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La Habitacion 352

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Tellez, Juan Jose DiazJaime es un paparazzi malagueño acostumbrado a meterse en situaciones incómodas con tal de conseguir la foto más escandalosa. O al menos así era hasta el día en que sus ojos se cruzaron por primera vez con Gloria en la recepción del hotel más lujoso de Málaga.¿Quién era aquella muchacha de belleza celestial? Es más… ¿por qué cuando desaparece dentro del hotel sin dejar rastro, nadie la recuerda?Jaime, acompañado por su amigo Raúl, emprenderá una búsqueda desesperada en un hotel que guarda más secretos de los que jamás hubiese podido imaginar. Lo que allí descubra podría hacerle dudar de su propia cordura…

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ndicePortadaSobre el autorDedicatoriaELLA UNO DOS TRESCUATROLA HABITACIN CINCOSEIS SIETE OCHOLA BSQUEDA NUEVEDIEZ ONCEEL ENCUENTRO DOCETRECE CATORCE QUINCE DIECISIS DIECISIETE DIECIOCHO DIECINUEVE VEINTE VEINTIUNO VEINTIDS VEINTITRSCrditos

Juan Jos Daz Tllez naci en Mlaga el mismo ao que el hombre pis la luna y siempre tuvo claro que su vida iba a ir ligada a la creatividad. Diplomado en informtica, sus primeros pasos profesionales fueron como diseador grfico para la Universidad de Mlaga. A partir de entonces, compagin el diseo con la orientacin laboral, trabajo que ha estado realizando durante ms de una dcada.La habitacin 352 es la primera de sus obras que ve la luz, aunque actualmente trabaja en los detalles finales de su prximo proyecto.A Mara Jess, por aguantarme cada daELLAUNOAqul no tena por qu ser un da distinto de los dems del verano ms caluroso que se recordaba en los ltimos aos en Mlaga. El lunes de aquella misma semana se haban alcanzado los cuarenta y cinco grados, y, aunque al da siguiente se haban suavizado un tanto las temperaturas, aquel mircoles tena toda la pinta de alcanzar un nuevo mximo histrico.A Jaime, el calor de Mlaga le pareca el peor del mundo. Un calor que haca que la camisa se le pegara al cuerpo como una segunda piel y que el sudor le corriera a uno como ros desde la cabeza hasta el ltimo vello del cuerpo. La nica manera de luchar contra aquel martirio era pasarse todo el da en la playa, y esperar pacientemente hasta las ocho o las nueve de la noche, hora en que comenzaba la vida nocturna y el sol se haba retirado ya a coger fuerzas para el da siguiente.En eso pensaba Jaime mientras maldeca su suerte.Su trabajo le permita la independencia que tanto le gustaba, no era esclavo de un horario encorsetado, pero a veces se encontraba con putadas como la de ese da, clavado en medio de una de las calles ms concurridas del centro de Mlaga a las cinco de la tarde, a pleno sol, esperando a que apareciera Antonio, el actor de moda, para pillar las fotografas exclusivas que le iban a permitir a Jaime pagar el alquiler del mes.Y en eso estaba cuando apareci ella.Jaime se hundi en el portal que haba convertido en su escondite y ajust el teleobjetivo de su cmara. La imagen borrosa se torn ntida conforme iba girando el objetivo, y el cristal de la lente le devolvi la imagen de la mujer ms maravillosa del mundo. Con slo un vistazo, aquella imagen se grab en su retina y se almacen en el disco duro de su cerebro.Un leve crujido a su izquierda hizo que bajara rpidamente la cmara; el trabajo de paparazzo, que nunca haba estado bien visto, se haba convertido ltimamente en la peor de las profesiones de riesgo debido a la invasin que los programas del corazn haban hecho de la parrilla televisiva.Se qued inmvil durante un momento hasta que comprob que no haba nadie, y volvi a levantar el teleobjetivo hacia la recepcin del hotel. Le llev unos instantes localizarla otra vez, pero all estaba de nuevo. Su belleza era como una energa, casi palpable, que surga de ella en oleadas invisibles. Su pelo rubio, rizado, le caa sobre sus hombros dibujando unas imposibles figuras doradas. Sus ojos, celestes como el propio cielo, seran capaces de doblegar al ms duro de los hombres con un solo parpadeo. Y de su cuerpo no se poda decir nada que no fuera pecado mortal.

Puls el disparador de la cmara. Una, dos, tres veces al final perdi la cuenta. Cuestiones de tan

poca importancia como el dinero del alquiler o el trabajo que le haban encargado se diluyeron y desaparecieron como un azucarillo en un caf caliente.

Ahora slo exista ella.

Ella, destacando a travs del gento que abarrotaba la recepcin del hotel como un diamante en un cesto de carbn. Su hermosa imagen qued recogida en decenas de fotografas que Jaime admirara una y mil veces. La delicadeza de sus gestos, la dulzura con la que se dirigi al recepcionista Jaime habra dado un ao de su vida por or su voz, por que aquellos hermosos ojos lo miraran directamente a l. Y entonces vio al pequeo que iba cogido de su mano. No haba la menor duda de que eran madre e hijo: el mismo color de ojos, el mismo pelo dorado, las mismas delicadas facciones Sin embargo,haba algo que no funcionaba, algo que no era correcto, pero que se le escapaba como esa ltima palabra imposible de localizar en la sopa de letras casi resuelta.Tan ensimismado estaba que no vio al gorila hasta que lo tuvo encima.El primer golpe estall en la boca de su estmago con un ruido seco y lo dej sin aliento. De repente, la chica, su hijo y el mundo en general dejaron de tener importancia, y conseguir aspirar una bocanada de aire se convirti en su mxima prioridad.Dame la cmara, capullo. La voz son lejana, perdida entre la niebla del intenso dolor que le suba desde el estmago. Te aseguro que no te conviene que tenga que repetrtelo dos veces.Sin darle tiempo a reaccionar, una manaza se cerr sobre la correa de su Nikon y se la arrebat del cuello. Dos dedazos del tamao de morcillas se movieron con la destreza de un cirujano y abrieron el compartimento de la cmara destinado a almacenar la tarjeta de memoria. Y la extrajeron con la precisin adquirida tras haber repetido esos mismos gestos cientos de veces.Me encantan estas cmaras digitales, capullo. Cuando limpie las imgenes que hay almacenadas aqu, me puedo sacar unos eurillos extra en eBay a tu costa. Me encantan las nuevas tecnologas esto es mucho ms divertido que velar carretes.Jaime abri la boca para protestar, pero slo consigui emitir un ronco quejido. El tipo que lo acababa de golpear era tan grande que tapaba casi completamente la entrada del portal en el que Jaime se haba ocultado para tomar las fotografas. Jaime se agach, y la claridad de la calle lo ceg durante un instante.Escchame capullo esto nunca ha pasado. Antonio ha vendido el reportaje de sus vacaciones en Mlaga a una revista. No es necesario que te diga que no te interesa el nombre de esa revista, ya la vers cuando llegue a los quioscos. Y, como comprenders, no le apetece que ningn gilipollas le fastidie la exclusiva.Quiero que corras la voz para que ninguno de tus colegas se asome por aqu a fastidiar. Y te aviso: si veo aparecer tu cara en la tele contando lo malo que he sido contigo, acurdate de conseguir algo que lo demuestre, si no quieres que Antonio (con toda su coleccin de abogados) te meta un puro del que no te vas a recuperar en aos. De todas formas, eso es lo mejor que te puede pasar, porque si no lo hace l, lo har yo. Y yo no tengo abogados, entiendes?S... s atin a decir Jaime. Pens en aadir algo parecido a una amenaza, pero antes de que consiguiera articular palabra el gigante haba desaparecido.

DOSPas unos minutos sentado en la penumbra del portal, recuperndose en la frescura de la semioscuridad. Aquel tipejo se haba llevado las fotos grabadas en su tarjeta, pero no pens en la memoria interna de la cmara, que tena una capacidad muy inferior a la de la tarjeta, pero suficiente para almacenar al menos una decena de fotos con una calidad ms que aceptable.Lo primero que hizo Jaime cuando estuvo medianamente seguro de que el matn no iba a volver fue comprobar si en esa memoria interna haba alguna foto de su diosa.Y, efectivamente, as era. Una sola foto, en formato vertical, pero en ella haba captado mejor que en ninguna otra su hechizante belleza. En la foto se vea un plano medio de ella, desde la cintura y de espaldas, pero con la cabeza girada hacia atrs, como si estuviese buscando el objetivo de la cmara con aquellos ojos robados al cielo. Su cabello caa en una catarata de oro hasta rozar tmidamente su cintura. En aquel momento, mirando hipnotizado la imagen de aquella mujer en el visor de la cmara, Jaime decidi que la llamara Gloria.

TRESCuando al fin reuni fuerzas para salir del portal, el dolor de su estmago se haba convertido casi en un recuerdo, y Gloria ocupaba de nuevo cada resquicio de su atencin.Cruz la calle (que pareca una sartn lista para frer un par de huevos; si hubiera tenido a mano un termmetro hubiera visto que superaba con creces los 42 grados) y se dirigi al vestbulo del hotel, que segua tan abarrotado como era de esperar en un mes de agosto en la costa, pero en lugar de ir al mostrador de la recepcin, como hara cualquier husped del hotel, gir hacia la izquierda y fue directamente al ascensor, donde un botones uniformado esperaba con aire distrado a que los clientes requirieran sus servicios.Hola Raulito dijo Jaime en voz baja, con una pcara media sonrisa.Jimmy! contest el botones, arrancado sbitamente de su ensimismamiento y visiblemente nervioso. Ests loco? El botones agarr a Jaime de un brazo y, sin dejar de mirar a izquierda y derecha alternativamente, lo arrastr a una esquina poco visible del vestbulo. Como me pillen me la cortan, to! Quedamos en que nunca te pasaras por aqu a dar por saco. Yo te paso la informacin, me sueltas la mosca, y si te he visto no me acuerdo.Eh, no te estreses, grandulln brome Jaime, refirindose a la altura del muchacho, que, con dieciocho aos, al contrario que gran parte de su generacin, superaba por los pelos el metro sesenta de estatura. Slo necesito informacin sobre una husped del hotel que no tiene nada que ver con el famoseo.Eh?... No s qu te traes entre manos, pero ya sabes la tarifa. Hizo una leve pausa, que aprovech para mirar por encima del hombro de Jaime si alguien los estaba observando, prestando especial atencin a recepcin. Cincuenta euros, aunque no sea nadie especial.Qu cara tienes! respondi Jaime. La tarifa no baja, pero puede subir cuando a ti te parece. Ote tengo que recordar los cien que me sacaste con?Lo tomas o lo dejas, to. Me estoy jugando el puesto cort Raulito, como lo haba llamadoJaime.Bueno, to, a lo que vamos. Necesito informacin acerca de esta rubia zanj Jaime, sabiendo que era intil regatear con el chico, y ensendole en el visor de la cmara la foto de Gloria (se sera su nombre, al menos hasta que supiera el verdadero).

Ahora era Jaime el que vigilaba que nadie los observara mientras sostena la cmara.

Joder, macho la cosa est muy negra dijo Raulito.

Por qu? No me irs a decir que es ms difcil sacar informacin acerca de ella que de un famoso

No, de eso nada. Te digo que la cosa est muy negra que no se ve nada, vamos

Jaime mir el visor de la cmara, que estaba completamente en negro, como si la batera se hubiera agotado.

Pero qu demonios pasa aqu? murmur Jaime entre dientes, mientras pulsaba nerviosamente el botn para pasar las imgenes. En el centro del visor apareci un mensaje que adverta de que no exista ninguna foto en la memoria.Pues pasa que no tienes ninguna foto de tu rubia misteriosa. La habrs borrado sin darte cuenta,listo.No seas imbcil, to escupi Jaime con tanta rabia que se sorprendi a s mismo. Se dio cuenta de que estaba a punto de pagarlo con quien menos culpa tena, as que se retuvo un poco. Acabo de mirarlas ahora mismo se han borrado por la puta cara. Mierda de informtica!A ti nunca se te ha velado un carrete? replic Raulito con sorna, sin darse cuenta de que empezaba a meterse en arenas movedizas.Jaime not que su rabia inicial se estaba convirtiendo en furia, un calor le suba desde el estmago hacia el pecho, y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para evitar que ese calor se convirtiera en un incendio imposible de detener. Cuando volvi a hablar lo hizo con calma, respirando hondo y desviando el rumbo de la conversacin hacia donde a l le interesaba.Da igual to, necesito que le saques a Julio lo que puedas. La rubia estaba hablando con l hace cosa de cinco minutos, ms o menos. Seguro que se acuerda de ella, porque es de las que no se olvidan: pelo rizado, largo hasta la cintura, cuerpo de escndalo Y llevaba de la mano a un nio, de unos cinco o seis aos de edad, que se pareca muchsimo a ella.Vaaale, vale tronco, har lo que pueda, pero esto va con plus de peligrosidad. Ese to me la tiene jurada, y est loco por pillarme en un chungo para mandarme a la cola del paro...Raulito se despidi con un leve gesto de Jaime y se encamin a la recepcin con paso firme, mientras se ajustaba la cintura del pantaln. Era el momento ideal, porque por primera vez en lo que iba de tarde no haba ningn cliente esperando a ser atendido. Julio (Ju-lo, como l lo llamaba, porque la liaba por cualquier cosa) estaba all, cumpliendo perfectamente con su papel de recepcionista, leyendo atentamente algo que con toda probabilidad podra ser la factura de un mini-bar que algn husped le haba dejado colgada, a juzgar por el gesto que adornaba su cara.Julio era un hombre de mediana edad, o sea, una situada en algn punto imposible de adivinar entre los cincuenta y los sesenta aos, y era el tpico quiero-y-no-puedo. El quiero era ser director del hotel y el no puedo el puesto de recepcionista que el destino le tena asignado. Esta circunstancia lo dotaba de una mala leche excepcional, y de sus chivatazos haban nacido los ltimos despidos de personal del hotel: en una ocasin fue una cocinera que se llevaba a casa las sobras; en otra, un empleado de mantenimiento y una limpiadora que ponan todo su celo nunca mejor dicho en comprobar la calidad de los muelles de las camas de toda habitacin que se les pona por delante, y as podramos citar un largo etctera. A Ral Raulito para los amigos se la tena jurada desde haca tiempo, as que ste se andaba con pies de plomo.

Qu tal, don Julio? Algn problema? atac Raulito, pensando en los cincuenta euros.

S, t. Hasta ahora, todo iba bien replic, sin levantar la vista de la factura.

La rubia que acaba de pasar por aqu me dijo que le subiera un gin-tonic del bar, pero no recuerdo su nmero de habitacin

Qu rubia, tarado? Sabes cuntos clientes tenemos hospedados en el hotel? Supongo que no sers tan estpido como para pensar que me acuerdo de todos...

El tipo sigui sin levantar la vista del papel, pero sus mejillas se enrojecieron de rabia, en respuesta a la intolerable intromisin de aquel insecto que, si por l fuera, hara ya meses que habra dejado de pertenecer a la plantilla.Acabo de subirla hace cosa de cinco minutos ya sabe, una rubia despampanante, con el pelo rizado hasta la cintura, y un chiquitajo de unos cinco aos cogido de la mano cit, en parte dememoria y en parte tomando fragmentos de la imagen que l mismo se haba formado a partir de la descripcin que Jaime le haba hecho. Ni que decir tiene que en su imagen la rubia iba completamente desnuda.Desaparece de mi vista, tarado. se era su insulto favorito, con bastante ventaja sobreimbcil. No atiendo a nadie directamente desde hace ms de un cuarto de hora, y fue a una pareja de ingleses, que lo nico que tenan de rubia eran un par de litros de cerveza en el estmago cada unoRal Gonzlez tenas que ser precisamente, hombre mira que tengo ganas de perderte de vistapara ms inri, el apellido de Ral era Gonzlez, y Julio era del Barcelona hasta la mdula. Anda, desaparece de mi vista antes de que te haga la prueba de alcoholemia.Julio baj la vista de nuevo hacia la factura, y eso fue un indicador claro de que cualquier intento por parte de Ral de seguir con la conversacin le poda llevar a una situacin de difcil salida, as que opt por darse la vuelta y diluirse entre la multitud en direccin hacia su puesto en la puerta del ascensor.Jaime haba seguido la escena desde lejos, y aunque no se haba enterado de la misa la mitad, saba que no haba ido demasiado bien.Bueno, qu? le pregunt, casi sin darle apenas tiempo a llegar.T ests seguro de que has visto a esa rubia? le solt Raulito. Aqu pasa algo raro. Ju-lo no hara nada que hiciera quedar mal al hotel. Si hubiera hablado con tu famosa rubia, me habra dado el nmero de habitacin para que le subiera el gin-tonic.Puede haberla olvidado? A veces, en el trabajo hacemos las cosas de forma automtica sin poner atencin comenz a decir Jaime, pero la idea le pareci absurda conforme la iba diciendo. Nadie en su sano juicio olvidara haber cruzado siquiera un simple saludo con Gloria y haban estado conversando un rato, al menos el tiempo que dur el episodio de Jaime con aquel gorila.Pues ser eso, o quiz Ju-lo est encubriendo a tu rubia misteriosa Ests seguro de que no es una actriz o algo por el estilo? Igual le ha soltado una pasta al hotel para que la alojen de incgnito...Jaime estaba seguro de que no era as. Si algo tiene claro un paparazzo en su cabeza es la lista de famosos-ms-buscados con sus respectivas fotografas, y Gloria no estaba en ella.CUATROAl da siguiente, Jaime mont guardia en el portal, enfrente del hotel, durante seis horas. En ese tiempo conoci a una chica que estudiaba periodismo y que estaba alojada en ese edificio durante las vacaciones, a la que pidi su nmero de telfono; y trab una gran amistad con el jubilado del primero, que bajaba constantemente para hacer recados y sacar a pasear a su incordiante perro.Cuando tuvo que dejar la guardia para comer y descansar, pag cien euros a Raulito para que tuviera los ojos bien abiertos y le dej muy clarito que lo llamara al mvil en cuanto tuviese alguna noticia.Gloria no apareci.LA HABITACINCINCOJaime mir la habitacin durante unos instantes, desorientado. Tena unas medidas ms que aceptables para lo que se puede esperar de una habitacin de hotel. Incluso se podra decir que era grande. Muy grande. Cont las baldosas y, a ojo de buen cubero, calcul que podra estar rondando los ochenta metros cuadrados. Ah es nada.Estaba muy ordenada, como si no hubiera ningn husped alojado. Pero Jaime saba que era la habitacin de Gloria.Pase la vista por las paredes, y le llam la atencin el empapelado, que la haca aparecer lgubre; era de un color burdeos, con intrincadas filigranas en oro viejo retorcindose sobre s mismas. Esas filigranas doradas le recordaban los barrotes de una crcel, y la idea hizo que un relmpago de hielo le recorriera la espalda. Fue hacia la cama y se sent. Una finsima capa de polvo salt al aire y qued en suspensin, como minsculas partculas en una escena submarina.Las mir, fascinado.Cmo iba a ser aqulla la habitacin de Gloria si estaba claro que all no dorma nadie desde haca aos?Se oblig a apartar la vista de aquella nube de polvillo que pareca moverse con vida propia. Mir de nuevo hacia la pared y la sensacin de claustrofobia le hizo ahogarse. Tard unos segundos en descubrir lo que su subconsciente haba captado en seguida: los retratos.Haba retratos de chicas. Incontables. De distintas pocas. En color, en blanco y negro, en sepia. Pero todas tenan algo en comn: eran bellsimas. Y adems, sufran. Lo poda ver en sus ojos. Y tenan miedo. Mucho miedo. Lo exudaban por cada poro de su piel. Cuando vio el retrato de Gloria colgado en la pared, todas gritaron al unsono.Las chicas de los retratos gritaron.Todas y cada una de ellas lo hicieron. Se araaban la cara, se arrancaban el pelo a tirones, como en pequeas pantallas de plasma que emitieran incontables pelculas de terror.Jaime no lo pudo soportar ms y despert.SEISDjame desirte la buenaventura, guapo.Jaime sacudi la cabeza. El mundo se mova a su alrededor en un brillante mosaico de luces cegadoras. Oa conversaciones a medias, retazos de palabras que situaba en alguna parte por delante de l y que iban aumentando de volumen conforme se acercaban, para luego disminuir hasta apagarse a sus espaldas. Algunas eran comprensibles, pero otras Crey captar algunas frases en ingls y algo parecido al alemn. Una nia peda insistentemente un helado de fresa a sus padres, pero estaba lejos, muy lejos, a una vida de distancia. En ese momento, como si saliera de un trance, se vio impulsado con violencia al mundo real.Anda, chiquiyo, que tiene carita de emperad.Jaime se incorpor de un salto, baado en sudor, y con los ojos muy abiertos. Se encontraba sentado en un banco de piedra en el que probablemente haba estado acostado a unos metros de la puerta del hotel. Palp con su mano el bolsillo trasero del pantaln y se sorprendi al descubrir que su billetera segua all. Ms sorprendente an fue que su Nikon siguiera colgada de su cuello.

Est bien, guapo? Mira que mala carita tiene Anda, djame que diga unas cosiya pa ech el mar de ojo, que a ti arguien ta mirao malamente.Delante de l, una vieja gitana de piel oscura como el chocolate insista en cogerle la mano. La gitana sostena en la otra mano una ramita de romero de un verde desvado. Su particular acento, con las eses y las jotas tan marcadas, y la montona musicalidad de su forma de hablar ejercan un influjo irresistible sobre Jaime. En otra ocasin le hubiera dado las gracias amablemente y habra seguido su camino sin atender la insistencia de la mujer, pero eso hubiera sido en un da normal.Hoy no consegua apartar la vista de las arrugas que surcaban el rostro de la vieja Son ms antiguas que el mismo universo. Han estado ah desde el principio de los tiempos y han visto cosas que yo ni siquiera puedo llegar a imaginar, oy hablar a su propia voz dentro de su cabeza..No, no pasa nada. Supongo que me he quedado dormido y estaba teniendo una pesadilla dijo, y su voz son como si tuviera una resaca de Fin de Ao.De eso nada, chiquiyo dijo la gitana. Hablaba con un volumen muy por encima de lo normal,

casi gritaba, como si quisiera que se la oyese desde toda la manzana.

Eso es lo que suelen hacer pens para llamar la atencin de los turistas. Y hasta ah todo bien, lo malo vino cuando le habl en un susurro que le eriz todo el vello de su espalda.

A ti te han hecho argo, nio argo muy malo. Pero yo te voy a ayud, ya ver que s.

Y de pronto el espectculo se puso en marcha de nuevo, la voz subi de decibelios y la gitana volvi a actuar para su pblico:

Anda, no sea encogo y dame argo, la volunt na ms. Anda, resalao! Y de nuevo la voz baja, susurrante, que vena de ms all de la gitana: Yo te ayudar cuando te haga farta, ya lo ver

Como Jaime no reaccion, la gitana se alej hasta el final de la calle, y all ech de nuevo sus redes. En un momento, un turista con pinta de escandinavo estaba con la palma de la mano hacia arriba mientras la gitana le lea las lneas y predeca su futuro, para el regocijo del grupo de amigos que lo acompaaba. Rean ante las ocurrencias de la gitana, que hablaba sin parar, e iba leyendo deuno a otro las lneas de las manos. En ese momento Jaime comprendi una cosa: se rean porque la estaban entendiendo. La gitana estaba hablando con ellos en algo que podra ser sueco o noruego. Se le hel la sangre en las venas Cuntas posibilidades haba de que una gitana hablase con soltura uno de aquellos idiomas?No quiso dar ms vueltas al tema. No saba por qu, pero la idea de que la gitana fuese algo ms que una gitana lo asustaba como nunca antes lo haba estado.SIETENo recordaba en qu momento se haba quedado dormido. Simplemente estaba despierto y al instante siguiente se durmi. Si le hubiera pasado lo mismo mientras iba o vena de casa (de la pensin que haca las veces de casa) con la moto, lo hubieran tenido que despegar del asfalto con esptula...Haban pasado ya cuatro das desde su encuentro con Gloria. Estaba claro que no poda permitirse el lujo de soltarle cien euros diarios a Raulito para que hiciera de chivato, as que haba tenido que hacer guardia l mismo mientras el cuerpo aguantase, o lo que es lo mismo, hasta esa misma maana.Desde el da que vio a Gloria su vida haba cambiado. Evidentemente, no haba podido entregar las fotografas que le haban encargado, pero le daba igual. Tena docenas de llamadas perdidas en su mvil de su principal cliente y no se haba molestado en contestar a ninguna. Es ms, si su mvil empezaba a sonar, lo apagaba sin ms. Saba que, ms adelante, cuando las piezas que formaban su mundo volvieran a encajar, tendra que montarse una excusa ms que trabajada, pero ahora mismo su horizonte comenzaba y terminaba en Gloria, y el resto del universo perteneca a otro plano infinitamente ms anodino.As que no se lo pens ms. Saba que ella estaba all, dentro de aquel edificio, en alguna parte de ese restaurado hotel, y all era tambin donde l deba estar. Se dirigi al cajero ms cercano, que se encontraba a escasos cien metros del hotel, y consult su saldo. Le quedaban mil ochocientos euros, y decidi que dedicara hasta el ltimo cntimo en localizarla. As fue como Jaime se convirti en husped del Mlaga Excelsior.OCHOCuando Raulito le vio dirigirse al ascensor se le cambi la cara.Otra vez aqu, to? Vas a conseguir que me echen. Mir de reojo hacia el mostrador de recepcin y, al darse cuenta que Ju-lo no les quitaba ojo de encima, empez a sudar sin poder evitarlo. Vamos fuera a hablar, voy a ver si me puedo inventar una excusa sobre la marchaEspera, que esto no es lo que comenz a explicar Jaime, pero antes de que pudiera aadir nada ms, Raulito lo agarr por el brazo y trat de llevarlo hacia la entrada del hotel.Sucede algo? pregunt Ju-lo.Raulito dio un respingo. Nunca haba visto a nadie moverse tan rpido como a Ju-lo cuando avistaba problemas en el horizonte de su hotel. Si se hubiese podido calcular la velocidad con la que se haba movido desde el mostrador de la recepcin hasta el ascensor, seguro que habra quedado pulverizado algn rcord olmpico.El hecho de que Raulito estuviese implicado hizo que su agilidad se incrementara de forma directamente proporcional a las ganas que tena de pillarlo en un descuido y poder despedirle.

No, el chico estaba a punto de acompaarme a mi habitacin contest Jaime antes de que Raulito metiese la pata. Es slo que le ha llamado la atencin el hecho de que no llevase maletas. Le estaba comentando que es una mana, siempre compro la ropa al llegar a destino y as evito cargar con el equipaje y de paso renuevo el vestuario explic sin estar demasiado convencido de lo que estaba contando, as que decidi callar antes de meter la pata de forma irreparable.Si tiene alguna queja, no dude en comentrmela dijo Ju-lo, mirando a Raulito.Si la situacin hubiese ocurrido en una pelcula de ciencia ficcin, sin duda hubieran surgido unos rayos de los ojos del recepcionista que hubieran reducido al botones a un montn de cenizas humeantes.En la vida real, evidentemente, nada de esto ocurri, pero Jaime jurara que la temperatura en un radio de varios metros a su alrededor haba bajado dos o tres grados. Como para suavizar la tensin del instante, la puerta del ascensor se abri con un melodioso sonido.Joder macho, ese to te la tiene jurada coment Jaime nada ms entrar, casi sin esperar a que se cerrara la puerta.

No me lo recuerdes, que tengo esa mirada clavada entre las cejas. Bueno, y de qu va esto, si

puede saberse? Mir la tarjeta de la llave que Jaime llevaba en la mano derecha y puls el botn que los llevara hasta la sexta planta. Cmo se te ha ocurrido alojarte aqu?

Pues

Pero t tienes idea de lo que cuesta una habitacin aqu? Adems, cmo se te ocurre no avisarme?

Ya, ya, no s, no poda hacer otra cosa. Ha sido una corazonada, de esas que nunca me fallan. De pronto me ha parecido que era lo correcto, que haba que hacerlo. Y no me recuerdes la pasta, porque estoy en nmeros rojos y no s lo que voy a hacer cuando me pula lo que me queda en el banco.

Pues a m no me mires, que mi novia no me deja meter a nadie en casa. Qu plan tienes? Vas a buscar a tu rubia desde dentro? To, t ests muy mal.El ascensor lleg a la planta nmero seis y se abri con su musical sonido. Raulito sali, seguido por Jaime. El hotel, pese a haber sido restaurado haca poco tiempo, conservaba el ambiente que tan famoso lo haba hecho durante el boom turstico de los aos setenta.Jaime se sinti incmodo por el color burdeos del papel de las paredes del pasillo. Si hubiese podido recordar la pesadilla que acababa de tener, esa incomodidad habra sido sustituida por puro pnico, porque era idntico al de la habitacin de su sueo, incluyendo las filigranas de color dorado que semejaban barrotes de oro. Si en alguna parte del pasillo hubiese visto el retrato de una chica colgado en la pared habra salido huyendo sin poder evitarlo.La habitacin, gracias a Dios, no tena nada que ver con el resto de la decoracin del hotel. Funcional, con el mobiliario justo, y con las paredes en tonos crema, creaba un efecto relajante despus del agobio del pasillo. Jaime se dej caer en la cama con un suspiro de alivio.Necesito que me eches una mano, to dijo, pero estoy fatal de pasta. Te prometo que te compenso en cuantoVale, vale, corta el rollo contest Raulito. Mientras ests aqu, me echas el negocio por alto, as que me interesa que te largues cuanto antes mejor. Adems hizo una pausa, me ha picado la curiosidad con tu rubia. Quiero ver qu pasa cuando la encuentres.Jaime sinti una oleada de simpata por el chico. Era lo ms parecido a un amigo que haba tenido en mucho tiempo.To, gracias, de verdad. YoVenga, no te pongas moas le cort Raulito. Quita la msica melosa y mete caa en planMisin Imposible. Qu quieres que haga?Necesito informacin dijo Jaime, animado, mientras sacaba del bolsillo trasero de su pantaln la libreta que usaba para anotar horarios y trayectos de sus vctimas fotogrficas.Qu tipo de informacin?De momento, cuntas plantas tiene el hotel?Diez, ms el vestbulo de recepcin y la azotea, que tiene la piscina contest Raulito.Slo me interesan las que tienen habitaciones. Me has dicho diez, cuntas habitaciones hay por planta?Cincuenta.Joder, eso hace un total de quinientas habitaciones en las que buscar. Puedes conseguirme un plano del hotel?

S, y un gua que te haga la visita, no te jode. Que soy el botones, a ver si te enteras.

Vale, vale, har un plano por planta Necesitar un bloc de dibujo, tamao A3 por lo menos. Tendr que ir eliminando habitaciones para ir acotando al mximo el nmero de las que tendr que

No estars pensando en colarte en las habitaciones, verdad? To, eso es un delito. Raulito empez a levantarse de la cama mientras gesticulaba dando a entender que no quera tener nada que ver con el tema.

Eh, eh, no te preocupes, no voy a hacer nada ilegal. A menos que no me quede otra salida, pens Jaime. En cualquier caso, slo soy un cliente ms y no tienen por qu relacionarme contigo. Lo nico que quiero es ir marcando en el plano las habitaciones en las que sepamos que no est Gloria, habitaciones ocupadas por hombres solos o mujeres solas, personas demasiado mayores o demasiadojvenes, gente de color o asiticosBueno, algunas de las camareras de piso me deben unos cuantos favores, y otras se detuvo un instante como si quisiera pensar lo que iba a decir antes de hablar se llevan bastante bien conmigo. T prepara esos planos y djame echar las redes, a ver qu pillo. Y, mientras, divirtete cogi el mando a distancia del televisor de la repisa y se lo arroj a la cama, que por lo que te va a costar esto, ms vale que al menos lo pases lo mejor que puedas.Raulito se march de la habitacin rindose y cerr la puerta justo a tiempo de esquivar el cojn que Jaime le haba lanzado.Unos instantes despus, Jaime sali en busca de una papelera y compr el bloc de dibujo ms grande que encontr. Esa misma tarde, ya haba estudiado la situacin de las habitaciones y los labernticos pasillos, y los haba dibujado lo cual ya era un mrito dadas sus escasas dotes artsticas cada uno en una hoja, y cada habitacin con su nmero y un espacio para escribir notas acerca de su husped.Cuando mir su reloj, haban pasado las nueve de la noche haca rato. Ni siquiera se le pas por la imaginacin la idea de cenar en el hotel dada su precaria situacin econmica, as que decidi que un men del McDonalds no estara mal despus de todo.Baj con la esperanza de encontrarse con Gloria, pero tal cosa no sucedi en la vida real las cosas no son tan fciles y ni siquiera vio a Raulito, que haba terminado su turno. As que se tom las cosas con calma, le dedic cerca de una hora a una cena de la que normalmente habra dado buena cuenta en quince minutos, y antes de las once de la noche ya estaba metido en su cama dentro del hotel ms lujoso de Mlaga.Lo importante era que Gloria estaba en alguna parte de aquel mismo edificio.LA BSQUEDANUEVEAquella maana se levant como nuevo. No recordaba haber dormido nunca en una cama tan cmoda y haca muchsimo que no se levantaba tan descansado. Se hizo a s mismo la promesa de tomarse unas vacaciones (de las de verdad) en aquel mismo hotel cuando todo hubiera acabado, quien sabe si acompaado por Gloria. Y por supuesto, cuando su economa abandonara definitivamente la UVI, para lo que tendra que pasar algn tiempo todava.Se dio una ducha que termin de llevarse los ltimos restos de cansancio de su cuerpo, se visti con la misma ropa del da anterior apunt mentalmente que deba pasarse por la pensin para recoger un par de mudas y se dispuso a salir de la habitacin para desayunar. Eran las nueve de la maana, y afortunadamente el desayuno estaba incluido en el precio, lo cual le iba a dar la oportunidad de ir al restaurante para buscar a Gloria.El restaurante era una elegante estancia con capacidad segn le pareci a l para dar servicio a la mitad de la poblacin de Mlaga de una sentada. Aunque haba mesas vacas aqu y all, la mayora estaban ocupadas por turistas que devoraban sus desayunos a toda prisa para salir a descubrir las maravillas de la ciudad lo antes posible. Le bast un vistazo para darse cuenta para sentir que ella no estaba all. Hubiera brillado por encima de todo aquel gento.De repente, se sinti desanimado. No por no encontrarla, sino porque por primera vez caa en la cuenta de la cantidad de huspedes que haba alojados en el hotel. No quiso detenerse a pensar en la posibilidad de que ella ya no estuviera all, que hubiera dejado el hotel, as que consigui sacar la idea de su cabeza antes de que echara races, desayun a toda prisa y decidi ponerse manos a la obra.El primer paso era localizar a Raulito y trazar un plan de actuacin. La tarea que tena por delante era poco menos que una locura. En el peor de los casos, si Raulito no consegua echarle una mano, tendra que llamar puerta por puerta a quinientas habitaciones hasta localizar a Gloria.Y eso suponiendo que an estuviera all. Aunque eso lo daba por seguro.No saba por qu, pero lo saba.Luego haba que tener en cuenta que en la gran mayora de los casos los ocupantes de las habitaciones estaran fuera. La gente no va a los hoteles a pasarse el da encerrados. Slo van a dormir. Nadie en su sano juicio intentara una cosa as, pero algo en su interior le deca a Jaime que era la nica forma.

Justo cuando empezaba a agobiarse, le son el mvil. En la pantalla parpade varias veces el nombre de Ral.

Justo ahora iba a llamarte. Parece que me has ledo el pensamiento...

Qu, cmo va esa misin imposible? Has empezado ya a levantar a los huspedes?

No te lo tomes a coa, to. No sabes el agobio que tengo encima, esto es un mundo.

Ya te lo dije. Nunca haba visto a nadie pillarse as con una ta. Ni siquiera la conoces, ni has hablado con ella Qu pasa si llamas a una puerta y cuando te abran te la encuentras con marido incluido?

La pregunta dej a Jaime descolocado. Era una posibilidad muy real, por qu se aferraba con uas y dientes al hecho de que Gloria no estuviese casada?Acaso no haba visto con sus propios ojos a su hijo? No poda ser ms que su hijo el mismo color de ojos, el tipo de pelo, la mirada Eso era irrepetible, gentica pura. Y sin embargo, no tena ms remedio que creer que ella era libre.Lo necesitaba.Eh! Se ha cortado? La voz de Raulito lo sac de su ensimismamiento.No, estaba bailando de alegra y no puedo hacer dos cosas a la vez dijo sarcsticamente. Desde luego, que t vales para alegrar un velatorio. Podras darme nimos en vez de pisarme la cabeza, digo yoBueno, no te hago sufrir ms. En realidad tengo buenas noticiasS? Cules? El corazn se le aceler.Anda, sal a la calle y ahorramos pasta en el mvil. Cuando levantes cabeza me vas a tener que poner un sueldo, te aviso. Esto no se paga con cien euros.Dnde ests?En el parque, en la zona de los columpios. Ven a por m antes de que coja complejo o me caguen las palomas

Ya estoy all. Colg, y se bebi de un trago el zumo de naranja.Su intencin era aprovisionarse al mximo aprovechando el bufet del desayuno y preparar algunos bocadillos, que luego sacara escondidos y que le serviran de almuerzo. Sin embargo, se olvid de esos planes totalmente, la conversacin con Ral haba encendido cientos de luces de color verde esperanza en su cabeza, y le impedan ver ms all de una zona de juegos en pleno parque de Mlaga. Engull el cruasn con mantequilla y mermelada de fresa y captur de un zarpazo un par de napolitanas rellenas de chocolate. Le ech un vistazo apenado al caf caliente y decidi dejarlo sobre la mesa sin haberlo probado, porque el riesgo de achicharrarse la lengua era demasiado evidente. En un suspiro, ya estaba fuera del hotel, enfilando el parque de Mlaga en direccin a la zona infantil.DIEZEl parque de Mlaga discurra de forma paralela a la zona portuaria, en unos terrenos que muchos aos atrs se haban robado al mar. La arboleda presentaba las ms dispares especies botnicas, que conformaban un variopinto tapiz vegetal que haba encontrado un perfecto acomodo en pleno sur de Europa.Jaime corri bajo las sombras de las palmeras y los cipreses en direccin a la zona de juegos. El parque infantil estaba presidido por una pequea estatua de bronce de un burrito en la que, tradicionalmente, todos los nios de Mlaga, ms tarde o ms temprano, acababan subindose para ser fotografiados. El lomo del burrito poda dar buena fe de ello, ya que se vea totalmente pulido y brillante en comparacin con el resto de la estatua. Y all justamente, subido sobre el burrito, era donde estaba Raulito esperando, jugando en su mvil a un juego que probablemente se habra bajado de Internet.Hombre, que acalorado te veo dijo, al ver llegar a Jaime. No se haba dado cuenta hasta ese momento de que haba corrido como si la vida le fuera en ello.

Y bien? respondi Jaime, con la respiracin entrecortada y evitando jadear. Tuvo que hacer una pausa para coger aire y dejar que su corazn volviera a un ritmo medianamente razonable. Qu era eso tan importante que tenas que decirme?Quin es el amo, chaval? dijo Raulito con gesto chulesco. Acto seguido, extrajo unos folios grapados de una carpeta que haba dejado sobre el burrito y que haba pasado desapercibida para Jaime hasta ese momento. Y se los pas.Y esto? pregunt Jaime, al tiempo que hojeaba el documento. Tena escritos una serie de nmeros, organizados en tablas. Pareca una especie de lista de tareas.Eso, amigo, es la lista de habitaciones que hay que preparar para recibir nuevos huspedes en el da de hoy. Y un par de hojas por detrs tienes la de ayer, recopiladas directamente de una de las camareras de piso, gran amiga ma, pero que no se entere mi novia, ya sabes.Joder, to, gracias! No s qu decirDecir, nada. Lo que tienes es que hacer. Ah tienes trabajito para entretenerte. Para hoy a las doce de la maana hay previstas sesenta salidas, as que ya te puedes ir organizando para que te d tiempo a visitar todas esas habitaciones, porque una de ellas puede ser la de tu amorcito. Gui un ojo y puso morritos.

Jaime estaba tan contento que ni siquiera le pas por la cabeza enfadarse.

En la lista est el nmero de cada habitacin, junto al nombre y apellidos de la chica que tiene que hacer la limpieza. Eso a ti te da igual, claro, pero eso es porque no las conoces, porque hay cada bombn que no te puedes hacer idea. Por ejemplo, sta, Isabel, que tiene unas

Toooo lo cort Jaime a tiempo de evitar que hiciera una representacin exageradamente fiel del tamao de los pechos de la limpiadora con ambas manos. Que estamos en la zona infantil

Vale, don estirao. Pero que sepas que estos enanos nos dan treinta vueltas a ti y a m juntos, que ahora nacen sabiendo. Con eso de los ordenadores e Internet, no veas cmo

Oye, has comido lengua? Vaya unas ganas de hablar que tienes, macho le volvi a interrumpir Jaime, pensando a todo esto en la forma de entrar en una habitacin ocupada sin parecer,como mnimo, sospechoso.Y, de repente, vio la luz.Tengo una idea, to! exclam, cortando en seco la protesta que iba a salir de los labios de Raulito. Vosotros hacis controles de calidad? Ya sabes, las encuestas tpicas estas en las que te preguntan cmo lo has pasado y si volveras a repetir alojamiento en el hotel en otra ocasinS, claro, las tienen los huspedes en una de las mesitas, pero casi nadie las contesta. Algunos se la llevan de recuerdo, y otros, los ms, no le hacen ni puetero caso.Vale, apntame en el lote, porque entonces en mi habitacin debe haber una, y yo no me he dado ni cuenta.Efectivamente contest Raulito, asintiendo con la cabeza mientras haca un claro gesto de Lo ves? Lo que yo te deca.Pues me voy corriendo ahora mismo. Y Jaime sali disparado.Eh! Pero qu te pasa? grit Raulito antes de que Jaime se perdiera de vistaQue no quiero llegar tarde a mi primer da de trabajo! respondi este ltimo sin dejar de correr, tambin a voz en grito.Un instante despus, desapareca de la vista.Este to no est bien del coco mascull Ral mientras sacaba del bolsillo de su pantaln el mvil y se enfrascaba de nuevo en el ltimo juego que se haba descargado de Internet. Se dio cuenta de que segua encaramado en el burrito cuando el padre de un nio de unos cinco aos le pregunt si poda dejar el sitio a su hijo para hacerle una foto, a lo que Ral accedi encantado.ONCECuando se acerc a la puerta de la habitacin 112 el corazn le lata con tanta fuerza que pareca que iba a salirle por la boca y a rebotar pasillo abajo.Haba subido a su habitacin a coger sus libretas y el folleto con la encuesta es curioso cmo las cosas que no te interesan pueden volverse invisibles, poda haber jurado que no haba ningn documento sobre su mesilla, y sin embargo, all estaba, y ahora estaba haciendo todo lo posible por parecer un encuestador convincente.Aspir profundamente, trat de calmar los nervios slo pensar que Gloria poda estar al otro lado de esa puerta le provocaba taquicardia y acerc los nudillos a la puerta. Tras una ltima y profunda inspiracin, golpe tres veces seguidas sin pararse a pensarlo ms. Su respiracin se aceler de nuevo sin que pudiera hacer nada por evitarlo.Y no pas nada.Esper unos segundos ms, y golpe de nuevo con los nudillos, en esta ocasin con ms fuerza. Obtuvo la misma respuesta: nada.

Mierda, mierda, mierda susurr. stos no han esperado a que den las doce para irse. Bueno, nadie dijo que fuera a ser fcil.Apart la idea de que sa hubiera sido la habitacin de Gloria y que ella se encontrase ahora camino del aeropuerto o volando hacia un destino desconocido.Con un rotulador rojo, tach en su plano la habitacin 112. En ese pasillo no haba ninguna ms que fuese a quedar libre a las doce, as que lo recorri a toda prisa hasta llegar a la siguiente de la lista, la 136. Volvi a inspirar para calmarse dentro de lo posible, y de nuevo sonaron los tres golpes. En esta ocasin, unos segundos despus de los golpes se oyeron pasos en el interior y la puerta de la habitacin se abri. Un hombre de unos cincuenta y tantos, con el cabello rizado y cano apareci al otro lado del dintel. Su piel tena el color rojo caracterstico del turista que quiere tomar todo el sol del ao comprimido en un par de semanas.Ehhh hola dijo Jaime.Siento no habla espaol contest el Turista Rojo.Bien repuso Jaime, pues la llevamos clara. Puedo? Con la mano dibuj un claro gesto de entrar en la habitacin. El Turista Rojo lo pens un instante (quiz tratando de entender el gesto, o puede que pensando qu demonios quera ese tipo que apareca justo cuando ms liados estaban) y finalmente se ech a un lado, dejando el paso libre. Jaime lo agradeci con una sonrisa. Una vez dentro, ech un rpido vistazo a su alrededor. El cuarto de bao tena la puerta abierta y la luz apagada, por lo que supuso que no haba nadie, pero en la habitacin principal se oa el tpico ruido de alguien haciendo las maletas: abrir y cerrar de cajones, ruido de llaves, papeles, etc. Se gir hacia el hombre que le haba abierto la puerta y le ense el folleto. El acento en las cuatro palabras que haba pronunciado era inequvocamente alemn, y afortunadamente el folleto tena el apartado correspondiente al idioma.

Ja dijo el hombre

Cuntas personas? pregunt Jaime mientras sealaba al turista y luego gesticulaba exageradamente en direccin a la habitacin. El hombre lo miraba con el ceo fruncido, tratando deaveriguar qu quera decirle. De pronto su cara se ilumin.Dijo algo en su idioma, que Jaime ni remotamente comprendi y aadi:Ma esposa. Y seal hacia la habitacin. En ese momento una mujer de unos cuarenta y largos se asom y dedic una tmida sonrisa a Jaime. Pregunt algo a su esposo, a lo que ste le contest.Ella volvi a mirar a Jaime, asinti y le sonri de nuevo. Jaime se volvi hacia el turista y con gestos le pregunt si slo estaban ellos dos.Ja, zwei. Dos respondi el turista. Jaime apunt el dato (para disimular) en su libreta, hizo un breve gesto de agradecimiento, y sali de la habitacin antes de dar tiempo a que preguntaran algo a lo que no pudiera responder. En el pasillo, tach la habitacin 136.El resto del tiempo hasta las doce lo pas saltando de una habitacin a otra, siempre con la misma suerte. Se encontr con puertas cerradas, con turistas extranjeros que no tenan ni idea de lo que les estaba diciendo y con turistas espaoles que lo ralentizaban an ms en su bsqueda. l intentaba por todos los medios, una vez que haba comprobado que Gloria no se encontraba en esa habitacin, salir huyendo lo antes posible sin resultar sospechoso; pero haba veces que era imposible acabar con la conversacin, sobre todo con los turistas de cierta edad, que tenan tendencia a contar sus batallitas a las primeras de cambio. De ese modo, cuando faltaban slo cinco minutos para la hora en que las camareras de piso tenan orden de comenzar a arreglar las habitaciones, Jaime no haba conseguido pasar de la segunda planta.Joder, qu mal, se dijo a s mismo mientas suba por la escalera que conectaba la segunda con la tercera planta. Acababa de tachar la ltima habitacin de la segunda, y se desesper al hojear las listas de habitaciones pendientes. De un vistazo, calcul que le deban de quedar unas cuarenta habitaciones antes de llegar a la ltima planta. No haca falta ser un genio para darse cuenta de que era imposible. Cuando lleg al pasillo principal de la tercera planta, se coloc justo en el centro, al lado de la puerta del ascensor, y mir de izquierda a derecha. A su derecha, vea un largo pasillo iluminado por la luz que entraba de las ventanas exteriores. A su izquierda, el pasillo se adentraba en la zona del hotel que no tena vistas al exterior, as que las ventanas haban sido sustituidas por grandes espejos a intervalos regulares para dar sensacin de amplitud, y la luz provena de grandes lmparas tipo araa.Mir nuevamente el reloj. La aguja ms larga rozaba la lnea de los cinco minutos, la pequea estaba situada justamente encima de las doce.

Mierda, y ms mierda dijo en voz alta sin ser consciente de ello. Volvi a mirar de lado a

lado. Quin dijo que tena que ser bonito? agreg, y se dirigi a la zona del pasillo baada por la luz artificial.

Camin a lo largo del pasillo, consciente de que, probablemente, todos los huspedes que tenan previsto abandonar sus habitaciones lo habran hecho ya. Sin embargo, aunque el reloj se encaminaba ya hacia las doce y diez, decidi intentarlo una ltima vez con una habitacin elegida al azar, probablemente la ltima del pasillo. Le ech una ojeada al listado de las habitaciones y descubri que la que estaba ms cercana al fin del pasillo era la 349.

Cada planta estaba formada por cincuenta habitaciones, veinticinco por pasillo, con lo que tendra que llegar al final para comprobar si sus huspedes la haban abandonado ya o an seguan en ella. Tena al menos una docena de habitaciones ms cerca, pero por alguna extraa razn decidi ir hasta el final del pasillo, a esa habitacin, la ms lgubre.Aliger el paso sin conseguir quitarse de encima la desagradable sensacin de estar metindose en la boca del lobo. Cuando por fin vio el nmero 349 resaltando en negro sobre la placa dorada de la puerta, dej escapar un suspiro.Bueno, acabemos con esto susurr, y se dispuso a golpear con los nudillos en el blanco inmaculado de la puerta, cuando de repente, alguien tropez con l.Disculpe, seor le dijo en voz baja la camarera del piso que, sin querer, haba trastabillado en el suelo enmoquetado y haba golpeado ligeramente su espalda. La chica sigui su camino hacia la tranquilizadora luz de la zona de ascensores.Huyendo de las tinieblas, fue la expresin que se le pas por la cabeza a Jaime.La haba podido ver durante un fugaz instante, pero haba sido suficiente para apreciar su extica belleza.No caba duda de que era sudamericana, por su acento y por la tonalidad deliciosamente tostada de su piel, y probablemente brasilea por la cadencia musical de su voz al pedirle disculpas.En ese momento entendi por qu Raulito hizo tanto hincapi en lo esculturales que eran algunas de las camareras de piso. Probablemente se refera a aquella chica.Un momento, pero de dnde? dijo en voz alta.La belleza de la chica haba conseguido que pasara por alto un detalle muy importante.La habitacin 349 era la ltima del pasillo (de hecho Jaime poda tocar la pared del fondo simplemente extendiendo un poco su brazo izquierdo) y la 350, la ltima, quedaba a su espalda, en la otra pared del pasillo, pero la distribucin estaba hecha de manera que las puertas de las habitaciones no quedaban enfrentadas, sino situadas de forma alterna. De ese modo, cada puerta tena enfrente un gran espejo.Dicho de otro modo, la habitacin 350 quedaba a su espalda, un par de metros ms alejada del final del pasillo, en direccin a la zona de ascensores.As que a su espalda slo deba haber un espejo y por lo tanto de dnde demonios haba salido la chica que acababa de tropezar con l?Gir sobre sus talones y mir a su espalda esperando ver su imagen reflejada en el espejo, pero lo que vio le hel la sangre.El pasillo describa un ngulo de noventa grados y continuaba unos metros hacia dentro, con lo que era totalmente invisible desde la zona de ascensores.

Al final de ese nuevo tramo de pasillo, totalmente oscuro, vio brillar la placa con el nmero 352.

Rog a Dios que sa no fuera la habitacin de Gloria.

EL ENCUENTRODOCECuando se abrieron las puertas del ascensor en la planta tercera, Raulito ya estaba correctamente uniformado. Jaime lo estaba esperando sentado en una de las butacas en el recibidor de la planta, en la zona ms iluminada.Vamos a ver, qu es esa tontera de que hay una habitacin 352? Te dije claramente que slo hay cincuenta habitaciones por planta. Si es una broma para hacer que llegase al trabajo casi una hora antes de mi turno, que sepas que no ha tenido ninguna gracia. A Ju-lo casi le da un sncope cuando me ha visto llegar tan pronto.Escchame primero, y luego te lo demuestro le dijo Jaime, y le cont el incidente con la camarera de piso.Es Isabel, seguro contest Raulito cuando Jaime acab su historia. Le viste las empez a preguntar, repitiendo el gesto del parque a propsito del tamao de los pechos de la chica, pero Jaime lo cort en seco, agarrndolo del brazo. A grandes zancadas, cruz el pasillo tirando de su amigo. Si algn cliente hubiese visto la escena, no hubiese dudado en dirigirse a recepcin para preguntar qu demonios estaba ocurriendo: un cliente con aspecto de estar bastante nervioso llevando a rastras a uno de los botones, que difcilmente lograba mantener el equilibrio.Vale, vale protest Raulito mientras se colocaba correctamente el uniforme. Haban atravesado el largo pasillo en menos de un minuto.Y bien? pregunt Jaime sealando la puerta de la habitacin 352, tras la esquina oculta, en la protectora (e intranquilizadora) oscuridad del fondo del recodo.Raulito se dio la vuelta y mir en la direccin que Jaime le indicaba. Durante unos instantes mir en aquella direccin sin hacer ni decir nada.Estaba intentando recobrar el habla.Joder fue lo nico que se le ocurri decir cuando pudo hacerlo. Y no slo porque esa puerta no debera estar ah. Durante un instante, unas milsimas de segundo, hubiera podido jurar que la puerta no estaba. Que haba visto el espejo, y su imagen reflejada en l. Y eso le daba mucho miedo. Casi tanto como aquella puerta misteriosa que estaba donde no deba haber nada.Vamos adentro? pregunt Jaime.

Y una mierda respondi Raulito sin cortarse lo ms mnimo.

TRECEMientras esperaba en la puerta del ascensor, Jaime repasaba mentalmente el plan de Raulito. En lugar de seguir su impulso, que no era otro que entrar en la habitacin y preguntar por Gloria, Raulito tuvo una idea que era bastante ms lgica. Propuso localizar a Isabel (si es que finalmente era ella la que se haba tropezado con Jaime un rato antes) y sacarle toda la informacin posible acerca del husped de la habitacin 352, una habitacin que no constaba en ningn registro ni tena llave ni casillero en la recepcin del hotel.Y en ello estaba cuando son el agudo timbre que avisaba de la llegada del ascensor. Cuando la puerta se abri, salieron del ascensor Raulito e Isabel.Y efectivamente, se trataba de la chica que ellos haban supuesto.Raulito se situ tras Isabel, e hizo un rpido gesto interrogativo a Jaime, al que ste contest con otro afirmativo igual de breve.Buenos das, seor. Quera verme? pregunt Isabel con aquel embriagador acento.S, seorita, gracias. Soy el husped de la habitacin 352 y he extraviado las llaves del coche. Como acaba usted de limpiarla, me preguntaba si las haba visto, o si por casualidad pudiera haberlas tirado a la basura sin darse cuenta lo mismo se me cayeron al suelo yIsabel volvi un poco la cabeza y mir a Ral fijamente, con cara de no tener ni idea de qu estaba pasando.Disculpe, seor, debe de haberse confundido. La ltima habitacin de la planta es la 350 Jaime abri la boca para rebatirlo, pero Raulito lo cort en seco.Ya me quedo yo con el caballero para ayudarlo, Isabel. Muchas gracias por tu ayuda.De nada contest Isabel. Siento lo de sus llaves, seor. De todos modos lo revisar todo con cuidado por si apareciera entre las bolsas de basura.Muchas gracias contest Jaime.Un instante despus, las puertas del ascensor se cerraban llevndose a Isabel hacia arriba, a la cuarta planta.Por qu no me has dejado preguntarle? protest Jaime.Porque no tena ni idea de qu le estabas hablando, to. Si alguna vez ha estado dentro de esa habitacin, no recuerda nada en absoluto. Si hay algo que de verdad controlo, es la forma de mirar de la gente. En eso no se puede engaar. Y te aseguro que cuando me ha mirado no tena absolutamente nada que ocultar. Simplemente pensaba que se te haba ido la olla.

Resumiendo dijo Jaime, tenemos una habitacin que no debera existir, en un rincn oculto al final de uno de los pasillos del hotel. Por lo que sabemos hasta ahora, la habitacin se limpia vamos a suponer que regularmente por el personal del hotel. Pero luego, mgicamente, se les olvida hasta que han estado cerca de la puerta de la 352. Si a eso aadimos que, cuando le preguntamos a tu amable recepcionista por Gloria, el tipo nos dej caer que no haba hablado con nadie as y si a eso le sumamos las fotos que se borraron (tambin misteriosamente) de mi cmara digital, no hay que ser un genio para suponer que es bastante posible que Gloria y la habitacin tengan algn tipo de relacin

Mira, to, ya sabes que los temas extraos me dan repels. O sea, que a m lo nico que me gusta de Halloween son los huesos de santo y los buuelos. Seguro que esto tiene alguna explicacinlgica, lo mismo esa habitacin la usan para huspedes importantes que no quieran quedar registrados. Quiz Ju-lo e Isabel nos han dado gato por liebre, y estamos haciendo un castillo de un grano de arena, a lo mejorVoy a entrar dijo Jaime.Me lo tema respondi Raulito.CATORCEJaime sali sonriente por la puerta principal del hotel. Se par justo en lo alto de la escalinata que conduca a la calle y aspir profundamente los olores del verano. Tena la intencin de pasarse todo el da en la playa. Haba pagado la cuenta del hotel, y an le haba sobrado algo de dinero para pensar en unas mini vacaciones antes de preocuparse por el trabajo. Con una sonrisa de oreja a oreja, se desperez, estir los brazos hacia el cielo y se puso a la complicada tarea de decidir si iba a encaminar sus pasos hacia la izquierda o hacia la derecha. A la izquierda, lo esperaba la playa y la promesa de un da de relajacin total tumbado al sol. A la derecha, el casco antiguo de la ciudad y la posibilidad, no menos apetecible, de dejarse unos cuantos euros en algo de ropa o en un buen libro.Aunque si elega esa opcin, tendra que pasar al lado de aquella gitana que no le inspiraba la menor confianza.Adems, la mujer estaba mirando fijamente hacia l desde haca rato. Y eso le incomodaba.De pronto, la gitana, vieja como la propia vida, le sonri con picarda. Levant su mano derecha y extendi el dedo ndice, el medio y el anular.

Luego los baj lentamente y extendi completamente todos los dedos de la mano.Los volvi a bajar y, sin dejar de sonrer, extendi otra vez el ndice y el medio. Luego, baj la mano y dej de prestar atencin a Jaime.Tres, cinco, dos dijo Jaime en voz baja, y de pronto lo record.QUINCEJaime vol, ms que correr, por la recepcin del hotel. Estuvo a punto de llevarse por delante a una pareja de turistas alemanes y un carrito cargado de maletas.Disculpe, seor, ha olvidado al...? intent preguntar Julio, pero Jaime pas rotundamente de l, dejndolo con la palabra en la boca. Lleg junto a Raulito, que no lo esperaba, y de un empujn lo meti en el ascensor, que, afortunadamente, se encontraba en esa planta, ya que de otro modo se hubieran estampado contra la puerta.Eh! Pero qu pasa? protest Raulito, mientras Jaime lo aplastaba contra el espejo del ascensor y pulsaba el botn del tercer piso .Lo hemos olvidado nosotros tambin! Mierda!De qu ests hablando, to? Te has vuelto loco?De la habitacin 352! Qu pas despus? No consigo recordar nada!Pero de qu demonios ests hablando? No existe ninguna comenz a protestar Raulito, pero el tono de su voz fue bajando. Dios mo

Lo recuerdas, verdad? Estuvimos dentro? No s si estuvimos dentro, maldita sea.Yo yo, esto no puede estar pasando Recuerdo que te empeaste en entrar, pero a partir de ah no hay nada si no llegas a decrmelo estaba totalmente borrado. Incluso durante un momento, pens que estabas loco entonces, IsabelIsabel y el resto del personal del hotel, to! La gente entra ah y luego no lo recuerda! Y Gloria y su hijo estn ah atrapados, por lo que quiera que haya en la habitacin! Tenemos que sacarlos de ah ya!No no puedo, me da pnico lo que quiera que sea que hay all dentroTo, te necesito a mi lado ahora le dijo Jaime mirndolo fijamente a los ojos. Yo entrar y t te quedas detrs si quieres, pero yo slo no me voy a atrever, necesito que me cubras las espaldas.Cogi el extintor del pasillo con una determinacin que le resultaba totalmente desconocida. Ahora estaba convencido de que Gloria estaba all dentro y tena que rescatarla.Coge esto y colcate a mi espalda. Al menor indicio de algo raro que veas, le disparas espuma para darme tiempo a coger a Gloria y al nio y salir de all.

Preferira una pistola dijo Raulito, evitando coger el extintor. De verdad que no quiero entrar,

to. Si me subo en el ascensor de nuevo y bajo a la recepcin puede que otra vez olvide todo esto, y volver a ser ignorante y feliz, no necesito saber nada de habitaciones con cosas raras dentro, de verdad.

Eso no es una solucin! grit Jaime. Hoy desaparece Gloria, y maana quin? Isabel? Y

si le pasa a tu novia? Vas a poder vivir con eso?

Lo siento, de verdad respondi Raulito y se volvi hacia el ascensor, sin querer mirar atrs.

Mierda! despotric Jaime entre dientes, cogi el extintor y se dirigi hacia el fondo del pasillo. Lleg hasta la puerta de la 352 tras unos instantes que le parecieron una eternidad. Su brazo pesaba como el plomo cuando levant la mano para golpear la puerta con los nudillos.

De pronto una idea absurda apareci de la nada en el centro de su cabeza: Si no dejo de pensar en la gitana, esta vez no olvidar nada.Cuando estaba a punto de llamar a la puerta, una mano se apoy en su hombre derecho.No vas a poder llamar si cargas con eso. Anda, dmelo le dijo Raulito mientras coga el extintor. Aunque trat de sonrer, la expresin de su cara era de un miedo intenso.En aquel momento, Jaime supo que iba a ser amigo de aquel muchacho durante toda la vida, y esperaba que esa vida fuera muy larga.Se arm de valor, y golpe tres veces justo debajo del cartel dorado con el nmero 352 escrito en negro.DIECISISDurante unos instantes no pas nada en absoluto. La espera les pareci una eternidad.De pronto, se oy un clic y la puerta se entreabri levemente. Jaime y Raulito se miraron el uno al otro sin poder disimular su nerviosismo.Preparado? pregunt JaimeNo respondi Ral, pero vamos all.El muchacho cogi el extintor y lo abraz fuertemente contra su pecho. Quit la anilla de seguridad y dirigi la boca de la manguera hacia la puerta, preparado para hacer uso de l en cuanto fuera necesario.Bien susurr Jaime. Que sea lo que Dios quiera. Y entr.La habitacin era como el resto de las del hotel (o al menos como la suya, que era la nica queJaime conoca) con la diferencia de que no haba ventanas.Avanz un paso hacia el interior con Raulito pisndole los talones. La habitacin estaba pulcramente cuidada. Desde su posicin poda ver los pies de la cama, que estaba perfectamente vestida.De repente, le dio la impresin de que haba alguien en la cama.En la cabecera, para ser ms concretos. Pero desde all no poda verlo. Le hizo seas a Raulito, y ambos avanzaron con paso inseguro hacia el centro de la habitacin.Y de repente la vio.Gloria estaba sentada, como l haba presentido, en la cabecera de la cama, junto a la almohada. Tena los pies descalzos descansando sobre la moqueta, que no tena ni una mota de polvo. Estaba mirando hacia la pared que tena enfrente, con la mirada perdida.A unos pasos de ella, su hijo jugaba en el suelo con algo que pareca una espada de plstico. Los ojos de Gloria ya no brillaban.Es ms, Gloria ya no resplandeca con esa luz interior que se desbordaba por todos sus poros, como le pareci a Jaime el da en que la vio por primera vez.Jaime sinti que era como una vela que se apagaba. Gloria se estaba apagando, consumindose por dentro. Pareca mucho ms delgada, y si la comparaba con la chica que captur con el objetivo de su cmara, pareca que entre sta y aqulla haba al menos diez aos de diferencia.

Entonces el nio se dio cuenta de que estaban all, solt la espada y corri hacia los brazos de su madre.

Mam grit, y hundi la cabeza en su regazo.

Ella desvi la vista de la pared y mir a Jaime. Haba tanta pena en esa mirada, que daban ganas de llorar.

Ms que una mirada, era una splica a gritos. Jaime dirigi la vista hacia la pared que ella estaba mirando y vio los cuadros. Cuando las chicas de los retratos empezaron a gritar al unsono, se desat el infierno.

Raulito tambin grit con todas sus fuerzas, enloquecido por el terror, y apunt el extintor hacia los cuadros. Cuando presion la palanca, la espuma sali con violencia hacia la pared en un rabioso torrente blanco.Gloria haba apartado la mirada, como si no le importara nada de lo que estaba pasando (como si supiera que nada de lo que pasara iba a salvarla).Jaime hizo la intencin de correr hacia Gloria y su hijo, pero lo que vio le hel la sangre. El chorro de espuma se detuvo unos centmetros antes de chocar contra los cuadros, y, como si recorriera algn tipo de tubo invisible, describi un giro de 180 grados y volvi hacia Raulito. Y lo golpe.Los hilos de espuma, del grosor de cuerdas de guitarra, se introdujeron por todos los orificios visibles del cuerpo del muchacho, impidindole respirar. Sus ojos se apagaron.Muri sin ni siquiera poder exhalar un ltimo aliento, reventado totalmente por la presin de la espuma.Cuando los gritos de Jaime se unieron a los de los cuadros, algo invisible lo expuls violentamente de la habitacin. Vol ms de veinte metros sin tocar el suelo y se estrell contra la puerta de la habitacin 349. La puerta de la 352 se cerr dando un portazo.DIECISIETENOOOOOOOOO! grit Jaime.En unos segundos, todo se haba desquiciado.Haba encontrado a Gloria. Pero haba perdido a Raulito, que acababa de morir delante de sus ojos de una forma tan horriblemente increble que su mente se negaba a aceptarlo. Y, por supuesto, quedaba el plato fuerte del da: haba descubierto que realmente existan las casas encantadas, o para ser ms precisos, las habitaciones encantadas.All dentro haba sentido una amalgama de sensaciones, y ninguna de ellas agradable. Haba sentido miedo, mucho miedo, pero sobre todo haba percibido maldad.Tan intensa que casi se poda oler.La habitacin tena a Gloria y a su hijo, y no estaba dispuesta a soltarles.Y luego estaba el aspecto de Gloria. Esa habitacin estaba consumindola. Tena que sacarlos. Ytena que acabar con aquello que haba matado sin ninguna piedad a su amigo. Se lo deba perocmo? Qu poda hacer contra aquella fuerza que le haba hecho volar de esa forma?

Se levant con ms esfuerzo del que crea que iba a necesitar, y se dirigi de nuevo hacia la puerta de la 352. Agarr el pomo de la puerta con su mano derecha y lo gir con todas sus fuerzas. Pero ste no cedi ni un pice. Se ayud con la izquierda, y cuanta ms fuerza aplicaba, ms inamovible pareca, como si pomo y puerta fuesen una sola pieza soldada por una fuerza invisible.De repente, el pomo se calent. Pas de estar fro a estar al rojo vivo en un segundo. Jaime consigui apartarse una milsima de segundo antes de que la quemadura que le provoc en la mano fuese realmente grave.As que hizo lo nico que poda hacer: llor.Llor tan amargamente como no recordaba haberlo hecho nunca.Llor hasta que sus piernas se doblaron y se hinc de rodillas, all, en el recodo sin iluminar que permaneca oculto a la vista, a unos metros de distancia del que haba sido su amigo y de la que podra ser su gran amor.Al principio, crey que sus ojos llenos de lgrimas le estaban gastando una broma, que era algn enrevesado efecto ptico provocado por sus ojos empapados; pero cuando se los sec con el dorso de la mano, su llanto se detuvo de inmediato y a su corazn estuvo a punto de pasarle lo mismo.

Mientras estaba arrodillado mirando a la puerta de la habitacin 352, a su izquierda, dentro del pasillo oculto, haba aparecido una nueva puerta: la 351.

DIECIOCHOSe levant de la manera ms desgarbada del mundo, y aunque su capacidad de asombro ya se haba desbordado varias veces ese da, aquello termin de darle la puntilla. Esa habitacin haba surgido de la nada.Un instante antes no estaba, y al siguiente s. sa era la impresin que daba.Se acerc a ella y peg el odo a la puerta. Se oa levemente una msica muy agradable, pero no pareca venir de dentro de la habitacin. Era difcil de explicar, pero era como si la propia habitacin fuera la msica. La habitacin estaba hecha de msica, sa era la expresin que se le vena a la cabeza.Acababa de escapar del mal absoluto, de la habitacin de al lado. Y ahora sta, la 351, lo llenaba de paz.Entonces lo vio claro.El yin y el yang susurr. La 351 existe porque existe la 352. El mal absoluto no puede existir solo, porque en el universo, todo est en equilibrio. Ni tampoco el bien absoluto, porque ambos se complementan.Lo acababa de decir, pero l no lo haba dicho.Era totalmente lgico, o al menos a l se lo pareca, pero no hubiera llegado a esa conclusin ni en un milln de aos. La idea simplemente germin en el centro de su cabeza como si alguien hubiera plantado una semilla. Y decidi probar suerte. Porque, al menos durante unos instantes, quera ser uno con esa msica. Levant la mano y llam tres veces, suavemente, a la nueva puerta.Se oy un leve arrastrar de pies deslizndose por la moqueta. Luego el pomo se movi a un lado y a otro, y la puerta se abri. Y la msica ms dulce del mundo lo inund.Ay mi nio, no me llore, guapo dijo la gitana desde el otro lado del dintel de la puerta. Qu es lo que quiere?Yo no puedo solloz Jaime. No he podido salvarles, y ella ellaLa gitana puso la mano sobre su hombro, y eso lo calm instantneamente, como si hubiera tomado una mgica infusin hecha con las ms exticas, deliciosas y olorosas plantas silvestres que pueda imaginar el ser humano. As fue exactamente como se sinti: limpio por dentro, y totalmente relajado.

Ya te lo dije, nio si quieres mi ayuda, slo tienes que llamarme.

Jaime la escuchaba en sus odos, pero tambin dentro de su cabeza. En ocasiones, le pareca que la gitana hablaba sin mover los labios, pero eso no lo asustaba lo ms mnimo.

Por favor gimi l, por favor, aydame.

La gitana sonri. Jaime no pudo precisar qu haba en esa sonrisa, pero tena mucha fuerza. Sinti como si le quitasen un gran peso de encima.

Tuvo la conviccin de que ahora todo ira bien.

Vamos, nio dijo la gitana, que no era una gitana. Vamos adentro.Se dirigieron a la habitacin 352. Jaime iba el primero. La gitana lo segua. Pero ahora no iban armados solamente con un extintor.Que se preparara lo que fuese que hubiera ah dentro, porque haba llegado su hora.DIECINUEVEJaime se situ frente a la 352, y golpe con los nudillos. Esta vez sin miedo o reticencia.Fueron unos golpes secos, fuertes. La puerta se abri de inmediato y Jaime no necesit mirar atrs antes de atravesar el marco, porque senta una fuerza impresionante empujndolo desde atrs, hacindole avanzar casi sin tocar el suelo. Pareca como si ese ser que pareca una vieja gitana deseara la confrontacin. Como un sediento que no puede esperar ms a alcanzar un vaso de agua fresca.Exactamente as.De modo que, sin apenas darse cuenta, Jaime se vio de nuevo en el centro de la habitacin.No quiso mirar hacia el bulto reventado que yaca en el suelo, a su izquierda, porque saba que era Raulito y en aquellos momentos la muerte no exista No poda ni deba romper la magia, o estara perdido.Gloria segua en la misma posicin, sentada en la cabecera de la cama, con sus delicados pies descalzos apenas rozando la moqueta. Su mirada segua perdida en la pared, en los cuadros de las muchachas.

Miraba sin ningn inters, con infinita tristeza, a algn punto perdido en la distancia mucho ms all de aquellos cuadros vivos.Su hijo tena la cabeza hundida en su regazo, tal como haba quedado unos instantes antes, cuandoRaulito an estaba vivo No deba pensar en eso.Los cuadros fueron los primeros en notar su presencia. Las chicas, preciosas, lo miraron de reojo. Sus expresiones, fotocopias exactas cada una de las dems, mostraron asombro. Lo siguieron con la vista, mientras sus ojos y sus bocas dibujaban una exageradamente cmica expresin de sorpresa. Y Jaime, ignorndolas, se acerc poco a poco hasta la cama y pos una temblorosa mano en el deseado hombro de la mujer que tanto lo atraa.Gloria le susurr.Ella dio un respingo. Hasta ese preciso instante no haba notado su presencia. Lo mir como mira un sonmbulo al que acaban de arrancar de su mundo de ensueo.Su hijo levant la cabeza, sobresaltado. Y de repente todo tuvo sentido.

Aqul no era el hijo de Gloria, por la sencilla razn de que aquello no era un nio.Aquello no era un nio de la misma forma que la vieja gitana tampoco era lo que pareca ser.

Los ojos que lo miraron (aunque l saba que no eran unos ojos, no servan para ver porque aquel ser no necesitaba ver) eran rojos a veces, otras amarillos y otras una amalgama de tonos anaranjados. Era como mirar el mismsimo corazn del sol fijamente.

La mente de Jaime se abri, y durante unos instantes vio realmente el sitio en el que se encontraba. Vio, como en una pelcula proyectada sobre una superficie, las dos cosas al mismo tiempo. Lo que

la habitacin pareca, y lo que en realidad era.

Vio a las muchachas (a sus almas) encerradas en lo que parecan jaulas de oro suspendidas sobre ros de lava hirviente.

Vio la habitacin entera como una inmensa gruta cuyo techo, cubierto de amenazantes estalactitas, se elevaba a cientos de metros por encima de su cabeza.Vio burbujas de magma explotar en la superficie de una laguna entre anaranjada y amarilla brillante aqu y all.Y frente a l, un camino de brasas encendidas, humeantes, que serpenteaba hasta el trono. Un trono que descansaba sobre un montculo de crneos humanos. Un trono en el que el nio estaba sentado.Slo que con su aspecto real.El ser era como una inmensa grgola, de al menos cinco metros de alto. Su rugosa piel, negra como el alquitrn, apareca lustrosa y brillante en unas zonas y agrietada y avejentada por otras.Por las grietas manaba una luz muy brillante y anaranjada, pareca como si todo l estuviese hecho de energa y su piel no pudiera contenerla toda. Se levant de su trono y dos inmensas alas negras de murcilago, con pequeas llamas brotando por toda su superficie, se extendieron a su espalda. Tras de l, Gloria estaba encadenada a una jaula dorada que an no estaba cerrada. El ser seal a Jaime con su mano izquierda. En su derecha, agarrado por el cuello, tena el cadver achicharrado de Raulito.Raulito rogaba a gritos que Jaime lo sacara de all mientras su piel se llenaba de ampollas.Fuera!, grit aquella bestia con una voz de nio. Jaime sinti la orden en lo ms profundo de su cerebro. No entendi las palabras de una forma racional, porque aquel ser se comunicaba en un lenguaje que el cerebro humano no tena la capacidad de comprender, pero la orden fue clara e irrevocable.La imagen se desvaneci y la habitacin volvi a su lugar. La cara negra y brillante de aquella bestia se disfraz de nuevo de nio. Y Jaime vol hasta el centro de la habitacin, donde qued suspendido, con los brazos y las piernas extendidos hacia el infinito.Y supo que iba a morir.VEINTEJaime not que una inmensa fuerza tiraba de sus extremidades en direcciones opuestas. Aquel ser horrible iba a despedazarlo en vivo. El que ahora saba que no era un nio lo miraba fijamente, con una odiosa y malfica expresin en el rostro. Sus ojos anaranjados rezumaban humo blanco. La bestia levant su mano derecha, como un director de orquesta que est a punto de cerrar una pieza magistral.Aunque Jaime saba que lo que estaba haciendo era tensando los hilos. Unos hilos invisibles que atrapaban cada una de sus extremidades. Y que, cuando esa mano bajara, el dolor sera insoportable.Sultalo, coleccionista se oy una msica.La gitana se encontraba en la misma entrada de la habitacin, apenas un paso en el interior de la misma.La presin se desvaneci, como si alguien hubiera cortado los hilos.T! grit el nio con su voz real. Una voz amplificada, que eran miles de voces a un tiempo. Voces desgarradoras, avejentadas, odiosas pero sobre todo aterradoras.El disfraz del ser se desvaneci por completo. La habitacin, en un parpadeo, se convirti en lo

que realmente era. Jaime se vio flotando entre cataratas de lava hirviendo.T no puedes estar aqu, en mis dominios. Este lugar est prohibido para los tuyos bram la criatura.Jaime captaba estas palabras directamente en el centro de su ser. Las palabras eran incomprensibles, sibilantes, como serpientes arrastrndose, pero l, a un nivel muy primitivo, las entenda.Puedo y debo se oy de nuevo la msica que provena del interior de la gitana. Si alguien desde dentro me pide ayuda. Y alguien lo ha hecho.T, pattica criatura! grit la bestia con tanta fuerza que la cabeza de Jaime vibr.Sinti un pnico como nunca antes haba sentido. No era miedo a morir, iba ms all. Miedo a estar condenado junto a aquella horrible bestia por toda la eternidad.Jaime grit con todas sus fuerzas.Basta dijo la msica.La voz de la criatura se cort en seco, al igual que el grito de Jaime. ste mir hacia la gitana, y sinti que le faltaba la respiracin.

Pero no necesitaba respirar.

La gitana avanz un par de pasos sobre el suelo llameante. Sus zapatillas quedaron atrs. No se descalz, simplemente sus pies las atravesaron, como si no fueran reales. Pas a travs de su superficie como si estuvieran hechas de gelatina. Al siguiente paso, el disfraz de la gitana desapareci. Como si su piel y su ropa fueran una bolsa amarrada en lo alto de su cabeza a la que alguien suelta el nudo. Fue exactamente eso. Su piel y su ropa se deslizaron hacia abajo y desaparecieron entre llamas al tocar el suelo. Y slo qued un ser de luz.

Desnudo.

Y perfecto, hasta el punto de ser inconcebible.

Su piel azul como el mar no reflejaba los brillos del fuego que lo/la rodeaba. Era imposible decir si era un hombre o una mujer porque no tena sexo. Jaime pens que se encontraba ante un ngel. Y,como respondiendo a sus pensamientos, dos majestuosas alas de un blanco inmaculado se desplegaron a su espalda.Se acab dijo, y Jaime se sinti inundado de paz.Entonces es el momento de la verdad contest la bestia. Sea, pues.En su mano brot una espada llameante. Borbotones de lava amarilla goteaban por la empuadura y caan hasta el suelo, dibujando remolinos de humo. La bestia avanz un paso hacia el ser de msica y luz, y todo retumb a su paso. Varias estalactitas cayeron del techo y se destrozaron contra el suelo.Una de ellas casi roz a Jaime.De la mano del ser que antes pareca una gitana tambin brot una espada. Una espada de luz pura y msica. Era brillante como los rayos del sol, y al mirarla directamente se senta una paz inmensa. Los colores del arcoris brotaban en pulsos desde su empuadura y suban en espiral hasta el extremo superior, donde desaparecan en pequeas explosiones silenciosas parecidas a fuegos artificiales en miniatura.Jaime saba que ni el arma del ser brillante ni el de la bestia eran espadas realmente. Ante sus ojos se iba a librar una batalla como se haba estado haciendo desde tiempos inmemoriales, y su pobre cerebro humano se limitaba a tratar de hacer comprensibles conceptos que sobrepasaban sus lmites. Y le pareci bien.Lo nico que Jaime le peda a Dios (si acaso Dios no era aquel ser de color azul que tena ante l)era que la bestia no ganara la batalla.Como si hubiera entendido sus pensamientos, el ser de luz le sonri.Y a continuacin el caos se desat ante sus ojos, los cuales contemplaron un espectculo nunca antes presenciado por ningn ser humano.Su mente se expandi y su primitivo cerebro lo entendi todo. Era una maravillosa danza en la que el ms mnimo movimiento estaba estudiado al detalle. Las pupilas de Jaime se contraan y se expandan al ritmo de las espadas en lucha. A cada golpe, un mundo naca en alguna parte del infinito y otro se consuma en un agujero negro.El combate que se estaba desarrollando a unos metros de l y al mismo tiempo a mil mundos de distancia.Era como ver en primera fila el nacimiento del universo.Senta oleadas de maldad y paz de forma alternativa, supuso que al ritmo de los golpes de los contendientes. No poda (no saba) distinguir quin estaba ganando aquella hermosa y aterrorizadora lucha. Pero de pronto tuvo la conviccin que del resultado de la misma no slo dependa su propia vida, o la de Gloria, sino mucho ms.

El pnico comenz a atenazarlo, y su subconsciente decidi cerrar esa puerta antes de que lo volviera loco.

La cadencia de los golpes haba ido acelerndose hasta lmites irreales, como una pelcula a mil veces su velocidad normal. Sus odos dejaron de distinguir quin de los dos colosos golpeaba; al principio los golpes de la bestia sonaban como un disco de heavy metal puesto al revs y los del ser celestial como msica de una belleza inenarrable, pero ahora todo era una amalgama de explosiones sordas, lejanas, como a muchos kilmetros de distancia. Los fogonazos y el entrechocar de las espadas se convirtieron en el desquiciante parpadeo de la luz estroboscpica de una discoteca, y Jaime supo que si no cerraba los ojos nunca volvera a ver la luz.As que los cerr y apret los prpados con tanta fuerza que empez a ver minsculos puntitos de colores movindose como peces en un estanque.Y, entonces, todo acab.El combate haba durado una eternidad, y, a la vez, un instante.Al final, cuando se desvaneci la luz, slo uno de los dos contendientes qued de pie. Tena las alas blancas plegadas sobre su espalda, la espada de luz apuntando hacia el suelo. Y la bestia humeante rota a sus pies.De pronto, la ilusin de la habitacin volvi con toda su fuerza. Cualquiera que entrase en ese momento slo vera a una vieja gitana sosteniendo en brazos a un nio pequeo al que acababa de propinar una buena zurra.Libralas, coleccionista orden la gitana.El nio, de mala gana, levant una mano, y las superficies de los cuadros de las muchachas empezaron a abultarse. En ese momento, Jaime repar en cuntos eran.Haba decenas de ellos.Jaime tuvo la sensacin de que ganaban contorno como si los estuviese observando a travs de una de esas gafas con cristales rojo y azul que se usan para ver fotos y dibujos en tres dimensiones.Tambin tuvo la impresin de que una superficie transparente y frgil trataba de contener la fuerza imparable de las muchachas de los retratos.Las muchachas fueron adoptando forma humana hasta que lo que quiera que fuese que las tena prisioneras se rompi. Las muchachas nacieron de nuevo a travs de los cuadros.A continuacin, las figuras semitransparentes de las muchachas flotaron en el centro de la habitacin, exultantes de alegra. Se miraban unas a otras y rean con risas angelicales. Tenan sus manos agarradas unas con otras, formando una espiral que se elevaba a lo alto.Estuvieron as unos instantes, jugando y riendo, hasta que soltaron sus manos, miraron hacia arriba, e hicieron a Jaime un gesto de despedida con la mano.Sonrieron de nuevo, y desaparecieron por el techo, hacia el destino que se les haba negado, Dios saba desde cundo.Qu qu eran? atin a preguntar Jaime a lo que antes era la gitana.Almas respondi el ser. El coleccionista roba las almas de las muchachas que escoge y retuerce la realidad para que nadie las recuerde ni pueda reclamarlas.

Los padres olvidan a sus hijas, los hermanos a sus hermanas, los abuelos a sus nietas el mundo

queda como si ellas no hubieran existido. Su recuerdo es borrado de todas las personas que las conocieron. Sus logros anulados. Sus creaciones perdidas en la nada. Sus vivencias suprimidas. Lo que les arrebata es tan valioso que no tiene nombre. Las condena a un estado de no existencia, como si nunca hubieran nacido

Jaime balbuce algo sin sentido. La idea de una bestia que colecciona almas como un nio colecciona cromos le resultaba horrorosa e increble a un tiempo.

Pens en las pobres muchachas, en la eternidad de sufrimiento que habran pasado encerradas en aquellos cuadros slo para disfrute de la bestia.

Hola dijo una voz que sac a Jaime de sus pensamientos. Se volvi, y vio la forma de Raulito, tan transparente como las muchachas, que le sonrea.Dios mo, Raulito balbuce Jaime. Yo... yo lo siento tanto.No te preocupes repuso el muchacho con una voz llena de paz. Esto es maravilloso. Slo quera decirte que nada de esto ha sido culpa tuya. Al contrario, me has salvado de la bestia.Jaime estir la mano para intentar tocarle, pero lo atraves como si fuera humo, dejando remolinos multicolores a su paso. Raulito sonri de nuevo y mir hacia arriba.Ya nos veremos aadi, y emprendi su camino hacia el techo. Hacia ms all del techo.An no es tu hora dijo el ser de luz a Raulito. ste no es el lugar en el que debers abandonar este mundo, porque de este lugar no debe quedar huella ni recuerdo, ni en vosotros ni en los que os conocen. Vuelve pues al cuerpo que nunca debiste abandonar.Y obedeciendo a su gesto, el espritu de Raulito volvi a ocupar su cuerpo. El muchacho se levant torpemente y tosi varias veces para eliminar los restos de espuma que an ocupaban sus vas respiratoriasYo yo balbuce.Ve dijo el ser de luz, ahora ya convertido de nuevo en la gitana. No puedes ni debes ser castigado con el recuerdo de lo que ha sucedido en este espacio condenado entre realidades. No ests preparado para sobrellevar tan pesada carga. Por ello te concedo el olvido. Ahora puedes marchar libre.A su orden, Raulito sonri y abandon la habitacin. Cuando volvi a su puesto de trabajo se senta inexplicablemente feliz. No saba por qu, pero aquel da le pareca tan maravilloso que ni siquiera el pesado de Julio con sus tonteras conseguira hacerle cambiar de idea.De ese modo, en la habitacin quedaron la gitana, el nio, Gloria y Jaime.Te queda una ltima tarea dijo la gitana.El nio la mir como si acabara de pillarle intentando robar un puado de caramelos del tarro de la repisa. Dijo algo incomprensible, y Gloria, que hasta ese momento haba estado ausente de todo lo que se desarrollaba a su alrededor, pareci recobrar la vida. Sus ojos dejaron de tener aquel aspecto ausente y volvieron a brillar con la magia que enamor a Jaime el primer da que la vio en el mostrador de la recepcin del hotel.El proceso por el cual le estaba siendo arrebatada el alma al cuerpo de Gloria, que haba estado a punto de ser la ltima pieza capturada por el coleccionista, fue de este modo abortado para siempre.Muy bien sentenci la gitana. Ahora vete.

Sabes que volver. Y entonces la victoria ser ma. Ser el fin de ste y de miles de millones de mundos dijo el nio con la voz de la bestia, que an estando derrotada sonaba tan terrible como para helar la sangre en las venas y erizar hasta el ltimo vello del cuerpo.

Si as ha de ser, ser. Pero hoy, tu historia termina aqu contest la gitana con su voz de msica, y solt al nio, que cay hacia el suelo y lo atraves como si fuera de humo.

Qu qu est pasando? Dnde estoy? pregunt Gloria. Y su voz son maravillosa a los odos de Jaime.

Vosotros dos dijo la gitana cogiendo sus manos. Os devuelvo lo que os fue arrebatado sin derecho alguno.

Y la penosa vida que el coleccionista haba imaginado para ambos cay en el olvido como si nunca hubiera existido.VEINTIUNOLos recuerdos inundaron a Jaime y a Gloria como una inmensa ola rompiendo en la orilla. La primera vez que la vio, en aquella fiesta de cumpleaos de un amigo comn.La maravillosa sensacin cuando sus miradas se cruzaron por vez primera. Las primeras citas, el primer beso.Jaime, emocionado, colocando el anillo en el dedo de Gloria, que estaba bellsima en su vaporoso traje blanco de novia.Los dulces labios de ella pronunciando el s, quiero.Los amigos y la familia bandolos en arroz mientras corran entre risas hacia el coche que los llevara hacia su nueva vida.VEINTIDSEn Inglaterra, en ese mismo momento, una pareja de ancianos recordaban a su hija, que viaj aEspaa a visitar la ciudad natal de Picasso para escribir su tesis de fin de carrera.De eso haca diez aos, y nunca haban vuelto a verla. Y hasta ese preciso momento, la haban olvidado completamente. Con toda la velocidad que sus pies les permitieron, subieron la escalera y se dirigieron al cuarto de su hija. Durante diez aos haban estado pasando a diario cientos de veces por delante de aquella puerta sin reparar en ella. Sus libros, sus CD, sus ropas, todo estaba cubierto por una capa de polvo acumulado durante diez aos de abandono.Sus miradas se entrecruzaron, pero no buscaron explicacin. Saban que, por fin, todo estaba bien. Se abrazaron y no pudieron hacer otra cosa que llorar.En Alemania, las luces de varias casas de una misma ciudad se encendieron a un mismo tiempo. Todas ellas tenan algo en comn, en ellas vivan mujeres que hicieron su viaje de fin de curso a Mlaga veinte aos atrs. Con el corazn latindoles en las sienes, se preguntaron cmo pudieron abandonar all a dos de sus compaeras, y lo que es ms inquietante, por qu las haban olvidado por completo hasta ese instante.La misma escena se repiti, con ligeras diferencias, en decenas de lugares a lo largo y ancho del planeta.Al da siguiente, las comisaras de medio mundo se llenaron de denuncias por desaparicin. Muchas de esas desapariciones haban ocurrido hasta treinta aos atrs.Una revista sensacionalista dedic la mitad de su pgina treinta y cinco al tema de las denuncias. Cientos de pginas de Internet dedicadas a sucesos paranormales dieron cuenta tambin de esas muchachas desaparecidas.

Por lo dems, el mundo sigui girando, inmutable, y sus habitantes siguieron viviendo sus vidas

con normalidad.

VEINTITRSEl sonido del telfono arranc a Jaime de su sueo. Lo descolg, an medio dormido, y acerc el auricular al odo.Disculpe, seor oy. Son las ocho de la maana, nos pidi que lo despertsemos.S, muchas gracias respondi l.De nada, seor.Colg el auricular, y se arrop de nuevo con la suave sbana blanca.Preciosa, es la hora susurr.Gloria sonri. Le encantaba que la despertara as. A pesar del tiempo que haca que estaban juntos, segua oyendo campanitas cuando l le hablaba.Se desperez, y desnuda entre las sbanas, a Jaime le pareci una diosa.Hoy es el gran da dijo ella.S contest l. Por fin vamos a ver la que ser la oficina en Mlaga del gran fotgrafo JaimeRueda brome.

No te lo tomes a risa contest ella, abrazndolo. S que tenas muchas ganas de ampliar el negocio.S, no te lo voy a negar respondi l No tienes la sensacin de que la vida es maravillosa, de que nada puede ir mal?Hombre ten en cuenta que estamos cerca de Marbella. Lo nico que puede pasar es que dejes de hacer esas maravillosas fotos de moda que haces en Mad