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1 LA GUERRA DE LOS BLOQUES UN CUENTO DE DEMOCRACIA Argenis Fernández

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LA GUERRA DE LOS BLOQUES UN CUENTO DE DEMOCRACIA

Argenis Fernández

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SUMARIO Venezuela era un país que se había convertido en un modelo político a seguir en América Latina. Sin embargo, el los albores del siglo XXI dramáticamente dio un giro hacia la izquierda para convertirse en un estado socialista y totalitarista conducido por Hugo Chávez, heredero político del carismático líder cubano Fidel Castro. En esta crónica novelada el lector podrá encontrar las causas históricas que condujeron al país al borde de una guerra civil y a pasar de ser un modelo a imitar, a una suerte de cáncer metastático en el continente.

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"Es fácil advertir que Venezuela en los últimos años ha estado atravesando un agudo período de fermentación política. Pero, este hecho considerado aisladamente pierde su verdadera significación. En cambio lo comprendemos más claro cuando lo relacionamos con otros hechos no menos impresionantes y coetáneos".

Arturo Uslar Pietri

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INTRODUCCIÓN Después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez el 23 de Enero de 1958 y con él, la última dictadura militar que por vía de facto haya padecido Venezuela desde el momento en que se convirtiera en República, el país vivió por algún tiempo un período de unión y reconciliación nacional que en aquella época se conoció como “El Espíritu del 23 de Enero”, ya que todos sus ciudadanos se habían unido con el exclusivo propósito de erradicar para siempre, a aquella sangrienta e inhumana dictadura con sus esbirros, sus desaparecidos, sus cárceles y presos políticos, sus torturas y su represión y también la terrible desunión de la ciudadanía propiciada desde las altas esferas del poder. A pesar de vivirse una época de bonanza económica durante la dictadura, donde los inversionistas extranjeros y nacionales hacían negocios jugosos y seguros con el dictador y su gobierno, la pérdida de los principios básicos de la democracia y libertad hicieron que lo que parecía dividido se uniera nuevamente, para recuperar los intereses y los valores intrínsecos de la ciudadanía. Se trataba de una reconciliación, de un reencuentro del país nacional, pues apenas unos diez años atrás los pobladores de la Venezuela de entonces se encontraban separados, divididos por razones políticas, en apariencia irreconciliablemente. Sin embargo, el “Espíritu del 23 de Enero”, ese sentimiento nacional de unión de todos los sectores de la sociedad, permitió sanar las heridas y la refundación de la república apenas unos años más tarde, con el nuevo pacto social establecido en la nueva Constitución de 1961. A partir de ese momento y durante cincuenta años, se dio inicio a una etapa política conocida como “período democrático” y al venezolano se le vendió la idea que la nuestra, es una de las democracias más sólidas del continente. Nada dista tanto de ser cierto. Se nos ha vendido una ilusión de democracia que ha tenido periodos con características diferentes, dependiendo de cual grupo de los que ha gobernado a Venezuela esté en el poder. A partir de 1999, esa ilusión democrática ha sido edulcorada y publicitada como nunca antes, con el agravante que desde entonces, ni siquiera se han guardado las apariencias para pisotear sus principios más elementales. Dos grandes bloques han gobernado desde la caída de Pérez Jiménez hasta nuestros días. El primero, compuesto por civiles de centro-izquierda y centro-derecha de dos grandes partidos políticos: Acción Democrática y COPEI, respectivamente. El segundo, compuesto por militares y civiles de izquierda y de ultra izquierda, con un período intermedio donde ambos bloques se mezclaron y otro más breve aún, producto de un brote de la ultraderecha.

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Cada uno de esos bloques gobernantes ha utilizado, en teoría, una forma distinta de democracia para acercar el poder al pueblo, pero en realidad a ambos solo les ha animado y alimentado el poder por el poder mismo y el bienestar de los venezolanos nunca ha sido su prioridad. Se ha tratado simplemente de dos formas falsas de democracia propiciadas por cada uno de los bloques en pugna. La verdadera no la hemos conocido desde que nacimos como república en 1830, pero se encuentra latente en el corazón y en el espíritu de cada uno de los venezolanos: una forma de democracia donde la unión de todos los ciudadanos se encuentre por encima de mezquinas ganancias políticas; una democracia donde nuestros intereses comunes estén por encimas de nuestras diferencias ideológicas y partidistas; una democracia pacífica que pueda respirar libremente sin asfixiarse con los gases de bombas lacrimógenas, sin cicatrices por disparos de perdigones y sin muertos que llorar producto de la intolerancia, el odio y el revanchismo; una democracia que permita una sociedad justa para todos, sin exclusiones y sin grupos privilegiados; una democracia donde la voluntad del pueblo sea realmente tomada en consideración para la toma de decisiones; una democracia cuyo eje principal sean los derechos humanos universalmente aceptados; una democracia donde hacer política no avergüence. En fin, una democracia donde todos marchemos unidos hacia la persecución de un fin común: el bienestar colectivo, con un plan claramente establecido de desarrollo hacia el futuro. Esa democracia no la hemos visto ni vivido aún, pero habremos de construirla. Los hechos fundamentales de los últimos cincuenta años y sus secretos serán develados en este libro a través de la conjunción de las piezas del rompecabezas político de nuestra historia contemporánea, tomando como base la documentación existente, de manera tal, que el ciudadano común pueda poner los pies sobre la tierra y enterarse en cual país vive y conocer por añadidura, por quienes fue y es gobernado. He intentado narrar y mostrar la cronología de los hechos políticos y sus consecuencias desde un punto de vista neutral, pero, no se le pida a un simple mortal como yo, ser demasiado benevolente con los que han protagonizado los hechos de la Venezuela contemporánea. Es demasiada la miseria que en todos los órdenes padecemos. Por eso, es posible que a través de la lectura, mis planteamientos choquen con la estructura de ideas que cada grupo polarizado o radicalizado se haya creado en relación a nuestra realidad política y ese es precisamente el principal objetivo de este libro desde el principio hasta el fin: hablar sin tapujos sobre los temas que los líderes políticos, analistas y medios de comunicación han ocultado, con el objetivo de salvaguardar sus propios intereses. Es decir, juntar las dos caras de la moneda de nuestra realidad política, para intentar obtener la verdad total. Estas páginas están dirigidas a los jóvenes que tienen edad para participar en las decisiones políticas del país, así como para aquellos que pronto participaran.

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También han sido escritas para aquellas personas que han vivido el proceso político reciente y sin importar que edad tengan, puedan contar con nuevos elementos para su criterio personal. Otro grupo de personas que he tenido en mente a la hora de escribir estas páginas son los vecinos de nuestro país, quienes comprensiblemente no llegan a entender el fenómeno venezolano, así como también a todo extranjero habitante del planeta tierra alejado de nuestro territorio, para quien se hace más complicada aún la comprensión de la profunda crisis política por la cual atravesamos y que de una u otra manera también afecta su vida, producto de la globalización y por ser Venezuela un importante actor en la producción energética del mundo. Pero en especial, estas páginas están destinadas a todo aquel que se sienta venezolano y crea que nuestra unión y reencuentro, con la vista puesta en el futuro, está muy por encima de los malsanos intereses de la política y por sobretodo, de los políticos mismos, aquellos a quienes les ha tocado ser tristes protagonistas de la debacle social, económica, moral, ética y política de nuestro pueblo. Puede que usted, amigo lector, discrepe de mis ideas y planteamientos y si ese es el caso, ojala estas páginas sirvan para que usted investigue a profundidad sobre las causas históricas determinantes de nuestra crisis y llegue a establecer, sin apasionamientos ni parcialidades, las responsabilidades que le correspondan a cada quien. Yo habré cumplido con mi objetivo.

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Capítulo 1. LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA Sólo por tener un punto de partida temporal, comencemos nuestro recorrido histórico unos años previos a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, donde un grupo de políticos se dieron a la tarea de juntar fuerzas para hacerse con el poder. Después de enfrentar algunas divisiones y reacomodos partidistas e inclusive ideológicos, se conformaron en Venezuela dos grandes bloques políticos: un primer bloque que estaba representado inicialmente por el partido social-demócrata Acción Democrática (AD), el partido social-cristiano COPEI y el partido Unión Republicana Democrática (URD). Las cabezas más visibles de estos partidos fueron sus propios fundadores: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, respectivamente. Este bloque político gobernó a Venezuela desde 1958 a 1998. Es decir, cuarenta años. Del otro lado del tablero de ajedrez político, encontramos un segundo bloque conformado por grupos civiles en asociación con grupos militares, ambos de izquierda y de ultra izquierda. Sí. Así como lo leyó, de izquierda ambos –no con militares de derecha como es lo usual en el mundo- quienes se unieron para tomar el poder por diversas vías. La matrona que parió ambos bloques antagónicos y los diversos grupos que se derivarían después de cada uno de ellos, fue el Partido Revolucionario de Venezuela (PRV), que inició actividades durante la dictadura del “Benemérito” Juan Vicente Gómez y que estuvo conformado por los jóvenes estudiantes de la llamada “Generación del 28”. El PRV como movimiento político se dividiría después en dos grandes brazos: el primero conformado por el partido Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI), que después se convertiría en el Movimiento Organización Venezolana (ORVE), posteriormente en el Partido Democrático Nacional (PDN) y finalmente en el partido AD. Algunos de los líderes del PDN pasarían a constituir el Partido Democrático Venezolano (PDV), que sería el apoyo político del Presidente Isaías Medina Angarita y del cual se crearía posteriormente el partido Unión Republicana Democrática (URD). Al partido AD y URD se uniría después el partido COPEI para conformar lo que llamaremos desde ahora el “Bloque Puntofijista”. El segundo brazo del PRV gestaría al Partido Comunista de Venezuela (PCV), de donde se originarían otros partidos por divisiones sucesivas. Los más importantes fueron: La Causa Radical (Causa R) y el Movimiento Al Socialismo (MAS). Una división de este último originaría los partidos Podemos y Vamos.

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Una división a su vez de la Causa R, originaría al partido Patria Para Todos (PPT). A pesar de lo que cabría suponer, el origen de los movimientos armados que gestaron la guerrilla venezolana en los años 60 no fue precisamente el PCV, sino por el contrario el partido AD, partido de ideología social-demócrata como hemos dicho. En primera instancia, una separación de algunos de los líderes más radicales de AD conformarían el Movimiento de Izquierda Venezolana (MIR), después liderado por Douglas Bravo y de este se originarían a su vez organizaciones como Bandera Roja (BR) -movimiento marxista/leninista-, el movimiento Organización Revolucionaria (OR) cuya fachada política fue la Liga Socialista (LS) de ideología marxista/leninista/maoísta, comandada por Jorge Rodríguez (padre) y la Nueva Alternativa (NA) dirigida por Américo Martín. Douglas Bravo crearía posteriormente otros movimientos conocidos como el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), después, el movimiento político Ruptura y más tarde el movimiento Tercer Camino. Todos estos partidos unidos a militares de izquierda y otros que se le unirían después, conformarían lo que llamaremos desde ahora el “Bloque Comunista”. El Bloque Puntofijista desarrolló entonces una estrategia de cohesión política, con el objetivo de mantenerse en el poder conseguido en 1958 y a la vez, defenderse de las continuas agresiones armadas, tanto de las provenientes del Bloque Comunista, como de las protagonizadas por la extrema derecha. Esa estrategia se conoció como “EL Pacto de Punto fijo”. Una vez en el poder, este bloque dio nombre a su democracia: le llamaron “Democracia Representativa”, que en buen cristiano significa el ejercicio del poder por el pueblo a través de sus representantes, escogidos a su vez a través del voto. El período de la “Democracia Representativa” se inició con el gobierno de Rómulo Betancourt, quien gobernó a Venezuela desde 1959 a 1964. Era el hombre de la cachimba, el de los discursos chillones, el de las hallacas multisápidas y el hablar periclitado. Aquel de mano dura para sus enemigos, pero glándulas lagrimales débiles ante las mujeres. El mismo que sobrevivió a un atentado de bomba financiado por la extrema derecha de Trujillo -dictador de República Dominicana- y el que también aplastó cinco insurrecciones militares.

Betancourt fue conocido entre sus seguidores como “El Padre de la Democracia”. Epíteto enfrentado con la realidad histórica desde mi punto de vista, porque Betancourt, fue uno de los precursores del comunismo en Venezuela a través del PRV y entre otras graves faltas, participó en el golpe de estado contra un régimen que algunos historiadores venezolanos han reconocido como “el gobierno más democrático que jamás haya tenido el país”: el presidido por el General Isaías Medina Angarita.

Medina Angarita fue elegido presidente de Venezuela en 1941 a través de la usanza electoral de la época: los votos de los miembros del Congreso Nacional.

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Hay que recordar que desde la presidencia de Cristóbal Mendoza en 1811, en Venezuela se llegaba al poder por elecciones indirectas o por golpes de estado y no por votación popular y también que hasta hacía pocos años atrás, Venezuela había vivido la dictadura más férrea de toda su historia política que había durado veintisiete años, presidida por Juan Vicente Gómez, para después pasar por una especie de transición política hacia la democracia durante el gobierno del General Eleazar López Contreras.

Durante su gobierno, Isaías Medina Angarita realizó importantes reformas que apuntaban a la consecución de la democracia plena. Cambios profundos fueron ejecutados por su gobierno, como: la elección directa de los diputados, la vuelta a la legalidad de todos los partidos políticos prohibidos en las dictaduras anteriores, el retorno de los exiliados políticos, la liberación de todos los presos políticos encarcelados, un nuevo plan de cedulación para los venezolanos, una nueva ley de petróleo y una reforma agraria. Además, puso especial énfasis gubernamental en el sector educación y las obras públicas. Su principal colaborador en el gabinete fue un civil: nada más y nada menos que el joven político Arturo Uslar Pietri.

El hecho que Medina Angarita no decretara el voto universal y secreto dentro del grupo de reformas que realizó, fue excusa suficiente para que uno de los políticos que retornaron al país -gracias precisamente a Medina Angarita- liderara en complicidad con el funesto mayor del ejército Marcos Pérez Jiménez, el golpe de estado que luego lo derrocaría: Rómulo Betancourt.

Una vez en el poder y en nombre del “Gobierno Revolucionario” de la época, se promovió la división de la sociedad a tal punto que parecía dividida en dos partes: los que apoyaban al “Gobierno Revolucionario” comandado por Rómulo Betancourt y los que le adversaban. ¿Le parece conocida esta historia?, pues bien, este fue otro de los logros del mal llamado “Padre de la Democracia” en Venezuela, a lo cual debemos agregar la intensa cacería de brujas que se desató contra los miembros del gobierno de Medina Angarita, incluyendo a Uslar Pietri, quien fue expatriado y sus bienes confiscados.

Sería de necios negar que Betancourt nunca rectificara su actitud política y que posteriormente se convirtiera en uno de los más férreos defensores de los principios democráticos. Pero, también es justo reconocer, que nunca se le escuchó decir que se había arrepentido de los excesos y de los errores cometidos.

Retornando al año 1964 y después de atravesar un agitado clima político durante el gobierno de Betancourt, Venezuela fue gobernada por quien era catalogado por la mayoría de la población como un hombre íntegro: Raúl Leoni. Durante su período de gobierno desde 1964 a 1969, el país pasó por un período de creciente prosperidad, paz social y valores ciudadanos impulsados por un

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gobierno que él mismo denominó de “amplia base”, ya que incluía a diversos sectores de la sociedad venezolana. El Presidente Leoni cuestionaba fuertemente al “Pacto de Punto Fijo” y así lo mostraba la conformación de su gabinete, porque conjugaba la participación de políticos independientes y se incluía nuevamente la figura del insigne venezolano Arturo Uslar Pietri y al partido que le apoyaba, el Frente Nacional Democrático (FND). El principal representante por el FND en el gobierno de Leoni, fue precisamente su creador el doctor Ramón Escobar Salom, quien se desempeñó como ministro de justicia. Sin embargo, Arturo Uslar Pietri solo colaboró con esta administración por algunos meses, manifestando su inconformidad en el retardo en las toma de decisiones importantes para el país, producto de la falta de consenso entre los partidos del Bloque Puntofijista. El gobierno de Leoni fue un gobierno próspero, con crecimiento del empleo, fortalecimiento de los sindicatos, buen nivel de producción petrolera de cerca de 3,5 MM barriles diarios, cantidad por cierto, mucho mayor que la producción petrolera actual; la creación de la siderúrgica y la hidroeléctrica de Gurí y se invirtieron grandes sumas de dinero en educación, vivienda, salud y servicios básicos. Gracias a su gestión, Venezuela vivió con Leoni una época de estabilidad económica y muy bajo nivel inflacionario. Pero, como nada en el mundo es perfecto y menos en Venezuela, no se puede decir que este gobierno llegó al poder en el ejercicio pleno de la democracia y como producto de un proceso de votación limpia. Las personas que participaron en aquellas elecciones recuerdan perfectamente, que se trataba de un sistema de boletas de colores que representaban a cada partido político. El votante depositaba en las urnas de sufragio las boletas del color de su preferencia. La de tamaño grande para elegir el Presidente de la República y la pequeña para elegir a los diputados y senadores del congreso, mientras que conservaba las demás que no había utilizado. Toda persona beneficiaria de algún programa social o perteneciente al funcionariado público, debía demostrar que había votado por AD –partido que se encontraba en el poder- a través de la entrega de las boletas sobrantes. ¿Les parece conocida esta historia también? Para el mundo, en Venezuela las elecciones se realizaban bajo la figura del voto secreto y universal, pero en realidad este valor democrático fue flagrantemente violado. Por otro lado, ¿no había sido esta la razón de Betancourt para dar el golpe de estado a Medina Angarita? El gobierno de Leoni también fue objeto de crecientes conspiraciones y hasta de una invasión militar extranjera frustrada y promovida por el Bloque Comunista. De manera insólita, esa invasión provino, no de un país desarrollado o imperialista, sino de un país latino americano que pretendía imponer a través de las armas y la fuerza, la ideología política de su gobernante para adueñarse de

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nuestras riquezas naturales: la Cuba de Fidel Castro. De manera pues, que ese mismo país, que tanto se jacta de haber triunfado sobre la intención norteamericana de invasión de su tierra y que ha utilizado durante casi cincuenta años ese hecho como bandera política, tiene en su haber militar el intento fracasado de invasión de las costas de nuestro país. Así pues, llegamos a la época de Rafael Caldera, el del “gobierno del cambio”, desde 1969 a 1974. Caldera, el presidente del cabello engominado, llegó al poder por un escaso margen –cerca de treinta y un mil (31.000) votos- sobre su adversario político el candidato Gonzalo Barrios. Mucho se especuló sobre lo cerrado de esta votación y que al final privó el “Pacto de Punto Fijo” y en reunión del cogollo de AD, la voluntad de Betancourt se habría impuesto para ceder el poder a Caldera y al partido COPEI. El mismo Betancourt había señalado mil veces que “para bailar un tango se necesitan dos” y que él prefería bailarlo con Caldera. Raúl Leoni le traspasó entonces a este último la banda presidencial. Al tomar Caldera el poder, la democracia representativa cumplía – aunque solo en apariencia- con otro de los preceptos universales de la democracia en el mundo: la alternabilidad. De esta manera se continuaba construyendo nuestra fachada democrática. El gobierno de Caldera intentó despojarse también del “Pacto de Punto Fijo”, escogiendo para su gabinete solo miembros de COPEI e independientes, pero a mediado de su período gubernamental, tuvo que aliarse con AD en el congreso para la aprobación de las leyes que se requerían. Ese gobierno se caracterizó por constantes protestas callejeras, las cuales obviamente eran protagonizadas en su mayoría por los dirigentes del Bloque Comunista. En aras de buscar la paz en el país, Caldera estratégicamente legalizó nuevamente al PCV, comenzó una política de apertura hacia Cuba –obviando los graves antecedentes de invasión castrense- y se realizó un proceso de perdón a muchos personajes involucrados en actividades guerrilleras, llevando a cabo el “Proceso de Pacificación” que buscaba la reincorporación de estas personas a la vida civil. Dentro de los beneficiados por este programa se encontraban, entre otros: Teodoro Petkoff, Douglas Bravo, Alí Rodríguez Araque, Alfredo Maneiro, Pompeyo Márquez y Américo Moleiro. Siendo un gobierno supuestamente de centro-derecha, extrañaba mucho esta decisión. Pero así como este gobierno benefició a los grupos de izquierda, también benefició a los de derecha. Caldera fue el principal impulsor del poderío de la patronal venezolana –Fedecámaras- en Venezuela. Y nada habría tenido de malo esa política si se trataba de brindar apoyo económico desde el poder para la creación de empleo y riqueza, a no ser que como ocurrió, el modelo económico hizo crecer más los niveles de pobreza en Venezuela y enriqueció más a los poderosos.

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Posteriormente, vino el período de gobierno de “La gran Venezuela” o conocida popularmente como “la Venezuela Saudita” de Carlos Andrés Pérez. Período de gobierno populista que protagonizó desde la nacionalización petrolera, hasta pésimas inversiones estatales. Fue un gobierno con muy alto endeudamiento público a pesar de obtener los precios por barril de petróleo más altos hasta ese momento recibidos, acompañado de grandes niveles de corrupción, de incremento de la burocracia y gasto público exagerado. Con su política de intervención gubernamental, Pérez deterioró la producción, en especial en las pequeñas y medianas empresas, mientras beneficiaba a los dueños del gran capital. Donó un barco a Bolivia -país que no posee mar territorial- financió gobiernos extranjeros para actividades económicas y políticas y fue acusado de corrupción, recibiendo una condena política pero no administrativa. Para determinar este último tipo de responsabilidad durante el juicio que se le siguió, se necesitaba solo un voto más en el congreso, pero la ausencia intencionada de Rafael Caldera y David Brillembourg, así como el voto nulo de José Vicente Rangel Vale –quien venía de militar en las filas de URD- lo impidieron. Paradójicamente, este último se convertiría posteriormente en uno de los más acérrimos enemigos políticos e ideológicos de Carlos Andrés Pérez. Los múltiples errores políticos cometidos en el manejo del estado aunado a la mala administración de los recursos, condujeron al país a la época de la debacle financiera durante el período de gobierno del refranero copeyano Luís Herrera Campins, quien gobernó a Venezuela desde 1979 a 1984. Según su campaña electoral, Herrera Campins era “el que arreglaba esto” y quien nos diría “donde estaban los reales”. El gobierno de Luís Herrera contó con el precio por barril de petróleo más alto hasta ese momento conocido durante los años 1980 a 1981, inclusive, esos precios fueron superiores a los manejados por Carlos Andrés Pérez. A pesar de los abundantes ingresos recibidos y lejos de disminuir nuestra abultada deuda externa, esta se duplicó con respecto al período anterior. El gasto público se elevó a niveles exorbitantes, sin prever la abrupta caída que sufrirían los precios del petróleo en 1982, situación que terminó por conducirnos al fatídico día de la debacle económica conocida como el “Viernes Negro”, aquel 19 de Febrero de 1983. Dos años previos al “Viernes Negro”, los grandes capitales se habían fugado del país agravando la situación del desempleo. El gobierno implantó tardíamente un control de cambios, para impedir que el capital siguiera saliendo al exterior y también devaluó la moneda. Para el mantenimiento del control de cambios, se creó la oficina de “Régimen de Cambios Diferenciales” (RECADI), famosa posteriormente por albergar múltiples y graves casos de corrupción. Fedecámaras y los dueños del gran capital estuvieron siempre absolutamente enterados de lo que ocurría y salvaguardaron sus intereses, siendo además

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beneficiados por un decreto de liberación de precios –salvo por algunos rublos básicos controlados-, mientras el grueso de la población sufría los embates de las medidas económicas y la inflación. Por supuesto que todas estas medidas hicieron altamente impopular al gobierno y contó con el rechazo generalizado. El aumento de la pobreza en Venezuela había alcanzado niveles alarmantes, producto de las medidas económicas irresponsables de estos dos últimos gobiernos. Sus defensores dijeron que Luís Herrera había sido el único presidente que había salido del poder tal como llegó -en su modesto carrito- por ser un hombre honesto, y sus detractores dijeron que los corruptos de su gobierno habían robado tanto y tan descaradamente, que ni siquiera habían dejado nada para él. Después de estos tres últimos incompetentes gobiernos, llegamos al de Jaime Lusinchi; el que “era como tú”, el presidente del hablar siseado y quien manejó un país con cuatro tipos de tasas de cambio, el peor refinanciamiento internacional de la deuda externa negociado para los países de América Latina en su época, el que ejecutó dos planes económicos distintos para la nación sin alcanzar éxito con ninguno de ellos y que estuvo lleno de múltiples denuncias de corrupción, profundizando la inestabilidad política, social y económica del país, logrando tristemente un aumento progresivo de la pobreza y por si fuera poco, protagonizó también un incidente militar en aguas del Golfo de Venezuela, que casi nos lleva a la guerra con Colombia. No vale la pena hacer ningún otro comentario sobre este lamentable gobierno, por pena ajena. Baste decir, que el centro del poder en Miraflores cambió desde el despacho presidencial hacia la secretaría privada, con cuya funcionaria Lusinchi entablaría nupcias después de divorciarse de la primera dama. Posterior a este período de debacle moral, financiera, social, ética y política, entramos en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1989, quien ahora vendría a recoger la mala cosecha de la siembra de su primer gobierno, pero esta vez con la firme intención de hacerlo mejor. Ese período de gobierno, fue presa de una poblada generalizada a escasos días de haberse instalado el 27 de Febrero de 1989, de dos golpes de estado fracasados y un juicio por corrupción contra el Presidente, en el cual fue declarado culpable. Ese último episodio nos condujo a un período de inercia y transición política presidido por el historiador Ramón J. Velásquez, hasta llegar finalmente a un gobierno aún más deplorable: el segundo período de Rafael Caldera acompañado de su “Chiripero”, tal como le había bautizado Teodoro Petkoff. El llamado “Chiripero” era una especie de arroz con mango, donde se entremezclaron los representantes de ambos bloques políticos. El “Chiripero” estaba conformado por el partido Convergencia, creado por Caldera única y exclusivamente para acudir como candidato a esas elecciones -ya que no pudo

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lograr el consenso para ser el abanderado del partido COPEI y la unión de múltiples partidos de la izquierda venezolana, a excepción de uno de centro-derecha, el Movimiento de Integración Nacional (MIN) que había sido fundado por el fallecido y otrora presentador de la televisión venezolana, Renny Ottolina. Todos los partidos que conformaban el “Chiripero” contaban con una muy escasa participación en el electorado. Partidos como el MAS, el PCV, el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) y otros más pequeños, se dieron cita para llevar adelante el proyecto egocéntrico del candidato sempiterno a la presidencia de la república. Durante ese gobierno de Caldera, estalló la debacle financiera y bancaria que afectó a un tercio de los bancos del país, producto de la falta de contraloría, mala utilización de los fondos gubernamentales y privados en el área de inversiones, cuentas poco claras y estados financieros ficticios. Los dos gobiernos anteriores al de Caldera y el de Ramón J. Velásquez, habían mantenido un silencio cómplice sobre lo que ocurría, mientras se continuaba financiando el déficit de instituciones bancarias privadas corruptas, conduciendo al país posteriormente al proceso de estatificación de los bancos afectados, proceso que, asociado con la hiperinflación de la economía, dejó en la carraplana a más de un venezolano, para posteriormente adoptar un paquete de medidas neoliberales conocido como “La Agenda Venezuela” que nos dejó en peor situación aún. Para cuando finalizó ese período de gobierno, La pobreza batió record en el país, estimándose que alcanzaba al 80% de la población. En todos aquellos gobiernos que tuvo Venezuela desde 1958 a 1998 y que fueron manejados por el Bloque Puntofijista hubo tráfico de influencias, politización de gremios y sindicatos, fraudes electorales, irrespeto a las minorías políticas –o la práctica conocida como la tiranía de la mayoría-, clientelismo político, aumento exagerado del tamaño del estado, falta de independencia de poderes, crímenes de lesa humanidad, toma de decisiones a espaldas del pueblo, corrupción a granel, repartición de tierras, violación a los derechos humanos, incremento de los niveles de pobreza, excesivo gasto público, deterioro de la producción nacional en beneficio de las importaciones de bienes, despilfarro, lujo y derroche. Es decir, el infierno en la tierra. Con este balance fatal finalizó el período de la “Democracia Representativa”. Malos gerentes públicos, la pérdida de la ética política, pésimas decisiones en materia de economía y una pobreza galopante, abonarían el terreno para las promesas de un futuro mejor. En 1998 llegó al poder el otro bloque político conformado por los civiles y militares de izquierda: el “Bloque comunista”. A partir de ese momento, el gobierno ha estado en manos de un sólo hombre: Hugo Chávez Frías, quien ha liderado el nuevo período de ilusión democrática, conocido esta vez como

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“Democracia participativa y protagónica”. Pero, a diferencia del período anterior, durante este no se han guardado las formas democráticas y ni siquiera ha habido la intención de aplicar el principio de la alternabilidad del poder. Hugo Chávez es el único líder de este bloque: el Teniente-Coronel del Ejército venezolano de origen político a través de la felonía, el que intentara los dos golpes de estado durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez; el revolucionario, el bolivariano, el maoísta, el socialista, el peronista, el marxista-leninista, el zamorano, el lutherano, el indigenista, el sandinista, el ceresoleano, en fin, el amante de todas las ideologías políticas, filosofías y formas de gobierno radicales habidas y por haber. Hugo Chávez, el candidato quien en 1998 mintiera al pueblo venezolano en entrevista televisada diciendo que él no era comunista, de igual manera que Fidel Castro mintiera al pueblo cubano después de haber derrocado al régimen de Batista, diciendo en franca alusión a los gringos: “I am not communist” (Yo no soy comunista) y ya vemos a donde han llegado las cosas. Hugo Chávez, quien a sí mismo se nombrara más que amigo, “hijo” de Fidel Castro Ruz y la revolución cubana. El amigo por correspondencia del famoso terrorista mundial Ilich Ramírez (a) “El Chacal”. Amigo de Mahmoud Ahmadinejad presidente de Irán, quien dijera públicamente que a Israel había que “borrarlo del mapa” y se encuentra desarrollando una plataforma nuclear. Amigo de Kim jon-il, presidente del régimen comunista de Corea del Norte quien desafió a Japón y China con sus pruebas nucleares. Amigo de Saddam Husseim quien fue llevado a la horca en Irak por sus delitos de lesa humanidad. Amigo de Robert Mugabe el dictador de Zimbagwe, de Aleksandr Lukashenko el dictador de Bielorrusia y único dictador en el continente europeo, así como de Muammar al-Gaddafi, quien gobierna a Libia desde 1969 y quien fuera acusado de al menos tres atentados terroristas. En fin, amigo de cuanto ser totalitarista y radical existe en el globo terráqueo. Hugo Chávez, a quien los miembros del Bloque Puntofijista lo acusan de amigo y alcahueta de los terroristas vascos del movimiento Patria Vasca y Libertad (ETA), de apoyar y encubrir a guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de ocultar al narcotraficante corrupto y corruptor peruano, Vladimiro Montesinos. Hugo Chávez, el enemigo acérrimo del imperio norteamericano y de George Bush a quien llamó “burro”, “asesino” y “el diablo”. Enemigo del prócer de la independencia José Antonio Páez a quien llamó “traidor”, de los jerarcas de La Iglesia Católica venezolana a quienes llamó “adecos con sotana”, del ex presidente mexicano Vicente Fox a quien apodó “cachorro del imperio norteamericano”, del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza, a quien llamó “pendejo” e “Insulso”, del ex presidente Alejandro Toledo y el presidente del Perú Alan García, a quienes llamó “caimanes del mismo pozo” y por sobretodo, de los “Escuálidos” u “Oligarcas” venezolanos, apodos que Hugo Chávez le endilga a todo aquel venezolano opositor al gobierno, así como de los políticos de oposición, a quienes llama “lacayos del imperialismo norteamericano”, o dicho de otra manera, enemigo de todo aquel que disienta de sus pensamientos, actuaciones y forma de gobierno.

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Desde 1999 hasta la fecha, todos los males de los gobiernos del Bloque Puntofijista han sido exacerbados hasta el infinito por el gobierno del Bloque Comunista. Pero, hay que agregarle la construcción de una nueva clase burguesa dominante conocida como “La Boliburguesía” o burguesía bolivariana, la discriminación de la sociedad opositora, la exacerbación del odio entre clases sociales, el autoritarismo desmedido, el culto a la personalidad de Hugo Chávez y la entrega del patrimonio público a países extranjeros. Es decir, el infierno en la tierra y peor, porque esta vez los diablos están desatados. Y en el medio de esos dos bloques en permanente guerra política, verbal y hasta física, hemos estado siempre los venezolanos, independientemente de su posición política y de su clase social, como la carne de un malévolo sándwich condimentado con ansias de poder y mucha mentira. Por supuesto, que entre tanto derroche y mediocridad, a ninguno de los gobernantes de los dos bloques políticos se les ha ocurrido pensar, que haremos cuando nuestro país deje de contar con los maravillosos recursos provenientes de esta tierra que Dios creó. Eso sí, ambos bloques han utilizado la famosa frase de Arturo Uslar Pietri “sembrar el petróleo” para adornar sus discursos o planes gubernamentales. Pero, solo se trata de eso, ornamento, pues no ha existido desde 1958 en adelante, un plan económico de desarrollo hacia el futuro. Es como si por alguna culpa no expiada, este país fuera castigado con los peores políticos del mundo, enfrentados en la lucha por el poder y todos ellos haciendo su mejor actuación, para la gran obra teatral de la ilusión democrática.

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“La primera lección que los graves sucesos de estos últimos años deben haber enseñado a los venezolanos es que ni el odio ni la violencia son capaces de construir nada duradero y que el único camino de la salvación nacional es el áspero y difícil de una efectiva concordia, el de una verdadera y cabal rectificación de los errores pasados”.

Arturo Uslar Pietri

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Capítulo 2. LOS PUEBLOS SI SE EQUIVOCAN Retrocedamos en el tiempo y con la realidad virtual del conocimiento histórico e imaginación, magnifiquemos nuestros sentidos en el segundo período de gobierno de Carlos Andrés Pérez. Era el gobierno del dinámico muchacho del pueblo andino de Rubio, aquel del cual nunca se supo si su verdadero origen era colombiano o venezolano, cuyo mayor placer gastronómico era degustar el ajiaco colombiano, el brincador atlético de charcos en las campañas electorales, el de la “democracia con energía”, el de poco cabello y largas patillas, el famoso líder que saludaba agitando ambas manos en lo alto. Ubiquémonos temporalmente en una época crucial para Venezuela: Febrero de 1989. Carlos Andrés había tomado posesión de su segundo período de gobierno el día 2 de ese mismo mes. En palacio, el Presidente de la República reunido con su gabinete ministerial, analizaba los pros y los contras de eliminar el subsidio a la gasolina y otras medidas económicas. -Les digo que he pensado seriamente en eliminar el subsidio gubernamental a la gasolina. Venezuela no puede permitirse más un derroche de dinero como este, sentenció Carlos Andrés. -Nosotros, continuó, somos el único país de América Latina y probablemente del mundo que derrocha tanto dinero en ese renglón. Cada ciudadano debe ser responsable de sus gastos. Tenemos que reducir el exagerado consumo de gasolina y además, está el problema fronterizo… -Es gigantesca la cantidad de gasolina que se escapa hacia Colombia para hacer negocios con ella. Los pimpineros en ese país han creado una mafia con ganancias astronómicas. Mientras hablaba, sus ministros se miraban las caras sin pronunciar palabra. Ya sabían muy bien que cuando su jefe comenzaba a abordar un tema, no se trataba de un diálogo, sino más bien de una especie de pensamientos en voz alta como única manera de poner en orden sus ideas, por lo tanto, no esperaba respuesta o propuesta alguna de sus colaboradores. Por ello, lo más prudente era guardar silencio. -En este país a la gente le gusta andar en esos carros deportivos y de lujo acelerando y manejando a grandes velocidades, continuó, porque la gasolina no les duele. Pero claro, como pagan una miseria por litro…

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-¡Pero ese asunto se acabó! Anunciaré al país el incremento en el precio de la gasolina. Ya Miguelito –refiriéndose al ministro de economía- ha hecho los cálculos y el ahorro presupuestario bien vale la pena. -Pero Presidente, se atrevió a decir uno de sus ministros, ¿Por qué deberíamos hacer un ajuste de esa magnitud en este momento? El poder adquisitivo de la población se ha reducido mucho y por otro lado, son demasiados los sectores de la economía que se verían afectados con los incrementos de precios, en especial el del transporte urbano y el de alimentos. -Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, mi querido ministro, exclamó Carlos Andrés. Yo prometí sanear esta economía y eso es exactamente lo que haremos. -Pero Presidente –insistía el ministro-, la gente en la calle está muy inconforme con la situación económica. Yo particularmente creo que las medidas deberían ser implementadas gradualmente y no de un solo golpe, para permitirle al ciudadano absorberlas mejor. Y también está el problema de la escasez… se sufre una escasez terrible en rublos de primera necesidad y por otro lado, también algunos comerciantes se han aprovechado para el acaparamiento y el beneficio personal. La situación alimentaria es grave… -Yo me uno a ese comentario, Señor Presidente, comentó el ministro de relaciones interiores, Izaguirre. La gente está viendo con malos ojos el asunto de la negociación con el Fondo Monetario Internacional y vería peor aún la liberación de las tasas bancarias, la liberación de los precios, el incremento de los servicios públicos y además el incremento del precio de la gasolina… me parece que puede provocarnos muchos problemas. -Que no, les digo… las medidas o las tomamos ahora, o nunca. Este es el momento. Este tipo de medidas desagradables hay que tomarlas cuando se inicia un gobierno, no después. En los últimos años de un período gubernamental el costo político de medidas duras es muy grande. -Señor Presidente, discúlpeme que insista -continuó diciendo Izaguirre- pero nos acusan de neoliberales. Hay muchas protestas en la calle, los estudiantes universitarios están muy intranquilos. Casi todos los días hay problemas en la Universidad Central con los encapuchados y… -Mi querido amigo, interrumpió, en mi primer mandato me acusaban de populista. Ahora me acusan de neoliberal. La oposición siempre está en contra del gobierno a ultranza y además, esos grupúsculos de encapuchados no tienen el poder para hacerle daño al gobierno. El Ministro de la Defensa, el General Alliegro, escuchaba el intercambio verbal mientras inconscientemente silenciaba su boca con el dedo índice, pero se

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animó a expresar su opinión con esa manera tan particular que le caracterizaba, como si siempre llevara prisa. -Presidente, si me lo permite… -Dígame, General… -Yo no subestimaría a esas personas, Presidente. Usted bien sabe que los comunistas no descansan. Sabemos por inteligencia militar que esa gente está organizada y obedecen a un plan político desestabilizador financiado y manejado por Fidel Castro desde La Habana. -Pero mi estimado General, en este país el comunismo no tiene cabida. ¡Los hemos derrotados cientos de veces! Usted sabe muy bien que yo mismo me encargué de combatir los grupos armados subversivos durante el gobierno de Betancourt. Esos grupos de adolescentes rebeldes se encapuchan, incendian algún camión en la universidad y la cosa termina cuando llega “La Ballena” de la Policía Metropolitana. -Yo no creo que la cosa sea tan sencilla, Presidente, con todo respeto. Y no se trata solamente de estudiantes, sino también de profesores universitarios y otros civiles de diversos sectores. Se me ha informado que esa gente constituye una red de conspiración que tiene nexos con el sector militar, cuyo objetivo es provocar la desestabilización política del gobierno. -Bueno, General… esos grupos de tira piedras y desadaptados sociales siempre han existido en este país. De cualquier manera, profundice la investigación para verificar eso que usted dice sobre los militares. Esas ya son palabras mayores. El militar decidió hacer uso del principio de subordinación y del sentido de la oportunidad, para volver a insistir en el punto en otro momento. -Así que la decisión está tomada, continuó Carlos Andrés. El día 16 de este mismo mes haré los anuncios al país donde se elimina el subsidio a la gasolina y se incrementan los precios. Apúrenle el paso a las operadoras y concesionarios para que puedan hacer el ajuste en los surtidores y vayamos adelante, dijo, levantándose de su asiento en el extremo de la mesa. Así se dio por finalizada la reunión. El General Alliegro se rezagó ex profeso recogiendo lentamente sus papeles para ser último en salir y aprovechar un momento a solas con Carlos Andrés e intentar hacerlo reflexionar. -Presidente, ¿me permite unos minutos?

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-Claro General, diga usted no más. -Presidente, tenemos la información que esos individuos subversivos se encuentran fomentando un estallido social. -¿Un estallido social? ¿Quiénes son y cómo piensan lograrlo?, preguntó mientras se acomodaba en un mullido sillón. -Si Presidente. Hay mucha gente involucrada en este asunto. Creemos que las continuas protestas que se han venido presentando en el país responden a un plan organizado de desestabilización política, cuyos hilos son manejados desde La Habana. -Usted bien sabe, continuó, que Fidel cambió la estrategia desde hace muchos años atrás, en vista de su fracaso de apropiarse de la riqueza petrolera de Venezuela a través de las armas y ha venido infiltrando las Fuerzas Armadas desde las escuelas militares, para desde allí crear un movimiento subversivo. -Si… pero, esos son rumores que nunca han podido ser confirmados, ¿han logrado ustedes identificar a esos sujetos? -Bueno, el Departamento de Inteligencia Militar dice que parecen ser jóvenes con pensamientos de izquierda, que han venido ingresando en las distintas fuerzas militares del país con el objetivo de propagar su ideología desde hace mucho tiempo. Inclusive, creemos que pudieran ser varios los grupos de conspiradores. Hay algunos nombres, pero nada en concreto. -De ser esto cierto -continuó el General- pudieran estar aprovechando este momento, ya que en la actualidad comandan tropa y estarían fraguando un plan desestabilizador en combinación con civiles extremistas desde las universidades, liceos y otros frentes, con el objetivo de justificar un golpe de estado. -¡Caramba, General!... eso suena grave… ¿existe alguna conexión identificable en el sector civil con estos grupos? -Bueno Presidente, usted sabe que los conspiradores saben ocultarse y disfrazar muy bien sus intenciones. Ya estamos tras algunos, pero hasta ahora no tenemos nada en concreto. Carlos Andrés miraba pensativo a su ministro mientras le escuchaba hablar. Parece, creemos… teorías. Pero no había pruebas. Sin embargo, él sabía por experiencia propia que estas cosas explotaban en el momento menos esperado. Todavía tenía fresca las imágenes de rebelión cuando la época de Betancourt, así como “La Noche de los Tanques” en el gobierno anterior de Jaime Lusinchi.

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-Muy bien, General. Hágame el favor de consultar esa información con la DISIP y avíseme cuando haya algo más concreto, dijo Carlos Andrés en tono grave. Por lo pronto, que mantengan muy bien vigilados a esas personas, tanto civiles como militares, sospechosas de subversión. -Si. Señor, contestó el general, saludando militarmente para retirarse.

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Capítulo 3. JUGANDO CON FUEGO La DISIP no contaba con ningún tipo de datos de Inteligencia para el momento en que asumiera Carlos Andrés la presidencia, ni tampoco por supuesto su nuevo Director, quien ante la ausencia de información vital, había sugerido al gobierno un plan de allanamientos y detenciones selectivas contra personajes identificados con la subversión en universidades, liceos y escuelas técnicas en el país, especialmente en la ciudad de Caracas con el objetivo de impedir la subversión. La DISIP apenas disponía de unos cuantos nombres de estudiantes que se habían apoderado del control político en esos centros docentes y la Federación de Centros Universitarios (FCU). Se hacían llamar el Movimiento 80 o M-80, como era más conocido, quienes manejaban esa federación desde 1980, pero eso era todo. El plan no fue aprobado por Carlos Andrés por su costo político. ¿Cómo vería el país una acción de esa naturaleza en un gobierno que apenas se iniciaba? Sin embargo, las sospechas de la DISIP sobre el M-80 eran más que acertadas. Ese era un movimiento político que se inició en la Universidad Central de Venezuela (UCV) apoyado por el partido Liga Socialista y el Rector de la universidad, Luís Fuenmayor Toro, también de ideología comunista. Algunas de sus cabezas más visibles eran: Juan Barreto, Elías Mata, Carlos Genatios, Julio Montes, Saúl Ortega y Jorge Rodríguez Gómez, este último por cierto, fue el presidente de la FCU en 1988 e hijo del fundador del movimiento guerrillero Organización Revolucionaria (OR), cuya fachada política electoral era precisamente la Liga Socialista (LS). Otros miembros menos conocidos, pero que años después serían personajes públicos fueron: Jacqueline Farías, Anahí Arizmendi, Cristóbal Francisco, Gonzalo Feijoo y Olga Ramos. Algunos de sus miembros venían de militar de las filas de la LS o de los desaparecidos movimientos del ex guerrillero Douglas Bravo: Ruptura y PRV. Con consignas como “Unidad en la diversidad”, “Los estudiantes toman la palabra” o “Gente de pelea, de trabajo y de alegría”, el M-80 había logrado construir una red política estudiantil con la cual crearon un verdadero caos en casi todas las principales ciudades del país, a través de protestas por el mas mínimo motivo: en Mérida con el Movimiento 21 dentro de la Universidad de los Andes (ULA); en Maracaibo con el Movimiento 20 dentro de La Universidad del Zulia (LUZ); en Valencia con el movimiento Gente 80 dentro de la Universidad de Carabobo (UC); en Caracas en la UCV con el propio M-80 y en la Universidad Simón Bolívar (USB) con el movimiento Fórmate y Lucha, mientras que penetraban la Universidad de Oriente (UDO) con el Proyecto 8. Promulgaban que su filosofía de lucha era contra la hegemonía de los partidos políticos AD y COPEI, la intolerancia y el autoritarismo.

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Debido a que las acciones de estos grupos estaban totalmente desorganizadas y eran de carácter espasmódico, se creó entonces la Coordinadora Nacional de FCU (C/FCU) para poder obtener mayor efectividad a través de estrategias y acciones unificadas. Una vez en funciones, esta coordinadora estableció contactos con sindicatos y distintos gremios, para darle coherencia, uniformidad y fuerza a las protestas. Iniciando las clases en Enero de 1989, las protestas habían arreciado. Ya Carlos Andrés Pérez era el Presidente Electo de Venezuela y tomaría posesión el mes siguiente. Justificándose en la situación económica por la cual atravesaba el país, el 16 de Febrero de 1989 Carlos Andrés anunció el paquete de medidas neoliberales, donde se incluía el aumento de precio de la gasolina y que se harían efectivas a partir del 24 de ese mismo mes. Carlos Andrés se dirigía al país en estos términos: - (…) “Los profundos desequilibrios acumulados, no pueden soportar aplazamientos” (…) “se trata de un todo, de una política coherente y global” (…) “la adopción de un esquema cambiario, que consistirá en un cambio único, flexible, que se determinará de acuerdo a la oferta y la demanda” (…) “ la liberación de las tasas de interés activas y pasivas del sistema financiero nacional, conducidas por un proceso de concertación para moderarlas” (…) “como complemento de las políticas cambiarias y financieras, se actuará sobre la política arancelaria” (…) “se ajustará en forma progresiva la tarifa de servicios de CADAFE (electricidad) y CANTV (telefonía) y se iniciará el proceso de creación de empresas descentralizadas” (…) “en materia de derivados del petróleo, nos vemos obligados a realizar un esfuerzo especial, ya que desde hace varios años el abastecimiento del mercado interno de hidrocarburos por parte de la industria petrolera, ha ocasionado pérdidas crecientes” La noticia cayó como una bomba. No hubo campaña informativa previa, ni mucho menos una campaña de concientización dirigida a la población sobre el problema. Solo se anunció la noticia abruptamente. El día 25 de Febrero, la C/FCU se reunía con sus directivos para planificar las acciones de calle para el lunes siguiente, 27 de Febrero de 1989. Para el M-80 y sus encapuchados, la población estudiantil, la PM y la ciudadanía en general, se trataba de una protesta más a las que ya estaban acostumbrados. La diferencia consistía en que esta vez, la C/FCU había hecho contactos con la Federación del Transporte. Era precisamente el anunciado aumento del precio de la gasolina, la excusa para la protesta combinada del sector estudiantil y el transporte. Para los primeros, se trataba de la incidencia del aumento de la gasolina en la tarifa del pasaje estudiantil. Para los segundos, el incremento de los costos de su trabajo sin incremento de las tarifas de transporte público.

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El plan de calle trazado por la C/FCU en la ciudad capital incorporaba a los planteles de educación media. La escuela técnica Campo Rico, el liceo Gustavo Herrera, los liceos del 23 de Enero, los liceos Luís Espelozín, Andrés Bello y Fermín Toro. Con la incorporación de estos centros estudiantiles, la protesta se generaría desde los cuatro puntos cardinales de la ciudad y sus marchas se concentrarían en la UCV. En el resto del país, también se preparaban acciones de calle, pero de menor intensidad y coordinación. Los vándalos nunca se imaginaron las consecuencias nefastas de su plan. Ellos mismos estaban acostumbrados a generar el caos y que sus acciones siempre fueran repudiadas por la población por la cantidad de contratiempos que generaban en el comercio, en el embotellamiento del tráfico, en la pérdida de clases y en la vida del ciudadano común.

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CAPÍTULO 4. LA EXPLOSIÓN NO PROGRAMADA Según los registraron los medios de comunicación, ajenos a los movimientos subversivos y sus acciones, el aumento de las tarifas del transporte público fue la gota que rebosó el vaso de todas las medidas inflacionarias que castigaban el bolsillo del venezolano producto de “El Paquetazo” presidencial de medidas económicas, de las acciones especulativas de los comerciantes, de la escasez de alimentos y del acaparamiento delictivo. El 27 de febrero de 1989 se inició la protesta violenta en una ciudad cercana a Caracas: Guarenas. Las imágenes de televisión mostraban la gravedad de la misma, la cual iba in crecendo a medida que pasaba el tiempo, convirtiéndose rápidamente en saqueos de los comercios y otros actos vandálicos. Alrededor del Palacio de Miraflores en Caracas, todo estaba prácticamente en calma. El General Alliegro interrumpió una reunión que se realizaba en el despacho presidencial muy temprano en la mañana, donde se preparaba la agenda del día para cumplir en la ciudad de Barquisimeto. -Presidente, disculpe la interrupción pero tengo malas noticias. -Adelante general, ¿que sucede?, preguntó Carlos Andrés, terminando de ingerir su café. -Hay una protesta en Guarenas muy violenta con motivo del alza en los precios de la gasolina. --Que me comuniquen con el Ministro Izaguirre inmediatamente, le ordenó Carlos Andrés Pérez a su secretaria privada. -Si señor, contestó esta. En menos de dos minutos entraba el Ministro del Interior al despacho presidencial. -Dígame Señor Presidente, me encontraba en camino para acá para notificarle la novedad. -¿Qué está ocurriendo ministro?, preguntó Carlos Andrés, señalando el televisor. -Hasta donde tenemos conocimiento se trata de una protesta que fue iniciada por un pequeño grupo de choferes del transporte público, a la cual se fueron

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uniendo espontáneamente ciudadanos comunes. La protesta se ha venido agravando, hasta convertirse en ese desorden. -Muy bien ministro… dígame como se está manejando este asunto, exigió Carlos Andrés. -Bueno Presidente, hasta ahora la policía local ha tratado de mantener el orden, pero ha sido rebasada su capacidad de respuesta. -Entonces, ordenó Carlos Andrés, utilice todas las fuerzas policiales que estén a su alcance, los equipos antimotines, lo que sea necesario y que actúen con la fuerza del caso. ¡Pongamos orden de inmediato! -Como usted ordene, Presidente, respondió el ministro, haciendo un movimiento de giro para salir. -Ministro… espere un momento, dijo Carlos Andrés, solicitando a su secretaria una llamada telefónica con el presidente de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV). La conversación con el sindicalista se dio en tono amable y giró en torno a la posible participación de los sindicatos en la protesta. Recibiendo respuestas negativas y la promesa de investigar mejor con la gente del sector transporte, Carlos Andrés colgó el teléfono y giró instrucciones a sus colaboradores. -Ministro, utilice las fuerzas policiales que necesite para mantener el asunto controlado, aún si necesita trasladarlas desde Caracas… manténganme al tanto de los acontecimientos. Yo voy saliendo para Barquisimeto. -Si señor, contestó Izaguirre. La caravana presidencial que transportaba al presidente, salió rumbo al aeropuerto atravesando la populosa Avenida Sucre de Catia. La situación en este sector era de intranquilidad y había algunos pequeños grupos de personas en actitud hostil, pero nada relevante, de manera que continuaron su camino hasta el aeropuerto donde el avión presidencial ya había calentado sus motores. Carlos Andrés abordó y se trasladó a Barquisimeto donde le esperaba una reunión con inversionistas. En el interior del avión presidencial la comitiva se servía algunos tragos de escocés y conversaban de diversos temas, pero ninguno trascendental. Carlos Andrés se fue a su despacho en la aeronave, donde se reunía con el Ministro de la Secretaría para la toma de decisiones en otras materias. A su llegada al hotel Hilton en la ciudad de Barquisimeto, Carlos Andrés fue informado que la situación se agravaba, pero que aparentemente se mantenía

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bajo control de las fuerzas del orden público. Entonces, partió hacia el salón de reuniones predestinado para el encuentro con los empresarios y al terminar subió a su suite. El General Alliegro salió a su encuentro. -Presidente, la situación en Guarenas y Caracas se han agravado en forma alarmante, dijo encendiendo el televisor. Carlos Andrés no daba crédito a sus ojos. La multitud era impresionante y llenaba todas las calles centrales de ambas ciudades, mientras con movimientos nerviosos de las palmas de sus manos, trataba de poner en su sitio los pocos cabellos que le quedaban en su cabeza. En Caracas la situación empeoraba. La gente que se encontraba laborando en sus sitios de trabajo para el momento en que se inició el estallido, corría literalmente por la calle rumbo a la seguridad de sus casas, tratando de huir del tiroteo que se había desatado, pues no existía ningún tipo de transporte público, superficial ni subterráneo. En acto de solidaridad, los conductores de autos y camiones particulares accedían a brindar el aventón a los transeúntes muertos de miedo y a otros intoxicados por el gas lacrimógeno. Como filas de hormigas caminaba la gente con ritmo apresurado, tratando de salir de la ciudad de Caracas, rumbo a las ciudades periféricas. Las imágenes mostraban en Guarenas a una turba enloquecida rompiendo puertas de seguridad y cargando todo tipo de mercancía hurtada, televisores, equipos de sonido, muebles, ropa, piezas enteras de reses de las carnicerías. Todo. Al paso de la turba solo quedaba la basura, los focos de incendio y la desolación. La gente humilde destrozaba y saqueaba las pequeñas bodegas de su comunidad donde diariamente compraban los alimentos, o la panadería donde tomaban su café matutino. Había empezado la locura colectiva. -Pero, ¿qué carajo es lo que está pasando?, preguntó Carlos Andrés. -Parece que se trata de una explosión espontánea, comenzó a decir el ministro de economía. -Que protesta espontánea ni que nada, exclamó el militar. Yo venía advirtiendo que esa gente se estaba preparando para armar el zaperoco y allí están... ¡estoy seguro que detrás de esto están los agitadores comunistas! De inmediato Carlos Andrés dio la orden de partir rumbo a Caracas y en el trayecto hacia el aeropuerto, la comitiva pudo observar como en el centro de la

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ciudad de Barquisimeto se iniciaban los disturbios y saqueos. Sorteando los obstáculos, llegaron al aeropuerto para abordar el avión presidencial rumbo a Caracas. La llegada a la capital fue dramática. En el litoral caraqueño ya se había iniciado la protesta y el vandalismo, pero lo peor estaba por verse al ascender la caravana hacia palacio por la Avenida Sucre. El sector presentaba un aspecto de campo de guerra. Focos de personas con todo tipo de armamento se apostaban en esquinas atrincheradas, mientras la turba saqueaba e incendiaba los locales comerciales cargando con cuanto podían. Con dificultades, pero sin daños llegó la caravana a palacio, donde Carlos Andrés ordenó a su ministro del interior y al ministro de defensa traer tropas desde el interior pertenecientes a la Guardia Nacional, para reforzar la defensa de la ciudad de Caracas. Al llegar, Carlos Andrés se sintió agotado y solicitó le trajeran una manzanilla caliente para poder dormir un poco, advirtiendo que se le despertara ante cualquier novedad. Los ministros parecían confusos, porque su percepción de la situación era que esta era muy delicada como para no tomar decisiones de inmediato e irse a dormir, pero sin comentarios se dedicaron a observar la televisión. Para el día siguiente 28 de Febrero, la situación se había agravado. Carlos Andrés recibió el parte y convocó con urgencia a sus ministros de los despachos del interior y de defensa. La ilusión de la reelección de Carlos Andrés y vivir de nuevo la bonanza económica de otros tiempos, la de la “Venezuela Saudita”, la del “dólar a 4,30”, la del “Miami ta’ barato, dame dos” se había roto prematuramente y para siempre.

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Capítulo 5. Y EL INFIERNO ABRIÓ SUS PUERTAS La locura colectiva iba en aumento y se generalizaba. Se había desatado una gigantesca marea humana que sobrepasaba cualquier capacidad de respuesta de la policía y la guardia nacional. Los reportes noticiosos daban cuenta de la agresividad de las personas al destruir todo a su paso. Los sectores marginados de la sociedad habían bajado de los cerros. La rapiña colectiva animaba a los que aún permanecían en sus casas para seguir con el saqueo de los locales comerciales de toda Venezuela. Grandes y pequeños centros comerciales eran arrasados por completo. Cada ser humano involucrado en los saqueos se representaba a sí mismo contra los integrantes de su misma clase social, contra las clases sociales poderosas, contra la clase política, contra la vida misma. Todo el territorio nacional vivía una protesta generalizada. Los factores más radicales de izquierda realizaban focos de alzamientos en contra de los defensores de la ley. Cauchos y vehículos quemados, basura, restos de alimentos, colchones, palos, piedras, todo era utilizado como barricadas en contra de la policía, mientras las imágenes de televisión mostraban el saqueo. En la ciudad capital, existían zonas de tiroteos en contra de apartamentos de zonas humildes y los ranchos de los cerros de Caracas, donde se atrincheraban los grupos de extremistas de izquierda y hasta francotiradores. El 23 de Enero, la Vega, Petare, Catia, San Agustín de sur, fueron algunas de las zonas donde el plomo cruzaba silbando el aire y toda la ciudad se llenaba de la neblina de la violencia. Las sirenas pululaban por toda la ciudad sumergida en el caos. Las ambulancias y cuerpos bomberiles iban y venían en frenética marcha. Bandas de motorizados cruzaban la ciudad fomentando el desorden. Los policías y militares circulaban a toda velocidad en motocicletas, carros y patrullas. Los hospitales se abarrotaban de heridos y las morgues se atiborraban de cadáveres. La sangre corría sin parar. Reunidos en palacio con sus ministros en el área de seguridad civil y militar, Carlos Andrés finalmente se preparaba para tomar decisiones. Solicitó comunicarse con Gonzalo Barrios -el anciano consejero- y le comunicaron inmediatamente. Carlos Andrés le puso al tanto de los hechos en un instante, asegurándole que los focos de violencia habían tomado las ciudades de

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Barquisimeto, Maracaibo, Caracas, Valencia y otras más. Entonces, le preguntó si él consideraría conveniente sacar el ejército a la calle. -“Si el ejército sale a la calle va a salir a matar gente”, respondió el veterano político. “La decisión es tuya”, sentenció. Ambos se despidieron y Carlos Andrés caminó pensativo a través del despacho por unos minutos. -Señores, dijo regresando de su mutismo, ¡quiero una acción contundente! Si nos ven temerosos o vacilantes, esto puede tener consecuencias incalculables. Echen mano de todos los organismos policiales y de la fuerza militar que ambos tienen a su disposición. -Ministro Izaguirre, llame usted al director de la DISIP y que se encarguen de ubicar a los líderes agitadores de esa revuelta. ¡Quiero soluciones de inmediato! A este gobierno no lo van a tumbar un montón de delincuentes y menos comunistas conspiradores. -Y usted General Alliegro, mantenga muy bien observados a esos militares de los cuales los organismos de inteligencia sospechan. Que los mantengan alejados de las armas y de la movilización de tropas. -Si Señor, contestó el militar para retirarse. -Izaguirre, diríjase inmediatamente a la nación por la televisión y explique lo que está ocurriendo, así como las medidas que el gobierno está tomando, ordenó Carlos Andrés, cumpliendo con la máxima política donde se asegura que las malas noticias deben darlas los ministros y las buenas el presidente. El discurso del Ministro del Interior fue sacado al aire en vivo y directo, pero no podría haber sido peor. Se le veía tembloroso, sudoroso, indeciso, pálido, balbuceante. Si el efecto que se buscaba era el de tranquilizar a la población, se logró todo lo contrario. Se le bajó la azúcar, comentaba la gente. Mientras tanto, Carlos Andrés mantenía reuniones con todos los sectores políticos de oposición y de apoyo al gobierno, mientras que por la pantalla del televisor observaba el triste espectáculo de su ministro de relaciones interiores. Los ministros sentían que el tiempo prudencial para que el presidente se dirigiera a la nación se agotaba y sobrepasaba. Todo el mundo se sentía intranquilo, mientras distintas personalidades del partido de gobierno y de la oposición entraban y salían de palacio.

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En su última reunión, el ex guerrillero Teodoro Petkoff y dirigente del partido MAS, le aseguró a Carlos Andrés que no apoyaría un decreto de suspensión de garantías, si no se interrumpían de inmediato las medidas neoliberales de “El Paquetazo”, como las había bautizado el pueblo. Carlos Andrés ignoró su posición. El presidente se negaba a admitir su culpabilidad. Creía que ellos, los comunistas, eran quienes precisamente habían estado agitando al país y ahora querían sacar provecho político de la situación. Después de observar el triste espectáculo del ministro del interior, el presidente dio la orden al ministro de la defensa para que se dirigiera al país y anunciara el toque de queda. -General Alliegro, ¡no me deje en mal usted también!, espetó. El ministro de la defensa ordenó a los técnicos grabar su mensaje antes de salir al aire, por si acaso sus nervios le traicionaban. El mensaje fue grabado cuatro veces e interrumpido por errores. Fue la quinta versión la que finalmente salió al aire. La nación aplaudió el discurso y sintió que la situación se calmaría a partir de ese momento. Carlos Andrés se dirigió a la nación después del aviso del toque de queda, iniciando su discurso con su consabido: “Venezolanas, venezolanos”… anunciando la suspensión de todas las garantías constitucionales. Seguidamente, dio la orden de iniciar las persecuciones contra los que fomentaron la protesta y mantenían los focos de perturbación. Había que sacar de sus madrigueras a los extremistas de izquierda y eliminarlos. Fueron varios días de persecuciones, allanamientos, investigaciones, tiroteos, detenidos y ejecutados. El terror y las balas aseguraron que el orden retornara a las ciudades. La política de seguridad ciudadana creada por Betancourt de “disparen primero y averigüen después” se hacía presente de nuevo en Venezuela. Durante algunos días permanecieron los focos remanentes de violencia. En algunos de estos, los francotiradores no permitían el ingreso de los militares a la zona. Posteriormente, fueron muchos los individuos que catalogados de subversivos fueron secuestrados y desaparecidos o asesinados en sus propias viviendas. Las investigaciones sobre la conspiración continuaron, tanto para identificar a los civiles que habían participado en los hechos violentos como a militares que pudieran estar involucrados. El 6 de diciembre de ese mismo año, 1989, un grupo de oficiales de alta graduación y con comando de tropa, fueron sorpresivamente detenidos e interrogados. Eran acusados de manejar un movimiento subversivo y de

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planificar un golpe de estado para esa navidad, así como el asesinato de altos funcionarios del gobierno, incluyendo a Carlos Andrés Pérez. De haberse comprobado tales afirmaciones, los militares acusados habrían sido dados de baja de las Fuerzas Armadas. En vista que nada pudo ser confirmado, los miembros de Inteligencia Militar dejaron libres a los detenidos. Como medida de seguridad estos militares fueron enviados a puestos fronterizos y alejados en lo posible del poder central. Unos años después, los hechos confirmarían que las sospechas eran más que fundadas. Según las cifras oficiales, fueron trescientos los muertos y millares los heridos. Algunos defensores de derechos humanos dijeron que la cifra de personas fallecidas pudo ascender hasta 2000. Muchos cadáveres fueron enterrados en fosas comunes. Años después, en un sector denominado “La Peste” se confirmarían esos hechos. Ciertamente, se cometieron miles de excesos policiales y hubo delitos de lesa humanidad, pero, por otro lado, los organismos policiales y de seguridad ciudadana habían sido desbordados. ¿Debía esperarse entonces que las personas que participaban en estos actos delictivos acabaran con el país? ¿Había que dejar al país en manos del caos y el vandalismo? Con este hecho histórico empezaba a imponerse en Venezuela la lógica política sobre la lógica legal. A partir de este momento, si algún ciudadano cometía delito y el hecho estaba relacionado con la política, el culpable podía no ser el delincuente por violar la ley, sino aquel que tratara de preservar el orden. Continuemos pues, armando el rompecabezas político venezolano y retrocedamos ahora un poco más en el tiempo, en búsqueda de respuestas.

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Capítulo 6. LA CONSPIRACIÓN CIVIL- MILITAR. PRIMERA ETAPA La conspiración de la conjunción civil y militar de extrema izquierda se inició en el albor de la ilusión democrática, a principios de los años sesenta, cuando los políticos de la izquierda venezolana veían la posibilidad de hacer realidad la utopía comunista, justo después de la victoria de Fidel Castro en Cuba. Para ese entonces, dentro del Partido Comunista de Venezuela (PCV) existían dos grandes corrientes: la moderada y la radical. Cada una de ellas con posiciones políticas muy diferentes: la corriente moderada pretendía difundir la ideología marxista-leninista a través de la propaganda y periódicos como “Tribuna Popular”, así como a través de la infiltración de individuos de izquierda en las universidades e instituciones de educación media. En cambio, los integrantes de la corriente radical pretendían llegar a la toma del poder por la vía de las armas, apoyados en movimientos militares insurreccionales. Uno de los principales conspiradores de esta corriente radical fue Douglas Bravo, quien había sido expulsado del PCV y había creado en 1966 el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), para posteriormente liderar el Frente Armado para la Liberación Nacional (FALN). A este grupo radical armado se uniría el partido Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Bastó y sobró que Fidel Castro visitara a Venezuela y en su arenga política repartiera una dosis suficiente de su veneno ideológico a través de los encendidos discursos revolucionarios que diera, para que ese grupo se separara de AD, se radicalizara y marchara a la montaña para continuar su lucha política, pero esta vez con las armas. Pero, volvamos a los antecedentes de estas divisiones. En el III congreso del PCV, celebrado el 2 de Marzo de 1962, durante el gobierno de Betancourt, se tomaron decisiones cruciales para la lucha armada que se desataría. Precisamente durante este congreso, se delinearon las estrategias y tácticas para acabar con el gobierno de turno de AD y también contra el partido socialcristiano COPEI. Poco después, el plan se ejecutaba. El 4 de Mayo de ese mismo año, se levantaron en armas un grupo de militares apoyados por civiles de izquierda en la ciudad de Carúpano, alzamiento conocido como “El Carupanazo”. Ese intento de golpe de estado fue muy breve e inmediatamente aplastado por las fuerzas militares leales al gobierno de Betancourt, las cuales atacaron con todo lo que tenían por mar, aire y tierra. Cientos de detenidos y muertos fueron el producto del aviso no acatado, hecho en cadena nacional por Betancourt a los alzados: “o se entregan antes de la medianoche o el gobierno hablará el lenguaje de las armas”.

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Las investigaciones de inteligencia militar demostraron posteriormente, que este hecho no había sido planificado para ejecutarse en forma aislada, sino que debió haber sido acompañado por otros alzamientos en Puerto Cabello y La Guaira, pero quien sabe por cuales razones no se habían producido. Después de este episodio y habiéndose descubierto la conspiración civil en conjunción con los militares, Betancourt ilegalizó a los partidos PCV y MIR. Al ser develados los nombres del resto de los miembros de la conspiración civil-militar, estos apresuraron el segundo intento de golpe de estado y tan sólo un mes después, se produjo el levantamiento en armas en Puerto Cabello conocido como “El Porteñazo”. En este levantamiento participaron igualmente unidades militares y civiles de extrema izquierda. Ese levantamiento fue, desde el punto de vista militar, más severamente atacado que el anterior, probablemente porque el gobierno se encontraba en alerta y en consecuencia, se produjo un mayor número de muertos y heridos. Como era de esperarse, se decretó la suspensión de las garantías constitucionales y Betancourt advirtió a los conspiradores que todo movimiento o alzamiento militar, sería nuevamente aplastado por las fuerzas leales. Igualmente, se decretó y ordenó la detención del resto de los conspiradores. Después de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, habían pasado apenas tres (3) años de la llegada a la presidencia de Betancourt al poder y ya habían ocurrido tres (3) levantamientos producto de esa extraña unión de militares alzados, en conchupancia con lo que lo que ellos llamaban “fuerzas populares”, pero la verdad sea dicha, ninguno de los alzamientos contó con el apoyo del pueblo. Se trató única y exclusivamente de la participación de civiles miembros de la extrema izquierda, por cierto, en un número muy pequeño. A partir de ese momento, dada la confirmación de la infiltración de izquierdistas en las fuerzas armadas venezolanas, se inició una depuración profunda en todos sus componentes. De seguro, los militares no descubiertos por el gobierno de entonces esperarían una nueva oportunidad. Mientras tanto, los civiles extremistas se disponían a seguir su lucha desde otros escenarios. Muchos fueron los miembros de la extrema izquierda que decidieron subir a la montaña para librar una lucha armada desde la guerrilla, en compañía de muchos de los jefes militares que habían sobrevivido a los levantamientos fallidos y que posteriormente pasaron a comandar esos grupos en la montaña. La lucha por el poder entre ambos bloques políticos apenas había comenzado.

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Capítulo 7. EL PACTO DE PUNTO FIJO Gobernaba interinamente el Vicealmirante Wolfang Larrazábal como cabeza de la junta de gobierno, después del derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, en 1958. Larrazábal había prometido y cumplió, llamar inmediatamente a elecciones y acometió la tarea de promulgar los estatutos electorales presidenciales. Rómulo Betancourt venía de permanecer diez años en el destierro, pero sentía que su partido AD era el principal impulsor de la caída de Pérez Jiménez, por lo tanto, consideraba que su candidatura era más que obvia, sobretodo porque el líder natural de AD en dictadura, Leonardo Ruiz Pineda, había sido asesinado por miembros de la Seguridad Nacional. Rafael Caldera se encontraba igualmente en el exilio y aún cuando COPEI había permanecido en el país combatiendo en forma menos importante a la dictadura, también tenía sus aspiraciones presidenciales. Jóvito Villalba por su parte, consideraba a su partido como el sucesor por derecho a la presidencia, pues él había asistido como candidato a las elecciones presidenciales convocadas por el dictador, donde se dijo que había salido vencedor y habiéndose desconocido los resultados por Pérez Jiménez, se presentaron las consabidas protestas por fraude electoral. De manera que, la escogencia de un candidato unitario se veía bastante cuesta arriba. Como habíamos comentado anteriormente, durante todo este año de 1958, Venezuela estuvo sumergida entre conspiraciones y levantamientos, algunos más fuertes que otros. Los miembros civiles y militares en toda la amplitud del espectro político deseaban hacerse con el poder. La inestabilidad política se agravó cuando el ministro de la defensa, Jesús Castro León, solicitó aplazar las elecciones por tres años, ilegalizar a los partidos PCV y AD y establecer la censura de prensa. Este ministro también protagonizó un fuerte alzamiento militar que no logró sus objetivos, pues miles de ciudadanos se concentraron frente al palacio de Miraflores para defender al gobierno interino. Castro León fue obligado a renunciar y fue expulsado del país. En vista de tal situación, los principales líderes de AD, COPEI y URD, se reunieron en cónclave en la casa de Rafael Caldera cuyo nombre es precisamente “Punto Fijo”.

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Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y el mismo Rafael Caldera, discutían la manera de hacerse del poder político y mantenerlo. Las elecciones presidenciales se realizarían el próximo mes de Diciembre. -Amigos míos -decía el propietario de la casa- tenemos que organizarnos para que podamos establecer un gobierno con piso político estable y considero que el primer objetivo sería la escogencia de un candidato único. -Rafael, no creo que eso sea muy bien visto por nuestros seguidores. Aunque todos tenemos el mismo fin, ideológicamente existen separaciones que no son fáciles de conjugar, contestó Jóvito. -Tiene razón Jóvito, señaló Betancourt. Yo considero que lo más viable y democrático es que cada partido acuda a las elecciones con su propio candidato presidencial. Eso le daría un aspecto de pluralidad y democracia al evento. -Muy bien, dijo Caldera. Entonces vayamos por separado. Como nosotros tres somos los que tenemos mayor opción de triunfo, me parece que debemos establecer un pacto de caballeros, de no agresión, para que la campaña electoral sea limpia. Todos aprobaron la idea. -Yo creo que debemos ir más allá, dijo Betancourt, encendiendo su pipa. Ese pacto de no agresión debe abarcar el poyo incondicional y de defensa de parte de los que no resulten victoriosos a favor del gobierno que sea elegido por el pueblo. Este país no se va a apaciguar muy fácilmente que digamos... los militares de derecha y de izquierda y los civiles comunistas no van a eliminar sus sueños de llegar al poder. Ustedes saben como son las cosas en este país… -Estoy de acuerdo, dijo Jóvito. Los civiles demócratas tenemos que defendernos unos con otros. No podemos permitir que el esfuerzo por alcanzar la democracia sea destruido por alzados militarotes y menos por comunistas. La voluntad popular tiene que ser respetada. -Yo voy a llegar más lejos aún, dijo Caldera. Durante el gobierno que resulte electo, los otros partidos debemos comprometernos en no agredirnos innecesariamente. Para la solución de los problemas estamos nosotros, sus líderes, y juntos, podremos dirimir las diferencias que se presenten en el camino. Claro que ese acuerdo debe abarcar los gobiernos sucesivos, sea quien fuere el nuevo partido gobernante. -Claro, dijo Rómulo. Así debe ser. Estemos claros que aquí el enemigo son los golpistas y los comunistas, lanzando grandes bocanadas de humo.

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-Eso sí, dijo Jóvito, el parlamento debe ser plural. En las discusiones parlamentarias deben desarrollarse las propuestas de cada partido y dejar rienda suelta a la visión ideológica de cada cual. -Claro, claro, respondieron los demás al unísono. -Pienso yo -dijo Caldera- que en la medida de lo posible, nuestros gobiernos deben ser plurales, es decir, involucrar a miembros de los diferentes partidos que hoy están representados acá a través de nosotros. En otras palabras, gobiernos de unidad nacional. -Estoy con Caldera, respondió Betancourt. Pero hay que tener mucho cuidado por la forma como va a tomar eso la gente. Una vez el presidente sea escogido, daremos publicidad al asunto en forma de “amplitud política”. Rómulo pensaba que había que defender la ideología y doctrina partidista y trasmitir esa idea al pueblo, aún cuando entre ellos se mantuviera la alianza para defender su visión de la democracia e ideológicamente, no existiera tal diferencia. -¿Qué piensan ustedes de llevar a cabo programas de gobiernos comunes alimentados por las ideas de cada partido?, preguntó Jóvito. Los tres acordaron que ese tema se trataría a posteriori dependiendo como se fueran desenvolviendo los hechos. -Bueno Señores, hay que dar nombre a este pacto de caballeros, dijo Caldera, mientras los tres hombres se ponían de pie y entrecruzaban sus manos. -Como este acuerdo fue alcanzado aquí en mi casa, propongo el nombre de “Pacto de Punto Fijo”. -De acuerdo, dijo Jóvito. -Me parece perfecto, exclamó Betancourt. El pacto se concretó el 31 de Octubre de 1958, a nueve meses del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez. Con este pacto, el Bloque Puntofijista aseguraba la lealtad incondicional de los tres partidos para la defensa de sus intereses, en nombre de la democracia representativa. Para la firma del pacto y la foto en grupo para la prensa, fueron invitados: Raúl Leoni y Gonzalo Barrios por AD; Ignacio Luís Arcaya y Manuel López Rivas por URD; Pedro del Corral y Lorenzo Fernández por COPEI.

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La campaña electoral se desenvolvió dentro de un clima sumamente agitado. Una semana después, el 7 de Noviembre, se realizó un nuevo levantamiento militar de derecha de gran magnitud, sin embargo, este alzamiento tampoco logró sus objetivos y las elecciones continuaron su rumbo. Los candidatos presidenciales “puntofijistas” fueron: Rómulo Betancourt por AD, Rafael Caldera por COPEI y Wolfang Larrazábal por URD. En demostración democrática, este último abandonó la presidencia de la junta de gobierno para dedicarse a la campaña electoral. Rómulo Betancourt fue elegido presidente constitucional de la República de Venezuela el 7 de Diciembre de 1958 y su mandato comenzó el 13 de Febrero de 1959. Después de electo, Betancourt enfrentó cuatro golpes militares de diversos orígenes y un atentado terrorista. Castro León intentó por segunda vez un golpe militar de derecha, intentando la invasión a través del Táchira en Abril de 1960. Betancourt sobrevivió a una bomba colocada en un automóvil en el paseo “Los Próceres” detonada a distancia y salió vencedor del levantamiento conocido como el “Barcelonazo” el 25 de junio de 1961, del “Carupanazo” el 4 de mayo de 1962 y del “Porteñazo” el 2 de junio de ese mismo año.

En todos los casos, el “Pacto de Punto Fijo” funcionó a la perfección. Todas las fuerzas del bloque democrático cerraron filas en la defensa del gobierno de Betancourt en cada intentona militar. Más tarde, Venezuela como estado, con todos sus fuerzas políticas apoyando al gobierno, denunció el atentado-bomba, cuya autoría se atribuyó a Rafael Leonidas (“Chapita”) Trujillo, el dictador Dominicano, quien probablemente lo ejecutara por solidaridad con su amigo Marcos Pérez Jiménez, o quien sabe si en represalias por los discursos que Fidel Castro pronunciara en Caracas en contra de su gobierno. De cualquier manera y cualquiera haya sido su intención, La República Dominicana fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) por estos hechos.

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Capítulo 8. FIDEL, EL ENCANTADOR DE SERPIENTES Fidel llegó a Venezuela el 23 de Enero de 1959 después del derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba. Este hecho ocurrió poco después de la caída de nuestra propia dictadura, la de Marcos Pérez Jiménez. Gobernaba interinamente la junta de gobierno el abogado y profesor Edgar Sanabria, puesto que Wolfang Larrazábal había abandonado la presidencia de la junta de gobierno por la campaña electoral y Rómulo Betancourt era el presidente electo. Se decía que Rómulo, quien había vivido en La Habana durante parte de su exilio, había financiado a Fidel. En todo caso, ambos habían luchado incansablemente por derrocar la tiranía en sus respectivos países, quizás por eso, Fidel fue recibido por Rómulo y no por Sanabria, pues se suponía habría más coincidencias que diferencias entre ambos. El país recibió a Fidel como a un héroe. Fidel dio varios discursos a su llegada al país: en El Silencio, en El Congreso y en la Universidad Central de Venezuela. Con la verborrea y locuacidad que le caracterizaban a sus 32 años, Fidel encantaba a las multitudes que le escuchaban. Contaba la historia de Cuba, el paso de ese país por la dictadura de Batista y las razones que los rebeldes esgrimieron para levantarse en armas. Hablaba de su rechazo a un golpe de estado militar en su país para derrocar la dictadura –por fuerzas de derecha- y provocaba exclamaciones de ¡Viva Fidel!, ¡Viva Cuba! Producto de su histrionismo, desataba risas y aplausos y en medio de ellos, dejaba colar el veneno de su satisfacción por los miles de juicios populares regidos por las leyes revolucionarias, que habían terminado condenado al fusilamiento a otros tantos cubanos que se le oponían. Mientras hablaba, entremezclaba la historia de Venezuela con la de Cuba y República Dominicana y animaba a las multitudes a participar y colaborar con el derrocamiento de la dictadura de Trujillo en esa isla caribeña, mientras paralelamente en su discurso, alababa a Larrazábal como militar y a Betancourt como civil, lideres de la caída de la dictadura en Venezuela. Para aquella época, Betancourt desarrollaba una fuerte aversión por los gobiernos no elegidos democráticamente, es decir, aquellos que habían llegado al poder por la vía de facto, hecho que se conocería como “la doctrina Betancourt”. Paradójica situación, dado su pasado golpista por el derrocamiento de Isaías Medina Angarita. Adicionalmente, Betancourt mostraba mucha empatía por el gobierno de los Estados Unidos y el presidente John F. Kennedy y sin haber empezado su gobierno aún, no podía agradarle que un extraño

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viniera a ocasionarle problemas en su patio, con otros países de América Latina y el propio imperio. Con su fuerte acento, que se acentuaba aún más por el habano dentro de su boca, el líder cubano explicaba a Rómulo su situación: -Rómulo, Cuba se encuentra en una situación muy difícil y mi gobierno necesita ayuda desesperadamente de los países amigos para poder sobrevivir y adelantar los cambios políticos y sociales que necesitamos poner en práctica, decía Fidel a su interlocutor, mientras este trataba de encender su inseparable pipa. -Claro. No faltaba más, Fidel… pero eso si, todo acuerdo entre las dos naciones deberá hacerse bajo el más estricto apego a las leyes y a la ética. Por supuesto que ese asunto tardará un tiempo mientras yo asumo la presidencia y luego la solicitud de ayuda sea aprobada por el parlamento como debe ser, respondió Rómulo, mientras intermitentemente avivaba la llama del fósforo que intentaba encender su pipa. -Ahora, quiero serle franco Fidel, continuó Rómulo, los gringos están molestos con usted por ese asunto de su simpatía con los soviéticos… y usted bien sabe que nosotros dependemos de ellos para la explotación del petróleo… por otro lado, sus expresiones públicas en contra de Trujillo han caído muy mal en otras partes. -Rómulo, yo vine a Venezuela a pedir su ayuda para Cuba, como hermanos latino americanos que somos, respondió Fidel. Estoy seguro que usted entiende perfectamente nuestra situación. Estamos siendo sometidos a muchas presiones por los reaccionarios que apuestan a nuestro fracaso… y con respecto a Trujillo, lamento si le ha parecido inconveniente algo que haya dicho yo siendo un invitado en este país, pero creo que es hora de hablar francamente a los pueblos para derrotar la tiranía. -Claro, claro que lo entiendo. Pero entiéndame usted a mí. Yo estoy tratando de adecentar este país y establecer una democracia sólida después de la caída de la dictadura. Tenemos problemas de sobra y no nos hacen falta problemas de otros, respondió Rómulo con su voz chillona, imprimiéndole esta vez un poco más de firmeza. -Rómulo, hablemos con franqueza… los gringos me presionan porque sienten que sus intereses han sido golpeados con nuestro levantamiento y llegada al poder. El resto de los países de América Latina no se encuentran en situación económica muy buena que digamos ¿sabe? y nuestra revolución amerita urgentemente recursos para sobrevivir.

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-Usted y yo nos debemos a nuestros pueblos, continuó Fidel, y ambos sabemos que a veces hay que ser un poco flexibles y muy solidarios con los países hermanos para liberarnos de los tiranos. -Le entiendo Fidel… le dijo levantándose y extendiendo su mano en señal de haberse terminado la reunión… pero yo estoy empeñado en imponer el orden democrático en este país y soy el primero que debe dar el ejemplo, sobre todo en el manejo de los recursos públicos, así que vamos a necesitar tiempo y paciencia. El Barbudo, levantándose, aceptó de mala gana el saludo de despedida y al salir de palacio se juraba a sí mismo que cobraría venganza por tanta falta de solidaridad y arrogancia. A partir de ese momento, los venezolanos de extrema izquierda mantendrían un permanente e intenso contacto con La Habana. Los conspiradores iban y venían con frecuencia, recibían financiamiento y armamento para cumplir con los objetivos que se habían trazado: infiltrar a las fuerzas armadas, seducir a los jóvenes estudiantes en universidades y liceos a través de las llamadas “Unidades Tácticas de Combate” (UTC) y prepararse para los levantamientos militares que fueran necesarios, hasta llegar al poder en Venezuela. Después de cierto tiempo y de múltiples fracasos, estos grupos estaban convencidos que a través de la conspiración y de las actividades secretas jamás lograrían su objetivo de hacerse con el gobierno. Había que generar un movimiento masificador, amalgador entre los civiles con sus ideas y de los militares con sus armas. Claro, que eso no sería de un día para otro. Por ello, crearon frentes guerrilleros en los diferentes puntos de la geografía nacional comandados por venezolanos: Douglas Bravo en Falcón, Tirso Pinto en Lara, Alfredo Maneiro en Oriente y Francisco Prada en los Llanos. El gobierno de Betancourt logró sobrevivir, a pesar de las múltiples acciones cometidas por estos grupos irregulares, las cuales registraron numerosas bajas para ambos lados: tres intentos de golpe de estado protagonizados por militares de izquierda, “El Barcelonazo”, “El Carupanazo” y “El Porteñazo”, así como los dos intentos de golpe de estado protagonizados por el militar Castro León. Su sucesor, Raúl Leoni, le imprimiría a Venezuela un clima de entendimiento nacional. Se invertiría en infraestructura y obras públicas como la vialidad y la siderúrgica en la búsqueda de la modernización del estado, pero a la par, se mantendría una lucha feroz en los teatros de operaciones militares contra la guerrilla venezolana, auspiciada por Castro. El grupo guerrillero más importante en ese entonces fue el conocido como “Fuerzas Armadas de Liberación Nacional” (FALN) comandado por Douglas Bravo y donde participaban guerrilleros como Alí Rodríguez Araque y los

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hermanos Luben y Teodoro Petkoff. El primero de ellos combatía en compañía de Douglas Bravo en la zona guerrillera del estado Falcón y había conducido un desembarco de una docena de guerrilleros cubanos que se unirían a las fuerzas de las FALN en Venezuela. Otros miembros de las FALN como era el caso de: Guillermo García Ponce, Moisés Moleiro, Eduardo Ortiz Bucaram y Américo Silva en combinación con unos quince militares cubanos de mucha confianza de Fidel Castro, como era el caso de: Antonio Briones Montoto, Manolo Gil Castellanos, otro de apellido Torres y uno conocido por el pseudónimo de “Pico”, protagonizaron “La Invasión de Machurucuto”, que en realidad consistió en otro desembarco financiado tanto militar como financieramente por Cuba, que debían reunirse con las fuerzas guerrilleras de las FALN del oriente del país lideradas por Américo Martín, en la zona montañosa conocida como el cerro El Bachiller. Esta invasión, que planeaba repetir la “gesta guerrillera” de Castro en Cuba, fue nuevamente aplastada por las fuerzas militares venezolanas. Posteriormente, el Presidente Leoni protestó está acción mostrando pruebas de lo ocurrido ante la OEA y Cuba fue expulsada de ese organismo. Todos los países de América Latina rompieron relaciones con Cuba en ese momento, con la excepción de México. Ese fue el primer y último intento de Castro por invadir directa y militarmente a Venezuela, en compañía y con el visto bueno de venezolanos comunistas que apoyaban la invasión. Así de inestable era la situación política heredada por Rafael Caldera en su primer gobierno. Era la época de la llamada “Guerra Fría” entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y la triangulación con Cuba. Durante ese período, los organismos de inteligencia -civiles y militares- mantuvieron una intensa actividad antiguerrillera. Con el objetivo de intensificar esta lucha, fue contratado por Erasto Fernández para la Dirección General de Policía (DIGEPOL) –hombre de confianza de Caldera- el comprobado terrorista de origen cubano Luís Posada Carriles. Este nuevo miembro de la inteligencia venezolana, ex empleado de la CIA y enemigo acérrimo de Fidel Castro, había participado en la voladura de un avión de Cubana de Aviación donde fallecieron 73 civiles, y había llegado a Venezuela en 1969. Fue nombrado “Jefe de la División General de Seguridad” con la responsabilidad directa sobre las divisiones de armas y explosivos de la DIGIPOL. Desde esa posición, Posada Carriles participó en varias operaciones de arresto de varios guerrilleros de Bandera Roja y otros focos de guerrilla. También fue contratado por la Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) el compañero de actos de terrorismo de Posada Carriles y ex agente de la inteligencia cubana (G-2) Ricardo Morales Navarrete.

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Una vez desarticuladas casi todas las agrupaciones guerrilleras e identificados o detenidos casi todos su líderes, Caldera les invitó a participar en el llamado “Proceso de Pacificación”. Algunas preguntas cabrían hacerse para poder entender este momento histórico, como por ejemplo: ¿Cómo puede justificarse que un presidente que se hiciera llamar demócrata, contratara para su gobierno a personas que estuvieron involucradas en actos de terrorismo? Difícil de entender... pero esa era la realidad política de Venezuela. A partir de ese momento, Venezuela continuaría transitando el camino de la ilusión democrática de manos del Bloque Puntofijista, mientras desde La Habana se cocinaban nuevos planes.

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Capítulo 10. LA CONSPIRACIÓN CIVIL-MILITAR. SEGUNDA ETAPA La derrota a la primera etapa de la conspiración civil y militar de izquierda fue de tal magnitud, que pasaría mucho tiempo antes que esas fuerzas pudieran reagruparse. Los guerrilleros cubanos se marcharon del país y los nacionales fueron asesinados, detenidos, o sus grupos quedaron reducidos prácticamente a cenizas, como fue el caso del movimiento Bandera Roja en el oriente del país. La conspiración armada no había logrado sus objetivos. Douglas Bravo lo sabía. Alfredo Maneiro lo sabía. El resto de los líderes guerrilleros lo sabían. Los sobrevivientes de la guerrilla decidieron bajar de las montañas, acogiéndose al proceso de pacificación guerrillera propuesto por Caldera. Retornaron a las ciudades e hicieron la entrega simbólica de sus armas, pero trazaron otro plan… si no puedes con el enemigo, infíltralo, parece haber sido la estrategia elegida. Reunidos en la clandestinidad, comenzaron a trazar el nuevo rumbo. Había que desarrollar la guerrilla urbana en el sector civil, con el reclutamiento de jóvenes en los liceos y las universidades, mientras simultáneamente se sembraban los conspiradores en el propio seno de las diferentes fuerzas militares venezolanas. En esa época, un joven estudiante de la Universidad de Los Andes quien era miembro del MIR desde la edad de los dieciséis años y de ideas marxistas-leninistas, conversaba con Douglas Bravo sobre estos planes: -Nos ganaron una batalla pero no la guerra, decía Douglas Bravo a su interlocutor. Tenemos que crear algo diferente. Fidel opina que la estrategia debe cambiar. Que tenemos que infiltrar al enemigo desde su propia cuna, desde las academias militares. Yo le dije que me parecía un plan a tan largo plazo que no viviría para verlo materializarse y él me contestó que el tiempo de los pueblos llega en su debido momento. Que la prisa es precisamente nuestro peor enemigo. -A mí me parece una buena alternativa, comentó Adán, un joven barinés. Déjame decirte que me siento impotente con la actitud de muchos líderes del partido. Creo que debemos tomar el consejo de Fidel y trazar un plan que aglutine mucha gente. Desde la sombra, ocultos, en la clandestinidad, no creo que vayamos a lograr mucho. -Tienes razón Adán, creo que podemos crear un nuevo movimiento más agresivo, más emprendedor. He pensado que podemos hacer mucho trabajo de guerrilla urbana, mientras comenzamos nuestros contactos para infiltrar las Fuerzas Armadas.

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-La alianza cívico-militar, continuó Douglas Bravo, Debemos conformar un grupo armado que sea la continuación del ejercito libertario bolivariano y soñando un poco, pudiéramos llegar a convertirlo en el ejército continental de Bolívar. -Me gusta esa idea Douglas… Por cierto, ya que estamos tocando ese tema, uno de mis hermanos está interesado en ingresar a la Academia Militar. Es un muchacho inteligente y le apasiona todo lo que tiene que ver con la política y nuestro movimiento. -Pues que bueno, comentó el veterano guerrillero. Que interesante que ustedes tengan esas ideas proviniendo de una familia de copeyanos. -Así es la vida… nosotros somos jóvenes y tenemos la mente abierta a los cambios, nuestros viejos han sido absorbidos y alienados por el sistema y ya no cambiarán, pero nosotros tenemos el deber de luchar por la patria. -Tienes razón, contestó Douglas Bravo. Pues entonces anímalo, que por algo se empieza. Tenemos que generar un movimiento masivo que crezca cada día y llegado el momento, ¡tomaremos el poder! -El próximo viernes tendremos una reunión en el lugar de siempre, esta vez con Alfredo Maneiro, trae a tu hermano contigo para que lo conozcamos y sepamos si vamos a poder contar con él. Después de la reunión secreta, ambos líderes guerrilleros tenían la convicción que podían confiar en ese muchacho y que con él llegarían lejos. Adán se sintió profundamente orgulloso de su hermano. Hugo, el joven designado, ingresó en la Academia Militar de Venezuela en el año 1970. Su misión estaba clara. Él no iba a la academia porque sus padres deseaban que otros hicieran el trabajo de enderezarle el carácter y hacerlo un hombre de bien. Él no ingresaba a la academia militar porque era un mal estudiante o corto de mente y sus padres pensarían que fracasaría en la universidad. Él no ingresaba a la academia por vocación y amor las armas, no. Él tenía una misión muy definida. Él sabía que Douglas Bravo era el coordinador del plan trazado por Fidel en Venezuela para esa época y estaba dispuesto a llevar el plan adelante. Desde los 15 años de edad, ya el joven Hugo Chávez había tenido contacto con la izquierda política y la guerrilla. Era amigo de guerrilleros que pertenecían al grupo Causa 19, cuyo líder era Gabriel Puerta, un miembro fundador del partido BR y de Vladimir Ruiz Tirado, amigo a su vez del líder guerrillero Alfredo Maneiro. Así que él conocía bien que tipo de trabajo había que hacer. Era trabajo de hormiga y había que empezarlo con sus compañeros de clase. Hacerlos sus

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amigos, convencerlos, hablarles del socialismo, de ideales, inculcarles la lógica comunista en la política, pero eso sí, había que ser cauteloso y muy precavido. Había que saber convencer después de seleccionar a cada persona con mucho cuidado. Después, había que continuar con los cadetes que ingresaran, ir aumentando el círculo poco a poco. Un paso a la vez, pero sin retroceder. Así, lenta y metastásicamente, como un cáncer, se diseminó la semilla del comunista en la fuerza armada. En el año 1977, Hugo Chávez trató de organizar un movimiento rebelde al cual llamó “Ejercito de liberación del pueblo de Venezuela” (ELPV). Inicialmente creó lo que se conocía secretamente como “Círculos de Estudio”, donde los jóvenes cadetes conspiradores y oficiales se dedicaban a la discusión de temas políticos, sociales, económicos, filosóficos e ideológicos. Más tarde, cuando el grupo fue creciendo, El 17 de diciembre de 1982 en la ciudad de Maracay y ante el “Samán de Güere” –árbol que según la mitología es la reencarnación del Chamán de la tribu Araguak-, se formó el movimiento bolivariano que posteriormente se conoció como el MBR-200 ó Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, en conmemoración prematura de los 200 años del nacimiento del libertador Simón Bolívar. Paralelamente a este grupo bolivariano y subversivo funcionaba otro, conocido con las siglas ARMAS, por “Asociación Revolucionaria de Militares Socialistas”, de donde provinieron otros dos personajes: William Izarra (padre) y Francisco Arias Cárdenas. El grupo ARMAS no tuvo el mismo crecimiento que el movimiento bolivariano y desapareció por la delación que sufriera William Izarra -del componente aviación- quien fuera su máximo líder y en consecuencia fuera dado de baja. Algunos de sus miembros fueron absorbidos por el MBR-200. Una vez juntos, Hugo Chávez y Arias Cárdenas discutían sobre las distintas opciones para continuar con el reclutamiento de hombres para su causa y la planificación de la conspiración. Una vez logrado los respectivos acuerdos, Hugo Chávez y Arias Cárdenas se dieron cuenta del poder que ahora tenían y desplazaron a Douglas Bravo de la dirección del movimiento insurgente. Basaron su decisión en que Bravo, pretendía que los militares fueran el brazo armado de la conspiración civil y ellos veían el asunto exactamente al revés: ellos eran quienes tenían el poder y los civiles solo servirían para llevar su plan adelante. En el año 1975, Hugo Chávez culminaba sus estudios en la Academia militar de Venezuela en el puesto octavo de la segunda promoción “Simón Bolívar” y en la ceremonia del acto de graduación estaría presente –como es la usanza- el Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez. Él mismo haría entrega del

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sable al graduando Hugo Chávez y al resto de los miembros de su promoción, como símbolo de mando oficial. -Te juro que la presencia de ese señor me descompone el estómago, le comentaba el joven cadete Hugo Chávez a su compañero de conspiración, Yoel Acosta Chirinos. -Bueno Hugo, tú sabes que hay que evitar ser descubiertos y el día del acto de graduación, será una prueba de fuego para demostrar nuestra mayor capacidad de disimulo, le dijo Acosta. -Si. Tienes razón, hermano. Pero no por eso deja de ser tan desagradable. -Quién sabe para dónde nos enviarán después de la graduación… dijo Yoel Acosta para cambiar el tema. -Si. Quién sabe…pero lo que si yo tengo seguro, es que tenemos que retornar a la academia tan pronto sea posible. Hay que mover todos los resortes para poder estar en contacto con los nuevos cadetes y comprometerlos con nuestra causa, reflexionaba Hugo en voz alta. -Recuerda, Yoel… nosotros somos los responsables de este movimiento revolucionario-militar y de masificar nuestros ideales bolivarianos para llegar a la toma del poder en Venezuela cuando las condiciones estén dadas. -Tienes razón Hugo, respondía su compañero. Tenemos que hablar con los compañeros del movimiento que están en posiciones influyentes, para que eso ocurra lo más pronto posible. Ya como oficial, Chávez fue designado al batallón de infantería de montaña “Manuel Cedeño” cuya principal misión consistió en combatir el movimiento guerrillero BR en el oriente del país. En el terreno, Chávez pudo constatar que el movimiento prácticamente había desaparecido. Sin embargo, él sabía de emboscadas guerrilleras donde se habían masacrado soldados. Él sabía de la tortura a la que eran sometidos los guerrilleros cuando eran detenidos y también sabía, cuan despiadados podían ser los guerrilleros con los oficiales militares. Y ante estos hechos, ¿de cuál lado estaba su mente y su corazón como militar de ideas de izquierda? Quien sabe… pero una cosa si estaba clara. Su mente perseguía el objetivo del poder en Miraflores y de esa misión nunca desistiría. Chávez y Arias Cárdenas retornaron a la academia después de ocupar sus respectivos cargos militares. A ellos les fue encomendada la misión, nada más y nada menos, que de formar la naciente oficialidad, en calidad de profesores-instructores de la cátedra de “Cultura Bolivariana” durante los años 1980 a 1983.

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Desde allí se captaron los cadetes que al llegar a oficiales se integrarían al grupo y a las reuniones no vigiladas de conspiración, tanto dentro, como fuera de la academia. ¿Podrían Chávez y Arias Cárdenas haber logrado crear y dictar una cátedra bolivariana y ser traídos desde las guarniciones alejadas donde se encontraban sin la influencia de militares de alta graduación dentro de la Academia Militar? Por supuesto que no. Años más tarde, Venezuela se enteraría quienes eran los que habrían permitido que esto sucediera. Lo cierto es que muchos militares fueron reclutados para participar en el movimiento rebelde MBR-200. Muchos años más tarde, estos se convertirían en personajes públicos, tales como: Lucas Rincón, Guaicaipuro Lameda, Raúl Isaías Baduel, Manuel Antonio Rosendo, Melvin López Hidalgo, Yoel Acosta Chirinos, Luís Felipe Acosta Carles, Jorge Luís García Carneiro, Jesús Urdaneta Hernández, quienes pertenecían a la promoción de Hugo Chávez o más o menos contemporáneas. Posteriormente, se unieron a este grupo elementos más jóvenes como Ronald Blanco La Cruz, Edgar Hernández Beherens, José Gregorio Vielma Mora, Jessee Chacón Escamillo, Francisco Ameliach Orta, Florencio Porras y muchos otros más. Todos ellos fingían obediencia disciplinada ante sus superiores militares y absoluta neutralidad política en su entorno familiar, mientras mantenían sus reuniones conspirativas. Las clases en la cátedra de “Cultura Bolivariana” giraban casi siempre alrededor de los que los instructores habían denominado el árbol de las tres raíces: los pensamientos de Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez. Por supuesto que las discusiones en las clases se encendían cada vez más e indefectiblemente culminaban en la crítica hacia la situación política del momento y al gobierno. Esta situación llegó a oídos de Inteligencia Militar quienes cada vez ponían más atención sobre lo que ocurría dentro de los salones de clases. En particular, se fijaba la atención sobre los instructores y el cerco se iba cerrando poco a poco. Como es característica de todo grupo subversivo, en particular si es militar, el MBR-200 estaba cargado de mucha simbología. Todo nuevo miembro se juramentaba ante el Samán de Güere y repetía el juramento que Bolívar hiciera en el Monte Sacro en Roma ante su maestro y amigo Simón Rodríguez, pero modificado y condimentado con el pensamiento clasista y divisionista de Zamora: "Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que hayan roto las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía"

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El MBR-200 fue creciendo exponencialmente. En él estaban involucrados principalmente comandantes (tenientes coroneles), mayores, capitanes y tenientes, por lo que fueran conocidos por el acrónimo de “LOS COMACATES”, pero también oficiales de alta graduación, mientras que dentro del ambiente militar se supiera a sotto voce de su existencia, sin que inteligencia militar pudiera identificarlos plenamente. Un joven cadete que ingresó a la academia y fue captado para el movimiento por algunos años, fue José Vicente Rangel Ávalos. Este personaje en particular sería de mucho interés para Hugo Chávez con la finalidad de establecer nexos subversivos con el exterior, a través del padre de este nuevo miembro, figura harto conocida y de mucha relevancia política y periodística: José Vicente Rangel Vale, a quien Chávez conocería personalmente en 1978 y le brindaría apoyo a su candidatura presidencial distribuyendo –ilegalmente- propaganda electoral dentro de los cuarteles. Los contactos de los militares conspiradores con el mundo exterior y los civiles de izquierda se ampliaron con los miembros del PCV y Causa R, conformado este último partido por líderes sindicales en su mayoría. También se encontraba el MIR y los partidos resultantes de sus divisiones: el movimiento BR, la Liga Socialista y por supuesto el PRV de Douglas Bravo. Detrás de estos partidos estarían personajes ampliamente conocidos de izquierda como: Pablo Medina, Aristóbulo Istúriz y Andrés Velásquez. También periodistas como Ángela Zago (ex guerrillera y esposa del periodista opositor conocido como Napoleón Bravo y quien más tarde escribiera el libro “La rebelión de los ángeles” en honor a los comandantes del 4 de Febrero) José Vicente Rangel Vale y también el periodista Alfredo Peña. Pero, los ideales del MBR-200 se parecían más al trabajo popular llevado a cabo por los miembros de Causa R. Por ello, Chávez mantuvo una relación muy cercana con los “catienses” de Pro-Catia y en general con todas las actividades populares que este grupo desarrollaba bajo la dirección del ex guerrillero Alfredo Maneiro y después de la muerte de este, por Andrés Velásquez y Pablo Medina. Este grupo en particular fue el bastión civil de la conspiración. Múltiples reuniones se dieron con los dirigentes de este grupo. Se discutía, se planificaba, se soñaba. La señora Herma Marksman serviría de enlace entre los civiles y los militares conspiradores. Ella sería la compañera sentimental de Hugo Chávez y la secretaria de actas de las reuniones conspirativas, siendo su casa sede de muchas de ellas durante al menos diez (10) años. Chávez pensaba que el soporte de los sindicalistas era fundamental para lograr sus objetivos. Él se tomaba muy en serio los pensamientos de Mao Tse-Tung sobre la unión pueblo-ejército. Por ello, había solicitado a Andrés Velásquez la preparación de grupos armados –Los Matanceros en Guayana- dentro de los obreros de SIDOR, para que apoyaran el golpe llegado el momento.

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Pero, todos esos planes y sueños fueron despareciendo poco a poco cuando Andrés Velásquez ganó la gobernación del estado Bolívar y este se fue separando progresivamente de los conspiradores militares, supuestamente por no compartir las ideas radicales de los conspiradores. Chávez tendría entonces que retomar nuevamente el sendero largo y tortuoso de la conspiración sin apoyo directo de un miembro del poder constituido. Hugo Chávez sabía que necesitaba el apoyo popular. Sabía que el día del golpe militar, todo su esfuerzo se desvanecería sin el apoyo del pueblo. Él mismo se encargó de trasladar armas a Caracas para ser distribuidas entre miembros del partido MEP –partido producto de una división de AD con fuerte apoyo de los educadores- y otros partidos de izquierda. Pero esas armas nunca fueron recogidas por sus destinatarios. El apoyo civil y popular se le hacía escurridizo a los conspiradores.

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Capítulo 11. DE CONSPIRACIONES Y MASACRES En el mes de marzo de 1986 y durante el gobierno de Jaime Lusinchi, el movimiento conspirador MBR-200 se reunió en la ciudad de San Cristóbal para la realización de su III congreso. Muchas invitaciones se realizaron a través de llamadas telefónicas o comunicaciones secretas, pero solo asistieron seis militares y tres civiles. Entre estos últimos, se encontraban Herma Marksman y Pablo Medina. Con Francisco Arias Cárdenas a su lado, Chávez y su grupo buscaban la manera de hacerse con el poder. Fue precisamente en esa reunión donde se acordó ejecutar un golpe de estado a mitad del próximo período gubernamental, cuando la popularidad presidencial usualmente disminuye, sin importar cual personaje fuera el elegido para ocupar la silla presidencial. Al fin y al cabo, todos los candidatos con capacidad de ganar las elecciones pertenecían al Bloque Puntofijista. Los hilos secretos del poder militar se fueron activando y Chávez, para esa época con rango de Mayor del Ejército, fue designado ayudante del Jefe de la Seguridad Nacional y el Consejo de Defensa, con su oficina en el mismísimo palacio de Miraflores. La conspiración seguía viento en popa, mientras los rumores de un golpe de estado crecían. El 29 de octubre de 1988, un nuevo delito de lesa humanidad convulsionó a la opinión pública. El conocido como “La masacre de El Amparo” o “la masacre de La Colorada”. Catorce humildes pescadores fueron masacrados por miembros del Comando Específico “José Antonio Páez” (CEJAP), en el sector Caño La Colorada, estado Apure, sitio fronterizo con Colombia. En el hecho estuvieron involucrados efectivos del ejército, de la Policía Técnica Judicial (PTJ) y de la policía política, la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) y aunque el hecho fue cometido contra ciudadanos civiles y fue perpetrado por militares y civiles, el juicio fue llevado exclusivamente por tribunales militares, permaneciendo las pruebas de la investigación bien guardadas y alejadas de la opinión pública durante años. En un principio, los involucrados intentaron justificar el acto sanguinario asegurando que se trataban de guerrilleros colombianos que se encontraban cometiendo delito en territorio venezolano. Sin embargo, dos sobrevivientes de la masacre - José Augusto Arias y Wolmer Gregorio Pinilla-, lograron llegar al pueblo El Amparo, donde fueron atendidos y protegidos por sus habitantes, dando al traste con esa versión oficial y los involucrados del CEJAP ya no podrían demostrar su inocencia.

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Este hecho no hubiera pasado de ser un lamentable error militar, de no haberse involucrado el presidente Jaime Lusinchi y su gobierno, insistiendo que se trataba de un enfrentamiento armado entre la guerrilla y el CEJAP. Además, los medios de comunicación mostraron al país que no se trataba únicamente de esos muertos, sino que la cifra producto de actos irregulares alcanzaba treinta (30) fallecidos y estos casos no habrían salido antes a la luz pública. Esta investigación produjo muchas manifestaciones de repudio popular contra el gobierno y los militares. En Junio de 1998 – diez años más tarde- la corte marcial ad-hoc dictaminó dejar absueltos a los diecinueve miembros del CEJAP, mientras el caso fue llevado a la corte interamericana de derechos humanos en la OEA, organismo que exigió pagar a los familiares la indemnización por las muertes ocurridas. En ese entonces, producto del convulsionado clima político, los militares subversivos se mantenían muy impacientes y una parte de ellos decidieron levantarse en armas sin la participación de Hugo Chávez y sus más cercanos colaboradores. Protegidos por la oscuridad de la noche, un grupo de tanques pertenecientes al “Batallón Ayala” salieron de Fuerte Tiuna para tomar el Ministerio del Interior donde se encontraba Simón Alberto Consalvi, presidente encargado de la República, ante la ausencia temporal del presidente Jaime Lusinchi, debido a un viaje de éste al exterior. El golpe fue frustrado y los participantes detenidos. A partir de este suceso, las sospechas recayeron precisamente en Hugo Chávez quien no había participado en la intentona de golpe. Este hecho sería conocido más tarde como “La Noche de los Tanques”. En febrero del siguiente año, 1989, en el inicio de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, se produjeron los lamentables e inolvidables sucesos del día 27 de febrero conocidos como “El Caracazo”. Algunos militares fallecieron en los enfrentamientos armados durante la poblada, entre ellos, el miembro del MBR-200 Felipe Antonio Acosta Carles - hermano de quien años después fuera electo gobernador del estado Carabobo-, a quien en su honor Chávez escribiera un poema. Hugo Chávez no participó en la refriega del 27 de Febrero dentro de los militares que fueron designados para el mantenimiento del orden. Se había reportado enfermo con lechina. A finales de ese año, el 6 de diciembre, los organismos de inteligencia detuvieron a Hugo Chávez junto a otros oficiales, acusándoles de organizar un levantamiento para navidad y de planificar la muerte del Presidente Carlos Andrés Pérez. A falta de pruebas contundentes, los militares conspiradores fueron liberados y enviados a puestos militares alejados de los centros del poder en Caracas.

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Capítulo 12. OLOR A FELONÍA Después de la detención de Hugo Chávez para interrogatorio y al no encontrase pruebas de su culpabilidad, nuevamente los hilos del poder comenzaron a moverse y Chávez recibió -ya con rango de Teniente Coronel en 1991- el comando de un batallón de paracaidistas con sede en la ciudad de Maracay, epicentro militar en Venezuela. Esta vez con comando de tropa, cercano a la ciudad de Caracas y sabiéndose seguidos de cerca por inteligencia militar, decidieron ejecutar el plan lo más pronto posible. Los conspiradores trabajaron intensamente en la construcción de un marco legal que diera soporte a su llegada al poder. Mientras esto ocurría, oficiales miembros del MBR-200 se inquietaban y temían ser encarcelados o dados de baja del ejército y Chávez debía contenerlos a cada momento. Muchos de ellos le llamaban traidor. Otros, civiles, como era el caso del grupo BR, le acusaban de cobarde por no tomar la decisión de actuar rápidamente. Exponiendo razones de extemporaneidad, seguridad y desconfianza en los civiles involucrados, Chávez logró mantener el liderazgo del movimiento insurreccional y se aseguró que no se realizara ningún levantamiento sin su consentimiento y participación, en particular uno programado para el mes de diciembre de 1991. A partir de este momento se aseguró que el futuro golpe se diera con la participación exclusiva de militares. Mientras tanto, el cerco de inteligencia militar se continuaba cerrando. Producto de una denuncia del Capitán René Gimón Álvarez, Carlos Andrés Pérez es notificado de las intenciones de golpe de Hugo Chávez y su movimiento, pero ante la falta de evidencia, nuevamente el alto mando militar decide tomar solo una medida preventiva. Al recibir la carta de notificación de traslado a un lejano pueblo fronterizo, Chávez convocó a una reunión decisiva y definitoria. Ellos sabían que el presidente Carlos Andrés Pérez se encontraba en Suiza, con motivo de un foro sobre economía mundial. El inventario de fuerzas mostraba que contaban con diez batallones y más de dos mil hombres armados. La gran incógnita era ¿dar el golpe con Carlos Andrés Pérez fuera del país o esperar que regresara? Los conspiradores tomaron la decisión final. Se pondría en práctica la “Operación Militar Ezequiel Zamora” con o sin el apoyo popular.

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Capítulo 13. RUMORES QUE MATAN Hacía tres años Carlos Andrés Pérez había superado a duras penas la poblada de “El Caracazo” y había mantenido sus medidas económicas neoliberales. El día 3 de febrero de 1992 regresaba de su viaje a Suiza, donde había expuesto los resultados de esas medidas económicas, que según recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI), su asesor y Ministro de Economía Miguel Rodríguez y casi todos los conocedores de esa ciencia, eran absolutamente necesarias en Venezuela para poner orden a los indicadores macroeconómicos, producto principalmente de las irresponsables medidas adoptadas durante su primer gobierno y las subsecuentes decisiones erróneas de Luís Herrera Campins y Jaime Lusinchi. En la exposición de resultados ante los representantes de todos los países, Carlos Andrés mostraba que bajo su gobierno se habían alcanzado las mejores cifras macroeconómicas en el mundo entero. Durante el vuelo de regreso a Caracas, Carlos Andrés fue informado vía telefónica por su Ministro de Defensa de aquel momento, Fernando Ochoa Antich, sobre los rumores de golpe de estado que desde días anteriores venían creciendo en el país: -Presidente, estamos muy nerviosos con los crecientes rumores que existen en el país sobre un golpe de estado que se estaría planificando. -¿Quiénes son? Preguntó malhumorado Carlos Andrés. -Aparentemente se trata del grupo bolivariano del cual nos informó el capitán Gimón Álvarez, respondió Ochoa Antich. -¿Tiene usted pruebas de lo que me está diciendo, General? -Bueno Presidente, usted sabe que estas cosas son difíciles de demostrar, pero los rumores… -Ya basta de rumores, General. Interrumpió Carlos Andrés. ¡Necesito pruebas! -Como usted ordene, Presidente. Y hasta allí llegó la comunicación. Carlos Andrés se encontraba muy enojado después de cortar la llamada. Estaba harto de tantos rumores sobre ruidos de sables en los cuarteles. Esa situación lo enfermaba. Le parecía increíble que durante tantos años en democracia, Venezuela no hubiera cambiado en nada en relación a ese tema.

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Para ese momento, el jefe de la Casa Militar era el General Iván Carratú Molina. Aunque pareciera ilógico, Carratú no tenía buena comunicación con el Ministro de la Defensa, en particular con el tema relacionado a la seguridad del presidente. Los dos principales responsables de ese asunto competían por su favoritismo y se ocultaban información mutuamente. Para colmo de males, Carlos Andrés había dado órdenes expresas de informarle directamente a él todo lo relacionado con sublevaciones militares, por lo tanto, la mayoría de las veces alguno de los dos desconocía las novedades. En Caracas, el general Ochoa Antich mantenía su nerviosismo por los crecientes rumores de golpe y recibió la información que el grupo subversivo planeaba detener y dar muerte a Carlos Andrés en el aeropuerto de Maiquetía. Ochoa Antich decidió entonces trasladarse hasta allá con un grupo importante de hombres armados. En su camino al aeropuerto, el general Ochoa Antich se encontró que uno de los túneles de la vía, en sentido Caracas-Aeropuerto se encuentra totalmente cerrado, en apariencia por un accidente de tránsito, lo cual avivó más aún su terrible sospecha. -¡De la orden de despejar el camino en sentido contrario!, le ordenó a su asistente. -Acelere y disparen a todo lo que nos obstruya el paso, ordenó por la radio a la caravana. A su llegada al aeropuerto, ordenó cerrarlo y tomarlo militarmente. Los usuarios protestaban mientras eran desalojados del recinto. En el perímetro que rodea el aeropuerto se apostaron las unidades militares dispuestas al combate con todo tipo de armas de guerra. Al aterrizar, Carlos Andrés fue notificado de inmediato del operativo militar para garantizar su seguridad. -Presidente, manifestó Ochoa Antich, me encontré en la necesidad de cerrar el aeropuerto y tomarlo militarmente. Carlos Andrés, evidentemente contrariado pero aparentemente tranquilo, preguntó. -Dígame general, ¿se ha presentado alguna novedad? -No por ahora, señor presidente. Contestó Ochoa. -¡Entonces hágame el favor y retire a todos eso militares de inmediato, general! ordenó Carlos Andrés, y le espero mañana a primera hora en mi despacho para

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que discutamos este asunto. ¡Este tipo de cosas son las que le restan imagen al gobierno! Y se dirigió al vehículo presidencial dando pasos rápidos. En el interior de su vehículo, Carlos Andrés daba la orden de ir directamente a La Casona, para cambiarse de ropa y saludar a su familia.

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Capítulo 14. ZAMORA VIVE La operación militar “Ezequiel Zamora” se había activado. A final de la tarde del 3 de Febrero de 1992, se iniciaron las operaciones militares en las principales ciudades del país. Cuatro comandos con sus respectivos comandantes eran los responsables de las acciones: el Teniente Coronel Francisco Arias Cárdenas fue el responsable del denominado “Comando Guajira” en el estado Zulia. Los Tenientes Coroneles Jesús Ortiz Contreras y Jesús Urdaneta Hernández eran los responsables del “Comando Jirahara” y de las acciones en Maracay y Valencia. El Teniente Coronel Yoel Acosta Chirinos estaría al mando de las operaciones para la toma de la base aérea “Generalísimo Francisco de Miranda” o mejor conocido como el aeropuerto de “La Carlota” en Caracas y al mando de toda la operación se encontraba Hugo Chávez, desde el Museo Histórico Militar en la capital. Otros cuatro comandos en las ciudades de Mérida y San Cristóbal en la zona de los andes, Barinas y San Fernando de Apure en los llanos, Ciudad Bolívar y Puerto Ayacucho en el sur del país, no se levantaron en armas al conocer que el plan había sido develado. Sólo lo harían si el centro del poder en Caracas era tomado definitivamente. El combate en Caracas se inició aproximadamente a las 11:00 p.m. y hubo enfrentamientos muy violentos, tanto en La Casona -donde se encontraba la familia presidencial- como en el palacio de gobierno. También en Fuerte Tiuna, en la sede de la Comandancia del Ejército, en el aeropuerto de La Carlota, en la sede de la policía política DISIP y en la sede de la Policía Metropolitana en la zona de Cotiza en Caracas. Carlos Andrés Pérez no se encontraba en La Casona para el momento del ataque militar, gracias al aviso que le hiciera el general Ochoa Antich por la asonada en Fuerte Mara en el estado Zulia. Al conocer la noticia, Carlos Andrés había dado la orden de partir hacia palacio inmediatamente. Varios tanques provenientes de la ciudad de Valencia se encontraban en la capital. Uno de estos tanques disparaba hacia la entrada de palacio y posteriormente embestía contra el portón de acceso principal, mientras mantenía el fuego hacia el interior. Alrededor de la medianoche, Carlos Andrés escuchó la primera estrepitosa detonación y sintió que el tiempo se paralizaba. A partir de se momento todo se sucedía en una especie de película en cámara lenta. El jefe de la guardia de honor, el general Carratú Molina, le tomó por el brazo y le guío hacia una salida oculta que permitía la salida de palacio, tan sólo minutos antes que esa salida fuera tomada por los rebeldes.

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El combate en el interior de palacio fue despiadado. Tres soldados miembros de la guardia de honor perdieron la vida justo en la entrada del despacho presidencial combatiendo contra los miembros de la brigada de paracaidistas. Los disparos se oían provenientes de todos los rincones de palacio. Ya en su vehículo presidencial y a toda velocidad, Carlos Andrés Pérez recibió la información de la toma del canal 8 –el canal televisivo del estado venezolano-, por lo que dio la orden de dirigirse a un canal privado de televisión (Venevisión), propiedad del magnate venezolano Gustavo Cisneros, desde donde Carlos Andrés improvisó una alocución al país cerca de la 1:30 a.m. -“Venezolanas, venezolanos, me dirijo a toda la nación en estas horas de la madrugada porque se acaba de producir un hecho insólito que nos abochorna y nos apena”, empezó Carlos Andrés con una notable combinación de nerviosismo y rabia a la vez. -“Un grupo de militares desacatando su juramento a la constitución, se alzaron contra el poder legítimamente constituido”… Pérez continuaba su discurso, fingiendo tener la situación bajo control. Pero nada estaba más alejado de la realidad. En el interior de la república los grupos insurgentes tenían perfecto control de todos los puntos estratégicos de las principales ciudades. -“Pretendieron tomar por sorpresa el Palacio de Miraflores y La Casona”… continuó Pérez. -“El movimiento subversivo y antipatriótico está siendo controlado”… Posteriormente, Pérez conminó a los demás sublevados a deponer las armas. Al finalizar la alocución, el Poder Ejecutivo de Venezuela se encontraba nuevamente en el vehículo presidencial, dando vueltas por la ciudad de Caracas para impedir su localización por los insurgentes. Sin embargo, el mensaje televisado logró el objetivo de inmovilizar a los comandos restantes que esperaban por la toma de la capital, quienes nunca recibieron la orden de rebelarse. A partir de las 2:00 a.m. líderes sindicales, de Fedecámaras y de los partidos políticos, en particular de AD y COPEI se pronunciaban por el mismo canal de televisión en rechazo al golpe de estado. Asombrosamente la dirección del movimiento rebelde demostró su impericia al no atinar a tomar el resto de las emisoras televisivas. Un grupo de ellos se dirigió

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al canal 2 de televisión (RCTV) a trasmitir su propio mensaje y fueron convencidos por los técnicos que el formato sobre el cual había sido grabado no era compatible con los equipos de la emisora y desistieron de su intento. Alrededor de las 3:00 a.m. Carlos Andrés se dirigía nuevamente al país utilizando la misma emisora de televisión, Venevisión. El escenario elegido para trasmitir esta alocución simulaba el palacio presidencial y los rebeldes creyeron que Pérez tenía la situación bajo control. -“Venezolanas, venezolanos, hace un hora me dirigí a la nación para denunciar el atropello vandálico de un grupo de militares que desconociendo sus deberes constitucionales pretendieron dar un golpe para asesinarme”… -“Cuento con el apoyo de todas las instituciones del estado, los partidos políticos, de los sindicatos, Fedecámaras y de la comunidad internacional”… -“Le pido a mis compatriotas serenidad y firmeza y que sepan, que el presidente se siente con la fuerza y la confianza de estar apoyado por todos los sectores de la comunidad”… -“Aquí no hay partidos, aquí no hay grupos de oposición, aquí hay una sola voz y una sola voluntad: la de Venezuela, que encarno y represento con orgullo y con dignidad”. Aproximadamente a las 4:00 a.m. las fuerzas leales al gobierno habían tomado nuevamente el control del palacio de Miraflores. Sobre el cielo de Caracas, Maracaibo, Valencia y Maracay comenzó a oírse el rugir de los motores de aviones F-16, Bronco y helicópteros Súper-Puma. A las 9:00 a.m. aproximadamente, Carlos Andrés se dirigía a los venezolanos desde el despacho presidencial de palacio, anunciando la detención de los sublevados. El golpe había fracasado y el trofeo épico que toda revolución necesita para mostrar a sus seguidores, se les había escapado de las manos.

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Capítulo 15.

LA RENDICIÓN

La posición del líder de la operación fue conocida a través de la delación de los militares detenidos: Hugo Chávez se encontraba en el Museo Histórico Militar. El General Ochoa Antich le hizo entonces una llamada telefónica.

-Comandante Chávez, ¡su golpe ha fracasado!, sentenció. A estas horas, continuó Ochoa Antich, casi todos los comandantes rebeldes y sus batallones han sido detenidos y los respectivos fuertes y guarniciones se encuentran en este momento bajo control de las fuerzas leales al gobierno…

-En nombre de la República y del Jefe de Estado, le ordeno rendirse y llamar igualmente a la rendición a sus seguidores que se mantienen alzados, o usted será el responsable de la masacre de sus propios compañeros. Espero de inmediato su respuesta o me veré obligado a ordenar el bombardeo del Museo Militar.

Hugo Chávez no tenía idea si aquello era una trampa o la cruda realidad. Así que tratando de ganar tiempo, le solicitó al general Ochoa Antich dirigirse al museo para conversar.

-¿Está usted loco? Le respondió el ministro de la defensa sin vacilar. O se rinde inmediatamente o doy la orden a los aviones F-16 de abrir fuego contra su posición.

Ante la amenaza, Chávez aceptó rendirse de inmediato. Eran las primeras horas de la tarde del día 4 de febrero. Mientras tanto, los otros comandantes capturados eran trasladados en helicópteros a Caracas.

Ya en calidad de detenido en Fuerte Tiuna, Chávez es informado que el comandante Jesús Urdaneta Hernández mantenía una actitud hostil en su posición militar y que se encontraba totalmente cercado. En vista que este no deponía su actitud, se le solicitó a Chávez enviar un mensaje televisivo a Urdaneta Hernández, con la condición de ser muy breve y no responder preguntas a los reporteros.

Craso error.

Los militares nunca consultaron a Carlos Andrés Pérez o a Ochoa Antich sobre la toma de esta decisión. Tampoco solicitaron grabar el mensaje antes de difundirlo. La transmisión sería en vivo.

Los medios inmediatamente acudieron a palacio para difundir el mensaje:

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-“Primero que nada quiero dar buenos días a todo el pueblo de Venezuela, y este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el regimiento de paracaidistas de Aragua y en la brigada blindada de Valencia”… comenzó a decir Chávez como si se tratase de una conferencia y no se hubiese derramado ni una sola gota de sangre.

-“Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor”...

Los destinatarios de su mensaje habían cumplido con su objetivo militar. Pero él sabía que frustrado el suyo, la intentona fracasaba.

-“Así que oigan mi palabra. Oigan al comandante Chávez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos”...

-“Compañeros: Oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias”.

Hugo Chávez y sus compañeros conspiradores civiles y militares de izquierda, herederos de la antigua violencia guerrillera urbana y rural de otra época, habían irrumpido para siempre en la escena política venezolana.

Hugo Chávez había fracasado en su golpe militar, pero había logrado que los medios de comunicación le otorgaran sus 60 segundos de fama.

El día 5 de febrero fueron publicados los cruentos resultados oficiales de la asonada: hubo 14 muertos –la gran mayoría soldados pertenecientes a la guardia de honor- y 53 heridos, 1.089 militares detenidos y cuantiosas pérdidas materiales. Dentro del grupo de heridos se encontraron a tres civiles quienes eran estudiantes valencianos con uniforme militar y armados.

Muchos de los soldados rasos reclutados para esta operación fueron interrogados por los medios de comunicación y estos le hicieron saber al país que habían sido engañados. Que se les había conducido a los diferentes blancos militares bajo el engaño que iban a combatir a unos golpistas que pretendían hacerse del poder. La mentira se tiñó del color de su sangre.

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Mucho después de conocerse el fracaso del golpe militar y de difundirse innumerables reportes de la situación, alrededor de las 4:30 de la tarde, francotiradores dejaban caer en palacio su mortífera carga, desde los edificios de la popular barriada del “23 de Enero” e inclusive llegó a presentarse una balacera entre los miembros de la guardia de honor y civiles desde las afueras de palacio. Obviamente los miembros de la guerrilla urbana se resistían a aceptar la derrota. Douglas Bravo y Pablo Medina se encontraban dentro del grupo de civiles detenidos. Ambos fueron dejados en libertad un año después. Después de su detención y encarcelamiento, los golpistas esgrimieron múltiples razones éticas y de carácter social para justificar su golpe, entre ellas hablaban de la mala gestión gubernamental de Pérez y su política económica asesorada por el FMI, del descontento de las fuerzas armadas por utilizarlos en actividades no propias de militares, los innumerables hechos de corrupción denunciados e inclusive, muchos de ellos, cometidos por los altos mandos militares, la actuación de las fuerzas armadas y del mismo Pérez durante los sucesos del 27 de febrero de 1989, así como la actuación de Pérez en las discusiones sobre territorio limítrofe con Colombia y Guyana. Nunca dijeron ni una sola palabra sobre su conspiración desde muchos años atrás y sus nexos con los civiles de izquierda, con la guerrilla urbana, con ex guerrilleros, ni mucho menos con Cuba. Tampoco dijeron que ellos habían tomado la decisión de dar el golpe de estado, sin importar quien fuera electo. Posteriormente, los militares alzados se negaban a que su acto se catalogara de golpe de estado sino de “rebelión”, aún cuando dentro de los múltiples decretos que servirían de fundamento legal a su llegada al poder, se encontraban: la disolución del Congreso Nacional, de todas las Asambleas Legislativas, de las Cámaras Edilicias, de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de la Judicatura, del Consejo Supremo Electoral y de los sindicatos. Esto sin incluir la sustitución del poder central y la posibilidad de magnicidio. Si eso no fue un golpe de estado o el intento de por obtener el poder por la vía de facto, entonces ¿qué fue? Paradójicamente, muchos años después, el Bloque Comunista conmemoraría este día, el 4 de febrero -día de la rendición- y no el día 3 en el cual obtuvieron las victorias militares. ¿Sería porque Hugo Chávez habría conseguido de cualquier manera lo que en realidad deseaba?

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Capítulo 16. ADIÓS, AL PACTO DE PUNTO FIJO Desde tempranas horas de la mañana después de la intentona militar, el país se encontraba en estado de “shock”. No hubo ningún tipo de concentración pública ni en contra ni a favor del golpe, excepto una frenética actividad en el congreso. Ninguno de los grupos de civiles ni los partidos políticos que conocían de la conspiración se manifestaron. Quizás por ello, no fue sino hasta muchos años después que los grupos civiles conspiradores pudieron ser plenamente identificados por la sociedad venezolana. Tampoco hubo “Pueblo”. La teoría maoísta no se había cumplido. El tan defendido lema de Chávez sobre la unión ejército-pueblo y que Mao describiera como “el agua al pez” no había sido posible ponerlo en práctica. Había faltado el elemento “Pueblo”, porque militares hubo de sobra en la calle. Una serie de sentimientos encontrados se mezclaron en la población; luto y rabia en los familiares de los caídos, alegría por parte de los miembros del gobierno y sus afectos, tristeza y decepción por parte de los militares y civiles que apoyaron el fracasado golpe de estado, perplejidad y molestia en la ciudadanía en general por el nivel de violencia mostrada, pero por sobre todo, sorpresa e incredulidad, en quienes hasta ese momento vivían en la nube de la ilusión democrática de esa época. Por segunda vez durante el segundo período de gobierno de Carlos Andrés Pérez, el país recibía un sacudón. El Capitolio, sede del Congreso Nacional era el epicentro del terremoto político. Se había convocado a una sesión extraordinaria de ambas cámaras –diputados y senadores- donde se discutiría el decreto de suspensión de garantías constitucionales. La gente entraba y salía. Los medios de comunicación abarrotaban todos los espacios en búsqueda de información. Los congresistas charlaban en la búsqueda de un acuerdo unánime para un comunicado de condena al golpe de estado y el intento de magnicidio contra Carlos Andrés. EL acuerdo fue alcanzado por votación unánime. Posteriormente, fue leído desde la tribuna del orador por el jefe de la fracción parlamentaria de AD, Henry Ramos Allup y no se manifestó intención alguna por parte de ningún partido político para debatirlo. El decreto de suspensión de garantías fue aprobado por unanimidad –incluido el voto de los partidos de izquierda-. Allí nadie parecía ser capaz de romper un plato. Asistiendo al congreso después de muchos años de no hacerlo, tomó la palabra el senador vitalicio y fundador de COPEI, el ex presidente Rafael Caldera, quien llevaba algún tiempo distanciado de su partido.

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Iniciaba su discurso explicando que el decreto de suspensión de garantías no consideraba las causas que habían dado origen a “el deplorable y doloroso incidente de la sublevación militar”, evitando llamar al golpe de estado por su nombre. Justificaba lo injustificable: las razones que habían llevado a los golpistas a desconocer la constitución y su juramento de hombres de armas al servicio de la patria. ¿Habría Caldera expresado lo mismo si el golpe se hubiera dado cuando él gobernaba?

¿Acaso Caldera ignoraba la trayectoria de los militares de izquierda y de las conspiraciones civiles? ¿Acaso a él no le había tocado combatir esa misma situación en otra época? ¿Puede un líder que se diga democrático, justificar de alguna manera un golpe de estado? ¿Es que acaso los golpistas militares alguna vez han dejado de argumentar razones para levantarse contra la constitución?

Caldera continuó su discurso con argumentos rebuscados, desestimando y hasta negando la tesis del magnicidio que Carlos Andrés Pérez había promulgado la noche anterior:

- (…) “La segunda observación que quiero hacer, es la de que no estoy convencido de que el golpe felizmente frustrado hubiera tenido como propósito asesinar al Presidente de la República”… -(…) “Afirmar que el propósito de la sublevación fue asesinar al Presidente de la República es muy grave; por los demás, se me hace difícil entender que para realizar un asesinato, bien sea de un Jefe de Estado rodeado de todas las protecciones que su alta condición le da, haya necesidad de ocupar aeropuertos, de tomar bases militares, de sublevar divisiones”… Insólito. Si esas mismas palabras hubiesen sido pronunciadas por un diputado cualquiera se le habría culpado de golpista, traidor y antidemocrático y se habría solicitado de inmediato su desafuero. Pero se trataba de Caldera: un ex presidente, senador vitalicio, demócrata, líder luchador contra la dictadura militar de Pérez Jiménez, valorado como un intelectual y reserva moral del país. A través de todos los canales de televisión, Caldera con la temblorosa voz que le caracterizaba, explicaba que él había solicitado dar su discurso antes que se promulgara el acuerdo de censurar el golpe y el decreto de suspensión de garantías, pero no había sido complacido. -“Yo pedí la palabra para hablar hoy aquí antes de que se conociera el Decreto de la Suspensión de Garantías, cuando esta Sesión Extraordinaria se convocó para conocer los graves hechos ocurridos en el día de hoy en Venezuela, y

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realmente considero que esa gravedad nos obliga a todos, no sólo a una profunda reflexión sino a una inmediata y urgente rectificación”... - (…) “Por otra parte, quiero decir que esto que estamos enfrentando responde a una grave situación que está atravesando Venezuela. Yo quisiera que los señores Jefes de Estado de los países ricos que llamaron al presidente Carlos Andrés Pérez para expresarle su solidaridad en defensa de la democracia, entendieran que la democracia no puede existir si los pueblos no comen”… El “Pacto de Punto Fijo” desaparecía para siempre. Con su discurso, Caldera enfrentaba y rompía definitivamente el acuerdo auspiciado y firmado por él en su propio hogar. Total, él era el único sobreviviente de aquel famoso trío y suponía derechos de autor. -(…) “de que esos señores entiendan que estas democracias de América Latina están requiriendo una revisión de la conducta que tienen frente al peso de deuda externa, alocadamente contraída y en muchos casos no administrada propiamente, que nos está colocando en situaciones cuyo costo ha llegado a asustar a los propios dirigentes del Fondo Monetario Internacional y de los otros organismos financieros internacionales”… Muchos diputados aplaudieron su discurso. Otros no, sobre todo los miembros de la bancada del partido de gobierno, AD. David Morales Bello, líder histórico de ese partido, quien tomó la palabra para expresar su protesta, expresó: -“Extraña mucho las palabras del doctor Caldera”…comenzó diciendo Morales Bello, tomándose todo su tiempo. -“No se entiende que una persona como el doctor Caldera exprese dudas”… decía muy lentamente, como quien calcula cada sílaba y haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener su enojo. -“Aquí vinimos para expresar nuestra condena a los golpistas y que no les quedara la mínima posibilidad de aliento por lo que hicieron”… -“Si los golpistas no tenían intenciones de asesinar al jefe del estado, hubieran podido aprovechar que se encontraba fuera del país”…. Afirmación que no carecía para nada de lógica. -“El doctor Caldera expresa dudas de las intenciones de los golpistas… entonces, ¿como puede explicarse la violencia contra miraflores y los muertos que allí hubo?”... -“¿Cómo puede explicarse la violencia contra La Casona y contra la familia presidencial?”...

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La incredulidad, la rabia y la venganza iban cobrando fuerza en el discurso del líder adeco. -“¡Tres guardias de honor murieron en la puerta misma del despacho del Presidente Pérez!… ¿¡Cómo que no lo querían matar!?”… -“La condena de este hecho bochornoso debe resumirse en una sola palabra ¡Muerte a los golpistas!, gritó”. Obviamente el deseo de revancha cegaba al líder adeco. Su última exclamación únicamente podía ser explicada por su ira, en un país donde no existe la pena de muerte. Seguidamente los diputados de Causa R y el PCV, Aristóbulo Istúriz y Ricardo Gutiérrez respectivamente, se envalentonaron y lanzaron sus discursos en apoyo a lo planteado por Caldera, aún cuando momentos antes habían votado a favor por el acuerdo condenatorio al golpe y la suspensión de garantías. Mientras algunos dirigentes de AD y COPEI manifestaban su apoyo a Carlos Andrés Pérez y al estado de derecho, repudiando las muertes ocurridas. -“Menos mal que fue el presidente Caldera quien ha dicho que hay que hacer un análisis de las razones que llevaron al hecho insurreccional, ya que al doctor Caldera no puede acusársele de conspirador”, decía Aristóbulo Istúriz al tomar la palabra. -“Confieso que caí en la trampa del consenso, continuó, pues comparto plenamente lo expresado por el doctor Caldera”, mientras este, desde su silla, dibujaba una sonrisa en su usualmente inexpresivo rostro. Uno de los líderes máximos del partido Causa R involucrado por años en la conspiración, era quien hablaba. Uno de los más cercanos amigos políticos de Pablo Medina involucrado en el golpe, era quien hablaba. -“Es necesario discutir las causas, las motivaciones y las razones que llevaron a los insurrectos a tomar esa acción”, continuó, defendiendo la tesis calderista sobre las causas éticas y sociales que habían conducido al golpe. -“Hay que hacer un análisis del escenario que vive el país desde el punto de vista ético, moral y de las desigualdades sociales que llevaron a esta situación, más que discutir sobre la condena a los participantes de la insurrección”… -“Hay que analizar por qué en cada emisora de radio las personas que llamaban manifestaban su apoyo al golpe”, continuó Aristóbulo. -“Hay que analizar el por qué estudiantes en Valencia participaron en el golpe, continuaba diciendo, como quien no tiene la menor idea de las respuestas.

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Tras el discurso de Caldera, el congreso se dividía en torno al hecho y su punto de vista tan peculiar fue tomando cuerpo y aceptación en los analistas políticos del momento. Al final del día, la tesis calderista eclipsaba el acuerdo unánime del congreso para la suspensión de garantías y la culpa recaía sobre el Presidente Pérez y su gobierno. En menos de 24 horas, el Presidente Pérez había pasado de víctima a victimario. Con esta acción, el sempiterno candidato presidencial copeyano regresaba por sus fueros. A partir de ese momento, la popularidad de Caldera renacería de sus cenizas como el Ave Fénix e inmediatamente se prepararía para la próxima campaña presidencial. Mientras tanto, el mundo exterior mantenía la cordura: los países democráticos del continente manifestaron su rechazo al golpe de estado y su apoyo a Carlos Andrés Pérez. Pero, un hecho curioso resaltaría dentro de aquella lluvia de llamadas telefónicas y cartas solidarias. Uno de los jefes de estado que le manifestaron su apoyo y condenaron el golpe con mayor prontitud, fue nada más y nada menos que Fidel Castro. Si, Fidel. El astuto barbudo de siempre, quien nuevamente hacía una jugada política magistral. Si su segundo plan de invasión había fracasado y los conspiradores de más de 20 años a quienes había asesorado y auspiciado se encontraban encarcelados, entonces, quizás todavía era posible ganar la simpatía de Carlos Andrés Pérez y obtener algún beneficio. Peor es nada. Adicionalmente, eliminaba la posibilidad de otra condena y bloqueo por parte de la OEA a su tan deteriorada isla, de haberse conocido su participación en la conspiración. Con la carta enviada a Pérez, mataba dos pájaros de un tiro.

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Capítulo 17. EL PURGATORIO Muchos de los militares involucrados en el golpe del 3 y 4 de Febrero fueron juzgados y dados de baja, otros encarcelados y posteriormente sus causas fueron sobreseídas. La mayoría de los civiles que participaron en el golpe, como fue el caso de Douglas Bravo y Pablo Medina, fueron perdonados y liberados poco tiempo después. Los acuerdos políticos funcionaban a toda velocidad. Chávez y el resto de los comandantes de la asonada, fueron recluidos en el Cuartel San Carlos de Caracas y posteriormente trasladados a la prisión de Yare, en los Valles del Tuy, zona cercana a la capital donde esperaron dos años por su juicio. En 1992, ese recinto carcelario era la digna representación de un centro penitenciario en Venezuela. Quien haya tenido la amarga experiencia de ser visitante en ese lugar nunca lo olvidará. Era un símbolo de la degradación de los gobiernos que han pasado por Venezuela. Era la degradación de los derechos humanos elevada al máximo. Era un símbolo a la desidia y la negligencia, de la incapacidad gubernamental y del subdesarrollo. La cárcel contaba con más de mil reos en su interior que vivían hacinados, como ratas en el suelo. Los presos de mayor peligrosidad se encontraban en unos bloques aparte, casi todos portando armas de fuego. Las aguas residuales se desbordaban hasta llegar a los terrenos circundantes e impregnando con su olor a todo el lugar. Después de una segunda intentona de golpe durante el mismo año -perpetrado por otro grupo de militares bolivarianos en el intento de liberar a sus compañeros de armas- las paredes del penal y las torres de vigilancia se encontraban perforadas por las balas y permanecían así, como testigos mudos de violencias pasadas. El fracaso del golpe de estado del 3 y 4 de febrero había desatado una franca confrontación entre los principales comandantes involucrados. El juramento de hermandad ante el Samán de Güere ya no era tal. Antes de la intentona los comandantes habían pensado en la posibilidad de fracasar y ser enviados a prisión y en el peor de los casos morir en el intento. Pero la cruda realidad había sobrepasado su imaginación. Lo que ocurría en el interior penitenciario no era para menos. La ilusión de gloria y poder se había cambiado por unos reducidos metros cuadrados y rejas que les separaban del mundo exterior, de sus familias, de sus amigos, de sus cuarteles, de su vida y de sus sueños de poder. En Yare, los enfrentamientos estaban a la orden del día. El culparse unos a otros marcó el desastre organizativo del grupo rebelde, pero el principal blanco

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de los ataques era precisamente uno de sus principales motivadores y líderes: Hugo Chávez. Los comandantes que estuvieron apostados en las regiones del interior del país no podían entender como si ellos habían logrado en más del 90% ocupar sus objetivos militares, incluyendo a Caracas, Chávez no hubiese podido cumplir con su misión. No disparó ni un solo tiro, a pesar de tener a su cargo un pelotón fuertemente armado, dando al traste con toda la operación. El objetivo que él mismo se había asignado era tomar el palacio de gobierno a toda costa. Sus compañeros no entendían el valioso tiempo perdido por Chávez en el Museo Histórico Militar sin movilizar sus tropas durantes las primeras horas del golpe, mientras que habían sido otros insurrectos quienes habían atacado al Palacio de Miraflores en condiciones de debilidad numérica, encontrándose a tan solo quinientos metros de palacio, todo un batallón inerte. Sus compañeros de desgracia le reclamaron en varias ocasiones, que de no haberse cumplido ese objetivo militar, toda la operación no habría servido para nada, como en efecto sucedió. Mientras los jefes de los comandos se encontraban al frente de sus tropas en cada una de las operaciones militares en el interior del país, Chávez había permanecido estático con un batallón de veinte oficiales y más de quinientos soldados. En Yare, Chávez y sus compañeros de infortunio se encontraban en un pabellón aparte. Disfrutaban de algunos “privilegios” que no le eran permitidos a otros reos y era asiduamente visitado por gente de izquierda y antiguos compañeros de conspiración. También conoció en Yare a algunas personas que posteriormente marcarían su rumbo político, como fue el caso de Luís Miquilena, un viejo miembro fundador del PCV, ex miembro de URD, quien facilitaba -a través de una tercera persona- su oficina para las reuniones secretas del MBR-200 antes del golpe. También era continuamente visitado por Jorge Giordani, un profesor universitario de izquierda simpatizante de Chávez, quien se habría ofrecido para darle clases particulares sobre economía desde su muy particular punto de vista. La señora Herma Marksman asistía regularmente a visitar a Hugo Chávez. Ella continuaba siendo el enlace entre los conspiradores de siempre y el mundo exterior. Su misión era la misma, solo habían cambiado las condiciones. A través de ella, se canalizaban las comunicaciones entre Chávez y los militares activos que no habían podido o querido participar en el golpe del 3 y 4 de Febrero y los civiles de izquierda. Dos años llevaban en aquella prisión los militares conspiradores. En su delirio, simulando a Bolívar en el Chimborazo, Chávez llegó a redactar en la cárcel de Yare un documento que el mundo exterior conocería, donde hacía un análisis de la situación política del país y donde dejaba claramente explícito la posibilidad de una guerra civil en Venezuela, considerándola “fratricida, pero justa y legítima”, al igual que Carlos Marx justificara la violencia como “partera de la historia” y le

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considerara necesaria para el proceso de cambio social y político que él proponía. Para la opinión pública en general -sin saber lo que el destino le depararía-, un manifiesto de ese calibre no pasaría de ser más que un montón de ideas retorcidas de alguien quien solo conocía de guerras, batallas y violencia y que mientras se mantuviera en su jaula y lejos del control de las armas, no podría hacer ningún daño. En cambio para sus seguidores, la idea estaba más clara que el agua.

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Capítulo 18. JULIO EN NOVIEMBRE Después del fracaso del golpe del 3 y 4 de Febrero, las comunicaciones por la vía secreta se habían mantenido entre los rebeldes presos en Yare y los militares conspiradores, quienes no habían podido participar activamente en el golpe al verse develado sus planes. Desde la cárcel, Hugo Chávez y el resto de los comandantes golpistas planificaban un nuevo golpe militar con el ejército para el mes de Julio, cuando recibieron la noticia que un grupo de oficiales de la aviación y la marina también planifican una rebelión, pero, para el mes de Septiembre de ese mismo año. Los comandantes del MBR-200 encarcelados desistieron de su débil plan, para dar paso a uno más fuerte y articulado. Chávez sugiere a los militares golpistas involucrar a conspiradores civiles y para coordinarlos propone a Pablo Medina. Mientras tanto, Carlos Andrés Pérez mantenía sus medidas económicas neoliberales bajo la receta del FMI y la inestabilidad política de su gobierno era creciente. Ni siquiera contaba con el apoyo político de su propio partido, AD. El “Pacto de Punto Fijo” no existía más. Había sido enterrado por Caldera aquel 4 de Febrero. El 27 de Noviembre del mismo año 1992, nuevamente el Bloque Comunista volvió por sus fueros. Un movimiento rebelde comandado por el Contralmirante Gruber Odremán, el General Visconti, el Contralmirante Cabrera Aguirre y el Coronel Virginio Castro, denominado “Movimiento 5 de Julio”, insurgió contra el poder constituido. El nuevo levantamiento en armas tuvo la particularidad que fue mucho más agresivo, sangriento y despiadado que el anterior. En este nuevo intento de golpe de estado, participaron unidades de la aviación afines a Chávez, que no habían podido participar en el golpe del 3 de Febrero, esparciendo su mortífera carga sobre la ciudad de Caracas. El ataque al canal 8 esta vez sería inhumano. El mismo estuvo comandado por el Teniente Jessee Chacón Escamillo, quien atacó esa dependencia oficial y arremetió contra los vigilantes, quedando sus cuerpos tendidos en el pavimento de la entrada al canal. Las paredes del interior del edificio mostraban las salpicaduras de sangre producto de los disparos de armas de guerra contra los cuerpos de los trabajadores y guardias. En el piso, se podía observar los rastros de sangre que dejaban cuerpos sin vida, al ser arrastrados para despejar el paso. Una vez lograda la toma militar del canal 8, el Contralmirante Gruber Odremán, respaldado por oficiales de las distintas fuerzas, aparecía en la pantalla del televisor:

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-“Queridos compatriotas: representantes del ejército, armada y aviación te enviamos en esta hora suprema de la República, el siguiente mensaje: Los acontecimientos que en este momento están desarrollándose en todo el territorio nacional, son el epílogo de una lamentable situación, donde las Fuerzas Armadas aceptan el llamado del pueblo, para deponer un régimen de gobierno que traicionó el compromiso sagrado de servir a la nación que le llevó al poder”… -“Los hombres y mujeres de uniforme hemos jurado defender la constitución nacional y en ese compromiso se entiende como tácita y obligante la obediencia al gobierno. Pero cuando ese gobierno viola los principios más elementales de la convivencia, cuando le da la espalda al clamor popular para que haya paz en el seno de la sociedad, entonces, queridos compatriotas, no hay razón para seguir obedeciendo”… -“Porque esta condición de la conducta del ciudadano y del militar, tiene como fin supremo el resguardo de la carta fundamental de la república, que desde hace muchos años ha venido siendo pisoteada por individuos inescrupulosos, a quienes poco ha importado la flagrante degradación del patrimonio moral y material de la República”… -“El gobierno ha despreciado de una manera ultrajante el diálogo a que inmensos sectores de la sociedad le convocaron para buscar una salida pacífica a la crisis”... -“Todo ha sido en vano. El poder los ha envilecido, convirtiéndolos en un verdadero azote de las justas aspiraciones del pueblo”...

-“Y ha sido tal el cinismo de algunos personeros del sistema, que con la mayor desfachatez, cuando fueron señalados por el dedo de la justicia, por las evidentes e irrefutables muestras de corrupción, se presentaban sonrientes ante las cámaras de la televisión o la prensa, sin dejar ver el más elemental asomo de vergüenza y preocupación en una actitud desafiante al estado de derecho”...

-“Quizás, ellos pensaron que estaban seguros porque contaban con el respaldo de las Fuerzas Armadas Nacionales. Desgraciadamente, lo tuvieron en muchos casos para deshonra del militar venezolano. Pero todos sabemos que esto fue posible gracias al maquiavélico trabajo de corromper el estamento militar, llevando a la más alta jerarquía, salvo algunas excepciones, a oficiales comprometidos, quienes por carecer del mérito correspondiente que prescribe la ley, vieron en esta diabólica complicidad, la única manera para alcanzar los más altos rangos”...

-“Pero hoy, querido pueblo de Venezuela, las notas inmortales de la diana Carabobo, llaman al despertar de un nuevo amanecer. Un amanecer de reivindicaciones del pueblo soberano, una aurora de purificación para las

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Fuerzas Armadas Nacionales, que retomen el camino glorioso que ayer trazaron nuestros libertadores”...

-“Pueblo de Venezuela: aquí estamos a tu lado. Atendiendo tu llamado. Manifiesta en la calle cívicamente ahora mismo tu respaldo. Este será un gobierno cívico-militar, donde serán civiles de reconocida honorabilidad y entrega a los más caros intereses tuyos quienes lo presidan. Nosotros, Las Fuerzas Armadas solo estamos aquí como genuina expresión de tu voluntad, para apoyarte con la fuerza de las armas”...

-“Cree en nosotros”...

-“Compañeros del ejército, armada, aviación y guardia nacional, oficiales, suboficiales profesionales de carrera, sargentos, clases, guardias nacionales, soldados, marineros, infantes de marina, policías militares navales y aéreos: ustedes son testigos y actores del estado de deterioro que han llegado nuestras Fuerzas Armadas por culpa de la corrupción imperante”...

-“Las columnas vertebrales del poder militar están deterioradas: los tanques AMX 30 perdidos por la falta de criterio y previsión, las fragatas misilísticas operando a duras penas, los tanques anfibios de la infantería de marina perdiéndose criminalmente bajo el sol de Paraguaná y la fuerza aérea con una alta indisponibilidad de aeronaves”…

-“Y así queridos compañeros, un estado de degeneración total que nos impide vislumbrar un futuro cierto en nuestra institución”...

-“Pero los malos políticos creyeron que con aumentos de sueldos se resolverían nuestras inquietudes. Olvidando que el espíritu militar se alimenta más de ideales que de cosas materiales. Y que el hecho de ver cada día degradados los valores confortantes del carácter y la personalidad militar era la razón de nuestra protesta y desmoralización”...

-“Pueblo de Venezuela: cuantas lágrimas se derraman diariamente. Cuanta angustia por ver cada día más lejano el sustento de su familia, el futuro de sus hijos, mientras unos asaltantes del tesoro nacional se cubren del más grosero lujo en abierto desafío a su paciencia”...

-“Por eso, compatriotas: pongamos a vibrar en nuestro pecho las notas inmortales del himno nacional “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y honor”…

-“Pueblo de Venezuela, compañeros de armas: en este momento parodiando al general José Félix Rivas en la batalla de La Victoria, queremos decir a ustedes en esta jornada que ha de ser memorable: “ni aún podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”…

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-“¡Viva la verdadera democracia por la que hoy luchamos!”

-“Pueblo de Venezuela: sal a la calle y manifiesta cívicamente tu respaldo al nuevo gobierno. ¡Viva Venezuela! ¡Viva el movimiento cívico-militar 5 de Julio para la reivindicación de la democracia!”

Mientras este mensaje se difundía a nivel nacional, cuatro aviones Bronco de la fuerza aérea venezolana sobrevolaban y bombardeaban el aeropuerto de La Carlota y las oficinas de la Comandancia General de la Aviación, un edificio adyacente a la pista del aeropuerto de unos cinco pisos de altura, donde se encontraban oficinas administrativas y personal militar y civil. Uno de estos aviones, después de lanzar su mortífera carga explosiva, disparaba sobre la comandancia sin cesar, hacía giros y regresaba, cuando fue derribado por un disparo de bazuca, haciéndolo estrellar en plena pista del aeropuerto y a su piloto, salir disparado al instante en su silla y caer en paracaídas, para posteriormente ser capturado. Esta acción aérea mostraba con crudeza la intención de los golpistas para lograr su objetivo táctico, sin importarles en lo absoluto que atacaban personal civil o a sus propios compatriotas y compañeros de armas.

Un segundo mensaje fue difundido por el canal 8 a los venezolanos por un militar de hablar atropellado. El mensaje esta vez tenía un tono desesperado y apresurado, en vista de la imposibilidad de obtener el triunfo:

-“Pueblo venezolano: en nombre del movimiento 5 de Julio les hago un llamado para que salgan a la calle y terminen de derrumbar este gobierno que solo ha dejado miseria para ustedes”.

-“A mis compañeros de armas: los invito a que se unan en esta lucha, para terminar de derrotar el gobierno de Carlos Andrés Pérez”

-“Repito. Al pueblo, al pueblo venezolano, en nombre del movimiento 5 de Julio, salgan a la calle y terminen de derrotar este gobierno que tan solo nos ha dejado miseria” y entre molesto y apurado, se levantó para dejar inconcluso el mensaje, mientras aparecía la imagen de Hugo Chávez quien tenía como telón de fondo una bandera de Venezuela y las siglas del MBR-200”.

Simultáneamente, un grupo de militares intentaban liberar a Hugo Chávez y al resto de los comandantes presos en Yare y a fuego limpio arremetieron contra esa institución penal. Sin embargo el objetivo no fue alcanzado.

Posteriormente hubo dos nuevos mensajes. El primero pronunciado por un civil y otro por un militar rechazando la contraofensiva de las fuerzas leales al gobierno, con un lenguaje absolutamente pobre y prácticamente incomprensible.

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Pero el pueblo de Venezuela no atendió el llamado de salir a la calle. Otra vez los golpistas se quedaban sin apoyo popular. No hubo pueblo, ni agua para el pez. Tampoco hubo nuevo gobierno. “El Movimiento 5 de Julio” de los oficiales de diferentes fuerzas, apoyado por los partidos comunistas BR y Tercer Camino de Douglas Bravo, fue aplastado.

Posteriormente un avión F-16 sobrevolaba la ciudad de Caracas y hacía vuelos rasantes sobre las instalaciones del canal de televisión del estado, el aeropuerto de La Carlota, Fuerte Tiuna y el Palacio Presidencial, confirmando que todos los puntos estratégicos habían sido recapturados. En vista de tan garrafal derrota, ni corto ni perezoso, el general Francisco Visconti, golpista de la fuerza aérea, huyó con un grupo de militares hacia la ciudad de Iquitos en Perú, para ser acogidos por el gobierno de Alberto Fujimori y su segundo al mando, el jefe de la inteligencia de aquel gobierno: el nefasto Vladimiro Montesinos. Desde su asilo político, el general Francisco Visconti declaró a los medios de comunicación, que su intención al tomar el gobierno por la vía de facto, era gobernar con algunos “notables” -núcleo de intelectuales venezolanos agrupados alrededor de la figura de Arturo Uslar Pietri-. El propio Visconti aclaró posteriormente, que Uslar Pietri no estuvo involucrado en el “Movimiento 5 de Julio”, pero si nombró a personajes como J. A. Cova, al poeta Ernesto Mayz Vallenilla y a Miguel Ángel Burrelli Rivas, personas muy allegadas a él y el último de ellos, coincidencialmente se desempeñaría después como ministro de relaciones exteriores de Rafael Caldera. ¿Cómo las personas más respetadas por intelectuales, honestos y demócratas en Venezuela podrían haberse asociado a los golpistas militares de izquierda? ¿Cómo podrían haber llegado a acuerdos con ellos después de los antecedentes del 4 de febrero, de su pasado comunista y conspirador y la posición radical de su líder, dejando entrever la posibilidad de una guerra civil y fratricida? Dentro de los decretos que estaban preparados para dar supuesta legalidad al gobierno golpista no estaban escritos los nombres del presidente de la junta de gobierno ni de las otras posiciones claves, ¿sería que temían arriesgarse a sacarlos a la luz si su plan fallaba? ¿Quién la presidiría? ¿Pudo haber estado el propio Caldera involucrado en el grupo de civiles “de reconocida honorabilidad” quienes formarían parte del gobierno cívico-militar al que había hecho referencia Gruber Odremán en su discurso?

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Quizás esas respuestas nunca las conoceremos los venezolanos. Pero lo que es un hecho cierto, es casualmente, que todos eso grupos de izquierda que apoyaban a Chávez, apoyarían a Caldera en su nueva aspiración presidencial. Por segunda vez, el tan preciado trofeo épico que toda revolución necesita se les iba de las manos a los golpistas del Bloque Comunista. Después de este nuevo golpe de estado fracasado, ese bloque quedaría agotado y sin ninguna posibilidad de coordinar otro movimiento de fuerza desde la cárcel de Yare. Los militares afines a Hugo Chávez habían sido identificados, les habían hecho presos, dados de baja, o les habían trasladado a lugares remotos en la geografía nacional. Por esta razón, este movimiento armado fue el último en contra del Bloque Puntofijista. El saldo oficial de fallecidos fue de ciento setenta personas y el extraoficial de trescientas, incluyendo civiles y militares.

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Capítulo 19. LA OLLA PODRIDA Después de una poblada generalizada, dos intentonas de golpe de estado y el inefable discurso de Caldera en el Congreso de la República, donde se liberaba tácitamente de culpa a los golpistas del Bloque Comunista y se endosaba la responsabilidad de lo ocurrido al gobierno y su política económica, la presidencia de Carlos Andrés Pérez lograba sostenerse a duras penas en el poder. Para colmo de males, la actuación de los miembros de su partido AD, se parecía más a la de un partido de oposición que a la de un partido de gobierno. Los adecos trataban por todos los medios de zafarse ante la opinión pública de las acciones políticas de Carlos Andrés Pérez. Además, estaba todavía pendiente el asunto aquel que se había desatado en la campaña electoral interna del partido, para la escogencia del candidato presidencial durante la campaña de 1988. Esa había sido una campaña feroz, intensa, degradante, una ópera bufa, donde Carlos Andrés y sus aspiraciones megalómanas competían con su slogan “El gocho pa’l 88” contra el candidato apoyado por Jaime Lusinchi: Octavio Lepage. Hubo mucha intriga en el seno del partido AD. Mucha desunión. Mucho ataque para desprestigiarse mutuamente ambos bandos y las cicatrices de esa lucha intestinal nunca cerraron. Era el momento de la venganza política y la iban a cobrar, asunto que al partido COPEI en la oposición le resultaba altamente grato. Y ni hablar de los partidos de izquierda del Bloque Comunista. En Marzo de 1993, -apenas unos meses después de la intentona de golpe del 27 de noviembre- el Fiscal General de la República para aquel entonces, Ramón Escobar Salom, quien otrora fuera el creador del partido FND, presentó una solicitud de antejuicio de mérito ante la Corte Suprema de Justicia en contra del Presidente Carlos Andrés Pérez por malversación de fondos de la partida del Ministerio de Relaciones Interiores, por una cantidad equivalente a diecisiete millones de dólares, los cuales fueron destinados para una supuesta “ayuda internacional”, pero cuyo verdadero fin, era financiar la seguridad personal de la presidenta Violeta de Chamorro en Nicaragua, acérrima opositora del comunista Daniel Ortega, a quien había sucedido en la presidencia. En Mayo de ese año –apenas dos meses después-, Carlos Andrés anunció su separación de la Presidencia de la República para enfrentar su juicio y al día siguiente el senado declaró la ausencia absoluta del cargo, nombrando a Octavio Lepage -Presidente del Congreso en ese entonces- como “Presidente Temporal” y este a su vez, fue sustituido por Ramón J. Velásquez –ex secretario de la presidencia en el gobierno de Rómulo Betancourt- como “Presidente Interino” por un período menor a un año, producto del consenso entre el partido AD y COPEI, con el objetivo de culminar el mandato que le correspondía a Pérez.

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Un poblada, donde si bien la organización no pudo atribuírsele directamente al Bloque Comunista –pero sí la participación de civiles armados provenientes de la guerrilla urbana- y dos golpes de estado producto de la subversión, no lograron sacar del poder a Carlos Andrés Pérez, pero sucumbió a una dudosa decisión del Senado, cuando el soporte legal de la separación del cargo estaba en entredicho. ¿Podría hablarse de una manifestación de la separación de los poderes que debe existir en toda democracia verdadera? ¿Se trataría de un acuerdo político o una vulgar revancha? Sí se trataba de una partida secreta, entonces ¿cómo podía haberse hecho público cuanta cantidad de dinero se había utilizado especialmente a través de la columna de José Vicente Rangel Vale? ¿Cuál miembro del personal de confianza de Pérez fue el delator? Obviamente la información se había filtrado desde el interior del alto gobierno. El juicio posterior había demostrado que el dinero en efecto se había utilizado para ayudar a Violeta de Chamorro, pero, ¿cómo pudo llegar la información a José Vicente Rangel Vale quien ya pertenecía al Bloque Comunista? ¿Qué relación existió entre la justificación del discurso de Caldera ante el golpe, La información que manejaba José Vicente Rangel Vale, la actuación de Escobar Salom en el juicio y las declaraciones del general golpista Francisco Visconti, cuando dijo que pensaban gobernar con algunos notables? ¿Podríamos llegar a la conclusión que estos hechos guardaron una estrecha relación?, ¿qué estas personas de ideologías tan disímiles se unieron en ese momento histórico para sacar a Carlos Andrés Pérez del poder? En la política venezolana todo es posible. Lo cierto fue que Carlos Andrés fue declarado culpable, depuesto y condenado a cumplir arresto domiciliario por pertenecer a la tercera edad, aún cuando su opinión política siguió influenciando el devenir de la Venezuela de aquella época. La opinión pública aprobaba su destitución, no había duda de ello. Pero tampoco esta vez hubo celebración popular por el suceso. El país presenció inerte el desarrollo de los hechos, desde el principio hasta el fin.

En su discurso de aceptación como presidente provisional, Ramón J. Velásquez prometió hacer un gobierno de consulta permanente. Aseguró que no defraudaría a los venezolanos y que continuaría con el proceso de descentralización del poder ejecutivo, tal como se había propuesto Pérez, aún cuando, tal y como él había expresado era “una presidencia que ni quería ni busqué”.

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Lo cierto fue que todos los partidos involucrados en el consenso para escogerlo, después le negarían su apoyo político, para no ser vistos como partidos oficialistas. Aquel, fue un período políticamente inerte, difícil y solo un escándalo imputable al mismo Velásquez sorprendería a la nación bajo su presidencia: la firma del indulto –sin querer- al narcotraficante Larry Tovar Acuña. Velásquez se defendió de las acusaciones en su contra, diciendo que le habían colocado el indulto entre un montón de papeles que debía firmar y que lo había hecho sin leerlo.

Nadie se atrevió a sugerir que Velásquez -un personaje considerado incorruptible- fuera autor de ese hecho a conciencia. Dos opciones había en la mente de los venezolanos: el bonachón historiador había sido sorprendido en su buena fe, o se había calculado el riesgo político para un cómodo retiro.

Mientras tanto, en el partido COPEI la situación organizacional era de debacle. Rafael Caldera aspiraba por su enésima candidatura, mientras el partido había escogido a Oswaldo Álvarez Paz como abanderado. Caldera se resistió y buscó el apoyo de múltiples partidos minoritarios, la mayor parte de ellos de izquierda, que más tarde serían denominados por Teodoro Petkoff como “El Chiripero”. COPEI decidió expulsar a Caldera de las filas de su partido y este creó el partido “Convergencia” para lograr su propósito.

¿Fue una jugada política la creación del “Chiripero” y el partido político Convergencia donde se entremezclaban los dos bloques antagónicos hasta ese momento?, o ¿se entendían perfectamente Caldera y los miembros civiles y militares del Bloque Comunista?

Para participar en la contienda, Andrés Velásquez -gobernador del estado Bolívar- sería el candidato presidencial por la Causa R y Claudio Fermín por Acción democrática.

Dos sorprendentes sucesos –uno financiero y otro político- se fraguaban en Venezuela y pronto saldrían a la luz pública.

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Capítulo 20. EL NOTABLE EN EL PODER La campaña electoral fue sosa y aburrida. Pero no hacía falta una más animada ni tampoco había el ánimo colectivo para eso. La popularidad de Caldera venía en aumento desde el mismo día del discurso, aquel 4 de febrero de 1992. Por otro lado, todo parecía indicar que Caldera ganaba o lo “ganaban”. Rafael Caldera ganó las elecciones por la presidencia en diciembre de 1993 a los 77 años de edad. No fue una victoria aplastante ni mucho menos. Ganó con el 30% de los votos aproximadamente –según cálculos oficiales-. La diferencia con Claudio Fermín quien llegó en el segundo lugar en al contienda fue menor de 400.000 votos, seguidos por Oswaldo Álvarez Paz y Andrés Velásquez. La diferencia en votos desde el segundo al cuarto lugar había sido menor a 30.000 votos. La abstención electoral se calculó en 40%, lo cual presagiaba un gobierno con muchos problemas. Andrés Velásquez, abanderado de La Causa R y antiguo contacto de Hugo Chávez en sus planes conspiradores, aseguraba que le habían cometido fraude y que él había resultado el vencedor. Denunciaba que efectivos del Plan República habían botado cientos de cajas del material electoral, para hacer desaparecer las pruebas de su victoria. Pero, aparte de algunas declaraciones en los medios, no pasó nada más. ¿Sería porque Andrés Velásquez y La Causa R conocían perfectamente de los planes de algunos militares de apoyar a Caldera? Bajo el mandato del aún presidente interino Ramón J. Velásquez y Caldera como presidente electo, el 11 de enero de 1994 –un mes antes de la toma de posesión de Caldera- es intervenido un banco comercial: el Banco Latino. Después de su caída, caerían muchos más como efecto dominó. La crisis financiera alcanzó niveles inimaginables. 40% de los bancos comerciales fueron intervenidos por el estado. La angustia y la zozobra se adueñaron del pueblo venezolano. El Banco Latino era un banco insignia del poderío económico en Venezuela. Su creador había sido Pedro Tinoco, ministro de hacienda durante el primer gobierno de Rafael Caldera y presidente del Banco Central de Venezuela (BCV) durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. De manera que, tomar una decisión contra aquel banco no era fácil. Ramón J. Velásquez como presidente interino y Rafael Caldera como presidente electo, sabían que desde 1986 el Banco Latino presentaba problemas recurrentes de compensación –saldos adversos no cubiertos-. Lusinchi y Pérez

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también lo sabían. Sin embargo, nada hizo Lusinchi y mucho menos Pérez, quien para colmo de males nombró a Tinoco Presidente del Banco Central de Venezuela (BCV), a pesar que todo lo que en ese banco ocurría se sabía a vox populi en medios bancarios. Ambos, Velásquez y Caldera, conocían de los negocios de la cartera en dólares que llevaban estos bancos, así como de los negocios al margen de la legalidad que habían venido haciendo sus directivos, pero nada dijeron, sino cuando ya no había remedio y tuvieron que ser intervenidos. El 2 de febrero asumió Caldera su segunda presidencia, en medio de aquella crisis económica. Los banqueros huyeron del país y los pequeños ahorristas, ancianos con sus pocos ahorros y mucha gente de clase media, se quedaron sin un centavo. Por supuesto que los dueños de los grandes capitales ya sabían lo que ocurría y habían sacado su dinero de allí hacía mucho tiempo. Es absolutamente lógico pensar que Caldera había solicitado a Velásquez destapar la olla podrida del Banco Latino en el momento que se hizo y no dejar el escándalo para cuando él asumiera la presidencia. Después de cientos de protestas en las puertas de los bancos y de caldear el ambiente político con muchas manifestaciones en contra del gobierno, algunos ahorristas lograron recuperar su dinero. Caldera había asegurado desde su campaña electoral que nunca negociaría con el FMI. Sin embargo, la crisis económica a la que había estado sometido su gobierno, la debacle financiera de los bancos y el tremendo déficit fiscal, le obligaron a hacer lo contrario y a anunciar dos años después, como si se tratara de un gran logro, que producto de los acuerdos alcanzados con el organismo multilateral de financiamiento había creado la “Agenda Venezuela” para combatir la terrible inflación donde el índice de precios al consumidor superó el 100%. Con la Agenda Venezuela, se aumentaron los precios de la gasolina, se devaluó la moneda –trayendo a la bancarrota a cientos de empresas y ciudadanos quienes habían adquirido deudas en dólares- se eliminó el control cambiario dejando que la moneda fluctuara libremente según el mercado, se incrementaron los impuestos, se crearon nuevos, se liberaron las tasas de interés bancarias y se inició un proceso de privatizaciones de empresas públicas para disminuir el gasto público. Como si fuera poco, un año más tarde, el gobierno alcanzaba un acuerdo con la central obrera y Fedecámaras, para hacer la modificación a la ley orgánica del trabajo, donde a partir de ese momento, se calcularían los intereses de las prestaciones sociales de los trabajadores en forma mensual y no acumulada cuando culminaba la relación laboral, como había sido hasta entonces. Con esa medida, los únicos beneficiados resultaron los empleadores públicos y privados, en perjuicio de los trabajadores. Bajo este gobierno, también se “regularon” los precios de los medicamentos con un extraño esquema de subsidios cruzados. El

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resultado de tal medida fue que Venezuela, a la vuelta de pocos años se convirtió en el país de América Latina con el más alto precio promedio en medicamentos.

A la cabeza de todas estas medidas anti-populares se encontraba el ex guerrillero pacificado por Caldera en su primer gobierno: Teodoro Petkoff, quien como Ministro de Cordiplan, al preguntársele sobre los resultados obtenidos en materia macroeconómica por las medidas tomadas por el gobierno del cual formaba parte, contestó: “estamos mal pero vamos bien”. En 40 años, Teodoro Petkoff había saltado de guerrillero y de ser uno de los cerebros políticos de la organización de Douglas Bravo y la FALN, a Ministro de Cordiplan. Había pasado de la tesis de tomar el poder por las armas, a tomarlo por los votos. Había pasado de marxista-leninista a ser cabeza del liberalismo capitalista del gobierno de Caldera y a ser el responsable de aplicar las medidas del FMI en Venezuela. Había pasado del buró político del PCV y guerrillero con el seudónimo de “Teódulo Perdomo” a alcahueta de las medidas antipopulares del segundo gobierno de Rafael Caldera. Él mismo se encargó de anunciar la eliminación de la retroactividad de las prestaciones sociales de la clase trabajadora venezolana, para convertirse años después en un acaudalado editor de periódicos.

Producto de la famosa “Agenda Venezuela” y sus medidas neoliberales, las mismas por las cuales Caldera fustigara a Carlos Andrés Pérez en su discurso el 4 de Febrero, aunado a la situación de debacle que arrastraba el país, el 80% de los venezolanos fueron lanzados a la pobreza. Pero eso no fue todo, políticamente hablando, el gobierno de Rafael Caldera traería también una mayor sorpresa a Venezuela. En marzo de 1994, el Presidente de la República Rafael Caldera, nuevamente favorecía abiertamente al Bloque Comunista y en un acuerdo con el partido MAS y el PCV, concedió el indulto presidencial a quienes se encontraban presos en Yare: los comandantes del 4 de Febrero, en un intento por apaciguar la inestable situación política del país. Al menos eso fue lo que se dijo, pero los antecedentes hacen pensar que ese acuerdo había sido tomado hacía mucho, mucho tiempo atrás. Chávez y su grupo fueron dados de baja de las Fuerzas Armadas, pero estaban libres nuevamente. La exculpación de los golpistas iniciada con el controversial discurso de Caldera el 4 de Febrero de 1992 se había consumado finalmente. Y quizás, el hecho más relevante fue que Chávez había sido indultado sin inhabilitarlo políticamente, a pesar de haber gestado dos golpes de estado y de hablar de guerra civil en su “delirio en Yare”. La tan vilipendiada constitución de 1961, llamada por Hugo Chávez “la moribunda”, no contemplaba la inhabilitación política a menos que existiera sentencia firme penal. Por alguna extraña razón, después de dos años el juicio no se había culminado. Por último, se realizó un acuerdo de los militares golpistas con Caldera, quienes solicitarían ser dados de

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baja del ejército, con la condición que algunos militares que habían sido identificados en el golpe no fueran expulsados del ejército y pudieran permanecer activos, como fue el caso de Florencio Porras. A todas luces las cosas se han dado tal como se había acordado y planificado. El puntofijismo, proceso que el mismo Caldera había creado en su propio hogar, había llegado a lo más hondo de su podrida época y ya nunca más saldría a flote. Se aproximaba el momento y la gran oportunidad de llegar al poder para el Bloque Comunista.

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Capítulo 21. LIBERTAD, DIVINO TESORO Después de dos años de encarcelamiento, la calle recibió a Hugo Chávez más resentido y radical que nunca. En su cerebro hacían efervescencia los hechos del 4 de Febrero y el 27 de Noviembre de 1992. Los insultos propinados por sus hermanos de juramento rebelde, le producían cortocircuitos en sus neuronas. En la calle, los conspiradores del Bloque Comunista se encontraban divididos políticamente y con estrategias diametralmente opuestas: Francisco Arias Cárdenas había aceptado la alianza política más natural posible para competir por la gobernación del estado Zulia: los civiles conspiradores de La causa R y el partido COPEI, a pesar que el MBR-200 había expresado públicamente su posición de no participar en las elecciones por considerarlas amañadas y arregladas previamente. Chávez no lo entendía y así se lo habría dicho a Arias Cárdenas, ¿cómo era posible que éste se prestara a seguir el juego electoral del puntofijismo? Después de ganar la gobernación del Zulia, el mismo Chávez habría expresado que Arias Cárdenas le había dado la espalda a La Causa R y se había centrado más sobre el apoyo que provenía del partido COPEI. Hugo Chávez por su parte, muy delgado y vistiendo un Liqui-Liqui llanero, se dedicó a recorrer toda la geografía nacional llamando a la “Abstención Activa”, concepto que consistía en no participar en las elecciones programadas para 1998 y convocar a un proceso constituyente, para lo cual se propuso recoger firmas por todo el país. También evaluaba la posibilidad de dar un nuevo golpe de estado, pero él y sus seguidores del MBR-200 liberados, habían llegado a la conclusión que la vía de un movimiento armado que le apoyara ya no existía dentro de las Fuerzas Armadas. Los apoyos con los cuales contaba en ese momento se reducían a La Causa R y los independientes o “indecibles” –militares activos- como él les llamaba. Mientras tanto, en compañía de Jorge Giordani, Héctor Navarro y Nelson Merentes, Hugo Chávez y sus compañeros del MBR-200 diseñaban los mapas estratégicos nacionales y mundiales para hacer viable su proyecto ideológico. Pero, la llamada de Chávez a la abstención electoral no tuvo eco en la población. Aparentemente, muy poca gente creía en ese discurso. Sin embargo, alguien si creía en él y en su potencial político: Luís Miquilena. El hombre quien en el otoño de su vida, vislumbraba la llegada al poder a través de Chávez. Miquilena se convirtió en el mentor político de Hugo Chávez y fue quien le insistió en innumerables oportunidades sobre la conveniencia de abandonar el discurso de la abstención activa. Le aseguraba que por esa vía jamás llegaría al poder, que había que cambiar de estrategia. Le mostraba que los golpes de estado que había intentado no habían contado con apoyo popular, porque el venezolano no estaba de acuerdo con la toma del poder por esa vía. Eran

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muchos los años de dictaduras militares que a los ciudadanos de esta patria les había tocado vivir. Demasiados. Pero la relación con Luís Miquilena no se limitó a la de compañeros de ideas políticas. Miquilena se convirtió en su protector y amigo. Le esperó en la puerta de salida de Yare cuando fue excarcelado y además le propuso irse a vivir a un apartamento suyo después de salir de Yare, pues la verdad, Hugo Chávez no tenía siquiera donde ir. Bajo el amparo de “Don Luís” como solía llamarle, Chávez vivió 4 años. En algunas noches, las conversaciones de ambos se dirigían a planificar un futuro gobierno que combatiera la corrupción, las desigualdades y el hambre. Miquilena además se convirtió en el coordinador de todas las negociaciones de Hugo Chávez con los movimientos civiles de izquierda y en el captador de fondos económicos para su proyecto. Pero, ante la imposibilidad de convencer a Chávez de participar en la contienda electoral a pesar de sus largas discusiones nocturnas, Miquilena pensó en la posibilidad de lograrlo a través de uno de sus amigos y a la vez el ídolo comunista-revolucionario de Chávez: Fidel Castro y a través del embajador cubano en Venezuela, Miquilena hizo los contactos necesarios para la reunión. Ante tal encuentro, Hugo Chávez alucinaba imaginando conocer a uno de sus grandes ídolos políticos y en un avión de Cubana de Aviación, se trasladó a La Habana en compañía de Miquilena. Allí, inesperadamente al salir del avión, fue recibido por Fidel Castro en persona. Si, Fidel. El mismo que asistiera a la ceremonia de la toma de posesión de Carlos Andrés para su segundo gobierno. El mismo que dos años atrás enviara una carta a Pérez en repudio contra el golpe militar que Chávez encabezara el 3 y 4 de febrero. El mismo que se complacía con que el hilo constitucional y el Estado de Derecho se salvaguardaran, gracias a las fuerzas leales al gobierno. Si. Se trataba del mismo Fidel, quien apenas dos años después, en 1994, recibía a Hugo Chávez como héroe y dejaba a un lado los deberes de Estado, para recibirlo personalmente. Fidel pensaba que sí Luís Miquilena -su amigo de tantos años- estaba convencido que Chávez llegaría al poder, él no iba a desperdiciar la maravillosa oportunidad de conocerlo en persona. Después de todo, parecía que su plan inicial si funcionaría. Fidel se hacía muchas preguntas con relación a ese personaje. ¿Quién era Chávez en verdad? ¿Tendría tanto potencial como Miquilena aseguraba? ¿Sería un hombre realmente de izquierda o solo un militar con ansias de poder? El sabía lo que había ocurrido con él y su grupo, al romper con su lugarteniente en Venezuela, Douglas Bravo. Muchas incógnitas había que despejar, por eso, Chávez fue invitado por Fidel a dar un discurso en la Universidad de La Habana. Le daría la oportunidad de lucirse oratoriamente delante de su gente y luego tomaría su decisión de apoyarlo o no.

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Desde el podium del orador, Chávez inició su discurso diciendo que era la primera vez que iba físicamente a La Habana, pero que en sueños la había visitado mil veces, como tantos otros jóvenes venezolanos. Fidel sonreía complacido. Buen comienzo, pensó. Chávez continuaba inspirado con su discurso al borde del éxtasis: -(…) “En sueños vinimos a Cuba infinidad de veces, los soldados bolivarianos del ejército venezolano, que desde hace años decidimos entregarle la vida a un proyecto revolucionario, a un proyecto transformador”… -“Ayer cuando recibí la inmensa y agradable sorpresa de ser esperado en el aeropuerto José Martí por Fidel Castro en persona, le dije, yo no merezco este honor, aspiro merecerlo en los meses y en los años por venir”… -“Lo mismo le digo a todos ustedes, queridos compatriotas cubanos, latinoamericanos, algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos como estamos desde siglos hace, en la idea de un continente hispanoamericano, latinoamericano y caribeño, integrado como una sola nación que somos”… -“Andamos como el viento tras esa semilla que aquí cayó un día, y aquí en terreno fértil retoñó y se levanta, como lo que siempre hemos dicho, y no lo digo aquí en Cuba porque esté en Cuba, y porque como dicen en mi tierra, en el Llano venezolano, me sienta “guapo y apoyao”, sino que lo decíamos en el mismo ejercito venezolano antes de ser soldados insurrectos, lo decíamos en los salones en las escuelas militares de Venezuela. Cuba es un bastión de la dignidad latinoamericana y como tal, hay que verla y como tal, hay que seguirla y como tal, hay que alimentarla”… Mientras hablaba, Fidel se daba cuenta que el muchacho tenía mucha influencia de su propio estilo oratorio. Se notaba que le había escuchado muchas veces y que había leído mucho sobre él. -(…) “Recordaba haber leído en la cárcel, Comandante Castro, Presidente de Cuba, haber releído en primer lugar, en la cárcel de Yare, aquella encendida defensa, aquella encendida palabra suya, en “La historia me absolverá”, y haber leído también en la cárcel “El grano de maíz”. La entrevista hecha en este tiempo por el comandante Tomás Borges, y haber comparado, y dentro de tantas comparaciones, de tantas ideas, con 40 años casi de diferencia, una de la otra, sacar varias conclusiones como soldados prisioneros. Una de ellas, que vale la pena, que hay que hacerlo, mantener la bandera de dignidad de los principios en alto, aun a riesgo de quedarse solo en cualquier momento, y mantener contra vientos desfavorables, las velas en alto, mantener posiciones

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de dignidad, eso lo releíamos, lo leíamos en la cárcel, y fue para nosotros alimento de prisioneros, y fue, y sigue siendo para nosotros, alimento de rebeldes”. Chávez continuaba con su discurso e intentaba explicar los orígenes de su lucha, basados en el pensamiento de líderes venezolanos: -(…) “La raíz mas reciente, la raíz zamorana, tomada del general del pueblo soberano Ezequiel Zamora, Zamora líder de la revolución federal venezolana, Zamora el general que usaba doble cubre cabezas, un sombrero de cogollo y un quepí militar sobre el sombrero de cogollo, y lo explicaba en un concepto, que después Mao Tse-Tung reflejó de otra manera, en otro tiempo, y en otro lugar, Mao señalaba lo que ustedes saben mejor que nosotros, que “el Pueblo es al ejército como el agua al pez”. Y ustedes no solamente lo saben, sino que lo han aplicado. Y yo aprovecho, y me disculpan la digresión, para darle un inmenso abrazo, gigantesco, un gran abrazo a las fuerzas revolucionarias de Cuba, que se han identificado con su pueblo para siempre”… Chávez arrancaba aplausos de la audiencia estudiantil cubana. -“La otra vertiente de nuestro trabajo, para el cual también necesitamos estrechar nexos con los pueblos de nuestra América, es un trabajo organizativo, y desde la cárcel, o en la cárcel, recibíamos muchos documentos de cómo el pueblo cubano fue organizándose después del triunfo de la revolución, y estamos empeñados en organizar en Venezuela un inmenso movimiento social, el movimiento bolivariano revolucionario.... y mas allá, estamos convocando para este próximo año a la creación del frente nacional bolivariano”… -“Y la otra vertiente en la que estamos trabajando, para ir concluyendo estas palabras, este saludo, esta pasión que me mueve esta noche, un proyecto estratégico de largo plazo, en el cual los cubanos tienen y tendrían mucho que aportar, mucho con discutir con nosotros, es un proyecto de un horizonte de 20 a 40 años, un modelo económico soberano, no queremos seguir siendo una economía colonial, un modelo económico complementario”. Justo lo que Fidel quería oír. Después de conversar con él y Miquilena, compartir algunas ideas, trazar planes a mediano y largo plazo mientras compartían un exquisito dulce de mango, Fidel había convencido a Hugo Chávez de competir en la justa electoral de Venezuela e intentar llegar al poder a través de la vía constitucional. Al final de la reunión todos y cada uno de los presentes habían conseguido su propósito: Miquilena había logrado que su protegido participara en la justa electoral y desde ya saboreaba las mieles del poder. Chávez había conocido a su ídolo político y había logrado su apoyo –el financiero incluido- mientras que Fidel sabía que si

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su plan daba resultado, cualquier centavo o minuto que invirtiera en apoyar y asesorar a ese hombre, serían retribuidos con creces.

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Capítulo 22. LA ENCRUCIJADA POLÍTICA Mientras Hugo Chávez mantenía su llamado a la abstención activa, la dirigencia de los partidos tradicionales de AD y COPEI se encontraba enfrentada en su propio seno. La lucha por la candidatura presidencial en cada partido era intestinal, para variar. Irene Sáez Conde, ex reina de belleza, ex Miss Venezuela y ex Miss Universo en 1981, había estudiado Ciencias Políticas en la UCV y se había convertido en la exitosa alcaldesa de un rico municipio capitalino –Chacao- por su éxito en la limpieza, el urbanismo y la concientización cívica del ciudadano de su municipio, o de todo aquel que transitaba por él. De reina de belleza y símbolo de frivolidad y banalidad, Irene Sáez se había transformado en un icono de buena gerencia y planificación. Se había convertido también en la solución para el partido COPEI, que con su deteriorada imagen, dividido internamente y sin el apoyo de su otrora fundador Rafael Caldera, no lograba cristalizar la escogencia de un buen candidato. Como candidata presidencial, la popularidad de Irene Sáenz iba en aumento, llegando a alcanzar en algunas encuestas, hasta dos dígitos por encima de sus más cercanos competidores. AD por su parte, se encontraba en una penosa situación interna. Uno de sus líderes fundadores, Luís Alfaro Ucero, para quien las encuestas no daban ninguna posibilidad de triunfo por ser un flamante desconocido político y por no haber tenido nunca experiencia gubernamental ni gerencial -sin nombrar su avanzada edad-, se empeñaba en ser el candidato de su partido, negándole la oportunidad al liderazgo emergente. Convencido por Castro y Miquilena de participar en las elecciones presidenciales de 1998, Chávez asumió la bandera de Don Luís, quien había sido firmante de la Constitución de 1961 cuando militaba en URD, sobre la realización de una constituyente para crear una nueva Constitución, una nueva República, para arrancar de “cero” y levantar al país de sus cenizas. Una encuesta hecha por su misma gente en el país, donde se le preguntaba al encuestado si creía que Hugo Chávez debería ser candidato en las elecciones presidenciales, terminaría de convencerlo. Miquilena se convirtió entonces en el organizador de su campaña electoral. En aquel entonces, Chávez compartía las ideas de William Izarra –Antiguo fundador del grupo conspirador ARMAS-, quien a su vez reconocía que la vía propuesta por Miquilena era la correcta de llegar al poder por la vía electoral, pero eso sí, con el objetivo de implantar el socialismo desde la jefatura del gobierno. También asumió las ideas de Norberto Ceresole, a quien había conocido recientemente. Este último personaje es un sociólogo argentino que asesoró a Raúl Seineidin, jefe de los “Carapintadas Argentinos”, quien defendía

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la tesis de acabar con los partidos políticos y de la unión caudillo-pueblo-ejército, similar a la teoría de Mao Tse-Tung, condimentada con el absolutismo caudillista. Esta tesis fue totalmente absorbida por Chávez e incorporada a su campaña electoral. En Venezuela, Ceresole fue severamente criticado, como lo sigue siendo en casi todo el mundo por algunos libros que ha escrito, donde se muestra como defensor de la teoría del negacionismo, es decir, niega que el holocausto haya existido como tal. Por tal motivo, ha sido acusado de antisemita. Una vez en campaña, Chávez despotricaba del puntofijismo y de los gobiernos de ese nefasto período, quienes habían sido sus enemigos naturales. Descuartizaba verbalmente a sus adversarios políticos a quienes llamaba de la “Cuarta República”. Llenaba de improperios y calificativos pendencieros a los miembros de los partidos que se encontraban en posición directiva y los catalogaba de “Cúpulas podridas”. Decía en sus encendidos mítines, que “había que freír en aceite las cabezas de los adecos y copeyanos” culpables de la crisis que vivía el país. En sus interminables discursos marcados por el mas puro estilo fidelista, Chávez denunciaba los múltiples actos de corrupción cometidos por los gobiernos adecos y copeyanos. Hablaba del alto grado de deterioro de la salud en Venezuela, de la crisis educativa que asfixiaba al país, de la negligencia de los gobiernos anteriores, de las políticas neoliberales que habían sumido al pueblo venezolano en la pobreza por seguir genuflexamente las recomendaciones del FMI y el Banco Mundial, del bajo nivel de vida del venezolano, de la corrupción judicial, de los delitos de lesa humanidad cometidos por esos gobiernos, de la impunidad criminal, del estado corrupto y corruptor, de la desfachatez con la cual los políticos mostraban su neorriquismo, del poder que las barraganas habían tenido detrás de la Presidencia de la República, de la inseguridad personal, de los altos niveles de delincuencia, del déficit habitacional, de los altos niveles de analfabetismo y de inflación, así como de la carestía de la vida. En fin, sus incendiarios discursos eran un retrato hablado de la cruda realidad venezolana y así logró la sincronía con el pueblo que rechazaba la vieja manera de hacer política, mientras su popularidad crecía exponencialmente. Chávez llamaba a la unificación del país en torno a la destrucción de los partidos políticos, hacía el llamado a la constituyente, la nueva “Democracia participativa y protagónica”, la creación del nuevo proyecto de país y el nuevo pacto social: la creación de la Quinta República. Mientras daba sus discursos, Chávez describía su origen humilde, sus años de niño en su tierra natal, de su crianza por su abuela, de sus sueños, de su interés de ser un gran pitcher de béisbol, de sus esperanzas, de sus hijos, hasta de su vida íntima. El ciudadano humilde que le escuchaba -la mayoría del pueblo venezolano- sentía que aquel hombre describía su propia vida.

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Las paredes de las ciudades venezolanas empezaron a llenarse con afiches de Hugo Chávez, el Ché Guevara y Fidel Castro. El frente de las casas de los barrios más humildes del país eran pintadas con la frase: “Viva Chávez”. La población por tanto tiempo ignorada y olvidada, sentía que de su seno había nacido el líder para su liberación. A medida que su popularidad crecía, más se radicalizaba el discurso del candidato. Entonces, Chávez comenzó a utilizar un lenguaje político divisionista. Llamaba “oligarcas” a aquellos que vivían bien –aunque fuera modestamente- y se le oponían en su discurso, mientras llamaba “pueblo” a aquellos que nada habían tenido. Al ver que por esa vía oratoria arrancaba aplausos y vítores, su discurso se radicalizaba más y más. La raíz zamorana salía a flote. Pero, su discurso era fundamentalmente nacionalista, bolivariano. Nadie hasta ese momento había hablado como él tan directamente al pueblo, al trabajador humilde o al desempleado excluido. Nadie hasta ese momento se enorgullecía y hacía sentir orgulloso a los venezolanos por ser hijo de El Libertador, Simón Bolívar. En sus discursos, todos los grandes escritos y pensamientos bolivarianos estaban presentes. Todas sus ideas eran adornadas con pensamientos del padre de la patria y exacerbaba el nacionalismo. Hugo Chávez cantaba canciones de Alí Primera –“El cantor del Pueblo”- a la gente reunida para escucharle, donde se describía la tristeza del pueblo venezolano, la miseria, “las casas de cartón donde triste se oye la lluvia”… Hugo Chávez también bailaba al compás de un joropo llanero, iniciaba sus discursos con las notas del Himno Nacional “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó…” para después exponer sus planes de rescate de la salud, de la educación, de la repartición de la riqueza, de la creación de las fuentes de trabajo, de los juicios a los corruptos y así sucesivamente. Su discurso era aniquilador de la oposición política por verdadero. Por ajustado a la realidad del país. La solución que planteaba era la “Revolución bolivariana” que él encarnaba. En sus discursos, todas las frustraciones y conflictos desde su infancia emergían sin obstáculos. Su etapa de prisionero en Yare, el rechazo y los reclamos de sus “hermanos” de juramento también hacían efervescencia ante las masas. Poseía el típico liderazgo carismático: una mitad del país lo idolatraba y lo odiaba la otra mitad. Su discurso divisionista y cargado de odio y resentimiento hacía que una buena parte de la población lo rechazara. No entendían porque después de tanto sufrimiento estudio y esfuerzo para lograr ascender de clase social y darle a su familia un futuro mejor, ahora era llamado oligarca. Los medios de comunicación no paraban de dar cobertura a aquel fenómeno electoral, mientras la popularidad de Irene Sáez y del candidato de AD se iba al subsuelo. Ante aquella debacle electoral para los partidos tradicionales, COPEI fue el primero en reaccionar, entregándole la candidatura a Henrique Salas Röemer, un adinerado y exitoso gobernador del estado industrial de Venezuela y retirándole su apoyo a la ex reina de belleza. Ante la imposibilidad de AD de

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obtener alguna participación electoral honrosa, sus autoridades nacionales decidieron quitarle el apoyo a su fundador y entregárselo a Salas Röemer también. Por su parte, Alfaro Ucero en su infinita terquedad, decidió continuar en la contienda electoral con un partido recién creado. Irene Sáez a su vez, no cesaría en su esfuerzo y también crearía su propio partido –IRENE- para continuar con la postulación presidencial. Miguel Rodríguez, el otrora ministro de economía de Carlos Andrés Pérez en su segundo gobierno, participaría con el apoyo del partido Perecista “Apertura” y el líder sindical, Alfredo Ramos, iría en representación de La Causa R. Claudio Fermín había renunciado a sus aspiraciones presidenciales por la baja intención de voto que le daban las encuestadoras. Esas encuestas revelaban la inevitable realidad: Hugo Chávez se perfilaba como el ganador de los comicios presidenciales para 1998. En un último y desesperado intento por mantener el poder político, el Bloque Puntofijista logró la separación de las elecciones al Congreso, Asambleas Legislativas y Gobernaciones, de la elección presidencial. En estas elecciones la representación de este bloque sería importante y mayoritaria en ambas cámaras –Senadores y Diputados- y duplicó las Gobernaciones obtenidas por el Bloque Comunista. Con las victorias obtenidas por el Bloque Puntofijista, se mantenía la mayoría en el Poder Legislativo y en el liderazgo regional. Ante esta situación, a Hugo Chávez le costaría mucho llevar adelante una revolución.

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Capítulo 23. EL BLOQUE COMUNISTA EN EL PODER Hugo Chávez Frías y su partido Movimiento V República (MVR) creado con fines estrictamente electorales, ganó holgadamente las elecciones presidenciales el 6 de diciembre de 1998 con un 56% de los votos. El segundo en la contienda electoral fue Henrique Salas Römer con el 40%, seguido por Irene Sáez con el 3% y el resto de los candidatos obtuvieron menos del 1% cada uno. La abstención electoral se calculó cercana al 37% del padrón electoral, mientras que la votación en números absolutos obtenida por Chávez había sido menor que la de Lusinchi y la de Carlos Andrés Pérez, indicado el rechazo del votante hacia los candidatos postulados, o cuando menos, indiferencia hacia las propuestas políticas. A pesar de esto, la estrategia electoral para conseguir el poder se había materializado. El Bloque Comunista llegaba al poder sin la necesidad de utilizar las armas, tal como había asegurado Luís Miquilena. El discurso político había sido suficiente. Hugo Chávez no había llegado solo al poder. Había logrado aglutinar las más importantes fuerzas de izquierda del país, movimiento que tomaría el nombre del “Polo Patriótico” conformado por: el PCV, BR, el partido PPT con Aristóbulo Istúriz y Pablo Medina a la cabeza de este último, el MAS, el MEP y por supuesto el MVR. La celebración popular contrastaba con la anterior elección electoral. Desde hacía muchos años no se veía una celebración tan gigantesca. Las calles eran absolutamente copadas por los seguidores de Hugo Chávez, conformados en su mayoría por la gente humilde del país. Pero, estos no eran los únicos que se unían a la celebración. Los llamados “intelectuales de izquierda” y aquellos que en otros tiempos defendían las bondades de los partidos tradicionales se confundían en la algarabía. Sin embargo, la otra mitad de la población no tenía motivos para celebrar y presagiaba tiempos difíciles para la patria. La polarización de la sociedad venezolana por razones políticas volvería a presentarse por causa de una revolución, tal como sucedió en 1945, pero en aquella ocasión liderada por Rómulo Betancourt y su grupo de militares golpistas. Algunos miembros de los grupos económicos poderosos veían como malos ojos lo que ocurría, especialmente el lenguaje del ex comandante y nuevo presidente. La pugna de siempre entre el Bloque Comunista, ahora en el poder y el Bloque Puntofijista, se pondría nuevamente en relieve. Grandes batallas se preparaban por la defensa de los intereses de cada grupo y por el poder político.

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Capítulo 24. FIDEL, SIEMPRE FIDEL Fidel Castro visitó nuevamente a Venezuela para la toma de posesión presidencial de Hugo Chávez el 2 de Febrero de 1998. Era un invitado especial. Especialísimo. Después de asistir al acto de juramentación, Fidel dio un discurso en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Después de cuarenta años, Fidel regresaba a “La casa que venció las sombras”. Pero, no se trataba de aquel joven impetuoso y lleno de energía de antes. Era un Fidel envejecido, con setenta y dos años a cuestas, pero bien ganados en experiencia política. Con una retórica más refinada y más cautelosa, Fidel cautivaba nuevamente a los jóvenes venezolanos. Recordó su primer discurso en el Aula Magna de la UCV y mientras hablaba se mantenía a la expectativa de las reacciones de aquellos jóvenes, quienes definitivamente no eran los mismos y cuyos pensamientos políticos podían haber variado después de cuarenta años sin dictaduras y con mayor libertad de pensamiento. En las primeras partes de su discurso comenzó a explicar la experiencia cubana con el sistema socialista. Habló sobre los inicios de su dictadura, sobre la aprobación de los cubanos para expropiar grandes almacenes, los bancos, las viviendas, las tierras y también sobre el paradójico miedo de los cubanos de hablar sobre el socialismo y más aún, sobre el comunismo. Miedo que era producto –según él- de las mentiras del imperio norteamericano. Fidel explicaba como las leyes revolucionarias que él había creado, habían contribuido a crear la conciencia popular y colectiva. Habló sobre los logros de la revolución socialista en Cuba, mientras se excusaba para no ser mal interpretado por pretender predicar a favor del socialismo o el comunismo -claro que ni al más imbécil de los allí presentes se le habría ocurrido pensar que ese era el objetivo de su discurso-. Cauteloso pero con ímpetu, continuaba hasta verificar el nivel de aceptación de sus palabras. Resaltó la resistencia del pueblo cubano sobre el omnipotente imperio norteamericano, haciendo el paralelismo de siempre: el de David venciendo a Goliat. La estrategia daba resultado. Se escucharon los primeros aplausos. Para apoyar el recurso retórico, torcía la historia, asegurando que en la época de la guerra fría podían estar muchos misiles de EEUU apuntando su “pequeña isla”, cuando el hecho fue exactamente al revés: por estar Cuba apuntando misiles soviéticos en octubre de 1962 contra EEUU y que fueron mostrados en la asamblea de la ONU a través de fotografías aéreas, la URSS no pudo ocultar más ese hecho y la ONU ordenó el desarme misilístico cubano y EEUU puso en marcha el embargo y el bloqueo comercial. Pero, la artimaña oratoria funcionaba

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y la aceptación del público al argumento de siempre, le permitía profundizar más en su discurso. Podía incluso no solamente justificar, sino vanagloriarse de las misiones que sus ejércitos habían cumplido en distintas partes del mundo. Los aplausos que arrancaba del público le permitían cambiar su “queridos amigos y amigas” del inicio, por “compañeras y compañeros”, sintiéndose como en casa y permitiéndose hacer uno que otro chiste y una que otra cita de Carlos Marx. A partir de ese momento, Fidel arremetió con más fuerza en su discurso contra la política del bloqueo norteamericano, contra el materialismo y el consumismo de las sociedades capitalistas y contra los desertores de su isla, producto –según él- de las debilidades y ausencia de la exhibición del lujo, omitiendo ex profeso, que su vida no padece de limitaciones como la de su propio pueblo y que por el contrario, él mismo es considerado uno de los hombres más ricos del mundo. Sin cortapisas, hablaba de la batalla de ideas y de cómo esa batalla la estaban ganando en Cuba. Esta vez no incitaba a pelear contra la dictadura del ex dictador dominicano “Chapita” Trujillo, como había hecho cuarenta años atrás. Esta vez incitaba a los venezolanos a luchar por las ideas socialistas en el mundo globalizado de hoy. Recordó lo sucedido cuando fue capturado en la sierra siendo guerrillero: el oficial al mando de las tropas gubernamentales no había querido matarlo a él y sus acompañantes, porque éste mismo oficial se debatía interiormente entre apresarlo o liquidarlo allí mismo, repitiendo en voz baja “las ideas no se matan” “las ideas no se matan”, mientras la gente aplaudía a rabiar. ¿Podría haberle preguntado alguno de los presentes por qué él mismo había mandado a fusilar entonces a tantos miles de cubanos que no pensaban igual que él? Pregunta lógica, pero que no parecía tener cabida dentro de la euforia colectiva que empezaba a desatarse entre quienes escuchaban su discurso incendiario. Fidel recibía vivas y risas sobre sus improvisados chistes. Grupos de izquierda cantaban el añejo estribillo cubano “Fidel, Fidel, ¿qué tiene Fidel, que los americanos no pueden con él?”. Después de dar una ojeada a su libreta de apuntes, habló sobre las misiones humanísticas de los médicos cubanos que habían ido por todo el mundo, de los maestros y constructores que había enviado a los lugares más recónditos del planeta y terminaba alabando el papel de los combatientes cubanos en distintos países del África, para posteriormente atacar ferozmente el neoliberalismo, la unión europea, la conversión de la antigua URSS en países autónomos y por supuesto, al capitalismo.

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Atacaba todo cuanto se le ocurría. Los comerciales de televisión, las novelas televisadas, el que cada familia deseara tener un vehículo, el tipo de suave papel utilizado para la fabricación de revistas. Todo. Pero, detrás de toda la crítica, su fuerza oratoria se encauzaba subliminalmente contra el natural deseo de cada ser humano de progresar, de pensar distinto, de tener mejor calidad de vida a través de su esfuerzo y por el contrario estimulaba a quienes le escuchaban a ser conformistas, de sobrevivir en una economía de subsistencia, de escuchar solo un canal de televisión, de leer un solo periódico con un solo pensamiento, una sola ideología. Al fin y al cabo, si en Cuba había funcionado ese discurso, ¿por qué no en Venezuela?

Criticaba a Adam Smith a quien llamó el padre del capitalismo. Aseguraba que el británico había creado un monstruo, le endilgaba preceptos falsos al sistema capitalista, como el de basarse en el individualismo y no en la motivación individual y muy humana por ser diferentes. Contraponía los conceptos de Marx y las bondades del socialismo, obviando por supuesto el hecho que ningún país en el mundo hasta ese momento había podido satisfacer las necesidades de su pueblo a través del sistema que defendía y mucho menos Cuba.

Criticaba a EEUU por estafar a todos al ser depositario del tesoro mundial del oro y el de manipular a su antojo la economía mundial. Criticaba la utilización del dólar como la moneda de transacciones comerciales en el mundo. Criticaba al capitalismo y los costos ambientales y el hambre que genera, las diferencias entre clases sociales, los cambios climáticos, en fin, de todos los males que aquejan al mundo. Y para ello adornaba su discurso con la célebre frase de Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad".

Hablaba de la integración de los países de América Latina como la solución. Alababa el comportamiento de los países isleños del Caribe quienes habían dado –según él- una lección de dignidad a EEUU por haber roto el bloqueo impuesto por la OEA a Cuba. Por supuesto, no pronunció palabra alguna sobre las sanciones de la OEA producto de su invasión armada a Venezuela durante el gobierno de Raúl Leoni.

Fidel hablaba de los logros de la medicina cubana a pesar de la crisis después de la caída de la URSS, el país con el cual había mantenido mayor “intercambio” económico. De la recepción en Cuba de estudiantes de distintos países de América Latina para estudiar medicina en forma gratuita. Hablaba de la disminución del índice de mortalidad infantil en su país y de los logros en el deporte. Subliminalmente, continuaba con la “venta” del sistema socialista, por supuesto, obviando las deficiencias de su pueblo en todas las demás áreas. Pero, por sobre todo, obviaba que en Cuba como en pocos países del mundo no se nace libre, ni de pensamiento ni de acción, sino bajo las leyes y reglamentos de su régimen y que ese nuevo ser humano es manipulado ideológicamente desde su infancia.

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Mientras mostraba con precisión estadística a cual situación económica debería enfrentarse el nuevo gobierno venezolano –con cifras detalladas en mano-, se autodefinía amigo del presidente Chávez y mentía sobre una supuesta rechifla que hubo en su mitin en la Plaza de El Silencio en 1959 contra Betancourt al nombrarlo en su discurso. Todavía la herida de aquella visita permanecía abierta. Se atrevía a manipular la historia, a sabiendas de lo débil que es la memoria política de nuestros pueblos.

-“Esta vez las esperanzas están por delante, dijo. Veo en ellas un verdadero renacer de Venezuela, o al menos una excepcional gran oportunidad para Venezuela. Lo veo no solo en interés de los venezolanos, lo veo en interés de los latinoamericanos y lo veo en interés de los demás pueblos del mundo, a medida que este mundo avance, porque no va a quedar otro remedio hacia una globalización universal. No tiene escapatoria, ni tiene alternativas. Así que con esto no puedo estar pretendiendo halagarlos a ustedes, sino más bien recordándoles el deber de ustedes, de la nación, del Pueblo, de todos los que nacieron después de aquella visita, de los más jóvenes, de los más maduros, que realmente tienen ante sí una enorme responsabilidad. Creo que oportunidades se han perdido algunas veces, pero ustedes no tendrían perdón si esta la pierden”…

-“Si aquí en vez de ser un viejo amigo, alguien a quien ustedes le han hecho el honor tan grande de recibirlo con afecto y confianza; si en lugar de un viejo y modesto amigo —lo digo con toda franqueza— estoy completamente convencido, estuviese alguno de los padres de la patria venezolana, me atrevo a decir más… si aquel hombre de tanta grandeza y tanto talento que soñó con la unidad de América Latina estuviera aquí hablando con ustedes en este instante, les estaría diciendo: "¡Salven este proceso! ¡Salven esta oportunidad!”…

-“Tengan la seguridad de que nuestros vecinitos del norte no se sienten nada felices con este proceso que está teniendo lugar en Venezuela, ni le desean éxito”… -“No vengo aquí a sembrar cizaña ni mucho menos, al contrario, estaría planteando sabiduría con prudencia, con toda la prudencia necesaria, la necesaria y no más de la necesaria, pero tienen que ser ustedes hábiles políticos; tienen que ser, incluso, hábiles diplomáticos; no pueden asustar a mucha gente. Más por viejo que por diablo les sugiero que resten lo menos posible”…

En su discurso de cuatro horas y media Fidel preparaba el camino a Hugo Chávez. Él conocía perfectamente los pensamientos de izquierda del nuevo presidente venezolano. También preparaba su propio camino hacia Chávez. Fidel siempre había tenido claro lo que deseaba de Venezuela y esta vez, todo puntaba a que lo obtendría y sin disparar un solo tiro.

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Algún tiempo después, Fidel comenzaría a obtener los frutos de su cosecha en Venezuela y de su amistad con Hugo Chávez: el abastecimiento de al menos cincuenta y tres mil (53.000) barriles de petróleo diarios a Cuba –algunos opositores aseguran que en la actualidad alcanzan los cien mil- producto de un acuerdo firmado un año después, el ingreso seguro de dólares aportando su “capital humano” a través de entrenadores deportivos, médicos, ingenieros y otros profesionales, la venta de medicamentos fabricados en Cuba, la intermediación a través de Cuba para la importación de alimentos hacia Venezuela, la fabricación de casas para los cubanos, el arreglo de la deteriorada red de electrificación cubana, la reapertura de la refinería en Cienfuegos, el entrenamiento de oficiales militares y de milicianos en territorio cubano, el manejo de los cuerpos de inteligencia venezolana y de la seguridad personal de la gallina de los huevos de oro, el mismísimo Hugo Chávez.

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Capítulo 25. EL GOBIERNO REVOLUCIONARIO Hugo Chávez sabía perfectamente a cual situación política se enfrentaba al tomar el mando. Su gobierno revolucionario era inviable con el congreso, las asambleas legislativas, las gobernaciones y alcaldías en manos del Bloque Puntofijista. Los sindicatos, los colegios de profesionales, las fuerzas armadas, el tribunal supremo de justicia y en general todos los espacios políticos se encontraban en manos de sus adversarios. Había que desmontar aquella estructura de la IV República y no sería fácil ni rápido. Así que desde el mismo momento de su salida del teatro Teresa Carreño y la ceremonia de la toma presidencial, Hugo Chávez se dirigió a palacio para firmar su primer decreto: la convocatoria a referéndum para el cambio constitucional. Él sabía perfectamente que para que su proyecto fuera viable debía seguir la teoría de Carlos Matus, ex ministro de Salvador Allende en Chile, quien opinaba que para que una fuerza política fuera transformadora de verdad, debía hacer explotar los cimientos de su estructura: lo político-jurídico, lo económico-social y su ideología. Estratégicamente, Chávez escogió destruir en primera instancia la estructura político-jurídica del país. El objetivo táctico era el congreso. Después, seguiría lo demás. El plan era crear una nueva constitución, revolucionaria, claro está, con un nuevo precepto democrático: la democracia participativa y protagónica y por supuesto, también incluir la extensión del período presidencial a seis años y la figura de la reelección presidencial inmediata que no era contemplada en la constitución de 1961. La revolución necesitaba tiempo. Mucho tiempo. También sabía que se aproximaban momentos difíciles y habría guerra, solo que esta vez las batallas se darían en el terreno político. Sin embargo, la constitución de 1961 se autoprotegía para ser cambiada y por ello había durado treinta y ocho años, constituyéndose en la de mayor duración desde que Venezuela se había convertido en república. Chávez y sus aliados decidieron utilizar su Artículo 4 para lograr su objetivo, el cual rezaba: “La soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce a través del sufragio”… y según el punto de vista presidencial, el referéndum era una forma de sufragio, aunque este no apareciera explícitamente nombrado. Uno de los principales auspiciantes de esta idea era el Dr. Hermann Escarrá. Después de habérsele solicitado a la Corte Suprema de Justicia -presidida por la Dra. Cecilia Sosa Gómez- la interpretación de la Constitución y resultando beneficiado con su fallo, Chávez llamó a referéndum. La oposición política insistía que lo que se hacía era ilegal e írrito.

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Mientras esto ocurría y el país se encontraba en una especie de inercia política actuando como espectador de una contienda legal entre los dos bloques antagónicos, se producían múltiples invasiones de tierra productiva en fincas privadas y de cuanto edificio no habitado existiera por campesinos y habitantes de las grandes ciudades, respectivamente. Todas sus acciones eran ejecutadas en nombre de la revolución y se identificaban como afectos y seguidores del Presidente Chávez. El gobierno hacía mutis sobre estos hechos o simplemente justificaba el irrespeto a la propiedad privada con argumentos rebuscados, como: la explotación secular campesina, las necesidades de vivienda producto de la incapacidad de los gobiernos anteriores, etcétera. La contienda legal seguía su curso y el llamado a la Asamblea Constituyente fue aprobado el 25 de Julio de 1999. Se convocaron a ciento treinta constituyentistas en el mes de Agosto de ese mismo año, grupo conformado mayoritariamente por seguidores de Hugo Chávez y pertenecientes al Polo Patriótico. El objetivo había sido capturado. En Agosto de 1999 el poder constituyente declara el “Estado de Emergencia” en el país y decreta la intervención y disolución de todos los órganos del estado. Hugo Chávez es relegitimado por la Asamblea Constituyente como Presidente de la República y disuelve el Poder Legislativo representado por el congreso y el poder judicial. Un nuevo golpe a los procedimientos universalmente aceptados por la democracia en el mundo había sido puesto en ejecución: ningún poder puede eliminar de sus cargos a los representantes que han sido escogidos por el pueblo a través de la votación popular. Pero el Congreso fue disuelto y disuelto se quedó. El primer gran objetivo táctico alcanzado fue que la asamblea constituyente dejaba sin efecto el poder legislativo del Congreso. De tal manera que la mayoría obtenida por el Bloque Puntofijista en las elecciones anteriores desaparecía. Para completar la ejecución táctica de su estrategia, se declaró la “Emergencia Judicial”, poniendo a todos los jueces en situación de transitoriedad y nombró a dedo a cada uno de los nuevos magistrados del nuevo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y al Fiscal General de la República, cuyo cargo debería dejar en manos de alguien extremadamente leal, pues había aprendido bien la lección de Carlos Andrés Pérez. El proyecto de la nueva Constitución presentado por el Poder Constituyente, fue aprobado por la mayoría de los constituyentistas, después de seis meses de discusión y posteriormente fue sometido a consulta popular en Referendo Aprobatorio –donde se registró 55% de abstención-, siendo aprobada el 15 de diciembre de 1999 y publicada en Gaceta Oficial el día 30 de ese mismo mes. Había nacido la Quinta República en Venezuela por un parto distócico, en forma írrita e ilícita en opinión de algunos abogados constitucionalistas, pero finalmente había nacido. Tantas malformaciones traía la pobre criatura, que se dijo que lo

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finalmente publicado en Gaceta Oficial, no era lo aprobado por los constituyentistas. Lo importante era que la nueva constitución parecía un traje hecho a la medida de su solicitante: Hugo Chávez. Ese mismo año de 1999, fue una época que transcurrió en un tira y encoge por parte de los dos bloques en pugna. La escena política fue colmada por los eventos electorales relacionados con la nueva constitución y su discusión. Solo un desastre natural cambiaría aquel escenario: la tragedia del Estado Vargas. Fueron quince días de lluvia constante, donde miles de venezolanos perdieron la vida producto de una intensa vaguada y donde los daños materiales fueron incalculables. Esta desgracia coincidió con la aprobación de la nueva constitución. El segundo objetivo táctico alcanzado por el Bloque Comunista fue la aniquilación del liderazgo opositor, tanto de aquel que representaba el antiguo Bloque Puntofijista como el del nuevo liderazgo emergente derivado de la división de esos mismos partidos. Por tal motivo y ante la nueva elección presidencial que tendría que desarrollarse, Hugo Chávez se lanzó como candidato a la Presidencia de la República para el año 2000, mientras que la oposición decidió escoger como su candidato, nada más y nada menos que a: ¡Francisco Arias Cárdenas! Si. Tal cual como lo leyó, Francisco Arias Cárdenas. El mismo militar fundador del grupo rebelde ARMAS en la escuela militar, el “hermano de juramento” de Hugo Chávez en el Samán de Güere. El líder del grupo ARMAS y después del MBR-200. El que participara en el golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez en 1992. El mismo que fuera detenido después de tomar el Fuerte Mara en el Zulia y llevado a prisión en Yare junto a Hugo Chávez. Si. Francisco Arias Cárdenas, quien fuera gobernador del estado Zulia por votación popular ya que el pueblo le había enseñado que por la vía democrática podía acceder al poder. El mismo que en prisión reclamara mil veces a Chávez su inercia durante el golpe de estado del 4 de Febrero y este a su vez había sido acusado por Chávez por seguirle el juego a la oligarquía, al presentarse como candidato a la gobernación del Zulia. ¿Se imagina el lector al Bloque Puntofijista apoyando políticamente a Francisco Arias Cárdenas como candidato presidencial? Absurdo y desesperado, ¿no?, pero así fue. Tal era la imagen que el venezolano tenía para aquel entonces de los líderes políticos del puntofijismo y la que los partidos pertenecientes a ese bloque tenían de sus propios dirigentes. Durante la campaña electoral los candidatos se lanzaron cualquier tipo de improperios. Chávez Llamó a Arias Cárdenas “traidor” e invitaba a los electores a rechazar a quien “había traicionado a su amigo del alma”, mientras que Arias

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Cárdenas acusaba a Chávez por haberse desviado de los principios bolivarianos de la revolución y de su inercia el día del golpe, llamándole “gallina”, por el episodio del 3-4 de febrero. El 30 de mayo de 2000 se llevaron a cabo las “mega-elecciones” en el país, para la escogencia de gobernadores, parlamentarios, alcaldías y por supuesto la elección presidencial. Hugo Chávez fue reelegido Presidente de la República para un período de seis años, alcanzando el 60% de la votación, seguido por Arias Cárdenas con el 38%. La abstención electoral fue del 44% del padrón electoral. La nueva constitución planteaba una asamblea unicameral, para la cual el Bloque Comunista había obtenido el doble de los escaños. Con esta victoria Chávez allanaba el camino de su proyecto revolucionario. A través del control estratégico de la Asamblea Nacional se obtenía a la vez el control sobre la Fiscalía, el TSJ, el CNE, la Contraloría y el Poder Moral. Con este nuevo escenario político donde contaba con la mayoría a su favor, Chávez se dispondría a gobernar el país y a llevar adelante su revolución dentro del marco de la legalidad. La tesis de William Izarra de copar todos los poderes independientes después de alcanzar la presidencia por la vía democrática, estaba rindiendo sus frutos. Chávez conducía el poder de la mano de su mentor político, Luís Miquilena, quien fuera su ministro de relaciones interiores y también presidente de la Asamblea Nacional. Pero, Miquilena se quejaba en círculos privados del estilo presidencial, de su impuntualidad; de su manera de hacer gobierno enfrentándose a todos los sectores, chocando con todo el mundo, generando conflictos con la iglesia, con los sindicalistas, con los empresarios, con los representantes de los distintos gremios del país, con los representantes de su propio partido y de los partidos que le apoyaban, con todo el mundo. Los cambios de ministros eran tan frecuentemente ordenados por Chávez como su cambio de camisa. Su trato autoritario, humillante y despectivo hacia sus colaboradores generaba mucho rechazo, por ello, Miquilena sentía que con su actitud estaba descuartizando el proceso revolucionario. Varias escisiones políticas se habían producido por causa de Hugo Chávez. El MAS se dividió en tres partidos: El MAS propiamente dicho pasó a la oposición liderado por Leopoldo Puchi, el partido “Podemos” liderado por Ismael García permaneció apoyando a Chávez y Rafael Simón Jiménez con su partido “Vamos” condicionaba su apoyo al oficialismo en el parlamento dependiendo de las decisiones que fueran a tomarse. Aristóbulo Istúriz y el PPT se distanciaron de Chávez. En una oportunidad, Aristóbulo muy enojado había justificado un arrebato de Chávez declarando a los medios de comunicación, que seguramente él –Chávez- “se había fumado una lumpia”. Los problemas se habían originado porque Chávez no había

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cumplido con los acuerdos sobre las candidaturas y pretendía imponer, como en efecto lo hizo, las candidaturas de los miembros del MVR sobre las del PPT, en particular para la alcaldía del municipio Sucre en el estado Miranda, cuyo candidato del PPT era William Ojeda y el del MVR era José Vicente Rangel Ávalos, así como el candidato para la gobernación de Guárico. Después de saldadas las diferencias, el PPT volvería a brindarle su apoyo a Chávez. A pesar del trato despectivo hacia la mayoría de sus seguidores, La comunicación con Miquilena se mantenía en forma respetuosa y éste a su vez, le hablaba con franqueza a Chávez, quien reconocía ante su mentor sus errores, pero posteriormente volvía por sus fueros a insultar y despotricar de todo y de todos. Ante tal situación, Miquilena volvería a recurrir a un antiguo y efectivo recurso: Fidel Castro. Entonces, Miquilena sugirió una reunión entre los tres, so pretexto de hablar sobre la crítica situación política en Venezuela. El escenario escogido sería la isla de Margarita, a propósito de una cumbre presidencial. Después de los saludos afectuosos entre los tres amigos y algunas conversaciones intrascendentales y entre una que otra crítica a las cumbres presidenciales, Miquilena fue directo al punto que le interesaba discutir: -Fidel, ahora que tenemos la oportunidad de conversar en privado los tres, quisiera escuchar tu opinión sobre la situación venezolana, que estoy seguro conoces perfectamente. -Bueno… se quedó pensativo Fidel con su vista perdida en dirección al piso. Yo creo que no es una situación fácil, para empezar… -Creo que hay muchos frentes abiertos… se nota que nuestros amigos del norte tiene metidas las manos en todas partes, continuó. Lo importante es que tú, Chávez, tengas la sabiduría y la paciencia para enfrentar todos esos obstáculos que te están poniendo. -Eso mismo pienso yo, Fidel. Apuntó Chávez. Claro que los gringos están metiendo las manos…sobre todo en el sector de los medios y de los empresarios para afectar mi imagen y la de mi gobierno. -Eso es muy cierto, aseguró Miquilena. Pero, pienso igual que Fidel…que hay muchos frentes de batalla abiertos. Nos estamos peleando con todo el mundo y eso nos puede conducir a una situación de ingobernabilidad. -Así es, intervino Fidel. En estos momentos necesitas todo el apoyo político posible, Chávez. Cada hombre, cada líder, cada partido cuenta, para que puedas mantener el control del país. Los que vendrán serán tiempos difíciles…es más, continuó Fidel, me atrevería a asegurar que los gringos te la tienen preparada…

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Chávez escuchaba con atención a sus mentores sin pronunciar palabra, entrecerrando los párpados y muy pensativo. Simultáneamente sentía que la escena había sido preparada con premeditación por Miquilena. -Yo creo que es momento de suavizar el discurso, intervino nuevamente Miquilena. Me parece que tenemos que ir paso a paso, una cosa a la vez, pero sin perder el rumbo que perseguimos hasta conseguir los cambios sociales que el país necesita. -La situación de Cuba cuando nosotros llegamos al poder y la de Venezuela actualmente, son completamente distintas, le aseguró Fidel. Cuando nosotros llegamos al poder podíamos hacer todos los cambios radicales que quisiéramos porque habíamos llegado por la vía de las armas. El caso venezolano es diferente… ustedes tienen que hacer los cambios dentro de la legalidad, con elecciones, con acuerdos políticos y todas esas cosas… -Lo nuestro fue una revolución con todo lo que ello implica, lo de ustedes yo me atrevería a decir que no es una revolución… Es una situación sui géneris, es un proceso inédito. Pero tienen la maravillosa oportunidad de llevar adelante muchos cambios, no solamente para el pueblo de Venezuela, sino también a otros pueblos latinoamericanos que les necesitan y que seguramente en el futuro seguirán su ejemplo. -Chávez -dijo mirando de frente a su discípulo-, te sugiero con toda la sinceridad de la que soy capaz, que no cometas los errores que yo cometí. Suma gente a tu proceso, no restes, le dijo. Si lo haces, ¡tienes la victoria asegurada! La conversación entre los tres amigos se mantuvo por 2 horas. Chávez se mostró de acuerdo con lo planteado por sus consejeros políticos, pero en su interior le había incomodado mucho la posición recriminatoria de Miquilena ante Fidel. De manera que tan pronto retornó a Caracas, volvió a sus andadas. Miquilena, en vista de no lograr hacer cambiar de conducta a Chávez, decidió entonces separarse del gobierno, no sin antes verse involucrado en un escándalo de corrupción, por la adjudicación de contratos de pólizas de seguros del estado a favor de una empresa donde tenía participación accionaria y del cual fue absuelto. Además, se vio involucrado en una supuesta participación en el caso de tráfico de influencias sobre una empresa que imprimió los tarjetones electorales en una elección. Miquilena se fue a la oposición y creó su propio partido: Solidaridad. Pero la frágil situación de ingobernabilidad se seguiría deteriorando, no solamente por los factores a los que había hecho mención Miquilena en la reunión, sino además por problemas de imagen del presidente.

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Capítulo 26. DE AEROPIRATAS Y GUERRILLEROS Desde que Hugo Chávez se hizo candidato, fue relacionado con la guerrilla colombiana y el comunismo mundial. Esto había sido desmentido infinidad de veces por el propio Chávez, quien sin embargo, nunca ocultaba su simpatía por la guerrilla y por Fidel Castro y en muchas oportunidades había citado a Marx. La idea de asociar a Chávez con el comunismo le había hecho perder algunos adeptos y reafirmaba el rechazo de sus opositores. Un caso que fue ampliamente divulgado por los medios de comunicación y que golpeó duramente la imagen presidencial fue el relacionado con José María Ballestas, guerrillero del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia. José María Ballestas Tirado viajaba en compañía de otros cinco guerrilleros en un avión de la línea aérea colombiana AVIANCA, el 12 de Abril de 1999 haciendo la ruta Bucaramanga-Bogotá. Estos guerrilleros secuestraron el avión con 46 pasajeros a bordo y lo desviaron e hicieron aterrizar en una pista clandestina, al sur del departamento Bolívar en Colombia. Por este caso, Ballestas y sus compañeros fueron penados con treinta años de prisión por los cargos de apoderamiento y desvío de aeronave, secuestro extorsivo agravado y rebelión. Dentro del grupo de pasajeros secuestrados se encontraba un ciudadano venezolano y 20 meses después, todavía permanecían secuestrados en manos de la guerrilla. Uno de los secuestrados falleció de un ataque cardiaco. El gobierno del entonces presidente colombiano Andrés Pastrana, intentó fallidamente conseguir la liberación de los secuestrados con su fracasada política de negociación. La policía internacional desde Colombia había librado una orden de captura en contra de José María Ballestas, pero su paradero era desconocido. Las investigaciones de los cuerpos de inteligencia colombiana dieron con él: se encontraba en Caracas. Por tal motivo, establecieron contacto con el cuerpo de Policía Técnica Judicial (PTJ), institución que posteriormente se convertiría en el Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (CICPC). Ambos cuerpos de inteligencia ejecutaron el procedimiento de captura en el centro comercial Manzanares de la ciudad de Caracas. Para el momento de la captura, José María Ballestas portaba un documento de identidad falso a nombre de Igor Alexander Montiel, situación que le convertía en delincuente en Venezuela por identidad falsa. El sujeto detenido negó ser quien era, cometiendo el segundo delito en territorio venezolano, al ofrecer testimonio falso a un funcionario público. Al ser confirmada su identificación y en presencia de un fiscal de ministerio público, José María Ballestas fue trasladado al aeropuerto internacional de Maiquetía para ser deportado a Colombia. Sin embargo, la deportación del guerrillero fue detenida por orden de Luís Miquilena, quien para ese momento se desempeñaba como Ministro de Relaciones

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Interiores del gobierno de Hugo Chávez. Ante los medios de comunicación, Miquilena basó su orden en que el sujeto en cuestión había cometido delito en Venezuela y por lo tanto, había que juzgarlo según las leyes venezolanas. Las autoridades colombianas manifestaron su preocupación por la posibilidad de fuga del guerrillero. Tiempo después, el fiscal Ramón Medina aseguró que José María Ballestas sí se encontraba aún en Venezuela, pero en libertad. Aclaró que la fiscalía tenía 20 días para acusarlo por los delitos cometidos en Venezuela y si el juez a cargo del caso decidía la encarcelación del mismo, así se haría. En respuesta a esta situación, la cancillería colombiana hizo una solicitud formal de extradición de José María Ballestas. Posteriormente, el aeropirata sería detenido nuevamente en Venezuela por ser considerado una persona de “alta peligrosidad para el estado venezolano” y por “peligro inminente de fuga”. A partir de ese momento, se desarrollaron una cantidad interminable de declaraciones entre la cancillería colombiana y los altos funcionarios del gobierno venezolano. La diplomacia de micrófonos estaba a la orden del día. Hugo Chávez manifestó públicamente que el caso había sido sobredimensionado por los medios de comunicación y que “lo habían multiplicado por un millón, algunos interesados”, intentando minimizar la delicada situación. Igualmente aseguró "He tenido mucho cuidado de que ese caso u otro, no afecten las relaciones que son históricas entre países hermanos". Mientras tanto, a través de procedimientos de su abogado defensor se buscaba poner en libertad a José María Ballestas. Su pena por los delitos cometidos era rebajada en cada actuación del juzgado pertinente a través de subterfugios legales y peor aún, se asomaba la posibilidad que el procesado optara por beneficios adicionales durante el cumplimiento de su pena en el país mientras se defendía, diciendo que él era un perseguido político en Colombia, para evitar la extradición y según sus propias palabras “aunque no fuera fácil de entender, él era un luchador social”. Obviamente, nunca su abogado defensor resaltó el hecho que el secuestro es un delito de lesa humanidad, ni habló del sufrimiento y el dolor de los secuestrados y sus familiares, ni mucho menos habló del secuestrado fallecido, pero si se dijo cínicamente, que José María Ballestas deseaba ser asilado en Venezuela y convertirse en un trabajador más. Desde la cancillería venezolana, Luís Alfonso Dávila manifestó que la petición de asilo sería estudiada, teniendo en cuenta la solicitud de extradición hecha por Colombia. Desde el hermano país la presión continuó sin descanso y el canciller Guillermo Fernández De Soto dijo –esperanzado-, que "la solución a este caso se daría honrando las normas del derecho internacional y los compromisos vigentes para los dos países, en el marco del entendimiento y la transparencia que deben regir la relación bilateral". Finalmente y después de mucho “tira y encoge” y después de un año de haber cumplido condena en la DISIP, José María Ballestas fue extraditado a Colombia y recibido en Bogotá por funcionarios del DAS.

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Otro caso digno de comentarse y que golpeó mucho la imagen presidencial como hombre demócrata, fue la conformación y actuación del grupo guerrillero conocido como Frente Bolivariano de Liberación (FBL). Este grupo guerrillero es muy sui géneris. Es probablemente el único caso en el mundo en el cual una célula guerrillera se conforma para apoyar a un gobierno constitucionalmente electo y en pleno ejercicio de sus funciones, en vez de todo lo contrario. El FBL es el único grupo guerrillero que supuestamente existe en el país y que se formó después de los años 60 y del llamado “proceso de pacificación” promovido por Caldera. Sí este grupo cuenta o no con el apoyo gubernamental, es motivo de discusión en Venezuela. Lo cierto es que, en los momentos en que ha habido concentraciones públicas y marchas a favor de Hugo Chávez, la guerrilla del FBL ha dejado en las paredes caraqueñas sus mensajes de vivas al presidente, en garantía de su existencia y apoyo al gobierno. Desde Colombia algunos analistas han dicho que esta célula guerrillera que opera en las fronteras con Colombia, son armadas y adiestradas por guerrilleros de las FARC. Hugo Chávez por su parte, ha dicho públicamente que no los necesita, que tiene conocimiento de su existencia, pero que “si en verdad son venezolanos, que depongan sus armas y se pongan a trabajar” “yo confío en el ejército venezolano. En caso de ser cierta su disposición por combatir los grupos guerrilleros, ¿por qué esta célula se define como bolivariana? Y además, ¿se trata de liberación de qué o de quién? Lo cierto es que lejos de cuestiones semánticas o ideológicas, el FBL ha sido acusado de mantener en zozobra a humildes pobladores de la zona fronteriza del país y de disputarse su control con los paramilitares y la guerrilla colombiana, así como de la aplicación del cobro de “vacuna” –impuesto ilegal a los productores del campo- y hasta el sol de hoy, en el país no ha habido ni una sola escaramuza entre los militares venezolanos y la guerrilla de las FBL. Hugo Chávez se defendía de las acusaciones de sus detractores diciendo, que los medios de comunicación, en combinación con la oligarquía venezolana y la colombiana, sobredimensionan los hechos sobre este grupo guerrillero con el único objetivo de deteriorar su imagen.

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Capítulo 27. DE CORRUPTOS Y CORRUPTORES Un gobierno revolucionario tenía que demostrar que su razón de ser era el bienestar del pueblo, del ciudadano más necesitado. Por ello, en los primeros meses del año 1999, a la par que se desarrollaba la batalla legal por controlar el poder constitucional en Venezuela, Hugo Chávez puso en marcha “El Plan Bolívar 2000”. Este era un programa social que perseguía varios objetivos: el primero, mejorar la imagen del gobierno en un momento en que la oposición tenía la mayoría del poder regional de su lado –alcaldías y gobernaciones-, a través de la ayuda directa a las comunidades y al ciudadano mismo. En segundo lugar, perseguía el fin de estrechar la relación entre las fuerzas armadas y el pueblo, pues todavía estaban abiertas las heridas de “El Caracazo” y de paso, poner en práctica las tesis maoísta y ceresoleana. Como tercer objetivo, buscaba obviar a los inexpertos colaboradores de la revolución en posiciones gubernamentales regionales, para poder hacer llegar algún beneficio social a la población. En la práctica, este plan consistía en la utilización de militares para -entre otras cosas- reparar la infraestructura de los establecimientos educativos, hospitales y lugares públicos, limpieza y ornamento, vacunación de niños, vuelos para civiles en aviones militares a zonas alejadas a través de las denominadas “rutas sociales” y la venta directa de alimentos a bajos precios en zonas de bajos recursos.

¿Quién en su sano juicio podría criticar un plan como este?

Fueron muchos los logros alcanzados y muchas las cosas que se repararon, con mayor rapidez de la que burocráticamente se hubiera podido hacer. También fueron muchos los elogios del ciudadano humilde hacia estos programas. Y mientras el país se debatía políticamente por la constituyente y por el poder político, los militares pintaban, vendían artículos de la cesta básica alimentaria en los mercados ambulantes, reparaban vías y ponían escuelas en funcionamiento.

Sin embargo, múltiples denuncias salieron a la luz pública con este plan y se dice que el propio Chávez lo reconocería en su entorno íntimo, en particular la tremenda corrupción generada a los más altos niveles de la jerarquía militar y las desviaciones de partidas presupuestarias. Los medios de comunicación dieron cuenta de ello y el “Plan Bolívar 2000” fue retirado tiempo después del accionar del gobierno. La Contraloría de la República nunca dio cuenta de ninguno de estos casos y tampoco hubo ningún acusado por corrupción y mucho menos algún preso. De manera tal que, los logros alcanzados con este plan, fueron opacados por las graves denuncias públicas de corrupción.

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El doble discurso comenzaba a hacerse presente en el quehacer revolucionario.

Hugo Chávez había llegado al poder en 1998 cabalgando sobre las interminables denuncias de corrupción que los civiles y militares del periodo puntofijista habían protagonizado. Sin embargo, a pesar de las múltiples denuncias presentadas por los medios de comunicación, nada se hizo y por el contrario, se justificaban las noticias, con el argumento que se trataba de una campaña mediática para desprestigiar al gobierno. Fue finalmente a mediados del año 2007, cuando los medios de comunicación dieron cuenta de la solicitud hecha por los organismos policiales, sobre la solicitud de detención del General Víctor Cruz Weffer, encargado del “Plan Bolívar 2000” y posteriormente del Fondo de Desarrollo Urbano (FONDUR), señalándosele de actos de corrupción. Es decir, ocho años después, el gobierno bolivariano admitió que las denuncias hechas por los medios de comunicación eran ciertas.

En esos primeros años de gobierno, la oposición política insistía en que, o Chávez ocultaba la verdad y no acusaba a los militares incursos en corrupción para comprar su subordinación, situación que le convertía en cómplice y encubridor de esas irregularidades, o simplemente no castigaba a los corruptos para no empeorar la imagen de su gobierno, lo que de igual manera le convertía en encubridor y cómplice.

Un segundo caso que los medios de comunicación sacaron a la luz pública, fue el relacionado con Hernán Gruber Odremán, el vicealmirante líder del golpe del 27 de Noviembre de 1992 y del “Movimiento 5 de Julio”. Gruber Odremán se había lanzado como candidato a la gobernación del estado Miranda en las elecciones de 1998, pero sin lograr su objetivo. Enrique Mendoza –del partido COPEI- había conseguido esa posición. Ante tal derrota electoral, Chávez nombró a Gruber Odremán Gobernador del Distrito Federal -cargo de libre nombramiento y remoción para ese entonces por el Presidente de la República-. Hay que tomar en consideración que el Distrito Federal y parte del estado Miranda se confunden de tal manera y están tan integrados, que posteriormente se conformaría entre ellos el Distrito Capital. Sin embargo, y a pesar de la derrota electoral y sin tomar en cuenta la opinión popular, Gruber Odremán pasó a una posición política regional de mucha relevancia. Una vez aprobada la nueva Constitución de la República y con ella la reforma geopolítica nacional, La Alcaldía Mayor sería ganada electoralmente por Alfredo Peña, periodista muy famoso en su época y civil involucrado en los actos conspirativos del Bloque Comunista. Poco tiempo después de su victoria, Peña acusó a Gruber Odremán de cometer irregularidades dentro de su gestión, actos de supuesta corrupción y de desvío de fondos de unas partidas hacia otras. El escándalo se había hecho público y fue llevado a la comisión de contraloría de La Asamblea nacional. Después de averiguaciones y controles contables, Gruber Odremán fue exculpado de las acusaciones de corrupción. Pedro

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Carreño, para ese momento diputado por el MVR y vicepresidente de la comisión declaró: “(…) donde al parecer hay ilícito, como es la desviación del situado, el almirante Gruber Odremán explicó los procedimientos administrativos que se cumplieron de acuerdo al ordenamiento jurídico vigente, para trasladar 141 millones de bolívares.” Así mismo aseguró: “(…) no se puede obstinadamente tratar de acusar a una persona siendo inocente, porque sería una gran irresponsabilidad”. La presidenta de la comisión y representante de la oposición, Vestalia de Araujo, declaró que el mismo Gruber Odremán había aceptado en su interpelación, que se habían desviado fondos de la Lotería de Caracas para el pago de sueldos y salarios, por lo tanto, se había cometido delito. Aseguró además, que “lo mismo ocurría en el caso de la salud y en la selección de las empresas que hicieron el mantenimiento de los hospitales y obras de restauración, en las cuales se evidencian irregularidades”. Los partidos políticos de oposición continuaron haciendo esfuerzos por castigar a Gruber Odremán de supuestos actos de corrupción y solicitó pasar el caso a La Fiscalía general de la República, pero la mayoría oficialista le absolvió de toda responsabilidad. Inocente o no, después de este proceso, el líder del “Movimiento 5 de Julio” jamás volvería a participar en cargo alguno en el gobierno bolivariano. Unos años después, un alcalde de la oposición, Leopoldo López, sería juzgado por desviar el dinero de una partida asignada a su alcaldía (municipio Chacao) para pagar sueldos y salarios y se le declararía culpable. Además se le inhabilitaría políticamente para ejercer cualquier cargo público por quince años. Es decir, bajo los mismos cargos, el representante del gobierno revolucionario había sido exculpado, pero el líder opositor había sido culpado y castigado. Pero, un caso en particular produciría el más severo daño a la imagen del gobierno de Hugo Chávez por su relevancia internacional: El Caso Montesinos. Vladimiro Montesinos Torres fue jefe del servicio de inteligencia durante el gobierno de Alberto Fujimori en Perú, hasta el año 2000. Se trataba de un ex militar egresado de la Escuela de Cadetes de Panamá y quien ascendió en su carrera militar hasta Capitán del Ejército peruano. Este singular personaje, estuvo involucrado en el año 1976 en la venta de secretos del estado peruano a la embajada estadounidense, siendo juzgado y luego excarcelado. Después de graduarse como abogado, se involucró en la defensa de narcotraficantes y de esa manera logró obtener muchos bienes de fortuna. En 1983 fue encarcelado nuevamente en Perú, por actividades subversivas relacionadas con un intento de golpe de estado. En 1990 Vladimiro Montesinos comenzó su relación con

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Alberto Fujimori, cuando defendió a éste de las acusaciones de fraude electoral hechas en su contra. Más tarde, Montesinos fue nombrado asesor del Jefe del Servicio de Inteligencia del gobierno de Fujimori. Bajo sus órdenes, los integrantes de los servicios de inteligencia –conocido como “Grupo Colina”- produjeron desapariciones, asesinatos, secuestros y masacres en barrios pobres del Perú. En el año 1992 –la coincidencia temporal espeluzna- Fujimori ejecuta un autogolpe: suspende la constitución, las garantías constitucionales y disuelve el congreso. Durante esta época dictatorial, Montesinos fue el responsable de la reestructuración del poder judicial, nombró a dedo a los jueces que se le antojaban y despidió a los que no se doblegaban a su poder. Enfrentó los medios de comunicación y también estuvo a cargo de la reestructuración de la policía, destituyendo y nombrando a sus jefes. Pero, actuó con especial saña con aquellos que habían acometido acciones en contra de los narcotraficantes involucrados con él. El famoso “Caso Montesinos” se inició en el año 2000, cuando éste se vio obligado a abandonar su país producto de la divulgación de un video donde este señor, entregaba quince mil dólares a un congresista de la oposición política de Fujimori, para conseguir favores políticos. Algún tiempo después, se divulgarían muchos otros videos, donde sumas multimillonarias en dólares eran entregadas por Montesinos a dueños de canales de televisión privados, para pagar una campaña de refrescamiento y defensa de la imagen presidencial. La debacle del gobierno fue tal y la caída de la popularidad de Fujimori tan grave, que en una jugada política agresiva tuvo que llamar a elecciones para el siguiente año y prometió disolver el servicio de inteligencia dirigido por Montesinos. En las siguientes elecciones –fraudulentas por supuesto- Fujimori mantuvo el poder. En Noviembre de 2000, Alberto Fujimori enfrentaba innumerables escándalos políticos en su país y salió del Perú con la excusa de asistir a la convención de la Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC), en Japón. Después de participar en la cumbre, Fujimori viajó a Tokio, desde donde dimitió a la presidencia del Perú. Montesinos ya se había fugado del país para ese momento y su paradero era desconocido. Se decía que había huido a Panamá, a Curazao, a EEUU, pero durante mucho tiempo no se supo nada de él, hasta que en el año 2001 comenzaron a aparecer algunos artículos en la prensa venezolana, donde se hablaba de su supuesta presencia en el país. Los miembros de los partidos de oposición aseguraban que Chávez daba protección a Montesinos porque estaba en deuda con él, por haber dado asilo a los golpistas del 27 de Noviembre de 1992. Representantes del gobierno venezolano negaron las informaciones una y mil veces. Mucho de ellos acusaban a los medios de comunicación de mentir y atacar al gobierno sin pruebas. Otros se mofaban de la oposición por sus fantasiosos cuentos, en su

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intento infructuoso por desprestigiar a Chávez. El inefable congresista Pedro Carreño llegó a señalar un día que, Montesinos “probablemente habría muerto”. La periodista Patricia Poleo, hija del conocido y controversial periodista Rafael Poleo, recibió información confidencial que Vladimiro Montesinos se encontraba en Venezuela mientras cubría el caso del guerrillero del ELN, José María Ballestas. Unos días después, Patricia Poleo publicaba en su diario “El nuevo País”, fotos de Montesinos después de habérsele realizado una cirugía plástica para cambiar su rostro. Tal operación se había realizado supuestamente en una clínica de Caracas. A partir de ese momento, Patricia Poleo informaría que Montesinos había estado en diferentes ciudades de Venezuela, bajo la supuesta protección gubernamental, lo cual le valió innumerables llamadas telefónicas amenazándola de muerte junto a su hija. Las amenazas se materializaron cuando uno de sus guardaespaldas fue atacado a tiros. La investigación de la obcecada periodista demostró que todo lo afirmado era cierto y ante la evidencia ya imposible de ocultar, en el mes de Junio de 2001, Chávez, coincidencialmente en una cumbre de gobernantes latinoamericanos realizada en Caracas, anunció que acababa de recibir una llamada telefónica donde se le explicaba que gracias a un cerco de inteligencia, se había capturado al delincuente y prófugo peruano y que este sería deportado al Perú inmediatamente. El FBI, la DEA, y los cuerpos de inteligencia peruanos insistieron que eran ellos quienes habían rastreado a Montesinos y que sus investigaciones divulgadas por Patricia Poleo, habían obligado al gobierno Venezolano a actuar y a quitarle la protección al prófugo. Chávez y sus seguidores insistían que se había tratado de una campaña para desacreditar la revolución y a él mismo. Vladimiro Montesinos aún se encuentra en prisión en Perú pagando sus delitos. Fue inicialmente sentenciado a quince años de prisión y posteriormente a otros veinte años más. Al menos, otros quince juicios esperan por él. Este caso empeoró el debilitamiento de la imagen gubernamental. A partir de ese momento, las encuestas mostrarían que la popularidad de Chávez venía en picada alcanzando su mínimo histórico, mientras el sector opositor crecía progresivamente y se convertía en mayoría. Una verdad indudable quedaba al desnudo con estos casos: los organismos de inteligencia norteamericanos y de otros países de América Latina son muy, pero muy activos en Venezuela. La revancha revolucionaria tardó pero llegó. Varios años después, Patricia Poleo sería involucrada en el caso de la muerte del ex fiscal con competencia nacional Danilo Anderson y se vio en la necesidad de autoexiliarse en los EEUU.

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Capítulo 28. CASTILLO DE NAIPES En su política de enfrentamiento y de copar todos los escenarios, Chávez había planificado y dado el visto bueno para que se realizaran elecciones en la principal central obrera del país. Él sabía muy bien que el sindicalismo en Venezuela estaba en manos del Bloque Puntofijista y en particular en manos del partido AD. La CTV, estaba en manos de ellos precisamente. Para el momento del enfrentamiento, se encontraba a la cabeza de esa confederación, el líder y sindicalista del sector petrolero, Carlos Ortega. Chávez había planteado darle la libertad a cada trabajador de escoger a cual organización sindical deseaba pertenecer, con el objetivo de escindir al sindicalismo. El trabajador debía escoger si deseaba pertenecer a los sindicatos que apoyaban a su gobierno, o a los que se encontraban en manos de la oposición. Quedaba claro que el objetivo era crear sindicatos bolivarianos y que líderes sindicalistas revolucionarios sustituyeran a los puntofijistas, para continuar desarmando las estructuras de la oposición. Para ello, había que derrotar electoralmente a los líderes de la CTV. El candidato oficialista sería Aristóbulo Istúriz, nombrado “a dedo” por el propio Presidente de la República. Los meses previos a la consulta, estuvieron llenos de insultos y de descalificaciones contra los sindicalistas de la CTV por parte de Chávez, en todas sus arengas políticas y en su programa “Aló, Presidente”. Finalmente, las elecciones sindicales se llevaron a cabo, pero el poder electoral a través del Consejo Nacional Electoral (CNE) no se encontraba facultado para normar y dirigir el proceso consultivo, así es que, Chávez recibió una tremenda derrota electoral por primera vez en dos años, pues las centrales sindicales continuaron en manos de los líderes puntofijistas. A partir de ese momento, Carlos Ortega mejoró su imagen de líder opositor, que ahora traspasaba el ámbito de los trabajadores y se proyectaba hacia la sociedad opositora entera.

En el año 2001, Venezuela era una nación que poco a poco se había dividido políticamente en dos mitades: La mitad que apoyaba al presidente Hugo Chávez y la que le adversaba. La creciente inseguridad personal y el desempleo habían logrado que en las encuestas donde se medían los niveles socioeconómicos, el 64% de la población se considerara “pobre” en un país donde culturalmente hasta el más necesitado se considera a sí mismo de clase media. La fuga de los capitales era masiva, producto de las constantes amenazas del gobierno. La paralización de fábricas e industrias de todo tipo era evidente. El clima político se caldeaba, la imagen presidencial se deterioraba y la oposición obtenía por primera vez mayor apoyo de la población, desde que Chávez había ganado la presidencia en 1998.

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La clase pobre del país mantenía sus esperanzas en las promesas de ese futuro mejor que Chávez les repetía domingo a domingo en su “Aló, Presidente” y durante las interminables y diarias cadenas de radio y televisión. Por supuesto que en su mayoría, las clases medias y altas le habían retirado su apoyo desde hacía mucho tiempo al presidente.

La polarización de la sociedad se radicalizaba.

En el terreno internacional las cosas no eran muy diferentes y Hugo Chávez había iniciado una diplomacia de micrófonos insultante y muy directa. Dentro de este marco, se iniciaron los ataques a los EEUU, por un hecho que enfrentaría a Chávez con la administración de George W. Bush, después del terrible y sanguinario atentado de Al-Qaeda a ese país, contra las torres gemelas de New York, el 11 de Septiembre de 2001.

Como es sabido por todos, fanáticos religiosos de Al-Qaeda habían planificado un ataque terrorista contra íconos del poderío económico y político de ese país, utilizando para ello aviones cargados de pasajeros y repletos de combustible. Miles de muertos y heridos fueron el saldo de aquellas terribles acciones, que el mundo entero condenó por su salvajismo contra civiles. Los organismos de inteligencia militar estadounidense sabían de la localización de sus principales líderes, quienes se encontraban protegidos y ocultos por el régimen Talibán en Afganistán. Inmediatamente, EEUU respondió al ataque terrorista con una ofensiva militar de gigantescas proporciones, que terminaría deponiendo al régimen totalitario de ese país y se desataría una cacería interminable sobre los líderes del movimiento Al-Qaeda a nivel mundial.

Como producto del ataque militar en Afganistán, hubo muertes de civiles que tampoco tenían nada que ver con aquel conflicto. Los diarios a nivel mundial dieron cuenta de imágenes desgarradoras donde aparecían niños afganos fallecidos por ataques a blancos equivocados. En un “Aló, Presidente” Hugo Chávez había criticado terriblemente aquellas acciones y culpaban al gobierno estadounidense de combatir el terrorismo con más terrorismo.

Ante aquellas declaraciones, la opinión pública mundial, pero en particular la nacional, se debatía entre fuertes argumentos. ¿La venganza militar justificaba acciones como las cometidas por las fuerzas militares estadounidenses? Era un hecho cierto que el régimen Talibán protegía a los fanáticos religiosos de Al-Qaeda, poniendo en permanente peligro a la población afgana y por otro lado, estaba claro que los EEUU no entendían para nada las razones culturales y religiosas de esos países musulmanes y seguramente, producto de su interés energético, habían cometido múltiples errores históricos en esos países. Pero, ¿qué hay de los fallecidos y sus familiares producto de los ataques el 11 de Abril? ¿Acaso en una guerra entre dos países alguno de ellos tiene la razón para matar seres humanos de cualquier edad, en especial si son civiles?

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Si partimos del hecho que las guerras siempre son equivocadas y nunca habrá suficientes razones para justificarlas, entonces ninguno de los dos bandos en pugna podría tener la razón. Mucho menos un Jefe de Estado de un país que nada tiene que ver con el asunto. ¿O acaso, las más de un centenar de muertes de jóvenes soldados, producto de los golpes de estado el 3-4 de Febrero y del 27 de Noviembre de 1989 si estuvieron justificadas?

A partir de ese momento, las relaciones entre el gobierno revolucionario de Venezuela y el gobierno de George W. Bush se deterioraron con muchísima rapidez.

En medio de este clima político nacional e internacional, la Asamblea Nacional aprobó el decreto que otorgaba poderes especiales a Hugo Chávez para legislar sobre áreas sensibles para la economía nacional y que afectaban de manera importante a los grandes intereses económicos, dentro de las cuales se incluían leyes como: la ley de tierras, que buscaba expropiar o simplemente confiscar tierras a los latifundistas, la ley de pesca, que impediría la pesca de arrastre a favor de los pescadores artesanales y la ley de hidrocarburos, que buscaba reducir la participación de los grandes conglomerados petroleros mundiales en el negocio venezolano. En total, sumaban 49 leyes que los grandes grupos económicos juzgaban como leyes comunistas y que enfrentaban al gobierno revolucionario con el poder económico en Venezuela.

El enfrentamiento de Chávez con todos los sectores de la sociedad venezolana haría posible un fenómeno nunca visto en Venezuela: los dueños del gran capital se aliaban con el sindicalismo venezolano para enfrentarlo y en un intento por frenar el paquete de leyes, la patronal Fedecámaras y los sindicalistas de la CTV convocaron a un paro nacional, el 10 de Diciembre de 2001, por considerarlas violatorias de la constitución. El paro se cumplió con éxito por 24 horas. Según sus organizadores y en especial para el presidente de Fedecámaras del momento, Pedro Carmona Estanga, el paro había sobrepasado todas las expectativas.

El enfrentamiento entre el gobierno y la unión central obrera/patronal venezolana, a través de Carlos Ortega y Pedro Carmona, ya no se limitaba a meras declaraciones o amenazas por los medios de comunicación. A partir de ese momento, el choque sería frontal y hasta acabar con el otro.

Ante esta situación, las voces más moderadas que se encontraban en el Chavismo comenzaron a romper filas y muchos de los antiguos soportes políticos del gobierno comenzaron a abandonar el barco. Tal fue el caso de Luís Miquilena -tutor político de Chávez- y sus seguidores, así como de algunos miembros del MAS y de la Causa R. Chávez aseguraba que aquellos que se separaban del proceso revolucionario nunca estuvieron preparados para llevar adelante una revolución –en franca alusión a Luis Miquilena- ni tampoco habían creído verdaderamente en él. Aseguraba que esos personajes no lograban entender que los cambios revolucionarios tenían que ser radicales y eran

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absolutamente necesarios para crear en Venezuela un nuevo orden político, económico y social.

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Capítulo 29. A LAS PUERTAS DE LA EPICRISIS

El constante e insistente discurso de Chávez desde su campaña presidencial en contra de los cuarenta años de gobierno del Bloque Puntofijista y la descalificación permanente hacia sus líderes había dado excelentes frutos, a tal punto, que los poderes del estado estaban absolutamente en manos del chavismo. Con motivo de la elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, la representación de la oposición era mínima.

Una vez aprobada la nueva Constitución e instalada la Asamblea Nacional, la representación del puntofijismo era de minoría en una proporción 3:1. Chávez contaba a partir de ese momento con la gran mayoría de los asambleístas a su favor, para poder llevar adelante su revolución. La falta de liderazgo dentro de la oposición era tal, que algunos líderes de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) tenían para ese momento una mayor aceptación dentro del colectivo opositor, que los propios líderes de los partidos políticos. Hugo Chávez por su parte, no cejaría en su obstinado intento de ver desaparecer a sus opositores, utilizando para ello todos los medios a su alcance. Por tal motivo, una vez que se iniciaron los primeros intentos de protesta en el año 2001, a la cabeza del movimiento opositor venezolano se encontraban: Pedro Carmona Estanga por Fedecámaras y Carlos Ortega por la CTV. En cada rueda de prensa de estos, aparecían acompañados de los líderes de los partidos políticos del puntofijismo y de aquellos que se le habían unido huyendo de las filas del gobierno, pero, como meros actores de reparto.

La unión de Fedecámaras y la CTV para luchar unidos en contra de Chávez, no fue un proceso fácil. Intereses tan opuestos y disímiles impedían que se lograra un acuerdo con facilidad. Pero, existía entre ambos sectores un deseo que les podía unir: salir de Chávez. Al contrario del mal momento que vivía Chávez, Pedro Carmona y Carlos Ortega tenían una buena imagen en el venezolano opositor de entonces, pero, el liderazgo de Carlos Ortega sería motivo de escándalo, pues unos diputados Chavistas –Francisco Ameliach, Pedro Carreño y Cilia Flores- revelaron a la opinión pública la grabación de una conversación telefónica que sostuviera Ortega el 4 de Enero de 2002, con el ex presidente Carlos Andrés Pérez desde su exilio. En la grabación, Ortega solicitaba a Pérez que intercediera con los diputados de la bancada opositora -a quienes él conocía bien y sobre quienes todavía ejercía influencia política- para que no llegaran a un acuerdo con el partido de gobierno (MVR) en la conformación de una nueva directiva de La Asamblea Nacional. Al final de la conversación, Carlos Andrés le aseguraba a Ortega que a partir de ese momento, descansaría sobre sus hombros la responsabilidad de la protesta

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opositora en Venezuela. El rechazo generalizado a esta conversación por los diferentes sectores de la sociedad venezolana en pugna, no se debió tanto a conocer lo mucho que Pérez se encontraba involucrado en los actos de la oposición política, sino por la actitud sumisa, de subordinación, que Ortega parecía profesar a Pérez en esa conversación. La divulgación de esa grabación, así como de otras conversaciones privadas de algunos representantes de la oposición –una de ellas la de Ramón Escobar Salom con un hijo suyo-, puso de relieve que los organismos de inteligencia del gobierno tenían “pinchados” todos los teléfonos de la dirigencia opositora, reconociendo con la mayor desfachatez que violarían las leyes cuanta veces fuera necesario para romper la fuerza del liderazgo opositor y defender su revolución. El año 2002 se iniciaba con el nivel más bajo de popularidad presidencial desde la elección de Hugo Chávez en 1998. Ese año también encontró a Venezuela más polarizada que nunca, tanto desde el punto de vista social como político. La falta de poder de Hugo Chávez quedaba en evidencia en los medios de comunicación, donde se discutía con el mayor desparpajo sobre cual sería la mejor vía para sacarlo del poder.

Chávez se encontraba ahora enfrentado a casi todos los sectores de la sociedad: los sindicatos de trabajadores, la patronal, la Iglesia, Las ONGs y los medios de comunicación social. Todas estas fuerzas vivas de la sociedad, habían sido atacadas sin piedad en múltiples oportunidades por Chávez, a través de sus incendiarios e interminables discursos. Ciertamente, él había logrado el objetivo de dinamitar y reconstruir la estructura político-administrativa de la sociedad venezolana siguiendo la teoría del Chileno Carlos Matus, así que el siguiente paso sería la penetración de la estructura socio-económica.

Chávez en ese entonces se encontraba en medio de ese gran conflicto doméstico en Venezuela y sin poder realizar el sueño de expansión de su revolución hacia todo el continente americano. De tal manera que, ganar la batalla en lo interno era un asunto de vida o muerte. El fin supremo de la conformación del ejército continental que soñaba Douglas Bravo y él mismo, necesitaba de una fuente de financiamiento de grandes dimensiones. Sin embargo, tal como estaba concebida la estructura administrativa del estado venezolano, era imposible llevar adelante una empresa política de tal magnitud. La oposición política lo sabía, así que a través de sus representantes en la Asamblea Nacional, utilizaban todos los recursos que les brindaban los reglamentos de debate, para obstaculizar la aprobación de leyes y los planes del gobierno para poder concretar la revolución.

Por otro lado, eran innumerables las críticas que desde la oposición política se hacían en relación a la manera como Chávez venía utilizando los dineros del estado, sin ceñirse en lo absoluto al presupuesto de la nación. Para solventar

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todos esos inconvenientes, en el mes de Febrero de ese año, Chávez decidió penetrar la industria petrolera, principal fuente de ingresos del país.

El adecuado desarrollo y desenvolvimiento de la industria petrolera en Venezuela siempre había sido motivo de primera prioridad para los venezolanos. Desde la aparición del petróleo, nuestra economía ha sido prácticamente dependiente de los ingresos que producto de su exportación ingresan al país. Los ingresos por exportaciones no petroleras han sido históricamente despreciables, de allí que los vaivenes de los precios del barril de petróleo han sido un tema de tanta incidencia en la economía y la opinión venezolana.

Antes de la llegada de Hugo Chávez al gobierno, los planes de la internacionalización de la industria petrolera llevaban una proyección importante en la producción de crudo. Esta era estimada por la PDVSA meritocrática en cinco millones de barriles diarios para el año 2010. Esa meta se lograría si se cumplían con los planes trazados de recuperación de pozos y mejoramiento de los existentes, la explotación de la faja del Orinoco y la política de apertura consistente en la asociación con empresas transnacionales dedicadas a este negocio.

La capacidad de refinar petróleo por parte de PDVSA había mejorado mucho, a través de la puesta en marcha de refinerías en diversas partes del mundo. Pero, para llegar a ese nivel de negocios, Venezuela había tenido que echar mano del capital proveniente de las grandes transnacionales del petróleo, pues los bajos precios por barril de petróleo no permitían a Venezuela acometer una tarea de tal magnitud, ni tampoco se contaba con la tecnología para ello. Como producto de esa negociación, la participación del estado en las utilidades petroleras eran bajos, así como las regalías provenientes de la explotación del crudo.

El aspecto de la refinación de petróleo siempre ha sido un factor estratégico para Venezuela, pues la mayoría de la producción petrolera del país es de tipo crudos pesados y extrapesados, que ameritan de un proceso de refinación muy particular y más complejo. A esto debe agregarse que el déficit de refinerías en el mundo entero hace más sensible este tema para Venezuela. De manera pues, que desde el punto de vista de la refinación, podría decirse que las personas que habían venido manejando el negocio petrolero en Venezuela habían hecho un buen trabajo, aunque en opinión de algunos expertos petroleros no era suficiente. Así mismo, la alta investigación petrolera en el país, le había permitido a Venezuela contar con un combustible de su invención y exclusivo proceso de comercialización, conocido como “Orimulsión”, cuyos principales mercados se encontraban en el Asia.

Hasta ese momento, todo el caudal de dinero que ingresaba al país en forma de moneda extranjera (dólares americanos), era recibido y controlado por las arcas del Banco Central de Venezuela (BCV) para formar parte de las reservas monetarias del país y teniendo estas cifras como base, se emitía su contraparte

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en moneda local (Bolívares), para la inversión y el gasto público, asegurándose de esta manera la estabilidad económica. Este proceso era totalmente auditado por la Contraloría de la República y el mismo BCV. Aunque la toma de decisiones y la estrategia de expansiones de mercados y gastos de la industria petrolera eran orientadas y guardadas con un excesivo celo por parte de sus gerentes meritocráticos, ciertamente las grandes directrices del negocio eran siempre determinadas por el gobierno de turno y de las decisiones de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP).

Ante una situación como la descrita anteriormente, el gobierno de Hugo Chávez estaba sometido a controles y restricciones burocráticas, legales y reglamentarias para la libre utilización de los recursos provenientes de la explotación petrolera en su política exterior e interior. De manera que, Chávez decidió penetrar a PDVSA a través de uno de sus más radicales y confiables colaboradores: Gastón Parra Luzardo, un hombre de ideas de izquierda y adepto a más no poder al proceso revolucionario, quien llevaría a las posiciones directrices de PDVSA a hombres de su confianza y del Presidente de la República. Ante tal situación, los gerentes de la industria petrolera argumentaron que Chávez le daba un zarpazo a la política de la meritocracia de PDVSA y que la politización de la misma llevaría a Venezuela por el despeñadero. Como resultado del conflicto planteado, los empleados de PDVSA comenzaron a realizar protestas en su hora de almuerzo en las afueras de sus sitios de trabajo. Estas protestas fueron aumentando progresivamente en duración y frecuencia. Los ánimos se caldeaban y desde su programa “Alo, Presidente” y desde cuanta cadena de radio y televisión había, Chávez insultaba y descalificaba a los gerentes meritocráticos y sus acciones de protesta. La sociedad opositora respaldaba estas manifestaciones de descontento y protesta de los gerentes de PDVSA y los líderes de la oposición aprovechaban la coyuntura para convocar a concentraciones de apoyo a estas personas, las cuales llegaron a albergar a varios miles de manifestantes frente a las instalaciones de la estatal petrolera en Chuao. El día 7 de Abril de 2002, durante la transmisión de su programa “Aló, Presidente” y en cadena nacional de radio y televisión, Chávez con un pito -simulando a un árbitro de fútbol-, despidió públicamente a la plana mayor de la gerencia meritocrática de PDVSA. Fue un acto bochornoso, carnavalesco y degradante, donde se violaron los derechos laborales y de protesta de esos trabajadores. -(…) “han sido despedidos de sus cargos, ya esta bueno… las siguientes personas: Eddie Ramírez, señor Juan Fernández, Horacio Medina, el señor Gonzalo Feijoo (ex miembro del movimiento estudiantil M-80), Edgar Quijano, Alfredo Gómez, Carmen Elisa Hernández. ¡Pa’ fuera!”.

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Ante esta situación, los líderes opositores establecieron contacto con los gerentes de PDVSA y tomaron como bandera política los hechos ocurridos contra ellos. A partir de este momento, la experiencia de Carlos Ortega como líder sindical en esa industria, jugaría un papel fundamental en esa asociación opositora. Las protestas de la oposición política se intensificaron apoyadas por la incesante denuncia de los medios de comunicación.

Algún tiempo después, Hugo Chávez reconocería en una alocución en La Asamblea Nacional, cuales habían sido las verdaderas razones de su actuación sobre estos hechos, al decir:

-“(…) eso era necesario, aún cuando… nosotros, ¡bueh!… no es que no la generamos… ¡sí la generamos!… porque cuando yo agarré el pito aquel en un “Aló, Presidente” y empecé a botar gente, yo estaba provocando la crisis”.

-“Cuando nombré a Gastón Parra Luzardo y a aquella nueva junta directiva, estábamos provocando la crisis, ellos respondieron y se… presentó el conflicto… y aquí estamos hoy”, decía sonriéndose.

-“¡Era necesaria esa crisis!”. Sentenció.

Con las decisiones tomadas en relación a PDVSA, Hugo Chávez le echaba más leña a la candela. Para el año 2001, la Policía Metropolitana (PM) Había contabilizado más de mil quinientas actuaciones en manifestaciones de la sociedad civil, tanto de opositores como de seguidores de Hugo Chávez y más de la mitad de ellas se habían tornado violentas. Para el momento de despedir a los gerentes de PDVSA en Abril del año 2002, la PM ya había actuado en el control de unas trescientas manifestaciones de fuerte intensidad, la gran mayoría de las veces en marchas simultáneas, por un lado la oposición y por el otro los oficialistas. La división entre los venezolanos era más patente que nunca antes en toda su historia republicana.

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Capítulo 30.

GOTA A GOTA, CADENA TRAS CADENA

La crisis política en Venezuela continuaba agravándose en los primeros meses del año 2002. El enfrentamiento propiciado por Hugo Chávez se hacía presente en casi todos los sectores de la sociedad y de ello no escapaba el sector militar. De otro lado, a través de todos los medios de comunicación y de la forma más abierta, se discutían las distintas alternativas para la salida de Hugo Chávez del gobierno y se planificaba la Venezuela post-revolucionaria. Militares retirados, antes adeptos al gobierno o los autodenominados “institucionalistas”, sobre todo aquellos en condición de retirados, brindaban declaraciones a diestra y siniestra, enviando mensajes directos a los miembros de la Fuerza Armada.

Por si fuera poco, en forma estratégica, de “goteo”, varios militares venezolanos activos habían aparecido públicamente retirándole su apoyo al presidente. Entre estos militares se encontraba el Coronel (aviación) Pedro Soto, quien manifestó su desacuerdo por haberse obligado a su fuerza – léase por el Presidente de la República- a rendirle tributo a la intentona golpista del 4 de Febrero de 1992. En un comunicado dirigido al comandante general de la aviación, al pueblo de Venezuela y a los medios de comunicación nacionales e internacionales, el Coronel Soto escribía:

(…) “Sin embargo, al Teniente Coronel del Ejército (Hugo Chávez), quien lleva bajo sus hombros la carga moral de una derrota en la fracasada intentona golpista, donde corrió la sangre inocente de cientos de compatriotas que hoy llora la Patria, la casi destrucción de todas las instituciones y con ello de nuestra Fuerza Aérea Venezolana. El país nacional y con él mi personal, hoy está repudiando al actual presidente, por su incapacidad gerencial para el manejo de las cosas del Estado”.

“Su rechazo se debe también a los altísimos niveles de corrupción de su gobierno y así como, a la opresión y totalitarismo de su gestión, sin descuidar las constantes faltas de respeto a la dignidad de embajadores de países amigos, empresarios, trabajadores, representantes de los medios de comunicación social, de la Iglesia, instituciones y al pueblo en general, y persecución para todo lo que signifique para él una voz disidente o una posición en defensa de los derechos constitucionales”.

Posterior a este pronunciamiento, seguiría el de un contralmirante muy respetado dentro de la Fuerza Armada por ser dueño de una impresionante e intachable hoja de servicios: Carlos Molina Tamayo. Este contralmirante se pronunció el 18 de Febrero de ese mismo año, según sus declaraciones:

(…) “rechazando la forma, según mi concepto como ciudadano, antidemocrática, como el Presidente Chávez y su gobierno están llevando las riendas de

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Venezuela. Asimismo, manifesté mi rechazo, entre otras cosas, a los atropellos a las iglesias, medios de comunicación, sociedad democrática general, divisiones sociales, creación de resentimiento y odio, deterioro de las relaciones exteriores con los países tradicionales aliados de Venezuela, al incremento de las relaciones con los países y grupos no democráticos del mundo, y en especial al deterioro de la moral y capacidad operativa de nuestras honrosas Fuerzas Armadas”.

De esta manera, las piezas del ajedrez político se habían dispuesto estratégicamente y el día 9 de Abril de 2002 la CTV y Fedecámaras, a través de Carlos Ortega y Pedro Carmona, respectivamente -apoyados por los representantes de los partidos políticos- convocaron a un paro general de 24 horas en apoyo a los gerentes despedidos de PDVSA. El paro inicialmente se había previsto para una duración de 24 horas y posteriormente se extendió hasta el día 11 de Abril. Al final de cada tarde, después de la marcha y/o concentración opositora, se emitía el parte del día por Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga, acompañados de los actores de reparto –léase líderes de partidos políticos- en presencia de todos los medios de comunicación.

El país entero seguía al detalle lo que ocurría.

Dado que el lugar de las concentraciones de la sociedad opositora se encontraba frente al edificio de PDVSA en Chuao, un militar de alta graduación se pronunció también públicamente, pero esta vez en la concentración de ese día y manifestó:

-“Yo soy el General de División de la Guardia Nacional de Venezuela, Rafael Damiani Bustillos, me dirijo en el día de hoy a la opinión pública con la finalidad de hacer conocimiento que el ciudadano Presidente de la República le ha ordenado a la Guardia Nacional, la utilización de la fuerza con la finalidad que retire a las personas que se encuentran frente a PDVSA”

-“Como conocedor del orden público y del orden interno, aconsejo al Alto Mando Militar que se encuentra en estos momentos reunidos en Fuerte Tiuna, que no tomen acción, que es una locura presidencial que va a empañar el nombre de la Fuerza Armada y en especial de mi querida Guardia Nacional”.

-“También pido en estos momentos, lo pido pues, con la seriedad del caso que esto requiere en estos momentos del plan detención, pido cordura al gobierno nacional, cordura a los medios de comunicación social, a los obreros, a la CTV, a la gente de PDVSA, a Fedecámaras y sobre todo a los venezolanos. Cumplo con las consecuencias y repito de lo que me pueda pasar con este acto que lo estoy haciendo conscientemente”.

Ese mismo día 10 de Abril Hugo Chávez se preparaba para marcharse a una cumbre presidencial en Costa Rica, pero, un hecho televisivo le echaría más

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leña a la candela y detendría el plan de ausentarse del país: un militar activo de alta graduación, el General de Brigada Néstor González González había convocado a los medios de comunicación para una rueda de prensa en un famoso hotel capitalino y que salió al aire a través de los canales de televisión privados, expresando su descontento con el gobierno de Hugo Chávez y denunciando el apoyo, o al menos la inercia del gobierno, ante las acciones de la guerrilla colombiana. Exigía también la despolitización de la Fuerza Armada Nacional.

En su manifiesto, el General González González incitaba a Hugo Chávez a desmentirlo en lo relacionado con su denuncia, que consistía en que cada vez que el le presentaba las coordenadas de localización de la guerrilla colombiana y las actividades de esta en territorio venezolano, el presidente no tomaba ninguna acción. Este General aseguraba que en múltiples oportunidades se había dirigido, tanto a sus superiores como al mismo Presidente Chávez para manifestar “su inconformidad con diferentes aspectos de la actuación gubernamental, como por ejemplo: una carta que él había enviado al Inspector General de las Fuerzas Armadas, General en Jefe Lucas Rincón Romero, el 21 de octubre de 2001, donde planteaba la imperiosa necesidad de un liderazgo institucionalista de parte del señor Presidente de la República en lo referente al terrorismo internacional, el ciudadano Illich Ramírez (a) El Chacal y la guerrilla colombiana”.

También, una carta dirigida al mismo Presidente de la República, fechada el 8 de diciembre de 2001, donde se solicitaba “su rectificación con respecto al uso del personal, material, equipo e instalaciones de la Fuerza Amada Nacional con fines políticos partidistas, intereses ideológicos personales y como elemento de amenaza e intimidación a la sociedad civil. Así mismo, su rectificación con la relación pasiva con respecto a la presencia de elementos de la guerrilla colombiana en territorio venezolano, el descontento de los cuadros militares a diferentes niveles, debilitamiento, fractura, desgaste, reducción del nivel de apresto operacional y pérdida de prestigio a nivel nacional e internacional de los miembros de la Fuerza Armada Nacional y muy especialmente del ejército venezolano”.

Estos pronunciamientos cobraban singular interés, porque se dejaba claramente sentado que un grupo de militares no apoyaban las acciones de Chávez, y pasaban por encima del principio de subordinación y autoridad que rige a los militares activos, en un país con una alta tradición de golpes de estado y gobiernos militaristas y donde todo lo que ocurre en el seno de la Fuerza Armada es absolutamente secreto y desconocido.

En respuesta a lo anterior, Hugo Chávez “encadenó” a los medios de comunicación como nunca antes, cadena tras cadena, Chávez insistía que la convocatoria al paro era un fracaso y que ese “supuesto paro” solo existía en la imaginación de sus convocantes y en las pantallas de televisión. José Vicente

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Rangel desde su posición de ministro de la defensa, al ser entrevistado respondió en la misma tónica, que todo estaba “excesivamente normal”.

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Capítulo 31. EL “PACTO DE MIRAFLORES” El día 7 de Abril, Chávez despedía en cadena nacional de radio y televisión a los gerentes de PDVSA y Carlos Ortega a su vez, llamaba a un paro petrolero de veinticuatro horas que habría de concretarse dos días después, el 9 de Abril de 2002. En respuesta, Chávez convocó a una reunión ese mismo día, para escuchar propuestas civiles y militares de cómo enfrentar la crisis y los posibles escenarios que podrían presentarse a partir del día 9. En la reunión se encontraban presentes el Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional, el Vicepresidente Diosdado Cabello, Gastón Parra Luzardo en representación de PDVSA, el Fiscal General de La República, Julián Rodríguez; algunos gobernadores como era el caso de Ronald Blanco la Cruz por el estado Táchira y Ramón Martínez (Partido Podemos) por el estado Sucre; así como los miembros del gabinete y algunos diputados. Entre estos últimos, se encontraban Nicolás Maduro y Cilia Flores por el MVR e Ismael García (Podemos). Este último, estaba a cargo de la presentación del plan por parte de los civiles. Siete puntos fueron aprobados producto de aquella reunión: 1° La conformación de un “Estado Mayor Político”, cuyos integrantes serían los gobernadores de Vargas y Aragua, Antonio Rodríguez San Juan (MVR) y Didalco Bolívar (Podemos), respectivamente, el Alcalde del municipio capitalino Libertador, Freddy Bernal (MVR) y el Vicepresidente Diosdado Cabello Rondón. La responsabilidad y control de los denominados “Círculos bolivarianos” se asignó al “Comité Político de la Revolución”, así como a los sindicatos afines al gobierno, con la específica misión de ocupar los exteriores de las instalaciones de PDVSA y los alrededores de Miraflores. Los comités regionales serían los encargados de proveer transporte a los miembros de los “Círculos Bolivarianos” y adelantar acciones de guerra psicológica, tales como: regar aceite y tachuelas en las calles y atacar con objetos contundentes a los opositores que ofrecieran resistencia a desalojar los espacios nombrados. 2° La “Operación Oro Negro”, que estaría comandada por la Guardia Nacional a las ordenes del General (Guardia Nacional) Belisario Landis, reforzando militarmente las sedes de PDVSA-La Campiña, PDVSA-Los Chaguaramos, PDVSA-Carenero, PDVSA-Guatire, PDVSA-Catia La Mar, y otras sedes más. PDVSA-Chuao quedaba temporalmente fuera del plan general, para evitar que se interpretara como acto de debilidad, dado que miles de miembros de la oposición se reunían diariamente al frente de sus instalaciones, donde había tarimas y altoparlantes gigantescos. 3° “Gran movilización nacional”. El “Comité Político de la Revolución” también tendría bajo su responsabilidad una gran movilización a lo largo y ancho del

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país. Dentro de este contexto, se crearía una gran movilización de vehículos entre las seis y nueve de la mañana. 4° “El Plan Mediático”, que consistiría en un contraataque permanente a través de todas las emisoras de radios regionales y comunitarias, así como por los canales de la televisión del estado, para desprestigiar el llamado a paro. El Presidente jugaría en este aparte un papel principal “encadenando” cuantas veces fuera posible, todos los medios de televisión y radiodifusión con su mensaje. 5° El “Plan de calle”, que consistía en tomar todos los puntos críticos de la ciudad de Caracas con miembros de los Círculos Bolivarianos. Esta idea fue propuesta por el Ministro de Educación Cultura y Deportes, Aristóbulo Istúriz (PPT), basándose en el supuesto que, “si se perdía la calle se perdía todo”. 6° Se pondría a punto el “Plan Soberanía” (plan militar que tiene alcance nacional y está coordinado en tiempos de paz por el Comando Unificado de la Fuerza Armada nacional-CUFAN. El Plan Soberanía está determinado por zonas de operaciones, que corresponden a las guarniciones militares existentes en cada región del país. En la guarnición de Caracas se denomina “Plan Ávila”. Plan que solamente puede ser activado por orden del Presidente de la República, a través del Inspector General de las Fuerza Armada o el comandante del CUFAN, quienes solicitarían a su vez, su ejecución al comandante de la tercera división del ejército). Una vez puesto en marcha el plan, el armamento militar saldría a la calle. Se utilizaría al componente Guardia Nacional de la Fuerza Armada, para desalojar a la primera oportunidad y por la fuerza las inmediaciones de PDVSA-Chuao, apoyados con la acción violenta de miembros de los “Círculos Bolivarianos” contra la concentración de la oposición. 7° Decretar un estado de emergencia selectivo, para posteriormente llegar al estado de excepción. Un último punto tratado en esta reunión, estuvo a cargo del Diputado Nicolás Maduro, quien informó a los presentes que había negociado la asignación de diez mil millones de bolívares a los trabajadores de PDVSA para que estos no fueran al paro, a razón de dos millones de bolívares por persona. El creador de esta patética negociación, tenía en su currículo el haber sido directivo del sindicato de trabajadores del Metro de Caracas. La arrechera presidencial fue tan grande y los gritos de tal magnitud, que todos los civiles miembros de la reunión salieron disparados.

Una voltereta del destino colocaba a Hugo Chávez en dos situaciones del pasado reciente de Venezuela, situaciones que les tocó enfrentar a líderes políticos que fueron fustigados por él hasta la náusea. La primera, fue la vivida en el año 1958, -salvando las distancias y las circunstancias- cuando los dirigentes políticos de los partidos de la democracia representativa, se reunían

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para crear el famoso “Pacto de Punto Fijo” y todos juntos como un solo hombre, pactaron para defender su incipiente proyecto democrático. Hugo Chávez reunido con el alto mando militar y los personajes del alto gobierno -el Fiscal General de la República incluido-, sellaba el pacto de confrontación para defender su “revolución pacífica”, pero de la forma más violenta posible. La segunda situación, fue la vivida durante la poblada del 27 de Febrero de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez decidió sacar el ejército a la calle y lograr restaurar el orden público perdido, pero que trajo como consecuencia incontables muertos y heridos.

Pero, esta vez no se trataba de líderes civiles que deseaban impedir ser derrocados por militares de derecha o de izquierda, a través de golpes de estado, o de pobladas incontrolables. No. Esta vez se trataba de un Presidente de la República, quien utilizando todo su poder político, incluyendo armamento bélico y en conchupancia con los militares y civiles seguidores de su causa, juraban mantener su revolución, usando todos los medios disponibles contra una población civil desarmada y pacífica, pero que no comulgaba con su proyecto político-ideológico.

Con “El Pacto de Miraflores”, Hugo Chávez mostraba una vez más su intención de mantenerse en el poder costara lo que costara, aunque él mismo había dicho repetidas veces, mientras era candidato presidencial y exigía la renuncia del Presidente Caldera, que si la situación –hipotéticamente hablando- se presentara, él como Presidente de la República actuaría como el General Vicente Emparam –máxima autoridad colonial- cuando en aquel Jueves Santo del 19 de Abril de 1810, el Cura José Cortés de Madariaga y Francisco Salias exigían su renuncia en el cabildo. Entonces, Emparam se asomó al balcón y se dirigió al pueblo que se había congregado en la Plaza Mayor de Caracas y le preguntó: "¿Estáis contentos con mi gobierno?" y el pueblo contestó: "No, no lo queremos". "Pues yo tampoco quiero mando" respondió Emparam y dejó el poder.

En su campaña electoral también había jurado que durante su presidencia mantendría conversaciones con todos los sectores de la sociedad, para impedir derramamientos innecesarios de sangre. Pero nunca lo hizo. Ni siquiera asomó la más mínima posibilidad de hacerlo. En consecuencia, si los planes aprobados en esa reunión de palacio eran puestos en marcha en toda su extensión, el derramamiento de sangre sería incalculable.

Diálogo y concertación; aceptar el disenso y al adversario político; libertad de expresión, libertad de reunión y manifestación del pensamiento; paz, el bien común, la convivencia el derecho a la vida, la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna, y la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, son preceptos democráticos esenciales que el mismo Hugo Chávez y sus seguidores habían defendido e impulsado, para ser incluidos en la nueva Carta Magna del año 1999 como parte de la nueva “Democracia participativa y

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protagónica”. Todos estos principios democráticos fundamentales habían sido ignorados y se preparaban para pisotearlos con toda la furia de la cual eran capaces.

La democracia en Venezuela continuaba siendo una quimera.

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Capítulo 32.

TIEMPOS ACIAGOS

El paro petrolero convocado por la CTV y Fedecámaras se había iniciado el día 9 de Abril tal como estaba pautado y había sido todo un éxito, según los notificara Carlos Ortega a través de los medios de comunicación. Ortega aseguraba que el paro se convertía en “indefinido”, hasta tanto Hugo Chávez renunciara a la Presidencia de la República.

La inestabilidad del gobierno era tal y la participación de diversos sectores en las acciones para sacar a Hugo Chávez del poder era tan descarada, que el día 10 de Abril personas que había estado alimentando la subversión militar, como era el caso de Isaac Pérez Recao y Daniel Romero, consultaban a famosos juristas como la Dra. Cecilia Sosa Gómez, ex presidenta de la extinta Corte Suprema de Justicia, al historiador y político, Jorge Olavaria y al abogado constitucionalista, Allan Brewer Carías, sobre un texto que a manera de decreto sería utilizado en el momento que Chávez dejara el poder por cualquier vía.

La Dra. Cecilia Sosa Gómez les aseguró a los proponentes que en ese documento se cometían muchas irregularidades legales e inconstitucionales y Jorge Olavaria opinó que ese documento era “una mierda con todas sus letras”, por dejar de lado los acuerdos y el consenso político y la exclusión de los partidos. El único que pensó que aquel proyecto no era absurdo y políticamente inaceptable fue Brewer Carías, quien continuó en el asesoramiento del “acta constitutiva del gobierno de transición” para tratar de adaptarla a la Carta Interamericana Democrática.

¿Quiénes eran estos personajes? Isaac Pérez Recao era un conocido y adinerado de treinta y dos años, sobrino de Juan Pablo Pérez Alfonso, fundador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP/OPEC) y ex Ministro de Minas e Hidrocarburos de Rómulo Betancourt. Pérez Recao era además, miembro de la familia que poseía la mayoría accionaria de la empresa petrolera Venoco. Pérez Recao había estado muy ligado -comercialmente hablando- al gobierno revolucionario como premio por haber sido el enlace entre los dueños del gran capital en Venezuela y el candidato presidencial Hugo Chávez, quien hasta había hecho uso de uno de sus vehículos blindados para ir a votar a su centro electoral en las elecciones presidenciales de 1998, lo cual denotaba la proximidad de este personaje al poder. En contraprestación, Pérez Recao había recibido alguna que otra prebenda del gobierno y compras de armamento para el ejército, negocio por demás lucrativo. Esa proximidad al poder le había permitido establecer muchos nexos con el mundo militar. Cuando Hugo Chávez como Presidente comenzó a golpear los intereses económicos de los financieros que él representaba, Pérez Recao cambió de acera política para impulsar las

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actividades opositoras de Pedro Carmona y se había convertido en el enlace entre este y los militares que se habían pronunciado en contra de Chávez. Aquellos días de Abril, nuevamente se colocaba del lado de la balanza que le aseguraba negocios, suculentas ganancias y poder. De Daniel Romero poco se sabía, excepto que había sido secretario privado de el ex presidente Carlos Andrés Pérez. En esos días de movimientos contrarrevolucionarios, la dupla Pérez Recao-Romero parecía tener mucho sentido. Algunas reuniones se celebraron entre Carmona, Pérez Recao, Romero y Carlos Ortega y como era de esperarse, se presentaron muchos enfrentamientos. Ortega proponía constituir un gobierno de transición compuesto por representantes de los sectores más importantes de la sociedad, incluyendo a La Iglesia y los partidos políticos. Aún más, la propuesta de Ortega no excluía a algún representante del MVR. La posición de Pérez Recao y de Romero era absolutamente contraria: debería haber solo un Presidente Encargado. Ante la intención de Chávez de impedir la concentración en Chuao a través de la Guardia Nacional, el día 10 de abril en horas de la tarde el General Manuel Antonio Rosendo, comandante del CUFAN, solicitó una audiencia al Presidente de la República. Rosendo, amigo cercano de Hugo Chávez y quien se jactaba de poder hablarle sin tapujos, le dejaría saber su preocupación por el probable uso de la fuerza en contra de los manifestantes opositores. En esa conversación, Rosendo también expresó su desacuerdo con el uso de los “Círculos Bolivarianos” en contra de manifestantes pacíficos. El día 11 de abril del 2002, el alto mando militar fue convocado para las 10:00 a.m. en la sala de reuniones de la junta superior en Fuerte Tiuna. En esta reunión también estuvieron presentes: el Ministro de la Defensa, José Vicente Rangel Vale y los diputados Pedro Carreño y Nicolás Maduro (MVR). El Vicealmirante Bernabé Carrero Cubero, Jefe del Estado Mayor Conjunto y el General Rosendo, propusieron en la reunión al Ministro de la Defensa, José Vicente Rangel y al General en Jefe, Lucas Rincón, retirar los “Círculos Bolivarianos” de Miraflores, por considerar que el presidente contaba con su Guardia de Honor para protegerle y evitar de esa manera una confrontación innecesaria. El Comandante General del Ejército, Efraín Vásquez Velasco, respaldó esa recomendación y además propuso solicitar la renuncia, con carácter de urgencia, a la nueva directiva de PDVSA nombrada por Hugo Chávez, como una forma de aliviar la presión política. José Vicente Rangel negó ambas propuestas y contestó visiblemente molesto ante los representantes del alto mando militar: -“Ese papelote de guevón no lo voy a hacer yo. ¡A mí me matan peleando!” Ese mismo día 11 de Abril a tempranas horas de la mañana, Rosendo le hizo llegar a Hugo Chávez una carta para que recapacitara y buscara una salida

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negociada con la oposición. Rosendo intentaba persuadir a Hugo Chávez que negociar no era motivo de vergüenza, que recapacitando y dando un paso atrás en su terca posición, podía hacerle ganar tiempo para enfrentar mejor a sus adversarios. También su amigo y compadre, el General Raúl Isaías Baduel, había conversado con Hugo Chávez sobre el posible escenario que podía desarrollarse al día siguiente y Chávez le había prometido a este actuar con ponderación.

Para ese día 11 de Abril, se había planificado una marcha en la capital que estaba autorizada como punto de partida el Parque del Este, vía Avenida Francisco de Miranda hacia la Plaza Francia, avenida Luis Roche en sentido sur, distribuidor de Altamira y la Autopista Francisco Fajardo por la vía oeste–este hasta llegar a las inmediaciones del CCCT y culminar en frente de la sede de PDVSA-Chuao, justo al lado de la “Base Aérea Francisco de Miranda”, mejor conocida como “Aeropuerto La Carlota”.

Para hacer efectivo el plan trazado en Miraflores, un grupo de simpatizantes del gobierno bolivariano se presentó en las adyacencias de la concentración de la oposición en Chuao y salvajemente golpearon con palos, botellas, puños y puntapiés a las personas con quienes se encontraban. Las víctimas contaron lo ocurrido con detalle a los medios de comunicación, mostrando sus heridas. Al llegar a Plaza Francia, miembros de los Círculos Bolivarianos apostados en sus adyacencias fueron protagonistas de agresiones contra los marchistas, tanto verbal como físicamente. El plan comenzaba a desarrollarse, pero la acción protectora de la PM y la magnitud de la marcha impidieron que las agresiones fueran mayores.

Cuando la cabeza de la marcha llegó al distribuidor Altamira de la autopista, los manifestantes gritaban “A Miraflores, a Miraflores” y la marcha se dividió en dos grandes grupos: los que continuaron hasta PDVSA-Chuao como pautado y los que continuaban por la autopista Francisco Fajardo por la vía este-oeste, hacia el palacio de gobierno.

En la concentración de PDVSA-Chuao, miles de ciudadanos protestaban por la grotesca expulsión de los gerentes de PDVSA. Uno a uno, los líderes políticos y los altos gerentes de la industria petrolera fueron desfilando por la tarima y el ambiente se iba caldeando cada vez más. Los discursos de Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga fueron los más aplaudidos e incitaban a la salida de Hugo Chávez del poder ese mismo día. La gente repetía estribillos como “Se vaaaa, se va, se va, se va, se vaaaa, se va, se va”, mientras la otra marcha que continuaba hacia palacio, esperaba para que se les uniera el resto.

La gente colmaba los espacios, haciendo cada vez más pequeño el sitio de la concentración. Las tomas de televisión mostraban los alrededores del CCCT y del aeropuerto de La Carlota totalmente abarrotados de gente y la aglomeración de personas continuaba hacia Altamira, la Autopista Francisco Fajardo, la

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Autopista del este y los sectores Chuao y Las Mercedes. Se calcula que ese día existieran más de un millón de personas presentes en la protesta.

Desde la Inspectoría de la Fuerza Armada Nacional, el General Lucas Rincón se había comunicado previamente por vía telefónica, tanto con Pedro Carmona Estanga como con Carlos Ortega, para impedir que la marcha se dirigiera a Miraflores y chocara con el grupo que apoyaba a Hugo Chávez. Pedro Carmona Estanga le contestó:

-“Ya no hay marcha atrás, el tiempo de conversaciones se agotó”.

Por su parte, Carlos Ortega recibió sendas llamadas, incluidas algunas del General Manuel Rosendo, para dialogar y buscar una salida negociada. Ortega le manifestó su disposición para reunirse con ellos y lograr un acuerdo, pero los sitios propuestos por los militares, tales como Fuerte Tiuna y las instalaciones del Círculo Militar no inspiraban ninguna seguridad a Ortega, por lo tanto, este propuso un sitio neutral: un conocido hotel capitalino en la zona de Sabana Grande. Ambas partes acordaron y Carlos Ortega le aseguró al General Rosendo:

-“Allí les espero”.

A medida que trascurría el tiempo en la concentración frente a PDVSA en Chuao, los discursos de Carlos Ortega y Pedro Carmona fueron subiendo de tono. Algunos, como el Vicealmirante Molina Tamayo, incitaban a la gente a marchar hacia Miraflores a pedir la renuncia al presidente, o como en el caso de Pedro Carmona a marchar solo hasta la Avenida Bolívar, quizás tomando en consideración la advertencia de Lucas Rincón.

Alfredo Peña, Alcalde Mayor Metropolitano -quien había desertado de las filas del chavismo- giró instrucciones al comisario Henry Vivas, para que la PM bloqueara los accesos posibles hacia el Palacio de gobierno, pero el comisario Vivas se encontraba muy limitado para definir una estrategia como esa, dado que se le había negado el permiso de despegar al helicóptero de la PM, situado en La Carlota. Peña insistía que la marcha tenía permiso solo hasta PDVSA-Chuao y nada tenía que ir a buscar a Miraflores.

Ortega se trasladó hasta el punto de encuentro acordado con los altos oficiales y esperó por 10 minutos. Mientras esperaba, intercambiaba pareceres sobre la situación con sus acompañantes y en la medida que el tiempo transcurría, la sospecha que algo se tramaba en contra de él iban en aumento, por lo tanto, decidió salir rápidamente del lugar. Unos minutos después, sus sospechas se confirmaban al irrumpir en el hotel un comando militar en su búsqueda.

Chávez por su parte, junto a sus seguidores en el gobierno y líderes del MVR, habían convocado a una concentración en los alrededores de palacio para

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protegerlo a él como su máximo líder y a su revolución. El Vicepresidente Diosdado Cabello, como mediada preventiva, había optado por resguardarse en la sede de la DISIP, para mantener divido el poder ejecutivo y poder suplir la ausencia presidencial, en caso de presentarse esa eventualidad.

A bordo del helicóptero camino a la DISIP, Cabello pudo constatar lo descomunal de la marcha e inmediatamente comunicó la novedad a la presidencia y al resto del “Estado Mayor Político”. Los llamados a través del canal de estado para los seguidores de Hugo Chávez no se hicieron esperar y eran dirigidos a concentrarse en los alrededores de palacio y defender al gobierno por cualquier medio. El diputado Juan Barreto se dirigía por la televisión del estado, a los ciudadanos que apoyaban a Hugo Chávez:

-“(…) el llamado es a todo el pueblo patriótico, a todo el pueblo democrático, a todo el pueblo que quiera defender su revolución pacífica y democrática, aquí, en Miraflores”.

-“No es momento de quedarse en su casa, no es momento de ser espectador pasivo”.

En las afueras de palacio, los miembros de los “Círculos Bolivarianos” y miles de seguidores de Hugo Chávez gritaban consignas: “no volverán, no volverán, no volverán”. Barricadas de militares y policías cubrían las vías de acceso a la sede presidencial. Se habían dispuesto estratégicamente tiendas de campaña para la atención médica, para ser utilizadas en caso de emergencia, lo que hacía suponer que el gobierno estaba preparado para la confrontación. Los cuerpos de seguridad del estado se encontraban provistos de los equipos antimotines y de todo lo necesario para disolver manifestaciones masivas. Todo estaba preparado para la refriega.

Mientras tanto, los medios de comunicación daban cuenta de lo gigantesco de la multitud opositora que se desplazaba por varias vías: Autopista Francisco Fajardo, Avenida Francisco de Miranda, Avenida Río de Janeiro, Avenida Andrés Bello y también usando el Metro, por cuyas salidas brotaba a torrentes la gente. Desde la Autopista Francisco Fajardo podían verse a simpatizantes de uno y otro lado asomándose desde sus apartamentos para gritar vivas a la oposición o a Chávez. La marcha continuaba su curso hacia su destino final: Miraflores.

El grueso de la manifestación opositora continuaba su camino. Cuando esta transitaba a la altura de la UCV -en el sector Plaza Venezuela- desde el interior de la universidad un grupo de encapuchados se activaron para atacar con armas de fuego, presentándose los primeros heridos de lo que hasta ese momento había sido una marcha absolutamente pacífica. La actuación de la PM impidió que los hechos de sangre fueran mayores. Sin embargo, la marcha no se detendría en su obstinado objetivo de llegar a Miraflores.

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El plan intimidatorio no estaba funcionando.

Aproximadamente a las 2:00 p.m., ya la marcha opositora se encontraba en las inmediaciones de la Avenida Bolívar, a unos 2 kilómetros de distancia de Miraflores, mientras tanto, alrededor de palacio la concentración era también multitudinaria y la presencia de militares era impresionante.

La multitud opositora marchaba a través de la Avenida Bolívar cuando se encontraron con un piquete de la PM que les impedía continuar, pero la barrera de la policía fue superada y la mayoría de los marchistas saltaban el muro divisorio de la avenida para continuar su marcha.

En esos tiempos, la PM era una fuerza policial abiertamente defensora de la población opositora, así como la Guardia Nacional estaba francamente parcializada hacia los ciudadanos que apoyaban al gobierno. El Alcalde Metropolitano y los directores de la PM apoyaban sin tapujos al movimiento opositor. Sus comandantes Vivas y Forero se mostraban imparciales en sus actuaciones policiales y como garantes de las distintas manifestaciones públicas de aquellos tiempos, pero en un día tan crucial como el 11 de Abril, no se utilizó ninguna de las técnicas de disuasión ni de dispersión, ni de control de masas. La PM conocía perfectamente que un choque entre ambas multitudes, traería como resultados hechos de sangre, sin embargo, actuó con debilidad y permisividad, por lo que la masa opositora que marchaba a Miraflores siguió hacia su destino.

Igual consideración puede hacerse de la Guardia Nacional. Los piquetes de esta fuerza contra motines estaban dispuestos en las cercanías de Miraflores y no se utilizaron anillos de seguridad alejados de palacio. La intención de permitir el enfrentamiento era visible por parte de ambos bandos.

Los marchistas de la oposición llegaron a las “Torres del Centro Simón Bolívar”, mejor conocidas como las “Torres del Silencio” y la “Plaza O’leary” en el centro de la ciudad. Allí, la marcha nuevamente se dividió en dos grandes brazos: los que se dirigieron hacia la “Plaza El Calvario” y “Puente República” y los que siguieron hacia la Avenida Baralt en dirección hacia “Puente Llaguno”. A las 2:30 p.m. aproximadamente, ambas cabezas de la marcha opositora se encontraban apenas a unos trescientos metros de distancia de Miraflores.

Por razones geográficas, las personas que habían continuado su marcha hasta Puente República se encontraban al mismo nivel de Miraflores, mientras que los que marcharon hacia la Avenida Baralt se encontraban en un nivel inferior, pues esta avenida pasa justo por debajo de Puente LLaguno. Un contingente de la Guardia Nacional se encontraba apostado del lado de Miraflores y el comisario Henry Vivas decidió interponer dos cordones de la PM entre los manifestantes de la oposición y la Guardia Nacional, uno de ellos compuesto por mujeres-policías desarmadas.

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Minutos después, se presentaron los primeros disparos. Dos personas presentes en las concentraciones de oficialistas cayeron muertos: Erasmo Sánchez y Ruddi Urbano. Las personas que estaban a su lado daban cuenta de disparos de un francotirador apostado en el Hotel El Edén. Tiempo después, el análisis forense confirmaba que la trayectoria de las balas homicidas había sido descendente y provenían de un fusil FAL. Casi simultáneamente, varios disparos certeros en la cabeza de manifestantes de la oposición que transitaban por la Avenida Baralt rumbo hacia Puente Llaguno, llenaban de muerte el pavimento. Los caídos de ambos bandos aseguraban la generación de la crisis necesaria para que se produjese el enfrentamiento, el terror, la rabia y la revancha de parte de cada lado en pugna. Al ser notificado por radio que los miembros de la PM en la Avenida Baralt solicitaban ayuda porque habían caído los primeros muertos, el comisario Henry Vivas hizo uso de un camión de un partido de la oposición que portaba altoparlantes y se dirigió a la multitud para que se dispersara, hacía un llamado a su racionalidad, pedía a los manifestantes que pensaran en sus hijos y en sus familiares, que ya habían hechos de sangre, pero ante tal anuncio, la respuesta de los opositores fue que la meta era Miraflores y la renuncia de Chávez. El Contralmirante Carlos Molina Tamayo y el General Guacaipuro Lameda (ex presidente de PDVSA en el gobierno de Chávez), encabezaban la marcha y estimulaban a los opositores a continuar hasta Miraflores, a pesar del denso humo de bombas lacrimógenas que habían sido lanzadas por la Guardia Nacional para repeler a ese bando.

Ambas medias partes de la población habían caído en la trampa mortal de los dos bloques políticos antagónicos en eterna pugna. Ambas mitades del país irían a desatar su odio en contra de la otra mitad por razones políticas. El discurso divisionista y el fomento de la lucha entre clases finalmente se materializaba. Y lo peor de todo era, que ambas mitades del país irían a derramar su sangre por personajes a quienes no les importaba ni una sola gota de ella.

La lucha era por el poder, como siempre ha sido.

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Capítulo 33.

EL TIBURÓN EN LA RED

Los seguidores de Hugo Chávez armados con palos y piedras, habían emboscado a los manifestantes opositores, quienes entonces habían decidido hacer uso de calles menos congestionadas por la gigantesca marcha. Los medios de comunicación reportaban los agresivos encuentros. El “Pacto de Miraflores” se ejecutaba a la perfección.

Una vez la marcha opositora se encontraba a escasas cuadras de palacio, el Diputado Juan Barreto, el Alcalde Freddy Bernal y otros más, a través de megáfonos dirigían el accionar de la Guardia Nacional para repeler los manifestantes opositores.

La imagen de un oficial de la Guardia Nacional disparando su pistola 9 mm contra los manifestantes opositores fue capturada por la televisión y le daba la vuelta al mundo. Algunos manifestantes opositores cubrían sus rostros con sus camisas a manera de capucha y devolvían elementos contundentes o sus propias bombas lacrimógenas a los soldados. Desde lo alto, las cámaras de televisión mostraban lo denso de la humareda. El enfrentamiento se prolongaba y mantenía paralizada a la marcha opositora sin poder llegar a su destino. Los gases tóxicos, los disparos y las barricadas de la PM impedían el acceso a Miraflores.

Siguiendo los acontecimientos, Chávez, bajo el seudónimo de “Tiburón 1” trataba de coordinar a través de una frecuencia de radio militar y secreta, las acciones de este sector para combatir la marcha opositora y resguardar la seguridad de palacio.

-Tiburón 1: Tiburón 5... interrogativo... eee… tu ubicación y la situación allá en el exterior. Cambio. -Tiburón 5 (General Gutiérrez/Core 5): Estoy en la parte posterior del Palacio… está la gente ya controlada, están… ya fueron desplazados más allá de la Plaza O´Leary. Tenemos laa… hasta la Asamblea… de ahí para allá, también todo controlado y la gente está ubicada únicamente en laa… esta por el sector de la avenida Bolívar. -Tiburón 1: Correcto y cual es laa... dime, dime cual es la evolución que tu evalúas… ¿Cómo está esa gente? los que están tirando... los que están disparando... ¿qué ha pasado con eso?, cambio. -Tiburón 5: Bueno... esteee... han salido varios heridos porque ha habido un enfrentamiento y entonces se han venido aquí a defender hacia los sectores de atrás y... pero... esteee... ya la gente pues… se ha ido desplazando... y tenemos

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unos francotiradores que estaban montados en unos edificios y estaban disparando... desde esos edificios ya fueron ubicados y entonces ya están controlados. -Tiburón 1: Entonces la situación está... podemos resumirla en dos palabras: bajo control. -Tiburón 5: Acá en este sector está bajo control. -Tiburón 1: Entonces ese movimiento de tropas estaba autorizado por ti. Cambio. -Tiburón 5: Es positivo. Los que están en el Ayacucho... los del Ayacucho... es positivo... lo único es que yo iba... solamente al Ayacucho... inclusive el comandante me está llamando en este momento. Adelante 1 para 5… -Tiburón 1: Ok. Te decía que es urgente y muy importante enviar unidades... una unidad de refuerzo... de custodia... seguridad al… al Canal 8... a las instalaciones del Canal 8. Cambio. -Tiburón 5: Tenemos 20 hombres al mando de un oficial en este momento... -Tiburón 1: Interrogativo si están saliendo. Cambio. -Tiburón 5: Correcto... están… están en el lugar. -Tiburón 1: Ah, están en el lugar. Dime si es posible reforzarlos un poco más. Cambio. - Tiburón 12 (Comandante Aguilera/DISIP): Le informo que el general Lugo Peña salió ahorita por la radio 104.5 FM, llamando a la rebelión. -Tiburón 1: Ok. interrogativo... quien habla ahí. -Tiburón 12: Aguilera señor Presidente... -Tiburón 1: ah, correcto. ¿Dónde salió? -Tiburón 12: en laaa… salió por la emisora 104.5 -Tiburón 1: Correcto. Bueno, ubíquelo dónde anda él metido, ¿ah? Cambio. -Tiburón 12: Ok. Entendido, Señor Presidente... mire, ellos habían hablado de una hora "H" cuando el saliera a hablar. Cambio. -Tiburón 1: Ok. Terminado.

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-Tiburón 1 para Tiburón 6. -Tiburón 1: Ok. Mira, eee… yo estoy llamando a Rosendo por varias vías... ahorita por el teléfono... no lo... no he podido hablar con él, hace como media hora que estoy aquí... a ver si tu has tenido contacto con él. Cambio. Tiburón 6 (General García Carneiro/Comandante 3ª. División Fuerte Tiuna): No. Negativo. Yo estoy aquí y no he tenido contacto con él hace como 40 minutos. -Tiburón 1: Ok. Entonces, mira... procede a activar el Plan Ávila... dime si copiaste... cambio. Tiburón 6: Copiado... Plan Ávila lo pongo en efectivo... esteee... ahora procedo. -Tiburón 1: Espera uno... Espera uno... Espera uno… Espera uno… dime si me copiaste... Cambio. Tiburón 6: Estee sí, sí... estoy esperando instrucciones suyas... no te preocupes… yo estoy esperando instrucciones suyas. -Tiburón 1: Espera uno, que parece que me tienen a Rosendo por aquí por teléfono... no tiene radio... estoy llamándolo por aquí... el teléfono. Incesantemente, “Tiburón 1” trataba de hacer contacto con el General Manuel Rosendo, a cargo del CUFAN por cuanto sobre este descansaba la responsabilidad de poner en marcha el “Plan Soberanía/Ávila” y autorizar la salida de armamento de guerra de Fuerte Tiuna. Sin embargo, “Tiburón 1” no lograba dar con el paradero del General Rosendo, ya que este había quedado excluido de la “Red Tiburón” que había sido organizada por el General Lucas Rincón y por tanto, Rosendo no portaba radio. Cuando el General Rosendo se entera que está siendo solicitado por el presidente, le llama por teléfono a Miraflores. Al establecerse la comunicación, Chávez recibió como respuesta de Rosendo que “las condiciones no estaban dadas para poner en marcha el Plan Ávila”. Ante la negativa de Rosendo, Chávez intenta comunicarse con el General Landis y con el General Lucas Rincón. Este último, máxima jerarquía en la FAN, pero sin lograrlo. -Tiburón 4 (General Belisario Landis), Tiburón 1. Cambio. -Tiburón 4, Tiburón 1. Cambio. -Tiburón 2 (General Lucas Rincón), Tiburón 1. Cambio.

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-Tiburón 2, Tiburón 1. Cambio. -Tiburón 2, Tiburón 1. Cambio. -Tiburón 4, Tiburón 1. Cambio. -Tiburón 3, Tiburón 1. Cambio. - Azul Tiburón 6. Chávez se comunica entonces directamente con el General García Carneiro (Tiburón 6) –obviando la cadena de mando- y le solicita a este la activación del plan. -Tiburón 1: entonces... mira... te ordeno la aplicación del Plan ee… Avila... y el primer movimiento que vamos a hacer es la columna del Batallón Ayala que ocupe posiciones. -Tiburón 6: Ellos… ellos son reserva yyy… pueden enviarse hasta donde usted ordene. -Tiburón 1: Ok. Entonces mándalos aquí aaa a Palacio... a las inmediaciones... a tomar posiciones... y el comandante que pase aquí a la orden mía... cambio. -Tiburon 6: Muy bien... recibido. En este momento entonces sale el Batallón Ayala... vamos a utilizar... hasta ahorita lo más conveniente sería utilizar los túneles para caer en la avenida Sucre y después caer allá... ¿oyó? -Tiburón 1: Correcto... copiado... bueno eee… coordina con Vietri que está por aquí para la coordinación de posiciones... de un grupo en disuasión, otro grupo puede estar en reserva en el patio eee… bloqueando las avenidas de aproximación etcétera... dime si copiaste. Cambio. -Tiburón 6: efectivo. Lo importante es que como... también... si logra Vietri Vietri localizarme por este mismo medio es mejor porque me he tra… me quiero comunicar con él por teléfono y no he po… no he podido. -Tiburón 1: No... aquí lo tengo... aquí tengo a Vietri. Cambio. -Tiburón 6: Muy bien... entonces mire... en este momento va saliendo la columna de tanques del Ayala eee… vía los túneles... va hacia la avenida Sucre y se incorpora allá al Palacio. -General Vietri Vietri: Ok. Copiado.

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Finalizada la comunicación, García Carneiro se comunicó a su vez con Rosendo para indicarle que había recibido la orden presidencial de poner en marcha el “Plan Ávila” y que él a su vez, había dado la orden de enviar una columna de tanques comandada por el General Wilfredo Silva (Tiburón 8) hacia Miraflores. Ante esta notificación, el General Rosendo le contestó: -“Bueno General, entonces asuma su responsabilidad”. Una vez que algunos militares dentro de Fuerte Tiuna se enteran que Chávez había dado la orden de activar el Plan Ávila, se pone en marcha un plan antagónico que perseguía la interrupción del mismo, con el objetivo que el armamento de guerra de la unidad comandada por el General García Carneiro no pudiera salir a la calle. Entonces, el Comandante del Comando Logístico del Ejército, General Vidal Martínez, ordenó la toma de la alcabala No. 5 en Fuerte Tiuna. Se retuvieron tres gandolas cargadas, incluyendo una con gas butano y fueron interpuestas en plena vía para obstaculizar el tráfico automotor de la autopista que da acceso a la ciudad de Caracas, desviaron vehículos de carga y particulares hacia el interior de Fuerte Tiuna y se cerraron las alcabalas número 4 y 7, impidiendo totalmente la circulación de los vehículos, creándose un caos total en el interior de esas instalaciones militares. El objetivo táctico de impedir la implementación del “Plan Ávila” se había logrado momentáneamente.

Cerca de palacio, el grueso de las personas que apoyaban a Chávez desde Puente Llaguno, tenían una posición de ventaja sobre los opositores por la altura. La marcha opositora continuaba avanzando hasta que ambos grupos quedaron separados por apenas cien metros, lanzándose objetos contundentes. De improviso, algunos manifestantes comenzaron a caer al suelo con su rostro ensangrentado. Los marchistas que les circundaban daban cuenta que esas personas habían muerto y la alarma cundió en los manifestantes de ambos bandos. Un reportero gráfico con su cámara, un miembro de la DISIP, una manifestante con la camiseta del partido Primero Justicia, también manifestantes del lado Chavista habían caído. Disparos certeros en la cabeza hacía pensar que había francotiradores en la zona.

La PM comenzó a movilizarse en sus motos a toda prisa. Los reporteros anunciaban que podía haber francotiradores por la precisión de los disparos. El pánico cundía en el centro de la capital. El caos era total. La televisión mostraba como elementos defensores de Hugo Chávez disparaban hacia la marcha desde la parte de debajo de Puente Llaguno y desde el puente mismo. También mostraba como los miembros de la PM se cubrían y devolvían los disparos. Las cámaras de televisión dispuestas desde las azoteas de los edificios mostraban como personas afectas a Chávez cargaban apresuradamente a sus heridos y los trasladaba a las tiendas de campaña destinadas para brindar auxilio a estas personas. Por su parte, los opositores heridos eran montados en las motocicletas de la PM, para ser trasladados a los hospitales cercanos.

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El tiempo transcurría y la sombra de la muerte se expandía por el centro de la ciudad capital.

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Capítulo 34.

PUENTE LLAGUNO

Las imágenes de televisión habían sido terriblemente impactantes. Repentinamente, entró en la señal televisiva una nueva cadena presidencial, creando un vacío informativo y haciendo que la zozobra se apoderara de los ciudadanos, al ignorar lo que estaba ocurriendo.

-“Muy buenas tardes”, comenzó a decir Chávez.

-“Queridos y queridas compatriotas de Venezuela. Aquí estamos en el palacio de gobierno de Miraflores, aquí estamos como siempre al frente de nuestras responsabilidades. He tomado la decisión, cuando falta, según mi reloj, 15 minutos para las 4:00 de la tarde, de convocar esta cadena de radio y televisión, para enviar un mensaje a todos los venezolanos”…

Tan pronto se dio inicio a la enésima cadena de esos terribles días, en el país entero reventó un cacerolazo de gigantescas dimensiones. Mientras las ollas no paraban de sonar, Hugo Chávez continuaba:

-(…) “Este mensaje va dirigido a todos los venezolanos y especialmente le pido a Dios, que aquellos venezolanos, la minoría por supuesto, en cuanto a número, pero que no despreciamos para nada”…

El discurso presidencial era vacío. Repetido. Más de lo mismo. No había un mensaje importante que sustentara tal aparición. Aún en aquella hora aciaga menospreciaba a sus opositores. Se trataba de once kilómetros de autopistas y avenidas repletas de manifestantes en contra de su gobierno y actuaciones. Tampoco había ni una sola palabra dirigida a sus seguidores y a la violencia desatada, como siempre. De cualquier manera, la gente no prestaba atención a lo que decía el presidente. Solo se veía a un hombre desde su posición de poder tratando de ganar tiempo y ocultado los hechos que sucedían en ese momento. El ruido de las ollas aumentaba en intensidad.

- (…) “Todo el país es testigo, -continuaba Chávez- que desde hace tres años, no desde ayer, desde hace tres años… de los inmensos esfuerzos que el gobierno que dignamente dirijo, está haciendo el todos los órdenes”…

Relataba los hechos políticos recientes desde su óptica y como si en ese preciso momento esos temas tuvieran alguna importancia.

- (…) “Vino el año 2000…. El año 2000 fue, si el 99 fue el de la constituyente y el del inicio de esta revolución pacífica y democrática, tolerante, abierta, reflexiva, constructiva, para nada destructiva sino una revolución… lo hemos dicho una y mil veces, de amor”…

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Mientras Hugo Chávez continuaba con su discurso vacío, cientos de miles de manifestantes seguían su camino y se encontraban colmando los espacios del centro capitalino y la batalla entre la guardia nacional y los manifestantes ya en la avenida Baralt transcurría ferozmente.

- (…) “Hemos tenido que viajar por los rincones del planeta para explicar nuestra verdad -continuaba Chávez-, para convencer a reyes, a príncipes, a jefes de estado a jefes de gobierno, de que es lo que está pasando en Venezuela, de que aquí no hay una tiranía, de que aquí no hay una locura…!eso es mentira!, aquí hay un precepto legítimo, democrático, como nunca antes lo hubo en la historia republicana de Venezuela, ¡eso es verdad!... y se puede demostrar, en la comunidad internacional se reconoce, un gobierno democrático, serio, objetivo y sobretodo inspirado por una idea humanista, por el ser humano, el respeto al ser humano, el respeto a los derechos humanos, la restitución para todos de la vida, de la igualdad, la libertad”…

Sus palabras se las llevaba el viento. La cruda realidad empañaba cualquier retórica rebuscada.

- (…) “Nunca había existido antes en Venezuela un gobierno del grado… del grado tal de tolerancia, que tiene este gobierno, que tengo la honra de dirigir por voluntad de la mayoría de los venezolanos No hubo antes aquí un gobierno tan tolerante, como este. Tan tolerante, tan dispuesto a dialogar, a oír”…

Mientras el presidente hablaba, el diálogo entre los defensores del gobierno y la policía metropolitana se enmarcaba dentro del lenguaje de los disparos que provenían de una y otra parte.

-(…) “Acá hay una constitucionalidad, un estado de derecho, unas instituciones legítimas, entre ellas la Presidencia de la República, unos mecanismos para hacer oposición política, unos mecanismos para organizar y pensar en las futuras elecciones… ahora fíjense que incluso, hay hasta el recurso que a mitad de período se puede… solicitar la salida de cualquier funcionario que haya sido elegido por el pueblo”…

Los canales de televisión, jugándose la concesión del espacio radioeléctrico, -aproximadamente a las 4:30 p.m.- decidieron dividir la señal televisiva en dos. En un lado, aparecía Chávez con su interminable discurso, insistiendo a cada momento en anunciar la hora y recibiendo papelitos de parte de algún edecán que entraba en la escena periódicamente para informarle de la situación y del otro lado, aparecían las sangrientas imágenes que los ciudadanos en sus casas continuaban observando. Definitivamente, los dueños de los medios de comunicación sabían lo que el alto gobierno también sabía… ese día se daría una batalla crucial y no se trataba de una simple manifestación política. La oposición estaba decidida a solicitar la renuncia al presidente, costara lo que costara. De manera que ninguno de los dos bandos daría tregua alguna.

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Aproximadamente a las 4:35 p.m. comenzaron a salir del aire por la señal abierta- las televisoras nacionales por orden presidencial, pero la señal fue retomada por vía satelital y cable, a través de las cuales las imágenes de la confrontación seguían llegando a la población en vivo y en directo.

El humo de las bombas lacrimógenas apenas permitía discernir lo que ocurría. Había demasiada gente y demasiado ir y venir. Las personas se acercaban a las cámaras de televisión y culpaban a Hugo Chávez de lo que ocurría, algunos con insultos y palabras altisonantes y otros con lágrimas en los ojos pedían misericordia.

La guerra fratricida se había iniciado.

Días después del suceso, los lideres del Chavismo insistían que los llamados “Pistoleros de Puente Llaguno” disparaban únicamente contra la PM, como si eso no revistiera delito. Sea como fuere, se trataba de la lucha de hermanos contra hermanos por razones políticas y a partir de ese momento, esas dos diferentes visiones de país jamás volverían a entenderse.

Tanto el enfrentamiento como el discurso duraron horas. Desde la pantalla de televisión, se observaba como personas afectas a Hugo Chávez disparaban desde la altura de Puente Llaguno en dirección sur de la Avenida Baralt, pero el ángulo impedía ver a quienes les disparaban. Otras tomas de ángulo contrario mostraban como la PM hacía frente a los civiles armados defensores del gobierno.

El Comisario Henry Vivas de la PM había distribuido al personal policial de manera que evacuaran a la inmensa cantidad de personas de la marcha opositora que se encontraban encerrados en el centro de Caracas. Después de algún tiempo, la Avenida Baralt estaba casi desierta. No había en ella un solo manifestante de ninguno de los dos bandos, mientras que cercano a Puente Llaguno se veía a “La Ballena” y al “Rinoceronte”, con algunos miembros de la PM cubriéndose con ellas de los disparos provenientes del otro bando.

El trágico saldo del enfrentamiento fue de veintiún compatriotas fallecidos para agregar a la lista de muertes sin ningún sentido y por razones políticas en nuestro país. Ellos fueron: Jorge Tortoza de 48 años, periodista gráfico, William Rojas de 30 años de edad, Luis Caro de 57 años de edad, Erasmo Sánchez, Ruddi Urbano de 38 años de edad, Nelson Zambrano de 23 años, Pedro Linares de 42 años de edad, César Matías de 30 años de edad, José Alexis González de 48 años de edad, Jesús Orlando Orellano de 34 años de edad, Jesús Mohamed Espinoza de 18 años de edad, Alexis Bordones de 52 años, José Antonio Gramallo y Orlando Rojas, Víctor Reinoso de 29 años, Josefina Rengifo de 21 años de edad y con tres meses de gestación, Juan David Querales de 25 años, Luís Alfonso Monsalve, Jhonnie Palencia, Ángel Luís Figueroa y Franklin Mendoza de 23 años de edad.

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Versiones extraoficiales indicaron que presuntamente la mayoría habrían muerto por disparo de arma corta y dos por disparo de arma larga.

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Capítulo 35. DEL GOTEO AL CHORRO

El General Efraín Vásquez Velasco, Comandante General del Ejército, se comunicaba telefónicamente con varios generales. Uno de ellos fue el General Néstor González González, quien respondiendo a su llamado se dirigió al “Comando de las Escuelas” en Fuerte Tiuna. Allí se habían concentrado una gran cantidad de altos oficiales, quienes discutían la gravedad de la situación que se había presentado y la forma en que había culminado la manifestación opositora, que fuera catalogada por todos de pacífica, hasta por uno de los más radicales seguidores de Hugo Chávez, como lo era el Alcalde Freddy Bernal.

En medio de aquella situación de incertidumbre y con las pantallas de televisión de señal abierta silenciadas, a través de la señal por cable y satelital se hicieron presentes por el canal CNN un grupo de militares de alta graduación, quienes vestidos con los uniformes de los distintos componentes de la Fuerza Armada, deploraban los hechos de sangre ocurridos ese día y manifestaban que retiraban su apoyo al Presidente de la República. Los pronunciamientos militares que habían ocurrido por “goteo” dejaban de serlo con esta declaración y se convertían en un verdadero “chorro” de disidencia.

El Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, Jefe del Estado Mayor de la Armada, leía un comunicado a las 4:00 p.m. aproximadamente, Detrás de él se encontraban unos diez militares de alta graduación, entre los cuales se encontraban: Daniel Comisso Urdaneta, Jefe de Planificación de la Inspectoría General de la FAN, Francisco Noriega, Jefe de Logística del Estado Mayor General de la Armada, el General de Brigada de la Guardia Nacional Marco Ferreira Torres, Director de la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería, el General de Brigada Oscar Márquez, Agregado Militar en Colombia, Ramón Lozada, Jefe de la Guardería del Ambiente, Vidal Martínez, Jefe del Comando Logístico del Ejército, Henry Lugo, de la Inspectoría de la FAN y por el componente aviación, los Generales de Brigada Clinio Rodríguez y Pedro Pereira. El Vicealmirante Ramírez Pérez decía:

-“(…) hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano, para desconocer al actual régimen de gobierno y la autoridad de Hugo Chávez Frías y del alto mando militar”…

- (…) “Venezolanos, el Presidente de la República ha traicionado la confianza de su pueblo, está masacrando a personas inocentes con francotiradores… para este momento van seis muertos y decenas de heridos en Caracas”…

Mientras para el común de la gente aquella era una imagen impactante que hacía suponer que la mayoría de la FAN estaba en contra de Chávez, pues se congregaban en ella alrededor de una docena de altos oficiales de todas las

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fuerzas, para los militares, quienes si sabían de quienes se trataba, no era más que otro grupo de oficiales sin comando de tropas, que se manifestaban opuestos al gobierno.

En el Comando de las Escuelas, la alta oficialidad allí reunida llegaba al acuerdo de retirar también su apoyo al Presidente Chávez. Mientras esa discusión se daba, el General de Brigada Wilfredo Silva había logrado superar el caos interno vehicular en Fuerte Tiuna y había partido a las 5:45 p.m. aproximadamente, con una columna de tanques rumbo a Miraflores.

El Ministro de la Defensa, José Vicente Rangel Vale, El General Belisario Landis, El General Lucas Rincón y el General Manuel Antonio Rosendo, abordaban un helicóptero alrededor de las 6:00 p.m. para dirigirse también a Miraflores. El objetivo era tener una reunión con Chávez y el alto mando, para informarle sobre la situación que había en cada componente de la FAN.

En el Comando de las Escuelas en Fuerte Tiuna la situación era un hervidero. El General Efraín Vásquez Velasco impartía la orden al segundo Comandante del Ejército de hacer retornar inmediatamente el material bélico al fuerte. Acatando la orden, los tanques pertenecientes al Batallón Ayala que se encontraban ya estacionados frente a palacio regresan a su base. Chávez fue notificado y percibía que la situación comienza a escapársele de las manos.

Mas tarde, aproximadamente a las 8:00 p.m. el Comandante General del Ejército, Efraín Vásquez Velasco, se pronunciaba a través de la televisión:

-(…) “Hasta la fecha de hoy he sido leal al presidente” (…) “pero los muertos de hoy no se pueden tolerar”.

Posteriormente, vendrían las declaraciones públicas de más militares de alta graduación: el General de División Carlos Alfonso Martínez, Inspector General de la Guardia Nacional, acompañado del Jefe del Estado Mayor, General Edgar Méndez Casanova, el Jefe de Operaciones Edgar Bolívar y el General de División Rafael Damiani Bustillos; seguidas de las declaraciones públicas del General de División de la Guardia Nacional Luís Alberto Camacho Cairúz, Viceministro de Seguridad Ciudadana del Despacho de Interior y Justicia, donde culpaba al gobierno de las muertes ocurridas en Caracas y hacía un llamado a la renuncia de los miembros del gobierno.

Para echarle más leña a la candela, a altas horas de la noche cuando las fuerzas militares disidentes tomaban el control del país y la señal de televisión abierta de los canales privados era restituida, en el canal de televisión RCTV, Francisco Arias Cárdenas, declaraba:

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- (…) “hay que responsabilizar como ejecutor a Rodríguez Chacín… hay que… y como autor intelectual y jefe de esa banda de delincuentes al propio Chávez, al propio Presidente de la República”...

-“Esta es una acción contra el sentimiento más noble del venezolano”…

-“¿Usted pudiera decir que la acción de los francotiradores estaba bajo el conocimiento del presidente?”, preguntó sagazmente el periodista Miguel Ángel Rodríguez a Francisco Arias Cárdenas.

-“Absolutamente seguro que estaba bajo conocimiento, que fue ordenada y que una mente enferma… mire, tenemos que entender los venezolanos, todos los venezolanos… y le hablo todavía a los que tienen un poco de fe, guardan fe y esperanza… ¡quítense la venda de los ojos, estamos frente a un asesino con toda la extensión de la palabra!...una persona enferma, un paranoico, enfermo de poder, que cree estar poseído de una tarea histórica, destruyendo y matando venezolanos y esa gente que está allí como el responsable de dar la orden de asesinar venezolanos, tienen que pagar su culpa”.

- (…) “Por las normas de la democracia de la paz y de la convivencia, tienen que pagar su culpa, lo que no se puede es apoyar un minuto más, un segundo más, por favor…le hablo a la gente de (el partido) V República… le hablo a los venezolanos todos de bien, pero sobre todo me importa hablarle a los compañeros de armas… no podemos seguir defendiendo, ¡no pueden ustedes seguir defendiendo a esta ignominia! … ¡un presidente asesino manchado con la sangre de los venezolanos!”

Horas más tarde, seguirían las declaraciones del alto mando del componente Armada y Aviación de las FAN. El retiro del apoyo de la alta oficialidad se hacía generalizado y del conocimiento público y abarcaba a todos los componentes.

Reunido con su más cercanos colaboradores civiles y militares, Chávez decide atacar en vez de defenderse y escoge a varios militares para asignarles la misión de acudir a los puestos de mando militar en manos de los disidentes y ofrecerles un trato: cada quien se va a su casa y el asunto queda olvidado. Tal misión fue asignada al General (r) Ismael Hurtado Soucre, quien se desempeñaba como Ministro de Infraestructura, el General Manuel Rosendo, el General Belisario Landis y el General Lucas Rincón. Estos Generales emprendieron inmediatamente la nada fácil tarea encomendada. El General Belisario Landis -responsable de la actuación de la Guardia Nacional en los hechos acaecidos en el centro de la ciudad-, desestimó la posibilidad de acercarse al Comando de la Guardia Nacional en El Paraíso, al ser notificado que el General Carlos Alfonso Martínez había asumido el mando en esa instalación, acompañado de varios oficiales disidentes. Ya era de madrugada cuando llegó a Fuerte Tiuna acompañando al General en Jefe Lucas Rincón, donde fue notificado que otro General le daría a muerte en caso de verlo, por lo

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cual decidió marcharse del lugar. El Vicealmirante Ramírez Pérez, quien en horas de la tarde había leído el comunicado disidente, le indicó al General Lucas Rincón que pasara al salón donde sesionaba la Junta Superior, donde se sostenía una acalorada discusión. Allí fue notificado que los militares de alta graduación enviaban un mensaje a Chávez en rechazo a su propuesta: debía firmar su renuncia y comunicarla a través de los medios de comunicación social, destituir al Vicepresidente Diosdado Cabello y al resto del gabinete. Además, el mismo General Lucas Rincón debía anunciar a la nación su renuncia en compañía del Alto Mando Militar, cuyos integrantes debían poner sus cargos a la orden de inmediato.

En palacio, Hugo Chávez había recibido por fax y luego físicamente, la solicitud redactada por los oficiales disidentes en Fuerte Tiuna para ser firmada por él, donde renunciaba a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.

Para decidir que rumbo seguiría su gobierno y él mismo como Presidente de la República ante este ultimátum, Chávez solicitó una reunión urgente con los miembros de su gabinete, sus más cercanos colaboradores y los miembros más prominentes de los partidos que le apoyaban.

Mientras tanto, Lucas Rincón se comunicaba frecuentemente con Hugo Chávez para informarle que se le presionaba y se le urgía por una respuesta presidencial, así como su renuncia y la del alto mando militar. Chávez por su parte, le pedía a Rincón hacer tiempo, mientras se comunicaba con todos los militares de su confianza en posiciones de comando, en especial con su compadre el General Raúl Isaías Baduel en la ciudad de Maracay, para hacer un balance de fuerzas a favor y en contra. El resultado fue el siguiente: las veintiséis guarniciones del país estaban en tensa calma y aunque eso no era seguridad de absolutamente nada, le permitía un estrecho margen de maniobra.

Chávez se comunicó también con su consejero Fidel Castro, -quien a su vez había intentado comunicarse con él infructuosamente- poniéndole al tanto de la gravedad de la situación. Entonces, Fidel le expresó angustiado:

-“Chávez, la situación la veo muy grave, salva a tu gente y sálvate tú, haz lo que tengas que hacer, negocia con dignidad, ¡pero no te vayas a inmolar! Solicita tu salida a Cuba como condición para firmar. Acá prepararemos tu vuelta al poder”.

Fidel sentía algo más que un deja vú con aquella llamada. Mientras hablaba con Chávez, recordaba como si hubiese sucedido el día anterior, la forma como había terminado su intervención en Chile y aquella conversación que sostuviera con el Presidente Salvador Allende, -armado con el fusil AK-47 que él mismo le había regalado- cuando había recibido la solicitud del General Augusto Pinochet de abandonar el Palacio de La Moneda a las 11:00 h, ó sería atacado por aire y tierra.

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Mientras esta situación se desarrollaba en Miraflores, el aeropuerto de La Carlota era tomado por militares disidentes, quienes se movilizaban rápidamente para bloquear las pistas con vehículos e impedir un ataque por vía aérea. Sus colaboradores más cercanos insistían en recomendar a Hugo Chávez que no renunciara. Los ministros apostados a las afueras del despacho presidencial y con lágrimas en los ojos, manifestaban que el presidente no había renunciado, que se trataba de un golpe de estado. La ministra del ambiente Ana Elisa Osorio, gritaba:

-“(…) ¡que quede en evidencia que esto fue un golpe de estado!, no es que renunció pues… el presidente no renunció, no renunció y entonces va preso… ¡es un golpe de estado! Que lo sepa el mundo… ¡un golpe de estado! ¡Un golpe de estado! ¡Que lo sepa el mundo! ¡Un golpe de estado impune contra el pueblo, el pueblo venezolano que lo quiere!

En Fuerte Tiuna, Lucas Rincón fue notificado que había nuevas autoridades militares y que se nombraría un gobierno transitorio. La presión por la exigencia de la renuncia presidencial y la del Alto Mando Militar aumentaba y las amenazas subían de color. La novedad fue comunicada de inmediato a Hugo Chávez: El control militar de Fuerte Tiuna se había perdido. El General Hurtado Soucre solicitó en varias oportunidades prórroga para la toma de la decisión presidencial a los militares disidentes, mientras Hugo Chávez le pedía tiempo a Rincón y este a su vez le respondía que trataría de hacer lo que pudiera, mientras continuaba encerrado en su despacho destruyendo toda la documentación comprometedora.

Hugo Chávez no podía dejar de pensar que hacía diez años atrás, él mismo y sus compañeros golpistas habían intentado dar un golpe militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien a pesar de la violencia desatada por la fuerza de los fusiles y los tanques había podido salir ileso del asunto. Esta vez no había habido combate entre militares. Ni siquiera se había disparado una sola bala entre ellos, ni mucho menos se habían lanzado bombas desde los aviones como ocurrió el 27 de Noviembre de 1992, pero aún así, él tendría que jugarse el todo por el todo para salvarse.

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CAPÍTULO 36.

LA RENUNCIA A RENUNCIAR

Todo el país se mantenía a la expectativa de los acontecimientos.

Después de horas de incertidumbre y de incontables rumores que se esparcían, aproximadamente a las 2:30 a.m. de esa madrugada del día 12 de Abril, el general de tres soles, Comandante en Jefe Lucas Rincón y hombre de confianza del presidente, hablando a su nombre y del alto mando militar, en alocución televisada a la nación anunció:

-“Los miembros del alto mando militar de la República Bolivariana de Venezuela, deploran los lamentables acontecimientos sucedidos en la ciudad capital en el día de ayer”. Ante tales hechos, se le solicitó al Señor Presidente de la República, la renuncia de su cargo, la cual aceptó”.

-“Los miembros del alto mando militar, ponemos, a partir de este momento nuestros cargos a la orden, los cuales entregaremos a los oficiales que sean designados por las nuevas autoridades”. A todo lo ancho y largo de la ciudad capital se escuchaban gritos de alegría y también de apoyo a Chávez. Hubo disparos, lanzamientos de cohetones de pólvora y todo tipo de manifestaciones, tanto de alegría como de frustración y tristeza. La bulla era ensordecedora. Sin embargo, la formalidad de la firma de la renuncia presidencial y la salida de Chávez ante los medios de comunicación notificándola, no se había dado y para ello, las negociaciones se producían a toda velocidad. El General Rosendo era el encargado de trasmitir los requerimientos de los militares disidentes a Chávez. Ya al tanto de la situación, Hugo Chávez había solicitado su salida a Cuba como le había aconsejado Fidel. Rosendo había comunicado este requerimiento al General Vásquez Velasco, quien a su vez se había comprometido a realizar las gestiones para su salida del país. El tiempo pasaba, las amenazas de ataque a Miraflores por vía terrestre y aérea llegaban por todos lados y Chávez manifestaba su urgencia por no encontrarse en Miraflores para el amanecer. Todavía estaba muy fresco el recuerdo de la mañana del 4 de Abril de 1992 en el Museo Militar.

Ante la tardanza en la toma de la decisión por los militares disidentes, aproximadamente a las 03:55 a.m. del día 12 de Abril, Chávez decide ir personalmente a Fuerte Tiuna a negociar, no sin antes comunicarse con Monseñor Baltasar Porras, para que sirviera de garante de su vida y solicitó a los Generales Rosendo y Vietri Vietri -Jefe de Casa Militar este último- que le sirvieran de escolta. Antes de salir, el General y maestro de la Escuela Militar de

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historia y filosofía militar, Jacinto Pérez Arcay, le entregó un crucifijo para que le acompañase.

Por su parte, los militares disidentes comisionaron a los Generales González González, Medina Gómez y Fuenmayor León, para recibirlo en un punto neutral de entrega, que según lo acordado sería la sede del Canal de televisión Televen.

A su llegada a Fuerte Tiuna, los medios televisivos cubrían los sucesos y el país entero observaba como Chávez era recibido por Monseñor Baltasar Porras y el General Alberto Camacho Cairúz. En el interior de la comandancia también se encontraba un personaje vestido de civil, cómodamente sentado y rodeado de militares que iban y venían. Se trataba de Francisco Arias Cárdenas.

Entonces, Chávez es trasladado inmediatamente a la sala de reuniones del Jefe del Estado Mayor del Ejército. Allí los oficiales generales y otros de rangos menores le esperaban. En presencia de Monseñor Baltasar Porras, el General Romel Fuenmayor León se dirigió a Chávez para entregarle una carpeta con el decreto de la renuncia que debía firmar, asegurándole que después de hacerlo, sería juzgado en el país. Chávez se negó a hacerlo, afirmando que se trataba de un golpe de estado y que ellos debían correr con las consecuencias.

Ante la negativa de firmar la renuncia, Chávez es trasladado a la sala de conferencias de la Inspectoría del Ejército. Allí se inició una acalorada discusión donde los militares exigían que firmara su renuncia y Chávez por su parte la condicionaba a salir rumbo a Cuba, con su familia y algunos de sus colaboradores. Aseguraba que destituiría al Vicepresidente y a todo su gabinete si sus demandas eran cumplidas, pero la mayoría de lo militares presentes mostraban furiosamente su rechazo a la propuesta, asegurando que él tenía responsabilidad en los crímenes de lesa humanidad cometidos en contra de la marcha pacífica opositora y que sería juzgado en territorio venezolano. En vista de la imposibilidad de llegar a una negociación, los militares disidentes salieron de la sala de conferencias para deliberar aparte. El General Francisco Usón insistía que debía permitírsele su salida a Cuba o en caso contrario, se estaría produciendo un golpe de estado que mancharía la reputación institucional que las FAN se habían labrado por décadas. En plena discusión sobre que hacer, al ser consultado, el abogado Allan Brewer Carías aseguraba que la firma de la renuncia no era necesaria, puesto que el alto mando militar, en boca del General Lucas Rincón, anunciaría la renuncia del presidente y eso era más que necesario. Después de algún tiempo, el General Vásquez Velasco entró nuevamente para notificar la decisión final: Chávez permanecería bajo protección militar en Venezuela. De inmediato se ordenó el ingreso al centro de reclusión del 35 regimiento de la policía militar de “el ex Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías”, según quedó constancia en la boleta de reclusión a las 6:00 a.m. del día 12 de Abril.

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Aproximadamente a las 4:55 a.m. el presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga fue presentado por televisión al país como el líder del gobierno transitorio respaldado por los mandos militares. A partir de ese momento, los medios de comunicación privados informaban que no se conocía donde se encontraba Hugo Chávez y en manos de quien estaba. A través del canal de televisión del estado, Venezolana de Televisión o Canal 8 tampoco podía obtenerse ninguna información. Desde horas de la tarde del día anterior y después de los hechos acaecidos en el centro de la ciudad capital, los altos ejecutivos del canal habían permitido a sus empleados marcharse a sus hogares si esa era su voluntad. Todavía estaban muy frescos los recuerdos de los violentos hechos y los asesinatos cometidos contra empleados del canal, por el pelotón comandado por el Teniente Jesse Chacón Escamillo, aquel día sangriento día del intento de golpe de estado del 27 de Noviembre de 1992. El canal mantenía la señal en el aire gracias al trabajo de solo un técnico en el centro de controles o master de la estación y el periodista Jesús Romero Anselmi. En la medida que las horas fueron pasando y los hechos agravándose, ya en horas de la noche el canal solo transmitía su logo en forma de “loop” y posteriormente un documental de fauna. En un esfuerzo gigantesco por tratar de aparentar que el gobierno se encontraba firme, a través de señal de microondas, cuyos equipos de transmisión habían sido instalados en horas de la tarde en el palacio de Miraflores, lograron llevar al aire la imagen de varios ministros y diputados de La Asamblea, donde insinuaban que la situación estaba controlada, pero el sonido se distorsionaba por la combinación de las palabras de los entrevistados y el audio del documental y el ruido de pajaritos que llevaba horas en el aire, indicando la precariedad con la cual el canal 8 transmitía. Los entrevistados habían aprendido la lección de astucia mediática que Carlos Andrés Pérez había utilizado el día del levantamiento en armas del 4 de Febrero de 1992, comandado por Hugo Chávez y donde la mayoría de ellos habían estado involucrados. En respuesta a esa estrategia, el Gobernador del Estado Miranda, Enrique Mendoza, salió al aire en una entrevista desde un canal privado de televisión (Venevisión) para dar al traste con la pretensión de los ministros y su mensaje: -“(…) Esa basura que se llama el canal 8, así mismo…esa basura que se llama el canal 8, vamos a sacarla fuera del aire. ¡Va fuera del aire!”… -“Y esa es la advertencia que les digo, porque aquí no nos estamos chupando los dedos ni somos ningunos pendejos… ¡el canal 8 va en las próximas horas fuera del aire!”…

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Y efectivamente así fue. Minutos más tarde, el único ser presente en el canal intentando mantener viva su señal, Jesús Romero Anselmi, salió del mismo como alma que lleva el diablo. Instantes después, la policía de la Gobernación de Miranda se presentaba en el lugar y las cámaras del canal de televisión Globovisión daban cuenta que el edificio en pleno había sido abandonado, sin ninguna señal de violencia.

Mientras los hechos protagonizados por los militares disidentes ocurrían en la madrugada del 12 de Abril, la plana mayor de la dirigencia opositora con Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga a la cabeza, discutían en las instalaciones del Hotel Four Seasons -localizado frente a la Plaza Altamira en el sector del mismo nombre-, el rumbo político que deberían dársele a los acontecimientos del país.

En un momento determinado, Pedro Carmona recibió una llamada a su teléfono celular y mientras se retiraba del grupo para no ser escuchado, conversó por algunos minutos. Al culminar la llamada, se excusó con los presentes para retirarse por un rato de la reunión, mientras iba a su casa y se cambiaba de ropa.

Unos minutos después, la sorpresa fue mayúscula, cuando los presentes en la reunión del Hotel Four Seasons observaban a través de la pantalla de la televisión a los militares disidentes declarado un vacío de poder desde la sede la Comandancia General del Ejército y presentaban a Pedro Carmona Estanga como el Presidente de la Junta Transitoria de Gobierno.

-“¡Ya este nos jodió!”, exclamó Carlos Ortega, sin poder creer lo que veía y tomó el teléfono para llamar a Carmona y reclamarle su actitud y el engaño: -“¡Mire!... ¡Yo pensaba que usted era un hombre serio!”

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CAPÍTULO 37.

IMPROVISANDO UN GOBIERNO

Desde el amanecer del 12 de Abril, Pedro Carmona se encontraba reunido con los militares disidentes en Fuerte Tiuna evaluando la situación y realizando todos los preparativos para la toma del poder. A partir de ese momento, Carmona en compañía de Isaac Pérez Recao, Daniel Romero y Allan Brewer Carías desarrollaban una frenética actividad para finalizar el discurso de toma de posesión en la Comandancia General del Ejército. En varias oportunidades, el General Francisco Usón Ramírez, quien se había desempeñado como Ministro de Finanzas del recién depuesto gobierno, ingresaba a los cubículos donde estos trabajaban para solicitar garantías para la vida del Hugo Chávez, producto del fracaso de las negociaciones que Hurtado Soucre y Rosendo habían intentado con los militares disidentes. Pero, Pérez Recao y Romero fueron enfáticos: Chávez tendría que quedarse en el país para ser juzgado por los crímenes cometidos el día anterior. Mientras tanto, en el resto del país los “Círculos Bolivarianos” se encontraban activos y conformaban una red gigantesca, instigando al pueblo seguidor de Chávez a no aceptar lo que ocurría. En Fuerte Tiuna, los militares se encontraban al tanto de la situación y recomendaban a Carmona tomar decisiones rápidamente para asegurar el poder. Ellos sabían perfectamente que la principal debilidad de un gobierno como ese, era no contar con la fuerza de las tropas y de las armas. De manera que, sus primeras decisiones fueron nombrar al Vicealmirante Carlos Molina Tamayo -por su reputación y confiabilidad- como su Jefe de Casa Militar y al General (r) Ovidio Poggioli como Director de la policía política, DISIP. Cada uno de estos personajes se apresuraron a asumir sus nuevas responsabilidades, Molina Tamayo se apersonó muy temprano en palacio para cumplir con la labor encomendada y fue recibido por los soldados leales a los altos oficiales disidentes. A su llegada solicitó reunirse de inmediato con el General Viteri Viteri, -quien hasta ese momento había sido el Jefe de Casa Militar de Chávez- para informarle que él sería su sustituto y a la vez, solicitarle que mantuviera a los soldados de la Guardia de Honor en sus posiciones naturales, al lado de palacio. Increíble. Una Guardia de Honor totalmente ideologizada y armada hasta los dientes como la de Chávez, no fue retirada de su lugar de custodia ni sustituida de inmediato, solo les solicitó permanecer inertes en sus puestos.

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Por su parte, el General Ovidio Poggioli se dirigía hacia la sede de la DISIP aproximadamente a las 9:00 a.m. para hacerse cargo de la fuerza policial más poderosa del país. Iba acompañado de Isaac Pérez Recao en su vehículo blindado. Pero, Ovidio Poggioli no había podido cumplir con la misión de tomar las rindas de la DISIP, puesto que a su llegada a la sede de la misma -El Helicoide- fue recibido por las principales cabezas de ese cuerpo policial y estos le hicieron saber que los miembros de esa institución habían tomado la decisión de seguir siendo dirigidos por sus líderes naturales. El objetivo de mantener el control de las dos instituciones armadas más importantes para el momento no de había cumplido. Ese día 12 de Abril, el Palacio de Miraflores había amanecido casi desierto, pero con el transcurrir de las horas iba llegando más y más gente. En los pasillos se iban encontrando viejas amistades políticas, integrantes de los medios de comunicación, de La Iglesia Católica y religiosos de distintos credos; gobernantes regionales, políticos de los distintos partidos: AD, COPEI, Proyecto Venezuela; miembros de la alta oficialidad militar; un sin número de personas ligadas al mundo empresarial y político y miembros de la sociedad civil en general. Los allí presentes se había reunido espontáneamente para celebrar la salida de Chávez del gobierno y para dar apoyo a Carmona, en vista del “vacío de poder” que habían declarado los militares disidentes. Mientras esperaban en los pasillos de palacio, contaban anécdotas sobre lo ocurrido e intercambiaban la información que de primera mano habían obtenido y además, se atrevían a proyectar el futuro inmediato del país. Las conversaciones se interrumpieron a la llegada de Carmona Estanga al palacio, a quien se le rindieron los honores correspondientes al nuevo Jefe de Estado en la “entrada dorada” del mismo. En su interior, los detalles se preparaban a toda velocidad para su nombramiento como nuevo Presidente de la República. Desde su llegada, Carmona se mantenía en incesante actividad. Las reuniones eran múltiples y con muy diversos personajes. Una de esas reuniones se dio con los directivos de las plantas de la televisión privada y de la prensa escrita. En esa reunión, se acordó que la logística y la estrategia informativa del nuevo gobierno sería responsabilidad de ellos. Había que mantener a la población en calma. En el breve intervalo entre una reunión y otra, uno de sus asistentes notificó a Pedro Carmona que una situación irregular acontecía en la embajada cubana y este solicitó le comunicaran vía telefónica con esa sede. Se trataba de una concentración opositora que de forma violenta había ido a protestar en las afueras de esa sede diplomática. La esposa del embajador le informó que los manifestantes habían destrozado sus vehículos y también habían cortado el

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agua y la electricidad. Carmona le aseguró que les brindarían la protección necesaria. De vuelta a sus reuniones, Carmona sabía que su situación política no era estable y fácil. Insistía con sus colaboradores en la necesidad que los representantes de la CTV estuviesen allí con él. Había que mostrar al país nacional el apoyo que las fuerzas vivas de la sociedad le brindaban a su gobierno, en especial de ese gremio que junto a Fedecámaras habían liderado la protesta civil durante los últimos seis meses. Así que, llamaron a Manuel Cova y este se apersonó en palacio, notificando a su vez, que Carlos Ortega se encontraba con su familia en la ciudad de Punto Fijo, Estado Falcón. Se realizaron entonces todas las gestiones para que Cova se trasladara en un avión del CICPC a buscar a Ortega. A la llegada de Ortega a Caracas, este se dirigió a sus oficinas en el edificio de la CTV para trazar la estrategia política a seguir, junto al comité ejecutivo de esa confederación. Ortega también se reunió con los representantes de los partidos políticos, quienes les habían informado que los diputados César Pérez Vivas, Carlos Casanova, Vestalia San Pedro de Araujo, Juan José Caldera, Liliana Hernández, Freddy Lepage, Luís Longar, Elías Mata y Timoteo Zambrano, no habían sido recibidos por Carmona y que Molina Tamayo les había entregado verbalmente el mensaje que este les enviaba: -"El Presidente les manda a decir que sólo podrá recibirlos después de la juramentación”. Fue entonces cuando los herederos de los partidos políticos de oposición entendieron que habían sido utilizados. Carmona Estanga lideraba así un golpe de estado para deponer al Bloque Comunista del gobierno, pero a la vez excluía a los representantes de los partidos políticos del Bloque Puntofijista y a la CTV del poder. Su verdadero apoyo –por el momento- eran los militares rebeldes y el poderío económico de Venezuela. Las máscaras caían poco a poco y con su actitud excluyente, Carmona dejaba claro ante el país que se trataba de un golpe de la extrema derecha. La pregunta que rondaba la cabeza de los miembros de los partidos políticos y la CTV allí reunidos era ¿qué hacer? ¿Dejar solo a Carmona y que su gobierno se derrumbara sin apoyo con el retorno de Hugo Chávez al poder? ¿Hacer acto de presencia en palacio y tratar de convencer a Carmona de deponer su actitud? ¿Dejar constancia del rechazo de la CTV ante el país? ¿Hacer una buena actuación ante los medios y esperar por un mejor momento político? Después de la reunión, Ortega y sus colaboradores se dispusieron a marchar hacia palacio. Al hacer acto de presencia, inmediatamente los medios de comunicación se agolparon a su alrededor para entrevistarle y con la primera pregunta de los periodistas, Ortega entendió que las cosas no serían fáciles: -Señor Ortega, ¿está haciendo su entrada triunfal a Miraflores?

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-No. La entrada triunfal a Miraflores no es de la CTV, contestó. Yo creo que la entrada triunfante a Miraflores es del Pueblo de Venezuela. Seguidamente, Ortega saludó efusivamente al Vicealmirante Carlos Molina Tamayo y al General Enrique Medina Gómez, quien venía de ser Agregado Militar en la Embajada de Venezuela en Washington en el gobierno de Hugo Chávez, para después posar para una foto con ellos y tratando de aliviar la tensión que aquella inusual situación producía en todos los presentes, bromeó con los periodistas: -“Estos dos al pasar a retiro pasan de inmediato al Comité ejecutivo de la CTV”. -“Ya tenemos trabajo”, dijo Molina Tamayo celebrando la ocurrencia junto a Medina Gómez. Después de las fotos de rigor, Ortega, Cova y un grupo de sindicalistas que les acompañaban, acudieron al encuentro de Carmona. Después de la foto en grupo y de contestar a los periodistas sus inquietudes, los miembros de la CTV, Carmona y los militares disidentes presentes en Palacio, despidieron a la prensa y se reunieron para intentar llegar a un acuerdo. Por su parte, las televisoras privadas decidieron transmitir la programación más ligera posible, mostrando únicamente los hechos que se daban en miraflores y no lo que ocurría con los simpatizantes de Chávez en las barriadas populares. En primer término, los ocupantes de Miraflores expusieron la crítica situación que se vivía en esos momentos para sostener el poder. Con toda la crudeza del caso, los militares abundaron en detalles sobre lo que ocurría, tanto en los cuarteles como en la población civil. Posteriormente, se presentó el documento que juristas, asesores políticos y personajes afines a Carmona habían redactado para la proclamación presidencial y el decreto que crearía el marco jurídico de su ascenso a la presidencia. Después de escuchar los términos en los cuales se sucederían los acontecimientos y de no lograr que sus objeciones fueran escuchadas, en particular la de conformar una junta de gobierno lo más amplia posible, los representantes de la CTV se despidieron para jamás volver a pisar Miraflores. Acordaron no dar declaraciones a los medios para no agravar la situación de inestabilidad política que vivía el nuevo gobierno, pero el desencuentro entre Carmona y Ortega quedaba en evidencia y presagiaba malos tiempos. No hubo acuerdo político. Carmona se las arreglaría solo sin el apoyo de Carlos Ortega y la CTV. Posteriormente, Carmona recibió telefónicamente las novedades de la situación militar y de las actividades de los “Círculos Bolivarianos” en todo el país. El

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recuento se extendió por al menos diez minutos y su cara denotaba una preocupación creciente. Al colgar el teléfono Carmona lucía visiblemente perturbado. Tratando de superar el mal momento, sugirió:

-“Vamos entonces”.

El Cardenal Velasco preguntó: -“¿Quién leerá el decreto?” -“Que lo lea Daniel Romero”, respondió Carmona.

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CAPÍTULO 38. EL CARMONAZO El epicentro de los sucesos en Venezuela estaba esta vez en el palacio de gobierno. El día 12 de Abril más de doscientas personas se habían dado cita en el “Salón Ayacucho”. Después de interminables horas de espera, los civiles entremezclados con militares comenzaban a impacientarse, mientras los ciudadanos comunes veían desde la seguridad de sus casas lo que acontecía. Los movimientos de las cámaras de televisión y la prensa nacional e internacional permitían visualizar a la audiencia y daban cuenta de personajes muy conocidos: se trataba de los representantes del poder económico en Venezuela. Afuera de palacio solo se veía entrar y salir a uno que otro vehículo, cuyo paso era permitido por los militares que custodiaban. Tampoco hubo “Pueblo” esta vez. Después de horas que se hacían interminables, aparecieron las primeras personas en la tribuna de oradores. Se trataba de los militares disidentes de alta graduación. Las personas presentes se pusieron de pié para ofrendarles un prolongado aplauso y entre vivas, estos aceptaban sonrientes el tributo. Pero, Pedro Carmona continuaba sin aparecer y la espera se prolongaba. Mucho tiempo después, el temor y la confusión podía observarse en los rostros de los presentes puesto que se esparcían toda clase de rumores. Ante tal situación, el Vicealmirante Molina Tamayo decidió dirigirse al público: -“Buenas tardes. El Señor Presidente les manda un saludo y motivado a lo trascendental del acto de hoy, en el retomar de la democracia y del apoyo total de la sociedad democrática y de la sociedad civil, les pide paciencia que están revisando un documento, consultándolo con varios abogados, de manera que tenga el impacto democrático tanto nacional como internacional y… como dice el dicho… lento, porque estamos apurados… entonces, paciencia, mas o menos una hora o cuarenta y cinco minutos más”. El anuncio surtió el efecto apaciguador que se buscaba, La gente comenzó de nuevo a hacer chistes y conversar más relajados. Tiempo después, la preocupación volvía a los rostros de los presentes y en las primeras filas podían verse a los representantes de Fedecámaras y políticos, hablando frenéticamente por sus teléfonos celulares. De repente, el presentador hizo tomar asiento a los presentes en el salón e hizo su entrada Pedro Carmona Estanga, a quien el público presente brindó un largo y nutrido aplauso de pié, que este recibió agradecido y levantando la mano derecha en señal de victoria.

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Una vez se apagaron los aplausos, el presentador señaló que se daba inicio al acto. Esta fue la primera señal que indicaba que las cosas no andaban bien. Por tratarse de un acto protocolar de tanta transcendencia para el país, no se entendía que la persona que hablaba fuera un perfecto desconocido para la mayoría. Un tiempo después se supo que trataba de Daniel Romero y que este había sido nombrado por Pedro Carmona como Procurador General de la República. Romero, elegantemente vestido, inició la lectura del decreto: -“El pueblo de Venezuela fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, representado por los diversos sectores organizados de la sociedad democrática nacional, con el respaldo de la Fuerza Armada unido en un acto patriótico de reafirmación y recuperación de la institucionalidad democrática para reestablecer el hilo constitucional y haciendo uso de su legítimo derecho a desconocer cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios garantías democráticas consagrado en el artículo 350 de la Constitución del 30 de diciembre de 1999”. En concordancia con las bases y principios establecidos en la Carta Democrática Interamericana de fecha 11 de septiembre de 2001, debidamente suscrita por los estados miembros de la Organización de Estados Americanos incluyendo a Venezuela. Considerando: Que el día de ayer 11 de abril de 2002 fecha que será recordada con profunda indignación y tristeza nacional, ocurrieron hechos violentos en la ciudad de Caracas que se debieron a órdenes impartidas por el gobierno de Hugo Chávez Frías de atacar, reprimir y asesinar a mansalva a inocentes venezolanos que manifestaban pacíficamente en los alrededores del Palacio de Miraflores cometiéndose con ellos graves delitos comunes y de lesa humanidad contra el pueblo de Venezuela. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno ha contrariado los valores, principios y garantías democráticas en particular los de la democracia representativa, al haber pretendido que eran exclusivas de un solo partido político cuya presidencia ha ejercido en violación de lo establecido en el artículo 145 de la Constitución de 1999 que prohíbe a los funcionarios públicos estar al servicio de alguna parcialidad política y, los de la democracia participativa al haber propugnado la elección de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, de los miembros del Consejo Nacional Electoral, del Fiscal General de la República, del Defensor del Pueblo, del Contralor General de la República sin la debida postulación por sendos comités de postulaciones que debían estar integrados

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exclusivamente por representantes de los diversos sectores de la sociedad, en violación a lo establecido en los artículos 270, 279 y 295 de la Constitución de 1999 propugnando en esa forma el acceso al poder y su ejercicio en violación del Estado de Derecho. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno en flagrante violación del principio de la separación e independencia de los poderes públicos consagrados en los artículos 136, 254, 273 y 294 de la Constitución de 1999 consumó un proceso de concentración y usurpación de poderes, el cual hace inexorable la necesidad del restablecimiento de la separación y autonomía de los poderes públicos, a fin de constituir autoridades que garanticen el respeto a los derechos humanos y libertades públicas y a los valores e instituciones democráticas propias de un Estado de Derecho. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno en violación al artículo 328 de la Constitución de 1999 pretendieron vulnerar la institucionalidad y misión histórica de las Fuerzas Armadas Nacionales, su dignidad y papel en el desarrollo nacional, al imponerle funciones contrarias a la naturaleza exigiéndole lealtad a una sola parcialidad política y a un proyecto político ideológico y personal, lo cual no se corresponde a un marco institucional democrático. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno ha menoscabado sistemáticamente derechos humanos garantizados en la Constitución de 1999 y en los tratados, pactos y convenciones internacionales relativas a los derechos humanos suscritos y ratificados por la república, al punto de que nunca como en estos últimos tres años los organismos interamericanos de protección de Derechos Humanos han recibido tantas denuncias fundadas de violación de los mismos, en particular relativa al derecho de la vida al debido proceso a la libertad de expresión e información y al derecho a la información. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno ha propiciado desde sus altas posiciones una instigación a delinquir, al propiciar violaciones de toda índole a la propiedad privada, así como obstaculizar la investigación y sanción de civiles y militares afectos al régimen que han incurrido en delitos contra la cosa pública en flagrante violación a los principios del Estado de Derecho y contrariando componentes fundamentales del ejercicio de la democracia como son la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad y la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública.

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Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno promovieron irresponsablemente un clima de confrontación y violencia social, contrario a la unidad nacional, al pluralismo democrático y en general al respecto a los principios y valores democráticos contra todas las instituciones y sectores de la sociedad venezolana. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su gobierno han trazado y ejecutado una política exterior contraria a los más altos intereses económicos, políticos y sociales de la nación, ocasionando un aislamiento de graves consecuencias para el país, manteniendo un tratamiento ambiguo frente al flagelo del terrorismo internacional y desarrollando vínculos irrefutables con la narcoguerrilla colombiana. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su gobierno mediatizando y controlando la autonomía del poder electoral, en violación al artículo 294 de la Constitución de 1999 y a los convenios internacionales ratificados en el marco de la OIT pretendió desconocer las legítimas autoridades sindicales del país, para imponer una falsa representación obrera sumisa a sus intereses en franca violación del ordenamiento jurídico nacional y de los acuerdos internacionales que regulan la materia. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno con base a la Ley Habilitante del 13 de noviembre de 2000 dictó 48 decretos con fuerza y valor de ley contrarios a la Constitución de 1999 y a la propia Ley Habilitante y, además sin haber realizado el proceso de consulta pública obligatoria que exigen los artículos: 204 y 211 de dicha Constitución que se aplican a los casos de delegación legislativa lo que significa no sólo violación del texto fundamental, sino un quebramiento de la confianza de los sectores productivos del país, promoviendo el irrespeto a la propiedad privada y generando un clima de incertidumbre económica. Considerando: Que Hugo Chávez Frías y su Gobierno pusieron a la administración pública al servicio de una parcialidad política, contrariando lo dispuesto en el artículo 141 de la Constitución entre otros factores mediante la creación de los denominados Círculos Bolivarianos, a fin de promover acciones violentas y contrarias a la democracia y al Estado de Derecho tendientes a intimidar a la mayoritaria oposición que se ha venido manifestando en todo el país en violación de los

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derechos a la vida, a la libertad de expresión y a manifestar públicamente garantizados en los artículos 43, 57, 58, 68 de la Constitución de 1999. Considerando: Que el ejercicio pleno de la vida en democracia exige la convivencia pacífica y ajustada a derecho de mayorías y minorías en el proceso político, así como el respeto a todas las instituciones sean religiosas, profesionales, empresariales, políticas, gremiales, sociales y/o comunitarias sean o no partidarias del gobierno de turno a efecto de promover la unidad y sosiego del pueblo en un marco de libertad, pluralismo, respeto y tolerancia. Considerando: Que Hugo Chávez Frías en el día de ayer, presentó su renuncia al cargo de Presidente de la República ante el Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional, y el Vicepresidente Ejecutivo de la República abandonó su cargo con lo cual se ha configurado un vacío constitucional de poder con el objeto de restablecer la institucionalidad democrática y llenar el vacío constitucional de poder, para que el gobierno de la república pueda adaptarse a las exigencias y principios constitucionales y a los establecidos en la Carta Democrática Interamericana…”. Estos “considerandos” hacían las veces del diagnóstico de la situación del país y reflejaba en forma resumida la cruda realidad política desde que Hugo Chávez había llegado al poder y se dejaba sentado además, como un hecho irrebatible e incontrovertible, la tesis del “vacío de poder”. Hecho que era sustentado tácitamente por el anuncio que en horas de la madrugada había hecho el General en Jefe, Lucas Rincón Romero y el alto mando militar en pleno, siendo después reafirmado expresamente por Carmona acompañado de los militares disidentes. El anuncio del “vacío de poder”, sentaba las bases para las acciones a tomar por el nuevo gobierno: El presentador continuó la lectura del documento con firmeza: -(…) “Decretamos: Constituir un Gobierno de transición democrática y unidad nacional de la siguiente forma y bajo los siguientes lineamientos: Artículo 1: Se designa al ciudadano Pedro Carmona Estanga venezolano, mayor de edad, con C.I. N° 1.262.556 Presidente de la República de Venezuela. Quien asume en este acto y de forma inmediata la jefatura del Estado y del Ejecutivo Nacional por el periodo establecido en este mismo Decreto”.

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El público presente se levantó eufórico de sus asientos y el aplauso fue largo y estruendoso. Carmona sonreía desde su asiento y levantaba el puño derecho en señal de victoria. -(…) “El Presidente de la República en Consejo de Ministros queda facultado para dictar los actos de efectos generales que sean necesarios para la mejor ejecución del presente decreto y la consolidación del gobierno de transición democrática. Artículo 2°: Se reestablece el nombre de República de Venezuela, con el cual continuará identificándose nuestra patria desde este mismo instante”. Nuevamente el público aplaudía eufóricamente la decisión tomada. La eliminación del calificativo “bolivariana” a la República, tenía una enorme connotación política, pues a pesar de hacer alusión a nuestro Libertador, el gobierno le había utilizado como principal elemento en su simbología. -(…) “Artículo 3°: Se suspende de sus cargos a los diputados principales y suplentes a la Asamblea Nacional”. Esta vez el presentador no pudo terminar la lectura del artículo pues el salón estalló en un gigantesco aplauso. El ruido era ensordecedor. Carmona volteaba a mirar complacido a los militares disidentes, quienes devolvían una mirada discreta pero de satisfacción. Obviamente, este había sido uno de los puntos de debate más importantes que se habían presentado en conciliábulo antes de dirigirse al país. El “vacío de poder” decretado, había hecho referencia al Presidente de la República y a su Vicepresidente, es decir, al poder ejecutivo, pero nada se había dicho del resto de los poderes. Sin embargo, la locura colectiva desatada parecía no medir los alcances del apoyo que se brindaba a lo escuchado. En cada rincón del país, unos gritaban de alegría y otros de rabia y frustración. Al refrendar este artículo y los siguientes, los civiles presentes consumaban un nuevo golpe de estado en el país. El fantasma del golpismo se hacía presente nuevamente en nuestra vida republicana. El hecho por el cual Hugo Chávez había sido tan duramente criticado, la intención de la toma del poder por la vía de la fuerza, ahora se justificaba y se apoyaba. ¿Cuál era la diferencia entre estos decretos y los preparados por los golpistas del 4 de Febrero? Probablemente ninguna. -(…) “Se convoca la celebración de elecciones legislativas nacionales a más tardar para el mes de diciembre de 2002 para elegir a los miembros del Poder

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Legislativo Nacional, el cual tendrá facultades constituyentes para la reforma general de la Constitución de 1999. Artículo 4°: Se crea un Consejo Consultivo que ejercerá las funciones de orden de consulta del Presidente de la República. El Consejo de Estado quedará integrado por 35 miembros principales y sus respectivos suplentes en representación de los diversos sectores de la sociedad democrática venezolana los miembros principales podrán separarse temporalmente de sus cargos sin perder su investidura para ocupar cargos en el Ejecutivo Nacional, estadal o municipal y sus faltas temporales o absolutas serán cubiertas por sus suplentes. El Consejo Consultivo elegirá de su seno un presidente, dos vicepresidentes y un secretario. El Consejo Consultivo estará integrado por los 35 ciudadanos que se identifiquen en el Decreto-Ley que a tales efectos se dicte. Artículo 5°: El Presidente de la República de Venezuela coordinará las políticas de la transición democrática nacional y, las demás decisiones adoptadas para garantizarla con los poderes públicos estadales y municipales. Artículo 6°: Se convocará a elecciones generales nacionales en un lapso que no excederá a 365 días contados a partir de la presente fecha. El gobierno de transición democrática cesará en sus funciones una vez que el nuevo presidente electo democráticamente asuma su cargo. El Presidente de la República designado en este caso no podrá ser candidato a la Presidencia de la República en dicho proceso electoral. Artículo 7°: El Presidente de la República en Consejo de Ministros podrá renovar y designar transitoriamente a los titulares de los poderes públicos, nacionales, estadales y municipales para asegurar la institucionalidad democrática y el adecuado funcionamiento del Estado de Derecho; así como a los representantes de Venezuela ante los parlamentos Andino y Latinoamericano. Artículo 8°: Se decreta la reorganización de los poderes públicos a los efectos de recuperar su autonomía e independencia y asegurar una transición pacífica y democrática, a cuyo efecto se destituyen de sus cargos ilegítimamente ocupados al presidente y demás magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, así como al Fiscal General de la República, al Contralor General de la República, al Defensor del Pueblo y a los miembros del Consejo Nacional Electoral”. Nuevamente el presentador fue interrumpido por aplausos interminables a medida que iba nombrando los miembros del Poder Moral. Estas personas habían sido acusadas incansablemente por la oposición de no ejercer ningún grado de independencia al poder de Hugo Chávez y por el contrario, siempre se habían mostrado sumisos y complacientes.

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-(…) “El Presidente de la República en Consejo de Ministros previa consulta con el Consejo Consultivo designará a la brevedad posible a los ciudadanos que ejercerán transitoriamente esos poderes públicos. Artículo 9°: Se suspende la vigencia de los 48 decretos con fuerza de ley, dictados de acuerdo con la Ley Habilitante de fecha 13 de noviembre de 2000”. Nuevamente se escucharon fuertes aplausos. La ley Habilitante y sus decretos habían generado la protesta del sector patronal. Su eliminación no podía menos que generar satisfacción en los presentes. -(…) “El Presidente de la República instalará una comisión revisora de dichos decretos-leyes, integrada por representantes de los diversos sectores de la sociedad. Artículo 10°: Se mantiene en plena vigencia el ordenamiento jurídico en cuanto no colida con el presente decreto ni con las disposiciones generales que dicte el nuevo gobierno de transición democrática. Asimismo se mantienen en vigencia todos los compromisos internacionales, válidamente asumidos por la República de Venezuela. Artículo 11°: El gobierno de transición democrática y unidad nacional entregará sus poderes y rendirá cuenta de sus gestiones a los órdenes del Poder Público que legítimamente se elijan, de acuerdo con lo dispuesto en este decreto y demás disposiciones constitucionales y legales. Dado en el Palacio de Miraflores en la ciudad de Caracas el día 12 del mes de abril de 2002. Años 191º de la Independencia y 142º de la Federación. Señoras y señores, a los fines de seguir adelante con este movimiento de toda la sociedad democrática nacional, a la salida de este recinto se les convoca a firmar el decreto que se acaba de leer como adhesión a este proceso”. De seguidas, se dio inicio al acto de juramentación de Pedro Carmona Estanga como Presidente de la República de Venezuela, quien se levantó de su silla dispuesta detrás de una sencilla mesa. Todos los ojos del país estaban fijos en esa escena y acostumbrados como estábamos a este tipo protocolo, se sentía que algo faltaba. ¿Quién tomaría el juramento ante la Biblia? ¿Dónde estaba la Biblia? ¿Quién impondría la banda y el collar presidencial? El efecto visual era demoledor. Acto seguido, aproximadamente a las 6:15 p.m., Pedro Carmona se autoproclamaba levantando la mano derecha en señal de juramento y en la izquierda sosteniendo el papel que contenía su discurso:

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-“Yo, Pedro Carmona Estanga, en mi condición de Presidente de la República de Venezuela, juro ante Dios Topoderoso, ante la patria y ante todos los venezolanos reestablecer la efectiva vigencia de la Constitución de la República de Venezuela de 1999 como norma fundamental de nuestro ordenamiento jurídico y restituir el Estado de Derecho, la gobernabilidad y la garantía del ejercicio de las libertades ciudadanas, así como al respecto a la vida, la justicia, la igualdad, la solidaridad y la responsabilidad social”. Entre aplausos y el grito de un espontáneo “Te queremos Pedro”, se selló el acto de auto juramentación. Inmediatamente, el público presente se levantó se sus sillas y en un largo aplauso refrendó la breve alocución coreando “¡Pedro, Pedro, Pedro!”, mientras Carmona volteaba a su derecha para observar los rostros de su familia y luego a su izquierda donde se encontraban sentados los militares disidentes, para afirmar sonriente y de manera cómplice la aceptación del público a su ilegítimo e írrito acto. El presentador oficial anunció la continuación del acto protocolar: -Seguidamente, los representantes de la sociedad civil pasan a suscribir el acta de constitución del “Gobierno de transición democrática y unidad nacional”. La firma del libro de actas se inició con la rúbrica de Pedro Carmona Estanga como Presidente de la República de Venezuela y le siguió (f) José Ignacio “Cardenal” Velasco por La Iglesia, Luís E. Gómez Zuloaga por el sector empresarial, José Curiel (COPEI) por los partidos políticos, Rocío Guijarro por las Organizaciones No Gubernamentales, Miguel Ángel Martínez por los medios de comunicación social, el Gobernador del estado Zulia Manuel Rosales por los gobiernos regionales, Carlos Fernández como Vicepresidente de Fedecámaras, Julio Brazón representante de Consecomercio e Ignacio Salvatierra por el sector Bancario. Alfredo Ramos fue llamado a firmar en representación de la CTV, pero no se encontraba presente. Nuevamente se hacía palpable la escisión entre los dos sectores que habían logrado la separación de Hugo Chávez del poder. El país parecía tomar un nuevo rumbo, sin embargo, después de aquel acto totalmente improvisado, se podía palpar en el aire que las cosas no andaban bien. Dos hechos de singular relevancia pondrían a país en un mayor grado de inestabilidad. Rompiendo el bloqueo comunicacional que los medios de comunicación llevaban a cabo, el Fiscal General de la República y ex Vicepresidente del gobierno de Hugo Chávez, Julián Isaías Rodríguez, emitía la siguiente declaración pública: -“Fiscales militares han informado al Ministerio Público que el Presidente de la República no ha renunciado, y si no ha renunciado, si nadie ha mostrado

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constancia escrita de su renuncia, el Presidente Chávez sigue siendo el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela”. -“La renuncia del presidente es ante la Asamblea Nacional y solamente cuando La Asamblea la acepte, se la puede tener como válida". El Fiscal advertía que Hugo Chávez se encontraba privado de su libertad y que la situación revestía mucha gravedad, pues se trataba de un golpe de estado. Dicho esto, su comunicado fue sacado del aire. Mientras tanto, una hija de Hugo Chávez, María Gabriela, había logrado superar el bloqueo informático vía Cuba, gracias a las gestiones de Fidel Castro con el canal de noticias CNN. A través de este medio, la hija de Hugo Chávez expresaba que se había comunicado vía teléfono celular con su padre y que este le había manifestado que él no había renunciado, que le habían secuestrado y que aún seguía siendo el presidente legítimamente electo por el pueblo. Horas más tarde, la Primera Dama Marisabel Rodríguez de Chávez, confirmaba por el mismo canal de noticias internacional, lo expresado por el Fiscal General y la hija de Hugo Chávez. Estas declaraciones servirían como pivote para que iniciaran la contraofensiva tanto civiles como militares afines a Chávez.

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CAPÍTULO 39. LA CACERÍA DE BRUJAS Los acontecimientos se sucederían con una velocidad vertiginosa y se desataría una terrible oleada de retaliación política. El país, totalmente polarizado como se encontraba, demandaba ahora la detención de las principales cabezas del régimen por parte de los opositores de Hugo Chávez, mientras sus seguidores y los “Círculos Bolivarianos” se encontraban totalmente activos en las zonas populares. En la zona este de Caracas se concentraba una gran cantidad de personas frente de la embajada de Cuba, cuya sede se encuentra en una zona residencial del municipio Baruta, del cual Henrique Capriles Radonsky es su alcalde y este a su vez, era miembro de la oposición política por el partido PJ. Las personas gritaban consignas y palabras altisonantes contra los residentes de la embajada y del depuesto régimen. Las personas allí presentes presumían que Diosdado Cabello y otros miembros del alto gobierno podían encontrase dentro de la embajada y exigían que se les entregaran. La protesta se fue calentando y las personas dieron rienda suelta al odio contenido durante tres años contra el gobierno revolucionario y la intervención de Fidel Castro en Venezuela. Las televisoras se hicieron presentes y mostraba como personas de origen venezolano y otras de origen cubano, destrozaban los vehículos oficiales estacionados en la calle. Saltaban sobre ellos, golpeaban los vidrios con palos e intentaban arrancar las puertas de los vehículos con sus propias manos. Insistían que en el interior de la embajada se ocultaban miembros del régimen y exigían que les sacaran a la calle. La locura colectiva iba en aumento y para obligar a las personas de la embajada a salir, cortaron el suministro de agua y de electricidad con sus propias herramientas domésticas. Ante la gravedad de la situación, se hizo presente en el lugar el Alcalde Capriles Radonsky, quien tratando de calmar los ánimos llamaba a la cordura. Desde el interior de la embajada se le hizo la invitación de pasar a través de una escalera, para superar el muro de la residencia oficial. Los presentes en su ignorancia de las leyes internacionales, les exigían que sacara a los miembros del gobierno quienes presuntamente estarían asilados en la embajada. Al ingresar al recinto diplomático con la ayuda de personal de esa sede, Capriles Radonsky fue recibido -en presencia de un periodista y un camarógrafo de la televisora Televen, por el embajador de Cuba en Venezuela, Germán Sánchez Otero. Después de saludarse y darse la mano, ambos iniciaron una larga conversación. Capriles Radonsky afirmaba al embajador:

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- “Yo quiero insistir embajador…yo estoy totalmente de acuerdo que las sedes diplomáticas y las embajadas tienen que ser resguardadas”. Yo… en ningún momento he ordenado que aquí se corte la luz… jamás haría una… a nadie”. El embajador interrumpía y preguntaba: -“¿Quien la cortó? ¿Quién cortó el agua?” -“Lo desconozco”, respondió Capriles. - “Es muy importante saber quiénes son esas personas, es muy importante saber que esas personas están diciendo que van a tomar la Embajada de Cuba, ¿usted sabe lo que eso significa?” preguntaba el embajador cubano. -“Embajador, ¿le digo algo?... usted cuando efectúa una fiesta, usted abre la sede de la embajada, la gente pasea por la sede de la embajada, comparte, cualquier cosa ¿no?... y apelando a su inteligencia, yo como alcalde, y no en aras de que aquí vamos a estar poniendo en dudas o no en dudas la palabra, porque si al haber vamos, muchas informaciones van y vienen y ahí es donde surgen las desconfianzas, pero si usted quiere… yo creo que esto se termina ya, siempre cuando usted lo autorice”. -“Como invitado mío, de invitado de la embajada de los Estados Unidos, como van a mi casa y como vienen a esta embajada, está permanentemente abierta para los ciudadanos venezolanos, por esa puerta entran y salen los ciudadanos venezolanos diariamente, en condiciones normales. Pero lo que yo no puedo es aceptar, porque no lo acepta ningún embajador, no lo acepta ningún país, que se revise su territorio, este es el territorio cubano, para dudar de la palabra de esa persona que representa ese pueblo. Ustedes tienen el derecho… disculpe, ustedes tienen el derecho de tomar estas cámaras, apostarlas alrededor de la embajada, ese es un derecho de ustedes, siglos, siglos, y entonces ahí estará la verdad. Pero lo que es inadmisible para el honor, la dignidad y los principios internacionales es lo que usted nos pide, eso es inadmisible”. En un momento de la conversación, un hijo del embajador cubano le notifica a su padre, que el embajador de Noruega en Venezuela deseaba hablar con él por teléfono. -“Es el Embajador de Noruega. Habla Inglés pero puede hablar en Español”, le dijo. El embajador cubano aceptó la llamada: -“Aló Embajador…le hablo en Español, mi Inglés es bastante mediocre, decía sonriéndose Sánchez Otero”.

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-“¿Qué tal, cómo está?”, continuó el embajador cubano, recibiendo la respuesta de su interlocutor. -“¿Cómo está usted? ¿Bien?, continuaba sonreído el embajador cubano. -“Bueno, un abrazo para usted”, respondía Germán Sánchez Otero. El embajador noruego le informaba su disposición de ayudar, en caso que él considerase su asistencia necesaria para evitar hechos de sangre, violencia o abusos. -“Eh…no es necesario embajador, no es necesario”, respondía el embajador cubano a la propuesta de su colega noruego. -“No hay ningún conflicto, no hay ningún conflicto, se está conversando, se está dialogando, no hay ningún conflicto”… continuaba su conversación telefónica haciendo un ademán con su brazo en alusión a Capriles Radonsky. -“Absolutamente, continuó. Estamos entendiéndonos, estamos conversando, no hay ningún conflicto, no hacen falta intermediarios, estamos dialogando entre dos pueblo hermanos… de lo que se trata es de un mal entendido que se está aclarando en este instante”. Después de colgar el teléfono, el embajador cubano le agradecía a Capriles Radonsky su gestión para detener las agresiones, mientras este se levantaba para salir. -“Henrique, permanezcan el tiempo que sea necesario” -haciendo un ademán con ambas manos para que se sentase-. -“Yo le pido a ustedes, responsablemente, con todo afecto, con un tono absolutamente constructivo y amistoso, para encontrar una solución”… -“Bueno pero para eso, afuera”… interrumpía Capriles, como indicándole que debía salir para calmar los ánimos de los manifestantes fuera de la embajada. -(…) “que le corresponde a ustedes encontrar -continuaba diciendo el embajador Sánchez sin escuchar- absolutamente a ustedes…. Es admirable que ustedes quieran ayudar como están ayudando”. Obviamente, el embajador intuía que la presencia del Alcalde dentro de la sede diplomática garantizaría su seguridad y la de los suyos. -“Bueno, decía el alcalde, la PM y la policía de Baruta garantizan que no va a trepar nadie y que nadie se va a meter con la embajada”.

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“Yo le mandé el mensaje al presidente… Carmona… el mensaje, a través de su asistente personal de lo que estaba sucediendo”… aseguraba el embajador. “La responsabilidad de lo que suceda aquí es del Presidente de Venezuela y es del Canciller y es del gobierno de Venezuela”. El embajador sentenciaba con esta frase dos cosas importantes: la primera, que reconocía a Pedro Carmona como Presidente de Venezuela. La segunda se enmarcaba dentro del derecho internacional: la protección de la sede de la embajada era potestad y obligación del gobierno nacional y no de la alcaldía. Mientras tanto, fuera de la embajada, cerca de un millar de personas gritaban, maldecían y cantaban consignas contra el gobierno depuesto y contra Cuba. El ruido era intimidante, por decir lo menos. Mientras la reunión se mantenía, se le informó al embajador cubano que el general Luís Camacho Cairúz –Ministro del Interior encargado- deseaba hablarle por teléfono. El embajador recibió la llamada: -“General, Camacho… ¿qué tal?, ¿qué tal?, encantado de saludarlo… Bueno, eh… ¿usted está al tanto de lo que está aconteciendo aquí frente a la embajada de Cuba?” -“Bueno, hay una situación sumamente grave, continuó el embajador, usted sabe que se están cometiendo actos de violencia contra nuestra sede diplomática… eh… han sido afectados seriamente vehículos de nuestros funcionarios en la calle, han sufrido destrozos importantes, han quitado la electricidad ya desde hace varias horas, también el agua. Esto es una violación flagrante del derecho internacional y de las responsabilidades que tiene las autoridades nacionales venezolanas con el custodio y resguardo de la integridad de la sede diplomática”. Esto, le repito, tiene una implicación internacional muy grave”… -“Nosotros estamos dialogando con las autoridades de la alcaldía de Baruta, de la Alcaldía Mayor -aclaró el embajador a su interlocutor- pero, por supuesto, sabemos que le corresponde a las autoridades nacionales de Venezuela evitar este sensible problema”. La conversación se mantuvo por largo rato y al salir Capriles Radonsky de la embajada, los medios insistían en preguntarle si había miembros del depuesto gobierno dentro de ella. Capriles explicó que esa era una propiedad que pertenecía a la embajada y que nadie podía revisarla, por lo tanto, él no podía asegurar o negar que dentro permanecieran miembros del gobierno de Chávez.

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A medida que transcurrían las horas, la euforia se convertía en violencia. Sin embargo, la mayoría de las cabezas visibles del régimen habían escapado o se mantenían ocultos. Mucho de ellos llamaron a sus colegas diputados de la oposición para solicitar ayuda. Algunos la recibieron, otros no. Frente a la residencia del diputado Tarek William Saab, se agolpaban cientos de personas que al verlo salir acompañado de las fuerzas del orden de la PM, comenzaron a gritar en coro: “¡asesino, asesino, asesino!”, mientras golpeaban las cacerolas produciendo una bulla ensordecedora. Algunos alargaban sus brazos para golpearlo a través del cordón de seguridad. Los reporteros trataban de abrirse paso entre la muchedumbre y entre los policías para tomar sus declaraciones, donde el diputado gritaba: -“¡Soy un Diputado de la República y tengo inmunidad, se me están violando los Derechos Humanos!”. Un suceso similar se registró en la residencia del Ministro de Interior y Justicia, Capitán de Navío (r) Ramón Rodríguez Chacín. Este ministro fue quien manejó durante el segundo gobierno de Rafael Caldera las investigaciones de inteligencia sobre la guerrilla en la zona fronteriza y conocía personalmente a los líderes del secretariado de las FARC y a los cabecillas del ELN. Durante el gobierno de Hugo Chávez había sido el enlace entre el gobierno y las FARC para la liberación de secuestrados, dada la relación de amistad que les unía. Esa amistad de Rodríguez Chacín con la guerrilla colombiana era conocida y era precisamente la razón por la cual la ciudadanía le rechazaba con tanta vehemencia. Frente a su casa se congregaban cientos de manifestantes que gritaban todo tipo de improperios y exigían que se le detuviera. Una vez que la policía se hizo presente con una orden de detención, Rodríguez Chacín fue sacado de su residencia esposado con mucha dificultad a través de los manifestantes, quienes de haber sido posible les habrían linchado, pero la acción policial lo impidió. Mientras esto ocurría, ese día 12 de Abril se habían desatado una ola de saqueos a comercios y disturbios en las zonas populares de Caracas, en especial en el área del municipio Libertador y Sucre. La acción popular se justificaba como protesta ante la salida del Chávez del poder. Los cuerpos de seguridad del estado utilizaron todos los medios a su alcance para apagar los focos de disturbios, pero estos parecían multiplicarse y desde el aire podía verse múltiples incendios alumbrando la noche. La situación de polarización extrema de la sociedad tendía a exacerbarse y parecía que se saldría de control.

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CAPÍTULO 40. LA OPERACIÓN “RESTITUCIÓN DE LA DIGNIDAD NACIONAL” Las Fuerzas Armadas venezolanas tampoco escapaban de la polarización política que vivía el resto del país, pero a pesar de las diferencias ideológicas que había en su seno, las veintiséis guarniciones permanecían en calma. Mientras los oficiales disidentes trataban de apoyar a Pedro Carmona a sostener la precaria situación que vivía el recién constituido gobierno, los militares leales a Hugo Chávez realizaban el inventario para determinar con cuales fuerzas contaban y con cuales el enemigo. Los “Círculos Bolivarianos” por su parte, habían pasado dos días seguidos trasladando a los seguidores de Hugo Chávez hasta distintos puntos de la ciudad, en particular hacia los puestos de vigilancia de las entradas de los cuarteles de toda Venezuela, especialmente Fuerte Tiuna en Caracas y en Maracay frente a la sede del batallón de paracaidistas, al mando del General Raúl Isaías Baduel, amigo y compadre de presidente Chávez. Miles de seguidores de Hugo Chávez permanecían en vela para mostrar su adhesión al gobierno depuesto y exigían a los militares la vuelta de Chávez al poder. Largos discursos eran pronunciados por los militares a los civiles, mientras estos aplaudían la solidaridad de los militares con su líder. A primera hora del día 13 de Abril, el General Raúl Isaías Baduel se reunió con todo el personal militar de la 42 brigada y los comandantes del Cuartel Páez, para discutir sobre la situación política que vivía el país. En esa reunión, Baduel manifestó su apoyo irrestricto a la Constitución y hacía saber que en su opinión, lo que había ocurrido era una flagrante violación a la ley y les recordaba a los militares presentes, que ellos estaban allí para defender el orden constitucional, por lo tanto, Hugo Chávez debía ser restituido en la Presidencia de la República. Mientras la reunión de Baduel en Maracay se realizaba, en Caracas los representantes de los medios de comunicación se reunían con Pedro Carmona quien les puso al tanto de la inestable situación política y militar que se vivía. Los empresarios de la comunicación dejaron saber a Carmona, que ellos consideraban que se habían cometido muchos errores y le propusieron dejar en sus manos la estrategia comunicacional, para llevar la situación de la mejor manera posible, siempre y cuando se restituyeran los poderes y se convocara a Carlos Ortega a ser partícipe del gobierno, por considerar que la presencia de la CTV y los trabajadores era definitoria y absolutamente necesaria para la estabilidad gubernamental y cambiar la imagen que estaba formando en la opinión pública de ser un gobierno de extrema derecha. La consecuencia de esta propuesta fue un “Blackout” informativo de todos los medios de comunicación que llenaba de angustia y zozobra a los opositores y

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enardecía aún más a los ciudadanos que apoyaban a Hugo Chávez y su gobierno. Para empeorar la situación de inestabilidad del gobierno de Carmona, Carlos Ortega se negó a participar en el gobierno de facto. Por su parte, en Maracay, el General Baduel hacía saber que aquel oficial que estuviera en desacuerdo con la decisión de reponer a Hugo Chávez podía manifestarlo pública o privadamente, permanecería encerrado en sus habitaciones y no habría retaliaciones en su contra, pero no hubo necesidad de apresar a nadie porque la adhesión a la idea de Baduel fue total. Este general y los militares bajo su mando se comprometían a devolver la institucionalidad al país con una operación militar que se denominó “Operación Rescate de la Dignidad Nacional”. Una vez conocida la noticia en Caracas del movimiento disidente que Baduel encabezaba, las llamadas telefónicas no se hicieron esperar. Algunas de las conversaciones se dieron en tono reflexivo, otras de reclamo, otras amenazantes. Francisco Arias Cárdenas, Luís Miquilena, Henrique Salas Röemer, el General (r) Fernando Ochoa Antich -ex Ministro de Defensa de Carlos Andrés Pérez- y emisarios del General Vásquez Velasco, habían sido los autores de las llamadas. Todos recibieron la misma respuesta de Baduel: no reconocemos al gobierno de facto. Mientras estas conversaciones se daban, en Miraflores las personas que habían sido escogidas por Carmona, Pérez Recao y Daniel Romero para integrar el nuevo gabinete ministerial, esperaban pacientemente el acto protocolar de juramentación. De nuevo la espera era larga y los comentarios y rumores iban y venían. Impacientemente, tanto las personas que esperaban por la juramentación como el público asistente y los reporteros y sus equipos de técnicos sospechaban que las cosas no andaban bien. En Maracay, Baduel intentaba conseguir la presencia de algún medio de comunicación para dirigirse al país y fijar su posición, pero nadie acudió a su llamado. El Blackout informativo funcionaba a la perfección. Entonces, Baduel impartió la orden de mantener la restricción total de salida de material bélico de todos los cuarteles, pues se consideraba que no era necesaria la utilización de las armas. Mostrar los dientes sería más que suficiente. A pesar del bloqueo informativo, la lucha sería mediática para evitar más derramamientos de sangre. A partir de ese momento, militares de alta graduación y leales a Chávez, se presentaron ante Baduel para manifestarle su apoyo. Lo mismo sucedía con los comandantes de todos los rincones del país, quienes se comunicaban por radio o por vía telefónica. Un conteo rápido permitía saber que el 80% de los comandos operativos estaban con Baduel y con Chávez. Baduel procedió entonces a conformar un equipo de comando para llevar a cabo la "Operación Restitución de la Dignidad Nacional" y firmaron un documento donde exigían la

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restitución del orden constitucional, la renuncia de Pedro Carmona, la restitución de los poderes públicos, y la reincorporación de Hugo Chávez a sus funciones. En horas del mediodía, Baduel le impartía la orden al Coronel Morao en Miraflores de tomar palacio con la Guardia de Honor que permanecía justo al lado. Tampoco esta vez había sido necesario disparar un solo tiro. Una vez que se comunicó a Carmona la posición de Baduel, los militares disidentes le trasladaron a Fuerte Tiuna, intentando darle protección y se suspendió de inmediato el acto de nombramiento del gabinete ministerial. Probablemente, el peor error político y táctico se había dado a la hora de seleccionar a los miembros de ese gabinete ministerial que no había podido constituirse, repleto de empresarios afines a Fedecámaras y a Pérez Recao, en particular, la exclusión del General Efraín Vásquez Velasco, quien había sido la punta de lanza de la disidencia militar y se había escogido al Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez para ejercer las funciones de Ministro de la Defensa del gobierno de Pedro Carmona. Ante la situación de descalabro que se veía venir y sintiéndose totalmente excluido, Vásquez Velasco se comunicó con el General Baduel para hacerle saber que él dudaba que Chávez hubiese renunciado, ya que él, a pesar de haber estado tan cerca de los acontecimientos, no había visto firmada su renuncia a la presidencia. Baduel le expresó que el tenía la plena seguridad que Chávez no había firmado tal cosa. Para el momento de esta conversación, una muchedumbre seguidora de Hugo Chávez se encontraba al frente de Miraflores exigiendo su retorno y Pérez Recao ya se encontraba fuera del país.

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CAPÍTULO 41. EL RETORNO AL PODER El día 13 de Abril ya las cartas estaban echadas. En vista del deslave político y militar que se le veía encima al incipiente gobierno de Pedro Carmona, el General Efraín Vásquez Velasco deseaba deslindarse de los hechos que habían conducido a la salida de Hugo Chávez del poder y convocó a una reunión de comandantes de unidades tácticas en Fuerte Tiuna, con la finalidad de analizar el decreto de Pedro Carmona. Después de terminada la reunión, Vásquez Velasco preparó un comunicado para lanzar a la opinión pública a través de la televisión y que pudiera salvarle el pellejo: -(…) “para informarle al pueblo de Venezuela, que el Ejército está gestionando las diligencias necesarias para que se efectúe de inmediato el correctivo a errores u omisiones, cometidas en este proceso de transición. En tal sentido se apoya al gobierno transitorio si se cumplen las siguientes normas: Establecimiento de una transición con respecto a la Constitución y leyes de la República y derechos humanos, revisión y modificación del Decreto del 112 de abril del año 2002; restitución de la Asamblea Nacional; concertación con las fuerzas vivas de la nación para constituir un gobierno transitorio garantizado por la pluralidad y representatividad. Exhortación a la paz y la tranquilidad y que toda acción de gobierno se efectúe con el máximo respeto a los derechos humanos. Ratifico como Comandante General del Ejército, en todos sus cargos a los integrantes del Alto Mando Militar del Ejército y de sus comandos naturales, la gente que está conmigo se irá conmigo y yo sólo los transfiero. Se ratifica el apoyo a las autoridades e instituciones, así como el apego incondicional para institucionalidad del componente hacia los valores y bases fundamentales de la organización como son la obediencia, la disciplina y la subordinación. Respeto a las autoridades locales legalmente electas por el pueblo venezolano, locales, regionales, gobernadores y alcaldes, que son en este momento los representantes en cada estado, en cada municipio en el país mediante una votación popular que hubo aquí en Venezuela.

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Continuidad de los beneficios sociales al pueblo venezolano, cuyos programas están en ejecución, no podemos abandonar al pueblo, el pueblo venezolano los de más necesidad, debemos seguir con atención los mismos programas que se venían suscitando en este país. Exigimos una construcción de una sociedad sin exclusiones, donde toda demanda o inconformidad se manifieste de manera pacífica, sin armas y con el pleno ejercicio de la libertad dentro del Estado de Derecho que corresponde a una sociedad democrática, queremos mantener la democracia, amamos la democracia, queremos seguir en una democracia. Garantizamos la seguridad, el trato y respeto al Teniente Coronel Hugo Chávez Frías y su grupo familiar, solventamos la petición del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías de salir del país en forma inmediata. Las Fuerzas Armadas Nacionales garantizamos la seguridad de todo el pueblo venezolano. Así mismo exigimos que se restituyan todos los Poderes Públicos realmente constituidos en este país, el Tribunal Supremo, el Ministerio Público, todo lo que estaba en vigencia como les digo, esto no es un golpe de Estado, nosotros respetamos las instituciones, no queremos ... a la Constitución, queremos y apoyamos a un gobierno transitorio que respete el derecho a todo lo que hemos tenido, el problema que se suscitó en Venezuela fue un problema de pérdidas humanas, donde el gobierno central perdió el control de la autoridad en un momento determinado. Muchas gracias y quiero que con esto todos ustedes sepan que las Fuerzas Armadas Nacionales en este momento apoyan esa transitoriedad, siempre y cuando se cumpla la Constitución Nacional del año 99”. Después de escuchar tan terrible disertación, llena de errores, condicionantes, avances y retrocesos; con posiciones políticas encontradas y la carencia de la elocuencia necesaria en un militar de tan alto rango, el país entero terminaba de convencerse que había caído en las peores manos y que las horas por venir serían decisivas para la estabilidad democrática del país. Más tarde, el General Carlos Alfonso Martínez por la Guardia Nacional, se hacía eco de las declaraciones de Efraín Vásquez Velasco y acto seguido, Pedro Carmona se dirigió a la nación para reestablecer a La Asamblea Nacional en sus funciones. Poco a poco, los ministros, diputados y políticos afines a Chávez fueron reapareciendo en Palacio. El Canal del estado comenzó a transmitir nuevamente, y aproximadamente a las 9:30 p.m. La Asamblea sesionó y se nombró al Vicepresidente, Diosdado Cabello como “Presidente Interino de la República Bolivariana de Venezuela”.

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No bien se había juramentado Cabello, cuando Carmona dimitió públicamente al saber que no contaba con el apoyo militar.

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CAPÍTULO 42. EL PERIPLO DE CHÁVEZ Después de la detención de Hugo Chávez en la Comandancia General del Ejército en Fuerte Tiuna en la madrugada del 12 de Abril, de haberse negado a firmar la renuncia que se le había presentado y exigido, de habérsele negado su salida a Cuba y de haber recibido las amenazas de parte de muchos de los militares disidentes por las muertes del día anterior, Chávez fue trasladado de un lugar a otro. Primeramente le llevaron al centro de reclusión de la policía militar en el mismo Fuerte Tiuna, donde se le libró la orden de encarcelación y de allí a la base naval en Turiamo. Recluido en Fuerte Tiuna, solicitó al guardia asignado que se le consiguiera un televisor para enterarse de lo que ocurría fuera de las instalaciones militares y pudo observar con sus propios ojos como el General Lucas Rincón admitió públicamente que él había renunciado y que el mismo Rincón, acompañado del alto mando militar en pleno, también presentaban la renuncia a las nuevas autoridades. Después de aquella declaración pública, viendo como perdía el poder definitivamente y que sus más allegados militares acataban las órdenes de los disidentes, Hugo Chávez sabía que su situación era muy difícil y que su vida dependería de la decisión de cualquiera, porque a partir de ese momento se convertía en un estorbo. Cuando el Capitán Otto Gebauer –quien había sido designado como su custodio- le informó que sería trasladado a la base naval de Turiamo, arrodillado ante él y halándole los pantalones, Chávez le mostró la imagen del crucifijo que portaba, para decirle que él sabía que lo iban a matar y que le recordaba repetidamente que él era el presidente de la república. La grandeza, el autoritarismo, la elocuencia, la prepotencia, la altivez; el lenguaje descalificativo y soez y la actitud desafiante del Chávez de siempre hacia sus adversarios, había desaparecido ante al idea de la muerte y en su lugar, solo se veía a un hombre absolutamente temeroso por su vida. Gebauer le insistía en que se calmara, que nadie pensaba en matarle. Tratando de encontrar una salida, solo, Chávez solicita a un guardia que le consiga un teléfono celular para poder comunicarse con su familia. Intenta primero con su madre y su padre, sin lograrlo. Después intenta comunicarse con un hermano. Tampoco lo logra. Finalmente decide intentar comunicarse con su hija María Gabriela y logra finalmente la comunicación. -“Papá, tú otra vez preso…que broma contigo”, bromeaba María Gabriela para darle ánimo. ¿Dónde estás?

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Chávez le informó que se encontraba en Fuerte Tiuna y le preguntó entonces si tenía noticias del resto de la familia y ella le responde que tanto ella como su hermana Rosa se encontraban escondidas en una casa de playa y que el resto de su familia estaba dispersa huyendo. Chávez sabía que tenía que aprovechar esa oportunidad porque probablemente no se le presentaría otra. -“Mira María, óyeme… llámate a alguien, llama a Fidel si puedes. -"¿Y qué le digo?". Le preguntó María Gabriela. -"Dile que no he renunciado, que estoy preso y que me van a matar, pero que yo no he renunciado". Le apremiaba Chávez. -"Papá, tranquilo". Le contestó María Gabriela, tratando de infundirle esperanza a su padre. Un rato más tarde, Fidel Castro había logrado que CNN entrevistara a María Gabriela y le anunciaba al mundo que Hugo Chávez no había renunciado, hecho que le convertía en un presidente prisionero. Una vez que los militares disidentes se enteran de la posición del General Baduel en Maracay, comienzan los planes para trasladar a Chávez a otro lugar secreto e impedir que pudiera ser rescatado ante la posibilidad de un enfrentamiento y se decidió su traslado a la Bahía de Turiamo en el estado Aragua, donde se encuentra una base naval. El día 13 de Abril la inestabilidad política y militar del incipiente gobierno de Pedro Carmona continuaba agravándose y se decidió trasladarle a la base naval de la isla de La Orchila en el Mar Caribe. Un Coronel designado le informa sobre su futuro inmediato: -Chávez, ¿Cómo le han tratado?, preguntó. -“Los muchachos me han atendido de maravilla desde que llegué, respondió Chávez. Son unos tremendos soldados, seres humanos que me han dado incluso su conversación. Acabo de trotar un rato y estaba”... -Sí, bueno, me contenta mucho... interrumpió el coronel. -“Yo le estaba diciendo al capitán que salió… yo hasta ahora no he preguntado ningún abogado. Me encomendé a Dios y dije: «Ojalá que un rayo de buen juicio les llegue a los que están tomando decisiones». Me voy. Dejé mi fusil y mi pistola. No he preguntado. No he hablado ni con mi mamá, ni con mi esposa, estoy incomunicado. Pedí un abogado. Me dijeron que no. Solo aquí me vieron

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toda la noche. Bueno, lo cierto es que yo... Llegó un momento que yo necesito que me digan a dónde voy a ir. Si no, yo no salgo de aquí”. -“Sí, mire... yo estoy comisionado, primero, para brindarle la custodia, en todo lo posible, la seguridad y las intenciones son llevarlo a La Orchila para su posible posterior traslado al exterior del país. Precisamente, esas son las órdenes que me dieron”, le aseguró el Coronel. -“Ahora, Coronel, fíjate una cosa, -continuó Chávez, yo estoy incomunicado y tengo un temor. Yo… si me voy a Cuba, o a donde yo decida, no puede ser obligado. Cuba sería una posibilidad que yo he estado evaluando antenoche, pero no hubo capacidad de oír a nadie. El ansia de poder se adueñó de todo y creyeron que ya llegamos y Chávez está listo, pero aquí mucha gente no sabe todavía, no entendió nunca que yo no soy uno... esa Constitución… 82% y eso lo patearon. Y yo incluso, para que tú sepas, propuse esa noche, lo decidí, el general Raúl Baduel me dijo: «No te rindas». Y todo el alto mando me traicionó. ¡Cobardes y desleales! Yo ordené en la mañana aplicar el Plan Ávila, yo tengo potestad para hacerlo, cuando me enteré por órganos inteligencia de las mismas Fuerzas Armadas y la DISIP, de la Fuerza Armada, de que el plan insurreccional estaba en marcha y que el general Medina Gómez, el agregado de Venezuela en Washington estaba aquí y trajo armas. De toda esa vaina me enteré yo. Y ordené, ante tantas evidencias: «¡Plan Ávila, General Rosendo!» Pero el general Rosendo no quiso. Se me desapareció. «¡Lucas, Plan Ávila!». «Presidente, no sé qué. Vamos a pensarlo». «¿Qué vamos a estar pensando? ¡Plan Ávila!». «Bueno, voy al Fuerte Tiuna». «Bueno, está bien, vete al Fuerte Tiuna, pues». Entonces allá: «No, que no es conveniente». Entonces agarré un radio que yo tenía y empiezo a buscar la red y agarro a García Carneiro, comandante de la brigada. Le digo: «García Carneiro: ¿Qué está pasando?». «Coño, mi comandante, no sé, a mí me están buscando para meterme preso». ¿Quién, chico?». «Los generales». ¿Cómo que preso, qué pasa?». «Bueno que hay una insurrección militar». Entonces le digo: «Bueno, mira, entonces yo estoy al mando, mándame los tanques para acá, vamos a hacer Plan Ávila». Trancaron la autopista, Los Próceres, trataron de evitar... Sin embargo los tanques salieron. Si ellos hubieran cumplido... mire, la historia señalará responsables”. Chávez continuaba con su nerviosa e interminable perorata, sin dar tiempo a que su interlocutor pudiera opinar o detenerlo. -“Si el Alto Mando Militar hubiera cumplido con la orden que yo di de aplicar el Plan Ávila en la mañana de ese día, que ya yo tenía todo y ellos también, de que se veía ese plan insurreccional. Lo que pasa es que algunos de ellos estaban comprometidos con el general Vásquez Velasco. ¡Traidor! Ese se escondió. Lo mandé a llamar a Miraflores y se escondió. Lo mandé a llamar con el capitán, el ayudante, y me dijo: «Mi comandante el general no sé, se metió en la habitación y no responde». ¡Es un cobarde! Y ese es el que tienen ustedes de jefe”...

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El Coronel volvía a interrumpirle. -“Mire... yo como soldado... Primeramente déjeme cumplir la misión de darle la protección que como ciudadano venezolano merece, para eso estoy acompañado de un grupo de oficiales que usted conoce, para trasladarlo hasta La Orchila. -“Te entiendo, te entiendo, chico”. Perdóname mis comentarios”. Al darse cuenta del insulto que acababa de pronunciar, intentó bajar el tono de la conversación. -“Porque fíjate, a estas alturas yo pudiera negarme a irme. ¿Por qué? Porque constitucionalmente yo soy el presidente de este país. Entonces, sencillamente déjame aquí sentado. Yo almuerzo, yo voy a meditar un poco después que almuerce para tomar una decisión. Pero, si estoy preso… bueno está bien, yo sigo preso aquí, no estoy obligado a irme. La noche de antenoche sí. Yo para evitar eso que yo sabía que iba a ocurrir. Un comandante de un batallón de tanques me llamó de Maracaibo: «Mi comandante ordéneme y me voy con los tanques a Maracaibo». Y le dije: «¡No, quédese ahí!». «Tenemos ocho batallones que no vamos a cumplir con esa orden del comandante del ejército». Y le dije: «¡No, espérese!». Pero yo quería hablar con ellos. Yo le dije a esa gente: «Permítanme hablarle al país porque yo soy un presidente». Todo eso se desconoció y se me trajo incomunicado. El Capitán vuelve a interrumpirlo y le asegura que no hay alternativa. Él debe cumplir con la orden de trasladarlo a La orchila. Ante la nueva situación de riesgo personal, Chávez solicita la presencia del Cardenal José Ignacio Velasco para que garantizara su vida y en su compañía partieron en un helicóptero de La Armada hacia la isla militar. Antes de salir hacia la Orchila, Chávez logra hablar secretamente con un Cabo quién le había preguntado si él en verdad había renunciado y al responderle que no, el cabo le propuso escribir rápidamente una comunicación dejando constancia de eso y que la dejara en el fono de la cesta de basura, para pasar recogiéndola una vez le trasladaran. Hugo Chávez escribió una nota que después arrugó y colocó en la papelera, según lo acordado. A las 7:30 p.m. el General Raúl Baduel tenía en sus manos la comunicación de Hugo Chávez y la leía ante la multitud concentrada frente a la 42 brigada. Las personas presentes gritaban de alegría al escuchar la noticia. Las informaciones se hacían cada vez más confusas y contradictorias, pues nada de esto era transmitido por los medios de comunicación. La presión política aumentaba, pues el departamento de estado de los EEUU había hecho saber que apoyarían el gobierno de transición, solo si se hacía pública la renuncia por escrito de Chávez y firmada por su puño y letra.

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Mientras tanto en la isla de La Orchila, Hugo Chávez había solicitado dar una caminata acompañado por el Cardenal Velasco. Era una noche clara y se prestaba para ello, mientras eran seguidos a media distancia por las miradas vigilantes de los soldados encargados de la custodia del prisionero. Fue una conversación franca. Más que una conversación fue una confesión al representante de Dios que hasta el día anterior había sido declarado enemigo. Como quien presiente a la muerte cerca, Chávez dio rienda suelta a sus pecados -en su peculiar manera de reconocerlos- justificándose a sí mismo cada dos o tres minutos. El sacerdote perdonó sin exculpar. Aproximadamente a las 1:30 de la madrugada, cuatro helicópteros se acercaban a la isla La Orchila transportando un comando de Dieciséis hombres, quienes rescataron a Chávez y le llevaban de vuelta a Caracas, pero primero realizaron una escala en Maracay para saludar al General Baduel, artífice de su rescate y de la renuncia de Pedro Carmona.

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CAPÍTULO 43. “¡VIVA CHÁVEZ!” Cualquier ciudadano común sabía que Hugo Chávez había renunciado. Así lo había hecho saber el general de tres soles Lucas Rincón en la madrugada del 12 de Abril de 2002. Él mismo había manifestado en su mensaje televisado que también renunciaba en compañía del alto mando militar. Los venezolanos también sabían que Hugo Chávez se había entregado en Fuerte Tiuna a los militares alzados, quienes habían exigido su renuncia. También, que Hugo Chávez estaba detenido, pero su paradero era desconocido. Se esparcían fuertes rumores sobre disturbios en algunas zonas empobrecidas del este y oeste de Caracas y hasta se hablaba de saqueos, pero era imposible confirmarlos a menos se viviera en esas zonas. De lo que había certeza era que una gran cantidad de personas seguidores de Hugo Chávez se encontraban reunidas en las cercanías de los fuertes militares, pero esas protestas parecían inofensivas. La verdad era absolutamente lo opuesta a lo que las imágenes de televisión habían querido mostrar, pues el día 13 de Abril ya la suerte estaba echada. Pedro Carmona perdía el control del gobierno que presidía, si es que a aquel armatoste absolutamente improvisado podía llamársele gobierno. Cuando los militares que apoyaban a Carmona se enteraron de la inminente intervención militar liderada por el general Raúl Isaías Baduel y la posición acomodaticia del general Efraín Vásquez Velasco, Carmona fue sacado con la velocidad del rayo con dirección a Fuerte Tiuna tratando de brindarle protección, pero habían sido abandonados a su suerte los miembros del supuesto gabinete ministerial –quienes no habían llegado a ser nombrados- en palacio. Estos habían sido apresados en compañía de los periodistas que cubrían esa fuente y llevados a través de un túnel que comunica Miraflores con el edificio de la Guardia de Honor Presidencial, cuyos miembros habían tomado nuevamente el control del lugar. En un salón de clases localizado en ese túnel, los militares a cargo y fieles a Hugo Chávez trataban de calmarles los nervios a los presentes, insistiéndoles que ellos les brindarían la protección adecuada. Una vez tranquilizados, los detenidos se comentaban en voz baja unos a otros la suerte que le depararía el futuro cercano. Un tiempo después, un grupo de militares fuertemente armados y visiblemente nerviosos, preguntaron al grupo quienes eran periodistas. Una vez identificados, estos fueron apartados del grupo y posteriormente liberados. A primeras horas de la noche la situación era de tensa calma y los frustrados ministros del gabinete de Carmona comenzaban a sentirse un poco más optimistas al ver que los militares lucían más calmados. De pronto, un fuerte grito retumbó en el acústico túnel:

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-“¡Viva Chávez!” Se trataba de Aristóbulo Istúriz, quien sonriente y escoltado por militares, hacía su ingreso triunfal al salón de clases que fungía de retén. Inmediatamente, les saludó y en actitud absolutamente democrática, les dijo: -“No se preocupen que sus vidas no corren peligro, estamos en diferentes aceras políticas, eso es todo”. Como moscas a la miel, fueron llegando al salón de clases distintos miembros del recién depuesto gobierno de Hugo Chávez: el Ministro de la Secretaría Rafael Vargas, el Fiscal Isaías Rodríguez, el Defensor del Pueblo Germán Mundaraín, la Ministra del Ambiente Ana Elisa Osorio, Tarek William Saab, otros diputados oficialistas y muchos periodistas extranjeros. De la misma manera que lo había hecho anteriormente Istúriz, Isaías Rodríguez asumió una posición democrática, al anunciarle al grupo de detenidos que sus derechos humanos serían respetados, pero que sin duda serían acusados por ser funcionarios del fallido gobierno de transición de Pedro Carmona. De seguidas, Rafael Vargas tomó la palabra y en una interminable perorata que contrastaba con la actitud asumida por Istúriz y Rodríguez, recriminaba y responsabilizaba a los presentes de las agresiones y persecuciones que se habían cometido en contra de los miembros del chavismo. Similar actitud asumió Germán Mundaraín, en contraposición con su deber de Defensor del Pueblo, quien en vez de asumir la protección de los allí detenidos, en actitud recriminatoria drenó su rabia por largo tiempo contenida, al echar la culpa a los presentes sobre los hechos ocurridos desde la entrega de Chávez y más aún, sobre la actitud que cualquier venezolano de la oposición hubiera podido cometer desde que la revolución se hiciera gobierno, como era el caso de los “cacerolazos” y la actitud discriminatoria de las personas opuestas al gobierno en contra de ellos, al llamarle “monos”, “macacos”, “chaburros”, etcétera. El diputado Nicolás Maduro ingresó también al recinto y con una cara muy pálida y todavía visiblemente afectado por lo ocurrido, les aseguró a los presentes que no pasarían por la misma situación de angustia que a ellos como miembros del gobierno les había tocado vivir. Reconoció que se habían cometido errores de ambos lados, pero que había que enterrar los odios y crear un gobierno de unidad nacional. Una rato más tarde, se apersonaron al salón de clases el alcalde del Municipio Libertador Freddy Bernal en actitud pendenciera, acompañado del diputado Ismael García, otros diputados y algunos civiles con armas de guerra. Estos últimos fueron impedidos de ingresar armados al sitio de reclusión, por el teniente que custodiaba a los prisioneros. Esta situación terminó de molestar más aún a Freddy Bernal, quien con evidente rabia incontenible, les aseguraba a

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los detenidos que debían preparase para enfrentar las consecuencias de sus actos en un juicio militar. Después de drenar su rabia, Bernal y su grupo se marchó y el segundo comandante del regimiento ingresó al recinto, para pedirles disculpas a los detenidos por el mal rato que habían pasado y reafirmarles que su seguridad estaba garantizada por la Guardia de Honor. Al amanecer, se había dictado la orden de liberación de los detenidos y así se hizo.

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CAPÍTULO 44. ¿DÓNDE QUEDAN LOS MUERTOS? El periplo que había vivido Hugo Chávez desde horas de la madrugada del 12 de Abril de 2002, después de haberse entregado en la comandancia general del ejército en Fuerte Tiuna había sido breve, pero sumamente intenso y lleno de sobresaltos emocionales. Había sentido la muerte más cerca que nunca antes. El episodio de la intentona de golpe del 3-4 de Febrero no había sido nada en comparación a esto. En aquel entonces se encontraba en el Museo Militar rodeado de soldados y oficiales a su mando, pero esta vez había estado solo, prácticamente incomunicado, asilado y a merced de cualquiera que no pudiera controlar el odio que él mismo había sembrado en el alma de millones de venezolanos. Preso, Hugo Chávez había estado recapacitando sobre su responsabilidad para que las cosas hubiesen llegado a ese punto. Y es que cuando se siente la presencia de la muerte y su resoplar en la nuca, las personas se comportan en forma diferente y toman decisiones distintas a las usuales. En esos momentos no había prepotencia ni don de mando. No había lenguaje autoritario ni órdenes. Sentía que había que cambiar las cosas radicalmente y llamar al diálogo a todos los sectores de la vida activa del país. Aquello no podía repetirse y de ocurrir, estaba absolutamente seguro de no salir con vida de ello. La celebración por su llegada a Miraflores fue apoteósica. Fue más emotiva e intensa que cuando ganara las elecciones en 1998. Miles de personas congregadas alrededor de palacio lloraban de alegría. Mientras esto ocurría, la otra mitad de la población venezolana guardaba un silencio sepulcral. Había un sentimiento de luto y frustración enorme. Sentía que sus sueños de democracia se esfumaban. Debido al “Black-out” informativo impuesto por todos los medios de comunicación, el ciudadano opositor al gobierno o afín a él no podía entender lo que sus ojos veían. Después de aterrizar en Miraflores y de ser recibido por el pueblo que le apoyaba, el día 14 de Abril casi al amanecer, Hugo Chávez se dirigió a la nación en estos términos: -“A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo” -“Comienzo así con estas palabras llenas de... no sé cuántos sentimientos que cruzan por mi pecho, por mi alma, por mi mente; pensamientos, sentimientos. En este momento soy como un mar multicolor, todavía debo confesarles con los buenos días a toda Venezuela, a todo el pueblo venezolano, a toda la sociedad venezolana, les confieso que todavía estoy estupefacto, todavía estoy

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asimilando este proceso que ahora bien podemos llamarlo para escribir no sé cuántos libros para la historia venezolana y ejemplo del mundo, que este es un proceso de contra... contra-contrarrevolución y se han quedado demostradas muchas cosas que ya tendremos tiempo, no pretendo dar a esta hora, cuando son 20 minutos para la 5:00 de la mañana, este saludo, antes que mensaje es un saludo de mi corazón a Venezuela y al mundo desde este Palacio, que es el del pueblo y que el pueblo, lo dije en mi mensaje de hace unas tres noches allá en la avenida o río Urdaneta en donde vi que hay mucha gente cuando veníamos en el helicóptero, hay mucha gente en la avenida Urdaneta y más allá y por acá, pero decíamos allí, el pueblo llegó a este Palacio para no irse más y, ha quedado demostrado” -“Yo, hablando del pueblo, debo decir que... a ustedes… que lo que ha ocurrido en Venezuela en estas últimas horas es en verdad inédito en el mundo. El pueblo venezolano y sus verdaderos soldados, el pueblo venezolano y su Fuerza Armada... esos soldados del pueblo han escrito... y esto no es grandilocuencia, es una verdad, es una nueva página y ¡qué gran página para la historia venezolana y de América Latina! Y también pudiera ser del mundo, ejemplo de un pueblo que ha despertado definitivamente, de un pueblo que ha reconocido y asumido sus derechos, sus obligaciones, de una Fuerza Armada cuya esencia, cuyo corazón estructural, cuyos oficiales, suboficiales, tropas están conscientes de su responsabilidad histórica y no se han dejado confundir ni manipular ni engañar y ha brotado desde el fondo de la situación, desde el fondo de un alma, de un cuerpo, ha brotado esa fuerza que ha restituido la legitimidad y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela” -“Estuve leyendo mucho la Constitución revisando detalles, por cierto. Ahora antes de hacer algunas reflexiones, porque quiero ser breve en este mensaje de madrugada, como un renacimiento, quiero hacer un llamado y esto es quizás lo más importante que yo quiero decir hoy domingo 14 de abril, yo, pues, he estado incomunicado en las últimas horas y no tenía ninguna información de lo que estaba pasando y tenía una angustia muy grande y, lo primero y más importante que digo a todos los venezolanos es que vuelvan a sus casas, que vuelva la calma. Llegó un estremecimiento que trajo dolor, que trajo sangre, que trajo lágrimas, que trajo incertidumbre. Las causas de esto que ha ocurrido ya las analizaremos con calma para corregir en donde hay que corregir, para corregirnos en donde tengamos que corregirnos, pero, mientras tanto, calma y cordura como diría un venezolano de nuestra historia. Calma en este momento. Llamo, una vez instalado de nuevo en el palacio de gobierno y una vez recibido el poder legítimo que el pueblo me dio, del Vicepresidente, quien valientemente asumió sus tareas junto al pueblo, junto a los representantes de los poderes públicos legítimos que aquí nos acompañan, junto a los soldados que con coraje supieron reaccionar rápidamente ante la pretensión que aquí llegó: Calma” -“Me han informado ahora que he llegado y venía desde el helicóptero veníamos desde La Orchila y venía viendo con preocupación algunas columnas de humo

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en algunas partes de Caracas y, me han informado que ha habido algunos disturbios en las últimas horas sobre todo en el día de hoy, y algunos saqueos en algunas partes de Caracas, y yo hago un llamado a todos ustedes, compatriotas, vuelvan a sus casas todos, vamos a casa, vamos a reordenar la casa. Vamos a reflexionar sobre la marcha y a continuar trabajando. Así que pido a todos que cesen las acciones que todavía pudieran quedar por allí en algunos pequeños focos de disturbios de las últimas horas, y hago un llamado a los cuerpos policiales —esto es un llamado muy especial y muy firme a cuerpos policiales que han estado en la calle, que han estado según me informan de primera mano y una información muy preliminar para ponerme al tanto de los acontecimientos, que ha habido algunos cuerpos policiales que han estado reprimiendo de manera cruel al pueblo venezolano” -“Hago un llamado a quienes tienen responsabilidad de dirigir los cuerpos policiales que llamen a la calma, que cese todo esto” -“A partir de este momento todo el mundo a la casa, todo el mundo a la familia. Vamos a recogernos allí en la casa, vamos a reflexionar. Vamos a poner a Dios por delante. Esta imagen del Cristo crucificado me la regaló cuando iba saliendo prisionero en la madrugada de hace dos días, hace 47 horas exactamente en este momento un buen amigo el general Jacinto Pérez Arcay me dijo: «Hijo, llévate a Cristo». Me lo llevé y aquí está de nuevo. Pues invoquemos a Cristo, a Dios nuestro Señor y llenémonos de paz, hace falta mucha paz espiritual en este momento para todo el país, para todos los sectores hago un llamado a la paz, hago un llamado a la calma, hago un llamado a la racionalidad de todos. Hago un llamado a que volvamos a la reunión del país” -“Estos acontecimientos que trajeron sangre y dolor son sin embargo y deben ser una gigantesca lección para todos nosotros, que todos seamos capaces de mirar allí, que todos seamos capaces de leer esa lección, que todos seamos capaces de extraer de allí conclusiones, enseñanzas. Que seamos capaces de apreciar señales para corregir, rectificar, profundizar para tener más fe en lo que estamos haciendo para que todos los sectores del país terminemos de aceptar de una buena vez y definitivamente que aquí hay un gobierno legítimamente constituido, que aquí hay una Constitución, la más legítima de toda nuestra historia republicana, discutida por el pueblo y aprobada por el pueblo y que ahora se ha comenzado a aplicar para que de allí veamos la necesidad de moderar, de aceptarnos los unos a los otros y este llamado es para todos, me pongo de primero para dar el ejemplo” -“Yo tuve, por ejemplo, en La Orchila hace unos horas una buena conversación con monseñor el Cardenal Ignacio Velasco y le pedí que habláramos a solas a la orilla del mar y nos sentamos a la orilla del mar y, le dije: Monseñor vamos a orar a la orilla de este mar…y le pedí perdón y le dije que era necesario que todos los sectores del país pusiéramos mayor empeño, toda la buena voluntad que podamos para poder convivir en paz aceptando las reglas del juego, aceptando

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las normas de la convivencia ciudadana. Esto que ha pasado es un llamado para todos, necesario es que reflexionemos todos” -“Yo quiero darles un saludo muy especial a los medios de comunicación internacional en primer lugar, a los organismos internacionales, Organización de Estados Americanos. Yo aún no tengo ninguna información no me ha llegado ningún resumen ¿cómo?, vengo llegando, pero ya me han dado informes verbales las muchachas y los muchachos del equipo este, valiente y de coraje que me acompaña, presidentes de América, del mundo, grupos... el Grupo de los 15, el Grupo de Río, donde deberíamos haber estado hasta ayer en reunión, diversos entes, el Grupo de los 77, más China, y ese es un ejemplo de que a nivel internacional Venezuela no está ni estará nunca sola, que el pueblo venezolano no está ni estará nunca más solo. Que Venezuela tiene el respeto de la comunidad internacional. Que la comunidad internacional reconoce la legitimidad y la soberanía, el valor y el coraje del pueblo venezolano demostrado hoy una vez más, así que ese reconocimiento especial de los organismos internacionales a la prensa internacional, a los periodistas internacionales y a los medios de comunicación de nuestro país de verdad, verdad, llegó la hora de hacer profundas rectificaciones, es obligatorio que se hagan esas rectificaciones, que se vuelva a los carriles de la razón, porque es que parece que han perdido hasta la razón. Yo así lo digo a nombre del gobierno revolucionario y bolivariano, pacífico y democrático, no vengo ni con ninguna carga de odio ni de rencor contra nadie, absolutamente, no cabe en mi corazón ni el odio ni el rencor. Pero claro que tenemos que tomar decisiones y ajustar muchas cosas. Siempre, siempre, y para siempre apegados a esta casi sagrada Constitución, después de la Biblia, la Constitución Bolivariana de Venezuela, las acciones del Gobierno bolivariano estarán siempre apegadas a la Constitución, así que hago un llamado igualmente a los poderes locales: gobernadores, alcaldes, a todos los hombres y mujeres que me siguen en este camino, que no caigamos... yo sé que no vamos a caer, nadie va a caer en el extremo en que cayeron algunos sectores en los últimos días, a los que también llamo a la reflexión. No, nosotros los bolivarianos, nosotros los revolucionarios somos humanistas, respetamos al ser humano, respetamos la dignidad y tenemos que demostrarlo sobre todo en momentos como este, así que ninguna retaliación, aquí no habrá ninguna cacería de brujas, no vengo con ánimos revanchistas. No. Aquí no habrá persecuciones, aquí no habrá atropellos ni abusos, ni irrespetos a la libertad de expresión o de pensamiento, a los derechos humanos en forma general” -“Pero las cosas tienen que volver al marco constitucional de donde salieron por voluntad de una minoría enceguecida, a lo mejor por la ambición, a lo mejor por el rencor. No sé por cuántos otros sentimientos, pero les hago un llamado a todos” -“A la oposición, necesitamos nosotros una oposición en Venezuela, pero una oposición leal con el país, una oposición leal con el pueblo, una oposición que presente críticas verdaderas, que presente alternativas al país; es necesario que

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todos los partidos y grupos que se oponen a este gobierno por algunas razones, cuales sean, terminen de entender y de aceptar, es necesario que todos los dirigentes de los diversos sectores del país que puedan adversar a este gobierno, o no estar de acuerdo con alguna política o alguna decisión, bien sea del sector político, del sector económico, del sector que sea, bueno, que hagan públicas, que declaren, que anuncien sus críticas, sus recomendaciones, sus alternativas; que trabajen, que hagan política de verdad, que hagan trabajo en las calles, en los pueblos, pero con ética, con buena fe, aceptando lo que hay que aceptar definitivamente. Repito, ya lo dije, que aquí hay una Constitución Nacional, que aquí hay un Gobierno Nacional legítimo, con el apoyo de las grandes mayorías del país, y con el apoyo del núcleo y la estructura central de la Fuerza Armada, que aquí hay un proyecto en marcha que no tiene vuelta atrás, que los que se opongan tienen todos los derechos, y lo hemos demostrado, derecho de participación, derecho de expresión, derecho de organización. Organícense, señores de la oposición, hagan política seria, justa y leal con el país, no caigan en desesperaciones ni aventuras, que vean a lo que nos condujeron esas desesperaciones y ese aventurerismo” -“Se ha demostrado una vez más, lamentablemente, que aquí hay dos países: un país virtual y un país real. El país virtual lo veían ustedes, seguramente, aquí a lo mejor en este mismo salón hace pocas horas. El país virtual montó una conspiración, con el desespero de la aventura, irrespetando todo. Pero el país real finalmente se impuso. Porque el país real tiene en sus manos las banderas de la razón, las banderas de la verdad y la fuerza infinita de la fe, y sobre todo la fuerza infinita del amor. Este pueblo, ha quedado una vez más demostrado —glorioso pueblo el de Bolívar— ahí está para los que dudaban, si es verdad que durante muchos años lo engañaron, si es verdad que durante muchos años lo manipularon, si es verdad que durante muchos años a veces lo llevaron como un borrego, ha quedado demostrado que ciertamente despertó como conciencia de su propia fuerza y se ha convertido en actor histórico que construye un nuevo camino” -“La Fuerza Armada, sus cuadros de oficiales, la estructura central, ha demostrado una vez más que por más manipulación, por más traición que haya en algunos sectores de la Fuerza Armada, como la hubo, sin embargo ahí está la muchachada militar, que la conozco, está ahí... así que mi reconocimiento y el de todos a esos dos entes a los que yo siempre me he referido, y que constituyen la fuerza más poderosa, después de Dios, de esta Venezuela de hoy, de este proceso de cambio indetenible. Esos dos elementos que en el fondo son el mismo, el mismo: el pueblo y los militares, el pueblo y la Fuerza Armada” -“Les voy a contar una anécdota. Me sorprendí —yo ando de sorpresa en sorpresa-. Yo estuve en cinco lugares distintos desde el día en que salí de aquí. Ya echaré los cuentos. Mañana tenemos ¡Aló Presidente!.. No, mañana no, dentro de unas horas. ¿Y qué creía mi equipo de ¡Aló Presidente!? ¿Que iban a

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echar el carro el domingo, que iban a descansar el domingo? Bueno, de todos modos ya yo estaba pensando cómo transmitirlo desde donde estaba, estábamos haciendo los planes” -“Miren, estuve en cinco lugares desde la madrugada de antier, y debo decirles, porque ahora me decían los muchachos, algunos llorando de emoción, allá en La Orchila nos abrazamos en una sola masa de sentimiento, porque esos soldados que ustedes ven con un fusil cruzado y una cara a veces un poco arrugada, esos son puro amor, y entonces uno me dijo: Ay, yo no podía respirar hasta que no lo viera. Me sentía muerto, me dijo” -“Entonces me dijo: No, porque han dicho que a usted lo han golpeado, que si no sé que más, que lo torturaron para que firmara la renuncia, no sé qué más...” -“No. Aclaro que no fui maltratado para nada, desde la sede del Ejército donde estuve, luego en un Batallón de Fuerte Tiuna, me movían; entre otras cosas me movían creo porque donde me llevaban conseguía el abrazo de los muchachos, y hasta lágrimas. Los que me llevaban la comida se quedaban un rato ahí, diciéndome algo, dándome aliento. Así que ese mensaje que comencé a recibir me fue conformando la certeza de que esta situación virtual, esta especie de película, no sé qué, que vimos, no iba a durar mucho tiempo” -“Luego me llevaron una noche a Turiamo, y allá fui recibido por un grupo de soldados, soldados de los comandos de la Marina, y me trataron de manera excelente; y luego no había donde dormir, porque ellos ni siquiera sabían que yo iba para allá, me llevaron, y cuando llegamos buscando una cama, buscando un colchón. Les dije: No, no se den mala vida por mí, muchachos, pónganme una sábana que yo soy un soldado como ustedes” -“Y nos quedamos hablando un rato, y tomando mucho café, por supuesto, el capitán Marino, así se llama, me atendió a las mil maravillas, y hablamos mucho. ¡Ah! ¿Saben una cosa? Esta travesía por cinco sitios militares me sirvió para hacer algo que yo no hacía desde algún tiempo: hablar con los muchachos de allá abajo, oír a los sargentos, oír a los tenientes, oír a los capitanes; sus críticas, sus aportes, ellos tienen mucho que decir. Entonces, esa es una de las lecciones que he sacado. Uno de ellos me dijo: Mi Comandante, no se olvide de nosotros. No permita que ese tránsito entre nosotros y el alto mando y los altos mandos, por ahí se van quedando las verdades que a usted no le llegan” -“Así que me sentí otra vez soldado. Incluso le dije a uno de ellos esta mañana: mira, yo no sé qué irán a hacer conmigo por allá, pero si deciden degradarme, a lo mejor, les pido que me dejen de soldado raso aquí en esta unidad de soldados” -“Pero luego lo que les iba a contar es lo siguiente, yo no sé si tendrán por allí ustedes un fax que me dicen que ha recorrido... Pásame uno, por favor. Hay

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bastantes. Miren... ¿Dónde está? ¡Ah! Esto lo escribí esta mañana, bueno, a mediodía, eran casi las 3:00 de la tarde. ¿Cómo fue esto? Estaba el helicóptero prendido para moverme otra vez, para moverme otra vez ¿y a dónde?: a La Orchila. Y entonces me apuraban, me apuraban, y yo decía: espérate, que tengo que recoger mi ropa y algunas cosas que me llevé, unas cositas allí” -“Estaba lavando interiores y lavando un par de medias... Sí. Me regalaron...” -“Como en los viejos tiempos”, interrumpió el vicepresidente Diosdado Cabello. -“Sí, como en los viejos tiempos” respondió Chávez. -“Lavando una franela”, continuó. “Me puse a trotar un rato y corrí con unos muchachos allá comando, no tanto como ellos que son comandos entrenados, un sol sabroso hacía en Turiamo, y cuando llego a darme un baño entonces me voy a vestir y me apuran que llegó el helicóptero. Y llega un muchacho de la Guardia Nacional, y él me hace una pregunta: mire, mi Comandante, acláreme algo…. él entró a la habitacioncita y cerró la puerta. Afuera tenía unos superiores de él. Y él no quería que lo oyeran, me habló muy bajo: dígame una cosa, me dijo, aclárame algo… ¿es verdad que usted renunció? Yo le dije: -“No, hijo, ni renuncié ni voy a renunciar”. Entonces él se paró firme, me saludó, y me dijo: entonces, usted es mi Presidente. Pero dígame algo, me dice, ¡eso tiene que saberlo el pueblo. Porque andan diciendo por todos lados que usted renunció, que usted renunció, que se fue del país! Entonces yo le dije: -“Bueno, yo voy saliendo” y él me dijo: escríbame algo, escríbame algo y me lo deja en el pote de la basura, me dijo, porque yo salgo y después vengo a recogerlo. -“Yo hice el papel, escribí esto en un minuto, lo doblé y donde está el pote de la basura, que estaba lleno de papeles ahí, en el fondo lo metí. Pero yo salí, y dije, a lo mejor este muchacho no puede regresar, o no consigue el papel o no puede sacarlo, qué sé yo. En Turiamo, en una unidad que no tiene ni teléfono, no hay ni señal de televisión por allá. Entonces escribí esto, lo que me salió del alma:

Turiamo, 13 de Abril de 2002.

Al Pueblo Venezolano (Y a quien pueda interesar)

Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano,

Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro:

No he renunciado al poder legítimo que el

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pueblo venezolano me dio.

¡¡Para Siempre!!

Hugo Chávez F.

-“Y resulta que llego acá y todo el mundo tiene una hoja de estas ahora. Y me dicen que andan recorriendo el mundo” -“Ese muchacho cumplió. Seguro regresó, buscó el papel, se lo metió no sé donde, salió, no sé cómo, pidió permiso de allá, y no sé cómo eso empezó a circular” -“Te felicito, Rodríguez. El apellido de Isaías... por cierto, que ayer por la mañana, tuve chance de ver, en un televisor que un oficial me llevó prestado, y lo puso allí. Yo estaba acostado en una camita y bueno, estaban diciendo allí en la televisión cuántas cosas, ¿no? Yo estaba como queriendo dormir un poco y de repente oigo una voz conocida: Isaías Rodríguez. Y me paro como un rayo y me siento en la cama: «Voy a ver qué dice Isaías». Y cuando terminó de hablar Isaías en verdad dos lágrimas afloraron aquí, a mis ojos, y dije: «Ahí está un varón diciendo la verdad». Y esas declaraciones de Isaías fueron una señal, fueron un rayo en aquel vendaval de mentiras, a mí sí es verdad que me pusieron en la mesa una hoja que decía: «Renuncia». Yo no la leí. Les dije a los señores que estaban ahí aquella madrugada, les dije: -No, guárdenla porque yo no voy a renunciar. Soy Presidente prisionero, pero yo no renuncio” -“Y sin embargo echaron a rodar aquello y lo leían, lo leían por los medios, como si estuviera firmado. Vean cuántas mentiras. Pero, bueno, es parte de las reflexiones que hay que hacer, es parte de las reflexiones que hay que hacer, yo también vi en alguna estación de televisión, en esas horas, tuve varias horas un televisor ahí y estuve pendiente... creo que fue ayer por la mañana… entonces veo a una dama locutora de una planta de televisión venezolana, leyendo un papel, leyendo mi renuncia. Y por supuesto que ella sabía que eso... a menos que se hayan falsificado mi firma… pero como dijo Isaías muy claramente: Yo quisiera ver la renuncia firmada del Presidente. ¿Dónde está? Y aun así eso requiere todo un procedimiento. Pero, en fin, reconocer al Fiscal General su coraje. Porque además lo hizo mientras estaban deteniendo gente, sacando ministros de su casa esposados, sacando gobernadores a empujones de las gobernaciones, es decir, toda una avalancha de odio que ojalá más nunca llegue a nuestro país. Y yo aprovecho para hacer un llamado a quienes me adversan: Ustedes venezolanas, ustedes venezolanos que me adversan, pues advérsenme, yo no puedo... trataré de hacerlos cambiar, ojalá, pero ustedes no pueden adversar esta Constitución, porque esto es un libro para todos, es como

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el Popol-Vuh, aquel libro de los mayas, el Popol-Vuh «el libro de todos, el libro de la comunidad». Tienen que reconocer todo esto, y sobre todo algo... ¡ah! Oye, no se dejen envenenar, no permitan que los envenenen con tantas cosas y tantas mentiras, reflexionemos todos. Pongamos las cosas en su justo lugar, para bien de todos, para bien de Venezuela” -“Bueno, yo no voy a extenderme más, hay mucha gente allá afuera en la calle, hay muchas cosas que revisar, hay muchos informes que recibir, hay decisiones, algunas urgentes, que tomar para que el país no se detenga y para que las cosas que se han salido de su cauce mucho, o algo, para que esos focos donde ha habido algunos saqueos, alguna represión por parte de algunas policías, alguna angustia, mucha angustia de millones de venezolanos, pues que todo eso vuelva a la calma. ¡Vuelta a la calma, se impone ahora! Llamo a la vuelta a la calma al país. Llamo a que fortalezcamos la unidad de los venezolanos, llamo a que continuemos la marcha a paso de vencedores” -“Así que me fui, y anoche viendo unas estrellas por allá, en Turiamo, y así termino este mensaje madrugador a mi querido país, a mi querida Venezuela, a mi queridísimo pueblo, a mis queridísimos muchachos de la Fuerza Armada, y muchachas de la Fuerza Armada. Yo estaba mirando una estrella, y pensando, mirándola fijamente, pensando en muchas cosas, en la familia, Marisabel, pude hablar con ella; mis hijos, mis cinco hijos. ¿Dónde estarán?... decía… Dios, ¡Cuídamelos! Mi nieta, mi viejo, mis amigos, mis compañeros más cercanos, porque yo intuía que sobre ellos se iba a desatar persecución, atropellos y amenazas hasta de muerte. Pensaba mucho en Diosdado, que lo llamé esa madrugada y le dije: -Vente para acá… y no llegó. Pensaba mucho en Rodríguez Chacín, que me dijeron que lo habían sacado esposado. Pensaba mucho en todos ustedes, en millones, en la angustia, en la incertidumbre que había. Pero de repente mirando aquella estrella, allá a la orilla de la bahía, y recordando y trayendo a mi mente, a mi superficie y a mi conciencia, trayendo al ser, trayendo al consciente que soy, el recuerdo de tantos años, el conocimiento que tengo de las entrañas del pueblo venezolano, porque tengo ya casi una década metido en la entraña del pueblo y de ahí no voy a salir más, nunca jamás. Conociendo el coraje del pueblo venezolano, conociendo los niveles de organización que tiene el pueblo venezolano, y ese es uno de los capitales más importantes que tenemos, el nivel de organización y de respuesta: partidos políticos, círculos bolivarianos, que aprovecho para reivindicarlos, porque los círculos bolivarianos no son grupos armados; es una organización social, se desató una campaña; y si por alguna razón algún miembro de algún círculo bolivariano anda por allí armado, anda armado sin autorización o con intenciones de otro tipo, pues yo los llamo -si es que por alguna razón eso fue verdad- a que depongan esa actitud, así no los necesitamos, de verdad. No, no. Las armas de la República, las armas del pueblo para defender este Gobierno y a la República se ha demostrado dónde están y están en manos de gente consciente, porque verdaderamente los

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militares que faltaron a su juramento, que por diversas razones se plegaron a la ignominia, allá ellos ante la historia y ante la Ley, pero en verdad no tenían comando, era un grupo virtual; pero los que verdaderamente tienen el comando de las tropas comenzaron a dar una respuesta inmediata, inmediata. Entonces se ha demostrado, por una parte, la gran capacidad de respuesta del pueblo organizado, que me siento tan orgulloso de ello, y por otra parte la capacidad de respuesta también organizada de la Fuerza Armada. Por eso les decía que conociendo al pueblo, como lo conozco, y conociendo a la Fuerza Armada, como la conozco, mirando aquella estrella yo llegué a la conclusión, algo desde dentro me dijo: «Tranquilo, Hugo, que ni ese pueblo ni esos muchachos militares -para utilizar un término bien criollo- verdaderos se van a calar este atropello. Algo tiene que ocurrir». Decía yo para mis adentros: «No puede ser que tanto esfuerzo vaya a perderse así, no puede ser que el esfuerzo de tanto tiempo, de tanta gente y de tanta intensidad, que dio nacimiento a esta Constitución y le dio vida a esta nueva y Quinta República, vayan a desaparecerla de un plumazo, así facilito». No. Yo estaba seguro de que eso no podía ocurrir. Porque si no hubiese sido como que uno no hubiese vivido. No. La semilla que hemos sembrado retoñó, creció y allí están las siembras, la sementera, y los frutos en los corazones del pueblo” -“Ahora, yo estaba seguro, pero completamente seguro que volveríamos, absolutamente seguro. Ahora, ¿saben qué? Lo único es que jamás me imaginé que regresaríamos tan rapidito. Sí. Miren, me había puesto a escribir unos poemas, no pude terminar ni el primero, no me dieron tiempo ni de descansar un día, y se los agradezco mucho. Así que muchísimas gracias. Muchísimas gracias” -“Ahora, voy a terminar repitiendo algo que me parece muy importante que debo repetir, y que esto no sea palabra hueca, le pido a Dios que esto no sea palabra que se la lleve el viento: oye, hago un llamado de verdad a la unidad de los venezolanos, a la unidad respetándonos las diferencias, hago un llamado a la cordura, hago un llamado al entendimiento, hago un llamado a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a la Iglesia Evangélica, a las religiones; hago un llamado a los empresarios del sector privado, hago un llamado a los partidos políticos, todos, a todos; hago un llamado a los dirigentes de esos partidos, a los dirigentes sindicales, hago un llamado a los dirigentes empresariales, hago un llamado sobre todo -y agarro la Cruz- hago un llamado a los dueños de los medios de comunicación. ¡Por Dios! Reflexionen, pero de una vez. Este país también es de ustedes, yo también tengo que reflexionar muchas cosas. Sí. Lo he hecho en muchas horas. Y me traigo lecciones aquí y aquí, que no voy a olvidar, de tanto pensar, de tanta angustia, de tanto dolor, de tanta incertidumbre. Así que vengo dispuesto a rectificar donde tenga que rectificar, pero no solo debo ser yo el rectificador, todos tenemos que rectificar muchas cosas para que volvamos a la calma, al trabajo, al empuje y a la construcción de la Venezuela bolivariana, para que sigamos construyéndoles la patria a nuestros

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hijos, a nuestros nietos; para que sigamos haciendo realidad el sueño de Bolívar” -“Anuncio…algunas cosas que recuerdo tenía en la agenda para esta semana que comienza hoy domingo, ya lo habíamos acordado hace unas semanas atrás, convocar a unas mesas redondas de diálogo nacional. Hago un llamado a todos los sectores del país, a esas mesas redondas de diálogo nacional, que comenzará con la instalación esta semana, el 18 de abril, esta semana viene el 19 de Abril, buen día para levantar de nuevo con vigor, como siempre, esas banderas de la patria, y esas fechas que como la de hoy pasarán a la historia republicana... El 18 de abril vamos a instalar el Consejo Federal de Gobierno, y ese Consejo Federal de Gobierno será el epicentro o el núcleo de donde saldrá una comisión coordinadora y ampliada, con la participación de otros sectores de la vida nacional, para impulsar esas mesas del diálogo nacional en lo económico, queremos que nos hagan las críticas en lo económico, en lo político, en lo social, en lo territorial, en lo internacional, pero vamos a discutirlo. Los que no estén de acuerdo con nuestras políticas, con nuestras decisiones, díganlo, pero lealmente, honestamente, para ir buscando el mayor consenso posible, porque el objetivo tiene que ser el mismo para todos -con nuestras diferencias- la Patria, la Venezuela que es de todos” -“Por otra parte voy anunciar algo que no me dejaron anunciar, yo lo iba a anunciar ese día y no me dejaron, no hubo tiempo, la situación no lo permitió, pero ese día... ¿Qué día fue, 11? 11. Aquí vino el presidente de Petróleos de Venezuela, Gastón Parra Luzardo, y me dijo: Presidente, para contribuir con la búsqueda de una solución definitiva al problema de PDVSA... que no dejamos de reconocerlo como un problema producto de esa transición, esos cambios y errores que se cometen de allá y de acá, y que nos tenía muy preocupados y que sí es un problema real, no es virtual, pero sobre problema real se montó el virtual y la conspiración, que trató de desconocer y de patear a nuestro pueblo y nuestra Constitución. Así que el doctor Gastón Parra me trajo, debe estar allí, yo no siquiera me llevé nada de papeles, se quedaron todos allí, me trajo la renuncia colectiva, una renuncia de toda la Junta Directiva de PDVSA, y yo le acepté la renuncia como se la acepto a todos, para abrir el camino a una recomposición de la Junta Directiva de Petróleos de Venezuela, para fortalecerla y sobre todo para darle la capacidad necesaria para continuar impulsando esta importante empresa petrolera. Así que les hago un llamado a todos los trabajadores de la nómina mayor, de los demás sectores, técnicos medios y los trabajadores, no se atropellará a nadie, pero hago un llamado a que trabajemos, que depongamos algunas actitudes y nos vamos a trabajar; para producir, para refinar, para exportar, para vender el petróleo y sus derivados y poner en el tope de eficiencia y eficacia esa empresa que es —como hemos dicho— de todos los venezolanos” -“Así que con estos anuncios retorno, así como por el centro del home, retorno después de dos días de ausencia, de incertidumbres; retorno cargado

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espiritualmente de un gran amor, y sobre todo si hace dos días yo los amaba a ustedes, hoy, después de esta jornada histórica, de esta demostración sin precedentes en el mundo de cómo un pueblo y sus soldados detienen una contrarrevolución y hacen una contra-contrarrevolución, sin disparar un tiro, sin derramar sangre, y reponen las cosas en su sitio. Después de esta jornada memorable, histórica, imborrable para siempre jamás, si ayer los amaba, hoy los amo muchísimo más. Amor con amor se paga. Muy buenos días a toda Venezuela, muy buenos días a todos”. En esta alocución al país en su retorno al poder, Hugo Chávez había enviado un mensaje de rectificación y reflexión al Pueblo que le seguía y a sus colaboradores, a la Fuerza Armada y al país en general. Invitaba a todos al diálogo y a la unidad. Enviaba un mensaje de calma, pues los momentos más duros habían pasado. El mensaje a sus opositores también había sido claro: hagan oposición seria y decente. Pero, olvidaba que él mismo había intentado tomar el poder por la fuerza de las armas. Olvidaba que él mismo había liderado un golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez, un presidente igualmente electo por el pueblo, por lo tanto había atentado en contra de la Constitución, y por si fuera poco, aún preso había continuado conspirando para el golpe del 27 de Noviembre de 1992. El que a yerro mata a yerro muere… Podía entenderse que estando él ahora en la posición contraria, hiciera como Rómulo Betancourt al querer aplicar su “doctrina” de no querer reconocer a ningún gobierno que llegara al poder por la vía de facto, después que él mismo liderara el golpe de estado que derrocaría a Isaías Medina Angarita y también podía entenderse, que después de ver la horripilante cara de la muerte tan de cerca, su actitud fuera de rectificación y reconciliación. Pero, lamentablemente las heridas estaban abiertas y expuestas. La sociedad estaba completamente dividida. El odio entre clases era palpable como nunca antes y difícilmente ese llamado a la concordia sería escuchado, sobre todo viniendo precisamente de quien había fomentado el odio y la desunión. Por otro lado, No había habido ni una sola palabra dirigida a los familiares de los caídos. ¿Podrían estas personas perdonarle tan terrible error u omisión? ¿O lo único verdaderamente importante había sido regresar al poder y contar sus egocéntricas peripecias? Muchas caras de una misma moneda… El país nacional continuaría dividido en dos mitades. Venezuela continuaría transitando su camino político de manos del Bloque comunista, pero muchos enfrentamientos de diversas intensidades se visualizaban en el horizonte.

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“Junto a esto, qué mezquino, qué pequeño, qué trágicamente descaminado, resulta el pintoresco debate político en que los hombres de la hora tienen engolfado al país”

Arturo Úslar Pietri.