos títulos: El cartero de Neruda o Ardiente paciencia, además de existir la versión cinematográfica: Il Postino.

2. El lector, de Bernhard SchilnkA este título llegué por azar. Buscando otro título en una librería me llamó la atención El lector. Leía la cuarta de fo-rros y al ver el sello editorial, me con-vencí de adquirirlo. Una vez iniciada la lectura, me congratulé de tal decisión. El lector es una historia de amor entre un chico de quince años, Michael, y una mujer que le dobla la edad, Han-na. Ella le solicita que le lea en voz alta. De esta manera ella conoce personajes creados por Dickens, Goethe, y otros. Sin embargo, no sólo son clandestinos los encuentros de los amantes, Hanna también tiene un secreto que conside-ra inconfesable. En la segunda parte de la obra se develará éste, Michael se encontrará en una encrucijada. El des-enlace es inesperado. También hay la versión cinematográfica: The reader.

3. Canasta de cuentos mexicanos, de B. TravenTal vez por su sencillez, tal vez porque es el primer libro que leí completo (más no voluntariamente), este volumen ha resultado exitoso entre quienes me pi-den una recomendación para iniciarse en la lectura. La mayoría de los cuentos que nos presenta Traven se desarrollan

Hace un par de semanas, un supervisor de secundaria me solicitó que le enviara por correo electrónico un listado de diez libros que, a mi juicio, fueran fundamentales para iniciar en el gusto por la lectura. Me parece que en este ámbito no hay un canon infalible. No obstante, complaceré al profesor referido a partir de lo que me ha funcionado. Advirtiendo, desde luego, que es sólo una propuesta de títulos, la cual puede modificarse o ampliarse.

en ámbitos rurales mexicanos, primor-dialmente del sureste. En la década del cincuenta, del siglo XX, se llevaron a la pantalla grande algunas de las histo-rias incluidas en esta obra. Algunas de ellas, por ejemplo, “La Tigresa” es una anécdota que encontramos en diversas obras, latitudes y momentos. Traven despoja de la ingenuidad al indígena y con ella arropa al gringo.

4. Las batallas en el desierto, de José Emilio PachecoClaudia Gaete nos develó el misterio de la canción “Las batallas” de Café Tacvba: el libro de José Emilio Pache-co. También llevada al cine, bajo la di-rección de Alberto Isaac y con el nom-bre de Mariana Mariana, la historia se desarrolla en el México de Miguel Alemán, concretamente, en la colonia Roma, del Distrito Federal. Carlos, un niño de ocho años, se enamora de la madre de Jim: Mariana. La confesión de este amor desata un escándalo en la escuela y las familias involucradas. Pa-checo nos describe una época donde el México rural intentaba quedar atrás.

5. Querido Diego te abraza Quiela, de Elena PoniatowskaLa mayoría de la gente sólo asocia a Frida Kahlo como la única esposa de Diego Rivera. Pocos saben de la rela-ción que sostuvo el pintor guanajua-tense con la rusa Angelina Beloff, Quiela. Poniatowska recupera, orga-niza y nos presenta la corresponden-cia que Beloff enviaba, desde París, a un Rivera ausente, sin compromiso, con total desapego. Las cartas develan el amor de la rusa al mexicano, pero también, la concepción del amor que se tenía hace algunos años y en con la cual crecieron muchas generaciones.

6. Un viejo que leía novelas de amor, de Luis SepúlvedaDicen que lo que bien se aprende, nun-ca se olvida. José Antonio Bolívar olvi-dó que sabía leer, pero no olvidó leer.

En medio de la selva amazónica, un día descubre que sabe leer. Entonces, le solicita a un dentista le consiga libros. Éste cumple la encomienda en brazos de una mujer pública. Sepúlveda na-rra el proceso lector del viejo, pero a la par desarrolla otra historia: una de conciencia ecológica y amor por la na-turaleza.

7. Relatos vertiginosos, antología he-cha por Lauro ZavalaUna de las explicaciones más recu-rrentes, por no llamarlas excusas, del por qué la gente no lee, es por falta de tiempo. Lauro Zavala antologa una se-rie de textos breves, cuya extensión de no pasa de las 400 palabras. En el libro encontramos diversidad de géneros: minicuentos o cuentos ultracortos, micro-relatos o relatos ultracortos y minificciones híbridas. Quien no ten-ga tiempo de leer una de estas narra-ciones, exhibe que de lo que carece es de falta de interés, o de educación para la lectura.

8. 16 cuentos latinoamericanosLas antologías son un buen gancho para atrapar lectores. En esta edición de varias firmas latinoamericanas en-contraremos 16 historias para com-partir y para entrañar. En estas páginas encontraremos las voces de Julio Cor-tázar, Gabriel García Márquez, Murilo

Rubião, René del Risco, Sergio Ramí-rez, Óscar Cerruto, Francisco Massia-ni, Iván Egüez, Augusto Monterroso, Antonio Skármeta, Mario Benedetti, Rodrigo Soto, Magali García, José Emilio Pacheco, Senel Paz y Alfredo Bryce Echenique.

9. ¿Quién como Dios?, de Eladia GonzálezEsta obra, cuyo argumento se de-sarrolla en San Miguel de Allende, Guanajuato, en el siglo XIX, tiene es un intertexto de Cyrano de Bergerac. Soledad Ugarte, una mujer que llega al matrimonio con nula información de lo que sucede en las alcobas, va descu-briendo poco a poco los vericuetos de su nueva vida. Un texto histórico con humor y romance.

10. Otro recuento de poemas, de Jaime SabinesLa poesía es un género literario me-nos leído que la narrativa, y más que el teatro. Jaime Sabines tiene, citando a Silvio Rodríguez, “la palabra precisa”. Esta obra, que reúne toda su poesía, nos permite acercarnos a una lírica co-loquial, de fácil contacto. Los versos de Sabines, son de una manufactura que el lector piensa: “eso mismo quería de-cir yo”. Sabines va cantando al amor, al desamor, a la soledad, a su padre, a su madre, a Julito y a Dios.

Marc Chagall, Cucharad de leche, 1912

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LA GUALDRA NO. 99

agenda cultural MAYO 2013MIÉRCOLES 8, 15, 22 y 29Todos al Centro HistóricoMiércoles de DanzónPlazuela Miguel Auza18:00 horas. Coordina: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas

JUEVES 9, 16, 23 y 30Tradicional ConciertoBanda Sinfónica del Estado Dir. Salvador García y OrtegaCasa Municipal de Cultura de Zacatecas. Entrada libre / 19:00 horas

VIERNES y SÁBADOSLeyendas de ZacatecasFrente a Catedral / 20:00 horas

SÁBADO 4Sábados en la CulturaDanza flamenca y folclóricaTalleres de Danza Flamenca de la Casa Municipal de Cultura de Zacatecas. Dir. Beatriz BecerraBallet Folclórico de Zacate-casDir. Francisco Javier UribeEscalinatas del Antiguo Templo de San Agustín y Plazuela Miguel Auza. 19:00 horasCoordinan: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas y el Instituto Zacatecano de Cul-tura “Ramón López Velarde”

Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín21:00 horas

DOMINGOS 12, 19 y 26Tradicional ConciertoOrquesta Típica de ZacatecasDir. Florentino RaygozaCasa Municipal de Cultura de Zacatecas. Entrada libre / 18:00 horas

SÁBADO 11Sábados en la CulturaDanza árabeTalleres de Danza Árabe de laCasa Municipal de Cultura de Zacatecas. Dir. Blanca Bautista y Rosalba García. Escalinatas del Antiguo Templo de San Agustín y Plazuela Miguel Auza . 19:00 horasCoordinan: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas y el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde”

Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín21:00 horas

SÁBADO 18Lectura en atrilMás lectura, un mundo mejorJardín Juárez. 17:00 – 18:30 horasCoordinan: Colegio del Centro, Casa Municipal de Cultura de Zacatecas y el Instituto Zacate-cano de Cultura “Ramón López Velarde”

SÁBADOS 18 y 25Sábados en la CulturaDanza, teatro músicaEscalinatas del Antiguo Templo de San Agustín y Plazuela Miguel Auza.19:00 horas

MARTES 28Bellas Artes a todas partesLectura en voz alta: “Leo… luego existo. CARLOS BRACHO - ActorLeyendo “Vida y obras de tres pilares de la literatura“Tres Ases Literarios”: Ramón López Velarde, José Vasconcelos y Amado NervoPatio Principal del Centro Cultural Ciudadela del ArteEntrada libre / 19:00 horas

MUNICIPIOSJEREZMIÉRCOLES 29Bellas Artes a todas partesLectura en voz alta: “Leo… luego existo. CARLOS BRACHO - ActorLeyendo “Vida y obras de tres pilares de la literatura” Tres Ases Literarios: Ramón López Velarde, José Vasconcelos y Amado NervoMuseo Interactivo “Ramón López Velarde”Entrada libre / 20:00 horas

MUSEOS Y GALERIASANTIGUO TEMPLODE SAN AGUSTINMathias Goeritz en ZacatecasPermanencia: 30 de junioAdmisión: $30.00

MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUÉREZAbstracción TreceColectiva de artistas de Baja California NorteSala Temporal I

Permanencia: 30 de junioPasado MeridianoObra de Teresa VelázquezSala Temporal IIPermanencia: 30 de junio

MUSEO FRANCISCO GOITIAReminiscenciasObra de Karla de LaraPermanencia: 30 de junio

MUSEO ZACATECANOVariacosaGráfica, ilustración y diseñoObra de José Esteban Martínez + Quetzal LeónPermanencia: 31 de julio

CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE ZACATECASEsculturaFragmentosObra de Javier MarínPermanencia: 21 de junio

TALLERES Y CURSOSINSTITUTO ZACATECANO DE CULTURA “RAMÓN LÓPEZ VELARDE”Talleres de DanzaCuota de recuperación $250.00 mensualesDe septiembre 2012 a Junio 2013De 16:00 a 21:00 horasSalón del Danza del IZC

Clásica / Mtra. Blanca AlatorreContemporánea / Mtro. Mauro ChairezFlamenco / Mtra. Ángeles ValleJazz / Mtra. Susana Alemán Cota

(Teatro “Ramón López Velarde”)

MUSEO DE ARTE ABSTRACTO “MANUEL FELGUÉREZ”Taller Práctico de ActuaciónMtro. Ramiro SipotiDe 17:00 a 20:00 horasLos jueves y viernes Del 6 de septiembrea 30 de noviembre Cuota de recuperación: $150.00 mensuales

CENTRO CULTURAL CIUDADE-LA DEL ARTEMúsicaTaller de Trompeta y GuitarraMtro. Antonio Ramírez ZacaríasDe 8:00 a 10:00 horasCuota de recuperación: $100.00 mensuales

Talleres de LiteraturaEnsayo y Crítica LiterariaMtro. Sigifredo Esquivel MarínSábados de 17:00 a 20:00 horasCuota de recuperación: $ 100.00 mensuales

Taller de Ensayo Imparte Sigifredo Esquivel MarínSábados de 17:00 a 20:00 horasCuota de recuperación $100.00 mensuales

Taller de Poesía Imparte Javier Acosta EscareñoSábados de 11:00 14:00 horasCuota de recuperación $100.00 mensuales

La Cineteca Zacatecas está ubicada en calle Dr. Hierro #303, centro histórico de Zacatecas. La proyección de las películas se realiza de manera gratuita, con fines cul-turales y educativos.

PROGRAMAMAYO 2013CINETECA ZACATECAS

Martes 7, 12:00 Hrs.La REVOLUCIÓN Mexicana, desde 1910 a 1920Dir. Matías GueIlburtMéxico/ 2007/ 88 min.

Miércoles 8, 18:00 Hrs.TODO EL FUEGO Y LAS LLAMASDir. Jean-Paul Rappeneau,Francia/ 1982/ 108 minMiércoles 8, 20:00 Hrs.LOS COMULGANTES (Luz de invierno)Dir. Ingmar BergmanSuecia/ 1963/ 80 min.

Jueves 9, 18:00 Hrs.NOSFERATUDir. F. W. MurnauAlemania/ 1922/ 91 min..

Jueves 9, 18:00 Hrs.LA MUERTE DE PANCHO VILLADir. Mario HernándezMéxico/ 1974/ 85 min.

Jueves 9, 20:00 Hrs.DRÁCULA, EXPOSICIÓN INDIVIDUALObra inédita del artista Fer-nando JiménezLugar: Vestíbulo de la Cinete-ca ZacatecasBrindisViernes 10, 20:00 Hrs.EL RITO (TV)Dir. Ingmar BergmanSuecia/ 1965/ 72 min.

Sábado 11, 18:00 Hrs.MOONRISE KINGDOM Dir. Wes AndersonEUA/ 2012/ 94 min.

Sábado 11, 20:00 Hrs.DRÁCULA Dir. Tod Browning, Karl Freund EUA/ 1931/ 75 min.. Domingo 12, 12:00 Hrs.MI VECINO TOTORODir. Hayao MiyazakiJapón/1988/86 min.

Domingo 12, 18:00 Hrs.PERSONADir. Ingmar BergmanSuecia/ 1966/ 81 min.

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6 DE MAYO DE 2013

“Traemos hasta su paladar lossabores del mediterráneo”

Juan de Tolosa 104, Centro, Zacatecas, Zac. / 922 67 46 / Frente a la Fuente de los Conquistadores

El picaporte“Equidad” no es lo mismo que “igualdad”Aunque parecen iguales (y luego llegan políticos y locutores y las manejan como sinónimas), la equidad es un concepto que está por encima de la igualdad. De hecho la segunda no podría existir sin la primera. Existen varias diferencias entre ellas, desde la propia etimología. Equidad viene de la voz latina “aequitas” (se pronuncia écuitas), y los antiguos romanos la entendían como una virtud consistente en un equilibrio de ánimo, en una nobleza, templanza, bondad y cabalidad frente a cualquier circunstancia.

Por Simitrio Quezada

Río de palabrasPilar se inunda Por Edgar KhondeEscalo hacia la palabra cielo donde Pi-lar me pide que la inunde, arrastro llu-via, escalo. Tiento consonantes líquidas y repito en la marea la forma de pro-ducir silencio con la respiración que se descompone y la súplica de una mujer que atina a dibujar su sombra sobre el matiz que se proyecta en las persianas que otros ojos ven, admirados por ese vaivén de padecer las contorsiones en el húmedo y el tiempo. Describo tardes con la pluma, y en la espalda de la his-toria catapulto pasos de salón con mis dedos en la dermis que se derrite y se contiene en vaharadas, construyen-do palacios por donde las piernas, por donde los muslos absorben de la boca toda ensalivada monosílabos, restos que se dispersan en tragos de sudor y cuentos para mostrar en el escote abier-to hasta el botón de pulso una imagen total del cuarto a solas. Pienso que en las autopistas cuando Pilar arranca, Pilar se encima muy como terremoto, muy de transparente aurora; pienso que en las autopistas cuando una presa desbor-dada entra tragándose la tierra con la lengua que duda en la bifurcación que se adivina en las nalgas. Pilar escalo con la lengua sorbiéndole frases anteriores al fuego que recitan sus temblores, Pilar rueca que hilaste esos cataclismos en el junio llueve y el conjunto de olores sin orden ni aldaba que le impida sacudirse

en los interiores de nuestros temero-sos, tú despierta y embarrándote en mi cuerpo, yo con mis manos, mis manos únicas que desespero por tenerme en tu cintura, por tenerme en esa orali-dad de los sonidos que en tu lenguaje quieren decir todos los hombres, una trampa semántica tu boca, un rojo como tu boca, una trampa semántica donde mis manos son de verdad por-que antes no supe dónde tenerlas, para qué guardarlas. Donde mis manos se desplazan y cambian de signi� cados tú bajas y subes, y llamas y subes, y apri-sionas en nuestra tensión Pilar zona de hogueras que devasta bosques de arbustos, escalo y choco contra tus ca-deras tren; contra tus caderas asir mis dientes y mi paladar desde la copa de un tramo de � guras metonímicas, Pilar muslos que me enredo con las verba-lizaciones de un idioma que sólo hoy he tenido la fortuna de saber, hoy que te despedazo y tú desnuda vienes y me ahogas, vienes en látigos de carne, Pilar ideograma, Pilar que te descifro tocán-dote con la punta de mis dedos como si buscara una pulsación que me dijera aquí, sí aquí tienes que excavar porque la fuente de los espasmos; tiéndete con los orgasmos. Pero antes medias. Antes te quité las medias, la falda volada que me hizo entregar mi oposición al juicio, bajar con mi boca

desespero a hurgarte, sabor de supon-go tus años, mover un poco tus bra-gas y en un impulso extático como de adolescente que se busca en el recodo del parque, en el tramo donde se des-cubre espiando académicas tendidas en el pasto Pilar sin ropa con tus tetas erguidas ofreciéndome mamar, escalo sé mi sístole Pilar atrápame dentro tus muros. Luego tuve. Y qué recorrer en la mueca (la que explota y se sucede), en los gestos de no te detengas no te salgas inúnda-me me dices que te inunde que te rie-

gue toda, tus contracciones, tus modos, tus contracciones, tu espalda arqueada, enterrándote en mí. Pilar abre la boca, muérdeme en tus oraciones para que ninguno de ambos regrese a la tierra, muerte de las muertes, muerte suda-da, muerte licor � uidos, Pilar que te me dejaste y que quieres que te abrace, abrázame acordeón, sé mí, adéntrate y alárgate, métete en mí por el ombligo, detente, para. Escalo hacia la palabra cielo Pilar, exhausto, Pilar que entre que cierras tus párpados, lluévete con parsimonia, Pilar córrete y lluévenos.

La equidad está, pues, relacionada con el carácter. Igualdad, por su parte, proviene de la voz latina “aequalitas” (se pronuncia ecuálitas), y se entiende como cualidad. Mejor aún, como un grado de calidad. Por explicarlo de algún modo, la igualdad es la consecuencia natural de personas con alto sentido de equidad. La igualdad está relacionada con una convención, un acuerdo entre quien percibe res-pecto a lo percibido. La equidad se encuentra en un plano más espiritual y tiene que ver con aque-llo que llamamos sentido común. La equidad se pone muchas veces por encima de las leyes de los hombres. Así tenemos a un Henry David � oreau que por equidad, por lo que le dictó su conciencia como justo, se negó a pagar impuestos al gobierno de Estados Unidos que en ese momento invadía a los mexicanos. Por equidad, Gandhi promovió

la desobediencia civil en la India. Al zafarse del dominio inglés, el hindú quiso ir más allá y buscar la igualdad en la sociedad de castas en su país. Conclusión: por equidad, uno busca la igualdad. La equidad se entiende como la justicia natural y la igualdad es la conformidad de una cosa con otra. La primera es más teórica; la segun-da, más práctica. Con todo, en las normas de convivencia social se establece que, mientras la igualdad con-siste en dar las mismas condiciones, trato y opor-tunidades a todos los individuos sin distinción, la equidad implica dar las mismas condiciones, trato y oportunidades a los individuos, pero ajustados a las especiales características o situaciones (sexo, género, clase, etnia, edad, religión) de los diversos grupos.

* Inquietudes, sugerencias e inconformidades:[email protected]

Vasily Perov, Ahogada, 1867

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LA GUALDRA 99 / 6 DE MAYO DE 2013

Río d

e pal

abra

s

Por Pilar Alba

Por Alberto Huerta

Pasión

¿Qué necesidad había?

Amarraré a mi pasión como a un pe-rro bravo con cadena gruesa y bozal; la refundiré en el patio de la casa hasta la mera esquina para que no muerda, para que no le ladre, para que no asus-te a los vecinos. Si acaso intenta esca-par la encerraré en una jaula, de ésas que se usan para los animales rabiosos cuando el caso es extremo y ya no hay más remedio porque la enfermedad los ha invadido por completo, la úni-ca salida es el sacrificio: la muerte por compasión. Contendré la pasión en un frasco con una tapa hermética, sólida; para que no se desborde, evitar que se derrame por todas partes y no tener que andar después con el trapeador tratando de arreglar el tiradero. Encerraré esta pasión en una caja, la ataré con mil cuerdas y la mete-ré debajo de la cama, para que no ande por ahí provocando, llamando la aten-ción de la gente, amarrando navajas o buscando pleitos. Ahogaré a esta pasión deses-perada, en el fondo de la bañera, para que no respire y se quede callada, que ya nunca más aflore, que nunca más renazca. Que no me haga cometer tan-tas pendejadas.

¿Qué pasitos nuevos, vale? ¿Con qué se va a despercudir, compita? Que no se diga que es hojaldra. Que se le frunce el cutis. Ya supe que le puso sus buenos guantones a su ñora… Será canijo… Segurito que andaba bien jarra… Aga-rró a diablazos a su gorda… Pos eso sí, no hay borracho que no trague lumbre. Ooooh, bueno, eso dicen. Y que a cada santo le llega su fiestecita. Un día de es-tos le va a llenar el buche de piedritas a su ñorsa… y ojos que te vieron ir, no te volverán a ver… A ver… Ni modo que usted se vaya a hacer sus huevitos a la albañil, bien picositos, acompañados con sus respectivos frijolitos negros de la olla bien apestosos a epazote, su ca-fecito negro endulzado con piloncillo y su rajita de canela, y las tortillitas calientitas, bien esponjadas, cual debe

Por Roberto Galaviz

Poemade la última noche

Todas las historias

hablan de despedidas:

unos saben despedirse a tiempo,

otros, aferrarse al derrelicto justo

en el momento de la tormenta

y sobrevivir

-aunque sea-

n a u f r a g a n d o

muchos saben decir adiós

y conservar la pose,

(la calma)

y son definitivamente,

hermosas estatuas de su propia pérdida.

de ser… O sus nopalitos navegantes… Su atolito blanco para que no lo deje bizco la cruda… ¡Híjole, vale, ya hasta se me hizo agua la boca..! Nombre, su vieja lo tiene bien atendido… Nombre, su vieja lo tiene bien atendido… los domingos hasta le hace sus pacholes con su guacamolito, sus papitas bien doraditas, sin que falten sus rebanadas de jitomate y cebolla bien lloradora… la lechuguita bien fresca del otro ca-chete… ¡Consentidote que lo tiene! ¡Bien apapachado! De Dios, compa, de Dios… No la chifle, que es canta-da, compita… No tantea que tanto va el cántaro al agua hasta que se cuar-tea… Cuando llega todo chamagoso, apestoso a pulmón, todo meado, con el jedor agrio de la guácara… ¿Quién lo deja bien lavado y oliendo a agua

de rosas? Pos su vieja… ¿Quién le lava y plancha y deja olorosa jabón de olor su garrero? No… si yo no digo que no le ponga sus trompones de vez en cuando… ¿Cómo carajos se va a dar color de que le tiene ley? ¿Cómo chingaos iba a saber que nomás sus chicharrones truenan? ¡Ni que fue-ra adivina! Pero de eso… a lo otro… así nomás… Porque se sintió muy gallito… ¡Ésas son hijeces, compita! ¿En qué cabeza cabe? A ver… ¿En qué cabezota? ¡Métale sus guantones guajoloteros! Sus buenos patines en las ignacias… Me da pena, compita… Un buen soplamocos… así, como que no quiere la cosa… ¡Pero hasta ahí nomás! ¿Qué necesidad había de rajarle la panza de lado a lado con la charrasca?

Paul Delvaux, Alegría de vivir, 1937

[Leerse mientras se escucha:A la distancia / La Banderville]