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4 UNIVERSIDAD DE MEXICO Por Max AVB LA GUERRA DE ESP AÑX tra feroz razón de la sinrazón- facili- taron, a pesar de su heroismo, la tarea de sus enemigos, y lo siguen haciendo. El español es soberbio, altanero y, por ende, envidioso. La soberbia no tiene que ver con los demás (la vanidad sí, pero el español no es vanidoso sino so- berbio; es decir, no se compara creyén- dose demasiado. Acerca de este tema, que llevaba en el alma, escribió mucho Miguel de Unamuno) . El español, sober- bio y el francés, vanidoso - según Orte- ga, en un ensayo publicado en septiem- bre de 1923-. En España, la ignorancia nunca fue considerada como un defecto ni un mal. La soberbia española halla su mejor abono, su mejor encuadre, en los nacio- nalismos o el nacionalismo - lo mismo da: es un mal que sólo varía con los colores de la bandera desplegada con la que se navega-o Los nacionalismos han incrementado terriblemente los daños del siglo xx. El internacionalismo, el derribo de las fronteras, que parecía pró- ximo hace ochenta años, ha perdido toda atracción (ganando otra puramen- te mercantil). Ahora, el ser paraguayo, españolo cubano, es motivo de gran or- gullo, como si los hombres escogieran el lugar de su naciiniento. No se trata únicamente de los beneficios que repor- ta el haber sido dado a luz de un lado u otro del río Bravo, ni del Rin o del Vístula, sino del orgullo que se saca de ello. Nunca se han sentido los hom- bres más herederos. Inútil decir que el ufanarse de la historia patria es don gratuito. El nacionalismo -ese racismo- está en plena floración. Y si, como en el caso de España, lo actual no es para presumir, el acogerse al pasado solución gubernamental y mayontana. (El nacionalismo es una fuerza mien- tras se establece la nación. Luego, como todo al sobrevivirse, viene a carga, ca- parazón, muestra indeleble de anquilo- samiento.) Añádese, en lo español, la otra soberbia. "Mas ¿qué es la soberbia? - se pre- gunta Ortega. "Es síntoma de una gene- ral cerrazón espiritual." "Supone una psicología en que se da exagerada la tendencia a gravitar el alma hacia den- tro de sí misma, a bastarse a misma. Con agudo diagnóstico, se llama vulgar- mente a la soberbia "suficiencia". El puro soberbio se basta a mismo, claro es que porque ignora lo ajeno. De aquí que las almas soberbias suelan ser her- méticas, cerradas a lo exterior, sin cu- riosidad, que es una especie de activa porosidad mental. Carecen de grat? abandono y temen morbosamente el rI- dículo. Viven en un perpetuo gesto an- quilosado, ese gesto de gran. señor, esa "grandeza" que a los extranjeros mara- villa siempre en la actitud del castella- no y del árabe." Cuando el conde de la Cortina buscó una palab'ra para oponerla a orgullo es- cogió bajeza. El día que los españoles conozcamos la humildad, la modestia, la sencillez, habremos adelantado mucho. Ahora bien, tal vez hayamos dejado de ser es- pañoles. "Al español castizo toda innovación le parece francamente una ofensa perso- nal." Al escribir esto Ortega no se daba cuenta de que algo mllY importante ha- bía cambiado en España. Lo prueba el que estas ideas no son solamente suyas mismo Italia que Alemania eran países "a la altura" de su tiempo, no así Es- paña que intentaba salir, a la vista de todos, de un enlodado sótano donde el oscurantismo era rey. España, la república era jo- . ven; la violaron el 18 de JulIo de, 1936. Gritaba al cielo. El mundo lo ayo. Pocas veces se dividieron tan clara- mente las opiniones. No faltaré mucho a la verdad diciendo que todo lo decen- te estuvo con nosotros y lo demás en contra. Lo sigue estando. En esto, la guerra de España es todavía hoy una prueba útil. "Decente: lo que es hones- to, justo, debido. Lo qUt; adornado, aunque sin lujo, con lImpIeza y aseo; y así se dice: tiene una decente." En España, el 18 de JulIo de 1936, faltaron muchas cosas, menos dudas. La cosa estaba más clara que el agua. Lo sigue estando. Era un problema político pero, ante todo, moral. De ahí que desató el ataque a la repubhca y que veinticuatro años más tarde el pro- blema siga planteado, moralmente, ne varietur. De ahí también muchos males por parte de los falsos vencedores -au- ténticos vendedores- y por la nuestra: no admitimos transar con los enemigos, veintiún años después del final de la contienda armada, más que si están arre- pentidos. . Desde el ángulo jurídico tampoco ha- bía disyuntiva posible: toda la nuestra parte. (No es nuevo. VIeJO pero siempre ayuda aunque SIrVIera d,e poco, como tampoco -tan poco- conto, años más tarde, en Guatemala.) No era una. revolución, como hoy la de Fidel Castro, no empuñamos las ar- mas para derrocar a un gobierno sino para sostenerlo. Esto, al cuarto de siglo, todavía es una fuerza. Lo lícito si bueno, dos veces bueno. La rebelión de Asturias, en 1934, don- de el heroísmo fue ya el de 1936, donde la represión fue ya la del 39, no pasará a la gran historia porque por muy jus- tificada que fuera iba en contra de la legalidad; só!o las rebeliones que ven- cen tienen renombre. " La guerra de España -la nuestra- empieza en 1909 con la Semana Trá- gica y el fusilamiento de Francisco Fe- rrer; sigue con la huelga general revo- lucionaria de 1917; el desastre de An- nual, en 1921; la dictadura de Primo de Rivera, desde septiembre de 1923; la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931; la rebelión de Asturias y su cauda catalana, en 1934; el alzamien- to fascista y reaccionario del 18 de julio de 1936, vigente hasta hoy. El desastre del 98 fue otra cosa, como las guerras carlistas: las condiciones so- ciales habían variado del todo en todo. La guerra de España -la nuestra- fue una guerra de clases, quien no lo vea así no puede comprenderla; guerra del pueblo contra las oligarquías. Por eso aun los que se declaran vencidos no lo están, a lo sumo prisioneros de mismos. Nuestra guerra es consecuencia de es- ta guerra de clases. Ahora bien, como obreros y campesinos españoles estaban, están políticamente tan divididos -nues- D IJE: VOY A HABLAR de la guerra, sin pensarlo. (De la guerra de Espa- ña: no podía ser otra.) Dije: "La guerra de España" porque dentro de los temas que podía era e! único que tenía la importanCIa requenda por el título genérico de esta serie de con- ferencias organizada por la UNAM y porque -pensé- pued? .hablar de eso, dormido. Puesto a escnbIr no supe por dónde empezar. La guerra, para la gente mi gene- ración, y la de las dos antenores, y la posterior, ha sido la Gran Cosa, con ma- yúscul'as; lo determinante de nuestra manera de vivir, si no de entender el mundo, y de morir. Hablo, claro está, de la guerra espa- ñola, de la guerra civil española, la se perdió en España, no nosotros -nI aun muriendo-; ni la España de ma- ñana, la que llevamos en el alma. Una guerra no es un match de boxeo ni un partido de fútbol que un día se gana y otro se pierde. Reconozco que, por el momento, estoy -voy a en primera persona para que nadIe se moleste- en situación de inferioridad, acorralado en una esquina, pero de nin- guna manera vencido. Vencido: sólo el que se entrega. En las guerras la lengua tiene mucho que ver. Cuando se lucha contra un enemigo que habla otra las cosas son distintas que cuando se combate contra quien usa la misma .. o ser ven- cido por un extranjero tIene excus.as. Las guerras intestinas son, como lo dIce la palabra, más Si tra un francés o un mglés, mI enemIgo puede ser de ideas distintas o idénticas a las mías -confusión cierta de las len- guas-; con un coterráneo no hay miedo: si le mato o me asesina es porque pen- samos' en el mismo idioma, de manera No tiene remedio si no se re- nuricia a sus ideas. Y hace muchos siglos que se sabe que el hombre lo es porque habla. Tenía 33 años cuando empezó la Gran Cosa y me puso frente a mí mismo. A Mauriac, que es más viejo y bastante buen ejemplo, a lo que asegura le dió igual. Vivíamos en otro mundo,. fIc- ticio al parecer. Los mitos que nos mte- resaban tenían poco que ver con la rea- lidad: de pronto, ésta se nos echó en- cima. Nadie dudó. No había sucedido lo mismo con el faséismo italiano ni con el nazismo alemán. Entre otras cosas porque su implantación había recurrido a cierta ficción de juridicidad que podía permitir encojerse de hombros a quienes no sufrían directamente el mal. (No hubo guerra civil alemana ni italiana. Los que se adueñaron del poder se des- hicieron, a las malas por las buenas, de sus enemigos aprovechando las vías je- rániuicas y respetando el orden.) Lo de España era otra cosa. . Lo mismo la monarquía italiana que la república alemana llevaban tiempo a la deriva; no así España, pese al "bie- nio negro". Conservaba, no sólo para los españoles, un crédito. Por otra parte, lo Del Ciclo de Conferencias Temas del Siglo XX, de la UNAM, dicha el 15 de junio en el Ateneo Español de México.

LA GUERRA DE ESPAÑXLa guerra de España -la nuestra fue una guerra de clases, quien no lo vea así no puede comprenderla; guerra del pueblo contra las oligarquías. Por eso aun los

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Page 1: LA GUERRA DE ESPAÑXLa guerra de España -la nuestra fue una guerra de clases, quien no lo vea así no puede comprenderla; guerra del pueblo contra las oligarquías. Por eso aun los

4 UNIVERSIDAD DE MEXICO

Por Max AVB

LA GUERRA DE ESPAÑXtra feroz razón de la sinrazón- facili­taron, a pesar de su heroismo, la tareade sus enemigos, y lo siguen haciendo.

El español es soberbio, altanero y, porende, envidioso. La soberbia no tieneque ver con los demás (la vanidad sí,pero el español no es vanidoso sino so­berbio; es decir, no se compara creyén­dose demasiado. Acerca de este tema,que llevaba en el alma, escribió muchoMiguel de Unamuno) . El español, sober­bio y el francés, vanidoso - según Orte­ga, en un ensayo publicado en septiem-bre de 1923-. En España, la ignorancianunca fue considerada como un defectoni un mal.

La soberbia española halla su mejorabono, su mejor encuadre, en los nacio­nalismos o el nacionalismo - lo mismoda: es un mal que sólo varía con loscolores de la bandera desplegada con laque se navega-o Los nacionalismos hanincrementado terriblemente los dañosdel siglo xx. El internacionalismo, elderribo de las fronteras, que parecía pró­ximo hace ochenta años, ha perdidotoda atracción (ganando otra puramen­te mercantil). Ahora, el ser paraguayo,españolo cubano, es motivo de gran or­gullo, como si los hombres escogieranel lugar de su naciiniento. No se trataúnicamente de los beneficios que repor­ta el haber sido dado a luz de un ladou otro del río Bravo, ni del Rin o delVístula, sino del orgullo que se sacade ello. Nunca se han sentido los hom­bres más herederos. Inútil decir que elufanarse de la historia patria es dongratuito. El nacionalismo -ese racismo­está en plena floración. Y si, como en elcaso de España, lo actual no es parapresumir, el acogerse al pasado e~ fá~il

solución gubernamental y mayontana.(El nacionalismo es una fuerza mien­

tras se establece la nación. Luego, comotodo al sobrevivirse, viene a carga, ca­parazón, muestra indeleble de anquilo­samiento.) Añádese, en lo español, laotra soberbia.

"Mas ¿qué es la soberbia? - se pre­gunta Ortega. "Es síntoma de una gene­ral cerrazón espiritual." "Supone unapsicología en que se da exagerada latendencia a gravitar el alma hacia den­tro de sí misma, a bastarse a sí misma.Con agudo diagnóstico, se llama vulgar­mente a la soberbia "suficiencia". Elpuro soberbio se basta a sí mismo, claroes que porque ignora lo ajeno. De aquíque las almas soberbias suelan ser her­méticas, cerradas a lo exterior, sin cu­riosidad, que es una especie de activaporosidad mental. Carecen de grat?abandono y temen morbosamente el rI­

dículo. Viven en un perpetuo gesto an­quilosado, ese gesto de gran. señor, esa"grandeza" que a los extranjeros mara­villa siempre en la actitud del castella­no y del árabe."

Cuando el conde de la Cortina buscóuna palab'ra para oponerla a orgullo es­cogió bajeza.

El día que los españoles conozcamosla humildad, la modestia, la sencillez,habremos adelantado mucho. Ahorabien, tal vez hayamos dejado de ser es­pañoles.

"Al español castizo toda innovaciónle parece francamente una ofensa perso­nal." Al escribir esto Ortega no se dabacuenta de que algo mllY importante ha­bía cambiado en España. Lo prueba elque estas ideas no son solamente suyas

mismo Italia que Alemania eran países"a la altura" de su tiempo, no así Es­paña que intentaba salir, a la vista detodos, de un enlodado sótano donde eloscurantismo era rey.

España, la república es~añ?la, era jo- .ven; la violaron el 18 de JulIo de, 1936.Gritaba al cielo. El mundo lo ayo.

Pocas veces se dividieron tan clara­mente las opiniones. No faltaré muchoa la verdad diciendo que todo lo decen­te estuvo con nosotros y lo demás encontra. Lo sigue estando. En esto, laguerra de España es todavía hoy unaprueba útil. "Decente: lo que es hones­to, justo, debido. Lo qUt; es~á adornado,aunque sin lujo, con lImpIeza y aseo;y así se dice: tiene una .ca~a decente."

En España, el 18 de JulIo de 1936,faltaron muchas cosas, menos dudas. Lacosa estaba más clara que el agua. Losigue estando. Era un problema políticopero, ante todo, moral. De ahí l~ p~siónque desató el ataque a la repubhca yque veinticuatro años más tarde el pro­blema siga planteado, moralmente, nevarietur. De ahí también muchos malespor parte de los falsos vencedores -au­ténticos vendedores- y por la nuestra:no admitimos transar con los enemigos,veintiún años después del final de lacontienda armada, más que si están arre-pentidos. .

Desde el ángulo jurídico tampoco ha­bía disyuntiva posible: toda la ra.zó~ ~e

nuestra parte. (No es nuevo. n~ VIeJOpero siempre ayuda aunque SIrVIera d,epoco, como tampoco -tan poco- conto,años más tarde, en Guatemala.)

No era una. revolución, como hoy lade Fidel Castro, no empuñamos las ar­mas para derrocar a un gobierno sinopara sostenerlo. Esto, al cuarto de siglo,todavía es una fuerza. Lo lícito si bueno,dos veces bueno.

La rebelión de Asturias, en 1934, don­de el heroísmo fue ya el de 1936, dondela represión fue ya la del 39, no pasaráa la gran historia porque por muy jus­tificada que fuera iba en contra de lalegalidad; só!o las rebeliones que ven-cen tienen renombre. "

La guerra de España -la nuestra­empieza en 1909 con la Semana Trá­gica y el fusilamiento de Francisco Fe­rrer; sigue con la huelga general revo­lucionaria de 1917; el desastre de An­nual, en 1921; la dictadura de Primo deRivera, desde septiembre de 1923; laproclamación de la República, el 14 deabril de 1931; la rebelión de Asturias ysu cauda catalana, en 1934; el alzamien­to fascista y reaccionario del 18 de juliode 1936, vigente hasta hoy.

El desastre del 98 fue otra cosa, comolas guerras carlistas: las condiciones so­ciales habían variado del todo en todo.

La guerra de España -la nuestra­fue una guerra de clases, quien no lovea así no puede comprenderla; guerradel pueblo contra las oligarquías. Poreso aun los que se declaran vencidos nolo están, a lo sumo prisioneros de símismos.

Nuestra guerra es consecuencia de es­ta guerra de clases. Ahora bien, comoobreros y campesinos españoles estaban,están políticamente tan divididos -nues-

DIJE: VOY A HABLAR de la guerra, sinpensarlo. (De la guerra de Espa­ña: no podía ser otra.) Dije: "La

guerra de España" porque dentro de lostemas que podía abor~ar era e! únicoque tenía la importanCIa requenda porel título genérico de esta serie de con­ferencias organizada por la UNAM yporque -pensé- pued? .hablar de eso,dormido. Puesto a escnbIr no supe pordónde empezar.

La guerra, para la gente d~ mi gene­ración, y la de las dos antenores, y laposterior, ha sido la Gran Cosa, con ma­yúscul'as; lo determinante de nuestramanera de vivir, si no de entender elmundo, y de morir.

Hablo, claro está, de la guerra espa­ñola, de la guerra civil española, la qu~

se perdió en España, no nosotros -nI

aun muriendo-; ni la España de ma­ñana, la que llevamos en el alma.

Una guerra no es un match de boxeoni un partido de fútbol que un día segana y otro se pierde. Reconozco que,por el momento, estoy -voy a h~blar

en primera persona para que nadIe semoleste- en situación de inferioridad,acorralado en una esquina, pero de nin­guna manera vencido. Vencido: sólo elque se entrega.

En las guerras la lengua tiene muchoque ver. Cuando se lucha contra unenemigo que habla otra las cosas sondistintas que cuando se combate contraquien usa la misma.. Venc~r o ser ven­cido por un extranjero tIene excus.as.Las guerras intestinas son, como lo dIcela palabra, más hond~s. Si co~bato c~m­

tra un francés o un mglés, mI enemIgopuede ser de ideas distintas o idénticasa las mías -confusión cierta de las len­guas-; con un coterráneo no hay miedo:si le mato o me asesina es porque pen­samos' en el mismo idioma, de maneradistin~a. No tiene remedio si no se re­nuricia a sus ideas. Y hace muchos siglosque se sabe que el hombre lo es porquehabla.

Tenía 33 años cuando empezó la GranCosa y me puso frente a mí mismo. AMauriac, que es más viejo y bastantebuen ejemplo, a lo que asegura le su~e­

dió igual. Vivíamos en otro mundo,. fIc­ticio al parecer. Los mitos que nos mte­resaban tenían poco que ver con la rea­lidad: de pronto, ésta se nos echó en­cima. Nadie dudó. No había sucedidolo mismo con el faséismo italiano ni conel nazismo alemán. Entre otras cosasporque su implantación había recurridoa cierta ficción de juridicidad que podíapermitir encojerse de hombros a quienesno sufrían directamente el mal. (Nohubo guerra civil alemana ni italiana.Los que se adueñaron del poder se des­hicieron, a las malas por las buenas, desus enemigos aprovechando las vías je­rániuicas y respetando el orden.) Lo deEspaña era otra cosa. .

Lo mismo la monarquía italiana quela república alemana llevaban tiempoa la deriva; no así España, pese al "bie­nio negro". Conservaba, no sólo para losespañoles, un crédito. Por otra parte, lo

• Del Ciclo de Conferencias Temas del SigloXX, de la UNAM, dicha el 15 de junio en elAteneo Español de México.

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

Dibuio de Manuel Corona Miño, de once mios.Del grupo familiar "Alfredo Caldel'ón", en Madrid.

'. . Dibuio de Isidro Esquerro Ruiz, de doce arios.Nmo -de la ResIdencia de Onteniente, Alicante. Titulado: "Escenas de la evacuación"

Dibujo de Lucía del Hierro, de once arios.Colas pam el pan, mientras los aviones atacan

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sino que corren a raudales sobre la tie­rra española, en verso y en prosa, en laobra de todos los componentes de la ge­neración del 98.

Esta manera de enfocar, de criticar lavivencia española, tan distinta de la deBenito Pérez Galdós o de la de Maree­lino Menéndez y Pelayo, tiene su raíz enFr~ncisco Giner de los Ríos, auténticoforpdor de la España del primer terciodel siglo xx, el gran derrotado por Fran­co. Porque, evidentemente, para exponerde manera tan feroz la manera de serdel español tenía que existir la idea, laposibilidad de que dejara de serlo yatemperarlo a la época. La victoria deFranco no es más que otro episodio dela lucha desigual y constante de una mi­noría contra el oscurantismo y la tradi·cional soberbia que también infama, apoco que se la rasque, la propia mino­~ía liberal española.

¿Qué maldición pesa desde hace másde 150 años sobre España? A fines delXVIII, en 1931, parecía que podía emeprender derroteros progresistas. ¿Perdi­mos la gran oportunidad? Tal vez, por­que hoy la lucha de clases ha evolucio­nado -como todo- y vemos a los obre­ros más sedientos de refrigeradores quede justicia.

Para el mundo nuestra guerra tiendea borrarse, tiende a borrasre por el tiem­po; pero no se borra, todavía es una fe­roz herida sin cicatrizar, con los labiosabiertos, en el suroeste de Europa; untajo con bordes sanguinolentos que correa lo largo de los Pirineos.

Nuestra guerra dividió al mundo co­mo dividió a Francia el asunto Dreyfus,más los müertos. Pero no son ~ólo losmuertos, es algo más profundo, enterra­do más ·hondo.

"Su cadáver está lleno de mundo."Porque la guerra de España no fue

-no es- sólo contienda de buenos y ma·lo~ (según el color del famoso cristalecléctico de Campoamor); mientras Es­paña siga siendo lo que es hoy, el fascis­mo, el nazismo, los más reaccionariospueden presumir de haber ganado lagran contienda que allí empezó; la que,según los manuales de historia, perdieron

Hay un evidente parecido entre nues­tras guerras de la Independencia de)808 Y de 1936. De la primera salió ven­cedor Fernando VII, de la segunda Fran­co. Sus regímenes tienen muchos puntosde contacto. Fernando VII murió en lacama, rey de España, y no veo ningunarazón para que no suceda así con su adlátere Francisco Franco. No aplastóaquel a sus enemigos sino a los ilustra­dos, como el actual. El testamento delprimero provocó una larga serie de lu­chas, intestinas y no veo razón para queno suceda lo mismo con el segundo amenos que nuevas generaciones, muydistintas a las anteriores, lleven los es­pañoles por derroteros más humanos.(Hablo de razón, que a veces tan pocotiene que ver con la vida, con la polí­tica.)

Nuestra soberbia nos lleva natural­mente a despreciar; lo que, en español,quiere decir ignorar a los adversarios.Tenemos en menos, entre otras cosasporque lo consideramos absolutamenteinútil, enterarnos de sus puntos de vista.En este aspecto nuestra suficiencia pue­de explicar lo débil del liberalismo ibe­ro. Ni siquiera nos molestamos en leerlos escritos de los heterodoxos. MenéD-

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6 UNIVERSIDAD DE MEXICO

Dibujo de Magdalena Ruiz, de once años

. Dibujo de Luis Casero Esteban, de once años.NaCido en Madrid, se trasladó COn su familia a Valencia

El alcance y el carácter de la ayudarusa -y de la ayuda francesa- a la Re­pública española, así como la posibili­dad de haber evitado la agresión italo­alemana en España, con sólo que lohubiera querido Inglaterra, son punto~

que se destacan en los documentos di­plomáticos de la época. En los Papelesdel conde de Ciano se lee:

"Conversación entre el Duce y el pre­sidente Goering, en presencia del condede Ciano y de Herr Schmidt. Roma (Pa­lazzo Venezia, 23 de enero de 1937.)

"Al llegar aquí, el ministro-presidenteGoering preguntó qué situación se crea­ría, si fuera imposible llegar a un acuer­do sobre la prohibición del envío de vo­luntarios a España. En la cuestión e~­

pañola, Alemania se propone ir sólo ha~­

ta el límite de lo posible, evit.ando a~í

que salga una guerra general de las com­plicaciones en España. Es de temer queMoscú haga de la cuestión española unacuestión de prestigio y apoye a las fuer­zas rojas españolas con tropas propia~

en mayor medida que hasta hoy."El Duce replicó ...: Italia se propo­

ne llevar las cosas en España al límite,sin correr el riesgo de una guerra ge­neral. León Blum y sus colaboradore~

desean evitarla, y si gritan pidiendo"aeroplanos y arm3:s para España", lohacen puramente por razones de políticainterior. También Inglaterra teme unconflicto general, y Rusia, ciertamente,no dejará que las cosas pasen del límite.

"Por otro lado, Rusia no ha enviadovoluntarios, sino oficiales y material, ydesde luego, se plegaría a aceptar la de­rrota de los rojos .. ."

"Conversación entre Mussolini y Rib­bentrop (Ministro de Negocios Extran­jeros de Alemania) celebrada en Romael 6 de noviembre de 1937:

"Si ... algún nuevo factor amen::,arala posición de Franco y si el 10g!"O ele' lavictoria demandara un nuevo esfuerzo,el Duce está dispuesto a realizar jo, in­cluso si ello significara el envío de Hue­vas fuerzas regulares. Entre tanto esta­mos resolviendo positivamente el blo­queo naval, habiéndole. entregado aFranco seis submarinos y cuatro barco~

de guerra más."La actitud de Inglaterra respecto de

Franco es digna de examen en esta fase.No hay duda que Londres comprendeque ha apostado por el caballo malo, yahora trata de cambiar rápidamente deactitud en relación con la España nacio­nalista. Italia y Alemania han de estarmuy alertas, pues el problema tiene par­ticular interés para nosotros desde dospuntos de vista: el financiero y el polí­tico. En primer lugar, hemos gastado enEspaña unos 4,500 millones. Lo desem­bolsado por Alemania, según dijo Goe­ring, se eleva a unos 3,500 millones. Que­remos que se nos pague y se nos pagará.Pero sobre todo está el aspecto político.Deseamos que la España nacionalista,que se ha salvado gracias a la ayuda ita­liana y alemana de toda clase, perma­nezca estrechamente asociada a nuestrasmaniobras."

Después del triunfo del fascismo enItalia, del nazismo en Alemania, de lainvasión de Manchuria por el Japón, de"la conquista de Abisinia, ciego habíade estar el que no se diera cuenta queen España se iba a jugar el futuro inme­cliato del mundo.

y Trotsky y de lo que pasa en Rusia;pero de lo que ocurre en Cuenca o enTeruel y de las condiciones geográficasy económicas de las distintas comarcasy regiones de España, ni palabra.

"Me dirán a mí: 'A usted le pasa lomismo.' Cierto, pero yo no soy político.Yo sé o intento saber lo que es el oficiodel novelista."

Es duro, pero no deja de apuntar al­gunas de las deficiencias que tan carasnos costaron.

¿Por qué perdimos la guerra? Eviden­temente porque la ganó el enemigo, co­mo en todos los combates no empata­dos.

Teníamos el dinero -lo recalcaba acada paso Prieto los primeros día&-,pero nos faltó el crédito. Crédito lootorgan los capitalistas, y los tuvimosen contra. No nos faltó el apoyo de losmejores escritores, de los periodistas másbrillantes, de los pueblos. No bastó. SiFrancia, aun desguarniéndose' previsora,hubiera enviado los primeros meses laaviación necesaria, los tanques que ha­cían falta, si Blum no hubiera sido unintelectual sino un general mexicano ...

Italia, Alemania, Manchuria, Abisi­nia habían caído en o a manos del fascis­mo. Hitler no engañaba más que a losque querían .morir a sus manos.

dez y Pelayo fue único, de ahí la sorpre­sa y admiración que produjo.

Hablando de los prolegómenos denuestra guerra ¿a quién -entre nos­otros- se le ocurriría citar un artículode Pío Baroja inmediatamente anteriora la contienda? Y sin embargo tiene in­terés para quien quiere ver las cosasclaras. "También pareció insensato amuchos políticos que me manifestaronsu desdén -escribe el agrio vasco-, elque yo afirmara que los republicanosactuales tienen una mentalidad idénticaa los del 73, la misma que la de los li­berales del período consti tucional de1820, aunque inferior en entusiasmo yen brío.

"Nuestros jóvenes políticos barajanteorías de manuales al alcance de cual­quiera; pero no son capaces de hacerobservaciones personales, originales, so­bre lo que tienen delante de los ojos.Así, están preparados para pedantearen el Ateneo, pero no para hacer alguna.vez algo útil.

"El partido socialista, después decuarenta años de existencia organizada,al llegar al poder con los republicanosno tenía un plan mediano de reformaagraria.

"Los comunistas del tiempo saben mu­cho, al parecer, de lo que hicieron Lenin

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 7

Dibujo de Dolores Hurtado Alonso, de diez alíos, evacuado deChamartin de la Rosa, Madrid, a Alcira, Valencia

Dibujo de ~elipe Redondo Blanco, de once míos.Evacuado de BIlbao a Francia en el carguero "Habana"

representa .pa dado, desgraciadamente,resultado. El poder español sobreviveaprovechando tensiones exteriore1>, di­visiones internas, luchas de clase ten­dencias de desintegración 'y aun 1; bue­na fe política; utiliza ambiciones depersonajes, frustraciones de capas socia­les, aspiraciones de grupos económicos.Lo que todavía el siglo pasado era unapreocupación referida particularmenteal ejército: el mantenimiento de la "mo­ral", ha sido trasladada a todo el paí&como cuestión de vida o muerte. Lasautoridades franquistas han puesto lamás refinada racionalidad al serVIciode los instintos irracionales.

"¿Qué consecuencias derivan de esto?-se pregunta Medina-:

"Sólo quiero hacer a este respecto dosobservaciones -dice-o En primer térmi­no: ¿qué perspectivas se ofrecen a lavida individual? La consecuencia inme­diata de la guerra psicológica es la in­tensificación del sentimiento de insegu­ridad. La angustia de sentirse balanceadopor fuerzas impalpables, el temor indo­mable a las armas invisibles. Todo miedopuede ser dominado más o menos si selocaliza su fuente, pero ¿cómo y dóndefijar el origen de las agresiones psíqui.

I Prólogo al estudio de la guerra, El Colegiode México, 1943, de donde están tomadas tamobién las citas anteriores.

de las ciencias. Lo malo, que este hechono fue valedero para España porque só­lo sirvió para probar adelantos de otrospaíses. La reacción española aprovechólos inventos extranjeros teniendo buencuidado de no traer la para ella "pestecientífica". Franco importó aviones ale­manes y tanques italianos como hoycohetes norteamericanos, no la cienciaque los produce porque lo que importaa los españoles -dicen- es salvar el alma.Mas no sólo dejando aparte las cienciasfísicas y biológicas. "Ya no es un descu­brimiento para nadie el que en estos úl­timos años -dijo mi amigo José MedinaEchavarría 1 hace veinte- otras técnicasno materiales se han destacado con im­portancia creciente y que una cienciamuy lejana del mundo de la materia yde la fuerza, la psicología, ha sido cul­tivad", con singular atención bajo elamparo de estrategas y generales," Laguerra psicológica, hecha de engaño, deperfidia, de terror se desarrolló y sesigue desarrollando en España, promo­viendo fierísimos males. La guerra psi­cológica contra la República y lo que

Si en España ~ubies.e vencido l~ Re­'bIica no hubIera flImado Stalm el

pu, ..' h b'pacto germano-sOVlétl~o m u. lera; es-t lIado la bomba atómIca en Hlroshlma.:.sa posición de encrucilada le di? la im­portancia que tuvo. HItler hubIera ll~­gado a la gUerra" pero en otras condI-ciones.· '

El apoyo moral con q~e contó la .cau­sa de la República Espanola es en CIertomodo resultado de esta manera de verlas cosas. Esa fue -es- nuestra fuerzainternacional y no por casualidad. Eneste plano sigue' la lucha porque: ':Laguerra no es un fenómeno nat~ral ~mohistórico-cultural. Entre el térmmo fmalde destrucción y muerte, idéntico entodas, y el impulso origi~ario de .agre­sión, se interpone una sene c~~phcadade creaciones humanas, que dIfIeren enel tiempo y en el espacio. Este carácterhistórico-cultural de la guerra, obra delhombre, hace que sean distintas segúntiempos, sociedades y culturas." Habloporboca ?e otro, como si fuera mía.

"Toda invención en el sentido de ins­trumento de' agresión y defensa, es decir,toda nueva arma ofensiva o defensiva,no sólo aporta transformaciones estricta­mente militares -en la orgariización delejército, en la táctica y en la estrategia-,sino que repercute de una y otra formaen la estructura social y política. Afectaa la economía, altera hl significación eimportancia de las capas sociales y mo­difica en el exterior la relación de poderentre las unidades políticas indepen-dientes." ,

En el ,sigto XiX, los republicanos espa­ñoles hubiésemos ganado la guerra por­que había más combatientes activos denuestro lado. Pero "la guerra mecaniza­da equivale a guerra industrializada."Es decir, que el pueblo no dependía desu voluntad sino del número de aviones,de tanques.

Hasta el año 14 las guerras gravita­ron sobre las capas campesinas, que po­dían ofrecer una carne de cañón abun­dante y poco calificada; durante la gue­rra civil española las armas principalesy con mayor porcentaje de mortandadexigieron un material humano relativa­mente selecto y preparado que fue des­de el tipo del obrero calificado al deltécnico y el intelectual. La escasez demano de obra calificada y técnica hizoque ya no fuera verdad que los tres me­rIios más importantes para la guerra fue­"an como se decía antes: dinero, dineroy dinero; sino mano de obra, materiasprimas y organización.

Si tuvimos mano de obra, nos faltaronmaterias primas y organización. Las des­organizaciones que introdujeron en laproducción principalmente la incauta­ción y el alegre derroche anarquista fueuna de las causas de la derrota. Y tamobién de su grandeza. '

Había que hacer la revolución o ga­nar la guerra. Ambas cosas a la 'vez erademasiado. Ahora bien, los desheredadosque soportaban el peso de la lucha sa­bían que si militarmente se ganaba, losposeedores de los bienes de producciónno cederían, por las buenas, ninguno desus derechos. De ahí una confusión ynuevas guerras civiles dentro de nuestraguerra civil qu~, eI! parte, imposibili­taron nuestra vlctona.

Todos diéen, y entonces debe ser ver­dad, que la guerra' procura el adelanto

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cas al equilibrio e integridad de nuestrapersona? Un escape a esa inseguridady angustia es la agresión, la guerra mis­ma; por eso la introducción de estastécnicas ha producido un círculo td~ico,

cuya ruptura es una exigencia indispen­sable de la paz colectiva e individual."

20 _años, 25 años de guerra psicoló­gica. 20 años de mentiras, 20 de infun­dios. Ya casi dos generaciones -los queno tenían uso de razón varonil en 1936también entran en cuenta- que no sa­ben, que no pueden saber lo que fuela República. Dos generaciones que tie­nen que adivinar, que suponer, quecrear su propio mundo. Dos generacio­nes a las que solemos hablar como si elpasado fuese hoy, como si supieran dequienes, de qué estamos hablando. Es­paña es hoy un país antidiluviano alcual no caben sino dos maneras de tras­formar: la una sería una invasión mili­tar que diera su nombre y permitierauna revolución cabal; la otra, una vuel­ta a la educación desde sus principios.

(El aspecto moral de nuestra luchaqueda muy claro si se tiene en cuentalas publicaciones que hasta hoy ha pro­movido. Si leemos las historias, las rela­ciones de hechos puramente políticoso castrenses encontramos que concedena la guerra civil española muy pOO)espacio (en la "Historia mundial 1914­1950", de David Thompson, publicadael año pasado por el Fondo de CulturaE.conómica, ~n sus doscientas veinte pá­gmas se dedIcan a nuestra contienda, entotal, seis líneas.) Añadamos que ensus manuales los "buenos" alemanes seolvidan de Hitler y que si se lee algunahistoria soviética nos enteramos que lalucha del pueblo español fue sostenidaf-::,clusivamente por el partido comu..111sta.

En cambio, en las historias de la lite­ratura, en la literatura misma, en la his­toria de las ideas, gozamos de mejorsuerte y de alguna fama.)

Tal como están planteados hoy en elmundo los problemas del crecimientoeconómico y social, el problema funda­mental del desarrollo, del progreso, noes co~o se creyó tanto tiempo el capi­tal, S1110 el saber de los hombres suaptitud para producir riquezas. "Abso­lutamente en serio he reprochado a ladoctrina de. Marx -dice Alfred Sauvy­habe: Jescnto la acumulación del capi­tal sm tener en cuenta la acumulacióndel. saber. Es cierto que en su época laaptitud ~e los hombres para producirestaba leJos de tener la importancia queha cobrado hoy."

~l desarrollo de los países dependemas que nunca de la educación. Lo másimportant~ para que un país aseguresu porvemr es acrecentar los medios dela instrucción pública y de la enseñanzacientífica- en todos sus a·spectos. Sólo eldesarrollo, a como haya lugar, de laense.ñanza cie,ntífica puede lograr con­vertIr un paIs atrasado en otro a laal tura de mejores circunstancias.

Si esto es así y no creo que puedancaber dudas ¿qué porvenir le está re­servado a España si siguen en el poderlas fuerzas que mantienen al país, desdehace más de veinte afias, a la sombrade la Edad Media?

El problema de España, de la guerrade España, se convirtió de ser temade lo más adelantado al de lo másatrasado.

España ya no es nuestra España sinootra. Otra que ha crecido con la igno­rancia, en la hediondez de lo retrógado-con sus evidentes excepciones-o Espa­ña, tal y como está, no sirve. Hay quehacer crecer una nueva España, hay quevolver a empezar desde el principio. Hayque plantear y plantar nuevas escuelas,cuidarlas como las niñas de los ojos detodos los españoles y esperar. Esperarandando, pero fija la atención en lasgeneraciones venideras. Se puede ir yvolver en un momento a cualquier partedel mundo, pero los hombres siguen cre­ciendo, desde que existen, al mismo rit­mo.

En España faltan maestros de todasclases. Lo demás cuenta menos. Ya sé,no es agradable: la mayoría de los queconocimos la República no lo veremos.¡Qué le vamos a hacer! Diréis: los chi­nos, los cubanos van más de prisa. Peroes que allí el país no está roído por esapolilla carcomedora llamada el OpusDei. No es el Opus Dei en sí sino todala organización que ha hecho posible laproliferación del Opus Dei. Todo eseambiente que ha hecho posible su creci­miento.

Para desbaratar ese presidio en queestá encarcelada toda la juventud espa­ñola parecería natural que los que quie­ren libertad machihembraran sus esfuer­zos. No hay tal. -¡Con comunistas, no!-gritan muchos-o Es casi lo único quehacen. Y valedero para los socialistas,para los anarquistas o muchos republi­canos de cepa: -¡Con los comunistas,no! ¡Que nos comen el mandado! -co­mo decimos aquí. ¿Cuál mandado? Lasúnicas cosas sucedidas en España -lasque nos importan- fueron movidas porlos nacionalismos catalán y vasco, porlos estudiantes o por los comunistas. Yes natural que así suceda porque lasfuerzas que mueven y se mueven ahoraen el mundo son los nacionalismos y elcomunismo (dejando aparte -por ob­vio- la juventud). No soy catalán nivasco, ni comunista, pero el hecho esqué así es y el no reconocerlo sería,ante todo, mala fe. Que entre los ca­talan~s, los vascos y los comunistas pue­dan tirar a Franco, lo dudo. La juven­t;.ud es otra cosa;. si la juventud de Espa­na, a una, se Juega la cara, entoncestodo cambiará.

Suelen añadir a ciertos católicos. Esdecir, los demócratas-cristianos (curiosaredundancia que indica hasta qué puntose insegura su base). Siempre hubo. EnFrancia, de tarde en tarde, dan resulta­do. En países de raigambre protestantetampoco están mal, si de comprensiónse trata. En España, lo dudo. Dudo de:u eficaci~,.~o de ~u. buena fe; En Espa­na la rehglOn catohca, apostolica y ro­~ana ?iempre h~ sido militante, y los~gue SIendo. ~l Ideal no sería que pro­hfer~r~n partI?OS católicos sino que elcat~hClsmo d~Jara de ser político, peropedIr peras hberales al olmo católicoespafiol es ponérselas a cuarto.~a religión católica, en España, fue

y SIgue estando al servicio de los queman~an y salvo algún bienio -dos, trespor sIglo- mandan y siguen mandandol?s latifundistas, la aristocracia, el ejér­CItO y -gran concesión- la banca, peroel clero es su auténtico, general, políticodenominador común.

El gran mantenedor de Franco no es'Yall Street, que no se casa con nadie,smo el Vaticano.

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.Falange es hoy una burocracia; el ene.migo es.el Opus Dei. Casi no hay cátedrade InstItuto o de Universidad queE - ' en

spana, no esté provista de acuerdo conel Opus Dei.

" Hace siglos que en _España se diceauunqu~ seas un melón, si tienes bue.

nos padnnos, ganarás la oposición" j. . oes nuevo 111 español tan sólo; pero dahí. a 9ue las únicas aldabas sean lo~~at~ca111stas va el trecho recorrido estosultImas lustros.

En el fondo, por eso y para lle~ar aesto, se.alzaron Sanjurjo, Mola y Fr'anco.

En ello hay, en la historia modernade España, una perfecta continuidad. So.nará a decimonónico. ¡Bah! -dirán muochos-: lo mismo espetaban nuestrosabu,elos. Dejando aparte que no hayTazon para que todo lo que dijeronnuestros abuelos sea absurdo, es la tris­te realidad. Indaguen, es fácil: cuestiónde números.

Quieren tener la juventud en sus ma­nos.; ahora ~ien, -a Dios gracias- lomejor de la Juventud no quiere.

Dice un texto viejo -casi tan viejocomo la humanidad que llevamos acuestas: "Un solo hombre fue creado alorigen .del mundo para enseñarnos quecualquIera que atenta a la vida de unsolo h~mbr~ comete ~n acto tan gravecomo SI hubIese .destrUldo todo el géneroh~mano." E~t~ vieja teoría que tantodIO que escnbIr a Dostoiewski siempreme ~a puesto en guar~ia contra los quepredIcan -como yo mismo- que no ha­brá más contiendas porque la mortan­dad sería extrema. ¿Cuándo ha deteni­do esto a los hombres de'gu-erra? La~oluntad de poder es siempre idéntica,Igual que el hablar de paz es consuetu­dinario de gobernantes. Sucede que hoytodavía está muy presente el dolor fí­sico de las guerras pasadas. Pero ¿ma­fiana? Los hombres de guerra, hechospara ella; los _nacionalismos, en los queno entra en juego, desgraciadamente,el ser de una clase u otra; el fascismo; elnazismo; el chauvinismo pru-eban cadadía que la guerra es su baza mayor. Yesa política favorece a Franco, perfectorepresentante de la reacción.

La polítiea de paz y de coexistenciaque la propaganda y la publicidad noshabían hecho creer de resultados inme­diatos acaba de sufrir )..m revés del que,como es natural, no se resentirán los másfuertes. Decían, no sin carecer de razo­nes: la paz, la coexistencia acabarán conFranco.. Ahora -quizá no mañana- ladesconhanza, los resentimientos, la com­petencia industrial y guerrera vuelvena dar públicamente a las armas la im­portancias que, acalladas, siempre tuvie­ron. y los españoles -una vez más­sólo pueden contar con ellos mismos.

"El fracaso de la Conferencia de Parísno ha podido demostrar más claramenteel error de los que todavía a estas alturascreen posible una colaboración con los-comunisnas", escribió ayer, aduciendouna vez más sus si.nrazones de siempre,Salvador de Madanaga. ¿Es que, cuándoluchaba contra Hitler, Churchill dudóun sólo momento en aliarse con Stalin?¿Es que desunidos sus países hubieranvencido? ¿Es qué por haberse aliado conl~s .comunistas son hoy repúblicas so­vIé.tIcas los Estados U~idos o Inglaterra?E.vl~entemente ~oloma, Hungría se con­vITtIe:?n. en ~aIses comunistas al pasodel eJerClto rOJo. Pero ¿es que la unión

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con los comunistas contra Franco, enEspaña, hará que los ejércitos del maris­cal Malinovsky lleguen a Madrid? Silo hicieran no hay duda que el partidocomunista español tendría poco que vercon ello.

Yo, que firmo cuanto escriba acercade la falta de libertad intelectual en laURSS, que estoy en contra de todo loque signifique .asfixia del pensamientocreyéndola innecesaria al bienestar ma­terial de los más, barrunto que Salvadorde ~adariaga, siendo tan antifranquista,con su desacordado clamor senil, ayudaasí, en contra de cuanto afirma, a pro­longar la dictadura de Francisco Franco.

¿Por qué: quiénes somos contra tanto?Igual que el recuerdo. de la guerra de­tiene hoy los peores designios de los másfuertes, también en España las imágenesno olvidadas de la contienda hundenmuchas voluntades en el desánimo. Sólolos jóvenes¡ pue<Ien intentar llevar aEspaña hacia un mar abierto, pero -has­ta dónde es posible~: todos juntos.

La diferencia fundamental es que, pa­ra el español, el "ganarás el pan con elsudor de tu frente" sigue siendo unamaldición cuando se ha convertido encarta de nobleza del mundo; problemaa arrancar de cuajo.

Trabajo, a más de la acepcidn corrien­te, tiene en español -en España sobretodo- las de dificultad, impedimento,prejuicio, penalidad, tormento o suce­so infeliz; en germanía, esa quinta-esen­cia del habl~ popular, se equipara aprisión o, en su tiempo, a galeras.

Trabajos, en plural, se refiere casiexclusivamente a "estrechez, miseria, po­breza, necesidad con que se pasa lavida".

Va mucho del significado de Los Tra­bajos y los Días-en Hesiodo o en AlfonsoReyes a Los trabajos de PeTsiles y Se­gismunda; pasó la gran sombra bíblicay cristiana. El garrote del pecado origi­nal está hoy más vivo en España queen parte alguna conocida. Por eso repi­to, y perdonad: el gran derrotado denuestra guerra fue Francisco Giner delos Ríos. No sólo él: haciendo justiciahay que recordar a Anselmo Lorenzoy a Francisco Ferrer y sus intentos de"La Escuela Mod.erna" y de los Ateneospopulares que, en otro orden, se empa­rejan con la Institución Libre de Ense­ñanza. Aun hoy se persigue en Españatanto a la masonería como al comunis­mo, lo cual indica en que siglo vivenuestra patria. Franco no sigue la polí­tica de Hitler o de Mussolini sino la deFernando VII y Calomarde. Como elmundo va cada día más de prisa, por lavelocidad adquirida, España se quedacada vez más atrás. Antes íbamos co­jeando a trancas con cincuenta años deretraso, hoy tenemos que remediar dos­cientos.

¿Recuerdan cuántos partidos hubo enlas Cortes elegidas en febrero de 1936,las últimas, las vigentes? Veintidós. Y noestaban representados todos. Veintidóspartidos, veintidós partidos dispuestos arevalidar su personalidad a costa de losdemás: Yo soy así, tú vales menos. Esecomplejo de superioridad, demostradopor esa disgregación,' sigue vivo y simañana volviéramos a las andadas -así,por las buenas- sucedería lo mismo.Porque hay que añadir a los sin partido,tan divididos como los que tremolancredencial. Es un mal que hay que re-

Dibujo de Jesús Esquerro, de diez arios. Titulado: "Mi visión de la guerm"

Dibujo de TomlÍs Bosio GOl1lar, de trece arios.Fechado el 18 de enero de 1938, en Valencia

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Dibujo de Alejandro l.azcano. l.a edad l/O estlÍ se1ialada

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10 UNIVERSIDAD DE MEXICQ

Dibujo de Fema"do (;ollZlÍle: Esleba1l de doce mios, evacuado de Mac¡'-id

mediar si queremos remedio. Y si setrata de programa, que tanto preocupaa los jóvenes, no veo por qué inquietar­se: con tantos partidos existen todos losposibles. No hay más que entenderse.También tengo el mío, un PI)CO viejo,como me corresponde. Se dio a conocerel 1'! de mayo de 1938. Puestas las cosasen su punto, cambiadas fechas y deno­minaciones, actualizando los problemasinternacionales, creo que para adentrotodo está planteado -y puede ser re­suelto- a base de lo proclamado enton­ces (Todos han oído hablar de unapulquería famosa por su nombre: Losrecuerdos del porvenÍ1". No es malo pa­ra lo que vais a oír) :

"19 Asegurar la independencia abso­luta y la integridad total de España.Una España totalmente libre de todaingerencia extranjera, sea cual sea sucarácter y origen, con su territorio pe­nínsular e insular y sus posesiones intac­tas, y a salvo de cualquier tentativa dedesmembramiento, enajenación o hipo­teca, conservando las zonas de Protec­torado asignadas a España por los con­venios internacionales, mientras estosconvenios no sean modificados con suintervención y asentimiento.

Conscientes de los deberes añejos asu Tradición y a su Historia, Españaestrechará con los demás países de sushablas los vínculos que imponen unacomún raíz y el sentimiento de univer­salidad que siempre ha caracterizado anuestro pueblo.

29 Liberación de nuestro territorio delas fuerzas militares extranjeras que lohan invadido, así como de aquellos ele-­mentas que han acudido a España, des­pués de julio de 1936, y con el pretextode una colaboración técnica intervieneno intentan dominar en provecho propiola vida jurídica y económica espaliola.

3" República popular representadapor un Estado vigoroso que se asientesobre principios de pura democracia )'ejerza su acción a través de un gobiernodotado de la plena autoridad que con­fiere el voto ciudadano emitido por su­fragio universal y que sea el símbolo deun Poder Ejecutivo firme, dependientee~ t?do tiempo de las directrices y de­sIgnIOS que marque el pueblo español.

49 La estructuración jurídica y socialde la República será obra de la voluntadnacional libremente expresada, median­te un plebiscito que tendrá efecto tanpronto termine la lucha, realizado conplenitud de garantías, sin restriccionesni limitaciones, y asegurando a cuantosen él tomen parte, contra toda posiblerepresalia.

59 Respeto a las libertades regionalessin menoscabo de la unidad española.Protección y fomento al desarrollo dela personalidad y particularidades de losdistintos pueblos que integran Espai'ía,como lo imponen un derecho y un he­cho histórico, lo que lejos de significaruna disgregación de la Nación, consti­tuye la mejor soldadura entre los ele­mentos que la integran.

69 El estado espaJ101 garantizará laplenitud de los derechos al ciudadanoen la vida civil y social, la libertad deconciencia, y asegurará el libre ejerciciode las creencias y prácticas religiosas.

79 El Estado garantizará la propiedad,legal y legítimamente adquirida, dentrode los límites que impongan el supremointerés nacional y la protección a loselementos productores. Sin merma de lainiciativa individual, impedirá que laacumulación de riqueza pueda conducira la explotación del ciudadano y sojuz­gue a la colectividad, desvirtuando laacción controladora del Estado en lavida económica y social. A este fin seimpulsará el desarrollo de la pequeñapropiedad, se garantizará el patrimoniofamiliar y se estimularán todas las me­didas que lleven a un mejoramiento eco­nómico, moral y racial de las clases pro­ductoras.

La propiedad y los intereses legí­timos de los extranjeros, que no ha­yan ayudado a la rebelión, serán respe­tados y se examinarán con miras a lasindemnizaciones que correspondan losperjuicios involuntarios causados en elcurso de la guerra. Para el estudiode estos daños el Gobierno de la Repú­blica creó ya la Comisión de Reclama­ciones extranjeras.

~Q Profunda reforma agraria que li­y ul(~e la vieja aristocdtica propiedadsemlfeudal que, carente de sentido hu-

mano, nacional y patrióticp, ha sidosiempre el mayor obstáculo para el des­arrollo de las grandes posibilidades delpaís. Asentamiento de la nueva EspaJ'íasobre una amplia y sólida democraciacampesina dueña de la tierra que tra­baja.

99 El Estado garantizará los derechosdel trabajador a través de una legislaciónsocial avanzada, de acuerdo con las ne­cesidades especificadas de la vida y dela economía españolas.

10. Será preocupación primordial )básica del Estado el mejoramiento cul­tural, físico y moral de la raza.

11. El Ejército español al servicio dela Nación misma, estará libre de todahegemonía de tendencia o partido y elpueblo ha de ver en él el instrumentoseguro para la defensa de sus libertadesy de su independencia.

í2. El Estado español se reafirma enla doctrina constitucional de renuncia ala guerra como instrumento de políticanacional. España, fiel a los pactos ytratados, apoyará la política simbolizadaen la Sociedad de Naciones, que ha deseguir siendo su norma; reivindica ymantiene los derechos propios del Es­tado español y reclama, como Potenciamediterránea, un puesto en el conciertode las naciones, dispuesta siempre a co­laborar en el afianzamiento de la segu­ridad colectiva y en la defensa generalde la paz.

Para contribuir de una manera eficaza esta política, España desarrollará eintensificará todas las posibilidades dedefensa.

13. Amplia amnistía para todos los es­pañoles que quieran cooperar a la in­mensa labor de reconstrucción y engran­decimiento de España. Después de unalucha cruenta como la que ensangrientanuestra tierra, en la que han resurgidolas viejas virtudes de heroismo e idea­lidad de la raza, cometerá un delito detraición a los destinos de nuestra Patriaaquél que no reprima y ahogue todaidea de venganza y represalia, en arasde una acción común de sacrificio ytrabajos que por el porvenir de Españaestamos obligados a realizar todos sushijos."

Si ofrezco todavía como valederos es·tos puntos del gobierno español de 193~

no lo hago únicamente para los deCI­didos jóvenes del "Movimiento Español1959" sino para todos.

Don Juan Negrin encarnó! muchasvirtudes y no pocos defectos de los es­pañoles pero, en sus días de acción, di~

la medida; lo que no fue entonces -111

nunca- poco decir. No dejo de reconocerque es triste, veintidós años más tarde,que puedan seguir vigentes sin quitarni poner una coma sus 13 puntos. Pero¡qué le vamos a hacer! Así anda -o per­manece- nuestra patria.

Concluyo: la guerra de España, nues­tra guerra, sigue; pese a quien pese, ala fuerza, la ganaremos; a la fuerza, entodos sus sentidos: porque no hay.másremedio. Como nosotros ya no servImos-nos faltan precisamente las fuerzas­que tallen, para que retoñe España, losque nos siguen, teniendo en cuenta loúnico que les dejamos: la. fe en el pue­blo español y la constanCIa de nuestrasequiyocaciones..